Mi Amigo El Pespir
Mi Amigo El Pespir
Mi Amigo El Pespir
Creen los hombres y mujeres del monte jujeño, que cuando un rancho donde
hay una persona enferma se acerca un pespir y chista, irremediablemente el
enfermo morirá.
Estoy convencido de que esa mala y triste fama del pespir no le hace justicia.
Pienso que la creencia proviene del hecho de que el pespir es
un animalito confiado y sumamente curioso. Y es claro, en el rancho donde
yace un enfermo suele verse luz hasta muy tarde. Esto llama la atención del
pespir que se aproxima y lanza su "¡chist!" para avisar que el esta ahí; pero no
para anunciar la muerte, sino porque le gusta, en la soledad de la noche larga,
acercarse a los hombres por quienes siente una especial atracción y cuya
compañía busca a condición de que no se lo asuste.
Yo tuve hace anos un pespir amigo que en un momento depeligro demostró ser
solidario y audaz en la defensa de nuestra amistad. Es probable que en estos
momentos sus descendientes vivan aun en los montes de Santa Bárbara y que
mi amigo haya muerto de viejo. Ojala esté todavía vivo, Sea como fuere quiero
rendirle tributo de gratitud contándole a los niños la aventura que hizo más
estrecha y bella esta amistad.
- ¿Que querés?
-!Chist¡
Fui hasta la acequia de riego y abrí paso al agua en dirección de los surcos.
Atento a mi trabajo había olvidado al pespir; pero éste no estaba dispuesto a
pasar la noche solo.
-Chist.
Me di vuelta. Allí, sobre un alto bordo estaba el pespir. A cinco metros escasos
de mi brazo armado con la azada. Me miraba con fijeza sin la menor
prevención.
Debo decir que eso de pasarse la noche solo, regando enmedio de un pequeño
espacio arrebatado al monte grande, tiene sus encantos, pero después de
algunas horas uno siente la necesidad de descansar y de tener la compañía de
alguien para cambiar un par de palabras. Yo tenía a la mano a ese alguien: el
pespir.
-Chist.. . -pero ahora con un chistido suave. Me atrevo a decir que comenzaba
a ser afectuoso.
Regué el resto de ]a noche sintiéndolo cerca de mi, pero sin preocuparme por
lo que el hacia. Y cuando concluí la tarea y regresaba soñoliento a la casa, me
despidió con largo chistido desde el aujon. Y entendí claramente que me
decía: "hasta mañana".
-¿Como te va?
-¡¡¡Chist!!!
Me senté temblando aún y encendí un cigarrillo. -Gracias, viejo -le dije al pespir
que me miraba con sus claros ojos curiosos.