Del Gnosticismo Al Calvinismo
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La soberanía de Dios:
La idea central y básica del calvinismo es la soberanía de Dios, pero no como es
presentada en las Escrituras, sino como una soberanía aislada de otros atributos de Dios,
como por ejemplo, la justicia (Deut. 32:4; Sal. 18:30), la santidad (Lev. 11:44; Is. 6:3; 1
Ped. 1:15), la misericordia (Ex. 34:6; Lam. 3:22-24) y el amor (Is. 63:9; 1 Jn. 4:8).
Según la soberanía divina del calvinismo, Dios arbitrariamente ha elegido que
individuos se pierdan y que otros se salven, sin que ellos puedan cambiar su destino ya
determinado, porque supuestamente el ser humano no tiene libre albedrío. Obviamente,
esta doctrina hace a Dios el autor del pecado y toda la maldad. No obstante, la Biblia revela
que en su absoluta soberanía, Dios escogió que el ser humano tenga libre albedrío. Dios
quiere la clase de servicio que requiere el libre albedrío, la libre voluntad humana (cf. Is.
1:18-20; Mat. 11:28-30). Dios quiere que el hombre escoja servirle (cf. Deut. 30:15-20;
Hech. 3:26; Rom. 6:17,18), que voluntariamente le sirva (cf. Ez. 33:11; Heb. 10:22), que lo
haga de corazón (cf. Mar. 12:30; Col. 3:23), y esto sería imposible sin libre voluntad
humana (cf. Ex. 19:8; Esd. 7:10; Hech. 5:32; Apoc. 22:17).
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Por Josué Hernández A.
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DEL GNOSTICISMO AL CALVINISMO
El gnosticismo:
Muchos de los conceptos fundamentales del calvinismo existieron siglos antes de Juan
Calvino, con el gnosticismo. Por ejemplo, la idea de una depravación total hereditaria no fue 2
una idea de Calvino, el filósofo gnóstico Agustín de Hipona (354-430 D.C.) la había
enseñado extensamente siglos antes.
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Por Josué Hernández A.
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Creencias gnósticas:
Los gnósticos enseñaban que el verdadero Dios es incognoscible e inalcanzable,
infinitamente ajeno al universo físico. Entonces, ¿cómo podría uno que es puro y perfecto
crear un mundo material tan corrupto y ajeno a la naturaleza divina? “Él no lo hizo”,
contestaban los gnósticos.
Básicamente, el gnosticismo aseguraba la existencia de dos principios supremos y en
eterno conflicto, uno del bien y otro del mal, según lo cual, la fuerza del mal creó el
universo. Entonces, había diferencia moral entre la materia y el espíritu, entre el hombre y
la mujer, y entre el buen dios que creó el mundo espiritual y el dios perverso, el cual es
responsable por la creación del mundo físico.
Supuestamente, el ser supremo engendró los seres espirituales y eternos como él
(llamados “eones” = “emanaciones”). La primera pareja de eones, macho y hembra,
procedieron directamente de Dios, las demás proceden la una de la otra por sucesiva
evolución. Sucedió que en el proceso evolutivo, los eones que se iban alejando de Dios se
hacían cada vez más imperfectos, entonces un eón prevaricó y fue excluido del pleroma, o
sea, de la sociedad de todos los eones. Este, a su vez, prolificó dando origen a otros eones
malvados como él, y creó el mundo y al hombre; éste eón sería supuestamente el Dios de
los hebreos, éste era Demiurgo, según los gnósticos. En cambio, el Dios superior (el ser
supremo) ofreció la salvación gnóstica al mundo, una salvación de la materia por medio de
un conocimiento superior.
Entonces, por su maldad, Demiurgo creó el mundo material, encadenando la esencia
espiritual de los hombres a la prisión de la carne. Este Demiurgo (gr. “creador”) es el
semidiós creador del mundo y autor del universo en la filosofía idealista de Platón, de donde
tomaron los gnósticos algún material para su doctrina.
Sin embargo, la verdad es totalmente contraria a las fábulas gnósticas. Las sagradas
Escrituras afirman que Dios es uno (Deut. 6:4-5), que es bueno (Sal. 73:1; 100:5; 119:68),
y accesible para ser conocido (Jn. 17:3; 1 Jn. 4:6-8), que nos ama (Jn. 3:16), que quiere
que todos los hombres sean salvos (1 Tim. 2:4), y en su paciencia espera que todos
procedan al arrepentimiento (2 Ped. 3:9).
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Por Josué Hernández A.
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La materia y el cuerpo:
Un rechazo de todo lo que es físico (material, terrenal), considerado como una esfera
de tortura para el espíritu encarcelado en el cuerpo. Entonces, ya que el cuerpo humano es
malo, hay dos consecuencias opuestas lógicas, según las dos principales escuelas gnósticas:
Lo que se haga con el cuerpo no afecta el espíritu. Entonces el hedonismo y placer 4
sensual serán inocuos en sí, en relación con la deidad suprema (cf. 2Tim. 3:1-9).
Esta fue la creencia más popular porque permitía practicar las obras de la carne (Gal.
5:19-21) y separar lo que se creía de lo que se practicaba (2 Ped. 2; Judas).
El cuerpo debe ser sujetado mediante el dolor y la abstención de todo placer, lo cual
santificará al iniciado y lo llevará a la liberación de su espíritu en el proceso que
dirige a la liberación definitiva. Esto fue la base del ascetismo (Col. 2:20-13; 1 Tim.
4:1-5).
Los gnósticos ascetas buscaban la comunión con Dios por medio de la soledad, la
introspección, la búsqueda de visiones y experiencias extáticas. La palabra “monje” viene de
la palabra griega “monachos” (soledad). Algunos gnósticos vivían en lo que hoy llamaríamos
monasterios, practicando el celibato, participando del silencio, del rechazo de la familia y de
buenos alimentos, y de las posesiones personales. Para ellos, la procreación era algo
perverso, pues atrapa a las almas en la cámara de tortura que es el cuerpo. El matrimonio
para ellos también era perverso porque conduce al sexo. Las mujeres, según el gnosticismo,
son formas de vida inferiores porque ellas son las que encuban a los prisioneros, ellas
cooperan con una diosa que atrapa a las almas inmortales para encarcelarlas en cuerpos
humanos.
Sin embargo, creer que toda la materia en sí es mala, es una herejía que niega
repetidas declaraciones de la Escritura. Por ejemplo, el relato de la creación dice varias
veces: “Y vio Dios que era bueno” (Gen. 1:10,12,17,18,21,25) y “bueno en gran manera”
(Gen. 1:31). Así también, David declaró: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1). El Señor Jesús, varias amonestó a
sus discípulos para que contemplaran el buen sermón que nos predica todos los días la
creación (Mat. 6:26-30; Luc. 12:24-28). Y el apóstol Pablo afirmó: “Porque todo lo que Dios
creó es bueno” (1 Tim. 4:4).
En cuanto al sexo, la Escritura condena la fornicación, es decir, la inmoralidad sexual
general: “...el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el
cuerpo... ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por
precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de
Dios” (1 Cor. 6:13,19,20). Pero, la Escritura promueve la sana sexualidad matrimonial:
“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4).
La venida de Cristo:
La humillación del “Cristo gnóstico” consistía en dejar el mundo espiritual de luz para
bajar a nuestro mundo material y malo, para recoger mediante la “gnosis” los espíritus
encarnados y atados en la materia.
Ya que toda la materia es mala, el Cristo del gnosticismo no vino en carne (cf. 1 Jn.
4:1,2; 2 Jn. 7), porque el cuerpo humano es malo por naturaleza, él no podría haber
participado de carne y sangre. Entonces, ¿cómo solucionar el problema gnóstico de la venida
de Cristo al mundo material?
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Por Josué Hernández A.
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Una rama del gnosticismo, el “docetismo” decía que Jesús solo “pareció” venir en
carne, es decir, parecía ser físico, pero no lo fue, tenía un cuerpo fantasmal (cf. 1 Jn.
1:1-4). Según esta doctrina Jesucristo no es ni Dios ni hombre sino un ser espiritual
que solo aparentó tomar un cuerpo y vivir entre nosotros para proporcionar el
conocimiento secreto necesario para redimirnos de la prisión que es nuestro cuerpo.
Cerinto enseñó que “Jesús” era físico, pero que “el Cristo” vino sobre él en el
bautismo y lo abandonó antes de su muerte en la cruz, así que “el Cristo” nunca
murió por los hombres (cf. 1 Jn. 2:2; 5:6).
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Sin embargo, la Escritura declara que “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos
su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:1,14; cf.
1 Juan 4:1-3). Jesús nunca dejó de ser igual a Dios (Jn. 5:17-23), él es “Emanuel, que
traducido es: Dios con nosotros” (Mat. 1:23), pero se humilló al tomar forma humana para
hacer posible su muerte física en la cruz para salvarnos (Fil. 2:5-8), “para que por la gracia
de Dios gustase la muerte por todos” (Heb. 2:9).
La salvación:
Para el gnóstico, la salvación era por medio de un conocimiento esotérico (gnosis)
que salvaría al iniciado cuando éste ascendiese a través de él, como si subiese una larga
escalera. Por lo tanto, según el gnosticismo, la salvación consiste en adquirir aquel
conocimiento, aquella erudición intelectual, y no por la obra de redención de Cristo. Este era
un sistema religioso de una auto-divinización. Por ejemplo, en lugar de buscar una respuesta
a la pregunta, “¿Qué debo hacer para ser salvo de mis pecados?” (cf. Hech. 2:37; 16:30), el
gnosticismo intentó responder a preguntas tales como: “¿De dónde vino el mal?”. Así, pues,
los gnósticos creían que la salvación se encontraba en las respuestas esotéricas que ellos
promovían y a las cuales no todos tenían acceso.
Por lo tanto, el pecado no era una infracción de la ley divina como es revelado en las
Escrituras (1 Jn. 3:4), y no se necesitaría del arrepentimiento, ni la de fe obediente, como
tampoco del sacrificio de Cristo para expiar los pecados del mundo, ya que el pecado existe
en la materia, en el cuerpo, y por lo tanto el gnóstico podría alegar no tener pecado (cf. Jn.
1:8,10).
Entonces, la salvación gnóstica es la salvación para el espíritu preso en la cárcel del
cuerpo, y para alcanzar la redención de la materia, la iluminación gnóstica es imprescindible.
Por consiguiente, y lógicamente, la salvación gnóstica sería conseguida a través de aquella
experiencia que lleva al iniciado hacia el grado máximo de unión de su alma con el Ser
Supremo del gnosticismo, todo esto por medio de la observación interior, mediante lo cual
se llega al conocimiento de las verdades trascendentales.
En consecuencia, la esperanza de “salvación” no era conferida por la gracia de Dios
mediante la fe obediente, sino por una comprensión mística. Sin embargo, la Biblia dice que
debemos cuidarnos de las filosofías, argumentos, huecas sutilezas, doctrinas herejes y
fábulas humanas (2 Cor. 10:5-6; Col. 2:8-9; 1 Tim. 1:3-4) porque nos alejan del “amor
nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida” (1 Tim. 1:5).
La salvación es por medio de “conocer”, en el sentido de “aprobar”, la obra de Dios
en Cristo (Jn. 17:3; 2 Tes. 1:7-9), a la vez que Dios “conoce” (aprueba) a los que son suyos
(2 Tim. 2:19).
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Por Josué Hernández A.
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Para ellos, la realidad de la vida existe sólo a nivel espiritual, pues trazaban una diferencia
moral entre fe y proceder, entre acciones y conocimiento, entre materia y espíritu.
Ritos:
Los gnósticos tenían varios ritos, entre los cuales observaban un bautismo en agua
(para que el aspirante pueda ser un asociado al culto gnóstico), un bautismo por fuego, un
bautismo por el aire o viento, un ungimiento con aceite, una cena. La cena consistía en
participar de pan y fruto de la vid consagrado, donde el pan simbolizaba la letra y el fruto de 6
la vid la revelación integral. Con esta iniciación se le concedía al aspirante, la entrada a la
revelación directa.
Vocabulario:
La influencia del gnosticismo en la iglesia de los primeros siglos fue notoria. Los
gnósticos usaban un vocabulario similar al de los cristianos, pero con aplicación conceptual
diferente, torciendo el sentido de la verdad (cf. 2 Ped. 3:16). En un sentido diferente,
reconocían que Cristo era Salvador del mundo e imitaban los actos de adoración, profesando
alguna aceptación de la revelación de Cristo por medio de sus apóstoles, a la vez que
producían libros (evangelios, epístolas, revelaciones).
Consecuencias:
En medio de la confusión, varios líderes de la iglesia que apostataba creyeron
solucionar el problema estableciendo normas diferenciadoras para los cristianos (credo,
oficio, episcopado), y para “defender” la fe cristiana se idearon los dogmas de la iglesia.
Ya que la doctrina gnóstica estaba arraigada en muchos corazones, el ascetismo llevó
a establecer la necesidad de la vida monástica y otras prácticas para sujetar la carne. Así
también, varios otros dieron rienda suelta a sus pasiones asumiendo que estaban
corrompidos por naturaleza y que la salvación era obra de gracia que cubría la
pecaminosidad humana.
Los seres intermediarios del gnosticismo, sumados a la creencia en un Dios lejano e
inaccesible que no tiene relación con el mundo físico, pavimentaron el camino para los
santos mediadores del catolicismo.
La división gnóstica de la humanidad, entre elegidos y no elegidos, y la creencia en
un predestinación arbitraria debido a la soberanía del Ser supremo gnóstico, llevó a la
creencia en la predestinación incondicional y la expiación limitada.
Debido a que el ser humano está corrupto, y procurando establecer un apoyo bíblico
para esto, se introdujeron las doctrinas del pecado original, la depravación total humana, la
impotencia del hombre, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos.
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Por Josué Hernández A.
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infección de la muerte antigua de Adán. Agustín de Hipona (354-430 D.C.) enseñó una idea
similar a la de Tertuliano, originando el llamado bautismo infantil para quitar el supuesto
pecado original por la regeneración bautismal.
Agustín se enfrentó a la pregunta que los filósofos incrédulos formulaban: “¿Cómo fue
que el pecado entró al mundo si Dios es bueno?”, como si hubiese conflicto entre la bondad
de Dios y el libre albedrío del hombre. Para responder la pregunta, Agustín adoptó muchas
de las ideas de los filósofos. Así, pues, afirmando el pecado original, Agustín enseñó que en
Adán y Eva cayó la humanidad. Es decir, que en el pecado y castigo de ellos toda la
humanidad ulterior fue condenada, ya que de alguna manera (biológicamente presente), 7
dentro de Adán, la humanidad fue cómplice del pecado. Así, pues, la idea del pecado y la
culpa moral innata se convirtió en una doctrina generalizada, como lo muestra la afirmación
que varios repiten hasta hoy: “En Adán todos pecamos”.
Sin embargo, Agustín no innovó el concepto del pecado original; lo nuevo fue su uso
de partes específicas de las sagradas Escrituras para justificar su doctrina, torturando las
Escrituras para apoyar su enseñanza (2 Ped. 3:16). El concepto en sí había tomado forma a
partir de finales del siglo II por el error de exegetas como Ireneo, Orígenes y Tertuliano,
entre otros. Por ejemplo, Ireneo no empleó en lo absoluto las Escrituras para su definición;
Orígenes reinterpretó el relato del Génesis sobre Adán y Eva en términos de una alegoría
platónica, mientras que Tertuliano tomó prestada su versión de la filosofía estoica.
Ahora bien, aunque Agustín estaba convencido por los argumentos de los que le
precedieron, recurrió a las epístolas del apóstol Pablo, especialmente la epístola a los
romanos, para desarrollar sus propias ideas acerca del pecado y la culpa. Así, pues, a partir
de la lectura de Romanos capítulo 5, Agustín concluyó que el pecado se transmitía
biológicamente de Adán a todos sus descendientes a través del acto sexual, con lo que
igualó el deseo sexual con el pecado. Pero, ¿cómo es que Agustín llegó a esta interpretación
cuando en la palabra de Cristo las relaciones sexuales dentro del matrimonio se
consideraban buenas y honorables (cf. Heb. 13:4)? La respuesta es obvia, el punto de vista
de Agustín respecto al sexo estaba distorsionado por ideas gnósticas, idealizando el celibato.
En la doctrina de Agustín, las relaciones sexuales al ser físicas debían ser malas, como si el
único Dios verdadero no pudiese ser el autor del sexo para el matrimonio (cf. 1Cor. 7:1-5).
Así fue como el catolicismo llegó a afirmar que la humanidad hereda el pecado de
Adán, y el calvinismo llegó a afirmar que a toda la humanidad se le imputa el pecado de su
cabeza federal, Adán. Tales conceptos son enseñados y aceptados por la inmensa mayoría
de los miembros del denominacionalismo actual, llegando a utilizar éstos términos con total
naturalidad, siendo para ellos una realidad.
Como es evidente, la relación de Agustín con la filosofía gnóstica le llevó a torcer las
Escrituras hábilmente, dejando siempre un aura de erudición en ello. Sin embargo, el buen
estudiante de la Biblia considerará como el gnosticismo de Agustín respecto a lo físico como
algo malo y lo espiritual como algo bueno no coincide con la revelación de Dios en su
palabra, la Biblia. El estudiante que toma en serio las Escrituras, verá en ella la fuente de la
verdad, a pesar de la opinión “oficial” de varios cuerpos eclesiásticos de alto rango de las
denominaciones tradicionales.
Trágicamente, las interpretaciones y comentarios de Agustín son respetuosamente
abrazados hasta la actualidad. Pero, debemos reconocer que la doctrina del pecado original
se debe simplemente al deseo de Agustín de emular a los filósofos de su época, no a la
revelación de Dios en las sagradas Escrituras (2 Tim. 2:15).
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Por Josué Hernández A.
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todas las transgresiones reales, porque ella nos hace completamente indispuestos,
inhabilitados, y opuestos a todo lo bueno, e inclinados enteramente al mal”.
La Confesión de fe de Filadelfia, en la página 24, declara: “Nuestros primeros padres
por el pecado, cayeron de su rectitud y comunión con Dios originales, y nosotros en ellos,
por lo que la muerte vino sobre todos; todos llegando a estar muertos en pecado, y
enteramente profanados en todas las facultades, y partes del alma, y del cuerpo”.
Son cientos los documentos oficiales, que afirman que el hombre, por la caída a un
estado de pecado, ha perdido por completo toda capacidad para querer algún bien espiritual
para su propia salvación, ya que está enteramente opuesto a lo bueno, y muerto en el 8
pecado, siendo totalmente incapaz de arrepentirse.
Como bien sabemos, Martín Lutero afirmaba que el hombre nace con una incapacidad
total para querer el bien. De acuerdo con esta posición, toda la humanidad está
absolutamente depravada. Nuevamente, podemos ver como la esencia de esta doctrina
falsa es la supuesta incapacidad total del hombre para hacer algo verdaderamente bueno a
los ojos de Dios, sobre todo la incapacidad (impotencia) de hacer algo para recibir la
salvación, por la supuesta depravación total innata del gnosticismo-calvinismo.
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Por Josué Hernández A.
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“y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los
que le obedecen” (Heb. 5:9).
“y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas
las naciones por amor de su nombre” (Rom. 1:5).
“pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según
el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que
obedezcan a la fe” (Rom. 16:26).
9
Bautismo de infantes:
Agustín fue el primer teólogo en aventurarse a atacar el bautismo de los creyentes
con una ley civil férrea, y esto a pesar de que en el plan de Cristo son creyentes los que
deben ser bautizados (Mar. 16:15,16), “hombres y mujeres” (Hech. 8:12), no niños. No
obstante, cualquier hombre que se opusiera al bautismo de infantes era condenado,
especialmente cualquiera que negara que los infantes, por medio de la regeneración
bautismal fueran libertados de la perdición eterna. Obviamente, ya que los infantes son
salvos por el bautismo, sin éste son condenados. Por lo tanto, los infantes que mueren sin
bautizarse serían consignados a una región fronteriza del infierno con llamas mitigadísimas
(el Limbo). Agustín pensaba que los muertos debían ser salvados por agua en este mundo o
por fuego en el próximo. Y para el pecado cometido después del bautismo, Agustín
desarrolló la doctrina del Purgatorio. Así, pues, Agustín proporcionó los materiales
fundamentales para que la doctrina del Purgatorio alcanzara su forma actual.
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Por Josué Hernández A.
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En cambio, el Nuevo Testamento de Cristo, deja bien claro que el pecador del mundo
puede decidir obedecer las condiciones del evangelio para alcanzar la salvación por gracia
por medio de la fe en Cristo, así como también puede rechazar la gracia de Dios:
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Resumiendo:
El sistema teológico del calvinismo no cree en la libre voluntad del hombre. Dicen que
el hombre puede elegir voluntariamente sus actos de acuerdo con sus propios deseos y
motivaciones pero no al punto de entender y obedecer el evangelio de Cristo. Pero con esta
doctrina se disparan a los pies, pues si Dios ha ordenado de antemano estos deseos y
motivaciones entonces Dios es el responsable del pecado y del mal.
Pero, tenemos libre albedrío, podemos entender la voluntad de Dios y elegir hacer lo
bueno, como también podemos rechazar la gracia de Dios:
“He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición,
si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la
maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis
del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis
conocido” (Deut. 11:26-28).
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos
debajo de las alas, y no quisiste!” (Mat. 23:37).
Al creer en Cristo Jesús, el hombre de fe ya hace una obra de Dios (Jn. 6:29), y con
esto ya está trabajando para su salvación (Jn. 6:27). Entonces, al arrepentirse y bautizarse,
hace lo que Dios manda que él haga (Hech. 2:37,38; 17:30; 10:48).
Como antes vimos, y según las Escrituras, siempre es necesaria la obediencia al
evangelio (Rom. 2:8; 6:17; 2 Tes. 1:8; Heb. 5:9; 1 Ped. 1:22). Entonces, la salvación es
condicional, pero no a base de lo que hombre mundano haga de su propia justicia y aparte
del evangelio.
En términos históricos, el gnosticismo fue un movimiento religioso muy activo
durante los primeros siglos. En términos comparativos, sobrevive en la actualidad a través
de los conceptos de Agustín de Hipona, Juan Calvino y Martín Lutero, entre muchos otros.
La Biblia atribuye la salvación a varias cosas, pero este hecho pasa desapercibido por
mucha gente, debido a su confianza en el programa de estudio de su denominación y el
“conocimiento” de su pastor. Lamentablemente, las denominaciones no predican “todo el
consejo de Dios” (Hechos 20:27).
Es común en los líderes religiosos el controlar la información que han de manejar los
miembros de su grupo, por lo tanto ellos enseñarán exclusivamente las piezas y partes de
la Biblia que ellos quieren que los miembros conozcan (y de acuerdo a la interpretación de la
denominación). Entonces, si estos miembros no hacen su propio estudio bíblico, o solicitan
***
Por Josué Hernández A.
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EL EVANGELIO. (Rom. 1:16; Stgo. 1:21, Hech. 11:14; Ef. 1:13, 1 Cor. 1:21; 15:1-
2; Sal. 19:7). El evangelio es el poder de Dios para salvar a los creyentes. Nadie puede ser
salvo aparte de oír, creer y obedecer el evangelio. "La fe viene por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios" (Rom. 10:17).
LA FE. (Hech. 10:43; 16:31, Jn. 3:16; 8:24, Mar. 16:16, Heb. 11:6, Rom. 3:28;
5:1). La fe es la certeza y la convicción de lo que no se ve. La fe es la base sobre la que
actúan los que agradan a Dios.
EL BAUTISMO. (Mat. 28:19, Mar. 16:16, Hech. 2:38, 8:12, 36-38; 9:18; 10:47,48;
16:15, 33; 18:08; 22:16; Rom. 6:3,4; 1 Cor. 12:13; Gal. 3:26-27; Col. 2:11,12; 1 Ped.
3:21). El bautismo es una inmersión en agua para la remisión de los pecados.
LA FIDELIDAD. (Mat. 10:22; 24:13; Apoc. 2:10, Col. 1:21-23; 2 Tim. 4:7; Heb.
3:6,14).
LA OBEDIENCIA. (Mat. 7:21; Mar. 3:35, Luc. 6:46, Jn. 14:15; 15:13; Heb. 5:9, 1
Ped. 1:22; 4:17, Rom. 6:17-18, Hech. 5:32; Fil. 2:12; 2 Tes. 1:8)
LAS OBRAS. (Stgo. 2:24) “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las
obras, y no solamente por la fe”.
INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR. (Hech. 2:21, Rom. 10:13; Hech. 22:16).
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DIOS. (2 Tim. 1:9) – “[Dios] nos salvó y llamó con llamamiento santo”.
LA GRACIA DE DIOS. (Hech. 15:11; Ef. 2:5,8; Tit. 2:11; 3:7; Rom. 3:24) – Somos
salvos por la gracia de Dios. Pero la gracia no excluye todos los demás componentes de
la salvación.
LA MISERICORDIA DE DIOS. (Tit. 3:5; Ef. 2:4) - "nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia…”
LA BENIGNIDAD DE DIOS. (Rom. 2:4) - la bondad de Dios es una de las cosas que
nos lleva al arrepentimiento: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”
CRISTO. (Luc. 19:10; Gal. 2:17) – “el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo
que se había perdido” “Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos
hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera”.
LA VIDA DE CRISTO. Nadie será salvo por la vida de Cristo (en su labor celestial a
favor de su pueblo), ni por la muerte de Cristo (al morir por el mundo). ¡Somos salvos por
la vida y la muerte de Cristo!
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Por Josué Hernández A.
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que está dispuesto a ser guiado por el Espíritu conformando su propio espíritu a la imagen
del Espíritu Santo (Rom. 8:14, 16).
Nos hemos reservado Hechos 2:40 y Filipenses 2:12 para el final – Algunas
personas adoctrinadas con los conceptos calvinistas de la salvación están conmocionadas
con este último punto. Ellos han llegado a pensar que no hay absolutamente nada que
hacer para participar de la propia salvación.
Hechos 2:40 (“Sed salvos de esta perversa generación”) y Filipenses 2:12 (“ocupaos
en vuestra salvación con temor y temblor”) afirman claramente que somos responsables de 16
nuestra propia salvación. Entonces, hay un sentido en que el hombre se salva y es por la
obediencia a instrucciones divinas dadas a nosotros por la palabra de vida (Fil. 2:16).
La salvación es imposible sin la obediencia a las instrucciones de Dios reveladas a
través de su santo Hijo Jesucristo.
Conclusión
Nadie será salvo “solamente por la fe” como afirman varios líderes religiosos
ciegos. Somos salvos por lo que Dios dice que somos salvos. Al colocar la palabra
“solamente” a cualquiera de los elementos a los que la Biblia le atribuye la salvación se
dejan todos los demás elementos excluidos. La fe “sola” excluye el arrepentimiento, la
confesión, el bautismo, la fidelidad, la esperanza, el amor, y todo lo que hemos discutido en
este artículo.
Como dice Deuteronomio 12:32 “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no
añadirás a ello, ni de ello quitarás”.
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Por Josué Hernández A.
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