Actividad Fisica 2
Actividad Fisica 2
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TESIS DOCTORAL
TESIS DOCTORAL
DIRECTORES:
Mediante estas líneas quisiera mostrar mi más sincero agradecimiento a todas aquellas
personas, sin cuya contribución y colaboración, me hubiera sido imposible la realización de esta
tesis, y a los que quedo enormemente agradecidos.
Dra. Estrella Mª Brito Ojeda, por sus valiosos consejos e inestimable asesoramiento
profesional y personal en la realización de esta investigación, por su incondicional apoyo, su
constante ánimo, sus valiosas aportaciones y por brindarme su amistad. Muchas gracias por todo.
A todos los miembros de nuestro equipo de investigación sin los que hubiera sido imposible
que este estudio viera la luz: Roberto Ojeda García, Miriam Navarro Hernández, M. Rosario
Sánchez Marrero, Lorena Almeida León, Zaira Santana Amador, Alejandro Santana Alemán, Yves
Saá Guerra, Diana Quintana Santana, Arminda Godoy Pérez y Carlos Fontanillo Macías, a todos
les quedo profundamente agradecido.
A la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, a los miembros de las
comunidades educativas de los centros participantes en este estudio; IES Las Galletas, IES Adeje,
IES Sta. Úrsula, IES S. Hermenegildo, IES Ofra, IES Simón Pérez, IES Guillermina Brito, IES Blas
Cabrera Pinto, IES Alcalá, CEO Luján Pérez, IES Roque Amagro, IES Bañaderos e IES Siete
Palmas, miembros de los equipos directivos, orientadores, tutores, profesores y profesores de
Educación Física de los departamentos didácticos, por su colaboración desinteresada que ha
contribuido a la buena marcha de esta investigación, contribuyendo a aportar conocimiento
científico en el campo de los hábitos de vida activos y saludables en la adolescencia.
Y fundamentalmente quiero dar las gracias, a los 800 alumnos que han participado en este
proyecto de investigación, por contribuir a definir el estilo de vida activo y saludable de los
adolescentes de la Etapa de la Educación Secundaria Obligatoria en Canarias.
Índice
ÍNDICE
ÍNDICE ............................................................................................................... 1
INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 9
1
Eduardo López López Tesis Doctoral
1.2.4. La percepción de la Salud y Bienestar Personal asociada a la
práctica de la Actividad Física: Bienestar Físico, Bienestar
Emocional y Autoestima .................................................................... 74
2
Índice
2.3.2.1. Determinación teórica de la muestra ........................................ 131
2.3.2.2. Características de la muestra ................................................... 132
2.3.2.3. Características de la muestra en función del género, edad
y nivel educativo ....................................................................... 133
2.3.3. Variables del Estudio ...................................................................... 135
3
Eduardo López López Tesis Doctoral
3.2. OCIO NO ACTIVO EN FUNCIÓN DEL GÉNERO ................................... 198
4
Índice
3.8.3. Relación entre la práctica de la Actividad Física, el Índice de
Masa Corporal, el Porcentaje de Grasa Corporal y el tiempo
empleado en Ocio no activo ............................................................. 238
5
Eduardo López López Tesis Doctoral
4.7. SOBRE LA PERCEPCIÓN DEL ESTADO DE SALUD Y
BIENESTAR EN LOS ADOLESCENTES ............................................... 292
6
INTRODUCCIÓN
Introducción
INTRODUCCIÓN
Entre la comunidad científica existe un amplio consenso al otorgar enorme valor a la práctica de
la actividad física (en adelante AF) desde las etapas más tempranas de la vida, donde las evidencias
reflejadas en múltiples estudios de corte epidemiológico realizados constatan los enormes beneficios que
de ella se derivan sobre la salud, la calidad de vida y el desarrollo personal de los que la practican de
forma habitual, frente a los riesgos o efectos negativos que comportan los estilos de vida asociados a
hábitos no activos o sedentarios (Caspersen et al., 1985; Sothern et al., 1999; Guallar-Castillón et al.,
2002; Warburton, Nicol & Bredin, 2006; Lippi, Schena & Guidi, 2006; AVENA, 2006; AFINOS; 2008;
HELENA; 2008; OMS; 2010).
Ello hace que en las creencias de las sociedades modernas se asuma que la AF debe apreciarse
integrada en los hábitos de vida de la población, configurando en los individuos patrones asociados a un
estilo de vida físicamente activo y saludable que deben ser objeto de intervención en las etapas iniciales
de la vida, niñez y adolescencia, con la finalidad de que éste perdure a lo largo de sus vidas.
En consecuencia con esta exposición de motivos, los adolescentes se han convertido en un grupo
prioritario objeto de intervención con el propósito de valoren e incorporen en sus hábitos de vida un fuerte
vínculo o compromiso con un estilo de vida físicamente activo y se conviertan en los destinatarios de los
múltiples beneficios y ventajas que se derivan del mismo, a través de una relación saludable y habitual
con la práctica de actividades físico-deportivas, cuya oferta deberá atender a las diferentes necesidades
e intereses de este grupo concreto de población que en la actualidad muestra unos niveles de inactividad
alarmantes, constatados en los diferentes estudios de ámbito nacional que se han realizado
recientemente (Fernández García y cols., 2003, 2006, 2008; Gálvez, 2004; Hernández y Velázquez,
2007; Serra, 2008; Hernández, 2010; Martínez, 2010).
9
Eduardo López López Tesis Doctoral
Entre los múltiples beneficios y ventajas que se derivan en los adolescentes acordes al nivel de
compromiso que muestren con relación a un estilo de vida físicamente activo, es preciso añadir los
relacionados con la valoración y adquisición de conductas saludables, al ser éste un aspecto en el que
también existe un amplio consenso entre la comunidad científica en otorgar un enorme valor a la práctica
de la actividad físico-deportiva por su influencia y relación con la adquisición de conductas positivas
desde la perspectiva del estado general de salud.
La Organización Mundial de la Salud (en adelante OMS) desde su constitución (1948) propuso una
idea de salud en sentido amplio y de carácter positivo “estado de completo Bienestar Físico, mental y
social y no la mera ausencia de enfermedad”. Y tal y como ha indicado Fernández García (2003), esta
definición, que constituye fundamentalmente una declaración de principios, aporta una concepción
10
Introducción
integral de la salud en la cual quedan comprendidas las dimensiones psicológicas y social, en la que la
salud del individuo y la salud colectiva, incumbe además de al Sistema Sanitario, a la Psicología de la
Salud estando ésta última vinculada a lo que en la literatura especializada se denomina “estado general
de bienestar percibido” o “estado psicológico de bienestar” (well-being).
Desde esta perspectiva del estado general de salud es preciso referirse además al concepto de
salud pública utilizando una de las definiciones más aceptada como es la formulada en 1987 en el
denominado informe Acheson: donde se la define como el arte y la ciencia de prevenir las enfermedades,
promover la salud y prolongar la vida mediante los esfuerzos organizados de la sociedad (Salleras y
Serra Majen, 2005). Y más concretamente al estudio de los hábitos alimentarios de la población
adolescente por constituirse éstos en un componente esencial de su estado de salud, y dado que en la
actualidad la desnutrición en España en sus formas graves ha dejado de ser un problema de salud
pública, lo que en realidad preocupa a los profesionales e investigadores de este ámbito son los
desequilibrios alimentarios y el papel que desempeñan en el desarrollo de enfermedades crónicas como
la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares o ciertas formas de cáncer (Bengoa, 2005).
Donde si bien las causas que originan los problemas nutricionales en los adolescentes son variadas,
éstas se enmarcan en tres grandes grupos: elevados requerimientos nutricionales, hábitos inadecuados
de alimentación y trastornos de la conducta.
En este sentido, en la actualidad en los países desarrollados se observa cómo se está produciendo
una modificación de los hábitos de alimentación de carácter alarmante que afecta entre otros grupos de
población a los adolescentes. Y aún entendiendo que la citada modificación tiene un origen multifactorial,
se podría destacar el hecho de que desde hace aproximadamente dos décadas las multinacionales del
sector de la comida rápida han hecho una irrupción mediática en nuestro país, estando éstas más
preocupadas por aspectos mercantiles que por ofertar un tipo de alimentación saludable, a lo cual se ha
unido una escasa educación para el consumo, cambios en la estructura familiar, incorporación de ambos
miembros de la unidad familiar al mundo laboral y ausencia de abuelas en el domicilio. Lo cual ha tenido
como consecuencia el que se estén provocando una serie de desequilibrios nutricionales asociados a un
consumo excesivo de grasas y calorías (efecto fast-food: comida rápida) unido a una disminución en la
ingesta de alimentos hidrocarbonados y fibras que se traduce en un menor consumo de pan, patatas,
verduras, hortalizas, frutas y verduras, un elevado consumo de azúcares refinados y un déficit selectivo
de algunas vitaminas y minerales. Ante lo cual se hace necesario incidir en este grupo de población
mediante la planificación de programas de educación alimentaria incluidos a su vez en proyectos de
promoción y educación para la salud, de forma que estos hábitos alimentarios estén condicionados por
el tipo de alimentos que ofrece el entorno y que en
11
Eduardo López López Tesis Doctoral
nuestro ámbito se asocian a un patrón de Dieta Mediterránea (en adelante DM) óptima, de acuerdo con
los principios de alimentación equilibrada y saludable, tal y como vienen indicando la Fundación DM,
presidida por el Doctor Serra Majen, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (en adelante SENC),
así como las evidencias que viene aportando el estudio PREDIMED, acrónimo de un estudio nutricional
longitudinal de ámbito español con DM, para evaluar su eficacia en la prevención primaria de
enfermedades cardiovasculares. Dieta que ha sido declarada Patrimonio Cultural Intangible de la
Humanidad por la UNESCO (2010), que en opinión de autores relevantes en el ámbito de la nutrición, es
más que una pauta nutricional, un estilo de vida, la cual asociada a la práctica del ejercicio físico se
constituye en un modo de vida saludable (Serra Majen, 2011).
Además, con relación a la necesaria evaluación nutricional de los adolescentes y dada la estrecha
relación que se establece entre nutrición y salud toma protagonismo la evaluación antropométrica, la cual
tiene por objeto determinar las modificaciones en la constitución y composición corporal (porción magra
y grasa), a través de medidas físicas de longitud y peso, al estar aceptado en la actualidad que el perfil
antropométrico, aspectos morfológicos de constitución y composición corporal, están más ligados a
factores ambientales de lo que se creía y entre ellos a la alimentación, especialmente en las fases de
crecimiento rápido como ocurre durante la etapa de la adolescencia.
Con relación a todo lo expuesto, en la actualidad los diversos estudios de ámbito internacional y
nacional realizados en población adolescente han evidenciado un preocupante descenso en los niveles
de práctica de AF en los adolescentes del género masculino, el cual se muestra alarmante en el género
femenino, niveles que además decrecen conforme se avanza en la edad de la adolescencia. Donde en
contraposición, se revela como preocupante el nivel de sedentarismo que se observa actualmente en la
adolescencia y su progresivo incremento entre los 12 y los 16 años con un efecto especialmente
acentuado en la población femenina.
Ante esta circunstancia que se traduce en un escaso compromiso con un estilo de vida físicamente
activo que impide a los adolescentes acceder a los mencionados beneficios que provoca la práctica
habitual de AF en su salud, calidad de vida y desarrollo personal, y acorde con la tendencia internacional,
se hace necesario cambiar esta tendencia a través de la implementación de programas de intervención
para la promoción de la práctica de la AF y la adquisición de conductas saludables de carácter
multidisciplinar en los que se empleen estrategias que se muestren adecuadas y logren conectar con las
necesidades e intereses que presenta este sector de la población.
Por ello, ha sido todo este conjunto de motivos expuestos y entendiendo que los adolescentes de
la Comunidad Autónoma de Canarias no estaban exentos de esta problemática lo que motivó
12
Introducción
Nuestro estudio denominado “Compromiso de los Adolescentes de Canarias con un Estilo de Vida
Físicamente Activo y Saludable”, tiene un carácter descriptivo y explicativo, se ha aplicado a una muestra
de 800 adolescentes, 400 adolescentes del género masculino y 387 adolescentes del género femenino
pertenecientes a la Comunidad Autónoma de Canarias, seleccionados de entre los trece centros
educativos elegidos, estratificando por densidad de población y zonas geográficas, según distribución
por provincia y tamaño poblacional de los municipios, a partir de lo cual, la muestra final quedó
configurada conforme a la siguiente distribución por niveles educativos: 205 alumnos/as en 1º de la ESO
(en adelante ESO), 201 en 2º de la ESO, 191 en 3º de la ESO y 203 en 4º de la ESO.
13
Eduardo López López Tesis Doctoral
En el capítulo II, se concretan para nuestro estudio los diferentes apartados que refieren al diseño
general de la investigación, definiendo tanto la hipótesis de partida del estudio como los objetivos
generales y específicos planteados para su desarrollo, el diseño metodológico que posibilitó el estudio
descriptivo, los instrumentos de medición empleados, así como la organización y procedimiento
empleado en la recogida de los datos y su posterior tratamiento estadístico.
Para finalizar este apartado, a continuación se expone de una forma visual la estructura general
de nuestro trabajo de investigación. (Figura1)
14
Introducción
OBJETO DE LA INVESTIGACIÓN
Fundamentación Teórica
Determinación
Teórica de la Muestra
Resultados
Discusión
15
CAPÍTULO I
FUNDAMENTACIÓN
TEÓRICA
Capítulo I: Fundamentación Teórica
17
Eduardo López López Tesis Doctoral
El estilo de vida puede definirse como el conjunto de patrones de conducta que caracterizan la
manera general de vivir de un individuo (Mendoza, 1994) y que se asocian al conjunto de decisiones
tomadas que repercuten sobre su salud, o en suma los factores sobre los que un sujeto puede tener
control.
Permite mantener el
Disminuye la tensión arterial. adecuado tono muscular
(Boyer y cols., 1970) (Olander y Aniansson, 1980)
Figura 1.1: Incidencias positivas del ejercicio físico en la salud (Fuente: Ramos-Gordillo, 2003)
18
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Además, los beneficios que proporciona la práctica de la AF y deportiva desde la etapa de la niñez
y a lo largo de la vida se pueden clasificar a grandes rasgos en tres categorías (Merino et al. 2006):
Es importante referir que la OMS desde su constitución (1948), propuso una idea de salud en
sentido amplio y de carácter positivo “estado de completo BF, mental y social y no la mera ausencia de
enfermedad”, y tal y como han indicado Fernández García y cols. (2003), esta definición que constituye
fundamentalmente una declaración de principios, aporta una concepción integral de la salud en la cual
quedan comprendidas las dimensiones psicológicas y social. En consecuencia y utilizando el concepto
de salud integral como punto de partida en la que la salud del individuo y la salud colectiva incumbe
además de al Sistema Sanitario a la Psicología de la Salud, ésta última se encuentra vinculada a lo que
en la literatura especializada se denomina “estado general de bienestar percibido” o “estado psicológico
de bienestar” (well-being).
En esta línea, las aportaciones de Fernández García y cols. (2003) indican que son diversos los
estudios y revisiones de la literatura que apoyan la existencia de una cierta relación entre los efectos de
la práctica de AF sobre el estado psicológico de bienestar (Folkins y Sime,1981; Dishman,1985 y 1986;
Dubbert, Martin y Epstein, 1986; Morgan y Goldstone,1987; Leith y Tailor, 1990; Freedsan,1992;
Bidle,1993; Bidle y Goudas,1994; Weyerer y Kupfer,1994; Sánchez Bañuelos,1996), y que este apoyo
se produce en un mayor o menor grado dependiendo de una gran diversidad de condicionantes, lo que
hace que los resultados de muchas de las citadas investigaciones sólo sean generalizables dentro de un
ámbito y circunstancias restringidas.
La preocupación por que los diferentes sectores de población incorporen en sus hábitos estilos de
vida físicamente activos se ha visto reflejada de forma habitual en los documentos de consenso de las
OMS. Donde en lo referente a esta década, en el año 2004 la Asamblea Mundial de la Salud (en adelante
AMS) a través de la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, AF y Salud (en adelante
19
Eduardo López López Tesis Doctoral
RAES) recomendó que los Estados Miembros desarrollaran planes de acción y políticas nacionales al
objeto de incrementar los niveles de AF de sus poblaciones.
A su vez la AMS (2008) respaldó una resolución y plan de acción sobre prevención y control de
las enfermedades no transmisibles (en adelante ENT) el cual instaba a los Estados Miembros a aplicar
directrices nacionales sobre AF para la salud.
Donde con relación a esta problemática la OMS (2010) refiere a que la inactividad física se
constituye en la actualidad en el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad en todo el mundo,
lo que se traduce en un 6 % de defunciones a nivel mundial. Siendo este porcentaje sólo superado por
la hipertensión (13%), el consumo de tabaco (9%) y el exceso de glucosa en la sangre, de forma que se
afirma que este patrón de conducta poco activa repercute considerablemente en la salud general de la
población mundial y en la prevalencia de las enfermedades ENT, enfermedades cardiovasculares,
diabetes o cáncer y en los factores de riesgo asociados, estimándose que de cada diez defunciones seis
son atribuibles a las ENT.
Lo peor de esta cuestión es que los diversos estudios de impacto realizados (AVENA; 2006;
AFINOS, 2008; HELENA, 2008; OMS, 2010) refieren a que este estilo de vida se inicia desde la infancia
y constituye lo que sería en llamarse la primera etapa en la enfermedad hipocinética,
20
Capítulo I: Fundamentación Teórica
prevalencia de la inactividad física, momento en el que se establece lo que serán las bases del
sedentarismo y de los diferentes riesgos que el mismo conlleva. (Figura 1.2)
Obesidad. (Blair,1993)
Cáncer. (Blair; Kohl;
Gordon y cols., 1992)
Trastornos Cardiovasculares.
(Powell y Paffenbager,1985)
En nuestro país y con relación a esta problemática es preciso referir a las aportaciones del estudio
"Alimentación y Valoración del Estado Nutricional en Adolescentes" (en adelante AVENA), realizado entre
los años 2000 y 2003 sobre una muestra de 2.859 adolescentes de entre 13 y 18 años de edad (1.357
chicos y 1.502 chicas) representativa de la población adolescente española (Granada, Madrid,
Santander, Zaragoza y Murcia), el cual se diseñó para cubrir dos objetivos principales:
21
Eduardo López López Tesis Doctoral
En las primeras conclusiones de este estudio (2006) ya se indicaba la presencia de una alarmante
prevalencia de sobrepeso (en adelante SP) y OB acompañada de bajos niveles de actividad y condición
física y un estado metabólico y de inflamación crónica de bajo grado altamente implicados en el inicio y
desarrollo de las enfermedades cardiovasculares que pueden padecer los adolescentes españoles en un
futuro. Sugiriendo una mayor inversión en investigación para diseñar programas de actuación que
prevengan la OB, actuando sobre los malos hábitos alimentarios y la inactividad física junto a otras
intervenciones orientadas a propiciar modificaciones en los hábitos perjudiciales de la población que ya
presenta SP, que se ha traducido en una continuación del estudio inicial mediante el proyecto
denominado “Desarrollo, aplicación y evaluación de la eficacia de un programa terapéutico para
adolescentes con SP y OB: educación integral nutricional y de AF”, que tiene como acrónimo EVASYON,
el cual ha sido premiado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Estregia NAOS
(2008).
Además y con relación a este estudio, se asocian un cuerpo de investigaciones recientes que
profundizan sobre los efectos que la práctica de la AF, los niveles de condición física y los patrones
alimentarios, provocan sobre diversos parámetros asociados a los distintos Factores de Riesgo
Cardiovascular (en adelante FRCV) que afectan y afectarán a la salud de los adolescentes de nuestro
contexto (Mariscal, 2006; Ruíz, 2007; Ortega, 2008; García Artero, 2010; Jiménez, 2010; González,
2010).
En esta misma línea se posiciona el estudio “ La Actividad Física como Agente Preventivo del
Desarrollo de Sobrepeso, Obesidad, Alergias, Infecciones y Factores de Riesgo Cardiovascular en
Adolescentes” (en adelante AFINOS), realizado entre los años 2007 y 2008, en el cual se valoró mediante
cuestionario el estado de salud y un conjunto de indicadores del estilo de vida en una muestra
representativa de adolescentes de la Comunidad de Madrid con edades comprendidas entre los 13 y los
17 años (unos 2.000). Realizando además a una submuestra de 232 adolescentes una valoración más
exhaustiva de su estado de salud y estilo de vida mediante el empleo de las técnicas de acelerometría,
medición antropométrica y análisis sanguíneo, a partir de los que se obtuvieron datos válidos y de
referencia para este sector de población relacionados con las conductas activas y sedentarias,
composición corporal y marcadores de salud.
En las conclusiones de este estudio se evidencia que el tiempo que los adolescentes dedican
diariamente en conductas sedentarias se relaciona con un mayor riesgo cardiovascular y que los
adolescentes con una adiposidad más desfavorable y que emplean más tiempo en conductas sedentarias
tienden a estar en mayor riesgo cardiovascular. (Martínez y cols., 2010)
22
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Fruto de esta enorme preocupación el Ministerio de Sanidad y Política Social (2009) publicó un
documento de consenso denominado “Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de
la OB Infantojuvenil” realizada por un grupo de expertos en esta problemática, en el que sobre la base
de la revisión de los estudios relacionados con la prevalencia de la OB y SP en la población infatojuvenil
se ha constatado a nivel nacional que:
- que la forma física de los adolescentes (capacidad aeróbica y fuerza muscular) es menor que la
de los adolescentes de otros países europeos, siendo los niños y niñas españoles los que practican
menos ejercicio físico en horario extraescolar, constatando que más del 60% de los chicos no practican
o practican ejercicio menos de dos veces a la semana, porcentaje que alcanza el 75% en el caso de las
chicas.
Por lo que se refiere a la necesidad de actuar en la prevención efectiva del SP-OB en estos
sectoresde la población desde la infancia a través de una intervención múltiple dirigida a la
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Eduardo López López Tesis Doctoral
modificación de sus estilos de vida que deberán abarcar el ámbito escolar, el sanitario e incluso el
comunitario.
En el contexto Europeo es preciso referir al estudio European Youth Heart Study (Andersen et al.,
2006) (en adelante EYHS) realizado sobre una muestra de 1.730 niños de 9 y 15 años de edad en
escuelas de Dinamarca, Estonia y Portugal, al que se ha incorporado España, y que tiene por objeto
estudiar la influencia del estilo de vida, los factores personales y ambientales sobre los FRCV y sus
influencias asociadas sobre la salud en los niños y adolescentes. Donde sus primeros resultados
mostraron una asociación gradual negativa entre los FRCV y la AF, lo cual implicaba que la reducción de
los factores de riesgo resultó proporcional a la cantidad de ejercicio físico realizado, de forma que los
niños de 9 años que hacían 116 minutos (casi 2 horas) diarios de ejercicio físico moderado o intenso y
los adolescentes que dedicaban 88 minutos (casi 1.5 horas) al día a la práctica de ejercicio físico
presentaban el menor riesgo cardiovascular.
En el citado estudio se indica que si el propósito que se pretende es reducir el riesgo de desarrollar
enfermedades cardiovasculares en los niños y adolescentes, los niveles de práctica de AF deberían ser
mayores que los recomendados por las guías de práctica clínica actuales establecidos en al menos 1
hora diaria de práctica de AF de intensidad moderada, recomendando su incremento hasta los 90 minutos
diarios al objeto de prevenir la aparición de resistencia a la insulina por su asociación con la prevalencia
de los FRCV. De forma que asociado a este estudio se han desarrollado un cuerpo importante de
investigaciones que igualmente han profundizado en la línea de otorgar importancia a la práctica regular
de AF y sus efectos en la reducción de los FRCV (Ekelund y cols., 2007; Ortega y cols., 2007; Proyecto
HELENA)
También en este contexto es preciso referir al Proyecto “Healthy Lifestyle in Europe by Nutrition in
Adolescence” (en adelante H.E.L.E.N.A) (2005-2008), dirigido a comprender y mejorar de forma eficaz
los hábitos nutricionales y el estilo de vida de los adolescentes, el cual viene estudiando a una muestra
de más de 3.000 jóvenes de 12 a 18 años usando la misma tecnología en diez países diferentes, Atenas
y Heraclion (Grecia), Madrid y Zaragoza (España), Nápoles y Roma (Italia), Birmingham (UK), Dortmund
(Alemania), Gante (Bélgica), Lille (Francia), Pecs (Hungría), Estocolmo (Suecia), Viena (Austria) y que
viene marcando la política de la UE actual y para los próximos años en relación a la nutrición y el ejercicio
físico.
Las evidencias actuales del citado estudio (2011) se concretan en que en la población adolescente
europea se encuentra instalado un patrón alimentario inadecuado, una prevalencia de hábitos
sedentarios junto a inadecuados niveles de práctica de AF, especialmente en la población
24
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Por tanto y con relación a esta problemática, los diversos estudios realizados sobre los niveles de
práctica de AF que muestran los adolescentes de nuestro país han evidenciado que éstos no cumplen
con las recomendaciones internacionales referidas a la cantidad de práctica diaria de AF y deportiva que
les permita acceder a los beneficios que sobre su salud se derivan de la misma (Cantera, 1997;
Fernández García y cols., 2003; 2007; 2008; Gálvez, 2004; AVENA, 2006; Serra, 2008; AFINOS,
2008; Moya; 2009; Martínez 2010; Hernández y cols., 2010).
También son numerosos los estudios que constatan la existencia de diferencias de género a favor
de los chicos adolescentes en los niveles de práctica de AF que realizan de forma habitual (Tercedor et
al., 2007; Van der Horst et al., 2007; Fernández et al., 2003; Hernán et al., 2004; AVENA, 2006;
Fernández García y cols., 2008; Serra, 2008; AFINOS, 2008; HELENA, 2008; Moya,
2009; Martínez, 2010).
Además de que son muchos los estudios de ámbito nacional e internacional que vienen constatado
que la práctica de AF y deportiva disminuye conforme se avanza en la edad de la adolescencia con un
efecto más acentuado en el género femenino (Sallis et al., 1993: Fernández García y cols., 2003, 2006,
2007; AVENA, 2006; Serra, 2008; AFINOS, 2008; Moya, 2009; Martínez,
2010; Hernández y cols., 2010; HELENA, 2011). Junto a otras investigaciones que han constatado que
25
Eduardo López López Tesis Doctoral
los adolescentes del género masculino frente a las adolescentes del género femenino muestran niveles
más altos de práctica de AF, participación en deportes, así como en otras prácticas deportivas menos
organizadas (Mendoza et al., 1994; Rodríguez, 2000; Ministerio de Sanidad y Consumo, 2006).
En el caso de nuestro país, la encuesta Nacional de Salud del año 2006 del Ministerio de Sanidad
reflejaba que el 58,4 % de la población mayor de 16 años era sedentaria y que el 60% de los niños y
niñas de hasta 15 años de edad no realizaban práctica de AF en su tiempo libre o lo hacían de forma
ocasional. A su vez el estudio realizado por Serra Majem y cols. (2003) ya refería que el porcentaje de
adolescentes del género femenino que no realizaban práctica de AF en su tiempo libre o lo hacían de
forma ocasional ascendía al 75 % de la población. Y más recientemente el propio Consejo Superior de
Deportes (en adelante CSD) reconoce que la práctica de la EF y deportiva a nivel escolar ha disminuido
y se ha estabilizado con valores muy por debajo de lo deseable, por lo que en el caso de no invertir esta
tendencia en el año 2020 las ENT serán la causa del 73% de las defunciones y del 60% de la carga
mundial de enfermedad (CSD, Plan A+D, 2009).
En la Estrategia NAOS, Ministerio de Sanidad y Consumo (2005), se informa que los datos
actuales constatan que los niños y niñas españoles pasan una media de dos horas y media al día viendo
la televisión y al menos media hora adicional que destinan al uso de los videojuegos o conectados a
internet.
Además es preciso añadir con relación a este problemática que son diversos los estudios de ámbito
internacional y nacional que han evidenciado altos niveles de inactividad física en adolescentes (Telama
& Yang, 2000; Kim et al., 2001; Gálvez, 2004; EYHS, 2006; Roman et al., 2006; AVENA, 2006;
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Capítulo I: Fundamentación Teórica
Fernández García y cols., 2003, 2006, 2007; Serra, 2008; AFINOS, 2008; Moya, 2009; Román y cols.,
2009; Martínez, 2010; Hernández y cols., 2010; HELENA, 2011).
Centrándonos en nuestro contexto más próximo también podemos afirmar que los adolescentes
de la Comunidad Autónoma de Canarias no están exentos de esta problemática. Donde los diversos
estudios realizados en nuestro contexto relacionados con los beneficios que sobre la salud de los
adolescentes se derivan de los estilos de vida activos y saludables, han puesto de manifiesto la
necesidad de incrementar los niveles de práctica de AF y deportiva de carácter habitual en este sector
de la población junto al incremento semanal del horario que se destina a la materia de EF en los currículos
escolares vigentes en la actualidad, si lo que se pretende es conseguir una mejora de los niveles de
condición física, reducir la prevalencia de la OB e incrementar el capital óseo acumulado durante el
período de crecimiento característico de estas edades (Jiménez, 2000; López, 2001; Brito- Ojeda, 2003;
Ara, 2005; Vicente, 2005; Hernández, 2008), a los que se añaden las evidencias aportadas por otros
estudios más recientes que han evidencian la prevalencia de un bajo nivel de condición física en los
adolescentes de nuestro entorno (Brito Ojeda, 2003; Hernández, 2008).
Especialmente relevantes se muestran los datos aportados por el Instituto Canario de Estadística
(en adelante ISTAC), obtenidos a través de las Encuestas de Salud de Canarias (en adelante ESC)
realizadas en los años 2004 y 2009 (los datos de la ESC 2009 se han publicado en el año 2011), a partir
de los cuales se comprueba que a lo largo de la última década se ha producido un cambio de tendencia
en los hábitos de vida instalados en la población adolescente de nuestro entorno hacia un patrón de
mayor inactividad física y sedentarismo. Siendo este un aspecto se observa a la vista de los resultados
que se han obtenido en las encuestas y que muestran una prevalencia de los hábitos asociados a
actividades en que el empleo de energía es escaso o mínimo. Así en el grupo de edad de entre 1 y 15
años de edad, en el año 2004 un 34 % destinaba más de 2 horas diarias a ver la televisión y un 40 %
entre 1 y 2 horas diarias, porcentajes que en el año 2009 seguían siendo muy similares donde eran un
31,51 % de los adolescentes los que destinaban más de 2 horas al día en ver la televisión y un 41,62 %
los que destinaban entre 1 y 2 horas, y a su vez en el año 2004 sólo un 44,5 % de los adolescentes
declararon no emplear tiempo alguno en utilizar las videoconsolas frente a un 39,35 % en el año 2009,
especialmente alarmante se muestra el enorme incremento que se ha producido en el uso de internet
donde el porcentaje de adolescentes que declaró no destinar tiempo a su uso descendió de un 70,53 %
en el año 2004 a un 48,01% en el año 2009.
Y por otra parte y con relación a la prevalencia de la práctica de AF y deportes se observa que
ésta se muestra insuficiente y alejada de las recomendaciones establecidas para estas edades y
27
Eduardo López López Tesis Doctoral
cumplan con el propósito de que permitan a los niños y adolescentes acceder a los beneficios que de su
práctica se derivan sobre su salud. Así al centrarnos en la población de entre 11 y 15 años, un 52,5% en
el año 2004 y un 65,32% en el año 2009 se situaban en las dimensiones de no practicar ejercicio físico
a practicarlo ocasionalmente, entre una y varias veces al mes, frente a un 45% en el año 2004 y un
34,68% en el año 2009 que realizaban práctica de AF propia del entrenamiento deportivo o físico varias
veces a la semana. (Figura 1.3)
Figura 1.3.: Porcentaje de sujetos entre 1 y 15 años, en función del tipo de actividad realizada en el tiempo libre.
(Fuente: Encuesta de Salud de Canarias, 2009)
Estos datos relativos a la población de nuestro contexto que muestran unos elevados niveles de
sedentarismo también se ven reflejadas en las evidencias aportadas por el estudio de la cohorte “CDC
de Canarias” (Cabrera y cols., 2008).
En el citado estudio en el que participaron 6.729 sujetos de Canarias entre los años 2000 y 2005
(edad 18 -75 años) a los que se les realizó antropometría y se extrajo sangre para almacenamiento de
28
Capítulo I: Fundamentación Teórica
muestras séricas y genéticas y mediante cuestionario se recogieron datos referidos a: hábitos dietéticos,
AF, antecedentes personales y familiares de enfermedad, exposición a FR laborales o ambientales,
tabaquismo, etc., se indica en sus conclusiones, que la población adulta en la actualidad, se encuentra
sometida a frecuente exposición a FRCV, diabetes y cáncer, destacando especialmente la prevalencia
de SP, OB y sedentarismo. Y que en caso de no corregir estos hábitos de sobrealimentación y
sedentarismo es de esperar en las próximas décadas la aparición de enfermedades cardiovasculares y
diabetes en edades cada vez más precoces, ante lo cual en nuestra Comunidad se hace necesaria la
puesta en marcha de políticas socio-sanitarias encaminadas a potenciar los hábitos de vida saludables
relacionados como el fomento de la práctica de AF en el tiempo de ocio y la mejora de la alimentación.
A la vista de todo lo expuesto resulta evidente que en esta última década se ha producido en la
población adolescente, incluida la de nuestro entorno, un cambio de tendencia hacia un patrón de mayor
inactividad asociado a un elevado sedentarismo que se vincula de forma alarmante con una ocupación
del tiempo libre que se dedica a actividades que se agrupan en torno al denominado ocio tecnológico
(ver t.v., navegar en internet, utilizar videojuegos, etc..), que implican un escaso gasto energético y
superan las recomendaciones establecidas por la comunidad internacional que insisten en la necesidad
de limitar estas actividades a un máximo de dos horas diarias o menos (AVENA, 2006; HELENA; 2008;
OMS,2010).
Entre los diferentes motivos que se asocian a este patrón de inactividad que se ha instalado en los
hábitos de vida de los niños y adolescentes se encuentran los que refieren a los cambios que se han
producido en el entorno físico y social en los países desarrollados donde el juego diario que se realizaba
a través de la motricidad y las rutinas propias de la AF y habitual que antaño se encontraban integradas
en los hábitos de vida de los adolescentes, que implicaban desplazamientos a pie o en bicicleta, juegos
de calle, así como las diferentes rutinas domésticas, en las que se empleaba gasto energético, se han
sustituido por un conjunto de actividades sedentarias de enorme arraigo entre los jóvenes y a las que
dedican mayoritariamente su tiempo libre.
29
Eduardo López López Tesis Doctoral
Al objeto de referir a la Condición Física es preciso atender a la diferencia entre los conceptos AF,
ejercicio físico y condición o forma física, al tratarse de términos relacionados pero distintos. Así, se
puede afirmar que el término AF se define como cualquier movimiento corporal producido por los
músculos esqueléticos y que requiere un cierto gasto energético. A su vez, el término ejercicio físico
estaría incluido en el concepto de AF, diferenciándose de ésta principalmente por la sistematización con
la que se practica. Donde el ejercicio invisible sería, a su vez, parte integrante del ejercicio físico, nuevo
concepto que incluye todas las tareas que, con mayor o menor grado de intencionalidad, realiza el adulto
diariamente (limpiar, cocinar, subir las escaleras, ir a los sitios andando, etc.) y de forma más o menos
sistemática. Y por último, la forma física o condición física que es un concepto que engloba todas las
cualidades físicas de una persona, a partir de lo que se puede afirmar que el estado de forma física es
una medida integrada de todas las funciones y estructuras que intervienen en la realización de un
esfuerzo físico. 1
Como hemos referido en apartados anteriores, diversos estudios han evidenciado los beneficios
que la práctica habitual de la AF en unos niveles recomendados provoca efectos muy positivos sobre la
salud de los sujetos pertenecientes a todos los sectores de la población entre los que se encuentran los
niños y adolescentes.
Si nos centramos en la condición física, los estudios recientes que se han realizado han constatado
que la capacidad aeróbica y la fuerza muscular se muestran como potentes predictores de morbilidad y
mortalidad por causa cardiovascular y por todas las causas en adolescentes de ambos géneros.
Además, asociados a una baja forma física se muestran un conjunto de FRCV estableciéndose el
inicio de estas enfermedades durante la infancia y la adolescencia, siendo diversos estudios de corte
transversal y longitudinal los que han demostrado la relación existente entre el nivel de forma física y
otros FRCV en las primeras etapas de la vida.
En consecuencia tal y como indican Ortega y cols. (2005) al objeto de valorar el riesgo
cardiovascular futuro de la forma más precoz posible, dicha evaluación debe comenzar necesariamente
en la infancia o la adolescencia, y para poder realizar una correcta valoración del nivel de forma física
bajo una perspectiva clínica es necesario disponer de valores de referencia actualizados de la población
de estudio que en nuestro caso deben corresponderse con los de nuestro país.
1
citado por Castillo MJ, Ortega FB, Ruiz JR., 2005
30
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Por tanto en nuestro país y con relación a esta problemática entre los diferentes estudios
realizados es preciso referir a las aportaciones del estudio AVENA.
En las primeras conclusiones de este estudio (2006) ya se indicaba la presencia de una alarmante
prevalencia de SP y OB acompañada de bajos niveles de actividad y condición física y un estado
metabólico y de inflamación crónica de bajo grado, altamente implicados en el inicio y desarrollo de las
enfermedades cardiovasculares que pueden padecer los adolescentes españoles en un futuro.
Además con relación al mismo se asocian un cuerpo de investigaciones recientes que profundizan
sobre los efectos que la práctica de la AF, los niveles de condición física (Ruíz, 2007; Ortega, 2008;
García Artero, 2010) y los patrones alimentarios (Jiménez, 2010; González, 2010), provocan sobre
diversos parámetros asociados a los distintos FRCV que afectan y afectarán a la salud de los
adolescentes de nuestro contexto.
El estudio de Ruíz (2007) abordó la relación entre la condición física (especialmente capacidad
aeróbica y fuerza muscular) y FRCV en jóvenes unido al desarrollo de nuevos métodos de estimación de
la capacidad aeróbica y fuerza muscular en adolescentes. El mismo se realizó sobre una muestra total
de 873 niños de entre 9 y 10 años, y 971 adolescentes de entre 12 y 19 años, conformando las
poblaciones que han participado en los tres estudios de cohortes incluidos: El estudio AVENA
(Alimentación y Valoración del Estado Nutricional de los Adolescentes Españoles), el EYHS (European
Youth Heart Study), y el estudio HELENA (Healthy Lifestyle in Europe by Nutrition in Adolescence).
Entre las diferentes conclusiones del mismo, por su relación con nuestro estudio, indicamos los
siguientes:
- Se han descrito los valores de referencia para los niveles de lípidos y lipoproteínas sanguíneas en
adolescentes españoles, hallando que un número elevado de los mismos presenta un perfil lipídico
poco saludable.
31
Eduardo López López Tesis Doctoral
- Se ha desarrollado y validado una fórmula para estimar la capacidad aeróbica basada en los
modelos de redes neuronales construida a partir de: test de ida y vuelta de 20 metros, la edad, el
sexo, la talla y el peso del adolescente.
A modo de conclusión se indica que los resultados obtenidos ponen de manifiesto la importancia
y utilidad de la valoración de la condición física como un determinante de salud que puede ser utilizado
en instituciones sanitarias y educativas como una estrategia más para la prevención de enfermedades
cardiovasculares en la vida adulta. Añadiendo que el conjunto de resultados obtenidos muestran que la
condición física en general, y la capacidad aeróbica y la fuerza muscular en particular, constituyen un
importante marcador de salud en jóvenes al igual que ya se había mostrado en adultos.
Entre los diferentes resultados obtenidos, por su relación con nuestro estudio, señalamos los
siguientes:
32
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Tabla 1.1.: Valores normativos de referencia de la condición física de los adolescentes españoles referidos al
Test Course Navette (capacidad aeróbica máxima).
- Los test de condición física incluidos en el estudio HELENA ofrecen una información relevante
acerca del estado de salud en personas jóvenes y se muestran viables y objetivos.
33
Eduardo López López Tesis Doctoral
- Se reafirma la evidencia científica que muestra que la condición física es un potente indicador
del estado de salud también en personas jóvenes. Las políticas de promoción de la salud y
programas de AF deberían estar centradas no sólo en la mejora de la capacidad cardiorespiratoria,
sino también en la mejora de la fuerza muscular y la velocidad-agilidad.
Indicando a modo de conclusión final que las instituciones educativas pueden desempeñar un rol
importante, identificando adolescentes con un bajo nivel de condición física y promoviendo estilos de
vida saludables a través del incremento de la práctica de AF dentro y fuera del programa educativo junto
a la mejora de la condición física.
El estudio de García Artero (2010) ha tenido por objeto analizar aspectos metodológicos
relacionados con la evaluación de la condición física en adolescentes, así como estudiar la relación
entre el nivel de condición física (especialmente fuerza muscular y capacidad aeróbica) y diversos
parámetros de salud en estas edades a partir de los datos procedentes de los proyectos AVENA,
HELENA y ALPHA, que se concretan en un total de 2474 adolescentes españoles de cinco ciudades
diferentes, 2567 adolescentes de nueve países europeos y una muestra adicional de 126 adolescentes
de la provincia de Granada.
Entre los diferentes resultados obtenidos, por su relación con nuestro estudio, señalamos las
siguientes:
- El test de 20m de ida y vuelta, el IMC, el perímetro de cintura y los pliegues cutáneos son los
test más válidos y fiables para evaluar la capacidad aeróbica y la composición corporal en
niños y adolescentes.
- Tanto la capacidad aeróbica como la fuerza muscular se asocian de manera independiente con
FRCV en adolescentes.
- No sólo el SP y la OB sino también un bajo peso corporal afectan al nivel de condición física de
los adolescentes.
Proponiendo una batería de test válida y fiable para evaluar la condición física en niños y
adolescentes (Batería ALPHA-FIT), en la que se propone entre otras pruebas el test de 20 m de ida y
vuelta para la evaluación de la capacidad aeróbica cuyos valores de referencia se han publicado en el
año 2010 2. (Tabla 1.2)
2
http://sites.google.com/site/alphaprojectphysicalactivity/Home. (consulta realizada el 2/04/2011)
34
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Tabla 1.2.: Valores normativos de referencia de la condición física de los adolescentes europeos referidos al Test
Course Navette (capacidad aeróbica máxima). Fuente: Manual ALPHA-FIT Test Battery. Adaptado de Ortega et
al. Physical fitness levels among European adolescent: The HELENA study. Br J Sport Med. 2010 Jun 11.
Incluido en este estudio general se encuentra un estudio realizado por García Artero et al. (2007)
realizado sobre una submuestra del estudio AVENA de 460 adolescentes, 248 varones y 212 mujeres
con una media de edad de 15,2 ±1,4 años, a los que se les evaluó el grado de práctica de AF mediante
cuestionarios, la capacidad aeróbica se les estimó a partir del test de Course-Navette, la fuerza muscular
se valoró mediante dinamometría manual, salto de longitud y la flexión de brazos en barra, y se calculó
un índice lipídico-metabólico de riesgo cardiovascular según las concentraciones de triglicéridos,
colesterol unido a lipo-proteínas de baja densidad (cLDL), colesterol unido a lipoproteínas de alta
densidad (cHDL) y glucosa en sangre.
En el citado estudio se constató que en los adolescentes españoles un bajo nivel de condición
física que se asocia con un perfil lipídico-metabólico menos cardiosaludable independientemente del
nivel de AF realizada. Donde en los varones el riesgo lipídico-metabólico se relaciona con su capacidad
aeróbica, mientras que en las mujeres la cualidad física asociada fue la fuerza muscular. También los
resultados indicaron que la mejora de la condición física, especialmente la capacidad aeróbica en
varones y la fuerza muscular en mujeres puede desempeñar un papel protector sobre el riesgo
35
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por otro lado junto a los estudios asociados al Proyecto AVENA se han realizado otros estudios a
los que es importante referir.
El estudio de Moya (2009), se realizó en una muestra de 2833 adolescentes (1499 chicos y 1334
chicas) de entre 10 y 18 años, correspondientes a los niveles de 4º y 6º de Educación Primaria, y de 2º
y 4º de la Educación Secundaria Obligatoria pertenecientes a las provincias de Asturias, Granada, La
Rioja, Madrid, Valencia y Valladolid, y se centró en las relaciones que se observaban entre los niveles de
práctica de AF realizados por los adolescentes que presentaban normopeso, SP y OB, así como en
estudiar sus valores de aptitud física, junto a la composición corporal; peso, estatura, pliegues cutáneos
del bíceps, tríceps, subescapular y suprailíaco, a partir de los que se calculó el Índice de Masa Corporal
(en adelante IMC) y el Porcentaje de Grasa Corporal (en adelante PGC). Y los parámetros referidos a la
condición física se midieron a partir de la recuperación cardíaca que mostraban los adolescentes tras la
realización de la prueba de Ruffier, controlando el ritmo cardíaco mediante pulsómetros, la agilidad con
la prueba de 4 x 9 m, la fuerza de prensión manual con la dinamometría manual y la flexibilidad mediante
la prueba de sit and reach.
Entre las diferentes conclusiones del mismo con relación a la aptitud física y por su relación con
nuestro estudio se indican las siguientes:
- Los bajos registros obtenidos en las pruebas físicas, principalmente en la dinamometría, con
registros inferiores a otros estudios nacionales e internacionales, y en la flexibilidad, situándose
la mayoría de la muestra por debajo de la franja aptitud física saludable según la batería
FITNESSGRAM, indican una mala aptitud física, derivada posiblemente del estilo de vida sedentario
que a su vez generaba una percepción de autoeficacia baja en los estudiantes y una menor práctica,
entrando los adolescentes en un círculo vicioso en el que a menor capacidad física, menor práctica y
por lo tanto un mayor detrimento de la aptitud física.
- Una mayor o menor práctica de actividades físicas autoinformadas, tanto libres como dirigidas,
no condiciona los parámetros estudiados de aptitud física, ni las características morfológicas de la
población adolescente de la investigación. Los datos obtenidos en cuanto a frecuencia de prácticas
físicas incide en la escasa participación en este tipo de actividades por parte de los niños y niñas
disminuyendo conforme se avanza en la edad, alcanzando los mayores valores de inactividad física
en 4º de la Educación Secundaria, con una prevalencia en la práctica de AF a favor de los chicos
36
Capítulo I: Fundamentación Teórica
frente a las chicas. Además de observar una disminución en los niveles de práctica de AF de los
adolescentes en comparación con estudios anteriores y un aumento en las conductas sedentarias
tanto en comparación con otras investigaciones realizadas para el mismo sector de población como
en la comparación con estudios realizados en población de menor edad.
- Para el aumento de los niveles de práctica de actividades físico- deportivas y por lo tanto de la
aptitud física, se requiere que todos los agentes sociales implicados, desde los más cercanos, familia
y escuela, hasta los que dictaminan las políticas educativas, se involucren en la promoción de medidas
para el fomento de estilos de vida que tengan unos efectos beneficiosos sobre la salud y por lo tanto
sobre la calidad de vida.
Otro estudio al que es preciso referir, es el realizado por Martínez (2010) realizado a una muestra
de 262 alumnos preadolescentes (116 chicos y 146 chicas) (136 los alumnos de 6º de Educación
Primaria; 11.69±0.89 años de edad y 126 los alumnos de 1º de ESO; 12.50±1.01 años de edad),
pertenecientes a la provincia de León, a los que se aplicó 23 pruebas de valoración de la condición física
en relación con la salud para valorar 12 componentes de aptitud física, antropometría, bioimpedancia
eléctrica en ayunas, análisis sanguíneos en ayunas, tomas de tensión arterial, completando a su vez
unos cuestionarios referentes a estilos y hábitos de los niños y con ayuda de sus padres, y en su casa
rellenar una ficha de maduración donde se recogen datos concernientes a su estado madurativo
según Tanner, así como registro durante mínimo 4 días (incluido fin de semana) con el horario y
descripción de toda la ingesta. Aplicando sobre una submuestra configurada por 106 adolescentes
sedentarios, 90 activos y 66 deportistas, una intervención consistente en incrementar hasta cinco
sesiones semanales de AF.
Entre las diferentes conclusiones del mismo con relación a la condición física y por si relación con
nuestro estudio se indican las siguientes:
- Sólo una cuarta parte de los preadolescentes leoneses de 11-13 años estudiados cumple las
recomendaciones actuales de práctica de AF para la salud, ya que sólo realizar las clases de
Educación Física Obligatoria o implementarlas con una AF extraescolar, no permite dejar de ser
considerados como Sedentarios por las principales asociaciones médicas y Grupos de expertos para
la Salud.
- La EF Obligatoria (ya sean 3 h/sem en Primaria o 2 h/sem en ESO) por si sóla es insuficiente para
alcanzar los niveles de condición física deseable que les proteja de los problemas de salud
propios del sedentarismo, ni les aleja de tener aquellos parámetros o indicadores
37
Eduardo López López Tesis Doctoral
considerados como factores de riesgo para el desarrollo de las principales enfermedades asociadas
al sedentarismo.
- Aunque ser más activos por practicar una actividad física extraescolar implica mejorar algunos
componentes de la condición física en relación con la salud, sólo la práctica de AF y/o deportiva diaria
con una mayor intensidad garantiza una significativa adaptación y mejora de la condición
cardiorrespiratoria y de la fuerza muscular, así como de los otros componentes de la condición
física en relación con la salud, que actualmente son utilizados como predictores de riesgo en los
sistemas de vigilancia de salud de la población infantil y adolescente.
- Acumular 7 ó más horas semanales de AF de moderada o alta intensidad resulta significativo para
presentar dentro de un rango de normalidad mejores parámetros bioquímicos indicadores de ejercicio
saludable, mejor perfil lipídico e indicadores metabólicos relacionados con la resistencia a insulina.
- El aumento del gasto energético semanal (> 1800 Kcal) alcanzado mediante la práctica de AF y
deportiva extraescolar puede evitar la tendencia al SP y OB y reducir factores de riesgo favorecidos
por un modelo de alimentación hipercalórico, hiperproteico y excesivo en grasas de nuestros
preadolescentes. Donde no parece ser la alimentación sino el déficit de AF quien se relaciona
con la tendencia al SP, OB y aumento de factores de riesgo de nuestros preadolescentes.
- Clases diarias de EF Obligatoria sería una medida eficaz en sí misma (al triplicar la duración y el
gasto calórico semanal) para evitar la tendencia al deterioro de la condición física, reducir la tendencia
al SP y disminuir marcadores de riesgo metabólico como la resistencia a la insulina y FRCV propios
del sedentarismo.
- Niveles mínimos de condición física en relación con la salud de los escolares deben ser adoptados
en el sistema educativo como un estándar a alcanzar para animar a los niños a participar en la AF y
mejorar su salud. Debido a que las raíces de enfermedades cardiovasculares y metabólicas se
identifican en preadolescentes, modificar su estilo de vida con una suficiente AF se muestra
eficaz en la reducción de dicho riesgo.
Por tanto, a la vista de las evidencias aportadas por los estudios citados se puede afirmar que
existe consenso al referir a que el nivel de condición física y más concretamente la capacidad aeróbica
en los niños y adolescentes se relaciona con los FRCV constituyéndose en un marcador del nivel de
salud cardiovascular, evidencias que a su vez han sido constatadas por otros autores de ámbito
internacional y nacional que también señalan la importancia de la mejora de la capacidad de resistencia
aeróbica como uno de los aspectos claves que incide sobre el desarrollo de la condición física de los
38
Capítulo I: Fundamentación Teórica
niños y adolescentes (Hahn, 1988; Navarro y Rico, 1998; Ortega et al., 2005; García Artero, 2010;
Martínez, 2010).
A partir de estas tres últimas décadas la comunidad científica se ha mostrado preocupada por el
alarmante patrón de sedentarismo que mostraban los adolescentes en las sociedades modernas y al
objeto de cambiar esta tendencia comenzó a proponer diferentes pautas o recomendaciones
relacionadas con la cantidad ideal de ejercicio físico y actividad físico-deportiva, la cual podría redundar
en beneficios sobre la salud de los niños y adolescentes.
Entre las principales directrices y recomendaciones que han mostrado un mayor nivel de consenso
a modo de resumen podemos hacer referencia a las siguientes de forma cronológica:
Las Recomendaciones Oficiales de AF para la Salud de los niños y adolescentes (Patrick & Sallis,
1994) enfatizaban que todos los adolescentes deberían ser físicamente activos todos o casi todos los
días de la semana. Dentro de estas pautas de AF podrían incluirse tanto actividades deportivas, como
también rutinas cotidianas en las que los adolescentes emplearan gasto energético, las cuales podrían
llevarse a cabo en diferentes contextos, tanto formales como informales, empleando tres o más sesiones
semanales destinadas a la realización de veinte minutos o más de práctica de AF de intensidad moderada
y vigorosa.
La declaración de Consenso de Québec sobre AF, Salud y Bienestar (Blair y Hardman, 1995),
ponía su principal acento en que las actividades físicas deberían movilizar grandes grupos musculares,
ser más que una carga física habitual y requerir un consumo mínimo total de 700 Kcal./semana, unido a
que éstas debían realizarse de forma regular y mejor diariamente.
En los objetivos de Salud para el año 2000 (Zakarian et al., 1994), se proponía la necesidad de
que los adolescentes realizarán práctica de actividad físico-deportivo de intensidad vigorosa al menos
tres veces por semana asegurando veinte minutos o más en cada sesión junto a un 30 % de práctica de
AF de intensidad moderada, unido a la recomendación de que al menos un 50 % de estos niveles de AF
se realizaran en los centros escolares.
39
Eduardo López López Tesis Doctoral
La Health Education Authority (1998) estableció que la recomendación óptima exige la realización
de AF de intensidad moderada todos los días de la semana, acumulando sesenta minutos diarios y
garantizando al menos treinta, incluyendo también actividades dirigidas a la mejora de la fuerza muscular
y la flexibilidad así como a los hábitos posturales, al menos dos veces por semana.
Entre los estudios EYHS (Andersen et al., 2006) se refiere que al objeto de reducir el riesgo de
desarrollar enfermedad cardiovascular los niveles de AF deberían ser mayores que los recomendados
por las guías de práctica clínica actuales, establecidos en realizar al menos 1 hora diaria de AF de
intensidad moderada, recomendando en niños y adolescentes realizar 90 minutos de AF diaria para
prevenir la aparición de resistencia a la insulina por su asociación con la prevalencia de los FRCV.
En nuestro país, es preciso citar algunas recomendaciones como las formuladas en la Estrategia
40
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Naos, Ministerio de Sanidad y Consumo (2005), las cuales se apoyan en las formuladas desde la OMS,
enfatizando la necesidad de practicar AF de forma regular independientemente de la persona y el tipo de
ejercicio que se realice, garantizando al menos treinta minutos de AF de intensidad moderada todos los
días de la semana. Estas recomendaciones se han plasmado en la elaboración de lo que se denomina
la pirámide NAOS que se constituye en un material didáctico elaborado por la Agencia Española de
Seguridad Alimentaria y Nutrición en la que gráficamente y a través de sencillos consejos se dan pautas
sobre la frecuencia de consumo de los distintos tipos de alimentos que deben formar parte de una
alimentación saludable y la práctica de AF, combinándolas por vez primera en un mismo gráfico, de forma
que la información contenida en la Pirámide NAOS persigue difundir la adquisición de hábitos
alimentarios saludables e impulsar la práctica regular de AF entre la población. (Figura 1.4)
Figura 1.4.: Pirámide NAOS. (Fuente: Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición)3
3
http://www.naos.aesan.msps.es/csym/piramide/ (consulta realizada 20/03/2011)
41
Eduardo López López Tesis Doctoral
Merino & Aznar (2005) en su “Guía para padres y madres” recomiendan que todos los niños y
niñas deben participar en actividades físicas de al menos intensidad moderada durante sesenta minutos
al día (continuada o en periodos de 10 minutos a lo largo del día) y al menos dos veces a la semana, así
como que parte de estas actividades físicas deben ayudar a mejorar y mantener la fuerza muscular y la
flexibilidad. Recomendaciones que se muestran en consonancia con las que existen a nivel internacional,
centradas en la idea de que mediante la acumulación de períodos cortos de AF de entre diez y quince
minutos se pueden alcanzar los treinta o sesenta minutos recomendados, junto con el empleo de las
actividades que ayudan a mejorar y mantener la fuerza muscular y la flexibilidad.
Ortega y cols. (2007) evidenciaron que dedicar un mínimo de 60 min diarios a practicar una AF de
intensidad moderada y vigorosa se relaciona con una condición cardiovascular más saludable en los
adolescentes. Además, los citados autores coinciden en los hallazgos de Pate y cols. (2006), los cuales
encuentran que los niños americanos que más práctica de AF realizan tienen más probabilidad de tener
una mejor capacidad cardiovascular. Por lo que mejorar el VO2 max supone mejorar los niveles de METs
alcanzados, donde en la estimación realizada por los mismos indican que por cada MET que de gasto
energético que se incremente, aumenta potencialmente la esperanza de vida en un 12% en hombres y
un 17% en mujeres.
Por último y con relación a esta problemática, la OMS (2010) en un nuevo documento de consenso
ya citado, Recomendaciones Mundiales sobre AF para la Salud, ha recogido las recomendaciones de AF
para tres grupos de edad: de 5 a 17 años, de 18 a 64 años y mayores de 65 años, para las que se indica
la frecuencia, duración, intensidad, tipo y cantidad total de AF necesaria para cada grupo de edad.
Para los niños y jóvenes del grupo de 5 a 17 años, se indica que la práctica de AF consistirá en
juegos, deportes, desplazamientos, tareas, actividades recreativas, EF o ejercicios programados, en el
contexto de la familia, la escuela y las actividades comunitarias. Donde el Grupo de trabajo de este
42
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Organismo Internacional tras revisar las publicaciones anteriormente indicadas, formuló con objeto de
mejorar las funciones cardiorrespiratorias, la buena forma muscular, la salud ósea y los biomarcadores
cardiovasculares y metabólicos, en este grupo de edad, las siguientes recomendaciones:
1. Los niños de 5–17 años deberían acumular un mínimo de 60 minutos diarios de AF moderada
o vigorosa.
De forma que estas recomendaciones representan el objetivo mínimo de AF diaria para mejorar la
salud y prevenir las ENT, reduciendo considerablemente los riesgos asociados a la inactividad física e
incrementando progresivamente el nivel de actividad, especialmente en niños inactivos.
Con relación a este conjunto de recomendaciones que se han venido formulando en las últimas
décadas, resulta interesante observar como los investigadores Corbin y Lindsey (2007) realizaron una
síntesis de las mismas en las denominadas Pirámides de AF diferenciando entre aquellas que iban
destinadas a los niños frente a las que se dirigían a los adolescentes, las cuales se constituyen en una
valiosa herramienta para la valoración de los diferentes componentes de la condición física relacionada
con la salud así como de los estados de actividad e inactividad, las cuales han sido adaptadas a nuestro
entorno en la Guía Actividad Física y Salud en la infancia y adolescencia (Merino et al., 2006).
En las mismas, con relación a la forma en que los niños y adolescentes pueden cumplir con las
recomendaciones de práctica de AF de intensidad moderada, se indica que éstas se puede alcanzar
mediante la acumulación de períodos de práctica de AF de duración variable a lo largo del día, junto a la
práctica de otras actividades deportivas de mayor duración, y se incorpora una propuesta de actividades
físicas y deportivas para cada uno de los tres niveles de práctica de AF recomendados; actividades físicas
en el estilo de vida, actividades aeróbicas, juegos, deportes y recreación, fitness muscular y flexibilidad,
niveles que se corresponden con una determinada frecuencia, intensidad y duración, junto a un cuarto
nivel que refiere a la limitación del tiempo destinado a conductas sedentarias donde los niños y
adolescentes deben evitar permanecer inactivos de más de dos horas diarias. (Figuras 1.5 y 1.6 )
43
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 1.5.: La Pirámide de la AF infantil. Fuente: Adaptada de Corbin y Lindsey (Merino et al., 2006)
44
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Figura 1.6.: La Pirámide de la AF para adolescentes. Fuente: Adaptada de Corbin y Lindsey (Merino et al., 2006)
45
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por otro lado y por su relación con nuestra investigación se muestra adecuado hacer referencia a
las recomendaciones de práctica de AF para la salud de los niños y adolescentes según (Patrick & Sallis,
1994).
Recomendación 1ª:
“Todos los adolescentes deberían ser físicamente activos todos los días, o casi todos los días.
Esta actividad podría consistir en la práctica de juegos, deportes, trabajo, en la utilización de medios
de transporte, actividad física de recreación, clases de educación física, o ejercicio planificado. Podría
llevarse a cabo en el contexto familiar, en la escuela, o en el seno de diversas asociaciones...”
Recomendación 2ª:
“Todos los adolescentes deberían realizar actividades durante tres o más veces por semana
con una duración de 20 minutos o más y que requiriesen una intensidad de moderada a vigorosa...”
Estas primeras recomendaciones de Patrick & Sallis (1994) fueron modificadas hasta aumentar la
sesión de actividad física de 30 minutos durante la mayoría de los días de la semana a 60 minutos de
actividad diaria (Biddle, Sallis & Cavill, 1998).
Finalmente las recomendaciones de práctica de AF para los adolescentes que se han seguido en
este estudio, por su actualidad y vigencia, se centraron en las dos siguientes (Síntesis a partir de Cavill,
Biddle y Sallis, 2001, Statement of the United Kingdom Expert Consensus Conference, Pediatric Exercise
Science 13,12-25; y Corbin y Lindsey (2007:64), Fitness for Life, Human Kinetics.):
Recomendación 1ª: Todos los niños y adolescentes deberían participar en una AF, al menos de
intensidad moderada, durante un total de 60 minutos cada día, todos o casi todos los días de la semana
(al menos 5 días a la semana).
Recomendación 2ª: Participar, al menos 3 días por semana y durante 20 minutos o más cada día, en una
AF de intensidad vigorosa (actividades recreativas, deportes, actividades aeróbicas orientadas a
favorecer la salud de la masa ósea).
46
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Estas nuevas recomendaciones suponen una reorientación del modelo tradicional del ejercicio
físico y se posicionan en el paradigma de la AF, enfatizando un primer aspecto que resalta los beneficios
que sobre la salud de los adolescentes provoca la práctica de AF de intensidad moderada, cuando éstos
se acentúan, y un segundo aspecto que plantea que la acumulación de AF en períodos intermitentes de
corta duración se considera apropiada para este objetivo (Pate et al., 1995), donde la principal
característica de la evolución de los criterios se centran en que no se da importancia al tipo de práctica
de AF que se realiza ya que todas son beneficiosas tanto si se realizan de forma disciplinada, recreativa
o rutinaria, sin que tengan que realizarse necesariamente de una forma continuada y pudiendo
acumularse a lo largo de toda la jornada diaria. (Pérez, 2000).
Con relación a la forma en que los niños y adolescentes pueden cumplir con estas
recomendaciones, de una parte y con relación al cumplimiento de la recomendación primera de nuestro
estudio, ésta se puede alcanzar mediante la acumulación de sesiones de actividad de duración variable
a lo largo del día donde se incluyen períodos cortos e intermitentes de práctica de AF, así como
actividades más largas como la participación en actividades deportivas. Este hecho refleja los modelos
naturales de actividad de los niños y niñas que incluyen los juegos espontáneos durante los recreos
escolares o en las cercanías del hogar, así como desplazarse andando hasta y desde el centro escolar,
junto a otras actividades programadas, como la práctica de la EF y los deportes.
Es importante subrayar que a esta edad la variedad de la actividad es importante. Por ejemplo, las
actividades que implican una intensidad de moderada a vigorosa generarán beneficios
cardiorrespiratorios, donde por otra parte todos los movimientos que implican la movilización del peso
corporal, como pasear, etc., contribuyen al mantenimiento del equilibrio calórico en niños, niñas y
adolescentes. En lo que se refiere a la salud ósea, resulta especialmente importante que los niños y
niñas realicen actividades de fuerza muscular, es decir, sesiones de actividades de impacto asociadas a
elevadas tensiones físicas en huesos y articulaciones, tales como el footing, los saltos, la comba, los
juegos de pelota o la gimnasia. Los juegos activos que implican actividades de transporte, escalada y
lucha contribuirán a desarrollar y mantener la condición física muscular y la flexibilidad. Esta gama de
actividades de diversa tipología e intensidad proporciona un conjunto completo de beneficios para la
salud en todos los sistemas corporales.4
4
citado en Merino et al., 2006
47
Eduardo López López Tesis Doctoral
etapas de la infancia y adolescencia como el Department of Health (2004) han realizado una descripción
del denominado modelo convencional de actividad física en base a niveles graduales y los beneficios
para la salud se obtienen en función de cada uno de ellos, donde para cada nivel se incluyen unos
descriptores que engloban un conjunto de actividades tanto cotidianas como las referidas a la práctica
de la actividad físico-deportiva, apoyándose, en la premisa que aboga que en relación con cualquier
modelo de AF, el nivel resultante, es un valor de medida de las actividades realizadas, atendiendo a su
tipología, su frecuencia, intensidad y duración de las mismas. (Tabla 1.3)
4 Muy activo Realizará la mayoría de las siguientes actividades: Máxima protección frente a las
– Desplazamiento activo y periódico al centro escolar enfermedades crónicas.
a pie o en bicicleta. Leve incremento del riesgo de
– Muy activo en el centro escolar en materia de E F lesiones y de otros potenciales
o de juegos en el recreo (> 1 hora/día). efectos adversos para la salud.
– Actividades periódicas de jardinería o del hogar.
– Ocio o deporte activo y periódico de intensidad
vigorosa.
Tabla 1.3.: Modelo convencional de actividad en base a niveles graduales. Fuente: Department of Health PA,
Health Improvement and Prevention.: At Least Five a Week: Evidence on the Impact of Physical Activity and
its Relationship with Health. A Report from the Chief Medical Officer. London: Department of Health; 2004.
(Adaptado por Aznar y Webster. Fuente: Merino et al. 2006)
48
Capítulo I: Fundamentación Teórica
En esta línea es preciso referir a un conjunto de estrategias que ha desarrollado países como los
Estados Unidos al objeto de disminuir el sedentarismo y la inactividad física en las actividades diarias de
los escolares.
Así como La Safe Routes to School (2011) y Kids Walk-to-school (2011); las cuales apuestan por
incrementar el número de escolares que se desplazan a pie o en bicicleta al colegio como una forma de
aumentar la cantidad de AF realizada, estando estos programas diseñados para que los centros
educativos hagan frente a los diferentes problemas relacionados con la distancia, seguridad y otros
inconvenientes asociados a los desplazamientos que deben realizar los alumnos al acudir al centro
escolar así como al finalizar la jornada y regresar a sus domicilios.
O la Healthy People 2010, directiva que incluye como uno de sus principales objetivos el aumentar
la práctica de AF en los centros escolares, reduciendo al máximo los largos períodos de inactividad
diarios que se asocian al horario escolar tradicional.
De esta forma y recogiendo las recomendaciones anteriores, la evolución que pueden seguir los
adolescentes dentro de un conjunto de estadios de práctica de AF y estilos de vida físicamente activos
se muestran en la siguiente Figura. (Figura 1.7)
5
(www.take10.net) (consulta realizada el 1/04/2011)
49
Eduardo López López Tesis Doctoral
Ver la televisión.
MENOS DE 2
HORAS DÍA
Jardinería
60
AL MENOS 5 DÍAS A LA
Caminar rápido MINUTOS
SEMANA,
PREFERIBLEMENTE
TODOS
Figura 1.7.: Estadios de AF para adolescentes. Fuente: elaboración propia basada en Corbin y Lindsey, 2007,
Fitness for Life, Human Kinetics; M.E.C.-M.S.C., 2006:41, AF y salud en la infancia y adolescencia. Guía para
todas las personas que participan en su educación y Cavill, Biddle y Sallis, 2001, Statement of the United Kigdom
Expete Consensus Conference, Pediatric Exercise Science 13,12-25
50
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Además las recomendaciones que se han seguido en nuestra investigación relacionan la práctica
de AF con los distintos niveles de intensidad que los adolescentes alcanzan a través de la misma, las
cuales responden a una clasificación en función del gasto metabólico (METs) y el consumo calórico
(kcal/min). (Tabla 1.4).
Intensidad ligera, inferior a un gasto Juegos sensoriales estáticos o de precisión, petanca, pasear, flotar en la
metabólico de 3 METs piscina, lanzarse un freesbe a escasa distancia, practicar yoga,
estiramientos, etc.
Trote lento.
Intensidad moderada, equivale a un gasto Práctica de componentes deportivos, como tareas de entradas o jugadas
metabólico entre 3 y 6 METs, asociado a en baloncesto, conducciones en fútbol o en floorball, etc.
minuto (Kcal/min).
Juegos de oposición-resistencia.
Tabla 1.4.: Relación entre intensidad de la AF y ejemplos de actividades asociadas a la misma. Adaptado del
C.D.C.,2005, Physical activity for everyone; y D.H.H.S., 1996, Physical activity and health. A report of the surgeon
general.
51
Eduardo López López Tesis Doctoral
Las numerosas investigaciones relacionadas con el nivel o cantidad de práctica de AF que realiza
la población adolescente se caracterizan por el empleo de diferentes metodologías e instrumentos de
medición. Por ello en este apartado haremos referencia a las investigaciones que hayan empleado el
sistema de valoración utilizado en el presente estudio o sistemas de valoración similares o próximos.
Realizando una primera revisión general se observa que los escasos niveles de cantidad de
práctica de AF y deportiva y el elevado abandono de la misma por los adolescentes, han sido abordados
en diferentes estudios de ámbito internacional y nacional (García Ferrando, 2000 y 2006; Fernández
García, Contreras, Sánchez & Fernández-Quevedo, 2003; Gálvez, 2004; Fernández García y cols., 2007,
2008; Serra, 2008; AVENA; 2006; AFINOS; 2008; Moya, 2009; Martínez, 2010).
Con relación a los estudios que se han centrado en el cumplimento de las recomendaciones
internacionales de cantidad de práctica de AF y deportiva en adolescentes mediante el empleo del
autoinforme o el informe administrado, un número relevante de investigaciones y estudios de ámbito
internacional y nacional han evidenciado el escaso cumplimiento que muestran los adolescentes. En esta
línea y ordenados a modo cronológico se sitúan estudios como el realizado en Estados Unidos por
Zakarian et al. (1999), sobre una muestra de 1634 adolescentes de entre 14 y 16 años de edad en el que
se empleó el cuestinario NCYFS y se evidenció entre otros hallazgos que sólo un 41% de los
adolescentes realizaban regularmente AF vigorosa.
En esta misma línea podemos citar otro estudio realizado en el mismo país por el CDCP (1996),
sobre una muestra de 11.631 adolescentes, empleando el cuestionario de recuerdo (Youth Risk
Behavorial Surveillance System), que evidenció que sólo la mitad de las chicos y una cuarta parte de las
chicas realizaban AF de intensidad vigorosa con una frecuencia mayor o igual a tres veces a la semana.
Un estudio longitudinal de ámbito anglosajón realizado por Sallis, Prochaska, Taylor, Hill & Geraci
(1999) en el que se realizó un análisis de 108 estudios en lengua inglesa que se habían realizado en
adolescentes de entre 13 y 18 años, evidenció que el 80% de los adolescentes estudiados empleaban
menos de 30 minutos diarios en ser activos, así como que casi dos terceras partes de los chicos y una
cuarta parte de las chicas realizaban AF moderada o vigorosa durante 20 minutos tres veces por semana.
52
Capítulo I: Fundamentación Teórica
A su vez Levin et al. (1999) en un estudio realizado en 2.101 adolescentes rusos de entre 14 y 18
años de edad, mediante el empleo del cuestionario Russian Longitudinal Monitoring Survey (RLMS),
constató que éstos empleaban aproximadamente 28 horas a la semana en las actividades inactivas.
Donde los chicos emplearon más tiempo que las chicas en actividades físicas de intensidad moderada
(5,2 h. frente a 4.1 h. por semana) y vigorosa (2.5 h. frente a 1.8 h. por semana), y las chicas emplearon
más tiempo en las actividades domésticas, y casi el 70 % de la juventud rusa cumplió la recomendación
primera y menos del 45 % cumplió la recomendación segunda.
Estudios más recientes como el realizado por Currie et al. (2004) sobre una muestra de 162.306
adolescentes de 11,13 y 15 años de edad pertenecientes a países de la Unión Europea, Canadá y
Estados Unidos (1.536 por país), empleando el cuestionario del estudio HBCS, constató la existencia de
grandes diferencias geográficas. Así, entre la población de 15 años, la proporción de jóvenes que
satisfacen las actuales recomendaciones varía aproximadamente un 50% en el país con las mayores
puntaciones (los Estados Unidos) a menos de 20% en el país con las menores puntaciones (Portugal). Y
que los niveles de actividad disminuyen con la edad, y más acusadamente entre las chicas.
Janssen et al. (2005), efectuando una comparativa entre los países de la Unión Europea, en un
estudio realizado en población adolescente de entre 10 a 16 años, pertenecientes a treinta y cuatro
escuelas de primaria, evidenció que en nuestro país, sólo el 33% de los adolescentes cumple con las
recomendaciones de realizar 60 minutos de AF al menos 5 días a la semana.
El Health Behaviors In School-age Children (HBSC) (2008) en un estudio realizado con niños
estadounidenses de entre 11 y 15 años, evidenció que sólo un 26% de los escolares realizan 60 minutos
de AF de moderada intensidad todos los días.
En nuestro ámbito nacional, es preciso referirse a estudios como el realizado por Fernández
García, Contreras, Sánchez & Fernández-Quevedo, (2003), sobre una muestra de 4320 alumnas
adolescentes de entre 12 y 16 años, pertenecientes a dieciséis Comunidades Autónomas, empleando
53
Eduardo López López Tesis Doctoral
algunos ítems del cuestionario de Ainsworth, Jacobs y León (1993), junto con otros ítems, el cual
evidenció entre otros hallazgos, que del 50 % de la muestra que manifestaron que practicaban AF con
carácter regular, un 69,1 % lo realizaba 3 o más veces por semana (34,5 % del total de la muestra), y
que estos niveles de práctica disminuían conforme se avanzaba en edad.
Otro estudio realizado por Fernández García y cols. (2006) sobre una muestra de 2.811 chicas
adolescentes de la Comunidad de Madrid, empleando el cuestionario „Physical Activity Stages‟ Sallis,
Calfas, Alcaraz et al., 1999), constató que sólo algo más de la mitad de las chicas (54,6%) declaran ser
activas y practicar AF con cierta exigencia de ejercicio en su tiempo libre. De las cuales, casi un tercio
(31,6 %), manifiestan no alcanzar los niveles de regularidad estándar de, al menos, tres veces por
semana, durante un periodo de veinte minutos o más cada vez.
Un estudio más reciente de Fernández García y cols. (2008), realizado sobre una muestra de 1642
adolescentes de la Comunidad de Madrid y 1461 de la Comunidad de Castilla La Mancha, empleando
un instrumento similar al de nuestro estudio, evidenció entre sus diversos hallazgos, con relación al
cumplimiento de la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada, que no la cumplen un
59,6% de las chicas y un 46,4 % de los chicos de E. Primaria, un 85,9% de las chicas y un 59,8 % de
los chicos del primer ciclo, y un 88,7 % de las chicas y un 63,3 % del segundo ciclo, disminuyendo estos
valores conforme se avanza en la edad.
El estudio realizado por Serra (2008), realizado a una muestra de 831 adolescentes de la provincia
de Huesca, de edades de entre 12 y 17 años, empleando una adaptación del “Four by one-day Physical
Activity Questionaire” (Cale,1993), evidenció de una parte, que sólo el 45,9% de los chicos y el 36,9% de
las chicas, cumplen con la recomendación de realizar al menos 30 minutos tres o más días a la semana.
Con relación a la recomendación más exigente de Biddle et al. (1998), la cual reivindica que los
adolescentes deben ser activos 60 minutos todos los días (en nuestro caso los 4 días), solo el 0,23% de
los chicos y ninguna chica cumple esta exigencia. Disminuyendo estos valores conforme se avanzaba
en la edad.
Nuviala y cols. (2009) en un estudio realizado a una muestra de escolares de entre 10 y 16 años
de edad, pertenecientes a las provincias de Huelva, Zaragoza y Sevilla, constató que el 79,1% de la
muestra estudiada de escolares de entre 10 y 16 años de realizaba una hora o menos de AF al día.
A su vez, un estudio muy reciente de Rodríguez, García y Valverde (2011) realizado sobre una
muestra de 888 adolescentes de la Región de Murcia, evidenció entre otros hallazgos que un 13,6 % de
los chicos y un 32,2 % de las chicas realizaban menos de 30 minutos diarios de AF, un 0,8 % de los
chicos y un 1,4 % de las chicas realizaban entre 30 y 45 minutos, un 8,9 % de los chicos y un 6,3 % de
54
Capítulo I: Fundamentación Teórica
las chicas realizaban entre 45 y 90 minutos, un 17,2 % de los chicos y un 7,7 % de las chicas realizaban
entre 90 y 120 minutos, y un 9,5 % de los chicos y un 2,5 % de las chicas realizaban más de 120 minutos.
En el cual además, se constató una asociación claramente significativa entre los niveles de práctica de
ambos sexos, mayores niveles en los chicos frente a las chicas.
Con relación a estudios recientes en los que se han utilizado otros sistemas de medición es preciso
referir el estudio de Martínez (2010), en el que la cantidad de AF se valoró mediante acelerometría, y
entre otros hallazgos constató que sólo una cuarta parte de los preadolescentes leoneses de 11-13 años
estudiados cumple las recomendaciones actuales de práctica de AF para la salud, ya que sólo realizar
las clases de EF Obligatoria o implementarlas con una AF extraescolar no permite dejar de considerar
a estos adolescentes como sujetos sedentarios por las principales asociaciones médicas y grupos de
expertos para la Salud.
Así como que acumular 7 ó más horas semanales de AF de moderada o alta intensidad resulta
significativo para presentar dentro de un rango de normalidad mejores parámetros bioquímicos
indicadores de ejercicio saludable, junto a un mejor perfil lipídico e indicadores metabólicos relacionados
con la resistencia a insulina.
El estudio de Hernández (2010) realizado sobre una muestra de 85 escolares (41 chicos y 41
chicas) de entre 10 y 14 años de edad pertenecientes al municipio de Zaragoza, en el que se valoró la
AF a través del empleo de la acelerometría, constató que los adolescentes estudiados mostraron un
patrón asociado a una elevada prevalencia de conductas sedentarias poco activas, en el que los
adolescentes ocupaban el tiempo libre disponible fuera del horario escolar de un forma mayoritaria en
actividades de bajo coste energético, asociadas con el ocio tecnológico ( ver T.V., uso de internet,
videojuegos, etc.). Careciendo estos escolares de un escaso hábito de práctica de actividad físico-
deportiva, así como una escasa adherencia hacia la práctica de ejercicio físico.
En este estudio, entre otros hallazgos, se evidenció que los índices de inactividad observados en
los escolares de medio urbano eran muy preocupantes, así una vez descontado el tiempo que los
escolares destinaban a dormir, los escolares pertenecientes a la Etapa de Educación Primaria
permanecían más de 11 horas 30 minutos al día parados, tiempo en el gasto energético era muy escaso
o nulo, mientras que en los adolescentes que pertenecían a la Etapa de Educación Secundaria se
observaron cifras mayores, de forma que se superaban las 12 horas 15 minutos diarias, lo cual implicaba
que estos valores representaban una ocupación en torno al 80 % del tiempo libre semanal de que
disponían los adolescentes.
55
Eduardo López López Tesis Doctoral
También en el estudio de Serra (2008), se constató que los adolescentes se sitúan principalmente
dentro de la dimensión de actividad en el estado de mantenimiento (44,60%) y en menor porcentaje en
el estado de acción (12,2 %), y en los estados de cambio se sitúan principalmente en el estado de
preparación (34,4%), tránsito entre las dos dimensiones, y en menor porcentaje en lo s estados de
contemplación (6,9%) y precontemplación (2,3%).
En el estudio de Fernández García y cols. (2008), en el que entre otras variables se analizaron las
expectativas futuras de práctica regular de AF que mostraban los adolescentes de ambos géneros de
cara al próximo curso escolar, se constató que un escaso porcentaje de chicas (28,1 % y 22,6 %; primer
y segundo ciclo educativo) y algo más elevado en los chicos (54,7 % y 48,6 %; primer y segundo ciclo
educativo) mostraron intención de modificarlo al declarar que seguro que sí comenzarán a practicar AF
el próximo curso escolar.
Con relación a las diferencias de género es preciso citar que son numerosos los estudios que
constatan esta diferencia entre el nivel de práctica de AF realizada por los hombres y las mujeres en la
etapa de adolescencia, donde las chicas de forma habitual realizan menores niveles de práctica que los
chicos (Pate et al., 1996; Telama & Yang, 2000; Sallis, 2003; Matos, 2004; Hernán et al., 2004; Roman
et al., 2006, 2009; Tercedor et al., 2007; Van der Horst et al., 2007; Fernández García y cols., 2008;
Martínez, 2010; Hernández, 2010; Rodríguez, García y Valverde, 2011).
56
Capítulo I: Fundamentación Teórica
A nivel internacional, Telama & Yang (2000), estudiando una muestra de 2.309 niños y
adolescentes finlandeses, de 9,12, 15 y 18 años, empleando un cuestionario de recuerdo de práctica,
constató una disminución a partir de los 12 años, en la frecuencia y participación deportiva con respecto
al grupo de menos edad. Los chicos fueron más activos que las chicas en todas las variables; sin
embargo, la disminución de la práctica de AF se produjo en ambos géneros. En esta línea, Kim y cols.
(2001), estudiando una muestra de 2.379 adolescentes de Estados Unidos, en un estudio longitudinal de
10 años, evidenció una disminución dramática del nivel de AF durante el paso a la adolescencia.
Currie y cols. (2004) evidenció que los niveles de práctica de AF disminuían con la edad de la
adolescencia en ambos géneros, pero de una forma mucho más acentuada en el caso de las chicas
frente a los chicos. En este estudio, los adolescentes de nuestro país ocuparon una posición baja en la
tabla en el promedio de días a la semana en que los chicos y chicas de 11 años realizan alguna AF
durante una hora o más (4,1 días en los varones y 3,5 en las mujeres), a los 13 años las cifras españolas
se situaron por encima de la media (4,1 y 3,7 días para varones y mujeres respectivamente), y a los 15
años, mostraron valores inferiores a los de los 13 años (4,0 y 3,4 días), valores que se situaban en la
parte alta de la tabla, lo cual es indicativo de que en el resto de países los niveles de práctica habían
disminuido en mayor medida que en nuestro país. Donde, los valores promedio disminuyen de 4,3 a 3,9
para varones de los 11 a los 15 años, y de 3,8 a 3,2 para las mujeres.
A nivel nacional es preciso citar los estudios de Fernández García, Contreras, Sánchez &
Fernández-Quevedo, (2003), el cual evidenció un descenso de los niveles de práctica de AF gradual
entre los 12 y los 16 años.
Moreno y cols. (2005) en un estudio realizado en una muestra de 13.552 adolescentes españoles,
evidenció que los promedios de niveles de AF disminuyen con la edad en ambos géneros, siendo los
valores más bajos entre las chicas, donde la media de días a la semana de AF muestra que a los quince
años las chicas y los chicos eran poco activos (3,2 y 3,9 ). Siendo esta evidencia constatada, en otros
estudios (Lasheras et al., 2001; García Ferrando, 2006; Roman et al. 2006; Fernández García y cols.,
2006 y 2007; Ortega, 2008; Hernández, 2010).
57
Eduardo López López Tesis Doctoral
Mendoza et al. (1994), en un estudio realizado a 4.393 adolescentes españoles de 11,13 y 15 años
de edad, evidenció que el 28% no hacían actividad deportiva extraescolar, mientras que el 14% sí la
hacían diariamente. Un 22% no realiza ejercicio físico intenso, mientras que el 26% sí lo hace con una
frecuencia diaria de 4 a 6 días por semana. Las chicas realizan menos AF que los chicos y ésta disminuye
con la edad. Moreno, Rodríguez & Gutiérrez (1996), en un estudio realizado a una muestra de 934
adolescentes de Murcia, de entre 12 y 15 años de edad, evidenció que el 24,6% no practica ninguna
actividad en sus horas extraescolares, frente al 75,4% que si realiza alguna práctica deportiva. Hernán,
Ramos & Fernández (2004), en un estudio realizado a una muestra de 1.693 adolescentes de entre 13 y
18 años de edad, evidenció que entre el 81% y el 86% de los chicos menores de 18 años practican
deporte, mientras que entre el 63% y el 70% de las chicas también lo hace. Roman et al. (2006), en un
estudio realizado a una muestra de 3.185 sujetos de entre 2 y 24 años de edad, evidenció que alrededor
del 70% de los niños y adolescentes españoles no realizan AF regular en su tiempo libre, especialmente
las chicas. Con la edad, se produce un aumento de la AF hasta los 10-13 años, a partir de entonces
disminuye su práctica. A su vez, los datos aportados por la encuesta nacional ENSE (2006), constataron
que el 23,4% de los chicos realiza AF en su tiempo libre de forma intensa, y el 36,5% de forma ocasional,
mientras un 12% de las chicas realizan AF en su tiempo libre de forma intensa y un 45,7% de forma
ocasional.
El estudio de Roman et al. (2006), utilizando los datos del Estudio enKId, 3.185 individuos de 2 a
24 años, 1.474 varones y 1.711 mujeres, constató que en la franja de edad de entre 10 y 13 años, un
19,8% de los chicos y el 43 % de las chicas no practicaban AF ningún día de la semana, un 28,2 % de
los chicos y un 28,4 % de las chicas practicaban AF menos de dos días de la semana, y un 51,9 % de
los chicos y un 28,6 % de las chicas practicaban AF dos o más días de la semana. A su vez, en la franja
de edad de entre 14 y 17 años, un 27,3 % de los chicos y el 54,2 % de las chicas no practicaban AF
ningún día de la semana, un 21,6 % de los chicos y un 18,6 % de las chicas practicaban AF menos de
dos días de la semana, y un 51,1 % de los chicos y un 27,2 % de las chicas practicaban AF dos o más
días de la semana. Así, como, que la proporción de niños físicamente activos disminuye a partir del grupo
de edad de 10 a 13 años (en este grupo de edad, sólo el 52 % de los chicos y el 29% de las chicas
practica ejercicio regularmente; porcentaje que disminuye al 42 % de los chicos y al 20 % de las chicas
del grupo de edad de 18 a 24 años)
58
Capítulo I: Fundamentación Teórica
También, se muestra adecuado el citar los datos que se desprenden del estudio de Tercedor et al.
(2007), realizado a una muestra de 2.859 adolescentes de entre 13 y 18 años, empleando el cuestionario
AVENA, de los que un 40,8% de los adolescentes declararon no practicar AF, mostrándose los varones
más activos que las mujeres.
El estudio de Hernández y Velázquez (2007), realizado a una muestra de 3063 escolares (1557
chicas y 1506 chicos) correspondientes a los niveles de 4º y 6º de Educación Primaria y 2º y 4º de la
ESO, pertenecientes a la Comunidad de Madrid, evidenció de una parte, con relación al ámbito de
actividades deportivas planificadas, que un 34,5 % no realizaban nunca este tipo de actividades, y un 53
% la realizaba con una frecuencia de dos o más veces a la semana, mostrando los chicos frente a las
chicas, mayores porcentajes de práctica. Frecuencia de práctica que disminuía con la edad. Y de otra,
que esta misma tendencia se mostró en relación a la práctica de AF espontánea “juegos y actividades
de calle”. El grupo de los que no realizaban AF espontánea, aumentaba desde el 7,1 % en los niveles de
4º curso de Educación Primaria, hasta llegar a un 21,4 % en los niveles de 4º de la ESO. Y en el nivel de
4º de la ESO, un 36,1 % de las chicas frente a un 7,7 % de los chicos, declaraban no realizar nunca este
tipo de actividades.
El estudio de Fernández García y cols. (2008), ya citado, evidenció que el 72.8% de la muestra
(42,3 % y 56,8 % ) informa practicar algún tipo de AF o deporte al término de sus clases. El citado
estudio también evidenció con relación a la práctica de deportes los siguientes aspectos; las actividades
y/o deportes mayoritariamente practicados por el total de la muestra son, por este orden, el fútbol, el
baloncesto, el baile-danza, la natación, los deportes de combate y el tenis, en nuestro estudio lo son el
fútbol (26,8%), el montar en bicicleta (16,4%), el baile (15,6%), el baloncesto (12%), el caminar rápido
como ejercicio (11,8%), el fútbol sala (10,3%), nadar (10,3%), voleibol (8,8%), y las pesas/musculación
(8,1%). Así como también, la existencia de diferencias de género en diecisiete de las veinticinco
actividades o disciplinas estudiadas. También en el citado estudio y coincidiendo con el nuestro, se
resaltan las diferencias de participación de las chicas y los chicos en aquellas actividades más
fuertemente estereotipadas se mantiene (el fútbol o el baile, por ejemplo), que se constituyen en
reductos de práctica masculina o femenina. Sin embargo, debe señalarse que actividades como el
atletismo, baloncesto, balonmano, fútbol sala, con una clara adscripción de género hasta hace poco
tiempo, han evolucionado hacia un espacio compartido.
59
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por el contrario, en las mujeres los deportes más practicados son el aeróbic, la natación, la gimnasia y
el baloncesto. Y que sólo el 25,6% de los adolescentes realizaban dos actividades deportivas, siendo los
chicos frente a las chicas los que alcanzan un porcentaje mayor (17,7 % y 7,9 % respectivamente).
A su vez, los datos más recientes aportados por García Ferrando (2006) indican que entre los
mayores de 15 años, una quinta parte (20%) de los varones practicantes hace deporte de carácter
competitivo reglado, controlado por un organismo federativo o delegado por la correspondiente
federación deportiva, en tanto que entre las mujeres sólo el 5% hace este tipo de deporte. Parecida
asimetría se produce en la distribución de los que compiten con los amigos o amigas por divertirse, que
asciende al 17% entre los varones mientras que sólo lo hace el 5% de las mujeres. Si bien en el avance
de resultados de la Encuesta sobre los Hábitos Deportivos en España 2010, ya se indica que se ha
producido una disminución de la práctica deportiva federada con relación a los datos del año 2005 (19 %
y 25 % respectivamente).
Otros estudios como el realizado por Gálvez (2004), evidenció que sólo el 21,7% de los
adolescente pertenecían a una asociación o federación deportiva, donde los varones mostraban una
mayor tendencia a federarse o asociarse que las mujeres (16 % y 5,7 %). O bien, el de Fernández
García y cols. (2006), ya citado, que evidenció que el tipo de práctica de AF que realizaban las
adolescentes se identifican marcadamente con un modelo recreativo más que con un modelo orientado
hacia la competición, constatando en ambos modelos bajos niveles de frecuencia de práctica. Además
en el caso del modelo de competición, el baile fue la disciplina más practicada (21,7%), actividades como
el fútbol, con una gran connotación de género reúnen a un elevado porcentaje de adolescentes (12,6 %),
seguidos de otras actividades vinculadas habitualmente con la práctica femenina, aeróbic (9%) y
gimnasia rítmica (6,9%).
60
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Por último y en referencia a la población de nuestro contexto próximo, es preciso hacer referencia
al estudio realizado por Hernández (2008), sobre una muestra de 1272 adolescentes de entre 12 y 18
años pertenecientes a la Comarca Norte de la isla de Gran Canaria, que evidenció que un 50 % de los
adolescentes (67 % y 33 % ), realizaban actividad físico-deportiva 3 ó más días a la semana
además de las clases de Educación Física (activos), un 14 % (14,3 % y 13,8 % ), realizaban
práctica de actividades físicas físico-deportiva 1 ó 2 días semanales además de las clases de EF Escolar
(moderadamente activos), y un 36,1 % (18,6 % y 53,1 % ) sólo realizaban AF en las sesiones
lectivas de EF (sedentarios). Siendo los deportes más practicados por los chicos eran el fútbol (57,1 %),
seguido de lejos por el ciclismo, baloncesto, natación, musculación, fútbol sala, balonmano, correr, y
lucha canaria, siendo los más practicados por las chicas, la natación, danza o baile, fútbol, senderismo
o caminar, musculación o tonificación, ciclismo o bicicleta estática, balonmano, aerobic y similares,
correr, baloncesto y gimnasia rítmica.
Así como a los datos aportados por la ESC 2009, a partir de los que se observa que la prevalencia
de la práctica de AF y deportes en los adolescentes de nuestro entorno se muestra insuficiente al objeto
de que puedan acceder a los beneficios que de su práctica se derivan sobre su salud. Así al centrarnos
en la población de entre 11 y 15 años, un 52,5% en el año 2004 y un 65,32% en el año 2009 se situaban
en las dimensiones de no practicar ejercicio físico a practicarlo ocasionalmente, entre una y varias veces
al mes, frente a un 45% en el año 2004 y un 34,68% en el año 2009 que realizaban práctica de AF propia
del entrenamiento deportivo o físico varias veces a la semana.
61
Eduardo López López Tesis Doctoral
También en los adolescentes de nuestro entorno se observa una modificación en los hábitos y
conductas cotidianas enormemente perjudicial, donde el juego diario que se realizaba a través de la
motricidad y las rutinas propias de la AF habitual en las que se empleaba gasto energético se han
sustituido por un conjunto de actividades sedentarias de enorme arraigo entre los jóvenes a las que
dedican de forma mayoritaria su tiempo libre y alejadas de las que antaño se encontraban integradas en
sus hábitos de vida e implicaban desplazamientos a pie o en bicicleta, juegos de calle, así como las
diferentes rutinas domésticas.
62
Capítulo I: Fundamentación Teórica
influencia para el compromiso deportivo (Scanlan, Carpenter, Schmidt, Simons y Keeler, 1993),
encontrándose igualmente incorporado como una dimensión de las actitudes (Subramanian y Silverman,
2000) y relacionándosele también dentro de modelos que explican la autoestima (Harter, 1987) y la
competencia percibida (Davison, Werder, Trost, Baker y Birch, 2007). 6
Con relación a la diversión que se experimenta con la práctica de la AF y el deporte son diversos
los estudios que la consideran como un factor a tener en cuenta entre los motivos que pueden favorecer
una mayor adherencia hacia la práctica de la misma, o en contraposición el abandono de la misma.
En un estudio muy reciente como es la Encuesta de Hábitos Deportivos de los españoles realizada
por García Ferrando (2010) se indica que para el grupo de población entre los 15 y 75 años de edad, el
segundo motivo más importante al que se hace referencia a la hora de realizar la práctica de la AF y
deportiva es al de la diversión que se experimenta con la misma, siendo el primer motivo el de realizar la
práctica deportiva sin preocuparse por competir.
Esta referencia que hacen los españoles a la diversión como uno de los principales motivos que
les induce a la práctica de la AF y deportiva viene siendo habitual en las encuestas del mismo corte que
se han realizado con anterioridad a la del año 2010, año 2000 y 2005, más concretamente en la realizada
en el año 2005, se refiere a que la recreación, la diversión y la alegría constituyen la orientación que
impulsa esta práctica, alejada de todo sentido aparente y manifiesto, de la competición reglada.
En contraposición y en las citadas encuestas, entre los motivos que conducen a los españoles a
abandonar la práctica de la AF y deportiva se hace referencia al escaso gusto por la práctica deportiva
como el segundo factor, siendo el que citan en primer lugar el de la falta de tiempo.
6
citado por Fernández García, Sánchez-Bañuelos y Salinero Martín, 2008
63
Eduardo López López Tesis Doctoral
También resulta revelador, observar a partir de los datos de la encuesta poblacional realizada por
García Ferrando (2006), como el principal motivo de práctica de AF al que aducen los jóvenes de entre
15 y 24 años de edad frente a los que han sobrepasado los 55 años de edad sea el elemento lúdico del
deporte, donde el del 59% de los que declararon realizar práctica de AF y deportiva indicaron como
principales motivos hacerlo por diversión y pasar el tiempo. (Tabla 1.5)
A su vez, los resultados del estudio realizado por Gutiérrez (2000) señalan como el principio de la
diversión como uno de los dos principios más importantes del comportamiento humano, respecto a la
participación de los niños en actividades físicas, siendo este un principio que comprende
64
Capítulo I: Fundamentación Teórica
contenidos relacionados con la teoría hedonística, los niveles óptimos de estimulación o niveles de
arousal y las teorías de satisfacción y disfrute. Indicando que para que los niños sean físicamente activos
hay que dar prioridad a que los procesos de aprendizaje sean lo más divertidos posible.
A partir de estos datos podemos interpretar que despertar la motivación por las clases de EF en
los escolares parece tener una clara influencia en sus hábitos futuros de práctica, evidencia que ha sido
constatada en diferentes estudios de ámbito nacional que se han centrado en estudiar este aspecto
(Gutiérrez, 2000; Gálvez, 2004; Hernández y Velázquez, 2007, Macarro, 2008, García Cantó,
2010).
Apoyando esta idea se sitúan investigaciones como las realizadas por Sánchez Bañuelos (1996),
la cual refiere a la necesidad de plantear las sesiones de EF bajo una cierta implicación fisiológica, dado
que el disfrute en la práctica implica superar un cierto nivel de condición física y competencia motriz,
aspecto que se muestra directamente relacionado con el llamado Umbral Mínimo de Adaptación Física
para el disfrute (UMAFD). Principio a partil del cual se destacan las siguientes consecuencias
pedagógicas:7
En esta misma línea, el estudio realizado por Gálvez (2004) constató que la mayoría de los
adolescentes muestran un grado de diversión que se sitúa entre las dimensiones bastante y regular en
7
citado en Delgado y Tercedor, 2002
65
Eduardo López López Tesis Doctoral
las clases de EF, que los adolescentes consideran la diversión como un motivo bastante importante para
la práctica de AF, existiendo diferencias de género a favor de los chicos y que son mayoría los
adolescentes que se sienten bastante mejor al practicar, no existiendo asociación entre géneros.
A través del citado estudio, también se evidenció que la condición de divertirse en las clases de
EF aumentaba significativamente los niveles de AF en los adolescentes tanto en varones como en
mujeres, junto al hecho de experimentar buenas sensaciones en la práctica físico-deportiva, se
relacionaba en ambos sexos con un aumento significativo de los niveles de AF.
En el estudio realizado por Macarro (2008), en una muestra de 857 adolescentes, 389 varones y
468 mujeres pertenecientes a la región de Murcia que cursaban primero de Bachillerato, se comprobó
que una gran mayoría de los sujetos presentaban una actitud positiva hacia la práctica de la AF, donde
de una forma mayoritaria afirmaron que la práctica de la misma les gustaba (93 %) y les resultaba
divertida (92 %). Señalando en primer lugar, como principal motivo que les inducía a la práctica el gusto
por hacer deporte y en tercer lugar la diversión para ocupar su tiempo libre.
Otro de los factores que se relacionan con la intención de realizar un mayor nivel de práctica de
AF o de adherencia hacia la misma se relaciona con el interés que despierta la AF, el deporte o su
práctica. En esta línea, se puede afirmar que en la actualidad existe un elevado interés por parte de los
españoles hacia el deporte en general, que se corresponde con el que podemos encontrar en la mayoría
de los países del mundo, siendo la actividad humana preferida por las masas. Este interés se hace
evidente en las Encuesta de Hábitos Deportivos de los españoles (García Ferrando, 2000, 2005 y 2010),
a través de los que se puede comprobar que gran parte de la población encuestada declaró estar
interesada por la práctica de las actividades físico-deportivas, de forma que en el informe más reciente
de este investigador se indica que en la última década se ha incrementado en 9 puntos el número de
españoles que estiman que el deporte y que la EF ocupan un lugar bastante o muy importante con
relación a otras actividades.
Si nos centramos en los jóvenes españoles, los resultados del Informe de la Juventud en España
CIS-INJUVE (2007; 2008), refiere que los jóvenes entre 15 y 29 años en un mayor porcentaje (36 %)
66
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Con relación a las diferencias de género en cuanto al interés que muestran los adolescentes por
la AF el estudio realizado por Fernández García y cols. (2008), evidenció diferencias a favor de los chicos
(M=5,76 y 5,14; DT= 1,31 y 1,51), escala tipo Likert con respuestas del 1 (valor mínimo) al 7 (valor
máximo).
Por otra parte, los resultados del estudio de Hernández y Velázquez (2007) aportan un conjunto
de datos muy interesantes sobre la cuestión que nos ocupa, a través del que se comprueba que una gran
mayoría de los adolescentes estudiados se sentían satisfechos, si bien en distinto grado con las sesiones
didácticas de la materia de EF que habían recibido en los últimos tres años, casi dos de cada tres
escolares se sentían bastante o muy satisfechos. Junto a que el nivel de satisfacción declarado en
términos globales era mayor en los chicos que las chicas, el cual a su vez, decrecía con la edad, aunque
los adolescentes de la ESO, seguían reflejando un grado de satisfacción que se situaba en las
dimensiones de bastante, satisfecho y muy satisfecho (86%).
Además, este estudio evidenció que para la mayor parte de los escolares las clases de EF
suponían en términos generales experiencias amenas y formativas. Lo cual se interpreta asociado a que
la imagen de los escolares tienen de las sesiones de EF se configuren con expresiones como divertida,
agradable, éxito, utilidad para la vida, pensar y descubrir, aprendizaje, frente a sus antónimo. Siendo el
porcentaje de escolares de la Educación Primaria que refieren a las expresiones divertida, agradable,
éxito, facilidad, utilidad para la vida, pensar y descubrir, aprendizaje, significativamente mayor que los
escolares de la de la ESO. Y que con relación a las diferencias de género, que son las chicas frente a
los chicos las que perciben en mayor porcentaje el término dificultad frente a su antónimo facilidad. (Tabla
1.6)
67
Eduardo López López Tesis Doctoral
ÉXITO
73,7 % FRACASO 16,2 %
Tabla 1.6.: Representación que hace el alumnado de las sesiones de EF. (Fuente:
Hernández y Velázquez, 2007)
Además, la opinión que dan los escolares con relación a lo que le sugieren las sesiones lectivas
de EF permite identificar un perfil en el que destacan especialmente las características definidas por las
expresiones motivación, saludables y compañerismo, a las que también en un porcentaje muy importante
se suman las características de integración, disfrute y tranquilidad. Donde al centrarnos en la sensación
de disfrute-sufrimiento se observa que ésta decrece con la edad de forma significativa, mayores valores
en 4º y 6º de Educación Primaria (87,6 % y 87,4 respectivamente), que en 2º y 4º de la ESO (69,3 % y
70,7 % respectivamente).
68
Capítulo I: Fundamentación Teórica
De forma que la autoeficacia condiciona el tipo de actividades en las que se implica un individuo,
actuando a modo de indicador del tiempo en intensidad con la que se compromete en su realización, al
tiempo que contribuye a incrementar la motivación.8
Desde este punto de vista la percepción de competencia motriz se constituye como un factor
relevante para la EF, pudiendo contribuir a la adopción de un determinado estilo de vida más o menos
activo y en consecuencia saludable.
Apoyando esta idea, la orientación que se den a las sesiones lectivas de la materia de EF en el
ámbito escolar y extraescolar debe ser un aspecto a tener muy en cuenta dada su posible relación con
una mayor o menor adherencia hacia la práctica de AF por parte de los adolescentes, donde los estudios
realizados por Torre (1998), Moreno y cols. (1997), Casimiro (1999), parecen confirmar una notable
influencia y asociación entre la percepción de la clase de EF y la práctica extraescolar, de tal forma que
los escolares que más practican son aquellos que tienen una visión más positiva y se sienten más
atraídos por la EF. Por lo que despertar la motivación por las clases de EF parece tener una clara
influencia en los hábitos futuros de práctica (Ruiz Pérez, 1994a, 1994b; Gutiérrez, 2000).
En contraposición, es preciso indicar que las experiencias negativas en el entorno escolar durante
la etapa de la Educación Primaria y Secundaria suponen un riesgo que incidiría en estilos de vida poco
activos en el futuro. Por lo que utilizar en el programa de EF una metodología centrada en el resultado y
en aspectos competitivos generará problemas en todos aquellos niños que no posean altos niveles de
competencia motriz, circunstancia que incidirá en su propio autoconcepto y en el posible alejamiento de
la práctica o sustitución por otros hábitos más integradores. (Martín-Albo, 2000).
Con relación a las diferencias de género en la percepción de competencia motriz, son diversas las
investigaciones de ámbito internacional y nacional que han evidenciado que los chicos frente a las chicas
se consideran más capacitados para realizar actividades físicas, dedicando más tiempo a la práctica
físico-deportiva, mostrando además un perfil de autopercepción más positivo que las chicas
8
citado en Hernández y Velázquez, 2007.
69
Eduardo López López Tesis Doctoral
(Torre, 1998; Macías y Moya, 2003; Hellín, 2003; Gálvez, 2004; Moreno y Cervelló; 2005; Hernández
y Velázquez, 2007; Serra, 2008; Esnaola, 2009, García Cantó, 2010).
El estudio de Hernández y Velázquez (2007), evidenció que un poco más de la mitad de los
escolares no tenía una percepción bastante o muy positiva de su grado de eficacia, medidas tanto a
través de una escala general como específica motriz, existiendo diferencias significativas entre géneros
a favor de los chicos frente a las chicas, así como que la percepción de eficacia disminuía conforme se
avanzaba en la edad.
En esta misma línea se sitúan otras investigaciones como la realizada por Labrado et al. (2006),
la cual constató con relación al grado de percepción que el alumnado tiene sobre sus cualidades físicas
la existencia de diferencias significativas en función del género, siendo los chicos quienes se perciben
con mejores competencias físicas que las chicas.
A su vez, el estudio realizado por Fernández y cols. (2008), evidenció entre otros hallazgos
diferencias significativas entre géneros en la percepción de competencia motriz, mayores valores en los
chicos que las chicas, la cual a su vez disminuía con la edad en ambos sexos.
Por otro lado con relación a la asociación que existe entre la práctica de AF de intensidad
moderada y vigorosa, competencia motriz percibida en la AF y el deporte, es preciso indicar que el nivel
de percepción de autoeficacia es para muchos autores una de las influencias más poderosa y consistente
en la realización de AF a cualquier edad (Sallis, 1994; Sallis, Prochaska et al., 2000; Trost et al., 2002;
De Bourdeaudhuij, 2003; Gálvez, 2004; Veloso, 2006). Otros autores también han asociado la percepción
de auto- eficacia con estilos de vida físicamente activos (Nupponen, Piéron & Telama, 2005; Van der
Horst et al., 2007), incluso hasta el punto de indicar que podría ser el más importante predictor de la
actividad física (Wu & Pender, 2002).
En el estudio de ámbito internacional realizado por Sallis, Hovell, Hofstetter & Barrington (1992)
se comprobó que los cambios positivos en la auto-eficacia ocurrían en la misma medida que los cambios
en la AF, de forma que la práctica de AF aumentaba de igual forma que aumentaba el nivel de
autoeficacia de los sujetos. Igualmente Mico, Orona & Piéron (2002), al concluir un estudio con
adolescentes andorranos se preguntan si en esta edad crítica, el grado de participación en las actividades
físicas no corresponde a una cierta falta de confianza en uno mismo o a un realismo mayor en la
evaluación de sus destrezas deportivas. Donde también Van der Horst et al. (2007), en una metarevisión
de sesenta estudios realizada desde el año 1999, concluyó que existían asociaciones positivas entre el
nivel de percepción de autoeficacia y un mayor nivel de práctica de AF y deportiva.
70
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Siendo a su vez en esta misma línea en la que se sitúan estudios de ámbito nacional como el
realizado por Gálvez (2004), el cual evidenció que la percepción de competencia motriz aumentó
significativamente los niveles de AF en los adolescentes, tanto en varones como en mujeres, dándose
de igual forma una disminución significativa de los citados niveles con el paso de los años. El estudio
realizado por Serra (2008), que evidenció que los adolescentes que realizan más actividades de
intensidad moderada y vigorosa mostraban una mayor percepción de autoeficacia. O el realizado por
Moya (2009), que evidenció que los bajos registros en las pruebas físicas, indicaban una mala aptitud
física, derivada posiblemente, del estilo de vida sedentario que a su vez genera una percepción de
autoeficacia baja en los estudiantes, a la vez que unos menores niveles de práctica de AF.
En el estudio de García Cantó (2010), realizado a una muestra de 1120 adolescentes, 565 varones
y 555 mujeres, se evidenció entre otros hallazgos que un 57,3 % de los sujetos poseían una
autopercepción aceptable de su competencia motriz, un 15,3 % alta y un 27,4 % baja. Y que la misma
influía directamente en los niveles globales de práctica de AF habitual, apreciándose este efecto con
mayor intensidad en la subescala que representa la actividad durante el tiempo de ocio, donde los sujetos
con mayor percepción en esta variable se incorporaban con mayor decisión a reproducir sus modelos de
práctica físico-deportiva de forma repetida.
En definitiva todas estas evidencias nos conducen a apoyar la idea de que la percepción de
autoeficacia o de una adecuada competencia motriz se muestran como uno de los principales factores
que pueden ejercer una mayor o menor influencia en los niveles de práctica de AF y deportiva por parte
de los adolescentes. Por lo que toma protagonismo en el diseño de las tareas o de los propios modelos
deportivos, el empleo de metodologías positivas que promuevan expectativas razonables de éxito y se
muestren alejadas de un modelo competitivo y excluyente.
Con relación a la utilidad y valor que se otorga a la práctica deportiva es preciso indicar que en los
diferentes estudios sobre Hábitos Deportivos de la Población Española (García Ferrando, 2000, 2005 y
2010) éstos hacen referencia a la falta de utilidad o beneficio que se atribuye a la misma como uno de
los motivos principales motivos que les induce a su abandono.
Además, esta misma evidencia se observa si nos centramos en la población adolescente donde
un cuerpo importante de investigaciones en las que se analizan los motivos y causas que les induce a
71
Eduardo López López Tesis Doctoral
abandonar la práctica de la AF y el deporte, también señalan este mismo factor, la escasa utilidad que
otorgan a la misma (García Ferrando,2000, 2005, 2006, 2010; Durán, 1995; Fernández, Contreras,
Sánchez & Fernández-Quevedo, 2003; Macías y Moya, 2003; Gálvez, 2004; Fernández y cols., 2007;
Serra, 2008).
Con relación a las diferencias de género que se observan con relación a la percepción de utilidad
y valor que los adolescentes otorgan a la práctica de la AF, el estudio realizado por Macías y Moya (2003)
en una muestra de 627 adolescentes con una media de edad de 15,46 años, evidenció la existencia de
diferencias significativas a favor de los chicos frente a las chicas, otorgándole un mayor valor de utilidad.
También el estudio realizado por Fernández García y cols. (2003), constató que la utilidad que
perciben las adolescentes globalmente es buena, presentando una tendencia de evolución a la baja
según se avanza en la edad.
Otros autores han estudiado el constructo denominado el valor percibido de la tarea y su relación
con mayores o menores niveles de práctica. Así el valor percibido de la tarea se trata de una cualidad de
la tarea en sí misma que contribuye a incrementar o disminuir la probabilidad de que un individuo la
seleccione. Donde este constructo aparece subdividido en el modelo original en cuatro componentes: el
valor de utilidad, el valor de incentivo o interés subjetivo, el valor de logro y el coste percibido (Eccles y
Wigfield, 2002). El valor de utilidad se define como la relevancia de participar en la actividad para
confirmar aspectos destacados de la propia personalidad o el auto-esquema ideal, aunque también se
ha relacionado a esta dimensión con la importancia personal que el individuo le da al hecho de hacerlo
bien en la actividad.
Vemos por tanto, que el autoconcepto físico relacionado con la percepción de autoeficacia o
72
Capítulo I: Fundamentación Teórica
competencia motriz, aparece como un elemento clave en la estructuración de ambos constructos en los
sujetos. Así, los chicos y chicas con un alto autoconcepto físico presentan expectativas de éxito más
altas y atribuyen un mayor valor a la práctica físico-deportiva con las consecuencias positivas que ambas
circunstancias tienen sobre el incremento de la práctica efectiva, la persistencia en la práctica y el
rendimiento en la misma (Eccles y Harold, 1991; Eccles y Wigfield, 2002).
En esta línea se muestran los resultados del estudio de ámbito nacional de Macías y Moya (2003),
en el que se evidenció que el valor percibido de la tarea, valor de utilidad, y la práctica deportiva están
relacionados en ambos sexos. Existiendo relación entre este valor y la intención de participar en
actividades deportivas.
Otro cuerpo importante de investigaciones refieren a la existencia de una relación positiva entre la
competencia motriz y la utilidad y valor que se otorga a la práctica de la actividad físico-deportiva, de
forma que la mayoría de estudios hablan de diferencias en cuanto al autoconcepto físico de chicos y
chicas (Daley, 2002; Esnaola, 2009), y en consecuencia, en cuanto a las expectativas de éxitos que
mantienen y el valor que confieren a las actividades de corte físico-deportivo (Eccles y Harold, 1991).
Por otra parte y con relación a la asociación que existe entre las variables práctica de AF de
intensidad moderada y vigorosa, competencia motriz percibida y valor utilidad hacia la AF y el deporte,
es preciso indicar que diversos autores han estudiado la influencia del autoconcepto de habilidad sobre
las conductas relacionadas con el logro y la elección de actividades (Eccles y Harold, 1991; Nagy y cols.,
2006; Sáinz, 2006; Simpkins y Davis-Kean, 2005) coincidiendo en su papel como predictor crítico de la
elección de la tarea.
En el estudio de Gálvez (2004) se comprobó que existe una asociación positiva entre los niveles
de práctica de AF y el valor utilidad otorgada a la AF y a las sesiones didácticas de EF en la Enseñanza
Secundaria, de forma que la opinión favorable sobre la utilidad de las citadas sesiones aumentó
significativamente los niveles en ambos sexos.
73
Eduardo López López Tesis Doctoral
En el estudio realizado por García Cantó (2010), también se evidenció que la percepción de utilidad
de las sesiones de EF era una variable que elevaba de forma significativa en ambos sexos, los niveles
globales de práctica de AF habitual, apreciándose dicho efecto con mayor intensidad en la subescala
que representa la actividad durante el tiempo escolar, frente a las subescalas de actividad deportiva
voluntaria y durante el tiempo de ocio.
En definitiva, todas estas evidencias se sitúan en la línea que apoya la idea de que la utilidad y el
valor que se otorgue a la práctica de la AF y el deporte se muestran como uno de los factores muy a
tener en cuenta, dada su posible influencia a la hora de generar tanto mayores niveles como una mayor
adherencia hacia la práctica de AF en la población adolescente.
Tal y como indican los expertos en el campo de la Salud, se acepta que explorar y conocer la
percepción que los individuos tienen sobre su propio estado de salud se constituye en un aspecto de
especial relevancia puesto que la misma se ha mostrado como un factor predictor de morbi-mortalidad.
La OMS desde su constitución (1948) propuso una idea de salud en sentido amplio y de carácter
positivo, “estado de completo BF, mental y social y no la mera ausencia de enfermedad”. Y tal y como
indica Fernández García y cols (2003), esta definición que constituye fundamentalmente una declaración
de principios, aporta una concepción integral de la salud en la cual quedan comprendidas las
dimensiones psicológicas y social. En consecuencia, utilizando el concepto de salud integral como punto
de partida, en la que la salud del individuo y la salud colectiva, incumbe además de al Sistema Sanitario,
a la Psicología de la Salud, ésta última se encuentra vinculada a lo que en la literatura especializada se
denomina “estado general de bienestar percibido”, o “estado psicológico de bienestar” (well-being).
Apoyando esta idea Fernández García y cols. (2003) hacen referencia a que son diversos los
estudios y revisiones de la literatura, que apoyan la existencia de una cierta relación entre los efectos de
la práctica de AF sobre el estado psicológico de bienestar (Folkins y Sime,1981; Dishman,1985 y 1986;
Dubbert, Martin y Epstein, 1986; Morgan y Goldstone,1987; Leith y Tailor, 1990; Freedsan,1992;
Bidle,1993; Bidle y Goudas,1994; Weyerer y Kupfer,1994; Sánchez Bañuelos,1996) . Y que este apoyo
74
Capítulo I: Fundamentación Teórica
se produce en un mayor o menor grado dependiendo de una gran diversidad de condicionantes, lo que
hace que los resultados de muchas de las citadas investigaciones sólo sean generalizables dentro de un
ámbito y circunstancias restringidas.
Con relación a la percepción de BF, diversos estudios de ámbito internacional y nacional han
evidenciado que a partir de la adolescencia las chicas perciben peor su BF que los chicos y que conforme
se avanza en la edad de la adolescencia ambos géneros, los adolescentes perciben peor su estado de
salud o bienestar (Serra-Sutton et al. ,2003; Cavallo et al., 2006; Ramjil et al., 2004; Vélez et al., 2009).
Este instrumento se constituye en una medida génerica del estado de salud percibido para
adolescente e incluye 6 dimensiones (Satisfacción, Bienestar, Resistencia, Riesgos, Funciones y
Enfermedades), 20 subdimensiones y un total de 183 ítems o preguntas. Siendo adaptado en España
por los citados autores, siguiendo la metodología de traducción directa e inversa, en el denominado
“Cuestionario de Calidad de Vida en Población Infantil y Adolescente” en su versión castellana (Rajmil y
cols., 2004).
El estudio de ámbito nacional realizado por Rajmil et al (2004) en sujetos de educación primaria y
secundaria, constató que las chicas de mayor edad presentaban puntuaciones más bajas que las chicas
de menor edad en variables de BF, BE y Autoestima.
Por otro lado, al centrarnos en la percepción de BE, el estudio de Muros y Som (2008) constató la
existencia de asociación positiva entre adolescentes activos e inactivos y la percepción de BE.
75
Eduardo López López Tesis Doctoral
En el ámbito internacional otras investigaciones como las realizadas por Chen et al. (2005a), Chen
et al. (2005b) y la de Steptoe & Butler (1996) muestran resultados similares constatando que aquellos
adolescentes que muestran mayores niveles de práctica de AF a su vez muestran una mejor percepción
de BE.
El estudio de Steptoe & Butler (1996) fue realizado en Inglaterra, Escocia y Gales, en una muestra
de 2223 niños y 2838 niñas con una edad media de 16,3 ± 0.38 años, y evidenció que los adolescentes
que realizaban ejercicio moderado o vigoroso mostraron una alta correlación en cuanto a la percepción
de BE, lo mismo ocurrió con el sentimiento de sentirse enfermo y el sentimiento de angustia, sin que se
constatara correlación con los factores psicológicos.
Otros trabajos de investigación también confirman estos resultados, ya que la mujer manifiesta
valorarse en menor grado y estar mucho más preocupada por sus capacidades personales que el hombre
(Pomin et. al, 2008; Labrado et al., 2006).
En nuestro entorno, con relación a la autovaloración del estado de salud la ESC 2009 ha indagado
la CVRS en niños y adolescentes de entre 8 y 15 años de edad pertenecientes a la Comunidad de
Canarias mediante el empleo del instrumento genérico de calidad Kidscreem-10 como puntuación
unidimensional de CVRS que consiste en diez ítems que representan suficientemente a los perfiles más
extensos de este instrumento (BF, bienestar psicológico, estado de ánimo, autopercepción, autonomía,
relación con los padres y vida familiar, amigos, apoyo social, entorno escolar, aceptación social y
recursos económicos). Comprobando que la CRVS que muestra la población infantil y adolescente de
Canarias se sitúa por encima del promedio de la población europea
76
Capítulo I: Fundamentación Teórica
con puntuaciones ligeramente superiores para las niñas (66,98) que para los niños (65,44) y ligeramente
mejores para el grupo de menores de entre 8 y 11 años frente al grupo de 12 a 15 años de edad,
independientemente del sexo. Siendo estos resultados más favorables para los niños y adolescentes que
residen en las islas de Gran Canaria, la Gomera y Tenerife, frente a los del Hierro, La Palma,
Fuerteventura y Lanzarote.
Por otra parte la percepción del estado de salud de los niños y adolescentes de entre 4 y los 15
años de edad de Canarias obtenidos a partir de la ESC 2009 se muestran muy similares a los datos
aportados por la ENSE 2006 para el conjunto del estado español. (Figura 1.9)
Figura 1.10.: Comparación del Estado de Salud Percibido población infantil y juvenil. (Fuente: Encuesta
Canaria de Salud, 2009)
77
Eduardo López López Tesis Doctoral
Al establecer las pautas asociadas a la nutrición en esta etapa se debe atender de una parte y
principalmente a la consecución de un estado nutricional óptimo y al mantenimiento de un ritmo de
crecimiento adecuado y de otra a asegurar una serie de recomendaciones dietéticas que permitan
prevenir las enfermedades condicionadas por la alimentación que aunque presentan una base genética
y se manifiestan en la edad adulta, tienen su origen en esta etapa. Por otra parte, durante la adolescencia
se producen cambios en la maduración psicológica que pueden condicionar hábitos alimentarios
inadecuados con el consiguiente riesgo de alteración nutricional.
Si bien, en la actualidad, la desnutrición en nuestro país en sus formas graves ha dejado de ser
un problema de salud pública. Lo que en realidad preocupa a los profesionales son precisamente los
desequilibrios alimentarios y el papel que desempeñan en el desarrollo de enfermedades crónicas como
la diabetes, la OB, las enfermedades cardiovasculares o ciertas formas de cáncer. Siendo esto, un reto
para el presente y el futuro (Bengoa, 2005).
Además aunque son diversas las causas que originan los problemas nutricionales en los
adolescentes, éstas se enmarcan en tres grandes grupos: elevados requerimientos nutricionales, hábitos
inadecuados de alimentación y trastornos de la conducta alimentaria (en adelante TCA).9
Tal y como indican Ortega y cols. (2005) con relación a los elevados requerimientos nutricionales
es preciso indicar que los problemas se originan cuando además del aumento de los citados
requerimientos propios del crecimiento y desarrollo que tienen lugar en la adolescencia, éstos se
incrementan aún más ante determinadas condiciones concretas.
9
citado en Ortega y cols. (2005)
78
Capítulo I: Fundamentación Teórica
A esta situación debemos añadir los numerosos estudios que refieren que son una mayoría los
adolescentes que no desayunan o lo hacen inadecuadamente, a pesar de que esta comida suele aportar
importantes cantidades de calcio y otros nutrientes, lo cual va a condicionar la dieta total y el control del
peso. Alejándose en consecuencia de la recomendación para esta etapa de la vida que insiste en la
necesidad de no saltarse ninguna comida y donde se hace especial hincapié en el desayuno, debido a
que las evidencias aportadas por las diversas investigaciones que indican que el desayuno es una comida
particularmente importante para niños y adolescentes (Serra-Majem et al., 2002), teniendo en cuenta que
el aporte energético-calórico de esta ingesta es un elemento clave para afrontar con fuerzas no sólo la
AF de la mañana, sino que también contribuirá a un correcto rendimiento intelectual en las tareas
escolares.
79
Eduardo López López Tesis Doctoral
Apoyando esta problemática, es preciso referirse a los datos que acerca del hábito del desayuno
de los niños españoles ha aportado el estudio enKid 1998-2000 (Serra-Majem et al., 2002) y que se
concretan en los siguientes:
Así como los referidos a estudios más recientemente que se han recogido en la Encuesta Nacional
de Salud 2006, donde se indica que el 9,24 % de los jóvenes entre 1 y 15 años declararon desayunar
sólo café, leche, té, yogur, chocolate, etc. y sólo un 1,18 % declararon que no suelen desayunar nada, y
en el grupo de entre los 16 a los 24 años, el 7,8 % declararon no desayunar nada, mientras que un 11,98
% sólo alguno de los alimentos citados anteriormente.
Otro factor que puede propiciar cambios en el patrón alimentario se asocia a la preocupación por
la imagen corporal y el deseo de ser aceptado por sus iguales lo cual puede conducir a dietas
hiperproteicas o hipocalóricas, dietas vegetarianas, etc., que pueden constituirse en el primer paso en la
aparición de TCA.
Los TCA son trastornos que tienen un origen social. El culto al cuerpo y la asociación de una
estética no siempre saludable con el éxito social son valores sociales actuales que marginan al obeso.
Los principales TCA son la anorexia nerviosa y la bulimia que cada vez y con mayor frecuencia se
presentan en edades más tempranas, especialmente en las mujeres, aunque los hombres también sufren
este tipo de problemas.
Con relación a la anorexia nerviosa, es preciso indicar que se trata de una enfermedad en la que
se produce una distorsión de la percepción por parte del paciente de su propia imagen corporal y un
trastorno de la conducta nutricional. Se la considera una enfermedad psicosomática, que se caracteriza
por una pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por el propio enfermo a través de dietas
restrictivas o purgación.
Este trastorno, se ubica de manera generalizada entre los 13-14 años, o bien entre los 16-17 años.
En el mundo occidental, se considera que las cifras de prevalencia se sitúan en un 1,1 % de las mujeres
adolescentes, y de entre el 0,2 y el 0,8 % de la población en general, mostrando una proporción entre
ambos sexos de 1/10, lo que se traduce en un hombre por cada diez mujeres.
80
Capítulo I: Fundamentación Teórica
ingesta excesiva de alimentos, junto a una preocupación casi obsesiva por el peso corporal, lo cual
conlleva medidas extremas (vómitos y uso de laxantes y diuréticos) para mitigar el aumento de peso
producido por la ingesta abundante de comida.
Con relación a su prevalencia es preciso indicar que se trata de un trastorno que se inicia durante
la adolescencia y se manifiesta entre los 12 y los 35 años, siendo la edad de máxima prevalencia
alrededor de los 24 años. Se estima que alrededor del 2-3 % de la población femenina en la adolescencia
y juventud está afectada lo que supone una mayor prevalencia que la anorexia nerviosa.
Ante todos estos aspectos que hemos citado y que se muestran asociados a los hábitos
alimentarios de la población adolescente y que se traducen en una modificación de los hábitos
alimentarios y el consecuente empeoramiento del patrón de alimentación, se hace necesario incidir en
este grupo de población al objeto de promover un cambio de tendencia a través de la planificación de
programas de educación alimentaria, incluidos a su vez en proyectos de promoción y educación para la
salud, de forma que estos hábitos alimentarios estén condicionados por el tipo de alimentos que ofrece
el entorno, que en nuestro ámbito se asocian a un patrón de DM óptima, de acuerdo con los principios
de alimentación equilibrada y saludable, tal y como vienen indicando la Fundación DM presidida por el
Doctor Serra Majen, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (en adelante SENC), así como las
evidencias que viene aportando el estudio PREDIMED, acrónimo de un estudio nutricional longitudinal
de ámbito español con DM, para evaluar su eficacia en la prevención primaria de enfermedades
cardiovasculares. Dieta que ha sido declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la
UNESCO (2010). La cual, en opinión de autores relevantes en el ámbito de la nutrición, es más que una
pauta nutricional, es un estilo de vida, la cual asociada a la práctica del ejercicio físico se constituye en
un modo de vida saludable (Serra Majen, 2011).
81
Eduardo López López Tesis Doctoral
Además siguiendo a Merino et al. (2006) los tres principales objetivos de una dieta saludable se
centran en:
3. Proporcionar suficiente energía (calorías) para mantener una masa corporal ideal.
Considerando que una ración de alimentos es la cantidad habitual de estos que se suele consumir,
de forma que se escoge una media determinada por las costumbres sociales y las encuestas
alimentarias, aunque las porciones son flexibles y se adaptan a las necesidades nutricionales de cada
82
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Los citados autores además indica que no existen alimentos “buenos” o “malos”, sino sólo una
buena o mala dieta global, por lo que una dieta saludable infantojuvenil debe constar de los siguientes
grupos y cantidades de alimentos:
2-3 raciones diarias de productos lácteos (por ejemplo, leche, yogur, queso, etc.).
2-3 raciones diarias de alimentos ricos en proteínas (por ejemplo, carne, aves de corral,
pescados, legumbres, huevos o frutos secos).
6-11 raciones de alimentos ricos en hidratos de carbono complejos y no refinados (por ejemplo,
pan, cereales, arroz o pasta).
Siendo otro grupo de investigadores los que a su vez han realizado importantes aportaciones
relacionadas con el patrón alimentario más recomendado actualmente en la edad de la adolescencia,
estableciendo en cinco el número de comidas diarias que se deben realizar. Tres más importantes:
desayuno, almuerzo y cena, y otras dos de sostén, donde cada una de las comidas importantes debe
aportar el 25% de la energía total diaria y las de sostén el 25% restante (Lirio, 2006; Hernández, 2000;
Liarte y Novell, 1998).
En una aproximación a los adolescentes de nuestro entorno, el estudio enKid (1998-2000) puso
de manifiesto que los alimentos más consumidos por los jóvenes canarios entre 2 y 24 años eran
la leche, los quesos, otros lácteos y las patatas y los menos consumidos eran los cereales pescados,
carnes rojas, embutidos y frutos secos. Quedando reflejado a partir de los datos estadísticos que se
obtuvieron que en la población adolescente de Canarias se encontraba instalado un patrón alimentario
poco saludable, caracterizado por la ingesta inadecuada de algunos grupos de alimentos como por
ejemplo suponía un consumo inferior a 1 ración/día de verduras en niñas de 2-9 años, una ingesta mayor
a 1 ración/día de bollería en niñas de 6-9 años, más de 4 raciones/día de dulces en varones de 14-17
años o más de 1 ración/día de refrescos en mayores de 14 años.
83
Eduardo López López Tesis Doctoral
A su vez los datos aportados por la ESC 2009 también ponen de manifiesto para la población de
entre 1 y 15 años de Canarias, que los alimentos más consumidos a diario son los productos lácteos
(95,8 %), seguido del pan y cereales con (91,52 %), la fruta fresca con un (71,28 %), las verduras y
hortalizas (44,73 %) y los dulces (32,09 %). Frente a un grupo de alimentos que se consumen una o dos
veces a la semana; pescado (70,48 %), huevos (71,1 %), legumbres (69,51 %), carne (62,22 %), pasta
o arroz (42,55%). Y que el consumo de comida rápida se sitúa entre una frecuencia de menos de una
vez a la semana (39,16%), una o dos veces a la semana (26,52 %), o nunca o casi nunca (29,27
%), y el consumo de los alimentos incluidos en el grupo de snacks salados, se sitúa en una frecuencia
de menos de una vez a la semana (32,68%), una o dos veces a la semana (31,66 %), o nunca o casi
nunca (26,68 %). Donde además con relación a los hábitos de desayuno, los alimentos más consumidos
son la leche y derivados, yogurts, queso blanco, etc. (94,15 %), pan y cereales (79,18 %), bollería y
galletas (23,06 %) y embutidos y huevos (16,71 %).
Como conclusiones finales sobre los hábitos alimenticios de los jóvenes españoles entre los que
se incluyen los de canarias se pueden citar algunas de las evidencias encontradas en el estudio AVENA,
Wärnberg y cols. (2006), y que hacen referencia al inadecuado patrón alimentario que en la actualidad
se encuentra instalado en este sector de la población y que es necesario modificar si lo que se pretende
es actuar eficazmente contra la prevalencia del SP y OB:
- El consumo de fibra dietética entre los adolescentes españoles es deficitario, lo cual unido a la
presencia de OB, sedentarismo y un nivel deteriorado de la forma física, puede generar un alto riesgo
de enfermedad cardiovascular en el futuro. Estos datos confirman que el consumo de fibra dietética
está relacionado con hábitos de vida más saludables, como son una composición corporal adecuada
y un mayor nivel de AF diaria, observándose también una mejor forma física en términos de fuerza
muscular, todos ellos factores determinantes para garantizar la salud en la adolescencia y durante el
resto de la vida.
- El desayuno es la comida del día que menos interés despierta entre los adolescentes. Diferentes
estudios han demostrado que la supresión del desayuno reduce tanto el rendimiento
84
Capítulo I: Fundamentación Teórica
físico como el intelectual, además de hacer más difícil alcanzar las ingestas recomendadas de energía
y nutrientes para todo el día. La calidad nutricional del desayuno se comparó con uno predefinido
como “óptimo”, que incluía un lácteo, un alimento rico en hidratos de carbono y una fruta o su zumo.
Según estos criterios, el 13,2% de los adolescentes estudiados consumió un desayuno adecuado, no
encontrándose diferencias en función del sexo. Donde la mayoría de los adolescentes no incluyó una
fruta o zumo y entre las chicas se encontró un mayor porcentaje que suprimía el desayuno (8,6% en
chicas y 3,5% en chicos, p < 0,001). También se observó una influencia en la edad a la hora de omitir
esta ingesta, ya que a los 13 años sólo el 1,7% de las chicas no desayunan, frente a un 13,5% en el
grupo de edad de 17-18 años (p < 0,01) (Moreno y cols. 2005).
La OMS (1998) reconoció que la OB se había convertido en una de las mayores epidemias a
escala mundial tanto en población infantil como en los adultos. Los cálculos de la OMS (2005) ya
indicaban que en todo el mundo había aproximadamente 1600 millones de adultos (mayores de 15 años)
con SP, al menos 400 millones de adultos con OB y al menos 20 millones de menores de 5 años
10
citado en “Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil”, 2009
85
Eduardo López López Tesis Doctoral
con SP. Junto a que la prevalencia de la OB estaba aumentando en todos los grupos de edad en todas
las regiones del mundo, donde estudios realizados en países como Chile o México indican que entre un
7 y un 12% de los niños menores de cinco años y una quinta parte de los adolescentes en estos países
ya son obesos, y en los adultos se estima que las tasas de SP y OB se aproximan al 60% en la actualidad.
Indicando en su informe más reciente (2010) que el SP y la OB representan un 5% de la mortalidad
mundial.
Además son múltiples las evidencias que refieren que el hecho de tener SP u OB en la infancia
aumenta el riesgo de OB en la edad adulta y a medida que aumenta la edad de aparición de este trastorno
ésta se constituye en un potente predictor de padecerla en edades posteriores con independencia de la
presencia o no de OB en los padres.
11
citado en “Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil”, 2009
86
Capítulo I: Fundamentación Teórica
a su vez, entre un 10% y un 20% de niños a partir de los dos años de edad, mostraron estados
nutricionales propios de la OB, asociado a un IMC superior o igual al percentil 95 para edad y sexo.
En nuestro país, resulta relevante citar los resultados del estudio realizado por la Sociedad
Española para el estudio de la OB (2003) (en adelante SEEDO), los cuales muestran una prevalencia de
SP y OB en la población adulta del 39 % en las mujeres y el 14,5 % en los hombres respectivamente,
donde las mujeres presentaron niveles de OB superiores a los hombres, mostrando éstos, a su vez
niveles más elevados de SP. Así como que la prevalencia de OB aumentaba significativamente con la
edad tanto en mujeres como en hombres. Resaltando que en este estudio la región de Canarias presentó
los valores más elevados de OB del país, 14,21 % en varones y 22,22 % en mujeres respectivamente.
Valores más recientes para nuestro contexto han sido aportados por las ESC 2004 y 2009, donde
en la encuesta correspondiente al año 2009 se indica que un 18,58 % de la población canaria mayor de
17 años muestra unos valores del IMC correspondiente a rangos de OB (17,92 % hombres y 19,24 %
mujeres) y un 36,83 % se sitúa en rangos de SP (42,05 % hombres y 31,67 % mujeres), porcentajes que
tienden a incrementarse conforme se avanza en la edad. Datos que por otra parte se mantienen estables
respecto a 2004, en los que se aprecia un discreto incremento de un 2,73 % de los adultos con SP y un
1,05 % en los que presentan OB.
A su vez si nos centramos en la población infantil y adolescente de nuestro entorno, los resultados
del estudio enKid 1998-2000 (Serra-Majem y Aranceta, 2001) mostraron que los valores de prevalencia
del SP y la OB según los percentiles 85 y 97 del IMC de las tablas de Orbegozo era del 26,3% y el 13,9%
respectivamente, valores tanto de OB como de SP superiores en los varones, 15,6% y 29,9%, frente a
las mujeres, 12,0 % y 22,5%, y donde las mayores cifras se detectan en la prepubertad y en concreto en
el grupo de edad de entre 6 y 12 años, el cual mostraba una prevalencia de OB del 16,1 %.
A su vez los datos de la Encuesta Nacional de Salud (2006) para la población entre 2 y 17 años,
muestran como los adolescentes de nuestro país en comparación con los restantes países europeos
presentan uno de los porcentajes más elevados en cuanto a el SP y OB, 31 % y 19,5 % respectivamente
en ambos sexos, donde los varones siguen superando a las mujeres en ambos parámetros. Y al
compararnos con el conjunto de estados estudiados sólo se observan mayores porcentajes de SP y OB
en los niños y adolescentes perteneciente a los países de Italia, Bélgica, Portugal y Malta, frente a una
menor prevalencia que se observa en los restantes países. (Figura 1.11)
87
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 1.11: Incidencia del SP y OB infantil (ambos sexos) en distintos países europeos. (Fuente: Página Web
Grupo Internacional sobre OB —IOTF—).
Con relación a este estudio se asocian un cuerpo de investigaciones recientes que profundizan
sobre los efectos que la práctica de la AF, los niveles de condición física, y los patrones alimentarios,
provocan sobre diversos parámetros asociados a los distintos FRCV que afectan y afectarán a la salud
de los adolescentes de nuestro contexto (Jiménez, 2010; González, 2010).
88
Capítulo I: Fundamentación Teórica
- En los adolescentes europeos el exceso de grasa corporal se asocia a una menor sensibilidad a la
insulina. Una buena condición física atenúa este efecto disminuyendo la resistencia a la insulina, factor
que se asocia con un menor SP y OB.
- El nivel de condición física (fuerza muscular y capacidad aeróbica) se asocia con menores niveles
de leptina independientemente del nivel de AF y adiposidad en adolescentes Europeos. Además, el
nivel de AF (AF total y de intensidad vigorosa) se asocia también de manera inversa con los niveles
de leptina, factor que al igual que la insulina se asocia con un menor SP y OB.
A modo de conclusión general, en el citado estudio hace referencia a la existencia de una fuerte
evidencia de que altos niveles de AF y condición física, están asociados con un menor grado de
adiposidad en niños y adolescentes. Y que el status socioeconómico, independientemente de la AF y la
adiposidad, influye positivamente en la condición física y tiene un efecto favorable sobre la sensibilidad
a la insulina y los niveles de leptina.
Por otra parte el estudio de González (2010) realizado sobre una muestra de 977 escolares (524
chicos y 453 chicas) de entre 9 y 17 años pertenecientes a la provincia de Granada, evidenció con los
siguientes hallazgos:
- El inicio de la adiposidad subcutánea a nivel de pliegues tanto de tronco como de extremidades fue
mayor y más temprano entre las chicas que entre los chicos, mostrando valores promedio más
elevados para todos los pliegues.
- Los resultados muestran una elevada correlación entre el PGC y las puntuaciones obtenidas para
el IMC, circunstancia que justifica la especificidad del IMC como indicador de la adiposidad corporal
total.
89
Eduardo López López Tesis Doctoral
Además de los estudios que se asocian al proyecto AVENA es preciso referir a estudios realizados
en adolescentes de otras zonas el territorio nacional.
Así el estudio AFINOS (2009) evidenció de una parte que las conductas sedentarias están
asociadas con FRCV en adolescentes, especialmente en los obesos. Y que la adiposidad abdominal
parece ser más importante en el desarrollo de los citados factores de riesgo que la adiposidad general.
- Acumular 7 ó más horas semanales de AF de moderada o alta intensidad resulta significativo para
presentar dentro de un rango de normalidad mejores parámetros bioquímicos indicadores de ejercicio
saludable, mejor perfil lipídico e indicadores metabólicos relacionados con la resistencia a insulina.
- El aumento del gasto energético semanal (> 1800 Kcal) alcanzado mediante la práctica de AF y
deportiva extraescolar puede evitar la tendencia al SP y OB y reducir factores de riesgo favorecidos por
un modelo de alimentación hipercalórico, hiperproteico y excesivo en grasas de nuestros
preadolescentes. En nuestro estudio no parece ser la alimentación sino el déficit de AF quien se relaciona
con la tendencia al SP, OB y aumento de factores de riesgo de nuestros preadolescentes.
- El seguimiento anual de preadolescentes del mismo entorno, nivel de maduración y edad confirma
que una mayor práctica de AF cursa con un mayor incremento en la mejora de la condición física, con
unos mejores indicadores antropométricos y un mejor perfil lipídico, y que evolucionan más
favorablemente los parámetros que nos informan del grado de riesgo metabólico, SP y OB.
Por otra parte es necesario hacer referencia al programa PERSEO, el cual fue puesto en marcha
por los Ministerios de Sanidad, Consumo y Política Social y Deporte junto con las Conserjerías de
Sanidad y Consumo de seis Comunidades Autónomas (2006) con la intención de promover hábitos de
vida saludables entre la población escolar y sus familias, viene aportando datos importantes sobre la
prevalencia del SP y OB en la infancia y preadolescencia.
90
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Fruto de esta enorme preocupación con relación a la prevalencia del SP y OB, el Ministerio de
Sanidad y Política Social (2009), publicó un documento de consenso denominado “Guía de Práctica
Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la OB Infantojuvenil”, realizada por un grupo de expertos
en esta problemática.
- que la forma física de los adolescentes (capacidad aeróbica y fuerza muscular), es menor que la
de los adolescentes de otros países europeos, siendo los niños y niñas españoles los que practican
menos ejercicio en horario extraescolar: más del 60% no practica o practica ejercicio menos de dos veces
a la semana, porcentaje que alcanza el 75% en las niñas.
91
Eduardo López López Tesis Doctoral
Igualdad, Estrategia NAOS, realizado entre los meses de octubre de 2010 y mayo de 2011, sobre una
muestra de 7923 sujetos (4068 niños y 3855 niñas) de entre 6 y 10 años, ha evidenciado que la
prevalencia del SP es de un 13,8 % ( 13,9 % niños y un 13,8 % niñas), y de la OB es de un 17,6 % (20,2
% niños y 14,8 % niñas). Y a su vez al comparar sus resultados con el estudio enKId (1998-2000)
utilizando el mismo sistema de medida, se observa que en la actualidad ha aumentado la prevalencia del
SP en los niños en un 2,1 % y ha disminuido en las niñas un 0,7 %, y la prevalencia de la OB ha
disminuido en los niños en un 1,5 %, aumentado en las niñas en un 5 %. Concluyendo con relación al
aumento del SP y la OB, que se observa cierta estabilización en esta última década y ello en base al
porcentaje de niños y niñas que muestran SP y OB tomados en conjunto (31,4 % y 30,4 %; estudios
ALADINO y enKid).
Por último y si nos aproximamos a nuestro entorno los resultados del estudio enKid (1998-2000),
evidenciaron que la población infantil y juvenil de Canarias presentaba los valores más elevados de
España tanto en prevalencia de SP (32,8 %) como de OB (18,0 %). Y a su vez los datos de la ESC
2009 en los que se emplean los valores del IMC correspondientes a los percentiles 85 y 95 para definir
los niveles de SP y OB, muestran que el 19,45 % (18,59 % chicos y 20,32 % chicas) de la población entre
2 y 17 años, se sitúa en rangos de SP, y a su vez el 11,84 % (10,47 % chicos y 13,21
% chicas), se sitúan en rangos de OB.
En definitiva es preciso indicar que los adolescentes de nuestro entorno no son ajenos a esta
problemática, por lo que se observa que la tendencia que muestran hacia un mayor SP y OB si bien en
esta última década ha mostrado algunos síntomas de desaceleración, este grupo de población se sigue
constituyendo en un grupo prioritario objeto de intervención a través de programas que incidan en una
modificación de las conductas alimentarias mostradas hasta el momento hacia un patrón alimentario más
saludable, junto al necesario incremento de los niveles de práctica de AF y deportiva.
Con relación a la necesaria evaluación nutricional de los adolescentes, dada la estrecha relación
que se establece entre nutrición y salud, toma protagonismo la evaluación antropométrica, la cual tiene
por objeto determinar las modificaciones en la constitución y composición corporal (porción magra y
grasa), a través de medidas físicas de longitud y peso, al estar aceptado en la actualidad que el perfil
antropométrico, aspectos morfológicos de constitución y composición corporal, están más ligados a
92
Capítulo I: Fundamentación Teórica
factores ambientales de lo que se creía y entre ellos la alimentación, en especial en las fases de
crecimiento rápido como ocurre durante la etapa de la adolescencia.12
Aunque existen muchos parámetros antropométricos existe consenso en referir entre las
medidas antropométricas habituales la talla, el peso, el IMC y el PGC.
De forma habitual el Peso se relaciona con la Talla, y así se construyen las distintas tablas o se
obtienen las fórmulas existentes. Al hablar del Peso se le considera la determinación antropométrica más
común y es considerado de gran utilidad para observar la deficiencia ponderal en todos los grupos de
edad y el retraso del crecimiento en los niños (Garrido, 2005). En población infantil y adolescente es
preciso citar las tablas realizadas por la Fundación Orbegozo, las cuales han sido elaboradas en base a
dos estudios, longitudinal y transversal, y han alcanzado una gran difusión entre los pediatras y médicos
de atención primaria, entre profesionales de otras especialidades y en la mayoría de las instituciones
relacionadas con la salud de los niños y adolescentes. (Figuras 1.12 y 1.13)
Figura 1.12.: Curvas y tablas de crecimiento peso, estudios longitudinal y transversal. Fuente: Fundación
Orbegozo, 2004.
12
citado en Aranceta y cols. 2005
93
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 1.13.: Curvas y tablas de crecimiento talla, estudios longitudinal y transversal. Fuente: Fundación
Orbegozo, 2004.
Con relación al IMC, índice de Quételet o BMI (Body Mass Index), es preciso indicar que en la
actualidad, sociedades científicas,organismos internacionales y documentos de consenso recomiendan
el empleo de este índice en los estudios poblacionales, especialmente para la estimación de la
prevalencia de la OB.
La OMS y también la SEEDO considera valores normales para el IMC los comprendidos entre 18,5
y 24,9. Se tipifica como personas obesas las personas con un IMC ≥ 30. A su vez, la SEEDO considera
como SP los valores del IMC > 25 y también prevé un intervalo de riesgo para los valores comprendidos
entre 27 y 29,9 cuando se acompañan de otros factores de riesgo como el consumo de tabaco,
hipertensión o diabetes. (Figura 1.14)
94
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Figura 1.14.: Clasificación del SP y la OB en función del IMC (Fuente: consenso SEEDO´5, 2000)
Figura 1.15.: Valores de referencia del IMC. (Fuente Estudio ALPHA, 2010. Adaptado de Moreno et al., 2006,
estudio AVENA)
En nuestro país las tablas de IMC realizadas por la Fundación Orbegozo, al igual que ha ocurrido
con el peso y la talla, han alcanzado una gran difusión entre los pediatras y médicos de atención primaria,
entre profesionales de otras especialidades y en la mayoría de las instituciones relacionadas con la salud
de los niños y adolescentes, tal y como se recoge en la “Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y
el Tratamiento de la OB Infantojuvenil”, 2009. (Figura 1.16)
95
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 1.16.: Curvas y tablas de crecimiento IMC, estudios longitudinal y transversal. Fuente: Fundación
Orbegozo, 2004.
Con relación al empleo del IMC como índice relacionado con la prevalencia de la OB, se acepta
su empleo como valor predictor del grado de OB en sujetos con determinadas características (deportes
de fuerza, niños y adolescentes, etc.), permitiendo hacer comparaciones de su evolución para grandes
poblaciones, donde a nivel epidemiológico este índice proporciona una información estadística útil sobre
la prevalencia de la OB (Merino et al., 2006). Este hecho hace que muchos profesionales y expertos de
los distintos campos de investigación relacionados con la salud continúen haciendo uso de este índice
también para estimar la prevalencia de la OB en la infancia y la adolescencia, aunque se han sugerido
diferentes criterios como por ejemplo los valores correspondientes a los percentiles 85 o 90 para el SP
y P95 o P97 para la OB. (Encuesta Nacional de Salud de España, 2006; Lirio, 2006; Ruiz et al., 2006,
Encuesta de Salud de Canarias, 2004-2009; Serra-Majem y Aranceta, 2002; SEEDO, 2000; Sociedad
Española de Nutrición Comunitaria –SENC-, 2004; Currie et al. - Health Behaviour in School-aged
Children (HBSC) study – 2004).
96
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Entre estos estudios se incluyen el Estudio Nacional de Salud y Nutrición de Estados Unidos (1971-
1974), realizado con una población de 20.839 sujetos entre 6 y 74 años, en el que se establecían los
percentiles 85 y 95 del IMC como los indicadores de riesgo de SP (85 < IMC > 95) o SP (IMC
>95) según raza (blancos o negros) sexo y edad.
Así como el estudio realizado por el Centro para el Control y la Prevención de la enfermedad de
Estados Unidos, que publicó su última revisión en el año 2000 de los datos de cinco exámenes nacionales
de salud en Estados Unidos desde 1963 a 1994, así como de cinco fuentes complementarias, en el que
se proponen las curvas de crecimiento, peso, talla e IMC, entre los 2 y 20 años, haciendo referencia al
percentil 85 como el indicador de riesgo de SP y el percentil 95 como indicador de OB.
El estudio del Obesity Taskforce (IOTF) fue realizado al objeto de establecer una referencia
internacional para establecer los índices de de SP y OB, en el que Cole et al. (2000) crearon un sistema
de referencia extrapolando los criterios de la OMS (1995) para adultos a niños y jóvenes, dónde se
clasifica el IMC ≥ 25 como SP y el IMC ≥ 30 como OB.
En el contexto nacional también es preciso hacer una referencia a las diversas investigaciones
realizadas en este campo.
En el año 1988 se publicaron las Curvas y tablas de crecimiento (Hernández et al., 1988),
Fundación Orbegozo, en las que se indicaban los percentiles 85 y 97 como indicadores de SP y OB
respectivamente. En este estudio se propusieron los valores de referencia para el cálculo del SP y la
OB a través del IMC. Ofreciendo referencias para el estudio de forma independiente del peso y la talla
en función de la edad.
Además en el año 2004, se publicaron unas nuevas tablas de referencia en las que se incluyen
dos tipos de estudios: uno longitudinal que se realizó desde 1978 al 2000 con 600 niños y niñas, desde
su nacimiento hasta los 18 años, medidos cada seis meses y otro transversal realizado con 6.443 sujetos
entre los 0 y los 18 años. En el último estudio se incluyen también el percentil 95 como otra opción de
evaluación de la OB, ya que es junto con el percentil 85, los más ampliamente aceptados como límites
de SP y OB (Sobradillo et al., 2004).
97
Eduardo López López Tesis Doctoral
Entre los años 1998 y 2000 se realizó el estudio enKid (Serra Majem et al., 2003) en la población
española de entre los 2 y los 24 años para conocer los hábitos alimentarios, así como una evaluación
nutricional para tener datos de prevalencia del SP y OB a nivel nacional. En este trabajo únicamente se
utilizó el IMC como método de evaluación y se utilizaron los puntos de corte de los percentiles 85 y 97
para determinar el SP y la OB respectivamente según los valores de referencia de Hernández et al.
(1988). (Figura 1.17)
Figura 1.17.: Prevalencia de SP y OB en la población infantil y juvenil española Estudio enKid. (Fuente:Serra-
Majen et al., 2003)
Por otro lado, el estudio AVENA realizado más recientemente, proporcionó nuevos valores de
referencia de la población española entre 13 y 18 (Moreno et al., 2005). En el que se realizaron distintas
mediciones antropométricas (peso, talla, seis pliegues cutáneos) y a su vez se calculó el IMC, el
sumatorio de los seis pliegues corporales y el porcentaje graso mediante el empleo de la técnica de DXA
de 2.160 sujetos de seis provincias españolas, lo cual permitió a los investigadores establecer los puntos
de corte para el IMC y se calculó el PGC utilizando los percentiles 85 y 95 como porcentajes de exceso
de grasa en la población adolescente. (Figura 1.18)
98
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Figura 1.18.: Prevalencia Bajo peso (underweight), Peso Normal (normal weight), de SP (overweight) y OB
(obesity) en la población infantil y juvenil española Estudio Avena. (Fuente: García et al., 2009)
EDAD: IMC a partir del cual existe IMC a partir del cual existe
años SP en chicos SP en chicas
12 23,02 23,70
13 23,79 24,75
14 24,47 25,79
15 25,66 25,99
16 27,27 25,49
17 28,35 25,03
Figura 1.19: IMC a partir del cual existe SP en niños y niñas (Fuente: Lirio, 2006)
99
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación al PGC, es preciso indicar que junto con el IMC, éste se encuadra dentro del estudio
de la composición corporal donde se utilizan diferentes métodos a partir de distintos modelos que intentan
calcular dicha composición corporal.
Además y dadas las características que se asocian a la medición antropométrica entre las que se
deben destacar, la sencillez de aprendizaje y aplicación, su bajo coste, la reproductibilidad y validación,
son diversas las investigaciones en las que se ha optado por su empleo como principal método de
evaluación. De forma que en la actualidad, como detallaremos en el apartado de medición
antropométrica, existen una gran variedad de fórmulas para el cálculo de la composición corporal, índices
que relacionan diferentes partes del cuerpo e incluso diferentes metodologías para la toma de los
pliegues corporales, lo que hace que a la hora de realizar estudios científicos se haya de optar por unos
u otros según la validación y utilización previa de dicha metodología en relación al objeto de estudio al
que se dirige la investigación.
Con relación a la adherencia a un patrón de vida saludable, los adolescentes de nuestro entorno
no están exentos de la problemática nacional e internacional que hemos detallado en los apartados
anteriores, de forma que éstos en la actualidad muestran un patrón que se aleja del necesario
compromiso con un estilo de vida saludable. Siendo este un aspecto que se puede obervar a partir del
conjunto de aspectos que citamos a continuación:
De una parte, con relación al conjunto de aspectos que se relacionan con la percepción que
declaran los adolescentes de nuestro entorno del grado de disfrute que experimentan con la práctica de
la AF y las actitudes hacia la misma, competencia motriz y valor-utilidad, se observa que es globalmente
buena aunque mejorable, lo cual indica una intención positiva hacia la práctica que a su vez no se traduce
en una realización de la conducta, y ello a la vista de la escasa cantidad de práctica
10
0
Capítulo I: Fundamentación Teórica
de AF que declaran realizar. Y Apoyándonos en la idea de que estas variables se constituyen en potentes
predictoras relacionadas con el comportamiento de ejercitarse y que se analizan fundamentalmente
dentro de algunos modelos cognitivo-sociales sobre la actividad física, como son la Teoría de la
Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1974) y la Teoría de la Acción Planificada (Ajzen, 1988). Aquellos
adolescentes que declaran realizar mayores niveles de práctica de AF, a su vez manifiestan una mayor
percepción en el conjunto de actitudes que se relacionan con la misma; disfrute, competencia motriz y
utilidad y valor.
De otra parte, la percepción que declaran los adolescentes de nuestro entorno sobre el conjunto
de variables que refieren a la percepción de la Salud y Bienestar Personal es igualmente buena aunque
mejorable.
Por último y con relación a los hábitos alimentarios, se observa que los adolescentes de nuestro
entorno no están exentos de la problemática que se asocia al conjunto de desequilibrios nutricionales,
asociados a un consumo excesivo de grasas y calorías (efecto fast-food: comida rápida), una disminución
en la ingesta de alimentos hidrocarbonados y fibras, que se traducen en un menor consumo de pan,
patatas, verduras, hortalizas, frutas y verduras, un elevado consumo de azúcares refinados y un déficit
selectivo de algunas vitaminas y minerales. Por ello se hace necesario incidir en este grupo de población,
mediante la planificación de programas de educación alimentaria incluidos a su vez en proyectos de
promoción y educación para la salud, de forma que estos hábitos alimentarios estén condicionados por
el tipo de alimentos que ofrece el entorno, y que en nuestro ámbito se asocian a un patrón de DM óptima,
de acuerdo con los principios de alimentación equilibrada y saludable. Con el propósito de que se
provoque una disminución de los valores de prevalencia de SP y OB y de los riesgos que se asocian a
estos trastornos en este sector de la población.
101
Eduardo López López Tesis Doctoral
La aportación más importante que ha introducido nuestra vigente ley de educación se relaciona
con la inclusión de la adquisición de un conjunto de aprendizajes competenciales básicos para todo el
alumnado de la ESO, incorporando en la misma las competencias básicas (en adelante CCBB) como un
nuevo elemento del currículo, a las que se le otorgándole el papel de ser el referente curricular tanto para
la evaluación general como para la evaluación de diagnóstico. De forma que nuestra administración
educativa ha asumido con esta decisión legislativa, las conclusiones de los diferentes Organismos
Internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), así como
las de su Programa para la evaluación internacional del alumnado (PISA), relacionadas con la enseñanza
y aprendizaje de las competencias básicas como un medio para mejorar la calidad y equidad del sistema
educativo.
Además, en la norma básica este propósito se observa en todos los elementos curriculares de la
10
2
Capítulo I: Fundamentación Teórica
materia de EF, tanto en la formulación de las CCBB, los objetivos generales de la etapa y la materia, los
criterios de evaluación, así como en el hecho de que en uno de los bloques de contenido se incluyen los
relacionados con la condición física y la salud a lo largo de la etapa.
Aspecto que también se comprueba, al referir a que los objetivos de la EF en esta etapa pretenden
generar en el alumnado la práctica habitual de actividades físicas y desarrollar las capacidades que le
son propias, por lo que al finalizar la etapa debe entre otros aspectos: reconocer la AF y valorar sus
efectos beneficiosos para la calidad de vida, ocupación del tiempo libre y mejora del autoconcepto;
el realizar y planificar, de forma autónoma, tareas en diferentes entornos de manera responsable,
dirigidas al incremento de sus posibilidades de rendimiento motor; el participar, con independencia de su
nivel de destreza en las tareas motrices; o el adoptar una actitud crítica ante el tratamiento del cuerpo, la
AF y el deporte en el contexto social.
A su vez, el citado tratamiento de los hábitos saludables queda recogido en todos los elementos
curriculares de la materia; objetivos del área, contenidos y criterios de evaluación, a lo largo de los cuatro
niveles correspondientes en la etapa de la ESO.
103
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación a este perfil de adolescente es importante atender a la inclusión que el grupo de
trabajo ha realizado del concepto de competencia motriz, siendo esto algo particular del currículo de la
C.A.C. frente a los establecidos en otras Comunidades Autónomas.
En este sentido, Merino et al.,(2006) hace referencia a que los centros escolares presentan
oportunidades únicas para que niños, niñas y adolescentes realicen actividades físicas. Las ventajas de
las estrategias de promoción de la AF realizada en centros escolares incluyen que:
• En los centros escolares existen personas de todas las edades en las que probablemente se
produzcan cambios.
• Los niños, niñas y adolescentes pasan gran parte de su tiempo en este entorno.
• Las estrategias desarrolladas en los centros escolares pueden ser dirigidas virtualmente a todos
los miembros de un grupo de edad.
• Los centros escolares proporcionan acceso a las instalaciones, las infraestructuras y la asistencia
requeridas para realizar AF.
Por lo que en el entorno escolar, las actuaciones encaminadas hacia el perfil de adolescente que
10
4
Capítulo I: Fundamentación Teórica
se espera a la conclusión de la ESO, en la medida que se relacionen tanto con el ámbito curricular como
el extracurricular se tendrán mayores garantías de éxito al procurar un tratamiento más integral de la
intervención.
Y a su vez, en la medida en que la intervención curricular se oriente hacia una mayor toma de
conciencia del adolescente sobre la importancia de aumentar los niveles de AF junto a la disminución del
tiempo destinado al ocio no activo, a evitar las barreras que constituyen el diseño de tareas motrices que
generen escaso grado de disfrute, baja percepción de competencia motriz o que no ayuden a aumentar
el valor y utilidad que se otorgue a la misma, junto con la necesaria adquisición de hábitos alimentarios
saludables, mejor encaminada se mostrará la misma.
Estas mismas consideraciones deberán ser tenidas en cuenta en el diseño y puesta en práctica
de la intervención extracurricular, con especial atención al contexto donde se implementarán, que deben
atender a las necesidades e intereses del grupo al que se dirigen.
• Utilizar programas de estudio que sigan los criterios nacionales referidos a la EF y la educación
para la salud.
• Hacer que el alumnado sea físicamente activo durante las clases de EF.
• Garantizar que los niños y adolescentes de ambos sexos conocen las normas de seguridad y
utilizan una ropa y unos equipamientos adecuados.
• Garantizar que los niños, niñas y adolescentes comprenden los principios del juego limpio y de la
deportividad en las actividades físicas y los deportes.
y actividades físicas.
105
Eduardo López López Tesis Doctoral
• Evitar el uso de la AF como castigo; por ejemplo, hacer flexiones o dar vueltas adicionales.
Junto al necesario rol que debe adoptar el docente desde la perspectiva de la EF moderna, y que
se concreta en atender en la práctica docente a las siguientes orientaciones:
• Educativa: los estudiantes han de aprender por qué la EF es importante y cómo resulta
beneficiosa. La perspectiva tradicional les decía a los estudiantes qué debían hacer, pero no el
porqué.
• Orientada hacia la salud: se debe hacer hincapié en la condición física relacionada con la salud,
además de en los programas tradicionales orientados hacia las capacidades.
• Individualizada: el alumnado tiene que recibir ayuda de acuerdo con sus propios niveles de
habilidad, con el fin de lograr una mejora personal óptima. La perspectiva tradicional impartía la misma
educación a todo el alumnado al mismo tiempo.
• Igualitaria: los y las estudiantes deben ser evaluados sobre la base de sus mejoras personales y
recibir asistencia para establecer los objetivos de mejora de su condición física relacionada con la
salud. La perspectiva tradicional utilizaba las pruebas de evaluación de la condición física para otorgar
calificaciones y recompensas.
• Realista: se debe fomentar que los estudiantes de ambos sexos exploren maneras diferentes de
ser físicamente activos y mejoren su condición física relacionada con la salud, con el fin de lograr una
transferencia óptima a los escenarios de la vida real. La EF tradicional ofrecía un programa escolar
restringido, a menudo repitiendo las mismas actividades con el fin de lograr un nivel básico de
rendimiento.
Por tanto y en consonancia con nuestro estudio es preciso enfatizar el papel de la EF por su
contribución en el proceso encaminado a la adquisición por parte del adolescente de una adecuada
competencia con un estilo de vida físicamente activo y saludable, que perdure a lo largo de su vida a
través de procurar una intervención en sentido amplio e integral, curricular y extracurricular. Esta
competencia se relaciona con lo expuesto por Merino et al., 2006, y se traduce en que el adolescente
asuma progresivamente más responsabilidad en relación con su propia salud, su condición física y su
10
6
Capítulo I: Fundamentación Teórica
bienestar. Lo cual de modo gráfico se asocia con la denominada “escalera hacia la condición física”,
donde se describe el proceso a través del cual los estudiantes son orientados hasta alcanzar este
objetivo, en la que el nivel de autonomía se relaciona con la edad del alumno/a, de forma que a menor
edad mayores serán las probabilidades de que se encuentre en una etapa inferior, más dependiente, y
cuanto mayor sea la edad la actuación deberá estar acorde con una etapa superior, progresión que debe
ser facilitada por el docente. (Figura 1.20)
Figura 1.20.: Escalera hacia la Condición Física. (Fuente: Merino et al., 2006)
En contraposición a lo citado, el reconocimiento actual que refiere a las posibilidades que ofrece
el entorno escolar para influir sobre la adquisición de estilos de vida físicamente activos y saludables en
las edades tempranas y su posterior transferencia a la vida adulta (Plan A+D, 2009) no se traduce en
una adecuada asignación horaria semanal en los vigentes currículos de la materia de EF en nuestro país.
107
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con la entrada en vigor de la LOE (2006) en quince Comunidades Autónomas españolas se han
reducido las horas lectivas que se destinan a la materia curricular de EF observándose diferencias
alarmantes entre las mismas. Así, según la Asociación de Maestros de EF de Ceuta (AMEFIS) las que
más han reducido el horario han sido Andalucía (245 horas menos), País Vasco (210 horas menos) y
Castilla-La Mancha, Cataluña y Murcia (con 140 horas menos). (COLEF, 2008) 13
Este dato supone un alejamiento de la propuesta formulada desde el Parlamento Europeo (2007)
donde se enfatizó la necesidad de conseguir, al menos las 3 horas de EF a la semana en toda la
educación obligatoria y en función del estudio de las tendencias que se observen abogar por las 5 horas
a la semana. Junto con la necesidad de que la EF constituya una asignatura con presencia en toda la
etapa post-obligatoria, por el papel relevante que debe jugar en un grupo de edad en el que produce una
elevada prevalencia de abandono de la práctica de AF y deporte y al mismo tiempo por la necesaria
continuidad en la etapa adulta de la práctica físico-deportiva en otros ámbitos de formación (universidad,
formación profesional, enseñanzas especializadas,...) como laborales.
A la citada reducción del horario lectivo en la materia de EF debe añadirse la constatación de las
diferencias entre el tiempo total y tiempo eficaz de las sesiones de EF. Tiempo que en el estudio de
Hernández y Velázquez (2007) ha sido cifrado en 35 minutos semanales de tiempo eficaz de ejercicio
por sesión, de forma que si habitualmente en los currículos se destinan dos horas semanales a esta
materia el tiempo eficaz total que se dedica al ejercicio físico es algo mayor de una hora semanal, tiempo
enormemente alejado de las recomendaciones internacionales establecidas en la actualidad.
A esta situación hay que añadir la problemática asociada a esta histórica insuficiencia de horario
de la materia, la cual ha centrado la preocupación de los docentes de forma habitual en propiciar un
mayor tiempo de práctica motriz frente a la adquisición de aprendizajes de carácter conceptual, lo que
se ha traducido como indica Hernández y Velázquez y cols. (2007), en el que el tipo de contenidos
dominantes haya sido los asociados a los procedimientos más orientados a la acción que a la reflexión,
en detrimento en la práctica de el tratamiento de los contenidos de carácter conceptual, los cuales
pudieran ser relevantes para la asimilación y adecuada valoración de las conductas más activas y
saludables.
Por tanto este conjunto de motivos se ha traducido en que investigaciones recientes de ámbito
internacional y nacional incluyan en sus conclusiones la necesidad de incrementar no sólo el horario
curricular asignado a la materia de EF, sino de proveer medidas y programas que incrementen el nivel
de práctica de AF en el tiempo escolar.
13
citado en Hernández, 2010
10
8
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Así, en el contexto internacional, en diferentes países como en los Estados Unidos se han puesto
en marcha diferentes iniciativas que inciden sobre las actividades diarias, TAKE10! (2004), Healthy
People (2010), Safe Routes to School (2011), Kids Walk-to-school (2011), que en nuestro país, se
concretan en el Plan Integral de Promoción del Deporte y de la AF “Plan A+D” (2009), iniciativa del CSD
elaborado con el propósito de fomentar una práctica de AF de calidad entre toda la población, abordando
entre sus diferentes ámbitos el de la práctica de la AF y el Deporte en Edad Escolar dirigido a los alumnos
de entre 3 y 18 años de edad de nuestro entorno.
El citado plan recoge un conjunto de ambiciosas intenciones relacionadas con el incremento del
nivel de práctica de AF y de los estilos de vida saludables en el contexto escolar, haciendo referencia a
un conjunto de limitaciones que en la actualidad se observa en la EF escolar sobre las cuales se pretende
incidir y modificar y que principalmente se concretan en las siguientes:
- A pesar de que la práctica de AF aumenta, 1 de cada 3 escolares no realiza AF o deportiva fuera del
horario lectivo (si se toma la referencia de la fuente más alentadora, ya que existen otras ya citadas
que aumentan este indicador en 1 de cada 2).
- Los colectivos que más requieren de las potencialidades de la práctica de AF y deportiva en edad
escolar son los que concentran los índices de práctica más bajos.
- Existe aun desconocimiento sobre aquellos factores que influyen en el abandono temprano de la
práctica de AF y deporte en edad escolar.
- El cambio de etapa educativa entre primaria y secundaria conlleva una disminución de los índices
de práctica de AF y deportiva.
- Se detecta falta de coordinación y coherencia entre los diferentes agentes que intervienen en el
deporte en edad escolar.
- En general, no existe buena coordinación entre los centros escolares y los clubes y asociaciones
deportivas de su entorno próximo para dar continuidad deportiva a los escolares. Y tampoco existe
109
Eduardo López López Tesis Doctoral
una adecuada planificación de los programas deportivos escolares que les confiera una continuidad
en las diferentes edades.
- No existe una formación consensuada y adecuada de los técnicos del deporte en edad escolar.
- No toda la oferta de deporte en edad escolar cumple con los requisitos imprescindibles para asegurar
los objetivos educativos y de educación en valores. Además, falta coordinación de objetivos en la
competición en edad escolar y la identificación de un modelo propio no mimético de la competición
federada.
Medidas que con relación al primer eje, AF, Deporte y Educación, se concretan en las siguientes:
- Promover la definición de las etapas y programas de AF y deporte para las diferentes edades de la
población escolar.
- Ampliar las horas de EF escolar a 5 horas semanales, asegurando al menos a corto plazo las 3 horas
semanales a las que se hace referencia en la proposición del Parlamento Europeo.
- Crear en todos los centros la figura del coordinador de centro de actividades físicas y deportivas
extraescolares, encargado de canalizar intereses del alumnado, gestionar y dirigir un plan de
actividades en las instalaciones del centro y fuera de él, organizar acciones de refuerzo y campañas
de motivación del alumnado, coordinar todos los recursos humanos y materiales de la localidad y
hacer un seguimiento de la situación del alumnado del centro.
Junto a la ampliación del horario curricular de la materia de EF, tal y como se indican entre las
conclusiones de estudios recientemente realizados en nuestro país (Hernández y Velázquez, 2007;
Martínez, 2010; Hernández 2010).
110
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Con relación a la evaluación de los niveles de AF Laporte et al. (1985) refieren a que es posible
identificar más de 30 métodos de medición de la AF, los cuales se clasifican en métodos directos, que
facilitan un resultado obtenido en el mismo momento en que se desarrolla la misma y que miden
exactamente el parámetro a medir, y métodos indirectos, entre los que se incluyen aquellos que se
obtienen mediante cálculos extraídos de la medición de otros parámetros que se pueden asociar al
principal mediante fórmulas o ecuaciones que lo predicen. (Figura 1.21)14
Figura 1.21.: Métodos de medición de los niveles de AF Laporte et al. (1985). (Fuente: Serra, 2008).
14
citado en Serra, 2008
111
Eduardo López López Tesis Doctoral
En los estudios de corte epidemiológico ha sido habitual la utilización del MET o equivalente
metabólico estándar empleado como unidad para estimar la cantidad de oxígeno utilizada por el
organismo durante la AF y que es equivalente a 1,2 kcal*kg-1*hora-1. El gasto de energía en estado de
reposo se considera igual a 1 MET. Por lo tanto, una actividad con un nivel de 6 MET requerirá un
gasto de energía igual a seis veces el gasto en estado de reposo.
Además, de forma habitual para el cálculo de la cantidad o nivel de AF también se han empleado
medidas como el kilojulio o la kilocaloría por su posibilidad de relación con el MET. Así la AF de intensidad
moderada equivaldría a un gasto metabólico entre 3 y 6 METs lo que supondría un consumo de entre
3.5 y 7 calorías por minuto (Kcal/min.)
Por otra parte, en la actualidad se acepta que el empleo de los métodos de autoinforme se
muestran como instrumentos muy adecuados en la medición de la AF, y ello atendiendo principalmente
a los aspectos relacionados con su estandarización y validación (Tuero, Márquez & De Paz, 2000).
Manzano et al. (1996) definen un cuestionario como “un cuadernillo que contiene el listado de
todas las preguntas que utilizamos para obtener la información que interesa en la investigación, y sirve
como medio para estructurar la entrevista de forma ordenada, a fin de garantizar que se van a
plantear las mismas preguntas a todos los encuestados. Se trata de un proceso estandarizado de
interrogación, muy laborioso, y objetivo, en cuanto que 2 personas distintas que apliquen el
mismo cuestionario al mismo encuestado obtendrán la misma información”.
En esta línea se posicionan numerosos autores los cuales consideran aceptable la utilización de
este tipo de instrumentos en adolescentes y adultos debido a que facilitan la viabilidad de los
estudios (Hagger y cols., 1997; Gavarry & Falgairette, 2004).
Autores como Sallis (1991) indica entre los principales propósitos del empleo de estos métodos se
incluyen; el detectar patrones de AF, establecer una relación entre ésta y variables fisiológicas, y
evaluar programas de promoción de la AF, sin olvidar la evaluación de programas de educación para la
salud.
Estos métodos se centran en la premisa de obtener los datos a partir de la información que el
sujeto entrevistado o encuestado va a proporcionar de sí mismo. Y tal y como refieren diversos autores,
se muestran muy eficaces y prácticos para medir la AF en el contexto de una investigación epidemiológica
al presentar una adecuada relación coste-beneficio (Kemper, Montoye, Saris & Washburn, 1996), lo cual
propugna su empleo en este tipo de estudios (Washburn & Montoye, 1986; Shephard, 2003).
A pesar del reconocimiento y validez que se otorga a este método de medición en los estudios
112
Capítulo I: Fundamentación Teórica
epidemiológicos, es preciso atender a algunas limitaciones que los mismos presentan. Una de ellas se
relaciona con la edad de los sujetos participantes, especialmente si se aplica en niños ya que la
capacidad cognitiva de éstos puede provocar una limitación en la información aportada con relación a las
características del objeto de estudio. En este sentido autores como Sallis (1991) recomiendan que esta
técnica de no se empleé a una franja de edad inferior a 10-12 años.
Otra de las limitaciones refiere al período de tiempo que el sujeto tiene que recordar, debido a que
a mayor cantidad de tiempo abarcado y transcurrido menor es la cantidad de información que se puede
recordar, por lo que se sugiere que su aplicación comprenda la última semana o mes.
Otra limitación se asocia con la gran diversidad de formatos y de metodologías existentes lo cual
genera consecuencias adversas en la labor investigadora, aumentando la complejidad de la comparación
de resultados y el establecimiento de conclusiones. De forma que mientras unos cuestionarios abordan
la medición de cualquier tipo de AF que producen un gasto energético, otros miden exclusivamente las
actividades que cumplen unos requisitos determinados.
Por tanto y atendiendo al objeto principal de nuestra investigación se optó por la elección del
método de autoinforme, que se concretó en las siguientes mediciones a través del empleo de
instrumentos que habían demostrado suficiente validez y fiabilidad:
Con relación a la medición del estado presente de AF: el cuestionario “ PACE Adolescent Physical
Activity Measure ” (Prochaska, Sallis y Long, 2001), que permite la identificación de la cantidad de
práctica de AF tanto de actividad moderada como vigorosa. El cual fue empleado por Fernández García
y cols. (2008), en un estudio ya citado en la fundamentación teórica.
Con relación a la medición de los estados de cambio de AF: el cuestionario ¨Physical Activity
Stages¨ (Sallis, Calfas, Alcaraz et al., 1999), que permite la identificación de diferentes estados de AF
dentro de un continuo de inactividad – actividad. El cual fue empleado por Fernández García y cols.
(2006), en un estudio igualmente citado en la fundamentación teórica.
113
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación a la medición tanto de las actitudes que muestran los adolescentes en la práctica de
la AF, percepción de competencia motriz y valor utilidad que otorgan a la misma, así como la percepción
del grado de disfrute que se experimenta con su práctica, en la actualidad, se acepta que entre los
métodos que se pueden emplear en la valoración de este tipo de variables se incluyan la entrevista, o el
autoinforme o cuestionario.
Si bien, es difícil establecer donde situar la barrera que diferencia ambas técnicas ya que incluso
se puede considerar al cuestionario como una extensión de la primera; no obstante, la principal
característica que se asocia al cuestionario es que la información se obtiene a través de una serie de
preguntas ya preparadas y estructuradas, mientras que en la entrevista se permite al entrevistador una
mayor flexibilidad para obtener la información.
Con relación al empleo del cuestionario Visauta (1989), indica algunas ventajas que tienen los
cuestionarios sobre las entrevistas:
- Se garantiza mejor el anonimato de los sujetos, lo que puede influir en las respuestas de los
mismos al sentirse más libres a la hora de responder.
- El cuestionario, permite al sujeto pensar cuidadosamente la respuesta que quiere dar, aunque
no siempre sea esto lo más adecuado; en cambio, la entrevista sugiere una respuesta más
inmediata.
114
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Por tanto y atendiendo al objeto principal de nuestra investigación y su relación con estas variables,
se optó por la elección del citado método, que se concretó en las siguientes mediciones, a través del
empleo de instrumentos que habían demostrado suficiente validez y fiabilidad:
Se partió de una utilización parcial del Cuestionario de competencia y creencias sobre la Educación
Física. El cuestionario empleado ha sido el “Competence and Value Beliefs in Sport” de Fredricks y Eccles
(2002). El cuestionario está compuesto por un total de 12 ítems que integran tres subescalas sobre:
Interés hacia la EF; Competencia percibida en EF e Importancia (valor – utilidad percibidos) de la
Educación Física. Consta de un total de 13 ítems, en formato de escala tipo Likert con respuestas del 1
(valor mínimo) al 7 (valor máximo).
Con relación a la medición del grado de disfrute que se experimenta con la práctica de la actividad
físico-deportiva, se utilizó el Cuestionario ¨Physical Activity Enjoyment Scales (PACES)¨ de Kendzierski
y Decarlo (1991), el cual fue validado al castellano de la Escala de disfrute con la AF adaptándola a la
población de chicas adolescentes españolas, así como la obtención de una versión reducida de la misma.
Para ello se realizó un análisis de fiabilidad y a continuación, la validez del constructo fue
constatada en dos pasos, primero mediante un análisis factorial exploratorio y posteriormente aplicando
el modelo de ecuaciones estructurales para la realización de un análisis factorial confirmatorio. La
115
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por tanto es de aplicación todo lo citado en los apartados anteriores con relación al empleo de
esta técnica, pues para la medición de esta variable finalmente se optó por el empleo de la metodología
de autoinforme o cuestionario.
Tal y como exponen Serra-Sutton y cols. (2003) y Serra-Sutton (2006), en la medición de la CVRS
en niños y adolescentes, ha sido habitual el empleo como un instrumento genérico desarrollado en
Estados Unidos denominado el “Child Health and IIIlnes Profile, CHIP-AE”. El cual permite comparar
grupos de adolescentes con características diversas, así como profundizar en los factores que
intervienen en la percepción de la salud.
Este instrumento se constituye en una medida génerica del estado de salud percibido para
adolescente e incluye 6 dimensiones (Satisfacción, Bienestar, Resistencia, Riesgos, Funciones y
Enfermedades), 20 subdimensiones y un total de 183 ítems o preguntas.
El mismo ha sido adaptado en España por los citados autores siguiendo la metodología de
traducción directa e inversa, en el denominado “Cuestionario de Calidad de Vida en Población Infantil y
Adolescente” en su versión castellana (Rajmil y cols.,2004).
15
citado en Fernández García, Sanchez Bañuelos y Salinero Martín, 2008
116
Capítulo I: Fundamentación Teórica
coeficientes de fiabilidad y validez para ser utilizado tanto en el ámbito clínico, como poblacional en
nuestro contexto, donde los valores poblacionales de referencia servirán en futuros estudios donde se
aplique este cuestionario.
Por tanto para la medición del conjunto de variables que se asocian con el Estado General de
Salud y Bienestar, se optó por el empleo del “Cuestionario de Calidad de Vida en Población Infantil y
Adolescente” en su versión castellana (Rajmil y cols. (2004), seleccionando las subescalas de BF, BE y
autoestima.
Tal como indica Serra-Majen y cols. (2005), básicamente, la información alimentaria en una
población puede obtenerse a tres niveles distintos:
- Nivel Nacional, mediante las hojas de balance alimentario, a través de las que se obtiene la
disponibilidad de alimentos de un país.
- Nivel familiar, mediante las encuestas de presupuesto familiares o los registros, inventarios y
diarios dietéticos familiares (o de todo el hogar), que evalúan la disponibilidad o el consumo
familiar de alimentos.
Con relación a la evaluación del consumo individual de alimentos, el citado autor, refiere a que la
ingesta dietética es un acontecimiento muy variable, que experimenta notables diferencias según el día
de la semana, la estación del año, la actividad que se lleve a cabo, etc., sobre un patrón de consumo
básico subyacente (en el transcurso de una semana, un individuo puede llegar a consumir cientos de
alimentos distintos). Además, puede que el sujeto que se entrevista, no haya elaborado la comida,
desconociendo exactamente qué comió o/y en qué cantidad, etc.. Por ello, tanto la variabilidad de la
ingesta como el error inherente al método de evaluación de la misma se constituyen en una de las
limitaciones que se asocian a su utilización.
117
Eduardo López López Tesis Doctoral
incrementar la confusión ya existente; así, estas se han clasificado en métodos de recordatorio (pasado)
y de registros (presente), diarios (a corto plazo) y a largo plazo, retrospectivos e introspectivos,
cuantitativos y cualitativos, de consumo actual y usual, directos e indirectos, etc..
Frente a estos métodos de evaluación han surgido otros métodos denominados de evaluación
rápida y ello en atención a la relación cada vez más evidente entre hábitos alimentarios y prevalencia de
ciertas enfermedades crónicas, lo cual hace necesaria la introducción de algún tipo de cribado en los
consultorios de atención primaria para catalogar a la población y realizar campañas preventivas a nivel
individual.
Por tal motivo se han desarrollado una serie de herramientas o cuestionarios de evaluación
nutricional rápida que facilitan una amplia y fácil aplicación y permiten alertar sobre una posible situación
de riesgo nutricional en un grupo específico de población. Entre estas herramientas se sitúa el test
Kidmed, Índice Kidmed para evaluar la calidad de la DM en población española.
Los beneficios de la DM han sido descritos ampliamente tanto para edad adulta como para la
infancia, siendo un patrón que incluye el consumo de frutas, verduras, aceite de oliva, pescado,
legumbres, cereales y frutos secos y lácteos, favoreciendo el consumo familiar de alimentos, en
contraposición, ni los snacks, ni la bollería, las golosinas o el fast food, son alimentos característicos de
la DM. Por ello, y a partir de estas premisas, se construyó el Índice Kidmed. Cuando la suma de los 16
componentes del índice es superior o igual a 8, siendo la máxima 10, se observa un nivel alto de
seguimiento de la DM, ante lo cual debe recomendarse el incentivar y promocionar este perfil alimentario
(refuerzo positivo). Cuando la puntuación se sitúa entre de 4 a 7, se observa un nivel medio de
adecuación al patrón de DM, ante lo cual se hace necesario introducir algunas mejoras en la alimentación
de acuerdo con los elementos que se alejan más de la DM. A su vez, cuando la puntuación se sitúa en
3 o menor de 3, se observa un nivel muy alejado del patrón de DM, ante lo cual conviene corregir
urgentemente los hábitos alimentarios, consultar con el pediatra o el dietista, y
118
Capítulo I: Fundamentación Teórica
ÍTEMS
No desayuno -1
Figura 1.22.: Índice Kidmed para evaluar la calidad de la DM. (Fuente: Serra-Majen y cols., 2005)
Los resultados de la aplicación del test evidenciaron entre otros hallazgos un mayor seguimiento
de la DM en la zona noroeste peninsular y en los estratos socioeconómicos más altos.
119
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por tanto, la facilitación de recursos didácticos en el ámbito escolar para su empleo en el aula o
en el comedor pueden dar sentido a la detección precoz de los citados hábitos alimentarios inadecuados
en el entorno escolar, acompañando de consejos dietéticos cortos y rápidos a los test nutricionales de
este tipo al objeto de que den respuesta a las desviaciones detectadas.
Con relación a la medición del IMC, es preciso atender a la inexistencia de consenso con relación
a los valores a utilizar a la hora de definir tanto el SP como la OB.
Así, autores como Dietz y Robinson (1998) refieren a que en EE.UU. es habitual la utilización del
valor correspondiente al Percentil 85 del IMC para definir el SP y al Percentil 95 para definir la OB.
Mientras otros autores, Serra-Majen y Aranceta (2000), refieren a la utilización en Europa y Asia del P97
como criterio para definir la OB.
Cole et al. (2000), a partir de los datos aportados por la OMS (1998) en el informe elaborado por
la IOTF en el que se definía para la población adulta, para el SP valores del IMC > 25 kg/m2, y para la
OB valores del IMC >30 kg/m2, proponen a la edad de 18 años la utilización del Percentil que corresponde
con un valor para el IMC de 25 kg/m2, para el SP, y el valor de 30 kg/m2 para la OB. (Figura 1.23)
a Dietz y Robinson (1998); b Rolland-Cachera, Dehege, Bellisle (2001); c Organización mundial de la salud (1995); d Cole
et al. (2000); e Serra-Majem y Aranceta (2001).
Figura 1.23.: Distintos criterios utilizados para definir el SP y la OB en la infancia y adolescencia (Fuente:
Serra-Majem y Aranceta, 2003).16
16
citado en Hernández, 2008
120
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Por ello y ante la enorme variabilidad que se da en la composición corporal durante la etapa de la
adolescencia la OMS recomienda la utilización del IMC en comparación con un estándar de referencia
específico para cada edad y sexo, acompañado de otro indicador adicional de adiposidad corporal, en
este caso el pliegue tricipital, también en comparación con el estándar específico de referencia por edad
y sexo (Serra-Majem y Aranceta, 2003).
Otra limitación que se asocia a la utilización de los valores del IMC se centra en qué valores de
referencia deben utilizarse. La OMS ha venido recomendando la utilización de las curvas de referencia
elaboradas por Must y Dallal (1991) o bien los valores propuestos por los Centres for Disease Control
and Prevention (CDC) norteamericanos. A su vez Cole et al. (2000) en colaboración con la IOTF han
elaborado unas tablas de referencia útiles en comparaciones internacionales basadas en datos
antropométricos procedentes de diferentes países (Serra-Majem y Aranceta, 2003). A partir de lo cual
se sugiere la utilización de forma preferente de tablas de referencia locales.
Con relación al empleo del PGC, también es preciso referir la existencia de diferentes escalas de
valores para establecer los niveles de SP, OB o peso saludable de los jóvenes en función del mismo,
obtenidos a partir de los diferentes estudios realizados.
121
Eduardo López López Tesis Doctoral
A su vez y comparado esta metodología de medición con el pesaje hidrostático, siendo otro
referente utilizado en las mediciones de la composición corporal, se ha observado que con la edad, en
niños y adolescentes la densidad corporal aumenta y disminuye el porcentaje de grasa (Deurenberg,
Pieters y Hautvast, 1990; Sarría et al., 1998). A partir de lo cual se deduce que la especificidad dentro de
las fórmulas para el cálculo de la composición corporal en niños y jóvenes es necesaria para la correcta
estimación tanto para el porcentaje graso como para la masa libre de grasa (Lohman et al., 1984).
Entre las limitaciones que se asocian a esta metodología, se refiere a la gran diversidad de
estudios realizados a partir de los que han surgido muchas ecuaciones que han tratado de calcular por
medio de la técnica antropométrica de los pliegues cutáneos, los diferentes componentes corporales.
En las últimas décadas, se ha producido una gran proliferación de fórmulas atendiendo a una
mayor especificidad, raza, sexo o edad.
Así, Heyward (2001) indica seis fórmulas para el cálculo del porcentaje graso de diversos autores,
tanto para hombre como para mujeres, atletas y no atletas, atendiendo únicamente a la edad (de 6 a 11
años o de 18 a 61 años).
En otro trabajo de investigación realizado por Fragoso y Vieira (2000), se recopilan más de 19
fórmulas realizadas mediante el empleo de las mediciones de pliegues cutáneos, según raza, sexo y
edad.
Así, en un estudio realizado con población española (Rodríguez et al., 2005), en el que se analizan
las fórmulas más utilizadas para la estimación de la composición corporal, bien mediante el cálculo
de la densidad corporal y posteriormente la proporción de grasa o bien directamente la proporción de
grasa corporal, ya se indicaba la poca precisión mostrada por las fórmulas para el cálculo de la
composición corporal en adolescentes en relación con la DXA, a lo que debía añadirse la existencia
de una gran variedad de ecuaciones de estimación del PGC, lo cual indica una enorme disparidad en los
criterios seguidos. Por lo que se sugiere el empleo de las fórmulas de Slaugther et. al (1988) en las que
se atiende al estadio de desarrollo madurativo dada su relación e influencia en la densidad corporal, para
adolescentes blancos de ambos sexos o incluso la fórmula de Brook para chicas adolescentes. (Figura
1.24)
122
Capítulo I: Fundamentación Teórica
Figura 1.24.: Ecuaciones utilizadas para calcular la grasa corporal en adolescentes mediante pliegues
cutáneos (Rodríguez et al., 2005).
123
Eduardo López López Tesis Doctoral
En consecuencia con lo citado para nuestro estudio se optó por la utilización de las ecuaciones
propuestas por Slaughter et al. (1988), con relación a las cuales estudios de ámbito nacional como el
realizado por Rodríguez et al. (2005) recomiendan su empleo en jóvenes de ambos sexos. (Figura 1.25)
Chicos
% Graso = 1,21*(Tric. + Subesc.) – 0,008*(Tricip.+ Subesc.)2 - 1,7
Chicas
% Graso = 1,33*(Tricip.+ Subesc.) – 0,013*(Tricip.+Subesc.)2 - 2,5
Figura 1.25.: Ecuaciones de predicción del porcentaje graso. Adaptado de Slaughter et al. (1988).
Donde además para la valoración del PGC en nuestros adolescentes se utilizaron los valores
de referencia indicados por Lohman (1987). (Figura 1.26)
Excesivamente bajo ≤6 ≤ 12
124
CAPÍTULO II
DISEÑO GENERAL DE
LA INVESTIGACIÓN:
OBJETIVOS
Y
METODOLOGÍA
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Las hipótesis fundamentales que han centrado el objeto de estudio en este trabajo de
investigación se concretan en las siguientes:
2.2. OBJETIVOS.
127
Eduardo López López Tesis Doctoral
1. Describir y analizar el grado de compromiso con un estilo de vida físicamente activo y saludable;
estado presente de AF y estados de cambio, percepción de disfrute, de competencia motriz, y utilidad
valor hacia la práctica de AF, hábitos y patrón alimentario; percepción de BF, BE y autoestima, de una
muestra representativa de alumnos y alumnas de secundaria obligatoria de institutos de la Comunidad
Autónoma de Canarias, en función de las variables género y ciclo educativo
128
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Esta investigación tiene un carácter explicativo, acerca del estado actual de los adolescentes de
Canarias en relación con su nivel de práctica de AF habitual, así como los factores asociados a la salud
representados por las variables de estudio de la investigación, identificando igualmente su posible perfil
de riesgo: estado presente de AF, actitudes hacia la AF, disfrute–bienestar con la AF, percepción del
estado general de salud, hábitos nutricionales presentes (a través del empleo de la medición a través de
auto-informe, cuestionarios, en todas las variables citadas), junto a las medidas antropométricas; IMC
elaborado a partir de la medición de la talla y el peso corporal y composición corporal, índice de grasa
corporal, mediante el empleo de la relación de las medidas cintura-cadera, y pinzas lipométricas para la
medición de pliegues de panículo adiposo. Todo ello abordado desde un paradigma que podemos
considerar ecológico y holístico.
Dado el objeto de nuestra investigación hemos optado por emplear un diseño de carácter
transversal, al considerar que los de carácter longitudinal muestran una serie de limitaciones intrínsecas
difíciles de salvar en el momento en que realizamos este trabajo. Y ello sin dejar de reconocer algunas
de las ventajas que se asocian a este tipo de diseños de investigación como puede representar el
hecho de que valoren con mayor precisión y fiabilidad la evolución de las variables que abordamos en
nuestro estudio, precisando de una serie de requisitos básicos a los que habría que atender para el buen
desarrollo del mismo, ante los que no podíamos garantizar un adecuado cumplimiento dada las
posibilidades materiales de que se disponían a priori.
129
Eduardo López López Tesis Doctoral
No obstante, consideramos que los diseños de carácter transversal explican con rigurosidad la
relación existente y causal de las variables que pretendemos analizar. Además de que el empleo de
una muestra que se ajuste, por su tamaño, a las oscilaciones que pudieran manifestarse a lo largo de
los años, puede corregir o amortiguar algunos de los efectos perniciosos de este tipo de planteamientos,
a la vez que permite dar una idea o fotografía precisa del problema proporcionándonos criterios básicos
para el seguimiento posterior de las variables analizadas y la descripción de intervenciones que permitan
corregir desviaciones importantes respecto a lo que consideremos como situación óptima del problema
(Navarro, 1998).
A esto hemos de añadir la diferencia presupuestaria que existe entre ambas técnicas de
investigación, lo que desde nuestra óptica, es uno de los principales motivos que hace a los
investigadores decantarse por estudios transversales antes que longitudinales, debido al elevado costo
de estos últimos en comparación con los primeros.
2.3.2. MUESTRA.
La mayoría de los trabajos de investigación realizados con grandes poblaciones plantea como uno
de sus aspectos fundamentales la adecuada elección de criterios para la posterior selección de la
muestra con la que se va a trabajar.
Teniendo en cuenta que se trabaja con muestras y dado que no es viable hacerlo directamente
con toda la población, entendemos que una buena muestra es la que al trabajar con ella nos permita
llegar a las mismas conclusiones a las que habríamos llegado de haber trabajado directamente con
toda la población si ello hubiera resultado posible (Manzano y Braña, 2003).
Por tal motivo, en este estudio para seleccionar la muestra definitiva hemos procurado seguir las
directrices recomendadas y aceptadas por la comunidad científica y que se concretan en una serie de
pasos que iremos desarrollando a continuación, partiendo de la determinación teórica de la muestra hasta
llegar a la muestra real utilizada.
130
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
La Comunidad Autónoma de Canarias está conformada por las provincias de Las Palmas y Sta.
Cruz de Tenerife y a su vez la provincia de Las Palmas comprende las islas de Gran Canaria, Lanzarote
y Fuerteventura y la provincia de Sta. Cruz de Tenerife, comprende las islas de Tenerife, la Palma, la
Gomera y el Hierro. (Figura 2.1).
Con el propósito de generalizar lo más posible los resultados, según el censo del Instituto Canario
de Estadística (ISTAC) correspondiente al año 2007, la Comunidad Autónoma de Canarias tenía una
población de derecho de 2.025.951 habitantes y una población de 108.995 adolescentes
131
Eduardo López López Tesis Doctoral
de entre 12 y 16 años, 56.035 chicos y 52.960 chicas, la cual se concentra mayoritariamente en las islas
capitalinas, Gran Canaria (44.482) y Sta. Cruz de Tenerife (46.353), frente a la población
correspondientes a las islas no capitalinas; Lanzarote (7.228), Fuerteventura (4.889), la Palma (4.501),
La Gomera (1.002) y el Hierro (540).
El error muestral se ha determinado para un nivel de confianza del 95,5 % (dos sigmas) y p = q =
50 % (a la que corresponde la máxima varianza poblacional), siendo el error de ± 2,5 % para el conjunto
de la muestra definitiva de 800 escolares (413 chicos y 387 chicas) de entre 12 y 16 años, pertenecientes
a las provincias de Las Palmas y Sta. Cruz de Tenerife según distribución por provincia y tamaño
poblacional de los municipios. (Tabla 2.1)
STA. CRUZ DE
LAS PALMAS TOTAL
TENERIFE
Tabla 2.1.: Distribución de la muestra definitiva por provincia y tamaño poblacional de los municipios.
132
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
N % N %
Tabla 2.2.: Distribución de la muestra definitiva por provincias, en función de los centros educativos y
el sexo: frecuencia y porcentaje. (los centros subrayados pertenecen a la isla de Gran Canaria)
B.- Niveles académicos.- Hemos escogido los niveles de 1º, 2º, 3º, 4º de la ESO, dado que en
los mismos la materia de EF tiene carácter obligatorio y debe ser cursada por la totalidad del alumnado
de la etapa educativa.
Es evidente que los patrones que se muestren en este estudio con relación a los estilos de vida
físicamente activos y saludables serán diferentes en los adolescentes de ambos sexos por lo cual se ha
realizado una selección de adolescentes en una proporción prácticamente similar. (Tabla 2.3.)
133
Eduardo López López Tesis Doctoral
n 70 69 96 117 61 413
Hombres
% 8,75 8,62 12 14,62 7,62 51,6
n 73 86 81 105 42 387
Mujeres
% 9,12 10,75 10,12 13,12 5,25 48,4
Los niveles educativos que se corresponden con las edades en las que se centra el estudio, 12 a
16 años, son los de 1º, 2º, 3º y 4º de la ESO, los cuales se corresponden con la siguiente distribución de
la muestra total. (Tabla 2.4.)
Niveles educativos n %
Por tanto la muestra definitiva que hemos utilizado en este estudio ha sido de 800 adolescentes
(413 chicos y 387 chicas) de edades comprendidos entre los 12 y 16 años, los cuales se encontraban
cursando la Etapa de la ESO en centros educativos de carácter público pertenecientes a trece municipios
de la Comunidad Autónoma de Canarias en los niveles de 1º, 2º, 3º y 4º, optando por una muestra
estratificada proporcionalmente por edad y sexo.
134
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
De acuerdo con los objetivos que se han establecido para este estudio las variables
seleccionadas para llevarlo a cabo se concretan en las siguientes:
Variables sociodemográficas.
- Género
Variables relacionadas con las actitudes hacia la Actividad Física y la Salud y Bienestar
Personal.
- Medidas antropométricas:
135
Eduardo López López Tesis Doctoral
Siguiendo el diseño del estudio que hemos propuesto y de acuerdo con las características de
la evaluación de las variables expuestas en el apartado anterior, las técnicas e instrumentos de recogida
de información que se han seleccionado se concretan en las siguientes:
Intensidad de la AF realizada.
Por ello, en una investigación de estas características donde además se pretende relacionar las
distintas variables como son el cumplimiento de recomendaciones de práctica de AF de intensidad
moderada y vigorosa, con las restantes, actitudes hacia la AF, disfrute–bienestar con la AF, percepción
136
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
del estado general de salud, y hábitos nutricionales presentes, es preciso contar con algún instrumento
que nos permita obtener toda esta información, lo cual no sólo permitirá conocer resultados de las
variables estudiadas sino que también contribuirá a interpretar aquellos que se deriven del análisis del
estudio en su conjunto.
Por tanto, bajo esta premisa nos dispusimos a seleccionar un instrumento adecuado para la
obtención de toda esta información, decantándonos finalmente por el empleo de la medición a través de
auto-informe, en este caso mediante la técnica del cuestionario.
Por lo que éste finalmente quedó configurado a través de otros instrumentos que habían sido
empleados en otras investigaciones realizadas con anterioridad a la nuestra en las que habían
demostrado suficiente validez y fiabilidad:
Con relación a la medición del estado presente de AF se optó por el empleo del cuestionario “PACE
Adolescent Physical Activity Measure” (Prochaska, Sallis y Long, 2001), que permite la identificación de
la cantidad de práctica de AF tanto de actividad moderada como vigorosa. El cual fue empleado por
Fernández García y cols. (2008) en un estudio ya citado en la fundamentación teórica.
Con relación a la medición de los estados de cambio de AF se optó por el cuestionario ¨Physical
Activity Stages¨ (Sallis, Calfas, Alcaraz et al., 1999), que permite la identificación de diferentes estados
de AF dentro de un continuo de inactividad – actividad. El cual fue empleado por Fernández García y
cols. (2006) en un estudio igualmente citado en la fundamentación teórica.
Con relación a la medición de las actitudes hacia la AF se optó por el empleo de:
El cuestionario “Competence and Value Beliefs in Sport” de Fredricks y Eccles (2002). El cual está
compuesto por un total de 12 ítems que integran tres subescalas sobre: Interés hacia la EF; Competencia
percibida en EF e Importancia (valor – utilidad percibidos) de la Educación Física. Consta de un total de
13 ítems en formato de escala tipo Likert con respuestas del 1 (valor mínimo) al 7 (valor máximo).
Con relación a la medición del grado de disfrute que se experimenta con la práctica de la actividad
físico-deportiva se utilizó el Cuestionario ¨Physical Activity Enjoyment Scales (PACES)¨de Kendzierski y
Decarlo (1991), el cual fue validado al castellano de la escala de disfrute con la AF
137
Eduardo López López Tesis Doctoral
adaptándola a la población de chicas adolescentes españolas así como la obtención de una versión
reducida de la misma.
Con relación a la medición de la Percepción del estado general de salud y bienestar que muestran
los adolescentes, se optó por un instrumento genérico desarrollado en Estados Unidos, el “Child Health
and IIIlnes Profile, CHIP-AE”. El cual permite comparar grupos de adolescentes con características
diversas, así como profundizar en los factores que intervienen en la percepción de la salud. El mismo ha
sido adaptado en España siguiendo la metodología de traducción directa e inversa, en el denominado
“Cuestionario de Calidad de Vida en Población Infantil y Adolescente” en su versión castellana (Rajmil y
cols.,2004).
Por tanto para la medición del conjunto de variables que se asocian con el Estado General de
Salud y Bienestar se optó por el empleo del “Cuestionario de Calidad de Vida en Población Infantil y
Adolescente” en su versión castellana (Rajmil y cols. (2004), seleccionando las subescalas de BF, BE y
autoestima.
Con relación a la medición y evaluación de los hábitos alimentarios, se optó por el test Kidmed, al
tratarse de una herramienta de evaluación nutricional rápida que facilita una amplia y sencilla aplicación,
que permite evaluar el grado de adherencia al patrón de DM en población infantil y adolescente y tuvo
su origen a partir del test Kreceplus (1997) empleado en el análisis rápido de riesgo nutricional en
pediatría.
138
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
139
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Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
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Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
147
Eduardo López López Tesis Doctoral
ESTATURA:
PESO:
Para la medición del peso corporal de los sujetos de la muestra se utilizó el monitor de composición
corporal Inner Scan de TANITA® modelo BC-531 con una precisión de ± 100 grs., anotándose los
kilogramos y las fracciones de kilogramos de 100 en 100 grs. Previamente a cada sesión de evaluación
se verificaba la precisión de la báscula utilizando para su ajuste un peso estándar determinado
previamente. (Figura 2.2).
148
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
IMC (IMC):
Hemos utilizado el índice de Quetelet, o IMC (IMC ó BMI, body mass index) como índice
antropométrico con el propósito de detectar el grado de adiposidad del sujeto, si bien es verdad que
cuando se trata de personas activas y de gran masa muscular puede desvirtuar los valores del IMC
(Martínez, 2010; Moya, 2009; Merino et al., 2006; Garrido et al., 2004; García-Manso, Navarro y Ruiz-
Caballero, 1996; Brito-Ojeda, 2003; Navarro, 1998; Ara, 2005; Jiménez, 2000). Donde el IMC el cual
hemos tratado con mayor profundidad en la fundamentación teórica del presente estudio es el
resultado de la relación entre el peso corporal expresado en Kilogramos y la talla al cuadrado expresada
en metros.
El cálculo se realizó a partir de los valores de los Pliegues cutáneos siguiendo las
recomendaciones del GREC (Esparza Ros, 1993), las mediciones se tomaron en el hemicuerpo derecho
siendo concretamente la localización de los pliegues tomados la siguientes:
a) Tricipital. Situado en el punto medio entre el acromion y la porción distal del radio, en la parte
posterior del brazo. El pliegue es vertical y va paralelo al eje longitudinal del brazo (Figura 2.3).
149
Eduardo López López Tesis Doctoral
c) Subescapular. En el ángulo inferior de la escápula en dirección oblicua hacia abajo y hacia fuera,
formando un ángulo de 45º con la horizontal. Para realizar esta medida, se palpa el ángulo inferior
de la escápula con el pulgar izquierdo. En este punto se hace coincidir el dedo índice y se desplaza
hacia abajo el dedo pulgar rotándolo ligeramente en sentido horario, para así tomar el pliegue
en la dirección descrita anteriormente (Figura 2.4).
Como ya se indicó en la Fundamentación Teórica, este índice va a permitir clasificar a los sujetos
del estudio según determinados percentiles de una población de comparación y así mismo permitirá
clasificarlos en subpeso clínico, que se corresponde a datos ≤ Percentil 5, subpeso no clínico que se
corresponde a datos entre Percentil 5 y Percentil 25, saludable que se corresponde a datos entre
Percentil 25 y Percentil 75, SP no clínico a datos entre Percentil 75 y Percentil 85, SP clínico a datos
entre el Percentil 85 y Percentil 95, y OB a datos ≥ Percentil 95. Siendo estos puntos de corte los criterios
establecidos en la mayoría de estudios similares (Serra Majem et al., 2003).
150
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Chicos
% Graso = 1,21*(Tric. + Subesc.) – 0,008*(Tricip.+ Subesc.)2 – 1,7
Chicas
% Graso = 1,33*(Tricip.+ Subesc.) – 0,013*(Tricip.+Subesc.)2 + 2,5
Figura 2.8.: Ecuaciones de predicción del porcentaje graso. Adaptado de Slaughter et al. (1988).
Para la valoración del porcentaje de graso se utilizaron los valores de referencia indicados
por Lohman (1987). (Tabla 2.6)
Excesivamente bajo ≤6 ≤ 12
Para el tratamiento de los datos del PGC, al igual que se realizó con los datos de IMC, también se
han seguido los criterios fijados en la mayoría de estudios similares (Serra et al., 2003) que permiten
clasificar a los sujetos del estudio según determinados percentiles de una población de comparación y
así mismo permitirá clasificarlos en subpeso clínico, que se corresponde a datos ≤ Percentil 5, subpeso
no clínico que se corresponde a datos entre Percentil 5 y Percentil 25, saludable que se corresponde a
datos entre Percentil 25 y Percentil 75, SP no clínico a datos entre Percentil 75 y Percentil 85, SP clínico
a datos entre el Percentil 85 y Percentil 95, y OB a datos ≥ Percentil 95.
151
Eduardo López López Tesis Doctoral
En este punto trataremos de exponer de forma detallada todos aquellos aspectos referentes a
cuestiones prácticas a las que se ha atendido durante la realización del trabajo de campo.
Entendemos la importancia que debe representar para la persona que afronte una investigación
de estas características el conocimiento del funcionamiento del entorno en que se va a mover, para poder
planificar y organizar de forma realista y eficiente su actuación en la práctica, que en este estudio, se
centra en el entorno escolar, Institutos de Educación Secundaria y Centros de Enseñanza Obligatoria,
cada uno de los cuales responde a características propias en cuanto a ratios, niveles, grupos, medios
de que disponen (instalaciones, materiales,…), profesorado, horarios, plan de actividades (fechas), etc.
Estas actuaciones se inician a principios del año 2007 momento en el que se procedió a realizar
una revisión bibliográfica mediante la búsqueda libre y sobre los criterios preestablecidos en base a las
variables objeto de la investigación para posteriormente realizar un estudio piloto utilizando como
instrumento de evaluación un cuestionario diseñado al efecto.
152
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Mairena Sánchez López, María Rodríguez Perea, Monserrat Solera Martínez, Carmen
Jiménez Rodero, Blanca Notario Pacheco, María Luz Domínguez Contreras. Revista
Medicina Profesional. Centro de Estudios Socio – Sanitarios de Cuenca.
o Perfil de Salud en Adolescentes (Modelo CHIP-AE). Rajmil, L., Serra – Sutton, V.,
Alonso, J., Herdmann, M. y Riley, A.
Todos los resultados obtenidos del análisis de estas publicaciones se utilizaron en la elaboración
justificada de un cuestionario base aplicable al Estudio Piloto que se desarrolló entre los meses de abril
y mayo de 2007.
Como ya hemos comentado, el cuestionario de administró a una muestra de 232 alumnos de entre
12 y 16 años, de un instituto perteneciente al municipio de Las Palmas de Gran Canaria, IES Pérez
Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, lo cual representaba una muestra significativa para el universo
de los alumnos de la etapa educativa de la ESO de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con el
propósito de:
153
Eduardo López López Tesis Doctoral
En esta fase, junto a las actuaciones relacionadas con el Estudio Piloto, ya citadas, entre los meses
de junio a septiembre de 2007 se inició la selección de los centros que iban a participar en el estudio.
Este contacto inicial sirvió para explicar detalladamente al Director/a y al profesorado que impartía
la materia de EF en cada centro educativo que había sido seleccionado los objetivos del estudio, además
de solicitar la participación en el mismo del número de alumnos y alumnas de los niveles de 1º a 4º de la
ESO según la distribución que se había establecido en el estudio.
Este contacto fue muy importante porque nos permitió realizar una composición de lugar muy
ajustada en cuanto al número de centros educativos de cada provincia y municipio participantes en el
estudio, con especial atención tanto al número de centros como al de grupos de cada nivel incluidos en
el estudio, junto con los restantes aspectos relacionados con el mismo. Para esta toma de contacto y
solicitud de autorización nos dirigimos al Director de cada centro educativo y a los Jefes de los
departamentos didácticos de la materia de EF Física mediante una carta de presentación donde se
detallaban las principales características del estudio que se pretendía realizar junto a un modelo de carta
de solicitud de autorización paterna para la participación de su hijo/s en el mismo.
En este período, se le solicitó a los departamentos didácticos de EF de cada uno de los centros
que nos facilitaran los horarios de todos grupos a los que se les iban a aplicar las diferentes pruebas al
objeto de poder planificar y organizar adecuadamente los diferentes momentos y horarios de intervención
y poder comunicarles posteriormente a cada uno de los centros educativos los grupos finalmente
seleccionados para el estudio. Del mismo modo en cada centro educativo se solicitó tanto a la Jefatura
de Estudios como a la Vicedirección que nos indicasen la existencia de posibles fechas en las que no
iba a ser posible acudir a los centros o poder contar con la presencia de los grupos seleccionados por
cualquier circunstancia debida a la ubicación en el calendario de días no lectivos o la
154
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Por último y con relación al conjunto de actuaciones previas, indicar que entre los meses de febrero
a diciembre de 2007 el equipo investigador estableció un calendario de reuniones de seguimiento de una
periodicidad semanal, de las cuales las primeras 14 reuniones se correspondían con las actuaciones
previas y las restantes con el período de intervención en las que se abordaron los siguientes temas:
o Reunión 1: Análisis del proyecto, conformación del equipo investigador, diseño de tareas a
desarrollar y exposición del cronograma tipo a ejecutar.
o Reunión 8: Selección y reunión con los encuestadores elegidos para el trabajo de campo.
155
Eduardo López López Tesis Doctoral
o Reunión 11: Planteamiento y toma de contacto de los encuestadores con los centros adscritos
al estudio “piloto”.
o Reunión 14: Planteamiento y toma de contacto de los encuestadores con los centros adscritos
al estudio.
A cada uno de los equipos aplicadores y evaluadores se le entregó todo el material que se
precisaba para la realización de las pruebas junto a un documento a modo de recordatorio de los
protocolos de realización de las mismas. Además de que con una frecuencia semanal se les facilitaba
un dossier que contenía su plan de trabajo para la siguiente semana, el cual incluía información referente
a los centros educativos en los que se iban a aplicar los cuestionarios y realizar las tomas de medidas
antropométricas.
Este protocolo se concretaba en que el evaluador principal debía recopilar todo el material
necesario para la realización de la intervención con anterioridad a acudir al centro educativo
correspondiente. Siendo el material homologado y suministrado para esta investigación por el
responsable de este trabajo el siguiente:
156
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Para la correcta planificación y organización de esta fase se prestó especial atención a la duración
de las sesiones lectivas establecidas en cada centro educativo, la cual podía oscilar entre los 45 y los 60
minutos de duración, tiempo al que se descontó aquel que era necesario destinar a la preparación del
material, el cual variaba en función de la aplicación del cuestionario o de la toma de datos.
En función de estos condicionantes, con carácter general para la toma de todos los datos que
requeríamos en nuestro estudio era necesario disponer de dos sesiones lectivas, la primera sesión se
destinaba a la aplicación del cuestionario, lo cual, siempre que fue posible se realizó en la hora de tutoría
del grupo de alumnos/as establecida en el plan de acción tutorial del centro, previa autorización del
Departamento de Orientación y tutor/a del grupo correspondiente, destinando la segunda sesión a la
toma de las medidas antropométricas.
Además, se estableció que los evaluadores deberían estar en el centro educativo al menos 30
minutos antes de la hora acordada para cada sesión en cada uno de los centros educativos, debiendo
presentarse al Director, Jefe de Estudios o al profesor de EF del grupo a evaluar, siendo a este profesor/a
al que se le pediría la colaboración necesaria para el adecuado desarrollo de las pruebas que se tenían
previsto realizar en cuanto a una adecuada organización del grupo de alumnos/as.
157
Eduardo López López Tesis Doctoral
También, con relación al desarrollo de las pruebas en los centros educativos se acordó que en la
sesión destinada a la aplicación del cuestionario los evaluadores junto al tutor/a o profesor/a, explicarían
a los alumnos la forma de cumplimentar el mismo conforme al protocolo establecido y en la sesión
destinada a la toma de medidas antropométricas, los evaluadores junto con el profesor/a de EF antes de
efectuar las correspondientes tomas realizarían una explicación de las mismas a los alumnos/as, para
finalizar en ambas sesiones, agradeciendo tanto a los alumnos/as como a los profesores su participación
en el estudio.
Por último, para cada uno de los centros educativos se elaboró una ficha de registro personal que
recogía con exactitud el número de alumnos participantes en la toma de datos, el curso, el horario, el
nombre del profesorado colaborador y posibles observaciones e incidencias que han podido surgir
durante el desarrollo de la toma de datos en cada uno de los centros educativos.
Atendiendo a que nuestro estudio se realizó en una muestra numerosa de población adolescente
escolarizada en centros educativos de ESO, donde como hemos indicado, la toma y recogida de datos
de cada uno de los sujetos participantes requería un mínimo de 2 sesiones lectivas, lo que suponía
trabajar en el mejor de los casos durante una semana en cada uno de los centros, es lógico que se diesen
algunas circunstancias que impidieron que todos los sujetos con los que se había trabajado no pudiesen
ser incluidos en la muestra final.
Por lo cual se hizo necesario aplicar una serie de criterios de exclusión que detallamos a
continuación:
- Alumnado que no ha rellenado el cuestionario o bien no han contestado alguna de las preguntas
más determinantes. Igualmente en nuestro estudio consideramos que para poder realizar un análisis
completo del perfil de cada sujeto o bien de establecer las posibles asociaciones entre las diferentes
variables del estudio consideramos que era necesario disponer de todos los datos correspondientes al
cuestionario.
En cualquier caso, la exclusión efectiva del estudio fue aplicada a posteriori sin conocimiento por
parte del alumno, con el fin de evitar cualquier tipo de “discriminación” en la práctica o de situaciones no
deseadas.
Una vez elaborada la base de datos definitiva comenzamos el tratamiento estadístico con un
análisis estadístico univariado, es decir, medidas sumariales que nos han permitido describir cada una
de las variables estudiadas. Para ello hemos utilizado los estadísticos habituales: frecuencias, medidas
de tendencia central (media, mediana, moda y percentiles) y medidas de dispersión (rango, varianza y
desviación estándar).
Estadística descriptiva.
Estadística inferencial.
Como el tamaño de los grupos es grande, el resultado no va a afectar a las pruebas paramétricas
de Análisis de Varianza (ANOVA), ya que el estadístico F se comporta bien aunque tengamos
poblaciones algo alejadas de la normalidad. Por tanto, se aplicó esta prueba para los análisis de
diferencias entre los diferentes grupos formados por las variables factor o independientes utilizadas
159
Eduardo López López Tesis Doctoral
en el estudio en cada una de las escalas reflejadas en las tablas. A pesar de esto, se comprobará el
resultado del ANOVA con una prueba no paramétrica que no requiere de la hipótesis de normalidad: la
prueba U de Mann-Whitney.
Análisis de diferencias de Medias. Para comparar las medias de varios grupos definidos por una
variable categórica (variable independiente o factor) en una variable cuantitativa (variable dependiente)
se ha utilizado, según los casos, la prueba T de Student o el análisis de varianza (ANOVA) de un factor,
que ha permitido contrastar la hipótesis nula de si las medias poblacionales comparadas son iguales.
Para ello se comprobó previamente la homoceasticidad con el test de Levene y, en el caso de no
verificarse ésta, se ha utilizado la prueba T para desigualdad de varianzas o el ANOVA de Welch. Así, si
p>0.05 en la prueba o test de Levene, utilizamos el estadístico F de la tabla ANOVA y, en caso contrario,
el especificado en la prueba de Welch, denotando el estadístico resultante por W.
- Prueba de Games-Howell (1976), que es similar al de Tukey, si las varianzas son desiguales.
Análisis de dependencia entre variables categóricas. Con este propósito se utilizó el contraste de
la χ2 de Pearson, contrastando la hipótesis de independencia entre las dos variables categóricas
representadas en las tablas de contingencia. De esta forma, se comparó las frecuencias observadas con
las frecuencias esperadas bajo la hipótesis de independencia (las que debería haber si ambas variables
fuesen independientes). En el caso de no verificarse las hipótesis básicas que aseguran la fiabilidad de
este test (entre ellas que las frecuencias esperadas en cada casilla sean superiores o iguales a 5), se
usó el test de la razón de verosimilitudes denotando por RV al valor del estadístico correspondiente.
Todos los cálculos estadísticos de este estudio han sido realizados a través del programa
informático SPSS (versión 14.0) y del módulo Excel de la aplicación Microsoft Office 2007.
Las herramientas informáticas que hemos utilizado para el desarrollo de este trabajo han sido
las siguientes:
160
Capítulo II: Diseño General de la Investigación. Objetivos y Metodología
Hardware:
- Ordenador personal con procesador Intel Pentium IV (1,8 GH HD); 512 Mb de memoria DDR;
tarjeta gráfica SVGA GE FORCE MX 400 de 64 Mb y disco duro de 80 GB U DMA 7200
RPM.
Software:
- Windows XP Professional.
161
CAPÍTULO III
RESULTADOS
Capítulo III: Resultados
RESULTADOS.
Por ello, en las tablas y gráficos donde se presentan los datos obtenidos se ha agrupado la
muestra en función de estas dos variables.
Siguiendo estas pautas de actuación, los resultados obtenidos los presentamos estructurados
en función de los siguientes apartados:
163
Eduardo López López Tesis Doctoral
Recomendación 1ª: realizar al menos 5 días por semana y preferiblemente todos los días, práctica
de AF de intensidad moderada al menos durante un total de 60 o más minutos cada día.
Así, mediante la siguiente pregunta: en una semana normal, ¿cuántos días haces AF durante un
total de 60 minutos o más cada día?, en la que se ha empleado una escala de valores ordinales entre 0
y 7 días, donde el valor 0 se corresponde con 0 días, y el valor 7 con 7 días, se pretendió averiguar la
regularidad en la práctica de AF de intensidad moderada.
Además, se observan diferencias significativas entre géneros tanto en los adolescentes que no
cumplen con la recomendación, más chicas que chicos (68 % y 52,3 % ) (p<0.001), como en los que
sí la cumplen, práctica entre 5 y 7 días, menos chicas que chicos (32 % y 47,7 % )(p<0.001). (Tabla
3.1. y Figura 3.1)
164
Capítulo III: Resultados
4o 5 o más
menos días a
Género N Chi 2 V Cramer
días a la la
semana semana
% de Sexo 52,3 47,7
Hombres 413 Residuos
-4,5 4,5
Corregidos X2 =20,389 V=0,160
% de Sexo 68,0 32 p=0,000*** p=0,000***
Mujeres 387 Residuos
4,5 -4,5
Corregidos
Total 800 % del total 59,9 40,1
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
Tabla 3.1.: Regularidad en la práctica de AF de intensidad moderada en función del
género.
Si profundizamos en las diferencias entre géneros en ambos ciclos educativos, son las chicas
frente a los chicos las que muestran un mayor porcentaje en el incumplimiento de la recomendación y a
su vez muestran un menor porcentaje en el cumplimiento de la misma.
Se observan diferencias significativas entre géneros en ambos ciclos educativos, tanto en los
adolescentes que no cumplen con la recomendación, más chicas que chicos en el primer ciclo (63,2 %
y 47,8 % )(p<0.01) y en el segundo (73,1 % y 5,7 % ) (p<0.001), como en los que sí la cumplen,
menos chicas que chicos en el primer ciclo (36,8 % y 52,2 % ) (p<0.01) y en el segundo ciclo (26,9
% y 43,3 % )(p<0.001). (Tabla 3.2 y Figura 3.2).
165
Eduardo López López Tesis Doctoral
4o
5 o más
menos
días a
Género N días a Chi 2 V Cramer
la
la
semana
semana
% de Sexo 47,8 52,2
Hombres 205 Residuos
PRIMER -3,1 3,1
Corregidos
2
CICLO % de Sexo 63,2 36,8 X =9,716 V=0,155
Mujeres 201 Residuos p=0,002** p=0,002**
3,1 -3,1
Corregidos
% del
Total 406 55,4 44,6
total
208 % de Sexo 56,7 43,3
Hombres Residuos
SEGUNDO -3,4 3,4
Corregidos
CICLO X2 =11,512 V=0,171
186 % de Sexo 73,1 26,9 p=0,001*** p=0,001***
Mujeres Residuos
3,4 -3,4
Corregidos
% del
Total 394 64,5 35,5
total
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
Tabla 3.2.: Regularidad en la práctica de AF de intensidad moderada en función del género
y ciclo educativo.
73,1%
Hombres
80%
63,2%
70% Mujeres
56,7%
60% 52,2%
47,8%
50% 43,3%
36,8%
40%
26,9%
30%
20%
10%
0%
4 o menos días a 5 o más días a la 4 o menos días a 5 o más días a la
la semana semana la semana semana
Primer Ciclo Segundo Ciclo
166
Capítulo III: Resultados
Si nos centramos en la evolución que siguen los niveles de práctica conforme se avanza en el ciclo
educativo, intragéneros, se comprueba una disminución en ambos sexos. De forma que tanto las chicas
como los chicos, en ambos ciclos, muestran un mayor porcentaje en el incumplimiento de la
recomendación.
Se observan diferencias significativas en las chicas, entre ciclos educativos, tanto en las que no
cumplen con la recomendación, práctica 4 o menos días, más chicas del segundo ciclo que del primero
(73,1 % y 63,2 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.05), como en los que sí la cumplen,
práctica entre 5 y 7 días, menos chicas del segundo ciclo que del primer ciclo (26,9 % y 36,8 %; segundo
y primer ciclo respectivamente) (p<0.05).
Mostrando los chicos, a su vez, una tendencia similar a las chicas tanto en el incumplimiento de la
recomendación, más chicos del segundo ciclo que del primero (56,7 % y 47,8 %; segundo y primer ciclo
respectivamente), como en su cumplimiento, menos chicos del segundo ciclo que del primer ciclo (43,3
% y 52,2 %; segundo y primer ciclo respectivamente). (Tabla 3.3 y Figura 3.3)
4o 5 o más
menos días a
Género N Chi 2 V Cramer
días a la la
semana semana
% de Sexo 47,8 52,2
Primer
205 Residuos
Ciclo -1,8 1,8
Corregidos
HOMBRES
% de Sexo 56,7 43,3
Segundo
208 Residuos
Ciclo 1,8 -1,8
Corregidos
Total 413 % del total 52,3 47,7
167
Eduardo López López Tesis Doctoral
80%
Hombres
Mujeres
70%
73,1%
60%
63,2%
50% 56,7%
47,8%
40%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
A través de la siguiente pregunta: ¿Durante cuántos meses has estado haciendo 60 minutos o
más de AF en 5 o más días por semana?, en los que se ha empleado la siguiente escala: 1=Menos de
seis meses, estado de acción, 2= Más de seis meses, estado de Mantenimiento, se pretendió averiguar
el grado de adherencia hacia la práctica de AF del grupo de adolescentes que cumplía con la
recomendación (32 % y 47,7 % ).
168
Capítulo III: Resultados
75,6%
Hombres
66,1%
80% Mujeres
70%
60%
50% 33,9%
24,4%
40%
30%
20%
10%
0%
Acción Mantenimiento
Figura 3.4.: Porcentaje de adolescentes que se sitúan en los estados de Acción y Mantenimiento
en la práctica de AF de intensidad moderada en función del género.
Al centrarnos en las diferencias entre géneros en cada uno de los ciclos educativos, en ambos
ciclos son las chicas frente a los chicos las que muestran hábitos que indican una menor regularidad y
estabilidad de práctica de AF mantenidos en el tiempo, lo cual indica que un menor porcentaje de chicas
que de chicos han estado cumpliendo con la recomendación durante seis o más meses y que en un
mayor porcentaje han estado cumpliendo con la recomendación durante menos de seis meses.
En el primer ciclo se observan diferencias significativas entre géneros tanto en los adolescentes
que han venido cumpliendo con la recomendación durante menos de seis meses, estado de acción, en
un mayor porcentaje las chicas frente a los chicos (33,8 % y 20,6 % ) (p<0.05), como en los que han
venido cumpliendo con la recomendación durante seis o más meses, estado de mantenimiento, en este
caso en un menor porcentaje las chicas frente a los chicos (66,2 % y 79,4 % ) (p<0.05).
En el segundo ciclo los resultados muestra un patrón de comportamiento similar al del primer ciclo,
con diferencias significativas tanto en los adolescentes que han venido cumpliendo con la recomendación
durante menos de seis meses, en un mayor porcentaje las chicas frente a los chicos (34 % y 28,9 %
), como en los que han venido cumpliendo con la recomendación durante seis o más meses, que al igual
que ocurría con los adolescentes del primer ciclo ocurre en un menor porcentaje las chicas frente a los
chicos estado de mantenimiento. (Tabla 3.5 y Figura 3.5).
169
Eduardo López López Tesis Doctoral
79,4%
Hombres
80% 71,1%
66,2% 66,0%
70% Mujeres
60%
50%
33,8% 34,0%
40% 28,9%
30% 20,6%
20%
10%
0%
Acción Mantenimiento Acción Mantenimiento
Primer Ciclo Segundo Ciclo
Figura 3.5.: Porcentaje de adolescentes que se sitúan en los estados de Acción y Mantenimiento
en la práctica de AF de intensidad moderada en función del género y ciclo educativo.
170
Capítulo III: Resultados
Si nos centramos en la evolución a lo largo de los ciclos educativos, intragéneros, los hábitos de
regularidad y estabilidad en la práctica de AF disminuyen en ambos sexos y en mayor medida en los
chicos frente a las chicas. Así, más chicos del segundo ciclo que del primero se sitúan en el estado de
acción (28,9 % y 26,1 %; segundo y primer ciclo respectivamente), y menos chicos del segundo ciclo que
del primer ciclo se sitúan en el estado de mantenimiento (71,1 % y 79,4 %; segundo y primer ciclo
respectivamente).
Donde las chicas a su vez, muestran valores similares en ambos ciclos, estado de acción (33,8
% y 34 %; primer y segundo ciclo respectivamente), y estado de mantenimiento (66,2 % y 66%; primer
y segundo ciclo respectivamente). (Tabla 3.6 y Figura 3.6).
Primer
107 % de Sexo 26,1 52,2
Ciclo
HOMBRES Segundo
90 % de Sexo 28,9 43,3
Ciclo
Total 197 % del total 24,4 47,7
Primer
74 % de Sexo 33,8 66,2
Ciclo
MUJERES
Segundo
50 % de Sexo 34 66
Ciclo
Total 124 % del total 33,9 66,1
Hombres
80%
Mujeres
79,4%
70%
71,1%
66,2% 66,0%
60%
50%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
A través de la siguiente pregunta: ¿Piensas que empezarás a hacer AF (60 minutos o más) en 5
171
Eduardo López López Tesis Doctoral
o más días por semana dentro de los próximos 6 meses?, en los que se ha empleado la siguiente escala:
1= No, no me propongo hacerlo en los próximos 6 meses, estado de precontemplación. 2= Sí, me
propongo hacerlo en los próximos 6 meses, estado de contemplación. 3= Sí, me propongo hacerlo en
los próximos 30 días, estado de preparación, se pretendió averiguar la intención que muestran los
adolescentes estudiados en modificar su estado y nivel actual de práctica de AF de intensidad moderada
hacia el cumplimiento con la recomendación establecida.
Los adolescentes muestran una escasa intención de cambiar su estado presente de AF hacia
mayores niveles de actividad, situándose en un mayor porcentaje en un estado de contemplación, más
chicos que chicas (46% y 47,7 % ), seguido de un estado de precontemplación, menos chicos
que chicas (29,3 % y 31,9 % ) y en un menor porcentaje en un estado de preparación, más chicos
que chicas (23,9 % y 18,3 % ), sin que estas diferencias sean significativas entre géneros (Tabla
3.7 y Figura 3.7).
% de
Hombres 215 29,3 46 24,7
Sexo
% de
Mujeres 260 31,9 47,7 20,4
Sexo
% del
Total 475 30,7 46,9 22,3
total
172
Capítulo III: Resultados
Al profundizar más en las diferencias entre géneros en cada uno de los ciclos educativos se
observa que ambos sexos muestran un patrón de comportamiento similar al de la muestra total, que se
asocia a una escasa intención de cambiar su estado presente de AF hacia mayores niveles de AF.
A su vez, en el segundo ciclo un mayor porcentaje de chicos que de chicas se sitúan en un estado
de preparación (19,7 % y 15,4 % ) y en un estado de precontemplación, (37,6 % y 36,8 % ),
y menos chicos que chicas se sitúan en un estado de contemplación (42,7 % y 47,8 %
). Donde tampoco se observan diferencias significativas entre géneros en ninguno de los dos ciclos
educativos. (Tabla 3.8 y Figura 3.8)
173
Eduardo López López Tesis Doctoral
60% Hombres
47,7% 47,6% 47,8%
50% 42,7%
Mujeres
37,6% 36,8%
40%
26,6% 30,6%
25,8%
30%
19,7%
19,4%
20% 15,4%
10%
0%
Precontemplación
Precontemplación
Contemplación
Contemplación
Preparación
Preparación
Primer Ciclo Segundo Ciclo
En las chicas se observa una tendencia similar a la que muestran los chicos, donde las
adolescentes del primer ciclo frente a las del segundo ciclo, muestran menores valores porcentuales en
los estados de precontemplación (26,6 % y 36,8 %; primer y segundo ciclo respectivamente), valores
similares en el estado de contemplación (47,6 % y 47,8 %; primer y segundo ciclo respectivamente) y
mayores valores en el estado de preparación (25,8 % y 15,4 %;primer y segundo ciclo respectivamente)
(p<0.05). (Tabla 3.9 y Figura 3.9).
174
Capítulo III: Resultados
V
N Precontemplación Contemplación Preparación Chi 2
Cramer
40%
Hombres
30,6% Mujeres
30%
28,8%
25,8%
20%
15,4%
10%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
175
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por último, a través de la pregunta: Aunque ahora no lo hagas, ¿has hecho en el pasado AF (60
minutos o más) en 5 o más días por semana?, en los que se ha empleado la siguiente escala: 1=No,
2=Sí., se pretendió averiguar el nivel de abandono de la práctica de AF de intensidad moderada.
No la Sí la
Género N habían habían Chi 2 V Cramer
cumplido cumplido
% de Sexo 19,2 80,8
Hombres 214 Residuos
-3,3 3,3
Corregidos X2 =11,188 V=0,154
% de Sexo 32,8 67,2 p=0,001*** p=0,001***
Mujeres 259 Residuos
3,3 -3,3
Corregidos
Figura 3.10.: Estado de Recaída en la práctica de AF de intensidad moderada en función del género.
176
Capítulo III: Resultados
Al profundizar más en las diferencias entre sexos en cada uno de los ciclos educativos, se observan
diferencias significativas en ambos géneros y en ambos ciclos, tanto en los adolescentes que informan
que en el pasado no cumplieron con la recomendación, más chicas que chicos en ambos ciclos, primer
ciclo (33,9 % y 18,6 % )(p<0.05) y segundo ciclo (31,9 % y 19,7 % )(p<0.05), como en los que
informan lo contrario, menos chicas que chicos en ambos ciclos, primer ciclo (66,1 % y 81,4 %
)(p<0.05) y segundo ciclo (68,1 % y 80,3 % ) (p<0.05) (Tabla 3.11 y Figura 3.11).
No la Sí la
Género N habían habían Chi 2 V Cramer
cumplido cumplido
% de Sexo 19,2 80,8
Hombres 97 Residuos
-2,5 2,5
PRIMER Corregidos
CICLO % de Sexo 33,9 66,1 X2 =6,454 V=0,171
Mujeres 124 Residuos p=0,011* p=0,011*
2,5 -2,5
Corregidos
Total 221 % del total 27,1 72,9
117 % de Sexo 19,7 80,3
Hombres Residuos
SEGUNDO -2,2 2,2
Corregidos
CICLO X2 =4,821 V=0,138
135 % de Sexo 31,9 68,1 p=0,028* p=0,028*
Mujeres Residuos
2,2 -2,2
Corregidos
Total 252 % del total 26,2 73,8
p. valor = *0.05; **0.01; *** 0 .001
177
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por último y con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, intragéneros, los
resultados muestran un comportamiento dispar, de forma que mientras los chicos muestran una
disminución en el porcentaje de los que informan que sí habían cumplido con la recomendación conforme
se avanza en el ciclo educativo, en las chicas se observa una tendencia contraria con un incremento en
el porcentaje de las que informan que sí habían cumplido con la recomendación conforme se avanza en
el ciclo educativo. (Tabla 3.12 y Figura 3.12)
No la
Sí la habían
N habían
cumplido
cumplido
Primer
97 % de Sexo 18,6 81,4
Ciclo
HOMBRES
Segundo
117 % de Sexo 19,7 80,3
Ciclo
Primer
124 % de Sexo 33,9 66,1
Ciclo
MUJERES
Segundo
135 % de Sexo 31,9 68,1
Ciclo
Total 259 % del total 32,8 67,2
90%
Hombres
Mujeres
81,4%
80%
80,3%
70%
68,1%
66,1%
60%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
178
Capítulo III: Resultados
A través de la pregunta: durante una semana normal ¿En cuántos días sueles realizar AF, de
intensidad vigorosa, durante al menos 20 minutos?, en los que se ha empleado la siguiente escala:
valores ordinales entre 0 y 7 días, donde el valor 0 corresponde a 0 días y el valor 7 a 7 días, se pretendió
averiguar el cumplimiento de la Recomendación 2ª de nuestro estudio, consistente realizar al menos tres
días a la semana práctica de AF intensa (vigorosa) durante 20 o más minutos cada día.
2o
3 o más
menos
días a
Género N días a Chi 2 V Cramer
la
la
semana
semana
% de Sexo 24 76
Hombres 413 Residuos
-5 5
Corregidos X2 =25,293 V=0,178
% de Sexo 40,7 59,4 p=0,000*** p=0,000***
Mujeres 387 Residuos
5 -5
Corregidos
Total 800 % del total 32 68
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
76% Hombres
59,3% Mujeres
80%
60% 40,7%
24%
40%
20%
0%
2 o menos días a la semana 3 o más días a la semana
179
Eduardo López López Tesis Doctoral
Si profundizamos en las diferencias entre géneros por ciclos educativos, las chicas frente a los
chicos muestran un mayor incumplimiento de la recomendación de práctica de AF de intensidad
moderada en ambos ciclos, constatando nuevamente escasos niveles de práctica de AF con este
requerimiento de intensidad en el género femenino.
Además, se observan diferencias significativas entre géneros en ambos ciclos educativos tanto en
los adolescentes que no cumplen con la recomendación, práctica 2 o menos días a la semana, más
chicas que chicos en el primer ciclo (35,3 % y 23,4 % ) (p<0.01) y en el segundo (46,2 % y 24,5
% ) (p<0.001), como en los que sí la cumplen, práctica 3 o más días a la semana, menos chicas que
chicos en el primer ciclo (64,7 % y 76,6 % ) (p<0.01) y en el segundo ciclo (53,8 % y 75,5 % )
(p<0.001). (Tabla 3.14 y Figura 3.14).
2o
3 o más
menos
Género N días a la Chi 2 V Cramer
días a la
semana
semana
% de Sexo 23,4 76,6
Hombres 205 Residuos
-2,6 2,6
PRIMER Corregidos X2 =6,947 V=0,131
CICLO % de Sexo 35,3 64,7 p=0,008** p=0,008**
Mujeres 201 Residuos
2,6 -2,6
Corregidos
180
Capítulo III: Resultados
76,6% Hombres
80% 75,5%
64,7%
70% Mujeres
53,8%
60% 46,2%
50% 35,3%
40%
23,4% 24,5%
30%
20%
10%
Figura 3.14.: Regularidad en la práctica de AF de intensidad vigorosa en función del género y ciclo educativo.
En las chicas se observan diferencias significativas entre ciclos educativos, tanto en las que no
cumplen con la recomendación, en mayor porcentaje las chicas del segundo ciclo que del primero (46,2
% y 35,3 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.05), como en las que sí cumplen con la
recomendación, en este caso en un menor porcentaje las chicas del segundo ciclo que las del primer
ciclo (53,8 % y 64,7 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.05).
En los chicos, la evolución muestra una tendencia similar a las chicas, tanto en el incumplimiento
de la recomendación, más chicos del segundo ciclo que del primero (24,5 % y 23,4 %; segundo y primer
ciclo respectivamente), como en el cumplimiento, menos chicos del segundo ciclo que del primer ciclo
(75,5 % y 76,6 %; segundo y primer ciclo respectivamente), sin que se observen diferencias significativas
entre géneros.
181
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por tanto nuevamente comprobamos la disminución que se produce en los niveles de práctica de
con este requerimiento de intensidad en los adolescentes de ambos géneros conforme se avanza en la
edad de la adolescencia. (Tabla 3.15 y Figura 3.15)
2o
3 o más
menos
días a
N días a Chi 2 V Cramer
la
la
semana
semana
% de Sexo 23,4 76,6
Primer
205 Residuos
Ciclo -0,3 0,3
Corregidos
HOMBRES
% de Sexo 24,5 75,5
Segundo
208 Residuos
Ciclo 0,3 -0,3
Corregidos
Total 413 % del total 24 76
Hombres
Mujeres
46,2%
40%
35,3%
24,5%
23,4%
20%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
182
Capítulo III: Resultados
Continuando con el estudio y al objeto de obtener más datos relacionados con el estado presente
de AF, a través de la pregunta: este curso, y fuera de las clases de EF, ¿haces alguna AF y/o deporte?,
en los que se ha empleado la siguiente escala: 1= No y 2= Sí, se pretendió averiguar si los adolescentes
estudiados, practicaban alguna AF o deporte, al margen de las sesiones lectivas y curriculares de la
materia de EF.
Los resultados muestran que un elevado porcentaje de los adolescentes estudiados realizan
práctica de AF de carácter extraescolar frente a la no práctica (76,4 %), con diferencias significativas
entre géneros, en los adolescentes que informan que no practican alguna AF y/o deporte, más chicas
que chicos (31,8 % y 16,0 % ) (p<0.001), y los que informan que sí practican alguna AF y/o deporte,
menos chicas que chicos (68,2 % y 84 % ) (p<0.001). (Tabla 3.16 y Figura 3.16).
No Sí
Género N Chi 2 V Cramer
practican practican
% de Sexo 16 84
Hombres 413 Residuos
-5,3 5,3
Corregidos X2 =27,650 V=0,186
% de Sexo 31,8 68,2 p=0,000*** p=0,000***
Mujeres 387 Residuos
5,3 -5,3
Corregidos
Total 800 % del total 23,6 76,4
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
84% Hombres
68,2%
Mujeres
80%
60% 31,8%
40% 16%
20%
0%
No practican Sí practican
Figura 3.16.: Práctica de alguna AF o deporte fuera de las sesiones lectivas de EF en función del género.
183
Eduardo López López Tesis Doctoral
En cuanto a las diferencias entre géneros por ciclos educativos, son los chicos frente a las
chicas los que en un mayor porcentaje sí practican alguna AF y/o deporte fuera de las sesiones lectivas
de EF, con diferencias significativas tanto en los adolescentes que informan que sí practican, más
chicos que chicas (89,8 % y 76,1 % ; 78,4 % y 59,7 % ; primer ciclo y segundo ciclo
respectivamente) (p<0.001), como en los que informan lo contrario, menos chicos que chicas (10,2 %
y 23,9 % ; 21,6 % y 40,3 % ; primer ciclo y segundo ciclo respectivamente) (p<0.001). (Tabla
3.17 y figura 3.17)
No Sí
Género N Chi 2 V Cramer
practican practican
% de Sexo 10,2 89,8
Hombres 205 Residuos
PRIMER -3,7 2,6
Corregidos
CICLO % de Sexo 23,9 76,1 X2 =13,379 V=0,182
Mujeres 201 Residuos p=0,000*** p=0,000***
3,7 -3,7
Corregidos
Total 406 % del total 17 83
208 % de Sexo 21,6 78,4
Hombres Residuos
SEGUNDO -4 4
Corregidos
CICLO X2 =16,191 V=0,203
186 % de Sexo 40,3 59,7 p=0,000*** p=0,000***
Mujeres Residuos
4 -4
Corregidos
Total 394 % del total 34,8 69,5
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
Tabla 3.17.: Práctica de alguna AF o deporte fuera de las sesiones lectivas de EF en función del
género y ciclo educativo.
89,8% Hombres
100%
76,1% 78,4% Mujeres
80%
59,7%
60% 40,3%
23,9%
21,6%
40%
10,2%
20%
Figura 3.17.: Porcentaje de adolescentes que practican alguna AF o deporte fuera de las sesiones
lectivas de EF en función del género y ciclo educativo.
184
Capítulo III: Resultados
Con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, los resultados muestran que los
niveles de práctica de AF extraescolar disminuyen en ambos géneros.
En las chicas se observan diferencias significativas entre ciclos educativos, tanto en las que
informan que sí practican alguna AF y/o deporte fuera de las sesiones lectivas de EF, menos chicas del
segundo ciclo que del primero (59,7 % y 76,1 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.001) y lo
contrario, más chicas del segundo ciclo que del primero (40,3 % y 23,9 %; segundo y primer ciclo
respectivamente) (p<0.001).
Por su parte, los chicos muestran un patrón similar a las chicas tanto en los que informan que sí
practican alguna AF y/o deporte fuera de las sesiones lectivas de EF, menos chicos del segundo ciclo
que del primero (78,4 % y 89,8 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.01) y lo contrario, más
chicos del segundo ciclo que del primero (21,6 % y 10,2%; segundo y primer ciclo respectivamente)
(p<0.01). (Tabla 3.18 y Figura 3.18)
No Sí
N Chi 2 V Cramer
practican practican
185
Eduardo López López Tesis Doctoral
Hombres
90%
89,8% Mujeres
78,4%
76,1%
70%
59,7%
50%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
Figura 3.18.: Evolución en el porcentaje de adolescentes que practican alguna AF o deporte fuera
de las sesiones lectivas de EF intragéneros en función del ciclo educativo.
Relacionada con la pregunta anterior, se solicitó a los adolescentes que sobre una lista de
actividades y deportes previamente establecida indicarán aquellas que practicaban en la actualidad,
cuántos días por semana, cuánto tiempo aproximadamente cada día (en minutos), si competían o iban a
competir o no y si lo practicaban en su instituto o fuera del centro (en escuelas municipales, clubes, etc.).
Los resultados muestran que el primer deporte más practicado porcentualmente es el fútbol
(26,8%), siendo practicado por más chicos que chicas (69,2 % y 30,8 % ) (p<0.01), dato que se
relaciona con las connotaciones sociales y de estereotipos de género que en nuestro país se asocian al
fútbol como deporte de masas mayoritariamente practicado. Sin embargo, es de destacar el hecho de
que en nuestro estudio, ocupan un segundo y tercer lugar, actividades deportivas menos tradicionales y
habituales, como son el montar en bicicleta (16,4%), practicado por más chicos que chicas (68,7 % y
31,3 % ), y el baile (15,6%), practicado por más chicas que chicos (36 % y 64
% ).
A su vez en un menor porcentaje le siguen los siguientes deportes; baloncesto (12%), practicado
por más chicos que chicas, caminar rápido como ejercicio (11,8%), más chicas que chicos, nadar
(10,4%), más chicas que chicos, fútbol sala (10,3%), más chicos que chicas, voleibol (8,8%), más chicos
que chicas, pesas/musculación (8,1%), más chicos que chicas, otras (7,5 %), valores similares en ambos
géneros, artes marciales (5,1%), más chicos que chicas, patinar (4,8%), valores similares en ambos
géneros, balonmano (4,5%), más chicos que chicas, atletismo (3,8%), más chicas que chicos, tenis
(3,3%), más chicos que chicas, gimnasia de mantenimiento (3,1%), más chicos que chicas, jogging
(2,5%), más chicos que chicas, senderismo (2,4%), más chicos que chicas, aeróbic (1,8%),
186
Capítulo III: Resultados
valores similares en ambos géneros, gimnasia rítmica (0,8%), más chicas que chicos. (Tablas 3.19 y
3.20 y Figura 3.19)
Tabla 3.19.: Deportes practicados fuera de las sesiones lectivas de EF en función del género.
187
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 3.19.: Diferencias de género en los Deportes practicados fuera de las sesiones lectivas de EF.
188
Capítulo III: Resultados
189
Eduardo López López Tesis Doctoral
Los resultados muestran que la práctica del deporte de competición no garantiza adherencia hacia
la misma, los adolescentes estudiados en un mayor porcentaje han abandonado la práctica deportiva de
competición (33,9 %), participan en competición a nivel de club federado (32%) y nunca han participado
en competición (26,1 %), a su vez y en un escaso porcentaje, participan en competición a nivel de su
centro y a nivel inter-escolar (4,1 % y 3,8 % respectivamente).
En cuanto a las diferencias entre géneros, los mayores porcentajes se muestran en los
adolescentes que han abandonado la práctica deportiva de competición, más chicos que chicas (34,7
% y 33,1 % ), los que participan a nivel de club federado, más chicos que chicas (39,6 % y 24
% ), (p<0.001), los que nunca han participado en competición, más chicas que chicos (17,7 % y 35,2
% ), (p<0.001). A su vez, los menores porcentajes se muestran en los adolescentes que participan a
nivel de centro, más chicos que chicas (5,1 % y 3,1 % ), y a nivel inter-escolar, menos chicos que
chicas (2,9 % y 4,7 % ). (Tabla 3.21 y Figura 3.20).
190
Capítulo III: Resultados
Al profundizar en las diferencias entre géneros por ciclos educativos, las mayores diferencias se
muestran entre los adolescentes que participan en competición a nivel de club federado y los que nunca
han participado en competición, más chicos que chicas en ambos ciclos.
A su vez, se muestran menores diferencias entre los adolescentes que han abandonado la práctica
deportiva de competición, participan en competición a nivel de su centro y a nivel inter-escolar.
Además, se observan diferencias significativas entre géneros en ambos ciclos educativos, tanto
en los adolescentes que participan en competición a nivel de club federado, en un mayor porcentaje los
chicos frente a las chicas del primer ciclo (41,2 % y 28,6 % ) (p<0.01) y del segundo ciclo (37,7 %
y 18,9 % ) (p<0.001), como en los adolescentes que nunca han participado en competición,
menos chicos que chicas (15,2 % y 32,2 % ; 20,3 % y 38,4 % ); primer ciclo y segundo ciclo
respectivamente) (p<0.001).
191
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 3.21.: Porcentaje de adolescentes que se sitúan en las diferentes modalidades de participación
en Competición en función del género y ciclo educativo.
192
Capítulo III: Resultados
Con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, intragéneros, los resultados
muestran un comportamiento similar en ambos géneros.
Así, tanto en los chicos como en las chicas se observa un incremento en el porcentaje de
adolescentes que nunca han participado en competición conforme se avanza en los ciclos educativos,
chicos (20,3 % y 15,2 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y chicas (38,4 % y 32,2 %; segundo y
primer ciclo respectivamente).
Esta misma tendencia se observa en los adolescentes de ambos géneros que han abandonado la
práctica deportiva de competición, chicos (35,3 % y 34,3 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y
chicas (36,2 % y 30,2 %; segundo y primer ciclo respectivamente).
Donde a su vez se observa una tendencia contraria, con una disminución en el porcentaje de los
adolescentes que participan en competición a nivel de club federado conforme se avanza en los ciclos,
chicos (37,7 % y 41,2 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y chicas (18,9 % y 28,6 %; segundo y
primer ciclo respectivamente) y en los que participan en competición a nivel de su centro y a nivel
interescolar. (Tabla 3.23 y Figura 3.22)
Primer
208 % de Sexo 32,2 30,2 3,5 5,5 28,6
Ciclo
MUJERES
Segundo
186 % de Sexo 38,4 36,2 2,7 3,8 18,9
Ciclo
% del
Total 394 35,2 33,1 3,1 4,7 24
total
Tabla 3.23.: Evolución en la participación en Competición intragéneros en función del ciclo educativo.
193
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 3.22.: Evolución en la participación en Competición intragéneros en función del ciclo educativo.
A través de la pregunta: si este año compites en un deporte (o vas a competir) ¿En qué lo haces?.
Escribe el nombre de las actividades o deportes en los que compites y la edad desde la que empezaste
a competir, se pretendía averiguar aspectos relacionados con los intereses y preferencias de prácticas
deportivas de competición de los adolescentes de nuestro entorno y la edad en la que se comenzó a
competir en el mismo.
Los resultados muestran que el fútbol es el deporte de competición practicado de una forma
mayoritaria por los adolescentes de nuestro entorno (19%) frente a las restantes modalidades deportivas,
con diferencias significativas entre géneros, siendo practicado por más chicos que chicas (26,9 % y
19,6 % ) (p<0.001). A esta modalidad deportiva le siguen otras modalidades que se practican de forma
mucho más minoritaria como son: el baloncesto (4,4%), lo practican menos chicos que chicas (3,9 % y
4,9 % ), voleibol (4,3), lo practican más chicos que chicas (4,6 % y 3,9 %
), el balonmano (2,6%), lo practican menos chicos que chicas (2,2 % y 3,1 % ), la natación (1,5%),
lo practican más chicos que chicas (1,7 % y 1,3 % ) y el fútbol sala (1,4%), lo practican más chicos
que chicas (2,4 % y 0,3 % ) (p<0.01), le siguen el atletismo, menos chicos que chicas (0,7 % y 1,8
% ) y el baile, más chicos que chicas (1,5 % y 1 % ). (Tabla 3.24 y Figura 3.23)
194
Capítulo III: Resultados
195
Eduardo López López Tesis Doctoral
Además, las chicas comienzan a competir a una mayor edad que los chicos (chicas: M=9,59 y
S=3,08; chicos: M=9,25 y S=3,38) sin que se observen diferencias significativas entre géneros.
También se solicitó a los adolescentes que informaran sobre el deporte en el que habían competido
anteriormente, así como la edad en la que se comenzó y se abandonó el mismo. Donde nuevamente se
observa que el fútbol fue el deporte practicado mayoritariamente en el pasado por los adolescentes
(9,5%), lo habían practicado más chicos que chicas (15,3 % y 3,4 % ) (p<0.001), seguido de otras
modalidades practicadas de forma más minoritaria como el baloncesto (5,9%), lo habían practicado más
chicos que chicas (6,1 % y 5,7 % ), atletismo (3,5%), lo habían practicado más chicos que chicas
(4,6 % y 3,9 % ), natación (2,8 %), lo habían practicado más chicos que chicas (2,9 % y 2,6 %
), gimnasia rítmica (2,6%), lo habían practicado menos chicos que chicas (0
% y 5,4 % ) (p<0.001), balonmano (1,9%), lo habían practicado menos chicos que chicas (1,2 %
y 2,6 % ), tenis (1,8%), lo habían practicado más chicos que chicas (1,9 % y 1,6 % ) (p<0.001), y
baile (1 %), lo habían practicado menos chicos que chicas (0,2 % y 1,8 % ) (p<0.05). (Tabla 3.25 y
Figura 3.24)
196
Capítulo III: Resultados
Donde con relación a las diferencias entre géneros encontradas en la edad en que en el pasado
se había abandonado la competición, se comprueba nuevamente que la práctica del deporte de
competición no genera adherencia en los hábitos futuros de práctica de los adolescentes, ya que en
ambos sexos se da un elevado y prematura abandono a edades muy tempranas (chicas: M=11,45 y
S=2,45; chicos: M=11,41 y S=2,03), donde no se observa la existencia de diferencias significativas entre
géneros.
197
Eduardo López López Tesis Doctoral
Hombres
67,8% 70,5%
Mujeres
80%
60% 32,2%
29,5%
40%
20%
0%
2 o menos horas al día 2 o más horas al día
198
Capítulo III: Resultados
Si nos centramos en las diferencias entre géneros por ciclos educativos se observa un
comportamiento diferente en función del ciclo con relación al cumplimiento o no de la recomendación.
Así, en el primer ciclo educativo las chicas frente a los chicos muestran un menor cumplimiento de la
recomendación (25,4 % y 36,1 % ) (p<0.05) mientras que en el segundo ciclo educativo, las chicas
frente a los chicos muestran un mayor cumplimiento de la recomendación (33,9 % y 28,4 % ). (Tabla
3.27 y Figura 3.26).
2o
2 o más
menos
Género N horas al Chi 2 V Cramer
horas al
día
día
% de Sexo 36,1 63,9
Hombres 205 Residuos
2,3 -2,3
PRIMER Corregidos
CICLO % de Sexo 25,4 74,6 X2 =5,478 V=0,116
Mujeres 201 Residuos p=0,019* p=0,019*
-2,3 2,3
Corregidos
Total 406 % del total 30,8 69,2
208 % de Sexo 28,4 71,6
Hombres Residuos
SEGUNDO -1,2 1,2
Corregidos
CICLO
186 % de Sexo 33,9 66,1
Mujeres Residuos
1,2 -1,2
Corregidos
Total 394 % del total 31 69
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
Tabla 3.27.: Tiempo de inactividad diario en función del género y ciclo educativo.
74,6% Hombres
80% 71,6%
63,9% 66,1%
70% Mujeres
60%
50%
36,1% 33,9%
40%
25,4% 28,4%
30%
20%
10%
0%
2 o menos horas 2 o más horas al 2 o menos horas 2 o más horas al
al día día al día día
Primer Ciclo Segundo Ciclo
Figura 3.26.: Tiempo de inactividad diario en función del género y ciclo educativo.
199
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por último y con relación a la evolución a lo largo de los dos ciclos educativos, intragéneros,
nuevamente se observa un comportamiento diferente en función del género y ciclo educativo.
2 o menos 2 o más
N
horas al día horas al día
Primer
205 % de Sexo 36,1 63,9
Ciclo
HOMBRES Segundo
208 % de Sexo 28,4 71,6
Ciclo
Total 413 % del total 32,2 62,8
Primer
201 % de Sexo 25,4 74,6
Ciclo
MUJERES Segundo
186 % de Sexo 33,9 66,1
Ciclo
Total 387 % del total 29,5 70,5
Tabla 3.28.: Evolución en el tiempo de inactividad diario intragéneros en función del ciclo educativo.
Hombres
63,9% 66,1%
50%
Primer Ciclo Segundo Ciclo
200
Capítulo III: Resultados
La variable percepción de disfrute con la AF y el deporte, consta de seis ítems en los que se ha
empleado una escala tipo Likert en la que el valor 1 representa la puntuación más baja y el 7 la más alta.
Los resultados obtenidos en la escala completa de disfrute con la práctica de la AF y el deporte
(alfa de Cronbach: 0,803), muestran diferencias significativas entre géneros, donde los chicos frente a
las chicas perciben un mayor grado de disfrute con la práctica de AF y deportiva (chicos: M=6,05 y
S=0,85; chicas: M=5,88 y S=0,94). (Tabla 3.29).
ANOVA
Además en cuanto a las diferencias entre géneros en los diferentes ítems que componen la escala,
los chicos frente a las chicas muestran una mayor percepción de disfrute en todos los ítems de la misma
(Tabla 3.30), con diferencias significativas en el ítem 1 (p<0.01), por lo que a partir de lo que han
manifestado los adolescentes se deduce que:
1. Los chicos frente a las chicas, manifiestan un mayor gusto por la práctica de AF (p<0.01).
2. Para las chicas la práctica de AF es menos divertida que para los chicos.
3. Para los chicos la práctica de AF o deporte es más interesante y menos aburrida que para las
chicas.
4. Cuando practican AF o deporte, los chicos se sienten mejor que las chicas.
5. Cuando practican AF o deporte, los chicos se sienten más activos que las chicas.
6. Para los chicos la AF les hace sentir más realizados que a las chicas.
201
Eduardo López López Tesis Doctoral
Al profundizar más en las diferencias de género en cada uno de los ítems empleados en la escala,
comprobamos que existen diferencias significativas a favor de los chicos en las medias de los ítems 1,
2, 3 y 5. (Tabla 3.31)
202
Capítulo III: Resultados
Chicos
413 5,45 0,873 1 7
Sexo Chicas 6,762 0,010**
387 5,27 1,131 1 7
Total
800 5,36 1,010 1 7
Chicos
405 5,90 1,391 1 7
Sexo Chicas 5,002 0,026*
379 5,67 1,473 1 7
Total
784 5,79 1,435 1 7
3. La AF o deporte: Me ANOVA
aburre / Me interesa N Media Desviación Mínimo Máximo
típica F p valor
Chicos
413 5,19 1,098 1 7
Sexo Chicas 6,428 0,011*
387 4,97 1,382 1 7
Total
800 5,09 1,248 1 7
Chicos
413 5,11 1,190 1 7
Sexo Chicas 1,241 0,266
387 5,01 1,179 1 7
Total
800 5,06 1,185 1 7
Chicos
405 5,90 1,421 1 7
Sexo Chicas 6,025 0,014*
380 5,63 1,666 1 7
Total
785 5,77 1,549 1 7
Chicos
413 4,92 1,251 1 7
Sexo Chicas 1,278 0,259
387 4,80 1,262 1 7
Total
800 4,86 1,257 1 7
203
Eduardo López López Tesis Doctoral
En los chicos se observan diferencias significativas entre ciclos, de forma que los alumnos de
primer ciclo manifiestan una mayor percepción de disfrute que los de segundo ciclo (1º ciclo: M=5,20 y
S=0,81; 2º ciclo: M=5,02 y S=0,71), por lo que se comprueba que conforme se avanza en el ciclo
educativo la percepción de disfrute con la práctica de la AF o deporte disminuye. (Tabla 3.32)
ANOVA
N Media Desviación Mínimo Máximo
w p
típica
valor
En los chicos además de la disminución citada, al profundizar en las medias de cada uno de los
ítems de la escala, se observan diferencias significativas en el ítem 1, de forma que conforme se avanza
en la edad de la adolescencia disminuye la percepción relacionada con el gusto por la práctica de AF y
deporte (1º ciclo: M=5,55 y S=0,81; 2º ciclo: M=5,35 y S=0,92) (p<0.05). (Tabla 3.33)
204
Capítulo III: Resultados
En el caso de las chicas, al igual que ocurre con los chicos, los resultados muestran que conforme
se avanza en el ciclo educativo y en la edad de la adolescencia disminuye la percepción de disfrute con
la práctica de la AF y el deporte, donde las alumnas de primer ciclo han obtenidos valores medios
mayores que las de segundo ciclo (1º ciclo: M=5,27 y S=0,98; 2º ciclo: M=5,19 y S=0,96).
A su vez, profundizando en las medias de cada uno de los ítems de la escala completa
nuevamente se observan diferencias significativas en el ítem 1 de la escala, de forma que conforme se
avanza en la edad de la adolescencia, en las chicas disminuye la percepción relacionada con el gusto
por la práctica de AF y el deporte (1º ciclo: M=5,4 y S=1,04; 2º ciclo: M=5,12 y S=1,21) (p<0.01). (Tabla
3.34)
La variable percepción de competencia motriz con la AF y el deporte, consta de cinco ítems en los
que se ha empleado una escala tipo Likert, en la que el valor 1 representa la puntuación más baja y el 7
la más alta.
Los resultados obtenidos en la escala completa de competencia motriz percibida con la práctica
de la AF y el deporte (alfa de Cronbach: 0,880), muestran diferencias significativas entre géneros, donde
al igual que ocurría con la percepción de disfrute con la práctica de la AF, son los chicos frente a las
chicas los se perciben con una mayor competencia motriz (chicos: M=5,01 y S=1,16; chicas: M=4,57 y
S=1,23). (Tabla 3.35).
205
Eduardo López López Tesis Doctoral
ANOVA
N Media Desviación Mínimo Máximo
típica F p valor
A partir de las respuestas dadas por los adolescentes a los distintos ítems que se han empleado
en la escala, podemos decir que éstos se perciben como bastante buenos en actividades físicas o
deportes comparándose con las demás personas de su edad, en comparación con la mayoría de las
otras actividades, en el futuro haciendo AF o deporte y aprendiendo algo nuevo en actividades físicas o
deportes.
A su vez, al igual que ocurría con la percepción de disfrute con la práctica de la AF, son los chicos
frente a las chicas quienes manifiestan una mejor percepción de competencia motriz en la práctica de la
AF y deporte para cada uno de los ítems, mostrando diferencias significativas en los ítems 1, 2, 3 y 5 de
la escala. (Tabla 3.36):
206
Capítulo III: Resultados
Si profundizamos más en los resultados y nos centramos en las medias de cada uno de los
ítems de la escala completa de competencia motriz percibida se comprueba que siguen siendo los
207
Eduardo López López Tesis Doctoral
chicos frente a las chicas los que se perciben con una mayor competencia motriz, mostrando
diferencias significativas en todos los ítems de la escala. (Tabla 3.37)
Con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, los resultados muestran que la
percepción de competencia motriz disminuye en ambos géneros conforme se avanza en los ciclos
208
Capítulo III: Resultados
educativos, así los chicos del primer ciclo manifiestan una mejor percepción de competencia motriz que
los del segundo ciclo (1º ciclo: M= 4,97 y S=1,29; 2º ciclo: M=4,94 y S=1,26), mostrando las chicas una
tendencia similar, con diferencias significativas a favor de las adolescentes del primer ciclo que muestran
mejores valores que las de segundo ciclo (1º ciclo: M=4,72 y S=1,26; 2º ciclo: M=4,31 y S=1,30). (Tabla
3.38)
ANOVA
N Media Desviación Mínimo Máximo
típica F p valor
Al profundizar en la evolución que ha tenido lugar en las chicas en cada uno de los ítems de la
escala, igualmente se comprueba que la percepción de competencia motriz disminuye conforme se
avanza en el ciclo educativo, mostrando diferencias significativas en los ítems 1, 2, 3 y 4 de la escala, de
forma que: (Tabla 3.39)
1. Las chicas del primer ciclo frente a las del segundo se perciben mejores en AF o deporte
(p<0.01).
2. Las chicas del primer ciclo frente a las del segundo se perciben mejores en AF o deporte
comparados con las demás personas de su edad (p<0.01).
3. Las chicas del primer ciclo frente a las del segundo se perciben mejores en AF o deporte en
comparación con la mayoría de las otras actividades (p<0.01).
4. Las chicas del primer ciclo frente a las del segundo en cuanto a expectativas de futuro, hacerlo
mejor que las chicas en AF o deporte (p<0.05).
5. Las chicas del primer ciclo frente a las del segundo se perciben mejores aprendiendo algo nuevo
en AF o deporte.
209
Eduardo López López Tesis Doctoral
210
Capítulo III: Resultados
Los resultados muestran que los adolescentes perciben que la práctica de la AF y el deporte le es
bastante útil, le otorgan bastante valor, que lo que aprenden en actividades físicas y deportivas y en
comparación con la mayoría de las otras actividades le es bastante útil, que es bastante importante para
ellos ser buenos en actividades físicas y deportivas, así como en comparación con la mayoría de las
otras actividades que realizan.
ANOVA
N Media Desviación Mínimo Máximo
típica W p valor
Esta misma tendencia se comprueba en las respuestas dadas por los adolescentes en cada uno
de los ítems de la escala, donde se observan diferencias significativas entre géneros en los ítems 1, 2, y
3. (Tabla 3.40)
1. Los chicos otorgan una mayor Utilidad/Valor a lo que aprenden en AF o Deporte que las chicas
(p<0.05).
2. Para los chicos es más importante que para las chicas ser bueno/a en la práctica de AF o Deporte
(p<0.01).
211
Eduardo López López Tesis Doctoral
3. Los chicos otorgan una mayor utilidad y valor a lo que aprenden en AF o deporte que las chicas en
comparación con la mayoría de las otras actividades (p<0.05).
4. Para los chicos es más importante que para las chicas ser bueno/a en la práctica de AF o Deporte
en comparación con la mayoría de las otras actividades.
Ítem 1. En general ¿cómo es 1 2 3 4 5 6 7 Chi2 p valor
de útil para ti lo que
aprendes en actividades
físicas o deportes?
% de Sexo ,2% 2,2% 3,2% 12,5% 19,6% 19,6% 42,8%
Chico
Residuos 14,371 0,026*
corregidos -1,7 ,4 -2,9 -,8 ,0 ,0 2,1
Sexo % de Sexo 1,3% 1,8% 7,9% 14,4% 19,7% 19,4% 35,4%
Chica
Residuos
corregidos 1,7 -,4 2,9 ,8 ,0 ,0 -2,1
Tabla 3.40.: Diferencias de género en los ítems de la escala de utilidad y valor otorgada a la AF y deportiva.
212
Capítulo III: Resultados
Si profundizamos más en los resultados y nos centramos en las medias de cada uno de los ítems
de la escala completa de utilidad y valor, se comprueba que nuevamente son los chicos frente a las
chicas los que otorgan una mayor utilidad y un mayor valor que a la AF y deportiva, mostrando diferencias
significativas en todos los ítems de la escala. (Tabla 3.41)
Item 1. En general ¿cómo es de útil ANOVA
para ti lo que aprendes en actividades
N Media Desviación Mínimo Máximo
físicas o deportes? Nada útil- muy útil w p valor
típica
Chicos
409 5,79 1,334 1 7
Sexo Chicas 8,507 0,004**
381 5,49 1,486 1 7
Total
790 5,65 1,416 1 7
Chicos
408 5,66 1,479 1 7
Sexo Chicas 8,524 0,004**
381 5,33 1,670 1 7
Total
789 5,50 1,582 1 7
Sexo Chicos
409 5,35 1,386 1 7
Chicas 5,031 0,025*
381 5,12 1,535 1 7
Total
790 5,24 1,463 1 7
Sexo Chicos
408 5,33 1,460 1 7
Chicas 5,610 0,018*
378 5,07 1,582 1 7
Total
786 5,20 1,524 1 7
* p ≤ .05 ** p ≤ .01 *** p ≤ .001
Tabla 3.41.: Diferencias de género en las medias de los ítems de la escala de utilidad y valor otorgada a la AF y deportiva.
213
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, intragéneros, se comprueba que
conforme se avanza en el ciclo educativo en los adolescentes disminuye la percepción de la utilidad y el
valor que los adolescentes otorgan a la práctica de la AF o Deporte.
En los chicos, son los alumnos del primer ciclo frente a los del segundo ciclo los que otorgan una
mayor utilidad y valor a la práctica de AF o Deporte (1º ciclo: M= 5,54 y S=1,14; 2º ciclo: M=5,39 y
S=1,29), donde se observan diferencias significativas en el ítem 3 de la escala de forma que conforme
se avanza en el ciclo educativo los chicos otorgan una menor utilidad y valor a la práctica de la AF y
deportiva en comparación con la mayoría de las otras actividades (1º ciclo: M= 5,50 y S=1,35; 2º ciclo:
M=5,21 y S=1,41) (p<0.05). (Tablas 3.42)
ANOVA
N Media Desviación Mínimo Máximo
típica F p valor
214
Capítulo III: Resultados
Y se observan diferencias significativas en todos los ítems empleados en la escala a favor de las
chicas del primer ciclo, las cuales frente a las del segundo ciclo educativo, otorgan una mayor utilidad y
valor a lo que aprenden en AF o Deporte (p<0.001), le es más importante ser buenas en la práctica de
AF o deporte (p<0.05), otorgan una mayor utilidad y valor a lo que aprenden en AF o deporte en
comparación con la mayoría de las otras actividades (p<0.01) y les es más importante ser buenas en la
práctica de AF o deporte en comparación con la mayoría de las otras actividades que realizan. (Tabla
3.44)
Ítem 1. En general ¿cómo es de útil para ti ANOVA
lo que aprendes en actividades físicas o N Media Desviación Mínimo Máximo
deportes? Nada útil- muy útil típica w p valor
1er. Ciclo
409 5,79 1,334 1 7
Ciclo 2º Ciclo 15,976 0,000***
381 5,49 1,486 1 7
Total
790 5,65 1,416 1 7
1er. Ciclo
408 5,66 1,479 1 7
Ciclo 2º Ciclo 5,138 0,024*
381 5,33 1,670 1 7
Total
789 5,50 1,582 1 7
1er. Ciclo
409 5,35 1,386 1 7
Ciclo 2º Ciclo 7,443 0,007**
381 5,12 1,535 1 7
Total
790 5,24 1,463 1 7
1er. Ciclo
408 5,33 1,460 1 7
Ciclo 2º Ciclo 5,854 0,016*
378 5,07 1,582 1 7
Total
786 5,20 1,524 1 7
215
Eduardo López López Tesis Doctoral
Los resultados muestran que los adolescentes estudiados sintieron mucho BF durante la pasada
semana de sus vidas, de forma que casi nunca se han sentido enfermos, les ha dolido algo, han estado
muy cansados y casi siempre han tenido mucha fuerza y energía.
Al centrarnos en las respuestas dadas a los diferentes ítems empleados en la escala, se observan
diferencias significativas entre géneros en los ítems 2 y 4, siendo los chicos frente a las chicas los que
perciben en menor medida que les ha dolido algo (chicos: M=2,32 y S=1,07; chicas: M=2,62 y S=1,04)
(p<0.001) y en mayor medida que han tenido mucha fuerza y energía (chicos: M=3,88 y S=0,95; chicas:
M=3,55 y S=1,05) (p<0.001). (Tabla 3.45)
Chicos 1 5
411 2,32 1,070
Sexo Chicas 1 5 17,399 0,000***
382 2,62 1,038
Total 1 5
793 2,46 1,064
Chicos 1 5
409 3,88 0,953
Sexo Chicas 1 5 22,336 0,000***
383 3,55 1,047
Total 1 5
792 3,72 1,013
216
Capítulo III: Resultados
Estas diferencias significativas también se observan en los ítems 2 y 4 de la escala, de forma que
los chicos frente a las chicas manifestaron haberse sentido enfermos en menor medida, haber sufrido
algún dolor en menor medida que las chicas (p<0.01), haber estado menos cansados que las chicas y
haber tenido menor fuerza y energía que los chicos (p<0.001). (Tabla 3.46):
Ítem 31.1. Durante la Nunca Casi Algunas Casi Siempre Chi2 p valor
semana pasada me he Nunca Veces Siempre
sentido enfermo/a
51,5% 21,2% 23,4% 2% 2%
% de Sexo
Chico Residuos 1,1 -1,2 ,1 -1,3 -0,7
corregidos 3,807 0,433
Sexo
% de Sexo 47,5% 24,8% 23,0% 3,4% 1,3%
Chica Residuos
-1,1 1,2 -,1 1,3 -,7
corregidos
Total % de Sexo 49,6% 23,0% 23,2% 2,6% 1,6%
Ítem 31.2. Durante la Nunca Casi Algunas Casi Siempre Chi2 p valor
semana pasada me ha Nunca Veces Siempre
dolido algo
% de Sexo 29,2% 23,8% 35,8% 8,3% 2,9%
Chico Residuos
3,7 ,7 -2,7 -1,1 -1,1
corregidos
Sexo
% de Sexo 18,1% 21,7% 45,3% 10,5% 4,5% 17,429 0,002**
Chica Residuos
-3,7 -,7 2,7 1,1 1,1
corregidos
Total % de Sexo 23,8% 22,8% 40,4% 9,3% 3,7%
Ítem 31.3. Durante la Nunca Casi Algunas Casi Siempre Chi2 p valor
semana pasada he Nunca Veces Siempre
estado muy cansado/a
% de Sexo 23,7% 28,9% 32,3% 9,3% 5,9%
Chico
Residuos
1,2 1,3 -1,9 -1,6 1,4
corregidos
8,863 0,065
Sexo % de Sexo 20,2% 24,7% 38,6% 12,9% 3,7%
Chica Residuos
-1,2 -1,3 1,9 1,6 -1,4
corregidos
Total % de Sexo 22,0% 26,8% 35,3% 11,0% 4,8%
Ítem 31.4 Durante la Nunca Casi Algunas Casi Siempre Chi2 p valor
semana pasada he Nunca Veces Siempre
tenido mucha fuerza y
energía
% de Sexo 2,4% 4,4% 24,0% 40,8% 28,4%
Chico Residuos
-,4 -4,1 -2,8 3,0 2,3
corregidos
31,385 0,000***
Sexo % de Sexo 2,9% 12,5% 32,9% 30,5% 21,1%
Chica Residuos
0,4 4,1 2,8 -3,0 -2,3
corregidos
Total % de Sexo 2,7% 8,3% 28,3% 35,9% 24,9%
* p ≤ .05 ** p ≤ .01 *** p ≤ .001
Tabla 3.46.: Diferencias de género en los ítems 2 y 4 de la escala completa de BF.
217
Eduardo López López Tesis Doctoral
1er. Ciclo 1 5
202 3,9851 ,91139
Ciclo 2 Ciclo 1 5 4,670 0,031*
207 3,7826 ,98340
Total 409 3,8826 ,95277 1 5
Esta misma tendencia es la que muestran las chicas, donde las adolescentes de segundo ciclo
han obtenidos valores medios menores que las de primer ciclo (1º ciclo: M=2,72 y S=0,62; 2º ciclo:
M=2,58 y S=0,52). Observándose, al igual que ocurre en los chicos, diferencias significativas en el ítem
4 de la escala, de forma que conforme se avanza en la edad de la adolescencia las chicas también han
percibido tener menos fuerza y energía (1º ciclo: M=3,75 y S=1,1; 2º ciclo: M=3,32 y S=0,94) (p<0.001).
(Tablas 3.48)
218
Capítulo III: Resultados
Los resultados muestran que los adolescentes estudiados sintieron mucho BE durante la pasada
semana de sus vidas, de forma que casi siempre se han reído y divertido mucho, casi nunca se han
aburrido mucho, se han sentido solos, han sentido miedo o se han sentido inseguros.
Al centrarnos en las respuestas dadas a los diferentes ítems de la escala completa, se observan
diferencias significativas entre géneros en el ítem 1, siendo los chicos frente a las chicas los que perciben
en menor medida que durante la semana pasada se han reído y divertido mucho (chicos: M=4,24 y
S=0,83; chicas: M=4,37 y S=0,84) (p<0.05). (Tabla 3.49)
Tabla 3.49.: Diferencias de género en las medias del los ítem 1 de la escala completa de BE.
También con relación a las diferencias entre géneros se observa un comportamiento dispar en las
respuestas dadas a cada uno de los ítems de la escala, con diferencias significativas igualmente en el
ítem 1, de forma que: (Tabla 3.50)
1. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario, los chicas manifiestan haberse
reído y divertido más en comparación con los chicos (p<0.05).
2. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario, las chicas manifiestan haberse
aburrido menos en comparación con los chicos.
3. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario, las chicas manifiestan haberse
sentido menos solas en comparación con los chicos.
219
Eduardo López López Tesis Doctoral
4. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario, los chicos manifiestan haber
sentido miedo e inseguridad en menor medida que las chicas.
Residuos
-1,9 ,3 2,2 1,0 -,9
corregidos
Total % de Sexo 61,5% 19,7% 13,5% 3,3% 2,0%
* p ≤ .05 ** p ≤ .01 *** p ≤ .001
Tabla 3.50.: Diferencias de género en los ítems de la escala completa de BE.
220
Capítulo III: Resultados
Con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, intragéneros, en los chicos se
comprueba que conforme se avanza en el ciclo aumenta discretamente la percepción de BE (1º ciclo:
M= 2,42 y S=0,57; 2º ciclo: M=2,46 y S=0,55), mientras que en la chicas, se observa una tendencia
contraria, disminuyendo escasamente en las chicas del segundo ciclo (1º ciclo: M=2,49 y S=0,60; 2º ciclo:
M=2,46 y S=0,43).
Los resultados muestran que los adolescentes estudiados se perciben con una alta Autoestima,
declarando que durante la semana pasada casi siempre se han sentido orgullosos de sí mismos, se han
gustado a sí mismos, se han sentido satisfechos consigo mismos y han tenido muchas buenas ideas.
En cuanto a las diferencias de género, los resultados muestran un comportamiento dispar, donde
las chicas arrojan mejores valores en el ítem 2, mientras que los chicos muestran mayores porcentajes
en los ítems 1, 3 y 4 de la escala, sin que se observen diferencias significativas entre géneros en ninguno
de los ítems: (Tabla 3.51)
1. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario los chicos manifiestan haberse sentido
más orgullosos que las chicas.
2. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario las chicas manifiestan haberse gustado
más a sí mismas que los chicos.
3. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario, los chicos manifiestan haberse sentido
más satisfechos de sí mismos en comparación con lo que manifiestan haber sentido las chicas.
4. Durante la semana anterior a la realización del cuestionario, los chicos manifiestan haber tenido
buenas ideas en más ocasiones que las chicas.
221
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación a la evolución a lo largo de los ciclos educativos, en los chicos se comprueba una
disminución conforme se avanza en el mismo (1º ciclo: M= 3,67 y S=0,91; 2º ciclo: M=3,60 y S=0,77),
donde se observan diferencias significativas en el ítem 4 de la escala, de forma que conforme se avanza
en la edad de la adolescencia los chicos del segundo ciclo han tenido buenas ideas en menor medida
que los del segundo ciclo (1º ciclo: M=3,67 y S=1,01; 2º ciclo: M=3,47 y S=0,98) (p<0.05). Mostrando las
chicas una tendencia similar a lo chicos (1º ciclo: M=3,65 y S=0,96; 2º ciclo: M=3,42 y
222
Capítulo III: Resultados
S=0,86) con diferencias significativas en los ítems 1 y 4 de la escala, de forma que conforme se avanza
en la edad de la adolescencia las chicas se han sentido menos orgullosas de sí mismas (1º ciclo: M=3,62
y S=1,19; 2º ciclo: M=3,33 y S=1,04) (p<0.05) y han tenido menos buenas ideas (1º ciclo: M=3,64 y
S=1,08; 2º ciclo: M=3,31 y S=0,99) (p<0.01).
1. Tomo una fruta o zumo de fruta todos los días 9. Desayuno un cereal o derivado (pan, etc.) (72,9%).
(75,1%).
2. Tomo una segunda fruta todos los días (27,9%). 10. Tomo frutos secos con regularidad (por lo menos 2-
3 veces a la semana) (40,9%).
3. Tomo verduras frescas (ensaladas) o cocinadas 11. Se utiliza aceite de oliva en casa (85,8%%).
regularmente una vez al día (28%).
4. Tomo verduras frescas o cocinadas más de una vez 12. No desayuno (18,8%).
al día (19,3%).
5. Tomo pescado con regularidad (por lo menos 2-3 13. Desayuno un lácteo (leche, yogur, etc.) (75,6%).
veces a la semana) (56,8%).
6. Acudo una vez o más a la semana a un centro de 14. Desayuno bollería industrial (13,6%).
fast-food tipo hamburguesería (24,4%)
7. Me gustan las legumbres (48,3%). 15. Tomo 2 yogures y/o 40 gramos de queso cada día
(51%).
8. Tomo pasta o arroz casi a diario (5 días o más a la 16. Tomo varias veces al día dulces y golosinas (39,8%).
semana) (46,5%).
223
Eduardo López López Tesis Doctoral
A su vez, en la tabla siguiente se indican las diferencias entre géneros en cuanto a la ingesta
alimentaria que muestran los adolescentes: (Tabla 3.52)
NO SÍ
224
Capítulo III: Resultados
1. Los chicos toman más fruta o zumos de frutas cada día que las chicas.
2. Más chicos que chicas toman una segunda fruta todos los días.
3. Más chicas que chicos toman verduras frescas o cocinadas regularmente una vez al día.
4. Más chicas que chicos toman verduras frescas o cocinadas más de una vez al día.
5. Más chicas que chicos toman pescado con regularidad (por lo menos 2-3 veces a la semana)
6. Más chicas que chicos acuden una vez o más a la semana a un centro de fast-food tipo
hamburguesería
7. A más chicas que chicos le gustan las legumbres.
8. Más chicas que chicos toman pasta o arroz casi a diario (5 días o más a la semana).
9. Más chicos que chicas desayunan cereales o derivados.
10. Más chicos que chicas toman con más regularidad frutos secos. (p=0.001) (p<0.001)
11. Más chicos que chicas consumen aceite de oliva en casa.
12. Más chicas que chicos no desayunan. (p=0.038) (p<0,05)
13. Más chicos que chicas consumen un lácteo en el desayuno.
14. Más chicos que chicas desayunan bollería industrial.
15. Más chicos que chicas consumen más productos lácteos al día.
16. Más chicas que chicos consumen varias veces al día dulces y golosinas.
La valoración del índice de calidad de la dieta informado por los adolescentes estudiados se ha
realizado a partir de la aplicación del Índice KidMed (Lluís Serra et al., 2002; Lluis Serra, Ribas, Ngo,
Ortega, & García, 2004), el cual establece tres grupos de adecuación de la dieta: dieta de muy baja
calidad, dieta que debe mejorar el patrón alimentario y DM óptima.
225
Eduardo López López Tesis Doctoral
y 19,6 % ), sin que se observen diferencias significativas entre géneros en ninguno de los grupos.
(Tabla 3.53 y Figura 3.28)
55,0%
50,6% Hombres
60% Mujeres
50%
20%
10%
0%
Dieta de muy baja calidad Debe mejorar patrón Dieta mediterránea
alimentario óptima
Al centrarnos en las diferencias entre géneros entre ciclos educativos la evolución del índice
KIDMED muestra un patrón de comportamiento similar al de la muestra total.
Así en el primer ciclo, las chicas frente a los chicos muestran mayores valores porcentuales en el
patrón alimentario relacionado con una DM óptima (25,9 % y 23,9 % ), y mayores valores
porcentuales en el patrón alimentario de muy baja calidad (20,9 % y 20 % ), y menores valores
porcentuales en el patrón que indica la necesidad de mejorar su alimentación hacia una DM óptima (53,2
% y 56,1 % ). En el segundo ciclo, las chicas frente a los chicos muestran mayores valores
porcentuales en el patrón alimentario de muy baja calidad (29,6 % y 19,2 % ) y menores valores
porcentuales en el patrón alimentario relacionado con una DM óptima (22,6 % y 26,9 % ), y en el
patrón que indica la necesidad de mejorar su alimentación hacia una DM óptima (47,8 % y 53,8 %
),sin que se observan diferencias significativas entre géneros en ninguno de los grupos. (Tabla 3.54 y
Figura 3.29)
226
Capítulo III: Resultados
Tabla 3.54.: Diferencias de género en el Índice KIDMED de adecuación a la DM en función del ciclo educativo.
Figura 3.29.: Diferencias de género en el Índice KIDMED de adecuación a la DM en función del ciclo educativo.
Por otra parte, la evolución del índice Kidmed a lo largo de los dos ciclos educativos,
intragéneros, muestra un comportamiento diferente en función del sexo.
227
Eduardo López López Tesis Doctoral
Así, mientras en las chicas se comprueba que conforme se avanza en el ciclo educativo el patrón
alimentario empeora. Lo cual se traduce en que las chicas del segundo ciclo frente a las del primero,
muestran mayores valores porcentuales en el patrón alimentario de muy baja calidad (29,6 % y 20,9 %;
segundo y primer ciclo respectivamente) y, a su vez, muestran menores valores porcentuales en el patrón
que indica la necesidad de mejorar su alimentación hacia una DM óptima (47,8 % y 53,2
%; segundo y primer ciclo respectivamente) y en el patrón alimentario relacionado con una DM óptima
(22,6 % y 25,9 %; segundo y primer ciclo respectivamente).
En los chicos se comprueba que el patrón alimentario mejora escasamente. Así, los chicos del
segundo ciclo frente a los del primero muestran menores valores porcentuales en el patrón alimentario
de muy baja calidad (19,2 % y 20 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y en el patrón que indica
la necesidad de mejorar su alimentación hacia una DM óptima (53,8 % y 56,1 %; segundo y primer ciclo
respectivamente), y a su vez muestran un mayor valor porcentual en el patrón alimentario relacionado
con una DM óptima (26,9 % y 23,9 %; segundo y primer ciclo respectivamente). (Tabla
3.55 y Figura 3.30)
Primer
205 % de Sexo 20 56,1 23,9
Ciclo
Hombres
Segundo
208 % de Sexo 19,2 53,8 26,9
Ciclo
Primer
201 % de Sexo 20,9 53,2 25,9
Ciclo
Mujeres
Segundo
186 % de Sexo 29,6 47,8 22,6
Ciclo
Tabla 3.55.: Evolución en el Índice KIDMED de adecuación a la DM intragéneros en función del ciclo educativo.
228
Capítulo III: Resultados
Los resultados muestran que los adolescentes estudiados, en un mayor porcentaje perciben que
su alimentación es bastante sana aunque podría mejorar (48,7 %), y que la consideran muy sana (21,5
%), frente a los que informan en un menor porcentaje no saber si su alimentación es sana (14 %), los
que perciben que la consideran poco sana (11,7 %), y los que consideran en un escaso porcentaje que
su alimentación no es sana (4%).
Si nos centramos en las diferencias de género los resultados muestran un patrón similar a los de
la muestra total. Los mayores porcentajes se sitúan en los adolescentes que perciben que su
alimentación es bastante sana aunque podría mejorar, más chicos que chicas (49,3 % y 48,2 % ),
229
Eduardo López López Tesis Doctoral
y los que la consideran muy sana, más chicos que chicas (23,8 % y 19,1 % ), frente a los
adolescentes que informan en un menor porcentaje no saber si su alimentación es sana, más chicas que
chicos (14,7 % y 13,3 % ), los que la consideran poco sana, más chicas que chicos (13,1 % y
10,4 % ), y los que consideran en un escaso porcentaje que su alimentación no es sana, más chicas que
chicos (5 % y 3,2 % ), sin que se observen diferencias significativas entre géneros. (Tabla 3.56 y
Figura 3.31)
El análisis intragéneros por ciclos educativos muestra que conforme se avanza en el ciclo
educativo y consecuentemente en la edad de la adolescencia, en ambos géneros disminuye el porcentaje
de adolescentes que informan que perciben que su alimentación es muy sana, chicos (22,7
% y 24,3 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y chicas (15,9 % y 20,4 %; segundo y primer ciclo
respectivamente), y los que informan desconocerlo chicos (10,1 % y 16,8 %; segundo y primer ciclo
respectivamente) y chicas (12,1 % y 17,3%; segundo y primer ciclo respectivamente). A su vez, se
230
Capítulo III: Resultados
observa que aumenta el porcentaje de adolescentes que informan que perciben que su alimentación es
bastante sana aunque podría mejorar, chicos (50,7 % y 48 %; segundo y primer ciclo respectivamente)
y chicas (50 % y 47,4 %; segundo y primer ciclo respectivamente), los que perciben que es poco sana,
chicos (12,1 % y 8,9 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y chicas (17 % y 9,7 %; segundo y
primer ciclo respectivamente), y el escaso porcentaje de chicos que perciben que no es nada sana (4,3
% y 2 %; segundo y primer ciclo respectivamente). (Tabla 3.57 y Figura 3.32)
Bastante/Podría
Género N No Poco Mucho No lo sé
mejorar
Primer % de
205 2 8,9 48 24,3 16,8
Ciclo Sexo
Hombres Segundo % de
208 4,3 12,1 50,7 22,7 10,1
Ciclo Sexo
% del
Total 413 3,2 10,5 49,4 23,5 13,4
total
Primer % de
201 5,1 9,7 47,4 20,4 17,3
Ciclo Sexo
Mujeres
Segundo % de
186 4,9 17 50 15,9 12,1
Ciclo Sexo
% del
Total 387 5 40 48,7 18,3 14,8
total
231
Eduardo López López Tesis Doctoral
En nuestra investigación, además del estudio de cada una de las variables dependientes nos
planteamos averiguar qué tipo de relación existe entre la práctica de AF de intensidad moderada y el
resto de las variables dependientes del estudio.
Los resultados muestran la existencia de una relación positiva, con diferencias significativas, entre
la práctica de AF de intensidad moderada y las variables competencia motriz percibida y la utilidad y valor
otorgada a la práctica de la AF y el deporte.
Así los adolescentes del grupo que cumple con las recomendaciones de práctica de AF de
intensidad moderada frente a los del grupo que no las cumplen, muestran a su vez un mejor percepción
de su competencia motriz (Grupo que cumple: M=5,31 y S=1,06; grupo que no cumple: M=4,46 y S=1,2)
(p<0.001).
Esta misma tendencia se observa con relación a la utilidad y valor que los adolescentes otorgan a
la práctica de la AF, de forma que aquellos que cumplen la recomendación igualmente muestran una
mejor percepción la utilidad y valor (Grupo que cumple: M=5,87 y S=1,08; grupo que no cumple: M=5,08
y S=1,28) (p<0.001).
A su vez, los resultados también muestran que existe una relación positiva, diferencias
significativas, en las variables práctica de AF de intensidad moderada, disfrute con la práctica de la AF y
el deporte y autoestima y negativa con relación a la variable BE.
Así, los adolescentes del grupo que cumple con las recomendaciones de práctica de AF frente a
los del grupo que no cumplen, muestran mayores valores en las medias de la variable disfrute (Grupo
que cumple: M=5,58 y S=0,67; grupo que no cumple: M=5,15 y S=0,85) (p<0.001) y de la variable
autoestima (Grupo que cumple: M=3,72 y S=0,85; grupo que no cumple: M=3,51 y S=0,89) (p<0.001), y
a su vez menores valores en las medias de la variable BE (Grupo que cumple: M=2,41 y S=0,55; grupo
que no cumple: M=2,49 y S=54) (p<0.05). (Tabla 3.58 y Figura 3.33)
232
Capítulo III: Resultados
233
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 3.33.: Diferencias en las medias de la escalas de competencia motriz percibida, utilidad y valor, disfrute, BE
y autoestima en función del cumplimiento que muestran los adolescentes de la recomendación de práctica de AF
de intensidad moderada.
Los resultados también muestran que existe asociación entre la variable práctica de AF de
intensidad moderada y la variable alimentación referidos a los grupos de adecuación a la DM, índice
Kidmed. Los adolescentes del grupo que cumple con la recomendación de práctica frente a los que no
la cumplen se sitúan en un mayor porcentaje en un patrón alimentario relacionado con una DM óptima
(29 % y 22,1 % respectivamente) (p<0.05), a su vez los adolescentes del grupo que cumple con la
recomendación frente a los que no la cumplen se sitúan en menor porcentaje en un patrón alimentario
relacionado con una dieta de muy baja calidad (17,1 % y 25,7 % respectivamente) (p<0.01) y en mayor
porcentaje en un patrón alimentario que debe ser mejorado (53,9 % y 52,2 % respectivamente). (Tabla
3.59 y Figura 3.34)
Debe
Dieta de Dieta
mejorar
Grupos N muy baja mediterránea Chi 2 V Cramer
patrón
calidad óptima
alimentario
% de Sexo 25,7 52,2 22,1
No
479 Residuos
cumplen 2,8 -0,5 -2,2
Corregidos X2 =10,030 V=0,132
% de Sexo 17,1 53,9 29 p=0,007** p=0,007**
Cumplen 321 Residuos
-2,8 0,5 2,2
Corregidos
Total 800 % del total 22,3 52,9 24,9
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
Tabla 3.59.: Diferencias en la adecuación a la DM, Índice Kidmed, en función del cumplimiento que muestran los
adolescentes de la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada.
234
Capítulo III: Resultados
Figura 3.34.: Diferencias en la adecuación a la DM, Índice Kidmed, en función del cumplimiento que muestran los
adolescentes de la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada.
En nuestro estudio también nos planteamos averiguar qué tipo de relación existe entre la práctica
de AF de intensidad vigorosa y el resto de las variables dependientes del estudio.
Los resultados en este caso también muestran la existencia de una relación positiva, diferencias
significativas, en las variables práctica de AF de intensidad vigorosa, competencia motriz percibida y la
utilidad y valor hacia la práctica de la AF y el deporte.
Así, los adolescentes del grupo que cumple con las recomendaciones de práctica de AF de
intensidad vigorosa frente a los del grupo que no cumplen se perciben con mayor competencia motriz
(Grupo que cumple: M=5,09 y S=1,11; grupo que no cumple: M=4,19 y S=1,21) (p<0.001) y otorgan
mayor valor y utilidad a la práctica de la AF y el deporte (Grupo que cumple: M=5,64 y S=1,14; grupo que
no cumple: M=4,88 y S=1,34) (p<0.001).
Estos resultados también evidencian que existe una relación positiva, diferencias significativas en
las variables práctica de AF de intensidad vigorosa, disfrute con la práctica de la AF y el deporte y
autoestima.
Los adolescentes del grupo que cumple con las recomendaciones de práctica frente a los del grupo
que no cumplen muestran mayores valores en las medias de la variable disfrute (Grupo que cumple:
M=5,47 y S=0,76; grupo que no cumple: M=5,01 y S=0,83) (p<0.001) y de la variable
235
Eduardo López López Tesis Doctoral
autoestima (Grupo que cumple: M=3,67 y S=0,86; grupo que no cumple: M=3,42 y S=0,9) (p<0.001).
(Tablas 3.60 y Figura 3.35)
Total 1 7
790 5,40 1,26
236
Capítulo III: Resultados
Figura 3.35.: Diferencias en las medias de la escalas de competencia motriz percibida, utilidad y valor, disfrute
y autoestima en función del cumplimiento que muestran los adolescentes de la recomendación de práctica de
AF de intensidad vigorosa.
Además, los resultados también muestran que existe asociación entre la variable práctica de AF
de intensidad vigorosa y la variable alimentación en referencia a los grupos de adecuación a la DM, índice
Kidmed. Los adolescentes del grupo que cumplen con la recomendación frente a los que no la cumplen,
se sitúan en un mayor porcentaje en un patrón alimentario relacionado con una DM óptima (27,6 % y
19,1 % respectivamente) (p<0.01) y en un patrón alimentario que debe ser mejorado (53,1 % y 52,3 %
respectivamente), a la vez que en menor porcentaje en un patrón alimentario relacionado con una dieta
de muy baja calidad (19,3 % y 28,5 % respectivamente) (p<0.01)(Tabla 3.61 y Figura 3.36)
Debe
Dieta de Dieta
mejorar
Grupos N muy baja mediterránea Chi 2 V Cramer
patrón
calidad óptima
alimentario
% de Sexo 28,5 52,3 19,1
No
256 Residuos
cumplen 2,9 -0,2 -2,6
Corregidos X2 =11,639 V=0,121
% de Sexo 19,3 53,1 27,6 p=0,003** p=0,003**
Cumplen 544 Residuos
-2,9 0,2 2,6
Corregidos
237
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 3.36.: Diferencias en la adecuación a la DM, Índice Kidmed, en función del cumplimiento que muestran los
adolescentes de la recomendación de práctica de AF de intensidad vigorosa.
Así con relación al IMC, los adolescentes que cumplen con las recomendaciones de práctica de
AF a su vez muestran un menor valor del IMC (grupo que cumple: M=22,07 y S=3,97; grupo que no
cumple: M=22,57 y S=4,73; grupo que cumple: M=22,21 y S=4,14; grupo que no cumple: M=22,71 y
S=5,02; práctica de intensidad moderada y vigorosa respectivamente).
Esta misma tendencia se observa con relación al PGC, donde nuevamente los adolescentes que
cumplen con las recomendaciones de práctica de AF a su vez muestran un menor valor del PGC (grupo
que cumple: M=29,97 y S=9,54; grupo que no cumple: M=34,06 y S=9,51; grupo que cumple: M=31 y
S=9,58; grupo que no cumple: M=35,2 y S=9,46; práctica de intensidad moderada y vigorosa
respectivamente) (p<0.001). (Tabla 3.62)
238
Capítulo III: Resultados
Tabla 3.62.: Diferencias en el PGC en función del cumplimiento que muestran los adolescentes de la
recomendación de práctica de AF de intensidad moderada y vigorosa.
Con relación al número de horas que los adolescentes emplean en ocio no activo, también se
observan diferencias significativas a favor de los adolescentes del grupo que cumple con las
recomendaciones de práctica de intensidad moderada y vigorosa frente a los del grupo que no las
cumplen.
Así con relación al tiempo que los adolescentes emplean en conductas sedentarias se observa
que los adolescentes del grupo que cumple con las recomendaciones de práctica de AF de intensidad
moderada frente a los que no las cumplen, a su vez destinan un promedio de horas menor este tipo de
actividades (grupo que cumple: M=2,63 y S=0,48; grupo que no cumple: M=2,73 y S=0,44) (p<0.001).
Siendo esta misma tendencia la que se observa en los adolescentes del grupo que cumple con las
recomendaciones de práctica de AF de intensidad vigorosa frente a los que no las cumplen, los cuales
igualmente destinan un promedio de horas menor este tipo de actividades (grupo que cumple: M=2,63 y
S=0,46; grupo que no cumple: M=2,82 y S=0,38) (p<0.001). (Tabla 3.63 y Figura 3.37) .
239
Eduardo López López Tesis Doctoral
Tabla 3.63.: Diferencias en el tiempo empleado en ocio no activo en función del cumplimiento que muestran
los adolescentes de la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada y vigorosa.
Figura 3.37.: Diferencias en el tiempo empleado en ocio no activo en función del cumplimiento que muestran los
adolescentes de la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada y vigorosa.
240
Capítulo III: Resultados
- La estatura.
- El peso corporal.
- El IMC.
- El PGC.
A pesar de que en muchas de las pruebas los resultados de hombres y mujeres, así como los
resultados en los diferentes grupos de edad van a diferir bastante, hemos preferido presentarlos
conjuntamente para simplificar la exposición de los mismos., optando por un modelo de presentación que
también nos permitirá realizar un análisis de los resultados de forma detallada.
Los resultados de cada prueba antropométrica se describen en una tabla que contiene la media
aritmética, la desviación típica y el número de casos en cada uno de los grupos de edades que conforman
la muestra en función del género. Y se expone un diagrama lineal de las medias de cada una de las
pruebas donde se puede apreciar la evolución que ha tenido cada una de ellas desde los 12 a los 16
años de edad en hombres y mujeres. Además se recogen los resultados correspondientes a las
diferencias de género en el IMC y PGC tanto de la muestra total, como los correspondientes a cada uno
de los ciclos educativos en base a los percentiles establecidos en la investigación.
3.9.1. LA ESTATURA.
Al valorar la estatura media expresada en centímetros (N=800), observamos como los valores más
elevados se alcanzan en los chicos (N= 413) entre los 15 y 16 años (M=168 y S=0,77; M=168 y S=0,07
respectivamente), y a su vez, en las chicas (N=387), a los 16 años (M=162 y S=0,08), siendo menor la
altura alcanzada que en la muestra de los chicos. (Tabla 3.64)
241
Eduardo López López Tesis Doctoral
Hombres Mujeres
Tabla 3.64.: Valores de la estatura en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género.
Con relación a la evolución de la estatura en función de la edad, se observa que ambos géneros
muestran una estatura muy similar a los 12 años (M=154 y S=0,7; M=155 y S=0,08 respectivamente),
para mantener a partir de esa edad una tendencia creciente que se manifiesta mucho más acentuada en
el género masculino. (Figura 3.38)
170
Hombres
EC
S E Mujeres
T 165
N
AT
T Í
U M 160
R E
A T
R
155
E O
N S
150
12 13 14 15 16
EDAD
Figura 3.38.: Evolución de la estatura en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género
El peso corporal también es una prueba que siempre está presente al analizar medidas
antropométricas de cualquier población, especialmente en estudios como el de nuestras características,
el cual refiere a variables relacionadas con la salud.
Con relación a los valores medios del peso corporal expresados en kilogramos de la muestra total
(N = 800), observamos como los valores más elevados se alcanzan en ambos sexos a la edad de
242
Capítulo III: Resultados
16 años, donde los chicas muestran un peso menor que el mostrado por los chicos, chicos (N=413)
(M=66,7 y S=14,6) chicas (N=387) (M=62,9 y S=14,17). (Tabla 3.65)
Hombres Mujeres
Tabla 3.65.: Valores del peso corporal en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género.
En cuanto a la evolución en función de la edad se observa como ambos sexos parten casi con el
mismopeso a los12 años (M=50,4y S=9,42; M=51,9 y S=11,7; chicos y chicas) para ir progresivamente
aumentando en ambos géneros, aunque de forma más acusada en los chicos. (Figura 2.44)
70
P
E
Hombres
S
65
O Mujeres
E
N
60
K
I
L
55
O
G
R
A
50
M
O
S
45
12 13 14 15 16
EDAD
Figura 2.44.: Evolución del peso en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género
243
Eduardo López López Tesis Doctoral
El IMC también denominado BMI en referencia a sus siglas en inglés (Body Mass Index), que se
extrae de la relación entre el peso corporal expresado en kilogramos y de la estatura tomada en
metros al cuadrado, lo presentamos a continuación siguiendo las pautas establecidas en función de la
edad y el género.
Se da una circunstancia muy curiosa en los resultados obtenidos en el cálculo de este índice, y es
que tanto en el promedio y las desviaciones típicas, tanto en los 413 chicos como en las 387 chicas se
dan los mismos valores (Media = 22,6 y S= 4,7). (Tabla 3.66)
Hombres Mujeres
16 61 24 5,2 42 23,8 5
Tabla 3.66.: Valores del IMC en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género.
La evolución del IMC en función de la edad muestra un comportamiento dispar. Así, mientras en
los hombres se observa un incremento progresivo entre los 12 y los 15 años, estabilizándose entre los
15 y los 16 años, en las chicas muestra un descenso entre los 12 y 13 años a partir del cual se manifiesta
un incremento progresivo hasta la edad de 16 años. También el IMC en las chicas muestra un mayor
valor que los hombres a los 12 años y menores valores en el resto de las edades. (Figura 3.40)
25
Hombres
24 Mujeres
IMC
23
22
21
20
12 13 14 15 16
EDAD
Figura 3.40.: Evolución del IMC en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género
244
Capítulo III: Resultados
Para el tratamiento de los datos del IMC se han seguido los criterios fijados en la mayoría de
estudios similares (Serra et al., 2003), y que corresponden a la siguiente distribución de percentiles:
subpeso clínico corresponde a datos ≤ Percentil 5, subpeso no clínico corresponde a datos entre
Percentil 5 y Percentil 25, saludable corresponde a datos entre Percentil 25 y Percentil 75, SP no clínico
a datos entre Percentil 75 y Percentil 85, SP clínico a datos entre el Percentil 85 y Percentil 95, y OB a
datos ≥ Percentil 95.
Si nos centramos en las diferencias entre géneros, se comprueba que los adolescentes estudiados
presentan la necesidad de mejorar sus valores de IMC hacia el grupo saludable.
Los resultados muestran que sólo la mitad de los adolescentes (50,1%) se sitúan en el grupo
saludable, mostrando valores similares entre géneros (50,1% y 50,1 % ), le siguen los adolescentes
que se sitúan en el grupo de subpeso no clínico (19,9%), menos chicos que chicas (19,6 % y 20,2 %
), los que se sitúan en el grupo de SP clínico (10%), más chicos que chicas (10,4 % y 9,6 % ), y
los que se sitúan en el grupo de SP no clínico, menos chicos que chicas (9,7 % y 10,1 % ). Por
último, un escaso porcentaje de adolescentes, se sitúan en el grupo de subpeso clínico (5,1%), menos
chicos que chicas (4,8 % y 5,4 % ), y en el grupo de OB (5 %), más chicos que chicas (5,3 % y 4,7
% ), sin que se observen diferencias significativas entre géneros. (Tabla 3.67 y Figura 3.41)
Subpeso Subpeso
Saludable SP no clínico SP clínico Obesidad
Género N clínico no clínico
entre P25 y P75 P75 P85 P95
P5 P25
% de
Hombres 413 4,8% 19,6% 50,1% 9,7% 10,4% 5,3%
Sexo
% de
Mujeres 387 5,4% 20,2% 50,1% 10,1% 9,6% 4,7%
Sexo
Tabla 3.67.: Diferencias de género en la distribución del IMC en función de los grupos de percentiles.
245
Eduardo López López Tesis Doctoral
Figura 3.41.: Diferencias de género en la distribución del IMC en función de los grupos de percentiles.
Si profundizamos más en las diferencias entre géneros por ciclos educativos, en el primer ciclo se
comprueba que los adolescentes presentan la necesidad de mejorar sus valores de IMC hacia el grupo
saludable, más los chicos que las chicas, menos de la mitad de los adolescentes (47,8%) se sitúan en el
grupo saludable, menos chicos que chicas (45,9 % y 49,8 % ), porcentualmente le siguen los
adolescentes que se sitúan en el grupo de subpeso no clínico (24,4%), más chicos que chicas (24,9 %
y 23,9 % ), los que se sitúan en el grupo de SP no clínico (9,9 %), más chicos que chicas (10,7 % y
9% ), y los que se sitúan en el grupo de SP clínico (7,9%), menos chicos que chicas (7,8 % y8%
). Por último, un escaso porcentaje de adolescentes, se sitúan en el grupo de subpeso clínico (6,9%),
más chicos que chicas (4,8 % y 5,4 % ), y en el grupo de OB (3,2 %), menos chicos que chicas
(2,9 % y 3,5 % ), sin que se observan diferencias significativas entre géneros en ninguno de los
grupos.
246
Capítulo III: Resultados
% y 4,8 % ), sin que se observan diferencias significativas entre géneros en ninguno de los
grupos. (Tabla 3.68 y Figura 3.42)
% de
Hombres 205 7,8% 24,9% 45,9% 10,7% 7,8% 2,9%
PRIMER Sexo
CICLO
% de
Mujeres 201 6,0% 23,9% 49,8% 9,0% 8,0% 3,5%
Sexo
% del
Total 406 6,9% 24,4% 47,8% 9,9% 7,9% 3,2%
total
% de
Hombres 208 1,9% 14,4% 54,3% 8,7% 13,0% 7,7%
SEGUNDO Sexo
CICLO
% de
Mujeres 186 4,8% 16,1% 50,5% 11,3% 11,3% 5,9%
Sexo
% del
Total 394 3,3% 15,2% 52,5% 9,9% 12,2% 6,9%
total
Tabla 3.68.: Diferencias de género en la distribución del IMC en función de los grupos de percentiles.
Figura 3.42.: Diferencias de género en la distribución del IMC en función de los grupos de percentiles.
Con relación a la evolución del IMC a lo largo de los dos ciclos educativos, diferencias intragéneros,
se comprueba que conforme se avanza en el ciclo educativo y consecuentemente en la edad de la
adolescencia aumenta el porcentaje de adolescentes que se sitúan en el grupo de IMC saludable (54,3
% y 45,9 %; segundo y primer ciclo respectivamente), el de los que se sitúan en el
247
Eduardo López López Tesis Doctoral
grupo de SP clínico (13 % y 7,8 %; segundo y primer ciclo respectivamente) y los que se sitúan en el
grupo de OB (7,7 % y 2,9%; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.05). A su vez, se observa que
disminuye el porcentaje de adolescentes que se sitúan en el grupo de SP no clínico (10,7 % y 8,7
%; segundo y primer ciclo respectivamente), los que se sitúan en el grupo de subpeso no clínico (14,4
% y 24,9 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.01), y los que se sitúan de subpeso clínico
(1,9 % y 7,8 %; segundo y primer ciclo respectivamente) (p<0.01).
Esta mejora de los valores de IMC conforme se avanza en los ciclos educativos, se comprueba
igualmente en las chicas, en todos los rangos estudiados. En consecuencia, se observa que aumenta el
porcentaje de adolescentes que se sitúan en el grupo de IMC saludable (50,5 % y 49,8 %; segundo y
primer ciclo respectivamente), el de las que se sitúan en el grupo de SP no clínico (11,3 % y 9 %; segundo
y primer ciclo respectivamente), el de las que se sitúan en el grupo de SP clínico (11,3 % y 8
%; segundo y primer ciclo respectivamente), y las que se sitúan en el grupo de OB (5,9 % y 3,5 %;
segundo y primer ciclo respectivamente) . A su vez, se observa que disminuye el porcentaje de
adolescentes que se sitúan en el grupo de subpeso no clínico (16,1 % y 23,9 %; segundo y primer ciclo
respectivamente), y los que se sitúan de subpeso clínico (4,8 % y 6 %; segundo y primer ciclo
respectivamente). (Tabla 3.69 y Figura 3.43)
1º % de
205 7,8% 24,9% 45,9% 10,7% 7,8% 2,9%
CICLO Sexo
22,127 0,000***
HOMBRES
2º % de
208 1,9% 14,4% 54,3% 8,7% 13,0% 7,7%
CICLO Sexo
%
Total 413 del 4,8% 19,6% 50,1% 9,7% 10,4% 5,3%
total
1º % de
201 6,0% 23,9% 49,8% 9,0% 8,0% 3,5%
CICLO Sexo
2º % de
186 4,8% 16,1% 50,5% 11,3% 11,3% 5,9%
CICLO Sexo
%
Total 387 del 5,4% 20,2% 50,1% 10,1% 9,6% 4,7%
total
p. valor = *.05; ** .01; *** .001
Tabla 3.69.: Evolución en la distribución del IMC intragéneros en función de los grupos de percentiles.
248
Capítulo III: Resultados
Figura 3.43.: Evolución en la distribución del IMC intragéneros en función de los grupos de percentiles.
El PGC que mostramos a continuación, hace referencia a la cantidad de grasa corporal expresada
como una proporción del peso corporal y es un parámetro muy solicitado a la hora de analizar el grado
de OB de una población.
Con relación a las diferencias entre géneros, los resultados muestran que con excepción de la
edad de los 12 años, en la restantes edades, las chicas muestran mayores valores del PGC que los
chicos, así como en los valores medios (Media= 28,4 y S= 8,6; Media = 25,6 y S= 13,6, chicas y chicos
respectivamente). (Tabla 3.70)
Hombres Mujeres
Tabla 3.70.: Valores del PGC en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género.
En cuanto a la evolución del PGC entre los 12 y 16 años, se observa como las curvas descritas
por cada sexo muestran un perfil contrario la una de la otra. En los hombres el mayor valor se da a la
249
Eduardo López López Tesis Doctoral
edad de 12 años con un promedio de 27,6 % (DT= 11,8; N= 70), disminuyendo progresivamente hasta
la edad de 16 años, si bien a la edad de 13 años, se da el segundo mayor valor con un promedio de 25,5
% (DT= 12,1; N= 69), a su vez a la edad de 16 años se da el menor valor del PGC con un promedio de
25,1 % (DT= 15,4; N= 61). En las mujeres, se observa una tendencia contrario al de los hombres, el
menor valor se da a la edad de 13 años con un promedio de 25,7 % (DT= 8; N= 86), edad a partir de la
que se produce un incremento acentuado especialmente en las edades de los 15 años con un promedio
de 30,4 % (DT= 9; N= 105), y los 16 años donde se alcanza el mayor valor del PGC con un promedio de
31,8 % (DT= 8,5; N= 42). (Figura 3.44)
Figura 3.44.: Evolución del PGC en los estudiantes de 12 a 16 años en función de la edad y el género.
Para el tratamiento de los datos del PGC, al igual que se realizó con los datos de IMC, también se
han seguido los criterios fijados en la mayoría de estudios similares (Serra et al., 2003), y que
corresponden a la siguiente distribución de percentiles: subpeso clínico corresponde a datos ≤ Percentil
5, subpeso no clínico corresponde a datos entre Percentil 5 y Percentil 25, saludable corresponde a datos
entre Percentil 25 y Percentil 75, SP no clínico a datos entre Percentil 75 y Percentil 85, SP clínico a
datos entre el Percentil 85 y Percentil 95, y OB a datos ≥ Percentil 95.
Si nos centramos en las diferencias entre géneros, al igual que ocurre con los valores del IMC,
nuevamente se comprueba que los adolescentes presentan la necesidad de mejorar los valores de PGC
hacia rangos medios de percentiles, especialmente los chicos.
Así, los resultados muestran que sólo la mitad de los adolescentes (50 %) se sitúan en rangos
medios de percentiles, valores entre percentiles 25 y 75, muchos menos chicos que chicas (37 % y 63,8
% ) (p<0.001), le siguen los adolescentes que se sitúan en rangos de valores entre percentiles 5 y 25
(19,8 %), más chicos que chicas (28,6 % y 10,3 % ) (p<0.001), los que se sitúan en rangos
250
Capítulo III: Resultados
de valores entre percentiles 75 y 85 (10 %), menos chicos que chicas (7 % y 13,2 % ) (p<0.01). A
su vez son menos los adolescentes que se sitúan en rangos de valores entre percentiles mayores de 95
(8 %), más chicos que chicas (11,6 % y 4,1 % ) (p<0.001), en rangos de valores entre percentiles
85 y 95 (7 %), menos chicos que chicas (5,6 % y 8,5 % ) y en rangos de valores entre percentiles
menores de 5 (5,3 %), más chicos que chicas (6,4 % y 0% ) (p<0.001). (Tabla 3.71 y Figura 3.4)
Subpeso
Subpeso Saludable SP no
Género no SP clínico OB V
N clínico entre P25 clínico Chi 2
clínico P85 P95 Cramer
= P5 y P75 > P75
= P25
Figura 3.45.: Diferencias de género en la distribución del PGC en función de los grupos de percentiles.
Por último, se observan diferencias significativas entre géneros en los valores medios del PGC,
mostrando los chicos menores valores que las chicas (chicos: M=26,35 y S=9,75; chicas: M=27,95 y
S=6,36). (Tabla 3.72)
251
Eduardo López López Tesis Doctoral
ANOVA
N Media Desviación Mínimo Máximo
típica W p valor
252
CAPÍTULO IV
ANÁLISIS
Y
DISCUSIÓN DE LOS
RESULTADOS
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Este conjunto de evidencias nos permiten aseverar que los adolescentes de nuestro estudio
muestran un escaso compromiso con un estilo de vida físicamente activo, lo cual se constituye en una
seria barrera que les impide acceder a los beneficios que para su salud, calidad de vida y desarrollo
personal se derivan de la práctica de la misma, tal y como refieren los numerosos estudios y organismos
internacionales vinculados con la salud y el desarrollo en la infancia y adolescencia a los que hemos
venido haciendo referencia (AVENA, 2006; Gray y Leyland, 2008; OMS, 2010; EYHS, Ruiz J y cols.,
2007; Ekelund y cols., 2007; HELENA; CSD, Plan A+D, 2009; Ruíz, 2007; Ortega, 2008; García, 2010;
Jiménez, 2010; González, 2010; Martínez, 2010).
Si bien los resultados expuestos en la literatura muestran cierta similitud con los de nuestro
estudio, se muestra más adecuado el comparar nuestros datos con investigaciones que hayan empleado
el sistema de valoración del nivel de práctica de AF que hemos utilizado en el presente estudio o sistemas
de valoración próximos centrados principalmente en la etapa de la adolescencia.
Partiendo de esta premisa los resultados de nuestro estudio coindicen con un cuerpo importante
de investigaciones de ámbito internacional y nacional que han evidenciado escasos niveles de práctica
de AF junto a un elevado abandono de la misma en la etapa de la adolescencia (Fernández García,
255
Eduardo López López Tesis Doctoral
Contreras, Sánchez & Fernández-Quevedo, 2003; Gálvez, 2004; AVENA; 2006; Fernández García y
cols., 2007, 2008; Serra, 2008; AFINOS; 2009; Moya, 2009; Martínez, 2010).
Al realizar una mayor aproximación y compararnos con los estudios que se han centrado en el
cumplimento de las recomendaciones internacionales de cantidad de práctica de AF en adolescentes,
también en nuestro estudio coincidimos con un número importante de investigaciones y estudios de
ámbito internacional y nacional que han evidenciado un escaso cumplimiento de las mismas.
Así, al compararnos con el estudio realizado en Estados Unidos por el CDCP (1996) que evidenció
que sólo la mitad de las chicos y una cuarta parte de las chicas realizaban AF de intensidad vigorosa con
una frecuencia mayor o igual a tres veces a la semana, observamos mejores valores en nuestro estudio
(59,3 % y 76 % ).
A su vez, también observamos mejores valores en nuestro estudio (68 %), si nos comparamos con
el estudio realizado en el mismo país por Zakarian et al. (1999) que evidenció que sólo un 41% de los
adolescentes realizaban regularmente AF de intensidad vigorosa.
El estudio de Pratt et al. (1999) constató que el 63,8% de los estudiantes de las escuelas
secundarias contemplados en el YRBS de 1997 participaron en actividades físicas vigorosas durante
al menos 20 minutos durante 3 o más días por semana y el 55% en el NCYFS (Trost et al., 2003),
mostrando nuevamente mejores valores nuestro estudio, donde un 68% de los adolescentes realizaban
20 minutos de práctica de AF con este requerimiento de intensidad durante 3 o más días a la semana.
Si nos comparamos con el estudio longitudinal de ámbito anglosajón, realizado por Sallis,
Prochaska, Taylor, Hill & Geraci (1999), que evidenció que el 80% de los adolescentes estudiados
empleaban menos de 30 minutos diarios en ser activos, así como que casi dos terceras partes de los
chicos y una cuarta parte de las chicas, realizan AF moderada o vigorosa durante 20 minutos tres veces
por semana. Observamos mejores valores en nuestro estudio tanto en el porcentaje de adolescentes que
cumplen con la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada (32 % y 48 % ) como
de intensidad vigorosa (59,3 % y 76 % ).
Nuevamente los resultados de nuestro estudio muestran mejores valores (40%) si nos
comparamos con el estudio de Janssen et al. (2005), que evidenció que en nuestro país sólo el 33% de
los adolescentes cumple con las recomendaciones de realizar 60 minutos de AF al menos 5 días a la
semana.
Si nos comparamos con el estudio de Ortega y cols. (2007), realizado a una muestra de 472
adolescentes suecos, y que evidenció que un 30 % de los chicos y un 40 % de las chicas estudiadas
256
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Si nos centramos en estudios de ámbito nacional, al comparamos con el estudio realizado por
Fernández García, Contreras, Sánchez & Fernández-Quevedo, (2003), el cual evidenció entre otros
hallazgos, que del 50 % de la muestra que manifestaron que practicaban AF con carácter regular un 69,1
% lo realizaba 3 o más veces por semana (34,5 % del total de la muestra), observamos valores similares
en nuestro estudio donde un 32 % de la muestra del género femenino cumple con la recomendación de
práctica de AF de intensidad moderada.
A su vez, el estudio de Fernández García y cols. (2006), constató que sólo algo más de la mitad
de las chicas (54,6%) declaran ser activas y practicar AF con cierta exigencia de ejercicio en su tiempo
libre, de las cuales casi un tercio (31,6 %) manifestaron no alcanzar los niveles de regularidad estándar
de al menos tres veces por semana durante un periodo de veinte minutos o más cada vez, mostrando
mejores valores nuestro estudio donde un 59,3 % de las adolescentes cumplieron con la recomendación
de práctica de AF de intensidad vigorosa.
También al compararnos con el estudio de Fernández García y cols. (2008), en el que con relación
al cumplimiento de la recomendación de práctica de AF de intensidad moderada se empleó un
instrumento similar al nuestro, y se constató que no la cumplían un 85,9% de las chicas y un 59,8 % de
los chicos del primer ciclo, y un 88,7 % de las chicas y un 63,3 % del segundo ciclo, disminuyendo estos
valores conforme se avanza en la edad, observamos mejores valores en nuestro estudio en el que eran
un 73,1 % y un 63,2 % de las chicas del segundo y primer ciclo respectivamente y un 56,7 % y 47,8 %
de los chicos del segundo y primer ciclo respectivamente, los que no cumplían con esta recomendación.
Lo mismo ocurre al compararnos con el estudio realizado por Serra (2008), que evidenció de una
parte que sólo el 45,9 % de los chicos y el 36,9 % de las chicas cumplían con la recomendación de
realizar al menos 30 minutos de práctica de AF tres o más días a la semana, y de otra que sólo el 0,23
% de los chicos y ninguna chica cumplía con la recomendación más exigente de Biddle et al. (1998) que
indicaba que los adolescentes deben ser activos 60 minutos todos los días, observando mejores valores
en nuestro estudio en el que un 40 % de los adolescentes cumplían con la recomendación de práctica
de AF de intensidad moderada, 60 minutos diarios cinco o más días de la semana.
257
Eduardo López López Tesis Doctoral
A su vez, al compararnos con el estudio local realizado por Hernández (2008) que evidenció que
un 50 % de los adolescentes (67 % y 33 % ), realizaban actividad físico-deportiva 3 ó más días a
la semana además de las clases de EF (activos), observamos peores valores en nuestro estudio (48
% y 32 % ), que un 14 % (14,3 % y 13,8 % ), realizaban práctica de actividades físicas físico-
deportiva 1 ó 2 días semanales además de las clases de EF escolar (moderadamente activos), también
observamos mejores valores en nuestro estudio, y que un 36,1 % (18,6 % y 53,1 % ) sólo realizaban
AF en las sesiones lectivas de EF (sedentarios), observamos mejores valores en nuestro estudio en las
chicas (40 % y 24 % ).
También, nuestro estudio muestra mejores resultados al compararnos con el estudio de Martínez
(2010), en el que sólo una cuarta parte de los preadolescentes estudiados cumplió con las
recomendaciones actuales de práctica de AF para la salud, porcentaje que en nuestro estudio para los
adolescentes del primer ciclo se situó en un 44,6 % que cumplían con la recomendación de práctica de
intensidad moderada y un 70,7 % que cumplían con la de intensidad vigorosa.
Así, los resultados obtenidos en nuestro estudio se encuentran muy próximos a los del estudio
realizado Fernández García y cols. (2006), que evidenció con relación a los estados de AF, que dentro
de la dimensión de inactividad las adolescentes se sitúan principalmente en el estado de recaída (37,8%),
dentro de la dimensión de actividad en el estado de mantenimiento (28,8%) y en menor porcentaje en el
estado de acción (3,1%), y en los estados de cambio se sitúan principalmente en el estado de preparación
(18,7%), tránsito entre las dos dimensiones, y en menor porcentaje en los estados de precontemplación
(6,7%), y contemplación (4,9%), mostrando además una tendencia progresivamente ascendente de la
dimensión de inactividad en sus estados de recaída (27,3% al 49,3%), y en menor medida de
precontemplación (4% al 12,9%), junto a una disminución de la proporción de las adolescentes integradas
en los estados de mantenimiento (30,2% al 21,7%) y preparación (28% al 10,1%), asociada al incremento
de la edad.
A su vez, al compararnos con el estudio de Fernández García y cols. (2008) en el que se constató
que un escaso porcentaje de chicas (28,1 % y 22,6 %; primer y segundo ciclo educativo) y algo más
elevado en los chicos (54,7 % y 48,6 %; primer y segundo ciclo educativo), informaron que seguro que
sí comenzarán a practicar AF el próximo curso escolar, observamos peores valores en nuestro estudio
para el estado de preparación (25,8 % y 15,4 %; chicas primer y segundo ciclo educativo) y (30,6 % y
28,8 %; chicos primer y segundo ciclo educativo).
258
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
También los resultados de nuestro estudio nos permiten la comparación con el estudio realizado
por Serra (2008), que evidenció que los adolescentes se sitúan principalmente dentro de la dimensión de
actividad en el estado de mantenimiento (44,6 %) y en menor porcentaje en el estado de acción (12,2
%), mientras que en los estados de cambio se sitúan principalmente en el estado de preparación (34,4%),
tránsito entre las dos dimensiones y en menor porcentaje en los estados de contemplación (6,9%) y
precontemplación (2,3%), observando mejores valores en nuestro estudio en el estado de mantenimiento
(72 %) y de acción (28 %) y peores valores en el estado de preparación (22,3%), contemplación (46,9%)
y precontemplación (30,7%).
Con relación a la drástica disminución de los niveles de práctica que tienen lugar durante la etapa
de la adolescencia, los resultados de nuestro estudio se muestran igualmente congruentes con otros
estudios de ámbito internacional y nacional realizados.
Así, coincidimos con el estudio realizado por Telama & Yang (2000), el cual constató una
disminución a partir de los 12 años en la frecuencia y participación deportiva con respecto al grupo de
menos edad en ambos sexos, si bien los chicos fueron más activos que las chicas en todas las variables,
el de Kim y cols. (2001), que también evidenció una disminución dramática del nivel de AF durante el
paso a la adolescencia, o el realizado por Currie y cols. (2004), que evidenció una tendencia similar a la
observada en los dos estudios anteriores, con la que coincidimos en nuestro estudio.
Al compararnos con estudios de ámbito nacional, los resultados de nuestro estudio se muestran
congruentes con los hallazgos encontrados en otros estudios realizados como el de Fernández García,
Contreras, Sánchez & Fernández-Quevedo (2003), el cual evidenció un descenso de los niveles de
práctica de AF que tenía lugar de una forma gradual entre los 12 y los 16 años de edad. Así como el
estudio de Moreno y cols. (2005) que evidenció que los promedios de niveles de práctica AF disminuyen
con la edad en ambos géneros con valores más bajos entre las chicas, donde el promedio de días a la
semana de práctica de AF muestra que a los quince años las chicas y los chicos ya eran poco activo.
Siendo esta evidencia igualmente constatada en otros estudios de corte similar (Lasheras et al., 2001;
García Ferrando, 2006; Roman et al. 2006; Fernández García y cols., 2007 y 2008; Ortega,
2008; Hernández, 2010).
Por último y con relación a las diferencias de género en los niveles de práctica de AF, los resultados
de nuestro estudio se muestran congruentes con los numerosos estudios que constatan esta diferencia
entre el nivel de AF realizada por los hombres y las mujeres en la etapa de adolescencia, evidenciando
menores niveles en las chicas (Pate et al., 1994; Telama & Yang, 2000; Hernán et al.,
259
Eduardo López López Tesis Doctoral
2004; Roman et al., 2006, 2009; Tercedor et al., 2007; Van der Horst et al., 2007; Fernández García y
cols., 2008; Martínez, 2010; Hernández, 2010; Rodríguez, García y Valverde, 2011).
Como habíamos referido con anterioridad los escasos niveles de práctica de AF y deportiva y el
elevado abandono de la misma por los adolescentes han sido abordados en diferentes estudios de ámbito
internacional, europeo y nacional, con rangos similares de población, los cuales se asocian a un conjunto
de motivos o causas de carácter multifactorial.
Algunas de ellas han sido estudiados por diferentes autores y son citadas por Fernández García,
Contreras, Sánchez & Fernández-Quevedo (2003) y se centran en las edades escolares, entre las que
se encuentran causas que abarcan desde las actitudes previas negativas o de indiferencias configuradas
a partir de su participación en las clases de EF (Saarinen,1987), percepciones de competencia o el grado
de apoyo social recibido (White y Coakley,1986; Serra, 2008) o conflictos de intereses, falta de tiempo o
de éxito, así como de diversión (Gould,1987). También y con relación a la menor implicación de las chicas
que los chicos en la práctica de AF, los resultados de diversos estudios realizados (Ignico y Mead,1990;
Salminen,1990; Vázquez,1993; Fernández, 1995; Scraton,1995; García 1998), demuestran como aún
siguen vigentes en la actualidad en muy diferentes grupos de edad una serie de estereotipos en
referencia a la práctica de la AF y el deporte vinculados al sexo de las personas y que en general suponen
una discriminación para las mujeres, precisamente en función de esta condición femenina.
A los motivos anteriormente citados deben añadirse otros citados por Gálvez (2004), entre los que
se sitúan la falta de tiempo, un escaso aprovechamiento activo del tiempo de ocio, así como una oferta
de deporte que no responde a las necesidades e intereses de la mayoría de la población adolescente,
así como los hábitos deportivos y actitudes hacia la práctica de la AF que se encuentran presentes en
los padres, hermanos/as y amigos.
Por otra parte, a partir de de los datos que aporta nuestro estudio se aprecia que para una gran
mayoría de los escolares, las dos sesiones lectivas de la materia de EF establecidas en el currículo
vigente para la Etapa de la Educación Secundaria Obligatoria suponen el único tiempo semanal en el
que éstos puedan realizan AF con unos requerimientos mínimos de intensidad, de forma que el
260
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
incremento del horario que se destina a la materia de EF se muestra del todo adecuado al objeto de
procurar el incremento de los niveles de práctica de AF en este sector de la población, tal y como se
recoge en diversos estudios de ámbito internacional y nacional que constatan la baja asignación horaria
semanal que se destina a la materia de EF en los diferentes currículos escolares en las Etapas de
Primaria y Secundaria, junto a las diferencias entre el tiempo total y tiempo eficaz de las mismas
(Hernández y Velázquez, 2007; Plan A + D, 2009; Martínez, 2010; Hernández, 2010), abogando por que
las diferentes Administraciones Educativas atiendan a la propuesta formulada desde el Parlamento
Europeo (2007), que recoge la necesidad de asignar al menos las 3 horas de EF a la semana en toda la
educación obligatoria y en función del estudio de las tendencias que se observen abogar por las 5 horas.
Lo cual unido al hecho de que no se contemple el que esta materia tenga carácter obligatorio en la etapa
post-obligatoria, le resta las enormes posibilidades y el papel relevante que debe jugar la misma en el
cambio de tendencia de los hábitos sedentarios que en la actualidad se encuentran presentes en este
sector de la población y su posterior incidencia en la vida adulta.
En esta misma línea, es preciso indicar que junto al necesario incremento del horario lectivo de la
materia de EF en los diferentes currículos oficiales toman protagonismo también un conjunto de medidas
y programas de intervención que también se ubican en el marco escolar, orientados hacia la promoción
de un estilo de vida físicamente activo y saludable en la población adolescentes que abarcan el horario
extraescolar y tienen como propósito principal el incrementar la cantidad e intensidad de práctica de AF
que provoque mejoras en el nivel de condición física de los adolescentes. Acciones entre las que se sitúa
el estudio de Navarro y cols. (2011 b), en el que un programa de intervención educativo se aplicó sobre
una submuestra de adolescentes pertenecientes a los niveles de 1º y 2º de la ESO de nuestro estudio, y
se configuró un Grupo de Control (en adelante GC) (N= 36 y N= 24 ), el cual no recibió ninguna
intervención realizando las dos sesiones de EF establecidas en el currículo oficial, un Grupo Experimental
B ( en adelante GEB) ( N= 21 y N= 30 ), al que en las dos sesiones de EF establecidas en el currículo
oficial se le aplicó una intervención por parte de los profesores que les impartían la citada materia, y un
Grupo experimental A (en adelante GEA) (N= 36 y N= 24 ), de adscripción voluntaria, al que además
de la intervención por parte de los profesores que les impartían la materia de EF, se le aplicó un programa
de intervención extracurricular diseñado con un orientación hacia la promoción de un estilo de vida
físicamente activo y saludable consistente en la realización de dos sesiones de AF de una hora y diez
minutos de duración durante 24 semanas lectivas, donde adicionalmente se realizaron actividades al aire
libre ubicadas en los fines de semana.
261
Eduardo López López Tesis Doctoral
Mejoras a las que hay que añadir un incremento significativo en la capacidad aeróbica de los
adolescentes de los tres grupos estudiados, registrada en mayor medida en los adolescentes del GEA,
frente a los adolescentes de los GEB y GC, junto a una mejor adaptación de la Frecuencia Cardiaca a
los esfuerzos de tipo máximo y una mejor recuperación tras su realización.
Por último, otras medidas que se ubican en el entorno escolar se dirigen a incrementar la práctica
de AF durante los períodos de los recreos y los desplazamientos a pie al centro escolar. Así en el contexto
internacional, en los Estados Unidos se ha puesto en marcha diferentes iniciativas que inciden sobre las
actividades diarias en los centros escolares, ya citadas; TAKE10! (2004), Safe Routes to School (2011),
Kids Walk-to-school (2011), Healthy People (2010), que en nuestro país se concretan en el Plan Integral
de Promoción del Deporte y de la AF “Plan A+D” (2009), iniciativa del CSD, que se ha elaborado con el
propósito de fomentar una práctica de calidad entre toda la población, abordando entre sus diferentes
ámbitos el de la AF y el Deporte en Edad Escolar, dirigido a los niños escolares de entre 3 y 18 años.
Medidas a las que habría que añadir la implicación de los escolares en las diversas tareas domésticas
como modo de añadir tiempo de AF diaria en las rutinas de los escolares, si bien su contribución es
significativamente menor que las otras a las que hemos hecho referencia (Jago et al., 2005; Hernández,
2010; Martínez, 2010)
262
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Así, en el ámbito internacional los resultados de nuestro estudio nos permiten comparamos con el
estudio realizado en Inglaterra por la Northern Ireland Fitness Survey (1989) que evidenció que el 33%
de los chicos y el 34% de las chicas no realizaban ejercicio fuera de la escuela, que los chicos practicaban
más AF que las chicas y que los niveles de práctica disminuían con la edad, observando mejores valores
en nuestro estudio en cuanto al porcentaje de adolescentes que realizan práctica deportiva extraescolar
(31,8 % y 16,0 % ), coincidiendo además con el resto de los hallazgos citados.
A su vez, los resultados de nuestro estudio coinciden con los hallazgos de los estudios de Kimm
et al. (2001) y Currie et al. (2004), que constataron una drástica disminución de la práctica de AF durante
el paso de la adolescencia.
En nuestro país, los resultados de nuestro estudio coinciden con el estudio de Moreno, Rodríguez
& Gutiérrez (1996), que evidenció que el 24,6% de los adolescentes no practicaban ninguna AF en sus
horas extraescolares frente al 75,4% que si realiza alguna práctica deportiva, observando valores
prácticamente similares en nuestro estudio, en el que un 76,4 % de los adolescentes practican alguna
AF y/o deporte fuera de las clases de EF frente a un 23,6 % que no lo hace.
Así como con el estudio realizado por Hernán, Ramos & Fernández (2004) que evidenció que entre
el 81% y el 86% de los chicos menores de 18 años practicaban deporte, mientras que entre el 63% y el
70% de las chicas también lo hacían, observando valores similares en nuestro estudio (68,2 % y 84 %
).
Por otro lado, al compararnos con el estudio realizado por el Ministerio de Sanidad y Consumo
(2006), que evidenció que el 23,4% de los chicos realizaban AF en su tiempo libre de forma intensa, el
36,5% de forma ocasional, y que a su vez un 12% de las chicas realizaban AF en su tiempo libre de forma
intensa y un 45,7% de forma ocasional, observamos mejores valores en nuestro estudio (68,2 % y 84
% ).
263
Eduardo López López Tesis Doctoral
Lo mismo ocurre al compararnos con un estudio más reciente realizado por Roman et al. (2006),
estudio enKid (1998-2000), que evidenció que en el grupo de edad de entre 10 y 13 años, un 20 % de
los chicos y un 43 % de las chicas, y en el grupo de edad de entre 14 y17 años, un 27 % de los chicos y
un 54 % de las chicas, no realizan AF regular en su tiempo libre, observando mejores valores en nuestro
estudio (31,8 % y 16,0 % ).
También al compararnos con los resultados del estudio realizado por Tercedor et al. (2007),
estudio AVENA, que evidenció que un 40,8 % de los adolescentes no practicaban AF, mostrándose los
varones más activos que las mujeres, observamos mejores valores en nuestro estudio donde son un 23,6
% de los adolescentes los que no practican AF.
En nuestro estudio observamos mejores valores al compararnos con los resultados del estudio
realizado por Fernández García y cols. (2008), que evidenció que el 72.8% de la muestra (42,3 % y
56,8 % ) practicaban algún tipo de AF o deporte al término de sus clases, mientras que en nuestro
estudio se constató que eran un 76,4%, donde también eran menos chicas que chicos las que practicaban
AF o deportiva extraescolar (68,2 % y 84 % ).
Así como al compararnos con el estudio de Hernández y Velázquez (2007), que evidenció con
relación al ámbito de actividades deportivas planificadas, que un 34,5 % no realizaban nunca este tipo
de actividades, y un 53 % la realizaba con una frecuencia de dos o más veces a la semana, mostrando
los chicos frente a las chicas, mayores porcentajes de práctica. Frecuencia de práctica que disminuía
con la edad, observando mejores valores en nuestro estudio en los adolescentes que no realizan práctica
de actividad deportiva extraescolar (23,6 %), más chicas que chicos (31,8 % y 16,0 % ).
Y a su vez al compararnos con los datos aportados por el estudio de González (2010) en el que
sólo el 37 % de los adolescentes realizaban práctica de AF extraescolar frente a otro 63% que no
practicaban deporte alguno fuera del horario académico, donde se observan mejores valores en nuestro
estudio donde un 76,4% de los adolescentes practicaban AF fuera del horario escolar.
Por otra parte, al compararnos con el estudio de Labrado et al. (2010), que se realizó en una
muestra muy similar a la de nuestro estudio, 405 chicos y 418 chicas adolescentes pertenecientes a los
niveles de 1º a 4º de la ESO de la Comunidad de Castilla La Mancha, se empleó un instrumento similar,
y se constató que un 77 % de los adolescentes practicaban alguna AF y/o deporte fuera del horario
escolar mientras un 23 % declaró lo contrario, observamos que nuestro estudio arroja valores
prácticamente similares, siendo un 76,4 % los que practican AF extraescolar frente a un 23,6 % que no
practican.
264
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
A su vez si nos comparamos con los datos aportados por la ESC 2009, donde al estudiar la
frecuencia de práctica de AF en el grupo de adolescentes de entre 11 y 15 años, un 13 % de la muestra
no realizaba AF, un 31 % la realizaba ocasionalmente, un 21 % lo realizaba entre una y varias veces al
mes (ocasionalmente), y un 34,68% realizaba entrenamiento deportivo o físico varias veces a la semana,
en nuestro estudio observamos mejores valores donde sólo el 23,6 % de los adolescentes, más chicas
que chicos (31,8 % y 16,0 % ) no practican deporte extraescolar fuera de las sesiones lectivas de EF.
Entre las citadas causas que expliquen estas diferencias de género a favor de los adolescentes
del género masculino en la práctica de AF fuera del horario escolar que se comprueban en nuestro
estudio, autores como Macías y Moya (2003) indican que la mayor parte de ellas se asocian con factores
de índole psicológica (identidad, auto-concepto, valores etc..) y a causas sociales (socialización del rol
de género, estereotipos, etc..), identificando frente a la variable del sexo, otra variable más potente que
es la identidad, analizada desde varios aspectos; de género, atlética y auto- concepto de AF. Realizando
estos autores una serie de sugerencias, centradas de una parte, en la necesidad de procurar modelos
de rol femeninos en todos los aspectos del deporte; mujeres entrenadoras, administradoras, atletas
profesionales y representantes en los medios de comunicación, y de otra, a que si se quiere aumentar
las actitudes positivas de las mujeres hacia el deporte las acciones deben dirigirse a un gran número de
población, y si lo que se pretende es modificar las conductas deportivas de las mujeres las acciones
deben actuar sobre el entorno inmediato (familia, escuela), junto a la necesidad de realizar intervenciones
que hagan elevar la auto-confianza de las mujeres en su habilidad para hacer bien el deporte, al tratarse
sobre todo de un problema en el que las mujeres tienden a percibir su rendimiento motor peor de lo que
es en realidad.
265
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por otro lado, otro de los hallazgos encontrados en nuestro estudio se relaciona con las
preferencias de práctica de actividades físicas o deportivas de los adolescentes de nuestro estudio,
donde el primer deporte más practicado porcentualmente es el fútbol (26,8%), siendo practicado por más
chicos que chicas (69,1 % y 30,9 % ), dato que se relaciona con las connotaciones sociales y de
estereotipos de género que en nuestro país se asocian al fútbol como deporte de masas practicado de
forma mayoritaria. Sin embargo, es de destacar el hecho de que en nuestro estudio ocupan un segundo
y tercer lugar actividades deportivas menos tradicionales y habituales, como son el montar en bicicleta
(16,4%), practicado por más chicos que chicas (68,7 % y 31,3 % ), y el baile (15,6%), practicado
por más chicas que chicos (36 % y 64 % ), modalidades a las que le siguen otras practicadas en
menor porcentaje como son el baloncesto (12%), más chicos que chicas, caminar rápido como ejercicio
(11,8%), más chicas que chicos, fútbol sala (10,3%), más chicos que chicas, nadar (10,3%), más chicas
que chicos, voleibol (8,8%), más chicos que chicas, pesas/musculación (8,1%), más chicos que chicas,
otras (7,5 %), valores similares en ambos géneros, artes marciales (5,1%), más chicos que chicas, patinar
(4,8%), valores similares en ambos géneros, balonmano (4,4%), más chicos que chicas, atletismo (3,8%),
más chicas que chicos, tenis (3,3%), más chicos que chicas, gimnasia de mantenimiento (3,1%), más
chicos que chicas, jogging (2,5%), más chicos que chicas, senderismo (2,4%), más chicos que chicas,
aeróbic (1,8%), valores similares en ambos géneros, gimnasia rítmica (0,8%), más chicas que chicos.
En este sentido, los resultados de nuestro estudio nos permiten la comparación con los resultados
de la Encuesta de Hábitos Deportivos de los Españoles (2000, 2005), que aunque refieren a un contexto
de población más amplio, confirman las tendencias que se han venido registrando en esta última década,
donde al contrario de lo que se constata en nuestro estudio, la natación recreativa se ha convertido en la
práctica más popular y practicada mayoritariamente entre la población española (33%), donde del 98%
de los que practican natación en España lo hacen con carácter recreativo y sólo el 2% lo hace de forma
competitiva, seguida de la práctica del fútbol, el segundo deporte más practicado (31,7%), que por su
propia condición tiene siempre un carácter competitivo, por más que en los últimos años se ha
incrementado su práctica en campos más orientados a otorgarle un uso recreativo, como es el caso del
fútbol sala, el fútbol 7 y el fútbol playa, practicados con frecuencia fuera del control federativo. A los que
le siguen en menor porcentaje la práctica de otras modalidades deportivas como son el ciclismo (19,1%),
la gimnasia de mantenimiento en centros deportivos (14%), montañismo, senderismo y excursionismo
(11,9%), la amplia variedad de gimnasias rítmicas-aeróbic, expresión corporal, danza, etc. (11,7%), y de
la carrera a pie o jogging (11,1 %.). Constituyéndose todas ellas en el conjunto de prácticas deportivas
que son practicadas por más de un 10 % de la población.
266
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Siendo éstos unos datos que como indicábamos difieren de los obtenidos en nuestro estudio, en
el que la práctica de la natación se sitúa en el séptimo lugar (10,3%), siendo la práctica del fútbol la que
ocupa el primer lugar en ambos géneros (26,8%).
Además en el citado estudio se resaltan las diferencias de participación de las chicas y los chicos
en aquellas actividades más fuertemente estereotipadas como por ejemplo lo son el fútbol o el baile,
267
Eduardo López López Tesis Doctoral
que se constituyen en reductos de práctica masculina o femenina, aspecto con el que no coincidimos en
nuestro estudio, al situarse estas prácticas en un espacio compartido en cuanto a las preferencias que
muestran los adolescentes de ambos géneros, junto con otras modalidades deportivas como son el
atletismo, baloncesto, balonmano, fútbol sala, las cuales mostraban una clara adscripción de género
hasta hace poco tiempo y han evolucionando hacia un espacio compartido de práctica.
La prevalencia de la práctica del fútbol en los chicos adolescentes de nuestro estudio, también se
ha visto reflejada en el estudio de carácter local realizado por Hernández (2008), en el que si bien no se
empleó un listado que contenía las mismas modalidades deportivas que las seleccionadas en el nuestro,
se evidenció que los deportes más practicados por los chicos eran el fútbol (57,1 %), seguido de lejos
por el ciclismo, baloncesto, natación, musculación, fútbol sala, balonmano, correr, y lucha canaria, siendo
los más practicados por las chicas, la natación, danza o baile, fútbol, senderismo o caminar, musculación
o tonificación, ciclismo o bicicleta estática, balonmano, aerobic y similares, correr, baloncesto y gimnasia
rítmica. Donde a su vez en nuestro estudio, en ambos géneros, entre las nueve modalidades más
practicadas es el fútbol el que ocupa el primer lugar aunque en menor porcentaje (26,8%), siendo
practicado por más chicos que chicas (69,1 % y 30,9 % ), seguido del ciclismo o montar en bicicleta
(16,4%), practicado por más chicos que chicas (68,7 % y 31,3 % ), y el baile (15,6%), practicado
por más chicas que chicos (36 % y 64 % ), el baloncesto (12%), más chicos que chicas, caminar
rápido como ejercicio (11,8%), más chicas que chicos, el fútbol sala (10,3%), más chicos que chicas,
nadar (10,3%), más chicas que chicos, el voleibol (8,8%), más chicos que chicas, pesas/musculación
(8,1%), más chicos que chicas.
Al compararnos con los resultados del estudio de Rodríguez, García y Valverde (2011), que
constató la existencia de claras diferencias de género en las preferencias de prácticas deportivas, siendo
los deportes más practicados por los chicos por orden de preferencia, el fútbol, el fútbol-sala, deportes
de raqueta y el baloncesto, y en las chicas lo fueron el aeróbic, la natación, la gimnasia y el baloncesto,
observamos nuevamente que en nuestro estudio, en ambos géneros, entre las cuatro modalidades más
practicadas es el fútbol el que ocupa el primer lugar aunque en menor porcentaje (26,8%), siendo
practicado por más chicos que chicas (69,1 % y 30,9 % ), seguido del ciclismo o montar en bicicleta
(16,4%), practicado por más chicos que chicas (68,7 % y 31,3 % ), y el baile (15,6%), practicado
por más chicas que chicos (36 % y 64 % ), y el baloncesto (12%), más chicos que chicas.
También los resultados de nuestro estudio nos permiten la comparación con los datos aportados
por el estudio de González (2010) en el que se encontraron diferencias en la práctica de determinados
deportes en función del sexo, donde los chicos optaban por deportes como el fútbol en primer lugar,
268
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
seguido de tenis y pádel, baloncesto y ciclismo, y a su vez en el caso de las chicas, los deportes más
practicados eran en primer lugar la gimnasia rítmica, seguido de la natación, voleibol y aerobic y el
spining.
Con relación a la prevalencia de la práctica deportiva del fútbol que se observa en los adolescentes
de nuestro país se asocian un conjunto de motivos que refieren de una parte a la enorme repercusión
social que ha tenido y tiene este deporte en nuestro país históricamente, unido a su enorme impacto
mediático que le hace ocupar de una forma prevalente la información deportiva de los diferentes medios
de comunicación (radio, prensa y sobre todo televisión), y de otra parte, a los motivos que se asocian a
la existencia de un mayor o menor número de infraestructuras de la correspondiente modalidad deportiva,
donde el fútbol y fútbol sala siguen siendo las que cuentan con mayor y mejores condiciones en nuestro
país y Comunidad, siendo un tercer motivo el que refiere al número de licencias federativas para esta
modalidad deportiva, donde tanto en España en general como en Canarias en particular, el fútbol es el
deporte que cuenta con más clubes y licencias en edades infantiles y juveniles con mucha diferencia
frente a las restantes modalidades deportivas (García-Ferrando, 2006).
Este conjunto de motivos ejerce una enorme influencia en la elección de la modalidad deportiva
del fútbol en los jóvenes de nuestro entorno, si bien mientras que en la mayoría de los estudios que se
han realizado la práctica de esta modalidad deportiva se muestra fuertemente estereotipada,
constituyéndose en un reducto de práctica masculina, en nuestro estudio se observan indicios de que
comienza a situarse en un espacio de práctica más compartido, aunque todavía en menor medida que
otras disciplinas como son el atletismo, baloncesto, balonmano y el fútbol sala.
Otro de los hallazgos de nuestro estudio vienen a confirmar los datos aportados por diferentes
estudios que constatan que la práctica de deporte de competición en la adolescencia no garantiza
adherencia en los hábitos de práctica futuros, estando caracterizada esta etapa por el elevado abandono
de la misma.
En nuestro estudio los resultados muestran que son mayoría los adolescentes que han
abandonado la práctica deportiva de competición (33,9 %), más chicos que chicas (34,7 % y 33,1 %
), frente a los que participan en competición a nivel de club federado (32%), más chicos que chicas
(39,6 % y 24 % ), los que en un elevado porcentaje nunca han participado en competición (26,1
%), más chicas que chicos (17,7 % y 35,2 % ), y a su vez y en un escaso porcentaje participan en
competición a nivel de su centro (4,1%), más chicos que chicas (5,1 % y 3,1 % ) y a nivel inter-
269
Eduardo López López Tesis Doctoral
escolar (3,8 %), menos chicos que chicas (2,9 % y 4,7 % ), junto al abandono prematuro que
tienen lugar en ambos sexos (chicas: M=11,45 y S=2,45; chicos: M=11,41 y S=2,03).
Los resultados de nuestro estudio permiten la comparación con otros estudios, como el realizado
por Gálvez (2004) que evidenció que el 21,7% de los adolescente pertenecían a una asociación o
federación deportiva, mejores valores en nuestro estudio (32%), y que los varones muestran una mayor
tendencia a federarse que las mujeres (16 % y 5,7 %), mejores valores en nuestro estudio (39,6
% y 24 % ).
A su vez, los datos más recientes aportados por la Encuesta de Hábitos Deportivos (2000, 2005),
García Ferrando (2006), indican que entre los mayores de 15 años, sólo una quinta parte (20%) de los
varones practicantes hace deporte de carácter competitivo reglado, controlado por un organismo
federativo o delegado por la correspondiente federación deportiva, mejores valores en nuestro estudio
(39,6 %), en tanto que entre las mujeres el porcentaje es mucho menor (5%), mejores valores en nuestro
estudio (24 %). Donde posiblemente uno de los motivos por el que las chicas muestran una escasa
intención de federarse se relaciona con su marcado rechazo hacia las características que presenta
modelo deportivo competitivo, más orientado a satisfacer los intereses del varón y que se muestra
asociado con valores tradicionalmente considerados como masculinos.
A esta cuestión habría que añadir los datos más recientes aportados de la Encuesta sobre los
Hábitos Deportivos en España 2010, donde ya se indica que se ha producido una disminución de la
práctica deportiva federada con relación a los datos del año 2005 (19 % y 25 % respectivamente), y
donde la práctica de deporte de competición no se encuentra entre los principales motivos que inducen
a los españoles a la práctica de la AF y el deporte, siendo esta tendencia la que observamos en nuestro
estudio, en el que se constata el elevado porcentaje de adolescentes han abandonado la práctica
deportiva de competición (33,9 %), más chicos que chicas (34,7 % y 33,1 % ).
Los resultados de nuestro estudio también reiteran que la práctica del deporte de competición,
no genera adherencia en la práctica de AF, de forma que si comparamos la práctica deportiva realizada
por los adolescentes en el pasado y en la actualidad, se comprueba que se produce una disminución de
la práctica deportiva de competición conforme se avanza en la edad de la adolescencia junto a un
270
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
elevado abandono a edades muy tempranas, donde las chicas la habían abandonado con una mayor
edad que los chicos (chicas: M=11,45 y S=2,45; chicos: M=11,41 y S=2,03), edades que se muestran
muy próximas al estudio de ámbito europeo de Telama y Yang (2000), que evidenció una disminución de
la frecuencia y participación deportiva a partir de los 12 años.
Otro de los hallazgos de nuestro estudio se centra en las preferencias de práctica deportiva en la
modalidad de competición, donde los deportes más practicado por los adolescentes de nuestro estudio
se concretan en los siguientes: fútbol (19%), lo practican más chicos que chicas (26,9 % y 19,6 %
) (p<0.001), baloncesto (4,4%), lo practican menos chicos que chicas (3,9 % y 4,9 % ), voleibol
(4,3 %), lo practican más chicos que chicas (4,6 % y 3,9 % ), balonmano (2,6%), lo practican
menos chicos que chicas (2,2 % y 3,1 % ), natación (1,5%), lo practican más chicos que chicas (1,7
% y 1,3 % ) y fútbol sala (1,4%), lo practican más chicos que chicas (2,4 % y 0,3 % ) (p<0.01),
le siguen el atletismo, menos chicos que chicas (0,7 % y 1,8 % ) y el baile, más chicos que chicas
(1,5 % y 1 % ).
A su vez, los deportes más practicado en competición en el pasado fueron los siguientes: fútbol
(9,5%), lo habían practicado más chicos que chicas (15,3 % y 3,4 % ) (p<0.001), baloncesto
(5,9%), lo habían practicado más chicos que chicas (6,1 % y 5,7 % ), atletismo (3,5%), lo habían
practicado más chicos que chicas (4,6 % y 3,9 % ), natación (2,8 %), lo habían practicado más
chicos que chicas (2,9 % y 2,6 % ), gimnasia rítmica (2,6%), lo habían practicado menos chicos
que chicas (0 % y 5,4 % ) (p<0.001), balonmano (1,9%), lo habían practicado menos chicos que
chicas (1,2 % y 2,6 % ), tenis (1,8%), lo habían practicado más chicos que chicas (1,9 % y 1,6 %
) (p<0.001), y baile (1 %), lo habían practicado menos chicos que chicas (0,2 % y 1,8 % )
(p<0.05).
Estos resultados obtenidos nos permiten la comparación con los resultados del estudio realizado
por Fernández y cols. (2008), que evidenció que el tipo de práctica de AF que realizaban las adolescentes
se identifican marcadamente con un modelo recreativo más que con un modelo orientado hacia la
competición, constatando en ambos modelos bajos niveles de práctica, aspecto con el que coincidimos
en nuestro estudio. Además en el caso del modelo de competición, el baile fue la disciplina más
practicada (21,7%), al contrario de lo que muestran las adolescentes de nuestro estudio que la practican
de forma minoritaria (1%), mostrando a su vez una mayor coincidencia con nuestro estudio en la práctica
de otras actividades deportivas como es el fútbol practicado por un 12,6 % de las adolescente, en nuestro
estudio lo practican un 19%, seguido de otras actividades vinculadas habitualmente con la práctica
femenina como son el aeróbic (9%) y la gimnasia rítmica (6,9%).
271
Eduardo López López Tesis Doctoral
Como habíamos referido con anterioridad, los escasos niveles de práctica de AF extraescolar, de
la práctica del deporte de competición y el elevado y prematuro abandono del mismo por los adolescentes
han sido abordados en diferentes estudios de ámbito internacional, europeo y nacional, con rangos
similares de población.
El estudio de los motivos que se asocian a esta problemática es multifactorial. Así en el Informe
de la Juventud 2010, para el grupo de edad de 15 a 24 años, se indica que en la última década en nuestro
país la participación social juvenil se hunde, donde en el año 2010 el 81% de los jóvenes no pertenecen
a ningún tipo de asociación u organización, ya sea juvenil, cultural o deportiva, incluyéndose en esta
última sólo un 6,5 % de la población juvenil.
En el citado informe, a su vez se refiere con relación a las actividades prácticas y gustos
relacionados con el ocio de los jóvenes, a que en la última década entre las doce prácticas mayoritarias
la práctica del deporte se sitúa entre las últimas posiciones, frente a otras actividades hacia las que
manifiestan una mayoritaria adherencia entre las que se incluyen por orden de importancia el uso de la
radio, ver la televisión, escuchar música, las actividades relacionadas con la vida social, como el ir a
bares, discotecas o salir al cine, salir de tiendas, los juegos de ordenador y juegos electrónicos, visitar
museos y exposiciones tocar un instrumento, pintar o escribir en su tiempo libre.
Con relación a las diferencias de género también se indica que la práctica del deporte sigue siendo
un campo más masculino, tanto en cuanto a su práctica como a su seguimiento como espectadores,
donde no obstante, como reflejo de los avances sociales hacia una mayor igualdad de género se
comprueba que estas distancias se están acortando.
Especialmente relevante se muestran otros datos aportados por este informe, en el que se indica
que el uso del teléfono móvil ha pasado de mayoritario a casi absoluto en la actualidad, pues son el sector
de población que más lo utiliza (98%), siendo el medio empleado de forma preferente para comunicarse
con sus amigos, seguido por los chats en internet. Así como el hecho de que se ha extendido mucho la
proporción de jóvenes que participa en comunidades virtuales, refiriéndonos concretamente a redes del
tipo MySpace, Facebook, Tuenti, etc.., donde el uso de estas redes se extendió hasta el 70% de los
entrevistados menores de 20 años y a un 63% para los mayores de 20 años. Siendo la principal utilidad
que tenían estas “comunidades virtuales” el “pasar el rato”, que era lo primero para el 40% de los jóvenes,
seguido de hacer amigos (35%) y compartir información útil con otros (17%); junto a otras utilidades que
tienen menciones mucho más minoritarias, desde buscar trabajo (4%) o pareja (1%), hasta comunicarse
con la familia (1%).
272
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Esta misma tendencia queda reflejada en los datos de las Encuestas de Hábitos Deportivos de los
españoles 2000 y 2005, en los que se indica que en la última década entre las actividades que se realizan
en el tiempo libre de la población española, el realizar deporte se encuentra en una posición intermedia,
ubicándose detrás de un grupo de actividades como son el estar con la familia (85%), ver televisión
(78%), el estar con amigos (65%), el pasear (67 %), escuchar música (55%), leer libros o revistas (53%),
oír la radio ( 47%), ir al cine (39%), el salir al campo e ir de excursión (39%); ver deporte (38%), donde el
hacer deporte, es realizada por un menor porcentaje de la misma (33%). Donde si nos centramos en el
nivel de práctica deportiva de los españoles, se observa que se ha producido un preocupante descenso
en los hábitos deportivos de la población joven en las dos últimas décadas, pasando de un 67% en el
año 2000 a un 55% en el 2005. Donde además y con relación a las diferencias de género, se indica que
el diferencial de práctica deportiva por sexos que hasta ahora se mantenía alrededor del 18%, y que en
la encuesta de 2000 alcanzaba el 19%, se ha reducido con respecto a la encuesta anterior en cuatro
unidades porcentuales hasta alcanzar el 15%. Lo cual visto desde el lado de la población sedentaria,
muestra que el porcentaje de mujeres que no hacen deporte ha descendido hasta el 70%, tres unidades
porcentuales menos que en la encuesta de 2000, en tanto que se ha incrementado en una unidad
porcentual el porcentaje de varones que no hace deporte, hasta alcanzar el 55%. Si bien en los datos
referidos al año 2010, la citada diferencia porcentual continúa en torno a 18 puntos, de forma que casi
una de cada tres personas practicantes de deporte en España son mujeres.
Por tanto, estos datos ya sitúan en una mayor medida cual es la posición que en la actualidad
puede ocupar la práctica deportiva entre los intereses y gustos de los jóvenes, donde los aspectos
referidos a la escasa regularidad en la práctica deportiva y las diferencias de género pueden verse
reflejadas en las evidencias de nuestro estudio.
Otra de las causas a añadir a los escasos niveles de práctica de AF extraescolar, de la práctica
del deporte de competición y el elevado y prematuro abandono del mismo por los adolescentes, se sitúa
con relación a las características que se asocian al carácter competitivo o recreativo del modelo de
práctica deportivo actual, que se muestra bastante alejado de los intereses y gustos de la población en
general y del escolar en particular.
Así en la Encuesta de Hábitos Deportivos (2010), se refiere a que ya era mayoritaria la población
que según la encuesta de 2000 hacía deporte sin preocuparse de competir (66%), incrementándose esta
tendencia en la encuesta del 2005 (70%) y en la del 2010 (74%).
273
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por lo que se comprueba la prevalencia de una orientación hacia un modelo de práctica deportiva
recreativa en los hábitos deportivos de los españoles en todas las cohortes de edad, frente a la escasa
adherencia hacia el modelo competitivo, en el que se constata un marcado carácter varonil y juvenil de
la competición deportiva reglada frente a una clara orientación del sexo femenino hacia el modelo
deportivo recreativo, aspecto que también se comprueba a la vista del alarmante y prematuro abandono
de la práctica deportiva de competición que se da en los adolescentes de nuestro estudio (chicas:
M=11,45 y S=2,45; chicos: M=11,41 y S=2,03).
Por tanto, en atención a estos dos modelos de orientación de la práctica deportiva, recreación-
competición, y atendiendo al hecho reflejado en los diferentes estudios en el que la práctica deportiva
extraescolar muestra los mejores índices de actividad siempre que se realice con una adecuada
frecuencia e intensidad (Jago et al., 2005; Hernández, 2010) y que en la actualidad a la EF escolar se le
asignan un horario que se muestra del todo insuficiente para alcanzar las recomendaciones de práctica
saludables, fuera del período escolar cobra especial relevancia la práctica del deporte escolar. Diversos
organismos y estudios de ámbito nacional (Álamo, 2001; Plan A+D, 2009; Hernández, 2010), vienen
manifestando la falta de aprovechamiento que se realiza del enorme potencial que ofrece la práctica de
actividades deportivas y en concreto la planificación, organización, orientación y oferta del deporte
escolar, aspecto clave que debe ser sometido a revisión al objeto de que genere una mayor contribución
a cambiar la tendencia actual en nuestra población adolescente hacia los niveles de práctica
recomendables.
En esta línea, en el ambicioso Plan Integral para la EF y el Deporte (2009) ya se propone una
consideración de la AF y deporte en edad escolar como aquella práctica deportiva realizada por los
escolares que se están formando en las diferentes etapas del actual sistema educativo: infantil, primaria,
secundaria obligatoria y post-obligatoria, tanto dentro como fuera del los centros escolares y una vez
finalizado el horario lectivo. Apostando por un sistema integrador en el que tienen cabida las diferentes
modalidades que coexisten en estos momentos, la práctica de AF y el deporte escolar que tiene lugar en
los centros docentes, el deporte ofrecido desde los clubes y entidades deportivas y otras actividades
físico deportivas que forman parte de los programas de diferentes entidades y asociaciones del tejido
social.
274
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Donde estos proyectos deportivos que se ofertarán en el marco de la AF y del deporte en edad
escolar deberán recoger las siguientes intencionalidades:
- Ofrecer una AF y deportiva inclusiva que alcance los mínimos de práctica recomendados por
instituciones y estudios de referencia en el ámbito de la salud para niños/as y adolescentes.
Resultando de especial relevancia, el citar con relación a los tres grandes ejes de actuación
estratégica, el referido al de la AF, Deporte y Educación que se concreta en los siguientes aspectos:
- Promover la definición de las etapas y programas de AF y deporte para las diferentes edades
de la población escolar.
- Favorecer el desarrollo de los valores positivos implicados en la práctica deportiva.
- Aprovechar, desde una perspectiva reflexiva y crítica, el potencial integrador y de cohesión
social del deporte en edad escolar.
- Liderar la adaptación de la competición escolar a objetivos educativos.
- Establecer vínculos programáticos con departamentos de Educación y Deportes de las
diferentes comunidades autónomas y dentro de la comunidad autónoma.
- Generar acciones comunes con los departamentos con competencias en materia de
Educación, Deporte y Sanidad.
- Ampliar las horas de EF escolar a 5 horas semanales, asegurando al menos a corto plazo las 3
horas semanales a las que se hace referencia en la proposición del Parlamento Europeo.
- Crear en todos los centros la figura del coordinador de centro de actividades físicas y deportivas
extraescolares, encargado de canalizar intereses del alumnado, gestionar y dirigir un plan de
actividades en las instalaciones del centro y fuera de él, organizar acciones de refuerzo y campañas
de motivación del alumnado, coordinar todos los recursos humanos y materiales de la localidad y
hacer un seguimiento de la situación del alumnado del centro.
Por tanto, podemos observar como vuelve a tomar protagonismo el conjunto de iniciativas que se
generen en el entorno escolar al objeto de cambiar esta tendencia, donde posiblemente una de las claves
para el incremento de los niveles de práctica de AF y deporte se sitúe en la necesidad de
275
Eduardo López López Tesis Doctoral
procurar una mayor oferta deportiva adecuada a las necesidades e intereses de los adolescentes, con
especial atención a las posibilidades que ofrezcan el entorno y el contexto habitual en que estos se
desenvuelven con sus iguales.
Como hemos referido con anterioridad, en contraposición a los estilos de vida físicamente activos
y saludables, los que muestran una prevalencia conductas sedentarias en la población infantil y
adolescente se encuentran asociados a múltiples problemas que afectan a la salud; enfermedades
cardiovasculares, diversos tipos de tumores, problemas osteoarticulares, problemas endocrino-
metabólicos, junto a problemas psicológicos (Ramos-Gordillo, 2003; Warburton et al., 2006; AVENA;
2006; AFINOS, 2008; HELENA, 2008; Ortega, 2008; García, 2010; Jiménez, 2010; González, 2010;
Martínez, 2010).
Los resultados de nuestro estudio evidencian que los adolescentes emplean mucho tiempo al día
en ser inactivos, mostrando hábitos que no implicaban ningún ejercicio físico y en los que no se emplea
mucha energía, como ver la televisión, escuchar música, jugar con el ordenador, etc.. Excluyendo el
tiempo que se destina al estudio o a las tareas escolares, el porcentaje de cumplimiento de la
recomendación de limitar a dos o menos horas al día el tiempo empleado en actividades sedentarias en
los adolescentes de nuestro estudio se sitúa en un 30,9 % (29,5 % y 32,2 % ) y se muestra muy
escaso frente al porcentaje que no lo cumplen, el cual a su vez se sitúa en un 69 % (70,5 % y 67,8
% ), y donde el tiempo medio que se destina a este tipo de conductas se sitúa en 2,69 horas al día.
En el contexto internacional existen evidencias de que las conductas sedentarias se han acentuado
de una forma alarmante en la última década tal y como muestran los datos que arroja el estudio de ámbito
internacional HBSC (Currie et al., 2002), que constata que los jóvenes de entre 11 y 18 años destinan
más de 4 horas diarias a ver la televisión, mostrando hasta los 13-14 años una tendencia creciente en el
alto consumo de televisión en ambos géneros (siendo ellos quienes ven más televisión que ellas en todos
los tramos de edad), la cual desciende ligeramente a partir de los 15-16 años (Currie et al., 2004). Datos
que además no difieren en el estudio del citado organismo realizado en el año 2006, en el que se indica
que los adolescentes destinan una media de 2,28±1,51 horas diarias a ver la televisión con promedios
muy similares en ambos géneros, excepto a los 11-12 años edad en la que el promedio de horas es
superior en los chicos (2,17) frente a las chicas (1,82), el cual a
276
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
su vez se incrementa en ambos sexos a la edad de 13-14 años y se mantiene estable en las restantes
edades.
En el contexto europeo el estudio sobre Conductas de los Escolares relacionadas con la salud
(HBSC) (2004), nos ofreció datos relativos al cumplimiento y desarrollo regular de ejercicio físico. Así, los
resultados obtenidos en el mismo mostraron que un 44% de los adolescentes veía la televisión más de
3 horas diarias; sin olvidar que entre un 32,8% de chicos y un 25,9% de chicas dedicaban entre 1 y 2
horas al uso del ordenador durante su tiempo libre.
También con relación a la prevalencia de las conductas sedentarias es preciso referirse al estudio
EYHS (Andersen et al., 2006), cuyos primeros resultados mostraron una asociación gradual negativa
entre los FRCV y la práctica de AF, lo cual implicaba que la reducción de los factores de riesgo resultó
proporcional a la cantidad de ejercicio físico realizado y en consecuencia a la menor prevalencia de las
conductas sedentarias en niños y adolescentes.
También en este contexto es preciso referir al Proyecto H.E.L.E.N.A (2005-2008), cuyas evidencias
se muestran en consonancia con las ya citadas e indican que en la población adolescente se encuentra
instalada una prevalencia de hábitos sedentarios junto a unos inadecuados niveles de práctica de
actividad físico-deportiva, especialmente en las chicas adolescentes, lo cual repercute
considerablemente en la salud general de este sector de la población así como en la prevalencia del SP
y la OB.
En el contexto de nuestro país, el estudio enKid (1998-2000) evidenció que los adolescentes
mostraban un mayor prevalencia de las conductas sedentarias frente a las activas, donde las medias de
tiempo diario que los adolescentes destinaban a ver la televisión y a juegos de ordenador y/o consola
fuera del horario escolar era de 98 minutos en el grupo de 10 a 13 años y de 141 minutos para el grupo
en el grupo de 14 a 17 años. Observando una década después peores valores en nuestro estudio en el
que sólo un 30,9 % de los adolescentes destina menos de 120 minutos diarios a este tipo de conductas
y la media de tiempo que se destina a este tipo de conductas se sitúa en 161 minutos al día.
En la estrategia NAOS (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2005), se indicaba que los datos
actuales constatan que los niños y niñas españoles pasan una media de dos horas y media al día viendo
la televisión y al menos media hora adicional que destinan al uso de los videojuegos o conectados a
internet, observando mejores valores en nuestro estudio donde el promedio de tiempo
277
Eduardo López López Tesis Doctoral
A su vez al compararnos con los datos aportados por el estudio AVENA (2006), que evidenció que
dos terceras partes de los niños y la mitad de las niñas, destinaban más de dos horas diarias a actividades
sedentarias (i.e. ver televisión o jugar a los video-juegos), siendo estas cifras ligeramente superiores a
las registradas en otros países europeos, observamos peores valores en nuestro estudio donde un 70,5
% de las chicas y un 67,8 % de los chicos destinaban más de dos horas diarias a este tipo de conductas
sedentarias.
A su vez, el estudio AFINOS (2009) evidenció que los promedios diarios que los adolescentes
destinaban a las conductas sedentarias era muy elevado y suponía mayores valores para los chicos
frente a las chicas (M=494 minutos y S=72; M=470 minutos y S=76, chicos y chicas respectivamente),
indicando en las conclusiones de este estudio que los adolescentes que presentan una adiposidad más
desfavorable y que emplean más tiempo en conductas sedentarias tienden a estar en mayor riesgo
cardiovascular, sugiriendo que las necesarias recomendaciones en cuanto a la limitación de las
conductas sedentarias en niños y adolescentes, no se limitasen al tiempo destinado a ver la televisión,
sino que incluyeran otras conductas sedentarias presentes en los hábitos de este sector de la población.
Observando en nuestro estudio una tendencia contraria al ser las chicas frente a los chicos
278
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
las que emplean más tiempo en este tipo de conductas y en ambos ciclos educativos.
El estudio realizado por Hernández (2010) evidenció que en torno a un 80 % de los adolescentes
permanecen inactivos durante su tiempo libre y que este tiempo comprende casi un 40 % del tiempo total
de la semana excluyendo las correspondientes al sueño, de forma que frente a las actividades asociadas
a conductas activas, ver la televisión, el uso de videojuegos, internet, etc.. ocupan la mayor parte de este
tiempo libre.
También el estudio realizado por Martínez (2010), identificó un comportamiento y estilo de vida
sedentario de nuestros preadolescentes que se refleja incluso en el tiempo de recreo y en los
desplazamientos escolares, los cuales sólo incrementaban insuficientemente su gasto calórico con las
clases de EF o con actividades físicas extraescolares, si bien la escasa duración e intensidad de las
mismas apenas implican un gasto calórico de 190-220 Kcal/sesión el cual era un 57% menor que el de
los preadolescentes deportistas para las mismas actividades. Por lo que sólo aquellos preadolescentes
que practican actividades físico-deportivas a diario con intensidades moderadas y altas alcanzan un gasto
calórico semanal que les permite superar los valores mínimos recomendados para ausentar los FRCV
asociados a la inactividad física en este sector de la población.
El estudio realizado por González (2010) en lo referente al número de horas que los alumnos
pasaban viendo la televisión, jugando a videojuegos o simplemente conectados a Internet, constató que
en la mayor parte de éstos, el ocio sedentario ocupaba un promedio diario de 1,5 horas en un 35,3 % de
los adolescentes, seguido de cerca por un 29 % que destinaba un promedio diario de entre 1,5 horas y 3
horas, un 27,2 % que dedicaban un promedio diario de entre 3 y 4 horas, un 5,6 % que destinaba un
promedio diario de 4 a 5 horas diarias y un 3,1 % que destinaban un promedio diario superior a las 5
horas. Observando valores similares en nuestro estudio, si nos situamos en el rango de adolescentes
que cumplen con la recomendación de limitar el tiempo diario empleado en esta tipo de conductas a
menos de 2 horas diarias que se sitúa en un 30,9 % de los adolescentes (29,5 % y 32,2
% ).
A su vez, en el estudio de Labrado et al. (2010) se comprobó que los adolescentes empleaban un
promedio diario de 2,94 horas en conductas sedentarias y que un 42,3 % de la muestra cumplía con la
recomendación de limitar a dos horas diarias el tiempo empleado en este tipo de conductas. Observando
mejores valores en nuestro estudio en cuanto al promedio diario destinado a este tipo de conductas que
se situó en 2,69 horas y peores valores con relación a la recomendación de limitar el
279
Eduardo López López Tesis Doctoral
tiempo diario destinado al ocio no activo que en nuestro estudio se situó en un 30,9 % de los
adolescentes.
Con relación a las diferencias de género diversos estudios muestran la prevalencia del empleo de
un tiempo mayor en conductas sedentarias en las chicas frente a los chicos (Moreno y cols., 2005;
Hernández y Velázquez, 2007; Hernández, 2010; Martínez, 2010).
Los adolescentes de nuestro entorno tampoco están exentos de esta problemática, donde los
datos aportados por el ISTAC obtenidos a través de las ESC realizadas en los años 2004 y 2009,
muestran que se ha producido un cambio de tendencia hacia un patrón de mayor inactividad física a lo
largo de la última década en la población adolescente de Canarias, donde en el grupo de edad de entre
1 y 15 años, en el año 2004 un 40% de los adolescentes destinaban entre 1 y 2 horas al día ver la
televisión porcentaje que se incrementó hasta un 41,62 % en el año 2009, sólo un 44,5 % y un 39,35 %
de los adolescentes en los años 2004 y 2009 respectivamente declararon no destinar tiempo alguno al
uso de videoconsolas, incrementándose de forma alarmante el uso de internet donde mientras en el año
2004 un 70,53 % declaró no emplear tiempo en el uso de esta tecnología en el año 2009 este porcentaje
disminuyó a un 48,01%.
A su vez, el estudio realizado por Hernández (2008), constató que los adolescentes del norte de
Gran Canaria destinaban algo más de dos horas y media al día a actividades lúdicas o de entretenimiento
de carácter sedentario tales como ver la televisión, jugar con videoconsolas o pasatiempos de ordenador,
observando valores algo peores en nuestro estudio donde el promedio diario destinado a conductas
sedentarias se situó en las dos horas y cuarenta y minutos, coincidiendo además con que las chicas
frente a los chicos mostraban una mayor prevalencia en el tiempo empleado en este tipo de conductas.
Además las evidencias aportadas por el estudio de la cohorte “CDC De Canarias” (Cabrera y cols.,
2008), refieren a que la población adulta de nuestro entorno también se encuentra sometida a frecuente
exposición a FRCV, diabetes y cáncer, destacando especialmente la prevalencia de SP, OB y
sedentarismo, y que en caso de no corregir los hábitos de sobrealimentación y sedentarismo es de
esperar en las próximas décadas la aparición enfermedades cardiovasculares y diabetes en edades cada
vez más precoces. Sugiriendo que en nuestra Comunidad se hace necesaria la puesta en marcha de
políticas socio-sanitarias encaminadas a potenciar los hábitos de vida saludables, como el fomento de la
práctica de la AF en tiempo de ocio y la mejora de la alimentación.
280
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
físico y social que ha tenido lugar en los países desarrollados y que también se observan en nuestro
contexto, donde las rutinas propias de la AF que antaño se encontraban integradas en los hábitos de vida
de los adolescentes e implicaban desplazamientos a pie o en bicicleta, juegos de calle, así como las
diferentes rutinas domésticas, en las que se empleaba gasto energético, se han sustituido por un conjunto
de actividades sedentarias de enorme arraigo entre los jóvenes a las que dedican mayoritariamente su
tiempo libre. Por lo que con el propósito de cambiar esta tendencia diversos autores indican que el tiempo
que disponen los adolescentes fuera de la jornada escolar debe ser revisado al objeto de procurar un
incremento en los niveles de práctica de AF junto a una disminución del tiempo empleado en conductas
sedentarias (Trost et al., 2008; Hernández, 2010), siendo éste un aspecto que hemos podido comprobar
en el estudio de Navarro y cols. (2011 b), en el que tras la aplicación de un programa de intervención
educativo sobre una submuestra de adolescentes pertenecientes a los niveles de 1º y 2º de la ESO de
nuestro estudio, se constató que el porcentaje de incumplimiento de la recomendación de limitar a dos
horas diarias el tiempo que los adolescentes emplean en conductas sedentarias (ver T.V., videojuegos,
internet, etc..) no se incrementó en los adolescentes del GEA, al contrario de lo que ocurrió con los
adolescentes del GEB y GC.
Asociado al constructo de disfrute con la práctica de la AF y el deporte se sitúan a su vez una serie
de dimensiones como son el gusto y el grado de diversión que se experimenta, el interés que se
manifiesta hacia la misma, así como un conjunto de buenas sensaciones que incluyen el sentirse bien,
sentirse activo o realizado con su práctica.
En nuestro estudio hemos incluido todas estas dimensiones, de forma que los principales
hallazgos encontrados en nuestro estudio se resumen en los siguientes:
Los adolescentes estudiados, muestran que la práctica de AF y deportiva, les gusta, les divierte,
les interesa, les hace sentir bien cuando la practican, les hace sentir activos y realizados, en un grado
bastante satisfactorio a la vista de los resultados obtenidos en ambos géneros.
Los chicos manifiestan un mayor disfrute que las chicas en la práctica de AF y deportiva (chicos:
M=6,05 y S=0,85; chicas: M=5,88 y S=0,94) (p<0.01), y la percepción de disfrute disminuye en ambos
géneros conforme se avanza en el ciclo educativo y en la edad de la adolescencia.
281
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación al grado de diversión que se experimenta con la práctica de la AF y el deporte los
resultados de nuestro estudio coinciden con los diversos estudios que la consideran como un factor a
tener en cuenta entre los motivos que pueden favorecer una mayor adherencia hacia la práctica o
abandono de la misma (Durán,1995; García Ferrando, 2005, 2006, 2010; Hernández y Velázquez, 2007;
Fernández García y cols., 2007, 2008; Macarro, 2008).
En este sentido, los resultados de nuestro estudio se muestran congruentes con los datos
recogidos en la Encuesta de Hábitos Deportivos de los Españoles 2010 en la que se hace referencia a
la diversión como el segundo motivo más importante a la hora de practicar actividades físico deportivas,
siendo el primer motivo la práctica deportiva sin preocuparse por competir. Siendo esta referencia a la
diversión citada de forma habitual como motivo que induce a la práctica deportiva en las encuestas del
mismo corte realizadas en el año 2000 y 2005, donde en la encuesta realizada en el año 2005 se recoge
que la recreación, la diversión y la alegría constituyen la orientación que impulsa la práctica deportiva de
los españoles alejada de la competición reglada. Aspecto al que también se refiere en el estudio realizado
por Gutiérrez (2000), al señalar el principio de la diversión como uno de los dos principios más
importantes del comportamiento humano respecto a la participación de los niños en actividades físicas.
En una mayor aproximación hacia las variables de nuestro estudio, los resultados del mismo
permiten la comparación con el estudio de Gálvez (2004) que constató que los adolescentes se divierten
en un grado entre regular y bastante en las clases de EF, observando mejores valores en nuestro estudio,
y que los adolescentes consideran la diversión como un motivo bastante importante para la práctica de
AF, con diferencias significativas a favor de los chicos frente a las chicas, observando a su vez en nuestro
estudio que a los chicos la práctica de la AF les gusta y le es más
282
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Con relación al conjunto de buenas sensaciones que se asocian con la práctica de la AF, el estudio
realizado por Gálvez (2004) evidenció que son mayoría los adolescentes que se sienten bastante mejor
al practicarla, aspecto que también se observa en nuestro estudio donde los adolescentes en ambos
sexos y en mayor medida los chicos frente a las chicas cuando practican AF se sienten muy bien
físicamente, muy activos y realizados.
También nuestros resultados coinciden con los del estudio realizado por Macarro (2008), en el que
se comprobó que una gran mayoría de los sujetos presentaban una actitud positiva hacia la práctica de
la AF, afirmando de forma mayoritaria que la práctica de la misma les gustaba (93 %) y les resultaba
divertida (92 %), señalando entre los motivos que les inducían a practicar AF, en primer lugar el gusto
por hacer deporte, y en tercer lugar la diversión como forma de ocupar su tiempo libre.
Por otra parte es preciso indicar que el interés hacia la práctica de AF y deporte es un factor muy
a tener en cuenta entre los motivos que favorecen mayores niveles de práctica, el cual se hace evidente
a través de los datos aportados en las Encuesta de Hábitos Deportivos de los españoles, 2000, 2005 y
2010, donde se comprueba que gran parte de la población encuestada viene declarando estar interesada
por la práctica de las actividades físico-deportivas, donde en el informe más reciente del año 2010 se
indica que en la última década ha tenido lugar un incremento porcentual en 9 puntos en el número de
españoles que estiman que el deporte y la EF ocupan un lugar bastante o muy importante con relación a
otras actividades.
El estudio sobre los hábitos deportivos de la población almeriense realizado por Casimiro y Añó
(2003) con relación al interés por la práctica de la AF y el deporte, constató que un 37,6% de los sujetos
mostraban bastante o mucho interés, un 36,4% mostraba poco o ningún interés, y un 26,1% no
mostraban interés alguno, observando mejores valores en nuestro estudio en el que se constata que a
los adolescentes la práctica de la AF y deportiva les interesa mucho y les resulta más interesante y menos
aburrida a los chicos que a las chicas.
A su vez, el estudio de Fernández García y cols. (2008) en el que se empleó un instrumento muy
similar al de nuestro estudio constató que los chicos manifiestan un mayor interés que las chicas hacia
la práctica de la AF y el deporte, (M=5,76 y 5,14; DT= 1,31 y 1,51; chicos y chicas respectivamente),
observando esta misma tendencia aunque con peores valores en nuestro estudio (M=5,09 y 4,97;
DT=1,02 y 1,38; chicos y chicas respectivamente).
283
Eduardo López López Tesis Doctoral
Con relación a la variable disfrute los resultados de nuestro estudio muestran coincidencia y una
tendencia similar al compararnos con el estudio de Fernández García y cols. (2003), en el que se empleó
un instrumento similar al de nuestro estudio, el cual evidenció que el grado de disfrute de las adolescentes
era satisfactorio en general en el conjunto de la muestra (M=5,1; D.T.=0,87 en un rango de 1 a 7), y que
existía asociación con la edad. Las diferencias encontradas constataron que se producía una disminución
conforme se avanzaba en la edad, observándose los mayores valores a la edad de 12 años y los menores
a los 17 o más años.
Esto mismo ocurre al compararnos con el estudio de Labrado et al. (2010), realizado en una
muestra de adolescentes de Castilla La Mancha de rango de población similar a la nuestra en la que se
empleó el mismo instrumento de medida y que constató diferencias significativas a favor de los chicos,
los cuales manifestaron un mayor disfrute que las chicas en la práctica de AF y deportiva (chicos: M=6,16
y S=0,80; chicas: M=5,71 y S=0,95), diferencias significativas que se muestran muy similares a las de
nuestro estudio (chicos: M=6,05 y S=0,85; chicas: M=5,88 y S=0,94).
En cuanto a la diferencia por ciclos educativos y género, se comprueba que conforme se avanza
en el ciclo educativo y en la edad de la adolescencia la percepción de disfrute decrece. Así los chicos de
primer ciclo han obtenido puntuaciones más altas que los chicos de segundo ciclo estudio (M=5,20 y
5,02; DT=0,81 y 0,71; primer y segundo ciclo respectivamente), y a su vez las chicas del primer ciclo
frente a las el segundo, manifiestan mayor sensación de disfrute con la práctica de AF o deporte l (M=5,27
y 5,19; DT=0,98 y 0,96; primer y segundo ciclo respectivamente).
También los resultados de nuestro estudio, se muestran próximos a bastantes de los hallazgos del
estudio realizado por Hernández y Velázquez (2007), que constató que casi dos de cada tres escolares
se sentían bastante o muy satisfechos con las sesiones didácticas de la materia de EF que habían
recibido en los últimos tres años, y que el nivel de satisfacción declarado en términos globales era mayor
en los chicos que las chicas, el cual a su vez decrecía con la edad, aunque los adolescentes de la ESO
seguían reflejando un grado de satisfacción que se situaba en las dimensiones de bastante, satisfecho y
muy satisfecho (86%).
El citado estudio también evidenció que para la mayor parte de los escolares las clases de EF
suponían, en términos generales, experiencias amenas y formativas. Lo cual se interpreta asociado a
que la imagen de los escolares tienen de las sesiones de EF se configuren con expresiones como
divertida, agradable, éxito, utilidad para la vida, pensar y descubrir, aprendizaje, frente a sus antónimos.
Además, en relación a la opinión dada por los escolares con relación a lo que le sugieren las
sesiones lectivas de EF y si nos centramos en la sensación de disfrute-sufrimiento se observa que ésta
284
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
decrece con la edad de forma significativa, al igual que ocurre en nuestro estudio.
Por tanto a partir de este conjunto de evidencias podemos deducir que despertar la motivación por
las clases de EF parece tener una clara influencia en los hábitos futuros de práctica, cuestión que ha
quedado constatada en diferentes estudios de ámbito nacional (Gutiérrez, 2000; Gálvez, 2004;
Hernández y Velázquez, 2007; Fernández García y cols., 2008; Serra, 2008). Además si uno de los
argumentos esenciales de práctica en los escolares es el disfrute y esparcimiento que provoca la práctica
lúdico-deportiva, será necesario crear entornos en los cuales los adolescentes encuentren satisfacción
en su participación.
En esta línea se sitúa el estudio de Navarro y cols. (2011 b), en el que en el programa de
intervención que se aplicó sobre una submuestra de adolescentes pertenecientes a los niveles de 1º y 2º
de la ESO de nuestro estudio, se incluyó un bloque de contenidos relacionados con el desarrollo personal
y las actitudes, con los demás y el entorno, con el propósito de generar actitudes positivas hacia la AF,
en el que tras la aplicación de la intervención se constató que se habían producido cambios en la
percepción de disfrute con la práctica de la AF, la cual mostró un incremento en los adolescentes del
GEA, a la vez que una disminución significativa en los adolescentes del GC y se mantuvo constante en
los del GEB.
Por tanto en la etapa de la niñez y adolescencia proveer una práctica de actividades físicas y
deportivas asociadas al conjunto de factores que se asocian con una elevada sensación de disfrute
supone avanzar en el logro de un estilo de vida físicamente activo en el futuro. Donde en los adolescentes
de nuestro estudio se evidencia una elevada percepción de disfrute con la práctica de la AF, situación
que no se ve refleja en sus niveles de práctica habituales, observándose cierta discrepancia entre opinión
verbal favorable y la práctica real.
Con relación a la variable competencia motriz es preciso hacer mención al hecho de que una
persona competente en la práctica físico-deportiva tiene una relación saludable y placentera con la misma
por lo que tenderá a realizarla de nuevo y tendrá una mayor probabilidad de consolidar hábitos de práctica
de AF que perduren a lo largo de la vida.
Además y por su relación con la etapa de la adolescencia, la orientación que se den a las
285
Eduardo López López Tesis Doctoral
sesiones lectivas de la materia de EF en el ámbito escolar debe ser un aspecto a tener muy en cuenta y
ello por su posible relación con una mayor o menor adherencia hacia la práctica de AF, donde los trabajos
de Torre (1998), Moreno y cols. (1997) y Casimiro (1999), parecen confirmar una notable influencia y
asociación entre la percepción de la clase de EF y la práctica extraescolar, siendo los escolares que más
practican los que tienen una visión más positiva y se sienten más atraídos por la EF.
En contraposición con esta línea de ideas, es preciso indicar que las experiencias negativas en el
entorno escolar durante la etapa de la Educación Primaria y Secundaria suponen un riesgo que incidiría
en estilos de vida poco activos en el futuro. Por lo que utilizar en el programa de EF una metodología
centrada en el resultado y en aspectos competitivos generará problemas en todos aquellos niños que no
poseen altos niveles de competencia motriz, circunstancia que incidirá en su propio autoconcepto y en el
posible alejamiento de la práctica o sustitución por otros hábitos más integradores (Martín-Albo, 2000).
Los hallazgos encontrados en nuestro estudio con relación a esta variable se resumen en que los
adolescentes de nuestro estudio se perciben como bastante buenos en actividades físicas o deportes,
comparándose con sus iguales, en comparación con la mayoría de las otras actividades, en el futuro
haciendo AF o deporte y aprendiendo algo nuevo en actividades físicas o deportes.
Los chicos frente a las chicas se perciben mejores en AF o deporte que las chicas (p<0.000), los
chicos se perciben mejores que las chicas en AF o deporte comparados con las demás personas de su
edad (p<0.000), los chicos se perciben mejores que las chicas en AF o deporte en comparación con la
mayoría de las otras actividades (p<0.000), los chicos esperan hacerlo mejor que las chicas en AF o
deporte en el futuro, los chicos se perciben mejores que las chicas aprendiendo algo nuevo en AF o
deporte (p<0.01).
Los chicos frente a las chicas manifiestan que se perciben con una mayor competencia motriz en
la práctica de AF y deportiva, en las medias de la escala completa (chicos: M=5,01 y S=1,16; chicas:
M=4,57 y S=1,23) (p<000.1), y en ambos sexos se comprueba que conforme se avanza en el ciclo
educativo y en la edad de la adolescencia, que la percepción de competencia motriz disminuye, chicos
(1º ciclo: M= 4,97 y S=1,29; 2º ciclo: M=4,94 y S=1,26), chicas (1º ciclo: M=4,72 y S=1,26; 2º ciclo: M=4,31
y S=1,30) (p<0.01).
Estos resultados se muestran congruentes con otros estudios de ámbito nacional que han
evidenciado que los adolescentes del género masculino frente a los del género femenino se perciben
como más competentes hacia la práctica de la AF y el deporte (Torre,1998; Velázquez y cols., 2001;
286
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Macías y Moya, 2003; Hellín, 2003; Gálvez, 2004; Moreno y Cervelló, 2005; Serra, 2008; Esnaola,
2009).
También los resultados de nuestro estudio coinciden con el estudio realizado en adolescentes
por Labrado et al. (2006), en el que se empleó un sistema de medición próximo al de nuestro estudio, en
base a una escala tipo Likert de 1 a 5, que constató con relación al grado de percepción que el alumnado
tiene sobre sus cualidades físicas que existen diferencias significativas en función del género, siendo los
chicos quienes se perciben con mejores competencias físicas que las chicas (3,33 ± 0,027 y 2,92 ±
0,27 ), coincidiendo en con esta evidencia en nuestro estudio donde igualmente se evidencian
diferencias de género a favor de los chicos frente a las chicas, los cuales se perciben con una mayor
competencia motriz en la práctica de la AF y deportiva
Si nos compararnos con el estudio realizado por Mendizábal et al. (2005) que constató que el grado
de percepción de alumnos/as de ESO sobre su competencia física va disminuyendo a medida que
avanzan en edad y curso escolar encontrándose diferencias significativas entre los alumnos de 1º curso
y cada uno de los cursos restantes 2º, 3º y 4º, observamos que nuestro estudio tiene lugar esta una
tendencia similar y se comprueba que conforme se avanza en el ciclo educativo y en la edad de la
adolescencia la percepción de competencia motriz disminuye en ambos géneros con diferencias
significativas en el caso de las chicas.
También los resultados de nuestro estudio nos permiten la comparación con el estudio realizado
por Hernández y Velázquez (2007), que evidenció que un poco más de la mitad de los escolares no tenía
una percepción bastante o muy positiva de su grado de eficacia medidas tanto a través de una escala
general como específica motriz, con diferencias significativas entre géneros a favor de los chicos, y que
la percepción decrecía con la edad, observando mejores valores en nuestro estudio donde los
adolescentes se percibían como bastante buenos en percepción de competencia motriz con la práctica
de la AF y deportiva, la cual igualmente disminuía conforme se avanzaba en la edad.
A su vez los resultados de nuestro estudio se muestran similares al compararnos con el estudio
de García Cantó (2010), que evidenció que un 57,3 % de los sujetos poseían una autopercepción
aceptable de su competencia motriz, un 15,3 % alta y un 27,4 % baja, y que ésta influía directamente en
los niveles globales de AF habitual, apreciándose este efecto con mayor intensidad en la subescala que
representa la actividad durante el tiempo de ocio donde los sujetos con mayor percepción en esta variable
se incorporaban con mayor decisión a reproducir sus modelos de práctica físico-deportiva de forma
repetida.
287
Eduardo López López Tesis Doctoral
Por último al compararnos con el estudio realizado por Fernández y cols. (2008) en el que se
empleó un sistema de valoración similar al nuestro, constatando diferencias significativas entre géneros
en la percepción de competencia motriz, con mayores valores en los chicos que las chicas (M= 5,42 y
4,75; DT= 1,04 y 1,15 respectivamente) (M= 5,06; DT=1,15 total de la muestra), así como que la
percepción de competencia motriz disminuía con la edad con diferencias significativas en ambos sexos,
chicos (1º ciclo: M= 5,39 y S=1,00; 2º ciclo: M=5,3 y S=1,04) y chicas (1º ciclo: M=4,70 y S=1,26; 2º ciclo:
M=4,51 y S=1,30), en nuestro estudio también observamos diferencias entre géneros en la percepción
de competencia motriz a favor de los chicos (M= 5,01 y 4,57; DT= 1,16 y 1,23; chicos y chicas
respectivamente), así como que esta disminuye conforme se avanza en la adolescencia, chicos (1º ciclo:
M= 4,97 y S=1,29; 2º ciclo: M=4,94 y S=1,26), chicas (1º ciclo: M=4,72 y S=1,26; 2º ciclo: M=4,31 y
S=1,30), con diferencias significativas en el caso de las chicas.
Al igual que hemos referido en el apartado anterior, podemos afirmar que es preciso proveer una
práctica de actividades físicas y deportivas que se asocien con una elevada sensación de competencia
motriz en los adolescentes y en mayor medida en las chicas, al objeto de avanzar en el logro de un estilo
de vida físicamente activo en el futuro, constatando en los adolescentes de nuestro estudio una
satisfactoria percepción de competencia motriz que no se refleja en sus niveles de práctica habituales, si
bien aquellos que muestran mayores niveles de práctica de AF a su vez muestran una mejor percepción
de competencia motriz.
En esta línea se muestra el estudio de Navarro y cols. (2011 b), en el que se incluyó un bloque de
contenidos relacionados con la Habilidad Motriz con el propósito de provocar mejoras en la percepción
de competencia motriz de los adolescentes y aumentar la adherencia hacia la práctica de la AF, en el
programa de intervención que se aplicó sobre una submuestra de adolescentes pertenecientes a los
niveles de 1º y 2º de la ESO de nuestro estudio, constatando tras la aplicación de la misma que la
percepción de competencia motriz hacia la práctica de la AF se incrementó en los adolescentes del GEA,
una disminución significativa en los adolescentes del GC, manteniéndose sin cambios en los del GEB.
Por último y con relación a las diferencias de género que se constatan en la percepción de
competencia motriz a favor de los chicos y al objeto de cambiar esta tendencia se muestran muy
adecuadas actuaciones como las que se recogen en el Plan A + D (2009), a través del “Plan integral para
la AF y el Deporte 2010-2020”, al incluir entre las ocho comisiones de expertos que se han constituido
una centrada exclusivamente a la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, cuyo principal propósito es
el de fomentar el incremento en los niveles de práctica de AF entre las adolescentes del género femenino.
288
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
En diversos estudios realizados se evidencia que entre los motivos y causas a los que los
adolescentes aluden con relación al abandono de la práctica de la AF y el deporte se encuentra la escasa
utilidad y valor que otorgan a la misma (Durán, 1995; Macías y Moya, 2003; Gálvez, 2004; Fernández y
cols.,2003, 2007; Serra,2008, Macarro, 2008; García Cantó, 2010).
Los resultados de nuestro estudio para esta variable se resumen en los siguientes:
Los adolescentes estudiados perciben que la AF y el deporte les es bastante útil y le otorgan
bastante valor, que lo que aprenden en actividades físicas y deportivas y en comparación con la mayoría
de las otras actividades le es bastante útil, que es bastante importante para ellos ser buenos en
actividades físicas y deportivas y en comparación la mayoría de las otras actividades.
En cuanto a las diferencias de género, los chicos otorgan una mayor utilidad y valor a la práctica
de AF y deporte que las chicas en cada uno de los ítems analizados. Así los chicos otorgan una mayor
utilidad y valor a lo que aprenden en AF o Deporte que las chicas (p<0.05), para los chicos es más
importante que para las chicas ser bueno/a en la práctica de AF o Deporte (p<0.01), los chicos otorgan
una mayor utilidad y valor a lo que aprenden en AF o deporte que las chicas en comparación con la
mayoría de las otras actividades (p<0.05), y para los chicos es más importante que para las chicas ser
bueno/a en la práctica de AF o Deporte en comparación con la mayoría de las otras actividades.
289
Eduardo López López Tesis Doctoral
Los chicos otorgan una mayor utilidad y un mayor valor que las chicas a la AF y deportiva (chicos:
M=5,52 y S=1,20; chicas: M=5,26 y S=1,30) (p<0.01) y en cada uno de los ítems de la escala analizados.
Al compararnos con el estudio realizado por Macías y Moya (2003), que evidenció que los chicos
otorgaban un mayor valor de utilidad hacia la tarea con diferencias significativas a favor de los chicos
frente a las chicas, observamos que en nuestro estudio también se constatan diferencias significativas a
favor de los chicos frente a las chicas en la percepción de la utilidad y valor que otorgan a la práctica de
la AF y deportiva, en cuanto a lo que aprenden en AF o deporte, en lo importante que es ser bueno/a en
la práctica de AF o deporte, a lo que aprenden en AF o deporte en comparación con la mayoría de las
otras actividades y en lo importante que es ser bueno/a en la práctica de AF o Deporte en comparación
con la mayoría de las otras actividades.
A su vez al compararnos con el estudio realizado por Fernández, Contreras, Sánchez &
Fernández-Quevedo (2003), que constató que la utilidad que perciben las adolescentes con la práctica
de la AF globalmente es buena, presentando una tendencia de evolución a la baja según se avanza en
la edad, observamos esta misma tendencia en las chicas de nuestro estudio.
También los resultados de nuestro estudio nos permiten la comparación con otro estudio de
Fernández García y cols. (2008) en el que se empleó un sistema de valoración similar al de nuestro
estudio y se evidenció la existencia de diferencias significativas a favor de los chicos frente a las chicas
en la percepción de utilidad y valor que otorgaban a la práctica de la AF y deportiva (M= 5,02 y 4,72; DT=
1,32 y 1,35; chicos y chicas respectivamente), y que esta percepción disminuía con la edad con
diferencias significativas intragéneros en ambos sexos, chicos (1º ciclo: M= 5,09 y S=1,19; 2º ciclo: M=4,6
y S=1,3), y chicas (1º ciclo: M=4,74 y S=1,36; 2º ciclo: M=4,28 y S=1,22), observamos que en nuestro
estudio también se constatan diferencias de género en la percepción de utilidad y valor que los
adolescentes otorgan a la práctica de AF y deportiva (M= 5,52 y 5,26; DT= 1,19 y 1,29; chicos y chicas
respectivamente), junto a su disminución conforme se avanza en la edad, chicos (1º ciclo: M=5,54 y
S=1,14; 2º ciclo: M=5,39 y S=1,29) y chicas (1º ciclo: M=4,74 y S=1,36; 2º ciclo: M=4,28 y S=1,22), con
diferencias significativas en el caso de las chicas.
290
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
A su vez las evidencias encontradas en nuestro estudio coinciden las aportadas por un estudio muy
similar al nuestro realizado por Labrado et al. (2010), en el que se constataron diferencias significativas
a favor de los chicos frente a las chicas en la percepción de utilidad y valor que otorgaban a la práctica
de AF y deportiva (chicos: M=5,32 y S=1,19; chicas: M=4,73 y S=1,23), observando la misma evidencia
en nuestro estudio igualmente con diferencias significativas a favor de los chicos frente a las chicas (M=
5,52 y 5,26; DT= 1,19 y 1,29; chicos y chicas).
A su vez, los datos obtenidos en nuestro estudio coinciden con el estudio de García Cantó (2010),
que evidenció que la percepción de utilidad en las clases de EF era una variable que elevaba de forma
significativa, en ambos sexos, los niveles globales de AF habitual en los escolares y en las diferentes
subescalas analizadas, obteniendo los mayores valores en la práctica de actividad físico- deportiva
escolar, frente a la realizada en de forma voluntaria y durante el tiempo de ocio.
Con relación a la necesidad de incrementar la percepción de utilidad y valor que los adolescentes
otorgan a la práctica de la AF y deportiva, dada la influencia que pueda tener en el incremento de los
niveles de práctica habitual en este sector de la población y generar una mayor adherencia hacia la
misma, el estudio de Navarro y cols. (2011 b), en el que se incluyó un bloque de contenidos relacionados
con la habilidad motriz y con el desarrollo personal y las actitudes en el programa de intervención
educativo que se aplicó sobre una submuestra de adolescentes pertenecientes a los niveles de 1º y 2º
de la ESO de nuestro estudio, el cual constató tras su aplicación resultados alentadores de forma que la
percepción de utilidad y valor que se otorgaba a la práctica de la AF mostró un incremento en los
adolescentes del GEA, una disminución significativa en los adolescentes del GC y se mantuvo constante
en los del GEB.
En definitiva como hemos referido en el apartado anterior, si lo que se pretende es que los
adolescentes incrementen sus niveles habituales de práctica de AF adoptando un estilos de vida
físicamente más activos, podemos afirmar que es preciso proveer una variedad de prácticas en las que
se incluyan contenidos orientados al aumento de la percepción de utilidad y valor que los participantes
otorgan a la misma, la cual junto con la percepción de disfrute y competencia motriz con la práctica de la
AF, se muestran como factores que pueden ejercer influencia en la consolidación de hábitos de práctica
de AF y deportiva en este sector de población, generando una mayor regularidad y adherencia hacia la
misma a la vez que evitando su abandono.
291
Eduardo López López Tesis Doctoral
Tal y como indican los expertos en el campo de la Salud, se acepta que explorar y conocer la
percepción que los individuos tienen sobre su propio estado de salud se constituye en un aspecto de
especial relevancia puesto que la misma se ha mostrado como un factor predictor de morbi-mortalidad,
encontrándose ésta vinculada a lo que en la literatura especializada se denomina “estado general de
bienestar percibido” o “estado psicológico de bienestar” (well-being).
Desde esta perspectiva se muestra del todo apropiado el estudio en los adolescentes del
comportamiento de las dimensiones asociadas al BF, BE y Autoestima, lo cual nos aportará una
información más concreta sobre la percepción de su estado de salud que presentan en la actualidad
aportando información útil relacionada con su perfil o estilo de vida que se asocia con esta variable.
Los adolescentes de nuestro estudio se perciben con un grado elevado de BF, lo cual se traduce
en que durante la última semana de sus vidas, casi nunca se han sentido enfermos, les ha dolido algo,
han estado muy cansados y casi siempre han tenido mucha fuerza y energía.
En cuanto a diferencias de género los chicos frente a las chicas se perciben con un mayor grado
de BF en cada uno de los ítems estudiados, con diferencias significativas en el ítems 2, durante la
semana pasada me ha dolido algo (p<0.01), y 4, durante la semana pasada he tenido mucha fuerza y
energía (p<0.001).
Además y con relación a la evolución a lo largo de los dos ciclos educativos se comprueba que
conforme se avanza en el ciclo educativo y en la edad de la adolescencia, la percepción de BF disminuye
en ambos géneros, chicos (1º ciclo: M= 2,64 y S=0,54; 2º ciclo: M=2,58 y S=0,62) y chicas (1º ciclo:
M=2,72 y S=0,62; 2º ciclo: M=2,58 y S=0,52). (p=0.021).
292
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
donde las chicas adolescentes perciben peor la salud general, física y emocional (Serra-Sutton et al.,
2003; Cavallo et al., 2006; Piko, 2007; Alonso et al., 2008; Vélez et al., 2009).
También, atendiendo a las diferencias encontradas en función del ciclo educativo y el género, el
estudio de Rajmil et al. (2004), confirmó que las chicas de mayor edad presentaban puntuaciones más
bajas que las chicas de menor edad en la variable de BF, observando resultados similares en nuestro
estudio en el que la percepción de BF disminuye con la edad en ambos géneros, con diferencias
significativas el género femenino, donde las chicas del segundo ciclo frente a las del primer ciclo han
mostrado una menor percepción de BF (1º ciclo: M=2,72 y S=0,62; 2º ciclo: M=2,58 y S=0,52).
Por otra parte con relación a la variable BE, los principales hallazgos encontrados en nuestro
estudio se resumen en los siguientes:
Los adolescentes de nuestro estudio, se perciben con un grado de BE elevado, de forma que
durante la semana pasada casi siempre se han reído y divertido mucho, casi nunca se han aburrido
mucho, se han sentido solos, han sentido miedo o se han sentido inseguros.
Al igual que ocurre con la variable BF, los resultados de nuestro estudio se muestran coincidentes
con los resultados de diversos estudios, de ámbito internacional y nacional, que han evidenciado que a
partir de la adolescencia las chicas perciben peor su BE que los chicos, y que a mayor edad en la
adolescencia ambos sexos perciben peor salud o bienestar (Serra-Sutton et al. ,2003; Cavallo et al.,
2006; Ramjil et al., 2004; Urzúa et al., 2008; Vélez et al., 2009).
293
Eduardo López López Tesis Doctoral
evidencias con las que no coincidimos en nuestro estudio, en el que se observa un comportamiento más
dispar en que las chicas frente a los chicos manifiestan haberse reído y divertido más (p<0.05), haberse
aburrido menos y haberse sentido menos solas, y los chicos manifiestan haber sentido miedo e
inseguridad en menor medida que las chicas, así que sólo en el caso de las chicas conforme se avanza
en la edad la percepción de BE disminuye (1º ciclo: M=2,49 y S=0,60; 2º ciclo: M=2,46 y S=0,43).
También atendiendo a las diferencias encontradas en función del ciclo educativo y el género el
estudio de Rajmil et al (2004), confirmó que las chicas de mayor edad presentaban puntuaciones más
bajas que las chicas de menor edad en la variable de BE, observando este mismo comportamiento en
nuestro estudio en el caso de las chicas.
Con relación a la variable Autoestima, los principales hallazgos encontrados en nuestro estudio se
resumen en los siguientes:
Los adolescentes estudiados se perciben con un grado de autoestima elevado de forma que
durante la semana pasada de sus vidas casi siempre se han sentido orgullosos de sí mismos, se han
gustado a sí mismos, se han sentido satisfechos consigo mismos y han tenido muchas buenas ideas.
En cuanto a las diferencias encontradas en la evolución a lo largo de los dos ciclos educativos, se
comprueba conforme se avanza en la edad de la adolescencia la percepción de autoestima disminuye
en ambos sexos.
Al igual que ocurre con las variables anteriores los resultados de nuestro estudio se muestran
coincidentes con diversos estudios que han evidenciado que a partir de la adolescencia las chicas
perciben peor su autoestima que los chicos y que a mayor edad en la adolescencia ambos sexos perciben
peor salud o bienestar (Serra-Sutton et al. ,2003; Cavallo et al., 2006; Ramjil et al., 2004; Urzúa et al.,
2008; Vélez et al., 2009).
294
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
la edad de la adolescencia disminuía la percepción de BF en ambos géneros, evidencias con las que
coincidimos en nuestro estudio, a excepción del ítem 2, donde las chicas perciben haberse gustado más
a sí mismas que los chicos.
Otros trabajos de investigación también confirman los resultados aquí obtenidos ya que la mujer
manifiesta valorarse en menor grado y estar mucho más preocupada por sus capacidades personales
que el hombre (Labrado et al., 2006; Pomin et. al, 2008), siendo esta una evidencia con la que
coincidimos en nuestro estudio.
También atendiendo a las diferencias encontradas en función del ciclo educativo y el género, el
estudio de Rajmil et al (2004) confirmó que las chicas de mayor edad presentaban puntuaciones más
bajas que las chicas de menor edad en la variable de Autoestima, observando esta misma tendencia en
nuestro estudio en ambos géneros.
A su vez los resultados de nuestro estudio no muestran coincidencia con las evidencias aportadas
por el estudio de Hernández y Velázquez (2007), si bien se empleó la escala Coopersmith adaptada para
los países europeos, y constató que un 35,4 % de los chicos y un 38 % de las chicas mostraron una baja
autoestima, frente a un 47,4 % de los chicos y un 43,7 % de las chicas que se situaron por encima de un
valor medio, sin que tuviera lugar una disminución de las misma a lo largo de las dos etapas educativas.
En definitiva los adolescentes de nuestro entorno muestran un perfil que se asocia con una
percepción bastante elevada de BF, BE y Autoestima, donde los chicos se perciben con un mejor estado
de salud psicológico que las chicas en todas las dimensiones que hemos estudiado, siendo esta una
tendencia que debe modificarse mediante la puesta en marcha de estrategias orientadas a conseguir
una disminución de las diferencias de género que se observan en la actualidad.
295
Eduardo López López Tesis Doctoral
Uno de los principales hallazgos con relación al patrón alimentario de los adolescentes de nuestro
estudio evidencia que este se muestra alejado de la DM óptima (24,9%), en mayor medida en las chicas
(25,4 % y 24,3 % ), junto a una prevalencia del patrón que indica la necesidad de mejorar su
alimentación hacia una DM óptima (52,9%) en este caso en menor medida en las chicas (55 % y 50,6
% ) y donde es de destacar que un porcentaje elevado de adolescentes presentan un patrón de DM
de muy baja calidad (22,3%) en mayor medida en los chicos frente a las chicas (25,1 % y 19,6
% ).
Además los datos globales comparados con estudios similares anteriores muestran un
empeoramiento del patrón alimentario de carácter alarmante (Lluís Serra et al., 2002; Lluis Serra, Ribas,
Ngo, Ortega, & García, 2004), el cual empeora muchísimo en el segundo ciclo educativo donde las chicas
frente a los chicos muestran mayores valores porcentuales en el patrón alimentario de muy baja calidad
(29,6 % y 19,2 % ) y menores valores porcentuales en el patrón alimentario relacionado con una
DM óptima (22,6 % y 26,9 % ).
Así en el estudio enKid realizado hace aproximadamente diez años se evidenció que un escaso
porcentaje de la muestra presentaba un patrón alimentario de muy baja calidad (2,5 % y 3,2 % ;
4,7 % y 5,9 % ; grupos 2 a 14 años y 15 a 24 años respectivamente) y que a su vez un elevado
porcentaje de la muestra presentaba un patrón alimentario asociado a una DM óptima (47,9 % y 49
% ; 45,4 % y 43,9 % ; grupo 2 a 14 años y 15 a 24 años respectivamente), mientras que en
nuestro estudio se comprueba que en los adolescentes ha tenido lugar un empeoramiento alarmante en
el grupo que se sitúa en el patrón alimentario de muy baja calidad, donde se observa un considerable
incremento en ambos géneros y de forma más acentuada en las chicas que en los chicos (25,1 % y
19,6 % ), y a su vez son mucho menos los adolescentes de nuestro estudio que presentan un patrón
alimentario de DM óptima (24,3 % y 25,4 % ), al compararnos tanto con los datos del grupo de 2
a 14 años de edad como al de 15 a 24 años. (Tabla 4.1)
296
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Toma una
segunda fruta 27,9 57,1 63,1
28,8 26,9 55,3 59,1 63,3 62,8
todos los días
Toma verduras
frescas o
cocinadas una 27,8 28,2 28 75,3 82,4 78,8 65,8 68,9 67,3
vez al día
Toma verdura
más de una vez 19,3 51,5 33,4
18,2 20,4 46,4 56,8 31,7 35,3
al día
Toma pescado
con regularidad 56,8 86,4 82,9
55,7 57,9 85,5 87,4 83,3 82,5
(>2-3/semana)
Desayuna un
cereal o 74,3 71,3 72,9 49,6 54,3 51,9 65,8 56,2 61,2
derivado
Toma frutos
secos con
regularidad (>2- 46,2 35,1 40,9 37,7 29,3 33,6 33,1 37,8 35,4
3/semana)
Utiliza aceite de
oliva en casa 86,7 84,8 85,8 75,0 72,4 73,7 71,8 75,4 73,5
No desayuna 16 21,7 18,8 10,2 7,3 8,8 2,5 2,8 2,6
Desayuna un
lácteo 76,5 74,7 75,6 78,6 76,1 77,3 93,1 91,9 92,5
Desayuna
bollería 14,5 12,7 13,6 20,0 14,3 17,2 10,9 10,2 10,6
industrial
Toma dos
yogures y /o 40
g de queso 53,5 48,3 51 50,4 45,8 48,2 54,1 48,6 51,4
cada día
Toma golosinas
varias veces al 39,8 25,0 30,7
37,8 41,9 26,1 23,8 30,3 31,2
día
Índice KIDMED
<3 19,6 25,1 22,3 5,9 4,7 5,3 3,2 2,5 2,9
4-7 55 50,6 52,9 50,2 49,9 50,1 47,8 49,5 48,6
>8 25,4 24,3 24,9 43,9 45,4 44,6 49,0 47,9 48,5
Tabla 4.1.: Comparación de los resultados de nuestro estudio con el estudio enkid (1998-2000).
297
Eduardo López López Tesis Doctoral
Además este empeoramiento de carácter alarmante del patrón alimentario que muestran los
adolescentes de nuestro estudio, acentúan sus diferencias en los siguientes consumos de alimentos que
mide la encuesta, comprobando que los adolescentes de nuestro estudio en comparación con el estudio
enkid, toman menos frutas, menos verduras, legumbres y pescado que hace diez años y acuden con
más asiduidad a centros fast-food, además de incluir entre sus hábitos alimentarios un mayor consumo
de golosinas, observándose cierta estabilización en el consumo de lácteos, de bollería industrial y en el
consumo de yogures y queso en el desayuno, junto a un incremento del consumo de pasta o arroz,
cereales o derivados en el desayuno, de frutos secos, así como de aceite de oliva. Y parecen mejorar los
resultados en el consumo de cereales de desayuno, aceite de oliva y frutos secos, pero se duplica el
porcentaje de sujetos que no desayunan (aún mayor en mujeres) y aumenta el consumo de golosinas.
En cuanto a las diferencias de género, los chicos frente a las chicas muestran un mayor consumo
de frutas, verduras, legumbres, cereales en el desayuno, frutos secos, aceite de oliva, lácteos, bollería
industrial, yogures o queso en el desayuno, lo cual indica que las chicas muestran peores hábitos
alimentarios que los chicos a los que hay que añadir un mayor consumo de golosinas, lo cual las aleja
aún más del “patrón saludable” que le otorgaban anteriores estudios (Aranceta, Pérez, Rivas, & Serra,
2003).
Mención especial merece el desayuno, al tratarse de una ingesta que bajo ningún concepto debe
saltarse, siendo ésta una cuestión a la que refieren los diferentes estudios realizados precisamente por
su importancia para el rendimiento físico e intelectual a lo largo del día en niños y jóvenes (Serra- Majem
et al., 2002; Lirio, 2006; AVENA, 2006; AFINOS, 2008; HELENA; 2008; González, 2010),
comprobando en nuestro estudio que un elevado porcentaje de los adolescentes no desayunan (18,8
%) en un mayor porcentaje las chicas frente a los chicos (21,7 % y 16 % ) indicando la existencia
de un hábito alimentario del todo inadecuado, siendo estos porcentajes mayores que los que se han
constatado tanto en el estudio de carácter local de Hernández (2008) donde un 15,28 % de los
adolescentes acudían a clase sin haber desayunado nada (18,2 % y 12,3 % ), como en el estudio
enKid (2,8 % y 2,5 % ; 7,3 % y 10,2 % ; grupo 2 a 14 años y 15 a 24 años respectivamente), el
estudio AVENA (8,6 % y 3,5 % ) o los reflejados en la Encuesta Nacional de Salud Española del
año 2007.
A su vez el patrón alimentario que muestran los adolescentes de nuestro estudio nos permiten
compararnos con el estudio de Labrado et al. (2010), realizado en un rango de población similar al nuestro
de adolescentes pertenecientes a Castilla-La Mancha, en la que se empleó el mismo instrumento de
medida, observando valores similares en el porcentaje que presenta un patrón
298
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
También los resultados globales de nuestro estudio permiten la comparación con el estudio
realizado por Montero (2006) con población de entre 9 y 12 años pertenecientes a la Comunidad de
Madrid, que evidenció que un 15,4 % de los adolescentes presentaban un patrón alimentario de baja
calidad, un 47,5 % necesitaba mejorarlo y un 37,5 % presentaban un patrón asociado a DM óptima,
observando peores valores en nuestro estudio donde un 22,3 % presentaba un patrón alimentario de
muy baja calidad, un 52,9 % necesitaba mejorarlo y 24,9 % presentaba un patrón asociado a DM óptima.
Por otra parte si nos comparamos con el estudio de González (2010), los resultados de nuestro
estudio presentan un comportamiento dispar en algunos consumos de alimentos que mide la encuesta
KIDMED., en el que se confirmó el siguiente consumo de raciones de alimentos:
299
Eduardo López López Tesis Doctoral
estudio donde un 13,6 % manifestó consumir al menos una ración diaria de este tipo de productos aunque
los datos están referidos al consumo de este tipo de alimentos en el desayuno.
- Respecto al siguiente grupo de alimentos, las golosinas, snacks y todo tipo de caramelos, un
34,5% del total de alumnos manifestó ingerir este tipo de productos con una frecuencia de una ración al
día, seguido de otro 12,4% de alumnos quienes manifestaron consumirlos con una frecuencia de dos
raciones diarias, mostrando valores próximos nuestro estudio en el que un 39,8 % de los adolescentes
manifestaron consumir este tipo de alimentos con la misma frecuencia.
- Con respecto al consumo de pasta, un 34% de los alumnos afirmó ingerir una media de dos
raciones de pasta a la semana, seguido de un 29,9% de alumnos quienes ingerían tres raciones de pasta
a la semana, mejores valores en nuestro estudio (46,5 %).
A su vez los resultados de nuestro estudio se muestran coincidentes con los aportados por la ESC
2009 que muestra para la población de entre 1 y 15 años de Canarias, que los alimentos más consumidos
a diario son los productos lácteos (95,8 %), seguido del pan y cereales con (91,52 %), la fruta fresca
con un (71,28 %), las verduras y hortalizas (44,73 %) y los dulces (32,09 %). Frente a un grupo de
alimentos que se consumen una o dos veces a la semana; pescado (70,48 %), huevos (71,1
%), legumbres (69,51 %), carne (62,22 %), pasta o arroz (42,55%). Así como, que el consumo de comida
rápida se sitúa entre una frecuencia de menos de una vez a la semana (39,16%), una o dos veces a la
semana (26,52 %), o nunca o casi nunca (29,27 %), y el consumo de los alimentos incluidos en el grupo
de snacks salados, se sitúa en una frecuencia de menos de una vez a la semana (32,68%), una o dos
veces a la semana (31,66 %), o nunca o casi nunca (26,68 %). Y con relación a los hábitos de desayuno,
los alimentos más consumidos son la leche y derivados, yogurt, queso blanco, etc. (94,15
%), pan y cereales (79,18 %), bollería y galletas (23,06 %) y embutidos y huevos (16,71 %).
Por tanto, estas evidencias nos permiten comprobar que los adolescentes de nuestro estudio
muestran un patrón alimentario que necesita ser mejorado hacia una DM óptima, estando caracterizado
por un bajo consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado, mientras se acude con más asiduidad a
un fast-food y se consumen más golosinas, rompiendo el adecuado equilibrio alimenticio que debe
caracterizar el patrón alimentario en este sector de la población.
Si nos centramos en los resultados de nuestro estudio con relación a la percepción global sobre
su alimentación, se comprueba que los adolescentes en un mayor porcentaje perciben que su
300
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
alimentación es bastante sana aunque podría mejorar (48,7 %) y que la consideran muy sana (21,5 %),
frente a los que informan en un menor porcentaje no saber si su alimentación es sana (14 %), los que
perciben que la consideran poco sana (11,7 %) y los que no la consideran sana (4%), disminuyendo
estos niveles de percepción en ambos géneros conforme se avanza en el ciclo educativo y en la edad de
la adolescencia.
Por tanto ante este conjunto de evidencias que indican que en la actualidad en la población
adolescente se encuentra instalado un patrón alimentario alejado de una DM óptima, los distintos
organismos con competencias en la materia han puesto en marcha un conjunto de actuaciones con el
propósito de cambiar esta tendencia y procurar la adquisición de hábitos de vida saludables en este
sector de la población. Así entre las actuaciones más recientes se incluyen las siguientes:
El programa PERSEO, el cual constituye una de las iniciativas de mayor relevancia con desarrollo
en nuestro país, el cual se inicia en el año 2006 y aún continúa en la actualidad. En el que la muestra de
estudio la componen unos 14.000 alumnos de primaria de entre 6 y 10 años de edad correspondientes
a 67 centros escolares de Andalucía, Canarias, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Murcia, Ceuta y
Melilla.
A nivel Europeo hemos de hacer especial mención al proyecto HELENA (Healthy Lifestyle in
Europe by Nutrition in Adolescence), ya citado, que se inicio en mayo de 2005 y finalizó en abril de 2008,
cuyos resultados en opinión de los organizadores marcarán la política de intervención de la Unión
Europea en materia de SP y OB juvenil de los próximos años.
En nuestro contexto es preciso referir al Estudio de Salud y Hábitos Alimentarios entre escolares
de Arona (2005-2006) denominado Proyecto Delta de Educación Nutricional. Iniciativa del Servicio
Canario de Salud, Consejería de Sanidad y Gobierno de Canarias, el cual se inicia entre los años 2005
y 2006, en el que se apuesta por ampliar los ámbitos de intervención sobre los que se deben actuar y
301
Eduardo López López Tesis Doctoral
se consideran como prioritarios el ámbito familiar y el comunitario, además del escolar, y se pretende
hacer partícipes de sus actuaciones no sólo al profesorado y alumnado sino a otros colectivos
específicos tales como madres, padres y responsables de la alimentación infantil (comedores escolares),
profesionales sanitarios y sociales, empresas e industrias alimentarias, informadores, medios de
comunicación social, clubes e instituciones deportivas, etc..
Con relación al empleo del IMC como índice relacionado con la prevalencia de la OB se acepta su
empleo como valor predictor del grado de OB en sujetos con determinadas características (deportes de
fuerza, niños y adolescentes, etc.), lo cual permite hacer comparaciones de su evolución para grandes
poblaciones proporcionando a nivel epidemiológico una información estadística útil sobre la prevalencia
de la OB (Merino et al., 2006).
Este hecho hace que muchos profesionales y expertos de los distintos campos de investigación
relacionados con la salud continúen haciendo uso de este índice también para estimar la prevalencia de
la OB en la infancia y la adolescencia, aunque se han sugerido diferentes criterios como por ejemplo los
valores correspondientes a los percentiles 85 o 90 para el SP y 95 o 97 para la OB. (Encuesta Nacional
de Salud de España, 2006; Lirio, 2006; Ruiz et al., 2006, Encuesta de Salud de Canarias, 2004-2009;
Serra-Majem y Aranceta, 2002; SEEDO, 2000; Sociedad Española de Nutrición Comunitaria –SENC-,
2004; Currie et al., 2004, Health Behaviour in School-aged Children (HBSC) study).
302
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
Para establecer la comparación de nuestros resultados del IMC con otros estudios y en
consonancia con las directrices emanadas de la OMS (2010), de una parte hemos optado por tomar
como referencia el percentil 85 como punto de corte para determinar la SP y el percentil 95 para
determinar la OB, y de otra hemos seguido los criterios fijados en la mayoría de estudios similares (Serra
et al., 2003) y que corresponden a la siguiente distribución de percentiles: subpeso clínico, que
corresponde a datos ≤ Percentil 5, subpeso no clínico que corresponde a datos entre Percentil 5 y
Percentil 25, saludable que corresponde a datos entre Percentil 25 y Percentil 75, SP no clínico a datos
entre Percentil 75 y Percentil 85, SP clínico a datos entre el Percentil 85 y Percentil 95, y OB a datos ≥
Percentil 95.
De esta manera los adolescentes de nuestro estudio muestran unos valores medios de IMC
similares en ambos géneros (Media=22,6; DT= 4,7) que se muestran próximos a los valores promedios
que han constatado otros estudios tanto en el contexto europeo, estudio ALPHA (2010), como en el de
nuestro contexto próximo realizado por Hernández (2008).
A su vez y en cuanto a las diferencias de género, en los chicos los valores que arroja nuestro
estudio se muestran muy próximos a los de otros estudios de ámbito nacional (Serra-Majem y Aranceta,
2001; Moreno et al., 2005; Ruiz, 2007) y a su vez alejados de los valores promedios del estudio de
González (2010) realizado en población de la provincia de Granada, si bien incluye a preadolescentes
de 10 y 11 años de edad.
En el caso de las chicas y en contraposición, observamos como los valores medios del IMC son
superiores a los obtenidos en los citados estudios, así como a otros que refieren a un contexto poblacional
nacional o de nuestro entorno (Brito-Ojeda, 2003; ESC, 2009), mostrándose a su vez próximos al estudio
realizado por González (2010), si bien esta proximidad podría atribuirse a la desproporción observada
entre el peso y la talla de las adolescentes al ser este un período caracterizado por la existencia de
grandes cambios morfológicos.
A su vez, si nos centramos en los valores del IMC que se corresponden con los puntos de corte
correspondiente a los percentiles 85 (SP) y 95 (OB) (27,2 y 32 chicos y 27,2 y 31,7 chicas), los resultados
de nuestro estudio muestran mayores valores al compararlos con el estudio realizado por Cole et al.
(2000) de ámbito internacional, en el que se clasifica el IMC ≥ 25 como SP y el IMC ≥ 30 como OB.
Esta misma tendencia, se observa al realizar la comparación con estudios realizados en nuestro
contexto más próximo, Comunidad de Canarias, en este mismo grupo de población (Brito-Ojeda, 2003;
303
Eduardo López López Tesis Doctoral
Hernández, 2008).
Además nuestro estudio muestra mayores valores en ambos sexos y en todas las edades al
compararnos con los valores obtenidos en el estudio enKid (1998-2000) para la población infantil y juvenil
española. (Tabla 4.2)
HOMBRES MUJERES
Tabla 4.2.: Comparación de los valores del IMC entre hombres y mujeres adolescentes de nuestro estudio con el
estudio enKid (Serra-Majem y Aranceta, 2001) tomando como referencia los percentiles 85 para el SP y el 95 para
la OB.
A la vista de las comparaciones que hemos realizado con estos estudios se podría interpretar que
los valores medios más elevados del IMC que se muestran en nuestra investigación podrían deberse a
la existencia de elevados valores que se concentran en un número reducido de sujetos de la muestra.
Por otra parte si tomamos como referencia el porcentaje de adolescentes que se corresponden a
la distribución de percentiles anteriormente citada, los datos de nuestro estudio nos muestran una
prevalencia del SP de un 10 % (9,6 % y 10,4 % ) y de la OB de un 5 % (4,7 % y 5,3 % ) lo
cual también nos permite realizar comparaciones con otros estudios de corte similar.
En el contexto de nuestro país, los resultados de nuestro estudio muestran mejores valores al
compararnos tanto con los valores aportados por la Encuesta Nacional de Salud (2006) para la población
entre 2 y 17 años, que indicaba que los porcentajes SP y OB se sitúan en un 31 % y un 19,5
304
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
% respectivamente. Como los aportados por el estudio AVENA (Wärnberg y cols., 2006), en el que se
evidenció que la prevalencia de SP y OB, tomada en su conjunto, de los adolescentes españoles fue de
un 25,7 % en varones y de un 19,13 % en mujeres (Moreno y cols. 2005). Observando mejores valores
en nuestro estudio en el que la prevalencia de SP y OB fue de un 15,8 % en varones y un 14,3
% en mujeres.
A su vez, al compararnos con el estudio de Labrado et al. (2008) en los que el porcentaje de
adolescentes que se situaban en rangos de SP no clínico fue de un 9,8 % en las chicas y de un 11,6 %
en los chicos, en rangos de SP clínico de un 9,3 % en chicas y un 10,3 % en chicos, y en rangos de
obesidad de un 6,8 % en chicas y de un 7,5 % en chicos, observamos mejores valores en los chicos de
nuestro estudio en los rangos correspondientes a SP no clínico y OB ( 9,7 % y 5,3 %) y similares en SP
( 10,4 %), y en las chicas observamos mejores valores en el rango correspondiente a la OB (4,7 %), así
como valores similares en los rangos que se corresponden con SP no clínico (10,1 %) y SP clínico (9,6
%).
También al compararnos con los resultados obtenidos en el estudio realizado por González (2010),
que evidenció en la población adolescente de la provincia adolescente de Granada una prevalencia
general de SP para ambos sexos del 22,03 % y de OB del 9,12%, observamos mejores valores en nuestro
estudio donde la prevalencia de SP que mostraron los adolescentes se situó en un 10 % y la de OB en
un 5 %.
Por último si nos aproximamos a nuestro entorno próximo, los resultados de nuestro estudio
muestran mejores valores de SP y OB, al compararnos tanto con el estudio enKid (1998-2000), el cual
evidenció que la población infantil y juvenil de Canarias presentaba los valores más elevados de nuestro
país tanto en prevalencia de SP (32,8 %) como de OB (18%). Como con los datos aportados por la ESC
2009, para la población de entre 2 y 17 años de Canarias, que indicaba que un 19,45 % alcanza niveles
de SP (10,47 % chicos y 13,21 % chicas), mientras un 11,84 % alcanzaba niveles correspondientes a
OB (18,59 % chicos y 20,32 % chicas).
Mostrando valores más próximos y mejores en nuestro estudio en ambos rangos, SP (10 %) y OB
(5 %), al compararnos con los datos obtenidos en el estudio de Hernández (2008) de carácter local,
donde un 13,8 % de la muestra se situaba en rangos correspondientes al SP y un 5,8 % al de OB.
En definitiva como ya indicábamos con anterioridad, los resultados obtenidos en nuestro estudio
ponen de manifiesto que el SP y OB entre la población escolar de nuestro entorno están adquiriendo
unas dimensiones que requieren de una especial atención, especialmente hacia aquellos factores que
305
Eduardo López López Tesis Doctoral
se han mostrado asociados a esta problemática y que están contribuyendo de forma positiva a
incrementar la citada prevalencia entre nuestra sociedad y en modo especial entre la población infantil y
adolescente. De forma que este grupo de población se constituye en un grupo prioritario objeto de
intervención a través de programas que incidan en una modificación de los hábitos alimentarios hacia un
patrón más saludable como el que se asocia con la DM óptima, unido al incremento de los niveles de
práctica de AF y deportiva.
Siendo en esta línea en la que se sitúan iniciativas ya comentadas, como el programa PERSEO,
el cual pretende promover hábitos de vida saludables entre la población escolar y sus familias y viene
aportando datos importantes sobre la prevalencia del SP y OB en la infancia y preadolescencia.
O más recientemente las del grupo de trabajo nacional sobre la OB de SEEP, que en el presente
año ha indicado que la OB infantil que sufre la sociedad actual provocará que la esperanza de vida
disminuya por primera vez en la edad contemporánea, asegurando que la OB infantil “no deja de ser el
fondo de un iceberg que va a eclosionar dentro de unos años" y que hará que se reduzcan las medias
en las expectativas de vida, actualmente fijadas sobre los 84 años para las mujeres y los 76 los hombres.
Con relación al PGC como ya hemos indicado con anterioridad es preciso indicar que junto con el
IMC éste se encuadra dentro del estudio de la composición corporal donde se utilizan diferentes métodos
a partir de distintos modelos que intentan su cálculo. Por lo que el uso de los pliegues cutáneos,
circunferencias y longitudes esqueléticas, ha sido empleado de forma habitual en la población adulta
como método de campo para el cálculo de la grasa corporal (Lohman et al., 1984). Además y dado que
las características de los niños y adolescentes difieren de los adultos en cuanto a composición corporal,
densidad ósea y densidad de los tejidos se han desarrollado fórmulas para estos
306
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
sectores de población aplicando las mediciones de pliegues cutáneos. En consecuencia con lo citado
para nuestro estudio finalmente se optó por la utilización de las ecuaciones propuestas por Slaughter et
al. (1988), con relación a las cuales, estudios de ámbito nacional como el de Rodríguez et al. (2005),
recomiendan su empleo en jóvenes de ambos sexos, utilizando para la valoración del PGC los valores
de referencia indicados por Lohman (1987).
Por otro lado es preciso atender a que la valoración de la composición corporal en niños y
adolescentes presenta una mayor dificultad que en la población adulta, estando ello motivado por las
transformaciones que estos experimentan, asociadas al proceso de crecimiento característico de esta
etapa de la vida. Esta situación que se encuentre especial dificultad a la hora de discriminar si el motivo
a que se deben los citados cambios son debidos al proceso de crecimiento, a la dieta, a la actividad
física o a algún otro proceso que se muestre concurrente ( Rodríguez et al., 2004). Ante lo cual, al igual
que ocurría con el IMC, en las etapas de pubertad-adolescencia o en jóvenes deportistas, debe primar
la precaución a la hora de interpretar los valores del PGC obtenidos (Jiménez, 2000; Molina, 2007).
Los resultados de nuestro estudio muestran que los chicos presentan un PGC que se considera
alto, tanto en los valores promedio de la muestra tomada en su conjunto como en los promedios que
se corresponden con los 12, 13, 15 y 16 años de edad, a excepción del que se corresponde con los 14
años que se considera moderadamente alto. A su vez, las chicas presentan un PGC que se considera
moderadamente alto, tanto en los valores promedio de la muestra tomada en su conjunto, como en las
medias correspondientes a los 12, 13 y 14 años de edad, el cual pasa a ser alto a los 15 y 16 años.
También los resultados de nuestro estudio permiten la comparación con los que aporta la batería
europea ALPHA_FIT (2010) en las edades de 13 a 16 años en ambos sexos, en el que se emplearon las
mismas ecuaciones de medida que en nuestro estudio. Observando que en nuestro estudio los chicos
presentan un porcentaje de grasa que se considera alto, en los valores promedios correspondientes a
los 13, 14, 15 y 16 años de edad, y a su vez las chicas presentan un porcentaje de grasa que se considera
alto en los valores promedios correspondientes a los 13, 14 y 15 años de edad, que pasa a ser muy alto
a los 16 años.
En nuestro país, al compararnos con los resultados del estudio de Moya (2009) que también
empleó las mismas ecuaciones que en nuestro estudio y evidenció valores promedios para 2º de la ESO
correspondientes a un PGC del 32,35 % en las chicas y del 28,08 % en los chicos, y para 4º de la
307
Eduardo López López Tesis Doctoral
ESO correspondientes al 32,80 % en las chicas y del 27,45 % en los chicos, observamos mejores valores
en nuestro estudio, en el que en los chicos en ninguna de las edades se supera el valor promedio de
PGC correspondiente al 27,6 % y en las chicas tampoco en ninguna de las edades se supera el valor
promedio de PGC correspondiente al 31,8 %.
Por otro lado y con relación a las diferencias de género, en nuestro estudio los chicos muestran
un PGC inferior al de las mujeres adolescentes en los valores promedios medios del total de la muestra
(28,4 % y 25,6 % ), mostrándose estos resultados congruentes con los encontrados en otros
estudios de cohortes similares (González- Gross, 2003b, Moreno et al., 2005a; Moreno et al., 2005b;
Casanova et al., 2004; Dwyer y Blizzard, 1996; Hoyo y Sañudo, 2007; Moya, 2009; González, 2010;
Martínez, 2010; ALPHA-FIT, 2010), a excepción de los 12 años de edad, donde los chicos frente a las
chicas muestran mayores valores coincidiendo en esta evidencia con el estudio de González (2010).
Con relación al empleo del PGC, también es preciso referir la existencia de diferentes escalas de
referencia al establecer los niveles de SP, OB o peso saludable de los jóvenes en función del mismo
obtenidos a partir de los diferentes estudios realizados. Así, los valores medios correspondientes al
PGC obtenidos en los adolescentes de nuestro estudio nos permiten la comparación con el estudio de
Dwyer y Blizzard (1996) que evidenció que los valores de grasa corporal que identifican el SP y OB en
las poblaciones infantiles y puberales es del 20% para los chicos y el 30 % para las chicas, observando
en nuestro estudio que mientras los chicos en todas las edades se situarían en rangos de SP y OB, sólo
las chicas de 15 y 16 años de edad se situarían en estos mismos rangos.
A su vez al compararnos con el estudio de Taylor et al. (2003), en el que los varones con alta
adiposidad se sitúan en un PGC ≥ 25 % y ≥ 35 % en las mujeres, observamos que ninguno de los chicos
de 12,13, 15 y 16 años de edad y ninguna de las chicas se situarían en el rango de alta adiposidad.
Así, en el estudio AVENA (Rodríguez et al., 2004; Moreno et al., 2002), o en las investigaciones
de Weststrate y Deurenberg (1989) y Sardinha et al. (1999) se proponen como valores más coherentes
de exceso de grasa corporal en las chicas adolescentes el 30-35%, mientras que en los varones de 10 a
15 años se sitúa en un 25-30 % y entre el 20 al 25 % cuando se trata de adolescentes mayores con
308
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
edades entre los 15 y 18 años de edad. Valores que comparados con los de nuestro estudio muestran
que los chicos de 12,13, 15 y 16 años de edad y las chicas de 15 y 16 años, presentan un exceso de
grasa corporal preocupante, siendo esta una evidencia que ya ha sido constatada en estudios realizados
en adolescentes de Canarias (Jiménez, 2000; Brito-Ojeda, 2003; Hernández, 2008).
Por último al comparar los valores del PGC correspondientes a los puntos de corte
correspondientes al percentil 85 (SP) y al percentil 95 (OB) obtenidos por los adolescentes de ambos
géneros de nuestro estudio, con los valores de referencia indicados por Lohman (1987) y con los datos
aportados por la batería europea ALPHA-FIT. Observamos que en la comparación con los valores
indicados por Lohman los valores correspondientes al SP y OB en todas las edades y en ambos géneros
se corresponden con unos valores del PGC que se considera excesivamente alto, situándose en el rango
superior de la escala, y en la comparación con los valores de la batería ALPHA-FIT, que los valores
correspondientes al SP y OB en todas las edades estudiadas en ambos géneros se corresponden con
un PGC que se considera excesivamente muy alto, correspondiendo igualmente al rango superior de
valoración de la escala. (Tabla 4.3)
Chicos Chicas
Tabla 4.3.: Valores del PGC entre hombres y mujeres adolescentes de nuestro
estudio tomando como referencia los percentiles 85 para el SP y el 95 para la OB.
Al igual que ocurre con el análisis del IMC, el tomar como referencia los criterios fijados en la
mayoría de estudios similares (Serra et al., 2003) para el análisis del PGC nos permite la comparación
con el estudio realizado por Labrado et al. (2008), donde el porcentaje de adolescentes que se situaban
309
Eduardo López López Tesis Doctoral
en rangos de SP no clínico fue de un 9,8 % en las chicas y de un 6,2 % en los chicos, en rangos de SP
clínico de un 8,8 % en chicas y un 10,8 % en chicos, y en rangos de OB de un 4,5 % en chicas y de un
3,9 % en chicos, observando peores valores en los chicos de nuestro estudio en el rango correspondiente
a SP no clínico (7 %), mucho peores en el correspondiente a OB (11,6 %), y mejores en SP clínico (5,6
%), y a su vez, en las chicas, observamos mejores valores en el rango correspondiente a la OB (4,1 %),
valores similares en el rango que se corresponden con SP clínico (8,5 %) y peores valores en SP no
clínico (13,2 %).
En definitiva como ya hemos indicado con anterioridad, se vuelve a poner de manifiesto que el SP
y OB entre la población escolar de nuestro entorno están adquiriendo unas dimensiones que requieren
de una especial atención, por lo que este grupo de población se constituyen en un grupo prioritario objeto
de intervención a través de programas que incidan en una modificación de las conductas alimentarias
mostradas hasta el momento hacia un patrón más saludable como el que se asocia con la DM óptima,
unido al incremento de los niveles de práctica de AF y deportiva, y vuelven a tomar protagonismo las
diferentes iniciativas que se han puesto en marcha en nuestro país y en nuestra Comunidad que han
sido citadas en el apartado anterior y a lo largo de este estudio.
Las evidencias aportadas por diversos estudios en relación a los diversos factores y motivos que
pueden determinar el tipo y grado de participación en actividades físico-deportivas han identificado como
factores positivos, la sensación de disfrute y satisfacción que se experimenta durante la práctica, junto a
la percepción competencia motriz y el valor y utilidad que los adolescentes otorgan a la misma.
Los resultados de nuestro estudio muestran la existencia de una relación positiva, con diferencias
significativas entre la práctica de AF de intensidad moderada y las variables percepción de disfrute con
la práctica de la AF, percepción de competencia motriz y la utilidad y valor otorgada a la práctica de la
AF y el deporte, de forma que los adolescentes del grupo que cumple con las recomendaciones de
práctica de AF de intensidad moderada y vigorosa frente a los del grupo que no las cumplen muestran a
su vez una mejor percepción en el conjunto de variables citadas.
310
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
En cuanto al grado de disfrute que los adolescentes experimentan con la práctica de la AF, los
resultados de nuestro estudio también se muestran coincidentes con otros estudios realizados tanto en
el contexto internacional como el nacional en los que se ha evidenciado una asociación positiva entre
esta variable y la práctica de la AF (Prochaska y cols., 2003; Fernández García y cols., 2003, Macarro,
2008). Así en el estudio realizado por Macarro (2008) se constató que una gran mayoría de los
adolescentes presentaban una actitud positiva hacia la práctica de la AF afirmando que de una forma
mayoritaria que la práctica de la misma les gustaba (93 %) y les resultaba divertida (92 %).
El estudio realizado por Sallis y cols. (1992) constató que los cambios positivos en la auto- eficacia
ocurrían en la misma medida que los cambios en la práctica de AF, de forma que ésta aumentaba de
igual forma que aumentaba el nivel de auto-eficacia de los sujetos. Igualmente Mico, Orona & Piéron
(2002) al concluir un estudio con adolescentes andorranos, se preguntan si en esta edad crítica, el grado
de participación en las actividades físicas no corresponde a una cierta falta de confianza en uno mismo
o a un realismo mayor en la evaluación de sus destrezas deportivas.
Los resultados obtenidos en nuestro estudio, se muestran coincidentes con el estudio realizado
por Van der Horst et al. (2007), el cual en una revisión de 60 estudios llevados a cabo desde 1999,
concluyó que existían asociaciones positivas entre el nivel de percepción de auto-eficacia y mayores
niveles de práctica de AF.
También en nuestro país, los resultados de nuestro estudio se muestran congruentes con los
obtenidos en el estudio de Gálvez (2004), el cual evidenció que la percepción de competencia motriz
aumentó significativamente los niveles de AF en los adolescentes en ambos géneros así como una
disminución significativa de estos niveles de práctica con el paso de los años. Así como con el estudio
realizado por Serra (2008) que evidenció que los adolescentes que realizan más actividades de
intensidad moderada y vigorosa mostraban una mayor percepción de auto-eficacia.
311
Eduardo López López Tesis Doctoral
También los resultados de nuestro estudio se muestran en una línea similar a los del estudio
realizado por García Cantó (2010), que constató una mayoría de los adolescentes poseían una
autopercepción aceptable de su competencia motriz, la cual influía directamente en los niveles globales
de AF habitual, apreciándose este efecto con mayor intensidad en la subescala que representa la
actividad durante el tiempo de ocio, de forma que los sujetos con mayor percepción en esta variable, se
incorporaban con mayor decisión a reproducir sus modelos de práctica físico-deportiva de forma repetida.
Con relación a la relación que existe entre las variables práctica de AF de intensidad, competencia
motriz percibida y valor utilidad hacia la AF y el deporte, es preciso indicar que son diversos autores los
que han estudiado la influencia del autoconcepto de habilidad sobre las conductas relacionadas con el
logro y la elección de actividades (Eccles y Harold, 1991; Nagy y cols., 2006; Sáinz, 2006; Simpkins y
Davis-Kean, 2005) y coinciden en su papel como predictor crítico de la elección de la tarea.
Vemos por tanto que el autoconcepto físico relacionado con la percepción de autoeficacia o
competencia motriz aparece como un elemento clave en la estructuración de ambos constructos en los
sujetos. Así, los chicos y chicas con un alto autoconcepto físico presentan expectativas de éxito más
altas y atribuyen un mayor valor a la práctica físico-deportiva con las consecuencias positivas que ambas
circunstancias tienen sobre el incremento de la práctica efectiva, la persistencia en la práctica y el
rendimiento en la misma (Eccles y Harold, 1991; Eccles y Wigfield, 2002).
En esta línea se muestra el estudio de ámbito nacional realizado por Macías y Moya (2003), en el
que se evidenció que el valor percibido de la tarea, valor de utilidad y la práctica deportiva están
relacionados en ambos sexos, existiendo relación entre este valor y la intención de participar en
312
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
actividades deportivas. Evidencias con las que también coincidimos en nuestro estudio.
También los resultados de nuestro estudio se muestran coincidentes con el estudio realizado por
Gálvez (2004), en cuanto a las evidencias encontradas con relación a la asociación positiva entre práctica
de AF y el valor utilidad otorgada a la AF y a las sesiones didácticas de EF en la Enseñanza Secundaria,
de forma que la opinión favorable sobre la utilidad de las mismas aumentaba significativamente los
niveles de AF habitual en ambos sexos.
Así como con el estudio realizado por García Cantó (2010), que evidenció que la percepción de
utilidad de las sesiones de EF, es una variable que eleva de forma significativa en ambos sexos, los
niveles globales de AF habitual, donde este efecto se aprecia con mayor intensidad en la subescala que
representa la actividad durante el tiempo escolar, frente a las subescalas de actividad deportiva voluntaria
y durante el tiempo de ocio.
Asociado a los efectos que sobre las actitudes provoca el incremento de la cantidad de práctica
de AF en los adolescentes, en el estudio de Navarro y cols. (2011 b) en el que se incluyó tanto un bloque
de contenidos relacionados con la Habilidad Motriz con el objeto de propiciar un incremento de la
competencia motriz de los alumnos/as, como un bloque de contenidos relacionados con el Desarrollo
Personal y las Actitudes, con los demás y el entorno, con el propósito de generar actitudes positivas
hacia la AF, que pudiesen favorecer la adhesión y el establecimiento de hábitos estables de ejercicio
físico e incidir en una mejora de la autoestima en aquello que se relaciona con la AF, se constató que
tras la aplicación de la intervención, el conjunto de actitudes que se asocian con la práctica de la AF,
percepción de disfrute, competencia motriz y utilidad y valor otorgada a la misma, mostraron un
incremento en los adolescentes del GEA, una disminución significativa en los adolescentes del GC,
manteniéndose sin cambios en los del GEB.
Por otro lado y con relación al estado psicológico de bienestar que genera la práctica de la AF en
los adolescentes, los resultados también muestran que existe una relación positiva, diferencias
significativas, en las variables práctica de AF de intensidad moderada y vigorosa y autoestima, y negativa
con relación a la práctica de de AF de intensidad vigorosa y la percepción de BE., y se muestran
coincidentes con los aportados por otros estudios que han indagado sobre esta cuestión apoyando la
existencia de una cierta relación entre estas variables (Sánchez Bañuelos,1996; Urzúa et al., 2008; Vélez
et al., 2009)
El estudio de Steptoe & Butler (1996) constató que los adolescentes que realizaban ejercicio
moderado o vigoroso mostraron una alta correlación con la percepción de Bienestar, con el sentimiento
313
Eduardo López López Tesis Doctoral
de sentirse enfermo y el sentimiento de angustia, sin que existiese correlación con los restantes factores
psicológicos. Otros estudios más recientes como el realizado por Muros y Som (2008), Chen et al.
(2005a), Chen et al. (2005b) también constatan la existencia de asociación entre adolescentes activos e
inactivos y la percepción de BE. Evidencias con las que no coincidimos en nuestro estudio, en el que no
hemos encontrado asociación entre las variables práctica de AF y BF o BE y sí con la autoestima.
Con relación a la asociación entre la práctica de la AF y una adecuada alimentación los resultados
de nuestro estudio coinciden con otros estudios que enfatizan la importancia de mostrar unos hábitos
adecuados de alimentación y de práctica de AF en la edad de la adolescencia por su efecto de protección
sobre la salud (AVENA, 2006; Estrategia NAOS, 2005; Garcés y cols., 2007; AFINOS; 2008; González,
2010; Martínez, 2010).
Las evidenciados aportadas por el estudio AVENA (2006) en sus primeras conclusiones ya
indicaban la presencia de una alarmante prevalencia de SP y OB acompañada de bajos niveles de
actividad y condición física y un estado metabólico y de inflamación crónica de bajo grado, altamente
implicados en el inicio y desarrollo de las enfermedades cardiovasculares que pueden padecer los
adolescentes españoles en un futuro. Sugiriendo actuaciones preventivas al objeto de modificar los malos
hábitos alimentarios y la inactividad física que se encuentra instalada en este sector de población en
nuestro país.
314
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
En esta línea se sitúan los resultados obtenidos en nuestro estudio, donde hemos constatado que
los adolescentes que muestran mayores niveles de práctica de AF se sitúan en un mayor porcentaje en
un patrón alimentario relacionado con una DM óptima. Evidencias que muestran coincidencia con
diversos estudios que ponen de manifiesto que una modificación de las tasas actuales de SP y OB en la
infancia y adolescencia deben centrarse en una modificación de los estilos de vida que han de ir
orientados fundamentalmente a la adopción de hábitos alimentarios saludables, a la prevención del
sedentarismo y la promoción del ejercicio físico (Sallis y cols., 2003; Villa y cols.,2007; González, 2010;
Martínez, 2010).
Fruto de esta enorme preocupación, el Ministerio de Sanidad y Política Social (2009) publicó un
documento de consenso denominado “Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de
la OB Infantojuvenil” realizada por un grupo de expertos en esta problemática, los cuales apoyándose en
la revisión de los estudios relacionados con la prevalencia del SP y OB en la población infatojuvenil,
recogieron un conjunto de evidencias con las que coincidimos en nuestro estudio y que se resumen a
continuación:
- la forma física de los adolescentes, capacidad aeróbica y fuerza muscular, es menor que la de
los adolescentes de otros países europeos, siendo los niños y niñas españoles los que practican menos
ejercicio en horario extraescolar, donde más del 60% de los niños no practican ejercicio o lo practican
menos de dos veces a la semana, porcentaje que alcanza el 75% en el caso de las niñas.
En el contexto europeo, los resultados de nuestro estudio coinciden con los aportados por el
estudio EYHS (Anderssen y cols., 2006), cuyos primeros resultados mostraron una asociación gradual
negativa entre los FRCV y la AF, lo cual implicaba que la reducción de los factores de riesgo resultó
proporcional a la cantidad de ejercicio físico realizado. Y a su vez con otros estudios más recientes que
igualmente han profundizado en la línea de otorgar importancia a la práctica regular de AF y la reducción
de los FRCV (Ekelund y cols., 2007; Ortega y cols., 2007; Proyecto HELENA).
Por otra parte con relación a la asociación entre los efectos positivos que provoca la práctica de
AF y la presencia de menores valores de IMC y PGC en los adolescentes, Andersen y cols. (2008), hacen
referencia a los diversos estudios de carácter longitudinal en los que se evidencia que la práctica
315
Eduardo López López Tesis Doctoral
El estudio realizado por Ruiz y cols. (2006) en niños de población europea de edad en torno a los
10 años de edad (estudio EYHS) indicó que para reducir la grasa corporal, los niños con normopeso
necesitaban realizar una cantidad de práctica de AF superior a los 80 minutos diarios realizados a alta
intensidad, mientras que los niños con SP y OB necesitaban realizar una cantidad de práctica de AF de
entre 30 y 60 minutos diarios a menor intensidad, moderada-alta, hasta conseguir alcanzar las
intensidades más altas posibles, las cuales se muestran como las recomendables para quemar grasas
(Barbeau y cols.,1999).
El estudio de Ortega y cols. (2007) refería a que la práctica de AF a una intensidad moderada alta
debe realizarse diariamente al objeto de prevenir la OB abdominal en la juventud, aunque se indicaba
que eran necesarios más estudios para examinar el papel de la AF (tipos y frecuencia) en su prevención
y tratamiento.
En el estudio de Ridoch y cols. (2009) se evidenció que los adolescentes de 12 años de edad que
realizaban mayor cantidad de práctica de AF mostraban un menor PGC, así como que propiciar un
incremento de la práctica de AF de intensidad moderada y vigorosa de 15 minutos diarios se asociaba
con una dismunición de un 10% menos del PGC en las chicas en chicas y un 12% en los chicos a la
edad de 14 años, porcentajes equivalentes a reducir 1 Kg de grasa corporal.
En el contexto de nuestro país, el estudio AVENA ya en sus primeros resultados obtenidos del
estudio piloto, indico la existencia de una fuerte asociación entre el nivel de capacidad aeróbica y el grado
de OB, siendo este un aspecto que posteriormente fue corroborado al analizar datos en la muestra
completa, constatando que el hecho de poseer una capacidad aeróbica moderada-alta se asoció con una
menor grasa abdominal representando un menor FRCV en los adolescentes e igualmente que la
capacidad aeróbica estuvo asociada negativamente con el perfil lipídico tanto en los adolescentes que
presentaban un peso normal como en los adolescentes con SP u OB (Ortega y cols., 2006).
En el citado estudio se hace referencia a que el nivel de condición física que se posee en la vida
316
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
adulta así como la presencia de FRCV, está condicionado en gran medida por el nivel de condición física
que se tiene en la infancia o adolescencia y que la inactividad física unida a la OB (íntimamente
relacionada con la anterior) se constituyen en unas de las primeras causas de muerte en Europa,
convirtiéndose en una de las principales factores a modificar por su capacidad de prevención ante los
citados factores de riesgos.
A su vez el estudio AFINOS (2009) evidenció de una parte que las conductas sedentarias están
asociadas con FRCV en adolescentes, especialmente en los obesos, y que la adiposidad abdominal
parece ser más importante en el desarrollo de los citados factores de riesgo que la adiposidad general.
El estudio de Martínez (2010) evidenció que los sujetos deportistas frente a los sedentarios, fueron
los que mostraron un mayor gasto calórico, un mayor tiempo de práctica de AF en las intensidades
moderada y vigorosa, mejores niveles de condición física cardiovascular (VO2max), menores valores de
peso y menor PGC, mayor porcentaje de masa magra, mejor IMC, mejor perfil lipídico, mostrándose muy
alejados del SP y OB, de los FRCV y del síndrome metabólico.
Si nos situamos en nuestro entorno próximo, los resultados de nuestro estudio se muestran
coincidentes con el estudio de carácter local realizado en escolares adolescentes de la zona norte de
Gran Canaria por Hernández (2008), que evidenció que los adolescentes activos que realizaban práctica
de AF con carácter habitual mostraban unos valores del IMC y del PGC más adecuados y saludables
que los sujetos sedentarios o moderadamente activos.
Coincidiendo con las evidencias aportadas por un cuerpo de investigaciones que ponen de
manifiesto que el incremento semanal de los niveles de práctica deportiva junto a las horas curriculares
de la materia de EF se muestran del todo recomendables para mejorar la condición física, reducir la OB
e incrementar el capital óseo acumulado durante el período de crecimiento (Jiménez, 2000; López, 2001;
Brito-Ojeda, 2003; Vicente, 2005; Hernández, 2008).
Siendo en esta línea en la que se sitúa el estudio de carácter local realizado por Navarro y cols.
(2011 b), en el que se constató una evolución favorable en los adolescentes del GEA, mostrando una
disminución en un 6,7 % en el porcentaje de adolescentes que inicialmente se situaban en rangos de SP
y OB, junto a un incremento en un 4,4 % de los que inicialmente se situaban en valores saludables
317
Eduardo López López Tesis Doctoral
y de subpeso (2,4 %), lo cual puede atribuirse a los efectos que provocó en ellos el incremento de la
cantidad e intensidad de la práctica de AF que tuvo lugar mediante la aplicación del programa de
intervención.
En definitiva todas estas evidencias nos permiten afirmar que la promoción de estrategias que
provoquen en los adolescentes una modificación de sus estilos de vida hacia los parámetros que se
consideran saludables junto a la práctica de la AF con una frecuencia, cantidad e intensidad adecuadas,
son del todo necesarias si lo que se pretende actuar sobre la mejora de los hábitos alimentarios y la
prevención del SP y la OB en la etapa de la adolescencia.
Tal y como hemos indicado con anterioridad la inactividad física y la prevalencia de conductas
sedentarias en los hábitos de vida de los adolescentes se asocian a múltiples problemas que van a
afectar a su salud.
Así en el contexto internacional existen evidencias de las conductas sedentarias se han acentuado
de una forma alarmante en la última década como muestran los datos estadísticos internacionales que
arroja el estudio HBSC (Currie et al., 2004), en el que un 44% de los adolescentes veía la televisión más
de 3 horas diarias y entre un 32,8% de chicos y un 25,9% de chicas dedicaban entre 1 y 2 horas al uso
del ordenador durante su tiempo libre. Evidencias a la que hay que añadir las que hacen referencia a la
prevalencia de la inactividad física en los países europeos donde los datos de la Comisión Europea
reflejados en el Eurobarómetro (2010) indican que el 34% de la población declaró no realizar nunca o
con escasa frecuencia práctica de AF y que esta prevalencia se acentuaba en los países del entorno
mediterráneo.
En nuestro estudio se constatan diferencias significativas a favor de los adolescentes del grupo
que cumple con las recomendaciones de práctica de intensidad moderada y vigorosa frente a los del
grupo que no las cumplen los cuales destinan un promedio de horas diarias a conductas sedentarias.
Así en el contexto internacional estos resultados se muestran congruentes con los aportados por
el estudio EYHS (Anderssen et al., 2006) que en sus primeros resultados constató una asociación gradual
negativa entre los FRCV y la práctica de AF, lo cual implicaba que la reducción de los factores de riesgo
resultó proporcional a la cantidad de ejercicio físico realizado y en consecuencia a la menor prevalencia
de las conductas sedentarias en niños y adolescentes.
318
Capítulo IV: Análisis y Discusión de los Resultados
También coincidimos con las evidencias aportadas por el Proyecto H.E.L.E.N.A (2005-2008), que
indican que en la población adolescente se encuentra instalada una prevalencia de hábitos sedentarios
y inadecuados niveles de práctica de actividad físico-deportiva, especialmente en las chicas, lo cual
repercute considerablemente en la salud general de este sector de la población mundial, en la prevalencia
de las enfermedades ENT así como en la prevalencia del SP y la OB.
En el contexto de nuestro país los resultados de nuestro estudio se muestran en consonancia con
las evidencias aportadas por otros estudios que indican una prevalencia en la población infantil y
adolescente, de conductas asociadas a la inactividad física y los hábitos sedentarios en los que el gasto
energético es escaso (enKid, 1998-2000; AVENA, 2006; AFINOS, 2009).
También los resultados de nuestro estudio muestran coincidencia con el estudio realizado por
Hernández (2010) que evidenció que en torno a un 80 % de los adolescentes estudiados permanecen
inactivos durante su tiempo libre, tiempo que empleaban en ver la televisión, utilizar videojuegos, internet,
etc..
A su vez los resultados de nuestro estudio coinciden con el estudio realizado por Martínez (2010),
que identificó un comportamiento y estilo de vida sedentario en nuestros preadolescentes que sólo
incrementaban de forma insuficiente su gasto calórico con las clases de EF o con actividades físicas
extraescolares, aunque debido a su escasa duración e intensidad apenas implican un gasto calórico de
190-220 Kcal/sesión, un 57% menor que el de los preadolescentes deportistas para las mismas
actividades. Por lo que sólo aquellos adolescentes que practican actividades físico-deportivas de forma
diaria, con intensidades moderadas y altas, alcanzan un gasto calórico por sesión, diario y semanal que
superan el mínimo recomendado para ausentar los FRCV asociados a la inactividad física.
El estudio realizado por González (2010) con relación al número de horas que los alumnos
pasaban viendo la televisión, jugando a videojuegos o simplemente conectados a Internet, constató una
mayor prevalencia de este tipo de conductas asociadas con el ocio sedentario que ocupaban largos
períodos del tiempo libre de los adolescentes frente a unos escasos niveles de práctica de AF, siendo
este un aspecto en el que igualmente coincidimos en nuestro estudio.
Los resultados de nuestro estudio también coinciden con el estudio de carácter local realizado en
escolares adolescentes de la zona norte de Gran Canaria por Hernández (2008), el cual evidenció que
aquellos adolescentes que dedican más tiempo a la práctica de AF y deportes empleaban menos tiempo
en conductas sedentarias (ver la televisión, jugar con videoconsolas, etc..), lo cual les conduce
319
Eduardo López López Tesis Doctoral
a un consumo más moderado y responsable del tiempo que destinan a este tipo de actividades,
mientras que en los adolescentes sedentarios este tiempo se incrementaba en media hora.
En definitiva podemos afirmar que la realización de una elevada cantidad de práctica de AF,
cumpliendo con unos mínimos en cuanto a cantidad, frecuencia e intensidad de la misma, se muestra
como una estrategia muy adecuada si el propósito que se persigue es modificar los hábitos sedentarios
que en la actualidad se encuentran instalados en la población adolescente, donde toman protagonismo
la promoción de programas de promoción de la AF de carácter multidisciplinar que se realicen en el
contexto escolar y en conexión con los departamentos didácticos de la materia de EF.
320
CAPÍTULO V
CONCLUSIONES
Y
LÍNEAS FUTURAS DE
INVESTIGACIÓN
Conclusiones y Líneas Futuras de Investigación
CONCLUSIONES DE LA INVESTIGACIÓN.
En la presente investigación hemos pretendido conocer y describir la proximidad que muestran los
adolescentes de nuestro estudio, hacia el patrón de vida que se asocia con la prevalencia de un estilo de
vida físicamente activo y saludable, y ello a partir del análisis de su nivel habitual de práctica de Actividad
Física y deportiva, la presencia de conductas sedentarias, la percepción sobre el conjunto de actitudes
que se asocian con un mayor o menor grado de práctica, la percepción sobre el estado general de salud,
los hábitos alimentarios, sus características antropométricas, así como a la asociación entre las distintas
variables.
Para ello, el conjunto de conclusiones se presentan agrupadas acorde a los objetivos planteados
en el presente estudio con el propósito de dar a las mismas la consideración de conclusiones principales,
que posibiliten su empleo en los procesos de reflexión y mejora que se asocian con la problemática que
en este campo y en la actualidad afecta a los población adolescente de nuestra Comunidad Autónoma:
2ª. Se constata un alarmante abandono y disminución de los niveles de práctica de Actividad Física de
intensidad moderada y vigorosa a lo largo de la etapa de la adolescencia, unido a una escasa intención
de modificar esta tendencia hacia un estado de mayor actividad, acentuándose esta evidencia en mayor
medida en el segundo ciclo educativo y en las chicas frente a los chicos, ratificando que en los
adolescentes se encuentra instalado un estilo de vida altamente asociado a conductas sedentarias
propias del ocio tecnológico, que implican un escaso gasto de energía, las cuales muestran una mayor
prevalencia en las chicas frente a los chicos.
3ª. Las actividades deportivas practicadas preferentemente por los adolescentes canarios son el fútbol,
montar en bicicleta, el baile, el baloncesto, caminar y nadar, las cuales son practicadas de forma
323
Eduardo López López Tesis Doctoral
mayoritaria por los varones a excepción del baile. Destacando la tendencia al alza en la práctica del fútbol
en las mujeres y de las actividades de expresión corporal en los hombres.
4ª. Aunque la práctica deportiva federada es la principal forma en que los adolescentes practican deporte
(32 %), se aprecia un elevado y prematuro abandono de la misma especialmente a partir de los
14 años. Tal vez por la disminución que se observa, conforme se avanza en la edad de la adolescencia,
en el conjunto de actitudes que se asocian con el grado de percepción de disfrute, de la competencia
motriz y el valor utilidad que los adolescentes otorgan a la práctica de la Actividad Física.
5ª. Los adolescentes canarios muestran una elevada Percepción General del Estado de su Salud, tanto
en la percepción de Bienestar Físico, en la de Bienestar Emocional, y especialmente en los adolescentes
que cumplen con las recomendaciones de práctica de Actividad Física en la percepción de su Autoestima.
6ª. Se confirma que los adolescentes que cumplen con las recomendaciones de práctica de Actividad
Física de intensidad moderada y vigorosa, muestran a su vez mejores valores en la percepción del
conjunto de actitudes que influyen en los niveles de práctica; Competencia Motriz, Disfrute y Utilidad
Valor otorgada a la misma. Lo cual indica la existencia en los adolescentes canarios de una relación
positiva entre opinión verbal favorable y práctica real, o bien que la intención de realizar Actividad Física
predice el comportamiento de ejercitarse, en consonancia con algunos modelos cognitivo- sociales sobre
la Actividad Física, como son la Teoría de la Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1974) y la Teoría de la
Acción Planificada (Azjen,1988), empleando un menor tiempo en conductas sedentarias, ocio no activo
(ver TV, chatear, utilizar internet, etc..)
7ª. En comparación con el estudio enKid (Serra Majem, Ribas, Aranceta, Pérez, Saavedra & Peña, 2003)
el patrón alimentario ha empeorado en los adolescentes canarios, alejándose de la recomendación de
Dieta Mediterránea óptima y caracterizándose por unos hábitos alimentarios inadecuados, acudiendo
con más asiduidad a centros fast-food, un incremento del consumo de golosinas y un elevado porcentaje
de estudiantes que no desayunan diariamente (18,8 %), en mayor medida en las chicas que en los chicos.
324
Conclusiones y Líneas Futuras de Investigación
9ª. Los adolescentes de Canarias muestran una prevalencia de hábitos de vida que se asocian a un estilo
de vida físicamente poco activo y saludable, especialmente en la población femenina, por lo cual se
constituyen en grupo prioritario de intervención al objeto de modificar los hábitos presentes en sus vidas
hacia estados de mayor actividad a la vez que más saludables.
Como reflexión final relacionada con este trabajo de investigación denominado Compromiso de los
Adolescentes de Canarias con un estilo de vida físicamente activo y saludable, nos gustaría realizar
algunas matizaciones y sugerencias a la comunidad educativa sobre la necesidad de mejorar los hábitos
de vida activos y saludables en los adolescentes, especialmente en la población femenina y con mayor
énfasis en el segundo ciclo de la etapa de la Educación Secundaria Obligatoria.
Para ello, se podría aplicar diversas medidas que se muestren en consonancia con el aumento del
tiempo que los adolescentes de nuestro entorno destinan a la práctica de Actividades Físicas y deportivas
tanto dentro del currículo como de forma extracurricular en coordinación con los departamentos
didácticos de Educación Física de los centros educativos, optando por una programación de actividades
que generen sensación de disfrute, resulten motivantes, lúdicas, divertidas y adecuadas a los distintos
niveles de competencia motriz de los participantes, mediante el tratamiento interdisciplinar y compartido
de los contenidos relacionados con los hábitos alimentarios saludables y que a su vez permitan la
autoevaluación y la cooperación con el propósito de fomentar el aspecto social de la Actividad Física.
Otorgando a las mismas un carácter novedoso y diferente a los planteamientos tradicionales, ofertando
a los participantes aquellas menos difundidas que susciten su curiosidad y conecten con sus propios
intereses.
325
Eduardo López López Tesis Doctoral
Ante la amplitud que presentaba el objeto principal de nuestra investigación, en el que las variables
abordadas en nuestro estudio podrían ser tratadas de forma independiente en nuevos estudios,
alcanzando de esta forma un mayor nivel de profundidad mediante el planteamiento de nuevas hipótesis
de trabajo, hemos intentado evitar las posibles desviaciones que pudiesen tener lugar durante su
desarrollo, tratando de centrar adecuadamente el propósito del mismo.
Además, los estudios de este corte o corte similar darán la posibilidad de aportar y ampliar el
conjunto de evidencias y hallazgos relacionados con los estilos de vida físicamente activos y saludables
que muestran los adolescentes de nuestro entorno. Por lo que alcanzar un mayor grado de conocimiento
sobre esta temática servirá de soporte para abrir nuevas líneas de investigación en el futuro, corrigiendo
los aspectos negativos encontrados y confirmando los de tipo positivo.
Entre las distintas perspectivas de investigación futura, creemos conveniente abordar las
siguientes:
- La fase de la recogida de datos de nuestro estudio en la que los adolescentes debían cumplimentar el
cuestionario elaborado para nuestra investigación, nos ha permitido realizar una reflexión sobre el
instrumento por el que finalmente se optó, sugiriendo que de cara a futuras investigaciones su
reelaboración, la cual responda a una simplificación y aclaración del conjunto global de interrogantes que
facilite una mejor comprensión por parte de los adolescentes objeto de intervención.
- A partir de los principales hallazgos encontrados en nuestro estudio, hemos indicado que los
adolescentes de nuestro entorno debían constituirse en un grupo prioritario de intervención,
especialmente en la población femenina, al objeto de modificar los hábitos presentes en sus vidas hacia
estados de mayor actividad, a la vez que más saludables, por lo cual se muestra adecuado profundizar
en la realización de nuevos estudios en los que se aborden los efectos que provoquen en estos grupos
de población, la aplicación de programas de intervención orientados hacia la promoción de estilos de vida
activos y saludables de carácter multidisciplinar.
326
Conclusiones y Líneas Futuras de Investigación
- Dada la creciente importancia que está adquiriendo la prevención de la Obesidad infantil y juvenil en
las sociedades desarrolladas, entendemos que la comunidad científica debe hacer un esfuerzo por llegar
a consensos y establecer criterios unificados para la valoración del Sobrepeso y la Obesidad en este
sector de la población.
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