La Noche Que Tuve Un Monstruo Encerrado en El Armario PDF

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Gobrie!

Gorcío de Oro

Lo noche que fuve un monsln¡o


encerrodo en el ormorio
+"
llustrociones: Puriflcoción Hernóndez
Un penalti como una
catedral

contar parece mentira' la


L;;::J:',"
Sinceramente, si esta historia no la hu-
biese vivido yo en carne y hueso, también
dudaría. Pero la viví, por eso me da tan-
ta rabia cada vez que la cuento y nadie me
toma demasiado en serio. Lógicamente
te estarás preguntando por qué insisto
ahora, precisamente aquí, en estas pági-
nas. Muy sencillo. Me he dado cuenta de
que la culpa ha sido mía, toda mía, por
ser tan ingenuo como soy.
Me explico.
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Siempre he sido de los que piensan z,r y algo de avaricia, callé como unatum-
que basta con decir la verdad para que a lr,r, guardé mi historia como un tesoro, en
uno lo crean. Esto funciona la mayoría lrrgar de compartirla. Pasado el tiempo y
de las veces y en la mayoria de los ca- r lcsaparecidas la vergüenza y la avaricia,

sos, para qué engañarnos. Sin embar- intenté contarla, pero ya era tarde.
go, hay casos especiales que, por muy Sí, tarde. Mis amigos habían crecido. Se
verdaderos que sean, no todo el mundo Ir¿rbían convertido en hombres respetables,
puede ni quiere entenderlos. irrcapaces de creer según quá cosas.
Este caso que ahora nos ocupa es uno Claro, así no es extraño que fracasara
de ellos. Reconozco que mi relato tiene r r ra y otra vez, una y otra vez. En el mejor

varios elementos difíciles, por llamarlos ,l..r los casos solamente conseguí arrancar
de alguna manera, que hacen que para , rl<¡una risita, como si estuüese contando

mucha, muchísima gente, resulte una his- rrn chiste o algo gracioso, que nunca ha si-
toria increíble. r lo mi intención.
Además, debemos tener en cuenta que Ahora ya lo sé. Debo explicar mi his-
todo ocurrió cuando yo era un niño, más lorid a otro niño, como tú, como yo lo
o menos de tu edad. Y entonces, cuando cr¿r entonces.
mis armigos eran tan pequeños como yo, Estoy convencido de que no me equi-
no rnc atreví a decir nada. Por vergüen- v( )co. Sé que tú entenderásperfectamente
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de quá te hablo cuando te cuente todo lo , k, l<>clo el problema. Me acusaban de ha-


que me sucedió aquella noche: la noche l,r,r hecho la zancadilla al delantero del
que tuve un monstruo encerrado en el ar- (,( lrripo contrario dentro de lo que se su-

mario. ¡ rr rrrid era el áreadel portero. Mentira. Yo

l.r¡tré el balón y él selanzó a la piscina.


\i, rne defendí diciendo que las clases de
Todo empezó una tarde en la que es- l,', rlro eran los miércoles y que allí se iba
, r tr r(tar al fútbol. No hubo manera.
taba de bastante malhumor.
Había vuelto del colegio y estaba ju- Además, el profesor de gimnasia, que
¡ r, r';trbd por allí, dijo que había sido
gando tranquilamente con mis coches an- uun pe-

tes de hacer los deberes para la clase de rr,rlli como una catedralr, fueron exacta-
Lengua. Recuerdo que me sentía un po- il rr,llt€ sus palabras. sin duda, esto acabÓ
co cansado. El partido de fútbol en el re- , , ,rr la discusión... y con el empate. Ellos
creo había sido duro y muy injusto. Mi r r, n.caron, sonó el timbre y se acabó el
equipo había perdido por un solo gol..., ¡ ,, rt lido.

¡y de un penalti que no lo era! Así, no es de extrañar que estuviese


En el patio se montó una buena. Hu- ,'rrl.rclado, con ganas de irme a la cama y
bo una gran discusión y hasta alguna pa- ',r ,rrrrr con un partido en el que yo fuera

labra rnás alta que otra. Y yo era el centro ,'l ¡rrotagonista y no elculpable. Quién iba
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a decirme a mi que aquella noche, preci- lr,rlritación. Sí, estaban todas mis cosas y
samente, la pasaría en blanco. Pero no l, rs ¡x>día reconocer, pero había en el am-

quiero adelantarme. Vayamos paso a pa- l,rr,rrtc un no sé qué misterioso y muy, pe-
so. r, r lu€ muy desagradable. Decidí no darle
Al margen de lo que hubiese ocurrido r lln r,rsidda importancia. En pocas horas

en el recreo, no estaba tranquilo. Tenía r l,r rniríá entre aquellas cuatro paredes,

una sensación de alerta, como si por den- ,r',r (lue mejor no tomarles manía y em-
tro algo quisiera advertirme de un peligro I rr',2, rr con los deberes. Porque nada co-
que estuviese por llegar. Mi madre, que I I r( ) r rnos cuantos deberes antes de cenar

siempre se daba cuenta de todo, me pre- ¡r,rr,r olVidar las tonterías, o como míni-
guntó si me encontraba bien. Yo le con- n r( ) cso intentaba pensar yo, aunque fue-

té lo delpartido, aunque ella se quedó con ,,, tr'>lo para tranquilizarme.


esa cara que ponen las madres cuando se l.r> que se dice terminar,terminé pron-
preguntan si habrá algo más detrás de la 1,, Mal asunto, porque mis padres, vién-
respuesta. r l,rnc sin obligaciones escolares y a punto

La sensación se hizo más fuerte cuan- r lr ' r,nC€rrder la televisión, decidieron que

do entré en mi habitación para buscar mi r'r,r rr)ucho mejor ayudar a poner la me-
libro de Lengua. Nunca me había ocurri- ',,r. rrrientras ellos terminaban de prepa-
do algo parecido. Aquélla no parecía mi r, rr l,r cena. Y, claro, ciertas órdenes son
7->
t4 »' 15
(
.\-

casi imposibles de pasar por alto. ¡Mira Me levanté del suelo con el mayor de
que lo intenté! Hice ver que no iba con- lr,.; orgullos, pero me había hecho un po-
migo y me dejé caer en el sofá, encendí r ,, 1ls daño en la rodilla. Y si sumas el da-
la tele y subí un poco elvolumen, pero no n( ) (,n la rodilla con elsusto que me llevé al
lo suficiente como para no oír a mi padre Itr \tczdÍ por un pasillo que normalmente
diciendo: ¡,,,r lr'ía cruzar con los ojos vendados, elre-
has oído? Ayuda a poner la ',rrll,rclo son algunas lágrimas corriendo
mesa.
-¿No
¡r,r n)is mejillas enrojecidas por elsofoco.
Sí, claro que había oído, pero tenía la A una supervelocidad que muchos su-
esperanza de que ellos no se acordaran o ¡,,,rlréro€s envidiarían, mis padres acu-
de que se les hubiese pasado por alto mien- ,lr,,ron en mi auxilio. Me preguntaron si
tras hablaban de sus cosas. No fue así. Tu- r rr' cncontraba bien y qué me había ocu-
ve que abandonar el sofá que tan r r r,l, r. Yo, la verdad, no sabía la respues-

amablemente me había acogido en su lo- t,r ,r .rqu€lla pregunta. Era algo del todo
mo de piel oscura e intentar poner los va- n r('xl)licable. Pero sí noté, o crei notar, un
sos en la mesa. Digo intentar porque 1,r,,, una zancadilla, una mano agarrán-
mientras iba por el pasillo con ellos, apila- r lr rrnc el tobillo, o algo parecido. Lógica-

dos y apoyados en la barbilla, Iropecé,, cai rrrr'nlc no les dije eso a mis padres, pero
y se rompieron dos de los tres vasos. r l.s cxpliqué que había sido como si una
L6

pierna invisible me hubiese hecho un pe-


nalti como una catedral.
No habían acabado de salir estas pala-
bras de mi boca cuando me di cuenta de
que ésa no era la respuesta correcta. Mi
madre, que sabía lo del partido, puso ca-
rade enfado y me dijo que ya estaba bien
con el fútbol y me acusó de haber estado
haciendo el tonto por el pasillo.
Yo, por segunda vez aquel día, me de-
fendí como pude. Dije que no me había
tirado expresamente y que no estaba ha-
ciendo el tonto. Pero no hubo manera.
Tarjeta amarilla para mí por simular un
penalti.
Mi padre, pobre, no entendía nada. Él
cr¡r aficionado al fútbol, y le extrañó que-
rl,rr [rrera de una conversación como aqué-
llcr. r'orr discusión arbitral incluida. Al final,
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todo se solucionó con unos cuantos minu- ¡ rr',{r n ¡ror el pasillo. Ya tenía, por parte
tos de morros y una cena algo más silen- , l,' rr ri rnadre, una tarjeta amarilla. Otra y
ciosa de lo habitual, sobre todo por mi parte, n r(' ,,,
rcaba la roja, es decir, directo a la ca-
que seguía dándole vueltas a lo del penal- rrr,r ,,irr ver ni un ratito la televisión. y
a
ti. No al del patio, sino al del pasillo. n n rrrc gustaba mucho ver la televisión.
También intenté cenar despacio, muy Irl, , ¡,()r los programas en sí, sino por Sen-
despacio, despacísimo. l, u ¡ r l, ' cn el SOfá, entre miS padres, COm-

No quería irme a la cama . Preferia pa- ¡ rl,'1, rnrente protegido. Te aseguro que en
,llt )s momentos
sarme la noche cenando, cosa que no fue , rr
lr rr no había noche lo su-

posible. Para ello hubiese sido necesario Ir, r, ¡11,¡¡ente oscura capaz de asustarme.
contar con una comida interminable y con l','r,, t:star ahí, sentado en el sofá, signi-
unos padres con una paciencia también Ir, , rlr, r que el momento de irme a la cama
interminable. En aquella mesa, como mí- .r' , r( (,rcaba. Cada vez que salían anun-
nimo esa noche, no había ni lo uno ni lo , r, ,', (,r"cl ul-ld oportunidad para que mis pa-
otro. Por tanto, como es habitual, llegó ,lr,',, r liicran: uVenga, ya está bien. Mañana
primero el postre y luego la hora de le- ir, n(,s que ir al colegio y luego no hay
vantarse. ,lill(,il lc levanter.
Ayudé, como siempre, a quitar la me- (',rrl¿r vez que mis padres se distraían
sa, esta vez con mucho cuidado de no tro- , 1,, l, r
¡r.rntalla y se daban cuenta de mi pre-
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sencia, cada vez que yo respiraba dema-


2
siado fuerte o tosía o me movía, el mo-
mento se acercaba, sin piedad para un niño El príncipe
que había tenido un día un poco tonto. desencantado
Y tanto se acercó el momento que, al
final, llegó. Y de tanto temerlo y de tan-
to esperarlo, ni protesté. Les di un beso lli estaba yo. Tumbado en la cama,
de buenas noches a los dos y enfilé, el pa- hryendo antes de decidir apagar la
sillo hacia mi habitación. Sí, la misma ha- t. 1l ,lormirme.
bitación que me había parecido que no r\rrrr hoy no consigo conciliar el sueño
era la mía. Y sí, el mismo pasillo donde ',r , rr¡l(rs no leo un poco, aunque sea sólo
alguien me había hecho un penalti como ,r,, r l,,igina, aunque los párpados me pe-
una catedral. ,'r ( ( ¡mo si estuvieran hechos de hormi-
r r| ,tLrnque Sea Verano y la lamparita
,1,',,¡rrt,nda más calor que un sol en mi-
r,r,rlur.(l .. Si no leo, no hay manera. Pa-
r , ¡ n ri ,lt:er siempre ha sido el camino más

, r rr ilk r y agradable para entrar en el mun-


, l, , ,1,, lr ¡s sueños. Casi es un anticipo
de
)

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lo que encontrarás después. Pero,, bueno, , ¡r rr'lc lirr¿rl. ¿Por qué esta obsesión por las
¡qué te voy a contar a ti! Si seguramente
,r ( li( r ,s ? Buf
| )( , me estoy desviando del te-
estás leyendo esto en la cama, o poco an- n r, r V, ¡lvamos a lo nuestro.
tes de acostarte. I t, LI príncipe desencantado todo era
Recuerdo perfectamenle el libro que , lr'.1 rr rlr r. La historia empezaba donde aca-

tenía en las manos. Se titulaba El prínci- l',rl,,rrr l.rs otras. Un príncipe había sido
pe desencantado, y no era como los otros rr", ,rl,rrlo del hechizo, y se suponía que
libros de caballería que yo había leído. , ,, r r ' l, rlr¿r todo arreglado. Pero no era así.

En las otras historias, el protagonista, ll ¡,rrrrr'ipe ahora estaba, literalmente,


o la protagonista, era víctima de un he- ,1, ,,'rt.rntado. Es decir, no tenía ganas
chizo, un encantamiento que le impedía ,1, lr, rr cr nada, ni de hablar con nadie,
ser feliz y casarse con su gran amor. r,r ,1,'r'orr)€r demasiado, ni nada de na-
Por una razón o por otra, al final al- ,l , ',nrtl)lemente, desde que el hada del
guien conseguía deshacer el maleficio y ¡ ¡, , l, , lr,rtría liberado de ser una rana, es-

todos volvían a ser felices. Las que nun- I ,1,,¡ l)Lres eso, desencantado.
ca pueden estar ni felices ni muy tranqui- lrrr, r«¡irr.rte lo extrañados y preocupa-
las conforme va resolviéndose el cuento ,l, , , r ¡ur, r,slaban todos en el reino. E ima-
son las perdices. Las pobres siempre aca- ,rnr,rt,' l,¡ rlesesperados que estaban sus
ban como plato principal del feliz ban- ¡ ,, r,1r,,,, los reyes, que no sabían muy bien
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qué hacer ni cómo comportarse ante un rn,rs Jrárginas de lo habitual, como si esa
r r, ,t'lrc el sueño llegase con retraso. La his-
hecho tan inusual. Prácticamente lo ha-
bían intentado todo , pero nadie había con- l, ,r i, r cstdba tan, pero que tan interesante
, lrrr, rrdSi lo agradecí, sin pensar en la pe-
seguido dar con la solución. Brujos, brujas,
rr'..', r (llr€ podría llegar a sentir por la ma-
duendes, magos... habían fracasado . Pe-
ro cuando todo parecía perdido, llegó un ¡,rn,r cuando mi madre me avisara de
extraño visitante pidiendo ver al desen- (
lu(,, r tna vez más, estaba tardando de-
r r r, r,,i, rdo en levantarme.
cantado príncipe...
Lo siento, no puedo continuar. Sabes ',i«,le u ocho páginas más tarde llegó
l, r lr, ,r¡r de la pesadez en los ojos y delbai-
que no puedo contarte toda la historia. El
final de un libro, como un truco de ma- l,' ,1,, krtras, la inconfundible señal de que
, 'l , r r, ,rio me estaba llamando.
gia, son cosas que no se pueden contar, ,

r\1, rrgué la mano, apagué la lamparita


deben ser descubiertas por uno mismo.
,, ,, ) l,cnsé, para nada, ni en el pasillo, ni
Pero ¿a qve es interesante?
Sigamos con nuestra historia. , , , l, r zirncadilla invisible, ni en la sensa-
r rn ( lirc me había acompañado durante
l, r l, r¡ l<'. Leer tiene €so: si te metes en la

Nos habíamos quedado conmigo en la lrr I,ri,r, consigues olvidarte del resto.
cama, disfrutando de la lectura y leyendo r\l ¡rrincipio todo eraperfecto. Me es-
,')
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f
N
::1 T=r¡

taba durmiendo lentamente, sin darme l, rr l,rnente incómodo. Realmente me es-


cuenta. Poco a poco dejaba de pensar y t,rlr,¡ ¡l¡f¿dando, aunque lo que más me
me mecía en una respiración profunda y ,'r rl, r( l,rba era no poder enfadarme con na-
rítmica. Pero elritmo se rompió, como les ,lr,'r'tr concreto.
pasa a los malos bailarines, y hubo un mo- l',r fin hice aquello que no quería ha-
mento en el que me encontré dando vuel- , r r , rlrrir los ojos. Pude ver la oscuridad
tas y vueltas en la cama. Tenía la almohada , lr r( n rtr envolVia en su
abrazo silencioso.
empapada. Estaba sudando como si es- ,\ lr,,rrlas busqué el despertador que me
tuviese en clase de Educación Física. | ,,,1 ,r, r r rugalado mi tía y que yo
dejaba en
Con los ojos cerrados le di la vuelta a , I rrr,h r, al lado de las zapatillas. Me sor-
la almohada. u¡Qué bien!, por este lado | ,r, rrr lio corxprobar que no era tarde.
¡No
está fresquitar, pensé. Parecia que la cri- 1,,,, ¡, ¡ r¡i rrna hora que me había ido a dor-
sis había terminado. No duró mucho la rrrrr | ;\ r¡tí me pareciaque llevaba en la ca-
alegría. En poco tiempo volvía a estar in- rr, , , 1,, ,r lc el año pasado.
tranquilo y con la almohada empapada. i ',,r, , lo peor llega ahora: me entraron
No encontraba la postura, todas me pa- , | , , , , 1,, liacer pipí.
Yo no quería ir al la-
recían igual de molestas. Cuando pensa- , ¡1,, , (lu(,, además, estaba en mitad del
ba que había encontrado la postura ¡, r rll, , , I'.rsillo? Todo volvió a mi mente.
adecuada, enseguida volvía a estar rema- I , ,,r r, ( r( lilla, la sensación de que mi ha-
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bitación no era mi habitación, el mons- ,'rrlrrrarían de que estaba pasando una ma-
truo. ¡Maldita sea! La noche se estaba l, r r r« rche. Y no sé por qué, pero no me

complicando. uNo seas tonto, aquí no pa- , r¡ r,,ltrcía despertarlos. Por supuesto, si la

sa nada. Si consigues dormir. . ., mañana ni , , r,,,r S€ complicaba mucho los desperta-

te acordarás de esto,, me dije a mí mismo' r r, r, I xrro aún no había llegado el momento.

Intenté no pensar en las ganas de ir al | '.l,rl,;r claro, en el planeta desconocido


lavabo, pero cuanto menos intentaba más ''n , lrrc se había convertido mi casa de no-
lo hacía, y más ganas me entraban' Era , Ir,' Iro €rd buena idea encender la luz.
una rueda imparable. I )r,spués de algunos intentos fallidos
No podía más. Me incorPoré. Me sen- r'r,r',, ¡rude saltar y aterrizar en el frío
té en la cama. Puse los pies en el suelo' '.rrr'1, l-a peligrosa misión consistía en ha-
Pareciaun astronauta a punto de bajar de , I Irrpi y volver sano y salvo a la nave sin
su nave en algún planeta plagado de cria- r'r vr.,lr). Nadie podía enterarse de que
turas peligrosas. Tomé impulso un par de lr, rl,r, r ,,slado en aquelplaneta eternamente
veces para dar el salto definitivo - Pero tr, , lul ll().
cuando llegaba a ula de tres)), me quedaba I ), ",r ,rlzo y de puntillas para hacer me-
paralizado. La oscuridad de mi cuarto me rr,r rrr,lr¡, salí de la habitación. Con los
impedía saltar, aunque tampoco quería r rlr , | , ,r rr/abiertos para ver entre la oscu-
encender la luz. Si lo hacía, mis padres se r t, l, r, I l uoé el pasillo. iQué largo! Alguien
l

r ,rcla interminable. ¡Qué ruido! Yo me que-


se había encargado de estirarlo y de es-
,lr', inmóvil, temiendo lo peor. Esperando
trechar sus paredes. Pero superé las tram-
pas y pude entrar en el lavabo. La mitad
,r r
lu€ alguien llamara a la puerta pregun-
l,rrrrlome si me encontraba bien, y de-
de la misión estaba cumPlida.
',r', rndo que ese alguien fuese mi madre o
Cerréla puerta, encendí la luz. Me que-
,rrr ¡rtrdre. Bien pensado, si no eran ellos,
dé mucho más tranquilo, aunque fue un
rr, r ll,rrrrdrían a la puerta. Si eran enemi-
poco decepcionante ver que tenía muchas
, ¡, ,', rlalácticos, no se tomarían la molestia,
más ganas de hacer pipí que pipí en sí'
,r ',r Uno nunca sabe las costumbres de
Pero esas cosas pasan, sobre todo por la
I r , , ivilizaciones extraterrestres, por más
noche y en los exámenes.
En aquel momento sólo tenía que pro-
,
lr(, intente usar el sentido común.
I rlre estos pensamientos me volvió a
curar no hacer mucho ruido al tirar de la
,',rt,r(,nder el silencio. Un silencio total,
cadena. Dudé, la verdad. ¿Sería buena
idea, o despertaría a todo el mundo?
, ,r r( ) si nunca nadie hubiese tirado de la
r , rr lr'll,l.
Decidí que no podía dejar mi pipí ahí
( ', ,rr otra fase superada, la misión lle-
toda la noche y procuré tirar de Ia cade-
, ¡, rl,, r , r su parte más peligrosa: el regreso
na con mucha, muchísima suavidad' Pe-
,r l,rtr,rV(l.
ro las cisternas de los váteres no atienden
r\ ¡ ,, rr ¡rré la luz del lavabo. Abrí la puer-
a horarios. Muy a mi pesar, sonó una cas-
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ta y me lancé al vacío' Volvía a estar en


el pasillo a oscuras. Avancé lentamente,
intentando no hacer ni el más mínimo rui-
do. Tanto silencio había que podía oír có-
mo crujían los huesos de mis pies alpisar'
Incluso, cómo se despegaba la planta de
mis pies del suelo.
Yo seguía avanzando, convencido de
estar a punto de completar la misión' Sí,
era elmejor astronauta del mundo. iQué
digo del mundo, del universo! Un paso
más, otro y otro más. Ya casi había lle-
gado. Pude distinguir la puerta de mi ha-
bitación, que estaba... ¿cerrada?
Un momento. Frené en seco. No re-
cordaba haber cerrado la puerta. Nunca
cerraba la puerta, y menos de noche'Pe-
ro, si no había sido yo, ¿quién había si-
do? Respiré Profundamente' Era un
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valiente explorador del espacio, no podía r',-l,lr allí, quieto, mientras procuraba ima-
asustarme por una puerta cerrada. Segu- ,rin,rr de quién podrían ser esos pasos.
ramente se me había olvidado y había ce- Muy lentamente aparté la mano del po-
rrado la puerta antes de ir al lavabo. No r r( ) V me quedá mirando la puerta como
tenía sentido otra explicación. ,r ,,..1¿r hubiese de darme la respuesta a
Decidí seguir. Alargué la mano, agarré rrrr,r lrregunta aterradora:
¿quién estaba
el pomo y entonces oí un ruido acompa- , ,rrr,lcando por las paredes de mi habi-
sado que venía del otro lado de la puerta. l, rr lll l?
Sí, de mi habitación. Y la idea no me gus-
tó nada porque tuve la impresión de que
el ruido era muy parecido a unos pasos.
¿Serían pasos? Volví a oírlo. Sí, eran pa-
sos largos, de alguien o algo muy alto pe-
ro que andaba por las paredes. Lo oí una
vez más y ya no me quedó la más míni-
ma duda. Me saltó el corazón como que-
riendo escapar; siempre ha sido algo
cobarde. En aquel momento yo hubiera
escapado con é1, pero mi cuerpo preferia
3
¿Cómo se me podía
haber pasado algo tan
básico como mirar
debajo de la cama?
,, ¡ruerta no quiso responder a mi pre-
I
l, -,lrrnta. Y sin respuesta no me atrevía
, r r'r rlr, rr, De hecho, ni a moverme me atre-

,'r,, I 'r'r<) el frio me estaba subiendo por


l, ,', ¡ ,¡,'5-
,r ,,ul)ongo que era elfrio lo que hacía
'
, 1,i, rrrr..
¡riernas temblaran un poco. Era
,rr , ,,rrlr,rrlico asco. Yo sólo quería volver a
r,rr ' ,rnrrr ! dormir hasta el día siguiente,
rr r, l, r r r, rs. ¿'Era pedir tanto? Aquella no-
, I ,, | \,/ \/( I aún no sabía cuánto.
38 39

Lo que estaba claro era que algo tenía ,,rir. Ésa era la explicación, la mejor ex-
que hacer. No podía quedarme plantado ¡rlicación. Pero tampoco me convencía
l, rnto como para abrir la puerta de golpe.
como un perro guardián frente a la puer-
ta de mi propia habitación' Y para ello Antes de confiar plenamenle en esa
debía conseguir más información, estar nucva teoria, era necesaria una pequeña
r ,ntprobaciÓn. Los astronautas lo com-
más seguro de lo que había escuchado.
Intenté forzar mi oído para que oyese de | ,n t(,t)an todo, y una vez comprobado lo
,,r r.,lvcn a comprobar. Los que vivimos en-
nuevo el ruido. No me hizo caso. Todo
volvía a estar en silencio. lr,' l,rs estrellas no somos amigos de los
Empecá a dudar. ¿Serían imaginacio- ¡ r,'lrr ¡'r)s innecesarios. Somos prudentes,

rrr ) ( otrardes. Cosas muy distintas que tú


nes mías? ¿Sería un sonido perdido que
,, r1,,,,, rlistinguir perfectam ente.
mi imaginación había interpretado como
pasos en las paredes? ¿O sería mi madre I ¡rcrranzado por estar cerca de solu-
que me esperaba en la habitación para , r, ,ll,ll l.r intriga, me puse en marcha.Pró-
r r, ) , rlrictivo: la habitación de mis padres.
ver si me encontraba bien?
¡Claro!
l),' rrrrevo el pasillo. El silencio. Los
Mi madre o mi padre, Puede que los l,rr,',,, ,,, r lc mis pies crujiendo. La piel, des-

dos a lavez, estaban en la habitación preo-


, ,1 . , r r lr,slt€§ándose del suelo haciendo
rrr r l,'\,r , /lzzsas. Un paSO traS OtrO, y traS
cupados porque me costaba mucho dor-
40 4l

el otro de nuevo el uno hasta llegar a la rno un oasis seco, rendido aldesierto. Se-
puerta, que por suerte estaba entreabler- ,¡undo intento.
ta. Con mis ojos acostumbrados ya a la Mejor. Aunque solamente salió algo pa-
oscuridad, no me costó demasiado ver sus rt,cido al hilillo de un susurro. ¿Sería sufi-
dos cuerpos durmiendo profundamente' , icnte? Los miré fijamente por si acaso.
Los dos. Mi Padre Y mi madre' [\.rda. Ninguno de los dos parecía haber-
Sentí una doble decepción' Por un Ia- r rrr r oído.

do, mi teoría no era cierta: en mi habita- ¡Espera!


ción no estaban ni mi madre ni mi padre' Mi padre se movía un poco, casi como
Por otro lado, no entendía cómo ellos' ,r t ¡rrisiera incorporarse. No lo hizo. So-

mientras yo estaba a punto de vérmelas l, rrrrr,nte emitió, si se puede llamar así, un

con una bestia galáctica o un monstruo ,rr',¡riro en forma de uor, pero uO, ma-
\,u,,( trla. Entonces, por si fuera poco...
espantoso, podían dormir tranquilamen-
te. No era justo. Y ya que estaba allí, pen- ''¡ul )( 't,6 a roncar.
sé en despertarlos. En realidad, intentá I 'r,r l'ccto, lo único que había consegui-
, 1, , , 1 )t¡r() respuesta era eso, un ronquido.
despertarlos.
Tomá un Poco de aire Y me Prepare I ),' r,'¡rt,nte comprendí que estaba solo en
para decir: u¿Mamá?'' ,¡r¡rrr,ll,r ,rventura. Perdido en el espacio.
No pude. Mi garganta estaba seca co- ',tn , ,,nl¿rcto alguno con la Tierra. Todas
42 43

una vezmás. Otro traguito de saliva por


las comunicaciones cortadas. En mi ca-
r'é
si acaso, y abrí la puerta de golpe.
beza el deseo de conseguir recuperar mi
habitación y subir a mi nave espacial pa- Con una rapidez digna delque ha üüdo
rrrucho tiempo entre aceleradores de partí-
ra despegar hasta las estrellas de algún
ulas y fuerzas de gravedad inimaginables,
sueño. La verdad, me conformaba con un
, ncendí laluz. Los ojos como platillos vo-
sueño de lo más normal' Aquella noche
I rrrtes. Unas manchas negras que se mo-
ya no podía Pedir más.
Me cargué devalentía. Crucé el pasillo ' r,,rr. Mis ojos no eran tan rápidos como yo.
ltliri,V miréy volví a mirar. Incluso voM a ha-
decidido. Me patéf'rente a la puerta y res-
, ,'r l, ,. Nada. Ni un pequeño mosquito. Ins-
piré profundamente. Además, por si aca-
rr ,r r i{ rné las paredes en busca de huellas
so, traguá saliva. Una, dos y hasta tres ¡

r rr,I t.,lrLlosas. Támpoco.


veces tragué saliva. Si tenía que chillar
I ,,rrlamente me metí en la cama.
muy fuerte, muy fuerfe, no quería que me
( r ¡, r ¡lo la había echado de menos! Y pa-
pasara lo que me acababa de pasar en la , r

habitación de mis padres. Si la cosa se


r, r, r , ¡r re ella también, porque me recibió
, , ,r r l, , rlrnohada fresquita y una sensación
complicaba, no me bastaría con algo pa- '
r ¡rrr, lrr,,( ) Llue, poco a poco, me fuera olvi-
recido a un hilillo de susurro. No' Si tenía
,l ,' r, l, , r lcl pipí, del lavabo y de los ronqui-
que chillar, tenía que hacerlo con todas las
' l' , Ir, rni padre. Ahora, sí. Ahora podría
l fuerzas que mi garganta me diera' Respi-
t
n

¡
44

dormir tranquilamente sin que nada me


molestase.
me
Sólo n un par de vueltas pa-
raencontra ción perf ecta. Los pár-
pados me pesaban, la cabeza empezaba
a desconectar. Piloto automático. Lenta-
mente los pensamientos se convertían en
música de colores e imágenes melódicas,
profundas y atractivas. Lo estaba consi-
guiendo. Por fin me estaba quedando pro-
fundamente dormido.
Ingenuo de mí.
Como en un bache. Como un choque
inesperado. De repente algo me sacó de
mi música de colores y mis imágenes me-
lódicas. Abrí los ojos. Inmóvil. No podía
moverme. Estaba oyendo algo, algo que
estaba debajo de la cama, de mi cama con-
cretamente.
46 47

No, no podía ser. iQué error! Había Miré hacia la mesita de noche. Podía lle-
inspeccionado las paredes, las cuatro más gar a la lamparita en un microsegundo.
el techo. Había mirado en una y otra di- La luz siempre es un buen escudo. Si me
rección. Pero no a mirado debajo de decidía, debía hacerlo rápido, rapidísimo.
la cama. ¿Cómo se me podía haber pasa- De nuevo el sonido. Esta vez mucho
do algo tan básico como mirar debajo de más largo. No había lugar a dudas. Y no
la cama? Parecía un principiante, un no- cludé. Como un cohete me moví y encendí
vato en temas de monstruos y criaturas de lar lamparita. Sin pensar en qué podría en-

la noche. Ya era tarde para lamentarse' ('ontrarme, y como quien se abalanza so-
No era buena idea pensar en lo que debe- lrre un precipicio, miré debajo de la cama.
ría haber hecho o dejado de hacer' Era Nada. Pero, por elotro lado, sonaron unos
momento de pensar en lo que iba a hacer' | )(rsos. Me pareció ver su sombra. Me pu-

Era momento de aguzar los oídos. De es- ',r' cr pie. Miré. La puerta de mi armario
tar con todos los sentidos alerta. ',r' ceffó de golpe. Fuera lo que fuera, aho-
Durante un minuto, o dos, hubo de r, r ,,staba encerrado. No tenía salida. Yo

nuevo silencio. Luego, volví a oírlo' rrr , 1¡¡¡s¡i¿ que la tuviera. Cogí la silla de

Sí, eso estaba debajo de mi cama' Era rrrr r,scritorio y atranquá la puerta del ar-

un sonido suave, pero yo podía notarlo rrr,rri«r. La respiración me iba a mil por
con la punta de los dedos de mis pies' I r, ,l , t. ,,Te tengo», p€hSé.
48

La silla se movió un poco. No sabría


decirte si la pobre se estaba acomodando
4
a su nuevo papel o si el monstruo estaba Es difícil saber lo
intentando salir de la trampa en la que él que un monstruo
mismo se había metido. Me senté a los
pies de la cama, mirando fijamente la puer-
espera de ti
ta del armario.
Allí, en mi habitación, solamente el e quedé mirando fijamente; sin pen_
monstruo, yo y una larga noche por de- I lsar, sin pestañear, respirando muy
v
lante. <levezen cuando. [¿ boca abierta, la man_
«líbula caída, la lengua seca. Concentra_
« lo del todo, completamente absorto. yo
,r el armario. El armario y yo.
En todo el
r¡niverso no había nada más.
Si tenía poderes especiales, ése era el
, n(,.lor momento
para que se manifesta_
r, rn. Pero no lo hicieron.
No había lugar
,, ,hrdas. Yo no podía traspasar objetos
, ( )n Lrna supervisión
de rayos X. Estaba
50
51

tan concentrado, forcé tanto los ojos, que mento para tener sueño. Era momento
por pequeña y desentrenada que hubiera de pensar.
sido mi visión de rayos X se hubiera ma- ¿Qué era eso que se escondía en mi
nifestado entonces, seguro. armario? ¿Sería un monstruo o sería
un
Sinceramente, tampoco contaba yo, alienígena invasor?
a esas alturas, con tener poderes espe- Podría muy bien ser un alienígena
in_
ciales, así que no fue una gran decep- vasor. En una misión de reconocimiento,
ción. Las cosas estaban como antes. Si tal vez. Eso estaba bien. podía haber
ate_
quería ver a travás del armario tenía so- rrizado en su nave con el fin de recopilar
lamente una opción, abrir la puerta y clatos acerca de la especie humana.
Su
mirar. Lógicamente, era algo que ni se rnisión consistía en comprobar Io
valien_
me pasaba por lacabeza. O tal vezsise me lcs que éramos o dejábamos de
ser. Lo
pasaba por el rincón más atrevido de mis r
¡u€ ooS gustaba, lo que nos molestaba y
pensamientos, pero hay rincones en los lr r
eu€ nos ppdía herir. Tal vez habían de_
que es mejor no mirar. Y eso hacía yo. ,, rrrollado unas pistolas
de cosquillas que
Mirar hacia otro lado. I ,, ¡ra ellos eran mortales pero que a noso_
Salí de mi estado de concentración lros, simplemente, nos darían risa.
Viajar
total. Me froté los ojos. Bostecé y volví l, rrrlos años luz para que
toda una especie
a frotarme los ojos. No era un buen mo- , r'í,t ! ría sin parar es algo frustrante.
52 53

Aquí se truncó mi teoría. No era posi- Lo que yo tenía atrapado en el arma-


ble. Mi padre siempre se enfadaba por- rio era, sin lugar a dudas, un monstruo.
que decía que aparcar en el barrio era Un auténtico y genuino monstruo de la
imposible. Y encontrar sitio para aparcar noche. Uno de ésos que desaparecen con
una nave espacial, por pequeña que fue- la luz del sol. De ésos que visitan a los ni-
ra, era algo más que imPosible' ños por la noche. Ésos que habitan en las
Yo había estado despierto casi todo el pesadillas, ésos que alimentan las histo-
tiempo. Y si bien estaba claro que no te- rias de miedo.
nía supervisión de rayos X, hubiese visto Si era cierto aquello de ula realidad siem-
las luces, hubiese oído elruido y hasta hu- pre supera la ficcióflr, Vo estaba realmente
biese notado el temblor de las paredes' perdido.
No, no era una buena exPlicación' Lo Me levanté de la cama. Di unas cuan-
que se escondía en el armario no era un las vueltas en círculo, procurando no per-

extraterrestre. Ninguna flota esperaba rler de vista la puerta del armario. Volví a
acampada cerca de Saturno, donde llue- sentarme. Me llevé las manos a la cabe-
,,:,r. Hastd el cabello me sudaba.
ve metano en los océanos de Titán" '
Además, una civilizaciÓn capaz de via- Las preguntas se amontonaban en mi
jar por el espacio a tal velocidad no ven- , lbeza. ¿Por qué a mi? ¿Por qué en mi

dríaaestudiarmeamí' lr,rtritación? ¿Qué había hecho mal? ¿Ve-


54
55

nía para castigarme? ¿O acaso venía pa- aventura estaba solo, y solo debía resol-
ra convertirme en uno de los suyos? ¿Yo verla.
convertido en un monstruo? Era injusto. Pensé un poco. Me tranquilizó, en un
Yo no era especialmente travieso. De he- primer momento, comprobar que por aho-
cho, en mi clase, había niños mucho más ra iba ganando. El monstruo estaba atra-
traviesos que yo. Incluso, en el mundo, pado. Él estaba dentro, yo estaba fuera.
seguro que podría encontrar a auténticos Si la cosa se ponía muy fea, podía salir
aprendices de monstruos. ¡Pero yo! ¿Por corriendo. La silla atrancando la puerta
qué no ellos? me daba cierta ventaja en caso de una per-
Intenté tranquilizarme. Basta de pre- secución. Seguramente éltropezaria o se
guntas. No podía contestarlas, por tanto distraería con ella. Eso me haría ganar
era mejor no plantearlas. No aquella no- tiempo para ir a la habitación de mis pa-
che. Lo mejor, pensé, era actuar con se- dres, rescatarlos y abandonar la casa. Lue-
renidad, como los protagonistas de los go, en todo caso, ya pensaria en algún
cuentos que había leído, como un héroe plan para recuperar mi habitación.
de cómic, como el protagonista de una Lo malo de los pensamientos es que
película del espacio. Así mismo. Anali- rro acaban donde uno quiere. Una vez de-
zando la situación, afrontándola con va- ;atados siguen su curso, y en muchas oca-
lentía. Había quedado claro que en esta ',iones, se vuelven en contra de la cabeza
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que los ha creado y les da de comer. Y Sin tiempo para preocuparme por ese
eso me pasó a mí cuando me di cuenta nuevo descubrimiento, notéun ligero cos_
de que un monstruo de verdad hubiese re- quilleo en el pie derecho. Mis ojos rápi_
ventado la puerta delarmario con sus gran- damente bajaron hasta el suelo. Algo así
des manos de tres dedos regordetes y como una oliva negra con patas me es_
babosos. taba rozando. Salté tanto que casi Ilego al
Mi monstruo, por el contrario, apenas techo.
había tenido fuerza para mover unos cen- ¡Era una cucaracha!
tímetros la silla de mi escritorio, que yo sí Una enorme y negrísima cucaracha.
podía mover sin dificultad. Por tanto, no Me dieron ganas de aplastarla. Me frené
era descabellado pensar que podía tra- en seco. No era una buena idea. prime_
tarse de un monstruo bebé, de una cría ro porque estaba descalzo. Segundo por_
de monstruo. que a mí no me gustaría que el monstruo
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. rne aplastara por el simple motivo de que
Hay algo que nos une a monstruos y iu I fuera más grande que
yo. Tercero por_
humanos. Los padres buscan a sus hi;os t
¡ue ffii padre me contaba que las cucara_
perdidos y se enfadan mucho, muchísimo ,:has cuando salen por la noche lo hacen
si a alguien se le ocurre encerrarlos en un ¡rara llevarse las cosas malas que hemos
armario. ¡,cu nsado por el dia. Él nunca las aplasta_
58

ba. Las acompañaba educadamente has-


ta la salida.
Mi madre no pensaba así. Como a tan-
ta otra gente le daban un asco terrible y
no soportaba que mi padre fuera tan edu-
cado con ellas.
Aquella noche yo estaba del lado de mi
padre. Sobre todo cuando pude ver có-
mo la pobre iba directa al armario. ¿Se
llevaría al monstruo? No, no era muy pro-
bable. Monstruo, niño y cucaracha. Tenía
que aliarme con ella, que seguía cami-
nando con sus finas patitas hacia el ar-
mario. Un destino fatal. Mi deber era
ayudarla.
Cogí el libro de Lengua de encima del
escritorio. Tiabé el camino de la cucara-
cha. Una gran barrera que no podría su-
perar. No lo hizo. Demostró una gran
60 67

inteligencia alrodear el libro, sin más' Pa- provecho me escapó.


-Buen
Y oí un crac, como si se hubiese roto
recia hipnotizada. Empez6 a correr más
deprisa. No Pude hacer nada' una de las perchas. ¿Qué estaba hacien-
Desapareció. Se había colado por la do? ¿Se estaría probando mi ropa? Pen-
rendija del armario' sé en la camiseta de fútbol, la que utilizaba

Estaba claro lo que había pasado' El para jugar los sábados en el parque. Era
monstruo tenía hambre y había utilizado mi preferida y no me hacía ninguna gra-
un silbido DUg, pero que muy fino' Un so- cia que un monstruo se la probara. Me la
nido que solam ente pueden oír las cuca- dejaria llena de babas. Una asquerosidad
rachas y que solamente pueden hacer los total. No habría lavadora que pudiera con
monstruos. esas babas pegajosas y mugrientas. No te-

Ésa sería su cena. Los monstruos co- nía ningún tipo de duda. De todas las pren-
men cucarachas. uBueng», pe[sé:
((fioso- das que colgaban de las perchas de mi
tros comemos conejos, que son más armario, había ido directo a mi camiseta
simpáticos. Y en otros sitios del mundo de fútbol. Y si había roto la percha, qué
se comen a los Perros Y a los gatos'' no le haría a la camiseta.
Peguéla oreja a la puerta del armario' Yo seguí con la oreja pegada al arma-
Oí algo parecido a unos rasguños muy lio. Quería descubrir si rompía la camise-
l.r, si sonaba algo parecido a un descosido.
suaves. Luego, silencio.
63
62

acercaba. Pesado, enorme, descomunal.


Pero no sonaba nada. Lo que sonó fue la
No había tiempo. Era el momento de ha-
puerta de mi habitación, que quedaba a mi
blar. Ésas podían ser mis últimas palabras,
espalda.
pero como no podía estar seguro de que
uYa está. El padre ha encontrado al hi-
hablásemos el mismo idioma, las pro-
jo. Estoy perdido. Se acabó', pensé sin
nuncié telepáticamente.
atreverme a mirar.
Tenía la vaga esperanza de que ély yo
Pero entonces se me ocurrió hacer al-
empezábamos a conocernos, a enten-
gún tipo de pacto con el monstruo ' Te-
dernos. Los monstruos se vuelven menos
niendo en cuenta que yo estaba en una
monstruosos cuando sabes que tienen gus-
situación muy difícil, tenía que ofrecer al-
tos parecidos a los tuyos. Y se vuelven
go irresistible. Si hubiese tenido una co-
menos terribles cuando eres capaz de de-
lección de insectos se la hubiese dado sin
cirles cosas así, aunque sea con la men-
pensar, para que comiese hasta hartarse'
te: uSi le cuentas a tu padre que te he
Pero nunca me había gustado clavar in-
tratado bien, te puedes quedar con mi ca-
sectos muertos en agujas' Mi trato no po-
miseta de fútbol. Es toda tuya.,
día ir por el camino del apetito' Yo sabía
lo que a él le gustaba. Solamente lenia
que ofrecérselo' Nada más.
Oí tras de mí los Pasos del Padre' Se
5
Lo peor que se puede
hacer al estar frente
a un monstruo

..I /amos, vamos, díselo. Dile a tu pa-


«V d.u qún bhetratado bien y que no
te he hecho ningún dañor, pensaba yo
con todas mis fuerzas para comunicarme
telepáticamente con el monstruo.
Por el momento no estaba teniendo
buenos res.ultados. Para ser más exacto
debo admitir que no había ningún resul-
tado. Ya se sabe que cuando uno está
acostumbrado a usar la boca para ha-
blar es muy complicado pasar a usar, así
de repente, la fuerza mental. Además,
67

yo no podía estar seguro de que él me pared de su habitación, como los caza-


estuviera entendiendo. Por tanto, no dores cuelgan las cabezas de sus víctimas
era de extrañar que nos estuviera cos- en el comedor. iQué triste final para mi
tando un poco. camiseta preferida!
Era necesario insistir, aunque cada in- Me estaba distrayendo delauténtico ob-
tento pudiese ser el último. jetivo: convencerlo de que un pacto siem-
El tiempo se me echaba encima' El pre es mejor que un trofeo de caza. No lo
tiempo y los pasos de su monstruoso pa- conseguí. Se me acabó el tiempo. No hu-
dre que seguían acercándose lentamente, bo un nuevo intento.
como un ladrón en mitad de la noche que Noté una mano enorme posándose en
no quiere ser descubierto. Por lo cerca mi hombro, con suavidad.
que estaba, calculé que me quedaban dos Era la suavidad previa a la violencia.
o tres intentos más. Si no conseguía que Los monstruos siempre hacen eso para
el monstruito aceptara mi trato, estaba que te confíes. Luego te agarran y te le-
perdido. vantan del suelo. Eso es lo que yo estaba
Y si él me estaba entendiendo y no de- esperando.
cía nada, podía estar seguro de que de to- Pero antes de que ocurriera, y sin que-
dos modos se llevaría la camiseta de fútbol' rer mirar hacia atrás para no desmayar-
Me imaginé la camiseta colgando de una me del susto, me lancé contra la puerta
68 69

del armario. Se había acabado la telepa- me había quedado congelado como esta-
tia, erael momento de usar las palabras' ba. Es decir, como si quisiera trepar por
que no tehehecho nada. Dile que el armario.
-Dile
lehecuidado. ¡Pero si hasta has cenado una Duró poco la tranquilidad. Noté de
cucaracha! Díselo, por favor. Si quieres pue- nuevo su mano en mi hombro, aunque ha-
des llevarte la camiseta puesta.Pero dile al- bía algo nuevo en su actitud. Me dio tres
go. Vamos, habla. Díselo. golpecitos. Muy leves, sin nada de fuerza.
Silencio. Algo así como si yo estuviera distraído por
Silencio y más silencio. la calle y élquisiera llamar mi atención pa-
Un interminable minuto de silencio. ra preguntarme la hora de forma muy
Pude notar que ya no tenía la mano del educada.
monstruo en mi hombro. ¿Era posible que Entendí el mensaje. Quería ver la cara
supiera hablar en la lengua de los huma- del humano, del cachorro de humano que
nos y lo hubiera entendido todo? Si era le había dado a su hijo una sabrosa cuca-
así, estaba salvado. Sin camiseta de fút- racha para cenar.
bol, pero salvado. Hice como que no me enteraba de sus
No me atrevía a mover ni el dedo Pe- golpecitos, pensando que tal vez él cree-
queño del pie. Y a pesar de que mi pos- ría que no valía la pena molestarme de
tura no era preclsamente muy cómoda, nuevo. No fue así. Insistió. No tenía más
70

remedio que girarme. Dar la cara. Afron- neras, dejarse llevar por el miedo..., eso
tar la situación. es lo peor que se puede hacer alestar fren-
Me di la vuelta lentamente. Estaba pre- te a un monstruo. Ya sea del espacio ex_
parado para ver cualquier cosa, fuera ver- terior o del interior de la noche.
de, naranja, semitransparente, semias- Pero para lo que no estaba preparado
querosa o asquerosa del todo. Fuera alta era para ver a... mi padre.
hasta el techo o ancha como un bidón de Sí, has leído bien. A mi padre. No el
gasolina de cohete. Estaba preparado pa- del monstruo que estaba encerrado en el
ra cualquier cosa. armario, sino el del monstruito que esta_
Porque había aprendido en los libros ba fuera, o sea, yo.
de astronautas, en los de piratas y caba- No pude decir nada. Cuando ves a tu
lleros también, pero más en los de astro- padre y te sorprendes más que alver a un
nautas, que el héroe no puede dar la monstruo grande y verde, es mejor no de_
sensación de estar aterrado. Aunque lo cir nada.
esté. El enemigo, o el amigo que aún no Mi padre no parecía menos sorpren-
lo es, te respeta si mantienes la calma. dido. No entendía muy bien lo que esta-
Como empieces a chillar a lo loco, nadie ba haciendo. Supongo que se imaginó que
te respeta. Créeme, por si te encuentras yo era sonámbulo y que lo mejor era no
alguna vez en la situación. Perder las ma- despertarme bruscamente. Como él no
72

decianada, le dije para tranquilizarlo: obstáculo que parecia retenerle ahi.


papá. No me hizo caso. Sin pensar siquiera
-Hola,
Sonrió y contestó poniéndose un dedo en mis palabras, sin darle una oportuni-
encima de los labios y susurrando que no dad a mi historia, puso la silla en su sitio
me asustara, que todo había sido un sue- y me mandó callar dos veces seguidas
ño, que era hora de melerse en la cama' cuando intenté explicarle que aquello era
Yo tambi énlelancé una sonrisa. Luego in- muy arriesgado. ¡Teníamos que asegu-
tentéexplicarle que había un monstruo en rarnos antes! Nada. Imposible. Mi padre
el armario, pero que no parecía peligroso, era el padre y yo era el hijo, por tanto él
aunque sospechaba que se había zampa- tenia razón.
do a una pobre cucaracha que pasaba por Me levantó del suelo igual que yo pen-
ahí. saba que haría elpadre del monstruo con-
Mi padre entonces se fijó en el arma- migo. Me llevó volando a la cama. Aterricé
rio y üo la silla que yo había colocado pa- sobre unas sábanas blancas y alegres de
ra que el monstruo no se escapara' Le verme. Me arrop ó y me dio un beso en la
pedí que dejara la silla en su sitio, porque frente.
una cosa era que yo pensara que no era Mientras, yo no le quitaba elojo de en-
peligroso y otra muy distinta era estar tan cima al armario. Si una de las puertas se
convencido como para quitar el único movía, ni que fuera un milímetro, empe-
74

:,, , i ,

zanaa chillar como un loco. Me daba igual tendió también que si yo no conseguía
si el monstruo me dejaba de respetar. Yo dormir, él tendria que levantarse de nue-
chillaría igual. vo de la cama.
Mi padre apagó la luz e insistió dicien- Muy cariñosamente, me preguntó si
do que no tuviera miedo, que sólo había me apetecía que leyéramos juntos un po-
sido una pesadilla. Yo le contesté que to- co, como cuando yo era más pequeño y
do estaba bien, pero le pedi, por favor, me dormía mientras é1, con una voz sua-
que pusiera la silla como estaba. Sólo por ve y rítmica, me leía alguno de mis libros.
esa noche. Me contestó que no. Y la ra- L¿ contesté que sí. Me pareciauna bue-
z6n que me dio fue que lo hacía por mí. na idea. Además, con la htz encendida po-
iQué curioso! Yo quería poner la silla dría ügilar el armario.
para que el monstruo no se me comiera Le di mi cómic preferido: El Maraui-
a mí ni a mis padres; él no quería poner- Iloso Wonderful, el pirata del espacio.
Ia... ¿por mi? No tenía sentido, pero ya Y él me acurrucó en su regazo y empezó
sabes que en ocasiones los padres hacen por la primera página. En realidad leyó
cosas sin sentido. incluso la portada.
Se calló. Suspiró. Volvió a encender la Yo miraba las viñetas y él cambiaba de
lamparita. Entendió que si se iba ahora voz con cada nuevo personaje que apa-
yo no conseguiría dormir fácilmente. En- recia en la historia. Se me escapaba la ri-
76

sa cuando él ponía una voz fina y aguda


para hablar como una chica. Por un mo-
mento, viendo las viñetas y escuchando a
mi padre leer, me olvidé por completo del
monstruo y del armario. Me metí de lle-
no en esa representación que mi padre
me estaba haciendo sólo a mí. Pero eso
no era exactamente así.
Algo crujió. Mi padre y yo levantamos
la vista de las páginas del cómic. El Ma-
ravilloso Wonderfulse había quedado con
la palabra en la boca.
Volvió a sonar el crujido. En esta oca-
sión los dos pudimos ver claramente que
se trataba del armario.
Una de las puertas se había entrea-
bierto. Un poco solamente,, pero se ha-
bía entreabierto. Eso no lo podía negar ni
mi padre.
78

Lemiré fijamente. Me miró fijamente. 6


Me guiñó un ojo para tranquilizarme. No
lo consiguió. ¿Por qué élse tomaba a bro- La noche que un
ma algo tan serio? Había visto lo mismo humano me tuvo
que yo. Ya no tenía que explicarle nada,
todo se explicaba por sí solo. Pero él no
encerrado en el armario
era capaz de entenderlo, o tal vez enten-
día demasiado. Digo esto porque hubo un
momento en el que yo ya no estaba se- pl *otstruo y yo. Yo y el monstruo.
guro de nada. Y menos cuando se me l-Los dos en la habitación. Disfrutando
acercó y me susurró al oído: de cómo mi padre leía las galácticas aven-
al monstruo tranquilo. Elpobre turas del Maravilloso Wonderful.
-Deja quiere oír la historia. Desde Para mí fue algo muy especial. Uno
solamente
dentro del armario no se entiende dema- de esos instantes que quedan grabados
siado bien. en la memoria para siempre; de ésos
Volvió a guiñarme un ojo y buscó la vi- que sirven para alegrar los días tristes,
ñeta en la que se había quedado. para solear los malhumores. Y sé que
Yo le miré sorprendido, pensando que no me equivoco si digo que para el
mi padre decia la verdad. monstruo fue un momento igual de es-
80

pecial. Incluso puede que ahora él eslé por una historia, una fantasía como la
en su casa, sentado ante un papel y es- de aquel pirata.
cribiendo un libro titulado La noche que ¡Menudo botín!
un humano me tuuo encerrado en el Viñeta a viñeta, página a página, ffi€
armario. iba convenciendo de querer estar a solas
Si así fuera, es más que Probable con el monstruo, que calculé tendría más
que, como Vo, esté recordando a mi Pa- o menos mi edad. Era algo así como cuan-
dre leyendo con distintas voces, movien- do viene un amigo a casa y solamente tie-
do las manos, apuntando al aire Para nes ganas de estar con é1, sin padres de
abordar una estrella fugaz... por medio.
Sí, no me extrañaría en absoluto, De acuerdo, mi padre había hecho
porque fue mágico, y ni los hombres un gran trabajo. Me había enseñado,
ni las criaturas que se pierden y
aca- con un simple guiño, que las cosas no
ban encerradas en los armarios de los eran tan terroríficas como yo creia. Pe-
demás van tan sobrados de momentos ro ya era hora de que se fuera a dormir.
mágicos. La magia no se Puede olvi- Mañana tenia que trabajar y le quedaba
dar. Y no creo que exista cosa más poco tiempo para descansar. Por tanto,
mágica e inolvidable que dos mundos, empecé a hacerme el dormido, a entre-
aparentemente tan distintos, unidos cerrar los ojos y simular que la cabeza
82 83

se me caía hacia delante. Mi padre no mo despreciar su esfuerzoy entrega en la


tardó en picar el anzuelo y pensó que lectura.
había llegado el momento de volver a su Por otro, porque cuando quieres escu-
habitación. char con mucha atención, los ojos mo-
Con muchísimo cuidado se levantó de lestan, están mejor callados, sin elgriterío
Ia cama. Me arropó de nuevo, me dio un de las imágenes.
beso y apagó la lamparita con suavidad. Tal vez fuera por eso que pude oir
Sólo pude oír un ligerísimo clic. sus pasos de puntillas, alejándose con
A pesar de que yo tenía los ojos ce- grandes zancadas, intentado amortiguar
rrados, me di cuenta de que la habitación el movimiento con todo su cuerpo. O
volvía a estar completamente a oscuras. cómo ponía delicadamente su mano en-
Todo era negro, en lugar del naranja lu- cima del pomo de la puerta y la cerra-
minoso que uno ve cuando cierra los ojos ba. Y tal vez fuera por eso que oi,
con la luz encendida. Pero aunque ya po- claramente y sin ningún tipo de duda,
día abrirlos, preferí no hacerlo y seguir que cuando mi padre cerró la puerta,
con mi actuación. tambián se cerró el armario con un gol-
Por un lado, porque me daba vergüenza pe seco.
que mi padre descubriera que estaba fin- Antes hubiese tenido dudas. Antes
giendo estar dormido. Hubiese sido co- me hubiera preguntado si era cierto o
84 85

solamente imaginaciones mías. Pero Pero era necesario. Sin luz me daba
ahora no. miedo ir hasta el escritorio, coger la silla
¿Por qué volvíaacerrar la puerta? ¿Se
del escritorio y volver a atrancar la puer-
iba mi padre de la habitación y él ya no ta del armario. Sí, exactamente lo que ha-
se sentía seguro? ¿Acaso tenía miedo de bía hecho antes y me había servido para
mi? ¿Creía que yo le iba a hacer daño? estar más seguro, para sentirme más tran-
Ésa fue la primeravezque me sentí dis- quilo y con cierta ventaja respecto al mons-
gustado con el monstruo. truo. Sin embargo, ahora ya no me sentía
No me gustó ser consciente de que Yo más seguro. En cierta manera, era pare-
podía dar miedo a alguien, y menos a é1. cido a hacer trampas.
¡Se suponía que era yo elque debía de ¿Un ataque?
estar asustado! Mientras estuvo mi padre en la habita-
Entonces me planteéla posibilidad de ción tuvo la oportunidad. Si hubiera teni-
que todo fuera parte de una estrategia de do la intención de hacernos daño, ya nos
ataque. lo habría hecho. Y en lugar de cerrar, hu-
Encendí la luz de nuevo. ¡Pobre lam- biera abierto la puerta para abalanzarse
parita! Nunca la había encendido y apa- sobre mí sin piedad. Pero no, él preferia
gado tantas veces como aquella noche. seguir encerrado.
Ella tampoco pudo dormir por mi culpa. En realidad, lo que me molestaba, y en
86

cierto modo me entristecía, era pensar suyo, quien había venido a preocuparse
que yo ya no le lenia miedo, y é1, por el por si todo iba bien y me había leído un
contrario, parecia que sí. poco para que pudiera dormir tranquilo.
Me mordí el labio, saqué aire por la na- Además, él había podido disfrutar de la
rizy decidí dejar la silla tranquila en el es- lectura, pero no había podido ver los di-
critorio. El monstruo podía salir cuando bujos. No podía saber cómo era la gran
quisiera. nave, ni la enorme cicatriz del Maravillo-
hago por ti dlje. so Wonderful, ni el Asteroide de las Ca-
-Lo -le
Y me senté a los pies de la cama mi- laveras en elque descansaba la tripulación
rando hacia el armario. pirata...
¿Abrir o no abrir? Él solamente había podido escuchar al-
¿Entrar o no entrar? gunos diálogos, como mucho tendría una
¿Arriesgarse o conformarse? vaga idea, no más. Y eso no podía ser.
Algo dentro de mí me decia que el Debía encontrar alguna solución. Nadie
monstruo estaba sufriendo más que yo. que entrara en mi cuarto y le interesara
Al fin y al cabo, él estaba encerrado, no el mismo cómic que a mí podía irse sin,
yo. Él se había metido sin querer en una como mínimo, ver los dibujos.
trampa, no yo. Él hubia cenado sólo una Estaba decidido.
cucaracha, no yo. Y era mi padre, no el Una cosa era que el miedo no me de-
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jara entrar a saludar como era debido, otra mario era imposible ver nada. Por más
muy distinta era no ser amable con las vi- monstruo que fuera, uno necesita luz su-
sitas. ficiente para leer o para ver dibujos.
Salté de la cama. Recogí el cómic del Pensé un poco:
suelo y volví al armario. Por suerte com- n¿Abro la puerta y así entrará luz sufi-
probé que había una ranura debajo de la ciente?u No, me dije a mí mismo. uSi me
puerta por la que cabía el cómic sin ne- tiene miedo no podrá leer tranquilo y es-
cesidad de abrir y cerrar el armario. tará más pendiente de mí que de los di-
En el primer intento descubrí que el lo- bujos. Cuando quiera, ya saldrá. Ahora ya
mo era demasiado grueso, por lo que de- no hay obstáculos que me den ventaja.,
cidí abrir el cómic por la mitad y empujar Tenía que encontrar otra solución.
lentamente. En elsegundo intento lo con- Con la vista me di una vuelta por la ha-
seguí. Y pude notar cómo elmonstruo me bitación y cai en la cuenta. ¡Cómo no! Mi
ayudaba desde dentro a pasar el cómic sin lamparita. de sobremesa me ayud aria de
que se arrugaran las páginas. nuevo.
¡Bien! Encendí la luz. Desconecté la lampari-
Otra misión cumplida... O no. ta. La conecté, con mucho cuidado, en
En mi plan fallaba un detalle muy im- uno de los enchufes que tenía debajo del
portante, importantísimo: dentro del ar- escritorio.Tiré un poco del cable y enfo-
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@l

qué la lamparita directamente a la ranu-


ra por la que había colado el cómic.
Ahora sí, el monstruo podía disfrutar
plenamente del libro.
Por supuesto, como no hay cosa me-
jor que sentarse con un amigo aleer, co-
gi El príncipe desencantado y me sentá
enfrenle del armario. Pero la postura no
era muy cómoda y la luz no llegaba, así
que apoyé la espalda en la puerta del ar-
mario y me puse aleer tranquilamente.
A veces me parecia oir pasar las pági-
nas del cómic. Con suavidad, con delica-
deza, con la importancia que se merece.
Alrato algo llamó mi atención. Sin mu-
chas ganas levanlé la vista de las hileras
negras que como hormigas ordenadas me
iban contando las aventuras del desgana-
do príncipe. Algo parecido a una oliva ne-
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gra con patas salía del armario. Se me es- podía volver a su habitación, ahora me
capó una sonrisa. Era la cucaracha que, pasaba de verdad. Los ojos se me cerra-
molesta por tanta luz, se iba a buscar un ban, la cabeza se me caía hacia delante; I

rincón más agradable. estaba despegando directo a los sueños.


Ni pensé en levantarme. Dejé que se Tres.
fuera correteando velozmente sobre sus Dos.
patitas. Parecia enfadada de verdad. A las Uno...
cucarachas les molesta mucho la luz. Yo
no estaba enfadado, alcontrario. Me gus-
tó comprobar que la cucaracha seguía sa-
na y salva. Me alegré de que mi nuevo y
extraño amigo no se la hubiera cenado.
Al fin y al cabo, ella también era prota-
gonista de aquella noche.
Volví a mi libro. Seguí leyendo hasta
que aquella hilera de hormigas empezó a
moverse. Lentamente empecé a quedar-
me dormido. Lo que antes había simula-
do para convencer a mi padre de que ya
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Mi madre, como un
domador de leones, con
medio cuerpo metido
en la boca del armario

no.
Dos.
Y tres.
Abrí lentamente los ojos, pero se me
cerraron de golpe. Ellos aún tenían sue-
ño y yo también.
Respirá profundamente. No sabía dón-
de estaba. Ni por qué me dolía tanto la
espalda. Ni por qué estaba durmiendo en
el suelo. Ese examen lo hubiera suspen-
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dido con un cero. Yo solamente sabía el huesos. A mí me crujieron unos doscien-


sueño que tenía. tos, más o menos.
Con un gran esfuerzo hice un segun- Tras de mí noté la madera del armario.
do intento. A los ojos les costó bastan- Me di la vuelta. Mi cabeza se llenó con los
te, pero al final pudieron levantar los recuerdos de la noche que ahora, con el
párpados. nuevo dia,parecía lejana. Algo parecido a
Pude ver mi cama, vacía, descansada. un sueño extraño y enrevesado, como los
l,aluz se filtraba por la ventana. Mi habi- que se tienen con una mala digestión.
tación ya no era aquel espacio oscuro y Debo confesar que dudá. Por un mo-
gigante. Con los rayos del solvolvía a ser, mento pensé en la posibilidad de una
simplemente, mi habitación. pesadilla. Pero no, no podía ser. Prime-
La pereza me inundaba, me mantenía ro porque no había sido una pesadilla,
inmóül con su hechizo. No podía ser, de- ni un sueño intranquilo. Segundo por-
bía moverme. Era imposible descansar es- que la larRparita estaba ahí, a mi lado,
tando tan incómodo. apuntando al armario. Con la luz del sol
Me desperecé. Mi cuerpo se quejó cru- había perdido todo su poder. Ya no era
jiendo huesos que yo ni sabía que tenía. aquella intensidad capaz de deslumbrar
No es de extrañar, teniendo en cuenta que a cualquiera. La apagué, ella también
en el cuerpo humano hay doscientos seis crujió.
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Me levanté del suelo. Miré el armario. Ni una hora ni dos minutos. No llegué
Pensé en el monstruo. Me dieron ganas ni a meterme en la cama. Porque cuan-
de entrar a saludar y de preguntarle si le do tenía las manos en las sábanas, a pun-
había gustado EI Marauilloso Wonder- to ya de dar el salto definitivo, se abrió la
/ul. No lo hice. Era mejor no despertar- puerta de mi habitación.
le. Seguro que tendría tanto sueño como Mi madre. Estaba acelerada, nerviosa
yo. Eso si aún seguía allí. Tal vez habia y resoplaba. Pero al verme a los pies de
vuelto a su casa. ¿Se habría llevado mi ca- mi cama, como un barco a punto de en-
miseta de fútbol? Sentí no haberle dejado trar en puerto, se alegró. Se alegró por-
claro que se la podía llevar, como recuer- que pensó que el barco estaba saliendo
do. del puerto, cuando en realidad había pa-
nBueno, en todo caso, lo descubriré sado la noche en alta mar. Hay veces que
después de descansar un poco en mi ca- es difícil saber si uno va o viene. Fui víc-
ffid)), penSé. tima de uno de esos momentos.
Tambaleándome con pasitos cortos y Dejó de resoplar y me felicitó por ha-
rápidos me dirigí a la cama. No sabía qué berme levantado diez minutos antes de
hora era, ni me interesaba. Tenía la es- que sonara el despertador y de que estu-
peranza de poder dormir una o dos ho- viera haciendo la cama. Luego se quejó
ras más. No fue así. de que mi padre se había dormido V de
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que iba a llegar tarde a su trabajo. Siguió No pude completar la frase. Me miró.
diciendo que, ahora, ella deberia acom- Me dio un beso y me respondió que eso
pañarme a mí al colegio , a él a su traba- no era nada que no se solucionara con un
jo y que, al final, sería ella la que llegaría buen lavado de cara.
tarde a la oficina. Entonces, dirigió mi cuerpo hacia la sa-
Yo sonreí. Cualquier duda de si todo lida y me empujó diciéndome que mi pa-
había sido un sueño había quedado anu- dreya había terminado de ducharse y que
lada. Pero el sueño que tenía no había me diera prisa.
quedado anulado. Quería quedarme en la Aprovechando la inercia del despegue,
cama. Y aun sabiendo que no tenía la más recorri el pasillo con los brazos colgando
mínima posibilidad, lo intentá. Le expli- y la cara larga. Mi padre salió del lavabo,
qué ami madre que había pasado una no- me guiñó un ojo y esbozó una sonrisa. Se
che movida, tal vezla más moüda de mi la devolvi. Me preguntó que cómo se en-
üda. Lógicamente no le dije nada de que contraba mi amigo, y yo le respondí que
en parte era culpa mía que papá se hu- ahora iría a verlo. Desapareció en su ha-
biera dormido. En parte, sí, porque la otra bitación, que no tenía monstruo.
parte de culpa era del monstruo. En el lavabo había aquella niebla es-
Sí le conté lo cansado, cansadísimo que pesa que solamente gusta al que se aca-
estaba y si podía... ba de duchar, no al que entra. Dejé la
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puerta abierta para que se esfumara elva- bazul, el más temido de todos los piratas.
ho. Me lavé la cara con los ojos cerrados. Empujado más por el aburrimiento que
Luego me mojé los dedos y me puse agua por la aventura, el chico empieza a in-
sobre los párpados y un poco sobre el la- vestigar y a jugar a los piratas. El asunto
grimal. ¡Guau! ¡Cómo escocía! El sueño se va complicando, sobre todo cuando
me picaba como una herida lavada con aparece el rebisnieto de Barbazul y...
jabón. Bueno, eso se me pasó por la cabeza
Bien. Me sentía mejor, mucho mejor. mientras volvía a mi habitación dispuesto
Empezaba a despejarme, a tener la ca- a vestirme con tranquilidad para ir al co-
beza clara y a recordar con más detalle legio.
todo lo que había sucedido por la noche. De tranquilidad nada.
Tenia la extraña sensación de haber Desde el pasillo pude ver el armario
descubierto algo muy valioso, un nuevo con las puertas abiertas de par en par y
continente, un tesoro perdido. Recordé con mi madre, como un domador de leo-
un libro que había leído: El último botín nes, con medio cuerpo metido en la bo-
de Barbazul. El protagonista encontraba ca del armario.
dentro de un enigmático libro las pistas ¡Maldita sea! ¡Quería ser yo elque abrie-
necetarias para encontrar el último teso- ra el armario! Me lo merecia. Había es-
ro que había escondido, siglos atrás, Bar- tado toda la noche preparándome. Toda
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la noche preguntándome. Que si abro, y como yo sospechaba, había desapare-


que si no abro, que sí, que no... Sentía el cido. Como a los gatos elagua, a los mons-
mismo tipo de enfado que cuando alguien truos no les gusta la luz del día.
abre un regalo que te han hecho a ti. Bajé la vista. El cómic estaba allí, pero
Aceleré. Tenía que llegar antes de que antes de que yo pudierarecogerlo delsue-
mi madre se pusiese a gritar o se desma- lo, lo hizo mi madre. Me preguntó si me
yara del susto. La parte de su cuerpo que pasaba algo, que estaba un poco raro y
quedaba fuera del armario no se movía. que si no tenía una estanteria para guar-
¿Sería tarde? ¿Le abría comido la cabe- dar los tebeos. Le contesté que no me pa-
za? saba nada. No me apeteciacontarle lo del
Imposible. ¡El monstruo no había que- monstruo. uTal veZ»», pensé, utodo han si-
rido cenar ni una cucaracha! Entrá en la do imaginaciones mías.,
habitación como un torbellino. Aparté a Me vestí despacio. Estaba triste. Exac-
mi madle de la boca del león. Aún tenía tamente np puedo decir por qué. Sola-
la cabeza sobre los hombros. Perfecto. mente estaba triste.
Ella protestó. Me miró con cara de pocos Mi madre estaba ordenando el arma-
amigos, mientras yo miré dentro del ar- rio, quejándose de que yo ponía las cosas
mario. de cualquier manera y que no se puede
Nada. Nada de nada. El monstruo, tal ser tan desordenado.
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Preparé la mochila. Metí el libro de


Lengua y algunas cosas más que iba a ne-
cesitar en clase.
Me colgué la mochila a la espalda. Es-
taba de muy malhumor. Tenía la sensa-
ción de haber sido un tonto. En elarmario
nunca había habido nada. Solamente mi
ropa, nada más. Había tenido miedo de
mi ropa. Les había dejado un cómic a mis
pantalonnr. Érn fue el momento en que
casi dejo de creer en estas cosas. El mo-
mento en que casi empiezo a ser un adul-
to más, F,pro no fue así.
Salí de la habitación, con mi madre aún
intentando domar el armario.
No había dado ni dos pasos cuando mi
madre me chilló, muy enfadada.
Me quedé clavado, como una imagen
congelada. De espaldas pude oírla que me
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decía que qué demonios era eso. Exacta- Nunca más me puse la camiseta. En
mente, lo recuerdo como si fuera hoy: realidad aún la guardo para regalársela si
camiseta de fútbol está llena de vuelve algún día. Pero no ha vuelto. Pue-
-Tu
babas, es asqueroso. ¿Se puede saber dón- de que no sepa encontrar el camino. Ya
de te metes? Si está sucia la pones para se sabe que hay muchas habitaciones de
lavar, no la cuelgues en el armario. Me- niños y muchos armarios.
nos mal que es tu favorita. ¡Pero, por fa- Mira esta noche dentro deltuyo, talvez
vor, cuántas babas! tengas suerte.
Sonreí.
Bajé, a desayunar.

Desde fiuella noche que tuve un mons-


truo encerrado en el armario he espera-
do a que volviese a hacerme otra visita.
Yo ya tuve una oportunidad y no me atre-
ví a abrir la puerta del armario. Cada no-
che pienso en ello.

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