Los Imperios Del Antiguo Oriente - Elena Cassin

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Esta Historia universal SIGLO XXI, preparada y editada inicialmente

por Fischer Verlag (Alemania), sigue un nuevo concepto: exponer la


totalidad de los acontecimientos del mundo, dar todo su valor a la
historia de los pases y pueblos de Asia, frica y Amrica.
Resalta la cultura y la economa como fuerzas que condicionan la
historia. Saca a la luz el despertar de la humanidad a su propia
conciencia. En la Historia universal SIGLO XXI han contribuido
ochenta destacados especialistas de todo el mundo. Consta de 36
volmenes, cada uno de ellos independiente, y abarca desde la
prehistoria hasta la actualidad.
Este cuarto volumen incluye: Asiria y los pases vecinos (Babilonia,
Elam, Irn) desde el 1000 hasta el 617 a. C. Asia Menor entre los
hititas y los persas. Siria y Palestina desde fines del siglo XI hasta
fines del siglo VI a. C., desde la instauracin de la monarqua en Israel
hasta el fin del exilio judo. Arabia. El tercer periodo intermedio y el
imperio etope. El renacimiento sata. Los griegos.
Elena Cassin, Jean Bottro & Jean Vercoutter

Los imperios del Antiguo


Oriente III
La primera mitad del primer milenio
Historia Universal Siglo XXI - 4

ePub r1.0
jaleareal 24.11.16
Ttulo original: Die Altorientalischen Reiche III. Die erste Hlfte des 1. Jahrtausends
Elena Cassin, Jean Bottro & Jean Vercoutter, 1965
Traduccin: Mara Elena Nez, Antn Dietrich & P. Buckley

Editor digital: jaleareal


ePub base r1.2
ADVERTENCIA SOBRE LAS TRANSCRIPCIONES

Se transcriben los nombres turcos, sumerios y semitas de acuerdo con las


siguientes equivalencias aproximadas:
, , : consonantes llamadas enfticas, pronunciadas con gran esfuerzo
articulatorio, que no existe en las lenguas europeas.
j, dj (en turco c), : ingls jungle, italiano gioia, pronunciacin africada de la
y castellana (un yate).
, ch: ch castellana.
g, gh, : g fricativa de llegar.
: h aspirada fuerte.
kh, : j castellana.
sh (en turco ), : sh inglesa, ch francesa.
z: z inglesa y francesa, s francesa de chose.
, , etc.: vocales largas.
: Ataque voclico semejante al que acompaa en alemn a una vocal inicial
(alif rabe, leph hebreo).
: Sonido gutural del ayn rabe o ayin hebreo.
: z castellana, th inglesa de thunder.
: d fricativa castellana de medir.
Se excluyen de estas normas los nombres que por una u otra causa tengan
una forma castellanizada ampliamente consagrada por el uso, en particular los
bblicos. En nombres acadios, etc., se indican tambin como , las vocales
largas por contraccin (, en la notacin usual). En cuanto a las
transcripciones del egipcio, nos atenemos lo ms posible a las aproximadas de
Drioton y Vandier (Historia de Egipto, trad. cast. de la 3. ed., Buenos Aires,
EUDEBA, 1964), por ser las ms difundidas en nuestros pases. Deben leerse
de acuerdo con la tabla anterior, teniendo en cuenta adems que con se
indica la presencia de una vocal y del sonido , que slo se representa aislado
en el nombre de dios Re (R) y los compuestos con l; se prescinde por lo
general de sealar la cantidad voclica y de distinguir entre h y , k y .
Cuando en la lista anterior se resean varios signos para la transcripcin
de un sonido, es el primero de ellos el que usamos preferentemente en el texto.
1. Asiria y los pases vecinos (Babilonia, Elam,
Irn) desde el 1000 hasta el 617 a. C. El Nuevo
Imperio babilnico hasta el 539 a. C.

I. LA EXPANSIN ARAMEA Y EL RENACIMIENTO DE ASIRIA

A principios del primer milenio antes de nuestra era, un hecho domina la


historia del Prximo Oriente: la triunfante expansin de los nmadas arameos
y su asentamiento en Siria del Norte, el valle del ufrates y la baja
Mesopotamia[1]. Asiria atraviesa entonces un largo perodo de debilidad y se
repliega ante ellos hacia su territorio nacional. Al comenzar el siglo X, los
arameos se encuentran ya slidamente asentados junto a la gran curva que hace
el ufrates al sur de Karkemish. Un siglo antes, Tiglatpileser I haba hecho
fortificar y guardar los vados, impidindoles as atravesar el ro durante algn
tiempo. Sin embargo, durante el reinado, extenso y sin gloria, de Ashshurrabi
(1010-970), estas ltimas barreras van desapareciendo una tras otra. Mutkinu,
en la orilla oriental del ufrates, y Pitru, junto a uno de sus afluentes de la
derecha, el Sajr, caen en sus manos. El obstculo queda as franqueado: sobre
ambas orillas del ro se extiende a partir de entonces el reino arameo de Bt-
Adini cuya capital ser Til Barsip (Tell Amar).
En el interior, la horda invasora contina esparcindose. Fundan otros dos
principados en el valle del Balkh, y algunos ms en el del Khbr. El ms
importante es el de Bt-Bakhini, situado junto al alto Khbr y cuya capital,
Guzana (Tell alaf), ocupa una posicin clave en la ruta que une Asiria con el
ufrates. Las excavaciones arqueolgicas han desenterrado el palacio de un
prncipe arameo que vivi all probablemente a principios del siglo IX.
La poderosa tribu de los temanitas se introduce an ms hacia el este, en
direccin al Tigris, fundando all nuevos estados en torno a las ciudades de
Naibna (Nisibis), Khuzirna y Gidara. La ltima de estas ciudades cae en sus
manos en tiempos de Tiglatpileser II (966-935), siendo entonces rebautizada
con el nombre de Radammte.
Al sur de la gran curva del ufrates, el valle es ocupado paulatinamente
por grupos arameos que se establecen en l repartindose en principados
independientes: Laq, en la regin de la desembocadura a del Khbr;
Khindanu, hacia el recodo del ro, y en especial Sukhi, que se extiende
entonces desde Anat a Rapiqu. El valle es a menudo estrecho y se encuentra
encerrado entre dos zonas desrticas; las ciudades suelen mantener en las islas
fuertes posiciones de defensa, obligando a las tribus todava nmadas del
desierto a buscar ms al sur lugares de paso y regiones donde establecerse. A
la altura del istmo de Akkad, donde el Tigris y el ufrates aproximan sus
cursos, es donde el ro puede atravesarse ms fcilmente. Toda la regin en
torno a Sippar y Babilonia, hasta los lmites de la actual Bagdad, es invadida
por bandas de salteadores arameos. Durante la primera mitad del siglo XI un
usurpador arameo, Adadaplaiddin, se haba apoderado del trono de Babilonia,
y Asiria no haba tenido ms remedio que reconocerlo. Por consiguiente el
reino babilnico se haba disgregado, volvindose a constituir ms al este, en
las colinas situadas ms all del Tigris, entre Dr y Arrapkha. Los grandes
santuarios de Babilonia, de Borsippa y de Kutha se libran casi de toda
vinculacin poltica. Los templos, sus torres y dependencias, el personal y los
habitantes son administrados por las autoridades eclesisticas. Estas tres
ciudades no son slo santuarios nacionales de los reyes babilnicos, sino las
ciudades santas de toda la Mesopotamia semtica, hacia las cuales vuelven sus
ojos con igual devocin asirios, arameos y caldeos.
Ms al sur, se extiende hasta el golfo Prsico la vasta superficie del
antiguo pas de Sumer. Los caldeos, de la familia de los arameos, se
establecen all y, seminmadas, semisedentarios, forman a mitad del siglo IX
seis principados de fronteras mudables: Larak, Bt-Dakkuri, Bt-Amukkani,
Bt-Silni, Bt-Saalli y Bt-Yakn. En estas nuevas poblaciones, y en
particular en Bt-Yakn, es donde Babilonia volver a cobrar vitalidad.
Asimismo, bordeando el curso inferior del Tigris, al sur de la
desembocadura del Diyla (Turnat), se encontraban establecidas otras grandes
tribus arameas: litau, puqudu, gambulu y khindanu.
Los arameos, que asediaban estrechamente Asiria y Babilonia desde el
Khbr a Elam, se haban extendido igualmente por Siria del Norte, al oeste
del ufrates. En estas regiones, haban topado con la confederacin de los
estados neohititas, Karkemish, ama, Alepo, Khattina, que les presentaron
ms o menos resistencia. La regin de Alepo y Arpad cay rpidamente en su
poder y constituy el nuevo reino arameo de Bt-Agusi, cuyos lmites estaban
constituidos, al este, por el reino, tambin arameo, de Bt-Adini y, al oeste,
por el principado hitita de Khattina, en la llanura de Antioqua, mientras que
por el norte el ro Sajr lo separaba del estado hitita de Karkemish, que
permanecer independiente hasta el reinado de Sargn II. Durante los siglos X
y XI otros grupos arameos haban penetrado hacia el noroeste en el valle del
Karasu, y haban fundado all el reino de Yadi o Samal, cuya capital era
Samal (Zincirli). Al final del siglo XI es probablemente cuando ama y su
regin, en el valle del Orontes, cayeron bajo control arameo. Las
excavaciones han revelado, en la ciudad, un estrato arameo inmediatamente
encima del hitita. En esta misma poca los arameos ocupaban sin duda todo el
valle del Orontes y el del Litani. Eran igualmente dueos del sur de Siria, no
habiendo encontrado apenas resistencia en estas regiones, que desde haca ya
tiempo carecan de la menor cohesin poltica. El Antiguo Testamento nos da a
conocer los nombres de los estados que all fundaron en los tiempos en que
Sal, David y Salomn tuvieron que combatir contra ellos: Aram-Sba, en la
llanura de la Beqa; Aram-Bt-Rehb y Aram-Mak, en torno al monte
Hermn; Geshr, en el aurn, y el ms poderoso de todos, el reino de
Damasco, que ejerci una verdadera hegemona poltica sobre el conjunto de
esta confederacin.
En Asiria, los tres soberanos que desde el comienzo del siglo X se
sucedieron en el trono, Ashshurrabi II, Ashshurrsishi II y Tiglatpileser II, no
pudieron, sin grandes esfuerzos, contener el irresistible empuje arameo.
Bajo el reinado de Ashshurdn II (935-912)[2], la situacin general y el
equilibrio de las fuerzas parecen cambiar. Al lado de las acciones defensivas
que el soberano se ve obligado a dirigir an, a fin de salvaguardar el territorio
nacional, emprende algunas operaciones ofensivas que parecen ser el preludio
del despertar de Asiria. Conduce expediciones de castigo contra los pueblos
montaeses que violaban sus fronteras, somete la revuelta de los habitantes del
monte Muri (Jebel Maqlb), al noroeste de Nnive, y reconquista dos
ciudades a los arameos. Sin embargo, estos xitos no deben hacernos
sobrevalorar las renacientes fuerzas del pas. La miseria y a menudo el hambre
reinan en l y el reclutamiento de tropas pesa profundamente sobre la
poblacin activa. De todos modos, el rey se esfuerza, entre campaa y
campaa, en mejorar la economa nacional. As, se preocupa por la irrigacin,
hace fabricar arados, fomenta la cra de ganado y construye establecimientos
pblicos; incluso sus fructferas cazas de leones, toros salvajes y elefantes
son, y sern an para sus sucesores, batidas necesarias tanto como
distracciones principescas.
Bajo el reinado de su hijo y sucesor, Adadnarri II (912-891)[3], se afirma
de una manera mucho ms clara el resurgir poltico de Asiria. Sus operaciones
militares no le vienen impuestas por las circunstancias, como le haba
ocurrido normalmente a su padre. l mismo es quien toma desde entonces la
iniciativa y sus campaas parecen ya responder a un plan maduro.
Al igual que en tiempos de Tiglatpileser I, Asiria vuelve a dirigir su
atencin hacia las costas mediterrneas. Pero un doble obstculo que se halla
en manos arameas les impide el paso: el macizo montaoso de r Abdn, al
norte de Naibna (Nisibis), bastin natural en el que se resguardan varios
principados arameos, y ms lejos, el ufrates, cuyos puntos de acceso hacia
Siria del norte estn slidamente guardados por los hititas de Karkemish y los
arameos de Bt-Adini. El principal objetivo de Adadnarri II ser reducir el
primero de estos obstculos, liberando la ruta desde el ufrates hasta el
Khbr y despejando sus alrededores hasta las pendientes montaosas del sur
de Armenia.
Mientras tanto, lleva a cabo varias incursiones preliminares. De este
modo, ataca cuatro veces el pas de Nairi, entre el alto Tigris y el alto
ufrates, somete la comarca de Kutmukhi, en la orilla derecha del Tigris
superior, y se introduce en las montaas, al este del pequeo Zb. Aprovecha
una pretendida provocacin del rey babilonio Shamashmudammiq (hac. 941-
901) para imponerle por la fuerza, as como ms tarde a su hijo
Nabshumukn, sus condiciones con respecto a las negociaciones entre Asiria
y Babilonia. Anexiona a Asiria una parte del territorio, a la altura de Lakhiru y
las dos fortalezas de Arrapkha (Kirkk) y Lubda. Seguidamente firmaron los
dos reyes un acuerdo sobre fronteras, dndose las hijas respectivas en
matrimonio y encargndose de mantener una paz duradera entre los dos pases.
En el curso medio del ufrates dedic sus esfuerzos a contener la afluencia
de nmadas del desierto en la regin del Sukhi, de la cual recibi tributo
despus de haber sometido algunas de sus ciudades, entre ellas.
Sin embargo, los ms duros y tenaces combates de Adadnarri II fueron los
que libr contra el Khanigalbat, en el noroeste de Asiria. Para abrir el camino
de una futura marcha hacia el oeste, era necesario ante todo romper la barrera
formada por los estados arameos de la tribu de los tematitas. El ms
importante de ellos tena entonces por rey a Nradad y por capital Naibna
(Nisibis). Contra estos estados lanz dos expediciones consecutivas, que no
lograron sino xitos parciales. Olvidando entonces durante cierto tiempo su
primer objetivo, atac al ao siguiente en la misma regin a otro principado
arameo, Mamblu, que captur, y conquist la capital Khuzirna. Un tercer
principado conoci muy pronto una suerte parecida: su capital, Gidara, fue
tomada, y su rey, Muquru, hecho prisionero. Debido a estos xitos, Adadnarri
se vio dueo de la mayor parte del Khanigalbat. As, pues, la campaa que
dirigi contra l al ao siguiente de la conquista de Gidara, no tuvo otro
objeto que el de afirmar su soberana y recaudar los tributos impuestos a los
vencidos.
Fig. 1. Asiria y Babilonia.

Mientras tanto, quedaba an por someter su principal adversario, Nradad.


Adadnarri descarg contra l todo el peso de una sexta campaa y siti su
capital. Tras un tenaz asedio, Naibna fue finalmente tomada por asalto.
Nradad fue hecho prisionero y conducido junto a todos los suyos a Asiria.
An envi el asirio una sptima y ltima campaa al ao siguiente, a fin de
imponer tributos sobre toda la extensin del Khanigalbat, ya sometido. As
acab victoriosamente de abrirse paso hacia el Khbr Adadnarri, no sin
desplegar la tenacidad que atestiguan el nmero de campaas que consagr a
ello y la resolucin con que asedi sucesivamente Gidara y Naibna. Desde
este momento toda la comarca quedaba abierta para l. Descendi al valle de
Khbr sometiendo sin dificultad a los pequeos estados arameos que all se
haban constituido y, al llegar al ufrates, recibi los tributos de los estados
arameos de Laq y Khindanu.
Fig. 2. Asiria y Urartu.

Victorioso en todas sus fronteras, Adadnarri poda en justicia volver a


incluir, entre sus ttulos oficiales, los soberanos de rey de la totalidad, y
rey de las cuatro zonas (del mundo), a los que desde haca ciento cincuenta
aos no haba podido aspirar legtimamente ninguno de sus predecesores.
Su hijo Tukultininurta II (891-884), que no llev ms que el primero de
estos ttulos, el ms comn de los dos, continu, con menos amplitud quiz,
aunque con vigor, las empresas militares de su padre[4].
Hacia el noroeste, se content con mantener la presin asiria por medio de
una expedicin al pas de Nairi. Franque los montes Kashiari (el r Abdn)
y someti el Bt-Zamani, cuyos centros principales eran Amedi, la actual
Diyarbekir, y Tidu, en los alrededores de la actual Merdin. March incluso
hacia el este, donde una campaa victoriosa le permiti consolidar el podero
de Asiria en la regin montaosa que se encuentra situada ms all del
desfiladero de Kirruri, al este de Arbeles, y se extiende desde Gilzanu, en la
orilla oeste del lago de Urmia, hasta los desfiladeros del pequeo Zb.
Sin embargo, donde puso mayor empeo en consolidar las conquistas de su
padre fue en los valles del Khbr y del curso medio del ufrates. Para
llevarlo a cabo, volvi a ocupar de un modo totalmente inesperado las
poblaciones que ya haba sometido aqul. Oblig por tanto a sus tropas a una
larga y penosa marcha a travs del desierto mesopotmico, siguiendo hacia el
sur el cauce seco del arar. Habiendo llegado a la altura de la confluencia de
los ros Am y Tigris, se dirigi rpidamente por el Tigris, desde donde
atac por sorpresa a los belicosos arameos utute, que se encontraban
asentados en esta regin. Desde all atravesando Dr-Kurigalzu (Aqar Qf) y
Sippar, el ejrcito tom con igual rapidez el valle del ufrates. Remontndolo
hacia el Khbr, y despus de haber dejado atrs , recibi cerca de Anat el
tributo de Sukhi, cinco jornadas ro arriba el de Khindanu y, ms all, los de
Laq y Sirqu. Al llegar a la desembocadura del Khbr, las tropas remontaron
su curso y sometieron y anexionaron el estado arameo de Kharrn,
dirigindose despus hacia Naibna y Khuzirna. Desde all, Tukultininurta
lanz una incursin contra los moscos, regresando despus a Asiria.
La soberana de Asiria sobre la comarca del Khbr se encontraba as lo
suficientemente consolidada como para que Tukultininurta se hiciera construir
un palacio en Kakhat, la actual Tell Barr, junto a uno de los afluentes del
Khbr, el Jaja[5]. No descuid, sin embargo, su capital Asur; reforz las
defensas e hizo reconstruir totalmente sus murallas, que no se haban
restaurado desde el lejano reinado de Ashshuruballi.

II. CAMBIOS TNICOS O POLTICOS AL ESTE Y AL NORTE DE ASIRIA

Hasta entonces, el renacimiento de Asiria se haba manifestado sobre todo


a expensas de los estados arameos ms cercanos, situados al oeste. Pero en lo
sucesivo, la renovacin de su poder militar no slo iba a conducirles ms all
de estas primeras conquistas occidentales, sino tambin hacia las comarcas
montaosas que la limitaban al este y, cada vez ms profundamente, en
direccin a la llanura iran.
Desde siempre, estas regiones haban presentado para Asiria un doble
inters, estratgico y econmico, pero en lo sucesivo iban a atraer tanto ms la
atencin de sus reyes cuanto que en ellas se producan cambios tnicos y
polticos que podan suponer para su pas peligro de invasin o dificultades de
aprovisionamiento.
En efecto, a partir del 900 antes de nuestra era, los relatos sobre las
campaas del este mencionan muchos nombres de distritos o comarcas que
haban sido hasta entonces totalmente desconocidos para los asirios[6], tales
como los pases de Zamua, Namri, Khabkhu y Ellipi, ms tarde el de los
maneos, el de Parsuash y el de los medos.
El nombre de Zamua se encuentra por primera vez en el relato de una
expedicin de Adadnarri II. De hecho, se trata del antiguo pas de los lullubi,
segn dir Sargn II al comenzar la relacin de su octava campaa:
Habiendo salido de Kalakh, hice franquear a mis tropas el Zb inferior y
penetr en los desfiladeros de los montes Kullar, altas montaas del pas de
los lullum al que se denomina pas de Zamua.
Los montes Kullar son probablemente el moderno Kolara, en el sector del
Kurkur Asos, cerca de Darband-i-Ramkan. Desde el desfiladero de Babite,
actual paso de Bazin, y el nacimiento del Diyla, el pas de Zamua se
extenda hacia el interior de las montaas, donde se hallaban frtiles valles y
llanuras como la de Sumbi, que es sin duda la actual llanura de Rania y de
Qala Dizeh. Al suroeste, Zamua conclua en el desfiladero del pas de Namar
o Namri. Hacia el norte, Zamua interior alcanzaba sin duda las orillas
pantanosas del lago de Urmia, donde lindaba con los pases de Muair, los
ideos y los maneos. Se encuentran repetidas alusiones a los reyes de Zamua,
lo que parece indicar que la poblacin estaba dividida en clanes
independientes. El ms importante parece haber sido el de Dagara, al sureste
del Karada. Cosechas abundantes, plata, oro y bronce, tejidos, ganado y cra
de caballos de silla constituan la riqueza del pas.
Al norte, en la regin del Zb superior, se encontraba el pas de Khabkhu,
cuyos habitantes se dedicaban a la metalurgia del bronce y a la cra del
ganado. Ms tarde sern tambin afamados por su pericia de tejedores y su
habilidad para teir la lana y trabajar la plata. La comarca estaba rodeada de
imponentes montaas y se acceda a ella por el desfiladero de Khulun, sin
duda el actual paso de Kowanduz. El Khabkhu estaba muy vinculado a sus
vecinos, los pases de Kirruri y Nairi, tanto en el aspecto poltico como por
afinidades lingsticas. Se divida en varios distritos, donde las ciudades eran
numerosas y fortificadas.
Al sur de Zamua, pasado el desfiladero de Tugliash, se extenda el pas de
Ellipi. Limitaba al norte por la regin de Kharkhar; al noreste, con el distrito
de Ambanda, y, al sur, con Elam. Su superficie vari con el transcurso del
tiempo, segn englobara o no la regin de Kharkhar. Su poblacin se dedicaba
principalmente a la cra de ganado. Segn parece estaba emparentada con
lullubis y elamitas, pero sufri muy pronto infiltraciones iranes. En el aspecto
poltico, sobre todo, ms tarde, con Sargn II, el pas supo sacar partido de su
situacin en una zona en que se enfrentaban las influencias de Asiria y de
Elam.
Estas diversas descripciones geogrficas aparecen en los anales reales a
principios del primer milenio. Un poco ms tarde, durante el transcurso del
siglo IX, los asirios entraron en contacto con otros pases y otros pueblos.
En el ao 829, una expedicin asiria se introduce por vez primera en el
pas de los maneos. Una seal in situ permite localizar con exactitud al menos
un punto de este pas. Se trata de la inscripcin rupestre de Tashtepe, a unos
ocho kilmetros de la actual Chillik, cerca de la orilla sur del lago. En ella se
conmemora una victoria del rey de Uraru Menua sobre los maneos, y la
ereccin de un palacio conmemorativo de este hecho en la ciudad de Meshta.
El pas comprenda cuatro provincias principales: Surikash, la ms cercana a
Asiria, contigua, por el noroeste, al pas de Karalla, y por el sur, al de
Allabria; Missi, donde se encontraba Tashtepe y, ms al sur, en la regin de
Sakkiz, la capital Izirtu (o Zirta); a la orilla oriental del lago se hallan, por un
lado, Uishdish, prspera y muy poblada, que se extiende hasta las pendientes
del monte Sahend, y, por otro lado, Subi, ms all de las montaas, en la
regin de Sofin, clebre por su cra de caballos. Hacia el este, en direccin
al Caspio, la influencia maneica se extenda sobre las comarcas de Zikirtu y
Andia, en las que los reyes maneos gozaban al menos de una soberana
nominal.
El pas de los maneos obtena la mayor parte de su riqueza de la cra del
ganado y del trfico de caballos, de sus cultivos de cereales y de sus viedos,
as como de sus talleres para trabajar el bronce, el hierro, el cobre y los
metales preciosos. Antes de tener que defenderse contra las acometidas
asirias, tuvo que luchar contra las pretensiones territoriales de Uraru. Fue
probablemente luchando contra este poderoso vecino, como el pas de los
maneos adquiri en el siglo XIII cierta cohesin poltica.
Sobre la civilizacin y arte maneicos tenemos algunos datos precisos,
gracias a las excavaciones realizadas recientemente en Hasanlu[7]. Este paraje,
situado al suroeste del lago de Urmia, domina el valle del Solduz y preside
una importante red de caminos. All se descubren varios estratos de
ocupacin, que se encuentran escalonados desde el 2100 al 800
aproximadamente. Las pocas antiguas presentan una cultura de tipo hurrita,
que se halla superpuesta a una civilizacin bsica que recuerda a la del Irn
central. En el siglo IX, la influencia de la cultura asiria se hace preponderante
y permanece hasta que la ciudad fue destruida al finalizar el siglo, sin duda
por los urarteos. Despus de permanecer abandonada durante cierto tiempo,
vuelve a ser ocupada en el curso del siglo siguiente. Por ello la cermica
entronca, ya con el arte urarteo, ya con algunas tendencias que se vuelven a
encontrar en ciertas piezas del tesoro enterrado, en Ziwye[8], en la tumba de
un prncipe escita.
El pas de Parsuash, vecino del de los maneos, fue conocido por los
asirios algunos aos antes. En el 835 recibieron stos los tributos de
veintisiete de sus reyes, lo cual permite pensar que la comarca se hallaba
dividida en numerosos principados ms o menos independientes. Sabemos con
precisin el emplazamiento de Parsuash en esta poca, gracias a que con este
motivo se menciona su vecindad con las provincias de Missi, al este, y de
Allabria, al sur. Posteriormente, a principios del siglo VII, parece ser que
Parsuash se extiende ms hacia el sur, quiz hasta el actual camino de Bagdad
a Hamadan. An ms tarde su nombre desaparece del mapa poltico de los
Zagros para reaparecer bajo la forma de Parsumash, que se da a una comarca
ms meridional, en las actuales montaas de Bakhtiri. Estas variaciones
onomsticas, a la vez que geogrficas, parecen indicar que el nombre de la
comarca primitiva, Parsuash, llega a ser el de un pueblo que emigra lentamente
hacia el sur: se trata de los persas, que deben posiblemente su nombre a esta
regin del suroeste del lago de Urmia, en que permanecieron algn tiempo.
No podemos saber si cuando las tropas de Salmanasar III descendieron
por primera vez a Parsuash, se encontraban ya all elementos persas. Sin
embargo, podemos suponerlo, pues entonces se menciona la presencia de los
medos entre los pases de Missi y Araziakh, lo que prueba que algunos grupos
iranes se haban establecido ya por estos parajes. El mismo Salmanasar
encuentra unos aos ms tarde a un prncipe de nombre indiscutiblemente
iranio, Artashari, en la ciudad de Surdira, en la frontera misma de Parsuash.
Por otra parte, es conveniente tener en cuenta que los testimonios escritos no
nos dan ms que un conocimiento tardo de esta penetracin irania. Al parecer,
la llegada a los Zagros de los medos y los persas fue al principio una lenta
infiltracin pacfica. Los grupos iranios, con sus jinetes y carros, se ponan al
servicio de los prncipes locales, recibiendo a cambio lugares donde acampar,
tierras y pastos. Esta primera fase de su establecimiento no deja huella en la
historia escrita.
Los asirios no trataron directamente con ellos hasta que, por una u otra
razn, los jefes iranios acabaron por suplantar a las dinastas locales. Slo
entonces los nombran en sus relatos de conquistas. Es probable, por ejemplo,
que el jefe iranio Artashari, o su familia, llegase a la regin de Surdira mucho
antes de que Salmanasar tuviera ocasin de citar su nombre como rey de la
ciudad.
Las excavaciones arqueolgicas permiten precisar con exactitud algunas
etapas de la anterior migracin de los medos y persas, en el interior de la
meseta iran: Tepe Sialk, cerca de Kshn; Tepe Gyn, en la llanura de
Nehavend; Tepe isr y Turang-Tepe, en la estepa turca, al sur del Caspio.
Estos parajes, en los que, despus de finalizar el segundo milenio, aparecen
nuevas formas de civilizacin, jalonan el avance de un pueblo que, habiendo
partido quiz del suroeste de Europa para extenderse posiblemente hacia las
estepas asiticas, franque el Cucaso o bien rode el Caspio, alcanzando el
norte despus de pasar por el oeste de la meseta iran. Estos jinetes,
conduciendo ante ellos sus rebaos, parecen haberse infiltrado pacficamente
casi siempre entre las poblaciones indgenas. Sin embargo, en ocasiones se
apoderaron por la fuerza de asentamientos sedentarios, como ocurri sin duda
en Damghan. No se conoce con exactitud el nombre de estos invasores. Pese a
ello, los vestigios que dejaron (particularidades de las tumbas, arreos de
caballos, herramientas y piezas de cermica) no dejan lugar a dudas sobre el
origen de los recin llegados: son los indoeuropeos, persas y medos, cuyas
avanzadillas encontrara Salmanasar en los Zagros. Tales migraciones de
pastores en busca de pastos para sus rebaos son lentas y duran siglos. stas
no haban llegado an a su trmino cuando tomaron contacto con los asirios.
En la parte trasera del pas se movan otros grupos ignorados por ellos. Un
importante grupo iranio, los zikirteos (los sagartioi de Herdoto), avanzaba
por la regin de Tabriz, donde fue detenida probablemente por Uraru; otros
fueron contenidos por los elamitas en la regin de Isfahn.
Mientras los grupos persas van descendiendo, a travs de los Zagros,
desde los parajes meridionales del lago Urmia hacia su futuro hbitat de la
regin de Perspolis, a finales del siglo VIII, un prncipe iranio, Pirisati, se
hace con el poder en Gizilbundi, en las fronteras del pas maneo. En la
frontera sur de Armenia se localiza a la vez la presencia de otros: Irtisari,
Satiriai y Artisiraru. No cabe duda de que, cuando los asirios tienen tratos con
ellos, no se encuentran normalmente ms que con un nmero reducido de
soldados y jinetes. Los clanes medos estaban an aislados y no parecen contar
en sus filas con ms de dos o tres mil guerreros cada uno. Sin embargo, en
caso de peligro podan recobrar un sentimiento de comunidad racial. Incluso
llegaron a tener una especie de capital federal, que vara con el transcurso del
tiempo. Asiria tomar ms tarde conciencia del peligro que representara para
ella la coalicin y fusin de todos estos clanes an dispersos.
Aproximadamente a la vez que, al este de Asiria, se van produciendo as
nuevos reagrupamientos polticos y se dibujan inquietantes migraciones de
pueblos, se producen otros acontecimientos no menos importantes en su
frontera norte, que influirn profundamente en su historia durante muchos
siglos.
Asiria parece estar, sin embargo, protegida por este lado, de este a oeste,
por una barrera montaosa difcilmente franqueable, los montes del Kurdistn.
Pero ms all, alrededor del lago de Van, se extiende una altiplanicie, a
1700 m sobre el nivel del mar, cuyos recursos materiales y posibilidades
econmicas iban a permitir la expansin de una civilizacin fuerte y
floreciente[9].
Esta llanura constituye el centro de una comarca, la actual Armenia, que es
una verdadera fortaleza natural, bien protegida al norte por el monte Ararat; al
oeste, por el Antitauro; al este, por las colinas de Maku, y al sur, por los
montes del Kurdistn que la aslan de Asiria. Se encuentra inserta en un rea
ms extensa, entre las superficies de agua formadas, al norte, por el lago
Sevan (o Gkshai), y al sur por los de Van y Urmia. La cruza por la mitad el
importante valle del Araks, que corre hacia el Caspio.
La configuracin geogrfica de este conjunto parece separarlo del mundo
mesopotmico. En efecto, sobre el mapa fsico y en el de los intercambios
humanos, se encuentra inserto segn un gran eje que va aproximadamente de
norte a sur, materializado por la direccin de los dos grandes ros y la
orientacin de los Zagros que la bordean. Pero, a partir del lago de Urmia, la
estructura montaosa se inflexiona en una nueva direccin, de este a oeste,
segn la cual se ordenan en Armenia los plegamientos, llanuras y valles. Esta
orientacin determina la expansin natural del pas: sus habitantes intentarn
salir por occidente, ms all del ufrates superior, hacia Siria y el
Mediterrneo, y, por oriente, en direccin a la meseta iran, hacia el actual
Azerbaijn.
As, pues, si la actividad de Asiria est orientada por el curso norte-sur
del Tigris, tambin lo est por la barrera de montaas este-oeste que la separa
del norte. A lo largo de este obstculo tiende tambin a abrirse sobre Siria,
siguiendo el camino que se llama precisamente el pasillo asirio y junta al
Tigris con el ufrates, por el Khbr o el Balkh. Como acabamos de ver, el
poder renaciente de Asiria se esforzaba obstinadamente por abrirse paso en
esta direccin, sometiendo progresivamente a los invasores arameos.
Igualmente, por el este, los valles de los dos Zb le incitaban a introducirse
hacia el sur del lago de Urmia, donde, como acabamos tambin de ver, sus
intereses se encontraban igualmente en juego.
As como los montes del Kurdistn separaban a los habitantes de Asiria de
los de la altiplanicie de Van, sus zonas naturales de expansin coincidan
peligrosamente en las dos extremidades de esta vasta pantalla protectora. En
oriente, en los pases de Parsuash, Muair y de los maneos, en occidente,
sobre el alto ufrates, en Melitene y Comgene, las dos potencias se enfrentan
a menudo de modo muy violento, directamente o a travs de sus vasallos
respectivos.
Por otra parte, esta rivalidad con Asiria no es la nica nota dominante de
la historia de Armenia en el primer milenio. Al estar situada en la salida del
Cucaso, se encuentra sobre una ruta natural de invasin y se ver tanto ms
afectada por las que sobrevendran entonces, cuanto que stas no atravesarn
ya el territorio de unas cuantas tribus dispersas, sino que toparn con un estado
organizado cuya cohesin habrn de deshacer. A juzgar por ciertos hallazgos
arqueolgicos hechos en Van y Gktepe, parece que existieron contactos entre
la meseta armenia y Mesopotamia al menos desde la poca sargnica.
En lo sucesivo, algunos grupos hurritas, localizados en la regin entre el
1800 y el 1500, se desmembraron en mltiples tribus. Ms o menos
confederadas, estas tribus tenan su centro alrededor del lago de Van. Los
asirios, que tomaron contacto con ellos a partir del siglo XIV, llamaron a su
comarca pas de Nairi e incluso al propio lago mar de Nairi.
Hacia la primera mitad del siglo XIII aparece para esta regin una nueva
designacin geogrfica, Uruaru, de la que derivar el nombre de Uraru por el
que se ha de conocer al poderoso reino centralizado que desde los bordes del
lago de Van va a extenderse progresivamente sobre gran parte de la actual
Armenia. El desarrollo del nuevo reino parece haberse producido entre la
poca de Ashshurblkala (1082-1066) que se vanagloria de haber vencido al
pas de Uruaru, del que da una lista de ciudades conquistadas (sin evocar, por
tanto, la imagen de un estado unificado), y la poca de Salmanasar III
(858-824), quien hablar por primera vez de un rey de Uraru.
La constitucin de este nuevo estado no fue, como se ha supuesto a veces,
obra de una invasin extranjera. Resulta de la infiltracin de esa nebulosa
de tribus de origen ms o menos hurrita que ya conocamos anteriormente. El
tipo humano que muestra una estatuilla posterior de Toprakkale (siglos VIII a
VII a. C.) recuerda indiscutiblemente a algunos modelos de Boazky, y la
lengua de las inscripciones indgenas est hasta tal punto emparentada con la
hurrita que el antiguo urarteo se puede considerar un dialecto neohurrita.
Bajo el mando de jefes enrgicos, el poder de Uraru se desarroll
irresistiblemente. Durante un primer perodo, que se extendi desde el
principio del siglo IX hasta mediados del VIII, sus soberanos pudieron aspirar a
la hegemona sobre toda el Asia anterior, y estuvieron en determinado
momento muy cerca de alcanzarla. Este poderoso desarrollo de Uraru se
explica mediante diversos factores, tanto econmicos como militares y
humanos. En un pas cuyos principales recursos agrcolas eran la cebada, la
espelta, el centeno, el trigo, el ssamo y el vino, los soberanos fomentaron al
mximo el aprovechamiento del suelo. All donde fue posible, se empez a
desbrozar la tierra, a crear jardines, huertos y vias; en particular, hicieron
abrir canales, albercas y, a veces, verdaderos lagos artificiales para irrigar los
campos y abastecer las ciudades. Sus trabajos hidrulicos causaron
admiracin a los asirios, y muchas de sus obras ms importantes continuaron
utilizndose hasta la poca moderna. La cabaa del pas, ya muy importante de
suyo, se acrecentaba a cada campaa blica con las razzias de bueyes,
caballos y carneros, a menudo considerables, que realizaban entre los
vencidos. En compensacin, Uraru se mantiene durante mucho tiempo poco
vulnerable a los golpes directos de Asiria. Sus fortalezas, para las que utilizan
los obstculos naturales, se apoyan en los macizos rocosos de las montaas.
Cuando el peligro se aproxima, los habitantes se encierran con sus bienes en
estos inexpugnables refugios y las incursiones enemigas atraviesan un pas
frecuentemente vaco.
A esta base agrcola, Uraru aada otros recursos. El pas era afamado
tanto por sus tejidos como por sus talleres metalrgicos. En el primer milenio,
sus artesanos son considerados como maestros en el arte de trabajar todos los
metales, tiles o preciosos. A decir verdad, sus herreros y sus orfebres son
herederos de antiguas tradiciones mitanias e hititas y su actividad est inscrita
en un rea industrial mucho ms vasta: toda la zona montaosa del Prximo
Oriente que se extiende desde Asia Menor al Elam, de la que el Khabkhu, al
noroeste de Asiria, y el Tabal, en Anatolia, constituyen tambin centros
importantes. Sin embargo, en este dominio como en otros, Uraru se encuentra
particularmente favorecido por la situacin central que ocupa, y por sus
posibles mercados. Planea y dirige los intercambios comerciales tanto como
los surte l mismo. Muy pronto se dirige hacia las orillas del mar Negro,
desde donde sus exportaciones, y con ellas su influencia, alcanzan el mundo
griego e incluso el etrusco. Una corriente comercial nada desdeable, que
Uraru controla y aprovecha, unir, en el siglo VII, Susa con Trebisonda por la
va de las montaas.
Al igual que los hititas y los asirios, sus reyes ordenaron deportaciones en
masa a fin de colonizar especialmente algunas regiones. Los deportados
alcanzan la cifra de 500 000 en una poblacin que no sobrepas nunca los tres
millones de habitantes. Por otra parte, los urarteos tuvieron la ventaja de
llegar antes que los asirios a explotar algunas comarcas como, por ejemplo,
las llanuras que se encuentran a orillas del lago de Urmia, ricas en ganado.
Los reyes de Uraru se aprovisionaron all abundantemente de caballos,
especialmente de caballos de silla. En 714, Sargn dira de una de estas
provincias: Sus habitantes no tienen igual como especialistas de caballos de
silla en todo el pas de Uraru. Toman todos los aos los jvenes potros de
pura sangre procedentes del extenso pas del (rey de Uraru) a los que se
adiestra para su ejrcito real. Hasta que estos caballos no han sido conducidos
a la provincia de Subi no se los monta, no se los ve hacer ni salidas, ni
vuelta, ni media vuelta, nada de lo que es propio para el combate. De hecho,
en comparacin con la infantera, la caballera alcanza en el ejrcito urarteo
una proporcin mucho mayor que en el ejrcito asirio. A la inversa, la
guarnicin de carros nunca deja de estar menos desarrollada.
La estructura poltica del reino, calcada del modelo asirio, constituira un
cuadro favorable para su rpido desarrollo. El pas fue dividido en
provincias, sometidas cada una de ellas a la autoridad de un gobernador y, en
sus fronteras, los principados vasallos fueron sujetos a tributo.
Sin embargo, el notable auge poltico de Uraru se debi principalmente a
una dinasta de soberanos enrgicos, ambiciosos y emprendedores que no
dudaron, entre sus ttulos, en reivindicar la primaca sobre todos los reyes
contemporneos.

III. ASIRIA EN EL SIGLO IX BAJO ASURNASIRPAL II Y SALMANASAR III

Cuando, en el ao 884, Asurnasirpal (Ashshurnairapli) sucedi a su


difunto padre[10], Asiria ignoraba an los peligros que, por el norte y el este,
iban a cernirse cada vez ms amenazadores sobre sus fronteras. Tenemos de l
una estatua que se hall en Kalakh y est actualmente en el British Museum.
Aunque no es exactamente la imagen fiel del rey, sino ms bien una
representacin convencional de su personaje, la actitud rgida del cuerpo, la
cabeza altiva, el rostro duro, de nariz aquilina y ojos fijos, evocan con
bastante fidelidad la personalidad de este monarca, cuyos actos nos lo revelan
ambicioso, enrgico e implacable. Por otra parte fue an ms que esto. A sus
mritos como rudo guerrero uni la mentalidad de un poltico metdico y
tenaz. Apoyndose en las victorias de sus predecesores, consolid y extendi
sus conquistas, con medios ms poderosos y tambin con un criterio poltico
de conjunto que aqullos no podan tener.
De hecho, la dominacin asiria sobre las poblaciones arameas del Khbr
y del curso medio del ufrates era menos segura de lo que se supona. En ellas
se desencadenaban revueltas contra los prncipes demasiado devotos de
Asiria. Esto es lo que ocurri el primer ao de reinado, mientras el rey se
ocupaba en recoger los tributos en las regiones montaosas del norte y del
noroeste. Los habitantes de Suru, en el Bt-Khalupp, se rebelaron, mataron a
su rey y pusieron en su lugar a un prncipe procedente de Bt-Adini.
Asurnasirpal intervino, restableci la situacin, instal un nuevo gobernador y
aprovech la ocasin para extender su poder por todo el pas de Laq: el
gobernador de Sukhi vino espontneamente a Nnive a aportar su tributo.
Al ao siguiente, el rey reanud sus operaciones dirigindose al noroeste,
hacia el pas de Nairi, ms all de los montes Kashiari (el r Abdn).
Reconstruy y ocup la ciudad abandonada de Tushkhan, actual Kurkh, a unos
treinta kilmetros al sur de Diyarbekir. Hizo de ella una base de operaciones
destinada a facilitar la recaudacin de los tributos de la regin.
Volvi all tres aos ms tarde, en 879, en el transcurso de una nueva
expedicin a travs de los montes Kashiari y el pas de Nairi, que someti
duramente. Para vigilarlo, ocup dos antiguas fortalezas, Sinabu y Tidu, cadas
en manos de los arameos, dejando all guarniciones. Al mismo tiempo, aplast
una revuelta en el Bt-Zamani, restaur all a un prncipe proasirio y se llev
1500 deportados.
Los dos aos anteriores, Asurnasirpal haba estado ocupado en los Zagros.
Una iniciativa hostil del rey de Dagara, que haba hecho amurallar el paso de
Babite y fomentado una coalicin de todos los dems jefes de Zamua, le haba
dado la ocasin de intervenir en la regin. Tom las ciudades, someti a los
jefes rebeldes y recibi su tributo. Fiel a su tctica, reorganiz una de las
ciudades, Arakdi, que volvi a bautizar como Tukulti-Ashshur-abat, e hizo de
ella su base de operaciones. Al ao siguiente, le sirvi de nuevo cuando
volvi al pas a terminar su conquista, reducir una rebelin y recaudar los
tributos. Refuerza el sistema restaurando una segunda ciudad, Atlila, a la que
llamar Dr-Ashshur y que le servir como depsito de armas.
La campaa del ao 878 le llev por el Khbr y por el ufrates medio,
donde para recoger los tributos necesit hacer una demostracin de fuerza y
asediar algunas de las ciudades. As sucedi concretamente en el pas de
Sukhi, al que el rey babilonio Nabaplaiddin haba enviado tropas armadas
bajo el mando de su propio hermano. Ms tarde, una nueva rebelin en la que
se encontraban coaligados Laq, Khindanu y Sukhi le oblig a dirigir una
nueva expedicin por el ufrates. Esta vez fue a travs del desierto como lleg
a Bt-Khalupp; descendi una parte del ro en barco, se apoder de las
ciudades rebeldes, a veces con dificultad, y recogi los tributos. Es muy
probable que estas revueltas fueran alentadas secretamente por el estado
independiente arameo de Bt-Adini, que ocupaba slidamente la gran curva
del ufrates y no poda sino desconfiar del creciente podero de Asiria en el
ufrates medio. Como represalia, Asurnasirpal se apoder de algunas de sus
ciudades, y, a fin de ocupar el ro, fund dos plazas fuertes entre la
desembocadura del Balkh y la del Khbr: Kr-Ashshurnairapli, en la orilla
este, y Nibarti-Ashshur en la orilla oeste (probablemente Zalabiya y
alabiya, entre Raqqa y Deir-ez-Zr).
Para acentuar su presin, Asurnasirpal volvi a la regin al ao siguiente.
Provisto de grandes medios asedi la poderosa fortaleza de Kaprabi (quiz la
actual Urfa), y oblig a Akhuni, jefe de Bt-Adini, a pagarle tributo, as como
al vecino pas de Til-Abna, y a entregarle rehenes.
De este modo, Asiria haba tenido conflictos con Bt-Adini por primera
vez y le haba obligado, si no a someterse, s al menos a reconocer su podero.
Este xito indiscutible iba a permitir a Asurnasirpal realizar lo que desde
haca ms de dos siglos no haban podido conseguir ninguno de sus
predecesores: dirigirse hacia las orillas del Mediterrneo.
Al ao siguiente franque el Tigris, recibi al pasar por Bt-Bakhini los
tributos locales y los de Azalla, Bt-Adini y Til-Abna, y lleg al ufrates. Lo
atraves en Karkemish donde recibi el tributo del prncipe neohitita local,
Sangara. Continu luego por el valle del Orontes, recibiendo vasallaje de
otros muchos prncipes, como el de Lubarna de Khattina, quien le acogi
fastuosamente en su doble capital. Lleg hasta el Lbano y el mar, en cuyas
aguas sumergi piadosamente sus armas, siguiendo una antigua costumbre. Las
ciudades costeras, Tiro, Sidn, Biblos, la isla de Arvad y el pas de Amurru le
ofrecieron a su vez sumisin y tributo. En el curso de su regreso, pas por el
Amano y el pas de Mekhri, donde cort cedros y otros rboles que hizo llevar
a Asiria.
Ms tarde franque de nuevo el ufrates, pero para realizar una
prolongada campaa por las montaas del norte. Despus del relato de esta
expedicin se interrumpen los anales oficiales, dejndonos en la ignorancia de
cuanto sucedi durante los siete ltimos aos del reinado. Tan slo existen
algunos indicios que nos permiten suponer que en este tiempo Asurnasirpal
debi atacar una o varias veces Uraru, que, en sus fronteras del norte,
desarrollaba peligrosamente su podero. Sin embargo, la terminacin de los
anales precisa cules eran por aquel entonces las fronteras, aunque por tales es
preciso entender los puntos extremos alcanzados por los ejrcitos asirios: al
oeste, Karkemish e incluso el Lbano y el Gran Mar, adems de las dos
mrgenes del ufrates hasta la ciudad de Rapiqu; al este, Gilzanu, junto a la
orilla occidental del lago de Urmia, el paso de Kirruri, al noroeste de Arbeles,
la otra orilla del pequeo Zb, la regin de Zaban, con una extensin del paso
de Babitre hasta Khasmar; la frontera del norte es la ms difcil de localizar
para nosotros, pero es probable que en su mitad se introdujese con bastante
profundidad hacia Armenia; al sur, por ltimo, dejaba atrs las fortalezas de
Khirimu y Kharutu, arrebatadas a los babilonios.
De hecho, una gran parte de este extenso dominio no era ms que una zona
de influencia en la que las guarniciones y la llegada regular del ejrcito
mantenan en una relativa obediencia a las poblaciones vencidas. Incluso
ciertas regiones del interior, como la del Jebel Sinjar, permanecan an
insumisas. Puede que las campaas de Asurnasirpal tuvieran fines polticos,
pero sus motivos principales eran econmicos. Todas las zonas perifricas
controladas por sus ejrcitos provean y enriquecan a Asiria de oro, plata,
materias primas o manufacturadas, ganado, caballos, medios de subsistencia
de todo orden, y, con los prisioneros, de una mano de obra cada vez ms
necesaria. Cada expedicin era o llegaba a ser una incursin de recogida
que reportaba a Asiria grandes riquezas.
Por otra parte, el ejrcito asirio, instrumento de esta poltica, se
transformaba en consonancia con ella. Antes buscaba principalmente la
movilidad y la rapidez de ataque. En adelante, se hace ms pesado, lleva
aparatos de asedio y un importante campamento. En esta poca es cuando se
mencionan por primera vez largos asedios. El campamento se convierte en
base de operaciones desde donde el ejrcito, que vuelve all cada noche, lanza
en diferentes direcciones columnas aligeradas del peso de su impedimenta e
incluso de sus carros pesados. El botn diario era depositado
provisionalmente en el campamento. Adems, ciudades reconstruidas,
fortificadas y equipadas desempeaban el mismo papel. La explotacin de la
comarca se haca de un modo ms metdico y ms severo. Pequeas unidades
de caballera y grupos de correos cubran y alumbraban al ejrcito. Los carros
de combate tambin se transformaban: llevaban normalmente un tercer hombre
y el nmero de caballos pas de dos a tres. No se olvidaba el aspecto
psicolgico, por llamarlo as, de las operaciones. Durante sus perodos de
abatimiento, los asirios haban aprendido a su propia costa los efectos
persuasivos del terror. As, pues, ellos lo utilizaron a su vez. Si en los
pases que cruzaban les aseguraban la subsistencia y entregaban sin resistencia
el tributo, el ejrcito pasaba normalmente sin derrochar energas intiles. Pero
en caso de negativa, de huida, de rebelin, los prisioneros eran decapitados,
emparedados, despellejados, ahorcados o empalados a fin de garantizar la
rentabilidad de las campaas sucesivas. Las transformaciones del ejrcito
slo eran, por otra parte, un aspecto ms del esfuerzo creador que, en muchos
terrenos, caracteriz a esta poca: a lo que parece, Asiria, confiada de su
fuerza, deja a partir de entonces que su genio nacional se exprese con toda
libertad. No es ciertamente casual el que la gran escultura asiria, que tan
vigorosamente representa las masas musculares, conozca entonces su primer
florecimiento[11]. El mismo rey da el ejemplo. Disponiendo de los importantes
recursos que le proporcionan los tributos y botines de guerra, multiplica las
construcciones. En Asur construye un palacio y restaura el templo de Sin y
Shamash. Reconstruye los santuarios de Ashshur y de Ishtar en Nnive, donde
reside de buen grado durante los cinco primeros aos de su reinado, as como
en Imgur-Enlil (Balawt), donde se hace construir una residencia campestre.
Pero, muy pronto, naci en l el deseo de erigir una nueva capital. Escogi
Kalakh, la Nimrd moderna, bien protegida por el Tigris y el gran Zb. En el
siglo XIII, Salmanasar I ya haba fundado all una ciudad, pero sta haba
quedado luego totalmente abandonada. Asurnasirpal puso a la obra a miles de
obreros, la mayor parte prisioneros de guerra. Se derribaron las antiguas
ruinas, se ampli la planta y se la rode de una poderosa muralla reforzada
con torres. El conjunto formaba un rectngulo de unos ocho kilmetros de
permetro. En el ngulo oeste del rectngulo, dominando el Tigris, una colina
en parte natural y en parte artificial, constituy la acrpolis de la ciudad: all
se construyeron la gran torre de varias plantas, diversos templos y el palacio
real. Solamente el palacio se extenda sobre casi dos hectreas y media y
comprenda tres secciones: una serie de habitaciones alrededor de un ancho
patio constitua la seccin administrativa, una gran sala de recepcin y la sala
del trono constituan lo esencial de la seccin oficial, mientras que un ala
contena las cmaras reales, el harn, los almacenes y las salas de abluciones.
Las habitaciones de lujo estaban adornadas, en la parte inferior de los muros,
con bajorrelieves que representaban escenas de caza o de conquistas. Estatuas
de gran tamao flanqueaban la puerta principal del departamento oficial.
Representaban genios protectores en forma de toros o leones, a veces con
cabeza humana. Este palacio fue el primer monumento asirio que se descubri.
De 1845 a 1851, Layard explor su parte central por medio de pozos y
galeras, y encontr las estatuas de los genios y algunas placas esculpidas.
Casi un siglo ms tarde, a partir de 1949, excavaciones inglesas lo sacaban a
la luz por entero, exhumando as el palacio asirio cuyo conjunto se ha
conservado en mejor estado.
Asurnasirpal haba hecho cavar un canal que conduca las aguas del Zb
hasta los mismos lmites de su palacio, donde hizo plantar vergeles y vias.
Instal asimismo un jardn botnico, con toda suerte de rboles y arbustos
exticos y reuni en jaulas o cercados pjaros de otros pases y animales raros
o salvajes. Tambin se preocup de poblar la ciudad nueva; para ello instal
all a los cautivos que haba trado de las orillas del ufrates, Sukhi, Laq,
Sirqu y Bt-Adini, as como de las regiones montaosas de Zamua.
Cuando el palacio estuvo terminado, hacia el 879, Asurnasirpal lo
inaugur con solemnes festejos a los que, durante diez das, invit a cerca de
70 000 personas. A partir de entonces permaneci all fielmente hasta el fin de
su reinado.
Su hijo Salmanasar III le sucedi en el 858. Fue un gran guerrero, como su
padre. Durante veintisiete aos condujo l mismo sus ejrcitos anualmente ms
all de las fronteras. Cuando, ya envejecido, cedi el mando de las tropas a su
lugarteniente, poda enorgullecerse de haber atravesado, por occidente,
veinticinco veces el ufrates, escalado siete veces el Amano, invadido cuatro
veces Cilicia, y de haber sometido, por el norte y el este, pueblos de los que
sus antecesores haban ignorado hasta el nombre. Claro que si Salmanasar
pudo llegar mucho ms lejos que su padre fue gracias a que ste le haba
asegurado durante su reinado las bases de esta expansin.
El principal objetivo de Salmanasar fue claramente el que orientaba, desde
haca ms de cincuenta aos, los esfuerzos de sus predecesores: introducirse
hacia el mar del Sol poniente y conquistar Siria. Adadnarri II haba
franqueado el primer obstculo de esta ruta haciendo caer bajo el dominio
asirio los valles del Khbr y del ufrates medio. Asurnasirpal II haba
conseguido neutralizar los dos estados que ocupaban los vados sobre el
ufrates, e incluso, una vez, franquear el ro y llegar hasta el mar.
El primer ao de su reinado, Salmanasar se content con repetir la hazaa
de su padre. Lleg hasta las orillas del Mediterrneo, zambullendo all
simblicamente sus armas, y subi por el Amano para cortar all cedros y
cipreses. Pero a la vuelta atac varias ciudades de Khattina, Bt-Agusi,
Karkemish y Bt-Adini. El paso resultaba una prueba de fuerza. Salmanasar
decidi hacer saltar definitivamente el cerrojo que, en el ufrates, significaba
Bt-Adini.
Al ao siguiente, cuando volvi a la regin, se apoder de varias ciudades
de Bt-Adini y puso sitio a su capital, Til Barsip, donde el rey Akhuni se haba
atrincherado. No pudo reducir la ciudad y pas a la otra orilla a recibir los
tributos de los pases vecinos. Pero para Akhuni el peligro haba estado tan
cerca que, al ao siguiente, al saber la llegada de una nueva expedicin,
abandon su capital y busc refugio ms all del ufrates. Los asirios tomaron
Til Barsip, as como las antiguas fortalezas de Pitru y Mutkinu, que tiempo
atrs les haban arrebatado los arameos. A fin de romper toda resistencia,
Salmanasar lanz una cuarta campaa contra Akhuni. Lo hizo prisionero y lo
llev cautivo a Asiria con su familia y 22 000 de sus sbditos. Desde
entonces, Asiria era duea de los vados del ufrates. Se instal a colonos
asirios en Til Barsip, rebautizada con el nombre de Fortaleza de
Salmanasar, y pas a pertenecer con su regin a la provincia de Kharrn.
Salmanasar se preocup a la vez de cubrir por el norte su penetracin en
Siria. Desde los primeros meses de su reinado haba realizado una campaa
por sus fronteras septentrionales: pasando por el desfiladero de Simesi y ms
tarde por el sur del lago de Van, se haba dirigido por la orilla oeste del lago
de Urmia a exigir el tributo del pas de Gilzanu. Tres aos ms tarde, en el
856, despus de tomar Til Barsip, se introdujo an ms profundamente en el
corazn de Armenia. Remontando, en lneas generales, el curso superior del
ufrates, atraves los pases de Alzi y de Sukhni, al sur y al norte del Murad-
Su, y lleg hasta el lejano pas de Dayaeni, situado, al parecer, en la actual
provincia de Erzerum. Desde all, volviendo a descender hacia el sur y
rodeando por el este el lago de Van, destruy Arzashkun, que era entonces
capital de Uraru, y venci a su rey, Arame. Despus de haber asolado los
pases de Khubushkia y Gilzanu, objetivos de su anterior campaa en la
regin, regres a Asiria por el desfiladero de Kirruri, al noreste de Arbeles.
Al ao siguiente, despus de haber sometido definitivamente Bt-Adini
capturando a su rey, prolong la cobertura de sus fronteras hacia el este. Ms
all de los montes Kullar dirigi una expedicin en la zona interior de
Zamua, que toca al lago de Urmia: all libr incluso una batalla naval contra
los indgenas, que huan en barcos de hojas de papiro. Una quinta campaa, en
854, le condujo, yendo hacia el norte por los montes Kashiari (el r Abdn),
a Shubria. All terminaron provisionalmente sus operaciones de cobertura, lo
que deba dejarle las manos libres en Siria.
En 853 sali de Nnive y, atravesando en pie de guerra el valle del Balkh,
se dirigi hacia el ufrates. Despus de haber franqueado el ro y recibido el
tributo de los prncipes neohititas de la regin, fue a ofrecer sacrificio al dios
Adad de Khalman (Alepo), a fin de afirmar sus pretensiones sobre aquel pas.
Pero el dominio sobre el conjunto de Siria no dependa ni mucho menos de la
sumisin del puado de principados que haba conquistado entre el ufrates y
el mar. El reino arameo de ama, junto al Orontes, y principalmente el de
Damasco, el ms poderoso de los estados arameos de entonces, no slo
buscaban defender su independencia, sino tambin impedir a los invasores
asirios el acceso al interior de Siria. Por tanto, cuando Salmanasar quiso
remontar el curso del Orontes se encontr en Qarqar con las fuerzas de una
poderosa coalicin de doce pases, desde Israel hasta los de Cilicia, mandada
por IM-Idri de Damasco (el Bar-adad II de la Biblia) y por Irkhuleni de
ama. Estas fuerzas coaligadas se elevaban, segn los asirios, a casi 4000
carros, 2000 jinetes y ms de 62 000 infantes, a los que se haban sumado,
cabalgando sobre camellos, mil rabes: sta es la primera mencin que de
ellos hay en el Creciente Frtil. Aunque Salmanasar diga en sus anales que las
prdidas de sus enemigos fueron de 14 000 a 29 000 hombres, el resultado de
la batalla fue probablemente ambiguo. El rey de Asiria pudo sin duda alcanzar
entonces el mar e incluso aventurarse en barco a lo largo de la costa; despus
esper al menos tres aos enteros antes de volver a Siria.
Entonces, en el ao 849, volvi a atacar el reino de Damasco, y Bar-
adad, con la ayuda de sus doce vasallos, lo rechaz de nuevo. Al ao
siguiente nueva tentativa y nuevo fracaso, aunque Salmanasar se jacte de haber
dado muerte a 10 000 hombres de las tropas confederadas. Pasaron dos aos,
que Salmanasar pas ocupado en otras regiones. Pero en 845 lanz contra
Siria una poderosa ofensiva: hizo franquear el ufrates a un ejrcito de
120 000 hombres. La coalicin sirio-palestina resiste con igual firmeza y, a
pesar de sus prdidas, lo rechaza una vez ms. Durante varios aos
Salmanasar no trat de resarcirse de su derrota. Esperaba una ocasin
favorable. sta pareci presentrsele en 841, en su decimoctavo ao de
reinado cuando, en Damasco, el asesinato de Bar-adad puso al usurpador
azael en el trono. Salmanasar atac. Pero azael, slidamente atrincherado
en el monte Sunir, el actual Hermn, resisti a pesar de sufrir grandes
prdidas. Damasco, asediada, resisti victoriosamente. El ejrcito asirio
saque sus alrededores, vergeles, palmeras y jardines, pero no pudo inclinar
la situacin a su favor. En la costa, franqueando el Nar-el-Kelb, Salmanasar
grab su imagen sobre el Lbano, al lado de la de Tiglatpileser I, y, sobre el
monte Carmelo, recibi los tributos de Tiro, de Sidn y de Jeh, rey de Israel.
Tres aos ms tarde, en 838, una nueva expedicin no consigui tampoco
vencer la obstinada resistencia del reino de Damasco. Salmanasar le tom
simblicamente algunas ciudades y, cargado de tributos de Israel, de Tiro y de
Sidn, regres a Asiria.
As fue como, a pesar de tenaces esfuerzos y xitos parciales, la poltica
siria de Salmanasar arrojaba, en definitiva, un saldo negativo. Asiria haba
encontrado en el reino de Damasco un adversario cuyo poder era al menos
igual al suyo.
Sin embargo, estos problemas no impidieron a Salmanasar conservar el
control del camino que va desde el ufrates hasta el mar y el Amano. Explot
incluso, hacia el norte, las posibilidades de expansin que ste le ofreca.
Efectivamente, al norte de la lnea Bt-Adini-Bt-Agusi-Khattina, se extendan,
por un lado, el pas de Samal y el de Que, que guardaba las Puertas cilicias,
y, por otro lado, los tres estados de Meliddu, Kummukhu y Gurgum, al oeste
del ufrates superior. Ms all, hacia el interior de Anatolia, se encontraban
los principados de Tabal y, an ms lejos, los mushki o frigios, que empezaban
a manifestarse por aquel entonces[12].
Despus de haber alcanzado el Mediterrneo, al principio de su reinado,
vencido el pas de Khatti y escalado el Amano, Salmanasar atraves de
nuevo al ao siguiente el ufrates y recibi el tributo de todos los reyes que
(vivan) en la otra orilla, entre los que es preciso contar sin duda a los de
Samal y de Kummukhu. An recibi el mismo tributo de todos los reyes de
Khatti en su sexta campaa, antes de que tuviese lugar la batalla de Qarqar.
El hecho de que, entre las fuerzas coaligadas contra l, figurasen 500 hombres
del pas de Que, pone de manifiesto que Cilicia se encontraba an fuera del
alcance asirio. Tambin permaneca independiente el rey de Karkemish,
Sangara, que quiz fuera un iranio. Cuando Salmanasar, en 849 y 848, en pie
de guerra, atraves su pas, intent someterlo sin conseguir su propsito. Por
lo tanto, en el curso de los decimosptimo y decimoctavo aos de su reinado,
se content con ir a escalar el Amano, cortar all cedros y cipreses, y recoger
los tributos del pas de Khatti.
Segn parece fue en el ao siguiente cuando se hicieron ms ambiciosas
sus miras polticas con respecto a esta regin. Remont entonces hasta el pas
de Que, al otro lado del Amano, y dirigi desde entonces todos sus esfuerzos
en esta direccin y hacia el Tauro. En 837, someti a Tabal, cuyos veinticuatro
reyes le entregaron tributo. Al ao siguiente, en una plaza fuerte de Meliddu de
la que acababa de apoderarse, recibi de nuevo el tributo. En 834, penetr por
cuarta vez en el pas de Que muy decidido, segn parece, a someterlo; tom
Tarso, asol algunas de sus provincias y despus puso al frente del pas a un
prncipe que le era fiel.
No por proseguir esta poltica de expansin descuidaba Salmanasar las
otras fronteras de su reino. Despus de la larga expedicin de su tercer ao
por las montaas del norte, volvi all en 854 a imponer un tributo a los
habitantes de Shubria, al oeste del lago de Van. Dos aos ms tarde lleg hasta
las fuentes del Tigris una nueva expedicin que volvi a Asiria con el tributo
del pas de Nairi. Volvi a las fuentes del Tigris en 844 y entonces recorri,
pero en sentido contrario, una parte del largo camino que ya haba seguido
durante su tercera campaa: atraves el pas de Nairi, lleg hasta las fuentes
del Tigris, atraves el desfiladero de unibini, ms all del cual saque varias
aldeas de la frontera urartea y recibi el tributo de Dayaeni; seguidamente se
dirigi a las fuentes del ufrates, atraves los pases de Sukhni y Enzi (o Alzi)
y, volviendo al ufrates, recibi all el tributo de Meliddu.
En adelante, Salmanasar no volvi a tener ocasin de regresar
personalmente a estas regiones. Sin embargo, en 832, y despus en 828, envi
a su lugarteniente en jefe Dayynashshur a luchar contra el rey de Uraru.
En sus fronteras del este, en el curso de una segunda expedicin contra
Zamua, las tropas asirias atravesaron por primera vez, en 843, las comarcas
de los parsuash, antes de ir, a travs de Bt-Khamban y Namri, a recibir el
tributo del pas de Ellipi. En 835, una nueva rebelin de Namri atrajo hacia
all el ejrcito, que pas seguidamente por Parsuash, cuyos veintisiete reyes le
rindieron pleitesa, y por la ciudad de Kharkhar, donde Salmanasar hizo erigir
una estatua suya. Las dos ltimas campaas de su reinado fueron dirigidas por
su lugarteniente en jefe y atravesaron estas mismas regiones. La de 829,
despus de efectuar un recorrido por Khubushkia y recoger diversos tributos,
pas por la fuerza a travs de un pas desconocido hasta entonces, el de los
maneos, al sur de lago de Urmia, cuya capital, Zirta, fue saqueada como lo
fueron seguidamente varias ciudades de Parsuash. Al ao siguiente, en 828, el
ejrcito asirio, despus de haber pasado por Khubushkia, Muair y Gilzanu,
volvi al pas de los maneos a recoger el tributo, antes de ir a saquear
Parsuash y Namri.
No cabe duda de que estas campaas en los Zagros y hacia la meseta iran
no fueron tan slo incursiones de exploracin o de explotacin de las
comarcas que atravesaban. Parece ser que tuvieron igualmente por finalidad el
establecer ante las provincias fronterizas una lnea defensiva, desde Kirruri
hasta Zamua, y cubrirlas con estados-tapn sometidos a vasallaje, como Bt-
Khamban y Namri. Esta empresa, que pareca tener algunas posibilidades de
realizarse hacia la mitad del reinado, fracas despus.
Por Babilonia no se interes Salmanasar ms que durante dos aos
consecutivos, en 851 y 850[13]. La ocasin le vino de una rebelin que foment
Mardukbluste contra su propio hermano, el rey Mardukzakirshumi, quien se
vio obligado a cederle la mitad del reino. Salmanasar lleg en ayuda del rey
despojado, pues tom al hermano rebelde las ciudades de M-Turnat y
Lakhiru. Al ao siguiente, lo atac en su capital de Ganante y acab por
aniquilarlo junto con sus partidarios. Habiendo restableci as a
Mardukzakirshumi, en la plenitud de su poder, Salmanasar descendi al pas
de Akkad a ofrecer sacrificios a los grandes dioses de Babilonia, de Borsippa
y de Kutha, y a exigir un tributo de las poblaciones caldeas del sur. En cuanto
a los habitantes de Borsippa y Babilonia, los trat con gran benevolencia,
como a individuos libres sbditos de los grandes dioses. Por otra parte intent
convertir en acontecimiento importante de su reinado el breve episodio de su
intervencin en el pas de Akkad. La entrega de los tributos caldeos y su
encuentro con Mardukzakirshumi son el tema de dos de las cuatro escenas
esculpidas en la base del trono que fue ejecutado para l el treceavo ao de su
reinado[14]. En particular, la entrevista de los dos reyes dndose la mano
amistosamente parece sellar solemnemente la reconciliacin de los dos
pueblos.
A partir de 832, el rey, encontrndose envejecido, dej a su lugarteniente
el cuidado de conducir las ltimas campaas del reinado. El hecho de que ste
sea nombrado, con motivo de algunas de las campaas, en los anales reales,
revela la importancia que haba llegado a tener este alto dignatario dentro del
estado. De hecho, fue durante el reinado de Salmanasar cuando la alta nobleza
asiria alcanz sin duda el apogeo de su poder. La tradicin determinaba que
cada nuevo rey eligiese sus dignatarios. Esta renovacin peridica poda ser
un freno para las ambiciones de los grandes. Pero la desacostumbrada longitud
del reinado de Salmanasar y del de su padre confiri por el contrario, a
aquellos que ostentaban cargos, una estabilidad que acrecent su prestigio y su
influencia en el reino.
Otra tradicin dictaminaba que cada ao fuese llamado con el nombre de
un dignatario, que era el epnimo. El canon de los epnimos constitua de
algn modo el orden de preeminencia dentro del estado. El rey daba su
nombre al primer ao completo que segua a su acceso al trono. Despus de l
estaban el lugarteniente en jefe (turtn), el heraldo de palacio (ngir ekalli),
el copero mayor (rab shq) y el intendente general (abarakku); despus, los
gobernadores de provincias, empezando por el de la provincia de Asur.
Ahora bien, en 827 la enumeracin de los gobernadores se interrumpe y el
ciclo vuelve a comenzar por un nuevo eponimato del rey, seguido, para los
cuatro ltimos aos del reinado, por los del turtn, del copero mayor, del
intendente general y del heraldo de palacio. No se sabe a ciencia cierta si este
nuevo comienzo del ciclo, esta decisin del rey de colocar por segunda vez
el dado delante de Ashshur y Adad, como l mismo dice, se explica por la
naturaleza de la institucin, que no hubiera admitido ms que un ciclo de
treinta nombres, por el hecho de que se encontraba cerrada la lista de
dignatarios susceptibles de ser epnimos o por los graves problemas polticos
que estallaron precisamente entonces.
Comoquiera que sea, la larga lista de los gobernadores de provincias nos
permite hacernos una idea de la divisin administrativa de Asiria en esta
poca. Desgraciadamente est incompleta, y por tres razones al menos. Un
mismo personaje poda ser, sin que el hecho se mencionara, gobernador de
varias provincias, ciudades o territorios. Por otra parte, algunas provincias
eran demasiado poco importantes como para que su gobernador pudiese
aspirar a los honores del eponimato. Se da el caso tambin de que el mismo
texto del documento est roto en parte y que los nombres de diez provincias
han desaparecido por esta causa.
Sin embargo, sabemos que, al oeste del ufrates, Salmanasar no incorpor
ningn territorio al reino asirio. Tanto en Anatolia como en Siria del Norte no
modific la estructura poltica de los principados vencidos. Se content,
cuando se presentaba la ocasin, con poner en el trono a prncipes que le
fuesen leales.
Al principio de su reinado, Salmanasar gustaba de residir en Nnive y en
sus residencias campestres. Para su palacio de Imgur-Enlil (Balawt), haba
hecho fabricar unas puertas de bronce que fueron clebres. Sin que
descuidara la vieja capital, Asur, en la que restaur las murallas, fue Kalakh la
que se benefici de sus mejores cuidados[15]. Continu el arreglo de la ciudad
que haba creado su padre. En un ngulo del muro del recinto hizo construir un
amplio edificio, el kalmasharti, especie de arsenal militar que continu
utilizndose hasta el final del Imperio. Se deposit all el material de
campamento, los carros, las armas y el botn. Tres grandes patios permitan,
antes de cada campaa, equipar e inspeccionar las tropas, entrenar a los
jinetes y armar los carros. En los patios noroeste y noreste se agrupaban las
tiendas y talleres, mientras que el patio sureste se encontraba rodeado de
acuartelamientos y alojamientos para oficiales. Al sur de este conjunto,
Salmanasar haba hecho construir, adems, una serie de cmaras reservadas
para su uso particular, y una sala del trono donde se ha encontrado el estrado
que deba sustentar el asiento real; este estrado est esculpido en piedra
calcrea y empotrado en un nicho. En las ruinas de la ciudad se ha encontrado
tambin una estatua del rey en actitud de oracin y el famoso obelisco negro
que, por el texto y por la imagen, conmemora campaas victoriosas del rey.
Fue en Kalakh donde le sorprendi la revuelta que estall el ao 32 de su
reinado, en 827.
El instigador de esta rebelin era uno de sus propios hijos,
Ashshurdanappli, a quien quiz hubiera descartado arbitrariamente de la
sucesin. La rebelin revisti desde el principio una extrema gravedad.
Nnive, Asur, Arbeles, Arrapkha y ms de veinte ciudades ms se pusieron a
favor de los insurrectos, aportndoles el apoyo de sus guarniciones y el
refugio de sus murallas. Kalakh, la nueva capital, permaneci fiel al rey, as
como las provincias del exterior. Como durante este perodo de dificultades el
rey renov los honores del eponimato a los cuatro grandes dignatarios del
reino, es de suponer que ninguno de ellos participara en la revuelta.
Durante cuatro aos, la vida poltica del pas se vio paralizada por la
rebelin y el anciano rey muri, el 824, sin haber podido vencerla. Su hijo
Shamshiadad V[16], que subi entonces al trono, tuvo que proseguir la lucha
durante dos aos ms antes de acabar con su hermano rebelde y sus
seguidores. Esto no tuvo lugar sin esfuerzo ni sin humillantes concesiones. Le
fue preciso comprar el apoyo, o al menos la neutralidad, del rey de Babilonia,
Mardukzakirshumi, quien se manifestaba muy dispuesto a sacar partido a su
vez de las dificultades en que se debata Asiria. Del tratado que firmaron los
dos reyes no conocemos ms que un fragmento del ejemplar babilonio[17]. No
queda prcticamente nada de las clusulas polticas que comprenda, pero
algunos indicios dejan ver que eran ventajosas para la parte babilnica.
Es posible que en la misma Asiria las circunstancias condujeran al nuevo
rey a introducir algunas modificaciones en la jerarqua tradicional. En el
canon de los epnimos, el intendente mayor del anterior reinado es citado
inmediatamente despus del rey, en lugar del lugarteniente en jefe, cuyo cargo
fue quiz suprimido temporalmente despus de la muerte del anciano y
demasiado poderoso Dayynashshur. No vuelve a estar atestiguado hasta 814,
a favor de un tal Blubala.
En este principio del reinado, el personaje que conoci ms favores, segn
parece, fue el oficial mayor (rab rshi), Mutarrimarduk. Es el nico cuyo
nombre es mencionado elogiosamente en los anales oficiales, como antes el de
Dayynashshur. Dirigi con xito tres expediciones contra los prncipes
rebeldes del pas de Nairi, y prosigui la tercera hasta los pases de los
maneos, de los medos y de Parsuash.
Despus de estas campaas, y durante los otros cinco aos de su reinado,
Shamshiadad no tiene otro objetivo que el de vengarse de los babilonios. En
816 lanza contra su nuevo rey, Mardukbalasu-iqbi, su cuarta expedicin.
Franqueando el monte Ebekh (el Jebel amrin), los asirios se apoderan de
varias ciudades del valle del Diyla, sealadamente de M-Turnat, y despus
de algunas otras ms all del monte Yalman, entre ellas Dr-Papsukkal
(Kala-Neft o Mendoli), que parece haber sido uno de los centros ms
importantes del reino babilonio. En todo caso fue duramente defendida por
Mardukbalasu-iqbi que, a pesar de la ayuda de numerosos contingentes
caldeos, arameos, namareos y elamitas, fue vencido nuevamente en las orillas
del Daban (b-i-Gangir o b-i-Neft).
Al ao siguiente, Shamshiadad atac de nuevo. Tambin en el valle del
Diyla, se apoder de una serie de residencias reales, como Ganante y
Nimittisharri, y se dirigi hasta Dr, que conquist. El rey y numerosos
prisioneros fueron enviados a Nnive. Esta campaa, que pareci a
Shamshiadad digna de hacerla objeto de una carta a dios[18], condujo a las
tropas asirias hasta las fronteras de Parsumash y Elam. Sin embargo no bast
para someter al nuevo rey de Babilonia, Babaakhaiddin. Fue necesaria otra
expedicin; sigui ms o menos el mismo itinerario que las precedentes,
conquist las ciudades de M-Turnat, Dr-Papsukkal, Ganante, Bt-rdti y
Lakhiru, y consigui por fin hacer prisionero al rey babilonio. Shamshiadad
descendi entonces a manifestar su devocin a los grandes santuarios de
Kutha, Babilonia y Borsippa; despus se dirigi a Caldea para recibir los
tributos de la regin. A la vuelta, fij la nueva demarcacin de la frontera con
Babilonia y reafirm su soberana sobre las poblaciones nmadas del curso
inferior del Tigris.
Desde luego, Asiria no conoci bajo su reinado el poder que tena en
tiempos de sus predecesores, pero no obstante Shamshiadad consigui hacerla
sobreponerse, tanto en el exterior como en el interior, a la grave crisis poltica
que atravesaba cuando l tom el poder.
Si no pudo aspirar, como su padre o su abuelo, al ttulo de rey de las
cuatro zonas del mundo, se gan en buena ley el derecho a llevar el de rey
de la totalidad, que el rey de Babilonia se atribuy a sus expensas durante un
tiempo[19].
Cuando Shamshiadad muri, en 811, su hijo Adadnarri III era an menor
de edad. Hasta su mayora, durante cinco aos, su madre Sammuramt, la
Semramis de la leyenda griega, ejerci la regencia[20]. Durante este perodo
fue probablemente el lugarteniente en jefe Nergalilia quien dirigi y organiz
las expediciones contra los medos y los maneos, as como la operacin de
polica en Guzana que se menciona en el canon de los epnimos.
Seguidamente, estas mismas fuentes enumeran, entre otras, siete nuevas
campaas en Media, y cuatro en Khubushkia. La mayor parte fue sin duda de
poca importancia poltica o militar, pues los anales oficiales del reinado[21] no
hacen constar ms que dos expediciones. Una, en 805, la primera del reinado
personal, tuvo por objeto Siria. Acababa de estallar en Damasco una rebelin
contra Bar-adad III, a consecuencia de una derrota que acababa de infligirle
el rey de ama. Adadnarri III crey la ocasin favorable para reanudar la
poltica de su abuelo ms all del ufrates. Avanz hasta las inmediaciones de
Damasco, donde recibi no slo el tributo de su nuevo rey, Mari, sino
tambin los de otros prncipes de Siria y Palestina. A pesar de su xito, esta
campaa no trascendi y durante su reinado el rey de Asiria no volvi ms a
la regin. La otra campaa, contra Babilonia, dur dos aos, 795 y 794, en los
cuales el canon de los epnimos hace alusin a una doble expedicin contra
Dr. El rey de Babilonia fue vencido, y forzado a aceptar de nuevo las
convenciones fronterizas fijadas por el rey de Asiria. En realidad, con tales
convenciones ste buscaba antes reglamentar las relaciones entre los dos
pases por va amistosa, que engrandecer su reinado. Con nimo apaciguador,
restituy a los babilonios las estatuas de sus dioses capturados y los provey
regularmente de ofrendas. La paz entre los dos pueblos hermanos se proclam
solemnemente, mientras Adadnarri III afirmaba pblicamente su devocin a
los grandes dioses de Kutha, Babilonia y Borsippa. Con esta ocasin se
escribi una crnica que recordaba que, desde haca ms de siete siglos, los
babilonios haban sido los nicos responsables de las guerras que les haban
enfrentado a sus hermanos de raza[22].
Esta exaltacin de la fraternal amistad que deba unir a asirios y
babilonios revela un cambio notable en la mentalidad asiria. Cuando los reyes
de Asiria descienden al pas de Akkad, no dejan nunca de ir en peregrinacin
a los templos de Babilonia y Borsippa, convertidos en lugares sagrados de la
comunidad asirio-babilnica. En la propia Asiria, el culto de Marduk y,
principalmente, el de Nab, se difundieron y pusieron de moda. El canon de
epnimos registra como acontecimiento ms importante del ao 22 de
Adadnarri III, la puesta de los cimientos de un templo consagrado a Nab en
Nnive. Las mismas fuentes mencionan que el ao siguiente el dios Nab
entr en su nuevo templo[23]. Le fue dedicado igualmente otro santuario en
Kalakh, y el gobernador de la ciudad consagr al dios dos estatuas para vida
del rey y de Sammuramt, su madre. Al mismo tiempo se multiplicaron en la
sociedad asiria, principalmente en la aristocracia, los nombres de personas
que invocan a Nab como patrono.
No se trat simplemente de una ampliacin del panten nacional. El culto
de Nab introdujo nuevos valores en el modo de pensar asirio. En las estatuas
erigidas en Kalakh, el dios es llamado extraordinario en sabidura,
maestro de las artes, omnisciente, el que lleva el clamo. En Babilonia
estos eptetos eran tradicionales, pero en Asiria esta primaca otorgada a la
sabidura, a la ciencia, a la cultura, es algo nuevo. La concepcin misma de la
realeza se vea modificada. A partir de entonces, el rey de Asiria se
enorgullecera de ser prudente, inteligente e instruido, al mismo tiempo que
valiente en la guerra y temido por sus enemigos. Se considera tambin
depositario y defensor de la herencia cultural de Babilonia, amenazada por la
expansin rapaz de las tribus arameas y caldeas del sur. Una crnica
aproximadamente contempornea, al relatar los acontecimientos que
precedieron al reinado del rey babilonio Erbamarduk, cita: por medio de
muertes y estragos, los arameos se apoderaron de los campos de los habitantes
de Babilonia y de Borsippa[24]. Tambin ante este peligro, los asirios se
sintieron solidarios de sus vecinos, y Adadnarri III tuvo que enviar tres
expediciones de castigo contra otros nmadas arameos, los itueos, que
invadan el valle del Tigris, al sur del pequeo Zb.
En el marco del reinado de Adadnarri III, merece un lugar especial un
conjunto de textos que nos permiten imaginar lo que eran en esta poca la
estructura y la vida de una provincia asiria[25]. Provienen de Guzana, capital
de la provincia del mismo nombre, junto al Khbr. Hacia el norte se extenda
entonces hasta las montaas del r Abdn y controlaba una parte importante
de lo que se ha denominado corredor asirio que, bordeando el desierto, una
Siria con las orillas del ufrates. La comarca, poco asirizada an, estaba
poblada por grupos arameos, sometidos unos y otros an rebeldes a la tutela
asiria. Como hemos visto, acababa de reprimirse all alguna revuelta. La
poblacin indgena era principalmente agricultora y viva en pequeos
pueblos, bajo la vigilancia de colectores (ngiru) asirios y de pequeos
destacamentos militares. Asiria obtena de ella principalmente grano, oro y
caballos.
En el palacio de Guzana, cuyas ruinas se han encontrado en una colina, el
gobernador era un verdadero rey. No reciba rdenes ms que del rey de
Asiria o de sus representantes cualificados, el lugarteniente en jefe (turtn),
generales o dignatarios con alguna misin. Dentro de la jerarqua asiria, tena
rango superior al del gobernador de la vecina provincia de Naibna, a quien
poda convocar ante l por razones de servicio. Por su parte, estaba secundado
por una especie de vicegobernador, el jefe de las ciudades (rab lni) y por
numeroso personal tanto civil como militar. Como medida prudencial, sin
duda, las mujeres de estos oficiales y funcionarios estaban agrupadas en un
harn colectivo.
El gobernador era depositario de todos los poderes. A efectos civiles,
administraba la comarca por medio de delegados (qpu) en los pueblos
importantes, de intendentes (abarakhu) en los centros de menor importancia, y
de pastores mayores para la vigilancia de los grandes rebaos.
La mayor parte de los aborgenes se empleaban como pastores, peones
agrcolas o albailes, y se vean sometidos a frecuentes desplazamientos.
Todos, incluso los asirios, deban pagar impuestos y hacer trabajos
obligatorios, a excepcin de algunos rescatados (zak) que se libraban de
las prestaciones en especie por la entrega a tanto alzado de una suma de
dinero, de la que sin duda el gobernador se reservaba una buena parte. ste
poda, en efecto, exprimir a placer la provincia que gobernaba, con la nica
responsabilidad econmica de proveer, a sus expensas, al mantenimiento de
los soldados, de los funcionarios y de sus familias, de almacenar vveres con
destino al ejrcito real, de cargar con los gastos de viaje y estancia de los
correos y de los dignatarios en viaje oficial y de enviar cada ao a Asiria el
tributo establecido por el rey. Como jefe militar, el gobernador dispona de
fuerzas locales. stas tenan la misin de mantener el orden dentro de la
provincia y en sus fronteras, y sobre todo la de guardar, por medio de
guarniciones a lo largo de l, el camino real que llevaba a Asiria. Una parte
de estas fuerzas deba estar en condiciones de concentrarse en un punto
previamente designado para unirse al ejrcito real si recibiera orden de
hacerlo. Para las operaciones de vigilancia y polica, la unidad militar bsica,
que poda obrar con autonoma, parece haber sido el destacamento de diez
hombres dirigidos por un decurin (rab esherte). Efectivamente, se conserva
una hoja de servicio que al parecer especifica cules eran su equipo y sus
provisiones un carro, cuatro caballos, dos asnos, 10 arcos, 10 puales, 10
lanzas, 10 armaduras, 10 aljabas, 10 escudos, 10 cotas de malla, 10
tiracuellos, 10 cinturones, un buey, 10 carneros[26].
Comoquiera que sea, sabemos que los almacenes militares de Guzana
estaban entonces abundantemente provistos y avituallados.
Es obvio que el cuadro que tales textos nos pintan de esta provincia no se
aplicara sin modificaciones en las otras. Algunas estaban ya ms asirizadas,
como esta misma lo estara en el siglo siguiente; otras permanecan an menos
impregnadas de la influencia del vencedor. Por otra parte, el peso de la tutela
de ste variaba segn la importancia estratgica de la regin, segn que sus
habitantes fueran nmadas o sedentarios y segn el provecho que pudiera
obtenerse de ella.
Estos textos de Guzana, que no dejan siquiera traslucir los disturbios que
por entonces ensangrentaron la provincia, no nos suministran ninguna
informacin sobre la situacin poltica general del reino. sta segua siendo
de hecho bastante precaria. Adadnarri III iba a dejar su pas en el umbral de
un nuevo perodo de disturbios y debilidad. Ninguno de sus tres inmediatos
sucesores, sus tres hijos, iba a poder aspirar al ttulo de rey de la totalidad
que llevaron tanto l como su padre.

IV. EL AUGE DE URARU

Los cuidados que, desde Asurnasirpal II, dedicaran los soberanos asirios a
su frontera norte, sus intervenciones en Shubria, la incursin de 865 contra la
capital urartea, que iba a ser el preludio de choques cada vez ms frecuentes,
revelan la creciente inquietud que inspiraba a Asiria el reino vecino.
Sus temores no carecan de fundamento. sta es, en efecto, la poca en que
aparecen en Uraru las primeras fuentes escritas, y stas atestiguan que sus
habitantes, o al menos sus dirigentes, no slo haban accedido a la cultura,
sino que se proponan afirmar pblicamente su poder. Sardur I (aprox. 832-
825), contemporneo de los ltimos aos de Salmanasar III, hizo grabar sobre
la muralla de una de sus fortalezas una triple inscripcin donde se llama a s
mismo: gran rey, rey poderoso, rey de la totalidad, rey del pas de Nairi, sin
igual, pastor admirado por todos, que no teme al combate y somete a los
rebeldes[27]. El empleo en estos textos de la escritura cuneiforme y de la
lengua acadia, la fraseologa asiria, la jerarqua mesopotmica de los ttulos y,
con el empleo del de rey de la totalidad (shar kishshati), la reivindicacin
de una hegemona internacionalmente reconocida, revelan el predominio de la
influencia cultural acadia en el nuevo estado. Uraru tomaba conciencia de sus
fuerzas, tanto imitando a Asiria como midindose con ella.
Este resurgir del sentimiento nacional se hizo ms patente an bajo el
reinado de Ishpuini (824-806), hijo del rey antes citado. Las inscripciones,
que entonces se multiplicaban, iban ya redactadas en la lengua indgena.
Cuando excepcionalmente llevaban una versin asiria, era con el fin de
afirmar mejor, a escala internacional, una reivindicacin poltica.
La mayor parte de estas inscripciones se han encontrado en torno al lago
de Van, que era y seguira siendo el corazn del reino. Pero, a partir de
entonces, el pas de Uraru no se content con acrecentar sus fuerzas sobre el
territorio nacional. Ishpuini lanz hacia el norte, en direccin al curso superior
del Araxes (Araks o Aras), expediciones que iban siendo testimonios de su
paso por el camino que, desde el valle del Arsanias, sube hacia el desfiladero
de Delibaba. Otra inscripcin conmemora una fructfera campaa que, con 106
carros, unos 10 000 jinetes y ms de 22 000 infantes, condujo al sur del lago
Urmia contra el pas de Parsuash y contra la ciudad manea de Meshta.
De naturaleza por entero distinta es el contenido de otra estela, bilinge
sta, que, erigida junto a la ruta que va de Rowandz a Ushnu, dio el nombre
de Kelishn (la piedra azul) a la garganta donde fue encontrada. Conmemora
aparentemente una peregrinacin que hicieron Ishpuini y su hijo Menua al pas
vecino de Muair, donde se ergua un famoso templo de su dios nacional,
Khaldi; de hecho, su funcin era sin duda la de fijar, en esta va estratgica y a
menos de 100 kilmetros de Arbeles, la frontera entre los dos pases, o al
menos entre sus zonas de influencia. Entre los ttulos que en ella constan,
Ishpuini hizo figurar el de rey de la totalidad cuyo equivalente urarteo, rey
del pas de los carros, parece reivindicar una supremaca blica sobre tierras
llanas. Al antiguo ttulo de rey de Nairi, conservado en la versin asiria,
corresponde en la lengua indgena el de rey del pas de Biai, que se ha
traducido rey del pas de los frutos y que en tal caso evocara los opulentos
vergeles de la meseta de Van. Ishpuini se dice all, por ltimo, seor de la
ciudad de ushpa(n), la nueva capital del reino, que los asirios llamaron
urushpa.
De carcter an ms definidamente religioso es una inscripcin grabada
sobre la pared de un nicho rocoso cercano al lago de Van. En ella se enumeran
los sacrificios con que se honraba cada mes a unas setenta divinidades del
pas, y, por tanto, a este respecto, se encuentran en su panten importantes
datos[28]. Las ofrendas ms importantes eran las dedicadas al dios nacional
Khaldi, al dios de los tormentos, Tesheba (el Teshup de los hurritas), y a la
divinidad solar Shiwini. En cambio el dios lunar, Shielardi, cuenta entre las
divinidades dotadas de ofrendas ms modestas en esta lista en que figuran
algunos nombres colectivos de dioses, las divinidades annimas del lago, las
altas montaas y las divinidades particulares de ciertas ciudades. El nicho
sobre cuya pared figura dicha inscripcin tiene la forma de una puerta.
Comoquiera que en Uraru la palabra puerta designa a menudo al templo
mismo, podemos suponer que al menos en un cierto aspecto del culto, estos
nichos estaban considerados como lugares de paso sagrados entre el mundo de
los dioses y el de los vivos.
En los nueve ltimos aos de su reinado, Ishpuini menciona junto a su
nombre el de su hijo Menua y, en el ltimo ao, el de su nieto Inushpua, a
quien asocia de este modo, si no a la realidad del poder, s al menos con la
consagracin real. Esta costumbre, destinada quiz a afirmar la continuidad
dinstica, desapareci rpidamente bajo el siguiente reinado, el de Menua, que
ejerci el poder individual a partir del 805 aproximadamente, cuando en
Asiria Adadnarri reinaba ya desde haca algunos aos.
El nuevo rey de Uraru, que continu llevando entre sus ttulos el de seor
de ushpa, hizo construir, entre otras fundaciones, una nueva capital
fortificada que llev su nombre, cerca del nacimiento del Karasu. Aument el
nmero de regiones cultivables del reino, y se cuid de su irrigacin haciendo
canales.
En el exterior, su reinado personal se caracteriz por diversas campaas
lejanas y fructferas. Una de ellas, despus de una victoria sobre los maneos,
es la que conmemora la inscripcin rupestre de Tashtepe, al sur del lago de
Urmia. Otros testimonios, dejados incluso en el camino, jalonaron en distintos
lugares la ruta por la que avanz Uraru. Se los encuentra en las pendientes del
monte Ararat, a todo lo largo de la curva del primer tramo del Araxes hasta las
inmediaciones de Erzerum, y, hacia el oeste, en ambas orillas del Arsanias. En
esta ltima regin, una inscripcin rupestre recuerda que, despus de haber
sometido Shebeteria (la actual Pal), Khuzana (ozan), upani (la Sofene de
los escritores clsicos), y de haber instalado un gobernador en la comarca de
la moderna Balin, Menua alcanz la frontera del pas de Khatti (Siria del
Norte), donde recibi junto al ufrates el tributo del rey de Meliea
(Melitene).
Este vigoroso movimiento de expansin que se haba manifestado, a
expensas de Asiria, sobre su misma frontera, con la conquista de Kullimeri y
de Ulluba, iba a hacerse ms amplio bajo el reinado de su hijo Argishti I
(aprox. 789-766). Sus xitos nos resultan tanto ms notables cuanto que la
Asiria contempornea, desde los ltimos aos de Adadnarri III hasta
principios del reinado de Ashshurdn IV, viva un perodo de debilidad
progresiva.
Como haba hecho su padre, Argishti I jalona de estelas e inscripciones
rupestres los senderos de sus conquistas. stas atestiguan que su poder,
slidamente asentado al sur del Araxes, desborda ampliamente el valle del
ro, y se extiende, por el noroeste de Erivan, en direccin al lago de Sevan, y,
por otra parte, hacia la regin de Leninakan y hacia el lago ildir.
Despus de la derrota de las tribus locales, quedaron anexionados toda la
llanura del Ararat y el valle del Araxes. Con este control sobre la regin,
Uraru incrementa sensiblemente sus recursos agrcolas, el nmero de sus
rebaos y la importancia de su mano de obra. La posesin de las minas de
cobre del pequeo Cucaso daba un nuevo impulso a su metalurgia.
Junto a la orilla izquierda del Araxes, en el lugar donde se erguira ms
tarde Armavir, Argishti construy una nueva ciudad fortificada a la que dio su
nombre, Argishtikhinili. Unas catorce inscripciones se han encontrado en los
alrededores de la ciudad; evocan las importantes obras hechas en la regin por
Argishti y sus sucesores: roturado de tierras, plantacin e irrigacin de huertas
y viedos, construccin de palacios y templos. Durante todo el siglo VIII, la
ciudad continuar siendo la principal salvaguarda de la Transcaucasia. Bien
defendida y abundantemente abastecida, serva a la vez de refugio para las
poblaciones diseminadas en las zonas agrcolas de alrededor y de base de
operaciones para las tropas reales que se dirigieron al norte y al noreste.
Vino as a permitir un dominio efectivo de la regin situada entre el
Araxes y el Sevan. Con la conquista de la fortaleza de Qiekhuni, cuyos
vestigios subsisten an junto a la orilla noreste del lago, en la desembocadura
del Zangu, Argishti se convirti en amo de la rica llanura costera. Para
dominarla mejor an, construy, a unos 50 kilmetros al sur, una nueva
ciudadela, Irpuni, que pobl con 6600 prisioneros, la mayor parte de los
cuales provenan de los confines sirios y de las orillas del ufrates. En sus
ruinas, descubiertas en la colina de Arinberd, al este de Erivan, varias
excavaciones han desenterrado habitaciones decoradas con pinturas murales e
inscripciones evocando donaciones de escudos, aljabas, cinturones y flechas,
hechas por el rey a los templos de la ciudad.
Todas estas actividades militares, econmicas y religiosas, son igualmente
objeto de una muy extensa inscripcin, grabada sobre los macizos rocosos de
Van, en la que puede verse el equivalente de los anales del reino. De los
nombres de ciudades y pases que en ella se enumeran, muchos nos son
todava desconocidos. Pero aquellas que es posible identificar con algn viso
de exactitud, permiten aadir ciertas precisiones y datos complementarios a la
informacin procedente de las otras inscripciones. Nos enteramos de que los
ejrcitos surasiticos guerrean al norte de la lnea Kars-Leninakan, en
direccin a Ardahan; continan hacia occidente, hacia Melitene y Siria, y
hacen por ltimo un esfuerzo muy particular en la regin del lago de Urmia, en
los pases de Bushtu, Parsuash, Manna, Ushqaia y Uishdish. Algunas
expediciones no se detienen sino en las montaas que pertenecen a los
asirios, cuando no tienen que ver directamente con stos. El relato de las
devastaciones (106 fortalezas y 453 poblaciones saqueadas y quemadas, desde
la provincia de Abeliankh a la llanura de Kars), las entregas de tributos
exigidas (por ejemplo, 41 minas de oro puro, 37 de plata, 20 000 de cobre,
1000 caballos de silla, 300 bueyes, 20 000 corderos, que deba recibir un
gobernador, impuesto a una de las comarcas conquistadas), el nmero de
distritos anexionados, toda una cintura de pases vecinos convertidos en
vasallos, atestiguan la amplitud de las conquistas de Argishti I.
Esta expansin continu durante el reinado de su hijo y sucesor Sardur III
(aprox. 765-733), o al menos hasta que el renovador del podero asirio,
Tiglatpileser III, le asest un golpe que le hizo detenerse. El predecesor de
ste, Ashshurnarri V, aparece nombrado en una inscripcin de Sardur III que
no le concede ms que el ttulo de rey de Asiria[29], mientras que l mismo
se reviste de todos los grandes ttulos imperiales que reivindicaban sus
antecesores. En todos los terrenos, por lo dems, continu la obra de su padre.
En el aspecto militar, someti todas las inmediaciones del lago Sevan por
medio de expediciones que le condujeron sucesivamente al oeste, al suroeste y
el sureste del lago. Guerre en la regin de Leninakan y conquist varias
ciudades al suroeste del lago ildir. Combati contra Qulkhai, que algunos han
identificado con la Clquida de los griegos. Si la identificacin es exacta, fue
quiz en esta poca y en esta regin cuando los urarteos entraron en contacto
con el mundo mediterrneo a travs de las poblaciones costeras del mar
Negro, sobre cuyas orillas la tradicin localiza en 756 la fundacin de
Trebisonda por colonos de Mileto. A las victorias sucedan deportaciones
masivas y mltiples anexiones. El botn conseguido es a menudo considerable:
en el curso de un solo ao, la parte del rey comprenda a 37 800 prisioneros,
3500 caballos, 40 353 reses y 214 700 cabezas de ganado menor. El esfuerzo
militar fue particularmente sensible en la regin del lago de Urmia, donde,
luchando contra los maneos y sus vecinos, Sardur asol el pas, se apoder de
plazas fuertes, quem ciudades y obtuvo un importante botn. Segn parece,
intent con una serie de anexiones consolidar la frontera de Uraru entre el
lago y la actual Tabriz.
Pero donde ejerci sin duda mayor presin fue en direccin a Siria
septentrional y el curso superior del ufrates. En la misma orilla del ro, entre
Izolu y Kmrhan, una inscripcin rupestre recuerda que acamp en estas
lejanas regiones, donde ningn rey de Uraru lo haba hecho an, que tom
diversas plazas fuertes a lo largo del ufrates y que, cuando se aproxim a la
ciudad de Malatya (Me-li-e-a-ni en urarteo), su rey Khilaurada, vino a
prosternarse ante l para rendirle pleitesa. Lo hizo vasallo suyo despus de
haberle quitado nueve plazas fuertes y diez ciudades situadas, sin duda, a
orillas del ro[30].
Condujo otra campaa en una regin inmediatamente vecina, el Qummukhu
de los asirios: Kustashpili, el rey de Qumakha, escribe en otro lugar, era
independiente; ningn rey reciba tributo de l Yo march contra el pas de
Qumakha. En combate hice caer en mis manos la ciudad real de Uita, que
estaba fortificada, la ciudad real de Khalpa, protegida (?) por un lago, y me
aproxim a la ciudad real de Parala. l vino entonces ante m, se prostern, y
yo le fij como tributo, que l me entreg, 45 minas de oro puro, 800 minas de
plata, 3000 piezas de pao, 2000 escudos de bronce y 1535 vasos de
bronce[31]. Este Kustashpili que se someti entonces al rey de Uraru es el
mismo Kustashpi de Kummukhu que, algn tiempo despus, en 742,
Tiglatpileser III venci en esta misma ciudad de Khalpa, que l llamaba
Khalpi.
Finalmente, ms al sur, en una inscripcin votiva escrita en jeroglficos
hititas y fechable alrededor del 752, el rey de Karkemish, Kamanash,
reconoca a Sardur III como soberano suyo[32].
De este modo, dominando los tres principales principados neohititas del
curso superior del ufrates (Meliddu, Qummukhu y Karkemish), el rey de
Uraru amenazaba directamente la desembocadura del corredor asirio hacia
el Amano y el de las Puertas cilicias. Desde este balcn del ufrates,
dominaba Siria del norte. A partir de entonces, le era posible ejercer sobre
ella una influencia poltica que poda llegar a ser determinante.
En cuanto a Asiria, se haba mostrado totalmente incapaz de contrarrestar
estas ambiciones. De los tres hijos de Adadnarri III, el primero que, en 781,
haba subido al trono, Salmanasar IV, no ha dejado en la historia ms que un
tenue recuerdo. Las seis campaas que en diez aos de reinado tuvieron que
efectuar sus tropas contra Uraru atestiguan la peligrosa presin que se
esforzaba por contener. Sus otras expediciones (contra los itueos, hacia el
monte de los Cedros, e incluso contra Damasco) parecen no haber sido ms
que incursiones episdicas.
En Asiria, el panorama poltico estaba dominado entonces por la
personalidad del nuevo lugarteniente en jefe Shamshi-ili. ste conservara su
puesto bajo los dos reinados siguientes, y durante treinta aos fue, sin duda, la
verdadera autoridad del reino.
Es l quien combati contra los urarteos, pues, en una inscripcin que hizo
grabar sobre los toros que adornan la entrada de su palacio de Til-Barsip, se
vanagloria de xitos que consigui ante ellos. El hecho de que no mencione ni
el nombre de su soberano subraya tambin su poder y la debilidad del poder
real[33].
Esta debilidad ira acentundose en el curso del reinado de Ashshurdn III,
que sucedi a su hermano en 772. Algunas expediciones hacia Siria, por el
valle del Diyla o contra tribus medas, no pueden engaar a nadie. La
situacin interior fue cada vez ms precaria. Ya en 768 el ejrcito haba tenido
que quedarse en el pas, lo que se repiti en 764, despus de una peste y en
vsperas de graves disturbios que no iban a durar menos de seis aos.
Estos estallaron al ao siguiente en Asur, y duraron dos aos. En 761, se
extendieron a Arrapkha, donde hicieron estragos durante dos aos ms. En
769, la insurreccin lleg hasta Guzana, mientras una nueva peste asolaba el
pas. Fue necesaria, al ao siguiente, una verdadera expedicin a Guzana para
dominar la rebelin y lograr que al fin, como reza el canon de los epnimos,
la paz (reinase) en el pas. El reino sala de esta prueba ms debilitado an,
y, durante los dos aos siguientes, el ejrcito permaneci en el pas[34].
Sin embargo, pese a tan graves dificultades internas, Asiria segua
consciente de los peligros que la amenazaban. No haba visto sin inquietud al
reino arameo de Bt-Agusi arrebatar al de ama la primaca poltica en Siria
del norte. La presencia de esta nueva potencia entre el ufrates y el Amano era
tanto ms peligrosa para ella cuanto que el reino de Karkemish se reforzaba
igualmente, y que ambos se apoyaban en el poder urarteo que, al trmino de un
largo movimiento en curva, estaba ahora presente en el ufrates.
Estas preocupaciones marcaron los comienzos del reinado de
Ashshurnarri V que, siempre bajo la gida del inamovible lugarteniente en
jefe Shamshi-ili, sucedi a su hermano en el 754.
Lanz contra Arpad, capital de Bt-Agusi, una expedicin que oblig a su
rey, Mati-ilu, a firmar un tratado con los asirios. El texto que poseemos, por
desgracia, est mutilado en la parte consagrada a las clusulas polticas. El
principio de uno de los prrafos hace alusin a los trnsfugas y a los rebeldes,
cuya actividad y huida se comprometa Mati-ilu a no facilitar. Otro evoca la
asistencia militar que el rey de Arpad prometa aportar a Ashshurnarri V
cada vez que ste se la pidiera[35].
No cabe duda de que la firma de este tratado pretenda contener el empuje
de Uraru hacia Siria del norte. Pero, pasado el peligro, Mati-ilu no tard en
denunciarlo. Este efmero xito de Ashshurnarri V fue el gran acontecimiento
de su reinado. Exceptuando dos campaas contra Namri, de 749 y 748, el
canon de los epnimos no menciona, en todos los dems aos, ninguna otra
salida del ejrcito ni ningn hecho digno de mencin.
Este marasmo poltico presagiaba nuevos disturbios. Estos estallaron, en
efecto, en el 746 en la capital misma, Kalakh. El rey fue probablemente
asesinado y el reinado pas a manos de otro hijo de Adadnarri II,
Tiglatpileser (Tukultiapilesharra III), del que no se sabe a ciencia cierta si fue
el instigador del complot, si los insurrectos lo pusieron en el poder o si, por el
contrario, fue l quien domin la rebelin. Comoquiera que sea, Asiria iba a
encontrar en l un soberano de muy otra talla que la de sus predecesores.

V. LOS FUNDADORES DEL IMPERIO ASIRIO: TIGLATPILESER III Y SARGN II

Heredero de un poder real disminuido, en un reino replegado sobre sus


fronteras, debilitado por la guerra civil y amenazado por un vecino poderoso,
el nuevo rey de Asiria[36] fue capaz, en el interior, de hacerse obedecer por
todos, forjar el instrumento de un nuevo poder y triunfar en el exterior. Por
medio de sus conquistas hizo de Asiria un verdadero imperio, del que casi
todos los soberanos, comenzando por l mismo, llevaron en lo sucesivo el
ttulo de rey de las cuatro zonas del mundo.
El orden interior fue rpidamente restablecido. Habiendo subido al trono
el 13 de ayyr (abril-mayo), Tiglatpileser parti ya en el mes de teshrt
(septiembre-octubre) para una primera expedicin.
sta tena por objeto liberar Asiria y Babilonia de la creciente presin que
ejercan sobre ellas las tribus arameas y caldeas del sur. Descendi a la
Mesopotamia propiamente dicha. Tomando ciudades, sometiendo a los
nmadas, descendi hasta el Uknu (Krn) y al golfo Prsico. Respet la
integridad de Babilonia e incluso hizo ejecutar grandes obras pblicas. Desde
Sippar hasta Uruk, visit piadosamente todos los grandes santuarios,
principalmente los de Babilonia, Borsippa y Kutha, donde fue recibido por el
clero local. Se consideraba el protector natural de los santos lugares, as como
del trono babilonio que ocupaba desde haca tres aos el rey Nabnir.
Estas operaciones de liberacin de Asiria prosiguieron al ao siguiente
con la ocupacin o neutralizacin de los distritos montaosos de los Zagros,
de donde sus tropas trajeron un abundante botn.
En su tercera campaa, Tiglatpileser se enfrent a uno de los dos grandes
problemas que tena planteados la Asiria de su tiempo: el problema sirio.
Aprovechando la debilidad de su predecesor Ashshurnarri V, el rey de
Arpad Mati-ilu, haba roto el tratado que le ligaba a l. Es ms, haba
formado contra Asiria una coalicin de estados sirios a la que el rey de
Uraru, Sardur III, haba dado naturalmente su apoyo. Se han encontrado en
Sfire, no lejos de Alepo, varios fragmentos de estelas con el texto arameo de
los pactos que ligaban entre ellos a estos diferentes estados; en ellos se
celebraba el haber agrupado el alto y el bajo Aram, Aram entero[37]. A
stos se aadan los principados del curso alto del ufrates, Meliddu,
Kummukhu y Gurgum, vasallos de Uraru.
En 743, Tiglatpileser se dirigi al frente de un poderoso ejrcito contra
Arpad, centro de la coalicin. Sin embargo, apenas haba llegado al ufrates
cuando un ataque urarteo le sorprendi de costado. Sardur manifestaba
abiertamente sus ambiciones: echar a los asirios del norte de Siria e imponer
por la fuerza su hegemona en la regin. El combate tuvo lugar entre Khalpa y
Kishtan (actualmente alfati y Kustam, cerca de Birecik), desde ambas partes
del ro.
La batalla fue favorable a los asirios. Vindose vencido, Sardur retrocedi
precipitadamente hacia su pas. Tiglatpileser no le persigui, pero prosigui
su marcha hacia Arpad a la que cerc, mientras que sus tropas ocupaban el
pas desde ama hasta el Amano. El asedio de Arpad dur tres aos, desde
742 a 740, sin que el rey de Asiria cediera un palmo. Cuando al fin la ciudad
cay, el ruido de su cada reson por toda Siria. Los reyes de Kummukhu,
Gurgum, Que, Karkemish, Damasco y Tiro vinieron hasta la misma Arpad,
convertida en capital de una provincia asiria, a pagar su tributo al vencedor.
El pas limtrofe de Unqi fue asimismo sometido a la autoridad de un
gobernador.
Sin embargo, esta victoria no fue decisiva. Mientras, al ao siguiente, las
tropas asirias efectuaban una campaa en Ulluba, a lo largo del Tauro armenio,
en Siria naca una nueva coalicin. El instigador era esta vez el rey de Samal
(o Yadi), en el golfo de Iso, que acababa de apoderarse del poder.
En 738, Tiglatpileser atac a la coalicin. Se apoder de numerosas
ciudades en los pases de ama, Khatarikka y Samal. El pas conquistado fue
agrupado en provincias y el trono de Samal entregado al legtimo heredero,
Panamm o Panammuwa II, cuyos estados fueron ampliados a expensas de
Gurgum.
Esta nueva victoria fue ocasin de una nueva recogida solemne de tributos,
en la que el rey de Asiria pudo enumerar los pases y ciudades que haba
sometido: Kummukhu, Damasco, Samaria, Tiro, Biblos, Que, Karkemish,
ama, Samal, Gurgum, Meliddu y Kashka, sin contar algunos tributarios ms
lejanos, tales como el rey y los prncipes de Tabal y la reina rabe Zabba.
Desde 737 a 735, dominada ya Siria, Tiglatpileser pudo dirigir su atencin
hacia otros horizontes y ocuparse principalmente del otro gran problema de su
poca, la amenaza siempre presente de Uraru. Durante estos tres aos, el
canon de los epnimos menciona campaas contra los medos, el pas de Nairi
y Uraru.
La primera de estas expediciones fue probablemente una campaa local,
dirigida por el gobernador de Mazamua con las fuerzas que tena bajo sus
rdenes. Extendi y afirm la soberana de Asiria sobre los territorios
prximos a su provincia (Namri, Bt-Khamban, Parsuash, etc.) y forz a Ellipi
y a numerosos clanes medos a pagarle tributo. Los asirios comenzaron
entonces a darse cuenta de que el pas de los medos, de los poderosos
medos, como se les denomina desde entonces, es muy extenso por oriente. El
ejrcito se introdujo en estos inmensos territorios y, sin poder vencer a todas
las tribus, lleg hasta las inmediaciones del monte Bikni, la montaa azul, el
actual Demavend junto a Tehern. Se llevaron de estas lejanas comarcas
innumerables rebaos y cinco mil caballos, as como 65 000 prisioneros que
fueron deportados a la regin del Diyla.
La expedicin del ao siguiente, entre el lago de Van y el alto ufrates,
tuvo probablemente como objetivo consolidar los resultados obtenidos en 739
en Ulluba, pero principalmente el de preparar contra Uraru una campaa que
Tiglatpileser pretenda que fuera decisiva. Efectivamente, al ao siguiente, en
735, atac el centro mismo del pas, abrindose camino hasta la capital
enemiga, urushpa, a la que asedi. A pesar de sangrientos combates, no pudo
apoderarse de ella, pero sus tropas recorrieron no menos de seiscientos
kilmetros a travs del pas, arrasndolo y saquendolo. En la frontera
meridional de Uraru, se apoderaron de toda una serie de fortalezas. All fue
creada una nueva plaza fuerte, que se pobl con deportados de Samal, y que,
bajo la autoridad de un general, deba vigilar estos territorios conquistados y
reunidos, a efectos administrativos, en varias provincias fronterizas. De este
modo, a pesar del revs sufrido ante urushpa, Tiglatpileser cerraba
slidamente su frontera con Uraru, despus de haber llevado la guerra al
propio territorio urarteo.
En los aos siguientes volvi hacia Siria. All tena vasallos fieles, como
Panammuwa de Samal o Menahem de Israel. Sin embargo, otros se mostraban
menos dciles: Damasco y Samaria, Ascaln y Gaza se negaban a pagar el
tributo, al tiempo que Tiro y Sidn se rebelaban contra las restricciones a que
someta su comercio con Egipto. Una nueva intervencin se hizo necesaria. En
734, Tiglatpileser se dirigi a Filistea. En el camino someti Khittarikka y
diversas ciudades de la costa fenicia, como Biblos, y dividi la comarca en
seis distritos militares. Ms lejos, form una provincia con la parte que
conquist del estado de Damasco. Por fin atac y saque Gaza cuyo rey,
Hanno, huy a Egipto.
Atendiendo una peticin de ayuda del rey Acaz de Jud, a quien asediaban
los reyes de Israel y de Damasco, Tiglatpileser invadi Israel, deport a su
poblacin, dio el trono a su protegido Oseas y cerc Damasco. La ciudad
resisti. Los asirios asolaron los jardines y palmares de los alrededores, y
Damasco cay por fin en 732. Su rey fue condenado a muerte, parte de la
poblacin deportada, y nuevas provincias asirias creadas en las regiones
conquistadas. Por otra parte se tom toda una serie de medidas para
normalizar la situacin. Ascaln y, de nuevo, Israel fueron castigadas por
haberse rebelado. Tiro, reducida por las tropas del Copero Mayor, se vio
sometida a un pesado tributo. En Samal, el hijo del fiel Panammuwa, que
haba sido asesinado durante el asedio de Damasco, recibi el trono de sus
padres. En Anatolia, el rey rebelde de Tabal, que fue vencido y destituido por
el oficial mayor enviado contra l, fue reemplazado por un prncipe adicto a
Asiria. Samsi, la reina rabe, por ltimo, tuvo que aceptar junto a ella a un
comisario asirio y suministrar, adems de un tributo, un contingente auxiliar de
10 000 guerreros.
Esta victoria del 732 fue para los escribas oficiales una nueva ocasin de
enumerar los tributarios de Asiria. A los que se mencionaban seis aos antes
se aadieron ahora los reyes de Arvad, de Amn, de Moab, de Ascaln, de
Jud, de Edom y de Gaza.
Estas campaas pusieron punto final a la actividad militar y poltica de
Tiglatpileser en Siria-Palestina. La situacin no evolucion apenas durante los
ltimos aos del reinado; el rey de Asiria se dirigi en otra direccin, hacia la
baja Mesopotamia.
En Babilonia, Nabnir haba muerto en 734, en el curso de su catorceavo
ao de reinado. Su hijo Ndinu (Nabndinzri) fue, al cabo de dos aos,
asesinado por un usurpador, Nabshumukn, que fue destronado a su vez dos
meses ms tarde por el caldeo Uknzr (Nabknzr), perteneciente a la
poderosa tribu de Bt-Amukkani.
Tiglatpileser se inquiet ante estos hechos. Despus de haber intentado en
vano suscitar revueltas contra Uknzr, intervino militarmente con vigor. Lo
importante, en efecto, no era tan slo herir a Bt-Amukkani, sino tambin
someter a las otras grandes tribus del sur, cuya turbulencia no cesaba de poner
en peligro la estabilidad poltica de Babilonia.
Venci a los puqudu, cuyos territorios, as como algunos distritos
fronterizos de Elam, fueron sujetos a la jurisdiccin de un gobernador asirio
de Arrapkha. Prosigui con Bt-Silni y Bt-Saalli: sus jefes fueron muertos o
capturados, sus pueblos destruidos y su poblacin sometida a un gran
movimiento de deportacin que desplaz a ms de 120 000 personas. En
cuanto a Uknzr, las tropas conjuntas del turtn y del gobernador de Arrapkha
le atacaron en Shapia, su residencia real, y, a pesar de la resistencia de la
ciudad, acabaron por apoderarse de l, despus de haber devastado la
comarca. La derrota de Bt-Amukkani trajo consigo la sumisin de Bt-Dakkuri
y la del Pas del Mar cuyo rey Merodac-Baladn (Mardukaplaidin), originario
de Bt-Yakn, vino en persona a la conquistada Shapia a llevar su tributo al
vencedor.
Una vez pacificado el sur, quedaba la cuestin de Babilonia. No queriendo
dejarla a merced de un aventurero, ni reducirla al rango de una simple
provincia asiria, Tiglatpileser inici una nueva poltica: ligarla estrechamente
a Asiria por medio de una doble monarqua personal. El rey de Asiria,
llevando los ttulos tradicionales de rey de Babilonia y de rey del pas de
Sumer y Akkad, respetaba la personalidad poltica de la ciudad y de su reino.
Para hacer notar mejor en su persona este desdoblamiento del poder, adopt
un nuevo nombre, Plu, como rey de Babilonia. Fiel a las tradiciones locales,
tuvo que venir a la ciudad, en 729 y en 728, para encabezar personalmente la
procesin solemne de Marduk, que abra el ao y consagraba la legitimidad
del rey. As pudo esperar haber dado una solucin original y definitiva a la
espinosa cuestin de las relaciones entre los dos reinos.
Tiglatpileser muri al ao siguiente, en 727. La Asiria que l dejaba,
despus de diecisiete aos de reinado, era muy diferente de la que haba
encontrado a su advenimiento. Soberano enrgico y ambicioso, haba sabido
forjar el instrumento de su poltica: el ejrcito de su tiempo haba
evolucionado en estructura y en tctica. De entonces datan los primeros
elementos importantes del ejrcito permanente, que se origin en la guardia
real y comprenda numerosos contingentes extranjeros. Al mismo tiempo el
armamento se modific. El carro se hizo ms grande. Poda ser enganchado a
cuatro caballos y transportar cuatro pasajeros. Utilizados como medio de
transporte ms que como arma de choque, los carros cedieron su papel tctico
a la caballera. sta, que haba aparecido menos de ciento cincuenta aos
antes, fue hacindose cada vez ms numerosa, aunque fuera siempre empleada
por pequeos grupos: las unidades de ms de mil jinetes no aparecieron hasta
algunos aos ms tarde, en tiempos de Sargn. La infantera desarroll
principalmente sus cuerpos pesados de piqueros, a los que rodeaban y
protegan destacamentos de arqueros y grupos de honderos.
Hasta entonces, el ejrcito asirio se reclutaba en buena medida para cada
campaa. Dado que era un instrumento de intervenciones rpidas y violentas,
no ocupaba apenas el terreno conquistado. El nuevo ejrcito dispona de todo
el tiempo preciso. Pona largos sitios, si era necesario, a las ciudades que
resistan, y para hacerlo se equipaba con el material preciso. Ocupaba las
regiones sometidas, trasplantaba colonos militares y reclutaba fuerzas
supletorias. Desarroll sus medios estratgicos, creando unidades autnomas
de estafetas y empezando a montar un servicio de informacin. El rey mismo
dej de ser slo un guerrero o un jefe de tropas, para entrar como autntico
jefe de estado mayor general, concibiendo y dirigiendo acciones sobre varios
frentes. Tanto en casos particulares como de cara a planes de conjunto,
sealaba a sus generales o a sus altos dignatarios los objetivos particulares
que deban alcanzar en las regiones asignadas a sus tropas respectivas.
Este espritu de innovacin se manifest igualmente en la administracin
del reino o, tal vez ms exactamente, en la concepcin de la administracin de
las regiones que se iban anexionando. En el antiguo reino nada parece haber
cambiado. Las listas de epnimos continuaron mencionando las grandes
provincias tradicionales, y aproximadamente en el mismo orden que antes. Los
cuatro dignatarios que, despus del rey, eran los primeros en recibir los
honores del eponimato, siguieron siendo el lugarteniente en jefe (turtn), el
heraldo de palacio (ngir ekalli), el copero mayor (rab shq) y el intendente
general (abarakku). Sin duda fueron hombres nuevos, como la mayor parte de
los gobernadores epnimos. Sin embargo, tal renovacin del alto personal
administrativo al principio de un reinado entra dentro de la tradicin asiria.
Slo el gobernador de Asur, que permanece en su puesto, contina llevando
como sus predecesores el ttulo de gobernador (shaknu) de Asur, de Kr-
Tukultininurta, de Ekallte, de Itu y de Ruqakha. En sus anales el rey hace
mencin de los gobernadores (shaknu) de Arrapkha, de Nairi, de Lullum (o
Zamua). Pero aparece otro ttulo administrativo, el de encargado de la
administracin (bl pikhti) que a veces parece sustituir al de gobernador
aunque, ms a menudo, designa a los generales encargados de administrar las
circunscripciones provinciales recientemente conquistadas o creadas. As, la
administracin se fragmenta y se implanta de un modo ms eficaz incluso
cuando estas nuevas circunscripciones estn vinculadas administrativamente a
las grandes provincias tradicionales[38].
Buscando dar una solucin duradera a los problemas de expansin que se
planteaba entonces en Asiria, Tiglatpileser se encontr envuelto en una
poltica de anexiones y conquistas que corra el riesgo de sobrepasar sus
posibilidades. Tambin se abstuvo de forzar al mximo el costoso sistema de
la anexin. Por el contrario, parece no haber acudido a la frmula de
provincia integrada ms que en casos indispensables, suavizndola muy a
menudo con la creacin de circunscripciones de los estados vasallos,
obligados al tributo. Cada vez que las circunstancias lo permitan pona en el
trono de la regin conquistada a un hombre de su eleccin, el cual, debindole
el poder y teniendo necesidad de su ayuda, le era fiel al menos durante algn
tiempo. Por ltimo, en ciertas zonas, sobre todo fronterizas, colocaba junto a
las autoridades indgenas unos comisarios encargados tanto de vigilarles
como de aconsejarles.
La rpida expansin del imperio condujo al rey de Asiria a practicar en
gran escala el desplazamiento de poblaciones. En otro tiempo, los prisioneros
que traan los ejrcitos asirios respondan sobre todo a una necesidad de mano
de obra. Tiglatpileser I fue sin duda el primero en considerar el problema bajo
un ngulo poltico. Pero fue Tiglatpileser III quien de manera sistemtica
utiliz la deportacin como medio de romper la cohesin nacional, tanto en las
comarcas de donde provenan los prisioneros como en aqullas en que se les
colocaba entre los indgenas. Constituan, especialmente en las fronteras, la
poblacin de las nuevas plazas fuertes, sin races ni contactos en la comarca.
Para ser eficaces estas deportaciones deban ser mltiples e importantes.
Efectivamente lo fueron. Por ejemplo, ms de 30 000 sirios de la regin de
ama fueron llevados a los Zagros y a Armenia meridional, mientras que
150 000 arameos de Caldea eran deportados a las fronteras del norte, del
noreste e incluso a Irn, de donde, en contrapartida, se trajeron en una sola
campaa unos 65 000 prisioneros. Incluso si no se concede ms que una
confianza relativa a las cifras dadas a este respecto por las inscripciones
oficiales, no dejan de evocar un vasto y sistemtico movimiento de
poblaciones, que ms tarde tendr una influencia determinante sobre el destino
de Asiria.
Tiglatpileser III multiplic la creacin de nuevas plazas fuertes en las
comarcas sometidas y las hizo mantener de forma permanente por medio de
guarniciones asirias y colonos deportados que servan como tropas de
complemento. De este modo se acusa un rasgo nuevo en la conquista: la
implantacin duradera de la fuerza asiria. Ello se debi a la aparicin del
ejrcito permanente, engrosado con contingentes suplementarios. El asedio de
Arpad dur tres aos, y el de Damasco dos aos. Esto prueba que durante
varios aos hubo importantes fuerzas militares asirias estacionadas en Siria.
En otros sitios ocurri lo mismo. El propio rey permaneci en sus nuevas
provincias exteriores temporadas mucho ms largas que las de sus
predecesores. Estaba en Siria cuando el gobernador de Nairi, luego el de
Zamua y otros ms, llevaron ante l los prisioneros y el botn que haban hecho
en su zona de accin respectiva.
As es cmo, en ms de un sentido, el reinado de Tiglatpileser III abre una
nueva era para Asiria.
Del corto reinado de su hijo y sucesor Salmanasar V (726-722) sabemos
pocas cosas. No nos ha llegado ninguna inscripcin suya, y las indicaciones
mutiladas que en el cuadro de los epnimos se refieren a su tiempo son casi
inutilizables. Las listas reales nos muestran de todos modos que, fiel a la
poltica babilnica inaugurada por su padre, llev doble corona y doble
nombre, reinando en Asiria con el nombre de Shulmnuashard (Salmanasar) y
en Babilonia, con el de Ululaya.
Sabemos tambin que, habindose rebelado contra l Oseas, rey de Israel,
las tropas asirias sitiaron Samaria durante tres aos, pero no se puede an
precisar si fue l o su sucesor quien se apoder de la ciudad. Acontecimientos
ulteriores hacen pensar que se anexion la Cilicia, pero no tenemos ninguna
prueba contempornea. Igualmente debi verse inducido a suspender o a
limitar las exenciones e inmunidades polticas de que disfrutaban los
ciudadanos de Asur y de Kharrn, porque, si creemos a su sucesor, fueron
estas medidas vejatorias las que ocasionaron su prdida: Mientras que nunca
hasta entonces los ciudadanos (de Asur) haban tenido que suministrar
prestaciones ni servicio gratuito al estado (Salmanasar), dirigiendo su mano
para mal sobre esta ciudad, impuso a sus habitantes pesadas prestaciones y
servicios, y los trat como a gentes sujetas a impuesto arbitrario. Es por lo que
el Enlil de los dioses, con el corazn encolerizado, puso fin violentamente a su
reinado y designndome a m, Sargn, para rey de Asiria, me dio el cetro, el
trono y la corona[39].
Tales relatos denuncian ms que ocultan un golpe de estado del usurpador.
De hecho, ignoramos todo sobre la personalidad anterior del nuevo rey, del
que unos han pretendido que era un aventurero, y otros que tambin era hijo de
Tiglatpileser III[40]. En todo caso, es seguro que se apoder del trono por la
violencia. l mismo querr que su advenimiento marque una verdadera ruptura
con el pasado: en el prembulo de sus inscripciones, no mencionar nunca al
lado del suyo el nombre de sus predecesores. Buen nmero de sus sbditos,
por su parte, considerarn ms tarde su trgica muerte como el castigo del
sacrilegio que haba cometido usurpando el poder.
Cuando subi al trono, el 12 de ebt (diciembre-enero) del 722, tuvo que
enfrentarse a mltiples y graves dificultades: agitacin interna, revueltas en
Babilonia, coalicin en Siria, hostilidad declarada de Elam, de Egipto y de
Uraru[41].
Para hacer frente a lo ms urgente, firm un acuerdo provisional con el
caldeo Merodac-Baladn y se esforz en apaciguar la oposicin interior.
Restituy solemnemente a los ciudadanos de Asur y de Kharrn sus privilegios
comunales, eximindolos de nuevo de los requerimientos generales para el
servicio gratuito al estado, de las convocatorias de los recaudadores y de las
aduanas y tasas de muelle. Liber igualmente a todos los templos del pas de
toda obligacin fiscal[42].
Pero el ambicioso Merodac-Baladn aprovech la tregua para entrar en
Babilonia y, con el consentimiento de los elamitas, se hizo coronar rey en la
primavera de 721. En el plano internacional, ello supone la primera
manifestacin del podero renaciente de Elam y de su rey, Ummanigash
(Khumbannikash) que, en 742, haba fundado una nueva dinasta. Asimismo, en
Siria, el rey de ama, Ilubidi, y el de Gaza, Hanna, encabezaron contra
Asiria una coalicin apoyada por un ejrcito egipcio.
En el 720, Sargn intervino en los dos frentes. Uno de sus ejrcitos, que
sin duda se propona cortar a Babilonia el auxilio de Elam, fren cerca de Dr
a las tropas de Ummanigash. El encuentro acab con desventaja de los asirios.
Rechazados, se limitaron a castigar a la tribu rebelde de Tuumaa y volvieron
sobre sus pasos. Merodac-Baladn conserv la corona de Babilonia pero, lo
mismo que sus aliados, no obtuvo otras ventajas de este xito: ni siquiera
ocup Dr.
Hacia el final de la primavera de este mismo ao de 720, Sargn present
batalla, cerca de Qarqar, a la coalicin siria y, esta vez, con xito. Esta
victoria le permiti reconquistar las provincias rebeldes de Arpad, Simirra y
Damasco. Luego, despus de apoderarse de Gaza, en Filistea, venci al turtn
de Egipto y destruy Rafia, en la frontera egipcia. A fines de ao, volvi a
Samaria, la reconstruy y la convirti en centro de la nueva provincia de
Samerna.
Habiendo as restablecido ms o menos la situacin en el interior y en los
confines del imperio, Sargn, a lo largo de los tres aos siguientes, pude
ocuparse de una cuestin an ms grave, la de Uraru.
Uraru haba sido duramente castigado por Tiglatpileser III, tanto en sus
zonas de expansin como en su mismo territorio. Sin embargo, los reveses
sufridos no haban afectado profundamente a las fuerzas vivas del pas. Su
nuevo rey, Rusa, hijo de Sardur, a quien haba sucedido en el 730, se haba
hecho dueo, vigorosamente, de una situacin un tanto comprometida. Las
inscripciones y vestigios que ha dejado de su reinado nos revelan la imagen de
un jefe guerrero valeroso y de un gran constructor[43].
Una inscripcin rupestre, al sur del lago Sevan, enumera los nombres de
veintitrs pases a cuyos reyes venci y someti, cuatro junto a las orillas
oeste y sureste del lago, los diecinueve restantes en la ribera opuesta y en las
espantosas montaas del pequeo Cucaso. En una de las primeras
comarcas conquistadas hizo construir un templo y una ciudad, Khaldini
(fortaleza de Khaldi), en honor del dios nacional. Sobre la colina de Karmir-
Blur, cerca de Erivan, emprendi tambin la construccin de otra fortaleza,
Teshebaini, dedicada al dios de la tormenta, Tesheba, que, con sus murallas
ciclpeas y sus grandes torres de esquina, iba a adquirir enseguida una
importancia tanto ms grande cuanto que disminua ya la de los otros grandes
centros de la Transcaucasia, Argishtikhinili e Irpuni.
En el corazn tradicional del reino, al este del lago de Van, una estela
monumental conmemora los grandes trabajos que llev a cabo para regar y
cultivar los alrededores de la nueva ciudad de Rusakhinili. Cre un enorme
estanque artificial, el lago de Rusa (el Kei-Gol actual), cuyos diques,
desafiando al tiempo, han resistido hasta finales del siglo XIX de nuestra era.
Al mismo tiempo traslad su residencia personal de la roca de Van a las
alturas vecinas de Toprakkale.
Si Rusa parece haber renunciado a las pretensiones de sus predecesores
sobre Siria, no por ello se abstiene de intrigar en Anatolia, en Tabal y, en el
lmite de sus fronteras, en el pas maneo. Pero le interesa sobre todo el pas de
Muair, marca fronteriza, donde Uraru y Asiria se libran a una violenta y
sorda lucha de influencias, siempre a punto de degenerar en guerra abierta. Tal
como lo hiciera Ishpuini en Kelishn, Rusa se empe en erigir en Topzawa, en
la misma ruta estratgica de Rowandz, una estela bilinge[44] en la que
reivindicaba claramente el protectorado sobre este pas, cuyo rey Urzana le
deba personalmente el trono, mientras que Asiria pretenda anexionar la
regin a la provincia fronteriza que tena a su cargo el heraldo de Palacio.
Los documentos asirios aportan tiles complementos a las fuentes
indgenas: informaciones tanto ms preciosas cuanto que provienen, en su
mayor parte, de cartas e informes enviados desde las fronteras[45].
Los que se pueden fechar con alguna certeza antes del 720 hacen sobre
todo referencia a las revueltas que Rusa se ocup de reprimir. Los
gobernadores de provincia aspiran a ser independientes y el rey de Uraru
debe librarse a una verdadera reconquista de su reino. Con mis dos caballos
y mi auriga, mis manos han conquistado la realeza de Uraru, har grabar, no
sin razn, sobre su propia estatua consagrada al templo de Muair.
Ciertamente, esta reconquista del poder est en relacin con los cambios
administrativos que introdujo en Transcaucasia. Redujo las provincias a
distritos de menor importancia, a fin de limitar el poder de los gobernadores y
tenerlos mejor en sus manos. Del mismo modo haba restaurado la realeza en
Asiria Tiglatpileser III.
A menudo, fuentes urarteas, cartas y anales asirios se complementan
cuando hablan de los acontecimientos que marcan los aos siguientes. En el
719, Sargn debe prestar auxilio a su protegido, el rey de los maneos, Iranzu,
amenazado por una sublevacin que apoyaba Uraru y su vasallo de Mittati,
Zikirtu. Al ao siguiente interviene en Tabal, que ha rechazado su yugo. Un
cambio de soberano restablece tan satisfactoriamente la situacin que otorga
su hija en matrimonio al nuevo prncipe. En el 717, Sargn toma como pretexto
unas intrigas de Karkemish con Midas de Frigia para anexionar esta posicin
clave sobre el ufrates e instalar all a asirios, enrolando en las fuerzas
locales un contingente auxiliar de 30 carros, 200 soldados de caballera y
3000 de infantera.
Al ao siguiente, en el 716, Uraru y sus vasallos de Uishdish y de Zikirtu
fomentan de nuevo disturbios en el pas maneo, cuyo rey legtimo, el hijo de
Iranzu, ha sido asesinado. El ejrcito asirio interviene, ocupa la capital, Izirtu,
y somete al usurpador Ullusunu. Sargn aprovecha esta victoria para organizar
un sistema defensivo destinado a reforzar las guarniciones de Parsuash. Este
sistema se articula alrededor de la ciudad de Kishesim, conquistada y
rebautizada Kr-Nergal. Ms al sur, nuevas revueltas, fomentadas por Ellipi,
le incitan a crear en tierra meda un segundo sistema defensivo alrededor de la
ciudad de Kharkhar, fortificada y rebautizada Kr-Sharrukn. La guarnicin de
la plaza fuerte fue reforzada y su eficacia estratgica aumentada con la
creacin de una red de puntos de apoyo secundarios, instalados en aldeas
conquistadas, reconstruidas, repobladas y rebautizadas Kr-Nab, Kr-Sin,
Kr-Adad y Kr-Ishtar.
En estos vastos territorios del este, la penetracin irania se va extendiendo
y definiendo por doquier. Son los iranios quienes detentan el poder al este del
lago de Urmia: Mittati reina en Zikirtu y Bagdati en Uishdish. Los jefes de
clanes Uksatar, Durisi, Satareshu son dueos de las llanuras al sur y al este de
Shehrizr. Akhuaparnu, Bagbararna, Satarpanu, Ashpabarra, Ushrai,
Khardukka, Arbaku, cuyos nombres son cierta o probablemente iranios,
gobiernan algunos distritos de los Zagros o de la meseta. El pas de los
poderosos o de los lejanos medos se extiende hasta all donde el sol se
levanta, hasta los lmites del monte Bikni (el Demavend), y alcanza, por el
sur, Ellipi y Simash. Al igual que las fuentes escritas, de donde extraemos
estos nombres e indicaciones, los relieves que van a decorar las salas del
palacio de Dr-Sharrukn, entonces en construccin, atestiguan la profunda
penetracin de los iranios entre las poblaciones indgenas de los Zagros. Las
ciudades conquistadas que figuran en ellos, Kishesim, en la provincia de
Parsuash, ikrish, en la de Kharkhar, o Kindau, con sus murallas con torres y
su foso protector con agua, ofrecen el aspecto caracterstico de las ciudades
fortificadas mdicas, de las cuales se han encontrado vestigios en el interior
de la meseta. Los personajes mismos no son menos reveladores: autctonos o
iranios, presentan el mismo tipo y llevan el mismo traje, barba y cabellos
cortos, generalmente rizados, tnicas con mangas cortas que descienden hasta
las rodillas y ceidas al talle por un cinturn, piel de cordero que pende de los
hombros, y, a menudo, altas botas atadas con cordones. Van armados con una
larga lanza y un escudo rectangular de mimbre. Esta uniformidad del tipo y del
vestido expresa claramente el dominio de los iranios y la influencia de su
civilizacin entre las poblaciones de los Zagros.
En esta poca tendra Sargn conciencia del peligro que constituira para
Asiria la amalgama de estas tribus an sin cohesin? No podramos
asegurarlo. Sin embargo, las hace vigilar de cerca con puestos militares y con
espas, satisfecho sin duda cuando los informes declaran, como algunos que
nos han llegado: Los medos de los alrededores estn (por el momento)
tranquilos.
Otros informes que llegan de la frontera norte son an ms importantes.
Mencionan, por vez primera, a los cimerios, cuyas hordas, saliendo del
Cucaso, atacan la retaguardia del reino de Uraru y los parajes del lago de
Urmia. El rey de Asiria concede tal importancia a mantenerse al corriente de
la situacin con toda exactitud, que su servicio de informacin se centraliz
bajo la direccin personal del prncipe heredero Senaquerib. De los puestos
fronterizos, ste recibe informes de los delatores e interrogatorios de los
trnsfugas y prisioneros. Confronta los informes y los verifica; luego
confecciona l mismo una sntesis que hace llegar a su padre por medio de
correos especiales. Algunos de estos informes anuncian que el rey de Uraru
ha tomado personalmente el mando de todas las fuerzas del reino y marcha
contra los invasores. Otros hablan de una grave derrota sufrida por Rusa en un
sangriento encuentro, quedando el ejrcito desbandado, el lugarteniente en jefe
prisionero, tres generales muertos y sus tropas aniquiladas; el rey mismo se ha
refugiado en la montaa y no se tienen noticias de su campamento.
Es lamentable que este conjunto de documentos no pueda ser fechado con
exactitud y que, por tanto, no podamos saber si los acontecimientos que citan
han sido la causa, la ocasin o la consecuencia del violento ataque que
Sargn, por su parte, decidi lanzar en el 714 contra Uraru. Aunque as sea, l
mismo lo juzg digno, por su amplitud y xito, de hacerlo objeto de una carta
a dios[46].
Franqueando los dos Zb y los montes Kullar en direccin al lago de
Urmia, Sargn atraves la provincia manea de Surikash y el vecino pas de
Allabria; luego, despus de un desvo por Parsuash, penetr en la parte del
pas de los maneos prxima al lago. Desde all lanz una profunda punta en
direccin al este, hacia Zikirtu y Andia, situados en las vertientes que
descienden hacia el mar Caspio. Al enterarse de que el rey de Uraru llega en
auxilio de sus vasallos, vuelve rpidamente hacia el lago y sorprende y aplasta
al ejrcito urarteo en una garganta del monte Uaush (Sahend). Aprovechando
su xito, vuelve a subir entonces a lo largo del lago, penetra en Uraru por los
alrededores de la actual Tabriz y se interna en el pas, al que saquea sin
encontrar resistencia. A su llegada, la poblacin se refugia en las plazas
fuertes o huye a las montaas. Entonces Sargn sigue sin duda la ruta de las
caravanas que va de Tabriz a Van pasando por Sofin, Marand y Erek. A
continuacin rodea el lago Van por el norte, luego por el oeste, y sale de
Uraru, por la ciudad fronteriza de Uaiaish, sin duda la actual Bitlish. En
Khubushkia (Saird?), recibe el tributo de la parte an independiente de Nairi.
Mientras que, desde all, el grueso del ejrcito regresaba a Asiria, el mismo
Sargn con la infantera y mil soldados de caballera hizo un brusco cambio en
direccin hacia Muair. Se apoder de la capital y obtuvo un enorme botn.
En cuanto al rey de Uraru, abatido por el esplendor del dios Ashshur, con
su propia espada, como un cerdo, se perfor el corazn y puso fin a su vida.
Tal es al menos la versin y la fecha que dan de la muerte de Rusa los anales
posteriores. Pero, cosa curiosa, el redactor del relato de esta octava campaa
parece ignorar este fin trgico, aunque saba que Rusa estaba enfermo y
desesperado[47]. Tambin se puede pensar que muri enseguida y que, si la
victoria de los cimerios es posterior a esta campaa asiria del 714, se produjo
a continuacin. Es ms probable que la precediera y que precisamente
proporcionara a Sargn la ocasin de asestar un golpe decisivo al podero de
Uraru. Al mismo tiempo le permiti modificar en provecho suyo el equilibrio
poltico de su frontera norte. Anexion el estado-tapn de Muair y lo lig
estrechamente a la provincia del heraldo de Palacio.
Al ao siguiente, Sargn permaneci en Asiria, y dej a los gobernadores
competentes el cuidado de restablecer el orden en sus zonas de vigilancia. Los
de las marcas orientales intervinieron en Ellipi y restablecieron en su trono al
rey proasirio Dalia, que haba rechazado una sublevacin a la que
probablemente no era ajeno el Elam. Ms al norte, el pas sublevado de
Karalla, vecino de Allabria, fue castigado y transformado en provincia, lo que
llev a numerosos jefes medos a someterse y aportar espontneamente su
tributo.
En el extremo opuesto del imperio, nuevos trastornos volvan a agitar
Tabal, como consecuencia de las intrigas de Uraru y de Frigia. Los
gobernadores del oeste reunieron sus tropas y conquistaron Tabal y Cilicia,
convirtiendo una y otra en provincias asirias. La organizacin de la defensa de
estas regiones se prosigui an durante dos aos: primeramente, con la
fragmentacin de Kammanu, vasallo poco seguro, cuya capital, Melid (la
Melitene de los clsicos), y sus alrededores fueron agregados a los estados
del prncipe leal de Kummukhu, mientras que en su parte norte, convertida en
zona militar, las plazas fuertes estaban dispuestas, al este, contra Uraru, al
oeste y al norte, contra Frigia y los kaskha. Luego, en el 711, fue anexionado
Gurgum e integrado al imperio.
Al mismo tiempo, el lugarteniente en jefe haba intervenido en Palestina
para reprimir una sublevacin de Asdod, apoyada por Jud, Edom, Moab y
Egipto. Ya en el 715 se haban tomado medidas para contrarrestar en esta
regin la influencia del faran. Samaria haba sido poblada con deportados
rabes, y en las aldeas vecinas de Udi-el-Arish tuvieron lugar otras
implantaciones. La presencia de estos puestos avanzados haba incitado por
dos veces al faran a pagar tributo a Asiria. Esta vez, la medida fue ms
radical. Asdod fue transformado en provincia asiria, y, hasta el fin del reinado,
la paz rein en los confines del imperio.
Una vez aseguradas las fronteras ms amenazadas, Sargn, en el 710,
consider que haba llegado el momento de arreglar sus diferencias con
Merodac-Baladn y vengarse de Elam donde, desde 717, reinaba
Shuturnakhundi (Shutruknakhkhunte II), sobrino del rey que le haba derrotado
antes. La ofensiva fue llevada a cabo por dos ejrcitos. El primero, el del
gobernador de Dr, neutraliz Elam. El segundo, bajo el mando de Sargn,
descendi por la orilla derecha del Tigris, atraves el ufrates y se aprest a
cercar Babilonia. Merodac-Baladn retrocedi palmo a palmo, en espera de la
ayuda elamita, que no lleg nunca. Finalmente, se refugi en el terreno
pantanoso del Pas del Mar. Durante este tiempo, una parte de las fuerzas
asirias se apoder de los inmensos territorios meridionales donde se asientan
las importantes tribus nmadas gambulu, khindnu, rash, etc., pese a la
resistencia de algunas de ellas, atrincheradas detrs de Uknu (Krn). Los
territorios conquistados iban a formar la nueva provincia asiria de Gambulu.
Sargn, por su parte, habiendo establecido su cuartel general en Kish,
pacificaba Bt-Dakkuri. Muy cerca, Babilonia cay en sus manos como un
fruto maduro. Sus habitantes le ofrecieron la corona, que acept. As
reanudaba la tradicin de la doble monarqua, pero bajo su nombre asirio. Rey
legtimo de Babilonia, presidi en la primavera del 709 la solemne procesin
del dios Marduk. Prolongando su estancia en la ciudad, acab por someter a
las tribus de los valles bajos del Tigris y del ufrates, y libr a las ciudades
del pas de la amenaza de los saqueadores suteos. Sell probablemente su
poltica de reconciliacin con Babilonia dando por esposa a su hijo
Senaquerib a una joven babilonia de origen arameo, Naqia. En cuanto a los
elamitas, los dobleg haciendo ocupar, al menos temporalmente, las bandas
fronterizas de los distritos de Yatbur y de Rash. El ao siguiente, 708, vivi
tambin Sargn en Babilonia. Sin embargo, en las fronteras, sus gobernadores
continuaban montando la guardia: los del noroeste se vieron forzados incluso a
conquistar Kummukhu (la Comgene), hasta entonces vasallo fiel, y formar una
nueva provincia asiria.
El poder de Asiria nunca haba sido tan grande. Su ms peligroso
adversario, Uraru, estaba ahora fuera de juego, a causa de la invasin de las
tropas cimerias. De stas, algunas haban marchado en lnea oblicua hacia el
sur en direccin al pas de los maneos y a los Zagros. Pero la mayor parte,
avanzando directamente hacia el oeste, saqueaba las fronteras de Uraru.
Midas, el rey de Frigia, inquieto por el mismo peligro, intent aproximarse a
Asiria. En el 709 envi una embajada a Sargn y reconoci su poder, ante el
cual se inclinaban tambin el rey de Tilmun (las islas Barain) y los prncipes
de Chipre.
En el 707, Sargn volvi de Babilonia con todo el botn logrado en el
medioda mesopotmico. Desde entonces se consagr a concluir la nueva
ciudad de Dr-Sharrukn, cuyos primeros cimientos se haban colocado diez
aos antes. En efecto, desde haca tiempo, Sargn deseaba dar al reino una
nueva capital que no slo diera testimonio de la grandeza de su reino, sino que
tambin estuviera al abrigo de las presiones polticas y de las bruscas
llamaradas sediciosas de Asur, la antigua capital. A esta ltima, haba
preferido ya muy a menudo Nnive, donde restaur varios monumentos y
cambi incluso el emplazamiento del templo de los dioses Nab y Marduk.
A unos diecisis kilmetros al norte de Nnive eligi el emplazamiento de
su futura residencia, la actual Khorabd, al pie del monte Muri (Jebel
Mulla). Ya en el quinto ao de su reinado hizo comenzar los trabajos, al
mismo tiempo que prosegua, durante cuatro aos al menos, una vasta
operacin financiera de compra o de intercambio de terrenos y de prrroga de
privilegios[48]. Distribuy el encargo de las construcciones entre varios
gobernadores de provincia y confi la direccin al intendente general
bsharashshur. Para facilitar el reclutamiento de mano de obra, promulg una
moratoria general de las deudas hasta el fin de los trabajos. Estos, adems de
los tajos de las murallas, el palacio y los templos, comprendan los trabajos
de roturacin, alrededor de la ciudad, de vastas extensiones de tierras hasta
entonces incultas. Se destinaban principalmente a la extensin del cultivo de
oleaginosas, cuya produccin se juzgaba insuficiente para la economa del
pas. En otros terrenos, estos grandes trabajos fueron igualmente fuente de
progreso y de expansin econmica. Para disponer de materiales necesarios,
Sargn aprovechaba nuevas canteras, fomentaba, en metalurgia, la bsqueda
de perfeccionamientos tcnicos, haca afluir a estos lugares tributos de guerra
y aportaciones de las provincias.
Cuando por fin la ciudad se perfil, formaba un conjunto desde luego
severo, pero grandioso. Con una planta de 1760 metros por 1685, estaba
rodeada de una muralla provista de ocho grandes puertas de casi ocho
kilmetros de contorno, 16 280 codos exactamente, ya que este nmero
corresponda simblicamente al nombre mismo del rey.
En la parte oeste estaba el barrio real, aislado del resto de la ciudad por
una segunda muralla. El palacio, formando saliente sobre la fortificacin
exterior, se alzaba sobre una enorme terraza de quince metros de altura. La
arquitectura no difera casi de la de las pocas anteriores. Pero la novedad
resida en la amplitud del edificio. Todo tenda a ser grandioso. Estatuas
gigantescas de genios protectores guardaban las puertas frente a cada uno de
los cuatro puntos cardinales. La entrada de honor estaba adornada, a la moda
siria, con un prtico cuyas cuatro monumentales columnas de cedro se alzaban,
cada una, sobre dos leones de bronce.
Dando a numerosos patios, dos de ellos al menos de vastas proporciones,
el palacio tena adems, en un verdadero laberinto de habitaciones, todo un
conjunto de dependencias privadas u oficiales. En los suntuosos salones
grandes frescos calizos ilustraban las conquistas del rey y la toma de diversas
ciudades. Este friso labrado, que iba por la parte baja de los muros, se haca
destacar con grandes superficies lisas que, realzadas solamente con algunos
detalles polcromos y clavos ornamentales, llegaban hasta el techo. El
agradable olor de largas vigas de maderas raras se mezclaba al de las altas
puertas de cedro o ciprs, enriquecidas con una banda de bronce labrado.
En el ngulo suroeste, separado del palacio por un grueso muro, y al pie de
una majestuosa torre escalonada de brillantes colores, un complejo sagrado
estaba dedicado al culto de los seis grandes dioses, Ea, Sin, Shamash, Nab,
Adad y Ninurta, as como a sus divinas esposas. El 22 de teshrt (septiembre-
octubre) del 707, las estatuas de estos dioses fueron solemnemente instaladas
en sus santuarios respectivos, donde les servira numeroso clero y se les
honrara en lo sucesivo regularmente con grandes ofrendas. Este mismo ao se
compusieron los anales y los fastos que, con los grandes hechos del reinado,
deban celebrar la fundacin de la nueva capital. sta fue inaugurada el ao
siguiente, el 6 de ayyr (abril-mayo) del 706. De hecho, estaba an sin acabar
y slo parcialmente ocupada. Se haban asentado all grupos de prisioneros y
de deportados, escogidos voluntariamente de raza y lengua diferentes, para
que esta nueva poblacin tardara en adquirir cohesin poltica. Comisarios y
vigilantes asirios los encuadraban, a fin de ensearles, al mismo tiempo, el
respeto que deban a los dioses y al rey, y las condiciones en que les eran
confiadas las tierras.
Este decimosexto y ltimo ao completo de su reinado, que Sargn pas en
Asiria, casi no estuvo marcado ms que por algunos disturbios, rpidamente
reprimidos, que estallaron en Karalla, convertido, desde haca siete aos, en
provincia asiria.

VI. EL IMPERIO ASIRIO DE LOS SARGNIDAS

Cuando Sargn muri, en 705, dejaba a su hijo Senaquerib


(Sinakhkherba, Sanherib)[49] un reino de bases aparentemente slidas y un
ejrcito fuerte y entrenado. El nuevo rey era ya experto en los asuntos de
estado y estaba bien al corriente de las realidades exteriores. Sin embargo,
apenas haba subido al trono, el 12 de b (julio-agosto), cuando comenzaron a
asaltarle las dificultades.
Las victorias de Sargn, de hecho, no haban resuelto nada. Asiria,
atrapada en el engranaje de sus conquistas, se encontraba de ahora en adelante
en contacto con sus vecinos ms poderosos: Egipto, Uraru y Elam. Estos
estados iban, ms que nunca, a procurar su propia seguridad suscitando
dificultades en las zonas de Asiria prximas a sus fronteras. Elam, en
particular, viva un perodo de renacer enrgico y estaba dispuesto a disputar a
Asiria el control de Babilonia, tambin en plena efervescencia de fuerzas
nuevas, en los vastos espacios del sur. El imperio asirio, por su parte,
comenzaba a acusar los efectos de la poltica de mezcla de pueblos que haban
practicado sistemticamente sus fundadores. Si las deportaciones masivas
haban favorecido su expansin debilitando la cohesin de las comunidades
vencidas, diluan tambin en Asiria el sentimiento nacional. El brote de brutal
chauvinismo que conocer bajo el reinado de Senaquerib ser probablemente
ms una reaccin instintiva de defensa que un arrebato de nacionalismo
agresivo.
Desde la muerte de Sargn, un desconocido, Mardukzkirshumi, se haba
hecho con el poder en Babilonia. Fue destituido casi enseguida por el
obstinado Merodac-Baladn quien, resurgiendo de las marismas del Pas del
Mar donde se haba escondido, se hizo proclamar de nuevo rey de Babilonia.
En toda la baja Mesopotamia, sedentarios y nmadas se le unieron.
Dispendiando sin tino los tesoros del templo Esagil, se asegur el poderoso
auxilio del rey de Elam, Shutruknakhkhunte II, que le envi importantes
refuerzos al mando de su lugarteniente en jefe Imbappa, el segundo de ste y
diez generales.
Senaquerib reaccion con vigor. A la cabeza de un primer ejrcito, cerc,
en las proximidades de Kutha, a una parte de sus enemigos, mientras que sus
generales se enfrentaban delante de Kish al grueso de la coalicin. Tomada al
asalto Kutha, Senaquerib acude en auxilio de sus generales cerca de Kish. La
reagrupacin de los ejrcitos asirios asegur su victoria. Merodac-Baladn,
vencido, huy de nuevo. Senaquerib entr vencedor en Babilonia e instal en
el trono a un notable babilonio, educado en Asiria, Blibni. Pero los
destacamentos asirios persiguieron en vano a Merodac-Baladn por la
marisma del Pas del Mar. No se le pudo encontrar. Senaquerib se veng
devastando su pas de origen, Bt-Yakn. Todas las tribus sublevadas se
sometieron, y Senaquerib volvi a Asiria con un enorme botn.
Este vasto movimiento rebelde, sostenido por Elam, tuvo repercusiones
hasta en los Zagros, entre las poblaciones montaesas, casitas u otras, y
principalmente en Ellipi, cuyo rey, Ishpabara, crey llegado el momento de
sacudirse el yugo asirio. En el curso de una segunda campaa, en 702,
Senaquerib devast estas regiones, castig a los rebeldes y se anexion dos
nuevos distritos. Uno de ellos, alrededor de la fortaleza, restaurada y
repoblada, de Bt-Kilamzakh, pas a depender del gobierno de Arrapkha; el
otro, arrebatado a Ellipi y que tena por capital Elenzash, rebautizado
Fortaleza de Senaquerib (Dr-Sinakhkherba), form parte en lo sucesivo
del crculo militar de Kharkhar (Kr-Sharrukn). El xito de esta difcil
campaa trajo consigo la sumisin de nuevas y ms lejanas tribus medas.
Tambin al oeste la muerte de Sargn haba suscitado graves disturbios.
Sin duda instigados por Egipto, varios principados, entre ellos Ascaln y
Sidn, haban intentado liberarse de la tutela asiria. Senaquerib, en 701,
marcha contra los sublevados. Fuerza al rey de Sidn a huir a Chipre y pone
nuevos prncipes al frente de las dos ciudades. Al mismo tiempo que su
tributo, recibe los de Samsimuruna, Arvad, Biblos, Asdod, Beth-Ammon,
Moab, Edom y otros lugares. De todos modos la situacin an no estaba
restablecida. Los habitantes de Ecrn, que haban entregado a su rey proasirio
a Ezequas de Jud y que por ello teman represalias por parte de Asiria,
llamaron en su auxilio al faran. ste les envi carros de combate, soldados
de caballera y arqueros que, con ellos, tomaron posiciones en la llanura de
Eltheke. El ejrcito asirio les destroz e hizo numerosos prisioneros, entre
ellos, en particular, al estado mayor egipcio. Tomada Ecrn, fue castigada y
devuelta a su rey legtimo Padi, al que Senaquerib acababa de liberar. A su
vez Ezequas fue sitiado en Jerusaln, y su territorio nacional mutilado en
provecho de Ecrn, Asdod, Ascaln y Gaza. De esta campaa, Senaquerib
sac un importante botn y el mismo Ezequas juzg ms prudente enviar
tributo a Nnive.
Aprovechando que Senaquerib estaba profundamente comprometido en el
oeste, el tenaz Merodac-Baladn reapareci y volvi a comenzar en el sur
mesopotmico su trabajo de subversin. Para acabar de una vez, Senaquerib
envi, en 700, una expedicin al corazn mismo de Bt-Yakn. Merodac-
Baladn retrocedi ante los invasores. Pero, finalmente, acorralado en sus
ltimos reductos, embarc una parte de sus tropas, sus dioses, e incluso los
huesos de sus antepasados, y naveg por la laguna hacia la costa elamita de
Nagitu, donde busc refugio. Las tropas asirias, que no pudieron impedir su
huida, batieron las marismas y los caaverales de Bt-Yakn, saquearon la
regin hasta la frontera de Elam y trajeron, entre los prisioneros, a prncipes
reales y a los hermanos del fugitivo. Asimismo llevaron cautivo al rey de
Babilonia, Blibni, cuya lealtad haba sido ms que sospechosa en este asunto.
A fin de solventar este irritante y siempre renaciente problema de las
relaciones con Babilonia, Senaquerib decidi esta vez poner en el trono
babilonio a su propio hijo mayor, el prncipe heredero, Ashshurndinshumi, el
cual tendra bien sujeto el pas, al mismo tiempo que iba haciendo el
aprendizaje del poder.
Estos acontecimientos tuvieron sin duda repercusin en Elam. Una
revolucin palaciega derrib a Shutruknakhkhunte II, en provecho de su
hermano ms joven, Khallushuinshushinak, que reinara en Susa desde 699 a
693.
Comoquiera que sea, la tranquilidad pareca reinar de nuevo en las
extremidades del imperio. Senaquerib, despus de una campaa contra la
ciudad de Utku, en los montes de Nippur, al este del Tigris, dej que sus
generales reprimieran los disturbios que haban estallado en Cilicia, en 696, y,
al ao siguiente, en Til-Garimme, cerca del Tauro.
l mismo se qued en Asiria y entonces pudo consagrarse a la realizacin
de una obra que deseaba vivamente. En efecto, al igual que su padre, deseaba
construir su propia capital. Abandonando Dr-Sharrukn, inacabada y
convertida en sede de un gobierno provincial, puso sus miras en la ciudad
santa de Nnive. Sus predecesores poseyeron sin duda en ella residencia real e
hicieron a menudo efectuar trabajos de conservacin o embellecimiento, pero
Senaquerib quera convertirla en la ms bella ciudad del reino y en la capital
prestigiosa del imperio. Los trabajos haban comenzado al principio del
reinado. La primera versin de los anales, escrita despus de la campaa de
703, pudo ya comprender un balance prometedor. La quinta, en 694, dara una
descripcin completa[50].
Se haba desviado el curso del canal Tebiltu, cuyas aguas haban minado
los cimientos del antiguo palacio, que no meda ms que 395 codos por 95.
Tras rellenar el antiguo cauce, fue elevado el terrapln del palacio a 914
codos por 440, y alzado hasta una altura de 190 hileras de ladrillos. Para el
nuevo palacio que se construa sobre esta terraza, Senaquerib hizo venir de
todas partes los materiales necesarios. Con ms ahnco an que su padre, ste
hizo buscar y abrir nuevas canteras, explorar bosques an inexplotados,
foment la escultura y la metalurgia. Nuevos procedimientos fueron puestos a
punto para afinar la fundicin del bronce. Pero mientras que Sargn, al
construir su propia ciudad, obedeci sobre todo a preocupaciones polticas y
econmicas, Senaquerib aada un verdadero afn de urbanismo, un gusto muy
vivo por la belleza de formas y conjuntos. Dio a la ciudad dimensiones mucho
ms grandes, llevando su permetro de 9300 a 21 815 codos. Agrand sus
plazas y calles, hizo construir a la puerta de la ciudad interior un puente de
ladrillos y cal, dispuso una triunfal va real, de ms de treinta metros de
ancha y bordeada de estelas, que, a travs de la ciudad, vena a parar a la
Puerta de los Jardines, una de las quince grandes puertas de la muralla
exterior, de 40 ladrillos de espesor y 100 de alta, y protegida por un foso de
cincuenta metros de anchura.
Parques y jardines embellecan los accesos de la ciudad. Senaquerib hizo
plantar, en las partes alta y baja de la ciudad, frutales de todas las
procedencias, esencias aromticas, viedos y olivos. En los terrenos
comunales del norte, el rey hizo distribuir parcelas a todos los habitantes, a
condicin de que crearan huertos o campos de cereales.
Todas estas plantaciones exigan mucha agua. Un primer plan de riego
regulariz el curso del Khosr, mediante un ancho canal de unos diecisis
kilmetros de largo. Se le prolong con un abanico de dieciocho nuevos
canales, que iban a recoger en las pendientes del monte Muri las aguas de
manantiales y arroyos. Para atenuar la posible violencia de las crecidas, se
interpuso, encima de Nnive, un pantano artificial plantado de caas. Se pobl
de pjaros y animales salvajes, y adems en los bordes se plantaron rboles.
Estas medidas de trada de aguas fueron suficientes hasta 694, fecha en que fue
inaugurado solemnemente el nuevo palacio. Luego, la extensin de los parques
y cultivos exigi nuevos trabajos hidrulicos. Fue preciso ir a buscar mucho
ms lejos el agua, a la elevada regin del monte Tas, en los confines de Uraru.
Se puso diques al curso superior de un afluente del Zb; por medio de
esclusas, sus aguas fueron derivadas hacia un largo canal, una parte del cual,
apoyndose en las tierras bajas, form el clebre acueducto de Jerwn[51].
Senaquerib, sin embargo, no se olvidaba de su viejo adversario Merodac-
Baladn. Supo que ste preparaba una nueva tentativa, o prefiri ser l quien
tomara la iniciativa? No se sabe. Pero el hecho es que entonces se decidi a ir
a atacarlo hasta terreno elamita, al otro lado del mar. Hizo construir en Nnive,
por especialistas sirios, una flota de altura, para la cual enrol tripulaciones
de cautivos sidonios, tirios y chipriotas. Los navos descendieron el Tigris
hasta Opis, luego, rodndolos sobre troncos, se los llev hasta el ufrates por
el cual descendieron. En Caldea se embarcaron tropas, caballos, material y
provisiones. Retrasada por una tempestad, la flota lleg al fin a las costas de
Nagitu, en la desembocadura del Ulai (Kerkha). Las tropas desembarcaron con
mpetu, tomaron y destruyeron las ciudades costeras de Khilmu, Pillatu y
Khupapnu, luego, cargadas de botn y de prisioneros, volvieron, victoriosas,
hacia las costas caldeas, donde Senaquerib les esperaba en su campamento de
Bb-Salimeti.
Casi no tuvo tiempo de alegrarse. Con una maniobra osada e imprevista, el
rey de Elam le devolvi golpe por golpe. En el otoo de este mismo ao
invadi Babilonia por el norte, entr en Sippar a sangre y fuego, hizo
prisionero al propio hijo de Senaquerib y puso en su lugar, en el trono de
Babilonia, a uno de sus protegidos, Nergalushzib.
Por muy grande que fuera su resentimiento, el rey de Asiria tuvo que
esperar cerca de un ao, hasta septiembre de 693, para poder atacar, cerca de
Nippur, al ejrcito aliado de babilonios y elamitas. Lo hizo trizas y se apoder
de Nergalushzib, mientras que, en Elam, una revuelta expulsaba a
Khallushuinshushinak, vencido, y entregaba el poder a su hermano mayor
Kurdurnakhkhunte. Pese a la llegada del invierno, Senaquerib quiso
aprovechar su ventaja. Pero los elamitas retrocedieron hacia Khidalu y los
rigores de la estacin obligaron a los asirios a volver atrs. En junio del 692,
el nuevo rey de Elam fue a su vez asesinado y reemplazado en el trono por su
joven hermano Khumbannimena II, al que los mesopotamios llamaron Mennu,
y que reinara hasta 687.
Por su lado, los babilonios, lejos de someterse, recurrieron a un caldeo,
Mushzibmarduk, que haba dirigido en el sur una obstinada guerrilla contra
los asirios. Basta leer los trminos injuriosos que Senaquerib aplica en sus
anales a los nuevos reyes de Babilonia, para medir la violencia de la ira que
an alimentaba contra los dos pases.
Mushzibmarduk compraba a precio de oro aliados por todas partes, y, con
Mennu, consigui en 691 coaligar a todos los pueblos de los Zagros,
Parsuash, Anzan, Ellipi y Pasheru, as como a todos los nmadas arameos o
caldeos de las regiones fronterizas. La base de este inmenso conjunto de
guerreros era el ejrcito elamita, movilizado en masa, con carros de combate,
soldados de caballera y bagajes de toda suerte. Todas estas tropas se unieron
al ejrcito babilonio cerca de Khalul, junto al Tigris, no lejos de la actual
Samarra. Es all donde Senaquerib se les enfrent. La batalla fue muy dura. Se
diga lo que se diga, y aunque el lugarteniente en jefe elamita perdi en ella la
vida, Senaquerib no sali vencedor. Pero sus adversarios, en razn de sus
pesadas prdidas, no pudieron explotar este xito a medias.
Dos aos ms tarde, Senaquerib haba rehecho sus fuerzas. Aprovechando
que, desde abril del 689, el rey de Elam sufra un ataque de parlisis, march
contra Babilonia, dispuesto a castigarla duramente. Por medio de brechas y
escaladas, se apoder de ella con gran violencia, en diciembre del 689, e hizo
prisionero a su rey Mushzibmarduk. La ciudad fue tratada con extremo rigor.
Los raros habitantes que escaparon a las matanzas fueron expulsados,
deportados o vendidos como esclavos. Las estatuas de los dioses fueron
destrozadas o llevadas en cautividad. Se saquearon y destruyeron todos los
edificios civiles o religiosos, y sus escombros fueron arrojados al ro. El
arrasado emplazamiento de la ciudad fue sumergido bajo las aguas. Incluso el
suelo fue castigado. Su tierra haba sido arrojada al ufrates para que fuera a
perderse al mar, y el suelo del templo del Ao Nuevo transportado a Asiria.
Podemos asombrarnos de semejante furor devastador. Hasta entonces,
incluso en sus peores violencias, los reyes de Asiria siempre hicieron
distincin entre el poder secular del reino de Sumer y Akkad y las ciudades
santas de Babilonia y Borsippa, cuyos dioses, Marduk y Nab, contaban con
numerosos adoradores en Asiria. Por qu haber unido esta vez, en idntico
odio y castigo, reino, habitantes, templos, clero y hasta los dioses mismos?
Sin duda, esto obedece a varias razones. Los sacerdotes de Marduk no se
opusieron a que los tesoros del Esagil sirvieran para pagar la coalicin contra
Asiria. Por otra parte, Babilonia era el polo de atraccin poltico y religioso
de los nmadas y seminmadas del sur, siempre rebeldes, y de sus ambiciosos
jefes, el ltimo de los cuales, Mushzibmarduk, haba infligido a Asiria la
humillacin de Khalul. Y un hecho ms grave an: Babilonia era tan
responsable como Elam de la muerte del prncipe heredero.
Estos agravios se acusaban tanto ms gravemente en Asiria cuanto que sta
atravesaba entonces una crisis de nacionalismo agudo y denunciaba con
violencia todo lo que pudiera ser un influjo religioso, cultural o poltico de
Babilonia. El problema de la sucesin, planteado por la desaparicin del
prncipe heredero, exacerbaba ms an las pasiones. La tradicin exiga que el
hijo mayor del rey fuera, de derecho y con la conformidad de los dioses, el
legtimo heredero del trono. Pero, si llegaba a morir antes que su padre, ste
recobraba, parece ser, la libertad de designar entre sus otros hijos, sin tener en
cuenta en lo sucesivo el privilegio de la edad, a aquel que le sucedera[52].
Senaquerib tena an cinco hijos. El ms joven, Asarhaddn, haba nacido de
su ltima esposa, Naqia, a la que se llamaba en asirio Zaktu. Mujer de gran
carcter, era enrgica y, sin duda, ambiciosa. Debi intrigar apasionadamente
en favor de su hijo. Pero los hermanos mayores defendan no menos
encarnizadamente sus posibilidades; contaban con el apoyo de los medios
nacionalistas asirios, que denunciaban como crmenes las simpatas
probabilonias de la reina y su hijo.
Mientras Asiria se desgarraba en estas luchas de influencias, los anales no
sealan, en el exterior, ningn hecho importante. Apenas tres meses despus de
la cada de Babilonia, muri Mennu, rey de Elam, y le sucedi
Khumbankhaltash II, que deba ser su sobrino. Bajo su pacfico reinado, Elam
vio al parecer crecer su influencia: ciertos territorios vecinos se sacudieron la
tutela asiria para volverse hacia l; es el caso de Ellipi, que ha recobrado su
independencia, y del Pas del Mar, donde se ha instalado un hijo de Merodac-
Baladn, refugiado anteriormente en Elam.
En Anatolia, el pas de Tabal tambin ha vuelto a ser independiente, y
Uraru ha ocupado de nuevo Muair y algunos distritos vecinos. En la misma
Palestina, Asiria no encuentra ms que dificultades. El faran Taharqa haba
apoyado una nueva rebelin de Ezequas, y el ejrcito asirio que sitiaba
Jerusaln se vio diezmado por la peste.
As pues, Senaquerib no haba podido conservar intacto, en sus fronteras,
el legado de Sargn. Las dificultades interiores paralizaban su accin. No
sabemos cundo se decidi a nombrar un heredero. Cuando al fin lo hizo, su
eleccin recay sobre su hijo ms joven, Asarhaddn (Ashshurakhaiddina),
quien escribir ms tarde en sus anales: Aunque de mis hermanos yo fuera el
benjamn, mi padre, por orden de los dioses, me dio legtimamente la
primaca sobre mis hermanos (proclamando) Es l quien me suceder.
Cuando, a este respecto, interrog por medio de una consulta hepatoscpica a
los dioses Shamash y Adad, estos dioses le respondieron con un s sin
ambigedades: es l quien te reemplazar. Atenindose con devocin a su
solemne sentencia (mi padre) reuni entonces, todos juntos, a los habitantes de
Asiria, pequeos y grandes, a mis hermanos y a la descendencia masculina de
la casa de mi padre, y delante de los dioses de Asiria y los dioses que
habitan el cielo y la tierra, para que todos respetaran mi derecho a la sucesin,
les hizo jurar por el augusto nombre de estos dioses[53].
La amplitud y la solemnidad de estos compromisos no fueron suficientes
para acallar las rivalidades: ms bien sucedi lo contrario. Los pretendientes
rechazados y sus partidarios se encarnizaron contra el nuevo prncipe
heredero. Calumnias, maledicencias, conspiraciones, todo se utiliz para
desacreditarlo o atemorizarlo. A los antagonismos polticos se mezclaba
adems un sordo malestar religioso. La destruccin de Babilonia y de sus
templos, bien acogida al principio por una parte de la opinin asiria, no haba
tardado en suscitar en el pas un vago sentimiento de culpabilidad sacrlega.
El clero asirio haba llegado a intentar justificar por medio de especulaciones
teolgicas el castigo infligido a los dioses de Babilonia. Al mismo tiempo se
abra camino, entre los deportados o fugitivos babilonios, una especie de
esperanza mesinica que anunciaba la reconstruccin de la ciudad, el
retorno de los dioses y el fin del exilio. Lo quisiera o no Asarhaddn, es a l a
quien las profecas que circulaban clandestinamente designaban como el futuro
libertador. Sus enemigos le acusaban de ser traidor a su pas, e incluso su
padre estaba algo irritado. Sin perder por ello su ttulo de prncipe heredero,
debi buscar entonces su salvacin en el exilio, en algn lugar desconocido
situado ms all de Khanigalbat.
All se enter, segn nos dice, del asesinato de su padre, acaecido el 20 de
ebt (diciembre-enero) del 681. De este crimen, que las fuentes posteriores
califican unnimemente de parricidio, ignoramos todava el verdadero
culpable. Si fue Asarhaddn, lo cual est lejos de ser seguro, no pudo ser, a lo
sumo, sino el instigador del crimen. En efecto, no cabe poner en duda que
estaba entonces lejos del reino, ni olvidar su vuelta a marchas forzadas hacia
Nnive, donde sus hermanos mayores se disputaban ya el poder. La guerra
civil que sigui dur ms de mes y medio, y no fue hasta el 8 de adar (febrero-
marzo), al comienzo de la primavera del 681, cuando Asarhaddn, victorioso,
se sent en el trono[54].
Su primera diligencia fue poner en orden el estado. Castig a los rebeldes
y a sus familias, hizo cobrar los impuestos atrasados y satisfizo las quejas
legtimas. Igualmente acometi sin tardanza la espinosa cuestin de Babilonia.
Apenas tres meses despus de su subida al trono, haca acondicionar el paraje
devastado de la ciudad y comenzar los trabajos de reconstruccin. Pero,
convertido en rey de Asiria, se comportaba con ms prudencia que en el
tiempo en que no era ms que prncipe heredero. Una sutil exgesis le permiti
exonerar a su padre de la acusacin de sacrilegio, y toda una serie de medidas
en provecho de los asirios compens hbilmente el favor que mostraba hacia
los babilonios. Al mismo tiempo que haca reconstruir el Esagil, restauraba,
en Asur, el templo nacional, el Esharra. Aunque inacabados, los dos edificios
fueron inaugurados casi simultneamente, con un fasto igual, al comienzo del
segundo ao de reinado. Para complacer el particularismo suspicaz de sus
sbditos, Asarhaddn reiter solemnemente la prohibicin hecha a todo
extranjero de penetrar en el templo de Asur. Si mand rehacer,
magnficamente, las estatuas destruidas o mutiladas de los dioses babilonios,
fue en Asur donde las hizo construir, al mismo tiempo que las de los dioses
asirios. Llev con gran pompa algunos de estos dioses a Babilonia, pero otros,
el mismo Marduk entre ellos, esperaron an largo tiempo el fin de su exilio[55].
Restituy a los babilonios, vueltos a su ciudad, as como a los habitantes de
Nippur, Borsippa y Sippar, sus antiguos privilegios econmicos y
comerciales. Pero, al mismo tiempo, quiso restablecer y reforzar las
exenciones tradicionales de las ciudades asirias, bien que acentuando el
carcter cosmopolita de Babilonia, su vocacin de ciudad abierta y de urbe
acogedora.
Ms difcil de arreglar era el problema de las tierras robadas a los
babilonios por los nmadas o seminmadas de los alrededores, los de Bt-
Dakkuri y Gambulu principalmente. Aprovechando el descontento provocado
entre ellos por unas medidas de devolucin, el rey del Pas del Mar remont el
ufrates y puso sitio a Ur. Un ejrcito asirio le expuls a Elam, donde fue
asesinado. Entonces los gambulu se sometieron. Pero todava duraron varios
aos las dificultades con Bt-Dakkuri, que se negaba a devolver las tierras
ocupadas. Incluso fomentaron disturbios en Nippur. Por dos veces, en 678 y
675, Asarhaddn tuvo que castigar severamente a los jefes y altos comisarios
de Nippur. La segunda vez, el rey de Elam, Khumbankhaltash II, que haba
subido al trono el mismo ao que Asarhaddn, se dej arrastrar a estos
desrdenes e hizo una incursin sangrienta en Sippar. Poco despus muri
sbitamente, hacia mediados de septiembre del mismo ao, y le sucedi su
hermano Urtaki, que en lo sucesivo sostuvo buenas relaciones con Asiria.
Si la tranquilidad renaca en esta parte del imperio, por otros lugares
subsistan o se precisaban otras inquietudes. Bajo el reinado de Senaquerib,
los temores de una invasin cimeria sufridos poco antes se haban disipado
por completo. Sus tropas haban desaparecido en los confines de Anatolia.
Sabemos que se apoderaron de Sinope, en el mar Negro y que, hacia el 696,
destruyeron el reino de Frigia. Pero la repercusin de estas lejanas fechoras
no haba llegado sin duda hasta Asiria. Ahora bien, he aqu que desde el
segundo ao de Asarhaddn, en 679, la vanguardia de los cimerios se
mostraba cerca de las Puertas Cilicias. Se hizo necesaria una expedicin para
combatirla y rechazarla hasta Khubushna, seguramente la actual Ereli.
Probablemente fue en el curso de la misma campaa cuando hubo que someter
a la fuerza a los montaeses de Khilakku (Cilicia), como algn tiempo ms
tarde, en 676, a las ciudades rebeldes de Sissu (actual Sis) y Kundu, en el
Tauro. En estas mismas regiones, el adversario que pareci sembrar por un
momento la inquietud entre los asirios fue un tal Mugallu. Si se da crdito a las
numerosas consultas de orculos que le conciernen, se apoder de una parte de
Melitene, obtuvo la alianza del rey de Tabal, que era otra vez independiente, y,
al frente de un numeroso ejrcito, tuvo en jaque a las fuerzas asirias que, en el
675, le sitiaron en Meliddu sin poder reducirle.
Este mismo ao, el rey en persona condujo una larga y dura expedicin en
el noreste de Arabia, donde, despus de haber vencido a algunos jefes de
tribu, estableci un vago protectorado sobre una comarca vecina, sin duda
Tilmun (Barain), cuyas salvajes soledades los anales describen as: (Para
llegar a) este pas de Bzu, cuya situacin es lejana, parte olvidada del
continente, regin de sal, comarca de sed, he recorrido primeramente 120
leguas dobles de extensiones de arena, abrojos y gravilla de hierro magntico,
una comarca cuyo mbito est tan lleno de escorpiones y serpientes como
podra estarlo de hormigas, y luego 20 leguas dobles por el pas montaoso de
Khaz, montaa de las piedras del rayo[56].
Otras operaciones de polica o de represalias se haban llevado a cabo en
Siria, primero contra un usurpador rabe que haba destronado al fiel hijo del
difunto rey azael, luego contra Sidn, cuyo rey Abdimilkutti crey poder
rechazar la tutela asiria. Vencido en el 677, fue decapitado al ao siguiente. Su
ciudad, destruida, fue reemplazada por una nueva, Kr-Ashshurakhaiddina
(Muelle de Asarhaddn), y su territorio anexionado. Con una porcin de
esos despojos Asarhaddn recompens la lealtad del rey de Tiro, con el cual
firm un tratado, cuyo texto nos ha llegado en parte[57]. Adems del de Tiro, le
eran leales en esta regin los reyes de Jud, Edom, Moab, Gaza, Ascaln,
Ecrn, Biblos, Arvad, Samsimuruna, Amn y Asdod, diez reyes del borde del
mar, y los que llama los diez reyes del medio del mar, es decir, un cierto
nmero de prncipes chipriotas.
Es posible que estos xitos en Siria-Palestina hayan incitado al rey de
Asiria a intentar eliminar de la regin toda influencia egipcia. La empresa
debi fracasar, porque una crnica posterior menciona que, en 674, las tropas
asirias sufrieron un revs en Egipto que los anales oficiales, naturalmente,
silencian.
Son asimismo muy discretos en cuanto a los maneos, de los cuales dicen
solamente que fueron vencidos, as como su aliado, el escita Ishpakaia. De
hecho, las numerosas consultas a los orculos traicionan la inquietud que
inspiran. Los guteos inaccesibles parecen haberse convertido en los ms
turbulentos vecinos orientales de Asiria, como si su coexistencia con las
partidas cimerias y escitas instaladas en su vecindad les hubiera dado una
nueva virulencia. No slo se les encuentra en las orillas del lago de Urmia,
donde les conoci Sargn. Descienden hasta Zamua. Interceptan el trfico de
caballos entre Parsuash y Asiria, y se les cita siempre entre los saqueadores y
asaltantes de los caminos cuyos golpes de mano se temen.
En la meseta, el peligro que representaban se una al que caba tener de los
medos. Desde antes del 676, Asarhaddn haba aprovechado la ocasin de
intervenir en las inmensidades de su territorio. Habiendo solicitado su ayuda
tres jefes medos de lejana residencia contra ciertos vecinos belicosos,
envi, para restablecer el orden, a aquellos de sus generales que tenan a su
cargo los distritos ms prximos a su pas. Un poco ms tarde, pero tambin
antes de 676, otra expedicin se intern ms profundamente an en las
mrgenes del desierto salino en los alrededores del monte Bikni. Se puede
dudar si la primera intervencin tuvo lugar en la futura Partia o en Isfahn e
Hircania; la mencin del monte Bikni atestigua que la segunda campaa
alcanz la regin del moderno Tehern. Consultas a orculos y cartas de la
poca hacen a menudo alusin a los medos. Todas las tierras interiores que
ocupaban no eran necesariamente hostiles, pero s poco seguras. A buscar sus
tributos y, sobre todo, las manadas de caballos indispensables a Asiria, van
columnas armadas. Desde la frontera de Elam a la de Uraru, se erigi, para
vigilar esta vasta zona de inseguridad, un cierto nmero de puestos y plazas
fuertes. Las ms importantes eran Bt-Parnakki, no lejos de la actual
Kermnshh, Bt-Kri, en la regin de Hamadan, y tambin la antigua
Kharkhar, fortificada por Sargn y rebautizada por l Kr-Sharrukn. La
bsqueda de informacin continuaba siendo una de las grandes
preocupaciones del mando asirio, deseoso de estar exactamente al corriente
del humor cambiante de las tribus medas. Asarhaddn da pruebas de muy
notable espritu previsor cuando se inquieta por una posible federacin de las
tribus iranias. Pudo temer que uno de sus jefes, Kashtariti, se pusiera al frente
de tal tentativa[58]. Pero sta se abort, y el rey de Asiria, en cambio,
consigui extender su protectorado sobre un nmero cada vez mayor de tribus.
Ms al norte, Asarhaddn alimentaba al parecer otro temor: el de que
Uraru despertara y se uniera a elementos cimerios y escitas. La mayor parte
de estos invasores se haba alejado hacia el oeste; los que se rezagaban en el
pas o en sus alrededores no haban impedido a Uraru rehacerse rpidamente
del revs sufrido e incluso recobrar, a costa de Asiria, sus antiguas zonas de
influencia. Rusa II, hijo de Argishti II, que reinaba desde 678
aproximadamente, llevaba a cabo en la regin de Erivan grandes trabajos de
irrigacin, cultivo y edificacin[59]. Es a l a quien se atribuye lo esencial de
la plaza fuerte de Tesheba (Karmir-Blur), en la orilla izquierda del Zangu.
Temiendo sin duda que interviniera en la regin fronteriza de Shubria,
Asarhaddn lanz en el 667 una poderosa operacin de polica, con cuyo
relato confeccion su carta a dios[60]. Puede ser tambin que el rey de
Asiria entregara su hija en matrimonio a un jefe escita de Saccene, Partatua,
el Protothyes de los clsicos, que le prometa su alianza para hacer contrapeso
a una eventual coalicin dirigida por Uraru.
El ao 672 marca en la historia del reino un giro decisivo. Por una extraa
fatalidad, Asarhaddn se encuentra entonces presa de las mismas dificultades
dinsticas que conoci su padre y que haban llevado a Asiria a la guerra
civil. Su hijo mayor, Siniddinaapla, haba muerto prematuramente y
Asarhaddn se encuentra en la obligacin de designar un nuevo prncipe
heredero. Al parecer desea que, despus de l, el imperio se divida entre sus
dos hijos mayores, el primero de los cuales recibira Asiria y el segundo
Babilonia, y que ya haba preparado a ste, Shamashshumukn para sus futuras
tareas. Dudaba entre hacerle rey de Asiria o preferir a uno de sus hermanos
menores.
Dudaba tanto ms cuanto que era, por naturaleza, indeciso y ambicioso.
Ansioso y, a menudo, juguete de sus consejeros, viva con el temor de los
signos nefastos, las enfermedades y la clera de los dioses. Para conjurar su
sino, incluso haba puesto en vigor la vieja costumbre de los sustitutos
reales, que tomaban sobre s las desgracias cuyos presagios podan amenazar
al rey. Se puede pensar que en este ao la doble advertencia de una
enfermedad que le aquej y de la muerte de su esposa, le incit a regular, sin
ms tardanza, el problema de su sucesin. Decidindose a dejar a
Shamashshumukn en su destino babilonio, escogi como prncipe heredero de
Asiria a su tercer hijo, Asurbanipal, deportista y culto, pero sin duda poco
preparado an para las responsabilidades del poder. Esta eleccin levant una
violenta oposicin en los medios de la corte y del clero[61]. Para vencerla,
Asarhaddn, como lo haba hecho su padre, convoc unos verdaderos
estados generales de Asiria. Fueron exigidos compromisos solemnes de la
familia real, de los dignatarios y de todas las clases de la sociedad. Tambin
se exigieron a los vasallos y aliados del reino, como lo testimonian ocho
tratados firmados en esta ocasin con prncipes medos[62]. Por otra parte, stos
y algunos otros textos, al evocar las oposiciones o las posibles revueltas, nos
dan una imagen bastante precisa de la estructura del imperio en esta poca. En
su cima, hermanos del rey, primos, tos, descendientes ms lejanos de la casa
de su padre y miembros de otras ramas reales forman una verdadera casta de
sangre real. Tambin eran numerosos los dignatarios, eunucos o no, que
constituan el personal de la corte: no haba ninguna gran familia del reino que
no tuviera en ella uno o varios representantes. En las provincias la
administracin imperial siempre era ejercida por gobernadores, verdaderas
dinastas locales, cada vez ms inclinados a la independencia. Como en los
tiempos de Sargn, el imperio continuaba presentando una aparente unidad.
Pero muchos de los elementos de esta unidad eran ya extraos a la condicin
asiria: unidad lingstica, pero en provecho del arameo y no del acadio;
unidad religiosa, pero en la adoracin de los grandes dioses que, en la misma
Asiria, hacan la competencia a los dioses nacionales; auge de la astrologa,
pero slo se aplicaba en Asiria al precio de equivalencias ficticias y exaltaba
ms un vago imperio universal que el patriotismo nacional; tendencia a la
uniformidad de las costumbres y de las artes, pero en este aspecto Asiria
prestaba tanto y ms, puede ser, de lo que reciba. Si la poblacin se segua
dividiendo en ciudadanos de pleno derecho (mrban), en esclavos, y en una
clase intermedia, los mushkn, las deportaciones haban diluido en gran
medida la etnia asiria; en el campo, en las ciudades, en las capitales, existen
numerosas colonias extranjeras. El mismo ejrcito ya no es ms el ncleo puro
de la nacin asiria. Se enrolan numerosos contingentes extranjeros y algunos
no-asirios acceden a veces a puestos importantes. Lo que habra podido salvar
la unidad profunda del pas, la herencia espiritual de la cultura acadia, el
tesoro de conocimientos copiados y recopiados a lo largo de los siglos estaba
reservado al crculo cerrado de los escribas y sin influencia real sobre el
mundo exterior.
De hecho la unidad del imperio reposa entonces casi enteramente en la
persona del soberano. El rey establece relaciones personales con las
diferentes partes de sus pueblos, que, por juramento, reconocen su soberana
feudal. As se explica en la poltica asiria el nmero cada vez mayor de estas
convenciones juradas (ad) que el rey exige de todos y de cada uno. De ah
tambin la importancia de estos verdaderos missi dominici que son los
representantes del palacio (los sha pan kalli), siempre viajando para
recibir, de las corporaciones, de las tribus y de las guarniciones, los
juramentos de lealtad hacia el soberano. Los generales vencedores exigan
tambin estos juramentos y sus convenciones a los vecinos vencidos. En los
tratados firmados en este ao, 672, con los prncipes medos, se lee la siguiente
clusula: Si (alguno, a expensas de Asurbanipal) se apropia la realeza sobre
Asiria, no haris causa comn con l, os levantaris contra l, le haris la
guerra y arrastraris a la lucha contra l a otros pases[63]. Este
desconocimiento fundamental del espritu nacional, slo en provecho de la
fidelidad a la persona del soberano, muestra, a la vez, la fuerza y la debilidad
del imperio. Si el rey es enrgico y respetado, el estado permanece fuerte; si
es dbil y discutido, ningn vnculo real asegurar la cohesin del reino. En
este estado de cosas, al ser designado oficialmente Asurbanipal como prncipe
heredero, Asarhaddn lo asocia muy estrechamente a las responsabilidades
del poder y a la administracin del reino.
Asegurado as aparentemente el futuro, el rey de Asiria crey poder
emprender la realizacin del gran proyecto de su reinado: la conquista del
delta del Nilo. De este modo aadira a sus recursos inapreciables riquezas y
sobre todo podra, con la efectiva neutralizacin de Egipto, asentar
definitivamente su dominacin sobre Siria y Palestina.
El faran Taharqa, presintiendo el ataque, intent frustrarlo creando
dificultades en Siria. Logr que se sublevara Tiro y, posiblemente ms tarde,
Ascaln. Pero en la primavera del 671, Asarhaddn, dejando una parte de sus
tropas asediando Tiro, atraves el desierto y penetr en Egipto. A lo largo del
mes de duzu (junio-julio), derrot en varias ocasiones al ejrcito egipcio, y
se apoder de Menfis. Taharqa huy al sur, donde por el momento los asirios
no osaron perseguirle. El pas conquistado fue dividido y los nombres de las
ciudades asirianizados. En la mayor parte de los casos, los vencedores se
contentaron con reforzar, contra la monarqua indgena, los poderes de los
grandes jefes locales, a los que se les llam reyes, y a cuyo lado se
instalaron virreyes y gobernadores asirios[64]. El mismo Asarhaddn tom el
ttulo de rey de los reyes de Mushur (Egipto), Patros (Alto Egipto) y Kush
(Etiopa), y trajo del delta un inmenso botn.
A pesar de sus vnculos locales, la dominacin asiria era frgil. Despus
de la partida del rey, y pese a las guarniciones dejadas en cada lugar,
estallaron disturbios. A fin de restablecer el orden, Asarhaddn se content en
principio con enviar a su general Shanabshu. Posiblemente conceda poca
importancia a las revueltas o l mismo se encontraba retenido en la capital en
este ao, 670, a lo largo del cual se vio obligado a pasar por las armas a
numerosos grandes del reino. Pero como continuaban los disturbios en Egipto,
al ao siguiente emprendi el camino del delta al frente de sus tropas. En el
viaje muri sbitamente, el 10 de arakhsamna (octubre-noviembre) del 669.
Esta muerte inesperada puso a Asiria al borde de una grave crisis poltica.
Las disposiciones que Asarhaddn haba impuesto para asegurar su sucesin
haban sido difcilmente aceptadas. Ciertamente hubieran sido discutidas si su
madre, Naqia (Zaktu), no hubiera intervenido con inusitada energa. Ella
conjur a los hermanos de Asurbanipal, a los (otros) descendientes reales, a
los grandes, a los gobernadores, a los prefectos, oficiales, jefes, feudatarios,
administradores de todo el pas y a todos los ciudadanos asirios, hombres o
mujeres, para que respetaran su juramento de fidelidad. Bajo pena de un
terrible castigo divino, les conmin a no participar ni siquiera de intencin en
un complot o una tentativa de asesinato contra su nieto, que de ahora en
adelante ser su legtimo soberano, y a denunciar, en el ejrcito o en la
administracin, todo eventual instigador de disturbios, aunque estuviera entre
los ms altos personajes del reino[65].
La reina madre gozaba en la corte de una gran influencia; para todos era el
smbolo viviente de la legitimidad y de la continuidad dinstica. Su solemne
intervencin decidi la cuestin y desarm a los facciosos. El mismo mes que
sigui a la muerte de Asarhaddn, Asurbanipal fue reconocido rey de Asiria.
Algunos meses ms tarde, en la primavera del 668, l mismo, respetando la
voluntad de su padre, entregaba a su hermano Shamashshumukn el trono de
Babilonia.
La cronologa del reinado de Asurbanipal es an indecisa. Sus
inscripciones oficiales son numerosas y detalladas[66], pero no siempre
mencionan las campaas siguiendo su orden cronolgico. Adems como casi
todas fueron dirigidas, no por el rey, sino por sus generales, varias de ellas
han podido ser simultneas, mientras que en la lectura de los anales se las
podra creer sucesivas.
En todo caso no se puede dudar que, hasta el ao 664, el nuevo rey de
Asiria estuvo ocupado sobre todo por la cuestin de Egipto. Taharqa haba
vuelto a ocupar el delta y se haba establecido en Menfis. Asurbanipal, en el
667, envi contra l a su turtn y a los gobernadores de las regiones
fronterizas. El ejrcito asirio, reforzado con contingentes enviados por los
veintids reyes de las orillas del mar, de las islas y del continente se
enfrent, cerca de Karbaniti, a las tropas egipcias de Taharqa. ste fue
vencido, abandon Menfis y, por barco, retrocedi hasta Tebas. Un fuerte
ejrcito asirio, al mando del copero mayor, march durante ms de un mes
hacia el sur, sin poder alcanzar una victoria decisiva contra un adversario que
se ocultaba ante l.
Entre tanto, la situacin se haba restablecido en el delta. Los prncipes
locales haban sido repuestos, y el ms influyente de ellos, Nikk (Nekao I)
haba vuelto a encontrar, en Sais, sus bienes y preeminencia. Pero el xito de
Taharqa, aunque temporal, haba perjudicado el prestigio asirio. Despus de la
partida del cuerpo expedicionario, y pese al refuerzo de las guarniciones, los
prncipes del delta hicieron, por su cuenta, insinuaciones a Taharqa, con objeto
de fomentar una nueva rebelin. Al tener noticia del complot, los generales
asirios detuvieron a los culpables y los trasladaron a Nnive. Todos fueron
castigados, a excepcin de Nekao a quien Asurbanipal consider ms hbil
perdonar. Ms an, restituyndole su principado de Sais, le colm de honores,
aument su poder y dio a su hijo la ciudad de Atribis, que era poco antes
patrimonio del futuro faran.
Poco despus, en el 664, muri Taharqa. Su sobrino y sucesor, Tanutamn
(al que los asirios llaman Tantamane), quiso tomar a su cargo el sueo de
hegemona nacional que no haba podido realizar su to. Tomando la ofensiva,
volvi a ocupar Menfis, y obtuvo otros xitos en el curso de los cuales Nekao
desapareci. Pero la llegada de un nuevo cuerpo expedicionario asirio
destruy sus esperanzas. Retrocedi hasta Tebas, luego ms all, y no pudo
impedir que los asirios tomaran y saquearan las dos ciudades. Su dominacin
sobre el delta iba a mantenerse, sin otra grave crisis, hasta el ao 655.
Durante estos acontecimientos de Egipto, los generales de Asurbanipal
haban hecho entrar en razn a la turbulenta ciudad de Kirbit, en las montaas
prximas a Dr, y, al oeste, Baal de Tiro y Yakinko de Arvad.
Preocupados por su poltica sirioegipcia, los asirios apenas prestaban
atencin a los rumores de los acontecimientos que agitaban los confines de
Anatolia. Despus de haber destruido Frigia, los cimerios, arrastrando con
ellos a los treros venidos de Tracia, continuaron su marcha hacia el oeste.
Giges, que se haba convertido en rey de Lidia en el 687, logr contenerlos
algn tiempo. En el 660 envi una embajada al rey de Asiria para pedirle
ayuda. Tabal y Cilicia, igualmente inquietos, solicitaron tambin su proteccin.
Para Asiria, Lidia era un pas del otro lado del mar, lejano y mal conocido.
Su peticin de alianza no tuvo contestacin y Giges, ya lo veremos, se lo
tendr en cuenta.
En verdad, Asurbanipal se inquietaba entonces ms por sus fronteras
orientales. El rey maneo Akhsheri se haba apoderado de un cierto nmero de
fortalezas en las que haba guarniciones asirias. Se envi contra l una
expedicin de represalia, bajo el mando del copero mayor, Nabsharusur. ste
siti la capital, Izirtu, y devast las provincias cercanas. Una revolucin
derrib entonces a Akhsheri, que fue asesinado. Sin embargo le sucedi su
hijo, pero se reconoci vasallo del rey de Asiria, quien le impuso tributo y
redujo sus estados en algunos distritos fronterizos.
Ciertas operaciones de polica fueron igualmente motivadas por la
agitacin que se manifestaba tambin entre los medos y las bandas cimerias
establecidas en su regin. Algunas ciudades fueron tomadas y castigadas y los
jefes rebeldes capturados y conducidos a Nnive. Pero en el 657 un informe
astrolgico descubri de nuevo los temores que inspiraban al rey de Asiria las
depredaciones de los saqueadores cimerios[67].
Sus relaciones con Elam no eran menos inquietantes[68]. Al comienzo de su
reinado, Asurbanipal esperaba que Urtaki continuara testimonindole la
cordialidad que haba manifestado a su padre. l mismo trataba de favorecer
este acuerdo. Cuando Elam conoca un hambre terrible, debida a una sequa
catastrfica, haba avituallado a sus habitantes hambrientos y permitido a
varias tribus que vinieran a refugiarse en sus estados, antes de volver
libremente a su pas al fin de la calamidad.
Pero desde el 668 reinaba en el principado de Susa un nuevo rey,
Temptkhumbaninshushinak, al que los asirios denominaban simplemente
Teumman. Era ambicioso, retorcido y opuesto a toda aproximacin con Asiria
y utiliz toda su influencia para que Urtaki sostuviera contra sta una rebelin
que acababa de estallar en Nippur y Gambulu.
Urtaki acab por ceder. Aprovechando las dificultades asirias en Egipto,
en el 665, termin por otorgar su ayuda a los insurrectos de la baja
Mesopotamia. Asurbanipal, sorprendido por este ataque inesperado, estaba
mal preparado para responder a l. El ejrcito que envi bajo el mando del
copero mayor rechaz a los invasores hasta su frontera, pero no pudo obtener
sobre ellos y sus aliados un xito decisivo. Sin embargo la suerte favoreci al
rey de Asiria: en el mismo ao, 663 (?), el prncipe gambuleo sublevado, el
gobernador traidor de Nippur, el mismo Urtaki y su consejero en este asunto
murieron de muerte violenta o inesperada.
Pero tambin para Teumman la muerte de su to Urtaki era una feliz racha
de suerte. Le ofreca la ocasin de unificar en su provecho una gran parte de
Elam. Se la incaut y forz a un exilio precipitado a todos sus posibles
rivales, los hijos de los dos reyes precedentes. Una vez ms, le cogi de
sorpresa a Asurbanipal, que no pudo hacer ms que ofrecer asilo a los
prncipes fugitivos.
As, aqu y all, y a pesar de la ocupacin de Egipto, Asiria mantena con
dificultad la situacin que antes haba adquirido. Este equilibrio precario dur
todava algunos aos.
Fue hacia el 655 cuando se produjeron en el imperio asirio los primeros
estallidos. El rey de Egipto, Psamtico I, consigui entonces, en efecto,
sacudirse la tutela asiria, con la ayuda de contingentes lidios que le haba
enviado Giges, el cual repudiaba tambin la amistad asiria. Asurbanipal debi
aceptar sin reaccionar la prdida del delta. La actitud de Elam le inquietaba
ms, y ms directamente. Teumman haba afirmado su poder y se mostraba
cada vez ms arrogante. Pasando a la ofensiva, lanz, en agosto del 653, un
violento ataque contra la baja Mesopotamia, donde subsistan an focos de
rebelin. En septiembre, mejor preparado esta vez, Asurbanipal contraatac
en la regin de Dr, al mismo tiempo que se esforzaba en suscitar disturbios en
la retaguardia del enemigo. Teumman retrocedi hasta Susa, donde estallaba
una sublevacin. Sin embargo, logr restablecer su autoridad y reunir nuevas
tropas. Al fin, un encuentro decisivo tuvo lugar en Tell-Tuba (Tulliz) en Ulai.
Los elamitas fueron vencidos y Teumman y su hijo muertos en la batalla. Elam
fue desmembrado. El mayor de los tres hijos de Urtaki, Ummanigash
(Khumbannikash II), fue nombrado rey en Madaktu, el menor, Tammaritu, en
Khidalu (Bebehn), mientras que Attakhamitinshushinak (el Attameti de los
asirios) tomaba el poder en Susa, donde, vasallo de Nnive, iba a reinar del
653 al 648. Gambulu, a su vez, fue castigado y pag duramente la ayuda que
recibi de Elam. Asurbanipal crey al fin acabar la pacificacin de estos
confines meridionales poniendo al frente del Pas del Mar a un prncipe de
Bt-Yakn, Nabblshumte, nieto de Merodac-Baladn, al que envi una
guardia y consejeros asirios.
De hecho esta campaa aparentemente victoriosa, lejos de mostrar la
supremaca militar de Asiria, revelaba su impotencia para impedir en esta
regin continuos motines. Uruk, Eridu, Gurasimmu, Puqudu, Nippur incluso,
estn continuamente en rebelin abierta o larvada. En todo el sur es general la
hostilidad contra Asiria. Las pocas ciudades aliadas, Ur, Kissig, Shattena, se
lamentan amargamente del odio de que son objeto en todas partes, y tambin
de la lentitud con que las tropas asirias acuden ahora a socorrerlas en caso de
necesidad.
Igualmente en Babilonia se incuba la envidia y el rencor. Incluso se puede
pensar que, desde el comienzo de su reinado, Shamashshumukn estaba,
secretamente al menos, celoso de su hermano menor que haba obtenido mejor
parte que l. Su propio reino se limitaba a las cuatro ciudades, Babilonia,
Borsippa, Kutha y Sippar y a sus alrededores inmediatos. Sobre este escaso
lote Asurbanipal pretenda tambin ejercer un derecho de vigilancia.
En mayo-junio del 652, Shamashshumukn crey que la ocasin era
favorable para sacar partido del descontento general. Se sublev contra su
hermano, estrech relaciones con Egipto, los rabes y los prncipes sirios y
envi emisarios al sur. La intriga y el dinero abundantemente repartido le
aseguraron numerosas cooperaciones. Nabblshumte, del Pas del Mar, fue
uno de los primeros en ponerse de su lado. Le siguieron los reyes de Elam, a
quienes, sin embargo, Asurbanipal haba entregado su trono. Asiria reaccion
con la lentitud que le reprochaban sus aliados. Mientras que unas tropas
bloqueaban Babilonia, el general Blibni, sostenindose sobre la ciudad fiel
de Kissig, acab ocupando el Pas del Mar. Nabblshumte huy, llevndose
prisioneros a los asirios que estaban con l. Elam, por su parte, haca un gran
esfuerzo para apoyar a Babilonia. Ummanigash puso en camino numerosas
tropas bajo el mando de un prncipe real, hijo de Teumman, y de otros varios
generales. Un ejrcito asirio detuvo y derrot estos refuerzos en Mangisi,
cerca de Dr. Al mismo tiempo Asurbanipal trataba de paralizar a su
adversario por medio de intrigas. En el 651 una sublevacin derrib a
Ummanigash y dio el poder a su sobrino Tammaritu II. ste se inclinaba a su
vez en favor de Babilonia y una nueva insurreccin, fomentada por el general
Indabigash, le expuls del trono y le forz a pedir refugio en Asiria.
Asurbanipal le acogi, con fines tiles. Indabigash ocup el trono y,
presintiendo un cambio de situacin, evit comprometerse abiertamente en
favor de Babilonia. Pero, aunque restituy a Asurbanipal los prisioneros
asirios de Nabblshumte, rehus entregar a ste, a pesar de las reiteradas
peticiones del rey de Asiria. Es verdad que Asurbanipal jugaba el mismo
juego. Pona buena cara al nuevo rey de Elam, pero sin expulsar por ello de su
corte al antiguo rey destronado, ni cesar de fomentar bajo mano la oposicin
armada de ciertos medios elamitas.
Este sutil juego de intrigas tena al menos la ventaja de crear entre los dos
estados una especie de equilibrio temporal. Asurbanipal se aprovech para
acabar con la rebelin babilnica propiamente dicha. Desde haca ya tres aos
las tropas asirias bloqueaban Babilonia y las otras ciudades del reino. La
capital fue asaltada. En junio-julio del 648, Babilonia cay, despus de que
sus ltimos defensores hubieron provocado un inmenso incendio, en cuyas
llamas Shamashshumukn se dej perecer voluntariamente.
El resto del pas fue pacificado con bastante rapidez. Akkad, Caldea,
Aram y el Pas del Mar fueron de nuevo tomados y puestos bajo control de
gobernadores o comisarios. Se instal una fuerte guarnicin perenne en
Nippur, que se convirti en plaza avanzada de la dominacin asiria en
Mesopotamia meridional. Babilonia, rescatada de sus ruinas, fue colocada,
con las otras ciudades del reino, bajo la autoridad de un tal Kandalnu quien, a
pesar de su ttulo de rey, no era de hecho ms que un gobernador asirio.
Quedaba Elam, sostn natural de toda rebelin babilnica. En Susa,
Attakhamitinshushinak haba muerto en el 648, y le sucedi su hijo
Khumbankhaltash III. Incluso extendi su poder sobre Madaktu mientras que un
tal Khumbankhabua (Unbankhabua) se haba preparado en Babilu un pequeo
principado.
Parece entonces que Asurbanipal est resuelto a abatir definitivamente
Elam. Tomando como pretexto la negativa que le dieron los elamitas de
entregarle a Nabblshumte, lanz contra ellos, en mayo-junio del 647, una
poderosa ofensiva en tenaza. Un ejrcito procedente del Pas del Mar se
dirigi hacia Susa y otro, partiendo de Dr, tom como objetivo Madaktu.
Khumbankhaltash huy, abandonando sus capitales, y Tammaritu fue colocado
de nuevo en el trono. Al ao siguiente, el retorno de Khumbankhaltash desat
una nueva intervencin asiria. La ofensiva, bajo el mando de Blibni, devast
Rash, rompi la resistencia elamita en el paso de Idide (b-i-Diz) y en Dr-
Untash (Choga-Zambl) se apoder de Madaktu y de Susa, luego, ms all,
aneg el pas en ms de seiscientos kilmetros. A la vuelta, el ejrcito asirio
se encarniz sobre Susa, a la que destruy de arriba abajo. En lo sucesivo,
Elam no ser ms que una tierra vasalla, aunque Khumbankhaltash III, reinando
otra vez sobre Madaktu en ruinas, entreg al fin al vencedor el cadver de
Nabblshumte, quien perdida toda esperanza haba terminado por darse
muerte.
Esta derrota de Elam acarre la sumisin espontnea de varios pases
vecinos. Entre los cuales se encontraba el pas de los persas, Parsuash, cuyo
rey Kurash (Ciro I) envi entonces a Nnive, al mismo tiempo que su tributo, a
su propio hijo como rehn[69].
Los ltimos adversarios todava impunes eran los rabes[70]: algunos
haban ido para ayudar a Shamashshumukn hasta la misma Babilonia, otros se
haban sublevado en el desierto sirio y haban hostigado a las guarniciones
asirias y a sus aliados de Siria y Palestina. Las represalias fueron llevadas a
cabo por las tropas del gobernador de Damasco. A travs del desierto,
incendiaron los campamentos y diezmaron los camellos de las tribus
culpables. El castigo de los nabateos, la toma de Acra, la destitucin del rey
de Jud y el trasplante a Samaria de susianos y elamitas, acabaron por disipar
las ltimas secuelas de la revuelta babilnica.
Vencido Elam y sometidos los rabes, la paz quedaba restablecida en
todas las fronteras. En Anatolia incluso, despus del saqueo de Sardes por los
cimerios y la muerte de Giges, el hijo de ste, Ardys, renov al rey de Asiria
el juramento de fidelidad que haba roto su padre. Las tropas asirias
detuvieron y aniquilaron al jefe brbaro Tugdamme, sin duda el Ligdamis que
saque el templo de feso, mientras que, segn nos dice un documento que
data posiblemente del 640, intentaba atacar las puertas de Cilicia.
Los ltimos grandes anales, redactados hacia el 636, se acaban con la
evocacin de las relaciones particularmente cordiales que existan entonces
entre Uraru y Asiria. Rusa II mantena una embajada en Nnive y manifestaba
respecto a Asurbanipal una deferencia que es casi servilismo: Como un hijo
a su padre, dice ste, me envi mensaje tras mensaje para solicitar mi
soberana. De hecho, Rusa estaba muy inquieto por la agitacin que
comenzaba entonces a manifestarse entre los cimerios que an quedaban en su
pas y entre los escitas de Saccene. Son, en efecto, signos precursores de los
tumultuosos movimientos que llevarn nuevas oleadas de invasores hasta Asia
Menor, y provocarn el declive y la posterior ruina del reino urarteo.
Al leer los anales de su reino se podra pensar que Asurbanipal fue,
durante ms de treinta aos, un infatigable conquistador, siempre al frente de
sus tropas. Esta imagen sera tan poco exacta como la de Sardanpalo,
afeminado y voluptuoso, bajo la cual los griegos han conservado en parte el
recuerdo de l. Aunque en sus escritos cuenta sus campaas en primera
persona y se atribuye la direccin de todas las operaciones militares, sabemos
que la mayor parte de ellas han sido llevadas a cabo por sus generales. No es
menos cierto que, en su palacio, Asurbanipal decida por s mismo la poltica
exterior del reino y diriga, de lejos pero de modo efectivo, la estrategia de
sus ejrcitos. En efecto, tenemos cartas en las que pide que le rindan cuentas o
informaciones complementarias, o increpa a un general por haber
sobrepasado, sin solicitar nuevas rdenes, las instrucciones que le haba dado
inicialmente[71].
Si le gustaban, como sabemos, las fiestas, las riquezas, la adulacin de sus
cortesanos, haba recibido en su juventud una educacin marcial y deportiva
de la que estaba orgulloso: haba templado su carcter al fortalecer su cuerpo.
Por otra parte no ces de entregarse a ejercicios violentos, y los frescos de su
palacio testimonian sus hazaas cinegticas.
Pero a estas cualidades una otras ms raras, las de un prncipe instruido y
apasionado por la cultura. He aprendido, dice, lo que el sabio Adapa ha
legado (a los hombres), el sentido oculto de todo conocimiento escrito. He
sido iniciado en (la ciencia de los) presagios del cielo y de la tierra. Puedo
participar en una discusin en una asamblea de sabios, discutir de la serie
hepatoscpica con los lecanomnticos ms expertos. S resolver los
recprocos y los productos que no tienen solucin dada. Soy experto en la
lectura de textos eruditos, de los que el sumerio es oscuro y el acadio difcil
de aclarar. Comprendo el sentido de las inscripciones en piedra de antes del
Diluvio, que son hermticas, vagas y complicadas[72].
Que haya alguna jactancia en sus palabras, es posible; no revelan menos,
en este monarca, el deseo de aprender y el orgullo de conocer. Los conservar
toda su vida. Su biblioteca es la prueba de ello. En efecto, son ms de 25 000
tablillas o fragmentos los que se han encontrado en las ruinas de su palacio. Al
lado de los archivos del reino, anales, cartas, contratos, documentos
administrativos o econmicos, quiso reunir todo el tesoro espiritual o
cientfico de su tiempo: epopeyas, poemas, mitos, fbulas, sabiduras; tratados
mdicos, astronmicos y adivinatorios; himnos, rituales, plegarias, sortilegios,
etc. Los numerosos textos lexicogrficos y filolgicos que se enumera
testimonian igualmente el esfuerzo realizado entonces para el estudio de la
lengua y de la escritura.
El rey no se limitaba a alentar este vivo movimiento intelectual. Tomaba
parte l mismo hacindose leer o intentando leer, si no escribir, numerosos
documentos. Debido a sus curiosidades y a sus ignorancias disponemos hoy de
las glosas, explicaciones o comentarios escritos por sus consejeros, que no
siempre son intiles al traductor moderno. Se ocupaba del buen mantenimiento
y del enriquecimiento de su biblioteca. Haca marcar con su nombre cada una
de sus tablillas, y los colofones mencionan las copias que se haca para l
sobre originales de Asiria, Sumer o Akkad. Escriba a uno de sus
corresponsales: Orden del rey a Shadnu; el mismo da en que veas esta
tablilla ma, toma contigo a Shuma, Blir, Apl y los (otros) eruditos
de Borsippa que, t, puedas conocer. Recoge todas las tablillas que se
encuentran en su casa o que estn depositadas en Ezida (), tantas como haya,
as como las tablillas raras que estn en tus archivos y que no existen en
Asiria, bscalas y envamelas Adems, si encuentras alguna tablilla que
yo mismo no te haya mencionado en mi carta y que juzgues que est bien para
mi palacio, envamela[73].
Otros reyes antes que l, por ejemplo, Tiglatpileser I o Sargn II, se haban
preocupado de formar bibliotecas en sus palacios, pero ninguno dedic a ello
la pasin que atestigua esta carta. Por otra parte, esta pasin por los libros
no era la nica. Aunque Asurbanipal se dedica menos que Sargn o
Senaquerib a las grandes realizaciones arquitectnicas, fomenta igualmente las
artes y los artistas. La decoracin de su palacio muestra la eclosin de un arte
refinado. Las obras de su tiempo no tienen posiblemente el vigor y la majestad
de la poca de Asurnasirpal II, por ejemplo, pero tienen ms suavidad en el
dibujo, se siente ms en ellas el gusto por el detalle pintoresco y la bsqueda
de la actitud viva. Los bajorrelieves como la leona herida, el len agonizando
o los asnos salvajes, muestran que el arte animalista no ha perdido an nada
de su pasada perfeccin.

VII. EL FIN DE ASIRIA Y EL REINO NEOBABILNICO

No nos ha llegado ningn documento oficial sobre el fin del reinado de


Asurbanipal. Un texto posterior, al atribuirle un reinado de cuarenta y dos
aos, podra dejar suponer que vivi hasta el 627 o el 626. Pero esta cifra de
cuarenta y dos aos debe ser posiblemente errnea. Los ltimos documentos
que mencionan explcitamente el nombre de Asurbanipal son dos contratos
privados que provienen de Nippur. Ambos se remontan al 631, ao trigsimo
octavo del reinado, y el ms reciente de los dos exhibe la fecha extrema de
principios de junio. Se piensa de ordinario que Asurbanipal muri, lo ms
tarde, algunos meses despus de esta fecha, o, a lo sumo, en el 629[74].
Otro problema se nos plantea respecto a sus sucesores inmediatos, que se
dicen hijos suyos. Se ha pretendido que los dos no eran de hecho ms que un
solo y nico personaje, hijo de Asurbanipal, que cambiara su nombre a lo
largo de su reinado. Aunque esta hiptesis resuelve algunas dificultades,
plantea muchas otras y de momento parece ms razonable admitir que dos
hijos de Asurbanipal se hayan sucedido efectivamente en el trono.
El primero, Ashshurelilni[75] tuvo alguna dificultad, parece ser, para
recoger la herencia paterna. Una tentativa de usurpacin fue abortada gracias a
la energa y lealtad de su preceptor militar, el general Sinshumlshir, al que el
nuevo rey recompens dndole tierras[76]. Si creemos en las fechas de los
contratos privados, el reinado de Ashshurelilni dur por lo menos cuatro
aos. En Asiria misma slo est atestiguado por una inscripcin
conmemorativa de trabajos efectuados en el templo de Nab, en Kalakh. En
ella el protocolo es el tradicional, y el rey se otorga los mismos ttulos que los
que se unan al nombre de su padre y su abuelo, como si, polticamente, nada
hubiera cambiado en el reino. En Babilonia otros documentos, que datan de su
reinado, provienen de Dilbat, Nippur, Sippar y Uruk: atestiguan que Asiria
controlaba todava, nominalmente al menos, estos distritos babilonios.
Despus del 627 no se sabe ms de Ashshurelilni. Durante algunos
meses, el general Sinshumlshir ejerci el poder, antes que la realeza pasara a
Sinsharishkun quien, como Ashshurelilni, se dice hijo de Asurbanipal.
En este mismo ao, 627, mora en Babilonia el gobernador asirio
Kandalnu, al que Asurbanipal haba puesto en el trono, despus de la trgica
muerte de Shamashshumukn. No sabemos nada de su reinado, salvo, por el
silencio de una crnica, que ningn disturbio impidi la celebracin de las
fiestas de ao nuevo en Babilonia y en Borsippa, y, por unos contratos, que su
reino no exceda casi de los alrededores de estas ciudades, como no sea, a
veces, las de Sippar y Uruk.
Mientras que las ciudades babilonias con guarniciones asirias reconocan,
en este ao 627, como rey a Sinshumlshir, luego Sinsharishkun, la propia
Babilonia a la muerte de Kandalnu no le dio a ste inmediatamente un
sucesor: el trono permaneci vaco. Durante un ao dice una crnica
posterior no hubo rey en el pas, y los escribas tomaron la costumbre de
emplear para sus contratos una fecha pstuma: ao 21 despus de
Kandalnu, para los ltimos meses del ao y ao 22 despus de
Kandalnu, para el ao siguiente.
Estos cambios de reyes, precedidos o seguidos de abusos del poder militar
en Asiria, con el poder vacante en Babilonia, evidentemente no se sucedan sin
debilitamiento de la autoridad y sin desrdenes. Sin embargo es poco
probable que stos hayan sido influidos, directamente o no, por los
movimientos de los escitas que se produjeron entonces. Despus de haber
vencido a los cimerios, del 630 al 620 iban a saquear Siria, hacer temblar
Jerusaln y llegar hasta la frontera de Egipto, donde el viejo Psamtico
comprar su retirada. A continuacin retrocedern hasta el alto ufrates donde
se han encontrado vestigios de su dominacin. Aunque el abandono pasajero
de Siria a estas bandas de saqueadores haya mermado el prestigio de Asiria en
estas regiones, la propia Mesopotamia parece inquietarse poco de sus
depredaciones. Lo que amenaza ahora su equilibrio no es tanto un peligro
exterior como la agitacin de las poblaciones arameas y caldeas del sur de
Babilonia, principalmente de Bt-Yakn y del Pas del Mar.
Haca ya varias generaciones que sus jefes, incorporados al culto de
Marduk y Nab, contemplaban Babilonia y Borsippa como sus capitales
religiosas. En cada ocasin favorable haban intentado apoderarse de ellas, y
a veces lo haban conseguido. Soaban con agrupar en una verdadera unidad
poltica a todas las tribus nmadas, entre las cuales la comunidad de raza y de
religin, el deseo de apropiarse de las tierras de cultivo, y tambin el odio
contra el ocupante asirio, suscitaba ya un nacionalismo agresivo y envidioso.
Merodac-Baladn estuvo en varias ocasiones a punto de realizar este sueo.
El jefe del Pas del Mar era entonces Nabopolasar (Nabaplauur), cuyo
poder crey oportuno reconocer oficialmente el nuevo rey de Asiria,
Sinsharishkun. Esta concesin estaba lejos de ser suficiente para sus
ambiciones. Las dificultades por las que atravesaba Asiria y su impotencia
manifiesta para imponer sobre el trono babilonio un sucesor de Kandalnu, le
parecieron, por el contrario, una nueva ocasin favorable para realizarlas.
Despus de haber saqueado Uruk, con ayuda elamita, Nabopolasar atac
Nippur. Los asirios reaccionaron enviando a Babilonia un ejrcito del que
algunos contingentes bloquearon la capital, y otros acudieron en ayuda de la
guarnicin asiria de Nippur. Ante ellos Nabopolasar, duramente presionado,
tuvo que retroceder hasta Uruk, donde finalmente derrot a sus perseguidores,
que, a su vez, se batieron en retirada. Durante este tiempo, los habitantes de
Babilonia rompieron el cerco y rechazaron victoriosamente a la otra parte del
ejrcito. Este doble xito, conseguido a expensas de los asirios, compensaba
el fracaso sufrido por Nabopolasar ante Nippur, y decidi a los babilonios a
ofrecerle el poder, como lo hicieran antes sus antepasados con Merodac-
Baladn. Reconocido ya rey de Akkad en Sippar, algunas semanas antes, lo
fue oficialmente en Babilonia el 23 de noviembre del ao 626[77].
Sin embargo, su posicin distaba mucho de estar asegurada. A pesar del
debilitamiento del poder real en Asiria, el ejrcito permaneca leal y fuerte.
Guardando an la iniciativa, estaba siempre dispuesto a descender cada ao a
Akkad para acciones de intimidacin o para sostener sus guarniciones. Los
contraataques babilonios eran prudentes y limitados.
Sin embargo, la situacin evolucionaba a favor de los babilonios. En el
623, la regin de Dr se sublev contra Asiria, y la misma Nnive tuvo que
rechazar un ataque cuyos autores fueron posiblemente las tropas de Fraortes.
Si se trata de los medos (el nombre de los asaltantes ha desaparecido en una
rotura del texto)[78], este ataque podra ser del que habla Herdoto:
(Fraortes) entr en guerra contra los asirios, contra aquellos asirios que
habitan Nnive March contra ellos, fue muerto despus de un reinado de
veintids aos y con l pereci la mayor parte de sus tropas. Cualquiera que
haya sido el fin de esta ofensiva, atestigua el hundimiento de las defensas
asirias en la meseta y el nuevo espritu de conquista que animaba ya al pueblo
medo.
Aqu se interrumpe el texto de la crnica que, hasta ahora, nos ha
permitido seguir con detalle el curso de los acontecimientos. Para los siete
aos siguientes no nos ha llegado ninguna fuente histrica. Sabemos solamente,
por las fechas de textos econmicos, que, del 622 al 620, la posesin de Uruk
era todava violentamente disputada entre los asirios y los babilonios.
Cuando, en el 616, dcimo ao de Nabopolasar, comienza el relato de una
nueva crnica, parece de pronto que ha cambiado netamente la relacin de
fuerzas. De ahora en adelante son las tropas babilnicas las que, fuera de sus
fronteras, toman y guardan la iniciativa. Este ao remontaron el valle del
ufrates, primero hasta el Khbr y luego, despus de haber rechazado un
ataque asirio, hasta el Balkh. No cabe duda de que este cambio de situacin,
sobre todo en el valle del ufrates, inquiet, en Egipto, al viejo faran
Psamtico. Ciertamente, cuarenta aos antes, l mismo haba liberado a su
pas del yugo asirio y, ms tarde, haba anexionado a sus expensas toda
Filistea o parte de ella. Pero ahora poda temer que una derrota total de Asiria
atrajera sobre la explanada siria a compaeros ms peligrosos. Sus temores se
comprobaron bien fundados cuando, en el curso de este mismo ao, 616, los
babilonios, remontando el Tigris, empujaron a los asirios hasta los
alrededores del pequeo Zb y cuando, en la campaa siguiente, pusieron sitio
a la antigua capital, Asur. Un contraataque asirio los rechaz, pero debi
detenerse a ms de 250 km de Babilonia, porque la provincia de Arrapkha
estaba amenazada de ser invadida por los medos. Estos, al mando de Ciaxares,
el que despus de la muerte de su padre Fraortes haba vencido a los escitas
del Caspio y reorganizado el ejrcito, lanzaron, durante el verano del 614, una
vigorosa ofensiva contra Asiria. Avanzaron en direccin a Nnive, pero la
rodearon para ir a apoderarse de Tarbiu (Shorf-Khn), luego, descendiendo
el Tigris, llegaron a su vez a sitiar Asur. Esta vez la ciudad no pudo resistir.
Los medos la tomaron, la saquearon y asesinaron o deportaron a sus
habitantes. Cerca de la ciudad en ruinas es donde Nabopolasar, que haba
llegado demasiado tarde al campo de batalla, firm un tratado de amistad con
Ciaxares, que iba a reforzar, si creemos a Berosio, el matrimonio de su hijo
con la hija del rey medo.
La destruccin de Asur, si bien conmovi a Asiria, no le supuso un golpe
fatal. Sus asaltantes se alejaban y se separaban despus de cada campaa,
deseosos sobre todo de llevar el botn a su pas. Dejaban a la suerte la
posibilidad de reunir de nuevo algunas fuerzas. De este modo al ao siguiente
el ejrcito asirio, mandado por Sinsharishkun, era an capaz de ir a guerrear al
valle del ufrates y de forzar a una retirada precipitada a los babilonios que,
despus de haber tomado Sukhu, sublevada contra ellos por instigacin sin
duda de Asiria, asediaban con todos sus medios la ciudad de Ana. Pero eran
los ltimos sobresaltos del podero asirio. Para Asiria, el desenlace estaba
prximo.
En el 612, las tropas de la confederacin mdica y el ejrcito babilnico
conjugando ms eficazmente sus esfuerzos, llegaron a asediar a la propia
Nnive. La ciudad resisti durante tres meses. En agosto fue tomada, saqueada
y el rey Sinsharishkun muerto probablemente en la batalla. Sin embargo, una
parte de los asirios, bajo la direccin de Ashshuruballi, posiblemente
lograron huir en direccin de Kharrn. Los babilonios, saqueando la comarca,
los persiguieron hasta Nisibis. Los medos, por su parte, volvieron a su pas,
llevndose la mayor parte de los tesoros de Nnive. En el curso del otoo, en
Kharrn, ltimo fragmento del territorio nacional, Ashshuruballi se haca
proclamar rey de Asiria.
Al ao siguiente, en dos ocasiones, el ejrcito babilnico vino a probar la
resistencia del ltimo bastin asirio. Pero no atac directamente y se limit a
recoger botn y prisioneros en las regiones lindantes, al oeste de Nisibis.
Volvi en el 610 y al cabo de cinco meses se le reunieron los medos. Ante la
proximidad de los coaligados, Ashshuruballi, sus tropas y algunos refuerzos
egipcios enviados por el faran, abandonaron Kharrn y se replegaron al oeste
del ufrates. La ciudad, abandonada por sus defensores, fue tomada, saqueada
y ocupada por una guarnicin babilnica.
Algunos meses ms tarde, en el curso del ao 609, Ashshuruballi,
apoyado esta vez por importantes fuerzas egipcias enviadas o conducidas por
el nuevo faran Nekao, atraves otra vez el ufrates para intentar tomar de
nuevo la capital. La siti durante dos meses, pero en vano. Antes incluso que
Nabopolasar llegara en auxilio de la guarnicin, los asaltantes haban sido
rechazados y derrotados por ella. Se ignora lo que le sucedi a Ashshuruballi,
cuyo nombre no vuelve a aparecer en el relato de la crnica. Esta misteriosa
desaparicin del ltimo rey asirio no ha dejado de intrigar a los historiadores.
Algunos se han preguntado si los mismos egipcios no eliminaran a un aliado
demasiado dbil, y, por ello, ms embarazoso que til. Sea como fuere,
desapareci con l lo que quedaba an de su reino. De ahora en adelante,
sern tropas egipcias las que van a encontrarse los babilonios ante ellos.
Egipto tomar el relevo de Asiria sobre el ufrates.
En el derrumbamiento del imperio asirio, el faran reivindicaba
abiertamente lo que haba sido su dominio sirio-palestino. Por su parte, los
medos se desinteresaban: ocupaban Asiria propiamente dicha y Kharrn y
consideraban el medio y alto valle del Tigris como su frontera occidental.
Pero los babilonios, dueos de toda Mesopotamia y de todo el valle del
ufrates, hasta su gran meandro, estimaban que el conjunto de territorios del
oeste del ro les corresponda por derecho.
Sin embargo, en los aos que siguieron a la toma de Kharrn, Nabopolasar
dirigi primeramente varias campaas en las montaas al sur de Uraru. stas,
ms todava que el de dispersar eventuales supervivientes asirios y recoger
botn en estas regiones, han podido tener como fin o flanquear al sur un
posible avance de los medos hacia Halys o, lo que es ms verosmil, preparar
el futuro empuje babilonio hacia el oeste, afianzando la seguridad de su flanco
derecho.
A partir de la primavera del 607, Nabopolasar, que envejeca, asoci ms
estrechamente al ejercicio del poder a su hijo, el prncipe heredero,
Nabucodonosor (Nabkudurriuur). Despus de una campaa dirigida en
comn en las montaas, se tom por costumbre alternar regularmente el
mando. Cada uno de ellos, alternativamente, sala de campaa al frente de su
ejrcito, mientras que el otro se quedaba en Babilonia para ocuparse de los
asuntos internos del estado.
Este mismo ao, 607, el objetivo primordial del rey es manifiestamente la
conquista de Siria. El obstculo principal para esta conquista es el
campamento fortificado de Karkemish, sobre el ufrates, que estaba
slidamente mantenido por una fuerte guarnicin egipcia, compuesta
principalmente por tropas extranjeras y por mercenarios griegos. Ms all,
slo algunos puntos de apoyo, entre ellos Ribla sobre el Orontes, aseguraban
las lneas de comunicacin con las bases egipcias.
Hacia el fin de 607, no lejos de Karkemish, Nabopolasar logr establecer
una cabeza de puente al oeste del ufrates. Algunos meses ms tarde, su
guarnicin, sitiada, fue exterminada por los egipcios. Una nueva tentativa
hecha al ao siguiente sobre otro punto del ro slo conoci un xito tambin
temporal. Un vigoroso contraataque egipcio oblig a los babilonios a
abandonar la plaza.
Nabopolasar decidi acabar de una vez. En la primavera del 605 nombr
al prncipe heredero jefe de todo el ejrcito y le encarg la misin de forzar el
paso del ro y apoderarse de Karkemish. Franqueando por sorpresa el
ufrates, Nabucodonosor atac la ciudad all donde era vulnerable, por el sur
y por el oeste. La batalla comenzada fuera de los muros se prosigui en el
interior en un furioso cuerpo a cuerpo. La ciudad fue incendiada y la
guarnicin egipcia y los mercenarios aniquilados. Solos, algunos
supervivientes huyeron, pero Nabucodonosor y sus tropas los alcanzaron en la
regin de Khama donde fueron exterminados.
La violencia de estos combates muestra bien que, tanto para Egipto como
para Babilonia, lo que estaba en juego en este enfrentamiento era de una
importancia capital. De hecho, la victoria de Karkemish hizo caer en manos de
Nabucodonosor, prcticamente sin resistencia, la mayor parte de Siria-
Palestina, desde el ufrates hasta la frontera egipcia.
En estas regiones conquistadas es donde, semanas ms tarde, el prncipe
heredero va a conocer la muerte de su padre, acaecida en Babilonia el 17 de
agosto del 605. Volviendo a marchas forzadas, Nabucodonosor II fue
reconocido inmediatamente como rey, el 7 de septiembre del 605, tanto en la
capital como en las otras ciudades del reino[79]. La situacin interior,
perfectamente en calma, le permiti, en otoo del mismo ao, partir de nuevo
hacia Siria, y hacer all una larga campaa que dur hasta febrero del 604.
Esta marcha a travs de Siria slo tena de hecho el nombre de campaa. El
nuevo rey recorri en todos los sentidos el pas, sin encontrar, parece ser, la
menor resistencia, y volvi a Babilonia cargado con un enorme botn que
haba reunido. Esta campaa fue la primera de una larga serie de recorridos
fructferos cuya montona repeticin seguimos en la crnica ao tras ao,
hasta que, en el 595, al trmino de este texto, se nos interrumpe el relato. Muy
a menudo fueron simples paseos militares. Pero permitan sobre todo vigilar a
Egipto y tomar, si se presentara el caso, las medidas necesarias. En el curso de
la expedicin del 604, Nabucodonosor siti y saque la ciudad filistea de
Ascaln, que hubiera podido convertirse en cabeza de puente egipcia. Tres
aos ms tarde se decidi incluso atacar directamente a Egipto. Pero el faran
Nekao haba tenido tiempo de movilizar sus fuerzas. En el orden de batallas
que los enfrent, ambos adversarios sufrieron grandes prdidas. Por parte
babilnica fueron tales que Nabucodonosor necesit cerca de dos aos, de
enero del 600 a diciembre del 599, para poder reconstituir su ejrcito,
principalmente para reorganizar los carros de combate y la caballera que
haban sufrido particularmente en el encuentro.
Las expediciones a Siria continuaron, pues, a fines del 599. En esta
ocasin, Nabucodonosor envi columnas mviles contra ciertas tribus
nmadas del desierto, ms o menos enfeudadas sin duda a Egipto.
Probablemente la labor diplomtica del faran no fue ajena tampoco a la
insubordinacin que crey poder manifestar entonces el rey de Jud, Jjakn.
Nabucodonosor le siti en Jerusaln, que cay el 16 de marzo del 597. Tres
mil judos, o ms, fueron deportados a Babilonia y el trono de Jud fue
entregado a Sedecas.
Si la campaa siguiente no sobrepas, parece ser, Karkemish, a
continuacin el rey de Babilonia parece que tuvo que hacer frente en el Tigris
a un nuevo adversario, que posiblemente fuera un ejrcito elamita. En todo
caso, la alerta fue breve y sin consecuencias desagradables. Otra alerta,
interior esta vez, tuvo lugar al ao siguiente: de diciembre del 595 a enero del
594 estallaron disturbios en el pas, probablemente en los medios militares. La
represin fue severa, pero rpida y eficaz: a finales de ao, Nabucodonosor
pudo partir de nuevo para Siria, recibir los tributos de sus vasallos, y
comenzar otra vez al ao siguiente sus tradicionales recorridos.
Las crnicas que hasta ahora nos han permitido seguir fielmente el curso
de los acontecimientos se interrumpen aqu. A partir del ao 594, nos faltas las
tres crnicas que deban cubrir los treinta y ocho aos siguientes. Sin
embargo, durante este intervalo, otras fuentes menos directas nos dan a
conocer que el faran Apries (595-570), queriendo ciertamente proseguir la
poltica de expansin en Asia, se apoder de Gaza, atac Tiro y Sidn y
provoc una nueva sublevacin de Jud. Nabucodonosor rechaz a los
egipcios, tom de nuevo Jerusaln en el 587 despus de un asedio de
dieciocho meses, deport a millares de judos, anexion poco despus el reino
de Jud y mantuvo, durante trece aos, el asedio ante Tiro.
Otro texto se hace eco de un ataque que Nabucodonosor haba lanzado
contra Egipto en el 568. Se puede pensar que aprovech los desrdenes que
llevaron al poder al faran Amasis para invadir el delta y forzar as a Egipto a
renunciar a sus intervenciones en Asia. El texto, desgraciadamente mutilado,
no nos permite saber ms sobre la operacin y sus consecuencias. De todos
modos es seguro que algn tiempo antes, una decena de aos antes del fin de
su reinado, el rey de Babilonia mantena slidamente sus posesiones sirio-
palestinas. Se haba acondicionado una calzada que, aparte de su importancia
estratgica, presentaba la ventaja de facilitar el transporte de los cedros del
Lbano.
De estas regiones y de otras partes del imperio se acarreaban cada ao
grandes riquezas a Babilonia. La ciudad haba vuelto a ser lo que no haba
sido desde haca siglos, el centro poltico de un reino fuerte y prspero. Pero
todava estaba marcada por las destrucciones que haban acumulado las
pasadas guerras. Los trabajos comenzados bajo el reinado precedente para la
reconstruccin de la gran torre de pisos, el Etemenanki, haban quedado sin
acabar. Nabucodonosor volvi a emprenderlos e inici nuevas construcciones:
de la santa Babilonia quera hacer una rica y poderosa metrpoli. Sin
descuidar otras ciudades, Dilbat, Kutha, Sippar, Uruk, Larsa, Marad, Ur y
Borsippa, consagr lo esencial de sus recursos a embellecer la capital.
Restaur varias capillas del gran templo de Marduk, acab el Etemenanki,
reconstruy otros varios templos, prodigando por todas partes el oro, la plata,
las piedras preciosas y las maderas raras.
Al norte de la ciudad, sobre el antiguo cauce del ro, su padre haba hecho
construir un pequeo palacio. Nabucodonosor lo reconstruy en mayor escala.
Comprenda cinco patios, al otro lado de una puerta monumental que daba
sobre la va procesional, sobre los cuales se abran sucesivamente las salas de
guardia, los servicios de la cancillera, las salas de recepcin, los
apartamentos reales y el harn. Terminaba al oeste, sobre el ufrates, con una
fortificacin maciza, y estaba protegido al norte de la muralla interior de la
ciudad. En los otros lados, espesos muros lo aislaban del resto de sta.
Interiormente estaba decorado con cermicas de colores vivos que
representaban animales, motivos florales y columnas figuradas, coronadas de
volutas y palmetas. En el ngulo nordeste de este palacio, all donde las
excavaciones han puesto al descubierto mltiples bvedas, se elevaban
posiblemente, por encima, los famosos jardines colgantes, que toda la
Antigedad consider como una de las siete maravillas del mundo.
Muy cerca, a caballo del doble cerco de murallas, se alzaba la ms bella
de las ocho puertas de la ciudad, la puerta de Ishtar. Formaba un conjunto
monumental, con tres portillos y torres almenadas, adornada en su fachada y en
sus muros interiores, con ladrillos de esmalte azul, con filas alternas de
dragones y de toros en relieve.
Ms all de la puerta continuaba la va procesional, con baldosas de
piedra calcrea blanca y de mrmol rojo. De veintids metros de ancha, estaba
rodeada por dos espesos muros, tambin decorados con leones en relieve,
rojos o amarillos, entre dos frisos de rosetones, sobre fondo de cermica azul.
Estos muros se prolongaban, por la derecha, en un poderoso bastin, y, por la
izquierda, en el museo del castillo, slidamente fortificado.
Adems de estas obras en saledizo, Nabucodonosor no se content, para
reforzar las defensas de la ciudad, con restaurar su doble muralla rectangular,
cuyas gruesas torres cuadradas dominaban un foso lleno de agua. Puso la
ciudad al abrigo de ataques directos protegindola a distancia por el gran
muro del este, igualmente doble y reforzado con torres. De unos cuatro
kilmetros y medio de largo, formaba un amplio ngulo recto sobre la ribera
izquierda del ro, donde sus extremos venan a apoyarse por ambas partes de
la ciudad. Entre este muro y las murallas se extenda una vasta zona de
suburbio, de jardines y de parques en la que, sin duda, estaba el bt aktu, el
templo del ao nuevo fuera de los muros. Ms al norte, en un saliente de la
muralla, se encontraba adems un palacio de verano, que Nabucodonosor
tambin haba hecho construir al borde del ro.
Una buena parte, segn se ve, de los considerables trabajos que
Nabucodonosor hizo ejecutar en su capital tena como fin reforzar o extender
las defensas. No era sin motivos, y se puede pensar que el rey de Babilonia
senta pesar sobre su pas la fuerza temible de los pueblos del este.
Por ahora los medos, sin duda los ms poderosos de entre ellos, eran sus
aliados. Pero hacia el 590 haban tomado y saqueado ushpa, la capital de
Uraru, acarreando la descomposicin de este reino. Es posible que
subsistieran algunos islotes, ms al norte, principalmente alrededor de
Tesheba, la actual Karmir-Blur. Esta ltima plaza fuerte caera bajo la
acometida de los escitas hacia el 585, si creemos a los arquelogos rusos que
excavaron sus ruinas, o unos treinta aos antes, en la confusin que sigui a la
toma de Nnive, segn otros historiadores[80]. Comoquiera que sea, los medos,
bajo la direccin de Ciaxares, abrieron enseguida un paso hacia Halys (Kizil-
Irmak) y se enfrentaron a Alyatte, el rey de Lidia vencedor de los cimerios. La
guerra entre los lidios y los medos dur cinco aos y no termin hasta el
eclipse del 28 de mayo del 585. Entre los que mediaron entonces, uno, segn
Herdoto, se llamaba Labynetos. Se puede pensar que el nombre designa o
bien realmente a Nabnido, en este momento plenipotenciario del rey de
Babilonia, o bien, por error de persona, a Nabucodonosor mismo quien, entre
el 595 y el 570, haba anexionado el vecino pas de Cilicia, que se haba
independizado despus de la muerte de Asurbanipal.
Es posible que los ltimos aos de Nabucodonosor hayan sido turbados
por desrdenes interiores. En todo caso su hijo Awl-Marduk (el Evilmerodac
del Antiguo Testamento) no rein ms que dos aos (562-560). Despus de su
muerte fue un general, Neriglisar (Nergalsharuur), quien subi al trono[81].
Rico hacendado, posea importantes dominios en Babilonia y en Opis. Durante
cierto tiempo haba sido comisario real de la contabilidad del templo de
Sippar, y, a ttulo militar, particip sin duda en el asedio de Jerusaln en el
587. Accedi al poder a una edad ya madura, segn parece, y consagr la
mayor parte de sus cuatro aos de reinado a trabajos pacficos: restauracin
de templos, de palacios, de muelles y de canales. Solamente el ltimo ao, en
el 557-56, hizo una campaa en Cilicia, ya que la parte de ella que era vasalla
de Babilonia, Khum, estaba amenazada por un belicoso vecino. Neriglisar
atraves Khum, la actual regin de Tarsis y Adana, y luch en la regin
montaosa de Cilicia (Traquea) hasta las fronteras de Lidia. Pacificando el
pas, abri as las vas de comunicacin entre Lidia y el Creciente Frtil.
Neriglisar debi morir poco despus. Su joven hijo, Lbashi-Marduk, no
rein ms que tres meses. Fue asesinado, y el partido vencedor llev entonces
a Nabnido el poder.
La personalidad del nuevo rey es todava hoy bastante enigmtica[82]. Lo
que es seguro es que no era de sangre real, porque lo confiesa l mismo. De su
padre, Nabbalasuiqbi, sabemos pocas cosas, solamente los ttulos que se le
dan, gobernador (shakkanakku) y prncipe (rub), pueden hacernos
suponer que era jefe de clan en una gran tribu aramea de Babilonia. Es tambin
seguro que la madre de Nabnido, Addaguppi, ejerci sobre su hijo una
influencia tanto mayor cuanto que vivi hasta avanzada edad. Haba sido, en
Kharrn, sacerdotisa del dios Sin. Despus de la conquista de la ciudad,
encontr refugio con su hijo en la corte de Babilonia y Nabnido entr al
servicio de Nabucodonosor y luego de Neriglisar.
Cuando la revuelta le llev al poder, se defendi de ser un usurpador, o
incluso un innovador: Lbashi-Marduk, escribe, el joven hijo de (Neriglisar)
, se sent en el trono real contra la voluntad de los dioses Bajo la orden
del dios Marduk, mi seor, fui elevado a la soberana del pas Soy el
legtimo ejecutor de (la poltica de) Nabucodonosor y Neriglisar, los reyes
que me han precedido, mientras que Awl-Marduk, el hijo de Nabucodonosor,
y Lbashi-Marduk, el hijo de Neriglisar[83]. La frase est interrumpida por
una rotura, pero el sentido est claro. Los dos reyes que han sido destronados
por revoluciones eran soberanos impos. Nabnido, por el contrario,
proclamando su devocin al dios nacional Marduk, se presentaba como el fiel
continuador de sus dos predecesores ms importantes.
En verdad, es preciso subrayar que Nabucodonosor, al igual que
Neriglisar, haba hecho saltar los cuadros demasiado rgidos del puro
nacionalismo babilonio, infundindole el ideal del imperio universal que
haba sido el de los reyes de Asiria. La expansin babilnica hasta el
Mediterrneo era la prueba e ilustracin duradera. Nabnido insistir en esta
herencia asiria ms an que sus predecesores. Llamar a los soberanos de
Nnive sus antepasados reales y tomar para s una parte de sus ttulos.
Ciertamente en esta actitud hay una influencia materna. La antigua sacerdotisa
de Kharrn se vanagloriaba de haber nacido en el apogeo del reinado de
Asurbanipal, de haber conocido los veintids ltimos aos de ste, y de haber
ejercido su sacerdocio en la ciudad que fue la ltima capital de Asiria.
Esta inclinacin sentimental por Kharrn, que la madre inspir sin duda
alguna a su hijo, influir de manera decisiva en la poltica de Nabnido. Otras
preocupaciones acabarn por reforzar este sentimiento. Llegado al trono por la
violencia, Nabnido va a sentir ms an la necesidad de afirmar su
legitimidad dado que la oposicin nacionalista y religiosa babilnica no
cesaba. De ah el deseo constante del rey de ceir cada uno de sus actos
pblicos a la tradicin ms autntica y ms venerable de la historia
mesopotmica. Cada vez que restaure un templo buscar con pasin los
ladrillos de los cimientos de sus ms antiguos fundadores. Al honrarlos y
ponerlos en su sitio junto a los suyos, tendr conciencia de unir slidamente su
reinado a la cadena de todos los reyes que, desde el origen del templo, se
haban sucedido legtimamente en el pas.
Pero su muy especial solicitud por el templo de Kharrn traicion su
predileccin oculta. Al lado de la gran trada babilnica Marduk, Nab,
Nergal (Jpiter, Mercurio y Marte) a los que honra como sus predecesores,
venera a otra, muy honrada en la Asiria de los Sargnidas, Sin, Shamash e
Ishtar (la Luna, el Sol y Venus), y, en su corazn, otorga a Sin, el dios de su
madre, un lugar eminente. Esta actitud religiosa no tardar en crear, entre el
sacerdocio babilnico y l, un conflicto ideolgico tanto ms grave cuanto que
el dios-Luna que l invoca no es el Sin babilnico, sino el Sin de Kharrn, de
naturaleza y smbolo diferentes.
Al principio del reinado, el conflicto estaba an latente. La autoridad de
Nabnido victorioso no se discute todava. Puede proseguir sin inquietud,
principalmente en el exterior, la poltica de sus antecesores. En el 554-553,
dirige una expedicin contra Khama, y, al ao siguiente, otra a Siria y contra
Adammu (Edom). Puede ser incluso que, entre tanto, la sublevacin de Ciro y
su victoria contra Astiages, entre 556 y 550, le hayan permitido volver a
ocupar Kharrn y comenzar los trabajos de reconstruccin de su templo.
Igualmente en el interior del pas nada parece todava haber cambiado
sensiblemente en las concepciones del poder ni en la organizacin del estado.
Incluso en estos primeros aos del reinado de Nabnido es donde el
historiador moderno encuentra la imagen ms precisa, y quiz la ms
significativa desde el punto de vista poltico y econmico, del reino
neobabilnico.
Cuando en su cuarto ao Nabnido asoci estrechamente a las
responsabilidades del poder a su hijo Blsharuur (Baltasar), y, durante sus
ausencias, delegaba en l hasta el ejercicio de la soberana, no hizo ms que
seguir una tradicin neobabilnica que ya pusiera en prctica Nabopolasar en
favor de su hijo Nabucodonosor. Pero, en esta corregencia del prncipe
heredero y cualquiera que fuera el tiempo que se ausentara el rey, ste
conservaba la soberana total, y su hijo slo ejerca el poder en nombre de su
padre.
Para tomar decisiones, parece que Nabnido estaba asistido por una
especie de gabinete privado, en el que conocemos a su escriba personal, un
administrador (shatammu) y un secretario de estado (zazakku). Al frente
del reino se contaba, adems, con una veintena de grandes dignatarios; los
cuatro primeros, con ttulos a menudo arcaicos, eran el gran panadero (rab
nukhhatimmu), el gran organizador (rabkiru), el representante de
palacio (sha pan kalli) y el mayordomo (rab bti); entre los otros
figuraban los secretarios responsables del harn o de la casa del prncipe
heredero, los jefes de correos, de bateleros y de comerciantes, as como el
jefe de los cantores.
Desde el punto de vista poltico, el reino estaba dividido en provincias, la
mayor parte de las cuales daban una estructura administrativa a las antiguas
grandes tribus arameo-caldeas: Puqudu, Dakkru, Gambulu, Amukknu. De sus
gobernadores, el primero en dignidad era el del Pas del Mar, cuna de la
dinasta. Todos constituan los Grandes de Akkad, y la misma categora que
ellos tenan los pontfices de ciertos templos, los prefectos de las ciudades
(qp lni) y los reyes vasallos, principalmente los de Tiro, Gaza, Sidn,
Arvad, Asdod.
Como se ve por ciertos ttulos de altos dignatarios y por la jerarqua de los
gobernadores, la estructura del reino neobabilnico parece estar caracterizada
principalmente por lo que debe a los cuadros administrativos del Pas del
Mar, del cual desciende. Lo est tambin por la importancia econmica que
representan los grandes santuarios que, tales como los de Babilonia, Borsippa
o Uruk, eran propietarios de inmensos dominios. El personal que dependa de
estos templos era numeroso y variado. Adems de los sacerdotes y los
esclavos, comprenda una nueva clase social, los oblatos (shirk), cuya
condicin era intermedia entre la condicin servil y la de los hombres libres.
Hombres y mujeres ofrecidos al templo a perpetuidad desempean ciertas
tareas en l a cambio de las cuales eran alimentados, alojados y vestidos. El
templo mantena tambin estrechas relaciones con buen nmero de
comerciantes y de artesanos libres de la ciudad, los mrbanti. El consejo
(pukhru) de estos burgueses se ocupaba frecuentemente en mantener reuniones
ordinarias con los responsables sacerdotales.
Administrativamente, los asuntos del templo y de sus dominios (bienes,
cultivos y personal) estaban administrados por los apoderados (qp),
ayudados por unos administradores (shatammu): stos eran ya personajes
bastante importantes para que un shatammu de Borsippa pudiera casarse con
la hija del rey Neriglisar. Asistidos por los escribas del templo, los qp y
shatammu administraban los bienes del dios, pero no intervenan en la vida
religiosa ms que en la medida en que sta llevaba aparejada cuestiones de
material, de aprovisionamiento o de mano de obra ordinaria.
En la mayor parte de los casos las posesiones eclesisticas no eran
explotadas por los mismos templos: palmerales y tierras de cultivo eran muy a
menudo arrendadas o alquiladas. Sobre estas tierras el rey perciba un diezmo
que, junto con las rentas de las posesiones reales, representaba lo esencial de
sus recursos regulares. Tambin stos se incrementaban con las aduanas,
peajes y otros derechos, entre los cuales figuraba lo que se llamaba la cesta
del rey (quppu o sellu). Altos funcionarios (principalmente el encargado de
la cesta del rey, sha mukhkhi quppi sha sharri) se encargaban y
responsabilizaban de ella en las diversas ciudades. Una vez llenas, estas
cestas se llevaban bajo buena escolta a Babilonia, donde servan sobre todo
para el sustento y aprovisionamiento del palacio.
La administracin real no se limitaba a percibir el diezmo eclesistico.
Vigilaba el rendimiento. En las grandes ciudades del reino, el ms alto
funcionario civil nombrado por el rey era el director (shakin tem). A
menudo tena preferencia sobre el apoderado (qp) de los templos, tena
derecho a inspeccionar sus cuentas, presida el tribunal y estaba asistido por
un segundo (shan). La vigilancia de la contabilidad era especialmente
ejercida por los comisarios del rey (rsh sharri) quienes, en nombre de la
corona, formaban parte de la administracin de los templos.
De hecho, el rendimiento de las tierras eclesisticas, arrendadas o no, era
de ordinario relativamente escaso. Esta depreciacin ocasionaba una mayor
vigilancia real. En numerosas actas aparecen ahora unos interventores
reales (bl piqitti). Sus poderes a veces fueron asumidos por ciertos
comisarios, que llevaban en este caso el ttulo de comisario del rey
encargado del control (rsh sharri bl piqitti). Por otra parte, la autoridad
real suscit o estimul la normalizacin de los cultivos, la creacin de nuevos
palmerales y el acondicionamiento de los antiguos. As aparecieron lo que
puede llamarse granjas generales. El granjero general, que estaba
encargado de vastos territorios, se interpona entre el templo, por una parte, y,
por otra, los granjeros y colonos que se convertan en sus subarrendatarios y
no tenan ningn nexo directo con el templo. l mismo era deudor del templo
por un canon fijo establecido segn una estimacin a tanto alzado de las
cosechas, efectuada siempre por los funcionarios del templo. La primera de
estas granjas generales data del ao 23 del reinado de Nabucodonosor, y fue
instituida en provecho del interventor Shumukn, que ejerca en Babilonia
actividades bancarias[84].
El alto personal de los templos no vio con buenos ojos la extensin
progresiva de estas granjas (de dtiles o de cebada). Acentuaban la
influencia del poder real sobre la gestin de los bienes eclesisticos. Sin
embargo, y aunque algunas de estas granjas generales hayan sido confiadas
a funcionarios dependientes nicamente del templo, esta influencia fue
creciendo. Termin con el edicto del 549, promulgado en nombre del rey
Nabnido por su hijo Blsharuur. Para uso de los granjeros generales
estableca una especie de cuaderno de gravmenes tipo, que fijaba la cuota de
los cnones, las obligaciones, las raciones de sustento, el salario de los
obreros, la composicin de los equipos, etc. De hecho, tena un alcance ms
general. Tenda, a la vez, a crear un estatuto del diezmo y a promover una
verdadera poltica agrcola al tratar de intensificar el rendimiento de las
grandes tierras del reino.
No es del todo imposible que esta poltica real, mal vista por las
colectividades eclesisticas, haya sido una de las causas de la grave crisis que
estall precisamente en este sptimo ao del reinado de Nabnido. El mismo
rey evoca en estos trminos esta crisis en una de sus inscripciones: Las
gentes que habitan Babilonia, Borsippa, Nippur, Ur, Uruk, Larsa, los
sacerdotes y los habitantes de las ciudades santas de Akkad cometieron
pecados, crmenes y ofensas, no dijeron ms que palabras falsas e
injustas, se devoraron como perros, ocasionaron entre ellos fiebre y hambre
(que) diezmaron la poblacin del pas. Yo entonces alejndome
voluntariamente de mi ciudad de Babilonia (tom) la ruta de Tm, Dadnu,
Padakku, Khibr, Yadiru y, hasta Yatribu, no ces de ir durante diez aos de
una a otra de estas ciudades, sin volver a mi ciudad de Babilonia[85]. Las
ciudades que se citan al final de este pasaje son oasis del desierto arbigo
que, en unos 400 kilmetros, se escalonan entre Taima (Tm) y Medina (cuyo
nombre antiguo es Yathrib). Efectivamente, Nabnido vivi durante diez aos
en Arabia. Despus de haber vencido y dado muerte al rey de Tm,
estableci all su residencia principal y se hizo construir un palacio, mientras
que, en Babilonia, el prncipe heredero, apoyado por el ejrcito, diriga los
asuntos de estado.
El hambre que reinaba en el pas y la hostilidad, si no la sublevacin, de
una gran parte del reino, no son ajenas ciertamente a la decisin que tom el
rey de abandonar Babilonia, pero no son suficientes para explicar su
obstinacin en permanecer diez aos en Arabia, recorriendo las vas del
desierto.
Diversos textos dejan claro que uno de los aspectos ms agudos de la
crisis fue de orden religioso. Por sus actos, sus palabras y sus conocidas
intenciones, Nabnido no ocultaba su predileccin por el culto de Sin, el Sin
de Kharrn. A los ojos de los ortodoxos sacerdotes de Babilonia, el rey se
haba convertido en un fantico impo e insensato que alteraba los ritos,
perturbaba los orculos y proscriba los ms insignes rituales, en provecho
de un dios como no se haba visto nunca en el pas y del cual ni Ea el
Creador haba concebido (la forma), ni el sabio Adapa conoca el
nombre[86].
Pero esta retirada a Arabia se deba tambin a otras razones, inspiradas
por la situacin poltica del momento en el Prximo Oriente. Al este del reino
creca peligrosamente el poder persa, mientras que Egipto no ocultaba su
hostilidad y los rabes eran poco seguros.
En el 549, el persa Ciro derrotaba a los medos y se apoderaba de
Ecbatana. Al ao siguiente era dueo de toda la orilla oriental del Tigris. En
el 547, franque el ro al sur de Arbeles, march hacia Khbr y penetr en
Anatolia. La batalla de Pteria no le dio el triunfo decisivo contra Creso, el rey
de Lidia, pero no dej de apoderarse de Sardes, despus de un asedio de
catorce das. De ahora en adelante, Babilonia est cercada desde el
Mediterrneo al golfo Prsico por los persas vencedores de los medos y de
los lidios.
Parece que Nabnido haya presentido esta gran amenaza, y que haya
querido frenarla. Dejando el reino al cuidado de un ejrcito mandado por el
prncipe heredero y retrocediendo l mismo con sus tropas a otra posicin
capaz de resistencia, daba ms profundidad y ms peso a su sistema defensivo.
Al mismo tiempo dispona de los rabes y una as todas las fuerzas semticas
contra los invasores arios.
Poseer Arabia, le supona tambin ocupar una fuerte posicin desde el
punto de vista econmico. Se ha expuesto con precisin que, hacia mediados
del siglo VI antes de nuestra era, la aglomeracin de arena del golfo Prsico
impeda a los navos alcanzar la ciudad de Ur. El puerto de Khudimir, en la
costa este, estaba bajo el control de los persas, y el transporte de las
mercancas a lo largo de la costa oeste era lento y difcil. Lo esencial de los
intercambios comerciales se haca por la va que, pasando por Tm,
conduca, al oeste, hacia Egipto. Dueo del importante cruce que representaba
este oasis, Nabnido poda regularizar los intercambios en provecho de la
Mesopotamia sometida a escasez, y ejercer, al mismo tiempo, una presin
econmica sobre Egipto susceptible de obligar al faran a revisar su poltica.
Tales fueron sin duda los complejos y sutiles mviles que decidieron a
Nabnido a establecerse durante diez aos en Arabia. Casi no fueron
comprendidos en su poca. No lo fueron ms con el transcurso del tiempo y la
estancia del rey de Babilonia en Tm ha dejado huellas en varias leyendas
posteriores.
Comoquiera que sea, esta estrategia defensiva no impidi a Ciro afirmar
entretanto su poder. Segn Jenofonte, intent entonces penetrar en Siria para
trabar relaciones amistosas con los rabes. Puede que tratara con ello de
envolver a Babilonia por el oeste. De hecho, la maniobra era intil. Cegado
por su odio, el clero de Babilonia abra ya los brazos al conquistador persa, al
que preceda una fama, hbilmente extendida, de tolerancia y respeto a las
tradiciones nacionales.
Cuando Nabnido volvi a su capital e hizo transportar solemnemente las
estatuas de Sin, de Nusku y de sus esposas de Babilonia a Kharrn, donde fue
inaugurado con gran pompa el Ekhulkhul, la suerte ya estaba echada. En el 539
dos columnas persas atacaron el reino, a un lado y otro del Tigris. El 14 de
teshrit (septiembre-octubre), Sippar fue tomada sin lucha, y, el 16, las
tropas de Gobrias, gobernador de Gutium, entraron en Babilonia sin tener que
combatir. Nabnido fue hecho prisionero cuando se retiraba. Jenofonte
sostiene que fue muerto a continuacin, pero Berosio, por el contrario,
pretende que el vencedor le perdon y exili a Carmania. El 29 de octubre
Ciro hizo su entrada en la ciudad, en medio de una gran concurrencia. Tom el
ttulo de rey de (todos) los pases, y su hijo, Cambises, el de rey de
Babilonia. Los templos, las fiestas, los ritos fueron respetados, y el clero
babilnico salud con jbilo al nuevo rey, que se apresur a legitimar el
poder.
Sin duda nadie tuvo conciencia de que se volva entonces una pgina
decisiva, y que despus de la de Asiria, se acababa la historia nacional de la
Babilonia semtica. De hecho los acontecimientos apenas afectaron a la masa
de la poblacin. La vida cotidiana continuaba. Sin embargo, en ciertos medios
no se haba extinguido an completamente todo fermento de patriotismo. En el
522 y, luego, en el 521, dos complots dieron un poder efmero a unos
usurpadores (segn los persas), que, los dos, harn revivir por un instante el
nombre todava ilustre de Nabucodonosor, que se darn a s mismos. Pero
sern los ltimos resplandores de un nacionalismo ya desaparecido.
Nota: Slo se da completa la lista de los reyes asirios. Para Uraru cf. F. W. KNIG, Archiv fr
Orientforschung, anexo 8 (1955-57). Para Elam (no incluida en la lista cronolgica) cf. W. HINZ, Das
Reich Elam, 1964, pg. 152. Listas completas de los reyes babilnicos (en parte con fechas poco
seguras) en A. SCHARFF y A. MOORTGAT, gypten und Vorderasien im Altertum, 1950, pgs. 500
y ss.; W. VON SODEN, Propylen Weltgeschichte II (1963), pg. 69; A. L. OPPENHEIM, Ancient
Mesopotamia, 1964, pgs. 339 y ss.
2. Asia Menor entre los hititas y los persas[1]

El tema de este captulo es Asia Menor entre los hititas y los persas, desde
la destruccin de la capital hitita (acontecimiento que no mencionan las fuentes
escritas pero del que son claro testimonio las mudas ruinas) y el instante en
que los persas se disponen a redondear su imperio en el oeste; en otras
palabras: Asia Menor entre los siglos XII y VI a. C. En cierto modo, es
significativo que comience con un momento en el que, durante la migracin
egea, llegaron de Europa grupos a Asia, por ese puente que ha constituido
desde siempre Asia Menor, y que concluya cuando geogrficamente se
produce el fenmeno contrario, al tratar de penetrar diversos grupos en Europa
por el mismo camino. Es ste un captulo importante de la historia universal,
por haberse realizado un intercambio cultural de envergadura entre Oriente y
Occidente precisamente en este perodo y en esta zona. Por darse estas dos
circunstancias (por un lado la accin recproca de Oriente y Occidente y por
otro lado el intercambio de cultura durante este perodo), que obedecen a
causas geogrficas, conviene analizarlas previamente. Asia Menor constituye
la unin terrestre entre Europa y Asia. A lo largo de su costa meridional
discurre la importante ruta de navegacin que une las islas griegas con el norte
de Siria. El carcter geogrfico de Asia Menor evidencia la importancia de la
unin entre Oriente y Occidente, mientras que las montaas que bordean las
costas septentrional y meridional dificultan las comunicaciones de norte y sur.
La cordillera del Tauro, que domina la costa meridional, arranca en Licia, la
regin ms occidental en esta zona costera, y contina paralela a la costa hacia
el este. Slo dos veces se interrumpe dejando espacio a una costa baja, en
Panfilia y en Cilicia Campestris. La primera fue poblada ya en tiempos
micnicos por los griegos; en la segunda confluyen factores ms complejos:
por un lado se cree encontrar tambin all huellas de una infiltracin griega, si
bien de tiempos posteriores; por otro lado se ha descubierto una fuerte
influencia semita. Esto ltimo resulta evidente, pues la Puerta Cilicia (Pylae
Ciliciae) constituye una barrera ms fuerte frente al hinterland de Anatolia
que las montaas del Tauro Oriental Exterior frente a Siria septentrional.
Geogrfica y climatolgicamente la llanura cilicia pertenece a Siria. La
supremaca asiria y posteriormente la neobabilnica sobre esta regin fue
tambin una consecuencia poltica de estas circunstancias geogrficas.
Fig. 3. Asia Menor entre los hititas y los persas.

Pero no slo tuvieron lugar en esta zona tales contactos pacficos entre
Oriente y Occidente; tambin grandes migraciones escogieron este camino, y
muchas veces una parte de los inmigrantes permanecera como nuevo
propietaria de las tierras. Algo parecido debi suceder cuando llegaron los
primeros pobladores hititas. En el siglo XII a. C. se repite lo mismo con los
frigios, que invadieron Asia Menor procedentes del oeste. Aunque los recin
llegados se adaptaron siempre ampliamente al marco cultural precedente, su
inmigracin provoc una estratificacin que contrasta con el carcter cerrado
de las civilizaciones egipcia y mesopotmica. La adaptacin forzosa a su vez
estaba condicionada por las circunstancias geogrficas, causa de la formacin
de mltiples estados pequeos que disfrutaban de una fuerte autonoma local
bajo soberanos propios. En general se necesit un largo perodo hasta que los
nuevos pobladores consiguieron una forma de poder centralizado fuerte.
Mientras que resulta sencillo caracterizar el escenario geogrfico, la labor
histrica presenta muchos problemas, ya que faltan fuentes escritas vernculas
para este perodo en el oeste y el centro y son de alcance limitado las del este.
Afortunadamente se conoce la historia de este perodo a travs de otros
autores como los griegos y mesopotmicos. Las fuentes griegas datan, en su
totalidad, de pocas bastante posteriores. Ofrecen por ello una imagen tarda
cuya importancia es difcil de valorar. En cambio las fuentes mesopotmicas
tienen la ventaja de representar una reaccin contempornea a los hechos. El
sureste de Asia Menor se encontraba desde la mitad del siglo IX a. C. en la
esfera de influencia asiria y posteriormente en la neobabilnica. Los textos de
los reyes mesopotmicos nos ofrecen una orientacin aproximada sobre el
sureste de Asia Menor, Cilicia Campestris (Qu[m]e en los textos asirios y
Khum en los neobabilnicos), Capadocia (Tabal y Khilakku), Melitene
(Meliddu) y Comgene (Kummukhu). ste es precisamente el territorio en que
se encuentran los textos jeroglficos originales. Estas inscripciones proceden
de restos de la antigua poblacin hitita que pertenece a la parte luvita del
pueblo hitita. La poblacin luvita del sureste que escribi los textos
jeroglficos y, con ello, la nica fuente original de importancia para este
perodo, mantena estrechas relaciones con sus congneres luvitas de Siria. La
historia de estos dos grupos ser por ello tratada en conjunto.
Aunque la tradicin registra numerosos prncipes lidios y da noticia de una
dinasta de herclidas que habra reinado desde 1200 a. C. hasta Giges, el
primer rey de la dinasta de los mermnadas, no se conocen datos histricos al
respecto. Tambin para las regiones ms orientales, donde se encontraron los
textos jeroglficos, se habla de un perodo oscuro que hubiese durado desde
1200 hasta 1000 a. C.
Al iniciar este captulo ya se indic que los frigios no haban desarrollado
al principio un fuerte poder central, como era el caso en el siglo VIII a. C.,
cuando Frigia figuraba entre las grandes potencias. Aunque existen otras
teoras, parece oportuno optar por la tesis antigua de la relacin entre los
elementos frigio, tracio e ilirio y recordar que este pueblo proceda de los
Balcanes. Un problema histrico fundamental de este perodo constituye el
grado de penetracin de los frigios en Asia Menor. Los textos del rey asirio
Tiglatpileser I (1117-1078) son un documento importante a la hora de enjuiciar
esta cuestin, pues relatan que este rey libr, en su primer ao de reinado, una
batalla en el curso alto del Tigris contra 20 000 mushki que llevaban cinco
reyes al frente. Como los asirios aplicaban a los frigios del siglo VIII este
nombre de mushki, se aduce con frecuencia este pasaje como prueba de que
una parte de los frigios tuvo que avanzar profundamente hacia el este. Esta
conclusin no es definitiva, pues no parece descartada la posibilidad de que el
nombre hubiese pasado de los moskhoi, habitantes del lejano noreste de Asia
Menor, a los frigios, por tener para los asirios el segundo significado de
occidentales, suponiendo, claro est, que los moskhoi habitasen tan pronto
las mismas regiones.
Los arquelogos se han preguntado hasta qu punto han existido, antes del
siglo VIII a. C. colonias frigias permanentes al este del Halys. Algunos
representantes de esta ciencia insisten tambin en hablar de los estratos
posthititas de Boazky en vez de los estratos frigios. Lo cierto es que
Boazky-Khattusha fue destruida por el fuego, quedando inhabitada por lo
menos durante un siglo. Posteriormente se hizo habitable la ciudadela, para lo
cual se utiliz gran parte del material de construccin que haba quedado de la
poca hitita.
Aunque Tiglatpileser I no habla concretamente de los frigios, parece
seguro que menciona a los prncipes de Malatya (Arslantepe) y Karkemish
(Cerablus). Estas ciudades eran los centros luvitas ms importantes de aquella
poca. Ambas se caracterizan por una clara fusin de influencias hitito-luvitas
y hurritas, como la que se haba manifestado en Karkemish ya en tiempos del
Imperio nuevo. En este sentido es interesante que Initeshup[2], que era entonces
probablemente rey de Karkemish, llevase el mismo nombre hurrita que un rey
del siglo XIII. En el terreno del arte los relieves sagrados de Malatya que
representan al rey como sacerdote con diversas divinidades, presentan
estrechas relaciones con los relieves de Yazilikaya (el santuario de Boazky)
y Alaca Hyk. Es probable que Karkemish tuviera al principio la supremaca
poltica. Los grandes reyes de esta ciudad tuvieron probablemente derecho
a este ttulo; segn los textos asirios reinaron sobre la tierra de Khatti o
incluso sobre la gran tierra de Khatti. Desde aqu se dominaba por lo menos
el antiguo territorio hitita hasta inclusive el Tauro Oriental Exterior y hacia
Samal y tal vez incluso hasta Gurgum y Meliddu. Sobre Malatya (en asirio
Meliddu), en la tierra griega de Melitene, hemos hablado ya. Samal con su
capital Zincirli comprende el territorio del Tauro Oriental Exterior. Gurgum,
con capital en Maras (Marqasi en los textos asirios), coincida
aproximadamente con la parte suroccidental de Comgene. Tambin Til Barsip
(Tell Amar) constitua un importante centro luvita antes de pasar a manos
arameas. En la desembocadura del Orontes estaba situado un estado
denominado Khattina pero tambin llev el nombre semita de Amqa (valle o
llanura). ama constitua la base ms meridional de los luvitas. Tambin en
Alepo debe haber existido durante algn tiempo un reino luvita.
La conquista de Karkemish por Tiglatpileser debe haber tenido hondas
repercusiones, pues la base de Pitru, construida por l cerca de Karkemish, se
mantuvo an un siglo.
No se puede precisar lo que sucedi en esta poca en los territorios luvitas
de Asia Menor. Tal vez debido a que los reyes asirios no hubiesen penetrado
an hasta Cilicia y Capadocia. La poblacin luvita nativa hace su aparicin al
entrar en contacto con una potencia civilizada (en este perodo Asur,
posteriormente Grecia) fortalecindose as su conciencia como pueblo. Se
caracteriza por su reaccin frente a las influencias exteriores, y ello, sobre
todo, en los territorios en los que tuvo que retirarse por corto tiempo la
potencia que actuaba como catalizador. Son especialmente favorables las
circunstancias en Siria septentrional, pues Asur haba aspirado en vano por
dos veces (primero bajo Tiglatpileser I y luego bajo Asurnasirpal II y
Salmanasar III) a la hegemona sobre Siria, antes que, en la segunda mitad del
siglo VIII, los reinos luvitas quedaran integrados como provincias en el
imperio asirio.
Sin embargo, hay que hacer constar que nuestros conocimientos sobre el
primer interregno neohitita son an limitados. Se supone que las influencias
hurritas son considerables en diversos lugares. En otros lugares (en ama,
pero tambin en Samal) se nota una fuerte influencia semita. En los siglos X y
IX tomaron los grupos arameos el poder en una serie de estados. Ya en la
segunda mitad del siglo X pas Til Barsip de las manos hititas a las arameas
constituyndose, desde este momento hasta 855 a. C., en centro del reino
arameo de Bt-Adini. Samal, que haba tenido antes otro nombre, se hizo
aramea el 920, mientras que Arpad fue conquistada poco despus de 900 por
grupos arameos, pasando a formar parte desde entonces del estado arameo de
Bt-Agusi. An ms tarde, hacia 820, ama se une al antiguo territorio de
Alepo formando un reino arameo que haba de desempear un papel
importante[3].
De este interregno nos han llegado textos de Til Barsip (Tell Amar) y
Maras; los ms importantes son, sin embargo, los textos de la dinasta de
Sukhi I de Karkemish, aunque sus prncipes se llamasen sencillamente
soberanos. Del conjunto de textos jeroglficos, los de Karkemish constituyen el
corpus ms amplio y su contexto es el ms rico y esclarecedor. A esto se
aade su base arqueolgica, ya que fueron encontrados in situ y en su mayor
parte estn dedicados a la historia de la construccin del lugar del hallazgo.
Esto permite relacionar los textos y las construcciones. Aunque los textos
tienen un contenido predominantemente religioso, informan sobre empresas
militares y obras hidrulicas. Comparndolos con los textos del siglo II se
observa (seguramente debido a la influencia mesopotmica) una progresiva
tendencia a abordar problemas profanos.
Los dioses principales de la ciudad figuran en el principio de las
inscripciones junto con los ttulos, la genealoga y la glorificacin de los
prncipes, ya que la exaltacin del rey est dedicada en gran parte a
relacionarlo con el mundo de los dioses. Los dioses aparecen de nuevo en la
frmula de maldicin al final, en la que se amenaza a aquellos que profanen u
oculten el monumento, el relieve o el texto. En Karkemish parece haber sido el
dios de la tormenta Tarkhundash (o Tarkhu[i]sh) la principal figura del
panten; a su lado estaba Karkhukhash, personificacin del dios que protega
la naturaleza y que tena al ciervo como animal sagrado, mientras que el dios
de la tormenta apareca muchas veces representado sobre un toro. En tercer
lugar estaba Kubabash, reina de Karkemish segn los textos.
Dado el tipo asirio de los leones sobre los que estn colocados dos de
estos textos (A 14 b de Astuwatimais y A 14 a de Sukhi II) parece probable
que estos prncipes fuesen contemporneos de los reyes asirios Adadnarri II
(911-891) y Tukultininurta II (890-884), bajo los cuales Asur se hallaba en
retroceso temporal, mientras que la expansin del poder, bajo Asurnasirpal II
(883-859) y Salmanasar III (858-824), perteneca an al futuro. Esta datacin
parece an ms verosmil por darse la circunstancia de que un fragmento con
algunos caracteres cuneiformes revela que el texto de Astuwatimais tena
carcter de inscripcin bilinge[4].
Mientras que una serie de ttulos de los textos jeroglficos son restos del
tiempo del Imperio Nuevo, por ejemplo, gran rey, hroe y soberano,
existe otro que responde probablemente a un nuevo concepto tpico de este
perodo en todo el Mediterrneo oriental: el ttulo de tarwana, juez. Ha
sido comparado con el shpe (juez) semita y el tyrannos de Asia Menor y
Grecia. Este ttulo presenta al prncipe en su funcin pacificadora, no en la de
jefe militar en tiempos de guerra o en funcin sacerdotal. Probablemente se
halle en relacin con la limitacin geogrfica de las comunidades de un
perodo en que no se han desarrollado an formas de estado de ms alcance.
En este sentido es muy posible una relacin con la figura bblica del juez,
que habra de ser tambin precursora de los reyes de tiempos posteriores.
Una serie de reyes del siglo IX llevaban nombres que evocan a los grandes
reyes hititas del milenio II. Segn los textos asirios, en Khattina reinaron reyes
llamados Lubarna (Labarna) y Sapalulme (Shuppiluliuma); en Gurgum hubo
tres reyes que llevaron, en este perodo neohitita, el nombre de Muwatalli. Se
han podido deducir as de sus nombres las aspiraciones polticas de estos
prncipes. Llama la atencin que en los estados mayores como Karkemish y
Malatya se hayan atenido a una denominacin de su tiempo.
Con Asurnasirpal II (884-858) inicia Asur la segunda invasin del
territorio ocupado por los hititas luvitas. Este rey asirio se jactaba de que su
reino se extenda desde el Tigris hasta el Lbano y el Mar Mediterrneo.
Asurnasirpal II penetr en el territorio de Samal y lleg hasta Kummukhu
donde reinaba entonces el rey Qatazilu (Khattushili o Kantuzzili). Pero su fama
tambin se extendi hasta Asia Menor, ya que en el texto que describe la
construccin y consagracin de su palacio en Kalakh se menciona junto a los
69 754 invitados que asistieron a las ceremonias, que duraron diez das, a
5000 altos dignatarios que acudieron como representantes extranjeros. La
lista, adems de los emisarios de las regiones del norte y del noroeste,
menciona a delegados de pases luvitas como Khatti (Karkemish), Gurgum,
Meliddu e incluso Que. Es sobre todo interesante la mencin de Que (Cilicia
Campestris) y de Meliddu (Melitene).
Salmanasar III (858-824) fue el primer prncipe que se intern
personalmente repetidas veces en Asia Menor. En primer lugar tuvo que
vencer todava una serie de dificultades en el noroeste. Entre sus enemigos
encontramos, adems de reyes arameos, muchos prncipes luvitas, que no slo
procedan de Siria, sino tambin de Que y Khilakku, del territorio montaoso
del norte y probablemente tambin del noroeste de Que. Despus de algunos
triunfos asirios fue aumentando el nmero de prncipes tributarios. A partir del
vigsimo ao de su reinado Salmanasar III realiza conquistas en Asia Menor.
Tres veces fue a Que, llev a cabo conquistas en Meliddu, estuvo dos veces
en Tabal y lleg incluso hasta Khubushna (Kybistra?). En aquel tiempo Tabal
estaba constituido por un conglomerado de pequeos reinos (en un texto se
mencionan 24 y en otro 20) al frente de los cuales se encontraba al parecer un
rey llamado Tuatti. El nombre de Tuwati, que debe ser la versin indgena del
Tuatti asirio, aparece en varios textos jeroglficos. Probablemente llevaran
este nombre diversos prncipes. Tambin el padre de Wasu-Shar(ru)mash, rey
de Tabal en tiempo de Tiglatpileser III (743-726), se llamaba as, al igual que
un rey mencionado en un texto urarteo. Los dos ltimos muy bien pudieran ser
la misma persona[5].
Salmanasar III tuvo, pues, contacto con muchos pueblos que fueron
atacados de nuevo un siglo ms tarde por los asirios y cuyos territorios
habran de quedar integrados al imperio asirio como provincias. Hacia el fin
de su reinado un levantamiento divide todo el reino en dos campos; ms de
medio siglo tardara todava Asur en reponerse para volver a intervenir en el
noroeste.
En la segunda mitad del siglo IX amat era un estado importante. Las
relaciones tnicas eran especialmente complicadas. En textos de amat del
tiempo de Salmanasar III un rey con el nombre hurrita de Urkhilina relata en
inscripciones jeroglficas luvitas la construccin de un trono y una columna en
honor de la diosa Bakhalatis, nombre tras el que se oculta el ttulo semita de
Balat (soberana). Hallazgos de textos del mismo rey en el sur y en el norte
determinan las fronteras de amat cuando todava no est ocupado por el
grupo arameo bajo el mando de Zakir[6]. Hacia 820 este Zakir constituye con
ama y el antiguo Alepo un gran imperio que encontr tanta resistencia en los
otros estados sirios del norte que se produjo una coalicin de estados luvitas y
arameos[7]. Otro coetneo de Salmanasar III fue Khalpa-Ru(n)dash
(Qalparu[n]da) de Khattina, mencionado en las inscripciones reales asirias y
en textos jeroglficos de Tell Tayinat[8]. Esto brinda un punto de referencia
importante para fechar los textos y relieves de este lugar.
El retroceso temporal del poder asirio constituy en el noroeste el
principio de un segundo interregno luvita. En esta poca creci rpidamente el
poder del imperio de Uraru, que empezaba a amenazar la frontera norte de
Asiria. Con el tiempo la intervencin de Uraru en Siria septentrional se hizo
tan fuerte que lleg incluso a interrumpirse la lnea asiria de comunicacin con
Asia Menor. Toda una serie de textos de todos los centros importantes luvitas
permite una visin bastante completa de la historia del siglo VIII. Ms arriba
se ha insistido en que fue precisamente el contacto que tuvieron los asirios con
Que y Tabal, en tiempos de Asurnasirpal II y Salmanasar III, la causa de que
tambin se puedan incluir en el anlisis de este perodo los grupos luvitas de
Cilicia y Capadocia. Las relaciones de poder de este tiempo eran bastante
complicadas. En el oeste los frigios formaban en el siglo VIII un reino
centralizado en torno a Gordio. El centro del poder luvita (tabalo) estaba
situado ms hacia el este en Cesarea (Kayseri). En el noreste de Asia Menor
el territorio dominado por los frigios (mushki en los textos asirios) limitaba
con el de Uraru.
En la poca de su mayor esplendor el imperio frigio ocupaba una zona tan
extensa de Asia Menor que puede considerarse, desde el punto de vista
geopoltico, como heredero de la tradicin hitita. Tal vez hubiese cumplido
plenamente un cometido de este tipo, si no hubiera sido demasiado pronto
vctima de las invasiones de las hordas cimerias, despus de los conflictos
con Sargn II. Las excavaciones de Gordio y sobre todo la apertura de los
tmulos prximos a esta ciudad han hecho comprensible el que las riquezas de
Midas llamaran tanto la atencin a los griegos. De gran importancia para una
fase posterior de la cultura frigia son las excavaciones de la ciudad de Midas
(Yazilikaya), clebre sobre todo por las tumbas rupestres de sus alrededores.
A mediados del siglo VIII los frigios deben haber adoptado el alfabeto de los
griegos; los textos ms antiguos en escritura alfabtica encontrados en Gordio
datan del ltimo cuarto del siglo VIII. Las excavaciones han demostrado que la
arquitectura de este perodo tena un nivel notable y lo mismo se puede decir
de los ebanistas, broncistas y los tallistas de marfil frigios. Admirables son
tambin los restos de tejidos. Los hallazgos demostraron adems que los
frigios haban mantenido en los ltimos veinticinco aos del siglo VIII
relaciones comerciales con Asiria y sobre todo con Uraru. De Midas, rey de
los frigios en tiempo de Tiglatpileser III y de Sargn II, cuentan las fuentes
griegas que estaba casado con una griega y que fue el primer rey extranjero
que envi un regalo al santuario de Delfos. Probablemente esta leyenda
significa que Midas intentaba extender su reino tambin hacia el oeste y que a
tal efecto haba entrado en contacto con las ciudades costeras griegas.
Segn muestran las excavaciones de los ltimos aos, Boazky-
Khattusha, en el siglo VIII, no slo estaba habitada en las ciudades, sino
tambin en una amplia zona en torno a sta. Se puede caracterizar sin duda
como frigia esta fase de la colonizacin posthitita. Las antiguas inscripciones
frigias de diversos lugares demuestran que los frigios posean sin duda en
estos siglos grandes extensiones de Capadocia. Aliar fue durante mucho
tiempo luvita a juzgar por los sellos jeroglficos encontrados. Sin embargo,
existen razones para suponer que este lugar form parte durante algn tiempo
del territorio frigio. Los estratos posthititas de Kltepe pueden a su vez
atribuirse con seguridad al grupo de poblacin luvita, ya que esta ciudad se
encontraba claramente dentro de la zona de inscripciones jeroglficas. En las
excavaciones turcas se encontraron restos interesantes de este perodo.
Algunas fortificaciones se consideran parte de la lnea de defensa de los
grupos de poblacin luvita contra los frigios; Gllda, 40 km al noroeste de
Nide, y Kerkenesda, 18 km al sureste de Yozgat[9]. El curso de la lnea
fronteriza puede tal vez aclararse tambin gracias a las inscripciones
jeroglficas. Cerca de Karaburun se encontr precisamente una de stas, que
habla sin lugar a dudas de una fortificacin militar. Lo mismo puede decirse de
las inscripciones de alapverdi. Los datos jeroglficos, tanto del lado frigio
como del luvita, aluden ms o menos a la misma lnea fronteriza, que adems
corroboran los textos asirios. Ya se indic que los frigios eran, en el norte de
Capadocia, vecinos de los urarteos. En este sentido resulta de gran inters una
carta encontrada en Kalakh (entre 735 y 132 a. C.). En ella el rey asirio
contesta a un escrito de un alto funcionario del territorio de Asia Menor que le
ha anunciado que el rey frigio Midas ha establecido relaciones amistosas con
l y que han sido capturados y entregados a l ciertos emisarios de Que que
se dirigan a Uraru, a travs de territorio frigio, en busca de apoyo contra los
asirios. Esta carta es muy importante porque de ella se deduce que, a causa de
este acontecimiento, qued un representante permanente de los asirios en la
corte frigia. Adems se desprende de ella que el rey asirio deseaba tratar con
Midas en pie de igualdad[10].
Tabal era en el siglo VIII un estado importante. Siguiendo, sin duda,
directamente a los grandes reyes del Imperio Nuevo cuyas inscripciones
monumentales estaban an bien conservadas, prncipes como Tuwati y Wasu-
Shar(ru)mash llevaron los ttulos de gran rey y de hroe. Parte de los
textos tablicos tiene carcter oficial y por lo tanto caligrfico y arcaizante,
mientras que otros estn escritos muy silbicamente en forma cursiva. La
servidumbre de muchos pequeos prncipes hacia los grandes reyes de esta
regin, ya sealada antes al tratar del perodo de Salmanasar III, se manifiesta
en los textos, donde un prncipe local se denomina siervo de Tuwati o de
Wasu-Shar(ru)mash. Una serie de textos describe la ereccin de una imagen en
honor del dios de la tormenta. En dos de ellos el dios de la tormenta lleva el
atributo de Tarkhuish de la via. Esta misma forma o una anloga se
encuentra en el famoso relieve de Ivriz. Segn el texto se trata del gran
Tarkhundash (?), aunque su representacin con uvas y espigas exuberantes
suscita siempre la idea de una divinidad de la vegetacin. Por lo visto el dios
de la tormenta tambin tiene esa faceta. Es de gran importancia para la
historia de la religin el que en muchos de estos textos aparezcan el dios
lunar de Kharrn y Kubabash de Karkemish. Parece probable que al no ser
una divinidad claramente personalizada el dios lunar del panten hitito-luvita,
que tena culto y fiestas propios, dejara un hueco que provocase esta
infiltracin. La difusin del culto de Kubabash es ms importante por
constituir Tabal la unin entre Karkemish, donde esta diosa ya haba recibido
culto en el milenio II y el territorio frigio, donde adquiri gran importancia
bajo la forma de Kubelis (Cibeles). Pero no se debe olvidar que su carcter
tuvo que haberse transformado con este traslado. A travs de los frigios su
culto no se extendi solamente por Lidia y el Asia Menor griega, sino que
lleg hasta Roma, donde se le dedic en el Palatino un lugar en el templo de la
Victoria (204 a. C.).
Los textos procedentes de la regin de Tiana ocupan un lugar especial. En
esta regin reinaba en la segunda mitad del siglo VIII Warpalawa, al que
Tiglatpileser III da el nombre de Urballu. Uno de los textos ms importantes de
esta regin es una inscripcin de las proximidades de las famosas minas de
plata de Tun(n)a (Dana). Se encuentra a 6 km de las minas en el camino a la
colonia correspondiente[11]. El soberano local se autodenomina siervo de
Warpalawa, pero tambin juez. El lugar donde se hall la famosa
inscripcin bilinge de Karatepe no era tal vez el palacio, como se haba
supuesto, sino una fortaleza a orillas del ro Ceyhan (Piramo) que separaba los
territorios de Que y Gurgum. Frente a Karatepe, en la otra orilla del ro, fue
hallado un texto que presenta, segn Laroche, la escritura tpica de Gurgum[12].
En todo esto nos basamos para fechar la inscripcin antes del 711 a. C., pues a
partir de entonces Gurgum se convirti tambin en provincia asiria y por lo
tanto careca de sentido una fortificacin entre ambos territorios.
Probablemente fuese fenicia la versin original del texto, pues en varios
lugares se manifiesta en la sintaxis luvita la influencia de un idioma semita.
Tambin el hecho de que la versin jeroglfica sea ms pobre en
vocabulario apunta en esta direccin ya que en las traducciones, por regla
general, suelen perderse matices. Sin embargo, en algunos puntos el trasfondo
cultural es marcadamente hitita. Tiwata describe, por ejemplo, cmo en su
tiempo las mujeres paseaban con el huso por lo que antes haba sido terreno
inseguro (171 s.); hay que tener en cuenta que en el arte plstico hitita el huso
y el espejo constituan los atributos habituales de mujeres y diosas.
Probablemente el original fue escrito por un autor fenicio, que parta en cierta
medida tambin de ideas hititas, por encargo de un cliente luvita, siendo
traducido ms tarde al luvita.
Es importante analizar con ms detalle la posicin de Asi-Tiwata. En la
introduccin dice que Awarikus le haba hecho grande. Luego sigue el ttulo
de rey de Adana, pero no queda claro si debe referirse a Asi-Tiwata o a
Awarikus. Este Awarikus ha sido identificado con Urikki, que aparece en los
textos de Tiglatpileser III (745 a 772) como rey de Que y cuyo nombre figura
tambin en la carta de Kalakh que habla de las intrigas entre Que y Uraru. En
el texto trasciende algo de orgullo, como si alguien quisiera ser considerado el
primero de una dinasta o por lo menos el primero de una nueva rama de una
dinasta. Y como no se denomina expresamente en ningn sitio hijo de
Awarikus (Urikki) esta hiptesis parece bastante acertada[13]. A travs de
varios pasajes se obtiene la impresin de que rein no slo sobre Karatepe,
sino tambin sobre Adana. Como esta ciudad aparece como la capital
tradicional de esta regin, no cabe duda de que Asi-Tiwata sucedi a
Awarikus como regente sobre todo Que; no parece descartado que Awarikus
cayese en desgracia de los asirios por sus esfuerzos en obtener el apoyo de
Uraru y que le sucediese Asi-Tiwata en el trono.
Desde mediados del siglo VIII a. C., los navegantes griegos surcaron las
aguas costeras de Cilicia. Los datos ms importantes al respecto se encuentran
en los textos de Sargn II (722-705), donde se da a entender que su actividad
haba comenzado ya una generacin antes del perodo de Sargn. Tanto en
Mersin como en Tarso se han encontrado cermicas con dibujos geomtricos,
con lo cual los datos textuales se vieron confirmados por la arqueologa. Sin
embargo, la costa septentrional siria, con el puerto de Al-Mina, era an ms
importante para la navegacin griega. Adems hay que hacer constar que
Uraru ejerci en la primera mitad del siglo VIII una considerable influencia
sobre el norte de Siria. Es probable que las relaciones del arte primitivo
griego y etrusco con Uraru fueran consecuencia de estos antiguos contactos
griegos con Siria del norte. El estado luvita de Khattina, al que perteneca
Al-Mina, desempe un papel importante en este sentido[14].
Respecto a Malatya, los problemas cronolgicos estn an lejos de
hallarse resueltos. La clasificacin temporal de los reyes se basa en analogas
con la historia del arte y en un limitado nmero de sincronismos con Uraru y
Asur. Los textos urarteos indican que Malatya fue sometida por Uraru durante
el reinado de Sardur II.
La influencia hurrita es particularmente importante en este territorio. Aqu
es donde goz de gran veneracin la diosa Khebat. El ideograma del dios de
la tormenta, en esta zona hurrita, tendr que leerse muchas veces como Teshup.
Una tercera divinidad muy venerada es Shar(r)mash; sin embargo, las
recientes investigaciones de Laroche han demostrado que este dios no fue
primitivamente hurrita sino una figura indgena. Es considerado entre los
dioses como hijo de Teshup y Khebat y tiene el mismo animal que su madre, el
len.
En el segundo cuarto del siglo VIII reinaba en Gurgum Khalpa-Ru(n)dash
(III). Su texto figura en el conocido len de Maras (Maras 1) y es famoso
sobre todo porque el rey, en su genealoga, enumera no menos de seis
antecesores, as como, detalladamente, sus propios eptetos. El len parece
haber tenido una funcin arquitectnica, seguramente como piedra angular para
un prtico del conocido estilo en el que fueron construidos tantos edificios de
aquella poca. Las construcciones de este tipo constan de un complejo cerrado
de habitaciones que no poda ampliarse libremente, como en la mayor parte de
los palacios orientales, en los que podan construirse en todos los lados
nuevos patios rodeados de aposentos. Aqu nos encontramos con un prtico,
de una a tres columnas, y detrs con una sala principal ms ancha que larga,
alrededor de la cual se agrupan las otras estancias. Los reyes asirios
adoptaron un detalle de esta forma arquitectnica tpica de la Siria
septentrional; emplearon la palabra hbrida Bt-Khilani, mitad semita y mitad
hitita, para designar los prticos columnados de este estilo que colocaban ante
la puerta mesopotmica.
Karkemish es el lugar que proporciona mayor cantidad de datos para el
perodo del segundo interregno. En esta ciudad quiz se pueda comprobar la
influencia urartea, que se supone para Malatya basndose en inscripciones
reales urarteas, textual y arqueolgicamente. En tiempos de Sardur II reinaba
en Karkemish un prncipe llamado Asti-Ruwa. Durante su reinado fue
construida la gran escalinata de ceremonias. Mientras que los nuevos relieves
creados para esta construccin presentan vestigios de influencia asiria y
tambin urartea, se puede deducir tal vez del texto correspondiente a aquellos
(no es susceptible de una sola interpretacin) que Asti-Ruwa no slo fue
contemporneo de Sardur II, sino que tambin dependa de l[15]. Los hijos de
este prncipe fueron desterrados por Araras, que es considerado rebelde y
advenedizo, por omitir en sus textos toda clase de genealoga. Destaca en la
introduccin a un texto de Araras la importancia que da a las relaciones
internacionales que pretende haber tenido con Mira (en la frontera entre
Panfilia y Cilicia Aspera), Misia, los muskhi (frigios) y los sirios (?) (A 6, 2-
3). Tambin alude a que sus siervos son bien recibidos por todos los reyes.
Estos pasajes indican tal vez una poltica exterior activa dentro de un mundo
orientado internacionalmente. Los datos que ofrece la arqueologa corroboran
plenamente semejante hiptesis. Al tratar de Frigia ya se dijo que este
territorio haba tenido seguramente estrechas relaciones con Uraru y Asur y
con la costa occidental griega. Se han aportado datos interesantes para
reforzar la tesis de que en la segunda mitad del siglo VIII el camino a travs de
Asia Menor[16] lleg a ser una comunicacin importante con el oeste, junto a la
ruta martima que parta de Mina.
Kamanash, hijo de Araras, aparece citado en los textos de Karkemish pero
tambin en la estela de Cekke. La parte posterior de esta estela perpeta la
fundacin de una ciudad que llev su nombre al igual que la fortaleza de
Karatepe el nombre de Asi-Tiwata. La estela fue utilizada dos veces: la
primera por un prncipe cuyo nombre slo es legible en parte (se llama a s
mismo siervo predilecto de Sardur) y la segunda por Kamanash que utiliz la
parte posterior advirtiendo: Kamanash no es siervo de Sardur!. Durante su
reinado, o tal vez ya bajo Araras, debe de haberse sustrado de nuevo
Karkemish a la soberana de Uraru. Hay que resaltar que en uno de los textos
de Araras se encuentra una alusin a un rey asirio (A 24). Desgraciadamente
el contexto no permite un anlisis preciso. Los textos de Tiglatpileser III
expresan claramente que el reinado de Kamanash debi finalizar antes de 740.
Con Tiglatpileser III (745-727) vuelven a renacer las aspiraciones asirias.
Despus de que Uraru haba sido privado de toda importancia en dos etapas
(en 745 con una batalla al sur de Kummukhu, y en 735 en el transcurso de una
campaa en la que Tiglatpileser III haba avanzado hasta la misma capital),
comienza la paulatina anexin de los territorios luvitas por el reino asirio.
Iniciado bajo Tiglatpileser III este perodo alcanza su apogeo bajo
Salmanasar V (727-722) y Sargn II (722-705).
En el tercer ao del reinado de Tiglatpileser III sus enemigos de Siria
septentrional estaban bajo el mando de Uraru. Este grupo, constituido por
Meliddu, Kummukhu, Arpad y Gurgum, nos da una idea de la influencia urartea
en aquel momento. Tras la cada de Arpad en el ao 740 varios prncipes
enviaron emisarios a Tiglatpileser III pidiendo clemencia al vencedor. Eran
emisarios de Kustashpi de Kummukhu, Urikki de Que, Pisiris de Karkemish y
Tarkhularas de Gurgum; pueden haber figurado en el texto otros nombres ms,
pero no son legibles. Sin embargo hubo un prncipe luvita que no quiso
someterse, Tutammu de Khattina, en la costa, al oeste de Arpad. Sus territorios
quedaron sujetos a un gobernador provincial. Sobre su captura encontramos
una interesante alusin en una carta hallada en Kalakh y publicada
recientemente. En ella un funcionario notifica que ha satisfecho los
requerimientos de envo de botn del turtn y que Tutammu se halla ya en
camino con los dignatarios de su corte[17].
Tras nuevos triunfos asirios muchos prncipes se sintieron obligados en el
ao 738 a demostrar su lealtad. Entre ellos encontramos ahora doce prncipes
de territorio luvita. La influencia asiria ha penetrado ya en este tiempo
profundamente en Asia Menor. De uno de los aos siguientes al ataque de 735
contra la capital urartea debe datar la carta ya citada al hablar sobre Frigia. En
este escrito se manifiesta la esperanza de que los prncipes de Tabal
abandonen lo antes posible su resistencia, en vista del aparente deseo de
Midas de establecer relaciones amistosas con Asur[18]. En el ao 732
interviene Tiglatpileser III enrgicamente en Tabal. Parece que una de las
razones que lo movieron a ello fue que Wasu-Shar(ru)mash no envi ningn
emisario en el ao 732 a una nueva demostracin de lealtad. Despus de
apresado fue sustituido por un cortesano.
Generalmente se supone que bajo el reinado de Salmanasar V (727-722)
Samal y Que fueron degradadas a provincias. Bajo Sargn II (722-705)
siguieron la misma suerte ama (720), Karkemish (717), Tabal (713),
Kammanu (712), Gurgum (711) y, finalmente, Kummukhu con Meliddu (708).
En casi todos los levantamientos y conflictos de Asia Menor aparece Midas
como instigador. En el ao 715, el mismo Sargn se dirige desde Que contra
los frigios. Un gobernador de Que tuvo que enfrentarse an dos veces a los
frigios en el campo de batalla, antes de que en 709 comenzase una ofensiva
final. Slo entonces envi Midas una delegacin ofreciendo su sumisin.
Gracias a la sagacidad de Landsberger es posible conocer con ms detalle
a uno de los personajes: Muwatalli de Kummukhu. Segn los estudios de
Landsberger debe tratarse del rey representado en Sakagz como
constructor y tambin del modelo de la gran figura real que fue hallada en la
cmara de entrada del Prtico de los Leones de Malatya. Despus de haber
adornado la entrada fue enterrada, probablemente ya en la Antigedad.
Landsberger supone que Muwatalli prest ayuda a Sargn durante la situacin
apurada en que ste se vio el ao 720, recibiendo en agradecimiento una parte
de Samal donde hizo construir el palacio de Sakagz; en 712 obtuvo la
ciudad de Meliddu, que haba sido anteriormente capital del reino de
Tarkhunazi de Kammanu. Con lo cual queda adems demostrado que el palacio
de Sakagz fue construido entre 720 y 708 y que la figura tiene que haber
sido hecha entre 712 y 708, ya que Muwatalli fue depuesto en 708 por las
asirios[19].
En el arte del perodo neohitita se distinguen una serie de estilos; en
primer lugar, el estilo tradicional, que contina la tradicin hitita del Imperio
Nuevo. Sus principales representantes se encuentran en los ya mencionados
relieves, dedicados al culto, de Malatya, afines al arte de Yazilikaya y Alaca
Hyk por su contenido religioso y su forma. Sigui despus el estilo
asirizante, dividido por los acontecimientos histricos en dos perodos.
Durante el primero, prolongado considerablemente por el retroceso del poder
asirio despus de Salmanasar III, influy Asur en la eleccin de los temas,
pero estos motivos asirios quedaban asimilados de manera original. En el
segundo perodo, que comienza con la poca de Tiglatpileser III, el arte hitita
adquiere ms el carcter de una imitacin provinciana de lo que se haca en
Asur; tambin en la realizacin se trat de copiar el modelo, perdindose por
completo el carcter propio. Junto a estos influjos asirios se ha notado tambin
una fuerte influencia aramea, sobre todo en Samal, pero tambin en
Sakagz y en la Karatepe cilicia.
Probablemente, el reino asirio alcanz en tiempos de Sargn II su mayor
expansin hacia el noroeste, pero ya antes del final del reinado de Sargn se
produce un profundo cambio. En 705 Sargn tuvo que marchar de nuevo contra
Tabal, producindose entonces el hecho inslito de caer un rey asirio en una
campaa extranjera. En 704 o 703 tuvo de nuevo que luchar Senaquerib (705 a
681) en Que y Khilakku. Nos llevara demasiado lejos enumerar todos los
conflictos en que estuvo envuelto Asur en el ngulo sudeste de Asia Menor
durante el siglo VII. En general, se puede decir que la llanura cilicia (Cilicia
Campestris) qued en manos asirias, pero que el territorio ms septentrional
(Khilakku y Tabal) se sustrajo a la esfera de influencia asiria. Partes ms
orientales del territorio luvita, como Kummukhu, Samal y Gurgum, quedaron
de nuevo bajo el total dominio asirio. Es posible que se sentasen ya en este
perodo las primeras bases del reino cilicio que haba de desempear un papel
muy importante en la poltica de Asia Menor del siglo VI.
Uno de los conflictos que se produjeron en este territorio merece atencin
por haber tenido parte en l los griegos, segn la tradicin. En el 606 a. C.
Kirua de Illubru se levanta contra Senaquerib (705-681). Kirua contaba con la
ayuda de los habitantes de Khilakku, Tarso y de la fortaleza (griega) de
Anquiale (este ltimo nombre aparece en los textos asirios como Ingirra).
Probablemente, Senaquerib minimiz la gravedad de los acontecimientos, ya
que parece que fue un levantamiento importante. Segn la tradicin griega,
Senaquerib derrot a los griegos en Cilicia o cerca de all en una batalla
naval. Es muy interesante el que en las excavaciones de Tarso se encontrara
una capa de ruinas y tambin los restos de una reconstruccin de la ciudad
llevada a cabo por Senaquerib. En los estratos situados inmediatamente antes
y despus de la devastacin fue donde se encontr la mayor cantidad de
cermica griega.
En realidad se debiera haber sealado en la exposicin hecha hasta ahora
un nuevo factor de la poltica internacional de este perodo: los cimerios y
escitas aparecen ya citados por primera vez en tiempos de Sargn II e incluso
antes de 713. Por la importancia que llegan a alcanzar en el siglo VII no me he
ocupado de ellos hasta ahora. Los cimerios formaban la poblacin indgena
del sur de Rusia. Sus poblaciones se caracterizaban por una cultura del bronce
tarda, aunque la difusin de espadas y puales de hierro est relacionada
ntimamente, segn los arquelogos, con el surgimiento de los escitas. Entre
las escasas colonias cimerias descubiertas y estudiadas figuran las situadas en
el territorio de la ciudad ms tarde llamada Kimmerikon, a orillas del mar
Negro, 45 km al suroeste de Kertsch.
Durante el siglo VIII, los masagetas, desde el territorio situado al norte del
Oxus, emprendieron un gran movimiento migratorio, cuyo origen debi ser el
Lejano Oriente. Estos arrollaron a los escitas quienes a su vez se echaron
sobre los cimerios orientales. Poco despus grupos de ambos pueblos pasaron
el Cucaso entrando en el campo visual de los asirios. Si sobre los cimerios
no sabemos gran cosa, en lo referente a los escitas hay divisin de opiniones,
pues una parte de los historiadores utiliza el concepto en sentido amplio y
denomina escitas a todos los nmadas de la estepa euroasitica; mientras que
la ciencia rusa actual lo limita, por el contrario, a un pequeo grupo de
pueblos que habitaron en las costas del mar de Azov y del mar Negro, entre la
desembocadura del Bug al oeste y el Kuban en el sureste, y que tal vez se
extendieron por una parte de la estepa.
Los nmadas escitas fueron los creadores de un arte decorativo con
motivos animales, de formas muy puras, realizado en hueso y metal. Los temas
proceden de la caza. Sus figuras animales se caracterizan por tendencias
impresionistas y por captar diversos momentos de la misma figura. Aunque las
posturas animales estn captadas con gran precisin visual y realizadas con
maestra artstica dan una impresin artificial y casi abstracta.
Un primer grupo de cimerios expulsados por los escitas se estableci a
orillas del lago Van, entrando en conflicto con Uraru. En una carta, que debe
fecharse sin duda antes de 713, Senaquerib, entonces an prncipe heredero,
informa a su padre sobre la situacin en la frontera norte y menciona la
presencia de los cimerios. Durante su propio reinado los cimerios penetraron
en Asia Menor. El reino frigio tuvo que ceder ante la invasin cimeria, y as
finaliza la hegemona de Frigia en aquella poca. Segn la tradicin, Midas se
suicid. Por lo general se sita cronolgicamente este acontecimiento
basndose en Eusebio, quien sita la destruccin de Gordio en el ao 696-695
a. C. Pero es posible tambin que sea el 676. En las excavaciones americanas
realizadas en Gordio se encontraron indicios claros de esta destruccin; sin
embargo, parece que tras la muerte de Midas hubo prncipes de su casa que
reinaron como soberanos sobre Frigia y Gordio continu siendo la capital del
reino. Las excavaciones descubrieron tambin en zonas ms orientales
pequeas capitales fortificadas de los siglos VII y VI.
Probablemente se estableci por bastante tiempo un importante grupo de
cimerios en el norte de Asia Menor, alrededor de Snope. La tradicin griega
proporciona algunos puntos de contacto para esta tesis. Asarhaddn (681-669)
da noticia de una victoria sobre los cimerios en los alrededores de Hubusna
(seguramente una variante del nombre de Khubushna-Kybistra) que debe
fecharse en el ao 679.
Los escitas que haban expulsado a los cimerios emprendieron en parte la
misma ruta que el primer grupo de stos, atravesando el Cucaso y
establecindose a orillas del lago de Urmia. Otro grupo en cambio se dirigi a
Rusia meridional, la autntica patria de los cimerios. Esto provoc el que un
segundo grupo de cimerios atravesase los Balcanes, penetrando en Asia
Menor desde el oeste. Esta invasin occidental parece haberse desarrollado
en varias fases.
El primer ataque tuvo lugar al principio del reinado de Asurbanipal (669-
631/29?). El temor a los cimerios era ya por lo visto tan grande que los reyes
de Tabal y Khilakku, e incluso Giges de Lidia, pidieron ayuda a Asur[20].
Segn la tradicin asiria, el dios Ashshur aconsej en sueos al Gugu que
se dirigiera a Asurbanipal. Giges pudo resistir en este primer ataque del oeste
a la presin cimeria. La versin de Estrabn, segn la cual Giges domin la
Trade, debe relacionarse con esta situacin. Las cosas cambiaron, sin
embargo, o al menos as lo interpretan los asirios, cuando Giges, en lugar de
consolidar las pasajeras relaciones con Asur con un enviado permanente, se
dirigi en busca de apoyo a Psamtico de Egipto. En un segundo ataque, tal
vez llevado a cabo desde Snope, los cimerios tomaron Sardes (excepto la
ciudadela). A Giges lo mataron (652 a. C.).
Herdoto cuenta que Giges, siguiendo el ejemplo de Midas, ofrend al
santuario de Delfos seis bandejas de oro que pesaban treinta talentos. Envi
ejrcitos contra Mileto y Esmirna y conquist Colofn, de lo que se deduce
que trataba de someter las ciudades griegas que dominaban los tres valles
fluviales (Mileto el del Meandro, Colofn el del Kayster y Esmirna el del
Hermos).
Su sucesor Ardys, quien debi reanudar, a juzgar por las fuentes asirias,
las relaciones con Asur, conquist Pirene y asalt Mileto, segn Herdoto.
Bajo su reinado volvieron a ocupar Sardes los tracios que luchaban con los
cimerios occidentales (645 a. C.).
Segn la tradicin griega, el jefe de los cimerios en el ataque en 625 a. C.
se llamaba Ligdamis. En los textos asirios se encuentra este nombre bajo la
forma de Tugdamme. Estrabn cuenta que Ligdamis hall la muerte en Cilicia.
Expresado en palabras asirias, se trata de Que o Khilakku; los relatos asirios
coinciden con esta afirmacin. Este acontecimiento se sita entre los aos 637
y 626 a. C. Existen muchas razones para suponer que la nueva colonizacin de
Snope del ao 630 a. C. estuvo relacionada con esta derrota de los cimerios.
Herdoto afirma que slo Alyatte logr expulsar por completo a los cimerios
de Asia Menor, pero se refiere probablemente a los ltimos restos de los
cimerios occidentales que, en efecto, se mantuvieron mucho tiempo en la
Trade.
Durante las ltimas dcadas del siglo VII vuelven a surgir con fuerza los
escitas. Segn Herdoto dominaron durante veintiocho aos las tierras altas
de Asia, el territorio que, antes y despus de ellos, fue de los medos. Su
aparicin orlada de saqueos y destruccin provoc el pnico en todo el
Prximo Oriente. En una ocasin llegaron, a travs de Siria y Palestina, hasta
las fronteras de Egipto, donde el oro egipcio conjur su ataque.
La enumeracin de todos los datos griegos relativos a la historia lidia nos
llevara demasiado lejos, pero no podemos prescindir de uno: se trata del
apogeo que alcanz el imperio bajo Alyatte. Bajo su reinado fue conquistada
Esmirna (600 a. C). En las excavaciones de esta ciudad se encontraron huellas
claras de un asedio: un gran montculo desde el que se dominaban las
fortificaciones de la ciudad y adems puntas de flecha por ambas partes.
Muchas regiones del interior quedaron sometidas a la administracin lidia
bajo el reinado de Alyatte. Para los griegos este pas era de una riqueza
proverbial, pero degenerado por excesivo lujo y suntuosidad. Hacia mediados
del siglo VII los lidios adoptan para su escritura el alfabeto de los griegos. Las
inscripciones lidias de poca posterior muestran que el lidio perteneca a la
familia lingstica anatlica; probablemente estuviera ms cerca del hitita que
del luvita.
Una faceta importante de la historia de esta poca es la evolucin del
Khilakku independiente, que al parecer ya estaba en vas de convertirse en un
estado importante, aunque an no abarcase la llanura cilicia. En este territorio
se mantuvieron los reyes neobabilnicos siguiendo la poltica tradicional de
las potencias mesopotmicas: una poltica que trataba de mantener a lo largo
de la historia una cabeza de puente hacia occidente en la llanura cilicia[21]. El
Khilakku independiente y la Babilonia de los reyes neobabilnicos mediaron
conjuntamente en el conflicto entre medos y lidios de 590-585 a. C. como
parte neutral interesada. Existe un relato de Herdoto al respecto, en el que
describe cmo un eclipse total de sol, fechado por los astrnomos el 28 de
mayo del 585 a. C., aterroriz tanto a los beligerantes que stos se avinieron a
un acuerdo. Ambos partidos aceptaron la frmula conciliatoria de los reyes de
Cilicia y Babilonia. Desde este instante queda establecida la frontera entre
ambas potencias en el Halys, pasando Paflagonia al dominio de Lidia y el
territorio de la otra orilla a los medos.
Herdoto consigna las dimensiones del imperio de Creso, el rey que,
despus de Midas, produjo mayor impresin en la fantasa griega. Escribe que
este soberano someti a todos los pueblos de su orilla del Halys excepto a los
licios y cilicios. Poco despus, Herdoto cita a los panfilios entre los pueblos
de Creso. Todo ello se ve confirmado en la descripcin de una campaa del
rey neobabilnico Neriglisar (Nergalsharuur) (560-556) por el interior de la
Cilicia Aspera, pues del texto se deduce que este territorio estaba gobernado
por un rey indgena y que el reino lidio comenzaba en Selinunte[22]. El relato
de Herdoto sobre la independencia de los licios se ve respaldado por los
textos indgenas posteriores, de los que se desprende que an se pudo
mantener largo tiempo un grupo de poblacin luvita en Licia. Un grupo luvita
muy afn vivi en Cilicia Aspera hasta muy entrada la poca grecorromana,
pues se encontraba en el mismo extremo aislamiento natural que la poblacin
licia. Si Babilonia era en el ao 585, durante su mediacin entre medos y
lidios, an considerada como gran potencia, en tiempos del conflicto histrico
entre Creso y Ciro desempeaba un papel mucho menos importante. Babilonia
perteneca a una coalicin antipersa creada por Creso en la que estaban
integrados adems Egipto y Esparta. Cilicia, el otro mediador, opt por el
lado persa o conserv al menos frente a los persas una neutralidad tolerante.
Herdoto relata este episodio. Creso comenz con un ataque contra feso,
dirigindose luego contra todos los jonios y eolios e intentando someter todas
sus ciudades una tras otra. Acab por ser el soberano de todos los griegos en
Asia Menor y, despus de algunos titubeos, dej en paz a los griegos de las
islas. Entonces se decidi a la guerra contra Ciro. Herdoto narra la famosa
ancdota del orculo de Delfos que logr ganarse la confianza de Creso. El
soberano interpret mal al orculo, que profetizaba la destruccin de un gran
imperio si comenzaba una guerra con los persas y una victoria persa si un
mulo llegaba a reinar sobre los medos. Creso crey que el gran imperio era
el persa y que el triunfo de ste era imposible. No tuvo en cuenta la
ambigedad del primer orculo ni la alusin del segundo a la procedencia de
Ciro de una princesa meda casada con un sbdito persa. As, Creso tom la
iniciativa de la lucha cruzando el Halys y penetrando en Capadocia, que haba
pertenecido antes al territorio medo y que ahora era persa. Era el ao 547
a. C. Aunque la lucha que sigui arrojaba un saldo poco claro, Creso decidi
volver a su capital, ya que quera dirigirse a sus aliados antes de continuar la
guerra en la primavera siguiente. Ciro, sin embargo, no esper a la primavera
e irrumpi sbitamente en Lidia. Su ataque fue tan rpido que Creso se hall
totalmente sorprendido. A una batalla campal en la llanura de Sardes, que
finaliz con la derrota lidia, sigui el asedio a la ciudad por los persas.
Catorce das despus se tom Sardes. Empez para Asia Menor un nuevo
perodo, el perodo persa. Por primera vez despus de muchos siglos, Asia
Menor entera estaba unida bajo un soberano.
3. Siria y Palestina desde fines del siglo XI hasta
fines del siglo VI a. C. Desde la instauracin de la
monarqua en Israel hasta el fin del exilio judo.

Los cinco siglos de la historia sirio-palestina que vamos a tratar


seguidamente se dividen en tres perodos: 1025-880, 880-745 y 745-538.
Siria-Palestina pudo disfrutar en el primero de la libertad que le haba
proporcionado en el siglo XII el fin de la supremaca egipcia sobre este
territorio. Durante el segundo perodo una nueva gran potencia extranjera, la
asiria, alarg la mano hacia Siria-Palestina. En el tercer perodo esta gran
potencia, que haba sido sustituida a finales del siglo VII por la babilnica,
somete a Siria-Palestina por completo. Gracias al Antiguo Testamento
disponemos de mltiples e interesantes datos sobre los territorios dominados
por Israel y sus pases vecinos: los filisteos en el oeste, los edomitas en el sur,
los moabitas y amonitas en el este, los arameos en el noreste y los fenicios en
el noroeste. Nuestros conocimientos son en todo caso mayores que los que
tenemos sobre la historia de los estados que se haban conservado o formado
de nuevo en 1200 en el noroeste de Siria y el sureste de Asia Menor a raz de
la cada del imperio hitita, y que siguieron en un principio la tradicin hitita a
travs de la lengua, la escritura y la cultura para luego arameizarse en su
mayor parte despus del ao 1000. Por esta razn aparecen pocas veces en el
Antiguo Testamento. Las nicas y por desgracia insuficientes fuentes que
tenemos sobre ellos se reducen a algunos pasajes de relatos blicos de reyes
asirios y algunos hallazgos aislados (entre ellos unas pocas inscripciones) en
diversos puntos de su territorio. Con lo que se desprende de estos datos
tendremos que reconstruir concisamente la historia de estos estados neohititas,
aludiendo a su arameizacin paulatina y anticipando as la parte que trata de
los arameos.
No ser necesario dedicar un captulo exclusivo a la historia de los
filisteos, edomitas, moabitas y amonitas, que puede narrarse en relacin con la
historia de Israel por estar vinculada estrechamente a ella. Igual que con los
filisteos, edomitas, moabitas y amonitas, Israel tuvo muchos y estrechos
contactos con los arameos y los fenicios, durante los cinco siglos de su
historia que aqu se tratan. En la historia de Israel se aludir por ello con
frecuencia a los arameos y a los fenicios. Las noticias de que disponemos
sobre unos y otros, aparte del Antiguo Testamento (inscripciones arameas y
fenicias, documentos de reyes asirios y babilnicos y datos fenicios ms
antiguos conservados a travs de autores grecorromanos), arrojan tanta luz
sobre la historia de estos dos pueblos que merecen un tratamiento especial. La
descripcin de cada una de las tres partes principales en que hemos dividido
el perodo a tratar, 1025-880, 880-745 y 745-538 comienza, pues, con Israel y
sigue con la historia de los estados neohititas, los arameos y los fenicios. La
historia de los estados posthititas que se basa, por falta de datos del perodo
entre 1025 y 880, en deducciones de perodos posteriores, quedar contenida
en la primera parte.
Fig. 4. Siria-Palestina.
I. INDEPENDENCIA DE SIRIA-PALESTINA (1025-880 a. C.)

A) Israel y Jud

a) Instauracin de la monarqua. Sal

Siria-Palestina cultiv desde el principio del siglo XII, durante doscientos


aos, su independencia, fomentando en todo su territorio la aparicin de
estados independientes, generalmente en forma de reinos. Por otro lado no
cabe duda de que la monarqua surgi bastante tarde en Israel: dos e incluso
tres siglos ms tarde que entre sus vecinos los edomitas, moabitas y amonitas,
cosa que puede estar relacionada con la religin de Israel, segn la cual no
debe existir un rey terrenal. En todo caso parece haberse manifestado esta
conviccin con motivo de la eleccin de Sal, el primer rey de Israel.
Lo que indujo a Israel a instaurar la monarqua fue por un lado la ayuda
solicitada a todas las tribus israelitas por la ciudad de Jabes Galaad, en
Jordania oriental, gravemente amenazada por los amonitas (I Sam. 11), y por
otro lado la presin cada vez ms fuerte que ejercan los filisteos sobre las
tribus israelitas de Palestina central (I Sam. 13, 19-22). No est del todo clara
la serie de acontecimientos que condujo al benjaminita Sal al trono. Tambin
existen diversas opiniones acerca de la parte que tuvo en ello el profeta
efraimita Samuel. Segn I Sam. 7, 2-8, 22; 10, 17-19; 12, 1-25; 15, 1-35,
Samuel desaprobaba el deseo del pueblo de tener un rey, por considerarlo una
limitacin de los derechos de Yahv, nico rey del pueblo, y procedi
finalmente al nombramiento de Sal como rey, en contra de su voluntad y slo
por indicacin expresa de su dios. Esto podra relacionarse con el hecho de
que Samuel, considerado entonces como juez, hubiese liberado a Israel de los
filisteos (segn 7, 10-17) y por eso no pudiera encargar a Sal esta empresa,
por lo que le confi, como primera misin de su reinado, el exterminio de los
amalecitas (15, 1-35). Los pasajes I Sam. 9, 1-10; 16, 20-27; 11, 1-15; 13, 1-
14, 46, que tampoco parecen ser homogneos (lo que aqu carece de
importancia por coincidir en esta cuestin), afirman por el contrario que Sal
fue ungido rey por Samuel por orden de Yahv con la misin de liberar a
Israel de los filisteos. Cuentan tambin cmo el rey hizo gala de su dignidad
real en brillantes victorias sobre los amonitas que asediaban Jabes Galaad y
cmo junto con su hijo derrot y expuls de Israel a los filisteos (cap. 13-14).
El captulo 11 (se omite aqu el cap. 12 por no tener relacin directa con
nuestro tema) y los captulos 13-14 unen el triunfo de Sal sobre los amonitas
y su victoria frente a los filisteos describiendo (13, 2) cmo Sal, tras haberle
el pueblo confirmado como rey en Galgala en agradecimiento a la gran ayuda
que prest a Jabes Galaad, conservando slo 3000 hombres de su ejrcito,
expuls a los filisteos del pas. Puede que esta versin corresponda a la
realidad. El relato de I Sam. 7-15, segn el cual Yahv y su profeta se
opusieron a la instauracin de la monarqua en Israel, se puede explicar por el
hecho de que las tensiones surgidas entre Sal y Samuel al final de su reinado
hayan sido situadas al principio del reinado de Sal. Sin embargo, es posible
que en determinados crculos profticos o sacerdotales se alzasen desde un
principio voces contrarias al nombramiento de Sal.
Sea como fuere, es un hecho histrico que Sal empez su reinado con una
brillante victoria contra los filisteos, que hasta entonces haban oprimido
pesadamente a Israel. Pero no por esto estaba conjurada para siempre la
amenaza de los filisteos. Por el contrario, a juzgar por I Sam. 14, 52, parece
seguro que prosigui una violenta guerra contra ellos mientras vivi Sal y
que ste no dej de buscar por todos los medios hombres para esta lucha.
Estas luchas fueron todas favorables a Sal, excepto la ltima, a la que an
nos hemos de referir. Tambin sali victorioso Sal de sus guerras contra
Moab, Amn, Edom, Aram-Soba y los amalecitas. Tenemos escasa
informacin sobre estas luchas, as como sobre la poltica exterior de Sal.
Como fuente slo disponemos de I Sam. 14, 47-48, que enumera a los
enemigos exteriores con los que se enfrent Sal (Moab, los hijos de Amn,
Edom, los reyes de Soba y Amalec), afirmando que Sal siempre sali
vencedor de estas guerras, afirmacin que en el texto que estudiamos concluye
inesperadamente, por animosidad contra Sal, acusndole de haber actuado
siempre criminalmente[1]. Sin embargo, estas guerras de Sal son histricas
aun cuando ignoremos mayores detalles. Moab, Amn, los filisteos y Amalec
son pueblos que ya en la poca de los jueces aparecen como enemigos de
Israel y que, junto a Edom, seguirn sindolo ms tarde, bajo David y en
pocas posteriores. Al menos en su esencia, el relato de la lucha de Sal
contra Amalec y su rey Agag (I Sam. 15) se ve confirmado por la afirmacin
(14, 48) de que Sal derrot a Amalec liberando as a Israel del dominio de su
expoliador. Tambin el hecho, referido en I Sam. 23, 10-12; 26, 1-2, de que
David fuese entregado por los judos a Sal al refugiarse en Jud debe
entenderse en el sentido de que los judos queran mostrarse agradecidos a
Sal por la defensa de su pas contra las incursiones enemigas y, en particular,
las de los amalecitas, que continuaron acosando a Jud y provocaron an
contramedidas por parte de David (I Sam. 27, 7-12; 30, 1-31).
Si sobre la poltica exterior de Sal disponemos slo de escasas noticias,
sobre su poltica interior tenemos en primer lugar la lista de la corte de Sal
de I Sam. 14, 49-51, en la que, aparte de la mujer, hijos e hijas de Sal, slo
se menciona a su jefe de ejrcito Abner, que era primo suyo. Se trata, pues, de
una forma de gobierno completamente patriarcal que slo es concebible si
Sal se limitaba prcticamente al mando supremo militar, dejando la
administracin interior, el derecho y el culto a las tribus. Cuando ms tarde la
monarqua asume, bajo David y Salomn, muchas de las funciones que antes
competan a administraciones autnomas, aumenta considerablemente, como
veremos, el nmero de miembros de la corte. Son tambin de poltica interior
las medidas que adopt Sal para israelizar por la fuerza los enclaves
cananeos que perduraban an en los territorios reclamados por Israel. Una
medida de este tipo, la cruenta nacionalizacin de la ciudad de Gaban,
presuponen los relatos de II Sam. 21, 1-14 y 9, 1-13, que tratan de la entrega
de los salidas que sobrevivan an a principio del reinado de David, a
excepcin de Merib-Baal[2], hijo de Jonatn. Otro caso de israelizacin
violenta, llevada a cabo por Sal, aparece en el relato del asesinato de
Esbaal[3], hijo de Sal, en el que dos ciudadanos de la ciudad benjaminita de
Beeroth afirman que los habitantes de sta tuvieron que abandonar su patria y
refugiarse en Gittaim, lugar posiblemente filisteo (II Sam. 4, 3); debe tratarse
seguramente de la evacuacin ordenada por Sal, padre de Esbaal, a los
cananeos, que an vivan en la ciudad de Beeroth. Por otra parte no sabemos
siquiera cunto tiempo rein Sal, pues el pasaje I Sam. 13, 1, segn el que
Sal tena aos cuando fue nombrado rey y rein dos aos sobre Israel,
no ofrece garanta y tiene que explicarse por alguna equivocacin o error de
transcripcin, igual que las noticias sobre el reinado de Sal deben de
referirse a ms de dos aos. Sin embargo, no puede asegurarse si se puede
contar con un reinado de diez aos o ms. Si para este perodo se fijan por
tanto las fechas 1025-1005, han de tomarse con grandes reservas.
As como aparecen descritos con bastante detalle los comienzos de Sal,
lo cual se debe a que el profeta Samuel tuvo mucha parte en ellos, tambin
disponemos de abundantes datos sobre su fin por haber desempeado en l
Samuel un papel bastante importante. Adems, el fin de Sal coincide en cierta
manera con los comienzos de David, que era ms importante para nuestros
narradores que Sal. As slo pudieron aparecer algunas historias de Sal si
en ellas tambin se hablaba de David. Los ltimos aos del reinado y de la
vida de Sal se vieron oscurecidos por un infortunio doble. Primero parece
que a medida que avanzaba su edad empezaba a sufrir ataques de melancola y
complejo de inferioridad, quedando minada su fe en s mismo, condicin
indispensable del xito. Luego fue deteriorndose cada vez ms su relacin
con Samuel, que en un principio haba sido buena. Esto acarre el conflicto de
Sal con el movimiento proftico dirigido por Samuel, que segn I Sam. 9, 5-
6, 9-14; 19, 18-24, se debi extender mucho y tener amplia repercusin.
Tambin se produjo con el tiempo un distanciamiento entre Sal y los
sacerdotes del templo real de Nob, lo que tuvo como consecuencia ms tarde
que David huyendo de Sal encontrase la ayuda de los sacerdotes de este
templo, descendientes de Moiss, y, por tanto, muy influyentes, por lo que
Sal, como venganza, mand asesinarlos, excepto a Abiathar, un bisnieto de
Eli, sacerdote del Arca, que pudo escapar a la matanza.
Lo que seguramente preocupaba ms a Sal era la continuidad de su
dinasta, ya que tema que David, que haba sido formado como oficial en la
corte de Sal, alcanzando toda clase de honores (I Sam. 18, 5; 19, 8) y
llegndose a casar incluso con su segunda hija Micol (18, 17-30; 19, 11-17;
25, 44; II Sam. 3, 13-16; 6, 16-23; I Par. 15, 29), pudiese ganar en
popularidad, por sus grandes victorias en la lucha contra los filisteos, al
prncipe heredero Jonatn, llegndole a disputar el trono, un temor que se vea
agravado por la ntima amistad que una a Jonatn con David (I Sam. 18, 1-4;
19, 1-7; 20, 1-21; II Sam. 1, 17-27) y por no ver o no querer ver aqul el
peligro que para l constitua David. Por fin se produjo la ruptura entre Sal y
David sin que pueda decirse cunto dur su concordia, cundo comenz el
distanciamiento y cundo se produjo la ruptura definitiva. El relato de 21, 11-
16 de una primera y episdica desercin de David al campo del rey filisteo
Aquis de Gath es seguramente legendario, destinado a mostrarnos la estancia
de David en el pas enemigo de los filisteos (que seguramente tuvo lugar y
dur casi ao y medio) como episodio breve: I Sam. 18, 6; 21, 10 describe el
autntico proceso de esta ruptura. 22, 1; 27, 12 trata de los meses en los que
Sal intent apresar a David, que se haba refugiado en Jud, hasta que por fin
se pas con sus mujeres e hijos y 600 insurrectos al rey filisteo Aquis de Gath,
que le asign como residencia el dominio de Siclag, situado al sur de su
territorio, probablemente con la misin de defender la frontera meridional del
territorio filisteo de los ataques nmadas (I Sam. 27, 1-12). Segn 27, 7, la
estancia de David con los filisteos dur un ao y cuatro meses, lo que parece
ser verdad. Aproximadamente el mismo tiempo tratara de mantenerse David
en Jud antes de pasarse a los filisteos, mientras que el tiempo que estuvo
David en la corte de Sal parece haber sido ms largo, llegando a diez o ms
aos.
Sobre las dificultades de tipo interno y externo que pesaron sobre los
ltimos aos del reinado de Sal, estuvieron seguramente al corriente los
filisteos gracias a su servicio de informacin. Pareciles llegado el momento
oportuno de recuperar el dominio sobre Israel, que les haba sido arrebatado
por Sal en la flor de sus aos, rebasando el territorio, incluso las rutas de
comercio que atravesaban el territorio israel. Decidieron pues atacar a Sal
en la llanura de Jezrael entre Jezrael y Sunem y las montaas de Glboe. En el
camino al campo de batalla elegido, los filisteos pasaron revista a las tropas;
desfil tambin David con sus hombres, pero fue devuelto de nuevo a su
residencia de Siclag a pesar de la fe que tena puesta en l su seor Aquis, por
los otros prncipes filisteos que desconfiaban. Mientras l volva, los filisteos
continuaban la marcha a Jezrael. Un destino favorable le haba librado de
tener que luchar al lado de los filisteos contra su propio pueblo.
Poco sabemos sobre el curso de la batalla entre filisteos e israelitas en la
llanura de Jezrael. Como en otros casos, aqu los relatos estn dedicados ms
a la suerte corrida por los principales personajes, que a una descripcin
objetiva de los acontecimientos. La legendaria historia sobre la consulta del
desesperado Sal a la vieja pitonisa de Endor (I Sam. 28, 3-25) debe ser
histrica, pues Sal no tena muchas esperanzas puestas en el combate
prximo. Esto coincide con los ataques de melancola que asaltaban a Sal al
ir envejeciendo. Despus de narrar brevemente (31, 1) que los israelitas
tuvieron que huir ante los filisteos y que en las montaas de Glboe haba
muchos cados israelitas, la historia se centra en la suerte corrida por Sal y
sus hijos y cuenta cmo los hijos de Sal, Jonatn, Abinadad y Melquisa,
fueron muertos por los filisteos, y cmo Sal, gravemente herido, pidi a su
escudero que pusiese fin a su vida y que al negarse ste, se atraves con su
propia espada, siguindole en su ejemplo su escudero. I Sam. 31, 8-13 cuenta
que los cadveres de Sal y de sus tres hijos fueron colgados por los filisteos
en la muralla de la ciudad de Betshn conquistada por ellos, pero que los
ciudadanos de Jabes Galaad robaron los cadveres, dndoles digna sepultura
en Jabes, lo que a su vez viene a confirmar la historicidad del relato que figura
en I Sam. 11 acerca de la ayuda que unos dos aos antes haba prestado Sal a
la ciudad de Jabes contra los ataques de los amonitas. Es difcil saber la
relacin que guarda el relato de II Sam. 1, 1-16 de la muerte de Sal, segn el
cual un amalecita, que se encontraba casualmente en las montaas de Glboe,
dio el golpe de muerte a Sal por deseo del mismo, con la otra versin de
I Sam. 31, 1-13.

b) David y Esbaal

La muerte de Sal signific para David no slo la desaparicin de su


enemigo personal, sino tambin que quedaba libre el camino a la sucesin de
Sal como soberano de Israel. Pues aunque, como ahora veremos, Esbaal, un
hijo de Sal de cuarenta aos (II Sam. 2, 10) haba sido nombrado
inmediatamente por Abner, general de Sal, rey sobre Galaad y sobre los
asuritas[4], y sobre Jezrael, y sobre Efram y sobre Benjamn y sobre todo
Israel (II Sam. 2, 9) era de suponer que tarde o temprano se inclinara la
suerte a favor de David. El mismo David estaba seguro de ello. Lo demuestra
el hecho de que, tras haber sido nombrado en Hebrn rey de Jud poco
despus de la muerte de Sal, enviase un mensaje a los ciudadanos de Jabes
Galaad, dndoles las gracias por los honores dados al cadver de Sal,
pidiendo la recompensa de Yahv y asegurndoles su gratitud, terminando con
estas frases inequvocas: Esfurcense, pues, ahora vuestras manos, y sed
valientes; pues que, muerto Sal nuestro seor, los de la casa de Jud me han
ungido por rey sobre ellos (II Sam. 2, 7).
La muerte de Sal fue oportuna para David. Esto no significa en absoluto,
que ste no hubiese llorado verdaderamente la muerte de Sal y de sus hijos,
sobre todo de su amigo Jonatn. Que esto sucedi as queda demostrado en la
oda fnebre de II Sam. 1, 17-27 escrita sin duda por David:

22. Sin sangre de muertos, sin grasa de valientes


el arco de Jonatn nunca volvi,
ni la espada de Sal torn vaca.
23. Sal y Jonatn, amados y queridos, ni en la vida
ni en la muerte se vieron separados:
Ms ligeros que guilas,
ms fuertes que leones.
26. Angustias tengo por ti, hermano mo Jonatn,
que me fuiste muy dulce:
ms maravilloso que fue tu amor
que el amor de las mujeres.

El dolor, sin embargo, no le hizo descuidar las necesidades inmediatas.


Tras la muerte de Sal, David se traslada pronto con su familia y sus soldados
a Hebrn, lugar de su pueblo de origen, Jud. Esto sucedi con toda seguridad
de acuerdo con los prncipes filisteos, sobre todo con su soberano Aquis de
Gath. Para los filisteos no poda ser ms ventajoso que se mantuvieran en
jaque estas dos partes en las que se deshizo el reino a la muerte de Sal, el
estado del norte, Israel, gobernado por el general de Sal, Abner, en nombre
del hijo de ste, Esbaal, y el estado del sur, Jud, que reconoca a David
como rey. Cuanto mayor fuera la hostilidad entre ambos estados, menos tenan
que temer los filisteos que se les llegase a enfrentar una potencia israelita
unida, que les obligase a permanecer dentro de sus confines, como haba
sucedido bajo Sal. Ambos estados hermanos israelitas se encargaron de no
desbaratar los planes de los filisteos. De esto es testimonio impresionante, en
II Sam. 2, 12-32, el relato de la lucha que tuvo lugar cerca de Gaban entre
doce representantes de las tropas de Esbaal al mando de Abner, procedentes
de la residencia de Esbaal en Mahanaim, en la tierra del Jordn oriental, y
otros doce de los hombres de David venidos de Hebrn bajo el mando de
Joab. La lucha caus la muerte de ambos grupos, y desencaden un encuentro
tan encarnizado entre los ejrcitos que hubiese terminado con la aniquilacin
total de las inferiores tropas de Abner, de no ser porque Abner hizo ver a Joab
que se trataba de una lucha entre hermanos y ste desisti de perseguir a los
soldados de aqul, poniendo fin a la batalla[5]. Por lo dems no se sabe con
certeza cunto dur el conflicto entre Esbaal y David. Segn II Sam. 3, 1, se
prolong largo tiempo. Segn 2, 10 el reinado de Esbaal dur dos aos,
segn 2, 11 el tiempo en que David fue en Hebrn rey sobre Jud es de siete
aos y seis meses: dos fechas que no concuerdan (pues, segn 3, 2 y 5, 1,
parece como si David hubiese sido elegido rey sobre Israel poco despus del
asesinato de Esbaal) y que tienen que armonizarse suponiendo que la fecha de
2, 10 se basa en una equivocacin o malentendido, mientras que la segunda es
la correcta. En todo caso el conflicto entre Esbaal y David tuvo como
resultado que disminuyese cada vez ms la influencia del primero a favor de la
importancia del ltimo, como queda expresado en 3, 1 con clsica concisin:
David se haca cada vez ms fuerte, la casa de Sal cada vez ms dbil.
A la debilitacin de la casa de Sal contribuy de manera fundamental que
fuese asesinado primero Abner, general de Esbaal y luego el mismo Esbaal.
Acusado por Esbaal de haber tenido relaciones con una mujer de Sal, Abner
se dirigi a Hebrn con el acuerdo de los ancianos de Israel y prometi a
David que le entregara todo Israel. Joab, que no se encontraba en Hebrn
durante las conversaciones entre David y Abner, se enter de ello a su vuelta.
Inmediatamente se dirigi a David, al que hizo amargos reproches por haber
dejado partir en paz a Abner, que slo haba querido hacer espionaje, mand
que volviese, bajo algn pretexto, y lo asesin en las puertas de Hebrn.
Pretenda as vengar a su hermano Asael al que Abner haba tenido que matar
en defensa propia en la batalla mencionada antes entre los hombres de Esbaal
y los de David. En realidad es seguro que le empuj el temor a que David
favoreciese a Abner a su costa (3, 6-39). No tard en seguir el asesinato de
Esbaal. Dos oficiales de Beeroth, de sus tropas de patrulla, degollaron a
Esbaal; seguramente como venganza por la cruenta israelizacin de Beeroth
llevada a cabo por su padre Sal, como vimos ms arriba, mas no obtuvieron
de David la recompensa que haban esperado, siendo ajusticiados mientras
que la cabeza de Esbaal reciba digna sepultura en la tumba de Abner en
Hebrn (II Sam. 4, 1-12). Quedaba para David, por fin, completamente libre el
camino al poder sobre Israel. Los ancianos de Israel, es decir, del territorio
hasta entonces dominado por Esbaal, no tardaron en acudir a Hebrn,
ungindole rey de Israel, despus que firm un acuerdo con ellos (5, 1-3).
Sigue a esta historia el relato fidedigno de 5, 4-5, segn el cual David tena
treinta aos cuando fue nombrado rey y rein cuarenta aos, siete aos y seis
meses en Hebrn, sobre Jud, y treinta y tres en Jerusaln, sobre Israel y Jud.

c) David

Despus de haberse hecho David de esta manera rey de Israel, descubri


pronto que sera difcil o casi imposible reinar sobre Israel desde Hebrn,
residencia situada casi en la frontera meridional de sus nuevos dominios, y
que tendra que decidirse por una capital ms cntrica. Al mismo tiempo juzg
necesario, en vista de las tensiones entre Jud e Israel, entre el norte y el sur,
que ya empezaban a sentirse entonces y que tan fatales consecuencias haban
de tener ms tarde, crear una capital libre de estas tensiones que no
perteneciese ni a Israel ni a Jud, y que fuese de su exclusiva propiedad, es
decir: tena que conquistar una ciudad libre cananea que, segn el derecho de
guerra, sera posesin suya. Eligi para este fin la ciudad de Jerusaln,
habitada por los jebuseos, y su acrpolis Sin. El breve relato que se hace en
II Sam. 5, 6-8 de la conquista de esta ciudad y su acrpolis, llamada ms tarde
por David Ciudad de David, es por desgracia tan confuso que apenas
podemos decir algo acerca de aquellos sucesos. A este relato se aaden en 5,
9-16 datos referentes al fortalecimiento de la muralla de la ciudad ordenado
por David, a la construccin de su palacio, impulsada por Hiram, rey de Tiro,
con envos de madera de cedro y de carpinteros y canteros, a las mujeres que
tom David en Jerusaln, a los hijos que all tuvo, datos que, en parte, hacen
referencia a hechos y acontecimientos acaecidos ms tarde y que, por lo tanto,
aparecen demasiado pronto. 5, 17-25 contina con el relato de dos victorias
que obtuvo David sobre los filisteos poco despus de la conquista de
Jerusaln. El pasaje 5, 17 de la Biblia comienza as: Cuando los filisteos
oyeron que David haba sido proclamado rey sobre Israel, subieron todos a
apresar a David. Pero David supo de ello y baj a la fortaleza de montaa.
La historia se refiere seguramente a un tiempo anterior a las obras llevadas a
cabo por David en Jerusaln, citadas en 5, 9-12. Sobre la fecha exacta no
existe un acuerdo. La mayora, al identificar la fortaleza de montaa en la que
se refugi David, segn 5, 17, ante el ataque de los filisteos, con la fortaleza
de montaa de Adullam, en la que estuvo David, segn I Sam. 22, 1 y II Sam.
23, 13, durante las primeras semanas despus de su ruptura con Sal, sitan la
ofensiva de los filisteos contra David inmediatamente despus de la
proclamacin de David como rey en Hebrn (II Sam. 5, 1-3) y, por lo tanto,
cuando resida David en Hebrn. Sin embargo, la fortaleza de montaa aludida
en 5, 9, o sea, poco antes de 5, 17, es, sin duda, Jerusaln, o, ms exactamente,
su acrpolis Sin. As, pues, parece lo ms indicado, referir la fortaleza de
montaa de 5, 7 a Sin, teniendo en cuenta que los lugares nombrados, por
ejemplo, el valle de Refam, se encuentran todos cerca de Jerusaln. Los
ataques referidos en 5, 17-25 iban dirigidos contra David, que se haba
adueado de Jerusaln y como una especie de sancin: con la destruccin de
los campos que aseguraban el abastecimiento de Jerusaln, sobre todo de la
frtil llanura de Refam, se trataba de sublevar a los jebuseos, los antiguos
dueos de Jerusaln, contra David, su nuevo seor. Pero no sucedi as. Los
filisteos haban descubierto demasiado tarde que David, al que haban
utilizado hasta entonces en provecho propio, haba adquirido una enorme
importancia poltica, que no slo haban de tener en cuenta, sino tambin
temer. Evidentemente David haba sabido interpretar su papel de vasallo de
los filisteos durante largo tiempo. Cuando los filisteos vieron la realidad, ya
era demasiado tarde. La retirada sangrienta, despus de su intento de
quebrantar la posicin de David como nuevo soberano de Jerusaln y de
reducirle de nuevo al vasallaje, demostr a los filisteos que la suerte ya no les
era favorable. A estas graves experiencias habran de seguir otras en el futuro.
David, sin embargo, pudo continuar libremente la reconstruccin de su capital,
Jerusaln, ya aludida, como vimos, en II Sam. 5, 9-12. Las luchas fronterizas
de David contra los filisteos, relatadas o ya supuestas en II Sam. 21, 15-22;
23, 8-17, deben pertenecer tambin al principio del reinado de David. Lo
mismo puede decirse de II Sam. 20, 1-14, que relata cmo fueron entregados
los salidas a merced de los gabaonitas, salvndose nicamente, segn 9, 1-
13, Merib-Baal, hijo de Jonatn, y cmo se hizo un censo de la poblacin,
descrito en II Sam. 24, 1-25, que tuvo como consecuencia una epidemia de
peste y la construccin de un altar expiatorio por David.
En la antigedad toda capital poltica era al mismo tiempo metrpoli de
culto. Tambin David pens en conferir a su capital esplendor religioso. Para
ello le pareci oportuno traer a Jerusaln la venerable Arca de Yahv, que
haba desempeado un papel importante en el Israel de la poca precananea, y
que se haba convertido en una especie de smbolo de la idea del gran Israel,
pero que se hallaba entonces en la ciudad de Kiriath Jearim (llamada en
II Sam. 6, 2 Baalat Jud), a unos 20 km al noroeste de Jerusaln, donde tena
un papel poco importante. Fue trada, con la participacin personal de David,
en solemne procesin a Jerusaln el Arca de Dios sobre la cual era invocado
el nombre de Yahv de los ejrcitos, que mora en ella entre los querubines o
sea el dios venerado antiguamente cerca del palacio real y no como se ha
interpretado equivocadamente en I Reyes 1, 38-40 junto a la fuente de
Gihn. La exactitud y minuciosidad del relato que aparece en II Sam. 6 sobre
esta extraordinaria empresa estatal, demuestra la importancia que adjudicaba
David al Arca. Tal vez se encuentre conservado en el Salmo 24, 7-10 el
solemne canto alternado que se inicia en el momento en que se acerca la
procesin a las viejas puertas de Jerusaln, clamando un coro a estas puertas
desde fuera que dejen entrar el Arca y a Yahv Zebaoth, el rey glorioso,
representado por aqulla, y el otro coro desde dentro ensalzando la majestad
del dios que pide entrada.
Pese al inters demostrado por David en convertir su capital en sede de la
antigua tradicin religiosa nacional israelita, trayendo el Arca a Jerusaln, no
dej de respetar el culto de los jebuseos, antiguos amos de Jerusaln a los que
en su mayor parte haba permitido quedarse all y entrar a su servicio. Hizo lo
posible por respetar sus tradiciones y costumbres culturales y religiosas y en
fundir con ellas en lo posible la nueva religin de Yahv llegada a Jerusaln.
Para ello no slo conserv el culto de El Elyon, el dios altsimo, venerado,
segn Gn. 14, 18-24 y el Salmo 110, en el Jerusaln anterior a David, sino
que lo reconoci encomendando a su sumo sacerdote Sadoc (junto a Abiathar,
que proceda de la casta de sacerdotes de Silo, que se remontaba a Moiss) la
custodia del Arca, aproximando as El Elyon y Yahv; un proceso que termina
con la integracin de El Elyon en Yahv, al convertirse la denominacin de
Elyon, dios altsimo en un atributo de Yahv. Parece justificado preguntarse
si la subsistencia del culto de El Elyon al menos en los primeros tiempos de
la residencia de David en Jerusaln al que estaba dedicado seguramente un
templo, no indujo a los partidarios de Yahv, sobre todo a David, a erigir
tambin un templo a Yahv. En todo caso David consider seriamente
II Sam. 7 este plan acogido con entusiasmo por su consejero, el profeta
Natn, que interpret la intencin del rey como voluntad de Yahv. Pero as
consta en II Sam. 7 Natn recibi de su dios, en la noche que sigui a su
entrevista con David, rdenes de disuadir a David de este plan. El fondo real
de esta historia, de marcado carcter legendario, reside en el hecho de que la
construccin del templo de Yahv, propuesta por algunos, entre ellos el mismo
David, debi ser considerada por otros grupos conservadores, defensores de
un Israel precananeo y de un culto centrado en torno a la Tienda Santa, como
innovacin inoportuna y rechazable.
Sobre la corte de David disponemos de dos listas (II Sam. 8, 16-18 y 20,
23-26) que sin duda reflejan dos fases diferentes de su reinado: la primera
nombra al jefe del ejrcito, al canciller, a dos sacerdotes, al escriba, al
comandante de la guardia real y aade los hijos de David que eran
sacerdotes; la segunda menciona adems al inspector de los tributos y, en
lugar de aludir a los hijos sacerdotes, cita a Ira el jairita (que) tambin era
sacerdote con David[6].
Sobre la poltica exterior de David disponemos por desgracia de una
informacin muy precaria, como en el caso de Sal. Esto es muy lamentable,
ya que David llev a cabo una obra inmensa en poltica exterior y lleg a
constituir un autntico imperio. En realidad fue la nica vez en la historia de
Siria y Palestina en que Siria-Palestina lleg a formar una gran potencia,
sustrayndose a la influencia de las potencias que tenan su centro fuera de
Siria y Palestina. Poco averiguamos acerca de las luchas y los acuerdos que
hicieron posible la formacin del imperio. Tampoco llegamos a saber cmo
estaban reguladas las relaciones seguramente de muy variada ndole segn
los casos entre David y los estados y pueblos anexionados a su reino.
II Sam. 10-12 trata con bastante detalle las luchas de David contra los
amonitas y los arameos, aliados a stos en un principio, pero estas luchas no
se relatan (10, 1-11; 12, 26-31) por ellas mismas, sino porque constituyen el
fondo de las relaciones entre David y Betsab, la mujer del capitn hitita
Uras, que se encontraba en el campo de batalla, y el nacimiento de dos hijos
de este matrimonio, de los cuales muri pronto el primero, creciendo el
segundo, Salomn, el futuro rey, bajo la proteccin de Yahv (11, 2-12, 25).
As no podemos afirmar con seguridad si las guerras de David contra los
amonitas, descritas con bastante detalle en II Sam. 10-12, son las mismas
guerras contra los amonitas y arameos que figuran en la lista de las guerras
exteriores de II Sam. 8, 1-14. En dicha lista no se menciona expresamente una
guerra contra los amonitas, pero se da a entender, pues se nombra a los
amonitas entre los pueblos cuyo botn ofreci David a Yahv. En cambio,
II Sam. 10-12 presenta un sugestivo cuadro de los conflictos blicos entre
David y los amonitas provocados por el trato indigno que dio el joven rey
amonita Hann a los emisarios enviados por David para dar su psame por la
muerte de su padre Nahas (10, 1-5). Para estar preparados ante la esperada
expedicin de castigo de David, los amonitas compran la ayuda de los
arameos, mejor dicho de los arameos de Beth Rehob, de Soba, del rey de
Maaca y de Is-Tob. Sin embargo, los arameos fueron derrotados por los
israelitas dirigidos por Joab. Los amonitas se retiraron a su capital Rabba,
concluyendo de esta manera la guerra, por lo menos de momento. Los arameos
(ms exactamente, su jefe supremo Hadadezer, rey de Soba, reino situado en la
zona oriental del Lbano) reanudaron por su cuenta la lucha contra Israel;
Hadadezer reuni a los otros ejrcitos arameos, entre stos a los de ms all
del ro, o sea, de las regiones del desierto sirio que limitan al oeste con el
ufrates en la ciudad de Hebrn, probablemente situada al norte de Jordania
oriental, donde los puso bajo el mando de su general Sobach. David avanz
sobre Helam y atac a los arameos aliados infligindoles una grave derrota,
por lo que stos se le sometieron renunciando a su intencin de seguir
prestando ayuda a los amonitas. Con ms detalle que sobre los amonitas se
habla de los arameos en el relato de las guerras de David de II Sam. 8, 1-14.
Hadadezer, que, como acabamos de ver, aparece tambin en 10, 6-19 como
cabeza de una coalicin aramea es citado en 8, 3-12 como rey de Soba, ya en
guerra bajo Sal, y considerado hijo de Rehob, o sea, procedente del estado
arameo de Rehob, que estara situado al este del lago de Genezareth, cerca de
Damasco. El ataque de David, que le sorprendi cuando se dispona a partir
hacia el ufrates donde al parecer se haban sublevado contra la soberana los
arameos all asentados, acab con una completa victoria de David. Entre los
datos acerca del botn hecho por David merece destacarse el hecho de que
ste desjarretase, a excepcin de cien, todos los caballos de carros de
combate que cayeron en sus manos. Por lo visto el carro de combate no
desempeaba ningn papel en la tcnica militar de David, por lo que no saba
qu hacer con los caballos. No se sabe si David cambi ms tarde en este
sentido, pero ya veremos que su hijo y sucesor Salomn dar cada vez ms
importancia a los carros, en detrimento de la infantera. A la guerra de David
contra Hadadezer de Soba fueron tambin arrastrados los arameos de
Damasco, que acudieron en ayuda de ste, posiblemente cumpliendo algn
pacto. Tambin ellos fueron aniquilados, y en este caso volvemos a tener
noticias de lo que sucedi con el pas vencido: qued sometido a un
gobernador militar y al pago de fuertes tributos. Tambin Soba pag un alto
precio, pero no se dice nada de una sumisin del pas a un gobernador militar
israelita, ni de una desaparicin necesariamente unida a aqulla de
Hadadezer. Sin embargo, s se narra que el rey de amath (ama), Thoi o
Thou, vecino septentrional de Soba, que haba estado en guerra con
Hadadezer, mand a su hijo Hadoram o Joram a David no slo para
transmitirle su enhorabuena por la victoria sobre Hadadezer, sino tambin para
hacerle entrega de vasijas de plata y oro, es decir, de una especie de tributo
voluntario.
De los filisteos dice II Sam. 8, 1 que David los derrot y humill (les
quit la cuerda de medir). No aparecen citadas otras medidas, como
imposicin de un gobernador militar, pago de tributos, etc. Esto habr de
entenderse en el sentido de que si bien David redujo a los filisteos a su pas de
origen impidindoles llevar a cabo ataques contra territorio israelita, no atent
contra su independencia. El proverbial y por ello equvoco robo de la cuerda
de medir significara entonces que David imposibilit a los filisteos para
seguir ensanchando su territorio hacia Israel.
De la victoria de David sobre los moabitas trata solamente 8, 2 (aparte de
la mencin del botn moabita entre las ofrendas hechas por David a Yahv que
aparece en II Sam. 8, 12); all se relata una terrible matanza que desencaden
David entre los moabitas como sucedi tambin en Edom, segn I Reyes 11,
15-16. Se aade que los moabitas se convirtieron en vasallos de David,
pagndole un tributo que, segn II Reyes 3, 4, consisti un siglo ms tarde en
la entrega anual de 100 000 corderos y la lana de 100 000 carneros. Sobre la
instauracin de un gobernador militar no leemos nada. Tal vez dejase David al
rey moabita sobre su trono, aunque muy limitado en sus poderes, como sucedi
posiblemente con el rey amonita, pese a II Sam. 12, 30-31, en donde se habla
de la condena de los amonitas vencidos a duras penas de trabajo forzado. De
todas maneras volvemos a encontrar reyes en Moab (II Reyes 3) y en Amn
(Jer. 27, 3), como tambin por cierto en Edom (II Reyes 8, 20).
De Edom dice II Sam. 8, 13 ss., que fue derrotado por David en el valle de
la Sal, tras la victoria de los arameos; se le impuso un gobernador militar y
todo Edom qued sometido. El pasaje de I Reyes 11, 15-16, ya citado, alude a
la crueldad con la que trat David, o su general Joab, a Edom. Entonces
(segn I Reyes 11, 17-22, 25) pudo huir el joven prncipe edomita Adad a
Egipto, donde recibi como esposa a la hermana de la mujer del faran, de la
que tuvo un hijo llamado Genubath[7]. Al recibir la noticia de la muerte de
David volvi inmediatamente a Edom, donde ocup el trono causando muchos
problemas a Israel y Salomn. Debi haber conservado Salomn, sin embargo,
una cierta supremaca sobre Edom, pues en otro caso no hubiese podido llevar
a cabo, junto con Hiram de Tiro, los viajes de las flotas de Ezin-Geber
(I Reyes 9, 26-28; 10, 22) que requeran el paso por territorio edomita. No se
habla de guerras contra los amalecitas ni en II Sam. 8, ni en ningn otro sitio:
slo en 8, 12 aparece Amalec entre los pueblos de los que cobr David el
botn que ofrecera a Yahv. Sin embargo, las luchas defensivas de David
contra los camelleros nmadas, como los amalecitas, no tuvieron lugar
solamente cuando David era vasallo de los filisteos y resida en Siclag (I Sam.
30), sino que debieron ser necesarias constantemente. Ya Geden (Jueces 6-8)
y Sal (I Sam. 14, 48; 15, 1-34) tuvieron que defenderse de estos
desagradables intrusos.
Entre los pueblos vecinos vencidos por David (segn II Sam. 8, 1-14) no
son mencionados los fenicios. Esto no es casual: por el contrario, existieron
entre las ciudades fenicias y David relaciones amistosas (I Reyes 5, 15-25, 32;
9, 10-14) que se mantuvieron tales bajo Salomn y an ms tarde.
Si bien las noticias que tenemos sobre la poltica exterior de David son
escasas, los datos sobre su familia, principalmente sobre sus hijos, como
posibles sucesores al trono, son muy profusas. II Sam. 9-20 y I Reyes 1-2, que
deben basarse indirectamente por lo menos en uno o varios testigos
presenciales y que describen con frecuencia los acontecimientos metro por
metro en el espacio y minuto a minuto en el tiempo, relatan el trato honroso
que recibi Merib-Baal, hijo de Jonatn, por parte de David, quien al mismo
tiempo le mantena bajo constante vigilancia (II Sam. 9); el nacimiento de
Salomn, relacionado, como ya vimos, con las guerras de David contra los
amonitas (II Sam. 10-12); el asesinato del prncipe heredero Amnon por
Absaln, en venganza por haber abusado de su hermana Tamar (II Sam. 13); el
indulto de David a favor de Absaln (II Sam. 14) que se haba refugiado,
despus de su homicidio, junto a Thalmai, padre de su madre, rey del estado
arameo de Geshr, situado al este del alto Jordn (13, 37-38); la rebelin de
Absaln contra David, al que oblig a abandonar su capital Jerusaln y a huir
a la tierra del Jordn oriental (II Sam. 15, 1-17, 23) donde tuvo lugar la batalla
que termin con la derrota y muerte de Absaln (II Sam. 17, 24; 19, 9); la
vuelta de David a las tierras del Jordn occidental (II Sam. 19, 10-39), un
conflicto que surge entonces entre Israel y Jud, y, a raz de ello, un
levantamiento contra David y su casa (II Sam. 20) provocado por el
benjaminita Seba, sofocado pronto por Joab y finalmente la disputa por la
sucesin de David entre Adonas, hijo de Hagith, mencionada en II Sam. 3, 4,
y Salomn, hijo de Betsab, apoyado no slo por su madre, sino tambin por
su educador el profeta Natn, Benaas, jefe de la guardia de David, Sadoc, el
segundo sacerdote del Arca, y otros, mientras que Joab, el general de David y
Abiathar, primer sacerdote del Arca, estaban al lado de Adonas (I Reyes 1-
2).
An hay que dedicar unas palabras a lo que hizo y signific David para la
religin de Yahv. Parece evidente que a pesar de toda su astucia, crueldad,
egosmo y sensualidad, fue no slo un padre carioso, bondadoso y tolerante,
sino tambin profundamente piadoso. Cabe preguntarse si II Sam. 12, 1-14 nos
da una imagen autntica de la religiosidad de David cuando ste reconoce
haber obrado mal ante las acusaciones del profeta Natn por sus abusos
cometidos contra Betsab y su marido Uras, que culminan con el clsico T
eres ese hombre!. Mejor parece ilustrar esto II Sam. 12, 15-25, pasaje que
narra cmo David trat de conseguir por medio del ayuno y de la penitencia la
curacin del primer hijo que haba tenido de Betsab, mortalmente enfermo, y
cmo, al morir el nio, volvi, para asombro de todos, a su vida normal como
si nada hubiese sucedido, fundndose de manera racional y fatalista en que,
despus de la muerte de su hijo, careca de sentido su sacrificio. Tambin hizo
David mucho por el culto de Yahv. Si bien el traer el Arca a Jerusaln, como
ya hemos dicho, tena un inters poltico, no hay razn para dudar de la
compenetracin de David con el culto. En este sentido existe un grano de
verdad en el relato de I Par. 22, 2-29, 30, aunque sin duda exagera cuando
afirma que la construccin y ornamentacin del templo fue preparada
concienzudamente por David aunque ejecutada por su sucesor Salomn. Lo
mismo sucede con la tradicin que atribuye a David aproximadamente la mitad
de los 150 Salmos de nuestro Salterio; es muy probable que alguno de ellos
sea de David, sobre todo teniendo en cuenta el gran talento potico que ste
tuvo. Del canto fnebre conservado en II Sam. 1, 17-27, dedicado a Sal y
Jonatn, ya vimos que fue seguramente escrito por David. Lo mismo puede
decirse del canto fnebre a Abner en II Sam. 3, 33-34, que desde luego no
puede compararse, en absoluto, en cuanto a fuerza potica y belleza, con el
dedicado a Sal y Jonatn.

d) Salomn

Mientras que las fuentes sobre David empleadas aqu permiten un relato
cronolgico de su vida y de sus acciones, resulta completamente imposible
hacerlo con el tipo de material que existe sobre Salomn en I Reyes 3-11.
Aqu se impone una agrupacin basada en los temas, tratando de fechar los
acontecimientos cuando sea posible.
Seis puntos habrn de considerarse: 1) la poltica exterior; 2) la
reorganizacin del ejrcito; 3) la creacin de nuevos distritos administrativos
e impuestos; 4) la institucin de monopolios de comercio; 5) el desarrollo de
una arquitectura rica, casi suntuosa, y 6) la adopcin en la corte de costumbres
de los pases vecinos de Israel.
Salomn supo conservar, en general, el gran reino de Israel creado por
David su padre. En un caso logr incluso la adquisicin de un nuevo territorio.
Esta expansin de su dominio no tuvo lugar por la fuerza de las armas sino a
consecuencia de acuerdos diplomticos. El faran Siamn (976-958), que
probablemente ocupaba el trono egipcio durante los primeros aos del reinado
de Salomn, cas a una de sus hijas con ste (I Reyes 3, 1)[8] entregndole
como dote la ciudad cananea de Gazer, situada a cincuenta km al oeste de
Jerusaln, junto a la frontera israelita-filistea (I Reyes 9, 16). Salomn
reconstruy y fortific inmediatamente esta ciudad[9]. Si el hecho de que una
princesa egipcia fuese la mujer principal de Salomn ya era muy importante,
la adquisicin de la fortaleza fronteriza de Gazer constituy un considerable
aumento de su poder. Sin embargo, no parece que el faran cediese Gazer a
Salomn por pura simpata. Ms bien quera, probablemente, con esta
intromisin en un territorio perteneciente a la esfera de influencia de Israel,
demostrar que Egipto no haba abandonado en absoluto sus pretensiones
territoriales en la costa mediterrnea de Palestina meridional. A esta
ampliacin del reino conseguida por Salomn en sus primeros aos se
contrapone, por otro lado, la prdida de antiguas tierras israelitas acaecida en
la segunda mitad de su reinado. Segn I Reyes 9, 10-14 Salomn se vio
obligado a ceder veinte ciudades israelitas situadas cerca de la frontera tiro-
israelita a Hiram de Tiro, como pago de los envos de material destinado a la
reconstruccin del templo y del palacio.
Como ya se vio antes al narrar cmo David desjarret los caballos de los
carros de combate capturados, Salomn transform todo el ejrcito en
unidades de carros de combate. Los datos que sobre el nmero de sus carros
de combate nos dan I Reyes 5, 6 (4, 26 en la Vulgata) y 10, 26 no se
compaginan bien con el nmero de sus hombres y de sus caballos, pero no nos
equivocamos mucho si decimos que tena 1400 carros de combate, 4000
caballos y 12 000 hombres. Una gran parte de los edificios erigidos por
Salomn eran cuarteles destinados a las unidades de los carros de combate,
pero al parecer no se debe hacer ninguna diferencia rigurosa entre cuarteles y
arsenales, sino suponer que las guarniciones creadas por Salomn tenan
tambin naves destinadas a las armas y a las provisiones. Es evidente que as
fue en el caso de Jerusaln, pues sabemos por I Reyes 7, 2; 10, 16-17; 14, 25-
28; II Reyes 11, etc., que el palacio del rey inclua un cuartel y un arsenal. Los
edificios construidos por Salomn, segn I Reyes 9, 15-19, en Jerusaln y
tambin en Hazor, Megiddo[10], Gazer, Beth-Horon, Baalat y Tadmor[11],
algunos de ellos confirmados arqueolgicamente (Gazer, Megiddo, Hazor),
debieron haber sido a la vez cuarteles, arsenales y almacenes. Lo mismo
puede decirse de Ezin-Geber, ciudad portuaria situada a orillas del mar Rojo
y que sirvi a Salomn como punto de partida para el viaje naval de Ofir,
realizado juntamente con el rey de Tiro. Los edificios hallados en ella de
tiempos de Salomn debieron servir tambin, en parte al menos, para guardar
armas y provisiones.
Por lo dems el cambio efectuado por Salomn en el ejrcito a favor de
los carros de combate, con el que slo una pequea parte de sus sbditos
aptos para el servicio militar eran llamados a filas, no significa en absoluto
que los dems no tuvieran obligaciones con el estado. A stos correspondi
una especie de servicio de trabajo obligatorio. Sobre su organizacin se dice
algo en I Reyes 5, 27-30, y en 11, 28 se asegura que Jeroboam fue puesto por
Salomn al frente del servicio de trabajo de la Casa de Jos. Por el contrario
parece estar basada en un error la afirmacin de I Reyes 9, 20-23 segn la
cual estaban exentos de este servicio los israelitas y slo se le destinaban los
no israelitas que an se encontraban en territorio israelita. Sobre la
reorganizacin del reino salomnico, o mejor dicho de su parte septentrional y
ms extensa, o sea de Israel en sentido estricto, estamos relativamente bien
informados gracias a que en I Reyes 4, 7-19; 5, 7-8 se conserva una lista
oficial, por desgracia defectuosa, en la que figuran los intendentes de los
nuevos distritos y el tamao de stos[12]. Para la creacin de estos doce
distritos se parti en parte de los antiguos territorios de las tribus, y cuando se
trataba de un antiguo territorio cananeo israelizado se trazaron las fronteras sin
tener en cuenta situaciones anteriores, slo basndose en la riqueza de las
provincias, ya que a stas corresponda en primer lugar el suministro de
alimentos, piensos y animales de tiro a la corte y a las guarniciones (ver
I Reyes 5, 2-3). La importancia que tenan los intendentes de estos distritos se
deduce del hecho de que muchos de ellos fueran yernos de Salomn. Entre los
distritos mencionados en la lista no figura ninguno en el territorio de la antigua
tribu de Jud. Como parece poco probable que Jud estuviese completamente
libre de los tributos impuestos a aquellos distritos, ha de suponerse que
contribua a los gastos de otra manera. En otro caso Jud hubiera salido ms
favorecida que Israel, que se hubiera sentido postergada frente a ella, y
hubiera mostrado su resentimiento. En todo caso, existe al menos la
posibilidad de que una de las razones por la que se separase Israel de la
dinasta de David a la muerte de Salomn fuese que Israel se sintiese ms
oprimida que Jud por el pago de tributos a la corte y a las guarniciones y no
estuviese dispuesta a sufrir ms esta injusticia. Otra razn pudo haber sido que
la institucin del servicio de trabajo pblico impusiera mayores deberes a
Israel que a Jud. Tal vez haya que contar con ambas razones.
Est completamente justificado que a Salomn se le haya llamado
comerciante sobre el trono real o comerciante real. Salomn favoreci en
efecto al mximo el comercio y estableci para muchos productos monopolios
comerciales reales que constituyeron una importante fuente de ingresos
destinados a cubrir los enormes gastos de su armamento y sus suntuosas
construcciones. Segn I Reyes 10, 28 ss., Salomn haca venir los caballos
destinados a los carros de combate de Cilicia y los carros de Egipto, donde
exista una antigua tradicin de construccin de stos. Un caballo vena a
costar la cuarta parte del valor de un carro de combate. Los compradores de
estos carros y de sus yuntas eran, segn 10, 29, los reyes hititas y los reyes de
Arana, o sea los estados neohititas surgidos a raz de la cada del imperio
hitita en Siria noroccidental y en Asia Menor suroriental, y los reinos arameos
constituidos all y en otros lugares desde el siglo XI, de los que an habr que
tratar. Junto al comercio de carros de combate y caballos, Salomn parece
haber monopolizado el no menos lucrativo comercio internacional de especias
de todo tipo, incienso y productos parecidos. A este comercio se debi sin
duda la visita de la reina de Saba, a que se alude en I Reyes 10, 1-10 y 13, en
la que pudiera haberse llegado a un acuerdo sobre el tipo de comercio y su
extensin. El comercio internacional, que abarcaba grandes distancias por
tierra y por mar, exiga que sus rutas estuviesen aseguradas. Por esta razn se
dedic la poltica comercial de Salomn a garantizar su supremaca sobre
estas rutas, a cuyo dominio, como ya insinuamos, tambin pudo haber estado
dirigida la expansin de los filisteos. El control de las rutas era para Salomn
tanto ms importante cuanto que no slo beneficiaba a las propias empresas
sino que adems traa consigo ingresos aduaneros obtenidos de los usuarios no
israelitas de estas rutas. La amplitud y envergadura de la poltica comercial de
Salomn queda demostrada no slo por sus viajes por el mar[13] al lejano Ofir
(que hay que buscar en la costa oriental de frica, la costa meridional de
Arabia o incluso la India o frica del Sur, ya que segn I Reyes 10, 22, el
viaje desde el puerto de partida, Ezin-Geber, requera tres aos), sino
tambin por sus empresas por tierra empleando caravanas de camellos. De
stas nos da una idea el relato de I Reyes 9, 18; II Par. 8, 4, segn el cual
Salomn construy edificios en Tadmor en la estepa de Aram[14] (en I Reyes
9, 18 se lee baarm en Aram en vez de br en el pas), es decir, en
Palmira. Pues estos edificios en la antigua ciudad caravanera, que exista ya
siglos antes de Salomn, deben haber sido cuarteles, arsenales y almacenes, y
haber servido en todo caso al comercio.
La construccin ms importante y grandiosa de Salomn fue el palacio, del
que el templo constituye una parte[15]. Sobre ste sabemos mucho,
relativamente, y en todo caso ms sobre l que sobre el palacio. Se sabe
tambin en qu ao del reinado de Salomn se comenzaron y terminaron estas
obras. Segn I Reyes 5, 15-32 tuvieron lugar al principio del reinado de
Salomn negociaciones entre ste e Hiram, rey de Tiro, sobre el envo de
madera de construccin y de carpinteros y artesanos. En este sentido 6, 1,
37 ss. completa estos datos asegurando que la construccin del templo
comenz en el cuarto ao de Salomn y concluy en su undcimo ao de
reinado, por lo que dur siete aos. Sobre la construccin del palacio
averiguamos por 7, 1 que dur trece aos. 9, 10 establece en veinte aos la
duracin de las obras para el templo y el palacio. Ambos formaban un
complejo rodeado por una muralla comn con puertas para la parte del templo
y el palacio, y en la mitad sur del complejo se encontraban, alrededor de
patios interiores, los edificios del palacio, en primer lugar la casa del Bosque
del Lbano, llamada as por los puntales de cedro del Lbano de la planta baja,
y que serva como arsenal (I Reyes 10, 17; II Reyes 20, 13), la sala de
columnas de tipo propilico, la sala del trono, con el trono de oro y marfil
descrito en I Reyes 10, 18-20 y el harn, mientras que la parte norte estaba
ocupada por el gran atrio del templo, con el altar de los sacrificios, y por el
mismo templo. Seguramente las construcciones del palacio se inspiran en
modelos extranjeros, por ejemplo, asirios, pero no se ha podido averiguar an
nada concreto al respecto.
Frente a la descripcin somera de I Reyes 7, 1-12 del complejo del
palacio destaca la ms detallada del templo que ofrece 5, 15-32; 6, 1-38; 7; 9,
13-51. Los tres recintos principales del templo, nrtex, nave principal y cella,
estn descritos detalladamente, con sus medidas, su arquitectura y el
recubrimiento de las paredes (6, 1-22). Existe adems una descripcin
minuciosa (6, 23-28; 8, 6) de los enormes querubines del Sancta Sanctorum
tallados en madera de olivo y recubiertos de oro, con sus alas extendidas
sobre el Arca, y de las puertas que comunicaban con los otros recintos del
templo (6, 31-34). En 7, 15-50 se describen con especial detalle los trabajos
realizados en metal por el famoso Hiram de Tiro, las dos columnas de bronce
(7, 15-21, 41-42) situadas en el prtico del Santuario, el mar de bronce
sustentado por doce toros (7, 23-26 y 44), los diez carros de ceremonias (7,
27-39 y 43), los diez candelabros de oro delante del Sancta Sanctorum a
ambos lados de la entrada (7, 49) y los diversos recipientes, vasijas, palas y
otros instrumentos necesarios para el culto (7, 40 y 50). Tambin el plano y
alzado del templo, as como su decoracin interior, se habrn inspirado en
modelos extranjeros, ya que los arquitectos y artesanos fenicios que
intervinieron en las obras estaban abiertos a todas las corrientes del mundo.
Aunque no pueda precisarse nada con seguridad sobre el origen de estos
modelos, parece sin embargo seguro, respecto a la fachada exterior, que el
templo tpico de Siria-Palestina, de cella elevada, influy sobre el templo
salomnico, cuya cella, que albergaba el Arca y los querubines, estaba ms
alta que el prtico y la nave principal (6, 2 y 20)[16]. Respecto al interior los
querubines, las palmeras y la ornamentacin floral con que estaban decoradas
las paredes interiores del templo y sus puertas (6, 29 y 32-35), as como los
leones, toros y querubines representados sobre las andas del carro de
ceremonias (7, 29), aparecen como motivos de ornamentacin en muchos
lugares vecinos de Israel, igual que la decoracin del trono de Salomn (10,
18-20) con cuernos de toro y figuras de len, de la que existen paralelos en las
cercanas de Israel.
Si la corte de David era, como ya vimos, mayor que la de Sal, la de
Salomn se hizo an ms extensa. Como nuevos ministros aparecen el jefe de
los doce intendentes de las regiones ya mencionadas, el amigo del rey y el
ministro de la casa, sin que podamos determinar con exactitud en cada caso
sus atribuciones (4, 2-6). Frente a la corte de David, la de Salomn aumenta
considerablemente en nmero de miembros y se inspira en modelos
extranjeros, por lo que se le compara, con razn, con los prncipes europeos
que emulaban la corte de Luis XIV (1643-1715). Ya la construccin del
templo y del palacio lo demuestra. Tambin corresponde a ello la excepcional
amplitud del harn de Salomn. Pero no se limit ste al refinamiento externo
de la vida cortesana que haba de llenar de asombro a la reina de Saba
(I Reyes 10, 1-10 y 13), sino que dio un extraordinario impulso a la cultura. En
el relato de la visita de la reina de Saba a Salomn se dice que la reina le hizo
muchas preguntas, que ste contest a todas y que ella manifest gran
admiracin por su sabidura. Para hacerse una idea hay que estudiar I Reyes 5,
9-14 y 10, 23-24. All se asegura que Salomn era ms sabio que toda la
sabidura de Babilonia y Egipto, que superaba en sabidura a los sabios
famosos entonces (Ethn, Hemn, Chalcol y Dorda) y que todo el mundo
acuda a Jerusaln para or la sabidura de Salomn, quien compuso 3000
refranes y 1005 cantos, relacionados con la botnica y la zoologa, los cedros
del Lbano, las hierbas de hisopo que crecen sobre los muros, los animales,
los pjaros, los gusanos y los peces. Se trata aqu evidentemente de poemas
que tienen que entenderse como exposiciones de rudimentos de ciencia
botnica y zoolgica y sin duda escritos en forma de adivinanzas o de
preguntas, lo que los converta en ingeniosos temas de conversacin. Tales
deben imaginarse las preguntas que segn 10, 1-10 y 13 puso la reina de Saba
a Salomn y las respuestas que l le dio. Se pueden aadir a los proverbios de
5, 12 otros relativos a la experiencia de la vida o a toda clase de reglas de
sabidura y advertencias, ya que la tradicin que atribuye a Salomn una serie
de colecciones de estas mximas los Proverbios, el Eclesiasts, la
Sabidura tiene un punto de partida histrico. Cabe preguntarse si los 1005
cantos que se mencionan en 5, 12 junto a los 3000 proverbios han de
entenderse como obras didcticas, que slo se distinguen de los proverbios
por la forma, o si se trata aqu de obras de poesa lrica. En este ltimo caso
habra que pensar en poesa ertica, pues Salomn ha sido considerado
despus como autor de esta clase de literatura y se le atribuye el Cantar de los
Cantares.

e) La divisin del reino

Si ya los levantamientos de Absaln y Seba, de los que hemos hablado,


haban demostrado que el pueblo de Israel, o al menos parte del mismo, no
estaba de acuerdo con la poltica imperialista de David, que significaba para
l una grave carga (interviniendo tambin en este sentido la rivalidad entre el
norte israelita y el sur judo), las enormes exigencias que impuso Salomn a
sus sbditos para costear los grandes gastos de su poltica militar y comercial
tenan forzosamente que aumentar su descontento. Probablemente fue de tipo
religioso, dirigido contra la excesiva tolerancia manifestada por Salomn
hacia los cultos extranjeros por razones de poltica exterior. En todo caso,
algo semejante debe implicar el relato de I Reyes 11, 29-39 seguramente
legendario, en parte, segn el cual el profeta Ajas, de Silo, haba reconocido
y apoyado en nombre de Yahv las pretensiones de dominio sobre Israel,
mostradas a la muerte de Salomn por Jeroboam, quien haba sido antes, por
designacin del rey, jefe de los trabajadores de ste. Tal vez Silo, que en otros
tiempos haba sido con su Arca centro cultural de Israel, fuera el foco de una
oposicin dirigida contra Jerusaln y su culto. Salomn tena motivo suficiente
para mantenerse alerta, pues sabiendo que Jeroboam haba huido a Egipto con
la ayuda de Ajas, tena que darse cuenta del peligro que significaba para su
trono la oposicin de un prestigioso profeta y las conspiraciones de Jeroboam
desde Egipto. Por esto no faltan indicios de que el trono de Salomn careciese
de una base slida y no es nada extrao que a su muerte se deshiciese el reino
creado por David y por l conservado en su totalidad.
Hasta qu punto haban cambiado las cosas lo demuestra el hecho de que,
mientras que despus de la muerte de Esbaal, hijo de Sal, se dirigieron los
ancianos de Israel a Hebrn a ofrecer la corona a David, Roboam, hijo y
sucesor heredero de Salomn tuvo que acudir a Siquem, la tradicional
metrpoli de Israel, para recibir all la corona de manos de los israelitas. Otra
diferencia es la siguiente: segn II Sam. 5, 3, David firm un tratado con los
ancianos de Israel en Hebrn y ante Yahv y fue ungido rey por ellos. Es
evidente que David era el ms poderoso en este encuentro. En cambio (I Reyes
12, 1-24) el encuentro de los representantes de Israel y Roboam comenz
quejndose aqullos del duro trabajo y del pesado yugo que les haban sido
impuestos por Salomn y pidiendo se les aliviara. No se puede precisar a qu
cargas se referan los representantes de Israel, si a los tributos que deban
pagar a los doce gobernadores de los distritos o al trabajo obligatorio, que
Israel consideraba especialmente pesado e injusto, tal vez porque Jud era
tratada mejor y de manera diferente. En todo caso los viejos y sabios
consejeros de Roboam no juzgaron improcedentes estas quejas; por ello
aconsejaron ceder al joven rey. ste, sin embargo, no hizo caso de estos
consejos y siguiendo a los consejeros de su edad rechaz con dureza ofensiva
las peticiones de Israel, consiguiendo que renegase de la dinasta de David
entonando de nuevo el canto de la revolucin como ya hiciera Seba medio
siglo antes (II Sam. 20, 1):

No tenemos parte en David ni herencia de hijo de Isaas;


A tus tiendas, Israel! Cuida t ahora de tu casa, David!.

Tan grande fue la furia de los israelitas que lapidaron al prefecto de los
tributos, Adomiram, que haba sido encargado por el rey de salvar la
situacin, por lo que inmediatamente Roboam huy a Jerusaln en un carro de
combate. Ahora, por fin, tena el camino libre Jeroboam, que haba vuelto
inmediatamente a su pas al tener noticia de la muerte de Salomn, y que, por
lo visto (I Reyes 12, 20), ya haba estado en Siquem durante las
conversaciones de Roboam con los ancianos de Israel respaldando a stos; los
representantes de Israel le acogieron y le proclamaron rey de todo el pas.
Segn 12, 21-24, Roboam no tard en movilizar 180 000 hombres de las tribus
de Jud y Benjamn para la reconquista de todo el reino israelita, pero desisti
del ataque al ordenarlo as Yahv a travs del profeta Semeyas. Nos hallamos
aqu seguramente ante una leyenda. No faltaron, sin embargo, conflictos entre
ambos estados durante los seis decenios siguientes (I Reyes 14, 30; 15, 16-22)
y bajo Baasa de Israel (906 a 883). Slo bajo Ajab de Israel y Josafat de Jud,
que reinaron aproximadamente al mismo tiempo, se lleg a una reconciliacin
entre Israel y Jud.
Al estudiar los reyes de Israel, el estado del norte, y los de Jud, el del
sur, salta a la vista inmediatamente una gran diferencia: en Jud permanecieron
los davdidas en el trono hasta la cada del estado en 587 a. C. La deseada
reconstruccin de todo el estado israelita se esperaba all del reinado de un
nuevo David o de un miembro de la casa de David. En Israel, por el contrario,
los cambios violentos de dinasta son la regla, y el dominio de una dinasta
durante varias generaciones es una rara excepcin. En realidad slo Omri y
Jeh llegaron a formar estas dinastas; los de Omri pudieron mantenerse cuatro
decenios en el trono, los de Jeh diez decenios. Las razones de los cambios de
gobierno sangrientos de Israel no son siempre claras. Aunque pudieron
intervenir en ello motivos personales y de ambicin, es probable que estos
destronamientos se debieran casi siempre a diferencias de criterio en materia
de poltica exterior e interior. As, la ruptura, descrita en I Reyes 14, 1-18, de
Ajas de Silo con Jeroboam, al que haba ayudado a subir al trono, tuvo
seguramente el mismo origen que el que indujo al profeta a la lucha contra
Salomn: la disconformidad con la poltica religiosa y social seguida por
ambos reyes, que contradeca los mandamientos de Yahv.
La desmembracin poltica del reino israelita tuvo tambin consecuencias
religiosas. En vista de la extraordinaria importancia que haba adquirido, para
todo Israel, Jerusaln con su templo, era de esperar que muchos habitantes del
estado del norte continuasen manteniendo contacto con el templo de Jerusaln,
incluso despus de la escisin. Estas relaciones religiosas incluan o podan
incluir, sin embargo, el sentimiento de unidad poltica, lo que poda conducir a
un debilitamiento del estado del norte. Por eso Jeroboam insisti en la
creacin de lugares de culto en el norte que pudieran sustituir ante sus sbditos
el templo de Jerusaln, y hacer innecesaria la visita a esta ciudad. Se
sobreentiende que seran especialmente idneos los lugares que tuvieran una
honorable tradicin. Bthel y Dan tenan estas caractersticas. En Bthel,
donde, segn Gn. 28, 35, ya haba fundado Jacob un santuario, haba estado el
Arca (Jueces 20, 26-28) bajo Pinehas, nieto de Aarn, o sea, miembro de la
antigua familia de sacerdotes que se remontaba a Moiss y Aarn. De Dan se
dice en Jueces 18, 30 que aproximadamente en la misma poca actu all como
sacerdote Jonatn, nieto de Moiss[17], otro miembro de esta estirpe de
sacerdotes. Jeroboam eligi estos dos centros religiosos dotndolos de un
smbolo de culto, el toro, que haba desempeado igual que el Arca un
importante papel en el perodo precananeo de Israel, aunque fuera
naturalmente tachado de idlatra en la tradicin (Ex. 32) influida por el punto
de vista de Jerusaln; crea Jeroboam que con ello podra competir con el
Arca de Jerusaln (I Reyes 12, 26-31; 13, 1-34; 14, 1-20). Bthel y Dan
sirvieron como demuestra la polmica de Ams contra estos santuarios
(Am. 7, 10-17; 8, 14) a la idea que condujo a su fundacin, si bien nunca se
alcanz una supresin total del contacto entre los habitantes del estado del
norte y el templo de Jerusaln, quedando, a pesar de todos los obstculos,
muchas relaciones en pie (Jer. 41, 4-9).

f) Los primeros reyes de los estados de Israel y Jud

El desmoronamiento del reino israelita fue aprovechado por vecinos


astutos, pues los estados separados carecan evidentemente de la capacidad
defensiva que haba tenido el antiguo reino nico. De los dos grandes
imperios, el del noreste y el del suroeste, que venan aspirando desde haca
tiempo a dominar Siria-Palestina, llegando a luchar entre s por la consecucin
de sus pretensiones, el primero, el asirio, todava no era entonces lo bastante
fuerte como para intervenir decisivamente en Siria-Palestina. Habra de pasar
aproximadamente medio siglo hasta que esto fuera posible. Pero el entonces
representante del otro imperio, el fundador de la XXII dinasta egipcia, el
faran Sheshonq (Sisac), s pudo intervenir en Palestina en el quinto ao de
Roboam, o sea, poco despus de la divisin del reino israelita, causando
graves daos tanto a Jud como a Israel (I Re. 14, 25-28; AOT, pgs. 98-99;
AOB, nm. 114; ANET, pginas 263-264; ANEP, nm. 349). Tampoco los
pueblos vecinos menos importantes, como los edomitas, moabitas, amonitas,
filisteos y arameos, dudaran en aprovechar en su favor la debilitacin sufrida
por los israelitas a raz de la divisin del reino. A las luchas fronterizas que
mantuvo el estado del norte israelita con los filisteos se hace referencia en
I Reyes 15, 27 y 16, 15, en donde se habla de los combates habidos en torno a
la localidad de Gibbethn, situada en la frontera filisteo-israelita; un ataque de
los arameos contra el estado del norte, que caus graves daos y prdidas,
aparece narrado en 15, 16-22 con bastante detalle. Parece ser que el rey judo
Asa, para defenderse de los ataques del israelita Badsa, compr hacia 900 la
ayuda de Benhadad, rey de Damasco e hijo de Tabrimmons, que a continuacin
invadi Israel asolando grandes extensiones del noreste de Galilea y
obligando as a Badsa a desistir de su ataque contra Jud. A este ataque
arameo habran de seguir otros poco ms tarde.

B) Los estados neohititas

El imperio hitita, que haba sucumbido a la invasin de los Pueblos del


Mar que irrumpi hacia 1200 en el Mediterrneo oriental, tena detrs de sus
fronteras, por tanto tambin detrs de su frontera siria, una serie de estados
que conservaban una cierta independencia, pero que en realidad pertenecan
en sentido amplio al reino hitita. Las dinastas de estos estados vasallos eran
tambin, como demuestran los textos de los siglos XIV y XIII, hallados cerca de
Karkemish en Ras Shamra, el antiguo Ugarit, segundogenituras de la familia
del emperador hitita, lo que aumentaba considerablemente su importancia.
Sabemos que el prncipe de Karkemish posea amplios poderes sobre Ugarit, y
que poda tomar importantes decisiones en nombre del emperador. Algunos de
estos estados vasallos sirios pudieron sobrevivir a la invasin de los Pueblos
del Mar. Si bien no sabemos nada acerca de su suerte durante los dos primeros
siglos despus de la catstrofe, disponemos, aproximadamente a partir del ao
1000, de algunos testimonios de su existencia. En primer lugar aparecieron, en
muchos lugares del mbito sirio septentrional y del sureste de Asia Menor,
textos con escritura jeroglfica hitita en idioma luvita-hitita y testimonios de la
artesana hurrito-hitita, que atestiguan la pervivencia de las tradiciones hititas
en Karkemish[18], amath[19] y tambin dentro y cerca de Zincirli[20], en el
emplazamiento de la antigua Samal, capital de Yadi. Tambin aparecen, a
partir del siglo IX, en los relatos de los reyes asirios sobre sus avances hacia
el mar Mediterrneo, al igual que en inscripciones urarteas, toda una serie de
pequeos estados neohititas, por lo dems desconocidos, que no se pueden
situar geogrficamente con exactitud, pero que deben buscarse en todo caso en
el norte de Siria y el sureste de Asia Menor. Segn todo esto podemos suponer
con seguridad que algunos de estos estados de Siria central y septentrional no
mencionados hasta el segundo perodo de nuestro relato (hacia 880-745) se
remontan a la poca del gran imperio hitita. Lo mismo puede decirse no slo
de las ya citadas Karkemish, amath y Yadi Samal, sino tambin de la Que
cilicia[21] ya nombrada en la Biblia (I Re. 10, 28; II Par. 1, 16) y en las
inscripciones asirias. Cunto tiempo pudo mantenerse en condiciones
favorables la tradicin luvita en Siria del noroeste y en el sureste de Asia
Menor, queda demostrado por el hecho de que Azitawadda (rey de nombre
asitico no semita, soberano de un estado situado a orillas del curso medio del
Ceyhan, antiguo Piramo) emplease hacia 730, adems de la escritura y el
idioma fenicio, tambin la escritura jeroglfica hitita para su minucioso relato
de la construccin de Azitawaddiya, ciudad a la que dio nombre, situada en el
lugar de la actual Karatepe[22].

C) Los arameos

De la cuna de los pueblos semitas, el desierto sirio-rabe, surgi a partir


del siglo XII una nueva ola de nmadas semitas, los arameos, que se extiende
no slo al este, hacia Mesopotamia y Babilonia, sino tambin al oeste, hacia
Siria y Palestina, y que, como ya vimos, invade los estados neohititas del norte
de Siria, creando en ellos un sincretismo de antiguas tradiciones hititas y
nuevos elementos arameos. Ya los nombres de los reyes de estos estados, que
conocemos de tiempos posteriores, son en parte semitas y en parte de Asia
Menor. En amath aparece, junto al nombre del rey Thoi o Thou, el del
prncipe heredero Hadoram o Joram, en Ya-di-Samal, Panammuwa junto a
Barrkib y en Azitawaddiya (Karatepe), Azitawadda, con el apodo de
Barkbal, bendito de Baal. La fusin de la herencia de Asia Menor con la
de los arameos y tambin con la de los fenicios se manifiesta adems en la
utilizacin simultnea de las escrituras hitita y semita, as como de las lenguas
luvita y semita, y en la mezcla de motivos artsticos hurrito-hititas y fenicio-
arameos. A la larga, no obstante, y sobre todo en el idioma y la escritura, se
impuso el elemento semita al de Asia Menor, al igual que el arameo pas a ser
lengua usual del imperio asirio, y luego del babilonio y el persa. Vale la pena
recordar aqu II Re. 18, 26-28, Is. 36, 11-13, en donde se describe como
Eliaquim, que hablaba en hebreo, enviado por su rey Ezequas a negociar con
el copero mayor de Senaquerib (procedente de Laquis[23], sitiada o ya
conquistada, y que exiga la capitulacin de Jerusaln) pidi a ste que
utilizase la lengua aramea que l bien entenda, pero su pueblo no, peticin
que el copero mayor rechaz irnicamente alegando que sus palabras estaban
dirigidas al pueblo con el fin de desalentarle.
Ya nos hemos referido varias veces a que Israel tuvo en el curso de su
historia frecuentes contactos con los arameos y a que stos fueron casi siempre
hostiles. As fue en la poca de Sal, David, Salomn y de otros reyes que les
siguieron de ambos estados, Israel y Jud[24]. Los pasajes que interesan aqu
del Antiguo Testamento demuestran que los mltiples estados arameos que
existieron en Siria-Palestina se unieron una y otra vez formando coaliciones
que podan cambiar de direccin y configuracin. Como ya hemos visto
pidieron ayuda los amonitas, que se encontraban duramente acosados por
David, a una coalicin dirigida por Hadadezer, rey de Soba, de la que
formaban parte varios estados arameos, Soba, Beth, Rehob, Maaca e Is-Tob, y
adems las tribus arameas del lado occidental del ufrates medio, que deban
ser nmadas. Nada pudo hacer la coalicin contra David, al que termin por
someterse (II Sam. 10, 6-19; 8, 3). De otras coaliciones arameas se hablar
cuando se trate la historia de los arameos sirio-palestinos en los perodos
880-745 y 745-538 a. C.

D) Los fenicios

Al surgir hacia finales del siglo XI la monarqua en Israel, los puertos y


centros comerciales fenicios Tiro, Sidn, Berytos, Biblos[25], Arvad y otros
tenan ya una historia de muchos siglos, en algunos casos incluso de
milenios. En su mayora haban salido bien librados o se haban recobrado
pronto de la invasin de los Pueblos del Mar. Igualmente supieron resistir a la
arameizacin que se inicia a partir del siglo XII, en Siria, y que cada vez iba a
extender ms la lengua aramea en el interior. Hacia 1100 un rey asirio,
Tiglatpileser I (1117-1078), haba avanzado hasta el mar Mediterrneo,
recibiendo en Sidn, Biblos y Arvad regalos a modo de tributos y haba
viajado sobre una nave fenicia a la ciudad islea de Arvad. Nadie poda
sospechar entonces que la Asiria personificada por Tiglatpileser I habra de
limitar sensiblemente la autonoma de las ciudades fenicias y exigir constantes
tributos dos o tres siglos ms tarde. Por lo dems las ciudades fenicias, de las
que destacan como ms importantes primero Sidn y luego, desde el ao 1000
aproximadamente, Tiro, conocieron desde el siglo XII un perodo de apogeo
econmico que les permiti crear centros de comercio y colonias en las costas
e islas del Mediterrneo, en Chipre y Cerdea, en la costa del norte de frica,
en la costa occidental de Espaa y en otros lugares[26]. De estas colonias,
Cartago, al parecer fundada por Sidn en el siglo XII y fundada de nuevo dos o
tres siglos ms tarde (814) por Tiro, fue la que alcanz mayor importancia,
superando finalmente a su metrpoli. Los viajes a Ofir, realizados en la mitad
del siglo X por Salomn e Hiram de Tiro, a los que ya aludimos, ponen de
manifiesto tambin el emprendedor espritu navegante que entonces animaba a
los fenicios.
En lo que se refiere a la historia de las diversas ciudades fenicias entre
1025 y 880, disponemos de fuentes abundantes sobre Biblos y Tiro. De Biblos
que, como demostraron relatos y excavaciones egipcias, ya haba sido poblada
en el milenio V y que mantena desde el milenio III relaciones comerciales con
Egipto, existen inscripciones fenicias[27] correspondientes a seis reyes del
perodo entre 1000 y 900. La ms antigua se halla en el borde del sarcfago
que hizo construir Ethbaal para su padre Akhiram[28]. Otras dos, de setenta u
ochenta aos despus, son de los reyes de Abibaal y Elibaal, se trata de
dedicatorias a la diosa principal de Biblos, Baalat, y figuran sobre estatuas
de faraones egipcios, la primera sobre una de Sheshonq I (935-919) la
segunda sobre una de Osorkon I (912-874). Ello demuestra la estrecha
relacin de ambos reyes fenicios con Egipto, como tambin lo hacen los
motivos egipcios que ornamentan el sarcfago de Akhiram. Sobre Tiro
contienen algunas noticias los relatos tomados por Josefo de los anales de
Tiro, que se refieren al siglo VI y tambin a los siglos X, IX y VIII[29], y que
ofrecen garantas por concordar con los relatos del Antiguo Testamento y las
inscripciones de reyes asirios. As podemos seguir la lista completa de los
reyes de Tiro desde Hiram I (969-936), coetneo de David y Salomn, al que
ya aludimos, hasta Ethbaal (887-856), suegro de Ajab, mencionado en I Re.
16, 31; la lista directa abarca desde Balbazeros (935-919) hasta Phelles
(888), que fue asesinado por Ethbaal.
Junto al apogeo econmico que viven las ciudades fenicias en el perodo
que ahora tratamos, entre 1025 y 880, condicionado e impulsado por su
autonoma poltica, no debe olvidarse la influencia cultural que ejercieron
entonces sobre el mundo. Lo demuestra el apoyo que, como ya vimos, prest
en las construcciones de Salomn Hiram de Tiro, quien, segn los anales de
Tiro, llev a cabo en su capital un gran programa de construcciones. El
prestigio econmico y cultural que las ciudades fenicias tenan desde tiempo
atrs queda atestiguado en otros documentos. As, en el canto de Dbora (Jue.
5, 17) se condena a los miembros de la tribu israelita de Dan, limtrofe con
Fenicia, por trabajar en barcos extranjeros, o sea, fenicios, eludiendo as las
obligaciones que tienen con sus apurados conciudadanos, y en Jue. 18, 7 se
dice que la ciudad cananea de Lais (situada en el nacimiento del Jordn, que
sera conquistada ms tarde por los danitas y recibira el nombre de Dan)
viva al modo fenicio, con lo que seguramente no se alude nicamente a la
civilizacin exterior, sino a la cultura. Que Israel tampoco pudo sustraerse a la
cultura fenicia, superior en muchos aspectos a la suya, lo demuestra el relato
conservado en Josefo, Ant. Jud. VIII 5, 3 148 s., procedente de los
mencionados anales de Tiro, segn el cual, en una controversia entre Hiram de
Tiro y Salomn, parecida a la que mantuvieron la reina de Saba y este ltimo,
termin por imponerse a Salomn un enviado de Hiram llamado Abdemn. En
el perodo que estamos tratando ahora se inici tambin la adopcin del
alfabeto fenicio por los griegos, hecho que da una impresin elocuente de la
aportacin de los fenicios a la cultura de la humanidad.

II. LOS SIGNOS PRECURSORES DE LA SOBERANA ASIRIA SOBRE SIRIA-PALESTINA


(880-745 a. C.)

Generalidades

Un siglo y medio despus de que Tiglatpileser I (1117-1078) demostrase el


podero de Asiria recibiendo tributos de Biblos, Sidn y Arvad, el rey asirio
Asurnasirpal II (884-858) reanuda los ataques contra el norte de Siria, comete
graves destrozos y recibe tributo de muchos estados, entre ellos Tiro, Sidn,
Biblos y Amurru. La mayor parte de sus sucesores, sobre todo Salmanasar III
(858-824), Adadnarri III (811-781), Salmanasar IV (781-772) y
Ashshurnarri V (754-745) prosiguieron, aunque con diverso mpetu, las
campaas contra Siria-Palestina y la recaudacin de enormes tributos de los
pases sometidos. Salmanasar III, que se precia de haber cruzado veintin
veces el ufrates, recibi tributo de muchos estados sirios y palestinos:
Karkemish, Alepo, amath, Damasco, Tiro, Sidn y Bt-Khumri = Casa de
Omri, o sea, Israel. Adadnarri III nombra aproximadamente los mismos
estados como vasallos y tributarios suyos y aade Edom y Filistea. La
autntica dominacin de Siria-Palestina, sin embargo, no se llev a cabo hasta
Tiglatpileser III (745-727). Parece que los estados sirio-palestinos no
supieron ver o no tomaron lo bastante en serio el grave peligro que constituan
los constantes ataques que los asirios dirigan contra su pas desde haca siglo
y medio. Por ello su poltica interior gira exclusivamente alrededor de su
propio eje, y crean poder permitirse luchar contra sus prximos vecinos.

A) Israel y Jud

a) Omri y su dinasta en Israel. Josafat y Jehoram en Jud

A las luchas de los estados sirio-palestinos entre s nos referiremos algo


ms adelante. Antes conviene recordar que a partir del 880, o sea,
aproximadamente medio siglo despus de la divisin del reino, haban cesado
las hostilidades entre los estados de Jud e Israel, inicindose un
acercamiento. Influy en este proceso, aparte de los deseos personales de
ambos reyes, el hecho de que el reino arameo de Damasco, bajo Benhadad I,
se hiciera cada vez ms fuerte, constituyendo una seria amenaza para ambos
estados, por lo que stos decidieron aliarse, poner fin a las hostilidades e
impedir hechos como el ataque arameo contra Israel, pagado por Jud y
descrito en I Re. 15, 16-21. Tambin pudo influir en este sentido el que la
entonces poco importante localidad de Tiro promoviera el establecimiento de
relaciones amistosas entre Israel y Jud, tal vez temiendo que un excesivo
aumento del poder del estado arameo de Damasco terminara por poner en
peligro a los propios fenicios. Los matrimonios entre Jezabel, princesa de
Tiro, y el prncipe heredero israelita Ajab, por un lado, y Atala, hija de este
matrimonio, con el heredero o rey judo Joram, por otro, consolidaron la
alianza entre Israel y Jud y las buenas relaciones de ambos estados con Tiro.
Al final del relato de la segunda invasin de Benhadad de Damasco contra
Israel (I Re. 20, 22-43) se menciona, como incidentalmente, que el rey
israelita Omri se vio obligado a permitir a Benhadad la creacin de factoras
en Samaria, nueva capital por l creada, lo que demuestra que Omri haba
sufrido una derrota ante Damasco. Omri, que subi al trono despus de haber
sido proclamado rey por el ejrcito israelita y de haber eliminado a sus
rivales Zimri y Thibni (16, 15-22), debi ser un soberano enrgico y eficaz.
Nuestro Libro de los Reyes le dedica nicamente seis versculos (16, 23-28),
de los cuales dos condenan su poltica religiosa; menciona, sin embargo, que
fund la nueva capital, Samaria[30], y habla tambin de algunas de sus
victorias. Su importancia se pone de manifiesto no slo por el hecho de que le
siguiesen en el trono su hijo y dos de sus nietos, reinando su casa durante
medio siglo, sino tambin porque los reyes asirios nombraban an dos siglos
despus a Israel Bt-Khumri (Casa de Omri). El que Omri sucumbiese ante
Damasco nos da una idea del poder que tuvo entonces este estado.
Tambin Ajab, hijo y sucesor de Omri, se vio enfrentado desde el primer
momento a esta supremaca de Aram-Damasco. Benhadad (no el Benhadad I
de I Re. 15, 16-22, sino Benhadad II, llamado Hadadezer en las inscripciones
asirias) atac a Ajab apoyado por 32 reyes con toda su fuerza militar, lo
acorral en su capital y exigi de l una capitulacin sin condiciones. Esta
proposicin fue rechazada por Ajab, tan dispuesto en otros casos a hacer
concesiones de acuerdo con sus consejeros. La reorganizacin del ejrcito
llevada a cabo por Ajab y la despreocupacin de Benhadad y de sus aliados,
debida a una subestimacin del enemigo, fueron causa del triunfo del ataque
israelita. Los arameos sufrieron una grave derrota y fueron perseguidos por los
israelitas. Benhadad consigui huir a caballo en compaa de algunos jinetes
(I Re. 20, 1-21).
El rey arameo reorganiz despus de este descalabro la coalicin,
limitando la autonoma de sus aliados y aumentando su poder personal. En el
relato de 20, 22-43 sobre la segunda batalla entre Ajab y Benhadad se
presentan estas medidas como una sustitucin de los reyes por oficiales (20,
24), o sea, como una centralizacin del poder en manos de Benhadad. Sin
embargo de nada le vali. La batalla que tuvo lugar cerca de la ciudad de
Afec, situada probablemente al este del lago de Genezareth, termin con una
completa derrota de Benhadad, quien obtuvo clemencia humillndose ante el
vencedor, aunque tuvo que aceptar duras condiciones de paz, entre ellas la de
conceder a Ajab el derecho de crear factoras en Damasco igual que algunas
dcadas antes Omri haba tenido que dar a Benhadad el permiso de fundar
factoras en Samaria. Tres aos despus as figura en I Re. 22, 1-38 era
Ajab el agresor, apoyado por el rey judo Josafat. En esta ocasin se trataba
de la reconquista de la ciudad de Ramoth de Galaad, en el noreste de Jordania,
motivo de litigio entre Israel y Damasco y que se encontraba entonces en
manos de Aram-Damasco. Antes de partir a la guerra Ajab y Josafat tuvo lugar
una consulta a los profetas en la que se enfrentaron por un lado la mayora
dirigida por Sedecas, hijo de Canaana, que profetizaba el triunfo, y por otro
el solitario Miqueas, hijo de Imla, que vaticinaba una catstrofe para Israel. La
batalla termin con la completa derrota de Israel y la muerte de Ajab. Es
difcil establecer con seguridad una relacin cronolgica entre las luchas
descritas en I Re. 20 y 22 entre Israel y Aram-Damasco y la batalla descrita
amplia y repetidamente por Salmanasar III (858-824) en sus relatos, pero
silenciada por el Antiguo Testamento, y que al parecer fue librada por este rey
en 853 cerca de la fortaleza de Qarqar, perteneciente a amath, contra una
gran coalicin de prncipes sirio-palestinos dirigida por Irkhuleni de amath,
Hadadezer de Damasco y Ajab de Israel. Slo puede decirse que esta batalla,
en la que Ajab desempe un papel importante, se desarroll
aproximadamente un ao o algunos meses antes que la lucha por la conquista
de Ramoth de Galaad, descrita en I Re. 22, en la que cay Ajab. Tal vez exista
entre ambos acontecimientos una correlacin concreta: Ajab estim quiz que
la debilitacin sufrida por Damasco tras su participacin en la batalla de
Qarqar haba sido tan grande que un ataque contra el territorio de Jordania
oriental reclamado por Israel, pero ocupado por Damasco, se vera coronado
por el xito; su esperanza no se cumpli. Las luchas de Israel contra Aram-
Damasco se continuaron posteriormente aunque no podemos situarlas en cada
caso cronolgicamente. En los relatos de II Re. 6, 8; 7, 20 slo se nombra el
Rey de Israel sin citar su nombre. Pero parece seguro que los hechos all
tratados tuvieron lugar despus de la derrota de los israelitas en Ramoth de
Galaad (I Re. 22, 1-40) aludida anteriormente. Tampoco hay duda de que por
lo menos al principio se impusieron los arameos. En una ocasin, narra II Re.
6, 24; 7, 20, los arameos asediaron Samaria, que lleg a pasar tanta hambre
que algunas madres se decidieron a comer la carne de sus propios hijos. La
salvacin de Samaria se debi entonces nicamente a que los arameos se
decidieron a abandonar sus posiciones delante de la ciudad, ante la falsa
noticia de que les amenazaba un peligro de otro lado.
Tambin Joram, hijo y segundo sucesor de Ajab, tuvo que luchar contra
Aram-Damasco. Tal vez haya que situar el asedio y la salvacin de Samaria
que acabamos de ver bajo el reinado de Joram; en todo caso es l el que,
segn II Re. 8, 28-29; 9, 1-28, reanud, aliado con Ocozas de Jud, la lucha
por Ramoth de Galaad contra azael de Damasco, guerra durante la cual
Jeh, apoyado por el profeta Eliseo, asumi el poder eliminando a ambos
reyes, Joram y Ocozas. Tambin Jeh (que, como veremos, se someti en el
ao 841 a los asirios traicionando as, a juicio de los arameos, la causa sirio-
palestina), su sucesor Joacaz y Jos de Jud fueron duramente castigados por
los arameos, cuyo rey era entonces azael (13, 3; 12, 18 s.). Hasta el reinado
de Jos, hijo y sucesor de Joacaz, no cambi la suerte en favor de Israel (13,
24 s.), debido probablemente a la mayor presin a que someta Asiria a
Damasco. Josafat, rey de Jud, que, como vimos, haba sufrido con Ajab la
derrota de Ramoth de Galaad, tuvo ocasin, aproximadamente un decenio ms
tarde, de mostrar de nuevo su amistad con Israel, donde haba sucedido a
Ajab, cado en Ramoth de Galaad, su hijo Joram (851-845). Mesa de Moab,
que haba estado pagando a Israel el enorme tributo de 100 000 corderos y la
lana de 100 000 carneros (II Re. 3, 4) suspendi, tal vez animado por la
derrota sufrida por Israel ante los arameos, el pago de este tributo. La noticia
que da de ello II Re. 3, 4-5 se ve confirmada por una estela[31] encontrada en
1869 en Dibn, la antigua ciudad moabita de Dibn, que ahora se encuentra en
el Louvre y que mand erigir Mesa hacia 840 en memoria de la liberacin de
su pas del yugo israelita, lograda gracias a la fe en la ayuda de su dios
Kamosh. Joram, contina II Re. 3, moviliz el ejrcito contra Mesa y se
dirigi a Josafat preguntando si estaba dispuesto a luchar contra Mesa. ste
asinti con la frmula habitual en estos casos, mi pueblo como tu pueblo, mis
caballos como tus caballos, que tambin haba empleado (I Re. 22, 4) cuando
dio a Ajab su conformidad de partir contra Ramoth de Galaad. Aconsej
adems no atacar a Moab desde el norte, como hubiera sido procedente, sino
desde el sur, rodeando el extremo meridional del mar Muerto, consejo que
probablemente se explique por haber fortificado Mesa la frontera norte de su
pas contra el esperado ataque. El consejo fue seguido y los israelitas aliados
con los judos atravesaron el territorio edomita, en el que se sum a ellos el
rey de Edom: al menos II Re. 3, 9 y 12 mencionan que el rey de Edom
particip en la campaa. Si tal cosa es cierta, la campaa contra Mesa debi
ser posterior a la separacin de Edom y Jud, acontecimiento que estuvo unido
a la proclamacin de un rey propio, situado en 8, 20-22, bajo el reinado de
Joram en Jud (851-845), mientras que I Re. 22, 48 afirma rotundamente que
durante el reinado de Josafat no haba ningn rey en Edom. La sublevacin
de Edom contra su soberano judo pudo deberse, igual que la escisin de
Moab de Israel, a la debilitacin sufrida por Israel y Jud a causa de los
arameos. La debilidad que alcanz entonces Jud se demuestra en que segn
II Re. 8, 22 tambin se separ la ciudad filistea de Libna. Los tres reyes
aliados tuvieron xito en un primer momento, rechazaron el imprudente ataque
de los moabitas, devastaron su tierra y acorralaron a los supervivientes en
Kir-Hareseth, actual el-Kerak, en el noroeste de la punta sur del mar Muerto.
Fracas Mesa en su intento de romper el cerco ante la imposibilidad de
mantenerse en la ciudad, pero el sacrificio de su hijo y heredero, realizado
sobre las murallas ante los ojos de los enemigos, tuvo el xito esperado. El
dios Kamosh acept este sacrificio y oblig a Israel a levantar el cerco y a
volver a su pas.
Josafat, en efecto, como dice I Re. 22, 45, hizo paz con Israel. Y no
volvieron a producirse conflictos entre Israel y Jud, aparte del castigo
infligido por Jos de Israel a Amasas de Jud, hacia 790, y que ya veremos
ms adelante y del ataque del rey israelita Pekah, aliado con Rezin de
Damasco, contra Ajaz de Jud (734) que tambin se ver ms adelante. Sin
embargo, el que Israel fuera el ms fuerte de los dos aliados no significa que
Jud hubiese renunciado por completo a su independencia. Segn I Re. 22, 50,
Josafat rechaz la propuesta de Ocozas, hijo y sucesor directo de Ajab, de
reanudar junto con l los viajes por mar a Ofir. Conviene decir an algo sobre
la poltica religiosa de Ajab y Josafat. El matrimonio de Ajab con la princesa
de Tiro, Jezabel, al que ya aludimos, tuvo como consecuencia el que el culto
del dios principal de Tiro, llamado en el Antiguo Testamento el Baal (ya
sea Baal Shamm el dios del cielo o Melkart el rey de la ciudad[32])
alcanzase tanto en Samaria, capital de Israel, como fuera de ella, tal difusin
que los representantes de la religin de Yahv, principalmente los profetas
encabezados por Elas, vieron en serio peligro su religin original. Elas y su
apstol Eliseo se convirtieron as en los jefes de la oposicin contra las
influencias fenicia y cananea que Ajab hasta cierto punto fomentaba en Israel
por deseo de su esposa Jezabel. El propsito de Elas y los profetas de hacer
caer la dinasta de Ajab y con ella eliminar el culto al dios de Tiro en Israel
fue llevado a cabo por Jeh inspirado por Eliseo, pero de tal manera que el
movimiento cultual-religioso original degener en una accin puramente
poltica unida a terribles crmenes (II Re. 9-10). En Jud, Atala, hija del
matrimonio entre Ajab y Jezabel, se haba casado con el rey judo Joram y,
tras el asesinato de su hijo Ocozas en 845, haba llegado a ocupar el trono
despus de un perodo de terror sangriento; pudo mantenerse an la poltica de
culto que haban liquidado en 845 en Israel, los seis aos durante los cuales
vivi y rein Atala. En 840 Atala fue asesinada en el curso de una revolucin
dirigida por el sumo sacerdote Joyada que llevara al trono a Jos, hijo de
Ocozas, cuando tena siete aos (II Re. 11).
De Josafat se dice en I Re. 22, 41-51 que actu segn los deseos de Yahv
y se da como ejemplo que expuls a los homosexuales consagrados a la
prostitucin cultual que quedaban an en el pas desde los das de su padre.
Pero los datos que figuran en II Par. 17-21 sobre Josafat, mucho ms
detallados que los del Libro de los Reyes (I Re. 22, 41-51), afirman incluso
que Josafat parti en misin (19, 4-11) y convirti a su pueblo al culto de
Yahv, desde Berseba hasta las montaas de Efram, o sea, desde la frontera
norte a la frontera sur del reino de Jud, estableciendo en todos los lugares una
nueva organizacin judicial, datos que se basan en hechos histricos aunque no
se puedan determinar stos con exactitud.
b) Jeh y su dinasta en Israel. Atala, Jos, Amasas y Azaras (Ozas) en
Jud

La dinasta de Jeh, que haba subido al trono de Israel con la revolucin


del 843, pudo mantenerse en el poder un siglo, lo que constituye un caso
extraordinario en Israel; durante este tiempo sucedi cinco veces un hijo a su
padre: Joacaz (818-802) a Jeh, Jos (802-787) a Joacaz, Jeroboam II
(787-747) a Jos y Zacaras (747) a Jeroboam II; todos ellos mantuvieron la
paz como vimos, con Jud y sus reyes Ocozas (845), Atala (845-840), Jos
(840-801), Amasas (801-773) y Azaras u Ozas (773-735), en lo que
seguramente influy el peligro arameo que, como ahora veremos, amenazaba a
ambos estados. Pero entre Jos de Israel (802-787) y Amasas de Jud
(801-773) parece que surgieron graves conflictos provocados por la soberbia
de Amasas. Despus de su triunfo sobre Edom (II Re. 14, 7), Amasas hizo
saber a Jos a travs de emisarios, segn 14, 8-14, que quera medir sus
fuerzas con l. No desisti de su actitud beligerante a pesar de la invitacin a
que permaneciese tranquilo que le hizo Jos con sorna, y pag un alto precio a
su osada.
El peligro arameo constitua una amenaza, tanto para el estado del norte,
Israel, como para el del sur, Jud, bajo Jeh de Israel (845-818) y su hijo
Joacaz (818-802) como bajo su contemporneo el rey judo Jos (840-801)
(II Re. 8, 7-15; 10, 32 s.; 12, 18-19; 13, 3; 13, 7 y 22). Segn 10, 32-33,
Hazael de Damasco arrebat a Jeh todas sus posesiones en la tierra del
Jordn oriental, seguramente en venganza por haber prestado ayuda Jeh a
Salmanasar III (858-824) en su ataque contra Damasco y haberse sometido al
rey de los asirios pagndole tributo, acontecimiento que Salmanasar celebr
no slo en uno de sus relatos, sino tambin en una descripcin plstica que
representa, segn una nota marginal, el tributo de Jeh de Bt-Khumri, o sea,
de la casa de Omri, de Israel[33]. 12, 18-19 da noticias de que Hazael haba
ocupado Jud hasta Gath y de que Jos slo haba podido evitar el asedio de
Jerusaln con el pago de un fuerte tributo. Tambin Joacaz (818-802), hijo y
sucesor de Jeh, estuvo expuesto a los ataques de Hazael y de su hijo
Benhadad III (13, 22) y tuvo que soportar un riguroso desarme (13, 3 y 7).
Entre ambos versculos, que relatan un terrible ataque de Damasco contra
Israel, describen los versculos 4-5 que Yahv mand a su apurado pueblo un
defensor que les liber del poder de Aram permitindoles volver a vivir en
sus tiendas como antao. Esto parece indicar que Israel recuper entonces
los territorios que le haban sido arrebatados por Hazael segn II Re. 10, 32-
33; 13, 22. Este triunfo se atribuye (14, 25) como ahora mismo veremos a
Jeroboam II (787-747) y todo hace suponer que as fue en realidad. La noticia
que aparece en los relatos sobre Joacaz de Israel (818-802) de que Yahv
envi un defensor, que recuper Jordania oriental para Israel, tiene que
entenderse referida a los tiempos de Jeroboam II, varias dcadas despus de
Joacaz[34]. De no ser as habra que ver en el defensor al rey israelita Jos
(802-787), del que dice 13, 23-25 que arrebat a Benhadad las ciudades
israelitas conquistadas por su padre Hazael a Israel.
Bajo Jos de Israel (802-787) y Amasas de Jud (801-773) disminuy la
presin de los arameos de Damasco sobre Israel y Jud, lo que puede
atribuirse a que Damasco estaba expuesta a nuevos peligros por parte de los
asirios. Segn II Re. 13, 22-25 Jos pudo incluso arrebatar de nuevo a
Benhadad III las ciudades que ste haba tomado a su padre. En general puede
decirse que hacia 780 comienza un medio siglo que trajo a Israel y Jud un
gran auge poltico y econmico. La presin que ejerca hasta entonces sobre
ellos Damasco haba desaparecido o por lo menos se haba reducido, como
acabamos de ver, y el peligro con que los amenazaba el podero renaciente de
los asirios slo era advertido por unos cuantos, mientras que la mayora no lo
vea o no lo quera ver. Jeroboam II de Israel (787-747) y Azaras, su
contemporneo de Jud, pudieron de este modo ampliar notablemente sus
estados a costa de sus vecinos. Jeroboam II pudo, segn II Re. 14, 25-28,
integrar en el rea de influencia de Israel los territorios de Damasco y amath
vinculados hasta entonces a otra gran potencia: la coalicin dirigida por el
estado de Yadi del noroeste de Siria y sureste de Asia Menor, de la que an
nos ocuparemos ms adelante. El profeta Jons, hijo de Amittai, le alent,
prometindole la bendicin de Yahv para esta empresa, mientras que el
profeta Ams declaraba improcedente el orgullo de su pueblo por los triunfos
obtenidos, en clara oposicin al optimismo de Jons (II Re. 14, 25 y Ams 6,
14)[35], y amenazaba con la llegada de los asirios que convertiran en derrotas
los triunfos obtenidos por Israel. Azaras, al que, igual que sucede con
Jeroboam II (14, 23-29), el Libro de los Reyes slo dedica algunos versculos
(15, 1-7) pero al que consagra II Par. 26, 1-23 un detallado relato, no slo
introdujo innovaciones econmicas y militares (26, 9-15), sino que tuvo
tambin grandes xitos en poltica exterior; reconquist Elath tras la
eliminacin del reino edomita, anexion territorio filisteo y rechaz
invasiones de vecinos nmadas.
Algunos creen ver en Azriyau de Yadi[36], del que cuenta Tiglatpileser
que form parte de una gran coalicin de estados sirios contra Asiria pero que
fue vencido finalmente por Tiglatpileser, al rey judo Azaras, equiparando a
Yadi con Jud. Pero este Azriyau proceda en realidad de la regin
noroccidental siria de Yadi, que conocemos, con su capital Samal, gracias a
las excavaciones alemanas realizadas a finales del siglo pasado en Zincirli y
sus alrededores, y era el pretendiente al trono cuyo nombre, aunque no aparece
en la inscripcin de la segunda mitad del siglo VIII hallada en Zincirli, s
refleja el aciago papel que tuvo Yadi en Samal con su cruel exterminio de
la dinasta all reinante[37].

B) Los arameos

Sobre el perodo 880-745 disponemos de una relativa abundancia de datos


acerca de los estados arameos de amath, Damasco, Arpad y Yadi-Samal.
amath y Damasco estaban junto con Ajab de Israel a la cabeza de la gran
coalicin de estados sirio-palestinos contra los que luch Salmanasar III
(858-824) en 853 al pie de la fortaleza de Qarqar[38] perteneciente a amath.
Aunque el rey asirio, que se refiere con frecuencia a ello en sus relatos, se
adjudica la victoria, no pudo quebrar esta batalla la resistencia de la
coalicin. En todo caso tuvo Salmanasar que llevar a cabo an mltiples
campaas contra amath y Damasco. Posteriormente amath y Aram-
Damasco, que haban luchado juntos contra Salmanasar, se hicieron enemigos.
Parece ser que a la muerte de aqul, al reducirse la presin asiria sobre Siria,
trat Aram-Damasco de ampliar su rea de influencia a costa de amath. Esto
parece demostrado con la estela encontrada hace un cuarto de siglo en Brdsh,
a 7 km al norte de Alepo, que data del siglo IX[39] y cuya inscripcin aramea,
desgraciadamente algo defectuosa, nombra a Bar(ha)dad, hijo del (?) rey de
Aram como donante y a Melkart su seor como destinatario de la ofrenda.
Algunas dcadas despus, entre 800 y 780, nos relata Zakir[40] rey de amath
y Laash[41], en una inscripcin aramea, que fue atacado y asediado en su
fortaleza de Hazrak por una gran coalicin siria del norte dirigida por
Barhadad, hijo de Hazael, rey de Aram (o sea, Aram-Damasco), de la que
tambin formaba parte Samal, pero que fue salvado por su dios Beelschamn
al que haba pedido ayuda. Por lo dems, amath y Damasco tuvieron poco
despus que consentir, si es acertada la versin de II Re. 14, 28 s. propuesta
anteriormente, una limitacin de su autonoma cuando Yadi-Samal integr a
ambos estados en su rea de influencia y cuando dos dcadas ms tarde
Jeroboam II (787-747) de Israel adquiri por su parte un derecho de control
sobre ellos llegando incluso a anexionrselos.
Arpad, cuyo impresionante tell, Tell Erfd, situado 30 km al norte de
Alepo, es testigo de la larga y rica historia de estos lugares, aparece en el
canon de los epnimos[42], en el ao 805, como objetivo de una campaa de
Adadnarri III (811-781). Volvemos a tener noticias de esta ciudad y del
estado del que fue capital cuando en 760 Matiel se hace en ella con el poder.
En 754 tuvo que someterse ste a un tratado bastante desventajoso para l con
Ashshurnarri V (754-745)[43] que tal vez responda a los esfuerzos de
Sardur II de Uraru por levantar los estados sirios contra Asiria y que deba
ligar Matiel a Asiria. Matiel, sin embargo, no se atuvo durante mucho tiempo
a este tratado y pas al lado de Uraru, lo cual, como veremos, condujo a que
Tiglatpileser III se dirigiese al principio de su reinado contra Arpad, que
conquist en 740 y destruy totalmente despus de tres aos de asedio. Aparte
de este acuerdo entre Ashshurnarri V y Matiel, conservado en gran parte en
idioma asirio sobre una tablilla de barro, tenemos tres textos de estela
arameos, hallados en 1930 en Sfire, 25 km al sudeste de Alepo, que contienen
los tratados de Bargaya, rey de Katak, al parecer un poderoso estado
arameo vecino de Arpad con Matiel, hijo de Atarsamak, rey de Arpad[44]
y que fueron concluidos segn los estudios provisionales que se han hecho
sobre ellos aproximadamente en las mismas fechas que el tratado con
Asiria. Tambin guardan alguna relacin con la empresa de Sardur, ya sea que
estuvieran dirigidos contra l o que significasen ms bien una accin contra
Asiria para la que trat de ganar o en la que oblig a tomar parte al rey de
Arpad, el enrgico rey de Katak.
Sobre Yadi-Samal, estado del noroeste sirio o sureste de Asia Menor
del que ya se hizo mencin, disponemos de abundantes datos gracias a unas
inscripciones halladas en su capital, la actual Zincirli, o cerca de ella. De
estas inscripciones, la de Kilamuwa, aproximadamente del ao 825, est en
fenicio puro; las dos siguientes, la de Panammuwa I, de mediados del
siglo VIII, y la ms moderna de Panammuwa II, estn escritas en un dialecto
fenicio-arameo[45] y en arameo las seis restantes, de la segunda mitad del
siglo VIII. En su gran inscripcin Kilamuwa nombra a sus antecesores en el
trono, su bisabuelo Gabbar, su abuelo Bamah, su padre Chajan, tambin
nombrado por Salmanasar III (858-824) entre sus tributarios, y su hermano
Shaul. Relata que, atacado por el rey de los danuna, fue salvado por el rey
asirio al que haba pedido ayuda y que despus su pueblo pudo disfrutar de
gran bienestar y prosperidad. Tambin Panammuwa II, hijo de Qaral, habla de
la felicidad y bienestar de su pueblo en la inscripcin que figuraba en una
estatua del dios Nadad de una altura original de cuatro metros, mandada
construir por l hacia la mitad del siglo VIII, en la que, a pesar de los
desperfectos, se distingue que el rey da en ella gracias a su dios Hadad y a los
otros dioses de su casa por su bendicin.

C) Los fenicios

Desde el principio del siglo IX Siria y Palestina empiezan a sentir el


resurgir del imperio asirio y sus avances hacia el mar Mediterrneo; lo mismo
sucede con las ciudades comerciales y los puertos fenicios, pese a que estas
ciudades conservaron su autonoma entre el 880 y el 745. Entonces no se
produjeron apenas anexiones de territorios fenicios, destronamientos de las
dinastas reinantes y sustituciones de stas por gobernadores asirios, cosa que
antes de Tiglatpileser III haba sucedido alguna que otra vez. Sin embargo,
desde el resurgimiento de Asiria, las ciudades fenicias se vieron sometidas
una y otra vez al pago de fuertes tributos. Se nombran en este sentido diversas
ciudades sin que puedan determinarse los motivos de su sujecin en cada caso.
Tiro y Sidn aparecen nombradas con mucha frecuencia.
Un claro smbolo de la supremaca que ejerci el imperio asirio en el
siglo IX sobre la costa fenicia es el relieve que mand erigir un rey asirio,
probablemente Salmanasar III (858-824), en la margen meridional del Nar
el-Kelb, cerca de la desembocadura de este ro en el Mediterrneo, junto a una
inscripcin que el faran egipcio Ramss II (1301-1234) haba mandado
grabar cuatro siglos antes[46].

III. SIRIA-PALESTINA COMO PARTE DE LOS IMPERIOS ASIRIO Y BABILNICO


(745-538 a. C.)

A) Israel y Jud

a) Las dos ltimas dcadas del estado de Israel y su fin

Si hasta pasada la mitad del siglo VIII Israel, Jud y con ellos los otros
estados sirio-palestinos haban ignorado o subestimado el peligro que les
amenazaba por parte de los asirios, todo cambia de golpe cuando
Tiglatpileser III (745-727) reanuda con energa y violencia hasta entonces
inauditas la poltica dirigida a someter Siria-Palestina, recurriendo sin
escrpulos al mtodo de la deportacin, ya utilizado por algunos de sus
antecesores. En los primeros aos del reinado de Tiglatpileser, form el
citado Azriyau de Yadi-Samal una gran coalicin prcticamente con todos
los estados sirio-palestinos y dirigida contra Asiria, partiendo seguramente de
una anterior coalicin sirio-palestina dirigida por Yadi y de la que
Jeroboam II haba apartado a amath y Damasco para integrar estos pases
bajo su propio dominio. Tiglatpileser se vio ante la necesidad de destruir esta
coalicin, cosa que hizo concienzudamente. Grandes zonas de Siria fueron
anexionadas a Asiria despus de la deportacin de su poblacin, entre ellas 19
provincias de amath, quedando sometidos al pago de tributos muchos
estados, ciudades, pueblos y tribus. Entre los tributarios figuran Rezin de
Damasco, Menehem de Samaria, Hiram de Tiro, Sibittibiili de Biblos y
Zabba, reina de Arabia. Es comprensible que los estados sirio-palestinos
buscasen cualquier medio que pudiese asegurarles su independencia o al
menos parte de ella. En este sentido se formaron coaliciones de mltiples
estados como las que ya haba conocido Siria-Palestina. Rezin de Damasco y
Pekah de Israel siguieron el mismo ejemplo, y trataron de ganarse como tercer
aliado a Acaz de Jud. ste, sin embargo, se neg a entrar a formar parte de la
alianza de sus vecinos considerando seguramente que habra de ser el aliado
ms dbil y que se vera forzado a sacrificar gran parte de su independencia.
Ante la negativa de Acaz, Rezin y Pekah emplearon la violencia. Sitiaron a
Acaz en Jerusaln y le amenazaron con sustituirle por un antirrey,
probablemente arameo, llamado Tabeel. En esta situacin crtica, que se vio
agravada por la subida al trono en Edom de un rey indgena que expuls de
Elath a los judos all asentados, haciendo a la larga Elath independiente
(II Re. 16, 6)[47], se dirigi Acaz a pesar de las serias advertencias del profeta
Isaas a pedir auxilio a Tiglatpileser. El xito fue inmediato; el rey de los
asirios conquist Damasco y anexion al imperio asirio Aram-Damasco.
Tambin Israel sufri un duro castigo. Tiglatpileser dej que subsistiera el
estado de Efram, pero grandes zonas de la llanura costera de Galilea y
Galaad se convirtieron en provincias asirias[48]. Pekah fue vctima de una
conjuracin, cuyo jefe Oseas, hijo de Ela y favorito de los asirios, fue
proclamado rey. Tiglatpileser se refiere a estos acontecimientos en una
inscripcin: Ya que haban destronado a su rey Pekah, nombr a Oseas
soberano suyo (AOT, pgina 348; ANET, pg. 284). En este punto se
complementan satisfactoriamente las inscripciones asirias y los relatos
bastante minuciosos de la Biblia (II Re. 15, 29-30; 16, 5-18; Is. 7, 1; 9, 6;
AOT, pgs. 346-348; ANET, pgs. 282-284). Pero el estado de Efram no
haba de tener una vida larga. A la muerte de Tiglatpileser en el ao 727,
Oseas, que haba sido proclamado rey por aqul crey llegado el momento de
deshacerse del yugo asirio, recurriendo a la ayuda egipcia como otros
prncipes sirio-palestinos rebeldes. II Re. 17, 4 dice de Salmanasar V
(727-772): El rey de Asur descubri una conjuracin de Oseas, pues ste
haba enviado emisarios a So[49], rey de Egipto, y no haba realizado el pago
anual de tributos al rey de Asur; le mand detener y arrojar a la crcel, y
prosigue 17, 6: En el sexto ao de Oseas conquist el rey de Asur, o sea
Sargn II (722-705), sucesor de Salmanasar, Samaria, se llev prisioneros a
los israelitas a Asur, asentndoles en Halah y a orillas del Khbr, un ro de
Gosan, y en las ciudades de la Media. El propio Sargn escribe: Al
principio de mi gobierno y en el primer ao de mi reinado conquist
Samaria, 17 290 personas que la habitaban fueron deportadas. 50 carros
entre ellos reclut para mi ejrcito real. A las gentes de las tierras, botn de
mis conquistas, dej vivir all. A los hombres de mi corte los nombr
gobernadores sobre ellas. Les impuse el pago de tributos como a los sirios
(AOT, pg. 348; ANET, pgina 284; DOTT, pg. 59). Sin embargo, la
resistencia del antiguo estado del norte de Israel contra el dominio extranjero
an no se haba extinguido; incluso lleg a participar ms tarde en
levantamientos sirio-palestinos contra Asiria. Pero eran slo manifestaciones
espordicas del deseo de libertad y tenan poca importancia. Por lo dems,
Israel desaparece entonces de la historia; slo Jud subsistira, hasta caer
tambin en 587, para volver a renacer en 538 en forma de estado eclesistico.

b) Exequias, Manass, Amn, Josas hasta Sedecas. Fin del estado de


Jud. El exilio en Babilonia

Al desaparecer en 722 con el estado de Efram el resto de Israel, era


Ezequas (725-697) rey de Jud. De l dicen II Re. 18-20 y II Par. 29-32 que
poda separarse del rey de Asiria y que no necesitaba ser su vasallo, que
obtuvo una victoria sobre los filisteos y que introdujo profundas innovaciones
dirigidas a reformar el culto, sin que pueda decirse si estas medidas han de
situarse antes o despus de la integracin del estado septentrional israelita en
el reino asirio, que seguramente limit tambin la independencia de Jud.
Queda tambin la duda de si fueron histricas las medidas de reforma del
culto y su expansin al territorio del antiguo estado septentrional a que se
alude en II Re. 18, 3-6 y II Par. 30 y 31. Existe desacuerdo, en particular, en
cuanto a si Ezequas elimin los elementos adventicios del culto del templo y
suprimi los santuarios de Jerusaln, excepcin del templo, de manera tan
radical que pueda considerarse precursor y ejemplo de Josas, que hizo lo
mismo cien aos ms tarde, o si los mritos de Ezequas en cuanto reformador
fueron exagerados en el deseo de resaltar al mximo, frente a generaciones
posteriores, lo notable de sus medidas; tambin se discute si Ezequas disfrut
verdaderamente de tanta independencia respecto a los asirios que justifique el
pasaje de 18, 7 que asegura que pudo abandonar al rey asirio y dejar de ser su
vasallo. Por lo que se refiere a la primera cuestin, parece seguro que se
exager en nuestro relato el servicio prestado por Ezequas al culto de Yahv,
pero no cabe duda de que Ezequas llev a cabo algo importante y de que por
lo menos una de las medidas de este tipo que se le atribuyen es probablemente
histrica. Se trata de la eliminacin de la serpiente de bronce (II Re. 18, 4)
que haba introducido Moiss (Nm. 21, 4-9) y a la que se ofrecan
sacrificios. Si la reforma de Ezequas no se detuvo siquiera ante la destruccin
de tan venerable smbolo, cabe suponer que las restantes medidas fueran, al
menos en parte, de gran importancia. Habr que preguntarse incluso si no fue
entonces cuando se retir el Arca del Sancta-Sanctorum del templo, con lo que
aqulla perdi su importancia, y si el relato de esta medida, que figuraba en un
principio junto al de la destruccin de la serpiente en los relatos sobre el
reinado de Ezequas, no desapareci porque el Arca conserv su rango incluso
despus de su supresin, al menos en teora y de cara al pasado. Las ltimas
ocasiones en que se menciona el Arca son la huida de David ante Absaln, en
la que participaron primero los sacerdotes Sadoc y Abiathar, portadores del
Arca, hasta que David les mand volver con ella (II Sam. 15, 24-29) y la
bendicin del templo salomnico, en la que fue introducida solemnemente en
el Sancta-Sanctorum (I Re. 8, 1-9). Cuando en 597 y 587 fue saqueado el
templo por los babilonios al parecer ya no se encontraba all el Arca. En todo
caso no est mencionada en el botn ni en II Re. 25, 8-17 ni en Jer. 52, 12-23.
En este sentido asegura Jeremas (3, 16-17) que no se echara de menos en los
tiempos venideros, lo que significa que el Arca haba perdido entonces, por lo
menos en algunos crculos, su importancia. Su desaparicin slo puede
explicarse de dos maneras: robo por el enemigo en uno de los mltiples
saqueos del templo o eliminacin por los crculos que consideraban este
antiguo smbolo tan superado como la serpiente de bronce. De estas
posibilidades, parece ms segura la segunda, es decir, la supresin del Arca
por Ezequas, ya que ste poda permitirse un gesto semejante.
Respecto a la segunda cuestin, la relacin de Ezequas con los asirios,
parece que su poltica hacia ellos oscil entre la afirmacin de independencia
y el reconocimiento de su soberana, segn las muy diversas circunstancias
polticas de su reinado. Su decidida voluntad de asegurarse la independencia
le impuls a preocuparse del abastecimiento de agua de la ciudad y fortaleza
de Jerusaln, de la reconstruccin de sus murallas, la fabricacin de armas y
la creacin de almacenes y del fortalecimiento de la moral de sus oficiales
(II Re. 20, 20; II Par. 32, 1-8 y 27-30) medidas que aparecen en II Par. 32, 1-2
y 4 expresamente dirigidas contra los asirios. Las obras de Ezequas para el
abastecimiento de agua a Jerusaln, descritas en la Biblia, se ven confirmadas
e ilustradas una vez ms por un oportuno hallazgo arqueolgico: la inscripcin
de Silo[50], descubierta en 1889 en el tnel que comunica la fuente de Gihn
con el estanque de Silo, la cual contiene un relato muy expresivo de la
construccin del tnel, y las caractersticas del tnel mismo, construido
seguramente por Ezequas, y que sigue cumpliendo su cometido como hace dos
mil aos.
Otro hecho que demuestra los deseos de Ezequas de conservar la
independencia de su pueblo frente a los asirios es la rapidez con que acept,
al menos al principio y a pesar de la advertencia de Isaas, la propuesta que le
hizo Merodac-Baladn, pretendiente al trono babilnico (II Re. 20, 12-19; Is.
39, 1-8), de unirse a una coalicin dirigida contra los asirios, mostrando al
emisario babilnico su palacio entero, el arsenal y el tesoro, dndole a
entender que se encontraba bien armado para la guerra y que constitua un
valioso aliado.
Tampoco le faltaron otras ocasiones a Ezequas para sumarse a las
conspiraciones dirigidas contra el dominio de Asiria. Disponemos sobre este
aspecto de datos abundantes y detallados, gracias a que Isaas alz su voz en
todos los casos semejantes al de Merodac-Baladn y a que sus advertencias
quedaron, al menos en parte, conservadas en el Libro de Isaas. Sin embargo
no puede establecerse siempre con seguridad a cul de las diferentes
ocasiones que se presentaron a Ezequas para desertar de los asirios se
refiere. La advertencia que hace Isaas en Is. 20, 1-6 a Jud, Edom, Moab y las
ciudades filisteas, con Asdod a la cabeza, que segn las inscripciones de
Sargn participaron en un levantamiento contra Asiria, confiando en Egipto
donde entonces reinaba una dinasta etope, est fechada despus del ao en
que vino el general a Asdod, cuando le envi el rey Sargn de Asiria y siti y
conquist aqulla. Se refiere, por tanto, al levantamiento de una coalicin
sirio-palestina que fracas y condujo en 711 a la conquista de Asdod por los
asirios, hechos que, como ya sealamos, estn ampliamente descritos en
inscripciones de Sargn (AOT, pgs. 350-352; ANET, pgs. 284-285; DOTT,
pgs. 58-63), y que ha venido a ilustrar una estela triunfal indita de Sargn II,
hallada en el curso de las excavaciones americano-israeles realizadas en
Asdod en 1962-63. Tambin en Is. 30, 1-17; 31, 1-9 aparecen advertencias
dirigidas contra los judos que, confiando en la ayuda egipcia, prepararon un
levantamiento contra Asiria, sin que pueda determinarse si pertenecen a la
misma poca que Is. 20, 1-6 o son posteriores al ao 705 en que muri Sargn.
La muerte de Sargn provoc levantamientos en Siria y Palestina, al igual que
en otras partes del imperio asirio. Ezequas, que desempe un papel
importante en estos acontecimientos, sufri todo el rigor del tribunal de
castigo de Senaquerib (705-681), sucesor de Sargn. Haba tenido prisionero
en Jerusaln a Padi, rey legtimo de Ecrn, que haba permanecido fiel a
Asiria; despus de derrotar Senaquerib en Eltheke, en el suroeste de Palestina,
al ejrcito egipcio que acudi en ayuda de los insurrectos, Ezequas, al igual
que los ecronitas del bando antiasirio, sufri un duro castigo mientras que Padi
era entronizado de nuevo por Senaquerib en el trono de Ecrn. Jud, la tierra
de Ezequas, fue completamente devastada y privada de una considerable parte
de su poblacin y de gran cantidad de ganado. El propio Ezequas fue
encerrado en Jerusaln y obligado a consentir la cesin de grandes territorios
a los reyes de Asdod, Ecrn y Gaza y el pago de un enorme tributo (AOT,
pgs. 352-354; ANET, pgs. 287-288; DOTT, pgs. 64-73, lm. IV). Los
extensos relatos asirios sobre este suceso coinciden con los ms escuetos
datos bblicos (II Re. 18, 14-16), pues en stos tambin se alude al pago del
pesado tributo impuesto a Ezequas por Senaquerib, pero difieren de ellos en
que no dicen ni una sola palabra acerca del fracasado sitio de Jerusaln por
los asirios, mientras que los relatos bblicos correspondientes insisten en
destacarlo. Sin duda estos relatos bblicos (II Re. 18, 17-19, 37 = Is. 36, 1-37,
38) son en gran parte leyendas no histricas. Sin embargo, parece ser que
tienen un fondo de interpretacin histrica; Isaas, que haba prevenido
siempre al rey y al pueblo de los peligros de un levantamiento contra el
dominio asirio, cambi su actitud cuando el enemigo se atrevi a atacar
Jerusaln y su templo de Yahv, jactndose de sus anteriores conquistas (II Re.
19, 11-13); predijo la derrota del enemigo y triunf cuando sta se produjo,
salvndose Jerusaln. Esto parece tanto ms probable cuanto que existen unas
frases, sin duda autnticas, de Isaas (Is. 10, 5-15, 24-34) en las que l, que
siempre haba visto en los asirios un azote de Yahv contra Israel, anuncia el
castigo divino a Asiria por su soberbia. Al parecer Senaquerib no pudo llevar
a cabo la conquista de Jerusaln. No sabemos, sin embargo, los motivos, ya
que las dos diferentes razones que se alegan en II Reyes 19, 35 = Is. 37, 36 y
en Reyes 19, 9 = Is. 37, 9 son poco probables.
Manass, que sucedi a su padre en el trono de Jud, llegando a ocuparlo
ms de medio siglo (696-642), es presentado en los pasajes bblicos
correspondientes (II Reyes 21, 1-18; II Par. 33, 1-20) como representante de
una poltica de culto opuesta a la de su padre. Toler y lleg incluso a
introducir toda clase de elementos sincrticos en el culto de Yahv, entre ellos
la conjura de muertos y los sacrificios de nios. Se dice adems de l
(II Reyes 21, 16) que derram mucha sangre inocente en Jerusaln, y, puesto
que este dato est ligado a la protesta de los profetas de Yahv contra la
idolatra de Manass, al que anunciaron el castigo divino (21, 10-15), se
deduce que se refiere a sus medidas contra los profetas. El pseudoepigrfico
martirio de Isaas asegura que Isaas sufri martirio bajo Manass, siendo
destrozado con una sierra, a lo que parece aludir la epstola a los hebreos en
11, 37 cuando, entre las diferentes muertes de los hroes de la fe, nombra el
ser aserrado. II Par. 33, 10-13 y 18 s. abarca un perodo ms extenso que el
del Libro de los Reyes y cuenta que Manass fue llevado prisionero por los
asirios a Babel, que hizo penitencia en su cautiverio, fue instaurado de
nuevo en su reino y fortaleci su pas renovando las murallas de Jerusaln y
por medio de medidas militares que incluso purific y promovi el culto de
Yahv (II Par. 33, 14-17). 33, 18-19 hace tambin alusin a la oracin que
parece haber rezado Manass en apuros. La oracin de Manass, inspirada
seguramente en esta crnica y escrita en poca cristiana, se encuentra entre los
apcrifos del Antiguo Testamento. Sin duda se basa en algn hecho histrico
toda esta historia de la detencin de Manass por los asirios, su indulto y el
consiguiente giro de su poltica religiosa, pero se carece de datos precisos al
respecto. Por lo dems, la actitud inicial de Manass contra el culto puro de
Yahv se explica tambin por el hecho de que durante su reinado (669-642)
alcanzase el imperio asirio, bajo Asarhaddn (681-669) y Asurbanipal
(669-627), su mayor extensin, incluyendo tambin a Egipto en su zona de
influencia y cercando as a Jud completamente.
Amn (641-640), hijo y sucesor de Manass, mantuvo la actitud hostil a
Yahv que haba mostrado su padre algn tiempo, probablemente al principio
de su reinado, y no se humill ante Yahv como su padre Manass, segn se
afirma en II Par. 33, 23. Una conjuracin de palacio dirigida contra Amn
puso fin prematuramente a su reinado y a su vida. No existen datos sobre los
motivos de esta conjuracin; en todo caso, no parece haber encontrado mucho
eco en el pueblo. Por el contrario, ste se dirigi contra los conspiradores,
asesin a todos ellos y proclam rey al hijo de Amn, Josas (639-609). ste
fue, segn II Reyes 22,1; 23,30; II Par. 34,1; 35,27 versin fidedigna al
menos en lo esencial, el rey que ms impuls la reforma del culto de Yahv,
liberndole de los elementos cananeos que vena arrastrando ya mucho tiempo
y de influencias asirias de pocas ms recientes, centralizndolo por completo
en Jerusaln y suprimiendo todos los santuarios excepto el templo. Esta
reforma del culto de Josas fue determinada por un supuesto Libro de la Ley de
Moiss que anunciaba la gracia divina en el caso de su cumplimiento, pero
terribles castigos de Yahv en caso de desobediencia. Este libro fue
encontrado segn II Reyes 22, 3-10 y II Par. 34, 8-18 por el sacerdote
Hilcas en el decimoctavo ao del reinado de Josas, o sea en 622, durante la
revisin de las donaciones destinadas a la conservacin del templo (II Par. 34,
14) llevada a cabo por el ministro Safn en nombre del rey. Segn otra versin
probablemente II Reyes 22, 8 fue Hilcas el que descubri el Libro a
Safn durante la revisin. Safn se lo entreg al rey que, como ahora veremos,
tom inmediatamente las medidas necesarias para cumplir los preceptos del
nuevo Libro de la Ley mosaica.
No cabe duda de que este libro no es en realidad un autntico documento
de Moiss. Pero no puede determinarse si se trata realmente de un hallazgo, y
el libro era por tanto ms antiguo que los hechos que acaban de citarse del
Libro de los Reyes y de los Paralipmenos o Crnicas, o si el relato hecho por
Hilcas de su hallazgo del libro no es una ficcin destinada a conceder mayor
prestigio al libro, una pia fraus de las muchas que registra la historia de las
religiones y las iglesias. En este caso habra que suponer que un grupo
interesado en una reforma radical del culto de Yahv, en el que habra que
contar sobre todo con la participacin de los profetas, esperaba lograr mejor
su objetivo amparndose en un cdigo atribuido a Moiss que en una obra que
reconociese, en aquellos momentos, su autntico origen. En el primer caso
cabe pensar que, aproximadamente cien aos antes, en la poca de Ezequas
tan llena de tendencias reformistas, un grupo deseoso de innovaciones hubiese
depositado su programa en el templo, confiando en su futura realizacin,
donde fue hallado un siglo ms tarde provocando una amplia reforma. Pero
tambin puede imaginarse, ya que se han aducido en favor de ello argumentos
serios, que los proyectos que se atribuan a Moiss fueron trasladados a
Jerusaln y guardados en un lugar del templo considerado seguro por algn
movimiento reformista que operaba en el estado del norte, poco antes de su
cada. Por otra parte, no tiene demasiada importancia histrica el que el Libro
de la Ley, presentado en 622 como nuevo descubrimiento y obra de Moiss,
tuviera entonces su origen o fuera escrito un siglo antes, ya que este libro no
empez a tener influencia hasta su supuesto o real descubrimiento en el ao
622. Los escritos, en particular los de profetas como Ams, Oseas, Isaas y
Miqueas, no revelan ninguna influencia del libro hallado entonces, mientras
que posteriores libros del Antiguo Testamento, como los de los Jueces,
Samuel, los Reyes y Jeremas, s presentan claras huellas. Adems no hay
duda de que existe una evidente relacin entre el cdigo hallado, segn
II Reyes 22-23 y II Par. 34-35, en el decimoctavo ao del rey Josas, y el
Deuteronomio, repeticin de la ley, libro llamado as porque fue
considerado sin razn como una repeticin de las leyes contenidas en el
xodo, el Levtico y los Nmeros; la centralizacin del culto de Jerusaln
reclamada en el Deuteronomio tuvo que ser exigida por el libro de Josas, y la
reforma que se basa en este libro realiza lo que se propugna en el
Deuteronomio. El Cdigo de Josas y el Deuteronomio, o, mejor dicho, la
esencia de este ltimo, coinciden perfectamente.
Josas se dedic por completo a su reforma del culto, en la que al parecer
concurrieron la religiosidad y el sentimiento nacional. Pero a la realizacin de
sus planes contribuyeron fundamentalmente las circunstancias polticas de
entonces, que permitan a Jud y a los otros estados sirio-palestinos, an
relativamente independientes, una mayor libertad de accin que la que haba
existido antes. Si ya bajo Asurbanipal (669-627) haba perdido el imperio
asirio gran parte de su antiguo poder, prosigue esta decadencia bajo sus
sucesores. Ya conquistada Asur, caen Nnive en 612 y Kharrn en 610 en
manos de los babilonios y medos aliados que asumen la herencia de Asiria.
Este desmoronamiento de la autoridad asiria, que se inicia ya al subir al trono
Josas, provoc en Jud y en su joven rey, igual que en los otros estados sirios,
deseos de libertad nacional y religiosa, como era caracterstico de la
antigedad. As como el reconocimiento de la supremaca poltica haba
significado para Jud concesiones al culto de los dioses asirios por
ejemplo, la instalacin en la entrada del templo de Yahv de un carro tirado
por caballos dedicado al dios Shamash (II Reyes 23, 11), as Josas limpi
despus el templo de estos elementos. Pero adems Josas pudo permitirse
tambin una serie de intervenciones en la misma zona de influencia de los
asirios. Segn el relato de 23, 15-20, histrico al menos en sus rasgos
esenciales, pas en su lucha de exterminio de todos los centros religiosos,
excepto el de Jerusaln, al territorio de la provincia asiria de Samaria,
destruyendo y profanando sus santuarios y en especial los de Bthel.
La estrecha relacin que para Josas guardaban el culto a Yahv y el
sentimiento nacional se demuestra tambin ms adelante. Cuando el faran
Nekao trat de avanzar en 609 hacia el ufrates para ayudar contra los aliados
babilonios y medos a los asirios, antiguos enemigos de Egipto, considerados
entonces dignos de apoyo ante el resurgimiento de los babilonios, le sali al
encuentro Josas en Megiddo con un ejrcito, para impedir que Egipto se
constituyese de nuevo en amo de Siria y Palestina, perdiendo as Jud la
libertad obtenida inesperadamente gracias al desmoronamiento de Asiria. Sin
embargo, Nekao sali victorioso de este encuentro, mientras que Josas
encontr la muerte o fue herido mortalmente, siendo trasladado a Jerusaln
donde fue enterrado. La derrota y la muerte del piadoso rey causaron honda y
duradera impresin en su pueblo. Segn II Par. 35, 25, Jeremas le dedic un
canto fnebre y se dispuso oficialmente la recitacin de cantos fnebres a
Josas, tradicin que se conserv durante muchos siglos.
El fracaso de Josas en el intento de defender la libertad de su pas frente a
Nekao dio lugar a que ste se convirtiese en soberano de Palestina y Siria,
aunque slo durante algunos aos. Sin embargo, en este corto lapso de tiempo
Jud sufri el rigor de la dependencia de Egipto. El hijo de Josas, Joacaz, que
haba sido proclamado sucesor de su padre por el pueblo, fue destituido
inmediatamente por Nekao. En su lugar nombr rey a su hermano Eliaquim,
dndole el nombre de Joaquim para indicar que el nuevo monarca era un
producto suyo, igual que, segn II Reyes 24, 17, Nabucodonosor cambiara
diez aos ms tarde el nombre de Matanas, impuesto por l en el trono de
Jud en lugar de Joaquim al que haba deportado a Babilonia, por el de
Sedecas.
En el ao 605 se produce un cambio fundamental en la situacin poltica
del Prximo Oriente. Entre los dos pretendientes a la posesin de Siria y
Palestina, los egipcios dirigidos por el faran Nekao y los babilonios al
mando del prncipe heredero Nabucodonosor, se libra en Karkemish, a orillas
del ufrates, una batalla que termin con la derrota de los egipcios y decidi
que los babilonios, en primer lugar el rey Nabucodonosor (605-562), fueran
los amos de Siria y Palestina, como aparece escrito en II Reyes 24, 7 con
clsico laconismo: El rey de Egipto ya no sali ms de su pas, porque el rey
de Babel le arrebat todo lo que le haba pertenecido, desde el ro de Egipto
hasta el ufrates, o sea, toda Siria-Palestina. Joaquim sobrevivi a este
desplazamiento del poder en el espacio sirio-palestino, lo que significa que
reconoci a tiempo y de manera adecuada al nuevo soberano, Nabucodonosor.
Pero con el tiempo no pudo Joaquim resistir la tentacin de ceder a las
propuestas de sus vecinos filisteos y fenicios de aliarse con ellos para
sacudirse el yugo babilnico. II Reyes 24, 1-6 relata que Joaquim fue leal a
Nabucodonosor durante tres aos, pero que luego lo abandon, por lo que
Nabucodonosor incit a bandas arameas, moabitas y amonitas a realizar
incursiones contra Jud. II Par. 36, 5-8 aade a los datos de II Reyes 24, 1-6,
sin indicar en qu ao aconteci, que Nabucodonosor se llev prisionero a
Joaquim a Babilonia, robando parte de los utensilios del templo para su
palacio de Babilonia. Daniel escribe en 1, 1-2 que Nabucodonosor se dirigi
en el tercer ao del reinado de Joaquim contra Jerusaln, la asedi, hizo
prisionero a Joaquim y rob una parte de los utensilios del templo, los
traslad a Babilonia y los deposit en el templo de su dios. Puede ser cierto
que, en el tercer ao de su reinado, Joaquim negase a su soberano la
obediencia y que fuese llamado por ste a Babilonia a responder de sus
culpas; pero puede tratarse en este caso, como en el de Manass, slo de una
estancia temporal de Joaquim en Babilonia, pronto seguida del retorno a
Jerusaln y a su trono. II Reyes 24, 6 nos hace saber que Joaquim tuvo una
muerte tranquila en Jerusaln, que fue enterrado all junto a sus padres y que su
hijo Joaqun fue su nico sucesor. No existe razn para dudar de la
autenticidad de estas noticias.
Segn el principio del relato sobre Joaqun, hijo y sucesor de Joaquim que
aparece en nuestro Libro de los Reyes (II Reyes 24, 8-17), Joaqun subi al
trono con dieciocho aos, su reinado dur tres meses y su madre se llamaba
Nehusta (24, 8). Presenta luego el habitual juicio, negativo en este caso, sobre
l y empieza diciendo: En aquel tiempo subieron los siervos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra Jerusaln, y la ciudad fue sitiada;
narra con bastante detalle la conquista de Jerusaln por Nabucodonosor, el
saqueo del palacio real y del templo, la deportacin de miles de personas
notables y capaces, as como de Joaqun, y la proclamacin, con el nuevo
nombre de Sedecas, de Matanas, to de Joaqun, como sucesor de ste. No se
da razn alguna para esta medida de Nabucodonosor. Como el relato de sta
aparece en el pasaje dedicado a Joaqun en el Libro de los Reyes, parece
probable que ste negase vasallaje a Nabucodonosor poco despus de subir al
trono, provocando el castigo que cay sobre l. Pero como Joaqun se rindi,
al parecer, ya al principio del sitio, con su familia y su corte, y fueron tratados
l y los suyos con bastante indulgencia, con menos rigor en todo caso que lo
fue diez aos ms tarde Sedecas, su familia y su corte (II Reyes 25, 6-7 y 18-
21 = Jer. 52, 9-11 y 24-27), parece que fue Joaquim quien provoc el
levantamiento contra Nabucodonosor y que muri antes del contraataque de
ste, quedando como responsable Joaqun, que no pudo o tal vez no quiso
detener el levantamiento ya puesto en marcha. En todo caso las prdidas
materiales y humanas en la administracin, el ejrcito y la economa fueron
enormes. La catstrofe de Jerusaln de 597 fue considerada durante largo
tiempo como una desgracia nacional, como demuestra, por un lado, el que el
profeta Ezequiel, que entonces form parte de los deportados, fechase sus
revelaciones despus de la era de 597 (Ezequiel 1, 2; 8, 1, etc.), y, por otro, la
circunstancia de que nuestro Libro de los Reyes concluya con la amnista de
Joaqun dictada en el 562 por el sucesor de Nabucodonosor, Evilmerodac
(562-560), con lo que trata de dar una visin esperanzadora del futuro de la
dinasta de David y, con ella, de todo el pueblo de Israel. Por otra parte,
parece que tambin durante su cautiverio era reconocido Joaqun como rey de
Jud. Al menos, aparece como tal en el 593 en las listas de racionamiento de
aceite y cebada para los residentes en la corte babilnica (prisioneros de
guerra, artesanos, exiliados, etc., de los ms diversos pases y pueblos)[51].
Ezequiel no fue, pues, el nico en conservar la era de Joaqun, sin reconocer
por consiguiente a Sedecas.
La dcada que sigui a la deportacin de Joaqun (597-587) estuvo entre
los judos llena de explosiones de pasin poltica; un partido incitaba a una
decidida resistencia contra Babilonia, el otro, viendo la ineficacia de tal
resistencia, aconsejaba la moderacin. Pero no eran slo los habitantes de
Jud los que estaban divididos de esta manera, sino incluso los exiliados de
597, que sumaban muchos miles. Entre stos y los que haban quedado en el
pas exista a pesar de la gran distancia que los separaba, una activa relacin,
de tal manera que los unos estaban bien informados acerca de los otros y
trataban de influirse mutuamente. Sobre todo fueron los profetas quienes en
ambos lados se observaban unos a otros, apoyndose o combatindose a pesar
del espacio que los separaba. Tenemos acerca de esto bastante datos, gracias a
que se ha conservado gran parte de la proclamacin hecha en la dcada
597-587 por Jeremas, que vivi estos difciles aos en Jerusaln o cerca de
all, y porque Ezequiel, deportado en 597 con Joaqun a Babilonia, conoca tan
a fondo, a juzgar por sus numerosos testimonios, la situacin de los que haban
quedado en su tierra que sin duda es injusto juzgar falso, como se ha hecho, el
que estuvieran en el exilio, situando en Jud su actividad o por lo menos los
comienzos de sta.
En cuanto a Jeremas, baste recordar sus controversias con los que haban
quedado en Jud y con los profetas deportados a Babilonia que anunciaban al
pueblo la prxima intervencin de Yahv en su favor, con lo que
conscientemente o no fortalecan la voluntad de rebelin contra el dominio
babilnico. Segn Jer. 27, 1-22, Jeremas, en el quinto ao de Sedecas, o sea
hacia 593[52], cargando simblicamente un yugo sobre sus hombros, advirti a
los emisarios de Edom, Moab, Amn, Tiro y Sidn que haban acudido a
Jerusaln con Sedecas para preparar una conjuracin contra Babilonia, que se
sometieran a la soberana de Nabucodonosor y no se dejaran inducir a la
rebelda confiando en las palabras imprudentes de falsos profetas, e hizo la
misma advertencia al rey de Jud, Sedecas, as como a los sacerdotes y a
todo el pueblo. Esta prediccin de Jeremas, segn Jer. 28, 1-17, impuls al
profeta Ananas a quitar el yugo de los hombros de Jeremas y a romperlo,
anunciando que Yahv destruira pronto el poder de Nabucodonosor. Despus
de ello Jeremas repiti su advertencia y anunci a Ananas una muerte
cercana que, segn 28, 17, no tard en llegar. Jer. 29, 1-23 reproduce el texto
de una carta que Jeremas dirigi a los deportados de 597 y en la que les
exhortaba a estar preparados para un exilio ms largo y a no prestar odos a
otras profecas, y predice dos de estos falsos profetas, en nombre de Yahv,
que sern ajusticiados por Nabucodonosor. 29, 24-32 da noticia de una carta
del profeta Semaas, que se encontraba en exilio, a Sofonas, sacerdote
encargado de la vigilancia del templo, en la que se queja de que ste no
hubiese tomado medidas enrgicas contra el traidor Jeremas y no le hubiese
puesto en el calabozo y en el cepo, y del castigo con que amenaz Jeremas
a Semaas en nombre de Yahv, afirmando que quedara sin sucesores y que no
llegara a vivir la inminente salvacin. Ezequiel, que formaba parte de los
deportados en 597, coincide con Jeremas en condenar las esperanzas
abrigadas por grandes sectores de los deportados y de los que haban quedado
en Jud, esperanzas que se basaban en la prxima cada de la supremaca de
Babilonia y en la anunciacin de un juicio que superase al del ao 597. En la
grandiosa visin de Ezequiel 8, 1; 11, 25 describe cmo fueron muertos los
habitantes de Jerusaln cados en la idolatra y cmo, sin embargo, Yahv
sali de Jerusaln sobre una carroza real abandonando a la ciudad y el templo
a la destruccin. El da en que comenz el asedio de Jerusaln le encomend
Yahv que simbolizase la necesidad del fin de Jerusaln en la suerte de una
olla inservible (Ezequiel 24, 1-14). Se tratar de la vida de los deportados en
587 cuando se relate la conquista de Jerusaln y la deportacin que sigui.
Al igual que Joaqun, Sedecas no pudo resistir a la larga las propuestas
seductoras de los egipcios y de otros vecinos de Jud para que abandonara a
Nabucodonosor, aunque en el fondo, instrumento dcil del partido belicista,
instigador de la defeccin de Babilonia, recurriese repetidas veces en secreto
al consejo de Jeremas y ste le previniera con insistencia contra un
levantamiento frente a Nabucodonosor. El destino sigui su curso. En enero de
588 comenz el sitio de Jerusaln por los babilonios, que dur ao y medio.
Al fracasar el intento que hizo el faran Hofra (Apries), siguiendo sus
compromisos de aliado, de romper el cerco de Jerusaln (Jer. 37, 6-16) y al
agotarse los vveres, se hizo insostenible la situacin de la ciudad. Cuando en
julio de 587 fue abierta una brecha en sus murallas, trataron Sedecas y los
suyos de ponerse a salvo huyendo, pero fueron apresados cerca de Jeric y
transportados a Ribla, cuartel general babilnico, a orillas del Orontes. All
Nabucodonosor mand matar ante los ojos de Sedecas a sus hijos; luego, tras
cegarlo, lo mand esposado a Babilonia. Un mes ms tarde, en agosto del 587,
Nebuzardan, jefe de la guardia personal de Nabucodonosor, provisto de
amplios poderes, destruy completamente Jerusaln, derrib las murallas,
redujo a cenizas el templo, el palacio y otros edificios, saque el templo,
deport a muchos ciudadanos destacados de Jerusaln y Jud y mand a Ribla
a sesenta y siete notables, entre ellos a cinco distinguidos sacerdotes, para ser
ajusticiados. Todava no se llev entonces a cabo la anexin de Jud al reino
babilnico. Nebuzardan dej un resto de estado de Jud que no tena ya su
capital en Jerusaln (por lo visto enteramente en manos de los babilonios) sino
en Mizpa, a 10 km al norte de aqulla y lo puso bajo Godolas que, como
saban los babilonios, haba prevenido a Nabucodonosor del levantamiento.
Pero este estado haba de durar poco tiempo. En octubre de 587 Godolas fue
asesinado por Ismael, miembro de la casa de David, instigado por los
amonitas. Los dirigentes del pequeo grupo judo que se haba formado en
torno a Godolas temieron entonces que los babilonios tomaran una terrible
venganza por el asesinato de su colaborador y emigraron a Egipto, llevndose
consigo, en contra de su voluntad, a Jeremas y a su secretario y amigo Baruc,
que se haban puesto a disposicin de Godolas. Nada sabemos acerca de la
suerte de estos emigrados en Egipto y con ello se pierde tambin el rastro de
Jeremas y Baruc. De aqu en adelante no existen noticias sobre el estado de
Jud; probablemente su territorio qued anexionado a Samaria, provincia
fronteriza del norte, y sigui as sin duda hasta el retorno de los judos del
exilio o hasta 445, fecha en que Nehemas fue nombrado gobernador de Jud
por Artajerjes I (465-424), tal vez con una corta interrupcin debida a
tentativas judas de emancipacin.
De los deportados del ao 597 ya vimos que siguieron en estrecho
contacto con los que haban quedado en el pas, compartiendo los mismos
problemas, viviendo en realidad ms en la patria que en el exilio y aorando
la vuelta a Jud. Sin duda conservaron esta actitud muchos de los deportados
de 587. Pero, inevitablemente, la catstrofe del ao 587 significaba un serio
golpe para estas esperanzas. De esta manera se difundieron entre los exiliados
proverbios como ste (Ezequiel 18, 2): Los padres comieron el agraz y los
hijos tienen la dentera, que contribuan a socavar la esperanza en un nuevo
futuro del pueblo. Entonces Ezequiel, que haba anunciado implacablemente la
fatalidad de la catstrofe hasta que sta se produjo, infundi nuevos nimos a
los exiliados, preparando el camino al Deutero-Isaas, autor de Is. 40-55, gran
profeta del consuelo que, como veremos, apareci hacia el final del exilio. En
la grandiosa visin de la resurreccin de los muertos (Eze. 37, 1-14) Ezequiel
anuncia en nombre de su dios un nuevo futuro a Israel, en el que, segn 37, 15-
28, las partes divididas del reino nico de David se uniran de nuevo bajo
ste. En el ao 573 describa, visionario, como Yahv volva a entrar
solemnemente sobre el trono de su carroza en su templo completamente
reconstruido (40, 1-43, 12).
Poco sabemos de la vida exterior de los exiliados. De todos modos parece
que no eran propiamente prisioneros sino que podan ejercer libremente sus
profesiones, naturalmente limitadas a determinados sectores: el comercio, la
industria y la agricultura. Tambin sabemos que tenan una cierta autonoma
administrativa y que eran dirigidos o representados por los ancianos. Al
menos una de las zonas a donde fueron destinados se puede determinar
geogrficamente: se trata de Tel Abib, cerca de Nippur (Eze. 3, 15), a orillas
del gran canal (ro Quebar, Eze. 1, 1 y 3; 3, 23; 10, 15, 20 y 22; 43, 3) donde
resida el profeta Ezequiel. Otras colonias aparecen en Ezra 2, 59; Neh. 7, 61;
3; Ezra 5, 36. Disfrutaban al parecer de plena libertad de movimiento y podan
visitarse mutuamente. En Eze. 8, 1; 14, 1; 20, 1, se hace mencin de las visitas
de los ancianos (al parecer jefes de las colonias destinadas a los judos) a
Ezequiel, que se destinaban a la discusin de cuestiones importantes, en su
mayora seguramente de carcter tico-religioso, lo que hace suponer que
Ezequiel disfrutaba de amplia admiracin de sus compatriotas aunque les
hiciera reproches con frecuencia (como en 12, 1-11) o rechazase severamente
los planes que le expusieran (como en 20, 1-44). De hecho Ezequiel tuvo gran
importancia en la historia del judasmo. Influy decisivamente en la
conservacin de una religiosidad tica independiente del templo y de los
sacrificios y en la reorganizacin del culto para la deseada nueva era.
Hacia finales de la primera mitad del siglo VI se multiplicaron los
sntomas que anunciaban un cambio en la situacin poltica del Prximo
Oriente debido a la derrota de los asirios ante los medos y babilonios aliados
(612), que haba reportado a stos la supremaca sobre Siria y Palestina, y
sobre todo a la intervencin de Ciro II (559-529). ste se rebel en 522 contra
su soberano medo Astiages (585-550), ocup grandes zonas del reino medo,
derrot en 546 a Creso de Lidia y conquist su capital Sardes. Estos triunfos
del rey persa obligaron a las potencias que se vean amenazadas por l a una
alianza y a la defensa, sobre todo al faran Amasis y al rey de Babilonia
Nabnido, mientras que los judos exiliados y los sacerdotes de Marduk,
sometidos por Nabnido, esperaban obtener la libertad de Ciro. Entre los
judos exiliados el ya mencionado Deutero-Isaas dio forma potica a las
esperanzas que haba provocado la aparicin de Ciro. Anunci que Ciro
destruira Babilonia y sus dioses y que permitira, como enviado de Yahv, el
retorno triunfal de los exiliados judos a su patria. Al grupo de los exiliados
que vivan en aptica resignacin le dio nuevos nimos, como hicieron
aquellos que haban difundido el proverbio de los agraces interpretando una
parte de la desgracia que haba cado sobre Israel, no como castigo por sus
culpas, sino como una pena llevada en nombre de otros, y empieza as su
anunciacin.

Consolad, consolad a mi pueblo,


dice vuestro Dios.
Hablad al corazn de Jerusaln
y anunciadle
que se ha acabado su servidumbre,
que estn expiados sus pecados,
que ha recibido de la mano de Yahv
el doble por todos sus pecados!.

Con sus palabras de consuelo contribuy Deutero-Isaas en el mismo grado


que Ezequiel a la historia del judasmo. Su influencia llega incluso hasta el
cristianismo, que siguiendo con ello el propio ejemplo de Jess reconoci en
ste al siervo de Dios del Deutero-Isaas, citado en Is. 52, 13 y 53, 12 l
llev nuestra enfermedad y carg con nuestros dolores relacionndole con la
pasin y muerte de Jess en nombre de la humanidad. Al anunciar que Ciro
devolvera la libertad a los judos exiliados tuvo razn Deutero-Isaas. Ciro
permiti realmente a los judos el retorno a su pas y la reconstruccin de su
templo, devolviendo adems los tesoros robados por Nabucodonosor del
templo de Jerusaln (Esdras 1, 1-11; II Par. 36, 22-23).

B) Los arameos

En los comienzos del perodo de la historia de Aram que ahora nos ocupa
(745-538), que coincide con los primeros aos del reinado de
Tiglatpileser III, autntico fundador del imperio universal asirio, se sita el
aplastamiento de la gran rebelin antiasiria promovida por Sardur III, rey de
Uraru (hacia 765-733) y, relacionada con este acontecimiento, la destruccin
de Arpad, a la que ya nos referimos, as como la ya mencionada aparicin del
usurpador Azriyau de Yadi. No obstante, existen discrepancias en algunos
aspectos en la interpretacin de las fuentes disponibles, que son por un lado
los relatos de Tiglatpileser y por otro la inscripcin aramea (KAI, n. 215) que
figura sobre una estatua levantada en 730 por Barrkib, rey de Yadi, a su
padre Panammuwa II, hijo de Barur. En la inscripcin de Barrkib no aparece
en absoluto el nombre de Azriyau. Slo se alude, y de manera poco precisa, a
un usurpador que destron a Barur y organiz una terrible matanza de
miembros de su familia, pero que luego fue eliminado por Tiglatpileser y
sustituido por el legtimo heredero del trono, Panammuwa II. En cuanto al jefe
de la gran coalicin siria[53] dirigida contra Tiglatpileser, que no tardara en
ser derrotada por ste, quien segn Tiglatpileser fue Azriyau de Yadi, se
discute desde hace ms de un siglo si se trata del rey judo Azaras u Ozas
(773-735) o del usurpador procedente del estado de Yadi-Samal, en Siria
del Norte. Los argumentos en favor de cada una de las teoras no caben aqu.
Nos limitaremos a sealar que lo ms probable es que el personaje de
Azriyau mencionado por Tiglatpileser fuera el usurpador que se hizo con el
poder en la ciudad de Yadi y que las frases que aqu nos interesan de la
inscripcin de la estatua erigida por Barrkib a su padre Panammuwa II
adquieren mayor significado si las referimos a la revolucin brutal del
aventurero Azriyau.
La derrota de la gran coalicin de estados sirios dirigida por Azriyau
contra la dominacin de Asiria tuvo como consecuencia el que algunos de
ellos quedasen integrados en el reino asirio como provincias y que numerosos
estados conservaran una cierta independencia, pero tuvieran que pagar un
fuerte tributo. Entonces fueron integrados en Asiria diecinueve territorios
dependientes de amath, despus de haber sido deportada una gran parte de su
poblacin, mientras que el propio amath segua independiente bajo el rey
Eniel hasta ser destruido definitivamente en 720, como ahora veremos, por
Sargn II (722-705), como represalia por un nuevo intento de levantamiento.
Entre los reyes que pagaron tributo entonces a Tiglatpileser figuran entre otros
Rezin de Damasco, Pisiris de Karkemish y Panammuwa II de Samal.
Sin embargo, estos reyes, igual que otros muchos, slo pudieron disfrutar
poco tiempo de su relativa independencia. De Damasco ya vimos que fue
anexionada en 734 por los asirios, y tambin queda dicho que en aquella
ocasin Israel perdi la mitad de su territorio, convertida en cuatro provincias
asirias, y que doce aos ms tarde sufri la misma suerte lo que haba quedado
del estado. Karkemish perdi su independencia con la muerte de su ltimo rey,
Pisiris (745-717). En amath un usurpador llamado Ilubidi o Yaubidi
moviliz en 720 una coalicin antiasiria, aprovechando el resurgir de
movimientos de independencia en algunos estados ya anexionados haca
tiempo a Asiria, entre ellos Arpad, Damasco y Samaria, que confiaban en la
ayuda prometida por Egipto. No pudo mantenerse, sin embargo, en su fortaleza
de Qarqar y cay en manos de Sargn II (722 y 705), sufriendo toda clase de
humillaciones. Tambin Samal, cuyos dos ltimos reyes, Panammuwa II
(743-732) y Barrkib (732-720), se haban mantenido fieles a Asiria, parecen
haber perdido hacia 720 su independencia, convirtindose en provincia asiria.
Cabe suponer que tampoco Samal pudiera resistir a la tentacin de abandonar
a Asiria y que sta reaccionase con la anexin de este estado. Un smbolo
impresionante del dominio asirio sobre Samal lo constituye la estela de
doleritas[54] (basalto) de 3,22 metros, erigida all medio siglo ms tarde por
Asarhaddn (681-669) que le representa a l y a dos de sus enemigos
vencidos, Abdimilkutti de Sidn o Baal de Tiro y el hijo de Taharqa de
Etiopa; en ella Asarhaddn, representado en un tamao gigantesco, sujeta a
sus diminutos contrarios por dos cuerdas que atraviesan sus narices. Tambin
Azitawaddiya (Karatepe) parece haber perdido su independencia hacia 710,
sin que sepamos la causa.

C) Los fenicios

Con Tiglatpileser, que sin duda emple unos mtodos ms drsticos y


brutales que sus predecesores para la consolidacin de su reino, las ciudades
fenicias tambin sufrieron el peso del yugo asirio con mayor fuerza que antes.
Junto con otras partes de Siria, convirti el valle del Eleutheros (Nar el-
Kebr) y la franja costera situada al norte de ste en provincia asiria;
solamente Arvad conserv al menos su relativa libertad. Las ciudades situadas
al sur del Eleutheros, en particular Biblos y Tiro, recibieron igual trato que
Arvad, teniendo que pagar nicamente un tributo. Sargn II (722-705) arrebat
a Tiro sus colonias de Chipre, entre ellas Kition, y erigi en Chipre, hacia
707, una estela de basalto con su imagen, cuya inscripcin conmemora con
orgullo su conquista de Chipre (AOB, n. 135; AOT, pg. 350, ANET,
pg. 284). Senaquerib (705-681), pese a fracasar en su intento de apoderarse
de Tiro, logr arrebatarle una parte de sus posesiones en el continente,
debilitndola considerablemente, lo que provoc que Cartago se deshiciera
cada vez ms de la tutela de su metrpoli y asumiese un papel de capital de las
ciudades fenicio-pnicas. Senaquerib pudo asimismo someter a las restantes
ciudades fenicias. En Sidn, cuyo rey Luli o Eluleo haba huido ante el avance
de los asirios a una isla del Mediterrneo, probablemente a Chipre, impuso
Senaquerib a un rey llamado Ethbaal. Para Asarhaddn (681-669) y
Asurbanipal (669-626), que haban extendido su reino hasta Egipto, tena
capital importancia que se mantuvieran tranquilas las ciudades fenicias
situadas en la ruta de Asiria a Egipto. Por esta razn tenan que tomar medidas
draconianas cuando se rebelaban. As, Asarhaddn hizo pagar un intento de
levantamiento de Abdimilkutti de Sidn en 677 con la muerte de ste y la
destruccin total de la ciudad, construyendo en su lugar una nueva ciudad
asiria llamada fortaleza de Asarhaddn. Tiro, cuyo rey Baal no tard en
rendir pleitesa al victorioso rey asirio, se aprovech de la catstrofe de Sidn
para quedarse con partes de su territorio. Unos aos ms tarde (671) Baal
cedi a la tentacin de participar en una coalicin de prncipes sirio-
palestinos, apoyada por Taharqa, contra Asiria y tuvo que permitir, al ser
sofocado el levantamiento, que se convirtieran todas sus posesiones del
continente en provincia asiria, comprometindose en un pacto a reconocer la
autoridad de un gobernador asirio que se le impuso como adjunto. Baal se
rebel, a pesar de este tratado[55], contra el sucesor de Asarhaddn,
Asurbanipal, y tuvo que pagar un alto precio. Tambin logr Asurbanipal
quebrar la resistencia de la fortaleza islea de Arvad.
Las ltimas dcadas del siglo VII, que vieron la decadencia y la cada de
Asiria, deben haber supuesto un cierto alivio para las ciudades fenicias y
haberles permitido la recuperacin de una u otra posicin importante. Pero
cuando Nabucodonosor fue proclamado en 605 rey del imperio babilnico,
surgido en lugar del asirio, y empez a reclamar derechos sobre Siria-
Palestina, se vieron las ciudades fenicias amenazadas de nuevo en su
autonoma, lo que reaviv sus tendencias a unirse con otros estados sirio-
palestinos tambin amenazados. Ya vimos que entre stos destacaba Jud y que
los profetas Jeremas y Ezequiel desaconsejaban a los reyes judos la
participacin en estas coaliciones y dirigan amenazas contra ciudades
fenicias, sobre todo contra Tiro. La resistencia contra Nabucodonosor estaba
animada entonces por Tiro y su rey Ethbaal II; por lo tanto, poco despus de
la toma de Jerusaln (587) inici Nabucodonosor el sitio de Tiro, pero tuvo
que desistir despus de trece aos infructuosos[56] (Ezequiel 29, 17-21) y lleg
a un acuerdo con la ciudad por el cual Ethbaal y su casa renunciaban al trono,
pero Tiro segua siendo un reino. Como se han conservado para los dos
primeros tercios del siglo VI los anales de Tiro, de los que ya tratamos
anteriormente, conocemos a los reyes y regentes que reinaron all entre 590 y
530. Como sucesor de Ethbaal figura Baal. Por lo dems hay que mencionar
an dos noticias sobre la historia de Fenicia en el siglo VI. La primera es la
enumeracin de 565 de los reyes de Tiro, Gaza, Sidn, Arvad, Asdod y Mir
que apareci en una lista de la corte de Nabucodonosor (605-562)[57]
descubierta en unas excavaciones alemanas en Babilonia y que demuestra que,
como en alguna que otra ciudad filistea reinaban tambin monarcas en diversas
ciudades fenicias. La segunda es un dato de los anales conservado por Josefo
(Contra Apionem, I, 21, 154 a 158) segn el cual los tirios recogieron en el
ao 562 o ms tarde a un deportado llamado Merbalo, miembro de una
dinasta anterior, probablemente la de Ethbaal II, al que proclamaron rey. Ello
slo era posible con el acuerdo del sucesor de Nabucodonosor, Evilmerodac,
y puede por tanto situarse junto al perdn que otorg este rey a Joaqun, segn
vimos anteriormente. Del ltimo cuarto de siglo de la dominacin babilnica
en Siria-Palestina no existen casi noticias que se refieran a Fenicia. El paso
del poder de los babilonios a los persas fue aceptado al parecer
tranquilamente por las ciudades fenicias, entonces integradas en la quinta
satrapa del reino persa. Con esto coincide la proclamacin de Hiram,
hermano de Merbalo, como rey de Tiro en el 552; ocup el trono hasta el 532,
debido sin duda a que reconoci la soberana de los persas, que a su vez le
toleraron.
4. Arabia.

Observando Arabia desde el sur es como mejor se advierte lo grande que


es el pas y tambin lo desolado que est. La pennsula asciende gradualmente
desde la depresin del ufrates y la costa del Golfo Prsico hasta alcanzar en
el interior los 900 m de altitud y en la frontera de Arabia occidental (el-ijz)
[1] ms de 1000 m. Al sur de La Meca la cordillera litoral forma un importante

macizo cuyas estribaciones se prolongan hacia el mar Rojo y el desierto y que


alcanza en Arabia del Sur (el-Yemen) cerca de 4000 m de altura. Por el este
desciende sobre un altiplano cuyo lmite montaoso desemboca en un inmenso
desierto de arena, por el sur limita con otro menor. El desierto septentrional
est unido, por medio de franjas de arena que discurren paralelas al Golfo
Prsico, con el desierto de Arabia del Norte. Por el oeste se extienden
desiertos volcnicos (en rabe harra), aproximadamente paralelos a las
montaas del litoral y que en algunos lugares les comprenden. Comienzan en
realidad ya en Damasco. Uno de ellos, arrat Khaibar, recibe su nombre de un
lugar en donde brotaron fuentes que convirtieron la lava en tierra frtil. Toda
la Arabia interior tiene lluvia de invierno, cuando llega a producirse, desde
diciembre hasta febrero. Arabia del Sur, cuyo lmite norte pasa por Nagrn,
tiene sin embargo dos perodos de lluvias, de marzo a abril y de julio a
septiembre. Adems haba en ella ms tierra frtil que en el interior: por
ejemplo, la llanura aluvial del sur de Nagrn, donde habitaban los mineos (en
rabe del sur: Man) y la altiplanicie, que perteneca a los sabeos (Saba),
pero tambin los amplios valles en los que se formaban ros durante las
lluvias, el Uadi Nagrn, el Uadi Baian que, procedente del sur se pierde en el
pequeo desierto prximo a Timna, y el Uadi aramt, con sus valles
transversales, que discurre paralelo al Ocano Indico. Hay por lo tanto una
desigualdad natural entre las economas y, por ello, tambin entre las culturas
del sur y del norte. Sin embargo, existan importantes oasis y agua abundante
cerca de la actual capital de Arabia y, en menor cuanta, tambin en Arabia
occidental, por ejemplo en Medina, y ms al norte en un valle alargado
llamado en el Antiguo Oriente Dedn y posteriormente al-Ula (nombre que ha
conservado a diferencia del de Uadi-l-qura[2] que tena al principio de la
poca islmica). Por lo dems en el norte existan escasas colonias
permanentes y pocas fuentes. El mar Rojo presentaba dificultades para la
navegacin, como las tormentas y los arrecifes de coral del norte y los vientos
cambiantes del sur. Los rabes lo cruzaron probablemente, a bordo de
embarcaciones primitivas, pero no navegaron ni hacia el norte ni hacia el sur.
En la costa suroriental destaca la pequea regin de Dofar y su puerto, pues
all creca y sigue creciendo el incienso. Donde una baha se adentra
profundamente en la costa rabe del golfo Prsico existe un archipilago
llamado el-Barain desde la alta Edad Media y cuya isla principal, llamada en
la antigedad Tilmun, fue desde tiempo atrs un centro importante de la pesca
de perlas y posey muy pronto una cultura propia que irradi sobre la costa
situada en frente. En el norte incluimos el desierto sirio[3], ya que la tierra de
los rabes llegaba, en la poca que trata este captulo, hasta las cordilleras
que discurren desde umer, cerca de Damasco, hasta el ufrates por el
noreste. Los rabes eran llamados por los asirios y los babilonios aribi, arubu
y arabu (arab aparece en la Biblia por primera vez en Jer. 25, 24, hacia el
ao 600), voces cuyas terminaciones i, u, no pertenecen a la raz del nombre.
No se sabe con certeza si la palabra era en un principio el nombre de un pas,
como en el Antiguo Testamento, o si se refera slo a una pequea parte de la
nacin. La tierra de estos rabes limitaba al suroeste, segn la concepcin de
finales del siglo VI, con una lnea Dedn-Taima-Adumatu/Duma, que
constitua, a juzgar por los vestigios lingsticos, aproximadamente la frontera
meridional de sus predecesores los arameos[4]. El nombre de Arabia no fue,
por tanto, empleado por los babilonios para denominar la pennsula, y no
porque la desconociesen, sino por motivos de tradicin.
Fig. 5. Arabia

En el ao 853 Gindib[5] se dirigi con mil camellos, junto a muchos otros


prncipes sirios aliados como l del rey de Damasco, hacia el norte para
enfrentarse en ama contra Salmanasar III de Asiria[6]. Tom parte en la
batalla de Qarqar (a orillas del Orontes, al noroeste de ama y al sur de Jisr
el-Shugur) de resultado indeciso. Slo cien aos ms tarde, tras la derrota de
Siria y las primeras campaas de Tiglatpileser III (745-727) aparece el pas y
el pueblo de los aribi. En una crnica sobre el tributo que aportan los
soberanos de Asia Menor a Egipto se menciona tambin a una reina de Arabia.
Despus de 736 huy a Bzu, en Arabia oriental, una segunda reina que haba
roto su juramento de vasallaje, despus de haber perdido una batalla y haber
sufrido enormes prdidas: seres humanos y ganado, sus propias riquezas y las
de sus dioses. Como no encontr all ayuda alguna volvi y se someti.
Alarmados o temiendo por sus relaciones comerciales ofrecieron el pago de
tributo siete ciudades y tribus del lejano Oriente: Masa, Taima, Saba, Gaifa,
Idibil (?)[7] y otras. Masa se refera a la tierra o al pueblo, a la ciudad o a la
tribu, segn las versiones. Saba, sin embargo, designaba el pas y el pueblo.
Como tributo figuran en una de las fuentes, adems de camellos, plantas
aromticas para sahumerios y especias, o sea, productos que tomaban los jefes
de las tribus y de los oasis a las caravanas procedentes de Arabia del Sur a
manera de impuesto de trnsito. En otra fuente se habla adems de oro y plata.
Sargn II (722-705) se jacta de haber castigado duramente, infligindoles
una grave derrota, a cuatro tribus salvajes del desierto nunca sometidas y de
haber instalado a los prisioneros supervivientes en Samaria. Sin duda exagera
el rey en su relato, ya que dos de aqullas haban sido sometidas ya por su
padre y una tercera, Tamud, tena an una larga historia por delante.
Bajo Senaquerib (705-681) tenemos nuevas noticias sobre los aribi. Por
primera vez aparecen en tropas auxiliares al servicio de Babilonia, al mando
del hermano de la reina Iatie o Yai. Tambin hace su aparicin entonces un
rey de los rabes, azael[8], que era al mismo tiempo rey de los qidri, los
cedar bblicos. Senaquerib atac por sorpresa a los rabes, la reina Teelunu,
con la que tambin se encontraba azael, huy con l a Adumatu/Duma. La
fortaleza fue sitiada y cay. La mujer de azael, la reina Iskallatu, fue hecha
prisionera, las estatuas de sus dioses fueron llevadas a Nnive. Bajo
Asarhaddn (680-669) obtuvo azael en Nnive la devolucin de sus dioses.
Nombr a Tabua, que haba sido criada en mi palacio, reina (junto a azael)
de los rabes; con sus dioses les envi a su tierra, dice Asarhaddn. Sin
embargo, segn su hijo Asurbanipal, la sacerdotisa de Dilbat, Teelunu,
entreg a azael a Senaquerib Asarhaddn le volvi al trono. Teelunu
acompa voluntariamente a los vencedores. azael alcanz la devolucin de
su diosa y as antes y hasta el final. Esta versin, detrs de la cual hay que
ver a Teelunu, trata de hacer justicia a la gran diosa Atarsamain (Ishtar-
Dilbat), que falta en la lista de los dioses restituidos, y de destacar al
principio la participacin de Teelunu en la cada de Duma. Algo de este
relato quiz sea verdad: Duma cay porque se pas al enemigo; pero nada
ms, porque cuando se hizo prisionero al rey azael, no se dio noticia de que
hubiera sido capturada la reina (Iskallatu).
A la muerte de azael fue proclamado rey su hijo Iata o Yaa (que desde
su segundo levantamiento era llamado Uaate o Watig e Iauta o Yautag
pcaro); el primer nombre lo llev tambin su to; su tributo fue aumentado
en diez minas de oro, 100 piedras preciosas escogidas, 50 camellos y 100
sacos de cuero con plantas aromticas. Algunos aos ms tarde Uabu o Wahb
organiz un levantamiento en toda Arabia contra l que fue sofocado con la
ayuda de tropas asirias. Sin embargo, tambin Yaa se alz contra Asarhaddn
y tuvo que huir. De nuevo se llevaron los dioses a Nnive. Bajo Asurbanipal
(688-633) los recobr y se mantuvo tranquilo algunos aos. Al empeorar las
relaciones entre Asurbanipal y su hermano, que aqul haba hecho rey de
Babilonia, se pas Uaate-Yaa a las filas del segundo, a pesar de las
victorias de Asurbanipal en el oeste; sin duda su nuevo soberano estaba aliado
con Elam. Envi a sus tropas a Babilonia, al mando de otro jefe de los cedar,
Abiiate o Abiyai, y del hermano de ste. Entonces reuni a todos los rabes
y destruy los territorios de los vasallos asirios del oeste desde ama a
Edom, probablemente para moverles a sublevarse contra Asurbanipal. Pero
los aribi fueron derrotados en todas partes; tambin en el paso de Yabrud, al
noreste de Damasco, por el que haban penetrado en Siria desde la estepa.
Uaate huy hasta Nabayat.
He aqu ante nuestros ojos un nuevo pas rabe, el bblico Nabayat. Estaba
situado probablemente cerca de Tebuk (164 kilmetros al noroeste de Taima)
[9], en una regin donde se cruzaban muchos caminos. Esto queda ilustrado por

el relato que un oficial babilnico dirige a la cancillera real asiria. A la


pregunta: Qu sabis de nuevo sobre los rabes?, contesta: Cuando parti
la caravana de Nabayat fue asaltada por de la tribu massa, y fueron
asesinados o hechos prisioneros los acompaantes. Slo uno pudo
salvarse[10]. Volvamos a nuestro tema: Natnu, rey de Nabayat, tema
dificultades con los asirios por haber acogido al refugiado y por esta razn se
proclam, despus de largas negociaciones, vasallo de Asurbanipal. Tambin
debe haber negado a Uaate el asilo, ya que ste apareci ms tarde en la corte
y fue cruelmente castigado. Mientras tanto se haba rebelado Ammuladi, rey de
los cedar, continuando los ataques contra los pases del oeste. Pero fue
derrotado por el rey de Moab y hecho prisionero posteriormente. Adiya,
esposa de Uaate y reina de Arabia, cay asimismo en manos de Asurbanipal.
Tambin entre tanto haban sido aniquiladas las tropas auxiliares rabes
delante de Babilonia; Abiiate y su hermano, sin embargo, haban logrado
ponerse a salvo. Aqul se present voluntario ante Asurbanipal y fue
nombrado rey de Arabia en lugar de Uaate, hijo de azael. No tard mucho
este ltimo en rebelarse y en obtener, despus de muchas vacilaciones, ayuda
de Natnu, y en aliarse incluso con su to Uaate, hijo de azael, llamado
Uaate hijo de Bir-Dadda, que se haba proclamado rey de Arabia despus de
la huida de su sobrino. Por ltimo hall un cuarto aliado en cierta comunidad
religiosa de la diosa Atarsamain. Los rabes acampaban, en su mayora con
mujeres, hijos y rebaos, al pie de la cordillera que empieza cerca de
Damasco y se dirige al noroeste hacia el ufrates. Asurbanipal abandon el 25
de junio (?) la margen derecha del ufrates, aproximadamente cerca de Balis,
dirigindose hacia el sur por la estepa, que estaba sin vida en verano, y por las
montaas. Al suroeste de Yarki/Erek dio con los campamentos de Nabayat y
de los seguidores de Atarsamain cuyas tropas huyeron tras breve combate y no
pudieron ser alcanzadas a pesar de una larga persecucin. En el avance que
sigui hacia el suroeste fueron cercados otros fieles de Atarsamain as como
los cedar que mandaba Uaate hijo de Bir-Dadda. El rey y sus guerreros
lograron escapar, pero su familia, las de sus hombres y sus rebaos fueron
llevados a Damasco. El tres de agosto Asurbanipal parti de all y alcanz al
contingente principal de las fuerzas rabes, los cedar de Abiiate, en
Khulkhuliti/Khalkhala, en el borde oriental del Ledjah; los derrot, hizo
prisionero a Abiiate y persigui a los cedar, hacindoles retroceder sobre el
borde escarpado de aquel territorio de lava[11], ocupando los pozos de
alrededor y obligando a los cedar a rendirse acosados por la sed. Se llev a
Asiria una enorme cantidad de esclavos y ganado. Finalmente tambin
apareci Uaate, el hijo de Bir-Dadda, en un santuario de la tierra de los
cedar, despus de que Natnu hubiera rechazado su demanda de ayuda y se
hubieran sublevado sus tropas. Fue humillado y torturado, como los dems
reyes capturados, y su hijo proclamado rey de Arabia. Ms adelante derrotara
Nabucodonosor (605-562) a los cedar (Jer. 49, 28; ms datos en la HISTORIA
UNIVERSAL SIGLO XXI, volumen 5, captulo 20).
Los relatos blicos de Tiglatpileser y de Asurbanipal estn ilustrados por
relieves[12]. Estos brindan una buena visin de la vida de los rabes. Entre
otras cosas vemos que las tropas mencionadas en los relatos eran un cuerpo de
camelleros, inspirado en parte en la caballera y en los guerreros de los
carros de combate[13]. Pero lo que distingua a la sociedad rabe de las otras
de aquel tiempo era la autocracia de las reinas; incluso cuando se convertan
en esposas de reyes conservaban no slo el ttulo, sino tambin los derechos
del soberano, como en el caso de Adiya[14]. En la religin se impusieron
influencias extranjeras. Atarsamain, la estrella del alba, Venus, no era el
producto de una mezcla solamente en el aspecto lingstico; es probable que
esta divinidad no se convirtiese en diosa hasta la penetracin de la teologa
mesopotmica. Teelunu no slo es llamada qumirta (sacerdotisa en arameo),
sino tambin apkallatu (sabia, en acadio), que quiere decir precisamente
teloga. En todo caso la divinidad Atarsamain (Atar es la forma rabe de
Atar), que se adoraba ms tarde en Arabia occidental era masculina[15]. Entre
los restantes dioses slo se descubre uno rabe autctono: Ruldayu[16]/Ruay
(o Rudau?).
Consideremos ahora Arabia oriental, donde en 676 Asarhaddn conquist
Bzu. La campaa iba probablemente dirigida contra la isla de Tilmun, como
se desprende de una declaracin del rey. Pero como Asarhaddn no dispona
en el golfo Prsico de una flota de vasallos, tena que intimidar al rey de
Tilmun sembrando el terror en el continente vecino. Por ello hizo asesinar all
a siete reyes y una reina. Slo uno se salv presentndose en Nnive, donde
recibi en feudo la ciudad de Bzu (entre los nombres de los reyes figuran dos
rabes: Akbar y bis, tambin alguno que otro de los nombres de ciudades se
podra identificar tal vez con posteriores nombres rabes). El rey exagera
mucho las dificultades de los caminos: He recorrido 120 bru (leguas
dobles) de extensiones de arena, una comarca cuyo mbito est tan lleno de
serpientes y escorpiones como podra estarlo de hormigas. Los 120 bru
provienen de la divisin en provincias de Sargn II; representan la distancia
desde el ufrates hasta Melukhkha (incorrectamente identificada con Bzu). Lo
de cubrir la tierra como hormigas debe atribuirse a la fantasa real. Pero que
Bzu fuera una tierra de sal, segn se afirma antes de este pasaje, ha sido
confirmado por Eratstenes. Tambin hay algo de verdad respecto a la regin
de arenas. Como para la palabra arena no figura el trmino corriente sino el
que designa a la arena fangosa, se entiende que alude a la Sabkha[17] situada
delante del actual el-Qaf. No ha habido en cambio manera de identificar las
montaas de Khazu/azw que pretende haber pasado el rey.
Veamos ahora algo de Arabia occidental. Partimos de la estancia del rey
Nabnido de Babilonia en Taima, ya que las inscripciones del rey, y otras que
se refieren a este extrao acontecimiento, contienen una informacin
geogrfico-histrica muy superior a la que sobre Arabia occidental nos
proporciona el Antiguo Testamento. En arrat Khaibar, el desierto
mencionado anteriormente, nos dan a conocer tres oasis que an existen hoy,
aunque slo uno de ellos, Khaibar, ha conservado su nombre[18]. Igualmente
aparece aqu por primera vez Yarib: as se llamaba an casi mil doscientos
aos ms tarde al-Medina, cuando el profeta Mahoma fund all la primera
comunidad del Islam, ya que Yathrib vuelve a aparecer en el Corn. Nada se
dice acerca de la poblacin de esta tierra en tiempos de la ocupacin
babilnica. Sin duda habr que entender este silencio en el sentido de que
perdi su identidad cuando qued sometida al rey. No obstante, en un
mensaje de paz se menciona, junto a otros pases extranjeros[19], la tierra de
los aribi. La paz no parece haber sido demasiado efectiva. Gentes de la
tierra de los rabes saquearon una caravana (o un oasis), pero pronto fueron
derrotados. La estancia de Nabnido en Taima tuvo amplia repercusin: son
testimonio de ello la imagen del dios alm en la estela de Taima a la que se
alude en la HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XXI, tomo 5, captulo 20, y una
inscripcin grabada en una roca, cerca de Taima, que trata de un objeto que
haba bendecido el rey de Babilonia[20]. Un tercer testimonio es hipottico: de
toda Arabia del Sur slo en aramt lleva el dios de la luna el nombre de
Sin. Adems, frente a lo que sucede en la ortografa sudarbiga en este
nombre, se expresa la larga en la escritura. Es posible que estos hechos
tengan su origen en la propaganda realizada por Nabnido en favor de su dios?
Solamente tena posibilidades de xito en aramt, que, a diferencia de los
pases vecinos, no haba desarrollado an una cultura propia. Para ello no
necesitaba enviar misioneros a aramt, pues le bastaba dirigirse a los
hombres que conducan las caravanas hacia el norte. Ms adelante
encontraremos un ejemplo, posterior en una generacin, de estas relaciones
comerciales de los hadrames.
Es difcil narrar la historia sudarbiga porque no existe acuerdo sobre
cundo empieza ni sobre el grado de antigedad de sus testimonios
(inscripciones, construcciones y otros monumentos). El nmero de
inscripciones es muy grande, y cada vez se descubren ms. Sin embargo, stas
no comprenden todos los acontecimientos importantes, e ignoramos lo
referente a los monarcas de todas las dinastas anteriores. Esto se debe, en
parte, a que muchas piedras con inscripciones se han utilizado y se utilizan an
en la construccin. Adems son pocas las excavaciones que se han llevado a
cabo, en comparacin con la enorme cantidad de ruinas. En 1928 descubrieron
C. Rathjens y H. von Wissmann un templo de poca relativamente reciente en
uqqa, cerca de ana (que sera despus y es hoy capital del Yemen), y en
1937-38 tres investigadores ingleses hallaron otro ms antiguo en un valle
transversal de aramt cerca de el-ureia[21]. Las expediciones americanas
de 1950-52 hallaron numerosos vestigios en Timna, capital de Qatabn, en
Marib, capital de Saba, y en Dofar[22], pero tuvieron que suspenderse antes de
tiempo, salvo en la ltima localidad.
Los diferentes pareceres sobre la edad de las inscripciones dependen de la
postura adoptada en cuanto a la fecha de introduccin y la procedencia de la
escritura. Para responder a esta cuestin tenemos que sealar ante todo que en
Arabia existan dos tipos antiguos de escritura, uno del norte y otro del sur.
Ambos proceden indirectamente de una escritura fenicia y presentan
semejanzas con los caracteres rnicos. Nosotros denominamos al primer tipo
prerabigo, porque no se us para escribir en rabe sino en otras lenguas.
Figura en diez inscripciones, en su mayora sobre fragmentos de barro cocido,
y en sellos cuyos lugares de hallazgo se extienden desde Ur en Caldea hasta
Taima y desde aurn hasta Ddan y que datan aproximadamente de entre 700
y 450 a. C.[23]. La importancia de esta escritura para la historia y cultura de
Arabia reside en su relacin con los dos nuevos tipos que surgieron en el
siglo V, primero el dednico y luego el tamdico que, aparte del mal
inventado nombre, no tiene nada que ver, a no ser en poca mucho ms tarda,
con la tribu mencionada en pginas anteriores.
Mlle. J. Pirenne, por lo que hace a la nueva forma de la escritura
sudarbiga, no a su origen, ha llegado a la conclusin de que el estilo de la
escritura monumental sudarbiga que aparece en los textos ms antiguos
conocidos hasta ahora est influido por el estilo de la escritura griega[24].
Pero esta conclusin es indemostrable[25]. Por desgracia no se sabe casi nada
de la escritura que se realiz en material perecedero, antes que se tomara la
decisin de plasmarla, bajo su nueva forma, sobre murallas, altares y estelas.
Por otro lado es curioso que algunas letras de la escritura prearbiga
hayan pasado a los primeros estadios de la sudarbiga[26]. Penetraron
entonces procedentes de la otra escritura o son restos de la propia primitiva,
que en tal caso tendra su origen en aqulla? El problema de la procedencia de
la escritura monumental sudarbiga est todava por resolver. Por el contrario,
la cuestin de la edad de las inscripciones ha quedado ampliamente aclarada
con la obra de J. Pirenne[27]. Tiene que reducirse cerca de trescientos aos con
respecto a la ltima datacin, que la situaba hacia el 800. Sin embargo
podemos establecer el comienzo, por razones histricas, en el ao 525 y no
hacia 485, fecha a que nos obliga la teora de la influencia griega.
Los antecesores de los pueblos de habla minica, qataban y hadram
inmigraron en el segundo milenio procedentes del noreste (su lengua tiene
importantes puntos de contacto con el acadio), tal vez como comerciantes,
seguidos paulatinamente por sus familias, asimilando la escasa poblacin
indgena o reducindola a la esclavitud. Los sabeos llegaron ms tarde,
probablemente en son de guerra, del noroeste (su dialecto coincide en ciertos
aspectos con el cananeo), ocuparon la meseta y se establecieron entre Man y
Qatabn. Hasta aqu nos basamos slo en suposiciones. Nuestros
conocimientos comienzan con tres noticias procedentes de inscripciones reales
asirias. La primera ya la conocemos; a juzgar por ella no parece que los
asirios hubiesen conocido mayores detalles acerca de Saba. Tambin parece
que los sabeos trataron de establecer buenas relaciones con la gran potencia
del norte que dominaba Siria, ya que Yiiamar, que ofreci como tributo a
Sargn II (722-705) toda clase de perfumes, tiene un nombre real. Finalmente
entablaron ambos pases una relacin amistosa. Senaquerib (705-681)
describe con orgullo el tesoro que le haba enviado Karibil, rey de Saba, con
motivo de la colocacin de la primera piedra del templo de la fiesta de ao
nuevo. Las noticias bblicas concluyen antes de 571, con Ez. 27, 22, donde se
presenta a los comerciantes de Saba (y Ragma) llevando al mercado de Tiro
blsamo, piedras preciosas y oro, lo mismo que, segn la leyenda, llev la
reina de Saba a Salomn.
Los relatos indgenas comienzan con las noticias de las victorias de
Karibil Watar que someti, aproximadamente entre 510 y 490, Arabia del Sur,
desde Nagrn hasta el ocano Indico. Sin embargo no se llama rey sino mkrb,
lo que, segn el equivalente rabe posterior makram o mukarram[28] significa
noble (y, sin embargo, llega a mencionar al ltimo rey cuya poltica dbil
consigui corregir). Junto a Karibil Watar y su hermano se hallan tres
hombres[29] que ostentan, como sus sucesores, el ttulo de makrab (adoptamos
esta forma siguiendo a J. H. Mordtmann). Por consiguiente se puede suponer
que Karibil Watar suprimi violentamente la monarqua con la ayuda de
algunos de estos hombres, pese a lo cual ms tarde surgira de los makrab una
nueva casa real cuyos miembros conservaron el nombre de aqullos, lo que
significa que retrotraan su legitimidad hasta ellos. De hecho nos encontramos
con los nombres de Karibil y Yiiamar antes del perodo de los makrab, en
que reaparecen como hemos visto. Tal vez pueda deducirse de ello que
Karibil Watar y sus seguidores no pertenecan a las lneas sucesorias
legtimas de la casa real. Es curioso que estos prncipes se llamasen a s
mismos makrab mientras que sus sbditos no les daban ese ttulo: ello hace
suponer un carcter revolucionario al golpe de estado del primer makrab.
Durante el reinado de Karibil Watar se fund una colonia sabea en la
costa oriental de frica. Nada se sabe acerca de las circunstancias de su
fundacin, que probablemente tuvo algo que ver con la revolucin. All surgi
una segunda Saba con lo que se inician los acontecimientos que culminan en
la instauracin del imperio de Etiopa, en lo que antes se llamaba Abisinia. En
Qatabn y en aramt reinaron al mismo tiempo que el primer makrab otros
reyes, aunque no se les concedi este ttulo, como se ver ms adelante. La
dinasta de Qatabn era de origen sabeo. Man era una liga de ciudades.
Tambin exista al suroeste de aramt el reino de Ausan, adems de otros
reinos y de una serie de territorios cuyo sistema poltico nos es desconocido.
Las bases de la economa de Arabia del Sur[30] entre el siglo VIII y el VI se
pueden determinar con bastante seguridad. El oro se obtena por medio del
lavado de barro aluvial y en minas; Halvy vio en 1870 restos de estas minas.
Cobre haba en el mismo pas, y el estao para la elaboracin del bronce
proceda seguramente del Mediterrneo. Tambin el hierro, es caso incluso en
la Edad Media, se encontraba en Arabia del Sur. An en la poca islmica era
famoso el Yemen por sus yacimientos de rubes, que figuraban, por tanto, entre
las piedras preciosas que entregaban los soberanos del norte de Arabia como
tributo a los asirios y que llevaban al mercado de Tiro los sabeos. Los valles
de la pendiente occidental de la cordillera marginal, que reciben mucha lluvia
dos veces al ao (monzn) y en cuyos lmites medios se cultiva en terrazas,
parecen haber estado antes poblados de bosques[31]. An en el siglo III
empleaban los mineos gran cantidad de madera en fortalezas y otras
construcciones. El incienso provena de lejanas zonas orientales[32], la mirra
de aramt y Ausan. Tambin la balsamera creca en Arabia del Sur. Pero el
blsamo slo es uno de los mltiples productos aromticos que aparecen en
las inscripciones: otro es el ldn (ludano), usado para sahumerios y como
medicamento. En el mismo pas se apreciaba tanto el kostos[33], cierta raz
aromtica, que Karibil Watar lo coloca en la relacin del botn
inmediatamente detrs del trofeo ms valioso, los tejedores deportados. Entre
las especias nombra Herdoto (III, 110 s.) la kassia, un sucedneo de la
canela, y sta misma, pero es vctima de un error o de un ardid comercial, ya
que la canela era una mercanca procedente de Ceiln. En las montaas
predominaba el cultivo de lluvia, y se practicaba la irrigacin artificial en la
meseta, fuera de las escasas zonas dotadas de arroyos y fuentes, y en los
amplios valles. Esta irrigacin se llevaba a cabo por medio de cisternas de
diferentes formas, que se llenaban con norias, o por medio de presas que
distribuan las aguas torrenciales de las lluvias monznicas a travs de canales
y regueros. En Uadi Baian se ha calculado la fecha de estas construcciones (y
con ello la de una poblacin densa), estudiando los estratos de barro, hacia el
ao 1050 (si esta fecha es tal vez demasiado antigua, la real no sera, sin
embargo, inferior a 900), y en aramt el origen es an ms antiguo. Haba
cultivos de mijo, trigo y vias, y en el norte tambin camellos y asnos. La
industria contaba con hilaturas y tejidos: para ello requera el cultivo de
plantas colorantes (slo se sabe que se cultivara el azafrn rabe, wars) o la
importacin de productos colorantes.
La importancia del comercio sudarbigo se deduce de todo lo dicho
anteriormente. De la envergadura y composicin del comercio de frica e
India con destino al norte no se puede decir con seguridad nada para el
perodo anterior al ao 800. El comercio requiere rutas adecuadas y pozos de
agua permanentes. En algunas rutas existen o existan fuentes antiqusimas
practicadas en la roca y que llegaban hasta 70 m de profundidad[34], como las
del desierto arenoso de Yabrin y las del oasis abandonado de Yabrin, al borde
del gran desierto del sur. La ruta del incienso conduca, cruzando Nagrn y
pasando al este de la futura Meca, hasta Yarib/Medina y luego hasta el
Mediterrneo.
Fig. 6. Columna del templo de Risf.

aramt posea un paso directo a Nagrn que utilizaba cuando poda. La


pequea estatua del Peloponeso ( 530), que fue hallada en Uadi
Gurdan/Jirdan, fue adquirida seguramente por un hadram en Tiro[35]. El
trfico de caravanas de la ruta del incienso en Arabia del Sur requera un
acuerdo entre los pases de sta o la supremaca poltica de uno de ellos.
Pasaba por las capitales de Shabwat, Marib y Man, aunque el camino ms
directo al norte no pasa en absoluto por Man. Es curioso cmo todos estos
lugares estaban orientados hacia las arenas del desierto. Tambin llama la
atencin que hubiera grandes templos a las puertas de estas ciudades: el
templo del dios nacional sabeo Almaqah a 3,5 kilmetros de Marib Ruf
(Rif), el templo de Atar u Qabi, a 800 m al este de Man (la columna
representada en la figura 6 pertenece al templo reconstruido en 330). En la
tierra de los mineos alcanzaron las ciudades su mayor desarrollo. All se
encontraban en la llanura de el-Jauf, en el lado de Man, dispuestas en cadena
de este a oeste, cuatro ciudades: Harim, Kamnh/Kamma, Nashq/es-Sauda,
Nashan/el-Beia. En cada una de ellas reinaba un rey, pero slo Harim
conseguira ms adelante adquirir importancia poltica y una cultura propia.
Man fue edificada, al igual que las otras ciudades que acabamos de nombrar,
sobre una colina artificial, para defenderla de los torrentes que inundaban los
valles en caso de lluvias torrenciales. Yail/Baraqish, que se convertira ms
tarde en una fortaleza importante y que conserva hasta nuestros das esta
funcin, est situada sobre la cima de una montaa que domina la tierra de
alrededor. Todas estas ciudades existieron mucho antes de que cayeran sobre
ellas las hordas de los primeros makrab (Fakhry). Sin embargo, no sabemos
cmo eran entonces y slo las conocemos, en el mejor de los casos, bajo la
nueva forma que se les dio en los siglos IV y III. Las ciudades eran pequeas
segn nuestro concepto: Man tena una extensin de 400 por 250 metros.
Con la proclamacin pblica de noticias personales y oficiales, con las
conquistas de Karibil Watar y las gigantescas construcciones de su sucesor, se
inicia un nuevo captulo de la civilizacin sudarbiga. Sus caractersticas ms
destacadas en la arquitectura es la introduccin de bloques rsticos en la
construccin de murallas. Atendiendo a diversas modificaciones tcnicas y
estilsticas se pueden distinguir cuatro etapas de la arquitectura (todava no
delimitadas exactamente). Anteriormente, por lo menos en el edificio principal
del templo de Atar de Timna, se emplearon bloques sin ningn tipo de
adorno. Ms tarde se construy por este sistema la parte inferior del templo de
Sin de el-ureia. En el aspecto artstico tampoco poda competir aramt.
No conocemos obras de arte decorativas anteriores a 525: por esta razn,
tenemos que reproducir una posterior, que muestra qu forma tan elegante
poda revestir una representacin tradicional. Nos referimos a la columna
aludida anteriormente, que aparece en la figura 6. Tratemos de averiguar el
sentido de los motivos que en ella figuran. Parecen conducir del cielo a la
tierra en seis zonas, pues los siete crculos representan, como siempre en el
antiguo Oriente, a las Plyades. El Capricornio, ibex, es, como es sabido, un
signo del Zodaco, pero en Arabia del Sur corresponde a Atar. De acuerdo
con la preeminencia de este dios, los diez capricornios ocupan la cumbre. Las
nueve puntas inferiores semejan espigas. Siguen nueve antlopes en descanso y
debajo de ellos nueve pares de culebras. Corresponderan a la diosa de la
tierra, o sea, a la tierra cultivada? Qu significa que las culebras no estn
separadas de los antlopes? Y qu significan las figuras cnicas que forman
los cuernos de los antlopes, sobre las cuales, separadas slo por una lnea,
nacen las espigas? Estas preguntas slo pueden contestarse si tenemos en
cuenta las imgenes y los signos de un antiguo calendario, basado en la
observacin del orto y el ocaso helaco de los astros, o sea, de su aparicin
poco antes de la salida del sol (y de su desaparicin despus de la puesta de
ste). Fue descubierto en un pueblo sin escritura y se hallaba en uso no slo en
el antiguo Oriente y en toda la Antigedad, sino tambin entre los rabes
preislmicos, pueblo que haba perdido su escritura. La utilidad prctica de
este calendario estribaba en la posibilidad que ofreca de determinar las
pocas de siembra y cosecha. Claro que el calendario no explica la
disposicin de los motivos sobre la columna, sino slo las imgenes. En la
parte superior no aparecen las Plyades, sino siete anillos que se tocan y que
obtienen forma plstica por medio de veintiocho hendiduras (en el grabado
arcos), signos del poder de Atar en el cielo. Los capricornios de Atar,
caminando hacia uno y otro lado, representan el curso de las estrellas de la
maana y de la noche. Espigas? No, puntas de flecha[36], smbolo de Marduk
de Babilonia, conocido y adoptado gracias a los sellos cilndricos. Los
antlopes sustituyen al ciervo, que no existe en Arabia: el ciervo celestial
puede aparecer con dos culebras colgando de los ollares. El ciervo, en este
caso el antlope, es el smbolo de la estrella de Casiopea[37]. Pero la pareja de
serpientes no puede significar otra cosa que dos seres mticos del cielo. Si
est ms lejos del antlope que de su antiguo prototipo el ciervo es sin duda
porque ha cambiado el mito. Sin embargo hay que destacar el aspecto
astronmico del antlope-ciervo de modo que quede slo el sentido mtico,
sentido que nosotros no conocemos; solamente vemos que tambin estos seres
mticos[38] obedecen a Atar.
Tampoco existen datos directos sobre la cultura anterior al 525, salvo en
materia de derecho y de religin. Incluso las indirectas parecan faltar, por lo
menos en cuanto a la poesa. Pero eso era un error. En la cuarta lnea de una
inscripcin minea en la que por primera vez un comerciante rinde cuentas del
trabajo realizado por l y su familia en beneficio pblico (vase la HISTORIA
UNIVERSAL SIGLO XXI, volumen 5, captulo 20), se lee: Munada aibi wa-afn
wa-ahaba marii u Namn, resina y tomillo oloroso, oro aleado en du
Namn. Aqu aparece el conocido parallelismus membrorum, de la poesa
del Antiguo Testamento, y tambin la rima, y no slo una secuencia rtmica de
palabras, sino tambin una medida del verso, aunque esto no se puede
determinar con certeza, ya que desconocemos la cantidad de las vocales
terminales superpuestas. No hay duda de que en la primera mitad de la lnea se
trata de algo distinto que en la segunda, pero no vamos a aburrir al lector con
un estudio de los perfumes que all aparecen. Se trata de ofrendas (en otro
caso se ofrece oro rojo)[39]. Resulta extrao encontrar en un documento
versos que narran actos piadosos, pero debe tratarse del pasaje de un himno.
La religin de los pueblos sudarbigos[40] fue evolucionando en el curso
del tiempo y el mundo de sus dioses aument. El contacto con el exterior y los
cambios polticos y sociales contribuyeron a ello. El aumento era en algunos
casos autntico (damos un ejemplo en la nota 43), y en otros slo aparente;
espritus del agua, guardianes de las fronteras celestiales e dolos domsticos
ya se adoraban mucho antes de que surgiesen en las inscripciones. Los
elementos esenciales de esta religin se remontan ms all del siglo VI. El
mundo de los dioses era astral: el sol, la luna y las estrellas, pero en orden
inverso a ste. Las estrellas estaban representadas por Venus, estrella de la
maana y de la noche[41], que es masculina y se llama Atar. Ya la conocamos
en el norte de Arabia y por sus templos del sur. El dios lunar se llamaba en
Saba, Almaqah, en Man, Wadd (amistad), en Qatabn, Amm (hermano del
padre), y tambin Anbay[42], y en aramt, como ya sabe el lector, Sin y,
adems, aul. El sol tiene gnero femenino. Atar era el dios principal de los
mineos, pero tambin en Saba y en Qatabn aparece tantas veces delante de
los dioses nacionales que sin duda debi considerrsele all igualmente dios
principal. Las divinidades se diferenciaban por sus lugares de aparicin,
objetos o templos con la partcula u, el de; por ejemplo, Atar u
Yahriq[43]. No se las representaba con imgenes sino con smbolos: maza, rayo
y dos signos ms, de los que uno, un rectngulo de lados curvos, pudiera
representar un escudo. Tambin se las representaba por medio de sus animales
(antlope, macho cabro y toro). Se veneraba a los dioses con sacrificios,
holocaustos, incienso y libaciones. Se les peda toda clase de deseos, se les
peda ayuda para cualquier empresa y se les daba gracias con sacrificios y
todo tipo de ofrendas. Los dioses daban a conocer sus intenciones a travs de
los orculos. El dios se confunda con su templo, segn se deduce de muchas
formulaciones y ejemplos posteriores. Se exiga pureza ritual en la visita a los
templos y en las ceremonias (fiestas); las faltas contra este precepto se
castigaban de diversas maneras. Es discutible que la penitencia pblica (ver
HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XXI, volumen 5, captulo 20) existiese antes de 525.
En las inscripciones no hay nada que revele una supremaca de los sacerdotes.
No existen ejemplos anteriores de divinizacin de seres humanos, pero s
indicios de ciertas ideas teocrticas. As, las frmulas empleadas o creadas
por el primer makrab (por la unin con) Almagah, Karibil y Saba-Amm,
Anbay, Warauil y Qatabn-Sin, aul, Yadail y aramt, que mezclan
dioses, soberanos y tierra (que puede equipararse al pueblo), son testimonios
de teocracia e intentos de expresar el desconocido trmino estado[44].
5. El Tercer Perodo Intermedio y el Imperio
Etope.

Hacia el ao 1100 y durante el reinado de Ramss XI, haba entrado en su


fase final la agona poltica del Imperio Nuevo egipcio. La impotencia del rey
en su lucha contra la crisis econmica en la que haba cado el pas desde el
reinado de Ramss III, su falta de energa para dominar las intrigas polticas y
su tendencia a cargar a los altos funcionarios con la responsabilidad de la
administracin del estado, abri en el interior las puertas a graves luchas. En
el norte del pas se lleg al extremo de tener que abandonar la residencia real
de Pi-Ramss. Innumerables tribus libias se infiltraron en el Medio Egipto. En
la segunda mitad del reinado de Ramss XI se sucedieron en Tebas los
acontecimientos uno tras otro, aunque diversos aspectos de la cronologa estn
an sin aclarar. En un momento que no puede precisarse con exactitud
probablemente en el doceavo ao del reinado de Ramss XI estall una
revolucin social. sta se conoce como la rebelin contra el sumo sacerdote
Amenhotep[1]. Su sucesor debi ser un homo novus llamado Herihor. Parece
que haba concluido una carrera militar, por lo dems, nada se sabe sobre su
pasado. Probablemente no lleg a ocupar su puesto hasta el decimosptimo
ao del reinado de Ramss XI cuando ya era general y regente de Nubia.
En el ao diecinueve del reinado de Ramss XI el primer ao de una era
que aparece en ciertos documentos con el nombre de renovacin del
nacimiento desempeaba Herihor al mismo tiempo la funcin de visir o de
ministro de estado. Controlaba a su albedro los principales factores de poder,
tanto polticos como religiosos, del pas: clero, administracin y ejrcito.
Desde ese momento el rey quedaba relegado cada vez ms a segundo trmino.
Su nombre se mencionaba an en las inscripciones oficiales, pero Herihor ya
se estaba imponiendo poco a poco, hasta arrogarse finalmente la mayor parte
de los derechos reales. En la prctica, sin embargo, qued limitado su poder
al sur del pas y a Nubia. En Tanis en el norte del reino Smendes, que era
probablemente tambin antiguo ministro de estado, haba ignorado de la misma
manera la administracin real, y haba llevado a cabo reformas por propia
iniciativa. Cuando en 1085 desapareci Ramss XI no sabemos de qu
manera en la oscuridad de la Historia, Egipto estaba dividido de hecho en
dos reinos completamente independientes[2].

I. LA DINASTA XXI

a) Tanis y Tebas

Durante mucho tiempo se ha supuesto equivocadamente que Herihor subi


al trono en edad avanzada al morir Ramss XI. Nuevas fuentes parecen indicar
que el soberano le sobrevivi[3]. En el sptimo ao de la renovacin del
nacimiento, o sea, en el veinticinco ao del reinado de Ramss XI ocup
Pinkhi, hijo mayor de Herihor, el cargo de sumo sacerdote de Amn. Sea
como fuere, parece ser que tras la muerte de Ramss XI se consider a
Smendes y su esposa Tentamn como autnticos soberanos de Egipto. Tambin
el monarca tanita llevaba el ttulo de sumo sacerdote de Amn, rey de los
dioses, fundando as su reinado sobre el mismo principio dogmtico que su
contemporneo tebano Herihor. El hijo de ste, Pinkhi, se someti
voluntariamente a la soberana de Smendes y no pretendi asumir el ttulo de
rey. De esta manera pudo el monarca ejercer su influencia tambin en el sur
del pas y arrebatar al menos exteriormente todo el poder poltico a
Tebas. Se puede hablar incluso de un acercamiento entre ambas capitales, ya
que bajo Psusennes I, sucesor de Smendes, se cas su hija Makare con el
sumo sacerdote tebano Pinedjem, que entre tanto haba heredado de su padre
Pinkhi la soberana espiritual y que, como su abuelo Herihor, reuna en sus
manos todo el poder terrenal y espiritual. Este nuevo vnculo favoreci sobre
todo a Tebas. Durante su largo reinado se conform Psusennes I en Tanis con
una monarqua terica y se distingui en la construccin y restauracin de
templos[4]. Lo cierto es que uni a su cuado al trono como corregente despus
de que ste se hubiera dedicado, con total independencia y en razn de su
cargo de sumo sacerdote, al embellecimiento de los templos de Krnak y
Medinet Habu y a la conservacin de las momias de las tumbas de los reyes
del Imperio Nuevo, que haban sido profanadas repetidamente bajo los ltimos
ramsidas[5]. Mientras que el nombre de Psusennes no se menciona casi fuera
de Tanis el nombre de Pinedjem est relacionado con el anillo real, lo que
plantea la pregunta de si no lleg por fin a tener una corte propia durante algn
tiempo. Sus sucesores reinaron en Tebas ms de medio siglo, sobre un
territorio que se extenda desde la primera catarata del Nilo hasta la ciudad
fortaleza de Teudjoi (el-Hiba), en el Medio Egipto. En la frontera norte de su
reino, los soberanos tebanos de la XXI Dinasta, que eran sumos sacerdotes de
Amn y jefes supremos del ejrcito, mandaron construir una serie de
fortificaciones para hacer frente a los libios que ejercan en esta zona cada vez
ms presin sobre el pas. Masaharte, hijo de Pinedjem, muri poco despus
de subir al trono, despus de haber empleado tambin su pontificado en
defender las momias reales de los profanadores. Mientras tanto, en Tebas y en
las provincias haca tiempo que numerosos miembros de la dinasta reinante
hombres y mujeres iban ocupando los altos cargos sacerdotales. Tarde o
temprano este monopolio real tena que provocar el disgusto de la clase
sacerdotal perjudicada. Al morir Masaharte estallaron desrdenes en el
interior del pas, que obligaron por fin a su hermano y sucesor Menkheperre a
dirigirse a Tebas para restablecer la tranquilidad, probablemente desde su
residencia en Teudjoi. Cerca de cincuenta aos permaneci Menkheperre en
el cargo de sumo sacerdote de Tebas. Junto con su mujer Esemakhbit pretendi
la dignidad real y, al igual que sus antecesores, se ocup de las momias de los
reyes y los sacerdotes de Amn, que fueron restauradas bajo su direccin. En
Krnak llev a cabo diversas construcciones y trabajos de restauracin,
mand levantar una muralla en el lado norte del templo para proteger el
templo de su padre Amn Re y limpiarlo de seres humanos despus de haber
averiguado que los egipcios haban construido habitaciones y se haban
instalado en los patios de los dominios de Amn[6]. Le sucedieron en el cargo
de sumo sacerdote sus hijos Smendes y Pinedjem II. Psusennes concluye la
serie de reyes-sacerdotes tebanos. Ninguno de ellos lleg a desempear un
papel capital. Fue Pinedjem II quien escogi un escondite en el valle de Deir
el-Bahari para depositar las momias de las tumbas de los reyes del Imperio
Nuevo[7], que fue utilizado hasta el reinado de Sheshonq I. La irona de la
historia quiso que tambin este escondite fuera descubierto por saqueadores
de tumbas, para ser salvado finalmente para la ciencia.
Si bien en aquel tiempo el autntico rey de Egipto resida en Tanis, no
parece que su poder se extendiera mucho ms all de las murallas de su
palacio. El que en Tebas se contara el tiempo segn el ao del reinado del
monarca del norte se debe interpretar ms como el reconocimiento benvolo
de una potencia soberana que como seal de autntica sumisin. A Psusennes I
le suceden Amenemope, Siamn y Psusennes II, que tuvo un reinado efmero.
Sus reinados hubieran carecido de toda importancia si no hubiesen arrojado
luz sobre ellos las excavaciones de P. Montets, en Tanis[8]. La tumba intacta de
Psusennes I y Amenemope contena sobre todo valiosas joyas de plata, que
atestiguan una activa poltica comercial, y fue hallada dentro del amplio
recinto del templo cerca de los otros grandes edificios. Para poder embellecer
y decorar sus templos, palacios y mausoleos, los soberanos tanitas se vieron
obligados, a falta de medios apropiados, a emplear los materiales de
construccin de sus antecesores y a saquear antiguas necrpolis. Este hecho
pone de manifiesto la impotencia de esta dinasta, que, para conservar su
modesta posicin, se conform de buen grado con la decadencia de Tebas y se
neg a enfrentarse al peligro que supona la subida de los mashawash libios.
En estas circunstancias no puede hablarse de una poltica exterior enrgica.
Por el momento, no est establecido que fuera Siamn el faran egipcio que,
segn el Libro de los Reyes (I, 9, 16 ss.), derrot a los filisteos y conquist la
ciudad de Gazer. El descubrimiento de un escarabajo con el nombre de
Siamn en Tell el-Fara, en el desierto del Negev occidental, y las huellas de
una destruccin llevada a cabo en la primera mitad del siglo X halladas en las
excavaciones de Tell Mor, cerca de Asdod, son los nicos indicios que
respaldan en Asia la posibilidad de esta campaa. No se explica uno las
razones que indujeron a Siamn y luego a Sheshonq I a luchar en Palestina[9].
Durante todo el Tercer Perodo Intermedio asombra la pasividad de Egipto en
su poltica exterior. Cuando se form en 853 una poderosa coalicin para
librar en Qarqar, a orillas del Orontes, una batalla contra el conquistador
asirio Salmanasar III, Egipto fue incapaz de apoyar eficazmente la coalicin.
b) El Estado divino de Amn

No hay duda de que el creciente poder de Amn Re y de su clero tebano a


finales del Imperio Nuevo fue la causa de la divisin de Egipto en dos reinos
durante la XXI Dinasta. Esta revolucin, que traslad a Tanis la sede del
poder poltico del faran dejando a Tebas en manos de una dinasta de sumos
sacerdotes de Amn, estuvo acompaada de consecuencias trascendentales en
la administracin que todava no han podido ser valoradas en su totalidad. A
grandes rasgos, hay que imaginar una situacin en la que dominara, en todas
las manifestaciones de la vida pblica, la influencia del dios y del clero.
Puede hablarse, pues, con razn de un estado divino regido cada vez ms por
Amn Re y los otros dos miembros de la trinidad tebana la diosa Mut y el
dios Khonsu. En el fondo esta nueva forma de gobierno slo aparentemente
era una teocracia: en realidad dominaba el principio de la dictadura militar,
cuya fachada religiosa trataba de ocultar la incapacidad y debilidad del
gobierno. Sometiendo al ejrcito y al clero al mismo poder se pudo alejar de
momento el peligro de una colisin entre los dos grandes poderes del pas; el
tesoro del templo poda contribuir a cubrir las necesidades de la organizacin
militar y permita que los cargos de responsabilidad fuesen ocupados
exclusivamente por los adictos al rgimen. El abismo social entre la casa
dirigente y el pueblo se hizo as ms profundo an.
Como las fuentes son escasas es difcil determinar si el estado divino tuvo
en Tanis las mismas caractersticas que en la capital del sur. Slo sabemos que
tanto Smendes como Psusennes I actuaron como sumos sacerdotes de Amn y
que Amenemope tuvo tambin este ttulo antes de subir al trono. La trinidad
tebana tambin era venerada en Tanis, y el nombre de Seth, que haba gozado
del favor de los monarcas ramsidas, ya no era tolerado. Ideolgicamente, el
rey-dios del norte se hallaba en la misma lnea que el dios-rey del sur.
En este tiempo de inseguridad poltica el orculo se haba de convertir en
el elemento ms adecuado para justificar toda clase de decisiones ante la gran
masa. La costumbre de pedir consejo a un dios y de averiguar su opinin ya
exista en Egipto desde el Imperio Nuevo, pero bajo la XXI Dinasta lleg a
alcanzar tan amplia difusin que prcticamente se someta cada cuestin
importante a la decisin del orculo[10], sobre todo en cambios de tipo poltico
o administrativo. De Herihor, fundador de la dinasta, se ha conservado un
fragmento de estela en el que aparecen Khonsu y Amn Re como dioses del
orculo[11]. Cuando Menkheperre, hijo de Pinedjem I, lleg a Tebas
procedente del norte, se hizo confirmar como sumo sacerdote por Amn Re.
Despus como nuevo sumo sacerdote y apoyndose siempre en el orculo
mand que volviesen los rebeldes de su destierro en el oasis de Kharga y a
cambio de esta amnista castig con la muerte a los peores de ellos[12]. De esta
manera se lleg a atribuir al juicio divino un importante papel en la
jurisdiccin. En los acuerdos jurdicos dentro de la familia de los sumos
sacerdotes se invocaba el consentimiento de Amn Re para las medidas
adoptadas. La manera como se manifestaba en uno de esos casos el dios
mediante decreto ha quedado recogida en un pasaje de la inscripcin en la que
Makare, hija de Psusennes II pide a travs del sumo sacerdote una
confirmacin soberana de su derecho de propiedad[13]:
De nuevo (habl l es decir, el sacerdote a Amn Re, rey de los
dioses) a este gran dios, el poderoso, que era en un principio, y a Mut y
Khonsu los grandes dioses: matad a todas las personas, cualesquiera que
fueren, en todo el pas, hombres o mujeres, que disputaran sobre cualquier
cosa del tipo que fuere que Makare, hija del rey Psusennes, amada de Amn,
adquiriera por compra de tierras en el sur, as como sobre (cualquier) cosa
(del tipo que fuere que el) pueblo del pas (le vendiera ella) o (?) que
recibiera de su propiedad siendo nia. Contra aquellos que trataran estas
cosas con engao, maana o pasado maana lanzaremos nuestra inmensa y
terrible venganza y no les perdonaremos en ningn caso.
Gran aprobacin por parte de este gran dios y por parte de Mut y Khonsu,
los grandes dioses.
Amn Re, rey de los dioses, ese gran dios, el poderoso, que era en un
principio, y Mut y Khonsu los grandes dioses hablaron: Mataremos a todas las
personas, cualesquiera que fueren, en todo el pas, hombres o mujeres, que
disputaren sobre cualquier cosa del tipo que fuere (que Makare, hija de
Psusennes, adquiriera) por compra de tierras en el sur, as como sobre todas
las cosas del tipo que fueren que el pueblo del pas le hubiere vendido o (?)
que recibiera de su propiedad siendo nia. (Aquellos que trataran estas cosas
con fraude), hombres o mujeres, sufrirn nuestra inmensa y terrible venganza;
en ningn caso les perdonaremos, dirigiremos sus narices contra la tierra y
sern sometidos (a la clera [?] de este gran dios), a la de Mut (y la de
Khonsu) los grandes dioses.
Incluso en asuntos de la vida cotidiana se buscaba la ayuda del orculo. Un
grupo de papiros que se encuentran dispersos en diversas colecciones muestra
claramente cmo Amn Re, Mut, Khonsu e incluso Montu eran invocados
para proteger a nios y otras personas de desgracias, epidemias, demonios
malignos, mordeduras de serpiente y otros males[14]. Al parecer se crea que
tambin en la otra vida era absolutamente necesaria la benfica influencia de
los orculos. El traslado de las momias de Sethi I, Ramss I y Ramss II al
escondite en el que fueron encontradas ms tarde se realiz despus de que
hubiera aprobado la diosa Mut esta medida extraordinaria. Para asegurar a la
distinguida dama Neskhonsu, en el ms all, deificacin y otras gracias
pstumas dict Amn Re un decreto del cual se depositaron dos copias en la
tumba[15]. Caracterstico de esta atmsfera de religiosidad supersticiosa y de
autntica impotencia del gobierno es, por ejemplo, que hacia el final de la
dinasta un rey tanita probablemente Psusennes II solicitase
personalmente el consejo de Amn Re cuando un gran prncipe de los
mashawash de Heraclepolis llamado Sheshonq quiso erigir en el templo de
Osiris de Abidos una estatua de su difunto padre Nemrod, ofreciendo siervos y
tierras como regalo para el templo[16]. A cambio Sheshonq exiga del rey el
derecho a ocupar como sucesor el importante cargo de su padre. Aqu tenemos
una prueba evidente de la creciente influencia de las colonias libias en Egipto
central y el delta. Su expansin significaba un peligro inevitable, al que el
reino faranico ya no poda hacer frente.

II. EL TERCER PERIODO INTERMEDIO

a) Grandeza y decadencia

Con este Sheshonq, cuyos antepasados haban ostentado en Heraclepolis


el ttulo de profeta de Harsafes durante varias generaciones, comienza la
dinasta XXII. Existen indicios de que el paso de una dinasta a otra se llev a
cabo sin graves conflictos militares. Es verdad que una estela del oasis de
Dakhla que data del quinto ao del reinado de Sheshonq I da noticia de ciertos
desrdenes en esta lejana provincia[17]; en cambio, el hijo y sucesor de aqul,
Osorkon I, contrajo matrimonio con Makare, hija de Psusennes II. Sheshonq I
se vio en situacin difcil cuando trat de imponer su dominio al estado
teocrtico tebano. Los sacerdotes de Amn no parecan dispuestos a aceptar
en el acto la soberana de los prncipes libios; para ellos continu siendo
por lo menos hasta el segundo ao de su reinado nada ms que el gran
prncipe de los mashawash[18]. Se puede suponer que Sheshonq I impuso su
poder a Tebas. Paulatinamente, despus de haber sometido primero las
fortificaciones tebanas de Egipto central, y en particular la guarnicin
principal de el-Hiba. Cuando, finalmente, los sacerdotes no pudieron resistir
ms a esta presin, llegaron en su capitulacin al extremo de elevar al trono
del sumo sacerdote de Amn a Iuput, uno de los hijos del rey, y permitir a los
dignatarios de la corte el acceso a los ms altos cargos del templo. Quedaba
de esta manera acentuado ms que nunca el carcter militar del estado
teocrtico. Sheshonq I traslad la frontera norte del estado teocrtico tebano a
Siut y puso a otro de sus hijos al frente del Egipto central como general de
Heraclepolis. l mismo se mantuvo alejado de Tebas y residi con
preferencia en el norte del pas.
Despus de haber sido restablecida por lo menos de cara al exterior
la unidad del reino, Sheshonq I crey llegado el momento de intervenir en la
poltica interior de Palestina, donde Jeroboam y Roboam haban dividido el
reino de Salomn. En 930, el quinto ao de su reinado, se dirigi contra
Jerusaln y saque los tesoros de la ciudad (I Re. 14, 25-26). La finalidad de
esta campaa que ha quedado bajo una luz ms real gracias al hallazgo de
un fragmento con el nombre de Sheshonq I[19] es difcil de averiguar. La
ventaja que de ella obtuvo Egipto fue sobre todo de tipo econmico, pues el
comercio exterior experiment un fuerte impulso. Las hazaas de Sheshonq I
en Palestina fueron glorificadas en Tebas en un gigantesco relieve del templo
de Krnak, sobre el que fueron grabados los nombres de las ciudades
sometidas por el rey. Por otra parte, se han conservado en Krnak ms
vestigios de las construcciones llevadas a cabo por el soberano que en
el-Hiba, donde Sheshonq I erigi un templo a Amn. Probablemente tuvo la
intencin de realizar an las obras del primer patio interior del templo con la
gran puerta de entrada. En una inscripcin de las canteras de Jebel Silsile se
puede leer: Fue su majestad quien dio la orden de erigir un enorme pilono,
para hacer brillar a Tebas por sus puertas, para que quedase un milln de
varas ms alta, y la de construir un magnfico patio delante de la casa de su
padre, Amn Re, rey de los dioses, y la de rodear ste con estatuas y
columnas. Su reinado fue, sin embargo, demasiado breve para la realizacin
de este magno proyecto. Slo las columnatas del lado norte y sur del patio
pudieron ser terminadas y presentan en parte relieves. Tambin qued
inacabado el gran relieve de las victorias de Sheshonq en Asia[20].
Despus de la muerte de Sheshonq I la historia de Egipto se sume en una
oscuridad casi impenetrable. Una de las causas de este hecho es el traslado
del centro de gravedad poltico y militar al norte del pas, donde los hallazgos
arqueolgicos son menos numerosos a causa de la humedad del suelo. Tebas
pas a segundo plano. Parece ser que la estructura del estado teocrtico sigui
siendo, hasta cierto punto, la misma, aunque ya no tratase de unir en una sola
persona como bajo Herihor la monarqua, el mando supremo militar y el
ttulo de sumo sacerdote. El Alto y el Bajo Egipto habran de seguir en el
futuro un desarrollo paralelo: Tanis como capital poltica y Tebas como
capital religiosa. De la historia de los sucesores de Sheshonq I Osorkon I y
Takelot I existen pocas fuentes fidedignas. Al parecer Egipto atravesaba en
ese tiempo un perodo de cierto bienestar, ya que Osorkon I hizo a los templos
importantes donaciones, sobre todo en metales preciosos[21]. Indirectamente
contribuy tambin al prestigio de su gobierno en Tebas, donde impuso a su
hijo Sheshonq como sucesor de Iuput, sumo sacerdote de Amn. Al arrogarse
amplios poderes militares estos prncipes actuaban prcticamente como
gobernadores independientes de los tebanos. Sheshonq resalt su soberana
mandando inscribir su nombre en el anillo real. Lo mismo hizo su hijo
Harsiese quien, junto a Osorkon II, que mientras tanto haba subido al trono, se
dej reconocer como rey en Tebas y cuya tumba en Medinet Habu conservaba
an su propio clero a principios de la dinasta XXVI. Sin embargo, es difcil
saber qu sentimientos invadan al verdadero soberano cuando desde su
palacio de Tanis observaba este deseo de independencia. Las escasas fuentes
epigrficas no dan ninguna aclaracin pues, al faltar inscripciones de los
reyes, las escasas biografas de altos funcionarios tebanos con su tradicional
estilo de vagas alusiones y triviales himnos en alabanza del faran ni
proporcionan una visin del curso histrico de los acontecimientos ni dejan
averiguar las tensiones internas.
Solamente con la subida al trono de Osorkon II, que sucedi en 870 a su
padre Takelot I, se hace algo de luz en esta oscuridad. Su reinado y el de sus
sucesores, hasta aproximadamente 760, se pueden considerar como el perodo
de mximo apogeo de la dominacin libia. El nuevo soberano trataba sobre
todo de establecer un equilibrio sano entre las rivalidades polticas que
amenazaban socavar la unidad de su reino. Como sumo sacerdote de Amn
lleg al trono de Tebas su hijo Nemrod, que haba sido hasta entonces general
de Heraclepolis, cargo en el que sigui tambin despus de su subida al
trono[22]. De esta manera Osorkon II pudo confiar plenamente en la guarnicin
libia de Heraclepolis, que se encontraba dispuesta a mantener el orden en el
sur del pas. Con motivo de las ceremonias de XXII aniversario de su reinado,
declar en Bubastis con visible satisfaccin, en una solemne oracin a Amn,
que Tebas estaba en manos de su seor Amn Re, y prohibi a los
representantes de la corona mezclarse en los asuntos internos del estado
teocrtico[23]. En Menfis dio comienzo, con el prncipe heredero Sheshonq
cuya madre Karomama era la gran esposa del rey, una serie de sumos
sacerdotes de Ptah que se mantuvo durante varias generaciones.
Probablemente muri antes que su padre, ya que no lleg a proclamarse rey.
Su tumba fue descubierta en 1942 en Mitrahine, junto a las tumbas de otros
miembros de su dinasta[24]. En Tanis, donde en 1929 fue descubierta de nuevo
la tumba saqueada de Osorkon II, apareci tambin el sarcfago de su hijo
Hornekht, que lleva en l el ttulo de sumo sacerdote de Amn[25] aunque
muri siendo nio. Al parecer este soberano someta indirectamente a su
control el ejercicio del poder religioso.
En este estado aparentemente estable Tebas, sin embargo, sigui siendo un
centro de agitacin poltica. Cuando muri Osorkon II le sigui su hijo y
corregente Takelot II cuya madre era una concubina. El joven rey tuvo como
esposa a Karomama, hija de Osorkon, sumo sacerdote de Amn, que ha
narrado la movida historia de su vida en una larga inscripcin de las murallas
del templo de Krnak[26]. Si no tuviramos este texto no sabramos casi nada
sobre el reinado de Takelot II, que dur por lo menos un cuarto de siglo.
Parece que el monarca hubo de enfrentarse a una guerra civil en la que Tebas
trat de separarse del norte, por lo cual el pas cay durante muchos aos en la
anarqua. En el onceavo ao del reinado de Takelot II ya haba alcanzado
Osorkon la edad necesaria para ocupar los cargos de sumo sacerdote de
Amn, el de jefe supremo del ejrcito y el de gobernador del Alto Egipto.
Permaneci en su cuartel general de el-Hiba en Egipto central hasta que se
produjo un levantamiento general en el sur. Se dirigi al frente de un ejrcito
contra los rebeldes, los derrot en su camino hacia Tebas e hizo una entrada
triunfal en la capital, donde fue recibido con entusiasmo por los dioses y sus
sacerdotes que le aclamaron como su salvador y le denunciaron el indigno
comportamiento de los funcionarios rebeldes. Osorkon castig a stos sin
piedad a morir por el fuego. Para restablecer la tranquilidad y asumir
enrgicamente la restauracin, nombr el sumo sacerdote nuevos funcionarios
y dict cinco decretos en los que colmaba de favores a los templos tebanos y a
sus sacerdotes.
Sin embargo, Tebas slo haba sido dominada aparentemente. Durante
algn tiempo Osorkon pudo volver a su residencia, pero cuatro aos ms tarde
los enemigos del rey ya haban urdido nuevos planes. Todo el pas se alz en
armas. Reinaba la anarqua general. La crnica no nos describe los
pormenores de esta lucha que dur varios aos y en la que Osorkon defendi
de nuevo los intereses de su padre. Probablemente ambas partes desistieron
del empleo de la violencia cuando vislumbraron la inutilidad de la guerra y
firmaron un armisticio. En todo caso Osorkon hizo una entrada triunfal en
Tebas entre el entusiasmo general y reanud sus funciones de sumo sacerdote.
Cuando muri Takelot II no le sucedi Osorkon, como se haba esperado,
sino Sheshonq III. Osorkon fue desposedo por entonces de su cargo de sumo
sacerdote ya que en el sexto ao del reinado de Sheshonq III era Harsiese el
que desempeaba esta funcin. Sin embargo, algunos aos ms tarde fue
llamado de nuevo a Tebas; lo ms tarde en el ao 22 del reinado de
Sheshonq III. Al parecer, como muestra de agradecimiento, Osorkon colm de
obsequios a los dioses tebanos y a sus sacerdotes, beneficindose tambin de
su generosidad otros templos en el Medio y Alto Egipto. Los ltimos aos de
su pontificado transcurrieron al parecer en calma. Todava ocupaba su alto
cargo en el ao 29 del reinado de Sheshonq III. Poco despus se retiraba,
probablemente por razones de edad, y su cargo pasaba de nuevo al mismo
Harsiese, que ya haba ocupado el trono de sumo sacerdote en los primeros
aos del reinado de Sheshonq.
Sheshonq III rein no menos de cincuenta y dos aos sobre Egipto. Como
sus antecesores residi en Tanis, donde dan fe de su estancia las inscripciones
de una puerta monumental y su tumba, redescubierta en 1940[27]. Tambin se ha
encontrado su nombre en monumentos de diversos lugares del delta. Es
probable que ya algunos aos antes de su muerte tuviese un rival en la persona
de Pedubast, fundador de la dinasta XXIII, procedente (segn Manetn) de
Tanis, pero que probablemente naci de una familia de la nobleza de Bubastis.
Pedubast se dej reconocer como rey primero en el delta y ms tarde tambin
en Tebas. La legitimidad de su poder, sin embargo, no fue generalmente
reconocida, pues el sumo sacerdote Osorkon segua fechando su crnica segn
los aos del reinado de Sheshonq III y los sacerdotes del Serapeum de Menfis
ignoraron tambin al principio su existencia.

b) La anarqua libia

El ltimo rey de la dinasta XXII que an haba mantenido unido a todo el


pas bajo su poder fue derrocado finalmente por un seor local que se haba
ido imponiendo poco a poco como soberano. Con l la historia de Egipto entr
en una fase lgubre, durante la cual se puso de manifiesto en toda su amplitud
la debilidad del verdadero poder estatal. En este perodo dominaba la
rivalidad de generales prominentes o de sumos sacerdotes, lo que condujo a la
fragmentacin del pas en estados feudales que se hallaban constantemente en
estado de guerra para conservar su independencia. Un eco de este tiempo de
anarqua y de envidias polticas, que no desapareceran hasta el comienzo de
la dinasta XXVI, nos llega a travs de un conjunto de relatos populares que,
juntos, constituyen la leyenda de Pedubast. Hasta ahora slo se conocen tres
grandes relatos, con fondo histrico, conservados en fragmentos: La lucha
por el trono de Amn, La lucha por la armadura de Inaros y La campaa
de Asia en Petukhon, aliado de Inaros. El tema de la primera historia es la
guerra entre Pedubast, rey de Tanis, al que apoyaba una serie de dinastas
locales, y el sacerdote de Horus de Buto, que haba conducido a sus vasallos a
Tebas para apoderarse del trono de Amn[28]. La segunda historia relata en un
contexto parecido la lucha por la armadura de Inaros que haba estallado entre
diversas provincias del delta y sus jefes militares. Tambin aqu aparece el
rey Pedubast de Tanis como personaje central[29]. En el tercer relato vuelve a
surgir de nuevo la rivalidad entre Pedubast e Inaros, pero en el centro figura
una expedicin egipcia a Asia bajo el mando de Petukhon, que desea luchar
con Sepet, reina de las amazonas y con la que lleva a cabo una campaa contra
la tierra de Hentu[30].
De esta manera podemos averiguar, al menos, cmo y cundo se dej
proclamar rey Pedubast. Con l llegan en Egipto al poder dos dinastas al
mismo tiempo, pues habr que considerar como contemporneas las
dinastas XXIII y XXII. Pedubast fue reconocido tambin en Tebas, donde
Harsiese (II) ocup bajo su reinado el pontificado y donde actu como gran
jefe del ejrcito el hijo de un rey llamado Sheshonq, al que no se alude con
ms detalle[31]. Este Harsiese hizo sucesor del trono de sumo sacerdote a
Takelot, en el que algunos historiadores ven al futuro Takelot III. Fue
contemporneo de Sheshonq IV, un rey por lo dems casi desconocido. Subi
al trono probablemente despus de Pedubast. En Tebas sucedi a Sheshonq IV
Osorkon III, cuya madre era la esposa del rey Karomama y que por esta razn
fue identificado a menudo con el sumo sacerdote Osorkon, aunque pueden
aducirse en contra serias objeciones cronolgicas[32]. Bajo su reinado se
produjo una grave inundacin que caus grandes daos en el templo de Lxor.
Permaneci por lo menos veintiocho aos al frente del gobierno[33] y
comparti desde el ao veinticuatro el poder con su hijo y corregente
Takelot III, que fue ms tarde su sucesor. Antes de subir ste al trono ocup el
doble cargo de sumo sacerdote de Tebas y Heraclepolis, que estaba unido al
ttulo de gobernador del Alto Egipto. Osorkon III tambin tuvo una hija,
Shapenupet (I), esposa divina de Amn, que fue la madre adoptiva de
Amenirdis I, esposa divina, etope. Takelot III rein por lo menos durante
veintitrs aos y muri probablemente sin haber tenido hijos, pues a su muerte
hered el trono, por poco tiempo, su hermano Amonrud.
Lo poco que sabemos acerca del reinado de este monarca lo debemos en
su mayor parte a los monumentos de Krnak, Lxor y Medinet Habu. Por eso
la dinasta XXIII se llama con razn dinasta tebana. Por el norte no parece
que llegase su influencia ms all de la regin de Heraclepolis.
Paralelamente a esta familia real, cuyos miembros se llamaban hijos de Isis,
rein en el Bajo Egipto una dinasta de hijos de Bastet, a la que pertenecan
Pami y su sucesor Sheshonq V. De su reinado, sin embargo, slo se sabe que
residieron en Tanis al igual que sus antecesores y que se supieron mantener al
mismo tiempo tambin en Bubastis. La debilidad de su gobierno queda
manifiesta por el hecho de que no pudieron hacer frente en las restantes
regiones del Bajo y Medio Egipto al desarrollo de las ciudades-estado
autnomas. Esta situacin confusa fue denominada certeramente por el
historiador griego Herdoto dodegarqua (II, 147). Como las fuentes son
escasas no se puede reconstruir por ahora el origen, el desarrollo y la
decadencia de las dinastas locales que se haban asegurado hacia el 730 a. C.
un poder independiente en Heraclepolis, Hermpolis y Leontpolis. Mucho
ms fcil resulta en el caso de la mayora de las ciudades del delta, donde
ciertos representantes de la aristocracia militar libia, que se consideraban
soberanos independientes, socavaron an ms los fundamentos de la
monarqua unitaria. Gracias a los ltimos estudios se ha llegado a obtener
tanta claridad que hoy es posible reconstruir pieza por pieza el conglomerado
de estadculos independientes del delta, que fue de capital importancia para el
futuro desarrollo poltico de Egipto en el siglo VII a. C.[34] Mientras que en
Bubastis, Tanis y Leontpolis los faraones dirigan, incluso en los tiempos de
la mayor anarqua, el gobierno oficialmente, el sureste del delta, con Atribis y
Helipolis, pas en parte a manos de prncipes de la dinasta real. En las
restantes ciudades reinaron grandes jefes de los mashawash que estaban
emparentados en mayor o menor grado con las familias reinantes. En las
comarcas de Sebenito-Dispolis, Busiris y Mendes-Hermpolis, y en la
provincia oriental (que rodeaba en el centro y el este del delta el cinturn de
las provincias reales), eran los jefes personajes enrgicos que supieron
conservar durante algn tiempo su soberana. En el oeste slo se daba este
caso en Sais, mientras que las autnticas regiones fronterizas cayeron bajo la
tutela de un jefe supremo de los libu, que resida en Km el-Hisn. Estos
prncipes locales eran a la vez jefes supremos de sus ejrcitos y sacerdotes de
los dioses locales.
Entre estos soberanos hubo seguramente hombres que no se resignaban sin
ms a la divisin y al debilitamiento de su patria, tan poderosa en otros
tiempos, sino que soaban con llevar a cabo la reunificacin lo ms pronto
posible. En todo caso, constatamos que un jefe de los mashawash llamado
Osorkon tuvo en sus manos el gobierno de todo el oeste hacia 750, cuando el
centro y el este del delta estaban divididos en una serie de pequeas ciudades-
estado; los centros ms importantes eran Km el-Hisn, Sais y Buto[35]. No
cabe duda que Tefnakht de Sais, que fundara ms tarde la XXIV Dinasta,
hered este reino de Osorkon o de uno de sus sucesores. Las inscripciones de
una estela que data del ao 38 del reinado de un rey no nombrado,
identificable probablemente con Sheshonq V, indican implcitamente que
Tefnakht haba integrado mientras tanto tambin a Menfis en sus posesiones
territoriales, con lo que su reino llegaba por el sur hasta la regin de
Heraclepolis y por el este hasta el reino de Sebenito[36]. De hecho este
Tefnakht fue, a pesar del tradicional ttulo de jefe supremo de los
mashawash, un monarca ms autntico que el faran tanita o bubstico.

c) Vuelta a la unidad

En su camino hacia la unificacin del Bajo y Medio Egipto, Tefnakht se


encontr de manera bastante inesperada con un enemigo; Pinkhi, entonces rey
de Kush (la actual Nubia) y del Sudn. Su poder se extenda hasta el Alto
Egipto, y ejerca incluso alguna influencia en Heraclepolis y Hermpolis.
Despus de lograr ganarse como aliado a Nemrod de Hermpolis (lo que no
logr con Pefnefdubast de Heraclepolis, que sigui siendo leal a Pinkhi)
trat Tefnakht de forzar a ste sitiando su capital; pero entonces el rey de
Etiopa envi, en el ao 21 de su reinado (730), un ejrcito contra el soberano
del delta. Se conserva un relato de estos acontecimientos en una gran estela
que hall Mariette al pie del Jebel Barkal. Se trata de uno de los monumentos
histricos ms importantes de la Edad Antigua egipcia[37]. Antes de describir
esta campaa conviene retroceder brevemente en la historia para seguir el
origen y el desarrollo del gran reino de Kush.
En Napata, no lejos de la cuarta catarata del Nilo, se haba instalado
durante la XVIII Dinasta una colonia egipcia, que se encontraba bajo la
jurisdiccin del virrey de Kush. La cultura importada del norte se conserv
claramente diferenciada tambin cuando, bajo los ramsidas, qued este
territorio ms sustrado a la influencia de Egipto, producindose
probablemente una mayor fusin con la poblacin indgena. Constituye un
hecho especialmente caracterstico la gran veneracin de que disfrutaba Amn
Re, dios del reino, en Napata. Hacia el 800 el reino de Napata se extenda
por el norte al menos hasta la tercera catarata. En el-Kurru (Sudn) se
encontr la necrpolis de los antepasados de los faraones kushitas[38]. El
aumento progresivo de su poder queda patente en la evolucin de sus tumbas.
Los primitivos tmulos se desarrollan hasta alcanzar las proporciones de
autnticas pirmides. Tambin llama la atencin la decoracin interior de las
tumbas, que se hizo cada vez ms elegante a medida que la dinasta iba
adquiriendo fama. El primer soberano de Napata que penetr finalmente en
territorio egipcio fue con toda probabilidad Kashta, padre de Pinkhi[39]. Tal
vez consiguiera extender su soberana sobre toda la Tebaida, donde en aquel
momento el dbil Osorkon III era incapaz de contener la invasin kushita. En
todo caso Pinkhi oblig a la hija de Osorkon III, Shapenupet (I), esposa
divina, a adoptar como sucesora a Amenirdis (I), hija de Kashta, hermana
suya.
Este Pinkhi, cuyo nombre revela su pertenencia a una estirpe que
mantena estrechas relaciones con Egipto, fue el primer rey de la dinasta de
Napata que intervino decididamente en la poltica interior de la tierra del
Nilo. Se hallaba precisamente en Napata cuando recibi la noticia de que
Tefnakht, habindose adueado de todo el delta occidental, haba forjado una
alianza con los restantes prncipes del delta y haba ocupado Menfis,
disponindose a sitiar Heraclepolis que no se haba unido a la coalicin.
Primero Pinkhi esper prudentemente la evolucin de los acontecimientos.
Con ello pretenda al parecer llevar al enemigo lo ms lejos posible de su
base. Cuando una nueva peticin de ayuda de sus tropas de ocupacin del Alto
Egipto le trajo la noticia de que Nemrod de Hermpolis se haba pasado a las
filas de Tefnakht, mand Pinkhi a sus soldados que conquistaran Hermpolis.
Al mismo tiempo envi desde Nubia un ejrcito auxiliar, al que dirigi antes
de partir la original alocucin siguiente:
No ataquis al enemigo de noche en un juego de azar, sino prestaos a la
batalla cuando podis ser vistos. Pedid lucha desde lejos! Cuando os pida
que esperis a la infantera y a la caballera de otra ciudad, sentaos hasta que
llegue su ejrcito. Luchad slo cuando os lo pida. Ms an: si se hallaran
aliados suyos en alguna otra ciudad, esperadles. Sean quienes fueren los
prncipes que pueda traer en su ayuda o tropas libias de confianza, anunciadle
antes las siguientes palabras: Vosotros todos (nosotros no sabemos a quin
hemos de dirigirnos a la vista del ejrcito), uncid los mejores caballos de
vuestras cuadras y formad en lnea de combate. Pero no olvidis que Amn es
el dios que nos ha enviado!.
Cuando hayis alcanzado Tebas, situada frente a Krnak, limpiaos en el
ro, vestos con el mejor lino, destensad el arco y dejad descansar la flecha.
No presumis de ser hombres de fuerza porque sin l (Amn) ningn valiente
tiene fuerzas. l hace fuertes a los dbiles y consigue que muchos huyan ante
pocos y que uno slo sea capaz de vencer a mil hombres. Tomad el agua de su
altar. Besad la tierra ante su presencia. Habladle as: Danos una ocasin,
djanos luchar a la sombra de tu brazo!. La victoria pertenece al joven
ejrcito que t has mandado y muchos habrn de temblar ante l (Z. 9-14)[40].
Despus de algunos das de estancia en Tebas, el ejrcito de Pinkhi se
encontr con las tropas de Tefnakht cuando stas suban por el Nilo; las
derrot y captur sus barcos. A continuacin el ejrcito avanz hacia
Heraclepolis. En la orilla occidental del Bahr Yusef dio con el enemigo al
que oblig a cruzar el ro y en la otra orilla se produjo un nuevo encuentro que
termin con la victoria de los nubios. Pero en vez de proseguir la persecucin
de Tefnakht, los soldados de Pinkhi volvieron al sur para sitiar Hermpolis,
donde mientras tanto se haba hecho fuerte Nemrod.
A pesar de estas victorias Pinkhi no estaba satisfecho. Como se le haban
escapado Tefnakht y su aliado, se dirigi l mismo inflamado de ira a Tebas,
tom parte all en la fiesta de Opet y se apresur hacia Hermpolis para
dirigir personalmente las operaciones de asedio. Mientras tanto el ejrcito
haba sometido, para aplacar al soberano, otras tres ciudades del Medio
Egipto. Sin embargo, Pinkhi sigui mostrndose implacable. A su llegada a
Hermpolis el rey llev a cabo algunas mejoras en la lnea del cerco y en los
dispositivos de asedio y oblig a la fortaleza, completamente aislada, a
rendirse despus de algn tiempo. Nemrod envi emisarios al soberano etope
para tratar de las condiciones de capitulacin y dej que su mujer Nestent
pidiera perdn a las mujeres de Pinkhi para l y su familia. El vencedor se
mostr generoso, acept los regalos de Nemrod e hizo una entrada triunfal en
la ciudad. En una visita al palacio real y a las cuadras, impresion a Pinkhi
sobre todo el hambre que haban padecido los caballos de Nemrod durante el
asedio. Mand trasladar las posesiones de su rival a la caja del estado y las
reservas de trigo al templo de Amn de Krnak.
Quedaba as prcticamente abierto para Pinkhi el camino al Bajo Egipto.
Como muestra de agradecimiento por la liberacin de la ciudad le hizo regalos
Pefnefdubast de Heraclepolis. Fueron tomadas sin ninguna resistencia las
fortalezas de Per-Sekhemkheperre, Meidum e Ittaui, que aceptaron ser
vasallas de Pinkhi. As lleg sin dificultad alguna hasta Menfis. Aunque el
rey prometi solemnemente respetar la ciudad y a sus habitantes y honrar a sus
dioses con sacrificios, no pudo convencer a los defensores de las murallas de
la inutilidad de su resistencia. Por el contrario: con una salida trataron en vano
de rechazar el ejrcito de Pinkhi. Cuando los sitiados se haban hecho de
nuevo fuertes en la ciudad obtuvieron inesperadamente ayuda de Tefnakht, que
consigui en el ltimo instante penetrar con 8000 guerreros en la ciudad.
Despus de reorganizar la defensa y de advertir a sus soldados que la ciudad
poda resistir, en vista de las abundantes provisiones, un prolongado asedio,
se dirigi de nuevo al norte para reunir an otras tropas auxiliares. Mientras
tanto Pinkhi haba llegado hasta la capital y convocaba un consejo de guerra:
Cuando amaneci y con las primeras luces del nuevo da, lleg Su
Majestad a Menfis. Despus de haber desembarcado en su lado norte
comprob que el agua llegaba hasta la muralla, de modo que los barcos
atracaban en (las murallas de) Menfis. Luego vio Su Majestad que era una
ciudad fortificada; con murallas altas de reciente construccin y almenas bien
defendidas. No era posible atacarla. En el ejrcito de Su Majestad cada cual
expres su opinin sobre todos los posibles medios estratgicos de
(acercamiento) (Z. 89-90). Entre todos los planes de combate que le fueron
presentados a Pinkhi por sus generales, opt por el de una ofensiva en el lado
oriental de Menfis, donde se hallaban anclados los barcos de sus enemigos. Le
cost poco esfuerzo conquistar el puerto y tomar posesin de la flota. Dispuso
los barcos en lnea de combate a lo largo de la muralla y mand proceder al
asalto de la ciudad. Menfis no pudo resistir mucho tiempo este ataque y sufri
enormes prdidas. Fiel a su habitual actitud, Pinkhi orden la proteccin de
los templos de los dioses y se dirigi al templo de Ptah donde celebr las
abluciones rituales y un sacrificio impresionante.
Con la conquista de Menfis prosigui el quebrantamiento de la coalicin
del Bajo Egipto. Primero se sometieron los monarcas de la regin de Menfis;
despus acudieron diversos prncipes del delta a colmar de regalos al rey
etope. Pinkhi visit al dios Atum de Kheraha para testimoniarle su devocin
y se dirigi luego al templo de Re de Helipolis, donde le fueron tributados
toda clase de honores:
Lleg y fue a la casa de Re y entr en el templo bajo continuos himnos
de alabanza. El sumo sacerdote recitador alab al dios que haba derrotado a
aquellos que se haban levantado contra el rey. Se llev a cabo el ritual del
Per-djet[41]; le coloc el sdb-pauelo de cabeza (?) y lo purific con incienso
y agua. Le trajo ramos de flores de Het-benben[42] y le ofreci panes de
ofrenda. l (el rey) subi la escalinata hasta la gran ventana de aparicin para
contemplar a Re en el Het-benben. El rey mismo estuvo all completamente
solo. Rompi el cierre, abri la puerta y contempl a su padre Re en el
maravilloso Het-benben, la barca de la maana de Re y la barca del atardecer
de Atum. Cerr la puerta y despus de poner barro la sell con su propio
sello. Luego anunci a los sacerdotes: Yo mismo he sellado la puerta para
que de todos los reyes que nazcan (despus de m) ninguno entre aqu. Se
arrojaron ante Su Majestad al suelo y dijeron: Que as sea ahora y en la
eternidad, oh Horus que amas Helipolis (Z. 103-105)[43].
Despus de esta ceremonia Pinkhi visit a Atum de Helipolis en su
templo y recibi al rey Osorkon de Bubastis que acudi a someterse.
Seguidamente acamp cerca de Atribis y recibi all al prncipe Pediese, que
vino por iniciativa propia a ofrecerle la entrega de su ciudad. Como en las
otras ciudades, tambin en Atribis rindi Pinkhi homenaje a los dioses del
lugar y acept los regalos tradicionales. Mientras tanto se haban reunido a su
alrededor sumisamente la mayor parte de los prncipes del delta. Lejos de
castigarlos, los envi como vencedores a sus ciudades. Pero Tefnakht, el
principal enemigo, an no haba sido derrotado, y trataba ahora de promover
en la ciudad de Mesed un levantamiento. Pero Pinkhi actu rpida y
enrgicamente. Tefnakht tuvo que resignarse finalmente a reconocer como amo
y seor al soberano etope. Desde la ciudad a la que se haba retirado
probablemente fuera de su capital Sais termin por capitular tambin l y
lleg incluso a prestar un juramento de fidelidad en presencia de los emisarios
de Pinkhi. A partir de este instante se poda considerar al etope como
soberano legtimo de todo Egipto. Antes de volver triunfal a Napata se dej
rendir homenaje por los faraones de Leontpolis y Bubastis as como por los
prncipes de Cocodrilpolis y Afroditpolis.
Vincere scis, Hannibal, victoria uti nescis! (Sabes vencer, Anbal,
pero no aprovechar tu victoria!). Estas palabras del historiador romano Livio
se pueden aplicar mutatis mutandis a Pinkhi, cuya campaa qued de
facto sin consecuencias para el desarrollo de la historia egipcia. Por qu el
vencedor no aprovech la ocasin de unir firmemente a la corona etope un
Egipto unificado? Aunque Pinkhi se jactaba de poner y deponer reyes[44]
segn su voluntad, nada hace pensar que hubiese intentado llevar a cabo
reformas en inters de la unidad del pas o de otros objetivos trascendentales.
Por el contrario: parece que no cambi nada en absoluto en las relaciones
existentes sino que se content con volver con su rico botn a su capital. La
benevolencia que mostr frente a sus enemigos y la prisa con que
testimoniaba, en las ciudades conquistadas, su respeto a los dioses locales, da
la impresin de que el rey etope consideraba su campaa como una especie
de guerra santa en la cual las consideraciones imperialistas eran todo, menos
decisivas. Sea como fuera, la lenta fusin de la dodegarqua del Bajo
Egipto en un estado unitario no fue detenida por ello, sino a lo sumo retrasada.
De los relatos de Pinkhi no se desprende por qu razn tena tanta prisa
en volver a su tierra sin haber siquiera intentado enfrentarse a su adversario
Tefnakht. ste dispuso de tanto poder a los pocos aos de la vuelta del etope
a su patria que se pudo proclamar faran hacia el 725. Los dos nicos
documentos en los que se habla de l como rey no bastan para poder juzgar
hasta dnde se extenda su poder territorial ni si tuvo parte alguna en la cada
de las dinastas de Leontpolis y Bubastis. Lo que se puede asegurar es que
Manetn menciona, como nico rey de la Dinasta XXIV e inmediato sucesor
de la XXIII, a Bokhkhoris, hijo de Tefnakht, por lo que con toda seguridad el
ltimo sucesor de Sheshonq I desapareci bajo su reinado del escenario
histrico.
Segn Manetn, Bokhkhoris rein durante seis aos. Su nombre lleg hasta
nosotros por las estelas del Serapeum (una de ellas data del sexto ao de su
reinado) y por un fragmento hallado en Tanis. Adems apareci en 1895, en
una tumba etrusca, un vaso que presenta los sellos ovales del faran y que
ilustra su lucha contra los pueblos negros. Segn cuenta Manetn, Bokhkhoris
fue hecho prisionero de guerra por el rey etope Shabaka y quemado vivo. De
un texto literario en escritura demtica atribuido a su reinado y conocido con
el nombre de Profeca del cordero, se desprende que el prncipe sata se haba
convertido para los egipcios, en los ltimos tiempos del imperio, en una figura
legendaria. Toda una serie de autores clsicos le consideran como el principal
legislador del valle del Nilo, famoso por sus sabias sentencias[45].

III. LA DINASTA XXV

a) Los etopes en Egipto

A la muerte de Pinkhi pasa el poder de Napata a manos de su hermano


menor Shabaka. Su tumba tambin se volvi a encontrar en el-Kurru. En cuanto
a la duracin de su reinado, no conocemos en las fuentes egipcias ningn ao
posterior al quince. Con cierta seguridad se puede fechar en el ao 701 aunque
la cronologa de este perodo no ha sido establecida an definitivamente[46].
Shabaka es el primer prncipe etope de cuya presencia se hallaron testimonios
en diversos lugares de Egipto. Del relato de Manetn, que atribuye la muerte
de Bokhkhoris a la invasin de Shabaka, hay que concluir que el etope dej
avanzar sus ejrcitos hasta el norte del pas. Si pudimos seguir a Pinkhi casi
paso a paso en su triunfal campaa de Egipto, no ocurre lo mismo con
Shabaka. No poseemos ni un solo relato contemporneo de la guerra del etope
contra los prncipes del delta, ni de cmo consigui que le reconocieran por
faran nico y legtimo. Asimismo podemos deducir, basndonos en fuentes
contemporneas asirias, que la conquista del Bajo Egipto tuvo lugar despus
de 715, lo ms tarde en 711. A partir de ese instante dej el Bajo Egipto de ser
un territorio independiente. Los prncipes de las diversas regiones no
renunciaron, sin embargo, inmediatamente a todo el poder poltico; algunos
continuaron en una actitud tan independiente que los soberanos etopes se
vieron obligados a intervenir militarmente para romper su resistencia. Pero el
prncipe de la monarqua unitaria fue restaurado por Shabaka de manera que,
por lo menos hacia afuera, slo reinaba un monarca en Egipto. El etope
aparece como rey en los monumentos que fueron hallados en Bubastis, Farbeto
e incluso Buto, en el corazn de la regin sata. Su poder parece haberse
consolidado particularmente en Menfis, pues se le atribuye el descubrimiento
de un famoso texto sobre la mitologa de aquella regin[47].
Como su antecesor Pinkhi, tambin Shabaka se preocup especialmente
por Tebas, la capital del Alto Egipto. La casa real etope tena firmemente en
sus manos el estado teocrtico desde la proclamacin de Amenirdis (I), hija
de Kashta, como corregente y heredera de la esposa divina Shapenupet. En
calidad de sumo sacerdote de Amn, Shabaka puso a su lado a su hijo
Harmaquis, nacido del matrimonio con la reina Mesbata[48]. En el templo de
Amn de Krnak restaur y decor la puerta del cuarto pilono segn los
planos de Thutmosis IV, de la XVIII Dinasta[49]. Merecen especial mencin su
sala del oro y su casa del tesoro situadas ambas al norte del templo
principal pues son dos de las escasas construcciones que mand erigir por
propia iniciativa en suelo egipcio. Tambin promovi la restauracin del
pequeo templo de Ptah y la construccin en Medinet Habu de una muralla y
de un nuevo torren. Testimonios de su intensa actividad constructora en el
famoso templo de Hathor de Denderah es una estela que menciona su
nombre[50]. La religiosidad de los soberanos etopes y su vivo deseo de
restaurar los templos egipcios y de fomentar la adoracin por medio de
sacrificios quedan patentes en todos estos monumentos.
De los escasos datos que conservamos sobre las guerras de Shabaka no se
puede deducir con seguridad hasta dnde llegaba su soberana ms all de las
fronteras del pas. Por la inscripcin de un escarabajo procedente
probablemente de Asia se podra concluir que ya bajo su reinado existieron
relaciones con Palestina, aunque stas tuvieran un carcter puramente
comercial y diplomtico[51]. Unos bloques de piedra con el nombre de
Shabaka que aparecieron en el oasis de Bahria permiten en todo caso suponer
que el monarca mantuvo tambin en este territorio una guarnicin militar.
Sucedi a Shabaka Shabataka, hijo a su vez de Pinkhi y que no subi al
trono antes de 710. Ya al principio de su reinado transfiri el cuidado de los
intereses del pas del Nilo a su hermano, el futuro rey Taharqa, bajo el que la
influencia etope alcanzara en Egipto su punto culminante. Una inscripcin de
Kawa hace suponer que emprendi con Taharqa, que entonces tena veinte
aos, una expedicin al Bajo Egipto donde al parecer no se haban sometido
an completamente a la soberana etope todos los monarcas locales. Por lo
dems slo se encuentran en suelo egipcio algunos testimonios aislados de su
reinado, lo que hace suponer que careci de gran inters. Segn Manetn,
Shabataka fue asesinado por Taharqa, al parecer cuando ste era ya regente. La
tumba de Shabataka fue hallada en el-Kurru.
La subida al trono de Taharqa, hijo del conquistador Pinkhi y su esposa
Abar, se sita generalmente en el ao 689; pero tambin es posible que tuviera
lugar ya en el 690. Los documentos egipcios relativos al reinado de Taharqa
estn bajo el signo de las inscripciones que aparecieron en cinco grandes
estelas en las excavaciones de Kawa[52]. Son ejemplos tpicos de textos de
propaganda poltica cuya interpretacin se ve dificultada ms de una vez por
alusiones y expresiones confusas. Cuatro de estas estelas slo tienen
importancia para la historia local. Dan noticia de la construccin de un templo
de Amn en Gempaaton (Kawa) donde se celebraban mltiples sacrificios. La
quinta estela tiene, sin embargo, un carcter especial. Exista en diversas
versiones, de las que han aparecido fragmentos en Coptos, Maatana y Tanis.
Como estn fechadas en el sexto ao del reinado del soberano se las suele
llamar la gran inscripcin del ao seis. La traduccin del pasaje ms
importante de esta estela, prescindiendo de la fecha y las habituales alabanzas
a las buenas obras que el rey tributa a su pas da a da, dice as[53]:
Maravillas se han producido en la poca de Su Majestad, en el sexto ao de
su reinado nada parecido se lleg a ver en los tiempos de sus antecesores
por lo mucho que le quiere su padre Amn Re. Su Majestad pidi a su padre
Amn Re, seor de Krnak, una inundacin para impedir que se muriera la
gente en su tiempo. Todas las peticiones que surgen ahora de los labios de Su
Majestad son satisfechas por su padre inmediatamente. (Cuando) lleg el
tiempo de las inundaciones se mostraron stas diariamente en grandes
proporciones y duraron muchos das, subiendo cada da una vara. Penetraron
en los montes del Alto Egipto y rebasaron los diques del Bajo Egipto.
La tierra se convirti de nuevo en agua, agua de inundaciones, y ya no se
podan distinguir las islas del ro. ste alcanz en los muelles de Tebas una
anchura de veintiuna varas, un palmo y dos dedos y medio. Su Majestad mand
que le trajeran las crnicas de sus antecesores para comprobar las
inundaciones que hubieran tenido lugar en su tiempo. Pero nada parecido pudo
encontrarse. El cielo haba llovido en Nubia y haba hecho brillar todas las
montaas. Cada cual tena abundancia de todo en Nubia. Egipto estaba en gran
alegra de fiesta y se bendeca a Su Majestad. Su Majestad estaba muy
satisfecho por lo que su padre Amn haba hecho por l y mand por ello que
se hicieran sacrificios a todos los dioses. Porque estaba contento de lo que
haba hecho su padre por l.
Y su Majestad dijo: Mi padre Amn Re, el seor de los tronos de ambos
pases, ha hecho para m cuatro bellos milagros en el curso del ao, el sexto
de mi reinado. (Algo) parecido no se ha visto desde los ms remotos
antecesores. Lleg una inundacin tan grande que arrastr el ganado y puso a
todo el pas bajo agua. Nada parecido pudo hallarse escrito en tiempos de los
antepasados y no hubo nadie que dijera: Yo he odo (algo parecido) de mi
padre. l (Amn) hizo esplndidos los campos para m en toda su extensin,
l mat las ratas (?) y las culebras que all se encontraban; l impidi que las
langostas ocasionaran daos y no permiti que el viento del sur las abatiese
sobre la tierra. Yo he obtenido (de esta manera) una cosecha para doble
nmero de graneros, que no pudo ser calculada, de cebada del Alto y Bajo
Egipto y de todo tipo de grano que crece sobre la tierra.
Vine de Nubia en medio de los hermanos reales que Su Majestad
(Shabataka) haba hecho venir. Cuando me hall junto a l me eligi por
encima de todos sus hermanos e hijos siendo ensalzado por Su Majestad
delante de ellos. Conquist los corazones de (mis) sbditos y plant amor en
cada uno. Fui coronado en Menfis despus de que el halcn (Shabataka)
hubiese volado hacia el cielo. Mi padre Amn me orden que todos los
pueblos extranjeros fueran puestos bajo mis pies al sur hasta Rotehukabet y al
norte hasta Kebehuhor, al este hasta la salida del sol y al oeste hasta donde se
pone.
Mi madre estaba en Nubia, o sea la hermana del rey, dulce de amor,
madre reina Abar, bienaventurada. Yo me haba despedido de ella cuando era
un joven de veinte aos, cuando me fui con Su Majestad al Bajo Egipto y
ahora ella haba venido al norte para verme despus de (muchos) aos. Ella
me hall coronado sobre el trono de Horus despus de haber recibido la
corona y de haber unido ambas Uren mientras que todos los dioses protegan
mi cuerpo.
No necesitamos detenernos demasiado en la interpretacin de estos datos;
el texto habla por s solo. Se ha querido deducir de l que Taharqa fue
coronado por segunda vez como rey en el sexto ao de su reinado, pero no
existen pruebas suficientes. Lo que s se deduce del texto es que el reinado de
Taharqa fue para Egipto un perodo de gran bienestar. Al parecer haba
surgido en los aos anteriores un peligro de grave escasez de alimentos a
causa de la extrema sequa. Una extraordinaria inundacin en el sexto ao del
reinado de Taharqa no trajo consigo las habituales consecuencias catastrficas
sino que se convirti en la base de un bienestar general. En el delta qued
entonces restablecida la tranquilidad. Por todas partes el piadoso rey hizo
mucho bien a los templos y a los dioses, siguiendo el ejemplo de sus
antecesores. Existen huellas del afn constructor de Taharqa desde Tanis en el
extremo norte hasta el Jebel Barkal en el Sudn. Al parecer fue tambin
reconocida su soberana en los oasis libios y debe haber mantenido, a juzgar
por la importacin de productos extranjeros, intensas relaciones comerciales
con Asia.
Durante sus estancias en Egipto parece haber residido preferentemente en
Tanis y en Menfis. Precisamente en esta ltima ciudad, donde numerosos
monumentos llevan su nombre, se hizo coronar rey de Egipto y del Sudn. Sin
embargo, es en Tebas donde se han conservado los ms importantes
testimonios de la dominacin etope. Incitados por su devocin hacia Amn
los prncipes kushitas convirtieron a Krnak en el centro de su actividad
constructora. Aunque en el Tercer Periodo Intermedio el inmenso recinto del
dios tebano del reino no estaba en ruinas, s haba sido hasta cierto punto
descuidado a causa de las menguadas ganancias y del traslado del centro
poltico al norte del pas. Los reyes etopes se propusieron hacer resurgir
Egipto a su antiguo esplendor. Sus esfuerzos se dirigieron sobre todo al
embellecimiento y ornamentacin de determinados edificios y a la
construccin de pequeos santuarios dentro y cerca del inmenso recinto del
templo. El gran templo, sin embargo, haba sufrido menos en el curso de los
aos. En la explanada situada delante de la segunda entrada actual erigi
Taharqa un templete sobre una columnata impresionante. Otras columnatas del
mismo tipo pero de menores dimensiones fueron construidas bajo su reinado
delante del templo de Amn, que oye las oraciones de los suplicantes, al
este del gran templo, delante del de Khonsu del ngulo sureste de las murallas
y ante el templo de Amn-Re-Montu en la esquina opuesta. De esta manera el
recinto del templo qued dotado de entradas suntuosas en sus cuatro puntos
cardinales. Los reyes etopes contribuyeron a terminar los templos de otros
dos dioses tebanos que compartan la residencia de Amn: Mut y Ptah. A su
iniciativa se debe adems la construccin de una serie de templos menores. De
sus arquitectos son tambin probablemente los planos del templo de la diosa
hipoptamo Opet que limita con el de Khonsu. Entre el templo principal y la
parte norte de la muralla erigieron, o, si no ellos, las esposas divinas por
encargo suyo, una serie de capillas en las que se adoraba al dios Osiris bajo
diferentes advocaciones. De esta manera hace su aparicin oficial en Krnak
el culto de Osiris, que bajo las siguientes dinastas iba a ganar an mayor
fuerza. La rpida propagacin del culto de Montu-Re debe tal vez atribuirse a
la creacin de varias capillas en el sector norte de Krnak. Finalmente hay que
aadir que Taharqa construy, entre el gran templo y el estanque santo, un
tpico templo de Re-Harakhte, en cuya proximidad se encuentra un
fluvimetro del Nilo que probablemente tambin deba atribursele.

b) Las invasiones asirias

No fue slo la dominacin etope lo que por entonces sofoc la


independencia egipcia. Los prncipes kushitas hallaron en el resurgente
imperio asirio un rival que aspiraba decididamente al imperio mundial. Haca
ya algn tiempo que se tena en Egipto conciencia del peligro que amenazaba,
como se demostr en la batalla de Qarqar (853), donde haba luchado un
contingente egipcio, junto a aliados de Asia occidental, contra Salmanasar III
(Shulmnuashard). Despus de este fallido intento de detener el empuje asirio
se interrumpieron las relaciones egipcio-asiticas. Esta situacin dur
aproximadamente hasta el ao 730, en que se produjo un nuevo acercamiento
al antiguo aliado. Oseas, rey de Israel, busc apoyo en Egipto para sacudirse
el yugo de la soberana asiria. A raz de ello Salmanasar V siti durante tres
aos Samaria, hasta que sta se entreg por fin en 722 a su sucesor Sargn II.
Egipto al parecer sigui este episodio de las guerras asirio-asiticas como
espectador neutral, ya que ni la Biblia ni los anales de los reyes asirios aluden
a una intervencin armada procedente de la tierra del Nilo. Sin embargo,
cuando dos aos ms tarde Sargn II se tuvo que enfrentar de nuevo a un
levantamiento sirio, el egipcio Sibu, probablemente un general de Bokhkhoris,
libr al lado del rey de Gaza una batalla en Rafia de la que sali derrotado. El
rey asirio pas entonces a contar a Egipto entre los pases que le rendan
tributo en el sptimo ao de su reinado (715).
No est an del todo claro el tipo de poltica que sigui frente a Asiria
Shabaka, que se dej reconocer rey legtimo en el Bajo Egipto a la muerte de
Bokhkhoris. El hecho de que hubiese entregado atado, a Sargn II, al rey de
Askhod que le haba solicitado asilo, hace suponer que intent ganarse la
benevolencia de los soberanos asirios. Por otro lado es casi seguro que
aprobase secretamente el levantamiento asirio de 711. Pero, sea como fuere,
Shabaka saba perfectamente que no lograra hacer caer el imperio asirio por
las armas; naturalmente se puede suponer que en secreto apoyaba cualquier
intento que tratase de frenar la expansin del poder asirio, aunque l saba
evitar el peligro de un conflicto abierto.
A Sargn II sigue en 705 su hijo Senaquerib (Sanherib). ste derrota en su
tercera campaa, cerca de Altaku, a un poderoso ejrcito constituido por
reyes egipcios, arqueros, carros de combate y caballos del rey de Etiopa y
que haba acudido en auxilio de las ciudades rebeldes de Asia occidental.
Despus acamp Senaquerib cerca de Laquis y mand sitiar Jerusaln. El rey
Ezequas, sin embargo, se neg a rendir su ciudad. Mientras tanto se acercaba
ya desde Egipto un nuevo ejrcito auxiliar bajo el mando del joven Taharqa.
Senaquerib abandon su campamento y se dirigi al encuentro del etope. Es
probable que no tuviera lugar la batalla y que Taharqa, al igual que Jerusaln,
se salvara gracias a una epidemia de peste que se declar en el ejrcito asirio
y que es interpretada, por la Biblia y por los egipcios, como un milagro. Quin
sabe si fue as. En todo caso, Senaquerib abandon rpidamente Palestina y ya
no volvi all hasta su muerte.
En la poca del reinado de Asarhaddn (681-669) trat de nuevo Taharqa,
proclamado rey, de provocar disturbios en Palestina. Es incluso ms que
probable que tuviera parte en el levantamiento de Sidn, que el soberano
asirio reprimi sangrientamente en 677. Despus de su intento fallido del ao
674, en el 671 mand Asarhaddn a sus tropas penetrar de nuevo en Egipto. l
mismo describi el curso de esta campaa con las siguientes palabras: (Entre
las tropas de) Taharqa, el rey de Egipto y Kush, objeto de la maldicin de su
gran dios, organic desde Ishupri hasta su residencia de Menfis, da tras da,
sin tregua, un tremendo bao de sangre, en una franja de tierra de quince das.
A l mismo le hice cinco veces una herida incurable con la punta de mi flecha.
Siti y conquist su residencia de Menfis en medio da por medio de galeras,
brechas y escalas; la arras y destru y la dej consumirse por las llamas. A su
mujer, a sus segundas mujeres, a su prncipe sucesor Uskhanahuru y a sus
restantes hijos e hijas, su propiedad, su finca, sus caballos, sus bueyes y todo
su ganado conduje en innumerables cantidades a Asiria. Arranqu de Egipto
las races de Kush. No he dejado all a nadie para rendirme homenaje. En todo
Egipto he impuesto nuevos gobernadores, administradores, inspectores de
puerto, interventores y directores[54]. Asurbanipal aade al relato de la
campaa de su padre algunos detalles interesantes. Un nmero determinado de
ciudades egipcias reciben nombres asirios. Veinte de los prncipes instituidos
en las ciudades por Asarhaddn figuran con su nombre. Entre ellos
encontramos a Nekao (I), seor de Menfis y Sais, y tambin a Montuemhat,
prncipe de Tebas. Aunque Asarhaddn slo haba sometido el delta, al
parecer se presentaron tambin representantes de las ciudades del Alto Egipto
a testimoniarle vasallaje. Sin embargo, sera aventurado querer deducir de
ello que se hubieran sometido voluntariamente al asirio y especulado con su
apoyo para echar al etope del pas. Apenas dos aos despus se vio
Asarhaddn obligado a emprender una nueva campaa contra Egipto en el
curso de la cual muri. Le sucedi en el trono su hijo Asurbanipal (669-629).
Las campaas egipcias de ste, como las de su antecesor, nos son
conocidas casi en su totalidad por fuentes asirias. Sobre su fecha, sin embargo,
existe an cierta inseguridad. En general se sita la primera campaa en el ao
666. El rey saba que Taharqa se haba apoderado de nuevo de la ciudad de
Menfis y que se dispona a enfrentarse contra los prncipes locales (que haba
impuesto su padre Asarhaddn en Egipto). Asurbanipal dio entonces la orden
de acudir en ayuda de las guarniciones asirias. Ambos ejrcitos se enfrentaron
en Karbaniti y los egipcios fueron derrotados. Taharqa huy hacia el sur y
abandon su flota a los vencedores. El asirio concentr sus tropas, las reforz
con contingentes sirios y egipcios y rechaz finalmente al etope hasta Tebas.
Las fuentes, en su mayor parte, silencian lo que sucedi despus. Nada parece
indicar que la capital del Alto Egipto hubiese cado en aquel momento en las
manos de los vencedores. Slo puede aceptarse con seguridad que, tras la
retirada del ejrcito asirio de Tebas o de todo Egipto, estall un levantamiento
cuyos jefes fueron Nekao de Sais, Sharrul-dri de Tanis y Pekrur de
Persopdu. Estos se hallaban precisamente negociando con Taharqa sobre una
alianza, cuando fueron sorprendidos por Asurbanipal. Mand castigar
cruelmente las ciudades rebeldes y Nekao y Pekrur fueran llevados
encadenados a Nnive. Entonces el asirio parece haber comprendido que era
mejor ganarse de alguna manera la confianza de los egipcios, para poder
conservar en el lejano pas del Nilo sus intereses. Por ello se mostr generoso
y dej volver a Nekao cargado de regalos y de honores, le devolvi su antigua
posicin y nombr a su hijo Nab-shzibanni (probablemente el futuro
Psammetiq o Psamtico I) seor de Atribis. De esta manera quiso subrayar y
restaurar definitivamente el carcter unitario de la monarqua egipcia. La fecha
de la segunda campaa de Asurbanipal se deja establecer con bastante
seguridad, pues de las fuentes egipcias se deduce, sin lugar a dudas, que el
fundador de la Dinasta XXVI, Psamtico I, fech el ao 664 como primero de
su reinado[55]. De ello se puede concluir que asumi en dicho ao la sucesin
de su padre Nekao. El historiador griego Herdoto, que pasa completamente
por alto las campaas de conquista asirias en Egipto, cuenta en cambio que
Nekao (I) fue muerto por el etope Sabakoos, nombre bajo el que Herdoto
resume toda la dinasta etope. Es poco probable que se trate aqu de Taharqa,
ya que ste no se detuvo en el delta en el ao 664; antes podra tratarse de su
sobrino y sucesor Tanutamn, que emprendi en el primer ao de su reinado,
poco despus de la muerte de su antecesor, una campaa contra los prncipes
del delta. Un relato de ello se conserva en la llamada estela del sueo que
fue hallada junto con la estela de Pinkhi en Napata[56]. Al enterarse
Tanutamn de la muerte de Taharqa acudi rpidamente a la capital etope y se
hizo coronar rey. Inmediatamente despus se dirigi con un ejrcito al norte,
pas por Elefantina y Tebas, donde ofreci sacrificios a los dioses y lleg
finalmente a Menfis. Ante las murallas de la capital del Bajo Egipto tuvo lugar
una batalla de la que sali victorioso el etope. Aunque Tanutamn no ofrece
los nombres de los innumerables enemigos qu cayeron en este combate, se
puede asegurar que Nekao, que sin duda haba permanecido leal a su soberano
asirio, perdi en l la vida. Segn Herdoto, Psamtico huy entonces a
Asiria, probablemente para inducir a Asurbanipal a que interviniese con las
armas en Egipto. Mientras tanto Tanutamn haba llegado hasta el delta.
Esperaba obligar a los prncipes de aquellas ciudades a una batalla, pero
como stos no abandonaban sus fortalezas no tuvo el rey ms remedio que
retirarse de momento a su palacio de Menfis. Al poco tiempo aparecieron all
los prncipes del delta presididos por Pekrur de Persopdu para someterse
voluntariamente y ofrecerle tributos. El rey se mostr satisfecho con estos
honores y dej partir a los prncipes a sus residencias. Aqu finaliza el relato
de la estela.
Todo esto tuvo que ocurrir en la primera mitad del ao 664. Taharqa muri
probablemente al principio del ao. La segunda campaa de Asurbanipal tuvo
lugar inmediatamente despus. En los anales del rey se describe de la
siguiente manera: En el comienzo de mi reinado, en los das de mi primera
campaa me dirig directamente a Malean y Melukhkha. Tanutamn, rey de
Egipto y Kush, que haba tenido noticia de la llegada de mi ejrcito en el
instante que pasaba la frontera egipcia, abandon Menfis y se refugi en el
corazn de Tebas para salvar su vida. Los reyes, gobernadores e inspectores
que haba nombrado en Egipto Asarhaddn, rey de la tierra de Asur, el padre
que me engendr, se me acercaron y abrazaron mis pies. Persiguiendo a
Tanutamn llegu hasta Tebas, su fortaleza. Cuando vio el mpetu de mi ataque
abandon Tebas y huy a Kipkipi. Asurbanipal relata a continuacin que
conquist Tebas y Helipolis y que llev consigo a Asiria un rico botn de
plata, oro, piedras preciosas, toda clase de bienes y tesoros de estas
ciudades, vestidos bordados de lino, hombres y mujeres, grandes caballos (y)
dos altas columnas de electrn puro cuyo peso era de 2500 talentos y que
estaban colocados a la entrada del templo[57].
Esta destruccin de Tebas que al parecer tuvo lugar en otoo de 664, no
aparece mencionada en los textos egipcios. Ante los numerosos restos de la
dominacin etope en Krnak parece justificado preguntarse si la destruccin
fue tan completa como pretende Asurbanipal. En todo caso la vida sigui en
Egipto tras la retirada del asirio sin que se notase cambio alguno en el
gobierno del estado o en la administracin de los bienes de los templos.
Cuando ya Psamtico I tena en sus manos el gobierno del delta se continu en
Tebas reconociendo a Tanutamn como rey durante algn tiempo. En el noveno
ao de su reinado (655) el prncipe del delta uni el Alto Egipto a la corona
sata definitivamente.

c) El estado teocrtico de Tebas bajo los etopes

Despus de este resumen de los conflictos polticos entre Etiopa y Asiria,


de los que al fin y al cabo slo se benefici Egipto con la obtencin de su
independencia, conviene examinar las bases en que fundaron su poder en
Egipto los reyes etopes, y cmo consiguieron mantenerlo. En primer lugar,
salta a la vista que lejos de imponer su cultura a los vencidos se adaptaron por
completo a las circunstancias egipcias e incluso hicieron suya la lengua de sus
enemigos en las inscripciones oficiales. En su propio pas mandaron construir
templos y tumbas de puro estilo egipcio. En Tebas, donde se mostraron
seguidores fervientes del culto de Amn, no rompi Pinkhi en absoluto con la
tradicin cuando hizo adoptar como heredera a Amenirdis, hija de Kashta, por
la esposa divina Shapenupet (I). As parece que procedi tambin Psamtico I
cuando impuso en 655 su gobierno a la Tebaida. Por lo visto se tema limitar
la independencia de este estado teocrtico, cuya firme organizacin haba
permanecido inmutable incluso en pocas de violentos conflictos polticos. Si
Pinkhi haba esperado que la influencia etope fuese aumentando en Tebas, le
demostraron los acontecimientos en cierto modo lo contrario, pues esta
medida no result por s sola suficiente. Bajo la dinasta etope no renunci el
estado teocrtico a un solo privilegio de su soberana. Ni su poder qued
limitado ni su influencia contenida. nicamente se nombraron nuevos rganos
de administracin.
Desde la adopcin de Amenirdis, la esposa o adoratriz divina asume cada
vez ms poder terrenal. Si bajo la XVIII Dinasta las esposas divinas eran en
su mayora madres o esposas de reyes, las esposas divinas de la era libia,
etope y sata eran hijas de reyes, que pasaban su vida sin casarse, dedicadas
al servido de Amn y cuya sucesin quedaba asegurada por la adopcin. A
Amenirdis (I) sucedi Shapenupet (II), hermana de Pinkhi. Despus de ella
vino Amenirdis (II) hija de Taharqa. Con los soberanos satas se llega a
acentuar esto an ms. Bajo las Dinastas XXV y XXVI la esposa divina
alcanza su mxima dignidad como encarnacin del estado teocrtico,
consagrado a Amn. Dispona de una corte propia que se compona de
dignatarios de diferente categora presididos por un mayordomo: emisarios,
guardias de palacio, ayudas de cmara, criados, discpulos, escribas,
artesanos, etc. Estaba rodeada de un harn divino compuesto de cantantes no
casadas, procedentes de todas las clases de la sociedad que designaban a sus
sucesoras tambin por adopcin[58]. Su poder terrenal, como nica
representante permanente de la casa real, se vea acentuado por el hecho de
que su ttulo oficial imitaba el del rey, de que llevaba su nombre inscrito en un
anillo real y poda erigir monumentos segn su voluntad. Su reino, del que era
nica soberana, dependa slo del faran que, con su ayuda, ampliaba desde la
metrpoli su control sobre el aparato estatal. Sus vasallos, sin embargo, la
consideraban menos como portadora de poder poltico que como gran
sacerdotisa del dios real Amn, cuyos deseos segua de buen grado a pesar de
su origen extranjero.
Est claro que esta situacin no se puede definir como una vuelta a la
forma de gobierno teocrtico de las Dinastas XXI y XXII. Sobre todo, no se
hallaba concentrado todo el poder en el sumo sacerdote de Amn. ste asume
a partir de entonces nicamente el primer lugar del servicio de honor, pero
incluso en este aspecto dominaba la esposa divina. Adems careca del
derecho de voz y voto en cuestiones militares. Es caracterstica la escasez de
datos sobre la composicin y organizacin del ejrcito de ocupacin que
aparece en las fuentes de la poca etope. Entre los soberanos tebanos cuyos
nombres nos son conocidos por papiros e inscripciones no aparecen autnticos
militares. Sin embargo, la funcin del sumo sacerdote de Amn contina
siendo tan importante que Shabaka le quiso poner bajo su control. Confi sta
a su hijo mayor Harmaquis y se atuvo as a la tradicin de la dinasta libia.
Sucedi a Harmaquis su hijo Harkhbis, que ocupaba an este cargo en el ao
catorce del reinado de Psamtico I[59].
Bajo las dinastas libias tambin haba sido siempre un pariente de la casa
real el segundo profeta de Amn. Durante el perodo de Shabaka ocup este
cargo Neshordehdet, de cuya familia se sabe poco. Bajo Taharqa vemos
aparecer a su hijo Nesshutefnut como segundo profeta. A lo sumo permaneci
en este puesto hasta los primeros aos del reinado de Psamtico I, ya que no
se hace mencin de l en los documentos satas. Probablemente le sucedi, a
su muerte o dimisin, Montuemhat, el cuarto profeta de Amn. ste cumpla
realmente las condiciones necesarias para poder aspirar a tal cargo, gracias a
su matrimonio con la nieta del rey kushita Udjarenes. El tercer profeta de
Amn que ejerci el cargo en Tebas, al final de la XXV Dinasta fue muy
probablemente Petamunnebnesuttaui, conocido como contemporneo de
Psamtico I. Proceda de una familia muy sencilla[60], pero uno de sus
sucesores, que tena el mismo nombre, se cas con Diisethebsed, hija del rey,
reanudando as la tradicin de las casas reinantes libias, que haban confiado
este cargo a los parientes de los cnyuges.
La ocupacin de estos tres importantes cargos sacerdotales por hombres
que no ejercan prcticamente el supremo poder religioso, sino que a lo sumo
lo representaban simblicamente, hizo pasar a primer plano en la
administracin del estado teocrtico a un hombre que haba ocupado en el
culto de Amn solamente el cargo de cuarto profeta: Montuemhat[61].
Procedente de una familia que contaba entre sus miembros con una serie de
ministros de estado y alcaldes de Tebas, fue acogido como homo novus en la
suprema comunidad de Amn. Ya en la poca de Asarhaddn fue tan
considerable su autoridad en asuntos puramente polticos que el asirio lo
reconoci como prncipe (sharru) del estado teocrtico. Como durante la
ocupacin etope supo maniobrar hbilmente y reforzar constantemente su
posicin en el gobierno, se revel indiscutiblemente bajo Psamtico I como
una de las personalidades ms fuertes de su tiempo y como el autntico
gobernador de Tebaida. En una de sus inscripciones autobiogrficas dice de s
mismo: Yo fui prncipe de la regin de la Tebaida y todo el Alto Egipto se
hallaba bajo mi gobierno (desde) Elefantina como regin fronteriza al sur
(hasta) Hermpolis al norte. Cuando en el noveno ao de su reinado (655)
Psamtico I hizo que la esposa divina adoptara como heredera a Shapenupet,
ocup el nombre de Montuemhat un lugar destacado en la lista de los notables
tebanos que ayudaron a la joven princesa a afianzarse en su nueva dignidad.
Cinco aos ms tarde el mismo Montuemhat inauguraba una procesin de altos
dignatarios religiosos que rendan homenaje a la sagrada barca de Amn, que
an llevaba las insignias de Taharqa[62]. Poco despus debi morir. Su
impresionante mausoleo se encuentra junto a otros en el Asasif, donde hallaron
su ltima morada algunos de sus ms famosos contemporneos.
Aunque los ttulos que preceden al nombre de Montuemhat en sus
numerosos monumentos son de muy diversa ndole, no cabe duda de que bajo
Taharqa, y ms an en los primeros aos del reinado de Psamtico I, lleg a
gobernar a su albedro sobre el Alto Egipto. El estilo de sus inscripciones es
muy caracterstico en este sentido. Mientras que las esposas divinas
permanecan conscientes de su dependencia del rey reinante, sus dignatarios se
mostraban fieles siervos y los ms altos funcionarios de los templos y de la
administracin del estado vean oscurecida su autoridad, se alz Montuemhat
hasta el rango de soberano: Yo soy alguien que hace celebrar en Tebas una
fiesta (porque hace) ms (por la ciudad) de cuanto hicieron reyes anteriores.
Tambin se preciaba de haber erigido y restaurado monumentos en Tebas y en
otros sitios, ignorando al rey que nicamente poda dar el permiso necesario.
Mi corazn no se cans, y no dej caer los brazos hasta haber reconstruido
(todo) lo que haba encontrado en ruinas. La concentracin de tanto poder en
una sola mano cre en Tebas una situacin inestable a la muerte de
Montuemhat. Psamtico I no necesit emplear la violencia para integrarla a su
reino del Bajo Egipto. Se rindi voluntariamente y se dej someter poco a
poco. Si bien es cierto que los sacerdotes de Amn continuaron siendo bajo
los soberanos etopes el grupo ms considerado, influyente y mejor situado del
clero tebano, no es menos cierto que en estos aos tambin los sacerdotes de
Montu hicieron una rpida evolucin. Gracias al descubrimiento del llamado
escondite de Krnak, en que el arquelogo francs C. Legrain hall docenas de
ilustraciones con inscripciones[63], se presentaron muchas posibilidades para
el estudio de la formacin de las tribus de grandes familias de sacerdotes.
Aunque an no se ha publicado la mayor parte de estos textos, se puede
suponer que su importancia prosopogrfica tambin es considerable para la
poca de la dominacin etope. Con la publicacin de este material se ver sin
duda con mayor claridad la organizacin del culto de Amn. Adems existe la
esperanza de obtener una visin ms clara de las funciones sacerdotales y de
los cargos subordinados del templo. Por el momento, nuestros conocimientos
sobre los sacerdotes de Montu dependen de los mltiples sarcfagos u otros
objetos funerarios hallados en la regin de Deir el-Bahari. Parece que el clero
del dios de la guerra tebano convirti, a finales de la XXV Dinasta y a
principios de la XXVI, el famoso templo de los muertos de Hatshepsut y sus
inmediatos alrededores en una gigantesca necrpolis. Ya hacia mediados del
siglo pasado fueron hallados numerosos sarcfagos de sacerdotes de Montu en
excavaciones clandestinas. Las excavaciones posteriores, llevadas a cabo por
expediciones inglesas, americanas y francesas, han aumentado
considerablemente este nmero. Es de lamentar, sin embargo, que estos
hallazgos estn ahora esparcidos por muy diversos museos y colecciones;
haba que rectificar esta situacin para poder obtener una imagen clara del
orden cronolgico de las generaciones y de las relaciones de parentesco de
esta extensa comunidad de sacerdotes. Por el momento slo existe suficiente
documentacin acerca de dos familias: la de Besenmu-Ankhefenkhonsu y
sobre la de Khonsumes-Djedisetiufankh, que proceden cada una a travs de
una rama diferente de Uenennefer, tercer profeta de Amn, uno de los
antecesores de Petamunnebnesuttaui.
Fig. 7. Egipto y Asia Menor.

Comparada con los escasos datos que existen sobre el aparato


administrativo de Tebas, esta enorme cantidad de informacin sobre el clero,
hace suponer que la capital del Alto Egipto fue convertida bajo los etopes en
un autntico estado sacerdotal, en el que nicamente destacaba Montuemhat
como autntico soberano poltico. No se puede uno sustraer a la idea de que
bajo la XXV Dinasta se cre una situacin que condujo a una desvalorizacin
general de la funcin del estado. Al parecer, las consecuencias de este hecho
se hicieron sentir particularmente en la antes tan influyente institucin del
visirato, primer rgano administrativo del estado. Es poco probable que slo
un visir sustituyese a otro; ya que para eso eran demasiados. El ttulo tena
casi siempre, al parecer, un carcter simblico y era heredado del padre al
hijo. Una sola familia de visires parece haberse apartado finalmente de esta
confusin general de trminos para reconquistar sus derechos: la de
Nespamedu-Nespakashuti, que probablemente proceda de Abidos[64].
6. El Renacimiento Sata.

I. PSAMTICO I Y LA FUNDACIN DEL ESTADO FARANICO DE SAIS

Desde que, hacia el ao 950 a. C., subi al trono de los faraones un oficial
de ascendencia libia llamado Sheshonq, pasaron tambin para siempre los
tiempos en que monarcas de sangre egipcia dirigan los destinos del valle
inferior del Nilo. Sin embargo, la antiqusima cultura egipcia haba de ser an
durante siglos lo bastante poderosa como para dominar a los nuevos
detentadores del poder poltico no egipcios, cuya serie haba iniciado
Sheshonq I. Libios y nubios asimilados se convirtieron as en los principales
defensores de la cultura egipcia frente a los imperios de Asia Anterior que,
desde que el estado asirio se convirti en poder mundial, hacia la mitad del
siglo VIII a. C., dominaban el escenario poltico del Oriente.
Hacia el ao 663 a. C. lleg, sin embargo, un momento en el que el
imperio asirio haba alcanzado frente a estas fuerzas el mximo auge de su
poder exterior. Entonces haba fracasado el ltimo intento de un rey de Napata
la capital del pas llamado en la Antigedad Etiopa (que no se debe
confundir con la actual Etiopa, equiparable a Abisinia) situada al pie de la
cuarta catarata del Nilo de disputar a los asirios la posesin de Egipto.
Incitado, al parecer, por una visin que tuvo en sueos, Tanutamn, rey de
Etiopa, haba remontado el Nilo y haba derrotado en Menfis a los vasallos
de los asirios del Bajo Egipto. Ante la llegada del ejrcito del soberano asirio
Asurbanipal tuvo que emprender la retirada. Ni siquiera pudo evitar que los
asirios tomasen y saqueasen Tebas, ciudad sagrada de Amn, dios tan
venerado por los etopes. Con la retirada a Nubia de Tanutamn finaliza,
sesenta aos despus de la campaa triunfal del rey Pinkhi de Napata por
Egipto (hacia el 725 a. C. o poco antes), la poca de la dominacin etope
sobre el valle inferior del Nilo. Desde Nubia haban reinado los etopes sobre
Egipto como fieles servidores del dios egipcio Amn, conservando todas las
formas faranicas. Ante el poder militar del rgidamente organizado estado
asirio, al que se haban enfrentado los etopes primero en Palestina y luego en
el mismo Egipto, el reino faranico de estos nubios demostr su inferioridad.
En las luchas entre etopes y asirios por la posesin de Egipto, un grupo de
pequeos prncipes establecidos all haban tratado de conservar por medio de
una poltica de equilibrio una cierta independencia entre ambas partes. Un
relato del rey asirio Asurbanipal habla de veinte prncipes, de los cuales la
mayora se encontraba en el Bajo Delta. Entre ellos figuraba un cierto Nekao
(Nekho) as pronunciamos su nombre siguiendo la costumbre griega que
hacia el ao 667 haba estado comprometido en un fracasado levantamiento
contra los asirios. Llevado prisionero a Nnive, haba sido perdonado por el
rey Asurbanipal, que le restituy sus antiguos dominios. A stos perteneca
Sais, la ciudad natal de Nekao, situada en el delta noroccidental, as como
Menfis. El hijo de Nekao, llamado Nab-shzibanni por los asirios (que muy
probablemente sea Psammetiq, su sucesor), obtuvo adems de Asurbanipal la
ciudad de Atribis situada cerca de la actual Benha. No cabe duda de que el rey
asirio le haba concedido esta gracia por razones polticas. De hecho esta
actitud se vio recompensada, pues Nekao y Psamtico lucharon a favor de los
asirios ante el avance del rey etope Tanutamn. Nekao hall la muerte y su
hijo Psamtico tuvo que huir con los asirios que le reinstauraron despus de la
expulsin de Tanutamn. Junto con varios pequeos prncipes, que haban
adoptado una actitud parecida, Psamtico gobern Egipto desde entonces
como vasallo del rey Asurbanipal. Estos acontecimientos (la cada del
prncipe Nekao, la huida y la restauracin de su hijo) pertenecen a los aos
664 y 663 a. C.[1]
Cul es el origen de la familia de Nekao y de Psamtico? Se ha pensado
que era de origen etope y que su poder egipcio proceda de un rey etope
anterior, pero esto es poco probable. Por el contrario, todo parece indicar que
Nekao y Psamtico procedan del crculo de los prncipes cuyo poder se haba
extendido algunas generaciones antes sobre el mismo territorio. El prncipe
Tefnakht de Sais era, hacia 725, el principal enemigo del etope Pinkhi y
haba sido vencido por l pero no eliminado. Bokhkhoris, hijo de Tefnakht,
que sucedi a su padre en el poder, haba encontrado la muerte en 715 en lucha
contra Shabaka, sucesor de Pinkhi. Tefnakht aparece en las inscripciones de
su enemigo Pinkhi bajo el ttulo de prncipe de Ma, abreviatura de
Mashawash. Era, por tanto, como todos los soberanos de entonces en el Bajo
Egipto, jefe de los sucesores de los mercenarios libios de los faraones del
Imperio Nuevo, que se haba convertido en una casta hereditaria de guerreros.
Los griegos llamaban mkhimoi a los miembros de esta casta de guerreros
egipcios de origen libio. Tambin en Nekao y Psamtico hemos de ver
prncipes mkhimoi. No se puede determinar si procedan de la familia de
Tefnakht y de Bokhkhoris o de sus cercanas. En todo caso no eran en modo
alguno egipcios en el sentido estricto de la palabra.
Entre los prncipes vasallos de los asirios que tras la expulsin de los
etopes gobernaron Egipto para el emperador de Nnive, fue Psamtico sin
duda el ms poderoso desde el principio. Decisivo para su posterior subida
fue que el rey de Asiria, Asurbanipal, se viera obligado, poco despus de su
definitiva victoria sobre los etopes, a emplear casi todo su ejrcito en el
sureste de su reino contra la tierra de Elam y la provincia rebelde de
Babilonia. Casi dos dcadas, hasta la cada de Babilonia (648) y la toma de
Susa, capital tenazmente defendida de los elamitas (hacia 640), estuvo
empeado en este escenario de la guerra el principal ejrcito asirio. Mientras
tanto Psamtico logr la supremaca sobre todos los dems soberanos de
Egipto, que estaba abandonado casi por completo a su suerte. Elimin
violentamente a la mayor parte de los prncipes que le rodeaban. A otros se
los pudo ganar: est demostrado que lo consigui con los llamados maestros
de barco de Heraclepolis (situada a diecisis km al oeste de la actual Beni
Suef), lo cual constitua un triunfo importante porque estos prncipes de
Heraclepolis no slo eran la familia ms poderosa del Medio Egipto, sino
que adems desempeaban un papel muy importante en la navegacin fluvial
hacia el Alto Egipto. Tambin algunos de los pequeos prncipes del delta
pudieron someterse voluntariamente a Psamtico. As se convirti el sata en
pocos aos en el amo de todo el Bajo y Medio Egipto sin que lo pudiera
impedir su soberano asirio.
En el noveno ao de su reinado (656 a. C.) consigue finalmente Psamtico
la anexin de Tebas, ciudad del Alto Egipto, a sus dominios. En el Alto Egipto
se haba producido un cierto vaco de poder con la retirada de Tanutamn a
Nubia y el saqueo de Tebas por los asirios. La mxima autoridad resida en
una sacerdotisa, la esposa divina de Amn, una princesa soltera que
heredaba su alto cargo por adopcin. Junto a esta esposa divina de Amn
llamada Shapenupet, hija del rey etope, se hallaba como consejero y
gobernante terrenal el prncipe Montuemhat. ste haba demostrado ser un fiel
partidario de los etopes a travs de todas las vicisitudes. Psamtico orden a
la esposa divina reinante que adoptase a su joven hija Nitocris como sucesora,
lo que tuvo lugar en marzo del 656, en una solemne ceremonia en la que
Shapenupet tambin haca entrega a su hija adoptiva, la princesa sata, de la
gran fortuna vinculada a su rango de princesa espiritual. Estos acontecimientos
de 656 no significaron cambio externo alguno en las formas de la teocracia
que rega en Tebas la esposa divina de Amn, pero en realidad Psamtico
pas a ejercer el poder tambin en el Alto Egipto y, por consiguiente, en todo
el pas.
Probablemente fue entonces cuando Psamtico se decidi a hacer algo que
el rey asirio Asurbanipal narra sucintamente. Giges, rey del reino lidio de
Asia Menor, haba dejado de enviarle emisarios. A cambio haba enviado sus
tropas en ayuda de Pisamilki, el rey de Egipto que haba sacudido el yugo
de mi dominacin. Al parecer, Psamtico, cuando hubo triunfado sobre sus
rivales, dej sencillamente de mandar tributos a Nnive. Ante estos hechos los
asirios tuvieron que admitir que haba concluido su supremaca sobre el valle
inferior del Nilo que tanto esfuerzo les haba costado.
La historia griega, sobre todo el famoso historiador Herdoto, que viaj
por el valle del Nilo doscientos aos despus de la subida al poder de
Psamtico no dice nada de la dominacin asiria sobre Egipto, pero s sabe que
hombres de bronce, griegos, jonios y carios, haban desembarcado en
Egipto y entrado al servicio de Psamtico. Con su ayuda haba triunfado ste
sobre sus adversarios egipcios. Los primeros que iniciaron la carrera
ascendente de los griegos sobre suelo egipcio, aun antes de que llegasen las
tropas de auxilio de Giges, fueron, al parecer, los piratas que desembarcaron
en el delta y que fueron reclutados por Psamtico para su ejrcito.
La sumisin de los diferentes soberanos locales, la nueva unificacin de
Egipto en un estado armnico y al mismo tiempo la independizacin de la
tierra del Nilo del imperio de los asirios, es una de las caras de la obra
realizada por el sata Psamtico. Gracias sobre todo a los datos de
Asurbanipal y a los relatos griegos, aunque sean breves los primeros y llenos
de leyendas los segundos, nos podemos hacer de todo ello una idea bastante
completa. De los textos contemporneos egipcios que contienen datos
biogrficos podemos extraer la otra cara de esta obra: la reorganizacin
interna del estado faranico. Cuando en la segunda mitad del siglo IX y en el
siglo VIII se descompone el estado de los faraones-soldados de origen libio
en un conglomerado de pequeas formas de poder, se producen situaciones
feudales en el pas que en los tiempos de su viejo esplendor haba sido un
estado de funcionarios con un rey en el poder central. Ni la poca de los
etopes ni la dominacin asiria haban de producir cambio alguno. Psamtico
organiz un estado nuevo y disciplinado. El funcionario real vuelve a ocupar
el sitio del seor feudal. Podemos seguir incluso el proceso por el cual la casa
de los constructores de barcos de Heraclepolis, que desde el principio
estuvo unida a Psamtico, fue perdiendo, an en vida de ste, la influencia que
haba ejercido antes sobre todo el Medio y el Alto Egipto. Continu
existiendo, sin embargo, la estirpe y nos encontramos con uno de sus miembros
en la poca de Alejandro Magno. Pero ya no haba sitio en el estado de
Psamtico para su antigua posicin independiente, ni siquiera para una
semiindependencia. Del mismo modo podemos comprobar que qued muy
limitada la libertad de accin de los personajes rectores del Estado divino de
Amn de Tebas, como, por ejemplo, el prncipe Montuemhat. En cambio, en el
Alto Egipto aparecen los nuevos funcionarios nombrados por Psamtico en las
posiciones clave. Es sintomtico que hallemos en lugares situados tan al sur
como Tebas, el-Kab y Edfu a un hombre que fue tal vez una especie de
gobernador general de todo Egipto, pero que en realidad proceda del Bajo
Egipto. l y otros muchos funcionarios importantes de este tiempo procedan
sin duda del estrecho crculo que rodeaba a Psamtico. Es muy probable que
estos hombres, lo mismo que la dinasta, fueron ms a menudo de origen libio
que autnticos egipcios. La cabeza del nuevo aparato estatal estaba en Menfis,
en el centro geogrfico del territorio del estado, la balanza de los dos pases,
Alto y Bajo Egipto. Sais, la ciudad de origen de la dinasta, fue a su vez la
autntica ciudad real, donde se situaron las tumbas de Psamtico y de sus
sucesores.
La reorganizacin del ejrcito tampoco habra de constituir un problema
para Psamtico. Con energa y habilidad supo resolverlo este faran. Como ya
dijimos, Psamtico mismo proceda con toda probabilidad de la estirpe de
guerreros de origen libio que los griegos llamaban mkhimoi. Estos estaban,
naturalmente, estrechamente vinculados al sistema feudal de los siglos
anteriores, abolido por Psamtico. Parte de los mkhimoi podran pasar como
partidarios de Psamtico; otros, sin embargo, eran vasallos de los pequeos
prncipes que l haba eliminado. Psamtico dio una nueva orientacin al
ejrcito al conservar en el pas a los griegos y carios reclutados an despus
de vencer a sus adversarios. Era entonces la poca de la gran coalicin griega.
El motivo que llevaba a muchos griegos y carios al extranjero era la necesidad
de hallar en alguna parte, fuera del mundo superpoblado del Egeo, una nueva
patria. sta se la ofreci Psamtico en Egipto creando autnticas colonias de
guerreros para sus soldados extranjeros. Sus mercenarios griegos y carios no
eran aventureros que cambiaban de amo con frecuencia, sino colonos que
obtenan tierras y se comprometan a cambio a prestar sus servicios al faran.
No slo griegos o carios se establecieron de esa manera en Egipto.
Tambin nubios, libios, fenicios, sirios y sobre todo judos desempearon un
papel parecido. Los ltimos tenan su guarnicin principal en el extremo
meridional de Egipto, en la isla Elefantina, cerca de Asun. All pudieron
erigir los soldados-colonos judos un templo a su dios Yahv.
Los puestos de alto mando quedaron reservados a los oficiales del pas
procedentes de los crculos de Psamtico. Estos tenan el cometido nada fcil
de hacer de estos guerreros afincados en Egipto, de lenguas tan dispares, un
instrumento militar eficaz, y de mantenerlo preparado. Esta misin se vea
dificultada por el natural resentimiento que reinaba entre los antiguos
mkhimoi contra los colonos extranjeros. Un relato de Herdoto, algo
fantstico en sus detalles, pero histrico en su esencia, deja entrever que una
parte de los mkhimoi se separ de Psamtico pasndose al rey etope del sur.
Este acontecimiento refleja las tensiones que existan inevitablemente en el
seno del ejrcito sata.
Trayendo Psamtico al pas soldados-colonos de ultramar, abri el
camino de Egipto, automticamente, a un torrente humano an mucho ms
caudaloso. Fue sobre todo el comerciante griego el que sigui al Nilo a sus
paisanos militares. Pronto surgi un nuevo oficio: el de intrprete. La
presencia en Egipto de los hombres del mundo egeo traera pronto consigo las
ms diversas relaciones con sus pases de origen, al otro lado del
Mediterrneo oriental.
Durante cuarenta y cinco aos dirigi Psamtico I de Sais el estado
faranico que haba reorganizado (664-610 a. C.). Indic a sus sucesores el
camino por el que stos guiaron a Egipto hasta la conquista por los persas. La
creacin del estado de Psamtico es una de las obras personales e
individuales que registra la Historia. El reino sata no naci para revivir el
antiguo Egipto de cara a una nueva actividad histrica, sino por obra y gracia
de un hombre que se propuso aprovechar una constelacin muy peculiar de
fuerzas internas egipcias y, sobre todo, extranjeras. A l, el libio Psamtico,
que no era un egipcio en el sentido estricto de la palabra, y a su casa debe el
nuevo estado, que habra de ser durante ciento treinta aos una de las primeras
potencias del mundo de entonces, algo ms que su existencia. Tampoco el
apogeo econmico que acompa en Egipto al nuevo impulso poltico fue el
nico fruto de esta obra. Antes bien, la obra de Psamtico hizo posible un
nuevo despertar de la antigua cultura egipcia, sumida durante siglos en el
letargo, que podemos calificar de renacimiento sata.

II. LA CABEZA BIFRONTE DEL EGIPTO SATA

El Egipto de la poca sata tiene una doble faz caracterstica. El estado


creado por Psamtico haba nacido en un campo de tensiones de mbito
mundial que se extenda desde el sur de Nubia hasta las potencias del norte y
el este del reino asirio, pero tambin hasta las islas y costas del mar Egeo.
Despus de su consolidacin, el estado faranico de los satas qued ligado
definitivamente a las mudanzas de fortuna que iran haciendo la historia del
viejo mundo. Si tribus nmadas de brbaros del Cucaso invadan el reino
asirio, si en Babilonia se libraban los caldeos de la dominacin asiria, si en
Mesopotamia luchaban el reino decadente de los asirios con los caldeos y los
medos, o en Asia Menor los medos contra los libios, o si en el Irn destronaba
el aquemnida Ciro al rey medo Astiages, tales acontecimientos repercutan en
el Egipto de los satas. Ms an: todos estos sucesos provocaban una y otra
vez acciones y reacciones polticas por parte de los faraones de Sais. A esto
se aadi que los satas fomentaban conscientemente la participacin de los
elementos extranjeros en el pas del Nilo, a travs de los soldados colonos o
de los comerciantes. Las relaciones con Grecia, sobre todo, se hicieron cada
vez ms intensas. El sistema poltico que mantuvo todas estas relaciones con
tan diversos pases, abierto al mundo y en cierto modo moderno, representa
una de las caras del Egipto sata. Una imagen completamente diferente nos
ofrecen en cambio las formas de expresin de la cultura y el arte, las
corrientes intelectuales dominantes en el Egipto de aquel tiempo. Todas nacan
del mismo sentimiento: la realizacin de un ideal que se orientaba hacia el
propio pasado remoto. Lo que se quera era nada menos que una vuelta al
Imperio Antiguo y Medio de los faraones, tal y como se imaginaba a aqul. Lo
que se rechazaba, con plena conciencia, era la evolucin que inici Egipto
poco despus de la constitucin del Imperio Nuevo, la evolucin de un
milenio entero. Se hubiera deseado que no hubiera existido. En todos los
diversos aspectos de la vida sigui el Egipto sata esta tendencia. En las artes
plsticas el estilo se cie lo ms estrechamente posible a las obras del
Imperio Antiguo y Medio. La manera de vestir y los peinados se representaban
como haba sido costumbre en aquellos remotos tiempos. Los cargos pblicos
de los dignatarios se nombraban con ttulos muy antiguos. En las inscripciones
se trataba de imitar la lengua clsica ya en desuso y la correspondiente forma
de escritura. Incluso textos enteros, por ejemplo, textos fnebres, se adoptaban
literalmente. Las pirmides y las tumbas de los reyes de la poca antigua eran
restauradas cuidadosamente, el culto religioso de los faraones muertos
milenios antes era mantenido con profundo respeto.
Tambin en otros aspectos era el Egipto de la poca sata un pas de
marcada religiosidad. La gran admiracin por el pasado hizo que se diese la
mayor importancia a las formalidades y frmulas del culto. Un catlogo
dedicado por completo a los preceptos rituales, prescripciones de comida y
temas semejantes alcanz una importancia que nunca hubiera tenido antes. El
cumplimiento de la ley, o sea, de la rgida ley religiosa, era, segn los
sacerdotes exponentes de esta religiosidad egipcia, el criterio supremo al que
se tena que someter tanto la vida del estado como la del individuo.
Se una a todo esto un exclusivismo cada vez ms acentuado. El que no se
atena a las innumerables normas formalistas de la religin egipcia era
considerado impuro. Naturalmente, esto afectaba sobre todo a los
extranjeros que no observaban los preceptos rituales y las prescripciones de
comida de la religin egipcia. No les est permitido a los egipcios comer con
los hebreos, y lo juzgan pecaminoso, dice el Antiguo Testamento (Gn. 43,
32). El rechazo tajante de la poca del Imperio Nuevo, en que Egipto era
potencia mundial y estaba, precisamente por ello, en ntimo contacto con el
exterior, era tambin una consecuencia de esta actitud. Es significativo que las
divinidades extranjeras que se haban introducido en aquel tiempo en Egipto
quedasen proscritas y fueran retiradas del panten. Incluso el antiguo dios
egipcio Seth, que haba sido especialmente venerado durante la segunda mitad
del Imperio Nuevo y que haba llegado a dar su nombre a varios faraones,
sufri la misma suerte, y ello no slo porque en la mitologa desempease el
papel del asesino de Osiris, sino sobre todo porque era el dios del
extranjero.
Esta actitud tena que conducir forzosamente al fanatismo. Las masas en la
poca egipcia tarda mantenan un acusado primitivismo y ms de una vez el
fanatismo tena que producir descargas sangrientas.
Todas estas tendencias (el afn de resucitar un pasado lejano, la
exacerbacin de la religiosidad, el aislamiento frente a los extranjeros
impuros) ya se haban manifestado antes de la poca sata, sobre todo bajo
la dominacin etope. Pero fue entonces cuando alcanzaron su mxima
expresin.
Un estado como el sata, inmerso en el mundo de los siglos VII y VI, y un
Egipto apartado de las tendencias culturales y religiosas de su poca se
hallaban por su naturaleza misma en contradiccin. Ambos desarrollaron
poderosas fuerzas. Su simultaneidad, las tensiones entre uno y otro, pero
tambin los compromisos entre la casa reinante y los sacerdotes como
principales exponentes de ambas tendencias, determinaron la imagen histrica
del Egipto de la poca de los satas.

III. EL REINO SATA, LOS ESTADOS DE ASIA ANTERIOR Y EL MUNDO GRIEGO

Tras la quiebra de la supremaca asiria sobre Egipto con Psamtico, hacia


el ao 655, no volvieron los asirios a tratar de someter las tierras del Nilo.
Tampoco despus de la toma de Susa y de Babilonia estuvieron en condiciones
de intentarlo. Por el contrario, el rey asirio se vio pronto, en todos los frentes,
reducido a la defensiva. El peligro ms grave lo constituan las tribus del norte
y del nordeste, los cimerios, los escitas que les seguan procedentes del
Cucaso y, finalmente, los medos del noroeste del Irn. Los escitas llegaron
sembrando la destruccin por los pases de Asia Anterior (630-625 a. C.)
incluso hasta el sur de Palestina, acercndose a las fronteras de Egipto. Sin
embargo, Psamtico, cuyas tropas ya haban penetrado en Palestina meridional
en los aos inmediatos a la supresin de la dominacin asiria sobre Egipto,
pudo rechazar a los escitas. Probablemente durante su persecucin pudo
conquistar la ciudad de Asdod de la que nos habla Herdoto (hacia 625 a. C. o
poco despus). En aquel tiempo haba dejado de constituir un peligro para
Egipto el ya debilitado imperio asirio. Desde la nueva insurreccin de
Babilonia en el ao 626, cuando se haba hecho independiente el prncipe
caldeo Nabaplauur (Nabopolasar) y la casi simultnea subida al trono del
rey medo Ciaxares, que por primera vez en la historia haba sabido reunir en
un poderoso estado las tribus de las montaas del noroeste del Irn, Asiria se
vea amenazada en su propia existencia.
Una crnica babilnica nos deja ver los acontecimientos que tuvieron
lugar a partir del ao 616 a. C. en Mesopotamia. En aquel tiempo se hallaban
en lucha los asirios y los caldeos de Babilonia. En estas luchas intervino
Psamtico, faran de Egipto. Mas no lo hizo para participar en la
desmembracin del imperio asirio. Al contrario, un ejrcito auxiliar enviado
por l oblig al rey caldeo Nabopolasar a retroceder hasta Babilonia (616
a. C.). Qu es lo que pudo haber movido al faran a intervenir en favor de su
antiguo soberano, al que haba expulsado de Egipto, en un escenario tan
lejano?
Existe una sola explicacin plausible: Psamtico tuvo que haber
comprendido que Asiria haba dejado de ser un peligro para Egipto, pero que
un nuevo gran imperio de Asia Anterior, construido sobre las ruinas de Asiria,
tal vez no se detuviera en las fronteras de Egipto. Su actitud slo se puede
comprender como resultado de una visin profunda de la situacin poltica del
Asia Anterior de entonces y, sobre todo, de su trasfondo espiritual. All exista
ya desde haca bastante tiempo la idea del imperio universal. En tales
circunstancias el inters por la supervivencia egipcia requera una
intervencin activa en favor de la potencia ms dbil para mantener en Asia un
equilibrio de fuerzas. Si esto no se lograba el peligro para Egipto era inmenso.
La ayuda de Psamtico signific para los asirios un alivio, aunque
pasajero. En el ao 614 conquistaron y destruyeron los medos y los caldeos
aliados la antigua capital asiria de Asur. Dos aos despus sufra Nnive la
misma suerte: en el verano de 612 fue asaltada y arrasada. Con grandes
esfuerzos pudo mantenerse, al oeste de las principales tierras asirias perdidas,
un prncipe llamado Ashshuruballi. En Kharrn (al sur de la ciudad de Urfa,
situada hoy en territorio turco no lejos de la frontera siria) se hizo proclamar
rey de los asirios en lugar de Sinsharishkun, que haba muerto en la
destruccin de Nnive. Sin embargo, ya en el ao 610 perdi tambin esta
ciudad y tuvo que retirarse ms all del ufrates. Ese ao mora en Egipto el
viejo faran Psamtico despus de cincuenta y cuatro aos de reinado.
No menos que en Asia Anterior desarroll Psamtico en los jvenes
estados griegos una activa poltica exterior. No existan problemas polticos
que pudieran afectar a Egipto como los conflictos entre los reinos del Prximo
Oriente. Pero de Grecia provenan los mejores soldados de Psamtico y las
buenas relaciones entre la corte del faran y los estados de Grecia estaban
llamadas sin duda a seguir aumentando el caudal de colonos militares griegos
que llegaba a Egipto. Tambin tenan importancia estas relaciones en el
aspecto econmico, ya que Egipto poda exportar a Grecia trigo y tambin
algo de papiro y velamen que los griegos pagaban con plata, muy apreciada a
orillas del Nilo. Probablemente tambin existieron autnticas aduanas para
controlar el comercio exterior. Los griegos sentan gran admiracin hacia el
faran de Sais. El grado que lleg a alcanzar su prestigio lo demuestra el
hecho de que el sobrino y ms tarde sucesor del tirano de Corinto, Periandro,
el hombre ms poderoso del continente griego a finales del siglo VII, recibiese
el nombre de Psamtico.
Por ltimo, tambin mantuvo Psamtico relaciones con el rey etope de
Napata. Entre este estado y el Egipto de Psamtico, rein una paz que tampoco
se vio enturbiada por la marcha a Etiopa de una parte de los mkhimoi.
Psamtico renunci a cualquier intento de reanudar la antigua dominacin
egipcia en Nubia mientras los etopes no avanzasen ms hacia Egipto.
Elefantina, en el territorio de la primera catarata, donde se hallaban los
soldados judos de Psamtico, sigui siendo la base fronteriza meridional del
reino faranico.
Sucedi a Psamtico su hijo Nekao II (610-595 a. C.). El estado estaba tan
consolidado que este cambio de gobierno no signific ninguna perturbacin.
Tampoco la poltica exterior del difunto rey sufri ruptura alguna. La crnica
babilnica ya mencionada da noticia de que en el verano del ao 609 un
ejrcito egipcio-asirio cruz el ufrates y derrot a una divisin babilnica.
No se pudo, sin embargo, reconquistar la ciudad de Kharrn. Por ello, el ao
siguiente (608) el faran Nekao se puso personalmente al frente de sus
ejrcitos. Cuando se diriga al ufrates se vio detenido cerca de Megiddo, en
la llanura de Jezrael, por un ataque del rey Josas de Jud que crea puesta en
peligro su independencia por el faran. Josas fue derrotado completamente y
hall la muerte en el campo de batalla. Los egipcios prosiguieron su marcha
hacia el norte. Acerca de las posteriores luchas entre el faran y los caldeos
de Babilonia no tenemos noticias hasta el ao 606.
La intervencin poltica y militar de Psamtico y Nekao en Asia no
obedeca al deseo de llevar a cabo conquistas[2]. Anlogamente, el encuentro
con Josas de Jud se debi a un ataque de los judos contra el ejrcito que
acuda en ayuda de los asirios, y que ya haba pasado al oeste de Jerusaln sin
llegar apenas a tocar el territorio del estado de Jud. No cabe duda de que el
ataque de Josas result en extremo inoportuno para el faran. El pasaje del
Antiguo Testamento que narra cmo Nekao haba advertido a Josas de que no
tena intenciones hostiles contra l ni contra Jud est en todo caso en lo
cierto. Ante la actitud de Josas se vio Nekao forzado a intervenir en Jud;
mand meter en prisin, despus de tres meses de reinado, al nuevo rey de
Jud e impuso tributos al sucesor y hermano de ste, Joaqun. Pero tambin
ms al norte, en Siria, tuvo pronto que hacerse Nekao con el gobierno del pas,
ya que entre 608 y 605 haban sucumbido Ashshuruballi y lo que quedaba de
su estado asirio. No volvemos a or nada de ellos. El fin de su aliado asirio
dej al faran slo la alternativa de defender sus antiguas posesiones en Siria
o de cedrselas a la nueva gran potencia caldea, con la que se encontraba
desde haca aos en estado de guerra. Fragmentos de una inscripcin
jeroglfica de Nekao procedentes de Sidn hacen suponer que en aquellos
aos se encontraban tambin bajo la supremaca del faran las ciudades
costeras fenicias.
A partir del ao 606 volvemos a tener una visin de las luchas entre los
egipcios y los caldeos, que tuvieron lugar en el territorio del ufrates medio,
aproximadamente donde cruza el ro la actual frontera entre Siria y Turqua.
En el ao 606 recuperaron los egipcios la ciudad de Kimukhu, a orillas del
ufrates, despus de un asedio de cuatro meses. A principios de 605
alcanzaron una nueva victoria. Pero el mismo ao se volvi la suerte contra
ellos en una gran batalla; Nabucodonosor (Nabkudurriuur), el sucesor
caldeo, infligi en Karkemish una grave derrota a los egipcios y persigui los
restos de sus tropas hasta amath, la actual Huna. Poco despus la muerte de
su padre Nabopolasar obligaba al vencedor a volver a Babilonia, donde a
principios de septiembre fue proclamado solemnemente rey. En los aos
siguientes volvemos a encontrar a Nabucodonosor repetidamente en Siria,
cuyos monarcas someti a su poder. De este ao data tal vez la carta escrita en
arameo del prncipe de Ascaln en la que pide ayuda al faran contra
Nabucodonosor. Pero ste se haba vuelto tan poderoso que pudo avanzar en el
ao 601 hasta la frontera de Egipto. All, sin embargo, fue derrotado en una
batalla con graves prdidas por ambas partes y tuvo que volver a Babilonia.
Al parecer se lleg, poco despus de estos acontecimientos, a un tratado
de paz entre Nekao y Nabucodonosor, ya que el levantamiento que llev a
cabo el rey Joaqun de Jud en 598 contra Nabucodonosor no provoc ninguna
reaccin por parte del faran. Nekao no intervino cuando el rey caldeo se
dirigi contra Jerusaln y, tras sitiarla durante tres meses, la tom a mediados
de marzo del 597 llevndose a Babilonia prisioneros a 8000 notables
guerreros y artesanos judos.
Ambas partes tenan sobradas razones para buscar un equilibrio. El estado
caldeo se vea atenazado en el este y el norte por el reino del medo Ciaxares
que le superaba en poder. Si bien entre los caldeos y los medos existan
relaciones polticas amistosas, stas se basaban en la antigua enemistad comn
hacia Asiria, que haba dejado ya de existir. De Media y no de Egipto
provena a la larga el principal peligro para Nabucodonosor. Para el faran
Nekao exista una situacin parecida a la que haba inducido a su padre
Psamtico a buscar un compromiso con Asiria. El peligro que pudiera
amenazar a Egipto por parte de Nabucodonosor habra de ser al fin y al cabo
menor que el que tena que proceder de Asia Anterior despus de la
dominacin de Babilonia por los medos.
Con igual empeo prosigui Nekao la poltica griega de Psamtico. Segn
Herdoto, dedic su tnica de guerra de la campaa siria al Apolo del templo
milesio de los brnquidas. Nekao se convirti, sobre todo, en el creador de
una potente fuerza naval en el Mediterrneo y en el mar Rojo. Desde su poca
aparecen ttulos como almirante y capitn, con mucha mayor frecuencia
en las inscripciones biogrficas. Por encargo de Nekao llevaron a cabo
marinos fenicios la mayor hazaa martima de la Antigedad: la
circunnavegacin de frica desde el mar Rojo al Mediterrneo. Herdoto dice
sobre esto que no puede creer que los navegantes hubieran tenido realmente
durante su viaje alrededor de frica el sol a su diestra, como se aseguraba.
Pero, precisamente, esta alusin a las condiciones que existen en el hemisferio
sur demuestra que la vuelta a frica no fue un simple cuento de navegantes.
Tambin trat Nekao de reconstruir el canal del Nilo al mar Rojo, que exista
probablemente ya en la poca del Imperio Nuevo. Al parecer, las dificultades
tcnicas 120 000 trabajadores murieron segn Herdoto en esta empresa
impidieron la terminacin de esta obra.
Tambin la siguiente sucesin al trono en la casa sata se llev a cabo sin
complicaciones. A la muerte de Nekao en el ao 595, le sucedi su hijo, que
volvi a llevar el nombre de Psamtico (595-589 a. C.). Bajo su reinado se
conserv la paz con Nabucodonosor. En el cuarto ao de su reinado llev a
cabo Psamtico II una expedicin que le condujo, probablemente por mar, a la
costa palestina o fenicia. Esta expedicin no tena carcter blico, pues el
cortejo de Psamtico estaba constituido por sacerdotes. Cabe suponer que el
objeto de este viaje fuera Biblos, que desde los tiempos del Imperio Antiguo
estaba unido a Egipto tambin en el aspecto religioso. Biblos era, en la
mitologa egipcia, el lugar donde la diosa Isis hall de nuevo el cadver de
Osiris y las ruinas an hoy impresionantes del templo que se remonta a los
tiempos del Imperio Antiguo y Medio muestran que tambin en la arquitectura
hubo una fuerte influencia egipcia. Biblos es la actual Jebail, a cuarenta km al
norte de Beirut. Pero es indiferente que fuera Biblos u otra ciudad de la costa
la meta de la peregrinacin de Psamtico II: condicin indispensable para esa
empresa era la existencia de relaciones pacficas con el estado de
Nabucodonosor.
El ejrcito de Psamtico II haba llevado a cabo un ao antes una
campaa, pero en un frente completamente distinto: en el sur, contra el rey
etope de Napata. No se ha podido averiguar cmo pudo llegarse a este
conflicto despus de siete decenios de relaciones pacficas entre satas y
etopes. La suposicin de que Psamtico II hubiera querido adelantarse a un
inminente ataque de los etopes contra Egipto no puede demostrarse. El propio
Psamtico se qued en Elefantina y sus dos generales, Amasis, jefe de los
mkhimoi egipcios, y Potasimto, jefe de los griegos y dems tropas
extranjeras, condujeron el ejrcito hacia el sur. No slo llegaron, como era
preciso suponer antes, hasta el territorio de la segunda catarata, sino que
prosiguieron su marcha a pesar del accidentado curso del ro Batn-el-Hagar, al
sur del actual Uadi Halfa, y a pesar tambin de la desolacin del desierto
nubio. Aproximadamente en el territorio de Dongolah derrotaron Amasis y
Potasimto a las tropas del rey de Napata y avanzaron tal vez incluso hasta las
cercanas de la capital enemiga. A la vuelta, soldados griegos, carios y
fenicios hicieron una serie de inscripciones en las piernas del coloso de
Ramss del templo de Abu Simbel. Una de ellas dice: Cuando lleg
Psammetiq a Elefantina escribieron esto aquellos que haban marchado con
Psammetiq, hijo de Theokles. Subieron el curso del Kerkis hasta donde lo
permite el ro. Potasimto diriga a los extranjeros, Amasis a los egipcios. Lo
hemos escrito Arkhon, hijo de Amoibikhos, y Pelekos, hijo de Udamos.
Desde el punto de vista militar la campaa fue un xito completo, pero no
condujo a una renovacin de la antigua dominacin egipcia siquiera sobre la
Baja Nubia. Excepto la inscripcin de los soldados de Abu Simbel, no existe
ni un solo recuerdo de Psamtico II o de sus sucesores al sur de la zona de las
cataratas de Asun. Elefantina sigui siendo la fortaleza fronteriza meridional
del reino sata. Sin embargo, bajo Psamtico II hubo, al parecer, en Egipto un
estallido de odio contra los etopes. En aquel tiempo se borraron, en muchos
monumentos de la poca de la dominacin etope, los nombres de los antiguos
reyes de Napata.
A principios de febrero del 589 muri el faran Psamtico II. Le sigui su
hijo Apries, al que la Biblia llama Hofra. Este joven monarca emprendi una
nueva poltica exterior; poco despus de subir l al trono, en Jerusaln se
levantaron de nuevo los judos contra Nabucodonosor y decidi atacar a los
caldeos. Su flota se dirigi contra las ciudades fenicias de Sidn y Tiro,
sometidas a Nabucodonosor, y l mismo acudi al frente de su ejrcito de
tierra a liberar la ciudad de Jerusaln, sitiada por Nabucodonosor desde el 15
de enero del 588.
Este comportamiento de Apries significaba tanto ms una ruptura con la
poltica de sus antecesores cuanto que el reino medo se hallaba en vas de
convertirse en la primera potencia de toda Asia Anterior. Desde 590 estaban
enzarzados los reinos medo y lidio en una terrible guerra cuyas consecuencias
no se podan prever. Ms de un contemporneo vio entonces en los medos la
futura potencia mundial, a la que tena que sucumbir tambin el imperio de
Nabucodonosor; diversos pasajes del Antiguo Testamento dan testimonio de
este sentimiento. El faran Apries sigui ante la situacin internacional otras
pautas que sus antecesores; l aspiraba a nuevas conquistas territoriales y a
incrementar su poder en Asia Anterior.
Con esta poltica Apries fracasa. Su flota, sin embargo, parece haber
obtenido algunos triunfos. Podemos deducirlo del hecho de que la ciudad
fenicia de Tiro se volviera poco despus contra Nabucodonosor tras de lo cual
se vio asediada durante trece aos por un ejrcito caldeo (585-573 a. C.).
Finalmente se lleg a un compromiso: Tiro sigui siendo un reino
independiente pero volva a reconocer la supremaca caldea. No obstante, ya
antes de iniciarse el sitio de Tiro por los caldeos se haba tomado en Palestina
una decisin que destrua las esperanzas de Apries.
Ante la noticia de que se acercaban los egipcios, Nabucodonosor levant
el sitio de Jerusaln y se dirigi al encuentro de Apries. No cabe duda de que,
con la ciudad enemiga a su espalda y ante las victorias de los egipcios en el
mar, la decisin era arriesgada. No sabemos lo que pas entre ambos
ejrcitos. Slo sabemos que se cumpli la palabra del profeta Jeremas:
Sabed que el ejrcito del faran que haba acudido en vuestra ayuda
regresar a Egipto y que los caldeos volvern a luchar contra esta ciudad y la
conquistarn y quemarn por el fuego. Jerusaln y su templo fueron
destruidos, la mayor parte de la poblacin fue conducida a la cautividad de
Babilonia (586 a. C.). Aquel peligroso foco de intranquilidad en el reino
caldeo qued eliminado, el ataque del faran rechazado. Adems,
Nabucodonosor obtuvo despus otro importante triunfo: su diplomacia,
apoyada por el soberano del pequeo reino de Cilicia, en el sureste de
Anatolia, intervino como mediadora en el ao 585 en la paz entre los reinos de
los medos y lidios. Entre ambos estados se estableci como frontera el ro
Halys, el actual Kizil-Irmak. Se haba conservado el equilibrio de las
potencias y, al mismo tiempo, haba ganado mucho prestigio el reino caldeo.
Para el estado egipcio en cambio este fracaso exterior signific un duro
golpe en el interior. Lo demuestra un gran motn de la guarnicin de Elefantina.
Por un motivo desconocido decidieron los soldados desertar a Etiopa. Si bien
el comandante de la fortaleza, Neshor, pudo como l mismo dice restablecer
la disciplina por medio de hbiles negociaciones con los amotinados, no fue
este motn el nico que tuvo lugar bajo Apries.
En el ao 570 el prncipe libio Adikran llam en su ayuda al faran, ya
que no poda resistir el creciente podero del estado griego de Cirene. Como
es natural, Apries no pudo enviar a sus divisiones griegas contra los griegos
de Cirene. Envi, por tanto, a su ejrcito de mkhimoi, pero sufri una grave
derrota. Slo algunos de sus hombres pudieron volver a Egipto. Este
acontecimiento hizo estallar las disensiones y las envidias entre las tropas
egipcias y las extranjeras. Por primera vez despus de casi cien aos volvi a
haber una guerra civil en Egipto. Por un lado estaban los soldados del pas,
que proclamaron rey a un oficial de Siuph, cerca de Sais, llamado Amasis. Por
otro, el faran Apries y los poderosos contingentes griegos y carios del
ejrcito. En las luchas, que tuvieron como escenario sobre todo el noroeste del
delta, se alz con el triunfo Amasis. Apries hall seguramente la muerte en el
ao 568 en su ltimo intento de reconquistar el poder. Su cadver fue
enterrado por Amasis con todos los honores reales en la tumba de la dinasta
en Sais. Aprovechando este momento de extrema debilidad del estado
faranico lanz Nabucodonosor (568 a. C.) un ataque contra Egipto. Sin
embargo, es poco probable que Nabucodonosor, cuyo reino se encontraba
siempre bajo la presin latente de su vecino medo, planease la conquista de la
tierra del Nilo. Probablemente su campaa fue una amplia demostracin de
fuerza destinada a dejar patente ante los egipcios su superioridad militar y
prevenirles contra una nueva agresin, objetivo que consigui sin duda el rey
caldeo.
Amasis tuvo que resolver dos problemas que Apries le haba legado como
herencia. En primer lugar se tenan que restablecer las relaciones con las
potencias exteriores contra las que, con tan poca fortuna, haba luchado
Apries: el reino caldeo y el estado de Cirene. Por otro lado se trataba de
lograr con urgencia una reconciliacin dentro del pas, especialmente entre los
mkhimoi y los griegos. Amasis supo resolver ambos problemas. Con Cirene
hizo amistad, entr en una alianza y renunci a apoyar a los libios contra ella.
De esta lnea no se apart Amasis ni siquiera cuando estallaron disturbios en
Cirene que llevaron a la derrota de un ejrcito cirenaico a manos de los libios.
Amasis no intervino en ninguno de estos conflictos internos. Herdoto da
adems noticia de que Amasis contrajo matrimonio con una cirenaica llamada
Ladike. Esto es perfectamente posible aunque el sucesor al trono,
Psamtico III, y los otros hijos de Amasis, desconocidos para nosotros,
tuvieran madres egipcias.
An ms importante que la reconciliacin con Cirene fue el acuerdo con el
reino caldeo. Tal vez lo llev a cabo Amasis an en tiempos de
Nabucodonosor (hasta 562 a. C.). En todo caso no volvieron a producirse
nunca conflictos entre ambas potencias, ni siquiera cuando Nabucodonosor
muri y su sucesor result ser un monarca poco capaz. En el ao 547
encontramos finalmente a Amasis como aliado, no slo del rey Creso de Lidia,
sino tambin de Nabnido, ltimo rey de Babilonia. Al parecer, sigui Amasis
una poltica exterior que, segn el espritu de Psamtico I y de Nekao, no
tenda a realizar conquistas fuera de Egipto, sino a conservar el equilibrio
entre las potencias de Asia Anterior. nicamente la isla de Chipre fue
obligada por Amasis al pago de tributos, con la ayuda de su poderosa flota.
Esto condujo a un mayor comercio entre Egipto y Chipre. Diversos hallazgos,
especialmente del este de Chipre, muestran que hubo en aquel tiempo un
incremento notable de las influencias culturales egipcias en la isla.
Ms difcil an que la reorganizacin de las relaciones exteriores fue la
superacin de las tensiones entre los egipcios y los griegos establecidos a
orillas del Nilo. Amasis deba su trono a los mkhimoi. Para stos, y para los
egipcios en general, los extranjeros dentro del propio pas eran una constante
afrenta. Para Amasis, sin embargo, los extranjeros eran tan necesarios como lo
haban sido antes para Psamtico, Nekao o Apries. Amasis supo resolver el
problema reduciendo a un mnimo los motivos de roce entre extranjeros y
egipcios. Los diversos campamentos militares de los griegos y carios fueron
disueltos y las tropas greco-carias concentradas en la capital, Menfis. Amasis
suprimi adems el libre comercio de los griegos en Egipto, as como sus
factoras. A cambio les cedi una ciudad, fundada al parecer en tiempos de
Psamtico II, en el delta noroccidental: Nucratis se convirti en la ciudad de
los griegos de Egipto. Obtuvo el monopolio del comercio greco-egipcio y
alcanz as un rpido florecimiento. En Nucratis surgieron santuarios griegos:
los milesios, samios y eginetas posean templos propios, las gentes de Quos,
Teos, Focea, Clazmenas, Rodas, Cnido, Halicarnaso, Faselis y Mitilene un
templo nico, el Hellenion. Los griegos consideraban a Amasis su benefactor
y le celebraban como filoheleno. Amasis hizo todo lo posible por fomentar
esta fama: cuando se quem en 548 el templo de Apolo de Delfos el faran
contribuy a su reconstruccin. Tambin envi repetidamente ofrendas a
templos griegos. Pronto se adue de su persona la leyenda. Ms tarde se
asegur que haba estado en contacto personal con los grandes sabios de
Grecia, con personajes como Pitgoras, Soln, Tales, Clebulo, Bias y Pitaco,
sin tener en cuenta que no todos ellos fueron contemporneos de Amasis. Sin
embargo, la poltica griega de Amasis no parta tanto de una simpata
sentimental hacia Grecia cuanto del deseo de evitar en lo posible un conflicto
entre extranjeros y nativos originado por los pobladores griegos de Egipto. En
todo caso, estas medidas, que eran una concesin a las tendencias antigriegas
de los egipcios y que no obstante los griegos consideraban un trato de favor,
fueron una obra maestra de habilidad poltica.
Bajo Amasis el pas alcanz el punto ms alto del desarrollo econmico
que ya haba iniciado bajo Psamtico I. Claro que cuando Herdoto nos habla
de que bajo Amasis haba 20 000 ciudades exagera tanto como la teora
moderna que calcula en 20 a 21 millones de habitantes la poblacin del Egipto
de entonces. En realidad, Egipto contaba entonces, como en la poca
grecorromana, con cerca de 7 a 7,5 millones de habitantes, un nmero que no
superara hasta finales del siglo XIX despus de Cristo. Tambin como
legislador y gobernante alcanz Amasis una fama que haba de perdurar
muchos siglos. Por otra parte, era un militar de origen sencillo y
personalmente sigui siendo un hombre de aficiones rudas. No slo Herdoto
le caracteriza as, sino tambin el relato histrico egipcio Amasis y el
navegante, del siglo III a. C., que nos describe su aficin al vino y a los
cuentos populares.
A pesar de la indiscutible categora poltica de Amasis, se fue gestando ya
durante su reinado la desgracia que haba de caer sobre el Egipto de la poca
sata. No se hundi desde dentro: la peligrosa crisis que se haba manifestado
a finales del reinado de Apries haba sido superada pronto gracias a la
habilidad de Amasis. El Egipto de los satas cay porque en el mundo de la
gran poltica se haba producido finalmente lo que haban temido y tratado de
evitar, por todos los medios de la diplomacia e incluso de la intervencin
militar, Psamtico, Nekao y ms tarde Amasis: en lugar de un sistema de
estados iguales que se tuvieran en jaque entre s, haba surgido en Asia
Anterior una potencia mundial con pretensiones de poder universal. No fueron
los medos, como haba pensado un profeta del rango de Jeremas y como ms
de uno haba temido. El rey de Media, Astiages (585-550 a. C.), sucesor de
Ciaxares, se mantuvo fiel a los acuerdos con Babilonia y los otros estados a
pesar de su supremaca militar. Pero cuando Astiages fue derrocado
inesperadamente por su insignificante vasallo persa Ciro, cambi el panorama
repentinamente. La guerra preventiva que el rey lidio Creso, comprometido en
una alianza militar con Babilonia y Egipto, lanz contra los persas, termin
con el hundimiento del estado lidio y la integracin de toda Asia Menor en el
imperio persa (546 a. C.). Casi sin lucha caa pocos aos despus tambin
Babilonia en manos de los persas (539 a. C.). Desde entonces Egipto se
encontr solo frente a un imperio que abarcaba toda Asia Anterior. El que el
ataque de los persas contra Egipto no tuviese lugar hasta unos meses despus
de la muerte de Amasis y de la subida al trono de su hijo Psamtico III
(noviembre-diciembre del 526 a. C.) se debi nicamente a una incursin de
nmadas turanios contra las tierras de cultivo iranes, en cuya defensa hall la
muerte el rey Ciro (529 a. C.). La superioridad del ejrcito mandado por el
nuevo rey persa Cambises sobre las fuerzas del faran era tan evidente que
incluso los chipriotas que dependan de Egipto y Polcrates de Samos, el
tirano con quien Psamtico haba sellado una alianza, se pusieron de parte de
los persas. Apenas hubiera tenido Psamtico III probabilidades de xito en el
plano militar aunque no le hubiera traicionado un oficial griego, Fanes de
Halicarnaso, que se pas a los persas. En una sola gran batalla cerca de
Pelusium (aproximadamente cuarenta km al este del actual Port Said) fue
aniquilado en la primavera del 525 el ejrcito del faran. Slo la ciudad de
Menfis opuso an una resistencia que concluy pronto con su conquista y la
captura del ltimo sata.
Desde entonces fue Egipto una provincia del imperio persa de los
aquemnidas. No obstante, las tradiciones de la poca sata eran tan fuertes
que sta iba a alcanzar ms tarde una vez ms, en el perodo de la cada del
imperio aquemnida, un renacimiento. Tres veces se alzaron los monarcas del
delta occidental contra los persas, como anteriormente lo hicieran los satas,
prncipes libios de la clase guerrera (486-484, 463/62-454 y 404 a. C.). La
tercera vez tuvieron xito. Durante sesenta aos volvi a existir un reino
faranico (404-343/2 a. C.) que continuaba en muchos aspectos la poca de
los satas. Cuando ms tarde, bajo los ptolomeos sucesores de Alejandro
Magno, se hicieron los ltimos intentos de restablecer un estado faranico en
Egipto, partieron stos de elementos etopes del sur y de los mkhimoi del
delta del Nilo como fueron, en otros tiempos, Psamtico y Amasis. Su fracaso
significa el fin de la poca en que nubios y libios asimilados a Egipto haban
dado a la cultura de este pas un marco en el que se pudo desarrollar por
ltima vez. Desde entonces slo hubo fellahs sin ninguna personalidad. La
historia de Egipto sera ya en lo sucesivo, hasta mediados de nuestro siglo,
exclusivamente la de sus dominadores extranjeros.

IV. MONUMENTOS, OBRAS DE ARTE, VIDA SOCIAL Y CULTURAL DEL EGIPTO SATA

La era de los satas no figura entre las pocas de la historia del reino
faranico que nos dejaron tantas ruinas impresionantes. No se debe esto a que
faltara afn constructor en aquel perodo, sino slo a que el centro del estado
se hallaba en el delta del Bajo Egipto, donde tampoco se han conservado
importantes ruinas de otros perodos. De Sais, la ciudad del rey, no existen
sino escasos vestigios. Slo los relatos de los griegos nos pueden
proporcionar una cierta idea de esta ciudad, que tuvo importancia hasta la
poca romana. No podemos ver el palacio de los satas o el esplndido templo
de Neith, diosa de la ciudad, donde tambin se encontraban las tumbas de los
faraones de la casa de Psamtico. Lo mismo sucede con Nucratis, la de los
templos dedicados a los dioses griegos, y con las entonces populosas ciudades
del delta: Mendes, Sebenito, Buto, Atribis o Bubastis. En esta ltima
poblacin, segn Herdoto, se reunan todos los aos 700 000 personas para
celebrar la fiesta de la diosa Bastet. Tambin sabemos slo gracias a
Herdoto que Psamtico y Amasis ampliaron en Menfis, su capital de
gobierno, el templo del dios Ptah, erigiendo estatuas colosales, y que
construyeron un templo a la diosa Isis. Aparte de los trabajos de restauracin
llevados a cabo en las pirmides, slo un monumento nos trae ante los ojos la
gran actividad constructora de los satas: los panteones de los toros sagrados
de Apis en Menfis.
El culto del toro sagrado de Ptah en Menfis se remonta a tiempos muy
lejanos. En el Imperio Nuevo Ramss II construy en el desierto, al oeste de
Menfis, tumbas subterrneas para las momias de los toros Apis muertos. Pero
fue Psamtico el que inici las ampliaciones que dieron a la instalacin sus
enormes dimensiones: 350 metros de longitud, tres de ancho y 5,5 de altura
tienen los pasillos. Las cmaras funerarias tienen por trmino medio una altura
de 8 metros. De un solo bloque de piedra estn hechos los veinticuatro
colosales sarcfagos para las momias de los animales. Por trmino medio
tienen 4 metros de largo, 2,30 de ancho, 3,30 de alto y pesan aproximadamente
65 000 kg. Tales piedras proceden en parte de las canteras de Asun, situadas
a casi 1000 km. El templo situado en la superficie de estas tumbas, llamado
ms tarde Serapeum, era tambin sin duda un importante monumento, pero no
se ha conservado nada de l.
Este Serapeum constituye, junto con las noticias sobre otras construcciones
que no se han conservado por las condiciones naturales desfavorables del
Egipto septentrional, un testimonio de la enorme cantidad de trabajo y de
medios econmicos que dedic la poca sata a la religin. Medios no menos
importantes que en estos monumentos se gastaron en las donaciones de tierras,
personas, ganado y todo tipo de productos a los templos. Un papiro demtico
de la poca persa habla de los envos estatales de plata, ganado, aves, trigo,
etc., que reciban los templos en la poca de Amasis. Si la cifra, por desgracia
de difcil lectura, ha sido bien interpretada, el precio de estas entregas
equivala a una suma de ms de siete millones de marcos oro. Frente a esto,
los persas habran de obtener ms tarde apenas tres millones de marcos oro en
impuestos de todo Egipto[3] junto con los oasis libios y la Cirenaica. Al
preguntarse por los motivos de actitud tan generosa de los reyes satas hacia
los templos y sacerdotes, se impone la idea de que trataban de ganarse a estos
ltimos. De hecho, el estado sata, cuya poltica exterior abierta al mundo y
cuya simpata hacia los extranjeros se hallaban en completa oposicin a los
sacerdotes y a su actitud exclusivista frente a todo lo forneo, tena que hacer
todo lo posible por comprarse la tolerancia de la influyente casta sacerdotal.
Los sacerdotes y templos del Alto Egipto, de menor importancia, se vieron
menos beneficiados por los satas que los del Bajo Egipto. Por eso los satas
tampoco realizaron obras dignas de mencin en Tebas, antigua ciudad de
Amn, ni siquiera en el gran templo de Krnak. Se contentaron exclusivamente
con respetar la aparente independencia del estado sacerdotal de Amn. Como
antes haba hecho Psamtico I, promovi ms tarde Psamtico II la adopcin
de su propia hija por la esposa divina de Amn reinante. Nitocris, hija de
Psamtico I, design como sucesora en el ao 595 a. C. a nkh-nes-neferib-
Re, hija de Psamtico II. Tambin Amasis vener a esta reina espiritual; en
Krnak se encuentran el faran y la esposa divina de Amn representados uno
junto al otro en aparente igualdad.
Los monumentos notables que se construyeron en la poca sata no fueron
obra de los faraones, sino tumbas de algunos altos miembros del clero del
estado teocrtico. Se trata de construcciones de ladrillo, con tumbas
subterrneas hechas en la roca, que tienen en algunos casos dimensiones
sorprendentes. Se encuentran en el valle llamado el-Asasif, no lejos del
famoso templo en terrazas de Hatshepsut de Deir el-Bahari. Una de estas
catacumbas, que perteneca a un tal Petamenofis, supera, con sus 21 salas y
una longitud total de 263 metros, incluso a las tumbas faranicas del Imperio
Nuevo del Valle de los Reyes. Como en los templos de los satas se han
perdido los relieves murales, lo que queda en las tumbas tebanas figura entre
los escasos relieves y frescos de este tiempo que se han conservado. No slo
en cuanto a su contenido enlazan con la mentalidad de los tiempos antiguos,
sino tambin en su realizacin artstica. En algunos casos podemos incluso
averiguar qu monumento del Imperio Antiguo, Medio o principios del Nuevo
eligi el correspondiente rey de la dinasta sata como modelo para su propia
tumba.
Entre lo mejor que ha llegado hasta nosotros del arte de la poca sata
estn sin duda las estatuas y cabezas de reyes y notables. En su actitud, su
expresin y la representacin de sus ropas se manifiesta de manera patente el
deseo nostlgico de la poca sata de resucitar el Imperio Antiguo y Medio.
Desde el punto de vista artstico y tcnico estn en general magistralmente
realizadas, con preferencia en piedra dura y oscura. En algunos casos es
difcil, incluso para un especialista versado, distinguir si una de estas obras
data, por ejemplo, del Imperio Medio o de la poca sata. El mismo alto nivel
que estas obras alcanzan muchas de las diversas figuras animales, como
algunas de las representaciones conservadas del dios halcn Horus. Entre las
obras de categora que supo an crear el arte egipcio de esta poca tarda
tambin figuran ciertas estatuillas de bronce que representan dioses, personas
y sobre todo diversos animales. Por ltimo, hay que destacar todo tipo de
productos artesanales y en particular los de loza fina.
Todas las ramas del arte del Egipto sata buscaron una y otra vez enlazar
con un pasado ya lejano. Huelga decir que este arte no tuvo el ms remoto
inters en adoptar las tendencias del tan distinto arte de los griegos, a pesar de
la presencia de tantos helenos en el estado de Psamtico y de Amasis.
Si el enorme esfuerzo del Egipto tardo por retroceder algunos siglos
produjo en el terreno de las artes plsticas algunas obras apreciables, no cabe
duda sin embargo de que muchos aspectos de la vida se encontraban en el ms
completo letargo y estancamiento, y en especial la estructura social de la
poblacin. La idea, basada en las impresiones de algunos observadores
griegos, de que se hubiera formado en el Egipto tardo un autntico sistema de
castas es sin duda exagerada. Lo que s es cierto es que la pertenencia a los
dos grupos dirigentes, los guerreros mkhimoi y los sacerdotes, era en
realidad hereditaria y que los dems miembros de la comunidad slo
conseguan en raras ocasiones integrarse en estos crculos. Tambin los grupos
situados al final de la escala social, los pescadores de las lagunas del delta,
despreciados por impuros, y los pastores, especialmente los que cuidaban a
los cerdos, se encontraban completamente separados del resto de la poblacin.
Entre los mkhimoi y los sacerdotes, por un lado, y los pescadores y pastores
por otro, se encontraba la gran nasa de fellahs, de obreros pblicos y de
comerciantes. Cierto es que no haba una ley a causa de la cual cada individuo
pudiese slo tomar el oficio de su padre, pero en la prctica el inmovilismo
del orden social era sin duda extraordinario en la poca sata. El excesivo
respeto a toda tradicin, el afn de no tocar la herencia del pasado y no tratar
de cambiarla tuvo forzosamente que paralizar cualquier tipo de iniciativa que
permitiera a los egipcios cambiar su posicin social.
Tambin fue caracterstico de esta poca el miedo, mezclado de fanatismo,
con que se guardaban todas las frmulas de la religin por faltas de sentido
que fuesen. Esto se manifiesta sobre todo en un terreno tan caracterstico para
Egipto como extrao a los griegos: el culto a los animales. En ninguna poca
se haba podido deshacer la religin egipcia de la antigua creencia fetichista
segn la cual la fuerza de los dioses se manifestaba en determinados animales
que deban venerarse. El toro Apis del dios Ptah y el halcn del dios Horus
son slo dos ejemplos entre muchos. En la poca tarda este culto a los
animales alcanz extremos que llegaron a lo grotesco. Ya se habl de los
enormes gastos que hicieron los satas para el Serapeum, la sepultura de los
toros Apis. Adanse a esto no slo las tumbas de los toros Bukhis en
Hermonthis, en el Alto Egipto, sino que en diversos sitios se llegaron a
instalar autnticas necrpolis para los animales santos de cada regin. Momias
de cocodrilos, gatos, perros, babuinos, halcones, ibis, etc., se han conservado
en nmero considerable ya que en la poca tarda no se consideraban
solamente sagrados y se enterraban bajo ritual los animales venerados en los
templos, sino que todos los ejemplares de las diversas especies veneradas en
las diferentes regiones disfrutaban del mismo trato. Existen relatos del Egipto
tardo segn los cuales la muerte causada, aun sin intencin, a un animal de
una especie considerada como santa por los habitantes de un distrito vecino
condujo a luchas sangrientas entre los fellahs de dos territorios. A todo esto se
aade una exuberante floracin de demonios y prcticas mgicas. Los
cuantiosos amuletos de la poca tarda revelan el auge que alcanz la magia
negra a orillas del Nilo. No es de extraar que los griegos y los persas se
maravillaran de estos egipcios.
Dara una impresin de triste primitivismo el nivel espiritual del Egipto de
entonces comparado con el mundo griego de los filsofos naturalistas jonios y
con los profetas del rango de un Jeremas y de un Zaratustra, si no se pudieran
advertir, al menos en una parte de la clase alta, unos sentimientos religiosos de
mayor alcance. Se trata de una mayor acentuacin del factor personal que une
al individuo con la divinidad para destacar las obligaciones ticas en el marco
del mundo religioso. En general, la religin y la tica constituan en el antiguo
Egipto dos valores yuxtapuestos, ms que dos fenmenos de una misma raz y
unidos indisolublemente. Slo en algunas ocasiones, sobre todo en el culto de
Osiris de la poca feudal, entre el Imperio Antiguo y el Medio prevalecieron
los valores ticos. En general la religin del antiguo Egipto acentuaba otros
factores. En la poca tarda, sin embargo, haba crculos para los cuales la
tica era lo autnticamente decisivo, no el conglomerado de frmulas
religiosas y preceptos de culto. Cuando el faran Amasis aparece en Herdoto
frente a Polcrates de Saraos como un hombre de profunda sabidura, no cabe
duda de que las ideas que se le atribuyen acerca de la envidia de los dioses
hacia el hombre feliz y afortunado son de origen griego. Lo cierto es que en
algunos crculos de la clase alta del Egipto sata se podan encontrar ideas de
alta espiritualidad. Esto lo demuestran las inscripciones biogrficas de este
tiempo, y diversos escritos sapienciales en la lengua demtica del Egipto
tardo. Estos ltimos slo se encuentran en manuscritos de pocas an
posteriores y no se puede precisar con exactitud su origen, pero no cabe duda
de que se pueden considerar caractersticos de la mentalidad de determinados
sectores de la poca sata.
Este lado ms positivo del mundo espiritual del Egipto tardo, con sus
ideales determinados por la tica y la filosofa de la vida, no puede, como
tampoco la maestra de algunas obras de las artes plsticas contemporneas,
ocultar que la poca sata constituye la fase final de una gran cultura. Igual que
el ingenioso aparato estatal de los faraones de Sais, pese a toda la
clarividencia y habilidad diplomtica de sus monarcas, no poda a la larga
subsistir en un mundo dominado por las nuevas potencias de Persia y Grecia,
tampoco podan emanar ya del Egipto de entonces impulsos espirituales que
fueran decisivos para el curso de la Historia. En la tierra del Nilo el futuro
estaba determinado, en primer lugar, por el impulso de la cultura creada por
los griegos y, a largo plazo, por el desarrollo de las cuatro grandes religiones
del mundo, radicadas en Asia Anterior: el mazdesmo de Zaratustra, el
judasmo, el cristianismo, y el Islam. Haban de ser finalmente las dos ltimas
las que abriran nuevos caminos a la historia de Egipto en todos los sectores,
al extinguirse las ltimas tradiciones de la poca faranica.
7. Los griegos.

Los comienzos de la historia griega propiamente dicha, diferenciada de la


prehistoria heldica y micnica, estn envueltos en el misterio. Las
grandes culturas de la Edad de Bronce de Grecia y Asia Occidental fueron
destruidas durante un perodo de profunda agitacin, con invasiones y
migraciones masivas. Aunque estos problemas ya se haban presentado con
anterioridad, las dcadas verdaderamente cruciales son las que se hallan
alrededor del 1200 a. C. Durante los dos o tres siglos siguientes se puede
apreciar un vaco de poder a travs del Mediterrneo Oriental. Fortalezas y
palacios se derrumbaron sin ser reedificados ni reemplazados y todo parece
indicar que se produjo un descenso notable en el nivel de vida, as como
grandes movimientos migratorios y una considerable reduccin de la
poblacin (hasta extremos de casi completa despoblacin temporal, como en
el oeste y sur del Peloponeso). El comercio y las comunicaciones
interregionales disminuyen, y es de destacar la ausencia de los imperios y
estados que haban sido tan caractersticos de la Edad del Bronce.
Conviene poner de relieve que todos estos indicios son en su totalidad
arqueolgicos. El conocimiento de la escritura que haban tenido los pueblos
asentados a orillas del Mediterrneo, ahora, al parecer, se haba perdido salvo
en Siria y Egipto, y ello pone de manifiesto las mltiples limitaciones de la
documentacin arqueolgica. La arqueologa revela ruptura y decadencia,
pobreza y escasa calidad del arte y la tcnica. Pero lo que muestra con mucha
menor claridad, y en algunos aspectos decisivos no muestra en absoluto, es
que los siglos posteriores al ao 1200 son la base para un futuro hacia el que
dirigen sus pasos, no slo materialmente, con la aparicin del hierro, el metal
ms moderno, sino tambin social, poltica y culturalmente. El futuro de los
griegos no estaba en los estados burocrticos y cortesanos; estaba en un nuevo
tipo de sociedad que se forj a partir de las comunidades empobrecidas que
sobrevivieron a la gran catstrofe. Slo podemos seguir este proceso de
desarrollo a travs de pistas y sugerencias dispersas por entre los testimonios
arqueolgicos, con un obstculo importante en el camino: los documentos
escritos contemporneos que han llegado a nuestras manos desde Siria, Egipto
y Mesopotamia no hacen referencia alguna a los griegos. As pues, para
calificar el perodo de historia griega que se extiende desde el 1200 hasta
alrededor del 800, nicamente es legtimo utilizar la expresin poca
Oscura en cuanto somos nosotros quienes buscamos a tientas; sta es la nica
acepcin vlida. Insistir en ello no es quitar importancia a la pobreza material
que aparece por doquier, sino destacar que un nuevo mundo estaba cobrando
forma, en lugar de mantener la atencin fija en el viejo mundo que ya haba
terminado.
Fig. 8. El mundo griego.
I. LA POCA OSCURA

La gran ola de destruccin que se produjo a orillas del Mediterrneo


alrededor del 1200 a. C. fue en parte obra de extranjeros venidos con toda
probabilidad del norte, por razones que desconocemos, por tierra, por mar o
por ambas vas a la vez. Quiz los invasores recibieran ayuda de revueltas o
disensiones internas, o estuvieran en alguna relacin con ellas, pero sta es
otra cuestin que desconocemos. Hay motivos para suponer que algunas
migraciones menos destructivas siguieron producindose todava durante un
siglo o siglo y medio, entre ellas la del pueblo que trajo el dialecto drico
desde el noroeste del golfo de Corinto hasta el Peloponeso, que haba de ser
su sede en tiempos histricos. Algunos de los emigrantes predorios
permanecieron posiblemente en Grecia, en las islas y en Asia Menor; otros
parecen haberse marchado. Desconocemos casi por completo su nmero,
organizacin social y nivel cultural, as como su contribucin a la posterior
historia cultural del mundo en el que haban irrumpido. De hecho, slo
conocemos su faceta destructiva. Ni siquiera los dorios son identificables a
travs de la arqueologa[1], a pesar de todo lo que se ha escrito sobre ellos en
la antigedad y en tiempos modernos. Las reconstrucciones retrospectivas
efectuadas a partir de las instituciones de los siglos VI y V son poco vlidas y
carecen de fundamento real. En general, la costumbre pertinaz de buscar
separadamente las contribuciones hechas por los inmigrantes y los nativos
(dividindolos a menudo en subgrupos) a la cultura y las instituciones de la
Grecia posterior, trata de contestar a una pregunta que es, fundamentalmente,
imposible de responder y que, adems, carece de importancia.
La gran ruptura del 1200, con toda su fuerza destructiva, fue seguida por
unos ciento cincuenta aos de fluida continuidad arqueolgica en una serie de
tcnicas y prcticas importantes. La cermica, en particular, era an
claramente micnica (del tipo conocido hoy como III C), aunque el estilo
haba cambiado lo suficiente como para diferenciarse del siglo XIII, y las
variaciones locales del III C se tornaron frecuentes e identificables, lo cual no
ocurra con el III B. Aparte de la arqueologa, podemos inferir sin temor a
equivocarnos que la lengua griega tambin sigui una lnea de continuidad, y
una vez ms se aceler el proceso de diferenciacin local que habra de
llevar, con el tiempo, al esquema dialectal de la Grecia histrica[2]. Ninguno
de estos hechos nos dice nada acerca de la continuidad o discontinuidad
social. Este tema no puede desarrollarse provechosamente con la ayuda
exclusiva de los datos arqueolgicos (aparte de los puntos negativos que ya se
han indicado). Sin embargo, ya veremos ms adelante en este captulo que se
pueden sacar ciertas conclusiones de los testimonios escritos posteriores y
stas, ciertamente, ni requieren ni permiten que se adjudiquen papeles o
aportaciones diferenciadas a los nativos y a los inmigrantes.
Es durante el siglo XI cuando las verdaderas innovaciones se muestran por
primera vez, con toda claridad, en el descubrimiento arqueolgico. Est la
cermica protogeomtrica, fcilmente reconocible por la decoracin de los
crculos y semicrculos dibujados a comps. Aparecen nuevas herramientas,
armas y otros objetos pequeos (tales como los grandes broches metlicos),
fabricados cada vez con mayor frecuencia a base de hierro en lugar de bronce
(en el caso de las espadas el cambio es notablemente brusco)[3]. Las tumbas y
ritos funerarios sufren algunas variaciones. Todos estos cambios eran
previsibles con anterioridad y sera injusto sugerir que alrededor del 1050
hubo un cambio repentino y uniforme en toda el rea a la que nos referimos.
Sin embargo, el conjunto de los testimonios arqueolgicos nos permite
apreciar una variacin importante. La cermica protogeomtrica constituye, al
menos simblicamente, la innovacin ms importante, ya que constituy el
primer elemento de las extensas series de cermica que habran de ser, durante
muchos siglos, caractersticas de la civilizacin griega. Adems, esta
cermica parece haberse iniciado al mismo tiempo, al menos, en tica y
Tesalia[4]. Hacia esta poca, quiz al final del mismo siglo, surge tambin algo
cuya importancia es mucho ms obvia: inmigrantes de la Grecia peninsular
establecen pequeas comunidades en Asia Menor (en la zona de la actual
Turqua). Con el tiempo, toda la costa oeste de Asia Menor se torn griega, y
el mar Egeo se convirti, por as decirlo, en una va de comunicacin interior
de Grecia. Las colonias de Asia Menor se dividan por su dialecto en tres
grandes grupos, de norte a sur: el elico, el jnico y el drico, en este orden.
Pero este agrupamiento requiri alrededor de trescientos aos de complicada
historia, en la que no faltaron disputas y luchas internas. Lo que sabemos
ahora, gracias a una investigacin arqueolgica reciente y an embrionaria, es
que hubo numerosos movimientos migratorios separados de pequeos grupos,
que establecieron colonias nuevas, en vez de ampliar o reedificar las antiguas
comunidades griegas, micnicas o de la antigua Edad del Bronce, de Asia
Menor, y tambin que la primera ola migratoria se produjo despus del primer
desarrollo de la cermica protogeomtrica. En realidad, ha sido el
descubrimiento de abundantes fragmentos protogeomtricos en las
excavaciones lo que ha permitido a los arquelogos fechar este movimiento y
relacionar algunas de las colonias con regiones especficas de Grecia. Resulta
prcticamente imposible adivinar por qu algn grupo en particular escogi
atravesar el Egeo en el momento en que lo hizo, pero, por otra parte, no cuesta
el menor trabajo darse cuenta de por qu fueron all. La costa de Asia Menor
est formada por una serie de promontorios con defensas naturales, frtiles
valles y llanuras a su espalda. En los siglos XI, X y IX no haba en aquella
regin poderes establecidos, ni siquiera pueblos lo suficientemente numerosos
como para impedir a los nuevos colonos que se establecieran. Una antigua
colonia (Esmirna la Vieja, llamada as para distinguirla de la posterior ciudad
de Esmirna, la moderna Izmir, que est junto a ella) nos ofrece una imagen de
lo que fueron estas primitivas colonias: pequeas, insignificantes, agazapadas
tras sus murallas. Al final de la poca Oscura, cuando ya seguramente haba
ampliado el rea que originariamente ocupara, Esmirna la Vieja no contaba
con ms de 500 casas pequeas, dentro y fuera del recinto amurallado, lo que
representa una poblacin de unos 2000 habitantes.
Fig. 9. Grecia y la costa de Asia Menor.

Fue sta tambin una poca oscura para la mayora de las poblaciones
indgenas del Asia Menor occidental, y no existe indicio alguno que nos
permita emitir un juicio acerca de las relaciones entre los nativos y los
inmigrantes griegos. Se ha sugerido que los griegos haban sojuzgado a las
gentes que vivan alrededor de sus comunidades, y que los empleaban como
trabajadores. Es, evidentemente, verosmil; de hecho, los griegos lo hicieron
en tiempos histricos, en el Asia Menor, a orillas del mar Negro y en el oeste,
pero la cuestin no pasa de ah. Ni siquiera sabemos quines eran estos
nativos. Los misteriosos carios estaban seguramente all, pero los lidios
todava no. Slo los frigios han salido recientemente a la luz, y en esta poca
temprana estaban demasiado alejados como para poder llamarles vecinos[5].
Llegaron al Asia Menor a travs de los Dardanelos, en poca probablemente
cercana a la de las primeras migraciones griegas, pero estaban concentrados
tierra adentro. En el siglo VIII su poblacin ms importante era Gordio, a ms
de 200 millas de la costa egea, de gran riqueza y podero, incluso con una
cultura tecnolgica y material ms avanzada que la de los griegos de Asia
Menor (e incluso que los de la misma Grecia). Gordion fue destruida en los
primeros aos del siglo VII por los cimerios que descendan desde las estepas
rusas, poniendo as fin a la Edad de Oro Frigia. Cuando los textos clsicos
griegos hacen referencia a Frigia la presentan como una fuente de esclavos que
eran empleados, por ejemplo, en la explotacin de las minas de plata
atenienses.
A partir del siglo VIII, a lo sumo, las importaciones e influencias artsticas
frigias dejan una huella visible entre los griegos del Asia Menor, sin que los
frigios parezcan recibir ninguna influencia griega. Las relaciones entre los
frigios y las civilizaciones orientales parecen haber sido ms estrechas. Los
arquelogos han descubierto vestigios del camino real hitita a travs de una
zona de Anatolia seguramente ocupada por los frigios. No era ste, sin
embargo, el conducto ms importante de los influjos orientales que llegaban al
mundo griego de la poca Oscura, sino la ruta martima que parta de Siria, y
tena en Chipre la principal escala intermedia. El contacto entre Grecia y el
Prximo Oriente nunca se vio roto por completo; no se hubiera podido romper,
aunque slo hubiera sido por la necesidad imperiosa que tenan los griegos de
importar unos metales (cobre, estao y, ms tarde, en incesante demanda,
hierro) que llegaban entonces, en su mayor parte, del Oriente. Tambin Chipre
fue azotado por la catstrofe del 1200, pero parece haberse recobrado
rpidamente. Con casi absoluta certeza se puede decir que sus minas de cobre
nunca dejaron de producir, y no ms tarde del siglo XI era tambin importante
la industria chipriota del hierro, cuyo influjo es visible en la Grecia
peninsular, entre otros aspectos, en las armas de hierro.
La posicin geogrfica de Chipre era ideal para convertirlo en punto de
contacto entre Oriente y Occidente. La excavacin en 1936-37 de un viejo
puerto en al-Mina, en el delta del ro sirio Orontes (actualmente en la frontera
turca), revel uno de los enclaves comerciales ms importantes del territorio
asitico. La cermica chipriota y local desenterrada en al-Mina data del
siglo IX, posiblemente de antes. Alrededor del ao 800 aparece algo de
cermica, que va tornndose cada vez ms abundante y contina despus de la
conquista asiria de esta regin, a finales del siglo VIII. Es importante poner de
relieve que, a juzgar por los datos que tenemos hasta el momento, los griegos
slo buscaban en al-Mina una base comercial (como en el caso de Tarso, en
Cilicia), no instalar una colonia permanente. No hay pruebas que nos indiquen
los materiales con los que se comerciaba, pero no hay duda de que la
importacin de metales era la faceta ms importante del comercio griego.
Finalmente, debemos aadir que la aparicin de la cermica griega (en los
primeros momentos cermica de Eubea y de algunas de las Ccladas, ms
tarde de Corinto y otros lugares) no es necesariamente una prueba de que el
comercio estuviera en manos de los griegos de estas regiones. El cuidadoso
estudio de un barco que se hundi cerca del cabo de Gelidonya, en el suroeste
de Turqua, cuando transportaba lingotes de cobre chipriota y otros productos,
ha sugerido la posibilidad de que este navo fuera sirio[6]. El hundimiento se
puede localizar con bastante aproximacin hacia el ao 1200, demasiado
pronto para nuestros propsitos. Sin embargo, vale la pena recordar que en los
poemas homricos el comercio con el exterior es prcticamente un monopolio
de los fenicios y que tanto en Homero como en Herdoto, en el siglo V,
Fenicia vena a significar todo el territorio comprendido entre la frontera
cilicio-siria y Egipto.
No se ha encontrado ningn escrito en al-Mina y, por lo tanto, su antiguo
nombre nos es desconocido. Es posible que se tratara de Posideion, la cual,
segn Herdoto (III, 91), fue en su tiempo el lmite norte de una de las
satrapas persas. Todo lo que Herdoto puede decirnos sobre el pasado de
Posideion, es que haba sido fundada por Anfiloco, uno de los hroes
legendarios. En general, cuando los griegos orientales empezaron a escribir su
historia, lo cual no ocurri hasta el siglo V, de este perodo primitivo no
guardaban apenas sino algunos relatos de fundaciones en torno a personajes
legendarios e historias de incidentes aislados, por lo comn conflictos
blicos. No pudieron ofrecer ninguna obra narrativa antes del siglo VI y no
mostraron inters en relatar ordenadamente su historia social e institucional.
El reflejo que nos legaron de su poca constituye, segn palabras de un
historiador, un retablo esquemtico coloreado por los lazos sentimentales o
pretensiones polticas de una poca posterior[7]. El propio Herdoto tena sus
dudas. Cuando sugiere que Polcrates de Samos fue el primer griego que
pretendi hacerse con un imperio martimo (III, 122), explica tambin que
prescinde de Minos y otros como l, que Polcrates fue el primero en lo
que se llama el tiempo de los hombres. Es decir, que fue el primero en los
tiempos histricos, ya diferenciados de los mticos. La nica piedra de toque
que tenemos, la arqueologa, ha venido a confirmar, por ejemplo, la tradicin
segn la cual Esmirna fue, en principio, una fundacin elica, tomada ms
tarde por los jonios. Pero por otra parte, la arqueologa ha demostrado que las
tradiciones acerca de la temprana colonizacin jnica, a la que imaginaban
como una accin nica, organizada e iniciada en Atenas, donde se haban
refugiado numerosos exiliados, entre ellos gentes de Pilos bajo el mando del
rey Neleo, son indudablemente falsas. Es casi seguro que Atenas tuvo cierta
influencia en algunas de las colonias jnicas, pero las dems afirmaciones
carecen de fundamento. En primer lugar, los estudiosos de la antigedad
griegos no tenan nocin de la gran ruptura que se produjo alrededor del 1200
a. C. y por tanto no podan averiguar la duracin de la poca Oscura. No
saban, ni tenan forma de saberlo, que haban transcurrido ciento cincuenta
aos entre la destruccin de Pilos y los primeros movimientos a travs del
Egeo: demasiado tiempo para que un nutrido grupo de refugiados esperara en
Atenas, lo cual, de todas formas, es de suyo improbable. Aparte de todo esto,
la expedicin colonizadora es pura ficcin, mientras que el papel
preponderante de Atenas en el desarrollo y difusin de la cermica
protogeomtrica, que constituye un hecho evidente, se vio completamente
olvidado (y es adems dudoso que los griegos posteriores hubieran
reconocido esa cermica como suya propia).
As pues, sera intil seguir detalladamente las tradiciones griegas acerca
de su poca Oscura en Asia Menor. Tampoco es mayor la probabilidad de
verificar las tradiciones de la Grecia peninsular en la misma poca, ya que son
del mismo estilo. En lugar de ello debemos desviar nuestra atencin hacia la
primera documentacin escrita, la Ilada y la Odisea homricas, dos poemas
picos con una longitud de unas 17 000 y 13 000 lneas respectivamente.
Podemos considerar estos dos poemas como fuentes verdicas de informacin
histrica? Posiblemente no haya ningn tema en toda la antigua civilizacin
griega que provoque ms controversia y ms disparidad de criterios. Aqu no
podemos hacer ms que aclarar la postura que se va a adoptar en este
captulo[8]. Los dos poemas fueron compuestos en Jonia (la Ilada quiz a
mediados del siglo VIII, la Odisea un poco ms tarde) por dos poetas
diferentes que elaboraban una misma tradicin juglaresca. Estos dos poemas
fueron la culminacin de una larga tradicin de poesa oral transmitida por
juglares profesionales que viajaban a lo largo y ancho del mundo griego.
Generacin tras generacin haban reunido muchos episodios y tradiciones
locales entrelazndolos en torno a unos cuantos temas heroicos principales, y
haban creado un lenguaje potico regular y estilizado, bsicamente en
dialecto jnico pero con algunos elementos elicos. Sin duda haban existido
juglares de algn tipo en el mundo micnico, pero la tradicin sobre la que se
basan los poemas homricos pertenece esencialmente a la poca Oscura (y
constituye por cierto, un antdoto contra la propensin a conceder excesiva
importancia al empobrecimiento material de esta poca). Era una tradicin
que aoraba una edad de oro del pasado pero, aparte del conocimiento
considerable, aunque impreciso, que revelan del emplazamiento de los
grandes enclaves micnicos, la sociedad y la cultura de estos poemas son
incompatibles con los testimonios, tanto arqueolgicos como documentales
(tablillas en lineal B), de la Edad del Bronce. Por otra parte, tampoco son
compatibles con la Jonia del siglo VIII. Contienen esfuerzos evidentes por
excluir al mundo contemporneo: no hay, por ejemplo, ni rastro de que el Asia
Menor estuviera ya densamente colonizada por los griegos; no aparecen los
dorios en estos textos; no se hacen diferencias institucionales o dialectales
dentro del mundo griego; pues las nicas distinciones son las basadas en el
poder; hay una referencia constante a las armas y herramientas de bronce
(junto a buen nmero de descuidos, ya que los poetas mencionan el hierro, que
era en su tiempo el metal utilitario ms importante). A pesar de los
anacronismos por ambos lados de la escala temporal, la forma en que se
describen las instituciones sociales y militares posee cierta coherencia interna.
Se ha pensado que este cuadro corresponde, de un modo general, a la Grecia
de la poca Oscura, que est esbozado como lo hara un poeta y no como lo
hara un historiador o un cronista, no siempre con precisin y exactitud y s,
indudablemente, a mayor escala, pero que no por ello es meramente
imaginario.
Podemos recurrir a la analoga con el mundo feudal de Beowulf, del
Nibelungenlied, o de la Chanson de Roland. El mundo de Agamenn, de
Aquiles y de Odiseo era un mundo de reyes y nobles, que posean muchas
tierras y rebaos y llevaban una vida principesca, en la que eran frecuentes las
guerras y las razzias. La mansin (oikos) del noble era el centro de la
actividad y del poder, poder que dependa de la riqueza, las proezas
realizadas, de los lazos matrimoniales y de alianza, de los colaboradores. No
se asigna ningn papel a las tribus ni a los clanes familiares. En los veinte
aos en que Odiseo estuvo ausente de taca, los nobles se comportaron
escandalosamente con su familia y con sus posesiones, y sin embargo su hijo
Telmaco no tena ningn grupo de familiares al que pedir ayuda, y la
comunidad no estaba lo suficientemente integrada, organizada o equipada
como para imponer sanciones. Las pretensiones de Telmaco a la herencia de
Odiseo se reconocan en principio, pero no tena poder suficiente para hacer
valer sus derechos. El asesinato de Agamenn por su esposa Clitemnestra y su
amante Egisto imponan una obligacin de venganza a su hijo Orestes pero,
aparte de ello, la vida en Micenas continu como siempre, con la nica
excepcin de que Egisto ocupaba el lugar de Agamenn. El rey que estaba en
el poder era juez, legislador y comandante. Haba ceremonias, rituales,
convenciones y un cdigo del honor por el que los nobles regan su vida, con
asociaciones nobiliarias, intercambio de obsequios, sacrificios a los dioses y
ritos funerarios adecuados. Pero no haba ningn sistema legal debidamente
establecido y ningn tipo de mecanismo constitucional. El poder se mantena
siempre en equilibrio inestable; la tensin entre el rey y los nobles era
crnica, las luchas por el poder frecuentes.
Es cierto que Telmaco convoc a la asamblea de taca para que se
escuchara su queja contra los nobles pretendientes. La asamblea escuch a
las partes en litigio y no tom ninguna medida, que es precisamente lo que la
asamblea hace siempre en los dos poemas. En general, el silencio del pueblo
supone para el historiador una de las mayores dificultades que le plantean
estos dos poemas. El pueblo est siempre presente, incluso en las batallas,
pero siempre como una masa confusa cuyo papel social no aparece demasiado
claro. Algunos de sus miembros, las mujeres cautivas en particular, son
denominados esclavos, pero no parecen estar en peor posicin que los dems.
Ciertos especialistas adivinos, juglares, herreros, carpinteros, mdicos
parecen tener un rango ms elevado. Los poemas ponen de relieve la
importancia de la navegacin y una preocupacin vital por el comercio,
principalmente por la importacin de bronce, hierro, oro, plata, ricos paos y
otros elementos suntuarios. Incluso se permita a los caudillos que realizaran
expediciones con fines comerciales, pero generalmente el comercio y el
intercambio estaban en manos de los extranjeros, en su mayora fenicios.
Llamarle mercader era un grave insulto para Odiseo; los hombres de su clase
hacan intercambios ceremoniales o conseguan sus bienes mediante el saqueo.
En parte, tanta vaguedad en torno al hombre de la calle puede atribuirse al
propsito del poeta de poner toda su atencin en realzar las hazaas de los
hroes. Pero tal vez se deba a la ausencia real de una estricta divisin clasista
de la sociedad, particularmente en cuanto se refiere a la diferencia entre
libertad y servidumbre. La divisin fundamental entre la nobleza y el
resto de los estratos sociales no es lo suficientemente clara. Por encima y por
debajo, las distinciones aparecen borrosas, y es posible que lo fueran en la
realidad.
Sera intil pretender que todo esto nos permitiera elaborar una historia
de la poca Oscura (incluso se pueden ignorar por completo los relatos de los
poemas). Todo lo que podemos sugerir es que, tras la eliminacin de los
dirigentes del mundo micnico, y con ellos de toda la estructura de poder que
dirigan, la sociedad tuvo que reorganizarse con disposiciones y valores
nuevos acordes con la nueva situacin material y el nuevo orden social, en el
que eran factores importantes los invasores y los inmigrantes. Si, como es
probable, en la destruccin del mundo micnico contaron tambin los
trastornos sociales internos, ste sera otro factor importante en la
configuracin de la nueva situacin. A pesar de la uniformidad de la imagen
homrica, los cambios ocurridos en los siglos siguientes no pueden haber sido
exactamente iguales en todas partes. Desde el comienzo (as como en las
siguientes migraciones griegas a nuevas reas), las colonias en Asia Menor
eran pequeas unidades territoriales en torno a un ncleo urbano. A juzgar por
los descubrimientos arqueolgicos, existan poblaciones similares en la
pennsula griega y en algunas islas del Egeo desde el comienzo de la poca
Oscura. Los poetas suponen que tal era lo comn en Grecia; sin embargo, an
durante su tiempo, regiones griegas enteras (Tesalia y Etolia, por ejemplo)
carecan de ncleos urbanos y constituan sociedades agrcolas y de pastoreo
muy laxamente organizadas. Por otra parte, la uniformidad de la estructura de
clases sugerida en los poemas era una realidad: haba una clase superior
aristocrtica y un rey o caudillo que era un poco ms (o a veces un poco
menos) que el primero entre sus iguales, en medida variable. Como
sabemos por otras fuentes, en el tiempo en que se compusieron la Ilada y la
Odisea, los iguales haban prescindido en casi todas partes de la figura del
rey, sustituyndola por un gobierno de la aristocracia. De una manera que no
est clara, el pueblo tena tambin su organismo representativo (quienquiera
que fuera el pueblo), pero no se trataba de una fuerza poltica en ningn
sentido constitucional.
Aunque los poetas tenan presente la existencia de un lazo de unin entre
todos los griegos, de una unidad de lenguaje, de una religin comn y de una
misma forma de vida (aunque ni entonces ni ms tarde se pensara en la unidad
poltica o en evitar las guerras entre ellos), ni la Ilada ni la Odisea citan a los
griegos por su nombre. Son helenos y su mundo es la Hlade; su mundo,
nunca, en la Antigedad, su pas, ya que nunca estuvieron unidos
polticamente. As pues, la Hlade era una abstraccin semejante a la
Cristiandad de la Edad Media o al Islam de nuestros das. En los poemas
homricos los griegos aparecen bajo tres denominaciones: aqueos, argivos y
dnaos; de las cuales las dos primeras sobrevivieron como nombres de
localidades de Grecia, mientras que la tercera dej de usarse. Sin embargo, es
casi seguro que los trminos Hellas y Hellene se usaban ya en el
siglo VIII, como tambin probablemente las genealogas que inevitablemente se
inventaron para explicar las divisiones histricas de acuerdo con los
dialectos, razas y formas organizativas polticas; por ejemplo: Elevo, hijo
de Deucalin, tuvo tres hijos llamados Doro, Xuto y Eolo, etc.. En el
siglo VIII ya existan ciertas instituciones panhelnicas embrionarias, as como
los Juegos Olmpicos y ciertos orculos.
Finalmente, en el siglo VIII se produjo el retorno de la escritura a Grecia,
en la forma del alfabeto, copiado a los fenicios con ligeras modificaciones. En
este punto la tradicin griega es totalmente verdica (aunque no conoca la
fecha). Podemos localizar con ms precisin su origen en la escritura semtica
del norte, y, ms especficamente, en la escritura cursiva usada en actividades
comerciales, no en los caracteres monumentales de, por ejemplo, Biblos. Al-
Mina puede haber sido el punto de contacto y difusin, aunque esto es slo una
hiptesis; el alfabeto fue quiz adoptado inicialmente por gentes de Eubea,
Creta y Rodas, ms o menos independientemente, las cuales se encargaron de
difundirlo, a travs de una complicada red de comunicaciones, a todas las
comunidades griegas[9].
Fig. 10. Los dialectos griegos en el 400 a. C.

No alcanzamos a comprender las razones inmediatas por las que el


alfabeto fue adoptado en ese momento (alrededor del 750) y se difundi con
tal rapidez. Habra de pasar mucho tiempo antes de que los griegos hicieran
buen uso de este nuevo arte para escribir crnicas o textos religiosos, dos de
los principales usos que se le asignaban en el Prximo Oriente. En un
principio, los griegos parecen haber usado la escritura para lo que podemos
llamar anotaciones mnemotcnicas y etiquetas: por una parte hacan
inscripciones en piezas de cermica, lpidas y similares; por otra parte
ayudaban la memoria escribiendo listas y recordatorios (tales como los
diferentes vencedores de los Juegos Olmpicos). Ms tarde se escribieron las
leyes y, sobre todo, poesa.
Los poemas homricos, en suma, miraban hacia atrs, hacia el perodo
oscuro e incluso ms all, pero estaban compuestos al principio de una nueva
era. Convencionalmente, el siguiente perodo recibe el nombre de arcaico,
tomado de la historia del arte y en particular de la escultura, como el trmino
clsico que se aplica a la siguiente era, que se inicia el 500 a. C., en
nmeros redondos. El resto de este captulo tratar de los griegos arcaicos.

II. SOCIEDAD Y POLTICA EN LA POCA ARCAICA

Hay dos fenmenos fundamentales que marcan el comienzo de la poca


Arcaica: el desarrollo de la estructura de comunidad caracterstica de Grecia,
la polis (traducida convencionalmente y con poca exactitud por ciudad-
estado), y la enorme difusin de la Hlade durante los doscientos aos
siguientes: desde la punta oriental del mar Negro hasta casi el ocano
Atlntico.
Ya se ha sealado que en el perodo oscuro la comunidad, como organismo
poltico, haba tenido solamente una existencia difusa. Nos es difcil seguir
con claridad el proceso por el cual este organismo poltico tom consistencia,
pero cabe considerar que el paso decisivo fue el sometimiento a las
instituciones por parte de los individuos ms poderosos (aunque en ningn
momento, a lo largo de la historia griega, consiguieron aqullas impedir que
los personajes ambiciosos y capaces operaran por encima de los controles de
la comunidad). Esto acarre no solamente la desaparicin de la monarqua, a
pesar de que en ocasiones los ttulos de rey sobrevivieron (y es curioso anotar
que su abolicin pas desapercibida en las tradiciones y leyendas griegas, lo
cual no ocurri con el proceso equivalente en Roma), sino tambin el
establecimiento de cargos y asambleas con responsabilidades y prerrogativas
relativamente definidas, y dotados de un mecanismo propio de eleccin y
rotacin. Estas comunidades eran pequeas e independientes (a no ser que
hubieran sido sometidas por la fuerza). Siguiendo el esquema residencial ms
generalizado en el Mediterrneo, la polis, aunque no se tratara ms que de un
pueblo, tena un ncleo urbano donde estaban concentrados los ms
importantes edificios religiosos y administrativos donde viva la mayor parte
de los habitantes (especialmente los ms ricos), y donde todos se podan
reunir cuando las circunstancias lo requeran (el gora en su acepcin
primitiva, antes de que viniera a significar lugar de mercado). Sola haber
tambin una acrpolis, o punto elevado que haca las veces de ciudadela
defensiva. Ciudad y campo eran concebidos esencialmente como una unidad y
no como dos elementos antagnicos, al contrario de lo que ocurrira en las
ciudades medievales. Este concepto se incorpor pronto al lenguaje, en el cual
la comunidad era la gente y no el lugar. Un griego antiguo poda expresar la
idea de Atenas (unidad poltica) nicamente si deca los atenienses. La
palabra Atenas no significaba ms que un punto en el mapa: se viajaba a
Atenas, pero se iba a la guerra contra los atenienses. Naturalmente, el ritmo de
desarrollo de estas comunidades autnomas, tan distanciadas entre s, era muy
desigual y hubo considerables variaciones en los resultados finales. La
comunidad de los siglos VII y VIII tena largo camino por recorrer antes de
convertirse en la polis clsica; sin embargo, sus rasgos esenciales ya existan
en la Era Arcaica[10].
La fragmentacin que caracteriz a la Hlade se puede explicar hasta
cierto punto a travs de la geografa. El relieve irregular de la pennsula
griega, con sus innumerables montaas, llanuras y valles, tiende a aislar a los
diferentes grupos de habitantes. En Asia Menor la franja costera tiene
aproximadamente la misma estructura topogrfica y por esta razn se
estableci un sistema de comunidades muy similar al de Grecia. Las islas del
Egeo son tambin montaosas y generalmente muy reducidas. Sin embargo, la
geografa no es explicacin suficiente de cara al posterior desarrollo de la
historia griega. La geografa, por ejemplo, no nos puede explicar el motivo por
el que toda el tica estaba polticamente unida, mientras que su vecina Beocia
que no es mucho mayor, contena doce ciudades-estado independientes que
rechazaban los intentos de asimilacin por parte de Tebas, la ms importante
de ellas. Tampoco nos ayuda a hallar la razn por la que una isla de tan
reducidas dimensiones como Amorgos tena tres polis en su territorio durante
la poca Clsica; ni por qu los griegos trasplantaron la pequea comunidad a
Sicilia y al sur de Italia, cuando las condiciones geogrficas y el instinto de
supervivencia hubieran aconsejado abarcar territorios mucho ms amplios
bajo una nica estructura poltica. Es evidente que haba algo mucho ms
importante: la conviccin de que la polis era la nica estructura adecuada para
la vida civilizada, conviccin que fue resumida por Aristteles, en los ltimos
das de la independencia griega, cuando defina al hombre como un zoon
politikn, un ser destinado por naturaleza a vivir en la polis.
La comunicacin por tierra de una comunidad a otra era generalmente
difcil y a veces imposible, especialmente cuando se le haca resistencia.
Faltaban en absoluto las vas fluviales interiores, con lo que el mar se
convirti en el cauce normal del trfico griego, siempre que fuera posible
usarlo, incluso para viajes cortos. En la antigedad los griegos eran el pueblo
del mar por excelencia, y sin embargo, su postura ante el mar era notablemente
ambigua: el mar era la morada de agradables ninfas, las Nereidas, pero estaba
gobernado por Posidn, al que los hombres teman y apaciguaban sin llegar a
amarle[11]. Cuando los griegos se vieron obligados a emprender un continuo
movimiento de expansin, a partir del siglo VIII, se lanzaron por mar hacia el
oeste y el noreste. Al final de la Era Arcaica, la Hlade cubra un rea
enorme, desde las costas norte, oeste y sur del mar Negro, a travs del
occidente de Asia Menor y la pennsula y las islas griegas, hasta Sicilia y el
sur de Italia, continuando despus hacia el oeste, a lo largo de las dos orillas
del Mediterrneo, hasta Cirene en Libia, Marsella y algunos puntos de la costa
espaola. Adondequiera que iban se establecan en la costa, nunca en el
interior.
El mar no era el nico factor que todas estas regiones tenan en comn.
Ecolgicamente compartan lo que llamamos popularmente el clima
mediterrneo, que permita y aun aconsejaba una vida al aire libre que an
nos es familiar en nuestros das. Los veranos son soleados y calurosos, los
inviernos son tolerables y libres de nieve en costas y llanuras. El olivo y la
vid crecen libremente; abundan las flores; las llanuras producen cereales y
hortalizas; el mar es rico en pesca y hay pasto adecuado (rico en algunos
lugares), en las laderas de las colinas, para los animales ms pequeos. Por lo
general, nada es abundante y por ello el pastoreo y la agricultura requieren
atencin constante, pero por otra parte las necesidades de vivienda y calor
pueden resolverse en la forma ms primitiva. nicamente se encuentran
dificultades en la provisin de materiales tales como la madera y el metal,
necesarios, por ejemplo, para la construccin de navos: estos materiales se
dan, pero slo en ciertos puntos a menudo distantes. El agua potable tambin
puede escasear; de ah la importancia que la leyenda y la vida real concedan
a fuentes y manantiales.
Esquemticamente, el movimiento griego de colonizacin (como se le
llama con poca fortuna) se puede dividir en dos grandes oleadas. La
occidental comenz alrededor del 750 a. C. y continu en pleno vigor hasta
quiz mediado el siglo siguiente, con una ola secundaria que dur
aproximadamente otro siglo, tras del cual el proceso lleg en lo fundamental a
trmino. La migracin hacia el noreste empez alrededor del ao 700 al
establecerse colonias en la regin de Tracia, en islas cercanas como Taso y
tambin en Trade, en Asia Menor. A partir del 650 se inicia un movimiento
ms importante hacia la zona del Helesponto y ms tarde a lo largo de las
costas del mar Negro, sin detenerse hasta el fin del siglo VI, cuando se
estableci Trapezunte (actualmente Trebisonda) en el extremo sureste. Las
antiguas narraciones de estos movimientos migratorios no contribuyen mucho
al esclarecimiento de los problemas fundamentales, debido a su tono mtico y
al nfasis que ponen en la descripcin de ciertos personajes y de las disputas
entre ellos, en lugar de ofrecer una visin ms general de los problemas
sociales. Por otra parte, estas narraciones son ms histricas que las
tradiciones acerca de las migraciones hacia Asia Menor durante los comienzos
de la poca Oscura, vagas y plagadas de confusiones. Las migraciones
anteriores fueron en realidad huidas al azar, pero ahora se trataba de un
traslado organizado de poblaciones, planeado sistemticamente por las
ciudades madres o metrpolis.

Fig. 11. Sicilia y el sur de Italia.

El trmino comn griego para definir estos nuevos enclaves en el exterior,


apoika, connota emigracin y no esa dependencia implicada en nuestro
trmino colonia. Por lo general, cada apoika era, desde el principio y
deliberadamente, una polis independiente que conservaba lazos sentimentales
con su metrpoli, pero ningn lazo econmico o poltico. Esta independencia
les permiti mantener relaciones amistosas con sus antiguos hogares, libres de
los roces y conflictos que suelen presentarse bajo condiciones coloniales.
Debe aadirse que la designacin de una metrpoli era a menudo una eleccin
arbitraria, ya que muchas de las nuevas fundaciones estaban integradas por
colonos procedentes de diferentes puntos dentro del mundo griego. Segn las
estimaciones cronolgicas modernas, basadas en la arqueologa y en algunas
investigaciones griegas muy posteriores, la primera colonia de los emigrantes
griegos fue Cumas, cerca de Npoles, poco antes del 750 a. C. (ms
exactamente la isla de Ischia, en la que ms tarde se fund Cumas), establecida
desde Calcis y Eretria, las dos ciudades principales de Eubea. Calcis fue
tambin la metrpoli de la siciliana Zancle (posteriormente Mesina), de Regio
(Reggio), en la orilla italiana del estrecho, y de Naxos, Leontinos y Catania, en
Sicilia oriental, todas ellas fundadas, segn la tradicin, alrededor del 730
a. C. Otros eubeos se les unieron en Zancle, unos exiliados de Mesenia en
Regio y unos megareos en Leontinos. Siracusa fue fundada en el 733 por un
grupo de corintios y otros dorios sin identificar; unos aqueos fundaron
Sbaris en el 720 con la colaboracin de un pequeo contingente procedente
de Trecn, en el Peloponeso. Gela fue establecida por cretenses y rodios. A
partir de este momento las fundaciones de las ciudades se fueron complicando
ms, debido a las migraciones interiores. Algunas colonias se convertan a
su vez en metrpoli, al tiempo que seguan llegando emigrantes desde el este.
De este modo se estableci Hmera desde Zancle, alrededor del 650, gracias a
un grupo de exiliados siracusanos; Cirene alrededor del 630 desde la pequea
isla egea de Tera, hoy Santorini; Selinunte desde Megara Hyblaea (Sicilia
oriental) en el mismo perodo; Masalia (Marsella) alrededor del 600, por
focenses, desde Asia Menor; por ltimo, Acragante desde Gela, en
colaboracin con su metrpoli, Rodas[12], en el ao 580.
Esta lista no est completa y ninguna de las fechas tradicionales es segura.
Ya se ha dicho suficiente como para indicar la cronologa del movimiento,
confirmada, en lneas generales, por la arqueologa, con el objeto de poner de
manifiesto la forma en que estas comunidades dependan del mar y revelar el
nmero, diversidad y difusin geogrfica de las comunidades griegas a las que
nos referimos (no hay necesidad de aadir una lista de las comunidades que se
establecieron junto al mar Negro, pero merece la pena sealar que Megara y
Mileto fueron all los principales estados colonizantes). Todas las tierras a las
que emigraron estaban habitadas por pueblos muy variados en distintas etapas
de desarrollo, lo que provocaba diversidad de conflictos entre los inmigrantes
y los indgenas, segn la capacidad de resistencia de estos ltimos. Los
etruscos en Italia eran lo suficientemente poderosos como para detener la
expansin griega en una frontera trazada desde la baha de Npoles, y tambin
lo suficientemente avanzados como para copiar el alfabeto griego, gran parte
de su arte, y algunos elementos de su religin. En cambio, los sicilianos, como
los tracios y los escitas del norte del Egeo y el mar Negro, estaban menos
avanzados tcnica y socialmente. Al parecer, algunos quedaron reducidos a
una especie de proletariado servil, aunque las pruebas de ello son confusas e
insuficientes. Otros se vieron empujados tierra adentro, desde donde
mantuvieron relaciones tirantes con los griegos en los siglos siguientes.
Una enumeracin de las metrpolis (y de aquellas ciudades que no parecen
haber tomado parte en el proceso colonizador) nos muestra que haba poca
relacin entre el tipo de comunidad que se estableca y su ciudad
colonizadora. Tampoco hay ninguna prueba que justifique esa opinin, tan
extendida en otro tiempo, segn la cual la actividad colonizadora estaba
motivada por intereses comerciales. Ms adelante se establecieron autnticos
centros de intercambio comercial, como los llamados Emporium (la
traduccin literal de emporium es puesto de intercambio o mercado),
en Espaa (hoy Ampurias) y en la desembocadura del Don, o el interesante
asentamiento de Nucratis, en la desembocadura del Nilo, donde los faraones
concentraron a los representantes de varios estados griegos, principalmente de
Asia Menor, que mantenan relaciones comerciales con Egipto. El reducido
nmero de estos emplazamientos comerciales, as como la fecha relativamente
tarda de su fundacin, son datos sumamente reveladores. Emporium fue
establecida desde Masalia, la cual, a su vez, no fue fundada antes del ao 600;
la fundacin de Nucratis puede fecharse un poco antes que la de Masalia,
mientras que la Emporium rusa fue establecida con bastante posterioridad[13].
Pero el hecho ms decisivo es que estas colonias no eran polis griegas, sino
puntos de contacto entre Grecia y el exterior, mientras que las otras colonias
eran desde el principio comunidades griegas en todos los sentidos. En la
poca arcaica, esto significaba, entre otras cosas, que eran asentamientos
bsicamente agrcolas, establecidos por gentes que haban venido en busca de
tierras para el cultivo. Generalmente se establecan cerca del mar y preferan
tener un buen puerto natural, aunque sta era siempre una consideracin
secundaria: de ah que ninguna de las colonias se emplazara junto a la mejor
baha de la costa oriental de Italia, donde estuvo la romana Brundisium
(actualmente Brindisi), pese al gran nmero de ellas que se establecieron
cerca. Otra prueba del carcter eminentemente agrcola de estas comunidades
es que a los miembros de la aristocracia de Siracusa, una de las comunidades
occidentales ms importantes, se les denominara gamoroi, los que comparten
la tierra, los terratenientes.
En ltima instancia, la caracterstica que todas las metrpolis tenan en
comn era una situacin de crisis lo suficientemente grave como para inducir a
la movilizacin de todos los recursos necesarios para una empresa de tanta
magnitud como el traslado masivo a ultramar (con navos, armamento, y
posiblemente herramientas, semillas y provisiones) creando, al mismo tiempo,
la disposicin mental necesaria entre sus habitantes. Bajo las historias
tradicionales de peleas y asesinatos que los griegos posteriores asociaban con
algunas de las fundaciones individuales, yace un agudo y extenso problema
social. Sin embargo, no se debe exagerar el espritu de aventurerismo
vikingo de la Grecia arcaica. Herdoto nos dice explcitamente (IV, 153) que
en la fundacin de Cirene se emple la coaccin a la hora de elegir a los
emigrantes que habran de partir de Tera. Ni tampoco debemos exagerar la
extensin y frecuencia de las relaciones con el oeste o con el mar Negro en los
siglos anteriores a la colonizacin. El hecho de que se pueda verificar la
existencia de comercio micnico con Sicilia y el sur de Italia desde quinientos
aos antes, carece de importancia. Mucho ms relevante es la evidencia, cada
vez ms palmaria, de que en ninguna de las dos direcciones se ha encontrado
en los nuevos emplazamientos cermica griega anterior a la autntica
colonizacin, aunque podemos estar seguros de que cada migracin tena algn
conocimiento del lugar al que se diriga y no parta, como Coln, en busca de
un espejismo. Despus de la fundacin de algunas comunidades, los dems
emigrantes podan seguirles con ms facilidad y mayor conocimiento.
La crisis tena su origen en la naturaleza y desarrollo de la clase
aristocrtica durante la poca Oscura. La arqueologa nos muestra que la
riqueza y la capacidad tcnicas iban en aumento, al tiempo que aumentaba la
poblacin. Con la eliminacin del poder real, la aristocracia parece haber
cerrado sus filas, haberse hecho con la mayor parte de las tierras
(especialmente las mejores tierras) y haber creado instrumentos para
monopolizar el poder. En las tradiciones posteriores, todas las familias
nobles ponen especial cuidado en mencionar que tienen un antepasado divino
o heroico; es una seal inequvoca de su tendencia a constituir una
aristocracia cerrada de sangre. Su riqueza les permita sacar provecho de
las importantes innovaciones en materia de implementos militares importadas
de Europa Central y de Oriente a mediados del siglo VIII[14]. Tambin usaron
su riqueza y sus tierras para someter al pueblo creando lazos de obligacin y
tutela. Contrariamente a la opinin moderna, los grandes grupos de
semiparentesco (phyli, gen y fratras) slo en este perodo parecen haber
desempeado un papel institucional (que no encontramos en los poemas
homricos[15]), y es razonable inferir que protegieron de alguna forma el
mandato de la aristocracia como lo hicieron las gentes con sus clientes en la
Roma arcaica. Se debe admitir que el status de la mayora no aristocrtica nos
es desconocido, excepto en trminos muy vagos. Aparte de excepciones tales
como los ilotas de Esparta, nos seguimos preguntando hasta qu punto el
grueso de la masa trabajadora de los campos y las mansiones gozaba de
libertad. Cabe tambin preguntarse hasta qu punto eran estos conceptos
aplicables de una forma sistemtica (la autntica esclavitud se daba slo en
casos aislados). No hay duda de que surgi una clase no aristocrtica, formada
principalmente por granjeros, mercaderes, navieros y artesanos, todos ellos
relativamente prsperos. El origen e historia de esta clase social puede ser un
poco oscuro, pero ya hace su aparicin en algunos fragmentos de poemas
lricos alrededor del 650. Fueron estos hombres, con toda seguridad, un factor
importante en la formacin de la infantera griega, una falange masiva de
hombres fuertemente armados. Slo los hombres que contaban con algunos
medios econmicos podan convertirse en hoplitas, ya que estaban obligados a
adquirir sus propias armas y armaduras (como todava segua ocurriendo en la
Grecia clsica).
El conflicto social o stasis abarc a todas las clases sociales griegas a
travs de diferentes combinaciones y alianzas. Dentro de la misma
aristocracia, y a pesar de su entrelazamiento familiar reforzado por
matrimonios dentro y fuera de la ciudad y por la clientela, as como de la
creacin de instituciones formalizadas de administracin poltica, haba
rivalidades para conseguir honores y poder. Basta con mencionar la insistente
tradicin ateniense segn la cual el clan de los almenidas se vea
constantemente abandonado por aquellos de entre sus miembros que preferan
seguir una lnea poltica particular. Otro buen ejemplo es el monopolio
ejercido por los baquadas en Corinto. Tambin haba nuevos ricos que
exigan una parte de estas prerrogativas, demanda que se torn ms insistente y
eficaz cuando consiguieron el peso militar de las falanges hoplitas. Al mismo
tiempo, la posicin de las clases ms humildes se tornaba probablemente cada
vez ms difcil; la masa de agricultores sufri sobre sus espaldas el peso del
incremento de riqueza en las clases privilegiadas. Una poblacin creciente era
en s misma un peligro, si no un mal clarsimo, ya que gran parte de Grecia y
de las islas del Egeo no podan mantener una poblacin numerosa sobre su
suelo. El aumento del nivel de vida entre los aristcratas y los nuevos ricos
parece haber ejercido an ms presin sobre las clases humildes, al objeto,
por ejemplo, de provocar la expansin hacia tierras marginales y diversificar
ms los trabajadores agrcolas y domsticos. Sus objetivos se vean
facilitados por las leyes que regan las deudas y la posesin de las tierras. Al
final, segn palabras de Aristteles en su Constitucin de Atenas, se produjo
un conflicto civil entre los nobles y el pueblo durante un largo perodo de
tiempo, porque los pobres, con sus mujeres e hijos, estaban esclavizados
por los ricos y no tenan derechos polticos.
Esta frase lapidaria es demasiado simple y esquemtica. Tampoco estamos
en condiciones de determinar hasta qu punto se haba tornado universal esta
stasis. A pesar de ello, las tradiciones acerca de demandas generales de
redistribucin de tierras y cancelacin de deudas no pueden ser pura ficcin.
Tampoco es equivocado poner de relieve el monopolio aristocrtico en la
administracin de la justicia. El poeta beocio Hesodo critica enrgicamente a
los jueces devoradores de sobornos de su tiempo, posiblemente la primera
mitad del siglo VII. Para las clases humildes, a diferencia de las elevadas, las
exigencias econmicas y los deseos de justicia eran ms importantes que las
demandas de derechos polticos. Esta peticin de justicia explica otra faceta
de la tradicin que ha llegado hasta nosotros: el papel del legislador sabio y
ecunime. La ley, en manos de una aristocracia tradicional y hermtica,
autosuficiente y ocultista, era un arma poderosa dentro de un mundo que estaba
aprendiendo a registrar las cosas por escrito; poco a poco se fue convirtiendo
en un poder intolerable. Nuevamente se presenta la analoga con la Roma
arcaica: no podra haber justicia, clamaba la protesta, mientras la ley no fuera
del dominio pblico y su administracin abierta y ecunime. Inevitablemente,
los hombres que asumieron esta tarea en una comunidad tras otra (cuando las
peticiones se hacan lo suficientemente insistentes) fueron reformadores al
tiempo que legisladores. A falta de precedentes, improvisaban libremente, con
esa originalidad obligada que caracterizaba cada aspecto de la vida y la
cultura de la Grecia arcaica. Nunca se destacar lo bastante esta
caracterstica. El sistema poltico de magistrados, consejos y, ms tarde,
asambleas populares fue un invento libre. Tal vez se copiaran algunos mitos y
cultos religiosos del Oriente, pero su combinacin era original, como lo eran
por completo las formulaciones literarias, incluso en la temprana poca de la
Teogona de Hesodo, as como la nocin misma de que un poeta, sin vocacin
sacerdotal alguna, tuviera derecho a sistematizar los mitos sobre los dioses.
Tambin la falange hoplita era una creacin, cualquiera que fuese la fuente
extranjera de algunos elementos de la panoplia hoplita.
Cabe destacar dos caractersticas en estos legisladores arcaicos. Una es la
confianza en s mismos. Todos estaban de acuerdo en que la justicia vena de
los dioses, pero jams se atribuyeron ninguna misin divina ni pretendieron
estar guiados por los dioses. Las preguntas al orculo de Delfos pueden haber
contribuido a sellar su trabajo con una especie de bendicin divina, como
cuando se le hacan consultas similares respecto de una propuesta de
colonizacin, pero el orden era siempre el mismo: en primer lugar se
formulaban las medidas, despus se consultaba a Delfos. Esta ambivalencia
sigui siendo una caracterstica de la comunidad griega durante siglos. La
actividad religiosa era frecuente y ubicua; en pocas posteriores se llegaron a
inventar orculos dlficos para suplir las deficiencias de unos antepasados
que no siempre se molestaron en consultar a Apolo. La autoridad divina sobre
las vidas de los hombres y de las comunidades y su interferencia en ellas se
aceptaban como parte de la naturaleza de las cosas. Pero, al mismo tiempo, la
comunidad encontraba la inspiracin y la justificacin de sus actos en s
misma, en trminos humanos.
La segunda caracterstica de los legisladores es su aceptacin de la
desigualdad humana. Durante esta etapa, la justicia no equivala a la igualdad
o la democracia. Conced al pueblo llano privilegios suficientes, escriba el
ateniense Soln. En cuanto a los que estaban en el poder, prosigue Soln:
procur que no sufrieran ninguna injusticia. Me erig en protector de ambas
partes cubrindolas con un fuerte escudo, impidiendo que ninguna de ellas
triunfara injustamente. Sera anacrnico ver en Soln a una personalidad
democrtica. El pueblo llano, el demos, estaba an en estado latente como
fuerza poltica a comienzos del siglo VI; la cuestin de la soberana popular
an no se haba incluido en el orden del da.
Las palabras de Soln nos recuerdan que la evolucin econmica, jurdica
y poltica de la Grecia arcaica pas por un largo perodo de lucha. Fue un
perodo confuso, desigual, discontinuo, pero realmente feroz en los momentos
crticos. Al principio, la posibilidad de enviar a un sector de la poblacin a
otros lugares serva como vlvula de escape. Finalmente lleg un momento (en
muchas zonas, a mediados del siglo VII) en que las soluciones externas ya ni
eran asequibles ni suficientes. Repentinamente, estall la stasis; facciosos y
ambiciosos aprovecharon esta ocasin en su propio beneficio. Como resultado
hace su aparicin esa institucin tan especficamente griega: el tirano.
Originalmente, la palabra neutra tirano vena a significar que un individuo
tomaba y conservaba el poder sin autoridad legtima (a diferencia del rey), y
no implicaba ningn juicio sobre su calidad como ser humano o como
gobernante. Este ltimo juicio, invariablemente peyorativo, vino ms tarde, y
entonces los griegos, volviendo la vista hacia la poca de la tirana,
tergiversaron la historia para acomodarla a su reciente condena moral. Sin
embargo, nunca llegaron a ocultar por completo el hecho de que los tiranos
fueran muy distintos personalmente unos de otros y que algunos de ellos haban
gobernado con acierto y benevolencia.
Nos es imposible comprender la tirana griega sin antes hacer un esfuerzo
para liberar la mente de esa connotacin de despotismo con la que se ha
asociado siempre la palabra tirano, desde que los griegos clsicos forjaron
esta ntima conexin. Aclararemos ms este punto cuando se hable, ms
adelante, sobre los pisistrtidas de Atenas. No es que los descendientes de los
primeros usurpadores, esforzndose en mantener un mandato dinstico, no
acostumbraran a tornarse dspotas brutales hasta conseguir que se les
expulsara las tiranas arcaicas eran siempre de poca duracin, hablando en
trminos de generaciones, sino que la creciente importancia y difusin de
las tiranas individuales tena sus races en la situacin social, y no
simplemente en la calidad moral de ciertos individuos. Hacia finales del
siglo VII, la tirana se extendi a numerosas comunidades de la pennsula
griega y, ms tarde, a las islas del Egeo, hasta llegar a Asia Menor y las
comunidades occidentales. Nuestra principal fuente de informacin en este
aspecto es Herdoto, que no pretende estar en posesin de una cronologa
exacta. Por otra parte los esfuerzos realizados en este sentido por los
historiadores griegos posteriores han dado resultados confusos y poco dignos
de confianza, de manera que es ms seguro no dar fechas exactas en la mayora
de los casos. El primer tirano, y en cierta forma el ms ambicioso, fue Fidn
de Argos, al que Aristteles describi como un rey legtimo que gobern como
un tirano, lo cual podra ser exacto. Durante la siguiente generacin
aparecieron tiranas ms tpicas en Corinto, Sicione y Megara, para citar
solamente las ms conocidas. Parece haber cierta clara (aunque no perfecta)
correlacin entre la tirana por una parte y el progreso econmico, poltico y,
particularmente, urbanstico, por otra, a juzgar tanto por los ejemplos citados
como por los de Atenas, Naxos, Samos y Mileto en el siglo VI. De ah que las
regiones ms subdesarrolladas, tales como Acarnania, Etolia y Tesalia rara
vez entren en esta consideracin.
El factor comn era la impotencia de la aristocracia hereditaria ante la
agudizacin de los conflictos, ya fueran los concernientes a la misma
aristocracia o aquellos que afectaban a los nuevos ricos, a la creciente
poblacin urbana o al campesinado empobrecido y cargado de deudas[16]. Los
conflictos con otros estados deben entrar tambin a menudo en consideracin,
como en el caso de los enfrentamientos entre Argos y Esparta, entre Atenas y
Megara. No es ninguna casualidad que la tirana se presentara en las
colonias con un siglo de retraso, y que, aun entonces, se viera mezclada con
los problemas creados por las potencias vecinas: Lidia y Persia al este,
Cartago al oeste. Polcrates de Samos sac partido de la necesidad de
organizar la resistencia ante Persia en una escala sin precedentes, y de su
habilidad en conseguirlo. Por el contrario otros basaron sus tiranas, menos
espectaculares, en el apoyo persa.
As, pues, la tirana tena un aspecto militar, pero sus guardaespaldas y
tropas en general, ya fueran nativas o mercenarias, no deben ocultarnos la
creciente popularidad de esta nueva institucin poltica. En cada ciudad haba
elementos que deseaban la subida al poder de un tirano, con la esperanza de
que l consiguiera, mediante amenazas y por la fuerza, las reformas sociales y
polticas que ellos haban sido incapaces de conseguir de otra forma.
En Atenas un tal Ciln intent sin xito dar un golpe de estado alrededor
del 630. Una generacin ms tarde el pueblo peda a Soln que se erigiera en
tirano siguiendo el modelo de las vecinas Megara y Corinto. Soln se neg a
ello e intent hacer reformas por otros medios, pero el hecho de que se
produjera una peticin en este sentido es ya muy significativo. En muchos
sitios la tirana realiz, a costa de la aristocracia tradicional, exactamente las
reformas que se haban solicitado. Con esto no quiero sugerir que los tiranos
se consideraran a s mismos portadores de algn misterioso destino histrico,
precursores de la democracia o algo parecido. Simplemente queran poder y
xito y, si eran inteligentes y disciplinados, lo conseguan gracias al progreso
de sus comunidades. Durante una o dos generaciones los tiranos consiguieron
detener la stasis paralizadora; establecieron alianzas, mediante matrimonios
dinsticos o por otros medios, con otros estados griegos, convirtindose as en
una fuerza pacificadora all donde era posible (ya que a menudo no lo era);
ayudaron al campesino a independizarse y posiblemente protegieron el
comercio y la industria (aunque esto ltimo sea slo una suposicin);
robustecieron el sentido comunitario mediante grandes obras pblicas y
esplndidos festivales en torno a los cultos ms importantes. Por encima de
todo, los tiranos rompieron con el gobierno anticuado de la aristocracia.
Paradjicamente, a pesar de que estaban por encima de la ley y la
constitucin, los tiranos consolidaron la polis y sus instituciones, y ayudaron a
levantar el demos, el pueblo como conjunto, a un nivel de conciencia poltica
que a su vez trajo consigo el gobierno del demos, la democracia.
La gran debilidad de la tirana era, naturalmente, que sus operaciones y su
tono de gobierno dependan absolutamente de las cualidades personales del
tirano. Otra debilidad era su poder mismo de seduccin. El tirano no era el
nico hombre capaz y ambicioso en su estado, y no haba sitio para otros con
sus mismas aspiraciones. Tampoco haba otra forma de rivalidad poltica que
la conspiracin y el asesinato. Por este motivo la tirana sola conducir
estructuralmente, despus de dos o a lo sumo tres generaciones, al despotismo,
a la guerra civil, a la abdicacin o al derrocamiento, segn los casos. Despus
de esto, cada comunidad se desarroll de forma distinta. Siglos de desarrollo
desigual en el mundo griego haban dejado un legado permanente de
considerable diversidad. Dos estados manifestaron pronto su hegemona, cada
uno de ellos excepcional a su manera: Esparta, que evit por completo la
tirana, y Atenas que habra de convertirse en el mejor ejemplo de la
democracia griega, y al mismo tiempo en la potencia imperial ms importante
de Grecia.

III. ESPARTA

No es la caracterstica menos peculiar de Esparta el constituir un estado


territorial en que polis y territorio no eran sinnimos, como lo eran, de manera
tpicamente griega, en el caso de Atenas y tica; la polis de Esparta consista,
al menos idealmente, en una clase nica de iguales (homoioi) que
gobernaba sobre una poblacin sometida relativamente numerosa. Esparta
estaba situada en una llanura de unos 1200 km2 en la orilla izquierda del ro
Eurotas, en el corazn de Laconia. Tras la conquista de Mesenia, su territorio
total ocupaba 5100 kilmetros cuadrados; es decir, era tres veces mayor que
tica. Dada la naturaleza de la topografa griega, esta cifra no es muy
significativa. Sin embargo, es de crucial importancia que Mesenia y, en menor
escala, Laconia, fueron ms frtiles que la mayor parte de las regiones griegas,
de manera que sus habitantes no tenan necesidad de importar alimentos,
excepto cuando se hallaban mezclados en una guerra dura y prolongada.
Adems, Laconia tena minas de hierro, cosa muy rara en Grecia, aunque se
debe admitir que no sabemos desde qu poca eran explotadas. Su principal
debilidad era su costa inhspita. La propia Esparta estaba literalmente
encerrada en el interior: el puerto ms cercano era Gitin, a unas veintisiete
millas al sur; era utilizada para los barcos mercantes y tambin como pequea
base naval.
Los espartanos propiamente dichos no eran muchos. El contingente militar
ms numeroso que consiguieron reunir, segn nuestros datos, fue de 5000
hoplitas en la batalla contra los persas de Platea, en el 479 a. C. Esta cifra
indica una poblacin masculina total de unos 20 000 o 25 000 hombres como
mximo, pero esto slo suponiendo arriesgadamente que nunca se atrevieron a
enviar ms de la mitad de su fuerza militar efectiva lejos de su territorio. En
Platea haba tambin 5000 peroikoi (periecos) incluidos en el ejrcito
espartano; eran stos hombres procedentes del resto de Laconia (y puede que
algunos de Mesenia), los cuales eran libres dentro de sus pequeas
comunidades (tales como Gitin), pero que diferan de la pauta normal griega
por su falta de autonoma en la esfera militar y en asuntos exteriores. En ambos
aspectos dependan totalmente de Esparta; estaban obligados a aceptar la
poltica espartana y a luchar en su ejrcito, bajo autoridad espartana, siempre
que fueran llamados a filas. Aunque eran sbditos y no, como los corintios,
aliados de Esparta, los peroikoi eran al mismo tiempo ciudadanos de sus
propias comunidades. Usaban el dialecto dorio y se les llamaba lacedemonios,
como a los propios espartanos, por su epnimo antepasado Lacedemn, hijo
de Zeus y de Taigeta (ninfa del cercano monte Taigeto). As, pues, los
peroikoi estaban claramente diferenciados del resto de la numerosa poblacin
vasalla, los ilotas (hilotoi).
El origen del sistema de los ilotas ha sido objeto de continua y poco
convincente especulacin desde la antigedad. Existen ejemplos semejantes en
otros puntos de Grecia: Creta, Tesalia y las regiones colonizadas del este y el
oeste, pero an se conoce menos su sistema social y no nos pueden ayudar a
resolver el misterio de los ilotas. Cuando se someta una ciudad o un distrito,
durante la antigedad, era costumbre vender a sus habitantes y dispersarlos.
En Laconia, sin embargo, los espartanos adoptaron la peligrosa alternativa de
mantener a toda la poblacin en sus hogares, bajo un rgimen de vasallaje en
su territorio nativo. Ms tarde, probablemente en el siglo VIII o a principios
del VII, repitieron esta frmula en la recin conquistada Mesenia. En cuanto se
refiere a su libertad personal, los ilotas eran esclavos, pero se los debe
diferenciar, en una serie de aspectos, de los esclavos domsticos. No eran
propiedad de individuos sino sbditos del estado espartano asignados a
diferentes personas. Al parecer mantenan las estructuras familiares con
normalidad y la mayora de ellos vivan en sus propias agrupaciones
(comunidades sera un trmino equivocado); incluso se les permitan, al
menos en teora, ciertos derechos de propiedad[17]. Cualesquiera que fueran
los orgenes del sistema (como, por ejemplo, se traz en Laconia la distincin
originaria entre los dos diferentes grados de vasallaje, los peroikoi y los
ilotas, o cmo llegaron los ilotas a ser monopolizados por los espartanos y no
asignados a los peroikoi, que a su vez tenan libertad para obtener y poseer
esclavos si as lo deseaban), las consecuencias en tiempos histricos son
suficientemente inteligibles. Como veremos, los ilotas, que eran
proporcionalmente mucho ms numerosos que los esclavos de cualquier otro
estado griego, incluida Atenas, eran fundamentales para el establishment del
singular sistema espartano y para la poltica que Esparta adoptaba en el
exterior.
Nuestra ignorancia acerca de la Era Oscura en Esparta se extiende a todo
su primitivo desarrollo institucional. En este caso, la arqueologa nos ha
servido de menos ayuda que de costumbre. El nico curso prudente a seguir es
dirigirse inmediatamente al perodo arcaico, desde los comienzos del
siglo VII, dejando a un lado todos los esfuerzos para reconstruir el pasado a
partir de las tradiciones posteriores, preadas de ficcin incluso aquellas que
ms tarde se atribuyeron a Licurgo, el legendario legislador[18]. Los datos
acerca de la Esparta del siglo VII tampoco son abundantes, pero al menos
tienen una base firme y estn sujetos a los controles normales del anlisis
histrico. Podemos, por ejemplo, leer los fragmentos del poeta lrico Alcmn,
que inmediatamente nos sugieren que Esparta, por aquel tiempo, estaba an
dentro de la corriente general del desarrollo cultural griego, de la que ms
tarde se apartara. Otros datos parecen indicar lo mismo: los hallazgos
arqueolgicos y la plausible tradicin sobre el eminente papel desempeado
por Esparta en el desarrollo de la msica griega (se crea o no que fue un lidio
llamado Terpandro, inventor de la lira, quien emigr a Esparta e inici all la
tradicin musical). Podemos leer los fragmentos del poeta Tirteo, que revelan
que la Esparta del siglo VII estaba absolutamente integrada en el momento
histrico del mundo griego por su situacin de stasis crnica (de la que
tambin sali ms tarde), stasis en que no faltaron las luchas por la
distribucin de la tierra, las demandas polticas por parte de las clases
oprimidas (en que el nuevo ejrcito hoplita fue un factor importante) y
conflictos con otros estados del Peloponeso, en especial Tegea, la principal
ciudad de Arcadia, y Argos. Hay incluso una historia curiossima acerca de un
grupo colonizador que Esparta envi a Taras (la moderna Tarento), en el sur
de Italia, alrededor del 700 a. C.
Cualquiera que sea la verdad acerca de Taras, Esparta nunca particip
realmente en el movimiento colonizador de la era arcaica. El motivo de esto
es su extenso territorio, especialmente tras la conquista de Mesenia, y este
factor, junto con el sistema de peroikoi e ilotas, definen en lo fundamental la
tipicidad espartana. Al final, Esparta no tuvo ms remedio que seguir una
poltica totalmente diferente de la de todos los otros estados griegos. El
momento decisivo es la llamada segunda guerra de Mesenia, la cual, segn la
tradicin, dur diecisiete aos y probablemente deba situarse a finales del
siglo VII. Mesenia se rebel contra el dominio espartano, y los espartanos se
encontraron casi incapaces de reprimir la revuelta, principalmente, segn se
desprende de Tirteo, a causa de la escasa lealtad y disciplina de sus propias
filas.
Durante este conflicto, Tirteo hizo un llamamiento a la eunoma,
obediencia de las leyes, virtud que se haba de convertir, a los ojos de los
dems griegos, en la mayor de Esparta durante los tiempos clsicos (merece la
pena sealar que en ninguna de sus exhortaciones al patriotismo y la eunoma
mencion Tirteo a Licurgo).
Sometida Mesenia, los espartanos se dedicaron a elaborar una solucin
comn para sus dos problemas ms acuciantes; la eliminacin de la stasis y la
sujecin firme y permanente de los ilotas, numricamente superiores a los
hombres libres. No podemos seguir las etapas precisas por las que finalmente
se lleg a una solucin (un compromiso entre diferentes demandas y grupos en
conflicto, compromiso, adems, en cuya estructura no dej de haber cambios
en los siglos siguientes). Los investigadores no llegan a un acuerdo en cuanto
se refiere a la fecha o la exacta significacin de un documento clave, la
llamada Gran Retra, preservado por Plutarco (Vida de Licurgo, VI) en
lenguaje corrompido y dentro de un texto confuso. Cualesquiera que sean los
matices de la interpretacin de este breve texto, que distribuye el poder de
tomar decisiones entre los reyes, los ancianos y la asamblea de ciudadanos en
general, el hecho es que marca la primera aparicin registrada de una
asamblea dotada de poderes autnticos, aunque limitados, en una fecha
probablemente anterior a la segunda guerra de Mesenia. Significativamente, la
Retra no hace referencia alguna a los foros, que ya existan y llegaron a
convertirse probablemente en el elemento independiente ms importante del
gobierno espartano a partir de la mitad del siglo VI, como muy tarde. La
medida de nuestra ignorancia, as como el grado de desarrollo de las
instituciones espartanas, estn suficientemente ejemplificados en este texto.
Se consigui la eunoma (segn Herdoto, I, 65), durante el reinado de los
reyes Len y Agesicles, a comienzos del siglo VI. Aceptar esta fecha significa
que la elaboracin de la compleja estructura de la sociedad espartana
histrica se produjo a lo largo de las dos generaciones que siguieron a la
guerra de Mesenia. Los espartanos, los iguales, eran ahora una institucin
militar reconocida. Sus vidas estaban regidas por el estado y absolutamente
dedicadas a l; hasta tal punto que eran los funcionarios pblicos, y no los
padres, quienes decidan si un nio deba sobrevivir. ste era uno de los
muchos medios que se utilizaban, simblica y prcticamente, para minimizar
los lazos de afecto familiar y de este modo reducir los posibles conflictos de
lealtades. El hijo se entregaba al estado a los siete aos de edad para ser
educado, ponindose especial nfasis en su grado de resistencia fsica,
habilidades militares y virtudes de obediencia. Durante su niez y
adolescencia el futuro soldado iba progresando a lo largo de una serie de
pruebas; como adulto, su principal vnculo era el regimiento y su vivienda
habitual el cuartel. El sistema estaba reforzado por distintos ritos, algunos de
ellos bastante desagradables, en diferentes etapas del crecimiento del hombre.
Finalmente, la dedicacin del individuo al nico objetivo de la vida espartana
estaba asegurada por su desentendimiento de las materias y actividades
econmicas. stas eran tareas para los peroikoi y los ilotas, los cuales, cada
grupo a su modo, producan las armas y los alimentos, llevando a cabo el
comercio necesario. Naturalmente, los ilotas trabajaban por obligacin,
mientras que los peroikoi eran los nicos beneficiarios del sistema
monopolista, libres de competencia por parte de espartanos o extranjeros. A
los espartanos les estaba prohibido incluso emplear dinero acuado y a los
extranjeros se les impeda cualquier acceso a la economa local, excepto por
mediacin de los peroikoi o del propio estado espartano. Esto probablemente
nos ayude a comprender el que no nos hayan llegado noticias de ningn
descontento por parte de los peroikoi, a pesar de su falta de autonoma y de
su contribucin militar obligada.
Se animaba a los espartanos, desde la niez, a competir unos con otros, no
en inteligencia o econmicamente, sino en potencia fsica y resistencia a la
fatiga. En cierto sentido las recompensas eran honorficas y no materiales,
pero entre ellas haba nombramientos importantes. Ya a los dieciocho aos se
poda recompensar a los espartanos incluyndolos en el prestigioso cuerpo de
los jvenes hippeis, entre cuyas funciones estaba la ejecucin de misiones
secretas por cuenta del gobierno y la represin de los ilotas (sin excluir el
asesinato de los ms peligrosos de stos). Ms tarde, alcanzaban el rango de
oficiales del ejrcito y, finalmente, cargos en el gobierno. Al frente de la
estructura gubernamental estaban los dos reyes hereditarios, institucin
anmala que no es fcil definir. Mandaban los ejrcitos en el campo de batalla
pero, en cuanto se refiere al gobierno del estado, carecan de autnticos
poderes reales, y estaban sujetos a la severa supervisin de los foros, que
podan llegar a castigarlos si lo consideraban necesario. Por otra parte, los
reyes conservaban ciertas funciones tradicionalmente sacerdotales, reciban
ciertas preferencias por derecho propio y a su muerte el luto nacional llegaba
a tal extremo que Herdoto, encontrndolo extrao a las costumbres griegas,
calific los ritos funerarios reales de brbaros. Eran miembros ex officio de
la gerousa, un consejo de treinta ancianos, en que los otros miembros eran
hombres por encima de los sesenta aos, escogidos con carcter vitalicio. Los
reyes no parecen haber presidido la gerousa, ni haber tenido ms
prerrogativas que los dems miembros en sus deliberaciones. Tampoco
presidan la asamblea, la cual al parecer no poda iniciar ninguna accin ni
enmendar ninguna de las propuestas que se le presentaran, pero que, sin
embargo, tena el ltimo voto en cualquier asunto poltico de importancia.
Finalmente haba cinco foros elegidos anualmente de entre la totalidad de los
ciudadanos; durante el perodo de su mandato, los foros posean importantes
poderes en materia de asuntos exteriores, jurisdiccin criminal y
administracin general.
La sola existencia de dos casas reales nos indica que el ideal de la
comunidad de iguales estaba incompleto en la realidad. La constitucin poda
haber mantenido a los reyes en su lugar, pero la aureola que los rodeaba
animaba y ayudaba a los ms ambiciosos de entre ellos a extender su autoridad
hasta el extremo de poner en peligro el equilibrio del poder dentro de la
sociedad. Tambin algunos de los foros abusaban todo lo posible de su
autoridad durante el ao en que permanecan en el poder. Herdoto est casi
obsesionado por las historias sobre la facilidad con que los reyes espartanos
aceptaban el soborno y Aristteles asegura que la corrupcin estaba muy
extendida entre los foros. Todo esto puede ser muy exagerado (o, en el caso
de Aristteles, se puede referir a la Esparta decadente del siglo IV), pero a
pesar de todo revela que la autoridad espartana no era tan completa e
incorruptible, en la prctica, como se ha dicho. Adems exista desigualdad
econmica entre los iguales, algunos eran lo suficientemente ricos como para
inscribir equipos en las carreras olmpicas de carros, el mayor smbolo de
riqueza entre los aristcratas griegos. Nueve ganadores espartanos, con doce
victorias, figuran en las clasificaciones olmpicas entre los aos 550 y 400
a. C. Uno de estos ganadores fue el rey Damarato; otro, Arcesilao, dos veces
ganador, fue emulado por su hijo veinte aos ms tarde[19]. Acaso hombres de
tanta fortuna no la usaban en su propio beneficio durante las elecciones o para
aumentar las posibilidades de sus descendientes dinsticos? Es raro que no
hubiera sucedido as, como tambin es difcil imaginar los matices de una
reunin de la asamblea espartana, la cual no era heterognea como la
ateniense, sino ms bien la reunin, en otro terreno, de un cuerpo de ejrcito
sumamente disciplinado, al que toda la vida se inculcaba el deber de la
obediencia como la virtud cvica ms importante. Eran estos hombres
capaces de seguir un debate con mentalidad abierta y sin considerar el rango
de los oradores en la jerarqua militar o sus hazaas individuales en el campo
de batalla?
Sera especular el responder a estas preguntas, ya que los escritores de la
poca no se ocupan de ellas. Aparecen conflictos internos en las crnicas
histricas que han llegado hasta nosotros, por lo menos en el siglo VI, pero
siempre en narraciones acerca de las carreras ms espectaculares de algunos
individuos y en el contexto de los asuntos exteriores. Herdoto hace una pausa
para explicar (V, 39-40) cmo primero los foros y ms tarde los ancianos
presionaron al rey Anaxndridas, que no tena descendencia, para que se
volviera a casar con objeto de mantener la lnea dinstica, con la amenaza de
que los espartanos tomaran una medida que no se explicita si persista en su
obstinada negativa. Pero los conflictos en torno a cuestiones de mayor
gravedad y las costumbres polticas de la poca no salen a la luz hasta que
alguien como Clemenes I emplea sus xitos militares y sus maniobras
polticas en un intento de convertir su reinado en una tirana, por utilizar la
misma frase que Aristteles aplicar a Fidn de Argos.
Los autores antiguos coincidan en afirmar que la clave de la poltica
exterior espartana era la presencia de los ilotas. Para mantenerlos a raya,
Esparta no slo tena que mantener la paz en el Peloponeso, ya que un estado
enemigo poda instigar a los ilotas a la rebelin, bien por particular designio o
bien por el mero hecho de ocupar las energas militares de los espartanos, sino
que tambin deba evitar en lo posible el envo de un ejrcito lejos del
Peloponeso. La poltica espartana no siempre haba sido defensiva y poco
expansionista. Sin embargo, una derrota en Tegea y la incapacidad de
conquistar Argos parecen haber dado comienzo a una nueva poltica a
mediados del siglo VI. Las guerras y las conquistas fueron reemplazadas por
alianzas defensivas y pactos de no agresin, aunque naturalmente se utiliz la
fuerza para imponer alguna alianza y para evitar las defecciones. Al final del
siglo la casi totalidad del Peloponeso estaba dentro de esta red defensiva, con
las excepciones de Argos, demasiado poderosa, y de Acaya, demasiado
remota e insignificante. Ms an: Esparta subvencionaba a algunas facciones
simpatizantes dentro de sus estados aliados, generalmente gobernados por
oligarquas, ganndose as la inmerecida reputacin de ser enemiga
irreconciliable de los tiranos por principio. Lo cierto es que el
comportamiento de los espartanos con los tiranos era claramente oportunista,
determinado ms por sus intereses egostas que por ningn principio moral o
poltico. Jams tom iniciativa alguna contra los tiranos de Sicin, Corinto o
Megara, mientras que intervino decisivamente para provocar la expulsin de
Hipias de Atenas en el 510.
Este incidente es relatado en la historia de Clemenes I, que quiz fuera el
iniciador o el principal defensor de esta poltica, pero que march sobre
Atenas oficialmente y con la sancin del gobierno. Luego vinieron las
complicaciones, al enfrentarse dos facciones opuestas en Atenas provocando
la guerra civil en una disputa sobre la sucesin del tirano. Clemenes volvi
para apoyar a Isgoras contra Clstenes. Fue derrotado y abandon Atenas
para volver de nuevo con sus filas engrosadas por tropas aliadas. Cuando
stas supieron el motivo por el que haban sido reunidas, se rebelaron a
instigacin de Corinto, arguyendo que la intervencin en los asuntos internos
de Atenas era injusta y no les incumba. El otro rey espartano, Damarato, les
prest al parecer su apoyo y la empresa acab en un fracaso para Clemenes
que tuvo amplias resonancias. Se nos dice que a partir de este incidente los
espartanos adoptaron la regla de no enviar a los dos reyes juntos en ninguna
ocasin, y podemos suponer que fue en este momento cuando se introdujo la
prctica de colocar a los foros junto al rey para aconsejarle en los asuntos
militares y administrativos.
En cuanto a los aliados, a partir de aqu se les consult en reuniones ms o
menos solemnes convocadas a este propsito cuando haca falta su ayuda
militar o se prevea una operacin conjunta a gran escala. Una red irregular de
alianzas en torno a Esparta se convierte ahora en algo muy semejante a una
liga autntica. Los historiadores modernos tienden a llamarla la Liga del
Peloponeso, pero los griegos se atenan a la denominacin Esparta y sus
aliados, ya que algunos de stos, tales como Megara, Egina y Atenas, estaban
fuera del Peloponeso. En cierto sentido, el nombre moderno resulta demasiado
amplio; la Liga nunca adquiri mecanismo administrativo alguno, ni
siquiera una tesorera, y su cohesin y efectividad dependan en gran parte del
asunto del que se tratara. A pesar de todo, era una realidad suficiente como
para dar a Esparta el poder adicional que necesitaba y esa paz interna que la
convirti, durante las siguientes dcadas, en la fuerza militar ms poderosa de
Grecia y en lder reconocido de los griegos frente a los invasores persas.

IV. ATENAS

Geogrficamente, la regin de tica, unos mil seiscientos kilmetros


cuadrados, es tpicamente griega; no tan frtil, por ejemplo, como Mesenia,
pero con un buen nmero de extensas llanuras cultivables. Merecen destacarse
dos caractersticas importantes. tica tiene una lnea costera muy considerable
al sur y al este, con playas apropiadas para el desembarco, y una rica reserva
de plata en el Laurin, al sureste, que se vena explotando desde el siglo VI.
No hay ninguna razn topogrfica que nos d la clave de la temprana
unificacin de este distrito. Tampoco hay ninguna explicacin tnica que sea
histricamente vlida. La palabra tica no es comparable a Beocia o Tesalia;
a estas gentes no se les llamaba ticos sino atenienses, mientras que un hombre
de Tebas era a la vez tebano y beocio. La palabra Atenas en s misma es
simplemente una derivacin de Atenea, la diosa protectora de la ciudad. Los
atenienses atribuan su unificacin (synoikisms) a Teseo. Pero sta es una
tradicin tarda, creada probablemente en el siglo VI, y su carcter totalmente
mtico, como todas las dems hazaas de Teseo, que se convirti en un
Heracles tardo, se desprende claramente de la vaguedad, inverosimilitud y
abundancia de errores bsicos (como el de poner la fecha antes de la guerra de
Troya) que componen el breve relato de Tucdides (II, 15-16). Sin embargo,
no podemos ofrecer ninguna explicacin mejor. Es prcticamente seguro que la
unificacin fue un proceso que dur un cierto tiempo, y no un acto nico de un
rey o un hroe. Por lo menos la incorporacin de Eleusis se puede considerar
como relativamente tarda y en algunas fuentes encontramos leves sugerencias
de que la asimilacin no se llev a cabo pacficamente. En conjunto, el
synoikisms constituy un caso excepcional, si no nico, en la poca oscura y
la Grecia arcaica. Atenas no solamente era la ciudad-estado de mayor
territorio, despus de Esparta, sino que se convirti adems en un estado
unificado sin vasallos en el interior: ni siquiera peroikoi y, naturalmente, sin
ilotas. Todos los hombres libres de tica eran igualmente atenienses. Las
agudas diferencias sociales no estaban basadas en distinciones de tipo
regional o tnico sino que se repetan en los diversos distritos del estado; los
esclavos procedan del exterior.
Atenas fue una de las ciudades que no particip en el movimiento
colonizador; ni siquiera se le puede atribuir una colonizacin como la de
Taras. No podemos sino suponer que su extenso territorio la equipaba con una
vlvula de escape que los dems estados tenan que buscar en el exterior, y
que su importante y continuada produccin de cermica, desde la
protogeomtrica, implica un desarrollo comercial e industrial muy por encima
de lo normal en aquella poca. Aun as, Atenas tambin padece la universal
stasis de la Grecia arcaica, con los mismos problemas, con los mismos grupos
sociales en conflicto, y con la misma necesidad de una tirana. A mediados del
siglo VII su situacin se vio quiz complicada por causa del synoikisms. La
unificacin dej a la mayora de las familias aristocrticas firmemente
establecidas en sus antiguos distritos, en los que mantenan sus posesiones
(por ejemplo en Maratn, Braurn y Eleusis), aunque normalmente residieran
en Atenas, segn la costumbre mediterrnea. Desde estas bases algunos de los
miembros ms activos de las familias euptridas (segn se denominaba a la
aristocracia griega, pues euptrida significa bien nacido), podan provocar
conflictos faccionales en su propio beneficio, a travs de sus clientes y
subordinados.
El primer episodio que nos es conocido fue un intento fracasado de
establecer la tirana alrededor del 630, por parte de un noble llamado Ciln.
Narraciones atenienses posteriores pretenden que Ciln recibi el apoyo
necesario desde el exterior, particularmente de su suegro Tegenes, tirano de
Megara, que los atenienses opusieron una resistencia masiva y que los
almenidas atrajeron sobre sus cabezas la maldicin al violar el
salvoconducto y hacer una matanza entre los seguidores de Ciln. La
deformacin de los hechos es bastante aparente. En todas partes los tiranos
tenan considerable apoyo interno e incluso los mismos atenienses no tuvieron
ms remedio que admitir, una generacin ms tarde, que haba existido
autntica presin popular para que Soln se convirtiera en tirano. En cambio
no hay nada improbable por s mismo en la vinculacin familiar entre Ciln y
Tegenes: tales matrimonios eran una parte esencial de las relaciones entre las
ciudades, y pocas familias aristocrticas tenan reparo en aceptar a un tirano
como yerno o como suegro. En cuanto a la matanza que sigui a la rendicin
de Ciln, podra tratarse de una vendetta anterior, lo que explicara la
misteriosa figura de Dracn. Se le atribuye la codificacin de la ley en el ao
621 un cdigo escrito con sangre y no con tinta segn una tradicin hostil
posterior, carente de datos concretos. Dracn contribuy probablemente a
exponer en detalle la ley relativa al asesinato. Parte de esta ley segua en vigor
al final del siglo V y lo poco que conocemos de ella trata de las formas de
terminar con las venganzas familiares. Sin embargo, podemos decir casi con
absoluta certeza que una codificacin completa de Dracn es pura ficcin. Fue
obra que qued para Soln, en la generacin siguiente.
En torno a Soln tenemos, por primera vez, una documentacin slida. Fue
un propagandista poltico bastante prolfico y, como casi todos los escritores
que viven en una poca semianalfabeta, no escribi prosa sino poesa; la
mayor parte de su produccin sobrevivi durante siglos. An disponemos de
extensas citas de su trabajo. Su cdigo de leyes, escrito en tablas de madera,
ha provocado el desacuerdo entre los investigadores modernos en lo que se
refiere a ciertos detalles, entre ellos el relativo al tiempo exacto durante el que
fueron accesibles, aunque ciertamente fue un largo perodo. Soln era un
euptrida que en el 594 fue nombrado arconte, el cargo ms importante de la
ciudad, con plenos poderes para poner fin a la stasis por medio de una
reforma metdica de las leyes y del sistema poltico. El nombramiento de
Soln y la forma en que fue realizado son muy significativos. No tom el
poder, sino que le fue otorgado, lo que prueba que entre la aristocracia haba
un grupo dispuesto a hacer concesiones, ante la ruidosa oposicin de que eran
objeto por parte de los campesinos sujetos por lazos serviles. La nica
esperanza de alcanzar un compromiso satisfactorio era que un aristcrata se
erigiera en defensor de las clases humildes. Soln, lo sabemos por sus
primeros poemas, estimaba que la guerra civil haba estallado a causa de la
rapacidad y avaricia de los ricos. Los pobres le recompensaron pidiendo que
se convirtiera en tirano[20]. Se neg a aceptar el trono, pero acept convertirse
en arconte de poderes extraordinarios y trat de seguir una poltica de
dificultosa imparcialidad entre las exageradas demandas del campesinado, por
una parte, y de la aristocracia ms exigente por otra.
Su primera accin, la llamada seiskhtheia (arrojar el lastre) tena por
objeto evitar la explotacin abusiva del campesinado. Se cancelaron las
deudas y los numerosos atenienses que estaban sujetos a la entrega de una
parte de la cosecha (hektemorioi) o que haban pasado a la servidumbre por
deudas fueron liberados. Una nueva ley prohiba en lo sucesivo la costumbre
de hipotecar a las personas mismas como fianza de sus deudas. Sin embargo,
Soln se neg a tomar la medida ms revolucionaria: la confiscacin de los
latifundios para repartirlos entre los campesinos ms pobres y entre aquellos
que no posean tierras. A pesar de ello, Aristteles tena razn en afirmar que
la seiskhtheia haba sido la primera medida solnica en inters del demos.
Un campesinado libre fue la base de la sociedad ateniense a travs de su
historia como polis independiente. Su condicin no era an todo lo segura que
hubiera sido deseable, pero a partir de este momento los atenienses quedaron
protegidos de las formas ms tradicionales de explotacin personal; una
proteccin que Soln reforz de manera importante practicando ciertas
reformas en la administracin de la justicia y codificando la ley, medida que
introduca claridad, seguridad y conocimiento pblico de la ley en la
comunidad.
En el aspecto constitucional el equilibrio requerido era ms complejo, ya
que en este terreno se daban conflictos entre las mismas clases acomodadas.
La medida ms decisiva de Soln fue la creacin de una jerarqua
debidamente estructurada y basada en el nico criterio de la riqueza. Los
ciudadanos estaban divididos en cuatro clases, segn su fortuna, la cual se
meda (es importante sealarlo) no por la cantidad de dinero que posean, sino
por su produccin agrcola. Los altos cargos, de un ao de duracin, estaban
reservados a los ciudadanos de primera clase, aquellos hombres cuyas tierras
producan ms de quinientas medidas ridas o lquidas. Uno de estos cargos,
el de arconte, era el que abra la puerta del consejo del Arepago, consejo
tradicional, formado por nobles de nacimiento, investido de autoridad para la
supervisin general e indefinida del estado (que recuerda a la del senado
romano), el cual sigui en manos de Soln. Los ciudadanos de las dos clases
sociales siguientes eran elegibles para cargos de menor importancia y,
posiblemente, tambin para el nuevo Consejo de los Cuatrocientos creado por
Soln. Los restantes, aqullos que no podan producir doscientas medidas al
ao, slo tenan acceso a la Asamblea. Desconocemos el funcionamiento de la
Asamblea o del Consejo de los Cuatrocientos en las esferas de la legislacin y
de la poltica, a pesar de lo mucho que se ha especulado en torno a ello. Las
fuentes de informacin a nuestro alcance no nos lo explican, salvo en un punto
importante: en algunos casos jurdicos se otorgaba a la Asamblea la apelacin
por encima de los magistrados. Pero la actitud mental que se hallaba en el
trasfondo de las reformas y su repercusin general estn muy claros. Los
ciudadanos ms ricos podan ser elegidos para ejercer los cargos ms
elevados y llegar hasta el Arepago, aunque no fueran nobles, rompiendo de
esta forma el monopolio euptrida. A pesar de ello, la aristocracia sigui
conservando gran parte de su influencia y su poder. Por primera vez se
conceda a la clase media, en la que estaban incluidos los soldados hoplitas,
un papel en el gobierno del estado. Incluso se reconoca a los pobres como
parte activa del demos, por limitada que fuera su participacin. Los grandes
huecos de la estructura de la rudimentaria polis, que le haban impedido
funcionar como una comunidad viable, iban siendo reducidos, aun cuando
todava no desaparecan.
Al parecer, despus de realizar estas reformas, Soln abandon Atenas,
temiendo que, al quedarse, los extremistas insatisfechos le presionaran para
que introdujera ms reformas o se convirtiera en tirano. Los disturbios entre
facciones opuestas se reprodujeron. En dos ocasiones fue imposible elegir
arconte. No tenemos noticias de ningn otro tipo de perturbaciones despus
del ao 580, posiblemente porque el mecanismo constitucional fue aceptado
por la mayora de los ciudadanos ricos, euptridas o no. Sin embargo, la sola
existencia de un mecanismo constitucional no poda traer consigo la paz
interna. La stasis no puede borrarse de un plumazo. Soln haba consolidado
la situacin civil del campesino pero no su posicin econmica. Al parecer,
tampoco la ciudad poda proporcionar un modus vivendi a los que no podan
sobrevivir en el campo. Las demandas y contrademandas de ambas facciones
eran utilizadas por los aristcratas que an conservaban cierta influencia
sobre los clientes y seguidores de sus dominios para maniobrar en busca de la
consecucin de sus ambiciones personales. Finalmente, lleg el momento en
que un hombre se elev por encima de los dems, consiguiendo lo que Soln
haba intentado prevenir. Pisstrato, aristcrata influyente que aseguraba ser
descendiente del Nstor de los poemas homricos y que haba conseguido
alguna reputacin en la guerra con Megara, realiz el primer intento de
convertirse en tirano en el 561 o 560, segn la tradicin. Fue expulsado
despus de algn tiempo; lo intent de nuevo, siendo nuevamente expulsado,
hasta que finalmente lo consigui en el ao 545. Desde entonces gobern,
hasta su muerte en el 527, y fue sucedido por su hijo Hipias, cuya tirana no
concluy hasta el 510, debido a la intervencin del ejrcito invasor espartano.
No existen datos escritos de la poca relativos a los pisistrtidas. El
primero en hablar de ellos es Herdoto, hacia mediados del siglo siguiente,
cuando cualquier griego que se preciara condenaba automticamente a todos
los tiranos como el peor de los males. Por lo tanto, es an ms revelador que
los escritores griegos posteriores coincidieran en que Pisstrato fue una
excepcin, un buen tirano, siempre que esta frase no fuera contradictoria.
Tambin estaban de acuerdo en que uno de los secretos de su xito (y del de su
hijo) fue que dejaron que la constitucin establecida por Soln siguiera
funcionando sin cambios, con la nica excepcin de la eleccin del arconte,
que haba de ser siempre un miembro de su familia o uno de sus seguidores.
No debemos interpretar esto ingenuamente, aunque la afirmacin es
indudablemente veraz en cuanto a los hechos escuetos se refiere. El primer
intento o intentos de Pisstrato para subir al poder (no es seguro que la
tradicin sea exacta al afirmar que hubo dos fracasos) parecen haberse
realizado con todo el apoyo que pudo conseguir dentro del tica. Pero la
tercera vez, ayudado por la fortuna que de alguna forma haba amasado en las
minas de plata del monte Pangeo en Tracia, volvi con un ejrcito de
mercenarios, algunos de los cuales, una vez en el poder, pasaron a formar su
guardia personal en la ciudadela de la Acrpolis. Sus enemigos
irreconciliables fueron asesinados o exiliados. As protegido, Pisstrato poda
permitirse el lujo de dejar a la asamblea que siguiera en funciones, y que el
consejo, los magistrados, los tribunales e incluso el Arepago ejercieran sus
prerrogativas. Por otra parte, nadie poda obligarle a permitirlo. El hecho de
que lo hiciera por su propia iniciativa es buena prueba de su inteligencia
poltica, y constituye la clave del lugar que ocupa este tirano dentro de la
evolucin del estado ateniense.
No es fcil definir la relacin exacta que existi entre los pisistrtidas y
las dems familias aristocrticas de Atenas durante los treinta y cinco aos
que dur su reinado. Las tradiciones posteriores sobre la terrible enemistad de
familias tales como la almenida pueden descartarse como intentos post
factum de borrar de la historia familiar las relaciones amistosas mantenidas
con un tirano. Los almenidas intentaron sin xito derrocar a Hipias en el 513,
y sin embargo, uno de ellos, Clstenes, haba sido anteriormente arconte bajo
Hipias, y su hermana, antes an, se haba casado con Pisstrato. Las relaciones
entre los pisistrtidas y la familia de Milcades eran igualmente ambiguas e
irregulares. La familia de Milcades estaba emparentada por matrimonio con
los cipslidas, tiranos de Corinto, mientras que la madre de Clstenes era, a su
vez, hija del tirano de Sicin, siguiendo la costumbre que hemos sealado con
relacin a Ciln en el siglo VII. Asimismo, otra esposa de Pisstrato,
aristcrata argiva, haba estado casada anteriormente con un tirano de
Ambracia, miembro del clan cipslida. Se han localizado otras relaciones
familiares de los pisistrtidas en Eubea, Tracia y Macedonia, en Tesalia y con
Ligdamis, tirano de Naxos. En suma, que la afirmacin global de Aristteles,
en su Constitucin de Atenas (XVI, 9), segn la cual Pisstrato se gan el
apoyo de la mayora tanto noble como plebeya, puede hacerse extensiva a la
nobleza del exterior. Aunque la aristocracia contempornea ateniense hubiera
preferido una oligarqua al mandato de un solo hombre salido de sus filas,
nunca llevaron esta preferencia hasta el punto de convertirla en motivo de
disputa. Todos los conflictos que sabemos surgieron entre un tirano y un
individuo o familia de la aristocracia estaban motivados por cuestiones de
honor o rango, sin que hubiera en ellos nada ms importante. Incluso el
asesinato de Hiparco, hermano menor de Hipias, en el ao 514, que condujo a
un recrudecimiento de la tirana, fue motivado por los celos en un asunto
amoroso de carcter homosexual. Los atenienses convirtieron a los dos
asesinos, Harmodio y Aristogitn, en grandes hroes, pero lo cierto es que no
hubo ninguna motivacin poltica, ni siquiera antitirnica, en su acto.
Sin embargo, la aristocracia ateniense sufri una derrota permanente bajo
el reinado de Pisstrato. Treinta y cinco aos de constitucin solnica en
funcionamiento, aun supervisada por un tirano, no podan deshacerse,
especialmente si tenemos en cuenta que fue un perodo de paz y creciente
prosperidad para Atenas. Las familias ms importantes conservaban an la
exclusiva de los altos cargos, y cierta influencia en las relaciones con el
exterior, pero al mismo tiempo estaban vindose domesticar, obligndolas y
acostumbrndolas a funcionar dentro de la estructura constitucional, en el seno
de la cual fue posible dominar sus actividades faccionales. Cuando Hipias fue
exiliado en el ao 510, una parte de la aristocracia, encabezada por Isgoras,
intent recobrar su anterior poder. Fue derrotada tras una guerra civil de dos
aos de duracin; ms tarde, Clstenes modific la constitucin, estableciendo
la base estructural de la futura democracia ateniense. Para este propsito
recibi indudable apoyo del espritu nacional que los tiranos haban
contribuido a levantar de forma activa y concreta. Se erigi un gran templo
consagrado a Atenea sobre la Acrpolis (destruido por los persas en el 480 y
ms tarde reemplazado por el Partenn) y comenzaron otro templo dedicado a
Zeus. Estimularon el espritu nacional, distinguindolo del culto regionalista, e
introdujeron fragmentos de los poemas homricos en el festival panatenaico y
las competiciones de coros trgicos en las fiestas dionisacas; cultivaron las
artes en general e invitaron a msicos y poetas del exterior a su corte de
Atenas.
Estos son hechos incontrovertibles, pero su repercusin no debe ignorarse
aunque no pueda medirse con exactitud (y no se ve aminorada aun cuando se
admita que los tiranos lo hacan para aumentar su prestigio ms que para
elevar el nivel de la cultura nacional). Parte de tal repercusin se hizo visible
en la economa. Atenas era todava una comunidad bsicamente agraria y la
clave de su estabilidad econmica estaba en el campo. Sabemos poco acerca
de la actividad de los pisistrtidas en este aspecto, aparte de que ayudaron a
los granjeros ms necesitados con una serie de prstamos con grandes
facilidades. Pero todo parece indicar, a travs de los datos que nos
proporciona el siglo siguiente, que fue durante el perodo de la tirana cuando
se estableci y consolid permanentemente una clase social formada por los
pequeos y medios terratenientes. Esto hubiera sido ms difcil, si no
imposible, de conseguir, de no haberse desarrollado considerablemente el
sector urbano de la economa. Aunque no conozcamos los detalles, parece que
fue esto lo que realmente ocurri. Un factor importante a este respecto fue la
gran atencin que el pblico dedicaba a festivales y edificios pblicos; otro,
el inusitado auge de la cermica pintada ateniense, que virtualmente
monopoliz las exportaciones de cermica griega, principalmente a Italia y
Sicilia, a mediados del siglo VI. La acuacin de moneda ateniense es otra
seal; no se conoce la fecha exacta en que Atenas empez a acuar monedas,
pero el cambio decisivo a los famosos bhos de plata ocurri durante el
reinado de Pisstrato o el de su hijo. Tambin adquiri importancia, por
primera vez, durante este perodo, la esclavitud domstica, al tiempo que un
nmero cada vez mayor de hombres libres inmigraba desde otras ciudades
griegas ante las nuevas perspectivas que se abran al comercio y la industria.
Los atenienses posteriores consideraban a Soln como el hombre que les
puso en el camino de la democracia, mientras que Pisstrato e Hipias eran para
ellos un intermedio embarazoso en su historia. A pesar de ello, dejando a un
lado juicios morales y consideraciones sobre su intencin y visin personal, el
papel histrico de estos dos tiranos fue igualmente indispensable para
mantener a los atenienses en dicho camino.

V. LA CULTURA DE LA GRECIA ARCAICA

A pesar de su dispersin geogrfica y su fragmentacin poltica, los


griegos conservaron una profunda conciencia de pertenecer a una cultura nica
y singular: nuestra pertenencia a una misma raza y un mismo lenguaje,
nuestros santuarios y ritos comunes, nuestras costumbres similares, dice
Herdoto (VIII, 144). Tenan razn; este fenmeno es digno de mencin, dada
la ausencia de una autoridad central, poltica o eclesistica, el carcter
predominantemente oral de su cultura hasta el final de la Era Arcaica y la
inventiva con la que las diferentes comunidades resolvieron los heterogneos
problemas que surgieron en la vida poltica y cultural. Nada es tan revelador
como la rapidez con que se difundan las ideas. El alfabeto fenicio es un
temprano ejemplo de ello. Otros ejemplos son el mecanismo gubernamental
formado por el consejo, la magistratura y la asamblea, el templo drico y la
moneda acuada. No pareca importarles que un invento fuese griego o
importado del exterior. Si se demostraba que era prctico dentro de la
sociedad griega, y compatible con las especficas condiciones locales, su
valor real se reconoca rpidamente en todo el mundo griego.
Un factor de cohesin importante era el mito. Es difcil encontrar otros
pueblos con una mitologa tan rica en calidad y cantidad. Haba un mito para
cada rito y para cada culto, para cada fundacin de ciudad y para casi todos
los elementos de la naturaleza: el movimiento del sol, las estrellas, los ros y
los manantiales, los terremotos y las plagas. El mito ejerca una serie de
funciones: era explicativo, didctico, heurstico y prescriptivo. Proporcionaba
a los griegos arcaicos un sentido y un conocimiento de la historia y del
pasado; vena a sancionar sus instituciones, sus cultos, sus festivales, sus
creencias, el mandato de la aristocracia en general y la autoridad de cada
familia aristocrtica (empezando por su genealoga), y as a travs de toda la
gama de ideas y prcticas comunitarias. Conseguan todo esto porque se crea
en la veracidad de los mitos, a pesar de que no hubiera sacerdocio santificado
o autoridad alguna investida de la prerrogativa de crear mitos o certificarlos.
Segn Herdoto (II, 53), fueron Homero y Hesodo quienes fijaron por
primera vez para los griegos la genealoga de los dioses, dndoles sus ttulos,
repartiendo entre ellos los honores y las funciones y definiendo sus imgenes.
Esto tal vez no sea literalmente exacto, pero apunta a una verdad esencial; el
criterio que los griegos tenan en esta materia se deba principalmente a los
poetas, a los que se crea inspirados por las musas, pero que no podan
igualarse a los sacerdotes o a los profetas. Inspiracin potica no equivale a
revelacin proftica; as, la palabra griega hieres, que nosotros traducimos
por sacerdote, se aplicaba habitualmente a un laico, un funcionario pblico
exactamente igual a cualquier funcionario civil o militar. Haba personas que
aseguraban tener una relacin especial con los dioses; eran magos, hechiceros
o adivinos, pero, por lo general, no ostentaban ningn cargo pblico, y su
poder dependa simplemente de la comprobacin pragmtica y de la acogida
popular. Era muy raro encontrar a los sacerdotes y a los msticos reunidos,
como en el caso de Delfos. All los sacerdotes oficiales eran simples
administradores, pero la reconocida categora de este particular santuario
provena de su orculo, del propio Apolo, que contestaba a las preguntas a
travs de una mujer que se llamaba Pythia o Pitonisa: una mdium o
mediadora, en el sentido ms estricto de la palabra. No se puede negar el
confusionismo producido por varios siglos de mitificacin oficiosa y
descentralizada. Ms tarde, cuando los griegos se dispersaron hacia el este y
el oeste, Apolo, Heracles y otros dioses y semidioses tuvieron que viajar con
ellos. Tuvieron que apoyar las variables alianzas y relaciones polticas, las
ideas de cohesin tnica (como en el caso de los jonios) o las aspiraciones de
ciertos lugares sagrados a una categora ms elevada que los dems. El ms
largo de los llamados Himnos Homricos trata de Apolo; sus dos partes
resultan bastante incoherentes una con otra, si no del todo incompatibles, ya
que la primera une al dios con Delfos y la segunda lo relaciona con Delos (sus
dos santuarios ms importantes). Como cualquier manual moderno sobre
mitologa griega nos puede revelar, este ejemplo se repite mil veces. Adems,
aunque todos los griegos reconocan y honraban el panten, ninguna persona o
ciudad era capaz de celebrar todos los ritos que correspondan a cada dios.
Cada ciudad tena su divinidad protectora y sus afinidades especiales con
determinados dioses y hroes; esto naturalmente aumentaba el confusionismo
existente. Al final (aunque no antes del siglo VI a. C.) se empiezan a or voces
escpticas, pero no muchas, ya que la gente no sola estudiar los mitos;
ejecutaban los ritos y eso era suficiente. En el curso del perodo arcaico
ciertos centros religiosos adquirieron categora panhelnica. Posteriormente
se ha podido comprobar que algunas de las tradiciones segn las cuales se
haba consultado a Delfos antes de establecer una nueva colonia han resultado
ser invenciones posteriores. Fue en el siglo VII, no en el VIII, cuando Delfos
dej de ser un santuario local para convertirse en el ms importante de los
orculos panhelnicos. Aunque la fecha tradicional de la fundacin de los
Juegos Olmpicos cuatrienales en honor de Zeus, 776 a. C., pueda ser exacta,
la documentacin histrica que ha llegado a nuestros tiempos sugiere que los
Juegos empezaron atrayendo solamente a los griegos peloponsicos y que ms
tarde, como en el caso del orculo de Delfos, su fama se extendi. Ninguna
otra institucin griega superaba la fama de los Juegos o del orculo de Delfos,
pero los griegos tambin recorran largas distancias para consultar a otros
orculos, como los de Dodona en Epiro o Claros en Asia Menor, o para ir a
los juegos stmicos y nemeos, cerca de Corinto, como atletas o como
participantes. As, los griegos, fragmentados polticamente y con conflictos
internos, conseguan una unidad de accin a travs de su poesa, su
arquitectura, su escultura y sus juegos atlticos. Sin embargo, su religin no
contribua en medida apreciable a la unidad poltica, ni siquiera a la paz,
dentro de la Hlade. Se consult a menudo a Apolo en Delfos antes de
emprender campaas militares, pero no tenemos noticia de que el dios
recomendara la paz como bien en s misma, aunque en algunas ocasiones
aconsejara desistir de una empresa. Los festivales siempre eran motivo de
tregua, pero no parece que llegaran a crear una paz duradera; ni siquiera
fomentaban cierta buena voluntad entre los contendientes. Los juegos y otras
formas de competicin (en poesa, msica y baile) eran actos que se
celebraban para sealar los acontecimientos religiosos. Los orgenes de esta
costumbre se pierden en la Era Oscura. La referencia ms temprana es la
detallada explicacin que la Ilada hace de los juegos organizados por
Aquiles con motivo del funeral de Patroclo. Esta narracin ya nos revela parte
de la complicada psicologa que se traduce de tales actos. Es importante
sealar que la religin griega no era un campo de actividad aislado, sino que
estaba presente en todos los aspectos personales y sociales de la vida del
griego. Se honraba a los dioses y se buscaba su apoyo de muchas formas
diferentes: compartiendo la comida y la bebida con ellos, cantando y bailando,
entrando en trance (menadismo y otras formas de comportamiento orgistico) y
celebrando juegos y competiciones de fuerza, ya que la fuerza fsica era un don
de los dioses como otro cualquiera. Sin embargo, no se puede decir que la
religin llenara la vida de los griegos. La palabra griega que traducimos
como certamen o competicin es agon y su significado incluye no
solamente la competicin potica o atltica sino tambin un caso forense, una
batalla, una crisis, o simplemente un estado de profunda ansiedad. En el
contexto presente es preferible dejar el trmino agon sin traduccin, como
Jakob Burckhardt hace en su brillante exposicin del significado de este
trmino en la Grecia arcaica[21]. Ya que el agon era la expresin ritualizada de
una escala de valores en que el honor era la virtud ms importante, por la que
se luchaba aun a costa de la vida misma, y en que la prdida de honor, la
humillacin, era el desastre ms terrible que poda caer sobre un hombre[22].
Las culturas de honra y oprobio han existido en otras sociedades, entre los
beduinos o en tierras mediterrneas hasta pocas muy recientes; sus valores y
actitudes pueden hallarse, en diferentes grados, dentro de las sociedades
actuales. Es de destacar la intensidad con que los griegos se atenan a estos
valores en sus festivales religiosos. Las Odas de Pndaro, fallecido en el 483,
son su formulacin literaria ms importante y tambin la que contiene una
mayor dosis de tradicionalismo arcaico. En el tiempo en que Atenas alcanzaba
el apogeo de su cultura democrtica, Pndaro an celebraba a los vencedores
de los Juegos, alabando sus mritos al tiempo que se regocijaba brutalmente
del terrible deshonor que se abata sobre los vencidos.
Los valores de Pndaro pertenecan a una sociedad arcaica con la que el
agon estaba ntimamente asociado. El triunfo ms valioso dentro de los Juegos
era el conseguido en las carreras de carros, el ms aristocrtico de los
deportes y el favorito de los tiranos. Pndaro y otros especialistas en
epinicios, como se llamaba a los poemas en honor de los vencedores, ponan
su arte a disposicin de los tiranos tan libremente como lo hacan con los
aristcratas. ste es un sntoma que revela su negativa a aceptar el nuevo
orden social y poltico que haca su aparicin en los ltimos aos de la Era
Arcaica. Otro sntoma importante es la total compenetracin de estos poetas
con el mito. Sin embargo, si comparamos estas odas con la narracin que hace
la Ilada de los Juegos celebrados con motivo del funeral de Patroclo,
advertimos en ellas un tono renovador. La Ilada celebra la victoria de hroes
individuales, mientras que las odas entroncan a los vencedores con sus
antepasados y con su raza, pero al mismo tiempo con las comunidades que
reciben el honor. En resumen, en el agon arcaico aparece el dilogo y, ms
tarde, esa tensin entre individuo y comunidad que habra de convertirse en
una constante de la civilizacin occidental. Dada la naturaleza de los datos
que poseemos, desconocemos la actitud del pueblo ante los valores que
Pndaro an representaba; a pesar de ello, no hay duda de la gran atraccin
que los juegos ejercan sobre las gentes convertidas en espectadores. Sin
embargo, la oposicin al ethos aristocrtico era inevitable: en primer lugar
por parte de aquellos moralistas cuyo pensamiento rebasaba las fronteras de la
moral de honra y oprobio, y en segundo lugar por parte de los elementos que
intentaban romper el monopolio que ejerca la aristocracia sobre la riqueza y
el poder. No bastaba domesticar al hroe homrico; era necesario reducir, o
acaso destruir, el espritu del agon, como factor negativo e incluso corruptor
dentro de la comunidad. Podemos apreciar claramente esta intencin en los
poemas de Soln, a pesar de que l respetaba los derechos de las clases
privilegiadas. Debe aadirse que hasta la guerra haba pasado a ser asunto de
toda la comunidad y que ya no poda dirigirse segn el espritu del agon
despus del advenimiento de la falange hoplita.
La tensin entre individuo y comunidad est claramente expresada en la
obra de Hesodo Los trabajos y los das, que puede fecharse a principio del
siglo VII[23]. Aunque el lenguaje y la mtrica del poema estn en la tradicin
pica y conservan importantes elementos mticos, Los trabajos y los das, a
diferencia de la Teogona, es principalmente un poema subjetivo, escrito en
primera persona. Es asimismo una de las ms negras lamentaciones que se han
escrito, llena de horror ante la edad de hierro, injusta y pobre, en que viven
los hombres, de amargura ante los jueces devoradores de sobornos, de ira
al denunciar los peligros del ocio y del lujo, y la omnipresente pobreza. La
actitud del poeta es tanto ms de resaltar cuanto que sabemos que el yo del
poema es un bardo, al menos semiprofesional y a la vez un granjero lo
suficientemente rico como para poseer esclavos y contar con la posibilidad de
adquirir ms tierras de cultivo con el fruto de su trabajo. Vemos en esta obra
cmo dos nuevos elementos fundamentales, que habran de perdurar hasta el
fin de la Era Arcaica, aparecen en la poesa griega. El primero es el elemento
personal, el poeta que habla en primera persona. Aunque podra ser un error
inferir que el poeta est siendo autobiogrfico cuando el escribir en primera
persona era a menudo solamente un convencionalismo en poesa, sus poemas
revelan la postura que deseaba adoptar, las emociones que deseaba expresar
y los temas que prefera desarrollar[24]. Estos temas son a menudo crticas
sociales y polticas directas, como en el caso de Tirteo, de Soln, de Alceo de
Lesbos o de Teognis de Megara, y es ste el segundo elemento nuevo. Toda
esta crtica no estaba dirigida en una sola direccin (en Teognis, por ejemplo,
encontramos una actitud diferente a la de Soln con respecto a la aristocracia).
La diversidad de ideas y actitudes refleja a la vez el nuevo individualismo y
la creciente complejidad e incremento de conflictos internos de la situacin
social.
Esta poesa no slo tena que romper con la tradicin heroica sino tambin
con el estilo pico que tan familiar era a los poetas. Los poemas se acortaron
(Los trabajos y los das tenan an ms de 800 versos, en la versin que ha
llegado a nuestras manos; la Teogona la mitad) y se cre una nueva mtrica. A
menudo los poemas eran personales en el sentido ms subjetivo y
abandonaban el tema social para cantar el amor, los placeres del vino, la
amistad y la diversin. Este desarrollo de la poesa es visible ya en los nuevos
poetas cuya produccin ha sobrevivido en cantidad suficiente (aunque
generalmente en forma fragmentaria): Arquloco de Paros, cuyo Toruit puede
situarse con bastante precisin en el 650 o 640 a. C., es un buen ejemplo de
ello. La variedad de formas mtricas indica que detrs de este poeta hay una
larga experiencia en la prctica de las canciones populares que coexistan con
la tradicin pica. Este tipo de poesa suele estar vinculada a algn
acontecimiento, ya sea una fiesta entre amigos, un baile con motivo de la
cosecha o un gran festival pblico, y est relacionada con una cancin ms
veces que deja de estarlo. La ocasin determinaba no slo el estilo y el tema,
sino tambin las convenciones propias de los diferentes tipos de poesa. Nada
de esto se trasluce con exceso en los fragmentos de Arquloco, pero queda
bien definido en los poetas lricos que le siguieron; poetas de distintos grados
de gravedad, que van de las canciones para bebedores de Anacreonte hasta las
grandes odas corales de Pndaro y sus predecesores.
Los autores de obras corales, en particular, viajaban mucho por todo el
mundo griego en busca de protectores, pero muchos de los otros poetas
tambin se desplazaban. La poesa griega era realmente panhelnica y es de
destacar que tambin las islas del Egeo y las comunidades de Asia Menor
producan poetas importantes. Si abordamos un tema intelectual muy distinto,
el del auge de la filosofa a partir del 600 a. C., nos encontraremos con que la
vieja Grecia no parece haber tenido parte alguna en la primera fase de aqul.
Se inici en Jonia, particularmente en Mileto, y ms tarde, en la segunda mitad
del siglo VI, surgi un segundo foco en Sicilia y el sur de Italia, creado, al
parecer, por refugiados. Jenfanes escap de Colofn para dirigirse a Sicilia
hacia la mitad del siglo, Pitgoras, algo ms tarde, abandon Samos y se
estableci en Crotona, donde parece haber fundado una autntica escuela
filosfica que era, al mismo tiempo, una secta mstica clandestina.
Al tratar de estos primeros fisicistas (nombre derivado de physis,
naturaleza, que les daban los griegos), se hace difcil evitar verlos como
parece, a causa de lo fragmentario, confuso y, en buena medida, poco
fidedigno de las tradiciones que se han podido recoger. Pero, cualesquiera que
sean los detalles, lo innegable es que estos filsofos iniciaron una autntica
revolucin del pensamiento, revolucin que podemos resumir en una frase
familiar: del mito al logos o razn. Durante largo tiempo la revolucin
consisti en el modo de pensar ms que en las respuestas que se daban, ya que
a la luz del conocimiento posterior, stas resultan con frecuencia
extremadamente ingenuas. En realidad, preguntas tales como qu es el
mundo? y qu es el hombre?, no eran nuevas. Pero las respuestas haban sido
siempre respuestas mticas, especficas y concretas, que explicaban los
fenmenos naturales y humanos a travs de su posible relacin con acciones y
acontecimientos de carcter sobrenatural, en s mismos inexplicables. La
revolucin jnica consisti simplemente en formular preguntas generales y
proponer respuestas generales, racionales e impersonales. Tal proceder era
indispensable para que pudieran constituirse la filosofa y la ciencia (a
diferencia de lo que sucede con los conocimientos meramente empricos, en
materias como la metalurgia o la navegacin, que los griegos por entonces ya
haban acumulado ampliamente).
Los primeros filsofos jonios parecen haber estudiado fundamentalmente
el cosmos y le naturaleza del ser en general. Pero Jenfanes, por lo menos, era
ms bien un moralista, e incluso un telogo; algunos de sus famosos aforismos
eran radicales y mordaces: Homero y Hesodo han atribuido a los dioses
todo aquello que entre los mortales se considera pecaminoso y reprobable: el
robo, el adulterio y el engao. Y los pitagricos se dedicaron principalmente
a estudiar el alma y elaboraron una doctrina de la transmigracin y la
reencarnacin. De algn modo, su doctrina mstica (aunque todo este proceso
est ahora lamentablemente envuelto en la penumbra) los involucr en la
intrincada poltica de las ciudades griegas de Italia, donde constituyeron focos
de partidismo y revolucin. Estos esfuerzos, ms centrados en el hombre,
provocaron un conflicto directo entre los filsofos y la interpretacin
convencional del mito, en especial con algunas de las concepciones morales
bsicas, apoyadas en el mito. Sin embargo, nadie impugn directamente la
historicidad de estas leyendas, de suerte que el nuevo racionalismo no condujo
por entonces a un repaso crtico de la opinin griega ante su pasado; no
condujo, en otras palabras, a un desarrollo de la historiografa[25].
Finalmente, la historia de las artes plsticas sirve tambin de contrapunto a
los temas que se han tratado en esta seccin. A pesar de las numerosas
variantes locales y regionales, el arte era panhelnico, como demuestra la
facilidad con que los artistas, sus ideas y sus obras, se difundan e influan. En
este aspecto, el griego de los siglos VII y VI se encontraba en un ambiente
relativamente familiar adondequiera que se trasladara. El arte, como la poesa,
era esencialmente funcional; sus cnones estaban ntimamente unidos a sus
propsitos. El arte se entremezclaba con lo cotidiano y no estaba en modo
alguno relegado al servicio de los ratos de ocio o del goce contemplativo de
los estetas y los coleccionistas ricos. El arte se encontraba en los templos y en
los dems edificios pblicos, no en los museos. En las casas haba vasijas,
espejos y joyas bellas, no obras de arte. Hasta en las casas ms refinadas es
raro encontrar, entre los innumerables jarrones, vasijas y tazas, un objeto no
funcional y meramente decorativo.
En el siglo VI los pintores, ceramistas y escultores haban adquirido la
costumbre de firmar sus trabajos. ste era un paso revolucionario en la
historia del arte; significaba el reconocimiento del artista como individuo (lo
mismo que haba pasado con el poeta lrico). Sin embargo, el artista no se
convirti en un individuo trepador en constante bsqueda de la novedad. En
cualquier perodo o lugar, trabajaba dentro de los cnones reconocidos (y sus
clientes no le pedan otra cosa), dndole a su trabajo un sello personal, pero
siempre dentro de una estructura esttica establecida. Lgicamente, en la
historia de la cermica pintada, que fluye sin interrupcin desde el comienzo
de la Era Oscura, hubo cambios importantes, no solamente en la tcnica, sino
tambin en modas y gustos. El ms interesante es el dominio de los productos
atenienses en el mercado del mundo griego, especialmente en el oeste, hacia la
mitad del siglo VI. Cmo y por qu se produjeron estos cambios es cosa que
ignoramos. No sabemos quines fueron los innovadores ni la causa por la cual
sus ideas, radicalmente nuevas, prendieron con tanta fuerza. La existencia de
unos cnones no produjo la repeticin mecnica ni la esterilidad. Al examinar
el panorama histrico de este arte se puede apreciar una relacin efectiva
entre el artista como individuo y el artista como funcin o portavoz de una
sociedad, aunque quiz se nos escape la autntica explicacin de esto.
Las otras artes plsticas tienen una historia mucho ms corta, por lo que
sabemos. Toda la pintura de este perodo, a excepcin de la realizada sobre
cermica, se ha perdido. La arquitectura y la escultura slo se conocen desde
el momento en que se empez a usar la piedra en lugar de la madera y el
adobe, es decir, del siglo VII. Lo que ms nos choca es la forma en que estas
artes estaban dominadas por las situaciones y motivos religiosos. La
arquitectura y la escultura griegas eran artes pblicas en el sentido ms
estricto. La Grecia arcaica era un mundo sin palacios ni mansiones privadas.
De entre los edificios pblicos, los que se construan con ms esfuerzo y gasto
eran los templos. Estaban decorados con relieves en metopas, basas y frisos, y
albergaban a los dioses a los que estaban dedicados. Tambin fuera del templo
el vnculo entre escultura y religin era mayor de lo que pueda parecer a
primera vista. Las estatuas de los vencedores en los grandes juegos entran en
esta categora: al igual que las odas corales, estas estatuas eran una forma de
agradecimiento por parte de la comunidad (o del tirano) que representaban los
atletas. Como las odas tambin, las estatuas no estaban dedicadas a los atletas
en cuanto individuos; eran retratos de un tipo ideal, empleado
indiscriminadamente para hombres y dioses. Las conocidas estatuas arcaicas
de jvenes desnudos, en piedra o bronce (kouroi), de las que ahora se conocen
ms de doscientas, desde el 650 a. C., reciben de los eruditos modernos unas
veces el nombre de apolos y otras el de jvenes. Pero esta distincin slo
es legtima cuando la confirman datos externos (si, por ejemplo, se trata de una
estatua funeraria o si la base sobrevive con un texto inscrito). No hay nada en
la estatua misma por lo que se pueda distinguir entre las dos variantes.
Tales esculturas, al igual que el templo, simbolizaban el triunfo de la
comunidad, de la polis, eran una demostracin de grandeza, de fuerza y, por
encima de todo, de conciencia comunitaria. Los gobernantes micnicos
edificaron magnficos palacios y panteones para su propio esplendor.
Pisstrato vivi en la Acrpolis durante un tiempo, pero no dej un palacio
como recuerdo, sino un templo. Esto revela lo mucho que la comunidad griega,
como fuerza viva, haba avanzado, hasta el punto de que un tirano se tena que
inclinar ante ella. Los hroes de Homero vivan en el recuerdo gracias a las
leyendas. Los nuevos hroes se inmortalizaban gracias a los edificios
pblicos.
A lo largo de toda esta historia cultural influy mucho el Prximo Oriente
en los mitos, las matemticas, la construccin de los templos y la decoracin
de la cermica. Si aqu no se ha hablado ms de ello, no ha sido por deseo de
negar la existencia de estos influjos, sino con la intencin de obtener una
visin equilibrada. Todos los elementos copiados por los griegos fueron
rpidamente absorbidos y convertidos en algo original, siempre que se tratara
de algo ms que una simple tcnica (como la metalurgia, por ejemplo).
Copiaron el alfabeto fenicio, pero lo cierto es que no hubo ningn Homero
entre los fenicios. La idea de la estatua humana puede haberse importado de
Egipto, pero fueron los griegos, y no los egipcios, quienes desarrollaron la
idea a travs de los kouroi, hasta llegar a la estatua clsica. Dentro de este
proceso, no solamente inventaron el desnudo como forma artstica, sino que,
en un aspecto muy importante, inventaron el arte mismo. Fueron los griegos
quienes nos ensearon a preguntarnos: Cmo se sostiene? o incluso: Por
qu est colocado as?[26]. No sera aventurado relacionar estas preguntas
que, suponemos, se hacan a s mismos los primitivos escultores griegos, con
el tipo de preguntas que los fisicistas se hacan al mismo tiempo. La confianza
y seguridad del hombre en s mismo, que permitieron e impulsaron estas
preguntas, tanto en poltica como en arte y filosofa, son la raz del milagro
griego.
Bibliografa.

CAP. 1: ASIRIA Y LOS PASES VECINOS (BABILONIA, ELAM, IRN) DEL AO 1000 AL
617 a. C. / EL IMPERIO NEOBABILNICO HASTA EL 539 a. C.

Ver las referencias bibliogrficas mencionadas en las notas.

CAP. 2: ASIA MENOR ENTRE LOS HITITAS Y LOS PERSAS

I. Fuentes

Para los textos jeroglficos vase en especial las siguientes recopilaciones:


GELB, I. J.: Hittite Hieroglyphic Monuments. Chicago, 1939.
HOGART, D. G.; WOOLLEY, C. L., y BARNETT, R. D.: Carchemish, vol. I.
(Londres, 1914), vol. II (Londres, 1921), vol. III (Londres, 1952).
MESSERSCHMIDT, L.: Corpus Inscriptionum Hettiticarum, 1. Berln, 1900.
Apndice 1, Berln, 1902. Apndice 2, Berln, 1906.

II. Bibliografa complementaria

Por ser auxiliares indispensables merecen especial mencin:


LAROCHE, E.: Les Hiroglyphes Hittites, vol. I: Lcriture. Pars, 1960.
MERIGGI, P.: Hieroglyphisch-hethitisches Glossar, 2. ed., Wiesbaden, 1962.
AKURGAL, E.: Spthethitische Bildkunst. Ankara, 1949.
Phrygische Kunst. Ankara, 1955.
Die Kunst der Hethiter. Dibujos de Max Hirmer. Mnich, 1961.
BITTEL, K.: Grundzge der Vor- und Frhgeschichte Kleinasiens. 2. ed.
Tubinga, 1950.
BOSSERT, H. TH.: Altanatolien. Berln, 1942.
ERZEN, A.: Kilikien bis zum Ende der Perserherrschaft. Leipzig, 1940.
GARSTANG, J.: The Hittite Empire. Londres, 1929.
GOETZE, A.: Kleinasien (en la serie Kulturgeschichte des Alten Orient, del
Handbuch der Altertumswissenschaft, compilado por MLLER, I.; OTTO,
A., y BENGTSON, H.). Mnich, 1957.
LANDSBERGER, B.: Samal. Studien zur Entdeckung der Ruinensttte
Karatepe Ankara, 1948.
NASTER, P.: LAsie Mineure et lAssyrie aux VIIIe et VIIe sicles av. J. C.
daprs les Annales des rois Assyriens. Lovaina, 1938.
TALBOT RICE, T.: The Scythians. 3. ed. Londres, 1961.

III. Artculos

Vase en particular:
MERIGGI, P.: Le Iscrizioni storiche in meteo geroglifico, Studi Classici e
Orientali II (Pisa, 1953), pp. 5-64. y los trabajos que ha consagrado
LAROCHE a diversas figuras de divinidades segn los textos jeroglficos.
Ver, sobre Armash (el dios lunar): Revue de lHistoire des Religions, 148
(1955), pp. 13 ss.; sobre Tarkhundash (dios de la tempestad): Revue hittite
et asiatique, fasc. 63 (1958), pp. 88 ss.; sobre Rundash (dios de la lluvia):
Syria XXXI (1954), pp. 107 ss.; sobre Kubabash: Elments orientaux
dans la religion grecque ancienne (Pars, 1960), pp. 113 ss.; sobre
Shar(ru)mash: Syria XL (1963), pp. 277 ss.

CAP. 3. SIRIA Y PALESTINA DESDE FINES DEL SIGLO XI HASTA FINES DEL SIGLO VI
a. C. DESDE LA INSTAURACIN DE LA MONARQUA EN ISRAEL HASTA EL FIN DEL
EXILIO DE LOS JUDOS

I. Fuentes

DONNER, H., y ROLLIG, W.: Kanaanische und aramische Inschriften. Vols.


I-III. Wiesbaden, 1962-64 (en abreviatura KAI).
GRESSMANN, H.: Altorientalische Texte zum Alten Testament. 2. ed. Berln-
Leipzig, 1927 (en abreviatura AOT).
Altorientalische Bilder zum Alten Testament. 2. ed. Berln-Leipzig, 1927
(en abreviatura AOB).
LUCKENBILL, D. D.: Ancient Records of Assyria and Babylonia. vols. I y II.
Chicago, 1926-27 (en abreviatura ARAB).
PRITCHARD, J. B.: Ancient Near Eastern Texts relating to the Old Testament.
2. ed. Princeton, 1955 (en abreviatura ANET).
The Ancient Near East in Pictures relating to the Old Testament.
Princeton, 1953 (en abreviaturas ANE).
WINTON THOMAS, D.: Documents from Old Testament Times. 2. ed. Nueva
York, 1961 (en abreviatura DOTT).

II. Estudios y exposiciones de conjunto

ALBRIGHT, W. F.: Syrien, Phnizien und Palstina, en Historia Mundi,


vol. II. Mnich, 1953, pp. 331-376.
ALT, A.: Vlker und Staaten Syriens im frhen Altertum (Der Alte Orient 34,
4). Leipzig, 1936.
Die syrische Staatenwelt vor dem Einbruch der Assyrer, en Kleine
Schriften, vol. III. Mnich, 1959, pp. 214-232.
BRIGHT, J. A.: A History of Israel. Filadelfia, 1959.
DUPONT-SOMMER, A.: Les Aramens. Pars, 1949.
EICHRODT, W.: Religionsgeschichte Israels, en Historia Mundi, vol. II.
Mnich, 1953, pp. 377-498.
EISSFELDT, O.: Phoiniker und Phoinikia, en Paulys Realencyclopdie der
Classischen Altertumwissenschaft, versin nueva, tomo 39. Stuttgart,
1941, pp. 350-380.
Tyros. 3) Stadt in phoinikien, en Paulys Realencyclopdie der
Classischen Altertumwissenschaft, versin nueva, segunda serie, tomo 14.
Waldsee/Wrtt, 1948, pp. 1876-1908.
Einleitung in das Alte Testament, 3. ed. Tubinga, 1964.
HONIGMANN, E.: 3. Syria, en Paulys Realencyclopdie der Classischen
Altertumwissenschaft, versin nueva, segunda serie, tomo 8. Stuttgart,
1932, pp. 1549-1727.
KRAUS, H. J.: Israel, en Propylen Weltgeschichte, vol. II. Berln, 1962, pp.
237-349.
LINDBLOM, J.: Prophecy in Ancient Israel. Oxford-Filadelfia, 1962 (reimpreso
en 1963).
NOTH, M.: Geschichte Israels, 5. ed. Berln, 1961.
Die Welt des Alten Testaments, 4. ed. Berln, 1952.
OLMSTEAD, A. T.: History of Palestine and Syria to the Macedonian
Conquest. Nueva York, 1931.
PARROT, A.: Le Temple de Jrusalem. Neuchtel-Pars, 1954.
REICKE, B., y ROST, L.: Biblisch-Historisches Handwrterbuch, vols. I-III.
Gotinga, 1962-67.
RENCKENS, H.: De Godsdienst von Israel. Roermond en Maseik, 1962.
SCHARFF, A., y MOORTGAT, A.: gypten und Vorderasien im Altertum.
Mnich, 1950.
SCHMKEL, H.: Geschichte des alten Vorderasien (Handbuch der
Orientalistik, vol. II, 3). Leiden, 1957.
SODEN, W. v.: Der Nahe Osten im Altertum, en Propylen-Weltgeschichte,
vol. II. Berln, 1962, pp. 39-133.

III. Atlas

GROLLENBERG, L. H.: Bildatlas zur Bibel. Gtersloh, 1962.


KRAELING, E. G.: Bible Atlas. Chicago, 1956.
MAY, H. G.: Oxford Bible Atlas. Londres, 1962.

CAP. 4: ARABIA

GROHMANN, A.: Arabien. Kulturgeschichte des Alten Orients. Handbuch


der Altertumwissenschaft. Mnich, 1963.
Gttersymbole und Symboltiere auf sdarabischen Denkmlern. Akad.
Wien, phil.-hist. Klasse, Denkschriften, vol. 58, I, 1913.
PIRENNE, J.: Arabie prislamique, en Encyclopdie de la Pliade. Histoire
de lart 1. Pars, 1961, pp. 899-929.
PRITCHARD, J. B.: Ancient Near Eastern Texts relating to the Old Testament,
2. ed. Princeton, 1955.
WEISS ROSMARIN, T.: Aribi und Arabien in den babylonischassyrischen
Quellen (Disertacin Wrzburg, 1931), Nueva York, 1932.
WISSMANN, H. v.: Zur Geschichte und Landeskunde von Alt-Sdarabien.
Sammlung Eduard Glaser III. SBAW, phil.-hist. Klasse, vol. 346. Viena,
1964.

CAP. 5: EL TERCER PERIODO INTERMEDIO Y EL IMPERIO ETOPE

Ver las referencias bibliogrficas mencionadas en las notas.

CAP. 6: EL RENACIMIENTO SATA

I. Fuentes

a) Fuentes griegas

HERDOTO: Historias, II, 147-III, 15.

b) Fuentes egipcias

BREASTED, J. H.: Ancient Records of Egypt, vol. IV. Chicago, 1907 (aunque
anticuado en ciertos aspectos, contiene una recopilacin til e informativa
de fuentes egipcias en traduccin inglesa).
SPIEGELBERG, W.: Die sog. Demotische Chronik des Pap. 215 der
Bibliothque Nationale zu Paris nebst den auf der Rckseite des Papyrus
stehenden Texten. Leipzig, 1914.
c) Fuentes asirio-babilnicas

LUCKENBILL, D. D.: Ancient Records of Assyria and Babylonia, vol. II.


Chicago, 1927. (Coleccin de fuentes asirio-babilnicas en traduccin
inglesa).
WISEMAN, D. J.: Chronicles of Chaldean Kings (626-556 B. C.) in the British
Museum. Londres, 1956.

d) Fuentes hebreas

Consltense en ediciones autorizadas del Antiguo Testamento.

e) Fuentes arameas

MEYER, E.: Der Papyrusfund von Elephantine. Leipzig, 1912.


MEYER, RUDOLF: Ein aramischer Papyrus aus den ersten Jahren
Nebukadnezars II, Festschrift fr Friedrich Zcker. Berln, 1954, pp.
251-252.
SACHAU, E.: Aramische Papyrus und Ostraka aus einer jdischen
Militrkolonie zu Elephantine. Leipzig, 1911.

II. Trabajos generales

BREASTED, J. H.: Geschichte gyptens, tomo 8: Die Zeit der Restauration


und das Ende. Traduccin alemana de H. RANKE. Zrich, 1936.
DRIOTON, E., y VANDIER, J.: Les Peuples de lOrient Mditerranen, vol. II:
LEgypte; cap. XIII: De Psammtique I Alexandre le Grand (663-332).
Pars, 1952.
GARDINER, sir A.: Egypt of the Pharaohs. An introduction, cap. XIII: The last
assertions of independence. Oxford, 1961.
GYLES. M. F.: Pharaonic Policies and Administration, 663 to 323 B. C.
Chapel Hill, 1959.
KIENITZ, F. K.: Die politische Geschichte gyptens vom 7. bis zum 4.
Jahrhundert vor der Zeitwende. Berln, 1953.
5000 Jahre Orient. Ein Gang durch Geschichte und Kultur des Nahen
Ostens von den Pharaonen bis zur Gegenwart, pp. 139 ss.: Sptzeit
Pharaonen, Nebukadnezar und der Aufstieg iranischer Volksstmme zur
Weltherrschaft. Mnich, 1962.
MEULENAERE, H. DE: Herodotos over de 26ste Dynastie (II, 147-III, 15).
Lovaina, 1951.
MEYER, E.: Geschichte des Altertums, vol. III, 3: Die Restaurationszeit und
die Begrndung der Perserreiches, 3. ed. Stuttgart, 1954.
WIEDEMANN, A.: Geschichte gyptens von Psammetich I. bis auf Alexander
den Grossen. Leipzig, 1880.
Herodots zweites Buch mit sachlichen Erluterungen. Leipzig, 1890.
WOLF, W.: Kulturgeschichte des alter gypten, novena parte: Die Sptzeit.
Stuttgart, 1962.

III. Artculos, separatas, etc. de mayor inters

BISSING, F. W. v.: Forschungen zur Geschichte und kulturellen Bedeutung der


griechischen Kolonie Naukratis in gypten, Forschungen und
Fortschritte, 25. Berln, 1949.
KEES, H.: Zur Innenpolitik der Satendynastie, Nachrichten der Ges. der
Wissensch. zu Gttingen, 1935, pp. 95 ss.
MEYER, E.: Gottesstaat, Militrherrschaft und Stndewesen in gypten,
Sitzungsberichte der Preussischen Akad. der Wissenschaften. Berln,
1928.
SAUNERON, S., y YOYOTTE, J.: La campagne nubienne de Psammtique II et sa
signification historique, Bulletin de lInstitut Franais dArchologie
Orientale. El Cairo, 50 (1952), pp. 157-207.

CAP. 7: LOS GRIEGOS

No citamos aqu los libros y artculos mencionados en las notas, como


tampoco las historias generales de Grecia y de la literatura griega y los
tratados sobre la religin y el arte.
ANDREWES, A.: The Greek Tyrants. Londres, 1956.
BRARD, J.: La colonisation grecque de lItalie mridionale et de la Sicile,
2. ed. Pars, 1957.
BOARDMAN, J.: The Greeks Overseas. Hardmonsworth, Penguin Books, 1957.
BOWRA, C. M.: Greek Lyric Poetry from Alcman to Simonides, 2. ed. Oxford,
1961.
BURN, A. R.: The Lyric Age of Greece. Londres, 1960.
FINLEY, M. I.: The World of Odysseus. Ed. rev., Nueva York, 1965.
FRNKEL, H.: Dichtung und Philosophie der frhen Griechentums, 2. ed.,
Mnich, 1962.
Wege und Formen frhgriechischen Denkens, 2. ed., Mnich, 1960.
GRAHAM, A. J.: Colony and Mother City in Ancient Greece. Manchester,
1964.
GUTHRIE, W. K. C.: A History of Greek Philosophy, vols. I y II. Cambridge
(Inglaterra), 1962-65.
HASEBROEK, J.: Griechische Wirtschafts- und Gesellschaftsgeschichte bis zur
Perserzeit. Tubinga, 1931.
JEANMAIRE, H.: Couroi et Cortes. Lille, 1939.
KIRK, G. S., y RAVEN, J. E.: The Presocratic Philosophers. A Critical History
with a Selection of Texts. Cambridge (Inglaterra), 1962.
LATTE, K.: Heiliges Recht. Tubinga, 1920.
MAZZARINO, S.: Fra Oriente e Occidente. Florencia, 1947.
RICHTER, G. M. A.: Kouroi, 2. ed. Londres, 1960.
ROEBUCK, C.: Ionian Trade and Colonization. Nueva York, 1959.
SAKELLARIOU, M. P.: La migration grecque en Ionie. Atenas, 1958.
SNELL, B.: Die Entdeckung des Geistes, 3. ed. Hamburgo, 1955.
STARR, C. G.: The Origins of Greek Civilization 1100-650 B. C. Nueva York y
Londres, 1962.
VERNANT, J. P.: Mythe et pense chez les Grecs. Pars. 1965.
Les origines de la pense grecque. Pars, 1962.
WILL, E.: Doriens et Ioniens. Pars, 1956.
Notas

ABREVIATURAS EMPLEADAS EN LAS NOTAS Y LA BIBLIOGRAFA

AFO: Archiv fr Orientforschung


ANET: (ed. J. B. Pritchard) Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old
Testament, 2. ed. Princeton, 1955
ARAB: D. D. Luckenbill, Ancient Records of Assyria and Babylonia. Vol. I y
II, Chicago, 1926-27
CT: Cuneiform Texts in the British Museum
JNES: Journal of Near Eastern Studies
KB: Keilschriftliche Bibliothek. Berln
RLA: Reallexikon der Assyriologie. Berln-Leipzig, 1932 y ss.
RA: Revue dAssyriologie. Pars
ZA: Zeitschrift fr Assyriologie. Berln
CAP. 1. ASIRIA Y LOS PASES VECINOS (BABILONIA, ELAM, IRN) DESDE EL 1000
HASTA EL 617 a. C. EL NUEVO IMPERIO BABILNICO HASTA EL 539 a. C.

1. ASIRIA Y LOS PASES VECINOS

[1]
Sobre los arameos y su expansin, cf.: SCHIFFER, S.: Die Aramer. Leipzig,
1911; OCALLAGHAN, R. T.: Aram Naharaim. Roma, 1948; LANDSBERGER, B.:
Samal Ankara, 1948; DUPONT SOMMER, A.: Les Aramens. Pars, 1949;
KUPPER, J. R.: Les Nomades Pars, 1967, pp. 112-145; MOSCATI, S.: The
Aramaean Akhlam, Journal of Semitic Studies, IV (1959), 303-307. <<
[2]
ARAB, I, 107-108; WEIDNER, E. F.: AFO, 3 (1926), 151-161; WEISSBACH, F.:
RLA, 1 (1928), 209-211; KUPPER, J. R.: Nomades, 117-119, 133. <<
[3]ARAB, I, 109-125; SEIDMANN, J.: Mitteilungen der altorientalischen
Gesellschaft IX/3 (1935), 8-35; WEIDNER, E. F.: RLA, I (1928), 109-125. <<
[4]SCHEL, V.: Annales de Tukulti-Ninip, Pars, 1909; ARAB, I, 126-137;
KUPPER, J. R.: Nomades, 124-126; TOURNAY, R. J., y SOUBHI SAOUAF: Stle
de Tukulti-Ninurta II, Ann. Archeol. Syrie (1952), 169-190. <<
[5] DOSSIN, G.: Annales archeol. de Syrie, 11-12 (1961-1962), 197-206. <<
[6]Cf. HSING, G.: Der Zagros und seine Vlker, en Alter Orient, 9, 1908;
STRECK, M.: Das Gebiet der heutigen Landschaften Armenien, Kurdistan und
Westpersien nach den babylonisch-assyrischen Keilschriften, ZA, 13 (1898),
57-110; 14 (1899), 103-172; 15 (1900), 257-382; THUREAU-DANGIN, F.: Une
relation de la Huitime Campagne de Sargon, Pars, 1912; WRIGHT, E. M.:
The 8th Campaign of Sargon II of Assyria, JNES, 2 (1943), 173-186;
SPEISER, E. A.: Southern Kurdistan, Annual of the American Schools of
Oriental Research, 8 (1926-28); KINNIER-WILSON, J. V.: Iraq, 24 (1962), 101-
113; VANDEN BERGHE, L.: Archologie de LIran ancien, Leiden, 1959. <<
[7]Sobre las excavaciones de Hasanlu, cf. los informes de DYSON, R. H.:
Archaeology, 1958-59-60; Expedition, 1958-1959; Illustrated London News,
23-I-60, 13-II-60, 30-IX-61; Science, 135/3504 (Washington, 1962), 637-647.
<<
[8]GODARD, Le trsor de Ziwiye, Haarlem, 1950; GIRSHMAN, E.: LIran,
Pars, 1951, 89-93; FALKNER, M.: AFO, 16 (1952), 129-132; BARNETT, R. D.:
Iraq, 18 (1956), 111-116. <<
[9]Sobre Uraru, cf. la bibliografa citada en FOLLET, R.: Rivista degli Studi
Orientali, 32, 1957, pp. 189-200, y en RA, 52 (1958), 191-92, y 53 (1959),
52-53, y ms particularmente, KNIG, F. W.: Handbuch der chaldischen
Inschriften, AFO, anexo 8 (1955); MELIKIVILI, G. A.: Urartskije
klinoobraznyje nadpisi. Mosc, 1960; generalidades: GOETZE, A.: Kleinasien
(1957), pp. 189-200; economa: RIEMSCHNEIDER, M.: Wirtschaftsformen und
Militrwesen in Uraru, en Sozialkonomische Verhltnisse im Altem Orient.
Berln, 1961, 237-244; arte: PIOTROVSKIJ, B. B.: Iskusstvo Uraru.
Leningrado, 1962. Cartas y documentos urarteos; DIAKONOV, I. M.: Urartskije
pism i dokumenty. Mosc-Leningrado, 1963. <<
[10]
H. WEISSBACH, RLA, 1, 214-220; ARAB, 1, 138-199; WISEMAN, D. J.: A
New Etela of Assurnasirpal, Iraq, 14 (1952), 24-39; MICHEL, E.: Die Texte
Aur-nair-aplis II, en Die Welt des Orients, 2, 1954, 312-21, 404-07;
VIEYRA, M.: Les Assyriens. Pars, 1961. <<
[11] Sobre Salmanasar III: ARAB, 1, 200-252; MICHEL, E.: Die Aur-Texte
Salmanasar III, en Die Welt des Orients, 1 (1947), 116 (1952); CAMERON,
G. G.: Sumer, 6 (1950), 6-26; FUAD SAFAR, Sumer, 7 (1951), 3-21; LAESSE,
J.: Iraq, 21 (1959), 38-41; LAMBERT, W. G.: Anatolian Studies, 11 (1961),
143-158; KINNIER-WILSON, J. V.: Iraq, 24 (1962), 90-115; HULIN, P.: Iraq, 25
(1963), 48-69. Sobre las campaas contra Siria, principalmente cf.
OPPENHEIM, A. L.: ANET (1950), p. 276 y la bibliografa citada en la misma
pgina, nota 1. <<
[12]
NASTER, P.: LAsie Mineure et lAssyrie aux VIIIe et VIIe sicles av. J. C.
Lovaina, 1938. <<
[13] ARAB, 1, 230-231; Historia Sincrnica (Cuneiform Texts, 34, 40),
col. III, lneas 22-35; UNGER, E.: RLA, 3 (1959), 139-140 (s. v. Gannanate). <<
[14] OATES, D.: Iraq, 25 (1963), 6-39. <<
[15]OATES, D.: Fort-Salmaneser, Iraq, 21 (1959), 98-129; LAESSE, J.: A
Statue of Salmaneser III from Nimrud, Iraq, 21 (1959), 6-37; OATES, D.:
The Excavations at Nimrud, Iraq, 23 (1960), 1-14, 25 (1963), 6-37. <<
[16]Textos: Estela de Kalakh (I Rawlinson, 29-34); ARAB, 1, 253-260;
Estela de Asur; WEIDNER, E. F.: AFO, 9 (1933-34), 89-101; Carta a Dios,
Keilschrifttexte aus Assur historischen Inhalts, 2, 40, 142; WEIDNER, ib., pp.
101-104; Historia Sincrnica (CT, 34, pl. 41), Z, 1-14. <<
[17] WEIDNER, E. F.: AFO, 8 (1932-33), pgs. 27-29. <<
[18]
AFO, 9 (1954), pgs. 102-103. Sobre la significacin de la Carta a
Dios, cf. nota 46. <<
[19]
WEISSBACH, F. H.: Babylonische Miscellen. Leipzig, 1903, pgina 16,
nm. VI, ln. 4: Marduk-zkir-umi ar kiati, Marduk, rey de la Totalidad.
<<
[20]Estela de Sammuramt, ANDRADE, W.: Stelenreihen aus Assur, Leipzig,
pp. 10-11; ARAB, 1, pp. 260 y 731; sobre Sammuramt-Semramis, cf., en
particular, LEWY, H.: JNES, 11 (1952), pp. 264-286. <<
[21] ARAB, 1, 260-265; cf., tambin, WEISSBACH, H. F.: RLA, 1, p. 21. <<
[22]Historia Sincrnica, CT, 34, planchas 38-41 (as como duplicados);
PEISER WINCKLER: Die sogenannte synchronistische Geschichte KB, 1
(1889), pp. 194 y sigs.; cf., adems, TADMOR, E.: JNES, 17 (1958), 131
(traduccin parcial y bibliogrfica); WEIDNER, E. F.: AFO, anexo 12 (1959),
49, 51, 54 (traduccin parcial). <<
[23] Cf. RLA, 2/5, p. 429, dedicado a los aos 788 y 787. <<
[24]KING, L. W.: Chronicles of Early Babylonian Kings, 2. ed., 1907, pp. 66-
68; cf. tambin WEIDNER, E. F., RLA, 2, p. 453 (s. v., Eriba-Marduk). <<
[25] FRIEDRICH, J.; MEYER, G. R.; UNGNAD, A., y WEIDNER, E. F.: Die
Inschriften vom Tell Halaf, AFO, cuaderno 6. Berln, 1940. <<
[26] Ibid., p. 38, nm. 48. <<
[27] KNIG, F. W.: AFO, cuaderno 8, p. 37. <<
[28] KNIG, op. cit., nm. 10, pp. 59-60. <<
[29]
Asurnirarini Adadinirariehi MAN kur Asurnii, Asurnirri (hijo) de
Adadnirri, rey de Asiria, ibd., p. 117, nm. 102, p. derecha, I, lneas 9-10.
<<
[30] KNIG, op. cit. pp. 116-117, nm. 102, VII-VIII. <<
[31] Ibid., 123-124, nm. 9, III-IV. <<
[32]
Inscripcin encontrada en Jekke; cf. BARNETT, R. D.: Hittite Hieroglyphic
Texts at Aleppo, Iraq, 10 (1948), pp. 122 ss. y plancha XIX. Observar, sin
embargo, que la identificacin de sa-s-tu-ri con Sardur no es aceptada por
todos los hititlogos. <<
[33]
THUREAU-DANGIN, F.: Linscription des lions de Til Barsip, en RA, 27
(1930), pp. 1-21. <<
[34]
Canon de los Epnimos, aos 771-754, RLA, II, 430, lneas 47 y 35. Cf.
tambin, ibd., I, 211, s. v. Aurdn III. <<
[35] ARAB, 1, 265-268; WEIDNER, E. F.: AFO, 8 (1932), p. 17. <<
[36]Inscripciones de este rey en: ARAB, 1, pp. 269-295; WISEMAN, D. J.: Iraq,
13 (1951), pp. 21 ss.; 18 (1956), pp. 117 ss.; cf. tambin la Crnica
babilnica (WINCKLER, H.: KB, 2, p. 272), vol. I, lneas 1-24. Sobre los
acontecimientos de Siria-Palestina, cf. OPPENHEIM, A. L.: ANET, pp. 282-284,
y la bibliografa citada, pp. 276, nota 1; principalmente ALT, A.: Das System
der assyrischen Provinzen auf dem Boden des Reiches Israel, Zeitschrift des
deutschen Palstina-Vereins, 52 (1929), p. 220 ss., y Neue assyrische
Nachrichten ber Palstina und Syrien, ibd., 67 (1945), pp. 178 ss. <<
[37] DUPONT-SOMMER, A.: Les inscriptions aramennes de Sfire. Pars, 1958.
<<
[38]
FORRER, E.: Die Provinzeinteilung des assyrischen Reiches. Leipzig,
1920. <<
[39]Texto K 1349, WINCKLER, H.: Sammlung von Keilschrifttexten, volumen
2, nm. 1 ibd., Altorientalische Forschungen, 1, pp. 403 ss.; LUCKENBILL,
ARAB, 2, pp. 69-71. <<
[40]
UNGER, E.: Sargon II von Assyrien, der Sohn Tiglatpilesers III. Estambul,
1933. <<
[41]Sobre los textos histricos del reinado, cf., LYON, D. J.: Keilschriftexte
Sargons, Knigs von Assyrien. Leipzig, 1883; WINCKLER, H.: Die
Keilschrifttexte Sargons II. Leipzig, 1889; OLMSTEAD, A. T.: Western Asia in
the Days of Sargon of Assyria, 722-705 B. C. Nueva York, 1908; LUCKENBILL,
ARAB, 2, pp. 1-114, 1-230; LIE, A. G.: The Inscriptions of Sargon II, King of
Assyria, The Annals. Pars, 1929; WEIDNER, E. F.: AFO, 14 (1941-1944), pp.
40-53; GADD, C. J.: Iraq, 16 (1954), pgs. 172-201; TADMOR, H.: Journal of
Cuneiform Studies, 12 (1958), pp. 22-40 y 77-100. Numerosos datos
histricos se obtienen igualmente de las cartas de la poca;
LEROY-WATERMAN: Royal Correspondence of the Assyrian Empire, en Ann.
Arbor, (1930/31); SAGGS, H. W.: Iraq, 20 (1958), pp. 182-212. Sobre Elam en
la poca de Sargn y sus sucesores, cf. HINZ, W.: Das Reich Elam Stuttgart,
1964, pp. 121 ss.; Das neu-elamische Reich (rund 750 bis, 640 v. Chr.). <<
[42] Texto K 1349 (cf. nota 39), lneas 38-40. <<
[43] KNIG, F. W.: AFO, cuaderno 8, nms. 118-122, pgs. 139-150. <<
[44]Ibid., nm. 122. La estela de Topzawa (o de Sidekan) se halla
aproximadamente a 35 km de Rowandz y a casi 25 km de la estela de
Kelishn. <<
[45] Cf. FOLLET, R.: Rivista degli Studi Orientali, 32 (1957), 61-81. <<
[46]Se trata del relato detallado de una campaa que el rey hizo redactar bajo
la forma de carta dirigida a uno o a varios dioses. Les rinde cuentas del
desarrollo y xito de las operaciones. Sobre otras Cartas a Dios, cf.
Samshi-Adad V (nota 35), y Asarhaddn (cf. nota 103). Cf. adems UNGNAD,
A.: Orientalistische Literaturzeitung, 21, pp. 72 y siguientes; WEIDNER, E.:
AFO, 12, p. 147; DIJK, J. VAN: La sagesse somro-accadienne. Leiden, 1935,
pp. 13 ss. <<
[47] Fr. THUREAU-DANGIN, op. cit., pg. 14. <<
[48]
Acta de cambio de tierras, texto K 1989, KOHLER, J., y UNGNAD, A.: Assyr.
Rechtsurkunden, Leipzig, 1913, nm. 10; JOHNS, Assyrian Deeds and
Documents, Cambridge, 1924, nm. 660, p. 809. <<
[49]Sobre Senaquerib, cf. LUCKENBILL, D. D.: The Annals of Sennaqherib,
en Oriental Institute Publications, 2. Chicago, 1924; d., ARAB, 2, pgs. 115-
197; GRAYSON, A. K.: AFO, 20 (1963), pg. 84, nota 5 (bibliografa
complementaria). Alusin a los inditos, en BORGER, R.: Bab.-Ass. Lesestucke
(1963), pp. 59-62; Crnica Babilnica (Cuneiform Texts, 34, plancha 46 ss.,
vol. II, lnea 18, hasta col. 111, lnea 38). <<
[50] LUCKENBILL, D. D.: op. cit., nota 49, pp. 103-116 (col. V, 23-VIII, 88). <<
[51]
TH. JACOBSEN y SETON LLOYD: Sennacheribs Aqueduct at Jerwan, en
Orient. Inst. Public., 24, Chicago, 1935. <<
[52] LEWY, H.: Nitokris-Naqa, en JNES, 11 (1952), pp. 264-286. <<
[53]
BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons Knigs von Assyrien, en AFO,
anexo 9, 1956, pp. 40 ss., lneas 8-19. <<
[54]Sobre Asarhaddn, cf. principalmente, LANDSBERGER, B., y BAUER, TH.:
ZA, 37 (1927), pp. 61-98; BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons en AFO,
anexo 9 (1956); d., AFO, 18 (1957-58); d., Bibliotheca, Orientalis, 21
(1964), pp. 143-148: WISEMAN, D. J.: The Vassal-Treaties of Asarhaddon,
Iraq, 20 (1958), pp. 1-99; BORGER: ZA, 54 (1961), pgs. 173-196; sobre la
crnica de Asarhaddn, SMITH, S.: Bab. hist. Texts, Londres, 1924, pgs. 1-21.
<<
[55] NOUGAYROL, J.: Syria, 33 (1956), pp. 151-160. <<
[56] BORGER: op. cit., pp. 56-57, col. IV, lneas 53-61. <<
[57] Ibid., pp. 107-109. <<
[58] LABAT, R.: Journal Asiatique, 1961, pp. 1-12. <<
[59] KNIG, F. W.: AFO, cuaderno 8, nms. 126-131, pp. 157-161. <<
[60] Cf. la nota 46. <<
[61] LEROY-WATERMAN: op. cit., nm. 870. <<
[62] WISEMAN, D. J.: Iraq, 20 (1958), pp. 1-99. <<
[63] Ibid., lneas 237-245. <<
[64] VON ZEISSL, H.: thiopien und Assyrer in gypten (gipt. Forschungen,
14, 1955), pp. 52-54; BORGER, R.: Op. cit., pp. 94; YOYOTTE, J.: Les
principauts du Delta, en Mlanges Maspero, 4 (1961). <<
[65] LEROY-WATERMAN: op. cit., nm. 1239. <<
[66]Sobre Asurbanipal, cf. STRECK, M.: Assurbanipal, vol. I, II, III (Leipzig,
1916), LUCKENBILL: ARAB (1927), pgs. 290-407; THOMPSON, R. C.: The
Prisms of Ashurbanipal. Londres, 1931; BAUER, TH.: Die Inschriftwerk
Assurbanipals. Leipzig, 1933; PIEPKORN, A.: Historical Prisms Inscriptions
of Ashurbanipal. Chicago, 1933; AYNARD, J. M.: Le Prisme du Louvre AO
19 939. Pars, 1957. <<
[67]
HARTMANN, L. F.: JNES, 21 (1962), pgs. 25-37 (el documento data del 16
o 17 de mayo del 657). <<
[68]Cf. SCHAWE, J.: Untersuchung der Elambriefe aus dem Archiv
Assurbanipals (Tesis). Berln, 1927. <<
[69] WEIDNER, E. F.: AFO, 7, (1931), p. 3. <<
[70]
ROSMARIN, T. W.: Aribi und Arabien in den Babylonisch-assyrischen
Quellen, Journal of the Society of Orient. Research, 16 (1932), pp. 1 ss. <<
[71] Particularmente LEROY-WATERMAN: Op. cit., nm. 291. <<
[72] Inscripcin L, lneas 13-18. <<
[73] LEROY-WATERMAN: Op. cit., vol. IV, pg. 213, nm. 6. <<
[74]Sobre esta cuestin (el problema sucesorio y la fecha inicial de la dinasta
neobabilnica), cfr. BORGES, R.: Wien. Zeitschr. fr die Kunde des
Morgenlandes, 55 (1955), pp. 62-76. Journal of Cuneiform Studies, 19
(1965), pp. 59-77; VAN DIJK, J.: Vorl. Bericht ber die Ausgrabungen in
Uruk-Warka, 20 (1962), pp. 53 ss.; AFO, 20 (1963), p. 217 b; OATES, J.: Iraq,
27 (1965), pp. 139-159. <<
[75]
STRECK, M.: Asurbanipal, vol. 2, pp. 380-81; EDZARD, D. O.: AFO, 19
(1959), p. 143 (Bibliografa). <<
[76]
Texto K 3409; JOHNS: Assyr Deeds and Documents, 649-650, 807;
KOHLER-UNGNAD, Assyr. Rechtsurkunden, nms. 20, 21. <<
[77] Sobre el reinado de Nabopolasar, cf. LANGDON, ST.: Die
neubabylonischen Knigsinschriften. Leipzig, 1912, pp. 14-16, 61-71;
WISEMAN, D. J.: Chronicles of Chaldean Kings. Londres, 1956: Textos BM
25 127, 21 901, 22 047, 21 946; VOGT, E.: Die neu-babylon. Chronik
Vetus Testamentum, vol. 4 (1966), pp. 72 ss.; cf. tambin PARKER W.
DUBBERSTEIN: Babylonian Chronology, 626 B. C.-A. D. 75. Providence, 1956.
<<
[78]
CAVAIGNAC, E.: RA, 41 (1957), pgs. 28-29; Journal Asiatique, CCXLIX
(1961), pp. 153 ss. <<
[79] Sobre los acontecimientos del reinado de Nabucodonosor II, cf.
WEISSBACH, H. F.: Die Inschriften Nebuchadnezars II im Wadi Brisa. Leipzig,
1906; LANGDON, ST.: Op. cit. (nota 77), pp. 16-45, 71-209; WISEMAN: Op. cit.
(ibd.), Textos BM 21 946 y 33 041; VOGT, E.: Op. cit. (ibd.); ALBRIGHT,
W. F.: Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 143 (1956),
pp. 28-33; MALAMAT, A.: Israel Exploration Journal, 6 (1956), pp. 246 ss.;
GOETZE, A.: Crozer Quaterly, 33/1, pp. 67-78; LEIBOVICI, M.:
Nabucodonosor, Dictionnaire de la Bible, Suplemento, 6 (1958), pp. 286-
291, etc. <<
[80]PIOTROVSKIJ, B. B.: Ourartou, Ancien Orient Illustr, Pars, 1954;
BARNETT, R. D.: Archaeology in Uraru Troisime Rencontre
Assyriologique International, 1952, p. 15, Leiden, 1954. <<
[81] LANGDON, ST.: Op. cit. (nota 77), pp. 45-46, 209-212; WISEMAN, D. J.: Op.
cit. (ibd.); Texto BM 25 124; CAVAIGNAC, E.: Journal Asiatique, 244 (1956),
pp. 341-348. <<
[82] Cf. principalmente: LANGDON, ST.: Op. cit., pp. 46-48, 219-297; SMITH, S.:
Babylonian Historical Texts. Londres, 1924, pp. 83 ss.: Texto BM 35 382 (pp.
110-118); B. LANDSBERGER-TH. BAUER: ZA, 37 (1927), pp. 88 ss.; CLAY: Yale
Babylonian Texts, I, nm. 45; NOUGAYROL, J.: RA, 40 (1951), p. 74; GARELLI,
P.: Nabonide, Dictionnaire de la Bible, Suplemento 6 (1958), pp. 269-286
(con bibliografa anterior): GADD, C. J.: Anatolian Studies, 8 (1958), pginas
35-92; MORAN, W. L.: Orientalia, nova series, 28 (1959), pp. 130-140. <<
[83]LANGDON, ST.: Op. cit. (nota 77), pp. 276-278, col. IV, lnea 37, col. V,
lnea 28. <<
[84]COCQUERILLAT, D.: Palmeraies et cultures de LEanna dUruk (en
prensa). <<
[85]Texto Nabonido H2 A y B; GAAD, Anatolian Studies, 8, 1958, pp. 56-59,
lneas 14-27. <<
[86]Texto BM 38 299 (SMITH: Babylonian historical Texts, pp. 83 ss.), col. V,
lneas 14-15; col. I, lnea 21; col. II, lneas 2-3. <<
CAP. 2. ASIA MENOR ENTRE LOS HITITAS Y LOS PERSAS

[1]Salvo en ocho casos, que slo se encuentran en textos jeroglficos,


mantenemos en este captulo los signos sh y kh para los antropnimos y
topnimos hititas y luvitas. <<
[2]Sobre este rey vase LANDSBERGER, B.: Samal, pg. 31, nota 63, p. 32,
nota 64 y p. 33, nota 67. <<
[3] Ver sobre esta arameizacin, LANDSBERGER, B.: Samal, pginas 37-38. <<
[4] Ver GTERBOCK. H. G.: JNES, 13 (1954), pg. 110. <<
[5]Ver BOSSERT, H. TH.: Mitteilungen des Instituts fr Orientforschung, 2
(1954), pg. 83. <<
[6]Cf. BOSSERT, H. TH.: Jahrbuch fr Kleinasiatische Forschung, 2 (1951),
pp. 110 y 112. <<
[7]Sobre la historia de amat consltese LANDSBERGER, B.: Samal, p. 23,
nota 45; pp. 29 y 60. <<
[8] Ver ahora en GELB, I. J.: Hittite Hieroglyphic Monuments, p. 39. <<
[9] Cf. LANDSBERGER, B.: Samal, p. 26. <<
[10]Cf. SAGGS, H. W. F.: The Nimrud Letters, 1952, 4. parte, nm. 39 =
Iraq, 20 (1958), pp. 182-187 y 202 ss. (de todos modos, no puedo estar de
acuerdo con las fechas que da Saggs para la poca de Sargn II). <<
[11] Ver BOSSERT, H. TH.: Archiv fr Orientforschung, 17 (1954-56), pg. 61.
<<
[12]Debo este dato a una comunicacin personal del profesor E. LAROCHE
(Estrasburgo y Pars). <<
[13]Ver GOETZE, A.: Journal of Cuneiform Studies, 16 (1962), p. 53; no estoy,
sin embargo, de acuerdo con su datacin de los textos de Karatepe. <<
[14]Ver por ltimo KANTOR, H. J.: Journal of Near Eastern Studies, 21
(1962), pp. 93 ss., y las referencias all citadas. <<
[15]Ver BOSSERT, H. TH.: Studi Classici e Orientali, 1 (1952), p. 58 y
Belleten, 16 (1952), fasc. 64, pp. 537 ss.; ver, sin embargo, MERIGGI, P.: Studi
Classici e Orientali 2 (1953), p. 34. <<
[16] Cf. BIRMINGHAM, J. M.: Anatolian Studies, 11 (1961), pp. 185 ss. <<
[17]Cf. SAGGS, H. W. F.: The Nimrud Letters 1952, parte 2., nm. 15 = Iraq,
17 (1955), pp. 133-134. <<
[18]
El texto de Tiglatpileser III publicado por D. J. Wiseman, que, poco antes
de la cita de Washu-Shar(ru)mash, habla de un prestigioso prncipe que se
haba opuesto al rey asirio, se refiere en mi opinin a Midas. <<
[19]Cf. LANDSBERGER, B.: Samal, pgs. 76 ss., y GTERBOCK, H. G.: Bulletin
of the American School of Oriental Research, 162 (1961), pginas 49-50. <<
[20]En lo referente a lidios y cimerios, sigo la cronologa y la reconstruccin
de los hechos de Kaletsch, en Historia, 7 (1958), pginas 1-47. Un texto
astronmico estudiado por Hartmann (ABL 1931) prueba en mi opinin que
desgraciadamente la amenaza cimeria se haca sentir con fuerza de nuevo ya en
el 757 a. C. De Lidia y Giges no se habla en este texto; ver HARTMANN, L. F.:
JNES, 21 (1962), pgs. 25 ss. <<
[21]
El hallazgo de que Khum en los textos neobabilnicos corresponde al
Qu(m)e de los asirios se debe a ALBRIGHT, W. F.: Bulletin of the American
School of Oriental Research, 120 (1950), pgs. 22 ss. <<
[22]
Para este ltimo detalle, cf. WISEMAN, D. J.: Chronicles of Chaldean
Kings (626-556 B. C.), Londres, 1956, pgs. 40, 74-77 y 88. <<
CAP. 3. SIRIA Y PALESTINA DESDE FINES DEL SIGLO XI HASTA FINES DEI. DEL
SIGLO VI a. C. DESDE LA INSTAURACIN DE LA MONARQUA EN ISRAEL HASTA EL
FIN DEL EXILIO DE LOS JUDOS

Ver las abreviaturas en el apartado correspondiente de la bibliografa.


[1]
En I Sam. 14, 47 se ha sustituido el original wajjiwwashea, y tena xito,
por jarsha, obraba con maldad. <<
[2]As, merbbaal, reza el nombre en I Par. 8, 34; 9, 40. En II Sam. 4, 4; 9, 6 y
10-13; 16, 1 y 4; 19, 25 y 31; 21, 7, es sustituido por Mefiboseth, mepbsht.
Cf. la nota 3. <<
[3]
El nombre que da I Par. 8, 33 es shbaal, pero en II Sam. 2-4 figura sh-
bsht, hombre de escndalo. <<
[4]El significado de hashri, en II Sam. 2, 9 no es seguro. Algunos juzgan
que se trata de un error en la transcripcin de hashr, los aseritas, o sea
los miembros de la tribu de Aser. <<
[5] EISSFELDT, O.: Ein gescheiterter Versuch der Wiedervereinigung Israels
(II Sam. 2, 12-3, 1), en Kleine Schriften, vol. III, Tubinga, 1965, pgs. 132-
146, 147-150. <<
[6]BEGRICH, J.: Sofr und Mazkr, en Zeitschrift fr die alttestamentliche
Wissenschaft, 58 (1940-41), pp. 1-29; VAUX, R. DE: Titres et fonctionnaires
gyptiens la cour de David et de Salomon, en Revue Biblique, 48 (1939),
pp. 394-405. <<
[7]ERNY, J.: Egypt from the Death of Ramesses III to the End of the twenty-
first Dynasty, en The Cambridge Ancient History, ed. rev., vols. I y II,
fasc. 27, Cambridge, 1965, p. 53. <<
[8]ERNY, J.: op. cit., nota 7, pp. 53-54; MALAMAT, A.: The Kingdom of
David and Solomon in its Contacts with Egypt and Aram Naharaim, The
Biblical Archaeologist, 21 (1958), pp. 96-102; del mismo autor: Aspects of
the Foreign Policies of David and Solomon, en JNES, 22 (1963), pp. 1-17;
YADIN, Y.: Solomons City Wall and Gate at Gezer, Israel Exploration
Journal, 8 (1958), pp. 80-86. <<
[9]WRIGHT, G. E.: A Solomonic City Gate at Gezer, en The Biblical
Archaeologist, 21 (1958), pp. 103-104. <<
[10]YADIN, Y.: New Light on Solomons Megiddo, The Biblical
Archaeologist, 23 (1960), pp. 62-68. <<
[11]En I Reyes 9, 18 el texto hebreo conservado permite la opcin entre dos
lecturas, tmr y tadmr. Es preferible tadmr, Palmira, frente a Tamar,
que reiteradamente se ha tratado de localizar en el sur de Palestina. El pasaje
II Par. 8, 4 requiere tambin tadmr. Cf. nota 14. <<
[12]ALBRIGHT, W. F.: The Administrative Divisions of Israel and Judah,
Journal of the Palestine Oriental Society, 5 (1925), pp. 15-54; ALT, A.:
Israels Gaue unter Salomo, Kleine Schriften, vol. II, Mnich, 1953, pp. 76-
89. <<
[13]SCHREIDEN, K.: Les entreprises navales du roi Salomon, Annuaire de
lInstitut de Philologie et dHistoire Orientales et Slaves, 13 (1955), pp.
587-590. <<
[14]En I Reyes 9, 18 hay que leer baarm, en Aram, en vez de br, en
el pas. Cf. nota 11. <<
[15] PARROT, A.: Le Temple de Jrusalem, Neuchtel-Pars, 1954. <<
[16]ALT, A.: Verbreitung und Herkunft des syrischen Tempeltypus, en Kleine
Schriften, vol. II, Mnich, 1953, pp. 100-115; SCHMIDT, H.: Der heilige Fels
in Jerusalem, Tubinga, 1933. <<
[17]En el grupo consonntico original del texto hebreo de Jueces 18, 30, mshh,
que all se lee mshh, Moiss, se ha intercalado una n, de forma que
resulta mnshh, lo cual debe leerse menashshh, Manass. La sustitucin de
Moiss por Manass se explica por la relacin de Moiss con el santuario de
Bthel, ms tarde arrasado por idlatra, relacin que se quera borrar. <<
[18] HOGARTH, D. G., y WOOLLEY, L.: Carchemish, vols. I-III, Londres,
1914-52. <<
[19] INGHOLT,H.: Rapport prliminaire sur la premire campagne des fouilles
de Hama, Copenhague, 1934; id.: Rapport prliminaire sur sept campagnes
de fouilles Hama en Syrie (1932-1938), Copenhague, 1940; NOTH, M.:
Das Reich von Hamath als Grenznachbar des Reiches Israel, Palstina-
Jahrbuch, 33 (1937), pp. 36-51. <<
[20]Ausgrabungen in Sendschirli (Museen zu Berlin, Mitteilungen aus den
Orientalischen Sammlungen XI-XV), vols. I-V, Berln, 1893-1943; KAI, nms.
24-25, 214-221; ANET, pp. 500-501; BARNETT, R. D.: The Gods of Zincirli,
Compte Rendu de lOnzime Rencontre Assyriologique Internationale,
Leiden, 1964, pp. 59-87, lmina I B-VIII. <<
[21]TADMOR, H.: Que and Muri, Israel Exploration Journal, 11 (1961),
pp. 143-150. <<
[22]KAI, nm. 26; ANET, pp. 499-500. ALT, A.: Die phnizischen Inschriften
von Karatepe, Die Welt des Orients, I, 4 (1949), pp. 272-287; II, 2 (1955),
pp. 172-183; BARNETT, R. D.: Karatepe. The Key to the Hittite Hieroglyphs,
Anatolian Studies, 3 (1951); pp. 53-95. <<
[23] AOB, nms. 138, 140, 141; ANET, nms. 205 y 371 a 374. <<
[24]
JEPSEN, A.: Israel und Damaskus, AFO, 14 (1941-44), pp. 153-172;
MALAMAT, A.: op. cit., nota 8; MAZAR, B.: The Aramean Empire and its
Relations with Israel, The Biblical Archaeologist, 25 (1962), pp. 98-120;
SAUVAGET, J.: Esquisse dune histoire de la ville de Damas, Revue des
Etudes Islamiques, 8 (1934), pp. 421-480. <<
[25] WEIN, E. J., y OPIFICIUS, RUTH: 7000 Jahre Byblos, Nremberg, 1964. <<
[26]
GARBINI, G.: Lespansione fenicia nel Mediterraneo, Cultura e scuola,
VII (1963), pp. 92-97; SCHIFMAN, I.: Die phnikische Kolonisation des
westlichen Mittelmeeres, Das Altertum, 10 (1964), pginas 195-201. <<
[27] KAI, nms. 1-7. <<
[28] AOT, p. 440; AOB, nms. 665-666; ANET, p. 504; ANEP, nmeros 456-
459. <<
[29] JOSEFO,FLAVIO: Ant., VIII, 5, 3; 13, 2; IX, 14, 2; X, 11, 1; C. Ap., I, 17 s.
ALBRIGHT, W. F.: The New Assyrio-Tyrian Synchronism and the Chronology
of Tyre, Annuaire de lInstitut de Philologie et dHistoire Orientales et
Slaves, 13 (1955), pp. 1-9; LIVER, J.: The Chronology of Tyre at the
Beginning of the First Millennium B. C., Israel Exploration Journal, 3
(1953), pp. 113-120. <<
[30]Samaria-Sebaste. Report of the Work of the Joint Expedition in
1931-1933 and of the British Expedition in 1935. Nm. 1: The Buildings at
Samaria, Londres, 1942; nm. 2: Early Ivories of Samaria, Londres, 1938;
nm. 3: The Objects from Samaria, Londres, 1957; PARROT, A.: Samaria, die
Hauptstadt des Reiches Israel, Zrich, 1957. <<
[31]
KAI, nm. 181; AOT, pp. 440-442; AOB, nm. 120; ANET, pginas 320-
321; DOTT, pp. 195-198, lm. X. <<
[32]EISSFELDT, O.: Baalamn und Jahwe, Kleine Schriften, vol. II,
Tubinga, 1963, pp. 171-198; VAUX, R. DE: Les prophtes de Baal sur le Mont
Carmel, Bulletin du Muse de Beyrouth, 5 (1941), pginas 7-20. <<
[33]
AOT, p. 343; AOB, nms. 121-125; ANET, pp. 280-281; ANEP, nmeros
351-355; DOTT, pp. 48-50, lm. III. <<
[34]Esta hiptesis quiz pueda tambin fundamentarse en que, al igual que en
II Reyes 13, 5, el hombre que enva Yahv, a peticin de Jos, es llamado
soccorredor (msa), as en 14, 26 recibe Jeroboam II, aunque
indirectamente, el nombre de libertador (zr). <<
[35]EISSFELDT, O.: Amos und Jona in volkstmlicher berlieferung, en
Festschrift fr Ernst Barnikol, Berln, 1964, pp. 20-25. <<
[36]EISSFELDT, O.: Juda und Juda als Bezeichnung nordsyrischer
Bereiche, Forschungen und Fortschritte, 38 (1964), pp. 20-25. <<
[37] KAI, nm. 215. <<
[38] HALLO, W. W.: From Qarqar to Carchemish: Assyria and Israel in the
Light of New Discoveries, The Biblical Archaeologist, 23 (1960), pp. 34-61.
<<
[39] KAI, nm. 201; ANET, p. 501; DOTT, pp. 239-241, lm. XV. <<
[40]
KAI, nm. 202; AOT, pp. 443-444; ANET, pp. 501-502; DOTT, pginas
242-250. <<
[41]NOTH M.: Laasch und Hazrak, Zeitschrift des Deutschen Palstina-
Vereins, 52 (1929), pp. 129-141. <<
[42] UNGNAD, A.: Eponymen, RLA, vol. II, Berln, 1938, pp. 412-457. <<
[43]
WEIDNER, E. F.: Der Staatsvertrag Assurnirris VI. von Assyrien mit
Matiilu von Bt-Agusi, AFO, 8 (1932-1933), pp. 17-26. <<
[44] KAI, nms. 222-224; ANET, pp. 503-504. <<
[45]FRIEDRICH, J.: Phnizisch-punische Grammatik, Roma, 1951, pginas
153-162: Skizze der Sprache von Jaudi im nrdlichen Syrien. <<
[46] AOB, nms. 146-147; ANEP, nm. 335. <<
[47]En la escritura hebrea la r y la d son tan similares que a menudo no es
posible distinguir si se trata de la una o de la otra. De forma que, en nuestro
caso, tomando en consideracin nicamente las consonantes habra que leer,
en vez de rm, Aram, dm, Edom, y en vez de rmjm, arameos, dmjm,
edomitas. <<
[48]ALT, A.: Das System der assyrischen Provinzen auf dem Boden des
Reiches Israel, Kleine Schriften, vol. II, Mnich, 1953, pginas 188-205. <<
[49] Se trata verosmilmente de Tefnakht, prncipe de Sais, en el delta
occidental del Nilo. Cf. GOEDICKE, H.: The End of So, King of Egypt,
Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 171 (1964), pp. 64-
66; ALBRIGHT, W. F.: The Elimination of King So, Bulletin of the
American Schools of Oriental Research, 171 (1964), pgina 66, y BORGER,
R.: Das Ende des gyptischen Feldherrn Sibe = s, JNES, 19 (1960), pp.
49-53. <<
[50]
KAI, nm. 189; AOT, p. 445; AOB, nm. 607; ANET, p. 321; DOTT, pp.
209-211, lm. XI. <<
[51]ANET, p. 308; DOTT, pp. 84-86. WEIDNER, E. F.: Jojachin, Knig von
Juda, in babylonischen Keilschrifttexten, Mlanges Syriens Dussaud, vol. II,
Pars, 1939, pp. 923-935. <<
[52]Los datos cronolgicos de Jer. 27, 1 y 28, 1, como vimos ms arriba, son
errneos y deben rectificarse. <<
[53] AOT, p. 345; ANET, pp. 282-283; DOTT, pp. 53-58. <<
[54] AOB, nms. 143-144; ANEP, nm. 447. <<
[55]
WEIDNER, E. F.: Der Vertrag Asarhaddons mit Baal von Tyros, AFO, 8
(1932-33), pp. 29-34. <<
[56]EISSFELDT, O.: Das Datum der Belagerung von Tyrus durch
Nebukadnezar, Kleine Schriften, vol. II, Tubinga, 1963, pp. 1-3. <<
[57] UNGER, E.: Namen in Hofstaate Nabukadnezars II, Theologische
Literaturzeitung, 50 (1925), pp. 481-486; del mismo autor: Babylon, die
Heilige Stadt, Berln-Leipzig, 1931, pp. 282-294, cuadros 52-56. <<
CAP. 4. ARABIA

[1]Con se transcribe la peculiar s sudarbiga. Para facilitar la tarea al lector


ciertos nombres cuya forma rabe o aramea es conocida o excepcionalmente
todava est en uso aparecen solos, es decir, sin las correspondencias acadias.
Por ejemplo: amh, arrn, Khaibar, Taim, azl (slo aqu, pero si no
slo por razones especiales se marcan las largas); tambin el conocido Dedn
del Antiguo Testamento en lugar del acadio Dadn. De Iata/Yatha, en que el
nombre rabe va a continuacin de su transcripcin al acadio, aparece slo
Iata cuando vuelve a aparecer la persona. <<
[2]Ver THILO, U.: Die Ortsnamen in der altarabischen Poesie, Schriften der
Max Freiherr von Oppenheim-Stiftung, cuaderno 3, Wiesbaden, 1957, p. 111;
en el Corn, 89, 8/9 aparece con Wdi. En el siglo X el nombre se desplaza
hacia el sur, como registra AL-MUQADDASI: Bibliotheca Geographorum
Arabicorum, compilada por GOEJE, M. J. de, vols. III y IV, Leiden, 1877,
p. 79. <<
[3]
Tambin lo hace MUSIL, A.: Arabia Deserta, Nueva York, 1927, pues llama
desierto rabe al sirio. <<
[4]Aproximadamente, en efecto, pues esta ltima no pasaba por Dedn, sino
15 km ms al norte, por igr, al-igr, Egra; ver CASKEL, W.: Lihyan und
Lihyanisch (Arbeitsgemeinschaft fr Forschung des Landes Nordrhein-
Westfalen, Geisteswiss. Fascculo 4, Abh.), Colonia-Opladen, 1954, 39, p. 95.
<<
[5]El nombre significa langosta y aparece como Jundab o Jundub todava en
la poca del profeta Mahoma. <<
[6]Los textos y traducciones utilizados para este parte (norte de Arabia) son
los de PRITCHARD, J. B.: ANET, 2. ed., Princeton, 1955, y tambin los de
WEISS ROSMARIN, T.: Aribi und Arabien in den babylonisch-assyrischen
Quellen, tesis presentada en Wrzburg, 1931, publicada en Nueva York, 1932;
para Asarhaddn, ver BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons, Graz,
1956, AFO, 7. <<
[7] O Idibail? (en PRITCHARD, p. 284, izquierda, 25: Idi-balu; en el
Antiguo Testamento, Adbeel). En los mismos textos aparece un gobernador
Idibil. Este nombre se halla tambin (en un grafito, esto es, una inscripcin no
monumental sobre una roca de, o posterior a, finales del siglo II) en la forma
Dbl (BRADEN, A. VAN DEN: Les Inscriptions Thamoudennes, Lovaina-
Heverlee, 1950, p. 300). Idibil se menciona a menudo en la HISTORIA
UNIVERSAL SIGLA XXI, tomo 5, captulo 20. All seguimos a MUSIL, A.: Arabia
Petraea, p. 478, aplicando las rectificaciones de ALBRIGHT, W. F.: The
Biblical Tribe of Massa and some congeners, separata de Studi
Orientalistici in onore di Giorgio Levi Della Vida, vol. I, Roma, 1956, p. 14.
<<
[8] Arameo; llamado como el conocido rey de Damasco de la Biblia. <<
[9] Para este lugar pueden mencionarse dos grafitos de los alrededores de
Taima de finales del siglo V, cuya traduccin agradezco a mi discpulo, el
seor Hanspeter Roschinski. Quienes lo escribieron narran su participacin en
la guerra contra Nabayat (cf. HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XXI, 5, cap. 20); existe
tambin un tercero relativo a la guerra contra Dedn, que dista 135 km de
Taima. Los tres grafitos se encuentran en BRADEN, VAN DEN: Les Textes
Thamoudens de Philby, Lovaina, 1956, 266 ac, ag, a. <<
[10] ALBRIGHT, W. F.: Musa, pp. 4 ss. <<
[11]Ver la representacin de este episodio en MORITZ, B.: Arabien, Hannover,
1923, lm. 6. Musil, que tanto ha hecho para el esclarecimiento del escenario
de la batalla, busca el escarpado monte Khukkurina en el Tulul Iyat, al este de
Damasco. Pero esto no es compatible con la identificacin de Khulkhuliti con
Khalkhala, que l da como vlida. Tambin faltan all los nueve pueblos y
fuentes citados expresamente en el texto, que slo se hallan en el Lejb y junto
a l. <<
[12]MEISSNER, B.: Zwei Reliefs Assurbanipals mit Darstellungen von
Arabern, Islamica, II (1925), pp. 391 ss.; OPITZ, D.: Die Darstellungen der
Araberkmpfe Aurbnaplis aus dem Palast zu Ninive, AFO VII (1931-32),
pp. 7-13. <<
[13]Con mayor exactitud en la tesis, an indita, del Dr. Walter Dostal, de
Viena. <<
[14] PRITCHARD, p. 298, derecha (V, 26-30). <<
[15]CASKEL, W.: Die alten semitischen Gottheiten in Arabien, Le Antiche
Divinit Semitiche, Studi raccolti da Sabanino Moscati, Studi Semitici, 1,
Roma, 1938, p. 115. Citamos el libro en lo sucesivo como Le Antiche Divinit
Semitiche. <<
[16]Tal es aproximadamente su transcripcin fontica: se trata del documento
ms antiguo de la pronunciacin de la rabe como sonora lateral enftica
(un sonido prximo al de la ll). <<
[17] Una hoya cenagosa a menudo cubierta de costras salinas. Cf.
LANDSBERGER, B., y BAUER, TH.: Zu neuverffentlichten Geschichtsquellen
der Zeit von Asarhaddon bis Nabonid, ZA, 37 (1927), p. 75; bau
significa probablemente arena fangosa. <<
[18] Se llamaban entonces Khaibar, Fadak, Yad; en la poca del profeta:
Khaibar, Fadak, Yad; a partir de la poca moderna: Khaibar, el-uwaiyi, el-
Hyi. En JOHN PHILBY, H. ST. The Land of Midian, Londres, 1957, pp. 13-46,
se describen verbal y grficamente las reliquias antiguas de arra, algunas de
las cuales pueden remontarse a aquella poca. <<
[19]Por ejemplo, la ciudad de los medos, que es Ecbatana. Con los medos,
como es sabido, se designa a los persas. Insistimos aqu en ello una vez ms,
porque es el origen de un uso lingstico que se encuentra, adems de entre los
griegos, en una interesante inscripcin sudarbiga del ao 271 a. C. (ver
HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XXI, 6, cap. 4, V) y tambin en grafitos de Arabia
septentrional del siglo VI o quiz principios del VII d. C. Ver PIRENNE, J.:
Palographie des inscriptions sud-Arabes, vol. I (Verh. knkl. vlaamse Ac
van Belgie, Kl. der Letteren, nm. 26), Bruselas, 1956 (que citamos en lo
sucesivo como Pirenne I), p. 214, nota 3. <<
[20] Cabe, sin embargo, interpretar este texto de otro modo, y ello por las
siguientes razones: una palabra est tan mal escrita o copiada que no cabe
leerla, sino slo adivinarla (es lanza?). Adems, la lengua de las
inscripciones tamudeas, entre las que se cuenta la que nos ocupa, est por
investigar. Por ltimo, la fecha de esta inscripcin est sometida a discusin, y
sta no es cuestin que pueda resolverse en funcin del comportamiento del
rey de Babilonia al que alude, pues entra dentro de lo posible que generacin
tras generacin se siguiera conmemorando la donacin de un objeto por parte
del rey de la entonces primera potencia mundial. <<
[21] G. Caton-Thompson ha escrito un relato de la expedicin. <<
[22] Se encuentran en LEBARON BOWEN, R., y ALBRIGHT, FRANK, P.:
Archaeological Discoveries in South Arabia, with contributions by Berta
Segall, J. Ternbach, H. Comfort and Gus W. Van Beek (Publications of the
American Foundation for the Study of Man, compilado por W. F. Albright,
vol. II), Baltimore, 1958. Tambin en JAMME, A.: Sabaean Inscriptions from
Mahram Bilqs (Mrib) (id., volumen III), Baltimore, 1958. La ms antigua
coleccin de inscripciones sudarbigas, Corpus Inscriptionum Semiticarum,
pars quarta, t. I-III, Pars, 1889-1932, se citar en lo sucesivo como C. <<
[23]A las nueve inventariadas habitualmente aade VAN DEN BRADEN: Les
Inscriptions Thamoudennes, p. 251, un grafito de las cercanas de Taima.
Parece, adems, haberse formado un ductus especial para monogramas, cuyos
trazos no se ven muy iguales, aunque tienen un cierto parecido con los de las
antiguas inscripciones del sur de Arabia. Tales monogramas aparecen varias
veces en un sello cilndrico (WARD, W. H.: The Seal Cylinders of Western
Asia, Washington, 1910, fig. 1212, p. 353), en un recipiente roto de Tell el-
Kheleife, cerca de Guyan (Ezion Geber), en el extremo del golfo de Aqaba,
del siglo VII (ver P. BONESCHI en RSO, XXXVI [1961], pginas 213-23) y, por
ltimo, en el fragmento de vasija hallado en Hajar bin umeid, junto al Uadi
Baian, que gracias al radiocarbono y al estudio del estrato en que se
encontraba se ha fechado hacia el 750 a. C. <<
[24] Agradezco este resumen a la gentileza de Gonzague Ryckmans. <<
[25]Agradezco esta observacin al arquelogo de la Universidad de Colonia,
Andreas Rumpf, quien consagr largas horas a cotejar en mi presencia las
fotos y dibujos de las primeras obras de J. Pirenne con las de las
publicaciones originales de la arqueologa clsica. <<
[26]No consta el correlato fontico de la en las escasas inscripciones
prerabes, pero se ha conservado en la tercera rama del stemma de esta
inscripcin. <<
[27] PIRENNE I. <<
[28]
MOBERG, A.: The Book of the Himyarites (Skrifter utgivna af Kgl. Human.
Vetenskapssamfundet i Lund, VII, 1924, p. LXXIV2). Probablemente el nombre
que se da al makrab, Yakrubmalik, pueda considerarse emparentado con otro
de unos mil aos antes, de la poca amorrea del pas de Babilonia: el de
Yakrubel; cf. BOTTRO, JEAN: Les divinits smitiques anciennes en
Msopotamie, en Le Antiche Divinit Semitiche, p. 56. <<
[29]El que se ocupe de la historia de Saba debe enfrentarse directamente con
PIRENNE I y con las tablillas genealgico-paleogrficas. A ello slo hay que
aadir que cierto makrab que, segn C, 610, renov la continuacin de (la
ciudad de) Nashq, que empezara su padre, segn C, 637, tiene un padre
distinto, del que se dice que ampli Nashq. Adems, se ha visto desde
entonces aumentado en ocho el nmero de personas registrado, gracias a JA
(550), 555, 557. Si se las incluye en las tablillas, resulta que hay que remontar
a los antepasados dos generaciones, unos cuarenta y cinco aos. <<
[30]Desde aqu hasta el ltimo apartado se han consultado, adems de las
inscripciones: LEBARON BOWEN, R.: Ancient Trade Routes in South Arabia,
Irrigation in Ancient Qatabn; BEEK, G. W. VAN: Ancient Frankincense-
producing Areas in Discoveries, pp. 35-85 y 139-142; FAKHRY, A.: An
Archaeological Journey to Yemen, vol. I, El Cairo, 1952; GROHMANN, A.:
Sdarabien als Wirtschaftsgebiet, vols. 1 y 2, Viena, 1922, y Praga, 1933;
MEZ, A.: Die Renaissance des Islms, Heidelberg, 1922, pp. 417 ss.;
PIRENNE, J.: La Grce et Saba, Acad. des Inscriptions et Belles Lettres, Extrait
des Mmoires, volumen 15, Pars, 1955; PIRENNE, J.: Le royaume sud-Arabe
de Qatabn et sa Datation avec contribution dAndr Maricq
(Bibliothque du Muson, vol. 48), Lovaina, 1961. <<
[31]Sobre la despoblacin forestal de la pennsula, ver MORITZ, B.: Arabien,
pp. 35 ss. <<
[32]De la franja de tierra que unos siglos despus de Cristo se llamaba
Sakaln (y sakalitai sus habitantes), y ms tarde afar/Dofar, pero tambin de
puntos ms occidentales, como an hoy sucede. Ver HAROLD INGRAMS:
Befriedete Wste (Arabia and the Isles), Wiesbaden, 1950, p. 422. <<
[33] Saussurea Lappa, utilizada para ahumados y para tratamientos corporales.
<<
[34]EUTING, J.: Tagbuch einer Reise in Inner-Arabien, vol. I, Leiden, 1891,
pp. 92 ss.; DICKSON, H. R. R.: Kuwait and her Neighbours, Londres, 1956,
p. 80. <<
[35]La Grce et Saba, p. 71, 106, lm. X, a. La fecha segn RUMPF, A. (ver la
nota 25). <<
[36]As como las serpientes se alargan artificiosamente, as tambin se alargan
las puntas de flecha para colmar los altos pilares. Las figuras cnicas
representan quiz la montaa sagrada que en la representacin anterior est
sobre los cuernos del bice. Tambin los nmeros de los objetos representados
(7, 10, 9) proceden de Babilonia. <<
[37]Esta interpretacin se basa en WILLY HARTNER, The earliest History of the
Constellations in the Near East and the Motiv of the Lion-Bull Combat, JNES,
vol. XXIV, nms. 1 y 2 (1965), pp. 1-16, lms. I-XVI de la separata. <<
[38]Tambin el antlope perteneca a Attar. Agradezco al doctor P. Kunitzsch
la explicacin de la segunda y tercera hileras. <<
[39]Rpertoire dpigraphie smitique. Publicado por la comisin de CIS,
Acad. des Inscriptions et Belles Lettres, vols. V-VII. Redactado por
G. Ryckmans, 2693. <<
[40] Adems de las inscripciones he manejado RYCKMANS, G.: Les religions
prislamiques, 3. ed., en Histoire des Religions, compilada por QUILLET, A.,
vol. IV, Pars, 1960, pp. 200-228, 597-605; HFNER, M.: Orts und
Gtternamen in Sdarabien, H. von Wissmann-Festschrift, Tubinga, 1962,
pp. 181-185; RYCKMANS, J.: De quelques divinits sud-arabes, Extrait des
Ephemerides theologicae lovainienses, vol. XXXIX (1963), Gembloux, 1963,
pp. 458-468. <<
[41]Y tambin otros, como u Samw, el (acompaante?) del celestial. Se
trata de Sirio? De Canopo? <<
[42]Procedente del tenimo babilnico Nabium. De este dios de la poca
amorrea se nos dice: La pardre de Marduk, la desse, et leur fils,
Nabium, ou Nab, portent des noms accadiens, pithtes probables ( = La
lune?; et le Brillant = un autre astre?). BOTTRO, J.: Les divinits
smitiques anciennes en Msopotamie, en Le Antiche Divinit Semitiche,
p. 58. En lugar de Anbay se lee Anb (Inb?). <<
[43]En las inscripciones mineas (Kh. NAMI, Y.: Nuqush Khirbat Baraqish ala
dau magmu at M. Tawfik 1.2.3. El Cairo, 1954, 1956, 1959; Fial min
magallat kulliyat al-db, 1954, 1955, 1956, 2. 633; 753; 3113) aparecen
junto a Atar u Yahriq un Atir Yahriq. ste, pues, se identifica con la cosa en
que aqul apareci. Esta relacin recrea un mito ugartico: Atar es el hijo de
Atirat, la esposa de l (DAHOOD, M. M.: Ancient Semitic Deities in Syria
and Palestine, en: Le Antiche Divinit Semitiche, p. 88). Slo que Atar es
hijo de Atir porque Il/l falta en el panten mineico. <<
[44]Tambin exista la frmula: Ywm hwt kl gwm Im wymm w ablm
wmrm, Despus de l toda la comunidad de un dios y de un patrn protector,
de los compaeros protectores, y de los encomendados protectores (?),
esto significaba originalmente, en boca del primero y del segundo Makrab,
una apelacin dirigida a toda Saba para compartir los trabajos pblicos, como
muestra el contexto. <<
5. EL TERCER PERIODO INTERMEDIO Y EL IMPERIO ETOPE

[1]HELCK, W.: Die Inschrift ber die Belohnung des Hohenpriesters Imn-
tp, en: Mitteilungen des Instituts fr Orientforschung, 4 (1956), pp. 161-
178. <<
[2]KEES, H.: Herihor und die Aufrichtung des thebanischen Gottesstaates,
en: Nachrichten der Gesellschaft der Wissenschaften zu Gttingen, Phil.-
Hist. Klasse. I Altertumswissenschaft. Nueva serie, vol. II, nm. 1. Gotinga,
1936. <<
[3]NIMS, C. P.: An Oracle Dated in The Repeating of Birth, en: JNES, 7
(1948), pp. 157-162. <<
[4] MONTET, P.: La Ncropole royale de Tanis, II (Psousenns). Pars, 1951.
<<
[5]PEET, T. E.: The Great Tomb-Robberies of the Twentieth Egyptian Dynasty,
2 vols. Oxford, 1930. <<
[6] BARGUET, P.: Le Temple dAmon-R Karnak, p. 37. <<
[7] MASPERO, G.: Les momies royales de Dir el-Bahar. El Cairo, 1889. <<
[8] MONTET, P.: La ncropole royale de Tanis II (Psousenns), pp. 185-186.
<<
[9]MALAMAT, A.: Aspects of the Foreign Policies of David and Salomon,
en: JNES, 22 (1963), pp. 11-13. <<
[10]ERNY, J.: Egyptian Oracles, en PARKER, R.: A Saite Oracle Papyrus
from Thebes, pp. 35-48. <<
[11] ERNY, J.: Ibdem, p. 38. <<
[12] ERNY, J.: Ibdem, p. 38. <<
[13] GARDINER, A. H.: The Gods of Thebes as Guarantors of Personal
Property, en: The Journal of Egyptian Archaeology, 48 (1962), pp. 57-69.
<<
[14]
EDWARDS, I. E. S.: Hieratic Papyri in the British Museum, 4. serie.
Londres, 1960. <<
[15]GUNN, B.: The Decree of Amonrasonther for Neskhons, en: The Journal
of Egyptian Archaeology, 41 (1955), pp. 83-105. <<
[16]
BLACKMAN, A. M.: The Stela of Shoshenk, Great Chief of the
Meshwesh, en: The Journal of Egyptian Archaeology, 27 (1941), pp. 83-95.
<<
[17]GARDINER, A. H.: The Dakhleh Stela, en: The Journal of Egyptian
Archaeology, 19 (1933), pp. 19-30. <<
[18]
KEES, H.: Das Priestertum in gyptischen Staat vom Neuen Reich bis zur
Sptzeit, p. 187. <<
[19] PORTER, B., y MOSS, R.: Topographical Bibliography, vol. VII, p. 381. <<
[20]
CAMINOS, R. A.: Gebel es-Silsilah nm. 100, en: The Journal of
Egyptian Archaeology, 38 (1952), pp. 46-61. <<
[21] BREASTED, J. H.: Ancient Records of Egypt, vol. IV, pp. 729-737. <<
[22]
KEES, H.: Das Priesterturn in gyptischen Staat vom Neuen Reich bis zur
Sptzeit, p. 187. <<
[23] CAMINOS, R. A.: The Chronicle of Prince Osorkon, p. 172. <<
[24]BADAWI, A.: Das Grab des Kronprinzen Scheschonk, en: Annales du
Service des Antiquits de lEgypte, 54 (1956), pp. 153-177. <<
[25] MONTET, P.: La ncropole royale de Tanis I (Osorkon II), pp. 59-70. <<
[26]CAMINOS, R. A.: The Chronicle of Prince Osorkon, Analecta Orientalia,
37. Roma, 1958. <<
[27] MONTET, P.: La ncropole royale de Tanis III (Chchanq III). Pars, 1960.
<<
[28] STRICKER, B.: De Strijd om de Praebende van Amon, en:
Oudheidkundige Mededelingen uit het Rijksmuseum van Oudheden te
Leiden, 29 (1948), pp. 71-83. <<
[29]STRICKER, B.: De Strijd om het Pantser van koning Inharrow, en:
Oudheidkundige Mededelingen uit het Rijksmuseum van Oudheden te
Leiden, 35 (1954), pp. 47-64. <<
[30] VOLTEN, A.: gypter und Amazonen, Wenen, 1962. <<
[31]LEGRAIN, A.: Au pylne dHarmhabi Karnak, en: Annales du Service
des Antiquits de lEgypte, 14 (1914), pp. 14, 39-40. <<
[32]LECLANT, J.: La Chronique du Prince Osorkon, en: Orientalia, 30
(1961), p. 411. <<
[33]ANTHES, R.: Die deutschen Grabungen auf der Westseite von Theben in
den Jahren 1911 und 1913, en: Mitteilungen des Deutschen Archologischen
Instituts, Seccin de El Cairo, 12 (1943), pp. 47-49. <<
[34]YOYOTTE, J.: Les principauts du Delta au temps de lanarchie libyenne,
en: Mlanges Maspero, vol. I, 4. El Cairo, 1961, pp. 121-181. <<
[35]
YOYOTTE, J.: Le talisman de la victoire dOsarkon, en: Bulletin de la
Socit Franaise dEgyptologie, 31 (marzo, 1960), pp. 13-21. <<
[36]YOYOTTE, J.: Les principauts du Delta au temps de lanarchie libyenne,
en: Mlanges Maspero, vol. I, 4. El Cairo, 1961, p. 154, <<
[37] PORTER, B., y MOSS, R.: Topographical Bibliography, vol. VII, p. 217. <<
[38]
DOWS DUNHAM: The Royal Cemeteries of Kush, vol. I: El Kurru. Boston,
1950. <<
[39]
LECLANT, J.: Kashta, Pharaon en Egypte, en: Zeitschrift fr gyptische
Sprache und Altertumskunde, 90 (1963), pp. 74-81. <<
[40]
GARDINER, A. H.: Piankhis Instructions to his Army, en: The Journal of
Egyptian Archaeology, 21 (1935), pp. 219-223. <<
[41] Lugar de la limpieza y del adorno del rey en el templo. <<
[42] Nombre del santuario del Sol de Helipolis. <<
[43]
DERCHAIN, P.: La visite de Vespasien au Srapum dAlexandrie, en:
Chronique dEgypte, 28 (1953), pp. 265-269. <<
[44]REISNER, G. A.: Inscribed Monuments from Gebel Barkal, en: Zeitschrift
fr gyptische Sprache und Altertumskunde, 66 (1920), pp. 90-93. <<
[45]JANSSEN, J.: Over Farao Bocchoris, en: Varia Historica Assen, 1954,
pp. 17-29. <<
[46] LECLANT, J., y YOYOTTE, J.: Notes dhistoire et de civilisation
thiopiennes, en: Bulletin de lInstitut Franais dArchologie Orientale, 51
(1952), pp. 26-27. <<
[47]JUNKER, H.: Die Gtterlehre von Memphis, en: Abhandlungen des
Preuss, Akad. d. Wissensch, 1939. Phil.-Hist. Klasse, nm. 23. Berln, 1940;
del mismo autor, Die politische Lehre von Memphis, ibdem, 1941. Phil.-
Hist. Klasse, nm. 6. Berln, 1941. <<
[48]
KEES, H.: Die priesterliche Stellung des Monthemeth, en: Zeitschrift fr
gyptische Sprache und Altertumskunde, 87 (1962), p. 61. <<
[49]LECLANT, J.: Les inscriptions thiopiennes Karnak, en: Revue
dEgyptologie, 8 (1951), pp. 101-120. <<
[50]
LECLANT, J.: Enqutes sur les sacerdoces et les sanctuaires gyptiens, pp.
31-42. <<
[51]
YOYOTTE, J.: Plaidoyer pour lauthenticit du scarabe historique de
Shabako, en Biblica, 37 (1956), pp. 457-476. <<
[52] LAMING MACADAM, M. F.: The Temples of Kawa, 4 vols. Oxford, 1949-55.
<<
[53] JANSSEN,J.: Que sait-on actuellement du pharaon Taharqa?, en: Biblica,
34 (1953), pp. 23-43. <<
[54]BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons, Knigs von Assyrien, pp. 98-
99. <<
[55] PARKER, R. A.: The Length of Reign of Amasis and the Beginning of
Twenty-Sixth Dynasty, en: Mitteilungen des Deutschen Archologischen
Instituts. Seccin de El Cairo, 15 (1957), pp. 208-212. <<
[56]
PORTER, B., y MOSS, R.: Topographical Bibliography, vol. VII, pp. 217-
218. <<
[57] AYNARD, M.: Le prisme du Louvre, AO, 19, 939, pp. 30-33. <<
[58]YOYOTTE, J.: Les vierges consacres dAmon thbain, en: Comptes
rendus de lAcadmie des Inscriptions et Belles-Lettres, 1961, pp. 43-52. <<
[59]
KEES, H.: Die priesterliche Stellung des Monthemhet, en: Zeitschrift fr
gyptische Sprache und Altertumskunde, 87 (1962), pp. 60-62. <<
[60] PARKER, R. A.: A Saite Oracle Papyrus from Thebes, p. 21. <<
[61] LECLANT, J.: Montouemhat, El Cairo, 1961. <<
[62] PARKER, R. A.: A Saite Oracle Papyrus from Thebes, cuadro 1. <<
[63]LEGRAIN, G.: Renseignements sur les dernires dcouvertes faites
Karnak, en: Recueil de Travaux relatifs la philologie et larchologie
gyptiennes et assyriennes, 27 (1905), pp. 61-82. <<
[64]MEULENAERE, H. DE: La famille des vizirs Nespamedon et
Nespakachouty, en: Chronique dEgypte, 38 (1963), pp. 71-77. <<
CAP. 6. EL RENACIMIENTO SATA

[1]La cronologa de los satas (XXVI Dinasta) est establecida, con error
menor de un ao, con absoluta exactitud. La poca sata acab con la conquista
de Egipto por los persas en la primavera del ao 525. La duracin del reinado
de todos los reyes satas consta exactamente por aos, con excepcin del
penltimo faran, Amasis. Respecto a l quedan dudas sobre si muri en el
ao 44 o 45 de su reinado. Hasta 1957 los cientficos mantuvieron casi con
unanimidad la opinin de que muri en el ao 44, pero la valoracin de una
fecha doble, es decir, una segn el calendario corriente egipcio y la fecha
diaria dada segn un calendario de meses lunares, parece indicar que Amasis
muri ya en el ao 45 de su reinado (RICHARD A. PARKER: The Length of
Reign of Amasis and the Beginning of the Twenty-Sixth Dynasty.
Mitteilungen des Deutschen Archologischen Instituts Seccin de El Cairo,
Wiesbaden, 1957, pp. 208-212). A pesar de cierta ciertas dudas, esta relacin
sigue las conjeturas de l derivadas, con lo que tambin, por ejemplo, el
reinado de Psamtico I habra comenzado en el ao 664 (y no ya en el 663),
etc. <<
[2] El Antiguo Testamento (II Reyes, 23, 29) dice, sin embargo, de la
expedicin de Nekao del ao 608 que el Faran acorral al rey de Asur en el
torrente del ufrates. No obstante este dato descansa sin duda en un error. Se
sabe por crnicas babilnicas que el ejrcito de Nekao luch en el 609 junto
con los asirios en el curso medio del ufrates contra los caldeos de Babilonia;
ms an, que en los aos 606 y 605 los egipcios volvieron a luchar en la
misma zona contra los caldeos. La opinin generalmente expuesta de que
Nekao habra apoyado en el ao 609, como ya hizo antes Psamtico, a los
asirios contra los caldeos y que despus, en el 608, habra combatido a los
asirios, pero nuevamente en el 606 y el 605 habra estado en lucha contra los
caldeos, debe ser rechazada por totalmente inviable. No puede hablarse de un
cambio repentino en la poltica exterior faranica en el ao 608. <<
[3] La reduccin de los datos contabilizados en el reverso de la llamada
Crnica Demtica sobre el valor del dinero de las circulaciones estatales
en el templo en la poca de Amasis y los de Herdoto (III, 91), suministraron
el importe de los impuestos de la satrapa persa de Egipto segn EDUARD
MEYER: Kleine Schriften, vol. II, Halle, 1924, pp. 98-100 y Geschichte des
Altertums, vol. IV, 1.4. Aufl. Stuttgart, 1944, p. 150. <<
CAP. 7. LOS GRIEGOS

[1]
Para un estudio reciente sobre el tema vase dA. DESBOROUGH, V. R.: The
Last Mycenaeans and Their Successors. Oxford, 1964, cap. 10. <<
[2]El esquema de dialectos y su evolucin, es un tema demasiado complejo
para ser discutido aqu en toda su amplitud; vase CHADWICK, J.: The
Prehistory of the Greek Language, Cambridge Ancient History, edic.
revisada, vol. II, cap. XXXIX (1963), y RISCH, E.: Die Gliederung der
griechischen Dialekte in neuer Sicht, en Museum Helveticum, 12 (1955), pp.
61-76. <<
[3]
SNODGRASS, A.: Early Greek Armour und Weapons. Edimburgo, 1964, pp.
103-4. <<
[4]Ver Desborough, op. cit., en nota 1, y Protogeometric Pottery. Oxford,
1952. <<
[5]Para un estudio ms completo de los frigios (y de los lidios) vase cap. III
con algunas diferencias en el enfoque; cf. YOUNG, R. S.: Gordion on the
Royal Road, en Proceedings of the American Philosophical Society, 107
(1963), pp. 348-64. <<
[6] JOAN DU PLAT TAYLOR, ed., Marine Archaeology. London, 1965, pp. 119-
40. <<
[7]COOK J. M.: Greek Settlement in the Eastern Aegean and Asia Minor,
Cambridge Ancient History, edic. revisada, vol. II, captulo XXXVIII (1961),
p. 5.3. <<
[8] El estudio del problema homrico que ms se aproxima al que se ha
utilizado aqu es el de KIRK, G. S.: The Songs of Homer. Cambridge, 1962; se
ha editado asimismo una versin algo menos tcnica en libro de bolsillo:
Homer and the Epic. Cambridge, 1965. <<
[9] Ver JEFFERY, L. H.: The Local Scripts of Archaic Greece (Oxford, 1961).
<<
[10]Ver EHRENBERG, V.: Von Den Grundformen griechischer Staatsordnung,
en Polis und Imperium. Zrich y Stuttgart, 1965, que discute las teoras de
GSCHNITZER, F.: Gemeinde und Herrschaft, en Sitzungsberichte der
sterreichischen Akademie der Wissenschaften, Philosophisch historische
Klasse, 235, nm. 3 (1960); cf. HEUSS, A.: Die archaische Zeit Griechenlands
als geschichtliche Epoche, en Antike und Abendland, 2 (1946), pp. 26-63. <<
[11] LESKY, A.: Thalatta. Der weg den Griechen zum Meer. Viena, 1947. <<
[12]Ver DUNBABIN, T. J.: The Western Greeks. Oxford, 1948. En este caso no
se puede garantizar la exactitud de estas fechas; vase el completo y escptico
estudio de VAN COMPERNOLLE, R.: tude de chronologie et dhistoriographie
siciliotes. Bruselas, 1960. <<
[13] Vase cap. VII sobre Nucratis. <<
[14]Vase SNODGRASS, A.: Op. cit., en la nota 3, y The Hoplite Reform and
History, en el Journal of Hellenic Studies, 85 (1965), pp. 110-22. <<
[15]
ANDREWES, A.: Phratries in Homer, en Hermes, 89 (1961), pp. 129-40,
Philocoros on Phratries, en el Journal of Hellenic Studies, 81 (1961), pp.
1-15. <<
[16]La literatura moderna ha hecho demasiado hincapi en la invencin de la
acuacin: no solamente es esto falso sino que, adems, est basado en una
cronologa errnea. Ahora parece virtualmente seguro que las primeras
monedas no datan de antes del 625 a. C. en Asia Menor. Por consiguiente, la
aparicin de las monedas en la pennsula griega, por muy rpido que fuera el
proceso, fue demasiado tarda como para constituir una de las motivaciones de
la aparicin de la tirana como institucin. El trabajo ms importante sobre
este tema es Hoards, Small Change and the Origin of Coinage, en Journal of
Hellenic Studies, 84 (1964), pp. 76-91, por KRAAY, C. M. <<
[17]
Sobre la situacin de los ilotas, vase LOTZE, D.: Metaxy eleuthern kai
douln, Studien zur Rechstellung unfreier Landbevlkerungen in
Griechenland bis zum 4. Jahrhundert v. Chr. Berln, 1959, cap. II; cf. FINLEY,
M. I.: Between Slavery and Freedom, en Comparative studies in Society
and History, 6 (1964), pp. 233-49. <<
[18]Para poder apreciar los intentos de realizar una reconstruccin detallada
de la Era Oscura, refutados en esta obra, vase KIECHLE, F.: Lakonien und
Sparta. Mnich y Berln, 1963; HUXLEY, G. L.: Early Sparta. Londres, 1962.
<<
[19]
MORETTI, L.: Olimpionikai, I vincitori negli antichi agoni olimpici, en
Memorie delle Classe di Scienze morali e storiche dell Accademia dei
Lincei, 8 (1959), pp. 55-198. <<
[20]
WILL, E. sugiere que la defensa del campesinado por parte de los tiranos
de Corinto sirvi de modelo a los que apoyaban la tirana en Atenas.
Korinthiaka. Pars, 1955, pp. 477-81. <<
[21]Griechische Kulturgeschichte, 4, cap. III. Basilea, 1957, Obras
completas, tomo VIII, pp. 59-159; cf. EHRENBERG, V.: Ost und West. Praga,
1935, cap. IV. <<
[22]Vase DODDS, E. R.: The Greeks and the Irrational. Berkeley-Los
ngeles, 1951, caps. I-II; Hay trad. espaola. Madrid. Rev. de Occidente.
ADKINS, W. H.: Merit and Responsibility. A Study in Greek Values (Oxford,
1960), caps. I-VIII. <<
[23]No se ha llegado a un acuerdo sobre si la Teogona y Los trabajos y los
das fueron escritos por el mismo poeta, pero este problema no afecta a las
afirmaciones hechas en mi texto. <<
[24] DOVER, K. J.: Fondation Hardt. Entretiens sur lantiquit classique,
vol. X. Archiloque. Vandeouvres-Ginebra, 1963, p. 212. <<
[25]
Vase FINLEY, M. I.: Myth, Memory and History, en History and
Theory, 3 (1965), pp. 281-302. <<
[26]GOMBRICH, E. H.: Art and Illusion, ed. rev., Londres, 1962, p. 114; cf.
p. 120. <<

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