Palca en La Guerra
Palca en La Guerra
Palca en La Guerra
PALCA
DURANTE LA GUERRA CON CHILE. 1880-
1884
2018
MUNICIPALIDAD DISTRITAL DE PALCA
PALCA
DURANTE LA GUERRA CON CHILE. 1880-1884
Impreso en el Perú
Primera edición
Enero de 2018
Imprenta
Domicilio
PALCA
DURANTE LA GUERRA CON CHILE. 1880.- /Municipalidad Distrital de Palca-
Tacna. 2018
HISTORIA / GEOGRAFIA / TACNA / PERU /
/ REPUBLICA / GUERRA CON CHILE / PERIODO CONTEMPORANEO/
CONTENIDO
INTRODUCCION
I. CARACTERIZACIÓN GEOGRÁFICA
V. LA OCUPACIÓN CHILENA
IV. EPÍLOGO
BIBLIOGRAFÍA
ANEXOS
INTRODUCCION
Cuando la guerra llegó a Tacna, Palca fue escenario tanto desde sus inicios,
cuando las tropas bolivianas atravesaban el valle interandino para ascender a la
ciudad y luego prestar combate, y cuando después de la batalla del campo de la
Alianza, fue vía obligada de la retirada de las tropas aliadas hacia La Paz. En
sus suelos, se desarrollaron, además, dos combates frente al enemigo del sur.
Este tramo recorre a través de pisos ecológicos como la Puna a más de 4,000
MSNM, la zona Quechua, desde climas fríos y secos y por quebradas
interandinas hasta el valle alto del Caplina, donde la quebrada de Palca con su
recurso hídrico es uno de los afluentes de la cuenca del Caplina, se registra
camino inca entre los 4,000 hasta los 1,500 metros luego el camino desaparece
por efecto de la expansión urbana y por la expansión de zonas agrícolas. Los
sectores de Magollo y Para (parte de media del valle del Caplina) se encuentran
a una altitud promedio de 480 metros sobre el nivel del mar, la configuración de
estos terrenos es una pampa formada entre los cerros Caramolle (1.100
m.s.n.m.) y los cerros Molles y Chastudal (400 y 600 m.s.n.m. respectivamente),
estos terrenos se asientan sobre depósitos aluviales, producto de la acción
erosiva, originando depósitos riolíticos. La mencionada pampa se asienta sobre
materiales de la Formación Huaylilla.
Los suelos y las quebradas de los Valles Altos de la cuenca del río Caplina
comprenden altitudes superiores a los 2300 m, y debajo de los 3800 m y en ellos
se ubican las quebradas de Palca y Vilavilani, por donde discurre el río
Uchusuma. Se caracterizan por ser muy accidentados debido a la presencia de
quebradas, en donde afloran rocas volcánicas y rocas sedimentarias e intrusivas
ígneas. Los geólogos distinguen las formaciones rocosas tales como la
formación Yura y el Barroso.
La zona altoandina se eleva por sobre los 3800 m hasta los 4600 m y presenta
suelos pedregosos y residuales, configurando áreas de altiplanicies y bofedales
propios para la ganadería de camélidos. Las altipampas propician áreas
aluviales con maleza subarbustiva, tolares, yaretales y pajonales, muy útiles para
la alimentación de los camélidos.
En este sector se ubican las pampas de Huillane y Pampa Venada, al Oeste del
Centro poblado Menor de Alto Perú, cerca al rio Uchusuma. Asimismo las
pampas Salamanque; el Ayro, cerca al Tacora; Vilacollo y Humapalca, en la
margen derecho del río Uchusuma.
En síntesis, podemos señalar que estas características geográficas son las que
contribuyen a la configuración agroeconómica y social y también cultural del
suelo y sus pobladores. El conjunto de creencias y costumbres de los habitantes
hacen referencia a una vida rural, agrícola, pecuaria, a lo largo de centurias en
el devenir de su existencia. Le dan el contenido material para las referencias o
imágenes de la cultura popular, el folclore y su propia cosmovisión.
II. PALCA EN LA PREGUERRA
2.1. El censo de 1876
El Censo Nacional de población del Perú de 1876, ofrece también una idea
consolidada de los volúmenes de población que por entonces tenían los pueblos
y comunidades del actual distrito de Palca –creado en 1959- pero que en ese
año 1876, pertenencias al antiguo distrito de Pachía. En este registro censal el
distrito abarcaba a los siguientes centros poblados:
1
Dirección de Estadística. Dirección de Estadística. Censo general de habitantes del Perú. Imp. Del estado. Lima, 1878.
fue la que unía con la frontera de Bolivia. Esta vía se extendía a través de 160
kilómetros aproximadamente, a partir de la ciudad de Tacna. Una interesante y
escueta descripción de los caminos de Tacna, la ofrece José María Barreto, de
la forma como sigue:
“Este camino (se refiere al principal) parte de Tacna y pasa por los pueblos de
Calana, Pachía, Palca y La Portada. En una extensión a 30 Km. Tiene a sus
costados sólo pampas y todo el resto sigue por angostas quebradas que cruzan
la cordillera de los andes. En el centro de esta cordillera se divide en dos ramales:
el uno en dirección a La Paz y el otro a Oruro y Corocoro.
El camino de Tacna a Tarata tiene una longitud de 110 Km. Y por él transitan
los indígenas de la sierra que traen a la costa: lanas, pieles, carnes saladas y
quesos.
Otras rutas menos transitadas eran las que unían Tacna con Puno y Arequipa.
El camino a Moquegua, se hizo más intenso a razón de la explotación salitrera
en Iquique y Tarapacá. La vía que unía el Norte de Argentina con Arica y Tacna,
permitía, entre otras cosas, el ingreso de mulas de carga.
El camino a los altos de Tacna y ahí hasta Bolivia tenía el paso obligado del
control aduanero de personas y mercaderías por la aduanilla de Palca
establecido en 1831.
Por estos años, según cálculos de la época (Bravo, 1894), el itinerario de Tacna
a La Paz alcanzaba 389 Km, y sus tramos fueron:
Tramo Km
Tacna - Calana 11.2
Calana -Pachía 2
Pachía – San Francisco 12.5
San Francisco-Palca 22.5
Palca - Portada de Huaylillas 17.5
Portada -Tambo de Ancara 42.3
Ancara –Uchusuma 44
Uchusuma - Ancomarca 11
Ancomarca – Tambo de Maure 12.3
Maure - Chuyuncallani 29
Chuyuncallani – Tambo del Abra 10.6
Tambo del Abra - Santiago 12.3
Santiago – San Andrés 19.4
San Andrés - Nazacara 21.6
Nazacara – Alto de Pojsana 17.5
Pojsana - Contuyo 33.5
Contuyo-Conire 10.7
Conire -Viacha 17.6
Viacha – La Paz 33.5
Total 389
Por esos días la crisis monetaria nacional y local se agudizaba más aún. El
diario citado, describía la situación como sigue: “… sabido es que a las causas
generales que produjeron la depreciación de los billetes de Lima, se agregó en
Tacna, el hecho particular de rehusarse recibir dichos billetes como moneda
circulante tal como sucede en la capital de la república y demás plazas
mercantiles”.
Esta vez en Tacna la depreciación monetaria no era ya del 25% como ocurrió
en 1875, si no que había sobrepasado el 50%. En las demás regiones del país,
los estragos debieron ser mayores. El gran comercio de Tacna, en relación a la
crisis de 1879, parecía una flor en el desierto; pues se mantenía en pie, gracias
a la savia y los nutrientes que le reportaba el tráfico con Bolivia y Europa. Sin
embargo debe registrase que en la ciudad, existían sectores fuertemente
golpeados por la crisis. A estas capas se referían el artículo de fondo de la
Revista del Sur del 11 de febrero del año que historiamos, titulado
macizamente: “La crisis”. En él se lee: “… Hablamos de los militares,
empleados, periodistas, que desde 1875 viene sufriendo la reducción casi a la
mitad de su sueldo…”.
Cuando la guerra llegó a Tacna, Palca fue escenario tanto desde sus inicios,
cuando las tropas bolivianas atravesaban el valle interandino para ascender a la
ciudad y luego prestar combate, y cuando después de la batalla del campo de la
Alianza, fue vía obligada de la retirada de las tropas aliadas hacia La Paz.
Benjamín Vicuña (1884) dice que los cuerpos chilenos en Tacna estaban
distribuidos más o menos así entre el invierno y primavera de 1880:
Estos oficiales y tropa según fuentes chilenas habrían ascendido para cazar
camélidos, sin embargo por estas propias fuentes se sabe que el capitán Moisés
Pedraza, quien logró escapar hacia Pachía, para alertar a los suyos, “Había
notado éste que al llegar al rancho en que se albergaban, (que) un niño había
salido hacia el campo; i receloso, montaba a caballo cuando fueron asaltados”
(Vicuña Mackenna), lo que prueba que esta partida del Lautaro se albergó en un
rancho de Palca horas o días antes. Por tanto no podían haber sido fácilmente
“asaltados” en una “colación frugal” como escribe Vicuña Mackenna, sabiendo
que en la zona activaban los cuerpos guerrilleros peruanos. Por tanto no se
trataba, al parecer de una acción de caza, sino una de rutina y merodeo contra
la guerrilla asentada entre Tarata y Palca.
Conocida la noticia del ataque peruano, esa misma noche el coronel Barbosa
ordenó la persecución con la caballería de su división, al mando del alférez de
Granaderos Juan Valenzuela, sin resultados favorables, sino más bien
confirmando que los oficiales prisioneros estaban en poder del jefe patriota Juan
Luis Pacheco de Céspedes.
Esta es una hermosa lección de amor al terruño protagonizado por los hombres
y mujeres y niños que cooperaron decididamente por la causa Patria, cuando las
fuerzas invasoras ocuparon de facto la ciudad de Tacna y los pueblos del interior.
"Eran las 5:00 p.m. aproximadamente. Situados casi frente a frente, sostuvimos
un fuego graneado de cerca de dos horas. A las 7 continué mi retirada,
habiendo rechazado a toda la fuerza que me perseguía", dijo Pacheco
Céspedes en un escueto reportaje que dio al diario "El Deber" de la Paz, Bolivia.
La provincia de Tacna fue dotada por las autoridades chilenas de una serie de
funcionarios públicos que llevaron a cabo una importante labor que implicó la
nueva administración que se ponía en marcha en esta región.
Como se anotó líneas arriba por decreto supremo de 1885 se dividió el nuevo
departamento de Tacna en subdelegaciones y distritos. Veamos cómo quedaron
organizados políticamente las provincias y distritos de Tacna durante la
ocupación chilena.
En medio de ambiente enrarecido por las bandas prochilenas, alentadas por las
autoridades chilenas, hubo connacionales que se destacaron por su entrega y
amor por el Perú. Muchos de ellos ofrendaron su vida por ver el retorno inmediato
del suelo cautivo, otros fueron perseguidos, otros desaparecidos; en fin, tenían
el alto los valores nacionales por sobre el abuso y el poder. Los hay unos nacidos
en Tarapacà, otros de Arica y también los oriundos de Tacna y Tarata; no faltaron
los patriotas de Palca en estos aciagos días de difícil prueba cívica.
—Asencio Cohaila
Asencio Cohaila dice que el 27 de febrero que habiéndose incorporado como
arriero de la Comisión de Límites hace seis meses, don Filomeno Cerda y el
subdelegado de Palca le exigieron que debía entregar los títulos de las
propiedades que tenía, y como se negara a ello y a votar por Chile, lo
amenazaron con darle la muerte para obtener los documentos que le pedían, y
ante esta amenaza se hizo chileno y entregó los seis títulos de propiedad que
tenía.
En Tacna: Pascual Davis, Pedro Quina Castañón, Juan de la Cruz Quea, Juan
Espinoza Cuéllar, Julio Gil Lanchipa, Carlos Lanchipa Cáceres, Manuel Villa,
Manuel Calisaya, Ángel Gil, José Manuel Carpió, Manuel Llanque, Filomena
Liendo de Gandolfo, Pedro López, Pascual García, Bernardo Terán, Pedro Siles,
Ambrosio Arias. En Pocollay: Miguel Reynoso, José Puente Arnao, Manuel
Godínez, Miguel Soto Yufra. En Palca. Vicenta Flores, José Luis Vicente,
Dámaso Vicente, Andrea Mamani, Bartolomé Cárdenas. En Caplina: José
Rosa, y Juan Casimiro Lanchipa. En Uchusuma: 20 obreros cuyos nombres se
ignora y cuyos cadáveres fueron arrojados a un pozo de la mina. En Maure y
Mamuta Pascual Mamani, Paulino Mamani, su esposa y 6 hijos, Marcelino Flores
y 2 hijas, Miguel Romero, Manuel Coaquera. En Palquilla: Manuel Lina. En
Tarata: Máximo Ticona, Juan Sánchez, Pascual Mamani, Pablo Mamani, Donato
Mamani, José Flores, Miguel Gonzales, Rufino Galea, Eusebio Flores, Santos
Marín y Fermín Cohaila.
BIBLIOGRAFÍA
AYCA, Oscar.(2000). Historia regional. Tacna, Moquegua, Puno. Policrom.
Arequipa.
CONTRERAS, Carlos y Marina ZULOAGA. (2014).Historia mínima del Perú.
México D.F.:El Colegio de México.
KLAREN, Peter. (2004).Nación y sociedad en la historia del Perú. IEP. Lima.
PORRAS, Raúl. (1926).Historia de los límites del Perú. Casa editorial Rosay.
Lima.
ANEXOS
1. Una entrevista a Juan Luis Pacheco de Céspedes.
2
Luis Guzmán Palomino (1990). Campaña de la Breña: Colección de Documentos Inéditos. Lima:
Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú. pp. 314-319
guerrillero cubano, coronel Juan Luis Pacheco de Céspedes, que fue publicada
en el periódico EL DEBER de La Paz, Bolivia, el 27 de Noviembre de 1883:
“Juan Luis Pacheco de Céspedes es un hombre de mediana estatura y enjuta,
de cabellos y barba rubia, ojos de un azul muy pronunciado, presencia simpática,
pero muy poco interesante.
Había nacido en Bayamo, isla de Cuba, a mediados del año 1851. Militó en su
país desde la edad de 16 años, en casi todas las jornadas dirigidas por el célebre
general Céspedes, el desgraciado luchador por la independencia de las Antillas
en 1868 y 1869.
A la iniciación de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, entró a prestar
servicios en la clase de coronel, bajo las órdenes del general peruano Buendía.
Concurrió al desastre de San Francisco, libró dos refriegas de vanguardia en
Camarones y Sama; se batió con bastante valor en el Alto de Tacna y
posteriormente concurrió a varias escaramuzas habidas antes y después de la
Toma de Arica.
Guerrillero insigne y de incontrastable perseverancia, parece que no dejó
descansar un solo día a las fuerzas que habían invadido el Perú. La crónica de
los últimos tres años refiere hechos de audacia a cuál más admirable; así como
se resiente del manejo de su autoridad en algunas comarcas y pueblos por la
severidad con que la ejercitaba y los sufrimientos que ese ejercicio traía consigo
a aquéllos.
Pacheco de Céspedes ha llegado a esta ciudad (La Paz) el día jueves después
del meridiano, en compañía de cuatro soldados. Está alojado en la habitación N°
16 del Gran Hotel. Muchos lo visitan, sea por tomarle datos verídicos sobre los
últimos sucesos de Tacna, sea por conocerlo, aunque él refiere que estuvo ya
otra vez en La Paz.He aquí la síntesis de su relación de campaña.
Comenzamos por preguntarle cuándo había salido de su cuartel principal, qué
intenciones llevaba sobre Tacna y con qué fuerzas contaba. Nos contestó:
-El 8 de noviembre salí de Tarata con la intención de marchar sobre Tacna, y
sorprender su guarnición en una hora conveniente, para reivindicar ea provincia
en nombre del Perú. Contaba para ello con 180 hombres, de los cuales 100 eran
de caballería, compuestos en su mayoría de jovencitos que apenas podían
contar 17 a 18 años. Se distinguían entre ellos cuatro muchachos bolivianos,
enteramente valientes.
-¿Cuál es el camino que siguió usted?, ¿Cuáles los contrastes que ha sufrido y
cuáles los detalles de las dos refriegas libradas con los soldados chilenos?
-La noche del 8 llegué al pueblo de Estique. El día 9 salí de él a las 3 de la tarde
con dirección a Tacna; dormí en esa noche en un lugar llamado Palquía. El 10
me levanté muy tarde. Anduve toda la noche, no obstante la neblina que podía
burlar mi derrotero. Situado en el panteón a las 4 a. m. del día siguiente 11,
preparé mis soldados para entrar a la ciudad al rayar el alba. Uno de mis
observadores me informó que las fuerzas existentes en la ciudad alcanzaban el
cuádruplo de las mías, es decir que habían más de 800 hombres perfectamente
armados. Entonces me retracté de la sorpresa que había concebido hacer; y
enderecé mi marcha hacia el camino de Pocollay.
Seguí esta vía con alguna brevedad y a las 6 menos 5 minutos rompi ya los
fuegos sobre el cuartel de Pachía. Allí existían más de 200 hombres bien
armados y municionados. Mis soldados abrieron a balazos las puertas del
cuartel, penetraron en él muchos de ellos y pelearon heroicamente hasta las 8 y
40 a. m. en que emprendí la retirada para Palca. Los chilenos se batieron, verdad
es, con valor, pero llenos de municiones y detrás de las murallas del edificio,
inexpugnables por cierto para mis pocos fusileros, tanto porque el número no era
competente para el caso, cuanto porque no disponían de grandes elementos.
Sin embargo, hubo momentos en que no pudiendo hacer una salida fuera del
cuartel, se sentían estrechados por el empuje de los míos que no tenían perdón
ni tregua para todo soldado que avanzase un pie fuera de los umbrales. De esta
manera, los míos han dado lugar a la resistencia de Pachía, pues si acaso les
hubieran abierto campo a los enemigos para que pudiesen abandonar el cuartel
y fugar, no me habría retirado tan pronto para Palca.
-¿Cuánta gente perdió usted en el combate de Pachía y cuánta calcula que
hayan perdido los chilenos?
- De los míos quedaron veinte valientes tendidos en el campo; heridos recogí 16;
perdí más de 80 mulas por la indiscreción de un subalterno que no las puso a
salvo en su oportunidad. Creo que de las fuerzas del enemigo haya habido una
baja de por lo menos de 70 individuos. Mis soldados tomaron, no recuerdo bien,
15 ó 20 caballos, inclusive monturas, pertenecientes a los chilenos.
-Y después de este suceso, ¿qué rumbo tomó usted?
-Me fuí lentamente por la quebrada de Palca. A la legua de Pachía se curaron
los heridos de la manera posible; municioné con los últimos restos la tropa y
seguí mi camino sin gran temor, por cierto, no obstante que bien suponía que
podrían seguirme con mayores refuerzos.
-¿Dónde trabó usted el segundo combate?
- A poca distancia del villorrio llamado Palca. Allí apareció a las 3 p.m. la división
completa de los soldados residentes en Pachía, de los Celadores de Tacna y
una parte del batallón Ángeles. Probablemente, según me han asegurado,
venían en número de cuatrocientos de las dos armas, haciéndome descarga
sobre descarga. Pararon en una especie de otero dominante sobre una
explanada que ocupaban mis soldados, divididos en dos alas desde el acto que
se presentaron los chilenos a fin de responder en lo posible a sus ataques
conjuntos. Eran las 5 p. m.; aproximadamente. Situados casi frente a frente,
sostuvimos un fuego graneado de cerca de dos horas. A las 7 continué mi
retirada, habiendo rechazado a toda la fuerza que me perseguía.
-¿Qué pérdidas sufrieron sus fuerzas y las de Chile en este último hecho?
-Veintiocho hombres, por lo menos, fuera de trece o catorce que pude hacerlos
recoger (tales fueron mis bajas). La refriega fue cruda y por un tiempo no
pequeño para una reducida fuerza como la que comandaba. Respecto a los
chilenos entiendo que sus bajas siquiera habrán ascendido al duplo de las mías,
en razón de que los soldados de mi mando combatían de una manera
desesperada, leónica por decirlo así. Tenían la seguridad de ser vencidos y por
eso mismo se sacrificaron sin temor ni reparo alguno.
-Rechazados los chilenos, ¿no lo persiguieron a usted y a sus buenos soldados?
-Sé que por lo menos pensaron hacerlo; pero desde que cesaron los fuegos al
anochecer del domingo 11, no he vuelto a ver un solo chileno en toda la travesía
hasta esta ciudad.
-Las noticias dicen que se mandó tras de sus huellas una fuerza suficiente para
aprisionarlo.
-Pudiera ser. La noche del 11 acampé fatigado por todo el trabajo del día, falto
de recursos y ya sin municiones, en una ranchería situada a la izquierda de la
quebrada de Palca. El 12 salí de ese punto después del meridiano, sin tomar la
menor precaución y me dirigí por el camino público que conduce a Tarata, donde
arribé al amanecer del día 13. Agrupados en el cuartel mis soldados, me
requerían llenar las bajas para emprender nuevas hostilidades. Una fiebre de
entusiasmo reinaba en todos. Mas, previendo un nuevo sacrificio sin éxito
alguno, pues el destino esaba echado para las armas de la alianza, resolví
licenciarlos y los licencié el mismo día, casi por la fuerza. Al día siguiente, 14,
salí de Tarata y me vine para esta ciudad, acompañado de mis ordenanzas.
-¿Cómo era el reparto de mando en sus fuerzas?
-El capitán Núñez mandaba una columna de infantería; el mayor Juan Herrera
mandaba otra compuesta de infantería y caballería; yo dirigía la última columna
de caballería.
-¿Qué oficiales se han distinguido en los dos encuentros que ha tenido usted?
-Todos sin excepción alguna. Basta decir que ha muerto el oficial Iturrizaga y
otros dos más que no recuerdo, cubiertos de heridas y en la mitad del campo de
Pachía.
“En cumplimiento a lo ordenado por US., salí de Pachía a las 12,30 P.M.,
llegando a las 4 P.M. a la entrada de Palca; ahí parte del enemigo se parapeto
en un desfiladero que enfrentaba al camino, mientras otro grupo coronaba una
altura; hice subir tras de estos a algunos soldados del Ángeles a cargo de los
oficiales Calvo y Castro; después de media hora de fuego los dispersaron,
matando a 18 soldados y dos oficiales; con el resto seguí tras de Pacheco
durando la persecución, hasta las ocho de la noche, haciendo treinta y tantas
bajas; durante todo el trayecto hemos batido, pues no han dejado de hacernos
fuego.