Sistemas de Disminución de Efectos Sísmicos en Estructuras
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INTRODUCCION
Los movimientos sísmicos representan una amenaza para las estructuras civiles causando daños
permanentes tanto en cimentaciones como en la superestructura, y en algunos casos llegando al
colapso.
Más allá del daño estructural que puedan presentar las obras civiles producto de un sismo, nos
interesa evitar que los sismos causen daño a personas que habitan o utilizan dichas estructuras.
La amenaza sísmica no constituye un riesgo si no es acompañada por edificaciones vulnerables.
Es sabido que el daño parcial o colapso de las construcciones durante y después de un sismo es
la mayor causa de víctimas, disturbios sociales y pérdidas económicas.
Para este objeto es necesario diseñar edificaciones que resistan fuerzas sísmicas tanto de
pequeña como de alta magnitud. Esto significa construir estructuras tengan una gran capacidad
de deformación, y que inclusive vaya más allá del estado elástico de la estructura.
Como solución a esta situación, se plantean los sistemas de control estructural, los cuales han
sido recopilados en esta monografía para un mayor conocimiento acerca de ellos.
El presente trabajo tiene por finalidad desarrollar el conocimiento que se tiene sobre los diferentes
sistemas de control estructural en la actualidad, y con base en ello, comparar los beneficios
obtenidos por estos sistemas en comparación con los apoyos convencionales.
Según fuentes informativas, Bolivia tiene siete zonas sísmicas de riesgo moderado, expuesta a
una amenaza sísmica entre intermedia y medianamente alta. Si bien el riesgo a un evento sísmico
de gran envergadura no es probabilísticamente muy alto, si se debe considerar que el crecimiento
poblacional del país hace que cada vez se construyan edificaciones y obras civiles más grandes.
Entonces es necesario adecuar los sistemas constructivos mayormente tradicionales a las
innovaciones y tecnologías aplicadas en países más desarrollados.
De aquí que es indispensable diseñar y construir las edificaciones para que resistan eventos
sísmicos grandes sin colapsar y eventos sísmicos recurrentes sin daños en la estructura y daños
mínimos o nulos en los elementos no estructurales.
Las técnicas convencionales estipuladas por la reglamentación actual para mitigar y controlar la
respuesta de una edificación ante un evento sísmico se basan en la combinación de resistencia,
rigidez y capacidad de disipación de energía en el rango inelástico de la estructura, tomando
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En otros países que desarrollan una mayor investigación para la resistencia sísmica de obras
civiles, las técnicas convencionales de disipación de energía se han complementado con
sistemas adicionales a los componentes estructurales de la edificación, los cuales modifican las
características dinámicas de la estructura, controlando o disipando parte de la energía impuesta
por el sismo. El uso de estas técnicas de control de respuesta sísmica tiene como objetivo reducir
la demanda sísmica de la propia estructura controlando su deformación y, por lo tanto, su daño.
Debido a las grandes ventajas que presentan estos sistemas de disminución de efectos sísmicos
frente a la metodología convencional, se considera de gran importancia realizar una revisión de
los conceptos básicos de funcionamiento de estas técnicas, de los dispositivos disponibles
comercialmente en el mundo y de los métodos de diseño. En el presente trabajo se presentan los
resultados de un primer acercamiento al tema con el objetivo de presentar estas tecnologías a la
comunidad civil del medio.
1.2 OBJETIVOS
Recopilar una base de datos de las distintas clasificaciones existentes de estos sistemas
de control sísmico, y brindar una clasificación más acertada.
El control estructural se puede definir como cualquier sistema que disipa energía potencialmente
dañina para la estructura, ya sea impartida por perturbaciones internas o externas (Shook, 2008).
Además Montanaro (2001), adiciona que los sistemas de control estructural constituyen una
alternativa económicamente viable para mejorar la seguridad sísmica de edificios.
Con el fin de estudiar el concepto que rige el comportamiento matemático de una estructura con
sistemas de control estructural se cita a Oviedo y Duque (2006) que para estudiar la respuesta
de una estructura ante la imposición de cargas utilizaron un modelo matemático basado en la
mecánica newtoniana. Afirman que toda estructura responde dinámicamente ante la acción de
cargas o deformaciones, generando fuerzas inerciales iguales a su masa por la aceleración
(segunda ley de Newton, ecuación dinámica de equilibrio). Para cargas o deformaciones
aplicadas de una manera lenta, que es el caso de cargas muertas y vivas no dinámicas, las
fuerzas inerciales pueden despreciarse, lo que hace posible un análisis estático de la estructura.
Se indica que esta simplificación no es válida cuando la estructura se somete a cargas dinámicas
o deformaciones rápidas como las causadas por viento, sismo, y vivas, dinámicas o con impacto,
casos en los cuales las fuerzas inerciales no son despreciables y se hace necesario un análisis
dinámico.
Oviedo y Duque (2006), indican que considerando un sistema estructural idealizado en un modelo
de un grado de libertad como el mostrado en la figura siguiente, se realiza el análisis dinámico
para obtener la respuesta del sistema.
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El modelo consta de una masa concentrada m soportada por un elemento de rigidez k, con un
coeficiente de amortiguamiento viscoso c propio del sistema. El sistema se somete a una carga
sísmica caracterizada por un desplazamiento del suelo “Xg(t)” y una carga “P(t)” que puede ser o
no dependiente del tiempo. La respuesta del sistema consiste en determinar el desplazamiento
de la masa en cualquier instante con respecto a su posición inicial general, “Xt(t)”. Este parámetro
se calcula en función del desplazamiento del terreno y del desplazamiento de la masa con
respecto a su base:
(1)
Para estas condiciones, la ecuación de equilibrio dinámico se escribe como:
(2)
Donde:
mx, representa la fuerza inercial de la masa de la edificación.
cx, es el amortiguamiento inherente del sistema.
kx, es la fuerza elástica del sistema.
Oviedo y Duque (2006), proponen utilizar el concepto de energía como herramienta para
determinar el comportamiento y la respuesta de una estructura ante cargas dinámicas. Debido a
que la ecuación de equilibrio dinámico está planteada en términos de fuerzas, éstas se multiplican
por el desplazamiento dx, expresado como xdt, que es una función de la velocidad, para encontrar
el trabajo realizado. Al integrar la ecuación resultante respecto al tiempo de aplicación de la carga
(sismo, viento u otras) se obtiene la ecuación de balance de energía desarrollado en el sistema
estructural:
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Donde “Esp” es la energía disipada por efectos histeréticos de deformación plástica y daño de
los elementos estructurales, y el término “Ess” es la energía de deformación elástica no disipada
(Ver Figura).
El control estructural ante acciones sísmicas se está planteando como una alternativa al diseño
sismo resistente convencional, basado en la combinación adecuada de energía elástica y de
disipación de energía en sus elementos principales. (Bonilla, 2012)
Existen dispositivos dedicados a la disipación de energía sísmica que interactúa con la estructura.
Mediante estos dispositivos se logra que los elementos estructurales estén sometidos a una
solicitación menor y por consiguiente, su nivel de daño disminuye. Estos sistemas permiten
disipar energía sin provocar daños en la estructura. También producen normalmente un aumento
del amortiguamiento y rigidez de la estructura original. Un sistema de disipación cuyas
propiedades son independientes de la respuesta de la estructura se denomina sistema pasivo de
disipación o control estructural pasivo, mientras que aquellos que lo hacen de forma variable
pueden ser activos o semi-activos (Barra, 2007).
Según Bonilla (2012), empleando estos sistemas es posible controlar o disminuir los
desplazamientos de la estructura haciendo uso de alguno o varios de los siguientes recursos:
La modificación de las propiedades dinámicas del edificio, de forma que éste reduzca su
energía de entrada o evite actitudes resonantes.
La disipación de energía introducida al sistema estructural a partir de dispositivos
mecánicos.
El control con dispositivos que ejerzan fuerzas que contrarresten la acción sísmica.
Existen varias formas de clasificar a estos sistemas. Según se tiene conocimiento la clasificación
más completa distingue lo siguiente:
Además Oviedo y Duque (2006), coinciden en la clasificación que se realiza y aportan un cuadro
detalle que además de clasificar el sistema de control utilizado, incluye la sub clasificación de los
diferentes sistema de control, donde además se indica el tipo de disipación de energía que se
utiliza. El Cuadro se muestra a continuación.
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Cuadro. Clasificación de las técnicas de control de respuesta sísmica. Fuente: Oviedo, Duque
(2006).
Según Barra (2007), la forma más sencilla de control estructural es la pasiva. La principal
característica del control pasivo es que no requiere de energía para su funcionamiento. Por lo
mismo su funcionamiento óptimo no está condicionado a una fuente de energía que podría
cortarse en un sismo de gran magnitud. El control pasivo se dispone de manera tal que su
accionar es independiente de la respuesta de la estructura. Esto se logra utilizando sistemas
mecánicos que de forma inercial absorben la energía de una estructura y, por lo tanto, mitigan su
movimiento.
Según Bonilla (2012), los sistemas estructurales de control pasivo se basan en elementos que
responden de forma inercial a la acción sísmica, a diferencia del resto de los sistemas. Los
dispositivos de control pasivo producen fuerzas en respuesta al movimiento de la estructura. La
energía total en un sistema estructural controlado pasivamente, incluyendo los dispositivos
pasivos, no aumenta por dichos dispositivos.
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Bonilla (2012), además agrega que la disipación pasiva de energía es una tecnología que mejora
el desempeño de una edificación añadiendo amortiguación a su estructura, siendo el uso primario
de los disipadores de energía la reducción de los desplazamientos sísmicos de la estructura. Los
otros sistemas liberan energía por fluencia o por la plastificación del material.
Así mismo Gómez, Marulanda y Thomson (2007), afirman que estos sistemas de control han sido
empleados en la construcción sismo resistente de más de 720 estructuras en países como
Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda, Italia, Canadá, China y Colombia.
Bonilla (2012), afirma que en la actualidad existen diferentes sistemas de control pasivo, como
son:
Disipadores de energía
Efecto de masa adicional
Aisladores de base
Los disipadores de energía son dispositivos que modifican la rigidez de la estructura y buscan
concentrar en ellos la mayor capacidad de energía. Para su funcionamiento dependen
fundamentalmente de los desplazamientos relativos de los entrepisos. Se ubican generalmente
en contraventeos y tienen como objetivo disminuir o eliminar la disipación de energía histerética
en los elementos estructurales, especialmente en las conexiones viga-columna. Han sido usados
también en combinación con aisladores de base. (Bonilla, 2012)
Según Oviedo, Duque (2006), por lo general estos sistemas, se instalan en riostras diagonales
dentro de los pórticos de la estructura o como complemento al sistema de aislamiento sísmico en
la base, entre la fundación y la plataforma de aislamiento.
Oviedo, Duque (2006), también agregan que los sistemas de control pasivo con disipación de
energía se clasifican en cuatro categorías: histeréticos, de fluidos, viscoelásticos y de fricción.
De acuerdo a Mayorga Vela (2011), una primera clasificación distingue entre disipadores
histeréticos y viscoelásticos. Los dispositivos histeréticos dependen básicamente del
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Como se observa existen numerosas formas de clasificar estos dispositivos que varían en forma
según el Autor que se consulte, pero en fondo constituyen los mismos tipos de sistemas de control
pasivo. A continuación se explican algunos de estos sistemas de control.
Disipadores histeréticos
Mayorga Vela (2011), afirma que se han desarrollado numerosos dispositivos que
plastifican debido a esfuerzos flectores. Entre ellos se encuentran: placas en forma
de U, Sistema ADAS, Sistema TADAS, Honeycomp y Sistema DUR. A
continuación se comenta la forma y el funcionamiento de cada uno de los sistemas
citados.
Figura. Sistema TADAS. Fuente plano de diseño: Mayorga Vela (2011). Fuente
fotografía: Oviedo, Duque (2006)
El Sistema TADAS, al igual que el ADAS, está formado por un conjunto de placas
trapezoidales de acero paralelas y de espesor constante. El hecho de que las
placas se encuentren con un extremo empotrado y el otro articulado, condiciona la
forma trapezoidal, que posibilita también una distribución global de la plastificación.
La base mayor de la placa se conecta al nivel de viga a una estructura porticada,
mientras que la otra se articula con una unión de bulón a dos contravientos
dirigidos a la base de los pilares del pórtico. Con un desplazamiento relativo entre
extremos de la placa perpendicular a su plano, se consigue la plastificación por
flexión por curvatura simple. Al incorporar este sistema en un pórtico de acero a
escala natural se ha observado que las reducciones en la respuesta son similares
a las obtenidas con el ADAS.
Sistema DUR, Benavent et al. (1997a, 1998) desarrolló dos disipadores, uno
establecido a partir de la flexión de pernos (Ver Figura) y el otro basado en la
plastificación por cortante, que permiten ser colocados como diagonales de
arriostramiento, logrando así unos elementos prácticamente independientes de las
acciones verticales y que resultan muy fáciles de instalar. Los disipadores están
avalados por una amplia campaña de ensayos, a partir de la cual se establecen
modelos de predicción del comportamiento y de su capacidad última disipativa bajo
la acción sísmica.
Mayorga Vela (2011), comenta que el sistema estructural de los brazos excéntricos
investigado por Popov en 1980 es el precursor de los disipadores a cortante. La
mayoría de los disipadores adoptan una geometría similar: sección en doble T con
alma rigidizada. Se observó que este sistema era de una gran ductilidad (la UBC97
considera a las estructuras que lo incorporan de máxima ductilidad), y que permitía
ciclos histeréticos estables y de gran capacidad disipativa siempre que la
rigidización fuera correcta. Los paneles de cortante son placas de acero rigidizadas
(Ver Figura). Su estructura, con rigidizadores distanciados, obliga a espesores
relativamente importantes para evitar el problema de la abolladura. Los aceros de
alta ductilidad y bajo límite elásticos (80 Mpa, 40-60% de alargamiento) se
muestran de gran interés para permitir espesores mayores a igualdad de esfuerzo
cortante, con una inferior necesidad de rigidización. Su cuerpo disipativo está
construido a partir de un solo bloque de acero de construcción (Ver Figura)
mecanizado por fresado, lo que permite incluir rigidizadores de pequeñas
dimensiones y sin necesidad de soldadura en la zona de plastificación. Los
primeros resultados obtenidos señalaban una elevada rigidez bajo
comportamiento elástico, un desplazamiento de inicio de plastificación pequeño
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Como indican Oviedo y Duque (2006), los disipadores de fricción trabajan por la
fricción generada entre dos miembros mientras uno desliza contra el otro,
disipando la energía sísmica por calor. El diseñador debe conocer el nivel de
fuerza exacto en que se rompe la estática y comienza el deslizamiento entre las
dos placas, tanto para sismos pequeños como para grandes.
Según Mayorga Vela (2011), los sistemas de fricción disipan energía, basándose
en el rozamiento existente entre dos superficies en contacto bajo presión y en el
deslizamiento entre ellas. La fuerza de fricción en cada conexión es igual al
producto de la fuerza normal por el coeficiente de rozamiento. Existen diversos
dispositivos basados en la disipación por fricción. Pall y Marsh en 1982
propusieron un sistema que permite ser emplazado en la intersección de un
arriostramiento en X. Sus curvas histeréticas son prácticamente rectangulares con
lo cual la energía disipada por ciclo es máxima para un determinado valor de la
fuerza de deslizamiento. El mecanismo desliza ante una carga predeterminada,
regulable a partir de la presión ejercida por pernos a través de una llave
dinamométrica.
Mayorga Vela (2011), indica que el mayor inconveniente que presentan estos
disipadores es que el coeficiente de fricción durante el desplazamiento, depende
de la velocidad, de la presión normal y de las condiciones de las superficies en
contacto. Consecuentemente, resulta difícil garantizar un coeficiente de fricción
independiente del tiempo y de las condiciones de los disipadores. Sin embargo, se
ha observado que la variación del coeficiente de fricción durante el desplazamiento
no afecta significativamente a la respuesta estructural si la estructura permanece
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en rango lineal elástico, mientras que esta influencia puede ser significativa si ésta
entra en rango no lineal.
Los disipadores viscoelásticos no sólo se han utilizado contra los sismos, sino
también para el control de vibraciones inducidas por viento. Los materiales
viscoelásticos son generalmente polímeros que, al ser deformados por cortante,
ofrecen capacidad de disipación de energía. La figura muestra el esquema típico
de estos dispositivos en los que la disipación tiene lugar cuando existe
desplazamiento relativo entre las placas de acero externas y el material
viscoelástico interno. En el diseño se deben tomar las previsiones necesarias
contra los cambios fuertes de temperatura, deformaciones excesivas y frecuencia
de vibración, ya que pueden modificar el comportamiento del dispositivo. (Oviedo
y Duque, 2006)
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Mientras Mayorga Vela (2011), indica que los disipadores viscoelásticos han sido
empleados con éxito, durante los últimos treinta años, para reducir la respuesta de
edificios altos ante la acción del viento. De forma más reciente se ha estudiado su
utilización con fines sismorresistentes. Los disipadores viscoelásticos sólidos
están formados por chapas metálicas unidas por capas finas de material
viscoelástico, y presentan unos ciclos histeréticos característicamente elípticos. Su
acción disipativa se basa en el aumento del amortiguamiento estructural.
Presentan algunas ventajas con relación a los disipadores histeréticos: i) no
precisan de una fuerza umbral para disipar energía; y ii) no cambian de forma
significativa los períodos de vibración, con lo cual resulta posible linealizar el
comportamiento estructural y realizar una modelización más sencilla. Como
inconvenientes están: i) la poca variación del período fundamental no evita el
comportamiento resonante; ii) los materiales viscoelásticos, en general, son
sensibles a los cambios en temperatura, frecuencia y deformación, y resulta
necesario minimizar la influencia de estas variables en sus rangos de servicio en
estructuras sismorresistente para que su comportamiento resulte predecible; iii)
para conseguir un aumento del amortiguamiento estructural a valores que
reduzcan significativamente la respuesta estructural ante un sismo severo es
necesaria una gran cantidad de dispositivos.
Así también Bonilla (2012), agrega que estos dispositivos se colocan como los de fricción; sin
embargo, su comportamiento es diferente ya que disipan energía por calor. Estos disipadores
son parecidos a los amortiguadores de un carro, por lo cual su comportamiento viscoelástico es
generalmente de polímeros, en ellos las fuerzas desarrolladas contienen componentes en y fuera
de fase de movimiento de la estructura bajo excitación armónica.
La técnica de efecto de masa consiste en adicionar una masa al edificio para que vibre con la
misma frecuencia natural de vibración de la estructura. “Si la frecuencia del absorbedor adherido
a la estructura coincide con la frecuencia de excitación, entonces la masa del sistema principal
permanece quieta, y el absorbedor genera en todo instante sobre la estructura fuerzas iguales y
contrarias a la excitación” (Frahm, 1909).
Según Oviedo y Duque (2006), en los disipadores de masa sincronizada, la masa se adhiere a la
estructura por medio de resortes y amortiguadores que inducen fuerzas contrarias a la excitación,
reduciendo los movimientos y desplazamientos impuestos por el sismo (Ver Figura). En el Japón
se han dotado varias edificaciones con esta técnica; la torre Landmark de Yokohama (75 pisos)
posee en su último piso un amortiguador de masa sincronizada (tunned mass damper), para
controlar las vibraciones debidas al viento y al sismo, evitar problemas estructurales y otorgar
comodidad a los usuarios de la edificación.
Además Oviedo y Duque (2006), agregan que dentro de estos amortiguadores de masa
sincronizada también se pueden considerar los de líquido sincronizado (tunned liquid damper).
Estos son amortiguadores que aprovechan la frecuencia de vibración del oleaje de un líquido
contenido en tanques u otros depósitos que se sitúan, generalmente, en el último piso de la
estructura. El oleaje dentro del tanque produce una serie de frecuencias de vibración que reduce
la respuesta de la estructura ante la excitación. Una variante de este tipo de amortiguadores es
el amortiguador de columna de líquido sincronizado (tunned liquid column damper), que imparte
amortiguamiento adicional al disipar energía mediante el paso del agua por unos orificios
acompañado de una pérdida de cabeza, para mejorar el desempeño estructural de la edificación.
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En concordancia con lo especificado antes, Bonilla (2012) indica también que estos sistemas
tienen como principio proteger a las estructuras de los sismos, para ello desacoplan a la
estructura del movimiento del suelo logrando un incremento en el periodo fundamental de
vibración en todo el sistema, incluyendo a los aisladores. La protección a la estructura se consigue
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Pardo (2007), indica que existen básicamente dos tipos de sistema de aislamiento: Los de apoyos
elastoméricos y los de apoyo deslizante.
Aisladores elastoméricos
Bonilla (2012), afirma que los apoyos elastoméricos emplean una goma de caucho o
neopreno reforzado con finas láminas de acero intercaladas. La notable flexibilidad lateral
en el elastómero permite el desplazamiento lateral de los extremos del aislador, mientras
que las láminas de refuerzo evitan el abultamiento del elastómero y le proporcionan una
gran rigidez vertical. Existen tres tipos de aisladores ampliamente usados que son:
Aislador elastomérico de bajo y alto amortiguamiento (LDR y HDR), Aislador elastomérico
con núcleo de plomo (LRB) y el Aislador de péndulo friccionante (FPS).
Bonilla (2012), además describe que entre los primeros aisladores de base fabricados
comercialmente, se encuentran los apoyos rectangulares o circulares formados con
placas de neopreno intercaladas con placas de acero más delgadas (NRB).
Este dispositivo en muy flexible en su dirección horizontal, pero verticalmente posee una
gran rigidez. Su objetivo fundamental es flexibilizar lateralmente a la estructural.
Comúnmente son utilizados en puentes.
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El aislador de base LRB fue utilizado por Robinson y Tucker, el cual tiene un corazón de
plomo con la finalidad de disipar energía, al contrario del utilizado con neopreno. (Bonilla,
2012)
Aisladores deslizantes
Los apoyos deslizantes poseen una superficie de deslizamiento que permite la disipación
de energía por medio de las fuerzas de rozamiento. Uno de los dispositivos más
innovadores es el sistema pendular friccionante que combina la acción del deslizamiento
con la generación de una fuerza restitutiva debido a la geometría del deslizador.
Bonilla (2012), afirma que un sistema de control activo consiste en la modificación de la respuesta
dinámica de la estructura a base de fuerzas externas de control. Para la aplicación de dichas
fuerzas en la estructura se conectan sensores que midan las respuestas y las excitaciones
externas en varias partes de la estructura en un tiempo determinado, dando como resultado la
activación de los actuadores, los cuales son los encargados de aplicar las fuerzas necesarias
para contrarrestar los movimientos sísmicos.
Estos sistemas son dispositivos que generan fuerzas de control para modificar la respuesta
dinámica de la estructura. Las fuerzas de control son aplicadas mediante actuadores integrados
a un conjunto de censores, controladores y procesadores de información en tiempo real. Los
censores instalados en la estructura miden las excitaciones externas y la respuesta dinámica de
la estructura, los dispositivos de procesamiento en tiempo real procesan la información
proveniente de los censores y calculan las fuerzas de control necesarias para estabilizar la
estructura, finalmente los actuadores generan las fuerzas necesarias para contrarrestar los
movimientos sísmicos (Pardo, 2007)
Por lo tanto, se puede decir que la configuración básica de un sistema de control estructural
consiste en:
Los sistemas activos presentan grandes ventajas respecto a los sistemas pasivos, entre las que
destacan:
Aplicación ante de un sistema activo usado tanto para el control estructural ante vientos
como terremotos.
Selección de los objetivos de control, permitiendo el confort humano sobre otros aspectos
y la seguridad estructural ante una acción dinámica severa.
Sin embargo, los sistemas activos también presentan algunos inconvenientes, como lo son:
Pardo (2007), indica como un ejemplo de control activo al amortiguamiento de masa activo
(“Active Mass Damper”, AMD). Una masa auxiliar, móvil es instalada en uno de los últimos pisos
del edificio, con un actuador conectado a ella. Si el algoritmo es adecuado, la fuerza inercial que
presenta la masa oscilante debe contrarrestar los efectos de la acción sísmica y reducir así la
respuesta estructural. Se indica que el edificio “Kyobashi Seiwa”, es la primera aplicación a escala
natural de la tecnología del control activo. Este edificio ubicado en Tokio (Japón), se terminó de
construir en 1989. El sistema activo está formado por dos osciladores AMD, uno principal para
controlar el movimiento transversal y otro secundario para reducir los movimientos torsionales. El
objetivo del sistema instalado en el edificio es reducir las vibraciones producidas por vientos
fuertes y solicitaciones sísmicas moderadas, con el fin de incrementar el confort de sus
ocupantes.
Figura. Otros ejemplos de sistemas de control activo. Fuente: Oviedo y Duque (2006).
Bonilla (2012), indica que los sistemas híbridos son sistemas que emplean una combinación de
sistemas activos y pasivos.
Además Bonilla (2012), indica que debido a que el sistema implica múltiples dispositivos de
control funcionando simultáneamente, los sistemas de control híbrido pueden aliviar algunas de
las restricciones y limitaciones que existen cuando sólo uno de los sistemas (pasivo o activo) es
utilizado. Además, debido a que el control se consigue a partir de la actuación de un dispositivo
pasivo, el sistema de control híbrido es más fiable y presenta requerimientos energéticos
inferiores que un sistema totalmente activo, sin embargo, puede resultar más complejo.
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Existen dos sistemas híbridos que han despertado mayor interés, los de aislamiento de base con
control activo del desplazamiento de base y el amortiguador de masa híbrida (HMD).
Pardo (2007), afirma que su componente pasivo desacopla parcialmente la estructura del
terreno, a costa de un desplazamiento significativo entre la subestructura y
superestructura. El objetivo del componente activo es el de controlar este movimiento
mediante un actuador. Desde un punto de vista práctico, es importante que el control se
consiga con una única fuerza y que la demanda energética de esta se encuentre dentro
de unos límites aceptables. Sin embargo la evaluación de dicha fuerza de control entraña
una cierta dificultad relacionada tanto con el comportamiento no lineal del aislamiento con
las incertidumbres asociadas a la modelación del sistema global estructura, aislamiento y
de la excitación.
Los sistemas de control estructural se clasifican en: sistemas de control pasivos, activos
e híbridos.
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o Los sistemas de control pasivos son los que básicamente, utilizan sistemas
mecánicos que de forma inercial absorben la energía de una estructura y, por lo
tanto, mitigan su movimiento.
o Los sistemas híbridos son sistemas que emplean una combinación de sistemas
activos y pasivos.
Algunas de las ventajas estructurales del uso de los dispositivos de control son: reducción
de fuerzas cortantes, aceleraciones y derivas en cada nivel, y reducción de daños en
elementos estructurales y no estructurales.
V. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Considerando el gran número de edificios en el mundo que han sido construidos utilizando
estas técnicas, se puede concluir que se está frente a una tecnología del presente y del
futuro, que no puede dejarse pasar de largo.
Los sistemas de control tienen gran aceptación para las zonas sísmicas, pues son una
solución económicamente viable y proporcionan una solución importante para hospitales
y plantas nucleares que necesitan funcionar después de un sismo severo.
Actualmente ningún sistema o dispositivo en particular es el mejor para todos los diseños
y, en consecuencia, se han presentado una gama de alternativas en vía de desarrollo.
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BIBLIOGRAFIA
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