Violencia Juvenil
Violencia Juvenil
Violencia Juvenil
La violencia (del latín violentĭa) es un comportamiento deliberado que se ejecuta con fuerza o
ímpetu y que puede generar daños físicos o emocionales al prójimo. El acto violento se
hace contra la voluntad o el gusto de la víctima. Un insulto, un empujón o un golpe son acciones
violentas.
Juvenil, por otra parte, es aquello perteneciente o relativo a la juventud. Se trata de la edad que se
sitúa entre la infancia y la vida adulta, aproximadamente entre los 15 y los 25 años.
La violencia juvenil, por lo tanto, está constituida por los actos violentos que realizan los jóvenes y
que suelen afectar a otros jóvenes. Algunos expertos sostienen que la violencia es una característica
innata del ser humano; es decir, hasta los niños son violentos por naturaleza.
La sociedad, sin embargo, cuenta con mecanismos para reprimir dicha condición violenta y
evitar el enfrentamiento. Cuando esos mecanismos fallan, la violencia no puede controlarse y
genera numerosas víctimas.
Varias son las circunstancias que se establecen como posibles causas de la llamada violencia
juvenil. No obstante, entre las más importantes se encuentran las siguientes:
• El ambiente familiar. El hecho de que los progenitores sean de un marcado tipo de carácter y
personalidad y que en el seno del hogar se vivan situaciones violentas son dos de los motivos que
pueden llevar a un joven a ser también violento.
• Las carencias afectivas. Cuando un adolescente ha tenido y tiene falta de cariño en su entorno
también es mucho más proclive a llevar a cabo actos de violencia juvenil.
• El entorno social. Quienes se encuentran viviendo en barrios y zonas conflictivas con altos índices
de criminalidad también es frecuente que tengan mucha más tendencia a verse envueltos en actos
similares.
• Hábitos no saludables. Con ello nos referimos tanto al consumo de alcohol como a la
drogadicción.
• Presión social. El hecho de encontrarse en un círculo de amigos donde la violencia juvenil sea la
nota dominante, es lo que puede hacer que cualquier chaval se vea presionado por aquel para
también acometer actos delictivos de ese tipo.
El no poder controlar los impulsos o el no poseer conciencia son también motivos que pueden hacer
que un adolescente lleve a cabo acciones de este tipo de violencia. Esta, por su parte, puede ser de
dos tipos: física, que es la que se manifiesta a través de golpes y daños corporales de distinta clase,
y psicológica, que es más difícil de detectar y que es la que se acomete mediante insultos,
humillaciones o amenazas, por ejemplo.
En el caso de la violencia juvenil, la falta de mecanismos sociales para la contención de los jóvenes
hace que éstos se reúnan en grupos o comunidades (como las pandillas) y que desarrollen un
comportamiento violento que no conoce límites.
Las escuelas secundarias suelen ser escenario de la violencia juvenil, con acoso y agresiones a
aquellos que pertenecen a un grupo rival o que simplemente mantienen un comportamiento
diferente al propio.
La violencia juvenil es un problema mundial de salud pública. Incluye una serie de actos que van
desde la intimidación y las riñas al homicidio, pasando por agresiones sexuales y físicas más graves.
Se calcula que en el mundo se producen 200 000 homicidios anuales entre los jóvenes de 10 a 29
años, por lo que homicidio resulta ser la cuarta causa de muerte en este grupo etario. Las tasas de
homicidio entre los jóvenes son muy variables de un país a otro, e incluso en un mismo país. A
escala mundial, el 83% de los jóvenes víctimas de homicidio son del sexo masculino, y la mayoría
de los homicidas son también varones en todos los países. Las tasas de homicidio juvenil entre las
mujeres son muchos más bajas que entre los hombres prácticamente en todas partes. Entre el año
2000 y el 2012, las tasas de homicidio juvenil descendieron en la mayoría de los países, aunque el
descenso ha sido mayor en los países de ingresos altos que en los países de ingresos bajos y
medianos.
Por cada joven que muere por causas violentas, muchos otros sufren lesiones que requieren
tratamiento hospitalario. Los ataques con armas de fuego son mortales con más frecuencia que los
puñetazos, patadas y ataques con arma blanca.
La violencia sexual afecta también a un porcentaje considerable de jóvenes. Por ejemplo, entre un
3% y un 24% de las mujeres entrevistadas en el Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la
mujer y violencia doméstica declararon que su primera experiencia sexual fue forzada.
Las riñas físicas y la intimidación son también frecuentes entre los jóvenes. En un estudio realizado
en 40 países en desarrollo se mostró que una media del 42% de los niños y del 37% de las niñas
estaban expuestos a la intimidación.
Los homicidios y la violencia no mortal entre los jóvenes contribuyen enormemente a la carga
mundial de muertes prematuras, lesiones y discapacidad, además de tener repercusiones graves, que
a menudo perduran toda la vida, en el funcionamiento psicológico y social de una persona. Ello
puede afectar a las familias de las víctimas, sus amigos y comunidades. La violencia juvenil
encarece los costos de los servicios sanitarios, sociales y judiciales; reduce la productividad y
devalúa los bienes.
Prevención
programas de aptitudes para la vida y desarrollo social concebidos para ayudar a niños y
adolescentes a controlar su agresividad, resolver conflictos, y a adquirir las aptitudes
sociales necesarias para resolver problemas;
programas de prevención contra la intimidación en las escuelas;
programas para apoyar a los padres y enseñarles competencias parentales positivas;
programas preescolares que inculcan a los niños aptitudes académicas y sociales a una edad
temprana;
enfoques terapéuticos para los jóvenes que presentan un riesgo elevado de verse
involucrados en actos de violencia;
reducción del acceso al alcohol;
medidas para reducir el uso nocivo de drogas;
restricción de la normativa para la adquisición y autorización de armas de fuego;
formulación de políticas comunitarias orientadas hacia la solución de problemas; y
programas de reducción de las concentraciones de pobreza y mejora del entorno urbano.
Prevenir la violencia juvenil exige un planteamiento integral que aborde los determinantes sociales
de la violencia, como la desigualdad de ingresos, los rápidos cambios demográficos y sociales, y el
escaso nivel de protección social.
La violencia juvenil es aquella que se sitúa entre los 15 y los 25 años. Existen distintas causas que
pueden influir en el carácter violento de los jóvenes, cada caso es diferente, por ello, ante un caso de
violencia juvenil es importante analizar el caso a nivel individual porque cada persona es única e
irrepetible.
1. La familia
El ambiente familiar en el que ha crecido el joven debe tenerse en cuenta. En algunos casos, cuando
los jóvenes han visto algún tipo de actitud agresiva en los progenitores pueden repetir patrones de
conducta.
2. Adicciones
En otros casos, los problemas de violencia juvenil también están asociados con problemas de
adicción a las drogas o al alcohol. Una persona que sufre una adicción ha perdido el control de su
propia vida. Es importante educar a los jóvenes con información adecuada para prevenir posibles
adicciones. Es fundamental enseñar a los jóvenes a decir no a las drogas.
Las malas compañías pueden ejerce una presión muy negativa en una persona joven que se
encuentra en un periodo de la vida en el que es muy susceptible ante la opinión de los demás. Por
ello, es muy importante que los padres conozcan a los amigos de sus hijos y sepan cuáles suelen ser
sus rutinas de ocio.
... via Definicion ABC https://www.definicionabc.com/salud/violencia-juvenil.php
Así, encontramos que los aspectos familiares que más promueven la violencia adolescente son:
Otros aspectos que potencian la manifestación de conductas agresivas son los siguientes:
Consumo de sustancias. El alcohol y drogas ilegales suelen provocar que se produzcan
conductas violentas, como enfrentamientos, peleas y agresiones.
Falta de atención individualizada en los colegios. A veces sucede que los profesores
no alertan sobre comportamientos inaceptables que se producen dentro del colegio, por
lo que no puede llevarse a cabo una intervención específica.
Deseos de aceptación del grupo de iguales. El reconocimiento social aporta ciertas
ventajas en el adolescente, como sentimiento de pertenencia a un grupo, aumento de su
autoestima e incremento de su satisfacción vital.
Por todo ello, muchos jóvenes no tienen reparos en llevar a cabo conductas violentas hacia los más
débiles, con el fin de buscar la aprobación de su grupo de iguales.
-El desequilibrio mental es una de las mayores consecuencias que afecta a los jóvenes que ingresan en la
delincuencia.
-La desintegración familiar o el deterioro del núcleo familiar.- La promiscuidad sexual y la falta de valores morales,
arriesgan al contagio de enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el VIH.
-La destrucción de los valores.
- Las muertes prematuras por causas de las llamadas broncas callejeras.
Como puedes imaginar, todo lo comentado hasta ahora repercute de forma negativa entre los
adolescentes que sufren la violencia en primera persona.
En relación a las víctimas, se han observado numerosos indicadores de desajuste psicológico, como
por ejemplo:
Aislamiento social.
Bajo rendimiento escolar.
Problemas de ansiedad.
Depresión.
Ideas o tentativas de suicidio.
Mayor insatisfacción con su vida.
Problemas dentro de su propia familia.
Las víctimas no suelen pedir ayuda a sus familiares ni conocidos, por lo que debes estar atento si
tienes sospechas de que tu hijo se encuentre en esta situación.