Mito
Mito
Mito
Y SIGNIFICADO DE LA VIDA
Los Nacos CONTIENEN LAS CLAVES del sentido y del significado general de la
vida de las sociedades que los producen. Esto no es evidente en nuestra
sociedad, porque el Occidente, del que somos parte, ha demeritado sus
propios mitos a tal grado que el nombre mito ha venido a ser sinónimo de men-
tira o fantasía. Sin embargo, nuestros mitos están todavía vigentes y basta un
análisis hermenéutico (interpretativo) de ellos para darnos cuenta de que una
consideración desprejuiciada de su contenido ofrece una mayor y mejor com-
prensión de nuestra sociedad y de nuestra propia manera de ser.
EL CONCEETO DE MITO
El mito es una narración en la que una sociedad refleja su propia imagen del
cosmos. Esa imagen es sagrada y representa las convicciones más íntimas de
todos y cada uno de los miembros de esa sociedad. Esa imagen es también la
base del patrón de identidad social e individual, y contiene la explicación últi-
ma de la existencia del cosmos del hombre. Esa imagen tiene, finalmente, la
base del sentido le las acciones humanas pasadas, presentes y futuras. El aná-
lisis interpretativo de los mitos posibilita así la comprensión de las actitudes, los
valores y las conductas, en un nivel que está más allá de lo consciente; es decir,
tal análisis devela su significado profundo.
El mito es un elemento de la cultura, entendida ésta como la mediación del
hombre con el hombre y con la naturaleza; su cualidad es, entonces, esencial-
mente simbólica. Por esto, no es de extrañarse que su estudio y teorización
hayan sido relativamente tardíos dentro de las ciencias sociales. Por otro lado,
el mito constituye el elemento fundamental de lo que las grandes religiones
denominan escrituras, es decir, los textos que se registran y consagran sus creen-
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Alma y psique. Del mito al método
' R. G. Collingwood. Idea de la historia. FCE, México, 1988, pp. 17-20 y 271 y ss.
2 Mircea Eliade. Mito y realidad. Guadarrama, Madrid, 1981, pp. 7, 118-119 y 162-199.
3 John Bernal. La ciencia en la historia. México, 1979, pp. 366 y ss.
' Max Müller. Essais sur la mythologie comparée y lelcons sur la science du langage.
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Mito, sentido Y significado de la vida
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Alma y psique. Del mito al método
Estudiado en vida, el mito, como veremos no es simbólico, sino que es una expresión
directa de lo que constituye su asunto; no es una explicación que venga a satisfacer el
interés científico, sino una resurrección, en el relato, de lo que fue una realidad
primordial que se narra para satisfacer profundas necesidades religiosas, anhelos
morales, sumisiones sociales, reivindicaciones e incluso requerimientos prácticos. El
mito cumple en la cultura primitiva, una indispensable función: expresa, da bríos y
codifica el credo, salvaguarda y refuerza la moralidad, responde de la eficacia del
ritual y contiene reglas prácticas para la guía del hombre. De esta suerte el mito es un
ingrediente vital de la civilización humana, no es una explicación intelectual ni una
imaginería del arte, sino una pragmática carta de validez de la fe primitiva y de la
sabiduría moral.'`
Ibidem, p. 124.
Eliade. Op. cit., pp. 10-11 y 15.
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Mito, sentido y significado de la vida
12 Eliade . Op. cit., pp. 12-14, 17-18, 20-22, 32, 41, 49, 58, 59-78 y 82.
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Alma y psique. Del mito al método
metáfora dentro del mito destaca los vínculos lógicos dentro de varios domi-
nios, vínculos que el pensamiento reflexivo se empeña en separar.13
Como puede apreciarse, el concepto enunciado en el primer párrafo de
este apartado es deudor directo o indirecto de todos los autores revisados, pero
va más allá de ellos, postulando que el mito es una representación sagrada del
cosmos y de las convicciones últimas de los miembros de una sociedad; es la
explicación última de la existencia del cosmos y del hombre y es también la fun-
dación del sentido de las acciones del hombre. Una acción humana dentro de
este marco no es una acción al azar, sino una acción con significado, es decir, una
acción que se trasciende a sí misma, refiriéndose al marco de lo sagrado y de lo
absoluto. El mito así concebido es también nuestra idea de la realidad, es nues-
tro límite de lo posible." Este concepto es esencialmente histórico-cultural.
Los autores revisados han considerado que sus análisis y determinaciones
conceptuales son pertinentes exclusivamente para las sociedades de otros tiem-
pos o para las sociedades "primitivas", "arcaicas" o "tradicionales" de nuestro
tiempo, y que si algún paralelo es posible dentro de nuestra sociedad occiden-
tal contemporánea es obra exclusiva del azar o bien de un "retraso" superable.
Pero, ¿qué sucedería si consideramos a nuestra propia sociedad como a una de
aquéllas en que sus ya clásicos estudios se produjeron?
NUESTROS MITOS
Claude Léví-Strauss, Antropología estructural. EUDEBA, Buenos Aires (orig. 1958), pp. 187-192, 198-210.
Véase también 1978, pp. 15-17, )9-22,27,327,330-335.
14 Reconocemos aquí la influencia de la sociología del conocimiento de Peter Berger, especialmente en
su ensayo "Para una teoría sociológica de la religión"(Barcelona, Kairós, 1981).
15 Las narraciones originales no tienen un título formal. Los títulos que aquí se indican son sólo
descriptivos del contenido.
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Mito, sentido y significado de la vida
La Creación
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Alma y psique. Del mito al método
18. Y para señorear en el día yen la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio
Dios que era bueno.
19. Y fue la tarde y la mañana del día cuarto.
20. Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en
la abierta expansión de los cielos.
21. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que
las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio
Dios que era bueno.
22. Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los
mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
23. Y fue la tarde y la mañana del día quinto.
24. Luego dijo Dios Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y
serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
25. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y todo animal que se arrastra
sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
26. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza, y señoreé en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias,
en toda la tierra, yen todo animal que arrastra sobre la tierra.
27. Y creó Dios al hombre a su imagen, a su imagen Dios lo creó; varón y hembra los
creó.
28. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuz-
garla, señoread en los peces del mar, en las aves d e los cielo, yen todas las bestias
que se mueven sobre la tierra.
29. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda
la tierra y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
30. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra
sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
31. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue
la tarde y mañana el día sexto.
Dos
1. Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.
2. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la
obra que hizo.
3. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra
que había hecho en la creación.
4. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que
Jehová Dios hizo la tierra y los cielos.
5. Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes
que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni
había hombre para que labrase la tierra.
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Mito, sentido y significado de la vida
6. Sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.
7. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
8. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que
había formado.
9. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para
comer; también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del
bien y del mal.
10. Y salía de Edén un río para regar el huerto , y de allí se repartía en cuatro brazos.
11. El nombre de uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde
hay oro;
12. y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también dedlio y ónice.
13. El nombre del segundo río es Gihón ; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.
14. Y el nombre del tercer río es Hidekel ; éste es el que va al oriente de Asiria, Y el
cuarto río es el Eufrates.
15. Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo
labrara y lo guardase.
16. Y mandó Jehová Dios al hombre , diciendo : De todo Árbol del huerto podrás
comer;
17. mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás ; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás.
18. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea
para él.
19. Jehová Dios formó, pues , de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos,
y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán
llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
20. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo;
mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
21. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas , y cerró la carne en su lugar.
22. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre , hizo una mujer, y la trajo al
hombre.
23. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
24. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne.
25. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Tres
Desobediencia del hombre
1. Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto?
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Alma y psique. Del mito al método
2. Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer;
3. pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,
ni le tocaréis, para que no muráis.
4. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
5. sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, yseréis
como Dios, sabiendo el bien y el mal.
6. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella.
7. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos;
entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
8. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el
hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árbo-
les del huerto.
9. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10. Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí.
11. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de
que yo te mandé no comieses?
12. Y el hombre respondió: La mujer queme diste por compañera me dio del árbol,
y yo comí.
13. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer:
La serpiente me engaño, y comí.
14. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas
las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo
comerás todos los días de tu vida.
15. Y pondré enemistad entre ti yla mujer, y entre tus semiente y la simiente suya; ésta
te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16. A la Mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores de tus preñeces; con
dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.
17. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol
que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con
dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
18. Espinos y cardos te producirá plantas del campo.
19. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de
ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
20. Y llamó Adán a su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
21. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
22. Y dijo Jehová nos: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien
y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida,
y coma, y viva para siempre.
23. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para labrase la tierra de que fue tomado.
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Mito, sentido y significado de la vida
24. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y
una espada encendida que se revolvía por dos lados, para guardar el camino del
árbol de la vida 76
35
Alma y psique. Del mito al método
"En el sucedió
que se oprimió el cielo
el sol no seguía su camino.
'Al llegar el sol al medio día,
luego se hacía de noche
y cuando ya se oscurecía,
los tigres se comían a las gentes.
"Y en este sol vivían los gigantes.
"Decían los viejos,
que los gigantes así se saludaban:
'no se caiga usted', porque quien se caía,
se caía para siempre.
"Se cimentó luego el tercer sol.
"Su signo era 4-Lluvia.
"Se decía Sol de Lluvia (de fuego).
"Sucedió que durante él llovió fuego,
los que en él vivían se quemaron.
"Y durante él llovió también arena.
"Y decían que en él
llovieron las pedrezuelas que vemos,
que hirvió la piedra tezontle
y que entonces se enrojecieron los peñascos.
"Su signo era 4Viento,
"Se cimentó luego el cuarto sol.
"Se decía Sol de Viento.
"Durante él todo fue llevado por el viento.
"Todos se volvieron monos.
"Por los montes se esparcieron,
se fueron a vivir los hombres-monos.
"El quinto sol:
4-Movimiento su signo.
Se llama Sol de Movimiento,
Porque se mueve, sigue su camino.
"Y como andan diciendo los viejos,
en él habrá movimientos de tierra,
habrá hambre
y así pereceremos.
"En el año 13-Caña,
se dice que vino a existir,
nació el sol que ahora existe
"Entonces fue cuando iluminó,
cuando amaneció,
el Sol de Movimiento que ahora existe.
"4-Movimiento es su signo.
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Mito, sentido y significado de la vida
Se dice que cuando aún era de noche, cuando aún no había luz, cuando aún no
amanecía, dicen que se juntaron, se llamaron unos a otros los dioses, allá en
Teotihuacan.
"Dijeron, se dijeron entre sí:
`-iVenid, oh dioses! ¿Quién tomará sobre sí, quién llevará a cuestas, quién alumbra-
rá, quién hará amanecer?
"Y en seguida allí habló aquél, allí presentó su rostro Tecuciztécatl.
"Dijo:
-¡Oh dioses, en verdad yo seré!
"Otra vez dijeron los dioses:
-¿Quién otro más?
"En seguida unos y otros se miran entre sí, unos a otros se hacen ver, se dicen:
-¿Cómo será?, ¿cómo habremos de hacerlo?
"Nadie se atrevía, ningún otro presentó su rostro. Todos, grandes señores, manifesta-
ban su temor, retrocedía. Nadie se h;zo allí visible.
"Nanahuatzin, uno de esos señores, allí estaba junto a ellos, permanecía escuchando
cuanto se decía. Entonces los dioses se dirigieron a él y le dijeron:
-¡Tú, tú serás, oh Nanahuatzín!
"Él entonces se apresuró a recoger la palabra, la tomó de buena gana. Dijo:
-Está bien, oh dioses, me habéis hecho un bien.
"En seguida empezaron, ya hacen penitencia. Cuatro días ayunaron los dos,
Nanahuatzin yTecuciztécatl. Entonces fue cuando también se encendió el fuego. Ya
arde éste allá en el fogón. Nombraron al fogón roca divina.
"Y todo aquello con que aquél Tecuciztécatl hacía penitencia era precioso: sus ramas
de abeto eran plumas de quetzal, sus bolas de grama eran de oro, sus espinas de jade.
" Anales de Cuauhtitlán, fol. 2 y Manuescrito de 1558 fol. 77 (León-Portilla, 1984, pp. 60-61).
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Alma y psique. Del mito al método
Así las espinas ensangrentadas, sus sangramientos eran cora y su incienso, muy
genuino copal.
"Pero Nanahuatzin, sus ramas de abeto todas eran solamente cañas verdes, cañas
nuevas en manojos de tres, todas atadas en conjunto eran nueve. Y sus bolas de
grama sólo eran genuinas barbas de ocote: y sus espinas, también sólo verdaderas
espinas de maguey. Y lo que con ellas se sangraba era realmente su sangre. Su copal
era por cierto aquello que se raía de sus llagas.
"A cada uno de éstos se le hizo su monte, donde quedaron haciendo penitencia
cuatro noches. Se dice ahora que estos montes son las pirámides: la Pirámide del Sol.
Yla Pirámide de la Luna.
"Y cuando terminaron de hacer penitencia cuatro noches, entonces vinieron a a rro-
jar, a echar por tierra, sus ramas de abeto y todo aquello con lo que habían hecho
penitencia. Esto se hizo. Ya es el levantamiento, cuando aún es de noche, para que
cumplan su oficio, se conviertan en dioses. Y cuando ya se acerca la medianoche,
entonces les ponen a cuestas su carga, los atavían, los adoran. A Tecuciztécatl le
dieron su tocado redondo de plumas de garza, también su chalequillo. Y a Nana-
huatzin sólo papel, con él ciñeron su cabeza, con él ciñeron su cabellera; se nombra
su tocado de papel y sus atavíos también de papel, su braguero de papel.
"Y hecho esto así, cuando se acercó la medianoche, todos los dioses vinieron a que-
dar alrededor del fogón, al que se nombra roca divina, donde por cuatro días había
ardido el fuego. Por ambas partes se pusieron en fila los dioses. En el medio coloca-
ron, dejaron de pie a los dos que se nombra Tecuciztécatl y Nanahuatzin. Los pu-
sieron con el rostro vuelo, los dejaron con elrostro hacia donde estaba el fogón.
"En seguida hablaron los dioses, dijeron a Tecuciztécatl:
-¡Ten valor, oh Tecuciztécatl, lánzate, arrójate en el fuego!
"Sin tardanza fue éste a arrojarse al fuego. Pero cuando le alcanzó el ardor del fuego,
no pudo resistirlo, no le fue soportable, no le fue tolerable. Excesivamente había
estado ardiendo el fogón, se había hecho un fuego que abrasaba, bien había ardido
y ardido el fuego. Por ello sólo vino a tener miedo, vino a quedarse parado, vino a
volver hacia a tras, vino a retroceder. Una vez más fue a intentarlo, todas sus fuerzas
tomó para arrojarse, para entregarse al fuego. Pero no pudo atreverse. Cuando ya se
acercó al reverberante calor, sólo vino a salir de regreso, sólo vino a huir, no tuvo
valor. Cuatro veces, cuatro veces de atrevimiento, así lo hizo, fue a intentarlo. Sólo
que no pudo arrojarse en el fuego. El compromiso era sólo allí cuatro veces.
"Y cuando hubo intentado cuatro veces, entonces ya así exclamaron, dijeron los
dioses a Nanahuatzin:
-¡Ahora tú, ahora ya tú, Nanahuatzin, que sea ya!
"Y Nanahuatzin de una vez vino a tener valor; vino a concluir la cosa, hizo fuerte su
corazón, cerró los ojos para no tener miedo. No se detuvo una y otra vez, no vaciló, no
se regresó. Pronto se arrojó a sí mismo, se lanzó al fuego, se fue a él de una vez. En
seguida allí ardió su cuerpo, hizo ruido, chisporroteó,)] quemarse.
"Y según se dice, se refiere, entonces también remontó el vuelo un águila, los siguió,
se arrojó súbitamente en el fuego, se lanzó al fogón cuando todavía seguía ardiendo.
Por eso sus plumas son oscuras, están quedas, están quemadas. Y también se lanzó el
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Mito, sentido y significado de la vida
ocelote, vino a caer cuando ya no ardía muy bien fuego. Por ello sólo se pintó, se
manchó con el fuego, se requemó con el fuego. Ya no ardía éste mucho. Por eso sólo
está manchado. Sólo tiene manchas negras, sólo está salpicado de negro.
"Por eso dicen que allí estuvo, que allí se recogió la palabra; he aquí lo que se dice, lo
que se refiere: aquel que es capitán, varón esforzado, se le nombre águila, tigre. Vino
a ser primero el águila, según se dice, porque ella entró primero en el fuego. Y el
ocelote vino después. Así se pronuncia conjuntamente, Águila-ocelote, porque este
último cayó después en el fuego.
"Y así sucedió: cuando los dos se arrojaron al fuego, se hubieron quemado, los dioses
se sentaron para aguardar por dónde habría de salir Nanahuatzin, el primero que
cayó en el fogón para que brillara la luz del sol, para que se hiciera el amanecer.
"Cuando ya pasó largo tiempo de que así estuvieron esperando los dioses, comenzó
entonces a enrojecerse, a circundar por todas partes la aurora, la claridad de la luz. Y
como se refiere, entonces los dioses se pusieron sobre sus rodillas para esperar por
dónde habría de salir el sol. Sucedió que hacia todas partes miraron, sin rumbo fijo
dirigían la vista, estuvieron dando vueltas. Sobre ningún lugar se puso de acuerdo
su palabra, su conocimiento. Nada coherente pudieron decir. Algunos pensaron que
habría de salir hacia el rumbo de los muertos, el norte, por eso hacia allá se quedaron
mirando. Otros, el rumbo de las mujeres, el poniente. Otros más, de la región de las
espinas, hacia allá se quedaron mirando. Por todas partes pensaron que saldría por-
que la claridad de la luz lo circundaba todo.
"Pero algunos hacia allá se quedaron mirando, hacia el rumbo del color rojo, el
oriente. Dijeron:
-En verdad de allá, de allá vendrá a salir el sol.
"Fue verdadera la palabra de éstos que hacia allá miraron, que hacia allá señalaron
con el dedo. Como se dice, aquellos que hacia allá estuvieron viendo fueron
Quetzalcóatl, el segundo nombrado Ehécatl y Tótec, o sea el señor de Anáhuatl y
Tezcatlipoca rojo. También aquellos que se llaman Mimixcoa y que no pueden con-
tarse y las cuatro mujeres llamadas Tiacapan, Teicu, Tlacoiehua, Xocoiotl. Y cuando
el sol vino a salir, cuando vino a presentarse, apareció como si estuviera pintado de
rojo. No podía ser contemplado su rostro, hería los ojos de la gente, brillaba mucho,
lanzaba ardientes rayos de luz, sus rayos llegaban a todas partes, la irradiación de su
calor por todas partes se metía.
"Y después vino a salir Tecuciztéca tl, que lo iba siguiendo; también de allá vino, del
rumbo del color rojo, el oriente, junto al sol vino a presentarse. Del mismo modo
como cayeron en el fuego, así vinieron a salir, uno siguiendo al otro. Y como se
refiere, como se narra, como son las consejas, era igual su apariencia al iluminar las
cosas. Cuando los dioses los vieron, que era igual su apariencia, de nuevo, una vez
más, se convocaron, dijeron:
-¿Cómo ha de ser, oh dioses? ¿Acaso los dos juntos seguirán su camino? ¿Acaso los
dos juntos así habrán de iluminar las cosas?
"Pero entonces todos los dioses tomaron una determinación, dijeron:
-Así habrá de ser, así habrá de hacerse.
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Alma y psique. Del mito al método
"Entonces uno de esos señores, de los dioses, salió corriendo. Con un conejo fue a
herir el rostro de aquél, de Tecuciztéctl. Así oscureció su rostro, así se hirió el rostro,
como hasta ahora se ve.
'Ahora bien, mientras ambos se seguían presentando juntos, tampoco podían mo-
verse, ni seguir su camino. Sólo allí permanecían, se quedaban quietos. Por esto, una
vez más, dijeron los dioses:
-¿Cómo habremos de vivir? No se mueve el sol. ¿Acaso induciremos a una vida sin
orden a los macehuales, a los seres humanos? ¡Que por nuestro medio se fortalezca el
sol! ¡Muramos todos!
"Luego fue oficio de Ehécatl dar muerte a los dioses. Y como se refiere, Xólotl no
quería morir. Dijo a los dioses:
-¡Que no muera yo, oh dioses! ¡Así mucho lloró! Se le hincharon los ojos, se le
hincharon los párpados.
'A él se acercaba ya la muerte, ante ella se levantó, huyó, se metió en la tierra del maíz
verde, se le alargó el rostro, se transformó, se quedó en forma de doble caña de maíz,
dividido, la que llaman los campesinos con el nombre de Xólotl. Pero allá en la
sementera del maíz fue visto. Una vez más se levantó delante de ellos, se fue a meter
en un campo de magueyes. También se convirtió en maguey, en maguey que dos
veces permanece, el que se llama maguey Xólotl. Pero una vez más también fue visto
y se metió en el agua y vino a convertirse en ajolote, en axólotl. Pero allí vinieron a
cogerlo, así le dieron muerte.
"Y dicen que, aunque todos los dioses murieron, en verdad no con esto se movió, no
con esto pudo seguir su camino el dios Tonatiuh. Entonces fue oficio de Ehécatl
poner de pie al viento, con él empujar mucho, hacer andar el viento. Así él pudo
mover al sol, luego éste siguió su camino. Y cuando éste ya anduvo, solamente allí
quedó la luna. Cuando al fin vino a entrar el sol al lugar por donde se mete, entonces
también la luna comenzó a moverse. Así, allí se separaron, cada uno siguió su cami-
no. Sale una vez el sol y cumple su oficio durante el día. Y la luna hace su oficio
nocturno, pasa de noche, cumple su labor durante ella.
"De aquí se ve, lo que se dice, que aquél pudo haber sido el sol. Tecuciztécatl-la luna,
si primero se hubiera arrojado al fuego. Porque él primero se presentó para hacer
penitencia con todas sus cosas preciosas.
"Aquí se acaba este relato, esta conseja; desde tiempos antiguos la referían una y otra
vez los ancianos, los que tenían a su cargo conservarlo".`
I' Códice Matritenre del Real Palacio. Textos de los Informantes de Sahagún, fol. 161 v. y 55 (León-Portilla, 1984,
pp. 61-75).
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Mito, sentido y significado de la vida
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Alma y psique. Del mito al método
Los elementos del Cosmos y las convicciones de nuestra cultura que vemos en
los mitos que se han expuesto pueden captarse mediante una interpretación
directa de su contenido, pero la determinación de los sentidos y los significa-
dos reclaman un análisis a posteriori. Todas estas determinaciones parten de
varios supuestos metodológicos que hay que hacer explícitos.
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Mito, sentido y significado de la vida
43
Alma y psique. Del mito al método
diencia del hombre rompe el orden divino; Dios maldice la tierra (abajo) a
causa de la desobediencia y condena al hombre al trabajo y a la mujer al dolor.
Todos estos elementos son para nosotros "naturales" y su inclusión en una
narración mítica no altera para nosotros la confianza absoluta en su existencia;
por lo contrario, podría parecernos que simplemente se habían tomado ele-
mentos de nuestra realidad para construir esa narración.
Pero hay también elementos que no son cabalmente expresos, pero que
"parecen derivarse" de la manera en que está hecho el Génesis. Así, puede
señalarse que la Creación es obra de un Creador único y último (o primero); que
es un orden sobre un desorden previo; que la causa eficiente de dicho acto es la
Palabra de Dios; que la Creación es originalmente buena; que el tiempo es la su-
cesión del día y la noche; que la cuenta del tiempo de siete en siete días es
"natural"; que el séptimo día de cada periodo debe dedicarse al descanso; que
las plantas y los animales están ahí para que el hombre las use en su provecho;
que el hombre es el amo de la Creación por derecho divino; que la bendición
de Dios es fecundidad; que la vida es Aliento Divino; que el hombre es polvo;
que el luabitat original del hombre es el huerto del Edén; que su tarea original era
labrar y cuidar el huerto; que en ese huerto era totalmente feliz; que la mujer es
para el hombre; que el hombre al unirse a una mujer vuelve a ser uno (comple-
to); que el "lugar" del hombre es abajo, en la tierra; que el hombre tiene que
trabajar para vivir; que la mujer tiene que dar a luz con dolor; que el hombre
tiene que morir y volver a la tierra. Quizá pudieran encontrarse más conviccio-
nes de este orden, pero bastan éstas para comprender que tales convicciones
son mucho más que lugares comunes en nuestro discurso cotidiano.
Situando ahora todos estos elementos en nuestro contexto, se puede afir-
mar que consideramos como real aquello que está en el cielo y en la tierra (in-
cluida el agua). En consecuencia, si es concebible algo fuera de ellos pensaría-
mos que, o no pertenece a la realidad o cuando menos que es dudosa su reali-
dad. En sín tesis, los elementos del Cosmos que se mencionan en el Génesis son
nuestra realidad.
Las convicciones mencionadas son derivaciones de esas realidades; son cons-
trucciones culturales de la sociedad que indican la dirección correcta de las
acciones de sus miembros; es decir, son los criterios que marcan el sentido
(dirección) de esas acciones. Así, podemos afirmar con certeza que toda crea-
ción es una ordenación; que la principal (si no la única) causa de la creación es
la palabra; que toda creación es buena per se (si bien el uso que de ella se haga
puede ser perverso); que nuestras acciones están en el tiempo; que el descanso
dominical (o sabático) es incuestionable; que el uso (y abuso) de las plantas y los
animales por el hombre es un derecho divino; que la fecundidad (en todos
aspectos) es manifestación de la bendición divina; que la cualidad de la vida es
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Mito, sentido y significado de la vida
inaccesible a la ciencia por ser un elemento divino; que ésta (la tierra) no es el
habitat natural del hombre; que el trabajo que realiza el hombre como modus
vivendi no es algo placentero en sí; que la tierra no es un lugar donde se pueda
lograr cabalmente la felicidad; que la igualdad jerárquica de los sexos es impo-
sible de facto; que el hombre tenga como una meta vital el unirse a una mujer;
que el proceso de gestación y alumbramiento humano conlleve dolor; que todo
hombre al morir sea enterrado. Todas estas convicciones son de segundo or-
den; es decir, se derivan de las primeras y se constituyen en valores o normas
sociales. Así, ajustarse a ellas lleva a acciones "que tienen sentido"; en caso
contrario lleva a las acciones "sin sentido" o que tienden a alterar el orden
establecido. Esta alteración puede ser real o potencial; en el primer caso entra-
rán en acción todos los mecanismos de ajuste social, desde la coacción grupal
hasta la represión social; en el segundo caso será más bien el origen de un
desajuste individual psicológico o emocional que, las más de las veces, provoca
un malestar en los afectados.
Todos estos sentidos considerados arriba de manera específica pueden
conjuntarse e integrarse en un solo sistema, denotando así un sentido general.
Pero si hemos de ser coherentes, ese sentido general debe derivarse de y ser
coherente con el mito que se analiza. Así, si nos preguntáramos ¿cuál es el
sentido general de la vida humana en el Génesis?, tendríamos que considerar
la convicción general que de él parte, y ésta es que el hombre debe pasar por
una especie de condena a trabajo forzado que terminará el día de la muerte, sin
que hubiera una vida o recompensa posterior. Este sentido de la vida humana es
muy claro y manifiesto en las biografías de los Patriarcas Abraham, Isaac y
Jacob. Pero este sentido es gradualmente transformado en el mensaje de los
profetas del primer milenio antes de Cristo y llega a una meta radicalmente
distinta con el planteamiento del universalismo cristiano: Dios no se revela
sólo a la totalidad de la humanidad como un Dios único y absoluto, sino que
revela también una promesa de salvación; esto es, señalando la existencia de
una vida posterior a la muerte, en donde todo trabajo y dolor dejan de existir.
De la misma manera que hemos develado los sentidos específicos y el sen-
tido general de la vida humana según el Génesis, podemos encontrar los significa-
dos correspondientes. Para eso basta con plantear la pregunta ¿por qué? ante
cualquiera de las convicciones propuestas y obtener la respuesta respectiva.
Pero debe hacerse notar que tales preguntas sólo se plantean desde el contexto y
no desde el análisis. Así por ejemplo, si me pregunto ¿por qué tengo yo que
trabajar para vivir? La respuesta (que yo mismo puedo darme) es que "porque
todos los hombres tienen que trabajar para vivir", y entonces puedo entender
que el significado del trabajo es la vida. Si una mujer preguntara ¿por qué
tengo yo que pasar por el dolor de ser madre? La respuesta (que ella misma
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Alma y psique. Del mito al método
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Mito, sentido y significado de la vida
De manera también paralela, pueden ser develados los sentidos de los ac-
tos que se derivan de tales convicciones . Y así, se puede señalar que todas las
cosas se crean, se destruyen y se vuelven a reconstruir. Que habrá una gran
catástrofe " en el fin del mundo". Que todas las cosas y todas las personas tie-
nen un destino predeterminado y que su cumplimiento es fatal. Que el mundo
no es un lugar malo. Que el hombre es un ser digno . Que debemos (los
macehuales) propiciar continuamente a los dioses si queremos que la Creación
continúe su marcha. Que el orgullo es la manifestación de una falsa valentía.
Que la riqueza sólo acarrea males. Que la humildad es la manifestación de la
valentía. Que la pobreza es origen de virtudes . Que la vida es un don divino.
Que en la creación son necesarios los dos sexos . Que la muerte es fatal. Que el
Oriente es la dirección principal . Que hay un efecto nivelador entre lo ilegíti-
mo y lo legítimo . Desde luego que todas estas normas o valores se encuentran
a una profundidad diferente en la conciencia de diferentes sectores de la po-
blación mexicana , de acuerdo con la vitalidad de su aporte cultural indígena.
Pero podemos afirmar que , sin temor a equivocarnos , está en toda población.
Un observador extranjero que considerara estos significados podría sin más
compartirlos cabalmente . Pero es un caso distinto el compartirlos y aceptarlos
racional y conscientemente , que tenerlos como una norma de vida y como un
elemento distintivo de la Cosmovisión.
Al considerar ahora el sentido general de la vida en los mitos revisados,
puede afirmarse que el macehual (el ser humano) está aquí para coadyuvar en la
tarea divina de sostener al Cosmos. Su tarea y su fruto no están en sí mismo.
Está aquí para algo o alguien más . Su vida individual tiene poca relevancia y su
destino final es incierto (hasta aquí). Lo que realmente importa es la obra divina.
El significado general de la vida es también trabajo, pero en este caso no
hay diferencia para el hombre y para la mujer. Esta tarea no es consecuencia de
una maldición divina; por el contrario , es una tarea divina. El hombre no es un
ser caído; por el contrario, es un ser digno; es el merecedor (macaehual) por la
penitencia de los dioses . El mundo no es un lugar maldito ; es el fruto del es-
fuerzo y del sacrificio vital de los dioses ; el mundo es también un espacio divino.
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Abna y psique. Del mito al método
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Mito, sentido y significado de la vida
MITO Y CREENCIA
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A manera de epílogo cabría la siguiente reflexión: ¿Si el mito no es necesaria-
mente un objeto de creencia por qué parece serlo? En algunos casos -inclusi-
ve- se aprende como si lo fuera. La respuesta a esta interrogante debe ser
lógicamente anterior a nuestro análisis, pues de otro modo, todo el resultado
carecería de sustentación.
La respuesta a la interrogante planteada está en la sociología del conoci-
miento de P Berger,23quien afirma que el mundo en tanto imagen construida se
produce en un proceso social que consta de tres momentos: la exteriorización,
la objetivación y la interiorización. La exteriorización es el constante volcarse
del ser humano hacia el exterior, tanto por la actividad física como por la activi-
dad mental. La objetivación, producto de la actividad anterior, es la obtención
de una realidad que enfrenta a sus productores originales como si fuera una
facticidad que le es exterior y a la vez distinta de ellos; es el objeto fuera del
individuo como un producto material. La interiorización es la reapropiación
por el hombre de esa misma realidad transformándola una vez más, ahora
desde su estado de estructura del mundo objetivo a estructuras de la concien-
cia subjetiva. De acuerdo con Berger, la consideración de un mito como un
objeto de creencia sería sólo el final de ese proceso de construcción del mundo
humano, es decir, del mundo cultural. Pero este hecho se ve reforzado por una
consideración más: esa construcción del mundo se establece como sagrada,
precisamente como resultado del quehacer específico de la institución social
de la religión.'
De acuerdo con estos criterios, el mito sería sólo uno de los medios de los
que se vale una sociedad en el momento de la interiorización del mundo hu-
mano, y en este sentido el mito puede actuar como un estructurador eficaz de
las estructuras de la conciencia por lo que a la cosmovisión se refiere. Sin em-
bargo, es perfectamente posible que uno o más individuos construyen su
cosmovisión prescindiendo del aprendizaje de los mitos; pero esos mismos
individuos ya con su cosmovisión perfectamente estructurada dentro de su
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Bibliografía
, Op. cit.
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