Filipenses 2 Word
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Las circunstancias pueden hacernos perder nuestro gozo, pero las personas también pueden traernos
problemas que nos roban el gozo.
Cuántas veces perdemos nuestra paz debido a lo que la gente dice o hace.
El mejor remedio para estas dificultades es el sentir sumiso, humilde, que procura honrar sólo a
Cristo.
El orgullo es la causa de mucha intranquilidad y contención (lea Stg 4:1-17), pero la humildad trae
paz y gozo.
Pablo nos da cuatro ejemplos para que los sigamos de manera que logremos un sentir sumiso:
*Pablo vio rencilla y ambición egoísta entre los creyentes romanos (Flp 1:14-17)
*«Sentir humilde» es el que no piensa en sí mismo, sino en Cristo y en los demás.
«La humildad no es pensar mal de uno mismo, es no pensar en uno mismo».
Actitud de Cristo antes de su encarnación: vr 5-8
¿Estaba tratando de aferrarse egoístamente a sus privilegios como Dios? ¡No!
Voluntariamente dejó a un lado su gloria y «se vistió» en forma de siervo. No dejó de ser Dios, sino que dejó
a un lado su gloria y el uso independiente de sus atributos como Dios. Su vida como el Dios-Hombre en la
tierra estaba sujeta por completo al Padre.
«Yo hago siempre lo que le agrada» (Jua 8:29).
Jesús se humilló a sí mismo para venir a ser carne y luego para ser hecho pecado al ir voluntariamente a la
cruz.
La persona que se autoexalta será humillada (Luc 14:11). Ejemplos de quienes NO SE HUMILLARON:
Faraón, al rey Saúl, Nabucodonosor, Amán y Herodes
Nosotros no adoramos a un «bebé en un pesebre» ni a un «sacrificio en una cruz»; adoramos a un Señor
exaltado sentado en el trono del universo. La vida, muerte y resurrección de Cristo probaron eternamente que
la manera de ser exaltado es humillarse ante Dios. No hay gozo o paz en el orgullo y la vanagloria. Cuando
tenemos el sentir sumiso que Cristo tenía, tendremos el gozo y la paz que sólo Él puede dar.
“Ocupaos”: No solo trabajar por ella, sino ocuparse de los problemas personales y de la
iglesia de Filipenses.
Esta Gracia obra el corazón despierta, dirige, fortalece y santifica la
voluntad; produce no solamente el poder y la accion, Sino que nos dan vivo
sentimiento de que la inacción sería una culpable resistencia, un criminal
menosprecio de tanto amor
“Demasiados cristianos viven de la manera en que se habla en Flp 2:21 ¡en lugar de vivir
como dice Flp 1:21 !”
Características de Timoteo:
a. ayudante
b. representante de Pablo
c. había demostrado ser fiel al Señor.
d. Era un joven: sabía cómo servir a Cristo y estaba dispuesto a sacrificarse por Él.
Pablo no llamó a Timoteo al servicio de inmediato.
Le dejó que se quedara en casa y creciera durante cinco o seis años.
Timoteo tenía un buen testimonio de servicio en su propio lugar cuando Pablo lo añadió a su
personal misionero
(Hch 16:2; 1Ti 3:6-7).
Es peligroso darles a los nuevos cristianos tareas importantes de inmediato.
4. El ejemplo de Epafrodito (Flp 2:25-30)
***También fue una bendición para su iglesia. Fue quien hizo posible que los filipenses
participaran en el importante ministerio de Pablo.
***¡Epafrodito es bendición para nosotros hoy en día! Aquí estamos, siglos más tarde,
estudiando su carácter y beneficiándonos de su vida y ministerio.
Los siervos fieles de Cristo deben honrarse de la manera correcta. «Recibidle, pues, en el
Señor» es la admonición de Pablo.
Ejemplo: 1Ts 5:12-13. «Tened en estima a los que son como él» (v. Flp 2:29) de ninguna
manera contradice Flp 2:7: «se despojó a sí mismo». La frase en Flp 2:7 literalmente
significa que Cristo se vació a sí mismo. Pablo le dijo a la iglesia que mostrara el debido
honor a su líder porque se había arriesgado «exponiendo su vida» (v. Flp 2:30) por servir a
Pablo.
¡Qué diferente es que ejerzamos el sentir sumiso, el mismo que hay en Cristo!
Al andar por vista, como lo hacemos, pensamos que humillarnos es perder; sin embargo,
la Palabra enseña que la única manera de subir es bajar.
Cristo fue sumiso y Dios le exaltó a lo sumo. Pablo, Timoteo y Epafrodito también lo fueron
y recibieron honra por su sacrificio y servicio.
La mejor manera de lograr la victoria sobre las personas y el orgullo es el sentir sumiso, el
de Cristo. Y lo recibimos sólo en la medida en que le permitimos al Espíritu y a la Palabra
obrar en nuestras vidas (vv. Flp 2:12-13).