Ana Camps
Ana Camps
Ana Camps
Barcelona: Graó
Camps, Ana- Felipe Zayas (Comp.) (2006)Secuencias didácticas para aprender gramatica.
Serie Didática de la Lengua y la Literatura .Barcelona: Graó.
En este sentido, la puntuación, es uno de los aspectos de la lengua que menor atención ha
recibido en lo que respecta a su enseñanza, sobre todo en lo que refiere a su condición
como recurso propio de la expresión escrita, y más aún se ha marginado el abordaje de la
vinculación entre la puntuación y el proceso de comprensión lectora.
Promover una enseñanza de la gramática que atienda tanto a la relación del conocimiento
reflexivo de las formas lingüísticas con los usos de la lengua, especialmente con los usos
más complejos, como a la sistematización de los conocimientos gramaticales, en un
modelo básico adecuado a las necesidades de los alumnos y de los usuarios no
especialistas de la lengua. Se trataría, de este modo, de establecer un puente entre las
actividades de uso y el conocimiento sistemático de la lengua en los diferentes niveles de
organización de los textos. Parece necesario introducir en los proyectos curriculares
contenidos gramaticales que afectan al texto, tanto en su organización lingüística como
en su relación con la actividad discursiva. Pero además, la actividad gramatical en el aula
se ha de concebir de otro modo: las operaciones de observación y análisis de las formas
lingüísticas han de estar relacionadas con las necesidades de los usos verbales y la
reflexión metalingüística sobre dichos usos, es decir, con la necesidad que tienen los
alumnos de recursos lingüísticos para dar solución a los problemas que les platean los
textos.
Las aportaciones sobre una redefinición de los contenidos gramaticales más acordes con
el aprendizaje del uso verbal, se pueden señalar dos grandes ámbitos. En el primero, se
ha tratado de determinar qué conocimientos gramaticales son los que afectan más
claramente al dominio de los mecanismos de la textualidad y de la y de la adecuación de
los textos a los factores contextuales. Se enfatiza así el trabajo con las marcas enunciativas
(deixis, modalidad y modalización…), con los marcadores del discurso con los
procedimientos de cohesión gramaticales (pronominalización) y léxicos (repeticiones y
sustituciones léxicas), con el papel cohesivo de las formas verbales, con la puntuación
como mecanismo de cohesión, etc. Se amplia de este modo el campo para la reflexión
gramatical, pero no se resuelve el problema de situar los contenidos de tipo
morfosintáctico en el nuevo marco de orientación comunicativa.
Otro ámbito se refiere a la cuestión del enfoque que se tendría que dar a la
morfosintaxis en el marco del aprendizaje de destrezas lingüístico-comunicativas.
Las respuestas a esta cuestión se buscan situándose en las nuevas corrientes
lingüísticas de base funcional y cognitiva, donde se integra la pragmática y la
semántica en el estudio de la sintaxis: el acento se pone en para qué sirven y en el
cuál es la mejor opción en situaciones concretas. Esto permite integrar las
actividades de sintaxis con el trabajo de lectura. Este cambio de perspectiva está
llevando a dos vías de reflexión; por una parte, la elaboración de propuestas
didácticas en el campo de la sintaxis que parten de una perspectiva semántica; por
otra, la mirada desde la perspectiva textual y discursiva hacia mecanismos
sintácticos tradicionalmente se han examinado desde un punto de vista oracional. A
partir de este conjunto de reflexiones sobre la pertenencia
Este cambio de perspectiva está llevando a dos vías de reflexión; por una parte, la
elaboración de propuestas didácticas en el campo de la sintaxis que parten de una
perspectiva semántica; por otra, la mirada desde una perspectiva textual y discursiva hacia
mecanismos sintácticos que tradicionalmente se han examinado desde un punto de vista
oracional. A partir de este conjunto de reflexiones sobre la pertinencia de los contenidos
gramaticales, en relación con los fines de la enseñanza de la lengua, se puede concluir
que el trabajo sobre las formas verbales en la escuela abarca estos diferentes niveles:
1- Las formas lingüísticas: que ponen de manifiesto las relaciones del texto con la
situación de comunicación
2- Las formas lingüísticas que establecen relaciones internas en el texto (que
constituyen el entramado que denominamos texto) relaciones anafóricas,
conexión, cadenas referenciales, progresión temática, etc.
3- La formas lingüísticas predominantes en los diferentes tipos de discursos y que
se combinan de diversas formas según los géneros.
4- Las relaciones sintácticas que se establecen a nivel de los enunciados, más allá
de la consideración abstracta de la frase, y teniendo en cuenta su realización
concreta. Para ello se tendrá que tener en cuenta tanto los aspectos formales como
los semánticos y pragmáticos.
En una secuencia didáctica para aprender a escribir se integran dos tipos de actividad:
En las últimas décadas los esfuerzos por dar coherencia a la enseñanza de la gramática
en el marco del aprendizaje del uso de la lengua, han presentado tres líneas de
reflexión, que tienen en común constatar el importante papel que desempeña la
actividad metalingüística en el desarrollo de las competencias verbales:
Felipe Zayas se sitúa en el marco de la necesidad de una gramática pedagógica que pueda
servir de instrumento para la programación de los contenidos gramaticales dentro de un
enfoque integrador de la reflexión gramatical y del uso de la lengua. En esta gramática lo
más importante es mostrar para qué sirven las formas lingüísticas y cómo se utilizan en
los diferentes usos sociales de la lengua. Esta gramática pedagógica tiene una base
semántica y pragmática, como condición necesaria para que la actividad metalingüística
de los alumnos en el marco de la oración pueda tener sentido en el desarrollo de
capacidades lingüístico-comunicativas.
Existe una gran coincidencia entre los estudiosos del modelo interactivo (Solé, 1991;
Colomer y Camps, 1996), en la gran importancia que se concede al desarrollo de las
“estrategias de lectura”, como objeto específico de enseñanza, y a la “Lectura
compartida” y a la “modelización” como herramientas metodológicas de peso.
Colomer y camps (1996), entre las causas de las dificultades de comprensión se encuentra
que los lectores no dominan los niveles intermedios de información del texto: las
estructuras textuales más frecuentes y las marcas formales del texto de los tipos más
frecuentes:
Parece ser que este tipo de déficit se produce porque los lectores no poseen
esquemas textuales claros y no reconocen las claves que usa el autor para
revelar cómo está organizada la información ni qué importancia le otorga en
el conjunto del texto.
En este sentido, el desconocimiento de las estructuras textuales más frecuentes
y de las pistas más rentables por el lector les impide utilizar estos esquemas
para ordenar y relacionar la información, así como para planificar su
recuperación posterior, es decir, para recordarla si fuera necesario.
También la ignorancia sobre las marcas formales del texto provoca problemas
de comprensión, ya que puede impedir que el lector atribuye con precisión las
relaciones estructurales (causales, adversativas, cencesivas) entre las ideas de
un texto, o bien lo hace ser tan dependiente del orden superficial que no puede
entender una relación de causa-efecto que aparezca cronológicamente alterada;
también puede hacer impedirle que se cree expectativas sobre la información
siguiente, algo que si puede hacer un lector más experimentado.