Cultura La Naturaleza Transformada Por La Acción Del Hombre
Cultura La Naturaleza Transformada Por La Acción Del Hombre
Cultura La Naturaleza Transformada Por La Acción Del Hombre
Todas las sociedades humanas, por sencillas que sean, poseen una interpretación global del
mundo y de su propio papel en ese mundo, que en última instancia se refiere a la acción. Es
decir, en la medida en que el mundo se sustrae a la intervención del hombre, en la medida
en que no ofrece asidero a su acción transformadora y creadora de utilidad, o sea, en sus
estados invariables, el mundo es interpretado en cierto sentido, asociando a estas
interpretaciones series de actos que pueden ser simbólicos. Por lo tanto, una filosofía o
concepción del inundo o mitología aparece como interpretación del sentido de los estados
del Inundo no susceptibles de modificación, conviniéndose esas interpretaciones en
motivos para actos que serán ante todo de culto o rituales ante ese componente del mundo
al cual es preciso resignarse, como ante la muerte. Este aspecto de la cultura puede
relacionarse también con el hombre como ser activo, y así, de acuerdo con esta idea,
podernos insertar en nuestro esquema el conjunto completo de etnología y ciencia de la
cultura, prehistoria y etnografía. La precitada Antropología cultural confirma plenamente
nuestra hipótesis, pues el resultado asombroso de este polifacético estudio de la cultura,
practicado con tanto exiló en América, consiste en que nos da una imagen perfectamente
clara de la extraordinaria plasticidad humana. Si utilizándola revisamos un par de docenas
de culturas foráneas, llegaremos al sencillo enunciado: «No hay nada que no hubiera». Ése
es, como quien dice, el producto abstracto de esta investigación cultural, si se realiza la
conveniente extensión de la hipótesis instintiva y de la falta de fijación del hombre, como
asimismo de la energía, riqueza, variedad y fantasía de su acción. Cada una de las miles de
culturas primitivas representan un mundo tipico, inconfundible, y no es fácil hacer
afirmaciones sobre constantes innatas que excedan lo más general. La fluidez de la vida
pulsional del hombre, la vivacidad de su fantasía, la variedad de circunstancias externas
frente a las cuales reacciona cada vez, todo esto produce una vegetación tan exuberante
que a cada paso se abren mundos nuevos. Como ejemplo accesible y sencillo, se puede
indicar el libro de H. Schelsky Sociología de la sexualidad, en el que el autor argumenta
antropológicamente, relacionando la variedad de las instituciones, la desconcertante y
contradictoria abundancia de costumbres en este terreno con la falta de fijación del ser
humano, con el carácter desbordante de su vida pulsional. Parece como si uno de los
poderes principales de la cultura humana consistiera en sacarles provecho, bajo el apremio
de la necesidad, a las circunstancias naturales originarias encontradas. La cultura humana
consiste además, esencialmente, en ordenar y estabilizar. Aun a riesgo de pasar por
excéntrico, uno intenta encontrar algo de estabilidad y de orden en el caos al parecer
siempre dispuesto en el corazón del hombre, esforzándose por salvar a través del tiempo
algo de previsibilidad y continuidad. De ello se desprende ostensiblemente un segundo
gran tema del concepto de cultura encuadrado también en la hipótesis de la cual partí.