Breve Crítica Sobre La Colonización de América

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Andrés Lagos

Historia y crítica sobre la colonización española de América

Dentro de la historia de los seres vivos siempre ha habido un gran esfuerzo por asentarse en
un solo espacio en el cual se pueda habitar cubriendo las necesidades básicas de una
población. Este proceso se lo conoce como colonización, y más precisamente describe la
relación de apropiamiento de un ambiente por parte de cualquier ser vivo. Y aunque natural
en todas las especies, en el ser humano se lo concibe al concepto como un proceso de
establecimiento de un grupo de personas originarias de un territorio en otro (RAE, 2014).
Sucede en todos los aspectos y por tanto se ve afectada la economía, cultura, la política, etc.,
y en ocasiones ha sido desarrollado de forma violenta. Esto ha definido la sobrevivencia de
ciertas poblaciones y ha forjado a la civilización tal como se la conoce hoy en día (Marx, 1867).
Por tanto, el presente ensayo hace un examen crítico de la colonización, empezando por un
breve antecedente histórico para terminar de exponer claramente el desarrollo de la
colonización de América por parte de España, así como sus aspectos positivos y negativos.

Como una breve introducción se puede hablar de cómo ocurrían las colonizaciones antes del
llamado descubrimiento de América. Varios siglos a.C., especialmente las naciones marítimas
como Grecia a menudo establecían colonias para cultivar lo que creían que era tierra
deshabitada. Estas eran aptas para la agricultura y solían estar ocupadas por tribus
migratorias (nómadas) que vivían de la caza y la recolección. Estas tierras se consideraban
simplemente vacantes. Se puede intuir que había conflicto entre los colonizadores y los
nativos. Una vez avanzados en la edad Clásica, los griegos, así como otras civilizaciones
establecieron colonias con la intención de regular y expandir el comercio en todo el
Mediterráneo y Medio Oriente, el mundo que ellos conocían. Esto ocurrió también con la
civilización fenicia, y más tarde con los romanos.

Más adelante en la historia, la caída del Imperio Romano se puede decir que fue en parte
causado por el movimiento a gran escala de personas en Europa del Este y Asia. Los nómadas
de Asia se trasladaron a tierra más rica al oeste, forzando así a los pueblos locales a moverse
más al oeste, hasta que los godos se vieron obligados a emigrar hacia los territorios romanos,
lo que resultó en una guerra continua con Roma. Durante este período, hubo grandes
movimientos de pueblos que establecieron nuevas colonias en toda Europa occidental. Estos
acontecimientos vieron el desarrollo de muchas de las naciones modernas de Europa como
los francos en Francia y Alemania y los anglosajones en Inglaterra.

Es notable también la evolución de la zona nórdica. Los vikingos de Escandinavia también


llevaron a cabo una colonización a gran escala. Estos son mejor conocidos como asaltantes,
ya que salían de sus tierras natales en Dinamarca, el sur de Noruega y el sur de Suecia, para
saquear las costas del norte de Europa. Con el tiempo, los vikingos comenzaron a comerciar
y establecieron colonias. Ellos descubrieron Islandia y establecieron colonias antes de
mudarse a Groenlandia, donde retuvieron brevemente algunas colonias.

Hacia la edad media se da un período de diversas disputas entre los reinos europeos por la
conquista de territorios, pero el principal objetivo era hacerse de una nueva ruta de comercio
con Las Indias. Es así que nace la era del colonialismo. Esto llevará al descubrimiento y
exploración de América. La expansión colonial bajo la corona de Castilla fue iniciada por los
conquistadores españoles y desarrollada por sus administradores y misioneros. Las
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motivaciones para la expansión colonial fueron el comercio y la difusión de la fe católica a


través de las conversiones de los indígenas, nativos del continente.

Los reyes católicos Isabel de Castilla, la reina de Castilla y su esposo el rey Fernando, rey de
Aragón, persiguieron una política de gobierno conjunto de sus reinos y crearon una
monarquía española única. Aunque Castilla y Aragón fueran gobernados conjuntamente por
sus respectivos monarcas, seguían siendo reinos separados. Los monarcas católicos dieron la
aprobación oficial para los planes del marino genovés Cristóbal Colón para un viaje a la India
navegando al oeste. Los fondos para el viaje fueron entregados del reino de Castilla, por lo
que los beneficios de la expedición española fluyeron hacia este. En la extensión de la
soberanía española a sus territorios de ultramar, la autoridad para las expediciones de
descubrimiento, conquista y asentamiento residía en la monarquía (Altman, 2003; Herrera,
2014).

Cristóbal Colón realizó cuatro viajes a las Indias Occidentales cuando los monarcas
concedieron a Colón la gobernación de los nuevos territorios y financió más de sus viajes
transatlánticos. Fundó La Navidad en la isla más tarde llamada La Española (ahora dividida en
Haití y la República Dominicana), en lo que hoy es Haití en su primer viaje. Después de su
destrucción por el pueblo indígena taína, la ciudad de Isabel comenzó a edificarse en 1493,
en su segundo viaje. En 1496 su hermano, Bartolomé, fundó Santo Domingo. Para 1500 hubo
entre 300 y 1000 españoles asentados en el área. El pueblo taíno local continuó resistiéndose,
negándose a sembrar y abandonar sus aldeas ocupadas por españoles. Las primeras
exploraciones continentales fueron seguidas por una fase de expediciones y conquistas
interiores. En 1500 se fundó la ciudad de Nueva Cádiz en la isla de Cubagua, Venezuela, y fue
seguida por la fundación de Alonso de Ojeda de Santa Cruz en la actual península de la Guajira.
Cumaná en Venezuela fue el primer asentamiento permanente fundado por europeos en
América continental, en 1501 por frailes franciscanos, pero debido a los exitosos ataques de
los indígenas, tuvo que refundarse varias veces hasta la fundación de Diego Hernández de
Serpa 1569. Los españoles fundaron San Sebastián de Uraba en 1509, pero lo abandonaron
al año (Tibesar, 1957).

La conquista española de México se entiende generalmente como la conquista española del


Imperio Azteca (1519-1521), que fue la base para posteriores conquistas de otras regiones.
Las conquistas posteriores fueron campañas prolongadas con resultados menos
espectaculares que la conquista de los aztecas. La conquista española de Yucatán, la
conquista española de Guatemala, la guerra del oeste de México y la guerra de Chichimeca
en el norte de México expandieron el control español sobre el territorio y las poblaciones
indígenas. Pero no fue hasta que la conquista española del Perú en que la conquista de los
aztecas se pudo comparar en alcance por la victoria sobre el imperio inca en 1532 (Bethell,
1990).

La conquista española del imperio azteca fue liderada por Hernán Cortés. La victoria sobre los
aztecas fue relativamente rápida, de 1519 a 1521, y fue ayudada por su Tlaxcala y otros
aliados de las ciudades-estado indígenas o altepetl. Estas organizaciones políticas se aliaron
contra el imperio azteca, a lo que pagaron tributo tras la conquista o la amenaza de conquista,
dejando la jerarquía política y la estructura social de los estados-ciudades en su lugar
(Marimar, s.f.).
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La conquista española de Yucatán fue una campaña mucho más larga, de 1551 a 1697, contra
los pueblos mayas en la península de Yucatán en el actual México y el norte de América
Central. Cuando Hernán Cortés desembarcó en la actual Veracruz y fundó allí la ciudad
española el 22 de abril de 1519, se marcó el inicio de los 300 años de hegemonía española en
la región. La toma del control real sobre el Reino de Nueva España por los conquistadores
españoles iniciales duró más de una década, teniendo en cuenta la importancia de la creación
del Virreinato de la Nueva España establecida por Carlos V en 1535 con el nombramiento de
don Antonio de Mendoza como el primer virrey. España colonizó y ejerció el control de Alta
California a través de las misiones españolas en California hasta la ley de secularización
mexicana de 1833 (Bethell, 1990).

En 1532, en la Batalla de Cajamarca, un grupo de españoles bajo el mando de Francisco


Pizarro y los indígenas auxiliares andinos aliados tendieron una emboscada y capturaron al
emperador Atahualpa del Imperio Inca. Fue el primer paso en una larga campaña que tomó
décadas de lucha para dominar el imperio más poderoso de América. En los años siguientes
España extendió su dominio sobre el Imperio de la civilización Inca. Los españoles
aprovecharon una reciente guerra civil entre las facciones de los dos hermanos Emperador
Atahualpa y Huáscar, y la enemistad de las naciones indígenas que los súbditos incas habían
subyugado, como las Huancas, Chachapoyas y Cañaris. En los años siguientes, los
conquistadores y aliados indígenas extendieron el control sobre la Región de los Andes. El
Virreinato del Perú se estableció en 1542. La última fortaleza Inca fue conquistada por los
españoles en 1572 (Kessler Aso., 2008).

Fueron diversos los efectos de la colonización española, tanto para los territorios colonizados
como para el mismo país colonizador. Los propósitos de España para colonizar los territorios
americanos y las otras colonias fueron obtener nuevas tierras, recursos y difundir el
cristianismo. Cuando conquistaron México, por ejemplo, obtuvieron nuevas tierras. España
saqueó muchos recursos de sus colonias, abrió comercio y obtuvo ganancias y difundió el
cristianismo, eliminando la religión pagana de los aztecas, mayas, etc. De esta forma, los
colonizadores generalmente no tienen efectos negativos debido a la colonización ya que el
propósito de colonizar es obtener ganancias, no obtener pérdidas. Sin embargo, si hubo
aspectos negativos en tanto que algunos españoles morían debido a las enfermedades del
nuevo mundo, y posteriormente a las guerras de independencia (Kessler Aso., 2008).

Otro aspecto a evaluar es el intercambio cultural, si se lo puede llamar así. La cultura


altamente desarrollada (tecnología avanzada), el nuevo idioma (el español), la religión (el
cristianismo) y las instituciones de Europa se introdujeron en los territorios colonizados.
España abrió el comercio con otros países e hizo ganancias. Pero este intercambio cultural no
era positivo y nada equilibrado para los nativos. Al principio, los españoles destruyeron la
cultura de los americanos nativos (civilizaciones, edificios patrimoniales). Sacrificaron a
muchos de estos y tomaron muchos recursos, como plata y oro en los lugares a los que ellos
llegaban, eso sí, sin dar nada a cambio. Puntualmente España impuso el sistema de la
encomienda, un sistema legal, pero nada equilibrado, y la esclavitud de los nativos en
consecuencia de esto. España introdujo flora y fauna no nativa y enfermedades a los nativos.
Los indígenas no tenían resistencia a enfermedades como el sarampión, la viruela y la gripe,
y por lo tanto muchos de estos murieron (Solodkow, 2009).
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Además de las diferencias en la importancia relativa de la explotación frente a la opresión, los


territorios con distintos niveles de colonialismo también diferían en el tamaño de sus
poblaciones indígenas. De hecho, debido a que la explotación y la opresión españolas en
todas partes hicieron de la población indígena una subsección sumamente empobrecida de
la sociedad, la diferencia de tamaño de las poblaciones indígenas tuvo efectos obvios y
mayores en los niveles de desarrollo social en la región, casi asegurando que las áreas con
una población indígena escasa fueran las partes más socialmente desarrolladas de
Hispanoamérica (Lange, 2006).

Esto también afectó las orientaciones estatales hacia la provisión de bienes públicos y la
promoción del bienestar humano. Los territorios centrales del imperio español eran
sociedades extremadamente desiguales, con una estricta separación espacial y cultural entre
comunidades indígenas concentradas y empobrecidas en las áreas rurales y comunidades
españolas y mestizas más acomodadas en las áreas urbanas. De hecho, los diversos límites
económicos y socioculturales que separan a los grupos indígenas y no indígenas, fundados en
instituciones coloniales explotadoras, prohibieron la posibilidad de que estos dos grupos
compartan conocimientos especializados entre ellos. Además, la racionalidad económica
reinante y el racismo étnico generalizado aseguraban que las autoridades estatales
postcoloniales se abstuvieran en gran medida de patrocinar inversiones en educación o
administrar servicios sociales en el campo. Esto tiene su efecto incluso en el futuro. Ya en el
siglo XIX, los nuevos estados independientes de Hispanoamérica rechazaron formalmente las
jerarquías etno-raciales del período colonial y aspiraron a integrar a los diferentes grupos
sociales y étnicos en comunidades nacionales imaginadas como liberales e igualitarias (Lange,
2006).

En conclusión, el concepto de colonización es aplicable a todas las especies de los seres vivos.
En el hombre, este proceso tuvo sus orígenes primitivos con el objeto de buscar el sustento
alimenticio de las familias, pero más tarde se desarrolló para la satisfacción de otros ámbitos
como el económico. Aunque el concepto en su esencia se vivió en toda la historia de la
humanidad, es en la edad media cuando el término se acuña a la conquista y ocupación de
pueblos indígenas de tierras extranjeras para la explotación de sus recursos naturales y la
búsqueda de ampliación del territorio de los colonizadores como símbolo de poder sobre
otros reinos o imperios. El descubrimiento de América lleva consigo la colonización de estos
pueblos, especialmente por parte de los españoles. Este proceso tuvo sus lados positivos y
negativos, entendiéndose que la parte negativa de la colonización generalmente estaba
enfocada en los pueblos nativos: hambre, esclavitud, opresión, etc. Sin embargo, permitió
también un desarrollo cultural entre los dos protagonistas, enriqueciendo al mundo y
forjándolo hasta el punto en como lo tenemos hasta estos tiempos.

Bibliografía

Altman, I. Et al. (2003). The Early History of Greater Mexico. México: Pearson.

Bethell, L. (1990). Historia de América Latina. Barcelona: Crítica.


Andrés Lagos

Herrera, E. (2014). La conquista de México. Vida Científica, 2(4). Recuperado desde


https://www.uaeh.edu.mx/

Lange, M. Et al. (2006). Colonialism and Development: A Comparative Analysis of Spanish and
British Colonies. AJS, 111, 5, pp. 1412-1462. Recuperado desde
academia.edu.documents

Kessler Aso. (2008). The Americas. American Colonies. Kessler Associates.

Marimar. (s.f.). América Latina: la formación de los estados nacionales. Sobrehistoria.com.


Recuperado desde https://sobrehistoria.com/

Marx, K. (1867). El Capital. Edición española de 1992, México: Fondo de Cultura Económica.

Real Academia Española RAE. 2014. Diccionario de la Real Academia Española. Madrid.

Solodkow, D. (2009). Etnógrafos coloniales: escritura, alteridad y eropocentrismo en la


conquista de América. Tesis para la obtención de PhD. Vanderbilt University.
Recuperado desde http://etd.library.vanderbilt.edu/

Tibesar, A. (1957). The Franciscan Province of the Holy Cross of Española. The Americas.
Recuperado desde https://www.cambridge.org

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