Tema 20. Oposiciones Orientación Educativa
Tema 20. Oposiciones Orientación Educativa
Tema 20. Oposiciones Orientación Educativa
Aspectos de la diversidad de
condiciones personales de los
alumnos relevantes para la educación
y el aprendizaje: aptitudes,
motivación, estilos cognitivos, otras
diferencias individuales.
elaborado por
EL EQUIPO DE PROFESORES
DEL CENTRO DOCUMENTACIÓN
20.2 CEDE ORIENTACIÓN EDUCATIVA
GUIÓN - ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
• BUSS, A.R. y POLEY, W. (1979). Diferencias individuales. México: Ed. Manual Mo-
derno.
COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO
La obra de Alonso Tapia, es muy interesante ya que presenta una perspectiva integra-
dora, y ofrece al profesorado pautas para mejorar la motivación del alumnado al tiempo que se
enseña a pensar y cómo enseñarle a pensar, a la vez que se intenta mejorar su motivación
hacia el aprendizaje.
1. INTRODUCCIÓN
Es pues, evidente que, los alumnos difieren entre sí en una gran variedad
de aspectos: inteligencia, motivación, destrezas cognitivas, estrategias de aprendizaje, nivel de
conocimientos, autoconcepto, expectativas, etc., y cómo estas diferencias inciden sobre los
procesos y resultados del aprendizaje que se llevan a cabo en los centros educativos. Sea cual
sea, el aspecto a considerar, lo cierto es que, los diferentes aspectos psicológicos inciden en el
aprendizaje de todos los alumnos, y que intervienen de forma distinta en el aprendizaje de cada
uno de los alumnos en particular.
2.1.1. Concepto
En función de las diferentes teorías, que han estudiado las distintas capacidades, nos
encontramos con diferentes tipos: aptitudes primarias, específicas, sociales, etc.
Un problema constante, y aún no resuelto del todo, dentro del estudio de la inteligencia
es dar respuesta al interrogante de si la inteligencia es una capacidad única, que subyace e
influye en todas y cada una de las actividades inteligentes que realiza el ser humano, o si es
una entidad en la que se integran distintos componentes o capacidades.
Muy pronto, surgieron voces discrepantes y se inició una polémica sobre si la inteligen-
cia era una capacidad única, una suma de capacidades independientes o un conjunto de distin-
tas capacidades relacionadas. Sin duda, el intento más serio para intentar resolver esta cues-
tión fueron los trabajos de Spearman (1927), quien durante muchos años investigó este pro-
blema haciendo uso de la técnica del análisis factorial.
Fue uno de los primeros que adoptó un método Multifactorial para abordar el campo
de las Aptitudes.
Los métodos factoriales tienen como objeto, aislar las aptitudes primarias mediante
procedimientos experimentales objetivos, con el fin de poder investigar las cantidades de apti-
tudes representadas en un conjunto de tareas, y si dicha tarea representa una aptitud primaria.
Sin embargo, los tests de Thurstone no han probado ser superiores a otros para prede-
cir por qué las aptitudes primarias no son independientes, sino que están interrelacionadas.
Productos: Son los resultados del tratamiento de la información mediante los procesos
mentales ya descritos: Unidades, Clases, Relaciones, sistemas, Transformaciones e Implica-
ciones.
Este modelo celular genera un total de: 5 x 4 x 6 = 120 aptitudes diferentes posibles.
El número total de factores refleja la esencia del concepto del intelecto de Guilford, es-
pecialmente en relación a la producción divergente y su asociación con la creatividad. Une lo
cognitivo con otros procesos psicológicos como el desarrollo de la personalidad.
− La adaptación viene exigida en base a las diferencias radicales entre unos am-
bientes u otros: familia, escuela, trabajo..., que exigen comportamientos diferen-
tes.
− La configuración se utiliza cuando fracasa la adaptación.
− La selección se pone de manifiesto cuando fracasan la adaptación y la configu-
ración: se renuncia a un medio ambiente en favor de otro.
Gardner, a partir del estudio de fuentes de información sobre cómo las personas des-
arrollan capacidades que son importantes para su modo de vida, de lo que se conoce acerca
del desarrollo de diferentes tipos de capacidades, de cómo esas capacidades evolucionan bajo
condiciones de lesiones cerebrales, de la observación de casos especiales, y del análisis de la
cognición en diversas especies animales y en culturas diferentes, principalmente, llega a identi-
ficar siete inteligencias diferentes independientes unas de otras (Gardner, 1983), que luego
completaría con una octava (Gardner, Feldman y Krechevky, 1998).
− Musical: capacidad para utilizar materiales musicales, para imaginar ritmos, melodí-
as y sonidos armonizados.
− Cinético-corporal: capacidad para resolver problemas o para elaborar productos
empleando el cuerpo o parte del mismo.
− Interpersonal: capacidad para entender a las otras personas, lo que les motiva y
cómo trabajan.
− Intrapersonal: capacidad para formarse un modelo ajustado y verídico de sí mismo y
para ser capaz de usarlo para desenvolverse eficazmente en la vida.
− Naturalista: capacidad para comprender el mundo natural y trabajar en él con efica-
cia.
Gardner sugiere que en cada sujeto se combinan de manera distinta y en distinta me-
dida cada una de las inteligencias, lo que hace que todas las personas tengamos un perfil par-
ticular de inteligencia y que afrontemos y resolvamos los problemas de manera diferente. Los
puntos claves de su teoría se pueden resumir según Beltrán y Pérez (1996) en cuatro:
− Todas las personas tienen las inteligencias que funcionan juntas de manera particular
en cada una de ellas.
− Hay muchas maneras de ser inteligente dentro de cada categoría y no existe ningún
conjunto estandarizado de condiciones que una persona deba reunir para ser conside-
rada inteligente en un área específica.
Como hemos podido ver en los diferentes marcos teóricos, recogidas en el apartado
anterior, uno de los aspectos más debatidos en torno a las aptitudes y la inteligencia ha sido
establecer si es producto de la herencia o del ambiente que nos rodea, pues las consecuencias
de cada una de las posiciones son múltiples de cara al la posibilidad o no de su mejora. Los
seres vivos somos diferentes, pero hay que determinar en qué medida somos distintos por
herencia genética o por el ambiente que nos rodea.
2.2. LA MOTIVACIÓN
La motivación es uno de los factores, que junto con la inteligencia, el conocimiento pre-
vio, estilos cognitivos, el autoconcepto y la autoestima, más influencia ejerce sobre los aprendi-
zajes. Todas las explicaciones de la actividad humana conceden una importancia capital a la
motivación. Cualquiera que sea la actividad en la que nos fijemos, se asume que las variables
motivacionales desempeñan un papel fundamental en su ejecución y, especialmente, en la ca-
lidad de la misma. Para que el aprendizaje se produzca, pues, de una manera eficaz es nece-
saria la motivación.
La motivación es, pues, el conjunto integrado de procesos que activan, dirigen, mantie-
nen y modifican la conducta. Los componentes básicos son la necesidad o componente activa-
dor de la conducta que pueden identificarse con las razones internas, el incentivo relativo al
logro, meta u objetivo final y la direccionalidad mantenida a través de los objetivos parciales
que llevan a ganar el incentivo y satisfacer la necesidad.
McClelland (1985) define la motivación como aquello que sirve para vigorizar, dirigir y
seleccionar las respuestas que conducen con rapidez y eficacia hacia la meta o al aprendizaje.
Las razones que mueven a las personas son muy diversas y se enmarcan en la denominación
general de motivación intrínseca, que es cuando se actúa desde instancias personales, movi-
dos por el impulso de llevar a cabo un determinado comportamiento, y la llamada motivación
extrínseca cuando los procesos activadores de la conducta están situados en las consecuen-
cias previstas. El aprendizaje responde, frecuentemente, a razones tanto intrínsecas como ex-
trínsecas, dependiendo de numerosos condicionantes como pueden ser la edad, la madurez,
implicación personal, cualidad, dificultad de las tareas, etc.
Beltrán (1998) pone énfasis en los factores personales del alumno considerando que la
motivación está en el estudiante y no en la tarea, en sus conductas autodeterminadas, en sus
mecanismos de automotivación y en la conveniencia de promover desde la escuela aprendiza-
jes autorreguladores y autónomos que favorezcan el desarrollo de verdaderas personas y no
sujetos dependientes. Los profesores que promueven climas escolares donde predominan
comportamientos autónomos hacen que sus alumnos se dediquen con naturalidad a expresar
autoestimas saludables y habilidades en la motivación intrínseca y de logro.
Por su parte, los alumnos, predominantemente, muestran más interés cuando las situa-
ciones de aprendizaje van encaminadas a satisfacer sus metas, que van desde la necesidad de
sentir la aprobación de sus profesores y compañeros, al logro de unas notas escolares, pasan-
do por el deseo de aprender algo útil y no olvidando los aspectos lúdicos.
Los alumnos con motivación intrínseca eligen actividades de formación óptima o en re-
lación contextualizada con sus posibilidades y condicionantes, es decir, ni excesivamente difíci-
les, ni excesivamente fáciles para su capacidad y orientación hacia el aprendizaje. Cuando se
encuentran alumnos que tienden a elegir tareas excesivamente fáciles o difíciles hay que re-
plantearse por qué, posiblemente algo está fallando, hay un desequilibrio que puede ser perso-
nal del alumno o del ambiente educativo. El profesor puede ayudar, sin premuras de tiempo, en
el diálogo con esos alumnos a que se planteen metas más asequibles o en relación con las
percepciones que tanto el alumno como el profesor tengan de la capacidad del niño y/o adoles-
cente.
Son varios los modelos explicativos sobre la motivación, y por tanto diferentes las ex-
plicaciones que se han venido dando acerca de la misma, lo que ha generado distintas teorías
de la motivación. Todas las teorías sobre la motivación están consolidadas por abundantes
comprobaciones empíricas. Resulta necesario recordar algunas de las explicaciones, más re-
presentativas, ya que de ellas se ha seguido históricamente, y en la actualidad, una determina-
da práctica pedagógica.
a) Las asociacionistas.
b) Las cognitivas.
c) Las humanistas.
No son tres líneas perfectamente definidas, pero suponen distintas formas claramente
contrastantes de interpretar la motivación. La primera tiene su origen en la investigación ani-
mal, de carácter asociativo y, respecto a la actividad educativa, se sitúa en lo que convencio-
nalmente se denomina motivación extrínseca. Las tesis conductistas postulan que los moti-
vos se aprenden, por tanto son inmutables, explican la conducta como motivada por incentivos,
premios o recompensas que reciben los sujetos contingentemente con sus respuestas. Se de-
finiría el incentivo como evento u objeto que favorece la frecuencia o desalienta el comporta-
miento.
• Autodeterminación (Deci).
• Autorregulación (Rogers).
• Jerarquía de motivos (Maslow).
Los planteamientos de la teoría cognitiva social de Bandura saltan desde las posiciones
conductuales a las cognitivas. En un principio se acepta la explicación de la motivación desde
la fórmula de la expectativa por (X) el valor teórico, es decir, una persona actúa probablemente
en función de las expectativas que desarrolle para alcanzar los resultados y del valor que
teóricamente le asigne a la meta que se proponga. Esta teoría viene a decir que un alumno que
no espera aprobar, no estudia, o, por el contrario, estudiará si tiene expectativas de aprobar y
si para él tiene gran importancia el hecho de aprobar.
Bandura (1982) acepta que la conducta está regulada en un alto grado por sus conse-
cuencias, como explica el aprendizaje comportamental, pero no contingentemente, sino por su
valor informativo e incentivo. Tendría fuerza motivadora la anticipación de las consecuencias
que mentalmente elabora cada sujeto, más incluso que el premio o refuerzo real. Como ejem-
plo sirva, las acciones tan intensas y las expectativas que se producen en la preparación de
una fiesta, que son más satisfactorias que los propios resultados reales del festejo. Desde esta
teoría se insiste en la importancia que tienen, como reforzadores, la autoeficacia y los reforza-
dores vicarios, destacándose el interés que tiene para la motivación las elecciones personales
de las metas.
En cualquier etapa educativa los éxitos de los alumnos en su aprendizaje llevan a con-
seguir más éxitos y deseos de seguir aprendiendo para volver a tener de nuevo la experiencia
de satisfacción que producen los mismos, mientras que, las experiencias repetidas de fracasos
disminuyen el esfuerzo y el abandono de la actividad (Kuhl, 1994). La propuesta está en rela-
ción con los tipos de objetivos que se diseñen, que serán motivadores y no crearán frustracio-
nes cuando sean específicos y operativos, y cuando sean alcanzables, ni muy fáciles ni muy
Para Maslow (1962) son las necesidades del ser humano las que activan, dirigen y
mantienen el comportamiento. Se concibe a la persona en cinco etapas madurativas, cada una
de las cuales está definida por unas necesidades concretas. Las necesidades por deficiencia,
que han de satisfacerse primero, son las fisiológicas, de seguridad, de pertenencia y amor, de
aceptación y de estima; mientras que las de crecimiento o necesidades del ser, son las necesi-
dades de saber y comprender, estéticas y de autorrealización. Si bien, todas pueden estar pre-
sentes en todo momento evolutivo, unas se demarcarán como determinantes. Las necesidades
llamadas por deficiencia (fisiológicas) han de estar satisfechas para que se puedan apreciar las
de crecimiento o necesidades del ser.
En el caso de que se antepusiesen necesidades de un primer ámbito con las del se-
gundo, Maslow se inclinaba a pensar que las personas elegirían la primera. Sin embargo,
cuando alguien está interesado, por ejemplo, en localizar y ver un museo, sus intereses y ex-
pectativas las antepone al cansancio físico que le produce la búsqueda, la permanencia en el
museo, la atención, etc., al hambre y la sed por la estancia prolongada, incluso el sueño por
haberse levantado muy temprano... Además es posible que, soporte la incomprensión de sus
compañeros, amigos o familiares. Todo por el placer que le produce ver las obras de arte. En
estos casos las personas transgreden provisionalmente el orden en la satisfacción de necesi-
dades.
Según este autor la construcción de una teoría de la motivación exige: a) incluir el ran-
go completo de los procesos cognitivos, b) el campo completo de las emociones, c) explicar no
sólo las acciones racionales sino también las irracionales.
Las tres dimensiones esenciales serían el “Locus” que hace referencia a la localización
de la causa interna o externa; la “estabilidad” que se refiere a la naturaleza temporal de la cau-
sa, que puede ser relativamente estable o puede cambiar de una situación a otra, y la “contro-
labilidad”, que se refiere al grado de control voluntario que puede ejercerse sobre una causa.
La teoría de Weiner (1974, 1979, 1986, 1992) nos viene a decir que los alumnos, en
el aula, y las personas en cualquier circunstancia tratan de explicarse sus éxitos y sus fra-
casos atribuyéndolos a distintas causas, tales como la capacidad, el esfuerzo, la dificultad
de la tarea o la suerte, y que esa atribución afecta a la conducta de la persona. Dos son los
aspectos principales de la Tª Atribucional de Weiner: la naturaleza de las inferencias o atribu-
ciones causales que realizan los sujetos y las consecuencias emocionales y conductuales que
se derivan según las atribuciones sean de un tipo o de otro.
Las causas posibles a las que los alumnos atribuyen sus éxitos o fracasos escolar son
numerosas y pueden clasificarse, según Weiner, en tres dimensiones:
− Internas o externas (locus de causalidad): según se sitúen fuera o dentro del suje-
to (alumno/a). Así, el esfuerzo, la inteligencia o capacidad serán causas internas, mien-
tras que la suerte, las exigencias del profesor o la dificultad de la tarea serán causas
externas.
Estas tres dimensiones generan diferentes expectativas hacia el futuro, provocan reac-
ciones emocionales diferentes y afectan de distinta manera a la autoestima del alumno.
• La primera dimensión −locus de causalidad−, de acuerdo con Weiner (1979), está re-
lacionada con el sentimiento de confianza en sí mismo, de autoestima, de orgullo, en el
caso de éxito, o de culpa y de vergüenza, en el caso de fracaso. La motivación para
acometer nuevas tareas se incrementa cuando los sentimientos que experimentan los
alumnos son positivos.
En los últimos años, en nuestro país, se han venido realizando diferentes investigacio-
nes y trabajos (Navas, Sampascual y Castejón, 1991, 1992, 1995) en los que se ha estudiado
ampliamente el problema de las expectativas y atribuciones causales de los alumnos y sus re-
laciones con el rendimiento académico y, entre otros, se han encontrado los siguientes resulta-
dos:
− Que existen relaciones significativas entre el tipo de atribuciones que realiza el alum-
no y el rendimiento escolar: los alumnos que alcanzan buenos resultados, suelen atri-
buir este rendimiento a la capacidad y el esfuerzo, mientras que aquellos que obtienen
un resultado bajo lo atribuyen a la suerte.
− Existen también relaciones entre el tipo de atribuciones que realizan los alumnos y
sus expectativas: las atribuciones del alumno a la suerte se asocian con bajas expecta-
tivas.
− Diseñar el modo de activar la curiosidad y el interés del alumno por el contenido del
tema a trabajar.
− Dado que las evaluaciones son inevitables y necesarias, organizar las mismas de
manera que:
• Los alumnos las consideren como una ocasión para aprender.
• Diseñar las evaluaciones de forma que, permitan saber si el alumno sabe o no
sabe algo, en caso negativo por qué.
• Acompañar la comunicación de resultados con mensajes pertinentes para opti-
mizar la confianza del alumno en sus posibilidades.
2.3.1. Concepto
Cada ser humano, cada alumno, tiene una forma distinta de enfrentarse a los proble-
mas o, simplemente una forma distinta de interpretar y de responder ante una situación. Estas
diferentes formas de enfrentarse a los problemas y situaciones pueden tener dos causas prin-
cipalmente: por un lado, las diferencias en capacidad, y por otro lado, las diferencias en el mo-
do de enfrentarse a los problemas. Aun en el supuesto de que dos alumnos tengan la misma
capacidad, uno puede afrontar el problema de una manera reflexiva y el otro de una manera
impulsiva, lo que dará lugar a que el rendimiento sea distinto. A esas diferencias persinstentes
de comportamiento ante las situaciones y los problemas son las que se conocen con el nombre
de estilos cognitivos.
Los estudios realizados en psicología cognitiva en las últimas décadas se han centrado
en una doble dimensión:
Hay varias tendencias entre los autores que se han dedicado a su estudio. Unos conci-
ben estos Estilos Cognitivos como funcionamiento total de la persona (Witkin). Otros ponen el
acento solo en los aspectos cognitivos.
Witkin y Oltman (1967), definen un Estilo Cognitivo “como un conjunto de modos con-
sistentes del funcionamiento que el sujeto muestra en su actividad perceptiva e intelectual”.
Así mismo, sostienen que los Estilos Cognitivos se caracterizan por la forma más que
por el contenido de la actividad cognitiva. Se relacionan con las diferencias individuales en la
forma en que percibimos, pensamos, resolvemos problemas, aprendemos o nos relacionamos
con los otros. La definición de Estilos Cognitivos se plantea en términos de procesos.
Para Witkin (1985), la conceptualización de los Estilos Cognitivos supone dejar de lado
las diferencias cuantitativas entre niños e incidir ampliamente en diferencias cualitativas, modos
de aprendizaje y modos de enseñanza (derivados de los Estilos Cognitivos) y la interacción
entre ambos.
Kogan (1971) define los Estilos Cognitivos como “la variación individual en los modos
de percibir, recordar y pensar como formas distintas de aprender, almacenar, transformar y
emplear la información”.
Para Goldstein y Blackman (1978), los E.C. se refieren no sólo a las formas caracte-
rísticas en que los individuos organizan conceptualmente su entorno, sino también a las formas
características en que esos mismos individuos actúan cognitivamente sobre el entorno y los
problemas que en él se plantean.
Carretero y Palacios (1982) señalan que la problemática de los E.C. ha estado entre
la dimensión estrictamente cognitiva y la de distintos aspectos de la personalidad con inciden-
cia directa o indirecta sobre ella.
Lervin y Werner argumentan que a lo largo del desarrollo las estructuras cognitivas y
la personalidad se van diferenciando e integrando. Este planteamiento está muy cercano al de
Piaget.
Desde esta multiplicidad de definiciones, los estilos cognitivos, deben ser definidos
como las variaciones individuales respecto a cómo se procesa la información y cómo se
solucionan los problemas, prescindiendo de la consideración de en qué medida unos alum-
nos procesan la información y resuelven los problemas mejor que otros, aunque obviamente,
ese diferente modo de percibir y de pensar afectará a la calidad de la ejecución, ya que unos
estilos cognitivos son más adecuados para unas tareas que para otras.
Los tipos de estilos cognitivos identificados desde el comienzo de sus estudios ha ido
aumentando.
Uno de los primeros intentos de distinguir y caracterizar de una manera sistemática los
distintos tipos de estilos cognitivos corresponde a Kagan, Moss y Sigel (1963), quienes, en
principio, propusieron tres tipos o dimensiones:
− Descriptivo-analítico.
− Relacional-contextual.
− Categórico-inferencial.
Más tarde, ampliaron estos tres estilos con un cuarto, el compás perceptual, que Ka-
gan lo definió como una dimensión caracterizada, en uno de sus extremos (impulsividad), por
la tendencia a responder rápidamente cuando se presenta el estímulo, mientras que en el otro
extremo (la reflexibilidad) los individuos piensan y reflexionan antes de decidir la respuesta.
Kagan observó que, por lo general, los sujetos descriptivo-analíticos tendían a ser reflexivos,
esto es, a tardar mucho tiempo antes de responder y, al mismo tiempo, a cometer menos erro-
res en sus respuestas. A los sujetos que respondían con rapidez y cometían muchos errores
les llamó impulsivos y a los que tardaban mucho en responder y tendían a cometer muy pocos
errores les llamó reflexivos.
Witkin (Witkin, Dyk, Faterson, Goodenoygh y Kays, 1962) describió uno de los esti-
los que llegará a ser uno de los más importantes a la hora de considerar las diferencias cogniti-
vas individuales: la dependencia-independencia de campo, que describe como una dimen-
sión analítico-global caracterizada por la diferente capacidad de los individuos para sustraerse
de los efectos de distracción que producen los distintos elementos que se integran en un cam-
po estimular cuando se intenta captar la situación global en su conjunto. Según Witkin, los suje-
tos que son capaces de sustraerse de los elementos distractores tienen una mayor capacidad
de análisis, y los llamó independientes de campo. Por el contrario, los sujetos que no son ca-
paces de sustraerse del efecto de los elementos distractores, tienen una percepción más glo-
balizadora, y los denominó dependientes de campo.
− Dependencia-independencia de campo.
− Escudriñamiento.
− Amplitud de categorización.
− Estilo de conceptualización.
− Complejidad-simplicidad cognitiva.
− Reflexibilidad-impulsividad.
− Nivelamiento-agudización.
− Control restrictivo-control flexible.
− Tolerancia-intolerancia ante situaciones incongruentes o inusuales.
Kogan (1973, 1976) ofrece una visión más sintética, proponiendo una clasificación de
los estilos cognitivos en tres tipos.
Tipo II: incluye los estilos cuya evaluación no se hace en relación a alguna habilidad o
capacidad, sino en función de un juicio teórico de valor que hace el investigador.
Tipo III: incluye aquellos en los que no se valoran ni por la corrección de la ejecución ni
por el juicio de valor que el investigador atribuye a un polo sobre el otro, sino que, simplemente,
muestran diferencias individuales en cuanto a actuar de una determinada manera, sin reflejar
diferentes niveles de capacidad.
Para Witkin este Estilo Cognitivo está muy relacionado con la Personalidad y con la
conducta social.
Pascual-Leone (1978) mantiene que los sujetos Independientes de Campo son mejo-
res procesadores de la información que los Dependientes de Campo y que esta diferencia se
dará siempre que intervenga la percepción, sobre todo cuando aparezcan elementos engaño-
sos que requieran una percepción analítica y no global.
Neimarck (1975), investigando con adolescentes concluye que hay una correlación po-
sitiva, aunque moderada entre tareas formales y Estilo Cognitivo, y que el E.C. podría explicar
fracasos de sujetos en tareas formales.
Las implicaciones educativas de este estilo cognitivo, se refieren a dos aspectos esen-
ciales: el de las relaciones interpersonales y el des sus preferencias y aptitudes intelectuales.
Respecto al primero, las investigaciones ponen de manifiesto que las personas dependientes
de campo tienen una mayor orientación social y están más interesadas por las interacciones
sociales. Los alumnos dependientes de campo son más propensos al contacto personal, les
gusta estar con otras personas y trabajar en grupo. Son afectuosos, cálidos, receptivos, hábiles
y atentos en el trato con los demás. Por el contrario, los alumnos independientes de campo se
conducen de manera más autónoma con respecto a sus compañeros, son más individualistas y
poco sensibles a las influencias sociales. Los alumnos independientes de campo prefieren el
trabajo individual al trabajo en grupo, son desconsiderados, fríos y distantes con los demás. Sin
embargo son alumnos que, tienen una gran iniciativa, son muy responsables y tienen una gran
confianza en sí mismos (Witkin y Goodenough, 1977).
Los estudios evolutivos e investigaciones ponen de manifiesto que éste E.C. aparece
en edades tempranas y puede tener una carga genética (Fernández Ballesteros, 1980), que
están influenciados por las pautas de crianza y que adquiere una consistencia y estabilidad a lo
largo de la vida, de forma que las diferencias individuales entre Dependencia e Independencia
se mantienen a lo largo de los años aunque haya una tendencia hacia la Independencia de
Campo, a medida que el sujeto crece hasta la edad adulta en que se estabilizan.
La influencia de las interacciones de los padres con los hijos en el desarrollo de la de-
pendencia-independencia de campo, una hipótesis ampliamente defendida es que los padres
de los niños dependientes de campo son más estrictos y dominantes que los padres de los ni-
ños independientes de campo, o lo que es lo mismo, que les conceden menos autonomía a sus
hijos.
2.3.4. Reflexividad/Impulsividad
Este E.C. tiene su origen en las investigaciones realizadas por Kagan en la década de
los 60 sobre estrategias conceptuales, empleando el test de los estilos conceptuales.
A los sujetos que responden con rapidez tras examinar brevemente las posibles alter-
nativas de un problema, o incluso sin llegar a examinarlas, prestando poca atención a su pro-
piedad y validez, y que, al mismo tiempo, cometen muchos errores los llamó impulsivos. Y a
los sujetos que piensan antes de responder, examinando y comparando con cuidado las distin-
tas alternativas, y que cometen pocos errores los llamó reflexivos. Esta tendencia a responder
con rapidez o más reflexivablemente se manifiesta en todas las tareas que se caracterizan por
la incertidumbre de respuesta (Kagan y Logan, 1970). Todos los sujetos varían en esta dimen-
sión: en un extremo se sitúan aquellos que actúan de modo impulsivo, con un tempo concep-
tual rápido, respondiendo con la primera respuesta que se les ocurre cuando se encuentran
ante un problema; en el otro extremo se sitúan los que actúan de modo reflexivo, con un tempo
conceptual lento, que piensan en las distintas soluciones posibles del problema y ponderan su
validez, antes de decidirse por la más plausible.
No sólo hay que tener en cuenta los tiempos de respuesta sino la exactitud de éstas.
La impulsividad está asociada a la elección de respuestas incorrectas.
El análisis visual da también la pista sobre el modo de trabajo entre unos y otros. La
forma de enfrentarse a la tarea en los reflexivos les lleva a extraer más información de los es-
tímulos visuales y más cuidadosamente de lo que lo hacen los impulsivos.
Respecto a si es mejor Reflexivos sobre Impulsivos lo único que se puede decir es que
son estilos de procesamiento de la información diferentes. Los reflexivos son analíticos y obtie-
nen mejores puntuaciones en análisis de detalles, los Impulsivos emplean estrategias globales.
Sin embargo, al igual que con la independencia-dependencia de campo, hay que tener
presente que un determinado estilo no es mejor en todas las ocasiones. Hay materias cuyo
aprendizaje se ve favorecido por una actitud analítica, reflexiva, como pueden ser las matemá-
ticas, la física, y todas aquellas que tienen una estructura deductiva. Sin embargo, otras mate-
rias, como el arte, las ciencias sociales y, en general, todas las humanidades que, requieren un
procesamiento más global, se pueden ver obstaculizadas por una actitud marcadamente re-
flexiva. En cualquier caso, en términos generales, podemos decir que el estilo reflexivo parece
ser el más indicado para el aprendizaje escolar y para un rendimiento más satisfactorio.
Por otra parte, diferentes trabajos señalan que, el estilo analítico asociado a una actitud
reflexiva se da más en niños tranquilos, capaces de mantenerse centrados a pesar de incita-
ciones de estímulos potencialmente distractores, mientras que los niños no analíticos tienden a
ser más impulsivos, reaccionan más ante los estímulos externos, son más agresivos e hiperci-
néticos.
Está ampliamente estudiado como las diferencias sociales, permiten diferentes expe-
riencias que inciden en el desarrollo de los niños y niñas, basados sobre todo, en diferentes
patrones de socialización.
Las familias de bajo nivel cultural presentan una características que según Douglas
(1964), Berntein (1975), Moraleda (1987) condicionan en muchas ocasiones el éxito escolar.
Las posibles razones de este condicionamiento pueden ser múltiples: bajo clima cultu-
ral, su influencia a la hora de sensibilizar a sus hijos a los intereses escolares suelen ser menor
que la de los padres de un nivel social más alto.
Pero donde se encuentran las mayores diferencias y limitaciones son el área cognosci-
tiva y psicolingüística. Según Bernstein (1975) los padres de nivel sociocultural bajo presentan
por comparación con los de nivel sociocultural alto un modo de conocer y enfrentarse a la reali-
dad más concreto y más sensible a las características propias y consideración asilada de los
objetos que a su estructura y consideración relacional. Este modo distinto de entender, significa
también en ellos un modo distinto de actuar, y de educar a sus hijos, orientando fundamental-
mente a lo concreto e inmediato.
El modo de conocer la realidad usado por la escuela, su sistema de valores, y, por tan-
to su código de lenguaje es perfectamente concordante con el modo de conocer, con el siste-
ma de valores y con el lenguaje de la clase socio-cultura alta, pero no con la clase social baja.
Centrándonos en nuestra realidad social, que duda cabe, que la vertiginosa rapidez de
los cambios cultural, tecnológico y productivo nos sitúa ante un horizonte de frecuentes readap-
taciones, actualizaciones y nuevas cualificaciones. De hecho la realidad social y económica
española ha variado sustancialmente, habiéndose originado una creciente pluralidad sociocul-
tural derivada en buena medida de los movimientos migratorios en los que nuestro país ha pa-
sado a ser receptor de ciudadanos migrantes, así como de un creciente número de solicitantes
de asilo y refugiados. Esta realidad, aumenta las diferencias y reclama una especial atención
hacia fenómenos relacionados con las diferencias sociales y la diversidad del alumnado
para resolver problemas de exclusión, discriminación, racismo, xenofobia, inadaptación..., pro-
blemas que inciden con mayor fuerza en aquellas personas que están en desventaja social,
cultural, económica, familiar y escolar o personal.
De este modo, nos encontramos con personas, grupos y ámbitos territoriales que se
encuentran en situaciones desfavorables, especialmente el alumnado con necesidades de
compensación educativa.
2.4.2. El autoconcepto
A lo largo del tema hemos venido exponiendo como el aprendizaje eficaz depende,
además de variables externas, de variables cognitivas y motivacionales del alumno. Dentro de
las variables motivacionales, además de los motivos que pueden impulsar la actividad del suje-
to hacia el aprendizaje, un factor relevante para la educación y el aprendizaje es el autoconcep-
to del alumno, cuya importancia radica en que la orientación y las metas que nos proponemos,
el modo de comportarnos y la persisntencia de nuestra conducta dependen, más que de lo que
somos, de lo que creemos que somos, esto es, del concepto que tenemos de nosotros mismos,
de nuestra autoestima.
2.4.2.1. Concepto
Buscar una definición del autoconcepto, no es tarea fácil, dada la falta de unidad termi-
nológica y conceptual. Los autores más relevantes que se ocupan de este tema emplean diver-
sos términos −conciencia de sí mismo, autopercepción, autoconfianza, autoconcepto, autoima-
gen, autoestima, etc.− que unos autores utilizan de una manera indistinta, mientras que otros
los utilizan con significados diferentes. Si bien, los términos más utilizados son los de autocon-
cepto y autoestima, encontrando a su vez dos posiciones principales: por un lado, autores
• Autoestima: consiste en las actitudes que el individuo tiene hacia sí mismo como re-
sultado de la valoración que él mismo hace de su propio autoconcepto. La autoestima
es, pues, un juicio sobre su valía o competencia personal. Este juicio significa mucho
en la forma de sentir y de actuar de la persona. El sujeto al que no le agrada su con-
cepto de sí mismo tiende a tener sentimientos negativos, a estar deprimido, triste y a
ser receloso, mientras que, en el caso contrario, el sujeto se muestra optimista y em-
prendedor.
Shavelson, Hubner y Stanton (1976) dan una definición muy interesante, entendiendo
por autoconcepto las percepciones que una persona tiene sobre sí misma, que se forman a
través de la interpretación de la propia experiencia y del ambiente, y que son influidas, de ma-
nera especial, por los refuerzos y el feedback procedentes de otras personas significativas, así
como por los propios mecanismos cognitivos, tales como las atribuciones.
2.4.2.2. Estructura
Burns (1982), a partir de una concepción del autoconcepto como un conjunto de acti-
tudes que el individuo tiene hacia sí mismo, distingue, al igual que en toda actitud, tres compo-
nentes: cognitivo, emociconal o evaluativo y el conductual.
Conviene señalar lo que dice Purkey (1970), que los alumnos con un elevado autocon-
cepto tienen más posibilidades de triunfar en la escuela, aunque la fuerza de esa relación varía
en función de las características personales de los estudiantes. También se han encontrado
que, los alumnos que tienen un autoconcepto positivo manifiestan actitudes más favorables
hacia el centro educativo y una conducta más adaptada dentro del aula.
Las implicaciones educativas, que se derivan de situarse en una u otra posición son
distintas, pues, lógicamente, según sea la posición que se adopte, la actividad de la escuela y
del profesor se orientará de manera distinta.
Ahora bien, de todas las ideas expuestas entre autoconcepto y rendimiento, aceptando,
sin reservas, el hecho comprobado de que existe relación positiva y significativa entre ambas
variables, y aceptando, la hipótesis causal que parece más probable: que el autoconcepto y el
rendimiento se influyen mutuamente, sin olvidar que el rendimiento no depende solo de los ni-
veles de autoconcepto, y que éste no es solo consecuencia de los éxitos y o de los fracasos,
vamos a exponer algunas ideas que puedan servirnos para favorecer el desarrollo de un auto-
concepto positivo en los alumnos:
− Las reacciones de los demás y la comparación con los demás (Beltrán 1984).
− La aceptación.
− La existencia de límites claramente definidos y el trato respetuoso.
Si analizamos, las tres últimas, la aceptación, sería la condición principal para que el
alumno desarrolle un autoconcepto o autoestima favorable. Esta condición se manifiesta en el
interés que los profesores ponen en él, prestándole apoyo en los momentos difíciles y apre-
ciando lo que es y lo que el alumno puede hacer. Según Coopersmith y Feldman, la aceptación
por parte del profesor favorece el desarrollo de la autoestima a través de un doble mecanismo:
por un lado, si el alumno interpreta bien la conducta del profesor, dejará de tener miedo a ser
rechazado, y, por otro lado, la aceptación por parte del profesor le hace ver que se le trata en
virtud de lo que él mismo puede hacer y no por lo que hace en comparación con los demás.
En esta misma línea se pronuncian varios autores estudiosos del tema. Glover y Bru-
ning (1987), ofrecen las siguientes orientaciones:
RESUMEN
A lo largo del desarrollo del tema se han analizado diferentes aspectos de la diversidad
del alumnado que, inciden en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Entre dichos aspectos
hemos analizado, tanto el concepto de aptitud, como el de inteligencia. Tarea nada fácil, seña-
lando como concepto de aptitud la capacidad o disposición innata o adquirida del sujeto para
Para una mejor comprensión de las aptitudes se recogen diferentes marcos teóricos,
destacando:
Los motivos y razones que mueven a las personas a actuar son diversos y se encua-
dran en la denominación genérica de: motivación intrínseca y motivación extrínseca. Para una
mejor comprensión de la motivación, se han recogido diferentes modelos explicativos, que han
tratado de explicar esta variable. Los modelos asociacionistas, los cognitivos y humanísticos.
Cada uno de ellos pone el acento en los aspectos externos o internos del sujeto. Dando lugar a
diferentes teorías. Entre ellas, se destacan:
− La Tª de la Motivación de Bandura.
− La Tª de la Motivación de Maslow.
− La Tª Atribucional de Weirner.
En relación, a los estilos cognitivos (EC) éstos se definen como el modo personal de
responder ante situaciones y problemas, así como los diferentes modos de los individuos a la
hora de percibir y procesar los estímulos y actuar sobre ellos.
Al igual que con los aspectos anteriores, se han expuesto una serie de marcos teóricos
que han analizado este factor. Destacando las aportaciones de la psicología de percepción y
de la personalidad. Como ocurre con otros temas, el estudio de los EC, ha generado diversidad
de tipologías, destacando, entre otras la clasificación de Messick (1970):
− Dependencia-independencia de campo.
− Escudriñamiento.
− Amplitud de categorización.
− Estilo de conceptualización
− Complejidad-simplicidad cognitiva.
− Reflexibilidad-impulsividad.
− Nivelamiento-agudización.
− Control restrictivo-control flexible.
− Tolerancia-intolerancia ante situaciones incongruentes o inusuales.
Sin embargo, los EC, más estudiados han sido los estilos cognitivos:
− Dependencia-independencia de campo.
− Reflexibilidad-impulsividad.
Siendo éstos los que se han analizado, por la consecuencias que tienen en los proce-
sos de enseñanza-aprendizaje, tanto en el tratamiento e intervención de los contenidos curricu-
lares, la toma de decisiones, como la elección de estudios y profesiones.
Siendo conscientes, de que las implicaciones educativas que se derivan de los estilos
cognitivos, no se han dejado sentir aún, de manera suficientemente generalizada, como una
variable importante en las aulas.