Heidegger - Cuadernos Negros
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Cuadernos negros (1931-1938)
Reflexiones II-VI
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Cuadernos negros (1931-1938)
Reflexiones II-VI
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Martin Heidegger
E D I T O R I A L T R O T T A
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Esta obra ha recibido una ayuda a la edición
del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
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COLECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS
Serie Filosofía
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http://www.trotta.es
ISBN: 978-84-9879-603-2
Depósito Legal: M-30186-2015
Impresión
Cofás, S.A.
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ÍNDICE
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Señas x reflexiones (II) e indicaciones .......................................... 11
Reflexiones y señas III ................................................................. 91
Reflexiones IV ............................................................................. 163
Reflexiones V .............................................................................. 241
Reflexiones VI ............................................................................. 325
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Las anotaciones de los cuadernos negros
son, en su núcleo,
intentos de un sencillo nombrar:
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Octubre de 1931
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M. H.
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¿Por qué debemos ser?
¿Qué es lo ente?
¿Por qué sucede el ser?
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Lo que alabamos como bendición se debe a lo que nos agobia como
penuria.
Y a si la penuria nos oprime realmente, es decir, si nos presio-
na sacándonos de quedarnos mirando pasmados y comentando la
situación.
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La penuria suprema consiste en que tengamos que acabar volvién-
donos la espalda a nosotros y a nuestra «situación» para… buscar-
nos realmente.
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CUADERNOS NEGROS (1931-1938)
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3 Pero suponiendo que el hombre hubiera escogido y que la elec-
ción repercutiera realmente sobre su sí mismo contragolpeándolo
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y reventándolo,
es decir, suponiendo que el hombre hubiera escogido que el ser
de lo ente haya de ser sacado al descubierto y que, merced a esta
elección, el propio hombre volviera a quedar resituado en la exis-
tencia, ¿no tendría entonces que seguir adentrándose mucho en el
silencio del acontecer del ser, un acontecer que tiene su tiempo y
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su silenciamiento?
¿No tiene que haber guardado silencio durante mucho tiempo para
volver a hallar la fuerza y el poder del lenguaje y ser portado por él?
¿No tienen que quedar destrozados todos los marcos y todas las dis-
ciplinas, y no tienen que haber quedado desolados todos los sende-
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ros trazados y desgastados de tanto pisarlos?
¿No es entonces cuando un temperamento que se remonta hasta
muy atrás tiene que templar el ánimo?
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Estamos ante la nada*. Cierto, pero estamos de tal modo que no nos
tomamos en serio ni la nada ni este estar ante ella, que no sabemos
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SEÑAS X REFLEXIONES (II) E INDICACIONES
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¿Hay que atreverse a la gran marcha en solitario, guardando silen-
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cio… hacia el «ser ahí», donde lo ente se vuelve más ente? ¿Des-
preocupándose de toda situación?
¿No es esto desde hace tiempo una necedad, una confusión y un ex-
travío, e incluso una desfachatez, que no hacen más que ir corriendo
tras la «situación»?
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«Situación»: pequeñas conchas que el mar ha arrojado a la playa
y a la arena; pequeñas conchas en las que nos agitamos debatiéndo-
nos y en las que solo vemos seres debatiéndose, pero ya no la oleada
ni el arranque de lo ente.
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La nada: ella es más alta y más honda que lo que no llega a ser
ente, demasiado grande y digna como para que a uno cualquiera y
a todos juntos haya de estarles permitido estar así ante ella.
Lo que no llega a ser ente es menos que nada porque ha sido ex-
pulsado del ser, el cual irradia de nada todo lo ente.
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Poner en marcha el no hacer caso de la situación, pero desde lo
positivo de lo ineludible: no hacer caso de la situación, y el derecho
que se tiene a hacer eso.
Solo cuando dejamos de preguntar por nuestra situación vol-
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CUADERNOS NEGROS (1931-1938)
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El hombre se figura que tiene que emprender algo consigo mismo,
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y no se entera de que, en una ocasión, el «ser ahí» ya emprendió
algo con él (el comienzo de la filosofía), de lo cual él se escabulló
hace ya mucho tiempo.
Que en la existencia lo ente llegue a ser siendo, es decir, que
llegue a hacerse más ente y más irradiante de la nada: en eso con-
siste la misión del hombre en estos aconteceres.
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Ser y tiempo I1 es un intento, por incompleto bastante torpe, de
llegar hasta la temporalidad de la existencia para volver a preguntar
de nuevo, desde que lo hiciera Parménides, la pregunta por el ser.
Cf. p. 24.
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Objeción contra el libro: hasta hoy sigo sin tener suficientes ad-
versarios. El libro no me ha deparado ni un único adversario que
sea grande.
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De ese amedrentamiento ante lo pasado que le lleva a uno a aguzar
el oído forma parte la falta de escrúpulos frente a la «tradición» y el
desprecio de lo actual.
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Sobre aquello que, en una obra creativa suelta, la filosofía única-
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1. [M. Heidegger, Ser y tiempo (GA 2, 1977), trad., prólogo y notas de J. E. Ri-
vera C., Trotta, Madrid, 32012].
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