Extracto RESUMIDO. Marti Bosch, Dieta Alcalina y Cáncer
Extracto RESUMIDO. Marti Bosch, Dieta Alcalina y Cáncer
Extracto RESUMIDO. Marti Bosch, Dieta Alcalina y Cáncer
Marti Bosch,
dieta alcalina y
cáncer
Quim Muns cancer, La dieta alcalina y cancer, Sintomas y
enfermedades
Marti Bosch, dieta alcalina y cáncer. Con varios millones de visitas este
video debe ser tenido en cuenta, por muy excéptico que seas, ya que da
alternativas para combatir una enfermedad terrible. Son fórmulas al alcance
de todos, y que se pueden utilizar de manera complementaria con la
medicina oficial actual.
Muchas veces he escrito que tal vez desde la cocina no sanamos
enfermedades, pero sí tenemos la opción de ayudar a no enfermar a las
personas. Sin embargo, ante el aumento de enfermedades ligadas a la
malnutrición que comprometen seriamente los sistemas de salud que tanto
ha costado articular, cabe preguntarse:
¿y si volvemos a la comida como lo que es?
Es decir: la mejor medicina de la que dispone la humanidad.
Cocinar mola tanto cuando es una experiencia íntima, como cuando es
compartida, pero también debe ser intentar ser un vehículo sanador que
busque calidad de vida de los comensales. Ambas cosas no están reñidas,
aunque las tendencias actuales parezcan demostrar lo contrario.
Este artículo es una transcripción de la fabulosa conferencia titulada Sin
acidez tumoral no hay cáncer , dictada por el medico español Alberto
Martín Bosch, y que puedes escuchar en su totalidad en el siguiente video.
EXTRACTO
RESUMIDO. Marti
Bosch, dieta alcalina y
cáncer
El enfoque del cáncer que plantea el doctor Alberto Martín
Bosh surgió mientras trataba niños. La quimioterapia es muy dura y se
preguntó como hacer que un niño sufriera menos y que el tratamiento
fuese más eficaz. Para lograrlo, decidió preguntarse qué es lo que hace
que estas células se alteren. Para buscar la respuesta estudió Dietética
y Nutrición.
o Envenenarlos (quimioterapia).
VERSION EXTENDIDA.
El fundamento de la teoría médica que vamos a ver es una integración del
planteamiento de si el tumor es ácido o alcalino. Ambas cosas son ciertas,
en el interior es alcalino, pero en el exterior es ácido. Acidosis metabólica y
alcalosis tumoral. A continuación se verá porqué.
Para provocar la apoptosis tumoral (muerte celular programada) hay
que entender como se genera este fenómeno: la medicina científica
aplica ante un cáncer métodos invasivos (cirugía, radioterapia y
quimioterapia) como única solución. Especialmente la quimioterapia es
un tratamiento muy duro para el paciente, con muchos efectos
secundarios indeseados, (vómitos, pérdida de pelo, incluso pérdida de
dientes, descalcificación, dolores…) Pero para mitigar esta situación
primero habría que entender bien el origen del problema.
El pulmón, el hígado y el riñón son los filtros que utiliza nuestro organismo
desde que nacemos hasta que morimos para desintoxicarnos. Por cada uno
de estos filtros pasan 5 litros de sangre por minuto. Estos filtros, con el uso,
se van ensuciando, por lo que es necesario limpiarlos si queremos que
cumplan correctamente su función. Estos órganos filtran los residuos del
sistema celular, al que envían oxígeno, grasas, nutrientes, etc.… de forma
incesante, para que la célula se nutra, respire y viva. Pero cada vez que se
oxigena y se nutre la célula produce un residuo metabólico. Cuando se le
envía grasa, por ejemplo, la usa, se degrada, y cuando esto ocurre, la arroja
fuera de sí, esto es el colesterol. Sería como el aceite quemado que queda
en la sartén después de una fritura, se ha saturado, ya no es saludable, y lo
desechamos, en la célula es igual. Si le enviamos proteínas, después de
aprovecharlas para obtener energía, nos devuelve ácido úrico. Estos
residuos excretados de la célula van al sistema venoso, de ahí a pulmón,
hígado y riñón para que lo desechen. La naturaleza de estos desechos es
ácida: ácido úrico, ácido carbónico y ácidos grasos. Mientras el cuerpo sea
capaz de hacer esto no hay problema pero hay que tener en cuenta que
nuestros filtros orgánicos procesan 7200 litros de sangre al día, es el
equivalente a un camión de 7 toneladas diario.
Esos ácidos que rodean la célula son corrosivos, cuando tienen que ser
atravesados por el oxígeno o los nutrientes para alimentar la célula, se
deterioran al contacto con el ácido, con lo que la célula se acaba quedando
sin oxígeno ni comida, y atacada químicamente por sus propios ácidos que
no han sido desechados correctamente. Por eso funcionan las tinciones
para detectar células tumorales, porque el color se fija en células enfermas,
ya que los ácidos tiñen, mientras que el agua que rodea la célula, cuando
está sana, no.
En este caso, la célula, sin oxígeno ni nutrientes, sólo tiene dos opciones:
morir, o intentar sobrevivir. Si no reacciona, la célula, atacada químicamente
por los radicales libres que la rodean, muere. Sin embargo, puede
reaccionar, ya que es un ser vivo (si no estuviera viva no podría morir) que
intentará defenderse.
Un ejemplo gráfico para entender mejor el funcionamiento de nuestro
organismo: las células son los ciudadanos del cuerpo, los órganos
los edificios donde viven los ciudadanos, arterias y venas, calle y
avenidas, por dónde van los alimentos y recogemos las basuras, los
nervios son el tendido eléctrico, las líneas de teléfono, el sistema
nervioso central el ayuntamiento.
Por eso, si mueren las células del cerebro el resultado es Alzheimer, si se
mueren las de la base del cerebro, Parkinson…, en el cuerpo los nervios
conducen los impulsos eléctricos, están forrados de una vaina de mielina, si
el ácido corroe esta vaina protectora, el resultado es esclerosis múltiple,
ELA, y otras enfermedades degenerativos del sistema nervioso.
La célula sana vive en un medio alcalino, con oxígeno, poco sodio y con
proteínas levógiras (giradas a la izquierda). La célula tumoral se adapta a
vivir en un medio ácido, obtiene la energía no del oxígeno, sino de la
ausencia de este, en un medio anaeróbico lo que le permite sobrevivir, ya
que se alcaliniza en su interior (en su citoplasma) para poder contrarrestar
el ataque ácido externo, eso explica porqué las células tumorales son
alcalinas en su núcleo. Se carga de sodio, las proteínas giran a la derecha y
todo se invierte. Esta solución la copian también las células vecinas y con el
tiempo sobreviene la metástasis.
Para ello habría que alcalinizar al paciente con dieta hiposódica, ya que la
célula tumoral necesita mucho sodio, utilizar enzimas proteolíticos de acción
selectiva, es decir, enzimas que eliminan las proteínas dextrógiras (que
giran a la derecha) de las que vive la célula tumoral, hiperoxigenar el
sistema (ozonoterapia), el oxígeno es tóxico para las células tumorales.
Alcalinizamos también al paciente recuperando la función del hígado,
pulmón y riñón, y eliminando las toxinas acumuladas en el espacio
intersticial. Para ello utilizaremos una dieta alcalinizante, hidroterapia,
tratamiento natural y tratamiento físico. Son cuatro pilares, un tratamiento
que abarca más frentes es más probable que tenga éxito.
Por otro lado, la quimioterapia, que funciona bien en Vitro, no lo hace tanto
en el paciente, porque antes de llegar a la célula tumoral, tiene que
atravesar esa fosa séptica de tóxicos y ácidos que la rodean, por eso no
basta con ponerle al paciente el suero en sangre, ya que la molécula no
llega a la célula con efectividad, primero hay que limpiar de detritus ese
espacio intersticial para que la quimioterapia pueda ser efectiva, de otra
forma los ácidos la destruyen, se quema por el camino. Mucha toxicidad y
poca efectividad. Si limpiamos antes el organismo de tóxicos, llegaría toda
la quimio a la célula.
Muchos casos, incluso con metástasis, revierten, (la medicina lo llama
reversión espontánea), y es por el tratamiento que permite poner al
cuerpo en las condiciones de curarse a sí mismo.
https://youtu.be/RotVRPfGBz0
Suficiente por hoy. Apuntad en vuestras listas de placeres para
este fin de semana estrenaros con esta excelente propuesta.
Nosotras ya nos lo estamos imaginando: música, velas, relax, tal
vez una buena lectura, agua caliente y sal. Será nuestro momento.
Que sea también vuestro momento. Sanos o enfermos debemos
mimarnos y disfrutar de todo cuanto sucede .
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7 comentarios en “BAÑOS DE SAL”
1. Pingback: JARRA ALKANATUR | Jaque al Cáncer
2. Tani
4 MARZO, 2016 EN 9:25 AM
Yo he padecido cáncer recientemente y un médico del equipo del dr. Martí Bosch me
ha mandado hacer los famosos baños de sal TODOS LOS DÍAS. Tengo que confesar
que yo no los hago a diario por varias razones. Una de ellas es que soy totalmente de
secano y no me gusta el agua, así que yo no disfruto cuando estoy en remojo ni me
resulta una experiencia relajante (ya sé que esto a muchos os sonará raro pero así
es). Yo lo hago como quien se toma una medicina. Si me ayuda a limpiar mi
organismo de toxinas tengo que “sacrificarme” y pasar por el remojón. Animo a
todos a que incorporéis estos baños en vuestra vida por motivos de salud y si encima
os gusta el agua disfrutaréis haciéndolo.
www.whale.to/a/b/pearson.html
www.ronaldmodra.orgfree.com
Hubo un tiempo en el que Pasteur no gozó del respeto divino concedido a él hoy, y
Hoy, los gérmenes son importantes y la salud de la célula es tan poco importante,
que ninguna universidad está dedicada a eso, mientras que se están invirtiendo
billones para aprender todo acerca de los gérmenes y en esto tenemos éxito; sin
embargo, ni siquiera sabemos cómo describir la salud, excepto como la ausencia
de la enfermedad. Un mundo verdaderamente confuso, que se mantiene
deliberadamente de esa forma.
“Si los gérmenes son atacantes externos que invaden el cuerpo, entonces
podemos desarrollar y comercializar un arsenal sin fin de armas con las cuales
Hoy en día, miles de investigadores y médicos saben que fuimos engañados, pero
el resultado final ha sido tan catastrófico que hasta el concepto mismo de verdad,
ha sido dañado momentáneamente mientras recorremos los siglos XX y XXI.
Hombres de aparente rectitud moral, tienen temor de admitir que ninguna cantidad
de toxicidad puede sanar, y en vez de eso, siguen un credo que saben es errado.
Parece ser que hace un buen tiempo, cometimos el más increíble de los errores y
y hombres conocedores y sofisticados morirían antes de admitir que han sido
tontos y no reconocieron lo obvio. Ahora en el siglo XXI, un público iluminado y
unos pocos investigadores valientes se atreven a liderar la exposición de un
imperio mafioso, tan corrupto que ni siquiera le importa que todos hayamos
descubierto la verdad.
Pasteur vs Béchamp
¿Será posible que una sociedad aparentemente avanzada pueda estar viviendo en
un estado de total engaño, siempre tratando de lograr algo que está condenado al
fracaso, simplemente porque no sabemos suficiente acerca de nosotros mismos
como para tomar las decisiones correctas?
Ciertamente se ve así en el área de la salud.
Bechamp pudo probar que todas las células del animal y de la planta, contienen
estas partículas minúsculas, las cuales continúan viviendo después de la muerte
del organismo y a partir de ellas, se desarrollan microorganismos. En su
investigación, Bechamp fundó las bases para la comprensión del pleomorfismo (la
habilidad de los organismos de cambiar).
Siempre que hay alguna cosa en la naturaleza que se está muriendo, comenzando
a decaer, algo aparece y se lo come, puesto que sus partículas se convierten en
microbios que salen de las células del tejido fino para limpiar cualquier toxina o
materia en descomposición que se encuentra en el cuerpo. Para eso están los
microbios (gérmenes). Son el resultado, no la causa de la enfermedad.
“Mientras que los microsomas de las bacterias destruidas también viven, lo que
sigue es que estos microsomas son el final vivo de toda la organización celular
que a su vez, se convierten en todas las cosas vivas, seres, órganos, todo. Son el
fin y el principio de toda la vida física. Todas las células, órganos, todas las
Cuando usted rompe un elemento en pedazos más y más pequeños, termina con
un átomo de ese elemento. Cuando usted rompe la materia orgánica, la vida física,
en pedazos más y más pequeños, termina con esta partícula, no importando la
forma de materia orgánica viva con la que comenzó.
Hoy hemos descubierto todo esto, pero una industria construida en base a
Pasteur, no va a ceder terreno. En vez de eso, debemos trabajar en dos esferas
diferentes.
Lo que descubrió Béchamp fue que las células de nuestro cuerpo no son atacadas
Pasteur, sino que nuestras células se deterioran, degeneran y dañan por el estrés
La teoría de Pasteur dice que sin importar si la célula es saludable o no, los
gérmenes externos ingresan y causan la muerte o la contaminación de ésta. Esto
fue aceptado inmediatamente como explicación para todas las enfermedades, y así
crecieron las industrias gigantescas que conocemos hoy como drogas,
medicamentos y vacunas. Junto con ellas, evolucionó la teoría de deshacerse de
los síntomas, cortándolos, quemándolos con radiación o calor, y envenenándolos
con sustancias tóxicas. Hoy esos métodos parecen haber alcanzado el máximo de
lo que pueden ser aplicados y todavía siguen apareciendo las enfermedades que
se supone nos traen los gérmenes, como si no se les estuviera tratando en lo
absoluto.
sustancias tóxicas, con la esperanza de que los gérmenes mueran y la célula viva.
Llamó a éstas microsomas y creyó que podían encontrarse en todo tejido vivo
sano. Estos microsomas son fisiológica y químicamente activos, y son los
constructores de nuestras células, además de ser agentes de descomposición
después de la muerte de una célula en nuestros tejidos u órganos.
Con el tiempo, hemos descubierto quién tenía la razón, pero una industria
construida únicamente sobre sustancias tóxicas, que requiere una fortuna para
permanecer viable, no va a cambiar o sacar sus garras de la billetera más grande
del mundo.
Pasteur nos ha permitido desarrollar todo tipo de toxinas para atacar los gérmenes
invasores.
Las células sanas no necesitan ser protegidas por las toxinas.
Las toxinas ocasionan que las células sanas se enfermen, y como descubrió
Bechamp, ellas se autodestruyen cuando ya no pueden funcionar.
“Si volviese a vivir, dedicaría mi vida a probar que los gérmenes buscan su hábitat
igual que los zancudos buscan el agua estancada, pero no son los causantes de
Incluso los grandes científicos de nuestro tiempo pudieron, en algún minuto de sus
carreras, admitir que la medicina moderna ha sido llevada de paseo.
Pasteur, admitió al morir que: “Los gérmenes no son nada y el tejido en el que
crecen , lo es todo”.
que todos los dogmas que erigió son falsos, obviamente, necesita
justificación.
Existe, por cierto, para numerosos terapeutas, así como para numerosos
pacientes, la evidencia de que la medicina nacida de las ideas de Pasteur, del
siglo de Pasteur, es una medicina metida en un callejón sin salida; una medicina
que no llega, en absoluto, a la curación global de los seres humanos, es decir, a
un bienestar que sea a la vez psíquico, emocional, físico y que permita a los seres
humanos seguir evolucionando.
Por una parte, preguntarse: ¿por qué Pasteur?, ¿por qué en el siglo XIX pusieron
a Pasteur por las nubes y lo consideraron como un salvador?, ¿por qué otros
grandes sabios, como Antoine Béchamp, han sido totalmente ignorados?, ¿por qué
este siglo XIX, profundamente traumatizado y emocionado, necesitó que un
químico como Louis Pasteur se volviera un héroe nacional, un héroe en el sentido
mítico, hasta el punto de que, incluso hoy, queda todavía una extraordinaria
influencia proyectada? Psicológicamente hablando, es la imagen misma del sabio
altruista y desinteresado, vencedor de la enfermedad y, por supuesto, de la
muerte, sobre el cual cada uno puede proyectar desde entonces todos sus miedos
y todas sus esperanzas.
Paralelamente a esta presentación de
Pasteur como hombre, en este siglo XIX −rico en trastornos políticos, económicos
y sociales−, habría que presentar, por supuesto, al microbio −y muy
particularmente al virus− de manera diferente, con otro enfoque; no más como
este ser microscópico extremadamente peligroso cuya única meta sería
destruirnos. Presentarlo de manera un poco más neutra si es posible. Neutralidad
en la relación, incluso ir hasta sugerir la simbiosis, es decir, exponer la teoría del
virus útil.
II
Decir que el mundo cambió desde hace un siglo es ciertamente una evidencia para
cada uno de nosotros y, sin embargo, biológicamente hablando, miramos todavía a
este mundo con los ojos de Louis Pasteur o de Charles Darwin. Es por esto que
pretendo concienciar de que debemos cambiar totalmente nuestra visión del
mundo, de que debemos evolucionar si queremos comprender el origen y el
sentido de nuestro “malestar”, de nuestras enfermedades, y curar de verdad. Y
para conseguir esta evolución debemos aceptar la necesidad de volver a poner en
duda las figuras carismáticas, heroicas y paternales de un siglo pasado, como, por
ejemplo, Louis Pasteur.
Estudié entonces la historia del hombre que fue Pasteur. Por una parte, leí
biografías oficiales escritas por discípulos y hagiógrafos para los cuales Pasteur
queda y quedará como un maestro venerado, un padre, un héroe, un sabio muy
grande, en cualquier caso. Por otra parte, estudié trabajos desconocidos
concernientes tanto a sabios que le precedieron, como a contemporáneos suyos y
a autores posteriores a él, autores que hicieron descubrimientos fundamentales
con, evidentemente, otra visión de las cosas, otra visión del mundo −puesto que
cada uno ve el mundo a través del filtro de su propio mundo interior, el filtro de sus
esperanzas, el filtro de sus miedos.
III
Pasteur nació en Dole (Francia) en 1822. Entró en la escuela pedagógica en 1843
y terminó en ella una cátedra de física y de química. Por lo tanto, no era médico,
aunque revela desde el principio una inmensa ambición, posiblemente ligada a su
origen modesto. Lo que sí es seguro, según la información de que disponemos hoy
en día, es que falsificó los resultados de sus propios trabajos y que la mayoría de
los descubrimientos que le son atribuidos, si no todos, son realmente
expoliaciones, hallazgos que robó a numerosos científicos, médicos o veterinarios.
Un dato que se debe tener en cuenta de este siglo XIX, siglo que verá el
nacimiento de la microbiología −el estudio de los microorganismos como
responsables de las enfermedades e infecciones tanto humanas como animales−,
es que la genética y la inmunología son totalmente ignoradas. No se conoce, en
absoluto, la función inmunitaria. En relación a la microbiología, Pasteur no
descubrió la existencia de los microbios. En cambio, los recupera, atribuyéndose
este descubrimiento, y, a partir de ahí, proclama cierto número de pseudo-
verdades que serán pronto erigidas en dogmas −en la actualidad totalmente
sobrepasados porque son erróneos−.
El primero de estos dogmas dice que nuestro medio ambiente está repleto de
microbios −lo cual es cierto− y que estos, o al menos muchos de ellos, son
patógenos, es decir, responsables de nuestras enfermedades. Dicho de otra
manera, que estos microbios, juzgados sistemáticamente como patógenos, son los
únicos responsables de nuestras enfermedades. Lo que se calificó más tarde como
‘terreno’, es decir, la aptitud o inaptitud para aportar una respuesta correcta en el
curso de la confrontación con un microbio, no se tiene en cuenta en absoluto; no,
todo esto no existe, no tiene ninguna importancia. Se diferencian claramente las
diferentes familias de microbios y se considera a algunas de ellas responsables de
ciertas enfermedades muy graves. Esto condujo hasta la aberración de querer
responsabilizar a algunos microbios, incluso en nuestros días, de enfermedades
como la úlcera gástrica, la diabetes y hasta la esquizofrenia. El segundo dogma
pasteuriano, el cual se revela totalmente falso, es el que defiende que nuestro
medio interior, el interior de nuestro cuerpo, es estéril, aséptico; es decir, que la
introducción de un microbio en este medio interior aséptico es anormal y va,
entonces, a provocar una enfermedad.
La asepsia del medio interior es una creencia que hoy está hecha añicos. Querría,
por otra parte, precisar aquí, hablando de los dogmas pasteurianos, que la idea
que se creó sobre sistema inmune −cuando fue descubierto mucho tiempo después
de Pasteur− era forzosamente la de un sistema agresivo de defensa, ya que el
microbio mismo era siempre agresivo puesto que el medio interior era siempre
limpio y sano. Pues el sistema inmune apareció, desde luego, como una especie
de ejército siempre en pie de guerra, siempre preparado para pelearse con el
menor microbio extraño que se presentara en las fronteras.
IV
Para volver al siglo en el cual Pasteur vivió su vida, usted observará que esta
visión marcial y guerrera del microbio frente al sistema inmune −con esta defensa
encarnizada de las fronteras, de las que la inmunidad sería responsable− evoca de
manera inquietante la situación política de Francia, confrontada en esta época con
la amenaza alemana, justamente con esta derrota dramática de Sedán, en 1870,
cuando Francia vio sus fronteras atacadas, pulverizadas, su territorio invadido
hasta el corazón.
Trate de imaginar qué visión del mundo pudo tener un sabio y patriota,
confrontado con este género de conflicto de territorio, cuando va a observar la
enfermedad infecciosa y este microbio, aparentemente, es el único responsable.
Es decir, terribles sufrimientos y muy a menudo la muerte, como durante las
grandes epidemias. Lo que quería resaltar aquí es la analogía inquietante entre,
por una parte, el país confrontado con ataques fronterizos, con pérdidas de
territorio en respuesta a una derrota militar que es también una derrota nacional y,
por otra parte, la descripción que vamos hacer de la relación con el mundo
microbiano y, particularmente, esta relación tensa, excesivamente conflictiva, entre
el microbio y el sistema inmune.
V
Volvamos a Pasteur y a su tercer dogma, el del contagio. Este asegura que entre
dos individuos en contacto habrá transmisión sistemática del microbio si una de
las personas es portadora de este microbio o bien está enferma. Y así, pues, es la
enfermedad la que se transmite sistemáticamente de un individuo al otro. Verdad:
hay sistemáticamente transmisión, intercambio de microbios. Falso: no hay
sistemáticamente transmisión de la enfermedad. Pudimos comprobar en las peores
epidemias que la mayor parte de la población sobrevive.
“Gracias por haber transcrito esta conferencia en francés, por haberla traducido al
español y por compartir estos conocomientos fundamentales para comprender
mejor la indiscutible Cuarta Ley Natural Biológica de la Nueva Medicina
Germánica, ´El Sistema Ontogenético de los Microbios`.
Lo que se debe saber también es: tener como base dos casos, dos niños que
llegaron a ser célebres porque sobrevivieron ¡no a la rabia sino a las inyecciones
de Louis Pasteur!, es tener como base dos experimentos y sin ningún fundamento
científico serio con los que Louis Pasteur crearía la primera multinacional de la
historia para fabricar sus vacunas y promover la vacunación generalizada contra la
rabia y muy rápidamente contra otras enfermedades.
VI
Es evidente que todos estos hechos históricos −les recuerdo, pues, que hubo unas
inculpaciones en la época pero Pasteur era entonces un hombre protegido por los
poderosos− quedaron ocultados por mucho tiempo −y lo son todavía− en gran
parte por el hecho de que, entre tanto, Pasteur pasó a ser la imagen de un lobby
financiero muy poderoso, el lobby “vacunalista”, que reporta fortunas colosales.
Es, pues, muy difícil poner en duda la imagen carismática del fundador. Se acabó
la gallina de los huevos de oro.
Hasta ahora soy perfectamente consciente de haber tenido una actitud digamos
negativa, esencialmente negativa e iconoclasta. Iconoclasta puesto que se permite
el lujo de atreverse a poner en duda las imágenes sagradas, las imágenes santas,
una actitud blasfematoria en el pleno sentido de la palabra. Porque aquí nos
encontramos, de hecho, en presencia de una iconolatría, que se explica en gran
parte por el hecho de que Pasteur representa una imagen de marca de un grupo
financiero poderoso y, por tanto, intocable. Y aunque se puede comprender cómo y
por qué un lobby como el de los vacunadores mantiene la ley del silencio sobre la
verdad histórica y científica acerca de la vida y la obra de Pasteur, los detractores
y los iconoclastas, en cambio, tienen que justificarse de su actitud.
Esta actitud, la mía, no está ligada, por cierto, a cualquiera de los intereses
financieros −contrariamente a la de los promotores de la vacunación a ultranza−.
No obstante, es siempre delicado descomponer un lindo edificio sin justificarse y,
sobre todo, sin promesa de una reconstrucción. El replanteamiento de los
conceptos de Pasteur y de las aplicaciones prácticas que emanaron de ellos,
desde hace más de cien años, se justifica porque ni unos ni otros trajeron los
resultados previstos. Existen todavía algunas enfermedades infecciosas contra las
cuales tenemos cada vez menos respuestas en términos de respuestas clásicas;
por ejemplo con el dramático problema de las resistencias en antibioterapia y el
hecho de que no se logre, que ya no alcancemos a concebir vacunas contra
enfermedades muy actuales y muy graves como las hepatitis virales y el sida.
Y, por último, cuarto punto: considerar estas nuevas teorías que emergieron
recientemente y que nos dicen que cada una de nuestras enfermedades
corresponde a un conflicto; un conflicto más bien de naturaleza psico-emocional,
una dificultad existencial, un sufrimiento adaptativo y evolutivo a los cuales
finalmente aportamos una respuesta enfermando. Y en el curso de estas
enfermedades −ligado, pues, a penosas situaciones psicológicas y afectivas− el
microbio no necesariamente intervendría como un enemigo que saca provecho de
la situación, sino como un aliado en un proceso de limpieza, de restauración, de
adaptación, incluso de reprogramación de nuestra herencia genética con el fin de
aportar una nueva respuesta a una nueva situación.
Por fin, cuarto punto, considerar estas nuevas teorías que emergieron
recientemente y que nos dicen que cada una de nuestras enfermedades
corresponde a un conflicto. Un conflicto más bien de naturaleza psico-emocional,
una dificultad existencial, un sufrimiento adaptativo y evolutivo a los cuales
aportamos eventualmente una respuesta enfermando. Y en el curso de estas
enfermedades, que sería ligado pues a penosas situaciones psicológicas y
afectivas, el microbio no intervendría forzosamente como un enemigo que saca
provecho de la situación, sino como un aliado en un proceso de limpieza, de
restauración, de adaptación, incluso de reprogramación de nuestra herencia
genética con el fin de aportar una nueva respuesta a una nueva situación.
VII
Se hace forzoso profundizar en estos cuatro puntos, es decir:
4. Y, por fin, último punto, estudiar a fondo estas nuevas teorías, las evocadas
anteriormente, es decir, la relación de una enfermedad muy precisa con un
conflicto muy preciso. Pero también el enfoque trans-generacional, la psico-
genealogía, que es muy apasionante, muy rica en el plano terapéutico, y
que nos dice que nuestras dificultades y nuestras enfermedades actuales
pueden ser la consecuencia de situaciones que han precedido nuestro
nacimiento y por las cuales pagamos hoy los cristales rotos. Desde luego,
no tengo ,en absoluto, la posibilidad de profundizar aquí en cada uno de
estos puntos. En la obra Pour en finir avec Pasteur se pueden encontrar
expuestos y ampliamente desarrollados cada uno de ellos. Otra parte
emana de las investigaciones que perseguí y de mi práctica desde la salida
de este libro.
VIII
Querría simplemente hablar aquí de algunos aspectos muy precisos y, en lo que
concierne a los microbios, exponer ciertos puntos particulares de la biología de los
virus. Por cierto, para la mayoría de nosotros el virus es un ser un poquito
misterioso, al límite de lo vivo, puesto que no tiene metabolismo y que se
reproduce duplicándose dentro de una célula. Tenemos la costumbre de
considerarlo, de toda formas, como algo peligroso, disparador de enfermedades,
de enfermedades insensatas.; bastaría encontrar un virus para enfermar; pero, en
relaidad, querría mostrar que esta visión es evidentemente errónea.
Ante todo, cuando se observa un virus,
uno se da cuenta de que este se presenta como una información en una cápsula
proteica. Esta cápsula es como la envoltura que protege la información y dentro de
esta envoltura la información misma presenta el aspecto de una pequeña brizna de
ADN o de ARN. Lo que es particularmente asombroso e inquietante es la analogía
de estos virus –especies de nómadas, de informaciones que circulan− analogía,
pues, con los genes que constituyen nuestros cromosomas, es decir, los soportes
de información presentes en cada una de nuestras diez mil millones de células y
gracias a las cuales sintetizamos las proteínas que hacen funcionar nuestro
metabolismo. Esta analogía supone intercambios. El virus, susceptible de volverse
gen, el gen susceptible de volverse virus, y efectivamente es lo que se comprueba.
Es aquí, por cierto, donde debemos tratar el segundo punto, esto es, el papel del
sistema inmune, entendiéndose que se comprueba y es inquietante que en casos
muy numerosos el sistema inmune facilita, autoriza la entrada, el paso del virus en
el medio interior. Su circulación a este medio interior y luego su acceso a las
células y al ADN. Ahora bien, esta facilitación de la circulación del virus está
guiada hacia ciertas células donde se producirá la réplica de la información; todo
este proceso complejo no puede ser considerado sistemáticamente como una
deficiencia del sistema inmune, de hecho, es una función normal.
IX
Por eso digo que el sistema inmune no es esencialmente un sistema de defensa,
sino más bien un sistema de comunicación, lo que significa, entre otras cosas, ya
que se trata aquí de fenómenos excesivamente complejos, que cuando un
microbio, un virus, se presenta al nivel de las mucosas va a ser calculado,
evaluado, controlado por el sistema inmune. Si su presencia es considerada inútil,
será simplemente mantenido en la periferia, por fuera, impedido para duplicarse,
aunque la información que representa sea sistemáticamente memorizada. Si, por
el contrario, se revela potencialmente útil −estando en la fase que atraviesa
actualmente el individuo o en el futuro− la información será acogida, descifrada,
transmitida, igualmente memorizada particularmente en forma de gen, pero podrá
también ser ampliada y autorizada para expresar su mensaje bajo la forma de una
enfermedad reparadora, necesaria, pues.
X
Para volver al caso donde un virus es considerado útil, útil para la curación, para
la evolución de un individuo en el momento t de su biografía: a partir de aquel
momento sugerí que al sistema inmune lo iba a dejar expresarse, controlándolo al
mismo tiempo. Controlarlo significa dejarlo hacer lo que tiene que hacer, ni más ni
menos, luego, interrumpir el proceso tan pronto como el resultado está alcanzado.
Esto da a entender claramente, e insisto sobre eso, que la enfermedad es útil en
la maduración y la evolución de un individuo, útil para hacerle atravesar ciertos
cabos, como lo comprobamos con las enfermedades infantiles. Pero para esto es
necesario que todo el sistema adaptativo, nervioso, endocrino, inmune y
bacteriano, sea operacional; que el individuo en cuestión, por tanto, no esté
fuertemente desnutrido o agotado, obligado a vivir permanentemente en el estrés,
la angustia y la frustración, porque todos estos factores desmoronan las
capacidades reguladoras del cuádruplo sistema de adaptación y de evolución. Y
porque es esencial −repito− el hecho de que la sobrevacunación sistemática al
principio de la vida es uno de los factores más perniciosos de deficiencia
inmunitaria.
XI
Insistimos en que hace falta, ante todo, una buena higiene de vida, higiene
psíquica y física, modo de vida y dietética. En primer lugar nos encontramos con el
modo en que llegamos al mundo, ya que todo esto es importante para generar y
mantener la competencia del sistema inmune a fin de que las respuestas
proporcionadas sean correctas en las fases delicadas de la existencia, en los
tiempos de evolución donde una mutación debe producirse.
XII
He ahora un ejemplo que permite conciliar ambos aspectos de la enfermedad
hasta aquí expuesta, es decir: primero, la enfermedad como traducción de un
sufrimiento psico-emocional vivido en la soledad e inexpresado, no dicho; y, en
segundo lugar, la enfermedad consecuencia de errores colectivos como la
vacunación de masas.
XIII
Para finalizar, desearía señalar que no es tarea fácil tratar temas tan amplios, tan
complejos, tan importantes para el futuro de la humanidad, en menos de una hora.
Sin embargo, confío en que estas pocas palabras le hayan incitado a leer este
libro (En finir avec Pasteur) así como, también, a abrir los ojos y el corazón; a
buscar; a informarse; a procurar ponerse en contacto con una información que,
aunque es de más difícil acceso –ya que, por supuesto, es ocultada (no aparece ni
en el escaparate de las tiendas de prensa, ni en la sección de best-sellers de las
librerías…)− , no obstante, esta información existe. Y pienso que es esencial que
cada individuo adulto responsable de su vida, responsable de la vida de sus niños
y, desde luego, en primer lugar los terapeutas, acepte salir del atolladero de las
mentiras oficiales. Con el paso del tiempo, estos datos perturbadores,
desconcertantes, se nos presentan como evidencias. Una vez integrados y
asimilados revelan su coherencia y se convierten en certezas interiores.