Barthes - La Cámara Lúcida
Barthes - La Cámara Lúcida
Barthes - La Cámara Lúcida
ISBN
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9 "7881, 7 5"096216
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Paid6s Comunicaci6n 43 43
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Paidos Comunicaci6n/43 Roland Barthes
La camara lucida
Nota sabre la fotografia
Indice
Titulo original:
La ch ombre claire. Note sur /a photographic
Pu b i ic ado en frances por Cahiers du Cinema / Gal1imard /
SeuiL l'aris
Que du n prohihidas. sin la auioriz acion escrira de los titulares del «Copyright». 1. Especialidad de la Foto 29
b ajo las vancione s esrabtecidus en Ias leyes.la reproduccion tOl81 0 parcial de esra obra par t:UB!· 30
qui c r m c rodo 0 proceuirnleruo. cornprendidos la y et rraturniento i nformatico. y Iii 2. La Foto inclasificable
di s tri hu cro n lie eje rn pl a res de ella mediante alquiler 0 prestamo publicos. 36
3. La emoci6n como principio
4. Operator, Spectrum y Spectator 38
5. Aquel que es fotografiado 40
© lYSO by Ca h ie rs du Cinema / Ga llimard / Seuil. Paris 49
6. EI Spectator: desorden de los gustos
© de rod as las ediciones en castel la no,
Ed ic io nes Paid6s Iberica. S. A., 7. La Fotografia como aventura 53
Mariano Cub i, 92 - 08021 Barcelona, 8. Una fenomenologia desenvuelta 56
y Editorial Paidos, SAlCF, 9. Dualidad 58
Dc Ic ns a, 599 - Buenos Aires. 10. Studium y Punctum 63
ISBN 84-7509-621-2 11. EI Studium 66
Deposito legal: B-26.771/1990 12. Informar 68
13. Pintar 70
Imprcso en Hurope, S.A. 73
Rec.u cdo. 2 - 08005 Barcelona
14. Sorprender
15. Significar 76
Irn p rcso en Espana - Printed in Spain 16. Dar ganas 82
5
17. !
La Fotografia unaria 85 I 46. La Mirada 187
18. Copresencia del Studium y del Punctum 87 47. Locura , Piedad 193
19. EI Punctum: rasgo parcial 89 48. La Fotografia domesticada 196
20. Rasgo involuntario 95
21. Satori 96 Referencias
22. Efecto retardado y silencio 100 I. Libros 201
23. Campo ciego 105 II. Albums y revistas 203
24. Palinodia 111
Agradecimientos 204
Fot6grafos citados 205
II Bibliografia en castellano y catalan sobre el autor 206
25. "Una tarde ... " 115
26. La Historia como separaci6n 116
27. Reconocer 119
28. La Fotografia del Invernadero 121
29. La nina 127
30. Ariadna 130
31. La Familia, la Madre 131
32. "Esto ha sido " 135
33. La pose 138
34. Los rayos luminosos, el color 142
35. La Sorpresa 145
36. La autentificaci6n 149
37. La estasis 155
38. La muerte llana 160
39. EI Tiempo como punctum 164
40. Privado / Publico 168
41. Escrutar 171
42. El parecido 173
43. Ellinaje 177
44. La carnara lucida 180
45. El "aire" 182
6 7
t
Pro logo a la edicion castellana
11
.
de su aparici6n. Pues nada tiene de cornun vizacion. En contraste con sus primeras pro-
con un estudio de las tecnicas Iotograficas 0 ducciones, especialmenteEI grado cero de fa
con el analisis de los estilos, y ni tan solo se escritura (1953) y acaso tambien las Mitolo-
detiene en 10 que constituye formalmente la gias (1957), que aparecian ordenadas como
Iinalidad ultima de los estructuralistas: la un intento de elucidar una mitologia social a
clasificaci6n. La escritura se apodera aqui de partir de las influencias inmediatas de Sartre,
la f'orografia, la interroga, propone, anticipa Marx y Brecht, las obras posteriores a EI
provisionalmente ciertos elementos de orde- placer del texto (1973) certifican el cambio
naci6n del material fotografico -talla apa- que tal libro apuntaba en el sentido de la
IJ rente oposicion studium/punctum- que subjetivizacion, Asi, en 1975 es publicado
luego iran asentandose, transformandose Roland Barthes por Roland Barthes, el re-
tras su confrontacion con otros ejemplos verso de cuya portada contiene en negativo,
para aparecer al fin como nexo entre la foto- como en una transgresi6n confesada perc
grafia y la reacci6n experimentada por el inconfesable, una advertencia que seguira
suj eto ante ella. siendo valida para los libros posteriores y en
Pues 10 que Roland Barthes persigue ante especial para el presente: «Todo esto debe
todo a 10 largo de su ultima trilogia es argu- ser considerado como si fuese dicho por un
men tar sus sensaciones y ofrendar de este personaje de novela»,
modo su individualidad a una «ciencia del Desde entonces la escritura de Roland
sujeto» cuya relaci6n con las otras ciencias Barthes se sumira en un mar de apuntes, de
- y er\ especial con la semiologia- se diluye notas y fragmentos cuyo denominador co-
a medida que, paradojicamente, el sujeto se rnun es un yo distante, tonsurado por la per-
hace consistente. En general, las ultimas fecci6n, por el perfeccionismo de la escritura,
obras de Barthes tendian ya hacia esa subjeti- If un yo que dentro de esta teoria «de ficci6n»
12 13
se transforrnara eventualmente en el (<<el se las grandes filosofias a una memoria intima
siente... », «alguien le interroga... », «sic dis- alcanzara en el ultimo Barthes su sen tido
curso funciona ... »). cambio de persona, aca- mas literal. A pesar del subterfugio de la
so cambio de tiempo verbal tambien, pero en «ficcion», En Fragments d'un discours amou-
modo alguno pluralizaci6n del sujeto 0 des- reux (1977), un yo enamorado experimenta
doblamiento. Paralelamente, la escritura se en primera persona todo el proceso y los
hace entrecortada, fragmentaria. EI yo del accidentes del enamoramiento, y de su re-
texto, como en el caso del narrador prous- flexi6n va surgiendo lentamente el discurso,
tiano, interroga el gesto, el objeto, todo 10 un discurso-tipo, del enamorado. Con la dra-
que rodea el quehacer cotidiano, y 10 intro- matizaci6n del texto, la obra se convierte en
duce en la dimension del recuerdo, de la una especie de novela 0 en algo heter6c1ito
confrontaci6n, con la intenci6n plenamente que arranca del terreno de 10 imaginario. Por
intelectual de interpretar la realidad, sin 10 demas, Fragments d'un discours amou-
ocul tar por ella 10 que de pasional, de deseo, reux es confeccionado a partir de un texto-
posee tal ejercicio. Nietzsche, en Mas alia guia, el Werther de Goethe, arquetipo del
del bien y del mal} anticipa la conexi6n de 10 amor-pasion, y abunda en referencias a 10
filos6fico con la subjetividad y, en nuestro que Barthes llamaba «lecturas de noche», es
caso, con 10 que clasicamente se ha dado en decir, textos cuya lectura tenia como obje-
Hamar «diario intimo»: «Poco a poco se me fj tivo primordial el placer: Blake, Proust, Bal-
ha ido manifestando que es 10 que ha sido j zac, Brecht, Gide, el Zen... Ante tal suerte de
I hasta ahora toda gran filosofia: a saber, la hedonismo cultural, por 10 dernas profunda-
autoconfesi6n de su autor y una especie de mente enraizado en la civilizaci6n francesa y
memoires (en frances en el original) no que- en grade extrema en el mundillo parisino,
, ridas y no advertidas». Esta asimilaci6n de podriase pensar que la subjetivizaci6n, con
14 15
..
todos sus refinamientos, iba dirigida a la ga- que intervenian en su discurso debian ser
leria que en los ultimos tiempos colma a Bar- consignados como puros elementos de fie-
thes de incienso. 010 que es 10 mismo: que se cion, como elementos pertenecientes a una
trataba de un ejercicio de frivolidad. Cuando novela familiar. Al final, sin embargo, el peso
en realidad esa «dramatizacion» del texto de esta ambigiiedad entre 10 biografico (0
cubria 0 encubria una especie de autoconfe- intimo) y 10 te6rico es suficiente para intuir
sion, en el terreno de 10 pasional, al que, sin una distanciacion del autor para con su pa-
em bargo, sus coetaneos no eran ajenos. sado «cientifico», aportando como prueba el
En ultimo terrnino, cabria interpelar a los contraste entre la semiologia original y la
precedentes literarios de Barthes, al Gide «ciencia del sujeto» que constituye, por asi
maestro del diario intimo que se ofrece en decir, la coartada de las ultirnas obras.
sacrificio en una de las mayores exhibiciones Por un lado, pues, la teoria, con la sernio-
del siglo, su Journal. Pero 10 que distanciaba logia y su discurso de exploraci6n; por el
a Barthes de Gide, mas alla de las circunstan- otro, aunque ligado al anterior, el sujeto
cias cronologicas e intelectuales, era posi- ofreciendose como cuerpo del experimento
blcmente de indole personal: el pudor. De no e, indirectamente, como protagonista de una
ser por el pudor de que siempre hizo gala gran novela. No est a claro que, entre ambos
- nunque algo menos en estos ultimos afios, extremos, sea la Serniologia como ciencia la
y esto por razones personales-, Roland Bar- que se lleve la mejor parte. Podria parecer,
thes hubiera sido un escritor - 0 un poeta, incluso, que la ciencia de los signos es tan
segun la acepcion de Stefan Zweig- de su solo una de las vertientes obsesivas del per-
vida. A pesar de que nunca cesara de afir- sonaje de nuestra novela, uno de' esos leitmo-
mar, como en Roland Barthes por Roland tif que la critica moderna cree percibir en
Barthes, que todos los elementos biograficos muchos personajes de Zola 0 en el universo
16 17
de Proust. Todo esto, Barthes 10 sabia, y es igualmente disperso en varios articulos de la
evidente que la intenci6n primordial de sus misma epoca, Tanto en el caso del cine como
ultimos libros se centra en dicho juego ambi- en el de la fotografia, el analisis de tipo sernio-
valente. 16gico que Barthes proponia por aquel enton-
Si Fragment d 'un discours amoureux se ocu- ces se enfrentaba a una dificultad basica:
paba dellenguaje que nace en torno al amor, para que el cine pueda ser tratado como un
La cdmara Lucida cubre el polo opuesto: la lenguaje es necesario que existan elementos
Muerte. Entre ambos libros, en el intervalo de que no sean analogicos y que ademas puedan
tres anos, Barthes habia escrito, leido y pu- ser objeto de sistematizacion. Sin embargo,
blicado su breve Lecon, texto de la clase inau- es dificil discernir en la imagen cinematogra-
gural de su catedra de Semiologia en el Col- fica particulas discontinuas, significantes
lege de France -ante cuya sede fue victima cuyo significado no este directamente ado-
del accidente que Ie costa la vida-, al que sado a ellos: el cine esta hecho de elerneribs
siguio otro texto igualmente breve, Sollers analogicos (gestos, paisajes, animales... ), in-
ecrivain, dedicado al escritor Philippe Sol- capaces de entrar en el juego de una combi-
lers, maximo exponente de la tan traida van- natoria, tal como exige todo lenguaje. Esto
guardia parisiense. Entretanto se va decan- los convierte en sistemas pobres, cuyo estu-
tando 10 que desde hace tiempo se esperaba dio serniologico no tiene sentido. Sin em-
de Barthes: un trabajo sobre la fotografia bargo, a pesar de que el film comporte una
que contendra a la vez una reflexion sobre la representacion ana16gica de la realidad, exis-
muerte. Roland Barthes se habia ocupado ya ten tarnbien elementos que, por ser usuales
del «lenguaje» cinernatografico e, indirecta- en el universo de la colectividad, no son di-
mente, de la fotografia en las Mitologias, a I rectamente simbolicos, sino que se encuen-
finales de los afios cincuenta, y de modo i tran culturalizados, convencionalizados. Es
18 19
• 2 - BARTHES
10 que Barthes llama «elementos retoricos» 0 A partir de esta premisa, elemental en el
«elementos de connotacion»: diehos ele- universo de la serniologia, se teje una especie
mentos, desligados de su simbolismo, pue- de interrogaci6n de la imagen fotografica,
den constituir sistemas de significaci6n se- Por medio de la connotaci6n, Barthes inten-
cu ndaria que se superponen al diseurso ana- tara delimitar ahora que es 10 que en la foto-
logico. Asi, si bien el analisis semio16gico de grafia produce un efecto especifico sobre el
un film no tiene propiamente sentido, el in- observador, que es 10 particular, 10 propio,
ventario de los elementos ret6ricos, conno- cual es la esencia de la fotografia, cual el
tadores, asimilables a signos, puede eonducir enigma que la hace fascinante (yen particu-
al establecimiento de una ret6riea del film. lar para ciertas fotos) ... La busqueda de la
Tales elementos son ya analizables semio16- esencia de la fotografia a traves de elementos
gicamente y forman parte de 10 que suele eoneretos y generalmente puntuales que for-
llamarse «estilo», man parte de la imagen fotografica, pero que
, Algo pareeido ocurre con la fotografia. La pueden pasar desapereibidos al examinar su
I:fm agen Iotografica es la ana16- mensaje inmediato, enlaza con los objetivos
) fgica de la realidad y no eontiene niriguna
ultirnos (!) de la gran filosofia. Adernas, dado
1 aislable, que pueda que 10 que se oculta tras la fotografia, 10 que
ser considerada como signa. Sin embargo, se ampara indefeetiblemente en la imagen
existen en ella elementos ret6ricos (la com- fotografica, es la Muerte, la busqueda de'
posicion, el estilo... ), suseeptibles de funcio- Barthes adquiere un caracter romantico in-
nar independientemente como mensaje se- dudable. A la pluralidad de su discursol
cundario. Es la connotaci6n, asimilable en - pues en el de' ahora aparecen indistinta-
J este caso a un lenguaje. Es decir: es el estilo mente referencias al psicoanalisis, ala semio-'
'\ 10 que haee que la foto sea lenguaje. logia en sus aspectos mas amplios, al analisis
20 21
sociol6gico, a todo 10 que desde cualquier su obra mas conocida, el origen de estas
angulo pueda contribuir a interpretar la civi- asociaciones estudiando ejemplos literarios
'\ lizacion de nuestro tiempo - se anade la pre- clasicos: el tema de la sombra, del personaje
" sencia del yo, del sujeto, del alma sensible que pierde, abandona 0 vende su som bra,
I sometida a la prueba de la fotografia. como en la historia de Peter Schlemihl, del
Al tiem120 ala I?lasmaci6n de rornantico Chamisso, 0 en muchos de los
IV 10 que fue, se refiere, pues, ellibro presentee cuentos fantasticos de E.T .A. Hoffmann: el
Mientras que a su alrededor, como en un del retrato como garantia mefistofelica de
zumbar de insectos, se acumulan los corola- eternidad, cuyo ejemplo mas divulgado es la
rios de un teorema extrafio que asociaria la historia wildeana del retrato de Dorian
muerte a la creacion de imagenes. La foto- Gray; el tema del reflejo y las variantes del
grafia recoge una interrupcion del tiempo a narcisismo; el terna de la gemelidad, de gran
la vez que construye sobre el papel preparado solera en la literatura infaniil 0 enla obra del
un doble de la realidad. De ello se infiere que mismo Hoffmann, de Julio Verne, de Kaf-
la muerte, 0 10 que es 10 mismo: la evidencia ka... En todos los casos es la suerte 10 que
del esto-ha-sido, va ligada esencialmente ala permite (0 provoca) que el personaje recu-
aparici6n (0 elaboraci6n) del doble en la ima- pere su unicidad. En 10 concerniente a la
gen fotografica, Esto es corroborado por la et- imagen fotografica, cabria considerar - y
nologia, la cual se hace eco (termino no inocen- Barthes no habria disentido de ello- que la
te) del panico de muchos pueblos primitivos fotografia solo adquiere su valor pieno con la
hacia la fotografia -panico que, segun cuen- desaparicion irreversible del referente, con
la muerte del sujeto fotografiado, con el paso
tan, subsiste todavia en ciertas zonas de las Hur-
des y de Albacete-. El gran psicoanalis-
I
del tiempo... En la Iotografia del referente
ta Otto Rank precisa en Don Juan y el doble, desaparecido se conserva eternamente 10
22 23
que fue su presencia, su presencia fugaz sual, un ornamento... - que 10 hacen im-
- esa fugacidad, con su evidencia, es 10 que ropio. £1 Tiempo - 0 incluso la superposi-
la fotografia contiene de patetico->, hecha ion de tiempos distintos y quiza contrapues-
de intensidades. Dicho de otro modo: es im- os- puede ser uno de tales «detalles» invisi-
posible separar el referente de 10 que es en si les a primera vista. Pues el referente rasga
la foto. Y de aqui, al cabo, la deduccion de on la contundencia de 10 espectralla conti-
Barthes: la esencia de la fotografia es preci- uidad del tiempo. La foto es para el refe-
samente esta obstinacion del referente en es- ente 10 que el hielo para el alpinista que el
tar siempre ahi. laciar del Montblanc abandona en su falda
La fotografia es mas que una prueba: no iglo y medio despues del accidente mortal:
muestra tan solo algo que ha sido, sino que n tramite tanatologico que nos presenta de
:J tambien y ante todo ronto, abruptamente, lo que tUB tal como J
En ella permanece de algun modo la mtensi- ue. Como si el fot6grafo fuese en ellimite un
dad del referente, de 10 que fue y ya ha xidermista de ese haber existido, con la
m uerto. Vemos en ella detalles concretos, ola diferencia de que el fotografo no falsea
aparentemente secundarios, que ofrecen al- I interior de los cuerpos, no interviene en
go mas que un complemento de informacion 11os, en su interior, sino que nos los presenta
(en tanto que elementos de connotacion): Hal como fueron en un instante concreto,
conmueven, abren la dimension delrecuer- nmarcados unicamente por los bordes de la
do, provocan esa mezcla de placer y dolor, la laca fotografica,
nostalgia.Il.a fotografia es la momificaci6n Por ultimo, es necesario hacer mencion de
del referente. £1 referente se encuentra ahi, Igo que en La cdmara Lucida es inseparable
pero en un tiempo que no le es propio. Con e la muerte: el amor y la nostalgia. De cada
detalles dispersos - un gesto hoy en dia poco agina emanala Ilostalgia defimor materno.
24 25
I
La escritura, curiosamente, encuentra uno de
\ sus polos en la foto de la madre de Roland I
Barthes, la Hamada foto del Invernadero,
descrita pero jamas mostrada. En su juego
ambivalente, el libro, presentado como una
nota sobre la Fotografia, es tambien explici-
tamente un homenaje del autor hacia su ma-
dre, Iallecida poco antes. Contiene, en efec-
to, mas que una teoria de la fotografia, un
modo, un cariz especial en el modo de en-
frentarse a la imagen fotografica; pues de 10
que se trata al mismo tiempo es de extraer de
la memoria, a traves de la fotografia - en
i este caso la foto del Invernadero-, la pre-
sencia, el retorno del ser en un tiempo pa-
l
sado, a fin de someterse - pero es una su-
mision enfermiza, de corte proustiano- al
placer de la nostalgia.
Joaquim Sala-Sanahuja
26
1
29
distinguia de la comunidad de las imagenes. tales clasificaciones podrian muy bien ser
Tal deseo queria decir que en el fondo, al aplicadas a otras formas antiguas de repre-
margen de las evidencias procedentes de la sentaci6n. Diriase que la Fotografia es incla-
tecnica y del uso, y a pesar de su formidable sificable. Me pregunte entonces cual podia
expansi6n contemporanea, yo no estaba se- .ser la causa de todo este desorden.
guro de que la Fotografia existiese, de que Y esto es 10 que primeramente encon-
dispusiese de un «genio» propio. tre. Lo que la Fotografia reproduce al infi-
nito unicamente ha tenido lugar una sola
vez: la Fotografia repite mecanicamente 10
2 que nunca mas podra repetirse existencial-
mente. En ella el acontecimiento no se so-
podia guiarme? brepasa jamas para acceder a otra cosa: la
Desde el primer paso, el de la clasificaci6n Fotografia remite siempre el corpus que ne-
(pues es necesario clasificar, contrastar, si se cesito al cuerpo que Yeo, es Pa.rticular
quiere constituir un corpus), la Fotografia se absoluto, la Contingencia soberana, mate y
escapa. Las distribuciones a las que se la elemental, el Tal (tal foto, y no la Foto), en
suele so meter son, efectivamente, bien empi- resumidas cuentas, la Tuche, la Ocasi6n, el Lacan ,
pp. c,.\" hh
ricas (Profesionales/Aficionados), bien ret6- Encuentro, 10 Real en su expresi6n infatiga-
, "I \ ricas (Paisajes/Objetos/Retratos/Desnudos), ble. Para designar la realidad el budismo em-
bien esteticas (Realismo/Pictorialismo), -plea la palabra sunya, el vacio: y mejor toda-
y en cualquier caso exteriores al objeto, sin via: tathata, el hecho de ser tal, de ser asi, de Wutt s ,
p. H:,
relaci6n con su esencia, la cual no puede ser esto; tat quiere decir en sanscrito esto y
ser (si es que existe) mas que la Novedad de la recuerda un poco el gesto del nino que se-
que aquella ha sido el advenimiento; pues fiala algo con el dedo y dice: [Ta, Da, Sa /*
30 31
32 33
J. BARTHES
sociologos: no es mas que la huella de un e este utimo, entre varios discursos, los de
protocolo social de integracion destinado a sociologia, de la serniologia y del psicoana-
sacar a flote a la Familia, etc.». Sin embargo, lisis -pero que, por la insatisfaccion en
yo persistia; otra voz, la mas fuerte, me im- la que me encontraba finalmente de unos y
pulsaba a negar el comentario sociologico: e otros, yo evidenciaba 10 unico que habia
I frente a ciertas fotos yo deseaba ser salvaje, e segura en mi (por ingenuo que fuese): la
inculto. Asi iba yo, no osando reducir las esistencia furibunda a todo sistema reduc-
innumerables fotos del mundo, ni tampoco or-. Pues cada vez que, habiendo recurri-
hacer extensivas algunas de las mias a toda o de algun modo a uno de ellos, sentia un
la Fotografia: en resumen, que me encon- lenguaje hacerse consistente y de este modo
traba en un callejon sin salida y puede de- eslizar hacia la reduccion y la reprimenda,
cirse que «cientificamente» solo y desar- lb abandonaha poco a poco y buscaba en
mado. tra direccion: me ponia a hablar de otro
odo. Valla mas, de una vez por todas, con-
ertir en razon mi protesta de singularidad, e
3 ihtentar hacer de <ga antigua soberaniadel
o Nietzsche un rinci io heuristi . Re-
Me dije entonces que ese desorden y ese olvi, pues, tomar como punto de partida
dilema sacados ala luz por el deseo de escri- ara mi investigacion apenas algunas fotos,
bir sobre la Fotografia reflejaban perfecta- quellas de las que estaba segura que exis-
mente una especie de incomodidad que tian para mi. Nada que tuviese que ver con
siempre habia experimentado: la de ser un n corpus: solo algunos cuerpos. En este de-
sujeto que se bambolea entre dos lenguajes, ate, convencional en suma, entre la subjeti-
expresivo el uno, critico el otro; y en el seno idad y la ciencia, yo llegaba a esta curiosa
36 37
idea: 6por que no tendriamos, de algun Fotog: -, [;;1 porque esta palabra mantiene a
modo, una nueva ciencia por objeto? 6Una traves de su raiz una relacion con
(y ya no universalis)? culo- y le afiade ese algo terrible que hay en
Acepte, por tanto, erigirme en mediador de toda fotografia: el retorno de 10
toda la Fotografia: intentaria formular, a Una de esas practicas me estaba prohibida
partir de algunos movimientos personales, el y no podia tratar de interrogarla: yo no soy
rasgo fundamental, el universal sin el cual no fot6grafo, ni tan s610 aficionado: demasiado
habria Fotografia. impaciente para serlo: necesito ver en se-
guida aquello que he producido (6Y el Pola-
4 roid? Divertido, pero decepcionante, salvo
cuando un gran fot6grafo se mezcla en ella).
Heme, pues, a mi mismo como medida del Podia suponer que la emoci6n del Operator
«saber» Iotografico. 6Que es 10 que sabe mi (y por tanto la esencia de la Fotograf'ia-
cuerpo sobre la Fotografia? Observe que una segun-el-Fotografo) tenia alguna relacion
foto puede ser objeto de tres practicas (0 de con el «agujerito» (stenope) a traves del cual
tres emociones, 0 de tres intenciones): ha- mira, limita, encuadra y pone en perspectiva
e,xperiIllentar, mirar. El Operator e;cl 10 que quiere «coger» (sorprender). Tecni-
Fot6grafo. Spectator somos los que compul- camente, la Fotografia se halla en la encruci-
samos en los peri6dicos, libros, albumes 0 jada de dos procedimientos completamente
archivos, colecciones de fotos. Y aquel 0 distintos; el uno es de orden quimico: es la ac-
aquello que es fotografiado es el blanco, el cion de la luz sobre ciertas sustancias; el otro
referente, una especie de pequefio simula- es de orden fisico: es la formaci6n de 1a
cro, de eidolon emitido por el objeto, que yo imagen a traves de un dispositivo 6ptico. Me
llamaria de buen grado el_Spectrum de la parecia que la Fotografia del Specta{Qf des-
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cendia esencialmente, si asi se puede decir, t9-,do cambia: me constituyo en el C!9Jp. de
de la revelaci6n quimica del objeto (del que otro
recibo, con efecto retardado, los rayos), y __erpo, me transformo par adelantado en
que la Fotografia del Qperator iba ligada por Dicha transformaci6n es activa:
el contrario a la visi6n recortada por el agu- siento que la Fotografia crea mi cuerpo 0 10
jero de la cerradura de la camera obscura. ortifica, segun su capricho (apologo de
Pero yo no podia hablar de aquella emoci6n ste poder mortifero: ciertos partidarios de
(0 de esa esencia), no habiendola conocido ja- Iii Comuna pagaron con la vida su cornpla- Freund,
mas; no podia unirme a la cohorte de aquellos p. I o I
encia en posar junto a las barricadas: ven-
(los mas) que tratan de la Foto-segun-el-Foto- idos, fueron reconocidos por los policias de
grafo. No tenia a mi disposici6n mas que dos hiers y casi todos fusilados).
'experiencias: la del sujeto mirado y la deJ Posando ante el objetivo (quiero decir:
lsujeto .endo consciente de posar, incIuso de forma
yo no arriesgo tanto (al menos por
hora). Sin duda, mi existencia la extraigo
5 etaf6ricamente del fot6grafo. Pero por
as que esta dependencia sea imaginaria (y
Puede ocurrir que yo sea mirado sin sa- e 10 mas puro de 10 Imaginario), la vivo con
berlo, y sobre esto todavia no puedo hablar la angustia de una filiaci6n incierta: una ima-
puesto que he decidido tomar como guia la en -mi imagen- va a nacer: l,me pariran
conciencia de mi emoci6n. Pero muy a me- omo un individuo antipatico 0 como un
nudo (demasiado a menudo, para mi gusto) <(buen tipo»? i Ah, si yo pudiese salir en el
he sido fotografiado a sabiendas. Entonces, apel como en una tela clasica, dotado de un
cuandQ1!le __ ire noble, pensativo, inteligente, etc.! En
40 41
suma, [si yo pudiese ser «pintado» (por Ti- con mi imagen; Peues es la imagen la que es
ciano) 0 «dibujado» (por Clouett)! Pero como pesada, inmovil, obstinada (es la causa por
que 10 que yo quisiera que se captase es una la que la sociedad se apoya en ella), y,SO¥-
textura moral fina, y no una mimica, y como «yo» quien soy ligern, dividido, disperso y
que la fotografia es poco sutil, salvo en los 9..ue, como un ludion. no puedo estar quieta,
grandes retratistas, no se como intervenirdes- agitandome en mi bocal: [ah, si por 10 menos
de el interior sobre mi piel. Decido «dejar la Fotografia pudiese darme un cuerpo neu-
flotar» sobre los labios y en los ojos una ligera tro, anatornico, un cuerpo que no significase
sonrisa que yo quisiera «indefinible» y con la nada! Por desgracia, estoy condenado por 1a
que yo haria leer, al mismo tiempo que las Fotografia, que cree obrar bien, a tener siern-
cualidades de mi naturaleza, la conciencia pre un aspecto: mi cuerpo jamas encuentra
divertida que tengo de todo el ceremonial su grado cero, nadie se 10 da (l,quiza tan solo
Iotografico: me presto al juego social, poso, mi madre? Pues no es la indiferencia 10 que
10 se, quiero que todos 10 sepais, pero este quita peso a la imagen -no hay nada como
suplemento del mensaje no debe alterar en una foto «objetiva», del tipo «Photomaton»,
nada (a decir verdad, cuadratura del circulo) para hacer de usted un individuo penal, ace-
la esencia preciosa de mi individuo: aquello chado por la policia-, es el amor, el arnor
que yo soy, al margen de toda efigie. Yo extremo).
quisiera en suma que mi imagen, movil, so- Verse a si mismo (de otro modo que en un
metida al traqueteo de mil fotos cambiantes, espejo): a escala de la Historia este acto es
a merced de las situaciones, de las edades, reciente, por haber sido el retrato, pintado,
coincida siempre con mi «yo» (profundo, dibujado 0 miniaturizado, hasta la difusion
como es sabido); pero es 10 contrario 10 que se de la Fotografia, un bien restringido, desti-
ha de decir: «yo» 10 que no coincide nunca nado por otra parte a hacer alarde de un
42 43
nivel financiero y social -y, de cualquier erreno? Innumerables procesos, segun
manera, un retrato pintado, pOl' parecido arece, han expresado esta incertidumbre de
\ sea (esto es 10 que intento probar), no es na sociedad para la cual era logico que el
. una fotografia-. Es curioso que no se haya
I .
er fuese incierto. La FotQgrafia transfor-
, pensado en el wstorno (de civilizacion) que aba el sujeto en objeto e incluso, si cabe, en
este acto nuevo anuncia. Yo quisiera una ,bjeto de museo: para tomar los primeros
Historia de las Miradas. Pues la Fotografla es ') etratos (hacia 1840) era necesario some tel'
el advenimiento de yo mismo como otro: una t 1 sujeto a largas poses bajo una cristalera a
disociacion ladina de la conciencia de iden- lena sol; devenir objeto hacia sufrir como
_t'ldad. Algo aun mas curioso: es antes de la na oper aciort quirurgica; se invento enton-
Fotografia cuando los hombres hablaron es un aparato llamado apoyacabezas, espe-
ie de protesis invisible al objetivo que sos- Fre und ,
111aS de la vision del doble. Se compara la p. 11K
i, Gay .."I, heautoscopia a una alucinosis; durante siglos enia y mantenia el cuerpo en su pasar a la
i l, fl. 20Y
fue un gran tema mitico. Pero hoy ocurre nmovilidad: este apoyacabezas era el pedes-
locura profundade.. al de la estatua en que yo me iba a convertir,
1a Fotografia: esta solo nos recuerda su he- :1 corse de mi esencia ima inaria.
-iencia -rrirtlca pOI' el ligero malestar que me La Foto-retrato es una em de
1 ernbarga cuando «me» miro en un papel. fuerzas. Cuatro imaginarios se cruzan, se
I,
\ Ese trastorno es en el Iondo un' trastorno afrontan, se deforman. Ante el objetivo soya
I
de propiedad. El Derecho ya 10 ha dicho a su la vez: aguel que creo ser, aguel que guisiera
rnanera: 6a quien pertenece la foto? 6al su- que crean, aguel que el fotografo cree que soy
Ch e vr ie r- jeto (fotografiado)? 6al Iotografo? El paisaje y"aquel de quien se sirve para exhibir su arte.
Thihauoeau
: mismo, 6no es acaso algo mas que una espe- Dicho de otro modo, una accion curiosa: no
I
I cie de prestamo hecho pOI' el propietario del ceso de imitarme, yes pOI' ella pOI' 10 que cada
I
44 45
],
I'
II
ri
I
i
;
vez que me hago (que me dejo) fotografiar, Diriase que, aterrado, Fotografo debe lu-
me roza indefectiblemente una sensaci6n de . char tremendamente la
inautenticidad, de impostura a veces (tal . la Muerte1 Pero yo, objeto ya, no
_ como pueden producir ciertas pesadillas). lucho. Presiento que de esta pesadilla habre
hnaginariamente, la Fotografia (aquella que de ser despertado mas duramente aun ; pues
esta en mi intenci6n) representa ese momen- no se 10 que la sociedad hace de mi foto. 10
to tan sutiI en que, a decir verdad, no soy ni que lee en ella (de todos modos, hay tantas
sujeto ni sino mas bien un sujeto que lecturas de un mismo rostro); pero, cuando
se siente devenir objeto; vivo entonces una me descubro en el producto de esta opera-
microexperiencia de la muerte (del parente- . cion, 10 que yeo es que J)le he convertido.en
sis): J.11e convierto verdaderamente en espec- Todo-Imagen, es decir, en 1a Muerte en per-
tro. El Fot6grafo 10 sabe perfectamente, y 61 sona; los otros -el Otro- me despropian de
-m:ismo tiene miedo (aunque s610 sea por mi mismo, hacen de mi, ferozmente, un ob-
razones cornerciales) de esta muerte en la jeto, me tienen a su merced, a su disposici6n,
cual su gesto va a embalsamarrne. Nada seria clasificado en un fichero, preparado para
1118.S gracioso (si uno no fuese la victima pa- .todos los sutiles trucajes: un excelente fot6-
siva, el plastr6n, como decia Sade) que las grafo, un dia, me fotografi6; crei leer en esa
contorsiones de los fot6grafos para «hacer imagen 1a pesadumbre de un reciente duelo:
vivo»: pobres ideas: me hacen sentar ante por una vez 1aFotografia me reproducia a mi
mis pinceles, me hacen salir (ofuera» es mas mismo; pero algo mas tarde encontre esta
viviente que «dentro»), me hacen posar ante misma foto en la tapa de un libelo ; mediante
una escalera porque hay un grupo de nifios el artificio de un tiraje, yo tenia s610 un ho-
que juega detras de mi, divisan un banco y en- rrible rostro desinteriorizado, siniestro e
seguida (vaya ganga) me hacen sentar en 61. ingrato como la imagen que los autores del
46 47
libro querian dar de mi lenguaje. (La rial Iotografico utilizaba las tecnicas de
_privada» no es mas que esa zona del espacio, banisteria y de la mecanica de precision: los
\ del tiempo, en la que no soy una imagen, un paratos, en el fondo, eran relojes para ser
\ objeto. gs mi derecho politico a ser un sujet.9 ontemplados y quizas alguien de muy anti-
he de defender). uo en mi oye todavia en e1 aparato fotogra-
En el fondo, a 10 que tiendo en la foto que fico e1 ruido viviente de la madera.
taman de mi (la «intencion» con que la miro),
es a la Muerte: la Muerte es el eidos de esa
Foto. Tarnbien, curiosamente, 10 unico que 6
soporto, que me gusta, que me es familiar
cuando me fotografian es el ruido del apa- El desorden que desde e1 primer paso en-
rato. Para mi, el organo del Fot6grafo no es ntre en 1a Fotografia, con todas las practi-
el ojo (que me aterra), es el dedo: 10 que va as y todos los temas mezclados, 10 volvi a
ligado al disparador del objetivo, al desli- contrar en las fotos del Spectator que yo
zarse metalico de las placas (en los casos en a y que me disponia ahora a interrogar.
que el aparato consta todavia de ellas). Yeo fotos por todas partes, como cada uno
Gusto de esos ruidos mecanicos de una ma- e nosotros hoy en dia: provienen de mi
nera casi voluptuosa, como si, en la fotogra- undo, sin que yo las solicite; no son mas
Iia, fuesen aquello -y nada mas que aque- ue «imageries», aparecen de improviso. Sin
110- a 10 que mi deseo se aferra, rompiendo embargo, entre aquellas que habian sido es-
can su breve chasquido 1a capa mortifera de crgidas, evaluadas, apreciadas, reunidas en
la Pose. Para mi, el ruido del Tiempo no es , bumes 0 en revistas y que por consiguiente
triste: me gustan las campanas, los relojes... abian pasado por el filtro de la cultura,
-- y recuerdo que originariamente el mate- constate que habia algunas que provocaban
48 49
,
en mi un jubilo contenido, como si remitie-
sen a un centro oculto, a un caudal erotico 0
desgarrador escondido en el fondo de mi
(por serio que fuese el tema); y que otras, por
el contrario, me eran tan indiferentes que, a
fuerza de verlas multiplicarse como la mala
hierba, experimentaba hacia ellas una espe-
cie de aversion, de irritacion incluso: hay
momentos en que detesto la Foto: i,que me
importan a mi los viejos troncos de arboles
de Eugene Atget, los desnudos de Pierre
Boucher, las sobreimpresiones de Germaine
Krull (por citar solo nombres antiguos)? Mas
aun: constataba que en el fondo nunca me
gustaban todas las fotos de un mismo fot6-
grafo: de Stieglitz solo me gusta (pero con
locura) su foto mas conocida (La terminal de «De Stieglitz solo me gusta
tranvias de caballos, Nueva York, 1893); otra su /otografia mas conocida...»
foto de Mapplethorpe me inducia a creer
que habia encontrado «mi» Iotografo: pero
no. no me gusta en absoluto Mapplethorpe.
No podia, pues, acceder a aquella c6moda
nocion, cuando se quiere hablar sobre histo-
ria. cultura, estetica, llamada estilo de un
50
Alfred Stieglitz: La terminal de tranvias de caballos, Nueva
York, 1893 (©Museum of MOdern Art, Nueva York)
4· BARTHES
artista. Sentia a traves de la fuerza de mis 7
reacciones, de su desorden, de su azar, de su
enigma, que la Fotografia es un arte poco Decidi entonces tomar como guia de mi
seguro, tal como 10 seria (si nos ernpefiara- uevo analisis la atracci6n que sentia hacia
mos en establecerla) una ciencia de los cuer- iertas fotos. Pues, por 10 menos, de 10 que
pos objeto de deseo 0 de odio. taba seguro era de esta atracci6n. '"' C6mo
Veia perfectamente que se trataba de mo- llamarla? lFascinaci6n? No, la fotografia que
vimientos de una subjetiyi4ad-facil que se istingo de las otras y que me gusta no tiene
._ \ 1 malogra tan pronto como ada del punto seductor que se balancea
:1 ; I me gusta/no me gusta: lquien de nosotros no ante los ojos y nos hace mecer la cabeza; 10
tiene una tabla interior de preferencias, de e aquella produce en mi es 10 contrario
repugnancias, de indiferencias? Pero preci- ismo del entorpecimiento; es mas bien una
samente: siempre he tenido ganas de argu- a itaci6n interior, una fiesta, 0 tambien una
I\i \ mentar mis humores: no para justificarlos; y a tividad, la presi6n de 10 indecible que quie-
liI
II!
I I
menos aun para llenar con mi individualidad r . l Y entonces? lEs acaso interes?
II
el escenario del texto: sino al contrario, para 0, interes es demasiado poco; no tengo ne-
1\
ofrecer tal individualidad, para ofrendarla a cesidad de interrogar mi emoci6n para enu-
l una ciencia del sujeto, cuyo nombre importa erar las distintas razones que hacen intere-
poco, con tal de que llegue (esta dicho muy s rse por una Ioto: se puede: ya sea desear el
pronto) a una generalidad que no me reduz- o jete, el paisaje, el cuerpo que la foto re-
'I
ca ni me aplaste. necesario.verlo. p esenta; ya sea amar 0 haber amado el ser
IJ
q enos' muestra para que 10 reconozcamos;
y sea asombrarse de 10 que se ve en ella; ya
s a admiral' 0 discutir la tecnica empleada
52 53
II
I'
i
por el fotografo, etc.; pero todos estos inte-
reses son flojos, heterogeneos; tal foto puede quiera efectuo la "puesta en imagen". La
satisfacer uno de ellos e interesarme debil- fotografia esta vagamente constituida en ob-
mente; y si tal otra me in teresa Iuertemente, jeto, y los personajes que figuran en ella
quisiera saber que es 10 que en esta foto me estan en efecto constituidos en personajes,
hace vibrar. Asimismo, me parecia que la pero s6lo a causa de su parecido con seres
palabra mas adecuada para designar (provi- humanos, sin intencionalidad particular. F1o-
sionalmente) la atracci6n que determinadas tan entre la orilla de la percepci6n, la del
fotos ejercen sobre mi era aventura. Tal foto signo y la de la imagen, sin jamas abordar
ninguna de las tres»,
111e adviene, tal otra no.
El principio de aventura me permite hacer En este sombrio desierto, tal foto, de gol-
existir la Fotografia. Inversamente, sin aven- pe, me llega a las manos; me anima y yo la
Snrt re , tura no hay foto. Cito a Sartre: «Las fotos de animo. Es asi, pues, como debo nombrar 1a
[l. ,Il) ft atracci6n que la hace existir: una animaci6n.
un peri6dico pueden muy bien "no decirme
nada", es decir, las miro sin hacer posici6n La foto, de por S1, no es animada (yo no creo
las fotos «vivientes»), pero me anima: es 10
de existencia. Las personas cuya fotografia \ ique hace toda aventura.
yeo entonces son efectivamente alcanzadas
a traves de esta fotografia, pero sin posici6n
existencial, justamente igual que el Caba-
llero y la Muerte, los cuales son alcanzados a
traves del grabado de Durero, pero sin que
yo los establezca. Podemos, por otra parte,
encontrar casos en que la fotografia me deja
en tal estado de indiferencia que ni tan si-
54
55
8 ra 10 que yo no queria reducir; siendo irre-
uctible, era por ella mismo por 10 que yo
En esta busqueda de la Fotografia, la feno- ueria, yo debia reducir la Foto; pero, z,se
menologia me prestaba, pues, un poco de su odia retener una intencionalidad afectiva,
proyecto y un poco de su lenguaje. Pero se na intencion del objeto que apareciese in-
trataba de una fenomenologia vaga, desen- ediatamente henchida de deseo, de repul-
Ii vuelta, incluso cinica, de tanto que se pres- ion, de nostalgia, de euforia? No recordaba
taba a deformar 0 esquivar sus principios ue la Ienomenologia clasica, aquella que yo
il abia conocido en mi adolescencia (y no ha
!I segun las necesidades de mi analisis. En pri-
mer lugar, no me libraba ni tan solo inten- abido otra despues), hubiese nunca hablado
:1
I'III e deseo 0 de due1o. Es cierto, yo intuia muy
,I taba librarme de una paradoja: por una parte
las ganas de poder nombrar al fin una esencia ien en la Fotografia, de forma muy orto-
de la Fotografia y esbozar asi el movimiento oxa, toda una red de esencias: esencias rna-
de una ciencia eidetica de la Foto; y por otra eriales (obligando a un estudio fisico, qui-
parte el sentiriiienro irredUCiibfe de que la ico, optico de la Foto), y esencias regiona-
Fotografia, esencialmente, si asi puede de- es (que dependen, por ejemplo, de la este-
cirse (contradiccion en los terminos), no es ica, de la Historia, de la sociologia): perc en
mas que contingencia, singularidad, aven- 1 mornento de llegar ala esencia de la Foto-
Lyot ard . tura: mis fotos participaban siempre, hasta el rafia en general, me bifurcaba; en vez de
fl· II eguir la via de una ontologia formal (de una
final, de aquel «cualquier algo»: 2,no es acaso
la imperfeccion misma de la Fotografia esa ogica), me detenia, guardando conmigo,
dificultad de existir llamada trivialidad? Y omo un tesoro, mi deseo 0 mi pesadumbre;
luego, mi fenomenologia aceptaba cornpro- a esencia prevista de la Foto no podia sepa-
meterse con una fuerza, el afecto; el afecto arse en mi espiritu de 10 «patetico» que la
56 57
\1, l
compone, y ello desde la primera mirada. Me
ocurria algo parecido a 10 que le ocurrio a ese
amigo que se habia inclinado por la Foto por
_el mero hecho de que esta Ie permitia fo-
r tografiar a su hijo. Como Spectator, solo me
interesaba por la Fotografia por «sentimien-
to»; y yo queria profundizarlo no como una
cuestion (un tema), sino como una herida:
veo, siento, luego noto, miro y pienso.
.- .
,I,
9 ..
. .....
"
Hojeaba una revista ilustrada. Una foto _ '."." .' tott""',
- ("
me detuvo. Nada de extraordinario: la trivia-
lidad (fotografica) de una insurreccion en «Comprendi rdpidamente
que la aventura de esta fotografia provenia
Nicaragua: una calle en ruinas, dos soldados de la copresencia de dos elementos...))
con casco patrullan; en segundo plano pasan
dos monjas. 6Me gustaba la foto? 6Me intere-
saba? 6Me intrigaba? Ni tan solo eso. Sim-
plemente existia (para mi). Cornprendi rapi-
damente que su existencia (su «aventura»)
provenia de la copresencia de dos elementos
discontinuos, heterogeneos por el hecho de
58
Koen Wessing: £1 ejerciro patrullando p or las calles, Nir a-
ragua, J 979
no pertenecer al mismo mundo (ninguna ne-
cesidad de contrastarlos): los soldados y las
rnonjas. Presenti una regIa estructural (a la
medida de mi propia mirada), y probe ense-
guida de verificarla inspeccionando otras fo-
tos del mismo reportero (el holandes Koen
Wessing): muchas de esas fotos me atraian
porque comportaban especie de duali-
i1ad que acababa de descubrir. Aqui una ma-
dre y una hija lamentan a gritos la detenci6n
del padre (Baudelaire: «la verdad enfatica
del gesto en las grandes circunstancias de la
vida»), y ella ocurre en el campo (6c6mo han
podido enterarse de la noticia? 6a quien van
I: dirigidos esos gestos?). Alli, sobre una cal-
Ii
1\. zada llena de baches, el cadaver de un nino
bajo una sabana blanca; los padres, los ami-
1'
II
1 gos Ie rodean, desconsolados: escena, por
J!
'I; desgracia, trivial, pero observe disturban-
II•
cias: el pie descalzo del cadaver, la ropa
II,
"
I blanca que lleva llorando la madre (6Por que
esa ropa?), una mujer a 10 lejos, sin duda una
Ii amiga, tapandose la nariz con un pafiuelo. Y
alli tarnbien, en un apartamento bombardea-
It1 60
f
I «... la ropa blanca que /leva /lorando la madre
(ipor que esa ropa?)... »
i
II, Koen Wessing: Padres descubriendo el cadaver de Sll hijo, Nicara-
gua, 1979
l
r
do, los ojazos de dos chiquillos, la camisa de I 10
uno de ellos remangada sobre su pequeno
vientre 00 excesivo de esos ojos enturbia la Mi regIa era suficientemente plausible
escena). Y alli, en fin, adosados a la pared de para intentar nombrar (debere hacerlo) esos
una casa, tres sandinistas con la parte infe- dos elementos cuya copresencia establecia,
rior del rostro cubierta con un trapo (lhe- segun parecia, la especie de interes particu-
diondez? lclandestinidad? Soy inocente, no lar que yo tenia por esas fotos.
conozco las realidades de la guerrilla); el uno El primero, visiblernente, es una exten-
aguan ta un fusil que reposa sobre su pierna si6n, tiene la extensi6n de un campo, que yo
(puedo ver sus ufias); pero su otra mano se percibo bastante familiarmente en funcion
abre y se extiende, como si explicase 0 de- de mi saber, de mi cultura; este campo puede
mostrase algo. Mi regIa funcionaba tanto ser mas 0 menos estilizado, mas 0 menos
mejor cuanto que otras fotos del mismo re- conseguido, segun el arte 0 la suerte del Ioto-
portaje me hacian detener menos tiempo; grafo, pero remite siempre a una informa-
eran bellas, expresaban bien la dignidad y el cion clasica: la insurreccion, Nicaragua, y
horror de la insurrecci6n, pero no compor- todos los signos de una y otra: combatientes
taban a mis ojos ninguna marca: su homoge- pobres, vestidos de civil, calles en ruinas,
neidad no pasaba de ser cultural: se trataba muertos, dolor, el sol y los pesados ojos in-
de «escenas», un poco a 10 Greuze, de no ser dios. Millares de fotos estan hechas con este
por la aspereza del tema. campo, y por estas fotos puedo sentir desde
luego una especie de interes general, erno-
cionado a veces, pero cuya emoci6n es im-
pulsada racionalmente por una cultura mo-
ral y politica. Lo que yo siento por esas fotos
62 63
descuella de un afecto mediano, casi de un la in existe una palabra para designar esta
adiestramiento. No veia, en frances, ninguna h rida, este pinchazo, esta marca hecha por
palabra que expresase simplemente esta es- u instrumento puntiagudo; esta palabra me
pecie de interes humano; pero en latin esa ir a tanto mejor cuanto que remite tarnbien a
palabra creo que existe: es el[studiufi), que la idea de puntuaci6n y que las fotos de que
no quiere decir, 0 por 10 menos no inmedia- h blo estan en efecto como puntuadas, a
! tamente, «el estudio», sino la aplicaci6n a v ces incluso moteadas par estos puntas sen-
'1
una cosa, el gusto por alguien, Qna suerte de si les; precisamente esas marcas, esas heri-
dedicacion general, ciertamente afanosa, d s, son puntas. Ese segundo elemento que
l pero sin agudeza especiaL Par media del vi ne a perturbar el studium 10 llamare punc-
I
studium me intereso por muchas fotografias, i t m; pues Jpunctulrll es tambien: pinchazo,
:1
ya sea porque las recibo como testimonios a ujerito, e uena mancha, e ueno corte,
politicos, ya sea porque las saboreo como i y tambien casualidad. EI punctum de una
It Cuadros hist6ricos buenos: pues es cultural- . f to es ese azar ue en ella me des unta
II:!
I, (esta connotacion est a presente en el ( ero que tambien me lastima, me punz.£).
t
l r studiunii como participo de los rostros, de Habiendo asi distinguido dos temas en la
\ los aspectos, de los gestos, de los decorados, Fcbtografia (pues en definitiva las Iotos que
\
lde las acciones. . e gustaban estaban construidas al modo de
j' EI segundo elemento viene a dividir (0 sonata clasica), podia ocuparme sucesi-
I escandir) el studium. Esta vez no soy yo vamente de uno y de otro.
I
I
,II quien va a buscarlo (del mismo modo que
Ij
invisto can mi consciencia soberana el cam-
Ii
III po del studium), es el quien sale de la escena
,(: como una flecha y viene a punzarme. En
II
'I
I,
,
, 65 INFQ(IIfIY<' -
I )CA!11g AWi11,] {,f()JaJ(/J r
[jTUiJ!Uf{ ] ilJ'v'JI CI;.J 0: .k",vaJ}4
,I}-
IN [If,<U J!UI1I1NJ / (f'1Y)IJi) I/ISI&c:-J
f AlJZi'i'};''LfI/Ctd-J L
66 f,7
S· BARTHES
12
l
_lJna-colecci6n de objetos parciales y puede ciones, la Referencia absoluta y paternal,
deleitar cierto fetichismo que hay en mi: como si hubiese nacido del Cuadro (esto,
pues hay un «yo» que ama el saber, que siente tecnicamente, es verdad, pero s610 en parte;
, hacia 61 como un gusto amoroso. Del mismo ya que la camera obscura de los pintores es
modo, me gustan ciertos rasgos biograficos s6lo una de las muchas causas de la Fotogra-
. que en la vida de un escritor me encantan fia; 10 esencial, quiza, fue el descubrimiento
igual que ciertas fotografias; a estos ragos los quimico). Nada distingue, eideticamente, en
he llamado «biografemas»: la Fotografia es a el punta a que he llegado de mi investiga-
\ la Historia 10 que el biografema es a la bio- cion, una fotografia, por realista que sea, de
l8!afia. una pintura. El «pictorialismo: no es mas que
una exageraci6n de 10 que la Foto piensa de
si misma.
13 Sin embargo, no es (me parece) a traves de
la Pintura como la Fotografia entronca con
El primer hombre que vio la primera el arte, es a traves del Teatro. En el origen de
foto (si exceptuamos a Niepce, que la ha- la Foto se situa siempre a Niepce y a Da-
bia hecho) debi6 creer que se trataba de una guerre (aunque el segundo ha usurpado un
pintura: el mismo marco, la misma perspec- poco el sitio al primero); Daguerre, cuando
tiva. La Fotografia ha estado, esta todavia, se apropi6 del invento de Niepce, explotaba
atormentada por el fantasma de la Pintura en la Plaza del Chateau (Plaza de la Repu-
(Mapplethorpe representa un ramo de lirios blica) un teatro de panoramas animados por
igual que podria haberlo hecho un pintor movimientos y juegos de luz. La camera 06s-
oriental); la Fotografia ha hecho de la Pin- cura, en definitiva, ha dado ala vez el cuadro
tura, a traves de sus copias y de sus contesta- perspectivo, la Fotografia y el Diorama,
70 71
«sorprendente» a partir del momento en que e plea Ca1vino para designar 10 que con-/ C,,1I ill"
no se sabe por que ha side tomada; 6que vi rte a un rostro en producto de una socie-]
motive puede haber, y que interes, para fo- da y de su historia. Asi ocurre con el retrato
tografiar un desnudo a contraluz en el hueco de William Casby, fotografiado por Richard
I de una puerta, la parte delantera de un viejo A edon: 1a esencia de 1a esclavitud se en-
auto sobre la hierba, un carguero atracado, cu ntra aqui a1 desnudo: la mascara es el
dos bancos en una pradera, unas nalgas de se tido, en tanto que abso1utamente pure
mujer ante una ventana rustica, un huevo (t 1como estaba en e1 teatro antiguo). Es por
sobre un vientre desnudo (fotos premiadas ell que los grandes retratistas son grandes
en un concurso de aficionados)? En un pri- mi ologos: Nadar (la burguesia francesa),
rner tiempo, la Fotografia, para sorprender, Sa der (los alemanes de 1a Alemania pre-
fotografia 10 notable; perc muy pronto, por na i), Avedon (la high-class neoyorquina).
una reacci6n conocida, decreta notable 10 a mascara es sin embargo 1a regi6n dificil
que ella misma fotografia. El «cualquier de la Fotografia. La sociedad, segun parece,
cosa» se convierte entonces en el colma so- de confia del sentido puro: quiere sentido,
Iisticado del valor. pe 0 quiere al mismo tiempo que este sen-
ti 0 este rodeado por un ruido (como se dice
en cibernetica) que 10 haga menos agudo.
15 Presto la foto cuyo sentido (no digo efecto)
es demasiado impresivo es rapidamente
Puesto que toda foto es contingente (y por ap rtada; se la consume esteticamente, y no
r.
I,
ella fuera de sentido), la fotografia solo pue- p liticamente, La Fotografia de la Mascara
J:: de significar (tender a JJOa generalidad) es en efecto suficientemente critica como
Es la palabra que pa a inquietar (en 193410s nazis censuraron
76 77
a Sander porque sus «rostros del tiempo» no
respondian al arquetipo nazi de la raza), pero
por otra parte es demasiado discreta (0 de-
masiado «distinguida») para constituir ver-
daderamente una critica social eficaz, por 10
menos segun las exigencias del militantismo:
l,queciencia comprometida reconocia el in-
teres de la fisiognomonia? La aptitud para
percibir el sentido sea olitico
6no es acaso en si misma una des-
viacion de clase? Y todavia es decir dema-
siado: el Notario de Sander est a impregnado
de importancia y de rigidez, su Ujier de afir-
macion y de brutalidad; perc jamas un nota-
rio 0 un ujier habrian podido leer estos sig-
nos. Como distancia, la mirada social se sirve
de una estetica refinada que la convierte en
vana: s610 hay critica en aquellos que son ya
«La mascara es el sentida,
aptos para la critica. Este callej6n sin salida
en tanto que absolutamente puro... » es un poco el de Brecht: fue hosti1 a 1a foto-
grafia en razon (decia e1) de 1a debilidad de
su poder critico; perc su teatro mismo nunca
ha podido ser politicamente eficaz a causa de
su sutilidad y su calidad estetica,
79
l
hombre de dos cabezas, la mujer de tres se- contorsiones de la tecnica: sobreimpresio-
nos, el nino con cola, etc.; todos ellos son- nes, anamorfosis, explotaci6n voluntaria de
rientes). La segunda sorpresa es, en SI misma, ciertos defectos (desencuadre, desenfoque,
muy conocida de la Pintura, la cual ha re- mezcla de perspectivas); grandes fot6grafos
producido a menudo un gesto captado en (Germaine Krull, Andre Kertesz, William
el punto de su recorrido en que el ojo normal Klein) han utilizado estas sorpresas sin Con-
no puede inmovilizarlo (en otra parte he lla- vencenne, aunque comprenda su capacidad
mado ese gesto el numen del cuadro hist6- subversiva. Quinto tipo de sorpresa: el ha-
rico): Bonaparte acaba de tocar a los Apes- llazgo; Kertesz fotografia la ventana de una
tad os de Jaffa; su mana se retira; de igual buhardilla; detras del cristal dos bustos anti-
modo, la Foto, aprovechando su acci6n ins- guos miran hacia la calle (Kertesz me gusta,
tantanea, inmoviliza una escena rapida en su pero no me gusta el humor ni en rnusica ni en
momenta decisivo: Apesteguy, cuando el in- fotografia): la escena puede ser preparada
cendio del Publicis, fotografia a una mujer en por el fot6grafo; pero en el mundo de los
el momento de saltar por una ventana. La media ilustrados se trata de una escena «na-
tercera sorpresa es la de la proeza: «Desde tural» que el buen reportero ha tenido el
hace medio siglo, Harold D. Edgerton foto- genio, es decir, la suerte de sorprender: un
gratia la caida de una gota de leche a la mi- emir vestido de tal esquia.
llonesima de segundo» (casi no es necesario Todas estas sorpresas obedecen a un prin-
declarar que este genero de fotos no me im- cipio de desafio (es por ello que me son aje-
presiona ni me interesa: demasiado fenome- nas): el fot6grafo, como un acr6bata, debe
nologo para gustar de otra cosa que no sea desafiar las leyes de 10 probable e incluso de
una apariencia a mi medida). Una cuarta 10 posible; en ultimo terrnino, debe desafiar
sorpresa es la que el fot6grafo espera de las las leyes de 10 interesante: la foto se haee
74 75
Si exceptuamos el ambito de la Publici-
d d, en el que el sentido solo debe ser claro y
di tinto en razon de su naturaleza mercantil,
la semiologia de la Fotografia se limita pues a
- \. 10 resultados admirables de unos pocos re-
tr tistas. Para el resto, para las «buenas fo-
t s» corrientes, todo 10 mejor que podemos
d cir de ellas es que el objeto habla, que
i uce, vagamente, a pensar. Y aun: incluso
II e to corre el riesgo de ser olfateado como
I
I
II;
p ligroso. En ultimo termino, nada de sen-
ti 0 en absoluto, es mas seguro: los redacto-
t r s de Life rechazaron las fotos de Kertesz, a
s llegada a Estados Unidos en 1937, porque,
d .eron ellos, sus imagenes «hablaban derna-
si do»; hacian reflexionar, sugerian un Sen-
ti 0 -otro sentido que la letra-. En e! fon-l'
la Fotografia es no.
a usta, trastorna 0 lncluso estl matlza
cando e ensativ.
81
/\ ugust Sander: Notario (par cortesia de la Sander Gallery. Wash-
ington)
16
82
Charles Clifford: A lhambra (Granada), 1854-1856
(, - BARTHES
r-
prospecto de agencia inmobiliaria); es fan- 17
tasrnatico, -deriva de una especie de videncia
921 e parece impulsarme hacia adelante, ha- H biendo de este modo pasado revista a
c)a un tiempo ut6pico, 0 volverme hacia los 'ntereses serios que despertaban en mi
atras, no se ad6nde de mi mismo: doble mo- del' as fotos, me parecia constatar que el
vimiento que Baudelaire ha cantado en Invi- [um mientras . atravesado,
tation au Voyage y en Vie Anterieure. Ante tl a 0 ra a · etalle
,
\J\\V -:;1l,rJ esos paisajes predilectos, todo sucede como me atrae 0 me 'un tipo
\
si yo estuviese seguro de haber estado en de oto muy difundido (el mas difundido del
".\) \vJlJ-
;I'
I r{J.l ellos 0 de tener que ir. Freud dice del cuerpo mu do) que podriamos Hamar r/Otogra![a-'
. ill'
I' \. 'ill 1\ que «no lugar del !Un ria} En la gramatica generativa, una
'/
I'f 1\1::,.//
se u d . c tanta ce ti bre tra-slormaci6n es unaria cuando a traves de r
.:»: Chevr ie r-
Ttubuuclea u
que.se.haestadozaen.e]». Tal seria entonces ell una sola sti(;esi'6nes generada por la (,
la esencia del paisaje (elegido por el deseo): ba e:'-asf 'son"las'transf6rmaciones: pasiva, \,
heimlich, despertando en mi 1a Madre (en t iv a ,
a.-, 'La
. " , .
modo alguno inquietante). r la s nan -
ca ente la «realidad» sin desdoblarla sin
erla yacilar (el enfasis es una fuerza dU
co esi6n): ningun dual, ningun indirecto,
ni guna disturbancia. La Fotografia unaria
tie e todo 10 que se requiere para ser trivial,
si ndo 1a «unidad» de 1a composici6n 1a pri-
m ra regIa de la ret6rica vulgar (y especia1-
m nte escolar): «E1 tema, dice un consejo
R4
ljiV'l'i)A -7
J p.JJ ()CJ,f.V;A LA
(tI{) til l#kL;I" '''' I. .
U Nt,)" o: /1' wtMJIiCdlJI
89
R8
mite?). Ese punctum mueve en mi una gran
benevolencia, casi ternura. No obstante, el
punctuni no hace acepci6n de moral 0 de
buen gusto; el punctum puede ser mal edu-
caqo. William Klein ha fotografiado los chi-
a
quillos de un barrio italiano de Nueva York
(1954); es conmovedor, divertido, pero 10 ,j
que yo yeo con obstinacion son los dientes
estropeados del muchachito. Kertesz hizo en
1926 un retrato de Tzara joven (con un mo-
noculo): pero 10 que observo, gracias a ese
suplemento de vista que es algo as! como el
don, la gracia del punctum, es la mano de
Tzara puesta sobre el marco de la puerta:
mano grande de ufias poco limpias.
Por fulgurante que sea, el punctum tiene,
mas 0 menos virtualmente, una fuerza de
expansion. Esta fuerza es a menudo metoni-
mica. Existe una fotografia de Kertesz (1921)
que representa un modesto violinista cinga-
ro, ciego, conducido por un chiquillo: ahora
bien, 10 que yo Yeo, a traves de este «ojo que t{
piensa» y me hace afiadir algo a la foto, es la
calzada de tierra batida: la rugosidad de esta Los zapatos can tiras
90
James Van der Zee: Retrato de familia, 1926
c lzada terrosa me produce la certidumbre
d estar en Europa central; percibo el refe-
te (aqui la fotografia se sobrepasa real:
nte a sl misma:
de SlJ . ar e como
miSIllil?), reco-
zco con mi cuerpo entero las aldeas par
donde pase en el curso de antiguos viajes par
Hungria y Rumania.
Existe otra expansion del punctum (rnenos
p[oustiana): cuando, paradoja, aunque per-
aneciendo como «detalle», llena toda la
tografia. Duane Michals ha fotografiado a
dy Warhol: retrato provocativo, ya que en
e Warhol se tapa la cara con las dos manos.
«Lo que yo veo co n obstinaci6n N tengo ningun deseo de comentar intelec-
son los dientes estropeados
del muchachito... » t almente este juego de escondite (esto es
S udium); pues, para mi, Andy Warhol no \
e conde nada; me da a leer abiertamente sus.
anos; y el punctum no es el gesto, es la
ateria alga repulsiva de esas ufias espatula-
das, suaves y contorneadas al mismo tiempo.
93
William Klein: £1 barrio italiano, Nueva York, 1954
20
95
Andre Ker tesz : La balada del violinista, Abony (Hungria}, 1921
dice tan solo 0 bien que el fotograf'o se en- je r, mirar de prisa y cornodamente, curio-
contraba alli, 0 bien, mas pobremente aun, se r y apresurarse): por el contrario, la lee-
que no podia dejar de fotografiar el objeto . tu a del punctum (de la foto punteada, por
parcial al mismo tiempo que el objeto total d cirlo asi) es al mismo tiempo corta y ac-
(6 co m o habria podido Kertesz «separar» la ti a, recogida 'como una fiera. Astucia del
calzada del violinista que pasea por ella?). La v cabulario: se dice «desarrollar una foto»*;
videncia del Fotografo no consiste en «ver», p ro 10 que la accion quimica clesarrolla es 10
sino en encontrarse alli. Y ante todo, imi- in esarrollable, una esencia (de herida), 10
tando a Orfeo, [que no de vueltas sobre 10 q e no puede transformarse, sino tan solo
que el conduce y me da! r petirse a modo de insistencia (de mirada
in istente). Esto asemeja la Fotografia
t' fotografias) al Haiku. Pues la notaci6n de
21 haiku es tambien indesarrollable: todo
vi ne dado, sin provocar deseos 0 incluso la
Un detalle arrastra toda mi lectura; es p sibilidad de expansion retorica. En ambos
una viva mutacion de mi interes, una fulgy- c sos se podria, se deberia hablar de inmo vi-
racion. Gracias-a.Iarnarca
.- foto
de alga la--- ii ad viviente: ligada a un detalle (a un deto-
de ser cualquiera. Ese alga me ha hecho n dor), una explosion deja una pequefia es-
vibrar, ha provocado en mi un pequeno estre- tr lla en el cristal del texto 0 de la foto: .ni eL
mecimiento, un satori, el paso de un vacio D>
(importa poco que el referente sea irrisorio). En la experiencia de Ombredane, los ne-
Cosa curiosa: el gesto virtuoso que se apo- glOS solo yen en la pantalla la gallina minus-
dera de las fotos «serias» (investidas de un c la que en un rincon cruza por la plaza del
simple studium) es un gesto perezoso (ho- p eblo. Tampoco yo. de los dos menores
96 97
98
Lewis H. Hine: Disminuidos en una institucion, Nueva Jersey, 1924
7. BARTHES
22
103
106
George W. Wilson: La reina Victoria, 1863 (reproducido con el gra-
cioso permiso de Su Majestad Ja Reina Isabel II)
let reina Victoria fotografiada (en 1863) por n pornografica; a 10 sumo me divierte (y
George W. Wilson; esta a caballo, cu briendo n: el tedio aparece pronto). La foto era tica,
dignamente con su faIda la grupa del animal .p r el contrario (esta es su condicion propia),
(esto es el interes historico, el studium); pero .n hace del sexo un objeto central; puede per-
j unto a ella, atrayendo mi mirada, un ayu- fe tamente no mostrarlo; arrastra al especta-
dante escoces con falda tiene cogidas las .J d r fuera de su marco, y es asi como animo la
riendas de la montura: es el punctum; pues,
aunque no conozca exactamente el estamen-
L(
to social de este escoces (ldomestico? lca- c rna si la ima en lanzase el deseo Iuas aHa de
ballerizo?), deduzco bien su funcion: vigilar 10 ue : no tan solo hacia
la docilidad del animal: lY si se pusiese de « 1resto» de la desnudez, ni hacia el fantasma
pronto a caracolear? lOue sucederia con la d una practica, sino hacia la exceIencia abso-
f alda de la reina, es decir, con su majestad? lu a de un ser, alma y euerpo mezclados.
El punctum, fantasmaticamente, hace salir E te muehaeho del brazo extendido y sonrisa
al personaje victoriano (es del caso decirlo) r diante, aunque su belleza no sea en modo
de la Iotografia, proporciona a esa foto un al uno acadernica y este medio salido de la
campo ciego. f to, deportado al extremo hacia un lade del
La presencia (la dinamica) de este campo area, enearna una especie de erotismo ale-
ciego es, me parece, 10 que distingue la foto g e; la foto me induce a distinguir el deseo
erotica de la foto pornografica. La pornogra- p sado, el de la pornografia, del deseo ligero,
,i Iia representa ordinariamente el sexo, hace d 1 buen deseo, el del erotismo; despues de
'\ de 61 un objeto inm6vil (un fetiche), incensa- t do, quiza se trate de una cuestion de
' do corno un dios que no se sale de su hornaci- « uerte»: la fotografia ha captado la mano
/ na ; ami parecer, no hay punctum en la ima- d 1 muchacho (el mismo Mapplethorpe,
108 109
i
I creo) en su grado optimo de abertura, en su
I
densidad de abandono: algunos milimetros
de mas 0 de menos y el cuerpo intuido no se
hubiese ofrecido de forma tan condescen-
diente (el cuerpo pornografico, compacto,
"
se muestra, no se da, no hay ninguna genero-
'
'
,,
"
...
.
' . . ---... ... ..-10-0' .....
sidad en e1): la Fotografia ha encontrado e!
' .... , ,".:,
----"---- - -. buen momento, el kairos del deseo.
II
24
" ,."
111
Robert Mapplelhorpe: Muchacho del brazo extendido
Dcbia descender todavia mas en mi mismo II
para encontrar 10 evidente de la Fotografia,
ese algo que es visto por cualquiera que mira
una foto y que la distingue a sus ojos de
r cual.quier otra imagen. Debia hacer mi Qali-
n Della.
--_._...---"'"
112
1
25
115
1\- DARTHES
ella que yo guardaba me gustasen, si excep- 1913, a mi madre en traje de calle, con
tuamos la que habia publicado, aquella en la to a, pluma, guantes, fin a lenceria que sobre-
que se ve a mi madre, de joven, caminando sa e por las mangas y el escote, todo de un
pur una playa de las Landas y en la que «c ic» desmentido por la dulzura y la simpli-
«rcconoci» su modo de andar, su salud, su ci ad de su mirada. Es la unica vez que la yeo
resplandor -pero no su rostro, demasiado as , tomada en una Historia (de los gustos, de
lejano-: no me ponia a contemplarlas, no la modas, de los tejidos): mi atenci6n se des-
III e sumia en elIas. Las desgranaba, pero nin- entonces de ella hacia el accesorio pere-
guna me parecia realmente «buena»: ni re- 0; pues el vestido es perecedero, constitu-
sultado Iotografico, ni resurrecci6n viva del y para el ser amado una segunda tumba.
rostro amado. Si algun dia lIegase a mostrar- P ra «reconocer- a mi madre, fugitivamente,
las a amigos, dudo que les hablasen. p r desgracia, y sin jamas poder guardar du-
r nte mucho tiempo esta resurrecci6n, es ne-
c sario que, mucho mas tarde, reconozca en
26 a unas fotos los objetos que ella tenia sobre
s c6moda, una polvera de marfil (me agra-
En cuanto a muchas de estas fotos, 10 que d ba el ruido de la tapa), un frasco de cristal
me separaba de elIas era la Historia. l,No es b selado, 0 incluso una silla baja que tengo
acaso la Historia ese tiempo en que no habia- a tualmente junto a mi cama, 0 incluso las
a mohadillas de rafia que ella ponia sobre el
d van, los grandes bolsos que a ella le gusta-
pudiese acordarme de ella. Hay una especie de b n (cuyas formas confortables contrariaban
rl
est upefacci6n en el hecho de ver a un ser fa- 1 idea burguesa del «monedero»).
miliar vestido de otro modo. He aqui, ha- Asi, la vida de alguien cuya existencia ha
116 117
precedido en poco ala nuestra tiene encerra- 27
da en su particularidad la tension rnisma de
1a Historia, su participacion. La Historia es Y he aqui que comenzaba a nacer la cues-
/ histeric'!.: se constituye si se ]a mira, y- ti6n esencial: l,la reconocia'l
\ p-ara nlirarla es necesario estar excluido.de. Segun van apareciendo esas fotos reco-
En tanto que alma viviente, soy propia- nozco a veces una parte de su rostro, tal
mente 10 contrario de la Historia, 10 que la similitud de la nariz y de 1a frente, el movi-
desmiente en provecho unicamente de mi r miento de sus brazos, de sus manos. S610 la
historia (imposib1e para rni creer en los «tes- reconocia por es decir, dejab;
tigos»; imposible cuanto menos ser uno de escapar su ser y, por consiguiente, dejaba
ellos; Michelet no pudo, por as! decir, escri- . escapar su totalidad. No era ella, y sin em-
bir nada sobre su propio tiempo). El tiempo 1.
-- . bargo tampoco era otra persona. La habria
en que mi madre vivi6 antes que yo, esto es reconocido entre millares de mujeres, y sin
para mi la Historia (por otro lado, esta epoca embargo no la «reencontraba». La reconocia
es la que hist6ricamente me interesa mas). diferencialmente, no esencialmente. La Ioto-
Ninguna anamnesis podra jamas hacerme grafia me obliga as! a un trabajo doloroso;
entrever ese tiempo a partir de mi mismo (es inclinandorne hacia la esencia de su identi-
la definici6n de la anamnesis), mientras que dad, me debatia eJ.? medio de imageries par-
contemplando ul}a foto en la que ella, siendo cialmente autenticas y, por consiguiente,
yo nino, me estrecha contra S1, puedo reme- totalmente falsas. Decir ante tal foto «[es cast
morar en mi interior la suavidad arrugada del ella!» me resultaba mas desgarrador que
crespon de China y el perfume de los polvos decir ante tal otra: «no es ella en absoluto».
de arroz. El casi: regimen atroz del amor, perc tam-
bien estatuto decepcionante del suefio - es
118 119
rn nifestaba el sentimiento justa que mi ma-
la razon por la que odio los suefios-. Pues dr habia debido experimentar cada vez que
acostumbro a sonar con ella (solo suefio con se habia «dejado» fotografiar: mi madre «se
ella), pero nunca es comp1etamente ella: a pr staba» a la fotografia, temiendo que su
veces tiene en el suefio algo de desplazado, re hazo pudiese ser considerado como «acti-
/ de excesivo: por ejemplo, es jovial, 0 desen- tu >; superaba esta adversidad de situarse
vuelta, 10 cual ella no era nunca; 0 tambien, a e el objetivo (acto inevitable) can discre-
se que es ella, pero no veo sus rasgos (pero, ci ' n (pero sin nada de la teatralidad con-
I Ges que acaso vemos en suefios, 0 acaso sabe- tr ida a base de humildad a de enfurruna-
rnos'i y: suefio con ella, pero no la suefio. Y rn ento): pues sabia sustituir siempre un
ante 1a foto, como en el suefio, se produce el v lor moral por un valor superior, un valor
misI110 esfuerzo, la misma labor de Sisifo: ci il. Ella no se debatia can su imagen, tal
subir raudo hacia la esencia y volver a bajar c rno yo hago con la mia: ella no se suponia.
sin haberla contemplado, y volver a empe-
zar.
Sin embargo, habia siempre en esas fotos 28
de mi madre un lugar reservado, preservado:
1a claridad de sus ojos. Por el momento no se Asi iba yo mirando, solo en el apartamento
trataba mas que de una luminosidad total- d nde ella acababa de morir, bajo la lam-
mente Iisica, la huella Iotografica de un co- p ra, una a una, esas fotos de mi madre,
lor, el verdiazul de sus pupilas. Pero esta luz v lviendo atras poco a poco en el tiempo con
era ya en si una especie de mediacion que me el a, buscando la verdad del rostro que yo
conducia hacia una identidad esencial, el ge- h bia amado. Y la descubri.
nio del rostro amado. Y adernas, por imper- La fotografia era muy antigua. Encarto-
fectas que fuesen, cada una de esas fotos
121
120
nada, las esquinas comidas, de un color sepia posicion de sus manos, el sitio que habia
descolorido, en ella habia apenas dos nines tornado docilmente, sin mostrarse ni escon-
de pie formando grupo junto a un pequeno derse, y por ultimo su expresion, que la dife-
puente de madera en un Invernadero con renciaba como el Bien del Mal de la nina
techo de cristal. Mi madre tenia entonces histerica, de la mufieca melindrosa que juega
cinco anos (1898), su hermano tenia siete. a papas y mamas, todo esto conformaba la
Este apoyaba su espalda contra la balaus- imagen de una inocencia soberana (si se
trada del puente, sobre la cual habia exten- quiere tomar esta palabra segun su etimolo-
dido el brazo; ella, mas lejos, mas pequefia, gia, que es «no se hacer dafio»), todo esto
estaba de frente; se podia adivinar que el fo- habia convertido la pose Iotografica en aque-
tografo le habia dicho: «Avanza un poco, que lla paradoja insostenible que toda su vida
se te vea»; habia juntado las manos, la habia sostenido: la afirmaci6n de una dul-
una cogia la otra por un dedo, tal como zura. En esa imagen de nifia yo vela la bon-",
acostumbran a hacer los nines, con un gesto dad que habia formado su ser enseguida y ,
torpe. El hermano y' la hermana, unidos en- para siempre sin haberla heredado de nadie;
tre si, como yo sabia, por la desunion de sus lcomo aquella bondad pudo salir de padres
padres, que poco tiempo despues se divor- imperfectos que la amaron mal, en resumi-
ciarian, hablan posado uno al lado de otro, .c: das cuentas: de una familia? Su bondad esta-
122 123
•
ser acion». Esta circunstancia extrema y
par icular, tan abstracta en re1aci6n con una
im gen, estaba no obstante presente en e1
ros ro que tenia en Ia fotografia que yo aca-
ba a de encontrar. (Ninguna ima en justa,
'us 0 una ima en», dice Jean-Luc Godard.
Pe 0 mi pesadumbre pedia una imagen justa,
un imagen que fuese a1 mismo tiempo justi-
cia y justeza: justo una imagen, pero una
im gen justa. Tal era para mi la fotografia
del Invernadero.
or una vez 1a fotografia me daba un sen-
ti iento tan seguro como e1 recuerdo, tal
co 0 10 sintio Proust cuando, agachandose
un dia para descalzarse, percibio en su me-
m ria el rostro de su abueia de verdad, «cuya
re lidad viviente volvi a encontrar por vez Pr oust ,
vol. n.
pri era en un recuerdo invo1untario y com- p.
«Cual es, segun vuestro parecer,
el fotografo mas grande del m urido ?
pI to». E1 oscuro fotografo de Chennevieres-
-NadanJ su -Marne habia side e1 mediador de una
ve dad, a1 igua1 que Nadar dando de su ma-
dr (0 de su mujer, no se sabe) una de las mas \
be las fotos del mundo; habia producido una:
fo que ofrecia mas de 10
125
\ Nadar: Madre 0 mujer del artista (Arch. Phot, Paris/S.P.A.D.E.M.)
que cabia esperar de la esencia tecnica de la 29
fotografia. 0 tambien (pues intento enunciar
esta verdad), esa Fotografia del Invernadero No podia por mas tiempo omitir de mi
constituia para mi algo asi como las ultimas reflexion 10 que sigue: que habia descubierto
notas que escribiese Schumann antes de hun- esa foto remontandorne en el Tiempo. Los
dirse, ese primer Canto del Alba que con- griegos penetraban en la Muerte andando
cuerda a la vez con la esencia de mi madre y hacia arras: tenian ante ellos el pasado. As! he
con la tristeza que su muerte produce en mi: remontado yo toda una vida, no la mia, sino
s6lo podria expresar esta concordancia me- la de aquella a quien yo amaba. Partiendo de
diante una sucesi6n infinita de adjetivos; me su ultima imagen, tomada el verano anterior
los ahorro, convencido no obstante de que a su muerte (tan extenuada, tan noble, sen-
esta fotografia reunia todos los predicados tada ante la puerta de nuestra casa, rodeada \
posibles que constituian la esencia de mi de mis amigos), llegue, remontando tres ,!
madre, y cuya supresi6n 0 alteraci6n parcial, cuartos de siglo, a la imagen de una nina. i
inversamente, me habia remitido a las fotos Desde luego, la perdia entonces dos veces, I
de ella que me habian dejado insatisfecho. en su fatiga final y en su primera foto, que era
Aquellas fotos, que la fenomenologia Hama- para mi la ultima; pero tambien era entonces
r ria objetos «cualesquiera», no eran mas que cuando todo basculaba y la podia reencon-
ana16gicas, suscitando tan solo su identidad, trar por fin tal como ella era en sf misma...
no su verdad; pero If! Fotografia del Inverna- Ese movimiento de la Poto (del ordena-
deJ"_Q, en cambio, era Qerfectamente esen- miento de las fotos) 10 he vivido en la reali-
.cia!, certificaba para mi, lltopicamente, la dad. Al final de su vida, poco tiempo antes del
. cieneia imvosible
•
del sgr llnico. momento en que mire sus fotografias y des-
cubri la Poto del Invernadero, mi madre es-
126 127
taba debil, muy debil, Yo vivia en su debilidad sati facer 10 universal, si, despues de haberse
fl. 2K I
(me era irnposible participar en un mundo de rep oducido como otro que si mismo, el indi-
Iuerza, salir por la noche, toda mundanidad vid 0 muere, habiendose asi negado y sobre-
me horrorizaba). Durante su enfermedad yo pas do, yo, que no habia procreado, habia
la cuidaba, le daba el tazon de te que a ella Ie eng ndrado en su misma enferrnedad a mi
gustaba porque podia beber mas comoda- rna reo Muerta ella, yo ya no tenia razon
mente en 61 que en una taza, se habia conver- alg na para seguir la marcha de 10 Viviente
tido en mi nina, identificandose para mi con sup rior (la especie). Mi particularidad ya no
la criatura esencial que era en su primera po ia nunca mas universalizarse (a no ser,
foto. En Brecht, por una inversion que en uto icamente, por medio de la escritura,
otro tiempo admire mucho, es el hijo quien cuy proyecto debia convertirse desde en-
educa (politicamente) a la madre; sin em- ton es en la unica finalidad de mi vida). Ya
bargo, a mi madre yo nunca la eduque, nunca no odia esperar mas que mi muerte total, in-
let converti a nada; en cierto sentido, nun- dia ectica,
I ca Ie «hable», nunca «discurri» ante ella, para sto es 10 que yo lela en la Fotografia del !I
rY ella ; pensabamos sin confesarnoslo que la Invernadero. .
ligera insignificancia dellenguaje, la suspen-
sion de las imageries debia ser el espacio pro- .
pio del arnor, su musica, Ella, tan fuerte, queI
constituia mi Ley interior, yo Ia vivia para
acabar como si fuese rni nina. Resolvia asi, a
111i manera, la Muerte. Si, tal como han dicho
tan tos fil6sofos, la Muerte es la dura victoria
de la especie, si 10 particular muere para
128 129
I
30 dero. Esta Foto solo existe para mi solo. Para
vosotros s6lo seria una foto indistinta, una de
Algo asi como una esencia de la Fotografia
las mil manifestaciones de 10 «cualquiera»;
flotaba en aquella foto en particular. Decidi
no puedo constituir en modo alguno el ob-
entonces «sacar» toda la Fotografia (su «na-
jeto visible de una ciencia; no puede Iunda-
turaleza») de la unica foto que existia segu-
mentar objetividad alguna, en el sentido po-
ramente para mi y tomaria en cierto modo
sitivo del termino: a 10 sumo podria interesar
como guia de mi ultima busqueda, Todas las
a vuestro studium: epoca, vestidos, fotoge- (
fotografias del mundo formaban un Labe-
nia; no abriria en vosotros herida alguna).
rinto. Yo sabia que en el centro de ese Labe-
rinto s6lo encontraria esa unica foto, verifi-
candose la frase de Nietzsche: «Un hombre
laberintico jamas busca la verdad, sino uni- 31
camente su Ariadna.» La Foto del Inverna-
dero era mi Ariadna, no tanto porque me per-
Al comienzo me habia fijado un principio:
mitiria descubrir algo secreto (monstruo 0
no reducir jamas el sujeto que yo era, frente a
tesoro), sino porque me diria de que estaba
ciertas fotos, al socius desencarnado, desa-
hecho ese hilo que me atraia hacia la Foto-
fectado, de que se ocupa la ciencia. Este
grafia. Habia comprendido que de ahora en
principio me obligaba a «olvidar» dos insti-
adelante seria preciso interrogar 10 evidente
tuciones: la Familia, la Madre.
de la Fotogratia no ya desde el punto de vista
Un desconocido me escribio: «Parece ser
del placer, sino en relaci6n con 10 que llama-
que prepara usted un album sobre las Fotos
riamos romanticamente el amor y la muerte.
de familia» (extravagante progreso del ru-
(No puedo mostrar la Foto del Inverna-
mor). No: ni album ni familia. Desde haee
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131
9 - BARTHES
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para siempre. Suele decirse que, a traves
de su labor progresiva, el duelo va borran-
do lentamente el dolor; no podia, no puedo
Lo que habia observado al principio, de
creerlo; pues, para mi, el Tiempo elimina
forma separada, a guisa de metodo, y que
la ernocion de la perdida (no 110ro), nada
consistia en que toda foto es de algun modo
mas. Para el resto, todo pennanece inrno-
conatural con su referente, 10descubri ahora
viI. Puesto que 10 que he perdido no es una
de nuevo, como algo nuevo, I ':
-eria decirlo
Figura (la Madre), sino un ser: y tampoco
asi, arrebatado por la verdad de la imagen.
un ser, sino una cualidad (un alma): no 10
Asi pues, desde aquel momenta debia con-
indispensable, sino 10 irremplazable. Yo
sentir la mezcla de dos voces: la de la trivia-
podia vivir sin la Madre (todos 10 hacemos,
lidad (decir 10que todo el mundo ve y sabe) y
mas 0 menos tarde); pero 10 que me quedaba
la de la singularidad (hacer emerger dicha
de vida seria por descontado y hasta el final
trivialidad del impetu de una ernocion que
incalificable (sin cualidad).
solo me pertenecia a mi). Era como si inda-
gase la naturaleza de un verba que no tuviese
infinitivo y que solo se pudiese encontrar
provisto de un tiernpo y de un modo.
Era preciso ante todo concebir, y por con-
siguiente, si fuera posible, decir (incluso si se
trataba de una cosa senci11a) en que se dife-
renciaba el Referente de la Fotografia del de
los otros sistemas de representacion. Llama
«referente fotografico» no a la cosa faculta-
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134
111 ucho tiempo, la familia era para mi mi no, el rigor de .Ia.Ley en
madre y, junto ami, mi hermano; fuera de be ieficio
--- ...
--..-- I.maginario. Aunque proce-
ellos nadie mas (a no ser el recuerdo de los de te de una religion sin imageries en la que
abuelos); ningun «prirno», esa unidad tan la adre no es adorada (el protestan tismo),
nccesaria para la constitucion del grupo fa- pe 0 formado sin duda culturalmente por el
miliar. POl' 10 dernas, cuanto me desagrada ar e catolico, ante la Foto del Invernadero yo
esa determinaci6n cientifica de tratar la fa- m abandonaba a la Imagen, a 10 Irnaginario.
milia como si fuese unicamente un tejido de P dia, pues, comprender mi generalidad;
:/ obligaciones y de ritos: 0 bien se la codifica pe 0, habiendola comprendido, huia impla-
. como un grupo de pertenencia inmediata, 0 ca lemente de ella. En la Madre habia un
:,' bien se hace de ella un nudo de conflictos y r
n cleo radiante, irreductible: lui madre. To-
.\, de inhibiciones. Diriase que nuestros sabios d s pretenden que mi pena es mayor debido
no pueden concebir que haya familias en las ue vivi toda mi vida con ella; pero mi
que las personas «se amen». p na proviene del hecho de ser ella quien
Y del mismo modo que no puedo reducir er. ,. y es pOl' ser ella quien era por 10 que
mi familia a la Familia, tampoco puedo redu- vi i con ella. A la Madre como Bien, ella ha-
cir mi madre a la Madre. Leyendo ciertos bi afiadido la gracia de ser un alma particu-
estudios generales veia que podian aplicarse la . Yo podia decir, igual que el Narrador
de manera convincente a mi situaci6n: co- p oustiano ala muerte de su abuela: «no me
mentando a Freud, Goux explica que el ju- e pefiaba solo en sufrir, sino tambien en Prllu,t
vol. II.
daismo ha rechazado la imagen con el fin de re petal' la originalidad de mi sufrirniento»: p.7:-')
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tivamente real a que remite una imagen 0 un
signo, sino a la cosa necesariamente real que o alli, en ese lugar que se extiende entre
ha side colocada ante el objetivo y sin la cual el nfinito y el sujeto (operator 0 spectator);
no habria fotografia. La pintura, por su par- ha estado alIi, y sin embargo ha side inrnedia-
te, puede fingir la realidad sin haberla visto. ta ente separado; ha estado absoluta, irre-
E1 discurso combina unos signos que tienen eu ablemente presente, y sin embargo dife-
desde luego unos referentes, pero dichos re- ri a ya. Todo esto es 10 quiere deeir el verbo
ferentes pueden ser y son a menudo «quime- in ersum.
ras», Contrariamente a estas imitaciones, uede que en la marejada cotidiana de las
Inunea puedo negar en la Fotografia que fa fo os, las mil formas de interes que pareeen
I estado alii. Hay una doble posicion su citar, el noema «Esto ha sido» no sea
'cc)njunta: de reahdad y de pasado. Y puesto re rimido (un noema nunea puede serlo),
que tal imperativo solo existe por si mismo, P fO si vivido eon indiferencia, como un ras-
debemos considerarlo por reduccion como g que cae de su peso. La Foto del Inverna-
la esencia misma, el noema de la Fotografia. d ro acababa de despertarme de dicha indi-
Lo que intencionalizo en una foto (no hable.- fe eneia. Siguiendo un orden paradojico,
todavia no es ni el Arte, vi ]a p esto que norrnalmente nos aseguramos de
es la ,gue es el la cosas antes de declararlas «verdaderas»,
, 0 rden fundador de la Fotografia. b jo el efecto de una experiencia nueva, la
EI nombre del noema de la Fotografia sera d la intensidad, yo habia inducido de la
pues: 'v<Esto ha sido», a tambien: 10 Intrata- v rdad de la imagen la realidad de su origen;
ble. En latin (pedanteria neeesaria ya que h bia confundido verdad y realidad en una
aclara ciertos matiees), esto se expresaria sin e oei6n unica, y en ella situaba yo de ahora
d uda asi: «interfuit»: 10 que veo se ha eneon- e adelante la naturaleza - el genio- de la
F tografia, puesto que ningun retrato pin
136
/vi,')} fU\IJ.-.... -7 C) 137
;;;0 eJ AI iffMfl"ID,
,/r)/O'-7 riJllflIr::II1 l J ()!.. (kl£. (/,6:) 1/t1 jifJD'J }n<tlwtl7f A1J0W'/
/IN /J:-- {CW//rVd.-vC/!'1 ;.:::tJ6fA-,
grafia se anima y se convierte en cine ien la
tado, aun suponiendo que me pareciese «ver- "Foto algo o$e ha posado ante el pequeno agu_-·
dadero», podia demostrarme que su refe-
en 61 para siempre (por 10
rente habia existido realmente. menos este es mi sentirniento): pero en el
ycine, algo ha pasado ante ese
Qose es arrebatada y negada por la sucesi6n
33
continua de las imageries: es una fenomeno-
logia distinta, Ypor IQ tanto otro arte 10 que
Podia decirlo de otro modo. 10 que fun-
empieza, aunque derive del primero.
\\ damenta la naturaleza de la Fotografia es la En la FQtografia la presencia de la cQsa (en
Ii pose. Importa poco la duraci6n fisica de di-
cierto momento del pasado) .nunca es metQ.=
cnapose; incluso si el tiempo ha sido de una f6rica; Y por 10 que respecta a lQS seres ani-
millonesima de segundo [la gota de leche de
mados, su vida tampoco 10 es, salvo cuando
H. D. Edgerton), ha habido siempre pose, se Iotografian cadaveres: y aun as": si la foto-
pues la pose no es, no constituye aqui una
grafia se convierte entonces en algo horrible
actitud del blanco, como tampoco es una es porque certifica, por decirlo asi, que el
tecnica del Operator, sino el terrnino de una
cadaver es algo viviente, en tanto que cada-
<ilillenci6n» de lectura: mirar una foto in-
ver: es la imagen viviente de una cosa muer-
cluyo fatal mente en mi mirada el pensa- ta. Pues la inmovilidad de la foto es como
miento de aquel instante, por breve que fuese, el resultado de una confusion perversa en-
en que una cosa real se encontr6 ante el ojo. tre dos conceptos: 10 Real y lQ Viviente: ates-
Imputo la inmovilidad de la foto presente ala
tiguando que el objeto ha sido real, la foto in-
toma pasada, y esta detenci6n es 10 que cons- duce subrepticiamente a creer que es vivien-
tituye la pose. Ello explica por que el noema te, a causa de ese sefiuelo que nos hace
de la Fotografia se altera cuando esta Poto-
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138
•
140 141
•
vitud nos venia dada sin medracion, el hecho dos de una estrella. Una especie de cordon
aparecia establecido sin metoda. p. 17.\
umbilical une el cuerpo de la cosa fotografia-
da a mi mirada: la luz, aunque impalpable, es
aqui un medio carnal, una piel que comparto
34 con aquel 0 aquella que han sido fotogra-
fiados.
Suele decirse que fueron los pintores quie- Parece ser que en latin «fotografia» sc
nes inventaron la Fotografia (transmitiendole diria: «imago lucis opera expressa»; es decir:
(il e.ncuadre, la perspectiva y la lJ 1lli9gen revelada, «salida», «elevadao.vexpri-
/1 optica de la camera obscura). Yo afirrno: no, :\jpljdan (como el zumo de unIimon) por la,
, fueronlos quimicos. Ya que el noema «Esto delaluz, Y si la Fotografia pertene-
il ha side» solo fue posible el dia en que una ciese a un mundo que fuese todavia alga
/ circunstancia cientifica (el descubrimiento sensible al mito, no podriamos dejar de exul-
i de la sensibilidad a la luz de los aluros de tar ante la riqueza del simbolo: el cuerpo
l\ plata) permitio captar e imprimir direc-
amado es inmortalizado por mediacion de un
tamente los rayos luminosos emitidos por un metal precioso, la plata (monumento y lujo):
bjeto il es,l f' ( a 10 cual habria que afiadir la idea de que este
,iiteralmente una emanaci6n del referente.J metal, como todos los metales de la Alqui-
be un cuerpo rear,-que se encontraba alii, mia, es viviente.
han salido unas radiaciones que vienen a Es quiza por el hecho de que me encanta
Jmpresionarme a mi, que me encuentro aqui: (0 me ensombrece) saber que la cosa de otro
importa poco el tiempo que dura la transmi- tiempo toco realmente con sus radiaciones
sion: la foto del ser desaparecido viene a inmediatas (sus luminancias) la superficie
impresionarme al igual que los rayos diferi- que a su vez toea hoy mi mirada, por 10 que
142 143
•
, no me gusta demasiado el Color. En un da- 35
guerrotipo anonimo de 1843 se ve en forma
de mcdallon a un hombre y una mujer colo- ,)" a Foto rana no rememora el asado (nol
reados por el miniaturista empleado en el I hay nada de proustiano en una ioto). pI efec--. \
r taller del fotografo: siempre tengo la impre- 'to ue r r • • , j'
sian (importa poco 10 quesuceda realmente) IiI,;>, ,(par ,el tiernpo, par Ia distancia),
I,; de que, del mismo modo, en toda fotografia I",Sl yeo ha sldq,
L Ah ra bien, este es un efecto propiamente
it-- esc ndaloso. \lez 1a Fotografla me'sor-
a
;;-
. . (como re de, me produce una sorpresa que dura
It aquellos que se les prodiga a los cadaveres). \ \se . -.
. --.. r nueva in "- ..._--- ..
' Tal vez esa ex-
li- Puesto que 10 que me importa no es la «vida» tra eza, esa obstinacion, se sumerge en la
de la foto (nocion puramente ideologica), sus ancia religiosa en la que he sido mode-
ft sino la certeza de que el cuerpo fotografiado lad ; no hay nada que hacer: la Fotografia
'to-
t me toea can sus propios rayos, y no con una tie e algo que ver con la resurrecci6n: (,no
t 1uz so breanadida, po emos acaso decir de ella 10 mismo que los
(De este modo, la Fotografia del Inverna- biz ntinos decian de la imagen de Cristo im-
I.-
L der o, por descolorida que este, es para mi el pre a en el Sudario de Turin, que no esta-
tesoro de los rayos que emanaban de mi ma- ba echa por la mano del hombre, acheiro-
I.-
L_ dre siendo nina, qe sus cabell os, de su piel, de poi tos?
su vestido, de su mirada, aquel dia). enemos ahora a linos soldados polacos
,{l-
deS!anSando en plena campafia (Kertesz,
If- 191 ); no tiene nada de extraordinario, salvo
el h cho, que ninguna pintura realista podria
L i_
Il 144 145
\
11"'
.:.-..
it_.
'it-
"
ilL.
r.i .'
,. I I
plasmar, de que se encontraban ahi; no veo llos domingos por la manana en C.i.ue, viniendo
un recuerdo, una imaginacion, una reconsti- de nuestro apartamento de la calle Jacques
tucion, un trozo de la Maya, como el arte Callot, cruzaba el puente para ir a1 Ten1p10
del Oratorio (fase cristiana de mi adolescen- ,
acostumbra a prodigar, sino 10 real en el /'
pasado: 10 pasado y 10 real al mismo tiempo. cia). La fecha forma parte de la foto: no tanto
ro- '\
porque denota un estilo (ello no me eon- ,
Lo que la Fotografia ofrece como pasto para
) .
mi espiritu (sin que por ello sea saciado) es, cierne), sino porque hace pensar, obliga a
a traves de un breve acto cuya sacudida no sopesar la vida, la mucrte, la inexorable ex-
puede derivar hacia el suefio (esta es quiza la tincion de las generaciones: es posible que
definicion del satorii, el misterio de la simple Ernest, el pequefio colegial fotografiado en
1931 por Kertesz, viva todavia en la actuali- ') "
concomitancia. Una fotografia anonima re-
dad (pero l,donde?, l,como? [Que novela!). ) ...:
presenta una boda (en Inglaterra): veinti-
Soy el punto de referencia de toda fotogra- '\ .
cinco personas de todas las edades, dos
nifias, un bebe; leola fecha y calculo: 1910; fia, y es por ello por 10 que esta me induce
:":
asi pues, necesariamente, todos estan muer- al asombro dirigiendome la pregunta funda- J'
tos, salvo quiza las ninas y el bebe (senoras mental: l,por qu.erazon vivo yo aqui y ahoffi?
mayores y senor mayor de edad en la actua- Desde luego, mas que todo otro arte, 1a Fo-
lidad). Cuando veo la playa de Biarritz en tografia establece una presencia inmediata
1931 (Lartigue) 0 el Pont-des-Arts en 1932 en el mundo -una copresencia-; pero tal
(Kertesz) me digo: «Quiza yo estaba alli»: es- presencia no es tan solo de orden politico
toy yo, quizas, entre los banistas 0 los tran- (<<participar a traves de la imagen en los aeon-
seuntes, en una de aquellas tardes de verano tecimientos contemporaneos»), sino que es
en que tomaba el tranvia de Bayona para ir a tambien de orden metafisico. Haubert se bur-
bafiarme a la Grande Plage, 0 uno de aque- laba (pero l,se burlaba rea1mente?) de Bou-
146 147
10· BARTHES
I_- y Pecuchet interrogandose sabre el
,-
I I
, las estrellas, el tiempo, la vida, el infi-
etc. Esta clase de preguntas es la que me
hac la Fotografia: preguntas que proceden
de na metafisica «corta», 0 simple (las res-
II: pue tas son las que son complicadas): se tra-
It ta p obablemente de la verdadera metafisica.
1
36
,1-
,-
_ I \1
,
''-1,,-.
)(1.-
'i\ _
«Es p osible que Ernest viva
,
todavia en fa actualidad:
p e ro ldorzde?, lcomoi iQue novela!»
I,
.l!, • 149
IL--
:::r--,
J
,
"
corbata, el jersey, con el fin de recordar en
misma; los artificios, raros, que permite no . I
que circunstancia los habia llevado; era per-
son probatorios; son, por el contrario, truca-
der el tiempo. Y sin embargo, par el hecho
jes: la fotografia s610 es laboriosa cuando en-
de tratarse de una fotografia, yo no podia
gana, Se trata de una profecia al reyes: como
negar que habia estado alli (aunque no su-
Casandra, pero con los ojos mirando hacia el
piese d6nde).. Esa distorsi6n entre la certi-
dumbre y el olvido me produjo una especie pasado, la fotografia jamas miente: 0 mej
puede mentir sobre el sentido de la cosa,
de vertigo, y algo asi como una angustia poli-
siendo tendenciosa por naturaleza, pero
ciaca (el tema de Blow-up" no estaba lejos);
jamas podrel mentir sobre su existencia. Im-
fui ala inauguraci6n de la exposici6n como si
potente frente a las ideas generales (frente a
fuese por una pesquisa, para averiguar por
la ficci6n), su fuerza, no obstante, es superior
fin 10 que ya no sabia de mi mismo.
a todo 10 que puede, a 10 que ha podido
Ningun escrito puede proporcionarme tal
Es la desdicha (aunque quiza concebir el espiritu humano para cerciorar-
nos de la realidad, pero al mismo tiempo esa
tarnbien la voluptuosidad) dellenguaje, ese
realidad rio es mas que una contingencia
t..no poderse autentificar a si mismo. El noema
(<<asi, sin mas»),
dellenguaje es quizas esa incapacidad 0, ha-
Toda fotografia es un certificado de
blando positivamente: es ficciQ:
)! .sencia. Este certificado es el nuevo gen que
_!:1AU2or naturaleza; para intentar convertir el
lenguaje en inficcional es necesario un enor- su invenci6n ha introducido en la familia de
las imageries. Las primeras fotos contempla-
me dispositivo de medidas: se apela a la logi-
ca 0, en su defecto, al juramento; mientras das por un hombre (Niepce ante La mesa
que la Fotografia es indiferente a todo afiadi- puesta, por ejemplo) debieron darle la im-
do: no inventa nada.; es la autentificacion presi6n de parecerse como dos gotas de agua
a las pinturas (siempre la camera obscurai;
150 I
151
I
* Barth es se refiere aJ film de Michelangelo Antonioni de igual titulo
11%6) (N de T.).
- j
!
i
i;
Il'"
•
" .. sabia, sin embargo, que se encontraba frente
)
Jdv II
'}
ahi e] asombro que produce); .no hay futuro gacion de la muerte en poder de trabajo,
....a! en eUll (de ahi su patetismo, su melancolia); ent nces la Fotografia es indialectica: la Fo-
nada de protensi6n en ella, mientras que el tog fia es un
\1"li,, cine es de por si protensivo y por ello en ue lla muerte no nuede «c
modo alguno melanc6lico (Gque es, pues, el e interiorizarse; 0 toda-
cine entonces? Pues bien, el cine es simple- via mas: el teatro muerto de la Muerte, la
r: men le <<norma}», como 13 vida). Inm6vil, la ripci6n de 10 Tragico: la Fotografia
vuelve de la presentaci6n hacia la excluye toda purificaci6n, toda catharsis.
III
._\ retenci6n. iento capaz de adorar una Imagen, una
-----------
f>
": I w riA"!
; r> I VU [fJl Y/l'.'1Ni/DU..(]
!
j
Pintura, una Estatua, pero lY una foto? S6lo chando la radio). No tan s6lo la Foto no es
puedo situarla en un ritual (en mi mesa, en un jamas, en esencia, un recuerdo (cuya expre-
album) si de algun modo evito mirada (0 si6n gramatical seria el perfecto, mientras
evito que ella me mire), menoscabando vo- que el tiempo de la Foto es mas bien el
luntariamente su plenitud insoportable y, aoristo), sino que ademas 10 bloquea, se con-
por mi misma inatenci6n, integrandola en vierte muy pronto en un contrarrecuerdo.
otra clase muy distinta de fetiches: los iconos Un dia, unos amigos me hablaron de sus
que en las iglesias griegas uno besa sin verlos, recuerdos de infancia; ellos si tenian recuer-
sobre el cristal opaco. dos; mientras que yo, que acababa de mirar
En la Fotografia, la inmovilizaci6n del mis fotos pasadas, ya no tenia. Rodeado de
Tiempo s6lo se da de un modo excesivo, esas fotografias, ya no podia consolarme con
monstruoso: el Tiempo se encuentra atas- los versos de Rilke: «Dulces como el recuer-
cado (de ahi la relaci6n en el Cuadro Vivien- do, las mimosas bafian la habitacion»: la Foto
te, cuyo prototipo mistico es el adormeci- no «bafia» la habitaci6n: .niI}.g!l.!! perfume,
miento de la Bella Durmiente del Bosque). El ningunamjisica, nadama's gye_ La cosQ··exor- .J I
iyral, leido que los habitantes del pueblo de Mon- no contradice su violencia; muchos dicen \ :1
217
tiel, en la provincia de Albacete, vivian asi, que el azucar es dulce, pero yo encuentro el 'I
I
fijos en un tiempo que se detuvo antafio, azucar violento).
leyendo no obstante el peri6dico y escu- \!
158 159
o
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I