Emociones Estímulos Audiovisuales
Emociones Estímulos Audiovisuales
Emociones Estímulos Audiovisuales
EN CONDICIONES EXPERIMENTALES:
UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
Barcelona, 2012
INDUCCIÓN DE EMOCIONES
EN CONDICIONES EXPERIMENTALES:
UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
Directores:
Tutor:
Barcelona, 2012
Dr. Juan Carlos Pascual Mateos (Director)
Adjunto de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau
Universitat Autònoma de Barcelona
INDUCCIÓN DE EMOCIONES
EN CONDICIONES EXPERIMENTALES:
UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
Firma,
Dr. Juan Carlos Pascual Mateos Dr. Enrique García Fernández-Abascal Dr. Víctor Pérez Sola
Barcelona, 2012
III
Esta Tesis ha sido financiada parcialmente por:
V
AGRADECIMIENTOS
Es difícil expresar en unas líneas todo lo que ha supuesto en esta Tesis la ayuda y
colaboración de las personas que han intervenido. Por un lado, los directores de
tesis, a quienes más debo. A Enrique G. Fernández-Abascal le agradezco el haber
sembrado la semilla de esta idea y haber mantenido la fe en que un día vería la luz.
Él es el principal responsable de que durante un largo período de tiempo haya
podido vivir plenamente la experiencia de la investigación gracias a la beca
predoctoral de la UNED.
De forma especial quiero agradecer a Juan Carlos Pascual su paciencia y tesón.
Admiro su capacidad de trabajo y me ha transmitido un estilo organizacional que
será, creo, una buena influencia en todos los proyectos en los que participe en el
futuro. Él me ha guiado en los últimos años de trabajo y, sin duda, esta tesis no
existiría sin su inestimable ayuda.
Quiero nombrar a todos los profesores de doctorado que me apoyaron durante mi
estancia en Madrid, Francisco Javier, Loli, Pilar, y a Mariano Chóliz, por su cálida
colaboración y su aportación desde la Universidad de Valencia.
Desde estas líneas me gustaría hacer llegar mi agradecimiento más sincero a todos
los participantes que prestaron su colaboración durante las largas sesiones del
experimento, aportando su tiempo y buena predisposición. Sin ellos y su
desinteresada colaboración, este trabajo no hubiera sido posible.
Agradezco también la acogida que me dispensó Jordi Fernández-Castro en la UAB ,
abriendo las puertas de una colaboración imprescindible para llegar aquí. Sin él, este
proyecto se hubiera quedado en el primer estudio, con respuestas únicamente
subjetivas. Importantísima también la aportación de Toni Sanz, con quien tuve el
placer de colaborar y, a parte de su buenhacer con la psicofisiología, me aportó
también el contacto con el Departamento de Psiquiatría del Hospital de la Santa
Creu i Sant Pau, especialmente con Juan Carlos Pascual y Víctor Pérez, que
resultaron determinantes para llegar a terminar esta Tesis.
Por último, pero no menos importante, tengo que agradecer la paciencia y los
ánimos que me han proporcionado mi familia y amigos a lo largo de estos años.
Ellos nunca dejaron de creer que algún día este capítulo de mi vida llegaría a buen
fin. Esa confianza, más que la mía propia, tiró de mí en algunos momentos de
flaqueza.
Todos vosotros, que me habéis apoyado durante la realización de esta Tesis,
formáis parte ya, en mi corazón y en mi memoria, de este viaje “emocionante” que
es la vida.
VII
Faltan palabras a la lengua
para los sentimientos del alma.
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ÍNDICE
PRÓLOGO...................................................................................................................... 3
ABREVIATURAS............................................................................................................ 7
ENFOQUE GENERAL DE LA TESIS ............................................................................. 11
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 15
1. Estudio de las emociones ...................................................................................... 17
1.1. Emoción: de la filosofía al laboratorio .............................................................. 17
1.2. Presencia de la emoción en el panorama actual ............................................. 20
1.3. El concepto de emoción. Definición................................................................. 22
1.4. La emoción desde el modelo dimensional ....................................................... 25
1.5. La emoción desde el modelo categorial. Emociones primarias ....................... 28
1.6. Emoción y Sistema Nervioso........................................................................... 32
1.7. Cambios originados por el S.N.A. que acompañan a la emoción .................... 35
1.8. Medidas de registro subjetivas ........................................................................ 36
1.9. Medidas de registro objetivas .......................................................................... 38
2. Métodos de inducción emocional ........................................................................... 44
2.1. Estímulos verbales: Historias, frases o palabras con contenido emocional ..... 47
2.2. Imágenes ........................................................................................................ 48
2.3. Música ............................................................................................................ 50
2.4. Sonidos ........................................................................................................... 50
2.5. Recuerdos autobiográficos .............................................................................. 51
2.6. Interacciones personales o situaciones de la vida real .................................... 51
2.7. Expresión facial dirigida .................................................................................. 52
2.8. Realidad virtual ............................................................................................... 52
2.9. Otros procedimientos de inducción emocional ................................................ 52
3. Inducción emocional mediante películas ................................................................ 54
3.1. Sets previos en otros idiomas ......................................................................... 57
HIPÓTESIS Y OBJETIVOS ............................................................................................ 61
Hipótesis..................................................................................................................... 63
Objetivos .................................................................................................................... 64
PUBLICACIONES .......................................................................................................... 65
DISCUSIÓN .................................................................................................................... 87
CONCLUSIONES ........................................................................................................... 97
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................................................... 101
ANEXOS ......................................................................................................................... 117
1
PRÓLOGO
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PRÓLOGO
Esta tesis se presenta por compendio de publicaciones y está formada por dos
artículos publicados en una revista nacional y una internacional, ambas indexadas y
con factor de impacto.
Además de estas publicaciones, los resultados del trabajo han sido expuestos en
diversos congresos nacionales en forma de póster y comunicación oral.
Publicaciones:
2. Fernández, C., Pascual, J.C., Soler, J., Elices, M., Portella, M.J. y García, E.
(2012). Physiological responses induced by emotion-eliciting films. Applied
Psychophysiology and Biofeedback, 37(2), 73-79.
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ABREVIATURAS
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ABREVIATURAS
BP Blood Pressure
CO Cardiac Output
EEG Electroencefalograma
EMG Electromiograma
HR Heart Rate
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PT Peripheral Temperature
SN Sistema Nervioso
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ENFOQUE GENERAL DE LA TESIS
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Dadas las dificultades para producir una emoción en tiempo real con los
procedimientos disponibles en la actualidad, se ha reunido en una batería
fragmentos de películas con capacidad para inducir emociones (PIE) que permitan a
los investigadores elegir un estímulo adecuado a las características de su propio
estudio. Para ello, se ha intentado verificar el grado en que se producía la emoción
en población normal de habla española a través de diversas variables subjetivas y
psicofisiológicas detalladas a lo largo del trabajo. Además, la mayoría de los
estímulos que ofrece este instrumento ya han sido testados previamente en estudios
internacionales previos (Gross y Levenson, 1995, Schaefer, Nils, Sanchez y
Philippot, 2010) y muchos de ellos ya han formado parte de numerosas
investigaciones sobre la emoción llevadas a cabo en otras lenguas (inglés y francés)
en el ámbito de diferentes culturas. Hay que tener en cuenta las diferencias
culturales e idiomáticas entre las poblaciones anglosajonas, francesas y españolas
por lo que una misma escena puede provocar respuestas emocionales diferentes.
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
Hasta ahí el consenso, porque el tema de la emoción aún sigue suscitando polémica
ya que, en varios aspectos, los científicos mantienen posturas divergentes. Su
estudio ha llegado a nuestros días con bastantes interrogantes abiertos
cuestionándose incluso su existencia como entidad. Por ejemplo, la polémica
discusión sobre si existen o no las emociones básicas, entre Ortony y Turner, y
Ekman, en los años noventa (Ortony y Turner, 1990; Ekman, 1992).
Durante siglos, el estudio de las emociones estuvo ligado a los estudios del ámbito
de la filosofía y por lo tanto, apartado de los ámbitos de estudio considerados
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En los tiempos de las teorías de James-Lange (1884), Cannon (1929) y Bard (1934),
aunque desde perspectivas opuestas, despunta el estudio de la emoción y su
relación con los cambios fisiológicos, iniciando una tendencia al estudio de la
emoción como una disciplina experimental. Aunque a nivel de la psicología en
general ya existía esta tendencia desde que en 1879 Whilhelm Wundt creara su
laboratorio en Leipzig, respecto a la emoción no existía una tradición de trabajos en
entorno experimental. Según observa Titchener (1914), “las exposiciones que
describían los procesos psicológicos tales como la emoción, tenían un carácter
demasiado académico, demasiado convencional y James nos propuso un material
bruto, nos condujo a la fuente de la vivencia real”. Dado que la teoría James-Lange
pone en primer plano su base orgánica, se impone la emoción como concepción
estrictamente fisiológica y objetiva. En cuanto a su novedad como estudio científico,
aunque encontramos un antecedente en la teoría sobre las pasiones de Spinoza,
Lange dice: “Desde Aristóteles, poseemos una literatura casi ilimitada sobre los
efectos físicos de las pasiones. Pero un resultado científico, una concepción clara de
la naturaleza de las emociones, no se ha podido obtener de todas esas notas
acumuladas en el curso de los siglos…” (Lange, 1896, en Vigotsky, 2004). Dejando
a parte que la teoría de James-Lange pudiera ser más o menos acertada, no cabe
duda de que sirvió de apertura a nuevas formulaciones sobre la investigación en el
campo de la emoción.
Esta teoría, en contra de lo que propugna el sentido común y las teorías anteriores,
contempla que la emoción viene definida por las sensaciones que percibe la mente
una vez la respuesta adaptativa ya se ha desencadenado, como ilustra la famosa
frase comentando la reacción frente a un oso: corremos porque sentimos miedo o
sentimos miedo porque corremos?. James y Lange propusieron esta idea
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Por otra parte, si pretendemos situar los orígenes de los estudios experimentales del
campo afectivo, no se puede obviar la influencia del evolucionismo. A partir del
trabajo de Darwin, "The expression of the emotions in Man and Animals" (1872),
junto a muchas otras aportaciones que coinciden en ese momento de la evolución
del paradigma científico, dan pie más tarde a las teorías evolucionistas (Izard, 1977;
Plutchik, 1980; Wilson, 1975), explicando la emoción como parte de un sistema
innato y con base biológica. Ese nuevo marco teórico produce una explosión de
estudios sobre los correlatos fisiológicos de la emoción y conforma uno de los pilares
del sistema de triple respuesta o de tres componentes más consensuado en el
entorno de investigación actual (Moltó et al., 1999).
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Harvey, 2011; Kim et al., 2011; Levens y Gotlib, 2010; Markela-Lerenc, Kaiser, Gölz,
Fiedler, Mundt. y Weisbrod, 2011; Mickey et al., 2011; Schlosser et al., 2011;
Sterzer, Hilgenfeldt, Freudenberg, Bermpohl y Adli, 2011). Otro campo importante de
aplicación son las distintas especialidades de medicina, donde resulta importante
conocer los mecanismos de la emoción para aplicar sus resultados a ámbitos tan
variados como la pneumología (Kemp, Gray, Silberstein, Armstrong y Nathan, 2004;
Ritz et al., 2010;), cardiología (Boehncke, Ackermann, Badenhoop y Sitzer, 2011;
Bringager, Gauer, Arnesen, Friis y Dammen, 2008; Fraguas, 2000; Janeway, 2009;
Tully, 2010), endocrinología (Boehncke, Ackermann, Badenhoop y Sitzer, 2011;
Duskova, Simunkova, Hill y Starka, 2011; Graziano et al., 2011; Hillerer, Reber,
Neumann y Slattery, 2011; Pibernik-Okanović, Ajduković, Lovrenčić y Hermanns,
2011), toxicomanías (Walter et al., 2011; Kobiella et al., 2011; Gilman y Hommer,
2008; Aguilar de Arcos et al., 2005, 2008) entre otros.
Todos estos datos sobre la vigencia de los estudios sobre el afecto y la presencia de
la emoción en tantas líneas de investigación, refuerzan nuestro objetivo de aportar
un método de inducción que facilite la selección y estandarización de los estímulos
utilizados para evocar la emoción.
6000 5444
5195
4817
5000 4384 4457
3887
Nº Publicaciones
4000 3312
2846
3000 2570
2062 2210
2000
1000
0
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Figura 1. Evolución del número de publicaciones sobre emociones en PubMed en los últimos 10 años
5,00
3,86
4,00 3,58
3,43
3,18 3,27
2,99
Porcentaje
1,00
0,00
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Figura 2. Evolución del porcentaje de publicaciones sobre emociones en PubMed en los últimos 10 años
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que el concepto de emoción, tal como señalan algunos autores (Carlson y Hatfield,
1992; Izard, 1991; Scherer, 2000), es demasiado amplio, de forma que cada autor se
ciñe a aquellos aspectos de la emoción que son pertinentes a sus investigaciones.
Dado que el objetivo es servir al mayor número de investigaciones posible, se hace
necesario encontrar una definición lo más consensuada posible.
Según Palmero et al. (2006), algunos autores (Izard, Kagan y Zajonc, 1990; Scherer,
1992, 2000; Smith, 1989) ponen de relieve que son tres los aspectos o componentes
en los que existe mayor coincidencia entre las diversas teorías de la emoción:
neurofisiológico-bioquímico, motor o conductual-expresivo y subjetivo-experiencial. A
partir de estos aspectos, la definición que actualmente está más consensuada sería
la de emoción como un sistema multifactorial de respuesta ante estímulos. Así pues,
entendida como respuesta, es viable defender que la emoción implica un cambio
súbito en el organismo, cambio que es producido por un estímulo, sea éste interno o
externo. Al tener en cuenta que consiste en una respuesta del organismo, queda
implícito el papel determinante de la situación o el estímulo, que le confiere su rol
funcional o adaptativo.
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Así, para plantear las bases de este estudio, hemos asumido unas premisas que se
derivan de la definición adoptada: que la emoción aparecerá como respuesta a un
estímulo, que tendrá una duración muy limitada en el tiempo, que se dará como una
experiencia subjetiva consciente que el sujeto podrá autoinformar y que irá
acompañada de cambios fisiológicos.
Uno de los problemas principales a resolver por los estudiosos de las emociones,
según Calhoun y Solomon (1984), es evaluar qué sistema clasificatorio es el más
apropiado para su estudio; las posturas más defendidas oscilan entre un sistema
que conciba las emociones como manifestaciones discretas con cualidades distintas
(rabia, miedo, alegría, asco...) u otro sistema que las trate como manifestaciones de
disposiciones bidimensionales (emociones positivas o negativas, generadoras de
tensión o relajación). Dado que pretendemos definir una herramienta que facilite el
trabajo del investigador en el campo de las emociones, es evidente que nuestro
enfoque debe coincidir con el enfoque mayoritariamente adoptado en la actualidad
por la comunidad científica. Aunque parece primar la presencia de estudios cuyo
objetivo se centra en alguna emoción concreta en el sentido tradicional del término,
no hay que olvidar que existen otros trabajos basados en el modelo dimensional,
que se enmarcan en un enfoque teórico distinto, aunque complementario. Aunque
esta postura no es nueva, los últimos estudios se producen a raíz de las deficiencias
que, según algunos investigadores, presenta el modelo categorial. Este modelo
mantiene que el espacio emocional está constituido por un conjunto de emociones
entendidas como estados afectivos discretos y específicos, fácilmente reconocibles y
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bien diferenciados unos de otros, como el miedo, la alegría o la ira (Ekman, 1984,
1992; Izard, 1977, 1991, 2006; Levenson, 1992; Tomkins, 1981). Las críticas a este
modelo se basan en la dificultad de especificar las características de cada emoción y
el número de emociones existentes (Barrett, 2005, 2006; Russell, 2003). Además,
las medidas de emociones distintas tienden a estar fuerte y sistemáticamente
interrelacionadas (Barrett, 2006).
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Lang, Bradley y Cuthbert (1999) han podido respaldar con datos este marco teórico
y añaden una tercera dimensión, el control de la emoción o dominancia, aunque esta
última dimensión correlaciona ampliamente con la valencia afectiva y no ha sido
secundada en la misma medida. Según Bradley y Lang (2000) y Gray (2001) el
arousal y la valencia afectiva son las dimensiones más utilizadas en la investigación
sobre emociones.
“Las emociones son estados discretos cuando se consideran a nivel de disposición a una
respuesta actual, a nivel de tendencias a una acción particular. No obstante, son estados
que varían a lo largo de un conjunto de continuos dimensionales, cuando se consideran
a nivel de respuesta a la valencia y urgencia de un evento. Son, en otras palabras,
estados definidos por un conjunto restringido de dimensiones cuando se consideran a un
nivel más elevado en la jerarquía de procesos instigadores o inhibidores de la acción. El
enfoque dimensional y el categorial son ambos válidos porque se aplican a distintos
niveles del proceso emocional, correspondiendo con los diferentes aspectos de este
fenómeno.”
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Según Chóliz (1995), una aportación clave de la teoría de Darwin sobre las
emociones es la asunción de que los patrones de respuesta expresiva emocional
son innatos y que existen programas genéticos que determinan la forma de la
respuesta de expresión emocional. Entiende, pues, este constructo como
determinado biológicamente y su clasificación obedece a una observación de la
expresión de las emociones en distintas especies, incluida, por supuesto, la humana.
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uno de estos patrones de activación fisiológica. Así pues, esta propuesta apoya
también el concepto categorial de emoción y una lista cerrada de emociones
primarias o básicas. Aunque esta teoría se consideró superada por investigaciones
que contradecían la especificidad de las respuestas fisiológicas, han aparecido
estudios posteriores apoyando de nuevo esta propuesta (Alcaraz, 1993). Según
Panksepp (1982, 1989a, 1989b), la clave para entender la emoción sería considerar
que el número de las emociones básicas, así como su diferenciación, se encuentran
determinados por los circuitos neurales evolutivamente desarrollados. Cada emoción
básica se produce por la activación neural de un circuito específico. Más
recientemente, Damasio (1998) retoma el tema de la identificación de la emoción a
partir del perfil de modificaciones psicofisiológicas, orientándose hacia las
estructuras neurobiológicas que lo posibilitan (hipótesis del marcador somático).
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Algunas propuestas son más restrictivas, por ejemplo, Panksepp (1982) propone la
existencia de 4 emociones de base biológica: miedo, furia, pánico y expectativa.
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que han recibido mayor atención que las emociones positivas (Averill, 1982; Buck,
1999). Las emociones positivas aparecen representadas en la mayoría de trabajos
bajo una única etiqueta de "alegría" frente a las múltiples emociones negativas.
Algunos estudios consideran que existen otras emociones positivas relacionadas
con el apego, tales como amor y ternura, que pueden estar basadas en una
tendencia biológica a la protección y el contacto (Frida, 1986; Panksepp, 1998). En
este estudio aparece la emoción "Ternura" representando este rango del afecto, a
menudo infrarrepresentado, porque entendemos que constituye una entidad
diferente de la alegría y así se confirma en Shaver, Schwartz, Kirson y O’Connor
(1987). De acuerdo con los postulados de Schaefer, Fletcher, Pottage, Alexander y
Brown (2009), las emociones negativas representadas (ira, miedo, asco y tristeza)
cubren las emociones negativas más comúnmente aceptadas (Ekman, 1984, 1992;
Izard, 1991), corresponden a conceptos usados comúnmente y aparecen a menudo
en los trabajos de investigación. También se ha tenido en cuenta los estudios
previos, así las categorías emocionales elegidas coinciden con el estudio de
Schaefer et al. (2009) con el cual coinciden también la mayoría de videoclips aquí
incluidos.
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Muchas son las teorías que a lo largo del tiempo han intentado explicar las
relaciones entre emociones y reacciones fisiológicas. Las que más han trascendido,
sin duda, aunque no las únicas, son las de James-Lange (Lange y James, 1922),
Schacter (Schacter y Singer, 1962) y Mandler (1962). Así como en la teoría de
James-Lange se huye de las explicaciones cognitivas y se centra en los fenómenos
periféricos, Schacter y Mandler ya proponen una teoría fisiológico-cognitiva de la
emoción. Según este último autor, la activación nerviosa o arousal que se produce
en la emoción es un requisito imprescindible para que ésta se produzca pero es el
sistema cognitivo el que tiene protagonismo. Mandler concluyó que los cambios
fisiológicos son poco reconocibles a nivel subjetivo y por tanto pueden influir en la
experiencia emocional de forma relativa. Según sus propias investigaciones, las
personas sólo reconocían claramente si se daba un nivel alto o bajo de activación
pero de forma generalizada. Muchas circunstancias podían producir activación
nerviosa sin que tuvieran ninguna relevancia psicológica. Para que esta activación
forme parte de un proceso emocional tiene que ir acompañada de una valoración
cognitiva que será distinta según la naturaleza de la emoción de la que se trate. Esta
es la postura de las teorías cognitivistas, como la de Lazarus (1991), quien ha
venido defendiendo que la cognición es un paso necesario y suficiente para que
ocurra una emoción; esto es, cualquier emoción tiene como precedente un patrón
específico de valoración o appraisal. Por contra, Zajonc (1984) defiende que la
cognición y el afecto son dos procesos independientes, de forma que las emociones
no requieren de ningún proceso cognitivo previo para su ocurrencia. Aunque durante
un tiempo, la posición cognitivista fue preeminente, en la actualidad se tiende a
conjugar ambos factores, e incluso ha vuelto a cobrar importancia el factor biológico,
con las teorías de Ledoux (1986) y Damasio (1994), que abogan por la primacía de
la reacción automática diseñada genéticamente. Estos autores han relacionado la
experiencia emocional con algunas estructuras nerviosas que adquieren gran
relevancia en este marco biologicista.
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Los avances en neurociencia han ayudado a aclarar el papel que las estructuras
neurales juegan en la emoción. Inicialmente, Canon (1929) propuso el tálamo como
estructura principal para la experiencia de la emoción, después Bard (1934) mostró
la implicación del hipotálamo en la expresión de la emoción y Papez (1937) describió
un circuito neuronal entre el hipotálamo y la corteza arcaica olfatoria relacionado con
las emociones que incluía la circunvolución parahipocampal, la corteza subyacente
de la formación hipocampal, el hipotálamo, área septal y los cuerpos mamilares.
Posteriormente, Olds y Milner (1954) describieron la existencia de circuitos
neuronales del placer o recompensa y de aversión, siendo el núcleo accumbens, el
hipocampo, la corteza prefrontal y la amígdala los núcleos o áreas cerebrales más
importantes de este circuito. Más tarde, se identificó la dopamina como
neurotransmisor principal en estos circuitos (Wise, 1982), atribuyéndole un efecto
motivacional. Actualmente se han identificado otros neurotransmisores como
serotonina, noradrenalina o glutamato que también se han implicado en la
experiencia emocional y que interactuarían de forma compleja entre ellos y con otras
substancias que a su vez regularían otros sistemas fisiológicos.
Una postura polémica, que vuelve a denostar la parte cognitiva de la emoción, fue
defendida por LeDoux (1987): las emociones pueden ser activadas desde
estructuras subcorticales, las cuales procesan la información de un modo rápido y
automático, sin necesidad de que dicha información sea procesada por el neocórtex.
Como indica el propio LeDoux (1990), la estructura cerebral que parece ser el centro
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sistemas o por un balance concreto de los mismos son específicos de cada emoción
o se corresponden con dimensiones más generales de activación o arousal, pues los
resultados obtenidos hasta hoy son contradictorios (Alcaraz, 1993; Cacioppo et al.,
2000; Mauss y Robinson, 2009).
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Cada uno de estos instrumentos responde a un marco teórico concreto. Los cuatro
primeros evalúan emociones específicas, como la MAACL, que fue diseñada para
obtener medidas válidas de tres aspectos emocionales negativos: ansiedad,
depresión y hostilidad. La DES, en su última versión (DES-IV) ofrece medidas en
una escala tipo Likert sobre 12 emociones específicas, entre las que se encuentran
las más utilizadas, como miedo, ira, asco, alegría y tristeza. El último instrumento, la
escala PANAS, recoge información dimensional, pues se basa en el modelo
bidimensional propuesto por Watson y Tellegen (1985), que evalúa la emoción sobre
las dimensiones de afecto positivo y negativo.
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Según la reciente revisión de Mauss y Robinson (2009), los índices de activación del
SNA más utilizados en el ámbito de la emoción se basan en la respuesta
electrodérmica y cardiovascular. Cada una de estas medidas se relaciona con una
de las ramas del SNA, así algunas medidas muestran mayormente la actividad del
SN Simpático, como la respuesta electrodérmica (SCL), y otras la del SN
Parasimpático, como la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV). Ciertas
respuestas, como la frecuencia cardíaca (HR) y la presión sanguínea (BP), reflejan
una combinación de ambos sistemas (Cacioppo, Berntson, Larsen, Poehlmann y Ito,
2000).
Una línea de investigación iniciada en los años 70, propone la idea de que el
balance entre SNA Simpático y Parasimpático estaría determinando la expresión
fisiológica de la emoción (Friedman y Thayer, 1998; Wenger y Cullen, 1972).
Hay que señalar que las medidas sobre variables del SNA deben contar con un
diseño experimental adecuado, que permita evaluar la reacción a la emoción y no
otras funciones en las que interviene el SNA, tales como movimiento, adaptación a
la temperatura ambiente, etc. (Obrist, Webb, Sutterer y Howard, 1970; Stemmler,
2004).
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Existen diversas técnicas que permiten obtener información sobre zonas bien
delimitadas del SNC. La Resonancia Magnética Nuclear (RNM) estructural ofrece
una imagen estática y por tanto, permite objetivar alteraciones de la neuromorfología
y neuromorfometría cerebral. Otras técnicas dinámicas como la Tomografía por
Emisión de Positrones (PET) y la Resonancia Magnética Funcional (RMNf) permiten
obtener información sobre la activación de las zonas cerebrales durante la
experiencia emocional. El PET cerebral es una técnica que estudia el flujo vascular y
el metabolismo de la glucosa en las diferentes regiones cerebrales mediante el
marcaje con radioisótopos (Volkow, Rosen, y Farde, 1997). Por otro lado, la RMNf
es un método que detecta cambios en el flujo sanguíneo que acompañan a la
actividad. Los estudios de neuroimagen funcional han servido para identificar
aquellas áreas cerebrales relacionadas con la actividad emocional (Barrett,
Mesquita, Ochsner y Gross, 2007; Cahill, 2003; Edelman y Tononi, 2001; Murphy,
Nimmo-Smith y Lawrence, 2003; Phan, Wager, Taylor y Liberzon, 2002).
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Los métodos de inducción emocional que se han utilizado hasta la fecha han sido
muchos y variados sin evidenciarse una superioridad de ninguno de ellos sobre el
resto ya que todos presentan sus propias limitaciones. Una primera dificultad que
presentan todos los estudios de inducción emocional es la dificultad para generar
una emoción real en un marco experimental poniendo en entredicho que ambas
experiencias sean comparables a la hora de extraer conclusiones. Otro problema
común a muchos de ellos es el efecto de la demanda, que llevaría a los participantes
a informar de un mayor grado de emoción del que se ha dado realmente. Otro
problema que atañe a muchos de los sistemas presentados es el de la
estandarización, por ejemplo, cuando se utilizan recuerdos autobiográficos o
reacciones en situaciones interpersonales, donde muchas variables individuales van
a influir en los resultados y sus efectos son difíciles de controlar. Las limitaciones
éticas, especialmente cuando se trata de obtener emociones negativas intensas,
también constituyen un obstáculo a la hora de aplicar ciertos sistemas de inducción,
como por ejemplo, las interacciones personales, especialmente entre matrimonios o
parejas (Coan, Gottman, Babcock y Jacobson, 1997), que pueden causar un daño
difícil de reparar posteriormente (desconfianza, baja autoestima, etc.). En general,
podríamos afirmar que el control que el experimentador ejerce sobre el estímulo y la
situación, va en detrimento de su validez ecológica, siendo dos variables difíciles de
conjugar.
Diversas revisiones se han ocupado en los últimos años de analizar los diferentes
métodos en su conjunto señalando las ventajas e inconvenientes de cada uno de
ellos y comparándolos entre sí (Gerrard-Hesse, Spies y Hesse, 1994; Gilet, 2008;
Lench, Flores y Bench, 2011; Martin, 1990; Westermann, Spies, Stahl y Hesse,
1996). Casi todos los métodos evaluados han sido calificados como efectivos en
estos estudios. En el estudio de Gerrard-Hesse et al. (1994) sobre 250 trabajos,
todos los métodos analizados obtuvieron altos porcentajes de efectividad. Las
películas se hallan agrupadas con las historias y su resultado es el más efectivo
entre todos los comparados, seguido del método Velten, la imaginación, la música y
la manipulación de los éxitos y fracasos. La revisión de Westermann et al. (1996),
realizada sobre estudios que intentan inducir emociones positivas y negativas, con
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Hay que señalar que estas revisiones han estudiado la efectividad de los métodos
para producir estados emocionales positivos, negativos o neutros pero no han
establecido si se han evocado emociones discretas. Respecto a la capacidad de
inducir esta clase de emociones, la reciente revisión de Lench et al. (2011) sobre
1.547 artículos, ha establecido unos niveles de efectividad basados en este último
criterio, obteniendo unos resultados que presentan como efectivos a todos los
métodos estudiados, especialmente las imágenes y los videos. La Tabla 3 señala el
tamaño del efecto (g) de las emociones discretas (alegría, tristeza, ira y ansiedad)
para cada método, según estos autores. Esta medida del tamaño del efecto se
calculó mediante meta-análisis comparando la media obtenida por cada emoción
con otra emoción distinta o con la condición neutra en cada estudio.
Tabla 3. Efecto de los diferentes métodos según revisión de Lench, Flores y Bench, 2011.
Nota: El tamaño del efecto se refiere a g de Hedges: hasta 0,2, bajo, entre 0,3 y 0,7, moderado y mayor de 0,8,
fuerte. *** p < .001
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A pesar de estos datos, la capacidad real para inducir emociones discretas presenta
varias dificultades que, hasta la fecha, no han sido solucionadas. Por ejemplo, la
tendencia a inducir simultáneamente diversas emociones, que aunque puede ser
ecológicamente válida por su similitud con la experiencia emocional real, dificulta el
estudio de una emoción específica en laboratorio.
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Desde nuestro punto de vista, las diferencias son claras, pues las películas ofrecen
un grado de estandarización mayor, dado que no quedan tan a merced de la
elaboración mental por parte del sujeto y de su capacidad de imaginación o
evocación. Además el número de sentidos implicados es totalmente distinto, por eso,
en este estudio, las hemos agrupado con las frases por tratarse de material verbal.
Estos dos métodos tienen la ventaja de ser muy económicos y flexibles, aunque el
método Velten goza de mayor estandarización. Hoy en día han dejado de ser los
métodos más usados, siendo reemplazados por los films y las imágenes (Lench, et
al., 2011).
Las palabras aparecen en estudios que se centran en ver la relación entre los
procesos cognitivos y emocionales. Se supone que la emoción relacionada con cada
estímulo va a influir en el proceso cognitivo estudiado pero no se requiere una
inducción emocional a un nivel tan intenso como para que se haga consciente.
Existen abundantes estudios de este estilo sobre los efectos de la emoción sobre la
atención (e.g., Fenske y Eastwood, 2003; Fox, Russo y Georgiou, 2005; Öhman,
Lundqvist y Esteves, 2001; Pérez-Dueñas, Acosta y Lupiáñez, 2009; Portella et al.,
2011) y la memoria (e.g., Baños, Medina y Pascual, 2001; Ruiz-Caballero y
Sánchez-Arribas, 2001). Actualmente existen diversos listados de palabras
clasificadas de acuerdo a dimensiones tales como valencia afectiva y activación que
facilitan la estandarización y el control experimental. El más conocido a nivel
internacional es el Affective norms for English words ANEW (Bradley y Lang, 1999a),
adaptado al español por Redondo, Fraga, Padrón y Comesaña (2007).
2.2. Imágenes
El uso de imágenes con contenido emocional es uno de los sistemas más utilizados
desde hace años. En la reciente revisión de Lench et al. (2011), se considera el
método más efectivo aunque su principal limitación es la dificultad para obtener
emociones específicas, especialmente algunas de ellas como la ira. A su favor,
destacar que es un método sencillo y admite diferentes soportes, desde el papel
hasta las diapositivas, con escasas limitaciones en su acceso y uso, a la hora de
implementarlas en un procedimiento experimental. Ha mostrado su eficacia en
numerosos estudios. De cara a mejorar el nivel de estandarización que ofrece este
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2.3. Música
2.4. Sonidos
Distintas clases de sonidos se han usado como estímulo emocional. Gang y Teft
(1975), en estudios sobre reactividad cardiaca, usaron un único sonido de torno de
dentista, en Pallmeyer, Blanchard, y Kolb (1986) se usó una grabación de sonidos
de combate, tales como explosiones y disparos. Meyers y Smith (1986) ya usaron un
banco más amplio de estímulos: 2 sonidos positivos (risa femenina y sonidos de
bebé), dos neutros (tonos) y dos negativos (mujer llorando y mujer gritando) en una
investigación sobre asimetría hemisférica. Sander, Brechmann y Scheich (2003)
mostraron la capacidad de ciertos sonidos para activar regiones de la amígdala
relacionadas con los procesos emocionales. Actualmente existe un amplio banco de
estímulos acústicos de probada eficacia, el International Affective Digitized Sound
System (IADS) de Bradley y Lang (1999b). Ofrece 110 sonidos, cada uno de ellos de
6 segundos de duración, en formato digital, clasificados en las 3 dimensiones
habituales de arousal, valencia afectiva y dominancia. Ha sido utilizado en diversos
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estudios (Bradley y Lang, 2000, 2004; Bradley, Zack y Lang, 1994; Redondo, Fraga,
Padrón y Piñeiro, 2008; Verona, Patrick, Curtin, Bradley y Lang, 2004) y ha sido
validado en España por Fernández-Abascal et al. (2008).
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para que intenten imaginar de forma vívida esa situación y como se sentirían en ella.
Depende mucho de la capacidad imaginativa del participante (Schaefer et al., 2003;
Vrana, Cuthbert y Lang, 1986).
Igual que otros estímulos relacionados con diferentes órganos sensoriales, como
imágenes o sonidos, a los olores se les atribuye una capacidad de provocar
emociones, y aparecen como estímulos emocionales en algunos estudios, aunque
es evidente que de forma limitada a la inducción de emociones positivas y negativas
(Kim y Watanuki, 2003; Royet et al., 2000).
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Como hemos visto en el apartado anterior, dos de las revisiones sobre inducción
emocional más citadas (Gerrard-Hesse et al., 1994; Westermann et al., 1996)
encuentran que entre los métodos estudiados, el uso de fragmentos de películas es
el que ofrece más ventajas y mejores resultados, si se tienen en cuenta las
limitaciones éticas y prácticas de otros métodos (ver Tabla 1 y 2). La revisión de
Lench et al. (2011) también apoya el uso de films, considera que ofrece buenos
resultados en la inducción de emociones discretas.
Como apuntan Schaefer et al. (2009), es uno de los métodos más fácil de
implementar en laboratorio, y con ventajas sobre otros métodos, como su capacidad
de producir importantes cambios tanto subjetivos como fisiológicos (Frazier, Strauss
y Steinhauer, 2004; Palomba, Sarlo, Angrilli, Mini y Stegagno, 2000).
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Aunque el efecto de la demanda puede estar afectando a los resultados, dado que el
efecto es mayor cuando se valora a través de autoinforme, no se puede explicar el
resultado apelando a este efecto cuando las emociones reportadas por los
participantes no han sido mencionadas en las instrucciones (Westermann et al.,
1996). La inducción emocional con películas requiere unas instrucciones muy
simples y aunque es cierto que se puede inferir del contenido de los vídeos la
emoción que espera obtener el investigador, los resultados mediante medidas
fisiológicas confirman que la emoción ha tenido lugar y no se puede justificar el
resultado subjetivo por el efecto de la demanda en su totalidad. La mayoría de
estudios recientes que utilizan este sistema ya tienen en cuenta este problema y el
diseño incluye instrucciones lo más neutras posibles (e.g., “mire la pantalla
atentamente”), evitando comunicar el objetivo de la investigación a los participantes
para minimizar este efecto.
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Aunque ya hemos citado trabajos con películas anteriores a los 90, es en esta época
cuando empiezan a aparecer conjuntos de películas seleccionadas para este fin.
Podríamos citar como un precedente temprano en el contexto de la investigación
sobre asimetría cerebral, el estudio de Tomarken et al. (1990). Estos autores
desarrollaron un conjunto de ocho fragmentos de películas para inducir 4 estados
emocionales (afecto positivo, tristeza, ira y asco).
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emoción básica como el miedo no fué evaluada. Hewig et al. (2005), reuniendo
estímulos emocionales de trabajos anteriores, presentaron un conjunto de videoclips
con 4 películas más para reforzar el apartado de films neutros, pues argumentaban
que a menudo estos films tenían unas características de contenido y formato poco
comparables a las de los films emocionales (e.g., formas de colores frente a films
comerciales en Gross y Levenson, 1995). Destacamos también el trabajo de von
Leupoldt et al. (2007) que elaboró un conjunto de fragmentos de películas para niños
entre 6 y 12 años, clasificadas según su puntuación en arousal y valencia afectiva.
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HIPÓTESIS Y OBJETIVOS
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HIPÓTESIS
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OBJETIVOS
Principales:
Secundarios:
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PUBLICACIONES
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PUBLICACIONES
Estudio 1
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Estudio 2
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DISCUSIÓN
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DISCUSIÓN
Los resultados de los dos estudios presentados en esta Tesis han permitido la
validación de una batería de fragmentos de películas en español y establecer sus
posibilidades como estímulos de inducción emocional. Los resultados confirman su
utilidad para inducir emociones en laboratorio tanto a nivel subjetivo con escalas
autoaplicadas como a nivel objetivo mediante cambios electrofisiológicos en
conductancia dermal y frecuencia cardíaca. También se ha demostrado, con algunas
consideraciones que se discutirán a continuación, su capacidad para inducir
emociones discretas diferenciadas.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la inducción de emociones reales
provocadas artificialmente bajo condiciones de laboratorio es una tarea muy
compleja y con múltiples limitaciones que dificultan el procedimiento experimental.
Como se señala en la introducción, el uso de fragmentos de películas es un método
que supera diversos de los inconvenientes citados ya que son estímulos complejos,
ecológicos, dinámicos, externos al individuo y reproducibles.
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ecológica de los resultados. Los resultados del cuestionario CED sobre emociones
discretas indican que las escenas de cada categoría han producido esa emoción
específica en alguna medida aunque, en algunos casos, no ha sido posible obtener
puntuaciones significativamente diferenciadas para una sola categoría emocional.
Los estudios previos con films de Rottenberg et al. (2007) y Schaeffer et al. (2010)
consiguieron elicitar todas las emociones básicas diferenciadas, teniendo
únicamente dificultades para diferenciar ira y miedo. En este sentido, nuestros
primeros análisis mostraron una óptima capacidad para inducir las emociones de
diversión y miedo frente a las demás emociones. Sin embargo, indicaron una
incapacidad para inducir tristeza y asco de forma diferenciada respecto a ira, y las
emociones de ira o ternura de forma diferenciada a la de tristeza. Por ello, se realizó
un segundo análisis mediante curvas COR, obteniéndose una elevada sensibilidad y
especificidad de las escenas para cada categoría emocional respecto a las etiquetas
del CED sugiriendo una correcta capacidad para elicitar emociones determinadas de
forma diferenciada. Estos resultados, parcialmente distintos de los instrumentos
previos citados, podrían ser explicados por diferencias entre las películas que
componen el conjunto, dado que algunos fragmentos correspondían a películas o
programas en francés no disponibles en español y, por tanto, no fueron incluidos en
la PIE. También es posible que las etiquetas verbales usadas para identificar las
emociones discretas no tengan una correspondencia exacta con las de los trabajos
previos y su interpretación también esté sujeta a sutiles diferencias culturales e
idiomáticas (Ebsworth, 2010). Finalmente, también hay que considerar que los
resultados responden a una categoría de películas en su conjunto. Aunque cabría
esperar resultados similares, se debería analizar cada escena individualmente para
confirmar su capacidad para inducir la emoción objetivo diferenciada del resto.
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específicas de cada emoción discreta. Puede que el hecho de contar tan sólo con
dos medidas fisiológicas haya dificultado la detección de patrones de reacción
fisiológica relacionados con cada emoción discreta que podrían evidenciarse al tener
en cuenta más variables fisiológicas. Otra explicación puede encontrarse en la
duración del registro, pues se trabaja con periodos de tiempo amplios y quizás el
desarrollo dinámico de cada emoción, junto con las limitaciones tecnológicas de los
registros, estén empañando los resultados.
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También hay que tener en cuenta que las medidas fisiológicas utilizadas tan sólo
evalúan las reacciones del sistema nervioso simpático, por lo que sería
recomendable que en posteriores estudios se registrara un conjunto de medidas
más amplio, que informe de la actividad de las dos ramas del SNA para obtener
posibles patrones de activación emocional más complejos y que quizás describan
mejor las diferencias entre emociones discretas.
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En resumen, la PIE muestra una buena capacidad para inducir afectos positivos y
negativos, niveles elevados de arousal emocional y variaciones en la percepción de
control, aunque no demostró capacidad para inducir todas las emociones de forma
diferenciada. Las escenas neutras mostraron su eficacia para actuar como estímulos
de control según sus puntuaciones significativamente distintas a las de las escenas
de carga emocional. También se ha evidenciado la capacidad de producir cambios
fisiológicos en SCL y HR congruentes con las variaciones subjetivas a nivel
dimensional aunque las reacciones fisiológicas sólo fueron significativas para las
emociones de ira y miedo.
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CONCLUSIONES
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CONCLUSIONES
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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114
INDUCCIÓN DE EMOCIONES EN CONDICIONES EXPERIMENTALES: UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
115
ANEXOS
INDUCCIÓN DE EMOCIONES EN CONDICIONES EXPERIMENTALES: UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
ANEXO 1
119
INDUCCIÓN DE EMOCIONES EN CONDICIONES EXPERIMENTALES: UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
ANEXO 2
FILM 1
1 2 3 4 5 6 7
Nada, ... ... Algo de ... ... Mucha
ninguna emoción emoción,
emoción muy
intensa
120
INDUCCIÓN DE EMOCIONES EN CONDICIONES EXPERIMENTALES: UN BANCO DE ESTÍMULOS AUDIOVISUALES
ANEXO 3
Elices, M., Soler, J., Fernández, C., Martin-Blanco, A., Portella, M. J., Pérez, V.,
Álvarez, E. y Pascual, J. C. (in press). Physiological and self-assessed emotional
responses to emotion-eliciting films in borderline personality disorder. Psychiatry
Research. doi: 10.1016/j.psychres.2012.07.020
121
Psychiatry Research ] (]]]]) ]]]–]]]
Psychiatry Research
journal homepage: www.elsevier.com/locate/psychres
a r t i c l e i n f o abstract
Article history: According to Linehan’s biosocial model, the core characteristic of borderline personality disorder (BPD)
Received 15 November 2011 is emotional dysregulation. In the present study, we investigated two components of this model:
Received in revised form baseline emotional intensity and emotional reactivity. A total of 60 women, 30 with BPD diagnosis and
18 June 2012
30 age and sex-matched healthy subjects (HCs), participated in two experiments. In the first
Accepted 15 July 2012
experiment, we evaluated emotional responses to six films designed to elicit discrete emotions (anger,
fear, sadness, disgust, amusement and neutral). The second experiment evaluated emotional reactions
Keywords: to three emotion-eliciting films containing BPD-specific content (sexual abuse, emotional dependence
Emotional dysregulation and abandonment/separation). Skin conductance level, heart rate, and subjective emotional response
Physiology
were recorded for each film. Although self-reported data indicated that negative emotions at baseline
Discrete emotions
were stronger in the BPD group, physiological measures showed no differences between the groups.
Physiological results should be interpreted with caution since most BPD participants were under
pharmacological treatment. BPD subjects presented no subjective heightened reactivity to most of the
discrete emotion-eliciting films. Subjective responses to amusement and ‘‘BPD-specific content’’ films
revealed significant between-group differences. These findings suggest that the main characteristic of
BPD might be negative emotional intensity rather than heightened emotional reactivity.
& 2012 Elsevier Ltd. All rights reserved.
0165-1781/$ - see front matter & 2012 Elsevier Ltd. All rights reserved.
http://dx.doi.org/10.1016/j.psychres.2012.07.020
Please cite this article as: Elices, M., et al., Physiological and self-assessed emotional responses to emotion-eliciting films in borderline
personality disorder. Psychiatry Research (2012), http://dx.doi.org/10.1016/j.psychres.2012.07.020
2 M. Elices et al. / Psychiatry Research ] (]]]]) ]]]–]]]
Arntz, 2010) and a higher physiological reactivity observed as doing so reduced internal validity), participants with BPD were allowed to have a
prior comorbid axis I diagnosis, current axis II diagnosis, psychotropic medication
increased heart rate, a larger startle response magnitude, and a
therapy and substance misuse (as long as dependence criteria were not met).
slower habituation compared with healthy controls (Ebner- Subjects presenting an acute psychotic episode, or mood or eating disorders were
Priemer et al., 2005, 2007; Lobbestael and Arntz, 2010). excluded to avoid the influence of affective state on emotional response (Staebler
Although several studies have examined emotional process in et al., 2009). The Clinical Research Ethics Committee at the Hospital de la Santa
BPD subjects, most have attempted to induce broad affective Creu i Sant Pau approved the study, which was carried out according to the
Declaration of Helsinki. Participants received no retribution for participating in the
states (positive or negative) (Rosenthal et al., 2008). Reactivity to study and all participants signed the informed consent form after receiving
discrete emotional stimuli has not been sufficiently assessed in detailed information about the study protocols.
BPD subjects. Moreover, since emotional dysregulation in BPD has
been linked to negative emotional valences, the few studies that
2.2. Measures
have assessed emotional response to positive emotions (Jacob
et al., 2009; Staebler et al., 2009) have obtained contradictory 2.2.1. Screening
results. The use of pharmacological treatment could certainly The Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis II Personality Disorders
influence the reactivity of emotional response. However, as (SCID-II; Gómez-Beneyto et al.,1994) and the Revised Diagnostic Interview for
Rosenthal et al. (2008) have pointed out, most studies recruited Borderlines (DIB-R; Barrachina et al., 2004) were administered to screen Axis II
disorders and, specifically, for BPD diagnosis. The DIB-R is a semi-structured
BPD patients without psychotropic medication, which might
interview that also gives a BPD severity index. Both interviews were conducted by
increase internal validity in detriment of external validity. Given trained psychologists.
that BPD typically presents co-morbidities, particularly with The MSI-BPD (Zanarini et al., 2003) was used as a screening instrument for
mood, anxiety and substance disorders (Leichsenring et al., BPD in HCs. The MDI-BPD is a self-administered questionnaire composed of 10
2011), and most of BPD patients receive pharmacological treat- true/false questions. An MSI-BPD cut-off of seven yields a good sensitivity and
specificity, making it a good screening instrument for BPD.
ment (Pascual et al., 2010), studies including those patients
receiving naturalistic care would provide useful and relevant
information on how they process emotional cues. 2.2.2. Emotional response by self-reports measures
The validated Spanish version of the Positive and Negative Affect Schedule
The present report describes the results of two experimental
(PANAS; Sandı́n et al., 1999) was used to investigate positive and negative affect at
studies aimed at investigating two aspects of emotional dysregu- baseline. The PANAS measures affect state through 20 items, 10 for Positive Affect
lation described in Linehan’s theory of BPD: baseline emotional (PA) and 10 for Negative Affect (NA). Participants rated the extent to which they
intensity and emotional reactivity. In the first experiment, we experienced each mood on a 5-point scale, ranging from one (not at all) to five
(extremely).
compared a group of BPD patients to healthy controls to evaluate
Self-reported emotional response was obtained using the paper and pencil
emotional response to six emotion-eliciting film clips, each of version of the Self-Assessment Manikin (SAM; Bradley and Lang, 1994). The SAM
which was created to elicit one of the following six discrete evaluates three major affective dimensions: pleasure, arousal and dominance.
emotions: anger, fear, disgust, sadness, amusement, and neutral Each subscale is represented by graphic figures on a nine-point scale. Graphic
state (Fernández et al., 2011). Physiological and subjective reac- representations on the pleasure scale range from a smiling, happy figure (one) to a
frowning, unhappy one (nine). For arousal, the faces range from an excited, wide-
tions to each of these film clips were measured. In the second
eyed (one) to a relaxed, sleepy one (nine). The dominance scale represents changes
experiment, the same groups were compared to evaluate emo- in emotional control and ranges from a tiny, submissive figure (one), to a strong,
tional reactions to films containing content on sexual abuse, powerful figure used to indicate maximum control of emotions (nine). For each of
emotional dependence, and abandonment/separation all of which the three dimensions, subjects were instructed to place an ‘‘X’’ over the figure that
best represented their feelings on the nine-point scale.
are associated with clinical features of BPD. Finally, an additional
The Discrete Emotions Questionnaire (DEQ) is an adapted version of the ‘‘Post
issue to be tested was the effect of having previous history of Film Questionnaire’’ used in a study from Rottenberg et al. (2007). The questionnaire
sexual abuse on emotional reactions to the film with sexual abuse has 18 items that target various emotional states. The subject rates each term on a
content. 7-point Likert scale, from one (not at all) to seven (extremely). We analyzed only DEQ
labels that were directly associated with the discrete emotions induced: amusement,
anger, disgust, fear, and sadness, although participants were allowed to rate any other
emotion they may have felt during the film.
2. Methods
Please cite this article as: Elices, M., et al., Physiological and self-assessed emotional responses to emotion-eliciting films in borderline
personality disorder. Psychiatry Research (2012), http://dx.doi.org/10.1016/j.psychres.2012.07.020
M. Elices et al. / Psychiatry Research ] (]]]]) ]]]–]]] 3
Table 1
Description of emotion-eliciting films.
Man bites Dog The main character threats an old lady with a gun and she dies 20 Anger
The Blair Witch Project Final scene in which the main characters apparently are dead 30 580 0 Fear
The Champ A boxer dies in front of his little son 10 510 0 Sadness
Trainspotting The main character dives into a dirty toilet 10 450 0 Disgust
There is something about The main character is fighting against a tiny dog 30 Joy
Mary
Blue A man puts some papers in order while a woman is walking by a garden. 400 0 Neutral
The Lover Marguerite gets into a car, gets down and knocks at a door. 460 0 Neutral
Leaving Las Vegas The main character is raped and beaten by a group of drunken men 20 290 0 BPD specific content—sexual abuse
The Proffessional A girl is separated of his beloved protector 20 390 0 BPD specific content—abandonment
Misery A man is tied up to a bed and a woman breaks his legs 30 420 0 BPD specific content–emotional
dependence
Please cite this article as: Elices, M., et al., Physiological and self-assessed emotional responses to emotion-eliciting films in borderline
personality disorder. Psychiatry Research (2012), http://dx.doi.org/10.1016/j.psychres.2012.07.020
4 M. Elices et al. / Psychiatry Research ] (]]]]) ]]]–]]]
Table 3]. Data regarding physiological activation at baseline Post hoc analyses for the amusement film showed no significant
showed no significant differences between groups. When analyz- differences between groups for DEQ amusement label score but
ing the effect of taking benzodiazepines on SCL and on HR we BPD subjects presented significant higher scores on DEQ anger
did not observe a significant effect [F(2,56)¼0.84, p¼0.44; label [F(1,58)¼ 9.5, p ¼0.003] and DEQ disgust label [F(1,58)¼6.1,
F(2,56)¼0.23, p ¼0.79, respectively]. In the case of antipsychotics, p¼0.017] (Fig. 2). For the disgust-eliciting film, one-way ANOVA
no effect was observed either for SCL [F(2,56)¼0.10, p ¼0.37] or showed significant differences between groups only for the DEQ
HR [F(2,56)¼0.27, p¼ 0.76]. amusement label [F(1,58)¼5.2, p¼0.027].
To investigate physiological reactivity in regard to SCL and HR,
a 6 2 2 (respectively: six emotions by two physiological
measures by two groups) repeated-measures ANOVA was per- 3.3. Experiment 2: emotional responses to BPD-related stimuli
formed. No significant main effect was found. There was a
significant effect of group in fear [F(1,56)¼ 5.1, p ¼0.029], sadness As in experiment 1, PANAS scores were significantly different
[F(1,56)¼4.2, p ¼0.045] and anger films [F(1,56)¼3.9, p ¼0.05]. between groups on both Negative and Positive Affect Scales
In post-hoc analyses, one-way ANOVAs showed that physiological [F(1,51)¼19.3, po0.001; F(1,54)¼9.9, p ¼0.003, respectively;
differences were observed only for HR but not for SCL. Compared see Table 3]. Baseline physiological activation was not signifi-
with HCs, individuals with BPD presented a lower increase in HR cantly different between groups, although HR tended to be higher
for fear [M ¼18.9, S.D. ¼17.4 vs. M ¼11.2, S.D. ¼7.9; F(1,58)¼4.7, in the BPD group (M¼78.7, S.D. ¼14 vs. M¼71.8, S.D. ¼ 13.2;
p ¼0.034], sadness [M¼15.9, S.D. ¼17.3 vs. M¼8.9, S.D. ¼6.9; F(1,55)¼3.5, p ¼0.07). When considering the effect of medication
F(1,58)¼4.1, p ¼0.048] and anger films [M ¼15, S.D. ¼10.7 vs. (i.e., taking BZDs or APs compared to not taking these medications
M¼10, S.D. ¼8; F(1,59)¼ 4.11, p ¼0.047] (Fig. 1). When analyzing and HC), no significant differences were found for physiological
the effect of taking benzodiazepines or antipsychotics we did not activation. Particularly, no significant differences were found for
observe an effect of psychotropic medication; no significant taking BZDs on SCL [F(2,52)¼0.75, p ¼0.48] or HR [F(2,52)¼2.38,
differences between three groups (BPD subjects who take or not p¼0.10], or for taking APs on SCL [F(2,52)¼0.05, p ¼0.95], and HR
psychotropics and HCs) were observed (Table 4). [F(2,52)¼1.91, p¼0.16].
For SAM scores, a 6 3 2 (respectively: six emotions by three Physiological reactivity was evaluated by performing a 3 (BPD-
SAM subscales by two groups) repeated measures ANOVA was related stimuli) 2 (physiological measures) 2 (groups: BPD
carried out. A significant main effect of the ANOVA analysis was and HC) repeated measures ANOVA; results showed no significant
observed [F(12,208)¼1.9, p ¼0.035] but not a significant effect effect or differences between groups.
of group. However, univariate contrast was only significant for SAM scores were analyzed by means of a 3 (BPD-related
the disgust eliciting movie [F(2,110)¼6.4, p ¼0.004]. One-way stimuli) 3 (SAM subscales) 2 (groups: BPD and HC) repeated
ANOVA showed that BPD subjects presented significantly lower measures ANOVA. Results showed a main effect [F(6,206)¼3.1,
scores on the dominance scale for the disgust film [F(1,59)¼ 5.3, p¼0.006] and a group effect for the sexual abuse film [F(2,106)¼
p ¼0.024]. 7.4, p¼ 0.002] and emotional-dependence film [F(2,106)¼4.3,
For DEQ scores, a 6 5 2 (respectively: six emotions by p¼0.02]. In post-hoc analyses, individuals with BPD presented
five DEQ emotional labels by two groups) repeated measures higher scores (compared to HCs) on the arousal subscale of
ANOVA was performed. A significant main effect [F(24,751)¼ 1.8, the SAM for the sexual-abuse related film (M¼7.4, S.D.¼1.9 vs.
p ¼0.015] was found and a significant group effect for amusement M¼5.5, S.D.¼2; F(1,55)¼12.5, p¼ 0.001) and emotional dependence
[F(1,55)¼5.8, p ¼0.019] and disgust films [F(1,55)¼4.5, p¼0.039]. film (M¼7.6, S.D.¼1.7 vs. M¼6.3, S.D.¼1.4; F(1,54)¼9.6, p¼0.003).
Table 3
PANAS baseline scores for borderline personality disorder subjects and healthy controls in both experiments.
BPD HC BPD HC
Negative affect 7.8 (6.4) 1.5 (1.7) po 0.001 8.6 (8.5) 1.3 (1.7) p o0.001
Positive affect 14.2 (7.6) 19.2 (4.9) p¼ 0.005 11.9 (7.6) 17.3 (4.9) p ¼0.003
Fig. 1. Differences between subjects with Borderline Personality Disorder and healthy controls on heart rate increase during sadness, anger and fear elicitation.
Please cite this article as: Elices, M., et al., Physiological and self-assessed emotional responses to emotion-eliciting films in borderline
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Table 4
Effect of benzodiazepines and antipsychotics on heart rate in fear, anger, and sadness emotion-eliciting films.
HC BPD with BZDs BPD without BZDs F (df) p HC BPD with APs BPD without APs F (df) p
Fear 18.9 (17.4) 11.4 (7.8) 11.7 (8.9) 2.1 (2.56) 0.13 18.9 (17.4) 12.4 (11.2) 11.0 (6.5) 2.1 (2.55) 0.13
Sadness 15.9 (17.3) 9.2 (7.7) 8.8 (4.5) 1.8 (2.55) 0.16 15.9 (17.3) 8.5 (5.6) 9.4 (7.6) 1.8 (2.55) 0.16
Anger 15.0 (10.7) 10.7 (8.6) 9.3 (5.9) 1.8 (2.56) 0.17 15.0 (10.7) 13.1 (12.8) 9.3 (5.2) 2.2 (2.56) 0.12
HR ¼Heart Rate, HC ¼Healthy Controls, BPD ¼Borderline Personality Disorder, BZDs ¼ Benzodiazepines, and APs ¼ Antipsychotics.
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We did not find a generalized heightened reactivity in the BPD cognitive processing. As Greenberg (2002) and Linehan (1993)
group, a result that is unexpected in terms of Linehan’s theoretical proposed, in a given emotional situation, it may be possible to
model. In fact, in terms of physiological measures, the BPD group distinguish between a primary emotional reaction, usually more
presented a significantly lower HR increase in fear, anger and related to natural context, and other emotions that have been
sadness-inducing films. Previous research has described both learned through previous conditioning experiences or cognitive
increased and reduced autonomic nervous system (ANS) activity processing. These learned emotional reactions could be the result
in BPD patients (Herpertz et al., 1999, 2000; Austin et al., 2007; of past traumatic experiences that lead to non-adaptive reactions.
Kuo and Linehan, 2009). There are several possible explanations The emergence of negative conditioned emotions triggered by
for the hypo-reactivity of the ANS in BPD. For instance, a lack of positive feelings can be mediated by the ‘‘self-invalidation’’
sympathetic activation has been previously related to poorer described in BPD patients (i.e., feeling guilty for having felt joy)
emotion regulation and could be linked to the typical emotion (Linehan, 1993). Further research on BPD and positive emotions is
dysregulation of BPD (Stifter et al., 2011). However, since HR is needed to interpret this result accurately.
controlled by both sympathetic and parasympathetic innerva- Our findings have shown that subjects with BPD present a
tions, we cannot ensure that our findings were not influenced higher subjective emotional reactivity in response to BPD-specific
by a deficient sympathetic regulation. More accurate and better- content stimuli. Previous studies have shown that BPD subjects
differentiated measures of the sympathetic and parasympathetic possess a differentiated emotional reaction to stimuli related to
systems would be needed to evaluate this. Recent research high- abandonment, rejection, anger, self-harm and lack of empathy
lights the importance of accounting for the mediated role of PTSD (Korfine and Hooley, 2000; Schmahl et al., 2004; Lobbestael and
and dissociation in physiological response. Limberg et al. (2011) Arntz, 2010). In response to sexual abuse stimuli, we found that
recently studied emotional reactivity in relation to imaginary subjects with BPD presented higher arousal, anger, fear, disgust
scripts in BPD patients with and without comorbid PTSD. Patients and sadness scores. Lobbestael and Arntz (2010) also reported
with both BPD and PTSD diagnosis showed an attenuated reac- higher self-assessed reactivity to abuse stimuli. In terms of
tivity (reduce startle response magnitude) in response to aban- physiological data, our results differ from Schmahl et al. (2004)
donment and rejection stimuli, which the authors attribute to and Lobbestael and Arntz (2010), who found higher physiological
learned helplessness (Limberg et al., 2011). In our study, however, activation in BPD. Differences between results might be explained
although we do know which patients were sexually abused by the type of emotional stimuli, for example, Schmahl et al.
during childhood, we lack a structured PTSD diagnosis. Moreover, (2004) used personally-relevant scripts, which, due to the auto-
we do not know if this traumatic event occurred only once or was biographic component, may be more powerful emotional induc-
ongoing during childhood. In any case, it is interesting to note tors. Sample characteristics may also influence the results, since it
that our sample has the same pattern of response as that reported is expected that this type of stimuli may have a greater impact on
by other authors who evaluated BPD samples with comorbid patients with traumatic experiences. Lobbestael and Arntz (2010)
PTSD (McTeague et al., 2010; Limberg et al., 2011). Moreover, reported a significant correlation between response and severity
Barnow et al. (2012) measured dissociation states in BPD females of abuse. Our results also showed that personal history had a
while presenting emotional and neutral stimuli; results suggested partial influence on response to sexual abuse-related stimuli, with
that present dissociation mediated differences in physiological BPD subjects who had a history of sexual abuse presenting higher
measures (lower SCL and startle response) between both groups fear scores. Future studies could investigate the relationship
(BPD and HC). A more detailed assessment of posttraumatic and between severity of childhood trauma and reactivity to traumatic
dissociation symptomatology would be useful to determine if experience stimuli.
hyporeactivity is related to these symptoms. Impulsiveness is A number of limitations of this study need to be considered.
another clinical feature of BPD and it also has been associated to The fact that our sample was polymedicated call into question
hypoarousal in psychopathic subjects (Raine, 1996). Finally, whether the physiological differences in emotional responses are
psychotropic medication might alter physiological responses as attributable to the effect of medication or to the combination of
for instance heart rate. In this regard, Ikawa et al. (2001) reported suffering from BPD and being medicated. Therefore, our findings
that the combination of psychotropic medication affected heart could not be extrapolated to all BPD subjects. We excluded
rate due to anticholinergic effects and parasympathetic activity. subjects experiencing an acute episode because their affective
In addition, a stronger vagolytic effect on cardiac autonomic state might have influenced the emotional response (Staebler
function, probably due to a sympatholytic effect with antidepres- et al., 2009). Secondly, the lack of a structured assessment of PTSD
sants has been showed (Yeragani et al., 2002). In spite of this, we and dissociative symptoms during the experimental task does not
did not find differences between patients taking or not taking allow us to consider their influence in emotional response, as
benzodiazepines or antipsychotics, although the majority of other authors have pointed out previously (McTeague et al., 2010;
patients had been taking psychotropic drugs. Limberg et al., 2011; Barnow et al., 2012). Third, we realize that
Self-reported data for negative valence films showed no the use of additional physiological parameters, such as respiratory
hyperreactivity in BPD subjects, findings which corroborate those sinus arrhythmia (RSA) to estimate vagal tone, would have been
reported by Kuo and Linehan (2009). In contrast, however, we useful in the analysis of physiological emotional reactions. Lastly,
found significant differences between groups in subjective some characteristics of the procedure have to be taken into
response to positive stimuli. Scores of BPD subjects on the DEQ account. Some aspects, such as screen size, volume of the films,
amusement label were similar to healthy controls whereas anger or the presence of the experimenter during the task might have
and disgust scores were significantly higher than HCs. A similar affected the results. The same is true regarding the type of stimuli
response has been reported by Jacob et al. (2009), who found no and the balancing strategy used. If we had fused both experi-
differences between groups to joy-inducing stimuli even as BPD ments into a single experiment by alternating discrete-emotions
individuals reported higher levels of anxiety and sadness. As other stimuli with BPD-related stimuli, the results might have been
authors have hypothesized, one possible explanation is that BPD different. Differences between our study and others (i.e., metho-
subjects present a bias towards experiencing negative emotions dology and self-reported and physiological measures) limit the
(Herpertz et al., 2000, 2001; Reisch et al., 2008). Another explana- ability to generalize our findings.
tion might be that the negative emotions that appear together To conclude, our findings have both theoretical and clinical
with amusement in BPD patients are the result of posterior implications. Although BPD subjects have traditionally been
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personality disorder. Psychiatry Research (2012), http://dx.doi.org/10.1016/j.psychres.2012.07.020
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reactivity may not actually be a hallmark of BPD. In fact, negative Archives of General Psychiatry 58, 737–745.
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