Adicciones y Otros Asuntos Nuevos de Augusto Perez Gomez

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ADICCIONES Y OTROS

ASUNTOS HUMANOS

Augusto Prez Gmez Ph.D

[1]
Editores:

Adelaida Espinoza M. y Milton E. Bermdez-Jaimes

Prohibida la reproduccin impresa o digital, total o


parcial de este libro, as como su transformacin por ningn
medio informtico, ni la transmisin de sus contenidos por
cualquier medio tecnolgico que no hayan sido autorizados
previa y expresamente por los propietarios del copyright.

La citacin de la obra de contar con la siguiente


informacin: Prez G, Augusto (2013). Drogas, adicciones y
otros asuntos humanos. Bogot: Corporacin Nuevos Rumbos.

Cartula: El espejo, del Maestro Ivn Martnez

Publicado por:
Dupligrficas Ltda.
Bogot, D.C. - Colombia
[email protected]
[email protected]

ISBN:

[2] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Para mi Club de Hormigas (ANTS): Alicia, Nicols, Toms y
Sebastien, y para Leonor, su Hada Madrina

[3]
[4] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
N DICE

PRLOGO 7

PREFACIO 11

I. Introduccin:
Una visin sobre la Psicologa como ciencia 17

II. Problemas relacionados con el consumo de


drogas y el concepto de adiccin 39

1 Existe realmente la enfermedad adictiva? 41


2 Adicciones sexuales 53
3 La legalizacin de las drogas 83
4 Sobre la penalizacin de la dosis mnima 107
5 Sociedad libre de drogas o reduccin de dao?
Un falso dilema 117

III. Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas 133

6 Identidad femenina y consumo de drogas 135


7 Factores de vulnerabiliad y caracterizacin
de los consumidores de alto riesgo de
sustancias psicoactivas 157
8 Transiciones en el consumo de drogas
en Colombia 189

[5]
IV. De la actividad preventiva y teraputica 213

9 Prevencin y medios masivos de comunicacin 215


10 Estilos de vida y prevencin 225
11 Vulnerabilidad, determinantes sociales del
consumo de drogas y el futuro de la prevencin 239
12 Teora y prctica teraputicas en el campo
del consumo de drogas 257
13 Terapia y tica SPA 275
14 En busca de senderos para la construccin
de un paradigma teraputico 297

V. El vnculo afectivo y la emocin 253

15 Vnculo afectivo, sexualidad y pareja 355


16 Bach: expresin y emocin 3753

GLOSARIO 385

[6] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


PRLOGO1

U na bien conocida diferencia entre la ciencia y las religiones


consiste en que, para la primera, sus proposiciones pueden
ser modificadas, relativizadas e incluso anuladas, sean cuales
sean, a diferencia de las segundas que se caracterizan por la
inmutabilidad en sus afirmaciones de base y aun en otras menos
sustanciales. Es una diferencia esencial que siempre merece
ser subrayada, puesto que con frecuencia se manipula lo que
ello implica, no siempre muy honradamente; o se le olvida de
hecho, as se afirme lo contrario.

La capacidad de la ciencia para revisar sus


planteamientos es, pues, uno de sus fundamentos, lo cual le
permite su avance, resolver algunos de sus impasses, conseguir
su reinvencin permanente. No obstante, para lograrlo, tiene
como condicin inapelable el despliegue de argumentos
sustentados lgicamente y tambin demostraciones, hecho que
el pensamiento dogmtico no puede aceptar; este propone o,
mejor, expone sus afirmaciones, bsicamente a partir del decir
de una autoridad incuestionable. Para este tipo de pensamiento
sus proposiciones centrales son expuestas de una vez y para
siempre. Seguramente todo aquel que se reclame de la ciencia
aceptar lo anterior.

Bajo esa perspectiva, Augusto Prez plantea en este libro


un debate mltiple desde una posicin en la que exige que las
afirmaciones y tesis sostenidas sean desplegadas, en efecto,
bajo los supuestos de la ciencia. La importancia de debatir de
1 Este prlogo fue escrito para la versin digital de este libro, producida por California
Edit en 2012. La presente versin no es idntica a la digital, pues en aquella no aparecen
los dos ltimos artculos.

[7]
tal manera, por ejemplo sobre la naturaleza de las llamadas
adicciones, sobre el consumo, el comercio y las legislaciones
relativas a las sustancias psicoactivas, es indudable, ms cuando
los argumentos presentados por el autor no son, de ninguna
manera, gratuitos, ni extrados de doctrinas inmutables, as
los mismos puedan no ser objeto de buen recibo en algunos
crculos. Las consecuencias que podran derivarse de ello
son claras; ofrece, ante todo, la posibilidad de contribuir al
desbroce de las densas maraas ideolgicas que sesgan muchos
de los planteamientos sostenidos en este campo. Y es evidente
que las problemticas abordadas tienen una significacin
incuestionable en el mundo contemporneo.

De esta manera propone, en primer lugar, esclarecer si


existe efectivamente algo que se pueda llamar una enfermedad
adictiva, asunto que para muchos, entre ellos no pocos de
quienes se reclaman de la ciencia, est resuelto de una vez y
para siempre, planteamiento ste que presenta ms dificultades
epistemolgicas, polticas y sociolgicas de las que con
frecuencia se presume. Por ejemplo, entre tantos de los tcnicos
de la salud de nuestro tiempo. Bastara con sealar este punto
para reconocer la importancia de las consideraciones aqu
expuestas.

El examen de la cuestin conduce a Augusto Prez a


efectuar otros recorridos, que le permiten plantear tesis cuyo
valor no debera ser desconocido, al menos si se trata, en
efecto, de pensarlas desde y con la ciencia. Un punto de apoyo
central, a mi juicio, opera en su anlisis: el reconocimiento
de las consecuencias de la medicalizacin de la vida como
fundamento de mltiples consideraciones que se hacen acerca
del consumo de sustancias y de otros temas conexos. Ello
implica, de una u otra forma, una biopoltica, dimensin que no

[8] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


debera ser ignorada en el examen propuesto; tambin implica el
descuido, en diferentes medios, del basamento epistemolgico
en que estos se sostienen. As, el autor llega a discutir ciertos
pseudodilemas que perturban la comprensin de lo que est
en juego en la problemtica de las sustancias psicoactivas. La
trampa tan frecuente que tienden quienes sustituyen el rigor
y la demostracin por sus afanes ideolgicos, u otros afanes
aun ms mezquinos, al darle un aspecto simplemente formal
de cientificidad a sus proposiciones, es explorada en este texto
para sealar, de esta manera, las debilidades existentes en
planteamientos que sustentan prcticas sociales e instituciones.
El lector podr, entonces, extraer de este libro conclusiones
diversas a partir de un anlisis que se caracteriza, en especial, por
el coraje y seriedad de las tesis expuestas. Una tal disposicin de
espritu impondr a su autor interrogar otros asuntos cardinales
para la poca.

De esa manera, Augusto Prez acomete el examen de ese


singular asunto nombrado en diversos espacios bajo el rubro
de adicciones sexuales, problema que permite puntualizar
en un campo muy especfico las debilidades conceptuales
sealadas en lo relativo a la llamada enfermedad adictiva. All
la argumentacin clara y vivaz del autor cobra vuelo y el texto
reviste un inters renovado. De igual manera, el lector hallar
en el libro una importante discusin sobre la legalizacin del
consumo y comercio de sustancias psicoactivas; o sobre la
despenalizacin de la llamada dosis mnima, temas que las
sociedades de hoy deberan discutir con mxima seriedad,
sin reducir su abordaje a la exposicin de meros argumentos
morales, apoyados stos ms en temores irrazonables que en
la exploracin juiciosa del problema; o en intereses turbios,
que poco deberan afectar un anlisis sensato de los asuntos en
juego. Y en esa misma perspectiva se examinan las caractersticas

[9]
de algunas de las teraputicas de las adicciones y su eticidad.
Es claro entonces el valor de este volumen que recoge
elaboraciones de perodos diversos de una labor intelectual
tesonera, valiente e ilustrada, que caracteriza a Augusto Prez en
su recorrido docente e investigativo y quien, por ello, honra el
trabajo de los psiclogos colombianos. Sus argumentos invitan
a la discusin y quienes se interesen en ellos, hallarn motivos
de reflexin y de provecho indudable. Que el formidable y
ambicioso proyecto editorial que es California edit, haya
considerado este libro como una de sus primeras entregas, dice
otro tanto de las calidades de los contenidos que lo conforman.

Juan Fernando Prez

[10] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


PREFACIO DEL AUTOR

P ara quienes, como yo, escribir no es una profesin sino una


actividad obligada dentro del contexto de otro oficio, no
es extrao ir dejando por aqu y por all entre archivadores
olvidados, en cajas que contienen documentos personales, entre
papeles que carecen por completo de utilidad y que deben ser
entregados para reciclaje borradores incompletos, ideas sueltas
y textos esbozados que nunca vern la luz; tambin es frecuente
trabajar una y otra vez sobre un mismo tema, tratando de hacerlo
ms agudo y convincente (en ocasiones ms largo, en otras ms
breve). En contraste, es ms inusual tropezar con un artculo
publicado dos o tres dcadas atrs y sonrer pensando: Qued
muy bien, no tengo prcticamente nada que cambiarle

As surgi este libro. Cuando la directora de California-


edit, Rebeca Puche, colega y compaera de la universidad,
me pidi que preparara un manuscrito para este proyecto, yo
estaba a punto de publicar mi ltimo libro, Ser terapeuta, y me
senta un poco vaco de ideas; sin embargo, acept el reto y me
propuse organizar un conjunto de artculos, no necesariamente
relacionados entre s, pero que representan, de diversas maneras,
algunos de mis principales intereses, mi manera de pensar
ciertos problemas y mis estrategias para resolverlos, de forma
analtica o emprica. Algunos de esos artculos han sido objeto
de publicaciones anteriores, otros son completamente inditos.
Como en cualquier embarazo, trabaj intensamente durante
nueve meses en la preparacin del texto final; una vez producido
el libro, empec a considerar la posibilidad de publicarlo en
versin fsica, y esto implic agregar algunos captulos, suprimir
otros y organizar el conjunto de una manera diferente. El

[11]
resultado tiene cinco secciones: la introduccin es un artculo en
el que presento mi punto de vista de la Psicolog como ciencia;
la segunda incluye cinco artculos sobre roblemas relacionados
con el consumo de drogas y el concepto de adiccin; la tercera
presenta tres estudios realizados con metodologa cualitativa; la
cuarta analiza diferentes aspectos de la atividade preventiva y
teraputica; y la ltima presenta dos artculos que, aun cuando
fueron escritos hace largo tiempo, siguen representado mis
puntos de vista sobre el vnculo afectivo y sobre la capacidad
expresiva de la msica a nivel emocional.

En unos pocos casos dej los artculos tal como fueron


publicados originalmente, y se incluyen en esta recopilacin
con la debida autorizacin de los editores, por lo que agradezco
especialmente a las revistas Liberabit, del Per, Adicciones, de
Espaa, Universitas Psychologica, de la Universidad Javeriana y a
la Revista Colombiana de Psicologa de la Universidad Nacional;
en otros casos reform profundamente los textos originales y los
actualic por completo; en un caso le seis libros para escribir
diez pginas, porque necesitaba entender cabalmente lo que
quera decir (y tambin porque el tema me apasiona). Pero el
artculo que me exigi mayor esfuerzo fue En busca de senderos
para la construccin de un paradigma teraputico: se trata de un
texto en el que he trabajado durante aos, pero inconcluso
hasta la fecha; la insistencia de la directora de California-edit me
impuls a darle forma y presentarlo aqu.

Muchas personas contribuyeron a la produccin de este


libro, pero Rebeca es la principal, y le expreso mi gratitud: me
visit muchas veces, me coment sus puntos de vista sobre mis
ideas, me manifest su desacuerdo con algunas y (en la versin
digital) me ayud enormemente con la construccin de los
hipervnculos, tarea en la cual tuve poca participacin. Tambin

[12] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


estoy en deuda con Juan Fernando Prez, autor del prlogo, a
quien hace muchos aos no veo, pero he seguido con inters su
desarrollo profesional y de quien conservo un grato recuerdo
de nuestros tiempos en la universidad. Mi equipo de trabajo
en Nuevos Rumbos, especialmente Marcela Correa, me ofreci
comentarios muy tiles para ajustar algunos captulos: a todos
les expreso mis agradecimientos. Marcela, adems, es coautora
de uno de los artculos.

Espero que esta edicin contribuya a aclarar algunos


conceptos importantes, o por lo menos a relanzar el debate
sobre asuntos que muchas veces de dan por resueltos, cuando
en realidad no lo estn.

Benten, abril de 2013

[13]
[14] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
Introduccin

[15]
[16] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
Una visin sobre la Psicologa como ciencia2

La Psicologa lleva ms de 130 aos buscando


acomodarse en el campo de las ciencias, con un xito ms que
discutible. La ingente cantidad de publicaciones existentes
(probablemente superiores a las de cualquier otra disciplina) lo
nico que prueba es el inters por los temas psicolgicos, pero
no nos dice nada sobre su calidad o su articulacin; as, casi siglo
y medio despus de Wundt todava no poseemos un paradigma
unificador, y los mayores esfuerzos de sntesis producen por
lo menos tres grandes tipos de enfoques que difcilmente se
comunican entre s, por no decir que son irreconciliables: el
psicoanlisis, el conductismo y sus variantes (ms enemigas
entre s que con los otros enfoques) y ese campo impreciso y
ambiguo que, en su momento, fue liderado por Carl Rogers en
los Estados Unidos.

Carl Rogers (1902-1987) es, sin lugar a dudas, uno de


los psiclogos ms prominentes del siglo XX. Aun cuando
es conocido a lo largo y ancho del mundo Occidental por el
desarrollo de una teora de la personalidad y de una forma de
hacer terapia que marcan un amplio contraste con la teora
psicoanaltica, que domin el campo clnico durante los primeros
60 aos del siglo pasado, los aportes de Rogers van mucho
ms all: por ejemplo, sus propuestas educativas introdujeron
profundas modificaciones en los conceptos convencionales; fue
el primero en desafiar los tabes que rodeaban el secreto hasta
entonces impenetrable de las sesiones de terapia, y no solo se
atrevi a grabarlas en los aos 40, sino que demostr que los
consultantes no mostraban ninguna reticencia, contrariamente
a los terapeutas; fue el primero en llevar a cabo estudios clnicos

2 Publicado originalmente en Universitas Psychologica (2004), 3(2), p. 187-196.

[17]
con el diseo A-B-A, que confirmaron algunas de sus hiptesis
y tambin mostraron inconsistencias en sus propuestas tericas,
que l acept aun cuando no pudo resolverlas; y con respecto
al tema de este artculo, confront pblicamente a Skinner
en una serie de 4 debates que no han perdido, aun hoy, nada
de su trascendencia. Quienes se interesen por conocer los
resultados de estos encuentros pueden consultar por lo menos
tres de los documentos existentes3: el publicado originalmente
en la revista Science en 1957 y reproducido incontables veces
en muchos idiomas, a propsito del control de la conducta
humana (Skinner y Rogers, 1957/1972); el organizado por la
Universidad Rice y publicado en 1964 en un libro editado por
T.W. Wann4 (Rogers, 1964), en el que el encuentro entre Rogers
y Skinner es muy breve pero significativo; y el monumental
dilogo que tuvo lugar en 1962, durante dos das, en la
Universidad de Minnesota en Duluth, que solo fue publicado
28 aos ms tarde por oposicin de Skinner (quien nicamente
autoriz que se pudiera vender una versin grabada en audio
del encuentro), y que se extiende por 74 apretadas pginas
impresas de transcripciones. Este texto, que recomiendo
enfticamente, muestra a dos prominentes representantes (tal
vez los ms prominentes) de la Psicologa estadounidense,
confrontados alrededor del concepto de ciencia, de los
criterios de cientificidad, de los elementos que deben incluirse
en una ciencia psicolgica; despus de estudiar los textos
cuidadosamente, y de haberlos ledo por lo menos cuatro veces,
puedo decir con toda conviccin que entiendo por qu Skinner
se opuso a su publicacin: la defensa que hace de sus puntos de
vista es dbil, esquiva los elementos fundamentales del debate,
3 En diciembre de 1960 The American Academy of Arts and Sciences organiz un
pequeo encuentro en el que Skinner y Rogers presentaron ponencias escritas, que
nunca fueron publicadas.
4 La versin espaola, presentada en el libro de Nudler Problemas epistemolgicos de la
Psicologa solo tiene la ponencia de Rogers, y deja de lado el debate que sigui.

[18] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


negndose a hacer concesiones pero con una actitud que debo
calificar de dogmtica, sin argumentos convincentes. Por el
contrario, Rogers muestra una amplia aceptacin de muchas
de las propuestas de Skinner, pero subraya una y otra vez la
insuficiencia de la posicin conductista para explicar muchos
fenmenos relevantes del comportamiento humano; cuestiona
severamente la negativa de una ciencia a aceptar como dignos de
estudio eventos humanos simplemente porque no sabe cmo
medirlos o estudiarlos (que no es una crtica a Skinner, sino a
algunas otras posiciones de psiclogos de esa poca) y subraya
que una ciencia psicolgica debe poder incluir todos los datos
y eventos disponibles, pues de los contrario sus explicaciones
sern sesgadas, reduccionistas y con tendencia a la linealidad.
Cerca de 40 aos ms tarde una buena parte de la comunidad
de psiclogos ha terminado por aceptar estas propuestas por
lo menos de dientes para afuera.

Dentro de ese contexto, tengo que ubicarme yo. Fui
educado como psiclogo en un esquema psicoanaltico e
inici mi doctorado con uno de los ms cercanos colegas y
amigos de Jacques Lacan, el profesor Jacques Schotte; esa
experiencia me produjo una aversin irreversible hacia esa
forma de acercarse a lo psicolgico; entonces pas a trabajar
con un eminente conductista suizo, el profesor Winfrid Huber,
de la Universidad de Lovaina; con l termin mi tesis, pero el
resultado fue una insatisfaccin igualmente grande: mi lectura
de Skinner y de muchos otros conductistas me dej inmensos
vacos y decepciones; en el camino me encontr con Carl
Rogers, y su lectura me apasion pero tampoco me contestaba
preguntas que me parecan esenciales. Por eso me convert en
lo que soy ahora: un escptico completo, siempre insatisfecho,
siempre convencido de que vamos por un camino equivocado
y que tendemos a convertir en dogmas lo que no son ms

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [19]


que aproximaciones vacilantes e imprecisas, simplificaciones
extremas de fenmenos de una complejidad abrumadora. Lo
que voy a presentar como mi posicin tiene un cierto tono
negativo en el sentido de rechazar muchas de las actitudes frente
a lo psicolgico que hacen parte de lo cotidiano para la mayor
parte de los profesionales de esta disciplina. Por eso trat de
formular mis sugerencias de manera propositiva, aun cuando
no puedo disimular mi pesimismo, que no solo se refiere al
destino de la Psicologa, sino a algunas otras cosas de las que
hablaremos en otra ocasin.

Empecemos por el principio, por lo ms simple: es la


Psicologa una profesin? A pesar de mis 28 aos de ejercicio
profesional, cada vez estoy ms convencido de que no lo
es. O mejor, que no debera serlo, aun cuando no pongo en
cuestin el derecho de la sociedad a exigirnos un aporte. Lo que
discuto es el carcter psicolgico de nuestras intervenciones: la
gran mayora de las cosas que hacen los psiclogos no tienen
nada que ver con la Psicologa, y lo poco que tiene que ver
casi siempre es patticamente simplista; en cuanto a aquellos
que afirman que s tiene que ver, un anlisis elemental suele
mostrar lo contrario: hace ya 30 aos Waters y McCallum
(1973) tomaron unas transcripciones de sesiones de terapia
de Joseph Wolpe (quien se consideraba a s mismo el eptome
de la clnica conductual no skinneriana), publicadas por l
mismo, y demostraron que de 12 principios conductuales
sobre los cuales basaba supuestamente su intervencin, no
cumpla ni uno solo! Las cosas pueden haber mejorado un
poco en tres dcadas, pero no mucho La gran mayora de los
clnicos hacen interpretaciones o intervenciones perfectamente
incompatibles con la ortodoxia del grupo al cual se supone que
estn afiliados, y esto est ampliamente documentado en la
literatura investigativa. Y qu tiene que ver con la Psicologa lo

[20] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


que hacen la casi totalidad de los Psiclogos organizacionales,
o educativos? Muy, muy poco, desafortunadamente. Esto no
implica que todas esas actividades no sean interesantes, tiles o
productivas: seguramente lo son; pero no son realmente parte de
la Psicologa, es decir, no se derivan de la actividad investigativa
o de la actividad terica. Cada quien puede reflexionar sobre lo
que hace y compararlo con los contenidos tericos de lo que
cree, y sacar conclusiones desapasionadas.

Es la Psicologa una ciencia? Yo no lo creo, y hace


ms de 20 aos que lo repito (Prez Gmez, 1981). No hay
un cuerpo articulado de hiptesis que consistentemente
expliquen los fenmenos que constituyen la esencia de nuestro
inters (salvo los ms elementales), que no sean lineales y
reduccionistas; o extremadamente especulativas y abstractas, al
punto de no tener casi ningn vnculo con la realidad; o que
no sean imposibles de verificar en la vida real, que es el nico
espacio en el que una verificacin puede tener algn sentido:
las verificaciones de laboratorio son artificios que despedazan
los fenmenos y producen una informacin atomizada, que
no es conocimiento: es simplemente informacin sobre lo
que ocurre en un medio artificial. Nuestra ignorancia es tan
descomunal que solo produce lo que siempre produce la
ignorancia: fanatismo, convicciones a priori, ceguera y sordera.
Me parece que el inicio de una solucin requiere un humilde
reconocimiento de lo que es obvio para cualquiera, salvo para
nosotros los psiclogos: porque prcticamente en ninguna
parte del mundo la Psicologa es aceptada en las facultades
de ciencias a secas: se le da la bienvenida, por el contrario, en
facultades con apellido, como ciencias sociales o ciencias
humanas: el apellido significa que se duda gravemente de su
estatus. No tenemos teoras unificadas con respecto a ningn
fenmeno psicolgico, y nuestra costumbre ms sobresaliente,

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [21]


a diferencia de lo que ocurre en las ciencias naturales (en
donde los nuevos investigadores se paran sobre los hombros de
sus predecesores), consiste en pararnos sobre la cara de nuestros
predecesores (Zeaman, 1959, en Machado, Loureno y Silva,
2000). Por ello, creo firmemente que el nico estatus al que
podemos aspirar actualmente es al de una disciplina en busca
de cientificidad. Y esto no es ninguna desvalorizacin, por el
contrario: la qumica, la fsica y la biologa pasaron por estados
semejantes, y nadie se los ha reprochado nunca.

Hacia una crtica constructiva de la Psicologa



Los 19 enunciados que presento a continuacin hacen
parte de un trabajo que vengo desarrollando desde hace algn
tiempo; los presento aqu como fuente para un debate que
se inicia apenas , y que espero contine en el futuro prximo,
pero que cada quien podr trabajar por su propia cuenta, ya
sea para aceptarlos o para rebatirlos. Existe una relacin entre
todos los puntos propuestos, pero dada la brevedad del espacio
disponible no puedo demostrarla con claridad (casi tendra
que decir que ms bien se adivina), y mi presentacin es
fuertemente asimtrica: hay algunos puntos razonablemente
bien desarrollados, mientras otros apenas son enunciados.

Debo comenzar por el final: en mi opinin, el acceso de
la Psicologa al mbito de la ciencia debe necesariamente pasar
por la biologa en su acepcin ms amplia, y ms precisamente
por el estudio de las llamadas neurociencias y de la etologa,
considerando en particular a los primates superiores. Debera
ser como dar un paso atrs para poder mirar con distancia, as
sea mnima, lo que no podemos ver en nosotros mismos, salvo
al nivel ms obvio. Igualmente, la Psicologa debe tener en
cuenta la filosofa, o mejor, la reflexin filosfica que conduce

[22] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


a la definicin clara de conceptos, pues sin ella lo nico
que obtenemos son datos ridos, que jams hablarn por s
mismos. En fin, la Psicologa no puede permitirse, si desea
acceder al estatus de ciencia, el limitarse a hacer experimentos,
o a glorificar el mtodo por encima de lo sustancial (los
fenmenos mismos). Por ello propongo lo siguiente:

1. La Psicologa debe enfatizar permanentemente


nuestra ubicacin (la de los humanos) en el marco
de la evolucin. Todos los psiclogos se pretenden
evolucionistas, pero salvo excepciones mnimas, nada
de eso se ve en sus trabajos. Es ms, me atrevera a
decir que todo el mundo conoce el nombre de Darwin
(incluidos los nios de primaria), pero que muy pocos
lo han estudiado. Gran parte de los supuestos en los
que se basan numerosas afirmaciones de psiclogos
famosos contradicen abiertamente postulados explcitos
de Darwin, lo que no impide que se sigan reclamando
convencidos de la veracidad de las propuestas de este
ltimo.
2. La Psicologa debe evitar partir de asunciones a priori,
como lo es el afirmar que la conducta humana es
exclusiva, o incluso mayoritariamente, producto de la
cultura o de factores ambientales. La teora de la Tabula
rasa ha sido desechada cientos de veces, para volver
a aparecer ms tarde con otro disfraz; la verdadera
Psicologa tendra obligatoriamente que articular
consistente y coherentemente lo biolgico con lo que
llamamos psicolgico, si algn da logramos ponernos
de acuerdo sobre lo que esa palabra significa.
3. La Psicologa deber evitar el descartar fenmenos
humanos porque no disponemos de mtodos o
herramientas adecuadas para estudiarlos. Es como si

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [23]


los fsicos decidieran que el estudio de ciertas partculas
es irrelevante porque no saben cmo observarlas
o medirlas, o los qumicos se negaran a considerar
determinadas reacciones de los elementos porque no
las pueden poner en un tubo de ensayo.
4. La Psicologa debe eliminar la asuncin de que
los mtodos investigativos convencionales y los
presupuestos epistemolgicos de las llamadas ciencias
duras, particularmente de la fsica, son suficientes para
el desarrollo de la Psicologa, a pesar de la advertencia
de los fsicos (ver, por ejemplo, Sokal y Bricmont, 1997)
de que eso no es posible ni deseable.
5. La Psicologa necesita considerar la conciencia como
un sujeto digno de estudio. Decir que la conciencia es
simplemente un concepto abstracto es una verdad de
Perogrullo: por supuesto que lo es! Casi todas nuestras
nociones psicolgicas son conceptos abstractos, y no
veo nada de malo en ello. Pero la conciencia se puede
definir, como pueden definirse conceptos como yo o s
mismo, aprendizaje, memoria, pensamiento, hipnosis,
introspeccin, tristeza, duelo, alegra, dolor, ansiedad,
sadismo, desarrollo. El mundo psicolgico es uno
de conceptos cuyos referentes empricos tienen grados
variables de proximidad con lo que llamamos realidad;
nuestra tarea es, precisamente, definir, especificar,
las implicaciones de cada concepto y mostrar sus
relaciones con otros que hagan parte de una estructura
terica, y someter el conjunto a procesos de verificacin
progresivos.
6. La Psicologa tiene que resolver conceptualmente, y
sin ambigedades, los problemas relacionados con los
mtodos de investigacin; por ejemplo, la profunda
contradiccin entre el propsito de la experimentacin

[24] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


como mtodo investigativo preferencial, y el objetivo de
toda Psicologa, que es esencialmente el sujeto humano.
Un sujeto humano en contexto, no uno que aparece
en el vaco, pues este ltimo en verdad no existe, en el
sentido literal de la palabra. Qu es existir? Ex sistere,
literalmente salir hacia fuera, implica transformarse,
evolucionar, y eso solo ocurre por la relacin con otros.
Yo solo soy porque hay otros, y en ese estricto sentido
todo Psicologa es Psicologa social. Je sais que je suis
moi parce que quelquun ma dit tu , dice un sabio
proverbio francs. Pero significa esto que la estadstica
en despreciable? Que solo los diseos investigativos
intrasujeto tienen sentido? O que solo los mtodos
cualitativos nos darn las respuestas que buscamos? No
lo creo. Pienso que nuestro gran pecado, como lo llam
Rollo May (1967/1985) es el Nimis simplificandum:
la excesiva simplificacin. Estamos confundiendo
el instrumento con el objetivo, o creyendo que el
instrumento, por ser altamente valorado en otras
disciplinas, puede resolver el problema de los conceptos,
lo cual evidentemente es falso.
7. En relacin directa con el punto precedente, la
Psicologa no puede limitarse a copiar mtodos y
estrategias de otras disciplinas, distorsionando los
fenmenos (pues como deca Marian Kinget (1980):
El estudio del comportamiento de los animales en el
laboratorio nos ensea mucho sobre el comportamiento
de los animales en el laboratorio), en vez de desarrollar
nuevas estrategias adaptadas al tema de estudio. Resulta
aberrante pretender que los fenmenos se adapten a
los mtodos, en vez de lo opuesto. En especial cuando
sabemos que nuestros mtodos y diseos investigativos
han sido construidos de tal manera que sea posible

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [25]


rechazar la hiptesis nula y concluir lo que sabamos ya
antes de iniciar la investigacin.
Detrs de esta curiosa manera de concebir el
conocimiento se encuentra una profunda distorsin de
lo que debe entenderse por ciencia, sobre la cual han
insistido mucho autores y a la que volver a referirme
ms adelante, pero que fue tratada de manera muy
convincente en un artculo de Machado, Loureno y
Silva (2000)5; ellos proponen lo que llaman tringulo
epistmico, que implica que el avance cientfico
depende del equilibrio entre la investigacin fctica,
la investigacin conceptual y la investigacin terica;
es fcil ver por qu no avanzamos: la primera est
completamente sobredimensionada, en detrimento de
las otras dos. El mismo Skinner se mostr ambiguo en
este sentido, algunas veces expresando cierto desprecio
por las teoras, otras reconociendo que l mismo era autor
de propuestas tericas y que estas eran necesarias para
el avance del conocimiento. Freud, por su parte, actu
de una manera opuesta pero igualmente desequilibrada:
le importaba ms que su teora fuera estructuralmente
coherente (y David Rapaport (1959/1962) logr mostrar
que s lo era, aun cuando su trabajo qued inconcluso),
pero ignor por completo las estrategias de verificacin
de sus asertos.
8. La Psicologa tiene que evitar la tendencia a tener en
cuenta un pequeo nmero de elementos o factores
(variables, eventos, fenmenos) y creer que con ellos
puede crear una ciencia. Sera como decir que Jpiter
es redondo, est lejos, es visible a simple vista, luego es
5 Comparto la mayor parte de los puntos de vista que estos autores presentan en su
artculo; mis propios opiniones, sin embargo, haban sido esbozadas varios meses antes
de conocer su trabajo.

[26] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


grande puesto que est muy lejos, tiene lunas, es fro,
gira, y concluir que ya sabemos cientficamente todo lo
que es necesario saber sobre Jpiter.
9. La Psicologa tendr que esforzarse por encontrar
formas de acceder a nuevas fuentes de datos, o a nuevos
procedimientos, destinados a obtener una mejor
comprensin de la conducta humana. En nuestro
campo es usual encontrar que si no se camina por los
caminos trillados, se piensa enseguida que se trata de
algo de dudosa o pobre calidad. Eso no significa, por
supuesto, que cualquier propuesta sea aceptable, y aqu
puedo referirme concretamente a los extraordinarios
abusos cometidos por muchos de los que se llaman a
s mismos psiclogos postmodernos, inventores de
una jerga destinada a hacer que las cosas ms simples
se conviertan en un mar de confusiones; pero tampoco
significa que la originalidad deba prohibirse. En toda la
historia de la ciencia, y de la humanidad, siempre han
sido los innovadores, los rebeldes y los que se separan
de las sendas convencionales, los que han tendido a
producir los mayores avances en el conocimiento y en
el desarrollo de la cultura.
10. Si lo que buscamos es credibilidad, la Psicologa tendr
que abandonar la tendencia a recurrir a reduccionismos
lineales, o a especulaciones sin fundamento, para
construir edificios hipotticos que no tienen ms
solidez que un castillo de naipes. El modelo estmulo-
respuesta, con cualquiera de sus variantes, o muchas de
las propuestas explicativas derivadas del psicoanlisis,
representan estas dos tendencias. Leyendo recientemente
a Freud (lo cual hago con frecuencia porque me gusta su
manera de pensar y de analizar, aun cuando no comparto
la mayor parte de sus conclusiones) recordaba con cierta

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [27]


tristeza la famosa frase de Sir Thomas Huxley: It is the
customary fate of new truths to begin as heresies and to
end as superstitions
11. Tendremos que aceptar, modestamente, que las botas
de siete leguas no existen, y que hay que empezar
por el principio: observar, describir y repetir. Y no
en condiciones manipuladas, sino en el entorno
real. El hecho de hacer experimentos cuyo diseo es
impecable, acompaados o no de procedimientos
estadsticos muy elaborados, no garantiza en absoluto
que estemos entrando en el campo de la ciencia, pues
nuestros conceptos siguen siendo dbiles, incoherentes,
abusivamente metafricos, o tan literales que solo nos
hablan de partculas de conducta que no nos ensean
nada.
12. El acceso a la cientificidad exige escuchar a todos
aquellos que tengan una perspectiva, o un punto de vista,
diferentes. Especialmente a quienes elaboran sus crticas
desde una perspectiva que examina la precisin de los
conceptos o su articulacin terica: es decir, a quienes
piensan filosficamente. Las tendencias matricidas de
la Psicologa con respecto a la Filosofa tendrn que ser
superadas por cualquier medio.
13. La Psicologa deber eliminar la inclinacin persistente
a presentar sus datos y resultados de una forma que
resulta intraducible a un lenguaje que puedan entender
los humanos comunes y corrientes. Las teoras ms
complejas de las ciencias naturales son traducibles (el
Big Ban, la relatividad, el genoma humano, la fsica
cuntica [que hace las delicias de los bioenergticos
y de personas de diferentes profesiones que creen
entender todo el asunto luego de ver un programa de
Discovery Channel o de leer un artculo en una revista de

[28] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


divulgacin]). En Psicologa lo que suele decirse es que
El tema es muy complejo, de todas maneras usted no
entender. Por supuesto que es muy complejo, mucho
ms complejo que la fsica: pero lo decepcionante es
encontrar que el lenguaje es deliberadamente confuso,
no que la profundidad alcanzada por los autores sea
particularmente aguda. Al eliminar la verborrea, casi
siempre se descubre que el emperador est desnudo. Es
decir, que no hay nada en el texto. Sokal y Bricmont
(1997) demostraron brillantemente este punto en un
libro que permite ver con claridad meridiana las falacias
del llamado postmodernismo, que no es ms que una
de esas modas que hace de la ciencia una parodia en el
que los discursos confusos tratan de disimular nuestro
grado extremo de ignorancia .
14. Nuestra Psicologa cientfica del futuro no puede
prescindir de la gentica, las neurociencias, la sociologa,
la antropologa, la historia El solipsismo puede tener
muchos mritos como aproximacin metafsica, pero el
aislamiento de otros campos del saber en Psicologa nos
lleva a hablar de unos sujetos que nunca han existido y
jams existirn.
15. Tendremos que demostrar que nuestra disciplina
tiene una relacin con la realidad cotidiana. Solo las
matemticas pueden prescindir de la realidad, pero las
matemticas no son una ciencia fctica, mientras que la
Psicologa s aspira a ese estatus.
16. Es inconcebible una Psicologa que se centra
exclusivamente en el estudio de especies inferiores y
generaliza alegremente, en vez de centrarse en el estudio
de especies superiores (homnidos) para buscar los
fundamentos y orgenes de comportamientos humanos.
Los argumentos sobre los que se basa la larga tradicin de

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [29]


estudios de laboratorio con especies inferiores no tienen
sustento, como lo han demostrado sobradamente los
trabajos de los etlogos durante los ltimos 40 aos: solo
una nfima porcin de patrones de comportamiento, de
las formas de adquirirlos y desarrollarlos, son comunes
a lo largo de la evolucin. Las hiptesis que explican
cmo aprende una rata solo sirven para explicar una
mnima parte de los aprendizajes de un chimpanc o
de un mandril. Por ello valoro inmensamente los logros
y avances, tanto investigativos como conceptuales, de
los etlogos contemporneos, de quienes me permitira
recomendar especialmente los trabajos de Byrne (1995)
y de Waal (2001): ellos nos muestran que los primates
superiores pueden reconocer su imagen en un espejo,
tienen conceptos geomtricos, pueden actuar en
funcin de lo que ellos creen que otro saben: y eso no
pueden hacerlo otras especies de menor nivel dentro de
la estructura de la evolucin, independientemente de la
cantidad de entrenamiento que reciban .
17. La Psicologa no puede limitarse a ponerles nombres
nuevos a procesos, fenmenos y hechos que han sido
objeto de reflexin, anlisis y estudio desde tiempos
inmemoriales. Un caso concreto es el de las emociones,
que son calificadas de simples reacciones fisiolgicas, o
categorizadas entre otras conductas con connotaciones
ms o menos sociales; pero el objetivo no parece ser la
clarificacin de un fenmeno sino el cambio de nombre
per se, aparentemente para que las cosas encuadren
dentro de una clasificacin pre-establecida por un autor6.
Qu importancia tiene que una misma palabra designe
6 Esto me trae a la memoria el clebre chiste de Fritz y Franz: Fritz llega a su casa y
encuentra a su esposa haciendo el amor apasionadamente con Franz, su mejor amigo,
en el sof de la sala. Fritz decide que la solucin del problema consiste en vender el
sof A veces la Psicologa se parece a una venta de sofs.

[30] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


mltiples situaciones o fenmenos? Eso es pasar al lado
de lo esencial, pues la naturaleza misma del lenguaje es
designar muchas cosas por un solo conjunto de sonidos;
lo que importa es ver si es posible identificar con
precisin qu queremos decir en un contexto especfico
cuando hablamos de emociones, o de pensamiento,
o de aprendizaje; lo que es imprescindible es mostrar
las relaciones del concepto empleado con los otros
conceptos dentro del marco en el que se articula la
propuesta investigativa; lo que no puede dejar de
hacerse es formular predicciones que sean tericamente
consistentes con los trminos empleados. Nos hemos
revelado particularmente incompetentes en este campo,
porque o bien caemos en la tentacin de cambiar de
nombre, o ignoramos el problema, o decimos que el
fenmeno no existe, tal como ocurre precisamente con
conceptos como conciencia, pensamiento, libertad,
dignidad y, por supuesto, emocin.
Y, no obstante, un gran neurocientfico, Antonio
Damasio (1995, 2003)7, ha mostrado que es sobre
las emociones que se fundamenta la posibilidad de
razonar; por ejemplo, uno de sus pacientes, a quien
le haba extirpado un tumor cerebral, mantena un
C.I. elevado, pero era incapaz de tomar decisiones
sensatas: tena el saber, pero no el saber hacer. Las
emociones sociales como la simpata, la culpa o la
vergenza haban desaparecido, y por ello su capacidad
intelectual, intacta, al estar desconectada de la
experiencia emocional era incapaz de generar respuestas
a los problemas de la vida corriente. Damasio habla de
marcadores somticos para referirse a los correlatos
fsicos de ciertas emociones (aceleracin cardaca al ver
7 Damasio es portugus, pero est radicado en los Estados Unidos.

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [31]


a alguien atractivo inesperadamente, enrojecimiento
de vergenza o timidez, nuseas ante algo repulsivo),
que surgen cada vez que ocurre la situacin que los
provoc la primera vez: la experiencia vivida toma
cuerpo, literalmente hablando. Y la conciencia, segn
Damasio, no sera la expresin pura de procesos propios
del lbulo frontal, sino que reposa en procesos que
ocurren en lugares mucho ms arcaicos del cerebro.
Esto eliminara de plano el dualismo cartesiano cuerpo
separado del espritu- y conducira directamente al
monismo de Spinoza: cuerpo y alma son una sola cosa,
cuya integridad se mantiene por el conatus in suo esse
perseverandi, ese esfuerzo natural por preservar el
ser, es decir, por defender el equilibrio8. Cuerpo en su
totalidad, no solamente la cabeza. As, las emociones no
seran un elemento aislado, sino el resultado funcional
del encuentro de todo el organismo cuerpo, cerebro
racional(cortex prefrontal) y cerebro emocional
(sistemas lmbico y talmico)- como entidad integral
con situaciones intrnsecas (recuerdos, asociaciones) o
extrnsecas. Aun cuando se asume una cierta asimetra a
favor de todo lo que no es racional (esta ltima parte
del cerebro es ms reciente evolutivamente hablando),
igualmente se propone que la bsqueda racional del
equilibrio a travs del control de procesos biolgicos
(considerada por los filsofos orientales como la fuente
de todo bienestar autntico) es no solamente deseable
sino perfectamente posible.
18. La Psicologa tendr que considerar que, entre las
8 Es de subrayar que esta nocin no es de ninguna manera ajena a las propuestas de
Rogers sobre la auto-actualizacin, o a las propuestas de muchos filsofos de la ciencia
a propsito de la teleonoma. Incluso es cercana a la nocin freudiana de libido.

[32] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


expresiones humanas, el arte constituye una fuente
inagotable de investigacin si construimos las claves
para entenderlo en vez de de dedicar lo ms notable
de nuestro tiempo a inventar supuestas leyes (hay
leyes en Psicologa? No conozco ninguna!) a partir
del picoteo de las palomas o de la operacin de una
palanca por parte de ratas. O a partir de las vivencias
de personas con serios trastornos. Podemos pregunto
en toda ingenuidad- acceder a alguna comprensin del
arte, en cualquiera de sus formas, por ese camino? La
interpretacin psicoanaltica del arte no me parece de
ninguna manera Psicologa: es literatura, es decir, arte a
propsito del arte, pero no ciencia. El arte es conducta
humana (habr alguien que lo niegue? Probablemente
s: quienes dicen que el arte no existe), y todas sus
manifestaciones son (deberan ser) fuente de estudio
para la Psicologa, desde las ms elementales hasta las
ms sublimes: desde el grafitti en el bus intermunicipal
hasta el op. 131 de Beethoven.
En 1985, con ocasin del tercer centenario del
nacimiento de Bach, publiqu un artculo en la
revista Texto y Contexto de la Universidad de los
Andes (Prez Gmez, 1985), en el que expresaba mi
incomodidad ante la pobreza de la literatura psicolgica
sobre la emocin esttica, especialmente en lo referente
a la msica; y analizaba las posibilidades extrnsecas e
intrnsecas de sta para evocar emociones: en el primer
caso (expresin extrnseca), a travs de conjuntos de
notas que solo tienen significados asociados a ciertos
entornos culturales; en el segundo, la msica adquiere
dimensiones peculiares, como ocurre con la existencia
de arreglos cromticos, disonancia y tempos que, sin
dejar de ser msica (es decir, sin ser imitaciones de signos

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [33]


expresivos orgnicos como un lamento, una risa o un
gemido), remiten inequvocamente a esas expresiones.
Tambin me interesaba en esa poca por la necesidad de
examinar las relaciones estructurales de la msica con
el lenguaje. Fue con enorme entusiasmo que descubr
y empec a leer recientemente un libro totalmente
dedicado a este tema desde mltiples perspectivas (Juslin
y Sloboda, 2001), en el que expertos de verdad (y no
aficionados, como es mi caso, por lo menos en lo que
a la msica se refiere) abren unas perspectivas que hasta
ahora han permanecido (y siguen sindolo) puramente
marginales en el mbito psicolgico.
No solamente el arte es conducta: es conducta humana
por excelencia, sin parangn con ninguna otra; es la
forma ms refinada de expresin simblica. Muchas
especies no humanas construyen instrumentos, juegan
y tienen sistemas de comunicacin que van desde la
transmisin de informacin a travs de feromonas en las
hormigas, hasta combinaciones complejas de sonidos en
los delfines y ballenas; inclusive algunas de las especies
ms evolucionadas transmiten lo que podramos llamar
rudimentos de cultura, y pueden llegar a expresiones
muy sofisticadas de intercambios sociales que se
parecen a lo que llamamos poltica, como las alianzas
por el poder que De Waal (1982) ha mostrado en los
chimpancs. Pero ninguna, que yo sepa, pinta, esculpe,
escribe o hace msica. Me pregunto entonces cul es la
legitimidad de una ciencia psicolgica que excluye de
sus intereses manifestaciones conductuales que, por lo
menos para m, resultan nucleares para la comprensin
y la explicacin de lo humano.
19. La Psicologa tendr que examinarse a s misma, y dejar

[34] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de pretender tener una mirada objetiva y distante,
como lo ha hecho con tanta frecuencia en los ltimos
50 aos. Este tipo de Psicologa se convierte en un
sistema cerrado que puede ser analizado exclusivamente
desde adentro. Eso es precisamente lo que creo que
ocurre con el psicoanlisis y con el conductismo, y por
eso no puedo considerar que ninguno de los dos sea
una ciencia: tal manera de operar conceptualmente se
asemeja mucho ms a las religiones o a ciertas posiciones
filosficas dogmticas, que se autovalidan porque
razonan de manera circular, tautolgica.
Soy perfectamente conciente de que los puntos que
he presentado aqu requieren una profundizacin
exhaustiva, que tienen defectos formales, y que a estas
alturas lo ms sensato sera dedicarme exclusivamente
durante los prximos 5 aos a elaborar una articulacin
consistente y detallada entre ellos. Pero un primer paso
siempre es lo que es: un esfuerzo por dominar el caos
en el que nos hemos acostumbrado a movernos cuando
no sabemos hacia dnde dirigirnos. Y eso es lo que he
ensayado hacer en este breve trabajo.

Una visin sobre la Psicologa como ciencia [35]


[36] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
Referencias

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of intelligence.
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De Waal, F.B.M. (1982). Chimpanzee politics . Londres:
Jonathan Cape.
De Waal, F.B.M. (ed.)(2001). Tree of origin. Cambridge:
Harvard University Press.
Damasio, A. (1995). Lerreur de Descartes. Paris: Odile Jacob.
Damasio, A. (2003). Spinoza avait raison. Paris: Robert Laffont
Juslin, P.N. y Sloboda, J.A. (2001). Music and emotion: theory
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fundamentales. Mxico: Trillas.
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contexto , 6, 49-56.
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Chicago Press, p. 109-140.

[37]
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psicoanaltica. Buenos Aires: Horm.
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Kirschenbaum y V.L. Henderson (eds.), Carl Rogers:
dialogues. London: Constable, p. 79-152.
Skinner, B.F. y Rogers, C. (1957/1972).Algunos temas respecto
al control de la conducta humana. En G. Fernndez y L.
Natalicio (eds.). La ciencia de la conducta. Mxico: Trillas, p.
163-192.
Sokal, A. y Bricmont, J. (1997). Impostures intellectuelles.
Paris: Odile Jacob.
Waters, W. y McCallum, N. (1973). The basis of behavior
therapy: mentalistic or behavioristic? Behavior Research and
Therapy, 11, 157-163.

[38] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


II. Problemas relacionados con el
consumo de drogas y el concepto
de adiccin

[39]
[40] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
Existe realmente algo llamado enfermedad
adictiva? 9

En el momento actual de nuestra historia, la gran mayora


de las personas que trabajan en el campo del consumo de las
sustancias psicoactivas (incluyendo, por supuesto, el alcohol), al
igual que quienes resultan afectados por ellas (consumidores y
familiares), parecen estar de acuerdo en calificar dicho problema
como enfermedad adictiva. Aun cuando se consolid alrededor
de 1960, este concepto se ha venido popularizando y haciendo
cada vez ms robusto desde hace cerca de treinta aos, y en el
momento actual discrepar con sus defensores es poco menos
que una hereja. En ese sentido, temo que me encuentro entre
los herejes, y tratar de mostrar por qu.

La realidad es que el concepto de enfermedad, aplicado


a la problemtica de las drogas y el alcohol, no se apoya en
ninguna clase de desarrollo cientfico; es, ms bien, el producto
de una serie de fenmenos que, en el momento presente, se
encuentran en el mximo punto de confluencia.

Los xitos de la medicina a finales del siglo XIX llevaron


a pensar que todo lo negativo y desagradable en los humanos
era producto de una enfermedad, y que por lo tanto tena
cura; y esto no se redujo al mbito de los trastornos fsicos, sino
que se extendi a muchos comportamientos humanos, que
adquirieron entonces el carcter de enfermedades potenciales,
aun cuando las declaratorias oficiales tardaran algunos decenios
en llegar. Histricamente es probable que el ms clebre de los
9 Una versin simplificada de este texto fue presentada ante el Foro promovido por la
Academia Nacional de Medicina sobre la enfermedad adictiva en el ao 2008.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [41]
debates que puedan ilustrar mi punto sea el que tuvo lugar
hacia 1890 entre el clebre neurlogo francs Jean-Martin
Charcot (quien fuera profesor de Freud) y su colega de Nancy
Hyppolyte Bernheim a propsito de la explicacin de la histeria
y de la hipnosis: Charcot aseguraba que ambas eran el resultado
de lesiones en el cerebro, mientras que Bernheim deca que
tanto la histeria como la hipnosis eran el resultado de procesos
de sugestin, y que l podra hacer aparecer y desaparecer los
sntomas de histeria a travs de la induccin de hipnosis, lo que
procedi a hacer en varias sesiones pblicas. Luego de su fracaso
en encontrar lesiones en los cerebros de personas susceptibles
a la hipnosis o afectadas de histeria, Charcot reconoci que
era Bernheim el que tena la razn; esto no impidi, de todas
formas, que durante los siguientes ochenta aos la histeria
siguiera siendo considerada como una enfermedad.

La figura ms notable en el contexto histrico que nos


interesa es el mdico alemn Paul Ehrlich, ganador del Premio
Nobel en 1908. Ehrlich fue el creador del concepto de balas
mgicas para curar las enfermedades, pues estaran dirigidas
directamente a suprimir las causas qumicas del sufrimiento;
esta idea se aplica perfecta y legtimamente en muchsimos
campos de la medicina contempornea (como los de las
infecciones, la diabetes, los trastornos de la presin arterial o
algunas formas de cncer), pero no en algunos otros (ciertos
trastornos neurolgicos o enfermedades asociadas a la edad
o al desarrollo). Ehrlich al comienzo consider que las balas
mgicas eran las armas del cuerpo, y que las drogas lo que
hacan era liberarlas, pero con el tiempo decidi que las
balas eran las drogas mismas (Greenberg, 2010). La elegante
simplicidad de esta idea, que se ajusta a la perfeccin al concepto
epistemolgico de parsimonia, la convirti rpidamente en un
modelo favorito de pensamiento dentro de la medicina.

[42] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Lo que no resulta para nada evidente es saber cules
son los fundamentos que llevaron a creer que los trastornos
del comportamiento humano se ajustaban al modelo de
las infecciones, y menos aun las llamadas adicciones. El
hecho concreto es que no existen explicaciones neurolgicas,
fisiolgicas o genticas para decir que los comportamientos
agrupados bajo el concepto de adicciones sean realmente una
enfermedad: tales criterios, que incluyen una etiologa conocida,
un curso o evolucin definidos que generan un pronstico, y
un eventual tratamiento, son muy variados de una persona a
otra. De hecho, el trastorno comportamental asociado al consumo
de drogas no cumple con ninguno de estos criterios: no hay una
etiologa, sino una infinidad de etiologas y de toda clase de
rdenes: fisiolgicos, familiares, sociales, econmicos, y hasta
religiosos; el curso del trastorno es totalmente impredecible:
desde el 15% que se recupera sin ningn tratamiento (Sobell,
2002; Prez y Sierra, 2007) hasta ese 10% que no se recupera con
ningn tratamiento, pasando por todas las gamas intermedias.
Aun ms: si el consumo de sustancias fuera una enfermedad,
sera la nica cuyo tratamiento es fundamentalmente psicolgico,
o psicosocial, y uno en el que la medicacin juega un papel
secundario; la desintoxicacin farmacolgica no es un
tratamiento, como no lo es tampoco la sustitucin de herona
por metadona: estas son ayudas y apoyos, no intervenciones
curativas, al igual que el uso de benzodiacepinas, de
antidepresivos y de otros medicamentos que, casi siempre,
son palos de ciego ms que intervenciones certeras. En otras
palabras, el asignarles a estos problemas el rtulo de enfermedad
es solamente el resultado de especulaciones, que pueden tener
cierto efecto positivo (como ocurri en el caso del alcoholismo,
que pas de ser una perversin moral a una enfermedad en
los aos treinta del siglo pasado, gracias a los buenos oficios
de Alcohlicos Annimos, uno de cuyos dos fundadores era

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [43]
un mdico con serios problemas de consumo de alcohol).
Por ello vale la pena mirar con algo ms de detalle dnde se
origina la creencia, transformada en dogma, de que existe una
enfermedad adictiva cuyo modelo de referencia es el consumo
de alcohol y otras sustancias psicoactivas.

La conviccin de que el consumo abusivo de alcohol,


en la poca conocido como ebriedad (para referirse al hecho de
embriagarse habitualmente y con elevada frecuencia) era en
realidad una enfermedad, se remonta en los Estados Unidos a
finales del siglo XVIII, en la persona de quien es considerado por
algunos como uno de los fundadores de la psicologa clnica:
Benjamin Rush, mdico del Ejrcito y uno de los firmantes de la
Constitucin (Greenberg, 2008). Hasta ese momento, y todava
durante un buen siglo ms, lo que conocemos actualmente como
alcoholismo (otra de esas palabras virtualmente imposibles
de definir) era considerada como un vicio o una perversin
moral; pero con el lento giro hacia el concepto de enfermedad
se producen tres implicaciones que van penetrando en la mente
de la poblacin, sustentadas por una autoridad mdica que
pocas veces acepta que se le cuestione:

1. Si se trata de una enfermedad, hay (o puede/debe haber) un


tratamiento mdico adecuado, como ocurre con la diabetes
o la sfilis.
2. El sujeto no es completamente responsable de lo que le
ocurre, luego no hay espacio para valoraciones morales.
3. El alcoholismo se transform en la causa que explica el que
las personas se embriaguen, no la consecuencia.

Y aqu aparece una de esas figuras que la mitologa


transforma en grandes personajes, y que recuerdan la frase
inglesa tan colorida y llena de verdad: Si usted rasgua la piel

[44] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de un caballero, descubrir siempre un pirata. Me refiero a Elwin
Morton Jellinek (1890-1963), cuyo nombre aparece asociado a
grandes avances en la comprensin del alcoholismo. Tal como
lo describe Greenberg (2008, p. 12 y siguientes), Jellinek era una
especie de estafador (segn su propia hija), que no tena la ms
remota idea sobre los problemas asociados al alcohol. Lo mnimo
que podra decirse de l es que era un aventurero con serios
problemas judiciales en varios pases del mundo, incluyendo
Hungra, Sierra Leona y Honduras, y que ostentaba ttulos
acadmicos falsos de Leipzig y de Tegucigalpa. Luego de una
serie de peripecias que no vienen al caso, Jellinek contribuye, en
1944, a formar el National Council for Education on Alcohol
y jug, junto con un publicista llamado Dwight Anderson,
un papel determinante en la expansin y fortalecimiento del
modelo de enfermedad para explicar el alcoholismo. Dice
Greenberg (2008), con su caracterstica irona: El modelo de
enfermedad fue, (a juzgar por los resultados), un ejemplo brillante de
relaciones pblicas, pero no era muy buena ciencia (p.17).

En efecto, Jellinek pretenda que el alcoholismo era


una alergia, y que el nico modo de manejarla era a travs
de la abstinencia. Luego de mltiples esfuerzos de numerosos
investigadores, que se manifestaron incapaces de encontrar
nada, a nivel bioqumico, endocrino, celular o nutricional, que
explicara la supuesta alergia, el modelo fue abandonado. La
mayor perla de Jellinek fue su afirmacin, en The disease concept
of alcoholism (1960): Es un error tratar de insistir en encontrar
una patologa subyacente antes de aceptar que una condicin
particular es una enfermedad La ausencia de evidencia no es
evidencia de ausencia. Y agrega en itlicas: Una enfermedad es
lo que la profesin mdica reconoce como tal.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [45]
Estas dos frases han sido citadas un nmero infinito de
veces por toda clase de autores como argumentos demoledores e
incontrovertibles. Sin embargo, como salta a la vista en ellas, el
razonamiento cientfico no era definitivamente uno de los lados
fuertes de Jellinek. Lo asombroso es que esas frases terminaran
convirtindose en verdades de a puo, ampliamente aceptada
por las asociaciones psiquitricas, por buena parte del cuerpo
mdico, por el pblico en general, e incluso por la Organizacin
Mundial de la Salud.10 Con el paso de los aos el catlogo de
enfermedades mentales y trastornos del comportamiento de
la American Psychiatric Association, conocido como Diagnostic
and Statistical Manual for Mental Diseases, que est en su edicin
IV-R,11 lo adopt definitivamente y lo consagr como una
de las grandes enfermedades contemporneas, tan mal
fundamentada como la hiperactividad infantil, el trastorno
bipolar y, sobre todo, la depresin.

La clasificacin del abuso de alcohol como enfermedad


aparece en forma casi simultnea con el concepto de adiccin.
Esta palabra, cuya etiologa latina ad (hacia, para) y dictus (decir)
implica declarar algo, una obligacin, el ser entregado a alguien,
parece ligada a una costumbre romana que tena dos versiones:
por una parte, se refera al deudor que por no poder pagar su
deuda terminaba siendo entregado como esclavo a su acreedor,
y era llamado addictus; esta costumbre provoc serias revueltas
a causa de los abusos cometidos por los prestamistas ricos,
quienes no tenan lmites de usura. La otra versin se refiere a

10 La sorpresa con la OMS es la menos grande, teniendo en cuenta la incalculable cantidad


de errores que comete constantemente esta entidad, caracterizada por mucha burocracia
y poca ciencia, as como por su disposicin a dejarse influenciar en sus decisiones por
las compaas farmacuticas, como se ha sealado en varias ocasiones, incluso muy
recientemente (febrero de 2012).
11 El ao 2012 ver, probablemente, la edicin V, con cerca de ciento treinta nuevos
trastornos. En cuanto a la referencia a estadsticas en el ttulo de ese compendio, es
sorprendente porque no presenta estadsticas ni se basa en estadsticas.

[46] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


la entrega, por parte de los centuriones, de prisioneros de guerra
como botn en calidad de esclavos (http://etimologiasdechile.
net/?adicto;http://brendagenerich.escritoresdepinomar.
com/etimologia.adicto/). En ambos casos la caracterstica
era entonces la prdida de libertad y el sometimiento a otra
voluntad; la metfora moderna con respecto al alcohol y las
drogas no es difcil de concebir, pero el trmino, supuestamente
tcnico, esconde obviamente un juicio moral. Dice Greenberg
(2008, p. 19):

Y los estadounidenses comenzaron a


ver cada vez ms sus compulsiones, sus
dificultades para moderar no slo su consumo
de drogas sino tambin su comida, su juego,
sus compras, su sexo, su trabajo en verdad
prcticamente cualquier actividad- como los
sntomas de esta nueva enfermedad.

Pero al da de hoy las explicaciones sobre por qu


la falta de voluntad para controlar unos comportamientos
debe ser considerado una enfermedad son simplemente
ficcin, abusos de lenguaje y manipulaciones destinadas a
favorecer ciertos intereses de la industria farmacutica, que
milagrosamente inventa las balas mgicas incluso antes de que
se haya descubierto (el trmino adecuado es fabricado) la
enfermedad. Tanto en los casos del consumo abusivo de drogas
y de alcohol, como en el de la depresin o el dficit de atencin
infantil, se han confundido los sntomas con la enfermedad,
cuando aquellos son simplemente signos. En el momento actual
muchos diagnsticos psiquitricos, como el de depresin, se
hacen con listas de chequeo, tradicin desafortunada que se
inicia con Emil Kraepelin, quien afirmaba enfticamente que
haba que eliminar de las evaluaciones todo lo que tuviera que

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [47]
ver con la vida emocional de los sujetos (Greenberg, 2010, p.
65): y es esto precisamente lo que en la actualidad promueve
una psiquiatra centrada casi exclusivamente en la formulacin
de medicamentos, que le ruega al paciente que se abstenga
de contar su vida: eso toma mucho tiempo y no es rentable
(Gardiner, 2011).

Personalmente, creo que la definicin de un trastorno


como enfermedad o no enfermedad con frecuencia est asociado
a circunstancias sociales, polticas y econmicas de ciertos
personajes en posicin de poder; si tal fue el caso de Charcot, el
ms prestigioso neurlogo de su poca, igual podra decirse de
Nohra Volkov, directora del National Institute on Drug Abuse
(NIDA) de los Estados Unidos, quien viene prometiendo desde
hace algunos aos la vacuna que resolver definitivamente el
problema para los consumidores de cocana, y quien es una de
las ms decididas defensoras de la idea de que el consumo de
drogas es una enfermedad. La Dra. Volkov simplemente est
respondiendo a las enormes presiones gubernamentales para
que encuentre la pldora o la inyeccin que solucione de
una vez por todas el problema. Pero tales presunciones se basan
sobre un enorme error histrico y conceptual, tal como lo han
demostrado de manera ms que convincente Greenberg (2010)
y Kirsch (2010).

El concepto de enfermedad es una construccin cultural


de mltiples significados. Algunas de las escuelas ms notables
son la ontolgica y la funcionalista; la primera afirmara que las
enfermedades son entidades claramente identificables, como
ocurre en el caso de las infecciones, mientras que la segunda
dira que se trata de desrdenes de un sistema. Ambos enfoques
tienen dificultades para explicar satisfactoriamente la globalidad
de lo que se conoce como enfermedad, pero el caso concreto

[48] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


es que las llamadas adicciones seran unas enfermedades para
las que la medicina no solamente no ofrece tratamiento, sino
que tampoco puede explicar adecuadamente una etiologa ni
un pronstico (Prez, 1995).

Mi punto de vista personal coincide con el de John


Booth Davies, quien en un clebre libro titulado The Myth of
Addiction (1997), plantea una hiptesis muy simple que trata de
demostrar a lo largo de todo el libro: las personas que consumen
drogas lo hacen porque quieren, y no dejan de hacerlo porque no
encuentran suficientes razones para ello. A pesar de su aparente
simplicidad, esta hiptesis podra ser una de las poseedoras
de un mayor capital explicativo, y coherente con el principio
epistemolgico de la parsimonia. En el caso que nos interesa lo
que se tiende a hacer es a crear una identidad de situaciones con
base en un rasgo comn: los comportamientos compulsivos;
por ello se habla entonces de adiccin a las drogas, adiccin al
sexo, adiccin al Internet ad infinitum. Pero se olvida que hay
una explicacin mucho ms convincente: los rasgos humanos
se distribuyen fundamentalmente en una curva de Gauss, es
decir, en un extremo se encuentran personas que poseen una
habilidad, una predisposicin, una sensibilidad o un inters,
en un grado muy bajo, mientras que en el otro extremo se
ubican personas que tienen esos mismos rasgos en un grado
muy elevado. Esto se puede aplicar a la sensibilidad musical,
el inters por el sexo, el olfato, el inters por las matemticas
o la habilidad para pintar. Simplemente tendemos a decir que
se trata de enfermedades cuando la expresin de ese rasgo
no nos gusta y aparece particularmente exagerada. Todo esto
apoya, adems, el mito de las enfermedades incurables puesto
que en general estos rasgos son difciles de modificar.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [49]
A todo lo anterior se aade la aparicin de nuevos
mitos, como el de la comorbilidad, al cual se le ha dado una
enorme importancia en los ltimos aos, olvidando que en la
gran mayora de los casos los trastornos que aparecen asociados
con el consumo de drogas son el resultado y no la causa de ese
consumo, de manera que tienden a desaparecer una vez que
se suspende el consumo. Algunos ejemplos son la depresin
asociada al consumo de alcohol, la desmotivacin profunda
asociada al consumo crnico de marihuana, o los trastornos
psicticos asociados al consumo de anfetaminas o de cocana.

Estas afirmaciones no significan que se niegue la


posibilidad de que una persona que consume drogas se enferme:
de hecho prcticamente cualquier comportamiento abusivo
puede provocar enfermedades: desde tomar agua hasta trotar, o
jugar a la ruleta rusa. Lo que me parece difcil de aceptar, y para
lo que no veo argumentos sensatos, es que la explicacin de
la aparicin de un comportamiento exagerado, o inaceptable,
tenga que ser la pre existencia de una enfermedad. Esta es
una lgica que esconde grandes prejuicios y, con frecuencia,
inmensos intereses econmicos. La tendencia a patologizar
muchos comportamientos que resultan desagradables u
ofensivos a los ojos de algunas personas, alcanz su mxima
expresin en el DSM-IV, y no tengo dudas de que el DSM-V
profundizar aun ms esta tendencia, en mi opinin perversa, de
la sociedad occidental: ahora todos los nios tienen sndrome
de hiperactividad y dficit de atencin simplemente porque
se comportan como se han comportado todos los nios desde
que el mundo existe; ahora nos dicen que el 40% de los
colombianos sufren o han sufrido de una enfermedad mental,
y la gente se lo cree; ahora nos diagnostican depresin porque
dormimos o comemos mal, o porque estamos tristes; ahora
el 12% de la poblacin sufre de trastorno bipolar, lo cual

[50] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


significa que de cada nueve personas que cada uno de nosotros
conoce o ha visto, una tiene este diagnstico. Todas estas
personas, supuestamente, requieren tratamiento y requieren
medicacin. Y uno no puede dejar de preguntarse quines son
los beneficiarios (cui bono, decan los romanos) de esta explosin
de falsas enfermedades.

El cuadro relativamente, o muy (segn los puntos


de vista), escptico que he presentado se completa con la
constatacin de que en los ltimos diez aos ha habido
pocos avances en el tratamiento de las personas afectadas
por el consumo de sustancias psicoactivas. Y en particular se
observa que ninguno de esos avances va en la direccin de una
confirmacin de que el consumo de drogas pueda tener alguna
relacin con una enfermedad. La moda es tratar de impresionar
con resonancias magnticas, tomografa de positrones y toda
clase de neuroimgenes; pero eso no le cambia nada al hecho
de que, si de enfermarse se trata, uno se puede enfermar y morir
por tomar agua. Es tomar agua una enfermedad?.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [51]
Referencias

Davies, J.B. (1997) (2 ed.). The myth of addiction. Chur, Suiza:


Harwood Academic Publishers.
Gardiner, H. (2011). Talk doesnt pay, so Psychiatry turns instead
to drug therapy. The New York Times, marzo 6, p. A1.
Greenberg, G. (2009). The noble lie. Hoboken, New Jersey:
Wiley
Greenberg, G. (2010). Manufacturing depresin: the secret history
of a modern disease. New York: Simon & Schuster.
http://etimologiasdechile.net/?adicto
http://brendagenerich.escritoresdepinomar.com/
etimologia.adicto/
Jellinek, E.W. (1960). The disease concept of alcoholism. New
Haven: Hillhouse.
Kirsh, I. (2010). The emperors new drugs: exploding the
antidepressant myth. New York: Basic Books.
Prez Gmez, A. (1995). Adiccin y enfermedad: mito y
realidad. Revista Colombiana de Psicologa, 4, 67-71
Prez Gmez, A. (2010). Existe realmente algo llamado
Enfermedad Adictiva?
Consumo de sustancias ilcitas en Colombia. Bogot:
Academia Nacional de Medicina, 291-293.
Prez Gmez, A. & Sierra Acua, D. (2007). Recuperacin
natural y recuperacin con tratamiento del consumo
de drogas y alcohol. Adicciones, 17 (4), 409-422.
Sobell L. (2002). Natural recovery from alcohol abuse:
findings and implications for treatment and public
policy. World Forum: Drugs, dependencies, impacts and
responses 2002.

[52] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


2. Adicciones Sexuales12

Aun cuando el ttulo de este breve ensayo posee la


magia de llamar de inmediato la atencin de los eventuales
lectores, lo que veremos aqu aparecer son sobre todo
problemas: problemas de definicin, de categorizacin, de
explicacin y de conceptos. En efecto, y para comenzar,
la palabra adiccin resulta para algunos un concepto
mgico, capaz de explicar automticamente los enigmas ms
complejos del comportamiento humano. Por qu alguien
estafa a la organizacin con la que trabaja? Porque es adicto
al dinero; Por qu alguien tiene mltiples amantes? Porque
es adicto al sexo; Por qu aquel individuo viola? Por la
misma razn: porque es adicto al sexo. Por qu aquella
persona come en exceso y sufre de obesidad? Porque es
adicta a la comida; Por qu alguien trabaja dieciocho
horas diarias? Porque es adicta al trabajo. Por qu Harold
Shipman asesin por lo menos a doscientas dieciocho de
sus pacientes? Porque era adicto a matar.13 Por qu alguien
trabaja dieciocho horas diarias, tiene mltiples amantes, le
gusta jugar en casinos, consume cocana y come en exceso?
Porque tiene una personalidad adictiva

12 Una versin preliminar y mucho ms corta (tres pginas) de este texto


fue presentada como conferencia en la Universidad de los Andes,
Bogot, el 4 de septiembre de 1997, y apareci en una publicacin
interna de la Universidad llamada Foros y Debates Clnicos, en julio
de 1998.

13 As lo afirm textualmente en 2005 Janet Smith, autora de los informes


oficiales sobre el mayor asesino en serie de la historia moderna;
tambin le atribuye personalidad adictiva (ver http://www.adegello.
net/ade04marzo8.htm)

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [53]
Todas estas explicaciones suenan sospechosamente
tautolgicas, facilistas, y parecen destinadas a crear la impresin
de que tenemos una comprensin adecuada de un fenmeno.
Pero eso no es verdad. En 2012 podemos afirmar, como lo hizo
el gran Griffith Edwards hace dieciocho aos (1994) que pocos
campos del conocimiento han sido objeto de tantos procesos
de reduccionismo (Edwards, 1994), que se repercuten los unos
sobre los otros: por ejemplo, se ha dicho (sin la menor prueba)
que el alcoholismo es una adiccin asociada a ciertas regiones
del Nucleus accumbens (y las zonas que se citan son meramente
especulativas), que a su vez habran sido condicionadas,
programadas, predeterminadas por ciertos genes En todo esto
no hay un solo gramo de verdad cientfica, sino que se ha vuelto
una costumbre el emplear trminos neurolgicos, bioqumicos
y genticos para hacer creer que nos estamos moviendo en un
campo del saber altamente sofisticado. Desafortunadamente,
todo eso es falso, y probablemente el campo en el que eso es
ms evidente es en el de la depresin, pero no es el nico: la
psiquiatra nos debe unas explicaciones que harn pasar malos
momentos a los responsables del DSM-IV y ms aun a los del
DSM-V, de prxima aparicin (y ya algunos, como Robert
Spitzer, han debido afrontar entrevistas muy difciles en las
que han tenido que reconocer que las decisiones para incluir
algo en los catlogos de enfermedades mentales no tiene
nada que ver con la ciencia, sino con votaciones en el comit);
y tambin a quienes a sabiendas (son demasiado inteligentes
para ignorarlo) han tratado de imponer en la mente de los
ciudadanos la idea de curaciones qumicas contra casi todo,
incluidas las llamadas adicciones, como resultado de acuerdos

[54] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


con ciertas compaas farmacuticas o de presiones polticas14
(Moncrieff, 2009, Kirsch, 2010).

Qu significa la palabra adiccin? Por su etimologa


(del latn ad dictus, relacionado con esclavitud) implica el
sometimiento a alguien o algo. Aun cuando en el campo del
consumo de sustancias psicoactivas hay un consenso relativo
sobre el significado de la palabra (se tratara de un patrn de
comportamiento repetitivo, compulsivo, que se mantiene a
pesar de las evidentes consecuencias negativas y que muestra una
fuerte tendencia a la recada), tambin hay grandes discrepancias
sobre la relacin que tiene con conceptos como tolerancia,
dependencia y sndrome de abstinencia a sustancias que no son
depresoras del sistema nervioso central, tal como puede verse
en los estudios de campo del DSM-IIIR, el DSM-IV, el ICD-9
y el ICD-10 (Woody, Cottler y Cacciola, 1993); cuando se pasa
al terreno del juego compulsivo, la sexualidad o los trastornos
alimenticios, las dificultades se vuelven insuperables (Prez
Gmez, 1995). Y cuando se da el paso siguiente (adiccin a
internet, a los computadores, a los aviones o a la lectura), el
relajamiento del lenguaje tiene tal magnitud que el discurso se
torna completamente vaco.

14 En cuanto a las presiones polticas, me refiero a personas tan notables


como Nora Volkov, directora del National Institute on Drug Abuse de
los Estados Unidos, quien viene hablando desde hace varios aos de
la vacuna para los cocainmanos. Pero a finales de 2011 era evidente
que la tal vacuna no funciona sino en un nmero muy limitado de
casos, que es extremadamente costosa, que puede provocar sobredosis
de cocana (se supone que bloquea los efectos) o simplemente una
sustitucin de drogas; y que hay que repetir las dosis peridicamente;
este sera uno de los casos ms patticos de reduccionismo, al querer
ver el problema del consumo de drogas como un simple caso de
enfermedad similar a una infeccin: un microbio ataca, yo lo
elimino con un antibitico.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [55]
Indudablemente, en todo esto hay una dimensin de negocio:
se habla de la industria de las adicciones,15 que publica libros,
folletos, pelculas, y crea instituciones y clnicas para tratar las
adicciones a cualquier cosa que uno quiera, y a la que se aade la
industria farmacutica, capaz de crear en forma sospechosamente
rpida (a veces antes de que los autocalificados expertos definan
el trastorno) medicamentos para tratarlas. Pero ms que nada,
es la industria que crea un mito: el que afirma que todo adicto
es un enfermo con necesidad de tratamiento, aun cuando
nunca se curar del todo. Si se lee esa frase cuidadosamente,
se hace evidente que en cada palabra hay un problema
implcito prctico, conceptual, de juicio a priori; y ninguno
de esos problemas ha sido resuelto hasta el momento actual.
La discusin se basa en dos modelos opuestos para explicar el
concepto de enfermedad: el ontolgico-aloptico, que asegura
que las enfermedades son entidades reales, independientes de la
existencia de cualquier caso concreto, y cuyo paradigma son las
infecciones; y el funcionalista, que asegura que la enfermedad
es el resultado de un funcionamiento desordenado de un
sistema, y que le da al sujeto un rol esencial en su etiologa,
en su desarrollo y en su culminacin (Prez Gmez, 1995).
Lo que es muy claro es que el modelo empleado dentro de
la psiquiatra es el primero, que convierte automticamente al
sujeto que consume drogas, o que es adicto a algo, en un
esclavo perpetuo de unos tratamientos sin los cuales se supone
que no podr vivir una vida normal.

En lo que nos interesa aqu, estaramos hablando


de comportamientos sexuales compulsivos, que tienen un
componente obsesivo a nivel cognoscitivo, que escapan al
15 Algunos la han llamado la otra mafia, teniendo en cuenta el
manifiesto objetivo de lucro de muchas de las organizaciones que se
dedican a tratar estos problemas.

[56] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


control del sujeto y se mantienen a pesar de sus consecuencias
negativas a diferentes niveles: legal, social, personal, familiar,
econmico, etc. Puede que tales consecuencias solo ocurran a
uno de esos niveles, y este hecho contribuye a hacer ms confusa
la situacin, pues no es lo mismo enfrentarse a condenas penales
(por abuso sexual, por ejemplo) que a sentimientos de culpa
por motivos religiosos (por ejemplo, por desear a la mujer del
prjimo).

Hace ya casi treinta aos Patrick Carnes (1983), uno


de los autores ms ampliamente conocidos en este terreno,
propuso los siguientes niveles de adiccin sexual:

1. Los comportamientos considerados como normales, acep-


tables o tolerables, como la masturbacin, la homosexua-
lidad, la pornografa no infantil y la prostitucin. En esta
categora podramos incluir tambin (Carnes no los men-
ciona) los gustos peculiares (asociados principalmente a
fetichismo) y el travestismo.
2. Comportamientos que victimizan a alguien e implican
sanciones legales (exhibicionismo, voyerismo).
3. Comportamientos que implican graves consecuencias para
las vctimas y acarrean consecuencias legales muy severas
(incesto, abuso sexual de menores, violacin).

Como es fcil observar, esta clasificacin es fuertemente


deficitaria: primero, pone un acento importante en lo legal,
lo cual implicara que la normalidad o la aceptabilidad de un
comportamiento estara determinada por la opinin de los
legisladores; segundo, la idea de victimizar no es clara, pues
el dao que provoca un voyerista solo se convierte en tal a
partir del momento en que se sabe que ha estado observando
a alguien, es decir, no hay un dao tangible previo a la puesta

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [57]
en evidencia del acto; tercero, ni el incesto ni la violacin estn
necesariamente asociados a un comportamiento compulsivo;
y cuarto, varias parafilias quedan por fuera de la clasificacin:
por ejemplo, la necrofilia, la zoofilia, el equus eroticus, el
masoquismo; en la necrofilia que implica un comportamiento
aborrecido en todas las culturas la vctima es un ente
abstracto (la sociedad que declara el respeto por los muertos
y considera tab una relacin sexual en tales circunstancias);
en la zoofilia, la vctima no es un ser humano; en el equus
eroticus y el masoquismo, la vctima es el sujeto mismo, por su
propia voluntad y deseo. Y, sin embargo, en los cuatro casos
se suelen presentar las caractersticas definitorias del problema
que abordamos aqu. En quinto lugar, la forma ms comn de
adiccin sexual ni siquiera es mencionada: aquella que en las
antiguas clasificaciones apareca bajo los nombres de satiriasis
y ninfomana, es decir, el gusto extremo por el sexo, el placer
arrobador de las innumerables conquistas que terminan en
un revolcn sin ningn vnculo personal o afectivo, y una de
cuyas variantes un poco ms elaboradas es el donjuanismo, con
hroes como Casanova, Paolina Borghese (reconocida mrtir
de la causa, que muri vctima de sus pasiones desbordantes a
una edad temprana, a pesar de las advertencias de los mdicos),
el jugador de basketball Earvin Johnson (apodado Magic), el
inefable Marqus de Sade (que era ms un hombre de palabras
que de actos), Mesalina, la esposa de Claudio (quien tuvo
durante casi dos mil aos un record Guinness imbatible), el
presidente Kennedy, Elvis Presley y otras figuras legendarias
que sera interminable mencionar. En algunos de ellos el sexo
era el motor de la existencia, pero en otros era simplemente
una actividad ms entre otras, en unas vidas llenas de
preocupaciones ms o menos intrascendentes, relacionadas
con el poder y el dinero.

[58] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Carnes (1983) propone un esquema interesante de
abordaje del problema, cuyo eje central es el sistema de
creencias, definido como el conjunto de presunciones, juicios y
mitos asumidos como ciertos, y que funcionan como un filtro
sobre el cual se basan todas las decisiones que toma un sujeto.

Figura 1.
Estructura de una Adiccin Sexual. Tomado de: Carnes (1983)
Out of the shadows. Minneapolis, USA. Compeare Publishers.

La propuesta de Carnes explica algunos casos del


comportamiento sexual que nos ocupa, pero es reduccionista
en el sentido psicologista, como ocurre con casi todas las
explicaciones basadas en modelos de adiccin que tienden
a sobrevalorar los aspectos cognoscitivos del comportamiento,
y en particular aquellos que se refieren al autoconcepto. Hay
una serie de aspectos de la vida humana que no son tenidos
en cuenta de manera adecuada en ese tipo de explicacin, y el
ms importante es la consideracin de que no todos los seres
humanos tienen la misma reactividad sexual. En los diferentes
grupos humanos se observan hombres y mujeres algunos ms
sexuales que otros, de la misma manera que hay unos ms

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [59]
inteligentes que otros, unos ms inclinados que otros a la
pereza, o al buen comer, o a hablar en exceso. En lo referente
a la sexualidad podemos considerar algunos factores de tipo
biolgico que influyen, y que son ignorados en el esquema de
Carnes:
1. Procesos hormonales: es bien sabido que existe una serie de
procesos hormonales (algunos de ellos normales, como es
el caso de los ciclos menstruales; algunos otros anormales)
que influyen notablemente la conducta sexual de manera
directa o indirecta; as, muchas mujeres se sienten diferentes
con respecto al deseo sexual en diferentes momentos del
ciclo menstrual; la prolactina, hormona responsable de la
produccin de leche materna, tiene una influencia demostrada
sobre la reactividad sexual masculina: cuando los niveles de
la hormona se vuelven anormalmente bajos (como ocurre
por consumo frecuente de cocana) en los varones, el inters
sexual disminuye notablemente; las modificaciones en los
niveles de testosterona y de progesterona pueden inducir
estados de irritabilidad, de depresin, de indiferencia sexual,
o por el contrario, un incremento de la excitabilidad.
2. La reactividad neurofisiolgica general: cada persona tiene
un patrn de reaccin integral ante los estmulos del medio
ambiente, que est (por lo menos parcialmente) determinado
por una sensibilidad neurofisiolgica. As, para algunas
personas resultan muy excitantes estmulos que para otras
son desagradables o dolorosos, o carentes de significado: es el
caso de los sado-masoquistas, que solo son estimulados por
condiciones que otras personas encontraran profundamente
desagradables; o de algunos exhibicionistas, que tienden
a encontrar sexualmente estimulantes situaciones que las
dems personas encuentran completamente neutras: una
mujer sentada en un banco de un parque; dos jvenes
caminando por una calle. Para cada persona las fuentes de

[60] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


estimulacin pueden variar inmensamente dependiendo
tambin de los contextos dentro de los cuales se presenten.
3. Factores relacionados con el temperamento y con la
disposicin a crear tipos de vnculos con los dems:
se relaciona estrechamente con el factor anterior, pero
con una dimensin ms focalizada en lo psicolgico: el
temperamento se refiere al patrn de reaccin presente desde
el nacimiento que acompaar al sujeto durante toda su vida,
constituyendo una parte de su identidad; aun cuando puede
ser alterado o modificado por circunstancias extremas o por
eventos traumticos y evidentemente es modulado por la
educacin tiende a conservarse relativamente estable toda
la vida. Con base en esta estructura, cada individuo tender
a reaccionar, a sentirse atrado o repelido por diferentes tipos
de situaciones o de estmulos.
4. El uso de ciertas sustancias psicoactivas como la cocana,
los alucingenos, el alcohol, o una amplia variedad de
medicamentos antidepresivos, ansioliticos y antipsicticos,
pueden modificar de manera importante la reactividad
sexual. En general, los depresores del sistema nervioso central
inhiben la respuesta sexual, mientras que los estimulantes
la incrementan, por lo menos temporalmente; tambin
pueden presentarse respuestas paradjicas, como ocurre con
la cocana fumada, que incrementa el deseo pero inhibe la
respuesta.
5. Determinadas caractersticas anatmicas pueden encontrarse
asociadas a hiperexcitabilidad, como ocurre en algunos casos
de megaclitoridismo o teleclitoridismo; algunas otras, como
la fimosis o la hipospadia pueden provocar un sensible
decremento en el inters y en la respuesta sexual.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [61]
Pero adems de los factores biolgicos, hay otros que
son aprendidos:
1. Condicionamiento: las primeras experiencias sexuales
pueden determinar muchas respuestas posteriores; as, una
persona que tuvo experiencias homosexuales agradables
intensas en la pubertad y que ms tarde, por presin de
los amigos, tiene experiencias heterosexuales desagradables
con prostitutas en la que hay burlas y presin de tiempo,
puede empezar a mostrar un inters preferencial por el
comportamiento homosexual. Las circunstancias mismas
que rodeen las experiencias pueden dar lugar a patrones de
respuesta relativamente definitivos: es el caso de una mujer
que por circunstancias externas no tena la posibilidad de
tener relaciones sexuales completas, y se haba acostumbrado
a frotarse, completamente vestida, contra el cuerpo
(igualmente vestido) de su novio; varios aos ms tarde,
cuando las limitaciones externas desaparecieron y poda
tener una vida sexual normal, se encontr con que le era
imposible obtener un orgasmo salvo como lo haba logrado
inicialmente: vestida y frotndose.
2. Impronta: aun cuando este concepto, creado por Konrad
Lorenz para explicar la conducta de seguimiento que
muestran algunos animales recin nacidos, no se aplica en
general a los humanos, tiene una cierta utilidad para entender
algunos fenmenos relacionados con la sexualidad. Por
ejemplo, desde 1880 von Krafft-Ebing mostr que muchas
parafilias parecen estar relacionadas con experiencias sexuales
tempranas de gran intensidad, y esto ha sido verificado por
investigadores contemporneos, especialmente en lo que
se refiere a fetichismo y sadomasoquismo. Sin recurrir al
concepto etolgico, estos fenmenos podran igualmente
explicarse como condicionamientos tempranos.
3. Circunstancias del medio familiar: es evidente que la

[62] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


educacin (o la ausencia de ella) y el ejemplo pueden
influir grandemente en la expresin de la sexualidad: la
represin excesiva o la imposicin de tabes pueden dar
lugar a inhibiciones permanentes; y la excesiva liberalidad
en los comportamientos, en el lenguaje o en las referencias
a la sexualidad pueden desencadenar (como vemos con
excesiva frecuencia en la actualidad) un inters prematuro
por lo sexual, que tienen la potencialidad de crear muchas
situaciones problemticas.

Todo lo anterior se encuentra, por supuesto, modulado


por la educacin, las condiciones medioambientales, la
exposicin a ambientes provocadores o inhibidores, los
niveles de inteligencia, la timidez, la falta de oportunidades,
etc. Y de ninguna manera puede considerarse la existencia de
una causa nica: en general se combinan varias en diferentes
proporciones: predisposicin, educacin, autoimagen,
experiencias. Por consiguiente, la pretensin de emplear un
solo mtodo teraputico, o de explicar todas las formas atpicas
de comportamiento sexual con los mismos conceptos, es
artificiosa e inadecuada. Examinemos algunos otros aspectos
de este problema para tratar de poner en claro lo referente al
concepto de adiccin.

Por oposicin a lo que ocurre con el consumo de


sustancias, que no implica una necesidad bsica, la sexualidad
ocupa un lugar importante en la vida de todos los seres
humanos o de casi todos, de manera que utilizar el concepto
de adiccin para calificar los comportamientos de quienes
le dan a esta parte de la vida una importancia mayor que el
promedio de la gente, es un simple abuso de lenguaje que
no contribuye a aclarar el panorama. Pero esto no significa,
de ninguna manera, que se est negando la existencia de un

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [63]
problema: quin podra decir que Jeffrey Dahmer, quien
asesin a catorce personas y lleg a conservar simultneamente
en su apartamento ocho cadveres, algunos de ellos en avanzado
estado de descomposicin, y con los que realizaba complejos
ritos sexuales, no tena un problema? Quin podra negar que
el hombre que necesita ver a su compaera sangrando por la
boca o la nariz para empezar a excitarse, y que muestra una
escalada en su violencia, tiene un problema? O aquel que
ocupa una posicin prominente dentro del Estado pero vive
obsesionado por su deseo permanente de vestirse de mujer y de
ser humillado por una prostituta, al tiempo que lo consume la
angustia porque puede ser descubierto? O quien es capaz de
correr grandes riesgos y est dispuesto a ir a la crcel solo para
complementar su inacabable coleccin de panties femeninos
usados? (comprados nuevos, o recibidos como obsequio,
carecen totalmente de valor); o quien dilapida gran parte de sus
entradas participando en orgas a ciegas? (todos contra todos
y a oscuras). Pero el calificativo de adictos para todas estas
personas no clarifica la situacin, sino ms bien lo contrario:
la reduce a expresiones muy elementales, y lo que necesitamos
es ampliar nuestra comprensin. Necesitamos contextualizar,
en primer trmino, muchas situaciones: no debemos olvidar,
por ejemplo, muchas conductas que durante siglos fueron
consideradas como extremadamente depravadas y castigadas
con la muerte o con severas penas de crcel (las relaciones
homosexuales, el coito anal, las relaciones bucogenitales)
hoy son consideradas banales y hacen parte de repertorios
de eleccin personal. Adems, hay una tendencia a juzgar las
situaciones de manera diferente dependiendo de quin sea el
actor: si un hombre mira a una mujer desnuda, es un voyerista;
si una mujer contempla a un hombre desnudo, simplemente
est mirando a un exhibicionista.

[64] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


En segundo trmino, el asunto central parece ser el rol y
el peso de la sexualidad en la vida de un individuo: las fronteras
entre lo normal y lo anormal nunca han sido claras en este
terreno, y el examen de nuestro propio comportamiento nos
llevar a reconocer que hasta los ms recatados entre nosotros
tienen gustos e intereses que, mirados con detenimiento,
pueden ser calificados de dudosos: por qu a alguien le
ofenden determinados olores que otros consideran agradables,
o viceversa? Por qu nos sentimos atrados solamente por
cierto tipo de personas? Por qu necesitamos determinadas
condiciones para reaccionar sexualmente? Lo que quiero
decir es que las llamadas desviaciones sexuales no son ms
que expresiones ampliadas de intereses, deseos y fantasas que
ocurren en la cotidianeidad de la mayor parte de las gentes sin
implicacin patolgica alguna; y que las llamadas adicciones
sexuales solo son comportamientos que se presentan con
mayor frecuencia, tienen mayor peso en la vida de una persona
o corresponden a patrones de conducta que la sociedad
considera como inaceptables con base en criterios legales,
religiosos o pseudobiolgicos, pero que alguien considera como
indispensables para su satisfaccin. Algunos de ellos daan
a otras personas, lo cual justifica totalmente su prohibicin;
otros daan al sujeto mismo porque son consecuencia de otros
problemas de orden fsico o psicolgico; algunos ms no daan
a nadie, pero son calificados de perversos (travestismo, Equus
eroticus, la mayor parte de las formas de masoquismo, que
son ms un juego que una verdadera expresin de violencia).
Ponerles a todos un ttulo global no nos ayuda a entender cmo
ocurren, y s estigmatizan innecesariamente a muchas personas
cuyo nico deseo es pasarla bien

En tercer lugar, y para terminar, conviene hacer el


ejercicio de mirar varias de estas situaciones con criterios

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [65]
descriptivos neutros, sin valoracin moral: por ejemplo, si
tomamos cuatro de las ms conocidas parafilias el voyerismo,
el exhibicionismo, el froterismo y el sadomasoquismo vemos
que las claves son la distancia, el temor y la agresin; salvo en
la cuarta, en las otras no hay vnculo personal de ningn tipo,
y en ellas la satisfaccin proviene parcialmente de hacer algo
prohibido y se resuelve a travs de la masturbacin; en todas,
la distancia se acorta, aumenta la agresividad hasta terminar en
atropello e incluso destruccin. Y en la aplastante mayora de
los casos el sujeto parece ser un hombre, solitario o con serios
problemas de relacin interpersonal, aun cuando existen casos
en los que la persona es considerada como completamente
normal por todos los que la rodean. El caso del fetichismo
es muy diferente: all la atencin no se focaliza en un ser
humano, sino en un objeto, que se convierte en condicin para
la aparicin de la respuesta o de la satisfaccin sexual. Estos
son solo ejemplos del tipo de aproximacin que sugiero para
entender mejor las conductas usualmente clasificadas como
adicciones sexuales.

El tema es inmensamente rico en posibilidades y ha sido


objeto de innumerables especulaciones. Para los psiclogos es
probablemente difcil encontrar un rea ms llena de desafos,
no solamente porque el asunto es infinitamente complejo, sino
porque el acceso a l est lleno de obstculos, pues constituye
una parte esencial de nuestra ms profunda intimidad. En
cualquier caso, el trmino adicciones sexuales no aporta
nada, ni a la comprensin ni al manejo de las conductas que
hemos descrito aqu, y por lo tanto se sugiere enfticamente su
abandono.

[66] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Sexualidad y Violencia

Una de las expresiones ms extremas e inquietantes


de la dimensin sexual en la vida humana, y que suele ser
asociada con frecuencia al concepto de adiccin, es aquella
en la que se le vincula con diferentes formas de violencia. En
1995 me propuse dar una conferencia sobre la relacin entre
sexualidad y comportamientos violentos o agresivos, pero no
necesariamente sdicos o masoquistas. Prepar unas notas,
explor algunos libros convencionales, mir unas cuantas
revistas y decid abandonar el tema porque no logr consolidar
un material suficientemente convincente. Al preparar los
manuscritos de este libro (enero de 2012) me encontr con las
notas, y no me parecieron merecedoras del archivo B (papelera
de la basura). Hay un par de ideas interesantes, especialmente
en esta poca en la que internet ha hecho accesible a todo
el mundo imgenes y textos que hace unos siglos habran
conducido a la hoguera, y hace pocos lustros, a unos cuantos
aos de crcel. En mis notas encontr la referencia de un
estudio realizado en los aos setenta del siglo pasado; pero
a pesar de una bsqueda juiciosa en mi propia biblioteca, y
luego con al apoyo de Google Acadmico, no me fue posible
identificarlo. Quizs algn lector ms hbil o mejor informado
que yo pueda ayudarme a encontrarlo.

Sexo y violencia son palabras que parecen, a veces,


representar dos de los aspectos ms sobresalientes de la
vida contempornea. En efecto, pocas pelculas, o libros, o
propagandas, o telenovelas, se privan de utilizarlos como una
forma ms o menos segura de atraer la atencin y de garantizar
un xito comercial. La pregunta obvia sobre por qu ocurre
esto puede despertar respuestas perfectamente banales, o exigir
las ms agudas reflexiones.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [67]
La realidad es que el sexo y la violencia siempre han
sido motivo de inters para los humanos, y lo que varan son
sus expresiones o los lmites que se fijan socialmente para
mostrarlos: desde los combates picos entre dos oponentes
de iguales potencialidades los caballeros medioevales o los
boxeadores contemporneos pasando por las ejecuciones
pblicas como estrategia pedaggica, o el asesinato a sangre
fra de los prisioneros de guerra como forma rpida y poco
costosa de liberarse de una carga intil, enojosa y despreciada;
la violacin y posterior degollamiento de las mujeres luego
de una batalla por doblegar una ciudad, el sadomasoquismo
como moda, o las simulaciones de maltrato (bonding) como
estrategia de excitacin sexual.

Pero el problema es demasiado grande para abarcarlo


en este breve ensayo. Limitmonos, entonces, a examinar
nicamente ese campo donde los dos fenmenos confluyen: el
sexo con violencia y la violencia sexualizada. Existen abundantes
pruebas histricas de que no se trata, ni mucho menos, de un
fenmeno reciente: baste recordar a Calgula y sus orgas, los
frisos romanos y griegos celebrando violaciones (aun cuando
ms como eventos mitolgicos que como realidades concretas),
o la infinita secuencia de guerras en las cuales una parte del
botn lo constituan mujeres que podan ser raptadas, violadas,
vendidas o intercambiadas.

Como en cualquier otra situacin relacionada con las


explicaciones del comportamiento humano, es indispensable
considerar simultneamente en el anlisis, el comportamiento
en s mismo, el contexto dentro del cual ocurre, los sujetos que
intervienen y una serie de matices, tonos, grados, frecuencias,
secuencias y consecuencias. El resultado puede ser simplemente
una descripcin, o puede ser un juicio sobre la normalidad o

[68] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


aceptabilidad de la situacin: pero evidentemente esto ltimo
(el juicio) no es posible sin lo primero (la descripcin), as sea
de una forma somera.

La violencia y la sexualidad aparecen inextricablemente


unidas en una multitud de situaciones. As, la etologa nos
muestra que la cpula entre algunos de los grandes felinos (e
incluso entre los pequeos, como los gatos caseros) no es un
buen ejemplo de lo que llamamos ternura y delicadeza;
entre los primates superiores es frecuente que la cpula est
precedida por verdaderas batallas en las cuales, a causa del
dimorfismo sexual, la hembra suele resultar herida; todos
conocemos los feroces combates entre los perros cuando se
disputan la primaca de una hembra en celo. A nivel clnico no
es raro escuchar parejas que reconocen haber tenido su mejor
relacin sexual despus de una violenta pelea, y el psicoanlisis
(hoy en da, tristemente, puesto en el mismo nivel que las
mitologas de diferentes pueblos, ratificando la famosa frase de
Sir Thomas Huxley: The customary fate of new truths is to begin
as heresies and to end as superstitions) nos habla de la fantasa
de escena primaria, en la cual el nio presencia parcial o
totalmente una relacin sexual entre sus padres y concluye
que se trata de un acto de agresin, especialmente a causa de
los gemidos proferidos por la madre.16 Incluso la fantasa de
algunas feministas radicales, como Germaine Greer, las lleva a
asegurar que todo acto sexual entre un hombre y una mujer es,
siempre, una violacin.17

16 Independientemente de que la posibilidad de presenciar una acto sexual entre los padres
en este momento de la historia de Occidente no es, ni mucho menos, algo que le ocurra
a la mayora de los nios, es real que cuando los nios presencian actos sexuales hay una
elevada probabilidad de que los interpreten como actos de agresin.
17 Esta clase de afirmaciones explica por qu el feminismo radical fracas: la gran mayora
de las mujeres no est de acuerdo con ellas.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [69]
Es importante en este anlisis no dejar de lado las
mitologas, pues obviamente constituyen una expresin
fundamental de lo humano, ya sea porque esas ideas no se pueden
expresar como parte de lo cotidiano, pero s de lo inverosmil,
lo novelesco, o lo absurdo; y las mitologas estn llenas de
escenas de sexo con violencia, ante las cuales muchas personas
reaccionan con excitacin sexual, aun cuando ellas mismas no
hayan tenido jams la ms mnima actitud violenta hacia sus
parejas. Es aqu donde entran en juego los grados.

Por la intensidad misma de la experiencia sexual, est


implcito en el coito, en muchos casos, un cierto grado de
rudeza; a nivel de lo puramente cotidiano, si bien es cierto que
la mayora de las personas no asocia con placer el infligir o el
ser objeto de una estimulacin tan fuerte que deba ser calificada
de dolorosa, esto, en s mismo, es materia de subjetividad:
comportamientos totalmente inaceptables en condiciones
ordinarias halar el pelo, morder, enterrar las uas apenas
resultan perceptibles como dolorosos (es ms, pueden ser
calificados como estimulantes, o expresin de una elevada
excitacin) por los participantes de lo que, curiosamente, la
literatura describe con frecuencia como el combate amoroso.
Sugiero entonces que examinemos brevemente tres categoras
de comportamientos, de las cuales podemos agrupar dos, bajo
el nombre de algolagnia (del griego algos, dolor, y lagneia,
placer) para referirnos al vnculo entre sexualidad y dolor
placentero, oxmoron fcilmente comprensible para muchos,
ya sea a nivel fsico o psicolgico; la tercera categora, mucho
ms amplia, agrupa formas problemticas de relacin entre la
sexualidad y la agresin o la violencia, que incluyen el sadismo,
el masoquismo, y la criminalidad sexual. As, tendramos un
continuo que incluye:

[70] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


1. Interaccin sexual ruda y mutuamente consentida;
2. Sexo con violencia ms o menos consentida;
3. Sexo con extrema violencia y sin consentimiento.

En este continuo no solamente vara la intensidad de


los estmulos, sino el nivel de participacin de uno de los dos
participantes. Esta clasificacin es, de todas formas, un tanto
simplista, pues:
a. Existen casos de sexo con violencia en solitario, como
el gasping (auto-asfixia o anoxia ertica), concepto
onomatopyico que se refiere a la induccin (autoinduccin
en el caso al que nos referimos) de asfixia en el momento
del orgasmo, que con alguna frecuencia tiene resultados
fatales. En mi libro Ser Terapeuta (2011) describo el caso
de Eduardo (Eduardo o el placer del dolor), la nica persona
que conoc personalmente que disfrutaba intensamente
de la autoflagelacin y de clavarse agujas hipodrmicas en
diferentes partes del cuerpo.
b. Pueden estar involucradas ms de dos personas, y una o
varias de ellas pueden ser simplemente espectadoras y
experimentar placer con lo que estn presenciando, o
pavor (como cuando alguien es obligado a presenciar una
violacin). El espectador puede tambin observar una
pelcula de hechos reales o ficticios, y este fenmeno es
suficientemente importante como para haber dado lugar a
la creacin de redes de aficionados a una forma especial de
pornografa caracterizada por la violencia extrema, a veces
simulada, pero otras veces perfectamente real y conocida
como snuff.
c. Hay formas de comportamiento sexual de sometimiento que
no son dolorosas: simplemente una de las personas ejerce
un papel de dominacin sin que la otra pueda oponerse,
pero no hay maltrato (por ejemplo: bonding, amarrar las

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [71]
manos y a veces tambin las piernas); es frecuente que las
personas se alternen en esos roles.
d. Puede tratarse de incidentes aislados, o de patrones
constantes de comportamiento, lo cual configura situaciones
completamente diferentes.

En lo concerniente a la primera categora, en la que


la rudeza durante el acto sexual es mutuamente consentida y
disfrutada, nicamente los puristas veran en ello algo anormal:
se trata de gustos personales, y el que a la mayora de las personas
no le parezcan agradables no significa que haya que buscar
all alguna desviacin o alguna patologa. As, desde la poca
del clebre libro de von Krafft-Ebing, Psychopathia sexualis,18 y
con mayor precisin desde Kinsey, sabemos que cerca del 3%
de las mujeres y alrededor del 10% de los hombres presentan
claras respuestas erticas ante historias sadomasoquistas, y
que cerca del 25% de las personas experimentan placer ante
caricias rudas, especialmente mordiscos, araazos y palmadas
durante el juego amoroso. Pero aqu no debe perderse de vista
que las fantasas erticas pueden ser solamente eso: fantasas;
por ejemplo, muchos hombres y mujeres se imaginan teniendo
relaciones sexuales con varias personas en forma simultnea, sin
que eso se traduzca nunca en un comportamiento manifiesto.
En la realidad concreta, los comportamientos que resultan en
verdadero maltrato, son poco frecuentes: lo que he podido
escuchar en la prctica clnica son juegos y simulaciones, e
incluso las pelculas porno en las que se exalta el kinky sex no
muestran verdaderas situaciones de sufrimiento, sino ms bien
situaciones fronterizas, sin dao real, en donde se supone que

18 Este libro sigue siendo una obra de consulta obligada, ciento veintisiete aos despus
de la primera edicin (1886). En vida del autor se hicieron diecisis ediciones, y en
1923, su amigo y colaborador, Albert Moll decidi hacer una nueva, completndola y
agregndole captulos de su propia cosecha. Esta edicin, en traduccin francesa, fue la
que se consult para este trabajo.

[72] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


quien inflige el dolor se detendr cuando las protestas del otro
y su temor dejen de ser meras simulaciones.
Y estos son los resultados del estudio que cit al comienzo,
del cual no tuve la precaucin de anotar la referencia, ni el
nmero de sujetos, ni dnde fue hecho. La siguiente sera la
distribucin por edades y por estado civil de las personas que
estaran dispuestas o interesadas en dar o en recibir algn tipo de
caricia lo suficientemente intensa como para ser considerada
dolorosa:

Masculino Femenino
Edad Estado Civil Edad Estado Civil
< 35 >35 soltero casado < 35 >35 soltera casada
Infligir 6.2 2.9 10.3 2.5 2.5 1.5 5.2 *

Recibir 3.7 1 6.3 * 5.4 3.5 10 2.1

Tabla 1.
Distribucin por rangos de edad y estado civil en hombres y mujeres que
estaran dispuestos o interesados en infligir y/o recibir algn tipo de caricia lo
suficientemente intensa como para ser considerada dolorosa.

De donde se desprenden dos conclusiones:

a. Los hombres estn ms dispuestos a infligir y las mujeres


ms dispuestas a recibir caricias dolorosas en encuentros
erticos;
b. Las personas ms jvenes y solteras estn ms dispuestas a
vivir estas experiencias que las mayores de treinta y cinco
aos, o casadas.

Si los trminos se utilizan de una manera laxa,


la algolagnia sera simplemente el nombre griego de

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [73]
comportamientos que conocemos por nombres propios,19 pero
no es as: el creador del trmino, Barn Albert von Schrenk-
Notzig (1862-1929), distingui claramente la algolagnia del
sadismo y el masoquismo: estas ltimas seran parafilias, lo cual
implica que los comportamientos de violencia, sometimiento y
maltrato, ejercidos o recibidos, son condiciones sine qua non para
obtener gratificacin sexual. Esta precisin es importante en la
medida en que una bsqueda en internet mostrar que, incluso
en diccionarios mdicos, los trminos tienden a confundirse.

Los problemas comienzan con la que utilizamos aqu


como categora 2, (sexo con violencia ms o menos consentida)
en donde es fcil sobrepasar los lmites y provocar no solo
heridas serias, sino incluso la muerte, como ocurre en la
clebre novela de Michael Crichton Rising sun (1993), en
el que una prostituta aficionada al gasping resulta asesinada
accidentalmente. Lhistoire dO, clebre a partir de la pelcula
inspirada en la novela del mismo nombre de Pauline Reage
(publicada por ditions Jean Jacques Pauvert), ilustra cmo
voluntariamente, e inspirada en su pasin desbordante por su
amante, una joven acepta involucrarse en un entrenamiento
de castigo, que no solo exige un sometimiento total a la
voluntad de personas extraas, sino fuertes azotes, aislamiento
y relaciones sexuales con personas que no conoce. O no slo
acepta la situacin, sino que manifiestamente la disfruta, pues
es libre de interrumpir el proceso cuando lo desee; adems, a lo
largo de la pelcula sus expresiones iniciales de sufrimiento se
transforman en otras de placer.
19 El Marqus de Sade, cuyos escritos son expresiones extremas de
fantasas que l mismo nunca llev a cabo, o en todo caso no con esa
violencia; y el escritor austraco Leopold von Sacher-Masoch, quien
disfrutaba los azotes, la dominacin y la humillacin por parte de una
mujer corpulenta.

[74] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La categora 3 (sexo con extrema violencia y sin consentimiento)
es, sin duda, la ms compleja, pues agrupa una considerable
variedad de comportamientos: todas las variantes del sadismo
y el masoquismo, con pago o sin pago, la violacin simple,
la violacin con golpes, y el asesinato lbrico de von
Krafft-Ebing, en donde el sujeto logra un orgasmo solo en el
momento de matar, o con el cadver de su vctima (necrofilia).
Todos se caracterizan por la violencia, pero no todos culminan
en un asesinato; no nos ocuparemos aqu del sadismo y el
masoquismo como parafilias, pues son temas ampliamente
tratados en la literatura psicopatolgica. Nos limitaremos a
unas breves consideraciones sobre las formas ms extremas de
criminalidad sexual, precisamente para contraponerlas a las ms
inocuas formas de algolagnia.

No deja de ser interesante constatar que el fenmeno


de la criminalidad sexual extrema, como la concebimos hoy,
es bastante reciente: los expertos la ubican entre la publicacin
de las obras del Marqus de Sade Justine (1791) y 120 das de
Sodoma y alrededor de 1820, con el surgimiento de la literatura
pornogrfica; este fenmeno tiene su expresin plena en los
asesinatos cometidos por Jack El Destripador entre septiembre
y noviembre de 1888 (Wilson y Seaman, 1992). El fenmeno
presenta un notable despliegue en los aos que siguieron a la I
Guerra Mundial, y ha pasado a convertirse en pesadillas locales
desde finales de la dcada de 1960. La literatura se ha interesado
por el fenmeno, con excelentes (y escalofriantes) novelas
como La noche de los generales, de Hans Helmut Kirst (1963); o
los personajes de las novelas de Tom Harris (El Dragn rojo, El
Silencio de los Inocentes, Hannibal)20. En Inglaterra, el mulo de
20 De hecho, la extraa relacin entre el Dr. Lechter y la detective Clarice Starling en El
Silencio de los Inocentes tiene un referente muy real: la relacin entre Robert Keppel
y Ted Bundy: el primero fue el investigador que lo captur, y el segundo fue uno de
los peores asesinos en serie de la historia de los Estados Unidos. A raz de una serie de

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [75]
Jack el Destripador, casi cien aos ms tarde, fue Peter Sutcliffe
(El Destripador de Yorkshire), quien entre 1975 y 1981 asesin
y destroz a trece mujeres con un martillo, un destornillador
y un conjunto de cuchillos, y atac salvajemente a otras siete
(Yalom, 1993). Pero el fenmeno de los asesinos sexuales en
serie se ha presentado especialmente en los Estados Unidos:
Ted Bundy, quien confes veintitrs asesinatos y actos de
necrofilia, pero probablemente cometi entre treinta y cuatro,
y cuarenta y dos; Gary Ridgway, conocido como el Asesino del
Ro Verde (The Green River Killer), quien en el ao 2002 confes
haber asesinado a cuarenta y ocho mujeres; Charles Manson,
quien no mat personalmente a nadie, pero promovi los
asesinatos de la actriz Sharon Tate (esposa de Roman Polanski)
y de una familia vecina; Albert DeSalvo (el Estrangulador de
Boston), Jeffrey Dahmer (necrfilo homosexual que guardaba
restos de los cadveres en el refrigerador de su apartamento),
Richard Ramrez (quien durante el juicio pareca despertar la
pasin de ciertas mujeres jvenes), Ed Kemper (un gigante de
ms de dos metros que asesin a su propia madre, y a otras
ocho mujeres jvenes, a las que decapitaba antes de abusar de
ellas sexualmente), son nombres citados frecuentemente como
parte de la historia negra del crimen en ese pas. La mayor
parte de ellos lograban excitarse sexualmente por el acto de
matar, generalmente en medio de una orga desenfrenada de
golpes y luego destrozaban el cuerpo de sus vctimas, lo que
no les impeda tener relaciones sexuales con los cadveres. Sin
embargo, ninguno de ellos se acerca, ni de lejos, al ms siniestro
y tenebroso de todos los asesinos en serie de la historia humana
conocida: el colombiano Luis Alfredo Garavito, un sdico en el
sentido ms preciso de la palabra, que tortur cruelmente antes
asesinatos ocurridos en el estado de Washington, Bundy (en ese entonces en espera de la
ejecucin de su pena de muerte) se ofreci a ayudar, y su oferta fue aceptada (Keppel
& Byrnes, 1995).

[76] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de violar y luego asesinar a ms de ciento setenta y dos nios.21
Cmo explicar todo esto? Quiero sugerir algunas hiptesis que
distan mucho de agotar el tema, y propongo a los lectores que
elaboren o busquen otras ms.
1. En la bsqueda de nuevas experiencias a nivel sexual y
es un hecho que muchas personas estn interesadas en la
diversificacin, no necesariamente con personas diferentes
el dolor puede ser interpretado como algo placentero
por algunas personas; en determinadas circunstancias, la
hiperestimulacin o la hiperexcitacin pueden provocar
una modificacin en la sensibilidad al dolor, y lo que en
fro sera considerado desagradable y agresivo, en ese
momento simplemente incrementa el placer. Y aun cuando
esta situacin no es generalizable a la mayora de la gente,
tampoco representa a un peligro para la sociedad o para las
personas, y no debe suponerse ninguna clase de patologa
subyacente; las agresiones son simuladas o de intensidad
limitada, y parte del placer que se experimenta suele estar
asociado a la idea de dominar o ser dominado.
2. La excesiva erotizacin de lo cotidiano (la publicidad, el
cine, la televisin las novelas, la moda) provocan una sobre-
estimulacin que a su vez eleva el umbral sensorial: se
necesita ms para obtener lo mismo.
21 Garavito es un autntico psicpata, carente por completo de remordimientos, que
llevaba un cuidadoso registro de cada uno de sus crmenes en un cuaderno. Luego de
diez aos en la crcel, en la que ha engordado notablemente, asegura haberse convertido
a una iglesia cristiana, haber pagado completamente sus errores y estar listo para salir
a defender los derechos de los nios. Garavito es considerado el segundo mayor asesino
en serie conocido, despus del mdico britnico Harold Shipman, autor de doscientos
dieciocho asesinatos de pacientes, quien se suicid en su celda en 2004, probablemente
para que su esposa recibiera el dinero de un seguro. Pero Garavito sigue ocupando el
primer lugar entre los asesinos con motivacin sexual; puede que la excepcin fuera
Albert H. Fish, quien asegur haber asesinado a ms de cuatrocientos nios entre 1910
y 1928, y fue ejecutado en 1936 por diecisis crmenes comprobados. Alrededor de esto
hay numerosos debates: el lector puede consultar muchas pginas de Internet sobre
serial killers y asesinos en serie; casi todas dicen lo mismo, pero la mayora dicen
demasiado poco, mientras los mismos asesinos no dicen casi nada.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [77]
3. Lo anterior, combinado con ciertos problemas o dificultades
personales, puede llevar a la aparicin de tendencias
abiertamente destructivas, como se observa en algunos
asesinos en serie; este campo permanece, sin embargo,
plagado de dificultades de comprensin por muchos
motivos: muchos de estos asesinos nunca son capturados,
y cuando lo son raramente estn dispuestos a hablar de
ellos mismos y, en general, mienten sistemticamente. La
literatura y el cine novelescos han hecho de estas personas
seres altamente dotados intelectualmente, pero la realidad
es completamente distinta: los muy inteligentes son la
excepcin, la mayora son bastante limitados desde ese
punto de vista, aun cuando poseen cierta astucia para
escapar de las capturas (caracterstica que comparten con
ciertos animales que no son considerados especialmente
inteligentes), en lo cual se ven fuertemente ayudados
por la incompetencia policial, tal como puede verse en
muchos anlisis de lo que realmente ha ocurrido antes de
que los detengan.22 Algunos de los factores asociados a
los perfiles de estos criminales son:

Experiencias muy traumticas en la infancia (padre o


madre excesivamente violentos, por ejemplo);
a) Deformidades fsicas reales o imaginarias;
b) Educacin excesivamente restrictiva y severa;
c) Odio a la mujer (la aplastante mayora de los asesinos en
serie son de sexo masculino);
d) Trastornos psicticos
e Una combinacin de esos factores.

22 A diferencia de lo que ocurre con los asesinos en serie no sexuales, los sexuales no se
suicidan ni intentan suicidarse nunca. Muchos de ellos, como Sutcliffe, consiguen el
apoyo de psiquiatras para que los enven a hospitales mentales; a otros los ejecutan,
como a Bundy; y a otros los matan en prisin, como a Dahmer.

[78] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Ninguno de los aspectos mencionados explican por
s solos la aparicin de conductas sexuales violentas. Por el
momento se trata de un rompecabezas incompleto, del cual
apenas se pueden armar los bordes: lo dems deber irse
construyendo pieza por pieza, para cada caso particular, y
generalmente sobre la base de la comisin de nuevos crmenes.
Es verdad que la Criminologa ha logrado grandes avances en
desarrollo de los perfiles de estos criminales; pero aun cuando
sean grandes, la realidad es que apenas son balbuceos: por eso
hay tantos criminales de este tipo, todava sueltos.

A modo de conclusin tentativa

Para todos es sabido que la sexualidad en los humanos


no es nicamente la expresin de la necesidad biolgica de
perpetuar la especie, o una forma de comunicar afecto y amor:
estas son las explicaciones que la sociedad promueve y desea
con el fin de mantener un orden establecido; por ello las
religiones y los estados con fuertes ideologas religiosas insisten
tanto en regular la sexualidad hasta llegar a prohibiciones que, si
no tuvieran consecuencias muchas veces trgicas, slo podran
calificarse de ridculas. En todo caso, la sexualidad tiene muchas
otras funciones, y no exclusivamente entre los humanos, como
nos han enseado los etlogos: una de ellas, las expresiones
de dominancia y sumisin, de poder y ejercicio del poder
tiene, en mi opinin, un papel determinante en algunas de las
situaciones de violencia asociadas a sexualidad. Creo que este
aspecto no ha recibido suficiente atencin, aun cuando ningn
criminlogo lo desconoce.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [79]
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[81]
[82] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
3. La legalizacin de las drogas 23

La legalizacin de las drogas es uno de esos temas


recurrentes de la vida nacional durante los ltimos veinte aos
con respecto al cual se tiende a tomar posiciones fuertemente
radicalizadas, la mayor parte de las veces muy emocionales,
cargadas de promesas o de amenazas, o de ambas. Periodistas
como Antonio Caballero, el Defensor del Pueblo, Eduardo
Cifuentes; senadores como Vivian Morales (hasta hace poco
Fiscal General de la Nacin) o Carlos Gaviria; los ex presidentes
Ernesto Samper (en sus pocas de presidente de ANIF), Csar
Gaviria, y el ex fiscal general, Gustavo De Greiff (quien debi
renunciar a su cargo luego de declaraciones en este sentido en
noviembre de 1993), han afirmado en diferentes ocasiones que la
legalizacin es la nica salida a la tragedia que vive Colombia
en relacin con el narcotrfico, la violencia delincuencial
que ha generado y su evolucin hacia fuente primordial de
financiacin de guerrillas, grupos paramilitares y bacrim
(bandas criminales) y de las alianza nefastas entre esos grupos.24
En noviembre de 2011 el presidente Juan Manuel Santos volvi
a poner sobre la mesa (y es la primera vez que un presidente
colombiano se atreve a hacerlo) la necesidad de examinar las
polticas internacionales antidrogas y la posibilidad de legalizar
por lo menos, la marihuana; Santos se apresur a decir que
de ninguna manera estaba dispuesto a liderar esa iniciativa,
pues entiende perfectamente las consecuencias eventuales

23 Este captulo debe mucho a los trabajos que realic en 1989 y 1991 con Sonia Jimnez,
y posteriormente a mi labor como Profesor Visitante en el Centre for Research on
Drugs and Health Behaviour de la Universidad de Londres, en 1994. En los dieciocho
aos siguientes se han publicado muchos artculos al respecto, fundamentalmente de
opinin, pero en general no hay argumentos nuevos.
24 En una declaracin enftica del 19 de mayo de 2003, Gabriel Garca Mrquez afirm que
no est a favor de la legalizacin de las drogas, como algunos periodistas haban inferido
de un texto enviado el da anterior con motivo de la celebracin de los doscientos aos
de la Universidad de Antioquia

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [83]
de hacerlo.25 Indiscutiblemente, en los argumentos de estas
personas hay puntos muy vlidos pero, por lo menos para
m, resultan inquietantes dos elementos que no son obvios a
primera vista: en primer lugar, el extremo simplismo de la mayor
parte de los argumentos;26 y en segundo lugar, las motivaciones
no siempre claras de quienes proponen la legalizacin como
tabla de salvacin, tanto en Colombia como en otros pases;
en este ltimo caso que no entrar a analizar en este artculo
incluyo desde motivos estrictamente personales hasta intereses
econmicos y polticos. La utilizacin reiterativa de trminos
peyorativos como prohibicionistas para quienes no estn de
acuerdo con la legalizacin, y el halagador de liberacionistas
para quienes la aprueban, pone a los primeros en la casilla
de los represores y a los segundos en la de cruzados por la
democracia.

Con ocasin de las declaraciones de De Greiff hace ya


largos aos, el propio presidente de la Repblica declar que
el debate era acadmico. Pero si algo ha tenido este asunto
es que la autntica dimensin acadmica ha estado totalmente
ausente. En efecto, hasta el presente no se ha dado un verdadero
debate abierto y democrtico al respecto, las partes se han
limitado a presentar escuetamente sus argumentos como si
fueran verdades de a puo, incontrovertibles y suficientemente
demostradas. Esta es la primera dificultad, pues se trata de una
presuncin falsa: nadie ha demostrado nada en este terreno.
25 La propuesta de Santos fue, en general, bien recibida; sin embargo, encuestas hechas
en las semanas siguientes mostraron que la aplastante mayora de los colombianos (e
igual sucede en buena parte de los pases latinoamericanos) estn en contra de la idea de
legalizar las drogas, aun cuando no sea claro qu significa ese trmino.
26 Una notable excepcin a esa tendencia al simplismo es el investigador estadounidense
Ethan Nadelmann, especialmente en sus escritos de los ltimos aos. En la tima ocasin
en la que nos encontramos (Wilton Park, Sussex, 2007), sus opiniones me parecieron
ms matizadas en algunos casos, ms radicales en otros, y muy bien sustentadas en
todos.

[84] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


De todas maneras, lo que no puede perderse de vista para tratar
de iniciar el anlisis y la discusin es que las convenciones
internacionales referentes al control legal de ciertas sustancias,
y en particular la de Viena en 1988, han sido firmadas por la
mayora de los pases del mundo luego de ms de setenta aos
de negociaciones: pasar por encima de tales acuerdos puede ser
virtualmente imposible en la actualidad.27

La segunda dificultad radica en el hecho de que


frecuentemente quienes proponen argumentos en este campo
tienden a asumir posiciones lineales y reduccionistas; as,
quienes afirman que el problema de las drogas es esencialmente
econmico, piensan la situacin en trminos de oferta y
demanda y consideran que la legalizacin acabara con el
narcotrfico y, por consiguiente, resolvera el problema; por el
contrario, quienes se centran en la dimensin de consumo y
ven ms el asunto como de salud pblica o de organizacin
social, consideran la legalizacin como una seria amenaza y por
tanto se oponen a ella radicalmente.

La tercera dificultad es la tendencia a presentar


soluciones al problema de las drogas sin tener en cuenta la
serie de interrogantes que nunca han sido resueltos e, incluso,
que ni siquiera han sido abordados, y que no pueden dejarse
alegremente de lado. Solo las respuestas ofrecidas permitirn
tomar decisiones adecuadas, y salvar el escollo de los intereses
que se entremezclan en el anlisis de la situacin y la confunden.
27 La pretensin de que la defensa de los mltiples acuerdos en contra de la legalizacin
son el resultado una manipulacin de los Estados Unidos como han hecho
algunos conocidos comentaristas del tema implica atribuirle a ese pas un poder
difcil de concebir, as como calificar a los firmantes de los tratados de tteres de los
estadounidenses. En todo caso, si tales comentaristas tuvieran razn, el debate sobrara
enteramente: deberamos limitamos a esperar que los Estados Unidos cambien de
opinin. Pero las cosas, como veremos, no son tan simples.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [85]
Por eso, lo esencial de este captulo se centrar en la propuesta de
un conjunto de preguntas, sin tomar a priori ninguna posicin.

1. Antecedentes

A finales del siglo XIX y comienzos del XX en numerosos


pases se impusieron legislaciones destinadas a controlar
los efectos problemticos a nivel individual y social de la
ingestin de ciertas sustancias; para el efecto se promulgaron
normas destinadas a evitar la proliferacin de cultivos y de
laboratorios, as como de las organizaciones (frecuentemente
criminales) interesadas en el trfico y la distribucin de esas
mismas sustancias. Desde ese momento y durante largos aos
la preocupacin esencial fue el consumo; pero durante la
dcada de los sesenta, en el siglo XX, el foco de inters empez
a modificarse: debido al nfasis sobre algunos determinantes
externos del problema, la atencin se centr sobre la oferta
y se acus a los pases productores 28 de tener la mayor
responsabilidad por las dificultades que surgan. De esta manera
se privilegi la dimensin represiva y se perdi la perspectiva
global; en la prctica el problema del consumo mantiene una
tendencia al aumento aun cuando las sustancias involucradas
varan (UNODC, 2012) y la represin es con frecuencia
considerada como una medida totalmente errnea (e ineficaz)
para evitar el desangre social y econmico. Es entonces cuando
la idea de la legalizacin adquiere mayor fuerza, en particular
dentro del contexto de las economas de mercado, que en sus
formas ms radicales proponen la liberalizacin total.

28 Pero no a todos los productores, solo a los del Tercer Mundo o de los pases en vas de
desarrollo. Los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, en donde se
fabrican decenas de productos que son objeto de comercio lcito e ilcito (anfetaminas,
xtasis, benzodiacepinas, barbitricos) pero que de todas formas se encuentran
asociados a graves problemas de consumo, nunca se han calificado a s mismos como
pases productores.

[86] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


2. La esencia de los argumentos a favor de la legalizacin

Lo primero que se asegura es que la prohibicin le da


el valor agregado a la droga, proporcionando as la base
econmica para los asesinatos, la corrupcin y las distorsiones
de la economa. Por ello se afirma que la legalizacin permitira
acabar con el poder econmico y, en consecuencia, el poder
poltico, militar y criminal de los narcos, sea cual fuere la
forma que tomen: delincuentes comunes o grupos extremistas
de una cualquier supuesta ideologa. Adicionalmente se afirma
que al ser legal, la droga se conseguira a menor precio y se
impondra control de calidad sobre ella, lo cual supone un
beneficio doble: al conseguirla fcilmente los consumidores no
tendran que recurrir a actos delictivos para obtenerla; por otra
parte, si la droga producida es de buena calidad, se eliminara el
problema sanitario que se da actualmente.

Tambin se dice que es por el hecho de ser prohibido que


el consumo de drogas se hace tan atractivo, especialmente para
la juventud; y que no necesariamente la mayor disponibilidad
del producto aumentara el consumo, puesto que este depende
supuestamente de factores individuales predisponentes. Se dice,
adems, que con la legalizacin se acabara con el jbaro o
dealer, aquel que normalmente se ha encargado de incitar a nios
y jvenes a consumir droga, perpetuando as la rentabilidad del
producto en el mercado.

Por otra parte, se afirma que los recursos empleados


hoy en la represin, podran destinarse a hacer prevencin y a
desarrollar formas de tratamiento ms efectivas.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [87]
Finalmente, se considera que se tendran normas
consistentes al dejar de prohibir unas drogas y otras no (alcohol
y tabaco) y, contrariamente a lo que se cree, el nmero de
adictos no aumentara, pues la sociedad se acostumbrara y se
autorregulara.

1. Algunas preguntas que requieren respuestas claras
Independientemente de la posicin con respecto al asunto de
la legalizacin, hay un grupo de interrogantes que no pueden
ser pasados por alto si se desea tener una posicin sustentada
racionalmente. En mi opinin, los interrogantes fundamentales
son los siguientes:
a. Cuando hablamos del problema de la droga est claro
de qu estamos hablando? Es decir, en qu consiste el
problema? Para quin es un problema? Cules son los
criterios con los cuales se lleg a la conclusin de que se
trata de un problema? Tales criterios son uniformes en
diferentes pases? En caso de que no lo sean, cules seran
los elementos bsicos que permitiran tomar decisiones
compartidas ms all de intereses puramente locales? Cules
son las diferencias entre las llamadas drogas ilegales y un
cierto nmero de medicamentos que proliferan con un
mnimo control en todo el mundo occidental? Existe algn
respaldo cientfico para sustentar esas diferencias?
b. Asumiendo que las preguntas anteriores fueran respondidas
satisfactoriamente (lo que est muy lejos de ocurrir),
qu significa la palabra legalizacin? Hay diferentes
posibilidades, y la primera y ms obvia se refiere a la
existencia de una normatividad, de un marco legal que
manifiestamente ya existe en todos los pases del mundo, lo
que significa, strictu sensu, que la legalizacin ya es un hecho.

[88] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Como puede presumirse que este no es el sentido dado a la
palabra por quienes la utilizan, otros podran ser:
Liberalizacin total de produccin, trfico y consumo
de todas las sustancias que hasta el momento son objeto
de prohibiciones y restricciones;
Liberalizacin controlada por los estados de produccin,
trfico y consumo de todas las sustancias que actualmente
son objeto de prohibiciones y restricciones;
Cualquiera de las dos posibilidades anteriores, pero solo
para algunas sustancias;
Descriminalizacin de la produccin, o del trfico, o del
consumo, de algunas o de todas las sustancias objeto de
prohibiciones y restricciones.
En el caso probable de que las medidas no se
tomaran idnticamente para todas las sustancias,
cules seran los criterios que se emplearan para hacer
la discriminacin? En otras palabras, qu restricciones
y por qu razones, se le impondran, por ejemplo,
a sustancias como la herona o el crack, pero no a la
marihuana o al LSD? De qu manera eficiente y eficaz
se implementaran tales medidas?

Haciendo abstraccin de la dimensin internacional del


problema y de los tratados que involucran a ms de ciento
ochenta pases, quin ha evaluado las consecuencias para
pases como el nuestro de una medida que puede desencadenar
un sinnmero de fenmenos de alcances imprevisibles? Porque
a nadie debe escaprsele la lgica de lo que fue demostrado
hace veinticinco aos por el Premio Nobel de Qumica/Fsica
Ilya Prigogine los sistemas altamente estructurados reaccionan
ante la introduccin de nuevos elementos en el sistema con
una notable resistencia, pero cuando el nuevo elemento logra

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [89]
introducirse, se puede predecir la direccin y la magnitud del
efecto que tendr dentro del sistema; por el contrario, dentro
de sistemas poco estructurados, la resistencia ante nuevos
elementos es mnima, pero la direccin y la magnitud de los
efectos son impredecibles. Holanda y Alemania pueden ser
considerados como sistemas altamente organizados; Colombia,
y la mayor parte de los pases en vas de desarrollo, no.
Examinemos brevemente algunas reas de posible influencia de
una medida como la propuesta de legalizacin, teniendo en
cuenta que Colombia (al igual que muchos otros pases) no es
exactamente un pas que se distinga por su civismo, su respeto
por los otros, su capacidad de resolver las dificultades de orden
social, o la solidez de su organizacin social.

Desde el punto de vista de salud pblica. Quin asumir


la responsabilidad de los problemas resultantes, si
resultaran? Segn las cifras ms recientes disponibles
(Ministerio de la Proteccin Social, 2009), Colombia
tiene cerca de trescientas mil personas con necesidad
de tratamiento por consumo de sustancias ilegales, de
las cuales, aproximadamente una de cada mil puede
ser tratada con recursos del Estado. Qu pasara si esa
suma se dobla, y adems se aaden las dependencia
a los medicamentos, que se encuentran en el mbito
legal? No se debe olvidar que todava no hemos
podido, siquiera, resolver problemas bsicos de salud
de la poblacin, que la mitad de los municipios del
pas carecen de acueductos apropiados y que por ello
aun tenemos bebs que mueren de diarrea. Cul sera
la respuesta de los sistemas de salud o de proteccin
ciudadana a la violencia potencial que sustancias como
la cocana y el basuco, el PCP y otras sustancias sintticas
son capaces de desencadenar debido a sus efectos sobre

[90] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


el sistema nervioso central? Cmo reaccionaran los
sistemas de salud ante nuevos hechos, considerando
que ya son francamente incapaces de hacerle frente
a la situacin tal como se plantea actualmente? Qu
sentido tiene legalizar el consumo de sustancias de
efectos reconocidamente teratognicos que producen
dependencia en los fetos humanos? Puede, en este
caso, decirse que se trata de un problema estrictamente
personal? Sabemos perfectamente que el abuso de
alcohol crea ms problemas que todas las sustancias
ilegales juntas, precisamente porque es legal: la idea
sera entonces incrementar los riesgos y los daos?
Desde el punto de vista de la educacin, qu expectativa
razonable de xito pueden tener las campaas
preventivas, cuando se constata que en el caso del
alcohol, por ejemplo, los efectos son, virtualmente,
nulos (sin lugar a dudas este constituye el problema
ms grave de consumo de SPA en Colombia, tal como
lo demuestran todos los estudios epidemiolgicos y las
estadsticas de la polica y de medicina legal).29
Desde el punto de vista de la seguridad social, qu impacto
puede tener una medida como la legalizacin,
considerando:
a) que actualmente el comercio de drogas es, en la prctica,
libre y la impunidad es total; esto es vlido en todas las
ciudades del pas.

29 Son nulos por varias razones: porque no estn respaldados por una verdadera conviccin
poltica, lo cual lleva a que se inviertan cantidades ridculas en su desarrollo, mientras se
invierten sumas ms de mil veces mayores en represin; porque no son llevados a cabo
por entidades idneas; porque se olvida que la prevencin no debe ser un conjunto
de acciones puntuales y aisladas, sino una poltica de estado de carcter permanente y
continuo; y porque se limita a intervenciones realizadas en focos aislados entre s, y no
afecta al grueso de la poblacin.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [91]
b) que la disponibilidad sera mucho mayor, y obviamente a
precios ms bajos; por supuesto, podran ponerse impuestos
(la idea ha sido sugerida por muchos), e incluso grandes
impuestos: pero eso simplemente favorecera el mercado
negro, con lo que regresaramos a la ilegalidad.
c) que una importante proporcin de casos de criminalidad
y de violencia, incluyendo homicidios, est relacionada
con el consumo de drogas (Prez Gmez, Ruz, Valencia y
Scoppetta, 2009; Prez Gmez, 2010). Qu legitimidad tiene
la afirmacin de que el consumo de drogas es un crimen
sin vctimas a la luz de los estudios que relacionan tales
comportamientos con mltiples formas de criminalidad,
con desagregacin familiar y con decenas de miles de bebs
enfermos, con alta probabilidad de problemas en su vida
posterior, ya sea por el efecto directo de las sustancias sobre
sus organismos, o por la negligencia o la agresividad de sus
padres?
Desde el punto de vista poltico, no sera una manifiesta
capitulacin moral provocada por el miedo (por no
decir la cobarda) y la incompetencia frente a las
organizaciones criminales?
Desde el punto de vista laboral, cmo se asumirn los
costos provocados por una medida que probablemente
implique un aumento del consumo de diferentes SPA,
con fuerte impacto sobre la produccin empresarial?
Se considerara la posibilidad de que las empresas y
organizaciones ofrecieran tratamientos y a costos de
quin? o se tomaran medidas represivas contra los
consumidores?
Qu validez tiene el argumento economicista de que la
legalizacin echara abajo los precios de la droga,
considerando que el alcohol, el tabaco y los medicamentos

[92] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


controlados son legales, y sin embargo representan
negocios inmensamente rentables? Los elementos de
juicio disponibles hacen pensar que los precios bajaran
aun cuando en Colombia ya son muy bajos pero
aun sin publicidad se podra mantener un considerable
nmero de adictos consumiendo cantidades importantes,
a lo cual se agregara el inmenso caudal de adolescentes
en busca de experiencias nuevas, con quienes no habra
argumento para decirles que no ensayen algo que la
sociedad acepta como legal. Pues si lo hacen sabiendo que
estn contraviniendo la ley, qu podra ocurrir cuando
se considere el consumo de sustancias psicoactivas,
una conducta aceptable? Dentro del mismo contexto
economicista, se ha tenido en cuenta que, aun cuando
los precios bajen, siempre ser necesario dinero para
comprar drogas? O se propondr que el estado asuma la
compra de la produccin y distribuya gratuitamente las
sustancias a los usuarios que las soliciten?

Desde el punto de vista humano, cul es el mensaje que se


le querra transmitir a la poblacin? Cul es el mensaje a las
familias? Cul es el mensaje para las generaciones futuras?

Teniendo en cuenta los resultados de los estudios


epidemiolgicos y la distribucin de las riquezas en Colombia,
se tiene claro que el problema del consumo de drogas afecta
preferencialmente aunque no exclusivamente a las clases
menos favorecidas? Se es consciente de que un aumento del
consumo probablemente contribuira a mantener a esos grupos
sociales en condiciones de opresin, como ocurre con todas las
dependencias (ya sea la tenencia de la tierra o la necesidad de
disponer de una droga)?

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [93]
4. Equvocos y fallas de la propuesta de legalizacin

Tal como se ha presentado hasta el momento, la propuesta


de legalizacin presenta una serie de deficiencias que comienzan
a hacerse evidentes al constatar que la mayora de las preguntas
planteadas en los pargrafos anteriores no tienen respuesta,
o si las tienen suelen ser ambiguas. Retomemos entonces los
principales argumentos.
a) En primer lugar, se trata de una propuesta aparentemente
pragmtica, pero vaca: nadie explica qu es concreta y
precisamente lo que se legalizara; no se dice qu criterios
se emplearan para legalizar la cocana y no la herona, el
PCP, el LSD y todas las dems drogas disponibles; no se
explica cmo se lograra un acuerdo universal al respecto
(nica actitud que hara viable la medida); no se dice cmo
se hara la distribucin legal, ni cmo se evitara el mercado
negro, especialmente con los nios y los adolescentes.30
La lista de lagunas es manifiestamente incompleta, pero
incluso su examen superficial hace pensar que la propuesta
de legalizar es el resultado del miedo y la frustracin por el
fracaso de las medidas tomadas hasta ahora. La propuesta es
pragmtica pero poco lgica, como intentaremos demostrar
ms adelante.
b) La idea de la legalizacin surge eminentemente de
economistas y juristas y por ello adolece de un sesgo que
explica por lo menos parcialmente los supuestos fracasos
observados hasta ahora (supuestos porque, cmo puede
uno declararse derrotado cuando no ha habido una verdadera
lucha?). El punto central es la tendencia a mirar el problema
como si fuera econmico y jurdico ms que cualquier otra

30 No puede olvidarse que, en Colombia, alrededor del 96% de quienes consumen


sustancias psicoactivas empiezan a hacerlo siendo menores de edad, y ms del 80% lo
hacen antes de cumplir diecisis aos (Rumbos, 2002).

[94] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


cosa, y eso supone ignorar algunas de las dimensiones ms
sobresalientes del asunto: el fenmeno de la droga es tambin
social, poltico, psicolgico, de salud, histrico, ecolgico;
tiene aspectos locales, nacionales e internacionales; pone en
juego estructuras de valores, principios de organizacin y de
control sociales. Plantear el problema de la droga en trminos
de oferta y de demanda crea un enorme equvoco. Tales
trminos se adecan para asuntos de mercado y dan una
visin lineal, carente de perspectiva, incompleta, de lo que
est ocurriendo con las drogas.31 Un ejemplo sencillo puede
aclarar nuestro punto de vista en lo que concierne a la visin
reduccionista de la perspectiva econmica. Supongamos
que la cocana desaparece, y no necesariamente porque
el negocio se vuelva improductivo, sino porque hay otras
sustancias con efectos similares, pero ms prolongados.
Esa droga ya existe y se llama metanfetamina: es muy fcil
de producir sintticamente, su precio es bajo, se le puede
tomar, fumar, inhalar e inyectar. Aqu el asunto no es
cunto cuesta, o cunta hay, sino: quin la consume?
Para qu? Con qu efectos sobre la sociedad? A qu
costo personal? Los defensores de la legalizacin no parecen
experimentar ningn inters especial por responder a esta
clase de preguntas.
c) Los defensores de la legalizacin suelen argumentar que
no hay pruebas del perjuicio real de las drogas, y que
eso justifica su legalizacin, produccin, distribucin y
consumo. Independientemente de la existencia de cientos
de investigaciones que prueban lo contrario para sustancias
como la marihuana, la cocana y la herona para solo
mencionar las ms comunes dentro de los esquemas

31 Ocurre lo mismo en el campo del consumo, en el que prevalece la idea de que el


drogadicto es un enfermo al cual se debe dar un tratamiento, que consistir,
supuestamente, en una vacuna.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [95]
de la sociedad occidental, esa afirmacin contradice un
parmetro de juicio aplicado comercialmente: para lograr
una licencia para un producto cualquiera se requiere probar
que no es perjudicial, de manera alguna. Ningn producto
farmacutico, ningn alimento, virtualmente ningn objeto
sobre el cual existieran sospechas serias (como las que existen
sobradamente sobre la mayora de las drogas) de que puede
provocar daos severos, obtendra una licencia en Estados
Unidos o en Europa. La contradiccin, por supuesto, est
en la situacin del tabaco y el alcohol, para los cuales
existen razones histricas y econmicas que impiden
por lo menos por el momento dar marcha atrs; pero es
absolutamente claro que si el tabaco y el alcohol hubieran
sido descubiertos en 1995, por ejemplo, con lo que se sabe
sobre ellos, jams seran legales.
d) Se afirma constantemente que la represin es un fracaso, y
en ese punto no hay mayor desacuerdo, aun cuando deben
introducirse algunos matices: en primer lugar, la represin
es un fracaso como medida aislada para un fenmeno
complejo; la legalizacin sera igualmente una medida
que privilegia un solo aspecto, y por lo tanto sus riesgos
de fracaso son igualmente elevados, con un agravante:
probablemente incrementara el consumo, y no resolvera
en absoluto el problema del consumo en menores de
edad, lo cual implica a su vez un incremento probable del
mercado negro. En segundo lugar, la represin, tal como se
ha ejercido, es un acto hipcrita: hasta hace poco se reprima
a los consumidores y a los pequeos traficantes, pero los
grandes se paseaban tranquila y abiertamente en Colombia,
Per, Bolivia y otros pases; que se sepa, en los pases
receptores no existen grandes capos, o por lo menos no
hay ninguno preso, lo cual genera preguntas inquietantes:
cmo logran los criminales del tercer mundo, que ni

[96] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


siquiera conocen los idiomas de los pases desarrollados,
introducir cientos de toneladas de sustancias prohibidas
en pases altamente organizados y con cuerpos policiales
(nos dicen) de una moralidad frrea? Tampoco podemos
ignorar las alianzas, por intereses polticos, que se han hecho
entre narcotraficantes y grupos poderosos que actuaban en
nombre de Estados Unidos para combatir a organizaciones
de izquierda centroamericanas. Recurdense los casos de los
contras nicaragenses y del general Noriega en Panam.
e) Hay dos antecedentes importantes que muestran el fracaso
de la legalizacin como medida unilateral: Inglaterra tom
decisiones en los aos setenta para que los adictos pudieran
recibir herona legalmente en las farmacias; el resultado fue
un aumento del 100% en el nmero de adictos y un aumento
del 300% en el trfico ilegal, adems de conseguir una
peligrosa migracin de adictos continentales, entusiasmados
por la idea de tener herona gratis. En los aos ochenta,
Alaska emiti una ley que aument la dosis personal de
marihuana a cuatro onzas (unos 140 gramos) y el resultado
fue el aumento de consumo de la sustancia en proporcin
de casi tres veces comparado con el resto de los Estados
Unidos, entre los nios de once a catorce aos. Esta medida
fue derogada pocos aos despus.
f) Con frecuencia se dice que el narcotrfico, como crimen,
existe porque hay leyes contra el trfico; que es negocio
porque es ilegal; que la droga es atractiva porque es prohibida.
La legitimidad de estos argumentos conlleva forzosamente
implicaciones absurdas: tendramos que empezar a considerar
la posibilidad de eliminar todas las restricciones y de legalizar
todos los actos que atentan contra la sociedad para evitar
que las prohibiciones se conviertan en invitaciones al delito.
Legalizar el sicariato, la violacin, el atraco a mano armada.
Suena ridculo pero la lgica implcita no es muy diferente

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [97]
a la de legalizar la cocana para acabar con el negocio o
con la prohibicin. Adems, la afirmacin de que el trfico
de cocana es negocio porque es ilegal es completamente
falsa: la ilegalidad aade un sobreprecio, pero las drogas son
negocio porque hay millones de consumidores, no porque
sean ilegales. El whisky, el vino, las armas y el petrleo son
grandes negocios legales porque hay una demanda inmensa.
Desafortunadamente los defensores de la legalizacin tratan
de ignorar sistemticamente este polo de la cuestin.
g) Los defensores de la legalizacin suelen enfrentar hbilmente
el punto de los daos de la droga con datos: por ejemplo,
subrayan que los muertos por intoxicacin por cocana
representan apenas el 1% de los muertos por alcohol y
tabaco. Eso es cierto, pero el argumento es engaoso,
pues el punto no es qu droga mata ms, sino: qu daos
producen la cocana y sus derivados, la herona, el xtasis, la
marihuana, las anfetaminas, en el cerebro y en el organismo
en general? Qu efectos tiene sobre los bebs cuyas madres
son consumidoras? Qu perjuicios traen a nivel laboral
y estudiantil? De qu manera se relacionan con el sida,
con infecciones, con problemas respiratorios? Qu tanto
est asociado el consumo con criminalidad violenta? Con
desestabilizacin de las familias? Para todas estas preguntas
ya existen respuestas, y todas, a pesar de ser parciales, son
muy alarmantes.

Si se tiene un sesgo economicista, se debe ir hasta el


fondo: la morbilidad (tiempo en el que una persona est
incapacitada por una enfermedad o perturbacin) es mucho
ms costosa que la mortalidad, especialmente en tiempos de
recesin, de desempleo y de superpoblacin. Y la morbilidad
de los consumidores de drogas es mucho ms larga que la de
casi cualquier otro problema de salud.

[98] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La idea de la autorregulacin del consumo se basa
probablemente en la observacin de que el nmero de
heroinmanos de Nueva York se estabiliz en doscientos
cincuenta mil hace cerca de veinte aos, que el nmero de
usuarios de crack no pas de dos y medio millones en Estados
Unidos, y as sucesivamente. Si esas son nuestras garantas,
podemos esperar lo peor con la legalizacin, sin olvidar que,
en gran parte, los efectos devastadores del alcohol se deben a
que es legal. Ese error demasiado antiguo en la historia del
mundo parece irreversible. Qu sentido tiene repetirlo? El
argumento de la autorregulacin deja de lado el hecho de que
la estabilizacin en el nmero de usuarios de ciertas sustancias
va acompaado por el aumento meterico del nmero de
usuarios de nuevas sustancias, como los diferentes derivados
anfetamnicos y otros productos sintticos.

Los defensores de la legalizacin suelen decir tambin


que los problemas de salud disminuiran con esta medida,
puesto que muchas enfermedades resultan de la mala
calidad de la droga: al hacerla legal se tendr un control que
garantizar la pureza del producto. Ese argumento puede ser
vlido en algunos pases desarrollados, pero no en el nuestro:
por una parte, el control de calidad en temas como este por
parte del Estado, en el Tercer Mundo, puede ser una fuente de
inquietud ms que de tranquilidad; por otra parte, los anlisis
de laboratorio de muestras de herona y de cocana en Bogot
en 2002 (Meja & Prez, 2005)32 muestran que, contrariamente
a lo aceptado, la calidad es ptima: superior al 90% de
pureza! Las mismas muestras en Nueva York, Pars o Londres
32 En el contexto de una investigacin financiada por la OMS y el Programa Rumbos, la
investigadora I.E.Meja hizo analizar muestras de herona en Bogot; como director
de Rumbos, el autor de este artculo entreg a los laboratorios de la Polica Nacional
muestras de cocana que le haban sido remitidas de compras callejeras. Los resultados
son los mencionados arriba.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [99]
rara vez superan el 5% de pureza. Pero es precisamente su
elevada calidad la que termina siendo tan perjudicial para el
organismo en nuestro caso.
h) Otro argumento esgrimido por los defensores de la
legalizacin es que la medida disminuira la criminalidad en
la medida en que sera muy barato adquirir las sustancias.
Pero quienes as hablan estn pensando en los precios de
Europa o de Estados Unidos: en Colombia las sustancias
como la herona, la cocana y la marihuana no solamente
son de una calidad extraordinaria, sino de unos precios
abrumadoramente bajos: un paquete de marihuana de gran
clase vale menos que un paquete de cigarrillos, un gramo
de cocana no vale ms de cinco dlares y uno de herona
alrededor de diez. Si no fuera por la grave situacin de
orden pblico, Colombia correra el riesgo de verse invadida
por drogadictos provenientes de todos los rincones de los
pases desarrollados con lo cual los precios aumentaran
notablemente.
i) Para terminar, vale la pena comentar uno de los grandes
mitos que se saca a relucir como verdad incontrovertible
al discutir sobre legalizacin: la experiencia de los Estados
Unidos con la prohibicin del alcohol, vigente entre 1919
y 1933. Se dice que la medida no funcion, pues gener
a la mafia, contribuy significativamente a aumentar la
criminalidad y que la eliminacin de la prohibicin restableci
el orden. Todas esas afirmaciones son acomodaticias y puede
demostrarse que son falsas con base en documentos (ver, por
ejemplo, McNamara, 1991):
Desde el punto de vista de reduccin del consumo,
la prohibicin funcion admirablemente: durante esa
poca el consumo de alcohol per capita/ ao, baj de
9.9 litros a 2.8 litros; y el nmero de casos de cirrosis
por alcoholismo se redujo en cerca del 60%.

[100] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La criminalidad durante ese perodo no aument
de manera significativa (el ndice de homicidios fue
aproximadamente el mismo en 1910 y en los aos
veinte), aun cuando s cambiaron algunas de sus
expresiones: hubo mayor violencia entre bandas
delincuenciales, pero no entre la poblacin civil
general. Como es obvio, lo que aument notablemente
fue el delito de contrabando de licor y la produccin
privada, considerados en s mismos actos criminales.
Es un lamentable error histrico pensar que
las mafias nacieron con la prohibicin. Tales
organizaciones criminales ya existan, y por supuesto
siguieron existiendo cuando se elimin la prohibicin;
simplemente en esa poca salieron a la luz pblica de
una manera no muy diferente de la que presenciamos
en los aos setenta y ochenta en Colombia.

Si la prohibicin no funcion fue por otras razones: era


una medida totalmente impopular,33 aprobada en una coyuntura
transitoria: el pueblo nunca percibi a los traficantes de alcohol
o a los propietarios de bares clandestinos como criminales,
y no los denunciaba. De hecho, el fervor popular hacia estas
personas era tan grande que aos ms tarde un descendiente
de una de las muchas familias que se enriquecieron con el
contrabando de alcohol lleg a ser presidente de los Estados
Unidos. Pero sobre todo, el pueblo no vea el consumo de
alcohol como algo verdaderamente peligroso (salvo para una
minora de sujetos) y no consideraba la prohibicin como una
medida apropiada para toda la poblacin.
33 Aun cuando los propulsores de la legalizacin no lo quieran aceptar, esta es una opcin
claramente impopular en Colombia; as lo muestran las encuestas anuales del Centro
Nacional de Consultora, en las que aparece regularmente que ms del 80% de la
poblacin considera que la legalizacin de las drogas sera una medida inaceptable.
Este resultado se repiti en 2011.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [101]
A lo anterior se debe agregar que la norma apareca como
extica y puritana a los ojos del resto del mundo, exceptuando
el mundo musulmn. La prohibicin habra funcionado si
hubiese tenido un autntico apoyo popular, fundamentado en
algo ms que la especie de histeria colectiva que se apoder
de algunos grupos. Lo mismo habr que pensar para decidir si
se legalizan o no las drogas: es necesario aportar argumentos
fundamentados, y no simples testimonios personales a favor o en
contra, o hiptesis que solo son autodefensas de inclinaciones
individuales que no deben trascender como norma a toda la
colectividad.

En resumen, la legalizacin de las drogas no solamente


dejara sin resolver la mayora de los problemas que pretende
atacar, sino que, adems, creara otros quizs peores. La
legalizacin significara entregarse sin lucha, darse por vencidos
luego de haber asumido una actitud dbil y complaciente y de
lamentarse por el fracaso de semejante estrategia; significara
que se admite poner en juego el futuro del pas y de las
generaciones venideras, para no tener que esforzarse buscando
soluciones complejas para un problema complejo. Considerar
la legalizacin como la solucin definitiva, es tan razonable
como la opcin propuesta por un pas asitico: la horca por
poseer herona en cualquier cantidad; segn el representante de
ese pas en un congreso internacional de tres mil delegados, eso
era una solucin, y definitiva (para el ahorcado). Asimismo, la
solucin simple y radical de la legalizacin podra convertirse
en la horca de las nuevas generaciones.

5. Y si la legalizacin fuera la respuesta?

La propuesta de la legalizacin, como ya se ha visto, ha


llegado a constituirse, para muchos, en la solucin al problema

[102] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de las drogas, en funcin de una serie de argumentos de fuerza
relativa. El principal, o el argumento que lleva directamente a
esta conclusin, dice que la represin ejercida hasta ahora ha sido
inefectiva e incluso desencadenadora de ms complicaciones;
por lo tanto, es necesario legalizar.

Si analizamos un poco el origen de la situacin, veremos
que la prohibicin es algo surgido de una lgica especfica
sustentada por un no deber ser del consumo. Pero a la vez se
vera que el hecho de velar por el cumplimiento de la ley que
reglamenta tal prohibicin, se ha equiparado con la probable
solucin del problema: se ha credo que para hallar la solucin
eficiente es necesario atacar el origen del problema. Esto es cierto
en principio, pero el origen escogido aqu resulta arbitrario:
se ha dejado de lado el aspecto de la demanda (consumo) para
asumir que el origen de todo es la oferta (negocio).

La ilegalidad de las drogas se presenta como medida penal


y de reglamentacin social, pero no parece tener mayor valor
como solucin al problema de consumo. Es ms, la prohibicin
no es un impedimento para que muchos consuman sin el menor
reparo o temor ante la ley, no ya en la intimidad de sus hogares,
sino en sitios pblicos. Y esto es tan cierto en Colombia
como en los Estados Unidos o en Europa.34 Pero lo que s es
cierto es que ella es necesaria para regular el movimiento en
un sector que tiene participacin decisiva sobre la existencia
del problema: este es el de la disponibilidad de las drogas y
las actividades relacionadas con su produccin, distribucin y
trfico. De hecho, es una medida de control parcial, pero no
34 En algunos pases el hecho de ser drogadicto abre la puerta a privilegios especiales
que no se conceden a otros sectores desfavorecidos de la poblacin. Durante un cierto
perodo se promovi una imagen casi heroica de quienes abandonaban el consumo, y
se utilizaron sus testimonios como herramienta de prevencin, con resultados muy
negativos.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [103]
una solucin y ni siquiera una estrategia dirigida directamente
a erradicar el consumo.

Un error grave est en creer que la prohibicin (y su


contraria, la legalizacin) es solucin para el consumo: en
muchos pases el consumo en s, prcticamente no est
penalizado; en muchos otros (especialmente en Europa), aun
cuando la ley dice que consumir drogas es un delito o una
infraccin, las normas no se aplican para evitar problemas
mayores: lo que se penaliza es la produccin, la distribucin y
el porte de sustancias.

Pero hagamos concesiones. Hasta ahora hemos estado


refutando la propuesta de la legalizacin con base en una
serie de interrogantes acerca de las posibles consecuencias de
dicha medida. Pero quizs no hay muchas personas dispuestas
o en capacidad de responder a tales interrogantes (no parecen
abundar los expertos con deseos de hacer un anlisis ms
profundo y responsable). Se prefiere ms bien asumir que es
la medida correcta, dadas las condiciones, y se deben asumir
los riesgos en cuanto a sus consecuencias. De acuerdo. Esto
puede ser vlido; dado que hay gente dispuesta a asumir el
riesgo de probar y ver resultados, su experiencia a ese respecto
podra ser de gran utilidad. Es decir, que quienes consideramos
la legalizacin una medida inapropiada tendramos algo que
aprender de quienes se decidan a hacerlo.

Pensamos que un pas como Colombia, que ha pagado


un alto precio, no slo en recursos econmicos sino, y sobre
todo, humanos, no puede darse el lujo de arriesgar ms con
una medida de ese tipo; de hecho, no podemos arriesgarnos
a perder nada. Sin embargo, los pases convencidos de que no
van a perder gran cosa, y que s pueden ganar, pueden intentar

[104] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


obtener los beneficios que, imaginan, tendr tal estrategia. Ellos
quizs podrn hacerlo en condiciones de alto control y seguridad
(casi experimentales) los pases desarrollados, principalmente
y mostrar al resto del mundo los resultados y las mejores
estrategias para proponer la legalizacin como solucin para
ellos. Sera cuestin de lograr ante las Naciones Unidas una
suspensin de los tratados para hacer un ensayo. Nosotros
observaramos atentamente los resultados, y sacaramos las
conclusiones apropiadas, sabiendo de antemano que lo que
es bueno en esos pases no lo es necesariamente en otros. En
sntesis, no hay ningn problema: podemos cederle el paso a
los pases industrializados para que, por una vez al menos, sean
ellos los que paguen el precio de este tipo de ensayo. Sera muy
interesante ver la lucha por las patentes, la competencia por
monopolizar los cultivos, los debates agobiantes por conseguir
las franquicias y por mantener el negocio vivo; solo que entre
otras manos.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [105]
Referencias

MCNamara, T. (1991). Sobre la legalizacin de las drogas en


los Estados Unidos de Amrica. Bogot: Servicio
Cultural e Informativo de la Embajada USA.
Meja Motta, I.E. & Prez Gmez, A. (2005). La inyeccin de
drogas en Bogot: una amenaza creciente.
Adicciones, 17, 251-260.
Ministerio de la Proteccin Social (2009). Estudio Nacional
de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Poblacin
General de Colombia de 12 a 65 aos. Bogot: MPS
Prez Gmez, A.; Ruz, J.A.; Valencia, J.E. & Scoppetta, O.
(2009) Fracciones atribuibles en las relaciones entre crimen
y drogas en Colombia. Documento no publicado.
Proyecto ejecutado con el apoyo financiero de la
Direccin Nacional de Estupefacientes de Colombia
y la Comisin Interamericana para el Control del
Abuso de Drogas, CICAD.
Prez Gmez, A. (2010). Estudio Nacional de Consumo de
Sustancias Psicoactivas en Adolescentes en Conflicto
con la Ley en Colombia 2009.
RUMBOS (2002). Estudio Nacional de Consumo de
Sustancias Psicoactivas en Jvenes de 10 a 24 aos.
Bogot: Presidencia de la Repblica.
UNODC (2002 a 2012). Drugs World Report.
Viena: UNODC

[106] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


4. Sobre la penalizacin de la dosis mnima

A lo largo de 2008 y 2009 diversos medios (El Tiempo,


la revista Cambio, Razn Pblica, RCN, la emisora de la
Universidad Nacional y la de la Universidad Javeriana) me
preguntaron mi opinin sobre el empeo del gobierno Uribe
(o quizs era simplemente el empeo obsesivo de Alvaro Uribe
Vlez) por modificar la Constitucin con el propsito de
anular la Sentencia C221 de 1994 de la Corte Constitucional;
esta sentencia despenaliz el consumo de sustancias, por
considerar que las sanciones eran atentatorias al artculo 16 de
la misma Constitucin, que promueve el libre desarrollo de la
personalidad. Las pginas que siguen recogen los principales
argumentos que esgrim en esos momentos, y de los cuales
sigo estando convencido. Igualmente estoy convencido de la
necesidad de anular esa reforma arbitraria e intil, y sugiero que
en el futuro no se permita a los presidentes, ni a ningn otro
alto funcionario del Estado, utilizar su poder para satisfacer
creencias, convicciones o necesidades personales.

El planteamiento reiterativo del gobierno Uribe35 sobre


la penalizacin de la dosis mnima de drogas (sustancias
psicoactivas ilegales) contiene una serie de elementos que
resulta conveniente analizar con algn detalle. La propuesta,
en su ltima forma, dice que se tratara de una infraccin
menor y que el tratamiento o intervencin con propsitos
de recuperacin tendr carcter obligatorio para quienes
sean considerados adictos. Algunos de los funcionarios del
gobierno pretendieron que la despenalizacin existente durante
los ltimos quince aos explicaba en buena parte el incremento
del consumo en el pas y habra contribuido a dificultar el
35 Despus de cinco intentos, lograron modificar la Constitucin, en lo que se ha llamado
el Acto Legislativo 002 de 2009

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [107]
castigo a los distribuidores de droga que se encuentran en las
calles o en ollas de difcil acceso para las autoridades.

Contrariamente a lo que la mayor parte de las personas


creen, el concepto de dosis personal en Colombia tiene ms
de cuarenta aos: fue promovido en 1968 por el entonces
presidente Carlos Lleras Restrepo para referirse especficamente
a la cantidad de marihuana que una persona poda llevar
consigo sin ser considerada delincuente; posteriormente, el
concepto fue incluido en la ley 30 de 1986 para referirse a
cantidades aceptables de diferentes sustancias que podan ser
consideradas como de uso personal. Curiosamente, aun cuando
dicha ley es conocida como el estatuto de estupefacientes, en
ella no hay ninguna referencia al opio o sus derivados, que son
las nicas sustancias que pueden ser llamadas con propiedad
estupefacientes. A pesar de sus falencias, esta ley ha tenido
vigencia durante veinticinco aos, y los varios esfuerzos que se
han realizado para actualizarla y modificarla han terminado en
fracasos.

La sentencia C221 de la Corte Constitucional de mayo


de 1994 fue la norma que impuso en forma permanente la
despenalizacin de la llamada dosis mnima; el argumento
central es que, de acuerdo con el artculo 16 de la Constitucin,
nadie puede ser castigado por actos que son acordes con el libre
desarrollo de la personalidad. Este argumento es, eventualmente,
muy debatible (casi cualquier limitacin a la libertad podra
incluirse all), pero el caso es que la Corte tom su decisin
con base en cuatro votos a favor y tres salvamentos de voto.
En realidad, la conclusin de la Corte fue el resultado de una
demanda de inexequibilidad contra el artculo 51 de la ley 30
de 1986, cuyo texto dice que las personas consideradas como
drogadictas podrn ser sometidas a tratamiento de manera

[108] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


obligatoria y sin su consentimiento; la Corte le dio la razn al
demandante (en Colombia ningn mayor de edad puede ser
sometido a ninguna clase de tratamiento sin su consentimiento
formal) y procedi adems a pronunciarse de una manera
ms general sobre el carcter no punible del acto personal de
consumir drogas. La reglamentacin de la sentencia de la Corte
se hizo a travs del decreto 1108 del mismo ao, en el que se
prohbe el uso de sustancias ilegales en lugares pblicos, el uso
por parte de mujeres embarazadas y de menores de edad.

Desde 1985 los gobiernos sucesivos han emprendido


diferentes acciones con el objetivo ms o menos especfico
de intentar detener el incremento del consumo de sustancias
ilegales; durante el gobierno de Andrs Pastrana esta iniciativa
tuvo una expresin especialmente notable, en la medida en que
se consider parte de la plataforma de gobierno. Sin embargo,
los siguientes seis aos vieron desaparecer prcticamente todo lo
que se haba hecho anteriormente. Hay que reconocer, de todas
formas, que desde 2009 el gobierno ha impulsado el desarrollo
de una poltica pblica en este campo, desafortunadamente de
corto plazo, y ha implementado algunas iniciativas importantes.
Examinemos algunos de los elementos de la propuesta
gubernamental que culmin en la reforma de la Constitucin:

a. Hubo personas dentro del gobierno que calificaron la


modificacin de la Constitucin como un sustancial paso
adelante, pues permitira mayores controles y le dara
coherencia a la poltica antidrogas. Pero no se ve en qu
sentido concreto esto tendra lugar; la realidad es que, para
quienes trabajamos en este campo, es un significativo paso
hacia atrs: en primer lugar, va en contrava de todo lo
que ocurre en Occidente, en donde (con la nica excepcin
de los Estados Unidos) los consumidores no son sometidos

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [109]
a sanciones penales, independientemente de lo que digan
los cdigos. Pases como Portugal, Argentina y Mxico han
despenalizado formalmente el consumo, y probablemente
muchos ms pases los seguirn.
b. Se califica el problema de infraccin leve; pero cmo
entender, en un pas atormentado por el conflicto armado,
por la desaceleracin econmica, el desempleo, la pobreza
de una gran parte de la poblacin, que se concentre
semejante cantidad de energa en resolver una infraccin
leve? En diversas ocasiones los medios de comunicacin
sealaron que la agenda legislativa se haba visto retardada
por estas discusiones sobre un tema definido por el mismo
gobierno como menor.
c. Se ha repetido hasta la saciedad que no todo consumidor
es un adicto y que no todo adicto es un delincuente; que
no todo consumidor tiene necesidad de tratamiento; en
Colombia el nmero de personas realmente competentes
en el tema de las drogas es muy reducido comparado con
la poblacin. De manera que quines sern los llamados
a determinar qu personas necesitan tratamiento y quines
no? En un proyecto de decreto reglamentario de la reforma
constitucional se propona que la persona encontrada
consumiendo, o bajo efecto de drogas, sera conducida a
una estacin de polica, en donde un experto dictaminara,
en un lapso no superior a seis horas, si se trata de un adicto,
as como la conducta a seguir. Este tipo de propuesta deja
ver la increble magnitud del desconocimiento del problema
por parte de quienes la hicieron.
d. La razn por la cual el artculo 51 de la ley 30 de 1986 fue
declarado inexequible fue el carcter inconstitucional de la
obligatoriedad de tratamientos. Cmo explicar entonces que
el gobierno insistiera en imponer esta norma? Y que la llene
de remiendos diciendo que la consultar con el interesado?

[110] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


e. En el supuesto de que el gobierno lograra saltarse todos los
escollos conceptuales y legales, quines haran esos tratamientos
y en dnde? De dnde saldran los recursos para cubrir esos
tratamientos, que son largos, costosos y generalmente poco
eficaces? Este problema no es de poca monta: si tomamos
como ciertos los muy conservadores datos resultantes de
la encuesta nacional sobre consumo de drogas presentada
por el gobierno en junio de 2009, en Colombia tendramos,
por lo menos, trescientas mil personas con necesidad de
tratamiento; la capacidad actual de atencin del Estado es de
alrededor de trescientas personas, es decir, una de cada mil; un
clculo a mano alzada de los costos de atencin para estas
personas dara alrededor de seiscientos mil millones de pesos
mensuales; si se tiene en cuenta que el tiempo promedio de
los tratamientos es de tres meses, que los ndices de recada
son superiores al 50%, y que cada persona con problemas de
consumo de drogas tiende a recaer varias veces, la situacin
empieza a parecer sombra. Este clculo elemental nos lanza
a cifras que podran absorber el 10% del PIB. Agreguemos a
esto la emergencia econmica decretada por el Presidente en el
campo de la salud, y uno tiene derecho a preguntarse si tiene
alguna sensatez acabar de quebrar el sistema.
f. Pero asumamos que no tuviramos ningn problema
con la solidez econmica del sistema de salud: Con qu
infraestructura cuenta el pas para atender a esas personas?
Cuntas personas tienen una formacin profesional adecuada
para asumir los tratamientos? La respuesta es simple: la
infraestructura no existe y las personas con una formacin
adecuada no son ms que un puado
g. Qu sancin les impondrn a los reincidentes, que ya
barrieron calles, limpiaron parques y vendieron bolsas
de basura en los semforos, o cualquier otra cosa que los
pongan a hacer?

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [111]
h. Los argumentos que relacionan el incremento del consumo
de drogas con el hecho de que dicho consumo est
despenalizado carecen totalmente de fundamento. En
quince aos de seguimiento, no hay nada que indique tal
vnculo; especficamente resulta que Colombia (pas con
todos los factores de riesgo, productor de drogas de altsima
calidad y de muy bajo precio), en los aos noventa ocupaba
el primer lugar en Amrica Latina en consumo de sustancias
ilegales, en la actualidad ha pasado a ocupar un lugar
intermedio, tal como lo muestran los estudios de Rumbos
(2002), de la CICAD/MPS (2004) y el reciente Estudio
Nacional sobre Consumo de Drogas (2009). El estudio
sobre uso de estimulantes y de otras sustancias en poblacin
universitaria presentado el 26 de noviembre del 2009 no
tiene cifras muy diferentes a las de 2002, aun cuando s hay
un incremento. Pero nada permite creer que ese incremento
tenga algo que ver con la despenalizacin, entre otras
razones, porque varias de las sustancias que consumen los
jvenes no son ilegales (como es el caso del Popper, el dick
(dicloruro de metilo) o el GHB, y todas son de aparicin
reciente en el mercado. Esto significa que aun cuando se
apruebe la penalizacin de la dosis personal, la polica
no podr hacer absolutamente nada en esos casos. Como
dato complementario, debe sealarse que hace pocos aos
Portugal despenaliz el consumo, y en la ltima encuesta
se observ un descenso en la incidencia (nmero de casos
nuevos).
i. El argumento de que el trfico interno se ha incrementado
a causa de la dosis personal fue sacado del sombrero del
mago: en el conjunto del trfico interno, los que venden con
dosis personal en el bolsillo son perfectamente marginales;
asociar todo esto con el turismo sexual es francamente un
exabrupto: quienes visitan el pas con ese propsito son unos

[112] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


pocos miles de sujetos, y de ellos apenas una fraccin son
consumidores de drogas. Es verdad que cierto nmero de
traficantes callejeros llevan con ellos solo una dosis personal;
pero este fenmeno puede ser fcilmente desmontado con
un mnimo seguimiento por parte de la polica. En conjunto,
el problema no es que la despenalizacin de la dosis mnima
contribuya a la impunidad de quienes la venden, sino ms
bien, es un caso de incompetencia policial.
j. As la norma propuesta por el gobierno no se proponga
de manera obvia, castigar al consumidor de drogas, en
la prctica s lo hace: el solo hecho de judicializar a una
persona por un acto, cualquiera que sea, implica una
sancin social; y esto puede tener unas consecuencias
extremadamente negativas: producir una estigmatizacin
como delincuentes a quienes caigan bajo esa norma, lo cual
tendr implicaciones a nivel acadmico y a nivel laboral.
k. Lo que parecen no haber visto las personas responsables
de las propuestas derivadas de la reforma constitucional,
es que el peso del problema creado (no del problema
existente) recaer fundamentalmente sobre la polica,
que tiene la obligacin de hacer cumplir la ley, pero para
este caso concreto, carece de los instrumentos necesarios
para lograrlo; tendrn que perseguir a trescientos mil
delincuentes ms, researlos, evaluarlos y enviarlos a los
sitios (inexistentes) de tratamiento.
l. Lo verdaderamente dramtico de esta situacin, es el
desolador escenario colombiano en cuanto a oferta para
evitar el problema o para aliviarlo. Cerca de trescientos cupos
en centros de tratamiento estatales para una necesidad que
puede rondar los trescientos mil, sin contar a los alcohlicos:
menos del uno por mil. Nada en prevencin durante ocho
aos (2002-2009). Una consideracin policiva y represiva
del problema en un estilo digno del siglo XIX, con una nula

[113]
visin desde la salud pblica. Con 15% de nios tomando
alcohol en el colegio, ms de trescientos cincuenta mil
jvenes y adultos con problemas relacionados con el
consumo de marihuana, cocana, estimulantes y opiceos,
y ms de dos millones de personas consumiendo frecuente
e inmoderadamente alcohol, es legtimo preguntarse por
qu se piensa en el garrote en vez de pensar en cmo
movilizar todas las fuerzas sociales disponibles para impedir
que esto ocurra. Y ms que nada, para proteger a los nios
y adolescentes que ya se encuentran en condiciones de
vulnerabilidad sin que el Estado colombiano les ofrezca
nada distinto a la amenaza del ltigo.
m. El problema del consumo de sustancias debe ser considerado
primordialmente un tema de salud pblica y de educacin,
no de criminalidad; eso no significa que quienes cometen
delitos bajo el efecto de drogas o de alcohol deban ser
considerados inimputables, al contrario: ese debe ser
un agravante. Pero el no ubicar el problema de manera
primordial en el mbito de la salud, lleva a que asuman
posesin de ese campo personas y organizaciones privadas
que, en gran parte en el caso colombiano, carecen de una
formacin adecuada: de hecho, la casi totalidad de las ms
de cuatrocientas instituciones de tratamiento del pas son
privadas, pero ni el 5% de ellas obtendra calificaciones
aceptables en una evaluacin bien hecha. Lo mismo
ocurre en prevencin. Existe la falsa creencia de que la sola
experiencia de haber sido adicta, habilita a una persona para
ser terapeuta, y que quien sabe hacer terapia, tambin sabe
hacer prevencin. La consecuencia de la indolencia por
parte del Estado es que quienes podran recuperarse no se
recuperan, y que quienes podran evitar el camino brumoso
de la drogadiccin, terminan perdidos en l.

[114] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Sntesis

Los argumentos mencionados arriba muestran que


la propuesta de penalizar la dosis mnima no tiene soportes
conceptuales, ni legales, ni operativos, ni sociales. Es realmente
muy difcil entender la casi obsesiva insistencia en castigar, en
oposicin a lo que ocurre en casi todo el mundo Occidental,
cuando no se ha ofrecido a la poblacin una asistencia adecuada
para evitar que se involucre en el problema (prevencin) o para
ayudarla a salir de l (tratamiento).

Castigar a los consumidores de sustancias solo tiene


sentido cuando ponen en riesgo a otras personas: por ejemplo,
cuando conducen un automvil o manejan maquinaria. La
obsesin por castigar recuerda lo ocurrido hace unas dcadas en
los Estados Unidos, cuando la polica se dedicaba a perseguir
homosexuales en vez de perseguir a los criminales Pero
adems, hay una consideracin de sentido comn: el Gobierno
no se est metiendo en un gigantesco problema, cuyas
consecuencias le resultar imposible manejar?

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [115]
Referencias

Ministerio de la Proteccin Social (2009). Encuesta Nacional


sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en Poblacin
General en Colombia. Bogot: MPS/DNE/MIJ.
RUMBOS (2002). Juventud y consumo de sustancias psicoactivas.
Bogot: Presidencia de la Repblica.

[116] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


5. Sociedad libre de drogas o reduccin de dao? Un
falso dilema36 37

Por una infinita variedad de motivos, el tema del


consumo de drogas suele ser un objeto preferente de
estereotipos, ideas preconcebidas, afirmaciones sin fundamento
y falsos dilemas. Uno de estos ltimos es el de presumir que
las sociedades contemporneas se encuentran polarizadas entre
dos tendencias extremas: aquella cuyo objetivo es tener una
sociedad limpia, puritana, exenta de consumidores de drogas
lo que llevara como saga la inexistencia de borrachos, vagos,
ladrones, o prostitutas; y aquella que plantea como objetivo
garantizar una salud ptima a quienes decidan consumir
drogas, ofrecindoles todos los medios para utilizar su libertad
como mejor les parezca, rodeados de todas las garantas que
una sociedad altamente sofisticada puede brindarles. As sea a
costa del bienestar de otros.

Yo no hablo con rodeos y detesto los eufemismos y eso


que llaman lo polticamente correcto, porque son formas
extremas de hipocresa. Mi posicin es que el pretendido
dilema no existe ni ha existido nunca, salvo en la mente de
unos pocos extremistas, y tal vez en el discurso inflamado de
algn predicador o de algn poltico.

Porque a quin, con un mnimo de sensatez, se le


puede pasar por la cabeza que la bsqueda de una sociedad sin
36 Este artculo fue publicado originalmente en la Revista Colombiana de Psicologa, 2009,
volumen 18 (1), p. 95-102. Se reproduce con autorizacin.
37 Algunos de los puntos de vista que presento aqu pueden ser considerados no solamente
como polmicos, sino tambin ofensivos. Quiero declarar enfticamente que no
tengo la menor intencin de ofender a nadie y presento excusas por anticipado si mi
negligencia hiere la sensibilidad de alguna persona. Solo quiero subrayar que lo que
digo corresponde exactamente a lo que pienso, es decir, que estos puntos de vista son
una expresin honesta y sincera de mi experiencia.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [117]
problemas es un objetivo plausible? O incluso deseable? La
literatura y la filosofa nos han permitido vislumbrar lo que seran
eventualmente semejantes sociedades, pero el hecho concreto
es que una sociedad no problemtica no sera una utopa en
el sentido positivo de ese concepto sino una monstruosidad.
Sera una estructura inmutable, que no evoluciona porque
los cambios siempre resultan amenazantes para algunos una
organizacin paralizada, que retiene el aliento porque teme
caerse del filo de la navaja.

En el lado opuesto aparecen esos defensores de un cierto


concepto de libertad a toda costa, de una forma de privilegiar
los derechos individuales, incluso por encima de los derechos
de la colectividad. Igualmente, la propuesta de estas personas no
tiene asidero, salvo en un momento histrico de gran riqueza
en el que el sistema puede darse lujos extremos a causa de la
sobreabundancia de bienes y servicios. Pero, histricamente,
esas situaciones son, por definicin, transitorias, porque la
rueda de la fortuna nunca cesa de girar, y aquello que un da
est arriba, al siguiente puede estar muy abajo. Piensen en todos
los imperios que en el mundo han sido, y que cada vez tienden
a durar menos. Esos modelos de vida que por momentos han
parecido tan atractivos se esfuman en cuanto la realidad brutal
los confronta. El ms cercano a nosotros en el tiempo y en el
espacio fue el llamado sueo americano, del que no quedan
ms que las brumas del recuerdo y en el cual ya casi nadie
cree No lo digo yo, lo dice el New York Times.

Y por supuesto, casi todos sabemos que esas posiciones


extremas no se compadecen con el sentido comn. Lo que
decidan hacer los alemanes o los suizos, es asunto suyo, y
estarn empleando como mejor les parezca sus riquezas; han
conseguido satisfacer ampliamente las necesidades bsicas de su

[118] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


poblacin, y mucho ms; sus prioridades y las nuestras tienen
muy poco en comn. Lo trgico es que haya quienes desean
hacernos creer que se trata de modelos a seguir, de paradigmas
de vida para imitar, que constituyen una alternativa vlida,
mejor que la de la sociedad libre de problemas.

Lo expuesto hasta aqu muestra por qu pienso que


se trata de un falso dilema: no tenemos por qu optar entre
un mundo cuya existencia es imposible y otro tan ajeno y tan
lejano como Jpiter o Saturno.

Si nos referimos al problema de las drogas, no es


necesario proponer como nuestro objetivo la desaparicin
de los drogadictos, y mucho menos decidir como solucin la
instalacin de fumaderos de basuco o sitios para que quienes
lo deseen se inyecten herona con los recursos del Estado. No,
en todo caso, mientras haya nios con hambre, ancianos en la
indigencia y bebs que mueren de diarrea por la ausencia de
acueductos y agua potable.

La dificultad con el concepto de reduccin de dao


representa una tendencia muy comn. En efecto, tendemos
con extrema facilidad a convertir en estereotipos y en conceptos
rgidos, ideas que, en el punto de partida, habran podido llegar
a ser excelentes opciones aplicables a situaciones especficas; la
moda actual nos lleva a creer que todo puede ser universal
y globalizado; asumimos que las buenas soluciones lo
son sin tener en cuenta las particularidades de un pueblo, de
una nacin o de una colectividad organizada en cualquier
forma. Algunos buscan imponer esas ideas a las buenas o a las
malas... Una de las estrategias ms frecuentes para lograr estos
propsitos consiste en desvalorizar (casi nunca con argumentos
serios) las opiniones en contrario, insinuando que las ideas

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [119]
presentadas son realmente de avanzada, y han mostrado su
eficacia ms all de toda duda; que representan autnticas
opciones democrticas, humanitarias, etc. Debo decir que,
hasta donde puedo ver, estas afirmaciones no corresponden a
realidades fundamentadas, sino a posiciones de un reducido
nmero de personas que suelen hablar bastante duro para
demostrar que su posicin debe ser de obligatorio cumplimiento
para el resto de la humanidad. Esta es una tendencia de algunos
pases de Occidente, que terminaron asumiendo la actitud
extremadamente arrogante del desaparecido Imperio Britnico,
donde se afirmaba sin rubor que lo que es bueno para un
britnico es bueno para todo el mundo. Estaban equivocados,
por supuesto, pero creo que nunca se dieron cuenta de ello.

Ahora bien, es necesario profundizar estas ideas para


no dejar la impresin de que considero la reduccin de dao,
globalmente, una idea perversa. Muy por el contrario, ya en
1992, en la clebre conferencia de ONG organizada por las
Naciones Unidas en Tailandia, hice parte del comit de
redaccin de la declaracin de Bangkok, en la cual se instaba a
considerar este concepto. Pero s es cierto que estoy en contra
de una cierta concepcin de la reduccin de dao, y esto es lo
que tratar de explicar ahora.

Quiero advertir que mis reflexiones sobre este tema


no abarcan solamente el asunto de las drogas. Yo me defino a
m mismo, y no de ahora sino desde hace treinta aos, como
un escptico y un poco iconoclasta. Mi posicin tiende a
una radicalizacin de los cuestionamientos provocada por las
imposiciones arbitrarias y despectivas que observo como parte
de la historia en general, y de la historia reciente en particular.
Por ejemplo, (y a partir de aqu soy consciente de que muchos
de ustedes van a mirarme como se miraba a un hereje en la

[120] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Edad Media), no acepto que algo sea autoevidente: yo quiero
ver pruebas. No me gustan las verdades reveladas. No acepto
que eso llamado democracia sea necesariamente la mejor
forma de organizacin para todos los humanos, la nica digna
de ser tenida en cuenta y que deba imponerse a culatazos; no
acepto la existencia de valores universales, como pretende
Kohlberg, pero sin demostrarlo; y no acepto que algunos de
los llamados derechos humanos, tal como se conciben hoy
en da, sean ni siquiera una buena idea. Creo, por el contrario,
que muchos de estos asuntos reflejan la situacin de sociedades
profundamente complacientes, temerosas, rebosantes de
riqueza, sobrealimentadas; cuyos miembros parecen desear
solamente que nada los perturbe mientras miran los partidos
de ftbol en la televisin o beben un coctel al lado de una
piscina. Resulta que soy psiclogo y, por ello, un defensor de
las diferencias individuales; no creo en la globalizacin ni creo
que se deba universalizar nada. No creo que por el hecho de
que yo pueda comunicarme por internet con un tailands, l
y yo tengamos la misma visin del mundo. Y no creo que eso
fuera conveniente o positivo. Ni necesario, en sentido alguno.
Voy a presentar siete situaciones, a travs de las cuales dejar
perfectamente clara la razn de mi profunda suspicacia con
respecto a la moda conocida bajo el nombre de reduccin de
dao. Porque, efectivamente, creo que se trata de una moda,
de esas que se imponen por un tiempo y luego desaparecen
cuando sus defensores la cambian por otra.38 No tengo la menor
pretensin de que ustedes aprueben lo que digo: solo espero
que no lo pasen por alto cuando llegue el momento de tomar
decisiones que van a afectar a muchas personas.

38 Es una moda que adems se apoya sobre un equvoco que, para algunos, es una verdad
grantica: el considerar el problema de las drogas como un problema de salud pblica.
Eso puede ser verdad en Europa y en otras partes del mundo, pero nuestra visin del
asunto es totalmente diferente: para nosotros el problema de las drogas es un asunto
fundamentalmente social, con una dimensin de salud pblica, entre muchas otras
(econmica, ecolgica, jurdica, geogrfica, histrica, psicolgica, educativa, etc.)

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [121]
1. A mediados de los aos ochenta se logr, siguiendo
los mandatos de las Naciones Unidas y con base en las
opiniones expertas de una gran cantidad de asesores
occidentales, que algunos pases del Extremo Oriente
cerraran los fumaderos de opio milenarios y convirtieran
en ilegal esta costumbre. Dada la amplia disponibilidad
de herona fabricada para satisfacer las necesidades de los
europeos, los fumadores de opio comenzaron a inyectarse
herona, en Viet Nam, Myanmar, Tailandia y Burma;
desgraciadamente, como no haba jeringas disponibles
en esos pases, se cre la profesin de inyector: el feliz
propietario de una aguja hipodrmica inyectaba por unos
centavos a todos sus clientes, insuflndoles la sustancia
en las venas a travs de un tubo de caucho y afilando de
vez en cuando la aguja en una piedra. Este fenmeno est
ampliamente documentado en fotografas y videos. El
resultado: se pas de un nivel 0 de VIH/Sida, a un 95%
entre quienes se inyectaban; por supuesto, dados los altos
niveles de pobreza y desnutricin en esos pases, ninguno
de los infectados sobrevivi. No tengo informacin sobre
las acciones de las organizaciones de Derechos Humanos
con respecto a esta especie de masacre, que seguramente
solo despert bostezos en Viena, en Ginebra y en Nueva
York. Creo que algunos de los promotores de la reduccin
de dao salieron a dar gritos en los congresos diciendo
que la accin humanitaria a emprender era, por supuesto,
darl jeringas gratis a esos pobres sujetos. Yo, por mi parte,
me pregunto si esas respuestas revelan realmente algn
grado de inteligencia y de comprensin de los problemas.
2. En los aos ochenta se popularizaron en Europa las
comunidades teraputicas, inspiradas fundamentalmente
en las experiencias de Daytop Village en Nueva York,
y de Phoenix House, en California. En nombre de la

[122] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


transferencia de tecnologa esa forma de trabajo
se impuso en toda Amrica Latina con resultados
pobrsimos; primero, porque era una estrategia surgida
de la experiencia de heroinmanos, y en esa poca,
virtualmente, no haba herona en Amrica Latina;
segundo, porque era extremadamente agresiva y conceba
la confrontacin como un permanente ataque personal.
Ya en esos lejanos aos yo dije pblicamente que
rechazaba la estrategia porque con nuestros niveles de
violencia nada bueno poda esperarse de esa forma de
actuar. Europa termin abandonando esas prcticas, pero
entre nosotros sobrevivieron todava durante bastante
tiempo, y de hecho aun quedan algunos rezagados que
no han podido adaptarse a las circunstancias.
3. A comienzos de los aos noventa, una comisin de
Derechos Humanos arm un escndalo tremendo a
nivel mundial porque unos indgenas nuestros seran
sometidos a lo que ellos consideraban un castigo cruel
e inhumano luego de haber asesinado a un pescador.
El castigo era el impuesto por la ley indgena: azotes,
permanecer colgado varias horas de los pies, y servicio
a la comunidad en los fines de semana durante varios
aos; ellos pretendan que los indgenas fueran enviados
a la crcel, como todo el mundo. Se necesitaron muchos
meses para que los expertos entendieran que para un
indgena ir a la crcel es mil veces peor que una muerte
atroz, y que no solamente estaban de acuerdo con la
pena que se les haba impuesto, sino que la consideraban
totalmente justa y exigan que los dejaran cumplirla en
paz.
4. Llevo aos preguntndome qu hay realmente detrs de
la campaa contra el tabaco, que no tiene una campaa
paralela contra la marihuana, a pesar de que se sabe que el

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [123]
humo de esta ltima es ms cancergeno que el del tabaco.
Debo advertir que yo no fumo y que el olor del tabaco
me resulta fastidioso. Algunos de ustedes deben estar
pensando que razono como un paranoico. Tienen razn.
La cuestin es que el razonamiento de los paranoicos es
impecable, pero parte de premisas falsas, lo cual no es mi
caso. La preocupacin por la salud humana me parece
la ltima consideracin en esta historia: siempre hay un
asunto de dinero en todas estas campaas de apariencia
moralista. Es verdad que poco a poco me he convertido
en alguien profundamente desconfiado y pesimista, pero
ha sido por buenas razones: lo que he podido observar
en cerca de veinticinco aos de trabajo en el campo de
las drogas es que la consideracin principal, cuando no la
nica, tiene que ver con dinero y con poder; y eso genera
engaos, hipocresa, manipulaciones vergonzosas. Un
ejemplo concreto y simple: la guerra contra la marihuana
colombiana desencadenada por los Estados Unidos en los
aos setenta tena, segn muchos analistas, como nica
motivacin convertir a ese pas en el mayor productor
de marihuana del mundo; y no soy yo quien lo dice: son
los mismos estudiosos estadounidenses del asunto. Hoy
escucho dar grandes gritos a favor de la legalizacin de
la marihuana a las mismas personas que estn exigiendo
condenar al ostracismo y al repudio pblico a quien se
fuma un cigarrillo; y no puedo dejar de preguntarme qu
hay detrs de semejantes incongruencias.
5. Hoy en da cualquier persona con dos dedos de frente
se considera obligada a decir que la legalizacin de las
drogas es la mejor opcin. No se sabe mejor para qu,
o para quin; pero eso no parece ser importante. Quien
exprese dudas, o est en desacuerdo, aparece como
retrgrado, ignorante o tonto. O las tres al tiempo; eso,

[124] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


naturalmente, si no se le considera miembro de algn
grupo de ultraderecha o agente de la DEA. Sin embargo,
he tenido la oportunidad de hablar con muchos de los
ms encarnizados defensores de esta medida (Ethan
Nadelmann, Peter Cohen, el ex embajador van der Tass, el
ex -embajador Sir Keith Morris) y siempre me encuentro
con lo mismo: ellos hablan de los intereses de sus pases,
pero no saben qu pasa en nuestros pases; cuando se los
explico, la comunicacin, inicialmente tormentosa y
cida, se torna vaca... Qu puede decir un holands
con cuatrocientos aos de historia democrtica manchada
por un nico crimen poltico cometido hace pocos aos
de lo que vivimos aqu en Colombia? Simplemente, que
no lo entiende y que no puede opinar. Y esa es la ms
honesta y certera de las respuestas.39
6. Una de las ms notorias expresiones del humanismo
promovido por un buen nmero de organizaciones,
tanto nacionales como transnacionales, es el rechazo a
la estigmatizacin de los consumidores de drogas. Esto
significa bsicamente que es considerado inaceptable
decir algo negativo sobre los usuarios de drogas, no
importa lo que estn haciendo y a quines hagan
dao. Yo disiento profundamente de esta actitud,
que considero resultante de muchos equvocos en la
formulacin de una propuesta social, pero la respeto.
La respeto siempre y cuando no me la quieran imponer
a m y a mi pas. Porque existe informacin precisa
39 Uno de los asistentes a un encuentro que tuvo lugar en el sur de Inglaterra hace un par
de aos, deca que la perversidad de la prohibicin se haca manifiesta en el hecho de
que ciertas personas se vieran obligadas a transportar la droga dentro de su cuerpo,
corriendo un grave peligro; segn l, eso era una prueba ms que suficiente de la
necesidad de legalizar. Algunos das ms tarde, cuando tuvimos un intenso intercambio
de e-mails, le pregunt si estaba preparado para aplicar el mismo razonamiento a los
asaltantes de banco, quienes ponen en peligro su vida para obtener dinero rpido. Ah
termin nuestra correspondencia.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [125]
(el trabajo del antroplogo Daniel Lende es un buen
ejemplo) que muestra que la estigmatizacin es, en
Colombia, uno de los principales factores protectores
del abuso de sustancias. Lende se sorprende al constatar
que nuestro pas (l es estadounidense) tiene todos los
factores de riesgo imaginables, una disponibilidad
virtualmente ilimitada, una alta pureza de las drogas y
unos precios extraordinariamente bajos. Y sin embargo,
los niveles de consumo, que deberan ser astronmicos
en tales circunstancias, son razonablemente moderados
en la mayor parte del pas y en la mayor parte de la
poblacin. Lende examina un cierto nmero de razones,
y encuentra que el temor a la estigmatizacin es un freno
para mucha gente en Colombia, digan lo que digan las
ONG supuestamente promotoras de la defensa de los
derechos humanos. Porque aqu tambin debo expresar
mi ms profunda suspicacia: a lo largo de los aos, he
ido descubriendo que algunas de esas asociaciones no
son ms que negocios, organizaciones que ordean a los
estados, grupos parsitos que no aportan nada pero cuyas
directivas gozan de unos salarios realmente notables. Pero
nadie se atreve a decir nada con respecto a esos abusos.
7. Para terminar, deseo presentar un caso concreto ocurrido
en Italia hace pocos aos: segn la informacin de los
peridicos, la Corte Suprema de Justicia, o un organismo
similar, decidi que un padre deba seguir manteniendo
econmicamente a su hijo de treinta aos, que ha
recibido todo hasta este momento, incluyendo un ttulo
profesional de abogado, hasta el momento en que
encuentre un trabajo que sea de su agrado (del agrado
del hijo, por supuesto). Algn tiempo despus le que
en Espaa se haban presentado seis casos iguales, con
los mismos resultados. Quiero decir arriesgndome

[126] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


a ser objeto de todas las crticas imaginables que me
parece que una sociedad cuyas leyes obligan a un padre
a mantener a su hijo hasta que encuentre un trabajo de
su gusto, es una sociedad condenada a desaparecer. Y a
desaparecer sin pena ni gloria. Una sociedad que se enreda
en los hilos de su propia red y termina promoviendo el
reinado de los perezosos.

Y as llegamos al ncleo de esta exposicin, al concepto


de reduccin de dao, concepto acuado, o mejor, popularizado40
en los aos ochenta frente a la epidemia de sida en Europa
(la epidemia de sida en frica no ha provocado el desarrollo
de ningn concepto, aun cuando los muertos se cuentan por
decenas de millones; al contrario, los laboratorios farmacuticos
han opuesto una resistencia feroz a la produccin de drogas
genricas que salvaran millones de esas vidas). Aqu tambin
encuentro con preocupacin el uso frecuente de expresiones
como es la nica solucin, es la mejor opcin cuando
se habla de distribuir jeringas, de distribuir informacin en las
puertas de las discotecas sobre cmo y qu consumir, o incluso
de crear reas para que los drogadictos se inyecten o se droguen
en cualquier forma. El grito de guerra de los promotores de estas
prcticas es que su utilidad es autoevidente (es decir, que no
necesita ser demostrada). Quizs yo sea un descendiente oscuro
de un cierto Toms el Incrdulo, pero considero absolutamente
inaceptable esa clase de afirmacin; y no me interesa que haya
demostraciones en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos: la
nica que aceptara sera la demostracin in situ, aqu, y de eso
s estoy seguro: nadie la ha llevado a cabo.

40 En realidad, en los aos sesenta se emprendieron mltiples acciones en la misma
direccin, especialmente en Gran Bretaa, con inyectores y usuarios de estimulantes.
En este pas tambin se empezaron a tomar medidas para proteger a los alcohlicos
crnicos y sin hogar.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [127]
As, tendremos que precisar exactamente de qu estamos
hablando: Nos referimos al dao que ocurre como resultado
de un solo ensayo con una sustancia en particular? Al dao
acumulado por el uso persistente de una o varias sustancias,
por ejemplo, dao heptico por consumo de alcohol?Lo que
nos preocupa son los daos asociados a una forma particular de
consumo? Estamos interesados en los daos temporales, o en
los permanentes e irreversibles?

Podemos distinguir varias reas posibles de dao, y


tendremos que decidir cul es la que deseamos influir: la
personal, la social, la legal o la financiera; pues no es siquiera
concebible que las cuatro puedan ser objeto de manejos exitosos
a travs de una sola medida, al contrario: es altamente probable
que se den inmensos desbalances al implementar esas supuestas
soluciones; tendremos que determinar a qu nivel deseamos que
nuestra accin tenga la mayor fuerza: al individual, al familiar,
al comunitario, al de la sociedad como un todo. Podemos, por
supuesto, construir matrices en las cuales todos estos elementos
se integren de manera que las decisiones sean focalizadas y
especficas, pero de unos costos enormes. En fin, deberemos
tener en cuenta que el concepto reduccin de dao recubre
prcticamente todas las opciones imaginables, y que no se trata
en absoluto de medidas simples y automticas: tan reduccin
de dao puede ser, en un contexto dado, la prohibicin
absoluta y radical (como ocurre en muchos pases islmicos),
como en otro, la liberalizacin completa; reduccin de dao
es lo que propone la terapia con metas de abstencin, tanto
como la distribucin gratuita de jeringas; reduccin de dao es
agregarle tiamina a la cerveza o vacunar masivamente contra la
hepatitis B, construir refugios para los drogadictos, sancionar
severamente el consumo en pblico o por parte de menores de
edad, o incrementar los controles sobre las sustancias lcitas.

[128] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La sociedad occidental es cada vez ms laxa, ms
permisiva y ms tolerante; yo pienso que ese exceso de
permisividad es un signo ms amenazante que alentador pero,
por supuesto, esa es una opinin personal: no pretendo que
alguien est de acuerdo conmigo. Si ustedes me permiten poner
las cosas en una forma un poco extrema, dira lo siguiente: creo
que nadie debe ser sancionado ni criticado por ser homosexual,
pero jams aceptar que la homosexualidad se convierta en
algo obligatorio porque un grupo de sujetos la considere un
comportamiento altamente civilizado. Y, desgraciadamente,
observo que en el campo de las drogas hay muchas cosas que
tienden a tomar ese tipo de forma.

Quiero terminar haciendo referencia al trabajo de


Mugford (1993), quien asegura que en el campo de la reduccin
de dao hay cuatro elementos bsicos que son tomados como
base de la discusin: una posicin moral, una descripcin del
problema, una sugerencia de solucin y un beneficio.

La posicin moral implica que el consumo de drogas


no es bueno ni malo en s mismo, sino que debe evaluarse en
trminos de los daos provocados a la sociedad, en primer
trmino, y al sujeto mismo, en segundo trmino; la descripcin
del problema dice que, evidentemente, las leyes sobre estos
temas no estn funcionando, pero puesto que es claro el dao
que las drogas provocan a las personas y a la sociedad, y que
el problema ms grave lo ocasionan las drogas legales, no se
ve cmo la legalizacin sera una solucin salvo cuando se
asume que las drogas son simple y llanamente un problema
econmico y se ignoran todas las otras dimensiones. En
cuanto a la propuesta de solucin, se afirma que el problema
no tiene solucin, por lo que se debe buscar la minimizacin
del dao; y el resultado esperado es que los sujetos puedan

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [129]
hacer uso de sus libertades individuales y se ponga un freno a la
explotacin de la cual son vctimas los consumidores por parte
de los distribuidores y expendedores.

Mugford considera que las dos primeras consideraciones


son aceptables tal como estn formuladas, pero no la tercera
ni la cuarta. Para l no es aceptable que se disminuya una
forma de dao mientras se aumentan las otras; por ejemplo,
sera aceptable que se evitara la muerte de cien drogadictos
anuales con un costo de mil nuevos casos de VIH/Sida, o de
quinientos accidentes mortales de trfico provocados por esas
personas? o una reduccin del producto interno bruto de
un pas por la proliferacin de consumidores? Por supuesto,
estamos hablando de algo hipottico, no de hechos concretos;
lo esencial es que la reduccin de dao no puede referirse a una
sola dimensin del problema, sino que debe tener en cuenta
tantas como sea posible, y especificar concretamente cules
resuelve y cules no; debe poder precisar las implicaciones
negativas y los riesgos nuevos que produce; debe poder evaluar
en qu medida perpeta los problemas en vez de resolverlos; y
debe poder ofrecer un balance adecuado de costos y beneficios,
no solo de beneficios, y no solo en el mbito econmico. En
ningn caso puede ser propuesta como una medida mgica,
ni como la nica posibilidad, porque eso es una falacia y una
forma de reduccionismo inaceptables.

Los juicios morales sobre lo bueno y lo malo de ciertas


conductas no pueden evitarse, y es hora de que la ciencia se
interese seriamente por esta dimensin de lo humano. Y no es
que la ciencia pueda resolver el asunto, pero s puede aclarar de
qu manera se llega a la toma de ciertas opciones, en qu forma
puede lograrse un cambio y con qu consecuencias. Cada
sociedad debe tomar las decisiones y ninguna fuerza o poder

[130] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


poltico tiene el derecho de imponer cambios a ese respecto;
se atrevera alguna multinacional a proponerle a los pases
islmicos, a nombre de las leyes de libre comercio, que deben
aceptar el consumo de alcohol como una costumbre digna
de imitacin? Por supuesto, si tuvieran alguna posibilidad de
lograrlo, lo haran...

El concepto de reduccin de dao no es bueno ni malo


en s mismo; en realidad hay una sutil pero obvia sugerencia
de su bondad en la medida en que actualmente nadie pretende
(por lo menos no abiertamente) que sea deseable incrementar
el dao producido a otras personas. Parece ir con la corriente
de los derechos humanos. Pero nuevamente all debemos
cuestionarnos el valor de muchas ideas propuestas como
vlidas universalmente, cuando no lo son. China ha puesto
en entredicho algunos de esos conceptos, calificndolos de
imperialistas y capitalistas, y en verdad lo son. Ello no los
hace mejores ni peores que otros, pero simplemente los despoja
de su pretensin de universalidad, que no siempre se merecen.
Puestas en un contexto apropiado, respetando debidamente
las idiosincrasias, eliminando la aspiracin de ser soluciones
adecuadas para todos los pases independientemente de sus
caractersticas culturales, las estrategias de reduccin de dao
pueden constituirse en una fuente de inspiracin de medidas
positivas y altamente productivas. De lo contrario, llegan
a ser literalmente una imposicin que debe ser rechazada y
combatida, porque se vuelven fuente de opresin y no solamente
no disminuyen dao alguno, sino que los incrementan todos.

Problemas relacionados con el consumo de drogas


y el concepto de adiccin [131]
Referencias

Lende, D. (2002). The Paradox of Colombia: Drug Use


and Abuse in Cross-Cultural Context. Manuscrito no
publicado.
Mugford, S. (1993). Harm reduction: does it lead where
its proponents imagine? En N. Heather et al. (eds.).
Psychoactive drugs and harm reduction: from faith to science.
London: Whirr Publishers, p.21-32.

[132] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


III. Tres casos de investigacin
cualitativa sobre drogas41

41 Los tres artculos que conforman esta seccin recibieron financiacin de las siguientes
entidades: el primero, fue financiado conjuntamente por el Departamento de Psiquiatra
de la Robert Wood Johnson Medical School (Jeffrey Merrill Grant on Global Health),
New Jersey, la Corporacin Nuevos Rumbos y la Direccin Nacional de Estupefacientes
de Colombia.El segundo fue financiado por el Ministerio de Proteccin Social y el
Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas. El tercero recibi apoyo financiero de la
Direccin Nacional de Estupefacientes.

[133]
[134] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
6. Identidad Femenina y Consumo de Drogas42

La mayora de culturas ha establecido una diferenciacin


de los roles sociales entre los sexos, llegando a considerarlos
no solo diferentes sino a menudo antagnicos. As, diferencias
biolgicas tales como el embarazo en mujeres o la mayor fuerza
fsica de los hombres, han determinado la asignacin de los
tradicionales roles dicotmicos: uno caracterstico de hombres
y el otro de mujeres, tanto en el plano educativo como en los
mbitos familiares, laborales e incluso en las relaciones de poder
(Stocco, Llopis, DeFazio, Calafat & Mendes, 2002). No obstante,
la idea de que lo masculino y lo femenino son categoras
mutuamente excluyentes que se legitiman y naturalizan desde
lo biolgico, ha sido ampliamente discutida (Lagarde, 1990).
Lo cierto es que los estudios sobre roles sexuales muestran que
cada vez son ms los hombres y las mujeres que manifiestan
rasgos y comportamientos tradicionalmente atribuidos al sexo
opuesto (Ojeda, Melby, Snchez & Rodarte 2007). Polanco y
Jimnez (2006).

En un estudio con familias mexicanas migrantes


encontraron que, ante la ausencia de su cnyuge, las mujeres
adoptan roles tanto masculinos como femeninos en lo
concerniente al cuidado y sostenimiento de la familia. Por
otra parte, Muller y Kligman (2002) afirman que los cambios
a nivel social y cultural que han facilitado la insercin de la
mujer en el mbito de lo pblico, cuestionan los imaginarios
que tradicionalmente limitaron el rol de la mujer al mbito
de lo privado. La facilidad con que hombres y mujeres
adoptan rasgos y comportamientos del otro sexo, en diversas

42 Este artculo fue escrito conjuntamente con Marcela Correa Muoz.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [135]


situaciones, ya sea forzados ante crisis econmicas, migraciones
o desplazamientos (Sautu, Cousu, Griselli & Prez, 1998; Fondo
de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, 2005), o
porque las condiciones del entorno social y cultural ofrecen
un mayor nmero de oportunidades para ambos sexos, han
llevado a replantear las categoras tradicionales asociadas al sexo
y a buscar conceptos ms elsticos e inclusivos (Isaac & Shah,
2004). Lagarde (1990) considera que, actualmente, junto con las
nuevas formas de abordar el concepto de identidad sexual, y de
manera contradictoria, subsisten y prevalecen en la mayora de
culturas representaciones de lo masculino y lo femenino como
categoras diametralmente opuestas. Entonces, dichas diferencias
siguen estructurando la identidad de hombres y mujeres, y se
resisten a desaparecer; estos hallazgos pueden indicar que las
representaciones de lo masculino y lo femenino pueden tener
fundamentos biolgicos, no referidos a comportamientos
concretos sino a formas de abordar determinadas situaciones
(Pinker, 2003).

Las diferencias entre hombres y mujeres en lo referente


al abuso y dependencia de sustancias psicoactivas, han sido
objeto de inters especialmente en los ltimos treinta aos.
Hasta ese momento, la mayora de los estudios se limitaban a
constatar las diferencias de porcentajes, de frecuencia, de edad
de inicio y de otras variables demogrficas. Esta situacin ha
tenido cambios importantes, en particular porque se busca
identificar patrones de uso diferenciales, razones de consumo y
experiencias vividas relacionadas con varias sustancias.

Autores como Gignac (1999) y Rekalde & Vilches


(2003), sealan un evidente androcentrismo en la investigacin,
reflejado en todo el proceso cientfico, desde la formulacin de
hiptesis de trabajo y desarrollo de las investigaciones, hasta

[136] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


el tipo de sujetos estudiados a partir de los cuales se extraen
conclusiones; as, afirman que, con frecuencia, las pautas de la
drogadiccin femenina son simples derivaciones de resultados
de estudios efectuados exclusivamente con hombres (Rekalde
& Vilches, 2003). Dar una mirada a la bibliografa existente en
la materia, por rudimentaria que sea, y a los datos estadsticos e
informes recopilados durante aos sobre consumos de drogas,
es suficiente para percibir las notables diferencias que aparecen entre
hombres y mujeres en las formas en que consumen las sustancias, en la
evolucin de las adicciones, en las dosis y cantidades consumidas, en
los patrones de uso, etc (Rekalde & Vilches, 2003, p. 7). Estos
autores afirman que las diferencias se manifiestan en todo tipo
de circunstancias, cantidades y modos: el consumo de sustancias
por va oral es mayor entre las mujeres, especialmente de
frmacos y alcohol, y es menor el consumo por va intranasal.

Algunos autores postulan que la problemtica no


presenta diferencias importantes en lo concerniente al sexo.
As, Perry (1979), en su anlisis del uso de drogas en las mujeres,
no encontr ninguna especificidad asociada al hecho de ser
hombre o ser mujer. Aos despus, Zimmer-Hfler y Dobler-
Mikola (1992) tampoco observaron diferencias significativas
entre hombres y mujeres en su funcionamiento social ni
en su adaptacin durante el uso de drogas, ni tampoco en
la razn principal por la cual se inicia el consumo, pero s
encontraron diferencias en la edad de inicio, en los factores del
medio asociados al inicio ms temprano de los hombres en el
consumo (en comparacin con las mujeres) y en las recadas.
Estos mismos autores destacaron cmo el inicio del consumo
de opiceos en mujeres era con frecuencia inducido por el novio
o compaero, situacin que no se observa con otras drogas
como la marihuana. Por su parte, Power (1995), en un estudio
comparativo con mujeres y hombres adictos, tampoco encontr

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [137]


diferencias en las estrategias que utilizaban para controlar el
uso de drogas, contrario a lo encontrado en las razones para
renunciar al uso, siendo determinante en el caso de las mujeres
la responsabilidad de cuidar a sus hijos. Rekalde & Vilches
(2003), encontraron semejanzas en las razones para reiniciar
el consumo, as como semejanzas en la fuente de acceso a las
drogas y la edad de inicio, aunque destacaron la observacin de
diferencias significativas en las razones de inicio, duracin de la
adiccin y comienzo del tratamiento.

Un amplio nmero de autores da cuenta de diferencias


marcadas en el consumo de sustancias psicoactivas entre
hombres y mujeres. Allen (1994), afirma que, a pesar de que el
nmero de adictos hombres es mayor, las mujeres adictas sufren
los efectos indeseables de las drogas entre un 50% a100% ms
que los hombres. Taylor (1994) hace nfasis en el rol activo
del hombre en la iniciacin del uso de drogas en las mujeres,
la dependencia de la mujer al compaero adicto, a inyectarse
ritualmente con l, as como la dependencia financiera que
mantiene en ellas su hbito.

Como caracterstica diferencial, la ms notable excepcin


en la influencia del compaero es la duracin de la adiccin,
que es mucho ms corta en ellos que en las mujeres quienes,
a su vez, van a tratamiento ms prontamente en lo que llam
vila (1996) el curso telescpico, refirindose al desarrollo
rpido de la adiccin en las mujeres. Otra de las circunstancias
diferenciadoras aparentemente asociada con la adiccin en
las mujeres, es la alta incidencia de diagnsticos duales, en
particular de desrdenes afectivos y ansiedad (Snchez, 2000;
Blume, 1990). La adiccin al alcohol o a las drogas se relaciona
prcticamente con todas las patologas psiquitricas, de las
cuales los sntomas de la ansiedad y los desrdenes afectivos

[138] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


tienen notablemente mayor incidencia en las mujeres; los
desrdenes comportamentales y los desrdenes de personalidad
antisocial, son ms frecuentes en hombres; los desrdenes del
comportamiento alimentario tienen preponderancia en el
gnero femenino as como la esquizofrenia y otros sntomas
psicticos (Snchez, 2000).

Segn los estudios de Stocco y sus colegas (Stocco et al.,


2000, Stocco et al., 2002), la mayora de los investigadores que
han estudiado la adiccin en mujeres ha encontrado diferencias
significativas con los hombres. Las mujeres tomaran cantidades
ms bajas de drogas pero desarrollan una adiccin ms rpida,
consumen ms tranquilizantes y sedantes, reciben ms atencin
psiquitrica y se encuentran menos involucradas en actos
judiciales que los hombres; estos, por el contrario, presentan
ms bajo nivel educativo y tienen pocos recursos financieros.
La adiccin en las mujeres implicara riesgos ms altos y tiene
repercusiones graves en sus nios. Adems, estas mujeres seran,
con frecuencia, vctimas de abuso sexual y fsico.

Con respecto al consumo de alcohol, algunos autores


sealan distintas causas o motivos: por ejemplo, Rekalde &
Vilches, 2003 y Stocco et al. (2000), piensan que las mujeres
consumen alcohol como forma de escape ante situaciones
problemticas: acontecimientos vitales, estrs, separacin de
los hijos, ruptura de pareja, entre otras. Las tensiones vividas
en sus roles de madre, esposa, ama de casa y amantes, y los
sentimientos de inadaptacin a estos roles, van a la par con la
insatisfaccin de las expectativas personales, todo lo cual estara
ntimamente relacionado con su proceso de alcoholizacin.
Presentan tambin un patrn diferente al masculino: beben
en solitario, ocultan la bebida y ven afectada negativamente
su salud psicolgica y fsica; son ms reticentes a aceptar su

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [139]


adiccin; o eligen sustancias que pueden consumir en espacios
privados que le ayudan a controlar sus emociones. Otros autores
como Molla (1997), Romo (2004) y Snchez (2000), coinciden
con estas apreciaciones.

No todos los autores piensan que los motivos de inicio


y mantenimiento en el consumo son diferentes en hombres
y mujeres. As, Calafat (2000), asegura que los motivos para
iniciarse en el consumo son muy similares entre varones y
mujeres: ir y aguantar la fiesta, la buena fama del xtasis,
trabajar de noche o evadirse de problemas; sin embargo, en este
estudio hemos detectado un motivo especfico de inicio entre
las mujeres: adelgazar. Este motivo puede estar relacionado con
la mayor presin social a la que se ve sometida la mujer por
la imagen construida de lo socialmente deseable. Al final,
nunca se puede dejar de lado el motivo ms sencillo y directo,
y segn Romo (2004), el ms importante: la bsqueda de placer
y diversin.

La revisin del uso de drogas por parte de las mujeres


se centra muchas veces en los efectos de la drogadiccin sobre
familiares y otras personas, ms que en ellas mismas, tal y como
afirman Rekalde & Vilches (2003); es decir, una cualidad de
estos discursos y preocupaciones es el de no poner al sujeto
(la mujer) en el centro del problema, sino desplazarlo y definir
su importancia (la de la mujer) en funcin de otros, de modo
colateral, con carcter subsidiario o dependiente.

El patrn caracterstico de las mujeres en el consumo de


algunas sustancias, el mayor rechazo social y el menor apoyo
familiar durante el tratamiento (Llopis, Rebullida, Castillo &
Stocco, 2006; Ortiz, Soriano, Meza, Martnez & Galvn, 2006;
Castillo & Gutirrez, 2008), as como el inters por estudiar

[140] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


el tema considerando principalmente las consecuencias sobre
otros, guarda relacin con la concepcin social y cultural
de la mujer. Katzman, Greenberg y Marcus (1991) revisaron
todas las historias clnicas de mujeres hospitalizadas por
dependencia a opiceos en Nueva York, y descubrieron que
antes de la toxicomana, alrededor de un cuarto del grupo
haba sufrido previamente bulimia nerviosa la cual, adems,
reapareca durante el perodo de desintoxicacin. En su
opinin, es posible establecer una secuencia biogrfica en estas
pacientes: adolescentes activas que espordicamente tienen
comportamientos bulmicos, consumen marihuana, aumentan
de peso y cesan sus actividades normales. Lo anterior es seguido
por el inicio de acciones para perder peso como el vmito
autoinducido y el abuso de laxantes. Posterior al consumo de
opiceos se inicia y se desarrolla rpidamente la dependencia,
con la consecuente reduccin de peso y la ausencia de
preocupacin por este tema. Stocco et al. (2002) evidencian el
impacto de la adiccin a las drogas en la esfera de la maternidad.
En algunos casos, el uso crnico de drogas determina que el
embarazo se reconozca generalmente de manera tarda, yendo
tambin ms all del plazo normal para un posible aborto. Bajo
tales circunstancias, la maternidad es experimentada de modo
ambivalente y con dudas sobre la capacidad de manejar los
deberes maternales con efectividad. Cuando, por el contrario,
una mujer adicta escoge deliberadamente tener un nio,
desde las fantasas les es dada la funcin de libertador, casi como si
fuera un salvador de las drogascon poderes curativos (Stocco et
al., 2002, p. 185).

En resumen, la adiccin en las mujeres parece tener


caractersticas diferenciales respecto a los varones, marcadas
fundamentalmente por desarrollar una adiccin de una gravedad
mayor, con consecuencias familiares y sociales ms acusadas y

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [141]


con una dificultad aadida a la hora de intentar abandonar el
consumo. La participacin creciente de la mujer en el campo
laboral, su mayor acceso a la educacin, la poltica y la cultura,
aunque no necesariamente en condiciones de igualdad, se
ha reflejado en dinmicas sociales y familiares diferentes,
nuevas maneras de vivir la maternidad y la sexualidad, la
construccin de proyectos de vida distintos y cambios en la
imagen que las mujeres tienen de s mismas (Lagarde, 1990;
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2008;
Observatorio de Asuntos de Gnero, 2005). Sin embargo,
dichas transformaciones requieren ser analizadas no solo desde
las particularidades del contexto social y cultural de cada pas,
sino tambin desde la historia, condiciones de vida y creencias
propias de cada mujer, considerando que la identidad sexual es
una construccin biopsicolgica y social (Mller & Kligman,
2002). Vega (2007) seala que los pases latinoamericanos
tienden a dar ms importancia a valores tpicamente asociados
con lo femenino, como el cuidado del otro; por lo que en este
tipo de pases las mujeres tendran una mayor presin social por
ajustarse a modelos convencionales de feminidad.

Evidentemente, en la evolucin del fenmeno del


consumo de sustancias psicoactivas se ha dado un cambio
notable, que no solo atae a las sustancias y a los modos de
consumo, sino a todo el universo social y de sentido en que
se ha desarrollado. Entonces, sobre la base de estos roles y
expectativas, y de los comportamientos derivados, el consumo
y abuso de drogas adquiere en las mujeres un rumbo y un
desarrollo especfico, que debe interpretarse a travs de una
perspectiva definida.

En Latinoamrica nos encontramos frente a un


campo poco explorado, donde el grupo ms importante de

[142] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


investigaciones sobre mujeres adictas est relacionado con
el binomio drogas-embarazo, con muy poco trabajo sobre
prevencin y dependencia en mujeres no embarazadas. A pesar
de que el tema del consumo de drogas en las mujeres ha sido
objeto de inters durante algunos aos, la realidad es que no
existen trabajos donde se trate de examinar la relacin entre
identidad femenina (IF) y consumo: es decir, los que hablan son
los terapeutas o los investigadores, no las mujeres. Este estudio
se propone analizar puntos de vista exclusivamente femeninos
en lo referente a la forma como ellas creen que se construye
su identidad y el impacto que sobre ellas tiene el hecho de ser,
o haber sido, consumidoras de drogas. El objetivo es tratar de
entender de manera ms clara si realmente existen diferencias
en cuanto identidad femenina entre mujeres consumidoras, no
consumidoras y ex consumidoras; de qu forma el consumo
afecta la identidad, cmo se ven las mujeres a s mismas a travs
del tiempo, y si es posible observar diferencias en algunas de
las experiencias constitutivas de la IF que afecten la eventual
probabilidad de llegar a consumir drogas. Dado el empleo de
una metodologa cualitativa, se busca especialmente generar
hiptesis que, en el futuro, puedan ser sometidas a formas ms
precisas de verificacin.

Para analizar las relaciones entre identidad femenina (IF)


y consumo de drogas se emple una metodologa cualitativa en
la que se examinaron seis grandes reas a travs de una entrevista
semi-estructurada (ver anexo 1): la definicin de ser mujer y las
diferencias con ser hombre; la autovaloracin femenina; los
factores que influyen en la construccin de la IF; la evolucin de
la IF; IF y consumo de drogas; factores protectores y de riesgo.
Se haba previsto originalmente entrevistar a 81 mujeres, pero
hubo grandes dificultades para encontrar mujeres consumidoras
de todos los niveles socioeconmicos y de algunos grupos de

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [143]


edad que quisieran participar en el estudio, y esto, a pesar de
que se ofrecieron incentivos aparentemente muy apropiados
para las participantes. Finalmente, se obtuvieron grabaciones
vlidas de 76 entrevistas y se llevaron a cabo dos grupos focales.
Las entrevistas fueron analizadas con NQR-6 para datos
cualitativos.

Tambin se organizaron tres grupos focales en funcin


de la variable consumo-no consumo-ex consumo, en los que
se plantearon colectivamente los grandes temas enunciados
arriba.

Se manejaron tres variables para buscar las candidatas


a la entrevista, cada variable con tres categoras: nivel
socioeconmico (alto, medio y bajo: respectivamente A, M y
B); edad (jvenes, de 18 a 25 aos; adultas jvenes de 26 a 36
aos; y adultas mayores, de 37 a 60 aos: respectivamente J, AJ
y AM); y estatus de consumo (consumidoras, no consumidoras
y ex consumidoras: C, NC y EX). Se hizo convocatoria
pblica a travs de radio, televisin y peridicos y se ofrecieron
incentivos atractivos (no dinero) a quienes aceptaran participar.
En total se realizaron 66 por mujeres y 10 por un hombre. Los
grupos de mujeres entrevistadas qued constituido as: nivel
socio econmico: alto (18), medio (27) y bajo (31); grupos
de edad: jvenes (34), adultas jvenes (24) y mayores (18); y
estatus de consumo: no consumidoras (29), consumidoras (17)
y ex consumidoras (30).

Los resultados de este estudio muestran varias novedades.


Por una parte, que las mujeres actualmente consumidoras (C),
se caracterizan por su incapacidad de expresar sentimientos.
Es posible que prefieran negar sus sentimientos, ya sea como
una forma de defenderse, de evadirse, o como resultado de

[144] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


un efecto anestsico del consumo; por el contrario, las EX
aparentemente recuperan su capacidad expresiva.

Las mujeres NC tienden a tener conceptos ms amplios


y positivos sobre las caractersticas de la IF, que las C y EX.
Consistentemente con la idea anterior, las mujeres actualmente
consumidoras no le dan importancia a la maternidad, mientras
que las ex consumidoras, al igual que las NC, s lo hacen.

La mayora de las mujeres que dijeron no ver diferencias


entre hombres y mujeres eran C; esto puede significar que el
consumo modifica la percepcin que las mujeres tienen de
s mismas. De manera semejante, la mayora de las NC y EX
piensan que es mejor ser mujer que ser hombre, mientras que
para las C las diferencias no parecen ser importantes.

Aun cuando las mujeres entrevistadas utilizaron una gran


cantidad de calificativos negativos para referirse a otras mujeres,
el nico concepto compartido por todas las participantes es
el de envidiosas, seguido por desleales (niveles B y M).
Profundizar estos aspectos puede resultar muy significativo
tanto desde el punto de vista psicolgico como desde el
sociolgico. Las C resaltan ms las ideas de autosuficiencia y
racionalidad.

Al seleccionar las ideas ms corrientes sobre las mujeres,


todas incluyen ser vanidosas, tiernas y emocionales; al pedirles
que seleccionaran las cinco palabras ms aplicables, utilizaron
las tres ya citadas y agregaron hacendosas y prcticas. Esto
implica que el primer rasgo se ubica en la relacin consigo
misma, los dos siguientes en las relaciones con otros y los dos
ltimos en las acciones sobre el mundo externo.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [145]


El anlisis de la influencia de los factores que contribuyen a
la estructuracin de la identidad femenina permite concluir lo
siguiente:
1. Factor biolgico: constituye una influencia positiva
por la forma del cuerpo, por los cambios emocionales
asociados a procesos hormonales (que a veces pueden
ser negativos), y por las posibilidades de ser madres y
de dar a luz.
2. Intelectual: es positivo para todas las mujeres, pues
la educacin las ha hecho ms competitivas y ha
provocado un cambio de la percepcin de s mismas.
No se dieron diferencias con respecto a ninguna de las
variables con las que se trabaj en este proyecto.
3. Sexualidad: es un factor positivo, las jvenes y adultas
jvenes piensan que es un valor positivo en s mismo y
que debe ser ejercido con responsabilidad. Sin embargo,
algunas de las entrevistadas, especialmente mayores,
subrayan la importancia de ser responsables dado
el nmero de embarazos no deseados en la juventud
precisamente por el mal manejo de la sexualidad, la
mala educacin sexual en las instituciones educativas y
por cierto exceso de libertad y permisividad en el que
los jvenes de ambos sexos se encuentran inmersos
actualmente.
4. Poltico-econmico: es positivo, pues los cambios
ocurridos le han dado a la mujer la posibilidad de
participar en los destinos de la sociedad y de destacarse
en esas labores. Estos logros les han proporcionado
autonoma e independencia, lo cual tambin ha
contribuido a una modificacin del autoconcepto
y la auto-estima. Habra un efecto negativo en la
disminucin de la posibilidad de mantener contactos
estrechos a nivel familiar.

[146] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


5. Emocional: es considerado colectivamente como el
factor ms importante de todos, pues se le considera
inherente a la naturaleza femenina, independiente de
los cambios culturales. Es el aspecto ms afectado en las
consumidoras de sustancias.

La percepcin sobre las diferencias entre el momento


actual y hace treinta aos es que tales diferencias son enormes:
actualmente hay mayor libertad, mayor igualdad, ms
oportunidades, independencia y posibilidad de trabajar. En el
nivel M se considera con frecuencia que la familia ha perdido
importancia y que las mujeres han descuidado a sus hijos y son
irresponsables; las NC critican los excesos y piensan que hay
mayor inters en lo profesional. Todas las mujeres entrevistadas,
independientemente de la edad, el estatus de consumo y
el nivel socioeconmico, estuvieron de acuerdo en que la
poca actual les ofrece grandes ventajas a nivel de expresin
y comportamiento, independencia econmica y profesional,
autonoma y la posibilidad de ser emprendedoras y dinmicas.
En cuanto a la felicidad, comparada con hace treinta aos, las
NC de niveles A y M piensan que antes eran ms felices porque
todo era ms fcil, especialmente a nivel econmico, pues los
hombres se ocupaban de eso; las NC de nivel B y las C de
nivel M y B, piensan que antes eran menos felices a causa de la
dependencia y el maltrato.

Al citar cinco situaciones para analizar si son mejores


ahora o antes, la gran mayora de las respuestas indic que la
autonoma, la independencia y la productividad econmica son
mejores hoy; por el contrario, la vida familiar, la importancia
de la maternidad y la atencin a los hijos se han deteriorado.
Esto implica que la asuncin de nuevos roles ha favorecido
la dimensin estrictamente individual, pero en contrapartida,

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [147]


la vida relacional y de roles tradicionales de las mujeres ha
perdido peso e importancia, lo cual no es visto como positivo
por muchas de ellas; a pesar de esto, ninguna considera deseable
volver a las situaciones del pasado.

En lo referente a las relaciones entre identidad femenina


y consumo, los principales resultados fueron los siguientes:
los cambios ocurridos en la posicin de la mujer dentro de
la sociedad y la manera de verse a s mismas tienen, sin lugar
a dudas, relacin con el consumo de drogas. La gran mayora
de las entrevistadas parece muy conciente de que el nmero
de mujeres involucradas en el consumo de sustancias es
mucho mayor ahora que antes; sin embargo, las mujeres de
nivel B tienden a atribuir el aumento del consumo femenino
a factores personales y a factores de tipo emocional. Asociado
a lo anterior, muchas creen que el exceso de libertad e
independencia ha aumentado la vulnerabilidad de las mujeres
a diferentes situaciones peligrosas, entre las cuales estn las
drogas y la promiscuidad sexual; en lo referente a la opinin de
las C y EX, la identidad femenina se ve fuertemente afectada
por el consumo: mientras consumen se ven a s mismas como
poderosas, fuertes, independientes, seguras, pierden el miedo
y se dicen mentiras (por ejemplo, niegan ante s mismas los
cambios que se hacen evidentes al abandonar el consumo);
todo esto desaparece al dejar de consumir.

La opinin general es que las mujeres que ms


consumen son las de bajos recursos, pues tienen un entorno
social y familiar problemtico, una pobre educacin y malas
amistades; tambin se considera que las prostitutas, las mujeres
liberadas que viven solas, las que tienen problemas familiares
y las universitarias, tienen altos niveles de consumo. Las NC
y EX piensan que la libertad, los amigos, el vaco afectivo,

[148] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


la soledad y los problemas familiares, son los principales
factores de incremento del consumo de sustancias. Las C solo
mencionan los problemas familiares. Las C y EX (con excepcin
de las de nivel B) consideran que hay una asociacin estrecha
entre la forma de verse a s mismas y el tipo de droga que se
consume: unas buscan verse lindas, otras subir la autoestima,
relajarse y ser felices. Entre las razones ms poderosas para
consumir se citan problemas familiares y afectivos y los amigos;
secundariamente, la curiosidad, el placer y la incertidumbre
econmica. La gran mayora de las entrevistadas consideraron
que los hombres tienen razones parecidas, aun cuando pueden
tener pesos diferentes: en este caso los amigos, la curiosidad y
la soledad pesan ms para ellos que en el caso de las mujeres.

Las personas entrevistadas consideraron que no existe


una relacin entre el nivel socioeconmico y el tipo de drogas
usada, salvo por razones de precio; as, si hay disponibilidad
por regalos o invitacin, las diferencias desaparecen. Pero s
existira relacin entre edad y consumo: las personas jvenes
son quienes ms consumen, por imitacin de los adultos y
mayor fragilidad. Esta creencia tiende a confirmarse en los
estudios epidemiolgicos recientes (Prez Gmez et al., 2002;
MPS/CICAD, 2005), as como en un estudio sobre patrones
transicionales publicado recientemente (Prez Gmez, 2007)
e implican que deber ponerse ms atencin a esos rangos
de edades, especialmente protegidos por normas legales que,
desafortunadamente, no se cumplen.

Hay una valoracin social muy negativa de las


mujeres que consumen drogas: la mayora de las entrevistadas
piensa que su rol dentro de la familia se modifica, pierden
caractersticas netamente femeninas (como delicadeza, ternura,
ser hacendosas) y presentan un comportamiento sexual

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [149]


desordenado. Las mujeres NC se abstuvieron de hacer censuras
o crticas demasiado negativas de las C, y ms bien expresaron
compasin y tristeza por ellas a causa de todo lo que pierden a
nivel de feminidad.

La mayora de las personas entrevistadas piensa que no


hay nada positivo en el consumo, pero algunas consideran que da
placer, ayuda a olvidar los problemas y a relacionarse con otros. Los
tres aspectos negativos del consumo, ms subrayados, son: produce
autodestruccin, afecta negativamente a la familia y produce
consecuencias sociales como sealamiento y discriminacin.

Los sitios de consumo ms usuales para las mujeres son


la calle, sitios de reunin o fiestas; muchas de ellas rechazan
consumir en la casa, aun cuando esta restriccin desaparece
cuando el problema se agrava.

Los principales factores protectores de las NC son los


valores de la familia como responsabilidad y cumplimiento
de normas, cuidado y comunicacin de padres a hijos; por
el contrario, las razones por las cuales una mujer se involucra
en consumo seran los problemas familiares, afectivos y la
curiosidad. Y las principales razones asociadas a la suspensin
del consumo son de tipo familiar (los hijos, embarazo, pareja),
personales (tocar fondo, ponerse en riesgo) y maduracin. Los
factores que segn las C y EX habran contribuido a que ellas
no se vieran involucradas en problemas de consumo seran un
mejor entorno familiar, unos padres ms protectores y mayores
niveles de seguridad personal.

Los grupos focales permitieron ratificar la informacin


obtenida y analizarla desde la perspectiva de diferentes variables
(edad, nivel socioeconmico y condicin de consumo). Un

[150] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


dato relevante no evidente en las entrevistas individuales, se
refiere a la aparicin de violencia mujer-hombre, inexistente
hace treinta aos.

Discusin

El anlisis de 76 entrevistas hechas a mujeres NC, C Y EX


consumidoras, de sustancias psicoactivas, de diferentes edades
y niveles socioeconmicos, proporcion una visin global y
comprehensiva de la forma como las mujeres se ven a s mismas
en la actualidad. Esta visin, rara vez aparece en los documentos
de investigacin, cuyas conclusiones son ms el resultado de
las elaboraciones de sus autores, o incluso de posiciones a
priori, que de expresiones concretas de las mujeres. Una buena
parte de las afirmaciones referentes a la manera como las
mujeres perciben las relaciones entre las condiciones de la vida
moderna, el consumo y la identidad femenina, al ser expresadas
por las mismas mujeres, resulta de una gran lucidez, pero dicho
por investigadores, especialmente si son de sexo masculino,
probablemente sera muy mal recibida en ciertos medios. Por
ejemplo, la sealada asociacin entre libertad, autonoma e
independencia y el aumento de la vulnerabilidad a muchos
peligros, entre ellos las drogas, podran ser interpretados como
sugerencia de limitacin de esas posibilidades para disminuir
los riesgos. Pero eso no es, de ninguna manera, lo que dicen
las mujeres entrevistadas: lo que proponen, aun cuando no es
explcito, sugiere la bsqueda de estrategias de autorregulacin.
La percepcin de las mujeres sobre las caractersticas de quienes
ms consumen deber contrastarse con los resultados del
prximo estudio epidemiolgico nacional que se realice en el
pas. En caso de coincidencia, los estudios del tipo presentado
aqu obtendran un cierto nivel de validacin que facilitar en
el futuro la toma de decisiones importantes.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [151]


Las razones expuestas por las mujeres para involucrarse
en consumo y para salir de l, parecen ser un poco ms amplias
y precisas que las sealadas en estudios previos, como los
citados por Stocco et al. (2002) y Rekalde & Vilches (2003): por
ejemplo, aadieron razones de tipo personal con alto contenido
cognoscitivo (tocar fondo, ponerse en riesgo) y procesos de
maduracin que ameritan un anlisis ms profundo. Estos
factores, as como la influencia fundamental de la familia en
la prevencin y la recuperacin, todos los cuales aparecieron
igualmente en un estudio reciente sobre recuperacin natural (o
sin tratamiento) en hombres y mujeres (Prez Gmez & Sierra
Acua, 2007), pueden contribuir a lograr una perspectiva ms
clara sobre los elementos que intervienen, tanto en la generacin
como en la solucin del problema del consumo de drogas.

La metodologa empleada en este estudio parece muy


apropiada para explorar ciertos temas de gran actualidad, sobre
los cuales, con frecuencia, se presentan ms interpretaciones
cargadas de ideologa que expresiones autnticas de las personas
a quienes se refieren. Es probable que en otros contextos
culturales, o incluso en otros pases de cultura hispnica, se
presenten expresiones muy diferentes a las registradas en esta
investigacin. Dadas esas consideraciones, sera ptimo poder
comparar estos resultados con los observados en poblaciones
hispnicas de pases como Estados Unidos y Canad.

[152] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


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[156] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


7. Factores de vulnerabilidad y caracterizacin de
los consumidores de alto riesgo de sustancias
psicoactivas (CODAR)

En la actualidad, muchas personas, tanto dentro


como fuera del pas, creen que en Colombia el consumo de
sustancias psicoactivas (SPA) es muy elevado. Esta creencia se
apoya, por una parte, en la amplia disponibilidad de SPA, en
su bajo precio y elevada calidad, as como en la presencia de
mltiples y reconocidos factores de riesgo; entre estos ltimos
deben considerarse especialmente las grandes desigualdades
econmicas, el amplio microtrfico presente en todas las reas
urbanas, el desplazamiento asociado al conflicto armado, el
desempleo, las polticas pblicas dbiles frente al problema del
consumo, la escasez de informacin y la desinformacin, la
ausencia de programas preventivos y las dificultades de acceso a
programas de tratamiento, para solo mencionar los principales.
A esto debe aadirse que los precios de sustancias como la
herona son extraordinariamente bajos (en algunos sitios,
menos del equivalente a un dlar la papeleta).

Sin embargo, tal creencia no tiene fundamentos


adecuados. La realidad es que Colombia ocupa un lugar
intermedio en lo que a consumo de sustancias se refiere: se sita
despus de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y El Salvador, y
antes de Bolivia, Per, Ecuador y otros pases centroamericanos
(Ministerio de la Proteccin Social et al., 2008; ONU & CICAD,
2006). La tendencia, tanto en Colombia como en la mayor
parte de los pases del mundo, es al aumento del consumo
(UNODC, 2010 y 2011).

A pesar de lo anterior, existen numerosos indicadores


que permiten pensar en un incremento del consumo de herona

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [157]


en el pas; entre ellos estn las muertes por sobredosis registradas
en los medios de comunicacin; el incremento en el nmero de
consultas por consumo de herona reportado por una cantidad
importante de centros de tratamiento; la disponibilidad actual
de herona en muchos sitios de microtrfico y en ollas (lo
que no ocurra hace pocos aos); y, sobre todo, dos recientes
estudios promovidos por el Ministerio de la Proteccin Social y
la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito
(2009-2010), uno realizado en Medelln y en Bogot (Prez
Gmez, 2010) y otro en Santander de Quilichao, Valle del
Cauca (manuscrito no publicado).

Sin embargo, en tanto que el consumo de herona es


aun un fenmeno de bajo registro epidemiolgico, el ltimo
estudio nacional no logr detectarlo con claridad, lo cual puede
estar asociado al empleo de una muestra relativamente pequea
de personas (alrededor de treinta mil). En contraposicin, los
estudios del programa Rumbos en 2001 y los del MPS/CICAD
en el ao 2004 detectaron un cierto nmero de consumidores
(ms del 1%), gracias al uso de muestras ms amplias. En la
actualidad se observa un incremento transversal que se ha
registrado desde el inicio de los estudios epidemiolgicos en
1992 hasta el da de hoy (Scoppetta, 2010).

El consumo de herona implica una multiplicidad de


preocupaciones para las autoridades de salud, de polica y
judiciales. En efecto, el consumo de herona, particularmente
inyectada, incrementa de manera sustancial las posibilidades de
adquirir infecciones de transmisin sexual y sangunea (ITSS),
problemas circulatorios, respiratorios y hepticos y muerte
por sobredosis; estos, a su vez, crean un incremento en los
costos de atencin por urgencias, procesos de desintoxicacin,
tratamientos residenciales y de mantenimiento. Otro tipo de

[158] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


consecuencias es el aumento en los niveles de delincuencia
(asociados al microtrfico, robos y comisin de otros delitos
penales) y de prostitucin; se incrementa la probabilidad de
accidentes (atropellos, hurtos, agresiones y peleas callejeras)
y contribuye a lentificar aun ms el sistema de justicia al
introducir potenciales procesos nuevos asociados al Acto
Legislativo 002 de 2009.

La Organizacin Panamericana de la Salud, por su parte,


ha sealado que algunos grupos de consumidores de sustancias
psicoactivas tienen mayor riesgo que otros grupos de adquirir
y trasmitir ITSS, tales como el VIH y las hepatitis virales. Las
polticas de trabajo con estas poblaciones se han centrado en
la reduccin de la transmisin por va sangunea asociada al
consumo por administracin parenteral o inyectada. Esto est
plenamente justificado si se tiene en cuenta que se calcula que
un 30% del total de infecciones en el mundo (por fuera de frica
Sub-sahariana) se asocian directamente a este comportamiento
y que, en la actualidad, cerca de diecisis millones de personas
distribuidas en ciento cincuenta y ocho pases del mundo se
inyectan drogas (UNODC, 2011). Sin embargo, es claro que
el alto riesgo de infeccin o transmisin asociado al consumo
no es exclusivo de las vas de administracin o modos de uso
de las sustancias psicoactivas, y que ni siquiera tiene que estar
directamente relacionado con el uso de SPA (aun cuando s
indirectamente). En el caso concreto de Colombia, entre 1983 y
septiembre de 2010, de los 76891 casos reportados de VIH (que
incluyen sida y muerte), Antioquia participa con 8763 hombres
y 1723 mujeres, mientras que Quindo registra 1230 hombres y
447 mujeres. Para el caso de las muertes por VIH/Sida se tiene:
Antioquia, 532 hombres y 187 mujeres, y Quindo 87 hombres
y 46 mujeres. Con los datos disponibles entre 1983 y 2009,
se encontr que de una cifra total de 71150 casos reportados,

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [159]


solo 60 (0,08%) fueron reportados como usuarios de drogas
inyectadas (Ministerio de la Proteccin Social, 2010).

Por estos motivos se ha desarrollado una categora


denominada CODAR, que se define como consumidores de
drogas con un riesgo elevado de infectarse por VIH y otras ITSS.
Pueden ser consumidores de drogas inyectadas o consumidores
por otras vas; esto permite identificar comportamientos de
riesgo en poblaciones de alta vulnerabilidad al VIH en contextos
en los que la inyeccin de drogas no es aun un patrn comn
o de amplia expansin. Estudios recientes previamente citados
muestran que las vas de administracin son muy diversas y
que, si bien la inyeccin es una de ellas, no es aun la va de
administracin preferida de quienes consumen herona (por lo
menos para el momento de terminar dichos estudios). Cabe
destacar que el pas cuenta con pocos datos significativos
sobre la conducta de inyeccin entre usuarios de drogas; las
excepciones son el trabajo de Meja y Prez (2003), realizado
como parte de un estudio promovido por la Organizacin
Mundial de la Salud en catorce ciudades del mundo; y, ms
recientemente, el estudio llevado a cabo en Medelln y Bogot
por la Corporacin Nuevos Rumbos (2011), cuyos principales
objetivos fueron: a) Examinar los datos de los principales centros
estatales y privados de tratamiento en Bogot y Medelln,
indagando sobre el nmero de pacientes tratados por consumo
de herona en los ltimos cinco aos. b) Describir las dinmicas
del consumo de herona en trminos de los escenarios y las
circunstancias sociales en las que se inicia y se mantiene. c)
Identificar el perfil psicosocial de los consumidores, as como
las percepciones e imaginarios alrededor de la sustancia y
su consumo. d) Analizar cmo es el manejo hospitalario y
post-hospitalario de los pacientes atendidos por emergencias
relacionadas con herona.

[160] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


En la investigacin mencionada se encontraron indicios
de un incremento lento pero sostenido del consumo de herona
en el pas en los ltimos aos, y se detect que este fenmeno es
particularmente notable en la antigua zona cafetera (Antioquia,
Quindo, Risaralda y Caldas). Adicionalmente, por lo menos en
lo que se refiere a los centros visitados, el perfil ms comn de
los pacientes corresponde a hombres de estratos medio y alto,
con estudios universitarios incompletos, policonsumidores,
usuarios actuales de benzodiacepinas y marihuana, con edades
entre los diecisiete y los treinta aos y familias disfuncionales,
con las que no conviven actualmente.

Tambin se observ en la investigacin en Medelln


y Bogot, que todos los entrevistados tenan una historia
de consumo de SPA de cinco aos o ms; la herona era, en
general, la ltima SPA utilizada, aun cuando algunos la haban
probado anteriormente y haban suspendido su consumo
durante algunos aos. En cuanto a las vas de administracin,
en general los consumidores inician inhalndola o fumndola
en chino o balazo y terminan inyectndose, pues es ms
barato y los efectos son ms poderosos. Sorprendentemente,
compartir jeringas parece ser una prctica poco habitual
por temor a infecciones como el VIH, lesiones en las venas,
tuberculosis o la hepatitis.

Por otra parte, el ltimo estudio nacional sobre


poblacin general de doce a sesenta y cinco aos, indic que los
consumos de mayor prevalencia en Colombia (MPS/CICAD/
DNE, 2009) son el alcohol (86% prevalencia de vida y 35%
prevalencia de ltimo mes), la marihuana (8% prevalencia de
vida y 1,6% prevalencia de ltimo mes) y los estimulantes como
la cocana (2,4% y 0,43%, respectivamente), sustancias que
se encuentran documentadas ampliamente en estudios sobre

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [161]


comportamientos de riesgo de todo tipo incluido, por supuesto,
el riesgo sexual. La prevalencia de consumo correspondiente
a la herona, aunque ms baja (0,19% prevalencia de vida y
0,02% prevalencia en el ltimo ao) es significativa, por lo
que representa en trminos de posibilidad de expansin de la
epidemia de VIH. No se puede obviar que, incluso algunos de los
centros de tratamiento ms importantes del pas, especializados
en afrontar el tema del consumo de herona, reconocen que
no hay sistematicidad en la toma de muestras sanguneas para
realizar las pruebas que permitan concluir sobre la presencia
o ausencia de VIH, hepatitis B y C, o tuberculosis. Esto,
naturalmente, incrementa la vulnerabilidad de estos sujetos,
pues pueden practicarse varios tratamientos sin saber que estn
afectados por una de las enfermedades mencionadas.

Rhodes, Singer, Bourgois, Friedman y Strathdee


(2005) piensan que los riesgos totales resultan de complejas
interacciones entre mltiples tipos de variables; sin embargo,
consideran que los factores polticos y econmicos pueden
jugar un papel preponderante en el nivel de riesgo. Por
consiguiente, las principales formas de intervencin seran
inevitablemente polticas, pues exigen acciones comunitarias y
cambios estructurales en un amplio marco, destinado a aliviar
las desigualdades en salud, bienestar y derechos humanos. En
este contexto, la presente investigacin se justifica en la medida
en que, en Colombia, el grupo de consumidores de sustancias
psicoactivas no ha sido considerado como parte de los grupos
de mayor vulnerabilidad al VIH o lesiones en las venas y por
tanto no son beneficiarios de las acciones que hacen parte
del Plan Nacional de Respuesta ante el VIH/Sida. Dada la
realidad emergente frente a nuevos consumos de potencial alto
impacto en la salud pblica, como el de herona y las sustancias
sintticas, es necesario recabar evidencia que permita avanzar

[162] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


en el conocimiento de estos grupos, elaborar su caracterizacin
e identificar y comprender los factores que pueden incrementar
su riesgo o vulnerabilidad frente al VIH/Sida. De esta forma
ser posible contribuir a la inclusin de este grupo en el Plan de
Respuesta Nacional y como poblacin demandante de atencin
en el mediano y corto plazo.

Este estudio se propone desarrollar Evaluacin


y Respuesta Rpida de situacin (err-rar) que permitiera
caracterizar los grupos de CODAR en las ciudades de Medelln
y Armenia, determinar sus caractersticas sociodemogrficas e
identificar los factores de vulnerabilidad al VIH/Sida vinculadas
a sus prcticas de consumo de sustancias psicoactivas y a sus
comportamientos de riesgo sexual.

De acuerdo con los objetivos del proyecto, se utiliz


una metodologa de tipo cualitativo con mltiples estrategias
de recoleccin de informacin. Se emplearon cuatro estrategias
caractersticas de la metodologa err-rar:

1. Anlisis de documentos
2. Entrevistas con informantes clave
3. Entrevistas individuales con usuarios de SPA, institucio-
nalizados y no institucionalizados
4. Entrevistas colectivas (grupos focales) con usuarios
de SPA

Para recolectar la informacin secundaria existente,


relacionada con el consumo de drogas y los riesgos asociados,
se consultaron todos los documentos disponibles en las
Secretaras de Salud, en los centros de tratamiento y en las
principales universidades de las dos ciudades.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [163]


En cada ciudad se convoc una reunin inicial en la que
participaron miembros de las Secretaras de Salud, psiclogos
y mdicos que brindaban atencin a la poblacin CODAR, as
como un miembro de la Polica Nacional cuyo escenario de
accin fuesen sitios de alta vulnerabilidad para, de esta manera,
identificar los actores clave a ser involucrados, determinar
con ellos el plan de trabajo y las preguntas que integraran la
Evaluacin y Respuesta Rpida de situacin (err-ar) y otros
aspectos del protocolo del estudio.

La determinacin de los grupos de CODAR objeto


de caracterizacin en cada una de las ciudades, el mapeo
de su ubicacin y el establecimiento de los mecanismos
para contactarlos e involucrarlos en la evaluacin rpida de
situacin se consigui mediante varias actividades: visitas a
instituciones de tratamiento, centros de atencin de emergencia
por sobredosis, contactos con grupos no institucionalizados,
especialmente habitantes de calle.
El diseo del estudio articula actividades en el marco
de una estrategia de obtencin de informacin a partir de tres
fuentes: documentos, informantes clave (no usuarios) y usuarios
de SPA. Las caractersticas ms importantes de este tipo de
diseo son la convergencia de fuentes lo que no implica, por
necesidad, la convergencia de versiones y la flexibilidad en
la operacin, a diferencia de los diseos clsicos cuantitativos.
La validez interna y externa se garantiza por el seguimiento
constante y el rigor en todos los procesos de la investigacin.

Dado que el nfasis metodolgico de esta investigacin es


cualitativo, el procedimiento de obtencin de informacin se basa
en entrevistas semi- estructuradas para las cuales se defini una
gua que se presenta ms adelante, y en entrevistas estructuradas
basadas en el instrumento CODAR de la OPS/OMS.

[164] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Los instrumentos de recoleccin de informacin fueron
la entrevista semi-estructurada construida sobre un conjunto
de temas que contemplaban las categoras de informacin
para permitir la identificacin de los riesgos definitorios de
los CODAR. Por recomendacin del equipo institucional
responsable de la investigacin (UNFPA, Ministerio de la
Proteccin Social y OPS/OMS), se decidi incorporar un
instrumento denominado Cuestionario sobre conductas para
la transmisin del VIH y otras infecciones de transmisin
sangunea o sexual en consumidores de drogas con alto riesgo
(OPS/OMS, versin 2005).

La intencin de incorporar tal cuestionario fue obtener


informacin puntual sobre riesgos propios de la categora
conceptual CODAR, que fuera complementada in extenso en
las entrevistas semi-estructuradas.

Los consumidores de SPA a entrevistar deban cumplir


con el siguiente perfil: ser personas mayores de quince aos
y menores de cincuenta, con historiales de tres aos o ms
en consumo de alcohol y de por lo menos una SPA ilegal,
y ser residentes en las ciudades del estudio. La estructura de
recoleccin de la informacin fue la siguiente:

Resultados

Los resultados se discriminaron por ciudades y se


presentarn integrando la informacin obtenida de las
entrevistas estructuradas y semiestructuradas para cada uno de
los conceptos clave abordados en este estudio. El criterio que
gui el anlisis fue el de los conceptos clave, ya que se parti
del principio de que las perspectivas particulares de cada grupo
deberan aportar al conocimiento sobre cada aspecto que define

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [165]


la situacin de los consumidores de drogas con alto riesgo de
ITSS.

Sntesis comparativa entre Armenia y Medelln segn temas:

Factores de vulnerabilidad y caracterizacin de los


consumidores de alto riesgo de sustancias psicoactivas
(CODAR)

Armenia Medelln

Se entrevistaron vein- Participaron treinta y cinco


ticinco hombres y cuatro hombres y cuatro mujeres en
mujeres en tratamiento, tratamiento, con edades entre
Datos demogrficos

con edades entre los di- diecisis y cuarenta y cinco


ecinueve y treinta y tres aos, y dieciocho personas
aos, diez hombres y sin tratamiento, con edades
cinco mujeres (sin trata- entre dieciocho y cincuenta y
miento) entre los veinte y siete aos; familias incomple-
cincuenta aos. Bachille- tas; todos los niveles socio-
rato incompleto; familias econmicos, y nivel educativo
incompletas, nivel socio desde primaria incompleta a
econmico 1 y 2 y con universidad incompleta. Tra-
trabajo informal. bajo informal.
Relaciones conflictivas Aunque se reportan relaciones
Relaciones con la

con la familia. Es fre- conflictivas con la familia la


cuente familia de vend- madre siempre aparece como
familia

edores o expendedora. la principal figura de apoyo.


La familia suele apoyar
al consumidor al inicio y
luego desiste.

[166] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Es comn que los ent- Prcticamente todos los con-
revistados hayan estado sumidores en tratamiento tu-
en tratamientos anteri- vieron apoyo teraputico pre-
ores, pero sin resultados vio; de las personas sin trata-
positivos; la mitad de los miento, ninguno ha tenido
consumidores sin trata- experiencia teraputica. Un
miento y otros cuatro, entrevistado dijo que en un
privados de la libertad, centro de tratamiento le sumi-
dijeron haber estado en nistraron condones pero en
tratamiento. Solo una ningn caso jeringas. La may-
persona (preso) afirm ora recibi recomendaciones
Tratamiento

que el tratamiento lo de usar condn y jeringas nue-


haba ayudado. Repor- vas y estriles. Al igual que en
taron malos tratos en Armenia, no les facilitaron la
centros de tratamiento prueba de VIH y VHB.
pero no en las IPS, solo
uno con servicio de sumi-
nistro de condones pero
no de jeringas. Los con-
sumidores fuera de trata-
miento tienen menos po-
sibilidades de realizarse
pruebas. La informacin
sobre riesgos no es apro-
piada

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [167]


El 36% de los que Segn el Comit Asesor los
consultan en Filandia se usuarios son, en su mayora,
han inyectado. Se registra universitarios, comparten
un incremento de H parafernalia ytienen conductas
inyectada entre jvenes de sexuales de riesgo. Segn
diecisiete a veinticuatro los funcionarios de salud
aos, tanto en hombres hay inyecciones de cocana,
como en mujeres. Casos sedantes y estimulantes. Al
ocasionales de alcohol comienzo los consumidores
y cocana inyectada. tienen un patrn clsico
Todos los codar han alcohol-marihuana e
probado diferentes inhalables. El 60% de los
sustancias (patrn clsico consumidores de H se la
de alcohol-marihuana- inyectan, el 25% la inhala y
inhalables-basuco). Uno el resto la fuma. En general,
Prcticas y riesgos por SPA

de los entrevistados inici todos los entrevistados (salvo


con H (consumidor uno) son policonsumidores,
en tratamiento). Para inician temprano el consumo
quienes no se encuentran de SPA, y la H tiende a darse
en tratamiento el inicio a los diecisiete aos. En el
de SPA es ms temprano ltimo ao se han relacionado
y con gran variedad de con alguien que se inyecta
ellas (marihuana, alcohol, (conocido, amigo o la pareja).
derivados de la cocana e Crean red de apoyo entre ellos.
inhalables). La mayora Tienen prcticas de riesgo
de quienes se inyectan como hacerse inyectar por un
son inyectores frecuentes tercero en un cuarto oscuro y
(mayores de veinte aos). a travs de un muro, reutilizan
Elevado consumo de jeringas y lo ms comn es que
cigarrillos. Es comn la jeringa no sea nueva. Usan
relacionarse con jeringas usadas especialmente
inyectores en el ltimo cuando estn con el sndrome
ao entre las personas que de abstinencia. Antes de llegar
no estn en tratamiento. al centro de tratamiento los
Muchos consumidores consumidores tienen pocos
de H reportaron haber conocimientos sobre las
ayudado a principiantes a implicaciones de inyectarse.
inyectarse.

[168] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Consumen solos en Consumen solos en baos,
baos, parques, ollas o parques y casas. No se pueden
en la propia casa. Afirman inyectar en las ollas y para
que los riesgos en las conseguir H deben tener
ollas son peleas, atracos, un contacto. Los riesgos en
muerte y detencin los sitios de consumo son
por polica. En muchas iguales a los de Armenia.
Escenarios de consumo

ollas no se acepta que Los consumidores de H


los consumidores se prefieren inyectarse solos,
inyecten. La mitad de las pero a veces consumen H
personas en tratamiento en ollas cuando estn con
conoci a alguien muerto amigos o cuando requieren la
o infectado por sida. Los administracin urgente. Los
que estn en tratamiento consumidores en tratamiento
tienen un conocimiento tienen conocimiento
adecuado sobre los adecuado sobre los riesgos de
riesgos de compartir compartir jeringas, mientras
jeringas, mientras que los que los de la calle, no.
de la calle, no; la mitad
cree que los mosquitos
transmiten el virus.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [169]


Todos aceptan haber Es comn el intercambio
tenido diferentes parejas de sexo por drogas o por
sexuales sin proteccin. dinero, especialmente en las
Conocen los riesgos pero mujeres. Existen empresas de
no les importan cuando prostitucin en las que se les
estn bajo los efectos paga a las mujeres con drogas.
Prcticas y riesgos sexuales

de SPA. Toman ms El uso del condn es menos


medidas de proteccin frecuente. En los niveles
con un extrao que con socioeconmicos altos no hay
una persona conocida evidencia de intercambio de
o su pareja habitual. drogas por sexo pero en los
Tres personas fuera de niveles bajos s. El sexo en
tratamiento reconocieron estos casos es ms una fuente
haber tenido prcticas de aprovisionamiento que un
homosexuales. Es placer.
comn el cambio de
sexo por drogas en
las mujeres. Las ollas
parecen ser escenarios de
comportamiento sexual
de alto riesgo.

[170] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Dicen tener diferentes Los consumidores en
enfermedades, algunas tratamiento dijeron que
relacionadas con el los servicios de salud son
consumo de SPA. ITSS inadecuados, un profesional
Atencin en los servicios de salud

son ms frecuentes en de la salud piensa lo mismo.


habitantes de calle. Hay una percepcin negativa
Ninguna mujer reporta del trato con la metadona
haber ido al gineclogo. (no llega a tiempo y hay
Solo una persona dijo consumidores que la venden
haber sido discriminada en mercado negro). Se han
por H en un centro de sentido rechazados en las IPS
salud. La mayora ha cuando llegan con sobredosis.
recibido buen trato,
excepto los habitantes de
calle. Menos de la mitad
se ha hecho la prueba.
El 70% se ha hecho la
prueba de VHB con
resultados negativos.
Hay gran variedad de Abundante disponibilidad de
SPA dentro de la crcel, SPA en la crcel pero no de H.
incluida la H, pero los Diecisis de los entrevistados
Situacin en privacin de libertad

presos prefieren no afirmaron haber estado


consumirla para no privados de la libertad alguna
meterse en problemas. vez, siete de ellos menores
No saben si hay H, pero de edad. Las condiciones
creen que es muy posible del consumo de SPA dentro
de la crcel son insalubres.
Los funcionarios del inpec
dicen que cualquier accin de
salud es muy difcil cuando
se tiene un hacinamiento del
250%. Las drogas y el sexo
son formas de pago para
obtener proteccin, comida
y comodidades dentro de la
prisin.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [171]


Segn los funcionarios En los servicios de salud hay
del inpec hay programas desconocimiento sobre la
preventivos de condicin del adicto, pues
promocin y mitigacin hay actitudes negativas hacia
Percepcin sobre capacitacin institucional

pero son incompletos, y ellos. Entre profesionales


hay pocos profesionales y funcionarios se asegur
capacitados. Los que el consumo de H se ha
funcionarios de salud incrementado en el ltimo ao
afirmaron que el sistema y medio: pas de representar el
no est preparado para 15% a cerca del 40% de todos
SPA inyectadas. Los los hospitalizados; a pesar
investigadores dijeron de esto no hay intervencin
que no hay acciones para reducir el consumo: hay
institucionales visibles, planes pero no infraestructura
hay gente capacitada pero ni capacitacin; saben cmo
no equipos. Y la Polica manejar sobredosis pero nada
dio varias respuestas ms. Algunos miembros de
dispersas al respecto. la Polica dijeron que en
Medelln no habra problemas
de herona y ninguno conoca
los riesgos de las drogas
inyectadas.

Tabla 2.
Sntesis Comparativa de los Resultados de las Variables Estudiadas:
Demogrficas, Relaciones Familiares y Tratamiento, Practicas y Riesgos por
SPA, Escenarios de Consumo Prctica y Riesgos Sexual, Atencin en Servicios
de Salud, Situacin en Privacin de Libertad Percepcin sobre Capacitacin
Institucional en las ciudades de Armenia y Medelln.

Conclusiones

El cruce de la informacin proveniente de diferentes


actores y de informantes clave deja pocas dudas sobre el
incremento sustancial del consumo de herona en las ciudades de
Medelln y Armenia; este incremento se presenta, sin embargo,
de una manera diferente en las dos ciudades: en Medelln se

[172] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


conocieron los primeros casos en el ao 2004, especialmente en
estratos altos y en poblacin universitaria; en Armenia parece
haberse difundido a partir de los consumidores habituales de
SPA, quienes eran invitados a probar H. En ninguna de las
dos ciudades parece haberse difundido masivamente su uso
en las poblaciones ms marginadas, aunque en la actualidad
se puede identificar que algunas personas pertenecientes a este
tipo de contextos lo hacen.

La situacin descrita en el prrafo anterior crea una


situacin importante de amenaza desde el punto de vista de
salud pblica:
1. El consumo de herona parece extenderse, especialmente
en Medelln, a grupos de desempleados, mendigos y
recicladores.
2. Estas poblaciones marginadas incrementan
sustancialmente sus riesgos de contraer ITSS por el
hecho de consumir herona en condiciones de ausencia
casi total de medidas higinicas, en las que se comparten
y reutilizan mltiples veces los implementos para
inyectarse, y en las que tienen relaciones sexuales sin
precaucin.

Contrario a lo que se haba encontrado en un estudio


anterior (Nuevos Rumbos, 2010), con una poblacin ms
reducida y una metodologa ms simple, en este estudio resulta
claro que la prctica de compartir y reutilizar implementos para
el consumo de herona, sea inyectada, fumada o inhalada, es
bastante comn, especialmente entre aquellos que han sufrido
un gran deterioro en su comportamiento debido, en buena
parte, al consumo de drogas. Algunas personas reutilizan sus
agujas durante largos perodos, otros las comparten con sus
parejas o con amigos ntimos, y muchos de ellos abandonan

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [173]


rpidamente las medidas higinicas bsicas y pueden utilizar
agujas de las ms diversas procedencias y diferentes medios
para diluir la herona: aguas estancadas, de baos pblicos y,
segn algunos, hasta orines, saliva o gaseosas. La gran mayora
de los entrevistados asegura que en el momento de iniciarse
en el consumo ignoraba los riesgos asociados y que los fueron
aprendiendo en la calle, y en algunas ocasiones, en los centros
de tratamiento.

Igualmente, el intercambio de sexo por drogas, o


de sexo por dinero para comprar drogas, aparece como una
conducta frecuente, especialmente entre las poblaciones ms
pobres y ms deterioradas en trminos sociales, econmicos y
psicolgicos; adems, resulta claro que en esta poblacin las
medidas preventivas para evitar enfermedades de transmisin
sexual son casi nulas.

Muy pocas personas comienzan el consumo de drogas


por la herona o inyectndose, pero s existen casos. En la
mayora de las personas la herona es la ltima sustancia
consumida y tiende a desplazar todas las otras, con dos
excepciones: la marihuana y el alcohol; el consumo de alcohol
parece disminuir de forma importante en los consumidores
de herona. La gran mayora de quienes estn en tratamiento
han tenido tratamientos previos que no funcionaron bien. En
los ltimos doce meses, en las dos ciudades, los usuarios de
herona se han relacionado con amigos o conocidos, o han
tenido parejas sexuales que se inyectan.

En la etapa inicial de consumo, las personas suelen


utilizar la forma fumada o inhalada, estas dos formas no estn
exentas de riesgos, pues se comparten ciertos implementos,
como los tubos o pitillos, a travs de los cuales se pueden

[174] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


transmitir varias infecciones y enfermedades. En los casos en
que los consumidores de herona mantienen por periodos
largos su consumo, aumenta la probabilidad de que abandonen
sus estudios y su trabajo. Sin embargo, se observa que esta
es una situacin gradual y que muchos consumidores logran
mantener su condicin social, no sin esfuerzo. Con el tiempo
se presenta un debilitamiento en sus redes y en sus anclajes
sociales al estudio y al trabajo, por lo cual los heroinmanos
pueden llegar a convertirse en desertores de sus estudios y
pierden sus empleos; se desvinculan de la familia y adoptan
comportamientos asociados con la vida en la calle, lo cual hace
imposible distinguirlos en funcin de su pertenencia original
a un determinado nivel socioeconmico o educativo. En ese
sentido, muchos de los actores y de los informantes consideran
que la herona elimina las barreras sociales, pues las personas de
estratos socioeconmicos altos terminan comportndose como
los de niveles bajos. Estas personas llegaran a un deterioro
fsico y mental importante, especialmente a nivel nutricional,
de ansiedad y de creciente marginalizacin. Tambin mostraran
ansiedad suicida, problema que se identific en el estudio
antes citado (Nuevos Rumbos, 2010). Sin embargo, como se
expres anteriormente, este es un proceso que no se presenta
inmediatamente, sino que podra ser gradual. Tambin es
cierto que los consumidores de drogas generan mecanismos de
mitigacin, por ejemplo, convenciendo a las familias de que
necesitan la herona. Con lo anterior mantendran un nivel de
funcionalidad importante (segn el Comit Asesor).

En la vida de los heroinmanos, la sexualidad tiende


a pasar a un segundo plano. Es posible que sigan teniendo
actividad sexual, pero muchos le atribuyen a la herona una
disminucin importante de su inters por el sexo, de su
capacidad de disfrutarlo, y en los estadios de mayor depresin

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [175]


econmica, la actividad sexual se convierte solo en una fuente
potencial de ingresos o de acceso a la droga, lo que incrementa
los riesgos de ITSS. Aun cuando esto parece ser ms comn en
las mujeres, tambin se encontr que los hombres consideran
la posibilidad de tener sexo con otros hombres como el ltimo
recurso, despus de vender confites, reciclar, atracar o robar.

La mayora de los consumidores de herona tiende


a hacerlo solos, en sitios apartados o escondidos, o en sitios
donde hay otras personas (ollas) aunque no son las relaciones
personales las que los motivan a ello; la razn es que nadie
desea compartir su dosis cuando se ha creado una situacin de
dependencia. Las mujeres, frecuentemente, inician el consumo
con su pareja, pero despus pueden prostituirse con facilidad,
incluso con el acuerdo de su pareja.

El conocimiento especfico sobre la posibilidad de


que las personas se infecten de VIH, hepatitis, tuberculosis,
sfilis, gonorrea, y otras ITSS por no tomar precauciones o por
compartir equipos, es comn, pero lo que no saben realmente
es cules son los problemas directamente relacionados con
el VIH. Aun cuando, en general, en todos los consumidores
de herona existe una elevada conciencia del alto riesgo que
significa tener relaciones sexuales sin precaucin, o compartir
equipos para administrarse la droga, casi todos afirman que
en el momento de encontrarse en una olla, con inicios de
sndrome de abstinencia, borrachos, o bajo los efectos de
diferentes sustancias, les importa muy poco lo que pase, y
aunque porten condones, no los utilizan. Como lo dijo uno de
los entrevistados: sinceramente, bajo los efectos de la droga,
lo nico que interesa es consumir ms droga, entonces los
cuidados pasan a un segundo plano.

[176] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Es constante en todos los grupos el haberse sentido
bien recibidos y bien atendidos en el sistema de salud, sin
discriminacin, salvo contadas excepciones, como las personas
en situacin de calle. Parece haber un convencimiento global
entre los profesionales de la salud entrevistados, de que la
prctica de regalar herona en ciertos sitios de la ciudad (tanto
en Armenia como en Medelln) es bastante comn; ellos
consideran que el gancho consiste en no hablarles de herona,
sino decirles que hay algo nuevo llamado hache (H),
los invitan a probar y los inician fumando. Con las debidas
reservas, esta parece ser una hiptesis bastante verosmil, pues
varios consumidores aseguraban que si hubieran sabido qu era
los que les daban, no lo habran probado.

El reconocimiento de los usuarios de herona no es


fcil, aunque en general los informantes clave los consideran
personas inestables, irritables, con problemas en su vida familiar
y laboral, y con moretones y pinchazos en los brazos y en otras
partes del cuerpo asociados a dao venoso.

Los sitios de consumo e intercambios estn relacionados,


en Medelln, con zonas de tolerancia: Puente Prado Centro, el
Parque de los Periodistas, las universidades de Medelln y de
Antioquia, y los barrios Vista Hermosa y Bolvar; en Armenia
son caadas y lugares solitarios. Otros escenarios de consumo
son la propia casa, o lugares especiales para no tener que
compartir, que pueden ser hoteles, baos pblicos y ollas,
aunque estas ltimas son ms peligrosas. Hay una diferencia
importante, en Medelln, entre los profesionales de la salud
que pertenecen a instituciones grandes como Carisma y los de
instituciones que reciben personas de niveles socioeconmicos
ms bajos, como los centros de teoterapia u Hogares Claret: en
los ltimos, el conocimiento de casos de consumo de herona

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [177]


y VIH es mucho menor, lo cual indica que, hasta cierto punto,
el desplazamiento del problema hacia otros grupos sociales
ms desfavorecidos, aunque est en proceso, las personas que
los integran todava no llegan a los centros de tratamiento. En
Armenia, la situacin es ligeramente distinta: el centro principal
de atencin para heroinmanos (el hospital de Filandia) registra
un claro incremento de casos de VIH y hepatitis C entre
esa poblacin en los ltimos dos aos. Buena parte de los
informantes clave entrevistados asegura que la mayora de los
consumidores de herona se niega a hacerse la prueba del VIH,
y considera que el mayor riesgo de contraer la enfermedad
es por contacto sexual y no tanto por inyeccin. Esta ltima
afirmacin no parece tener mayor fundamento puesto que, por
otra parte, se asegura que hay intercambio constante de jeringas
y prstamo de todos los implementos para inyectarse.

Hay un nivel de desconocimiento, y a veces de ideas


errneas entre el personal de salud y otros funcionarios pblicos.
Por ejemplo, muchos creen que la nica droga inyectable es
la herona; han creado mitos sobre la comorbilidad asociada
al consumo de herona, porque han odo a alguien decirlo;
muchos creen que los cocainmanos y los heroinmanos son
iguales; otros piensan que la cocana se puede emplear para
controlar el sndrome de abstinencia. Tambin se hace evidente
cierta ignorancia sobre lo que est ocurriendo en sitios como
las crceles. Los funcionarios de la polica y del inpec muestran
los mayores niveles de desconocimiento del problema.

La caracterizacin fundamental de un CODAR


incluira los siguientes aspectos: son primordialmente hombres
(en una proporcin aproximada de 3:1), con edades entre los
diecisiete y los veinticinco aos, con bachillerato incompleto
y familias incompletas; el nivel socioeconmico ha cambiado

[178] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


y ahora abarca todos los estratos, con tendencia a incluir cada
vez ms con mayor frecuencia a personas de estratos bajos; la
gran mayora se inici con otras SPA diferentes a herona, y
cuando empez a consumir esta ltima, lo hizo fumndola
o inhalndola; el paso a inyectarse tiene fundamentalmente
motivaciones econmicas tambin asociadas a la tolerancia
(con una dosis fumada pueden hacer hasta ocho inyectadas),
y suelen ser ayudados en las primeras ocasiones por alguien
experimentado; el uso de herona desplaza las otras SPA,
exceptuando la marihuana. Cuando llegan a inyectarse con una
alta frecuencia diaria, tiende a deteriorarse su comportamiento,
especialmente si hay graves limitaciones econmicas. En este
momento los riesgos se incrementan notablemente: antes no
compartan equipos e incluso no los reutilizaban, ahora s; antes
tomaban medidas higinicas de limpieza de los equipos y de los
sitios de inyeccin del cuerpo, ahora no; antes tendan a utilizar
agua limpia para disolver la herona, ahora utilizan cualquier
agua, tomada en cualquier parte; antes tendan a protegerse en
sus relaciones sexuales con personas distintas a su pareja, ahora
no; ahora no suelen consultar los servicios de salud, salvo por
sobredosis o enfermedades graves, y en esos casos generalmente
los llevan amigos o la polica; suelen consumir solos para evitar
compartir, o en sitios sucios y peligrosos que incrementan los
riesgos de todo tipo; las mujeres tienden, con mayor frecuencia
que los hombres, a intercambiar sexo por droga o por dinero
para droga, y no suelen protegerse; los hombres muestran
ms tendencia a cometer robos y actos de violencia que los
conducen a prisin.

Como se dijo antes, existe la percepcin de que


la capacidad institucional es insuficiente para afrontar los
problemas del consumo de drogas y los riesgos asociados a la
adquisicin del VIH. Por una parte, los informantes contaron

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [179]


que tuvieron acceso a informacin sobre los riesgos y los
medios de proteccin en los centros de tratamiento. En menor
grado se report que los usuarios de centros de tratamiento
tuvieron acceso a pruebas para deteccin de VIH y hepatitis.
Fue todava menor el acceso a condones gratuitos o de bajo
precio e inexistente en el caso de las jeringas.

Con lo anterior se configura un gradiente que va desde un


alto acceso a la informacin, un acceso a pruebas diagnsticas, si
se es usuario de centros de tratamiento, y de un acceso casi nulo
o nulo a preservativos y jeringas. Por otra parte, tal gradiente no
se aplica a las personas por fuera de centros de tratamiento y
menos si estn en situacin de calle. Las personas en situacin de
calle mostraron un perfil de mayor afectacin social: consumo
a edades ms tempranas, discriminacin por tal condicin en
servicios de salud (esto relatado en algunos casos); mayor nmero
de enfermedades asociadas a las prcticas sexuales, ms uso
de jeringas de segunda mano, entre otros riesgos. Es necesario
considerar que la condicin de calle no es algo inherente a la
persona, sino que puede ser consecuencia de su mismo trasegar
en el consumo de drogas. Esta poblacin podra requerir atencin
especial para mitigar la brecha social que acta en su contra.

Esta investigacin tuvo como objetivo explorar


diferentes riesgos para la adquisicin individual del VIH, dentro
del contexto de vulnerabilidades sociales, as como tambin
los riesgos consecuentes de expansin de la epidemia. Si bien
toda la informacin presentada apunta a ello, valdra la pena
puntualizar sobre algunos aspectos trascendentes.

Por una parte, apareci claramente el intercambio de


jeringas como una prctica observada en Medelln y Armenia.
La historia social de una jeringa podra narrarse as: en primera

[180] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


instancia alguien la compra para su uso. Quien adquiere una
jeringa nueva, muy probablemente la conserve y la reutilice, sin
prestarla. Cuando la jeringa pierde funcionalidad, por falta de
filo en la aguja u otros daos, la desecha de diferentes maneras.
Una puede ser, vendindola por una fraccin de su precio
original a otro consumidor. Este intentara sacarle el provecho
mximo a su adquisicin, hasta cuando la deseche, tirndola
a la basura o a la calle, o regalndola a un tercero. El nuevo
usuario de la jeringa tiene el perfil de una persona en situacin
de calle, con muy pocos recursos. Su parafernalia es producto
de este reciclaje y sus riesgos se multiplican en la medida en que
la jeringa ha pasado de mano en mano.

Por lo anterior, se hace evidente que el riesgo por el uso


de jeringas contaminadas existe, no solo como consecuencia
del uso actual de tales utensilios, sino tambin por la historia
de los mismos, antes de llegar a las manos del consumidor.
En virtud de lo anterior, un programa de recambio de jeringas
podra ser de utilidad en trminos de salud pblica. Esto conecta
con el otro nivel de los riesgos explorados en la investigacin:
los institucionales. Es de esperarse una respuesta institucional
acorde con la problemtica. Sin bien se notan progresos en
cuanto a la atencin en salud evidentes en los pocos relatos de
discriminacin o malos tratos en la prestacin de servicios es
notorio que los programas de prevencin no tienen el alcance
necesario y que los de mitigacin y superacin, tampoco tienen
la dimensin acorde con el problema.

Por otra parte, se documentaron los riesgos inherentes al


comportamiento sexual. Si bien la herona no es una sustancia
que en s misma produzca excitacin sexual, la necesidad
ingente de obtener las dosis lleva a intercambiar sexo por drogas,
sumado a un patrn de sexo con mltiples parejas por parte

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [181]


de algunos de los consumidores de psicoactivos. Lo anterior
representa en s mismo un conjunto importante de riesgos, a lo
cual se debe sumar la ausencia de proteccin. Dado que no hay
suministro de preservativos gratuitos, su adquisicin pasa a un
segundo plano frente a la necesidad de obtener la droga.

Adicionalmente, el conocimiento acerca de las


enfermedades de transmisin sexual no tiene los niveles
correspondientes a los riesgos que corren las personas en esta
situacin. En esta investigacin, las personas con VIH relataron
que su conocimiento acerca de los riesgos de infeccin lleg
como consecuencia de la misma, como resultado de la
intervencin de los equipos de salud, lo que origin un cambio
de comportamiento cuando ya se haba consumado el riesgo
de infeccin. En otras palabras, tarde para la persona infectada
en s misma, pero que reducira la probabilidad de que estos
mismos afectados multipliquen tal afectacin.

Recomendaciones

La consideracin de las situaciones identificadas en


las dos ciudades estudiadas permite sugerir la creacin de un
programa liderado por el Ministerio de Salud y Proteccin
Social y las Secretaras Departamentales y Municipales de
Salud, que deber incluir:

1. Capacitacin del personal de salud y otros funcionarios


pblicos en los asuntos relacionados con el consumo de
herona y todos los comportamientos asociados. Esta accin
puede tener varios componentes:
a) Ampliar la cobertura de atencin a personas con problemas
relacionados con el consumo de herona; esto significa
llevar a cabo programas de capacitacin en todos los centros

[182] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de tratamiento, estatales o privados, sobre los protocolos
de manejo de estos consultantes, de las sobredosis, de las
remisiones y del seguimiento.
b) Facilitar el entrenamiento de algunos profesionales de la
salud en la experiencia de otros pases, en lo referente a
tratamiento, reduccin de dao, prevencin y seguimiento de
estos pacientes. Es importante que los seleccionados tengan
claridad total sobre el hecho de que muchas de las cosas que
vern en otros pases no son aplicables en Colombia, sea por
falta de recursos, por polticas de salud o por asignacin de
prioridades; y que el objetivo es observar, analizar y adaptar
aquello que se adapte a la realidad del pas.
c) Dado el limitado conocimiento que tienen los funcionarios
de las crceles sobre estos temas ser necesario programarles
capacitaciones especiales.
d) Promover encuentros para analizar y discutir esas
experiencias, con el fin de ofrecer soluciones concretas
a las entidades gubernamentales responsables de
implementar polticas en este campo. Es esencial socializar
tan ampliamente como sea posible todas las experiencias,
con el propsito de evitar lo que ha ocurrido con
experiencias similares: que quienes fueron beneficiarios
de los intercambios los conservan como una experiencia
personal de la cual nadie ms obtiene frutos.
e) Explicar detalladamente el concepto de CODAR y mostrar
las implicaciones de no proporcionar atencin adecuada a
esta poblacin. No debe olvidarse que los CODAR pueden
ser diferentes de una ciudad a otra, y que sus patrones de
comportamiento tambin pueden ser distintos; igualmente,
no deber perderse de vista que se trata de imgenes
dinmicas, no de radiografas permanentes: por ejemplo,
los CODAR pueden ser predominantemente de un cierto
nivel socioeconmico en un determinado perodo, y luego

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [183]


cambiar a otro, como ocurri con el basuco en las dcadas
de los aos ochenta y noventa del siglo pasado.

2. Desarrollar un trabajo preventivo intensivo y de larga


duracin para evitar la inyeccin. Esto incluira:
a) Creacin de un programa escalonado de uso de medios
masivos de comunicacin para advertir sobre los riesgos
asociados al hecho de inyectarse, acompaado de una
campaa dirigida a advertir sobre los riesgos de las ITSS;
estas dos iniciativas debern confluir en una sola estrategia
integrada al cabo de un cierto tiempo. Este programa debe
dirigirse especficamente a la poblacin CODAR, no a la
poblacin general.
b) Capacitacin para la Polica Nacional con el fin de que
logren comprender los alcances de una epidemia eventual
de personas inyectoras. La coordinacin de acciones con la
polica incluira estrategias disuasivas ms que represivas en
el caso de los usuarios, pero una actitud y una poltica de
abierta confrontacin con quienes estn promoviendo el
uso de SPA inyectadas, y especficamente de herona.
c) Intervencin de equipos de trabajo social y de salud, que
monitoreen, informen y persuadan especialmente a las
poblaciones ms desfavorecidas (como los habitantes de
la calle), sobre la necesidad de tomar precauciones, de
no compartir equipos de ningn tipo, de tener relaciones
sexuales protegidas y de realizar peridicamente exmenes
para identificar ITSS. Puede ser necesario que, a travs de un
programa de difusin, se presente el personal de salud a los
interesados abiertamente, y se explique que estos funcionarios,
debidamente identificados, no tienen funciones represivas,
sino de atencin. Este personal visitara los escenarios pblicos
de consumo (ollas, parques, caadas) para realizar un trabajo
de reduccin de dao. Esto no solo incluye proporcionar

[184] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


jeringas y condones, sino especialmente hacer un trabajo de
promocin que:
disuada a las personas para que no se inyecten.
las invite a participar en programas de tratamiento con
metadona o con algn otro sustituto.
invite a asistir a centros de ayuda del estilo NA
(Narcticos Annimos) que debern ser apoyados por
las entidades del Estado.
facilite a las poblaciones marginadas la realizacin de
exmenes de ITSS y el acceso a asesora y tratamiento,
en los casos que sea necesario. Tambin el acceso a
campaas de vacunacin para VIB.
proporcione a esta poblacin implementos destinados a
evitar la proliferacin de ITSS, incluyendo distribucin
gratuita de jeringas, instrumentos de asepsia y condones,
en los sitios ms deprimidos econmica y socialmente.
A nivel de tratamiento ser indispensable:
a) Ofrecer un cubrimiento nacional con capacitaciones para dar
a conocer los protocolos bsicos de trabajo con inyectores. Es
recomendable realizar esta actividad localmente (es decir que
no requiera desplazamiento de los interesados a Bogot) y que
se ofrezca un monitoreo y un seguimiento a esas instituciones.
b) Promover que en todas las instituciones de tratamiento se
ofrezca informacin y asistencia preventiva a los CODAR
(incluyendo vacunas contra todas las infecciones para las
que exista ese recurso).
c) Asegurar, en lo que se refiere a la metadona u otras sustancias
sustitutas de herona, una correcta y oportuna distribucin,
tomando las medidas necesarias para evitar la proliferacin de
estas en el mercado negro. Para ello es indispensable disear
un proceso de evaluacin de los centros de tratamiento
que no solo incluya aspectos logsticos o de gestin, sino
tambin elementos de eficacia y eficiencia.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [185]


d) Con base en tales evaluaciones el Ministerio de Salud y
Proteccin Social podr desarrollar modelos bsicos de
intervencin, ofrecer apoyos econmicos, contratos, asesoras
y consultoras que permitan estructurar una poltica pblica
clara y funcional, que promueva unos requerimientos mnimos
y culmine en un sistema de acreditacin pblico, simple
pero claro, al cual se debe agregar un sistema de seguimiento
sistemtico. La idea de simplicidad debe tener la mayor
valoracin, puesto que se sabe que, entre ms compleja
sea una estrategia evaluativa, es menor la probabilidad de
ejecutarse y de ofrecer unos resultados.

Con respecto a la realizacin de estudios como el presente, se


sugiere desarrollarlos dentro de marcos temporales ms amplios.
A pesar de la evidente riqueza de la informacin recolectada,
es indudable que, de haber contado con ms tiempo habra
sido posible profundizar en mayor medida en algunos temas,
por ejemplo, en las caractersticas de la poblacin femenina
involucrada en el consumo de herona; lograr la colaboracin
de poblaciones de difcil acceso (como los consumidores
VIH+, o ciertos miembros de la polica); y analizar con mayor
detenimiento las relaciones entre diferentes grupos de variables.

Tambin se propone la realizacin de estudios que incluyan
una exploracin ms profunda de enfermedades y patrones
psicolgicos asociados al consumo de sustancias inyectadas y al
policonsumo.

Es importante considerar el diseo y puesta en marcha


de proyectos especiales, con varios de los elementos ya
mencionados, pero adaptados a la situacin de las personas
en situacin de calle, considerando las vulnerabilidades
presentadas en el texto precedente.

[186] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Referencias

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RUMBOS. (2001). Consumo de sustancias psicoactivas en
jvenes escolarizados de 10 a 24 aos en Colombia.

[187]
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Drug Trends. Viena.
United Nations Office on Drugs and Crime. (2011). World
Drug Trends. Viena.

[188] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


8. Transiciones en el consumo de drogas
en Colombia43

Desde el punto de vista sociolgico el fenmeno de


las transiciones es uno de los ms sobresalientes en cuanto
al consumo de drogas se refiere. Este concepto incluye,
bsicamente, dos fenmenos: el paso de un tipo de sustancia
a otro: por ejemplo, de alcohol a marihuana, de marihuana
a cocana, de cocana a herona; y el paso de una forma de
administracin a otra: por ejemplo, de inhalar cocana a
inyectarse, o de fumar cocana a inyectarse.

El tema comenz a ser investigado formalmente en


la dcada de los ochenta, cuando algunos consumidores de
marihuana y anfetaminas decidieron probar herona y se
encontraron involucrados en una serie de problemas de salud,
que incluan desde infecciones provocadas por el hecho de
compartir jeringas hasta el VIH/Sida. El problema se agrav de
manera especial en Italia, Escocia y algunas regiones de Espaa,
al igual que en la costa este de los Estados Unidos. Poco
tiempo despus, la prohibicin del consumo de opio fumado
tradicional, provoc un incremento sorprendente del consumo
de herona en pases como Tailandia, Myanmar y Vietnam;
en este ltimo pas, especialmente, se produjo una oleada de
infeccin por VIH que provoc la muerte de cientos de personas
(Wilcox, Wagner y Anthony, 2002). Algo semejante ha venido
ocurriendo recientemente en algunos pases de Europa Oriental
y de Asia Central (Pakistn, Afganistn e Irn) (Wilcox, Wagner y
Anthony, 2002). En los Estados Unidos, especialmente durante
43 Una versin aproximada de este artculo est publicada en Adicciones, 2009,Vol. 21 No.
1 P. 81-88.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [189]


los aos noventa, un nmero importante de cocainmanos
que usualmente aspiraban la cocana por la nariz, empezaron
a inyectrsela; durante esa poca se increment el nmero
de emergencias hospitalarias asociadas con sobredosis. En el
caso colombiano, cierta informacin de carcter clnico (no
suficientemente sistematizada y por ello de una confiabilidad
limitada) da alguna idea sobre la transicin de una sustancia a
otra: lo que sabemos o mejor, inferimos, pues nunca se han
hecho estudios sistemticos al respecto es que se pasa del
alcohol a la marihuana, de esta a la cocana y luego a otras
sustancias (patrn conocido como A-B-C: alcohol - bareta
(marihuana) - cocana); pero la realidad es que esa secuencia
ha venido sufriendo cambios en los ltimos aos, debido
a hechos como la aparicin del xtasis, el incremento del
consumo de tranquilizantes o el aumento de la frecuencia del
consumo de inhalables en clases econmicamente pudientes.
Igualmente, una cierta variedad de sustancias sintticas como la
quetamina, el cristal y el popper han surgido recientemente
en el mercado colombiano y pueden haber influenciado ese
supuesto patrn estndar.

En cuanto a la transicin de vas de administracin,


sabemos que el consumo de basuco (cocana fumada) ha
disminuido (Rumbos, 2002; MPS/CICAD, 2005) y que un
cierto nmero de personas ha comenzado a inyectarse herona
luego de haberla fumado por un cierto tiempo. Pero la realidad
es que carecemos de informacin precisa y actualizada sobre
esta temtica.

Hace ya mucho tiempo, Kandel (1975), propuso que


las drogas legales son intermediarias necesarias entre el no
uso y el consumo de marihuana. Los resultados de su estudio
revelaron que mientras el 27% de los estudiantes de secundaria

[190] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


que fumaban y consuman alcohol iniciaban el consumo de
marihuana entre cinco y seis meses despus, solo el 2% de
aquellos que no haban usado una sustancia legal, lo hacan. As
mismo, Kandel afirma que la marihuana es un paso crucial en el
camino hacia las dems drogas ilcitas. Mientras que el 26% de
consumidores de marihuana continuaban al consumo de LSD,
anfetaminas o herona, solamente el 1% de los no consumidores
de marihuana y el 4% de los que usaban drogas legales (alcohol
y cigarrillo) continuaron con tales sustancias. Estos resultados
han sido corroborados por otros estudios (Kosterman, Hopkins,
Guo, Catalano, y Abbot, 2000; Herrera, Wagner, Velasco, Borges
y Lazcano, 2004). Las etapas sugeridas por Kandel revelaban ya
desde ese entonces una clara secuencia en el uso de drogas: no
uso, consumo de cerveza o vino, consumo de bebidas fuertes,
consumo de cigarrillo; ninguno de los jvenes que haba
consumido cerveza o vino progresaba a drogas ilcitas sin haber
consumido bebidas fuertes o cigarrillo. Sin embargo, aunque los
datos mostraran una secuencia en el uso de drogas, una droga
particular no llevara invariablemente al consumo de una de las
drogas siguientes en la secuencia: ... muchos de los jvenes pararon
en una etapa particular de la secuencia y no progresaron ms; otros
regresaron a drogas ms bajas (Kandel, 1975).

Lynskey, Heath, Bucholz, Slutske, Madde, Nelson et al.,


(2003) realizaron un estudio de consumo de marihuana con una
muestra de trescientos once adultos gemelos (monocigticos y
dicigticos), diferenciados por su uso temprano de marihuana
(antes de los diecisiete aos), y concluyeron que la iniciacin
temprana en el consumo de marihuana estaba asociada al
aumento en los riesgos del uso de otras drogas y al abuso y la
dependencia. Kandel y Davies (1992) evidenciaron la secuencia
entre el alcohol y el cigarrillo, y el uso de marihuana y cocana.
Wilcox et al., (2002) se centran en la secuencia entre el uso de

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [191]


marihuana y el uso de LSD, PCP y otras drogas alucingenas
o disociativas: su investigacin muestra que los jvenes
usuarios de marihuana tienen mayores probabilidades de usar
alucingenos que quienes no la consumen.

Por su parte, Wagner y Anthony (2002) han desarrollado


estudios acerca de un posible mecanismo para comprender el
proceso de verse involucrado en el uso de drogas: la exposicin
a oportunidades para usarlas. Ellos sealan que la mayor
frecuencia en el uso de drogas entre hombres se relaciona con
diferencias en la exposicin a oportunidades para usar drogas
entre sexos, y ms recientemente ofrecen evidencia a favor de
la idea de que los usuarios de alcohol o de tabaco tienen mayor
riesgo de usar marihuana, cocana y otras drogas, precisamente
porque en cada etapa del proceso tienen mayor exposicin
a oportunidades para usarlas. Igualmente, Crum, Lillie-
Blanton y Anthony (1996) encontraron que la oportunidad
de exposicin al alcohol, cigarrillo y otras drogas depende en
parte de las desventajas del contexto en el que se viva, mientras
que Reboussin y Anthony (2001) encontraron relacin entre
los bajos niveles de supervisin de los padres y las posteriores
transiciones de las primeras oportunidades al primer uso de
alcohol, cigarrillo, marihuana e inhalables.

Transiciones en la va de administracin de una droga

Existen diferentes vas de administracin de una


droga; por ejemplo, la herona es frecuentemente fumada en
chino (derivado del trmino chasing the dragon, tal y como se
denomina en pases europeos al hecho de inhalar el humo de la
herona calentada sobre papel aluminio); asimismo, la herona
se utiliza de modo intravenoso (ms raramente de manera
intramuscular o subcutnea), en ocasiones inhalada o fumada

[192] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


en forma de cigarrillo. La cocana puede ser inhalada, fumada
como pasta base o crack; tambin puede ser inyectada. Las
anfetaminas son tomadas por va oral, inhaladas e inyectadas.
Strang, De Jarlais, Griffiths y Gossop (1992), consideran que
las vas de administracin de una droga varan en funcin de
lugar y de tiempo: ...en ciudades como Londres, Manchester y
Amsterdam, la herona se consuma va chasing o por inyeccin
intravenosa. Mientras que en ciudades como Edimburgo y
ciudades espaolas e italianas, la va intravenosa permaneca
como la ruta de administracin universal de la herona. La
va inhalada aumenta de manera ms evidente en ciudades
como Nueva York. Auld, Dorn y South (1986) afirman que la
disminucin del costo de la herona en los aos ochenta en el
Reino Unido, fue uno de los factores que incidi en el aumento
del uso de vas de administracin denominadas ms costosas
(inhalacin y fumar).

Segn Strang, Heathcote y Watson (1987) las transiciones


son progresiones en una pendiente deslizante, y se preguntan
si es posible que los consumidores de drogas retrocedan en
la pendiente; reportaron cmo una proporcin de la cohorte
haba sido capaz de alcanzar una forma de recuperacin parcial
volviendo atrs en las vas de administracin utilizadas. Segn
Stimson (1992), la existencia de una conciencia en salud
del consumidor de droga, y la relevancia dada a las tcnicas
de inyeccin ms seguras, son elementos que influyen en la
decisin de continuar el uso de una droga y de la seleccin de su
va de administracin. De otra parte, Oviedo, March, Romero y
Snchez (2005) afirman que en Espaa el consumo de herona
por va intravenosa ha ido disminuyendo, extendindose el
uso de la misma por la va pulmonar. El Observatorio Espaol
sobre Drogas (2003) revela cmo en el ao 1991, entre las
personas admitidas a tratamiento por consumo de herona, la

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [193]


va intravenosa agrupaba al 74.7% de los usuarios, mientras
que en el ao 2001 se extendi solo al 24.2%, prevaleciendo
el consumo por inhalacin o en forma de cigarrillos, con un
67.4%. Sin embargo, Oviedo et al., (2005) afirman que el uso
de la va pulmonar no descarta posibles transiciones hacia la
inyectada, asociada esta con una prdida del control de consumo,
marginacin y mayor tiempo de consumo. Las mujeres que
participaron en el estudio prefirieron la va pulmonar, lo cual
tambin ha sido indicado por otros autores (Gossop, Griffiths,
y Strang, 1994). Los resultados sugieren que los ms jvenes
y quienes se han iniciado ms tardamente en el consumo de
herona tienden a usar la va inyectada en menor medida. Para
Oviedo et al., (2005) las explicaciones para el paso hacia el uso
de la va inyectada desde la pulmonar son: la presin social,
tener una pareja que se inyecta, la influencia del mercado,
cambios en las costumbres, entre otras. Segn estos autores, no
se encontraron en su muestra evidencias de transiciones inversas,
es decir, de usuarios por va intravenosa a la va pulmonar. En
1998 un 62,2% de los tratados por dependencia de herona
eran fumadores y un 5,5% esnifadores. Los autores muestran
que en los ltimos aos disminuy de manera importante la
prctica de inyectarse. De hecho, la proporcin de tratados por
herona que usan esta droga, de preferencia, por va parenteral,
descendi de 62,4% en 1991 a 28,8% en 1998.

La tendencia en otros pases desarrollados como el


Reino Unido, Suecia y los EEUU, tambin puede ir en la
misma direccin: por ejemplo, Swift, Maher y Sunjic (1999),
encontraron que el 29% del grupo estudiado haba pasado,
en el consumo de herona, de fumar a inyectarse; los autores
muestran que las transiciones inversas fueron poco comunes
en la muestra estudiada. Ameijden y Countinho (2001)
realizaron un estudio longitudinal en Amsterdam y encontraron

[194] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


que la prevalencia de inyeccin en la muestra se redujo casi a
la mitad (66% al 36%). Tapia-Conyer, Cravioto, De la Rosa,
Glavan y Medina-Mora (2003) realizaron un estudio con 225
usuarios de drogas en la ciudad de Jurez (Mxico), en el que
encontraron que la principal va de administracin al inicio del
uso de cocana es la inhalada, y la siguiente va fue la inyectada;
a diferencia del estudio de Khalsa, Anglin, Pareder, Potepan y
Potter (1993) en el que la siguiente fue la va fumada. Para Tapia-
Conyer et al., (2003) estas diferencias pueden deberse a dos
situaciones: la primera, a que existe una mayor disponibilidad
de polvo de cocana que de crack en esa zona de la frontera
norte de Mxico, y la segunda es que la cocana y la herona
se estn usando de manera simultnea y por va intravenosa en
el denominado speedball.

El anlisis de la escasa literatura disponible sobre


las transiciones muestra que se trata de un tema de enorme
importancia para lograr una adecuada comprensin del
fenmeno de las drogas, caracterizado por su inmensa
variabilidad, por la permanente aparicin de nuevas
sustancias en el mercado, por la tendencia a que los jvenes
inicien su consumo cada vez ms temprano y por las masivas
implicaciones que tienen estas prcticas sobre las personas,
sus familias y la sociedad como un todo.

La presente investigacin se propuso abordar el tema


de las transiciones de una sustancia psicoactiva a otra, y de
una va de administracin a otra, en una poblacin de cerca
de cien personas con una historia de consumo, la mayor
parte de ellas actualmente en tratamiento, en siete ciudades
de Colombia. Los objetivos se centraron en identificar
patrones generales y sustitutivos de transicin del consumo
de sustancias psicoactivas (SPA) en personas de 14 a 50 aos,

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [195]


de diferentes niveles socio econmicos. En segundo lugar
se trat de identificar los procesos sociales que acompaan
esos cambios: influencia de amigos, curiosidad, problemas
familiares. En tercer lugar, examinar las transiciones de vas
de administracin para las principales sustancias (cocana,
herona, alcohol y marihuana) y examinar las circunstancias y
las razones del cambio. Y finalmente analizar las implicaciones
de los tipos de transiciones en los mbitos de salud, econmico
y social, entre otros.

La herramienta utilizada fue la entrevista en profundidad,


que se aplic en 7 ciudades: Bogot (20); Cali (20); Medelln (20);
Ccuta (5); Pasto (11); Armenia (10); Neiva (10), para un total
de 96 entrevistas. El grupo total de las personas entrevistadas
estuvo compuesto por 75 hombres y 21 mujeres que estaban
en centros de tratamiento o acababan de salir de uno de ellos;
el promedio de edad fue de 26 aos, con rangos entre 14 y 50
aos. No hubo ninguna seleccin: los entrevistadores llegaban
a los centros de tratamiento debidamente autorizados por sus
directores, explicaban el proyecto y pedan a quienes desearan
participar que firmaran un consentimiento informado.

Se dise una entrevista semiestructurada cuya finalidad


era explorar la historia de vida de los sujetos participantes, en
cuanto a consumo de drogas se refiere. Se capacit al equipo
de entrevistadores y de transcriptores, y se elabor el conjunto
de categoras empleadas para el anlisis de entrevistas. Todas las
entrevistas fueron grabadas en audio, transcritas y procesadas
con el programa de computador QSR N6 para datos cualitativos.
Para tal efecto, se dise una estructura con seis nodos de
anlisis, cada uno de los cuales contiene mltiples categoras.
Una vez asignados los cdigos a los diferentes prrafos de las
transcripciones, se organizaron cuatro equipos de dos personas

[196] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


que analizaron con detalle y caso por caso, cada una de las
temticas objeto de esta investigacin. Cada equipo construy
matrices analticas teniendo como ejes fundamentales, el sexo,
el grupo etreo1 y la ciudad. El anlisis de la mayor parte de los
temas se llev a cabo examinando caso por caso; en algunos
casos se analiz el conjunto de manera global y se sacaron
conclusiones, igualmente globales.

Es importante precisar que dado el elevado nmero de


entrevistas (inusual para un estudio de carcter cualitativo), en
varias oportunidades fue posible hacer anlisis cuantitativos que
contribuyen a hacer ms claros los resultados; sin embargo, el
propsito no es sacar conclusiones generales porque la muestra
no es representativa de nada (en el sentido estadstico); pero
en un sentido no estadstico, s es altamente representativa de
las personas que acuden a centros de tratamiento en busca de
ayuda, en Colombia.

Resultados

Aun cuando en el estudio global se analizaron cinco


temas (historia de consumo, inters por las drogas, transiciones,
imaginarios y consecuencias del consumo), este artculo
contemplar nicamente lo referente a las transiciones. Como se
mencionaba inicialmente, el trmino transiciones se refiere al
paso del uso de una sustancia a otra (por ejemplo, de marihuana
a cocana, de esta a basuco, de basuco a ansiolticos). En este
trabajo se identificaron cinco clases de transiciones: generales,
sustitutivas, acumulativas, negativas e inversas. Solo la ltima
ha sido analizada en la literatura, por lo que se imponen unas
definiciones muy puntuales:

1. Transiciones generales: son los patrones sucesivos de paso de

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [197]


una sustancia a otra.
2. Transicin sustitutiva: es aquella en la cual la persona suspende
el uso de una sustancia y la reemplaza por otra.
3. Transicin acumulativa: el paso de una sustancia a otra no
implica el abandono del consumo de la primera.
4. Transicin negativa: se refiere a las transiciones que no ocurren
u ocurren con muy poca frecuencia.
5. Transiciones inversas: son aquellas en las que una persona,
despus de haber abandonado una sustancia o una va de
administracin, regresa a ella (por ejemplo, pasa de cocana
inhalada a cocana fumada y luego vuelve a inhalarla). Lo
mismo ocurre con las vas de administracin. Como se ver
ms adelante, en un solo patrn de consumo se pueden
combinar todas estas formas de transiciones, que sern
denominadas patrones transicionales. El alcohol no fue
analizado separadamente porque en el 100% de los casos fue
la sustancia que precedi cualquier otro uso de sustancias.
Ningn sujeto dej de consumir alcohol durante su historia
de consumo.

En el grupo de 96 personas se present un total de 341


casos de transiciones de una sustancia a otra; los tres primeros
grupos de edad realizaron el 79% (268) de todos los casos y
los dos ltimos grupos de edad el 21% (73), observndose una
diferencia significativa entre los grupos de edad 1, 2 y 3 y los
grupos 4 y 5 (Z=3.077; p<0.001); sin embargo, el grupo 2 es
el grupo que ms casos present con un 28% (95) del total de
casos de transicin.

Del total de los casos se pudieron extraer 113 patrones


transicionales entre dos SPA, entendindose como patrn
transicional el paso de una sustancia a otra que se da en al
menos un caso de la muestra (por ejemplo, marihuana a

[198] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


cocana, ansiolticos a cocana, etctera). Estos patrones se
presentaron en un mximo de nueve momentos diferentes
a lo largo de la historia de consumo de cada individuo; es
decir, en este grupo hubo personas que hicieron una sola
transicin (por ejemplo, de alcohol a inhalables), hasta algunos
que hicieron nueve cambios; sin embargo, las transiciones se
distribuyeron mayoritariamente entre una y cinco, siendo en la
tercera transicin donde se presenta mayor nmero de patrones
transicionales (ver Figura 1).

De los 113 patrones transicionales obtenidos, se tomaron


los diez que se presentaron con mayor frecuencia dentro de la
muestra y se observ que estos se dieron de manera exclusiva
con interacciones entre marihuana, cocana, ansiolticos, basuco
y pegante (ver Tabla 2). El patrn transicional marihuana a
cocana es el ms corriente (63/96 o 65.6 % de la muestra),
seguido por cocana a ansiolticos (16/96 o 16.7 % de la
muestra) con una diferencia significativa entre estas dos (Z=
6.251; p<0.001). El grupo de edad en el que ms se presenta el
patrn transicional marihuana a cocana es el grupo 2 (20/22
o 90.9 % del grupo), y este a su vez se presenta de manera
mayoritaria (39/96 o 40.6 % de la muestra) con una diferencia
significativa frente a su aparicin en transiciones posteriores
(Z=7.048; p<0.001).

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [199]


Transiciones en el consumo de drogas en Colombia

Patrn
G1 G2 G3 G4 G5 TOTAL
Transicional
Marihuana a
1 16 20 13 9 5 63
cocana
Cocana a
2 4 2 6 4 16
pepas
Cocana a
3 3 3 9 15
marihuana
Marihuana a
4 9 4 2 15
pegante
Marihuana a
5 1 1 5 3 3 13
basuco
Cocana a
6 1 2 2 5 1 11
basuco
Pegante a
7 3 3 3 9
marihuana
Marihuana a
8 1 3 2 2 8
pepas
Pegante a
9 3 5 8
cocana
10 Pepas a basuco 1 3 3 1 8

Tabla 2.
Patrones transicionales ms frecuentes por grupos de edad.

Nota 1: Corresponde a los grupos de edad

G1:14 - 17; G2:18 - 23; G3: 24 - 30; G4:31 - 40 aos; G5: >40

Nota 2: T1 - T9 son las transiciones 1 a 9

[200] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Diferencias por sexo

De los 341 casos observados, 280 fueron de hombres y


71 de mujeres, llegando a alcanzar un mximo de 9 transiciones
en su historia de consumo para el caso de los hombres y un
mximo de 7 para las mujeres; sin embargo, al discriminar el
nmero de casos por grupos de edad se observ que para los
hombres, es el segundo grupo de edad donde se da el mayor
nmero de casos (78/280 o el 28% del total de casos en
hombres), mientras que para las mujeres, las del primer grupo
de edad son las que tienen la mayor cantidad de casos (25/61 o
40% del total de casos en mujeres). Se observ que de los 113
patrones que aparecieron de manera general para la muestra, 23
fueron mixtos (23/113 o 20% del total de patrones de cambio),
es decir, efectuados tanto por hombres como por mujeres, 80
fueron realizados exclusivamente por hombres (80/113 o 71%)
y 10 exclusivamente por mujeres (10/113 o 9%).

El conjunto de patrones mixtos es donde se llevan a cabo


la mayora de casos de la muestra (210/341 o 61.6%). Aunque la
diferencia en la cantidad de patrones exclusivamente masculinos
y exclusivamente femeninos es significativa (Z=10.25; p<0.001)
de la misma manera en que lo es el nmero de casos que siguen
estos patrones (Z=11,396; p<0,001), cabe anotar que los diez
patrones exclusivamente femeninos aplicaron, cada uno, para
un solo caso.

Transiciones a herona

El consumo de herona es un fenmeno bastante reciente


en Colombia y con prevalencias de uso muy bajas (ligeramente
superior al 1%); sin embargo, en este estudio cuya seleccin
de los centros de tratamiento estuvo basada nicamente en

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [201]


la benevolencia de sus directores para permitir entrevistar
consultantes aparecieron 21 personas (19 hombres y 2 mujeres,
sobre un total de 96) que haban usado herona o eran adictos
a ella. Tales cifras deben alertar a las autoridades sobre lo que
puede ocurrir en un futuro muy cercano (ver Tabla 3).

N Total Casos Consumo


Grupo de Edad Porcentaje
de casos de Herona
G1: 14 17 25 5 20,8
G2: 18 23 22 8 36,4
G3: 24 30 24 4 16,7
G4: 31 40 14 2 14,3
G5: >40 11 2 18,2
TOTAL 96 21 22,1

Tabla 3.
Consumo de herona por grupos de edad

Transiciones sustitutivas y razones de cambio

Se obtuvo informacin de 89 sujetos (68 hombres y 21


mujeres). De ellos, 27 aseguraron no haber hecho sustituciones,
sino que acumulaban sustancias aun cuando no las usaran
con la misma frecuencia o cantidad durante todo el tiempo.
Respecto a la distribucin por sexos, es claro que los hombres
hacen ms sustituciones que las mujeres. En conjunto se dio
un total de 38 sustituciones de SPA, de las cuales ninguna es
exclusiva de las mujeres, mientras que los hombres presentan
27 sustituciones exclusivas.

[202] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Las caractersticas de las sustituciones realizadas por las
mujeres son:
1. Implican, en la gran mayora de los casos, el uso de
marihuana, la cual en ms de la mitad de las oportunidades
es sustituida, principalmente y en orden de importancia, por
la cocana y por el basuco.
2. Los ansiolticos y el pegante son sustituidos nicamente por
marihuana y cocana, y esta sustitucin se da solo por la
influencia de otras personas y por las posibles consecuencias
fsicas producidas por la droga abandonada.
3. En las sustituciones que realizan las mujeres no se mencionan,
ni como droga sustituida, ni como droga reemplazante, el
xtasis, los hongos o el crack, lo cual s ocurre en el caso de
los hombres.
4. En orden de importancia, las principales razones para
que las mujeres realicen una sustitucin de droga son: el
mayor placer que genera la nueva droga, las implicaciones
sociales de la que abandona; la economa, el fcil acceso y la
influencia de otras personas.
5. El promedio de edad en la ocurrencia de sustituciones en
la mujer, es de 19 aos, y la edad en la que ms mujeres
afirman haber realizado una sustitucin fue a los 18 aos.

Las sustituciones en los hombres se caracterizan por:


1. Mayor dispersin en el nmero de drogas utilizadas. La
marihuana, a diferencia del caso de las mujeres, solo es
mencionada por el 40% de los participantes y en ms de
la mitad de las oportunidades como sustancia reemplazada;
sin embargo contina siendo la sustancia aludida con mayor
frecuencia.
2. No se presenta una sustitucin de droga significativamente
ms frecuente entre los hombres: las que muestran el mayor

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [203]


nmero de casos, marihuana por cocana y marihuana por
pegante, agrupan cada una solo el 5.4% del total de los casos.
3. Las principales razones mencionadas por los hombres para
llevar a cabo una sustitucin de sustancia son, en primer
lugar, la bsqueda de sensacin de mayor placer, y en
segundo lugar, las consecuencias sociales que causaran en
quienes las consumen.
4. El promedio de edad en el que ocurren las sustituciones en
los hombres es de 20 aos, y 16 aos es la edad en la que ms
personas afirman haber hecho una sustitucin.
5. La droga involucrada en mayor nmero de oportunidades
en las sustituciones referidas por los entrevistados es la
marihuana, seguida por la cocana y, en tercer lugar, los
ansiolticos (Rohypnol y otras benzodiacepinas).

Discusin

Las propuestas que siguen son vlidas, en estricto sentido,


nicamente para el grupo que particip en el estudio. Todas las
generalizaciones son, por consiguiente, meras aproximaciones
o fuentes de hiptesis. En este estudio se utilizaron como ejes
de anlisis, el sexo, la edad, el nivel socioeconmico y la ciudad;
las dos primeras resultaron relevantes para un gran nmero de
elementos estudiados; las dos ltimas, mucho menos.

En lo que se refiere a las transiciones, este trabajo


permiti distinguir, por lo menos, cinco tipos de transiciones,
de las cuales solo dos (la primera y la ltima) haban sido
descritas en la literatura: generales, sustitutivas, acumulativas,
negativas e inversas. En este estudio solo se analizaron las dos
primeras; con respecto a la tercera, se constat que 27 personas,
en mayor proporcin mujeres, acumulaban sustancias; la gran
mayora eran jvenes, pero no se analizaron razones porque los

[204] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


conceptos de acumulacin y sustitucin no existan en el
inicio del estudio. Las transiciones negativas (las que no ocurren
o son poco frecuentes: dos casos o menos en este estudio),
fueron 140, sobre un total de 156 combinaciones posibles. Con
respecto a las transiciones inversas no se obtuvo informacin
sistemtica, pero de las transcripciones se desprende que es un
fenmeno poco frecuente.

De los 113 patrones transicionales, 23 fueron mixtos,
80 masculinos y 10 femeninos; el mayor nmero de casos se
present entre los hombres de 18 a 23 aos y entre las mujeres
de 14 a 17 aos; este ltimo hecho podra explicarse diciendo
que, aun cuando en general las mujeres se inician en las drogas
ms tarde que los hombres, una vez que lo hacen tienden a
verse comprometidas rpidamente en problemas serios; esta
hiptesis va en la direccin sealada por Stocco, Llopis, De
Fazio, Facy, Mariani, Legl, Carvalho, Castillo y Rebollida
(2000) y Stocco, Llopis, DeFazio, Calafat y Mendes (2002). El
hecho de que 64% de los casos de consumo de SPA ilegales est
precedido por marihuana confirma los hallazgos de Kosterman
et al. (2000) y de Herrera et al. (2004).

De manera general, se encontr que el mayor nmero


de casos de transicin tuvo lugar en los tres primeros grupos
de edad, y especialmente en el grupo de 18 a 23 aos, lo cual
permite inferir (y el anlisis de los datos lo confirma) que en
estos grupos es donde se presenta una mayor tendencia a probar
diferentes sustancias. Probablemente esto sea consistente con
ciertas tendencias de la sociedad contempornea, que incluyen el
promover el mximo de experiencias, a ensayar continuamente
cosas nuevas y el exceso de tolerancia y permisividad. Es posible
que la razn por la cual las mujeres tienden a hacer un nmero
menor de transiciones que los hombres, est asociado a un cierto

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [205]


temor a las consecuencias y al deseo de no tomar demasiados
riesgos. Este tema requiere una exploracin especfica.

Los diez patrones transicionales ms frecuentes fueron
patrones que incluan interacciones entre pegante, marihuana,
cocana y ansiolticos, y se presentaban en su gran mayora en
las tres primeras transiciones de la historia de consumo. Es
posible que las transiciones y, por consiguiente, la historia de
consumo de los individuos, guarde un fuerte vnculo con la
oferta del mercado en la medida en que, al parecer, las personas
consumen lo que hay o lo que les sea ms fcil de conseguir en
su entorno.

Los patrones transicionales exclusivamente femeninos


son pocos y cada uno de ellos se da solo con un caso dentro de
la muestra, lo que indicara que las mujeres guan su consumo
a partir de los patrones transicionales mixtos. Esta hiptesis
deber ser sometida a verificacin en muestras ms grandes de
consumidoras, pero si se confirma podra ayudar a predecir el
comportamiento de las mujeres en este tema.

Un aspecto que llama la atencin, y que deber


profundizarse en estudios posteriores, es que la frecuencia de
aparicin de transiciones a ansiolticos (cocana a ansiolticos y
marihuana a ansiolticos) es mayor en mujeres que en hombres.
Es importante tener en cuenta que, en general, las mujeres
muestran una mayor tendencia a tomar medicamentos; por
otra parte, muchos estudios muestran (DNE, 1996; Rumbos,
2002; MPS/CICAD, 2005) que las mujeres consumen ms
tranquilizantes que los hombres y aun cuando este dato en el
pasado se refera a mujeres mayores de 40 aos, en la actualidad
se observa la misma tendencia de consumo en mujeres
adolescentes.

[206] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La mayora de los casos de transicin a herona se
presentaron en los dos primeros grupos de edad (13 sobre 21).
De todas formas, no debe perderse de vista que la edad de inicio
promedio para el consumo de herona es de ms de seis aos
por encima del promedio de la edad de inicio para marihuana.
Es muy posible que si el problema se incrementa, en el futuro
prximo la principal razn para pasar de herona fumada a
inyectada en personas dependientes de esta sustancia, pase a ser
econmica: con la misma cantidad de herona necesaria para
una dosis fumada, se pueden hacer entre cinco y diez de herona
inyectada. Tal y como se afirm en el marco terico (Barrio
y cols, 1997), 18 de los 21 consumidores de herona de este
estudio tenan una larga historia previa de consumo de cocana;
todos ellos tenan una historia prolongada de consumo de otras
sustancias, incluso los ms jvenes (aun cuando, obviamente,
en tiempos ms cortos).

Contrariamente a lo que se observa en Europa


(Ameijden y Countinho, 2001; March, Romero y Snchez,
2005) en Colombia la tendencia es a fumar herona primero
y a inyectarse despus; esto, probablemente, se encuentra
relacionado con los bajos costos y la disponibilidad. La
herona es la sustancia que ms sustituye a otras por el
placer que produce y el elevado grado de dependencia que
genera (las personas dicen que no tienen recursos ni inters
por otras sustancias). Seis transiciones a herona ocurrieron
desde ansiolticos: esto requiere mayor profundizacin. Las
dos razones bsicas para hacer mezclas son la curiosidad y
la bsqueda de contrapeso a los efectos de otra sustancia.
Quienes no hacen mezclas dicen que tienen temor a una
mala reaccin, no han pensado en esa posibilidad, o no
quieren daar los efectos de lo que consumen; esta ltima
razn la dan quienes se han especializado en una sustancia.

Tres casos de investigacin cualitativa sobre drogas [207]


Conviene estudiar las transiciones negativas, acumulativas e
inversas para tener una visin integral que d lugar a nuevas
predicciones y facilite el diseo de estrategias de prevencin.
Las transiciones negativas aparecen como poco frecuentes:
as lo haban observado Oviedo et al. (2005) y Swift, Mayer
y Sunjic (1999).

La gran mayora de los resultados de este estudio no
tiene antecedentes en la literatura, por lo cual no es posible
hacer las comparaciones usuales. Como puede verse, la
estrategia empleada permite generar una enorme cantidad de
hiptesis, y en ese sentido, este trabajo constituye una fuente
seminal para investigaciones ms detalladas; y esa tambin es
su mayor limitacin: las conclusiones no pueden generalizarse
ms all de la poblacin entrevistada.

Para terminar, vale decir que, aun cuando la literatura


sobre el tema es escasa, los resultados coinciden con las
conclusiones de los principales estudios en el rea. En ese
sentido, los objetivos del estudio se cumplieron a cabalidad.
La lectura de los resultados y de la discusin abre las puertas
para estudios mucho ms detallados y fundamentados en
metodologas cuantitativas.

[208] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


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[210] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


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[212] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


IV. De la actividad
preventiva y teraputica

[213]
[214] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
9. Prevencin y medios masivos de comunicacin

Decir que vivimos en un mundo meditico es una frase


banal, pero bastante exacta: es posible controlar las opiniones
de millones de personas a travs de la radio, la prensa y la
televisin, los imperios econmicos crecen y se consolidan a
travs de la publicidad, y todo el mundo est seguro de que,
con un apropiado empleo de los medios, es posible vender
prcticamente cualquier cosa: la prueba son las montaas de
aparatos intiles de los que estn llenas nuestras casas, los
objetos de lamentable factura que adquirimos constantemente y
los libros de psima calidad que, debidamente promocionados,
se convierten en best sellers mundiales

As, no parece haber muchas dudas: los medios masivos


de comunicacin son instrumentos inmensamente poderosos
que permiten provocar o detener revoluciones (razn por la
cual todos los dictadores y tiranos, que en el mundo son y han
sido, se preocupan por controlarlos con puo de hierro), y han
permitido que presenciemos en cualquier momento y casi en
cualquier parte lo que est ocurriendo en casi cualquier parte
del mundo; su valor es indiscutible y representan uno de los
grandes avances de la civilizacin humana.

Pero cuando se trata de asuntos como la prevencin,


las cosas son mucho menos simples que cuando se busca
desacreditar a un enemigo poltico o de vender una nueva
marca de licuadoras. La realidad es que, incluso en situaciones
de apariencia extremadamente simple, los medios masivos de
comunicacin han fracasado con frecuencia en el objetivo de
cambiar una conducta; tomemos el ejemplo de la prevencin
de la infeccin por VIH. Desde hace ms de veinte aos el

De la actividad preventiva y teraputica [215]


mundo est inundado de folletos, programas de TV y de
radio; de afiches, de pelculas, de artculos dramticos de
prensa, de anuncios de toda clase, invitando a la gente a tomar
precauciones, a usar condones, a no tomar riesgos innecesarios;
hemos visto morir de sida a grandes figuras del espectculo, a
conocidos y tal vez a amigos. Y esto en todos los rincones del
planeta: se necesitara ser marciano para no saber, por ejemplo,
que tener sexo penetrativo con desconocidos sin usar condn
puede ser tan peligroso como pegarse un tiro en la cabeza, e
igualmente irreversible. A pesar de esto, en Colombia, las
nicas personas que utilizan preservativo de manera sistemtica
son las prostitutas, y por ello la prevalencia de VIH/Sida entre
ellas es muy bajo; este no es de ninguna manera el caso de
los hombres que ejercen la prostitucin, entre quienes no es
difcil encontrar sujetos dispuestos a tener relaciones sexuales
sin preservativos si se les ofrece una compensacin econmica,
lo que es prcticamente imposible de lograr entre las mujeres
adultas que tienen el mismo oficio. En la poblacin general,
solamente el 6% de los hombres utiliza siempre condn en
relaciones con personas recin conocidas (Burbano, 2007). La
razn fundamental de este comportamiento, irresponsable
consigo mismo y con los otros, parece provenir de una enorme
falla en las campaas: las personas siguen creyendo que el
tema del sida es algo que les sucede a otros, pero que ellos
personalmente son inmunes.

La situacin en el campo de las drogas es peor, pues


por lo menos el sida ya no tiene el carcter de una epidemia
incontrolada en los pases industrializados de Occidente:
el ritmo de la infeccin se ha reducido notablemente, y las
personas infectadas tienen una esperanza de vida virtualmente
igual a la del resto de sus coterrneos. Pero en el campo de las
drogas, todos los informes de las Naciones Unidas muestran que

[216] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


la tendencia es al aumento: actualmente hay ms de doscientos
millones de personas involucradas en un uso problemtico
de drogas (UNODC, 2011). Y sin embargo, se ha invertido
miles de millones de dlares y de euros tratando de frenar el
fenmeno. Sin la menor duda, ha habido cambios importantes
en las tendencias, como por ejemplo la disminucin en
Europa del uso de herona inyectada; pero todos los expertos
estn de acuerdo en que las campaas preventivas no han
tenido ninguna influencia sobre esto, simplemente la moda
ha cambiado: hoy en da es out inyectarse y hay mucho ms
dinero, luego se puede comprar herona fumable. Y la cocana
tiene mucho ms prestigio, lo que ha incrementado de manera
notable su consumo en Europa; hoy en da Espaa presenta
una prevalencia global superior a la de los Estados Unidos.

Un agravante, que no ocurre con el sida, es la utilizacin


de medios masivos de comunicacin para promover el consumo
de drogas, ya sea por irresponsabilidad o por atraer a los
adolescentes, que siempre se interesan por lo que aparezca como
contestatario, no convencional o en contrava de lo que se supone
aceptable: me refiero a ciertos programas radiales destinados a
los jvenes en los cuales se habla del consumo de drogas y de
alcohol como algo banal, sin importancia, rutinario, aceptable
e incluso positivo. En un mundo al revs, se supone que tales
programas son parte de la libertad de expresin, y muy pocas
voces se levantan para exigir un poco de respeto. As, no tenemos
campaas preventivas, pero s propaganda a favor del consumo.

Cules son los principales errores de las campaas de


prevencin, a travs de medios masivos, en el campo de las
drogas? Voy a intentar un pequeo inventario, que no pretende
ser exhaustivo, pero que nos ayudar a precisar las eventuales
soluciones.

De la actividad preventiva y teraputica [217]


El primero, y sin lugar a dudas el ms importante, es
que los comunicadores y los polticos encargados de hacer las
campaas saben muy poco sobre drogas. Por eso dicen que la
cocana es un estupefaciente y la marihuana un alucingeno.
La ley 30 de 1986, llamada estatuto de estupefacientes, no dice
una sola palabra sobre los estupefacientes, que son los derivados
del opio. Estos errores se repiten todos los das, en todos los
medios y por parte, incluso, de periodistas o comunicadores muy
eminentes. La pregunta elemental que surge es: cmo se puede
prevenir exitosamente el empleo de algo que no se sabe qu es?

El segundo, es creer que una campaa publicitaria y una


campaa de prevencin son la misma cosa, es decir, creer que
hacer prevencin del consumo de drogas y vender un betn o una
pasta de dientes requieren exactamente las mismas estrategias.
Este error es muy comn y no solamente en Colombia.

El tercero es creer que la sola publicidad es suficiente;


pero en el campo de la prevencin del consumo de drogas,
alcohol y tabaco, las campaas carecen totalmente de
efectividad si no estn acompaadas de muchas otras formas
de intervenir. No se trata solo de emplear muchos medios
de comunicacin y muchos mensajes simultneamente,
y ni siquiera se trata de que los mensajes sean correctos,
interesantes y cautivantes para los sentidos (visual, auditivo,
expresivo, ideacional): el punto es que los medios masivos de
comunicacin son un instrumento, muy poderoso, es cierto,
pero solo un instrumento; sin el compromiso de diferentes
sectores de la sociedad, sin el ofrecimiento de opciones de vida
y de posibilidades de desarrollo personal y comunitario, sin la
garanta de una estructura social que exige el cumplimiento de
los deberes y respeta los derechos, las campaas mediticas se
convierten en actividades inocuas, vacas y carentes de sentido.

[218] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


El cuarto, es creer que la utilizacin de estrategias que
funcionan para promover ciertos procesos de concientizacin,
funciona igualmente en este campo, como los testimonios. No
hay nada que haya sido tan poderosamente contrapreventivo
como los testimonios de exadictos a las drogas, pues transmiten
el mensaje opuesto al que se desea transmitir: si esa persona sali,
todos podemos salir; dice que tuvo muchos problemas, pero ahora es
famoso y lo invitan a hablarnos, y le pagan, y sale en la TV. Es
decir, la exaltacin del antihroe.

El quinto es creer que las imgenes terrorficas pueden


funcionar. Llevamos ms de cien aos de propagandas que
muestran el hgado sano y el hgado del alcohlico y no se sabe
de una sola persona que haya dejado de beber por eso. Ocurre
algo similar a lo que explicaba en el caso del sida: las personas
piensan que eso le puede pasar a otros, pero no a ellas. Tener en
cuenta esto es psicologa elemental, pero esencial.

El sexto es perder de vista el pblico especfico a quien


deben ir dirigidos los mensajes: la mayor parte de las campaas
publicitarias sobre drogas son muy apreciadas por los padres,
pero no tocan a los adolescentes, quienes las consideran tontas,
aburridas o ridculas. No olvido las burlas a aquella campaa
muy famosa de hace unos veinte aos sobre basuco, en la que
un joven responda Prefiero vivir. El impacto preventivo de
este tipo de publicidad es nulo, e incluso negativo.

El sptimo es olvidar que existe una multitud de


razones para usar alcohol y drogas, no una sola. Se consumen
drogas para obtener placer; para anestesiar el alma; para darse
valor; para hacerse dao; para ser aceptado en un grupo; para
desinhibirse Hay razones ad infinitum. Y muchas de estas
razones pueden existir simultneamente en la misma persona.

De la actividad preventiva y teraputica [219]


El octavo es decir cosas falsas, como que la marihuana
enloquece, o produce daos fetales, o que el LSD altera el
cdigo gentico. Estas afirmaciones, que en su momento fueron
promovidas por agencias muy prestigiosas (como NIDA en lo
referente al LSD) desprestigian por completo a quienes pretenden
llegarles a los jvenes con mensajes tiles y constructivos.

El noveno es creer que el problema no cambia y que unas


cuantas ideas bien claras resolvern el asunto. Desde el punto
de vista de los medios de comunicacin, el problema del sida es
infinitamente ms simple que el de las drogas y el alcohol: el sida
solo se contagia por relaciones sexuales y por compartir jeringas
(hoy en da es casi imposible infectarse por una transfusin) y los
medios para evitar la infeccin son claros y precisos lo cual
no es un impedimento para que la gente no los tenga en cuenta.
Pero en el caso de las drogas, todo cambia constantemente: desde
el tipo de sustancias que se consumen, hasta las razones para
consumirlas, pasando por quienes las consumen.

Un ltimo error es creer que los conceptos y las


imgenes poseen valores universales. Por ejemplo, en Europa
se ha afirmado muchas veces que la estigmatizacin del
drogadicto lleva a que se vuelva inaccesible a los servicios de
ayuda, y por consiguiente se considera una abominacin el
decir cosas negativas sobre los drogadictos. Pero el antroplogo
Daniel Lende, luego de un prolongado estudio en nuestro pas,
encontr que esa misma estigmatizacin debe ser considerado
uno de los ms importantes factores protectores en Colombia
(Lende, 2005).

Si se piensa un momento en todos estos problemas,


se puede ver de inmediato que la mayora de esas dificultades
tienen soluciones relativamente sencillas. Hay dos excepciones,

[220] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


probablemente las ms desafiantes, los errores nmero siete y
nmero nueve: cmo producir mensajes que puedan focalizarse
simultneamente en mltiples motivaciones? Cmo predecir
la direccin de cambio en cuanto a tipo de sustancias, tipo de
consumidores y tipos de razones para consumirlas? Pero la
situacin no debe ser desconocida para quienes cotidianamente
abordan pblicos muy diversos a quienes tratan de venderles
todo tipo de cosas y todo tipo de ideas

Los medios de comunicacin cumplen diferentes


funciones: informan, analizan, critican, fiscalizan, estimulan
la accin, invitan a reflexionar, promueven nuevas formas de
ver las cosas y las situaciones. Con estas claves, que hacen
parte de la definicin misma de la profesin de publicistas
y comunicadores, podra crearse una autntica estrategia
preventiva dentro del contexto de un programa. No conozco
ningn programa preventivo que cumpla con todos estos
elementos, y especialmente de este lado del Atlntico: yo dira
que en Espaa se han acercado bastante a este objetivo, a pesar
del impresionante peso de la poltica partidista en estos temas.

La nica campaa preventiva que ha funcionado


realmente es la que se ha desencadenado a nivel mundial contra
el tabaco y que comenz en Estados Unidos hace veinticinco
aos; su eje inicial no fue el cncer, sino una baja valoracin
social (fuman los camioneros, los pobres, los negros, los
habitantes de la calle), acompaada de una valoracin esttica
negativa a nivel de efectos sobre los dientes y lo olfativo. Luego
se prohibi la publicidad en ciertos medios y a ciertas horas. Se
incrementaron los impuestos. Despus se hicieron los estudios
que mostraban los ingentes costos sobre los sistemas de salud.
Ms tarde empezaron las denuncias contra las tabacaleras
porque se puso en evidencia que mentan en su publicidad y se

De la actividad preventiva y teraputica [221]


afirm que agregaban productos para incrementar el deseo de
fumar. El resultado global es que el porcentaje de fumadores
ha descendido notablemente en Occidente (alrededor del
30%). Sin embargo, en los ltimos aos se ha observado un
incremento entre los adolescentes, especialmente mujeres; y
segn estadsticas recientemente publicadas, en China mueren
cada ao cerca de setecientas mil personas como consecuencia
del consumo de tabaco.

Pero las cosas no funcionan de la misma manera con


otras sustancias, empezando por el alcohol, entre otras razones
porque ha sido posible demostrar que pequeas cantidades
de alcohol ingeridas por adultos no solo son inofensivas, sino
que pueden ser benficas. En conjunto, puede decirse que las
campaas preventivas de consumo de alcohol y otras sustancias
entre los jvenes han sido un fracaso.

Estamos entonces frente a un reto de enormes


proporciones. Nuestro objetivo ser provocar un cambio en
las tendencias de la cultura occidental, donde el facilismo, la
gratificacin inmediata, el premio a los logros ms nimios, la
satisfaccin con la mediocridad, la idea de que nos merecemos
todo porque s, o de que tengo derecho a experimentar todo,
nos asfixian cada da. Ese cambio es posible, y uno de los
instrumentos son los medios masivos de comunicacin. Somos
nosotros, los adultos, quienes deberemos demostrar que somos
capaces de emplearlos correctamente, en beneficio de quienes
tendrn que tomar el relevo muy, muy pronto, sin que los
hayamos preparado adecuadamente para ello.

[222] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


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[223]
[224] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
10. Estilos de vida y modelos de prevencin

Probablemente estemos viviendo uno de los momentos


ms emocionantes en la historia reciente de la humanidad:
sin una guerra mundial, una catstrofe geolgica masiva, o
una invasin como la invasin rabe a los Espaoles, o la
invasin Monglica a los Europeos, los Vikingos a Francia o
los Romanos a Grecia; diferentes culturas estn acercndose
y entrelazndose, principalmente por la influencia de los
medios de comunicacin, el cine, los avances electrnicos y
las computadoras y gracias a las extraordinarias oportunidades
ofrecidas a millones de individuos para visitar cualquier parte
del planeta. Los cambios ocurridos a raz de estos fenmenos en
las ltimas dcadas no pueden, por supuesto, ser considerados
como algo malo: por el contrario, no hay duda de que algunos
de los ms altos desarrollos del hombre se deben, por lo menos
parcialmente, a la poderosa mezcla entre personas de diferentes
latitudes y con visiones muy distintas del mundo.

De otra parte, no podemos ignorar que algunas veces,


cuando se presentan las circunstancias apropiadas, estos
cambios pueden contribuir a la creacin de desorden y caos, no
necesariamente de naturaleza productiva. Por ejemplo, cuando
una cultura poderosa invade a una dbil, esta ltima tiende a
ser destruida sin los beneficios de una verdadera integracin
y asimilacin dentro de la primera, produciendo situaciones
anmicas asociadas con frecuencia a la adopcin de patrones de
conducta desadaptativa. Uno de estos patrones es, precisamente,
el consumo de drogas y alcohol.

Aun en el mundo de 2012, reconocidamente


anticolonialista y moderadamente anti imperialista, es innegable

De la actividad preventiva y teraputica [225]


la influencia que tienen algunos pases sobre otros, y es
legtimo preguntarse cmo y cundo estas influencias pueden
ser consideradas positivas o no, y bajo qu grupo de criterios.
Evidentemente, en el transcurso de la historia aquellos en el poder
han tendido a pensar que lo que es bueno para ellos debe ser
bueno para todo el mundo pensemos en el Imperio Romano, en
la Alemania nazi, en el Imperio Britnico o los Estados Unidos
y no cabe duda de que algunas de sus propuestas gozaron de
gran aceptacin por parte de aquellos que se encontraban bajo
su dominio (por ejemplo, los sistemas judiciales de la mayora
de los pases occidentales estn basados en las leyes creadas por
los Romanos). En lo concerniente a nuestro tema las drogas
y el alcohol uno de los problemas de la moderna sociedad
occidental es que tiende a asumir, sin serios cuestionamientos, la
implementacin de polticas generales a nivel global, de la misma
manera como se asume un estilo de vida ideal el de ellos.
A veces se filtran algunas de esas propuestas en resoluciones
internacionales (por ejemplo, la propuesta de utilizar tcnicas
de prevencin de recadas o modelos cognitivo-conductuales ha
aparecido en resoluciones de la Comisin de Estupefacientes de
las Naciones Unidas).

Afortunadamente, los poderosos no siempre se entienden


entre ellos, haciendo imposible imponer una poltica unificada
sobre el resto. Tomemos el caso de Holanda: su promocin de la
tolerancia ante el consumo de ciertas drogas (lo cual parece ser
una medida extremadamente irritante para otros poderosos), o
la creacin de sitios donde los consumidores de herona pueden
inyectarse de manera segura, tiene mucho sentido en un pas
pequeo y rico, donde la mayora de los problemas bsicos de
sus habitantes ha sido resuelto, donde las personas viven en una
sociedad muy bien organizada, donde las leyes y el ejercicio de las
mismas son conceptos serios. Pero esta misma estrategia carece de

[226] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


sentido en pases enormes donde la mitad o ms de la poblacin
vive en la pobreza, sin ninguna de sus necesidades bsicas
satisfechas atencin mdica, vivienda, alimento y agua, donde
las personas se desplazan masivamente de las reas rurales a las
urbanas solo para encontrar extrema miseria, donde el ejercicio
de las leyes es casi un juego... En semejante contexto, proponer
costosos programas para inyectores, o subsidios gubernamentales
para drogadictos, es totalmente insensato.

Hay casos concretos donde la unin entre diferentes


culturas ha provocado un aumento en los problemas relacionados
con drogas: los Inuits (nativos de Canad y Alaska), los
llamados nativos americanos y los nativos australianos. Existen
impresionantes reportes sobre todos ellos: fueron invadidos,
sus territorios conquistados, perdieron su identidad cultural,
y generalmente han sido despreciados o considerados como
inferiores por los defensores del nuevo orden. Pero, qu pasa con
aquellos grupos que se resisten a ser asimilados? Los Amish de los
Estados Unidos, los indgenas andinos o los monjes tibetanos,
son buenos ejemplos. He odo que algunos Amish toman
alcohol secretamente, y no pondra las manos en el fuego por
uno que otro descendiente inca aficionado a fumar pasta de coca
o marihuana; pero esto no puede ser considerado un problema
serio: no hay ninguna sociedad humana sin desviaciones (en
ltimas, debemos reconocer que muchas de estas desviaciones
han sido responsables de los ms notables cambios en la historia
de la humanidad; por supuesto, solo en algunas de ellas se utiliz
alcohol y drogas, y probablemente algunas de las ms notables
actuaciones ocurrieron a pesar de este hecho y no a causa del
mismo). Hasta donde tengo conocimiento, no se ha presentado
ningn problema de consumo de drogas y alcohol entre los Amish,
los tibetanos y los descendientes de los Incas. Algunos de los
retratos de estos grupos humanos revelan que son muy hermticos

De la actividad preventiva y teraputica [227]


y han decidido ignorar los cambios que ocurren a su alrededor
(en algunas reas del Per y de Bolivia la poblacin indgena
no solo no habla espaol sino que cuando algn extranjero se
comunica con ellos en su lengua nativa se rehsan a responder).
Estn intensamente comprometidos con la religin, poseen una
profunda identidad cultural, fuertes lazos interpersonales y, en un
sentido u otro, se ven a s mismos como personas superiores;
no estn interesados en los valores occidentales convencionales
dinero, poder, mquinas, computadoras, vida fcil, comunicacin
rpida, relaciones superficiales, solo por mencionar algunas. Aun
as, para cuntas personas en el hemisferio occidental resulta
atrayente ese estilo de vida? Puede esto significar que, en aras
de evitar problemas relacionados con droga, sea recomendable
retornar a una sociedad tradicional patrirquica o convencer a los
jvenes de que deben rezar, exaltar el nacionalismo o pretender
que todo el mal proviene de la televisin o del estilo de vida
norteamericano y europeo? Lejos de esto, lo requerido es asumir
que el consumo de droga es el resultado de una evolucin particular
de la sociedad occidental y que debe afrontarse de una manera
creativa lo cual, hasta el momento, no se ha logrado. Tratar de
ser ms explcito en algunos de mis siguientes comentarios.

Parece obvio pensar que la consideracin de los estilos de


vida resulta de mxima importancia en el diseo de programas
preventivos, pues se encuentran directamente relacionados con
la probabilidad de consumir drogas: como veamos antes, la
probabilidad de alcoholismo es mayor entre los inuits que entre
los amish; seguramente es mayor en Nueva York o en Roma que
en pequeos pueblos de Dinamarca o Alemania; pero con un
giro de significado se transforman en algo irrelevante: cuando se
utiliza el concepto para referirse a modelos ideales que pueden
ser fcilmente pervertidos, o pueden convertirse por s mismos
en una fuente de problemas; un ejemplo de esto es el llamado

[228] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


estilo de vida americano, considerado durante varias dcadas
principalmente por los mismos estadounidenses el nivel de
bienestar ms atractivo, completo y satisfactorio. Entonces, por
qu los Estados Unidos tienen el nivel ms alto de consumo de
drogas y uno de los ms altos ndices de violencia y de problemas
asociados al uso de alcohol, a nivel mundial?

As, la importancia en los estilos de vida depende


parcialmente de la definicin del concepto adoptado, y podemos
considerar dos versiones opuestas:

Los estilos de vida son patrones comportamentales elegidos:


cada uno de nosotros, como adulto, decide vivir de cierta forma,
aceptando ciertas actividades, creencias y metas y rechazando
otras. En el caso del consumo de drogas, el estudio de los estilos
de vida sera solo un ejercicio acadmico, porque la sociedad
occidental admite, en general, el derecho que cada ser humano
tiene para decidir lo que desea hacer con su propia vida.

Los estilos de vida son una serie de circunstancias impuestas


externamente que obligan al individuo a vivir segn un marco
particular y determinan en cierta medida (algunas veces en
gran medida), las condiciones socioeconmicas, educativas y
comportamentales, incluyendo la percepcin sobre uno mismo y
sobre los dems, as como la percepcin sobre el mundo.

La distincin entre ambas definiciones es esencial: la


eleccin de una u otra llevar a consecuencias totalmente opuestas
al momento de proponer qu impacto pueden tener sobre la
prevencin. Probablemente debamos emplear una definicin
compuesta: existe un gran nmero de condiciones impuestas
los seres humanos no eligen su lengua nativa, a sus padres, o sus
condiciones socioeconmicas o educativas iniciales pero, por

De la actividad preventiva y teraputica [229]


otro lado, no estamos totalmente determinados por ellas. As que
podemos, en diferentes estadios de nuestra vida, tomar decisiones
que afectarn no solo nuestro estilo de vida sino el de aquellas
personas que nos rodean.
Entonces, qu estilos de vida globales pueden ser de importancia
para prevenir el consumo de drogas, especialmente cuando
hablamos de jvenes? Sobre la base de la literatura disponible
alrededor de este tpico, la prctica clnica, la investigacin, la
experiencia pedaggica y mi propia vivencia sobre los cambios
ocurridos a mi alrededor, propongo considerar los siguientes
factores como algunos de los ms relevantes, teniendo en
cuenta que ninguno de ellos, ni positivos ni negativos, acta de
manera independiente; de hecho, en algunos casos aparecern
organizados en grupos:
1. Elementos de los estilos de vida que tienen un impacto
negativo, incrementando as la probabilidad de consumo
de droga:
a. Modelos de vida importados, usualmente asociados
a la carencia de modelos internos; esta importacin
es, en general, superficial y toma solo elementos
dispersos del patrn global. Quizs el ejemplo ms
clsico es el de los hippies suramericanos, quienes
asumieron la imagen externa (lo cual era muy fcil de
hacer), e hicieron del cannabis y de los hongos, eternos
compaeros, en conjunto con una guitarra que nunca
aprendieron a tocar. Y eso fue todo. El problema con
algunas de estas personas es que verdaderamente son
representantes del complejo de Peter Pan, y como
padres no son precisamente un modelo a seguir.
b. Cambios de roles, principalmente a nivel familiar. Hoy
en da pocas personas se atreven a expresar abiertamente
que lamentan los buenos y viejos tiempos, cuando
los roles estaban clara y perfectamente distribuidos.

[230] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Es muy arriesgado. Pero la nueva distribucin
parece no tener a nadie satisfecho (las mujeres se
quejan del incremento de sus responsabilidades,
los hombres piensan que hubo traicin en alguna
parte), y con frecuencia nadie acepta algunas de las
responsabilidades. Sabemos quien pagar por ello.
c. Ser parte de comunidades minoritarias subyugadas a
una fuerte discriminacin (raza, nacionalidades); esto
es cierto incluso en condiciones modernas, cuando
los derechos son, tericamente, los mismos para
todo el mundo En otros perodos histricos y no
estoy hablando de la Edad Media, sino de ayer, hace
menos de un siglo, cuando la discriminacin era algo
natural, algunas de estas comunidades subyugadas
a la discriminacin mostraron una circunspeccin
y un discreto estilo de vida en aras de evitar
futuros conflictos. En tiempos modernos, aquellos
miembros de minoras discriminadas tienden a vivir
en condiciones difciles menos dinero, ms nios,
desempleo, conflicto. En otras palabras, existen
mayores riesgos para aquellos cuyos mundos no
estn estructurados o que han sido des-estructurados
(comunidades anmicas).
d. Carencia de esperanza para el futuro, como
consecuencia de desastres naturales, o circunstancias
polticas, que llevan a comunidades enteras a creer
que no existe una salida para ellos.
e. Vivir en un medio donde la intoxicacin por drogas y
alcohol es tolerada y aceptada, y donde las drogas son
fcilmente accesibles.
f. Ausencia de compromisos generales o propsitos de
vida.

De la actividad preventiva y teraputica [231]


2. Algunos de los factores relacionados con un impacto
positivo, es decir, la disminucin de la probabilidad de
consumo de drogas, son:
a. Estar comprometido con valores no relacionados con
el poder, el dinero o la fama (ejemplo: la ciencia, el
servicio a los dems, el desarrollo de la comunidad).
b. No pensar en las drogas como un mundo atractivo
por descubrir, o como una puerta que permite la
entrada de experiencias agradables e inaccesibles de
otra forma.
c. Fortalecer la vida espiritual, independientemente de si
esto ocurre o no dentro de un contexto religioso.
d. Pensar en las drogas como una forma seria de
deteriorar la salud y/o de la habilidad de llevar a
cabo tareas que requieren el mejor de los esfuerzos
(fsico o intelectual).
e. Razones polticas (tal y como sucede con algunos
grupos, que consideran el uso de drogas como una
prueba de traicin a los ideales revolucionarios).
f. Fuertes lazos familiares, donde la estructura de las
relaciones es clara, con bajos niveles de violencia
fsica y verbal, canales abiertos de comunicacin y
compromisos colectivos.

Cmo lograr que estos elementos sean tiles a la hora


de implementar proyectos de prevencin? Quiero sugerir que, si
deseamos alcanzar un buen nivel de anlisis y una buena calidad
para futuras propuestas preventivas o de investigacin, debemos
evitar ciertas ideas que poco a poco se estn convirtiendo en
mitos, algunos controlables fcilmente, mientras otros se resisten
a desaparecer. Estos son algunos ejemplos:
2. Existe un estilo de vida ideal vlido para todos los seres
humanos. Previamente hice referencia a esto, asociado al

[232] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


imperialismo y al colonialismo. Un derivado de este mito
es la sociedad ideal libre de drogas; este tipo de enunciados
conlleva a Guerras Santas, y a Cruzadas que han
probado sobradamente ser un fracaso; adems, no cabe
duda de que algunas sociedades tradicionales son altamente
dependientes del uso ritualizado de algunas sustancias, y no
son ms infelices que los dems.
3. Existe un modelo genuino ideal para hacer prevencin.
Por ejemplo, hacer prevencin con manual en mano,
donde hay un modelo estructurado posible de duplicar o
replicar por cualquiera. En algunos casos, si no hay una
evaluacin formal, enmarcada de la misma manera, el
trabajo no merece ninguna futura consideracin. Esto es
un sesgo altamente inadecuado, pues asume que todas
las personas reaccionan aproximadamente de la misma
manera ante el mismo estmulo. No necesito entrar en la
discusin de esta perspectiva tan simplista, pero todo esto
ocurre principalmente por razones polticas y econmicas,
no por razones cientficas. Los numerosos estudios hechos
por NIDA (Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas, por
su sigla en ingls) son, en general, de alta calidad y muy
pertinentes para los Estados Unidos, pero difcilmente
puede considerarse que este modelo es apropiado para
pases suramericanos, africanos, o asiticos. Y es obvio que
se deben evaluar los programas, pues de otra manera el
progreso no es posible. Sugiero tener en cuenta que existe
ms de una manera de hacer las cosas y que en los pases
en desarrollo los programas de prevencin de drogas y
alcohol deben estar relacionados primordialmente con la
promocin de una mejor calidad de vida tal y como sea
entendida en cada lugar. Este es el nico marco donde el
concepto puede lograr un verdadero significado. En aras
de desarrollar estrategias inteligentes debemos considerar

De la actividad preventiva y teraputica [233]


que llegar a ser dependiente de alguna droga puede ser
en s mismo la eleccin de un estilo de vida; puede ser la
consecuencia de problemas familiares, sociales o contextuales
que el individuo no puede afrontar o resolver; puede ser
la consecuencia de dificultades individuales, incluso de
patologas; o puede ser el resultado de una combinacin
de todos estos factores. Por estas razones, desde mi punto
de vista, trminos como estilo de vida global o estrategia
global de prevencin, son conceptos intiles.
a) La Aldea Global. En lo que se refiere a los problemas
de drogas y las estrategias de prevencin, esto es solo
una ilusin, y una bonita imagen con la cual jugar; es
cierto que gracias a ciertos programas de televisin, a las
computadoras, los peridicos e internet, las distancias
fsicas y algunas diferencias culturales se han visto
modificadas de forma significativa. Pero todava somos
muy distintos: los estilos de vida en Brasil, Canad,
Vietnam, Nigeria, Italia, Japn y Bolivia tienen poco
en comn, y no es posible considerar una tan buena
como la otra en lo que respecta a los riesgos del abuso
de drogas, porque los estilos de vida son los productos
naturales de un complejo patrn de interrelaciones
entre un incontable grupo de variables. La tendencia a
hiper-simplificar este tipo de complejidades resulta de
la necesidad de satisfacer las necesidades de algunos
polticos, diciendo exactamente lo que quieren or. Y
ellos detestan or que algo es muy complejo.
b) La pobreza como causa principal del problema. Esto no
es real y no puede ser considerado como una causa
en s misma: la mayora de las personas de la India son
muy pobres, y aun as su problema con las drogas es
mnimo; teniendo en cuenta su enorme tamao y su gran
poblacin, el problema de drogas es muy bajo en frica.

[234] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Por otro lado, en el sur del Bronx, en Nueva York, las
personas son ciertamente menos pobres que millones de
personas de la India y de frica: y all el problema con las
drogas es abrumador. En varios pases europeos la mejor
forma de recibir ayuda del gobierno es siendo adicto
a las drogas, y los usuarios de drogas estn en mejores
condiciones que muchos de sus compatriotas; pero no
creo que alguien explique su consumo de droga como
una forma de mejorar su condicin de vida.
c) Descomposicin y desestructuracin familiar como factores
cruciales en el abuso de drogas. Esto es probablemente cierto,
pero necesita ciertos matices. Un estudio realizado en Costa
Rica hace ya mucho tiempo (Fuentes, 1995) mostr que
all la principal causa predictiva en la adiccin a las drogas
eran las familias hiperpobladas, pero no la desintegracin
familiar. Otro estudio hecho en Brasil, en la misma poca,
(Telles, 1995), mostr que el 80% de las mujeres que estaban
en tratamiento por problemas de marihuana y cocana eran
casadas, con dos hijos y sus vidas parecan muy estables;
el nico factor en comn encontrado es la conducta
violenta ejercida por alguno de los padres, o la ausencia de
alguno cuando la nia tena entre cinco y quince aos. Si
esto es cierto, me pregunto por qu hay tan pocas mujeres
involucradas en consumo de drogas, porque es bien sabido
que ambas condiciones son muy comunes en Suramrica.
Finalmente, la experiencia israel muestra un pas con uno
de los ndices ms bajos de consumo de droga en el mundo
occidental, a pesar de los cambios masivos inducidos por
los kibbutz en la vida familiar.

Debemos resolver algunas preguntas simples pero
difciles, que pueden ser legtimamente consideradas como
macro-preguntas. Citar dos ejemplos:

De la actividad preventiva y teraputica [235]


Qu ha estado ocurriendo en la sociedad occidental
moderna para generar el actual problema de droga? Todos
sabemos que las drogas han estado presentes por siglos,
pero nunca han sido utilizadas del modo tan peculiar que
presenciamos hoy en da.

Hasta qu punto la definicin de polticas de control


debe estar en manos de funcionarios internacionales con grandes
dificultades para entender las circunstancias, las creencias, las
costumbres y los estilos de vida de otros pueblos, convencidos de
que la Aldea Global es una realidad tangible, y por consiguiente,
todo el mundo piensa igual que ellos? Hay mltiples ejemplos
de exigencias absurdas hechas en nombre de cdigos redactados
en Viena o en Nueva York: baste recordar lo que ocurri en
Vietnam, Myanmar y Kampuchea: fumaron opio por siglos con
menos daos que los presentados en los pubs ingleses o en algn
bar de cualquier pas donde se consuma alcohol; una vez sus
gobiernos acordaron eliminar el consumo legal y la tolerancia con
el opio fumado, los usuarios se pasaron al consumo de herona
inyectada ahora fcilmente accesible; debido a la carencia de
jeringas muchos cientos de individuos fueron inyectados por
inyectores profesionales, reutilizando la misma aguja con un
promedio de cincuenta personas diferentes; en menos de tres
aos, 90% de estos heroinmanos eran VIH positivos y poco
tiempo despus murieron sin ninguna posibilidad de asistencia.
Lo que resulta por dems escandaloso es que nadie asume jams la
responsabilidad por esta clase de equivocaciones, probablemente
porque se cometen con pueblos en vas de desarrollo, es decir,
con ciudadanos de segunda clase.

Quiero concluir estas reflexiones a la manera clsica:
con una recomendacin. La mayora de mis compaeros
acadmicos diran: Se necesita ms investigacin. Sin duda.

[236] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Pero yo ms bien dira: Se necesita ms humildad y modestia
por nuestra parte, porque sabemos muy poco y pretendemos
saber mucho. Debemos ser flexibles, ser capaces de adaptar
modelos a nuestra realidad y no al contrario. Probablemente
estemos mirando en la direccin equivocada, tratando de
determinar cules son los factores responsables del caos y no
vemos el bosque porque estamos enfocando solo un rbol.

De la actividad preventiva y teraputica [237]


Referencias

Fuentes, J.L. (1995). Costa Rica: deporte ya no es garanta contra


las drogas. Drogas y Sociedad, 1 (6), UNDCP, p. 3-4.
Telles, H. (1995). Brasil: Por qu se drogan las mujeres
profesionales? Drogas y Sociedad, 1 (6), UNDCP, p. 1-2.

[238] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


11. Vulnerabilidad, determinantes sociales del
consumo de drogas y el futuro de la prevencin. 44

Debemos entender la vulnerabilidad de una persona o


de un grupo social como la condicin mediante la cual una serie
de factores de diferente ndole interactan de tal manera que
producen un determinado grado de fragilidad o de resistencia
frente a una situacin de amenaza. Esta definicin nos remite
de inmediato a tres conceptos ampliamente conocidos por las
personas que trabajan en este campo: el de factores protectores
y de riesgo, por una parte, y al concepto de riesgo total, por
otra parte.

Mi propsito aqu ser doble: en primer lugar, presentar


esos factores agrupados para poner de manifiesto lo que los
investigadores han podido determinar, de manera cada vez ms
sistemtica en los ltimos veinte aos: que el uso de sustancias
psicoactivas (SPA) est especialmente asociado a factores
sociales y de presin de grupo, y que el abuso de SPA tiene una
mayor relacin con factores de carcter psicobiolgico (Glantz
& Pickens, 1992; Sloboda & Bukoski, 2003).

En segundo lugar, tratar de mostrar por qu es


necesario, precisamente por esos determinismos, repensar el
futuro de la prevencin: en efecto, el uso de drogas a nivel
experimental, recreativo, circunstancial (por oposicin a los
usos impulsivo y compulsivo, que son formas de abuso) tiene
inmensas repercusiones en la juventud y est relacionado con
una gran variedad de problemas de carcter legal, econmico,
44 Una versin ms informal de este texto fue presentada en la XIII Conferencia
Latinoamericana de Comunidades Teraputicas, Medelln, Octubre 20-22 de 2011.

De la actividad preventiva y teraputica [239]


sexual, de identidad, de fracaso escolar o de asociaciones
indeseables, en mayor o menor grado; y puesto que una
proporcin importante de quienes durante un tiempo son
usuarios ocasionales terminan involucrados en situaciones de
abuso, la meta inicial deber ser evitar al mximo cualquier uso
de SPA y retardar hasta donde sea posible el inicio de consumo
de alcohol.

En el campo que nos interesa, denominamos factores


de riesgo a aquellas situaciones o condiciones (personales o
ambientales) que aumentan la probabilidad del uso o abuso
de drogas. Por el contrario, los factores protectores son aquellos
que disminuyen la probabilidad del uso o el abuso de drogas
(Clayton, 1992).

En los espacios siguientes debo ser muy esquemtico,


dado lo extenso del tema y el breve espacio disponible, pero
tambin porque la mayora de estas temticas son ampliamente
conocidas por quienes se dedican a trabajar en ellas, pues se ha
escrito y publicado en abundancia al respecto; de manera que
me limitar a enunciar los factores, sin entrar a elaborar sobre
ellos. As, los factores de riesgo ms citados suelen ser:
Curiosidad sobre efectos
Necesidad de pertenencia y aceptacin
Independencia y hostilidad
Placer, emocin, peligro
Estado superior de conocimiento y creatividad
Bsqueda de bienestar y tranquilidad
Escape a la angustia

En esta lista, las dimensiones sociales y psicobiolgicas


aparecen mezcladas y producen cierta confusin por falta
de especificidad. Por ello es conveniente considerar una

[240] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


clasificacin ms precisa y con mayor poder de discriminacin:
1. Riesgo psicolgico y biolgico; 2. Riesgo parental; 3. Riesgo
escolar; 4. Riesgo con los pares y 5. Otros riesgos.

Tabla 1.
Factores de Riesgos (dimensiones sociales y psicobiolgicas)

VULNERABILIDAD, DETERMINANTES SOCIALES


DEL CONSUMO DE DROGAS Y EL FUTURO
DE LA PREVENCIN
Riesgo Riesgo
Riesgo Riesgo con
Psicolgico y parental Otros Riesgos
escolar los pares
Biolgico

Relaciones Bajos logros Rechazo


Impulsividad Contexto
Pobres acadmicos de los pares
Global

De privacin
Bajas
Delincuencia econmica
Curiosidad Control Hostil aspiraciones
extrema

La publicidad,
que hace
de las SPA
Bajo Frecuentar
Sensibilidad Control objetos de
compromiso pares
biolgica Inconsistente consumo
consumidores
como
cualquier otro

Aceleracin
Dficits Malos Ritmo de Vida
Bsqueda de Rebelda
intelectuales Amigos Anomia y
placer
Moda

Actitudes
Favorables Abandono Presin del
Bsqueda de Delincuencia
Hacia el escolar Grupo
escapes
Consumo

De la actividad preventiva y teraputica [241]


Venta y
consumo de
Bsqueda de Hijos de
drogas en el
sensaciones Consumidores
vecindario

Dficit Falta de
atencional espiritualidad/
hiperactividad religiosidad

Baja activacin Inconformidad


del SNA y del con las reglas
SNC

Factores Uso temprano


hormonales de alcohol

Baja
autoestima

Psicopatologa
/ Depresin

Trastornos del
desarrollo

Trastornos de
aprendizaje

Manifiestamente, las categoras que ms nos interesan


son las que se presentan en la clasificacin de 2 a 5; de ellas,
las ms abundantemente tratadas en la literatura son los riesgos
escolares, los asociados con los pares y los medioambientales,
en particular la pobreza extrema y el uso temprano de alcohol.
De aqu se desprende el concepto de riesgo total.

Riesgo total

Es el resultado de la combinacin del peso relativo de


cada uno de los factores que intervienen y que globalmente
pueden agruparse en tres grandes categoras: el contexto
social y medioambiental; la persona misma; y la sustancia.

[242] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Ese tringulo permitir evaluar la situacin precisa de una
persona o de un grupo.

Permtaseme en este punto focalizar la atencin en uno
solo de esos factores, y a modo de ejemplo, pues son posibles
anlisis semejantes con todos los otros: se trata del riesgo
parental, uno de los factores que ha sido menos analizado; mi
enfoque ser global, y tendr la forma de una pregunta: Qu
ocurre con los padres contemporneos?

Quiz convenga empezar con un mea culpa: los


psiclogos compartimos con las nutricionistas y los economistas
ciertas deficiencias en nuestro saber, que expresamos de formas
diferentes: las nutricionistas cambian radicalmente de opinin
cada tres o cuatro aos, de manera que lo que ayer era un
veneno, hoy es una bendicin y viceversa; los economistas,
a pesar de reconocimientos elevadsimos,45 fallan en el 90%
de sus predicciones. Y los psiclogos sostienen afirmaciones
a pesar de todas las demostraciones de que son falsas (en el
mbito de la psicopatologa eso se llama delirio). Un solo
ejemplo nos pondr de inmediato en el mbito pedaggico:
nosotros popularizamos hace ms de cincuenta aos la idea
de que los padres deben ser amigos de los hijos, olvidando,
como dice Mara Mercedes de Brigard, rectora del Colegio Los
Nogales, que al hacer eso los dejamos hurfanos. Los psiclogos
hemos contribuido sustancialmente a que se cometan muchos
errores y los hemos petrificado, negndonos obstinadamente
a mirar las cosas de manera sencilla, convirtiendo una simple
y oportuna nalgada, en un crimen, promoviendo la idea de
que los nios tienen nica y exclusivamente derechos, que
45 Me refiero, entre otros, al premio asignado cada ao por el Banco de Suecia y que
la mayora de la gente conoce como, Premio Nobel; (el Premio Nobel de Economa
no existe).

De la actividad preventiva y teraputica [243]


cualquier intento de correccin es un atentado contra los
nios; que jams se deben tomar medidas sancionatorias, y que
todo se debe resolver con base en lo que se traduce en una
actitud llorosa e incluso pattica por parte de los padres, que
persiguen al nio por toda la casa pidindole constantemente
perdn. Y los polticos, que nunca desperdician la ocasin de
presentarse como paradigmas de virtudes, se han apresurado
a reforzar esas ideas absurdas. Adems, en el momento actual
se presenta una patologizacin completamente inadecuada:
depresin, sndrome de dficit de atencin e hiperactividad,
bipolaridad, son algunos de los diagnsticos que se aplican a
nios y adolescentes por centenas de miles: el uso inadecuado,
por arte de psiquiatras y psiclogos, de instrumentos como el
DSM-IV, como si se tratara del manual de un equipo de sonido
o de un carro, ha creado un inmenso malestar que convierte a
personas de pocos aos de edad en vctimas de un bombardeo
constante de tratamientos, los cuales, en la mayora de los
casos, no solo son totalmente ineficientes sino perjudiciales,
porque llevan a los nios a creer que algo grave est fallando
en ellos y los estigmatiza, eventualmente, para siempre. Igual
que ocurre con la sobreproteccin (Greenberg, 2010; Watters,
2010; Whitaker, 2010). No solamente no podemos sentirnos
orgullosos de tan flacos servicios a la sociedad, sino que
deberamos sentir vergenza.

Y que sea esta la ocasin de aadir dos comentarios:


primero, que el modelo para explicar el problema de las drogas
basado en el concepto de enfermedad-que-se-cura-con-una-
pastilla,46 es totalmente inadecuado y se basa en presupuestos
falsos; en segundo lugar, que la gran mayora de las llamadas
enfermedades mentales no han sido descubiertas (como

46 Ver en este mismo volumen Existe realmente algo llamado enfermedad adictiva?.

[244] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


es el caso de la tuberculosis o de la sfilis), sino que fueron
literalmente inventadas: tal como lo han confesado miembros
del comit de la American Psychiatric Association encargados
de estos menesteres (entre ellos Robert Spitzer, director del
equipo que desarroll el DSM-IV), los miembros votan
la inclusin o no de nuevas enfermedades; y el DSM-V nos
ofrecer 128 nuevas enfermedades; por ello recomiendo la
mayor reserva frente a esas clasificaciones, asociadas a grandes
intereses ligados a las compaas farmacuticas, tal y como lo
han demostrado Greenberg (2010) y Kirsch (2010).

Por todo lo anterior me parece que el psiclogo ms


sensato que he escuchado en los ltimos aos es Andrs Lpez,47
quien en su opus magna La Pelota de Letras puso sobre la mesa
una realidad que todos conocemos y todos queremos ignorar:
que los padres modernos les tienen miedo a sus hijos.

No estoy proponiendo no faltaba ms que debamos


regresar a las pocas de la letra con sangre entra y a las de los
padres abusivos en trminos de represin, o que el castigo fsico
es til. Lo que estoy diciendo es que criminalizar una nalgada
es una solemne tontera. Estoy sugiriendo que seamos sensatos,
y si no deseamos presenciar el incremento de la violencia y
la criminalidad juvenil (como de hecho ha ocurrido), ms nos
vale recurrir al sentido comn y tener en cuenta la sabidura
acumulada por los pueblos desde que los humanos adquirieron
esa fantstica habilidad interpretativa del mundo que nos rodea
y de nosotros mismos que llamamos conciencia, propiedad
humana que nos permite prever el futuro, utilizar en nuestro
favor el pasado y conducir nuestro presente. La primera regla
47 Andrs Lpez es un clebre comediante, pionero en Colombia del gnero del stand-up
comedy. Su nombre se encuentra en Wikipedia.

De la actividad preventiva y teraputica [245]


que se desprende de la utilizacin del sentido comn es una
regla de oro, el pilar fundamental de toda la educacin humana,
pero que hemos olvidado por completo: todo lo que uno haga o
deje de hacer tiene, o debe tener, ciertas consecuencias. Cuando
esto se olvida, como parece haber ocurrido, el resultado es un
desorden altamente improductivo en trminos de beneficios
sociales para toda la colectividad. La polica fue creada para
recordarnos este principio, pues la civilidad no parece poder
sobrevivir sin unos controles, como lo demuestra el famoso
episodio descrito por Steven Pinker en The Blank Slate (2002)
cuando en Montreal, Canad, uno de los pases ms civilizados
del mundo, hubo una huelga de policas de 24 horas en 1969:
lo que ocurri en ese da desde el punto de vista de infracciones
a la ley e incluso de crmenes violentos, agresiones, asaltos y
pillaje, ni los espritus ms negativos y pesimistas habran
podido imaginrselo

No todo lo que los psiclogos hemos hecho en este


campo es malo o errneo. Largos aos de investigacin han
mostrado que, incluso aceptando muchas variantes, puntos
intermedios y combinaciones, habra cuatro grandes estilos de
crianza: el autoritario, el que yo llamara responsable o mejor
aun, los padres-maestros (el trmino utilizado en ingls,
authoritative tiene connotaciones inadecuadas en espaol), el
indulgente, y el negligente. Los padres autoritarios son exigentes
y controladores pero no responsivos ni clidos; las reglas son
claras y no se supone que los hijos las cuestionen; los padres-
maestros piden y dan, son clidos, apoyan y son estimulantes
pero, al mismo tiempo, son firmes e imparten normas para sus
hijos sin ser intrusivos o restrictivos (y esto de por s muestra
hasta qu punto se ha transformado el rol de los maestros, que
antiguamente eran simples transmisores de conocimientos
con altsimo grado de autoritarismo); los padres indulgentes

[246] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


son responsivos y clidos pero mucho menos demandantes,
permiten mucha autorregulacin y evitan la confrontacin, por
lo que resultan manipulados con frecuencia; y los negligentes no
son responsivos ni demandantes, no monitorean o guan a sus
hijos y no se relacionan con ellos clidamente. En mi campo
de trabajo primordial, el del consumo de drogas y alcohol,
no existe la menor duda, pues los datos son completamente
consistentes a lo largo de veinte aos: los jvenes con menor
probabilidad de abuso de estas sustancias, son los hijos de
padres-maestros; al contrario, los de mayores probabilidades,
son los hijos de padres indulgentes y negligentes. Lo mismo
ocurre con conductas delincuenciales, tal como se ha visto en
muchos estudios, especialmente en los Estados Unidos donde,
adems, se han comparado las estructuras relacionales familiares
asociadas a orgenes tnicos, raciales y de pas (no es lo mismo
ser de origen cubano, portorriqueo o mexicano): los resultados
son impactantes y netos se constatan grandes diferencias pero
las explicaciones todava son frgiles y muy tentativas. Es a eso
a lo que deberamos dedicarnos los psiclogos, en vez de repetir
frases de cajn.

Aprovecho la oportunidad para referirme a un tema


que ha creado intensos debates desde la poca en que Antanas
Mockus era Alcalde de Bogot: Deben los padres ensearles
a tomar alcohol a sus hijos? Podramos presentar mltiples
argumentos, pero desde el punto de vista educativo, basta
solo uno: en sentido estricto, eso implica ensearles a los
hijos a quebrantar la ley. Los argumentos sobre la realidad,
que todos lo hacen, que es imposible, son los argumentos
de la debilidad: sobre ellos jams se construir una sociedad
destinada a sobrevivir.

De la actividad preventiva y teraputica [247]


Personalmente, no tengo dudas sobre la importancia
capital de la familia en el desarrollo de comportamientos
favorables y desfavorables para el futuro de una persona o de un
pueblo. Por supuesto, esa no es la nica influencia. Pero quiero
subrayar algo: las estructuras fundamentales sobre las cuales se
cimientan los comportamientos polticos ms valorados en la
actualidad, y que conocemos como democracia, no funcionan
como democracias: me refiero a la familia y a la escuela. Acaso
elegimos a nuestros padres? Decidimos qu lengua nos van a
ensear? Nos piden nuestro voto y se obedece con respecto al
colegio al que vamos, la ropa que nos ponemos, lo que se come
en la casa, la hora de llegada del padre, la religin que se ensear,
las horas de visitas? En el colegio nos piden que votemos por
los contenidos de las clases? Por supuesto que no. Y no es en
absoluto necesario que sea as para implantar en la mente de
los nios las ideas democrticas y de desarrollo natural positivo,
esenciales en toda pedagoga contempornea en Occidente. Por
qu? Nuevamente el sentido comn se impone, y los libros de
sabidura que nos acompaan desde hace milenios (no tantos
como algunos creen, pero por lo menos casi tres mil aos) nos
lo han dicho: hay tiempo para todo, y cada cosa a su tiempo:
es ridculo creer que si un padre de familia se toma una copa de
vino en una comida, eso abre la puerta para que el nio de diez
aos exija su derecho de hacer lo mismo; es insensato que los
reclamos del derecho a la privacidad de un pber de doce aos
incluyan su derecho a tener relaciones sexuales en su cuarto
con sus compaeras de colegio. Esos nios estn reclamando
derechos de adultos, no derechos de nios; y hay algo que no
puede olvidarse, pero que tambin hemos olvidado: y es que
el concepto de derecho es inalienablemente inseparable del
concepto de deber: quien reclama los derechos de adulto
adquiere de inmediato los deberes del adulto. Simple sentido
comn, que me parece no estamos usando mucho

[248] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La verdad es que podra continuar en esta tnica
durante largo tiempo, pero no es necesario: solo deseo sugerir
la importancia de replantear los caminos asumidos para educar
a nuestros hijos, y que nuestros errores tendrn consecuencias,
eventualmente graves. No es necesario ser represivos, ni
duros, ni agresivos: basta con ser consistentes, con tener
claro qu es bueno y apropiado para ciertas edades, y qu no.
Cul es el criterio que lleva a una madre a vestir a su hija de
ocho aos con ropa que la hace aparecer como una persona
mucho mayor, y a llevarla ella misma a una miniteca a bailar
reguetn? No es el sentido comn, ciertamente. Pretender
que yo, que nunca he puesto normas ni lmites, o que las he
utilizado inconsistentemente, puedo ahora imponerme sobre
un adolescente de diecisiete aos, es una utopa.

Por el contrario, si mis normas son claras, si s


exactamente cules son las cosas no negociables y cules s, y
tengo la capacidad de explicar la diferencia, puede que no evite
las malas caras durante un tiempo, pero no romper el vnculo
con mis hijos y podremos llegar a acuerdos, en los que yo no
renuncie a mis responsabilidades y ellos no tengan por qu
asumir riesgos que no les corresponden.

Los hijos son una cometa: estn hechos para volar. Pero
debe haber una gua, un control, un peso en la cola. Si no lo hay,
la cometa ser destruida por los vientos y por su propia inercia.

El futuro de la prevencin

A pesar de una aparente estabilizacin del problema


(ONUDC, 2011), cerca de doscientos cincuenta millones
de personas consumen regularmente sustancias ilegales en el
mundo, y muchas ms tienen problemas serios con el alcohol.

De la actividad preventiva y teraputica [249]


Aun cuando el problema afecta a personas de todas las edades,
se gesta en la gran mayora de los casos a finales de la infancia y
durante la adolescencia, y es por esa razn que la casi totalidad
de las estrategias de prevencin se centran en estos grupos de
jvenes.

Los costos humanos, sociales y econmicos del consumo


de drogas y de alcohol son enormes, como lo demuestran los
estudios llevados a cabo en Estados Unidos, Canad, el Reino
Unido y Alemania (Collins, Lapsley, Brochu, Easton, Prez-
Gmez, Rehm, y Single, 2006), para citar solo algunos, y el
estudio de CICAD/Universidad de New Jersey en seis pases
del hemisferio americano (Prez, Valencia y Rodrguez, 2006).
En pases como el nuestro, donde la atencin estatal ofrecida
a los consumidores de drogas es risible (su capacidad no
sobrepasa los trescientos cupos para una demanda potencial
de cerca de trescientas mil personas, segn el Ministerio de la
Proteccin Social, 2008), las familias gastan fortunas en tratar
de sacar a sus parientes de estos problemas, con resultados ms
que deficientes en la gran mayora de los casos.

Desde todo punto de vista, la prevencin es la opcin


preferencial. La idea de que prevenir es mejor que curar existe
desde la antigedad y no ha perdido vigencia: es definitivamente
menos costosa, evita mucho sufrimiento y evita tambin las
secuelas asociadas a ciertas enfermedades o problemas. Sin
embargo, en lo concerniente al consumo de drogas y alcohol,
las cosas no son tan claras:
1) Para que un programa preventivo sea efectivo, debe ser a
largo plazo y cubrir una parte importante de la poblacin
objetivo. Ninguno de esos dos requisitos se cumple en los
pases en vas de desarrollo, donde la cultura suele ser de
apagar incendios, de ejecutar acciones puntuales y de corto

[250] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


plazo, y de desalentarse si los resultados no son inmediatos.
No es lo mismo prevenir enfermedades gastrointestinales
asociadas a aguas contaminadas que convencer a padres
de familia de que el alcohol es perjudicial para los nios.
En Colombia, pocos presidentes, gobernadores o alcaldes
desarrollan verdaderos programas preventivos porque eso
no da votos.
2) Hay una enorme confusin entre programas preventivos
y campaas preventivas; los primeros son un conjunto
articulado de estrategias destinadas a reducir factores de
riesgo y a incrementar los protectores, mientras que las
segundas son acciones de tipo publicitario con mensajes
supuestamente preventivos. La experiencia de treinta
aos ha mostrado en todo el mundo que las campaas
carecen de todo efecto preventivo cuando se emplean
como instrumento aislado; pero en los pases en vas de
desarrollo casi lo nico que se hace (cuando se hace algo)
son campaas.48
3) Se ha desarrollado una industria de la prevencin que
vende unos productos y unas franquicias, como cualquier
compaa productora de hamburguesas. Eso, en s
mismo, no tiene nada de malo, pero el problema estriba
en que prcticamente ninguno de esos productos ha sido
debidamente evaluado: en consecuencia, la casi totalidad
de las bondades que se les adscriben no son ms que
afirmaciones sin sustento.
4) Los programas realmente buenos y evaluados son costosos;
por consiguiente, los gobiernos y las organizaciones que los
ejecutan suelen preferir los baratos y sin evaluacin. Ese ha
sido el caso del DARE (Drug Abuse Resistance Education),
empleado durante muchos aos en Estados Unidos y
48 Ver en este mismo volumen el artculo 9: Prevencin y medios masivos de
comunicacin.

De la actividad preventiva y teraputica [251]


exportado sin adaptaciones a casi toda Amrica Latina;
tal programa ha resultado de una eficacia nula en lo que a
consumo de drogas se refiere, aun cuando tiene la reputacin
de mejorar las opiniones de los jvenes sobre la polica.
5) Los programas preventivos requieren adaptaciones
constantes, relacionadas con cambios tecnolgicos (por
ejemplo, uso de computadores o de estrategias visuales, ms
que de lectura) o culturales (autonoma temprana de los
adolescentes en el campo de la sexualidad y del placer, aun
cuando no en el econmico). Esos cambios constantes y a
veces bruscos hacen que los programas se vuelvan no solo
imposibles de evaluar, sino que aquellos que servan muy
bien para un grupo, probablemente sean inadecuados para
uno equivalente pero dos o tres aos ms joven.
6) Los programas de largo plazo son, necesaria y forzosamente,
reiterativos, lo que termina provocando el rechazo y la
desmotivacin por parte de los adolescentes.
7) Si asumimos que los padres son actores fundamentales
de estos procesos, es natural y obligatorio incluirlos. La
experiencia en muchos pases muestra sistemticamente
que los padres que se interesan, participan y asisten a las
actividades programadas, son quienes presentan menor
riesgo de tener hijos con problemas de drogas o alcohol,
precisamente porque se interesan por ellos y todo lo que les
concierne. Los otros no asisten.
8) En pases como el nuestro, los maestros se consideran
(muchas veces con razn) vctimas de explotacin por parte
de las entidades educativas, y por consiguiente muestran
muy poca inclinacin a colaborar, o a capacitarse, o a
dedicar horas extras al trabajo de prevencin.
9) Los gobernantes suelen hablar de la importancia del asunto,
de proteger a la juventud y de temas parecidos. Pero a la hora
de invertir recursos, casi cualquier otra cosa resulta prioritaria.

[252] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


10) Por ltimo, los jvenes no desean saber nada sobre los
peligros de la droga y el alcohol. Quieren or hablar de
drogas y de sexo, pero no como fuentes de problemas, sino
como fuentes de placer.

Todas estas consideraciones llevan a pensar que tal vez


ha llegado el momento de cambiar de foco, de innovar, de
buscar otros actores y de conseguir efectos importantes a travs
de intervenciones breves, impactantes y de bajo costo.

Algunos ejemplos de nuevas aproximaciones a la


prevencin que podran tener apoyo estatal o privado, seran
las siguientes:
a. Trabajar en la capacitacin de pediatras, mdicos
generalistas, odontlogos y enfermeras, para identificar
nios y adolescentes de alto riesgo y sepan cmo
proceder: contacto con los padres, respeto de la
confidencialidad, redireccionamiento y remisiones,
etc. Este programa ya existe y se llama Bienestar Futuro,
creado y promovido por Nuevos Rumbos, Red Papaz y la
Fundacin Santa Fe de Bogot.
b. Creacin de un sitio web especial para jvenes,
donde puedan encontrar toda la informacin sobre
las sustancias, desde la ms superficial hasta la ms
sofisticada, incluyendo vnculos electrnicos que les
permitan aclarar cualquier duda.
c. Crear juegos sobre el tema, para jvenes entre diez y
quince aos, que les ayuden a verificar qu tanto saben
y qu tanto ignoran.
d. Crear un instrumento de autoevaluacin sobre consumo
de alcohol. Nuevos Rumbos desarroll uno, pero puede
haber otras opciones.

De la actividad preventiva y teraputica [253]


e. Crear animaciones realmente llamativas, en donde,
a travs de situaciones cmicas, divertidas e incluso
ridculas, se pasen mensajes interesantes y de larga
recordacin.
f. Crear un personaje de historieta, una especie de Chapuln
Colorado que resuelva situaciones complicadas de
presin de grupo, por ejemplo.
g. Invitar a figuras consideradas muy play y cool a hacer
breves comerciales en los que se contrabalancee la
propaganda de alcohol o se rechacen los imaginarios
sobre ciertas drogas.
h. Estimular y apoyar todos los movimientos cvicos,
provenientes de padres de familia o de escuelas y colegios,
o de ambos, dirigidos a exigir el respeto de las leyes y la
proteccin de la infancia y la adolescencia, y apoyarse
para ello en los medios masivos de comunicacin.
i. Dar un apoyo a la creacin de redes de padres que se
informen mutuamente sobre sus hijos en lo referente a
consumo de alcohol. Promover intensamente el que los
padres se sientan con derecho de preguntar si en una
determinada fiesta o reunin se consumir alcohol, y de
vetar la asistencia a esos sitios, segn el caso.

Ninguna de las acciones citadas arriba es, en s misma,


un instrumento suficientemente poderoso de prevencin;
pero combinadas en diferentes grados, e instauradas
progresivamente, muy probablemente lo sean, especialmente si
se integran a programas coherentes. Tales programas no debern
tratar el problema del alcohol y las drogas como si estuvieran
desconectados del resto de los problemas que afectan a la
sociedad y, especficamente, a los jvenes. Hay dos ejemplos de
programas ya existentes (uno con un amplio reconocimiento,
el otro todava en construccin) que deseo citar para terminar

[254] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


esta presentacin: Comunidades que se cuidan (Communities That
Care), es un sistema de prevencin creado en la Universidad de
Washington, Seattle, que se propone evaluar las caractersticas
de cinco problemas de alta relevancia para los jvenes, para
luego proponer acciones preventivas con la participacin de
todos los estamentos de la comunidad: consumo de alcohol y
drogas; embarazo adolescente; violencia juvenil; porte de armas
entre los jvenes; y violencia intrafamiliar (Hawkins y Catalano,
2009). Mejores Amigos: es un programa destinado, inicialmente, a
jvenes entre los diecisis y veintids aos, en el cual se abordan
mltiples problemas de esta poblacin: consumo de alcohol y
drogas, sexualidad adolescente, comunicacin padres-hijos, los
amigos, resolucin de conflictos, conductas digitales, trastornos
alimenticios y suicidio, entre otros. Se emplean mltiples
instrumentos, que incluyen videojuegos y capacitacin virtual
para padres de familia, pero el contacto con los jvenes se hace
a travs de stand-up comedies llenas de humor y manejadas por
un actor de gran aceptacin a pesar de su juventud.

La innovacin resulta imprescindible pues los modelos


de intervencin preventiva deben adaptarse a las condiciones
cambiantes del mundo actual. El objetivo nuclear de disminuir
los factores de riesgo e incrementar los de proteccin con el
fin de disminuir la vulnerabilidad o riesgo total, solo podrn
conseguirse involucrando en los procesos a tantos actores
como sea posible y utilizando estrategias que despierten
constantemente el inters de los jvenes.

De la actividad preventiva y teraputica [255]


Referencias

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factors. En M. Glantz & R. Pickens (eds.) (1992).
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Collins, D., Lapsley, H., Brochu, S., Easton, B., Prez-Gmez,
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Glantz, M. & Pickens, R. (eds.) (1992). Vulnerability to drug abuse.
Washington, D.C.: American Psychological Association.
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of a modern disease. New York: Simon & Schuster.
Hawkins, D. & Catalano, R. (2009). Communities that Care.
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Kirsch, I. (2010). The emperors new drugs. New York: Basic Books.
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Bogot: Imprenta Nacional.
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y econmicos de las drogas en las Amricas. Washington,
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Whitaker, R. (2010). Anatomy of an epidemic. New York: Crown
Publishers,

[256] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


12. Teora y prctica teraputicas en el campo
del consumo de drogas49

Los ltimos treinta aos han producido un sorprendente


nmero de cambios a mltiples niveles de la vida humana: las
relaciones familiares se han modificado profundamente, los
roles tradicionales han sido abandonados y reemplazados por
otros; la vida urbana, predominante en casi todos los pases,
tiene un ritmo trepidante; la relacin entre hombres y mujeres
ha dado un giro de 180 grados con respecto a los cinco mil
aos anteriores; la libertad sexual, las drogas, el divorcio, la
discriminacin racial, el colonialismo, el sida, el terrorismo,
las formas de divertirse, los computadores, para no citar sino
algunos fenmenos, han transformado radicalmente el mundo
humano; tal vez si una persona que muri hace cincuenta aos
resucitara en una de nuestras grandes ciudades latinoamericanas
de hoy, creera que est en otro planeta. O por lo menos, en un
continente completamente desconocido.

Pero no es raro para las sociedades de rpido desarrollo


que sea ms fcil provocar cambios trascendentales que
manejarlos; en realidad, tendemos a reaccionar ante las nuevas
situaciones con conceptos y actitudes equivocadas, y somos
incapaces de interpretar lo que est sucediendo. El problema del
consumo de drogas en el hemisferio americano, especialmente
en los pases en vas de desarrollo, es un caso paradigmtico:
solo sabemos que el consumo va en aumento. Enfrentados
a este tipo de situaciones nos inclinamos a creer que tal vez
es mejor cerrar los ojos, repetir viejos errores, mezclar todos
los ingredientes sin arte ni concierto, como aprendices de
brujo; creamos o copiamos, sin asomo de crtica mitos
49 Este artculo es una revisin y actualizacin del publicado con el mismo ttulo en la
Revista Peruana de Psicologa, 2007, p. 57-65.

De la actividad preventiva y teraputica [257]


supuestamente explicativos, como es el caso del concepto
de adiccin o de los muy de moda diagnstico dual, el
trastorno de hiperactividad y dficit de atencin y el trastorno
bipolar (del cual parece haber una epidemia sin precedentes
en la historia humana) (Whitaker, 2010). Nos damos aires de
conocer las respuestas apropiadas para los problemas que se nos
plantean, pero se trata solamente de una ilusin.

La verdad es que ni siquiera podemos responder con


claridad a las preguntas ms simples, como por ejemplo:
Qu clase de problema es el problema de las drogas: salud?
criminalidad? geopoltica? valores? social? individual? y
para quin es un problema? Cul es la razn de su existencia?,
Cules son las principales hiptesis subyacentes alrededor de
las cuales existe un acuerdo ms o menos general? La existencia
de un nmero extraordinario de teoras explicativas no significa
acaso que en realidad carecemos totalmente de claridad sobre
el fenmeno? Al reflexionar un momento sobre estos temas, se
hace evidente que las respuestas dependen de un cierto nmero
de creencias asociadas a momentos y estructuras culturales y,
en menor proporcin, a conocimiento objetivo. Si esto es as,
la lgica ms elemental indica que no sera adecuado utilizar
esquemas rgidos para enfrentar problemas con mltiples
matices; y el empleo de estrategias estereotipadas, supuestamente
adecuadas para todas las adicciones (suponiendo que estemos
hablando nicamente de drogas), solo puede llevar al fracaso:
esta sera una visin simplista y lineal, que implicara que A es
igual a B porque A y B tienen algunas caractersticas en comn.
El filsofo en ciernes de hace diez mil aos no habra cado
en una trampa tan elemental. Y sin embargo, la realidad nos
muestra que estamos pensando el problema con menor lucidez
que ese presunto ancestro milenario.

[258] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Tengo la ms profunda conviccin de que nuestro
mayor problema en este campo, al igual que en muchos otros
que hacen parte de la disciplina psicolgica, es un problema
de conceptos y de estructuracin terica (Prez Gmez, 2004).
Como es bien sabido, una teora es un conjunto articulado
de propuestas abstractas, que sugiere una explicacin para
un fenmeno y propone al mismo tiempo un programa de
investigaciones para resolver los problemas (Lakatos, 1978;
Laudan, 1977). Su utilidad es mltiple: genera investigacin;
permite disponer de un cuadro conceptual general; facilita ver
la relacin del fenmeno con otros fenmenos; produce nuevo
conocimiento; genera propuestas en lo referente a estrategias de
manejo de ciertas dificultades o problemas.

En el terreno que nos ocupa, que implica unas acciones


derivadas de los conceptos, es imprescindible la existencia
de isomorfismo entre la explicacin etiolgica, la forma
como se propone que evolucionar la situacin y la forma de
resolverla; por ello, sera completamente incongruente, si uno
est convencido de que alguien est posedo por el demonio,
proponer un psicoanlisis para resolver el caso. No sobra decir
que el xito eventual del exorcista no constituye de ninguna
manera una prueba de la existencia del demonio

Hay demasiados problemas por resolver en el campo de


la teora teraputica, y otro tanto ocurre en el campo prctico.
En el primer campo, hay un cierto nmero de requisitos que
una teora debe cumplir:
a. ser sencilla pero no simplista;
b. tener hiptesis verificables;
c. considerar todos los fenmenos relevantes;
d. ser comprehensiva y capaz de explicar la gran mayora de
los casos;

De la actividad preventiva y teraputica [259]


e. ser plausible;
f. poder articularse con el conocimiento disponible.

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que ninguna


de las teoras existentes y hay muchas cumple con ellos. En
el segundo campo, los procesos de admisin y seleccin son
bastante pobres; no hay seguimientos adecuados, y por lo tanto
las evaluaciones son de baja calidad; los registros sobre los
procedimientos llevados a cabo son imprecisos, cuando existen.

Cmo pueden agruparse o categorizarse las terapias?


Existen varias formas, como lo indiqu en mi libro Ser terapeuta
(2011): por orientacin terica; por tipos de patologa; por tipo
de consultante (individual, de pareja, de familia). Pero en este
contexto deseo utilizar una clasificacin peculiar y personal,
que nos puede ayudar a precisar el campo dentro del cual nos
movemos.
1. Terapias para personas normales: recubre una
amplsima gama de intervenciones de todo orden,
pues la palabra normales en este contexto se refiere
a todos aquellos que sienten el deseo y la necesidad de
buscar ayuda, independientemente del trastorno que
los aqueja. Son tratamientos en los cuales todas las
dimensiones temporales son tenidas en cuenta y se van
encajando la una en la otra (pasado, presente y futuro).
2. Intervenciones en crisis (suicidio, sida, secuestro): las
dos caractersticas ms notables de estas intervenciones
son: su carcter urgente, que crea una situacin de
tensin muy elevada en el terapeuta durante perodos
relativamente largos; y la focalizacin en el presente y
en los recursos disponibles, ms que en el pasado (que se
ve como objeto de un anlisis diferente en un momento
diferente) o en un futuro distante. El futuro prximo s

[260] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


es objeto de atencin.
3. Terapias para comportamientos compulsivos (juego,
sexo, consumo SPA): el eje central es el carcter
compulsivo de los comportamientos, sin necesidad
de hacer referencia a conceptos oscuros, como el de
adicciones. El foco es la explicacin del papel que
juegan tales comportamientos en la vida del sujeto, y la
bsqueda de alternativas.
4. Terapias para personas imposibles: hay un cierto
nmero de personas que no reaccionan bien ante
ninguna de las formas de tratamiento conocidas; entre
ellas estn, la psicopata y los trastornos de personalidad
limtrofe, por mencionar algunas.
5. Terapias para problemas aburridos: cada terapeuta tiene
su lote de problemas que rehye, aun cuando sepa
cmo tratarlos desde el punto de vista tcnico.

Este trabajo se centra en el punto 3, que agrupa una


amplia variedad de estrategias y de explicaciones, que nunca
han generado ningn acuerdo. El matching (aparear cierto tipo
de problema con cierto tipo de terapia) ha sido propuesto como
una estrategia para superar estas dificultades; pero adems de
llevar implcita una conceptualizacin muy mdica del tema
que nos ocupa,50 tiende a asumir que los elementos que lo
componen son estables. Y es relativamente fcil demostrar que
eso es un error: mirado globalmente, el problema de las drogas
se asemeja a un virus en mutacin, en el cual uno o varios
de sus componentes est cambiando en forma permanente;
cambian las personas que consumen, cambian sus motivos,
cambia el contexto, cambian las sustancias. Solo las formas de
tratamiento no cambian, o cambian muy poco, o a un ritmo
50 El lector encontrar en el primer captulo de este libro comentarios precisos sobre por qu
la conceptualizacin mdica es inadecuada en lo que se refiere al consumo de drogas.

De la actividad preventiva y teraputica [261]


que las hace permanentemente inapropiadas para el problema
que se supone deben resolver. O, por el contrario, aparecen
como tcnicas sacadas del sombrero de un mago, sin ninguna
base terica, sin apoyo investigativo, sin pertenencia a una
estructura conceptual.

El matching puede ser un enfoque promisorio, a


condicin de que se tenga en cuenta que todos los elementos
que componen el problema cambian constantemente: las
dificultades a las que se asocia, el contexto, los conceptos, las
formas de relacin, los propsitos en la vida, las ideas sobre
salud mental y enfermedad. La psicologa sobre la cual se basa
el matching es una psicologa muy elemental, muy esquemtica,
que corresponde a un momento histrico que todava no
hemos superado (ver Figura 1). De cualquier forma, no deja de
ser interesante sealar que el estudio ms grande de este tipo
que se haya llevado a cabo hasta el momento (Project MATCH
Research Group, 1997; Simpson et al., 1997/2004)51 y en el que
se compararon terapias de inspiracin doce pasos, cognitivo-
conductual52 y de entrevista motivacional, mostr diferencias
muy modestas entre los tres tipos de estrategias. Todas fueron
satisfactoriamente eficaces (alrededor del 80%), lo cual suena
un poco sospechoso. Un estudio ms reciente (Ferri, Amato y
Davoli, 2006) no encontr diferencia entre los diferentes tipos
de tratamiento en ninguna variable relevante (nmero de tragos
por da, niveles de dependencia, abandono de tratamiento).

51 Es interesante resaltar que esos estudios tienen ya 15 aos, y no se han realizado otros
semejantes desde entonces.
52 Las terapias cognitivo-conductuales han sido objeto de una impresionante publicidad,
altamente positiva y, supuestamente, empricamente sustentada. El lector tendr inters
en consultar el libro de Greenberg (2010) para un anlisis ms crtico.

[262] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Figura 1:
El proceso de cambio segn Prochaska y DiClemente:

Desde un punto de vista prctico, de todas formas, no


es claro cmo lograr el ajuste del proceso si se tiene en cuenta
que la situacin que genera una propuesta teraputica (es decir,
el problema que se quiere resolver) probablemente se habr
transformado cuando las evaluaciones estn disponibles. Por
ello es preferible, mientras se logra un refinamiento en los
procesos de intervencin y en la comprensin del asunto, tener
ciertos lineamientos generales de trabajo en vez de manuales
de procedimiento con pasos especficos a seguir. La experiencia
ha demostrado sobradamente que en Amrica Latina, tanto los
consultantes como los terapeutas se adaptan con gran dificultad
(o no se adaptan en absoluto) a procedimientos rgidos y dan
poco espacio para la espontaneidad; a su vez, la elasticidad en
los procedimientos dificulta las evaluaciones.

De la actividad preventiva y teraputica [263]


Con base en lo dicho hasta ahora es posible sugerir
algunas conclusiones preliminares:
1. La bsqueda de un tratamiento estndar es una prdida
de tiempo y de energa, y el resultado de una pobre
conceptualizacin.
2. El mayor problema en este campo no es tcnico, sino
conceptual. Un ejemplo claro de esto es el concepto mismo
de adiccin, que tiende a ser un concepto mgico o,
como decan los griegos, un pankestron, un explica-todo,
en traduccin libre; se le ha definido como un patrn de
comportamiento repetitivo, compulsivo, que se mantiene a
pesar de las consecuencias negativas y presenta una fuerte
tendencia a la recada. Pero se aplica indiscriminadamente
a fenmenos muy diferentes entre s, que van desde los
trastornos alimenticios hasta la hipoxia ertica o gasping,
pasando por el ftbol y el internet. Por el momento,
basta sealar que existen muchas discrepancias sobre su
aplicabilidad a diferentes sustancias, y todava ms sobre su
relacin con otros conceptos como tolerancia y sndrome
de abstinencia; adems hay una inocultable dimensin de
negocio detrs de la proliferacin de adicciones que vemos
hoy en da, pues hay personas y centros de tratamiento
empeados en convencernos de que la nica solucin
cuando una persona tiene problemas es que toda la familia
vaya a terapia, incluyendo tres generaciones completas. Y las
mascotas. Todos son acusados de haber creado una compleja
red de codependientes.53 Esto se acompaa, adems, de
uno de los mitos ms dainos en este campo que se expresa
en la frase: Todo adicto es un enfermo con necesidad de
tratamiento, que nunca se curar del todo. Tal frase es una
obra maestra de aseveraciones sin fundamento encadenadas
53 Sobre este concepto, ver los trabajos de Prez & Delgado (2003) y Delgado & Prez (2004).

[264] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


entre s, y para demostrarlo bastaran los trabajos de Sobell
(2002) y de Klingemann y cols. (2001) sobre recuperacin
sin tratamiento, que hemos podido corroborar con nuestro
propio trabajo (Prez y Sierra, 2007). Un anlisis detallado
mostrar que cada una de las palabras de esa frase requerira
algn soporte conceptual o emprico, y ninguna lo tiene. Por
ello, se debe considerar que, aun cuando no sean perfectos,
los conceptos de dependencia y abuso propuestos por el
DSM-IV son ms adecuados: sus definiciones, aun cuando
discutibles, son razonablemente precisas.
3. Una tercera conclusin es que todava estamos lejos de tener
un marco terico comprensivo de los fenmenos humanos
en general, y del asunto de las drogas, en particular .
4. Ser inevitable considerar el factor del placer en las
elaboraciones tericas; con pocas excepciones, este aspecto
del problema de las drogas suele ser ignorado o soslayado
por los expertos, o se hacen a l referencias tangenciales
sobre la estimulacin de los centros cerebrales del placer.
Pero el tema amerita mucho mayor anlisis y reflexin, pues
permite explicar varios fenmenos asociados al consumo
de sustancias que la mayora de las propuestas tericas
disponibles no explican adecuadamente (ver, por ejemplo,
Davies, 1997; Trujillo, Fors i Santacana & Prez Gmez,
2007; Greenberg, 2010).

En la vida real, y especficamente en Amrica Latina, nos


encontramos con demasiada frecuencia con el hecho de que los
responsables de los tratamientos de personas consumidoras de
SPA parecen esgrimir unas creencias muy discutibles; algunas
de las ms comunes son:
La terapia se aprende haciendo
El que ha tenido la experiencia del consumo ya conoce
la mitad del camino

De la actividad preventiva y teraputica [265]


Lo nico que se necesita es buena voluntad
Todos los drogadictos son iguales
Alcohlicos y drogadictos son exactamente lo mismo
El tratamiento para el alcoholismo sirve para todas las
drogas

Este no es el espacio adecuado para analizar con detalle


cada una de esas afirmaciones, pero existe una amplia literatura
que demuestra que todas estas presunciones falsas de la
primera a la ltima letra han generado estancamiento, rigidez,
incapacidad de resolver problemas nuevos, estereotipos en el
manejo de los casos y conductas inadecuadas con los pacientes.
En todos los casos se oculta la ausencia de una verdadera
formacin terica y conceptual. Y la consecuencia ltima es el
fracaso teraputico. Y el fracaso teraputico muchas veces lleva
implcito un dao a los consultantes.

Una propuesta general54

Regresemos entonces al examen de lo terico, con el


objetivo de hacer una propuesta que sirva de punto de partida.
Una aproximacin provisional de lo que estamos tratando de
abordar incluira los siguientes elementos:
a. Un problema (P) que creemos conocer (ms o menos)
b. Un terapeuta (T) que creemos poder definir (ms o
menos)
c. Un sujeto con un problema (Sp) que creemos poder
ayudar (ms o menos)
d. Un contexto social (Cntx) que creemos entender (ms
o menos)
e. Un nmero ilimitado de tcnicas teraputicas (N)
que creemos manejar (ms o menos)
54 Esta propuesta ser elaborada con mayor detalle en el ltimo captulo de este volumen.

[266] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


As, nuestro problema se escribira :
S=[Sp T^(N)]Cntx
Traducido a lenguaje cotidiano significa que la persona
sana, satisfecha y productiva que deseamos ver (S), es el
resultado de la interaccin entre la persona con problemas (de
alcohol o drogas) Sp con un terapeuta (T) que usa un nmero
ms o menos ilimitado de estrategias (N), en un contexto
social determinado. Esta es la forma ms simple de expresar lo
que estamos buscando, pero hay maneras ms sofisticadas de
hacerlo. Por ejemplo, podemos tomar como marco de referencia
las propuestas del psiclogo belga Jean-Marie Lacrosse (1984),
quien afirma que todo proceso teraputico implica una
negociacin (destinada a renunciar a unos sntomas) cuyo
propsito es darle un sentido a los sntomas a partir de cuatro
principios bsicos y universales, que estaran presentes en todas
las formas de terapia:
1. El principio de la homeopata (Similis similibus curantur):
lo mismo se cura con lo mismo, principio esencial de las
vacunas y en nuestro caso se refiere al hecho de revivir,
re-presentar, al hablar de ellos, los eventos dolorosos
y traumticos.
2. El principio del arbitrario conceptual: escoger entre los dioses
o las fuerzas de la naturaleza para explicar la presencia
de los rayos tiene un trasfondo de arbitrariedad porque
ninguno de los dos puede ser demostrado a cabalidad
como causa del rayo; de all se derivan las estructuras
conceptuales a priori (lo determinante de la conducta es
el ambiente, o es la lbido, o es el sustrato biolgico) y
de all se desprenden los marcos tericos.
3. La homogeneidad cultural: para que una intervencin tenga
algn efecto se requiere homogeneidad cultural entre el
terapeuta y su paciente; esto significa que no es posible
usar psicoanlisis para resolver un problema de vud en

De la actividad preventiva y teraputica [267]


Hait, y que no hay manera de convencer a un intelectual
de Londres o Pars de que su angustia est relacionada con
la influencia del diablo y que necesita un exorcismo.
4. El no progreso: puede demostrarse con datos en mano,
que todas las formas de terapia contemporneas tienen
su mximo nivel de eficacia en el momento en que son
propuestas, y que a partir de ese momento empiezan a
perderla lentamente, hasta llegar a una lnea asinttica
alrededor del 60% o menos. Cuando pasan por debajo
de esa lnea, tienden a desaparecer.

As, podemos reformular nuestra propuesta, siguiendo


los lineamientos de trabajo esbozados por Prez, Quintero y
Escalln (1989):
S= Sp At,

Donde At se refiere a la accin teraputica (los otros


smbolos ya se explicaron), y At= Neg Sent (interaccin
entre un proceso de negociacin y una bsqueda de sentido);
all, Neg= Hmp f (f(P^R) La negociacin es el resultado de
la utilizacin del principio de homeopata en funcin de
un procedimiento (P) y un ritual (R); y Sent= Ie f (MT). El
sentido es el resultado de la interpretacin de una entidad (Ie)
en funcin de un marco terico (MT).

As, finalmente la accin teraputica At es el resultado


de la interaccin entre los elementos que componen la
negociacin y el sentido, todo esto limitado por el principio de
no progreso:

[268] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


[Hmp f(P^R)? [le f (MT)]
At = _________________________
Npgr
El anlisis exhaustivo de cada elemento permite generar
una teora teraputica global, que ignora las escuelas y tiene
muy pocas asunciones a priori.55

Qu podemos y debemos hacer? Las siguientes seran


las conclusiones y recomendaciones finales a lo que representa
tambin una autocrtica por parte del autor:
1. Necesitamos mejores desarrollos tericos y conceptuales y
menos insistencia en los aspectos tcnicos. Este problema
ha afectado seriamente no solo el desarrollo del campo
de las drogas y de la comprensin de los problemas
de comportamiento compulsivo, sino que ha sido
probablemente el mayor impedimento para un adecuado
desarrollo de la Psicologa (Prez Gmez, 2004).
2. Es necesario rechazar la rigidez y los estereotipos que
dominan este campo. La rigidez y los estereotipos son
aceptables en el campo religioso, pero no en el de la ciencia.
3. Nadie ha dicho la ltima palabra en cuanto al consumo
de drogas y su tratamiento se refiere. Por el contrario,
se han dicho demasiadas palabras insensatas, pues
tenemos una muy limitada comprensin de la etiologa,
de la evolucin y del tratamiento de los problemas
relacionados con el consumo de sustancias en el mundo
contemporneo.
4. Se deben constituir equipos mixtos que incluyan a
profesionales no solo de medicina y de psicologa,
sino tambin de la sociologa, la antropologa y las
neurociencias, para citar algunos. Esto permitir

55 El trabajo mencionado se extiende sobre muchos aos, y todava est inconcluso.

De la actividad preventiva y teraputica [269]


generar puntos de vista enriquecidos y holsticos
sobre los diferentes componentes del problema y sus
interacciones.
5. Debemos buscar tratamientos intensivos y cortos,
adaptados a nuestras realidades de pases en vas de
desarrollo.
6. La prevencin de recadas debe ser vista, no como una
panacea o un conjunto de tcnicas, sino como un
concepto clave; porque eso s lo sabemos con certeza:
la tendencia a las recadas es una de las caractersticas
ms notables de los denominados comportamientos
compulsivos.
7. Los tratamientos que implican mal trato (terapias
confrontativas) deben ser sometidas a un severo
cuestionamiento, tanto desde la perspectiva tica como
desde la perspectiva ideolgica: Es acaso nuestro
propsito generar actitudes y comportamientos que se
articularan a la perfeccin con regmenes totalitarios,
en nombre del abandono del consumo de sustancias?
Hace ya ms de veinte aos, Heather (1983) se ocup de
este tema de una manera muy convincente que vale la
pena volver a considerar.
8. El tratamiento intensivo residencial deber continuarse
con tratamiento ambulatorio, con grupos de ayuda
y grupos de padres de familia. Esta estructura ha sido
utilizada en muchos pases con excelentes resultados,
pero dista mucho de ser una rutina. Esto no significa, de
ninguna manera, que todos los miembros de las familias
deban ser puestos en terapia, como pretenden algunos.
9. Deber considerarse que no todos los consumidores
pueden ser tratados de la misma manera; por ejemplo,
es muy peligroso dictaminar una suspensin brutal y
total del uso de ciertos depresores del sistema nervioso

[270] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


en nombre de una posicin que dice que tal centro
teraputico es totalmente libre de drogas. Pocas
personas mueren por un sndrome de abstinencia de
herona, pero muchos consumidores de benzodiacepinas
o barbitricos han muerto o han sufrido daos cerebrales
irreversibles (por ejemplo, epilepsia) como consecuencia
de la suspensin brutal de la droga.
10. Es indispensable evaluar los tratamientos:
a. La metodologa ya existe
b. Los seguimientos deben ser rutina
c. Los resultados deben hacerse pblicos

El problema fundamental en el campo del tratamiento


de consumidores de SPA no es un problema tcnico; hay
miles de tcnicas a disposicin de quien quiera usarlas, pero el
asunto es qu tanto se es capaz de fundamentar lo que se hace.
nicamente un desarrollo terico articulado con la realidad
producir una prctica teraputica no arbitraria o abusiva;
que no sea simplemente el reflejo de los conflictos personales,
superficiales y profundos, de quien acta como terapeuta; y
que sea conceptualmente ms elaborada que las explicaciones
mgicas y las pseudociencias.

La ciencia es articulacin de lo terico y lo emprico. La


prctica es indispensable, pero no suficiente. Sin investigacin
no es posible hacer teora. Y sin teora no hay avance cientfico.

De la actividad preventiva y teraputica [271]


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[273]
[274] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
13. Terapias y tica SPA.

En varios pases latinoamericanos se han presentado, a


lo largo de los ltimos aos, quejas relacionadas con abusos
cometidos por centros de tratamiento para personas con
problemas de consumo de sustancias psicoactivas (SPA). Tales
quejas abarcan mltiples motivos: desde ocultamiento de las
estrategias empleadas hasta explotacin econmica, y desde
abuso de autoridad hasta homicidio. En muchas ocasiones no
parece existir, por parte de los representantes de las instituciones,
una conciencia clara sobre los lmites que deben ser respetados
y sobre las obligaciones de quienes asumen la responsabilidad
de ayudar a otras personas con lo que se considera un
problema grave. Por tales motivos es conveniente sealar, as
sea a grandes pincelazos, los elementos a tener en cuenta para
evitar enfrentarse a los Tribunales de tica y a la censura de la
sociedad.

Existen tres ideas fundamentales para comenzar; estas,


aun cuando se presentan de manera simplificada, tienen una
relacin directa con la eficacia real de los tratamientos y con
aspectos ticos:
1. Los consumidores de SPA son muy heterogneos y deben ser
tratados en funcin de sus diferencias;
2. La mejora en el consumo no garantiza que se hayan resuelto
otros problemas asociados;
3. El abuso de drogas tiende a ser un desorden crnico
caracterizado por recadas.
4. El tratamiento de consumidores de sustancias psicoactivas
es un problema de carcter mundial, por mltiples razones:
a) No parece existir suficiente unidad de criterios para
determinar cules son las mejores estrategias; la
razn probablemente sea que el consumo de SPA es

De la actividad preventiva y teraputica [275]


considerado un trastorno uniforme, pero eso est lejos
de haber sido demostrado;
b) Las diferencias culturales hacen imposibles las
generalizaciones;
c) La gran mayora de los tratamientos son muy poco
eficaces, lo cual no es un impedimento para continuar
su uso;
d) Se ha creado una especie de industria alrededor de
este problema, lo cual ha provocado el surgimiento
de supuestos expertos, a quienes solo les interesa el
dinero;
e) En pases como el nuestro es difcil encontrar dnde
formarse y entrenarse en estas estrategias.
Formalmente hablando, existen dos grandes categoras de
intervencin teraputica para consumidores de SPA: las que son,
en lo fundamental, psicosociales, y aquellas principalmente
mdicas. Las dos categoras difieren en varias formas:
1. El lapso de tiempo necesario para el cambio .
2. La aplicabilidad a los problemas: amplio para las
psicosociales, estrecho para las mdicas.
3. Roles y foco de accin

En las mdicas son detoxificacin, estabilizacin y


mantenimiento, reduccin de propiedades reforzantes de las
SPA y tratamiento de desrdenes coexistentes.

Los de las terapias psicosociales son: fortalecimiento de


motivacin, desarrollo de habilidades de afrontamiento, mejora
del conocimiento de s mismo, manejo del afecto, mejora del
funcionamiento social y auto-aceptacin.

Ambas tienen debilidades: las psicosociales presentan


muchos problemas de abandono y entre las que funcionan mejor,

[276] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


ninguna forma parece superior a otra; las mdicas no funcionan
cuando se utilizan solas: no hay ningn lugar del mundo en el
que se pretenda que los tratamientos mdicos son suficientes:
en todos los casos, sin excepcin, se consideran estrategias de
apoyo. Y aqu empiezan los problemas conceptuales, porque
hay una enorme contradiccin en la afirmacin de que la
problemtica del consumo de droga es una enfermedad, pero
su tratamiento es fundamentalmente psicosocial.56

Los principales tipos de tratamiento son los siguientes:


1. Terapia individual: varios enfoques funcionan con
razonable eficacia, a condicin de que el sujeto est
altamente motivado y no se encuentre en una situacin
de consumo compulsivo. Claramente el enfoque
psicoanaltico ofrece resultados ms pobres.
2. Modelos basados en AA/12 pasos: representan un
porcentaje importante de casos tratados exitosamente;
su gran limitacin es la presuncin de enfermedad
incurable.
3. Comunidades teraputicas: en su versin moderna,
menos confrontativa y menos agresiva, constituyen una
de las opciones ms utilizadas en Amrica Latina.
4. Internado a corto plazo: son una opcin para casos
de consumo agudo; el corto plazo (alrededor de un
mes) no se relaciona con razones tcnicas, sino con
limitaciones impuestas por las compaas de seguros.
5. Farmacoterapia y tratamiento de sustitucin: hasta
el presente, solo funcionan para la herona, no hay
tratamiento de sustitucin para ninguna otra SPA. Si no
se acompaan de intervenciones psicosociales, el ndice
de fracasos se acerca a 100%.
6. Clnicas psiquitricas y hospitales mentales: a pesar
56 Ver el captulo 1 de este volumen.

De la actividad preventiva y teraputica [277]


de que existen innumerables pruebas de su rotundo
fracaso, se las sigue usando, en parte por el mito de la
enfermedad que debe ser tratada mdicamente.
7. Tratamiento ambulatorio intensivo: combina mltiples
formas de intervencin; su ventaja es que no rompe la
cotidianidad del trabajo o el estudio.
8. Grupos de autoayuda: son, especialmente, Alcohlicos
Annimos y Narcticos Annimos, pero tambin
existen como formas de apoyo independientes creadas
por personas que han estado en tratamiento y no
quieren correr el riesgo de recadas.

Estado del arte en evaluaciones de programas de tratamiento contra el


abuso de drogas

Los seguimientos para personas que recibieron


tratamiento por consumo de alcohol y otras SPA surgen en
el contexto estadounidense hacia finales de la dcada de
los sesenta, con el fin de evaluar el comportamiento de los
pacientes una vez finalizados los programas de tratamiento,
y determinar su efectividad en el largo plazo. En esta dcada
se hizo el primer seguimiento a centros de tratamiento
a escala nacional: el Drug Abuse Reporting Program
(DARP: 44.000 clientes). En las dcadas siguientes los
estudios sobre este tema aumentaron. A finales de los aos
setenta e inicios de los ochenta se llev a cabo la segunda
investigacin a escala nacional (Treatment Outcome
Prospective Study, TOPS: 12.000 clientes) y en los aos
noventa, la tercera (Drug Abuse Treatment Outcome Study,
DATOS [10.000 clientes]; NIDA, terminado en 2004), as
como un estudio, tambin a escala nacional, acerca de los
resultados de programas de tratamiento para problemas de
alcoholismo (Matching Alcoholism Treatments to Client

[278] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Heterogeneity, MATCH). 57

La mayora de los estudios adelantados despus de 1990


han sido consistentes en los aspectos evaluados:
a) caractersticas de las diferentes modalidades de
tratamiento,
b) comparaciones costo-efectividad de los diferentes tipos
de tratamiento,
c) evaluacin de variables psico-socio-demogrficas de los
pacientes atendidos,
d) severidad del problema de consumo de drogas,
e) variables predictoras del xito o la recada de los
pacientes,
f) ahorros potenciales para el estado producto de la
rehabilitacin de los pacientes,
g) cambios en la efectividad de los tratamientos a lo largo
del tiempo, h) resultados diferenciales dependiendo de
las drogas de adiccin
i) comparaciones entre la duracin del tratamiento y los
resultados del mismo.

Todos los datos apuntan en la misma direccin: hay una


relacin entre duracin del tratamiento y estrategias empleadas,
y los resultados obtenidos; las mejores formas de tratamiento
son, sin lugar a dudas, las comunidades teraputicas no
represivas, los enfoques cognitivo conductuales y el modelo
de entrevista motivacional, todas acompaadas en procesos
intensivos de prevencin de recadas. Los criterios usuales para
evaluar estas formas de tratamiento son bsicamente cuatro:
a) No consumo de droga, o modificacin drstica del
patrn que llev a la persona a tratamiento.
57 La lista de documentos consultados para escribir este prrafo y el que sigue es bastante larga,
y se encuentra completa al final del captulo; las dos ltimas se refieren a asuntos ticos.

De la actividad preventiva y teraputica [279]


b) No conflicto con las autoridades por consumir o traficar
drogas.
c) Cambio sustancial en las relaciones interpersonales con
respecto al momento de iniciar el tratamiento.
d) Mantenimiento de una actividad til y productiva para
s mismo y para los dems.

Desafortunadamente, en ningn pas de Amrica Latina


se han llevado a cabo evaluaciones nacionales, y en realidad
muy pocos de los centros de tratamiento hacen evaluaciones
y seguimientos regulares y bien estructurados. Ninguna, hasta
donde sabemos, se somete al escrutinio pblico haciendo
conocer los resultados que obtienen, y sustentando sus
afirmaciones.

Los cdigos de tica

El cumplimiento de las normas ticas no es un acto


de libre voluntad: es una obligacin inalienable, que implica
el respeto de, por lo menos cinco de los grandes principios
constitucionales: la dignidad, la autonoma, la intimidad, la
beneficencia y la justicia. En Colombia, las normas generales
se encuentran en la ley 1096 de 2006, y el Tribunal Nacional de
Biotica y Deontologa de la Psicologa ha producido abundante
jurisprudencia en sus casi cinco aos de existencia (ver www.
colpsic.org.co, 2012).

A modo de ejemplo, podemos examinar brevemente


el cdigo de tica de la Federacin Mundial de Comunidades
Teraputicas (www.wftc.org, 2004), a la cual pertenecen
o deben pertenecer todas las entidades de este tipo con
pacientes residenciales, y que es perentoria en sus exigencias.
Aparte de los sealamientos obvios sobre no discriminacin,

[280] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


los principales artculos de dicho cdigo dicen:

Todos los miembros y beneficiarios de programas de


tratamiento tienen absoluto
derecho a:
1 Dignidad, respeto, salud y seguridad a todas horas.
2 Conocer la filosofa y los mtodos del programa.
3 Recibir informacin actualizada y cierta sobre los
criterios y reglamentos del programa, lo mismo que sobre
las sanciones, medidas disciplinarias y modificacin de
los derechos.
4 Tener acceso a un sistema, aprobado por la mesa
directiva, para registrar quejas sobre la administracin
de los criterios y reglamentos, sanciones, medidas
disciplinarias y modificacin de derechos.
5 Conocer con exactitud las cuotas y los costos a pagar
y la forma y el horario de los pagos; lo mismo que
los criterios a seguir en cuanto al acceso al dinero y a
las propiedades personales, durante el programa y al
finalizar el mismo.
6 Al carcter confidencial de la informacin relacionada
con la participacin en el programa y de la historia del
tratamiento, de acuerdo con las leyes de cada pas.
7 Poder examinar los archivos personales, segn reglas
establecidas por la Mesa Directiva, y al derecho de agregar
una contradeclaracin para refutar la informacin
archivada.
8 Terminar la participacin en el programa en cualquier
momento, sin ser sometido a amenazas fsicas o
emocionales.

De la actividad preventiva y teraputica [281]


9 Comunicacin personal con parientes o amigos en el
momento de ser admitido al programa, y posteriormente
de acuerdo al reglamento, excepto cuando sea prohibido
como parte documentada del plan de tratamiento.
10 Proteccin contra castigos corporales: reales o amenazas;
contra el abuso fsico, emocional o sexual y contra
restricciones fsicas.
11 Ser provisto de comida nutritiva, alojamiento adecuado
y seguro, ejercicio fsico e higiene personal adecuada.
12 Atencin mdica por parte de personal calificado y al
derecho de rehusar la atencin mdica ofrecida.
13 Acceso a consejeros legales o a representacin legal
segn fuera necesario.
14 Contacto regular con algn hijo o hija que est
acompaando al miembro en el programa.
15 Definicin clara de responsabilidades en caso de trabajar
en el lugar del programa, lo mismo que a entrenamiento
adecuado, apoyo y supervisin por parte de personal
calificado incluyendo comentarios y evaluacin, sin
verse sometido a explotacin laboral y con derecho a
rechazar el trabajo sin recriminacin ni repercusiones
personales.
16 Recibir, al salir del programa por cualquier razn,
asistencia y asesora sobre otras agencias y servicios
de salud, fuentes de ayuda econmica y lugares de
residencia.
17 No ser explotado, ni el miembro beneficiario ni sus
padres o familiares, en provecho del programa o su
personal.

[282] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


En relacin con los beneficiarios el personal de las CT debe:

1 Asumir actitudes positivas y comportarse como personas


maduras.
2 Mantener la ms estricta confidencialidad respecto a la
informacin que se maneje sobre los beneficiarios, tanto
al aplicar las leyes del pas como las reglas del programa.
3 Proveer a todos los beneficiarios de la Declaracin de
derechos, y asegurar que todos los aspectos de dicha
declaracin se cumplan y que los beneficiarios y el
personal entiendan perfectamente su significado.
4 Respetar a todos los beneficiarios y mantener con
ellos una relacin no posesiva, no controladora, no
castigadora y completamente profesional.
5 Abstenerse de cualquier relacin sexual con los
beneficiarios.
6 Compensar adecuadamente al beneficiario por cualquier
trabajo realizado en beneficio del programa o de su
personal.
7 Evitar la explotacin de un beneficiario con finalidades
de lucro personal.
Problemas ticos

En la prctica teraputica pueden encontrarse por lo


menos cinco categoras de problemas ticos estrechamente
relacionados entre s y que podran definirse, a grandes rasgos,
de la siguiente manera:
1 Problemas relacionados con el entrenamiento: contrariamente
a lo que muchas personas creen, no basta con haber
tenido una experiencia personal, directa o indirecta,

De la actividad preventiva y teraputica [283]


con drogas o alcohol, para ser terapeuta de ese mismo
tipo de problemas: sera como creer que porque alguien
tiene un ataque cardaco y lo operan queda habilitado
para ser cirujano cardiovascular. A sabiendas de que esta
declaracin puede molestar a algunas personas, lo cual
lamento sinceramente, el hecho concreto es que haber
sido un consumidor severo de drogas o alcohol puede
dejar grandes secuelas que inhabilitan a esas personas
para ayudar a otros; la prueba est en esos supuestos
terapeutas que terminan dndose golpes con sus
clientes porque recaen, o los insultan y los humillan,
o que recaen con ellos Hay que decir que tampoco
es suficiente tener un ttulo de psiclogo, mdico o
psiquiatra: la problemtica del consumo de SPA es uno de
los grandes desafos de la sociedad actual, y nadie puede
pretender que la posesin de un ttulo profesional lo
habilita para tratar a quienes consumen SPA; igualmente,
nadie puede pretender poseer la respuesta definitiva,
lo cual explica la gran variedad de estrategias, tcnicas,
enfoques y modelos que se proponen y se venden, sin
que casi ninguno de ellos obtenga ms que unos xitos
modestos. El consumo de SPA provoca modificaciones
profundas en las estructuras fsicas y comportamentales
de los individuos, y tambin es, con frecuencia,
consecuencia de problemticas graves pre-existentes,
que no pueden ser resueltas con intervenciones rgidas
e iguales para todas las personas. Nadie puede soslayar
la necesidad permanente de capacitarse, de estudiar y de
escuchar puntos de vista diferentes a los propios con el
objetivo de lograr un mejor entendimiento del problema.
Pero en la realidad cotidiana, se observa un nmero
sorprendentemente grande de personas que trabajan en
este campo sin entrenamiento adecuado, sin supervisin

[284] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


y sin un mnimo conocimiento de las implicaciones que
tiene el someter a alguien a un tratamiento inadecuado;
el nmero de personas comprometidas con un punto
de vista que no permite cuestionamientos es igualmente
grande, como si se tratara de defender ortodoxias
religiosas; no es despreciable la cantidad de personas
que utilizan estrategias sofisticadas sin haber recibido un
entrenamiento adecuado, o que desconocen totalmente
las evaluaciones sobre el impacto y los efectos de sus
acciones; igual sucede con quienes jams estudian o se
preocupan por lograr una comprensin ms amplia de los
procesos a los que se enfrentan; tambin son legin los
que muestran una completa inconsistencia entre lo que
hacen y lo que dicen que hacen. Y todo esto constituye
un problema tico en la medida en que es irresponsable
asumir que ya sabemos todo lo que es necesario saber
cuando los ms grandes expertos del mundo se declaran
perplejos ante las inmensas dificultades del problema.
Solo dar un ejemplo para ilustrar este punto: en muchas
instituciones se supone que el tratamiento para todo tipo
de consumo es idntico, y que la abstinencia debe ser
total desde el principio; en estos casos se ignora que tal
decisin puede implicar serios peligros para la salud de
una persona, como ocurre con la suspensin brusca de
benzodiacepinas y barbitricos, lo cual puede provocar
convulsiones e incluso, la muerte. De ocurrir algo as,
la institucin ser considerada legalmente responsable,
pues el accidente habr ocurrido en el contexto de una
entidad que se presenta como experta en el rea, aunque
acta sobre la base de una ignorancia inexcusable.
2 Problemas relacionados con conceptos. Puede parecer extrao
que los conceptos lleguen a convertirse en problemas
ticos, pero la prctica muestra que, esto es bastante

De la actividad preventiva y teraputica [285]


comn: con frecuencia los responsables de implementar
procedimientos teraputicos desconocen por completo
los fundamentos tericos y las razones por las cuales se
sugiere hacer las cosas de una manera y no de otra. Por
ejemplo, quienes hablan de enfermedad adictiva o de
personalidad compulsiva, rara vez estn en capacidad
de defender lo que afirman, pero de tales conceptos
desprenden consecuencias susceptibles de violar normas
ticas porque los transforman en prejuicios y llevar a
cometer faltas de respeto, violaciones de la intimidad,
agresiones verbales o fsicas, humillaciones o acusaciones
injustas de falsedad, hipocresa, manipulacin y otras
semejantes. El invocar argumentos de autoridad como la
Organizacin Mundial de la Salud dice que el consumo
de drogas es una enfermedad, luego lo es, deja de lado
el hecho de que la OMS nunca se ha distinguido por la
calidad de sus definiciones, especialmente en el campo
que nos ocupa aqu. Este problema, naturalmente, se
encuentra relacionado con el de entrenamiento, pero
tiene una cierta independencia de l, pues existen centros
de formacin muy coherentes en sus procedimientos,
pero que adoptaron en el punto de partida un conjunto
de supuestos sin revisarlos ni someterlos a ningn tipo
de escrutinio; lo cual nos conduce al tercer tipo de
problema.

3 Problemas de evaluacin. Aun cuando resulta muy obvio


confiar y aceptar en teora la norma tica que dice
que todo tratamiento debe ser evaluado y que los
consultantes tienen derecho a conocer los resultados
de tales evaluaciones, en la realidad son muy pocas las
instituciones y las personas que evalan con alguna
sistematicidad sus actividades, y menos aun aun las que

[286] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


llevan a cabo seguimientos. Se argumentan inmensas
dificultades prcticas que son innegables pero eso
no explicara por qu en tantos casos se disimula la
ausencia de datos confiables, y se utilizan cifras sacadas
mgicamente de un sombrero.
Quiero dar dos ejemplos: hace algunos aos visit
una institucin muy clebre en los Estados Unidos,
reconocida mundialmente; cuando pregunt sobre
resultados, el director me inform que obtenan un
90% de xito, y como este dato me resultaba bastante
extraordinario, ped precisiones: al cabo de un corto
dilogo, me respondieron que, en realidad, ese porcentaje
era cierto para quienes terminaban el tratamiento,
pero que el 90% desertaba antes de terminarlo (eso
cambia radicalmente el resultado final que se debe
ubicar solo en un 9%); cuando insist en que de todas
maneras me mostraran en qu basaban esa conclusin
registros, historias clnicas, seguimientos el director
me respondi muy molesto que eso no era importante
para ellos y que no tenan informacin sistemtica, sino
solo datos anecdticos. El segundo caso es todava ms
pattico, y ocurri en Bogot: llam al subdirector de
un centro de tratamiento muy conocido para pedirle
informacin sobre sus resultados. Me cont que vean
alrededor de mil pacientes por ao en terapia, en
tratamiento residencial; que tenan doce camas para
estadas de duracin promedio de un mes. Al hacerle
notar que esa informacin me pareca extraa, pues con
los datos que me proporcionaba no me pareca posible
que vieran ms de 140 o 150 personas al ao, luego de
unos segundos de silencio embarazoso me dijo: Tal
vez usted tiene razn, vemos como 150 personas por
ao. Le di las gracias y colgu

De la actividad preventiva y teraputica [287]


4 Consideraciones econmicas Por qu es poco tico emplear
tratamientos no evaluados? Entre otras razones, porque
hay consideraciones econmicas de por medio, que
en ocasiones resultan muy onerosas para las familias;
siempre hay el riesgo de convertir en negocio lo que
en primera instancia debera ser una forma de asistencia
humanitaria bsica, pero un negocio puede ser un
negocio honesto, o puede ser una estafa. Durante los
casi treinta aos de trabajo en este terreno, he tenido
la oportunidad de visitar una infinidad de centros
de tratamiento privados en diferentes pases, y mi
impresin es que muchos de ellos se encuentran en una
frontera nebulosa entre el negocio y la explotacin de
la infelicidad de los dems. No creo que sea necesario
insistir en la importancia primordial de respetar los
cnones ticos en lo referente a lo econmico, pues
aun cuando es un derecho indiscutible el cobro de
honorarios por los servicios que se prestan, abusar de
las necesidades y las angustias de familias en problemas,
resulta lamentable. La situacin se agrava en un pas
como el nuestro, en donde la falta de controles por
parte del Estado abre las puertas a la charlatanera y
a las improvisaciones, lo cual no solo produce daos
financieros sino tambin lesiones psicolgicas y sociales
que pueden ser muy destructivas.
5 Problemas de respeto por los dems. Todos los problemas
mencionados hasta aqu confluyen, en ltimo trmino,
en el respeto debido a las otras personas en diferentes
esferas de su vida. A ello habra que aadir faltas
referentes a la confidencialidad y al secreto profesional,
que suelen ser violados ms por descuido que por mala
intencin; la interferencia de los problemas personales
de quienes ejercen el rol de terapeutas con la evolucin

[288] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de los tratamientos, sin que se provea una supervisin
adecuada; las faltas relacionadas con atentados a la
integridad fsica y moral de los consultantes, cuando son
maltratados o tratados con desprecio o con hostilidad;
la explotacin o manipulacin para fines sexuales, o
para beneficio personal del terapeuta; no informar a los
consultantes y a sus familiares sobre lo que pueden o
no pueden esperar como resultado de la intervencin;
la discriminacin racial, religiosa, por preferencias
sexuales o por motivos socio-econmicos; llevar a cabo
investigaciones en las que intervienen los consultantes
sin su expreso consentimiento o sin una adecuada
informacin que les permita decidir. Esta es solo una
pequea muestra de las diversas faltas de respeto que
pueden ocurrir en el contexto de un tratamiento.

La tabla siguiente muestra cul es, en mi experiencia,


la relacin existente entre tipo de tratamiento y comisin de
faltas ticas; una X implica un problema leve y tres X un
problema grave.58 Lo que he observado, y que trato de mostrar
en la tabla, es que la mayor cantidad de problemas ticos, tal
como se definieron arriba, se presentan en las comunidades
teraputicas tradicionales y la menor en las comunidades
teraputicas modernas y en los hospitales da. Pero es claro que
los problemas se presentan en todas las formas de tratamiento.

58 Se trata solo de una propuesta, no es resultado de un anlisis emprico, que aun est
por hacer.

De la actividad preventiva y teraputica [289]


Figura 3:
Relacin entre tipo de tratamiento y comisin de faltas ticas

Formacin Conceptos Evaluacin Econmicas Respeto


Clnicas
Psiquitricas
XX XX XX XX
Hospitales
Da
X X XX X
Comunidad
Ter. XXX XX XX XXX
tradicional
Comunidad
Ter. moderna
X X XX X
Consulta
privada
XX XX XXX X X
Clnicas
Especializadas
X X X XX X
Grupos
Autoayuda
XX XX XXX XX
Tratamiento
Ambulatorio
XX XX XX X X

Conclusiones

Las cinco categoras empleadas aqu para analizar


algunos de los problemas ticos presentados con mayor
frecuencia en los centros de tratamiento para personas con
problemas de consumo de SPA, simplemente buscan facilitar
su examen: en realidad todos estos problemas se encuentran
estrechamente relacionados entre s y tienden a presentarse
simultneamente, pues por lo menos cuatro de las cinco
categoras estn asociadas a falencias en el entrenamiento y
la formacin, y todas implican falta de profesionalismo aun
cuando no es evidente una intencin de aprovecharse de los
dems; los malos manejos econmicos, por supuesto, implican
una falta de rectitud que pueden resultar en la comisin de

[290] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


todas las dems faltas. Sera provechoso que peridicamente
las instituciones realizaran seminarios, tanto de formacin
como de autocuestionamiento, con el propsito de clarificar
propsitos, objetivos, estrategias y conceptos. Como afirm
anteriormente, es muy probable que la mayora de las faltas
ticas se producen, no por perversidad, sino por ignorancia o
por deficiencias personales, pero eso no constituye una excusa
para no hacer decididamente todo lo posible por remediarlas.

De la actividad preventiva y teraputica [291]


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[295]
[296] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
14. en busca de senderos para la construccin de un
paradigma teraputico

Este es el captulo ms extenso del libro; nunca ha sido


publicado en la forma en que lo presento aqu, aun cuando
una versin preliminar, considerablemente ms corta y menos
elaborada, apareci en francs en la revista suiza Psychothrapies
(Prez, Escalln & Quintero, 1989).

Se trata de un trabajo muy particular al que le he
dedicado un tiempo importante durante largos aos de trabajo
pero, como sucede en muchos casos, el afn diario y las mltiples
actividades de la misma profesin, no me han dejado el tiempo
y la tranquilidad para avanzar en lo que ha sido un tema
nuclear de mis preocupaciones tericas: entender la esencia de
la relacin teraputica. Durante cinco aos, y en interaccin
con dos equipos consecutivos de personas (Mariana Quintero
y Angela Escalln entre 1983-1985, y Mara Claudia lvarez y
Gladis Villa entre 1987 y 1989), estudiamos todo lo publicado
hasta ese momento sobre el efecto placebo, y examinamos la
manera como esto poda ponerse en relacin con los efectos
de la psicoterapia. Desde all fue que nos encontramos con el
problema de tratar de entender la naturaleza fundamental de la
relacin teraputica, como un minero encuentra un filn, una
veta que solo espera al conocedor que lo extraiga a la superficie.
El tema, una rica fuente de conocimiento y considerable valor
de reflexin, no ha podido ser explotado por las razones que
expongo. La preparacin de este captulo me oblig a repensar
el tema y me acab de convencer que merece la dedicacin de
otros investigadores que sigan el camino iniciado y para ello
muestro los avances hasta hoy, pues ya no se trata solamente

De la actividad preventiva y teraputica [297]


de leer intensamente y de analizar con profundidad materiales
nuevos, sino de resolver problemas conceptuales que siguen
siendo muy oscuros.

Espero que entre mis lectores surjan quienes se interesen


en seguir identificando esos conceptos fundamentales (de la
Psicoterapia?) con la incipiente ayuda que encontrarn en las
pginas siguientes.

A pesar de que la llamada relacin teraputica ha pasado a


convertirse en los ltimos decenios en uno de los componentes
corrientes de la vida cotidiana, la psicoterapia es uno de los
fenmenos ms caractersticos del siglo xx, que merece ser
analizado desde mltiples perspectivas: no solo importa mirar
su eficacia y su eficiencia problema tormentoso alrededor
del cual se han gestado cismas dentro de la psicologa (ver,
por ejemplo, Eysenck, 1961; Rachman,1971; Prez, 1982),
sino tambin la evolucin de las estrategias de intervencin,
correlativamente con los cambios que van ocurriendo con el
devenir de la cultura Occidental. En efecto, una bsqueda de
comprensin adecuada del fenmeno en cuestin, nos fuerza
a reflexionar sobre la clase de vnculos existentes entre una
prctica avalada por las estructuras sociales contemporneas
y las formas precursoras de esa clase de intervencin; en
consecuencia, el asunto no puede, de ninguna manera, ser
abordado solamente desde una perspectiva psicolgica, sino
que exige recurrir a otras disciplinas que proporcionen un
contexto adecuado a la situacin: la historia de la medicina,
la sociologa, la etnologa, la antropologa, pero, sobre todo, la
filosofa de la ciencia y el conjunto de categoras ordenadoras
que proporcionan y permiten tanto reconstruir los fenmenos

[298] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


a nivel abstracto, como explicar su dinmica interna. Sin
duda, al unir los diferentes hilos que intentaremos entretejer
nos alejaremos del objeto real (la psicoterapia como prctica
concreta) y estaremos abordando un objeto de conocimiento
(la psicoterapia como forma peculiar de relacin dentro de la
cultura Occidental).

Este trabajo no tiene en forma alguna la pretensin


de hacer planteamientos epistemolgicos novedosos, ni de
presentar una sntesis de aquellos considerados actualmente
como fundamentales. El nico propsito de los prrafos
siguientes es contextualizar nuestra lnea de anlisis en el terreno
de las psicoterapias con el objetivo de abordar con claridad las
conclusiones finales.

Independientemente de las consideraciones sobre


validez conceptual, contrastacin de hiptesis y mtodos de
puesta a prueba de resultados investigativos, puede decirse que
existen dos grandes posiciones a partir de las cuales se estudia
el universo de fenmenos propios de cualquier disciplina: la
induccin y la deduccin. Como es bien sabido, la induccin
implica observar y analizar fenmenos particulares para, con
base en las conclusiones, hacer proyecciones de un universo
que en principio comparte con el fenmeno particular
todas las caractersticas fundamentales. Desde el punto de vista
epistemolgico, naturalmente, la dificultad consistir en definir
tanto qu es lo fundamental, como los modos aceptables de
pasar de un nivel a otro. Por otra parte, la deduccin opera en
el sentido inverso: buscar explicar los fenmenos particulares
a partir de los ya conocidos; las dificultades se centrarn en
demostrar que el problema estudiado pertenece a la misma
clase, o comparte un nmero adecuado de caractersticas, con
aquellos ya conocidos, para que sea aceptable la extensin.

De la actividad preventiva y teraputica [299]


Esta forma peculiar de obtener conocimiento llamada ciencia,
opera fundamentalmente haciendo interactuar las dos formas
de abordaje; en este proceso se generan datos empricos y se
generan teoras; los unos alimentan los otros y viceversa. Pero
su articulacin no siempre es fcil, y en realidad es frecuente
que las teoras, por el mismo hecho de tener que avanzar
en el campo de lo desconocido, generen especulaciones sin
suficiente fundamento; la tendencia contraria tiene el riesgo de
producir muchos datos exactos, pero carentes de un marco
cohesionador. Una gran parte de los problemas estn asociados
al lenguaje, puesto que, incluso el ms descriptivo y secamente
emprico, deja un margen de imprecisin;59 otros problemas
estn asociados al lento y complejo trabajo de formular puentes
conceptuales (Bunge, 1968, Lakatos, 1978; Laudan, 1977).

Estas breves anotaciones introductorias nos permitirn


empezar a ubicarnos en el campo psicolgico. Pues, aparte
de la necesidad de superar obstculos propios del proceso de
induccin-deduccin, surge la cuestin de apropiacin de
una metodologa investigativa (la experimentacin), que no se
adeca al estudio de muchos temas psicolgicos;60 y aun ms,
aparece un tipo de problema planteado de manera muy diferente
en la fsica o en la qumica: la distincin entre el observador
sujeto y lo observado-sujeto. Tal distincin deriva de una toma
de distancia que da lugar a la objetividad (cuya connotacin
es precisin y no contaminacin, y a la objetivacin,
es decir, la transformacin en objeto de lo observado); a
ello se contrapone la subjetividad (con una connotacin
de impreciso, intuitivo y cientficamente inaceptable),

59 Serrano (1981) plantea que El lenguaje puede ser considerado como un conjunto de
dispositivos que permiten construir y descifrar secuencias de signos que constituyen
enunciados y que expresan el estado de las cosas (Pgs. 210-211). Legrand (1981)
analiza este aspecto con mucha claridad.
60 He analizado este problema con bastante detalle en otro texto (Prez,1982).

[300] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


potencialmente capaz de generar hiptesis. Tradicionalmente,
la confrontacin entre estas posiciones le han dado una neta
ventaja a la posicin objetivista, aun cuando ella no resuelve
ni puede resolver una multitud de preguntas psicolgicamente
relevantes (por ejemplo, la creatividad artstica, las emociones,
la forma de vivenciar lo cotidiano). Lo que complica todava
ms la situacin en el campo psicolgico es el hecho de que lo
observado- objeto es otro sujeto, y, con frecuencia, no se trata
de observar simplemente la ejecucin frente a una tarea, como
ocurre en un experimento convencional, sino la interaccin
entre los dos sujetos, que se afectan mutuamente.61

Ubicacin de la terapia

Dentro de este marco de referencia, la relacin


terapeuta-consultante constituye la realidad fsica, concreta y
aparente presente en un momento dado, en la cual se observa
la interaccin verbal y no verbal entre dos personas.
Incluye una serie de procesos psicolgicos y sociales que
afectan al terapeuta y al consultante, en una situacin donde
el primero intenta de alguna manera ayudar al segundo con el
fin de contribuir a solucionar sus dificultades, o de obtener un
cambio a travs de ajustes con respecto a la estructura social
imperante.

La psicoterapia como fenmeno puede verse y


estudiarse como un fenmeno aislado e independiente, o como
un elemento dentro de una red de relaciones sociales. Pero
ninguna de estas dos formas es suficiente por s misma para
explicar en su totalidad dicho fenmeno. La psicoterapia surge
61 Sobre la objetividad en la ciencia y en la psicologa existen infinidad de textos; pero
vale la pena citar dos clsicos: el comentario de Rogers en 1956 (Rogers y Skinner,
1957/1972, complementado en 1964, y un artculo de M. Kinget, 1980).

De la actividad preventiva y teraputica [301]


de un contexto social determinado tmporo-espacialmente, y es
este contexto el que, en buena parte, constituye el fundamento
de su eficacia. Se trata de un hecho particular, caracterstico
del mundo contemporneo, pero solo en la forma especfica
de relacin que recibe el nombre de terapia; pues a un nivel
ms abstracto, como relacin de ayuda, atraviesa todas las
culturas y las formas de organizacin. De manera que todo
grupo genera estas relaciones y lo que vara es la forma peculiar
como se establecen, desarrollan y concluyen.

En efecto, el brujo, el orculo, el anciano del grupo, el


sacerdote, el exorcista y el psicoterapeuta, son instituciones que
han ejercido el papel de consejeros, guias, facilitadores, que de
alguna manera generan cambios sustentados ideolgicamente,
es decir, considerados como deseables dentro de ese contexto
social especfico; pero el rol en s mismo no basta; es necesario
que los destinatarios se encuentren convencidos de la validez
de todo un sistema de creencias y valores que conforman una
manera de ver y explicar las cosas.

El juego de los dos planos integrativos el sociocultural


y la relacin especfica permiten relativizar el carcter muchas
veces tajante de ciertas conclusiones dependientes de una
lgica clara pero restringida, propia de algunas de las teoras
en boga actualmente; y simultneamente le dan validez a los
planteamientos circunscritos de cada situacin. Para integrarlos
es necesario hacer abstraccin de muchas particularidades,
pero sin caer en tendencias lineales de generalizacin que
inevitablemente culminaran en el encajonamiento de los
fenmenos en esquemas que evolucionan hacia la rigidez. Por
consiguiente, lo propuesto aqu no pretende constituirse en una
verdad, o en la forma de analizar el problema: es simplemente
otro anlisis, que consideramos potencialmente fructfero.

[302] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Un primer paso en el sendero: la relacin de ayuda

Cul es el estatus general de la psicologa en el mbito


de las ciencias? Hace ya varios aos (Prez, 1982 y 2004) propuse
que la psicologa continuaba en un estado pre-paradigmtico62
(retomando la terminologa de Kuhn, 1970) y que se trataba
ms bien de una disciplina en busca de cientificidad.

La situacin general de la psicologa como mbito


de reflexin cientfica no puede menos que repetirse en uno
de sus campos de accin, que sera la psicologa teraputica.
Diferentes enfoques han pretendido haber alcanzado el nivel
de coherencia suficiente para ser considerados paradigmas (el
psicoanlisis, el conductismo); sin embargo, ni el uno ni el otro
resisten durante mucho tiempo el anlisis, y ms bien tienden a
presentarse como una sucesin de interpretaciones que nunca
proporcionan una satisfaccin suficiente, nicamente logran
explicar problemas puntuales en forma parcial. Los grandes
enfoques psicolgicos solo seran paradigmas abortados,
que de todas formas han desencadenado un fenmeno bien
conocido cuando un paradigma dominante se derrumba: la
proliferacin de teoras. Este asunto en s mismo amerita un
anlisis exhaustivo, pero se escapa de los propsitos de este
trabajo. Debemos centrarnos, entonces, en lo que existe y
buscar organizarlo de alguna forma.

Dentro del contexto de la psicologa existen dos grandes


tendencias en cuanto a la forma de abordar los fenmenos
62 Entendemos por paradigma un marco de referencia estable sobre el cual se apoya un
grupo de cientficos con el fin de desarrollar investigaciones ordenadas y coherentes
en un campo de estudios determinado. El paradigma incluye: un conjunto de
prescripciones o matriz disciplinaria (por ejemplo, principios tericos e instrumentos
conceptuales, mtodos y dispositivos instrumentales, criterios de seleccin de hechos,
valores que llevan a apreciar un cierto tipo de forma de expresin); y ejemplos sobre
cmo intentar resolver ciertos problemas (Khun, 1970).

De la actividad preventiva y teraputica [303]


para proponer teoras explicativas. Una de estas tendencias
se ha desarrollado, en especial, en Estados Unidos, Inglaterra
y Alemania y para efectos de este trabajo se ha denominado
Tradicin Pragmtica. Por tal se entiende aquella aproximacin de
carcter empirista, tendiendo a ser inductiva, que implica cierto
tipo de metodologa investigativa cuya forma ms especfica es
la experimentacin y los diseos que de ella se derivan. Por otra
parte, se encuentra la Tradicin Reflexiva, fundamentalmente
de lengua francesa, influenciada por filsofos de la misma
lengua, cuya tradicin tiende a ser deductiva, puesto que
busca la agrupacin y sntesis del conocimiento para explicar
fenmenos particulares. Los adjetivos pragmtica y reflexiva
son simplemente, calificativos, para evitar entrar en largas
elucubraciones justificativas.

En el intento por explicar la psicoterapia, surgen


problemas dentro de las dos tradiciones: en primer lugar, se
podra decir que de la Tradicin Pragmtica se ha derivado un
conjunto de datos que tienden a particularizarse, en donde cada
investigador defiende su propia concepcin sin trascender a
una explicacin general. As, se observa una falta de unidad en
las propuestas tericas, con definicin imprecisa de conceptos y
falta de refinamiento en los mtodos de medicin. En segundo
lugar, la Tradicin Reflexiva, en su bsqueda de agrupacin de
conocimiento, no hace explcitos los criterios utilizados por los
autores para la seleccin de los datos, los cuales, con frecuencia,
son arbitrarios y poco sistemticos.

Antes habamos sugerido que exista una interaccin


constante entre los procesos inductivo y deductivo, tal como se
ve en la Figura 1:

[304] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Figura 1:
Proceso de construccin del conocimiento.

Si introducimos ahora brevemente algunos conceptos


nuevos, resulta posible iniciar una ampliacin de la estructura
bsica de la Figura 163:

Figura 2:
La relacin de ayuda frente al esquema deduccin-induccin

63 Estos tres conceptos constituyen una forma sencilla y arbitraria- de dividir la historia
en el campo de la terapia: en efecto, a grandes rasgos, es aceptable considerar que la
relacin de ayuda en una forma universal y comn de relacin (FG); que en el siglo xx
surge y se impone una forma peculiar de relacin que recibe el nombre de psicoterapia
(Fg). Con el transcurso de los aos este tipo de relacin ha ido adquiriendo formas
especficas, distintas entre s (Fp).

De la actividad preventiva y teraputica [305]


En esta figura aparecen tres nociones bajo la forma de
siglas: la de Fenmeno Particular (Fp), la de Fenmeno General
Restringido (Fg) y la de Fenmeno General en sentido amplio (FG).

El fenmeno particular (Fp) hace referencia a un enfoque


teraputico especfico que implica una conceptualizacin
y explicacin de los eventos de manejo de las dificultades
que surgen en este, conformando as un tipo particular de
psicoterapia. El anlisis de los sistemas teraputicos a travs del
tiempo ilustra con claridad cmo se gestaron y diversificaron
las, en exceso numerosas, propuestas de intervencin que
observamos actualmente. As, a partir de las tendencias
psicoanaltica y comportamental se establece una dicotoma,
la cual implica una polarizacin en la forma de entender y
abordar el fenmeno psicoteraputico; posteriormente, surgi
una tercera fuerza que puso el acento en la relacin terapeuta-
consultante, identificando las condiciones para facilitar el
proceso psicoteraputico, responsable de los cambios de
la personalidad y la conducta. De forma esquemtica, las
posiciones anteriormente planteadas se pueden ubicar como
los tres vrtices de un tringulo imaginario (Figura 3).

Figura 3:
Posiciones fundamentales en el campo teraputico

[306] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Poco a poco han aparecido nuevas corrientes que
tienden a ubicarse en los espacios entre cada vrtice, rompiendo
con las polaridades establecidas, generando as una relacin de
circularidad e interdependencia entre las diferentes posiciones
tericas en donde cada una de ellas ya no se plantea de forma
radical y opuesta a las otras, sino por el contrario, tiende a
considerar diferentes factores constitutivos, no excluyentes
entre s. De esta forma se inicia una convergencia en las
posiciones y se acepta la existencia de puntos en comn.
Igualmente, de manera abstracta, podra decirse que el espacio
interno del tringulo se ha ido llenando de formas ms o menos
novedosas (por lo menos segn sus autores) de intervencin
teraputica.

En la actualidad es evidente la heterogeneidad de


aproximaciones tericas que se traducen en una politoma,
es decir, en una multitud de rupturas. La proliferacin
psicoteraputica64 puede deberse al refinamiento tcnico-
metodolgico de la prctica misma, que dej de lado una
elaboracin terica para sustentar los planteamientos de
cada autor. Pero igualmente debe sealarse que esta situacin
no depende solo de condiciones internas propias del campo

64 Hasta 1936 (Congreso de Marienbad), lo nico que registra la literatura son variaciones
del psicoanlisis y la aparicin de estrategias de grupo y del psicodrama; en 1940 aparece
la terapia de Rogers, que solo diez aos ms tarde comenzara a tomar fuerza. En 1956,
Ford y Urban hablan de 36 sistemas de terapia, lo que para la poca constitua un
escndalo. Cuatro aos ms tarde, Eysenck publica su clebre Behavior Therapy and the
Neurosis, con el que entran oficialmente en escenas las diferentes terapias conductuales,
seguidas de cerca por decenas de trabajos sobre tcnicas de modificacin de conducta,
de inspiracin skinneriana. En 1968, Rachman habla de 85 formas de terapia. La dcada
de los setenta ve surgir las terapias cognoscitivas, con nombres como Beck y Mahoney y
el nmero no cesa de crecer hasta las cifras rcord de Corsini (1982): 241, y de Garfield
(1983): ms de 250. Indudablemente un balance en este momento dara cifras cercanas
a 400. Pero en el momento en que aquella proliferacin alcanza su mxima aceleracin,
se inicia tambin un esfuerzo de convergencia; basta citar tres ejemplos: Ivey y Simek-
Downing (1980): Marmor y Woods, (1980) y Wachtel (1977). Este tema ser tocado ms
adelante.

De la actividad preventiva y teraputica [307]


psicolgico, tambin puede obedecer a las demandas de la
sociedad de consumo. Tales factores estn, de alguna manera,
incidiendo en la duracin y eficacia de este tipo de prctica
psicoteraputica, observndose una tendencia a producir un
tipo de aproximacin superficial que responde a necesidades
inmediatas, pero sin una preocupacin por construir una
estructura conceptual lo suficientemente fuerte como para
sustentar un trabajo teraputico determinado.65

Fenmeno General Restringido (Fg). Bajo este concepto


se agrupan todas las formas de psicoterapia existentes,
independientemente de su enfoque o de su tcnica; se le ha
dado el nombre de fenmeno general restringido porque se intenta
conceptualizar el fenmeno psicoteraputico en su totalidad,
pero limitndose a sus manifestaciones especficas en el siglo
XX y en la sociedad occidental.

El problema ha sido estudiado desde diferentes


perspectivas, y se han publicado miles de artculos y libros sobre
tpicos como, los elementos constitutivos de las psicoterapia,
la evaluacin de las intervenciones de mltiples tipos, los
procesos que tienen lugar; pero todava no se ha llevado a cabo
un trabajo que integre todos los elementos en una estructura
unificada, aun cuando ya se han dado pasos en tal direccin.66
Desafortunadamente, la mayora de las investigaciones no
logra trascender las limitaciones propias de los enfoques y
65 Este problema es aun ms grave en el campo de la psiquiatra, en el que no solo no hay
teora, sino que las propuestas explicativas carecen de sustento, o son abiertamente falsas.
66 El primer esfuerzo concreto fue la creacin en 1985 de la SEPI, Society for the
Exploration of Psychotherapy Integration, que durante varios aos reuni a los
principales terapeutas e investigadores de los Estados Unidos, con la presencia de
algunos europeos. En 2012 el problema tiene una forma muy diferente: aun cuando
la gran diversidad de enfoques se mantiene, solo aquellos que muestran soportes
empricos sobre su eficacia mantienen una audiencia importante, con excepcin de
aquellos enfoques con vagos aspectos de culto semi religioso, como ocurre con algunas
formas de psicoanlisis.

[308] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


las escuelas, y por consiguiente, tampoco pueden evitar la
atomizacin.

Si (Fp) busca analizar estilos peculiares de terapia, (Fg)


intenta establecer factores comunes y hacer abstraccin de las
diferencias, con el propsito de llegar a formular elementos
esenciales. Una de las formas de enfocar el asunto (Prez,
1982), consiste en identificar los componentes de la situacin
y agruparlos por variables o factores; as, ordinariamente se
proponen cuatro grandes clases de variables: las del terapeuta,
las del consultante, las asociadas a la estrategia de intervencin y
las del medio ambiente del consultante (ver Prez, 1982, p.153-
192). Esta forma de analizar la psicoterapia pone el acento en
la relacin terapeuta-consultante y trata de precisar los tipos de
variables que intervienen en dicha interaccin.

Una forma distinta de abordar el mismo problema


consiste en proponer la existencia de factores especficos (fe)
en cada forma de psicoterapia. El desarrollo de propuestas en
este campo tiene ya ms de quince aos y un gran nmero de
autores ha intervenido en l. Arnkoff (1983), Frank (1961/71/81)
y Garfield (1982/83), son tres figuras prominentes que ilustran
esta aproximacin; sus planteamientos se pueden resumir en
los siguientes puntos con respecto a los factores generales:
1. El establecimiento y mantenimiento de una relacin
particular entre un experto y un consultante con un grado
de malestar.
2. La existencia de una estructura conceptual subyacente que
justifica y determina la prctica del terapeuta.
3. El desarrollo de una relacin psicoteraputica en un
ambiente especfico que proporciona al consultante
las condiciones necesarias para lograr una solucin a la
problemtica que lo motiv.

De la actividad preventiva y teraputica [309]


Esta aproximacin hace nfasis en el establecimiento
de una relacin entre las diferentes corrientes teraputicas.
Paralelamente, otra aproximacin resalta la importancia del
aspecto social, ya que la psicoterapia se encuentra inmersa
en una red de relaciones sociales que determinan su carcter
y significado. Autores como Gadlin (1983) y Wachtel (1983)
han reconocido claramente el impacto del sistema social y su
proyeccin ideolgica sobre el fenmeno teraputico.

Como quiera que sea, la ltima dcada deja ver un


inters renovado por la convergencia. En el campo investigativo
ha surgido una estrategia para intentar agrupar resultados, el
meta-anlisis (Smith y Glass, 1977; Prioleau, Murdock & Brody,
1983; Klein & Godwin, 1984; Cohen, 1984); se han publicado
numerosos artculos y libros que hablan de integracin; e
incluso se comienza a escuchar con cierta insistencia el trmino
metateora. No porque el concepto en s mismo, o el inters
por hacer propuestas de ese tipo en el campo psicolgico,
sean nuevos; ms bien es que las ideas iniciales comienzan a
concretarse, algunas de ellas sirviendo solamente para disfrazar
esquemas estereotipados y simplistas.67 Sin embargo, hay otras
dignas de atencin, entre las cuales vale la pena mencionar la
aproximacin de Tissot (1980) y la de Mahoney (1981); mientras
el primero intenta integrar de una manera elegante y coherente
los resultados de las investigaciones de la psiquiatra biolgica
con las propuestas de Piaget, para explicar muchos trastornos
de conducta, el segundo aborda el problema del significado, de
la ontologa constructiva, del estructuralismo jerrquico, de los
67 Tal es el caso, a nuestro parecer de la propuesta de R. Ardila, quien asegura que la
denominada sntesis experimental del comportamiento por oposicin al tradicional
anlisis experimental del comportamiento es una autntica va metaterica.
Esta no es mi opinin (Prez 1984); considero la propuesta de Ardila inaceptable
porque es confusa, se limita a dar nuevos nombres a viejos y conocidos problemas y
procedimientos, contiene mltiples presunciones a priori y se apoya en tours de force
conceptuales que no desembocan en ninguna estructura coherente.

[310] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


procesos oscilantes en el desarrollo del vitalismo participativo
para buscar comprender los procesos de cambio humano.
Ambos tienen en comn dos aspectos: primero, intentan crear
esquemas conceptuales que no excluyan a priori ningn tipo
de dato psicolgicamente relevante; segundo, hacen explcita la
necesidad de recurrir a formas de pensamiento representativas
de los avances ms recientes de la epistemologa y de disciplinas
cientficas diferentes a la psicologa como las encontradas en
los trabajos de Khun (1982), Morin (1977 y 1980) y Prigogine
(1980). Son estas, en todo caso, aproximaciones tentativas
que exigirn un esfuerzo mantenido durante largos aos y
marcarn, sin lugar a dudas, un nuevo rumbo en el desarrollo
de la psicologa.

El Fenmeno General (FG): refiere a toda forma de


relacin de ayuda personalizada que implica la atencin a
alguien cuando est en problemas. Este tipo de relacin incluye
las conductas de ayuda que se distinguen claramente de las
conductas de colaboracin y de las conductas altruistas.68 Es un
fenmeno que se ha dado a lo largo de la historia diacrnica y
sincrnicamente en todos los grupos sociales.

68 Es necesario hacer una distincin entre conductas de ayuda profesionalizadas y conductas


altruistas. El altruismo es bsicamente una construccin valorativa y por lo tanto es
culturalmente relativa. Cuando se habla de altruismo, se habla de un valor que tiene
connotacin dentro de una prctica social concreta.
La distincin fundamental entre la conducta de ayuda profesionalizada y la conducta
altruista es que la primera siempre proporciona un beneficio (ya sea de tipo econmico,
social, personal, etc.). Esto implica de alguna manera que la persona que ofrece la ayuda
obtiene una recompensa, mientras que en las conductas altruistas orientadas al mismo
fin, no hay ningn tipo de expectativa de recompensa: ms aun, en ocasiones puede
implicar algn tipo de consecuencia negativa para quien ofrece la ayuda, (no pone en
peligro la integridad fsica, psicolgica, social o moral). Respecto a las conductas de
cooperacin, estas estn orientadas al comn beneficio de ambos participantes dentro
de una funcin biolgica especfica de conservacin de la especie. A nivel transespecfico
se encuentran las conductas denominadas por los etlogos como conductas de ayuda
o cooperacin orientadas a la consecucin de fines comunes; en algunos casos estas
conductas de ayuda pueden presentar caractersticas altruistas. (Salas, 1984).

De la actividad preventiva y teraputica [311]


El carcter universal de este tipo de relaciones de ayuda,
a nivel de la especie humana, es incuestionable. La evidencia
histrica, antropolgica y sociolgica, muestra de manera
anecdtica y sistemtica, que la ayuda personalizada se da en
todas las culturas, desde las prcticas mgico-religiosas hasta la
psicoterapia, adquiriendo un sentido particular, puesto que est
inmersa en una prctica social concreta. Esta relacin implica
la bsqueda del restablecimiento del equilibrio, del alivio y
bienestar de quien padece un sufrimiento. Se asume que el
enfermo es dbil y que son otros quienes deben ocuparse de
l. Esos otros toman una dimensin concreta en los curadores.
Pero, quines son esos curadores? la variabilidad de las formas
que adoptan es muy grande, tan grande como la diversidad de
las estructuras culturales dentro de las cuales operan: desde el
chaman hasta el terapeuta comportamental; desde el brujo tribal
hasta el psicoanalista, desde el exorcista hasta el neurocirujano;
los roles se diversifican, se ensanchan y se estrechan, se
precisan y se van perfilando al ritmo de las transformaciones
de la sociedad, de sus conceptos y preceptos, de sus creencias
y sus normas, de sus metas y valores. Este punto requiere,
indudablemente una mayor profundizacin, pero antes de
intentarla necesitamos sintetizar un poco:
1. Si regresamos al esquema planteado en la Figura 2 e
integramos a ella todo lo dicho hasta ahora, veremos
que la tendencia pragmtica hace nfasis en la relacin
entre Fp y Fg. Por otra parte, lo que hemos denominado
tradicin reflexiva pone el acento en la relacin entre
FG y Fp. Esto significa, evidentemente, que una de las
tareas necesarias para iniciar el proceso de construccin
de un paradigma es la articulacin de FG, Fg y Fp;
en otras palabras, un intento de elaboracin de un
paradigma teraputico debe necesariamente integrar los
tres conceptos. Ms adelante veremos si esto es posible.

[312] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


2. El anlisis de la relacin teraputica implica,
forzosamente, tomar en consideracin a sus
protagonistas (un sujeto que acta como curador y otro
que acta como sujeto de la intervencin del curador).
3. Se requiere precisar sobre qu acta el curador y qu le
ocurre especficamente a quien es objeto de la intervencin.
En trminos generales, esto suele denominarse dolencia,
enfermedad, trastorno, perturbacin o mal.

Intentemos una precisin mnima en lo referente al


curador antes de ocuparnos del tercer punto. En el contexto
de la relacin de ayuda profesionalizada, es evidente que en
otras pocas (e incluso actualmente en culturas tradicionales)
las sociedades otorgaban un rango ms amplio de funciones
a cada uno de sus miembros, por oposicin a la tendencia
contempornea a la hiper-especializacin. El brujo tena
funciones sacerdotales, polticas, mdicas y de asesora que hoy
seran ejercidas por lo menos por media docena de profesionales
diferentes, todos los cuales siguen teniendo funciones asociadas
a ayuda profesionalizada pero ya no curativas; el abogado, el
asesor agrcola, el sacerdote, ejecutan funciones similares a las
que primitivamente ejerca una sola persona, quien por ello
detentaba un enorme poder. En todos estos casos, entonces
como ahora, el fundamento de la relacin es que quien
proporciona la ayuda no solo sabe reconocer una enfermedad o
un mal y sabe qu hacer para aliviarlo o para eliminarlo, sino
que conoce las razones de su presencia.

Dentro de este esquema, el sujeto (o quienes lo rodean)


percibe una enfermedad o un trastorno a travs de los sntomas.
Y qu es un sntoma? Lacrosse (1984) dice que no se puede dar
una definicin objetiva de este trmino porque depende del
sistema de creencias y puede ser definido de una manera muy

De la actividad preventiva y teraputica [313]


vaga (problema existencial persistente) o muy precisa (dolencia
fsica). Sntoma hara referencia a toda forma de desadaptacin,
sufrimiento, desviacin de las normas de un orden social dado,
factible de ser etiquetado como sntoma y susceptible de ser
sometido a la intervencin de un curador (p. 39).
De esta manera, lo subjetivo lo que el individuo percibe de s
mismo en un momento dado como perturbador se reviste de
una armadura de objetividad para que sea posible tratarlo.
Esta armadura se constituye de conceptos; y tales conceptos
no son estticos, por el contrario, se van transformando por
los cambios sociales y culturales que mueven la historia de la
humanidad. Todo esto se refleja en la concepcin actual de la
locura: su explicacin no se atribuye al ms all sino al sujeto
mismo y con ello se intenta darle sentido a una existencia social
amenazada de una aniquilacin de sentido (Lacrosse, 1984). Dar
un sentido al sntoma no es ms que interpretar y explicar unos
hechos a la luz de un sistema de creencias. En otras palabras, el
sntoma es el comportamiento desviado de un individuo que
no corresponde a lo que se espera de l en un grupo social
determinado, cuyo funcionamiento carece de sentido y por lo
tanto se excluye. Con base en lo anterior, Lacrosse concluye
que los sntomas mentales tienen un sentido, pero este sentido es
tambin un no sentido, una destruccin de sentido.69

Dentro de esta perspectiva, y entendiendo que la relacin


compleja y dinmica del individuo y su medio ambiente se
traduce en forma de salud-enfermedad, una teora del sntoma
no puede identificarse sino a partir del rescate de una dimensin
69 En un trabajo previo (1982) intent clarificar el problema del sntoma y su significado;
y aun cuando la propuesta de Lacrosse se aleja mucho de mis propias interpretaciones,
no deja de parecerme importante sealar que, literalmente, la palabra griega
smpyptein (origen de sntoma) significa caer al mismo tiempo,
coincidir: el sntoma remite a otra cosa no directamente visible, que es eventualmente
su causa o su origen (como en no hay humo sin fuego) o, en un nivel ms simblico,
su representacin.

[314] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


globalizante que abarque diferentes niveles de conocimiento:
medicina, biologa, historia, antropologa, etc. Por lo tanto,
es necesario integrar sus aportes ya que cada uno en forma
independiente no puede explicar el concepto en su totalidad.
Lacrosse afirma que una teora de dispositivos de intervencin
sobre la enfermedad mental es inseparable de una teora de los
sntomas mentales. El autor explica esta relacin a partir de
la consideracin como un conjunto indisoluble del problema y
de su solucin, de las preguntas sobre la enfermedad mental y
los dispositivos de control.

Y de este modo, retomando las tesis de Canguilhem


(1966) y otros autores, podemos afirmar que, en la actualidad,
ms que desarrollar nuevos postulados alrededor del problema
salud-enfermedad, se ha abierto un campo de anlisis que incluye
un replanteamiento de los trminos y conceptualizaciones de
los siglos anteriores; as como el anlisis de las condiciones
culturales, sociales y polticas en las que se produce el fenmeno
salud-enfermedad, se consideran irrelevantes por estar
relacionados con estados ideales e inalcanzables, plantendose
entonces el anlisis del continuo vida-muerte en el cual la
enfermedad hace parte del proceso de la vida de cada individuo.
Esto necesariamente implica una nueva manera de aproximarse
al problema, no con elementos innovadores y diferentes, sino
con una visin ms amplia del mismo fenmeno asignndole
otro significado.70

70 Nada ms lejano de estas formulaciones que las pobrsimas y desafortunadamente-


harto influyentes definiciones de la Organizacin Mundial de la Salud, entidad segn
la cual la salud es un estado completo de bienestar fsico, mental y social, que sugiere,
adems de globalidad, permanencia esttica. Tomada con seriedad, esta definicin
significara que no hay un solo ser humano (o un solo ser vivo) realmente sano. La
salud no es un estado de equilibrio, todo lo contrario: es un estado de desequilibrio
permanente, a travs del cual el sujeto logra sobrevivir el mayor tiempo posible sin estar
gravemente enfermo salvo y eventualmente durante breves perodos.

De la actividad preventiva y teraputica [315]


As, lo importante aqu no son los conceptos y las
dicotomas en s mismos, sino el valor y el significado que
adquieren en un contexto y en un momento histrico particular.
Sin embargo, esto no aclara ni soluciona el problema, puesto que
se continan empleando dicotomas y conceptos valorativos.
Se dice lo mismo con otras palabras; se modifica la forma, ms
no el contenido. Es decir, se maneja una estructura similar
(normal-anormal), dndole otro significado a los trminos,
pero manteniendo la dicotoma y el valor de los mismos.
Surgen entonces planteamientos que van a conceptualizar la
enfermedad como una nueva dimensin de la vida, centrndose
alrededor del individuo, quien finalmente es quien vivencia,
define y cura la enfermedad y se coloca en un estado de salud.

De este modo, el hecho de conceptualizar la enfermedad


como una nueva dimensin de la vida, como un estilo de
vida que hace parte del conjunto de la existencia, implica
una modificacin de la estructura que nos hace entender la
enfermedad ya no con la connotacin positiva o negativa de
lo normal y lo anormal, sino como una forma diferente de
estar en el mundo. Bajo este supuesto tendramos que entrar
a considerar quin define, y a travs de qu mecanismos
o procesos, la enfermedad. Se debera considerar tanto el
punto de vista del enfermo, como el del curador, pero
teniendo como punto de partida el del enfermo puesto que
l es quien posee los mecanismos para definir su estado: dolor,
sentimiento de impotencia, ausencia de control y conocimiento,
reconocimiento de la diferencia con los otros y deseo de volver
al estado anterior.

Todos estos mecanismos producen en el individuo un


estado particular de conciencia que lo lleva a definirse como
enfermo o, dicho de otra manera, su forma de ser en el

[316] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


mundo sufre una modificacin que lo coloca en una situacin
de inconformidad y lo imposibilita para retornar a su estado
anterior, y por tanto lo obliga a buscar ayuda.

En sntesis, un cambio en la concepcin de la enfermedad


implica una modificacin en la forma de intervenir; por lo
tanto, los sntomas o las entidades llamadas enfermedades
y los tratamientos, seran conceptos isomrficos. Por
consiguiente, el inters por abordar la enfermedad no busca
obtener conocimiento como fin ltimo, sino que, a travs
del entendimiento de aquella, procura desarrollar mtodos
de intervencin para curar.71 Los mtodos de intervencin
generados en cada estructura social no son independientes
de la conceptualizacin que esta tenga de la enfermedad, sus
causas, manifestaciones y consecuencias. Cada tratamiento
especificar, a su vez, los factores operacionales que actuarn
sobre un estado determinado, ejecutados por un sujeto de un
estatus particular.

Segn Heather (1983), la ciencia, la prctica mdica y


la ciencia bsica y aplicada, en general, no pueden considerarse
como procesos puramente lgicos, independientes de la
realidad en permanente cambio. En otras palabras, la salud
no es producto directo de la aplicacin o el mejoramiento de
las aplicaciones de la medicina clnica ni de la acumulacin de
conocimientos relacionados con los mecanismos patolgicos
y la curacin efectiva de las enfermedades en cuestin, sino
de los cambios sociales y econmicos que tuvieron lugar
durante ese perodo. De esta manera, la enfermedad deja de
ser un fenmeno de carcter fisiolgico para convertirse en el
71 Exactamente lo contrario ocurre en la psiquiatra de 2012: primero se crea una cura y
luego se inventa la enfermedad. De ah la falta de soporte emprico y conceptual para la
virtual totalidad de las llamadas nuevas enfermedades que nos promete el DSM-V.

De la actividad preventiva y teraputica [317]


producto de una realidad concreta, conformando as una red
compleja de factores socio-culturales, cientficos y psicolgicos.
Concretamente, en la prctica clnica de carcter psicolgico, la
persona con problemas no asume un rol pasivo, como objeto
del tratamiento: por el contrario, es partcipe de su mejora.
Algunos autores han cuestionado el nfasis dado al tratamiento
como intervencin especfica, subrayando que otros factores
inciden en la mejora de los consultantes. Estas mejoras se
atribuyen a las creencias, expectativas, experiencias personales,
entre otros factores, que hacen posible la efectividad de un
tratamiento.

Lacrosse (1984), dice que quienes curan no estn all


ms que al servicio de otro, pero el actor principal sigue siendo,
de alguna manera, el sujeto que sufre. De esta forma, el proceso
teraputico siempre implica una participacin activa del sujeto.
Bays (1984), parte del supuesto que el organismo posee un
mecanismo autorregulador que busca mantener y aumentar
la salud y combatir la enfermedad. Este modelo destaca la
influencia de los factores psicolgicos en el proceso salud-
enfermedad y resalta que en la enfermedad lo ms importante,
en el fondo, es el hombre: por lo tanto seran la percepcin-
sentimiento-de dolor, la incapacidad funcional y la inseguridad
social, lo que constituye la enfermedad; no es la alteracin
anatmica o la perturbacin fisiolgica, nicamente.

Por otra parte, para dar sentido a los fenmenos de la


realidad concreta, es necesario considerar un marco de referencia
histrico-social que proporcione un esquema conceptual. Para
lograr este objetivo, resulta indispensable la explicacin de la
perturbacin de un individuo y los mtodos para aliviarlos; sin
este paso, la articulacin carecera de contexto.

[318] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Una manera de analizar y comprender las formas de
organizacin social y la interaccin entre los individuos, sera a
partir de los tipos ideales de sociedad.

Tnnies (1957), propone una dicotoma considerada


como una de las primeras y ms simples tipologas de organizacin
social: Gemeinschaft (comunidad) y Gesellshaft (sociedad). La
primera hace referencia a una forma de organizacin que asume
la unidad, en la que predomina el grupo sobre el individuo. Por
oposicin, en otra categora se asume la separacin en la que cada
miembro de la organizacin acta por s mismo, predominando
entonces el individuo sobre el grupo. Estas categoras representan
una serie de supuestos que influyen en el pensamiento social, las
actitudes, los valores, el comportamiento y la interaccin de los
individuos que conforman un grupo.

A travs del proceso histrico, la transformacin de una


sociedad basada en el grupo (familia, tribu, horda) a una sociedad
urbana cosmopolita, es la transicin del tipo puro de comunidad
al tipo puro de sociedad. Pero es obvio que la tipologa planteada
por Tnnies distingue las sociedades a partir de los sistemas de
valores que las rigen. De acuerdo con este planteamiento existen
dos sistemas de valores que el autor llama holista e individualista. El
primero corresponde al tipo de sociedad denominado tradicional,
en el que las necesidades del hombre estn subordinadas a las de
la sociedad como un todo. Mientras que el sistema de valores
individualistas resalta el privilegio del hombre como tal.

En realidad, los planteamientos expuestos anteriormente


(Dumont, 1977; Tnnies, 1957), no pueden implicar una
categorizacin dicotmica mutuamente excluyente; simplemente
describen los extremos de un continuo, dentro del cual se ubican
los distintos tipos de sociedades. Dicho de otra manera, no es

De la actividad preventiva y teraputica [319]


posible encontrar sociedades que no sean una combinacin de
ambas categoras: no existe alguna sociedad pura. De igual
manera, el ser humano se puede conceptualizar a partir de la
diferenciacin entre holismo e individualismo. Legrand (1983)
utiliza la distincin propuesta por el antroplogo brasileo
Roberto Da Matta entre personas e individuo:
La persona es el ser humano definido por su
posicin en una red de relaciones sociales, es el
ser humano definido como miembro de un grupo,
grupo sexual, grupo de edad, grupo familiar, casta
o clase social. Podra llamrsele ser humano
afiliado En cuanto al individuo, es el ser humano
desprovisto de vnculo orgnico con la totalidad
social, es un ser humano que posee consistencia o
calor independientemente de su posicin en una
red de relaciones sociales. Es el hombre que podra
llamarse desafiliado. (Legrand, 1983, p. 85).

El mismo autor, basado en los planteamientos de Dumont


(1977) y considerando que la manera de intervenir siempre se
encuentra aprisionada en las formas socio-culturales, formula
una macro-hiptesis segn la cual a las sociedades tradiciones
corresponden formas de intervencin intervenciones holistas,
mientras que las intervenciones de las sociedades modernas
ms individualistas.

En el presente trabajo se sugiere, entonces, que si no


existe una sociedad pura, tampoco puede existir una forma
pura de intervencin, pero s puede estar profundamente
marcada por una de las dos tendencias.72
72 Durante la Conferencia internacional de Psicoterapias (Bogot 1983) M. Legrand
se preguntaba insistentemente cmo podan las democracias reproducir formas de
intervencin teraputica claramente antidemocrticas, como ciertos tratamientos para
alcohlicos y drogadictos. Los elementos de una posible respuesta seran:
1. Las contradicciones son inherentes al sistema.

[320] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Retomando los elementos anteriormente mencionados
se podra decir que la relacin de ayuda est determinada por la
manera de conceptualizar la perturbacin y que esto depende
del sistema de creencias imperante.

Esta sntesis podra representarse esquemticamente de


la siguiente manera (Figura 4).

Figura 4:
Relaciones entre sistemas de creencias, conceptualizacin de la
perturbacin y la intervencin remedial.
2. No hay formas puras de organizacin social.
3. Incluso las formas ms puras son administradas por simples seres humanos. No
produjo la democracia griega la muerte de Scrates, llamado por Platn el mejor de
los hombres?

De la actividad preventiva y teraputica [321]


Es importante anotar que, en una sociedad con tendencia
autnoma, los sistemas de creencias tienden a modificarse con
relativa rapidez y surgen nuevos sistemas que invalidan los
viejos, generando as un permanente cambio.

Lacrosse (1984) propone la hiptesis de que en la sociedad


moderna (donde el reconocimiento y la desmitificacin juegan
un papel importante) los sistemas de creencias son breves en
el tiempo, por lo que se hace necesario proponer renovarlos
continuamente.

Siguiendo esta lnea de anlisis, podra decirse que,


si la manera como se da la relacin de ayuda est sujeta al
sistema de creencias vigente, al modificarse este la prctica
misma sufrir un cambio. Sobre este punto podra proponerse
la siguiente hiptesis: los dispositivos psicoteraputicos deben
estar conectados a la interpretacin de los problemas de las
personas; entonces, cuando la explicacin cambia, tambin
deben cambiar los dispositivos de intervencin. Esto podra
explicar en parte la proliferacin de psicoterapias, de drogas,
de psicoterapeutas, la implementacin de tcnicas sofisticadas,
entre otros, en la sociedad de consumo.

Por otra parte, en las sociedades con tendencia


heternoma, los sistemas de creencias holistas tienden a
mantenerse y el cambio es relativamente lento de ah que
Legrand las domina tradicionales. Esto explicara, en parte, por
qu prcticas como el vud, la magia negra, la prctica de los
mdicos invisibles, etc., se han mantenido por mucho tiempo
con variaciones muy sutiles. Pero, de manera independiente
de las caractersticas que determinan la forma como se da la
relacin de ayuda, puede extraerse lo que define dicha relacin y
la diferencia con otros tipos de interaccin humana (Figura 5):

[322] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Figura 5:
Sntesis de las relaciones entre los elementos que intervienen
en la estructura de la relacin de ayuda.

De la actividad preventiva y teraputica [323]


La relacin teraputica y sus protagonistas

El sujeto

Y despus de todas estas reflexiones y anlisis, quin


es, finalmente, el sujeto? Existe probablemente una inmensa
variedad de respuestas posibles, pero ninguna resulta lo
suficientemente clara, convincente y precisa como para
encuadrar en ella a este personaje: pues si, como suponemos,
el sujeto es inagotable, cualquier definicin lo amputara. Sin
embargo, podemos tomar en consideracin algunos elementos
generales que nos permitirn delimitar los espacios conceptuales
a los que nos referimos: el sujeto es el centro de un todo que
tiene su expresin en sus acciones y por tanto su existencia es
la actuacin y la realizacin de sus posibilidades. El ser est
continuamente hacindose y apropindose de s mismo, en su
accin se conoce, se construye, se deconstruye y se reconoce y
reconstruye. Es tambin continuo movimiento y fluctuacin y
tiene una direccin y un sentido. Un sentido comn a todos
los sujetos, que es la vida y la muerte, y un sentido propio de
cada sujeto que es su propia existencia y con ella, la opcin
ontolgica. Opcin de elegir y de elegirse que lo pone en
movimiento y lo hace no solo ser, sino existir con sentido.

[324] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Sentido para s mismo y para el otro y los otros que siempre
participan del sujeto, quien no solo es y existe, sino que existe
con: est estrechamente ligado y vinculado al mundo, a los
otros, tambin sujetos. De esta manera, el sujeto se aproxima
al otro en su existir, en su hacer, con la multiplicidad de sus
actitudes y en la variedad de sus dimensiones, desarrollando
conjuntamente una historia y construyendo con el otro, para s
mismo y para el otro, un contexto donde el hacer y el existir se
conjugan para producir el nosotros, sin perder el individuo.

Este aproximarse, esta bsqueda de relacin con el


otro, implica para los individuos el anlisis de su estructura de
sujeto, su trayectoria y su horizonte para darle un sentido, un
significado y un valor a su existencia. Y en esta relacin con
el otro es que se construye la sociedad, e individuo y sociedad
se recrean permanentemente sin que nunca el sujeto sea
solamente individuo o solamente sociedad. Esto no significa
que en este proceso el individuo se diluya para transformarse
en el hombre-masa que se extiende fcilmente hacia cualquier
lugar y sea un sujeto nivelado e impersonal, conformista en
sus gustos y tendencias, que se deja guiar y alinear, siempre y
cuando le sean concedidas determinadas ventajas. Tampoco es
el individuo enmarcado en una trivialidad cotidiana, que vive
con superficialidad su existencia, rehuyendo todo problema
que le pueda inquietar o angustiar, observndolo todo, sin
profundizar en nada, evitando toda responsabilidad directa y
personal, e incapaz de pensar por s mismo. Por el contrario,
se trata de un individuo y una sociedad que se constituyen
para dirigirse hacia formas ms evolucionadas de la existencia
que las obtenidas a travs de la individuacin. Como dira
Jung (1946), la individuacin busca el enriquecimiento y la
potenciacin tanto para la persona como para el grupo social
en que se est vitalmente inmerso; es un proceso psicolgico

De la actividad preventiva y teraputica [325]


que cumple finalidades individuales, haciendo del hombre ese
determinado ser individual que es. Individualizndose no se
hace egosta, sino que se reconoce en una peculiaridad propia,
que lo reconoce como ser distinto de la generalidad, lo cual es
diferente del egosmo y del individualismo.

Si retomamos algunos planteamientos de Morin


(1986), la interaccin individuo-sociedad implica la aparicin
de un sujeto computante que posee un carcter informacional-
comunicacional consigo mismo y con su medio, y que a su vez
posee tres rasgos fundamentales, inseparables y complementarios
que constituyen la estructura misma del sujeto. El sujeto es
centro de referencia y preferencia de su universo y se eleva por
encima del nivel de los otros seres, excluyendo al otro. Adems,
el individuo, en cada una de sus computaciones y decisiones,
se refiere no solamente a actos objetivos internos y externos,
sino a s mismo como centro de referencia. Este ser computante
se ubica en el centro de un espacio-tiempo donde interpreta
los eventos, constituyndose en el centro de comunicacin y
accin que traduce en informacin para s mismo, los estmulos
que provienen de su propio organismo y del universo exterior
y, al mismo tiempo, genera mensajes para su organismo y para
el mundo exterior. De este modo, como organizador de su
universo, el sujeto se eleva por encima del nivel de su ambiente
y sobrepasar para s el orden de realidad y la cualidad de ser de
los otros y se reafirma como sujeto nico en un espacio-tiempo
especfico.73

Esta reafirmacin conduce a la afirmacin del soy, que
implica la conformacin de ser, y de existencia y subjetividad.
Tales elementos aparecen como una espiral que funciona del m
73 Utilizando un lenguaje completamente diferente, Carl Rogers haba propuesto algo muy
similar en la parte III de su clebre Psicoterapia centrada en el cliente (1951/1986).

[326] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


objetivo, al yo subjetivo, y viceversa. La espiral es una mltiple
y cada uno de sus elementos constituye un momento y una
dimensin de la unidad compleja del sujeto. El yo inicial es
igual al sitio exclusivo del sujeto; el mi es el sujeto objetivo
como ser individual; el soy es la cualidad-calidad de ser y la
modalidad de existencia del sujeto; y el yo inicial y final es igual
a m-mismo-yo. Estos elementos son interdependientes y poseen
la presencia de cada uno de ellos; cada uno es productivo y
productor de los otros y todos son el sujeto.

De esta manera, la interdependencia, interrelacin e


interaccin de los elementos pone en evidencia el sentido
dinmico del sujeto, que se representa e ilustra como una
espiral en constante movimiento. Ms adelante retomaremos
el concepto de espiral en movimiento como forma de
representar al sujeto.

El Sujeto de la Psicoterapia

Los planteamientos anteriores presentan a un sujeto


abstracto que puede ser encontrado en un espacio y en un
tiempo cualquiera, y puede ser abordado y estudiado por
cualquier disciplina. En esa medida, el espacio de anlisis se abre
con la pregunta acerca de quin es el sujeto de la psicoterapia?
Quizs podamos tomar como punto de partida el trabajo de un
psiclogo belga que ya citamos antes: J. M. Lacrosse.74

Aqu no expondremos en detalle su propuesta global
que, por lo menos en la versin que conocemos, es un trabajo
74 Quiero agradecer a mi amigo Michel Legrand el haberme puesto en contacto con el
trabajo de Lacrosse. Quizs no sea una simple casualidad que Lacrosse, por origen y
formacin inicial, eventual representante de la tradicin reflexiva, haya desarrollado
en su propuesta conceptos puente: los ltimos aos los han pasado trabajando en
Estados Unidos.

De la actividad preventiva y teraputica [327]


inacabado sino que tomaremos elementos bsicos y los
reinterpretaremos adaptndolos a nuestra propia concepcin
del problema.

Lacrosse (1984) propone una definicin de la psicoterapia


que nosotros intentaremos generalizar a toda relacin de ayuda
de carcter curativo en la cual los factores psicolgicos juegan
un papel preponderante:75

Es una negociacin ritualizada que consiste, esencialmente,


en darle bajo la direccin de un curador un sentido a
los sntomas, y que funciona a partir de cuatro principios
generales: homeopata, desconocimiento del arbitrario,
homogeneidad con el contexto cultural global, y no progreso
de la eficacia (p.26).

A partir de esta definicin, las elaboraciones que siguen


contienen elementos propuestos por Lacrosse y otros nuestros, por
lo que la responsabilidad en los eventuales errores que se planteen
solamente pueden atribuirse al autor de este texto y no al autor
original. Cada concepto recibir una sigla con la cual esperamos
ir estableciendo conexiones que Lacrosse nunca propuso.
Negociacin ritualizada (Neg): conjunto de procedimientos
que buscan reducir o eliminar (a travs de la re-presentacin
y la re-definicin) sntomas, trastornos o perturbaciones en el
contexto de una situacin ritualizada;76 estos procedimientos
permiten dar a los sntomas un significado y un sentido
diferentes al que poseen para el sujeto hasta ese momento.
75 Esto implica que solamente estamos refirindonos a una parte de FG: quedan
excluidos de este anlisis actividades curativas no predominantes centradas en el manejo
de variables psicolgicas, como podra ser el caso de actividades quirrgicas.
76 No empleamos aqu el concepto de ritual en sus acepciones estrictamente mgico-
religiosas ni antropolgicas, aun cuando el ritual teraputico tiene de ambas: se trata
de una situacin netamente organizada en el espacio y en el tiempo, en la que juegan
un papel importante el azar y la improvisacin.

[328] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


La situacin ritualizada implica la existencia de tensiones
entre sujetos (curador-curando);77 y la bsqueda de sentido
supone tensiones entre partes (curando-medio ambiente).
En este proceso, tanto el curador como el curando tienen
una conducta muy activa.
Negociacin: es el acuerdo que se realiza entre partes o
personas con el fin de realizar un intercambio o transaccin
de un bien o un servicio. Este acuerdo supone la existencia
de caractersticas comunes a ambas partes como poder,
estatus y razones para negociar, que las habilitan para
llevar a cabo la transaccin que se da solo en una situacin
especfica.
Sntoma: es la forma como se manifiesta o expresa una
dimensin de la vida de un individuo que en un momento
determinado es percibida por este (y por los que lo rodean
tambin) como problemtica y carente de sentido, y que
afecta y transforma el continuo de su vida, impidindole
interactuar satisfactoriamente con el medio.78

77 Aqu empleamos el trmino curando para designar al sujeto con sntomas,


quien ejerce con el curador la accin curativa y por ende tiene una responsabilidad
manifiesta en la mejora.
78 El gran debate en este campo tuvo lugar en el siglo XIX, cuando Charcot y Bernheim
se enfrentaban con argumentos contundentes: para Charcot el sentido del sntoma
era neurolgico, mientras Bernheim le negaba cualquier significacin; Freud resolvi
temporalmente el problema demostrando que el sentido del sntoma (histrico, neurtico)
solo podra ubicarse en el mbito de lo simblico. En los aos sesenta de este siglo los
conductistas reavivaron el conflicto asegurando con Eysenck: Librese del sntoma y
se liberar de la neurosis; el sntoma no esconde nada. Esta posicin simplista ha sido
totalmente revaluada, e incluso los conductistas ortodoxos tienden a aceptar que el
sntoma s tiene o puede tener significados no obvios (ver Prez, 1982, Cap.5).

De la actividad preventiva y teraputica [329]


Los principios

Homeopata (Hmp): Similis similibus curantur: sntoma


y tratamiento son siempre como las dos caras de una
moneda: la cara desorden y la cara orden; estas dos caras
interactan a travs del tiempo y del espacio sin decidir
jams si el sntoma est modelado sobre el remedio
o el remedio sobre el sntoma. Remedio y sntoma se
encuentran, segn esto, en una relacin de circularidad
total. El principio de homeopata se considera entonces
como un sistema curativo que consiste en aliviar un
sntoma a travs de su re-presentacin.
Desconocimiento del arbitrario (Arb): hace referencia al
marco conceptual que le da sentido y a partir del cual
pueden reencuadrarse los sntomas. Es arbitrario en la
medida en que no puede definirse como verdadero o
falso pero hay que creer en l; y su carcter arbitrario
debe ser siempre tomado de una cultura y de la ideologa
que impera en un momento y un lugar dados.
Homogeneidad con el contexto cultural global (Hmg): la
relacin de ayuda no puede ser eficaz si no hay una
correspondencia entre mitos, cultura e ideologa de las
sociedades con respecto a la prctica misma.
El no progreso de eficacia (nPgr): la curva de eficacia de
las tcnicas es mxima en el momento de su aparicin
y luego disminuye progresivamente; la eficacia se
presenta como una curva de desgaste descendiente a
corto y largo trmino.

Los cuatro principios enunciados por Lacrosse no


tienen una articulacin obvia, y el espacio no nos permite
aqu entrar en anlisis exhaustivos. Sin embargo, para no
proponer dogmas de fe que requieran una aceptacin ciega,

[330] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


permtasenos hacer unos breves comentarios sobre ellos.
Cul es el mecanismo bsico de la relacin teraputica, sino
el reavivar (as sea temporalmente) los conflictos y malestares
que padece el sujeto consultante? Pero indudablemente
la descarga emocional no basta, pues produce un alivio
igualmente transitorio; se requiere interpretar lo que le ocurre,
y para ello es indispensable tener un marco conceptualque,
al menos parcialmente, sea compartido y comprendido por
el consultante.79 Dicho de otra forma: cmo hacerle un
psicoanlisis a un pigmeo bosquimano? Cmo convencer a
un intelectual parisiense de que su problema se resolver con
exorcismo?

Por otra parte, el marco conceptual siempre tendr un
elemento arbitrario en el sentido de que no es, en ltimo
trmino, verdadero y ni siquiera tiene grandes soportes
empricos: es ms una toma de posicin imposible de demostrar,
porque tiende a tomar forma de afirmaciones de valor universal;
as, la conviccin conductista de que los mayores determinantes
de la conducta son ambientales, o la presuncin psicoanaltica
de que son biolgicos, son posiciones arbitrarias de carcter
universal, y por consiguiente indemostrables.

El no progreso es una resultante de la forma como, dentro
de la cultura occidental, se opera con respecto a los misterios
de la terapia: desvelando sus secretos y, por consiguiente,
haciendo pblico el arbitrario. Paradjicamente, esto
no elimina en absoluto la charlatanera, incluso a veces la
estimula: nuestra comprensin de lo humano es demasiado
rudimentaria todava.

79 Por marco conceptual entendemos el sistema de hiptesis que, dentro de un


determinado contexto cultural ideolgico e histrico, permite entender y explicar los
fenmenos que se consideran dignos de atencin dentro de ese contexto.

De la actividad preventiva y teraputica [331]


Un breve paso atrs

Hemos sugerido el empleo de tres conceptos, que designamos


con siglas: FG, Fg y Fp, para referirnos respectivamente a la relacin
general de ayuda, al fenmeno teraputico como algo global, y a
las formas especficas de psicoterapia dentro de nuestra cultura.
Intentamos mostrar que las relaciones entre ellos siguen ciertas
tendencias asociadas a formas de pensar propias de dos ambientes
culturales, a la vez cercanos y muy distantes: el norteamericano
y el europeo. La tendencia norteamericana se caracteriza por el
inters en crear vnculos entre Fp y Fg; en realidad, inicialmente los
autores se inclinaban por identificar (confundir) Fp con Fg: as, se
hablaba de la psicoterapia sin entrar a hacer discriminaciones; a
pesar del cisma conductual, que llev a muchos autores a exigir
una identidad definida (es decir, una especificacin sobre tipos
de psicoterapia), lo que Kiesler (1966) llam mito de uniformidad,
predomin en la mente de muchos durante largo tiempo. En todo
caso, los diferentes Fp fueron apareciendo cada vez con mayor
claridad, y all surgi el inters por los factores comunes y los factores
especficos; pero tal inters no resolvi nada, pues no se lograron ms
que acuerdos tan generales que resultaban verdades de Perogrullo
o puntos de confluencia que generaban nuevas discrepancias. Lo
ms evidente es la manera constante como la psicoterapia aparece
desconectada de todo contexto social y la tendencia a establecer
esencialmente relaciones lineales, con frecuencia simplistas y
superficiales, que buscan resolver problemas prcticos en trminos
concretos y, por consiguiente, insisten sobre la dimensin tcnica
de la intervencin.

La tendencia europea va en un sentido radicalmente


opuesto: parte de un conjunto de principios generales y de
relaciones que involucran a diferentes ciencias humanas, y busca
no solo la solucin de problemas concretos, sino la creacin de

[332] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


una teora. Desafortunadamente, all tambin aparecieron grandes
confusiones, como considerar el psicoanlisis como el modelo de
la relacin de ayuda. Esta tendencia tiene la ventaja de considerar
los fenmenos en su relacin con el contexto socio-cultural, lo
cual los resita en una perspectiva muy diferente. El acento se
pone, de esta manera, en la relacin entre Fp y FG.

Qu decir entonces de la relacin FG-Fg? Las dos


trayectorias convencionales han tenido, en general, pocos
puntos de contacto; el anlisis presentado arriba tena por
objeto mostrar que la solucin del problema teraputico (es
decir, un acercamiento a su comprensin) no es posible sino
en la medida en que los tres elementos (FG,Fg y Fp) sean
considerados como partes de una unidad. Al demostrar que una
estructura comn se encuentra en las diferentes relaciones de
ayuda (propuesta de Lacrosse) con manifestaciones polimorfas
(dependientes de estructuras culturales), el tringulo se cierra: la
relacin se vuelve circular (Figura 6) y coincide con el principio
de induccin-deduccin enunciado en la Figura 1.

Figura 6:
Interaccin de los elementos de la relacin de ayuda.

De la actividad preventiva y teraputica [333]


Propuesta de un Modelo

El modelo provisional

El anlisis realizado en las pginas anteriores hace


posible considerar el fenmeno teraputico como un campo
de fuerzas, de tensiones, que no permiten la comprensin del
fenmeno a menos que se considere la totalidad. Aun cuando lo
expuesto hasta aqu constituye solo una primera aproximacin,
hay varias sugerencias concretas derivadas del conjunto:

1. El trabajo de comprensin holstica nunca ha sido llevado a


cabo, y la consideracin de esta posibilidad abre perspectivas
sorprendentes tanto desde el punto de vista terico como
desde los puntos de vista emprico e investigativo. Con base
en el anlisis realizado, el escepticismo de Lacrosse (1984)
a propsito de las posibilidades explicativas del estudio
de los factores comunes (tendencia norteamericana actual),
parece plenamente justificado; pero igualmente resulta
dudoso que la inclinacin por anlisis excesivamente
especulativos, poco fundamentados en investigaciones
sistemticas (tendencia europea), produzca nuevas formas
de conocimiento aceptables. La integracin resulta
imprescindible, y aqu se sugiere un modelo que puede
resultar til para tal efecto.

2. Los llamados esfuerzos de convergencia sealan en la


direccin de bsqueda de estructuras metatericas. Pero
no se entiende por ello amalgamas, eclecticismos y
nombres nuevos para viejas afirmaciones: se tratara ms
bien de pensar nuevamente los problemas con conceptos
ms elaborados, de los cuales pueden derivarse estructuras
novedosas de reflexin. Especficamente se recomienda
analizar las posibilidades por:

[334] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


a. Los trabajos de I. Prigogine (Premio Nobel de
Qumica,1977) sobre conceptos como el de contrastes
oscilativos y su papel en el desarrollo de sistemas
abiertos; o el surgimiento de orden a travs de
fluctuaciones.
b. Las propuestas de Morin (1977/1980) y de otros
filsofos de la escuela francesa, quienes desarrollan
modos y categoras de reflexin sobre los fenmenos
humanos fundamentados, por una parte, en la
antropologa, la sociologa, la etnologa; y por otra, en
la biologa, la bioqumica y la fsica (por ejemplo, ver
Jacob, 1970, 1981; Monod, 1970).
c. El concepto de Kuhn (1977/1982) sobre tensin esencial.
d. La bsqueda de articulacin de las propuestas de la
psicologa piagetiana y otras reas de la psicologa
(Sollod y Wachtell, 1980), o la llamada psiquiatra
biolgica (Tissot, 1980).
e. Los trabajos de Mahoney (1991), en particular lo
referente a su concepto de feedforward o sus propuestas
sobre la bsqueda de sentido .
f. Los trabajos de Lacrosse y de Legrand sobre
ritualizacin, atribucin de sentido, negociacin e
isomorfismo sntoma-tratamiento.

3. Si suponemos que el cubo externo de la Figura 7 representa el


esfuerzo humano por comprender, y delimitamos en l una
pirmide que se refiera nicamente al conocimiento dentro
de las llamadas ciencias humanas (la interaccin del sujeto
con el medio), la base de la pirmide representa el campo
de fuerzas resultante de la interaccin entre la cultura como
totalidad (C), la accin humana sobre la naturaleza (A) y las
formas de conocimiento (FC), cualquiera que sea su origen
o su esencia. De donde resultan cuatro planos que pueden

De la actividad preventiva y teraputica [335]


ayudar a entender el asunto que nos interesa aqu:

a. El constituido por la cultura (C), la accin humana


(A) y las formas de conocimiento (FC), llamado el
esfuerzo por conocer denominado plano general o nivel
de bsqueda de comprensin del universo.
b. En un nivel superior y como estructura isomorfa
estara el plano de la relacin de ayuda constituido por
la sociedad (Soc), la accin curativa (Ac) y la estructura
conceptual a priori (EcP). 80 Este plano se designa
Fenmeno General (FG).
c. Fenmeno general restringido (Fg) ocupa un nivel
ms especfico y hace referencia a la psicoterapia
en general, constituido por la sociedad occidental
(5.occ), la accin curativa (AC) que en este plano
equivale a la accin especfica del terapeuta y el
arbitrario (arb).81

80 Llamamos estructura conceptual a priori al conjunto de hiptesis que constituyen un


marco general de aproximacin al mundo circundante dentro de una cultura dada. Las
hiptesis demonolgicas son una Ecp en el mismo sentido en que se presume que todo
el universo, a nivel macro y microscpico, funciona segn ciertos principios mecnicos.
81 El arbitrario de Lacrosse no sera ms que una forma especfica de Ecp; igualmente, los
marcos tericos de cada forma de terapia seran expresiones de uno o varios arbitrarios
de la cultura occidental.

[336] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Figura 7:
Ejes de una macroestructura hipottica en la cual se inserta
la relacin de ayuda.

De la actividad preventiva y teraputica [337]


d. En un ltimo plano se encuentra el Fenmeno
Particular (Fp) conformado por los diferentes tipos
de psicoterapias y lo constituyen la subcultura (sb)
(pertenencia a grupos especficos), la accin curativa
(Acn) (determinada por una teora especfica) y el
marco terico (Mt).

Esta macroestructura sugiere que es posible pensar la


relacin de ayuda (plano FG) analizada en las pginas anteriores,
como parte de otra serie de relaciones isomrficas que pueden
ser estudiadas diacrnica o sincrnicamente. La influencia
entre los vectores de cada plano no es de tipo causal; se
supone una circularidad de influencias, lo cual significa que toda
transformacin en uno de los vectores implica un cambio en
la totalidad, y la proyeccin de un plano estructural sobre otro
ocurre igualmente en trminos de gestalten. Como se ver un
poco ms adelante, tambin es posible concebir las influencias
en trminos de los elementos de un plano vectorial sobre el
correspondiente del plano siguiente de la estructura Ej.: C-Soc.-
S-occ. Los planos especficos, y la pirmide en su conjunto, son
concebidos como estructuras inestables y oscilantes que nunca
permanecen estticas.

Cuando una estructura sociocultural crea una forma de
conceptualizar la enfermedad y una forma de intervenir, este
orden crea desorden porque surgen implicaciones (muchas
de ellas no previstas, no previsibles) a mltiples niveles. Por
ejemplo: el feudalismo, una de cuyas caractersticas es la
profunda religiosidad, tiende a dar explicaciones del universo
en funcin de dogmas que generan conceptos sobre la brujera
y formas de tratamiento como el exorcismo o la hoguera: pero
el atomismo poltico lleva a los reyes a crear ciudades, sobre
las cuales ellos ejercen el poder directo, y con esto motivan

[338] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


migraciones y formas de organizacin novedosas, en donde el
fermento de la rebelin contra los dogmas adquiere rpidamente
carcter de lucha frontal que culmina en el cuestionamiento de
la brujera como explicacin, del exorcismo como medio, del
feudalismo como sistema poltico y de la religiosidad como eje
de todas las creencias.

Cuando una sociedad como la occidental contempornea


cambia el valor de lo religioso por el valor de lo cientfico, no
puede ofrecer la misma seguridad que proporciona lo revelado
sobrenaturalmente; pero ofrece, a cambio, la inmensa riqueza
de una tecnologa continuamente cambiante, la cual, a su
vez, transforma los modos de relacin y, obviamente, ofrece
modelos alternativos en rpida sucesin, tanto sobre la manera
de conceptualizar los trastornos (ver las innumerables hiptesis
sobre los orgenes de las enfermedades mentales, cada una de
las cuales trata de apoyarse sobre modelos fsicos, bioqumicos
y, en los ltimos aos, electrnicos y sistemticos), como
los modos de intervenir sobre ellos. De aqu se desprende la
ilusin eternamente fallida, que se desvanece cuando pareca
empezar a concretarse, de que se ha logrado una verdadera
comprensin de lo humano.

En la estructura representada en la pirmide se pueden


identificar los cuatro ejes que la conforman:

El eje de la cultura (I): conformado por la cultura (C),


la sociedad (Soc), la sociedad occidental (S:occ), y la
subcultura (Sb).
El eje del conocimiento (II): conformado por las formas
de conocimiento (FC), las estructuras conceptuales (Ecp), el
principio del arbitrario (Arb) y el marco terico (Mt).
El eje de la accin (III), que incluye formas cada vez ms

De la actividad preventiva y teraputica [339]


especficas de intervencin que van desde lo ms general
(A) hasta lo ms especfico (ACn), es decir, la accin de un
terapeuta con una orientacin terica particular.
El eje del sujeto (IV): constituye el eje central de la
pirmide, que atraviesa los diferentes planos; el sujeto (s)
es sobre quien se ejerce la accin.

Pero no podemos seguir adelante sin intentar esclarecer


lo referente a (s), es decir, el sujeto con sntomas. En un trabajo
previo (Prez, Escalln y Quintero, 1987) dejamos en suspenso
el asunto, pues nuestra atencin se haba centrado sobre el
curador. Hoy tenemos una propuesta ms clara (Figura 8).

Figura 8:
Propuesta de Graficacin de las Relaciones de
Interaccin en la Psicoterapia

Esta figura presenta a dos sujetos abstractos, que


interactan dentro de una cultura y buscan dar un sentido a
los sntomas de uno de ellos. Su accin constituye un fluido
(en el sentido de movimiento continuo y oscilante) que se
revierte constantemente en el conocimiento y en la cultura.
Este esquema puede completarse con el de la Figura 9, en el

[340] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


cual se especifican los roles de esos dos sujetos abstractos que
se encuentran en el espacio y en el tiempo, con un propsito
bien definido y al mismo tiempo intangible. A uno de
nuestros sujetos lo llamaremos SC (curador) y al otro S(s-x),
(curando), es decir, la persona que tiene unos sntomas
cuyo significado y funcin desconoce (representando en la
frmula por s-x).

Figura 9:
Los sujetos de la psicoterapia

As, esta otra aproximacin planteara una dinmica


de conocimiento de m hacia m, es decir, un orden inverso
en la construccin del conocimiento partiendo del sujeto-
filtro que acta y da significado a su conocimiento. Dentro
de este orden, el sujeto realizara sus acciones en tres fases
interdependientes y continuas: reflexin-accin-re-reflexin,
como se ve en la Figura 10.

De la actividad preventiva y teraputica [341]


Figura 10:
Reflexin-Accin-Re-reflexin

Es decir, la relacin de ayuda de carcter teraputico, en su


forma ms general, es igual a la accin curativa limitada por la
necesidad de una homogeneidad cultural.

Retomemos todos los elementos expuestos hasta aqu, e


intentemos expresar sus relaciones con una formulacin lgica,
aunque sin pretensiones de validez matemtica: 82

en donde: Sc = Sujeto que tiene el rol de curador


S(s-x)= Sujeto con sntomas cuyo sentido le es desconocido.
Neg: Negociacin ritualizada
Sent: Propsito general de la accin curativa: dar un sentido
a los sntomas
82 A partir de aqu nos alejamos definitivamente de Lacrosse, aun cuando continuamos
empleando los conceptos que l sugiere.

[342] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


As, la frmula debe leerse: la accin curativa es el
resultado de la interaccin de un curador y un curando, en
funcin de una negociacin que busca dar un sentido a los
sntomas.

Pero: Neg =Hmp f (P R)


y: Sent= Ie f (Ecp),

Lo cual significa que: La negociacin es el resultado


de la aplicacin del principio de homeopata en funcin de
un conjunto de procedimientos (P) y de un ritual (R); y el
sentido es: La interpretacin de una entidad (Ie), es decir de un
sntoma o conjunto de sntomas, en funcin de una estructura
conceptual a priori (Ecp).

De esta forma, FG= Ac /Hmg

Al pasar al plano Fg, Ac es sustituido por Ac es decir, por la


expresin contempornea que llamamos psicoterapia. En este
caso, los componentes Neg y Sent deben ser reformulados:

Neg = Hmp f (P R)
Sent = Ie f (Arb),

Lo cual significa que el principio de homeopata operar


a travs de procedimientos (P) y rituales (R) especficos de la
cultura occidental moderna; igualmente, la interpretacin de
las entidades se har en funcin de arbitrarios dominantes en
ese momento; y el conjunto se ve modificado por el principio
de no progreso de eficacia.

De la actividad preventiva y teraputica [343]


Por consiguiente,

Finalmente, Fp= Acn/Hmg, donde nuevamente Neg y Sent


deben ser transformados en Negn y Sentn para referirse a las
formas particulares y especficas de psicoterapia:

Lo cual implica que el arbitrario se convierte en un marco


terico especfico para esa forma de terapia.

As, la frmula completa de Fp sera:

Estas frmulas implican la pertenencia de los elementos a


categoras:

- Acn A c A c
-(Mt)n Arb Ecp
-Negn Neg Neg
-Sentn Sent Sent
-Pn P P
-Rn R R

[344] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Si retomamos el modelo, los tres ejes: accin, cultura
y conocimiento, estaran en constante movimiento, y seran
interdependientes, mediando entre ellos el sujeto con su
reflexin-accin-re-reflexin. Pero alejmonos por un momento
del fenmeno psicoterapia, para intentar encontrar para las
ciencias humanas una forma de aproximacin a travs del
modelo. Pensemos entonces en otros fenmenos que bien
pueden ser o no psicolgicos: por ejemplo, la violencia o la
percepcin humana; estos podran ser analizados a travs del
modelo, que conservara su estructura; los tres ejes, cultura,
accin y forma de conocimiento ubicados en un primer nivel
denominados O, seran la base para iniciar el anlisis de los
fenmenos; en un segundo nivel de anlisis, este evento podra
ser estudiado de manera ms particular, donde los tres ejes del
primer nivel se transformaran en un plano particular constituido
por: sociedad (como escenario donde ocurre el fenmeno),
accin especfica (acto violento o perceptual) y estructura
conceptual a priori (forma de conocer o explicar el evento);
este nivel de anlisis permitira aproximarnos al fenmeno
de manera general, con un conocimiento casi comn (en el
sentido de un conocimiento cotidiano) que correspondera
al nivel llamado fenmeno general (FG). Si continuamos en
el ascenso hacia el siguiente nivel encontraramos los mismos
ejes, pero transformados en sociedad occidental (que percibe de
una manera o tiene una forma particular de violencia), accin
particular de unos sujetos especficos (que realizan la accin
violenta o perceptual o la estudian) y arbitrario (procedimientos
o formas ms especficas de aproximarse al fenmeno). Este
nivel nos dara un conocimiento ms particular, propio de
una ciencia, que denominamos fenmeno general restringido (Fg).
Finalmente, en el ltimo nivel, los ejes se transformaran en
sub-cultura, una accin aun ms especfica y un marco terico
que permite explicar el evento.

De la actividad preventiva y teraputica [345]


Estos planteamientos son solo un primer paso en la reflexin,
elaboracin, y estructuracin de un mtodo de anlisis en
las ciencias humanas para permitir la integracin con otras
disciplinas. Habra que comenzar, por un lado, por esclarecer
quin es el sujeto de las ciencias humanas, considerado como
un problema todava no resuelto, pero que sera segn nuestra
opinin un solo sujeto para todas las ciencias; y por otro
lado, debera ponerse a prueba el modelo aplicndolo a otros
fenmenos. A primera vista, es bastante probable que el modelo
funcione adecuadamente.

Una propuesta final

Un examen del modelo piramidal expuesto, no puede


dejar de suscitar una impresin de rigidez y falta de elasticidad,
adems de que en l no se puede apreciar con claridad cul es
la relacin del eje del sujeto con los otros ejes.

Paradjicamente, el dinamismo propio del sujeto


desaparece por completo en la representacin; y sin embargo, la
solucin parece fcil:83 basta poner en movimiento la pirmide,
y transformar la columna rgida en una espiral, para obtener los
siguientes diagramas: (Figura 10 a y b).

83 Parece fcil, pero el autor y su equipo pasaron cerca de dos aos considerando diferentes
posibilidades hasta encontrar esta.

[346] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Figuras 10 a y b
Propuesta de Modelo donde lo Piramidal se transforma en Espiral

Este nuevo modelo plantea un sujeto que fluye,


pasando por todos los puntos de la estructura, oscilando entre
la base y el vrtice del cono dando as la imagen de un resorte
cnico. Sustituir la estructura piramidal por una estructura
cnica permite representar al sujeto como una fuerza dinmica
que fluye, cambia de estado y de dimensin y a su vez transforma
las dimensiones y los estados (las dimensiones y los estados
estn representados por los diferentes niveles de la espiral).

Por otra parte, la estructura cnica implica que el sujeto


se mueve en todos los niveles del modelo inicial y en todas las
dimensiones de este. En esa medida, al ser resorte cnico, el
movimiento no se da en una sola direccin, sino que cambia,
dada la multiplicidad de dimensiones que conforman al sujeto.
As, el sujeto modifica la direccin, dada la dimensin, sin que
esto signifique que l no posea una direccin propia y que
dichos cambios hagan parte de esa direccin propia.

De la actividad preventiva y teraputica [347]


A manera de sntesis y retomando los elementos anteriores, el
modelo podra representarse de la siguiente manera:

Figura 11:
El modelo final

En este nuevo modelo, ninguno de los elementos


constitutivos (C,A,FC en todos los niveles respectivos) se
modifica; pero el sujeto pasa a convertirse en la estructura
cnica, fluyendo hacia los diferentes niveles en forma de espiral.
Finalmente, el fenmeno relacin de ayuda representada en el
modelo es solo una de las mltiples dimensiones del sujeto y
por esta razn no ocupa toda la estructura sino apenas una parte
de ella. Esto nos lleva a considerar el modelo como un posible
mtodo para estudiar muchas otras dimensiones del sujeto.
Lo interesante de esta propuesta es que resalta la dimensin
psicolgica por excelencia, que es el sujeto; pero no lo toma
como un elemento aislado, sino como un recipiente en el
cual se fusionan todos los componentes significativos del
conocimiento, la cultura y las acciones humanas.

[348] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


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[352] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


V. EL VNCULO AFECTIVO
Y LA EMOCIN

[353]
[354] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
15. Vnculo afectivo, sexualidad y pareja

Hace algo ms de 30 aos muchos ms de los que


tienen el 95% de sus estudiantes- la Universidad de los Andes
era un lugar de trabajo paradisaco: cualquier profesor llamaba
al Rector por su nombre y consegua una cita con l en dos
minutos, e incluso poda ir a hablarle sin cita previa; estudiantes
y profesores tenan vnculos altamente informales, en las que el
tiempo no se registraba en trminos de relacin entre minuto
de productividad y precio del dlar; y los profesores nos
esforzbamos, con un amor indescriptible por nuestra Alma
Mater, por dar las mejores clases y tener los mejores niveles
acadmicos. En ese contexto se gener un intercambio pblico
de opiniones entre profesores de diferentes carreras y facultades,
que culmin en la conformacin de lo que se llam en esa poca
el Comit Interdisciplinario, del cual naci la bellsima revista
Texto y Contexto, una reliquia histrica que no me canso de
mirar y de releer. El antecedente de Texto y Contexto se llam
Foros Interdisciplinarios, una publicacin monogrfica que
no pas de los dos o tres nmeros84. Fue para uno de esos que
escrib este artculo. Y en 2013 me pregunto ingenuamente si hay
algo que quisiera decir de una manera diferente. Y la respuesta
es no. Por eso lo inclu en esta recopilacin textos que me
llegan mucho ms al fondo del corazn que la mayor parte de
los artculos basados en un modelo puramente cientfico que
he publicado, y que puedo escribir sin la menor dificultad.

He ledo este artculo varias veces, y he vuelto a


consultar los textos ( no somos muchos los que tenemos los
textos de referencia originales). Y me sorprendo al descubrir
que son pocas las ideas que contiene que deseara cambiar, de

84 Este artculo apareci en el nmero 2.

El Vnculo Afectivo y la Emocin [355]


manera que decid dejarlo como estaba, con unos pequeos
ajustes gramaticales y de estilo, la eliminacin de un par de
trminos actualmente en desuso y la inclusin de un prrafo
final que no estaba en el original; pero quizs los lectores
quieran aceptar el desafo de analizar qu cosas nuevas han
podido establecerse en estas tres dcadas que desvirten la
propuesta que present en 1982.
----------------------


En la exposicin que voy hacer aqu intentar,
fundamentalmente, aclarar el rol determinante que juega la
afectividad en el desarrollo general del individuo humano,
y particularmente en el desarrollo de la sexualidad y en la
consolidacin de la pareja. Para ello recurrir a diversos
argumentos, pero lo esencial est constituido por una inversin
en el orden de prioridades que ordinariamente se adopta para
explicar estos fenmenos: en efecto, tradicionalmente los lazos
afectivos han sido considerados -tanto a nivel de su naturaleza
como a nivel de sus funciones- como consecuencia de un
conjunto de procesos primarios fundamentales conocidos
bajo el nombre de necesidades primarias, entre las que se
cuentan la sexualidad, el sueo, el alimento y el agua. Pero
yo creo que en el momento actual existen datos suficientes,
provenientes de investigaciones cuidadosas y no simplemente
de especulaciones de escritorio, que permiten no ya dudar de la
validez de la creencia general, sino rechazarla completamente.
La implicacin es la adquisicin de un nuevo estatus para
la afectividad humana: el de necesidad bsica, primaria,
determinante de la evolucin de otro aspectos de la conducta
del Homo sapiens.

La hiptesis que intentar desarrollar fue propuesta en


1974 por el psiclogo francs Ren Zazzo en un libro colectivo

[356] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


titulado, justamente, Lattachement, trmino de difcil
traduccin que por comodidad substituir por el de vinculo
afectivo. El proceso mismo de su hiptesis resulta del mayor
inters, pues Zazzo escribi el resultado de sus reflexiones y las
envi a un buen numero de personajes ampliamente conocidos
en el mundo de la psicologa y de la biologa, como D. Anzieu,
C. Koupernik, S. Levobici, R. Spitz, R. Chauvin, J. Bowlby,
F. Duyckaerts, H. Harlow y K. Lorenz; esto dio lugar a una
correspondencia cruzada que se convirti en un verdadero foro
epistolar que hace unos 6 aos despert en Francia un inters
apasionado por parte de todos los especialistas.

Sin embargo, a pesar de que la hiptesis de Zazzo tiene,


a mi juicio, una importancia transcendental en la medida en
que llevara -si se desarrolla hasta sus ltimas consecuencias-
a modificar completamente muchas estructuras tericas
ampliamente admitidas, fuera de Francia han sido casi
completamente ignorada, aun cuando otros investigadores, por
otros caminos, han llegado a conclusiones muy similares. De
todas formas yo deseo aprovechar la circunstancia de este foro
para volverla a poner sobre el tapete.

Tradicionalmente, tanto en la teora freudiana como en


las teoras basadas sobre el aprendizaje, la afectividad ha sido
considerada como un subproducto resultante de una necesidad
fundamental: la de ser alimentado. En el enfoque psicoanaltico,
el placer de ver satisfecha tal necesidad, que en principio no
es ms que una prima de placer, se va independizando,
organizndose bajo la forma de satisfacciones parciales
de carcter libidinal sobre las cuales, por diferenciaciones
progresivas, se estructuraran la sexualidad, el amor y el afecto.
En las teoras del aprendizaje, la afectividad seria el producto
de un refuerzo secundario placer asociado a la satisfaccin de

El Vnculo Afectivo y la Emocin [357]


una necesidad; la dependencia fsica de la madre creara, dara
lugar, a la dependencia emocional, es decir a la necesidad del
otro. En esencia, pues, los dos enfoques dicen lo mismo y
estructuralmente la idea se representara como sigue:

Necesidades fsicas alimentarias;


el placer es solo un suplemento

Independencia del placer por


diferenciaciones sucesivas

Sexualidad

Amor y afecto

En cualquier libro sobre desarrollo infantil,


independientemente del enfoque terico, se encontrar
aproximadamente este tipo de opinin. Y sin embargo, hace
ya 24 aos se conocen elementos importantes que le restan
fundamento: parte de ellos provienen del trabajo de un
psicoanalista, J. Bowlby, y los otros de las investigaciones de
un etlogo, H.F. Harlow; cada uno de ellos publico un artculo
importante en el mismo ao (1958), siendo sus respectivas
labores totalmente independientes.

Bowlby busca analizar la naturaleza del vnculo que


une al nio a su madre, y descubre numerosas contradicciones
en la literatura psicoanaltica; poco tiempo despus, sugiri
reemplazar el trmino usual de dependencia emocional por
el de vnculo afectivo (attachment), que designa un lazo
afectivo especifico de un individuo con otro, que se inicia
con la madre pero que no excluye a otros; su naturaleza es

[358] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


durable e independiente de las exigencias de una determinada
situacin, lo que no sucede con la dependencia; tampoco
supone una inmadurez infantil, pero s implica una estructura
neurofisiolgica particular, que se manifiesta en la tendencia
permanente a buscar la relacin con otros.

Los experimentos de Harlow son tan celebres que no


requieren mayor explicacin: baste recordar que, trabajando
con monos Rhesus, retiraba a los pequeos del lado de su
madre y les ofreca dos sustitutos; un maniqu de alambre
con el cual el bebe Rhesus poda obtener alimento, y otro de
peluche, que no le proporcionaba nada. Los pequeos monos
permanecan abrazados prcticamente todo el tiempo al
maniqu de peluche, y solo se retiraban de su lado para tomar
un bibern con el de alambre, regresando de inmediato al lado
del otro. Desde el nacimiento -concluye Zazzo- el amor no se
alimenta esencialmente de leche (pg. 25).

Pero eso no es todo; los experimentos consecutivos


de Harlow han mostrado otros aspectos fundamentales de la
problemtica que nos ocupa, como es el hecho de que al llegar
a la adultez, las hembras criadas en total asilamiento de sus
congneres rechazan con violencia toda actividad sexual y se
muestran indiferentes ante los machos; y cuando procrean, a
travs de inseminacin artificial, rechazan todo contacto con
su hijo y lo agreden. Pero -y quizs esto es lo mas importante,
puesto que todas las teoras precedentes lo ignoraban- el lazo no
es unidireccional: a pensar del rechazo, el pequeo no se da por
vencido, y soporta estoicamente golpes y mordiscos, intentando
sin cesar crear el vnculo, acercarse, ser recibido. Y muchas veces
termina consiguindolo; en todo caso, en una segunda y tercera
gestaciones la conducta de la madre se modifica substancialmente,
hasta llegar a ser prcticamente normal (Harlow & Harlow, 1965;

El Vnculo Afectivo y la Emocin [359]


Harlow, 1970). Por otra parte, si el asilamiento no es total y el bebe
Rhesus es puesto en compaa de otros animales de la misma edad,
los efectos de la ruptura de los lazos con la madre se neutralizan
totalmente y el animal tiene un desarrollo normal; pero cuando el
aislamiento se prolonga ms all de seis meses, que es la etapa en la
cual el bebe desarrolla actividades ldicas y la curiosidad lo lleva a
alejarse progresivamente del lado de su madre para acercarse a sus
pares, el animal mostrar alteraciones prcticamente a todos los
niveles de sus conducta y no se recuperara jams (Harlow, 1974).

El vinculo con la madre parece ser, entonces, un elemento


bsico para el adecuado desarrollo del bebe Rhesus. Pero
solamente para ellos? No es necesario entrar aqu a demostrar
lo que cualquier persona puede constatar en la vida cotidiana,
con los animales domsticos, y que ha sido verificado en
detalladas observaciones cientficas: a saber, que prcticamente
todos los mamferos muestran perturbaciones en su conducta
cuando, siendo bebes, se les separa bruscamente de sus madres.
Los trastornos resultantes no son forzosamente permanentes ni
tienen consecuencias mortales, pero existe evidencia suficiente
para poder afirmar que no estn en forma alguna determinados
por la falta de alimentos; por ello, y parafraseando a Zazzo, me
atrevo a decir que en la reaccin de los bebes mamferos no
humanos ante la ausencia de la madre hay mucho ms que el
verse privados de leche.

Tampoco me parece necesario entrar a detallar los


estudios realizados sobre los efectos de la ruptura del lazo entre
la madre y el nio humanos. Los trabajos del psicoanalista R.
Spitz son muy conocidos, tanto por sus conclusiones como
por su carcter pionero: terminada la II Guerra Mundial,
Spitz observo que bebes hurfanos que reciban toda clase
de atenciones medicas en un hospital y que eran alimentados

[360] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de manera totalmente adecuada y puntual, presentaba lo que
el llamo sndrome de hospitalismo, marasmo infantil o
depresin anaclitica, y moran al poco tiempo. Los trabajos
de Spitz aclararon muchas cosas, pero tambin crearon un
mito que todava hoy encuentra alguna aceptacin: que la
ruptura del vinculo madre-hijo poda provocar la muerte del
bebe. Este autor dej de lado algunas consideraciones que
hoy en da reconoceramos sin la menor dificultad como
fundamentales, pero que pasaron desapercibidas en su poca:
los bebes observados vivan en un ambiente totalmente
asptico -el pnico a los microbios y a las infecciones estaba
en su mximo furor- y algunos de ellos jams tenan contacto
con otra piel humana; incluso se les cambiaba con guantes, y
eran rpidamente depositados de nuevo en una cuna blanca,
en una sala de hospital blanca. La muerte de esos nios debe
atribuirse, por consiguiente, a la privacin de estmulos y a la
falta de contacto, y no a la sola ruptura del lazo afectivo con la
madre. Tal perspectiva es totalmente congruente con los datos
obtenidos por Harlow.

Ahora bien, cmo pueden afectar esos datos los


conceptos corrientes a propsito de la importancia del vnculo
afectivo, o modificar las hiptesis derivadas del psicoanlisis y
de las teoras del aprendizaje? Quizs tengamos que hacer una
breve digresin para aclarar el problema.

En primer trmino, resulta necesario destacar que


ya pas la poca en que el hombre era considerado un ser
absolutamente aparte, sin gran cosa en comn con los otros
organismos biolgicos. A pesar de la aceptacin general del
darwinismo, la autentica integracin en el campo de la ciencia
es un hecho relativamente reciente -entre 20 y 30 aos- y todava
se encuentra en proceso. Tal integracin fue el producto de

El Vnculo Afectivo y la Emocin [361]


la ruptura de las barreras entre las diversas disciplinas, que se
haban agrupado en tres estratos que carecan de comunicacin
(Morn, 1973).
Hombre- Cultura
Vida-Naturaleza
Fsica- Qumica

Los desarrollos recientes del conocimiento permitieron


demostrar una continuidad y una interdenpendencia totales, y
a partir de esto ya no se asegura que la relacin
Fsica- biologa-etologa-antropologa
carece de fundamento. Y precisamente la existencia de algo
llamado vinculo afectivo viene a confirmar esa continuidad,
pues como se vio anteriormente el fenmeno no es, ni mucho
menos, exclusivamente humano. Pero si bien esa integracin
y esa continuidad son indiscutibles, no deber abusarse de
las posibilidades que abre, haciendo generalizaciones fciles
que conducen a interpretaciones llenas de aseveraciones
gratuitas. En lo que me concierne, estoy lejos de pensar que
el ser humano no sea ms que un pollo desplumado o un
orangutn de escasa pilosidad.

La organizacin social se inicia, en trminos filogenticos,


mucho antes de la aparicin del hombre sobre la tierra y
-colocando de lado a ciertos insectos como las abejas y las termitas-
su evolucin parece estar estrechamente asociada al altricialismo,
es decir, a la prolongada dependencia de la prole con respecto a
la madre, a sus substituto, o a los adultos que asumen su cuidado.
Esto implica -y en tal afirmacin no hay nada novedoso- que hay
una base biolgica para la conducta social; y uno de los elementos
importantes de esta conducta es, a mi manera de ver, la creacin
de vnculos. Para ello existen mltiples mecanismos, siendo uno
de los ms conocidos el llamado por Konrad Lorenz impronta

[362] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


o impregnacin, corriente especialmente entre algunas especies
de aves y que le permite a un animal recin nacido, pero que ya
tiene la posibilidad de desplazarse autnomamente, reconocer a
su madre (en tanto que representante de la especie) apenas salido
del huevo, seguirla y ser aceptado por ella.

La impronta est ntimamente relacionada con el


cuidado de la prole, pero hay muchas otras conductas claramente
observables que no lo estn y que implican vnculos: el grooming
o espulgamiento entre los primates; ciertas conductas altruistas
observadas entre los elefantes cuando un compaero esta herido o
enfermo; el tipo de organizacin propia de las manadas de lobos,
y su forma de caza Los ejemplos abundan. Curiosamente,
todas las conductas que implican vnculos afectivos poseen una
caracterstica funcional comn, tanto en los humanos como en
los dems animales: conservan cierta semejanza con las conductas
propias de una madre con su hijo. Piense por un instante en
cualquiera de las manifestaciones de afecto comunes entre los seres
humanos: abrazos, besos, cosquillas, caricias en la piel, en el pelo,
en el rostro, risas. Y exceptuando la risa, todas las otras conductas
tienen precedentes entre las especies no humanas; ms aun -y esto
me parece de la mayor importancia- es poco frecuente, tanto en
los hombres como en los animales, que tales conductas posean
en primer trmino un carcter sexual; sin embargo muchas veces
son interpretadas de esta manera entre los humanos, y dan lugar
a lamentables equivocaciones que extinguen la manifestacin
y ceden el lugar a las bofetadas, las lagrimas o los aires de gran
dignidad. Las conductas antes mencionadas tampoco implican,
en forma alguna, dependencia biolgica por necesidades como
beber, comer o dormir.

As pues, mientras que los observadores de la conducta


animal como Lorenz, Cousteau o Harlow, descubren el amor

El Vnculo Afectivo y la Emocin [363]


y las necesidades afectivas entre las especies no humanas, los
observadores de la conducta de los hombres se han negado a
ver el vnculo afectivo ms que como un subproducto, jams
como una necesidad biolgica fundamental. Son sobre todo
las hiptesis freudianas las que se veran afectadas al modificar
la conceptualizacin del afecto, al punto de hacer tambalear
toda la estructura terica: para Freud es la pulsin sexual la que
conduce progresivamente al amor y al afecto, que no son ms
que medios para obtener satisfaccin libidinal. Para Zazzo,
en los hombres y en los animales el amor es original, se
encuentra mas ac de la sexualidad; y es este amor, garante de
la confianza y de la seguridad, lo que prepara a la sexualidad,
a sus preludios, a sus juegos, a sus logros, y a los amores de un
nuevo orden (pg. 41).

La situacin tambin es profundamente incomoda para


los conductistas, quienes se muestran poco inclinados a aceptar
que trminos tan imprecisos como afecto o amor puedan
ser considerados legtimamente como fenmenos explicativos
de conductas complejas, como necesidades biolgicas de
primer orden sobre las cuales se estructuran comportamientos
altamente elaborados. Las explicaciones del afecto en trminos
de reforzamiento me parecen tan deficientes como las de Freud.

Por otra parte, la aceptacin de la hiptesis de Zazzo lleva


a poner el aprendizaje en el trmino inmediatamente siguiente, si
se quiere explicar la evolucin de las manifestaciones del vnculo
afectivo. No creo que haya objeciones a ello ni siquiera de parte
de los psicoanalistas ortodoxos, quienes sin entrar a analizar los
mecanismos de aprendizaje jams han negado su importancia;
es por esto que han distinguido los Instinkthandlungen,
-prcticamente inmodificables, propios de una especie,
estereotipados, que se activan automticamente y no requieren

[364] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


de aprendizaje o entrenamiento- de los Triebhandlungen85,
caractersticos de los humanos y extremadamente plsticos.
El aprendizaje va estructurando sistemas discriminativos
cada vez ms finos en lo que se refiere al afecto, dando lugar
a la especificidad de la atraccin y a la creacin de vnculos
afectivos slidos nicamente con un nmero reducido de
personas. O de objetos; pues tales procesos explicaran, por lo
menos parcialmente, el por qu cada individuo prefiere escoger
cierto tipo de pareja, o por qu se convierte en fetichista y
se aficiona a las prendas interiores femeninas, a los zapatos
puntudos o a olor a caucho El problema de la sexualidad
poco convencional, desviada o anormal, parece en primera
instancia alejada de nuestro tema, pero no es as; incluso podra
decirse que el problema de la anormalidad a secas est muy
relacionado con la naturaleza del vnculo afectivo: No es
acaso la afectividad una de las reas que primero se altera en
anomalas como la esquizofrenia, la depresin, las obsesiones
y la ansiedad severa? No se define la psicopata, una de las
alteraciones de personalidad ms complejas y destructivas,
como una perturbacin en la capacidad de crear vnculos, que
lleva a una carencia total de inters por los dems, en provecho
exclusivo de s mismo? No se ha podido comprobar que uno
de los elementos bsicos que caracterizan la infancia de muchos
esquizofrnicos y psicpatas, son alteraciones en las relaciones
afectivas de y con los adultos de su medio? Por supuesto, los
problemas afectivos no constituyen la nica explicacin,
pero tampoco se les puede excluir si se busca comprender
apropiadamente el origen de tales perturbaciones. Y en el
campo de la sexualidad sucede algo semejante: muchos casos
de desviaciones o de preferencias sexuales no convencionales
pueden explicarse en funcin de alteraciones en los vnculos
85 Ntese que el alemn Trieb proviene de la misma raz germnica que el ingls drive. En
espaol suelen traducirse estos trminos como impulso o pulsin.

El Vnculo Afectivo y la Emocin [365]


afectivos existentes entre el nio y su madre o, ms ampliamente,
entre el nio y los adultos que constituyen su medio ambiente
bsico. Pero hay dos aspectos que deben subrayarse para no dar
lugar a equvocos: primero, que las conductas infantiles no son
predictivas, salvo en contadas excepciones, de las conductas
del adulto; segundo, que cada da resulta ser ms difcil ser
categrico en los que se refiere a la normalidad o anormalidad
de una conducta, y ms precisamente de una conducta sexual;
hay pocos terrenos en donde se vea con mayor claridad que los
juicios sobre normalidad o anormalidad de un comportamiento
son puras convenciones que los defensores de la moral estndar se
apresuran a apuntalar con argumentos biolgicos perfectamente
falsos; recurdese, por ejemplo, que hasta hace muy poco
tiempo el sexo oral, especficamente el felatio y el cunnilingus,
eran considerados como actos contra la naturaleza, aberraciones
repugnantes. Pero hoy en da son prcticas corrientes, que muy
pocas personas calificaran de anormales.

Veamos ahora el ltimo punto de mi exposicin:


por qu la pareja? Ciertamente, la aceptacin as sea
incondicional- de todo lo que hasta aqu he mencionado, no
explica suficientemente la pareja humana.

La pareja humana tampoco es un fenmeno sin


precedentes a escala biolgica, como lo han mostrado hasta
el cansancio los etlogos. Ms aun, se observa en estratos
biolgicoss relativamente bajos: varias especies de pjaros,
de peces y de mamferos inferiores. Pero el fenmeno se
presenta a saltos, sin que pueda inferirse ninguna continuidad
en el orden biolgico o en la organizacin social; entre los
primates superiores, solo en los gibones se encuentran parejas
mongamas, y los gibones estn por lo menos cinco escalones
ms abajo que los gorilas o los chimpancs.

[366] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Tiene la pareja monogmica humana un sustrato
biolgico? No sabra responder con precisin a esa pregunta,
pues hay argumentos en pro y en contra. Es muy probable que
se trate de una convencin resultante de una forma peculiar
de organizacin social, pero decididamente es una convencin
altamente preferencial y el argumento corre el riesgo de
volverse redundante y tautolgico; la organizacin social es
a veces empleada como un pankestron, un explica todo
que termina por no decir nada. Pues en la base de cualquier
forma de organizacin social se encuentran determinantes
biolgicos que es necesario tomar en consideracin con el fin
de lograr entender su evolucin. No creo que pueda decirse
que la evolucin de una cultura es totalmente independiente
de factores biolgicos que se manifiestan en la interaccin
organismo-medio ambiente.86

Es realmente la pareja una forma de relacin


preferencial entre los humanos? Ciertamente, pero slo en el
mundo contemporneo, caracterizado por el sedentarismo,
fundamento mismo de la cultura que conocemos. Como dice
Bronowski (1979), el nomadismo es inmemorial, carece de
memoria y por consiguiente no puede producir una cultura
en permanente evolucin; la civilizacin sera el producto
del sedentarismo que, ntimamente ligado a la agricultura,
transformo totalmente la organizacin social humana hace
unos doce mil aos y afect de manera radical las relaciones
entre hombres y mujeres. Pero la verdad es que no sabemos
cmo era la familia hace 20.000 aos -si es que haba una- y
slo podemos inferirlo observando los pocos grupos nmadas
que todava subsisten, o examinando documentos de un cierto
valor histrico, como el Antiguo Testamento. Personalmente,
86 Los avances en las neurociencias le dan cada vez mayor soporte a esta afirmacin
(enero de 2012)

El Vnculo Afectivo y la Emocin [367]


no creo de ninguna de esas dos fuentes se pueda obtener certeza:
en el primer caso, las condiciones pueden haberse modificado
substancialmente en 20.000 aos, sin que se guarde registro
de ellas; en el segundo, la Biblia nos cuenta hechos acaecidos
algunos miles de aos antes de que la historia se escribiera y
las nuevas formas de organizacin, rechazando las precedentes,
pueden haber ocultado o deformado los hechos.

As, no puedo ofrecer ms que una opinin personal.


Creo que la relacin monogmica es una convencin, pero
para que ella sea posible es necesario que exista una flexibilidad
suficiente en los patrones biolgicos que sealan las pautas
de interrelacin, de manera que un cambio de estilo de
vida provoque o pueda provocar un cambio de vida radical
(10.000 aos son una insignificancia desde el punto de vista de
evolucin biolgica): mientras que los grupos eran nmadas
probablemente el establecimiento de relaciones de pareja
permanentes careca de inters, pues todo el grupo se desplazaba
junto y el cuidado de los hijos era un asunto exclusivo de las
mujeres; pero el sedentarismo, que lleva a la creacin de la
aldea, y ms tarde de la ciudad, forzosamente individualiza las
relaciones. Sin embargo, esto no sera posible si en el punto
de partida no existieran los elementos biolgicos que permiten
que tal tipo de vnculo se cree. Qu clase de condiciones
ambientales -como no sea la ausencia de otras hembras- podra
llevar a un babuino a establecer relaciones exclusivas? Qu
tipo de condiciones podran llevar a la especie de cuervos
mongamos que tanto afecciona Lorenz (1952/1966) a no
establecer relaciones exclusivas?

Pocas son las comunidades sedentarias en las cuales la


pareja no es la forma preferencial de relacin entre hombres
y mujeres. Podra pensarse en los prncipes rabes y sus

[368] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


harems, fuertemente influenciados por el nomadismo, pero
aun en ese caso se encuentra siempre una favorita, que goza
de un rango y de una atencin especiales. Las comunidades
hippies? Puede ser por contaminacin previa de los valores
culturales dominantes, o por otras razones, el hecho es que en
ellas se observa una tendencia muy neta al establecimiento de
relaciones preferenciales, cuando no exclusivas; solo en grupos
con caractersticas marcadamente patolgicas (con respecto
a las normas de grupo y al manejo del afecto) como los Hell
Angels o la Familia Manson, se observa una desaparicin de la
tendencia. Los mnage--trois? Nunca he odo mencionar
uno que sea realmente estable; generalmente uno de los tres es
expulsado, o una pareja (independientemente del sexo) termina
en drama pasional. El swinging, o intercambio de parejas?
Hasta donde s, es una moda como cualquier otra y no una
forma de organizacin social, como tampoco lo es el mnage-
-trois, que se caracteriza por una exaltacin de la genitalidad
y por el debilitamiento de los vnculos afectivos; cuando esos
lazos renacen, o se crean, vuelve a constituirse una pareja.

En sntesis, la pareja es una forma preferencial de relacin


que aparece asociada con el sedentarismo, de manera que cumple
un doble objetivo: permite el desarrollo de una cultura dentro de
una estructura en la cual la filiacin tiene un rol preponderante y
en donde el cuidado de los hijos tiene la forma de responsabilidad
compartida; y permite satisfacer de una manera muy adecuada
-cuando la pareja es adecuada- las necesidades de afecto y de
vinculo que son inherentes a los humanos.

Queda, por supuesto, tratar de explicar el papel que


juega en la conformacin de la pareja ese extrao fenmeno que
los humanos llamamos amor, y que se encuentra asociado,
especialmente a travs de la literatura y de la mitologa, tanto

El Vnculo Afectivo y la Emocin [369]


a los momentos ms exultantes de la historia humana como a
los ms trgicos y abominables: (Romeo y Julieta, Otelo); a los
mayores sacrificios (Tristn e Isolda) y a las mayores traiciones
(el propio rey David); a lo ms admirable (el amor de Elose por
Pierre Abelard) y a lo ms triste o pattico (el amor de Guillaume
de Machaut, decrpito y ya ciego, por la hermosa adolescente
Pronne dArmentires, quien parece haberse divertido mucho
a costa de l). Ese vnculo extraordinariamente poderoso, cuyos
rudimentos se encuentran en muchas especies en trminos de
corta duracin (por ejemplo entre los leones), entre los humanos
suele durar aos y, excepcionalmente, toda la vida; en l la
sexualidad juega un papel determinante, pero est muy lejos de
ser el nico, e incluso es discutible si es el ms importante: en
cualquier caso, lo que es totalmente claro es que ese vnculo
llamado amor tiene muchos ms ingredientes en su frmula.
Y esa frmula sigue siendo, hasta ahora, un gran secreto.

[370] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Referencias

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Zazzo, R. y otros (1974). L`attachment. Neuchatel, Suiza:
Delachaux & Niestl.

[371]
[372] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS
16. Bach: emocin y expresin

Al igual que el artculo sobre vnculo afectivo, el que


presento aqu ( y con el que cierro este libro) fue escrito para
un Foro Interdisciplinario de la Universidad de los Andes, y
publicado en el nmero 6 (1985) de la revista Texto y Contexto
de la Universidad, en conmemoracin del tercer centenario del
nacimiento de Bach. Mis compaeros en el Consejo Editorial
de la revista eran Jos Lorite, Manuel Rodrguez, Ulpiano
Ayala, Ernesto Lleras, Francisco Leal, Luis Jorge Ferro, Alberto
Saldarriaga, Ana Mara de Uran, Hernando Valencia, Gloria
Zea, Carlos Arturo Meja y Gustavo Gonzlez: todos, en una
forma u otra, personas que le han prestado grandes servicios al
pas desde la academia.

Muchas cosas han ocurrido en esto aos en lo que
respecta a la comprensin de las emociones. En mi opinin,
los mayores avances no provienen de los psiclogos (por lo que
no me veo obligado a modificar la frase con la que comienza el
artculo), sino de los neurlogos, y creo yo- especialmente de
neurlogos como Antonio Damasio, quien en sus cuatro libros
(1995/2005; 2000; 2003; 2010), en los que recoge muchos
aos de investigacin, no solamente nos acerca con pasos de
gigante a la comprensin de la conciencia (uno de los trminos
ms persistentemente aborrecidos por los conductistas), sino
que nos ofrece elementos para poder integrar las emociones
a los dems fenmenos humanos. Sin embargo, y a pesar de
esfuerzos muy serios como los de Juslin y Sloboda (2001) por
entender la relacin entre la msica y las emociones, me parece
que todava nos encontramos en una etapa muy preliminar de
ese proceso; en realidad, pienso que en ese campo no hemos ni
siquiera descubierto el abecedario.

El Vnculo Afectivo y la Emocin [373]


Mi lectura repetida de lo que escrib en 1985 sobre
la msica y las emociones no me induce a sugerir cambios de
importancia; pero el lector de la post/post modernidad (2012
en adelante) puede tener ideas y convicciones muy diferentes.
Agradecer muchsimo el que me dejen conocerlas.

---------------------------

A pesar de que los psiclogos tienden a reconocer que


las emociones constituyen un campo de estudio esencial para
la comprensin del comportamiento, resulta sorprendente
observar lo poco que se ha tratado este tema comparado
con otros campos del saber que se consideran quizs menos
trascendentales. Pero no es esto lo ms impactante: en
realidad, la lectura de los textos y publicaciones psicolgicas
decepciona por la pobreza de la mayora de las propuestas, que
suelen ser extremadamente formalistas (definiciones estticas),
reduccionistas (las emociones no seran ms que reacciones
fisiolgicas), centradas sobre un experimentalismo a ultranza
que destruye el sentido de lo que se pretende estudiar, o bien
tan especulativas que uno podra creerse leyendo a Pierre
Abelard ms que a un autor contemporneo.

Lo esencial de todo este asunto es, en el fondo, muy


simple: los psiclogos tenemos en las emociones un reto
formidable, que no hemos podido abordar adecuadamente.
El tema es incmodo de manejar con las metodologas
convencionales de investigacin, y la mayor parte de quienes
se ocupan de estos problemas suelen salirse por la tangente con
definiciones que reflejan la pobreza de nuestros conocimientos;
con teoras que, sometidas al anlisis ms superficial, dejan
al lector el convencimiento de que se est hablando de algo
que solo tiene una vinculacin remota con esa experiencia

[374] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


que llamamos emocin; o con clasificaciones (agresividad,
placidez, alegra) que permiten describir tonalidades para
empezar a recurrir al lenguaje musical- pero que no explican
nada sobre el origen y el sentido de todas esas experiencias
dentro del conjunto de la vida psquica.

Con base en todas esas consideraciones, no me


parece conveniente entrar a examinar con detalle las teoras
psicolgicas sobre la emocin; no creo que haya nada all, por
lo menos en el momento actual y ojal alguien quiera mostrar
que me equivoco- que nos ilumine sobre uno de los elementos
ms excepcionales de la vida humana: la emocin esttica, y en
particular aquella asociada a la msica. Tornmonos entonces
hacia la obra de un maestro de la esttica, gran conocedor
adems de la obra de Bach (Schloezer, 1947), tratando de utilizar
su trabajo como una fuente de reflexin que solo necesita unos
pocos comentarios.

A diferencia de los psiclogos, quienes comienzan


siempre preguntndose Qu es una emocin?, Schloezer
aborda el problema preguntndose Es expresiva la msica?.
Sin lugar a dudas, la mayor parte de la gente e incluso de los
msicos respondern que s, que la msica es el lugar de las
emociones. Pero qu significa la palabra expresiva? En
lneas generales, quiere decir que una obra musical es capaz
de provocar en nosotros, oyentes, ciertas modificaciones
psicolgicas y fisiolgicas, que nos despierta emociones y
sentimientos, que acta sobre la imaginacin y puede orientar
nuestro pensamiento; las diferencias individuales se aceptan
aqu sin discusin, reconocindose que los efectos no solo
varan de una persona a otra sino tambin en la misma persona
de una hora a otra. Ahora bien: la posibilidad de producir los
efectos citados no es una propiedad particular de la msica:

El Vnculo Afectivo y la Emocin [375]


en verdad, muchos fenmenos naturales un paisaje, una
tempestad- podran producirlos; pero lo que se quiere decir
con capacidad expresiva de la msica va mucho ms all:
significa que la msica exterioriza, hacindolo audible, algo
que se encuentra por debajo de ella, o en ella; es decir,
se le atribuye una intencin que obviamente no existe en el
paisaje ni en la tempestad (an cuando probablemente s existe
en todos esos productos humanos que llamamos obras de
arte). Naturalmente, tal intencin se le atribuye es al autor,
quien se supone que est tratando de trasmitirme, por medio
de una organizacin musical, alguna emocin que el mismo
senta o por lo menos conoca. Por ello se supone que la msica
es una especie de espejo que crea un vnculo entre el autor
y el auditor; en tal contexto, la responsabilidad del ejecutante
consistira en hacer surgir de la obra lo que ella encierra, en un
sentido similar en el que se obtiene, exprimindolo, el jugo de
limn (Schloezer, p. 302).

Si la pregunta se limitara a saber si la msica tiene la


capacidad de producir emociones, la respuesta se limitara a un
s, por supuesto!, aceptando que tal capacidad no opera de
la misma forma en todas las personas, e incluso que algunas de
ellas permanecern completamente inaccesibles a la posibilidad
evocativa emocional de la msica. Pero si la pregunta insiste sobre
la expresividad, el asunto es completamente diferente: mi vecino
en un concierto puede estar tan impactado emocionalmente
como yo por un trozo musical; y sin embargo es perfectamente
posible que lo que l comprende no tenga absolutamente
nada que ver con lo que yo comprendo (en cuanto a mensaje
musical); ms an, es perfectamente posible que ni l ni yo y
nadie en el auditorio, todos experimentando emociones ms o
menos intensas- hayamos captado en lo ms mnimo aquello
que supuestamente- el autor quera trasmitirnos. Y el hecho que

[376] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


el autor pase a dar explicaciones sobre lo que l quera decir en
realidad no cambia nada: su interpretacin no pasa de ser otro
punto de vista y nadie en el mundo podr convencerme de que
eso que yo sent estaba equivocado

De manera que el problema de la capacidad expresiva


de la msica parece lejos de resolverse y la discusin podra
deslizarse indefinidamente en la confrontacin de opiniones
en las que nadie puede demostrar que tiene ms razn que su
oponente. Por consiguiente, es necesario tomar una perspectiva
diferente para intentar resolver la pregunta.

Los hechos expresivos pertenecen al orden de los


signos, sin que ello signifique necesariamente que todo signo
es expresivo; pero aquellos que s lo son tienen siempre dos
elementos constituyentes que se encuentran en una relacin
particular: la naturaleza de su contenido, la cosa significada
que el signo hace visible o audible, as sea en el orden de lo
imaginario; y la manera como esa cosa se hace perceptible. Los
lingistas, y ms particularmente F. de Saussure (1921/1967) han
analizado esa relacin bajo la forma del algoritmo S/s, donde S
es el significante (la manera) y s el significado (el contenido).

Qu es un signo expresivo tpico? Aqu, por fin


encontramos algn aporte substancial de la psicologa: partiendo
del clebre libro de Darwin (1872) La expresin de las emociones
en el hombre y en los animales, pasando por los defensores de la
Gestalttheorie (Koffka, Wertheimer, Kler) en los aos 20, hasta
llegar a los etlogos modernos (Tinbergen, Lorenz, Eibl-Eibesfeldt),
se ha hecho claro que algunas manifestaciones conductuales tales
como ciertos gestos, gritos y alteraciones del rostro, poseen un valor
psicolgico que expresa un contenido definido, independiente de
valores culturales, de razonamiento o asociaciones aprendidas,

El Vnculo Afectivo y la Emocin [377]


y que no implican tampoco una proyeccin de nuestras propias
emociones sobre nuestro interlocutor. La relacin S/s es, en este
caso, directa e inmediata: s se encuentra inscrito en S, y no hay
necesidad de dos operaciones separadas para comprenderlo, pues
el significado es una funcin de la estructura del significante. Por
consiguiente, y a diferencia de lo que es usual en lingstica, la
relacin S/s no es, en el caso que nos ocupa, arbitraria ni sustituible.

Hasta aqu, y en lo referente a estructura significante,


nada ms lejano del grito de pnico que El Arte de la Fuga;
y en cuanto a expresividad, no parece existir ninguna relacin
entre las situaciones que nos permiten distinguir perfectamente
una manifestacin de alegra de una de repulsin, y el mensaje
que mi vecino y yo captamos escuchando El Clavecn bien
Temperado o La pasin segn San Mateo. De manera que,
si como suele decirse la msica es el espejo del alma de su
creador, no hay duda que ese espejo resulta totalmente oscuro
para nosotros, los infortunados profanos que no sabemos
expresar nuestras emociones creando msica. Y tampoco es
seguro que quienes s saben hacerlo vean claro: la prueba est
en la multitud de interpretaciones que los mismos expertos dan
a las obras que analizan.

A primera vista, entonces, una sonata no podra jams


ser considerada como expresiva, ni directa ni indirectamente;
su sentido psicolgico les sera, simplemente, atribuido por
un conjunto de convenciones y asociaciones que, al volver
habituales, salen del mbito de la conciencia; a estos se
aadiran otros elementos interpretativos provenientes de
un texto, de una explicacin o, por lo menos, de un ttulo
(recurdese el mar de confusiones creado por Couperin con los
extraos nombres de las piezas de sus tres libros para clavecn);
todo esto precisara las intenciones del autor y se constituira

[378] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


virtualmente en la nica manera de transformar su obra en un
medio de comunicacin efectiva con el auditorio.

Pero Schloezer (p. 307 y siguientes) muestra que tal


conclusin sera prematura y superficial: al examinar en detalle
la estructura musical, surgen dos clases de signos expresivos
que l llama estticos- y que se encuentran siempre presentes:
los unos son extrnsecos y los otros intrnsecos.

Los signos expresivos extrnsecos se constituirn de una


manera similar a como se estructura una lengua. En efectos,
cada pas y cada poca posee un lenguaje psicomusical, que
adquiere un carcter obligatorio si se pretende llegar de alguna
manera al auditorio- y que se impone tanto al artista como al
ejecutante y al auditor, constituyendo un patrimonio comn.
Tal situacin lleva a reconocer el mismo valor psicolgico a
determinados complejos sonoros y por consiguiente permite
una comunicacin entre el autor y el pblico. As, una
cadencia perfecta nos sugiere, por lo menos en la cultura
occidental, y una sensacin de reposo y de satisfaccin,
y en ese sentido es tan expresiva como una sonrisa; por el
contrario, una cadencia rota as no tengamos la menor idea
de qu quiere decir ese concepto- produce una sensacin de
inestabilidad y de espera, no importa cuntas explicaciones
y anlisis se presenten para justificarla. Es indudable que le
paso sol-do, en s mismo, no significa nada ni expresa cosa
alguna; pero su presencia o ausencia al final de una obra
posee un valor psicolgico indiscutible, por lo menos dentro
de nuestra cultura, y mientras las normas no cambien seguir
siendo as. Naturalmente, dentro de otro sistema de normas
las combinaciones sonoras que nos evocan ciertas emociones
podran carecer de significado, o bien provocar emociones de
un sentido opuesto al que evocan en nosotros.

El Vnculo Afectivo y la Emocin [379]


Lo verdaderamente fundamental en el trabajo de
Schloezer es su demostracin de la existencia de signos
intrnsecamente expresivos en la msica. Schloezer examina
inicialmente algunas ideas provenientes del campo lingstico,
segn las cuales el habla tendra una relacin interna con su
sentido, y que este puede revelrsenos, por lo menos en algunos
casos, directamente. Por ello dice Merleau-Ponty (1962): El
sentido habita el habla Es un verdadero gesto, y contiene
su sentido como el gesto contiene el suyo. Naturalmente,
el habla no contendra, como el gesto, la vivencia bruta, el
hecho singular, sino una suerte de vivencia reflexionada;
manifiestamente, se trata de contenidos cuya naturaleza es
esencialmente diferente. Qu es entonces lo que hace expresiva
la frase Me duele que acompaa el gesto de dolor? nicamente
la inflexin, es decir, el tono musical con el que se dice la
frase; por consiguiente, en este tipo de caso puede decirse que
el significado es funcin de la estructura del significante.

Indudablemente la situacin musical con puede


ser identificada con la del lenguaje articulado, an cuando
musiclogos como Andr Pirro han construido diccionarios
en los cuales cada elemento o conjunto de elementos musicales
encuentra una traduccin; as, el ejemplo citado, decir
Me duele con tono plaidero, puede encontrar un paralelo
casi perfecto en muchos textos de Bach acompaados de
movimientos musicales especficos; tres ejemplos bastarn:
en la Cantara Tritt auf die Glaubesbahn las palabras cada y
resurreccin son subrayadas por modificaciones de tono musical;
lo mismo ocurre en Wer sich selbst erhhet con las palabras
ensalzar y humillar, y en Meine Seel erhebt den Herrn
cuando se habla de la vana presuncin de los orgullosos y luego
del peso del pecado. Si a estos casos se aadiera lo referente a
ritmo y velocidad, los ejemplos se podran multiplicar hasta el

[380] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


infinito. Pero todo esto no es expresivo en el sentido estricto,
sino racional y asociativo. Es ms msica descriptiva, como
pueden serlo amplios pasajes de La Creacin, de Haydn, en
particular aquellos en los que Dios crea la lluvia, las tormentas,
los rayos y la nieve; o la 6 Sinfona de Beethoven, especialmente
el 4 movimiento, que describe una tempestad.

Por otra parte, puede demostrarse que el mantenimiento


de tono y modo produce impresiones positivas que no
necesitan para nada de un texto para ser expresivas, y con
respecto a las cuales constituira una contradiccin flagrante
aadirles un texto de contenido negativo; por ejemplo, una
frmula ascendente formada de notas normales de una gama,
o por notas que tienen entre s relaciones de consonancia,
produce una impresin de estabilidad, decisin y fuerza, tal
como ocurre en el segundo coro de la Cantata Nach dir, Herr,
verlanget mich, construido sobre una gama de s menor casi
totalmente regular, y que primero las voces y luego los violines
mantienen sin inflexiones ni repeticiones a lo largo de ms de
tres octavas, acompaando las palabras Guame en tu verdad;
o en el preludio en do para rgano, que produce la impresin
de plenitud y satisfaccin por la firmeza de la estructura rtmica
cuyos acentos coinciden siempre con los tiempos fuertes- y por
el volumen mismo de la sonoridad. Cualquier cambio en esos
elementos transformara su sentido psicolgico radicalmente.
En estos dos casos, como en muchsimos otros similares, el poder
expresivo de las figuras se debe, sin duda, a que las relaciones
que se establecen entre las notas son extremadamente simples y
no exigen ningn esfuerzo de parte del auditor, pues responden
a sus hbitos y llenan sus expectativas. Pero es evidente que
en un sistema atonal, o basado sobre cuartos de tono (como
pueden serlo las msicas china, hind o rabes) esas frmulas
sugeran probablemente otras cosas, o incluso careceran por

El Vnculo Afectivo y la Emocin [381]


completo de significado; por consiguiente, su valor expresivo
sigue siendo extrnseco.

Con la introduccin del concepto de signos expresivos


estticos intrnsecos se aclara finalmente el punto de vista
de Schloezer; para l y este tema amerita una investigacin
muy amplia- los arreglos cromticos, los intervalos disonantes,
la estructura rtmica y el tempo, articulados de una manera
peculiar, producen sonidos que, sin dejar de ser msica es
decir, sin ser imitaciones de signos expresivos orgnicos-
poseen un sentido psicolgico claro: no es un lamento, o un
gemido, o una risa lo que producen los instrumentos y/o las
voces, pero es precisamente a un lamento, a un gemido o a una
risa a lo que esos sonidos remiten, y de manera inequvoca. Una
modificacin, an sutil, en cualesquiera de los componentes
de la estructura as definida cambiara su sentido: el forzar las
diferencias en intensidad, o los acentos, o el tempo, llevara a
caer en la imitacin, o podra convertir un sonido pattico
en uno lacrimoso, una expresin alegre en un chirrido. Y no
ocurre acaso exactamente eso con los gestos humanos naturales?
Schloezer ilustra abundantemente, en particular con secciones
de las Cantatas (pp. 323-331), su punto de vista.

Si bien a veces la msica de Bach no posee signos


expresivos intrnsecos, los extrnsecos siempre estn presentes.
En este sentido puede decirse que su msica, a pesar de ser en
ocasiones extremadamente formal como es el caso del Do
en la menor para clavecn y la mayor parte del arte de la Fuga
y de la Ofrenda Musical- siempre expresa emociones: puede ser
de alegra, de jbilo, de reproche o de tristeza; o bien como
sucede en las ltimas piezas citadas- de indiferencia, frialdad o
distancia; todas estas palabras recubren indudablemente estados
emocionales que resultan comunicables.

[382] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Este tipo de planeamiento deja abierto un desafo a
quienes se interesan por la comprensin de la emocin y la
expresividad, sin restricciones de ninguna clase. Tan importante
es el problema para los musiclogos y los especialistas en
esttica, como para los psiclogos, antroplogos, socilogos y
lingistas, para citar solo algunos modos de aproximacin. El
rea puede trabajarse recurriendo a estrategias convencionales
de carcter experimental: por ejemplo, pueden estudiarse as las
modificaciones en los indicadores fisiolgicos que determinadas
formas musicales pueden producir en los diferentes niveles
socioculturales de una misma poblacin. Por otra parte, es posible
llevar a cabo estudios transculturales que permitan identificar
con precisin qu formas de organizacin sonora pueden ser
autnticamente consideradas como signos intrnsecamente
expresivos tal como ha hecho Eibl-Eibesfeldt con gestos y
expresiones en el rostro-; adems, es indispensable descubrir
cules son las claves y los fundamentos de los cdigos que hacen
comprensible cierto tipo de msica para determinados grupos
y no para otros. Y tema apasionante- habr que establecer qu
relacin tiene todo esto con la estructura y el funcionamiento
del lenguaje.

El nmero de preguntas que pueden formularse a


partir de aqu es virtualmente infinito. Lo que se requiere es
una suerte de apertura mental que d lugar a la creacin de
mtodos apropiados de estudio que no supriman dimensiones
bsicas del problema, o las ignoren, simplemente porque no se
ajustan a las definiciones arbitrarias y convencionales de hacer
investigacin.

El Vnculo Afectivo y la Emocin [383]


Referencias

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Buenos Aires: Losada.
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Gallimard.
Tinbergen, N. (1973). Estudios de etologa. Madrid:
Alianza Universidad.

[384] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


GLOSARIO

Abstinencia: puede tener dos significados: cuando la palabra


se emplea sola, se refiere al perodo durante el cual un usuario
de sustancias psicoactivas (SPA) no las consume (por ejemplo,
porque est en tratamiento); cuando se la emplea acompaada
del trmino sndrome de, se refiere al conjunto de sntomas y
molestias que experimenta un usuario que suspende el consumo
de una SPA de la que tiene dependencia.

Abuso de medicamentos: empleo de sustancias que tienen


una funcin reconocida por la medicina, pero que son tomadas
sin ninguna prescripcin o en dosis superiores a las ordenadas.

Adiccin: se emplea el trmino para referirse al uso de SPA


de forma crnica, compulsiva e incontrolable. Se relaciona
con conceptos como dependencia fsica y psicolgica. Se ha
abusado demasiado de este trmino, por lo que tiende a perder
significado y cada vez se utiliza menos en los medios cientficos.

Agitacin: estado de alerta caracterizado por hiperactividad,


ansiedad y nerviosismo.

Agresividad: reaccin emocional de ataque hacia otros o hacia


s mismo, generalmente acompaada de ira.

Agudo (estado): manifestacin sbita y de corta duracin de


los sntomas que caracterizan una perturbacin.

Ajisoso (argot): algo sumamente peligroso; con frecuencia


hace referencia a delincuentes o prcticas de consumo.

[385]
Alcaloide: Grupo de compuestos qumicos de origen
vegetal, que usualmente tienen la capacidad de modificar el
funcionamiento fsico y psicolgico.

Alcohol (etanol): depresor del sistema nervioso central, que


se obtiene de fermentacin o de destilacin y que se ingiere en
grandes cantidades, legalmente, en todos los pases occidentales;
puede ser parte de la canasta familiar, como en el caso del vino
en los pases mediterrneos de Europa, u objeto de abusos
que estn asociados a violencia, accidentalidad vial, conflictos
familiares, problemas laborales y acadmicos y mltiples
enfermedades.

Alcoholismo: estado de consumo crnico de alcohol, que


produce dependencia y tolerancia. No implica necesariamente
beber hasta embriagarse, ni beber todos los das.

Alteracin de la percepcin: distorsin en la interpretacin


y/o en la captacin de estmulos.

Alucinacin: percepcin para la cual no hay un estmulo


adecuado en el mundo externo.

Alucingenos: sustancias que tienen la propiedad de producir


alucinaciones; por ejemplo, el LSD, el peyote, el yag y los
hongos mgicos, que son productos de origen vegetal; o el
PCP (fenciclidina) y el MDMA (metildeoximentanfetamina,
conocido como xtasis), que son productos sintticos.

Analgsico: sustancias que producen alivio o disminucin


del dolor.

[386] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Anfetaminas: sustancias sintticas que producen un efecto
estimulante y se hicieron populares en tratamientos para
el exceso de peso. Pueden provocar psicosis txicas de tipo
paranoide.

Angelito (argot): cigarrillo en el que se combinan marihuana


y/o tabaco con cocana.

Ansiedad: experiencia emocional de aprehensin o amenaza,


que puede estar o no relacionada con motivos especficos.

Antidepresivos: medicamentos empleados para combatir la


depresin; los ms conocidos se llaman tricclicos, inhibidores
de la MAO, o inhibidores selectivos de la recaptura de la
serotonina.

Araarse o araado (argot): estar bajo los efecto de cocana.


Equivalente de gato.

Automatismo: comportamiento que se produce sin que el


sujeto tenga clara conciencia de lo que est haciendo. Puede
aparecer como consecuencia del consumo de algunas sustancias,
especialmente depresores del SNC.

Bala (argot): utensilio para fumar que consiste en una pequea


cmara con dos orificios, uno para suministrar fuego y el otro
para aspirar, en la que se vierte marihuana o cualquier sustancia
y cuyo fin ltimo es no dejar olores residuales o pizquero en el
lugar en donde se fum.

Balazo (argot): fumada que se da en una bala. Equivalente:


Latazo.

[387]
Banano (argot): cigarrillo en el que se combinan marihuana,
tabaco y basuco. Generalmente en las mezclas hay ms
marihuana que otras sustancias para facilitar la combustin.

Barbitricos: depresores del sistema nervioso central que se


emplean mdicamente para disminuir la ansiedad, para tratar
la epilepsia, como anestsico o para inducir sueo en casos de
insomnio. Se abusa de ellos con mucha frecuencia.

Bareta (argot): nombre dado a la marihuana.

Base cruda: forma muy burda de pasta de coca, usualmente


resultante de tratar las hojas con un solvente. Se fuma.

Base libre: cocana altamente purificada: al clorhidrato de


cocana se le extraen los otros alcaloides y se trata de dejar
puro el alcaloide benzoilmetilecgonina. Se fuma.

Basuco (argot): proviene de base (no de bazuka, el


arma antitanques): producto intermedio en la elaboracin de
clorhidrato de cocana, que qumicamente es una base (por
oposicin a la cocana, que es una sal cida); en esta forma es
fumable y tambin en la de patraseo (que tambin es una base
fumable), o en la de crack. En Per se conoce como PBC (pasta
bsica de cocana).

Benzodiacepinas: grupo de compuestos qumicos con los


cuales se producen medicamentos empleados como sedantes,
ansiolticos (que disminuyen la ansiedad) e inductores de sueo.

Bicha (argot): papeleta de basuco.

Bomba (argot): cigarrillo en el que se combinan marihuana,


tabaco y basuco.

[388] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Bxer: nombre comercial de un pegante (tambin conocido
como Sacol o solucin) a base de caucho que contiene sustancias
muy txicas derivadas de los hidrocarburos, como el tolueno.
Produce irritabilidad, alucinaciones, sueo y agresividad. A
nivel fsico genera: tos, secrecin nasal, vmito, visin borrosa
y problemas de equilibrio. Su consumo est muy relacionado
con un problema de tipo social, puesto que son perdonas de
muy bajos recursos econmicos quienes ms lo consumen, ya
que controlan temporalmente el hambre y el fro. Se clasifica
al igual que otras sustancias (pinturas, lacas, acetona, ter, etc.)
como sustancias depresoras del sistema nervioso central dentro
del grupo de los inhalables.

Buqu (argot): proveniente del francs bouquet; aliento de olor


desagradable producido por la inhalacin de Bxer.

Cajetear (argot): movimientos masticatorios automticos


de la mandbula que aparecen bajo los efectos de la cocana,
equivalente: jetear.

Carro (argot): pipa plstica de fabricacin casera usada para


fumar basuco.

Cafena: sustancia estimulante que se encuentra naturalmente


en el caf y que se emplea en diferentes medicamentos y en
bebidas estimulantes.

Campo de conciencia: organizacin de la experiencia sensible


actual que integra la diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo,
la ubicacin tmporo-espacial y la construccin del presente.

Cannabis Sativa: nombre cientfico de la planta de la cual se


extraen la marihuana y el hachs o hashish.

[389]
Camo ndico: nombre con el que se denomina a la Cannabis
ndica, considerado como variedad fisiolgica de la Cannabis
Sativa que se cultiva principalmente en los trpicos, de la cual
se extrae el hashish.

Chino (argot): forma de consumo en la que se inhala el humo


producido por la combustin de herona al ser puesta sobre un
pedazo de papel aluminio bajo el cual se pone fuego. Del ingls
chasing the dragon.

Chirrete (argot): equivalente a basuco

Chutearse (argot): proveniente del ingls to shot, inyectarse


cocana o herona.

Coca: arbusto sudamericano cuyas hojas contienen el alcaloide


llamado cocana.

Cocana: alcaloide presente en las hojas de coca, estimulante del


sistema nervioso central. En la jerga popular, nombre con el que se
hace referencia a cocana de alto grado de pureza (aproximadamente
80%), por contraste con perico, (alrededor del 40%).

Cochorno (argot): residuo que queda en una pipa como


producto del consumo de basuco solo o mezclado con
marihuana, tabaco o ceniza. Es recolectado y usado en
consumos posteriores a fin de potenciar los efectos del basuco.

Codena: alcaloide natural del opio (narctico); tiene


propiedades analgsicas.

Consumidor: persona que emplea SPA; pueden distinguirse tres


categoras: el consumidor eventual o curioso; el habitual;
y el dependiente. Hay otras clasificaciones.

[390] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Crack: forma fumable de cocana, en la que el clorhidrato
(sal cida) ha sido mezclado con bicarbonato de sodio para
rendirla y obtener mltiples dosis.

Crnico: estado continuo o de larga duracin de una alteracin.

Cuero (argot): papel delgado que se usa para hacer cigarrillos


de marihuana.

Cuescas (argot): ver Pepas.

Cuesquera (argot): efecto producido por las cuescas.

Delirio: idea falsa que se mantiene a pesar de las demostraciones


de su falsedad. Suele ser de corta duracin.

Delirium tremens: grave desorden fsico y psicolgico que


se presenta en los alcohlicos. Se caracteriza por delirios,
temblores, alucinaciones y estados de terror.

Dependencia fsica: estado de adaptacin fisiolgica a una


sustancia, posterior al desarrollo de tolerancia y que culmina
en el sndrome de abstinencia.

Dependencia psicolgica: tendencia a mantener y a continuar


el consumo de una SPA, independientemente de que se
produzca o no sndrome de abstinencia.

Depresin: estado psicolgico caracterizado por un bajo nivel


de actividad, tristeza, sentimientos de culpabilidad e inhibicin.

Depresores: sustancias que disminuyen el nivel de


funcionamiento del sistema nervioso central. Entre ellos estn:

[391]
los narcticos o estupefacientes (derivados del opio), el alcohol,
los barbitricos, los anestsicos y los inhalables. Los depresores
del SNC no necesariamente producen depresin en el sentido
de estado de nimo triste.

Desorientacin: prdida de la ubicacin tmporo-espacial.

Diablito (argot): cigarrillo en el que se combinan marihuana


y/o tabaco con basuco.

Diseo (drogas de): es el nombre que se le ha dado a un grupo


de sustancias sintticas que, aparentemente, han sido objeto de
algunas manipulaciones a nivel molecular con el fin de esquivar
prohibiciones legales. La realidad es que en la gran mayora de
los casos se trata de sustancias que fueron descubiertas hace
mucho tiempo (xtasis o MDMA: 1912; Popper: 1857), pero a
las que no se les encontr utilidad o fueron descartadas luego
de algunos ensayos.

Dosis: cantidad de una sustancia que se consume.

Droga: nombre genrico para las sustancias que, por su


naturaleza qumica, modifican la estructura o la funcin de un
organismo vivo. El trmino es equivalente a medicamento.

Drogadiccin: trmino empleado para designar el estado de


dependencia de sustancias psicoactivas. Aun cuando es un trmino
confuso, es empleado en muchos pases y en muchas lenguas.

Embale (argot): efecto de gran ansiedad o excitacin producido


por el consumo de cocana o basuco; acelere.

Enchutarse (argot): ver Chutearse.

[392] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Enchonche (argot): el bienestar y la pereza (locha) que
producen la marihuana.

Epidemia: aparicin brusca de una perturbacin o enfermedad


que se difunde rpidamente y afecta a determinados sectores de
la poblacin.

Epidemiologa: estudio de los ndices de salud-enfermedad en


un grupo dado; anlisis de la ocurrencia, distribucin y curso
de la salud y la enfermedad. Incluye ndices como la incidencia
y la prevalencia.

Erythroxilum coca: nombre cientfico del arbusto del cual se


extrae la cocana; existen muchas variedades, casi todas ellas
latinoamericanas.

Escopetazo (argot): forma de consumo de cocana en la que


una persona le sopla al consumidor (quien aspira por la boca de
manera simultnea), un pase de cocana o perico en la cavidad
bucal.

Escopolamina: alcaloide con propiedades de depresor del SNC


que se extrae de la raz de algunas plantas como el conocido
borrachero.

Estimulantes: categora de clasificacin en la que se ubican las


sustancias que tienen como efecto el aumentar la actividad del
sistema nervioso central.

Estupefacientes: ver narcticos, pues son trminos


sinnimos.

Estoque (argot): ver Chutearse.

[393]
Etiologa: estudio de las causas y orgenes de una enfermedad
o perturbacin.

Euforia: sentimiento de bienestar y optimismo, generalmente


acompaado de un incremento en la actividad motora.

xtasis: nombre popular de una SPA sinttica con propiedades


estimulantes y alucingenas; su nombre cientfico es MDMA,
abreviatura de 3,4 metildeoximetanfetamina. Se la clasifica
con frecuencia entre las drogas de diseo, aun cuando existe
desde 1912.

Farmacodependencia: trmino anlogo a drogadiccin.


Hace referencia al estado de dependencia de frmacos o
medicamentos.

Felpa (argot): papeleta con una pequea cantidad de cocana


o perico.

Feniciclidina- Polvo de Angel (PCP): sustancia sinttica que


produce ilusiones y alucinaciones y altera la percepcin del
tiempo y la distancia principalmente. Una sobredosis puede
producir psicosis e incluso la muerte. Se consume fumada,
inyectada o de forma oral.

Fentanil: anestsico sinttico que resulta muchsimo ms


poderoso que los derivados del opio; se puede producir
dependencia con muy pocos ensayos.

Flashback: experiencia alucinatoria que aparece en forma


recurrente, espontnea e involuntaria, mucho tiempo despus de
haber ingerido una SPA. Es caracterstica de la ingestin de LSD.

Forchis (argot): de mala calidad

[394] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Gato (argot): estar bajo los efectos de cocana.

Hashish: resina extrada de las hojas de la planta Cannabis


Sativa (marihuana). Por ser un extracto, contiene THC en
mucha mayor concentracin que la marihuana ordinaria.

Herona: opiceo con efectos sedantes y analgsicos.

Idea delirante: idea fija y errnea que cambia la orientacin


general de la vida de una persona (por ejemplo, creer que se es
Jesucristo o Napolen), y que se mantiene a pesar de todas las
demostraciones sobre su falsedad.

Ilusin: mala interpretacin de datos perceptuales reales.

Incidencia: estudio de los casos nuevos de una perturbacin


dada, dentro de un determinado perodo de tiempo.

Inhalables: tambin se les llama inhalantes; son sustancias


gaseosas cuyos efectos son depresores y que se consumen por
va nasal. Ejemplos: el Bxer y el Sacol.

Jetear (argot): ver cajetear.

Jbaro (argot): distribuidor de pequeas cantidades de droga.

Kenke (argot): cigarrillo de marihuana de gran tamao que por


lo general se fuma entre varias personas.

Latazo (argot): ver Chino.

LSD: uno de los alucingenos ms poderosos, extrado del


cabezuelo del centeno. Su nombre completo es Dietilamida-25
de cido lisrgico.

[395]
Maduro (argot): cigarrillo en el que se combinan marihuana y
basuco.

Marihuana: preparacin de las hojas y tallos de la planta Cannabis


sativa; su componente activo llamado delta-9-tetrahidrocanabi-
nol, o THC en abreviatura; produce efectos sedantes, estimulan-
tes, y a veces alucinsicos (especie de alucinaciones que el sujeto
sabe provocadas por la ingestin de una sustancia). Por esta varie-
dad de efectos se la suele clasificar aparte.

Medidas profilcticas: conjunto de estrategias destinadas a


evitar la aparicin y expansin del consumo de SPA en este
caso.

Mescalina: alcaloide con propiedades alucinatorias, que se


extrae de los botones del cactus mexicano peyote; tambin se
produce sintticamente.

Metadona: opioide (producto sinttico similar al opio) que se


emplea en el tratamiento de la adiccin a los opiceos, como
substituto de estos.

Metacualona: producto sinttico con propiedades sedantes e


hipnticas (induce sueo); se le conoce popularmente como
mandrax, rorrer o qualude.

Mixto (argot): herona mezclada con marihuana.

Mono (argot): necesidad de consumir asociada al sndrome de


abstinencia. Equivalente: Mico.

Morfina: principal componente activo del opio; se le emplea


mdicamente como analgsico y sedante.

[396] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Narctico: categora que incluye al opio, sus derivados
(opiceos: morfina, herona, codena) y los opioides (productos
sintticos de estructura qumica muy similar a la de los opiceos,
y empleados como substitutos de estos (ej.: la metadona)
o como anestsicos (fentanil y sus derivados). Equivale a
estupefacientes.

Nicotina: estimulante presente en el tabaco.

Olla (argot): sitio en el que venden drogas, y en el que


usualmente se pueden consumir salvo, generalmente, herona.

Opiceos: alcaloides derivados del opio, como la morfina y la


codena, y productos semi-sintticos, como la herona.

Opio: depresor con propiedades analgsicos e inductoras de


sueo (de ah el nombre de narctico) extrado de la amapola.

Opioides: sustancias sintticas similares qumicamente a los


opiceos. Ej.: metadona, fentanil y demerol.

Paranoia: condicin caracterizada por ideas persecutorias, de


referencia (el sujeto piensa que todo lo que ocurre a su alrededor
se refiere a l) y agresividad.

Pata (argot): sobrante de un cigarrillo de marihuana.

Patrasiado (argot): Cocana patrasiada, es un procedimiento


a travs del cual la cocana, que es una sal cida soluble en agua
que no se puede fumar, se transforma nuevamente en base para
poder fumarla.

Pepas (argot): trmino con el cual se hace referencia a cualquier


tipo de medicamento en forma de pldora que produce algn
efecto psicoactivo, se ubican en las categoras de los barbitricos,

[397]
benzodiacepinas o tranquilizantes y deben ser usados bajo
prescripcin mdica.

Perico (argot): Nombre con el que se hace referencia a la


cocana cuyo grado de pureza es inferior al de la Cocana
(aproximadamente entre un 20% y un40%).

Pipa (argot): utensilio de plstico, madera o metal usado para


fumar que consiste en un tubo que desemboca en un pequeo
recipiente en el que se vierte tabaco o cualquier otra sustancia
que es encendida y cuyo humo se aspira por un extremo del
tubo. Ver Carro.

Pistolo (argot): cigarrillo en el que se combinan tabaco y


basuco.

Pizquero (argot): olor residual que queda en un recinto o en la


ropa luego de haber fumado algn tipo de sustancia.

Polvorete-Diablito (argot): nombre comn que se le da a la


mezcla de base de coca y marihuana que se fuma.

Porro (argot): cigarrillo de marihuana.

Prevalencia: nmero total de casos de una entidad patolgica o de


una perturbacin, existentes en un sitio y en un momento dado.

Prevencin: en sntesis, en el campo de las drogas la


prevencin se refiere al conjunto de procesos que estimulan el
desarrollo humano y que con ello tratan de evitar la aparicin
o proliferacin de problemas socialmente relevantes.

Prncipe (argot): cigarrillo en el que se combinan marihuana y


cocana o perico.

[398] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Psicoanalpticos: uno de los nombres cientficos de los esti-
mulantes.

Psicodislpticos: nombre cientfico de los alucingenos; tam-


bin se llaman timoanalpticos.

Psicolpticos: nombre cientfico de las sustancias depresoras


del sistema nervioso central.

Psicosis: estado psicopatolgico caracterizado por una altera-


cin severa del funcionamiento intelectual y emocional, con
modificacin del campo de conciencia y ruptura con la realidad.

Psilocibina: alcaloide de propiedades alucinatorias que se en-


cuentra en una variedad de hongos silvestres.

Reaccin de pnico: reaccin psicolgica adversa que acompa-


a la ingestin de muchas SPA.

Recicle (argot): Cochorno

Rivotril: Benzodiacepina utilizada especialmente como ansiol-


tico y en el control de los ataques de pnico.

Roches (argot): ver Pepas. Proveniente de Roche nombre de


uno de los laboratorios farmacuticos que produce el Rivotril.

Rubinol (argot): nombre callejero del Rohypnol, benzodiace-


pina muy poderosa que ya no se consigue legalmente en Co-
lombia; se empleaba en casos severos de insomnio. Mezclada
con alcohol puede producir lagunas de memoria.

Ruedas (argot): ver Pepas.

[399]
Ruta de administracin: mtodo o forma a travs de la cual
se introduce una SPA en el cuerpo; los ms comunes son: oral,
inyectada, inhalada y fumada.

Sacol: ver Bxer.

Sedantes/hipnticos: medicamentos que disminuyen la


ansiedad, inducen el sueo y producen una analgesia leve.

Sndrome de abstinencia: ver abstinencia.

Speedball: mezcla de herona y cocana, usualmente inyectable.

Sustancias Psicoactivas (SPA): nombre propuesto para


reemplazar trminos confusos como drogas, frmacos,
estupefacientes, etc. Se refiere a todas aquellas sustancias que
ejercen una accin sobre el sistema nervioso central y que tienen
la capacidad de modificar su funcionamiento, aumentando
o disminuyendo su nivel de funcionamiento, y alterando el
campo de conciencia.

Susto (argot): efecto de paranoia producido por el consumo


de Basuco.

Tabaco: gnero suramericano de la familia de las solanceas


y del cual existen diferentes especies, entre las cuales est el
tabaco mayor o N. Tabacum de cuyas hojas fermentadas se
extrae el tabaco, que tiene un efecto estimulante sobre el sistema
nervioso. Es nocivo debido a que el porcentaje de nicotina que
contiene puede llegar a ser hasta de 10%. Adems, el humo del
tabaco contiene otras sustancias igualmente dainas, como el
benzopireno, que se considera cancergeno.

[400] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Taquillero/taquillar (argot): el que vende en las ollas, acto de
vender drogas en una olla.

Tasca (argot): traba o efectos producidos por el consumo de


marihuana.

THC: ver marihuana.

Timoanalpticos: ver psicodislpticos y alucingenos.

Tolerancia: es una disminucin de la respuesta que se obtiene


por la ingestin de una SPA; esto implica que, para obtener
un efecto deseado, es necesario incrementar progresivamente
la dosis.

Tolerancia negativa: es un fenmeno inverso al de tolerancia,


y se encuentra estrechamente relacionado con el consumo
crnico y abusivo de alcohol: la persona se embriga con
cantidades muy pequeas de alcohol.

Torquis (argot): proveniente de ingls Cold turkey; efecto de


piel de gallina producido en el sndrome de abstinencia de la
herona.

Traba (argot): ver tasca.

Tranquilizantes: trmino comn para referirse a los sedantes,


los hipnticos, los barbitricos y otros depresores con efectos
ansiolticos e inductores de sueo.

Tres en uno: mezcla ya sea en cigarrillo o en pipa de tabaco


marihuana y basuco.

[401]
Turca (argot): ver Tasca.

Uso de medicamentos: empleo de medicamentos siguiendo


una prescripcin mdica.

Yopo: sustancia que se extrae de la leguminosa Pipttadenia peregina.


La intoxicacin produce movimientos convulsivos, cambios
en el semblante y los msculos del cuerpo, y posteriormente
un deseo de bailar que es rpidamente interrumpido por la
inhabilidad para controlar las extremidades; a partir de ese
momento se cae en un sueo intranquilo, caracterizado por
las pesadillas y el malestar. La intoxicacin siempre termina en
largo estupor.

Yaj (o yag): brebaje utilizado por los indgenas de la Amazona,


principalmente, y en situaciones generalmente muy ritualizadas.
El yaj se prepara con una mezcla de varias especies de arbustos
y bejucos de la familia Banisteriopsis caapi, cuya sustancia activa
es la harmina, capaz de producir alucinaciones; y una amplia
variedad de plantas (se conocen por lo menos 42 posibilidades),
todas caracterizadas por contener dimetiltriptamina, que tiene
propiedades alucinognicas.

[402] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS


Este libro se termin de imprimir en abril de 2013
en los talleres de Dupligrficas Ltda.
Calle 17 A Sur No. 5-70
Bogot, Colombia

[403]
[404] ADICCIONES Y OTROS ASUNTOS HUMANOS

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