Didi Huberman Ante El Tiempo Apertura
Didi Huberman Ante El Tiempo Apertura
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[ Apenura
.1'1 Georgcs Didi-Huberman
será reconocida como tal en tanto el elemento histórico que
El debate que está en juego tiene quizás su principio en
la produce no se vea dialectizado por el elemento anacrónico
I esta única pregunta: ¿cuál es la relación erw:e ÚL histOJia y
11 que la atraviesa.
1
tiempo impuesta por la imagen? y ¿qué consecuencia tiene esto
I¡l Es lo que Gilles Deleuze, en el plano filosófico, indicó con
¡Ii,1"
para la historia del arte? No hacemos este planteo convocan-
fuerza cuando introdujo la noción de imagen-tiempo en do-
1I do a filósofos para quienes simplemente el tiempo se opon-
ble referencia al montaje y al movimiento aberrante (que, por
dría a la historia. Ni interrogaremos "al tiempo de la obra"
1, mi parte, yo llamaría el síntoma) (31). Es también lo que
como lo han hecho, cQn mayor o menor agudeza, los feno-
1 algunos historiadores del arte -además de aquellos que se co-
11' menólogo s del arte (26). Tampoco interrogaremos al tiempo
Il,ijl de la imagen como un "tiempo de lectura" semiológico, aun- menten aquí- han querido dar cuenta: por ejemplo, George
1\1 Kubler, cuyas Formas en el tiempo se despliegan sobre el regis-
que se prolongara en el modelo del snnéion -de la rumba- y
I¡ 1\11 tro siempre dialectizado de la O17.entación y de la red sobrede-
allí se presentara, interno a ésta, "el límite de la representa-
terminada, del "transcurso" y de la "resistencia" a los cambios,
\ ción (27)", Ni seguiremos a los historiadores para quienes
'\1 1 de las "series prolongadas" y de las "series detenidas", erran-
11 el tiempo se reduce al de la historia. Reducción típicamente
¡ positivista, bastante habitual, a fin de cuentas, que reduce las
tes, intermitentes o simultáneas (32). Henri Focillon, en el
1,1 último capítulo de su VitÍ!! de las formas, ya había opuesto al
imágenes a simples documentos de la histOria, modo de negar
flujo de la historia el obstáculo del acontecimiento -el acon-
la perversidad de unas y la complejidad de la otra (28). Pero
¡"11I tecimiento entendido como una "brusquedad eficaz" (33).
no es mejor declarar la incompetencia de la historia como tal:
11' cuando se la declara "acabada" o cuando se pretende "acabar" Focillon, en esas hermosas páginas, terminaba por dedicar a
" 1
1'1 las "fisuras" ya los "desacuerdos (34)" el tema del determi-
con ella (29). Los debates actuales sobre el "fin de la histOria"
II/'I i 1
y, -paralelamente- sobre el fin del arte, son burdos y están
mal planteados, porque se fundan en modelos de tiempo in-
nismo histórico.
Así se ve mejor el problema que este "plegado" encubre:
1, 11; hacer la historia del arte fatalmente nos impone hacer jugar
1,
. , consistentes y no dialécticos (30). La noción de anacronismo
será aquí examinada y trabajada, así lo espero, por su vir-
cada uno de los dos términos como una herramienta crítica
¡II!!/' tud dialéctica. En primer lugar, el anacronismo parece surgir aplicable al otro. Así, el pun to de vista de la historia apona
1 II en el pliegue exacto de la relación entre imagen e historia: las una duda saludable acerca de los sistemas de valores que, en
, l' un momento dado, contiene Pero el punto
imágenes, des.de.luega, timen una historia; pero lo que ellas
III!'" de vista del arte -o, almenos, el de la imagen, el del objeto vi-
,1 son, su movimien(O propio, su poder específico, no aparece
I en la historia más que como un síntoma -un malestar, una
sual- aporta, recíprocamente, una duda saludable de los mo-
11\1 1 delos de inteligibilidad que, en un momento dado, contiene
desmentida más o menos violento, una suspensión. Por el
"111 la" palabra "historia". ¿En qué "momento dado" estamos? Sin
1
1 contrario, sobre (Odo quiero decir que la imagen es "atempo-
11 ral". "absoluta", "eterna", que escapa, pOLe.sencia, a la histo- auca en un momento de crisis y de hegemonía mezcladas: al
I 11 ricidad. Al contrario, quiero afirmar que su temporalidad no
mismo tiempo que la historia como disciplina está investida
I!illl¡
1,1 48 49
II 1I
"11
1
Georges Didi-Huberman Apertura
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de un poder cada vez mayor -estimación pericial, predicción, historia del arte podría romar prestado- no existe verdade-
jurisdicción-, la disciplina histórica parece perder su coheren- ramente. Muy bien lo enunció Michel Foucault: "(La) mu-
cia epistemológica. Ahora bien, en el mismo tiempo donde tación epistemológica de la historia aún no ha acabado hoy.
duda de su método y de sus posiciones, la historia extiende Sin embargo, ella no dara de ayer (37)" -modo de aludir
siempre más el campo de sus competencias: el arre y la ima- al eterno retorno y al anacronismo de las cuestiones funda-
gen, en lo sucesivo, están en el menú -yeso es tamo mejor- mentales en historia (38). Estamos en el pliegue exacto de la
del "ogro hisroriador (35)". relación entre tiempo e historia. Cabría pregumar ahora a la·
[ Pero si la historia del arte conriene en su propio rí(Ulo la misma disciplina histórica qué quiere hacer de este pliegue:
I
operación de "regreso crírico" del cual he hablado -regreso ¿ocultar el anacronismo que emerge, y por eso aplastar calla-
I crítico del arte sobre la historia y de la historia sobre el arte, damente el riempo bajo la historia -o bien abrir el pliegue y
:1 regreso crítico de la imagen sobre el tiempo y del tiempo dejar florecer la paradoja?
sobre la imagen-, entonces no es satisfactorio considerar la
'il hisroria del arre como una rama particular de la historia. La
:,
pregunta más adecuada para formular sería ésta: ¿hacer historia Paradoja y parte maldita
¡:
'1
d o
a los tempi siempre imprevisibles de sus manifestaciones -el de nuestros historiadores- niega a Nietzsche un mínimo lu-
¡jO 1I síntoma como juego no cronológico de latencias y de crisis-, gar en su bibliografía metodológica; incluso, reivindica gus-
,) l'
he alH la más simple justificación de una necesaria inserción tosamente el célebre aforismo de Fustel de Coulanges ("Hay
del anacronismo en los modelos de tiempo utilizados por el una filosofía y hay una histOria, pero no hay una filosofía de
historiador. la historia") como el juicio, una vez más de devolución y
66 67
Gcorge.'> Didi-Huberman Apertura
rechazo, de Lucien Febvre: "Filosofar -lo que en labios de las cuarro o cinco décadas siguientes. En 1961, por ejemplo,
It¡il historiador significa... el crimen capital" (89). Roberr Mandrou reivindicaba una "psicología hisrórica" que
I I
¡ .; lil
Las cosas parecen todavía más rerorcidas en el campo de la reconocía sus fundamentos teóricos en Lucien Febvre por
psiquis, omnipresente e imposible de contener como "terriro- una parte y Henri Wal10n y Jean Piaget por otra -noción de
1 rio". En 1938, Lucien Febvre se decía "resignado de entrada" "herramienta mental" en última instancia (96).
1111
al carácter "decepcionanre" de las relaciones entre la hisroria El mismo año, Georges Duby proponía una síntesis me-
1
11 ,1'1 y la psicología (90). ¿Por qué? Precisamente porque la psyché odológiea sobre la "historia de las mentalidades" que reto-
es una fuente constante de anacronismos: "... ni la psicología maba, una a una, todas las "precauciones" ya adelantadas
1. de nuestros psicólogos contemporáneos tiene curso posible en por Lucien Febvre: la psicología, aunque necesaria, expo-
I,,!
'11 I el pasado, ni la psicología de nuestros ancestros tiene aplica- ne al historiador a la "ingenuidad" y al anacronismo, peli-
ción global posible en los hombres de hoy" (91). Para apoyar gro contra el cual la noción, más objetiva, de herramienta
1,\1 1
sus afirmaciones, Lucien Febvre daba el ejemplo de las anti- mental debe prevenirnos. Charles Blondel, Henri Wallon,
guas "arres de morir" cuya "crueldad psicológica -a nuestro Émile Durkheim -su noción de "conciencia colectiva", resig-
juicio al menos- nos transporta, de golpe, singularmente le- nificada como "mentalidad"-, e incluso la psicología social
ltl,'l
I ,
jos de nosotros mismos y de nuesua mentalidad" (92). Como anglosajona, son quienes habrán dado a Georges Duby las
si el hombre de 1938 hubiera terminado con toda "crueldad referencias fundamentales para definir lo que en historia la
;"111 psicológica"... Como si la crueldad no tuviera, en la psiquis y palabra psiquis quiere decir (97). Paralelamente, Jean-Pierre
1"
,l.'
I en la práctica de los hombres, una historia de larga duración,
con sus supervivencias y sus eternos retornos...
Vernant reivindicaba una "psicología histórica" en la cual Ig-
nace Meyerson era elevado a padre fundador (98).
Pero el objeto psíquico no puede, sin caer en la inconse- La excepción notoria que constituye la obra de Michel
; '11
cuencia, ser excluido del campo de la historia. Luden de Certeau (99) no puede atenuar esta impresión global: la
Febvre descubría en 1941 la "historia de la sensibilidad": escuela histórica francesa siguió en todo -yen su mala lógi-
,
"(...) tema nuevo. No sé de ningún libro donde sea tratado" ca también- las lecciones de la escuela psicológica francesa.
1, i (93). Sin embargo, no olvidaba a Huizinga. Pero olvidaba o Adoptó, sin discutir con precisión sus conceptos, una posi-
fingía olvidar a Warburg, Lamprecht, Btirckhardt y toda la ción de rechazo tácito, incluso de resentimiento irracional,
H Kulturgeschichte alemana (94) y repetía, por enésima vez, el respecto de esta nueva "ciencia humana" que era el psicoaná-
l.) peligro que acechaba: anacronismo. Remiúa a Charles Blande!
y a su In.troduction. a la psychologie colLective para expresar el
lisis. Los silencios sobre Freud de Jean-Pierre Vernant, los
cuales sorprenden a Nicole Loraux, fueron antes los de Igna-
!' subjetivismo -otra bestia negra del historiador- donde, por ce Meyerson que, en sus propios trabajos de "psicología de
definición, evoluciona la "vida afectiva" (95). Así planteaba las obras" e incluso de "psicología del sueño", quiso ignorar-y
111l los hiros de una "hisroria de las mentalidades" y de Llna "psi- por tanto negar y rechazar- el psicoanálisis freudiano (lOO).
cología histórica" que, en Francia, se desarrollaron durante En cuamo a Jacques Le Goff, incluyó el psicoanálisis "eorre
ji- 68 69
111\1
')
1,I Gcorges Didi-Hubcrman
Apertura
JI las evoluciones interesantes, pero con resultados aún limita- emerger en sus análisis del signo clásico y de la iconografía del
11 dos" en la llamada "nueva historia" (10 1) Yvio en los psicoa- poder en el siglo XVII (lOS).
nalistas sólo a teóricos dominados por "la tentación de tratar Proposición justa en su sentido -pero con una justifica-
' la memoria como una cosa, (quienes) impulsan la búsqueda
de 10 intemporal y buscan evacuar el pasado" (102). Que el
ción a mitad de camino. Por un lado, toma nota de la posi-
ción crucial de las imágenes, mentales o cosificadas, para la
psicoanálisis sea finalmente reducido a un "vasto movimien- psicología histórica, incluso para la antropología histórica:
to anrihistórico", es algo que, al fin de cuenras, no hace más
1
I que dar una visión de la obra freudiana completamenre ses-
su fecundidad esrá restimoniada por los trabajos actuales de
los discípulos de ]ean-Pierre Vernant o de Jacques Le Goff
gada a rravés de las referencias de Pierre Janet, de fraisse o de (106). Por Otro, ella rechaza tomar nota de que la problemá-
lean Piager (103). tica de la imagen -entiendo la imagen como concepto opera-
Lo que falta a la "psicología hisrórica" es sencillamente una torio y no como simple soporte de iconografía- supone dos
teoría de lo psíquico (104). Lo que empobrece la "historia de inflexiones, incluso dos revisiones básicas que implican críti-
las mentaltdades" es Simplemente el hecho de que sus nocio- cas profundas: no podemos producir una noción coherente
nes operatorias -las "herramientas menrales", en panicular-
1 1 ,1 1 de la imagen sin un pensamiento de la psiquÍJ, que implica
dependen de una psicología superada, positivisra y, en primer el síntoma y el inconsciente, es decir, sin hacer una erz'tica
1,/ ¡"Irl11 término, de una psicología sin el concepto de inconsciente. d-e la representación (10?). Del mismo modo, no podemos
¡ '1 Algunos historiadores parecen haber sentido el impasse al qu prodUcir una noción coherenre de la imagen sin una noción
I I los conducía esta pereza -{) este temor- teórico respecto de lo de tiempo, que implica la diferencia y la repetición (l08), e
!'.¡ll "psíquico", de lo "cultural", en s[nresis, de rodo lo que en la síntoma y el anacronismo, es decir, una crítica de la historia
hisroria resisre a la objetivación positiva. Roger Chartier, enrre como sumisa totalmente al tiempo cronológico. CríticaS que
"
otros, ha puesto en tela de juicio las lagunas de una historia sería necesario llevar a cabo no desde el exterior, sino más
1 ,1,1
social preocupada por "globalidades" o por simples "recorres", bien desde el interior de la práctica histórica.
11 1.1 "definiciones territoriales" incapaces de hacer justicia a la po-
rosidad -la expresión es mía- del campo cultural: ha propues-
¡¡I/,' to una "historia cultural de lo social" en lugar de la "historia Constelación del anacronismo:
social de la cultura" (permutación ya operada hace un siglo
¡ tiIil"} por Aby Warburg, como comprobaremos), Y ha propuesto a
la historia del arte ante nuestro tiempo
ti modo de concepto operatorio -un recurso, dice, para la "crisis ¿Programa ambicioso y -en estos tiempos de positivismo
general de las ciencias sociales"-, la representación: la represen- reinante- paradojal? Quizás. Sin embargo, la intuición que
11
tación ampliamente entendida como "herramienta nocional
III
1" que los contemporáneos utilizan" y como dispositivo más es-
me llevó a escribir este trabajo sigue siendo que este programa
fue ya pensado hace mucho tiempo y, hasta un cierto punto,
I,l tructural también, del ripo de lo que Louis Marin pudo hacer
:· , realizado. Pero no ha sido reconocido, no ha sido lt!Ído como
1
70
: '¡Ji 71
i.1,'! l'iI
:rll Gcorges Didl-Huberman Apertura
,IjI tal. A cuenta de una historia de las imágenes -historia del sus conceptos fundamentales, la supervivencia (Nachleben),
.¡, arte en sentido rradicional, historia de las "representaciones" que procura hacer jusricia a la compleja remporalidad de las
1I1 11
1I en el sentido en que quieren entenderlo algunos hisroriado- imágenes: largas duraciones y "grieras en el riempo", laten-
res-, reromaría la fórmula empleada por Michel Foucaulr a cias y síntomas, memorias enrerradas y memorias surgidas,
propósito de la historia en general: su mutación epistemoló- anacronismos y um brales críricos (110),
:1
gica rodavía hoy no acabó... aunque ella no data de ayer. El segundo es célebre entre los filósofos, pero especial-
1,1,"
"ill Enronces ¿de cuándo dara? ¿De dónde nos llega esta mu-
tación epistemológica a la cual la historia del arte debe vol-
menre ignorado por los hisroriadores y los hisroriadores del
,11. 1 arre. Intenraré, sin embargo, describir cómo fundó una de-
, ij ver con tanta urgencia como el psicoanálisis, en tiempo de terminada hisroria de las imágenes a rravés de su práctica
1
·}i rl Lacan, debió redefinir su propia mutación epistemológica a "epistemo-crírica" del "monraje" (Monrage), que induce un
II¡II' : partir de una relectura, de un "reromo a Freud"? (l09). Ella nuevo estilo de saber -por tanto de nuevos concenidos de sa-
1'1 nos llega de un puñado de historiadores alemanes contempo- ber- en el cuadro de una concepción original y, para decirlo
ráneos de Freud: historiadores no académicos -más o menos claro, perturbadora del riempo hisrórico.
Illl,·, ,1
il
--
Apertura
Georges Didi-Huberman
l' negado -sus huellas abandonadas- por sus mismos herede-
,1 '1
embargo -o por eso mismo- "la más actual (en los pensa-
:'\
ros. En su gran mayoría, los discípulos de Warburg emigraron
mientos) y la más cargada de explosividad utópica" (115).
, l' al mundo universitario anglosajón. Ese mundo se hallaba dis-
Ahora bien, lo que dice en el plano de la teoría política y de
puesto a acogerlos pero no estaba dispuesto, intelectualmente,
la filosofía de la historia vale exactamente, me parece, en el
a recoger todo ese fondo germánico de pensamiento, con sus
1
de la historia del arte. referencias propias, sus giros de estilo y de pensamiento, sus
I¡ Cuando hoy se entra, en Hamburgo, a la casa-biblioteca
palabras intraducibles... Los discípulos de Warburg debieron
de Aby Warburg vacía de todos sus libros -los sesenta mil
cambiar de lengua y por ende de vocabulario. Guardaron las
volúmenes fueron trasladados una noche de 1933 bajo el herramientas filológicas y dejaron de lado las herramientas
riesgo de la amenaza nazi-, uno queda sorprendido por una
críticas: los aforismos de Fiedler, el haptisch de Alois Riegl, el
pequeña pieza llena de dossiers, de viejos papeles: reúnen los
concepto de Einfühlung, las nociones directamente salidas del
destinos de todos los historiadores del arte alemán, en su
psicoanálisis freudiano, de la dialéctica o de la fenomenolo-
mayor parte judíos, que debieron emigrar en los años treinta
gía, todo eso cedió su lugar a un vocabulario deliberadamente
(116). Esto, testimoniado por Archiv zur kunstgeschigtlichen
más pragmático, más, como se dice, positivo y -se ha creído-
Wíssenchaftsemigration es la gran fractura de la cual la historia
más científico. Al renunciar a su lengua, los historiadores del
del arte -tan científica y tan segura de sí misma-, hoy cree
arte de la Europa herida terminaron por renunciar a su pensa-
sin razón haberse recuperado. miento teórico. En este sentido, eso se comprende muy bien
La fractura de la que hablo noS despojó cuanto menos, de
-se comprende, por ejemplo, que después de 1933 Panofsky
nuestros propios momentos fundadores. La "mutación epis-
no haya citado jamás a Heidegger, se comprende incluso que
temológica" de la historia del arte tuvO lugar en Alemania
haya podido expresar un franco rechazo por ese vocabulario
y en Viena en las primeras décadas del siglo: con Warburg
no solamente "envejecido" sino también "contaminado" de
y WülfHin, con Alois Riegl, Julius van Schlosser y algunos
su propio destino (118). En otro sentido, es la misma genera-
otros, hasta Panofsky (117). Momento de una extraordinaria
ción vencida que era vencida una segunda vez.
fecundidad porque los presupuestos generales de la estéti-
En Francia, el problema se planteó, por supuesto, de for-
ca clásica eran puestos a prueba por una filología rigurosa, y
ma diferente, pero los resultados habrían sido los mismos:
porque esta filología a su vez se veía cuestionada sin tregua y
un rechazo de la historia del arte germánico a partir de una
reorientada por una crítica capaz de plantear los problemas
situación explosiva (119) -pero que terminan por rechazar
en términos filosóficos precisos. Se podría resumir la situa-
con ella ese estilo de pensamiento, ese conjunto de exigencias
ción que prevaleció desde entonces diciendo que la Segunda
conceptuales donde la historia del arte se había constituído,
Guerra mundial quebró este movimiento pero que la pos-
aunque sea por una vez, como vanguardia del pensamiento.
guerra enterró su memoria. Releer hoy los textos de esta "constelación anacrónica" no es
Como si el momento fecundo del que hablo, hubiera
fácil. Yo mismo formo parte de una generación cuyos padres
muerto dos veces: primero, destruido por sus enemigos, luego
I
77
76
\
, 1
1
..........
I
Georges Didi-Huberman
:1 querían escuchar todas las músicas del mundo, salvo la de
: 1 :,1
" :' la lengua alemana. Así, mi entrada en estos textos -además
de su dificultad- lleva la marca de una verdadera inquietante
extrañeza de la lengua: sentir un "en sí" en una lengua extran-
jera, acercándosele a tientas, que se la enfatiza un poco, que
da un poco de miedo cuando se piensa en su historia a la vez
11
:
NOTAS
tan prestigiosa y tan trágica.
Relectura sin embargo necesaria. Que corresponde, para
terminar, a un triple deseo, a una triple apuesta: arqueoló- 1) Cf. G. Didi-Huberman, "La dissemblance des figures selon
gica, anacrónica y prospectiva. Arqueológica, para ahondar Fra Angelico", Mélanges de 1'École franfaise de Rome, Moyen Age-
a través de los espesores del olvido que la disciplina no cesó Temps modernes, XCVIII, 1986, nO 2, p. 709-802.
de acumular respecto de sus propios fundamentos. Anacró- 2) Id., FraAngelico - Dissemblance etjiguration, Paris, Flamma-
nica, para remontar, desde el malestar actual, hasta quienes rían, 1990 (rééd.1995, coll."Champs").
la generación de nuestros "padres" no sentía como padres. 3) En la monografía más autorizada de la época en que este
Prospectiva, para reinventar, si fuera posible, un valor de uso trabajo fue emprendido, la Santa Conversación de Fra Angelico no
de los conceptos marcados por la historia -el "origen" según era así interpretada y fotografiada y sólo era medida la mitad de su
Benjamin, la "supervivencia" según Warburg, la "moder- superficie real, como si sencillamente no existiera el registro tan sor-
nidad" según Cad Einstein- pero que pueden revestir hoy prendente de los "muros" multicolores. Cf. ]. Pope-Hennessy, Fra
1:: alguna actualidad en nuestros debates sobre las imágenes y Angelico, Londres, Phaidon, 1952 (2da. ed. revisada, 1974), p. 206.
1,:
sobre el tiempo. La apuesta es que ellos puedan intervenir 4) Cf. E. Panofsky, Essais d'iconologie. lhemes humanistes dam
1 :
,
tanto en un debate sobre el valor de la palabra imago según tart de la Renaissance (1939), trad. C. Herbette y B. Teyssedre,
1
I! Plinio el Viejo, como sobre el valor del now artístico según Paris, Gallimard, 1967, p. 13-45. (Hay traducción al español: Es-
tudios sobre iconología, Alianza Universidad, Madrid, 1972).
Barnett Newman.
5) Cf. C. Ripa, Iconologia overo Descritione dell1magini uni-
(1992, 1999) versali cavate dell'An tichita y da altri luoghi (..) per reppresentare le
virtit, vitti, a.ffetti, e passioni humane (1593), Padoue, Tozzi, 1611
(2da. ed. ilustrada), réed. New York-Londres, Garland, 1976.
6) E. Panofsky, "L'histoire de l'are est une discipline humanis-
te" (1940), trad. B. y M. Teyssedre, L'ceuvre d'art et ses significa-
tions. Essais sur les "arts visuels", Paris, Gallimard, 1969, p. 27-52.
(Hay traducción al español: El significado en las artes visuales, Edi-
1
:' ciones Infinito, Buenos Aires, 1970).
! '
78 79
.....
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7) CE. G. Didi-Huberman, Devant l'image. Question posée aux Memory. A Study ofMemory in Medieval Culture, Cambridge-New
fins d'une histoire de l'art, Paris, Minuit, 1990. York, Cambridge University Press, 1990.
8) M. Baxandall, L 'eEil du Quattrocento. L 'usage de la pein- 19) Cf. B.L. Ullman y P.A. Stadter, lhe Public Library of
ture dans f'Italie de la Renaissance (1972), trad. Y. Delsaut, Paris, Renaissance Fforence. Niccolo Niccoli, Cósimo de' Medici and the
Gallimard, 1985, p. 224-231. El texto de Landino es este: "Pra Library ofSan Marco, Padoue, Antenore, 1972.
Angelico era alegre, devoto, muy acicalado y dotado de gran faci- 20) Es necesario agregar a esta reminiscencia un elemento
lidad" (Fra Giovanni Angelico et vezoso et divoto et ornato mofto con importante de "toma en consideración de la figurabilidad": es la
grandissima facilita). amistad, la proximidad intelectual con Jean Clay (autor, particu-
9) Cf. G. Didi-Huberman, Fra Angelico - Dissemblance etfigu- larmente, de un artículo luminoso titulado "Pollock, Mondrian,
ration, op.cit., p. 25-29 (rééd. 1995, p. 41-49). Seurat: la profondeur plate" (1977), L'Atelier de Jackson Pollock,
10) CE. M. Santoro, "Cristoforo Landino e il volgare", Giornale Paris, Macula, 1982, p. 15-28) bajo la consigna de ... la mancha
storico della letteratura italiana, CXXXI, 1954, p. 501-547. (macula). Esta consigna teórica, comprometida en el debate con-
11) CE. G. Didi-Huberman, Fra Angelico - Dissemblance et temporáneo alrededor de artistas tales como Robert Ryman, Mar-
figuration, op.cit., p. 49-51 (réed. 1995, p. 70-74). tin Barré o Christian Bonnefoi, parecía de pronto tomar cuerpo,
12) lbid., passim, especialmente p. 113-241 (rééd. 1995, p. en Florencia, en la dimensión histórica más desapercibida, la de
209-381) sobre la Anunciación analizada como figura paradojal la Edad Media y el Renacimiento. Señalemos que Jean-Claude
del tiempo. Lebensztejn, quien entregó a la revista Macula importantes con-
13) M. Baxandall, L'eEif du Quattrocento, op. cit., p. 168. tribuciones entre 1976 y 1979, elaboró después otra anamnesia de
14) lbid., p. 227-231. la mancha a partir de las experiencias de Cozens en el siglo XVIII.
15) Cf. G. Didi-Huberman, Fra Angelico - Dissemblance et Cf. J.-e. Lebensztejn, L 'Art de la tache. lntroduction a la "Nouveffe
figuration, p. 17-42 (rééd. 1995, p. 27-56). méthode" d'Alexander Cozens, s.l., Éditions du Limon, 1990.
16) lbid., p. 55-111 (rééd. 1995, p. 74-145). 21) Patrice Loraux incluso mostró, de modo admirable, que "
17) Cf. H. de Lubac, Exégese médievale. Les quatre sens de toda cuestión de pensamiento es una cuestión de tempo. CE. P. I
l'Écriture, París, Aubier, 1959-1964. E. Auerbach, Figura (1938), Loraux, Le Tempo de la pensée, Paris, Le Seuil, 1993.
trad. M.A. Bernier, Paris, Berlin, 1993. (Hay traducción al es- 22) Cf. G. Didi-Huberman, Devant l'image, op.cit., p. 192-
pañol: Figura, Editorial Trotta, Madrid, 1998). G. Didi-Hu- 193, donde la respuesta era buscada en relación con las formula-
berman, "Puissances de la figure. Exégese et visualité dans l'art ciones freudianas.
chrétien", Encycfopaedia Universalis - Symposium, Paris, E. U., 23) Ellas fueron presentadas como tales en una "Journée de
I
1990, p. 596-609. discussion interdisciplinaire", de la EHESS, consagrada, en marzo
111 ",
I
1
18) Cf. P.A. Yates, L'Artde la mémoire (1966), trad. D. Arasse, de 1992, a la cuestión del Tiempo de las disciplinas. Allí partici-
I
Paris, Gallimard, 1975. (Hay traducción al español: El arte de la paron igualmente André Burguiere, Jacques Derrida, Christiane
memoria, Taurus, Madrid, 1974). M.J- Carruthers, lhe Book of Klapisch-Zuber, Hervé Le Bras, Jacques Le Goff y Nicole Loraux.
80 81
1IIIIf'
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Todavía recuerdo cómo Jacques Le Goff, con mucha honesti<lad, 27) Cf. L. Marin, Études sémiologiques. Écritures, peintures,
introducía las comunicaciones de esta jornada de estudios: reco- París, Klincksieck, 1971, p. 85-123. Id. "Déposition du temps
nociendo que si el historiador considera como un lugar COlllún dans la représentation peinte" (1990). De la représentation, Paris,
la multiplicidad de los tiempos, preserva al menos una tende.l1eia Gallimard-Le Seuil, 1994, p. 282-300.
obstinada en querer unificar el tiempo. 28) CE. F. Haskell, L'Historien et les images (1993), trad. A.
24) Cf. especialmente G. Didi-Huberman, Ce que nous voyons, Tachet et L. Évrard, Paris, Gallimard, 1995, especialmente p.
ce qui nous regarde, Paris, Minuit, 1992. (Hay traducción al espa- 409-570. S. Bann "The road to Roscommon", OxfordArtJournal,
ñol: Lo que vemos, lo que nos mira, Ediciones Manantial, Bue.l1os XVII, 1994, nO 1, p. 98-102 (informe del trabajo de Haskell).
Aires, 1997). Id. "La lec¡:on d'anachronie", Art Press nO 185, 1993, 29) H. Belting, L 'Histoire de l'art est-elle jinie? (1983), trad.
'11
p. 23-25. Id. "Regard historique, regard intempestif(entretien aVec J.-F. Poirier et Y. Michaud, Nimes, Jacqueline Chambon, 1989
S. Germer et F. Pecrin)", Bloc-Notes. Art contemporain, n° 3, 1993, (donde, desde el comienzo, el autor toma nota de que la cuestión,
p. 30-35. Id. "The History of Ares is an Anachronistic Discipli.l1e. en esos términos, está mal planteada). S. Bann, !he True Vine on
Critical Reflections", ArtJOrum International, XXXIII, 1995, nO 5, Visual Representation and the Western Tradition, Cambridge-New
p. 64-65 et 103-104. Id. L 'Empreinte, Paris, Éditions du Centre York, Cambridge University Press, 1989, p. 244-263 ("Endings
Pompidou, 1997, p. 16-22. Id. Viscosités et survivances. L' histoire and Beginnings"). D. Preziosi, Rethinking Art History. Meditatio-
de l'art 11 l'epreuve du matériau", Critique, LIV, 1998, n° 611, p. ns on a Coy Science, New Haven-Londres, Yale University Press,
138-162. 1989, p. 156-179 ("The End(s) of Are History"). R. MicheI, "De
25) M. Foucault, "Nietzsche, la généalogie, l'hiscoire" (1971), la non hiscoire de l'are. Plaidoyer pour la tolérance et le pluralisme
Ditsetécrits 1954-1988, JI, 1910-1915, ed. D.Defere et F. Ewalci, dans une discipline hantée par la violence et I' exclusion", David
Paris, Gallimard, 1994, p. 147-148. contre David. Aetes du colloque organisé au musée du Louvre, Paris,
26) Cf. especialmente J. Patocka, L 'artet le temps. Essais (1952- La Documentation franc¡:aise, 1993, 1, p. XIll-LXIl. J. Roberts,
.1968), trad. E.Abrams, Paris, POL, 1990, p. 305-368. É. Souriall, "lntroduction: Art has No History! Reflections on Are History
\' "La insertion temporelle de l'ceuvre d'art", Journal de psychologie and Historical Materialism", Art has No History! !he Making and
normale et pathologique, XLIV, 1951, p. 38-62. M. Dufrenne, Unmaking of Modern Art, dir. J. Roberes, Londres-New York,
Phénoménologíe de l'experience esthétique, I.L 'objet esthétique, Paris, Verso, 1994, p. 1-36.
PUF, 1953 (ed. 1992), p. 346-355. G. Picon, Admirable trem- 30) CE. G. Didi-Huberman, "D'un ressentiment en mal esthé-
blement du temps, Géneve, Skira, 1970. H. Maldiney, Aitres de la. tique", Les Cahiers du Musée national d'Art moderne, nO 43, 1993,
langue et demeures de la pensée, Laussane, I'Áge d'homme, 1975. p. 102-118. Id., L'Empreinte, op. cit., p. 16-22.
B. Lamblin, Peinture et temps, Paris, Klincksieck, 1983. M. Ri- 31) G. De!euze, Cinema 2. L 'image-temps, Paris, Minuit, 1985,
bon, L 'art et lar du temps. Essais sur l'art et le temps, Paris, Kimé, p. 51-54: "(oo.) el propio montaje constituye el todo, y nos da así
1997. E. Escoubas (dir.), Phénoménologie et expérience esthétique, la imagen "de!" tiempo. Es, por lo tanto, el acto principal del
La Versanne, Encre marine, 1998. cine. El tiempo es necesariamente una representación indirecta,
82 83
Georges Didi-Huberman
,., Apertura
porque emana del montaje (...). Una presentación directa del Baschet et].e. Schmitt (diL), L 1mage. Fonetions et usages des images
tiempo no implica la detención del movimiento sino más bien dans I'Occident médiéval, Paris, Le Leopard d'or, 1996.
la promoción del movimiento aberrante. Lo que hace de este 36) H.R. ]auss, "Histoire et histoire de l'art" (1974), trad.
problema un problema cinematográfico tanto como filosófico es e. Maillard, Pour une esthétique de la réception, Paris, Gallimard,
que la imagen-movimiento parece ser en sí misma un movimien- 1978, p. 83.
to fundamentalmente aberrante, anormal. (...) Si el movimiento 37) M. Foucault, L 'archéologie du savoir, Paris, Gallimard,
normal subordina al tiempo, del que nos da una representación 1969, p. 21.
indirecta, el movimiento aberrante da fe de una anterioridad del 38) Lo que hace decir a Paul Veyne, en la misma época, que
tiempo que él nos presenta directamente, desde el fondo de la "Foucault revoluciona la historia" y que ésta, por lo tanto,"carece
desproporción de las escalas, de la disipación de los centros, del de método" fijado. Cf. Paul Veyne, Comment on écrit l'histoire,
falso-raccord de las propias imágenes" (Hay traducción al es- Paris, Le Seuil, 1971 (ed. 1996), p. 146-151 y 383-429.
pañol: La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2, Paidós, Buenos 39) O. Mannoni, "]e sais bien, mais quand meme..." (1963),
Aires, 1987). Más allá de las diferencias de aproximación, de ma- Clefs pour l'imaginaire, ou l'autre scene, Paris, Le Seuil. 1969, p.
teriales interrogados, así como de algunas divergencias de sensi- 9-33.
bilidad filosófica (la relación con el psicoanálisis, el rol atribuido 40) Cf. N. Loraux, "Éloge de l'anachronisme en histoire", Le
a las "recapitulaciones" tipológicas de las imágenes, entre otras Genre humain, nO 27, 1993, p. 23.
cosas), la organización misma de los capítulos del presente libro 41) G. Bataille, "Figure humaine", CEuvres completes, 1, Paris,
testimonia, como se habrá advertido, un homenaje efectuado a la Gallimard, 1970, p. 184.
"
'1'
imagen-tiempo deleuziana. 42) Cf. E.S. Krudy, B.T. Bacon y R. Turner (dir.), Time: A
32) G. Kubler, Formes du temps. Remarques sur l'histoire des Bibliography, Londres-Washington, Information Retrieval, 1976.
choses (1962), trad. Y. Kornel et e. Naggar, Paris, Champ libre, ]. Bender y O.E. Wellbery (diL), Chronotypes. The Construction o/
1973. Time, Stanford, Stanford U niversity Press, 1991. B. Croce, Théorie
33) H. Focillon, Viedesformes, Paris, PUF, 1943 (éd. 1970), et histoire de l'historiographie (1915), trad. A. Oufour, Geneve, Oroz,
p. 99. (Hay traducción al español: La vida de las formas y Elogio de 1968. R. Aron, lntroduction ti la philosophie de l'histoire. Essais sur les
la mano, Xarait ediciones, 1983) limites de l'objectivité historique (1938), éd. revue et annotée par S.
34) lbíd, p. 100: "Esta multiplicidad de factores es lo que se Mesure, Paris, Gallimard, 1986. H.-L. Marrou, De la connaissance
opone al rigor del determinismo y que, al dividirlo en acciones y historique, Paris, Le Seuil, 1954 (éd. 1975). e. Perelman (dir.), Les
reacciones innumerables, provoca por todas partes desacuerdos y Catégories en histoire, Bruxelles, Éditions de l'Institut de sociologie-
fisuras". Université libre de Bruxelles, 1969. Mélanges en l'honneur de Fer-
35) Cf. particularmente J. Le Goff, L 1maginaire médiévaL nand Braudel, 11. Méthodologie de l'histoire et des sciences humaines,
Essais, Paris, Gallimard, 1985. lmage et histoire, Paris, Publisud, Toulo usse , Privat, 1973. G. Lefebvre, Réflexions sur l'histoire, Paris,
1987. Annales E. S. e. LXVIII, 1993, nO 6 ("Mondes de l'art"). J. Maspero, 1978. M. Grinberg y Y. Trabut, Vingt années d'histoire
84 85
Georges Didi-Huberman
.. Apertura
tiempos y los lugares, las circunstancias y los hombres. Han querido
et des sciences humaines. Table analytique des Annales, 1969-1988,
hacer de Francia una nueva Esparta: de allí provino la catástrofe.
Paris, Armand Colin, 1991. G. Mairet, Le Discours et l'histoire.
La interpenetración que en adelante se llamará anacronismo no
Essai sur la représentation historienne du temps, T ours, Mame, 1974.
perdona. Es necesario 'analizar' el presente en el presente y dejar
F. Jameson, The Seeds ofTime, New York, Columbia University
que el pasado sea el pasado" (p. 53).
Press, 1994. F. Ankersmit y H. Kellner (dir.), A New Philosophy of
51) Cf. A. Du T oit, "Legitimate Anachronism as a problem ",
History, Londres, Reaktion Books, 1995. A. Munslow, Deconstruc-
for Intellectual History and for Philosophy", South AfricanJournal .
ting History, Londres-New York, Routledge, 1997.
ofPhilosophy, X, 1991, nO 3, p. 87-95. L.K. Arnovic, "It's a Sign
43) Citado y comentado por O. Dumoulin, "Anachronisme",
of the Times: Uses of Anachronism in Medieval Drama and the
Dictionnaire des sciences historiques, dir. A. Burguiere, Paris, PUF,
Postmodern Novel", Studia neophilologica, LXV, 1993, nO 2, p.
1986, p. 34.
157-168. F. Rigolot, "Interpréter Rabelais ajourd'hui: anachro-
44) L. Febvre, Le Probleme de l'incroyance au XVI siecle. La
nies et Poétique, nO 103, 1995, p. 269-283.
religion de Rabelais, Paris, Alban Michel, 1942 (ed. 1968), p. 12 Y
52) Cf.J. Lichtenstein, "Editorial", Traverses, N.S., nO 2,1992,
15. (Hay traducción al español: El problema de la incredulidad en
p. 5. F. Coblence, "La passion du collectionneur", ibíd, p. 67-68.
el siglo XVI. La religión de Rabeldis, UTEHA, México, 1959).
D. Payot, Anachronies de l'ceuvre d'art, Paris, Galilée, 1990. En
45) O. Dumoulin, "Anachronisme", arto cit., p. 34.
este trabajo, D. Payot construye menos la noción de "anacronía"
46) M. Bloch, Apologiepour l'histoire ou Métier d'historien (1941-
-íntegramente deducida de un único pasaje de Derrida (citado p.
1942), éd. É. Bloch, Paris, Armand Colin,1993, p. 93. (Hay tra-
86, 210 Y 215) que la propuesta de un mesianismo del arte sobre
ducción al español: Introducción a Id historia, FCE, México, 1970).
el fondo de la pérdida del aura (la obra de arte como "precedencia
47) Ibíd., p.
de la promesa" [p. 201-220]). Sobre la noción de "anacronía",
48) O. Dumoulin, "Anachronisme", arto cit., p. 34.
cf. igualmente J. Derrida, Spectres de Marx. L 'État de la dette, le
49) Cf. 0.5. Milo, "Pour une histoire experimental, ou le gai
travail du deuil et la nouvelle International, Paris, Galilée, 1993,
savoir", Alter histoire. Essais d'histoire experimentale, dir. A. Boureau
p. 43-57. (Hay traducción al español: Espectros de Marx. El estado
y 0.5. Milo, Paris, Les Belles Lemes, 1991, p. 9-55 (en particular
de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional, Editorial
p. 39-40). Posición criticada por P. Boutry, "Assurances et errances
Trota, Madrid, 1995).
de la raison historienne", Passés recomposés. Champs et chantiers de
53) J. Ranciere, "Le concept d'anachronisme et la verité de
Id histoire, Paris, Éditions Autrement, 1995, p. 56-68.
l'historien", L 1nactuel, nO 6, 1996, p. 67-68.
50) Cf. Fran<;:ois Hartog, "La Révolution fran<;:aise et la Anti-
54) N. Loraux, "Eloge de l'anachronisme en histoire", arto cit.,
quité. Avenir d'une illusion ou cheminement d'un quiproquo?",
p.23-24.
La Pensée politique, n° 1, 1993, p. 30-61 : "Tal era el porvenir
55) Ibíd., p. 28 Y34.
político del concepto de ilusión, convocado para dar cuenta, muy
56) J. Ranciere, "Le concept d'anachronisme et la verité de
particularmente, de la relación que los jacobinos entablaron con
l'historien", arto cit., p. 53 Y66.
la Antigüedad. Invocando antiguas repúblicas, 'confundieron' los
87
86
..,..
Georges Didi-Huberman Apertura
57) M. Bloch, Apologie pour l'histoire, op. cit., p. 119-155. menester que exista en la naturaleza humana y en las sociedades
58) Ibíd., p. 85-89. humanas un fondo permanente, sin el cual ni aun las palabras
59) Ibíd., p. 90. 'hombre' y 'sociedad' querrían decir nada".
60) Ibíd. p. 81. 65) J. Ranciere, "Le concept d'anachronisme et la verité de
61) Cf. particularmente R. Aron, Introduction a la philosophie l'historien", art. cit., p. 54-58.
de l'histoire, op.cit. M. de Certeau, "L'opération historique", Faire 66) Eso dicho de modo diferente a J. Le Goff, Histoire et mé-
de l'histoire, 1. Nouveaux prob/emes, dir. J. Le Goff y P. Nora, Paris, moire, op. cit., p. 190 Y 194: "Esta dependencia de la historia del
Gallimard, 1974, p. 3. Retomado en L 'Écriture de l'histoire, Paris, pasado en relación con el presente del historiador deb" hacerle
Gallimard, 1975, p. 65-66. (Hay traducción al español: La escritu- tomar algunas precauciones (...) para respetarlo y evitar el anacro-
I I
ra de fa historia, Universidad Iberoamericana, México DF, 1993). nismo. (...) Hay dos historias al menos: la de la memoria colectiva
62) CE particularmente F. Braudel, "Positions de l'histoire" y la de los historiadores. La primera aparece como esencialmente
(1950), Écrits sur l'histoire, Paris, Flammarion, 1969, p. 15. L.-E. mítica, deformada, anacrónica. (...) La historia debe esclarecer la
Halkin, Initiation ala critique historique, Paris, Armand Colin, 1963 memoria y ayudar a rectificar sus errores". El problema capital es
(ed. revisada). A. Schaff, Histoire et verité. Essai sur l'objectivité de la el de la relación de la historia con la psicología y, más aún, con
conaissance historique (1970), trad. A. Kaminska et C. Brendel, Pa- el psicoanálisis. Notamos, ya, que esa relación está en el corazón
ris, Anthropos, 1971, p. 107-150 Y203-217. P. Veyne, Comment de la argumentación de N. Loraux, "Éloge de l'anachronisme en
on écrit l'histoire, op. cit., p. 194-234. M. de Certeau, "L'opération histoire", art. cit., p. 24-27.
historique", art. cit. p. 3. Retomado en L 'Écriture de l'histoire, op. 68) Ibíd., p. 65.
cit., p. 63. J. Le Goff, Histoire et mémoire, Paris, Gallimard, 1988, 69) CE G. Didi-Huberman, Devant /'image, op. cit., p. 65-103.
p. 11,57, 186-193. B. Lepetit, "Le présent de l'histoire", Les For- 70) Cf. P. Veyne, Commenton écritl'histoire, op. cit. p. 50-69.
mes de l'experience. Une autre histoire sociale, dir. B. Lepetit, Paris, P. Ricoeur, Temps et récit, 1. L 'intrigue et le récit historique, Paris,
Albin Michel, 1995, p. 273-297 (en particular p. 295-297). Le Seuil, 1983 (éd. 1991). Hay traducción al español: Tiempo y
63) M. Bloch, Apologie pour l'histoire, op. cit., p. 83: "(...) el .narración 1, Siglo XXI, México DF, 1995). J. Ranciere, Les Noms
objeto de la historia es esencialmente el hombre. Mejor dicho: los de /'histoire. Essai du poétique du savoir, Paris, Le Seuil, 1992.
hombres. Más que el singular, favorable a la abstracción, conviene 71) R. Barthes, "Le discours de l'histoire" (1967), Essais criti-
I
a una ciencia de lo diverso el plural, que es el modo gramatical de ques, IV. Le bruissement de la langue, Paris, Le Seuil, 1984, p. 154-
1,
la relatividad". 157. (Hay traducción al español: El susurro del lenguaje, Paidós,
64) Ibíd., p. 95: "Hemos aprendido que también el hombre Barcelona, 1987).
ha cambiado mucho: en su espíritu y, sin duda, hasta en los más 72) Cf. G. Genette, Figures 111, Paris, Le Seuil, 1972, p. 77-121.
delicados mecanismos de su cuerpo. ¿Cómo había de ser de otro Define los anacronismos narrativos como "formas de discordancia
modo? Su atmósfera mental se ha transformado profundamente, entre el orden de la historia y el del relato" (p. 79), distingue las
y no menos su higiene, su alimentación. Pero, a pesar de todo, es prolepsis (evocaciones por anticipado) de las analepsis (evocaciones
88 89
JII-""I'
Georges Didi-Huberman Apertura
a posteriori) y, en fin, toma sus ejemplos de Homero y Proust para 78) F. Braudel, "Position de 1'histoire", arto cit., p. 20-21. "Ya
evocar un movimiento narrativo capaz de "emanciparse del tiem- no creemos que la historia se explique por talo cual factor domi-
po". Cf. Id., Nouveaux discours du récit, Paris, Le Seuil, 1983, p. nante. No hay historia unilateral. No la dominan exclusivamente
15-22. P. Ricoeur, Temps et récit, JI. La configuration dans le récit ni los conflictos de raza, cuyas rispideces o concordias habrían de-
defiction, Paris, Le Seuil, 1984 (éd. 1991), p. 115-188 (en parti- terminado todo el pasado de los hombres; ni los poderosos ritmos
cular p. 156-158). (Hay traducción al español: Tiempo y narración económicos en tanto factores de progreso o de debacle; ni las cons-
ll, Siglo XXI, México DF, 1995). tantes tensiones sociales; ni ese espiritualismo difuso de un Ranke
73) E. Auerbach, Mimésis. La représentation de la realité dans por el que se subliman el individuo y la vasta historia general; ni
la litterature occidentale (1946), trad. C. Heim, Paris, Gallimard, el reino de la técnica; ni la explosión demográfica; ni la explosión
1968, p. 539. (Hay traducción al español: Mímesis. La representa- vegetal con sus consecuencias de atraso en la vida de las colectivi-
ción de la realidad en la literatura occidental, FCE, México, 1950). dades... El hombre es mucho más complejo".
74) Cf. particularmente G. Didi-Huberman, Invention de 79) B. Koselleck, Le Futur passé. Contribution a la sémantique
l'hysterie. Charcot et I'iconographie photographique de la Salpetriere, des temps historiques (1979), trad. M.-C. Hoock, Paris, Éditions de
Paris, Macula, 1982. Id., Devant l'image, op. cit. p. 195-218. Id., l'EHESS, 1990, p. 11. CE. igualmente p. 119-144 Y307-329.
,'.,
La Ressemblance inftrme, ou le gai savoir visuel selon Georges Bataille, 80) P. Veyne, Commenton écritl'histoire, op.cit., p. 42 (contra
},
Paris, Macula, 1995, p. 165-383. Id., "Dialogue sur le sympt6me ij
"la idea de que todos los acontecimientos de una misma época
(avec Patrice Lacoste)", L 'Inactuel nO 3, 1995, p. 191-226. tienen una misma fisonomía y forman una totalidad expresiva").
75) CE. particularmente F. Furet "De la histoire-récit a Id. L 'Inventaire des différences, Paris, Le Seuil, 1976, p. 44-49. CE.
1'histoire-probleme" (1975), L 'Atelier de I'histoire, Paris, Flamma- igualmente P. Aries, Le Temps de I'histoire (1954), Paris, Le Seuil,
rion, 1982, p. 73-90. 1986, p. 248 ("La historia debe restituir el sentido perdido de las
76) M. Foucault, L'Archéologie du savoir, op. cit., p. 243-247. particularidades"). Sobre la crítica de la periodización, cf. O. Du-
(Hay traducción al español: La arqueología del saber, Siglo XXI, moulin y R. Valéry (dir.) Périodes. La construction du temps histo-
México, 1970). CE. G. Deleuze, Foucault, Paris, Minuit, 1986, p. 55- rique, Paris, Éditions de 1'EHESS-Histoire au présent, 1991. 0.5.
75 ("les strates ou formations historiques: le visible et l'énon yable") Milo, Trahir le temps (histoire), Paris, Les Belles Lettres, 1991.
(Hay traducción al español: Foucault, Paidós, Buenos Aires, 1987). 81) J. Le Goff, Histoire et mémoire, op. cit., p. 218.
77) CE. G. Gurvitch, La multiplicité des temps sociaux, Paris, 82) F. Braudel, "Histoire et sciences sociales. La longue durée"
Centre de documentation universitaire, 1958. A. Grass, Sociolo- (1958). Écrits sur I'histoire, op. cit. p. 54.
gie des ruptures. Les pieges du temps en sciences sociales, Paris, PUF, 83) Cf. M. Vovelle, "L'histoire et la longue durée" (1978), La
'1111I
1979 (donde se trata sobre "tiempos heterogéneos", "inversiones nouvelle histoire, dir. J. Le Goff, Paris, Complexe, 1988, p. 77-108.
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1 "'¡i' de tendencias", "fluctuaciones", "invariancias", "rupturas", etc.). E. Le Roy Ladurie, "Événement et longue durée dans 1'histoire so-
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A. Gell, The Anthropology o/ Time. Cultural Constructions o/ Tem- ciale: l' exemple chouan" (1972), Le territoire de I'historien, Paris,
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Georges Didi-Huberman
Apertura
84) F. Braudel, La Méditerranée et le monde méditerranéen a de tipo psicológico (y) e! privilegiar las nociones y e! vocabulario
l'époque de Philippe JI (1949), Paris, Armand Colin, 1966, p. XIII-
filosóficos" (ibíd., p. 34). En cuanto a la cica de Lucien Febvre,
XIV. (Hay traducción al español: El Mediterráneo en la época de Fe- termina con una última contorsión interdisciplinaria: "Se trata de
lipe II, FCE, México, 1953)]. Le Goff, Histoire et mémoire. op. cit.,
hacer de modo que, permaneciendo uno y ocro en sus posiciones (e!
p. 27-28 Y 231. El simplismo de este recorte -a menudo teducido historiador y e! filósofo) no ignoren al vecino al punto de serIe, sino
al simple binomio lentolrápido- ha sido recientemente captado en hostil, por lo menos extraño". L. Febvre, "Leur histoire et la notre",
particular por B. Lepetit, "De l'échelle en histoire", Jeux dechelles. Combats pour l'histoire, Paris, Armand Colin, 1992, p. 282.
La micro-analyse a l'expérience, dir. ]. Revel, Paris, Gallimard-Le
90) L. Febvre, "Histoire et psychologie" (1938), Combats pour
Seuil, 1996, p. 75: "Entre la pluralidad de tiempos, dos dimen- l'histoire, op. cit., p. 207.
siones han sido generalmente privilegiadas por la historiografía: 91) Ibíd., p. 213.
las tendencias largas y las oscilaciones cíclicas. El acoplamiento de 92) Ibid, p. 214.
estas categorías temporales fundó desde hace largo tiempo el orden 93) Id., "La sensibilicé et l'histoire" (1941), ibíd., p. 221.
de exposición de los resultados de las investigaciones: de un lado la 94) Cf. e! dossier reciente consagrado a esta cuestión por la Re-
estructura (...) y de! otro e! recitativo de la coyuntura". Cf. M. Vo- vue germanique internationale, nO 10, 1998 ("Histoire culturelle").
velle, "L'histoire et la longue durée", arto cit., p. 102: "(...) creo que 95) L. Febvre, "La sensibilité et l'histoire", arto cie., p. 223.
pronto el problema de la dialéctica de! tiempo corto y de! tiempo 96) R. Mandour, Introduction a la France moderne (J 500-
largo quedará superada y sin duda históricamente fechada". 1640). Essai de psychologie historique, Paris, Albin Miche!, 1961
85) E. Le Roy Ladurie, "L'histoire immobile", Annales E.Se, (ed. 1994), p. 11-13 Y91-104.
XXIX, 1974, nO 3, p. 673-692. Cf. F. Dosse, L 'Histoire en miettes. 97) G. Duby, "Histoire des mentalités", L 'Histoire et ses mé-
Des "Annales" ala "nouvelle histoire': Paris, La Découverte, 1987, thodes, dir. C. Samaran, Paris, Gallimard, 1961, p. 937-966. Cf.
p. 105-118 Y 231-235.
igualmente ]. Le Goff, "Les mentalités. Une histoire ambigue",
86) N. Loraux, "Éloge de l'anachronisme en hiscoire", arto cit., Faire de l'histoire JI!. Nouveaux objets, dir.]. Le Goff y P. Nora, Pa-
p.37.
ris, Gallimard, 1974, p. 76-94. (Hay craducción al español: Hacer
87) Ibíd., p. 24-27, donde Nicole Loraux evoca a la vez su la historia I, II Y JII, Edie. Laia, Barce!ona, 1978, 1979, 1980).
admiración por ]ean-Pierre Vernant que escribió en 1962 Les Ori- 98) Cf. ].-P. Vernant, "Histoire ec psychologie", Revue de syn-
gines de la pensée grecque "al uso de! tiempo presente" (p. 25) _y these, LXXXVI, 1965, nO 37-39, p. 85-94. Id., "Pour une psy-
su toma de distancia respecto de una "psicología histórica" de la chologie historique" (1987), Passé et présent. Contributions a une
Grecia antigua incapaz de hablar sobre Nietzsche y Freud de otro psychologie historique, éd. R. Di Donato, Roma, Edizione di Storia
modo que "no sea con e! silencio" (p. 27).
e Letteratura, 1995,1, p. 3-9. Id., "Les fonctions psichologiques et
88) Cf. infra, nota 110.
les reuvres" (1989), ibíd, p. 9-14.
89) J. Le Goff, Histoire et mémoire, op. cit., p. 257. En otra parte, 99) Cf. M. de Certeau, L 'Écriture de l'histoire, op. cit., p. 289-
dice no apreciar en Paul Veyne "la predilección por la explicación 358 ("Écricures freudiennes").
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