Detalle de Algunos Aspectos Escatológicos
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Detalle de Algunos Aspectos Escatológicos
INTRODUCCIÓN
A.- En el presente por razones que nos incumben y nos interesan conocer
brindaremos un breve vistazo a la interpretación general del libro de Apocalipsis; para
luego presentar en una forma más ampliada algunos aspectos sobre el futuro que nos
llaman la atención como: Detalles del Milenio de Ap. 20, la resurrección general, el juicio
final, el destino final, cielo nuevo y tierra nueva, y finalmente tocaremos al sello de la
bestia el 666. Todos los mencionados han sido tratados por las diferentes líneas de
interpretación; pero optaremos por la más consistente, consecuente, y por sobre todo por
el que da un firme sustento bíblico; con una breve excepción sobre el 666 que ofrecemos
la interpretación de más de una línea de interpretación; no por no estar convencidos o ser
partícipe de alguna de ellas; sino por brindar un caudal de información sobre el particular
a nuestros lectores.
Las dos observaciones hechas nos dan la pauta para la interpretación de todo el
libro. Apocalipsis estaba dirigido a la iglesia del primer siglo, su mensaje se refería a
sucesos de esa época y era por lo tanto tiene significancia para los cristianos de ese
entonces. Pero dado que el libro era para la iglesia de todas las edades, su mensaje tiene
relevancia aun para la nosotros la iglesia de hoy.
2.- Segunda sección. Está compuesta por la visión de los siete sellos que aparece
en los caps. 4 – 7. Se describe que Juan es llevado al cielo y ve allí a Dios sentado en su
trono resplandeciente. Luego ve al Cordero que ha sido inmolado que toma el rollo sellado
con siete sellos de la mano del que está sentado en el trono, lo que indica que Cristo ha
logrado una victoria decisiva sobre las fuerzas del mal, y por eso es digno de abrir los
sellos. Los sellos son rotos entonces y se describen diversos juicios divinos que recaerán
sobre el mundo. En esta visión vemos a la iglesia padeciendo pruebas y persecución, con el
trasfondo de la victoria de Cristo. Si alguien pregunta cómo sabemos cuando una de estas
siete secciones paralelas termina (fuera de la primera, que es obviamente una unidad), la
respuesta es que cada una de las siete termina con una indicación que ha llegado el fin del
tiempo. Tal indicación puede ser una referencia al juicio final al fin de la historia, o a la
bienaventuranza final del pueblo de Dios, o a ambas cosas. Al fin de esta sección tenemos
ambas cosas. Hay una referencia al juicio final en el capítulo 6:15-17: "Y los reyes de la
tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, y decían a los montes y a las
peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el
trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
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sostenerse en pié?" Pero hay también una descripción de la bienaventuranza final de
aquellos que han salido de la gran tribulación en el capítulo 7:15-17: "Por esto están
delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado
sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol
no caerá más sobre ellos, ni calor alguno, porque el Cordero que está en medio del trono
los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los
ojos de ellos".
3.- Tercera sección. Lo encontramos en los caps. 8 - 11, describe las siete
trompetas del juicio. En esta visión vemos a la iglesia vengada, protegida y victoriosa. Esta
sección termina con una clara referencia al juicio final: "Y se airaron las naciones, y tu ira
ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los
profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de
destruir a los que destruyan la tierra" (11:18).
4.- Cuarta sección. Caps.12 - 14, comienza con la visión de la mujer que da a luz
un hijo en tanto que el dragón espera para devorarlo ni bien nazca; una obvia referencia al
nacimiento de Cristo. El resto de la sección describe la continua oposición del dragón (que
representa a Satanás) a la iglesia. Aquí se nos presentan a dos bestias que son ayudantes
del dragón: la bestia que sube del mar y la bestia que sube de la tierra. Esta sección
termina con una descripción figurativa de la venida de Cristo para juicio: "Miré, y he aquí
una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en
la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel
clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la
hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado
sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada" (14:14-15).
5.- Quinta sección. Ubicada en los caps. 15 - 16. Describe las siete copas de ira,
representando de esta manera gráfica la visitación final de la ira de Dios sobre aquellos
que permanecen impenitentes. Esta sección también concluye con una referencia al juicio
final: "Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron;
y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor
de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados" (16:19-20).
6.- Sexta sección. Situada en los caps. 17 - 19, describe la caída de Babilonia y de
las bestias. Babilonia representa a la ciudad mundana, a las fuerzas del secularismo y de la
impiedad que se oponen al reino de Dios. El fin del cap. 19 describe la caída de los dos
ayudantes del dragón: la bestia que sube del mar y el falso profeta, que parece ser la
misma figura que la bestia que sube de la tierra (16:13). Una ves más vemos claras
referencias al fin de los tiempos al llegar a la conclusión de esta sección. El cap. 19, vs.
11, describe la Segunda Venida de Cristo: "Entonces vi al cielo abierto; y he aquí un
caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y
pelea". Más adelante en el capítulo se presenta el castigo final que recae sobre los dos
ayudantes del dragón: "Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos
para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue
apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las
cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su
imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre"
(19:19-20).
7.- Séptima sección. Capítulos 20 - 22. Narra la condenación del dragón (que es
Satanás). Completando así la descripción del derrocamiento de los enemigos de Cristo. El
juicio final y el castigo final de los malvados son descritos al final del capítulo 20: "Y vi un
gran trono blanco y al que estaba sentado en él . . . Y vi a los muertos, grandes y
pequeños de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es
el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros según sus obras . . . Y la muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es
la muerte segunda. Y el que no halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego" (vs. 11-15). Además, esta sección describe el triunfo final de Cristo y de su iglesia,
y el universo renovado, llamado aquí el nuevo cielo y la nueva tierra.
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Nótese que si bien estas siete secciones son paralelas, ellas revelan también una
cierta medida de progreso escatológico. La última sección, por ejemplo, nos proyecta más
hacia el futuro de lo que lo hicieron las otras secciones. Si bien el juicio final ya fue
brevemente descrito en 6:12-17, no es manifestado en plenitud de detalle hasta que
lleguemos al cap. 20:11-15. Y aunque el gozo final de los redimidos en la vida por venir ya
ha sido insinuada en 7:15-17, no es hasta llegar al cap. 21 que encontramos una
descripción detallada y minuciosa de la bienaventuranza de la vida en la nueva tierra
(21:1-22:5). De allí que este método de interpretación sea llamado paralelismo progresivo.
Notemos los vs. 1 – 3: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del
abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el
diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello
sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y
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después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”. Éstos describen el
encadenamiento de Satanás, el dragón; identificado como “el diablo”. Es atado por mil
años, luego arrojado a un lugar llamado “abismo”. El propósito de este encadenamiento es
“para que no engañe más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años”.
Dado que “el lago de fuego” mencionado en los versículos 10, 14 y 15 representa
obviamente el lugar del castigo final, “el abismo” nombrado en los vs. 1 y 3 pensamos que
no ha de ser el lugar del destino final. Debemos considerar a tal descripción como una
figura por el hecho de que las actividades de Satanás serán refrenadas durante el período
de mil años. He. 2: 14 – 15 declara tal verdad con contundencia, y debemos notar que la
palabra destruir que encontramos en este pasaje “el verbo griego es Katargueín, que como
en todos los demás lugares en que ocurre, no significa “destruir”, sino “anular
legalmente” o, literalmente, “reducir a la impotencia” (Matthew Henry, 1 999: 1 794). A
más de lo señalado Jonatán P. Lewis nos dice: “. . .(He. 2: 14 – 15). La palabra que aquí se
traduce como “destruir” es la misma que encontramos en 2 Ti. 1: 10; 1 Co. 15: 14, 26.
Cristo ha anulado el poder de la muerte; también ha invalidado el poder de Satanás.
Todavía el diablo ronda de un lado a otro como león rugiente lanzando persecuciones
contra el pueblo de Dios (1 P. 5: 8); y se insinúa como un ángel de luz en los círculos
religiosos (2 Co. 11: 14). Pero él es un enemigo vencido. Su poder, su dominio, ha sito
roto. Su ruina es segura. Una victoria, la decisiva, ha sido ganada” (1 986: 80). Como nos
es familiar a los creyentes Cristo echó fuera demonios, liberó hombres de la esclavitud de
Satanás, sacó a los humanos de la oscuridad a la luz de Evangelio; Satanás está vencido y
podemos desligarnos de su poder demoníaco y del mal satánico, y conocer la gloriosa
libertad de los hijos de Dios; y así como Satanás fue vencido también lo fueron los
demonios (Col. 2: 15) y así mismo también lo ha sido la muerte (2 Ti. 1: 10).
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llegó a conocer la revelación especial de Dios. Durante este tiempo se podría señalar que
las naciones eran engañadas por Satanás.
Sin embargo poco antes de su ascensión Cristo les dio a sus discípulos su Gran
Comisión (Mt. 28: 19 20). Tal vez los discípulos al imaginarlos se preguntarían pero cómo
será esto posible si Satanás continúa engañando a las naciones como lo hacía en épocas
pasadas; en Ap. 20: 1 – 3 encontramos la respuesta tranquilizadora y determinante algo
así; durante la era del Evangelio que acaba de ser introducida Satanás no podrá continuar
engañando a las naciones, porque ha sido atado, anulado, aniquilado, destruido como ha
señalado anteriormente. En consecuencia durante este período ustedes podrán proclamar
el Evangelio y hacer discípulos de todas las naciones.
Esto no significa que no hará ningún daño; la Biblia dice que sólo no engañará a las
naciones mientras esté atado a que éstas conozcan la verdad de Dios. En Ap. 20. 7 – 9 dice
que será suelto y nuevamente engañará a las naciones para reunirlos para luchar contra el
pueblo de Dios. Llegamos a la conclusión que el encadenamiento de Satanás en la era del
Evangelio significa, que él no puede impedir la propagación del Evangelio, y también que
él no puede reunir a todos los enemigos de Cristo para atacar a la iglesia.
También nos señala Lucas en evangelista en 10: 17 – 18 que cuando regresaron los
setenta de su misión de predicar, le dijeron a Jesús: “Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre”. Jesús contestó: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”.
Dichas palabras está de más decirlo no deben ser interpretadas literalmente; más bien
debe entenderse como que la acción de los discípulos significó un golpe demoledor a la
obras de Satanás; que llevó una cierta restricción de su poder. En ésta la atadura está
estrechamente ligada a la obra misionera de los discípulos de Jesús.
Otro pasaje que relaciona la restricción las actividades de Satanás con la obra
misionera de Cristo es Jn. 12: 31 – 32: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe
de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a
mí mismo”. Lo importante es que en este pasaje la expulsión de Satanás aparece con el
hecho de que no sólo judíos sino gente de todas las naciones serán atraídos a Cristo al
estar Él colgado en la cruz”.
Hemos notado que los vs. 1 – 3 anteriormente estudiados nos hablan de un milenio,
y lo mismo hacen los vs. 4 – 6; el término milenio es mencionado en el vs. 3 como en el 5;
de manera que tiene que ver con el mismo período de mil años; no existe razón alguna
para habar de que se trate de dos períodos diferentes. Dicho período abarca toda la época
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neotestamentaria, es decir desde la primera venida de Cristo, hasta poco antes de su
Segunda Venida. Considero que para el desarrollo de los versículos en tratamiento para
una mejor comprensión deberíamos ir abordándolos a cada uno en particular.
1.- Vs. 4: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de
juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra
de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca
en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.
Debemos considerar previo a iniciar con el desarrollo del presente que la visión de
Juan ha sido trasladada al cielo; y que los vs. 1 -3 describen lo que sucede sobre la tierra
en el período de los mil años y los vs. 4 – 6 describen lo que se suscita en el cielo. Ahí ve
tronos. Según los estudiosos señalan que la palabra “trono” en Apocalipsis aparece 47
veces, los cuales parecen estar en el cielo a excepción de tres (2: 13; 13: 2, 16: 10).
Juan ve a aquellos que habían recibido la facultad de juzgar sentados sobre tronos;
y la parte última del vs. 4 señala la idea que se sentaron sobre tronos y están reinando con
Cristo. Al parecer este reinado incluye la autoridad para efectuar juicios de cierto tipo.
Pero debemos señalar que la Escritura no nos afirma si esto significa estar de acuerdo y
agradecidos por los juicios ejecutados por Cristo, o si a los que están sentados se les da la
facultad de realizar sus propios juicios sobre asuntos terrenales. Sea como fuere,
pareciera que el reinado que aquí se describe incluye la participación en la actividad
jurídica de Cristo. Reinar y juzgar pueden ir juntos según lo evidencia las mismas palabras
de Jesucristo en Mt. 19: 20 cuando dice: “De cierto os digo que en la regeneración, cuando
el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido
también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel ”
Ahora es importante definir quiénes son los que se sientan en dichos tronos. Al
estudiar el vs. 4 Juan ve dos tipos de muertos: un grupo pequeño que serían los mártires
de la iglesia y un grupo mayor de creyentes muertos. El vs. 4ª describe que los que están
en los tronos son creyentes que han muerto y comparten el reino de Cristo y la facultad de
juzgar; este reinado es el cumplimiento de una promesa hecha en Ap. 3: 21.
A medida que avanza la narración del vs. 4 nos encontramos con un grupo
específico de creyentes, a saber, los mártires de la fe cristiana: “Y vi las almas de los
decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían
adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus
manos”; quienes prefirieron morir por su Salvador que negar su fe. Este vs. es un paralelo
de Ap. 6: 9; y una afirmación de lo que enseña Ap. 13: 15, que aquellos que rehusaban
adorar a la bestia serían matados.
La visión tiene que ver con todos los creyentes muertos, pero en particular con las almas
de aquellos que murieron como mártires de la fe cristiana.
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los cristianos ha ocurrido antes del milenio asociándolo a los términos primera
resurrección; tal apreciación y separación en las resurrecciones según ellos es falsa, si se
tiene especialmente en consideración las palabras del mismo Hijo del Hombre cuando dice
en Jn. 5: 28 – 29: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de
vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. Sumemos sobre el
particular Dn. 12: 2: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán
despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. A
nuestro entender la resurrección tanto de incrédulos y conversos se efectuará en un solo
día (hablaremos de esto más adelante). Ap. 20: 11 – 13 no puede ser probado que sólo esté
relacionado con la resurrección de los incrédulos. Si bien señala el escritor sagrado que
quien no se hallaba escrito en el libro de la vida era lanzado al lago de fuego (vs. 15),
estas palabras no prueban que ninguno de los resucitados tuviese su nombre escrito en el
libro de la vida.
¿Qué se quiere decir, entonces con las palabras: “vivieron y reinaron con Cristo mil
años? El indicio ya ha sido dado en el vs. 4ª. “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que
tenían la facultad de juzgar”. El resto del vs. aclara que aquellos que se sentaban sobre
los tronos eran las almas de las personas que habían muerto; creyentes fieles a Cristo, y
en especial los mártires de la fe cristiana. Este es el grupo que Juan ve que “vivieron y
reinaron mil años con Cristo”. Se debe aclarar que Juan no los ve vivos corporalmente,
sino que están disfrutando de la vida en comunión con Cristo en el cielo. Es una vida de
felicidad (Fil. 1: 23; 2 Co. 5: 8). Es un vida donde los creyentes muertos se sientan sobre
tronos, comparten el reinado de Cristo sobre todas las cosas, aun su actividad judicial.
2.- Vs. 5a: “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los
mil años”. Juan está aquí describiendo a los incrédulos muertos, los “otros muertos”,
distinguiéndolos de los creyentes muertos que ha estado describiendo recién. Cuando él
dice que los otros muertos no vivieron, él quiere decir exactamente lo opuesto respecto
los creyentes muertos. Los incrédulos muertos, dice él, no vivieron ni reinaron con Cristo
durante el período de mil años. En tanto que los creyentes disfrutan después de la muerte
de un nuevo tipo de vida en el cielo con Cristo, en la que comparten el reinado de Cristo,
los incrédulos después de la muerte no comparten nada de esta vida ni de este reinado.
La palabra “hasta” se indica que esto se mantiene así durante toda la era de los
mil años. Los incrédulos no reina después de los mil años con Cristo, no hay evidencia para
eso; sino que señala la Palabra un suceso después de éste, lo que afirma el vs. 3: “después
de esto (el diablo, cuyo encadenamiento se acaba de describir) debe ser desatada por un
poco de tiempo”. Se debe notar que en el versículo 5 las palabras “hasta que se
cumplieron mil años” no es seguida por otra afirmación que indique que estos muertos
vivirán o volverán a vivir después que se haya cumplido los mil años.
Más adelante la Biblia si nos enseñan claramente lo que sucede con estos
inconversos incrédulos una vez que pasa el milenio. Lo que sucede con éstos está descrito
en el vs. 6 como la “segunda muerte”, la cual no tiene poder sobre los creyentes muertos
pero sí sobre los inconversos muertos. Nos preguntamos ¿qué quiere decir la segunda
muerte? El vs. 14 nos responde a tal interrogante y lo explica al decir: “este lago de fuego
es la muerte segunda”. La muerte entonces significa el castigo eterno posterior a la
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resurrección del cuerpo. Existirá un cambio para los incrédulos muertos después de la
resurrección, pero no será para bien sino para peor.
Luego Juan dice en el vs. 5b: “Esta es la primera resurrección”. Estas palabras
describen lo que sucedió con los creyentes muertos. Esta expresión no describe una
resurrección corporal sino más bien la transición de la muerte física a la vida con Cristo en
el cielo. La cual es llamada por este pasaje “resurrección”, un uso un tanto inhabitual del
término, pero completamente comprensible si se tiene en cuenta el trasfondo del
contexto precedente. Es sin duda una especie de resurrección, dado que gente
considerada muerta es vista viva, en el verdadero sentido de la palabra. El hecho de tener
el término “primera resurrección” nos da un indicio de que existirá una segunda
resurrección (aunque no se usa esta expresión), para estos creyentes muertos la
resurrección del cuerpo ocurrirá cuando Cristo regrese al fin del período de mil años.
Esta la interpretación de Ap. 20: 1 – 6. Apuntando así que el pasaje nada dice al
respecto de un reinado milenial terrenal de Cristo sobre un reino principalmente judío.
Describe más bien el reinado de Cristo con las almas de los creyentes muertos, un reinado
que tiene lugar en el cielo entre la muerte y la segunda venida de Cristo. Describe así
mismo el encadenamiento de Satanás durante la era presente de modo que él no pueda
impedir la expansión del Evangelio.
Otro pasaje en el Antiguo Testamento es Is. 26: 19: “Tus muertos vivirán; sus
cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual
rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos. El profeta contrasta aquí la resurrección
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de los creyentes muertos (“tus muertos”) con la suerte de los enemigos de Judá, de
quienes él había hablado en el vs. 14 al decir: “Muertos son, no vivirán; han fallecido, no
resucitarán”. Is. 26: 19 sólo habla de la resurrección de los creyentes.
1 Co. 15: 20: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que
durmieron es hecho”; primicia significa la primera parte de la cosecha, que garantiza su
eventual consumación. Col. 1: 18: “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es
el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia”; el hecho de que Cristo aquí sea llamado el primogénito significa que
aquellos que son sus hermanos y hermanas también resucitarán de los muertos como se
aprende de Ro. 8: 29, Cristo sea “el primogénito entre muchos hermanos”. Y en Jn. 14: 19
Cristo dice en específico a sus discípulos: “Porque Yo vivo, vosotros también viviréis”.
En toda la Biblia el tratado más completo sobre la resurrección del cuerpo del
creyente lo encontramos en 1 Co. 15; donde Pablo habla del hecho de la resurrección (vs.
12 – 34); seguidamente habla de la manera de la resurrección (vs. 34 – 49), donde él señala
tres aspectos importantes: “Primero, así como la nueva planta no aparecerá a menos que
la semilla muera, como semilla, del mismo modo el cuerpo de la resurrección no aparecerá
a menos que el cuerpo, en su forma presente, muera. Segundo, así como uno no puede
decir de la apariencia de la semilla, cuál será el aspecto de la planta futura , del mismo
modo uno no puede, observando el cuerpo presente, decir exactamente cómo será el
cuerpo de la resurrección. Tercero, así como hay continuidad entre la semilla y la planta,
del mismo modo habrá continuidad entre el cuerpo presente y el cuerpo de la
resurrección” (Anthony A. Hoekema; 2 000: 279). Y finalmente habla de la necesidad de la
resurrección y de la transformación de los creyentes que viven aun (vs. 50 – 57).
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creyente resucitado será totalmente dominado y dirigido por el Espíritu Santo. A tal
sentido que nuestra existencia futura habrá terminado para siempre con el pecado y
seremos obedientes en perfección.
Pablo ala abordar la necesidad de la resurrección señala que: “la carne y la sangre
no pueden heredar el reino de Dios” (vs. 50). No trata de decir que el cuerpo no será
físico, sino que el hombre como es ahora no puede tener lugar en el reino glorioso y
celestial de Dios. Luego dice: “Ni la corrupción hereda la incorrupción”. Nuestro ser en el
presente es débil y perecedero; por lo tanto debe haber un cambio y es la transformación.
Sobre los datos bíblicos debemos señalar que habrá continuidad y diferencia entre
nuestro cuerpo presente y futuro. Debe haber continuidad porque de ningún modo tendría
sentido de una resurrección. Llamar a un conjunto totalmente diferente en el futuro a lo
que somos en el presente no sería una resurrección. Cuando Pablo habla que los que
resucitarán y de los que estén vivos serán transformados (vs. 51, 52), sin duda existirá de
algún tipo continuidad entre las dos etapas de la existencia; aun más el vs. 53 demanda
continuidad al decir: “porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y
esto mortal e vista de inmortalidad” y para finalizar recordemos lo que Pablo dice en 1 ts.
4: 17, después de haber descrito la resurrección de los creyentes y el subsiguiente
arrebato de la Iglesia: “Y así estaremos siempre con el Señor”. Aquellos que estarán
siempre con el Señor después de su resurrección o transformación no serán criaturas
diferentes e nosotros, sino nosotros mismos.
Con todo, aunque se de continuidad habrá diferencia; como las que se mencionan
en 1 Co. 15 tales como: Nuestros cuerpos presentes son corruptos, las semillas de la
enfermedad y la muerte están en ellos; una vez resucitados serán incorruptos; todo riesgo
de enfermedad habrá desaparecido, ya no estaremos en marcha de una muerte segura.
Somos en deshonra, resucitaremos en gloria. Somos débiles, nos cansamos y fatigamos;
resucitaremos con poder porque la debilidad que dificulta nuestro servicio al Señor ya no
estará presente. Otros pasajes sobre lo que estamos tratando nos ayudan a entender
mejor como Mt. 22: 30; Mr. 12: 25 y Lc. 20: 35. En la vida venidera ya no habrá
matrimonio. Seremos semejantes a los ángeles, en tratamiento y no a la ausencia del
cuerpo físico. Jesús no enseña necesariamente que no habrá diferencia sexual en la vida
venidera; lo que si enseña es que la institución del matrimonio ya no estará en existencia,
porque no existe la necesidad de procrear.
Otro pasaje es 1 Co. 6: 13: “Las viandas para el vientre, y el vientre para las
viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios”. Según este pasaje parecería
que las funciones digestivas no serán necesarias. No habrá muerte, lágrimas, lamentos,
llanto, dolor (Ap. 21: 4).
Se debe reconocer que después de los señalado la Biblia nos da muy pocos detalles de
cómo será la naturaleza del cuerpo resucitado; pero si sabemos que será algo maravilloso,
más allá de nuestras expectativas y de nuestra más alta imaginación (1 Co. 2: 9).
“Hay una diferencia radical entre el punto de vista cristiano del hombre y el punto
de vista griego. Según los antiguos filósofos griegos, el cuerpo del hombre es malo y es un
impedimento para su existencia plena. De allí que en el momento de la muerte el cuerpo
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se desintegra, en tanto que el alma continúa viviendo; no existe aquí esperanza de una
resurrección corporal. La Biblia, por el contrario, enseña que Dios creó al hombre cuerpo y
alma, y que el hombre no es un ser completo aparte de su cuerpo. Tanto la encarnación
como la resurrección corporal de Cristo comprueban que el cuerpo no es malo, sino bueno.
Por haber resucitado Cristo de entre los muertos, todos los que son de Cristo también
resucitarán con cuerpos glorificados. Y aunque aquellos que han muerto en Cristo están
ahora disfrutando de una felicidad provisional en el estado intermedio, su felicidad no será
completa hasta que sus cuerpos hayan resucitado de entre los muertos. La resurrección del
cuerpo es, por lo tanto, una doctrina singularmente cristiana” (Anthony A. Hoekema; 2 00:
269).
Después de haber señalado las palabras de uno de los más eminentes profetas del
Antiguo Testamento; referente a lo que estamos abordando es muy propicio hacer mención
de las palabras del mismo Señor Jesucristo registradas en Jn. 5: 28 – 29 al decir: “No os
maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán
su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo
malo, a resurrección de condenación”. En este pasaje son mencionadas ambas
resurrecciones conjuntamente; al señalar que en un determinado momento sin que haya
indicios menos dichos textuales de separación de tiempo, Jesucristo señala a ese tiempo
determinado como “la hora”.
Las palabras de Cristo son: “todos los que están en los sepulcros oirán su voz”; la
referencia es que ambos grupos resucitarán en un solo momento; querer hacer que estas
palabras describan dos o cuatro grupos de personas que serán resucitadas en distintos
tiempos es forzar y dañar el significado de las mismas. Es más encontramos clara evidencia
para señalar que su voz será escuchada una sola vez y no dos ni cuatro ni en diferentes
épocas. De otro lado si la palabra “hora” es interpretada como una representación de un
período de más de mil años, significaría que la voz de Jesús continuaría sonando durante
por mil años ¿parece esto verosímil?. Lo que Jesús está diciendo es: “en cierta hora del
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futuro, se oirá mi voz; y en aquel momento todos los que estén en los sepulcros saldrán,
unos para resurrección de vida, y otros a la resurrección de condenación”.
Tomemos Ap. 20: 11 – 15: “Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él,
de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi
a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro
libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas
que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había
en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados
cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es
la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego”.
Observemos el pasaje Ap. 20: 11 – 15: “los muertos, grandes y pequeños, de pie
ante Dios” (vs. 12) ¿por qué deben limitarse estas palabras sólo a incrédulos? ¿de qué modo
justificar la exclusión de algunos muertos de este grupo?, la Escritura señala que “el mar
entregó los muertos que estaban en él” (vs. 13), ¿habrá entonces muertos solamente
incrédulos en el mar?. Note la declaración: “la muerte y el hades entregaron los muertos
que había en ellos” (vs. 13). Seguramente el hades, el ámbito de los muertos, abarca a
todos los muertos, no sólo a los muertos incrédulos.
En el vs. 12 leemos que se abren los libros. Según la parte b del vs. los libros
contienen un registro de lo que ha hecho cada cual. Pero no hay nada que indique que
estos libros sólo contienen material de condenación. Por lo general se entiende que el
libro de la vida que habla el vs. 12 y 15 se refieren a la lista de los salvados. El vs. 15 dice
que si el nombre de alguno no era hallado en este libro era lanzado al lago de fuego. Pero
¿existe una sola indicación en el pasaje de que ninguno de aquellos que estaban presentes
ante el gran trono blanco tenía escrito su nombre en el libro de la vida?. En realidad
¿tendría sentido decir: “y el que no se halló inscrito en el libro de la vida”, si toda la visión
tratara solamente de aquellos cuyos nombres no estaban escritos en el libro?
12
mar entregó los muertos que había en él”; “la muerte y el hades entregaron los muertos
que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras”.
2.- La Biblia enseña que todos los creyentes serán resucitados en el momento de
la Segunda Venida de Cristo, que es llamado “el día postrero”.- Los pasajes que enseñan
que la resurrección de los creyentes ocurrirá en el tiempo de la segunda venida incluyen
los siguientes:
1 Ts. 4: 16: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero”; Fil.
3: 20 – 21: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al
Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya . . .”; 1 Co. 15: 23: “Pero cada uno en
su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”.
3.- Los argumentos a favor de una resurrección de dos fases, y que se basan en 1
Ts. 4: 16 y 1 Co. 15: 23 – 24, no son decisivos.- Como se puede notar al leer ambos pasajes
en ninguno de ellos se menciona a los incrédulos; por eso se supone desprendidos de estos
pasajes que la resurrección de los muertos en Cristo sucederá en un tiempo diferente al
de los incrédulos.
1 Co. 15: 23 – 24 dice: “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias;
luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y
Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”. Pablo en el cap.
15 se ocupaba de los cristianos que aparentemente creían en la resurrección corporal de
Cristo pero que ya no esperaban una resurrección corporal de los creyentes. Para
enfrentar este error, Pablo lo que hace es nada más que establecer el orden divino de las
cosas: Cristo, las primicias, fue resucitado primero; después de esto, en la Parusía,
aquellos que son de Cristo serán resucitados de entre los muertos. Pablo no sugiere aquí
que habrá una resurrección de creyentes mil años antes que la de los incrédulos. Como
13
podemos notar él no dice nada en todo el capítulo de los inconversos; sólo habla de la
resurrección de los creyentes.
Hay quienes consideran que el juicio final no es necesario, por el hecho de que el
destino de cada persona ya ha sido determinado en el momento de su muerte. De modo
que lo son de Cristo vivirán eternamente con Él y quienes no, estarán por la eternidad en
el infierno. Tal afirmación está fundamentada en que el juicio final es determinar el
futuro de las personas. Los Adventistas del Séptimo Día argumentan que existe un “juicio
investigativo” al fin de la vida de cada persona para ver si es salva o no lo es, y quienes lo
sean pues serán lo que se levantarán del polvo en la primera resurrección y quienes estén
todavía vivas en la Segunda Venida serán dignas de ser tratadas. La misma que a la luz de
la Biblia no es correcta; porque guiados por ella sabemos que el Juez es una persona
Omnisciente y no necesita de evidencia que lo convenza, Él preside con un conocimiento
perfecto del carácter y la historia de cada uno está ante Él. No es un juicio para
determinar si la persona es salva o no (Jn. 10: 27 – 28; Ef. 1: 4); sino más bien es un día de
publicación y ejecución que de juicio propiamente dicho. Porque el Juez sabe el destino
de cada uno de las personas hayan muerto o no.
Tomaremos nota sobre la necesidad del juicio final tomando las palabras de
William Hendriksen escritas en su comentario al Evangelio Según San Mateo. Es ineludible
por:
14
1- Los sobrevivientes; es decir, aquellos individuos que aún estarán vivos en la tierra
cuando Cristo venga; todavía no han sido asignados al infierno o al cielo. Notemos la
expresión “asignados”, no es que Dios no conozca quienes son y lo que son.
2- El juicio final es necesario no solamente para ellos sino para todos. Esto es así porque el
grado exacto de la bienaventuranza o condenación que cada uno recibirá en alma y cuerpo
a través de la eternidad aún no se ha designado. Hasta el momento del juicio final todos
los que han muerto habrán estado en el cielo o en el infierno solamente con respecto a sus
almas.
3- Debe exhibirse públicamente la justicia de Dios, para que sea glorificado.
4- Deben ser vindicadas públicamente la justicia de Cristo y la honra de su pueblo. Cuando
el mundo en general vio por última vez a Jesús, éste estaba colgado de una cruz como si
fuera un criminal. Esta estimación como si fuera malhechor condenado por sus propios
delitos debe ser invertida. Todos los hombres deben ver a aquel que traspasaron. Deben
contemplarlo en su gloria, con su pueblo “a su diestra” (1 994: 930).
B.- Propósito
1.- “El propósito que sobre sale en el juicio será exclusivo el de desplegar la
soberanía de Dios y la gloria de Dios en la revelación del destino final de cada persona.
Hasta ese momento el destino final de cada persona ha estado oculto; ahora dicho destino
será revelado, junto con la fe que cada uno ha o no ha tenido, los hechos que cada uno ha
efectuado y la vida que cada uno ha vivido. En la publicación de estos hechos la gracia de
Dios es magnificada en la salvación de su pueblo, y su justicia será magnificada en la
condenación de sus enemigos. En consecuencia, lo primordial del día del juicio no es el
destino de los individuos sino la gloria de Dios.
2.- . . . el grado de recompensa o de castigo que cada uno recibirá. Dado que
dichos grados están íntimamente relacionados con la vida que la gente ha vivido, este
asunto deberá ser definido en el momento del juicio final.
3.- . . . ejecutar el juicio de Dios sobre cada persona. Dios asignará ahora a cada
persona el lugar en el que pasará la eternidad: sea la nueva tierra o el lugar final del
castigo” (Anthony A. Hoekema; 2 000: 286).
15
parábola de la cizaña y el trigo, indica que la ejecución de los destinos finales para los
hombres, otro aspecto del juicio final, ocurrirá al final de la era (Mt. 13: 40 – 43). Otros
pasajes también nos indican que éste ocurrirá en el tiempo de la Segunda Venida de
Cristo; de las palabras del Maestro mismo podemos citar textualmente: “cuando el Hijo del
Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su
trono de gloria, y serán reunidas ante Él todas las naciones; y apartará los unos de los
otros . . .” (Mt. 25: 31 – 46). Esto mismo hablamos en la enseñanza de Pablo en 2 Ts. 1: 7 –
10: “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el
Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar
retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor
Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del
Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus
santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido
creído entre vosotros)”. A más de lo nombrado Ap. 20 nos ilustra que el juicio seguirá a la
resurrección al decir: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los
libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (vs.
12).
El Juez de este juicio no es el Padre, sino será Cristo mismo porque el Padre ha
otorgado a su Hijo autoridad para juzgar a la raza humana y lo hace en Jesucristo y por
medio de Él como lo señalan los siguientes pasajes bíblicos: Mt. 16: 27; Mt. 25: 32; Jn. 5:
22, 27; 12: 47, 48; Hch. 10: 42; 17: 31; Ro. 2: 16; 14: 9; 2 Co. 5: 10; 2 Ti. 4: 1, 8.
Koekema a hecho una argumentación muy acertada sobre quien será el Juez y dice: “no
cabe duda que es altamente apropiado que Cristo sea el juez en el juicio final. Él es quien
se encarnó, murió y volvió a la vida por la salvación de su pueblo. Aquellos que creen en Él
son salvos a través de Él; de allí que sea muy apropiado que Él sea el juez. Aquellos que le
han rechazado, por otra parte han pecado contra Él; de allí que sea apropiado que aquel a
quien han rechazado sea el juez. La obra de juzgar, además, será la exaltación final y el
más grande triunfo de Cristo. Cuando estuvo en la tierra fue condenado por los
gobernadores terrenales; ahora Él se sentará en juicio sobre todas las autoridades
terrenales. Cristo llevará en ese momento a su consumación su obra salvífica a favor de su
pueblo. El juicio significará la subyugación total de todos sus enemigos, y el cumplimiento
de su reino, tras lo cual Él entregará el reino a Dios Padre (1 Co. 15: 24)” (2 000: 2 88).
El día del juicio por lo que nos dice la Palabra Jesús será asistido en su tarea de juzgar por
los ángeles y los santos. Note lo que dice Mt. 13. 41 – 43: “Enviará el Hijo del Hombre a sus
ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen
iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos
para oír, oiga”; también lo afirma Mt. 24: 31; 25: 31. Cuando la nueva era se manifieste
plenamente al regreso de Cristo, los creyentes, según 1 Co. 6: 2 - 3, serán llamados a
ejercer juicio con respecto al mundo (vs. 2), y en particular con respecto a los ángeles (vs.
3). En relación a esto también nos llama la atención las palabras de Jesús en Mt. 19: 28 a
16
sus discípulos: “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo
del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os
sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Lc. 22: 30).
Por las Escrituras sabemos que el día del juicio final se juzgará a dos seres
racionales creados por Dios, es decir los ángeles y los seres humanos.
1.- Los ángeles.- Es demostrable que éstos sean juzgados a partir de un principio
bíblico encontrado en 1 Co. 6: 2 – 3: “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?
Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” sobre
el presente distinguidas personalidades hablan de que no sólo se trate de los ángeles
caídos o demonios, sino también aquellos que continuaron sirviendo a Dios con pureza y
fidelidad; evidenciando la subordinación de los ángeles a Cristo, así como también la
Iglesia; dicho que armoniza con la enseñanza de las Sagradas Escrituras. William
Hendriksen declara: “Los hijos de Dios son mejores y superiores en rango que los ángeles
por las siguientes razones: Primero, los seres humanos han sido creados a la imagen de
Dios y han sido redimidos por Cristo. Segundo, los ángeles no han sido creados a la imagen
de Dios ni son salvados por Cristo, porque carecen de un cuerpo físico (He. 2: 16). Tercero,
Dios envía a los ángeles a servir al hombre que está por heredar la salvación (He. 1: 14).
Mientras que los ángeles caídos reciben su justo castigo, los ángeles santos continúan en su
glorioso servicio”(1 998: 200, 201).
En relación a que los ángeles serán juzgados es notablemente claro por la Palabra
de Dios mencionada anteriormente, y que más que ella que es la revelación escrita de Dios
para darnos a conocer sobre el juicio a los seres mencionados.
2.- Los hombres.- La Biblia enseña que todos los hombres que han vivido en la
historia de la humanidad serán juzgados; no faltará nadie, ya sea que han muerto o viven
hasta la Segunda Venida de Cristo (2 Ti. 4: 1; He. 12: 23; 1 P. 4: 5). Todos los que han
muerto y lo que no estaremos frente a Él para recibir sentencia de absolución o condena.
a.- Incrédulos.- Mt. 25: 32 enfatiza que “y serán reunidas delante de él todas las
naciones”; Ro. 2: 5 – 6 dice: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras
para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual
pagará a cada uno conforme a sus obras”, también en 3: 6 nos enseña que Dios juzgará al
mundo. Y en Ap. 20: 12 – 13: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y
los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el
mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos
que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”.
b.- Creyentes.- Si todos los hombres deben comparecer ante el tribunal, esto debe
incluir a los creyentes de manera que “el juicio no estará limitado a los incrédulos. Los
creyentes también enfrentarán un juicio (Mt. 7: 22, 23; 25: 14 – 30; Lc. 19:12 – 28; 1 Co. 3:
12 – 15; 2 Co. 5: 10; He. 10: 30; Stgo. 3: 1; 1 P. 1: 17; 4: 17; Ap. 20: 12, 13). No habrá
forma de eludir este juicio (He. 9: 27); es tan seguro como la muerte misma (Ro. 2: 3; He.
10: 27). En ninguna parte se asevera más claramente este hecho que en la enseñanza de
las parábolas de Jesús (Mt. 13: 24 – 30, 36 – 43, 47 – 50; 21: 33 – 41; 22: 1 – 14; 25: 1 – 13,
31 – 46)” (Nuevo Diccionario Bíblico Certeza; 1 982. Biblioteca virtual Caribe).
17
Lo que se ha señalado es sustentable en forma notable según 2 Co. 5: 10: “Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada
uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”;
en He. 10: 30 encontramos: “El Señor juzgará a su pueblo”. En Ro. 14: 10 Pablo escribe a
los creyentes: “Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo . . .” (Stgo. 3: 1;
1 P. 4: 17). Si bien es cierto que todos los creyentes compareceremos ante el tribunal de
Cristo, no debemos temerle al día del juicio; porque “no tendrá el efecto de hacer peligrar
la posición del creyente en el seno de la familia de Dios; se hará con toda la comprensión y
la compasión de un padre; pero no por ello ha de tomarse con liviandad o
descuidadamente. Este juicio paternal lo llevará a cabo Cristo cuando vuelva” (Nuevo
Diccionario Bíblico Certeza; 1 982. Biblioteca Virtual Caribe). A más de lo apuntado la
Escritura también señala que para los que están en Cristo Jesús no hay ninguna
condenación (Ro. 8: 1).
Se juzgará todas las cosas realizadas por los hombres, mientras éstos hayan vivido,
de modo que incluye los hechos, las palabras y los pensamientos.
1.- Los hechos.- 2 Co. 5: 10 es muy preciso al respecto: “Porque es necesario que
todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según
lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Simón J.
Kistemaker e su comentario al pasaje citado nos ofrece una exposición bastante acertada
al decir: “Cada persona se presenta ante el tribunal y oye el veredicto, que se basa en su
conducta en este mundo. Cuando el Señor vuelva (1 Co. 4: 5), todas las obras, buena o
malas, saldrán a la luz. En ese momento, el Señor asignará recompensas a cada persona
por las obras que haya realizado mediante la instrumentalizad de su cuerpo, mientras
estaba en la tierra. Jesús dice: “¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa,
y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho” (Ap. 22: 12). Pablo no está enseñando
aquí una doctrina que diga que la salvación se gana por las obras que, en sí mismas, están
contaminadas por el pecado, sino por la obra meritoria de Jesucristo. . . habiéndonos
recibido en su favor, Él también acepta misericordiosamente nuestras obras, y es de esta
inmerecida aceptación que depende la recompensa” (2 004: 204).
Otro pasaje en el cual podemos hablar de los hechos es Mt. 25: 35 – 40 donde
Jesucristo mismo dice: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me
disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán
diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de
beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo
te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto
os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis”. Existen más pasajes que sustentan lo que está en mención como: Ap. 20: 12; 1
Co. 3: 8; 1 P. 1: 17; Ef. 6: 8 y He. 6: 10.
2.- Las palabras.- El día del gran juicio tiene que tratar con las palabras que hemos
hablado, sí como lo señala Mt. 12: 36, 37: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que
hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás
justificado, y por tus palabras serás condenado”.
3.- Los pensamientos.- Aun los pensamientos de los hombres serán un aspecto que
va a ser juzgado como lo demuestra 1 Co. 4: 5: “Así que, no juzguéis nada antes de
tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y
manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de
Dios”. Otros pasajes hacen referencia a lo que se acaba de tratar tales como Lc. 12: 2; Mt.
6: 4, 6, 18; 10: 26; 1 Ti. 5: 24 – 25.
A más de lo expuesto se debe señalar que los creyentes serán juzgados por su
Señor con respecto a la mayordomía de los talentos, dones, oportunidades, y
18
responsabilidades que se le hayan concedido en el curso de su vida (Mt. 25: 14 – 30; Lc. 19:
12 – 28).
1.- Los que recibieron el Antiguo y Nuevo Testamentos.- Las personas que
recibieron la voluntad revelada de Dios en toda su expresión escrita; van a ser juzgados
por su respuesta a toda la Biblia.
Se puede afirmar como lo que dice la Biblia que “al que más se le da más se le
demandará” (Lc. 12: 48); es decir que los que han tenido más privilegios
consecuentemente tendrán más responsabilidad, y los que tenían menos privilegios,
tendrán menos responsabilidad. “Con respecto a aquellos que recibieron la totalidad de la
luz de la revelación divina; es decir, aquellos que conocieron la voluntad de Dios según se
revela en toda la Biblia, lo que será de significado crucial es si ellos sean uno con Cristo
por la fe, y están revestidos de su perfecta justicia. El factor de importancia vital para
determinar el destino eterno del hombre en su relación para con Cristo Jesús” (Anthony A.
Hoekema; 2 000: 293). Pues veamos algunos pasajes de la Escritura al respecto tales como:
Jn. 3: 18, 36; 5: 24. sin dejar lugar para una mala interpretación y tergiversación; porque
Pablo dice en Ro. 8: 1: “Ahora, pues, ninguna condenación haya para los que están en
Cristo Jesús”.
2.- Los que recibieron sólo el Antiguo o sólo el Nuevo Testamento.- Van a ser
juzgados por su respuesta a la parte de la verdad revelada de Dios que recibieron. A favor
de éste, nos es valioso recordar que los profetas del Antiguo Testamento por repetidas
veces advirtieron vivir con lo que Dios les había alcanzado a fin de lograr salvación, paz y
felicidad. Al respecto es muy reveladora la parábola que Jesús relató en Lc. 16 donde el
rico le interroga a Abraham si Lázaro puede resucitar de entre los muertos para advertir a
sus hermanos (del rico) que aun viven en la tierra sobre el lugar de tormento, Abraham le
responde: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se
levantare de los muertos” (vs. 31). Se puede argumentar lo mismo a favor de aquellos que
sólo han recibido el Nuevo Testamento como algunas tribus, donde solamente se les ha
traducido el Nuevo o parte de la Escritura.
19
que el juicio sobre los que no recibieron ninguna parte de la revelación se basará en su
respuesta a “las obras escritas en sus corazones” (vs. 15).
H.- ¿Por qué la Biblia menciona constantemente las obras en el día del juicio?
Vale tratar este aspecto; porque si bien es cierto la salvación se obtiene por la fe
en Jesucristo de parte del hombre; por qué la Biblia nos menciona que las obras serán
juzgadas en el día del juicio y cada uno recibirá su recompensa en base a lo que haya
hecho sea bueno o sea malo. Notemos algunos pasajes explícitos al respecto:
Mt. 16: 27: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Ro. 2: 6: “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Ap. 20: 12: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados
los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”.
Ap. 22: 12: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a
cada uno según sea su obra”.
Se apuntan a las obras como las que decidirán el destino de las personas, porque
por ellas seremos juzgados; debemos notar claramente que la salvación nunca es ganada
por las obras en sí, sino mediante la fe en Jesucristo como ya se ha señalado previamente.
De modo que “la fe debe revelarse en las obras, y las obras a su vez son evidencia de la
verdadera fe. . . es la fe sola la que justifica, pero la fe que justifica no viene sola”
(Anthony A. Hoekema; 2 000:293). Las “obras son fruto directo del hecho de que el
creyente ha sido regenerado por el Espíritu Santo. En ningún sentido pueden considerarse
como la base humana para una justificación propia, sino simplemente como elementos del
don y la gracia de Dios para con nosotros en Cristo Jesús” (Nuevo Diccionario Bíblico
Certeza; 1 982. Biblioteca virtual Caribe).
Esto es cierto así como la luz del sol; para nuestra consideración y apoyo de la
Escritura es válido tomar en cuenta algunos pasajes como: Stgo. 2: 26; Gá. 5: 6. Note lo
que dice Jesús mismo en Mt. 7: 21: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, y en
el vs. 17 – 21 dice: “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos
malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los
conoceréis”. “el juicio según las obras . . .será realmente un juicio respecto a la fe; es
decir, fe según se manifiesta en su evidencia. Si la fe era genuina las obras estarán allí, si
las obras no están allí, la fe no era real” (Anthony A. Hoekema; 2 000: 294). Santiago
plantea esto de una manera muy convincente al decir: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y
yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (vs.
18).
Un pasaje bastante claro sobre lo que está en estudio es Mt. 25: 31 – 46, donde
habla de las “ovejas” cuya fe era evidenciada por sus obras; y por otra parte las “cabras”
quienes no revelaron amor por Cristo al no mostrar amor por los hermanos de Cristo, de
manera tal que está demostrado que no eran verdaderos creyentes.
I.- Recompensas
1.- Incrédulos.- Es de vital importancia para abordar este aspecto tomemos nota
de Lc. 12: 47, 48: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni
hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas
dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho,
mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”. Éste nos
da luces de que existirá “grados” en los sufrimientos de los perdidos.
Para nuestra comprensión el comentarista Matthew Henry nos dice: “con toda
justicia castigará Dios con mayor severidad a tal siervo, porque el conocimiento pleno de
20
su deber muestra un grado más de voluntariedad y contumacia en su pecado (nótese el
“voluntariamente” de He. 10: 26; 2 P. 3: 5). . .quienes posean mayor capacidad y han
recibido mayores dones que otros y que conocen la Palabra de Dios, tendrán un ajuste de
cuentas más severo que otros” (1 999: 1 305). Y Hendriksen afirma: “entre los que son
castigados al regreso del Señor hay ciertamente una diferencia: algunos son castigados
duramente y otros en forma más liviana. . . también hay grados de sufrimiento en el
infierno” (1 990: 652).
También nos pueden ayudar en su referencia a lo que se está tratando Mt. 26: 24;
Mr. 14: 21; Lc. 22: 22; quienes hablan que bueno le hubiese sido no haber nacido, y de
hecho que hablan de Judas el traidor; pero a éste antecede un ¡ay!; que puede estar
referido al tipo de sufrimiento que éste tendrá en el destino eterno (Mt. 25: 46), aunque la
Sagrada Escritura no hace un señalización textual y explícita. A más de esto también lo
que señala Jesús en relación de la labor hipócrita que tenían los sacerdotes al declarar
“por esto recibiréis mayor condenación”; así como “mayor pecado tiene” (Mt. 23: 14; Mr.
12: 40; Lc. 20: 47; Jn. 19: 11); “es una prueba de que, así como en el cielo habrá
diferentes grados de recompensa en el infierno habrá distintos grados de castigo; todo lo
cual reviste de grandísima importancia en la práctica, tanto para el incrédulo como para el
creyente” (Matthew Henry; 1 999: 1 175). El castigo será más severo y pesado para algunos
que para otros en relación a la revelación que hayan recibido y cual haya sido el grado de
su respuesta a ella manifiesta en su obrar. No toda persona perdida tendrá los sufrimientos
de Judas el traidor (Mt. 26. 24); Dios es perfectamente justo, y cada persona sufrirá
precisamente lo que merece.
2.- Creyentes.- Para describir lo que la Biblia nos presenta dándonos a conocer lo
que los creyentes recibirán como retribución por sus obras es necesario que tomemos en
cuenta dos pasajes de la Escritura que nos faciliten; aunque ya previamente se ha podido
señalar lo que se suscitará con ellos en el más allá sobre sus recompensas en las citas
tomadas anteriormente; que nos detallan que existirá grados así como también existirá
grados de castigo para quienes estén en el infierno.
El primer pasaje del que nos ocuparemos es Lc. 19: 11 – 27 donde se registra la
parábola de las 10 minas, relata por el Maestro. Jesús habla de un noble quien va a un país
lejano para recibir un reino y luego regresar. A cada uno de sus diez siervos el noble
entregó una mina, diciendo que a cada uno debía negociar con esa mina a fines de obtener
ganancia. Al regresar el noble encontró que el primero le dijo: “Señor, tu mina ha ganado
diez minas” (vs. 16). Y el noble le dijo: “está bien, buen siervo, por cuanto en lo poco has
sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades” (vs. 17). El segundo siervo le dijo al noble
que la mina había producido cinco minas adicionales. A éste, el noble le dice “tú también
sé sobre cinco ciudades” (vs. 19). Se puede apreciar que lo significativo de ésta es que la
variación de la recompensa dada es proporcional a la variación en el número de minas que
el siervo ganara sobre la mina original.
Los dos tipos de edificadores son salvos por la gracia, ya que ambos han edificado
sobre el único fundamento que es Jesucristo. Pero el constructor cuya obra construida
sobre el fundamento pasa la prueba de fuego y sobrevive recibirá recompensa. Pero el
hombre cuya obra no pasa la prueba del fuego sufrirá pérdida. ¿Qué quiere decir pérdida?
No puede significar la pérdida de la salvación (vs. 15). La pérdida que este hombre sufre
21
debe ser la pérdida de la recompensa. Este hombre será salvado como “quien pasa a
través del fuego” (B Jer), como un hombre que escapa de un edificio que se está
quemando, habiendo perdido todas sus posesiones menos la ropa que lleva puesta. Que
este pasaje habla de una recompensa que algunos creyentes reciben y otros no reciben es
algo obvio. Esa recompensa será directamente proporcional a la clase de materiales con
los cuales el hombre haya edificado sobre el fundamento de la fe en Cristo, en otras
palabras proporcional a la calidad de su vida cristiana” (Anthony A. Hoekema; 2 000: 295,
296).
Que existirán tales recompensas para los creyentes es algo que está bien claro.
Jesucristo con frecuencia menciona recompensas (Mt. 5: 11 – 12; 25: 23; 6: 19 – 21; Lc. 6:
35; Mr. 9: 41). Los hijos de Dios tendrán diferentes grados de galardón en relación a sus
obras; pero para que éstas sean manifiestas depende de la responsabilidad humana
evidenciada en su fidelidad. Dios no mantiene al hombre en el camino de la salvación sin
esfuerzo, diligencia y vigilancia de parte del hombre. ¡Y la fortaleza para preservar en la
fe de esta manera siempre procede de Dios, de Él solo! De modo que los descuidados en el
servicio al Maestro, entrarán, pero avergonzados (1 Jn. 2: 28). Esta es la mejor perspectiva
para negarnos a pecar y a nosotros mismos y vivir una vida llena del Espíritu de Dios. Pero
debemos aclarar que Jesús dejó bien claro que las recompensas no son merecidas sino que
son dones de la gracia de Dios (Lc. 17: 10).
1.- La historia del mundo no es una sucesión sin fin de siclos sin significado, sino un
movimiento hacia una meta.
3.- El hecho de que el juicio sea inevitable subraya la responsabilidad del hombre
por su vida, y afirma la necesidad moral en la vida de toda persona, en especial en la vida
del hijo de Dios.
4.- El día del juicio significará el triunfo final de Dios y su obra redentora en la
historia, la conquista final y decisiva de todo mal y la revelación final de la victoria del
Cordero que fue inmolado. El día del juicio revelará, más allá de toda sombra de duda,
que al fin la voluntad de Dios será hecha perfectamente.
En esta parte del presente vamos a ocuparnos del destino final de aquellos que han
comparecido ante el tribunal de Dios, por la enseñanza bíblica sabemos que este estado
final será de eterna miseria para aquellos que han sido consignados al castigo eterno en el
infierno y de completa bienaventuranza para aquellos que son de Cristo sobre la nueva
tierra.
Para hablar de los impíos en su estado final los ubicaremos bajo la expresión el
castigo eterno y para los que pertenecen a Cristo la nueva tierra porque estos serán los
lugares que les será asignados determinado por la relación que cada uno haya tenido con
Cristo.
22
1.- Doctrinas que niegan la doctrina del castigo eterno.- Existen en el presente dos
corrientes principales de negar la existencia del castigo eterno para los impíos y a
continuación brindaremos un breve detalle de cada una de ellas.
c.- Los adventistas del séptimo día y los testigos de Jehová.- Estos enseñan el
aniquilacionismo en forma de inmortalidad condicional. Los testigos de Jehová enseñan
que la aniquilación es el castigo de los malvados, de satanás y de los demonios; en cambio
los adventistas del séptimo día afirman que habrá un periodo de sufrimientos disciplinarios
antes de la aniquilación de satanás, de los demonios y de los seres humanos
desobedientes, dependiendo la duración de tales sufrientes de la cantidad de culpa
involucrada.
23
Otro detalle que describen los martirios del infierno es dado en Mt. 13: 41, 42.
Este pasaje aunque no nos habla de la duración del castigo, pero sugiere la amargura del
remordimiento y la desesperada autocondenación. Mt. 25: 30 sugiere el terrible
aislamiento de los perdidos y su eterna separación de la amable comunión con Dios. En Mt.
25. 46 encontramos la expresión de la duración de la condena de los malos.
Jn. 3: 16, 36; la palabra “perecer” significa castigo eterno; porque enseña que la
ira de Dios permanece sobre la persona que desprecia a Cristo y por lo tanto la retribución
es castigo eterno.
b.- Enseñanza de los apóstoles.- Tal vez la enseñanza más clara que amerite ser
tomada en cuenta para nuestra explicación sea 2 Ts. 1: 7 – 9; de donde obtenemos que la
exclusión eterna de la bendita presencia del Señor es una ruina eterna o un castigo sin fin.
Note lo que dice Pablo en Ro. 2: 5, 8 – 9; no habla de la duración del castigo pero
si de sufrimiento; 2: 12; habla de “perecerán” algo que ya se trató anteriormente. He. 12
contiene duras palabras en relación a aquellos que desprecian al Hijo de Dios (vs. 28, 29).
Note lo que tiene Apocalipsis sobre nuestro interés 14: 10 – 11; 21: 8 en este
último el destino de los malvados es descrito como la “segunda muerte” para designar el
castigo eterno.
La enseñanza del castigo eterno debe producir en el corazón de cada creyente una
profunda seriedad a nuestra predicación y enseñanza bíblica. Debe hablar acerca del
infierno con renuencia, con dolor y hasta quizá con lágrimas pero debemos hablar al
respecto. Debemos tener presente He. 2: 2. Para nuestra labor misionera, la doctrina del
infierno debe incitarnos a un mayor celo y urgencia. Es verdad que mucha gente va rumbo
a una eternidad sin Cristo a menos que escuchen el Evangelio, ¡cuán ansiosos debemos
estar la iglesia de llevarles el Evangelio! a fin de despoblar el infierno y poblar el cielo,
arranchar las almas al diablo y llevarlas a Cristo, porque “¿y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Ro. 10: 14).
24
1.- Importancia.- Esta doctrina es importante por las siguientes razones:
a.- Para una comprensión correcta de la vida por venir.- Hay ciertos himnos que
dan la impresión que los creyentes glorificados pasarán la eternidad en algún cielo etéreo
situado en algún punto del espacio, muy lejos de la tierra. Las siguientes líneas del himno
"Cristo Vive" parecieran dar dicha impresión: "¡Cristo vive! Si con Él, recorremos este
suelo; con Él hemos de reinar, para siempre allá en el cielo. ¡Aleluya!" Pero, ¿hace justicia
este modo de pensar a la escatología bíblica? ¿Es cierto que vamos a pasar la eternidad en
algún lejano lugar del espacio, vestidos con mantos blancos, tocando arpas, cantando
canciones y volando entretanto de nube en nube? Muy por el contrario, la Biblia nos
asegura que Dios creará una nueva tierra en la cual viviremos para la gloria de Dios. Con
cuerpos resucitados y glorificados. Es en esa nueva tierra, entonces, donde esperamos
pasar la eternidad, disfrutando de sus bellezas. Explorando sus recursos y usando sus
tesoros para la gloria de Dios. Y si tenemos en cuenta que Dios hará de la nueva tierra su
morada y que donde Dios mora, allí está el cielo, seguiremos estando en el cielo a la vez
que estamos en la nueva tierra. Porque el cielo y la tierra ya no estarán separados. Como
lo están ahora. Sino que serán uno (Ap. 21: 1 – 3) Pero dejar a la nueva tierra fuera de
nuestra consideración al pensar en el estado final de los creyentes es empobrecer la
enseñanza bíblica respecto a la vida futura.
b.- Para captar correctamente toda la dimensión del programa redentor de Dios.-
En Gn. leemos que en el principio Dios creó los cielos y la tierra (1: 1). A raíz de la caída
del hombre en pecado, se pronunció una maldición sobre esta creación. Dios ha enviado
ahora a su Hijo a este mundo para redimir a esa creación de los resultados del pecado. En
consecuencia, la obra de Cristo no consiste simplemente en salvar a ciertas personas, ni
siquiera en salvar a una multitud innumerable de gente comprada con su sangre. La obra
total de Cristo es nada menos que la de redimir toda esta creación de los efectos del
pecado. Dicho propósito no se cumplirá hasta que Dios haya establecido la nueva tierra,
hasta que el Paraíso Perdido haya llegado a ser el Paraíso Recobrado. Necesitamos una
clara comprensión de la doctrina de la nueva tierra, en consecuencia, para poder ver el
programa redentor de Dios en sus dimensiones cósmicas. Tenemos que darnos cuenta que
Dios no se dará por satisfecho hasta que el universo entero haya sido limpiado de todos los
resultados de la caída del hombre.
25
A lo antedicho podemos contestar que profecías de este tipo no deberían ser
interpretadas como si se refiriesen a la iglesia del presente o al cielo, si por cielo se
entiende algún ámbito en algún lugar del espacio, lejos de la tierra. Las profecías de esta
clase deberían ser entendidas como descripciones; en lenguaje figurativo, por cierto, de la
nueva tierra que Dios establecerá después del regreso de Cristo; una nueva tierra que
durará no solamente mil años, sino para siempre.
Una correcta comprensión de la doctrina de la nueva tierra, por lo tanto, nos dará
una respuesta ante afirmaciones dispensacionalistas tales como la que recién hemos
citado. También nos dará una respuesta a la siguiente aseveración de otro
dispensacionalista: "Si las profecías del Antiguo Testamento que tienen que ver con las
promesas para el futuro hechas a Abraham y David se han de cumplir literalmente.
Entonces es necesario que haya un período futuro, el milenio, en el cual las mismas se
puedan cumplir, por que la iglesia no las está cumpliendo ahora en ningún sentido literal.
En otras palabras, la imagen literal de las profecías del Antiguo Testamento demanda ya
sea un futuro cumplimiento o un cumplimiento no literal. Si se han de cumplir en el
futuro, entonces el único tiempo que queda para tal cumplimiento es el milenio". A esto
podemos contestar: Habrá un cumplimiento futuro de estas profecías, pero no en el
milenio, sino en la nueva tierra. Que se hayan de cumplir literalmente es cuestionable;
ciertamente los detalles respecto a lobos y corderos, y a montes que destilan vino dulce,
no deben ser entendidos de un modo groseramente literal sino como descripciones
figurativas de cómo será la nueva tierra. Pero no es correcto decir que aplicar estas
profecías a la nueva tierra es estar entregado a un proceso de "espiritualización".
¿Pero cómo visualizarían Adán y Eva y los otros que oyesen esta promesa madre
esta victoria final? Respecto a esta pregunta sólo podemos arriesgar suposiciones. Pero
parecería que, al ser la muerte uno de los resultados del pecado, la victoria prometida
debería de alguna manera incluir la eliminación de la muerte. Además, si consideramos
26
que otro resultado del pecado había sido el alejamiento de nuestros primeros padres del
huerto del Edén, desde donde debían gobernar al mundo por Dios, parecería que la
victoria debería también significar la restauración del hombre a algún tipo de paraíso
recobrado desde el cual él pudiera una vez más gobernar la tierra correctamente y sin
pecado. El hecho de que la tierra había sido maldecida en razón del pecado del hombre
parecería también significar que, como parte de la victoria prometida, esta maldición y
todos los otros resultados del pecado comprendidos en la misma, serían quitados. En
consecuencia, se puede decir que en cierto sentido la esperanza de una nueva tierra
estaba ya implícita en la promesa de Gn. 3:15.
En Gn. 15 y 17 leemos del establecimiento formal del pacto de gracia con Abraham
y su simiente. Al establecer su pacto con Abraham, Dios temporalmente reducía el alcance
del pacto de gracia a fines de preparar una eventual ampliación de dicho pacto. En la
promesa de Gn. 3: 15 Dios había anunciado que Él se encontraba misericordiosamente
inclinado a favor de los hombres a pesar de la caída del hombre en el pecado. Esta
misericordiosa inclinación estaba circunscrita en los términos más amplios posibles, o sea
dirigiéndose a "la simiente de la mujer". Al establecer formalmente su pacto con Abraham,
sin embargo, Dios temporalmente introdujo una fase particularizante del pacto de gracia,
con Abraham y con sus descendientes físicos; a fin de que estos descendientes físicos de
Abraham pudieran ser bendición para todas las naciones (Gn. 12: 3; 22: 18). La fase
particularista del pacto de gracia hecho con Abraham, por lo tanto, sería seguida en la era
neotestamentaria por la ampliación del alcance del pacto, que ya no queda limitado a
Israel, sino que incluye a gente de todas las naciones de la tierra.
En Gn. 17: 8 leemos la siguiente promesa hecha a Abraham: "Y te daré a ti, y a tu
descendencia después de ti, la tierra en que moras; toda la tierra de Canaán, en heredad
perpetua . . . ". Nótese que Dios prometió dar la tierra de Canaán no solamente a los
descendientes de Abraham sino también a Abraham mismo. Sin embargo Abraham nunca
poseyó ni siquiera un metro cuadrado de suelo en la tierra de Canaán (Hch. 7: 5); a
excepción de la cueva de sepultura que tuvo que comprar de los heteos (Gn. 23). Pero,
¿cuál fue la actitud de Abraham respecto a esta promesa de herencia de la tierra de
Canaán, que nunca se cumplió durante su vida? Tenemos una respuesta a esta pregunta en
el libro de Hebreos. En He. 11: 9 - 10 leemos: "Por la fe (Abraham) habitó como extranjero
en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa. Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos,
cuyo arquitecto y constructor es Dios". Cuando se habla de "la ciudad que tiene
fundamentos" debemos entender que se hace referencia a la santa ciudad o la nueva
Jerusalén que se encontrará en la nueva tierra. Abraham, en otras palabras, anticipaba la
nueva tierra como el cumplimiento real de la herencia que se la había prometido; y así lo
hicieron los otros patriarcas. El hecho de que los patriarcas lo hicieran es citado por el
escritor de Hebreos como evidencia de su fe: "Conforme a la fe murieron todos éstos sin
haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y
confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen,
claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en
aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una
mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos;
porque les ha preparado una ciudad" (11: 13 - 16).
He. 4 nos dice que la tierra de Canaán era un tipo del reposo eterno que está
preparado para el pueblo de Dios. A los israelitas que, tras andar por el desierto, no
llegaron a entrar en el descanso de la tierra de Canaán debido a su incredulidad y
desobediencia, se los compara en este capítulo con la gente que, debido a una
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desobediencia similar, no llegan a entrar en el "reposo" (v. 9) que nos espera en la vida por
venir. Canaán, por lo tanto, no era un fin en sí misma, sino que apuntaba a la nueva tierra
por venir. Gá. 3: 29 nos dice además que si somos de Cristo, somos simiente de Abraham,
herederos según la promesa. Todos nosotros que estamos unidos a Cristo por la fe, por lo
tanto, somos en este sentido más amplio, simiente de Abraham. La promesa de la cual
somos herederos debe incluir la promesa de la tierra.
Cuando volvemos a leer Gn. 17: 18 a la luz de esta expansión neotestamentaria del
pensamiento del Antiguo Testamento, vemos en la misma una promesa de una posesión
final y eterna por parte de todo el pueblo de Dios; todos aquellos que son simiente de
Abraham en el sentido más amplio de la palabra, de aquella nueva tierra de la cual Canaán
era solamente un tipo. De allí que la promesa de la herencia de la tierra tenga significado
para todos los creyentes de hoy en día. Limitar el énfasis futuro de esta promesa hecha a
Abraham a la posesión de la tierra de Palestina por parte de judíos creyentes durante el
milenio, como lo hacen los dispensacionalistas, es disminuir grandemente el significado de
esta promesa.
- La Canaán terrenal nunca fue concebida por Dios, ni pudo haber sido desde el
principio entendida así por su pueblo, como la herencia final y adecuada que habían de
ocupar; ya que respecto a ella se habían dicho y esperado cosas que claramente no podrán
cumplirse dentro del límite de Canaán, ni siquiera en el ámbito de la tierra tal como la
misma está presentemente constituida.
Enfrentemos si; ¿la nueva tierra será totalmente diferente de esta tierra que
conocemos o si será una renovación de ella? Tanto en Is. 65:17 como en Ap. 21:1 oímos
hablar de "un cielo nuevo y una tierra nueva". La expresión "cielo y tierra" debería
entenderse como el modo bíblico de denominar a todo el universo: "El cielo y la tierra
juntos constituyen el cosmos". Pero ahora la pregunta es, ¿será totalmente aniquilado el
presente universo, de modo tal que el nuevo universo será completamente diferente del
actual cosmos, o será el nuevo universo esencialmente el mismo cosmos del presente, sólo
que renovado y purificado?
Los teólogos luteranos muchas veces han favorecido la primera de estas dos
posibilidades. G. C. Berkouwer menciona varios escritores luteranos que favorecen el
concepto de la aniquilación del actual cosmos y de una discontinuidad absoluta entre la
antigua tierra y la nueva. Estos teólogos apelan a pasajes tales como Mt. 24: 29: "El sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias
del cielo serán conmovidas" y 2 P. 3: 12: "Los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán". Es evidente que habrá eventos cataclísmicos
que acompañarán la destrucción de la actual tierra; eventos que constituirán un juicio
divino sobre esta tierra, con todo su pecado e imperfección.
28
La primera reside en que tanto en 2 P. 3: 13 como en Ap. 21:1 el vocablo griego
que se usa para designar la novedad del nuevo cosmos no es neos sino kainos. La palabra
neos significa nuevo en tiempo u origen, en tanto que la palabra kainos significa nuevo en
naturaleza o en cualidad. La expresión ouranon kainon kai gēn kainēn ("un cielo nuevo y
una tierra nueva", Ap. 21:1) significa, en consecuencia, no la aparición de un cosmos
totalmente diferente del actual, sino la creación de un universo que, a pesar de haber sido
gloriosamente renovado, mantiene continuidad con el presente.
En relación con esto es interesante notar las palabras con las cuales Edward
Thurneysen describió su comprensión de cómo sería la nueva tierra: "El mundo al cual
entraremos en la parusía de Jesucristo es, por lo tanto, no un nuevo mundo; es este
mundo, este cielo, esta tierra; pero ambos pasados y renovados. Son estos bosques, estos
campos, estas ciudades, estas calles, esta gente, los que serán el escenario de la
redención. En este momento son campos de batalla, llenos de la lucha y el dolor de la
consumación todavía no logrado; pero entonces serán campos de victoria, campos de
cosecha, de los cuales surgirán de la semilla sembrada con lágrimas las eternas espigas que
serán recogidas y llevadas al hogar". Emil Brunner criticó esta afirmación, pensando que
era demasiado crasa y materialista, y diciendo que no tenemos derecho a esperar que la
tierra futura fuere exactamente como la presente. G. C. Berkouwer, sin embargo, expresa
aprecio por lo concreto de la esperanza de Thurneysen, prefiriendo esta manera de
afirmar cómo será el futuro y no aquellos conceptos etéreos o espiritualizados del futuro
que no hacen justicia a la promesa bíblica de una nueva tierra.
29
sentido que ellos heredarían el mundo; nótese que la tierra de Canaán en Génesis se ha
transformado en el mundo en Romanos.
Hay un pasaje en el libro del Apocalipsis que habla respecto a nuestro reinado
sobre la tierra: "Digno eres (Cristo) de tomar el libro y abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y pueblo y nación; y
nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Ap. 5: 9
- 10). Si bien algunos manuscritos tienen el verbo "reinar" en tiempo presente, los mejores
textos lo tienen en tiempo futuro. El reinado sobre la tierra de esta gran multitud
redimida se describe aquí como culminación de la obra redentora de Cristo a favor de su
pueblo.
Los pasajes bíblicos más importantes que hablan de la nueva tierra son los
siguientes: Is. 65: 17 - 25 y 66: 22 - 23, 2 P. 3: 13 y Ap. 21: 1 - 4. Is. 65: 17 - 25, que
contiene quizá la descripción más elevada que tiene el Antiguo Testamento de la vida
futura del pueblo de Dios, ya ha sido tratado anteriormente. En Is. 66: 22 - 23 hay otra
referencia a la nueva tierra: "Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago
permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y
vuestro nombre. Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a
adorar delante de mí, dijo Jehová". En los versículos previos del capítulo 66 Isaías ha
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estado prediciendo abundantes bendiciones futuras para el pueblo de Dios: Dios dará a su
pueblo gran prosperidad (vs. 12), lo consolará (vs. 13), lo hará alegrar (vs. 14), y lo reunirá
de entre todas las naciones (vs. 20). En el vs. 22 Dios nos dice a través de Isaías que su
pueblo permanecerá ante Él tan eternamente como los nuevos cielos y la nueva tierra que
Él creará. El vs. 23 nos enseña que todos los habitantes de esa tierra adorarán fielmente y
regularmente a Dios. Si bien se describe esta adoración en términos tomados del tiempo
en que Isaías escribió ("de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo"), estas
palabras no deben ser entendidas de un modo estrictamente literal. Lo que se predice aquí
es la adoración perpetua de todo el pueblo de Dios, reunido de entre todas las naciones,
en formas adecuadas a la gloriosa existencia nueva que ellos disfrutarán sobre la nueva
tierra.
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra
posaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén,
descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí uno
gran voz del cielo que decía: "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará
con ellos; y ellos serón su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará
Dios todo lágrima de los ojos de ellos; y yo no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor; porque los primeros cosos posaron".
El vs. 2 nos habla de la "la santa ciudad, la nueva Jerusalén", que representa a la
totalidad de la iglesia glorificada de Dios, descendiendo desde el cielo a la tierra. Esta
iglesia, ahora totalmente libre de mancha o tacha, totalmente purificada del pecado, está
ahora "dispuesta como una esposa ataviada para su marido", lista para las bodas del
Cordero (Ap. 19: 7). De este versículo aprendemos que la iglesia glorificada no
31
permanecerá en el cielo en algún lugar lejano del espacio sino que pasará la eternidad
sobre la nueva tierra.
Del vs. 3 aprendemos que la morada de Dios ya no estará lejos de la tierra, sino en
la tierra. Visto que donde Dios mora, allí está el cielo, llegamos a la conclusión de que en
la vida venidera el cielo y la tierra ya no estarán separados como lo están ahora, sino que
se fusionarán. Los creyentes, por lo tanto, continuarán estando en el cielo mientras viven
en la nueva tierra. "El morará con ellos; y ellos serán su pueblo" son las conocidas palabras
de la promesa central del pacto de gracia (Gn. 17: 7; Éx. 19: 5 - 6; Jer. 31: 33; Éx. 34: 30;
2 Co. 6: 16; He. 8: 10; 1 P. 2: 9 - 10). El hecho que esta promesa sea repetida en la visión
que Juan tuvo de la nueva tierra significa que sólo sobre esa nueva tierra Dios concederá
finalmente a su pueblo la plenitud de las riquezas que están incluidas en el pacto de
gracia. Aquí recibimos las primicias; allá recibiremos toda la cosecha.
Los marcados toques del vs. 4 sugieren mucho más de lo que en realidad dicen. No
habrá más lágrimas sobre la nueva tierra. El lloro y el dolor pertenecen a las cosas
anteriores que han pasado. Y ya no habrá más muerte; no más accidentes fatales, no más
enfermedades incurables, no más servicios fúnebres, no más despedidas finales. En la
nueva tierra disfrutaremos una comunión eterna e ininterrumpida con Dios y con el pueblo
de Dios, incluyendo a seres queridos y amigos a quienes hemos amado y perdido por un
tiempo.
En el resto del cap. 21 y en los primeros versículos del cap. 22 encontramos una
descripción adicional de la ciudad santa; la que, podemos inferir, será el centro de la
nueva tierra. Es dudoso que detalles tales como los de cimientos enjoyados, puertas de
perlas y calles de oro deban ser tomados literalmente, pero el radiante esplendor que
estas imágenes sugieren sacuden la imaginación. El hecho de que los nombres de las doce
tribus estén inscritos en las doce puertas (vs. 12) y que los nombres de los doce apóstoles
estén inscritos sobre los doce cimientos (vs. 14) sugiere que el pueblo de Dios que morará
sobre la nueva tierra incluirá a creyentes tanto de la comunidad del pacto del Antiguo
Testamento como de la era de la iglesia del Nuevo Testamento. No habrá templo en la
ciudad (vs. 22), ya que los habitantes de la nueva tierra tendrán una comunión directa y
continua con Dios.
Muy significativos son los vs. 24 y 26 que nos dicen que: "Los reyes de la tierra
traerán su gloria y honor a ella (la ciudad santa) . . . y llevarán la gloria y honra de las
naciones a ella". Uno podría decir que según estas palabras, entre los habitantes de la
nueva tierra estará incluida gente que logró gran prominencia y ejerció gran poder sobre
la tierra actual; reyes, príncipes, líderes, y otros tales. Uno también podría decir que
cualquier cosa que la gente haya hecho sobre esta tierra que glorificara a Dios sería
recordada en la vida futura (Ap. 14: 13). Pero debe decirse más. ¿Es decir demasiado,
según estos versículos, que las peculiares contribuciones de cada nación a la vida de la
tierra presente enriquecerán la vida de la nueva tierra? ¿Heredaremos entonces quizá los
mejores productos de la cultura y del arte que esta tierra ha producido? Hendrikus Berkhof
sugiere que cualquier cosa que haya tenido valor en esta vida presente, cualquier cosa que
haya contribuido a "la liberación de la existencia humana", será retenida y aumentada en
la nueva tierra. A favor de este pensamiento él cita la siguiente frase de Abraham Kuyper:
"Si ahora se está formando un campo infinito de conocimiento humano y de capacidad
humana por todas las cosas que suceden a fines de hacer que el mundo visible y la
naturaleza material esté sujeta a nosotros, y si sabemos que este dominio nuestro sobre la
naturaleza será completo en la eternidad, podemos llegar a la conclusión de que el
conocimiento y el dominio que hemos logrado aquí sobre la naturaleza pueden ser y, de
hecho, continuarán siendo de significado continuo, aun en el reino de gloria".
El cap. 22 nos enseña que sobre la nueva tierra las naciones vivirán juntas en paz
(vs. 2), y que la maldición que ha pesado sobre la creación desde la caída del hombre será
quitada (vs. 3). Se nos dice que los siervos de Dios lo adorarán o lo servirán (vs. 3); el
descanso que aguarda al pueblo de Dios en la vida por venir, en consecuencia, no será un
descanso de simple ocio. El hecho de que se diga que los siervos de Dios reinarán para
siempre (vs. 5) confirma lo que aprendimos de Ap. 5: 10; a diferencia del reinado en el
32
cielo de los creyentes muertos que están con Cristo durante los mil años del estado
intermedio (20: 4), éste será un reinado eterno sobre la tierra por parte de creyentes con
sus cuerpos de resurrección. La más grande alegría y el más grande privilegio de la vida de
gloria están expresados en el vs. 4: "Y verán su rostro (el de Dios), y su nombre estará en
sus frentes". En suma, la existencia en la nueva tierra estará distinguida por el perfecto
conocimiento de Dios, el perfecto disfrute de Dios y el perfecto servicio a Dios.
Al vivir sobre esta tierra, estamos preparándonos para la vida en la nueva tierra de
Dios. A través de nuestro servicio al reino estamos reuniendo los materiales de
construcción para esa nueva tierra. Se están traduciendo Biblias, se están evangelizando
pueblos, creyentes están siendo renovados y se están transformando culturas. Solamente
la eternidad revelará el significado pleno de lo que ha sido hecho aquí por Cristo.
Al principio de la historia Dios creó los cielos y la tierra. Al fin de la historia vemos
los nuevos cielos y la nueva tierra, que en su esplendor sobrepasarán en mucho todo lo que
hemos visto anteriormente. En el centro de la historia está el Cordero que fue inmolado,
el primogénito de entre los muertos, y el Señor de los reyes de la tierra. Algún día
echaremos todas nuestras coronas delante de Él, absortos en admiración, amor, y
adoración.
Sobre el número 666 se ha debatido en la historia cristiana más que cualquier otro
pasaje del Apocalipsis, y a sí mismo señala Barclay que “se derrochado más ingenio
tratando de explicar este versículo que en ningún otro de la Escritura” (1 999: 115); sin
haber llegado a un acuerdo saludable por los estudiosos; algunos que otros mantienen
posiciones diferentes y sería bueno llegar a conocer tales planteamientos sobre el
particular; pero nosotros limitaremos la información sólo a lo que hayamos adquirido
gracias a la investigación que hemos realizado en algunas fuentes que han estado a nuestro
alcance; y de otro lado nos es muy sano asumir con humildad que nos gustaría tener toda
la información existente sobre éste; pero lamentamos que no nos sea posible. De manera
que brindamos a nuestros lectores sólo que se nos ha sido accesible.
33
A.- Su Interpretación
¿Cómo identifica uno a la persona cuyo nombre y número deben calcularse? Las
soluciones a este interrogante se han multiplicado desde los tiempos de los primeros
padres de la iglesia hasta hoy. Existen tres métodos muy bien marcados y distintos de
interpretación: El gemátrico, el simbólico y al que llamaremos esperan un cumplimiento
literal.
1.- Gematría.- Sobre este punto de vista presentaré lo que he podido adquirir; el
más exhaustivo estudio de todos los que he podido leer; note que hablo sólo de aquellos a
los que me ha sido posible acceder; no ignoro que tal vez existan mejores tratados sobre
el particular. He leído el comentario de William Barclay al Apocalipsis (Volumen 17;
Apocalipsis II), al comentarista Matthew Henry sobre Apocalipsis, argumentaciones que nos
presenta Simón J. Kistemaker en su comentario al Apocalipsis; así como también la obra
“Más que Vencedores” de William Hendriksen. Pero la que más me complace es la escrita
por E. W. Bullinger en su libro: “Cómo entender y explicar los números de la Biblia”. A
quien citaré textualmente no por sufrir de incapacidad para resumir sus ideas, sino por
presentar al lector un caudal como, o hace él de información y a sí mismo porque creo que
hace justicia tal exposición.
“Es el número de un nombre (Ap. 13: 17, 18). Cuando se conozca el nombre del
Anticristo, es indudable que su gematría será el número 666. Pero este número tiene,
creemos, una referencia a/y relación mucho más profunda con los misterios secretos de
las antiguas religiones, que volverán a manifestarse en conexión con la última gran
apostasía.
Se pueden encontrar muchos nombres en los cuales el valor numérico de sus letras
es de 666. Tenemos una lista de unas cuarenta gematría así. La mayor parte de ellos son
ridículos, por cuanto en vez de limitar la gematría al hebreo y al griego (que no tienen
signos arábigos o especiales para cifras), el principio se extiende al inglés, francés y otros
lenguajes modernos, sobre la suposición de que se deletrearan de la misma manera, en
tanto que sabemos que los nombres de personas y lugares simplemente no se transliteran
en varios idiomas! Por ello, es absurdo el intento de tomar palabras de las modernas
lenguas europeas que emplean cifras arábigas.
Sin embargo, el número tiene que ser calculado (ψηΦιζω [psëphizö], computar,
calcular, no meramente contar o enumerar). Véase Ap. 13: 18. Por ello no será conocido
meramente por gematría, aunque, como se ha dicho, éste será uno de los factores en el
cálculo, así como las letras en la palabra Jesús suman 888.
Pero 666 era el símbolo secreto de los antiguos misterios paganos relacionados con
la adoración al Diablo. Es en la actualidad el vínculo secreto entre aquellos antiguos
misterios y su moderno avivamiento bajo las formas de espiritismo, teosofía, etc. Los
esfuerzos del gran enemigo se dirigen ahora hacia la unión de todos en un gran conjunto
unitario. Las publicaciones, del mundo y religiosas, van repletas de planes para tal unión.
La “reunión” está en el aire. Las sociedades para la reunión de la cristiandad y las
Conferencias para la reunión de las Iglesias, son todo ello parte del mismo gran
movimiento, y están abriendo el camino y siendo señal de la venidera apostasía. Durante
esta edad el lema de Dios para su pueblo es “separación”, y es la marca de Cristo,
mientras que “unión” y “re-unión” es la marca del Anticristo.
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El número 6 estaba estampado sobre los viejos misterios. El gran símbolo secreto
consistía en las tres palabras SSS, porque la letra S en el alfabeto griego era el símbolo de
la cifra 6, α (alfa) = 1, β (beta) = 2, γ (gamma) = 3, δ (delta) = 4, ε (épsilon) = 5; pero al
llegar al 6 ¡se introducía otra letra! No la que correspondía por el orden, la sexta ζ (zeta),
sino otra diferente, una forma peculiar de la S, llamada “stigma” (ς ).
Ahora bien, la palabra στίγμα (stigma) significa una marca, pero especialmente
una marca hecha con un hierro candente con la que se marcaban esclavos, ganado o
soldados, poniéndoles la marca de sus propietarios o señores; o sobre devotos que así se
marcaban como pertenecientes a sus dioses. Proviene de στίζω (stizö), pinchar, o marcar
con un hierro candente. De ahí vino a emplearse de cicatrices o marcas de heridas, Y lo
emplea Pablo de sus cicatrices, que consideraba como prendas de sus sufrimientos, las
marcas que llevaba sobre su cuerpo por causa de Su Amo y Señor, y marcándole como
perteneciente a Aquel que lo había comprado (Gá.6:17).
Esta letra se nos está haciendo familiar; y no es agradable cuando vemos a muchos
así marcados (ignorantemente, sin duda) con la simbólica “S”, “S”, especialmente cuando
está conectada no con «salvación» sino con el juicio, y está asociada con «sangre y fuego»,
que en Jl. 2:30, 31 es dado como uno de los terribles signos “antes que venga el día
grande y espantoso de Jehová”.
Es de destacar que los romanos no empleaban todas las letras de su alfabeto, como
sí lo hacían los hebreos y griegos. Empleaban sólo seis letras, D, C, L, X, Ve I. Y es aún
más de destacar, y quizá sea significativo, que la suma de ellas asciende a 666:
La duración del antiguo imperio asirio fue de 666 años antes de ser conquistado
por Babilonia.
Jerusalén fue pisoteada por el Imperio Romano exactamente 666 años desde la
batalla de Accio, el31 a.C., hasta la conquista sarracena en el 636 d.C.·
Hay tres hombres que destacan en la Escritura como declarados enemigos de Dios
y de Su pueblo. Cada uno de ellos está marcado con este número seis a fin de que no
perdamos de vista su significación:
Goliat, que tenía una estatura de 6 codos, y tenía una armadura de seis piezas; el
peso de la punta de su lanza era de 600 siclos de hierro (1 S. 17: 4 - 7).
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El Anticristo, cuyo número es 666.
Los Talentos de Oro que eran traídos anualmente a Salomón eran 666 (12 R.
10:14). Pero esta perfección del poder monetario era sólo “vanidad y aflicción de espíritu”
(Ecl. 2: 8, 11; cp. 1 Ti. 6:10).
En cuanto al triple número 666, ya hemos visto que en tanto que una cifra (6) es
significativa, dos (66) lo son más aún; y tres cifras (666) parecen denotar la concentración
o esencia del número de que se trata.
Los hijos de Adonicam que volvieron del Cautiverio (Esd. 2:13) eran 666. Adonicam
significa el señor del enemigo. Es sugestivo, aunque pueda ser vago.
El número 666 tiene otra notable propiedad. Está adicionalmente marcado como la
concentración y esencia del6¡ al ser la suma de todos los números que constituyen el
cuadrado de seis! El cuadrado de seis es 36 (6², o 6 x 6), y la suma de todos los números
del 1 al 36 es igual a 666, esto es, 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9 + 10 + 11 + 12 + 13 + 14 +
15 + 16 + 17 + 18 + 19 + 20 + 21 + 22 + 23 + 24 + 25 + 26 + 27 + 28 + 28 + 29 + 30 + 31 + 32 +
33 + 34 + 35 + 36 =666.
6 32 3 34 35 1
7 11 27 28 8 30
19 14 16 15 23 24
18 20 22 21 17 13
25 29 10 9 26 12
36 5 33 4 2 31
GEMATRÍA
Es notable que el valor numérico del “Cántico de Moisés” (Éx. 15: 1 – 18) es de 41
626, que es el producto de los significativos 13 x 42 x 70.
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Por otra parte, si comparamos “el Cántico de Moisés y del Cordero” en Ap. 15. 1 –
5, su notable valor es 9 261, que tiene los notables factores de 3³ x 7³. (2 003: 305 – 310).
Después de esta interesante nota tomada; debo señalar que algunos estudiosos del
666 por medio de la gematría han llegado a conclusiones en relación a sus estudios
identificándolo con gobernantes, papas, causas y elementos. Las sugerencias que se han
hecho sobre su sentido han sido innumerables, manipulando a fin de que coincidiera con su
enemigo número 1; y es así que el 666 se ha hecho representar al Papa, a John Knox
(reformador escocés), a Martín Lutero, a Napoleón y a otras muchas personalidades como
Hitler que daremos breve a tención a lo que el ingenio desarrolló durante la segunda
guerra mundial.
H= 107
I= 108
T= 119
L= 111
E= 104
R= 117
Total= 666 (si no contamos la Ñ)
No voy a ocupar más espacio para ir nombrando a quines más se les identifica con
el 666. Pero es menester señalar que un reconocido comentarista como lo es William
Barclay finaliza su exposición sobre lo que se está tocando señalando textualmente al
decir que Nerón es quien fue el Anticristo y hace honor con su nombre a la suma del 666;
tomaré sus propias palabras:
N= 50
E= 6
R= 500
Ó= 60
N= 50
El total es 666; y el nombre se puede escribir lo mismo con la N al final o sin ella,
lo cual daría 616. En hebreo las letras de Nero Caesar suman 666. Es bastante seguro que
el número de la bestia representa a Nerón; y que Juan está pronosticando la venida del
Anticristo en la forme de Nerón, la encarnación de todo mal, volviendo a este mundo”
(Apocalipsis II; 1 999: 117 – 118).
Antes de cerrar esta sección deseo presentarles como algunos estudiosos del
adventismo han señalado que la imagen de la bestia es la iglesia protestante, por la
santificación del falso día de reposo, domingo, por sustentar la inmortalidad del alma y
acusan que éstas (iglesias protestantes) apelarán al gobierno para que se imponga la
marca de la bestia que es el sistema papal. Además de lo señalado son quienes haciendo
uso de la gematría denominan al papa como el Anticristo porque llevan la siguiente
inscripción: VICARIVS FILII DEI que quiere decir sustituto del Hijo de Dios.
V= 5 F= 0 D= 500 112
I= 1 I= 1 E= 0 53
C= 100 L= 50 I= 1 501
A= 0 I= 1 501 666
R= 0 I= 1
I= 1 53
37
V= 5
S= 0
112
Son muchas las dificultades que plantea tal interpretación por las siguientes
razones:
Sobre ésta, nos es válido tomar un breve análisis del pasaje que hace mención del
666. Ap. 13: 18 habla de “tener sabiduría”, no establece que sea humana; pero la misma
Escritura dice que “el principio de la sabiduría es el temor a Jehová” (Pr. 1: 7ª), de modo
que se puede señalar que esto puede ser entendido por los creyentes porque ellos reciben
sabiduría de lo alto por medio del Espíritu Santo. La sabiduría le pertenece al Cordero y a
Dios (Ap. 5: 12; 7: 12). Debe notarse que esta sabiduría no es estudio científico e
investigación, sino perspicacia proveniente de Dios que el creyente recibe al estar en
Jesucristo (1 Co. 1: 30). Los hijos de Dios pueden entender tal significado con la sabiduría
que Dios les da.
Luego añade “cuente el número de la bestia”, esto quiere decir que no sólo
personas intelectuales tendrán la capacidad mental para interpretar este pasaje; lo hará
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todo el que tenga la ayuda del Espíritu Santo. Entenderán su significado en términos de
Cristo frente al Anticristo.
Amerita la oportunidad para señalar que algunos estudiosos han identificado al 666
o marca de la bestia con el símbolo de la francmasonería; las caras que aparecen en una
moneda americana de diez centavos; la monomarca; la observación del día de descanso en
el primer día de la semana; las letras iniciales las cuales aparecerán sobre la frente de los
inicuos, etc.
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mano derecha son personas que son enemigas y adversas a Dios y viven bajo un régimen
anticristiano. En tal sentido un creyente no es partícipe de las prácticas de los hijos del
diablo, por lo tanto es inviable una comunión con ellos. “La incapacidad de comprar o
vender equivale a un boicot con el cual el suministro de los alimentos se interrumpe y
amenaza la hambruna. Los primeros receptores de Apocalipsis pudieron sentir afinidad . .
.(2: 9). Pero los boicot no se han limitado a un cierto momento en la historia; son comunes
y en muchos casos el pueblo de Dios son sus víctimas” (Simón J. Kistemaker: 2 004: 433).
Los partícipes de esta línea señalan que no hay por qué remontarnos a la
antigüedad sobre el particular; sabido que en la revista Moody Magazine de marzo de 1
974; desde Bruselas el Dr. Handrik Edman, jefe analista del Mercado Común Europeo,
señalaba en un artículo que iba a ser introducido en la sede del referido organismo un
sistema de computadoras a fin de restaurar el mundo que se encuentra en caos; y en una
reunión Edman presentó este fabuloso invento llamándole “la Bestia”; ésta es una
computadora que ocupa tres pisos del edificio donde se hallan las instalaciones de la
Administración General del Mercado Común Europeo.
Este artículo sigue describiendo que para los efectos de controlar a los que, bajo el
imperio del Anticristo; dicha computadora distribuirá a cada individuo un número invisible
que será grabado en la frente y en la mano derecha a través de rayos láser y que ante el
código individual irá el número 666; de modo que este sistema eliminará en absoluto las
tarjetas de crédito que son utilizadas actualmente por los bancos; y quienes no tengan
tatuado el código no podrán comprar ni vender. De esta manera una sola persona podrá
manejar con la punta de los dedos todos los números de los habitantes de la tierra.
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Por ello afirman que el 666 ya está en camino; según los profetas Juan y Daniel
hablan del enlace mundial, que es el sello de la bestia hoy dado a través del "666 código
de barras" y el "www verichip". Que al ser traducido el "www" del internet "world wide
web" (del hebreo al inglés y español resulta ser el 666); señalan que el enlace del verichip
es el sello de la bestia y su registro al computador es la imagen de la bestia, por el código
de barras de los productos que compramos y consumimos a diario.
El verichip, es del tamaño de un grano de arroz. , mide 9 mm. x 2.1 mm., fue
aprobado en Florida California el 7/10/2002, sus promotores y fabricantes son Motorola,
Amplia Solución Digital y Mordex. Después de ser inyectado no se puede retirar de ninguna
manera, ya que por ser cristalizado se destruiría la cápsula y la persona se contamina de
(lítio) el cual es tóxico, canceroso y peligroso para el cuerpo humano. Es un sistema fallo
666, el engaño Ap.16:2.
Se han gastado más de 1,5 millones de dólares en estudios, sólo para saber cuál
era el mejor lugar para colocar este verichip en el cuerpo humano. Ellos sólo encontraron
dos lugares satisfactorios y eficientes; “la cabeza”, debajo del cuero cabelludo, y la parte
detrás de la mano, específicamente la “mano derecha”.En el reino Unido ya se está
utilizando las implantaciones de microchips en sus hijos para poder rastrearlos en caso de
secuestro. Tiene un valor de $ 30, 00. La compañía Mondex Internacional está utilizando
este sistema. Más de 250 corporaciones en 20 países están involucradas distribuyendo
MONDEX al mundo y muchas naciones ya fueron "privilegiadas" para usar el sistema; entre
ellas: Reino Unido, Canadá, E.U.A., Australia, Nueva Zelanda, Israel, Hong Kong, China,
Indonesia, Macau, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, India, Taiwán, Sri Lanka, Costa
Rica, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador y Brasil.
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páginas de venta por internet, su sistema es el mejor beneficio para la humanidad, pero la
Biblia dice que será la perdición del alma, el que se lo coloque beberá de la copa de la ira
de Dios (Ap. 14:9,10,11) y sufrirá una úlcera maligna y pestilente (Ap. 16:2), Verichip se
conecta por el registro de la computadora al dominio personal del cliente con el cual es su
registro web. (www.nombreidentidad.dominio), que es igual a (www)=(666). Todos los
nuevos cajeros bancarios traen sensores y cámaras para detectar el Verichip. Todas las
clínicas lo están colocando, cuidado con lo que se inyecta, sistema que será obligatorio.
Ap. 13:17.
El escáner a la
computadora
registra el
código de
barra (666) de
los productos
que
compramos y
consumimos
diariamente y
luego se
deducirá por el
Verichip
(www)
colocado en la
mano derecha
o la frente
como lo dice
(Ap. 13: 15 -
18) para
deducir el consumo diario del mundo por medio de las compras efectuadas por el chip, la
persona que no tenga el chip colocado no podrá comprar ni vender y lograran un control
mundial para evitar el desabastecimiento mundial el cual será controlado por la internet y
las computadoras los registros del "código" de barras (666) por eso se habla mucho de
códigos en estos tiempos, se evitará colas en los bancos y supermercados, todo será
posible por los registros de los bancos los cuales serán virtuales y los comercios del mundo.
Los que se tatúen el verichip adoraran la imagen de la bestia y su alma se perderá (Ap.
20:4).
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Tal vez no sea oportuna la ocasión para hablar un poco más de este personaje pero
seré breve. Creen que el anticristo ya haya nacido y que esté en algún país europeo
esperando su momento para darse a conocer. Los países están perdiendo su identidad. El
patriotismo desapareció. La guerra hoy no es en contra el país vecino para apropiarse de
su territorio, sino contra del hambre y la pobreza. La pobreza es un parte de la misma.
China está haciendo todos los esfuerzos posibles por reunificar sus territorios perdidos,
"Europa se ha unificado para responder mejor ante las necesidades económicas" (EU., o al
menos eso creen ellos). Los Estados Unidos, México y Canadá se unieron bajo el NAFTA
para enfrentar mejor el reto económico que hoy los aqueja. Sur América está dando los
pasos para incorporar todos los países de la región en un tratado de libre comercio llamado
Mercosur. Las naciones del Oriente, China, Japón, Indonesia, Corea y otros se mantienen
en las mesas de negociaciones, tratando de encontrar soluciones a los problemas comunes
que los aquejan.
Hoy todo parece indicar que un gobierno mundial sería la solución más adecuada
ante la problemática que nos aqueja a todos. Los Globalistas se basan en tres razones
principales para justificar un gobierno global. Alegan que las guerras son ocasionadas por
tres razones:
- Diferencias políticas
- Diferencias económicas, y
- Diferencias y conflictos religiosos
Ellos afirman que un gobierno único, un sistema religioso único y un solo sistema
económico podrían traer al mundo un período de paz y seguridad sin precedentes en la
historia. Los de la última interpretación, creen que todo lo que se está dando es el camino
para la llegada del Anticristo y también para la implantación del 666.
CONCLUSIÓN
A más de esto debo señalar que lo que se ha tratado como ya los lectores habrán
podido apreciar en el desarrollo de ésta; todo lo escrito en la Palabra tiene su
cumplimiento; aunque no sea literal como algunos creen, porque la Escritura encierra alto
contenido simbólico. Invoco a aquellos que se identifiquen con los puntos de vista en este
material y quienes no; por lo que se crea no debemos llegar a ser dogmáticos y atacar a
quienes no sean partícipes de nuestra posición. Debemos recordar siempre lo que San
Agustín dijo en una oportunidad: “En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo,
caridad”. Dios use esta recopilación como una herramienta para ayudarnos a conocer
mucho mejor su Palabra.
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BIBLIOGRAFÍA
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Recursos de Internet
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14.- www.profeciasbiblicas.com
Indagar: QUÉ SIGNIFICA EL QUE CRISTO ENTREGUE EL REINO A DIOS PADRE (1 Co. 15: 24).
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