Introduccion A La Filosofia Del Tiempo y
Introduccion A La Filosofia Del Tiempo y
Introduccion A La Filosofia Del Tiempo y
van Fraassen
INTRODUCCION
A LA FILOSOFIA
DEL TIEM PO
Y DEL ESPACIO
EDITORIAL LABOR, S. A.
BARCELONA
1978
Traducción de
Juan-Pedro Acordugoicoechea Goicocchca
1. RE LA C IO N E S Y O RD EN
2. E L USO DE C O O R D EN AD A S
3. M A G N I T U D Y M E T RI C A
t
4. E L « STATUS » DE LA EN T I D AD
1) El espacio es infinito.
2) El océano es infinito.
el tipopostura.
cada de problemas que se les presenta a los defensores de
Primero: la negación de la existencia del tiempo no se
puede interpretar como si implicara que un discurso que
utiliza locuciones temporales carece de significación. Tanto
2. Van Fraassen
si la palabra «tiempo» tiene un referente como si no lo tiene,
la oración
3) El nacim iento de Newton es posterior a la muerte de
Francis Bacon
es verdadera. Y sea cual fuere la opinión del filósofo sobre
la existencia
que se quieredel decir
tiempo,
al ha de darnos
emplear esosuna explicación
términos de lo
temporales;
es decir, seguimos exigiendo una explicación de las relaciones
temporales, del orden temporal, de la duración y de la mé-
trica del tiempo.
Segundo: si se sostiene que hay una entidad denotada por
la palabra «tiempo», surge la pregunta de qué tipo de cosa
es esa. Evidentemente esta pregunta está fuera de lugar si se
niega que «tiempo» se refiera a algo. Pero en caso de que no
se niegue, podemos preguntar si el tiempo es una entidad
física o un objeto matemático o tal vez algún otro tipo de
entidad. Y esta es una pregunta a añadir a las mencionadas
sobre el orden y la métrica temporales.
Por último, nos estamos ocupando aquí de filosofía de la
ciencia y no de metafísica. No vamos, pues, a complicar la
discusión sobre la existencia o no del tiempo o del espacio
con otras preguntas sobre la existencia de objetos matemáticos
u otras entidades abstractas. Consideraremos, pues, admisible
prima facie la respuesta de quien, además de sostener que el
tiempo
esta existe, no
respuesta responde quesuscitar,
dejará de es una aentidad
su vez,abstracta (si bien
otras preguntas).
No creo que quienes defienden que no hay entidades abs-
tractas consideren, por este motivo, que la discusión es ociosa.
Pues bien mirado, son de la opinión de que todo lo que se
puede decir en los términos de sus oponentes y es en cierta
manera significativo puede también decirse en los suyos
propios. Esta puesta «entre paréntesis» de nuestro compro-
miso ontológico no impone tampoco una respuesta trivial
a la pregunta, por ejemplo, sobre la existencia del tiempo.
Ya que esta puesta entre paréntesis no va a repercutir en
preguntas similares sobre el mundo del que se ocupa la física,
tales como la existencia de electrones, de unicornios o de
campos de fuerza.
1. Cf.Quine, W. V. O. «On What ThercIs» en From a Logical Point
of View, Harper & Row, Nueva York, 1963, pp. 1-19. (Trad. caste
llana de M. Sacristán «Acerca de lo que hay», en Desde un punto
de vista lógico, Ed. Ariel, Barcelona, 1962, pp. 25-47.')
CAPITULO n
LOS PROBLEMAS
DE LA TEORIA DEL TIEMPO.
DE ARISTOTELES A KANT
1. CAMBIO Y DURACION:
L A TE O RI A DE A R IST O T E L E S
a) Cambio y proceso
Vamos a explicarlo.
Un cambio implica 1) algo que cambia; 2) una condi-
ción inicial, a partir de la cual esa cosa cambia; 3) una con-
dición final a la que cambia. Empecemos por examinar de
qué naturaleza son las condiciones inicial y final. El cambio
no será un cambio esencial si estas condiciones están descritas
como relaciones de comparación. Por ejemplo si Pedro es
más alto que Pablo (condición inicial), puede darse un cambio
a resultas del cual Pedro sea más bajo que Pablo. Pero este
cambio se llama accidental con respecto a Pedro, si se debiera
a que Pablo ha crecido. En estas condiciones, Pablo es el
sujeto de un cambio esencial (aumento de su estatura) y Pedro
de un cambio accidental (un cambio en la relación de su
estatura con la de Pablo).
Las condiciones inicial y final han de ser condiciones de
la misma clase. Un objeto puede primero estar caliente y
luego ser de color naranja, pero no diríamos que ha cambiado
de caliente a naranja (sería una flagrante confusión de cate-
gorías). El ejemplo de Aristóteles es el de un músico que
está tocando inicial
la condición y luegoessecompatible
pone a andar.
con laEnfinal:
los dos ejemplos
un objeto po-
dría estar caliente y ser de color naranja, un músico podría
tocar su instrumento mientras anda. Esta es la razón de que
el segundo ejemplo sea también un caso de cambio acci-
dental* Entre condiciones compatibles no se dan cambios
esenciales, sino «entre los contrarios o sus intermedios, y entre
los contradictorios».3
En otras palabras, se imaginan como clasificadas en fa
milias
las múltiples propiedades o cualidades que podemos
tí) E l tiempo
Pues esto,
lo anterior y en efecto, es el
lo posterior. El tiempo:
tiempo elnonúmero delmovimiento,
es, pues, movimiento sino
según
su aspecto numerable. Y la prueba [es que así como] el número nos
permite distinguir «do más» y «do menos», así el tiempo nos permite
distinguir «lo más» y «lo menos» del movimiento.14
2. E L TIEMPO Y L A POSIBILIDAD
DE LA CR E A C IO N
en la filosofía moderna
En la Edad Media se sistematizó la filosofía de Aristó-
teles: su filosofía de la naturaleza era una parte de su meta-
física, y su teoría del tiempo una parte de aquélla. Hacia el
final de la Edad Media, y durante el Renacimiento, este es-
pléndido sistema filosófico empezó a fragmentarse y a desmo-
ronarse. Con todo (y esto es hoy un tópico) los comienzos de
la filosofía y de las ciencias modernas dependen en gran parte
de las escuelas medievales. Por ejemplo, la teoría del tiem-
po de los cartesianos estaba muy próxima a la teoría del
tiempo de los aristotélicos medievales. Mas el puesto de la
teoría del tiempo en la filosofía de Descartes era muy dife-
rente de su puesto en la filosofía medieval.
Para los escolásticos la metafísica trata de la substancia
en general; la filosofía de la naturaleza, o cosmología, es la
parte que trata de las substancias materiales. Las caracterís-
ticas fundamentales de estas substancias son la cantidad y la
cualidad. Hay dos cl ases de cantidad : la cantidad continua,
o extensión, y la cantidad discreta o número. A su vez, la
cantidad continua es de dos tipos: permanente y sucesiva; la
extensión espacial pertenece al primero, la duración al se-
gundo. Tanto el movimiento como la mera permanencia de
una substancia tienen duración, pero no se puede medir la
permanencia sino en relación con el cambio. Así pues, el
tiempo o duración es fundamentalmente la medida del cam-
bio respecto a la sucesión. El sitio preciso de la teoría del
tiempo es éste: aquella parte de la filosofía de la naturaleza
que versa sobre la cantidad continua sucesiva.
una En
parteel integrante
sistema aristotélicoescolástico, la parte,
de la metafísica; por otra cosmología
en estees
sistema no existe distinción entre la ciencia y la filosofía de
la naturaleza. Por tanto, la exposición anterior fija el sitio o
puesto de la teoría del tiempo en la filosofía aristotélica. La
desintegración gradual de la tradición aristotélica estuvo acom-
pañada y seguida de arduos intentos de configurar una imagen
nueva y coherente del mundo físico. El resultado más impor-
tante de estas tentativas fue el desarrollo inicial de la física
moderna. No obstante, esos resultados fragmentarios, aunque
importantes, hasta el siglo xvii no los encontramos organi-
zados en sistemas de filosofía de la naturaleza que puedan
rivalizar con el de los escolásticos. En estos sistemas ya es
posible en cierto grado distinguir las teorías científicas de sus
interpretaciones filosóficas. El lenguaje de las teorías físicas
incorpora abiertamente locuciones temporales; la teoría del
tiempo ha venido a ser parte de la interpretación filosófica de
este lenguaje.
Así se explica que la física de Descartes fuera un sistema
completo y vasto, y su teoría del tiempo muy breve y com-
parativamente poco crítica. La situación es parecida en los
casos de Newton y Leibniz. La metafísica tiene importancia,
pero como medio de hacer inteligible la física. Esto es claro,
a pesar de la servidumbre de boquilla pagada al antiguo ideal
de que la física es una parle de la metafísica. La moderna
filosofía de la naturaleza es un comentario de la física mo-
derna, no un todo del que la física sería una parte.
No queremos dar a entender, por supuesto, que el único
objetivo de la filosofía moderna sea comentar la física (aunque
uno de los motivos principales de su génesis fue la necesidad
de una imagen del mundo, nueva y coherente, en armonía con
la nueva física). Ni tampoco pretendemos negar que, al menos
entre los racionalistas del siglo xvii , el recurso a los principios
metafísicos fue una maniobra importante en el esfuerzo por
hacer inteligible la física. No obstante, la característica esen-
cial se mantiene firme: en relación a la ciencia, la tarea que
los filósofos modernos se impusieron fue la de interpretarla.
c) E l argumen to de Barrow
y el tiempo absoluto de New ton
3. Van Fraassen
no es nada más que una entidad física muy importante, algo
así como la Vía Láctea o, mejor aún, el sistema de las estre-
llas lijas. Pero esto requiere, al menos, una matización en
puntos importantes: no hay duda que el tiempo es en muchos
aspectos algo muy distinto de un cuerpo material o de un
sistema físico. En este punto Barrow se vuelve a la teología
(influido por Sostiene
Henry More). algunos deque sus contemporáneos,
el espacio y el tiempopor ejemplo,
existen con
independencia de los cuerpos materiales o de los aconteci-
mientos físicos, pero no independientemente de Dios. Desde
el punto de vista de la filosofía de la naturaleza el tiempo «no
denota una experiencia actual, sino pura y llanamente una
capacidad o posibilidad de posible existencia», mientras que
desde el punto de vista de la teología manifiesta una sobre-
abundancia de la presencia y poder divinos.22 Al lector mo-
derno y al filósofo secular la dicotomía propuesta no le ayuda
granuncosa. Cuando le decimos (ni
a Barrow que sideel latiempo 110
es aspecto del movimiento un producto imagina-
ción) entonces ha de ser una «existencia actual» diferente de
cualquier proceso físico, contesta que así es desde el punto
de vista teológico. Pero si entonces nosotros confesamos que
nos hallamos perplejos acerca de qué clase de entidad es ésta,
afirma que desde el punto de vista de la filosofía de la natura-
leza el tiempo no es, por supuesto, ninguna clase de cosa en
absoluto. Desde el punto de vista de la filosofía natural, esto
es pura y simplemente eludir el tema. Newton aceptó la teo-
ría de Barrow en lo esencial. En el famoso Scholium
Philosophiae Naturalis Principia Mathematica afirma: de su
o bien
Para (discutir
instante no podemos evitar pensar
la dificultad en unhemos
de Locke, tiempodeanterior a t.
distinguir
entre una afirmación de posibilidad condicional y un condi
cional contrafáctico. Pongamos un ejemplo de cada uno:
c) si estuvo, lo hizo;
Una vez que la mente se ha apropiado una medida del tiempo tal
como la del ciclo anual del Sol, puede aplicar esta medida a dura
ciones en las que éste no existe...20
Yo puedo imaginar que la luz existió tres dias antes que existiera
el Sol. o que hubiera cualquier otro movimiento, simplemente pen
sando que la duración de la luz antes de que el Sol fuera creado
era tan larga que (si el Sol se hubiera movido entonces como lo
hace ahora) habría sido igual a tres de sus revoluciones...30
Si hablamos
parece plausible de acontecimiento
decir sólo cuando es
que un acontecimiento hayuncambio,
cambio.
Supongamos que hay luz hasta las 20.08 y después se corta;
al apagón de luz le podríamos llamar un acontecimiento.
Pero éste es sólo un tipo de acontecimiento. Supongamos
que se corta la electricidad a las 20.08, pero tan sólo por
un segundo. Si los acontecimientos son cambios de estado,
entonces tendríamos que decir que hay tres estados y dos
acontecimientos, siendo los acontecimientos el paso de la
luz de encendida a apagada, y de estar apagada a encen-
dida. Pero nos sentimos mucho más inclinados a decir que ha
sucedido sólo una cosa. («¿Fue aburrido estar una hora sen-
tado en esa habitación?». «Sí. Todo lo que pasó fue un apagón
de luz de un segundo».)
Al menos algunos acontecimientos son estados de muy
corla duración. Aun así, hemos de considerar que algunos
acontecimientos son cambios de estado; ¿hemos de contarlos
entre las entidades básicas que son «relata» de las relaciones
temporales? Pero un cambio de estado es simplemente el caso
límite de un proceso; pasa por una serie de estados con sólo
dos miembros. Queda descrito por completo cuando descri-
bimos este par de estados.38 Esto quiere decir que los únicos
acontecimientos
aquellos que sonque de hecho
estados hemos
de corta de tener
duración. En en
la cuenta
historia son
de
la teoría del tiempo ha tenido lugar una inversión interesante
de la terminología. Las cuestiones que acabamos de discutir
sólo se plantean con esta claridad en los escritos de Bertrand
Russell, Alfred North Whitehead y Hans Reichenbach. Y el
término que empican para lo que nosotros hemos llamado
estados y acontecimientos que son de hecho estados de corta
duración no es el de «estados» sino «acontecimientos». Segui-
remos esta convención, pero a veces tendremos que señalar
que estos acontecimientos son estados de objetos.
Volvamos a la pregunta ¿Qué está en el tiempo? Están
directamente en el tiempo aquellas entidades que son los
«relata» básicos de relaciones temporales: los acontecimientos.
A ciertos conjuntos de acontecimientos simultáneos se les
llama estados de cosas, situaciones o circunstancias: también
éstos están en el tiempo. A ciertas series de acontecimientos
sucesivos se les llama procesos, y éstos también están en el
tiempo. En el segundo y tercer caso estamos ante entidades
complejas
los que que
elementos se dice que estánLos
los integran. en objetos
el tiempo porque
físicos lo en
están están
el
tiempo indirectamente: se dice que están en el tiempo porque
los acontecimientos (que están directamente en el tiempo)
acaecen a los objetos físicos y son, en otra terminología, esta-
dos de estos objetos. Por ejemplo, mi coche Bctsy existió en
el tiempo —de 1950 a 1962— porque todos los aconteci-
mientos que le acaecieron (todos sus estados) tuvieron lugar
en esos años.
Vamos a fijarnos más detenidamente en las relaciones
entre objetos terminología.39
más nuestra y acontecimientos, en parte para uniformar algo
Un intento muy importante de interrelacionar el discurso
acerca de los objetos con el discurso acerca de los aconteci-
mientos fue el que hizo Reichenbach.40 Hizo ver el parale-
lismo entre la atribución de una propiedad a un objeto y la
afirmación de que ha ocurrido un acontecimiento (se ha lle-
gado a un estado). Por ejemplo, las dos sentencias siguientes
son en cierto sentido equivalentes:
télicoescolástica.
ampliar De laahíexplicación
o generalizar que se preguntara:
aristotélica¿cómo
de la se duración
puede
a una explicación del orden temporal? Empecemos recompo-
niendo el recorrido intelectual que llevó a Leibniz de la expli-
cación aristotélica a la suya propia, para exponer después
sistemáticamente sus opiniones. Esperamos que lo primero
nos dará motivaciones intuitivas de la teoría dentro del con-
texto filosófico de la obra de Leibniz, que no proporcionaría
una mera lectura de su exposición compendiada. Por otra
parte, lo segundo, pondrá su teoría al alcance de la crítica
desde un punto
Según de vista
Aristóteles, la contemporáneo.
duración, cantidad de tiempo, es la
medida del movimiento (en general, del cambio) según lo
anterior y lo posterior. Esta explicación presupone las no-
ciones de medida o magnitud, de cambio físico o proceso, y
de orden temporal. Podemos reformularla así:
4. Van Fraassen
mero. Toda clasificación en términos definidores y términos
definidos es una construcción artificial. Una tal jerarquía de
definiciones puede tener, por supuesto, una función impor-
tant e: hacer entend er lo que se quiere decir, s ervir de expli
cación. Pero no hay ningún término que 110 pueda figurar
entre los que son objeto de una explicación adecuada, como
parece sostener Kant acerca del término «tiempo».
Volviendo a nuestra reflexión sobre el curso del pensa-
miento de Leibniz, observamos que una misma cosa puede
ser sujeto de propiedades contrarias: estas determinaciones
contrarias pueden existir en la misma cosa con tal que estén
separadas temporalmente. Su contrariedad no hace (a dife-
rencia de la contradicción) que la existencia de una excluya
la existencia de la otra; pero sí las separa. Y si están separadas,
forman un dominio de entidades distintas, y este dominio es
ordenable. El dominio es la historia del mundo, y el orden
el tiempo. Este es el sentido de los párrafos iniciales de Initia
rerum mathematicarum metaphysica:
oel con
que que
seanseo den
no simultáneos con sus propias características,
otros acontecimientos?
Consideremos en primer lugar un caso sencillo. Suponga-
mos en la historia del mundo un corto intervalo durante el
cual todos los acontecimientos son compatibles unos con
otros; y durante el cual, sin embargo, unos acontecimientos
tienen lugar después que otros. ¿Es esto posible? Esto lleva
como consecuencia necesaria que durante ese intervalo no
cambie nada, ya que el cambio es el paso de un termino o
estado a otro contrario. Es decir, la posibilidad de la situa-
ción descrita presupone que puede haber un lapso de tiempo
en el que no hay cambio. Y esto (que el tiempo es indepen-
diente del cambio) contradice a la tradición filosófica aristo-
télica, tradición que Leibniz quiere respetar.
Pero, muy probablemente, el cambio puede ser periódico.
¿No podríamos tener dos estados del mundo, separados por
un estado contrario, pero sin que fueran ellos mismos contra-
rios el uno al otro? En este punto podemos referirnos a la
opinión de Leibniz de que el primer estado contiene el fun-
damento del último. De modo que si tenemos un estado A,
seguido de un estado B, seguido de un estado A , el primer
estado A es tal que causa (o contiene el fundamento de) una
secuencia subsiguiente de estados (un estado B, después un
estado A, después...). En esto podría diferir el primer estado A
del segundo estado A.
Supongamos, sin embargo, que la historia del mundo es
completamente simétrica respecto de estos estados A. ¿Qué
pasa en ese caso? Ante todo hemos de hacer notar que
nuestra hipótesis es ahora cosmológica y que en los problemas
cosmológicos con frecuencia
pírica de la lógica. De modo no que
es fácil desligar
ciertas la parte
hipótesis em-
cosmoló-
gicas pueden muy bien ser posibles respecto de una postura
filosófica y ser absurdas o incoherentes respecto de otra. En
el famoso debate entre Clarke y Leibniz, Clarke preguntó a
Leibniz cómo podía explicar, coherentemente con la teoría
relacional del tiempo, el hecho de que el mundo podía haber
sido creado dos años antes del tiempo real de la creación.
Leibniz respondió que esto no era un hecho, que la hipótesis
era absurda, y que sólo tenía que dar una explicación de la
impresión o sensación que tuviera sentido. El núcleo del pro-
blema se reduce a que en la teoría del tiempo absoluto defen-
dida por Newton y Clarke, la hipótesis es posible, y en la teo-
ría relacional del tiempo es imposible. Y tratándose de una
hipótesis cosmológica no se puede preparar una situación ex-
perimental que decida entre estas dos posturas antagónicas.
Análogamente, uno sospecha que es incompatible con la
postura de Leibniz la hipótesis cosmológica de que dos esta-
dos puedan no ser contrarios y tener secuencias enteramente
iguales de estados que les preceden y suceden. Leibniz no
consideró explícitamente esta hipótesis, de manera que sólo
podemos especular sobre lo que habría dicho. Sin embargo,
parece razonable creer que habría apelado al principio (lla-
mado ahora principio de Leibniz o principio de la identidad
de los indiscernibles ) que dice que dos entidades distintas han
de ser diferentes en algún aspecto. Un buen ejemplo de utili-
zación del principio en relación a una hipótesis cosmológica
se encuentra en su cuarta carta a Clarke, en una discusión de
si Dios podría hacer avanzar todo el universo.48 No obstante,
la aplicación de este principio a hipótesis de historias del
mundo simétricas o periódicas no se hizo hasta mucho des-
pués (véase cap. III, sec. 1).
Podemos examinar de forma semejante los presupuestos
de la definición de prioridad temporal en términos de causa-
lidad. Tal como la hemos formulado, la definición 5 presu-
pone, para que sea adecuada, que todo lo que acontece en un
tiempo dado t tiene una causa en cualquier tiempo anterior.
Enunciado en la terminología que introducen las definiciones,
esto equivale a: Si X e Y no son contemporáneos, entonces
o X es contemporáneo de alguna causa de Y o Y es contem-
poráneo
teoría no de alguna causa
es completa de Xque
a menos
. Ahora bien, es claro que una
postule que se den los pre-
supuestos de sus definiciones (a estos postulados los llama-
remos «postulados de adecuación»). Que Leibniz percibió
con claridad la necesidad de un tal postulado de adecuación
de la definición 5 lo sugiere su afirmación, en este contexto,
de que «el primer estado en mí contiene también el primer
estado de la otra cosa [y por consiguiente] contiene también
el fundamento del último estado de la otra cosa, y es, por
tanto, anterior a ella».49 Y ha de poner algún postulado de
causalidad universal para excluir la posibilidad de estados
que no son contemporáneos según la definición 3) pero que
su teoría no puede definir ni como anterior ni como posterior
uno del otro. La pregunta es: ¿Está fundada esta suposición
factual? No se puede contestar a esta pregunta si no tenemos
un criterio claro de la relación de causalidad. Y ello nos lleva
al segundo grupo de preguntas.
Los comentarios precedentes se basan en una comprensión
poco perfilada de lo que Leibniz quiere decir con «califica» y
«contiene el fundamento
están tan lejos de». que
de ser claros Estos términos,
estamos sin embargo,
tentados de seguir
en esta actitud acrítica. Podemos ver que, según Leibniz, si
un acontecimiento califica a otro, ambos son simultáneos (de
lo contrario, la definición 3 carecería de sentido). Pero ¿qué
otra cosa puede significar decir que X califica a Y1 Alcanza-
mos a ver dos posibilidades:
Por eso hay tres reglas de todas las relaciones de tiempo entre los
fenómenos, por las cuales puede determinarse a cada uno su exis
tencia con respecto a la unidad de todo tiempo, y esas tres reglas
preceden a toda experiencia y la hacen posible.57
primeras.
sugiere queLaestas
manera
otrascomo hemos formulado
substancias esta suposición
existen después de las
primeras. Pero un examen más preciso mostrará que esto no
se sigue: no hay fundamento para afirmar ninguna relación
temporal entre los estados de las primeras y los de las se-
gundas, excepto la de no simultaneidad. De manera que no
habría modo de ordenarlas a todas conjuntamente en una
única historia del mundo. Puesto que admitimos que tal orde-
nación es siempre posible, esta suposición es absurda. Pero la
remoción
substancia del absurdoo no
comienza dejaexige que afirmemos que ninguna
de ser.
Por otra parte, Kant emplea en muchos pasajes la palabra
«substancia» en singular. Podemos, pues, entenderla también
cómo un «término de masa»; con el significado, por ejemplo,
de materia. En ese caso podemos concluir con él que, dentro
de la historia del mundo, toda la materia no deja de ser y
luego vuelve a ser de nuevo. Esto no implica que alguna ma-
teria no pueda ser creada o destruida.
Antes de sobre
a reflexionar pasar ela objetivo
la segunda analogía,
de Kant. convendría
La imagen volver
del mundo
con la que trabaja Kant no es precisamente la «imagen mani-
fiesta» (como la llama Wilfrid Sellars) que nos formamos en
la reflexión precientífica. Es la imagen del mundo de la física
de su tiempo la que explica por qué quiere deducir que la
«substancia es permanente; su quantum en la naturaleza no
puede ni aumentar ni disminuir».58 bls Se concebía esta imagen
científica del mundo como necesaria de alguna manera; sus
principios no se
Por esta razón los consideraban como
racionalistas del siglomeras verdades inferir
xvn intentaron casuales.
alguno de los principios de la física moderna de los principios
fundamentales de la metafísica. (Y en esto seguían a los aristo-
télicos, que intentaron hacer lo mismo en su física). Kant, por
otra parte, intentó demostrar que los principios básicos de la
ciencia moderna corresponden a las características básicas de
nuestro esquema conceptual, el cual determina la estructura
de toda posible experiencia. No nos es fácil apreciar cuán
fuerte era la influencia que la física clásica tenía en quienes
la vivieron. No estamos, por tanto, convencidos de que Kant
ponga al descubierto las únicas condiciones bajo las cuales
es posible una experiencia objetiva y coherente. Pero podemos
convenir con Kant acerca de la imporiancia del concepto de
substancia u objeto físico permanente para la caracterización
de la estructura relacional de los acontecimientos en el tiempo.
De forma análoga la segunda analogía vincula la sucesión
a la causalidad. Kant cree haber demostrado que todo lo que
acontece se ha de concebir como alteraciones en el estado de
una substancia. Y afirma que estas alteraciones tienen lugar
según la ley de causa y efecto —todo lo que ocurre «presu-
pone algo a lo cual sigue según una regla». Convencido por
la crítica de Hume, afirma Kant que este enlace causal no se
percibe
sí mismo.en sí mismo, como tampoco el tiempo se percibe en
... o con otras palabras: la mera sensación deja indeterminada la
relación ob je tiva de los fenómenos sucesivos. Para que sea conocida
como determinada, tiene que ser pensada la relación entre ambos
estados de tal manera, que por ella quede determinado con necesidad
cuál de ellos debe ponerse antes y cuál después y no a la inversa.89
cio Todas
como las substancias,
simultáneas, en cuanto
están pueden acción
en universal ser percibidas en el espa
recíproca.01
En la segunda edición se pone más énfasis en cómo perci-
bimos que ciertas cosas (estados de cosas) existen simultánea-
mente. Algunas veces las percibimos a las dos simultánea-
mente, es decir, nuestras percepciones son simultáneas. Por
supuesto que esto no basta para que sean simultáneos dos
acontecimientos percibidos: si oímos un trueno y vemos simul-
táneamente un rayo, y sabemos además que la tormenta está
lejos, concluimos que los dos acontecimientos no eran simul-
táneos.
lenta quePues
la desabemos que la
la luz. Pero propagación
si vemos del sonido
que suceden es más
dos aconteci-
mientos y juzgamos que están casi en el mismo lugar, y las
dos percepciones visuales son simultáneas, concluimos que
los acontecimientos han sucedido simultáneamente.
Esta discusión muestra ya que la consideración de la inte-
racción causal es central para los juicios de simultaneidad.
(En el caso de la vista, dice Kant que «la luz que juega entre
nuestros ojos y los cuerpos del universo efectúa una comu-
nidad
la mediata entre
simultaneidad de nosotros y esos cuerpos
estos últimos».62 En el ycaso
así demuestra
del oído, la
interacción sería por ondas sonoras).
Pero también hay casos más complicados, a saber, cuando
estamos situados de tal manera que no podemos percibir a la
vez dos acontecimientos coexistentes. Si son acontecimientos
cortos, no podemos percibir que son simultáneos. Pero si son
objetos, podemos percibir que coexisten por lodo un intervalo
de tiempo.
Así puedo
la Tierra colocar mi
o, también percepción
al revés, primero
primero en laenTierra
la Luna y luegoenenla
y luego
Luna; y digo que esos objetos existen simultáneamente, porque sus
percepciones pueden seguirse la una a la otra y recíprocamente la
otra a la una. Ahora bien, la simultaneidad es la existencia de lo
múltiple en el mismo tiempo. Pero no podemos percibir el tiempo
mismo...63
5. Van Fraassen
todavía vigente, podían aspirar a la certeza a priori. Prefirió
usar los conceptos que le ofrecía la física a apoyarse en
algún sistema filosófico. Esto confiere más importancia a su
empeño, ya que las ciencias existentes suministran una espe-
cie de «d ato» a la filosofía: para un filósofo, el marco co n-
ceptual de la ciencia de su tiempo ofrece materia más propia
de análisis que de crítica. Por supuesto, no están vedados otros
sistemas filosóficos. (Estos dos temas necesitan ser precisados,
pero la distinción es clara).
Empecemos considerando un pasaje fundamental del Elu
de sur I'espace et le temps de Léchalas:
18.
17. Ib íd ., 223b.5-10;
ibíd., 251b, 10-15,
224a.
18-28.
2-19.
19. Ibíd., 218b. 21-30.
20. S t o . T omás d e A qu i no . o.c . Libro VIH, 2. 990; S t o . T omás d e Aq u i-
n o : Commentarium in dnodecim libros Metaphysicorwn Aristotelis.
ed. Cathala, Marietti. Roma. 1950, Libro XII. lee. 5, 2498.
21. The Geométrica I Lec tu re s o f Isaa c Bar ro w, trad. de J. M. Child, Open
Court. I.a Salle, 111., 1916. pp. 35-37.
22. Cf. B urtt , E. A.: The Mctaphvsical Foundations of Modern Science.
Anchor Books, Nueva York. 1932, cap. V, sec. F.
23. Is aa c’s N ew to n Philoso ph ia s N atu ra lis Pr in cipia math em at ic a, 2 vols.
editados por A. Koyré e T. B. Cohén con la ayuda de A. Whitman.
Cambridge Univ. Press, Cambridge. 1972, pp. 6. 18-20: 8, 13-15.
(Trad. inel. ed. por Cajori, F.. University of California Press, Ber
keley, 1960.)
24. Cf. B urtt , o .c ., cap. VII, sec. 4C.
24 bis. K oyre , et al, o .c ., 528. 25-26.
25. ArEXANDF.R, H. G. (Ed.): The Leibniz-Clarke Correspondence, Man-
chester Univ. Press, Manchcster. Ingl., 1956.
26. Ib íd ., Clarke. cuarta respuesta, par. 15.
27. Ib íd ., Leibniz,quinta carta, pars. 55-57.
28. Ibíd ., Clarke. quinta respuesta,par. 55.
29. L ocke . J.: An E ss ay Con ce rn in g Hum an U nde rs ta ndin g, ed. por
H. Nidditch, Clarendon Press, Oxford. 1975. (Trad. cast. «Ensayo
sobre el entendimiento humano», Aguilar, Madrid, 1961.) Libro II.
xiv, 24.
30. Ib íd ., II, xiv, 30.
31. L eibn i z , G.: N ou veaux essa is sur I’enten de m en t, «Die philosophischen
Schriften von G. W. Leibniz» Bd. 5, Berlín, 1882, Libro II, xiv, 24,
p. 140. (Trad. castellana de E. Ovejero «Nuevo tratado sobre el enten
dimiento humano», Aguilar, Madrid, 1970-1.)
32. Ib íd ., II, xv, 11, p. 142.
33. Cf. G oodman , N .: Fa cí, F ic tion and For ec ast, Harvard Univ. Press,
Cambridge, Mass., 1955, caps. I-II.
34. K oyre , o .c ., 8.
35. Físic a, o.c ., 221b, 20-222a, 9.
36. Cf. V a n F r aa ss en , B. C . : Fou nda tion s o j th e Cau salTheory of Time,
tesis doctoral en filosofía, no publicada, University of Pittsburgh. 1966.
cap. II.
37. B rtdgman , P.: A Sop his tica te 's Prim er o f R ela li vity, Harper & Row.
Nueva York, 1965, p. 115.
38. V o n W r i ght , G. II.. N o n ti an d A ction, Routledge and Kegan Paul,
Londres, 1963, p. 27; R ussell , B.: The Principies of Mathematics,
Alien and Unwin, Londres, 1956, pp. 469-473. (Trad. castellana en
R ussell , B.: Obras completas, tomo II. ed. Aguilar, Madrid, 1973.)
39. V a n F raassen , o.c., cap. II, sec. B.
40. R ei chen ba ch , H.: El em en ts o f Sym bo li c Log ic, MaeMillan, Nueva
York, 1947, sec. 48; R ei ch enba ch , H.: The Direction of Time, Uni
versity of California Press, Berkeley, 1956, sec. 26.
41. Cf. V a n F r aa ss en , o.c.,
cap. 11, secs. B 4, D.
42. A lexander , H. G.; o .c ., Clarke,tercera respuesta, par. 4.
43. Cf. R ei chen bac h , H.: «The Theory of Motion According to Newton,
Leibniz and Huygens» en M od ern Philos op hy o f Sc ien ce, Routledge
and Kegan Paul, Londres, 1959, pp. 46-66. (Trad. castellana de
A. C. Francolí: «La teoría del movimiento según Newton, Leibniz y
Huygens»
1964, pp. en
M od er na Filos ofía de la Cien cia , F.d. Tecnos, Madrid,
63-86.)
44. B ochenski , I. M.: Fó rm al e Log ik , Karl Alber Verlag, Friburgo/
Munich, 1956 (ingl, A H is to ry o f For m al Txigic, Univ. of Notre
Dame Press, Notre Dame, Ind., 1961, 12-23; trad. castellana de
M. Bravo: H istoria d e la Lóg ica Fo rm al, Ed. Gredos, Madrid, 1967.)
45. K a n t , I.: D e m undi se ns ib ilis atq ue intelligibilis fo rm a et princip iis,
Kant’s gesammelte Schriften, Bd. II, Georg Reimer, Berlín, 1905.
p. 401.
46. W iener , P. P. (ed.): Leibniz: Selections, Scribner. Nueva York, 1951.
pp. 201-202.
47. Ibíd.
48. A lexander , o. c., Lei bn iz, cuarta carta, par. 13.
1. L A E ST R U C T U R A TO PO LOGIC A
D EL TIE M PO
así? La situación
cualquier no cosmológica.
otra teoría es fundamentalmente
Si, segúndiferente
nuestra de la deel
física,
mundo físico es en último término determinístico, y se pose-
yera evidencia de la hipótesis de que las condiciones presentes
son tales que este proceso determinístico llevará eventualmente
de nuevo al mismo estado, se tendría evidencia en favor del
retorno cíclico.2
Así pues, según la teoría del retorno cíclico, la historia
del mundo consiste en una serie de ciclos, cada uno exacta-
mente igual en todos los aspectos a los otros. Pero aunque ésta
es una hipótesis perfectamente posible ante la teoría del tiem-
po absoluto newtoniana, pronto se hizo ver que es opuesta al
punto de vista de Leibniz. H. Bois lo puso de manifiesto en
su crítica a Nietzsche:
Por un razonamiento análogo al famoso argumento de Leibniz
podemos objetar a Nietzsche: su concepción ha de llevar a una
negación de la realidad de esta sucesión de mundos idénticos, que
ha supuesto que es infinita. Los mundos idénticos, que según él,
se suceden uno a otro, son en sí mismos indiscernibles uno del otro,
ya que no tienen ninguna diferencia intrínseca. No habrá medio de
que se puedan distinguir estos mundos entre sí, a no ser que ponga
un límite a los fenómenos y a los mundos del pasado, de forma que,
por ejemplo, se le pueda llamar a un cierto mundo el primero, al
siguiente el segundo, etc. Pero si se dice, como hace Nietzsche, que
el tiempo pasado es infinito, ...entonces a cada nuevo mundo le
precede (independientemente de lo lejos que nos remontemos) un
número infinito de mundos idénticos, igual que un número infinito
de mundos le seguirán en el futuro. Estos mundos idénticos... sólo
diferirían numéricamente, so lo numero. De esto se sigue, por nuestro
argumento, que quedan reducidos a un único mundo y que la hipó
tesis del eterno retorno se destruye a sí misma.3
La argumentación recurre al principio de la identidad de
los indiscernibles de Leibniz y concluye que la teoría del
eterno retorno cícl ico es inconsis tente.4 Dos problemas surge n
aquí: ¿se ha de aceptar el principio de Leibniz? Y aceptada
la validez del argumento, ¿cuál ha de ser, según el leibniziano,
la estructura de la historia del mundo si las condiciones de
hecho son las que llevan al newtoniano a concluir el eterno
retorno cíclico?
El principio de la identidad de los indiscernibles de Leibniz
establece que, si las entidades A y B tienen todas las propie-
dades iguales,
una misma son idénticas;
entidad: es decir,
los términos «/l» yen ese tienenA ely mismo
caso
«.B» B son
referente. Podría entenderse esto de una manera trivial: por
ejemplo, considerando como una de las propiedades el ser
idéntico a A. Pero no es éste el sentido del principio; hay que
tomar la palabra «discernible» literalmente. Podemos enten-
der mejor el principio y su inverso (si A es B . entonces A
tiene todas las propiedades que tiene B) si interpretamos que
ambos dan la significación del predicado «es idéntico a».
Desde el primer momento los filósofos han atacado tanto el
principio como su inverso (al que los lógicos suelen llamar
ley de Leibniz). No tendríamos que ver en esta disputa un
debate metafísico, más bien habríamos de considerar que
plantea la cuestión de si los principios de Leibniz nos ofrecen
una explicación adecuada de la noción de identidad.
Un argumento corriente contra la identidad de los indis-
cernibles es que podemos fácilmente concebir un mundo po-
sible que contenga dos cosas distintas que sean iguales en
todos los aspectos (pongamos por caso, dos esferas negras
perfectas).3
lidad; Y seguramente
por consiguiente, el tanla alabado
concebibilidad
principio supone posibi-
no es nece-
sario. Pero hay que andar con mucho cuidado antes de con-
cluir que algo es concebible. En cierto sentido, puedo conce-
birme cuadrando un círculo, y ello no es posible. Al imaginar
el mundo que contiene dos esferas enteramente iguales, ¿cómo
puedo «ver» que son distintas? Posiblemente pensando que
si estuviera en ese mundo, una esfera estaría a mi izquierda
(la llamaría A) y otra estaría a mi derecha (a la que podría
llamar B). Pero entonces la pregunta es: ¿expresa esta afirma-
ción contrafactual una propiedad de las esferas? Si la verdad
de este contrafactual es fundamento adecuado para afirmar
que las esferas son distintas, entonces (diría seguramente el
leibniziano) describe una diferencia entre las dos esferas que
6. Van Fraassen
las hace discernióles. Si, por el contrario, se niega esto último,
entonces ¿cómo puede el contrafactual sustentar la conclusión
de que las esferas son distintas?
Podemos dar otra forma al argumento para mostrar que
nada depende de la fiabilidad de nuestra imaginación. Puede
que el oponente del leibniziano diga: yo he descrito un mundo,
y la descripción es auloconsistente lógicamente: por consi-
guiente, es un mundo posible. En este caso, la respuesta del
leibniziano es: esa descrip ción es auto consisten te sólo en la
medida en que niegas el principio de la identidad de los indis-
cernibles. El oponente puede entonces reformular su recurso
a un condicional contrafactual diciendo: mas el mundo que
yo he descrito puede encajar en un mundo que es posible tam-
bién según tus principios; puesto que el mundo que yo he
descrito resulta sin más que quitar algo de este último mundo
posible, ha de ser atambién él
puede responder esto: no un
te mundo
tomas posible. El leibniziano
las relaciones con la
suficiente seried ad: puede que todo lo que distinga las dos
esferas sea las relaciones a una tercera cosa. Por consiguiente,
esta simple omisión puede alterar radicalmente la estructura
del mundo posible. (Podemos añadir que el oponente quizá
está pensando subrepticiamente esta omisión como un acto
en el tiempo; es decir, que el mundo descrito al principio nace
cuando se aniquila este tercer elemento. Pero ésta no sería
en absoluto la cuestión discutida, ya que en ese caso las dos
esferas se distinguirían por su historia pasada).
Aceptando la validez de la réplica de Leibniz, vamos a la
segunda pregunta. Supongamos, por ejemplo, que la teoría
cosmológica admitida implica un determinismo perfecto, y
supongamos que tenemos razones para creer que el mundo
está en un estado al que la teoría predice un eventual retorno.
¿Descubre un absurdo el argumento de Bois? De ninguna
manera. El newtoniano concluiría que la historia del mundo
consiste en una serie indefinida de ciclos, idénticos excepto
por lo que hace a su lugar en el tiempo. Pero si la teoría ex-
cluye un comienzo, y, por supuesto, cualquier asimetría de la
evolución cósmica pasada y futura, el leibniziano le corrige:
sólo uno de esos ciclos tiene lugar: la historia del mundo es
finita.
Hemos de subrayar, sin embargo, que nuestras premisas
excluían un comienzo y un fin. Por tanto, la conclusión de
que la historia del mundo es finita se ha de ampliar a «finita
pero ilimitada». En otras palabras, la conclusión es que el
orden de los estados del universo es el de los puntos de una
circunferencia y no el de los puntos de una recta." Y se llega
a esta conclusión por la teoría relacional del tiempo, ya que
la premisa de un tiempo absoluto bloquearía la aplicación del
principio de la identidad de los indiscernibles. Por consi-
guiente, la conclusión es, igualmente, que la estructura topoló-
gica del tiempo es la de una circunferencia y no la de una
recta: el tiempo es topológicamente cerrado.
Ni Nietzsche ni Bois pensaron en esta posibilidad. Charles
S. Pierce parece haber sido el primero en comprender plena-
mente las alternativas concebibles de la estructura topológica
del Cierto
tiempo.7
que ello supone desviarse por completo del concepto
tradicional del tiempo. Y este desvío no depende de la acep-
tación de hipótesis cosmológicas especulativas y problemáticas
tales como las que hemos utilizado para ponerlo de manifiesto.
Más bien el punto fundamental es que en una teoría relacional
del tiempo cabe la posibilidad de un tiempo topológicamente
cerrado. Se ha mostrado que esta posibilidad se sigue a partir
de la doctrina filosófica inicial de que el tiempo y la historia
del mundo no son independientes, de que la estructura del
tiempo es una función de la estructura del universo y de las
leyes de su desarrollo.
C
' ¿Pero qué relación de orden es más básica que anterior a
o entre ? La respuesta es: la relación de separación de pares.
En la circunferencia mencionada, podemos decir que el par
de puntos (A; C) separa al par ( fí ; D). Intuitivamente es claro
que si se quiere recorrer la circunferencia de B a I), se ha de
pasar o por A o por C.
El orden de los puntos en una recta es un orden que se
puede caracterizar en términos de entre o antes de. (En el
apartado 3, nos ocuparemos de la diferencia entre estas carac-
terizaciones). De forma equivalente, se puede representar ese
orden dando a cada punto una coordenada numérica, de
manera que numéricamente menor que corresponda a antes de
y numéricamente entre corresponda a entre en la rccta. Esta
es la técnica de dar coordenadas. Cada punto P tiene una coor-
denada c(P); y Q está entre P y R si y sólo si c(Q ) está numé-
ricamente entre c(P) y c(/?). o sea, c(P) < c(Q) < c(R ) o
c(R) < c(Q) < c(P). Las coordenadas empleadas aquí son
números reales, elementos del cuerpo de los números reales.
El orden de los puntos en una circunferencia se puede
caracterizar en términos de la relación de separación de pares.
La cuestión es saber si se puede aplicar también en este caso
la técnica de dar coordenadas. ¿Puede una relación matemá-
tica representar la separación de pares? La respuesta es: sí.
Hemos de tomar como coordenadas los elementos del con
junto de los números reales ampliado, o sea, el formado por
los
por números reales más 1111 elemento especial, el designado
00. Este símbolo representa al infinito, y al elemento espe-
cial se le llama punto en el infinito. Con todo, es éste un len-
guaje figurativo; recordamos que las cuestiones topológicas
son independientes de las cuestiones métricas.
Cuando asignamos coordenadas del conjunto de los núme-
ros reales ampliado lo hemos de hacer de forma que si P y Q
separan a R y S, entonces sus coordenadas numéricas separen
a las coordenadas de R y 5. Por ejemplo, 3 y 7 separan numé-
00
ricamenteestas
tiremos a 5 materias
y 0, y también a 5detalle.
con más y . En la sección Id discu-
Giovanni Vailali estudió el orden de los puntos en una
línea cerrada, y dejó escritos estos axiomas de la relación de
separación de pares (escribimos « S(x,y/z.,w )» para «x e y se-
paran a z y w»):
para referirnos
«distintos» a acontecimientos
tendríamos y no a puntos, en lugar de
«nosimultáneos».
Volviendo a las coordenadas, en el conjunto de los núme-
ros reales ampliando las funciones numéricas se amplían al
elemento especial oo por la ecuación
, x —a . y —a
= --------t --- -------
ni ii
R{a,b x,y)
b—x b— y
enigmáticamente:
Contesto que el orden tiene también su cantidad, hay lo que
precede y lo que sigue, hay distancia o intervalo. Las cosas rela-
tivas tienen su cantidad tanto como las absolutas: por ejemplo, las
razones o proporciones en las matemáticas tienen su cantidad...10
en Encontramos la respuesta
su ensayo ínitia Rerumfinal de Leibniz a este
Mathematicarum problema
Metaphysica,
escrito aproximadamente durante el mismo período que la
correspondencia con Clarke pero no publicado hasta 200 años
después. En ella, Leibniz intenta reconstruir los fundamentos
de la geometría como teoría de las relaciones de orden, y ve
con toda claridad el problema que plantea el paso a una
teoría de la magnitud continua. Primero, intenta caracterizar
la diferencia entre cantidad y cualidad:
La cantidad o magnitud es aquella determinación de las cosas
que pue de conocerse en las co sas sólo por su pro xim id ad co exislente
inmediata (o por su observación simultánea). Por ejemplo, es impo
sible saber qué es un pie y una yarda si no se dispone de un objeto
presente aplicado como patrón para comparar objetos diferentes.
Por tanto, no se puede explicar por completo qué es «un pie» por
definición, es decir, por algo que no contenga una determinación de
la misma especie. Pues siempre podemos decir que un pie tiene
12 pulgadas, pero surge, a su vez, la misma cuestión respecto de la
pulgada, y no hemos progresado nada.13
Es muy importante aquí la insistencia en que una deter-
minación de cantidad presupone una «proximidad coexistentc
inmediata». Esto hace de la cantidad algo comparable: todo
juicio del tipo « X es así de grande» ha de ser equivalente a
un juicio comparativo « X es tanto mayor que (tan grande
como) un cierto (patrón) Y». Segundo, Leibniz insiste en que
esta comparación se ha de establecer por coincidencia, en
proximidad temporal y espacial. (Notemos que coincidencia
es una noción de orden.)
Hay casos en que automáticamente se satisface este presu-
puesto de «proximidad coexistentc inmediata», a saber, cuan-
do una de las dos cosas comparadas es parte de la otra:
Si una parte de una cantidad es igual a toda la otra cantidad,
entonces se dice que la primera es m ay or y la segunda menor. De
donde aquello de «el todo es mayor que la parte».1*
y también N tales
cuantitativos mayor
vecescomo «Elque. Para tiene
terreno pasar dos
de aquí a juicios
hectáreas» o
«el proceso duró dos horas» hemos de elegir un patrón, una
unidad de medida; y esta elección no puede ser fruto de una
definición nominal, sino que ha de incluir necesariamente la
ostensión o designación de alguna entidad empírica.
Esto reduce todas las cuestiones de métrica a cuestiones
sobre la relación de congruencia. Insiste Leibniz en que la de-
terminación de la congruencia presupone una coincidencia
(«proximidad coexistentc inmediata»). Parece que fue Roger
Boscovitch el primero en suscitar la cuestión sobre el cum-
plimiento de este presupuesto al preguntar: ¿tenemos motivos
para aceptar que una barra de hierro o madera de 10 pies
tiene la misma longitud después de haberla movido? 15
En concreto, consideremos dos períodos sucesivos de un
mismo péndulo. Ex hypothesi no puede darse entre ellos tales
coincidencias. En consecuencia, hemos de servirnos de algún
patrón externo, por ejemplo, de un reloj; es decir, hemos de
elegir un movimiento (proceso) periódico que nos sirva de
patrón, periódico
miento y definir su período como
elegiremos? la unidad.
¿Es una buena oY mala
¿qué elec-
movi-
ción? Sin duda, la cuestión de la congruencia se volverá a
plantear para los períodos sucesivos de cualquier proceso que
elijamos como patrón... si es que tiene sentido aquí la cues-
tión de una buena elección.
Leonhard Euler examinó esta cuestión en Réflecíions sur
Vespace et le temps ,1GPropone el criterio siguien te: un movi-
miento es de verdad periódico si cuando lo tomamos como
másEnverdadera
otros términos, no hay
que otra; una manera
la adoptada de medir elestiempo
generalmente que seacó -
sólo más
m oda.,a
es decir,
e) El debate Poincaré-Russell
ciónRussell
151 delexpone
ensayo.sus
Estaopiniones sobre
sección es el tiempo
en gran en la
parte una sec-
refor-
mulación de los puntos de vista de Bernard Bosanquet. Resu-
miremos primero la posición de Bosanquet sobre el tema, para
mostrar un primer punto de desacuerdo entre Poincaré por
un lado y Bosanquet y Russell por el otro. Citaremos, des-
pués, algunos fragmentos del Ensayo de Russell para mostrar
un segundo punto de desacuerdo.
En pocas palabras, Bosanquet arguye de esta forma: sólo
se puede medir la duración por comparación con un reloj:
un proceso elegido para señalar intervalos iguales. Si dispo-
nemos
de cuál dees varios candidatos
el correcto a servir
«no tiene de patrón,
sentido». la cuestión
Hasta aquí no hay
desacuerdo con Poincaré. Pero Bosanquet considera luego la
afirmación:
ciónDees loabsurda.
anterior Pues
se sigue,
si la dice Bosanquet,
medida que esta
del tiempo sólo afirma-
puede
consistir en la comparación con un patrón, entonces esta
afirmación equivale a la proposición de que ningún proceso
es verdaderamente periódico comparado con un nuevo patrón,
que ex hypothesi no existe.22
Bosanquet estaba argumentando contra la concepción de
que la magnitud temporal es algo intrínseco y que no con-
siste simplemente en la relación a un patrón de congruencia
estipulado. Pero el argumento anterior va demasiado lejos,
desde el punto de vista de Poincaré. Según Poincaré, podemos
elegir cualquier métrica para el tiempo por motivos de sim-
plicidad teórica. Bosanquel parece ignorar aquí la posibilidad
de que una medida puede incluir no sólo comparación sino
también cálculo. Cuando se cae en la cuenta de este hecho se
puede fácilmente concebir una métrica en la que 9 es verda-
dera.
Por ejemplo, supongamos que hemos usado hasta ahora
un reloj C, que a cada acontecimiento X le adjudica una
fecha t{X).
nueva (coordenada de tiempo)
forma de computar el tiempo porY laadoptamos ahora auna
que atribuimos
cada acontecimiento X una coordenada t'(X) tal que
7 Va n Fraassen
y tal que la magnitud del intervalo de tiempo entre X e Y es
\í'(X) — t \ Y ) \
mente
parativaposible, pero de
del juicio estácantidad,
excluida y'lógicamente por lapornaturaleza
filosóficamente el hecho com
de
que implica el tiempo absoluto, como agente determinante de cam
bios...^23
d(X,Y) = \t{Y)-l(X)\.
ysuponiendo
nunca suceden en dada
que está la forma (D¡C¡B¡Ai).
inversatemporal
la relación Entonces,
entre, podría-
mos definir:
E es anterior a F si y sólo si hay un caso X¡ = ( A í B íC í D¡)
de X tal que F está entre E y A¡, y A testá entre F y Di.
(Esta definición tiene un presupuesto factual; el lector ha-
brá de tratar de dar con él.) A los procesos del tipo X se les
llama irreversibles. ¿Hay procesos irreversibles? Por supuesto:
enfermedad,
ejemplos de vejez, muerte,
procesos combustión,
corrientes que nodigestión:
podemos hay muchos
invertir.
Pero volviendo a la física, la cuestión es si estos procesos
no suceden o no pueden suceder en sentido inverso simple-
mente por imposibilidad física. Si las leyes de la física no
excluyen lareversibilidad de estos procesos, entonces, por
los indicios que tenemos, se puede conje turar que su inve r-
sión podría eventualmente ocurrir.*
Nos encontramos en este punto con que las leyes de la
mecánica no implican
(Esto es cierto no sólo la
parairreversibilidad de ningún
la mecánica clásica sino proceso.
también
para la mecánica quántica y la relativista). Mas podríamos
esperar encontrar que tales asimetrías están implicadas en
otra rama de la física, en la termodinámica, que trata de pro-
cesos irreversibles prima facie tales como la combustión, mez-
clas y reacciones químicas.
El problema de la existencia de tales asimetrías se conoce
como problema de la anisotropía del tiempo (conocido tam-
Para dehacer
estados la pregunta
un sistema con¿hay
aislado, mayor precisión:
algún criterio dados dos
para deter-
minar si existe algún proceso posible que lleve de uno al otro?
Se podría responder a esta cuestión si hubiera alguna pro-
piedad del estado que fuera diferente al comienzo y al final
de un posible proceso. Esta propiedad no puede ser la energía,
ya que se conserva siempre la misma en un sistema aislado.
Se encontró tal propiedad: se la llama entropía.
Si un sistema que está a la temperatura T (grados abso-
lutos) recibe una cantidad de calor A Q, el aumento de su en-
tropía vale
Porley
gunda tanto, en este
predice, a locambio aumentó
que parece la entropía,
con toda y la
exactitud, quese-
el
proceso inverso no puede tener lugar.
La entropía de un sistema queda reflejada hasta cierto
punto en la forma de energía que tiene. Cuando la energía
mecánica se transforma en calor, como en el ejemplo II, siem-
pre aumenta la entropía. Por eso se dice que el calor es una
energía de nivel bajo; y la energía mecánica es de nivel alto
(la energía eléctrica es también de nivel alto, y la energía
química de nivel medio). De manera más intuitiva: si en el
ejemplo II se empleara el calor producido por el rozamiento
para mover
vapor), la rueda
no podría hacervolante
que el (por medio
volante giraradea la
unamisma
máquina
velo-de
cidad que antes (con independencia del rendimiento de la
máquina de vapor). Por esta razón, Kelvin llamó a la segunda
ley el principio de la degradación de la energía. Si la ley es
absolutamente exacta, el universo está muriendo poco a poco
de muerte térmica: todas las formas de energía acabarán
convirtiéndose en calor, y el mundo alcanzará un equilibrio
térmico, del que nunca podrá salir. Esto ciertamente haría
al tiempo anisótropo.
esto es,
2 NE
3R
8. Van Fraassen
Pero la formulación estadística de esta segunda ley no se
adapta a esta tarea. Es verdad que asegura que los estados
de entropía baja decaen muy probablemente hacia estados de
entropía alta. Pero se concluye este hecho puramente sobre
la base de las probabilidades absolutas de los macroeslados.
Por tanto, también podemos concluir que un estado de en-
tropía
de alta precede
entropía también
baja. Por muy probablemente
consiguiente, no podemosa un estado
definir sin
más «posterior a » como la dirección del cambio a una en-
tropía más alta en la mayoría de los casos.
¿Cómo se ha de conciliar esto con el hecho de que noso-
tros sólo presenciamos cambios a estados de mayor entropía
en los procesos naturales? Ludwig Boltzmann, que desarrolló
el concepto estadístico de entropía a fines del siglo xix, dijo
que la aceptación primera de la segunda ley fenomenológica
sólo reflejaba condiciones locales. E inmediatamente sacó la
conclusión de que no hay ninguna contrapartida física de
la relación antesdespués para el universo en su conjunto. El
equilibrio térmico es el estado más probable; por tanto, el
universo en su conjunto está en equilibrio térmico. Lo que
nosotros presenciamos aquí es sólo una anomalía local:
Entonces aparecerán acá y allá en el universo, que está en equi
librio térmico en todas partes y por consiguiente muerto, regiones
relativamente pequeñas del tamaño de nuestra galaxia (las llamamos
mundos singulares) que, durante un tiempo de eones relativamente
corto, se apartarán
el universo apreciablemente
son indistinguibles las dosdedirecciones
este equilibrio térmico.
[sentidos] del ...Para
tiempo,
lo mismo que en el espacio no hay arriba ni abajo. Sin embargoy
igual que en un lugar particular sobre la superficie de la Tierra
llamamos «abajo» a la dirección hacia el centro de la Tierra, así un
ser viviente en un intervalo particular de tiempo de uno de estos
mundos singulares distinguirá la dirección [sentido] del tiempo hacia
el estado menos probable y la dirección opuesta (aquélla hacia el
pasado, ésta hacia el futuro).29
Por descontado, esto era cosmología especulativa; además,
se presenta la referencia a los seres vivos y a su sentido del
antes y después a modo de fábula o mito; una treta heurís-
tica.
En general, los autores del siglo xx han concedido validez
al razonamiento de Boltzmann. La asimetría en los procesos
naturales respecto al pasado y al futuro, tan evidente en
nuestra experiencia, 110 sólo proviene de las leyes de la física
sino que en parte se debe a las condiciones límite en nuestra
era galáctica. Admitirlo no significa que no pudiera haber una
asimetría permcante o sistemática en la historia del universo
en su conjunto, pero ciertamente nos impide considerar nece-
saria tal extrapolación.
Una contribución importante a la discusión de la aniso
tropía temporal la aporta la noción de sistema derivado,
(branch System), introducida por Reichenbach y desarrollada
por Grünbaum.30 Decimos que un sistema se «deriva» cuando
ha estado en interacción con el medio y luego se aísla. Normal-
mente, este aislamiento 110 es perfecto; y normalmente el
sistema derivado vuelve a abandonar incluso este aislamiento
relativo en un tiempo relativamente corto. Ejemplo: una
ypiedra
aisladasobre la radiación
de esta Tierra calentada por la
solar durante el noche.
Sol durante
Inclusoella día,
versión estadística de la segunda ley asegura que:
4. LO QUE ES E L TI EMP O
a) El tiempo y la mente
todoLaclara.
respuesta de Aristóteles
La traducción a estadado
que liemos pregunta
sugiereno que
es sin
del
mente no habría tiempo, sino sólo movimiento. Santo Tomás,
sin embargo, leyó este pasaje como una opinión que Aristó-
teles tuvo en cuenta, pero que rechazó luego. Es claro, sin
embargo, que hay una falacia modal importante en el argu-
mento, como señaló santo Tomás.
Mas tal vez es verdadera la proposición condicional que puso
en primer lugar; es decir, que si es posible que haya alguien que
numere, es imposible que haya algo numerable. ...Pero no se sigue
que, si no hay quien numere, entonces no hay nada numerable, como
sigue el argumento del filósofo.35
principios alapriori
determinan de nuestro
estructura entendimiento.
de nuestro esquema Estos principios
conceptual, y
por tanto, la manera de concebir el mundo físico. Una doc-
trina semejante sobre la forma general de todo mundo po-
sible aparece en el Tractatus Logico-Philosophicus de Witt
genstein (si bien Wittgenstein no pregunta si esta forma general
es exigida por principios que rigen nuestro entendimiento).
2.013 Cada cosa está, por así decirlo, en un espacio d e posibles
hechos atómicos. Puedo imaginar que este espacio está vacío, pero
no puedo imaginar la cosa sin el espacio.
2.0131 . . . Un a mancha e n el ca mpo visual puede no ser rosa,
pero debe tener un color; tiene, por así decirlo, un espacio-color
en torno suyo. El tono debe tener una intensidad, el objeto del tacto
una dureza, etc.
2.022 Es claro que un mundo imaginado, por muy difere nte que
sea del mundo real, debe tener algo —una forma— en común con
éste.
2.0251 Espac io, tiempo y colo r (cromaticidad ) son formas de los
objetos.
2.11 La figura presenta los estados de cosas en el espacio lóg ico,
la existencia y no-existencia de los hechos at óm ico s.12
homogéneamente
espectro»). coloreada
Para ponerlo en tiene
formauna
másubicación única
general: el en el
espectro
cromático es un segmento de la recta real que se usa para
representar las relaciones significativas entre las palabras de
color.
Hay que notar aún otro punto: el espectro cromático re-
presenta también todas las posibles relaciones entre las cosas
en lo tocante al color. Por ejemplo, si dos retales coloreados
hacen juego o no, está unívocamente determinado por su ubi-
cación en el espectro cromático. Se ha sugerido que lo inverso
también se cumple: qué color tiene una cosa está unívoca-
mente determinado por las relaciones de congruencia cromá-
tica que tiene con todas las otras cosas coloreadas. Pero en-
tonces hay que entender que «todas las cosas coloreadas»
se refiere a todas las cosas coloreadas posibles. Pues segura-
mente es concebible que ciertos tonos de color no son el color
de ninguna cosa existente. En este sentido el espectro cro-
mático abarca todas las posibilidades: en expresión de Leib
niz. versa «por igual sobre lo posible y sobre lo existente».
De forma análoga, podemos reconstruir la concepción que
sostiene que el tiempo es una entidad ideal, y que, no obs-
tante, es un aspecto de la forma de todo mundo posible, como
significando que el tiempo es un espacio lógico que atañe a
los acontecimientos. Su estructura es reflejar nuestro esque-
ma conceptual en la medida en que concierne a las propie-
dades y relaciones temporales. La recta real (tomada o bien
como una construcción geométrica o bien como una cons-
trucción teórica del número) se sugiere en este caso como
capaz de cumplir esta función. Escribe Kant:
...y representamos la sucesión del tiempo por una línea que va
al infinito, en la cual lo múltiple constituye una serie que es sólo
de una dimensión; y de las propiedades de esa línea concluimos las
propiedades todas del tiempo...44
En otras palabras, ahora estamos discutiendo la opinión
que afirma que el tiempo es un espacio lógico y que un espa-
cio lógico es, en general, una construcción matemática usada
para representar interconexiones conceptuales entre una fa -
milia de propiedades y de relaciones; y, además, que este
espacio lógico (tiempo) es la recta real que se usa para repre-
sentar todas
cimientos las interconexiones
y las posibles relaciones temporalesentre
conceptuales entreesas
aconte-
rela-
ciones. (Así, la simultaneidad se representa por la identidad
de colocación sobre la recta real, y el hecho de que la pre-
cedencia temporal es incompatible con la simultaneidad se
refleja en la incompatibilidad de < y = . ) 4r'
Una clara valoración de esta concepción se encuentra en
la filosofía de la ciencia desarrollada por la escuela neokan
tiana. En un apartado titulado «Die Zeit ais mathematische
Gebilde» («El tiempo como construcción matemática») es-
cribe Paul Natorp:
Si se consiera el tiempo como aparece en la ciencia fundamental
de la naturaleza —la teoría pura del movimiento, o mecánica— se
encuentra que representa en ella como un orden fijo, inmutable, único,
en que todos los objetos naturales deben, por así decir, tomar su lugar
y que todos deben atravesar.
...Según esta concepción, el orden temporal coincide exactamente
—por lo que concierne a sus propiedades matemáticas— con el orden
secuencial, unidimensional y recto de los números. En todos los
aspectos, el tiempo aparece como la recta real en las ecuaciones
de movimiento de la mecánica y en toda la física.46
En otras palabras, la formulación habitual de la mecánica
newtoniana presupone que las relaciones temporales entre
acontecimientos se pueden representar por las relaciones sobre
la recta real. El uso de la variable tiempo t en física, que se
proyecta sobre el continuo de los números reales, se basa en
un supuesto isomorfismo entre el sistema de relaciones tem-
porales entre acontecimientos y un sistema de relaciones en
este continuo.
Pero naturalmente, no se puede usar la recta real para
representar adecuadamente la totalidad de las relaciones tem-
porales, si realmente no existe este isomorfismo. Tenemos aquí
una objeción importante a la tesis de que el tiempo es el espa-
ció lógico que liemos estado describiendo. Pues recordamos
que la teoría del tiempo cerrado, que ciertamente hay que
tomar con seriedad como alternativa conceptual, lleva a la
conclusión de que este isomorfismo no existe. Lleva a la con-
clusión de que para representar el sistema de las relaciones
temporales no es necesaria la recta real sino una curva topoló-
gicamente cerrada (o el conjunto de los números reales am-
pliado). Lo cual muestra sin duda que la concepción que
hemos sacado de los escritos de Kant, Natorp y Wittgenstein
es demasiado estrecha.
Esto se debe, sin duda, al supuesto de que podemos deter-
minar a priori la estructura que ha de tener el tiempo o la
forma necesaria que ha de tener todo mundo posible. Si los
principios necesarios que determinan la forma del mundo no
son tautologías vacías, podemos pensar que no se cumplan,
yde entonces,
la filosofía¿cuál es es,
crítica la base de su necesidad?
naturalmente, La respuesta
que el método trascen-
dental puede rastrear condiciones necesarias sintéticas (no
tautológicas) y, con todo, a priori, de la posibilidad de toda
experiencia o pensamiento coherente del mundo. Hoy se da
un acuerdo básico entre casi lodos, si no todos, los filósofos:
una prueba trascendental de esta clase no es, en último tér-
mino, practicable. Tal acuerdo no establece que la prueba
no es practicable. Sin embargo, la falta linal de éxito del
método crítico es una buena razón para explorar otras alter-
nativas, si nos atenemos al elemento racional de la investi-
gación.
Por otra parte, hay muchos aspectos valiosos en la posi-
ción kantiana. En la sección 4c intentaremos mostrar en qué
sentido es aún posible (y csclarecedor) considerar al tiempo
como un espacio lógico.
9. Van Fraassen
Pero este sentido —según el cual no habría tiempo si no
hubiera seres dotados de razón— es inocuo. Es el mismo sen-
tido según el cual no habría alimentos si no hubiera orga-
nismos, ni tazas de té si no hubiera bebedores de té.r,° Podría
haber cosas que tuvieran una forma parecida a la que, en
nuestro mundo, tienen las tazas de té. Podría haber cosas
que podrían servir para beber té (cuencos, conchas, etc.). Pero
lo que nosotros utilizamos para beber té son tazas de té, y en
este sentido son objetos culturales tanto como el ajedrez o la
polonesa.
38.
39. W i ener , «Réflexions
Euler,
o .c ., pp. 231,
sur 247, 253,et272-273.
l’espacc le temps», Opera Omnia, o.c., II,
376-383.
40. Leibniz, N ouve aux Essay s, o .c ., II, XIV, secs. 24, 26.
41. K ant, I.: D e m undi sens ibilis atq ue in te lligib ilis fo rm a et prin cipi is,
o .c ., Bd. II, p. 390.
42. W it tgenst ein, L.: Tractatus l.ogico-Philosophicus, D. F. Pears-B. F.
McGuinnes, trs., Routledge and Kegan Paul, Londres, 1961, pp. 9, 11,
13, 15. (Trad. casi, de E. Tierno Galván, Revista de Occidente,
Madrid, 1957.)
43. K.ANF, KrV, o.c . A 31, 33; B 46, 49; trad. cast. I, 136, 137, 140.
44. K an i’, KrV, o.c . A 33; B 50; trad. cast. I, 141.
45. Para una discusión más amplia del papel y naturaleza de los espacios
lógicos, véase Van Fraassen, B. C. «Mcaning Relations Among Pre-
dicates» en N ous, 1 (mayo, 1967), 161-179.
46. NatóRP, P.: D ie lo gisch en Grttn dlag en der exak te n W isse ns ch aj te n,
Teubner, Leipzig, 1910, pp. 281-282.
47. R ussetx , B.; Our Knowledge of the External World, N o rto n , N u e v a
York, 1929, pp. 123-128 (ed. cast. B. Russell: Obras completas II,
Aguilar, Madrid, 1973, pp. 1201-1204).
48. Ibid ., p. 128, ed. cast. p. 1203-4.
49. Este es un caso de los que Sellars llama «posibilidad extraconceptual»;
cf. S e u .a r s , W.: Science, Perception and Reality, Humanities Press,
Nueva York, 1963, p. 319. (Trad. cast.; «Ciencia, Percepción y Rea
lidad», Tccnos, Madrid, 1971.)
50. Cf. Mead, G. H. «A Behavioristic Account of the Significant Symbol»
en Jo urna l o f P hiloso phy. XIX (marzo 16, 1922), 157-163.
LOS PROBLEMAS CLASICOS
DE LA TEORIA DEL ESPACIO
1. L A S T E O R IA S A B SO LU TA
Y RELA CION A L DEL ESP ACI O
La
igualtesis
que de
su Newton
teoría delllegó a tener
tiempo una uno
absoluto; influencia
de sus enorme, al
discípulos,
John Keill, ofreció un buen resumen de esta concepción:
Concebimos que el espacio es aquello donde se colocan todos
los cuerpos... que es enteramente penetrable, recibiendo a todos los
cuerpos en él, y no negando el acceso a ningún tipo de cosa; que
está inalterablemente fijo, incapaz de ninguna acción, forma o cuali
dad; cuyas partes no es posible separar unas de otras, por grande
que sea la fuerza que se aplique; mas el espacio, siendo él mismo
inmóvil, acepta las sucesiones de las cosas en movimiento, determina
las velocidades de sus movimientos y mide las distancias de las cosas
mismas.2
1) El
espacio mov imien
absoluto to abso luto es el movimiento respecto al
(definición).
2) El movimiento verdadero es el movimient o causado
por una fuerza sobre el cuerpo en cuestión (definición).
3) Los efectos de la fuerza centrífu ga implican la exis-
tencia de una fuerza que está causando el movimiento de
rotación.
4) Los efectos de la fuerza centrífuga implican u n movi-
miento rotacional verdadero. (De 2 y 3.)
5) Un cu erpo está en movimien to verdad ero si y sólo
si está en movimiento absoluto. (Principio de la teoría de
Newton.)
6) Po r tan to, los efectos de la fuerza centrífuga impl ican
movimiento absoluto.
En los casos normales (más adelante discutiremos esta
calificación) Leibniz acepta que 3 es correcta. Y concedería
que el argumento anterior es válido. Pero Leibniz no concede
la premisa más importante, la 5. Y ciertamente Newton no
ha dado ninguna razón explícita para aceptar 5.
Hemos dicho que la aceptación de 3 se reduce a «los casos
normales».
nianos Y la razón
les gustaba es que
hablar en caso
de un este contexto, a los newto
extraordinario: en el
universo no existe más que el sistema que muestra los efectos
de la fuerza. Refiriéndose al ejemplo de las esferas dice New-
ton: «Y de este modo podríamos encontrar la cantidad...
de este movimiento circular, incluso en un inmenso vacío,
donde no hubiera nada externo o sensible con lo que se pu-
diera comparar las esferas» .8 bls Esto es muy importante, ya
que las relaciones espaciales entre las dos esferas no cam-
bian:
en por tanto,
absoluto ningúnsi cambio
no haydenada más, la situación
las relaciones espaciales.noSiimplica
to-
davía implica movimiento, entonces se sigue que el movi-
miento no es esencialmente un cambio de las relaciones espa-
ciales.
El leibniziano se encuentra aquí ante un dilema. Puede
decir que 3 tiene validez sólo si existe algo respecto a lo cual
moverse (por decirlo de una forma familiar). O bien puede
negar que las esferas muestren efectos centrífugos, si no exis-
ten otros cuerpos.
Para Leibniz. la fuerza era una noción tan básica y tan
claramente independiente de loda noción espacial y cinemática
que parece lo más plausible que habría elegido la primera
alternativa.0 El primero que elaboró de forma acabada esta
alternativa fue George Berkeley. En sus Principies of Human
Knowledge (1710) («Principios del conocimiento humano»)
dejó clara la distinción exacta que hemos hecho entre movi-
miento verdadero y movimiento absoluto. En su De Motu
(1721) explica con claridad la que hemos llamado «primera
alternativa»:
59. Supongamos, pues, que existen las dos esferas y que fuera
de ellas no existe nada corpóreo. Supongamos, pues, que las fuerzas
se aplican de alguna manera; sea lo que fuere lo que entendamos por
la aplicación de fuerzas, no se puede concebir un movimiento circular
de las dos esferas alrededor de un centro común...10
estrellas
acoplar lafijas. Masevidencia
nueva esto es se
sólo una elegir
podría dificultad práctica;
un nuevo para
sistema
de referencia en el que las estrellas fijas estuvieran dotadas
de ese pequeño movimiento. Todo lo que un antagonista de
Newton necesita es un sistema de referencia que pueda sus-
tituir en la mecánica al espacio absoluto. Euler puso una obje-
ción de principio a este argumento:
Si dicen que es en relación a las estrellas fijas como hay que
explicar el principio de inercia, sería muy difícil refutarles ya que
las estrellas
pio fijas... de
muy peregrino están tan lejos ydecontrario
la metafísica nosotros.a Pero
otros será un dogmas
de sus princi
decir que las estrellas fijas rigen los cuerpos en su inercia.16
los llamamos
Newton sistemas
porque de inercia. Nos
son aproximadas en interesan las leyes
unos sistemas de de
refe-
rencia que nos interesan (porque son relativamente fáciles de
identificar: la Tierra, el Sol, las estrellas fijas). El objetivo de
tener una teoría física en la que las leyes valgan para todo
sistema de referencia ha sido una motivación importante en
el desarrollo de la teoría de la relatividad; a veces, se ha pre-
sentado este objetivo como el desarrollo de una nueva fase
filosófica de la teoría del espacio en la física. Pero es una
aberración considerar las relaciones entre física y filosofía
en términos tan simples. En particular, el hecho de que las
leyes de una determinada teoría valgan sólo en algunos sis-
temas de referencia no puede, en cuanto tal, implicar nada
sobre el «status» de estos sistemas en la naturaleza.
2. E L D E SA R R O L LO
DE L A G E O M E TR IA M O D ER N A
A lapostulado
quinto parte de se
la geometría
la empezóeuclidiana
a llamar quegeometría
no depende del
absoluta.
Es la parte que se deduce de los postulados I a IV, y en con-
creto comprende los veintiocho primeros teoremas. Añadiendo
el postulado V, la geometría absoluta se amplía a la geome-
tría euclidiana. Añadiendo una negación del postulado V, se
puede ampliar a la geometría hiperbólica.
A comienzos del siglo xix, Karl Fricdrich Gauss, János
Bolyai y Nikolai Lobachevsky, por separado, desarrollaron la
primera geometría no euclidiana, la geometría hiperbólica.
La alternativa concreta al quinto postulado que emplea es
Portenemos
ahora nuestra otra
discusión del adicional.
elección postulado ¿Será
ÍI se única
recordará que
la inter-
sección de dos líneas rectas? En la geometría esférica el
postulado 1[ es reemplazado por
II* ) Dos líneas rectas cualesquiera ti enen dos puntos dis tintos
en común.
Por otra parte, en la geometría elíptica al postulado V**
se le añade
II**) Dos
única.líneas rectas cualesquiera tienen una i ntersección
Por último, Sophus Lie probó que, en la geometría mé-
trica, sólo cuatro geometrías son coherentes con el principio
de libre movilidad: la euclidiana, la hiperbólica, la esférica y
la elíptica.
La aparición de las geometrías no cuclidianas marca tam-
bién el nacimiento de la metamatemática: el estudio de las
propiedades de los sistemas de axiomas, tales como la cohe-
rencia. Después de lodo, el que no se hubiera encontrado
ninguna contradicción en el desarrollo de las geometrías no
euclidianas 110 garantizaba que efectivamente no las hubiera.
La primera contribución importante al tema la hizo Eugenio
Beltrami (1868), que dio una interpretación de la geometría
hiperbólica en la geometría euclidiana. Su importancia está
en que cualquier incoherencia en la geometría hiperbólica hu-
biera aparecido también en la geometría euclidiana. Por tanto,
si la geometría euclidiana es coherente, también lo es la hiper-
bólica.
Beltrami
diano y probóeligió
que un
se cierto
puedentipointerpretar
de superficie del plano de
los teoremas eucli
la
geometría hiperbólica como enunciados verdaderos de esas
superficies. Algo más tarde Poincaré simplificó mucho el tra-
bajo de Beltrami. Describiremos brevemente la versión de
Poincaré de la prueba de coherencia de la geometría hiper-
bólica.18
Sea r una línea recta que separa el plano cuclidiano en dos
partes: una parte inferior y una parte superior. Llamemos a
no puntos-S.
los puntos
Las de la
rectas-S partelassuperior
serán mitades(que
superiorescontiene
de lasa líneas
r) rectas
perpendiculares a r y de los círculos cuyos centros están en r.
Se redefine ahora la distancia de modo que cualquier punto
de r está a distancia infinita de cualquier puntoS. Por esta
nuev a métrica, cad a rectaó” es infinitamente lar ga. De hecho
se cumplen todos los postulados de la geometría absoluta, sin
más que traducir puntos y rectas por puntos5 y rectas,S.
Además, por cada punto5 x exterior a una recta5 r' podemos
trazar más de una recta S que no la corta en ningún punto5.
Así pues, se cumple también la alternativa concreta al quinto
postulado que caracteriza a la geometría hiperbólica.
La prueba de coherencia de la geometría esférica es algo
más sencilla. En este caso, el modelo es una esfera eucli-
diana, los puntos del modelo son los puntos sobre la super-
ficie de la esfera, y las rectas del modelo son los círculos
máximos de esa esfera. Por último, se obtiene un modelo de
la geometría elíptica redefiniendo la distancia en la esfera
de modo que se identifiquen los puntos esféricos diametral-
mente opuestos.1”
d) Geometrías métricas
En el apartado 2c nos concentramos en las relaciones de
orden y sólo dijimos que se ha de introducir una noción de
distancia si queremos pasar de la geometría afín a la eucli
diana. Las geometrías no euclidianas, de las que nos hemos
ocupado en la sección 2b, utilizan también la noción de dis-
tancia. Sin embargo, añadiendo una noción de distancia a
la geometría afín, no se pasa a las geometrías no euclidianas,
pues en la geometría afín se tiene el axioma de que por un
punto exterior a la línea / pasa precisamente una línea /'
I.21 Y ésta es una característica de la geometría
paralela a Pero
euclidiana. cuando hemos tratado de la introducción de
coordenadas no hemos supuesto nada sobre el paralelismo.
Nos ocupamos ahora de un desarrollo diferente de la geome-
tría en el siglo xix, el de las geometrías en las que se emplea
el concepto de distancia (geometrías métricas).
En 1854 un matemático joven y brillante presentaba su
tesis (para su Habilitation) en la Universidad de Góttingen.
Se llamaba Bernhard Riemann, y la tesis —famosa ahora—
se titulaba «Sobre las hipótesis que están en la base de la fun
damentación de la geometría».22 Riemann exponía en su tra-
bajo el concepto de variedad: el espectro cromático es una
variedad unidimensional, y el espacio, tal como se lo concibe
habitualmente, es una variedad tridimensional. El término
«variedad» no se suele usar ya; hoy hablamos de espacios
en lugar de variedades. Riemann definió como espacio «di-
mensional aquel en el que se puede determinar cada posición
por un conjunto de n coordenadas. Es decir, tenía presentes
espacios de más de tres dimensiones.
Dado un espacio tal. se preguntaba Riemann cómo se
podían com parar sus partes en cuanto a la magnitud. Distin-
guía dos casos principales: el discreto y el continuo. En un
espacio discreto se pueden contar los elementos de dos inter-
valos y se pueden comparar los números en la forma usual.
En el caso del espacio discreto podemos decir que el espacio
tiene una métrica intrínseca, ya que el contar nos suministra
un medio natural único de comparar magnitudes. Pero en el
caso de una variedad continua no existe tal medio natural de
compararcontinuo
espacio magnitudes
ha dede ser
partesextrínseca,
disjuntas. es
La dccir,
métricaintroducida
de un
«desde fuera».23 A este tema (las métricas que se pueden intro-
ducir en un espacio continuo) dedicó Riemann gran parte de
su actividad.
Introducimos una métrica definiendo la distancia entre
dos puntos sirviéndonos de sus coordenadas. Representando
por d( p,q) la distancia entre los puntos p y q, se han de satis-
facer las condiciones siguientes:
a) d( p,p) = 0 .
b) Si d(p,q) = 0, entonces p
C) d( p,q) = d(q.p).
i= q
¡
(omitida a veces).
d) d( p,q) + d(q,r) > d(p,r).
3. L A B A SE FIS IC A DE
L A S R E LA C IO N E S ESP AC! A l E S
4. L A D IM E N SIO N A L ID A D D EL ESPACIO
a) El concepto de dimensionalidad
BrowEsta definición
er la no por
reemplazó era oadecuada
tra nue vapara
en todos
1913. los
Usó casos y
la noción
de frontera que separa dos regiones continua s: una frontera
es tal que todo tránsito continuo de una región a otra ha de
pasar por ella. Por descontado, se parece muchísimo a la cor-
tadura de Poincaré. Karl Menger y Paul Urysohn perfec-
cionaron la definición en 1922.37
p
c oe co u
rdlieanr aedsp
o aoc io«espacio
p a r a mrcal»:ttt
é tr ic o en el q u e se sa ti sfa c e se ll a m a el e sp a c io
sional; porpues,
¿Por qué, tanto,no ciertamente caben
hay ninguno? seres
O ¿no bidimensionales.
lo podríamos decir,
aunque los hubiera? Y creo que acerca de la posibilidad de
una cuarta dimensión nos encontramos tan perplejos como
acerca del recorrido por el tiempo. Podemos imaginar fenó-
menos que se explicarían, prima facie, por la hipótesis que
se puede viajar por el tiempo, o andar por la cuarta dimen-
sión. Pero me inclino a pensar que casi preferimos cualquier
otra hipótesis a una de estas dos, porque no puedo ver cómo
sería posible que llegáramos a planificar la trayectoria co-
rrecta de un objeto fuera de nuestro espaciotiempo (como
opuesto a postular que ha de tener una tal trayectoria). Sin
embargo, Poincaré anunció con gran confianza que los físicos
preferirían siempre la geometría euclídea a cualquier otra,
de forma que no me siento inclinado a considerarlo una pro-
fecía.
2. EY LLAS
PUNTO DE VISTA
HIPOTESIS C LASIC O
DE LORENTZ
ser hatambién
se diferente
de poder detectarenelépocas diferentes.
movimiento Por de
absoluto consiguiente,
la Tierra
con sólo detectar esta variación en la velocidad relativa de
la luz respecto a la Tierra. James Clcrk Maxwell ideó con
este fin un experimento que realizaron por primera vez con
la suficiente precisión Michelson y Morley en 1887.1
Antes de entrar en la discusión de este experimento y su
sorprendente resultado, será bueno examinar si se podría dar
lina prueba concluyente de que la Tierra está en movimiento
absoluto. El razonamiento del párrafo precedente se apoya,
en último termino, sobre la conclusión anterior de que el éter
está en reposo respecto al espacio absoluto. Hay que hacer
notar que esta mismísima conclusión sobre el éter da pie a
una interpretación favorable a la teoría relacional del espacio.
El newtoniano ha deducido que el éter tiene una velocidad
absoluta cero; por tanto, «una velocidad absoluta v» es equi-
valente a «una velocidad relativa v respecto al éter». Así.
pues, el análisis newtoniano de la variable velocidad v, situán-
dola entre los valores de la velocidad relativa al espacio
absoluto,
términos depodría ahora tener
la velocidad su paralelo
relativa en ununanálisis
al éter. Dado en
éter esta-
cionario que lo penetra todo, parecería que la hipótesis de
un espacio absoluto se ha vuelto superllua. De modo que, si
el resultado del experimento coincidiera con las expectativas
de los newtonianos, su enseñanza sería, con todo, ambigua.
La estructura fundamental del experimento de Michelson
Morley es muy sencilla. Un rayo de luz incide sobre un espejo
scmirrcflector A que forma un ángulo tal que la mitad del
rayo luminoso se refleja hacia el espejo B y la mitad sigue
al espejo C. Los espejos B y C reflejan estos (medios) rayos.
A B y AC son iguales y perpendiculares entre sí, de modo
que si el aparato está en reposo en el éter, los dos (medios)
rayos coinciden al volver a A.
Supongamos, sin embargo, que el aparato se mueve hacia
la derecha con una velocidad v relativa al éter y que A B es
perpendicular a la dirección del movimiento. En el Liempo
que invierte la luz en ir de A a B el aparato se habrá despla-
zado un poco. Y lo mismo sucederá al volver la luz de B a A.
Sea A la posición del espejo al comienzo, y A ', A " las posi
siones siguientes;
C,C\C" y en2).forma
(véase figura La luzanáloga ahora B,A BB',
recorrepara 'A " By" noy
A B A , es decir, una distancia 2 L' y no 2 L. Puesto que U es
mayor que L, invertirá más tiempo en el recorrido. Un cálculo
preciso muestra que debido a esta diferencia los dos (medios)
rayos no habrían de coincidir al volver al espejo semirre
flector.
Caso 1. El apa rato e stá en reposo con respecto al éter.
En este caso los dos (medios) rayos invierten en su recorrido
total el tiempo
1)
\ 2L
M = ------
^ a 2L '
2) = —
3) (L'Y = L- + k 2
5) (L'y = L *+ (- ^ -) "v 2
De 2 y 6 tenemos:
que /;.antes;
El otro
sin (medio)
embargo,rayo
su havelocidad
de recor rer la misma
relativa dist ancia
respecto al
aparato se ve afectada por el movimiento de éste. En el tra-
yecto de ida la veloci dad relativa di sminuye: c — v; y en el
de vuelta aumenta: c + v. Po r tanto, el tiempo total es:
8) a, = — k — + L 2L c
C+ V C2---V2
13) Ai = -Zk-
Puesto que un reloj ordinario nos ha permitido medir A/,
y es de suponer que conocemos L, podemos utilizar esos datos
para calcular c. Supongamos ahora que el aparato tiene una
velocidad absoluta en la dirección AB. Entonces, en la teoría
clásica, el tiempo total de todo el recorrido pasa de ser A t a
14) A= _ A _ + _ A _ = J^L
( 1— (v2/c) )
y en la teoría de Lorentz, que incorpora la hipótesis de la
contracción,
2 L í ______1
c VI — (v/c2) /
En los dos casos, el tiempo total (ida y vuelta) es una fun-
ción de la velocidad absoluta v. Por tanto, si nuestro reloj
mecánico patrón (empleado para medir la velocidad de la
rueda dentada) da el resultado correcto, y el aparato está
rígidamente fijado a la Tierra, y la velocidad relativa de la
Tierra respecto al éter es diferente en épocas distintas del año,
será dctcctablc esta variación en el tiempo total de ida y
vuelta. Pero Lorentz predijo cabalmente que no se podría
detectar esta variación (y, por tanto, tampoco el movimiento
de la Tierra en el éter). Según Lorentz, el tiempo de ida y
vuelta real es, por supuesto, A' dado por 15, pero la medida
del reloj dará el resultado Af. De 13 y 15 deducimos
18) (' = 1
V I — (v 2/c 2) VI — (v 2/c2)
Advirtamos que v es aquí la velocidad relativa de B res-
pecto a A, pero c es la velocidad absoluta de la luz. Si deci-
dimos e legir nuestras unidades d e forma qu e c = 1 , las trans-
formaciones de Lorentz tienen una forma muy sencilla:
\ /—
1 v \/l — v 2
relativa al sistemapordeuna
Se pregunta referencia?
cantidad que (a diferencia de la
duración y la distancia) sea invariante bajo las transforma-
ciones de Lorentz. Hay una cantidad con esa característica
a saber, el intervalo espacio-temporal. Sean X e Y dos acon-
tecimientos separados por un intervalo de tiempo A* y por
un intervalo espacial A d (medidos, en cada caso, en el sistema
de referencia de un único observador A). Entonces, el inter-
valo espaciotem poral que separa X e Y tiene la mag-
nitud V(A0 2 — (Ad)2. (Esta definición presupone, naturalmen-
te, que esta magnitud es independiente de la elección de un
sistema de referencia; de lo contrario habríamos tenido que
decir que ese intervalo espacio-temporal tiene esta magnitud
en el sistema de referencia de A.)
Valiéndose del experimento de Fizeau, podemos calcular
la velocidad de la luz respecto al aparato; resulta ser el mismo
valor c con independencia de su estado de movimiento. En
otras palabras, la velocidad de la luz es la misma en todo
sistema de referencia. Este hecho se relaciona con la inva
riancia del intervalo espaciotemporal de la siguiente manera.
Supongamos quedeuna
t — 0 del srcen señal luminosa
un sistema parteen en
S que está el instante
reposo absoluto,
y que en el instante t se encuentra en (x,y,z). Sea c su veloci-
dad absoluta. Entonces lia recorrido una distancia ct. Pero
también ha recorrido la distancia entre ( 0 ,0 ,0) y 0 c,;y,z): una
distancia V * 2 + y 2 + z2. Tenemos, pues,
20) ct = V * 2 T y 2 I z2
21) t = Vjc 2 + y 2 + z 2
o bien
22 ) t2 = x 2 + y 2 + z 2
3. EIN ST E IN : LA C R IT IC A
DE LA S IM U L T A N E ID A D
entonces dea A.
referenciatod la Siinformación
nuestra p rimera señal era
que tenemos es ya luminosa,
28) 6 = 1 /2
misma
supuesto,distancia a velocidades
no estamos obligados distintas
a sostenernoconconcuerdan.
Leibniz quePorel
reloj que va con el coche da la «única verdadera» medida
de la duración del viaje. Podemos limitarnos a decir que la
duración relativa a un reloj es tal, y la relativa al otro es cual.
Los relojes en movimiento relativo mutuo no concuerdan.
Pero terminológicamente, se dice que las lecturas del reloj
del coche miden el «tiempo propio» de los procesos a los que
está sometido el coche (o el mismo reloj). Ahora queremos
examinar cómo se relacionan las lecturas de relojes que están
en movimiento relativo mutuo. Para hacerlo, habremos de
aclarar y precisar algo más el tema de los sistemas de refe-
rencia.
Un sistema de referencia es simplemente una asignación
de coordenadas de espacio y tiempo a todos los aconteci-
mientos. Esta asignación ha de respetar ante todo las rela-
ciones de orden temporal y espacial entre esos aconteci-
mientos.
trica. En En segundo
la teoría Jugar,
de la nos hemos
relatividad de ocupar
especial, de laquemé-
se supone el
espacio es euclídeo, de modo que se ha de dar una cierta
concordancia entre los datos que proporcionan las varillas rí-
gidas de medir y la fórmula de la distancia
d( Y, W) = i(2í — 0)c = te
c) El postulado de la duración
y, sustituyendo, tenemos:
32) t(E) = t — d
t(F) = t + d
t(Z) = í
33) v= — o d = vt
t
13. Van Fraasscn
Ahora querríamos tener respuesta a la pregunta: ¿cuál
es la lectura del otro reloj C' cuando coincide con Z? (En
otras palabras, ¿cuál es la coordenada temporal t' de Z en
el sistema S'l) Esta es una cuestión empírica, a la que no se
puede dar respuesta sobre la base de nuestros postulados
previos.
La respuesta que da la teoría de la relatividad especial se
podría expresar así:
34) Postulado de la duración: un reloj mide los inter-
valos espaciotemporales a lo largo de su propia
línea de universo.
V (t + a — t)2 — (d — el)2 = V « 2 = a
En otras palabras,
\ t \ Z ) - t \ Y ) \ = \t{ Z )- t(Y ) \
5. L A S T R A N SF O R M A C IO N E S D E L O R E N T Z
COMO UNA CONSECUENCIA
DE LO S SUPUESTOS DE E IN ST E IN 11
, . t\Z ) t(F)
36) Lema I —
t(E) t'(Z)
37) t’ _ t + d
t— d t'
que es exactamente lo mismo que
39) (i')2 = í2 — d 2
t(E) VI — v
Volviendo a hacer uso de nuestras convenciones, podemos
expresarlo así:
4i) — !L - =^ i ± l
t—d V1—v
El postulado de la duración nos permite expresar la parte
izquierda así:
V(f — d) jt + d)
t— d
por tanto,
t— d Vt— d
44 ) ' f t + vt =
t—d V t — vt V r(l — v)
Simplificando el factor V/ de los miembros de la derecha,
deducimos 41; nuestro segundo lema, pues, está probado.
Estos dos lemas harán que la deducción de las transforma-
ciones de Lorentz sea muy sencilla.1
Como de costumbre, nos limitaremos a acontecimientos
en el plano X -T, así como de inmediato tenemos las trans-
formaciones
y = y
z' = z
La única consecuencia de esta limitación es la de evitar
complicaciones innecesarias. Consideremos, pues, un aconte-
cimiento W con coor denad as (?,.*,y , e n S y (t',x',y',z') en S'.
Trazamos también los recorridos de las señales luminosas que
unen A, A ' y W (véase figura 4). Igual que antes, introdu-
cimos por convención dos símbolos d y d' y tenemos:
45) d'd =
= \/2[t (Fi ) —
1 /2 [/'(F,) — í t(En)]
(/?,)]
t(E,) = t — d
t(FJ = t + d
t'(E 2) — t ’ — d'
t'(h\) = t' + d'
E igual que antes deducimos la distancia espacial de A
y de A ' a W, y, por tanto, sus coordenadas espaciales
46) x = d
x ' = d'
Nuestra tarea es ahora expresar (' y jc' en términos de t y x.
Lo hacemos utilizando lo s lemas 1 y 2 concerni entes a la
razón del intervalo de recepción al intervalo de emisión:
Para la señal E¡E-r.
_ VI + v
t'(E ,) VI — v
Para la señal F^F2\
t{F t) _ VI + V
t'(Fz) VI — v
Usando 45 y 46 estas igualdades se pueden expresar en
forma equivalente
51) < -x v
53) x * v'
V I v3
estánEl ambos
pasadosobre
absoluto X (son
el eje ydeellasfuturo simultáneos
absoluto en 5')el
constituyen
cono de luz de O. Un acontecimiento en el cono de luz de O
tiene una separación de O de género tiempo■ es decir, en
algún sistema alternativo S' acontecen en el mismo lugar pero
no en el mismo tiempo. Más aún, no hay ningún sistema
T
/
/
/
/
ful uro /
absc► luto /
\A / N *V
/ /
/ /
/ /
/ /
/ /
/ /
1y / E __ ^ "
zon a es pac ia l ( ) \ í / --— abs ol ut a X
\
\
\
\
\
,
N
\
\
\
\
ad o
>luío
alternativo S' en el que sean simultáneos este aconteci-
miento y O.
Como ya
problema en hemos
la teoríaapuntado, al final
del tiempo era del siglo xix del
el problema el gran
orden
temporal, el problema de ofrecer una teoría que presentara
la base física de las relaciones temporales. La teoría del espa-
cio tenía un problema similar, pero parecía razonable esperar
que se podría precisar esa explicación sobre la base del com-
portamiento de los rayos de luz y de los cuerpos materiales,
sólo con disponer, además del necesario esfuerzo, de una
teoría precisa del orden temporal.
2. LA TE O R IA C A U S A L
DEL O RD EN T E M P O R A L DE RE IC H ENBACH
Esta definición
conexión general utiliza
causal, coincidencia tres conceptos
y posibilidad física. básicos:
En este punto hemos de distinguir cuidadosamente dos
sentidos de «coincide»:
ciona
en sólodeparcialmente
líneas el orden temporal de acontecimientos
universo diferentes:
2) Ei y E¿ son indeterminados en cuanto al orden tem
poral si y sólo si ninguno de los dos es posterior al otro.
refleja lasporrelaciones
nexiones medio detopológicas inducidas por posibles co-
cadenas causales:
3) Una asignación t de números reales a acontecimientos
es una asignación de coordenadas topológicamente admisible
si y sólo si
a) si Et y E-, coinciden, f(E,) = t(E>)\
b) si E 2 es posterior a E u t{El) < t(E2).
Esto tiene como consecuencia que si E x y E-¿ no coinciden,
t{Ex) = t(E-¿) sólo si Et y E 2 son indeterminados en cuanto
al orden temporal. Significa también que cualesquiera dos
asignaciones posibles de coordenadas concordarán respecto
al orden de acontecimientos en la misma línea de universo;
al menos, Reichenbach supone que si E¡ y E 2 son genidén
ticos, entonces o bien coinciden o bien son causalmente enla
zables. Notemos, por último, que Reichenbach está evidente-
mente suponiendo que el tiempo es topológicamente abierto,
es decir, que no hay cadenas causales cerradas. Examina este
presupuesto, y dice que está empíricamente bien confirmado,
si bien no es lógicamente necesario.
Las principales críticas a esta teoría se centran en el uso
que Reichenbach hace de la noción de causa. Después de
14. Va n Fraassen
Hume, ningún filósofo puede permitirse utilizar acríticamente
esta noción. Pero incluso si alguien comparte la opinión de
que la noción de conexión causal es prefilosófica y que la
cuestión no es si hay o no conexiones causales sino cómo se
las puede describir correctamente, se halla Reichenbach ante
un problema. Pues él se apoya explícitamente en la asimetría
de tales conexiones,
Si quiere decir, comoenLeibniz,
la distinción entredefinición,
que, por causa y elefecto
«an-
terior» de un par relacionado causalmente es la causa, en-
tonces ha de dar un criterio para distinguir la causa del efecto.
Reichenbach reconoció este problema e intentó facilitar
ese criterio. Le dio —se le suele llamar método de la señal
(mark method )— esta formulación:
de Los acontecimientos
genidentidad», «cadenaen causal»)
una línea de ordenados
están universo («cadena
por la
relación de coincidencia aproximada. Si X es un aconteci-
miento en la línea de universo W , llamemos a V un entorno
de X si U contiene a X y lodos los miembros de U están en
coincidencia aproximada con X. Si U i, U 2,U 3 son entornos
de X u X , , X :u y £/, solapa a U2, solapa a U3 y U3 no
solapa a Uu entonces X , está entre X 1 y X 2. Podemos llamar
a esta relación entre X , , X uX :í —el tener entornos relacio-
nados
íinir laderelación
esta manera— relación «entre
«entre» simplicitcr local.deSeuniverso
en la» línea puede rede
a
partir de la relación «entre» local.
Podemos encontrar también en un nudo casos de relación
«entre» local, que correlacionan entre sí el orden en varias
líneas de universo. La forma más fácil de usar la coincidencia
aproximada para ordenar toda una red causal es simplemente
asignar a cada acontecimiento X una coordenada t(X) tal que
a) Primera formulaci ón
genidénticos
misma señal oluminosa;
son una oemisión,
si son absorción o reflexión
coincidentes con dos de la
acon-
tecimientos relacionados de esta forma. (Advirtamos que la
última aclaración es sólo un comentario heurístico; en la
teoría misma, se definiría «coincidencia» a partir de la «co-
nexión/:» y no viceversa). De modo que sus nociones básicas,
si prescindimos de la terminología, son fundamentalmente
las de Reichenbach (excepto la de «coincidencia»). La defi-
nición de Grünbaum de «topológicamente simultáneo» mues-
tra que quiere decir exactamente lo mismo que Reichenbach
con «indeterminado en cuanto al orden temporal».
a) E y E ' pertenecen a K, y
b) las posiciones espaciale s de los miem bros de K forman
un continuo.
4. EXPOSIC IO N SI S TEMATI CA
DE L A TE ORI A C A U S A L
D EL O RD EN T E M P O R A L
y transitiva si satisface a:
El postulado
de que siguiente
concebimos que lasestálíneas
motivado por la consideración
de universo no contienen
vacíos temporales.
a) det aplica
junto todos los
los números acontecimientos
reales o bien en el oconjunto
bien endeel los
con-
nú-
meros reales ampliado;
b) si E, X , E ' e Y pertenecen a la misma línea de uni-
verso W, entonces t(X) y /(F) separan numéricamente a t(E)
y t(E') si y sólo si X e Y separan temporalmente a E y E '
en W\
c) si E y E ' coinciden, entonces t(E) = t(E')\
d) si £ y E ' no coinciden, entonces t(E) = t(E') sólo
si E y E ' son topológicamente simultáneos.
(Decir que t aplica todos los acontecimientos en los núme-
ros reales quiere decir que cada número real es la coordenada
de algún acontecimiento. Evidentemente estamos haciendo
uso de la idealización (o supuesto) de acontecimientos-punto,
acontecimientos que «no duran más que un instante».) Las
cláusulas a-d agotan las condiciones que podemos poner en
tales asignaciones de coordenadas de conformidad con la
discusión precedente. Mas ¿qué pasa si los hechos son tales
que no hay
admisible en ninguna
el sentidoasignación de coordenadas
de la definición anterior?temporales
Esta cues-
tión hace necesario otro postulado de adecuación más. Usa-
remos un postulado potente, que tiene también otras conse-
cuencias importantes.
Postulado Vil: O bien todas las asignaciones admisibles
de coordenadas temporales aplican todos los acontecimientos
en el conjunto de los números reales o bien todas las asigna-
ciones admisibles de coordenadas temporales aplican todos
los acontecimientos en el conjunto de los números reales am-
pliado, pero no ambas.
de Ja
En relatividad.
la teoría de la relatividad especial tienen un «status»
especial cierta clase de sistemas físicos: los sistemas iner
ciales. Llamaremos reloj inercial a un reloj unido rígida-
«relo jesademás,
gimos, mecánicque
os»:seansimples
relojes osciladores
inerciales. armónicos.1 5 Ex i-
Un reloj patrón mide intervalos de espaciotiempo a lo
largo de su propia línea de universo; si tomamos su posición
como srcen espacial del sistema de referencia, mide intervalos
de tiempo a lo largo de su propia línea de universo. Esto no
es tanto un hecho cuanto una estipulación (en parte) de la
métrica del tiempo que vamos a aceptar, tal como, por
supuesto, se hace en la teoría de la relatividad especial.
Para precisar: sea C un reloj patrón, y X e Y aconteci-
mientos en la línea de universo de C. Emplearemos « C(X)y >,
«C(K)» para denotar las lecturas de C coincidentes con X e Y,
respectivamente. Podemos enunciar nuestra estipulación de la
siguiente manera: t es una asignación de coordenadas tem
porales determinada por C sólo si t(X ) = C(X) + k para
todos los acontecimientos X en la línea de universo de C,
siendo k una constante.
Si Z es un acontecimiento que no está en la línea de
universo de C, ¿qué condiciones habríamos de poner en í(Z)?
Nos servimos
capítulo de esla laconvención
V. Si W de Einstein
línea de universo de C, discutida en el
consideraremos
la clase de números t ( X ) para los acontecimientos X que
pertenecen a Sim W{Z). Estos forman un intervalo abierto
(t i, /j) de números reales. Y estipulamos
W = u + í -^ y 1
6. E L P A P E L DE LO S CONCEPTOS
DE ID E A LIZ A C IO N Y DE M ODELO
está¿Cuál
representada
es, pues,porla un intervalodefinito
relevancia una sobre
teoría laquerecta
tratareal.
de
cuerpos (partículas) y acontecimientos puntuales'? (Evidente-
mente se puede hacer la misma pregunta en la mecánica de
partículas y en la óptica geométrica.) La respuesta tiene dos
partes; am bas son variaciones sobre el mismo tema: tratamos
con un modelo de la materia que estudiamos, y éste es un
método adecuado de investigación.
Respondemos en la primera parte que podemos aproxi
marnos a un problema, pongamos por caso, sobre movimiento
de cuerpos reales, estudiando un problema análogo de par
tículaspunto. Por ejemplo, podemos hacernos una idea aproxi-
mada de los movimientos de la Luna y de la Tierra utilizando
un modelo de dos partículaspunto m, y m 2 tal que / n¡ tiene
la misma masa que la Luna y está situada en el centro de la
Luna y m 2 representa a la Tierra de forma análoga.
En la segunda parte respondemos que se puede tratar con
toda precisión (sin aproximación) un problema, pongamos
por caso, acerca del movimiento de un cuerpo real, conside
rando al cuerpo como un sistema infinito de partículaspunto
de configuración constante que ocupa el mismo volumen que
el cuerpo. Las leyes que rigen tal sistema son deducibles a
partir de las leyes que rigen las partículas individuales y las
relaciones entre estas partículas.
En otras palabras, la idealización que supone limitarnos
en la mecánica a partículaspunto no es sino un método em-
pleado para llegar a (lo que afirmamos que es) un modelo
adecuado del comportamiento de los cuerpos reales y, mutatis
mutandis,
En estaderespuesta
los acontecimientos.
tal como está formulada hay demasia-
das cosas que dependen de la relación entre modelo y realidad
para que satisfaga al filósofo. Es preciso apuntalarla con una
discusión concienzuda de la relación en cuestión y del empleo
y papel de los modelos. Pero en relación con estos recelos
hay que decir que locan un problema general, que no es en
absoluto peculiar y privativo de la filosofía del tiempo y del
espacio. En este sentido nos podemos sentir tranquilos al
hacer uso de estas idealizaciones.
¿Podríamos haber desarrollado la teoría del tiempo sobre
la premisa, pongamos por caso, de que todos los aconteci-
mientos tienen duración finita? Una asignación de coorde-
nadas admisible tendría entonces que asignar a los aconteci-
mientos un intervalo finito de coordenadas. Whitehead y
Russell enfocaron y trataron el tema de este modo. Pero
postularon que toda parte finita de un acontecimiento es un
acontecimiento, y que una suma de acontecimientos que se
tocan es un acontecimiento, además de otros muchos hechos
sobre la cardinalidad y dislribución de acontecimientos.17 En
mi opinión estos postulados no son más plausibles que el
postulado de que todo acontecimiento se compone de aconte-
cimientos puntuales. (El último postulado resolvería inme-
diatamente el problema de cómo se relaciona el modelo acon
tecimientopunto con los acontecimientos reales.) En estas
circunstancias prefiero utilizar el modelo puntual y dejar pen-
diente la cuestión de su relación con los acontecimientos
reales.18
tación.
Pues en Pero creocausal
la teoría que la
delsituación es algoel menos
espaciotiempo, términopeligrosa.
«causal-
mente conectado» tiene un uso muy restringido. Su uso no
implica ninguna noción general de causalidad; se usa «X está
causalmente conectado con Y » como equivalente de: «O X
e y pertenecen a la historia de u n mismo objeto o pertenecen
a la historia de una misma señal, o coinciden con un par de
acontecimientos que tienen esa conexión». Me parece que la
genidentidad y la conexión de señal son relaciones demasiado
fundamentales en el esquema conceptual de la física y dema-
siado empíricas en su significatividad como para negarles el
«status» de relaciones físicas incluso en ausencia de criterios
necesarios y suficientes para la aplicabilidad del termino «rela-
ción física». De aquí sacamos la siguiente conclusión: «conec-
tado causalmente», y por tanto, «coneclable causalmente»
tienen un significado que no es específicamente espaciotem-
poral. Por consiguiente no somos culpables del juego de
prestidigitación de desarrollar una teoría causal del tiempo
dando un nombre nuevo a una relación básica espacio
temporal.
Pero hemos
causalmcntc» no de hacer simplemente
significa frente a otra«gcnidénlico
crítica: «conectado
o en co-
nexión de señal»; se aplica también a pares de aconteci-
mientos que coinciden espaciotemporalmente con otro par
de acontecimientos que tienen esa conexión. De ahí que parte
del significado de «causalmente conectable» sea puramente
espaciotemporal. Respondemos a esto diciendo que dichas
equivalencias valen dentro del contexto de nuestra teoría,
en la que se define «coincidente» a partir de la conectabilidad
causal. Pero puede que algu ien replique: de cualquie r manera
que usted define las nociones, no se puede dar el significado
de «conectabilidad causal» sin hacer uso de términos espacio
temporales.
Es éste un tipo muy antiguo de argumentación: en subs-
tancia es el argumento de Kant contra Leibniz, que ya hemos
discutido en el capítulo íí. apartados 3b y 3c (I). Nuestra
posición en este punto es que dentro del lenguaje natural no
hay ninguna jerarquía definidordefinido y que no existe algo
así como «el» significado de un término, aunque haya rela-
ciones de significado (inclusión, equivalencia) entre términos.
Dentro de una formulación concreta algunos términos son
definidos y otros son primitivos o no definidos, pero el «status»
de ser definido no es invariante bajo traducciones a otras
formulaciones de la misma teoría. La pretensión de la teoría
causal del tiempo 110 es que los términos espaciotemporales
son definidos, sino que son definibles a partir de la conecta-
bilidad causal. (Y la conectabilidad causal es definible a partir
de
no la
lo coincidencia
niega nadie.) espaciotemporal
Las formulacionesmásdeotras nociones;
las teorías son,esto
en
cierto sentido, artificiales, puesto que se basan en la elección
de términos primitivos (y de axiomas), elección que es, en
parte, arbitraria. Pero un diccionario (de inglés, de castellano)
es circular y habrá de serlo, pues en los lenguajes naturales
no hay jerarquías intrínsecas de definiciones.
¿Cuál es, pues, el «status» de 9? Es una equivalencia que
se sigue de las definiciones de nuestra teoría, pero es más que
eso. Independientemente de cómo elegimos nuestras defini-
ciones, 9 será deducible como teorema (con la precisión dada
a pie de de
criterios página), es decir,
adecuación aceptamos formulación
de cualquier a 9 como uno
de ladeteoría.
los
Nuestra adhesión a 9 es un compromiso lingüístico, basado
en nuestra aceptación de las tesis fundamentales de la teoría
causal del espaciotiempo, que trasciende la adhesión a cual-
quier versión particular de esta teoría.
Prefacio ....................................................................................................
Cap í t ul o II
I- LOS PROB LEMA S DE LA TEO RIA DEL
TIEMPO. EL SIGLO XIX .......................................................... 75
C ap RIA
í t ul o IV.
DE L LO
ESPSACI
PROBLEM AS CLASICOS
O .................... DE LA TE
........................................ O
.......... 133