Observacion - Participante - El Caso de A. Spedding

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Observacin participante. El caso de Alison


Spedding

Article September 1999

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Francisco Osorio Daniel Quiroz


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Cinta de Moebio
Revista Electrnica de Epistemologa de Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Chile
[email protected]
ISSN 0717-554x
Chile

1999
Francisco Osorio / Doris Cooper / Daniel Quiroz
OBSERVACIN PARTICIPANTE
Cinta de Moebio, septiembre, nmero 6
Facultad de Ciencias Sociales-Universidad de Chile
Chile

http://redalyc.uaemex.mx
Observacin Participante
El caso de Alison Spedding

Francisco Osorio, Doris Cooper, Daniel Quiroz

Introduccin

En Marzo de 1998 las autoridades bolivianas arrestaron bajo el cargo de trfico de drogas a la
antroploga inglesa Alison L. Spedding, Ph. D. En Agosto de 1999 fue condenada a 10 aos de
crcel. Desde el Centro de Orientacin Femenina de La Paz, ella escribi un artculo para la revista
Anthropology Today, el cual se ha traducido ntegro, contando con el conocimiento de Jonathan
Benthall, presidente de Royal Anthropological Institute. Lamentablemente Cinta de Moebio no
pudo comunicarse con ella, aun cuando le envi una copia impresa de la traduccin para su
aprobacin. Sin embargo, y tal como seala Jonathan Benthall, este texto y su anlisis pretenden ser
un apoyo para ella, siendo esa la razn para publicarlo. La direccin de la Dra. Spedding es la
siguiente: Crcel de Mujeres, Centro de Orientacin Femenina, Calle Francisco Miranda,
Miraflores, La Paz, Bolivia.

Alison L. Spedding

Sueos de Salir
Vida en el Centro Penitenciario Femenino, Miraflores, La Paz, Bolivia
Anthropology Today. Vol 15 N 2, Abril 1999, pginas 11-17.

Nota de la edicin original: Alison L. Spedding es la antroploga y novelista que fue arrestada en
marzo de 1998 por las autoridades bolivianas bajo el cargo de trfico de drogas, que ella niega
fuertemente. El caso se describi en la seccin de noticias del nmero de diciembre de 1998, pg.
29. Al momento de ser impreso este nmero, se haba eliminado el cargo de trfico por falta de
evidencia, pero se estaba pidiendo una fuerte sentencia de prisin por posesin de marihuana.

Olivia Harris (Department of Anthropology, Goldsmiths College, Lewisham Way, London SE14
6NW) est patrocinando un fondo de defensa legal para el beneficio de la Dra. Spedding. Los
cheques deben ser extendidos a nombre de Alison Spedding Defence Fund. Anthropology Today
invit a la Dra. Spedding a contribuir con un artculo de su experiencia en la prisin de mujeres,
donde ella ha estado detenida aproximadamente un ao a la espera de su juicio. Para clarificar un
detalle que no est dicho en el texto: el personal de la prisin es tanto femenino como masculino y
usan uniformes estilo ejrcito.

La Molienda Diaria

Entre las 0630 y 0700 el suministro de electricidad a las celdas se enciende y las puertas principales
son abiertas. Aquellas cuyo turno es limpiar los espacios pblicos de la prisin lo hacen y las
cocineras calientan el agua para el desayuno en la cocina. A las 0800 la mayora de las prisioneras
est fuera de la cama, peinndose el cabello, haciendo sus camas y limpiando sus celdas si es su
turno, antes de las 0830 se llama para pasar lista en el patio. Los sargentos le gritan a cualquiera

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
cuyo pelo no est arreglado y pueden revisar todas las camas para ver si estn hechas; se castiga a
las ofensoras dndoles mantas de los dormitorios de los guardias para lavar y lo mismo para
aquellas que no responden al llamado de la lista. Al mismo tiempo, el desayuno es servido: "t"
(variadas soluciones saturadas de azcar) y dos panes, hechos en la panadera de la gran prisin de
mujeres en Obrajes, mezclados con bromato para hacerles subir ms y as, virtualmente, incomibles.

Despus de esto, algunas mujeres van al taller donde hay dos telares y cuatro mquinas para tejer.
Algunas preparan comida, para ellas o para vender a otras. La lavandera, cuatro fregaderos con
agua fra corriendo, siempre esta llena; no slo es lavada aqu toda la ropa de las prisioneras, sino
que algunas se mantienen a s mismas lavando ropa de afuera. Les pagan 6 pesos (1) por la docena
de artculos lavados y planchados, de los cuales 2 pesos son retenidos por la institucin. Algunas se
quedan mirando televisin, principalmente telenovelas, o visitando y charlando con otras
prisioneras. Puedes mirar por lo menos cuatro telenovelas por da. Otras lavan, cortan, rizan o tien
su propio cabello o el de otras y casi todas tejen suteres o hacen crochet, bordan o pintan en tela.

A las 1200 hay otra llamada para la lista y luego es servido el almuerzo, la misma clase de comida
que puedes encontrar en cualquier restaurante barato de clase baja en Bolivia Andina. Esta es la
nica comida proporcionada en la racin y no es suficiente, de ah la necesidad de preparar comida
adicional. Hay un almacn atendido por una prisionera, pero es necesario tener alguien afuera que
pueda comprar verduras, carne y los indispensables tallarines y arroz.

Por las tardes, algunas toman clases con una profesora de CEMA, un sistema acelerado de escuela
secundaria para aqullas que abandonaron antes de conseguir graduarse. Mientras las celdas estn
abiertas, puedes vagabundear libremente dentro de ellas o en el patio, que es como la mitad del
tamao de una cancha de tenis e incluye un malla de voleibol, una gruta con la Virgen de las
Mercedes, santa patrona de la prisin, la lavandera, el taller textil, la cocina de las prisioneras y un
kiosco de bebidas suaves tambin atendido por una prisionera. A las 1700 hay otra llamada para la
lista. Despus de esto el "t" es servido una vez ms. Algunas juegan voleibol. A las 1900 el patio
principal se cierra con llave, salvo para las lavanderas que tienen permiso para continuar fregando
hasta las 2000. Un grupo pequeo se sienta fuera hasta esa hora masticando coca y fumando
(supuestamente se prohibe fumar en las celdas). A las 2000 las puertas externas se cierran con llave.
A las 2200 todas deben estar en sus celdas para la lista final. Despus de esto se cierran con llave
las puertas principales a las celdas y no se supone que uno deje la celda excepto para ir al bao,
aunque algunas se escurren para visitar a otras, masticar coca, fumar y ocasionalmente beber en los
corredores. Las luces deben apagarse a las 2300, aunque a veces se dejan hasta las 0030 o ms, si
las personas han pedido permiso para mirar una pelcula tarde en televisin o si los carceleros se
olvidan.

Visitas de media hora se permiten todos los das en un pasadizo descubierto entre 1000 y 1200 y
1500 y 1700. Los jueves, domingos y das festivos los visitantes son permitidos en el patio entre
1000 y 1700. No se supone que entren en la prisin a menos que llueva y entonces slo deben ir al
vestbulo, no a las celdas. El llamado a lista de medioda se suspende en los das de visita, pero las
raciones se reducen a un plato de sopa a medioda; se supone que nosotras cocinaremos para
nuestros visitantes, o bien que ellos nos traern comida, aunque no todas de nosotras tenemos
visitas y aquellas que tienen no siempre reciben comida o tienen dinero para comprar la comida que
una prisionera cocina para vender en esos das.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
Gulag Boliviano o para qu estn ah

Las prisioneras en Miraflores constantemente se quejan que estn "en las narices de otras" todo el
tiempo. Es una prisin de alta seguridad diseada para 50 prisioneras, pero cerca de la saturacin es
complementada entre 60 y 65 prisioneras. Uno esperara que se usara slo para prisioneras con un
historial de violencia, aquellas que han intentado escapar o han escapado de otras prisiones y han
sido recapturadas o aquellas en juicio por crmenes serios o con las sentencias ms largas. Este no
es el caso. Algunas prisioneras piden transferencia aqu para dejar las drogas, es fcil drogarse en
prisiones normales, pero no en Miraflores. Los abogados de algunas piden enviarlas aqu porque se
supone que es ms limpia, tiene mejores baos y no tienes que hacer una cola tan larga para el
telfono. Otras parecen estar aqu debido a una decisin arbitraria de las cortes. La sentencia ms
larga bajo la ley boliviana es de 30 aos, normalmente dada slo por asesinato. Hay una o dos
asesinas aqu, pero hay ms en una prisin normal. Y slo dos prisioneras son escapadas (ambos
casos por drogas). Una mujer es miembro de la organizacin guerrillera peruana MRTA, pero dice
que las acusaciones de que ella comand escuadrones de la muerte es falsa. Alrededor del 80% de
las mujeres en Miraflores son "Ley 1008". Esta es la ley draconiana de drogas promulgada en 1988
y que es responsable de la mayora de la poblacin penal en el pas. La posesin de cualquier
cantidad de drogas sobre lo que se define como "lo que podra consumirse en 48 horas", una
cantidad estimada por la polica como menor a 5 gramos (en aos recientes, menos de 2 gramos) de
cualquier substancia controlada, es considera como evidencia de facto de "trfico" y te enva
directamente a la prisin. Cocana, pasta base y marihuana no son distinguidas. As, hay mujeres
aqu quienes han sido enjuiciadas y sentenciadas a cinco aos por posesin de tres o cuatro gramos
de cocana o estn esperando juicio por una onza y media de marihuana. Otras simplemente estn
aqu porque estaban en una casa donde se encontraron drogas o en la compaa de alguien que fue
encontrado en posesin. Menos de 10 prisioneras podran llamarse traficantes "serias" de drogas,
siendo encontradas en posesin de ms de 5 kilos de drogas. Sin tener en cuenta la severidad de la
ofensa alegada, no hay ninguna fianza bajo la Ley 1008.

El resto est dentro por diversos tipos de fraude, principalmente monetarios. Una era
definitivamente una estafadora profesional (estaf a alguien en cerca de US$150.000), pero las otras
representan la debilidad del sistema de crdito institucional en Bolivia. Los prstamos bancarios
requieren garantas, como una casa para hipotecar o contactos personales con los directores del
banco, lo que implica ser un miembro de la clase alta. La ltima moda entre las ONGs es el "micro
crdito", pero realmente es micro: un sistema de prstamos parciales, 300 pesos por 3 meses, luego
600 pesos por 6 meses... as que si necesitas pedir prestado US$5.000 y no tienes ninguna garanta,
la nica posibilidad es el recurso a los usureros. Ellos exigen un cheque con fecha como garanta, a
veces relleno, a veces en blanco. Cuando el prstamo no se paga a tiempo, el usurero presenta el
cheque, que se cobra, y el que pidi prestado va a prisin. Si el cheque estaba en blanco, puede
rellenarse con una suma ms alta que la que realmente fue prestada y el prestamista se aprovecha de
esto. Segn muchas de estas mujeres, ellas no eran siquiera las beneficiarias del prstamo, sino que
presentaron los cheques como garantes de una amiga, quien entonces se escap con el dinero y las
dej para llevar la carga. Otras estn por crmenes igualmente tpicos con referencia a la tierra, tales
como vender una parcela una vez, sin extender los documentos legales para la trasferencia y, luego,
vender la misma parcela una segunda vez a otra persona o vender un pedazo de tierra o una casa
que no pertenecieron a ellas, sino que a uno de sus parientes inmediatos (estas transacciones
fraudulentas estn tan extendidas en todos los niveles de la sociedad boliviana que merecen ser
llamadas parte del sistema tradicional de tenencia de la tierra).

No importa cun ciertas sean las versiones de las prisioneras de sus fraudes, parece claro que la
mayora de estas mujeres son "criminales econmicos" en lugar de delincuentes intencionales. Lo
mismo es verdad de la mayora de los casos por drogas. Ellas no han completado la escuela

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secundaria y en muchos casos no han terminado incluso la escuela primaria. Ellas venden drogas tal
como venden comida preparada, naranjas, zapatos o cualquier otra cosa para lo cual encuentren un
mercado. Como regla el objetivo es apoyarse a s mismas y sus nios, no financiar su propio
consumo de droga. Aparte de una hippie, no hay ningn rastro de ningn tipo de ideologa
contracultural asociado con el uso o distribucin de droga, tampoco la variedad "sala para sentir
algo", ni la ms contempornea justificacin anarquista del libre mercado. La mayora niega haber
probado alguna vez su "mercanca". En la corte es definitivamente favorable si sostienes que eres
una drogadicta (por esta razn yo estoy defendiendo que soy adicta a la marihuana), pero para una
mujer boliviana admitir que ella consume drogas o bien tiene que ser de clase alta, o bien ha tenido
mucho contacto con europeos, o bien es lumpen proletaria, si no realmente una prostituta, sin
vergenza de ser tomada como tal. De hecho, muchas ms de las mujeres aqu han probado drogas,
o incluso eran en algn momento usuarias regulares, de las que lo admiten, pero para la mayora de
ellas es ms importante mantener una imagen de virtud femenina convencional que evitar las
consecuencias judiciales. Lilia (un seudnimo, como todos los nombres personales usados aqu) fue
arrestada con su marido en posesin de pasta base. El dijo que era un usuario y fue soltado. Ella dijo
que no lo era y ahora est esperando juicio en prisin.

Otra prisionera: Pero por qu no dijiste que t eras consumidora?

Lilia: Mi marido me habra pegado!

De hecho, muchas mujeres (esto tambin va para los hombres acusados de cargos por drogas),
aunque saban que estaban contra la ley, no parecen realmente tener internalizada la ilegalidad de lo
que estaban haciendo. En parte esto podra deberse a que en Bolivia no est clara la lnea entre las
actividades ilegales y legales. Todos los otros tipos de bienes legtimos, desde melocotones hasta
camiones, se pasan de contrabando en el pas; negocios que van desde bares, burdeles o talleres
mecnicos hasta las consultoras profesionales operan "clandestinamente", es decir, sin la
correspondiente licencia municipal o patente. Las personas parecen no distinguir entre vender
cocana en la calle, vender cerveza sin una licencia o manejar un automvil que entr ilegalmente
en el pas. No se molestan en averiguar sobre la ley o los procedimientos de la polica, ni piensan en
lo que deberan hacer si son arrestados por drogas (cules son las preguntas policacas normales,
cmo uno debe responder a ellas). Evelina fue arrestada en el control de Unduavi con medio kilo de
marihuana en su cartera. La polica no identific a su marido, pero l pens que si declaraba que l
era el dueo de la droga, ellos le permitiran a ella irse y lo arrestaran a l. No comprendi que la
posesin es la ofensa bsica en casos de droga y que cuando se pona de pie y se presentaba a s
mismo, todo lo que estaba haciendo era admitir que l era un cmplice. En lugar de permanecer
libre, desde donde podra haberla ayudado en su caso, ahora l est esperando juicio en la prisin de
San Pedro y ella est en Miraflores.

Evidentemente, cuando uno est ante el juez se tiene que mantener la inocencia a toda costa (la
alternativa culpableno culpable no existe en Bolivia). En privado uno podra esperar que los
prisioneros manifestaran una actitud ms crtica hacia la ley, pero ste no es el caso. La mayora
parece aceptar que la ley es correcta y continan insistiendo que son inocentes. Ellas no ven sus
casos en trminos estructurales y mucho menos critican la ley, tanto en general (argumentando en
favor de la legalizacin de drogas) como en particular (la Ley 1008 ha sido criticada duramente por
abogados por sus definiciones inciertas y contradictorias de las ofensas). Cuando dos mujeres
fueron aprendidas comprando y vendiendo cocana dentro de la prisin, yo coment que me pareca
injusto que la compradora estuviera slo 24 horas en el calabozo, mientras que la vendedora
estuviese una semana y se le abriera un segundo caso contra ella, aparte del que ya estaba esperando
juicio. Esta es la posicin de la ley: El "consumidor" es inocente, de hecho enfermo y debe enviarse

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a un "centro de rehabilitacin", mientras que el vendedor es culpable de un "crimen contra la
humanidad" (esto ltimo es una cita del juez que lleva mi caso). Es el mismo argumento que
presenta la prostitucin como debida al hecho que algunas mujeres se ofrecen como prostitutas. Sin
embargo, cuando remarqu la diferencia en los castigos para la compradora y la vendedora a dos
prisioneras de mi celda acusadas de traficar drogas, ellas contestaron que era bastante justo que la
vendedora sea ms castigada. "Ella vendi drogas y eso es muy serio!" Estas actitudes plantean la
pregunta de la funcionalidad del encarcelamiento. Estas mujeres no necesitan ser curadas de
actitudes rebeldes o convencerlas que la ley es correcta, ellas ya aceptan la ley y al mismo tiempo
el nmero de reincidentes indica que muchas de ellas comenten los mismos crmenes de nuevo
cuando consiguen salir, obligadas por la necesidad.

Entonces quin es responsable por su encarcelamiento, dado que ellas son inocentes pero la ley es
justa? A veces ellas critican a los policas o fiscales individuales que las enviaron a prisin, pero la
respuesta usual es buscar entre las personas conocidas para ver quien tienen la culpa. En primer
lugar, la persona que provee la hierba; si ellas no son las proveedoras, las amigas de ellas que la
proveen son "culpables" porque ellas saban o hicieron negocio con la hierba. El resultado es que el
reproche por su situacin cae en primer lugar en sus cmplices ellas son las marihuaneras, o
conocan a los proveedores, o debieron haber sobornado a alguien en el FELCN (la polica de
narcticos) para soltarlas y as sucesivamente. En segundo lugar, los "culpables" son sus amigos
que igualmente no fueron al FELCN, ofrecieron sobornos o cualquier cosa. Se inclinan menos a
culpar a sus familias aun cuando no hagan nada en absoluto, ellas son sus familias; ellas son las
nicas probables de ser excusadas por sus fracasos ("Tuvieron miedo", "No supieron qu hacer";
una es tentada a decir que despliegan el "familismo amoral" atribuido por Banfield a la cultura
mediterrnea).

La mayora es ignorante de los procedimientos legales y los ven en los mismos trminos
personalistas: la manera de conseguir salir, o conseguir una sentencia menor, es rogar a alguien en
el poder, "hablar con el juez" (eufemismo para el soborno) o encontrar a un abogado que tiene
mueca (contactos). Poca importancia es dada a intentar obtener pruebas como certificados que
muestran ingresos legales o ningn antecedente delictivo, u obtener testigos; algunas ni se molestan
en leer su archivo del caso o la ley bajo la cual han sido acusadas. En corte son completamente
pasivas:

Zulma: Cuando voy a mi audiencia, las cosas me entran por un odo y me salen por el otro. No se lo
que estn hablando.

Ofelia: Lo mismo yo.

Ellas prefieren aplicar mtodos simblicos: preguntar a otras prisioneras que adivinen el resultado
del caso, o qu juez es bien intencionado o abierto al soborno, mirando hojas de coca; fumando
cigarrillos de tabaco negro con azcar para "endulzar el corazn del fiscal" o intentando contratar
un yatiri (especialista religioso andino) fuera de la prisin para "atar su alma"; y varias actividades
asociadas con cultos de crneo, entre una variedad de otros mtodos mgicos. Ellas no se molestan
en hablar con su abogado, pero bailan para la Virgen el 24 septiembre porque "aquellas que bailan
saldrn el ao siguiente" (ellas ignoran a las compaeras que lo hicieron y que todava estn aqu).
Es como si la sentencia fuese divina, no un acto humano, una conclusin que puede ser apoyada por
sus frecuentes alusiones a Dios como fuente de la justicia. Ellas no ven el sistema judicial como un
proceso burocrtico, donde la justicia o la verdad en sus sentidos filosficos son irrelevantes, y que
tiene que ser llevado a cabo no importa los hechos del caso, sino que se quejan constantemente
acerca de cmo ellas no hicieron lo que les acusa o, en todo caso, que realmente no fueron

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capturadas con drogas y slo existen rumores como evidencia contra ellas y que debe permitrseles
salir y no tener que pasar por todas las largas fases del juicio. Esto no debe tomarse como una
expresin de pasividad especficamente femenina; la misma combinacin de un rechazo para asumir
la responsabilidad personal, una percepcin de la situacin en trminos de personas individuales y
no como resultado de elementos estructurales, y un supuesto voluntario de pasividad y
victimisacin, tambin ocurre entre los prisioneros masculinos. Las pocas que hacen un esfuerzo
activo en su defensa son las detenidas ocasionales de la clase media o las pocas que estn por
crmenes serios, como la que cometi el fraude por US$150.000 o la "Narcochola" quin
definitivamente era una traficante de droga mayor. El resto slo sigue la corriente. Como resultado,
la misma sentencia es dada por 13g de cocana como por 12 kilogramos o por una deuda de
US$5.000 y US$100.000.

Sociedad Panptica o el infierno son las otras prisioneras

El rgimen de prisin en Bolivia es indiscutiblemente laxo y la mayora de las prisioneras


extranjeras no tiene absolutamente ningn deseo a ser repatriada. No se cierran con llave a las
prisioneras en sus celdas, se pueden asociar libremente y pueden llevar su propia ropa. Los guardias
no insultan, muy raramente golpean o zarandean a las prisioneras y la mayora del tiempo ni
siquiera estn presentes en las celdas. La vigilancia se lleva a cabo va las otras prisioneras, y dada
las condiciones de hacinamiento, el nico tiempo que ests libre es cuando ests en el bao.

Otras prisioneras son las que velan para que obedezcas las normas de limpieza y orden en las
celdas, quejndose si cuelgas la ropa al pie de tu litera o no barres el suelo cuando es tu turno. Ellas
dicen, y parecen creerlo, que los sargentos notan todo esto, sin decir nada, y entonces "Un da
aparecer un aviso en la puerta diciendo que han sido cortadas nuestras visitas y ser tu culpa". Te
acusan a los guardias por pasearte, prender un encendedor o fumar despus que las luces se apagan,
incluso por ir al bao en la noche o darse vueltas en la cama ("Ella no me deja dormir"). Igualmente
les dicen a los guardias que t has estado bebiendo, fumando marihuana o aspirando cocana. Ellas
tambin se preocupan que las otras prisioneras sean fieles a sus maridos y novios, informndoles a
ellos si ven a la esposa o novia recibiendo visitas de otros hombres (esto lleva regularmente a las
mujeres a ser golpeadas por sus maridos o que se quiebren las relaciones). Si ellas oyen por
casualidad a otras detenidas que hablan sobre sus casos, pueden incluso ofrecerse a "colaborar con
la justicia", haciendo una declaracin en la que ellas relatan las conversaciones de las otras,
supuestamente confesando diversos crmenes.

Hay por lo menos cuatro tipos de soplonas ("buzos" en Bolivia). El primer tipo no puede realmente
aceptar que est en prisin. Cuentan historias a los guardias mostrndoles que ellas estn en el lado
correcto y definitivamente ninguna es un horrible delincuente. Ser una soplona de este tipo
normalmente va acompaado con tratar de negar su condicin de prisionera a todo el mundo fuera
de la crcel: telefonea a sus amigas en La Paz dicindoles que est en una provincia distante y
escribe a los que estn fuera de La Paz dicindoles que est demasiado enferma para poder viajar.
El segundo tipo de buzo es socialmente marginal (e.g. fuera de la prisin es vagabunda) y es mirada
en menos incluso por las otras prisioneras. Ella no tiene respeto por s misma y confunde las
palmaditas en la espalda y los pequeos privilegios que recibe de la polica por soplar con
estimacin genuina. El tercer y ms comn tipo es la reincidente. Ella sopla como una estrategia
consciente apuntada a conseguir que el gobernador escriba informes favorables al juez, para hacerse
cargo del taller, del horno o ser autorizada para salir de compras y cosas por el estilo. El cuarto tipo
de soplona no tiene ninguna intencin de ser tal y, de hecho, no es llamada as, sino que
"despechada" o "fregada". En otros momentos puede ser amistosa, incluso conspiradora, pero es
aconsejable evitarla as como a los otros tres tipos. Dice cosas en el curso de una conversacin ("yo

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tena un poco de cocana en la fiesta, NN me la vendi") o pierde el temperamento y grita cualquier
cosa daina en la que pueda pensar ("t vendes alcohol!"), antes de que se le ocurra que debe
quedarse callada sobre esos asuntos. Si uno toma en cuenta estos cuatro tipos, es a menudo
necesario esperar por horas o incluso das antes de que sea posible tener cinco minutos de
conversacin sobre un asunto privado, fuera del alcance de los odos de una persona desconfiable.
Todas las celdas son compartidas (entre dos a ocho prisioneras, la mayora tiene tres o cuatro) y no
nos permiten escoger a nuestras compaeras, as que es muy probable que compartas con una
soplona de uno u otro tipo. El problema parece ser menos agudo en prisiones grandes, debido a que
all es posible formar un grupo de socios que confan unos en otros y evitan a otras personas.

El efecto de vivir en estas circunstancias es que nosotras, 60 y tantas prisioneras, formamos una
comunidad grotesca que no es una comunidad. Pasamos cada da en ntimo contacto, pero la nica
cosa que tenemos en comn es el llanto repetido de "Quiero irme!"

El dinero es necesario; la comida, bebida y todo lo dems cuesta ms de lo que es fuera de la prisin
y las prisioneras tienen que proveer todo lo necesario para llevar a cabo sus tareas. Un nmero
limitado tiene acceso a dinero de los parientes, del ahorro o alguna actividad remunerada. El resto
tiene que depender del tejido de suteres 60 pesos se paga por el trabajo de tejer un suter que
toma una semana, pero hay mucha ms oferta que oportunidades de obtener un pago por tejer,
lavando ropa, intentando vender zapatos o ropa interior a otras prisioneras o solicitando uno del
limitado nmero de concesiones oficiales (el kiosco, una concesin para vender tarjetas de telfono,
una para comida preparada, etc.). La alternativa es el servicio domstico. Se paga 1 peso por da por
reemplazar a la mujer cuyo turno es limpiar su celda o el bao que comparte, 5 a 6 pesos por la
docena de prendas de ropa lavadas (en este caso te consigues quedar con todo el dinero), 30 pesos
por mes por limpiar una rea pblica todas las maanas y 60 a 90 pesos por reemplazar a alguien en
las tareas de la cocina. Tambin puedes cocinar para otra prisionera, a cambio de lo cual te
alimentas. El robo es crnico platos, cucharas, ropa tendida y cualquier dinero no guardado en el
cuerpo. Las ms grandes burlas (aparte de aqullas llevados a cabo por abogados) ocurre entre
prisioneras, con ayuda de afuera. Una fuerte suma (US$6.000 10.000) es solicitada a cambio de
un trato con el juez o el fiscal para que la persona que paga sea absuelta, para arreglar su escape o
para asesinar al cmplice que los denunci (esto ltimo en las prisiones de hombres). La prisionera
que recibe el dinero simplemente lo gasta, a veces arma un teatro para hacer como si realmente
estuviera intentado volar un agujero en la pared para escapar o cualquier cosa y la que paga no
puede pedir devolucin, ya que lo que se supone que recibe es ilegal.

La mayora de las amistades en la prisin estn basadas en estas relaciones de dependencia


econmica. Me pagas o me alimentas, para que yo te sirva, te defienda y no te sople, a no ser que
algo pase entre nosotras. Yo grito entonces a los cuatro vientos que cultivaste marihuana, vendiste
cocana, eras una asesina... Puesto que la mayora de las mujeres no tiene una identidad rebelde o
disidente, encuentran estas referencias sumamente perjudiciales. En lugar de replicar "Qu si soy
una asesina? El mereca morir", ellas intentan silenciar a la otra mujer o comienzan a repetir
"Cmo puede decir que yo cultiv marihuana? Ha visto los campos?" Como resultado, nadie dir
a ninguna otra lo que realmente haca afuera, por temor de que se use contra ellas en el caso de una
ria. Esto se extiende a sus vidas personales, donde una vez ms ellas slo admiten que corresponde
al modelo de virtud femenina. Adoran contar historias de otras mujeres que "andan por mal camino"
(eufemismo para el adulterio), pero para s mismas todas ellas son castas y fieles. El adulterio es
siempre culpa de la mujer despus de todo, si las mujeres no consintieran en ello, los hombres
nunca podran comprometer adulterio, no? Cualquier hombre con el que han estado envueltas es
llamado "mi marido", aun cuando las circunstancias de la referencia hacen obvio que realmente no
estn refirindose a una relacin conyugal, incluso a una consuetudinaria [convivencia]. Este

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
convencionalismo de gnero obsesivo se integra totalmente al propio rgimen de la prisin va un
programa de feminidad compulsivo, centrado en el trabajo domstico.

"La Limpieza es Primordial": estamos en problema porque no hicimos los quehaceres


domsticos

Un aspecto del rgimen de la prisin de mujeres que no se encuentra en las prisiones de hombres
son los llamados oficios. Estos consisten en tareas asignadas todos los meses, principalmente
cocinar para el personal y las prisioneras o barrer, lavar y pulir los espacios pblicos de la prisin.
Los castigos a menudo son domsticos tambin sacar maleza del patio, lavar ropa de cama de los
guardias, trabajar extra en la cocina. En la prisin de los hombres todos los cocineros son pagados y
son externos y no hay ningn oficio. Siendo hombres, ellos retienen su derecho de librarse del
servicio domstico, incluso detrs de las barras. No se espera que ellos tengan su pelo arreglado
para la llamada de la maana o que les griten los guardias por aparecer desaliadamente delante de
los visitantes. En la prisin de las mujeres, estas imposiciones se ven explcitamente como parte de
un proceso de "orientacin" (el nombre oficial de la prisin de baja seguridad es "Centro de
Orientacin Femenina").

La obsesin por la limpieza se extiende a las celdas. Las casas bolivianas no son en general notables
por su orden. Las casas campesinas son usadas para dormir y para almacenar. La vida diaria
transcurre al aire libre y como nadie se pasa el da dentro, no importa cuan cochinas estn. Las casas
urbanas de las clases bajas siguen un modelo similar. Las casas de la clase media son algo ms
ordenadas, pero slo porque tienen sirvientes para atenderlas. Aqu, sin embargo, las cosas son
diferentes. Todo siempre debe estar ordenado: Nada de ropa debe quedar a la vista, ninguna taza
sucia o platos con comida sobrante. La mayora de las celdas en Miraflores tiene suelo de parqu.
En las casas de la clase media ms meticulosas, stos se pulen con lustradoras y son enceradas a lo
sumo una vez cada dos semanas, mientras que las casas de la clase baja tienen suelos de tierra o
cemento o un entablado comn que no se pule. Aqu el parqu debe encerarse por lo menos una vez
a la semana, o ms a menudo; luego se esparcen trapos encima sobre los cuales uno debe patinar
para no estropear el brillo y, sobretodo, no derramar ni una gota de lquido, que deja una mancha
blanquecina en la cera.

En algunos casos, la obsesin por la limpieza refleja evidentemente el intento, al estilo de Mary
Douglas, de imponer orden en un contexto de impotencia y desagregacin social. En momentos
parece extenderse a un esfuerzo por sacarse el estigma de ser una prisionera, al mantener el suelo
como un espejo y la celda perfectamente arreglada y "bonita"; esta identificacin profunda con el
mantenimiento del orden se muestra en los chillidos de angustia y lamentos de "Sargento, sargento.
Mire lo que ha hecho la cochina!", si una compaera de celda olvida usar los trapos y deja marcadas
las huellas en el suelo o sale de la ducha con el pelo goteando. Tanto los guardias como las
prisioneras ven cualquier desviacin del orden estricto como una desviacin de feminidad. Se
encuentra en "Esto no se parece al cuarto de una mujer", "Somos todas mujeres", "Un hombre
puede ser sucio, despeinado, pero t eres una mujer". Tambin tiene un aspecto de clase. La
mayora de las mujeres probablemente no tenan un suelo de parqu en las casas donde vivan, y si
ellas alguna vez los pulieron, fue como sirvientas en las casas de otras personas. Ahora se supone
que deben adoptar normas de decoro de la clase media, incluso los cobertores de la cama y las
sbanas. Las clases bajas usan mantas para dormir, con slo una sbana en el fondo o ninguna en
absoluto. Dentro, son llamadas ante el Gobernador por negarse a comprar un cobertor y persistir en
usar mantas. Entre los servicios proporcionados (pero los cuales uno tiene que pagar) estn un
dentista, un doctor y una peluquera. Un curso de una semana de cmo hacer tu propio champ, que
cuesta aproximadamente 60 pesos, tiene muy buena asistencia, al contrario de las sesiones

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
semanales gratis de instruccin legal ofrecidas por un estudiante de derecho de la Universidad
Catlica. Las prisioneras de clase media raramente hacen su oficios, limpian o lavan ellas mismas,
pero pagan a las prisioneras de clase baja para hacer esto, as como lo haran afuera (2).

Otro aspecto de discriminacin con respecto a las prisiones de hombres es el sexo. Los hombres
pueden recibir a visitantes en sus celdas y pueden tener sexo con esposas, novias, visitantes casuales
o prostitutas (hay grupos de prostitutas que trabajan para las prisiones). Aqu, la prohibicin de las
visitas en celdas es para prevenir el sexo. Nuestro nico acceso al sexo legal es si nuestro "marido"
(legal o consuetudinario) tambin est en prisin. Entonces podemos hacer una solicitud,
presentando documentos que demuestran la unin y, eventualmente, se enviadas a su prisin cada
dos mircoles (3) para una visita conyugal. En otras palabras, l mantiene su derecho de acceso
sexual a nosotras, mientras que si nuestro marido est libre, no se nos permite solicitar acceso
sexual a l. Algunas parejas de todas formas se escabullen para alguna esquina, pero se cambiaron
las visitas que tenan lugar en el vestbulo a un pasillo al aire libre para detener a las parejas que
hacan precisamente esto.

Los Lazos que Ligan: Madres y Esclavas

"Los nios eran ms eficaces que lo que las trabas en la prisin agrcola hubiesen sido"
Marilyn French. El Cuarto de las Mujeres

La razn dada para la prohibicin de sexo es que podramos quedar embarazadas y no slo eso,
embarazadas por hombres que no fueran nuestros maridos. Es verdad que muchas mujeres estn
desesperadas por enganchar a un hombre que podra darles dinero, pensando que un nio es una
buena manera de hacer esto, y adems lo intentan con los visitantes masculinos de otras prisioneras.
Otras estaran deseosas de tener un nio incluso sin hombre ya que poco ms hay que hacer en
prisin pero, por sobretodo, debido a que la maternidad es el pilar central de identidad femenina.
Incluso en la clase media, un matrimonio que voluntariamente decide no tener hijos es
inconcebible; la nica razn para no tener hijos es la esterilidad. Si una mujer no puede o no quiere
encontrar a un marido, es ms aceptable ser madre soltera que no tener nios.

Aparte de cualquier ilegalidad que ellas puedan haber cometido, la mayora de las prisioneras
estaban envueltas en algn tipo de comercio con el exterior. Sin embargo, parece que esto
representa una actividad, no una identidad. Raramente hablan sobre sus negocios, incluso los
legales, y si lo hacen es en trminos de los miembros familiares (como hermanas o cuadas) con
quienes ellas colaboraron. Los temas que enfatizan en sus vidas corresponden al clsico aviso
funerario boliviano para las mujeres: "amada esposa, madre abnegada y abuela querida", con nfasis
en madre abnegada. El nico otro rol es "catlica devota", por las historias de visitas a las Vrgenes
milagrosas, fiestas que ellas patrocinan o en las que bailan. Todos los das repiten el lamento "Mis
nios... Yo slo pienso en mis nios... Yo me preocupo por mis nios... Si no tuviera ningn nio,
estara tranquila aqu". Mucho ms inquietante, el sufrimiento y el insomnio se atribuyen a la
preocupacin por los nios que a la preocupacin sobre el resultado del juicio. Muchas mujeres
trabajan desesperadamente duro lavado o tejiendo todo el da para poder enviarles dinero a sus
nios afuera, para vestimenta o gastos escolares. Los maridos toman asiento. Slo la hippie admite
que extraa el sexo, otra seal de haber pasado demasiado tiempo enganchada con europeos
corruptos. Otras afirman que las mujeres que expresan deseo sexual despus de un par de bebidas
tienen una "enfermedad en el tero", o dicen "yo nunca me caliento, ni aunque tome cinco litros de
alcohol". Si se mencionan maridos, es para quejarse sobre cmo ellos fueron irresponsables,
infieles, borrachos o violentos, cmo las mujeres soportaron esto y las maniobras que ocuparon para
refrenar estos impulsos masculinos.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
En parte, ellas tienen razn para preocuparse por sus nios. Cuando la madre est encarcelada, la
familia tiende a caerse en pedazos. Incluso si el marido no est en prisin, o prfugo, como regla l
es incapaz de manejar a la familia, a menos que exista una hija mayor a mano quien pueda tomar el
papel de la madre. Todos los hombres bolivianos saben cmo gastar dinero y algunos saben cmo
ganarlo, pero controlar un presupuesto y ahorrar dinero es negocio de una mujer. Si l intenta hacer
el trabajo de ella, por ejemplo vendiendo los productos en el caso de una familia campesina, ser
presa fcil de los comerciantes que le convencern que les de a crdito el producto y entonces no le
pagarn. Si los nios son demasiado jvenes para cuidarse el uno al otro, l se los entrega a su
propia madre o a su suegra u otro pariente femenino, y se va a buscar otra esposa o se dedica a la
botella. Algunos maridos continan visitando a sus esposas fielmente en prisin y algunos incluso
les traen comida y dinero, pero son una minora. La base del matrimonio para un hombre es el
servicio domstico, y si la esposa ya no puede proporcionar esto, la unin es vaca y nula en
trminos prcticos, aun cuando no procedan a la separacin legal o el divorcio. Los prisioneros
masculinos tambin son abandonados por sus esposas por la duracin de sus sentencias por razones
prcticas similares, pero parece ocurrir bastante menos y, en todo caso, aunque la esposa lo
abandone ella se queda con los nios. Estas mujeres no slo eran amas de casa y devotas madres,
sino que tambin trabajaban duro fuera de la casa, siendo esas actividades extra domsticas las que
las trajeron aqu; las mujeres de clase baja frecuentemente se levantan a las 0400 para preparar
comida para el da entero, antes de salir a trabajar en los campos o el mercado. Su admirable
eficacia no slo manejando la responsabilidad domstica, sino tambin siendo el sostn principal de
la economa familiar, resulta en una clase de esclavitud doble, manteniendo en pblico la posicin
de su marido como cabeza de la casa y, al mismo tiempo, absolvindolo de tener que pensar cmo
organizarla. Ellas dicen "La madre est siempre ocupada manteniendo a la familia... el padre es slo
un padre".

Las regulaciones de la prisin les permiten a las mujeres tener a sus nios con ellas hasta la edad de
6 aos y, despus de eso, si pueden demostrar que no tienen ningn pariente (hija mayor, madre,
hermana, etc.) quien podra cuidarlos. Hay normalmente unos 12 a 15 nios que viven en Miraflores
y muchos ms durante las vacaciones escolares. Algunas mujeres no tienen a sus nios con ellas
porque piensan que el ambiente de la prisin es malo para ellos, aun cuando esto significa que
tienen que buscarles una escuela con internado (normalmente instituciones caritativas catlicas que
no tienen que pagar). En otros casos, el marido o su madre puede prohibirles a los nios que vivan
con ellas o incluso visitarlas.

Las madres tienden a ser furiosamente sobreprotectoras, ms de lo que seran afuera, aunque la
postura "mi nio no puede hacer ningn mal" se espera por parte de la madre abnegada. No importa
cun mal se comporte el nio, nadie ms puede castigarlo o retarlo. Cuando dos nios pelean, cada
madre toma partido por su propio nio y pelea con la otra madre. Esta es la razn dada para
separarlas, normalmente uno y nunca ms de dos nios por celda, aunque aquellas que no tenemos
nios con nosotras pensamos que deberan tirarlos a todos juntos para el goce mutuo del olor de
paales, vmitos y llantos toda la noche y dejar al resto de nosotras en paz. La madre intenta
complacer cada antojo del nio en cuanto pueda, por ejemplo, dndole cualquier tipo de comida que
l vea y llore por ello; esta es otra causa de disputas, si otra prisionera come una manzana delante
del nio y ste empieza a lloriquear "Comiste esa manzana a propsito para enojar a mi beb!" No
slo la madre, sino cualquier otra persona debe darle algo al nio, cualquier cosa que pida, y si se
niega a hacer esto es clasificada como "mala". La idea es que si les das a tus nios todo lo que
quieren, entonces te amarn para siempre y nunca te dejarn, sobre todo las nias. La evidencia que
esto no siempre funciona como la anciana encarcelada por su hijo es fcilmente manejada:
obviamente ella fue una mala madre, porque si realmente les das todo lo que puedas a tus nios, no
hay ninguna manera que ellos se vuelvan en la vida contra ti.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
Los nios pequeos tambin son tiles para burlar la regla que prohibe a uno insultar o luchar con
otras presas. Juega en tus rodillas con un nio delante de la mujer que odias y dile "No es ella
horrible? No es ella un cerdo? Vamos a enviarla al calabozo, ya?" Esto es considerado de mucha
diversin porque la guagua "no entiende" y, por lo tanto, no es afectada al usarla como una bocina
del odio adulto. Tambin observo otras prcticas del cuidado de los nios que parecen relacionadas
a la propensin de los adultos de denunciar a otras y culparlas de la situacin de uno. Si un nio
hace algo que no debe, no se le pregunta "Por qu hiciste eso?", sino "Quin te dijo que hicieras
eso?" alguien ms les hizo hacerlo, no era una decisin personal y deben acusar a esa persona.
Estamos evidentemente muy lejos de la moralidad de la escuela pblica britnica, resumida por
Ford Madox Ford en No More Parades como "No culpes a la cabeza".

Medios y Fines de la Antropologa

Hacer un estudio antropolgico en una crcel de mujeres donde realmente eres una prisionera
podra verse como observacin participante a ultranza y como tal una oportunidad nica. Por lo
menos, eso es lo que pens cuando fui detenida. Despus de ms de 6 meses adentro (y quin sabe
cuntos ms por venir) estoy consciente de muchas dificultades. Algunas son personales. Otras,
como las veo, apuntan a algunos aspectos metodolgicos del trabajo de campo que a menudo pasan
inadvertidos en muchos contextos "normales" de investigacin.

Primero, las dificultades personales. No me identifico con la identidad femenina convencional.


Nunca he vivido con un hombre, ni he estado casada; slo he hecho trabajo domstico para m y eso
cuando no he podido evitarlo; no tengo inters en los nios. Ni siquiera se tejer. He vivido los
aspectos involuntarios e indecibles de la feminidad, como la menstruacin y el abuso sexual, pero
aquellos no forman parte del discurso de feminidad como es expresado aqu. No tengo una base
comn con la mayora de estas mujeres. Encuentro el programa de feminizacin compulsiva al que
estamos sometidas absolutamente atroz, mientras que ellas parecen encontrarlo completamente
aceptable y colaboran imponindolo en desajustadas como yo. Aun peor, no slo no comparto la
imagen convencional de feminidad que predomina, pienso que es completamente reaccionario y
activamente lo rechazo. Combinado con mis anticonvencionales hbitos culturales como gastar todo
mi tiempo leyendo y escribiendo y no mirando telenovelas, no dndole un bizcocho a un nio que
gimoteaba por ello, porque pienso que esto les ensea malos hbitos y cosas por el estilo, esto muy
pronto me estereotip como alguien que tiene "otras costumbres" y debe se rechazada como
compaera de celda. No todas las prisioneras tienen esta actitud, pero son ms las que lo tienen que
las que me miran con indiferencia o piensan que soy tolerable.

Al mismo tiempo, he vivido por aos con familias campesinas bolivianas y sus parientes urbanos,
no muy dismiles a muchas de estas mujeres. En verdad, tengo menos problemas con aquellas de
origen campesino (estn de acuerdo con el programa de feminidad, pero no intentan imponerlo en
las otras) o las de clase media (saben lo que es un intelectual, aun cuando ellas no lo sean), pero
por qu no me puedo adaptar al resto? Pienso que en el trabajo de campo normal uno adopta una
personalidad pantalla que es compatible con la cultura anfitriona, pero siempre es posible escapar y
ser "uno misma" te vas ro abajo para un paseo, vas al mercado del pueblo, vas a la ciudad cada
par de meses para recoger cartas y visitar amigos por unos das. Aqu soy una prisionera, 24 horas al
da. Por consiguiente siento que tengo que vivir como es mi personalidad real (mientras tenga una)
que es la de intelectual y escritora, un rol que no es muy aceptado para una mujer en todos lados.
Soy incapaz de pretender, como lo hice cuando estaba en el campo en Bolivia, que pienso otra cosa
o simpatizar con algo que de hecho rechazo. Por ejemplo, all sola ir a misa en las fiestas o cuando
alguien daba una misa de difuntos, mientras que aqu declaro que yo no soy catlica y no asisto.
Obviamente, esta tambin es mi manera de responder al estigma del encarcelamiento. Algunas

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
tratan de limpiarlo fregando suelos o mintiendo a sus amigas acerca de dnde estn; yo lo hago
demostrando que no comparto las actitudes consensuales. Otra prisionera de clase media responde
contestando con un "Aqu" a la lista, en vez de decir "Presente" como todas las dems. Y as
sucesivamente.

Otro aspecto del trabajo de campo "normal" es que generalmente eres un forastero en la comunidad
que estudias. Esto te da una cierta flexibilidad de rol. No es ilimitado y pienso que ayuda a ser un
poco esquizoide por naturaleza, dado que puedes participar en diversos grupos sociales o categoras,
cambiando tu rol en una manera que es bsicamente imposible para un nativo. Aqu, yo soy una
prisionera y slo eso. Algunos guardias son amistosos, pero como una prisionera me siento
avergonzada de adherirme a ellos y ellos slo me dirn lo que a una prisionera se le permite saber,
no lo que ellos dicen sobre nosotras o los administrativos de la prisin dicen entre ellos o cuando
estn fuera del trabajo. No tengo acceso a los archivos judiciales o del gobernador: como una
prisionera no puedes ver tu propio archivo confidencial, ni el de nadie mas. Las otras prisioneras no
tienen ninguna razn para creer que soy diferente del resto, que podra se confiable y no sople sobre
ellas o arrojarles en sus caras cualquier secreto vergonzoso que me contaran; esto podra cambiar
con el tiempo, pero la inmensa presin para mantener un fachada de virtud convencional sugiere
que es improbable conseguir mejoras. Un forastero que recin visitara a una prisionera podra
probablemente obtener una mejor informacin en este respeto, tanto de prisioneras como de
guardias. Yo tendr que esperar hasta que pueda encontrar a un colaborador externo, o conseguir
salir, para tener acceso a los archivos judiciales si de hecho cualquiera que no sea un funcionario
oficial tiene acceso a ellos. En verdad, tengo la experiencia real de (por ejemplo) ser encerrada en el
calabozo por una semana (de hecho escrib el primer borrador de este artculo all abajo), pero no
estoy segura que exista mucha mdula antropolgica en eso. En todo caso, ya tenemos varios
registros literarios clsicos de la experiencia subjetiva del encarcelamiento, a menudo bajo
regmenes mucho ms duros que esto, aunque es cierto que la mayora no fueron escrito por
mujeres.

Suficiente sobre los medios. Qu hay sobre los fines de este estudio? Sera una gran cosa, aunque
lo pienso improbable, que lleve a alguna reforma de la ley o del procedimiento policaco (4). Aparte
del aspecto de gnero, hay temas dignos de exploracin en la victimacin voluntaria de las
prisioneras, la concepcin personalista de su situacin y el recurso a los modos simblicos de
accin. En s misma, la combinacin de accin simblica y tcnica es tpica de la cultura popular
boliviana llevas tu camin al sacerdote para que lo bendiga, haces una ofrenda en un sitio ritual en
el camino que ms transitas y tambin lo llevas al mecnico. Lo que es impresionante aqu es hasta
qu punto la accin simblica (adivinacin, ofrendas) parece desplazar la accin tcnica (obtener
pruebas de inocencia, presionar al abogado). El resultado de esto (que merece ser investigado en
detalle) parece ser que una mujer consigue cinco aos por ocho kilos de coca en el aeropuerto y otra
consigue cinco aos por tres gramos de coca en la calle en La Paz, porque la primera luch su caso
(y tambin prob los sesenta y cuatro nombres hebreos de Dios, aunque dice que no funcionan)
mientras que la otra se sentaba all sorda en sus audiencias y pegada a las luces de velas de la
Virgen.

Se acusan a menudo a los antroplogos de romantizar lo que ellos estudian y hay algo de verdad en
ello; pero uno no slo busca romantizar, sino valorar y reivindicar. La idea es mostrar que la
aparente supersticin es una manera razonable de entender el mundo, que lo que parece irracional es
de hecho completamente racional cuando uno comprende su contexto, que esta "otra cultura" es
digna de ser estimada y no rechazada, ignorada o borrada. Otros van ms all, presentando "la
disciplina como una de asombro y compromiso" (5). Pero qu hay de asombroso en la prisin?
Quizs deberamos pensar que el fin de la empresa antropolgica no es tanto alabar o defender, sino
simplemente entender. Lo que debe ser entendido aqu, entonces, es el funcionamiento eficaz de los

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
mecanismos de represin que estn principalmente dentro de las propias cabezas de las prisioneras,
empezando con su identidad de gnero. Para m, mi experiencia aqu presenta una prueba
devastadora de lo que siempre pens, que la maternidad, el matrimonio, la fidelidad al compaero
de una, el lavando, la limpieza, la cocina, incluso arreglarse el pelo, son los elementos de un
mecanismo opresivo y totalmente reaccionario que convierten a la inmensa mayora de las mujeres
(todas aquellas que viven con hombres y quien sabe cuntas ms) en, literalmente, esclavas de
esclavas. Desgraciadamente, sin embargo, declarar esto slo perturba a la mayora de las mujeres
puesto que ellas han dedicado sus vidas a vivir as en lugar de inducirlas a expulsar a sus maridos,
abortar sus nios y lanzar lejos sus delantales. Ser una demostracin de los otros sentidos en que
una prisin trabaja, que no es slo especfico de las mujeres fomentando el convencionalismo en
lugar de la rebelin, la traicin en lugar de la solidaridad, el egosmo en lugar de la generosidad o el
compartir de mayor utilidad? O ser slo otra contribucin al clima general de desilusin
postmoderna y desesperacin que parecen penetrar el fin del siglo? La vida aqu dentro ya es
bastante depresiva y un anlisis de esto me parece ms depresivo an.

Notas

1. El dinero local es el peso boliviano. 1 US$=5.6 pesos al momento de escribir este artculo.
2. La relacin de servidumbre esta tan inculcada en Bolivia que cuando muchos izquierdistas
de clase alta en los aos setenta fueron exiliados, algunos de ellos no podan contemplar la
perspectiva de estar sin sirvientes y llevaron a sus sirvientas al exilio con ellos.
3. No un da de visita, as no existe ninguna oportunidad que la esposa encarcelada se
encuentre con cualquier otra mujer que el hombre tenga a su lado.
4. Esto plantea la pregunta de en qu idioma debo escribir. Durante los ltimos diez aos he
escrito casi exclusivamente en castellano y publicado en Bolivia, porque es ah donde estn
realmente las personas que quieren leer mis cosas. Mis colegas europeos y norteamericanos
me han dicho esto es de "dudosa oscuridad" e incluso sugieren que tengo algn oscuro
motivo psicolgico para "negarme" a escribir en ingls o publicar en el Mundo Real, es
decir, el Norte. Al parecer el castellano no es un idioma internacional o, de cualquier modo,
ninguno que te de acceso al prestigio acadmico. Si escribo en ingls, sin embargo, nadie en
Bolivia leer lo que escribo y las oportunidades de producir cualquier efecto en la triste
situacin descrita aqu dentro sera nulo.
5. Cita de la revisin de Lionel Caplan de T. M. Lurhmann (1996) The Good Parsi: the fate of
a colonial elite in a post-colonial society. JRAI 4(1), marzo de 1998.

Comentarios

Francisco Osorio (Departamento de Antropologa. Universidad de Chile)

Si aceptamos que la Dr. Spedding est haciendo observacin participante, entonces podemos
preguntarnos cules son las caractersticas de la observacin que ella realiza y qu caractersticas
asume la participacin en su caso, es decir, podemos preguntar por el significado de los conceptos
de observacin y participacin en ella.

La observacin en antropologa es empirista y se refiere, fundamentalmente, a la percepcin


mediante los sentidos. En mi opinin tres son los modos principales de la observacin: mirar,
escuchar y conversar. Los dos primeros son modos pasivos, el tercero un modo activo de la
observacin. La participacin en antropologa tambin puede ser entendida como compuesta de tres
modos: estar, hacer y compartir. Los dos primeros son pasivos y el tercero activo. Mi argumento
principal, que desarrollar a continuacin, es que en el modo activo de la observacin participante

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
slo ganamos familiaridad, pero no conocimiento. El conocimiento antropolgico ya lo tenemos en
el modo pasivo de la observacin participante. La ganancia del modo activo es slo psicolgica, no
antropolgica. Dicho lo anterior, la observacin participante puede ser entendida en un modo dbil
(o pasivo) y en un modo fuerte (o activo). Es mi tesis que la Dra. Spedding realiza observacin
participante en el modo pasivo, lo cual puede llamarse observacin participante en cuanto tal. Por lo
tanto, no se necesita el modo fuerte de la observacin participante para generar conocimiento en
antropologa.

Modos Pasivos (Sentido Dbil) Modo Activo (Sentido Fuerte)


Observar Mirar Escuchar Conversar
Participar Estar Hacer Compartir

Una tesis frecuente en antropologa es que el investigador debe involucrarse en aquello que desea
conocer. Lo importante aqu es entender qu se entiende por "involucrarse". De la lectura de la Dra.
Spedding creo que se puede afirmar que ella no se involucra en la forma de vida carcelaria y, an
as, es capaz de conocer esa cultura. Es decir, aun cuando fsicamente est en la crcel, no comparte
el modo de vida y no conversa con otras mujeres de igual a igual. Sin embargo, su descripcin del
modo de vida carcelario es una etnografa de muy buena calidad, lo cual indica que ella conoce la
cultura donde se encuentra. De la lectura de su artculo podemos aseverar que ella realiza
observacin, en un sentido general del trmino. Pero, participa? No lo hace si entendemos que
rechaza las conductas esperables. S lo hace si entendemos que est ah, cumpliendo con los
horarios como todas las dems mujeres, excepto que no hace algunas cosas que las otras hacen (ver
telenovelas y tejer). Por lo tanto, creo que la Dra. Spedding nos muestra que podemos comprender
una cultura sin compartir su forma de vida. El concepto de "compartir" lo considero en una
definicin particular. Para explicarlo necesito distinguir entre el modo pasivo y el modo activo de la
observacin participante.

El observar puede ser entendido, en un primer momento, como sinnimo de mirar. El mirar es un
registro visual. Como antroplogos el mirar nos permite describir fsicamente lugares, ceremonias y
personas. Pero, adems, se puede ampliar este sentido estrecho y afirmar que el escuchar es tambin
observar. En esta definicin cuando estoy, por ejemplo, escuchando una reunin de una cooperativa
campesina, estoy observado dicha organizacin. El escuchar es un registro auditivo. Llamar al
mirar y el escuchar modos pasivos de la observacin. Pero como antroplogos entramos en otro tipo
de relacin con las personas. Con ellas conversamos (la mayora de las veces). En esta definicin
hacer una entrevista o una encuesta no es conversar, es escuchar. El juego de pregunta / respuesta
no es conversar, es registrar en forma visual o auditiva informacin. Conversar tiene, en mi
definicin, un sentido activo. Para explicarlo, primero dar una vuelta abordando la participacin.

En la participacin, el primer modo pasivo que distingo es el estar. Implica una presencia fsica del
antroplogo en terreno. Por ejemplo, estar sentado en la orilla de la zona de danza ritual. El segundo
modo pasivo es el hacer. Implica una actividad fsica, por ejemplo, ayudar a quitar la maleza de una
plantacin. Sin embargo, slo el compartir puede ser entendido como el modo activo del participar.
Por qu?, cul es la diferencia?

Los modos activos se diferencian de los pasivos, en cuanto el antroplogo se hace parte, se
involucra, hace suyo el modo de vida al cual lleg antes como extrao. Compartir es estar de
acuerdo, es hacer propio. Conversar es compartir los significados y estar de acuerdo en que esos son
los sentidos apropiados a determinadas situaciones. El modo fuerte de la observacin participante es
compartir la cultura. Implica un compromiso, consciente o inconsciente. Por un instante, a lo
menos, se es parte de. El antroplogo ha sido enculturado.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
Pero, ello implica que el modo activo es la observacin participante en cuanto tal? Mi respuesta es
que no. Por supuesto que ganamos familiaridad en el modo activo, pero no conocimiento. El
conocimiento ya lo tenamos en el modo pasivo de la observacin participante. El caso de la Dra.
Spedding es un argumento a favor de mi tesis. Ella activamente rechaza la cultura de las mujeres de
la crcel de Bolivia y, sin embargo, conoce su cultura. Cul es la razn de por qu una antroploga
rechanzando una cultura pueda conocerla? Porque realiza su investigacin en el modo pasivo de la
observacin participante.

Doris Cooper Mayr (Criminloga. Departamento de Sociologa. Universidad de Chile)

En mi criterio, el artculo de Dr. Spedding tiene viarias lecturas (1) una personal de la autora, (2)
otra lectura personal y cientfica de gnero y otra (3) cientfica de carcter descriptivo. Es en este
sentido que el artculo resulta de sumo inters epistemolgico desde la perspectiva de las Ciencias
Sociales.

(1) En relacin a la lectura de este artculo una primera aproximacin permite acceder al ser
humano personal y particular del Antroplogo-cientfico Dr. Alison Spedding. Resulta evidente que
este le permite a la autora, acceder y dar a conocer su propia autopercepcin y un estereotipo
personal que con seguridad ya se encontraba establecido y concientemente aceptado y construido.
Los Investigadores en Ciencias Sociales podemos de esta forma conocer la autodefinicin y el
autoconcepto que de s misma tiene esta antroploga. Un medio social, en este caso particular
carcelario, y que le es particularmente ajeno ya que su trabajo cientfico se encuentra en otra rea de
especializacin, probablemente le facilita, pero al mismo tiempo le obliga a autodefinirse incluso al
interior de un Artculo Cientfico.

Su autodefinicin y autoconcepto se expresan en los siguientes trminos. "Yo no me identifico con


la identidad femenina convencional. Yo no he vivido con hombres, no me he casado, slo he hecho
trabajos domsticos para mi misma... no tengo inters en los nios...He vivido el incomunicable e
involuntario aspecto de lo femenino, como la menstruacin y el abuso sexual...Aqu soy una
prisionera las 24 horas al da, pero siento que debo vivir mi verdadera personalidad...que es la de
intelectual y escritora un rol que no es muy aceptable en una mujer en ninguna parte .Yo soy
incapz de pretender como lo hice cuando estaba en -mi trabajo de campo- en Bolivia que pienso
distinto a como pienso o que empatizo con algo que de hecho rechazo...donde quiera declaro que no
soy catlica...Obiamente este es una respuesta al estigma de prisionizacin..." (Spedding 1999:16)

Desde mi lectura, esta autodefinicin y el autoconcepto que la antroploga inserta en este Artculo,
tiene al menos tres objetivos.

El primero se asocia justamente a una reaccin humana comn frente a la situacin de


prisionizacin, en los casos en que como ella, no se pertenence a la nacionalidad, clase social, rol
laboral ni tampoco desde una perspectiva psicosocial, a las Autoidentidades y Autoconceptos
prevalecientes en una Crcel Boliviana, que aunque Crcel de Elite para Traficantes de Drogas y
Estafadoras (en su mayora), le resulta totalmente ajena en cuanto a su orgen metropolitano
(europeo), clase social, categoras y grupos sociales de pertenencia. En este sentido la reaccin
natural es justamente, definirse por diferencia especfica, particularmente en su caso, que
corresponde al de un ser humano intelectual, para resistir la obligacin carcelaria de subsumirse en
una totalidad subcultural y psicosocialmente homognea de actores sociales prisioneros especficos.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
Un segundo objetivo, probablemente se relaciona con la desicin voluntaria de hacer una
declaracin pblica - cientfica respecto de su autoidentidad, correspondiente a nuestro criterio a un
TIPO IDEAL DE SER HUMANO CIENTIFICO conciente, de sexo femenino, pero de gnero
humano. Rescatamos en esta Autoidentidad y Autodefinicin de Spedding (haciendo un paralelo
cientfico, tico y esttico) con seguridad, la autoidentidad y el autoconcepto de muchos cientficos
de sexo femenino que intentamos (me incluyo) cotidianamente lidiar con todas las terribles
limitaciones, vejaciones y sufrimientos que nos ha trado el "nacer con sexo femenino" y vivir con
ese rtulo y estigma, que nos ha implicado necesariamente participar en una lucha despiadada en el
marco del mundo social cientfico y de la ciencia as como en la vida cotidiana, denunciando el
sistema machista-capitalista.

La autora incluye adems una crtica breve a las Ciencias Sociales, aunque en realidad poco
explcita. Seala que la mayor parte de la literatura que ella dispone sobre experiencias
intrapenitenciarias han sido escritas por hombres y se entiende que en este sentido, ella considera
que hace un aporte. Este es a nuestro criterio el tercer objetivo implcito de la autora, justamente
destacar, el hecho de que esta incursin humana y antropolgica carcelaria, en este caso ha sido
hecha por un cientfico de sexo femenino. Con toda seguridad ella coincide en que la Ciencia ha
sido bsicamente machista.

(2) En relacin a una segunda lectura, podemos claramente apreciar que la Autopercepcin de la Dr.
Speeding en este medio carcelario, se ve fortalecida por las diferencias psicosociales especficas con
las otras prisioneras y por la configuracin de normas carcelarias formales y los usos, costumbres y
valores subculturales informales intrapenitenciarios. Esto le permite constatar y palpar el problema
social de la Represin y Dominacin a travs de la Identidad del Gnero Femenino.

En sus palabras ella seala que " quizs podramos pensar que el objetivo del antroplogo es no
tanto alabar o defender sino simplemente entender...Lo que aqu debe comprenderse es el eficaz
funcionamiento de los mecanismos de represin y que estos estn principalmente dentro de los
prisioneros, en sus cabezas comenzando con su Identidad de Gnero...mi experiencia ac presenta
una desvastadora prueba de lo que siempre pens, que el ser madre, casarse, la fidelidad a un
compaero, lavar, limpiar, cocinar, incluso arreglarse el pelo, son los elementos de un mecanismo
totalmente reaccionario y opresivo, que convierten a la vasta mayora de las mujeres (a todas
aquellas que viven con un hombre y a una gran mayora de las que no) en literalmente las esclavas
de las esclavas". (Spedding 1999:17)

Efectivamente es fcil constatar tambin en las Crceles Femeninas chilenas, particularmente en


aquellas que estaban dirigidas por religiosas - donde es an ms extremo- un conjunto de normas
carcelarias consideradas como parte de la Rehabilitacin, asociadas a las tareas de la limpieza de las
celdas, los baos, de los talleres, cocina, etc., cuyos pisos e implementos deben brillar como
espejos. La limpieza y el estereotipo femenino debe ser extremo e incluso el ser mujer "macho" era
sancionado. Ms an, los cursos de "Rehabilitacin" usualmente corresponden tambin en Chile a
cursos de Peluquera, Cocina, Tejidos, Costura, etc. (Cooper 1997) .

Al igual que en Bolivia, tal como lo relata la Antroploga, la Discriminacin asociada a la


Dominacin Machista se expresa en que slo los Hombres tienen derecho a tener visitas conyugales
y en consecuencia a tener sexo.

Es probable que por el tipo de crcel aparentemente de Elite en que permaneci Spedding, por el
poco tiempo que estuvo presa y/o por su compromiso emocional que le impidi utilizar toda su
capacidad emptica, no advirti las actividades sexuales lsbicas que en general se practican en las

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
crceles de mujeres. En Chile, en el marco de la subcultura carcelaria femenina, tenemos incluso
Matrimonios entre mujeres- Machos y mujeres-Hembras por el Civil y por la Iglesia, adopciones de
nios (otras mujeres jvenes machos o hembras solas), Parejas entre lesbianas, etc. Los
Matrimonios pueden ser para siempre o por un tiempo y se sellan con cortes en los pechos o en las
muecas intercambiando sangre, respectivamente y las adopciones de hijos, con cortes en los dedos
ndices.

Sin embargo, el objetivo de la denuncia de las formas que asume la Represin y la Dominacin
Machista, quedan en evidencia y a mi criterio en evidencia indiscutible.

(3) Finalmente, la Cientfico logra tambin su objetivo, en el sentido que logra describir con
exactitud la vida cotidiana intrapenitenciaria, propia de las crceles femeninas donde predominan
mujeres condenadas por Trfico y Estafas, evidentemente diferentes de las Crceles comunes,
donde las Ladronas tienen un rol directivo. En Santiago, uno de los sectores de la Crcel de Mujeres
COF, tiene un edificio para este tipo de Condenadas, que corresponde al que ella describe muy bin
en su artculo, por lo que simplemente sealamos que la vida cotidiana es probablemente muy
similar para esta categora de Condenadas en Amrica Latina . Insisto que su descripcin es muy
similar a la que he realizado respecto de este tipo de crceles chilenas, entendiendo as que se valida
su trabajo cientfico (Cooper 1994;1997;1999). Evidentemente su artculo no trata la temtica de las
particularidades o de la etiologa de la Delincuencia Comn de Clase Baja, como la Tipologa de la
Delincuencia Femenina, que es radicalmente distinta a la Tipologa que presenta la Delincuencia
Masculina , en sus expresiones Rurales, Urbanas e Indgenas, ya que esto requerira especializarse
en el tema de la Delincuencia Latinoamericana y Tercermundista, que en lo personal he estudiado a
cabalidad.

Es necesario destacar que la Delincuencia Femenina Tradicional se etiologiza en los Conflictos


asociados al Machismo y que la Delincuencia Comn Femenina y Masculina Urbana, se asocian a
los Conflictos de Supervivencia de la Clase Baja generando, segn nuestra ltima proposicin
terica, una Economa Alternativa Informal e Ilegal. No es el objeto de su trabajo ni de su
experiencia in situ.

Sostengo a nivel Epistemolgico que es necesario reconocer que siempre, indudablemente, el


conocimiento cientfico parte desde nuestra particular persona y que ya es tiempo de plantearlo
abiertamente como parte del conocimiento cientfico. Del mismo modo hay que tomar conciencia
que al hacer ciencia, la estamos elaborando dentro de un Tipo de Sociedad Capitalista, desde una
categora social especfica y desde una Clase Social, habitualmente la clase media y alta. Tambin
es necesario rescatar el hecho de que la Ciencia ha sido predominantemente elaborada en el marco
de la Ideologa de Clase y de la Ideologa de Gnero esencialmente Masculino y Machista. Un
Investigador conciente, debe tenerlo siempre presente, con el fin de lograr evadir, "en lo posible",
los sesgos propios que tiene la Ciencia Oficial y los sesgos en que se incurre al crear Ciencia,
intentando limitarlos, considerando la posibilidad de ampliar la capacidad de comprensin de la "R"
por distintos medios, en particular y entre otros, como mnimo utilizando la capacidad crtico-
creativa, la capacidad emptica, la capacidad de desclasarse un poco, la capacidad de rebelda frente
a la Ideologa Dominante y Contaminante y de controlar as, haciendo conciente, la Ideologa de
Clase y la Ideologa Machista.

Es tambin esencial sealar que hasta ahora el Poder, la Represin y la Dominacin Ideolgica ha
estado predominantemente en manos masculinas y metropolitanas. Estamos representando como
cientficos (todava) un tipo de sociedad, una categora social, una clase social, etc. Y es en este
marco y slo en algunos casos excepcionales, donde parece asomar un nuevo Tipo Ideal de ser

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Humano Universal y conciente de sus accidentes, donde al menos el sexo especfico queda inscrito
como un simple hecho biolgico.

Cooper, D. 1999. Algunos Elementos Estructurales de la Violencia y los Problemas de


Identidad y Solidaridad. Revista de Sociologa. N13. Universidad de Chile. Santiago.
Cooper, D. 1996. Delincuencia Femenina Urbana en Chile. Conicyt. Universidad de Chile.
Santiago.
Cooper, D. 1994. Delicuencia Comn en Chile. Editorial Lom. Santiago.

Daniel Quiroz (Departamento de Antropologa. Universidad de Chile)

Estar Presa no es una Experiencia Antropolgica Normal [no a la simulacin], pero se Aprende

1. No es fcil referirse a las experiencias de otros, sobretodo cuando aquellas significan el abandono
de la gracia que hace a los hombres [o mujeres] verdaderamente hombres [o mujeres]. La prdida
de la libertad es, sin duda, una de las peores desgracias que nos pueden ocurrir. Ya vivir en esta
sociedad contempornea, irnicamente denominada por algunos una sociedad de libertad, implica
moverse entre callejones, hediondeces, luces mortecinas, sirenas desbocadas, buscando entre los
basurales, pequeas ventanas que nos permitan vivir, sobrevivir. Alison Spedding, antroploga y
novelista britnica, acaba de ser condenada en Bolivia a 10 aos de prisin, acusada de trfico [o
posesin] de marihuana.

Respecto a lo que vive la Dra. Spedding slo me gustara citar una carta escrita por su madre,
Maureen Raybould : "Alison was due to arrive for an extended visit to the UK on April 1 to deliver
a new manuscript to us and to attend a conference at Lampeter University; but the night before she
left (30 March) she was arrested. The landlord of her flats (very poor and shabby, in the Aymara
Indian part of the city) was arrested as a drugs dealer; and the police searched the flats. In Alison's
they found a small quantity of cannabis (personal use) and some foreign currency (for her trip to the
UK). They claimed she must have been selling drugs to her students and that the currency must
have come from illegal drugs earnings, even though she showed them that she had withdrawn it
from her account that day, and could show them more than 5 years' pay-slips from the university, all
legal earnings with deductions for Bolivian tax etc. Then they claimed that her computer must also
have been purchased by illegal earnings. They found books by Karl Marx in the flat and are now
talking about subversion. Last year there was a change of government in Bolivia and habeas corpus
has been disregarded, allowing detainees to be held indefinitely without charge. For two weeks,
Alison was held in a tiny windowless, unheated room with insufficient bedding and one bowl of
soup a day. Since then, on April 16, she was moved to the Women's Prison, where she now shares a
room with 5 other prisoners and receives one meal a day".

El testimonio de la madre es la mejor defensa que cualquiera podra escoger para referirse a la
situacin que le ocurre a su hija. El hecho de no compartir sensaciones ni con sus "socias" de la
prisin ni con sus "interlocutoras" campesinas y urbanas porque pertenece a "otra" cultura, porque
es una "intelectual" britnica, no es un asunto tan dramtico, es el pan nuestro de todos los das.

Lo que le ocurre a la Dra. Spedding no es algo raro en el oficio de los antroplogos, sobre todo
cuando trabajan en pases extraos, sin comprender del todo las peculiaridades culturales de sus
hospederos. Menos podramos exigrselo a una persona que ha sido privada de su libertad, la
posesin ms valiosa que tenemos los hombres. El dolor que proviene de la prdida de libertad nos

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
puede hacer mucho menos tolerantes y respetuosos con las diferencias entre las personas que lo que
nosotros mismos quisiramos y eso disculpa, de todas maneras, algunas afirmaciones algo
colonialistas y simplistas elaboradas por Alison en su artculo.

Sin duda, los antroplogos estamos tambin expuestos, como cualquiera, a la prdida de la libertad,
pero, personalmente, creo que a nosotros ms nos duele.

2. La invitacin cursada por Cinta de Moebio es para reflexionar sobre el trabajo de campo, sobre la
observacin participante, a partir de lo ocurrido a [y lo dicho por] la Dra. Spedding, lo que,
dudosamente, llamara "experiencia antropolgica", a menos que llamemos de esa manera a toda
experiencia que tiene un antroplogo.

La Dra. Spedding fue encarcelada acusada primero de trfico y luego de posesin de marihuana. La
revista Anthropology Today le solicit un artculo para mostrarle al resto de la comunidad
antropolgica "su experiencia en la crcel de mujeres". Es as como escribo, a pedido de Cinta de
Moebio, sobre lo que escribi Alison Spedding, a pedido de Anthropology Today. No voy a escribir,
entonces, sobre lo justo o injusto de la situacin vivida por Alison, aunque mucho es lo que se
podra decir respecto del tema.

La Dra. Spedding nos dice que: "hacer un estudio antropolgico en una crcel de mujeres donde
realmente eres una prisionera podra verse como una observacin participante a ultranza y como tal,
una oportunidad nica. Por lo menos, eso es lo que pens cuando fui detenida. Despus de ms de
seis meses adentro [y quin sabe cuntos ms por venir] estoy consciente de muchas de sus
dificultades".

Una de las dificultades mencionadas por la Dra. Spedding se refiere a cuestiones de "naturaleza
personal". Su falta de identificacin con un programa de "feminizacin compulsiva" al que estn
sometidas las reclusas, considerado "absolutamente atroz", "completamente reaccionario", le
significa ser "rechazada como compaera de celda" por la mayora de las otras reclusas. Esta es sin
duda una de las principales dificultades que debemos enfrentar en el desarrollo de nuestro trabajo de
campo.

Muchas veces, nuestros interlocutores, o una parte de ellos, piensan y actan de manera diferente,
"tienen otras costumbres". Eso parece ser una caracterstica muy especfica del trabajo de campo.
Sin embargo, perder la libertad, en un pas extrao, rodeado de gente con la que no compartimos,
actitudes, emociones ni pasiones, menos an pensamientos sobre la identidad femenina, sobre todo
de la mujer intelectual: "nunca he vivido con un hombre, ni he estado casada; slo he hecho trabajo
domstico para m y eso cuando no he podido evitarlo; no tengo inters en los nios", agrava de
sobremanera el problema, borrando los intersticios usados para escapar, para "ser uno mismo" [no
debemos olvidar las honestas confesiones de Malinowski y Gusinde sobre su relacin con los
trobriand y selknam respectivamente].

La experiencia antropolgica en una crcel de mujeres implica "simular" que se es una prisionera,
contando para ello con la complicidad de las autoridades penitenciarias, gubernamentales u otras.
Existe una preparacin para ello, se estudia el problema, se conocen relatos de experiencias de
prisioneras, se obtienen datos de cmo desenvolverse mejor, se oculta la verdadera identidad, se
sabe que todo termina cuando uno quiera. La experiencia antropolgica en una crcel de mujeres no
es "ser" una prisionera sino simularlo. En trminos generales, el trabajo antropolgico en s,
especialmente la observacin participante, contiene una dosis alta de simulacin y complicidad.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
Sin embargo, ser una prisionera, tiene "sus ventajas". No es preciso simular, podemos ser "nosotros
mismos". Podemos ser una intelectual feminista, podemos ser rechazadas por las dems reclusas y
no sentirnos fracasadas por no haber logrado un buen "rapport" con nuestros nativos. Podemos
decir, de nuevo, con Malinowski y Gusinde, que los "nativos", a ratos, "nos apestan" [su
obsecuencia a las leyes no deja de molestarnos].

No es, entonces, "trabajo de campo normal" sobre el que se le ha solicitado a la Dra. Spedding que
haga un informe, no es un trabajo de simulacin, es un "trabajo de campo anormal", donde el
antroplogo puede [tiene y debe] ser el mismo [a pesar de l] y no un simulador, pretendiendo ser
otro. No es necesario estar prisionero para aprender que el antroplogo debe ser siempre el mismo
[o tal vez algunos s lo necesiten] y sus negociaciones no pueden significar que traicione las cosas
en las que cree, se emociona, apasiona, detesta y disfruta.

3. Una licencia para hablar algo de m. Hace tres meses tuve una fea cada y me fractur el codo.
Como accidente del trabajo fui atendido en el Hospital del Trabajador. Operado dos veces [la
misma cama de la pieza 517], he tenido largas y dolorosas sesiones de terapia fsica, para recuperar
la movilidad de mi brazo derecho. An estoy en eso. He conocido y compartido con mucha gente,
temores, alegras, penas y sufrimientos. He aprendido a ser un "paciente" ms entre muchos otros.
Me escucho formulando las mismas preguntas que todos hacen: porqu a m?, ser un castigo?.
Se me ocurri, mientras esperaba la segunda operacin, que sera entretenido escribir un relato
sobre esta experiencia, sobre esta cultura de la solidaridad que uno encuentra en las salas del quinto
piso, en las salas de espera para la terapia fsica, en la terapia ocupacional, donde ms que las
actividades especficas pareciera que lo que importa es conversar. Escribir sobre Claudio, un
"socio" que fue atropellado, quedando con graves secuelas, pero que siempre saluda con un "amigo,
como est, mejor espero". Sobre las personas que uno conoce y sus experiencias de esfuerzo para
combatir las consecuencias de accidentes realmente pavorosos. Muchos han perdido brazos, manos,
piernas, dedos, otros han perdido fantasas, ilusiones.

No pretendo equiparar mi experiencia con la de la Dra. Spedding [menos si reflexionamos sobre su


condena a 10 aos] pero puedo decir que se puede hacer un trabajo de campo normal sobre el
hospital sin quebrarse un codo pero que, al quebrrselo, se abren las ventanas del trabajo de campo
anormal que de otra manera permaneceran cerradas para siempre. La oportunidad de hacerlo existe,
podemos tomarla o no. Yo he aprendido que somos diferentes todos los hombres, pero las
circunstancias nos igualan: todos somos "accidentados" y nadie es culpable de su accidente. No s
si escribir algn da un informe sobre este trabajo de campo "anormal" en el que me correspondi
participar. A pesar de todo, algo de pudor me queda.

4. Es cierto que el trabajo de campo normal hace al etngrafo un poco esquizoide. Pero el problema
es la simulacin. La simulacin, "parecer lo que uno no se es", hace esquizofrnico al trabajador de
campo. Me quedo con una de las ltimas afirmaciones de la Dra. Spedding: "deberamos pensar que
el fin de la empresa antropolgica no es tanto alabar o defender sino, simplemente, entender". No
entender al otro sino a nosotros mismos a travs del otro.

Maureen Raybould. 1999. Carta para Alison Spedding. www.sfwa.org/News/spedding.htm.

Francisco Osorio. Observacin Participante. Cinta de Moebio. N6. Septiembre de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.

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