Biografias - Santo Toribio de Mogrovejo
Biografias - Santo Toribio de Mogrovejo
Biografias - Santo Toribio de Mogrovejo
Durante los años siguientes Santo Toribio llevó a cabo una ingente labor
encaminada a la organización de su extensa archidiócesis, y para ello la recorrió en
cuatro ocasiones, aprendió quechua y otras lenguas nativas a fin de lograr una
mayor comunicación con los indígenas y estimuló a los misioneros a que siguieran
su ejemplo; hizo editar también los primeros catecismos americanos, tanto en
castellano como en las diversas lenguas indígenas. De este modo, sin violentas
imposiciones y empleando su propia lengua, logró divulgar el evangelio entre los
indios quechuas y aymaras.
Toribio convocó tres importantes concilios provinciales (1582, 1591 y 1601) cuyas
actas fueron recogidas en el Código Eclesiástico del Perú, y en 1591 fundó en Lima
el primer seminario americano. Dio además la confirmación a Santa Rosa de Lima,
San Martín de Porres y San Juan Macías. Beatificado en 1679 por el papa Inocencio
XI (1676-1689) y canonizado en 1726 por Benedicto XIII (1724-1730), Juan Pablo II
lo proclamó patrono del episcopado latinoamericano en 1983. Su fiesta se celebra
el 27 de abril.
SANTA ROSA DE LIMA
(Isabel Flores de Oliva; Lima, 1586 - 1617) Religiosa peruana de la orden de los
dominicos que fue la primera santa de América.
Venerada ya en vida por sus visiones místicas y por los milagros que se le
atribuyeron, en poco más de medio siglo fue canonizada por la Iglesia católica, que
la declaró patrona de Lima y Perú, y poco después de América, Filipinas e Indias
Orientales.
Santa Rosa de Lima nació el 20 de abril de 1586 en la vecindad del hospital del
Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú. Era
hija de Gaspar Flores (un arcabucero de la guardia virreinal natural de San Juan de
Puerto Rico) y de la limeña María de Oliva, que en el curso de su matrimonio dio a
su marido otros doce hijos. Recibió bautismo en la parroquia de San Sebastián de
Lima, siendo sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco.
Aunque había sido bautizada como Isabel Flores de Oliva, en la confirmación recibió
el nombre de Rosa, apelativo que sus familiares empleaban prácticamente desde
su nacimiento por su belleza y por una visión que tuvo su madre, en la que el rostro
de la niña se convirtió en una rosa. Santa Rosa asumiría definitivamente tal nombre
más tarde, cuando entendió que era "rosa del jardín de Cristo" y adoptó la
denominación religiosa de Rosa de Santa María.
Ocupándose de la "etapa oscura" en la biografía de Santa Rosa de Lima, que
corresponde precisamente a sus años de infancia y primera adolescencia en
Quives, Luis Millones ha procurado arrojar nueva luz mediante la interpretación de
algunos sueños que recogen los biógrafos de la santa. Opina Millones que ésa pudo
ser la etapa más importante para la formación de su personalidad, no obstante el
hecho de que los autores han preferido hacer abstracción del entorno económico y
de las experiencias culturales que condicionaron la vida de la familia Flores-Oliva
en la sierra, en un asiento minero vinculado al meollo de la producción colonial.
Probablemente esa vivencia (la visión cotidiana de los sufrimientos que padecían
los trabajadores indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación por remediar
las enfermedades y miserias de quienes creerían luego en su virtud.
SAN MARTÍN DE PORRES
En el año 1579 nació en Lima un niño mulato que fue bautizado con el nombre de
Martín de Porras.
La familia era Martín era pobre. Por lo que el padre viajo a Guayaquil para mejorar
su situación. Con el viajaron Martín y su hermana Juana. Martín tenía entonces 8
años y permaneció en Guayaquil hasta los once años, edad en la que regreso a
Lima a vivir con su madre, en una humilde casa en el barrio pobre de Bajo el Puente.
Para ayudar con los gastos comenzó a trabajar como aprendiz en una barbería. En
ese tiempo los barberos no se ocupaban solamente de cortar el cabello y arreglar
la barba a los caballeros, sino que también eran “Enfermeros”, por lo que eran
trabajadores muy solicitados y bien pagados.
Poco a poco, el jovencito Martín de Porras comenzó a destacarse por su habilidad
como peluquero y barbero, y por su pericia como enfermero. Comenzó a hacerse
famoso y muchos clientes iban a la barbería para que el los atendiese.
Martín era un ferviente católico y estaba muy preocupado por la salvación d su alma.
No quería caer en los pecados de la vanidad, la envidia, el rencor ni el afán de la
venganza. Por eso, después de pensarlo largamente, abandono la barbería y se
presentó al convento Santo Domingo.
Al llegar, se ofreció como hermano lego para desempeñar cualquier oficio.
Era el año 1594 y Martín tenía apenas 15 años. Los sacerdotes dominicos, tras
varios años de prueba, lo aceptaron definitivamente en la orden como hermano lego
encargado de la cocina, la enfermería y la limpieza. Martín era muy trabajador y muy
hábil cuando le encargaban una tarea, por modesta que fuese. Como enfermero no
se limitaba a curar las heridas del cuerpo, sino que también se preocupaba por el
estado de ánimo de sus pacientes, por su familia, su vida, por todo.
Entonces, los enfermos y todos lo que tenían algún problema iban a buscarlo, para
contarle sus penas y escuchar un consejo o una palabra de consuelo.
Martín rezaba mucho, meditaba, “Conversaba con Jesús”, como él decía. A solas
en su celda, en el silencio de la noche, le contaba al Señor Crucificado todos sus
problemas y preocupaciones, le pedía consejo sobre cómo ayudar, le exigía ayuda
para aquellos que sufrían. Y la gente decía que Jesús le respondía. lo ayudaba, lo
aconsejaba.
Y fue así como, poco a poco, fue surgiendo la evidencia de que Martín de Porras,
el hermano mulato de la enfermería y la cocina del convento de santo Domingo
hacia milagros. La gente ya no lo buscaba solo para que les diese un consejo o los
curase de una pequeña herida. Ahora, confiaban ciegamente en el, le pedían lo
imposible, y el siempre parecía poder arreglarlo todo.
Muchos milagros se cuentan de Martín de Porras pero el mas conocido fue el de
haber hecho comer en un solo plato a perro, pericote y gato. Y es que Martín de
Porras quería muchísimo a los animales.
San Martín de Porras, el santo mulato a quien se representa con escoba, por el
modesto oficio que tuvo en vida, en 1963 a los sesenta años de edad rodeado del
respeto y llanto de toda Lima.
SAN JUAN MACÍAS
Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era
muy niño cuando sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo
que lo hizo trabajar como pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante
con el cual comenzó a trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto
con él.
Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva
Granada, visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por
el resto de su vida. Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las
afueras de la capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida
religiosa. Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente
en Lima.
Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden de
Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María
Magdalena donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos.
Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se
limitaba a saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos
consejos y exhortaciones en favor de la vida cristiana y el amor a Dios.
Quiso ir a Berbería, pero al saber que se pedían frailes de su Orden para el Perú,
logró se le incluyese entre éstos, yendo allí en 1589, con la armada que llevó el
virrey marqués de Cañete. En la travesía de Panamá al Callao naufragó,
permaneciendo sobre restos flotantes de la embarcación tres días, hasta que fue
salvado.
senda de la perfección.
novicias y Priora (1647). Acomete con energía la reforma del monasterio. Amonesta
y corrige, anima y promueve. Además de las profesas, habitaban por esa época en
La obra de Ana de los Ángeles chocó con oposiciones tenaces. Sor Ana atendió