Los Imperios Del Antiguo Oriente - Elena Cassin
Los Imperios Del Antiguo Oriente - Elena Cassin
Los Imperios Del Antiguo Oriente - Elena Cassin
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Ttulo original: Die Altorientalischen Reiche III. Die erste Hlfte des 1. Jahrtausends
Elena Cassin, Jean Bottro & Jean Vercoutter, 1965
Traduccin: Mara Elena Nez, Antn Dietrich & P. Buckley
Los cuidados que, desde Asurnasirpal II, dedicaran los soberanos asirios a
su frontera norte, sus intervenciones en Shubria, la incursin de 865 contra la
capital urartea, que iba a ser el preludio de choques cada vez ms frecuentes,
revelan la creciente inquietud que inspiraba a Asiria el reino vecino.
Sus temores no carecan de fundamento. sta es, en efecto, la poca en que
aparecen en Uraru las primeras fuentes escritas, y stas atestiguan que sus
habitantes, o al menos sus dirigentes, no slo haban accedido a la cultura,
sino que se proponan afirmar pblicamente su poder. Sardur I (aprox. 832-
825), contemporneo de los ltimos aos de Salmanasar III, hizo grabar sobre
la muralla de una de sus fortalezas una triple inscripcin donde se llama a s
mismo: gran rey, rey poderoso, rey de la totalidad, rey del pas de Nairi, sin
igual, pastor admirado por todos, que no teme al combate y somete a los
rebeldes[27]. El empleo en estos textos de la escritura cuneiforme y de la
lengua acadia, la fraseologa asiria, la jerarqua mesopotmica de los ttulos y,
con el empleo del de rey de la totalidad (shar kishshati), la reivindicacin
de una hegemona internacionalmente reconocida, revelan el predominio de la
influencia cultural acadia en el nuevo estado. Uraru tomaba conciencia de sus
fuerzas, tanto imitando a Asiria como midindose con ella.
Este resurgir del sentimiento nacional se hizo ms patente an bajo el
reinado de Ishpuini (824-806), hijo del rey antes citado. Las inscripciones,
que entonces se multiplicaban, iban ya redactadas en la lengua indgena.
Cuando excepcionalmente llevaban una versin asiria, era con el fin de
afirmar mejor, a escala internacional, una reivindicacin poltica.
La mayor parte de estas inscripciones se han encontrado en torno al lago
de Van, que era y seguira siendo el corazn del reino. Pero, a partir de
entonces, el pas de Uraru no se content con acrecentar sus fuerzas sobre el
territorio nacional. Ishpuini lanz hacia el norte, en direccin al curso superior
del Araxes (Araks o Aras), expediciones que iban siendo testimonios de su
paso por el camino que, desde el valle del Arsanias, sube hacia el desfiladero
de Delibaba. Otra inscripcin conmemora una fructfera campaa que, con 106
carros, unos 10 000 jinetes y ms de 22 000 infantes, condujo al sur del lago
Urmia contra el pas de Parsuash y contra la ciudad manea de Meshta.
De naturaleza por entero distinta es el contenido de otra estela, bilinge
sta, que, erigida junto a la ruta que va de Rowandz a Ushnu, dio el nombre
de Kelishn (la piedra azul) a la garganta donde fue encontrada. Conmemora
aparentemente una peregrinacin que hicieron Ishpuini y su hijo Menua al pas
vecino de Muair, donde se ergua un famoso templo de su dios nacional,
Khaldi; de hecho, su funcin era sin duda la de fijar, en esta va estratgica y a
menos de 100 kilmetros de Arbeles, la frontera entre los dos pases, o al
menos entre sus zonas de influencia. Entre los ttulos que en ella constan,
Ishpuini hizo figurar el de rey de la totalidad cuyo equivalente urarteo, rey
del pas de los carros, parece reivindicar una supremaca blica sobre tierras
llanas. Al antiguo ttulo de rey de Nairi, conservado en la versin asiria,
corresponde en la lengua indgena el de rey del pas de Biai, que se ha
traducido rey del pas de los frutos y que en tal caso evocara los opulentos
vergeles de la meseta de Van. Ishpuini se dice all, por ltimo, seor de la
ciudad de ushpa(n), la nueva capital del reino, que los asirios llamaron
urushpa.
De carcter an ms definidamente religioso es una inscripcin grabada
sobre la pared de un nicho rocoso cercano al lago de Van. En ella se enumeran
los sacrificios con que se honraba cada mes a unas setenta divinidades del
pas, y, por tanto, a este respecto, se encuentran en su panten importantes
datos[28]. Las ofrendas ms importantes eran las dedicadas al dios nacional
Khaldi, al dios de los tormentos, Tesheba (el Teshup de los hurritas), y a la
divinidad solar Shiwini. En cambio el dios lunar, Shielardi, cuenta entre las
divinidades dotadas de ofrendas ms modestas en esta lista en que figuran
algunos nombres colectivos de dioses, las divinidades annimas del lago, las
altas montaas y las divinidades particulares de ciertas ciudades. El nicho
sobre cuya pared figura dicha inscripcin tiene la forma de una puerta.
Comoquiera que en Uraru la palabra puerta designa a menudo al templo
mismo, podemos suponer que al menos en un cierto aspecto del culto, estos
nichos estaban considerados como lugares de paso sagrados entre el mundo de
los dioses y el de los vivos.
En los nueve ltimos aos de su reinado, Ishpuini menciona junto a su
nombre el de su hijo Menua y, en el ltimo ao, el de su nieto Inushpua, a
quien asocia de este modo, si no a la realidad del poder, s al menos con la
consagracin real. Esta costumbre, destinada quiz a afirmar la continuidad
dinstica, desapareci rpidamente bajo el siguiente reinado, el de Menua, que
ejerci el poder individual a partir del 805 aproximadamente, cuando en
Asiria Adadnarri reinaba ya desde haca algunos aos.
El nuevo rey de Uraru, que continu llevando entre sus ttulos el de seor
de ushpa, hizo construir, entre otras fundaciones, una nueva capital
fortificada que llev su nombre, cerca del nacimiento del Karasu. Aument el
nmero de regiones cultivables del reino, y se cuid de su irrigacin haciendo
canales.
En el exterior, su reinado personal se caracteriz por diversas campaas
lejanas y fructferas. Una de ellas, despus de una victoria sobre los maneos,
es la que conmemora la inscripcin rupestre de Tashtepe, al sur del lago de
Urmia. Otros testimonios, dejados incluso en el camino, jalonaron en distintos
lugares la ruta por la que avanz Uraru. Se los encuentra en las pendientes del
monte Ararat, a todo lo largo de la curva del primer tramo del Araxes hasta las
inmediaciones de Erzerum, y, hacia el oeste, en ambas orillas del Arsanias. En
esta ltima regin, una inscripcin rupestre recuerda que, despus de haber
sometido Shebeteria (la actual Pal), Khuzana (ozan), upani (la Sofene de
los escritores clsicos), y de haber instalado un gobernador en la comarca de
la moderna Balin, Menua alcanz la frontera del pas de Khatti (Siria del
Norte), donde recibi junto al ufrates el tributo del rey de Meliea
(Melitene).
Este vigoroso movimiento de expansin que se haba manifestado, a
expensas de Asiria, sobre su misma frontera, con la conquista de Kullimeri y
de Ulluba, iba a hacerse ms amplio bajo el reinado de su hijo Argishti I
(aprox. 789-766). Sus xitos nos resultan tanto ms notables cuanto que la
Asiria contempornea, desde los ltimos aos de Adadnarri III hasta
principios del reinado de Ashshurdn IV, viva un perodo de debilidad
progresiva.
Como haba hecho su padre, Argishti I jalona de estelas e inscripciones
rupestres los senderos de sus conquistas. stas atestiguan que su poder,
slidamente asentado al sur del Araxes, desborda ampliamente el valle del
ro, y se extiende, por el noroeste de Erivan, en direccin al lago de Sevan, y,
por otra parte, hacia la regin de Leninakan y hacia el lago ildir.
Despus de la derrota de las tribus locales, quedaron anexionados toda la
llanura del Ararat y el valle del Araxes. Con este control sobre la regin,
Uraru incrementa sensiblemente sus recursos agrcolas, el nmero de sus
rebaos y la importancia de su mano de obra. La posesin de las minas de
cobre del pequeo Cucaso daba un nuevo impulso a su metalurgia.
Junto a la orilla izquierda del Araxes, en el lugar donde se erguira ms
tarde Armavir, Argishti construy una nueva ciudad fortificada a la que dio su
nombre, Argishtikhinili. Unas catorce inscripciones se han encontrado en los
alrededores de la ciudad; evocan las importantes obras hechas en la regin por
Argishti y sus sucesores: roturado de tierras, plantacin e irrigacin de huertas
y viedos, construccin de palacios y templos. Durante todo el siglo VIII, la
ciudad continuar siendo la principal salvaguarda de la Transcaucasia. Bien
defendida y abundantemente abastecida, serva a la vez de refugio para las
poblaciones diseminadas en las zonas agrcolas de alrededor y de base de
operaciones para las tropas reales que se dirigieron al norte y al noreste.
Vino as a permitir un dominio efectivo de la regin situada entre el
Araxes y el Sevan. Con la conquista de la fortaleza de Qiekhuni, cuyos
vestigios subsisten an junto a la orilla noreste del lago, en la desembocadura
del Zangu, Argishti se convirti en amo de la rica llanura costera. Para
dominarla mejor an, construy, a unos 50 kilmetros al sur, una nueva
ciudadela, Irpuni, que pobl con 6600 prisioneros, la mayor parte de los
cuales provenan de los confines sirios y de las orillas del ufrates. En sus
ruinas, descubiertas en la colina de Arinberd, al este de Erivan, varias
excavaciones han desenterrado habitaciones decoradas con pinturas murales e
inscripciones evocando donaciones de escudos, aljabas, cinturones y flechas,
hechas por el rey a los templos de la ciudad.
Todas estas actividades militares, econmicas y religiosas, son igualmente
objeto de una muy extensa inscripcin, grabada sobre los macizos rocosos de
Van, en la que puede verse el equivalente de los anales del reino. De los
nombres de ciudades y pases que en ella se enumeran, muchos nos son
todava desconocidos. Pero aquellas que es posible identificar con algn viso
de exactitud, permiten aadir ciertas precisiones y datos complementarios a la
informacin procedente de las otras inscripciones. Nos enteramos de que los
ejrcitos surasiticos guerrean al norte de la lnea Kars-Leninakan, en
direccin a Ardahan; continan hacia occidente, hacia Melitene y Siria, y
hacen por ltimo un esfuerzo muy particular en la regin del lago de Urmia, en
los pases de Bushtu, Parsuash, Manna, Ushqaia y Uishdish. Algunas
expediciones no se detienen sino en las montaas que pertenecen a los
asirios, cuando no tienen que ver directamente con stos. El relato de las
devastaciones (106 fortalezas y 453 poblaciones saqueadas y quemadas, desde
la provincia de Abeliankh a la llanura de Kars), las entregas de tributos
exigidas (por ejemplo, 41 minas de oro puro, 37 de plata, 20 000 de cobre,
1000 caballos de silla, 300 bueyes, 20 000 corderos, que deba recibir un
gobernador, impuesto a una de las comarcas conquistadas), el nmero de
distritos anexionados, toda una cintura de pases vecinos convertidos en
vasallos, atestiguan la amplitud de las conquistas de Argishti I.
Esta expansin continu durante el reinado de su hijo y sucesor Sardur III
(aprox. 765-733), o al menos hasta que el renovador del podero asirio,
Tiglatpileser III, le asest un golpe que le hizo detenerse. El predecesor de
ste, Ashshurnarri V, aparece nombrado en una inscripcin de Sardur III que
no le concede ms que el ttulo de rey de Asiria[29], mientras que l mismo
se reviste de todos los grandes ttulos imperiales que reivindicaban sus
antecesores. En todos los terrenos, por lo dems, continu la obra de su padre.
En el aspecto militar, someti todas las inmediaciones del lago Sevan por
medio de expediciones que le condujeron sucesivamente al oeste, al suroeste y
el sureste del lago. Guerre en la regin de Leninakan y conquist varias
ciudades al suroeste del lago ildir. Combati contra Qulkhai, que algunos han
identificado con la Clquida de los griegos. Si la identificacin es exacta, fue
quiz en esta poca y en esta regin cuando los urarteos entraron en contacto
con el mundo mediterrneo a travs de las poblaciones costeras del mar
Negro, sobre cuyas orillas la tradicin localiza en 756 la fundacin de
Trebisonda por colonos de Mileto. A las victorias sucedan deportaciones
masivas y mltiples anexiones. El botn conseguido es a menudo considerable:
en el curso de un solo ao, la parte del rey comprenda a 37 800 prisioneros,
3500 caballos, 40 353 reses y 214 700 cabezas de ganado menor. El esfuerzo
militar fue particularmente sensible en la regin del lago de Urmia, donde,
luchando contra los maneos y sus vecinos, Sardur asol el pas, se apoder de
plazas fuertes, quem ciudades y obtuvo un importante botn. Segn parece,
intent con una serie de anexiones consolidar la frontera de Uraru entre el
lago y la actual Tabriz.
Pero donde ejerci sin duda mayor presin fue en direccin a Siria
septentrional y el curso superior del ufrates. En la misma orilla del ro, entre
Izolu y Kmrhan, una inscripcin rupestre recuerda que acamp en estas
lejanas regiones, donde ningn rey de Uraru lo haba hecho an, que tom
diversas plazas fuertes a lo largo del ufrates y que, cuando se aproxim a la
ciudad de Malatya (Me-li-e-a-ni en urarteo), su rey Khilaurada, vino a
prosternarse ante l para rendirle pleitesa. Lo hizo vasallo suyo despus de
haberle quitado nueve plazas fuertes y diez ciudades situadas, sin duda, a
orillas del ro[30].
Condujo otra campaa en una regin inmediatamente vecina, el Qummukhu
de los asirios: Kustashpili, el rey de Qumakha, escribe en otro lugar, era
independiente; ningn rey reciba tributo de l Yo march contra el pas de
Qumakha. En combate hice caer en mis manos la ciudad real de Uita, que
estaba fortificada, la ciudad real de Khalpa, protegida (?) por un lago, y me
aproxim a la ciudad real de Parala. l vino entonces ante m, se prostern, y
yo le fij como tributo, que l me entreg, 45 minas de oro puro, 800 minas de
plata, 3000 piezas de pao, 2000 escudos de bronce y 1535 vasos de
bronce[31]. Este Kustashpili que se someti entonces al rey de Uraru es el
mismo Kustashpi de Kummukhu que, algn tiempo despus, en 742,
Tiglatpileser III venci en esta misma ciudad de Khalpa, que l llamaba
Khalpi.
Finalmente, ms al sur, en una inscripcin votiva escrita en jeroglficos
hititas y fechable alrededor del 752, el rey de Karkemish, Kamanash,
reconoca a Sardur III como soberano suyo[32].
De este modo, dominando los tres principales principados neohititas del
curso superior del ufrates (Meliddu, Qummukhu y Karkemish), el rey de
Uraru amenazaba directamente la desembocadura del corredor asirio hacia
el Amano y el de las Puertas cilicias. Desde este balcn del ufrates,
dominaba Siria del norte. A partir de entonces, le era posible ejercer sobre
ella una influencia poltica que poda llegar a ser determinante.
En cuanto a Asiria, se haba mostrado totalmente incapaz de contrarrestar
estas ambiciones. De los tres hijos de Adadnarri III, el primero que, en 781,
haba subido al trono, Salmanasar IV, no ha dejado en la historia ms que un
tenue recuerdo. Las seis campaas que en diez aos de reinado tuvieron que
efectuar sus tropas contra Uraru atestiguan la peligrosa presin que se
esforzaba por contener. Sus otras expediciones (contra los itueos, hacia el
monte de los Cedros, e incluso contra Damasco) parecen no haber sido ms
que incursiones episdicas.
En Asiria, el panorama poltico estaba dominado entonces por la
personalidad del nuevo lugarteniente en jefe Shamshi-ili. ste conservara su
puesto bajo los dos reinados siguientes, y durante treinta aos fue, sin duda, la
verdadera autoridad del reino.
Es l quien combati contra los urarteos, pues, en una inscripcin que hizo
grabar sobre los toros que adornan la entrada de su palacio de Til-Barsip, se
vanagloria de xitos que consigui ante ellos. El hecho de que no mencione ni
el nombre de su soberano subraya tambin su poder y la debilidad del poder
real[33].
Esta debilidad ira acentundose en el curso del reinado de Ashshurdn III,
que sucedi a su hermano en 772. Algunas expediciones hacia Siria, por el
valle del Diyla o contra tribus medas, no pueden engaar a nadie. La
situacin interior fue cada vez ms precaria. Ya en 768 el ejrcito haba tenido
que quedarse en el pas, lo que se repiti en 764, despus de una peste y en
vsperas de graves disturbios que no iban a durar menos de seis aos.
Estos estallaron al ao siguiente en Asur, y duraron dos aos. En 761, se
extendieron a Arrapkha, donde hicieron estragos durante dos aos ms. En
769, la insurreccin lleg hasta Guzana, mientras una nueva peste asolaba el
pas. Fue necesaria, al ao siguiente, una verdadera expedicin a Guzana para
dominar la rebelin y lograr que al fin, como reza el canon de los epnimos,
la paz (reinase) en el pas. El reino sala de esta prueba ms debilitado an,
y, durante los dos aos siguientes, el ejrcito permaneci en el pas[34].
Sin embargo, pese a tan graves dificultades internas, Asiria segua
consciente de los peligros que la amenazaban. No haba visto sin inquietud al
reino arameo de Bt-Agusi arrebatar al de ama la primaca poltica en Siria
del norte. La presencia de esta nueva potencia entre el ufrates y el Amano era
tanto ms peligrosa para ella cuanto que el reino de Karkemish se reforzaba
igualmente, y que ambos se apoyaban en el poder urarteo que, al trmino de un
largo movimiento en curva, estaba ahora presente en el ufrates.
Estas preocupaciones marcaron los comienzos del reinado de
Ashshurnarri V que, siempre bajo la gida del inamovible lugarteniente en
jefe Shamshi-ili, sucedi a su hermano en el 754.
Lanz contra Arpad, capital de Bt-Agusi, una expedicin que oblig a su
rey, Mati-ilu, a firmar un tratado con los asirios. El texto que poseemos, por
desgracia, est mutilado en la parte consagrada a las clusulas polticas. El
principio de uno de los prrafos hace alusin a los trnsfugas y a los rebeldes,
cuya actividad y huida se comprometa Mati-ilu a no facilitar. Otro evoca la
asistencia militar que el rey de Arpad prometa aportar a Ashshurnarri V
cada vez que ste se la pidiera[35].
No cabe duda de que la firma de este tratado pretenda contener el empuje
de Uraru hacia Siria del norte. Pero, pasado el peligro, Mati-ilu no tard en
denunciarlo. Este efmero xito de Ashshurnarri V fue el gran acontecimiento
de su reinado. Exceptuando dos campaas contra Namri, de 749 y 748, el
canon de los epnimos no menciona, en todos los dems aos, ninguna otra
salida del ejrcito ni ningn hecho digno de mencin.
Este marasmo poltico presagiaba nuevos disturbios. Estos estallaron, en
efecto, en el 746 en la capital misma, Kalakh. El rey fue probablemente
asesinado y el reinado pas a manos de otro hijo de Adadnarri II,
Tiglatpileser (Tukultiapilesharra III), del que no se sabe a ciencia cierta si fue
el instigador del complot, si los insurrectos lo pusieron en el poder o si, por el
contrario, fue l quien domin la rebelin. Comoquiera que sea, Asiria iba a
encontrar en l un soberano de muy otra talla que la de sus predecesores.
El tema de este captulo es Asia Menor entre los hititas y los persas, desde
la destruccin de la capital hitita (acontecimiento que no mencionan las fuentes
escritas pero del que son claro testimonio las mudas ruinas) y el instante en
que los persas se disponen a redondear su imperio en el oeste; en otras
palabras: Asia Menor entre los siglos XII y VI a. C. En cierto modo, es
significativo que comience con un momento en el que, durante la migracin
egea, llegaron de Europa grupos a Asia, por ese puente que ha constituido
desde siempre Asia Menor, y que concluya cuando geogrficamente se
produce el fenmeno contrario, al tratar de penetrar diversos grupos en Europa
por el mismo camino. Es ste un captulo importante de la historia universal,
por haberse realizado un intercambio cultural de envergadura entre Oriente y
Occidente precisamente en este perodo y en esta zona. Por darse estas dos
circunstancias (por un lado la accin recproca de Oriente y Occidente y por
otro lado el intercambio de cultura durante este perodo), que obedecen a
causas geogrficas, conviene analizarlas previamente. Asia Menor constituye
la unin terrestre entre Europa y Asia. A lo largo de su costa meridional
discurre la importante ruta de navegacin que une las islas griegas con el norte
de Siria. El carcter geogrfico de Asia Menor evidencia la importancia de la
unin entre Oriente y Occidente, mientras que las montaas que bordean las
costas septentrional y meridional dificultan las comunicaciones de norte y sur.
La cordillera del Tauro, que domina la costa meridional, arranca en Licia, la
regin ms occidental en esta zona costera, y contina paralela a la costa hacia
el este. Slo dos veces se interrumpe dejando espacio a una costa baja, en
Panfilia y en Cilicia Campestris. La primera fue poblada ya en tiempos
micnicos por los griegos; en la segunda confluyen factores ms complejos:
por un lado se cree encontrar tambin all huellas de una infiltracin griega, si
bien de tiempos posteriores; por otro lado se ha descubierto una fuerte
influencia semita. Esto ltimo resulta evidente, pues la Puerta Cilicia (Pylae
Ciliciae) constituye una barrera ms fuerte frente al hinterland de Anatolia
que las montaas del Tauro Oriental Exterior frente a Siria septentrional.
Geogrfica y climatolgicamente la llanura cilicia pertenece a Siria. La
supremaca asiria y posteriormente la neobabilnica sobre esta regin fue
tambin una consecuencia poltica de estas circunstancias geogrficas.
Fig. 3. Asia Menor entre los hititas y los persas.
Pero no slo tuvieron lugar en esta zona tales contactos pacficos entre
Oriente y Occidente; tambin grandes migraciones escogieron este camino, y
muchas veces una parte de los inmigrantes permanecera como nuevo
propietaria de las tierras. Algo parecido debi suceder cuando llegaron los
primeros pobladores hititas. En el siglo XII a. C. se repite lo mismo con los
frigios, que invadieron Asia Menor procedentes del oeste. Aunque los recin
llegados se adaptaron siempre ampliamente al marco cultural precedente, su
inmigracin provoc una estratificacin que contrasta con el carcter cerrado
de las civilizaciones egipcia y mesopotmica. La adaptacin forzosa a su vez
estaba condicionada por las circunstancias geogrficas, causa de la formacin
de mltiples estados pequeos que disfrutaban de una fuerte autonoma local
bajo soberanos propios. En general se necesit un largo perodo hasta que los
nuevos pobladores consiguieron una forma de poder centralizado fuerte.
Mientras que resulta sencillo caracterizar el escenario geogrfico, la labor
histrica presenta muchos problemas, ya que faltan fuentes escritas vernculas
para este perodo en el oeste y el centro y son de alcance limitado las del este.
Afortunadamente se conoce la historia de este perodo a travs de otros
autores como los griegos y mesopotmicos. Las fuentes griegas datan, en su
totalidad, de pocas bastante posteriores. Ofrecen por ello una imagen tarda
cuya importancia es difcil de valorar. En cambio las fuentes mesopotmicas
tienen la ventaja de representar una reaccin contempornea a los hechos. El
sureste de Asia Menor se encontraba desde la mitad del siglo IX a. C. en la
esfera de influencia asiria y posteriormente en la neobabilnica. Los textos de
los reyes mesopotmicos nos ofrecen una orientacin aproximada sobre el
sureste de Asia Menor, Cilicia Campestris (Qu[m]e en los textos asirios y
Khum en los neobabilnicos), Capadocia (Tabal y Khilakku), Melitene
(Meliddu) y Comgene (Kummukhu). ste es precisamente el territorio en que
se encuentran los textos jeroglficos originales. Estas inscripciones proceden
de restos de la antigua poblacin hitita que pertenece a la parte luvita del
pueblo hitita. La poblacin luvita del sureste que escribi los textos
jeroglficos y, con ello, la nica fuente original de importancia para este
perodo, mantena estrechas relaciones con sus congneres luvitas de Siria. La
historia de estos dos grupos ser por ello tratada en conjunto.
Aunque la tradicin registra numerosos prncipes lidios y da noticia de una
dinasta de herclidas que habra reinado desde 1200 a. C. hasta Giges, el
primer rey de la dinasta de los mermnadas, no se conocen datos histricos al
respecto. Tambin para las regiones ms orientales, donde se encontraron los
textos jeroglficos, se habla de un perodo oscuro que hubiese durado desde
1200 hasta 1000 a. C.
Al iniciar este captulo ya se indic que los frigios no haban desarrollado
al principio un fuerte poder central, como era el caso en el siglo VIII a. C.,
cuando Frigia figuraba entre las grandes potencias. Aunque existen otras
teoras, parece oportuno optar por la tesis antigua de la relacin entre los
elementos frigio, tracio e ilirio y recordar que este pueblo proceda de los
Balcanes. Un problema histrico fundamental de este perodo constituye el
grado de penetracin de los frigios en Asia Menor. Los textos del rey asirio
Tiglatpileser I (1117-1078) son un documento importante a la hora de enjuiciar
esta cuestin, pues relatan que este rey libr, en su primer ao de reinado, una
batalla en el curso alto del Tigris contra 20 000 mushki que llevaban cinco
reyes al frente. Como los asirios aplicaban a los frigios del siglo VIII este
nombre de mushki, se aduce con frecuencia este pasaje como prueba de que
una parte de los frigios tuvo que avanzar profundamente hacia el este. Esta
conclusin no es definitiva, pues no parece descartada la posibilidad de que el
nombre hubiese pasado de los moskhoi, habitantes del lejano noreste de Asia
Menor, a los frigios, por tener para los asirios el segundo significado de
occidentales, suponiendo, claro est, que los moskhoi habitasen tan pronto
las mismas regiones.
Los arquelogos se han preguntado hasta qu punto han existido, antes del
siglo VIII a. C. colonias frigias permanentes al este del Halys. Algunos
representantes de esta ciencia insisten tambin en hablar de los estratos
posthititas de Boazky en vez de los estratos frigios. Lo cierto es que
Boazky-Khattusha fue destruida por el fuego, quedando inhabitada por lo
menos durante un siglo. Posteriormente se hizo habitable la ciudadela, para lo
cual se utiliz gran parte del material de construccin que haba quedado de la
poca hitita.
Aunque Tiglatpileser I no habla concretamente de los frigios, parece
seguro que menciona a los prncipes de Malatya (Arslantepe) y Karkemish
(Cerablus). Estas ciudades eran los centros luvitas ms importantes de aquella
poca. Ambas se caracterizan por una clara fusin de influencias hitito-luvitas
y hurritas, como la que se haba manifestado en Karkemish ya en tiempos del
Imperio nuevo. En este sentido es interesante que Initeshup[2], que era entonces
probablemente rey de Karkemish, llevase el mismo nombre hurrita que un rey
del siglo XIII. En el terreno del arte los relieves sagrados de Malatya que
representan al rey como sacerdote con diversas divinidades, presentan
estrechas relaciones con los relieves de Yazilikaya (el santuario de Boazky)
y Alaca Hyk. Es probable que Karkemish tuviera al principio la supremaca
poltica. Los grandes reyes de esta ciudad tuvieron probablemente derecho
a este ttulo; segn los textos asirios reinaron sobre la tierra de Khatti o
incluso sobre la gran tierra de Khatti. Desde aqu se dominaba por lo menos
el antiguo territorio hitita hasta inclusive el Tauro Oriental Exterior y hacia
Samal y tal vez incluso hasta Gurgum y Meliddu. Sobre Malatya (en asirio
Meliddu), en la tierra griega de Melitene, hemos hablado ya. Samal con su
capital Zincirli comprende el territorio del Tauro Oriental Exterior. Gurgum,
con capital en Maras (Marqasi en los textos asirios), coincida
aproximadamente con la parte suroccidental de Comgene. Tambin Til Barsip
(Tell Amar) constitua un importante centro luvita antes de pasar a manos
arameas. En la desembocadura del Orontes estaba situado un estado
denominado Khattina pero tambin llev el nombre semita de Amqa (valle o
llanura). ama constitua la base ms meridional de los luvitas. Tambin en
Alepo debe haber existido durante algn tiempo un reino luvita.
La conquista de Karkemish por Tiglatpileser debe haber tenido hondas
repercusiones, pues la base de Pitru, construida por l cerca de Karkemish, se
mantuvo an un siglo.
No se puede precisar lo que sucedi en esta poca en los territorios luvitas
de Asia Menor. Tal vez debido a que los reyes asirios no hubiesen penetrado
an hasta Cilicia y Capadocia. La poblacin luvita nativa hace su aparicin al
entrar en contacto con una potencia civilizada (en este perodo Asur,
posteriormente Grecia) fortalecindose as su conciencia como pueblo. Se
caracteriza por su reaccin frente a las influencias exteriores, y ello, sobre
todo, en los territorios en los que tuvo que retirarse por corto tiempo la
potencia que actuaba como catalizador. Son especialmente favorables las
circunstancias en Siria septentrional, pues Asur haba aspirado en vano por
dos veces (primero bajo Tiglatpileser I y luego bajo Asurnasirpal II y
Salmanasar III) a la hegemona sobre Siria, antes que, en la segunda mitad del
siglo VIII, los reinos luvitas quedaran integrados como provincias en el
imperio asirio.
Sin embargo, hay que hacer constar que nuestros conocimientos sobre el
primer interregno neohitita son an limitados. Se supone que las influencias
hurritas son considerables en diversos lugares. En otros lugares (en ama,
pero tambin en Samal) se nota una fuerte influencia semita. En los siglos X y
IX tomaron los grupos arameos el poder en una serie de estados. Ya en la
segunda mitad del siglo X pas Til Barsip de las manos hititas a las arameas
constituyndose, desde este momento hasta 855 a. C., en centro del reino
arameo de Bt-Adini. Samal, que haba tenido antes otro nombre, se hizo
aramea el 920, mientras que Arpad fue conquistada poco despus de 900 por
grupos arameos, pasando a formar parte desde entonces del estado arameo de
Bt-Agusi. An ms tarde, hacia 820, ama se une al antiguo territorio de
Alepo formando un reino arameo que haba de desempear un papel
importante[3].
De este interregno nos han llegado textos de Til Barsip (Tell Amar) y
Maras; los ms importantes son, sin embargo, los textos de la dinasta de
Sukhi I de Karkemish, aunque sus prncipes se llamasen sencillamente
soberanos. Del conjunto de textos jeroglficos, los de Karkemish constituyen el
corpus ms amplio y su contexto es el ms rico y esclarecedor. A esto se
aade su base arqueolgica, ya que fueron encontrados in situ y en su mayor
parte estn dedicados a la historia de la construccin del lugar del hallazgo.
Esto permite relacionar los textos y las construcciones. Aunque los textos
tienen un contenido predominantemente religioso, informan sobre empresas
militares y obras hidrulicas. Comparndolos con los textos del siglo II se
observa (seguramente debido a la influencia mesopotmica) una progresiva
tendencia a abordar problemas profanos.
Los dioses principales de la ciudad figuran en el principio de las
inscripciones junto con los ttulos, la genealoga y la glorificacin de los
prncipes, ya que la exaltacin del rey est dedicada en gran parte a
relacionarlo con el mundo de los dioses. Los dioses aparecen de nuevo en la
frmula de maldicin al final, en la que se amenaza a aquellos que profanen u
oculten el monumento, el relieve o el texto. En Karkemish parece haber sido el
dios de la tormenta Tarkhundash (o Tarkhu[i]sh) la principal figura del
panten; a su lado estaba Karkhukhash, personificacin del dios que protega
la naturaleza y que tena al ciervo como animal sagrado, mientras que el dios
de la tormenta apareca muchas veces representado sobre un toro. En tercer
lugar estaba Kubabash, reina de Karkemish segn los textos.
Dado el tipo asirio de los leones sobre los que estn colocados dos de
estos textos (A 14 b de Astuwatimais y A 14 a de Sukhi II) parece probable
que estos prncipes fuesen contemporneos de los reyes asirios Adadnarri II
(911-891) y Tukultininurta II (890-884), bajo los cuales Asur se hallaba en
retroceso temporal, mientras que la expansin del poder, bajo Asurnasirpal II
(883-859) y Salmanasar III (858-824), perteneca an al futuro. Esta datacin
parece an ms verosmil por darse la circunstancia de que un fragmento con
algunos caracteres cuneiformes revela que el texto de Astuwatimais tena
carcter de inscripcin bilinge[4].
Mientras que una serie de ttulos de los textos jeroglficos son restos del
tiempo del Imperio Nuevo, por ejemplo, gran rey, hroe y soberano,
existe otro que responde probablemente a un nuevo concepto tpico de este
perodo en todo el Mediterrneo oriental: el ttulo de tarwana, juez. Ha
sido comparado con el shpe (juez) semita y el tyrannos de Asia Menor y
Grecia. Este ttulo presenta al prncipe en su funcin pacificadora, no en la de
jefe militar en tiempos de guerra o en funcin sacerdotal. Probablemente se
halle en relacin con la limitacin geogrfica de las comunidades de un
perodo en que no se han desarrollado an formas de estado de ms alcance.
En este sentido es muy posible una relacin con la figura bblica del juez,
que habra de ser tambin precursora de los reyes de tiempos posteriores.
Una serie de reyes del siglo IX llevaban nombres que evocan a los grandes
reyes hititas del milenio II. Segn los textos asirios, en Khattina reinaron reyes
llamados Lubarna (Labarna) y Sapalulme (Shuppiluliuma); en Gurgum hubo
tres reyes que llevaron, en este perodo neohitita, el nombre de Muwatalli. Se
han podido deducir as de sus nombres las aspiraciones polticas de estos
prncipes. Llama la atencin que en los estados mayores como Karkemish y
Malatya se hayan atenido a una denominacin de su tiempo.
Con Asurnasirpal II (884-858) inicia Asur la segunda invasin del
territorio ocupado por los hititas luvitas. Este rey asirio se jactaba de que su
reino se extenda desde el Tigris hasta el Lbano y el Mar Mediterrneo.
Asurnasirpal II penetr en el territorio de Samal y lleg hasta Kummukhu
donde reinaba entonces el rey Qatazilu (Khattushili o Kantuzzili). Pero su fama
tambin se extendi hasta Asia Menor, ya que en el texto que describe la
construccin y consagracin de su palacio en Kalakh se menciona junto a los
69 754 invitados que asistieron a las ceremonias, que duraron diez das, a
5000 altos dignatarios que acudieron como representantes extranjeros. La
lista, adems de los emisarios de las regiones del norte y del noroeste,
menciona a delegados de pases luvitas como Khatti (Karkemish), Gurgum,
Meliddu e incluso Que. Es sobre todo interesante la mencin de Que (Cilicia
Campestris) y de Meliddu (Melitene).
Salmanasar III (858-824) fue el primer prncipe que se intern
personalmente repetidas veces en Asia Menor. En primer lugar tuvo que
vencer todava una serie de dificultades en el noroeste. Entre sus enemigos
encontramos, adems de reyes arameos, muchos prncipes luvitas, que no slo
procedan de Siria, sino tambin de Que y Khilakku, del territorio montaoso
del norte y probablemente tambin del noroeste de Que. Despus de algunos
triunfos asirios fue aumentando el nmero de prncipes tributarios. A partir del
vigsimo ao de su reinado Salmanasar III realiza conquistas en Asia Menor.
Tres veces fue a Que, llev a cabo conquistas en Meliddu, estuvo dos veces
en Tabal y lleg incluso hasta Khubushna (Kybistra?). En aquel tiempo Tabal
estaba constituido por un conglomerado de pequeos reinos (en un texto se
mencionan 24 y en otro 20) al frente de los cuales se encontraba al parecer un
rey llamado Tuatti. El nombre de Tuwati, que debe ser la versin indgena del
Tuatti asirio, aparece en varios textos jeroglficos. Probablemente llevaran
este nombre diversos prncipes. Tambin el padre de Wasu-Shar(ru)mash, rey
de Tabal en tiempo de Tiglatpileser III (743-726), se llamaba as, al igual que
un rey mencionado en un texto urarteo. Los dos ltimos muy bien pudieran ser
la misma persona[5].
Salmanasar III tuvo, pues, contacto con muchos pueblos que fueron
atacados de nuevo un siglo ms tarde por los asirios y cuyos territorios
habran de quedar integrados al imperio asirio como provincias. Hacia el fin
de su reinado un levantamiento divide todo el reino en dos campos; ms de
medio siglo tardara todava Asur en reponerse para volver a intervenir en el
noroeste.
En la segunda mitad del siglo IX amat era un estado importante. Las
relaciones tnicas eran especialmente complicadas. En textos de amat del
tiempo de Salmanasar III un rey con el nombre hurrita de Urkhilina relata en
inscripciones jeroglficas luvitas la construccin de un trono y una columna en
honor de la diosa Bakhalatis, nombre tras el que se oculta el ttulo semita de
Balat (soberana). Hallazgos de textos del mismo rey en el sur y en el norte
determinan las fronteras de amat cuando todava no est ocupado por el
grupo arameo bajo el mando de Zakir[6]. Hacia 820 este Zakir constituye con
ama y el antiguo Alepo un gran imperio que encontr tanta resistencia en los
otros estados sirios del norte que se produjo una coalicin de estados luvitas y
arameos[7]. Otro coetneo de Salmanasar III fue Khalpa-Ru(n)dash
(Qalparu[n]da) de Khattina, mencionado en las inscripciones reales asirias y
en textos jeroglficos de Tell Tayinat[8]. Esto brinda un punto de referencia
importante para fechar los textos y relieves de este lugar.
El retroceso temporal del poder asirio constituy en el noroeste el
principio de un segundo interregno luvita. En esta poca creci rpidamente el
poder del imperio de Uraru, que empezaba a amenazar la frontera norte de
Asiria. Con el tiempo la intervencin de Uraru en Siria septentrional se hizo
tan fuerte que lleg incluso a interrumpirse la lnea asiria de comunicacin con
Asia Menor. Toda una serie de textos de todos los centros importantes luvitas
permite una visin bastante completa de la historia del siglo VIII. Ms arriba
se ha insistido en que fue precisamente el contacto que tuvieron los asirios con
Que y Tabal, en tiempos de Asurnasirpal II y Salmanasar III, la causa de que
tambin se puedan incluir en el anlisis de este perodo los grupos luvitas de
Cilicia y Capadocia. Las relaciones de poder de este tiempo eran bastante
complicadas. En el oeste los frigios formaban en el siglo VIII un reino
centralizado en torno a Gordio. El centro del poder luvita (tabalo) estaba
situado ms hacia el este en Cesarea (Kayseri). En el noreste de Asia Menor
el territorio dominado por los frigios (mushki en los textos asirios) limitaba
con el de Uraru.
En la poca de su mayor esplendor el imperio frigio ocupaba una zona tan
extensa de Asia Menor que puede considerarse, desde el punto de vista
geopoltico, como heredero de la tradicin hitita. Tal vez hubiese cumplido
plenamente un cometido de este tipo, si no hubiera sido demasiado pronto
vctima de las invasiones de las hordas cimerias, despus de los conflictos
con Sargn II. Las excavaciones de Gordio y sobre todo la apertura de los
tmulos prximos a esta ciudad han hecho comprensible el que las riquezas de
Midas llamaran tanto la atencin a los griegos. De gran importancia para una
fase posterior de la cultura frigia son las excavaciones de la ciudad de Midas
(Yazilikaya), clebre sobre todo por las tumbas rupestres de sus alrededores.
A mediados del siglo VIII los frigios deben haber adoptado el alfabeto de los
griegos; los textos ms antiguos en escritura alfabtica encontrados en Gordio
datan del ltimo cuarto del siglo VIII. Las excavaciones han demostrado que la
arquitectura de este perodo tena un nivel notable y lo mismo se puede decir
de los ebanistas, broncistas y los tallistas de marfil frigios. Admirables son
tambin los restos de tejidos. Los hallazgos demostraron adems que los
frigios haban mantenido en los ltimos veinticinco aos del siglo VIII
relaciones comerciales con Asiria y sobre todo con Uraru. De Midas, rey de
los frigios en tiempo de Tiglatpileser III y de Sargn II, cuentan las fuentes
griegas que estaba casado con una griega y que fue el primer rey extranjero
que envi un regalo al santuario de Delfos. Probablemente esta leyenda
significa que Midas intentaba extender su reino tambin hacia el oeste y que a
tal efecto haba entrado en contacto con las ciudades costeras griegas.
Segn muestran las excavaciones de los ltimos aos, Boazky-
Khattusha, en el siglo VIII, no slo estaba habitada en las ciudades, sino
tambin en una amplia zona en torno a sta. Se puede caracterizar sin duda
como frigia esta fase de la colonizacin posthitita. Las antiguas inscripciones
frigias de diversos lugares demuestran que los frigios posean sin duda en
estos siglos grandes extensiones de Capadocia. Aliar fue durante mucho
tiempo luvita a juzgar por los sellos jeroglficos encontrados. Sin embargo,
existen razones para suponer que este lugar form parte durante algn tiempo
del territorio frigio. Los estratos posthititas de Kltepe pueden a su vez
atribuirse con seguridad al grupo de poblacin luvita, ya que esta ciudad se
encontraba claramente dentro de la zona de inscripciones jeroglficas. En las
excavaciones turcas se encontraron restos interesantes de este perodo.
Algunas fortificaciones se consideran parte de la lnea de defensa de los
grupos de poblacin luvita contra los frigios; Gllda, 40 km al noroeste de
Nide, y Kerkenesda, 18 km al sureste de Yozgat[9]. El curso de la lnea
fronteriza puede tal vez aclararse tambin gracias a las inscripciones
jeroglficas. Cerca de Karaburun se encontr precisamente una de stas, que
habla sin lugar a dudas de una fortificacin militar. Lo mismo puede decirse de
las inscripciones de alapverdi. Los datos jeroglficos, tanto del lado frigio
como del luvita, aluden ms o menos a la misma lnea fronteriza, que adems
corroboran los textos asirios. Ya se indic que los frigios eran, en el norte de
Capadocia, vecinos de los urarteos. En este sentido resulta de gran inters una
carta encontrada en Kalakh (entre 735 y 132 a. C.). En ella el rey asirio
contesta a un escrito de un alto funcionario del territorio de Asia Menor que le
ha anunciado que el rey frigio Midas ha establecido relaciones amistosas con
l y que han sido capturados y entregados a l ciertos emisarios de Que que
se dirigan a Uraru, a travs de territorio frigio, en busca de apoyo contra los
asirios. Esta carta es muy importante porque de ella se deduce que, a causa de
este acontecimiento, qued un representante permanente de los asirios en la
corte frigia. Adems se desprende de ella que el rey asirio deseaba tratar con
Midas en pie de igualdad[10].
Tabal era en el siglo VIII un estado importante. Siguiendo, sin duda,
directamente a los grandes reyes del Imperio Nuevo cuyas inscripciones
monumentales estaban an bien conservadas, prncipes como Tuwati y Wasu-
Shar(ru)mash llevaron los ttulos de gran rey y de hroe. Parte de los
textos tablicos tiene carcter oficial y por lo tanto caligrfico y arcaizante,
mientras que otros estn escritos muy silbicamente en forma cursiva. La
servidumbre de muchos pequeos prncipes hacia los grandes reyes de esta
regin, ya sealada antes al tratar del perodo de Salmanasar III, se manifiesta
en los textos, donde un prncipe local se denomina siervo de Tuwati o de
Wasu-Shar(ru)mash. Una serie de textos describe la ereccin de una imagen en
honor del dios de la tormenta. En dos de ellos el dios de la tormenta lleva el
atributo de Tarkhuish de la via. Esta misma forma o una anloga se
encuentra en el famoso relieve de Ivriz. Segn el texto se trata del gran
Tarkhundash (?), aunque su representacin con uvas y espigas exuberantes
suscita siempre la idea de una divinidad de la vegetacin. Por lo visto el dios
de la tormenta tambin tiene esa faceta. Es de gran importancia para la
historia de la religin el que en muchos de estos textos aparezcan el dios
lunar de Kharrn y Kubabash de Karkemish. Parece probable que al no ser
una divinidad claramente personalizada el dios lunar del panten hitito-luvita,
que tena culto y fiestas propios, dejara un hueco que provocase esta
infiltracin. La difusin del culto de Kubabash es ms importante por
constituir Tabal la unin entre Karkemish, donde esta diosa ya haba recibido
culto en el milenio II y el territorio frigio, donde adquiri gran importancia
bajo la forma de Kubelis (Cibeles). Pero no se debe olvidar que su carcter
tuvo que haberse transformado con este traslado. A travs de los frigios su
culto no se extendi solamente por Lidia y el Asia Menor griega, sino que
lleg hasta Roma, donde se le dedic en el Palatino un lugar en el templo de la
Victoria (204 a. C.).
Los textos procedentes de la regin de Tiana ocupan un lugar especial. En
esta regin reinaba en la segunda mitad del siglo VIII Warpalawa, al que
Tiglatpileser III da el nombre de Urballu. Uno de los textos ms importantes de
esta regin es una inscripcin de las proximidades de las famosas minas de
plata de Tun(n)a (Dana). Se encuentra a 6 km de las minas en el camino a la
colonia correspondiente[11]. El soberano local se autodenomina siervo de
Warpalawa, pero tambin juez. El lugar donde se hall la famosa
inscripcin bilinge de Karatepe no era tal vez el palacio, como se haba
supuesto, sino una fortaleza a orillas del ro Ceyhan (Piramo) que separaba los
territorios de Que y Gurgum. Frente a Karatepe, en la otra orilla del ro, fue
hallado un texto que presenta, segn Laroche, la escritura tpica de Gurgum[12].
En todo esto nos basamos para fechar la inscripcin antes del 711 a. C., pues a
partir de entonces Gurgum se convirti tambin en provincia asiria y por lo
tanto careca de sentido una fortificacin entre ambos territorios.
Probablemente fuese fenicia la versin original del texto, pues en varios
lugares se manifiesta en la sintaxis luvita la influencia de un idioma semita.
Tambin el hecho de que la versin jeroglfica sea ms pobre en
vocabulario apunta en esta direccin ya que en las traducciones, por regla
general, suelen perderse matices. Sin embargo, en algunos puntos el trasfondo
cultural es marcadamente hitita. Tiwata describe, por ejemplo, cmo en su
tiempo las mujeres paseaban con el huso por lo que antes haba sido terreno
inseguro (171 s.); hay que tener en cuenta que en el arte plstico hitita el huso
y el espejo constituan los atributos habituales de mujeres y diosas.
Probablemente el original fue escrito por un autor fenicio, que parta en cierta
medida tambin de ideas hititas, por encargo de un cliente luvita, siendo
traducido ms tarde al luvita.
Es importante analizar con ms detalle la posicin de Asi-Tiwata. En la
introduccin dice que Awarikus le haba hecho grande. Luego sigue el ttulo
de rey de Adana, pero no queda claro si debe referirse a Asi-Tiwata o a
Awarikus. Este Awarikus ha sido identificado con Urikki, que aparece en los
textos de Tiglatpileser III (745 a 772) como rey de Que y cuyo nombre figura
tambin en la carta de Kalakh que habla de las intrigas entre Que y Uraru. En
el texto trasciende algo de orgullo, como si alguien quisiera ser considerado el
primero de una dinasta o por lo menos el primero de una nueva rama de una
dinasta. Y como no se denomina expresamente en ningn sitio hijo de
Awarikus (Urikki) esta hiptesis parece bastante acertada[13]. A travs de
varios pasajes se obtiene la impresin de que rein no slo sobre Karatepe,
sino tambin sobre Adana. Como esta ciudad aparece como la capital
tradicional de esta regin, no cabe duda de que Asi-Tiwata sucedi a
Awarikus como regente sobre todo Que; no parece descartado que Awarikus
cayese en desgracia de los asirios por sus esfuerzos en obtener el apoyo de
Uraru y que le sucediese Asi-Tiwata en el trono.
Desde mediados del siglo VIII a. C., los navegantes griegos surcaron las
aguas costeras de Cilicia. Los datos ms importantes al respecto se encuentran
en los textos de Sargn II (722-705), donde se da a entender que su actividad
haba comenzado ya una generacin antes del perodo de Sargn. Tanto en
Mersin como en Tarso se han encontrado cermicas con dibujos geomtricos,
con lo cual los datos textuales se vieron confirmados por la arqueologa. Sin
embargo, la costa septentrional siria, con el puerto de Al-Mina, era an ms
importante para la navegacin griega. Adems hay que hacer constar que
Uraru ejerci en la primera mitad del siglo VIII una considerable influencia
sobre el norte de Siria. Es probable que las relaciones del arte primitivo
griego y etrusco con Uraru fueran consecuencia de estos antiguos contactos
griegos con Siria del norte. El estado luvita de Khattina, al que perteneca
Al-Mina, desempe un papel importante en este sentido[14].
Respecto a Malatya, los problemas cronolgicos estn an lejos de
hallarse resueltos. La clasificacin temporal de los reyes se basa en analogas
con la historia del arte y en un limitado nmero de sincronismos con Uraru y
Asur. Los textos urarteos indican que Malatya fue sometida por Uraru durante
el reinado de Sardur II.
La influencia hurrita es particularmente importante en este territorio. Aqu
es donde goz de gran veneracin la diosa Khebat. El ideograma del dios de
la tormenta, en esta zona hurrita, tendr que leerse muchas veces como Teshup.
Una tercera divinidad muy venerada es Shar(r)mash; sin embargo, las
recientes investigaciones de Laroche han demostrado que este dios no fue
primitivamente hurrita sino una figura indgena. Es considerado entre los
dioses como hijo de Teshup y Khebat y tiene el mismo animal que su madre, el
len.
En el segundo cuarto del siglo VIII reinaba en Gurgum Khalpa-Ru(n)dash
(III). Su texto figura en el conocido len de Maras (Maras 1) y es famoso
sobre todo porque el rey, en su genealoga, enumera no menos de seis
antecesores, as como, detalladamente, sus propios eptetos. El len parece
haber tenido una funcin arquitectnica, seguramente como piedra angular para
un prtico del conocido estilo en el que fueron construidos tantos edificios de
aquella poca. Las construcciones de este tipo constan de un complejo cerrado
de habitaciones que no poda ampliarse libremente, como en la mayor parte de
los palacios orientales, en los que podan construirse en todos los lados
nuevos patios rodeados de aposentos. Aqu nos encontramos con un prtico,
de una a tres columnas, y detrs con una sala principal ms ancha que larga,
alrededor de la cual se agrupan las otras estancias. Los reyes asirios
adoptaron un detalle de esta forma arquitectnica tpica de la Siria
septentrional; emplearon la palabra hbrida Bt-Khilani, mitad semita y mitad
hitita, para designar los prticos columnados de este estilo que colocaban ante
la puerta mesopotmica.
Karkemish es el lugar que proporciona mayor cantidad de datos para el
perodo del segundo interregno. En esta ciudad quiz se pueda comprobar la
influencia urartea, que se supone para Malatya basndose en inscripciones
reales urarteas, textual y arqueolgicamente. En tiempos de Sardur II reinaba
en Karkemish un prncipe llamado Asti-Ruwa. Durante su reinado fue
construida la gran escalinata de ceremonias. Mientras que los nuevos relieves
creados para esta construccin presentan vestigios de influencia asiria y
tambin urartea, se puede deducir tal vez del texto correspondiente a aquellos
(no es susceptible de una sola interpretacin) que Asti-Ruwa no slo fue
contemporneo de Sardur II, sino que tambin dependa de l[15]. Los hijos de
este prncipe fueron desterrados por Araras, que es considerado rebelde y
advenedizo, por omitir en sus textos toda clase de genealoga. Destaca en la
introduccin a un texto de Araras la importancia que da a las relaciones
internacionales que pretende haber tenido con Mira (en la frontera entre
Panfilia y Cilicia Aspera), Misia, los muskhi (frigios) y los sirios (?) (A 6, 2-
3). Tambin alude a que sus siervos son bien recibidos por todos los reyes.
Estos pasajes indican tal vez una poltica exterior activa dentro de un mundo
orientado internacionalmente. Los datos que ofrece la arqueologa corroboran
plenamente semejante hiptesis. Al tratar de Frigia ya se dijo que este
territorio haba tenido seguramente estrechas relaciones con Uraru y Asur y
con la costa occidental griega. Se han aportado datos interesantes para
reforzar la tesis de que en la segunda mitad del siglo VIII el camino a travs de
Asia Menor[16] lleg a ser una comunicacin importante con el oeste, junto a la
ruta martima que parta de Mina.
Kamanash, hijo de Araras, aparece citado en los textos de Karkemish pero
tambin en la estela de Cekke. La parte posterior de esta estela perpeta la
fundacin de una ciudad que llev su nombre al igual que la fortaleza de
Karatepe el nombre de Asi-Tiwata. La estela fue utilizada dos veces: la
primera por un prncipe cuyo nombre slo es legible en parte (se llama a s
mismo siervo predilecto de Sardur) y la segunda por Kamanash que utiliz la
parte posterior advirtiendo: Kamanash no es siervo de Sardur!. Durante su
reinado, o tal vez ya bajo Araras, debe de haberse sustrado de nuevo
Karkemish a la soberana de Uraru. Hay que resaltar que en uno de los textos
de Araras se encuentra una alusin a un rey asirio (A 24). Desgraciadamente
el contexto no permite un anlisis preciso. Los textos de Tiglatpileser III
expresan claramente que el reinado de Kamanash debi finalizar antes de 740.
Con Tiglatpileser III (745-727) vuelven a renacer las aspiraciones asirias.
Despus de que Uraru haba sido privado de toda importancia en dos etapas
(en 745 con una batalla al sur de Kummukhu, y en 735 en el transcurso de una
campaa en la que Tiglatpileser III haba avanzado hasta la misma capital),
comienza la paulatina anexin de los territorios luvitas por el reino asirio.
Iniciado bajo Tiglatpileser III este perodo alcanza su apogeo bajo
Salmanasar V (727-722) y Sargn II (722-705).
En el tercer ao del reinado de Tiglatpileser III sus enemigos de Siria
septentrional estaban bajo el mando de Uraru. Este grupo, constituido por
Meliddu, Kummukhu, Arpad y Gurgum, nos da una idea de la influencia urartea
en aquel momento. Tras la cada de Arpad en el ao 740 varios prncipes
enviaron emisarios a Tiglatpileser III pidiendo clemencia al vencedor. Eran
emisarios de Kustashpi de Kummukhu, Urikki de Que, Pisiris de Karkemish y
Tarkhularas de Gurgum; pueden haber figurado en el texto otros nombres ms,
pero no son legibles. Sin embargo hubo un prncipe luvita que no quiso
someterse, Tutammu de Khattina, en la costa, al oeste de Arpad. Sus territorios
quedaron sujetos a un gobernador provincial. Sobre su captura encontramos
una interesante alusin en una carta hallada en Kalakh y publicada
recientemente. En ella un funcionario notifica que ha satisfecho los
requerimientos de envo de botn del turtn y que Tutammu se halla ya en
camino con los dignatarios de su corte[17].
Tras nuevos triunfos asirios muchos prncipes se sintieron obligados en el
ao 738 a demostrar su lealtad. Entre ellos encontramos ahora doce prncipes
de territorio luvita. La influencia asiria ha penetrado ya en este tiempo
profundamente en Asia Menor. De uno de los aos siguientes al ataque de 735
contra la capital urartea debe datar la carta ya citada al hablar sobre Frigia. En
este escrito se manifiesta la esperanza de que los prncipes de Tabal
abandonen lo antes posible su resistencia, en vista del aparente deseo de
Midas de establecer relaciones amistosas con Asur[18]. En el ao 732
interviene Tiglatpileser III enrgicamente en Tabal. Parece que una de las
razones que lo movieron a ello fue que Wasu-Shar(ru)mash no envi ningn
emisario en el ao 732 a una nueva demostracin de lealtad. Despus de
apresado fue sustituido por un cortesano.
Generalmente se supone que bajo el reinado de Salmanasar V (727-722)
Samal y Que fueron degradadas a provincias. Bajo Sargn II (722-705)
siguieron la misma suerte ama (720), Karkemish (717), Tabal (713),
Kammanu (712), Gurgum (711) y, finalmente, Kummukhu con Meliddu (708).
En casi todos los levantamientos y conflictos de Asia Menor aparece Midas
como instigador. En el ao 715, el mismo Sargn se dirige desde Que contra
los frigios. Un gobernador de Que tuvo que enfrentarse an dos veces a los
frigios en el campo de batalla, antes de que en 709 comenzase una ofensiva
final. Slo entonces envi Midas una delegacin ofreciendo su sumisin.
Gracias a la sagacidad de Landsberger es posible conocer con ms detalle
a uno de los personajes: Muwatalli de Kummukhu. Segn los estudios de
Landsberger debe tratarse del rey representado en Sakagz como
constructor y tambin del modelo de la gran figura real que fue hallada en la
cmara de entrada del Prtico de los Leones de Malatya. Despus de haber
adornado la entrada fue enterrada, probablemente ya en la Antigedad.
Landsberger supone que Muwatalli prest ayuda a Sargn durante la situacin
apurada en que ste se vio el ao 720, recibiendo en agradecimiento una parte
de Samal donde hizo construir el palacio de Sakagz; en 712 obtuvo la
ciudad de Meliddu, que haba sido anteriormente capital del reino de
Tarkhunazi de Kammanu. Con lo cual queda adems demostrado que el palacio
de Sakagz fue construido entre 720 y 708 y que la figura tiene que haber
sido hecha entre 712 y 708, ya que Muwatalli fue depuesto en 708 por las
asirios[19].
En el arte del perodo neohitita se distinguen una serie de estilos; en
primer lugar, el estilo tradicional, que contina la tradicin hitita del Imperio
Nuevo. Sus principales representantes se encuentran en los ya mencionados
relieves, dedicados al culto, de Malatya, afines al arte de Yazilikaya y Alaca
Hyk por su contenido religioso y su forma. Sigui despus el estilo
asirizante, dividido por los acontecimientos histricos en dos perodos.
Durante el primero, prolongado considerablemente por el retroceso del poder
asirio despus de Salmanasar III, influy Asur en la eleccin de los temas,
pero estos motivos asirios quedaban asimilados de manera original. En el
segundo perodo, que comienza con la poca de Tiglatpileser III, el arte hitita
adquiere ms el carcter de una imitacin provinciana de lo que se haca en
Asur; tambin en la realizacin se trat de copiar el modelo, perdindose por
completo el carcter propio. Junto a estos influjos asirios se ha notado tambin
una fuerte influencia aramea, sobre todo en Samal, pero tambin en
Sakagz y en la Karatepe cilicia.
Probablemente, el reino asirio alcanz en tiempos de Sargn II su mayor
expansin hacia el noroeste, pero ya antes del final del reinado de Sargn se
produce un profundo cambio. En 705 Sargn tuvo que marchar de nuevo contra
Tabal, producindose entonces el hecho inslito de caer un rey asirio en una
campaa extranjera. En 704 o 703 tuvo de nuevo que luchar Senaquerib (705 a
681) en Que y Khilakku. Nos llevara demasiado lejos enumerar todos los
conflictos en que estuvo envuelto Asur en el ngulo sudeste de Asia Menor
durante el siglo VII. En general, se puede decir que la llanura cilicia (Cilicia
Campestris) qued en manos asirias, pero que el territorio ms septentrional
(Khilakku y Tabal) se sustrajo a la esfera de influencia asiria. Partes ms
orientales del territorio luvita, como Kummukhu, Samal y Gurgum, quedaron
de nuevo bajo el total dominio asirio. Es posible que se sentasen ya en este
perodo las primeras bases del reino cilicio que haba de desempear un papel
muy importante en la poltica de Asia Menor del siglo VI.
Uno de los conflictos que se produjeron en este territorio merece atencin
por haber tenido parte en l los griegos, segn la tradicin. En el 606 a. C.
Kirua de Illubru se levanta contra Senaquerib (705-681). Kirua contaba con la
ayuda de los habitantes de Khilakku, Tarso y de la fortaleza (griega) de
Anquiale (este ltimo nombre aparece en los textos asirios como Ingirra).
Probablemente, Senaquerib minimiz la gravedad de los acontecimientos, ya
que parece que fue un levantamiento importante. Segn la tradicin griega,
Senaquerib derrot a los griegos en Cilicia o cerca de all en una batalla
naval. Es muy interesante el que en las excavaciones de Tarso se encontrara
una capa de ruinas y tambin los restos de una reconstruccin de la ciudad
llevada a cabo por Senaquerib. En los estratos situados inmediatamente antes
y despus de la devastacin fue donde se encontr la mayor cantidad de
cermica griega.
En realidad se debiera haber sealado en la exposicin hecha hasta ahora
un nuevo factor de la poltica internacional de este perodo: los cimerios y
escitas aparecen ya citados por primera vez en tiempos de Sargn II e incluso
antes de 713. Por la importancia que llegan a alcanzar en el siglo VII no me he
ocupado de ellos hasta ahora. Los cimerios formaban la poblacin indgena
del sur de Rusia. Sus poblaciones se caracterizaban por una cultura del bronce
tarda, aunque la difusin de espadas y puales de hierro est relacionada
ntimamente, segn los arquelogos, con el surgimiento de los escitas. Entre
las escasas colonias cimerias descubiertas y estudiadas figuran las situadas en
el territorio de la ciudad ms tarde llamada Kimmerikon, a orillas del mar
Negro, 45 km al suroeste de Kertsch.
Durante el siglo VIII, los masagetas, desde el territorio situado al norte del
Oxus, emprendieron un gran movimiento migratorio, cuyo origen debi ser el
Lejano Oriente. Estos arrollaron a los escitas quienes a su vez se echaron
sobre los cimerios orientales. Poco despus grupos de ambos pueblos pasaron
el Cucaso entrando en el campo visual de los asirios. Si sobre los cimerios
no sabemos gran cosa, en lo referente a los escitas hay divisin de opiniones,
pues una parte de los historiadores utiliza el concepto en sentido amplio y
denomina escitas a todos los nmadas de la estepa euroasitica; mientras que
la ciencia rusa actual lo limita, por el contrario, a un pequeo grupo de
pueblos que habitaron en las costas del mar de Azov y del mar Negro, entre la
desembocadura del Bug al oeste y el Kuban en el sureste, y que tal vez se
extendieron por una parte de la estepa.
Los nmadas escitas fueron los creadores de un arte decorativo con
motivos animales, de formas muy puras, realizado en hueso y metal. Los temas
proceden de la caza. Sus figuras animales se caracterizan por tendencias
impresionistas y por captar diversos momentos de la misma figura. Aunque las
posturas animales estn captadas con gran precisin visual y realizadas con
maestra artstica dan una impresin artificial y casi abstracta.
Un primer grupo de cimerios expulsados por los escitas se estableci a
orillas del lago Van, entrando en conflicto con Uraru. En una carta, que debe
fecharse sin duda antes de 713, Senaquerib, entonces an prncipe heredero,
informa a su padre sobre la situacin en la frontera norte y menciona la
presencia de los cimerios. Durante su propio reinado los cimerios penetraron
en Asia Menor. El reino frigio tuvo que ceder ante la invasin cimeria, y as
finaliza la hegemona de Frigia en aquella poca. Segn la tradicin, Midas se
suicid. Por lo general se sita cronolgicamente este acontecimiento
basndose en Eusebio, quien sita la destruccin de Gordio en el ao 696-695
a. C. Pero es posible tambin que sea el 676. En las excavaciones americanas
realizadas en Gordio se encontraron indicios claros de esta destruccin; sin
embargo, parece que tras la muerte de Midas hubo prncipes de su casa que
reinaron como soberanos sobre Frigia y Gordio continu siendo la capital del
reino. Las excavaciones descubrieron tambin en zonas ms orientales
pequeas capitales fortificadas de los siglos VII y VI.
Probablemente se estableci por bastante tiempo un importante grupo de
cimerios en el norte de Asia Menor, alrededor de Snope. La tradicin griega
proporciona algunos puntos de contacto para esta tesis. Asarhaddn (681-669)
da noticia de una victoria sobre los cimerios en los alrededores de Hubusna
(seguramente una variante del nombre de Khubushna-Kybistra) que debe
fecharse en el ao 679.
Los escitas que haban expulsado a los cimerios emprendieron en parte la
misma ruta que el primer grupo de stos, atravesando el Cucaso y
establecindose a orillas del lago de Urmia. Otro grupo en cambio se dirigi a
Rusia meridional, la autntica patria de los cimerios. Esto provoc el que un
segundo grupo de cimerios atravesase los Balcanes, penetrando en Asia
Menor desde el oeste. Esta invasin occidental parece haberse desarrollado
en varias fases.
El primer ataque tuvo lugar al principio del reinado de Asurbanipal (669-
631/29?). El temor a los cimerios era ya por lo visto tan grande que los reyes
de Tabal y Khilakku, e incluso Giges de Lidia, pidieron ayuda a Asur[20].
Segn la tradicin asiria, el dios Ashshur aconsej en sueos al Gugu que
se dirigiera a Asurbanipal. Giges pudo resistir en este primer ataque del oeste
a la presin cimeria. La versin de Estrabn, segn la cual Giges domin la
Trade, debe relacionarse con esta situacin. Las cosas cambiaron, sin
embargo, o al menos as lo interpretan los asirios, cuando Giges, en lugar de
consolidar las pasajeras relaciones con Asur con un enviado permanente, se
dirigi en busca de apoyo a Psamtico de Egipto. En un segundo ataque, tal
vez llevado a cabo desde Snope, los cimerios tomaron Sardes (excepto la
ciudadela). A Giges lo mataron (652 a. C.).
Herdoto cuenta que Giges, siguiendo el ejemplo de Midas, ofrend al
santuario de Delfos seis bandejas de oro que pesaban treinta talentos. Envi
ejrcitos contra Mileto y Esmirna y conquist Colofn, de lo que se deduce
que trataba de someter las ciudades griegas que dominaban los tres valles
fluviales (Mileto el del Meandro, Colofn el del Kayster y Esmirna el del
Hermos).
Su sucesor Ardys, quien debi reanudar, a juzgar por las fuentes asirias,
las relaciones con Asur, conquist Pirene y asalt Mileto, segn Herdoto.
Bajo su reinado volvieron a ocupar Sardes los tracios que luchaban con los
cimerios occidentales (645 a. C.).
Segn la tradicin griega, el jefe de los cimerios en el ataque en 625 a. C.
se llamaba Ligdamis. En los textos asirios se encuentra este nombre bajo la
forma de Tugdamme. Estrabn cuenta que Ligdamis hall la muerte en Cilicia.
Expresado en palabras asirias, se trata de Que o Khilakku; los relatos asirios
coinciden con esta afirmacin. Este acontecimiento se sita entre los aos 637
y 626 a. C. Existen muchas razones para suponer que la nueva colonizacin de
Snope del ao 630 a. C. estuvo relacionada con esta derrota de los cimerios.
Herdoto afirma que slo Alyatte logr expulsar por completo a los cimerios
de Asia Menor, pero se refiere probablemente a los ltimos restos de los
cimerios occidentales que, en efecto, se mantuvieron mucho tiempo en la
Trade.
Durante las ltimas dcadas del siglo VII vuelven a surgir con fuerza los
escitas. Segn Herdoto dominaron durante veintiocho aos las tierras altas
de Asia, el territorio que, antes y despus de ellos, fue de los medos. Su
aparicin orlada de saqueos y destruccin provoc el pnico en todo el
Prximo Oriente. En una ocasin llegaron, a travs de Siria y Palestina, hasta
las fronteras de Egipto, donde el oro egipcio conjur su ataque.
La enumeracin de todos los datos griegos relativos a la historia lidia nos
llevara demasiado lejos, pero no podemos prescindir de uno: se trata del
apogeo que alcanz el imperio bajo Alyatte. Bajo su reinado fue conquistada
Esmirna (600 a. C). En las excavaciones de esta ciudad se encontraron huellas
claras de un asedio: un gran montculo desde el que se dominaban las
fortificaciones de la ciudad y adems puntas de flecha por ambas partes.
Muchas regiones del interior quedaron sometidas a la administracin lidia
bajo el reinado de Alyatte. Para los griegos este pas era de una riqueza
proverbial, pero degenerado por excesivo lujo y suntuosidad. Hacia mediados
del siglo VII los lidios adoptan para su escritura el alfabeto de los griegos. Las
inscripciones lidias de poca posterior muestran que el lidio perteneca a la
familia lingstica anatlica; probablemente estuviera ms cerca del hitita que
del luvita.
Una faceta importante de la historia de esta poca es la evolucin del
Khilakku independiente, que al parecer ya estaba en vas de convertirse en un
estado importante, aunque an no abarcase la llanura cilicia. En este territorio
se mantuvieron los reyes neobabilnicos siguiendo la poltica tradicional de
las potencias mesopotmicas: una poltica que trataba de mantener a lo largo
de la historia una cabeza de puente hacia occidente en la llanura cilicia[21]. El
Khilakku independiente y la Babilonia de los reyes neobabilnicos mediaron
conjuntamente en el conflicto entre medos y lidios de 590-585 a. C. como
parte neutral interesada. Existe un relato de Herdoto al respecto, en el que
describe cmo un eclipse total de sol, fechado por los astrnomos el 28 de
mayo del 585 a. C., aterroriz tanto a los beligerantes que stos se avinieron a
un acuerdo. Ambos partidos aceptaron la frmula conciliatoria de los reyes de
Cilicia y Babilonia. Desde este instante queda establecida la frontera entre
ambas potencias en el Halys, pasando Paflagonia al dominio de Lidia y el
territorio de la otra orilla a los medos.
Herdoto consigna las dimensiones del imperio de Creso, el rey que,
despus de Midas, produjo mayor impresin en la fantasa griega. Escribe que
este soberano someti a todos los pueblos de su orilla del Halys excepto a los
licios y cilicios. Poco despus, Herdoto cita a los panfilios entre los pueblos
de Creso. Todo ello se ve confirmado en la descripcin de una campaa del
rey neobabilnico Neriglisar (Nergalsharuur) (560-556) por el interior de la
Cilicia Aspera, pues del texto se deduce que este territorio estaba gobernado
por un rey indgena y que el reino lidio comenzaba en Selinunte[22]. El relato
de Herdoto sobre la independencia de los licios se ve respaldado por los
textos indgenas posteriores, de los que se desprende que an se pudo
mantener largo tiempo un grupo de poblacin luvita en Licia. Un grupo luvita
muy afn vivi en Cilicia Aspera hasta muy entrada la poca grecorromana,
pues se encontraba en el mismo extremo aislamiento natural que la poblacin
licia. Si Babilonia era en el ao 585, durante su mediacin entre medos y
lidios, an considerada como gran potencia, en tiempos del conflicto histrico
entre Creso y Ciro desempeaba un papel mucho menos importante. Babilonia
perteneca a una coalicin antipersa creada por Creso en la que estaban
integrados adems Egipto y Esparta. Cilicia, el otro mediador, opt por el
lado persa o conserv al menos frente a los persas una neutralidad tolerante.
Herdoto relata este episodio. Creso comenz con un ataque contra feso,
dirigindose luego contra todos los jonios y eolios e intentando someter todas
sus ciudades una tras otra. Acab por ser el soberano de todos los griegos en
Asia Menor y, despus de algunos titubeos, dej en paz a los griegos de las
islas. Entonces se decidi a la guerra contra Ciro. Herdoto narra la famosa
ancdota del orculo de Delfos que logr ganarse la confianza de Creso. El
soberano interpret mal al orculo, que profetizaba la destruccin de un gran
imperio si comenzaba una guerra con los persas y una victoria persa si un
mulo llegaba a reinar sobre los medos. Creso crey que el gran imperio era
el persa y que el triunfo de ste era imposible. No tuvo en cuenta la
ambigedad del primer orculo ni la alusin del segundo a la procedencia de
Ciro de una princesa meda casada con un sbdito persa. As, Creso tom la
iniciativa de la lucha cruzando el Halys y penetrando en Capadocia, que haba
pertenecido antes al territorio medo y que ahora era persa. Era el ao 547
a. C. Aunque la lucha que sigui arrojaba un saldo poco claro, Creso decidi
volver a su capital, ya que quera dirigirse a sus aliados antes de continuar la
guerra en la primavera siguiente. Ciro, sin embargo, no esper a la primavera
e irrumpi sbitamente en Lidia. Su ataque fue tan rpido que Creso se hall
totalmente sorprendido. A una batalla campal en la llanura de Sardes, que
finaliz con la derrota lidia, sigui el asedio a la ciudad por los persas.
Catorce das despus se tom Sardes. Empez para Asia Menor un nuevo
perodo, el perodo persa. Por primera vez despus de muchos siglos, Asia
Menor entera estaba unida bajo un soberano.
3. Siria y Palestina desde fines del siglo XI hasta
fines del siglo VI a. C. Desde la instauracin de la
monarqua en Israel hasta el fin del exilio judo.
A) Israel y Jud
b) David y Esbaal
c) David
d) Salomn
Mientras que las fuentes sobre David empleadas aqu permiten un relato
cronolgico de su vida y de sus acciones, resulta completamente imposible
hacerlo con el tipo de material que existe sobre Salomn en I Reyes 3-11.
Aqu se impone una agrupacin basada en los temas, tratando de fechar los
acontecimientos cuando sea posible.
Seis puntos habrn de considerarse: 1) la poltica exterior; 2) la
reorganizacin del ejrcito; 3) la creacin de nuevos distritos administrativos
e impuestos; 4) la institucin de monopolios de comercio; 5) el desarrollo de
una arquitectura rica, casi suntuosa, y 6) la adopcin en la corte de costumbres
de los pases vecinos de Israel.
Salomn supo conservar, en general, el gran reino de Israel creado por
David su padre. En un caso logr incluso la adquisicin de un nuevo territorio.
Esta expansin de su dominio no tuvo lugar por la fuerza de las armas sino a
consecuencia de acuerdos diplomticos. El faran Siamn (976-958), que
probablemente ocupaba el trono egipcio durante los primeros aos del reinado
de Salomn, cas a una de sus hijas con ste (I Reyes 3, 1)[8] entregndole
como dote la ciudad cananea de Gazer, situada a cincuenta km al oeste de
Jerusaln, junto a la frontera israelita-filistea (I Reyes 9, 16). Salomn
reconstruy y fortific inmediatamente esta ciudad[9]. Si el hecho de que una
princesa egipcia fuese la mujer principal de Salomn ya era muy importante,
la adquisicin de la fortaleza fronteriza de Gazer constituy un considerable
aumento de su poder. Sin embargo, no parece que el faran cediese Gazer a
Salomn por pura simpata. Ms bien quera, probablemente, con esta
intromisin en un territorio perteneciente a la esfera de influencia de Israel,
demostrar que Egipto no haba abandonado en absoluto sus pretensiones
territoriales en la costa mediterrnea de Palestina meridional. A esta
ampliacin del reino conseguida por Salomn en sus primeros aos se
contrapone, por otro lado, la prdida de antiguas tierras israelitas acaecida en
la segunda mitad de su reinado. Segn I Reyes 9, 10-14 Salomn se vio
obligado a ceder veinte ciudades israelitas situadas cerca de la frontera tiro-
israelita a Hiram de Tiro, como pago de los envos de material destinado a la
reconstruccin del templo y del palacio.
Como ya se vio antes al narrar cmo David desjarret los caballos de los
carros de combate capturados, Salomn transform todo el ejrcito en
unidades de carros de combate. Los datos que sobre el nmero de sus carros
de combate nos dan I Reyes 5, 6 (4, 26 en la Vulgata) y 10, 26 no se
compaginan bien con el nmero de sus hombres y de sus caballos, pero no nos
equivocamos mucho si decimos que tena 1400 carros de combate, 4000
caballos y 12 000 hombres. Una gran parte de los edificios erigidos por
Salomn eran cuarteles destinados a las unidades de los carros de combate,
pero al parecer no se debe hacer ninguna diferencia rigurosa entre cuarteles y
arsenales, sino suponer que las guarniciones creadas por Salomn tenan
tambin naves destinadas a las armas y a las provisiones. Es evidente que as
fue en el caso de Jerusaln, pues sabemos por I Reyes 7, 2; 10, 16-17; 14, 25-
28; II Reyes 11, etc., que el palacio del rey inclua un cuartel y un arsenal. Los
edificios construidos por Salomn, segn I Reyes 9, 15-19, en Jerusaln y
tambin en Hazor, Megiddo[10], Gazer, Beth-Horon, Baalat y Tadmor[11],
algunos de ellos confirmados arqueolgicamente (Gazer, Megiddo, Hazor),
debieron haber sido a la vez cuarteles, arsenales y almacenes. Lo mismo
puede decirse de Ezin-Geber, ciudad portuaria situada a orillas del mar Rojo
y que sirvi a Salomn como punto de partida para el viaje naval de Ofir,
realizado juntamente con el rey de Tiro. Los edificios hallados en ella de
tiempos de Salomn debieron servir tambin, en parte al menos, para guardar
armas y provisiones.
Por lo dems el cambio efectuado por Salomn en el ejrcito a favor de
los carros de combate, con el que slo una pequea parte de sus sbditos
aptos para el servicio militar eran llamados a filas, no significa en absoluto
que los dems no tuvieran obligaciones con el estado. A stos correspondi
una especie de servicio de trabajo obligatorio. Sobre su organizacin se dice
algo en I Reyes 5, 27-30, y en 11, 28 se asegura que Jeroboam fue puesto por
Salomn al frente del servicio de trabajo de la Casa de Jos. Por el contrario
parece estar basada en un error la afirmacin de I Reyes 9, 20-23 segn la
cual estaban exentos de este servicio los israelitas y slo se le destinaban los
no israelitas que an se encontraban en territorio israelita. Sobre la
reorganizacin del reino salomnico, o mejor dicho de su parte septentrional y
ms extensa, o sea de Israel en sentido estricto, estamos relativamente bien
informados gracias a que en I Reyes 4, 7-19; 5, 7-8 se conserva una lista
oficial, por desgracia defectuosa, en la que figuran los intendentes de los
nuevos distritos y el tamao de stos[12]. Para la creacin de estos doce
distritos se parti en parte de los antiguos territorios de las tribus, y cuando se
trataba de un antiguo territorio cananeo israelizado se trazaron las fronteras sin
tener en cuenta situaciones anteriores, slo basndose en la riqueza de las
provincias, ya que a stas corresponda en primer lugar el suministro de
alimentos, piensos y animales de tiro a la corte y a las guarniciones (ver
I Reyes 5, 2-3). La importancia que tenan los intendentes de estos distritos se
deduce del hecho de que muchos de ellos fueran yernos de Salomn. Entre los
distritos mencionados en la lista no figura ninguno en el territorio de la antigua
tribu de Jud. Como parece poco probable que Jud estuviese completamente
libre de los tributos impuestos a aquellos distritos, ha de suponerse que
contribua a los gastos de otra manera. En otro caso Jud hubiera salido ms
favorecida que Israel, que se hubiera sentido postergada frente a ella, y
hubiera mostrado su resentimiento. En todo caso, existe al menos la
posibilidad de que una de las razones por la que se separase Israel de la
dinasta de David a la muerte de Salomn fuese que Israel se sintiese ms
oprimida que Jud por el pago de tributos a la corte y a las guarniciones y no
estuviese dispuesta a sufrir ms esta injusticia. Otra razn pudo haber sido que
la institucin del servicio de trabajo pblico impusiera mayores deberes a
Israel que a Jud. Tal vez haya que contar con ambas razones.
Est completamente justificado que a Salomn se le haya llamado
comerciante sobre el trono real o comerciante real. Salomn favoreci en
efecto al mximo el comercio y estableci para muchos productos monopolios
comerciales reales que constituyeron una importante fuente de ingresos
destinados a cubrir los enormes gastos de su armamento y sus suntuosas
construcciones. Segn I Reyes 10, 28 ss., Salomn haca venir los caballos
destinados a los carros de combate de Cilicia y los carros de Egipto, donde
exista una antigua tradicin de construccin de stos. Un caballo vena a
costar la cuarta parte del valor de un carro de combate. Los compradores de
estos carros y de sus yuntas eran, segn 10, 29, los reyes hititas y los reyes de
Arana, o sea los estados neohititas surgidos a raz de la cada del imperio
hitita en Siria noroccidental y en Asia Menor suroriental, y los reinos arameos
constituidos all y en otros lugares desde el siglo XI, de los que an habr que
tratar. Junto al comercio de carros de combate y caballos, Salomn parece
haber monopolizado el no menos lucrativo comercio internacional de especias
de todo tipo, incienso y productos parecidos. A este comercio se debi sin
duda la visita de la reina de Saba, a que se alude en I Reyes 10, 1-10 y 13, en
la que pudiera haberse llegado a un acuerdo sobre el tipo de comercio y su
extensin. El comercio internacional, que abarcaba grandes distancias por
tierra y por mar, exiga que sus rutas estuviesen aseguradas. Por esta razn se
dedic la poltica comercial de Salomn a garantizar su supremaca sobre
estas rutas, a cuyo dominio, como ya insinuamos, tambin pudo haber estado
dirigida la expansin de los filisteos. El control de las rutas era para Salomn
tanto ms importante cuanto que no slo beneficiaba a las propias empresas
sino que adems traa consigo ingresos aduaneros obtenidos de los usuarios no
israelitas de estas rutas. La amplitud y envergadura de la poltica comercial de
Salomn queda demostrada no slo por sus viajes por el mar[13] al lejano Ofir
(que hay que buscar en la costa oriental de frica, la costa meridional de
Arabia o incluso la India o frica del Sur, ya que segn I Reyes 10, 22, el
viaje desde el puerto de partida, Ezin-Geber, requera tres aos), sino
tambin por sus empresas por tierra empleando caravanas de camellos. De
stas nos da una idea el relato de I Reyes 9, 18; II Par. 8, 4, segn el cual
Salomn construy edificios en Tadmor en la estepa de Aram[14] (en I Reyes
9, 18 se lee baarm en Aram en vez de br en el pas), es decir, en
Palmira. Pues estos edificios en la antigua ciudad caravanera, que exista ya
siglos antes de Salomn, deben haber sido cuarteles, arsenales y almacenes, y
haber servido en todo caso al comercio.
La construccin ms importante y grandiosa de Salomn fue el palacio, del
que el templo constituye una parte[15]. Sobre ste sabemos mucho,
relativamente, y en todo caso ms sobre l que sobre el palacio. Se sabe
tambin en qu ao del reinado de Salomn se comenzaron y terminaron estas
obras. Segn I Reyes 5, 15-32 tuvieron lugar al principio del reinado de
Salomn negociaciones entre ste e Hiram, rey de Tiro, sobre el envo de
madera de construccin y de carpinteros y artesanos. En este sentido 6, 1,
37 ss. completa estos datos asegurando que la construccin del templo
comenz en el cuarto ao de Salomn y concluy en su undcimo ao de
reinado, por lo que dur siete aos. Sobre la construccin del palacio
averiguamos por 7, 1 que dur trece aos. 9, 10 establece en veinte aos la
duracin de las obras para el templo y el palacio. Ambos formaban un
complejo rodeado por una muralla comn con puertas para la parte del templo
y el palacio, y en la mitad sur del complejo se encontraban, alrededor de
patios interiores, los edificios del palacio, en primer lugar la casa del Bosque
del Lbano, llamada as por los puntales de cedro del Lbano de la planta baja,
y que serva como arsenal (I Reyes 10, 17; II Reyes 20, 13), la sala de
columnas de tipo propilico, la sala del trono, con el trono de oro y marfil
descrito en I Reyes 10, 18-20 y el harn, mientras que la parte norte estaba
ocupada por el gran atrio del templo, con el altar de los sacrificios, y por el
mismo templo. Seguramente las construcciones del palacio se inspiran en
modelos extranjeros, por ejemplo, asirios, pero no se ha podido averiguar an
nada concreto al respecto.
Frente a la descripcin somera de I Reyes 7, 1-12 del complejo del
palacio destaca la ms detallada del templo que ofrece 5, 15-32; 6, 1-38; 7; 9,
13-51. Los tres recintos principales del templo, nrtex, nave principal y cella,
estn descritos detalladamente, con sus medidas, su arquitectura y el
recubrimiento de las paredes (6, 1-22). Existe adems una descripcin
minuciosa (6, 23-28; 8, 6) de los enormes querubines del Sancta Sanctorum
tallados en madera de olivo y recubiertos de oro, con sus alas extendidas
sobre el Arca, y de las puertas que comunicaban con los otros recintos del
templo (6, 31-34). En 7, 15-50 se describen con especial detalle los trabajos
realizados en metal por el famoso Hiram de Tiro, las dos columnas de bronce
(7, 15-21, 41-42) situadas en el prtico del Santuario, el mar de bronce
sustentado por doce toros (7, 23-26 y 44), los diez carros de ceremonias (7,
27-39 y 43), los diez candelabros de oro delante del Sancta Sanctorum a
ambos lados de la entrada (7, 49) y los diversos recipientes, vasijas, palas y
otros instrumentos necesarios para el culto (7, 40 y 50). Tambin el plano y
alzado del templo, as como su decoracin interior, se habrn inspirado en
modelos extranjeros, ya que los arquitectos y artesanos fenicios que
intervinieron en las obras estaban abiertos a todas las corrientes del mundo.
Aunque no pueda precisarse nada con seguridad sobre el origen de estos
modelos, parece sin embargo seguro, respecto a la fachada exterior, que el
templo tpico de Siria-Palestina, de cella elevada, influy sobre el templo
salomnico, cuya cella, que albergaba el Arca y los querubines, estaba ms
alta que el prtico y la nave principal (6, 2 y 20)[16]. Respecto al interior los
querubines, las palmeras y la ornamentacin floral con que estaban decoradas
las paredes interiores del templo y sus puertas (6, 29 y 32-35), as como los
leones, toros y querubines representados sobre las andas del carro de
ceremonias (7, 29), aparecen como motivos de ornamentacin en muchos
lugares vecinos de Israel, igual que la decoracin del trono de Salomn (10,
18-20) con cuernos de toro y figuras de len, de la que existen paralelos en las
cercanas de Israel.
Si la corte de David era, como ya vimos, mayor que la de Sal, la de
Salomn se hizo an ms extensa. Como nuevos ministros aparecen el jefe de
los doce intendentes de las regiones ya mencionadas, el amigo del rey y el
ministro de la casa, sin que podamos determinar con exactitud en cada caso
sus atribuciones (4, 2-6). Frente a la corte de David, la de Salomn aumenta
considerablemente en nmero de miembros y se inspira en modelos
extranjeros, por lo que se le compara, con razn, con los prncipes europeos
que emulaban la corte de Luis XIV (1643-1715). Ya la construccin del
templo y del palacio lo demuestra. Tambin corresponde a ello la excepcional
amplitud del harn de Salomn. Pero no se limit ste al refinamiento externo
de la vida cortesana que haba de llenar de asombro a la reina de Saba
(I Reyes 10, 1-10 y 13), sino que dio un extraordinario impulso a la cultura. En
el relato de la visita de la reina de Saba a Salomn se dice que la reina le hizo
muchas preguntas, que ste contest a todas y que ella manifest gran
admiracin por su sabidura. Para hacerse una idea hay que estudiar I Reyes 5,
9-14 y 10, 23-24. All se asegura que Salomn era ms sabio que toda la
sabidura de Babilonia y Egipto, que superaba en sabidura a los sabios
famosos entonces (Ethn, Hemn, Chalcol y Dorda) y que todo el mundo
acuda a Jerusaln para or la sabidura de Salomn, quien compuso 3000
refranes y 1005 cantos, relacionados con la botnica y la zoologa, los cedros
del Lbano, las hierbas de hisopo que crecen sobre los muros, los animales,
los pjaros, los gusanos y los peces. Se trata aqu evidentemente de poemas
que tienen que entenderse como exposiciones de rudimentos de ciencia
botnica y zoolgica y sin duda escritos en forma de adivinanzas o de
preguntas, lo que los converta en ingeniosos temas de conversacin. Tales
deben imaginarse las preguntas que segn 10, 1-10 y 13 puso la reina de Saba
a Salomn y las respuestas que l le dio. Se pueden aadir a los proverbios de
5, 12 otros relativos a la experiencia de la vida o a toda clase de reglas de
sabidura y advertencias, ya que la tradicin que atribuye a Salomn una serie
de colecciones de estas mximas los Proverbios, el Eclesiasts, la
Sabidura tiene un punto de partida histrico. Cabe preguntarse si los 1005
cantos que se mencionan en 5, 12 junto a los 3000 proverbios han de
entenderse como obras didcticas, que slo se distinguen de los proverbios
por la forma, o si se trata aqu de obras de poesa lrica. En este ltimo caso
habra que pensar en poesa ertica, pues Salomn ha sido considerado
despus como autor de esta clase de literatura y se le atribuye el Cantar de los
Cantares.
Tan grande fue la furia de los israelitas que lapidaron al prefecto de los
tributos, Adomiram, que haba sido encargado por el rey de salvar la
situacin, por lo que inmediatamente Roboam huy a Jerusaln en un carro de
combate. Ahora, por fin, tena el camino libre Jeroboam, que haba vuelto
inmediatamente a su pas al tener noticia de la muerte de Salomn, y que, por
lo visto (I Reyes 12, 20), ya haba estado en Siquem durante las
conversaciones de Roboam con los ancianos de Israel respaldando a stos; los
representantes de Israel le acogieron y le proclamaron rey de todo el pas.
Segn 12, 21-24, Roboam no tard en movilizar 180 000 hombres de las tribus
de Jud y Benjamn para la reconquista de todo el reino israelita, pero desisti
del ataque al ordenarlo as Yahv a travs del profeta Semeyas. Nos hallamos
aqu seguramente ante una leyenda. No faltaron, sin embargo, conflictos entre
ambos estados durante los seis decenios siguientes (I Reyes 14, 30; 15, 16-22)
y bajo Baasa de Israel (906 a 883). Slo bajo Ajab de Israel y Josafat de Jud,
que reinaron aproximadamente al mismo tiempo, se lleg a una reconciliacin
entre Israel y Jud.
Al estudiar los reyes de Israel, el estado del norte, y los de Jud, el del
sur, salta a la vista inmediatamente una gran diferencia: en Jud permanecieron
los davdidas en el trono hasta la cada del estado en 587 a. C. La deseada
reconstruccin de todo el estado israelita se esperaba all del reinado de un
nuevo David o de un miembro de la casa de David. En Israel, por el contrario,
los cambios violentos de dinasta son la regla, y el dominio de una dinasta
durante varias generaciones es una rara excepcin. En realidad slo Omri y
Jeh llegaron a formar estas dinastas; los de Omri pudieron mantenerse cuatro
decenios en el trono, los de Jeh diez decenios. Las razones de los cambios de
gobierno sangrientos de Israel no son siempre claras. Aunque pudieron
intervenir en ello motivos personales y de ambicin, es probable que estos
destronamientos se debieran casi siempre a diferencias de criterio en materia
de poltica exterior e interior. As, la ruptura, descrita en I Reyes 14, 1-18, de
Ajas de Silo con Jeroboam, al que haba ayudado a subir al trono, tuvo
seguramente el mismo origen que el que indujo al profeta a la lucha contra
Salomn: la disconformidad con la poltica religiosa y social seguida por
ambos reyes, que contradeca los mandamientos de Yahv.
La desmembracin poltica del reino israelita tuvo tambin consecuencias
religiosas. En vista de la extraordinaria importancia que haba adquirido, para
todo Israel, Jerusaln con su templo, era de esperar que muchos habitantes del
estado del norte continuasen manteniendo contacto con el templo de Jerusaln,
incluso despus de la escisin. Estas relaciones religiosas incluan o podan
incluir, sin embargo, el sentimiento de unidad poltica, lo que poda conducir a
un debilitamiento del estado del norte. Por eso Jeroboam insisti en la
creacin de lugares de culto en el norte que pudieran sustituir ante sus sbditos
el templo de Jerusaln, y hacer innecesaria la visita a esta ciudad. Se
sobreentiende que seran especialmente idneos los lugares que tuvieran una
honorable tradicin. Bthel y Dan tenan estas caractersticas. En Bthel,
donde, segn Gn. 28, 35, ya haba fundado Jacob un santuario, haba estado el
Arca (Jueces 20, 26-28) bajo Pinehas, nieto de Aarn, o sea, miembro de la
antigua familia de sacerdotes que se remontaba a Moiss y Aarn. De Dan se
dice en Jueces 18, 30 que aproximadamente en la misma poca actu all como
sacerdote Jonatn, nieto de Moiss[17], otro miembro de esta estirpe de
sacerdotes. Jeroboam eligi estos dos centros religiosos dotndolos de un
smbolo de culto, el toro, que haba desempeado igual que el Arca un
importante papel en el perodo precananeo de Israel, aunque fuera
naturalmente tachado de idlatra en la tradicin (Ex. 32) influida por el punto
de vista de Jerusaln; crea Jeroboam que con ello podra competir con el
Arca de Jerusaln (I Reyes 12, 26-31; 13, 1-34; 14, 1-20). Bthel y Dan
sirvieron como demuestra la polmica de Ams contra estos santuarios
(Am. 7, 10-17; 8, 14) a la idea que condujo a su fundacin, si bien nunca se
alcanz una supresin total del contacto entre los habitantes del estado del
norte y el templo de Jerusaln, quedando, a pesar de todos los obstculos,
muchas relaciones en pie (Jer. 41, 4-9).
C) Los arameos
D) Los fenicios
Generalidades
A) Israel y Jud
B) Los arameos
C) Los fenicios
A) Israel y Jud
Si hasta pasada la mitad del siglo VIII Israel, Jud y con ellos los otros
estados sirio-palestinos haban ignorado o subestimado el peligro que les
amenazaba por parte de los asirios, todo cambia de golpe cuando
Tiglatpileser III (745-727) reanuda con energa y violencia hasta entonces
inauditas la poltica dirigida a someter Siria-Palestina, recurriendo sin
escrpulos al mtodo de la deportacin, ya utilizado por algunos de sus
antecesores. En los primeros aos del reinado de Tiglatpileser, form el
citado Azriyau de Yadi-Samal una gran coalicin prcticamente con todos
los estados sirio-palestinos y dirigida contra Asiria, partiendo seguramente de
una anterior coalicin sirio-palestina dirigida por Yadi y de la que
Jeroboam II haba apartado a amath y Damasco para integrar estos pases
bajo su propio dominio. Tiglatpileser se vio ante la necesidad de destruir esta
coalicin, cosa que hizo concienzudamente. Grandes zonas de Siria fueron
anexionadas a Asiria despus de la deportacin de su poblacin, entre ellas 19
provincias de amath, quedando sometidos al pago de tributos muchos
estados, ciudades, pueblos y tribus. Entre los tributarios figuran Rezin de
Damasco, Menehem de Samaria, Hiram de Tiro, Sibittibiili de Biblos y
Zabba, reina de Arabia. Es comprensible que los estados sirio-palestinos
buscasen cualquier medio que pudiese asegurarles su independencia o al
menos parte de ella. En este sentido se formaron coaliciones de mltiples
estados como las que ya haba conocido Siria-Palestina. Rezin de Damasco y
Pekah de Israel siguieron el mismo ejemplo, y trataron de ganarse como tercer
aliado a Acaz de Jud. ste, sin embargo, se neg a entrar a formar parte de la
alianza de sus vecinos considerando seguramente que habra de ser el aliado
ms dbil y que se vera forzado a sacrificar gran parte de su independencia.
Ante la negativa de Acaz, Rezin y Pekah emplearon la violencia. Sitiaron a
Acaz en Jerusaln y le amenazaron con sustituirle por un antirrey,
probablemente arameo, llamado Tabeel. En esta situacin crtica, que se vio
agravada por la subida al trono en Edom de un rey indgena que expuls de
Elath a los judos all asentados, haciendo a la larga Elath independiente
(II Re. 16, 6)[47], se dirigi Acaz a pesar de las serias advertencias del profeta
Isaas a pedir auxilio a Tiglatpileser. El xito fue inmediato; el rey de los
asirios conquist Damasco y anexion al imperio asirio Aram-Damasco.
Tambin Israel sufri un duro castigo. Tiglatpileser dej que subsistiera el
estado de Efram, pero grandes zonas de la llanura costera de Galilea y
Galaad se convirtieron en provincias asirias[48]. Pekah fue vctima de una
conjuracin, cuyo jefe Oseas, hijo de Ela y favorito de los asirios, fue
proclamado rey. Tiglatpileser se refiere a estos acontecimientos en una
inscripcin: Ya que haban destronado a su rey Pekah, nombr a Oseas
soberano suyo (AOT, pgina 348; ANET, pg. 284). En este punto se
complementan satisfactoriamente las inscripciones asirias y los relatos
bastante minuciosos de la Biblia (II Re. 15, 29-30; 16, 5-18; Is. 7, 1; 9, 6;
AOT, pgs. 346-348; ANET, pgs. 282-284). Pero el estado de Efram no
haba de tener una vida larga. A la muerte de Tiglatpileser en el ao 727,
Oseas, que haba sido proclamado rey por aqul crey llegado el momento de
deshacerse del yugo asirio, recurriendo a la ayuda egipcia como otros
prncipes sirio-palestinos rebeldes. II Re. 17, 4 dice de Salmanasar V
(727-772): El rey de Asur descubri una conjuracin de Oseas, pues ste
haba enviado emisarios a So[49], rey de Egipto, y no haba realizado el pago
anual de tributos al rey de Asur; le mand detener y arrojar a la crcel, y
prosigue 17, 6: En el sexto ao de Oseas conquist el rey de Asur, o sea
Sargn II (722-705), sucesor de Salmanasar, Samaria, se llev prisioneros a
los israelitas a Asur, asentndoles en Halah y a orillas del Khbr, un ro de
Gosan, y en las ciudades de la Media. El propio Sargn escribe: Al
principio de mi gobierno y en el primer ao de mi reinado conquist
Samaria, 17 290 personas que la habitaban fueron deportadas. 50 carros
entre ellos reclut para mi ejrcito real. A las gentes de las tierras, botn de
mis conquistas, dej vivir all. A los hombres de mi corte los nombr
gobernadores sobre ellas. Les impuse el pago de tributos como a los sirios
(AOT, pg. 348; ANET, pgina 284; DOTT, pg. 59). Sin embargo, la
resistencia del antiguo estado del norte de Israel contra el dominio extranjero
an no se haba extinguido; incluso lleg a participar ms tarde en
levantamientos sirio-palestinos contra Asiria. Pero eran slo manifestaciones
espordicas del deseo de libertad y tenan poca importancia. Por lo dems,
Israel desaparece entonces de la historia; slo Jud subsistira, hasta caer
tambin en 587, para volver a renacer en 538 en forma de estado eclesistico.
B) Los arameos
En los comienzos del perodo de la historia de Aram que ahora nos ocupa
(745-538), que coincide con los primeros aos del reinado de
Tiglatpileser III, autntico fundador del imperio universal asirio, se sita el
aplastamiento de la gran rebelin antiasiria promovida por Sardur III, rey de
Uraru (hacia 765-733) y, relacionada con este acontecimiento, la destruccin
de Arpad, a la que ya nos referimos, as como la ya mencionada aparicin del
usurpador Azriyau de Yadi. No obstante, existen discrepancias en algunos
aspectos en la interpretacin de las fuentes disponibles, que son por un lado
los relatos de Tiglatpileser y por otro la inscripcin aramea (KAI, n. 215) que
figura sobre una estatua levantada en 730 por Barrkib, rey de Yadi, a su
padre Panammuwa II, hijo de Barur. En la inscripcin de Barrkib no aparece
en absoluto el nombre de Azriyau. Slo se alude, y de manera poco precisa, a
un usurpador que destron a Barur y organiz una terrible matanza de
miembros de su familia, pero que luego fue eliminado por Tiglatpileser y
sustituido por el legtimo heredero del trono, Panammuwa II. En cuanto al jefe
de la gran coalicin siria[53] dirigida contra Tiglatpileser, que no tardara en
ser derrotada por ste, quien segn Tiglatpileser fue Azriyau de Yadi, se
discute desde hace ms de un siglo si se trata del rey judo Azaras u Ozas
(773-735) o del usurpador procedente del estado de Yadi-Samal, en Siria
del Norte. Los argumentos en favor de cada una de las teoras no caben aqu.
Nos limitaremos a sealar que lo ms probable es que el personaje de
Azriyau mencionado por Tiglatpileser fuera el usurpador que se hizo con el
poder en la ciudad de Yadi y que las frases que aqu nos interesan de la
inscripcin de la estatua erigida por Barrkib a su padre Panammuwa II
adquieren mayor significado si las referimos a la revolucin brutal del
aventurero Azriyau.
La derrota de la gran coalicin de estados sirios dirigida por Azriyau
contra la dominacin de Asiria tuvo como consecuencia el que algunos de
ellos quedasen integrados en el reino asirio como provincias y que numerosos
estados conservaran una cierta independencia, pero tuvieran que pagar un
fuerte tributo. Entonces fueron integrados en Asiria diecinueve territorios
dependientes de amath, despus de haber sido deportada una gran parte de su
poblacin, mientras que el propio amath segua independiente bajo el rey
Eniel hasta ser destruido definitivamente en 720, como ahora veremos, por
Sargn II (722-705), como represalia por un nuevo intento de levantamiento.
Entre los reyes que pagaron tributo entonces a Tiglatpileser figuran entre otros
Rezin de Damasco, Pisiris de Karkemish y Panammuwa II de Samal.
Sin embargo, estos reyes, igual que otros muchos, slo pudieron disfrutar
poco tiempo de su relativa independencia. De Damasco ya vimos que fue
anexionada en 734 por los asirios, y tambin queda dicho que en aquella
ocasin Israel perdi la mitad de su territorio, convertida en cuatro provincias
asirias, y que doce aos ms tarde sufri la misma suerte lo que haba quedado
del estado. Karkemish perdi su independencia con la muerte de su ltimo rey,
Pisiris (745-717). En amath un usurpador llamado Ilubidi o Yaubidi
moviliz en 720 una coalicin antiasiria, aprovechando el resurgir de
movimientos de independencia en algunos estados ya anexionados haca
tiempo a Asiria, entre ellos Arpad, Damasco y Samaria, que confiaban en la
ayuda prometida por Egipto. No pudo mantenerse, sin embargo, en su fortaleza
de Qarqar y cay en manos de Sargn II (722 y 705), sufriendo toda clase de
humillaciones. Tambin Samal, cuyos dos ltimos reyes, Panammuwa II
(743-732) y Barrkib (732-720), se haban mantenido fieles a Asiria, parecen
haber perdido hacia 720 su independencia, convirtindose en provincia asiria.
Cabe suponer que tampoco Samal pudiera resistir a la tentacin de abandonar
a Asiria y que sta reaccionase con la anexin de este estado. Un smbolo
impresionante del dominio asirio sobre Samal lo constituye la estela de
doleritas[54] (basalto) de 3,22 metros, erigida all medio siglo ms tarde por
Asarhaddn (681-669) que le representa a l y a dos de sus enemigos
vencidos, Abdimilkutti de Sidn o Baal de Tiro y el hijo de Taharqa de
Etiopa; en ella Asarhaddn, representado en un tamao gigantesco, sujeta a
sus diminutos contrarios por dos cuerdas que atraviesan sus narices. Tambin
Azitawaddiya (Karatepe) parece haber perdido su independencia hacia 710,
sin que sepamos la causa.
C) Los fenicios
I. LA DINASTA XXI
a) Tanis y Tebas
a) Grandeza y decadencia
b) La anarqua libia
c) Vuelta a la unidad
Desde que, hacia el ao 950 a. C., subi al trono de los faraones un oficial
de ascendencia libia llamado Sheshonq, pasaron tambin para siempre los
tiempos en que monarcas de sangre egipcia dirigan los destinos del valle
inferior del Nilo. Sin embargo, la antiqusima cultura egipcia haba de ser an
durante siglos lo bastante poderosa como para dominar a los nuevos
detentadores del poder poltico no egipcios, cuya serie haba iniciado
Sheshonq I. Libios y nubios asimilados se convirtieron as en los principales
defensores de la cultura egipcia frente a los imperios de Asia Anterior que,
desde que el estado asirio se convirti en poder mundial, hacia la mitad del
siglo VIII a. C., dominaban el escenario poltico del Oriente.
Hacia el ao 663 a. C. lleg, sin embargo, un momento en el que el
imperio asirio haba alcanzado frente a estas fuerzas el mximo auge de su
poder exterior. Entonces haba fracasado el ltimo intento de un rey de Napata
la capital del pas llamado en la Antigedad Etiopa (que no se debe
confundir con la actual Etiopa, equiparable a Abisinia) situada al pie de la
cuarta catarata del Nilo de disputar a los asirios la posesin de Egipto.
Incitado, al parecer, por una visin que tuvo en sueos, Tanutamn, rey de
Etiopa, haba remontado el Nilo y haba derrotado en Menfis a los vasallos
de los asirios del Bajo Egipto. Ante la llegada del ejrcito del soberano asirio
Asurbanipal tuvo que emprender la retirada. Ni siquiera pudo evitar que los
asirios tomasen y saqueasen Tebas, ciudad sagrada de Amn, dios tan
venerado por los etopes. Con la retirada a Nubia de Tanutamn finaliza,
sesenta aos despus de la campaa triunfal del rey Pinkhi de Napata por
Egipto (hacia el 725 a. C. o poco antes), la poca de la dominacin etope
sobre el valle inferior del Nilo. Desde Nubia haban reinado los etopes sobre
Egipto como fieles servidores del dios egipcio Amn, conservando todas las
formas faranicas. Ante el poder militar del rgidamente organizado estado
asirio, al que se haban enfrentado los etopes primero en Palestina y luego en
el mismo Egipto, el reino faranico de estos nubios demostr su inferioridad.
En las luchas entre etopes y asirios por la posesin de Egipto, un grupo de
pequeos prncipes establecidos all haban tratado de conservar por medio de
una poltica de equilibrio una cierta independencia entre ambas partes. Un
relato del rey asirio Asurbanipal habla de veinte prncipes, de los cuales la
mayora se encontraba en el Bajo Delta. Entre ellos figuraba un cierto Nekao
(Nekho) as pronunciamos su nombre siguiendo la costumbre griega que
hacia el ao 667 haba estado comprometido en un fracasado levantamiento
contra los asirios. Llevado prisionero a Nnive, haba sido perdonado por el
rey Asurbanipal, que le restituy sus antiguos dominios. A stos perteneca
Sais, la ciudad natal de Nekao, situada en el delta noroccidental, as como
Menfis. El hijo de Nekao, llamado Nab-shzibanni por los asirios (que muy
probablemente sea Psammetiq, su sucesor), obtuvo adems de Asurbanipal la
ciudad de Atribis situada cerca de la actual Benha. No cabe duda de que el rey
asirio le haba concedido esta gracia por razones polticas. De hecho esta
actitud se vio recompensada, pues Nekao y Psamtico lucharon a favor de los
asirios ante el avance del rey etope Tanutamn. Nekao hall la muerte y su
hijo Psamtico tuvo que huir con los asirios que le reinstauraron despus de la
expulsin de Tanutamn. Junto con varios pequeos prncipes, que haban
adoptado una actitud parecida, Psamtico gobern Egipto desde entonces
como vasallo del rey Asurbanipal. Estos acontecimientos (la cada del
prncipe Nekao, la huida y la restauracin de su hijo) pertenecen a los aos
664 y 663 a. C.[1]
Cul es el origen de la familia de Nekao y de Psamtico? Se ha pensado
que era de origen etope y que su poder egipcio proceda de un rey etope
anterior, pero esto es poco probable. Por el contrario, todo parece indicar que
Nekao y Psamtico procedan del crculo de los prncipes cuyo poder se haba
extendido algunas generaciones antes sobre el mismo territorio. El prncipe
Tefnakht de Sais era, hacia 725, el principal enemigo del etope Pinkhi y
haba sido vencido por l pero no eliminado. Bokhkhoris, hijo de Tefnakht,
que sucedi a su padre en el poder, haba encontrado la muerte en 715 en lucha
contra Shabaka, sucesor de Pinkhi. Tefnakht aparece en las inscripciones de
su enemigo Pinkhi bajo el ttulo de prncipe de Ma, abreviatura de
Mashawash. Era, por tanto, como todos los soberanos de entonces en el Bajo
Egipto, jefe de los sucesores de los mercenarios libios de los faraones del
Imperio Nuevo, que se haba convertido en una casta hereditaria de guerreros.
Los griegos llamaban mkhimoi a los miembros de esta casta de guerreros
egipcios de origen libio. Tambin en Nekao y Psamtico hemos de ver
prncipes mkhimoi. No se puede determinar si procedan de la familia de
Tefnakht y de Bokhkhoris o de sus cercanas. En todo caso no eran en modo
alguno egipcios en el sentido estricto de la palabra.
Entre los prncipes vasallos de los asirios que tras la expulsin de los
etopes gobernaron Egipto para el emperador de Nnive, fue Psamtico sin
duda el ms poderoso desde el principio. Decisivo para su posterior subida
fue que el rey de Asiria, Asurbanipal, se viera obligado, poco despus de su
definitiva victoria sobre los etopes, a emplear casi todo su ejrcito en el
sureste de su reino contra la tierra de Elam y la provincia rebelde de
Babilonia. Casi dos dcadas, hasta la cada de Babilonia (648) y la toma de
Susa, capital tenazmente defendida de los elamitas (hacia 640), estuvo
empeado en este escenario de la guerra el principal ejrcito asirio. Mientras
tanto Psamtico logr la supremaca sobre todos los dems soberanos de
Egipto, que estaba abandonado casi por completo a su suerte. Elimin
violentamente a la mayor parte de los prncipes que le rodeaban. A otros se
los pudo ganar: est demostrado que lo consigui con los llamados maestros
de barco de Heraclepolis (situada a diecisis km al oeste de la actual Beni
Suef), lo cual constitua un triunfo importante porque estos prncipes de
Heraclepolis no slo eran la familia ms poderosa del Medio Egipto, sino
que adems desempeaban un papel muy importante en la navegacin fluvial
hacia el Alto Egipto. Tambin algunos de los pequeos prncipes del delta
pudieron someterse voluntariamente a Psamtico. As se convirti el sata en
pocos aos en el amo de todo el Bajo y Medio Egipto sin que lo pudiera
impedir su soberano asirio.
En el noveno ao de su reinado (656 a. C.) consigue finalmente Psamtico
la anexin de Tebas, ciudad del Alto Egipto, a sus dominios. En el Alto Egipto
se haba producido un cierto vaco de poder con la retirada de Tanutamn a
Nubia y el saqueo de Tebas por los asirios. La mxima autoridad resida en
una sacerdotisa, la esposa divina de Amn, una princesa soltera que
heredaba su alto cargo por adopcin. Junto a esta esposa divina de Amn
llamada Shapenupet, hija del rey etope, se hallaba como consejero y
gobernante terrenal el prncipe Montuemhat. ste haba demostrado ser un fiel
partidario de los etopes a travs de todas las vicisitudes. Psamtico orden a
la esposa divina reinante que adoptase a su joven hija Nitocris como sucesora,
lo que tuvo lugar en marzo del 656, en una solemne ceremonia en la que
Shapenupet tambin haca entrega a su hija adoptiva, la princesa sata, de la
gran fortuna vinculada a su rango de princesa espiritual. Estos acontecimientos
de 656 no significaron cambio externo alguno en las formas de la teocracia
que rega en Tebas la esposa divina de Amn, pero en realidad Psamtico
pas a ejercer el poder tambin en el Alto Egipto y, por consiguiente, en todo
el pas.
Probablemente fue entonces cuando Psamtico se decidi a hacer algo que
el rey asirio Asurbanipal narra sucintamente. Giges, rey del reino lidio de
Asia Menor, haba dejado de enviarle emisarios. A cambio haba enviado sus
tropas en ayuda de Pisamilki, el rey de Egipto que haba sacudido el yugo
de mi dominacin. Al parecer, Psamtico, cuando hubo triunfado sobre sus
rivales, dej sencillamente de mandar tributos a Nnive. Ante estos hechos los
asirios tuvieron que admitir que haba concluido su supremaca sobre el valle
inferior del Nilo que tanto esfuerzo les haba costado.
La historia griega, sobre todo el famoso historiador Herdoto, que viaj
por el valle del Nilo doscientos aos despus de la subida al poder de
Psamtico no dice nada de la dominacin asiria sobre Egipto, pero s sabe que
hombres de bronce, griegos, jonios y carios, haban desembarcado en
Egipto y entrado al servicio de Psamtico. Con su ayuda haba triunfado ste
sobre sus adversarios egipcios. Los primeros que iniciaron la carrera
ascendente de los griegos sobre suelo egipcio, aun antes de que llegasen las
tropas de auxilio de Giges, fueron, al parecer, los piratas que desembarcaron
en el delta y que fueron reclutados por Psamtico para su ejrcito.
La sumisin de los diferentes soberanos locales, la nueva unificacin de
Egipto en un estado armnico y al mismo tiempo la independizacin de la
tierra del Nilo del imperio de los asirios, es una de las caras de la obra
realizada por el sata Psamtico. Gracias sobre todo a los datos de
Asurbanipal y a los relatos griegos, aunque sean breves los primeros y llenos
de leyendas los segundos, nos podemos hacer de todo ello una idea bastante
completa. De los textos contemporneos egipcios que contienen datos
biogrficos podemos extraer la otra cara de esta obra: la reorganizacin
interna del estado faranico. Cuando en la segunda mitad del siglo IX y en el
siglo VIII se descompone el estado de los faraones-soldados de origen libio
en un conglomerado de pequeas formas de poder, se producen situaciones
feudales en el pas que en los tiempos de su viejo esplendor haba sido un
estado de funcionarios con un rey en el poder central. Ni la poca de los
etopes ni la dominacin asiria haban de producir cambio alguno. Psamtico
organiz un estado nuevo y disciplinado. El funcionario real vuelve a ocupar
el sitio del seor feudal. Podemos seguir incluso el proceso por el cual la casa
de los constructores de barcos de Heraclepolis, que desde el principio
estuvo unida a Psamtico, fue perdiendo, an en vida de ste, la influencia que
haba ejercido antes sobre todo el Medio y el Alto Egipto. Continu
existiendo, sin embargo, la estirpe y nos encontramos con uno de sus miembros
en la poca de Alejandro Magno. Pero ya no haba sitio en el estado de
Psamtico para su antigua posicin independiente, ni siquiera para una
semiindependencia. Del mismo modo podemos comprobar que qued muy
limitada la libertad de accin de los personajes rectores del Estado divino de
Amn de Tebas, como, por ejemplo, el prncipe Montuemhat. En cambio, en el
Alto Egipto aparecen los nuevos funcionarios nombrados por Psamtico en las
posiciones clave. Es sintomtico que hallemos en lugares situados tan al sur
como Tebas, el-Kab y Edfu a un hombre que fue tal vez una especie de
gobernador general de todo Egipto, pero que en realidad proceda del Bajo
Egipto. l y otros muchos funcionarios importantes de este tiempo procedan
sin duda del estrecho crculo que rodeaba a Psamtico. Es muy probable que
estos hombres, lo mismo que la dinasta, fueron ms a menudo de origen libio
que autnticos egipcios. La cabeza del nuevo aparato estatal estaba en Menfis,
en el centro geogrfico del territorio del estado, la balanza de los dos pases,
Alto y Bajo Egipto. Sais, la ciudad de origen de la dinasta, fue a su vez la
autntica ciudad real, donde se situaron las tumbas de Psamtico y de sus
sucesores.
La reorganizacin del ejrcito tampoco habra de constituir un problema
para Psamtico. Con energa y habilidad supo resolverlo este faran. Como ya
dijimos, Psamtico mismo proceda con toda probabilidad de la estirpe de
guerreros de origen libio que los griegos llamaban mkhimoi. Estos estaban,
naturalmente, estrechamente vinculados al sistema feudal de los siglos
anteriores, abolido por Psamtico. Parte de los mkhimoi podran pasar como
partidarios de Psamtico; otros, sin embargo, eran vasallos de los pequeos
prncipes que l haba eliminado. Psamtico dio una nueva orientacin al
ejrcito al conservar en el pas a los griegos y carios reclutados an despus
de vencer a sus adversarios. Era entonces la poca de la gran coalicin griega.
El motivo que llevaba a muchos griegos y carios al extranjero era la necesidad
de hallar en alguna parte, fuera del mundo superpoblado del Egeo, una nueva
patria. sta se la ofreci Psamtico en Egipto creando autnticas colonias de
guerreros para sus soldados extranjeros. Sus mercenarios griegos y carios no
eran aventureros que cambiaban de amo con frecuencia, sino colonos que
obtenan tierras y se comprometan a cambio a prestar sus servicios al faran.
No slo griegos o carios se establecieron de esa manera en Egipto.
Tambin nubios, libios, fenicios, sirios y sobre todo judos desempearon un
papel parecido. Los ltimos tenan su guarnicin principal en el extremo
meridional de Egipto, en la isla Elefantina, cerca de Asun. All pudieron
erigir los soldados-colonos judos un templo a su dios Yahv.
Los puestos de alto mando quedaron reservados a los oficiales del pas
procedentes de los crculos de Psamtico. Estos tenan el cometido nada fcil
de hacer de estos guerreros afincados en Egipto, de lenguas tan dispares, un
instrumento militar eficaz, y de mantenerlo preparado. Esta misin se vea
dificultada por el natural resentimiento que reinaba entre los antiguos
mkhimoi contra los colonos extranjeros. Un relato de Herdoto, algo
fantstico en sus detalles, pero histrico en su esencia, deja entrever que una
parte de los mkhimoi se separ de Psamtico pasndose al rey etope del sur.
Este acontecimiento refleja las tensiones que existan inevitablemente en el
seno del ejrcito sata.
Trayendo Psamtico al pas soldados-colonos de ultramar, abri el
camino de Egipto, automticamente, a un torrente humano an mucho ms
caudaloso. Fue sobre todo el comerciante griego el que sigui al Nilo a sus
paisanos militares. Pronto surgi un nuevo oficio: el de intrprete. La
presencia en Egipto de los hombres del mundo egeo traera pronto consigo las
ms diversas relaciones con sus pases de origen, al otro lado del
Mediterrneo oriental.
Durante cuarenta y cinco aos dirigi Psamtico I de Sais el estado
faranico que haba reorganizado (664-610 a. C.). Indic a sus sucesores el
camino por el que stos guiaron a Egipto hasta la conquista por los persas. La
creacin del estado de Psamtico es una de las obras personales e
individuales que registra la Historia. El reino sata no naci para revivir el
antiguo Egipto de cara a una nueva actividad histrica, sino por obra y gracia
de un hombre que se propuso aprovechar una constelacin muy peculiar de
fuerzas internas egipcias y, sobre todo, extranjeras. A l, el libio Psamtico,
que no era un egipcio en el sentido estricto de la palabra, y a su casa debe el
nuevo estado, que habra de ser durante ciento treinta aos una de las primeras
potencias del mundo de entonces, algo ms que su existencia. Tampoco el
apogeo econmico que acompa en Egipto al nuevo impulso poltico fue el
nico fruto de esta obra. Antes bien, la obra de Psamtico hizo posible un
nuevo despertar de la antigua cultura egipcia, sumida durante siglos en el
letargo, que podemos calificar de renacimiento sata.
IV. MONUMENTOS, OBRAS DE ARTE, VIDA SOCIAL Y CULTURAL DEL EGIPTO SATA
La era de los satas no figura entre las pocas de la historia del reino
faranico que nos dejaron tantas ruinas impresionantes. No se debe esto a que
faltara afn constructor en aquel perodo, sino slo a que el centro del estado
se hallaba en el delta del Bajo Egipto, donde tampoco se han conservado
importantes ruinas de otros perodos. De Sais, la ciudad del rey, no existen
sino escasos vestigios. Slo los relatos de los griegos nos pueden
proporcionar una cierta idea de esta ciudad, que tuvo importancia hasta la
poca romana. No podemos ver el palacio de los satas o el esplndido templo
de Neith, diosa de la ciudad, donde tambin se encontraban las tumbas de los
faraones de la casa de Psamtico. Lo mismo sucede con Nucratis, la de los
templos dedicados a los dioses griegos, y con las entonces populosas ciudades
del delta: Mendes, Sebenito, Buto, Atribis o Bubastis. En esta ltima
poblacin, segn Herdoto, se reunan todos los aos 700 000 personas para
celebrar la fiesta de la diosa Bastet. Tambin sabemos slo gracias a
Herdoto que Psamtico y Amasis ampliaron en Menfis, su capital de
gobierno, el templo del dios Ptah, erigiendo estatuas colosales, y que
construyeron un templo a la diosa Isis. Aparte de los trabajos de restauracin
llevados a cabo en las pirmides, slo un monumento nos trae ante los ojos la
gran actividad constructora de los satas: los panteones de los toros sagrados
de Apis en Menfis.
El culto del toro sagrado de Ptah en Menfis se remonta a tiempos muy
lejanos. En el Imperio Nuevo Ramss II construy en el desierto, al oeste de
Menfis, tumbas subterrneas para las momias de los toros Apis muertos. Pero
fue Psamtico el que inici las ampliaciones que dieron a la instalacin sus
enormes dimensiones: 350 metros de longitud, tres de ancho y 5,5 de altura
tienen los pasillos. Las cmaras funerarias tienen por trmino medio una altura
de 8 metros. De un solo bloque de piedra estn hechos los veinticuatro
colosales sarcfagos para las momias de los animales. Por trmino medio
tienen 4 metros de largo, 2,30 de ancho, 3,30 de alto y pesan aproximadamente
65 000 kg. Tales piedras proceden en parte de las canteras de Asun, situadas
a casi 1000 km. El templo situado en la superficie de estas tumbas, llamado
ms tarde Serapeum, era tambin sin duda un importante monumento, pero no
se ha conservado nada de l.
Este Serapeum constituye, junto con las noticias sobre otras construcciones
que no se han conservado por las condiciones naturales desfavorables del
Egipto septentrional, un testimonio de la enorme cantidad de trabajo y de
medios econmicos que dedic la poca sata a la religin. Medios no menos
importantes que en estos monumentos se gastaron en las donaciones de tierras,
personas, ganado y todo tipo de productos a los templos. Un papiro demtico
de la poca persa habla de los envos estatales de plata, ganado, aves, trigo,
etc., que reciban los templos en la poca de Amasis. Si la cifra, por desgracia
de difcil lectura, ha sido bien interpretada, el precio de estas entregas
equivala a una suma de ms de siete millones de marcos oro. Frente a esto,
los persas habran de obtener ms tarde apenas tres millones de marcos oro en
impuestos de todo Egipto[3] junto con los oasis libios y la Cirenaica. Al
preguntarse por los motivos de actitud tan generosa de los reyes satas hacia
los templos y sacerdotes, se impone la idea de que trataban de ganarse a estos
ltimos. De hecho, el estado sata, cuya poltica exterior abierta al mundo y
cuya simpata hacia los extranjeros se hallaban en completa oposicin a los
sacerdotes y a su actitud exclusivista frente a todo lo forneo, tena que hacer
todo lo posible por comprarse la tolerancia de la influyente casta sacerdotal.
Los sacerdotes y templos del Alto Egipto, de menor importancia, se vieron
menos beneficiados por los satas que los del Bajo Egipto. Por eso los satas
tampoco realizaron obras dignas de mencin en Tebas, antigua ciudad de
Amn, ni siquiera en el gran templo de Krnak. Se contentaron exclusivamente
con respetar la aparente independencia del estado sacerdotal de Amn. Como
antes haba hecho Psamtico I, promovi ms tarde Psamtico II la adopcin
de su propia hija por la esposa divina de Amn reinante. Nitocris, hija de
Psamtico I, design como sucesora en el ao 595 a. C. a nkh-nes-neferib-
Re, hija de Psamtico II. Tambin Amasis vener a esta reina espiritual; en
Krnak se encuentran el faran y la esposa divina de Amn representados uno
junto al otro en aparente igualdad.
Los monumentos notables que se construyeron en la poca sata no fueron
obra de los faraones, sino tumbas de algunos altos miembros del clero del
estado teocrtico. Se trata de construcciones de ladrillo, con tumbas
subterrneas hechas en la roca, que tienen en algunos casos dimensiones
sorprendentes. Se encuentran en el valle llamado el-Asasif, no lejos del
famoso templo en terrazas de Hatshepsut de Deir el-Bahari. Una de estas
catacumbas, que perteneca a un tal Petamenofis, supera, con sus 21 salas y
una longitud total de 263 metros, incluso a las tumbas faranicas del Imperio
Nuevo del Valle de los Reyes. Como en los templos de los satas se han
perdido los relieves murales, lo que queda en las tumbas tebanas figura entre
los escasos relieves y frescos de este tiempo que se han conservado. No slo
en cuanto a su contenido enlazan con la mentalidad de los tiempos antiguos,
sino tambin en su realizacin artstica. En algunos casos podemos incluso
averiguar qu monumento del Imperio Antiguo, Medio o principios del Nuevo
eligi el correspondiente rey de la dinasta sata como modelo para su propia
tumba.
Entre lo mejor que ha llegado hasta nosotros del arte de la poca sata
estn sin duda las estatuas y cabezas de reyes y notables. En su actitud, su
expresin y la representacin de sus ropas se manifiesta de manera patente el
deseo nostlgico de la poca sata de resucitar el Imperio Antiguo y Medio.
Desde el punto de vista artstico y tcnico estn en general magistralmente
realizadas, con preferencia en piedra dura y oscura. En algunos casos es
difcil, incluso para un especialista versado, distinguir si una de estas obras
data, por ejemplo, del Imperio Medio o de la poca sata. El mismo alto nivel
que estas obras alcanzan muchas de las diversas figuras animales, como
algunas de las representaciones conservadas del dios halcn Horus. Entre las
obras de categora que supo an crear el arte egipcio de esta poca tarda
tambin figuran ciertas estatuillas de bronce que representan dioses, personas
y sobre todo diversos animales. Por ltimo, hay que destacar todo tipo de
productos artesanales y en particular los de loza fina.
Todas las ramas del arte del Egipto sata buscaron una y otra vez enlazar
con un pasado ya lejano. Huelga decir que este arte no tuvo el ms remoto
inters en adoptar las tendencias del tan distinto arte de los griegos, a pesar de
la presencia de tantos helenos en el estado de Psamtico y de Amasis.
Si el enorme esfuerzo del Egipto tardo por retroceder algunos siglos
produjo en el terreno de las artes plsticas algunas obras apreciables, no cabe
duda sin embargo de que muchos aspectos de la vida se encontraban en el ms
completo letargo y estancamiento, y en especial la estructura social de la
poblacin. La idea, basada en las impresiones de algunos observadores
griegos, de que se hubiera formado en el Egipto tardo un autntico sistema de
castas es sin duda exagerada. Lo que s es cierto es que la pertenencia a los
dos grupos dirigentes, los guerreros mkhimoi y los sacerdotes, era en
realidad hereditaria y que los dems miembros de la comunidad slo
conseguan en raras ocasiones integrarse en estos crculos. Tambin los grupos
situados al final de la escala social, los pescadores de las lagunas del delta,
despreciados por impuros, y los pastores, especialmente los que cuidaban a
los cerdos, se encontraban completamente separados del resto de la poblacin.
Entre los mkhimoi y los sacerdotes, por un lado, y los pescadores y pastores
por otro, se encontraba la gran nasa de fellahs, de obreros pblicos y de
comerciantes. Cierto es que no haba una ley a causa de la cual cada individuo
pudiese slo tomar el oficio de su padre, pero en la prctica el inmovilismo
del orden social era sin duda extraordinario en la poca sata. El excesivo
respeto a toda tradicin, el afn de no tocar la herencia del pasado y no tratar
de cambiarla tuvo forzosamente que paralizar cualquier tipo de iniciativa que
permitiera a los egipcios cambiar su posicin social.
Tambin fue caracterstico de esta poca el miedo, mezclado de fanatismo,
con que se guardaban todas las frmulas de la religin por faltas de sentido
que fuesen. Esto se manifiesta sobre todo en un terreno tan caracterstico para
Egipto como extrao a los griegos: el culto a los animales. En ninguna poca
se haba podido deshacer la religin egipcia de la antigua creencia fetichista
segn la cual la fuerza de los dioses se manifestaba en determinados animales
que deban venerarse. El toro Apis del dios Ptah y el halcn del dios Horus
son slo dos ejemplos entre muchos. En la poca tarda este culto a los
animales alcanz extremos que llegaron a lo grotesco. Ya se habl de los
enormes gastos que hicieron los satas para el Serapeum, la sepultura de los
toros Apis. Adanse a esto no slo las tumbas de los toros Bukhis en
Hermonthis, en el Alto Egipto, sino que en diversos sitios se llegaron a
instalar autnticas necrpolis para los animales santos de cada regin. Momias
de cocodrilos, gatos, perros, babuinos, halcones, ibis, etc., se han conservado
en nmero considerable ya que en la poca tarda no se consideraban
solamente sagrados y se enterraban bajo ritual los animales venerados en los
templos, sino que todos los ejemplares de las diversas especies veneradas en
las diferentes regiones disfrutaban del mismo trato. Existen relatos del Egipto
tardo segn los cuales la muerte causada, aun sin intencin, a un animal de
una especie considerada como santa por los habitantes de un distrito vecino
condujo a luchas sangrientas entre los fellahs de dos territorios. A todo esto se
aade una exuberante floracin de demonios y prcticas mgicas. Los
cuantiosos amuletos de la poca tarda revelan el auge que alcanz la magia
negra a orillas del Nilo. No es de extraar que los griegos y los persas se
maravillaran de estos egipcios.
Dara una impresin de triste primitivismo el nivel espiritual del Egipto de
entonces comparado con el mundo griego de los filsofos naturalistas jonios y
con los profetas del rango de un Jeremas y de un Zaratustra, si no se pudieran
advertir, al menos en una parte de la clase alta, unos sentimientos religiosos de
mayor alcance. Se trata de una mayor acentuacin del factor personal que une
al individuo con la divinidad para destacar las obligaciones ticas en el marco
del mundo religioso. En general, la religin y la tica constituan en el antiguo
Egipto dos valores yuxtapuestos, ms que dos fenmenos de una misma raz y
unidos indisolublemente. Slo en algunas ocasiones, sobre todo en el culto de
Osiris de la poca feudal, entre el Imperio Antiguo y el Medio prevalecieron
los valores ticos. En general la religin del antiguo Egipto acentuaba otros
factores. En la poca tarda, sin embargo, haba crculos para los cuales la
tica era lo autnticamente decisivo, no el conglomerado de frmulas
religiosas y preceptos de culto. Cuando el faran Amasis aparece en Herdoto
frente a Polcrates de Saraos como un hombre de profunda sabidura, no cabe
duda de que las ideas que se le atribuyen acerca de la envidia de los dioses
hacia el hombre feliz y afortunado son de origen griego. Lo cierto es que en
algunos crculos de la clase alta del Egipto sata se podan encontrar ideas de
alta espiritualidad. Esto lo demuestran las inscripciones biogrficas de este
tiempo, y diversos escritos sapienciales en la lengua demtica del Egipto
tardo. Estos ltimos slo se encuentran en manuscritos de pocas an
posteriores y no se puede precisar con exactitud su origen, pero no cabe duda
de que se pueden considerar caractersticos de la mentalidad de determinados
sectores de la poca sata.
Este lado ms positivo del mundo espiritual del Egipto tardo, con sus
ideales determinados por la tica y la filosofa de la vida, no puede, como
tampoco la maestra de algunas obras de las artes plsticas contemporneas,
ocultar que la poca sata constituye la fase final de una gran cultura. Igual que
el ingenioso aparato estatal de los faraones de Sais, pese a toda la
clarividencia y habilidad diplomtica de sus monarcas, no poda a la larga
subsistir en un mundo dominado por las nuevas potencias de Persia y Grecia,
tampoco podan emanar ya del Egipto de entonces impulsos espirituales que
fueran decisivos para el curso de la Historia. En la tierra del Nilo el futuro
estaba determinado, en primer lugar, por el impulso de la cultura creada por
los griegos y, a largo plazo, por el desarrollo de las cuatro grandes religiones
del mundo, radicadas en Asia Anterior: el mazdesmo de Zaratustra, el
judasmo, el cristianismo, y el Islam. Haban de ser finalmente las dos ltimas
las que abriran nuevos caminos a la historia de Egipto en todos los sectores,
al extinguirse las ltimas tradiciones de la poca faranica.
7. Los griegos.
Fue sta tambin una poca oscura para la mayora de las poblaciones
indgenas del Asia Menor occidental, y no existe indicio alguno que nos
permita emitir un juicio acerca de las relaciones entre los nativos y los
inmigrantes griegos. Se ha sugerido que los griegos haban sojuzgado a las
gentes que vivan alrededor de sus comunidades, y que los empleaban como
trabajadores. Es, evidentemente, verosmil; de hecho, los griegos lo hicieron
en tiempos histricos, en el Asia Menor, a orillas del mar Negro y en el oeste,
pero la cuestin no pasa de ah. Ni siquiera sabemos quines eran estos
nativos. Los misteriosos carios estaban seguramente all, pero los lidios
todava no. Slo los frigios han salido recientemente a la luz, y en esta poca
temprana estaban demasiado alejados como para poder llamarles vecinos[5].
Llegaron al Asia Menor a travs de los Dardanelos, en poca probablemente
cercana a la de las primeras migraciones griegas, pero estaban concentrados
tierra adentro. En el siglo VIII su poblacin ms importante era Gordio, a ms
de 200 millas de la costa egea, de gran riqueza y podero, incluso con una
cultura tecnolgica y material ms avanzada que la de los griegos de Asia
Menor (e incluso que los de la misma Grecia). Gordion fue destruida en los
primeros aos del siglo VII por los cimerios que descendan desde las estepas
rusas, poniendo as fin a la Edad de Oro Frigia. Cuando los textos clsicos
griegos hacen referencia a Frigia la presentan como una fuente de esclavos que
eran empleados, por ejemplo, en la explotacin de las minas de plata
atenienses.
A partir del siglo VIII, a lo sumo, las importaciones e influencias artsticas
frigias dejan una huella visible entre los griegos del Asia Menor, sin que los
frigios parezcan recibir ninguna influencia griega. Las relaciones entre los
frigios y las civilizaciones orientales parecen haber sido ms estrechas. Los
arquelogos han descubierto vestigios del camino real hitita a travs de una
zona de Anatolia seguramente ocupada por los frigios. No era ste, sin
embargo, el conducto ms importante de los influjos orientales que llegaban al
mundo griego de la poca Oscura, sino la ruta martima que parta de Siria, y
tena en Chipre la principal escala intermedia. El contacto entre Grecia y el
Prximo Oriente nunca se vio roto por completo; no se hubiera podido romper,
aunque slo hubiera sido por la necesidad imperiosa que tenan los griegos de
importar unos metales (cobre, estao y, ms tarde, en incesante demanda,
hierro) que llegaban entonces, en su mayor parte, del Oriente. Tambin Chipre
fue azotado por la catstrofe del 1200, pero parece haberse recobrado
rpidamente. Con casi absoluta certeza se puede decir que sus minas de cobre
nunca dejaron de producir, y no ms tarde del siglo XI era tambin importante
la industria chipriota del hierro, cuyo influjo es visible en la Grecia
peninsular, entre otros aspectos, en las armas de hierro.
La posicin geogrfica de Chipre era ideal para convertirlo en punto de
contacto entre Oriente y Occidente. La excavacin en 1936-37 de un viejo
puerto en al-Mina, en el delta del ro sirio Orontes (actualmente en la frontera
turca), revel uno de los enclaves comerciales ms importantes del territorio
asitico. La cermica chipriota y local desenterrada en al-Mina data del
siglo IX, posiblemente de antes. Alrededor del ao 800 aparece algo de
cermica, que va tornndose cada vez ms abundante y contina despus de la
conquista asiria de esta regin, a finales del siglo VIII. Es importante poner de
relieve que, a juzgar por los datos que tenemos hasta el momento, los griegos
slo buscaban en al-Mina una base comercial (como en el caso de Tarso, en
Cilicia), no instalar una colonia permanente. No hay pruebas que nos indiquen
los materiales con los que se comerciaba, pero no hay duda de que la
importacin de metales era la faceta ms importante del comercio griego.
Finalmente, debemos aadir que la aparicin de la cermica griega (en los
primeros momentos cermica de Eubea y de algunas de las Ccladas, ms
tarde de Corinto y otros lugares) no es necesariamente una prueba de que el
comercio estuviera en manos de los griegos de estas regiones. El cuidadoso
estudio de un barco que se hundi cerca del cabo de Gelidonya, en el suroeste
de Turqua, cuando transportaba lingotes de cobre chipriota y otros productos,
ha sugerido la posibilidad de que este navo fuera sirio[6]. El hundimiento se
puede localizar con bastante aproximacin hacia el ao 1200, demasiado
pronto para nuestros propsitos. Sin embargo, vale la pena recordar que en los
poemas homricos el comercio con el exterior es prcticamente un monopolio
de los fenicios y que tanto en Homero como en Herdoto, en el siglo V,
Fenicia vena a significar todo el territorio comprendido entre la frontera
cilicio-siria y Egipto.
No se ha encontrado ningn escrito en al-Mina y, por lo tanto, su antiguo
nombre nos es desconocido. Es posible que se tratara de Posideion, la cual,
segn Herdoto (III, 91), fue en su tiempo el lmite norte de una de las
satrapas persas. Todo lo que Herdoto puede decirnos sobre el pasado de
Posideion, es que haba sido fundada por Anfiloco, uno de los hroes
legendarios. En general, cuando los griegos orientales empezaron a escribir su
historia, lo cual no ocurri hasta el siglo V, de este perodo primitivo no
guardaban apenas sino algunos relatos de fundaciones en torno a personajes
legendarios e historias de incidentes aislados, por lo comn conflictos
blicos. No pudieron ofrecer ninguna obra narrativa antes del siglo VI y no
mostraron inters en relatar ordenadamente su historia social e institucional.
El reflejo que nos legaron de su poca constituye, segn palabras de un
historiador, un retablo esquemtico coloreado por los lazos sentimentales o
pretensiones polticas de una poca posterior[7]. El propio Herdoto tena sus
dudas. Cuando sugiere que Polcrates de Samos fue el primer griego que
pretendi hacerse con un imperio martimo (III, 122), explica tambin que
prescinde de Minos y otros como l, que Polcrates fue el primero en lo
que se llama el tiempo de los hombres. Es decir, que fue el primero en los
tiempos histricos, ya diferenciados de los mticos. La nica piedra de toque
que tenemos, la arqueologa, ha venido a confirmar, por ejemplo, la tradicin
segn la cual Esmirna fue, en principio, una fundacin elica, tomada ms
tarde por los jonios. Pero por otra parte, la arqueologa ha demostrado que las
tradiciones acerca de la temprana colonizacin jnica, a la que imaginaban
como una accin nica, organizada e iniciada en Atenas, donde se haban
refugiado numerosos exiliados, entre ellos gentes de Pilos bajo el mando del
rey Neleo, son indudablemente falsas. Es casi seguro que Atenas tuvo cierta
influencia en algunas de las colonias jnicas, pero las dems afirmaciones
carecen de fundamento. En primer lugar, los estudiosos de la antigedad
griegos no tenan nocin de la gran ruptura que se produjo alrededor del 1200
a. C. y por tanto no podan averiguar la duracin de la poca Oscura. No
saban, ni tenan forma de saberlo, que haban transcurrido ciento cincuenta
aos entre la destruccin de Pilos y los primeros movimientos a travs del
Egeo: demasiado tiempo para que un nutrido grupo de refugiados esperara en
Atenas, lo cual, de todas formas, es de suyo improbable. Aparte de todo esto,
la expedicin colonizadora es pura ficcin, mientras que el papel
preponderante de Atenas en el desarrollo y difusin de la cermica
protogeomtrica, que constituye un hecho evidente, se vio completamente
olvidado (y es adems dudoso que los griegos posteriores hubieran
reconocido esa cermica como suya propia).
As pues, sera intil seguir detalladamente las tradiciones griegas acerca
de su poca Oscura en Asia Menor. Tampoco es mayor la probabilidad de
verificar las tradiciones de la Grecia peninsular en la misma poca, ya que son
del mismo estilo. En lugar de ello debemos desviar nuestra atencin hacia la
primera documentacin escrita, la Ilada y la Odisea homricas, dos poemas
picos con una longitud de unas 17 000 y 13 000 lneas respectivamente.
Podemos considerar estos dos poemas como fuentes verdicas de informacin
histrica? Posiblemente no haya ningn tema en toda la antigua civilizacin
griega que provoque ms controversia y ms disparidad de criterios. Aqu no
podemos hacer ms que aclarar la postura que se va a adoptar en este
captulo[8]. Los dos poemas fueron compuestos en Jonia (la Ilada quiz a
mediados del siglo VIII, la Odisea un poco ms tarde) por dos poetas
diferentes que elaboraban una misma tradicin juglaresca. Estos dos poemas
fueron la culminacin de una larga tradicin de poesa oral transmitida por
juglares profesionales que viajaban a lo largo y ancho del mundo griego.
Generacin tras generacin haban reunido muchos episodios y tradiciones
locales entrelazndolos en torno a unos cuantos temas heroicos principales, y
haban creado un lenguaje potico regular y estilizado, bsicamente en
dialecto jnico pero con algunos elementos elicos. Sin duda haban existido
juglares de algn tipo en el mundo micnico, pero la tradicin sobre la que se
basan los poemas homricos pertenece esencialmente a la poca Oscura (y
constituye por cierto, un antdoto contra la propensin a conceder excesiva
importancia al empobrecimiento material de esta poca). Era una tradicin
que aoraba una edad de oro del pasado pero, aparte del conocimiento
considerable, aunque impreciso, que revelan del emplazamiento de los
grandes enclaves micnicos, la sociedad y la cultura de estos poemas son
incompatibles con los testimonios, tanto arqueolgicos como documentales
(tablillas en lineal B), de la Edad del Bronce. Por otra parte, tampoco son
compatibles con la Jonia del siglo VIII. Contienen esfuerzos evidentes por
excluir al mundo contemporneo: no hay, por ejemplo, ni rastro de que el Asia
Menor estuviera ya densamente colonizada por los griegos; no aparecen los
dorios en estos textos; no se hacen diferencias institucionales o dialectales
dentro del mundo griego; pues las nicas distinciones son las basadas en el
poder; hay una referencia constante a las armas y herramientas de bronce
(junto a buen nmero de descuidos, ya que los poetas mencionan el hierro, que
era en su tiempo el metal utilitario ms importante). A pesar de los
anacronismos por ambos lados de la escala temporal, la forma en que se
describen las instituciones sociales y militares posee cierta coherencia interna.
Se ha pensado que este cuadro corresponde, de un modo general, a la Grecia
de la poca Oscura, que est esbozado como lo hara un poeta y no como lo
hara un historiador o un cronista, no siempre con precisin y exactitud y s,
indudablemente, a mayor escala, pero que no por ello es meramente
imaginario.
Podemos recurrir a la analoga con el mundo feudal de Beowulf, del
Nibelungenlied, o de la Chanson de Roland. El mundo de Agamenn, de
Aquiles y de Odiseo era un mundo de reyes y nobles, que posean muchas
tierras y rebaos y llevaban una vida principesca, en la que eran frecuentes las
guerras y las razzias. La mansin (oikos) del noble era el centro de la
actividad y del poder, poder que dependa de la riqueza, las proezas
realizadas, de los lazos matrimoniales y de alianza, de los colaboradores. No
se asigna ningn papel a las tribus ni a los clanes familiares. En los veinte
aos en que Odiseo estuvo ausente de taca, los nobles se comportaron
escandalosamente con su familia y con sus posesiones, y sin embargo su hijo
Telmaco no tena ningn grupo de familiares al que pedir ayuda, y la
comunidad no estaba lo suficientemente integrada, organizada o equipada
como para imponer sanciones. Las pretensiones de Telmaco a la herencia de
Odiseo se reconocan en principio, pero no tena poder suficiente para hacer
valer sus derechos. El asesinato de Agamenn por su esposa Clitemnestra y su
amante Egisto imponan una obligacin de venganza a su hijo Orestes pero,
aparte de ello, la vida en Micenas continu como siempre, con la nica
excepcin de que Egisto ocupaba el lugar de Agamenn. El rey que estaba en
el poder era juez, legislador y comandante. Haba ceremonias, rituales,
convenciones y un cdigo del honor por el que los nobles regan su vida, con
asociaciones nobiliarias, intercambio de obsequios, sacrificios a los dioses y
ritos funerarios adecuados. Pero no haba ningn sistema legal debidamente
establecido y ningn tipo de mecanismo constitucional. El poder se mantena
siempre en equilibrio inestable; la tensin entre el rey y los nobles era
crnica, las luchas por el poder frecuentes.
Es cierto que Telmaco convoc a la asamblea de taca para que se
escuchara su queja contra los nobles pretendientes. La asamblea escuch a
las partes en litigio y no tom ninguna medida, que es precisamente lo que la
asamblea hace siempre en los dos poemas. En general, el silencio del pueblo
supone para el historiador una de las mayores dificultades que le plantean
estos dos poemas. El pueblo est siempre presente, incluso en las batallas,
pero siempre como una masa confusa cuyo papel social no aparece demasiado
claro. Algunos de sus miembros, las mujeres cautivas en particular, son
denominados esclavos, pero no parecen estar en peor posicin que los dems.
Ciertos especialistas adivinos, juglares, herreros, carpinteros, mdicos
parecen tener un rango ms elevado. Los poemas ponen de relieve la
importancia de la navegacin y una preocupacin vital por el comercio,
principalmente por la importacin de bronce, hierro, oro, plata, ricos paos y
otros elementos suntuarios. Incluso se permita a los caudillos que realizaran
expediciones con fines comerciales, pero generalmente el comercio y el
intercambio estaban en manos de los extranjeros, en su mayora fenicios.
Llamarle mercader era un grave insulto para Odiseo; los hombres de su clase
hacan intercambios ceremoniales o conseguan sus bienes mediante el saqueo.
En parte, tanta vaguedad en torno al hombre de la calle puede atribuirse al
propsito del poeta de poner toda su atencin en realzar las hazaas de los
hroes. Pero tal vez se deba a la ausencia real de una estricta divisin clasista
de la sociedad, particularmente en cuanto se refiere a la diferencia entre
libertad y servidumbre. La divisin fundamental entre la nobleza y el
resto de los estratos sociales no es lo suficientemente clara. Por encima y por
debajo, las distinciones aparecen borrosas, y es posible que lo fueran en la
realidad.
Sera intil pretender que todo esto nos permitiera elaborar una historia
de la poca Oscura (incluso se pueden ignorar por completo los relatos de los
poemas). Todo lo que podemos sugerir es que, tras la eliminacin de los
dirigentes del mundo micnico, y con ellos de toda la estructura de poder que
dirigan, la sociedad tuvo que reorganizarse con disposiciones y valores
nuevos acordes con la nueva situacin material y el nuevo orden social, en el
que eran factores importantes los invasores y los inmigrantes. Si, como es
probable, en la destruccin del mundo micnico contaron tambin los
trastornos sociales internos, ste sera otro factor importante en la
configuracin de la nueva situacin. A pesar de la uniformidad de la imagen
homrica, los cambios ocurridos en los siglos siguientes no pueden haber sido
exactamente iguales en todas partes. Desde el comienzo (as como en las
siguientes migraciones griegas a nuevas reas), las colonias en Asia Menor
eran pequeas unidades territoriales en torno a un ncleo urbano. A juzgar por
los descubrimientos arqueolgicos, existan poblaciones similares en la
pennsula griega y en algunas islas del Egeo desde el comienzo de la poca
Oscura. Los poetas suponen que tal era lo comn en Grecia; sin embargo, an
durante su tiempo, regiones griegas enteras (Tesalia y Etolia, por ejemplo)
carecan de ncleos urbanos y constituan sociedades agrcolas y de pastoreo
muy laxamente organizadas. Por otra parte, la uniformidad de la estructura de
clases sugerida en los poemas era una realidad: haba una clase superior
aristocrtica y un rey o caudillo que era un poco ms (o a veces un poco
menos) que el primero entre sus iguales, en medida variable. Como
sabemos por otras fuentes, en el tiempo en que se compusieron la Ilada y la
Odisea, los iguales haban prescindido en casi todas partes de la figura del
rey, sustituyndola por un gobierno de la aristocracia. De una manera que no
est clara, el pueblo tena tambin su organismo representativo (quienquiera
que fuera el pueblo), pero no se trataba de una fuerza poltica en ningn
sentido constitucional.
Aunque los poetas tenan presente la existencia de un lazo de unin entre
todos los griegos, de una unidad de lenguaje, de una religin comn y de una
misma forma de vida (aunque ni entonces ni ms tarde se pensara en la unidad
poltica o en evitar las guerras entre ellos), ni la Ilada ni la Odisea citan a los
griegos por su nombre. Son helenos y su mundo es la Hlade; su mundo,
nunca, en la Antigedad, su pas, ya que nunca estuvieron unidos
polticamente. As pues, la Hlade era una abstraccin semejante a la
Cristiandad de la Edad Media o al Islam de nuestros das. En los poemas
homricos los griegos aparecen bajo tres denominaciones: aqueos, argivos y
dnaos; de las cuales las dos primeras sobrevivieron como nombres de
localidades de Grecia, mientras que la tercera dej de usarse. Sin embargo, es
casi seguro que los trminos Hellas y Hellene se usaban ya en el
siglo VIII, como tambin probablemente las genealogas que inevitablemente se
inventaron para explicar las divisiones histricas de acuerdo con los
dialectos, razas y formas organizativas polticas; por ejemplo: Elevo, hijo
de Deucalin, tuvo tres hijos llamados Doro, Xuto y Eolo, etc.. En el
siglo VIII ya existan ciertas instituciones panhelnicas embrionarias, as como
los Juegos Olmpicos y ciertos orculos.
Finalmente, en el siglo VIII se produjo el retorno de la escritura a Grecia,
en la forma del alfabeto, copiado a los fenicios con ligeras modificaciones. En
este punto la tradicin griega es totalmente verdica (aunque no conoca la
fecha). Podemos localizar con ms precisin su origen en la escritura semtica
del norte, y, ms especficamente, en la escritura cursiva usada en actividades
comerciales, no en los caracteres monumentales de, por ejemplo, Biblos. Al-
Mina puede haber sido el punto de contacto y difusin, aunque esto es slo una
hiptesis; el alfabeto fue quiz adoptado inicialmente por gentes de Eubea,
Creta y Rodas, ms o menos independientemente, las cuales se encargaron de
difundirlo, a travs de una complicada red de comunicaciones, a todas las
comunidades griegas[9].
Fig. 10. Los dialectos griegos en el 400 a. C.
III. ESPARTA
IV. ATENAS
CAP. 1: ASIRIA Y LOS PASES VECINOS (BABILONIA, ELAM, IRN) DEL AO 1000 AL
617 a. C. / EL IMPERIO NEOBABILNICO HASTA EL 539 a. C.
I. Fuentes
III. Artculos
Vase en particular:
MERIGGI, P.: Le Iscrizioni storiche in meteo geroglifico, Studi Classici e
Orientali II (Pisa, 1953), pp. 5-64. y los trabajos que ha consagrado
LAROCHE a diversas figuras de divinidades segn los textos jeroglficos.
Ver, sobre Armash (el dios lunar): Revue de lHistoire des Religions, 148
(1955), pp. 13 ss.; sobre Tarkhundash (dios de la tempestad): Revue hittite
et asiatique, fasc. 63 (1958), pp. 88 ss.; sobre Rundash (dios de la lluvia):
Syria XXXI (1954), pp. 107 ss.; sobre Kubabash: Elments orientaux
dans la religion grecque ancienne (Pars, 1960), pp. 113 ss.; sobre
Shar(ru)mash: Syria XL (1963), pp. 277 ss.
CAP. 3. SIRIA Y PALESTINA DESDE FINES DEL SIGLO XI HASTA FINES DEL SIGLO VI
a. C. DESDE LA INSTAURACIN DE LA MONARQUA EN ISRAEL HASTA EL FIN DEL
EXILIO DE LOS JUDOS
I. Fuentes
III. Atlas
CAP. 4: ARABIA
I. Fuentes
a) Fuentes griegas
b) Fuentes egipcias
BREASTED, J. H.: Ancient Records of Egypt, vol. IV. Chicago, 1907 (aunque
anticuado en ciertos aspectos, contiene una recopilacin til e informativa
de fuentes egipcias en traduccin inglesa).
SPIEGELBERG, W.: Die sog. Demotische Chronik des Pap. 215 der
Bibliothque Nationale zu Paris nebst den auf der Rckseite des Papyrus
stehenden Texten. Leipzig, 1914.
c) Fuentes asirio-babilnicas
d) Fuentes hebreas
e) Fuentes arameas
[1]
Sobre los arameos y su expansin, cf.: SCHIFFER, S.: Die Aramer. Leipzig,
1911; OCALLAGHAN, R. T.: Aram Naharaim. Roma, 1948; LANDSBERGER, B.:
Samal Ankara, 1948; DUPONT SOMMER, A.: Les Aramens. Pars, 1949;
KUPPER, J. R.: Les Nomades Pars, 1967, pp. 112-145; MOSCATI, S.: The
Aramaean Akhlam, Journal of Semitic Studies, IV (1959), 303-307. <<
[2]
ARAB, I, 107-108; WEIDNER, E. F.: AFO, 3 (1926), 151-161; WEISSBACH, F.:
RLA, 1 (1928), 209-211; KUPPER, J. R.: Nomades, 117-119, 133. <<
[3]ARAB, I, 109-125; SEIDMANN, J.: Mitteilungen der altorientalischen
Gesellschaft IX/3 (1935), 8-35; WEIDNER, E. F.: RLA, I (1928), 109-125. <<
[4]SCHEL, V.: Annales de Tukulti-Ninip, Pars, 1909; ARAB, I, 126-137;
KUPPER, J. R.: Nomades, 124-126; TOURNAY, R. J., y SOUBHI SAOUAF: Stle
de Tukulti-Ninurta II, Ann. Archeol. Syrie (1952), 169-190. <<
[5] DOSSIN, G.: Annales archeol. de Syrie, 11-12 (1961-1962), 197-206. <<
[6]Cf. HSING, G.: Der Zagros und seine Vlker, en Alter Orient, 9, 1908;
STRECK, M.: Das Gebiet der heutigen Landschaften Armenien, Kurdistan und
Westpersien nach den babylonisch-assyrischen Keilschriften, ZA, 13 (1898),
57-110; 14 (1899), 103-172; 15 (1900), 257-382; THUREAU-DANGIN, F.: Une
relation de la Huitime Campagne de Sargon, Pars, 1912; WRIGHT, E. M.:
The 8th Campaign of Sargon II of Assyria, JNES, 2 (1943), 173-186;
SPEISER, E. A.: Southern Kurdistan, Annual of the American Schools of
Oriental Research, 8 (1926-28); KINNIER-WILSON, J. V.: Iraq, 24 (1962), 101-
113; VANDEN BERGHE, L.: Archologie de LIran ancien, Leiden, 1959. <<
[7]Sobre las excavaciones de Hasanlu, cf. los informes de DYSON, R. H.:
Archaeology, 1958-59-60; Expedition, 1958-1959; Illustrated London News,
23-I-60, 13-II-60, 30-IX-61; Science, 135/3504 (Washington, 1962), 637-647.
<<
[8]GODARD, Le trsor de Ziwiye, Haarlem, 1950; GIRSHMAN, E.: LIran,
Pars, 1951, 89-93; FALKNER, M.: AFO, 16 (1952), 129-132; BARNETT, R. D.:
Iraq, 18 (1956), 111-116. <<
[9]Sobre Uraru, cf. la bibliografa citada en FOLLET, R.: Rivista degli Studi
Orientali, 32, 1957, pp. 189-200, y en RA, 52 (1958), 191-92, y 53 (1959),
52-53, y ms particularmente, KNIG, F. W.: Handbuch der chaldischen
Inschriften, AFO, anexo 8 (1955); MELIKIVILI, G. A.: Urartskije
klinoobraznyje nadpisi. Mosc, 1960; generalidades: GOETZE, A.: Kleinasien
(1957), pp. 189-200; economa: RIEMSCHNEIDER, M.: Wirtschaftsformen und
Militrwesen in Uraru, en Sozialkonomische Verhltnisse im Altem Orient.
Berln, 1961, 237-244; arte: PIOTROVSKIJ, B. B.: Iskusstvo Uraru.
Leningrado, 1962. Cartas y documentos urarteos; DIAKONOV, I. M.: Urartskije
pism i dokumenty. Mosc-Leningrado, 1963. <<
[10]
H. WEISSBACH, RLA, 1, 214-220; ARAB, 1, 138-199; WISEMAN, D. J.: A
New Etela of Assurnasirpal, Iraq, 14 (1952), 24-39; MICHEL, E.: Die Texte
Aur-nair-aplis II, en Die Welt des Orients, 2, 1954, 312-21, 404-07;
VIEYRA, M.: Les Assyriens. Pars, 1961. <<
[11] Sobre Salmanasar III: ARAB, 1, 200-252; MICHEL, E.: Die Aur-Texte
Salmanasar III, en Die Welt des Orients, 1 (1947), 116 (1952); CAMERON,
G. G.: Sumer, 6 (1950), 6-26; FUAD SAFAR, Sumer, 7 (1951), 3-21; LAESSE,
J.: Iraq, 21 (1959), 38-41; LAMBERT, W. G.: Anatolian Studies, 11 (1961),
143-158; KINNIER-WILSON, J. V.: Iraq, 24 (1962), 90-115; HULIN, P.: Iraq, 25
(1963), 48-69. Sobre las campaas contra Siria, principalmente cf.
OPPENHEIM, A. L.: ANET (1950), p. 276 y la bibliografa citada en la misma
pgina, nota 1. <<
[12]
NASTER, P.: LAsie Mineure et lAssyrie aux VIIIe et VIIe sicles av. J. C.
Lovaina, 1938. <<
[13] ARAB, 1, 230-231; Historia Sincrnica (Cuneiform Texts, 34, 40),
col. III, lneas 22-35; UNGER, E.: RLA, 3 (1959), 139-140 (s. v. Gannanate). <<
[14] OATES, D.: Iraq, 25 (1963), 6-39. <<
[15]OATES, D.: Fort-Salmaneser, Iraq, 21 (1959), 98-129; LAESSE, J.: A
Statue of Salmaneser III from Nimrud, Iraq, 21 (1959), 6-37; OATES, D.:
The Excavations at Nimrud, Iraq, 23 (1960), 1-14, 25 (1963), 6-37. <<
[16]Textos: Estela de Kalakh (I Rawlinson, 29-34); ARAB, 1, 253-260;
Estela de Asur; WEIDNER, E. F.: AFO, 9 (1933-34), 89-101; Carta a Dios,
Keilschrifttexte aus Assur historischen Inhalts, 2, 40, 142; WEIDNER, ib., pp.
101-104; Historia Sincrnica (CT, 34, pl. 41), Z, 1-14. <<
[17] WEIDNER, E. F.: AFO, 8 (1932-33), pgs. 27-29. <<
[18]
AFO, 9 (1954), pgs. 102-103. Sobre la significacin de la Carta a
Dios, cf. nota 46. <<
[19]
WEISSBACH, F. H.: Babylonische Miscellen. Leipzig, 1903, pgina 16,
nm. VI, ln. 4: Marduk-zkir-umi ar kiati, Marduk, rey de la Totalidad.
<<
[20]Estela de Sammuramt, ANDRADE, W.: Stelenreihen aus Assur, Leipzig,
pp. 10-11; ARAB, 1, pp. 260 y 731; sobre Sammuramt-Semramis, cf., en
particular, LEWY, H.: JNES, 11 (1952), pp. 264-286. <<
[21] ARAB, 1, 260-265; cf., tambin, WEISSBACH, H. F.: RLA, 1, p. 21. <<
[22]Historia Sincrnica, CT, 34, planchas 38-41 (as como duplicados);
PEISER WINCKLER: Die sogenannte synchronistische Geschichte KB, 1
(1889), pp. 194 y sigs.; cf., adems, TADMOR, E.: JNES, 17 (1958), 131
(traduccin parcial y bibliogrfica); WEIDNER, E. F.: AFO, anexo 12 (1959),
49, 51, 54 (traduccin parcial). <<
[23] Cf. RLA, 2/5, p. 429, dedicado a los aos 788 y 787. <<
[24]KING, L. W.: Chronicles of Early Babylonian Kings, 2. ed., 1907, pp. 66-
68; cf. tambin WEIDNER, E. F., RLA, 2, p. 453 (s. v., Eriba-Marduk). <<
[25] FRIEDRICH, J.; MEYER, G. R.; UNGNAD, A., y WEIDNER, E. F.: Die
Inschriften vom Tell Halaf, AFO, cuaderno 6. Berln, 1940. <<
[26] Ibid., p. 38, nm. 48. <<
[27] KNIG, F. W.: AFO, cuaderno 8, p. 37. <<
[28] KNIG, op. cit., nm. 10, pp. 59-60. <<
[29]
Asurnirarini Adadinirariehi MAN kur Asurnii, Asurnirri (hijo) de
Adadnirri, rey de Asiria, ibd., p. 117, nm. 102, p. derecha, I, lneas 9-10.
<<
[30] KNIG, op. cit. pp. 116-117, nm. 102, VII-VIII. <<
[31] Ibid., 123-124, nm. 9, III-IV. <<
[32]
Inscripcin encontrada en Jekke; cf. BARNETT, R. D.: Hittite Hieroglyphic
Texts at Aleppo, Iraq, 10 (1948), pp. 122 ss. y plancha XIX. Observar, sin
embargo, que la identificacin de sa-s-tu-ri con Sardur no es aceptada por
todos los hititlogos. <<
[33]
THUREAU-DANGIN, F.: Linscription des lions de Til Barsip, en RA, 27
(1930), pp. 1-21. <<
[34]
Canon de los Epnimos, aos 771-754, RLA, II, 430, lneas 47 y 35. Cf.
tambin, ibd., I, 211, s. v. Aurdn III. <<
[35] ARAB, 1, 265-268; WEIDNER, E. F.: AFO, 8 (1932), p. 17. <<
[36]Inscripciones de este rey en: ARAB, 1, pp. 269-295; WISEMAN, D. J.: Iraq,
13 (1951), pp. 21 ss.; 18 (1956), pp. 117 ss.; cf. tambin la Crnica
babilnica (WINCKLER, H.: KB, 2, p. 272), vol. I, lneas 1-24. Sobre los
acontecimientos de Siria-Palestina, cf. OPPENHEIM, A. L.: ANET, pp. 282-284,
y la bibliografa citada, pp. 276, nota 1; principalmente ALT, A.: Das System
der assyrischen Provinzen auf dem Boden des Reiches Israel, Zeitschrift des
deutschen Palstina-Vereins, 52 (1929), p. 220 ss., y Neue assyrische
Nachrichten ber Palstina und Syrien, ibd., 67 (1945), pp. 178 ss. <<
[37] DUPONT-SOMMER, A.: Les inscriptions aramennes de Sfire. Pars, 1958.
<<
[38]
FORRER, E.: Die Provinzeinteilung des assyrischen Reiches. Leipzig,
1920. <<
[39]Texto K 1349, WINCKLER, H.: Sammlung von Keilschrifttexten, volumen
2, nm. 1 ibd., Altorientalische Forschungen, 1, pp. 403 ss.; LUCKENBILL,
ARAB, 2, pp. 69-71. <<
[40]
UNGER, E.: Sargon II von Assyrien, der Sohn Tiglatpilesers III. Estambul,
1933. <<
[41]Sobre los textos histricos del reinado, cf., LYON, D. J.: Keilschriftexte
Sargons, Knigs von Assyrien. Leipzig, 1883; WINCKLER, H.: Die
Keilschrifttexte Sargons II. Leipzig, 1889; OLMSTEAD, A. T.: Western Asia in
the Days of Sargon of Assyria, 722-705 B. C. Nueva York, 1908; LUCKENBILL,
ARAB, 2, pp. 1-114, 1-230; LIE, A. G.: The Inscriptions of Sargon II, King of
Assyria, The Annals. Pars, 1929; WEIDNER, E. F.: AFO, 14 (1941-1944), pp.
40-53; GADD, C. J.: Iraq, 16 (1954), pgs. 172-201; TADMOR, H.: Journal of
Cuneiform Studies, 12 (1958), pp. 22-40 y 77-100. Numerosos datos
histricos se obtienen igualmente de las cartas de la poca;
LEROY-WATERMAN: Royal Correspondence of the Assyrian Empire, en Ann.
Arbor, (1930/31); SAGGS, H. W.: Iraq, 20 (1958), pp. 182-212. Sobre Elam en
la poca de Sargn y sus sucesores, cf. HINZ, W.: Das Reich Elam Stuttgart,
1964, pp. 121 ss.; Das neu-elamische Reich (rund 750 bis, 640 v. Chr.). <<
[42] Texto K 1349 (cf. nota 39), lneas 38-40. <<
[43] KNIG, F. W.: AFO, cuaderno 8, nms. 118-122, pgs. 139-150. <<
[44]Ibid., nm. 122. La estela de Topzawa (o de Sidekan) se halla
aproximadamente a 35 km de Rowandz y a casi 25 km de la estela de
Kelishn. <<
[45] Cf. FOLLET, R.: Rivista degli Studi Orientali, 32 (1957), 61-81. <<
[46]Se trata del relato detallado de una campaa que el rey hizo redactar bajo
la forma de carta dirigida a uno o a varios dioses. Les rinde cuentas del
desarrollo y xito de las operaciones. Sobre otras Cartas a Dios, cf.
Samshi-Adad V (nota 35), y Asarhaddn (cf. nota 103). Cf. adems UNGNAD,
A.: Orientalistische Literaturzeitung, 21, pp. 72 y siguientes; WEIDNER, E.:
AFO, 12, p. 147; DIJK, J. VAN: La sagesse somro-accadienne. Leiden, 1935,
pp. 13 ss. <<
[47] Fr. THUREAU-DANGIN, op. cit., pg. 14. <<
[48]
Acta de cambio de tierras, texto K 1989, KOHLER, J., y UNGNAD, A.: Assyr.
Rechtsurkunden, Leipzig, 1913, nm. 10; JOHNS, Assyrian Deeds and
Documents, Cambridge, 1924, nm. 660, p. 809. <<
[49]Sobre Senaquerib, cf. LUCKENBILL, D. D.: The Annals of Sennaqherib,
en Oriental Institute Publications, 2. Chicago, 1924; d., ARAB, 2, pgs. 115-
197; GRAYSON, A. K.: AFO, 20 (1963), pg. 84, nota 5 (bibliografa
complementaria). Alusin a los inditos, en BORGER, R.: Bab.-Ass. Lesestucke
(1963), pp. 59-62; Crnica Babilnica (Cuneiform Texts, 34, plancha 46 ss.,
vol. II, lnea 18, hasta col. 111, lnea 38). <<
[50] LUCKENBILL, D. D.: op. cit., nota 49, pp. 103-116 (col. V, 23-VIII, 88). <<
[51]
TH. JACOBSEN y SETON LLOYD: Sennacheribs Aqueduct at Jerwan, en
Orient. Inst. Public., 24, Chicago, 1935. <<
[52] LEWY, H.: Nitokris-Naqa, en JNES, 11 (1952), pp. 264-286. <<
[53]
BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons Knigs von Assyrien, en AFO,
anexo 9, 1956, pp. 40 ss., lneas 8-19. <<
[54]Sobre Asarhaddn, cf. principalmente, LANDSBERGER, B., y BAUER, TH.:
ZA, 37 (1927), pp. 61-98; BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons en AFO,
anexo 9 (1956); d., AFO, 18 (1957-58); d., Bibliotheca, Orientalis, 21
(1964), pp. 143-148: WISEMAN, D. J.: The Vassal-Treaties of Asarhaddon,
Iraq, 20 (1958), pp. 1-99; BORGER: ZA, 54 (1961), pgs. 173-196; sobre la
crnica de Asarhaddn, SMITH, S.: Bab. hist. Texts, Londres, 1924, pgs. 1-21.
<<
[55] NOUGAYROL, J.: Syria, 33 (1956), pp. 151-160. <<
[56] BORGER: op. cit., pp. 56-57, col. IV, lneas 53-61. <<
[57] Ibid., pp. 107-109. <<
[58] LABAT, R.: Journal Asiatique, 1961, pp. 1-12. <<
[59] KNIG, F. W.: AFO, cuaderno 8, nms. 126-131, pp. 157-161. <<
[60] Cf. la nota 46. <<
[61] LEROY-WATERMAN: op. cit., nm. 870. <<
[62] WISEMAN, D. J.: Iraq, 20 (1958), pp. 1-99. <<
[63] Ibid., lneas 237-245. <<
[64] VON ZEISSL, H.: thiopien und Assyrer in gypten (gipt. Forschungen,
14, 1955), pp. 52-54; BORGER, R.: Op. cit., pp. 94; YOYOTTE, J.: Les
principauts du Delta, en Mlanges Maspero, 4 (1961). <<
[65] LEROY-WATERMAN: op. cit., nm. 1239. <<
[66]Sobre Asurbanipal, cf. STRECK, M.: Assurbanipal, vol. I, II, III (Leipzig,
1916), LUCKENBILL: ARAB (1927), pgs. 290-407; THOMPSON, R. C.: The
Prisms of Ashurbanipal. Londres, 1931; BAUER, TH.: Die Inschriftwerk
Assurbanipals. Leipzig, 1933; PIEPKORN, A.: Historical Prisms Inscriptions
of Ashurbanipal. Chicago, 1933; AYNARD, J. M.: Le Prisme du Louvre AO
19 939. Pars, 1957. <<
[67]
HARTMANN, L. F.: JNES, 21 (1962), pgs. 25-37 (el documento data del 16
o 17 de mayo del 657). <<
[68]Cf. SCHAWE, J.: Untersuchung der Elambriefe aus dem Archiv
Assurbanipals (Tesis). Berln, 1927. <<
[69] WEIDNER, E. F.: AFO, 7, (1931), p. 3. <<
[70]
ROSMARIN, T. W.: Aribi und Arabien in den Babylonisch-assyrischen
Quellen, Journal of the Society of Orient. Research, 16 (1932), pp. 1 ss. <<
[71] Particularmente LEROY-WATERMAN: Op. cit., nm. 291. <<
[72] Inscripcin L, lneas 13-18. <<
[73] LEROY-WATERMAN: Op. cit., vol. IV, pg. 213, nm. 6. <<
[74]Sobre esta cuestin (el problema sucesorio y la fecha inicial de la dinasta
neobabilnica), cfr. BORGES, R.: Wien. Zeitschr. fr die Kunde des
Morgenlandes, 55 (1955), pp. 62-76. Journal of Cuneiform Studies, 19
(1965), pp. 59-77; VAN DIJK, J.: Vorl. Bericht ber die Ausgrabungen in
Uruk-Warka, 20 (1962), pp. 53 ss.; AFO, 20 (1963), p. 217 b; OATES, J.: Iraq,
27 (1965), pp. 139-159. <<
[75]
STRECK, M.: Asurbanipal, vol. 2, pp. 380-81; EDZARD, D. O.: AFO, 19
(1959), p. 143 (Bibliografa). <<
[76]
Texto K 3409; JOHNS: Assyr Deeds and Documents, 649-650, 807;
KOHLER-UNGNAD, Assyr. Rechtsurkunden, nms. 20, 21. <<
[77] Sobre el reinado de Nabopolasar, cf. LANGDON, ST.: Die
neubabylonischen Knigsinschriften. Leipzig, 1912, pp. 14-16, 61-71;
WISEMAN, D. J.: Chronicles of Chaldean Kings. Londres, 1956: Textos BM
25 127, 21 901, 22 047, 21 946; VOGT, E.: Die neu-babylon. Chronik
Vetus Testamentum, vol. 4 (1966), pp. 72 ss.; cf. tambin PARKER W.
DUBBERSTEIN: Babylonian Chronology, 626 B. C.-A. D. 75. Providence, 1956.
<<
[78]
CAVAIGNAC, E.: RA, 41 (1957), pgs. 28-29; Journal Asiatique, CCXLIX
(1961), pp. 153 ss. <<
[79] Sobre los acontecimientos del reinado de Nabucodonosor II, cf.
WEISSBACH, H. F.: Die Inschriften Nebuchadnezars II im Wadi Brisa. Leipzig,
1906; LANGDON, ST.: Op. cit. (nota 77), pp. 16-45, 71-209; WISEMAN: Op. cit.
(ibd.), Textos BM 21 946 y 33 041; VOGT, E.: Op. cit. (ibd.); ALBRIGHT,
W. F.: Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 143 (1956),
pp. 28-33; MALAMAT, A.: Israel Exploration Journal, 6 (1956), pp. 246 ss.;
GOETZE, A.: Crozer Quaterly, 33/1, pp. 67-78; LEIBOVICI, M.:
Nabucodonosor, Dictionnaire de la Bible, Suplemento, 6 (1958), pp. 286-
291, etc. <<
[80]PIOTROVSKIJ, B. B.: Ourartou, Ancien Orient Illustr, Pars, 1954;
BARNETT, R. D.: Archaeology in Uraru Troisime Rencontre
Assyriologique International, 1952, p. 15, Leiden, 1954. <<
[81] LANGDON, ST.: Op. cit. (nota 77), pp. 45-46, 209-212; WISEMAN, D. J.: Op.
cit. (ibd.); Texto BM 25 124; CAVAIGNAC, E.: Journal Asiatique, 244 (1956),
pp. 341-348. <<
[82] Cf. principalmente: LANGDON, ST.: Op. cit., pp. 46-48, 219-297; SMITH, S.:
Babylonian Historical Texts. Londres, 1924, pp. 83 ss.: Texto BM 35 382 (pp.
110-118); B. LANDSBERGER-TH. BAUER: ZA, 37 (1927), pp. 88 ss.; CLAY: Yale
Babylonian Texts, I, nm. 45; NOUGAYROL, J.: RA, 40 (1951), p. 74; GARELLI,
P.: Nabonide, Dictionnaire de la Bible, Suplemento 6 (1958), pp. 269-286
(con bibliografa anterior): GADD, C. J.: Anatolian Studies, 8 (1958), pginas
35-92; MORAN, W. L.: Orientalia, nova series, 28 (1959), pp. 130-140. <<
[83]LANGDON, ST.: Op. cit. (nota 77), pp. 276-278, col. IV, lnea 37, col. V,
lnea 28. <<
[84]COCQUERILLAT, D.: Palmeraies et cultures de LEanna dUruk (en
prensa). <<
[85]Texto Nabonido H2 A y B; GAAD, Anatolian Studies, 8, 1958, pp. 56-59,
lneas 14-27. <<
[86]Texto BM 38 299 (SMITH: Babylonian historical Texts, pp. 83 ss.), col. V,
lneas 14-15; col. I, lnea 21; col. II, lneas 2-3. <<
CAP. 2. ASIA MENOR ENTRE LOS HITITAS Y LOS PERSAS
[1]HELCK, W.: Die Inschrift ber die Belohnung des Hohenpriesters Imn-
tp, en: Mitteilungen des Instituts fr Orientforschung, 4 (1956), pp. 161-
178. <<
[2]KEES, H.: Herihor und die Aufrichtung des thebanischen Gottesstaates,
en: Nachrichten der Gesellschaft der Wissenschaften zu Gttingen, Phil.-
Hist. Klasse. I Altertumswissenschaft. Nueva serie, vol. II, nm. 1. Gotinga,
1936. <<
[3]NIMS, C. P.: An Oracle Dated in The Repeating of Birth, en: JNES, 7
(1948), pp. 157-162. <<
[4] MONTET, P.: La Ncropole royale de Tanis, II (Psousenns). Pars, 1951.
<<
[5]PEET, T. E.: The Great Tomb-Robberies of the Twentieth Egyptian Dynasty,
2 vols. Oxford, 1930. <<
[6] BARGUET, P.: Le Temple dAmon-R Karnak, p. 37. <<
[7] MASPERO, G.: Les momies royales de Dir el-Bahar. El Cairo, 1889. <<
[8] MONTET, P.: La ncropole royale de Tanis II (Psousenns), pp. 185-186.
<<
[9]MALAMAT, A.: Aspects of the Foreign Policies of David and Salomon,
en: JNES, 22 (1963), pp. 11-13. <<
[10]ERNY, J.: Egyptian Oracles, en PARKER, R.: A Saite Oracle Papyrus
from Thebes, pp. 35-48. <<
[11] ERNY, J.: Ibdem, p. 38. <<
[12] ERNY, J.: Ibdem, p. 38. <<
[13] GARDINER, A. H.: The Gods of Thebes as Guarantors of Personal
Property, en: The Journal of Egyptian Archaeology, 48 (1962), pp. 57-69.
<<
[14]
EDWARDS, I. E. S.: Hieratic Papyri in the British Museum, 4. serie.
Londres, 1960. <<
[15]GUNN, B.: The Decree of Amonrasonther for Neskhons, en: The Journal
of Egyptian Archaeology, 41 (1955), pp. 83-105. <<
[16]
BLACKMAN, A. M.: The Stela of Shoshenk, Great Chief of the
Meshwesh, en: The Journal of Egyptian Archaeology, 27 (1941), pp. 83-95.
<<
[17]GARDINER, A. H.: The Dakhleh Stela, en: The Journal of Egyptian
Archaeology, 19 (1933), pp. 19-30. <<
[18]
KEES, H.: Das Priestertum in gyptischen Staat vom Neuen Reich bis zur
Sptzeit, p. 187. <<
[19] PORTER, B., y MOSS, R.: Topographical Bibliography, vol. VII, p. 381. <<
[20]
CAMINOS, R. A.: Gebel es-Silsilah nm. 100, en: The Journal of
Egyptian Archaeology, 38 (1952), pp. 46-61. <<
[21] BREASTED, J. H.: Ancient Records of Egypt, vol. IV, pp. 729-737. <<
[22]
KEES, H.: Das Priesterturn in gyptischen Staat vom Neuen Reich bis zur
Sptzeit, p. 187. <<
[23] CAMINOS, R. A.: The Chronicle of Prince Osorkon, p. 172. <<
[24]BADAWI, A.: Das Grab des Kronprinzen Scheschonk, en: Annales du
Service des Antiquits de lEgypte, 54 (1956), pp. 153-177. <<
[25] MONTET, P.: La ncropole royale de Tanis I (Osorkon II), pp. 59-70. <<
[26]CAMINOS, R. A.: The Chronicle of Prince Osorkon, Analecta Orientalia,
37. Roma, 1958. <<
[27] MONTET, P.: La ncropole royale de Tanis III (Chchanq III). Pars, 1960.
<<
[28] STRICKER, B.: De Strijd om de Praebende van Amon, en:
Oudheidkundige Mededelingen uit het Rijksmuseum van Oudheden te
Leiden, 29 (1948), pp. 71-83. <<
[29]STRICKER, B.: De Strijd om het Pantser van koning Inharrow, en:
Oudheidkundige Mededelingen uit het Rijksmuseum van Oudheden te
Leiden, 35 (1954), pp. 47-64. <<
[30] VOLTEN, A.: gypter und Amazonen, Wenen, 1962. <<
[31]LEGRAIN, A.: Au pylne dHarmhabi Karnak, en: Annales du Service
des Antiquits de lEgypte, 14 (1914), pp. 14, 39-40. <<
[32]LECLANT, J.: La Chronique du Prince Osorkon, en: Orientalia, 30
(1961), p. 411. <<
[33]ANTHES, R.: Die deutschen Grabungen auf der Westseite von Theben in
den Jahren 1911 und 1913, en: Mitteilungen des Deutschen Archologischen
Instituts, Seccin de El Cairo, 12 (1943), pp. 47-49. <<
[34]YOYOTTE, J.: Les principauts du Delta au temps de lanarchie libyenne,
en: Mlanges Maspero, vol. I, 4. El Cairo, 1961, pp. 121-181. <<
[35]
YOYOTTE, J.: Le talisman de la victoire dOsarkon, en: Bulletin de la
Socit Franaise dEgyptologie, 31 (marzo, 1960), pp. 13-21. <<
[36]YOYOTTE, J.: Les principauts du Delta au temps de lanarchie libyenne,
en: Mlanges Maspero, vol. I, 4. El Cairo, 1961, p. 154, <<
[37] PORTER, B., y MOSS, R.: Topographical Bibliography, vol. VII, p. 217. <<
[38]
DOWS DUNHAM: The Royal Cemeteries of Kush, vol. I: El Kurru. Boston,
1950. <<
[39]
LECLANT, J.: Kashta, Pharaon en Egypte, en: Zeitschrift fr gyptische
Sprache und Altertumskunde, 90 (1963), pp. 74-81. <<
[40]
GARDINER, A. H.: Piankhis Instructions to his Army, en: The Journal of
Egyptian Archaeology, 21 (1935), pp. 219-223. <<
[41] Lugar de la limpieza y del adorno del rey en el templo. <<
[42] Nombre del santuario del Sol de Helipolis. <<
[43]
DERCHAIN, P.: La visite de Vespasien au Srapum dAlexandrie, en:
Chronique dEgypte, 28 (1953), pp. 265-269. <<
[44]REISNER, G. A.: Inscribed Monuments from Gebel Barkal, en: Zeitschrift
fr gyptische Sprache und Altertumskunde, 66 (1920), pp. 90-93. <<
[45]JANSSEN, J.: Over Farao Bocchoris, en: Varia Historica Assen, 1954,
pp. 17-29. <<
[46] LECLANT, J., y YOYOTTE, J.: Notes dhistoire et de civilisation
thiopiennes, en: Bulletin de lInstitut Franais dArchologie Orientale, 51
(1952), pp. 26-27. <<
[47]JUNKER, H.: Die Gtterlehre von Memphis, en: Abhandlungen des
Preuss, Akad. d. Wissensch, 1939. Phil.-Hist. Klasse, nm. 23. Berln, 1940;
del mismo autor, Die politische Lehre von Memphis, ibdem, 1941. Phil.-
Hist. Klasse, nm. 6. Berln, 1941. <<
[48]
KEES, H.: Die priesterliche Stellung des Monthemeth, en: Zeitschrift fr
gyptische Sprache und Altertumskunde, 87 (1962), p. 61. <<
[49]LECLANT, J.: Les inscriptions thiopiennes Karnak, en: Revue
dEgyptologie, 8 (1951), pp. 101-120. <<
[50]
LECLANT, J.: Enqutes sur les sacerdoces et les sanctuaires gyptiens, pp.
31-42. <<
[51]
YOYOTTE, J.: Plaidoyer pour lauthenticit du scarabe historique de
Shabako, en Biblica, 37 (1956), pp. 457-476. <<
[52] LAMING MACADAM, M. F.: The Temples of Kawa, 4 vols. Oxford, 1949-55.
<<
[53] JANSSEN,J.: Que sait-on actuellement du pharaon Taharqa?, en: Biblica,
34 (1953), pp. 23-43. <<
[54]BORGER, R.: Die Inschriften Asarhaddons, Knigs von Assyrien, pp. 98-
99. <<
[55] PARKER, R. A.: The Length of Reign of Amasis and the Beginning of
Twenty-Sixth Dynasty, en: Mitteilungen des Deutschen Archologischen
Instituts. Seccin de El Cairo, 15 (1957), pp. 208-212. <<
[56]
PORTER, B., y MOSS, R.: Topographical Bibliography, vol. VII, pp. 217-
218. <<
[57] AYNARD, M.: Le prisme du Louvre, AO, 19, 939, pp. 30-33. <<
[58]YOYOTTE, J.: Les vierges consacres dAmon thbain, en: Comptes
rendus de lAcadmie des Inscriptions et Belles-Lettres, 1961, pp. 43-52. <<
[59]
KEES, H.: Die priesterliche Stellung des Monthemhet, en: Zeitschrift fr
gyptische Sprache und Altertumskunde, 87 (1962), pp. 60-62. <<
[60] PARKER, R. A.: A Saite Oracle Papyrus from Thebes, p. 21. <<
[61] LECLANT, J.: Montouemhat, El Cairo, 1961. <<
[62] PARKER, R. A.: A Saite Oracle Papyrus from Thebes, cuadro 1. <<
[63]LEGRAIN, G.: Renseignements sur les dernires dcouvertes faites
Karnak, en: Recueil de Travaux relatifs la philologie et larchologie
gyptiennes et assyriennes, 27 (1905), pp. 61-82. <<
[64]MEULENAERE, H. DE: La famille des vizirs Nespamedon et
Nespakachouty, en: Chronique dEgypte, 38 (1963), pp. 71-77. <<
CAP. 6. EL RENACIMIENTO SATA
[1]La cronologa de los satas (XXVI Dinasta) est establecida, con error
menor de un ao, con absoluta exactitud. La poca sata acab con la conquista
de Egipto por los persas en la primavera del ao 525. La duracin del reinado
de todos los reyes satas consta exactamente por aos, con excepcin del
penltimo faran, Amasis. Respecto a l quedan dudas sobre si muri en el
ao 44 o 45 de su reinado. Hasta 1957 los cientficos mantuvieron casi con
unanimidad la opinin de que muri en el ao 44, pero la valoracin de una
fecha doble, es decir, una segn el calendario corriente egipcio y la fecha
diaria dada segn un calendario de meses lunares, parece indicar que Amasis
muri ya en el ao 45 de su reinado (RICHARD A. PARKER: The Length of
Reign of Amasis and the Beginning of the Twenty-Sixth Dynasty.
Mitteilungen des Deutschen Archologischen Instituts Seccin de El Cairo,
Wiesbaden, 1957, pp. 208-212). A pesar de cierta ciertas dudas, esta relacin
sigue las conjeturas de l derivadas, con lo que tambin, por ejemplo, el
reinado de Psamtico I habra comenzado en el ao 664 (y no ya en el 663),
etc. <<
[2] El Antiguo Testamento (II Reyes, 23, 29) dice, sin embargo, de la
expedicin de Nekao del ao 608 que el Faran acorral al rey de Asur en el
torrente del ufrates. No obstante este dato descansa sin duda en un error. Se
sabe por crnicas babilnicas que el ejrcito de Nekao luch en el 609 junto
con los asirios en el curso medio del ufrates contra los caldeos de Babilonia;
ms an, que en los aos 606 y 605 los egipcios volvieron a luchar en la
misma zona contra los caldeos. La opinin generalmente expuesta de que
Nekao habra apoyado en el ao 609, como ya hizo antes Psamtico, a los
asirios contra los caldeos y que despus, en el 608, habra combatido a los
asirios, pero nuevamente en el 606 y el 605 habra estado en lucha contra los
caldeos, debe ser rechazada por totalmente inviable. No puede hablarse de un
cambio repentino en la poltica exterior faranica en el ao 608. <<
[3] La reduccin de los datos contabilizados en el reverso de la llamada
Crnica Demtica sobre el valor del dinero de las circulaciones estatales
en el templo en la poca de Amasis y los de Herdoto (III, 91), suministraron
el importe de los impuestos de la satrapa persa de Egipto segn EDUARD
MEYER: Kleine Schriften, vol. II, Halle, 1924, pp. 98-100 y Geschichte des
Altertums, vol. IV, 1.4. Aufl. Stuttgart, 1944, p. 150. <<
CAP. 7. LOS GRIEGOS
[1]
Para un estudio reciente sobre el tema vase dA. DESBOROUGH, V. R.: The
Last Mycenaeans and Their Successors. Oxford, 1964, cap. 10. <<
[2]El esquema de dialectos y su evolucin, es un tema demasiado complejo
para ser discutido aqu en toda su amplitud; vase CHADWICK, J.: The
Prehistory of the Greek Language, Cambridge Ancient History, edic.
revisada, vol. II, cap. XXXIX (1963), y RISCH, E.: Die Gliederung der
griechischen Dialekte in neuer Sicht, en Museum Helveticum, 12 (1955), pp.
61-76. <<
[3]
SNODGRASS, A.: Early Greek Armour und Weapons. Edimburgo, 1964, pp.
103-4. <<
[4]Ver Desborough, op. cit., en nota 1, y Protogeometric Pottery. Oxford,
1952. <<
[5]Para un estudio ms completo de los frigios (y de los lidios) vase cap. III
con algunas diferencias en el enfoque; cf. YOUNG, R. S.: Gordion on the
Royal Road, en Proceedings of the American Philosophical Society, 107
(1963), pp. 348-64. <<
[6] JOAN DU PLAT TAYLOR, ed., Marine Archaeology. London, 1965, pp. 119-
40. <<
[7]COOK J. M.: Greek Settlement in the Eastern Aegean and Asia Minor,
Cambridge Ancient History, edic. revisada, vol. II, captulo XXXVIII (1961),
p. 5.3. <<
[8] El estudio del problema homrico que ms se aproxima al que se ha
utilizado aqu es el de KIRK, G. S.: The Songs of Homer. Cambridge, 1962; se
ha editado asimismo una versin algo menos tcnica en libro de bolsillo:
Homer and the Epic. Cambridge, 1965. <<
[9] Ver JEFFERY, L. H.: The Local Scripts of Archaic Greece (Oxford, 1961).
<<
[10]Ver EHRENBERG, V.: Von Den Grundformen griechischer Staatsordnung,
en Polis und Imperium. Zrich y Stuttgart, 1965, que discute las teoras de
GSCHNITZER, F.: Gemeinde und Herrschaft, en Sitzungsberichte der
sterreichischen Akademie der Wissenschaften, Philosophisch historische
Klasse, 235, nm. 3 (1960); cf. HEUSS, A.: Die archaische Zeit Griechenlands
als geschichtliche Epoche, en Antike und Abendland, 2 (1946), pp. 26-63. <<
[11] LESKY, A.: Thalatta. Der weg den Griechen zum Meer. Viena, 1947. <<
[12]Ver DUNBABIN, T. J.: The Western Greeks. Oxford, 1948. En este caso no
se puede garantizar la exactitud de estas fechas; vase el completo y escptico
estudio de VAN COMPERNOLLE, R.: tude de chronologie et dhistoriographie
siciliotes. Bruselas, 1960. <<
[13] Vase cap. VII sobre Nucratis. <<
[14]Vase SNODGRASS, A.: Op. cit., en la nota 3, y The Hoplite Reform and
History, en el Journal of Hellenic Studies, 85 (1965), pp. 110-22. <<
[15]
ANDREWES, A.: Phratries in Homer, en Hermes, 89 (1961), pp. 129-40,
Philocoros on Phratries, en el Journal of Hellenic Studies, 81 (1961), pp.
1-15. <<
[16]La literatura moderna ha hecho demasiado hincapi en la invencin de la
acuacin: no solamente es esto falso sino que, adems, est basado en una
cronologa errnea. Ahora parece virtualmente seguro que las primeras
monedas no datan de antes del 625 a. C. en Asia Menor. Por consiguiente, la
aparicin de las monedas en la pennsula griega, por muy rpido que fuera el
proceso, fue demasiado tarda como para constituir una de las motivaciones de
la aparicin de la tirana como institucin. El trabajo ms importante sobre
este tema es Hoards, Small Change and the Origin of Coinage, en Journal of
Hellenic Studies, 84 (1964), pp. 76-91, por KRAAY, C. M. <<
[17]
Sobre la situacin de los ilotas, vase LOTZE, D.: Metaxy eleuthern kai
douln, Studien zur Rechstellung unfreier Landbevlkerungen in
Griechenland bis zum 4. Jahrhundert v. Chr. Berln, 1959, cap. II; cf. FINLEY,
M. I.: Between Slavery and Freedom, en Comparative studies in Society
and History, 6 (1964), pp. 233-49. <<
[18]Para poder apreciar los intentos de realizar una reconstruccin detallada
de la Era Oscura, refutados en esta obra, vase KIECHLE, F.: Lakonien und
Sparta. Mnich y Berln, 1963; HUXLEY, G. L.: Early Sparta. Londres, 1962.
<<
[19]
MORETTI, L.: Olimpionikai, I vincitori negli antichi agoni olimpici, en
Memorie delle Classe di Scienze morali e storiche dell Accademia dei
Lincei, 8 (1959), pp. 55-198. <<
[20]
WILL, E. sugiere que la defensa del campesinado por parte de los tiranos
de Corinto sirvi de modelo a los que apoyaban la tirana en Atenas.
Korinthiaka. Pars, 1955, pp. 477-81. <<
[21]Griechische Kulturgeschichte, 4, cap. III. Basilea, 1957, Obras
completas, tomo VIII, pp. 59-159; cf. EHRENBERG, V.: Ost und West. Praga,
1935, cap. IV. <<
[22]Vase DODDS, E. R.: The Greeks and the Irrational. Berkeley-Los
ngeles, 1951, caps. I-II; Hay trad. espaola. Madrid. Rev. de Occidente.
ADKINS, W. H.: Merit and Responsibility. A Study in Greek Values (Oxford,
1960), caps. I-VIII. <<
[23]No se ha llegado a un acuerdo sobre si la Teogona y Los trabajos y los
das fueron escritos por el mismo poeta, pero este problema no afecta a las
afirmaciones hechas en mi texto. <<
[24] DOVER, K. J.: Fondation Hardt. Entretiens sur lantiquit classique,
vol. X. Archiloque. Vandeouvres-Ginebra, 1963, p. 212. <<
[25]
Vase FINLEY, M. I.: Myth, Memory and History, en History and
Theory, 3 (1965), pp. 281-302. <<
[26]GOMBRICH, E. H.: Art and Illusion, ed. rev., Londres, 1962, p. 114; cf.
p. 120. <<