Por Qué No Todo Puede Ser Considerado Arte

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Por qué no todo puede ser

considerado arte
Lunes, 29 de agosto de 2016 14:29
| Julieta Sanguino

¿Cómo definir al arte si siempre está en constante cambio y es tan


subjetivo? El arte no es lo que fue, ni siquiera encajan en éste
términos como "estético", real" u original"; no se realiza una obra
como aquellos hombres del Renacimiento lo hicieron y las técnicas
han cambiado tanto que pensar que alguna vez requirieron de huevo
y agua para hacer sus pinturas parece difícil de creer.
Pero en la época contemporánea, el análisis del arte es tan
complicado que en muchas ocasiones el trabajo de diversos artistas
ha sido sometido al escrutinio y críticas de un grupo de opositores
que sin tientas ha decidido resquebrajar lo que los artistas hacen y
así decir que lo que realizan no es arte, sino provocación, que los
que ahora montan una exposición son payasos pero nunca podrían
llamarse "artistas".

"El arte contemporáneo, que está imposibilitado para crear belleza,


ha pervertido el logro de la inteligencia y la sensibilidad humana para
empatarlo con el kitsch y lo bonito. Lo bonito no es bello, el kitsch es
vulgaridad... buscan ser decoración, apegarse a lo más digerido,
comercializado y vendible de la estética fácil de la tienda de regalos,
del objeto desechable de consumo masivo" , palabras de la crítica de
arte mexicana Avelina Lésper .
¿Entonces, el arte contemporáneo es una pérdida de tiempo que ni
siquiera vale analizar? ¿Para qué vamos a museos y galerías si,
como dice Lésper, todo se ha desvirtuado hasta llegar a la
vulgaridad?
La crítica no debe ser ataque, sino reflexión, y eso es lo que le hace
falta a los postulados de Lésper para que alguien pueda compartir
su opinión en lugar de considerarla un argumento básico que sólo
se basa en gustos personales que no involucran más que un análisis
superficial.
Yves Michaud, exdirector de la Escuela Nacional Superior de Bellas
Artes de París, asegura que en este punto de la historia al arte
contemporáneo es un estado gaseoso y volátil que se basa en la
experiencia, en las relaciones provocadas, en actitudes y
conceptos.
La belleza ha invadido todo, desde los anuncios que circulan en los
autobuses hasta las cremas de rejuvenecimiento. Y entonces, ante
la penetración en todos los ámbitos, la presencia artística se ve
disminuida por su incapacidad de distinción.
Entonces, ¿todo puede ser arte? Asegura Régis Debray: " Anything
goes? Sí, siempre que sea lo contrario del anything precedente, sin
lo cual la información no será válida. La validez se concede sólo a
lo insólito […] Se comprende que después del arte ‘académico’, que
apelaba al pasado y el arte ‘moderno’ que apela al futuro, el
posmoderno aspire a disfrutar de un arte en el presente que sólo
apele a sí mismo".

Cuando un joven de 17 años llamado TJ Khayatan visitó el MoMA de


San Francisco con sus amigos, puso sus lentes en el suelo para que
simularan ser parte de la exposición. Poco después, los lentes del
joven se convirtieron en la obra más polémica y transgresora de la
exposición. Las personas empezaron a fotografiar la "pieza" y el
ridículo fue mayor cuando el joven los evidenció en redes sociales.
¿Cómo distinguir el arte contemporáneo de unos lentes cualquiera?
Tal vez los postulados de Debray y Michaud se quedan cortos en un
punto. Sí, todo lo paradigmático, que rompa con lo anterior, lo
novedoso y transgresor puede ser arte, pero sólo si existe
una curaduría de por medio.
En realidad, el arte implica algo más que sólo apelar a sí mismo. Se
necesita una visión más profunda que ponga en duda el discurso de
la pieza y ese salto al discurso, en la mayoría de las ocasiones ya
no es tarea del artista, sino del curador.
Los espectadores no deben sobrepensar el arte contemporáneo
pero, tal como indica la historiadora de arte Amy E. Herman, el
trabajo del curador de arte es pensar también en la distribución de
las piezas en un espacio museístico que el asistente sea capaz de
recrear, contemplar y emocionarse con ellas. La tarea de quien se
encarga de esto es que con su discurso aquél que mira la pieza sea
capaz de considerar las posibilidades, cuestionarse y formarse una
opinión de lo que ha visto, por lo que, la última persona, clave para
la pieza de arte es el espectador.

Formarse una opinión crítica, lograr interpretar, dejar de ser parte


del público para intervenir en el proceso de creación. Así debe ser
la tarea del espectador, quien gracias al curador podrá captar los
elementos para su análisis.
Si quieres conocer más momentos ridículos del arte contemporáneo
tal como el accidente de los lentes confundidos c on una obra
maestra, da click aquí . Si decides aprender de arte contemporáneo,
puedes centrarte en estos 6 autores para comenzar .

Egon Schiele, el artista que capturó la


fragilidad de los cuerpos desnudos
Lunes, 23 de julio de 2018 18:15
| Franco Laborde
El erotismo en Egon Schiele sólo puede ser entendido
desde la censura, no sólo social, sino también de los
cuerpos sobre sí mismos.

“El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos


personas que hacen frente al resto de los complots que hay en el
mundo. Es una conspiración de dos. El plan es ofrecer al otro un
respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un descanso
físico ante la enorme responsabili dad de los cuerpos hacia el dolor.
En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea a
proporción, las dos cosas se ensartan juntas. El deseo es
inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin heridas en este
mundo, viviría sin deseo”.
John Berger, Esa belleza

La forma de los límites —ahora la silueta— determinan el contenido,


como a su vez la manera e intensidad expresiva de este. Egon
Schiele (Austria, 1980-1918) traza sus dibujos, los delimita, con una
línea ininterrumpida, haciendo que l as fronteras del cuerpo sean
espacios de una fragilidad no consciente. Sus modelos podían
moverse, pero eso no importaba, la línea tomada en
la inmediatez era lo suficientemente reveladora para no tener que
corregirla. Esta revelación era el contenido bási co de Schiele, su
arte, incluso en los paisajes, retrata el desnudo del deseo y la
existencia. Esta dependencia entre la intención y la forma, entre
sus pinturas y el concepto, fue evocada de forma natural, sin
desviaciones; al contrario, su interpretación no pudo eludir la
incomodidad heredada a los cuerpos sin ropa.

El erotismo en Schiele sólo puede ser entendido desde la censura,


no sólo social, sino también de los cuerpos sobre sí mismos. Egon
escribía a su hermana: “Vivimos la época más violent a que ha visto
el mundo. Nos hemos acostumbrado a todas las privaciones”. El
erotismo de sus dibujos se opone a esto, y funciona también como
un método. Las personas que retrata, en su mayoría mujeres o él
mismo, muestran una realidad sin privaciones en la s que la
sexualidad convive en un naturalismo tal que le permite recuperar
su parte instintiva; los modelos, aprovechando la valentía que da el
instinto, no actúan como lo harían en la cotidianidad, sino que posan
de forma teatral, lucen los desnudos con o rgullo de artista.
Ahora, la existencia en Egon también contempla la fragilidad de esos
cuerpos, estilizados con trazos de languidez y miradas que no
buscan complicidad. La muerte como forma que contiene a la vida,
le atribuye a esta el peso d e la existencia; los cuerpos de Egon
Schiele están lejos de ser feos o grotescos, más bien gozan la vida
con la fragilidad que provoca la inminencia de la muerte o, lo que es
lo mismo, el fin de la belleza. Esta cercanía la podemos llevar aún
más lejos; cuando los cuerpos son indebidamente sexualizados, el
desnudo deja de provocar placer. Una acción que definimos como
naturalista ahora genera malestar, el placer que no es deseado
orbita en el dolor. Por esto la fragilidad de su arte es compartida,
habita tanto en el modelo retratado como en el pudor del observador.
Los dibujos no tienen más pigmento que el del grafito y la acuarela,
y aun así la textura generada es casi palpable; son el escorzo de los
cuerpos contorsionados y los colores superpuestos los que invitan
al tacto creando un trato: la posibilidad de recrear en la
realidad el goce de esos cuerpos, alimentará la fantasía. Cuando
trabajaba con óleo, los tiempos de trabajo eran diferentes, ahora no
usaba la rapidez de la línea, sino que podía, alejándose de la
inmediatez, llegar a un discurso más conceptual y reflexivo.

Para Schiele, es posible hacer pasar desapercibida la fragilidad; no


es que no este allí, pero el contenido de la intimidad vivida la supera.
Es por esto que, en su autorretrato junto a Edith, la teatralidad es
abandonada y en cambio los amantes se funden en un
abrazo que solo es posible por la naturalidad ganada sobre sus
cuerpos juntos.
**
Descubre cómo el arte logra transmitir experiencias sensoriales y
compartir nuevas formas de construir el mundo y a sí mismos, como
las pinturas de fuego de Sabino Guisu que demuestran que los
mexicanos sabemos renacer de las cenizas o Amparo Sard, la artista que
nos enseña que los huecos son necesarios para sanar las heridas.

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