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CRISTO RESUCITADO
LA SEGUNDA FASE DEL MISTERIO DE CRISTO
Editorial: EDICEP
Ciudad de Publicación: Valencia, España
Año de Publicación: 1982
Número de Páginas: 309 p.
Autor: Alfredo López Amat
Nació en Alcudia de Carlet (Valencia) en 1934, cursó bachillerato en el Colegio de San José de los Padres Jesuitas de Valencia. Fue condecorado con el premio extraordinario en el Examen de Estado en 1950. Entró a la Compañía en 1952. Fue licenciado en Filosofía y Letras; y en Derecho. Hizo su Doctorado en Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana de Roma. Fue fundador y director de la Escuela de Teología para Laicos (ESTELA) de Valencia, desde 1970, ésta fue asociada a la Facultad de Teología el 6 de Febrero de 1978, donde ya era profesor desde 1975. Fue Vicario Episcopal de Religiosos/as e Institutos Seculares de Valencia desde 1979 hasta su muerte en 1985. En sus últimos años fue director de la biblioteca de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús desde 1970 a 1977, y un segundo periodo desde 1980 hasta deceso. Su obra más destacada es El Seguimiento de Cristo. Presentación A inicios del siglo XX parecía que el final de la Cristología, como tratado teológico, y del misterio de Cristo era la Resurrección, que ciertamente lo es, como culmen de la Redención, pero “aún no” porque desde la teología bíblica de Durrwell se vislumbra un nuevo punto de partida, que es la misma Resurrección y que permanece para siempre, la Parusía. Nuestro autor, que ya marca el hito en la teología bíblica sigue exponiendo las bases fundamentales que se originan de las reflexiones en la teología sistemática con Ranher, Schmaus, von Balthsar, que venía de una “atrofia” una “laguna” antes de la segunda guerra mundial, la Resurrección hacía parte de la Redención subjetiva. Seguidamente ya se expondrá en tres capítulos las dimensiones de la Resurrección: - Cristo Señor, desde la eclesiología ecuménica de Congar, el cual distingue los dos momentos, pascual y parusíaco, de la obra de Cristo que elabora una dualidad de Iglesia y Mundo en el carácter kenótico del Señorío de Cristo. Desde la eclesiología cristológica de Malmberg, aun con sus límites, constituye una expresión cualificada de la concepción cristológica en la intelección de la Naturaleza divina en la Trinidad, por consiguiente expresa la unidad entre Cristo y la Iglesia en términos de perijóresis (la compenetración de amor de la Trinidad y de las dos naturalezas de Cristo) personal. Finalmente se fundamenta en la presencia salvífica de Cristo en la Iglesia bien sea como Reino, como Cuerpo o como Sacramento, porque siempre será su misterio íntimo, idea central de la eclesiología pneumatológica de Mühlen. - Cristo Sacerdote Eterno como epifanía en la liturgia. Será de gran ayuda la visión del encuentro del hombre con Cristo por medio de los sacramentos, de Schillebeeckx, el cual afirma que el Kyrios vivo y operante es el elemento principal del sacramento, fundado en la teología personalista, siendo éste una acción redentora personal de Cristo resucitado. También se valdrá de la concepción del Concilio Vaticano II donde Cristo glorificado hace presencia en la comunidad a través de la liturgia que es acción salvífica, argumentando la presencia cultual de Cristo en la antropología del ya mencionado Karl Rahner. - Y Cristo Revelador del Padre, el cual cumple con su función reveladora y es la felicidad total del hombre, ya que el hombre posee la visión de Dios en Cristo que “en la unión hipostática se manifestará inmediatamente como la persona Divina del Verbo subsistente en la naturaleza humana” Postulado del Padre Juan Alfaro (colaborador inmediato de esta obra). En un sexto capítulo se estudia en conjunto las tres funciones de Cristo resucitado, siendo la trilogía de Aquel que es Misterio Uno y Total. Para concluir, en el séptimo capítulo, presenta las conclusiones donde se afirma que el misterio de Cristo no tiene una sola fase, sino dos, y que esta comienza con la Resurrección y permanece para siempre; hace en este último capítulo la síntesis de lo tratado en los postulados anteriores. Análisis Al momento de la elección de la obra literaria, siempre estuvo la idea y el querer que fuera parte fundamental de la cristología, y esta obra tiene su esencia en Cristo, siendo el resultado de la investigación que se centra en conocer a Cristo Resucitado en el estudio de los hombres, desde la gran época de la teología católica que transcurre desde el fin de la segunda guerra mundial hasta los años setenta, en que, celebrado ya el Concilio, comienza a decaer el magnífico florecimiento teológico pre y postconciliar. Es un compendio de los grandes teólogos de la época y su visión de la Resurrección, tales como Durrwell, Karl Rahner, Yves Congar, Hans Urs von Balthasar, Juan Alfaro y Heribert Mühlen son los grandes exponentes, del denominado “Compendio Cristológico” de López Amat. Todo yace en la conclusión: en que el misterio de Cristo no tiene sólo una fase sino dos, a saber, la Resurrección y una segunda y definitiva, que tendrá su consumación, por lo que a nosotros se refiere, en la Parusía del Señor. Es muy importante saber que estudiar la segunda fase de Jesús, al ser escatológica, se actúa entre el “ya” de la Resurrección y el “todavía no” de la Parusía. Realmente siempre el estudio de cada axioma teológico o cada pensamiento de un teólogo se dará en cuatro puntos. La sistematización de López Amat es fijar los datos de la Escritura, una teología bíblica y las enseñanzas del Magisterio; luego una teología especulativa, donde expone la identidad y lo original del ponente; en tercer lugar, presenta la síntesis de la doctrina pneumatológica, es una interpretación teológica; finalmente, hace una valoración crítica a las teorías, muchas veces controversiales, hablando en el ámbito epocal. Los postulados teológicos que se establecen son eficaces para la hora de afirmar que no hay dentro de la historia una visión sesgada en la Resurrección a lo largo de la Cristología, entendida como los distintos postulados de los pensadores del siglo XX. Un ejemplo claro, es la afirmación “polémica” del ya citado Malmberg, que dice que la vida terrestre de Cristo es sólo pensable en función de su glorificación, o la del Padre Juan Alfaro cuando reprocha al Concilio Vaticano II que, según él, ve todo el misterio de la salvación de la humanidad en la Iglesia a la luz de la existencia gloriosa de Cristo, y olvida la presencia eterna de Cristo glorioso junto al Padre, de donde proviene oda la eficacia santificadora de la Iglesia. Valoración Se podría afirmar, que esta obra es el indicador de inicio de la segunda etapa de la Cristología, porque justamente la Resurrección constituye a Jesús en un su existencia glorificada, y de allí parte la fase definitiva del Misterio de Cristo, que hasta ese momento no había sido sistemáticamente explotara ni expuesta. Son tres las dimensiones que guían toda la lectura, esenciales de Cristo resucitado: las de Señor, Sacerdote Eterno y Revelador perfecto del Padre. La primera, tiene como cometido la acción del Espíritu Santo; la sacerdotal significa la actuación de Cristo en el Sacramento de la Iglesia donde se produce un encuentro; y la tercera incorpora una nueva concepción de la esperanza y felicidad escatológica del hombre salvado. La importancia del tema, Cristo; el “vacío” en torno a él, inicio de la segunda “ala de la Cristología”; y en aquel momento la actualidad que daba teológica, espiritual y pastoralmente de la función salvífica de Cristo, recomiendan por sí mismas esta obra, largamente madurada. A demás de ser un preludio y una invitación a investigar sobre cada uno de los teólogos citados. “Todo el misterio de Cristo debe ser contemplado en su dimensión trinitaria”