Trabajo Del Profeta Isaias 1-39

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TRABAJO FINAL DE

PROFETAS I
LA VOCACIÓN DE ISAÍAS

La visión de la santidad y del poder universal de Dios que


ha tenido en su llamada profética dominará toda su
predicación. Verá la injusticia contra el pobre y el oprimido
como una ofensa contra el “Santo de Israel”, su nombre
favorito para designar a Dios. Desde esa santidad, tratará
de avivar la vacilante fe del pueblo.

MIGUEL ALCIDES BAUTISTA MENDOZA


II de Filosofía
PBRO. GALO SANCHEZ. P.s.s
INTRODUCCION

De la persona de Isaías sólo sabemos lo que él mismo dice en su libro y lo que nos deja
leer entre líneas: un hombre exquisitamente culto, de buena posición social, quien
siguiendo quizás una tradición familiar ocupó un puesto importante en la corte real de
Jerusalén. Hijo de un tal Amós, sintió la vocación profética en el año 742 a.C. “el año de la
muerte del rey Ozías” (6,1).

Ya metido en su ministerio profético, se casó con una mujer designada como


“profetisa” (8,3), de la que tuvo dos hijos, cuyos nombres simbólicos (7,3 y 8,3) se
convierten en oráculo vivo sobre la suerte del pueblo. Toda su actividad profética se
desarrolló en Jerusalén, durante los reinados de Ozías (Azarías), Yotán (739-734 a.C.),
Acaz (734-727 a.C.) y Ezequías (727-698 a.C.).

Durante siglos todo el escrito se atribuyó a un solo autor, a Isaías que en hebreo
significa «El Señor salva». Hoy día la obra aparece claramente dividida en tres partes: los
capítulos 1–39 serían del profeta Isaías propiamente dicho; los capítulos 40–55, de un
profeta anónimo que ejerció su ministerio, dos siglos más tarde, entre los desterrados de
Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.), y al que conocemos como Isaías II o
Deuteroisaías; finalmente, los capítulos 56–66 formarían una colección de oráculos
heterogéneos perteneciente a la época del retorno del destierro y de la reconstrucción del
templo, a la que se le ha dado el título de Isaías III o Tritoisaías.

A pesar de las diferencias entre sí y del largo período histórico que abarcan las tres
partes de la obra (tres siglos), el conjunto del escrito aparece como un todo unitario,
portador de un mismo espíritu profético y de una misma visión trascendente de la historia.
LA VOCACION DE ISAÍAS

Pocos textos hay tan célebres como este capítulo 6 de Isaías, al que se le llama
generalmente la llamada o la vocación de Isaías. Y con toda razón, ya que este relato es una
obra maestra en todos los sentidos: literario, cultural, teológico.

1. Is 6 en su contexto literario e histórico

Para Isaías, el relato de su vocación constituye el prólogo, no ya del conjunto del libro,
sino de una pequeña colección de textos que suelen llamarse el líbrito del Emmanuel,
conjunto de oráculos del tiempo de la guerra siro-efraimita1 Is 6-9, 6 forma un conjunto
muy estructurado y coherente, mientras que Is 9, 7 parece ser la continuación de Is 5 (serie
de oráculos en torno a la misma palabra clave ¡Ay!, o del mismo estribillo y con todo eso
no se aplaca su ira, sigue extendida su mano). Is 6 aparece ligado íntimamente con el resto
del librito del Emmanuel. Indiquemos sólo algunas señales: mención de la muerte del rey
Ozías (6, 1) Y nacimiento de un heredero sobre el trono de David (9, 5-6)2 ; la expresión
Ese pueblo, típica de este conjunto, se encuentra en 6, 5. 9.10 Y 8, 6.11.12 (cf. también
9,1); el tema de la devastación aparece con frecuencia en todo el conjunto de estos c. 6-9, 6.

Desde el punto de vista histórico, hemos de considerar este texto a dos niveles: 6, 1
sitúa la visión en el año de la muerte del rey Ozías, que tuvo lugar el 740. Desde el punto de
vista de la redacción, el c. 6 está muy ligado a 9, 1-6, que debe situarse en el año 729-728.
Esto quiere decir que la redacción de la visión del c. 6 no puede situarse antes del 729-728.
Hay por tanto un desnivel entre la visión y el relato de forma autobiográfica que se hace de
ella. La redacción de Is 6 supone la actividad del profeta al menos durante la guerra siro-
efraimita3.

2. Análisis literario del texto

Impresiona a primera vista la abundancia de verbos como ver, oír, decir. El relato
comienza por un vi (6, 1) del que depende todo lo demás; lo restante forma parte de esta
visión. He visto con mis ojos al rey Yahvé Sebaot, declara el profeta (6, 5), y por eso se
siente perdido o reducido al silencio. Ese ver del profeta tiene su antítesis en los versículos
9 y 10, Isaías tiene que decir al pueblo: Mirad con vuestros ojos, sin comprender (6,9);
orden que se explica en el versículo 10: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan. Hay

1
Cf. JESUS M. ASURMENDI., Isaías 1-39, Editorial Verbo Divino, Avda. de Pamplona, 41
ESTELLA (Navarra) 1981. Pág. 16.
2 En Is 9, 1-6, no se trata probablemente del nacimiento físico del heredero real, sino de su nacimiento como rey, es decir,
de su subida al trono. En efecto, era en esa ocasión cuando el rey se convertía en "hijo de Dios" por adopción.
3 Cf. JESUS M. ASURMENDI., Isaías 1-39, Editorial Verbo Divino, Avda. de Pamplona, 41

ESTELLA (Navarra) 1981. Pág. 17.


pues una oposición: el profeta ve, pero el pueblo no verá nada aunque mire bien. La misión
del profeta consiste en hacer de modo que el pueblo no pueda ver.

Isaías oye muchas cosas durante su visión. Oye la aclamación de los serafines. La voz
de aquel que grita; oye la voz del Señor que habla. Paradójicamente, sólo toma la palabra
para decir que quedó reducido al silencio.}

A partir del versículo 8 es cuando empieza el diálogo del profeta con su Dios. A la
pregunta de Yahvé corresponde la respuesta del profeta que va seguida de la orden de Dios,
cuyo contenido sigue siendo el de decir: "Vete y di a ese pueblo" (6, 9). En el v. 11, el
relato se reanuda con otra pregunta del profeta: "¿Hasta cuándo, Señor? Y él dijo... ".
La relación entre todos estos términos de comunicación es importante. Isaías empieza
por ver y oír. Ve a Yahvé, su gloria, oye a los serafines proclamar las alabanzas de Dios.
Todo esto provoca en él una exclamación: Estoy reducido al silencio (estoy perdido)
porque mis ojos han visto al Señor y soy un hombre de labios impuros... En estos
momentos se tiene la impresión de que todo está perdido para él, de que no podrá tratar con
su Dios. Pero uno de los serafines vuela hacia él y le purifica los labios. A partir de ese
momento es cuando puede oír la voz de Dios y cuando se establece la comunicación. El
pueblo, por el contrario, no ha visto nada, no se ha dado cuenta de su estado; por eso no
verá, no oirá, no dirá nada, no podrá tener un diálogo directo con Dios. El pueblo, de hecho,
se queda fuera, no es sujeto "positivo" de ningún verbo: no ve, no oye, no dice nada.

Hay otros elementos literarios que pueden ayudarnos a entrar en el movimiento del
texto. Por ejemplo, el contraste entre 6, 1-4 y 6, 11-13. En los cuatros primeros versículos
se encuentra tres veces el verbo llenar: el templo está lleno de la orla de su manto, la tierra
está llena de su gloria, el templo está lleno de humo. Al contrario, en los últimos versículos
hay una serie de verbos y de expresiones exactamente opuestas: ciudades sin habitantes,
campos desolados; el Señor alejará a los hombres, crecerá el abandono en el país". El
contraste es impresionante, ya que entre estas dos partes del texto está la purificación y el
envío del profeta.

También es significativo el vocabulario de 6, 9-10 además del verbo ver hay otros tres
verbos: oír, mirar, entender, y en correlación con ellos, tres partes importantes del cuerpo
humano: ojos, oídos y corazón. ¿De dónde viene esta terminología? Del mundo de la
"sabiduría", del ambiente de los escribas. La sabiduría, es el arte de salir bien, de conseguir
éxito, de llegar a la felicidad en todos los terrenos. Esta terminología nos remite entonces a
lo más importante que hay en la vida del pueblo; la misión del profeta afecta al punto
principal; si el pueblo no ve, no podrá comprender ni podrá decir nada; será imposible la
comunicación con Dios; no podrá curarse ni convertirse4.

4
Ibíd., pág. 17.
3. El marco cultural

Para comprender un texto, hay que situarlo en su tiempo y en su marco cultural; si no,
corremos el peligro de dejar al margen muchas cosas importantes.

Observemos ante todo el tinte monárquico de este capítulo. En primer lugar, el autor
nos sitúa en el año de la muerte del rey Ozías. Otros elementos nos hacen pensar en la corte
o en las ceremonias del templo relativas al rey; por ejemplo, el trono alto y excelso, la orla
del manto real, símbolo de la autoridad. Isaías declara: He visto con mis ojos al Rey y Señor
de los ejércitos (Yahvé Sebaot). Es la primera vez, en el Antiguo Testamento, que se da a
Dios este título. La pregunta de Dios: ¿Quién irá por nosotros? (¿Quién será nuestro
enviado?), con el plural del texto original (nosotros), nos sitúa en el marco de una escena en
la corte divina; se trata de encontrar un enviado para cierta misión. Así, pues, toda esta
primera parte realiza cierta trasferencia: se le dan a Dios los atributos y las características
de un rey terreno.

En la segunda parte, el rey celestial envía al profeta a cumplir una misión ante el
pueblo. Esta misión, como hemos visto, está en estrecha relación con la sabiduría, con el
éxito del pueblo en el conjunto de su vida. Pues bien, en la mentalidad de la época y en las
categorías de la ideología monárquica, el que se encarga de esta misión es el rey terreno,
considerado como hijo adoptivo de Dios y mediador entre Dios y el pueblo5 En el v. 11, el
profeta le pregunta a Dios: ¿Hasta cuándo, Señor? Se trata de la intercesión, es decir, de
uno de los aspectos característicos de la función real: el rey tiene que ser el intercesor del
pueblo delante de Dios (cf. 1 Re 8). Pero también en esta ocasión es el profeta el que ocupa
el lugar del rey. Se comprueba así, en esta segunda parte, una trasferencia: se atribuye al
profeta lo que pertenece normalmente al rey: Dios le encarga de una misión para el pueblo
y es él el que intercede por el pueblo delante de Dios.

4. Lectura de Isaías 6

Desde el punto de vista de su articulación, pueden verse en él cuatro partes:

1) La visión que permite al profeta darse cuenta de su estado y del de su pueblo (6, 1-4).
2) Esto le lleva a constatar que está perdido, que no puede decir nada, que no puede
participar en la alabanza de los serafines; y lo que vale para él, vale evidentemente para su
pueblo (6, 5).
3) La purificación permite el diálogo con Dios; el profeta recibe su misión (6, 6-10).
4) Cuando el profeta pide explicaciones, Dios responde y concreta el alcance de su misión,
así como su carácter supletorio respecto al rey: esta suplencia será sólo transitoria, ya que el

5
Por lo que se refiere a la ideología real.
tocón representante de la dinastía será una semilla santa, tendrá que desempeñar de nuevo
su papel (6, 11-13). Así, pues, todo gira en torno a las dos partes centrales: purificación del
profeta, misión-envío.

Isaías estuvo en conflicto con todo el mundo; combatió contra el rey, contra los
funcionarios, a veces contra los sacerdotes y, con ellos, contra toda su sabiduría. Intentó
hacerles ver, oír, comprender. Pero ellos dejaron de lado todos los planes de Dios, las
promesas de la dinastía, para seguir sus propios planes. Por eso Isaías declara con
frecuencia: "Israel no conoce, mi pueblo no recapacita" (Is 1, 3)6.

La misión del profeta podría explicarse muy bien de la manera siguiente: "Por mucho
que oigáis, no comprenderéis nada; por mucho que veáis, no sabréis nada" (Is 6,8). Es
preciso que la ceguera del pueblo llegue hasta el fondo "¿Hasta dónde, Señor?" (Is 6,11).
Es preciso que la devastación tenga lugar, que la desolación se establezca, que el país quede
vacío. Todo esto será efectivamente el fruto de la ceguera del pueblo.

El relato de la vocación de Isaías es una especie de introducción al librito del


Emmanuel. Y como en toda introducción, todo está allí: el punto de partida (visión
inaugural, toma de conciencia de la realidad de Dios y del pueblo), el cuerpo del libro con
su mensaje (el hecho de que Isaías fue el verdadero mediador durante la guerra siro-
efraimita y que, a pesar de su ministerio y de todas sus llamadas, el pueblo no comprendió
nada) y el final, la esperanza "su tocón será semilla santa"7.

5. Teología

Las ideas que desarrolla son principalmente8:

 La santidad de Dios, cuya sublimidad experimenta en el momento de su vocación


(6, l s).
 La conciencia del pecado del pueblo y del mundo, del que Dios exige reparación.
 La elección de Judá y Jerusalén, a pesar de todo; siempre quedará un resto que
heredará las promesas.
 Confianza en Dios, apoyada en una sincera conversión, frente al acoso enemigo; es
la única garantía de salvación.
 Fe en la descendencia davídica de un Mesías, que será rey de paz y de justicia.

6
Cf. JESUS M. ASURMENDI., Isaías 1-39, Editorial Verbo Divino, Avda. de Pamplona, 41
ESTELLA (Navarra) 1981. Pág. 20.
7 Este relato de vocación, considerado como una introducción y un resumen de la actividad y del mensaje del profeta,

puede compararse con los relatos de la infancia de Jesús en los evangelios de Mt y Lc. Cf. C. Perro!, Los relatos de la
infancia de Jesús (Cuadernos Bíblicos, n. 18). Estella 1978, sobre todo p. 35.
8
Cf. Curso de la Biblia, textos de Tirso Cepedal, pág. 64
6. Valoración

Como hombre, Isaías fue un héroe nacional que intervino arriesgadamente ante los
reyes para ofrecer caminos de salvación en momentos difíciles. Como escritor es
considerado justamente como el más genial del AT.
Como profeta es el gran reivindicador de los derechos de Dios. Nadie en todo el AT ha
hablado tan abiertamente como Isaías para denunciar el orgullo de Judá, su intemperancia,
su encallecida injusticia para con el pobre. Estaba convencido de que Yahvé iba a destrozar
la nación en su juicio... La doctrina de Isaías sobre el `resto' da al mensaje del profeta un
tono optimista que, sin embargo, no llega a empañar su visión del juicio inevitable sobre
tanta maldad9.

7. Mensaje

Hoy en día el mundo está como en los días de Isaías, se describe casi a la perfección
los acontecimientos que están sucediendo hoy en día con este mundo, y para ser más
específico, con los cristianos. La sensualidad y la autocomplacencia llenan los corazones de
las personas, las mujeres están mas inmorales, y los hombres más entregados a los placeres
mundanales. El Israel antiguo se vio afectado por la introducción de prácticas paganas
como por ejemplo adoración a baal, la infiltración de prácticas paganas, etc.

Hoy en día podemos ver como en nuestra mentalidad se han infiltrado tradiciones
incorrectas, y muchas de ellas están en la Iglesia. Dios dice que vendrá un castigo o un
juicio final, en el cual todos darán cuenta de sus actos, pero en gran detalle a tener en
cuenta es que Él primero manda a su profeta a que volvamos al verdadero camino y que nos
arrepintamos, así podremos formar ese remanente que se describe en el libro de Isaías el
cual no sufrirá daño.

En el texto podemos ver la misericordia de Dios, dando sentencias, porque la situación


era insostenible, pero a la vez clamando con todo su corazón para que sus hijos y quienes
quieran se arrepientan para que no tengan que sufrir lo que les iba a venir después.

9
Ibíd., pág. 65
Conclusión

El relato de la vocación del profeta Isaías es uno de los textos más hermosos y mejor
construidos del Antiguo Testamento. Desde el punto de vista teológico, tiene igualmente
una gran importancia. Resume de manera magistral las líneas generales del ministerio del
profeta (frente al rey, frente a los escribas, frente al pueblo), así como las bases de su fe:
santidad de Dios, impureza del pueblo, futilidad de la sabiduría de los escribas y del rey,
necesidad del castigo frente a la ceguera del pueblo, conciencia de su propia misión en
nombre de Dios en la misma medida en que falla la mediación real, confianza en la
promesa de Dios sobre la dinastía de David.

Este relato no es un informe sobre la visión inaugural del profeta. Pero explica
magníficamente la conciencia que tenía Isaías de su llamada, de su misión y del alcance de
su ministerio.
Bibliografía

JESUS M. ASURMENDI., Isaías 1-39, Editorial Verbo Divino, Avda. de


Pamplona, 41 ESTELLA (Navarra) 1981.

Curso de la Biblia, textos de TIRSO CEPEDAL.

Biblia de Jerusalén.

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