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U N I V E R S I D A D D E NAVARRA

FACULTAD D E T E O L O G Í A

Omar Augusto BENÍTEZ LOZANO

LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL


SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ

Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la


Facultad de Teología de la Universidad de Navarra

PAMPLONA

1998
Ad normam Statutorum Facultatis Theologiae Universitatis Navarrensis,
perlegimus et adprobavimus

Pampilonae, die 29 mensis martii anni 1998

. Xavierus SESÉ Dr. Lucas F . MATEO-SECO

C o r a m tribunali, die 11 mensis iunni anni 1997, hanc


dissertationem ad Lauream Candidatus palam defendit

Secretarius Facultatis
Dr. Iacobus PujOL

Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia

Voi. X X X V , n. 6
PRESENTACIÓN

D e s d e m u c h o tiempo antes de que la Iglesia declarara a san J u a n de


la C r u z D o c t o r de la Iglesia universal, era a m p l i a m e n t e reconocido y
l l a m a d o abiertamente el D o c t o r Místico. Pero ya con la certeza q u e da
esa declaración de agosto de 1 9 2 6 , afloran, sin mayores disquisiciones,
tres ideas fundamentales: el valor objetivo de las obras del santo, la
o p o r t u n i d a d y conveniencia q u e veía la Iglesia en ofrecer precisamente
en el c a m p o de la mística u n a palabra autorizada, y la influencia q u e
había ejercido san J u a n de la C r u z a lo largo de casi cuatro siglos.
L a doctrina sanjuanista es, sin d u d a , u n a reflexión h o n d a sobre la
realidad teologal cristiana. Se podría decir q u e los escritos convierten
en doctrina teológica o espiritual las vivencias del místico, y lo hacen
de tal manera q u e se palpa la coherencia con la Sagrada Escrituta, c o n
la v i d a del santo, c o n su predicación, y entre u n escrito y los d e m á s . Y
t o d a esa riqueza y calidad, reflejo, entre otras cosas, de la v i d a santa
del D o c t o r M í s t i c o , y de su formación teológica, hacen de sus ense-
ñanzas u n a valiosa aportación e i m p u l s o para la Teología Espiritual.
N o ha pretendido el santo carmelita elaborar u n tratado, abarcan-
d o de m o d o exhaustivo t o d o s los temas q u e suelen estudiarse en la
Teología Espiritual, y, sin e m b a r g o , su exposición es bastante amplia.
Y entre los temas q u e trata n o p o d í a faltar su concepción del proceso
espiritual hacia la u n i ó n c o n D i o s centrado en el a m o r a Jesucristo.
E n s e ñ a el S a n t o , con la doctrina y el ejemplo, que la vida teologal se
manifiesta sobre t o d o en la b ú s q u e d a y s e g u i m i e n t o de C r i s t o . El
suyo es u n claro cristocentrismo.
E r a de esperar, por tanto, q u e el D o c t o r Místico hiciera u n a apor-
tación considerable al t e m a de la línea de investigación en la cual se
inscribe nuestro estudio, vale decir: Cristo en la vida espiritual, según
los grandes maestros de espiritualidad de la llamada E d a d de O r o .
A h o r a bien, el aspecto del misterio de Cristo q u e destaca en nues-
tro s a n t o , en v i d a y escritos es la C r u z : descubrió s u trascendencia y
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centralidad en la vida cristiana, la a s u m i ó personalmente y la incorpo-


ró en t o d a s u enseñanza oral y escrita. L a Iglesia así lo ha reconocido,
a p r o b a n d o c o m o textos para la M i s a en la m e m o r i a del santo, pasajes
evangélicos e x p r e s a m e n t e referidos a la Pasión y al s e g u i m i e n t o de
C r i s t o en la C r u z
E l cristianismo es esencialmente vida. Por eso, la v i d a y la expe-
riencia cristiana s o n el centro de la Teología. A su vez, la reflexión en
Teología Espiritual es: meditación sobre el h o m b r e , al q u e se le c o m u -
nica v i d a divina y, al m i s m o t i e m p o , m e d i t a c i ó n sobre D i o s , cuya
vida y cuyo a m o r se han revelado en Jesucristo. E n esta disciplina teo-
lógica se ha de buscar, por tanto, la coherencia entre doctrina y vida,
entre escritos y experiencia personal. Por ello, h e m o s dedicado la par-
te descriptiva — c a p í t u l o s 1 y 2 — al estudio de la vida y escritos del
santo, en t o d o lo relacionado con el t e m a q u e nos ha o c u p a d o .
Teniendo presente el carácter de la Teología Espiritual, su objeto y
m é t o d o propios, h e m o s buscado en la parte sistemática — c a p í t u l o s 3
a 7 — , conocer c ó m o se refleja en el Santo, en todo su sistema, ese pro-
ceso por el q u e el h o m b r e , m o v i d o por la gracia, recorre el c a m i n o ha-
cia la identificación con Cristo, hacia su unión con Él. Nuestra preten-
sión n o ha sido u n análisis del misterio de Cristo o de la complejidad y
riqueza del d o g m a cristológico, sino determinar, mediante un estudio
inductivo-descriptivo, el m o d o en que se manifiesta en la vida y escri-
tos de san J u a n de la C r u z la acción de D i o s para atraer al h o m b r e ha-
cia sí, mediante el seguimiento e imitación de Cristo en la C r u z .
A c o n t i n u a c i ó n , presentamos u n excerptum q u e c o m p r e n d e , a d e -
m á s del índice y bibliografía d e la tesis, el texto c o m p l e t o d e intro-
d u c c i ó n y conclusiones, y u n a breve síntesis del c o n t e n i d o d e t o d o s
los capítulos.

F i n a l m e n t e , quiero agradecer a D . Javier Sesé p o r el interés y el


e m p e ñ o c o n q u e h a s e g u i d o t o d o el estudio. Al Prof. Dr. D . J o s é L.
l u a n e s , D i r e c t o r del D e p a r t a m e n t o de T e o l o g í a M o r a l y Espiritual,
quien ha seguido m u y de cerca todo nuestro estudio y nos ha propor-
c i o n a d o inestimables directrices. Al Prof. Dr. D . Lucas F. M a t e o - S e c o ,
p o r sus valiosas aportaciones. A los padres carmelitas de B u r g o s y
P a m p l o n a , pues de n o habernos abierto las puertas de sus bibliotecas
nuestra labor se habría dificultado considerablemente.
Í N D I C E D E LA TESIS

ÍNDICE i
T A B L A D E SIGLAS Y ABREVIATURAS v
INTRODUCCIÓN 1

PRIMERA PARTE
DESCRIPTIVA
1. La Cruz en la vida de San Juan de la Cruz 15
1.1. Vida de mortificación y penitencia 20
1.2. Imágenes y visiones : 31
1.3. La deshonra: cárcel y difamación 38
1.4. La Cruz de la enfermedad 50
2. La Cruz en los escritos de San Juan de la Cruz 59
2.1. Preliminares: téfminos análogos en el vocabulario sanjuanista 62
2.2. Subida del monte Carmelo 83
2.2.1. Cristo y la noche del sentido 85
2.2.2. Cristo-camino 91
2.2.3. Cristo-Palabra: D o n del Padre 98
2.3. Noche oscura 104
2.3.1. Presencia de Cristo en la noche 106
2.3.2. Camino en la noche: camino de cruz 109
2.4. Cántico espiritual 116
2.4.1. La búsqueda del Amado 117
2.4.2. Primer encuentro y desposorio 129
2.4.3. Matrimonio y unión de amor 134
2.4.4. Amor glorioso 138
2.5. Llama de amor viva 142
2.6. Escritos breves 149
2.6.1. In principio erat Verbum 149
2.6.2. Un Pastorcico 161
2.6.3. Dichos de luz y amor 163
2.6.4. Cartas 169
2.6.5. Otros 173
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SEGUNDA PARTE

SISTEMÁTICA

3 . El misterio de la redención 183


3 . 1 . Los preámbulos de la Cruz 185
3 . 1 . 1 . El plan eterno de la salvación 185
3 . 1 . 2 . L a Encarnación 187
3 . 1 . 3 . Cristo, plenitud de la Revelación 191
3 . 2 . Cristo salva en la Cruz 196
3 . 2 . 1 . La Redención: el Nuevo Adán en el árbol de la Cruz ... 1 9 6
3 . 2 . 2 . El cumplimiento de la voluntad del Padre 205
3 . 2 . 3 . La Cruz, gloria de Cristo 208
3 . 2 . 4 . Culmen del Amor de Dios 214
3 . 3 . La Resurrección 218
4 . L a Cruz en la antropología sanjuanista 223
4 . 1 . Predestinación del hombre en Cristo 227
4 . 2 . El hombre pecador y redimido 239
4 . 3 . Por la Cruz hacia la plenitud del hombre 249
4 . 4 . Una llamada universal 258
5 . La Cruz y la vida espiritual 265
5 . 1 . La Cruz de hombre, amor participativo 267
5 . 2 . La Cruz como expiación 280
5 . 3 . La Cruz como sabiduría 288
5 . 4 . El crucificado, modelo del cristiano 303
6 . El itinerario espiritual, un camino de Cruz 319
6 . 1 . Primeros pasos 323
6 . 1 . 1 . Negación de aficiones y apetitos 323
6 . 1 . 2 . La dinámica todo-nada 328
6 . 1 . 3 . Purificación de los sentidos 336
6 . 2 . La muerte del hombre viejo 340
6 . 3 . La noche 355
6 . 3 . 1 . Naturaleza y necesidad 355
6 . 3 . 2 . El vaciamiento del yo 362
6 . 3 . 3 . La ausencia de Dios 368
6 . 4 . Identificación con el amado 375
6 . 4 . 1 . Revestirse de Cristo 375
6 . 4 . 2 . El desposorio y transformación en Cristo 379
6 . 4 . 3 . La unión con Dios 385
7 . A modo de epílogo: ¿una «Theologia Crucis» sanjuanista? 391
CONCLUSIONES 405

BIBLIOGRAFÍA 419

Fuentes 419
Estudios sobre san Juan de La Cruz 419
Otros estudios 437
BIBLIOGRAFÍA D E LA TESIS

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LA C R U Z E N LA V I D A ESPIRITUAL
S E G Ú N SAN J U A N D E LA C R U Z

INTRODUCCIÓN

Quien desee descubrir el alma del Concilio Vaticano II, la encon-


trará en la conciencia renovada de la llamada universal de los hombres
a la comunión con Dios en Cristo y de la función esencial de la Igle-
sia de ser, en Cristo, el sacramento, es decir, signo e instrumento de
salvación 1 . Cristo es —ha de ser—: fuente de toda luz, centro de toda
aspiración, sustancia de todo mensaje, foco de toda reflexión teológi-
ca y punto en el que converga toda decisión personal. Son, todos és-
tos, aspectos o funciones diversas de la única persona del Hijo de
Dios, que se revelan al cristiano gradualmente, a medida que se hace
capaz de asimilarlas, pues el desarrollo de la vida cristiana es una his-
toria de creciente intimidad, de relaciones interpersonales con Cristo.
Quien sabe mirar a Cristo —su persona, su historia, su palabra—,
tiene más abundante y profunda sabiduría de Dios que toda revelación
particular. Por otra parte, es difícil concebir como auténtica una expe-
riencia mística de amor en la cual Cristo no sea el acontecimiento cen-
tral. El Hijo de Dios, su realidad histórica, es, por así decir, elemento
constitutivo de cualquier forma de relación con Dios. La unión con
Dios se realiza en el cristiano a través del Verbo Encarnado 2 .
N o es de extrañar, por tanto, que los padres conciliares hayan que-
rido recordar que «Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del
misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al
propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación» 3 . Jesucris-
to es, a la vez, rostro de Dios y del hombre. En consecuencia, el deber
de toda persona que quiera tomarse en serio su naturaleza y dignidad
humana es caminar en pos de Cristo.
Ahora bien, es de esperar que los grandes maestros de espiritua-
lidad tengan mucho que mostrar y decir sobre el papel de Cristo en la
vida espiritual. Cabe preguntarse pues, en ellos, y en especial en aque-
442 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

líos cuya enseñanza y santidad de vida ha sido a m p l i a m e n t e reconoci-


d a por la Iglesia, c ó m o viene presentada esta doctrina, q u é aportacio-
nes h a n hecho a la Teología Espiritual en relación con este tema.
C o n base en este interrogante se ha iniciado hace varios años, en el
D e p a r t a m e n t o de Teología Espiritual de la U n i v e r s i d a d de N a v a r r a ,
u n a línea de investigación tendente a determinar dichas aportaciones,
desde el p u n t o de vista de esta disciplina teológica, de personas de la
talla de san J u a n de Avila, santa Teresa de Jesús, san Francisco de Sa-
les, san A l f o n s o M a r í a de L i g o r i o . . . , y ¡ c ó m o no!, san J u a n de la
C r u z . ¿ C ó m o h a n vivido y e n s e ñ a d o estas verdades de la d o c t r i n a
cristiana?; c o n sus elaboraciones, de los siglos X V I - X V T I casi t o d a s ,
¿qué p u e d e n decir a formulaciones de la teología, de u n concilio y de
la espiritualidad de lo siglos X X y X X I ? H a b l a m o s de formulaciones,
p o r q u e n o nos cabe d u d a q u e éstas p u e d e n c a m b i a r — y de h e c h o
c a m b i a n — , mientras la doctrina se mantiene incólume.
D a d o q u e el t e m a planteado está inscrito en el á m b i t o de la Teolo-
gía Espiritual, el p u n t o de mira de la investigación — d e la línea de in-
vestigación en general y de nuestro estudio en particular—, n o es pri-
m a r i a m e n t e el aspecto d o g m á t i c o , sino el espiritual — a s c é t i c a y
m í s t i c a — : la doctrina hecha vida, el e n f o q u e q u e en vida y ense-
ñanzas han d a d o al t e m a en cuestión los autores estudiados y, en con-
creto, san J u a n de la C t u z .
E s obvio q u e n o p u e d e haber verdadera Teología Espiritual sin re-
ferencia a los d o g m a s de nuestra fe. Por otra parte, s o m o s conscientes
de la sólida base teológica de los maestros de espiritualidad estudia-
dos, m u y especialmente del D o c t o r M í s t i c o . Razones éstas p o r la q u e
h e m o s estado atentos a n o perder de vista la referencia a lo d o g m á t i -
co, la coherencia entre la espiritualidad y la teología en su m á s amplia
acepción.
D o s pilares fundamentales, sine qua non, de la Teología Espiritual
son la v i d a y los escritos del personaje en cuestión. Poca sería la apor-
tación — a l m e n o s para esta disciplina t e o l ó g i c a — de quien n o m o s -
trara coherencia entre s u vida personal y los c o n t e n i d o s de sus ense-
ñanzas. V i d a y o b r a s , experiencia y doctrina: s o n las fuentes de u n a
verdadera vida mística y, a la vez, fe vivida, viva verdad, q u e alimenta
la corriente de santidad y Tradición de la Iglesia.
D e s a n J u a n de la C r u z nos ha interesado, p o r tanto, la vida del
cristiano, las enseñanzas del teólogo, la labor de dirección de a l m a s . . . ,
el e j e m p l o del santo: todo ello constituye el objeto de nuestro estudio.
N a d i e niega q u e el D o c t o r Místico es, n o sólo u n o de los santos m á s
L A C R U Z E N LA V I D A E S P I R I T U A L S E G Ú N S A N J U A N D E L A C R U Z 443

grandes q u e ha c o n o c i d o la h u m a n i d a d , sino u n o de los m á s destaca-


dos autores espirituales. Sería extensísima la enumeración de quienes
reconocen la importancia de la doctrina de san J u a n de la C r u z en la
historia de la Iglesia y en la espiritualidad, así c o m o sus grandes apor-
taciones en otras ramas del saber h u m a n o 4 .
Por parte de la Iglesia, el reconocimiento público del valor y uni-
versalidad de su doctrina lo efectuó en 1926 el Papa Pío X I , mediante un
Breve pontificio, declarándole D o c t o r de la Iglesia 5 . H a dejado, con el
ejemplo de su vida y con sus escritos, una huella imborrable, y su influjo
en la Teología Espiritual no ha hecho sino crecer con el paso del tiempo.
H e m o s tenido c o m o p u n t o de partida u n a convicción: q u e san
J u a n de la C r u z , c o m o teólogo, sabe, conoce los fundamentos doctri-
nales de la vida cristiana, tiene u n gran m a n e j o de los elementos cons-
titutivos de la teología y de sus fuentes; c o m o s a n t o , se las ha tenido
que ver 6 c o n u n a v i d a coherente c o n esa doctrina, se h a e n t r e g a d o
a m o r o s a m e n t e a esa vida; y c o m o p o e t a místico — e n r i q u e c i d o con
altísimas c o n t e m p l a c i o n e s — , sabe expresar líricamente la experiencia
y la vibración de su a l m a . L o s tres títulos convergen a r m ó n i c a m e n t e
en él, f o r m a n d o u n a u n i d a d al servicio de un proyecto: la u n i ó n del
hombre con Dios.
A t o d o lo largo de su v i d a y en su d o c t r i n a interviene de m o d o
m u y especial la Sagrada Escritura, calando m u y h o n d o y reflejándose
en t o d o s sus escritos. ¿Qué p o d r í a m o s echar en falta, pues, al conside-
rar las fuentes del D o c t o r Místico? U n sistema que cuenta con Sagra-
d a Escritura, teología y experiencia personal c o m o base y f u n d a m e n -
to, es m u c h o m á s q u e un tratado o un sistema: es un testimonio vivo,
y n o p u e d e m e n o s q u e proporcionar elementos valiosos de reflexión
en las m á s variadas perspectivas, concretamente en ésta, en la cual se
inscribe nuestro estudio: la Teología Espiritual. ¿ C ó m o n o ver h o y en
san J u a n de la C r u z , a pesar del tiempo que nos separa de él, un alta-
voz de la apremiante llamada del Concilio Vaticano II a la c o m u n i ó n
con D i o s en Cristo?
U n primer acercamiento a san J u a n de la C r u z , lo h e m o s realizado
c o n el estudio correspondiente a la tesis de licenciatura en Teología,
recientemente e l a b o r a d o . N o s p e r m i t i ó ver q u e existen en nuestro
santo elementos suficientes para poder hablar de cristocentrismo san-
j u a n i s t a : el papel del H i j o de D i o s en la v i d a y escritos del s a n t o ha
s i d o d e f u n d a m e n t o , a p o y o , referencia, m o d e l o , fin, c a m i n o . . . Por
otra parte, p u d i m o s entrever t a m b i é n q u e el aspecto del misterio de
C r i s t o m á s m a r c a d o o predominante era la C r u z .
444 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

La fe en la participación en los sufrimientos de Cristo, afirma Juan


Pablo II, lleva consigo la «certeza interior de que el hombre que sufre
"completa lo que falta a los padecimientos de Cristo"; que en la di-
mensión espiritual de la obra de la redención sirve, como Cristo, para
la salvación (...)• En el cuerpo de Cristo, que crece incesantemente
desde la cruz del Redentor, precisamente el sufrimiento, penetrado
por el espíritu del sacrificio de Cristo, es el mediador insustituible y
autor de los bienes indispensables para la salvación del mundo (...)>
abre el camino a la gracia que transforma las almas (...), y hace pre-
sente en la historia de la humanidad la fuerza de la Redención» 7 .
Así pues, con base en la doctrina del valor de los padecimientos de
Cristo y el sentido redentor de los sufrimientos del hombre, y tenien-
do presente nuestras observaciones preliminares, hemos realizado el
estudio que ahora presentamos. Nuestro objetivo ha sido, entonces, el
de adentrarnos en la cristología del Doctor Místico, para estudiar con
suficiente profundidad y detenimiento, haciendo uso del método in-
ductivo-descriptivo, el papel de la cruz en la espiritualidad cristiana,
según el planteamiento doctrinal del santo carmelita.
Empezamos por elaborar un bosquejo de cuadro biográfico de san
Juan de la Cruz en todos aquellos aspectos de su vida en los que se ma-
nifiesta alguna relación con la Cruz de Jesucristo: sufrimientos vividos
por el santo como participación en el misterio pascual, devoción al
Crucificado y experiencias de carácter sobrenatural —imágenes y vi-
siones— relacionadas con la Cruz 8 . Todo esto hace de contexto viven-
cial en el cual han visto la luz las obras del Doctor Místico.
Completamos la parte descriptiva de nuestro estudio, con un aná-
lisis tendente a establecer el valor formal o contenido doctrinal de los
escritos del santo, siempre en temas relacionados con la Cruz 9 . La pre-
gunta que hace de trasfondo en este segundo capítulo, se puede for-
mular de muchas maneras; una de ellas es: ¿cuál es el papel que el
Doctor Místico, en sus escritos, le reconoce a la Cruz de Cristo en los
diferentes momentos de la vida espiritual, desde que el alma con an-
sias, en amores inflamada se pone en camino en la noche oscura, hasta
que alcanza la perfecta comunión con el Amado Esposo Cristo! Si antes
hemos dicho que se puede hablar de un cristocentrismo sanjuanista,
¿qué lugar ocupa la cruz en esta doctrina de claro tinte cristológico?
Esta primera parte nos ha permitido comprobar que en nuestro
santo la cruz está siempre presente: en su experiencia personal, en su
predicación, en sus escritos. Su vida está marcada por una constante
experiencia vital de participación en la Cruz de Cristo; la unión de
LA C R U Z EN LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN DE LA C R U Z 445

a m o r c o n el Crucificado es s u fuerza interior. S u e m p e ñ o constante es


asemejarse a C r i s t o , «pues q u e esta vida, si n o es p a r a imitarle, n o es
buena» (Ep 2 5 ) 1 0 . Por su parte, los escritos n o son tratados especulati-
vos fríos, sino descripción interpretativa de hechos vivenciales" y tes-
t i m o n i o s q u e quieren servir de guía en la vida espiritual; a d e m á s , el
santo s u p o c o n sus obras construir sobre C r i s t o , y especialmente s o -
bre s u C r u z , u n firme edificio doctrinal. El suyo es u n p r o g r a m a de fe
consistente en acoger a D i o s , q u e se revela y se d a en Jesucristo, y se-
guirle hasta la u n i ó n de amor.
E n la s e g u n d a parte, y ya con la base de nuestras observaciones de
la v i d a y escritos del s a n t o , presentamos u n estudio sistemático en
t o r n o al t e m a en cuestión. H a c e m o s u n recorrido d e s d e los fun-
d a m e n t o s cristológicos — e l misterio de la Redención—, p a s a n d o p o r
contenidos antropológicos — l a cruz en la antropología sanjuanista—,
hasta los temas m á s específicamente espirituales: la cruz y la vida espi-
ritual y el itinerario espiritual, un camino de cruz.
E n el capítulo tercero nos d e t e n e m o s a estudiar elementos d e ca-
rácter m á s d o g m á t i c o q u e espiritual, pero c o n la intención de sentar
los f u n d a m e n t o s necesarios para poder hacer, en rigor, Teología E s p i -
ritual sobre C r i s t o . E s t u d i a m o s a q u í el misterio de la R e d e n c i ó n , es
decir, cuál es el tratamiento q u e san J u a n de la C r u z d a a elementos
centrales del d o g m a cristológico, c o m o s o n : la E n c a r n a c i ó n , C r i s t o
c o m o Revelación, y la salvación realizada p o r C r i s t o sobre la C r u z . Ya
a q u í c o n t e m p l a m o s diversos sentidos d e la C r u z ; aparece c o m o : árbol
del N u e v o A d á n , c u m p l i m i e n t o de la v o l u n t a d del Padre, gloria de
C r i s t o y c u l m e n del A m o r de D i o s . C i e r r a el capítulo el t e m a de la
Resurrección.
A c a b a m o s de sentar las bases o fundamentos en el capítulo cuarto,
en el q u e p r e s e n t a m o s u n estudio de la cruz en la a n t r o p o l o g í a san-
juanista. El h o m b r e es el sujeto de la espiritualidad, es quien ha de re-
correr el itinerario hacia la u n i ó n con D i o s en Cristo. E n t o n c e s , inte-
resa conocer cuales s o n , según nuestro s a n t o , las c o n d i c i o n e s de ese
h o m b r e y, en concreto, qué papel juega la cruz en lo m á s íntimo de su
ser, en s u naturaleza. N o se trata, por tanto, de un estudio de la ente-
ra a n t r o p o l o g í a desarrollada p o r nuestro s a n t o . E l p r o p ó s i t o a q u í es
destacar, en este t e m a , los c o n t e n i d o s de m a y o r relevancia respecto
del objeto propuesto, es decir, aquellos en los q u e se manifiesta algu-
na relación con la cruz.
E n los dos capítulos anteriores h e m o s fijado la atención en los d o s
polos q u e entran en contacto en toda espiritualidad — D i o s y el h o m -
446 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

b r e — , y al hacerlo h e m o s delimitado las bases o f u n d a m e n t o s sobre


los q u e debe descansar todo estudio de Teología espiritual, los d o s ele-
m e n t o s q u e entran siempre en j u e g o . A h o r a , en los tres capítulos si-
guientes, nuestro estudio d e s e m b o c a en terreno netamente espiritual.
E n el q u i n t o , e s t u d i a m o s los m á s destacados aspectos o d i m e n s i o n e s
de la vida del h o m b r e q u e el D o c t o r Místico p o n e en relación c o n la
cruz — e l amor, la expiación, la s a b i d u r í a — , y el papel q u e le recono-
ce al Crucificado c o m o m o d e l o del cristiano.
El itinerario espiritual viene presentado por nuestro santo c o m o
u n c a m i n o de C r u z . Al estudio de esta doctrina, es decir, al ascensus
bominis ad Deum según el enfoque sanjuanista, dedicamos el capítulo
sexto. E n él h e m o s tratado de determinar los pasos fundamentales que
el a l m a debe dar, a juicio del D o c t o r Místico, en el c a m i n o ascensio-
nal q u e c o n d u c e a la cima del Monte de Perfección, es decir, en el itine-
rario q u e s u p o n e la transformación del a l m a en D i o s . Transcurre este
capítulo a través de negaciones, v a c i a m i e n t o , purificación, n o c h e ,
m u e r t e , siempre a e j e m p l o y en s e g u i m i e n t o de C r i s t o crucificado.
T e r m i n a m o s c o n u n a breve disgresión, a modo de epílogo, q u e versa
sobre el sentido auténtico o no en q u e se podría atribuir a la doctrina
sanjuanista el calificativo de theologia crucis.
A lo largo de este recorrido por la entera doctrina de nuestro santo,
h e m o s p o d i d o observar q u e el misterio de la cruz en la espiritualidad
sanjuanista c o m p r e n d e desde la salvación realizada sobre la C r u z has-
ta el sobrellevar la cruz en unión con Jesucristo. S u p o n e , p o r tanto, la
m i r a d a al C r u c i f i c a d o y la invitación a seguirle, y u n a y otra c o n el
acento puesto en el misterio pascual de la Pasión, M u e r t e y Resurrec-
ción de Cristo. Al referirse al H i j o de D i o s , «a este gran D i o s nuestro
h u m i l l a d o y crucificado» (Ep 2 5 ) , la invitación del D o c t o r Místico es:
«no b u s q u e a Cristo sin cruz» (Ep 2 4 ) .
P r o p o n e a Jesucristo n o sólo c o m o revelación del Padre y M e d i a -
dor, sino sobre t o d o c o m o c a m i n o de retorno m e d i a n t e su imitación,
seguimiento y unión de a m o r en la C r u z . E n apretada síntesis podría-
m o s decir q u e : en su teología el Santo proclama a Cristo c o m o princi-
pio de la c o m u n i ó n con D i o s ; en su ascética, Cristo c o m o c a m i n o ; en
su mística, C r i s t o c o m o término. L a espiritualidad de san J u a n de la
C r u z está, pues, dirigida hacia u n a experiencia auténticamente cristia-
na, del estilo de aquella q u e san Pablo expresaba al decir: «no soy yo
quien vive: es C r i s t o quien vive en mí» (Gal2, 2 0 ) .
E l D o c t o r M í s t i c o , c o n su espiritualidad de la cruz, p r o p o r c i o n a
luz a b u n d a n t e sobre el sentido teológico de la C r u z c o m o misterio de
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN D E LA C R U Z 447

a n o n a d a m i e n t o — kenosis — de D i o s en Jesús, y enseña a p o n e r en el


centro de la v i d a cristiana la categoría del s e g u i m i e n t o d e J e s ú s , n o
s i m p l e m e n t e c o m o m a n d a m i e n t o o c o m o invitación para los m á s se-
lectos, sino c o m o principio universal de vida cristiana. C o n la luz de
la espiritualidad sanjuanista se entiende, en fin, q u e conocer a Jesús es
seguirle con u n a vida entregada hasta la muerte.

1. L A C R U Z EN LA VIDA D E S A N J U A N D E LA C R U Z

C o n s i d e r a m o s en esta p r i m e r a parte los principales hechos de la


vida de san J u a n de la C r u z que guardan relación directa con Jesucris-
to y, m á s en concreto, con su C r u z : búsqueda, imitación, devoción...,
el papel q u e los sufrimientos de C r i s t o j u e g a n en la v i d a del D o c t o t
M í s t i c o , d e s d e diversos p u n t o s de vista. N o s d e t e n e m o s en los m o -
m e n t o s en los cuales se hace manifiesta su u n i ó n con esos misterios de
Cristo.

1.1. V i d a d e mortificación y penitencia

Fray J u a n es f a m o s o por su vida recogida, austera, mortificada.


Quiere poseer a Cristo y sabe q u e para hacerlo jamás le debe buscar sin
la cruz, q u e resume toda la grandeza y h u m i l d a d del H i j o de D i o s .
Acepta participar en el misterio de la cruz — u n a vida de penitencia y
de n e g a c i ó n — , i m i t a n d o de cerca la vida de C r i s t o , p o r q u e está ena-
m o r a d o y por el c o m p r o m i s o q u e c o m p o r t a su específica vocación y
su situación de primer Descalzo. L a austeridad y vida penitente q u e
lleva es de sorprender. L a m a d r e Teresa intenta mitigar el rigor, pero él
hace p o c o caso y continúa entregándose a una intensa mortificación.
A c e p t a c o n gozo todos los sufrimientos y n o intenta eludirlos. Y es
q u e le había d a d o el Señor a entender «el m u c h o bien q u e hay en pa-
decer p o r D i o s , y se afligía de ver q u é p o c a s penas le d a b a a él para
q u e supiera de b u e n a s » 1 2 .
S o n c o n t i n u o s sus ejercicios de penitencia: frío, i n c o m o d i d a d ,
h a m b r e . . . ; lleva cilicio durante los viajes, a pesar de encontrarse con
quebrantos de s a l u d 1 3 . «(Es) un ascetismo destinado ante t o d o a hacer
posible el abrazo de la vida m í s t i c a » 1 4 . Es el a m o r llevado a cruz, en-
trega total de la persona y de la vida sin reservas.
Sabe fray J u a n q u e darse totalmente por Cristo y c o n Cristo en la
C r u z n o le está reservado solo a él. Por eso, su dirección espiritual es
448 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

exigente en este sentido: « ¡ N a d a , n a d a ! H a s t a dar u n pellejo y o t r o


p o r C r i s t o » 1 5 . El valor del padecer es u n o de los temas predilectos de
sus pláticas y conversaciones, c o n v e n c i d o de q u e la v i d a teologal se
manifiesta sobre t o d o en el seguimiento de Cristo crucificado 1 6
A comienzo del o t o ñ o de 1 5 9 1 , encontrándose gravemente enfer-
m o , parte para U b e d a , un sitio totalmente extraño para él, d o n d e es
m u y p o c o c o n o c i d o y, m á s a ú n , d o n d e sabe q u e p u e d e encontrar un
a m b i e n t e adverso. A m a la cruz y la b u s c a voluntariamente. S u lema:
«padecer y ser despreciado p o r V o s » 1 7 .

1.2. Imágenes y visiones

D e visita en D u r u e l o la m a d r e Teresa y q u e d a a s o m b r a d a c o n la
presencia material de la cruz en aquel ambiente de ios primeros D e s -
calzos, san J u a n de la C r u z entre ellos 1 8 .
D e s p u é s , en el convento de la Encarnación, el santo tiene del C r u -
cificado u n a visión de tal claridad y viveza, q u e t o m a i m p r e s i o n a d o
papel y p l u m a tratando de reflejarla en u n d i b u j o : su diseño de Cristo
en la C r u z , s u croquis del misterio redentor 19. E s t a visión tiene p a r a él
un significado m u y particular: c o m o si en el rostro desfigurado de J e -
sús hubiera c o n t e m p l a d o su v o c a c i ó n , su destino, su m i s i ó n ; y, en
efecto, crece en él el a m o r al sufrimiento.
T i e m p o después, en el convento del Calvario, dedica ratos de re-
creo a labrar imágenes y Cristos de madera. Sus habilidades manuales
convergen en Jesucristo, su tema preferido 2 0 . Sin e m b a r g o , sabe, y así
lo enseña, q u e las i m á g e n e s n o s o n lo m á s i m p o r t a n t e : lo considera
cosa d e principiantes (Cfr. 2 S 1 2 , 5 ) ; constituyen sólo m e d i o s q u e
p u e d e n ayudar a encender el a m o r a D i o s . Por eso evita el apegamien-
to a ellas 2 1 .
E n otra ocasión, en Segovia, ve fray J u a n un cuadro simbólico de la
p a s i ó n del Señor, se q u e d a c o n t e m p l á n d o l o y c o m p o n e u n a canción
q u e expresa la impresión que le ha hecho el cuadro. D e s p u é s se abraza
a u n a cruz q u e hay en el claustro, mientras pronuncia, ardiente y e m o -
cionado, unas palabras en latín, q u e las m o n j a s no entienden 2 2 .
U n hecho similar había sucedido t i e m p o atrás, pero sólo al final de
sus días, fray J u a n lo d a a conocer a s u h e r m a n o Francisco, q u e ha ve-
n i d o a verlo a Segovia:

«Teníamos un crucifijo en el convento, y estando yo un día delante


de él, parecióme estaría más decentemente en la iglesia, y con deseo de
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 449

que no sólo los religiosos le reverenciasen, sino también los de fuera, hí-
celo como me había parecido. Después de tenerle en la iglesia puesto lo
más decentemente que yo pude, estando un día en oración delante de él,
me dijo: "Fray Juan: pídeme lo que quisieres, que yo te lo concederé por
este servicio que me has hecho". Yo le dije: "Señor, lo que quiero que me
deis es trabajos que padecer por vos y que sea yo menospreciado y tenido
en poco". Esto pedí a Nuestro Señor, y Su Majestad lo ha trocado, de
suerte que antes tengo pena de la mucha honra que me hacen tan sin
merecerla» 2 3 .

L a respuesta de san J u a n expresa su deseo m á s profundo. D e l cielo


le vendría u n a nueva fuerza para padecer, pero, al m i s m o t i e m p o , u n a
e m b e s t i d a de sufrimiento sin m e d i d a d u r a n t e t o d a su vida. Pero él
desea la cruz y n o afloja en ese deseo hasta el final.

1.3. L a deshonra: cárcel y d i f a m a c i ó n

L o s p u n t o s de vista de fray J u a n en desacuerdo c o n los d e m á s pa-


dres del C a p í t u l o General, le acarrearían serios problemas.
L o s n o reformados intentan q u e esté de su parte, pero él n o quiere
apartarse de lo q u e p r o m e t i ó : la regla reformada. D e c i d e n entonces
usar la fuerza y le llevan preso a M e d i n a del C a m p o , p ú b l i c a m e n t e ,
en m e d i o de grandes i n s u l t o s 2 4 . El N u n c i o en E s p a ñ a soluciona este
p r i m e r i m p a s e . Pero m á s tarde el hecho se repite: le llevan preso al
convento de la Observancia. Fray J u a n responde: « E n h o r a b u e n a ; va-
mos»25.
L e azotan y visten a la fuerza con los zapatos y el hábito de la regla
m i t i g a d a , y le c o n d u c e n a T o l e d o . El preso es ultrajado, e s c u p i d o y
maltratado en el c a m i n o . Y ya en T o l e d o , vienen las recriminaciones,
mientras él calla, i n m u t a b l e . E s t á convencido de las b o n d a d e s de ese
silencio, p o r lo q u e s u p o n e de imitación de Cristo (Cfr. Ep 8 ) .
El tribunal intenta hacerle cambiar de o p i n i ó n m e d i a n t e amenazas
y ofrecimientos, pero el preso n o se rinde. Él tribunal le declara rebel-
de y c o n t u m a z y se opta por la vía del rigor. Fray J u a n es llevado a un
nicho oscuro, p e q u e ñ í s i m o y asfixiante. A q u í entra, sin capilla ni es-
capulario, en señal de castigo, y n o lleva consigo m á s q u e el breviario.
Pasan los meses en m e d i o de un c o n t i n u o suplicio: amenazas, co-
m i d a miserable, suciedad, humillaciones y la «disciplina circular». Y
J u a n n o responde n a d a 2 6 . L e d a fortaleza acordarse de C r i s t o crucifi-
cado. A d e m á s , considera t o d o aquello c o m o su m e r e c i m i e n t o 2 7 .
450 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

N o se le permite celebrar la santa M i s a ni recibir los sacramentos.


Y las m u c h a s recriminaciones le acarrean la tentación de la d u d a 2 8 .
E n a g o s t o , fray J u a n se siente desfallecer y e x p e r i m e n t a el m á s
grande a b a n d o n o , la m á s oscura noche, q u e le hace clamar en Cánti-
co: «¿A d ó n d e te escondiste, A m a d o , y m e dejaste c o n g e m i d o ? » ( C B
l)29.
N o q u e d a otro remedio q u e la fuga; entiende fray J u a n q u e es ésa
la v o l u n t a d d e la V i r g e n . L a h u i d a constituye u n atrevimiento, u n a
verdadera aventura, pero todo va bien y logra escapar.
A p e n a s se tiene en pie. Sin e m b a r g o , n o le q u e d a el m e n o r resenti-
m i e n t o 3 0 . Pasado el t i e m p o , hablará de su cárcel gozosamente, dicien-
d o q u e m á s q u e aquello desea padecer p o r a m o r d e D i o s , p o r q u e m u -
chos m á s trabajos merece p o r los pecados q u e h a c o m e t i d o 3 1 .
D e s p u é s viene la difamación: un c o n j u n t o de calumnias d e m u c h o
peso q u e consiguen crear a su alrededor desconfianza, frialdad y aisla-
miento. Pero él n o protesta; considera ésta u n a ocasión m á s de experi-
mentar en carne propia la «cruz a secas, q u e es linda c o s a » 3 2 . T o m a la
cruz calladamente, sin lamentarse o justificarse. Ú n i c a m e n t e pide q u e
le e n c o m i e n d e n a D i o s , y escribe: Filii matris meaepugnaverunt contra
me 53.

1.4. L a cruz de la enfermedad

A q u e j a d o d e «unas calenturillas», parte fray J u a n r u m b o a Ú b e d a ,


u n sitio t o t a l m e n t e d e s c o n o c i d o para él, d o n d e , sabe bien, n o será
tratado con consideración.
Y, en efecto, n o se le ahorran sufrimientos durante la enfermedad:
i n c o m o d i d a d , cruentas y dolorosas curas, animadversión del p r i o r . . .
R á p i d a m e n t e la erisipela le postra en c a m a — u n a p o b r e t a r i m a —
p a r a n o levantarse m á s . « L a inflamación virulenta revienta e n cinco
llagas e n f o r m a de cruz. Fray J u a n las c o n t e m p l a n o sólo resignado,
sino hasta c o n cariño, p o r q u e le recuerda las cinco llagas del R e d e n -
tor»34.
A p a r e c e n nuevos t u m o r e s y llagas. Ya n o p u e d e valerse. A veces
manifiesta envidia p o r los tormentos d e los mártires 3 5 . Rechaza, ade-
m á s , cualquier c o n s u e l o q u e m i t i g u e sus dolores, m a n i f e s t a n d o q u e
quiere m á s merecer con ellos 3 6 .
M u y cercano ya el m o m e n t o de la muerte, t o m a en sus m a n o s u n
crucifijo y le besa los pies repetidas veces, diciendo jaculatorias o ver-
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN D E LA C R U Z 451

sí culos d e la Escritura. Y el 14 d e diciembre d e 1 5 9 1 , c u a n d o tocan a


maitines, fray J u a n e x c l a m a g o z o s o : «¡Gloria a D i o s , q u e al cielo los
iré a decir!». Pone sus labios en el crucifijo, dice: In manus tuas, Domi-
ne, commendo spiritum meum, y expira 3 7 .
Fray J u a n h a b í a d e s e a d o , b u s c a d o y a m a d o la cruz t o d a s u vida.
Y la e n c o n t r ó . H a s t a el ú l t i m o instante d e s u vida en la tierra se hizo
p a t e n t e en el s a n t o la cruz p o r amor. H a vivido y h a m u e r t o clavado
en la c r u z c o n C r i s t o . H i z o del m i s t e r i o d e la c r u z s u c a m i n o d e
vida.

2. L A C R U Z E N L O S E S C R I T O S D E SAN J U A N D E L A C R U Z

C u a n d o d e u n estudio d e Teología Espiritual se trata, la b ú s q u e d a


de coherencia entre doctrina y vida, entre escritos y experiencia perso-
nal, es n o sólo algo deseable, sino necesario, m á s aún, exigible.
Presentamos en este capítulo u n estudio n o exhaustivo d e las obras
del D o c t o r M í s t i c o : n o s detenemos sólo en aquellos pasajes relaciona-
dos c o n la C r u z , objeto d e nuestro estudio, b u s c a n d o destacar o hacer
explícitos los aspectos q u e el santo remarca en relación c o n el papel d e
este misterio d e C r i s t o en la vida espiritual.
E n el desarrollo d e este c a p í t u l o t e n e m o s s i e m p r e c o m o trasfon-
d o preguntas d e este estilo: ¿ o c u p a la cruz en los escritos del D o c t o r
M í s t i c o la centralidad q u e h e m o s o b s e r v a d o en s u vida?, ¿hay cohe-
rencia en este a s p e c t o entre la v i d a y los escritos d e s a n J u a n d e la
C r u z ? , ¿qué p a p e l j u e g a la C r u z — l a Pasión y M u e r t e — d e C r i s t o
en la v i d a espiritual del cristiano según la enseñanza escrita del san-
to carmelita?, etc.
A n t e s d e adentrarnos en las obras sanjuanistas incluímos, a m o d o
de estudio preliminar, u n análisis d e vocabulario, c o n el propósito d e
determinar aquellos términos o conceptos presentes en los escritos del
D o c t o r M í s t i c o , q u e a u n q u e n o indican e x p r e s a m e n t e la cruz, pre-
sentan sí u n a relación intrínseca c o n esta realidad, en a l g u n a d e sus
dimensiones38.

2 . 1 . Preliminares: términos análogos en el vocabulario sanjuanista

Quizá n o exista u n término del vocabulario de la abnegación q u e el


santo n o haya incluido en sus o b r a s 3 9 . S e refiere la experiencia d e la
cruz s u b r a y a n d o m u c h o s aspectos c o n los q u e está relacionada. Para
452 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ LOZANO

él cruz significa « t o d o el misterio pascual y, a la vez, cualquier sufri-


m i e n t o experimentado en u n i ó n con C r i s t o » 4 0 .
N o siempre usa los términos con u n único sentido; a d e m á s , suelen
tener significado positivo o negativo, según el contexto en el q u e apa-
recen. A q u í nos fijaremos casi solamente en los sentidos, dimensiones
o significados, así c o m o en los contextos q u e se corresponden c o n el
objeto de nuestro estudio.
a) Renuncia y desasimiento son considerados por el santo indispen-
sables a la hora de plantear el seguimiento de C r i s t o 4 1 . Aparece clara la
relación estrecha entre renunciay cruz en varios de los escritos del san-
to (Cfr. 2 S 7, 6; 1S 1 3 , 4 . 6 ; Ep 2 4 ) . C o n sentido similar t e n e m o s
otros términos y expresiones: aborrecer (Cfr. 2 S 7, 6; C t 7; C B 1, 2 0 ) ,
desprecio de todo (Cfr. Ep 8, 9, 16, 2 3 ) , menosprecio (Cfr. 1S 5, 2 ) , olvi-
do de sí y de todas las cosas (Cfr Ep 2 5 ) .
b) Negación 11 es un término q u e san J u a n de la C r u z presenta c o n
deseo imperioso por q u e el cristiano lo a s u m a y lo haga vida. Aparece
en relación directa con Me 8, 3 4 - 3 5 : «Si alguno quiere venir en p o s de
m í , niegúese a sí m i s m o , t o m e su cruz y s í g a m e . Pues el q u e quiera
salvar su vida, la perderá; pero el q u e pierda su vida p o r m í y p o r el
Evangelio, la salvará».
A él alude el santo c o n expresiones afines c o m o dejar, renunciar,
olvidar, no querer 43. Es negar los apetitos, los gustos, el gozo de la v o -
luntad, las aprehensiones de D i o s , por a m o r a Cristo, b u s c a n d o unir-
se a Él en la C r u z .
Aniquilación es negación con matiz de plenitud (Cfr. 2 S 7 ) . N o se
trata de destrucción de la naturaleza y del c a m i n o espiritual, sino
t o d o lo contrario (Cfr. 3 S 2 , 1; 7 - 9 ) . «Lejos de él la aniquilación o
44

destrucción o n t o l ó g i c a y operativa de la naturaleza h u m a n a . E s o le


hubiera llevado al q u i e t i s m o » .
45

c) Seguir los pasos de Cristo comporta para san J u a n de la C r u z imi-


tar su vida y mortificación (Cfr. 2 S 2 9 , 9; Ep 7 y 16). Y aquí tenemos
otro concepto relacionado c o n la cruz: mortificación 46. Pero n o c o m o
simple ejercicio ascético (Cfr. 2 S 7, 5), sino c o m o medio necesario para
unirse por a m o r al Crucificado, para seguir en pos de El ( 1 N decl. 1).
d) Muerte, o su derivado, morir 47. M o r i r con o en el camino de Cris-
to, c o n f o r m e a su muerte redentora 4 8 es, siguiendo la doctrina pauli-
na, ganancia del cristiano (Cfr. C B 2 9 , 1 l ) 4 9 . Es el p a s o , p o r m e d i o de
u n c a m i n o de cruz, a u n a vida gloriosa de unión c o n D i o s en Cristo.
El s a n t o ve en el b u e n espiritual u n h o m b r e d i s p u e s t o a sufrir mil
muertes p o r ver la hermosura de D i o s (Cfr. C B 1 1 , 7 - 1 0 ) .
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 453

e) C o n sentido predominantemente filosófico-antropológico apare-


ce vacío y sus d e r i v a d o s 5 0 . N o s referimos al sentido positivo: al vacío
equivalente, en la ascesis sanjuanista, a renuncia-negación evangéli-
cas 5 1 . G u a r d a , p o r tanto, relación con conceptos tales c o m o desnudez,
pobreza, pureza, libertad de espíritu (Cfr. L B 3, 4 6 . 4 7 ) : de n a d a sirven
el vacío por el vacío o la desnudez por la desnudez; lo q u e se ha buscar
c o m o m e t a y criterio es la perfección evangélica, la vida eterna. E n t o n -
ces, n o es un vacío en sentido estricto, sino un lleno, u n a plenitud 5 2
f) M u y radical y envolvente es el término nada en toda la doctrina
sanjuanista 5 3 . D e nadas está tapizado el c a m i n o — t o d o el sendero y la
c i m a — del M o n t e de Perfección 5 4 . L a n a d a es p a r a san J u a n de la
C r u z f u n d a m e n t o del c a m i n o , pero t a m b i é n del m i s m o encuentro
con D i o s .
Es c a m i n o de negación y a n o n a d a m i e n t o que s u p o n e para el cris-
tiano asociarse a la Cruz de Cristo, el reducido a nada' en el misterio 5

de su E n c a r n a c i ó n y, sobre t o d o , c o n s u m u e r t e en cruz. Ser resuelto


en nada es, para S a n J u a n de la C r u z , el culmen del c a m i n o de J e s u -
cristo y, por tanto, del c a m i n o del cristiano 5 6 .
g) C o n frecuencia alude san J u a n de la C r u z a la noche c o m o m e -
dio de purificación, c o m o s i n ó n i m o de purgación"'. S o n múltiples los
pasajes en los cuales el D o c t o r Místico usa este concepto c o m o noche
del seguimiento evangélico, del c a m i n o estrecho (Cfr. M í 7, 1 4 ) 5 8 .
S i e m p r e sostuvo el santo q u e j a m á s e x p e r i m e n t ó tanta luz y c o n -
suelo sobrenaturales c o m o en su cautiverio t o l e d a n o , d o n d e experi-
m e n t ó la d u r a n o c h e d e cruz y sufrimiento. T a m b i é n las poesías No-
che Oscura y Cántico Espiritual, q u e n a c i e r o n en la p r i s i ó n , d a n
t e s t i m o n i o de e l l o 5 9 . D e d o n d e se sigue q u e « C r u z y n o c h e s o n ca-
m i n o s p a r a llegar a la luz celestial: este es el m e n s a j e g o z o s o de la
Cruz»60.

2 . 2 . Subida del Monte Carmelo

Tres pasajes concentran, a nuestro parecer, los aspectos cristológi-


cos fundamentales contenidos en este libro: Cristo y la noche del sen-
tido (1S 1 3 ) , Cristo-camino (2S 7) y C r i s t o Palabra (2S 2 2 ) . N o ago-
tan t o d a la riqueza de la doctrina sanjuanista en relación con el H i j o
de D i o s , pero creemos cubrir con ellos lo m á s característico de Subida
al respecto. A l g u n o s otros pasajes son considerados también pero con
m a y o r brevedad.
454 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

E n las páginas exigentes de Subida, S a n J u a n de la C r u z va escul-


piendo la imagen de Cristo vigorosamente y con gran realismo, c o n el
objetivo de dibujar al h o m b r e espiritual el c a m i n o del seguimiento ra-
dical de C r i s t o , en perfecta fidelidad al Evangelio: el c a m i n o a n g o s t o
q u e guía a la vida. Cristo o c u p a el lugar central en esta obra del D o c -
tor Místico. El es la vía obligada, el m o d e l o , el maestro, la fuerza p u -
rificadera.
Las palabras de San J u a n de la C r u z en Subida son decisivas y de un
tono perentorio: «procure siempre inclinarse: n o a lo m á s fácil, sino a
lo m á s dificultoso; no a lo m á s sabroso, sino a lo m á s desabrido; n o a
lo m á s gustoso, sino antes a lo q u e d a m e n o s gusto...» (1S 13, 6 ) . E s a
vida de renuncia n o es u n a invención de San J u a n de la C r u z sino un
programa evangélico, la auténtica vida apostólica (Cfr. Ep 9 ) 6 1 .
El c a m i n o q u e Jesucristo predica y recorre es el del Calvario, y San
J u a n de la C r u z llama la atención sobre el m o d o imperativo con q u e
C r i s t o a n u n c i a s u m e n s a j e d e s t a c a n d o los rasgos m á s fuertes — p a r a
lo cual a c u d e al texto de Mtl, 1 4 6 2 — ; quiere hacer entender q u e
« a u n q u e a n g o s t a , la p u e r t a es C r i s t o ; a u n q u e estrecho, el c a m i n o es
Cristo; y a u n q u e a precio de muerte, la vida es C r i s t o ! » 6 3 .
E n el ejemplo del a b a n d o n o de Cristo en la C r u z ve el autor de Su-
bida también la eficacia operativa de las noches. C o m o C r i s t o - c a m i n o
es, para San J u a n de la C r u z , morir a nuestra naturaleza en sensitivo y
espiritual, lo p r o p o n e c o m o m o d e l o de las d o s noches — d e l sentido y
del e s p í r i t u — (Cfr. 2 S 7, 1 0 . 1 1 ) .
E n 2 S 7 p r o p o n e el santo a los aprovechados u n a segunda etapa en
la imitación, d e t e r m i n a n d o él m i s m o lo q u e c o m p o r t a la cruz: n o es
p r i n c i p a l m e n t e renuncia, sino participación del a n o n a d a m i e n t o del
Señor64.
El texto de 2 S 2 2 gira en torno a la adhesión total a Cristo Palabra.
Es p a l a b r a sustancial, q u e n o se a g o t a en informar, sino q u e o b r a y
transforma. Por tanto, d e b e m o s p o n e r los ojos s o l a m e n t e en C r i s t o
(Cfr. 2 S 2 2 , 4 ) , p o r q u e « D i o s ha q u e d a d o c o m o m u d o y n o tiene más
que hablar, p o r q u e lo q u e hablaba antes en partes a los profetas ya lo
ha hablado en él t o d o , d á n d o n o s al T o d o , que es su H i j o » (ibidem).
A h o r a bien, el culmen de esta Revelación es el evento del Calvario
(Cfr. 2 S 2 2 , 7 ) . E n consecuencia, la c o m p r e n s i ó n verdadera de Jesús
sólo tiene lugar en el seguimiento; sin vivencia personal de la cruz no
hay posibilidad de identificación real con Jesucristo.
E s t e a f i n c a m i e n t o de san J u a n de la C r u z en Cristo-Palabra de
D i o s le hace tener c o m o referencia constante y p r e d o m i n a n t e la Sa-
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 455

grada Escritura; es soporte de su experiencia personal y de t o d a su ex-


posición doctrinal.

2 . 3 . Noche oscura

E n efecto, la noche activa la noche pasiva n o se suceden en cadena,


sino q u e se urden íntima y recíprocamente, llegando a constituir dos
aspectos de u n proceso único. L o m i s m o sucede c o n la n o c h e de los
sentidos y la noche del espíritu (Cfr. 2 N 3, l ) 6 5 .
E n Noche el s a n t o carmelita d a ya p o r s u p u e s t o t o d o lo d i c h o en
Subida, y ya h e m o s visto la a m p l i a presencia de la cruz en esta obra.
T r a t á n d o s e de Noche, en c a m b i o , algunos estudiosos h a n p u e s t o en
d u d a la presencia de C r i s t o .
66

Pero n o es q u e Cristo n o aparezca, sino q u e está escondido en la ti-


niebla. S a n J u a n de la C r u z manifiesta q u e las p u r g a c i o n e s descritas
en Noche están orientadas a disponer al a l m a para el d e s p o s o r i o con
C r i s t o (Cfr. 2 N 2 4 , 3 ) . N o parece haber f u n d a m e n t o para negar aquí
la presencia de C r i s t o . A n t e s bien, t o d o el d i n a m i s m o se desarrolla
bajo el ansia de u n i ó n con Él.
El s í m b o l o de noche es m u y rico en virtud de los c a m p o s semánti-
cos c o n los q u e aparece relacionado 6 7 . E n síntesis, significa c a m i n o de
purificación, de seguimiento de Cristo hasta alcanzat la plena identi-
ficación con El: el c a m i n o de la cruz. «Es noche de pasión ( . . . ) : pasión
de C r i s t o , pasión de a m o r » 6 8 .
Cristo es, en la noche oscura, el C a m i n o abierto y trazado por sus
p r o p i a s palabras y e j e m p l o . El a l m a n o le posee ni le c o n o c e plena-
m e n t e , pero le necesita y, entonces, le busca con ansiedad.
E n Noche el autor ve claro q u e la purificación se identifica c o n la
paradoja evangélica de la muerte c o m o c a m i n o hacia la vida (Cfr. Mt
7, 1 4 ) , entendidas, una y otra, en sentido existencial y espiritual (Cfr.
1 N 1, 1). L a solución de t o d a sensación de vacío, sufrimiento, muer-
te, está en el A m a d o C r i s t o 6 9 .
E n el capítulo 2 1 trata el D o c t o r Místico el tema de las virtudes teo-
logales 7 0 , y muestra claramente q u e la marcha del a l m a en la noche es
un camino hacia el revestimiento de Cristo. C u a n d o el alma logre ador-
narse con la fe, la esperanza y la caridad, concluye el camino, porque ha
e n a m o r a d o al A m a d o Cristo con ese vestido nupcial (Cfr. 2 N 2 1 , 12).
O t r o s textos de Noche se refieren a Cristo c o m o la Sabiduría Divi-
n a 7 1 , y coinciden en expresar la relación estrecha q u e hay entre esa Sa-
456 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

biduría y u n c a m i n o p e n o s o , de purificación: es la sabiduría de la


Cruz q u e trataremos m á s adelante.

2 . 4 . Cántico espiritual

E n Cántico ofrece san J u a n de la C r u z prácticamente u n a síntesis de


todo su sistema: desde la conversión al amor de D i o s , hasta el amor que
pregusta la gloria 7 2 . L a unión con el Esposo forma el núcleo sustancial de
esta obra. Encontramos aquí amplísimos contenidos cristológicos. Pode-
m o s sintetizar Cántico en una expresión: que el h o m b r e encuentre a J e -
sucristo y le a m e . Es un camino cuyas etapas están señaladas por el desa-
rrollo del a m o r a Cristo hasta llegar al encuentro y asimilación con Él.
E n las primeras canciones se refleja el e n a m o r a m i e n t o y b ú s q u e d a
del A m a d o C r i s t o . El E s p o s o es el G r a n Ausente ansiado. El a l m a es la
protagonista: corre, pregunta, habla consigo m i s m a . . .
El a l m a e m p i e z a a c u d i e n d o a la oración, pero p r o n t o c o m p r e n d e
q u e n o es suficiente. L a b ú s q u e d a tiene u n sentido exigente de c o m -
p r o m i s o . Se precisa un corazón d e s n u d o , libre de t o d o aquello q u e no
sea D i o s (Cfr. C B 3, 5 ) , y armarse contra el e n e m i g o (Cfr. C B 3, 9 ) .
L a a m a d a decide interpelar a las criaturas «plantadas p o r la m a n o
del a m a d o » ( C B 4 ) , pero el corazón n o se asienta en n a d a fuera del
o b j e t o a m a d o y, entonces, se acrecienta en el a l m a la sed de El y a u -
m e n t a el dolor por la ausencia (Cfr. C B 6, 2)
E n las creaturas racionales, en c a m b i o , C r i s t o parece m á s cercano
(Cfr. C B 7 ) , y «(el alma) d a a entender estar llagada de a m o r » ( C B 7,
1), pero sigue sin hallar alivio ni r e m e d i o , « m a s antes t o d o c u a n t o
piensa, dice y hace le aprovecha para m á s dolor» ( C B 9, 1).
Intensificando la b ú s q u e d a , dirige u n a invocación a la fe — c r i s t a -
lina f u e n t e 7 3 — , pues sólo la fe p u e d e proporcionar la i m a g e n , perso-
nal y viviente, de Cristo (Cfr. C B 12, 5 ) .
« L a trama de las 12 primeras estrofas de Cántico está tejida sobre la
dialéctica presencia-ausencia. E s , la de D i o s , u n a presencia encubierta,
experimentada por el h o m b r e y sufrida c o m o ausencia» 7 4 . Pero m i e n -
tras el h o m b r e g i m e por Cristo, también Cristo g i m e por el h o m b r e y
le sale al encuentro (Cfr. C B 13, 9 ) .
Ya n o reclama m á s el a l m a al E s p o s o ; le h a e n c o n t r a d o , cesan sus
ansias vehementes y «explota en u n a experiencia de t o t a l i d a d en la
q u e se percibe la creación» 7 5 (Cfr. C B 14 y 15). Para la esposa «todas
estas cosas es s u A m a d o en sí» ( C B 14, 5 ) .
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 457

Con todo, «también el encuentro —si bien gozoso en sí— es vivi-


do bajo el signo de la cruz» 7 6 . Aún no se ha consumado plenamente la
donación interpersonal. El matrimonio espiritual, en cambio, es el
grado más elevado de amor en la tierra (Cfr. C B 22): es vida en Cris-
to. A partir de ahora el alma se siente anonadada por las riquezas es-
condidas en su Amado. Ese matrimonio tiene lugar en la cruz, en re-
paración de la ruina universal ocasionada por el fruto del árbol
vedado en el Paraíso; lo lleva a cabo Cristo, llevando al alma hasta las
profundidades del misterio de su cruz (Cfr. C B 23).
En el capítulo 26, sin apartarse de su planteamiento sobre la nece-
sidad de una profunda purificación como preparación para la unión
con Dios, trata san Juan de la Cruz del paso del hombre viejo al hom-
bre nuevo (Cfr. C B 26, 17).
En los capítulos 30 a 33, nos hace ver San Juan de la Cruz que la
salvación de las almas es obra de Cristo y el hombre espiritual juntos
(Cfr. C B 30, 6)
Las canciones 36 a 39 son el punto más alto de la espiritualidad cris-
tológica sanjuanista. Aquí Hermosura equivale al ser mismo de Dios,
más aún, a la totalidad de su revelación en Cristo (Cfr. C B 11, 2) 7 7 .
El hombre nuevo, ya transformado en la hermosura de Cristo, entra
a participar plenamente de la misma relación filial que une al Hijo con
el Padre (Cfr. C B 36, 5). Aquí vuelve a insistir san Juan de la Cruz en
que la única vía para entrar más adentro en la espesura, —para un mayor
conocimiento de Cristo—, está en mantenerse unido a la cruz (Cfr. C B
36, 12). «La cruz de Cristo acompaña al amor en todas sus etapas, de
principio a fin. Ni en vida, ni en doctrina, Juan de la Cruz ha limitado
los sufrimientos del amor a determinados períodos de noche oscura» 7 8 .
Es necesario recorrer un camino largo y difícil, que supone mucho
sufrimiento, un prolongado ejercicio espiritual y «haber recibido mu-
chas mercedes intelectuales y sensitivas de Dios» (Cfr. C B 37, 4). El
Esposo mismo, por amor, ayuda al alma a recorrer ese camino estrecho
de su Cruz hasta conducirla al banquete de amor (Cfr. C B 37, 6). Pre-
domina pues, en Cántico, la enseñanza de que la vida espiritual ha de
girar en torno al amor: «La pretensión del alma es la igualdad de amor
con Dios» (CB 38, 3). Pero esa pretensión tiene su precio: la cruz.

2.5. Llama de amor viva

La perspectiva de Llama es la participación del alma en el misterio


de la Santísima Trinidad, pero quemando: «es la tensión dinámica ha-
458 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ LOZANO

cia la plena c o m u n i ó n c o n la Trinidad, por la participación en el mis-


terio de C r i s t o » 7 9 .
Pocos llegan a tan alto estado de perfección, p o r q u e D i o s «los
p r u e b a en lo m e n o s y los halla flacos» ( L B 2 , 2 7 ) . Pero D i o s querría
q u e t o d o s fuesen perfectos (Cfr. ibidem): u n a perfección q u e « n o es
sino el retorno al seguimiento directo de C r i s t o , es la vida apostólica
q u e nos crucifica al m u n d o y crucifica al m u n d o a nosotros» 8 0 . Es esa
la única vida q u e nos purifica y nos levanta del polvo de la tierra.
El p r o g r a m a de vida consistente en el seguimiento de Cristo en la
cruz le e n t u s i a s m a al D o c t o r M í s t i c o : « ¡ O h almas — e x c l a m a el san-
t o — s i supiésedes cuánto os conviene padecer sufriendo para venir a
esa seguridad y consuelo... llevaríades la cruz y, puestos en ella, quería-
des beber allí la hiél y vinagre puro (Jn 19, 2 9 ; M í 2 7 , 34)» ( L B 2 , 2 8 ) .
L a mira debe estar puesta siempre en el H i j o de D i o s , p o r q u e Él es
el depósito de los tesoros del Padre (Cfr. L B 3, 1 7 ) . Quien en sus sufri-
m i e n t o s y dificultades va a ese espejo sin mancilla del E t e r n o Padre
q u e es su H i j o , sale consolado (Cfr. Ep 4 ) .
C o n t i n ú a al proceso de purificación, ya q u e «todavía ha menester
el a l m a otras disposiciones positivas de D i o s , de sus visitas y dones en
q u e la va m á s p u r i f i c a n d o » ( L B 3, 2 5 . 6 2 ) . Y, finalmente, en la can-
ción cuarta, S a n J u a n de la C r u z describe la unión del a l m a c o n el E s -
p o s o H i j o de D i o s 8 1 . Al despertarse el A m a d o H i j o de D i o s en el co-
razón (Cfr. L B 4 , 4 ) , despierta el corazón de la a m a d a , d á n d o l e
consistencia desde su m i s m a raíz 8 2 .

2 . 6 . Escritos breves

2 . 6 . 1 . «In principio erat Verbum»

E s t e Romance canta, o contempla, la historia de la salvación desde


la predestinación hasta el nacimiento de C r i s t o 8 3 . Desarrolla u n a tra-
m a q u e tiene su p u n t o de partida en el Verbo, H i j o de D i o s y al Ver-
b o retorna; p o r v o l u n t a d del Padre, el H i j o o c u p a los p u n t o s neurál-
gicos del plan divino de salvación y es, al m i s m o t i e m p o , el centro de
referencia m o r a l . E s t á n e m p a p a d o s de u n a cristología eco de la d o c -
trina de s a n Pablo sobre C r i s t o , p r i m o g é n i t o de todas las criaturas,
H i j o a m a d o en el cual h e m o s sido bendecidos por el Padre c o n la ri-
queza de las bendiciones celestiales 8 4 .
L a primera c o m u n i ó n personal con D i o s es la del H i j o c o n el Pa-
dre, q u e es u n i ó n de amor, consustancial, en el E s p í r i t u S a n t o (Cfr.
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 459

R m c 1, 2 1 - 3 2 ) . Y la nuestra, en el orden de la participación, hace re-


ferencia a nuestra semejanza c o n el H i j o , única posibilidad de c o m u -
nión ad extra ( R m c 2 , 5 7 - 6 2 , 7 1 - 7 6 )
A i m a g e n y s e m e j a n z a del H i j o ha s i d o creado y p r e d e s t i n a d o el
h o m b r e , de m o d o q u e en cuanto más refleje la imagen del Verbo en-
carnado, D i o s encuentra m á s hermosura, valor y gracia en él, y m á s le
ofrece el a m o r q u e profesa a su H i j o .
Por a m o r al H i j o quiere el Padre darle u n a esposa q u e en virtud de
El merezca la a m i s t a d de D i o s (Cfr. R m c 3, 7 7 - 8 6 ) . Y el H i j o está
gustoso de recibirla, p o r q u e p o d r á comunicarle las riquezas del Padre,
para q u e t a m b i é n ella se abrase en a m o r a El {Ibidem, 8 9 - 9 0 , 9 5 - 9 8 ) .
El Padre, m o v i d o por el amor, dispone que el H i j o de D i o s se haga
h o m b r e para que el hombre pueda llegar a ser hijo de D i o s (Cfr. R m c 4,
1 3 5 - 1 4 2 ) 8 5 . El A m a d o irá, dispuesto a sufrir por la esposa: con el propó-
sito de ser en todo semejante a ella, asumirá también sus penas y trabajos
hasta la muerte, de donde brotará la fuerza de la redención ( R m c 7, 2 5 9 -
2 6 6 ) . E n el Romance 8 el H i j o de Dios es ya también H i j o del h o m b r e 8 6 .
Y en el ú l t i m o , describe S a n J u a n de la C r u z c ó m o entra el Verbo
H i j o de D i o s en el m u n d o — a b r a z a d o con su e s p o s a — , mientras su
M a d r e c o n t e m p l a el m i l a g r o y t o d o un p a n o r a m a de contrastes. Y
concluyen los Romances cristológicos: del seno de M a r í a ha florecido
el Verbo q u e se ha u n i d o , con un a m o r esponsal, a la h u m a n i d a d .

2 . 6 . 2 . «Un Pastor tico»

Es u n a alegoría del misterio de la Redención, y sus versos son cla-


ramente cristológicos: Cristo c o m o Pastor afligido por la indiferencia
y el olvido de la a m a d a — e l alma, la Iglesia—. Y, sin e m b a r g o , quiere
c o m p a r t i r t i e m p o s , lugares, penalidades del destierro en q u e vive el
h o m b r e caído; trata, por todos los m e d i o s , de hacerse ver y oír 8 7 .
N a d i e ha a m a d o m á s q u e Cristo B u e n Pastor y, p o r eso, nadie ha
sufrido m á s q u e El p o r el olvido, la soledad y el rechazo. E s t o d o u n
d r a m a de amor, de un a m o r q u e se acerca, insiste, espera, grita y aca-
b a en u n gesto de locura en el árbol de la cruz.

2 . 6 . 3 . «Dichos de luz y amor»

Por la naturaleza m i s m a de estos Dichos de luz y amor—186 senten-


cias sueltas, aisladas—, es evidente que no contienen una doctrina siste-
máticamente organizada, ni una estructura de pensamiento q u e los de-
fina de m o d o general. N o obstante, constituyen parte de los escritos
breves en los q u e «se esconde el Cristo intuido de J u a n de la C r u z » 8 8 .
460 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

Hemos reunido en dos grandes bloques los Dichos de luz y amor


más representativos y relevantes para el tema de nuestro estudio: el
primer grupo comprende aquellos que se refieren directamente, sea
de modo explícito o no, a la Cruz y al seguimiento o imitación de
Cristo por amor 8 9 ; el segundo grupo comprende los Dichos que mani-
fiestan la necesidad o importancia de los trabajos, mortificación, pa-
decimientos, etc., como camino para ir hacia la unión con Dios, es
decir, una invitación velada o implícita de san Juan de la Cruz a aso-
ciarse a la Cruz de Cristo 9 0 .

2.6.4. Cartas
Como es obvio, en las carras aparecen temas espirituales muy diversos.
Sin embargo, «el tono general es muy similar al de la primera noche» 91 .
Los textos que hemos extraído de las cartas del santo 9 2 tienen una
característica común: reflejan su interés por seguir a Cristo e imitarlo
en todo y de modo muy especial en sus padecimientos; reflejan, así
mismo, que ese seguimiento es por amor. Es la doctrina que hemos
podido ver en los demás escritos sanjuanistas y en su vida.
Son cartas que cubren los últimos diez años de la vida de san Juan
de la Cruz; este hecho nos permite comprobar que su amor por la
Cruz, su afán por unirse al crucificado, no es algo transitorio, ni se
corresponde con una etapa inicial o intermedia de su vida, sino con la
época en la que, podríamos decir, está más arraigada y vivida en pro-
fundidad toda su espiritualidad y santidad.

2.6.5. Otros
Terminamos esta parte de nuestro estudio con un breve análisis de
las Cautelas, Cuatro avisos a un religioso y poesías que, si bien no están
explícitamente referidas a Cristo, reflejan algunas ideas cristológicas
ya desarrolladas con mayor amplitud en otras obras sanjuanistas. Las
poesías estudiadas aquí son: Qué bien se yo la fonte 95, Super flumina
Babilonis, Vivo sin vivir en mP (nn. 32-38), Tras de un amoroso lan-
A

ce 95, Sin arrimo y con arrimo 96 (nn. 13-21).

3. E L M I S T E R I O D E L A R E D E N C I Ó N

En los dos capítulos anteriores hemos podido ver que Cristo está
en el centro de la mística sanjuanista 9 7 , que abarca todo el horizonte
de su espiritualidad. Además, tanto el elemento subjetivo como el ob-
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 461

jetivo, o si se prefiere, espiritual y soteriológico, esenciales del misterio


de la Cruz, están contenidos en la doctrina del Doctor Místico 9 8 .
El santo no pretende en sus escritos abordar cuestiones de cristolo-
gía, y se resiste a tratar de cosas ya muy dilucidadas. Sin embargo, en
sus escritos, san Juan de la Cruz trata también de la naturaleza divina
de Cristo 9 9 y de su acción histórica.
Nos interesa en nuestro estudio fijarnos principalmente en el pri-
mer aspecto, es decir, en cómo ve nuestro santo desde el punto de vis-
ta del elemento subjetivo, la Pasión y Muerte de Cristo: qué compor-
ta este misterio para la vida espiritual del cristiano. Pero antes, en este
capítulo, nos detenemos a considerar el elemento objetivo, es decir, la
salvación realizada por Cristo sobre la Cruz: cómo considera el Doc-
tor Místico el misterio de la Redención y, más específicamente el pa-
pel del Crucificado en el plan salvífico de Dios.

3 . 1 . Los preámbulos de la Cruz

El Doctor Místico ve al Verbo como centro del plan salvífico divi-


no. En un comienzo, lo contempla deseoso de ir a comunicar al mun-
do la riqueza contenida en el Padre: Cristo como mensaje del Padre
(Cfr. Rmc 7, 255-258); pero su obra comportará también redención y
rescate, pues el hombre se encuentra sumido en bajeza y desconsuelo.
Y, entonces, el Amado entra en el espacio de la esposa, mediante la
Encarnación, considerada por San Juan de la Cruz como el centro de
los misterios de la fe cristiana 1 0 0 : misterio salvador, de abajamiento ra-
dical de Dios, principio causal de la salvación.
Dios se hace semejante al hombre, y viene dispuesto incluso a sufrir
penas y muerte por la esposa. Y, en efecto, toda su vida de entrega a los
hombres es un constante morir. «Se vuelve Dios silencio, pequenez y
llanto; se vuelve negatividad (no Dios), en términos humanos. Eso sig-
nifica que sólo en el despojo-cruz de Cristo podemos encontrarle» 1 0 1 .
En Cristo Dios nos ha dicho todo y nos ha dado todo. Por tanto,
«hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante
mina con muchos senos de tesoros» (CB 37, 4). «Dios ha quedado
como mudo y no tiene más que hablar» (2S, 22, 4-6) 1 0 2 .

3.2. Cristo salva en la Cruz

Las ansias del Hijo de Dios no se agotan con su sola presencia en


medio de los hombres: van más allá, hasta tomar sobre sí las fatigas y
462 OMAR AUGUSTO BENlTEZ LOZANO

trabajos de la h u m a n i d a d (Cfr. R m c 7, 2 5 9 - 2 6 6 ) — p o r la pastora el


Pastor se deja maltratar en tierra extraña (Cfr. P V I , 1 7 - 2 0 ) 1 0 3 — , y lle-
var así a p l e n i t u d su o b r a reveladora y m e d i a d o r a . Identifica así san
J u a n de la C r u z el mensaje de Cristo con el gesto de la Pascua.
C r i s t o , el nuevo A d á n , nos ha devuelto la vida q u e h a b í a m o s per-
d i d o en el primer h o m b r e (Cfr. C B 2 3 , 2 - 5 ) , y la nueva criatura (Cfr.
2 Cor 5, 17) brilla por contraste sobre el fondo oscuro del p e c a d o y de
la m u e r t e 1 0 4 . Antes nuestra inserción en D i o s era en A d á n , y ahora lo
es en C r i s t o . A p a r e c e a q u í el árbol del m a n z a n o c o m o u n a alusión
p o c o m e n o s q u e evidente a la C r u z 1 0 5 .
L a C r u z es el escándalo del a m o r de D i o s al h o m b r e (Cfr. 1 Cor 1,
2 3 ) , la m á x i m a expresión del aniquilamiento divino (Cfr. 2 S 7 , 1 1 ) , y
el precio q u e tuvo q u e pagar Jesús para cancelar la d e u d a c o n t r a í d a
p o r la h u m a n i d a d 1 0 6 . Y « a s u m i ó tanta c a n t i d a d de d o l o t q u e fuera
p r o p o r c i o n a d a a la m a g n i t u d del fruto q u e se iba a s e g u i r » 1 0 7 .
El h o m b r e viene a ser de nuevo señor y d u e ñ o del m u n d o , s a n a d o
y divinizado, hijo de D i o s en plenitud. Así lo entiende san J u a n de la
C r u z . Por eso presenta c o m o consecuencia de la redención la i m a g e n
del desposorio (Cfr. C B 2 3 , 3 ) .
L a entrega del H i j o de Dios estaba destinada a ser total; así había sido
anunciada en el Antiguo Testamento 1 0 8 . La muerte de Cristo era conse-
cuencia de la voluntad y decreto divinos y, en consecuencia, «todos los
m o d o s , maneras, figuras, son c o n s u m a d o s en el fuego del Calvario» 1 0 9 .
L a C r u z fue, entonces, no sólo el culmen del hecho encarnacional, sino
el culmen en el cumplimiento fiel de la voluntad del Padre 1 1 0 .
Para el D o c t o r Místico la cruz n o representa sólo el a n o n a d a m i e n -
to de D i o s : es t a m b i é n su gloria (Cfr. R m c 7, 2 4 7 - 2 4 8 ) . E n t i e n d e q u e
el c a m i n o de la cruz es para el Señor el coronamiento de su m i s i ó n y,
p o r tanto, ha de ser también d o n d e la vida del h o m b r e alcanza su m á -
x i m o valor: «el q u e n o busca la cruz de C r i s t o , n o busca la gloria de
Cristo» ( D 1 0 1 ) 1 1 1 . Pero n o se detiene a considerar c o n a m p l i t u d este
aspecto de la C r u z .
Por otra parte, C r u z y a m o r van juntos, p o r q u e el m a t r i m o n i o es-
piritual entre Cristo y el alma, con t o d a la h u m a n i d a d y con la Iglesia,
ha t e n i d o lugar en la cruz — l a cruz del Esposo Cristo— (Cfr. C B 2 3 ,
3 ) . Para el santo «la cruz no es fracaso, ni frustración, sino la plena re-
alización en la entrega y en el a m o r » 1 1 2 (Cfr. C B 3 1 , 8 ) .
N a d i e ha a m a d o más q u e Cristo y, a la vez y p o r eso, nadie ha su-
frido m á s q u e El (Cfr. P V I , nn. 1-4), hasta acabar en el m á s s u p r e m o
gesto de a m o r : la C r u z (Cfr. ibidem, nn. 1 7 - 2 0 ) .
LA C R U Z EN LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN DE LA C R U Z 463

3 . 3 . L a Resurrección

L a C r u z sólo p u e d e ser c o m p r e n d i d a y valorada desde la Resurrec-


ción, y a su vez, la Resurrección deja de ser u n e n i g m a c u a n d o se in-
terpreta desde la C r u z . Así lo c o m p r e n d e san J u a n de la C r u z .
S o n escasas en las obras sanjuanistas las alusiones directas a la R e -
surrección 1 1 3 , sin e m b a r g o , ello no desdice de la u n i d a d perceptiva del
Misterio Pascual q u e tiene el santo: él cree «las cosas q u e habían dicho
los profetas» (2S 19, 9 ) ; es consciente de q u e Jesucristo vuelve a dar
sentido al c o s m o s y a la h u m a n i d a d , y viene a ser su eje y centro, con
toda su vida, con su entera obra redentora en todas sus facetas 1 1 4 .

4. L A C R U Z E N LA ANTROPOLOGÍA SANJUANISTA

E n el capítulo anterior c o n s i d e r á b a m o s u n o de los f u n d a m e n t o s


sin los cuales n o se p u e d e hacer, en rigor, Teología Espiritual: el fin, el
m o t i v o , el m o t o r q u e d a v i d a a la a n d a d u r a del a l m a . N o s fijamos
ahora en el otro f u n d a m e n t o : el h o m b r e . El es el sujeto de la espiri-
tualidad.
N o abarcamos aquí la entera antropología desarrollada por nuestro
santo, sobre la q u e m u c h o se ha escrito y se sigue estudiando. Ú n i c a -
m e n t e destacamos contenidos de antropología místico-teologicé 1'' pre-
sentes en la doctrina espiritual sanjuanista, en los q u e se manifiesta al-
g u n a relación c o n la cruz. D e ahí q u e las partes en q u e h e m o s
dividido este estudio n o se correspondan con u n a sistematización clá-
sica o habitual en un tratado de antropología.

4 . 1 . Predestinación del h o m b r e en Cristo

El santo manifiesta con claridad q u e el ser h u m a n o ha sido creado


y p r e d e s t i n a d o en C r i s t o , «orientado a C r i s t o o n t o l ó g i c a y afectiva-
m e n t e » 1 1 6 . Presenta al h o m b r e c o m o u n ser q u e sólo se realiza en un
c a m i n o de e n a m o r a m i e n t o , de pérdida y encuentro de sí m i s m o por
el otro, y el otro por excelencia es Cristo (Cfr. C B 3 8 , 9 ) . Por eso «el
h o m b r e n o se satisface con m e n o s que D i o s » ( C B 3 5 , 1).
E s t o es posible p o r q u e D i o s creó al h o m b r e a su imagen y semejan-
za para participar de la vida trinitaria (Cfr. C B 3 9 , 4 ) 1 1 7 . L a c o m u n i ó n
del h o m b r e con el Padre mediante el H i j o tiene, por tanto, carácter de
predestinación 1 1 8 . « E n efecto, J u a n de la C r u z está convencido de q u e
464 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ LOZANO

el anhelo primordial, que subyace en lo profundo del ser racional, es la


necesidad insoslayable de esa comunión» 1 1 9 .
Ello comporta, de una parte, un amor subsistente que nos viene dado
por el Espíritu Santo y, de otra, nuestra unión de semejanza con el Hijo,
nuestra conformación con El (Cfr. Rmc 2, 57-76), de modo que Dios
encuentre más hermosura, valor, gracia en nosotros (Cfr. C B 5, 4).
Pero no se trata de un proyecto del hombre, sino primero y sobre
todo divino, con una orientación cristológica clara: que toda la crea-
ción y en particular el hombre, forme el cuerpo de la esposa del Hijo
de Dios (Cfr. Rmc 3, 77-86).
Todo cuanto el hombre puede ansiar se lo ha dado Dios Padre en
su Hijo Jesucristo (Cfr. D 26); Él es, a la vez, rostro humano de Dios y
rostro divino del hombre ; su conducta y su palabra son la mejor ga-
120

rantía para una vida humana y cristiana conforme a la voluntad divi-


na (Cfr. 2S 22, 5-6).
Para nuestro santo, pensar en Cristo lleva siempre intrínsecamente
unida la invitación a imitarle, a asemejarse ontológicamente a Él, me-
diante una vida de entrega y olvido de sí hasta la muerte. La de San
Juan de la Cruz es, por tanto, una antropología fundada en el desarro-
llo de la transformación del hombre, de su morir al hombre viejo.
Además, y precisamente a raíz de esta característica, se reconoce como
una antropología marcadamente escriturística y más específicamente
paulina .
121

4.2. El hombre pecador y redimido

Sabe el Doctor Místico que el hombre salió de las manos de Dios


gozando de un estado de inocencia y justicia original; pero sabe tam-
bién que el pecado de origen se interpuso y la naturaleza humana ha
sido «estragada y perdida... r violada» (CB 23, 2.5), debajo del árbol
del paraíso.
Existe desde entonces en el hombre un desorden radical, del que se
originan y al que sirven los desórdenes del pecado personal . El pro-
122

pio ser del hombre se convirtió en obstáculo y sombra entre él y Dios,


y entre él y la entera creación.
San Juan de la Cruz no trata con detenimiento el tema del pecado
original pero su reflexión sobre el pecado, en general, es mucho más
amplia, incluidos los daños que ocasiona (Cfr. 3S 22, 4), aunque no
siempre hace uso explícito del término pecado 113.
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN J U A N DE LA C R U Z 465

No todo, sin embargo, ha quedado destruido: Dios no deja de es-


tar presente en las almas, incluso en las malas y pecadoras (Cfr. C B
11, 3 ) 1 2 4 ; y la situación del hombre caído no es definitiva, pues «por
aquellos mismos términos que la naturaleza humana fue estragada y
perdida..., así en el árbol de la cruz fue redimida y reparada» (CB 23,
2-3). De ahí que la vida del hombre encuentre su sentido pleno en la
vida de hombre redimido.
Sólo en la medida en que dejamos ser a Dios en nosotros, la Re-
dención alcanza toda su eficacia en cada uno y llegamos a ser en ple-
nitud imagen y semejanza suya 1 2 5 .

4.3. Por la Cruz hacia la plenitud del hombre

Dios se ha hecho semejante al hombre hasta compartir con él todo


tipo de penalidades. Sin embargo, recuerda san Juan de la Cruz, esa
presencia divina es escondida 126 y, por tanto, requiere una acción con-
tinua de búsqueda por parte del hombre: debe «hacerse en el padecer
algo semejante a este gran Dios nuestro, humillado y crucificado» (Ep
25), pues hay todavía, mientras se camina aquí en la tierra, una falta
de adaptación de la parte inferior a la superior, por no haberse realiza-
do aún la plena purificación.
En ese proceso de purgación, «en este sepulcro de oscura muerte,
le conviene estar para la espiritual resurrección que espera» (2N 6, 1).
El hombre está llamado a reproducir la imagen de Cristo (Cfr. 2S, 15,
4), a ser imágenes de la figura de su substancia 1 2 7 . Debe pasar por la
estrechura del padecer interior y exterior (Cfr. C B 37, 4). «La cruz es
un criterio definitivo para descubrir la verdad sobre sí mismo y sobre
el prójimo» 1 2 8 .
Las penalidades y sufrimientos —sintetizadas por san Juan de la
Cruz en el símbolo de la noche 1 2 9 — van uniendo al hombre a través
de la cruz a Aquel en quien encuentra su más profunda verdad 1 3 0 .

4.4. Una llamada universal

San Juan de la Cruz no afinca la llamada al seguimiento de Cristo


en Cruz en una condición de vida especial —religioso o clérigo—; ni
siquiera en la condición de bautizado. Esa llamada es, según el santo,
para todo hombre —«para este fin de amor fuimos criados» (CB 29,
3 ) — , por el solo hecho de ser hombre, creatura de Dios 1 3 1 .
466 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

S a n J u a n d e la C r u z reconoce a t o d o b a u t i z a d o esa l l a m a d a , m á s
a ú n le urge a corresponder a ella. Pero n o p r e d o m i n a en sus obras la
referencia sólo al b a u t i z a d o , sino al h o m b r e . D e h e c h o , en sus escri-
tos, los t é r m i n o s cristiano y católico están p r á c t i c a m e n t e ausentes,
mientras q u e hombre y persona aparecen m u c h a s v e c e s 1 3 2 . T o d o ello
sin contar las miles de veces q u e el santo cita alma lii, c o m o equivale a
h o m b r e , a u n q u e c o n el acento puesto en la interioridad, en la d i m e n -
sión espiritual... y esa dimensión también es de t o d o h o m b r e .
Además, la redención ha sido universal: «el H i j o de D i o s redimió... la
naturaleza h u m a n a y consiguientemente a cada alma, dándola él gracia y
prendas para ello en la Cruz» ( C B 2 3 , 3 ) . T o d o hombre, por tanto, está
llamado a la santidad, debe tender a esa unión de amor con D i o s 1 3 4 .
L a de San J u a n de la C r u z no es, sin e m b a r g o , la doctrina de la lla-
m a d a universal a la santidad, según las formulaciones q u e ha alcan-
zado en nuestro s i g l o 1 3 5 . Sin e m b a r g o , a u n q u e el santo n o llega a un
desarrollo sistemático al respecto, es claro en su doctrina q u e D i o s
querría q u e t o d o s fuesen perfectos.
Las miras de S a n J u a n de la C r u z son, p o r tanto, m á s amplias a ú n
de lo q u e parece a simple vista y, sobre t o d o , con u n f u n d a m e n t o n o
sólo religioso sino antropológico. El requisito inicial indispensable es
a m a r y dejarse encontrar por el a m a d o , y esos primeros pasos los p u e -
de dar cualquier h o m b r e . . . : la conversión vendrá después.

5. L A C R U Z Y LA VIDA ESPIRITUAL

Sentadas ya las bases cristológicas y antropológicas, nos aproxima-


m o s al estudio del proceso espiritual sanjuanista p r o p i a m e n t e dicho.
Pero antes nos interesa determinar los principales aspectos o dimensio-
nes de la vida espiritual con las que el santo relaciona o vincula la cruz.
U n i m o s ya aquí los dos polos estudiados en los capítulos preceden-
tes, es decir, Cristo en la C r u z y el h o m b r e ; pero no todavía para em-
prender el camino — e s tarea del capítulo 6 — , sino p a r a conocer y
analizar q u é realidades suscita en el h o m b r e su encuentro con la C r u z
de C r i s t o , q u é viene a significar en su vida d e relación con D i o s .
E n la doctrina sanjuanista, el significado de la cruz n o se agota en
la d i m e n s i ó n de camino, sino q u e s u p o n e toda u n a g a m a de conteni-
dos espirituales; los q u e m á s destacan son: la cruz c o m o a m o r h u m a -
n o q u e participa del A m o r ; la cruz c o m o expiación, c o m o sabiduría y
c o m o m o d e l o . S o n dimensiones a tener en cuenta a todo lo largo del
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN DE LA C R U Z 467

itinerario espiritual, d a d o que n o corresponden a u n a etapa del proce-


so, sino q u e están — d e b e n e s t a r — siempre presentes, i l u m i n a n d o ,
complementando o informando.

5 . 1 . L a cruz del h o m b r e , a m o r participativo

A q u e l a m o r q u e Cristo nos dio de u n a vez y para siempre, con su


Pasión y M u e r t e , p i d e nuestra correspondencia, p o r q u e en la cruz
m a d u r a y crece el a m o r (Cfr. C B 2 3 , 6 ) 1 3 6 . T o d o el proceso de nega-
ción y purificación tan característico d e la d o c t r i n a s a n j u a n i s t a se
c o m p r e n d e sólo desde la exigencia que c o m p o r t a el a m o r 1 3 7 .
« C o n v i e n e q u e n o nos falte cruz c o m o a nuestro A m a d o , hasta la
muerte de a m o r » (Ep 11). El a m o r al E s p o s o Cristo da la posibilidad,
el á n i m o , la constancia para emprender, perseverar y coronar las rup-
turas, renuncias, sacrificios evangélicos q u e se p i d e n (Cfr. 1S 14, 3 ) .
C r i s t o m i s m o ayuda al a l m a e n a m o r a d a a recorrer ese c a m i n o 1 3 8 .
T o d o el legado del Doctor Místico tiene c o m o clave n o la palabra no-
che sino la palabra a m o r 1 3 9 . Tiene la convicción de que la vida espiritual
del cristiano es un itinerario de amor. Quien desee llegar al gozo de aquel
a m o r definitivo, debe pasar por u n a larga noche, en despojo y muerte de
todo lo creado, una noche de pasión 1 4 0 . Quien no esté dispuesto a pasar
por ella nunca sabrá del a m o r (Cfr. C B 9, 3 ) . «El alma que se enamora
de la hermosura de Cristo busca la cruz con ardor apasionado» 1 4 1 .
Entiende el santo q u e c u a n d o el a m o r se hace presente en el h o m -
bre, le va p e n e t r a n d o y a b r i e n d o en s u interior heridas, llagas, llagas
afistoladas.
L o q u e p r o p o n e el D o c t o r M í s t i c o , está claro, n o es la renuncia
por la renuncia, la mera negación ciega y sin aliciente 1 4 2 : el verdadero
m o t i v o es el a m o r 1 4 3 . E n la nada del a m o r h u m a n o , el D o c t o r M í s t i c o
descubre el todo del a m o r divino
Luchar y triunfar en el a m o r ha sido siempre u n a empresa exigen-
te, pero u n a vez q u e se ha recorrido ese c a m i n o estrecho y e m p i n a d o ,
cesa la lucha, desaparecen los m i e d o s , llega la p a z (Cfr. C B 4 0 ) .
C u a n d o el a m o r n o rehuye el dolor, c u a n d o a m o r y sacrificio van j u n -
tos, entonces es a m o r auténtico y está garantizado el triunfo final.

5 . 2 . L a C r u z c o m o expiación

« L a cruz es antes q u e n a d a d o n a c i ó n de D i o s a la h u m a n i d a d , ini-


ciativa del Padre q u e envía al H i j o al m u n d o » 1 4 4 , c o m o víctima de
468 OMAR A U G U S T O B E N l T E Z LOZANO

p r o p i c i a c i ó n p o r nuestro p e c a d o s (Cfr. 1 JnA, 1 0 ) . S i n olvidar esta


perspectiva, es decir, la d i m e n s i ó n soteriológica o descendente, y te-
n i e n d o en c u e n t a q u e la o b r a llevada a c a b o p o r C r i s t o n o i m p l i c a
u n a restauración c o m p l e t a del estado de inocencia y justicia origi-
n a l 1 4 5 , nos d e t e n e m o s a considerar a q u í la otra dirección, es decir, la
cruz c o m o expiación desde el hombre: la dimensión espiritual o ascen-
dente.
S a n J u a n de la C r u z es consciente de la c o n d i c i ó n del h o m b r e
c o m o pecador, del desorden radical q u e en él existe c o m o consecuen-
cia del p e c a d o original (Cfr. 1S 1 5 , 1), y de los daños q u e o c a s i o n a en
el a l m a de t o d o h o m b r e (Cfr. 3 S 2 2 , 3-4). Por t o d o ello es necesaria la
penitencia, q u e tiene el poder incluso de cambiar disposiciones de la
justicia divina (Cfr. 2 S 2 0 , 2 ) ; es, a d e m á s , q u e r i d a p o r D i o s c o m o
m e d i o para bien llorarlos pecados y n o caer en ellos (Cfr. Ep 12).
L a Pasión salvadora de Jesús ha de formar parte de la experiencia
del cristiano, c o m o precio de redención, precio q u e el h o m b r e y la
h u m a n i d a d están destinados a pagar hasta llegar a la u n i ó n perfecta
«por gloria» c o n D i o s (Cfr. 2 S 4 , 4 ) . L a «viva muerte de cruz» (Cfr. 2 S
7, 11) tiene u n sentido purificador (Cfr. 2 N 5, 1).
C o n frecuencia el D o c t o r Místico alude a la noche c o m o m e d i o de
esa purificación, c o m o s i n ó n i m o de purgación^ 6. «Para atravesar la
N o c h e por c o m p l e t o tiene el h o m b r e q u e morir al p e c a d o » 1 4 7 .
E s la razón por la cual el santo acepta gustoso y casi c o n agradeci-
m i e n t o t o d o tipo de s u f r i m i e n t o s 1 4 8 . S o n a b u n d a n t e s los textos san-
juanistas q u e reflejan esta experiencia, estilo de v i d a y d o c t r i n a del
santo en torno a la necesidad de la penitencia y expiación por los p e -
c a d o s 1 4 9 . U r g e el santo carmelita a «más penitencia y m á s desasimien-
to de todas las cosas» (Ep 2 4 ) 1 5 0 .

5.3. L a C r u z c o m o sabiduría

E s t á claro para san J u a n de la C r u z q u e el conocimiento de D i o s es


gratuito: es D i o s quien se d a a conocer y se c o m u n i c a 1 5 1 . L a c o n t e m -
plación, la sabiduría de Dios secreta o escondida, o la mística teología^'' 1,
es oscura, «sin ruido de palabras» ( C B 3 9 , 1 2 ) . E n la noche «ilumina la
divina S a b i d u r í a a los h o m b r e s » ( 2 N 1 2 , 1). L a n o c h e es, p u e s , n o
sólo el m e d i o a d e c u a d o para la c o n t e m p l a c i ó n , sino incluso la c o n -
templación m i s m a ; tiene doble efecto: conocimiento y a m o r ; de aquí
le viene el n o m b r e de «noticia amorosa».
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN DE LA C R U Z 469

D e j a claro el D o c t o r M í s t i c o q u e contemplación y purgación, co-


n o c i m i e n t o de D i o s y noche, sabiduría y cruz, van juntas (Cfr. 2 N 5,
1-2). E s indispensable pasar p o r privaciones, p u r g a c i ó n , dolor, p a r a
llegar a la vida y a la luz (Cfr. 2 N 9 ) . Y se produce a lo largo de etapas
o noches de imitación y seguimiento. S a n J u a n de la C r u z lo ha expe-
rimentado en su propia vida: el tiempo q u e pasó en u n a oscura celda
fue a q u e l m i s m o en el q u e recibió m á s luz de D i o s , rayo de tiniebla
(Cfr. Ep 1).
U n o de los anhelos q u e m a n t i e n e n al a l m a en proceso c o n s t a n t e
de purificación, es conocer los subidos misterios del D i o s y H o m b r e
(Cfr. C B 3 7 , 1-2): «el a l m a q u e de veras desea sabiduría divina, desea
p r i m e r o el padecer, p a r a entrar en ella, en la espesura de la C r u z ! . . .
P o r q u e p a r a entrar en estas riquezas de s u sabiduría, la p u e r t a es la
cruz» ( C B 3 6 , 1 3 ) 1 5 3 .
E l acceso a la S a b i d u r í a d e D i o s resulta, pues, p r á c t i c a m e n t e i m -
p o s i b l e p a r a el, así l l a m a d o p o r el D o c t o r M í s t i c o , hombre sensitivo
(Cfr. 1S 8, l ) 1 5 4 , ya q u e la distancia q u e hay entre D i o s y las creaturas
es infinita; la semejanza entre D i o s y las cosas creadas no es un m e d i o
p r ó x i m o proporcionado para la unión con D i o s (Cfr. 2 S 8, 3 - 5 ) 1 5 5 .
U n a b u e n a síntesis de esta doctrina es u n o de los Dichos de luz y
amor, tan breves pero tan ricos en contenido; escribe el santo: «¿Qué
sabe quien n o sabe padecer por Cristo?» ( D 1 8 6 ) . 156

5.4. E l C r u c i f i c a d o , m o d e l o del cristiano

C r i s t o es p r e s e n t a d o p o r S a n J u a n d e la C r u z c o m o el m o d e l o al
q u e se h a de imitar, ya q u e C r i s t o es el «espejo sin m a n c i l l a (Sab 7,
2 6 ) del Eterno Padre» (Ep4) i5?.
E s t a doctrina viene propuesta por el santo, no sólo en sus grandes
o b r a s , sino t a m b i é n en sus consejos de dirección espiritual y en sus
cartas: t o d o a e j e m p l o de C r i s t o , «hasta la m u e r t e de a m o r » (Ep
l l ) 1 5 8 . Se trata de u n c a m i n o de a n o n a d a m i e n t o a ejemplo del a n o n a -
d a m i e n t o de D i o s en Cristo (Cfr. D 9 3 ) .
I m i t a r la v i d a de C r i s t o p r e s u p o n e : en p r i m e r lugar, s u c o n o c i -
m i e n t o y consideración. Así lo ha vivido el santo: es bien c o n o c i d o su
p r o f u n d o conocimiento de los pasajes evangélicos y su afición a citar-
los y glosarlos en sus o b r a s . Y, en s e g u n d o lugar, q u e d a r s e vacío de
cualquier g u s t o q u e se ofreciere a los sentidos, p o r a m o r a Jesucristo
(Cfr. 1S 13, 4 ) 1 5 9 . L a imitación de C r i s t o ha de realizarse, p o r tanto,
470 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

n o en anchura, sino en penitencia, d e s a s i m i e n t o . . . c r u z . S ó l o así p o -


d e m o s encontrarle 1 6 0 .
Las ansias q u e el h o m b r e tiene de C r i s t o sólo se p u e d e n calmar un
p o c o viviendo a fondo las actitudes del H i j o de D i o s , n o r m a p e r m a -
nente del obrar cristiano 1 6 1 . T o d a la vida y todas las acciones de C r i s t o
son ejemplares, pero san J u a n de la C r u z concentra su atención en el
misterio de la C r u z . Por tanto, según él, para q u e nuestra vida valga la
p e n a de ser vivida debe dedicarse a la imitación de Cristo crucificado.

6. E L ITINERARIO ESPIRITUAL, U N C A M I N O D E C R U Z

El D o c t o r M í s t i c o conoce bien la teología del descensus Dei ad ho-


minem, pero conoce, vive y en cierto m o d o desea insistir más en el as-
census hominis ad Deum: en él fijamos la atención ahora.
L a mística sanjuanista trata f u n d a m e n t a l m e n t e la transformación
del a l m a en D i o s , mediante un proceso presentado c o m o la ascensión
del M o n t e de la Perfección: esa figura simboliza t o d a u n a vida de tra-
to c o n D i o s . E s subida: n o un c a m i n o llano y hacedero; c o m p o r t a ne-
gación, oscuridad y sufrimiento; «parte de la N a d a y acontece pasan-
d o por ella» . 162

N o s m o v e m o s en esta parte de nuestro estudio en torno a u n posi-


ble e s q u e m a , sin pretensiones de rigidez — n o existe un proceso espi-
ritual sanjuanista ú n i c o — , b u s c a n d o identificar la presencia y el sig-
nificado d e la C r u z en las etapas de la vida espiritual.

6 . 1 . Primeros pasos

D e s d e los primeros pasos, la obra entera de San J u a n de la C r u z está


caracterizada por la privación, vaciamiento, n e g a c i ó n 1 6 3 . . . en la noche
(Cfr. 1S 3, 1). Es necesaria d e s d e el p r i m e r m o m e n t o y s i e m p r e la
mortificación de aficiones y a p e t i t o s 1 6 4 ; el creyente sólo debería, pues,
tener un apetito: «guardar la ley de D i o s perfectamente y llevar la cruz
de C r i s t o sobre sí» (1S 5, 8 ) 1 6 5 : entablar la lucha, p e n e t r a n d o activa-
m e n t e en la Noche Oscura 166. Para ello d a el santo u n a serie de avisos
breves y precisos (Cfr. 1S 13, 6 ) : «el q u e de veras se quisiere ejercitar
en ellos, n o le harán falta otros ningunos» (1S 13, 2 ) .
«Para seguir a Jesús es condición necesaria negarse a sí m i s m o y,
c o m o Cristo, cargar con la cruz hasta llegar a perder por Cristo y por el
evangelio la propia vida» 1 6 7 . Arrancar todo de raíz para dejar sitio a D i o s .
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 471

También la dialéctica sanjuanista todo-nada 1 6 8 tiene gran fuerza


expresiva aquí. A este respecto, el texto de 1S 13, 11 —fundamento
sobre el que descansa la subida al Monte de la Perfección 1 6 9 —, define
no sólo el comienzo sino todo el proceso. Se trata de una ganancia to-
tal en una pérdida total. Desde el comienzo del camino, nada de des-
cansos, respiros, gustos... (Cfr. 2S 7, 11), para ir al Todo, «desnudo
de todo, sin querer nada» (2S 7, 7 ) ' 7 0 . A todo se debe renunciar,
uniéndose a la Cruz del Amado para encontrarle y unirse a El.
Sin un compromiso personal exigente de purificación no se puede
seguir y llevar a término el camino comenzado (Cfr. Ep 16). El alma
enamorada debe buscar, debe levantarse y salir de sí misma (Cfr. C B
3, 5) y emprender el camino de las noches o purificaciones, que trans-
forman al hombre de sensual y animal en racional, espiritual y divino
(Cfr. 3S 26, 3).

6.2. La muerte del hombre viejo

«Cristo ha muerto y ha sido sustraído a la esposa, que debe buscar-


lo, muriendo con él, en la verdadera muerte» 1 7 1 . Jesucristo impone al
hombre un nuevo ser, que consiste en desnudarse del hombre viejo y
revestir la nueva creatura según Cristo. «Esta es la otra cara del amor:
la purificación, que hará pasar al hombre a un nuevo modo de ser y
de obrar (Cfr. C B 1, 17)» 1 7 2 .
El hombre nuevo que San Juan de la Cruz busca en su propia vida
es un hombre profundamente unido a la Cruz de Cristo, mediante
un proceso de aniquilación, de vaciamiento, de olvido de sí 1 7 3 . Expli-
ca San Juan de la Cruz que Dios dio poder para que puedan ser hijos
de Dios «a los que... muriendo primero a todo lo que es hombre vie-
jo, se levantan sobre sí a lo sobrenatural» (2S 5, 5).
Este proceso de renacencia tiene una referencia evidente al Bau-
tismo 1 7 4 . Cristo mismo empleó las palabras bautismo o ser bautizado
(Cfr. Me 10, 38-39; Le 12, 50) para designar su muerte, dejando así cla-
ra la relación bautismo-misterio pascual 1 7 5 . Pero la alusión es también a
todo ese proceso constante de renovación y divinización del alma, pues,
como enseña el santo, sólo después de haber pasado por la noche pasiva
del sentido y por la purificación pasiva del espíritu, Dios nos despojaría
del hombre viejo y nos revestiría del nuevo (Cfr. 2 N 3, 3; 16, 4 ) .
La profunda transformación que se opera en el alma afecta a todo
el hombre: entendimiento, voluntad, memoria, apetito natural, todos
472 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

sus m o v i m i e n t o s y operaciones: t o d a su v i d a hecha v i d a de C r i s t o


(Cfr. L B 2 , 3 2 - 3 4 ) 1 7 6 . «El fruto (...) de m o r i r c o n C r i s t o al h o m b r e
viejo, es la progresiva resurrección, el progresivo manifestarse de la
v i d a n u e v a d e D i o s en el h o m b r e » 1 7 7 . S ó l o a q u e l q u e arriesga t o d o ,
« v i n i e n d o a q u e d a r resuelto en n a d a » , p u e d e luego hallarlo t o d o
transformado, enriquecido, y «quedará hecha la unión espiritual entre
el a l m a y D i o s » (2S 7, 11).

6 . 3 . L a noche

El p r o p i o S a n J u a n d e la C r u z n o s anuncia el c a m b i o d e e t a p a
— f i n de la Subida y comienzo de la Noche— (Cfr. 1 N , decl.). Entra-
m o s , pues, en la noche oscura, q u e es noche de pasión, en doble senti-
d o : pasión de C r i s t o , pasión de a m o r 1 7 8 . E s la noche del s e g u i m i e n t o
evangélico, del c a m i n o estrecho del q u e h a b l a el S e ñ o r (Cfr. Mt 7,
1 4 ) 1 7 9 , y por la q u e ha de trascurrir t o d o el c a m i n o 1 8 0 .
L a sistematización sanjuanista de la noche es coherente con la ex-
periencia personal del santo. Suele verse en la prisión de T o l e d o el na-
cimiento de este s í m b o l o en la doctrina del D o c t o r M í s t i c o 1 8 1 .
« L a entrada en la noche, q u e desencadena el proceso de ascensión,
n o es o b r a del h o m b r e , pero s u p o n e su c o l a b o r a c i ó n » 1 8 2 : «en este se-
pulcro de oscura muerte la conviene (al alma) estar para la espiritual
resurrección q u e espera» ( 2 N 6, l ) 1 8 3 . Es m e d i o q u e c o n d u c e a la luz;
m á s a ú n , es en sí m i s m a luz. Así parece expresarlo San J u a n de la C r u z
en su Glosa «a lo divino» (Cfr. nn 1 3 - 2 1 ) 1 8 4 .
Las pasiones y penas q u e c o m p o r t a n la noche h a n sido concebidas
p o r S a n J u a n d e la C r u z c o n u n p r o f u n d o sentido teológico, c o m o
asociadas a la Pasión de C r i s t o . Así lo deja notar c u a n d o al explicar
tres m o m e n t o s en la purificación del a l m a , alude a s a l m o s de la Pa-
sión185.
L a noche tiene en S a n J u a n de la C r u z un sentido m u y positivo: es
el tránsito del a l m a hacia la u n i ó n c o n D i o s (Cfr. 1S 2 ) . « D i o s es el
t é r m i n o ad quem, es noche oscura para el a l m a en esta vida. D i o s se
c o m u n i c a mediante la fe, q u e es vinculación con D i o s , a u n q u e sea de
manera oscura»186.
Ve la experiencia de la n o c h e t a m b i é n c o m o p r o c e s o de desasi-
m i e n t o de sí m i s m o y de «oscurecimiento del h o m b r e (...) ante la luz
y el bien absolutos e inconmovibles de D i o s » 1 8 7 . D e s a p a r e c e t o d a ex-
periencia de posesión y autoposesión (Cfr. 1S 4 , 1).
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 473

El h o m b r e ha d e encontrar en D i o s s u verdadero centro, a n o n a -


d á n d o s e , perdiéndose a sí m i s m o para poder existir c o n el ser m i s m o
de D i o s : «Para venir a serlo t o d o , no quieras ser algo en nada» (1S 13,
1 1 ) . E s t e perfecto a n i q u i l a m i e n t o , «misterio de identificación c o n
C r i s t o c r u c i f i c a d o » 1 8 8 , sólo se logra, s e g ú n S a n J u a n de la C r u z , m e -
diante la o s c u r a n o c h e de c o n t e m p l a c i ó n pasiva del e s p í r i t u 1 8 9 . Pero
«no sólo hay q u e pasar por este c a m i n o . H a y q u e instalarse en é l » 1 9 0 .
L a motivación es siempre teologal y cristológica: el seguimiento de
C r i s t o , por a m o r a Él. Y conduce al posterior ensalzamiento (Cfr. 2 N
6, 6 ) . D e ello el p r o t o t i p o es C r i s t o (Cfr. Flp 2, 8 - 9 ) . Por t a n t o , la
motivación y el f u n d a m e n t o son claramente evangélicos. Es u n a esca-
la p a r a subir a D i o s (Cfr. 2 N 1 9 - 2 0 ) , pero para subir p o r ella, antes
h a y q u e bajar (Cfr. 2 N 18, 1-4).
T a m b i é n p o r la noche del infierno tiene q u e pasar este c a m i n o , se-
g ú n el D o c t o r Místico. Infierno: «tremenda palabra, q u e después a m i -
n o r a y c a m b i a p o r la de "purgatorio" (cfr. 2 N 7, 7 ) » 1 9 1 . Se manifiesta
principalmente en la experiencia del a b a n d o n o de D i o s , u n a situación
extremadamente dramática, c o m o lo fue para Cristo (Cfr. 2 S 7, 11).
E n consecuencia, la d r a m á t i c a situación del a l m a q u e se siente
a b a n d o n a d a de D i o s constituye u n a evidente participación en la Pa-
sión de C r i s t o y es, a d e m á s , parte integrante del p r o c e s o espiritual:
u n o d e los e l e m e n t o s de purificación y t r a n s f o r m a c i ó n . A s í p i e n s a
S a n J u a n de la C r u z y así lo ha experimentado en carne p r o p i a 1 9 2 ; pero
lo agradece, reconociendo q u e «es lima el d e s a m p a r o , y para gran luz
el padecer tinieblas» (JEp l ) 1 9 3 .
N o obstante, C r i s t o n o está lejos. L a suya es entonces u n a actua-
ción secreta. N o libra al h o m b r e de esta experiencia del a b a n d o n o ,
pues ella le ayudará a salir de su e g o í s m o y a rehacerse m e d i a n t e u n a
m a y o r identificación con el Crucificado.

6 . 4 . Identificación c o n el A m a d o

El c a m i n o q u e el a l m a va recorriendo en la n o c h e está dirigido a


revestirse d e C r i s t o (Cfr. 2 N 2 1 , 3 ) , q u e d á n d o s e en el vacío y des-
n u d e z q u e p r o d u c e n la fe, la esperanza la caridad. Las virtudes teolo-
gales s o n para S a n J u a n d e la C r u z « u n a realidad única de la partici-
p a c i ó n en la realidad de D i o s » 1 9 4 ; purifican, vacían y u n e n al m i s m o
t i e m p o 1 9 5 . Se inscriben, p o r tanto, dentro de esa corriente de renun-
cia, a b a n d o n o , de negación (Cfr. 2 S 6, 2 ) .
474 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

Y, así c o m o después de la C r u z vino la Resurrección, es de esperar


que algo haya de venir después de la noche, pues ésta tiene un carácter
transitorio (Cfr. L B 2 , 2 8 - 3 1 ) . D e s p u é s de tantas penalidades, la es-
p o s a se va sintiendo, sin saber c ó m o , m á s fuertemente e n a m o r a d a y al
m i s m o t i e m p o sigue padeciendo m u c h o (Cfr. C B 13, 1). Pero el E s -
p o s o sigue saliendo al encuentro, no deja de acudirle (Cfr. C B 13, 9 ) .
N o s e n c o n t r a m o s ya en un período de desposorio, de intensísima
c o m u n i ó n c o n Cristo (Cfr. C B 1 5 , 2 2 ) . Sin e m b a r g o , la parte inferior
n o está a ú n t o t a l m e n t e s a n a d a , y «se siente el a l m a . . . c o m o m u e r t a
entre los m u e r t o s » ( C B 18, 2 ) ; n o descansa hasta llegar al m a t r i m o n i o
espiritual (Cfr. C B 2 2 , 6 ) .
«Este desposorio que se hizo en la C r u z . . . se hizo de u n a vez, dan-
d o D i o s al a l m a la p r i m e r a gracia, lo cual se hace en el b a u t i s m o . . . ,
aquel se hace al p a s o del a l m a y así v a p o c o a p o c o » ( C B 2 3 , 6 ) . L a
C r u z n o es u n a necesidad de los comienzos o de algunas etapas espe-
cialmente ascéticas o purgativas: su experiencia ha de ser c o n t i n u a ,
p e r m a n e n t e . L o contrario supondría volver a la situación anterior 1 9 6 .
N i siquiera en los p u n t o s m á s elevados del proceso deja S a n J u a n
de la C r u z d e insistir en la i m p o r t a n c i a de la ascesis: le conviene al
a l m a n o buscar deleites, ni h o n r a y gloria del m u n d o , ni c o n s u e l o
temporal, ni favor y a m p a r o de criaturas, ni reposo, ni aficiones, «has-
ta hallar a su E s p o s o en c u m p l i d a satisfacción» ( C B 3 4 , 5 ) . Y, enton-
ces, ya sólo le sacia vivir a solas c o n É l , t a m b i é n en soledad de a m o r
herido (Cfr. C B 3 5 , 7 ) .
L o s sufrimientos de a m o r perduran a pesar de girar en t o r n o a la
anhelada u n i ó n con D i o s (Cfr. L B 1, 3 2 ) . Y es q u e para San J u a n de
la C r u z , en la condición temporal, u n i ó n y negación se potencian y li-
m i t a n r e c í p r o c a m e n t e 1 9 7 . Por eso, tanto en Llama c o m o en las últimas
canciones de Cántico, insiste en poner de relieve q u e el c a m i n o de ex-
periencia de D i o s es posible sólo en la m e d i d a q u e el a l m a se mantie-
ne en la d i n á m i c a de la renuncia, desnudez y pobreza de t o d o 1 9 8 .
«Incluso en la c i m a de la plenitud se invita a seguir viviendo siem-
pre en u n a constante actitud de desnudez, desapego, pobreza y vacío
de u n o m i s m o , d e las cosas creadas y de los m i s m o s d o n e s de D i o s
(cfr. Llama)» '. N u n c a hay q u e dar por finalizado el c a m i n o , hasta no
m

haber llegado a la m u e r t e de a m o r (Cfr. Ep 11). « L a cruz de C r i s t o


a c o m p a ñ a al a m o r en todas sus etapas, de principio a fin»200.
Pero t o d o el esfuerzo vale la pena, p o r q u e al final el a l m a logra dar
a la caza alcance (Poesía X ) 2 0 1 : la conformación con Cristo y la perfec-
ta asimilación a Él introduce al a l m a en la vida íntima de la Trinidad,
LA CRUZ EN LA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 475

de m a n e r a q u e s u vida llega a ser verdaderamente vida d e D i o s (Cfr.


C B 37-39).
A lo largo de este recorrido q u e h e m o s hecho del proceso espiritual
sanjuanista, en b u e n a m e d i d a h e m o s p o d i d o c o m p r o b a r q u e las di-
versas fases de dicho proceso son manifestaciones diversas de lo mis-
m o , pero en las q u e de un m o d o gradual el T o d o , q u e es Jesucristo, se
va haciendo c a d a vez más transparente, se va esclareciendo m á s s u fi-
gura, al t i e m p o q u e va desapareciendo la n a d a del a l m a e n a m o r a d a
m e d i a n t e su c o n t i n u a participación en el misterio pascual de C r i s t o
Esposo.

7. A M O D O DE EPÍLOGO: ¿UNA «THEOLOGIA CRUCIS» SANJUANISTA?

T o d a la v i d a de C r i s t o está orientada hacia el misterio pascual. Y,


en efecto, después q u e ha s i d o levantado de la tierra, es c u a n d o ha
atraído t o d o hacia sí. Así piensa S a n J u a n de la C r u z , y afirma q u e
m e d i a n t e su C r u z Cristo «hizo la m a y o r o b r a q u e en toda su vida c o n
milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en el cielo, q u e fue re-
conciliar y unir al género h u m a n o por gracia con D i o s » (2S 7, 1 1 ) 2 0 2 .
D e ahí s u predilección por la pasión, cruz y muerte de Cristo.
N o es de extrañar, por tanto, encontrarse con la afirmación de q u e
el D o c t o r Místico ha elaborado u n a teología de la cruz. C o n v i e n e , sin
e m b a r g o , cuidarse de especificar las características peculiares de u n a
tal theologia crucisr, p o r q u e , c o m o es bien sabido, en su origen esta ex-
presión fue a c u ñ a d a por Lutero, y es definida por contraposición a la
theologia gloriae 20i.
L o s principales p u n t o s q u e m a r c a n la diferencia entre el plantea-
m i e n t o espiritual del D o c t o r M í s t i c o y la theologia crucis, tal c o m o fue
concebida en sus inicios, son los siguientes:
— San J u a n de la C r u z reconoce a Jesucristo no sólo c o m o cabeza: es
el hijo de D i o s vivo, el Salvador del m u n d o , causa de salvación, que se ha
entregado voluntariamente a la Pasión y Muerte en la Cruz; es también
la sabiduría divina, la Sabiduría hecha hombre, el Señor resucitado 2 0 4 .
— El D o c t o r Místico plantea la incorporación a Cristo y la asimi-
lación a El, p o r obra de la gracia pero también mediante obras buenas
— m e r i t o r i a s — del h o m b r e 2 0 5 .
— N o es la h u m a n i d a d doliente y desgarrada del C r u c i f i c a d o el
p u n t o central de la doctrina sanjuanista. Precisamente en esto se dis-
tingue el santo de otros místicos cristianos 2 0 6 .
476 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ L O Z A N O

— S a n J u a n d e la C r u z n o pierde d e vista q u e la salvación está en


acto desde el primer m o m e n t o d e la vida d e Cristo, y n o sólo en la es-
catología.
— E l s a n t o tiene en cuenta n o sólo la h u m i l l a c i ó n del H i j o d e
D i o s sino t a m b i é n s u elevación, s u gloria; t o d a s u espiritualidad v a di-
rigida h a c i a la v i d a n u e v a en C r i s t o , sin quedarse a n c l a d a e n la d i -
mensión de abajamiento207.
— L a doctrina d e S a n J u a n d e la C r u z n o refleja la concepción d e
C r i s t o c o m o pecador 2®*, ni q u e h a sido tratado p o r D i o s c o m o tal,
q u e d a n d o totalmente a b a n d o n a d o . F u e sí simuljustus etpeccator: s u
a b a n d o n o (Cfr. 2 S 7 , 1 1 ) n o fue a b s o l u t o 2 0 9 , ni É l p u d o concebirlo
c o m o tal, pues siempre se s u p o u n a sola cosa con el Padre.
E n síntesis, d i r í a m o s q u e n o se p u e d e hablar, en sentido estricto,
de u n a theologia crucis sanjuanista, si c o n ello se entiende similitud o
c o n t i n u i d a d c o n la luterana. S í p o d r í a usarse esta expresión e n senti-
d o a m p l i o , si c o n ello se quiere señalar la centralidad d e la cruz en la
espiritualidad sanjuanista, y n o sin señalar aquello q u e n o es. C r e e -
m o s q u e sería m á s a p r o p i a d o hablar d e u n a mística o espiritualidad
de la cruz, o incluso d e u n a sabiduría o ciencia d e la c r u z 2 1 0 , expresio-
nes q u e están cargadas d e c o n t e n i d o y, a la vez, libres d e t o d o riesgo
de confusión.

CONCLUSIONES

D e l estudio d e la vida y obras d e san J u a n d e la C r u z se desprende


q u e la presencia d e Cristo es capital en s u p e n s a m i e n t o , y q u e la suya
es u n a experiencia esencialmente cristiana. T o d a la vida d e Cristo re-
presenta para S a n J u a n d e la C r u z e j e m p l o y luz inagotable: es como
una abundante mina con muchos senos de tesoros. El papel del H i j o d e
D i o s es, p a r a nuestro santo, extenso y determinante — Cristo lo con-
densa todo—. E n É l confluyen tres realidades supremas: A m o r , C r u z y
R e d e n c i ó n ; es C a m i n o , Verdad y V i d a ; es la raíz, el desarrollo y el tér-
m i n o del c a m i n o ; el m o d e l o , el maestro, la fuerza p u r i f i c a d o r a . . .
1 . L a c o m p r e n s i ó n oscura y a m o r o s a d e Cristo en la cruz está pre-
sente en el D o c t o r M í s t i c o , n o sólo en s u enseñanza oral y escrita,
sino t a m b i é n en s u experiencia personal. L a cruz es el á m b i t o en el
cual se v a d a n d o a lo largo d e s u v i d a la u n i ó n c o n C r i s t o : i n c o m -
p r e n s i ó n , d e s h o n r a , cárcel, h a m b r e , . . . Y él calla, n o se defiende, n o
b u s c a mitigar s u s sufrimientos. Voluntariamente renuncia siempre a
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN J U A N DE LA C R U Z 477

c o m o d i d a d e s y a posesión de cosas. Y ante la enfermedad, más pacien-


cia, más amor y más dolor.
L a cruz es su distintivo hasta en el n o m b r e , y el s í m b o l o d o m i -
n a n t e d e t o d o s u p e n s a m i e n t o . Participar t o t a l m e n t e en la v i d a , Pa-
sión y M u e r t e de C r i s t o llega a convertirse en el ú n i c o o b j e t o de su
deseo ardiente, ratificado p o r D i o s al S a n t o a través de visiones o lu-
ces especiales. S u lema: padecer y ser despreciado por Cristo; s u consejo:
no busque a Cristo sin Cruz, su legado: u n d i b u j o del Crucificado.
2. S a n J u a n de la C r u z escribió sus obras con pretensión de un ca-
rácter impersonal, c o m o u n a experiencia generalizada q u e pudiera ser-
vir de guía. Sin e m b a r g o , no p u d o ocultar innumerables pasajes clara-
m e n t e autobiográficos, de testimonio. Salta a la vista la coherencia en
el santo entre doctrina y vida, escritos y experiencia personal. A su vez,
los escritos presentan, en c o n j u n t o , u n a sólida coherencia interna y,
c o m o característica fundamental, un m a r c a d o acento cristocéntrico.
Por tanto, el d a t o cristológico y, en concreto, el misterio de la cruz,
debe ser c o n t e m p l a d o desde u n a perspectiva global de todos ellos:
— L o s grandes p o e m a s manifiestan el desarrollo de la gracia cris-
tiana e n t e n d i d a c o m o u n a historia de relaciones interpersonales c o n
Cristo.
— E n el comentario exigente de Subida del Monte Carmelo—obra
q u e trata de la noche activa del sentido y del e s p í r i t u — , S a n J u a n de
la C r u z va esculpiendo la imagen de Cristo vigorosamente, con el o b -
jetivo de mostrar al h o m b r e espiritual el c a m i n o de seguimiento radi-
cal d e C r i s t o , en perfecta fidelidad al Evangelio. P r e d o m i n a la imita-
ción de Cristo y destaca la figura del Crucificado. N o es, sin e m b a r g o ,
la p r o p u e s t a de u n endurecido p r o g r a m a ascético de obras q u e tiene
q u e llevar a cabo el h o m b r e , sino la preparación para q u e discierna la
l l a m a d a de D i o s , identifique s u gracia c u a n d o le llegue y c o n t o d o
ello se deje llevar por él.
— Noche Oscura se o c u p a de la noche pasiva del sentido y del espí-
ritu. E s signo del ascenso místico del h o m b r e q u e sale de sí m i s m o y se
deja encontrar p o r el A m a d o . A q u í n o suele aparecer explícitamente
C r i s t o : está escondido en la tiniebla, porque es de noche; pero la expe-
riencia descrita es la del misterio pascual. El objetivo de Noche es dis-
p o n e r al a l m a m e d i a n t e purificación — m o r t i f i c a c i ó n , a n i q u i l a c i ó n ,
e t c . — para el desposorio con Cristo. El que rehusare salir en la noche a
buscar al Amado, con ansias de amor, no llegará a hallarle.
Es n o c h e de pasión, en doble sentido: pasión de C r i s t o , pasión de
amor. L a noche es, para san J u a n de la C r u z , expresión del c a m i n o es-
478 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

trecho, del proceso de purificación y vencimiento, q u e capacita al a l m a


e n a m o r a d a para recibir la presencia y la luz del Verbo E s p o s o . C a m i -
nar en la noche es lo m i s m o que tomar voluntariamente la C r u z y lle-
varla con perseverancia. Por eso considera el santo q u e en la cárcel, allí
d o n d e vivió él la m á s dura noche de cruz y sufrimiento, experimentó
al m i s m o tiempo la más intensa luz y consuelo sobrenaturales.
— T o d o Cántico Espiritual está orientado a la u n i ó n de a m o r con
el V e r b o E s p o s o en el m a t r i m o n i o espiritual. Es u n a m o r gratuito
pero exigente, q u e a m e d i d a q u e va invadiendo al h o m b r e va abrien-
d o heridas profundas, llagas dolorosas, hasta sentirse estar m u r i e n d o
de a m o r — a m o r y cruz van j u n t o s — . Esas heridas permanecen abier-
tas, y n o las p u e d e sanar sino aquel q u e las ha o c a s i o n a d o , el E s p o s o .
El misterio de Cristo se descubre en la m e d i d a en q u e se hace vida: se
va descubriendo, viviendo, encarnando en la vida del h o m b r e .
Salir de sí m i s m o e ir en busca del A m a d o : esto tiene para S a n J u a n
de la C r u z un sentido exigente de c o m p r o m i s o , de disposición a reco-
rrer el c a m i n o de cruz, p o r q u e la cruz es el precio del a m o r y, por con-
siguiente, su autentificación más radical. T a m b i é n en Cántico nos ha-
bla S a n J u a n d e la C r u z de u n a purificación d o l o r o s a , q u e seca y
p u r g a al alma, c o m o condición necesaria para la u n i ó n c o n D i o s . Se
precisa un corazón d e s n u d o , libre de t o d o aquello q u e impide el cami-
no de la cruz del Esposo Cristo. E n Cántico, la cruz de Cristo a c o m p a ñ a
al a m o r de principio a fin: hasta en los p u n t o s m á s altos, entrar más
adentro en la espesura.
— Llama de amor viva describe la vida nueva en C r i s t o , o b r a del
Espíritu S a n t o , q u e dispone el alma para acogerse a Cristo y ser acogi-
d a p o r El. N i en vida, ni en doctrina, J u a n de la C r u z ha limitado los
sufrimientos del a m o r a unos períodos d e t e r m i n a d o s . L a quemadura
q u e ha p r o d u c i d o la herida de amor p u e d e curarse, pero se cura, aquí
en Llama, q u e m a n d o m á s p r o f u n d a m e n t e : es necesario padecer, lle-
var la cruz y, puestos en ella, beber allí la hiél y vinagre puro, hasta q u e
despierte el A m a d o en el corazón de la a m a d a , d á n d o l e consistencia
desde su m i s m a raíz.
— E n el Romance In principio erat Verbum, q u e c o n t e m p l a el des-
census Dei ad hominem — l a E n c a r n a c i ó n — , el H i j o o c u p a , p o r v o -
luntad del Padre, los p u n t o s neurálgicos del plan divino de salvación,
hasta a s u m i r las penas y trabajos de la esposa y morir para q u e ella
tenga vida. H a y t a m b i é n en este Romance u n a especial insistencia en
la imitación de Cristo, pues el q u e m á s se parece a El, m á s satisface al
Padre.
LA CRUZ EN IA VIDA ESPIRITUAL SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ 479

— El p o e m a Un Pastorcico muestra a C r i s t o B u e n Pastor afanado


p o r asemejarse a la esposa, a s u m i e n d o t a m b i é n sus penas y trabajos
— o l v i d o , soledad, r e c h a z o — , hasta la m u e r t e sobre un árbol, de d o n -
de brota la fuerza de la Redención.
— O t r o s escritos breves de S a n J u a n de la C r u z se refieren di-
rectamente, sea de m o d o explícito o n o , a la C r u z y al seguimiento o
imitación de Cristo por a m o r ; o bien, manifiestan la necesidad o im-
p o r t a n c i a de los trabajos, mortificación, p a d e c i m i e n t o s , etc., en ese
c a m i n o en p o s de Cristo. Entre estos escritos destacan: las cartas, los
Dichos de luz y amor, el p o e m a Qué bien sé yo la Ponte, el Romance Su-
per flumina Babilonis, las Cautelas.
E n general, las obras de San J u a n de la C r u z tratan de la vida nue-
va traída p o r D i o s al h o m b r e en C r i s t o , y d i b u j a n el c a m i n o q u e el
h o m b r e ha de recorrer para corresponderle: el c a m i n o de la C r u z .
3. E n S a n J u a n de la C r u z el misterio de la Redención es unitario,
n o se a g o t a en la C r u z : c o m p r e n d e E n c a r n a c i ó n , C r u z y Resurrec-
ción. Jesucristo vuelve a dar sentido al c o s m o s y a la h u m a n i d a d , y
viene a ser su eje y centro, n o solo con su C r u z sino c o n t o d a su vida,
con s u entera obra redentora. Por otta parte, nuestro santo n o pierde
de vista el sentido de la trascendencia de Cristo, por m u y íntima q u e
sea la u n i ó n entre el a l m a y el E s p o s o . El deseo de u n i ó n n u n c a sobre-
pasa el objeto del amor. Cristo j a m á s se agota, ni por el deseo ni por la
posesión.
4. El Verbo H i j o de D i o s es Palabra inagotable e interpelante. E n
El nos h a sido revelado t o d o sobre D i o s m i s m o , el h o m b r e , el m u n -
d o ; es Palabra d i c h a por el Padre c o n carácter definitivo y o m n i -
c o m p r e n s i v o , Palabra sustancial, q u e informa, obra y transforma. El
ha de ser la razón a la cual nuestra razón se someta.
Este afincamiento de S a n J u a n de la C r u z en C r i s t o c o m o Palabra
a la q u e se d e b e total adhesión en fe, le lleva a encarnar un sistema
p r o f u n d a m e n t e bíblico. D e hecho, su fuente principal, s u referencia
constante y p r e d o m i n a n t e , y el soporte de su experiencia personal es
la S a g r a d a Escritura. El suyo es, pues, un p r o g r a m a de fe consistente
en acoger a D i o s , q u e se revela y se da en Jesucristo, su Palabra: en sus
dichos y en su m i s m o ser.
5. Para el santo carmelita, Cristo n o sólo es el Todo de D i o s para el
h o m b r e , sino también el reducido a nada, el q u e se ha a n o n a d a d o a sí
m i s m o en el misterio de su Encarnación y, sobre t o d o , con su M u e r t e
en C r u z . Esenciales en la visión cristológica sanjuanista s o n la Encar-
n a c i ó n y la C r u z en referencia m u t u a — s i e m p r e en c o n e x i ó n — . L a
480 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ LOZANO

E n c a r n a c i ó n vista c o m o u n proceso de obediencia, a m o r y sacrificio


q u e c u l m i n a en la C r u z : D i o s hace suya la h u m a n i d a d para t o m a r l a
en sus brazos extendidos sobre la C r u z y así rescatarla. E s p r i n c i p i o
causal de la salvación: para la Redención.
6. El santo manifiesta q u e el ser h u m a n o ha sido creado y predesti-
n a d o en C r i s t o , o n t o l ó g i c a y afectivamente: es la esposa que el Padre
había pensado para su Hijo. A h o r a bien, c o m o el a l m a h u m a n a —her-
mosísima y acabada imagen de Dios— fue e m p a ñ a d a por el p e c a d o , en
el árbol de la cruz fue redimida y reparada. D e ahí q u e la vida del h o m -
bre encuentre su sentido pleno en la vida de h o m b r e redimido.
C r i s t o es la expresión de lo q u e D i o s piensa y quiere de los h o m -
bres; es la n o r m a p e r m a n e n t e del obrar h u m a n o . E n Él está t o d o
c u a n t o el h o m b r e p u e d e ansiar. L a v o c a c i ó n del h o m b r e es, p u e s , el
o l v i d o de sí y la u n i ó n c o n D i o s en C r i s t o p o r t r a n s f o r m a c i ó n de
a m o r : su cristificación, es decir, asumir la identidad de Cristo c o m o la
m á s auténtica identidad personal. E n ello está la plenitud de su ser, el
contenido de su verdadero yo. Pero esta plenitud n o la p u e d e alcanzar
sin pasar por la estrechura del padecer, al estilo del Crucificado: la cruz
es c a m i n o de afirmación del h o m b r e .
7. S e g ú n la d o c t r i n a de S a n J u a n de la C r u z , la l l a m a d a al segui-
m i e n t o de Cristo en la C r u z es universal, p o r q u e está inscrita en la na-
turaleza h u m a n a — para este fin de amor fuimos criados—, y p o r q u e la
redención o b r a d a p o r C r i s t o ha sido universal. Dios querría que todos
fuesen perfectos.
8. El D o c t o r M í s t i c o conoce bien la teología del descensus Dei ad
hominem, pero conoce, vive y en cierto m o d o desea insistir m á s en el
ascensus hominis ad Deum, sin olvidar q u e s o n d o s aspectos de u n a
m i s m a realidad — e l desposorio en la C r u z — . S u mística trata, pues,
p r i n c i p a l m e n t e el aspecto dinámico-existencial, es decir, la transfor-
m a c i ó n del a l m a en D i o s , mediante un proceso de ascensión o escala-
da. Se trata de un itinerario d e negación, oscuridad y sufrimiento: de
asociación a la C r u z de Cristo hasta la transformación de amor. Este
p r o c e s o o itinerario espiritual del a l m a , viene s i m b o l i z a d o p o r S a n
J u a n de la C r u z c o n el concepto de la noche oscura, y requiere:
— la negación de aficiones y apetitos hasta la negación de sí mis-
m o , hasta el vaciamiento o despojamiento del yo y, c o m o Cristo, car-
gar c o n la cruz hasta llegar a perder p o r C r i s t o y p o r el evangelio la
propia vida;
— la purificación de los sentidos, q u e hará pasar al h o m b r e a un
nuevo m o d o de ser y de obrar: de sensual y animal a racional, espiri-
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN DE LA C R U Z 481

tual y divino. S e trata de u n esfuerzo activo, consistente en la nega-


ción de t o d o s los gustos;
— sacrificio, renuncia, aniquilación, hasta quedar resuelto en nada:
n a d a de descansos, recreaciones, gustos; ¡nada, nada! Hasta dar un pe-
llejo y otro por Cristo. N o querer ser algo en n a d a p a r a venir a serlo
t o d o ; n o tener g u s t o en n a d a hasta venir a gustarlo t o d o . . . el Toda,
— m o r i r al h o m b r e viejo p a r a renacer c o m o hijos de D i o s , para
revestir la nueva creatura según Cristo. S ó l o así se recibe, siente y gusta
lo divino y sobrenatural alta y subidamente. Es morir a nuestra naturale-
za en sensitivo y espiritual: pasar de la muerte a la vida, lo q u e s u p o n e
u n h o n d o sentido pascual;
— noche, con todas las pasiones y penas q u e lleva asociadas. Es se-
pulcro de oscura muerte en que el alma se siente estar deshaciendo y derri-
tiendo; u n d r a m a q u e pasa incluso por la experiencia del a b a n d o n o de
D i o s , c o m o la de Cristo en la C r u z . Y, al igual q u e n o se llega a la re-
surrección sin pasar por la muerte, sólo al final de la noche sale C r i s t o
al encuentro del a l m a e n a m o r a d a ;
— amor, p u e s n o se p u e d e e m p r e n d e r ni c o n t i n u a i un itinerario
d u r o , de renuncia y ascetismo sin estar el a l m a ya en unión de amor
con Dios. Quien busca al A m a d o ha de estar e n a m o r a d o . Y a m e d i d a
q u e va recorriendo el c a m i n o , va creciendo la inflamación de amor.
9. D i o s n o d i s p e n s a del esfuerzo, de la crisis, de la p r u e b a , pero
sale s i e m p r e al e n c u e n t r o . M á s a ú n , es Jesucristo m i s m o , p o r amor,
quien a y u d a al a l m a a recorrer el c a m i n o : El es la mano q u e levanta a
la esposa de s u cautiverio para llevarla a la vida de la Trinidad. C u a n -
d o el a l m a g i m e p o r C r i s t o , t a m b i é n C r i s t o g i m e p o r ella y sale a su
e n c u e n t r o ; n o se limita a esperar, quieto, e s c o n d i d o , ya q u e desea la
u n i ó n c o n tantas ansias c o m o ella y, entonces, la va transformando y
llenando de dones inmerecidos.
10. L a i m a g e n y la teología de Cristo E s p o s o ilumina t o d o el itine-
rario del a l m a hacia la u n i ó n esponsal; de ahí q u e el D o c t o t M í s t i c o
haya e s c o g i d o el m a t r i m o n i o c o m o s í m b o l o base p a r a expresar la
u n i ó n del h o m b r e con D i o s , y q u e se sirva c o n t i n u a m e n t e de s i m b o -
lismos nupciales. Sin e m b a r g o el s í m b o l o clave de t o d o su desarrollo
espiritual es la cruz — l a cruz del Esposo Cristo—. Y es q u e considera
nuestro santo q u e el a b a n d o n o de Cristo en la C r u z fue la mayor obra
que en toda su vida con milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en
el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios.
Es el c u l m e n de la Revelación, del c a m i n o de Jesucristo y, p o r tan-
to, del c a m i n o del cristiano: la c o m u n i ó n del h o m b r e con D i o s , q u e
482 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ LOZANO

se realizó ya en el misterio de C r i s t o crucificado, d e b e realizarse en


cada persona, mediante la participación consciente y voluntaria en El.
A u n q u e angosta, la puerta es C r i s t o ; a u n q u e estrecho, el c a m i n o es
C r i s t o ; y a u n q u e a precio de muerte, la vida es Cristo. E s t a es la idea
directriz de la enseñanza del D o c t o r Místico.
1 1 . C o m o concepto, la cruz aparece en el vocabulario sanjuanista
relacionada con m u c h o s otros términos q u e vienen ya sea a significar
lo m i s m o o a indicar a l g u n a de las d i m e n s i o n e s espirituales c o n las
que el D o c t o r Místico la identifica o vincula. Se trata de términos q u e
a l u d e n n o t a n t o a la C r u z d e C r i s t o , c o m o a la cruz del h o m b r e en
cuanto participación en el misterio pascual. Tomar la cruz c o m p o r t a ,
para nuestro santo, aborrecer el alma y escoger lo que más se parece a la
cruz, renuncia, desasimiento, negación, aniquilación, mortificación,
muerte, vacío, nada, n o c h e . . .
12. Imitar a Cristo, obrar c o m o Él y por Él es, en la doctrina san-
juanista, la única vía de c o m u n i ó n con D i o s , p o r q u e el Padre n o a m a
n a d a fuera del H i j o . El aprovechar no se halla sino imitando a Cristo.
E s t o s u p o n e : meditar el misterio de Jesucristo, en sí y en su realiza-
ción histórica, y ejercitarse, recorrer el c a m i n o , convertirse en i m a g e n
del Crucificado: padecer imitando al Hijo de Dios en su vida y mortifi-
caciones: éste es el camino para venir a todo bien espiritual, y no muchos
discursos interiores.
Sin vivencia personal d e la cruz n o hay p o s i b i l i d a d d e identifi-
cación real c o n Jesucristo. Y, c o m o nuestro santo n o quiere perder de
vista a su Modelo, profesa gran devoción al crucifijo: gusta de sus imá-
genes, las c o n t e m p l a , las labra, las dibuja.
13. Para el D o c t o r Místico, la vida espiritual no se centra en la as-
cética sino en el a m o r a Jesucristo: éste es el m e n s a j e g o z o s o de la
C r u z . T o d a s las penitencias, renuncias, sufrimientos, están destinadas
a hacer posible el abrazo de la vida mística, y d e b e n ser vividas p o r
a m o r a Cristo, n o por mera ascesis voluntarista. D e n a d a sirven el va-
cío p o r el vacío, la d e s n u d e z p o r la d e s n u d e z , la renuncia p o r la re-
n u n c i a , . . . E n S a n J u a n de la C r u z van siempre j u n t o s vacío y amor,
desnudez y amor, renuncia y a m o r , . . . cruz y amor. Antes de cualquier
renuncia es necesario abrirse al a m o r de D i o s .
Para c o m p r e n d e r a f o n d o el ejemplo del Crucificado y el valor de
la cruz, es necesario a m a r a f o n d o a C r i s t o . El a m o r es la fuerza que
p u e d e inclinar decisivamente al a l m a a lo m á s difícil, a lanzarse a la
o s c u r i d a d de la noche. Para vencer todos los apetitos de cosas, con cuyo
amor y afición se suele inflamar La voluntad, es menester otra inflamación
LA C R U Z EN LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN JUAN DE LA C R U Z 483

mayor de otro amor mejor, que es el del Esposo. El a l m a q u e se e n a m o r a


de la hermosura de Cristo busca la cruz con ardor apasionado.
D i o s n o s h a a m a d o p r i m e r o , c o n u n A m o r q u e es gratuito pero
exigente. Es u n a realidad h o n d a q u e afecta al h o m b r e en lo m á s ín-
t i m o de su ser; exige la totalidad que es expresión de cualquier a m o r
y, en particular, del a m o r a C r i s t o : el a m o r llevado hasta la cruz es en-
trega de persona y vida sin reservas, y debe estar presente de principio
a fin del c a m i n o . Conviene que no nos falte cruz como a nuestro Amado,
hasta la muerte de amor. Se trata d e u n a enseñanza de p r o f u n d a di-
m e n s i ó n evangélica: negarse a sí mismo y tomar la Cruz de Cristo. L o
contrario llevaría a ver t o d a esta doctrina c o m o u n a deshumanización
de la experiencia cristiana.
14. E n la doctrina sanjuanista, la cruz es también la vía para entrar
en la s a b i d u r í a y ciencia d e D i o s , p a r a alcanzar u n m a y o r co-
n o c i m i e n t o de C r i s t o . Quien sepa mirar a C r i s t o , a su historia y su
palabra, e imitarle s i g u i e n d o el c a m i n o de la cruz, tiene más abun-
dante y profunda sabiduría de Dios de la que todas las revelaciones parti-
culares le pueden proporcionar.
C r i s t o c o m o Sabiduría divina aparece en relación estrecha c o n un
c a m i n o penoso de purificación: es la sabiduría de la Cruz, q u e dispone
al a l m a purgándola e iluminándola, ya que no caben dos contrarios en el
sujeto del alma — l a luz y sabiduría divina clara y pura, y el a l m a oscura
e i m p u r a — . E n la espiritualidad sanjuanista van juntas contemplación
y purgación, conocimiento de D i o s y noche, sabiduría y cruz.
15. M u c h a s otras cosas es la cruz, para el D o c t o r Místico. E s tam-
bién:
— el c a m i n o querido por D i o s para el triunfo definitivo de Cristo
sobre el p e c a d o y sobre la muerte: el c o r o n a m i e n t o de su misión. Por
tanto, quien sigue otro c a m i n o — a f i r m a el s a n t o — se equivoca por-
q u e no busca la gloria de Cristo;
— el c u l m e n del hecho encarnacional y de un p r o g r a m a de vida
consistente en el c u m p l i m i e n t o fiel de la voluntad del Padre;
— el lugar en q u e reparó Cristo la ruina universal ocasionada por
el fruto del árbol vedado en el Paraíso; la expiación o b r a d a p o r Cristo
y, por tanto, el m o d e l o y fuente de sentido de la expiación h u m a n a ;
— la V o l u n t a d de D i o s — d o n , p r i v i l e g i o — p a r a t o d o h o m b r e ,
q u e viene a su encuentro y q u e cada u n o debe descubrir y aceptar sin
buscar consuelos;
— el f u n d a m e n t o central de la vida apostólica — l a v i d a de los
A p ó s t o l e s — : el p r o g r a m a de u n a vida auténticamente cristiana;
484 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

— el símbolo de todo lo difícil y pesado, de todo lo que causal o


históricamente depende de la Cruz de Cristo.
16. Hemos podido observar la predilección que el Doctor Místico
tiene por la pasión, cruz y muerte de Cristo, su personal y voluntaria
adhesión al Crucificado, su insistencia en presentar la cruz práctica-
mente como único camino de acceso al Padre. Toda la ascesis sanjua-
nista, además de fundamentación antropológica, tiene motivación
teologal. La de San Juan de la Cruz es, sin lugar a dudas, una mística
teológica y cristocéntrica, fundada en la imitación de Cristo en la
Cruz por amor: una espiritualidad de la cruz.
NOTAS

1. Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium, n. 1 .


2. San Atanasio de Alejandría afirma: «El que desee ver a Dios, que es invisible por
naturaleza y no puede en absoluto ser visto, le conoce y aprehende por sus obras,
de m o d o que quien no consigue ver a Cristo en su espíritu, ha de buscarle en la vi-
sibilidad y las obras de su cuerpo» (De Incarnarione Verbi 5 4 , 1 ) .
3. CONCILIO VATICANO II, Const. Gaudium es spes, n. 2 2 .
4. Entre ellos se cuentan: reconocidos reólogos, c o m o H . U . von Balthasar, K. Rah-
ner, C . T h o m p s o n ; filósofos, c o m o E. Stein, H . Bergson, J . Maritain, teólogos car-
melitas, c o m o E . Pacho, S. Castro, F . Ruiz Salvador, J . V . Rodríguez; literatos,
c o m o D . Alonso, D . Ynduráin, J . J i m é n e z Lozano. L a enumeración tendría que
continuar con J . Baruzi, J. Morel, J . M . Javierre, Juan Pablo II...
5. E n el Breve se afirma que «después de su muerte, ocurrida en el año de 1 5 9 1 , con
el paso del tiempo, J u a n alcanzó tanta autoridad en la ascética y mística, que escri-
tores de la teología y hombres santos han encontrado de continuo en él un maestro
de santidad y de piedad, y se han dirigido a su doctrina y sus escritos, c o m o a una
fuente pura del sentido cristiano y del espíritu de l a Iglesia, al tratar de las cosas es-
pirituales», A A S 1 8 ( 1 9 2 6 ) 3 7 9 - 3 8 1 .

6. Cfr. RAHNER, K., Eterna significación de la Humanidad de Jesús para nuestra rela-
ción con Dios, en ÍDEM, Escritos de Teología, vol. I I I , Taurus, M a d r i d 1 9 6 1 , p . 4 8 .
7. JUAN PABLO I I , Ene. Salvifici doloris, n. 2 7 .
8. Para esta primera parte nos h e m o s basado en cuatro de las principales biografías
publicadas del Santo: «Biblioteca Mística Carmelitana» ( B M C ) , vols. X I I I - X I V ,
X X I I - X X I V : Procesos de beatificación y canonización de san Juan de la Cruz, M o n t e
Carmelo, Burgos 1 9 3 1 - 1 9 9 2 ; CRISÓGONO DE JESÚS SACRAMENTADO, Vida de san
Juan de la Cruz, B A C , Madrid, 1 9 9 1 ; JOSÉ DE JESÚS MARÍA (QUIROGA), Historia
1 2

de la vida y virtudes del venerable padre fray Juan de la Cruz, J u n t a d e Castilla y


León. Consejería de Cultura y T u r i s m o , Salamanca 1 9 9 2 ; JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
(EZQUERRA), Historia del Venerable Padre Fray Juan de la Cruz, J u n t a de Castilla y
León, Consejería de Cultura y T u r i s m o , Salamanca 1 9 9 3 .
9. Para el estudio d e sus obras nos hemos basado en SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras
completas, E D E , Madrid 1 9 9 2 . Esta edición incluye: revisión textual, introduccio-
4

nes y notas al texto, de J.V. Rodríguez, así c o m o introducciones y notas doctrinales


de F . Ruiz.
10. E n san Juan de la Cruz encuentran clara resonancia estas palabras de la Constitu-
ción Pastoral Gaudium et spes. «El que sigue a Cristo, H o m b r e perfecto, se perfec-
ciona cada vez más en su propia dignidad de hombre» (n. 4 1 ) .
486 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

11. C u a n d o escribe, por ejemplo, en la Oración del alma enamorada, que la norma per-
manenre es «seguir a tu dulcísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y hacerse seme-
jantes a él en vida, condiciones y virtudes», no hace otra cosa que transmitir su ex-
periencia vital.
12. B M C 14,169-170. Declaración de Francisca de la M a d r e de Dios, sobre un suceso
ocurrido en Beas.
13. Durante uno de aquellos viajes, el padre J u a n dice a su compañero que: «Si ahora
saliesen a maltratarnos algunos enemigos (...) les habíamos de persuadir que nos
diesen más y nos mortificasen por Cristo, nuestro Redentor», ibidem 14,90. Decla-
ración de Martín de la Asunción.
14. BARUZI, J., San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística, J u n t a de
Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, Valladolid, 1 9 9 1 , p. 188.
15. CRISÓGONO, Vida de SJC, o.c, p. 2 7 5 . Era tema constante en su predicación y di-
rección espiritual el padecer por Cristo. Así lo testimonian también las monjas de
T o l e d o (Cfr. B M C 14,170). (SJC: San J u a n de la Cruz).
16. Por eso, fray J u a n les repite a las monjas — a A n a de San José sobre t o d o — : «Hija,
no quiera otra cosa sino cruz a secas, que es linda cosa», CRISÓGONO, Vida de SJC,
o.c, p. 3 5 3 .
17. C o m o veremos más adelante, son las palabras que el Santo le dirige a Cristo en una
de la visiones que tuvo.
18. Cfr. Fundaciones, cap. 14. Baruzi, c o n t e m p l a n d o ese p a n o r a m a anota: « E n un
sombrío monasterio c o m o aquél, lleno de cruces y de calaveras, sólo el nombre de
Jesucristo crucificado podía resumir lo que era un pensamiento constante», BARU-
ZI, }., SJC y el problema..., o.c, p. 187.
19. CRISÓGONO, Vida de SJC, o.c, p. 119, con notas 51-54.
20. « . . . el Crucificado pide al artista algo más de su imagen que una representación.
Exige de él, c o m o de cualquier otro hombre, la imitación: que se convierta él mis-
mo en imagen de Cristo cargado con la cruz y crucificado y que conforme a ella se
deje modelar», STEIN, E., Ciencia de la Cruz. Estudio sobre San Juan de la Cruz
M o n t e Carmelo, Burgos 1994, p. 8.
21. Le vemos en varias ocasiones regalar sin pena imágenes m u y queridas, c o m o su di-
bujo de Cristo crucificado, a A n a María de Jesús; o el crucifijo que le acompañó en
su prisión en Toledo, al carcelero.
22. Declaración de María de la C o n c e p c i ó n (Cfr. CRISÓGONO, Vida de SJC, o.c, p.
353).
23. Ibidem, p. 354. Le ha dicho también a Francisco: « H e r m a n o , si oyere padezco tra-
bajos, no rome pena; sepa que yo lo pido a Dios», B M C 14, 3 9 3 .
24. Lo cuenta la m a d t e Teresa al general de la Orden, en carta de febrero de 1 5 7 6
(Cfr. Epistolario).
25. CRISÓGONO, Vida de SJC, o.c, p. 142.
26. Esa actitud le ganaría el mote de «lima sorda», cfr. B M C 14, 66.
27. CRISÓGONO, Vida de SJC, o.c, p. 158.
28. B M C 13, 4 0 1 .
29. « C u a n d o él asegura que jamás ha experimentado tanta luz y consuelo sobrenatura-
les c o m o en la prisión, podemos suponer que aquí alcanzó, en el más alto grado, la
gracia de la Cruz y sufrimiento (...). Cruz y noche son caminos para llegar a la luz
celestial: éste es el mensaje gozoso de la Cruz», STEIN, E., Ciencia de la Cruz, o.c,
p. 37.
30. Así lo testimonian varias de las monjas de Toledo. Cfr. B M C 14, 159 y 14, 164.
31. CRISÓGONO, Vida de SJC, o.c, p. 189.
NOTAS 487

32. Era el consejo que en otro tiempo le daba san J u a n de la C r u z a A n a de San José,
ibidem, p. 3 7 8 , nota 7 3 . Ver otros preceptos similares en Ep 2 4 y D 1 0 1 . Cfr. 1S
13, 3.
33. Ibidem, p. 3 7 9 .
34. Ibidem, p. 3 8 9 .
35. B M C 14, 26, 172, 180.
36. Cfr. CwsóGONO, Vida de SJC, o.c., p. 3 9 5 .
37. Ibidem, p. 4 0 4 .
38. Si nos fijáramos únicamente en textos que incluyen expresamente el término cruz,
contaríamos con sólo 4 1 lugares (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . - B O R R E L , A.-MARTÍN DE
LUCAS, F., Concordancias de los escritos de san Juan de ht Cruz, Teresianum, R o m a
1990). N o sólo serían escasos, sino que no expresarían la entera realidad del papel
que la cruz juega en los escritos y en la entera espiritualidad sanjuanista.
39. Cfr. ANSELMO DI S. GIOVANNI DELLA C R O C E , La dottrina del «nulla» secondo S.
Giovanni della Croce, en A A . W , San Giovanni della Croce. Dottore Mistico, Edi-
zioni O C D , Firenze 1942, p. 105.
40. BUSTINCE S O L A , L., El misterio de la cruz en la vida cristiana según san Juan de la
Cruzy Juan Pablo II, en REspir 51 (1992) 170. Está claro que no se trata simple-
mente de un palabra o de un símbolo, sino de una realidad llena de contenido e
interpelante.
41. Renunciar aparece en 19 lugares (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . , ET. AL., Concordan-
cias..., o.c): pocos; pero la lista de términos derivados llega a un total de 2 7 (Cfr.
ibidem). Por su parte, desasir aparece 4 7 veces (Cfr. ibidem).
42. Negación comporta muchas acepciones: distanciamiento afectivo, por amor a Dios
(Cfr. 2 S 2 4 , 8; 3 0 , 5); actitud teologal (Cfr. 1S 5; 14, 2; 3 S 2, 13); mortificar el es-
píritu de propiedad (Cfr. 1S 3); morir a sí m i s m o (Cfr. 2 S 7). Entre negación y ne-
gar contamos con 100 lugares en las obras del Doctor Místico (ASTIGARRAGA, J . L . ,
ET. AL., Concordancias..., o.c).
43. Cfr. 1S 13, 4 . 1 1 . El término negación aparece también acompañado por otros que
le dan, en cada caso, un tono o matiz concreto: carencia (1S), mortificación (1S),
desnudez ( 2 S ) , vacío (3S), purgación (3S), aniquilación (3S), pobreza espiritual
(3S y L B ) , silencio ( L B ) (Cfr. GAITAN, J . D . , El camino de la Cruz. Transfiguración
del hombre sanjuanista, en REspir 53 [1994] 56).
44. « N o se trata de un puro nihilismo filosófico y existencial c o m o camino para llegar
a D i o s (...) no es más que el camino normal que tiene todo hombre para revivir en
sí el camino y el misterio de la C r u z de Cristo», ibidem, p p . 61 s. Cfr. LUCIEN M A -
RIE DE S . JOSEPH, L'expérience de Dieu. Actualité du message de Saint Jean de la
Croix, Cerf, Paris 1968, p p . 1 6 1 - 1 8 1 .
45. ANDRÉS, M . , Historia de la mística de la Edad de Oro en España y América, BAC,
M a d r i d 1994, p. 3 4 7 .
46. Los términos mortificar o mortificación aparecen 110 veces. Además, este término
cuenta con hasta 2 8 variantes o conceptos análogos (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . , ET.
AL., Concordancias..., o.c).
47. Entre muertey wjorz'rtenemos un total de 2 8 9 lugares (Cfr. ibidem).
48. Cfr. 2S7;CB23;£/>11;LB1,30
49. Cfr. DíEZ GONZÁLEZ, M.A., Pablo en Juan de la Cruz. Sabiduría y ciencia de Dios,
M o n t e Carmelo, Burgos 1990, p p . 147-152.
50. Vacíoy vaciar aparecen 173 y 4 2 veces, respectivamente (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . ,
ET. AL., Concordancias..., o.c), con 19 y 2 7 términos análogos, respectivamente
(Cfr. ibidem).
488 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

51. Para los diversos sentidos del concepto d e vacío en la doctrina sanjuanista, cfr.
GAITAN, J . D . , El camino..., o.c, pp. 7 5 - 8 0 ; CRISÓGONO DE JESÚS SACRAMENTA-
DO, San Juan de la Cruz. Su obra científica y su obra literaria, ed. Mensajero de San-
ta Teresa y de San Juan de la Cruz, Madrid 1929, vol. I, pp. 97 s.
52. Cfr. 3S 15, 1 ; C B 9 , 6 ; 14, 4; L B 3, 18, 2 2 ; 15.
53. Aparece 3 7 3 veces (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . , ET. AL., Concordancias..., o.c). Usa
habitualmente frases como: «no querer nada», «no querer algo en nada», «no dárse-
le nada», «no hacer nada», «no tener en nada», «no obrar nada», «no pensar en
nada», «quedarse a oscuras y sin nada», etc.
54. « E n la nada p u s o el m o d o para venir al t o d o , el m o d o d e tener al t o d o , el m o d o
Mística
para n o impedir al todo, y el indicio que se tiene de t o d o » , ARBIOL, A . ,
Fundamental de Cristo N. Señor, explicada por San Juan de la Cruz... y el religioso
perfecto, Xsizgozí 1 7 2 3 , p. 2 8 , citado por ANDRÉS, M . , Historia de la mística...,
o.c, p. 3 4 2 .
55. En diversos textos san J u a n de la Cruz aplica a Cristo las palabras del salmo 7 2 , 2 2 ,
traducido por él m i s m o como: «fui resuelto en nada» (Cfr. 2S 7, 11; 1 N 1 1 , 1; 2 N
8, 2; C B 1, 17; 26, 17). En esos mismos textos, junto con la cruz y la muerte apa-
recen alusiones al gozo de la vida nueva, de la resurrección.
56. Cfr. 2S 7, 11; 1 N 11, 1; C B 1, 17-18; 2 6 , 17; C A 1, 9; 17, 12.
57. Cfr. 1 N 2, 8; 3, 3; 14. Purgación en san J u a n de la Cruz aparece c o m o equivalente
a purificación en su aspecto de catarsis o limpieza espiritual •— suma pureza—; lo
plantea c o m o condición necesaria para la unión con D i o s (Cfr. nota de E. Pacho
en SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, edición preparada por E. Pacho, M o n -
te Carmelo, Burgos 2 1 9 9 0 , p. 114, nota 6 ) .
58. Cfr. 1 N 1; 6, 4; 7, 3-4; 1 1 , 4 , etc.
59. Por eso, no es de extrañar que suela verse aquí el nacimiento del símbolo sanjuanis-
ta de la noche (Cfr. SÁNCHEZ DE MURILLO, ]., El pensamiento fundamental de la
fenomenología moderna en la doctrina mística de San Juan de la Cruz en «San Juan
de la Cruz» 6 [1990] 3 1 ; R u i z SALVADOR, F . , Introducción a San Juan de la Cruz.
El escritor, los escritos, el sistema, B A C , M a d r i d 1968, p. 3 3 0 ; BARUZZI, J., SJCy el
problema..., o.c, p. 205).
60. STEIN, E., Ciencia de la cruz, o.c, p. 3 5 . «Caminar por la N o c h e Oscura del senti-
do es lo m i s m o que tomar voluntariamente la Cruz y llevarla con perseverancia»,
ibidem, p. 60. Cfr. 2 N 6, 1; 24, 4.
61. « N o es proponer un endurecido programa ascético de obras que tiene que llevar a
cabo el hombre sino prepararlo para que discierna la llamada de Dios, identifique
su gracia cuando le llegue y con todo ello se deje llevar por él (Cfr. S prol.)», GON-
ZÁLEZ DE CARDEDAL, O . , Memoria..., o.c, p p . 4 5 1 s.
62. «¡Qué angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la Vida, y qué pocos
son los que la encuentran!». Este texto bíblico aparece en otras obras del D o c t o r
Místico (Cfr. N pról.; 1 N 7, 4; 1 N 11, 4; C B 1, 1; L B 2, 27; D 74), señal elocuen-
te de su constante referencia de la vida espiritual al seguimiento de la cruz de Cristo.
63. GATTO, S., La communione con Dio in Cristo, en La communione con Dio secando S.
Giovanni della Croce, A A . W , Teresianum, R o m a 1968, p. 157.
64. «Las páginas de 2 S 7 son fruto de una experiencia del Crucificado», CASTELLANO,
J., Experiencia del misterio litúrgico en San Juan de la Cruz, en R u i z SALVADOR, F.
(dir.), Experiencia y pensamiento en san Juan de la Cruz, E D E , M a d r i d 1 9 9 0 , p.
132.
65. Suelen considerarse Subida y Noche c o m o un díptico, c o m o u n todo, por tener
c o m o base la m i s m a poesía, por su contenido claramente complementario —Subí-
NOTAS 489

da trata de la noche activa, y Noche se ocupa de la noche pasiva—, y porque el pro-


pio san J u a n de la Cruz así lo d a a entender (Cfr. L B 1, 2 5 ) . Cfr. Ruiz SALVADOR,
F . , Introducción a SJC..., o.c., p p . 183-214 passim; CASTRO, S . , Hacia Dios con san
Juan de la Cruz, E D E , M a d r i d 1986, p. 9 2 ; nota de J . V . Rodríguez en SAN JUAN
DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 7 8 6 , nota 15; EFRÉN DE LA MADRE DE DIOS,
San Juan de la Cruz y el misterio de la Santísima Trinidad en la vida espiritual talle-
res editoriales El Noticiero, Zaragoza 1 9 4 7 , p p . 1 2 4 - 1 2 7 ; MOREL, G . , Le sens de
l'existence selon Saint Jean de la Croix, Aubier, Paris 1960, voi. I I , pp. 163-170.
66. Al contrario de aquellos autores, S . Castro llama a ésta la noche de Cristo, CASTRO,
S . , Hacia Dios...o.c, p. 86. Cfr. IDEM, «Cristo vivo» en san Juan de la Cruz, en
REspir 4 9 ( 1 9 9 0 ) 4 3 9 - 4 7 4 ; GARCÍA MUÑOZ, F . , Cristologia de San Juan de la
Cruz. Sistemática y mística, Fundación Universitaria Española, M a d r i d 1 9 8 2 , p p .
185-187 y 1 9 9 - 2 0 1 ; VARGA, P., Christus bei Johannes vom Kreuz, en E p h C a r m 18
(1967) 197-225; Ruiz SALVADOR, F . , Introducción a SJC..., o.c, p p . 3 6 2 ss.
67. Tiniebla, nube; vacío, desnudez; ahogo; flaqueza; mancha; pobreza, miseria; carga;
abismo, mar, agua tenebrosa; angostura, mazmorra; herida, llaga, Cfr. VELASCO,
J . M . , Experiencia de Dios desde la situación y la conciencia de la ausencia, en Actas del
Congreso Internacional Sanjuanista (Avila, 23-28 de septiembre de 1991), A A . W . ,
voi. III: Pensamiento. Valladolid, Junta de Castilla y León, 1993, p. 2 2 5 .
68. Místico y Maestro. San Juan de la Cruz, E D E , M a d r i d 1 9 8 6 , p. 2 2 4 .
69. Cfr. GARCÍA FERNANDEZ, C , Cristologia actual y seguimiento de Cristo en la espiri-
tualidad teresiano-sanjuanista, en M C 103 (1995) 2 2 . Cfr. 2 N 19, 4.
70. C o n gran amplitud trata de estas virtudes en los libros segundo y tercero de Subi-
da.
71. Cfr. 2 N 4, 2; 5, 1-2; 12, 3; 17, 8
72. En cierto m o d o se podría decir que los contenidos de Subiday de Noche están tam-
bién en Cántico, ya que en esta obra —especialmente en su segunda redacción
( C B ) — el santo estructura las tres vías espirituales —purgativa, iluminativa, uniti-
v a — y los tres estados correlativos —principiantes, aprovechados, perfectos—.
73. «Cristalina: c o m o derivado etimológicamente de Cristo n o pasa de ser un juego o
una pura argucia, que se le puede permitir a un poeta», N o t a de J . V . Rodríguez en
SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 6 2 5 , nota 3.
74. BALDEÓN-SANTIAGO, A . , El camino de la Cruz del esposo Cristo (la otra cara del
Cántico Espiritual), en M C 9 7 (1989) 2 6 .
75. CASTRO, S . , La experiencia de Cristo, foco central de la mística, en Experiencia y pen-
samiento..., Ruiz SALVADOR, F . (dir.), o.c, p. 180. Cfr. L B 4 , 4 - 5 .
76. BALDEÓN-SANTIAGO, A., El camino.... o.c, p. 2 9 .
77. Sobre el sentido de hermosura, cfr. R u i z SALVADOR, F., Introducción a SJC..., o.c,
pp. 3 4 4 y 3 4 6 ; PozzOBON, G . , «Cantico Spirituale»: Il cammino per incontrare
Cristo, en «Quaderni Carmelitani» 6 (1989) 113; BALTHASAR, H . U . VON, Gloria.
Una estética teológica, voi. Ili: Estilos laicales, Encuentro, M a d r i d 1 9 8 6 , p. 1 6 0 ;
SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 7 3 2 , nota 3.
78. Ibidem, p. 7 3 5 , nota 5.
79. GARCÍA FERNÁNDEZ, C , Cristologia actual..., p. 2 2 . O t r o estudioso sanjuanista se
refiere a Llama c o m o el libro de Cristo.pneumático (Cfr. CASTRO, S . , Hacia Dios...,
o.c, p. 1 1 1 ) .
80. BALTHASAR, H . U . VON, Gloria..., o.c, p. 120. F . Ruiz enfatiza el hecho, n o siem-
pre evidente, de que esa vida apostólica n o es otra cosa que la vida q u e llevaron los
apóstoles, inmediatos seguidores de Cristo (Cfr. RUIZ SALVADOR, F . , Introducción
a SJC..., o.c, p . 4 1 9 ) . Cfr. 1S 5, 2; 2 S 6, 4; 2 S 7, 2; Ep 9.
490 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

81. « C o m o en la última estrofa del Cántico, tenemos un final anticlimático. Después


de haber expresado la acción divina y h u m a n a en toda su viveza, llega la sensación
de descanso: m a n s o , reposas, m o r a s . . . » , vid. introducción de F . Ruiz Salvador a
Llama, en SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 7 7 1 .
82. Cfr. CASTRO, S., Hacia Dios..., o.c, p. 8 3 . Cfr. L B 4, 5.
83. Sobre el contenido y la importancia de los Romances en la doctrina sanjuanista,
cfr. ALONSO, D . , La poesía de San Juan de la Cruz. Desde esta ladera, Aguilar, M a -
drid 1 9 6 6 , p. 8 0 ; RUIZ SALVADOR, F . , Introducción a SJC..., o.c, p p . 1 6 2 y 2 7 8 ;
RODRÍGUEZ, J . V . , San Juan de la Cruz. Profeta enamorado de Dios y maestro, Insti-
tuto de Espiritualidad, M a d r i d 1 9 8 7 , p . 1 4 7 ; CASTRO, S., Hacia Dios..., o.c, p.
17; LUCINIO DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, Doctrina del cuerpo místico en San Juan
de la Cruz, en REspir 3 ( 1 9 4 4 ) 190; BARSOTTI, D . , La Teologia Spirituale di San
Giovanni della Croce, Rusconi, Milano 1 9 9 0 ; CADRECHA, M . A . , San Juan de la
Cruz, una eclesiologia de amor, M o n t e Carmelo, Burgos 1980.
84. «Se podrán apreciar los cuatro estados cronológicos (por hablar así), en que el Ver-
bo es la idea generatriz: Trinidad, Creación, Encarnación y Redención», GERARDO
DE LOS SAGRADOS CORAZONES, Puntos de propedéutica al tema «Jesucristo en la vida
espiritual según san Juan de la Cruz», en M C 6 8 (1960) 2 5 8 .
85. «Se trata de la "cristologia descendente", y en la que el punto de partida evidente es
D i o s y de ahí se deduce todo», RODRÍGUEZ FASSIO, F . , La cristologia de San Juan de
la Cruz, en « C o m m u n i o » 13 (1980) 2 9 3 . San Juan de la Cruz sitúa la Encarnación
ya en el origen de la creación: «aunque el hombre n o hubiera pecado, el Verbo se
habría encarnado a fin de otorgarle la deificación», GARCÍA MUÑOZ, F . , Cristologia
de SJC..., o.c, p. 7 3 , nota 8.
86. L a Encarnación es, en la doctrina del D o c t o r Místico, n o solo punto culminante
de la salvación sino su principio causal — e s para la redención—. Sobre la teología
del V e r b o encarnado en san J u a n de la Cruz, cfr. GATTO, S., La communione...,
o.c, p . 152; RUIZ SALVADOR, F . , Introducción a SJC..., o.c, p p . 3 6 9 s.
87. Cfr. R u i z SALVADOR, F . , Jesucristo: Rostro humano de Dios, rostro divino del hombre,
en Antropología de san Juan de la Cruz, CEPEDA, J . (dir.), Instituto Gran D u q u e de
Alba, Avila 1988, p. 80.
88. CASTRO, S., «Cristo vivo»..., o.c, p. 4 4 4 . O t r o s escritos breves de san J u a n de la
Cruz que merecen este juicio de S. Castro son los Romances In principio erat Ver-
bum y Super flumina Babilonis.
89. Cfr. D pról., 8 6 , 9 1 , 93, 9 4 , 1 0 1 , 1 1 4 , 156, 1 5 9 - 1 6 1 , 163, 176, 186
90. Cfr. D 4, 14, 18, 19, 3 2 , 4 0 , 4 1 , 53, 5 5 , 5 7 , 7 1 , 7 7 , 82-84, 9 7 , 1 0 8 , 1 1 9 , 1 2 0 ,
126, 130, 164, 1 7 1 , 182, 185.
91. CASTRO, S., La experiencia de Cristo..., o.c, p . 178. « L a mayoría están dirigidas a
personas que se hallan en ese m o m e n t o doloroso en que la práctica de la virtud
ha d e j a d o de ser gustosa y el ejercicio de la oración va a c o m p a ñ a d o de aridez y
sequedad. El Santo les a n i m a a proseguir en el c a m i n o de la imitación y segui-
m i e n t o y les brinda el consuelo de Cristo. U n aura con perfumes de él refresca
estas páginas, q u e invitan suavemente a marchar a su lado hacia el Padre», ibi-
dem.
92. Cfr. Ep 1, 7, 8, 11, 12, 16, 2 0 , 2 4 , 2 5 .
93. Esta poesía — l a cuarta, en la edición de obras completas que nos sirve de referen-
c i a — lleva por título Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por la fe.
94. Poesía VIII o Coplas del alma que pena por ver a Dios.
95. Poesía X u Otras coplas «a lo divino».
96. Poesía X I o Glosa «a lo divino».
NOTAS 491

97. Este cristocentrismo sanjuanista no es de extrañar, pues es denominador c o m ú n de


la mística española de la Edad de O r o (Cfr. ANDRÉS, M . , Historia de la mística...,
o.c, p. 2 4 4 ) .
98. Cfr. BUSTINCE SOLA, L., El misterio de la cruz..., o.c, p. 170.
99. En este aspecto son de destacar los dos primeros Romances, y el comentario en pro-
sa de la primera canción de Cántico.
100. Es tal la relevancia que san J u a n de la Cruz le reconoce a la Encarnación en el plan
divino de salvación, que hay quien le llega a llamar al santo «el santo y el D o c t o t
del Verbo encarnado» (Vid. ANTOLÍN DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Jesucristo en los
escritos de San Juan de la Cruz, en M C 4 3 [1939/2] 4 8 ) .
101. PlKAZA, X . , Amor de Dios y contemplación cristiana: Introducción a San Juan de la
Cruz, en Actas..., A A . W , o.c, p. 86.
102. Cfr. C B 36, 13; 37, 4; D 26. El texto de 2S 22 es clave para evitar una concepción
de Dios- Todo un tanto metafísica y despetsonalizada, y algo distanciada tanto de lo
que es la fe cristiana c o m o de la doctrina sanjuanisra (Cfr. GAITÁN, J . D . , El cami-
no..., o.c, p. 88).
103. «La poesía se solidifica en la pintura de Cristo crucificado que un día dibujara el
Santo», CASTRO, S., La experiencia de Cristo..., o.c, p. 174.
104. Cfr. GAITAN, J . D . , El camino...,
o.c, p. 6 8 . C o m o se sabe, la mano para san J u a n
de la Cruz es una referencia directa a Cristo (Cfr. D 26; C B 23, 2).
105. « L a antítesis entie el árbol del paraíso y el árbol de la Cruz, entre el p e c a d o y la
salvación, entre el primer Adán y el nuevo Adán que es Cristo, evoca remas de la
antigua literatura patrística», CASTELLANO, J., Experiencia del misterio..., o.c, pp.
132 s.
106. Cfr. MATEO-SECO, L . F . , Muerte de Cristo y Teología de la Cruz, en A A . W , Cristo,
Hijo de Dios y Redentor del hombre. III Simposio Internacional de Teología, Univer-
sidad de Navarra, Pamplona 1982, pp. 711 s.
107. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, III, q. 4 6 , a. 6, in c.
108. Cfr. Is 50, 6; 53, 12.
109. Cfr. MOREL, G , Lesens de Texistence..., o.c, vol. II, p. 189. «Cristo ha superado,
llevando a plenitud, el orden antiguo, pot medio de la instauración de la nueva era
de gracia (Cfr. 2S 2 2 ) , y restablecido a su esposa en la amistad con Dios (Cfr. 2S 7,
11)», GARCÍA MUÑOZ, F., Cristologia de SJC..., o.c.,p. 158.
110. Cfr. R m c 7, 2 4 5 - 2 4 8 ; 1S 13, 4; cfr. D 160.
111. «Tal es la fe en él — e n el C r u c i f i c a d o — , la fe viva que va unida a un a b a n d o n o
amoroso y constituye para nosotros la entrada a la vida y el principio de la futura
glorificación: de aquí que sea la Cruz nuestro único título de gloria», STEIN, E.,
Ciencia de la Cruz, o.c, p. 20.
112. GARCÍA FERNÁNDEZ, C , Cristologia actual..., o.c, p. 23.
113. Sólo 6 veces usa san Juan de la Cruz en sus escritos el término resurrección, y 8 ve-
ces resucitar (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . , ET. AL., Concordancias..., o.c), aludiendo
casi siempre a la resurrección espiritual del alma o a la tesurrección del h o m b r e
después de la muerte; sólo tres textos se refieren a la resurrección de Cristo: 2S 11,
7; 3S 3 1 , 8; C B 5, 4.
114. Sobre la unidad del enfoque cristológico de san Juan de la Cruz, cfr. LUCIEN M . DE
S. JOSEPH, L'experience..., o.c, p. 278; CASTRO, S., Hacia Dios..., o.c, p. 2 5 ; RO-
DRÍGUEZ FASSIO, F., La cristologia de SJC, o.c, p. 3 0 2 .
115. Admitiríamos igualmente antropología teológica o sobrenatural, pero hemos preferi-
do acogernos a la expresión utilizada p o t F . Ruiz (Cfr. R u i z SALVADOR, F . , Intro-
ducción a SJC..., o.c, p. 301).
492 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

116. CASTRO, S., Dios, exigencia y plenitud del hombre, en Antropología de SJC, CEPEDA,
J. (dir.), o.c, p . 9 0 .
117. San Juan de la Cruz tiende a sustituir los términos hombrey persona por el de alma. Así,
aparecen en sus escritos, 4464 veces alma, 3 0 3 veces hombrey 111 veces persona (Cfr.
ASTIGARRAGA, J.L., ET. AL., Concordancias..., o.c). Para el Doctor Místico, alma equi-
vale a hombre, pero con el acento puesto en la interioridad, en la dimensión espiritual.
118. E n muchos lugares afirma san J u a n de la Cruz esa doctrina sobre la radical orienta-
ción del hombre a Dios, pues en Él «tiene su vida y raíz» (Cfr. 2 N 19, 2; C B 3 9 ,
11; C B 3 8 , 8; L B 4, 5.6). En C B 8, 3 fundamenta esta doctrina en el texto de Hch
17, 2 8 : «en él vivimos, nos movemos, y somos». Cfr. GARCÍA LÁZARO, E., Cristo en
la mística de San Juan de la Cruz, en STEGGINK, O . (dir.), Juan de la Cruz, espíritu
de llama. Estudios con ocasión del PV centenario de su muerte (1591-1991), Institu-
t u m Carmelitanum, R o m a 1 9 9 1 , p. 6 9 5 .
119. CASTRO, S., Hacia Dios..., o.c, p. 19 con nota 13.
120. Esta expresión se corresponde con el título de uno de los trabajos de F. Ruiz Salva-
dor (Cfr. RuiZSALVADOR, F., Jesucristo: rostro..., o.c).
121. Cfr. CEREZO GALÁN, P., La antropología del espíritu en Juan de la Cruz, en Actas...,
A A . W . , o.c, p. 1 3 2 . Cfr. 3 S 2 6 , 4, L B 3, 7 4 ; 3, 4; 1S 2, 1.
122. Cfr. C A 2 5 , 3; 1S 15, 1; 1S 1, 1; C B 3 9 , 7. Sobre las consecuencias del pecado ori-
ginal, cfr. 1S 9, 3; C B 3, 10; 2 2 , 4-5; 3 2 , 6.
123. El término pecado viene usado por el santo 9 4 veces en sus escritos (Cfr. ASTIGA-
RRAGA, J.L., ET. AL., Concordancias..., o.c). Distingue los tipos de pecados — m o r -
tales, veniales, imperfecciones— (Cfr. 1S 9, 7; 1 1 , 2-4; 12, 3; 3 S 3, 3; C B 2 0 , 8;
Gp 1); trata también otros aspectos directamente relacionados con el pecado: la ira
de D i o s por el pecado del hombre (Cfr. 2 S 2 1 , 9.12; 2 2 , 15), c ó m o el demonio in-
duce al pecado (Cfr. 2 S 2 6 , 17; C B 16, 2 ) , el pecado q u e surge de sentidos y me-
moria n o mortificados (Cfr. 3 S 3, 3; 4, 1), el gozo en las riquezas c o m o causa de
pecado (Cfr. 3 S 18, 1-19, 7 ) , los pecados que son consecuencia del gozo de la vo-
luntad en los bienes morales (Cfr. 3 S 2 8 ) , los pecados capitales (Cfr. 1 N 2-7), la
justicia divina sobre el pecado (Cfr. 2S 2 1 , 9).
124. Presencia de D i o s esencial, es decir, aquella p o r la que «les d a vida y ser y, si esta
presencia esencial les faltase, todas se aniquilarían y dejarían de ser» ( C B 1 1 , 3 ; cfr.
2 S 5 , 3 ) . N o así, presencia de Dios por gracia (Cfr. ibidem).
125. Cfr. HERRAIZ, M., Del Dios del riesgo al riesgo de «hacerse» hombre, en Juan de la
Cruz, espíritu..., STEGGINK, O . (dir.), o.c, p. 6 6 6 .
126. Cfr. C B 1.6.9.10.12.
127. Cfr. C B 5, 4; C B 11, 12; L B 2, 16; L A 3, 3; L B 4, 4; R m c 2, 6 9 .
128. BUSTINCE SOLA, L., El misterio de k cruz..., o.c, p. 168; Cfr. VELASCO, J . M . , Ex-
periencia de Dios..., o.c, p p . 2 2 8 - 2 3 1 .
129. Cfr. 1 N 2, 8; 3, 3; 14, etc.
130. «El proceso es doloroso, porque el hombre tiene que dejar su individualidad natu-
ral. M a s n o ha de ser ésta destruida, sino purificada, abierta al verdadero sentido de
su ser. L a divinización es desvelamiento d e u n a realidad q u e estaba ahí desde el
principio, pero que, n o obstante, había de ser te-producida en un proceso de trans-
formación ontológica ascendente (Cfr. 2 N 10, 3)», SÁNCHEZ DE MuRILLO, J . , El
pensamiento..., o.c, p. 34.
131. Cfr. RODRÍGUEZ, J.V., Espiritualidad sanjuanista: Humanismo y trascendencia, en
San J u a n de la Cruz 1 2 ( 1 9 9 3 ) 2 0 4 . «Su experiencia y su palabra alcanza a todo cre-
yente que vibra por la sed de Dios vivo y real, y aun a todo h o m b r e que busca en
profundidad el sentido de su existencia h u m a n a » , vid. nota introductoria de F.
NOTAS 493

Ruiz Salvador en SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 9. (Cfr. BARUZI,
J., SJCy el problema..., o.c, p p . 2 4 6 - 2 4 7 ) .
132. Cristiano y católico aparecen sólo seis veces cada u n o de ellos, mientras q u e encon-
tramos el término hombre en 3 0 3 lugares y persona en 111 (Cfr. ASTIGARRAGA,
J.L., ET. AL., Concordancias..., o.c).
133. 4 . 4 6 4 veces aparece en sus escritos el término alma (Cfr. ibidem).
134. «Los libros místicos españoles ( . . . ) , ofrecen variedad de caminos ( . . . ) . L a universa-
lización del objetivo final n o c o m p o r t a unidad de medios ni de niveles de altura.
C a d a persona responde de m o d o peculiar», ANDRÉS, M . , Historia de la mística...,
o.c, p. 9 7 .
135. Esta doctrina de la llamada universal a la santidad está hoy ya ampliamente difun-
dida, sobre t o d o a partir de las enseñanzas del Concilio Vaticano I I (Cfr. C o n s t .
Lumengentium, nn. 1 1 , 3 9 - 4 1 ) . « T o d o s los cristianos, de cualquier estado o condi-
ción, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor»,
ibidem, n. 4 0 . Viene anunciada explícitamente también en el Catecismo de la Iglesia
Católica (Cfr. n. 8 2 5 ) . Sobre la teología de la llamada universal a la santidad, cfr.
BEATO JOSEMARIA ESCRIVA, ES Cristo que pasa, Rialp, M a d r i d 26
1 9 8 9 , nn. 1-11,
3 9 - 5 6 ; ÍDEM, Amigos de Dios, Rialp, M a d r i d " 1 9 8 7 , nn. 5 5 - 7 2 ; IUANES, J . L . ,
Mundo y santidad Rialp, M a d r i d 1989, p p . 21-36; OcÁRIZ, F.-CEIAYA, I . DE, Vi-
vir como hijos de Dios, E U N S A , Pamplona, 1 9 9 3 .
136. BALDEÓN-SANTIAGO, A . , El camino..., o.c, p. 1 8 . « L a cruz es la única escuela
donde se forman y crecen relaciones humanas basadas en amor», BuSTINCE SOLA,
L., El misterio de la cruz..., o.c, p . 168; Cfr. PlKAZA, X . , Amor de Dios..., o.c, p.
96.
137. «La lucha contra los sentidos está condenada al fracaso, si n o está completamente
transfigurada p o r una especie de triunfo de un amor sobre otro amor. Triste victo-
ria la de un alma q u e renuncia, pero sin estar animada p o r ningún nuevo ardor»,
BARUZI, J . , SJC y el problema..., o.c, p. 4 0 7 . Cfr. 1S 13, 4; 14, 2; 2 S 19, 13.
138. U n amor tal «deja de ser idilio de sentimientos y palabras para convertirse en en-
trega de persona y vida sin reservas. Porque la cruz es amor, se funde en la persona
del A m a d o , sigue presente en todos los estadios de la vida espiritual», Ruiz SALVA-
DOR, F . , Introducción a SJC..., o.c, p. 3 7 3 .
139. Cfr. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O . , Memoria, misterio y mística en San Juan de la
Cruz, en Actas..., A A . W , o.c, p. 4 3 6 . Cfr. nota de J . V . Rodríguez en SAN JUAN
DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 7 3 5 , nota 5 ; BALTHASAR, H . U . VON, Glo-
ria..., o.c, p. 149.
140. Cfr. 2 N 6, 2-6; C B 13, 1; Ep 16.
141. RUIZ SALVADOR, F . , Introducción a SJC..., o.c, p. 3 4 7 .
142. Si el ascetismo de san J u a n de la Cruz n o estuviera estrechamente unido al amor,
como lo está, fracasaría c o m o muchos ascetismos puros y descarnados han fracasado
en la historia del cristianismo (Cfr. ANDRÉS, M . , Historia de la mística..., o.c, p. 127).
143. Cfr. Dictámenes del espíritu recogidos por Eliseo de los Mártires, 7 (vid. SAN JUAN
DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p. 1104).
144. MATEO-SECO, L . F - O C A R I Z , F.-RlESTRA, J . A . , El Misterio de Jesucristo, EUNSA,
Pamplona 2 1 9 9 3 , p. 3 2 0 .
145. «Permanecen las consecuencias del pecado primero: concupiscencia, apetitos, in-
clinación al mal (cf. C B 18-20) y consiguientes pecados n u e v o s ( . . . ) . L a recompo-
sición de esa armonía es, en cierto m o d o , fruto del esfuerzo h u m a n o ayudado de la
gracia», PACHO, E., San Juan de la Cruz. Temas fundamentales, Monte Carmelo,
Burgos 1984, vol. I , p. 1 4 3 .
494 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

146. Cfr. 1 N 2 , 8; 3, 3; 14; 2 N 2, 2. « C o n vistas a cotregit ese desotden inicial, agrava-


do y aumentado por faltas personales (...), proyecta y organiza J u a n de la Cruz la
Noche Oscura», RODRÍGUEZ, J. V., Espiritualidad..., o.e., pp. 194 s.
147. STEIN, E., Ciencia de la Cruz, o.e., p. 60. T o d o el proceso, es decir, tomar la Cruz y
morir en ella, muriendo así al pecado, se realiza completando la Noche activa con la
Noche pasiva (Cfr. ibidem).
148. CRISÓGONO, VidadeSJC, o.e., p. 158 y 189.
149. Cfr. 1 N 14, 5; Gp6; Ep 16, 24, 3 2 ; C A 2 , 2 1 , etc.
150. Pero san Juan de la Cruz no se dedica a tratar expresamente el tema de la expiación
o de la penitencia. Simplemente la asume o la considera c o m o algo sabido. En su
época es práctica habitual. Expiación no aparece en sus escritos, y penitencia apare-
ce sólo 2 2 veces y siempre c o m o parte de una lista de ottos conceptos de carácter
ascético (Cfr. ASTIGARRAGA, J.L., ET. AL., Concordancias..., o.e.).
151. Sobre conceptos c o m o sabiduría, ciencia, verdad, conocimiento de Dios, en san Juan
de la Cruz, cfr. OFILADA, M . , La experiencia de la certidumbre de la verdad: ensayo
de criteriología cristológica sanjuanista, en M C 104 (1996) 2 0 3 - 2 3 6 ; MARITAIN, J.,
Distinguir para unir. Los grados del saber, C l u b de Lectores, Buenos Aires 1 9 6 8 :
7

«San J u a n de la Cruz, práctico en la contemplación», p p . 4 8 7 - 5 5 0 , y «Conclu-


sión», pp. 553-600.
152. L a expresión teología mística aparece nueve veces en las obras del D o c t o r Místico.
Hay aquí una clara influencia de De Mystica Theologia de Dionisio Areopagita. D e
hecho, san J u a n de la Cruz lo cita exptesamente cuatro veces, refiriéndose a la con-
templación c o m o rayo de tiniebla.
153. Cfr. también 2 S 7, 11, donde el Santo explica las razones por las cuales el dolor es
fuente de conocimiento y amor. T o d o el proceso de ascensión hacia la contempla-
ción ha de transcurrir por negación, por un camino experiencial de nadas (Cfr. 1 S
13, 11). Cfr. KÖRNER, R . , El papel de la razón en la mística sanjuanista, en Actas...,
A A . W . , o.e., pp. 2 0 0 s; PIKAZA, X., Amor de Dios..., o.e., p. 88.
154. «El Santo constata y muestta, sobre todo en el ptimer libro de Subida, que existe
un tipo de conducta h u m a n a no guiada por la razón, sino simplemenre por los
apetitos y aperencias», GAITÁN, J . D . , Conocimiento de Dios y sabiduría de la fe en
San Juan de la Cruz en Experiencia y pensamiento..., R u i z SALVADOR, F. (dir.), o.e.,
p. 2 5 4 .
155. En un contexto similar argumenta el santo que no caben dos contrarios en el suje-
to del alma: Cfr. 2 N 5-6; 1S 6, 2. Está evocando aquí san J u a n de la Cruz un prin-
cipio filosófico de la física del tipo aristotélico m u y corriente en su tiempo (Cfr.
FERRATER MORA, J „ Diccionario de Filosofía, voz: Filosofía medieval Ariel, Barcelo-
na 1994, vol. I I , pp. 1 3 3 5 - 1 3 3 8 ) . Cfr. PIKAZA, X , Amor de Dios..., o.e., p. 7 9 ;
CRISÓGONO, SJC SU obra..., o.e., vol. I , pp. 96 s.
156. Cfr. L B 2, 26; 2 N 5, 4.
157. «El proceso de santificación es un proceso de cristificación (...) L a santidad signifi-
cará, pues, la plena configuración con Cristo. Esta configuración o conformación
con el divino modelo Cristo se obtiene mediante la unión con Él», ÁLVAREZ SUÁ-
REZ, A., El «encuentro» con Cristo desde San Juan de la Cruz, en «Burguense» 32
( 1 9 9 1 ) 4 1 . Cfr. 1S 13, 3; C B 1, 10.
158. Cfr. £ / > 8 ; 2 S 2 9 , 9; 1S 13, 3; Gp3.
159. «Cristo se hizo pobre por nosotros y llegó a la resurrección por la muerte en cruz.
Por eso (los místicos españoles de la Edad de O r o , san J u a n de la Cruz entre ellos)
recomiendan la senda estrecha, no c o m o metodología teológica (theologia crucis),
sino c o m o vivencia religiosa (...). " D e ahí la recomendación de inclinarse siempre
NOTAS 495

a l o m a s dificultoso, desabrido, trabajoso, bajo y despreciado" (1S 13, 6-12)», A N -


DRÉS, M . , Historia de la mística,.., o.c, p. 2 5 0 .
160. Cfr. PIKAZA, X., Amor de Dios..., o.c, p. 86.
161. Cfr. 3 S 4 4 , 4 ; R u i z SALVADOR, F., Jesucristo: Rostro..., o.c, p . 8 0 . CONCILIO VATI-
CANO II, Const. Gaudium es Spes, n. 2 2 .
162. SÁNCHEZ DE MURILLO, J., El pensamiento..., o.c, p. 2 5 .
163. Conviene aclarar aquí que en san Juan de la Cruz negación se equivale con abnega-
ción. Si esto n o se tiene en cuenta, se corre el riesgo de concebir esta idea más desde
un p u n t o de vista filosófico que evangélico. Cfr. GAITÁN, J . D . , El camino...,o.c,
p. 5 1 , nota 10.
164. Los apetitos privan al alma del espíritu de Dios y la cansan (Cfr. 1S 6 ) , la atormen-
tan (Cfr. 1S 7 ) , la oscurecen y ciegan (Cfr. 1S 8 ) , la ensucian (1S 9 ) , y la entibian y
enflaquecen (1S 10).
165. Cfr. 1 S 8 , 6; 1S 13, &,EpU.
166. Cfr. STEIN, E., Ciencia de la Cruz, o.c, pp. 58 s.
167. GAITÁN, J . D . , Elcamino..., o.c, p. 53. Cfr. 3 S 2 3 , 2; STEIN, E., Cienciadela Cruz,
o.c, p . 3 8 . Cfr. SANSÓN, H . , El espíritu humano según San Juan de la Cruz, Rialp,
M a d r i d 1 9 6 2 , p. 4 4 1 .
168. Esta dialéctica viene expresada también aparece c o m o algo-todo (Cfr. 1S 13, 12),
algo-nada (Cfr. 1S 13, 6; C B 2 9 , 3; D 1 6 1 ) , nada-mucho (Cfr. L B 3, 4 7 ) , c o n sig-
nificados análogos. Está presente de alguna manera en todos los escritos de san
Juan de la Cruz, en los m á s variados contextos: la renuncia y pobreza de espíritu, la
importancia y cualidad del amor, el valor de la acción, el valor de las criaturas, etc.
Cfr. GAITÁN, J . D . , El camino..., o.c, pp. 103-116; R u i z SALVADOR, Introducción a
SJC..., o.c, p p . 4 2 9 - 4 3 6 ; ÍDEM, Místico y maestro..., o.c, p p . 84-87; CEREZO GA-
LÁN, P., La antropología..., o.c, p. 143. «El pensamiento n o se expresa adecuada-
mente ni en el concepto de N a d a ni t a m p o c o en el de T o d o aislados, sino en la
unidad del biconcepto: " T o d o y N a d a " » , SÁNCHEZ DE MURILLO, ]., El pensamien-
to..., o.c, p. 2 5 . Cfr. GAITÁN, J . D . , Elcamino..., o.c, p. 103.
169. J . Baruzi considera esta Subida c o m o un paisaje de desolación (Cfr BARUZI, ]., SJC
y el problema..., o.c, p. 3 2 5 ) , mientras P. Cerezo la ve c o m o un paisaje de libertad
(Cfr. CEREZO GALÁN, P., La antropología..., o.c, p p . 143 s.) N o s parece m á s con-
forme con el pensamiento de san Juan de la Cruz el segundo.
170. Cfr. CASTRO, S . , La experiencia de Cristo..., o.c, p. 173. «¡Dichosa nada y dichoso
escondrijo de corazón, que tiene tanto valor que lo sujeta todo, no queriendo suje-
tar nada para sí y perdiendo cuidados por poder arder más en amor!» (Ep 16).
171. BALTHASAR, H . U . VON, Gloria..., o.c, p. 1 3 1 .
172. HARO, M . DE, La noche del sufrimiento. Interpretación simbólica de la vida y sus cri-
sis según San Juan de la Cruz, en «San Juan de la Cruz» 6 (1990) 6 7 .
173. Quince veces utiliza san J u a n de la Cruz en sus escritos explícitamente la expresión
hombre viejo, y otras tantas alude a expresiones similares (Cfr. ASTIGARRAGA, J . L . ,
ET. AL., Concordancias..., o.c); las citas están siempre dentro del contexto de la co-
nocida doctrina paulina contenida en EfA, 2 2 - 2 4 y C e / 3 , 9-10.
174. «Ir actuando la noche oscura en sus diversos aspectos o momentos, es ir sacando de
él (o p o n i e n d o en él) "el h o m b r e nuevo", "la nueva creatura" en que se quedó
constituido sacramentalmente el día de su Bautismo, es ir llevando a flor y fruto
con todos los cuidados positivos y negativos que requiere la nueva semilla puesta
en él por el Bautismo», RODRÍGUEZ, J.V., Espiritualidad..., o.c, p. 196.
175. T a m b i é n san Pablo acude a esta relación {Rom 6, 3-4). Cfr. MATEO-SECO, L.F.,
ET. AL., El Misterio..., o.c, p. 3 1 2 .
496 OMAR A U G U S T O BENÍTEZ LOZANO

176. Las dimensiones fundamentales del hombre nuevo que san J u a n de la Cruz no de-
jaría de poner de relieve son, a juicio de A. Baldeón-Santiago: antropológica: es el
retrato del hombre nuevo, ya purificado y renovado; y teologal-crística: el h o m b r e
nuevo queda resuelto en una pura y total referencia u orientación a Dios, en Cristo
(Cfr. BALDEÓN-SANTIAGO, A., El camino..., o.c, pp. 33 s.).
177. GAITÁN, J . D . , Vida y muerte en la «Noche Oscura» de San Juan de la Cruz, en
STEGGINK, O . (dit.), Juan de la Cruz, espíritu..., o.c, p. 7 5 9 .
178. Cfr. R u i z SALVADOR, F., Místico y maestro..., o.c, p. 224.
179. Cfr. 1 N 1; 6, 4; 7, 3-4; 1 1 , 4 .
180. En esto se diferencia el Doctor Místico de autores anteriores a él, en quienes se ins-
piró: «en la perspectiva griega de Gregorio de N i s a o del Pseudo-Dionisio el Areo-
pagita, la entrada en la tiniebla mística acaece solamente alfinaláe. la subida al mon-
te Sinaí», ANDÍA, Y., San Juan de la Cruz y la «Teología Mística» de «San Dionisio»,
en Actas..., A A . W . , o.c, p. 122.
181. Cfr. R u i z SALVADOR, F., Introducción a SJC..., o.c, p. 3 3 0 ; BARUZI, J., SJCy el
problema..., o.c, p. 2 0 5 .
182. SÁNCHEZ DE MURILLO, ]., El pensamiento..., o.c, p. 2 8 . «la noche horrenda es al
m i s m o tiempo una noche dichosa (1S 1, 5) (...). El alma creía que en la noche se
perdía. M a s era ésta, en realidad, el lugar en que todo lo ganaba», ibidem.
183. L a mejor expresión sanjuanista de la noche, c o m o camino de penas que transfor-
man, es su alegoría del madero y el fuego (Cfr. 2 N 10, 1).
184. Vid. Poesía X I , rambién conocida c o m o Sin arrimo y con arrimo.
185. Sal68, 2-3 y Sal54,16 en 2 N 6, 6; Sal72, 2 2 en 2 N 8, 2.
186. ANDRÉS, M . , Historia de la mística..., o.c, p. 3 4 2 .
187. VELASCO, J . M . , Experiencia de Dios..., o.c, pp. 2 2 1 s, 2 2 9 s.
188. GAITAN, J . D . , Elcamino..., o.c, p. 64.
189. Cfr. 2 S 7 ; 1 N 1 1 , 1 ; 2 N 8 , 2, etc.
190. GAITÁN, J . D . , El camino..., o.c.,p. 80. «La intención de J u a n es educar al alma en
la pobreza y desnudez perfectas ( . . . ) , y lanzarla en total desnudez a la esencia des-
nuda de D i o s » , BALTHASAR, H . U . VON, Gloria..., o.c, p. 142. Cfr. CEREZO GA-
LÁN, P., La antropología..., o.c, p. 153.
191. GAITÁN, J . D . , Viday muerte..., o.c, pp. 7 5 7 s. San J u a n de la Cruz acude 9 veces
en sus escritos a la palabra infierno y otras tantas a purgatorio (Cfr. ASTIGARRÁGA,
J . L . , ET. AL., Concordancias..., o.c), pero sólo las usa con sentido similar y en el
contexto que aquí estamos tratando, en el segundo libro de Noche y en el primero
de Llama (Cfr. 2 N 6, 2.6; 19, 4; L B 1, 21.24; L A 1, 17.20).
192. «Esta es la gran experiencia de Toledo: abandono de Dios y en medio de este aban-
d o n o unión con el Crucificado», STEIN, E. Ciencia de la Cruz, o.c, pp. 3 2 y 3 4 .
Cfr. CASTELLANO, ]., Experiencia del misterio..., o.c, p. 135.
193. « ¿ C ó m o es posible tanta soledad y a b a n d o n o en un cristiano, que tiene a Cristo
desde el primer m o m e n t o a su lado? Jesucristo resuelve sin duda la situación, pues
El personifica la fe (2S 2 2 ) , pero no dispensa del esfuerzo y de la crisis», R u i z SAL-
VADOR, F., Introducción a SJC..., o.c, p. 3 3 5 .
194. BALTHASAR, H . U . VON, Gloria..., o.c, p. 144. Cfr. BARUZI, )., SJCy el proble-
ma..., o.c, p p . 2 5 8 , 5 6 7 y 5 7 0 . « N o hubiéramos hecho nada en purgar al enten-
dimiento para fundarle en la virtud de la fe, y a la memoria en la de la esperanza,
si no purgásemos también la voluntad acerca de la tercera virtud, que es la cari-
dad, por la cual las obras hechas en fe son vivas y tienen gran valor, y sin ella no
valen nada» (3S 16, 1). Cfr. 2S 6; 3 S 8, 5; 10, 2; L B 3, 5 1 - 5 2 ; Ep 13.
NOTAS 497

195. «Ellas p o n e n en el h o m b r e d e tal manera la actitud evangélica adecuada frente a


t o d o y le preparan de tal manera para la c o m u n i ó n con D i o s , q u e de ellas nunca
dirá el Santo q u e hay q u e vaciarse o quedarse vacío», GAITÁN, J . D . , El camino...,
o.c, p. 7 7 .
196. Cfr. ibidem, p. 117.
197. Cfr. R u i z SALVADOR, F., Unidad y contrastes: hermenéutica sanjuanista, en Expe-
riencia..., IDEM (dir.), o.c, p . 4 6 . «Para san J u a n de la Cruz, en la condición tem-
poral del hombre, unión es negación, y negación es unión; la plenitud es vacío, y el
vacío es plenitud; el sentido se hace espiritual, y el espíritu se hace sensible», ibi-
dem, p . 4 7 .
198. Cfr. C B 3 5 , 5-6; 4 0 , 1-2; L B 1, 2 9 ; 2, 3 2 - 3 3 ; 3, 18.34.38-39, 4 6 , 5 1 , 6 3 .
199. GAITÁN, J . D . , El camino...,
o.c, p p . 74 y 7 9 . Cfr. C B 1, 14; L B 1, 2 7 ; R u i z SAL-
VADOR, F „ Mistico y maestro..., o.c, pp. 83-95.
200. N o t a de F. Ruiz Salvador en SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, o.c, p . 7 3 5 ,
nota 5.
201. Poesía conocida también c o m o Otras coplas «a lo divino» o Tras de un amoroso lan-
ce.
202. «La Cruz resume toda la potencia y sumisión del crucificado, toda la fuerza reden-
tiva que la esposa recibe del Esposo. Se convierte así en báculo que aligera y facilita
el camino (cfr. 2 S 7, 7)», GARCÍA MUÑOZ, F., Cristologia de SJC..., O.C, p p . 120 s.
203. Cfr. G H E R A R D I N I , B . , Theologia crucis. L'eredità di Lutero nell'evoluzione teologica
della Riforma, Paoline, R o m a 1 9 7 8 , p p . 2 2 - 4 5 . E s t a m o s de acuerdo con M . A n -
drés cuando afirma que «la teología de la cruz de la mística española y de la lutera-
na necesita aún estudios comparativos a fondo», A N D R É S , M . , Historia de la místi-
ca..., o.c, p. 2 4 0 .
204. N o es sólo modelo o ejemplar, c o m o piensa Lutero (Cfr. BÀUMER, R., Sobre la cris-
tologia de los teólogos católicos controversistas del siglo XVI, en Cristo, Hijo de Dios...,
A A . W . , o.c, p. 5 5 5 ) .
205. Lutero, en cambio, sostiene la tesis de que el mérito h u m a n o redunda en menosca-
bo de la obra de Cristo (Cfr. GARCÍA VlLLOSLADA, R., Martín Lutero, voi. I, M a -
drid 1973, p p . 4 4 4 - 4 4 8 ; MATEO SECO, L.F., Martín Lutero. Sobre la libertad escla-
va, Madrid 1 9 7 8 , pp. 125-165; ANDRÉS, M . , Historia de la mística..., o.c, p. 2 4 5 ;
BALTHASAR, H . U . VON, Gloria..., o.c, p . 1 4 0 ) .
206. Cfr. MOREL, G., Le sens de l'existence..., o.c, voi. II, p . 1 9 5 .
207. H a y en Lutero una exacerbación del sentido del pecado y de la dramaticidad de la
existencia h u m a n a , expresadas en el Deus absconditus sub contrario (Cfr. ILLANES,
J.L., Cristologia «desde arriba» y cristologia «desde abajo». Reflexiones sobre la metodo-
logía cristolàgica, en A A . W . , Cristo, Hijo de Dios..., o.c, p. 147.
208. «Para Lutero, en la cruz se da una total y absoluta sustitución de nosotros por Cris-
to ( . . . ) : Cristo en la cruz es cubierto con nuestro pecados de tal forma que se con-
vierte en verdadera maldición y pecado», MATEO-SECO, L.F. ET. AL., El Miste-
rio..., o.c, p p . 3 2 6 s.
209. Sostiene que le dejó el Padre «en íntima sequedad, según la parte inferior... L o cual
fue el mayor desamparo sensitivamente que había tenido en su vida»: Jesús, en su
H u m a n i d a d , nunca, ni siquiera en ese m o m e n t o de extremo dolor, dejó de mante-
ner estrecha y esencial unión con su Padre. Cfr. JUAN PABLO II, Discurso, 30-XI-
88, n. 4: «Insegnamenti» X I 4 (1988) 1694.
210. Cfr. STEIN, E., Ciencia de la Cruz, o.c. Creemos que E. Stein está entre quienes me-
jor han entendido e interpretado la espiritualidad del Doctor Místico, hasta acertar
incluso en el calificativo de la doctrina de nuestro santo c o m o ciencia de la cruz.
INDICE DEL EXCERPTUM

PRESENTACIÓN 427
Í N D I C E D E LA TESIS 429
B I B L I O G R A F Í A D E LA T E S I S 431
LA C R U Z E N LA VIDA ESPIRITUAL S E G Ú N SAN J U A N D E LA
CRUZ 441
INTRODUCCIÓN 441
1. L A C R U Z E N L A V I D A D E S A N J U A N D E L A C R U Z 447
1.1. Vida de mortificación y penitencia 447
1.2. Imágenes y visiones 448
1.3. La deshonra: cárcel y difamación 449
1.4. La cruz de la enfermedad 450
2. L A C R U Z E N L O S E S C R I T O S D E S A N J U A N D E L A C R U Z 451
2.1. Preliminares: términos análogos en el vocabulario sanjuanista 451
2.2. Subida del Monte Carmelo 453
2.3. Noche oscura 455
2.4. Cántico espiritual 456
2.5. Llama de amor viva 457
2.6. Escritos breves 458
3. E L M I S T E R I O D E L A R E D E N C I Ó N 460
3.1. Los preámbulos de la Cruz 461
3.2. Cristo salva en la Cruz 461
3.3. La Resurrección 463
4. L A C R U Z E N L A A N T R O P O L O G Í A S A N J U A N I S T A 463
4.1. Predestinación del hombre en Cristo 463
4.2. El hombre pecador y redimido 464
4.3. Por la Cruz hacia la plenitud del hombre 465
4.4. Una llamada universal 465
5. L A C R U Z Y L A V I D A E S P I R I T U A L 466
5.1. La cruz del hombre, amor participativo 467
5.2. La Cruz como expiación 467
5.3. La Cruz como sabiduría 468
5.4. El Crucificado, modelo del cristiano 469
500 OMAR AUGUSTO BENÍTEZ LOZANO

6. E L ITINERARIO ESPIRUAL, U N C A M I N O D E C R U Z 470


6.1. Primeros pasos 470
6.2. La muerte del hombre viejo 471
6.3. La noche 472
6.4. Identificación con el Amado 473
7. A M O D O D E EPILOGO: ¿UNA «TELEOLOGIA C R U C I S » SANJUANISTA? .. 475

CONCLUSIONES 476

NOTAS 485
ÍNDICE DEL EXCERPTUM 499

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