La Guerra de Los 100 Años y La Fabricación de La Europa Moderna

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La guerra de los 100 años y la fabricación de la

Europa moderna
Por
Félix Casanova

¿Cuánto duró la guerra de los cien años?


Lo primero que aprendemos acerca de la Guerra de los Cien Años es que no
duró cien años. La tradición la fecha desde 1337 hasta 1453, pero es más útil
denominarla así para citar la más larga de las guerras europeas
entre Inglaterra y Francia, incluyendo la conquista normanda de 1066 a
1904. Como Charles de Gaulle comentó en junio de 1962, ‘Nuestro mayor
enemigo no ha sido Alemania, es Inglaterra. Desde la Guerra de los Cien Años
no han dejado de luchar contra nosotros … y siempre están inclinados a
desearnos lo peor… “.
La guerra estuvo centrada en la lucha por el control del ducado
de Gascuña. Estaba bajo gobierno Inglés desde 1152 y se hallaba en el centro del
gran imperio de Anjou. Sin embargo, la construcción de esta vasta “colección” de
territorios creó una situación política imposible. Durante un tiempo el rey de
Inglaterra gobernaba más de Francia que su homólogo francés.

El final de la dinastía de los Capetos en 1328 hizo que las relaciones anglo-
francesas se volvieran aún más frágiles y se creó un nuevo escenario, aún más
incendiario si cabe por el conflicto sobre el trono de Francia. Eduardo III de
Inglaterra reclamó el título a través de su madre, Isabel, hermana del difunto rey,
más una junta de nobles franceses antepuso en su lugar a Felipe, conde de
Valois. Esta disputada sucesión desencadenó la guerra…
Las primeras etapas de la guerra se vieron marcadas por las victorias inglesas
en Crécy(1346) y Poitiers (1356). Sin embargo, las ganancias políticas y
territoriales acumuladas a través de esas victorias fueron completamente
arruinadas en la década de 1370 y 1380, durante un período de agitación interna
durante los reinados de Carlos VI de Francia y Ricardo II de Inglaterra.

Después de la deposición de Ricardo II en 1399 la nueva dinastía


de Lancaster pronto reavivó el conflicto. Enrique V obtuvo una victoria histórica
en Agincourt (1415) y en una posterior campaña reconquistó Normandía, que se
había perdido del control Inglés en 1204. Por desgracia para Enrique, contrajo la
disentería en 1422, dejando el trono a su propio hijo recién nacido, Enrique VI.

Francia se dividía entre los aliados de Borgoña, por un lado, que apoyaban a
Enrique VI, y los partidarios del delfín Carlos (más tarde Carlos VII), que había
sido desheredado por los términos del tratado de Troyes, por el otro. La disputa se
volvió a favor de Carlos tras la intervención de Juana de Arco y el colapso de la
alianza anglo-borgoñesa. Desde mediados de los años 1430 los ingleses fueron
paulatinamente expulsados del norte de Francia y, en 1453, Burdeos, la capital
de Gascuña, cayó en manos de los franceses.

Esto llevó a la Guerra de los Cien Años a su fin, pero en algunos aspectos no era
el final satisfactorio. No hubo tratado de paz; Carlos VII tomó el control de la
Gascuña, pero Enrique no renunció a su derecho al trono francés, una demanda
sostenida por sus sucesores hasta 1802. Incluso entonces, y después de las
batallas de Trafalgar (1805) y Waterloo (1815) , las relaciones entre Inglaterra
y Francia se mantuvieron tensas hasta bien entrado el siglo XX.

El final de la guerra no trajo la paz. En Francia Carlos VII pudo haberse convertido
en Carlos ‘el Victorioso’, pero tuvo que hacer frente a rebeliones dirigidas por su
hijo, Luis, y la creciente amenaza que representaba la Borgoña. El campo francés
había sufrido terriblemente en esas generaciones y le costaría
recuperarse. Afortunadamente, la economía mejoró en la segunda mitad del siglo
XV, lo que llevó a un aumento del comercio.
En Inglaterra, por su parte, las cicatrices de la derrota se percibieron claramente. El
orgullo herido y un sentido amargo de la traición alimentaron las llamas de la guerra
civil.La capitulación tenía que ser explicada, y se debía castigar a los
responsables. La guerra con Francia había unido al país en una misión
nacional. Ahora, al final de esa guerra, muchos de los que habían luchado codo con
codo contra los franceses tomarían las armas contra los suyos en la guerra de las
Dos Rosas.

Uno de los legados de la Guerra de los Cien Años, por lo tanto, fue el
resurgimiento político y económico de Francia y el deterioro de Inglaterra, en la que
sus líderes se enfrentaron entre sí para proteger su poder y orgullo, y para calmar la
vergüenza de la nación.

La construcción del Estado moderno

Otro legado de la guerra fue una enorme militarización de ingleses y


franceses. Durante las décadas de guerra, Inglaterra y Francia fueron moldeadas y
se volvieron mejor organizadas para la guerra. Gobiernos, burocracias y
estructuras financieras se renovaron para afrontar conflictos de gran
escala. En Inglaterra, el ejército se convirtió en semi-profesional. En Francia, el
proceso fue más prolongado, pero la Corona finalmente logró los recursos
suficientes para que se pudiera construir un ejército permanente, clave en aquel
estado francés emergente.
Lanceros franceses
La revolución militar que trajo las reformas gubernamentales también provocó la
disminución en ambos países del feudalismo. Esto alteró radicalmente la
situación política y social de la aristocracia. El establecimiento de un gran ejército
permanente en Francia fortaleció el poder de la corona, lo que le permitió ejercer
una mayor influencia sobre los nobles. La profesionalización abrió las puertas
del servicio militar a muchos que no eran aristócratas; ya no era un acto de
“nobleza obliga”.

Los avances tecnológicos y estratégicos jugaron un papel crucial en este


proceso. La Guerra de los Cien Años había inspirado importantes innovaciones
militares, incluyendo un mayor uso de las armas de infantería y la introducción de
la pólvora. Todo esto tuvo consecuencias administrativas, financieras y sociales
duraderas, y marcó el comienzo de una nueva era militar.

Don Quijote ya se lamentaba en 1605:

“Benditan sean esas edades felices que eran extrañas a la terrible furia de estos
instrumentos diabólicos de artillería cuyo inventor estará ahora en el infierno
recibiendo el premio a su maldita invención, que es la causa de que muy a
menudo un cobarde quite la vida del caballero más valiente… una bala que nadie
sabe cómo viene, ni de dónde, en un momento pone fin a la vida de uno que
merecía haber sobrevivido muchos años…”

El camino hacia la Europa moderna

Los pueblos de Inglaterra y Francia cambiaron profundamente por la experiencia


de la Guerra de los Cien Años. Los contemporáneos no podían saber que con la
caída de Burdeos que una nueva era había comenzado…

La guerra no sólo transformó las fronteras externas y las instituciones nacionales de


cada nación; que acabaron reforzando sus identidades. Lo que comenzó como una
lucha feudal y dinástica entre dos monarcas terminó como un conflicto
nacional. La derrota de Inglaterra la dejó más débil y claramente en inferioridad
con Francia, y esto obligó a la Corona inglesa a construir un nuevo país. Los
gobernantes de Inglaterra se vieron obligados a reclamar un nuevo papel político en
las Islas Británicas, Europa y el resto del mundo. El Imperio de Anjou se había
perdido, de manera irrevocable; la búsqueda de un nuevo imperio comenzaría.
El resurgimiento de las ciudades europeas a partir de los siglos X y XI

Propósitos Generales:

Promover el uso de los equipos portátiles en el proceso


de enseñanza y aprendizaje.
Promover el trabajo en red y colaborativo, la discusión y
el intercambio entre pares, la realización en conjunto de
la propuesta, la autonomía de los alumnos y el rol del
docente como orientador y facilitador del trabajo.
Estimular la búsqueda y selección crítica de información
proveniente de diferentes soportes, la evaluación y
validación, el procesamiento, la jerarquización, la crítica
y la interpretación.

Objetivos específicos de la
secuencia didáctica:
Que los alumnos:
 Conozcan y comprendan cómo se produjo el
resurgimiento urbano durante la Baja Edad Media.
 Elaboren conclusiones propias y comprendan los
ejercicios dados.
 Obtengan información relevante de
fuentes históricas.
 Utilicen algunos procedimientos de análisis que
emplean los historiadores.

Introducción:
A partir del siglo IX, y durante los siglos X y XI, en las
ciudades europeas se registraron importantes cambios.
Las antiguas ciudades romanas, los burgos y las nuevas
ciudades se fueron transformando en centros de
atracción para grupos cada vez más numerosos de
personas que decidían establecerse en ellas de manera
definitiva.
Esta nueva y floreciente población urbana o burguesa
fue consolidándose y adquiriendo un papel cada vez
más importante en la actividad económica de la
sociedad feudal.

Actividad para la clase:


Actividad 1:

1) Observen las imágenes históricas que se presentan a


continuación. Además, cuando tengan acceso a Internet,
vean los siguientes vídeos:
Florencia

Nápoles
Brujas: En el momento de ingresar a la Liga
Hanseática (1252).
El resurgimiento de las ciudades.
A comienzos del siglo XII se inicia un proceso de crecimiento y expansión económica en los reinos
europeos, el que dará origen a importantes transformaciones sociales y políticas.
Este fenómeno se caracterizará porque la estructura feudal es paulatinamente sustituida por un nuevo
orden social basado en el desarrollo de las ciudades, de la vida urbana, y que tendrá como figuras
centrales a los burgueses, es decir, a comerciantes enriquecidos por la apertura de nuevos e
importantes mercados.
La causa principal del desarrollo de las ciudades son las cruzadas, porque gracias a ellas se conectan
los mercados urbanos de Occidente y de Oriente, permitiendo una gran expansión económica. No
obstante, las verdaderas causas son más profundas, y se relacionan a: el crecimiento demográfico, a
la conquista de nuevas zonas cultivables y al desarrollo técnico (en navegación fundamentalmente).
Características de las ciudades:

1) Organización territorial: las nuevas ciudades estaban constituidas por una plaza donde se
celebraba el comercio semanal, a su costado se encontraban la Iglesia, el palacio de Ayuntamiento y
las casas de los principales gremios y de los patricios. Como el área urbana era reducida, las calles
eren estrechas y las casas angostas y de varios pisos.

2) Organización política: la vida urbana era muy distinta de la del campo, por lo cual, las ciudades
tuvieron que darse sus propias leyes y su propia organización. El gobierno de la ciudad estaba a cargo
del Concejo Municipal, cuyos miembros eran elegidos por los guildas y los gremios. El Concejo estaba
presidido por el Alcalde. El gobierno municipal cuidaba de la defensa de la ciudad y de la seguridad
pública, cobraba los impuestos, administraba el dinero, nombraba a los jueces, administraba las
escuelas y los hospitales y fijaba la política económica.

3) Organización social: dentro de las ciudades vivían los comerciantes y los

artesanos.
Con el fin de reglamentar sus actividades comerciales los mercaderes se organizaron en guildas. La
guilda juzgaba los conflictos entre comerciantes, ayudaba a los comerciantes en su vejez y mantenía
casas para los pobres. Por su parte, los artesanos se organizaron en gremios. Para cada actividad
industrial había un gremio: joyeros, armeros, zapateros, panaderos, etc. Para poder ejercer un oficio
había que pertenecer a un gremio. El gremio fijaba los precios y reglamentaba la cantidad y la calidad
de la producción.
Por otro lado, con el desarrollo de la ciudad y de la población urbana apareció un elemento nuevo en
la sociedad europea. El habitante de la ciudad o burgo, el burgués, que a diferencia del noble, estaba
interesado en el comercio, en la industria y en el trabajo, no en la guerra. En fin, en la ciudad no
existía la servidumbre, los vecinos eran hombres libres que se sentían orgullosos de sus derechos, de
su riqueza y de su poder.

Consecuencias del resurgimiento urbano:

- Se conectaron diferentes lugares del mundo a través del comercio.


- Se produjo un importante intercambio cultural entre Occidente y Oriente (árabes y bizantinos).
- Aumentó el poder del Rey: los impuestos que las ciudades pagaban al rey aumentaron la riqueza de
éste, y por lo tanto, también su poder sobre los nobles. Las ciudades se convirtieron en aliadas
importantes de los reyes en su lucha por consolidar el poder central y quebrantar la resistencia de los
señores feudales.
EL RESURGIMIENTO URBANO
Aunque durante el Medioevo nunca se extinguió completamente la vida urbana en Europa, después
de las invasiones germanas, las ciudades más importantes decayeron, situación que se mantuvo
durante el apogeo del feudalismo, hasta los últimos siglos de la Edad Media.

El aumento de la producción agrícola, que se desarrolló entre los siglos XI y XII d.C., gracias a las
nuevas técnicas y herramientas aplicadas a la agricultura (como el arado sobre ruedas, los molinos de
viento y agua y el barbecho), produjo un excedente en la producción, que permitió alimentar una
población más grande y con mayores necesidades. Esto impulsó el resurgimiento de las ciudades y
el desarrollo del comercio, ya desde el siglo XI, pero con más fuerza desde el siglo XIII.
Este resurgimiento urbano comenzó a manifestarse cuando los artesanos y mercaderes se
instalaron en las cercanías de un castillo o una monasterio, o bien cerca de un río o del mar. Atraída
por los productos o las posibilidades de intercambio, la población fue aumentando. Las ciudades
medievales eran aglomeraciones pequeñas que muy pocas veces superaban los 10.000 habitantes.
Generalmente se rodeaban de murallas que servían tanto de protección física como de demarcación
de su protección jurídica. Desde tiempos del Imperio romano, las ciudades conservaron cierta
autonomía, que se manifestaba en la generación de sus propias autoridades así como en su capacidad
para administrarse por sí mismas.

En tiempos del feudalismo, por regla general, las ciudades no estaban sujetas a un señorío directo
sino que dependían de señores lejanos, que no controlaban a sus habitantes de la misma forma que
lo hacían en el campo, con los ciervos de la gleba, por ejemplo. Por eso, en estas ciudades se gozaba
de mayores libertades personales y, en términos jurídicos y para el pago de impuestos, se respondía a
reyes o señores territoriales mayores y lejanos. Las nuevas ciudades estaban en constante
crecimiento demográfico pues se transformaron en polos de atracción para los inmigrantes rurales
que, arriesgándose a perder la protección de un señor, buscaban libertad y oportunidades de trabajo
en el comercio y en la artesanía. La migración cualificada (personas que dominaban un oficio), que
podía significar un aporte para el bien común, siempre fue bienvenida en las ciudades. Ellas también
se convirtieron en centros administrativos, políticos, industriales y en mercados donde se traía la
producción agrícola excedente para intercambiarla por productos manufacturados y materias primas.
Estos primeros centros urbanos se llamaron Burgos, y sus habitantes, y los burgueses, basaban su
poder en el dinero y no en la posesión de tierras, como los nobles. Se dedicaron al comercio,
aumentaron sus capitales y poco a poco fueron adquiriendo el control de la economía de las regiones
que habitaban.
La burguesía, que poseía una mentalidad favorable a los cambios, participo activamente en el
reordenamiento social y económico que vivió Europa desde fines del siglo XI. Con una concepción del
mundo más dinámica, este grupo bizco sus propias áreas de participación creando organizaciones que
la representaran: consejos municipales, gremios, sociedades y ligas. Por otra parte, agilizo el proceso
de descomposición de la sociedad feudal y se convirtió en un importante aliadote los reyes, que
combatían a la nobleza feudal en su lucha por dar forma a las poderosas monarquías nacionales. Esta
alianza entre la burguesía y los reyes contra la nobleza feudal se dio en países como Gran Bretaña,
Francia, España y Portugal, donde los monarcas, más pragmáticos, tendieron a consolidar su poder,
iniciando el proceso de conformación de Estados nacionales. El caso de Alemania, Italia y Flandes fue
distinto, por que en ellos las ciudades, ya en el siglo XII y con el objeto de defender sus libertades
(amenazas por las aspiraciones universales del poder imperial) y enfrentar desafíos comunes, se
unieron en ligas-la Liga Hanseática y la Liga Lombarda-lo que anticipa los esfuerzos que deberá
realizar la burguesía contra el poder real, mas tarde, en las otras naciones europeas.
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DESARROLLO Y EXPANSIÓN DEL COMERCIO


El intercambio comercial entre regiones apartadas se vio favorecido por el mejoramiento de las rutas
terrestres y el aprovechamiento de las vías fluviales. Por ejemplo, a consecuencia de las Cruzadas, se
consolido la ruta entre Oriente y Occidente, a la cabeza de la cual se situaron los mercaderes del
norte italiano, dando origen a ciudades como Venecia y Génova.
Posteriormente, el flujo comercial se extendió al norte europeo, encontrando en Flandes y el mar
Báltico las condiciones necesarias para su desarrollo. Los dos grandes centros del comercio marítimo
eran el Mar Mediterráneo y la región del Mar Báltico y Mar del Norte, en torno a los cuales
prosperaron importantes ciudades. El comercio por tierra se incremento por ferias, centros de
intercambio al por mayor, que se instalaban por los cruces de los caminos importantes. Hasta estos
puntos acudían todos los interesados en comprar o vender productos. El aumento de los bienes
intercambiados entre las regiones europeas fue tan considerable, que el sistema económico se hizo
muy complejo. Para organizar las transacciones de tantos productos, debieron perfeccionarse los
sistemas de pago. Diferentes monedas comenzaron a circular (maravedíes, florines, ducados), el
crédito se hizo cada vez mas común y aparecieron las primera entidades de prestamos de dinero,
conocidas como banca. Con la mayor circulación de las riquezas aumentaron los ladrones y los
asaltos. Para protegerse de ellos, los comerciantes se organizaron en grandes asociaciones: las
llamadas guildas, ligas o hermandades, dependiendo del país de origen. Ellas organizaban las ferias y
controlaban la seguridad de las rutas.
Los artesanos también se reorganizaron también para protegerse de la competencia desleal y el
descontrol de los precios; todos los que trabajaban en un mismo oficio se agrupaban en calles o
barrios y se organizaban en corporaciones o gremios: asociación de reglamentar, entre otros
aspectos, la duración del trabajo, el salario, la calidad de los productos y los precios. Cada vez
dominado perfectamente el oficio, se alcanzaba la categoría de maestro. Solo un maestro podía
instalar un taller. Esta gran expansión economiza influyo en el surgimiento del capitalismo comercial,
que agilizo el intercambio económico y desarrollo las condiciones favorables para el fortalecimiento
de la ascendente burguesía.

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LA ECONOMÍA FEUDAL
La economía feudal se caracteriza por la ruralización de la producción y la subsistencia. Las
ciudades pierden protagonismo en la vida económica y social. Las pocas urbes que hay están
directamente vinculadas al cultivo del campo y al mercado local.
1. La Agricultura
La agricultura y la gran propiedad fueron las bases de la economía feudal. Mientras la población se
mantuvo en cifras bajas no fue necesario ampliar la superficie de cultivo, pero a partir del siglo XII se
hicieron necesarias nuevas roturaciones. Las técnicas de cultivo continuaron siendo las utilizadas en
la época romana, salvo en el mundo islámico, que desarrolló la técnica del regadío, con nuevos
instrumentos, como la noria. Los campesinos tendían a hacerse sus aperos de labranza. Los
musulmanes introdujeron, lentamente, el cultivo del algodón, la caña de azúcar y la seda. Además, no
hubo integración de agricultura y ganadería, por lo que los abonos eran escasos y las cosechas
exiguas. El ganado era poco y caro, sobre todo el de animales grandes. En España, se reguló la
explotación ganadera, ovina principalmente, con la institución de la Mesta, en el año 1273.

En torno a los pueblos se estableció un sistema de explotación de la tierra, muy parecido en todas
partes. En los alrededores inmediatos del pueblo se encontraban las huertas de frutas y hortalizas, las
mejor regadas y abonadas, que se cultivaban de forma intensiva. Luego se situaban las tierras
dedicadas a las leguminosas y los cultivos de regadío, más lejos estaba el cereal de secano, trigo y
escanda, más allá los pastos y baldíos, y por último el bosque, que proporcionaba leña y caza. Las
órdenes religiosas tendieron a favorecer la roturación de tierras. En general las explotaban
directamente, por medio de campesinos jornaleros. Mientras tanto, los señores feudales tendían a
explotar sus tierras de manera indirecta, por medio de: arrendamientos, prestimonios, enfiteusis o foro,
rabassa morta, aparcería, etc. A partir del siglo XIII se comienza a renovar el utillaje, y empieza a
utilizarse la mula, en lugar del buey, como animal de tiro. Los productos básicos fueron los cereales, la
vid y las hortalizas, pero también, el aceite, la miel, la sal y la pesca. La sal y las especias eran
fundamentales para la conservación de los alimentos. Estas eran las principales mercancías de los
mercados.
2. El Artesanado

El artesano es una figura vital en las comunidades medievales; ya que la mayoría de ellas deben
procurarse sus propios aperos de labranza, paños y los útiles cotidianos. Desde el siglo XI los
artesanos comenzaron a agruparse en cofradías de ayuda mutua. Estas cofradías estaban alentadas
por la Iglesia y consagradas a un santo o virgen. Las cofradías comenzaron a reglamentarse por
estatutos, algunos de ellos privilegiados, y acogían artesanos de distintos oficios. Paralelamente se
crearon los gremios, con artesanos del mismo oficio, o de oficios complementarios, que reglamentaron
la producción y el aprendizaje. Los reglamentos de los gremios regulaban desde cómo y con qué se
debían hacer los productos, hasta los precios. Se intentaba evitar el fraude y la competencia
irresponsable. Cada gremio tenía sus maestros, inspectores y cajeros, elegidos cada uno o dos años.
El aprendizaje del oficio también estaba regulado, y había tres categorías: aprendiz, oficial y maestro.
Las condiciones del aprendiz estaban pactadas. El aprendiz lo era durante un periodo concreto, de
tres a ocho años. Una vez superado el período se convertía en oficial y podía ejercer el oficio por su
cuenta o por cuenta ajena. El oficial podía pasar a ser maestro superando un examen, que consistía
en la presentación una obra maestra que acreditase su dominio del oficio. Los gremios más poderosos
tendieron a controlar el gobierno de la ciudad, y a tener un reglamento privilegiado, con sus propias
leyes y sus jueces.
La mayoría de los ingenios que permitían transformar los productos agrarios para su consumo eran
de propiedad señorial. La industria textil fue una de las más prósperas, de una importancia casi tan
grande como la agricultura. Además, implicaba a numerosos oficios, desde el ganadero hasta el
tintado. Destacaron los paños florentinos y flamencos. Los paños eran, generalmente, de lana o piel;
la seda era un artículo de lujo; pero también sobresalieron los paños de lino y cáñamo. En torno a la
industria textil se desarrollaron los tintes, como el glasto, el alumbre, etc.
De importancia vital fue la minería, sobre todo metálica, que proporcionaba hierro para la labranza.
Los productos principales serán: el hierro, el estaño, el cobre, el mercurio o azogue y el plomo. Las
minas solían ser de propiedad real. Fue de destacar la industria de la construcción, que nos dejó
iglesias, catedrales, monasterios, lonjas, casas gremiales, castillos, puentes, murallas, etc. Las
técnicas de construcción tuvieron una evolución impresionante, desde el arte prerrománico hasta el
gótico. Este será un oficio de especialistas, donde la división del trabajo está más asentada. Es en la
Edad Media cuando comienza a desarrollarse la burguesía, y un incipiente capitalismo, que es
plenamente feudal, como el resto de la sociedad. En cuanto se recuperó el comercio apareció el
interés por acumular dinero, incluso con la patente de corso.

Guerra de las Dos Rosas


Guerra de las Dos Rosas

La rosa roja de la Casa de Lancaster.

La rosa blanca de la Casa de York.

Fecha 1455-1485
Lugar Inglaterra, Gales y Calais

Resultado  Victoria inicial de los York, que gobernaron


durante veinte años

 Victoria definitiva de los Lancaster

 Establecimiento de la dinastía Tudor

Beligerantes

Casa de York Casa de Lancaster

Comandantes

Ricardo, duque de York † Enrique VI de Inglaterra

Eduardo IV de Inglaterra Margarita de Anjou

Ricardo III de Inglaterra † Eduardo de


Westminster †

Enrique VII de Inglaterra

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Guerra de las Dos Rosas
1455-1487

La guerra de las Dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó intermitentemente a los miembros
y partidarios de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York entre 1455 y 1487. Ambas
familias pretendían el trono de Inglaterra, por origen común en la Casa de Plantagenet, como
descendientes del rey Eduardo III. El nombre «guerra de las dos Rosas» o «guerra de las
Rosas», en alusión a los emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de
Lancaster, fue producto del Romanticismo.
La guerra se dio principalmente entre los miembros de la aristocracia terrateniente y ejércitos de
los señores feudales. El apoyo a cada uno de los bandos dependió en gran medida de
los matrimonios dinásticos entre la nobleza. El patriarca de la casa de Lancaster, Juan de
Gante tuvo como primer título el de conde de Richmond, el mismo que detentaría Enrique VII al
final de la guerra. El líder de la casa de York fue Edmundo de Langley, que ostentaba el Señorío
de Cambridge. Más tarde, durante los reinados de los Tudor y de los Estuardo, Richmondshire
y Cambridgeshire se transformarían en focos principales de recusantes y puritanos,
respectivamente. Cabe destacar que la pelea entre las facciones se prolongó más allá de la
época de Enrique, ya que los monarcas que le siguieron impulsaron la continuidad de los
enfrentamientos.
La guerra de las Dos Rosas provocó la extinción de los Plantagenet y debilitó enormemente las
filas de la nobleza, además de generar gran descontento social. Este período marcó el declive de
la influencia inglesa en el continente europeo, el debilitamiento de los poderes feudales de
los nobles. En contrapartida, el crecimiento en influencia de los comerciantes y de
la monarquía centralizada bajo los Tudor. Esta guerra señala el fin de la Edad Media inglesa y el
comienzo del Renacimiento.

Índice
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 1Antecedentes
o 1.1Enrique VI
 2Fase inicial (1455-1460)
o 2.1Acta de Acuerdo
o 2.2Contraataque de la Casa de Lancaster
o 2.3Batalla de Townton
 3Reinicio de las hostilidades (1469–1471)
o 3.1Ricardo III
o 3.2Enrique Tudor
 4En la ficción
 5Figuras clave
 6Véase también
 7Referencias
o 7.1Notas
o 7.2Bibliografía
 8Enlaces externos

Antecedentes[editar]
El antagonismo entre ambas casas comenzó con el derrocamiento y asesinato del rey Ricardo II,
en 1399, a manos de su primo Enrique Bolingbroke, duque de Lancaster. Enrique era el cuarto
hijo de Juan de Gante, quien a su vez era el tercer hijo de Eduardo III: sus expectativas de llegar
al trono eran escasas. De acuerdo a la ley de sucesión inglesa y a los precedentes sentados por
la tradición, la corona debía recaer en los descendientes masculinos de Leonel de Amberes,
segundo hijo superviviente de Eduardo III. De hecho, Ricardo II había designado heredero
presunto de la corona al nieto de Leonel, Roger Mortimer. Sin embargo, se toleró la situación
exclusivamente porque el gobierno de Ricardo II había sido extremadamente impopular. Por esta
causa, el Parlamento lo declaró rey de Inglaterra y asumió la corona con el nombre de Enrique
IV.
A la muerte de Bolingbroke, el 20 de marzo de 1413, asumió la corona su hijo Enrique V, cuyos
logros militares contra Franciadurante la Guerra de los cien años le habían granjeado enorme
popularidad, permitiendo afianzar el control de los Lancaster sobre el trono. Durante su corto
reinado, Enrique V debió sofocar una revuelta liderada por el nieto de Eduardo III, Ricardo, conde
de Cambridge. Una vez desarticulado el Complot de Southampton (nombre que designa aquella
revuelta), Ricardo fue ejecutado, el 5 de agosto de 1415, al inicio de la campaña que llevaría a la
victoria en la batalla de Azincourt. No obstante, la esposa de Ricardo, Ana Mortimer, adujo tener
también derechos sobre la corona, ya que era hija de Roger Mortimer y, por tanto, descendiente
de Leonel de Amberes. Enrique V murió en 1422, y Ricardo, duque de York, conde de Cambridge
e hijo de Ana Mortimer, se propuso desafiar al nuevo rey, el débil Enrique VI.
Enrique VI[editar]
Artículo principal: Enrique VI de Inglaterra
Enrique VI.
El rey Enrique VI de Lancaster estaba rodeado de un cúmulo de regentes y consejeros
impopulares. Los más notables de ellos fueron Edmundo de Beaufort, duque de Somerset,
y Guillermo de la Pole, duque de Suffolk, a quienes se acusó de ser incapaces de manejar el
gobierno y de concluir la guerra contra Francia. Durante el gobierno de Enrique VI se perdieron
virtualmente todas las posesiones inglesas en el continente, incluidas las tierras ganadas por
Enrique V. Enrique VI comenzó a ser percibido como un rey débil e inhábil. Para mayores males,
éste sufrió por entonces una serie de episodios embarazosos causados por una enfermedad
mental emergente. Hacia mediados de la década de 1450, muchos consideraban a Enrique
incapaz de gobernar. La legalidad de la corta línea de reyes Lancaster pasó a estar plagada de
dudas, y la Casa de York fortaleció su pretensión sobre la corona. El creciente descontento civil,
sumado a la multiplicación de nobles con ejércitos privados y a la incapacidad y corrupción de la
corte de Enrique VI, formaron el clima político ideal para la guerra civil.
Cuando, en 1453, el rey padeció un primer episodio grave, producto de su enfermedad mental, se
estableció un Consejo de Regencia encabezado por el Lord Protector, el poderoso y
popular Ricardo Plantagenet, duque de York y líder de su Casa. Ricardo empezó de inmediato a
pugnar audazmente por su pretensión al trono, encarcelando a Somerset, y apoyando a sus
aliados Salisbury y Warwick en conflictos menores contra los adherentes a la causa de Enrique,
especialmente los condes de Northumberland. Sin embargo, la recuperación de Enrique,
en 1455, frustró las ambiciones de Ricardo, quien fue despedido rápidamente de la corte por la
esposa del rey, Margarita de Anjou. La incapacidad manifiesta de liderazgo de Enrique se tradujo
en el fortalecimiento de la cada vez más poderosa reina Margarita, quien se convirtió en la
máxima figura de la Casa de Lancaster. Ella conformó una alianza de varios nobles contra
Ricardo, con el fin de reducir su influencia. La creciente frustración de Ricardo y la agresividad de
la reina derivaron finalmente en acciones armadas, dando lugar a la primera batalla de San
Albano.

Fase inicial (1455-1460)[editar]


La Torre del Reloj de San Albano (c. 1500).
Pese a que los enfrentamientos armados habían estallado ya en el período anterior, entre los
adherentes del rey Enrique y los seguidores de Ricardo, duque de York, fue durante los
años 1455 y 1489 cuando se desarrollaron las principales acciones armadas de la guerra de las
Dos Rosas.
El 22 de mayo de 1455, mientras el duque de York dirigía una pequeña fuerza hacia Londres, fue
enfrentado por las tropas leales de Enrique en el poblado de San Albano (St. Albans). Este primer
combate abierto de la guerra, pese a ser de escala reducida, se fundó en la intención de Ricardo
de eliminar de la corte a los malos consejeros del rey. El resultado fue la derrota de las fuerzas
de Lancaster, muriendo en acción varios de sus líderes, entre ellos Somerset. York y sus aliados
reconquistaron sus posiciones de influencia. Por un tiempo, ambos bandos se sintieron
impresionados por haber llegado al campo de batalla, y realizaron sus mejores esfuerzos para
alcanzar la reconciliación. Sin embargo, el rey volvió a sufrir un ataque de demencia,
designándose a York como Lord Protector y a la reina Margarita como encargada del cuidado del
monarca, una posición secundaria y al margen del poder.
Después de la primera batalla de San Albano, el compromiso adquirido por las partes
en 1455 llegó a alcanzar cierto éxito, con York a la cabeza del Consejo hasta la recuperación de
Enrique. Pese a esto, los problemas generados por el conflicto emergieron de nuevo, en especial
el asunto de si correspondía a Ricardo o a Eduardo de Westminster (hijo de Enrique VI y
Margarita) la sucesión de la corona. La primera alternativa era inaceptable para Margarita, quien
rechazó cualquier solución que significara el desheredamiento de su hijo, dejando en claro que
toleraría esa situación tanto como durara la supremacía militar del duque de York. Enrique se
recuperó en el interior del país en 1456, pero la reina no le permitió regresar a Londres. Por lo
menos en el interior del reino contaban con alta popularidad, no así en la capital, donde los
mercaderes estaban descontentos por la caída en los mercados y el amplio desorden. Por estas
razones, la corte del rey se estableció en la ciudad de Coventry, donde el nuevo duque de
Somerset, Enrique Beaufort, ascendía en popularidad llenando los zapatos vacíos de su padre.
La reina consiguió convencer a su esposo de la importancia de desconocer los nombramientos y
arreglos hechos por York, y le ordenó regresar a su posición en Irlanda. Los disturbios
aumentaron y se sucedieron en la capital y por toda la costa sur, pero el rey se mantuvo en sus
cuarteles reforzando sus posiciones. La reina estableció la conscripción obligatoria por primera
vez en Inglaterra, realizando levas para sus ejércitos. Mientras tanto, la popularidad de Ricardo
Neville, conde de Warwick y aliado de York crecía sin pausa, emergiendo como el campeón de
las clases mercantiles.

El Castillo de Ludlow.
Ante tal situación, York decidió regresar a Inglaterra, retomándose las hostilidades el 23 de
septiembre de 1459 en la batalla de Blore Heath en Staffordshire. Esta acción significó el fracaso
del gran ejército de Lancaster en evitar que la fuerza de los York dirigida por lord Salisbury,
proveniente del castillo de Middleham en Yorkshire, se reuniera con las tropas acuarteladas en
el castillo de Ludlow. Sin embargo, la guerra continuó con un triunfo de los Lancaster en la batalla
del Puente de Ludford, que forzó la huida hacia Calais de Eduardo, el hijo mayor de York (y
posterior rey Eduardo IV de Inglaterra), Salisbury y Warwick. Los Lancaster recuperaron el control
total, nombrando a Somerset gobernador de Calais. Sus intentos de derrotar a Warwick fueron
fácilmente truncados. Entre 1459 y 1460, los seguidores de York acosaron, desde Calais,
distintos puntos de la costa inglesa, acrecentando la sensación de caos y desorden.
Para 1460, Warwick y sus seguidores estaban listos para iniciar la invasión de la isla,
estableciéndose en Kent y en Londres, donde encontraron mucho apoyo. Enrique dirigió un
ejército hacia el sur, mientras Margarita se quedó en el norte con el Príncipe Eduardo. El 10 de
julio de 1460, las fuerzas se encontraron en la batalla de Northampton, que probó ser un
completo desastre para los Lancaster. El ejército de York, dirigido por Ricardo Neville, ayudado
por la traición entre los dirigentes Lancaster, logró capturar al rey Enrique VI,
llevándolo prisionero a Londres.
Acta de Acuerdo[editar]
Artículo principal: Acta de Acuerdo

Después de sus logros militares, York, basándose en la ilegitimidad de la línea sucesora de los
Lancaster, se decidió a reclamar el trono. Desembarcó en el norte de Gales, desde donde se
dirigió junto con su esposa Cecilia a Londres, donde ambos fueron recibidos con el ceremonial
reservado a los monarcas. El Parlamento estaba reunido y Ricardo esperaba que se le
concediera directamente la corona, tal como habían hecho en 1399 con Enrique IV. En vez de
ello encontró un silencio sepulcral. Al anunciar su pretensión a la corona, los lores, incluidos
Warwick y Salisbury, estaban asombrados con sus intenciones. No había ánimo entre ellos para
destronar al rey Enrique, sino que se limitaron a sus esfuerzos originales, expulsando a los malos
consejeros.
Al día siguiente, York apoyó su reclamación con detallados esquemas genealógicos, basado en
su descendencia de Leonel de Amberes, siendo comprendido de mejor manera. El Parlamento
accedió a considerar la materia, y finalmente decidió que la reclamación de Ricardo era mejor, al
mismo tiempo que, por una mayoría de cinco, decidía mantener en el trono a Enrique. En octubre
se llegó a un compromiso que se conoció como el Acta de Acuerdo de 1460, que por un lado
reconocía el derecho de los York y por otro lo declaraba sucesor de Enrique, desheredando al
príncipe Eduardo de seis años. York tuvo que aceptar este acuerdo como la mejor oferta que
tenía para elegir, teniendo presente que al mismo tiempo era designado nuevamente Lord
Protector, lo que le permitía gobernar en nombre de Eduardo. En cualquier caso, el acuerdo era
inaceptable para los Lancaster, que se reunieron bajo la égida de la reina Margarita y el Príncipe
Eduardo, formando un gran ejército en el norte del reino.
Contraataque de la Casa de Lancaster[editar]

Las ruinas del castillo de Sandal.


El duque de York dejó Londres bajo el mando de lord Salisbury a finales de aquel año, con el fin
de consolidar sus posiciones en el norte contra el ejército de la reina Margarita, que se
encontraba estacionado en los alrededores de la ciudad de York. Ricardo estableció posiciones
defensivas alrededor del Castillo de Sandal, cerca de Wakefield, para la navidad de 1460. Pese a
que el ejército de Lancaster superaba en dos a uno al de Ricardo, el duque de York ordenó a sus
fuerzas entrar en batalla el 30 de diciembre en la batalla de Wakefield. El ejército de York fue
completamente devastado por las fuerzas de la reina en la más desastrosa de las batallas para la
causa de la rosa blanca. Ricardo, duque de York y Lord Protector del Reino, fue muerto en
batalla, mientras que Salisbury y Edmundo, el hijo de 17 años de York, eran tomados prisioneros
y decapitados. Sus cabezas fueron empaladas en la puerta de la ciudad de York.

Margarita de Anjou en un retrato de fantasía.


El Acta de Acuerdo y el desastre de la batalla de Wakefield dejaron a Eduardo, hijo mayor
de Ricardo de 18 años, como duque de York y heredero del trono de Inglaterra. Por otro lado, la
muerte de Salisbury dejaba a Warwick, su heredero, como el más grande terrateniente de las
islas británicas. La reina Margarita viajó por todo el norte de Inglaterra, con el fin de negociar el
apoyo de los escoceses. María de Güeldres, esposa de Jacobo II de Escocia, aceptó proveer a
Margarita de un ejército, con la condición que Inglaterra le cediera la ciudad de Berwick y que su
hija se casara con el príncipe Eduardo. La reina aceptó, teniendo presente que no contaba con
fondos para pagar tamaña empresa. El acuerdo al que llegó permitía a los ejércitos pagarse con
el saqueo de los pueblos del reino que se encontraran al sur del río Trent. Dirigió sus tropas hacia
Hull, reclutando más hombres de pasada.

Parhelio al atardecer.
Mientras esto sucedía en el norte, Eduardo se enfrentaba con el ejército de Jasper Tudor, conde
de Pembroke que llegaba de Gales en la batalla del Cruce de Mortimer en Herefordshire. Inspiró
a sus soldados con una supuesta visión de tres soles al atardecer (fenómeno conocido como
“parhelio”) que representaban a los tres supervivientes de la Casa de York: él y sus hermanos
Jorge y Ricardo. La victoria y esta visión provocaron la adopción del sol en su esplendor como
emblema personal.
En esos momentos, la reina Margarita se trasladó hacia el sur de Inglaterra, causando grandes
estragos en aquella rica región por medio del pillaje hecho por sus tropas. Mientras tanto, en
Londres Warwick utilizaba estos hechos como propaganda para reforzar su posición en el sur,
logrando que ciudades como Coventry se cambiaran de bando, uniéndose a los York. Pese a
esto no logró levantar una gran fuerza, lo que le valió ser sorprendido el 17 de febrero de 1461 en
los alrededores de San Albano. Sin el apoyo del ejército de Eduardo, la segunda batalla de San
Albano significó la más decisiva derrota para las fuerzas de York. Sorprendidos y derrotados,
dejaron abandonado al rey Enrique VI, que fue hallado debajo de un árbol. Enrique armó
caballeros a treinta miembros de las fuerzas de Lancaster al atardecer. Producto de la gran
victoria, y mientras las tropas del rey Enrique se dirigían al sur, un gran pánico y temor se
apoderó de Londres, al llegar rumores de la intención de saquear la ciudad. El pueblo decidió
cerrar las puertas de la ciudad y se negó a entregar provisiones al ejército de la reina, que ya se
encontraba saqueando los condados vecinos de Hertfordshire y Middlesex.
Batalla de Townton[editar]

Eduardo IV.
Eduardo había avanzado por el oeste hasta los alrededores de Londres, donde reunió sus
fuerzas con las de Warwick. Al coincidir con la retirada de la reina Margarita al norte, hacia la
ciudad de Dunstable, Eduardo y Warwick pudieron entrar a Londres con su ejército, donde fueron
aclamados y recibidos con entusiasmo, dinero y provisiones por parte de la más grande
ciudad yorkista. Con su padre y hermano muertos en batalla, la guerra se había convertido a
esas alturas en una pelea por la mismísima corona, ya que Eduardo de York no podía
argumentar que quería separar al rey de sus malos consejeros. La necesidad de autoridad por
Eduardo se vio resuelta cuando el obispo de Londres le preguntó su parecer al pueblo, que
respondió con gritos y hurras al rey Eduardo. El Parlamentó no hizo sino confirmar la opinión
popular, logrando coronarlo en una precipitada ceremonia en la Abadía de Westminster entre
escenas de júbilo.
Así Warwick y York habían capturado la ciudad de Londres, pese a que Eduardo hizo votos de no
tener una coronación formal mientras Enrique y Margarita no hubieran
sido ejecutados o exiliados. También anunció que Enrique había violado el Acta de Acuerdo al
permitir que su esposa levantara ejércitos contra los herederos al trono. Por tanto, el argumento
legal pasó a ser que la victoria de Eduardo no era más que su restauración en sus legítimos
derechos, de manera que Enrique y los Lancaster no habían sino usurpado sus poderes.
Una vez consolidada la situación en la capital, York y Warwick se dirigieron al norte, levantando
un gran ejército. Sus fuerzas se toparon con el también gran ejército de la reina en el pueblo de
Towton. La batalla de Towton se convirtió en la más grande y sangrienta de la guerra de las Dos
Rosas. Ambas partes habían acordado de antemano que todos los problemas se decidirían
finalmente ese día, peleando sin pedir ni dar cuartel. Se estima que entre 40 000 y 80 000
hombres tomaron parte en el enfrentamiento, con una cifra cercana a los 20 000 muertos durante
(y después) del combate: un número extremadamente alto para la época, considerado el máximo
derramamiento de sangre en un solo día en el Reino Unido. El nuevo rey y su ejército ganaron
esta batalla decisiva. Mientras los Lancaster eran diezmados, con la mayoría de sus líderes
muertos, Enrique y Margarita, en compañía de su hijo Eduardo, esperaban en York las noticias
de la batalla. Apenas se enteraron del macabro resultado, decidieron huir al norte. Muchos de los
lores que apoyaban la causa de Lancaster cambiaron de bando ese día, apoyando al rey
Eduardo. Los que no lo hicieron fueron perseguidos hacia el norte, donde se refugiaron en unos
pocos castillos, al igual que en el país de Gales. Eduardo se dirigió hacia la ciudad de York con el
fin de conquistarla, enfrentándose a las cabezas cortadas de su padre, su hermano y Salisbury.
Estas fueron rápidamente remplazadas por las de destacados líderes de la Casa de Lancaster,
entre los que se contaba al famoso lord Clifford de Skimpton-Craven, quien ordenó la ejecución
del hermano de Eduardo, Edmundo, después de la batalla de Wakefield.

Castillo de Harlech.
Enrique y Margarita se refugiaron en Escocia, donde se quedaron en la corte del rey Jacobo III.
Con la promesa renovada de la entrega de Berwick, intentaron cumplir su juramento de invadir
nuevamente Carlisle ese mismo año. Sin financiamiento y con escaso apoyo, fueron fácilmente
derrotados por las tropas de Eduardo, quien aprovechó la incursión para expulsar a los últimos
miembros de la Casa de Lancaster que se refugiaban en el norte.
La coronación oficial de Eduardo IV tuvo lugar en junio de 1461 en Londres, donde recibió el
clamoroso saludo de sus súbditos como monarca de Inglaterra. Eduardo pudo gobernar en
relativa paz por más de diez años.
Pese a su segura posición en el sur, Eduardo no logró consolidar el control de todo el territorio
hasta 1464; más allá de las rebeliones estacionales, algunos castillos permanecieron en poder de
los Lancaster por varios años. Las localidades de Dunstanburgh, Alnwick(asiento de la familia
Percy) y Bamburgh -todas en Northumberland- fueron de las últimas en ser sometidas. La gran
fortaleza del Castillo de Harlech en Gales se rindió en 1468, después de siete largos años de
sitio. El depuesto rey Enrique fue capturado en 1465 y conducido como prisionero en la Torre de
Londres donde, para la época, fue razonablemente bien tratado.
En 1464 se produjeron dos revueltas por la causa de Lancaster. La primera fue reprimida en
la batalla de Hedgeley Moor el 25 de abril, y la segunda en la batalla de Hexham el 15 de mayo.
Ambas fueron reducidas por John Neville, marqués de Montagu, hermano de Warwick.

Reinicio de las hostilidades (1469–1471)[editar]

Castillo de Middleham.
El período que comprenden los años 1467 y 1470 estuvo marcado por el rápido deterioro de la
relación entre el rey Eduardo IV y su antiguo mentor, Ricardo Neville, conde de Warwick el
hacedor de reyes. Aunque fueron varios los motivos que llevaron al quiebre, la primera y principal
razón fue la decisión de Eduardo de casarse en secreto con Isabel Woodville en 1464. El rey
anunció este hecho como un fait accompli, destrozando los planes de Warwick de casarlo con
una princesa francesa, con el fin de mejorar las relaciones con esa nación. Este desaguisado se
convirtió en frustración, una vez que los Woodville remplazaron a los Neville como favoritos de la
corte. De la misma forma, la decisión de apoyarse en Borgoña en vez de Francia, y la reticencia
en aprobar el matrimonio de sus hermanos Jorge, duque de Clarence, y Ricardo, duque de
Gloucester, con las hijas de Warwick contribuyeron al distanciamiento. Fuera de lo anterior, la
popularidad de Eduardo se encontraba en franco retroceso, ya que los aumentos en los
impuestos y los desórdenes y violaciones a la ley continuaban siendo el pan de cada día.

Luis XI de Francia.
Para 1469 Warwick había establecido una alianza con el celoso y traicionero hermano del rey,
Jorge. Ambos levantaron un ejército que derrotó a las fuerzas del rey en la batalla de Edgecote
Moor, logrando capturar a Eduardo, encerrándolo en el castillo de Middleham en Yorkshire.
Warwick jugó sus cartas rápidamente, ordenando la ejecución del suegro del rey, Ricardo
Woodville. Forzó a Eduardo a convocar un parlamento en York, en el que planeaba lograr la
declaración de ilegitimidad de Eduardo, de manera que la corona pasara a su hermano Jorge
como heredero aparente. Sin embargo el reino era un caos, lo que permitió al rey demandar la
lealtad de su hermano Ricardo y de la mayoría de los nobles, de manera que el duque de
Gloucester llegó a la cabeza de un gran ejército, logrando liberar a Eduardo IV.
Los conjurados fueron declarados traidores y forzados a exiliarse en Francia,
donde Jorge contrajo matrimonio en secreto con una de las hijas de Warwick, Isabel Neville, en
1469. Entonces, Warwick y Clarence provocaron la rebelión del noble Robin de Redesdale en
Yorkshire en contra del rey Eduardo, forzando a éste a acudir a sofocarla, situación que fue
aprovechada por Warwick y Clarence para invadir por el sur Inglaterra. El rey fue hecho
prisionero y su suegro (el padre de la reina consorte Isabel Woodville, Ricardo Woodville,
convertido hacía tiempo en tesorero real) y el hijo de éste, Juan Woodville, fueron ejecutados.
Warwick, entonces, liberó al rey Eduardo creyendo volver a tener influencia sobre él, pero éste
aprovechó una rebelión en Lincolnshire para levantarse en armas, acusando a Warwick de
complicidad con dicha rebelión. Warwick huyó con Clarence de nuevo a Francia.
En 1470, Luis XI se encontraba bajo una gran presión por parte de la exiliada reina Margarita de
Anjou, para que lo ayudara a invadir Inglaterra y reconquistar y liberar a su cautivo esposo. Fue el
rey Luis quien sugirió la posibilidad de una alianza entre Warwick y Margarita, una idea que a
ninguno de los antiguos enemigos le gustaba. Pese a sus reticencias, ambos llegaron a darse
cuenta del potencial de tal alianza, pese a los fines que perseguían cada uno. Margarita quería
reclamar su reino y asegurar la sucesión de su hijo, mientras que Warwick esperaba poder
mantener como un títere al rey, fuera Enrique, su hijo o Jorge de Clarence. En cualquier caso se
comprometieron por medio de una alianza matrimonial entre el príncipe de Gales Eduardo de
Westminster y la hija de Warwick, Ana Neville. Con el pacto en vigor, Ricardo Neville (1428-
1471), conde de Warwick, invadió Inglaterra en el otoño de 1470 con la ayuda de Jorge de
Clarence.

Batalla de Tewkesbury, librada el 4 de mayo de 1471.


Esta invasión significó la derrota de Eduardo, que fue depuesto como rey y exiliado. Retornó la
corona al hasta ese momento preso en la Torre de Londres, Enrique VI, como marioneta de
Warwick, persona que realmente dirigía el poder en Inglaterra. Sin embargo, la restauración de
los Lancaster en el trono no gustó a Jorge de Clarence (puesto que él era York), por lo que
intentó aliarse con su hermano depuesto, Eduardo IV, consiguiéndolo en marzo de 1471, cuando
Eduardo desembarcó con sus tropas en Ravenspur. Estas tropas provenían del ejército levantado
por Eduardo con la ayuda de Carlos el Temerario, duque de Borgoña, al ser obligado éste a
hacerlo por el rey de Francia (traicionando a Warwick, pues Warwick quería invadir Borgoña junto
con el rey francés). La alianza entre Eduardo y Jorge de Clarence derrotó a las tropas de
Warwick en la batalla de Barnet y destruyó a todas las fuerzas de Lancaster en la batalla de
Tewkesbury, dando muerte a Eduardo de Westminster, hijo de Enrique VI y heredero presunto de
la corona. El mismo Enrique fue asesinado el 14 de mayo, con el fin de reforzar el bando de York
en el trono.
Ricardo III[editar]
Artículo principal: Ricardo III de Inglaterra
Ricardo III.
La restauración de Eduardo IV en el trono en 1471 ha sido considerada por
algunos historiadores como el final de la Guerra de las Dos Rosas. La paz había sido restaurada
por Eduardo, quien murió repentinamente en 1483. Esto marcó el inicio de un nuevo ciclo de
desórdenes dinásticos. Bajo el reinado de Eduardo, las facciones se habían dividido entre los
parientes de la reina, la familia Woodville (en particular Antonio Woodville y Thomas
Grey, marqués de Dorset), y quienes consideraban a esta familia como unos recién llegados,
hambrientos de poder. El heredero al trono, Eduardo V, tenía entonces sólo doce años, y había
sido criado y educado bajo el cuidado de Anthony Woodville. Esto significaba que estaban bajo
una influencia insoportable para el partido anti-Woodville, quienes forzaron la designación
de Ricardo, duque de Gloucester y hermano de Eduardo IV como Lord Protector,
convirtiéndose de facto en el líder de esta facción.

Los «Príncipes de la Torre».


Con la ayuda de William Hastings y de Henry Stafford, Gloucester capturó al joven rey de manos
de los Woodville en Stony Stratford en Buckinghamshire. Lo encerró en la Torre de Londres bajo
su cuidado, donde se le reunió su hermano Ricardo, duque de York, de sólo nueve años.
Mientras tanto, un clérigo alegó que el matrimonio entre Isabel Woodville y Eduardo había sido
ilegal, ilegitimando a los dos niños de paso. El Parlamento accedió a emitir el Titulus Regius con
el que Gloucester se convirtió en el rey Ricardo III de Inglaterra. Los dos niños encarcelados,
conocidos como los Príncipes de la Torre desaparecieron y fueron posiblemente asesinados,
aunque se discute por mano u orden de quién hasta el día de hoy, convirtiéndose en uno de los
hechos históricos más controvertidos de Inglaterra. Nunca hubo ningún juicio ni encuesta legal
acerca de la desaparición y muerte de los dos muchachos.
Dado que Ricardo III era el mejor general del bando de York, muchos lo aceptaron ante la
perspectiva de tener que manejar a dos niños por intermedio de un Consejo de Regencia. Los
Lancaster por su lado, concentraron sus expectativas en Enrique Tudor, cuyo padre, Edmundo
Tudor, conde de Richmond, era hermano ilegítimo de Enrique VI. Sin embargo, la pretensión de
Enrique al trono era por medio de su madre, Margarita Beaufort, una descendiente de Eduardo III
por vía de John Beaufort, que era hijo de Juan de Gante, I duque de Lancaster, quien a su vez
era hijo de Eduardo III de Inglaterra.
Enrique Tudor[editar]
Artículo principal: Enrique VII de Inglaterra

Enrique VII.
En la batalla de Bosworth, el 22 de agosto de 1485, las fuerzas de Enrique Tudor derrotaron a los
ejércitos de Ricardo III, que murió durante la batalla, convirtiéndose así en el rey Enrique VII de
Inglaterra. El novel rey fortaleció su posición casándose con la hija de Eduardo IV, Isabel de York,
la mejor reclamante al trono de la Casa de York. Así reunió en su persona a las dos casas reales
que con gran violencia habían combatido por el poder. Juntó la rosa roja de Lancaster con la rosa
blanca de York, creando un nuevo emblema, la Rosa Tudor. Para confirmar su preeminencia,
Enrique ordenó matar a cualquier otro potencial pretendiente que cayera en sus manos, política
que continuó su hijo Enrique VIII.
Muchos historiadores consideran el acceso al trono de Enrique VII como el efectivo punto final del
conflicto. Otros arguyen que la guerra como tal terminó finalmente en la batalla de Storke el 16 de
junio de 1487, cuando fuera de toda lógica se alzó la figura del último pretendiente masculino de
la casa de York, Eduardo, conde de Warwick e hijo de Jorge, duque de Clarence, hermano de
Eduardo IV. Sin embargo, para males de la causa, el joven se encontraba realmente bajo la
custodia de Enrique, por lo que el niño (llamado Lamberto Simmel) demostró no ser más que un
impostor. Sus fuerzas, dirigidas por Juan de la Pole, conde de Lincoln (que había sido designado
heredero presunto por Ricardo III, aunque se había reconciliado con Enrique después de
Bosworth), quien murió en la batalla. El joven Simmel, por su parte, fue perdonado ya que se
consideró que no había sido más que un instrumento de los adultos, y fue enviado a trabajar en
las cocinas reales.

En la ficción[editar]
La Rosa Tudor, creada al término de la guerra civil, uniendo ambos emblemas.
Y aquí profetizo: que esta querella de hoy,
que ha acrecido esta facción hasta el jardín del Temple
enviará, tanto de la Rosa Roja como de la Rosa Blanca,
millares de almas a la muerte y a la noche eterna
De la obra Enrique VI de William Shakespeare.1

La novela La flecha negra de Robert Louis Stevenson se desarrolla en el ámbito de la guerra de


las Dos Rosas, más concretamente alrededor de la batalla de Wakefield.
Parte del argumento de la serie de novelas y relatos de fantasía Canción de Hielo y Fuego del
escritor norteamericano George R. R. Martin está inspirado en la Guerra de las Dos Rosas. En
estas obras de ficción, las casas Lancaster y York tienen su equivalencia en las imaginarias
Lannister y Stark.

Figuras clave[editar]
Este árbol genealógico de las familias nobles de York, Lancaster, Plantagenet y Tudor permite
ubicar los partícipes prominentes de este hecho histórico.

Árbol genealógico de las Casas involucradas en la Guerra de las Dos Rosas.

 Reyes de Inglaterra
 Enrique VI (Lancaster)
 Eduardo IV (York)
 Eduardo V (York)
 Ricardo III (York)
 Enrique VII (Tudor)

 Principales protagonistas del conflicto (1455-1485)


 Casa de York
 Ricardo Plantagenet, duque de York
 Ricardo Neville, conde de Warwick, «el hacedor de reyes»
 Ricardo Neville, conde de Salisbury
 John Neville, marqués de Montagau
 Guillermo Neville, conde de Kent
 Thomas el bastardo
 Casa de Lancaster
 Reina Margarita, esposa de Enrique VI
 Enrique Percy, 2.º conde de Northumberland
 Enrique Percy, 3.er conde de Northumberland
 Edmundo Beaufort, duque de Somerset
 Enrique Beaufort, duque de Somerset
 Conde de Pembroke
 Clifford de Skimpton-Craven

Véase también[editar]
 Cronología de las Guerras de las Rosas
 Guerra de los Cien Años

Referencias[editar]
Notas[editar]

1. Volver arriba↑ Shakespeare, William. Obras Completas. Editorial Aguilar, Madrid, 1961
Bibliografía[editar]

 Feiling, Keith. A History of England. McGraw-Hill Book Co., Londres, 1948.


 Haigh, Philip A. (1995). The Military Campaigns of the Wars of the Roses. ISBN 0-7509-0904-
8
 Wagner, John A. Encyclopedia of the Wars of the Roses, ABC-Clio, 2001. ISBN 1-85109-358-
3
 Worth, Sandra. The Rose of York: Love & War, 2003 ISBN 0-9751264-0-7
 Weir, Alison. Lancaster and York: the Wars of the Roses. 1998 ISBN 0-7126-6674-5

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