Lutero
Lutero
Lutero
Martin Lutero y Juan Calvino consideraron que sus afirmaciones en materia de política se derivaban directamente de
sus premisas teológicas y de una misma fuente, las sagradas escrituras. Ambos concuerdan en términos generales.
Aceptan las mismas autoridades, adoptan casi el mismo método, y la estructura y la mayoría de las conclusiones de
su pensamiento son lo bastante similares.
1. La justificación por la fe: La raíz y el núcleo de toda teología reformadora es la doctrina justificada por la sola fe.
Lutero y Calvino creen en la total depravación del hombre, aun cuando sean a ojos de los hombres “buenas obras”,
son patéticas y totalmente inadecuadas cuando se les mide con la misma norma de justicia q dios exige a sus
servidores. El mal q hacemos es la expresión normal de nuestra corrompida naturaleza humana, y es de nuestra
exclusiva responsabilidad; pero cualquier bien que hiciésemos sería de dios actuando por medio de nosotros, un don
de la libre gracia de dios, cuyo mérito no podemos arrogarnos.
Los humanos quedamos justificados ante dios, no por las obras o por los méritos dados por las indulgencias, sino por
la sola fide. El único recurso al enfrentarse al juicio de Dios es reconocer su total desamparo y la completa justicia de
la condena lanzada sobre él y luego, echando todos sus pecados sobre cristo y dependiendo de su obra, aproximarse
al trono de la gracia envuelto en la “santidad ajena” de cristo mismo.
2. La autoridad de las escrituras: La razón había sido considerada libre de todos los efectos de la caída y la
naturaleza y la gracia habían parecido complementarias, evadiendo así el problema de que la única naturaleza que
podemos conocer es la naturaleza caída, una naturaleza en rebelión constante contra la gracia.
Si la razón no puede darnos medios adecuados para tratar las cuestiones de divinidad la única norma de la verdad
teológica debe ser la palabra revelada de dios. Solo así podrá la teología dejar de depender de la naturaleza caída o
de la razón corrompida. La teología reformada debe ser una teología bíblica, que básicamente no es otra cosa que la
exposición de la clara enseñanza de las escrituras. El claro sentido de las escrituras es evidente a cualquier hombre
justo, no una interpretación alegórica o espiritualizada. Los reformadores acusas a sus adversarios no solo de
introducir autoridades ajenas en la teología, además de las escrituras, y de subordinar la palabra de dios al juicio de
la iglesia, sino también de negarse a atenerse a su claro sentido.
Cuando Lutero trata de encontrar una norma de vida en las escrituras, tiende a interpretar esto negativamente. La
principal misión de las escrituras es llamar a los hombres a la salvación de cristo. Calvino, por su parte, busca en las
escrituras una pauta inequívocamente positiva de vida y de acción. Calvino tiende a buscar la única e inmutable regla
de la obediencia cristiana.
En cuestiones de política y de gobierno de la iglesia, la necesidad más apremiante consiste en recuperar el antiguo,
autentico y apostólico ordenamiento, y para esto la biblia es la única guía.
3. Justificación y ética: Cuando un hombre sabe que está justificado por la sola fe, su fe por fuerza “se vuelve activa
en el amor” a su prójimo. “No nos volvemos justos haciendo cosas justas, sino que, habiendo sido creados justos,
hacemos cosas justas”. Las obras del hombre de fe son de especial valor porque son desinteresadas; sirve a dios y a
su prójimo por sí mismos, no porque espere ganar así una salvación.
1. La doble ciudadanía del hombre: El hombre es súbdito de dos reinos, uno es el espiritual, por el cual la conciencia
se prepara a la piedad y al culto divino. El otro, es civil, por el cual es individuo es instruido en aquellos deberes que
como hombres y ciudadanos estamos obligados todos a cumplir.
El hombre, en suma, pertenece a la vez a la tierra y al cielo, a lo temporal y a lo eterno, sometido a la ley secular y
recipiente del Evangelio eterno, un ser capaz tanto de razón tanto de fe. En el reino espiritual es eternamente libre,
en el reino temporal se encuentra sometido por completo.
2. La relación de los dos reinos: Los reinos espiritual y temporal tienen al mismo soberano. Ambos son reinos de
dios, ambos son expresiones de su amor y su cuidado. En cierto sentido podemos decir que son complementarios. El
gobierno espiritual nos lleva a amar a dios; el gobierno temporal nos lleva a servir a nuestros prójimos. Pero el amor
a dios y el servicio a los prójimos se unen, de tal modo que es imposible el uno sin al mismo tiempo el otro.
A pesar de que a menudo parece conflicto y discordia, sanemos que los dos reinos deben estar juntos y son
complementarios. Pero esta unión solo se realiza plenamente en la consumación de todas las cosas, cuando los dos
sean uno, y mientras tanto hay que mantener con todo cuidado la distinción.
La frontera entre los dos reinos es una división que hay dentro de cada hombre. Debidamente considerados, los dos
gobiernos operar en diferentes territorios, por diferentes medios y con distintos fines, y por consiguiente no es
posible plantear sensatamente una pregunta acerca de la superioridad de uno sobre el otro.
3. La iglesia y el estado: Los dos reinos no son idénticos a la iglesia y al estado, sino que el gobierno político
pertenece por entero al reino temporal, y solo es creado para los fines de esta vida transitoria. En un mundo caído es
institución necesaria, creada por dios como instrumento de su voluntad y que recibe su autoridad directamente de
él y no por intervención del papa, de la iglesia o del pueblo. El gobierno temporal tiene una dignidad auténtica.
El término “iglesia” es un tanto ambiguo. Se utiliza para referirse a la “iglesia visible”, es decir, el cuerpo de personas
bautizadas q se organizan para el culto, la instrucción y la camaradería, subordinadas a las autoridades religiosas;
grupo que contiene a muchos q no son elegidos de dios. También puede referirse a la “iglesia invisible”, el eterno
cuerpo de Cristo al que solo pertenecen los elegidos. Es incorruptible, eterna a idéntica a la comunión de los santos.
Ambos reformadores niegan q la iglesia debiera considerarse como una jerarquía o sacerdocio. Todos los cristianos
pertenecen al estado espiritual, y el ministerio o sacerdotes es simplemente una función particular.
Lutero hizo mayor hincapié en la invisibilidad de la iglesia, y no le preocupa mucho su independencia mundana. El
gobierno secular puede organizar la constitución eterna de la iglesia como le parezca más conveniente.
Calvino, en cambio, hace mucho más hincapié en la “visibilidad” de la iglesia. Según él, la auténtica forma de
organización de la iglesia, así como la auténtica doctrina, se encuentra en las sagradas escrituras.
La disciplina y la constitución son para Calvino “pilares” esenciales de la iglesia, y pertenecen a la esencia de la
misma fe. La iglesia y el estado deben preocuparse por mantener la moral externa, pero proceden de diferentes
maneras apropiadas a sus distintas naturalezas. Lutero es indiferente a la disciplina y la organización, en lo tocante al
ámbito de salvación.
Ambos insisten en la independencia de la iglesia y del estado, pero de diferentes formas. Según Lutero, poca
instrucción sobre el gobierno de la iglesia podrá encontrarse en las escrituras, y está dispuesto a que es tradicional.
Según Calvino, la constitución de la iglesia debe conformarse en las escrituras, y en este terreno no debe atribuirse
ninguna autoridad a la tradición ni al gobierno temporal. Si esta área disputada se entrega al estado (Lutero), mes
cada vez más difícil para la iglesia mantener su propia autonomía. Y si fuera concedido a la última (Calvino) la iglesia
se vería constantemente tentada a extender la esfera de la “disciplina” en tal forma que afirmar su superioridad y su
autoridad sobre el estado.
El gobierno temporal no solo se preocupa por el mantenimiento de la vida social y de la moral externa, sino que
también tiene la responsabilidad de mantener el verdadero culto y servicio de dios. El estado tiene derecho y
obligación de purgar y reformar, en caso necesario, a la iglesia de acuerdo con la palabra de dios. La intromisión por
el poder secular en el ámbito propio de la iglesia es una acción de urgencia y no un rasgo regular; la autoridad
temporal solo tiene derecho a intervenir para restaurar el cristianismo del Nuevo Testamento en la iglesia. El
“principe piadoso” debe devolver a la iglesia la forma y la función que tiene en las sagradas escrituras. Así, el estado
debe cumplir una función doble: tiene deberes hacia la comunidad civil y hacia la iglesia. Lutero y Calvino consideran
el gobierno básicamente como un “dique contra el pecado” o un “remedio contra los vicios”
Calvino el gobierno temporal debe cuidar a los compres, construir iglesias y pagar a los maestros, cuidar
universidades, etc.
Con respecto a la iglesia visible, el estado debe dar apoyo material a los pastores y al culto de la comunidad cristiana.
Pero el estado no tiene un poder o derecho de decidir cual es la sana doctrina o la verdadera para la iglesia. En tales
cuestiones debe atenerse a la clara enseñanza de la palabra de dios.
Tanto Calvino como Lutero restringen a la iglesia para que así pueda ser ella misma. El gobierno espiritual niega su
propia naturaleza si usurpa la función propia del gobierno secular, y lo inverso también es verdad. Iglesia y estado
deben colaborar, pero solo como servidores “separados pero iguales” de dios.
La teología y la enseñanza secular deben quedar limitadas a sus propias esferas. La teología se preocupa por
cuestiones de fe, y su apoyo son las sagradas escrituras que en ningún sentido pretender ser un libro de texto para
políticos. No obstante, el teólogo está obligado a decir al político que “debe actuar como cristiano”, y las sagradas
escrituras tienen mucho que decir acerca de la conducta d ellos gobernantes.
La filosofía política no puede ser absorbida por la teología, así como el estado no puede ser absorbido por la iglesia.
Sin embargo, debe hacer algo de diálogo, aunque solo fuera para asegurarse de que ningún rebasa sus fronteras.
C- ¿QUÉ ES EL HOMBRE?
1. La corrupción: El hombre es un ser caído. Creado originalmente a imagen de dios, se rebelo contra su creador, y x
la caída esta imagen ha sido radicalmente deformada y alterada. El hombre ha quedado malquistado con Él y
enajenado de Él. Donde debía haber orden, hoy se ve desorden, donde debía haber armonía, hay discordia. Desde la
caída, el hombre ha pertenecido a dos reinos, y en ambos pueden notarse las consecuencias de la corrupción y el
pecado.
La razón está corrompida. Aunque la razón muy a menudo es correcta en sus declaraciones generales, suele estar
sutilmente pervertida por el orgullo y el egoísmo en el consejo particular que da, y por otra parte, en el hombre
caído hay una lucha constante entre la razón y la voluntad. La voluntad esta esclavizada y en perpetua enemistad
con la recta razón; la razón tiende a lo alto, pero pronto es desviada hacia lo fútil.
2. La coacción: El orgullo y el egocentrismo que apartaron de dios al hombre son al mismo tiempo las raíces de la
lucha y la hostilidad y la enajenación entre los hombres. Todos los hombres, hasta los hombres justos, son pecadores
que en el reino de este mundo deben ser obligados a obedecer. La obediencia a la autoridad es en si misma un bien,
el único fundamento sobre el que puede construirse una vida social y política. La coacción es, al mismo tiempo, un
yugo para el pecado, un constante recordatorio de la naturaleza divina de la ley moral y del medio x el q dios en su
misericordia otorga al hombre el gran don de una vida social pacífica.
1. El estado como siervo de dios: La soberanía de dios en este mundo es total. La necesidad del gobierno temporal
es correlativa a la necesidad de que la voluntad de dios sea observada entre los pecadores. La autoridad política es
una autoridad delegada, todo poder político fluye de dios y debe servir a él. El origen del gobierno secular reside en
la piadosa voluntad de dios, que protege al hombre de todas las consecuencias de su desobediencia, y no en la
necesidad humana. Su autoridad es una autoridad delegado por dios y no por e pueblo. No hay lugar para algún tipo
de contrato social o idea de la soberanía popular. El gobierno secular es una orden de dios para el bienestar de los
hombres en un mundo caído.
El estado es el “siervo y obrero de dios” en la tierra. Fue puesto ahí para expresar el cuidado que dios tiene de los
hombres, para castigar el mal y proteger el bien, y para el bienestar de la iglesia. El gobierno temporal existe con el
objeto de hacer posible para el hombre la mayor aproximación a la “vida buena”.
2. Las formas de gobierno: Deben intervenir otras normas aparte de las escrituras.
Aunque el gobierno como tal es un bien indispensable, las diversas forma de gobierno tienen en si mismas tantas
posibilidades para el bien y para el mal que es virtualmente imposible decidir cual es mejor. Este tema es secundario
para los 2. Aún el más cruel de los tiranos paganos es incapaz de extinguir la llama de la fe.
Ambos reformadores no llegan a constituir un estado ideal, en parte xq no ven esto como función del teólogo, en
parte porque sospechan q tal proyecto es presuntuoso y tiende a glorificar el estado en si mismo, olvidando su
función transitoria y limitada. La doctrina de la perversión del hombre es, en este campo, la principal contribución de
la teología, y actúa como freno contra todo tipo de utopía.
Lutero considera q no se puede evitar q la corrupción de la naturaleza humana sea exagerada en una colectividad,
y x consiguiente es un argumento a favor del GOBIERNO MONÁRQUICO.
Él no distingue en realidad entre democracia y gobierno de la chusma, q le parece la negación de todo gobierno
ordenado. La fe, ala justicia y la razón pueden estar en cada individuo, pero nunca en la chusma, que lo lleva todo al
exceso. La monarquía permite la posibilidad de gobierno por un príncipe cristiano, justo y razonable, pero ni siquiera
la tiranía y la barbarie irrazonable de un mal príncipe pueden ser tan malas como el gobierno de la chusma.
La monarquía es la mejor forma de gobierno, pero no por fuerza la monarquía absoluta, pues Lutero no vacila en
poner limites morales y religiosos al ejercicio de la autoridad política, y esta bien dispuesto a reconocer el valor de
los frenos constitucionales al monarca, siguiendo la pauta de la diente imperial ante el emperador,
Calvino Del principio de la depravación del hombre, Calvino saca como primera conclusión q debe hacer algún
sistema de “frenos y equilibrios”. Prefiere algún tipo de gobierno aristocrático porque “debido a los vicios o defectos
de los hombres es más seguro y más tolerable cuando gobiernan varios, que pueden resistir mutuamente, instruir y
aconsejarse entre sí, y si alguno estuviese dispuesto a ir demasiado lejos, los otros serían censores y amos para
contener su exceso.
La libertad y una constitución republicana son grandes bienes. Pero son dones de dios y no debemos exigirlos ni
tratar de obtenerlos por nosotros mismos. No idolatra la democracia, ni le interesan las nociones de la soberanía
popular. El poder y la autoridad fluyen de dios y no de los electores, y un magistrado elegido no merece menos
obediencia y respeto q un soberano hereditario.
3. “Que cada alma esté sometida a las potencias superiores”: Dado que la autoridad política es sierva y
representante de dios, al obedecerla somos obedientes a dios mismo. Hay que obedecer incluso a un mal
magistrado y hasta a un tirano. El derecho del príncipe a la obediencia no está condicionado a que cumpla con sus
deberes para con sus súbditos. Ningún gobierno puede ser totalmente malo, y cualquier gobierno, por más
corrompido que sea, es mejor que la falta de gobierno.
La mala conducta del príncipe no justifica la rebelión, cada pueblo tiene el gobierno que se merece. En la obediencia
yace la base necesaria de toda vida social estable.
4. “Debemos obedecer a dios y no a los hombres”: La injusticia, la tiranía y la opresión no son, en si mismas, excusas
para la desobediencia. Tampoco tenemos derecho a desobedecer porque la obediencia nos causare sufrimiento. Si
se ordena algo contra él, no se presta atención.
Lutero ofrece dos ej. De cuando seria licita la desobediencia. El primero es cuando se nos llama a hacer un acto de
abierta injusticia contra los demás, el segundo caso es cuando las autoridades seculares se salen de su esfera propia
y se proponen prescribir cuestiones de fe y de culta contrarias a la palabra de dios, afirmando así que “gobiernan la
conciencia y la fe del hombre, y enseñan al espíritu santo según sus cerebros dementes”.
Aunque la desobediencia sea permisible, nunca lo será la resistencia violenta. A falta de toda doctrina de contrato
social, de soberanía popular o de gobierno por consentimiento, no hay base para que los súbditos traten de
modificar sus gobiernos por medio de la violencia.
¿Qué hacer cuando el e desobedece la palabra de dios? 1) si incluye un gran sufrimiento, ir a otro estado; 2) si la
fuga no se puede, hemos de sufrir, negando obedecer ordenes ilegitimas y a desobedecer a dios, resistiendo
violentamente a la autoridad secular; 3) en ciertos casos el derecho imperial positivo hacia posible considerar una
resistencia legitima al emperador de parte de los príncipes electorales.
5. La tolerancia: Lutero es imposible descubrir en sus escritos un enfoque constante a la cuestión de la tolerancia
y la libertad religiosa. Él niega el derecho de los papistas a perseguirlo y al mismo tiempo se regocija de ser
perseguido. Y, sin embargo, después, cuando la mayoría lo apoyó, este principio fue descartado y no vaciló en pedir
en los términos más violentos la persecución de disidentes particulares.
En el primer periodo habló mucho de la necesidad de dejar en libertad la palabra para que realizara su propia obra, y
de la imposibilidad de una fe impuesta, y por este motivo defendió la tolerancia general, con la convicción de que la
verdad triunfaría. La tolerancia de la herejía podía agudizar en vez de debilitar la fe.
La actitud de Lutero hacia judíos, papistas y sectas disidentes se endureció pronto, y sus justificaciones de la
persecución son diversas y a menudo contradictorias.
Calvino Posición mucho mas estable. Es deber del magistrado cristiano proceder contra la herejía aun si esta no es
abiertamente sediciosa o blasfema. Erradicar la herejía es algo que no solo piden la ley natural y el derecho romano,
sino que es requerimiento especifico de la Sagrada Escritura.
Ni Calvino ni Lutero sacaron la conclusión de que un príncipe piadoso deba tolerar toda clase de opiniones. Según
ellos, no hay huella del relativismo o de la indiferencia que a menudo es la base de la tolerancia.
E- LA LEY
1. La ley de dios: Es eterna, inmutable y absoluta. Fue dada por dios con dos propósitos: funciona como una especia
de espejo que muestra a cada hombre tal como en realidad es, y en segundo lugar sirve para contener a los
pecadores de hacer el mal abiertamente y procura la “justicia forzosa y obligatoria que es necesaria para el bien de
la sociedad”. En tercer lugar, es el mejor instrumento para capacitar a los creyentes a aprender diariamente con
mayor y certidumbre lo que es la voluntad del señor que ellos aspiran a seguir.
Lutero y Calvino distinguen entre la ley temporal y la divina y eterna. La ley ceremonial y casi toda la legislación
económica y social detallada en el antiguo testamento pertenecen a la primera categoría y x tanto son ya caducadas.
La ley divina es un llamado a la perfección y a la piedad; pero la perfección es totalmente inalcanzable para el
hombre caído y por consiguiente la ley debe señalar, fuera de si misma, hacia el perdón y la expiación ofrecidos por
el evangelio.
2. La ley de naturaleza: La ley natural es para los dos idéntica en ultima instancia a la ley divina. Los reformadores
nunca consideraron que la ley natural sea perfeccionada o complementada por una ley “sobrenatural”. No hay más
que una ley, aun si se le puede contemplar desde varios puntos de vista. La ley tiene un “uso espiritual” y un “uso
civil”.
“Naturaleza” significa la naturaleza ordenada, no corrompida, del hombre y del mundo antes de la caída. La ley de la
naturaleza, objetivamente considerada, es la ley de dios, absoluta, incondicional y obligatoria para todos los
hombres. En contraste con la ley revelada de dios que fue dada a un pueblo en particular, la ley de la naturaleza es,
en principio, cognoscible para todos los hombres.
Hay una diferencia y a veces hasta un conflicto entre la ley divina y la ley natural como es entendida e interpretada
por el hombre caído. El pecado oscurece y obceca su comprensión de la ley de la naturaleza, de modo que la ley
divina fue revelada para suprimir las evasiones introducidas por la naturaleza caída del hombre.
3. La ley del estado: La ley del estado tiene por propósito mantener la conformidad externa con la moral y la
disciplina necesaria para la vida moral. La ley natural divina fija los límites dentro de los cuales el estadista tiene libre
juego para ordenar las leyes que le parezcan apropiadas a la luz de las circunstancias y las necesidades políticas. La
razón debe producir la legislación que las condiciones parezcan requerir sin que haya conflicto con la ley de dios.
Hay que obedecer al derecho positivo. Lutero, aunque manteniendo esta obligación de obediencia tiene un viril
desdén al mero derecho positivo: es una “ley enferma”, contra la “ley sana” de la naturaleza. Su inevitable rigidez
hace inadecuado el derecho civil.
1. El hombre y su llamado: Hay dos tipos de llamados. Por una parte, todos los hombres son llamados a la salvación
y todos son iguales, todos requieren elegir el libre perdón de dios. Pero con respecto a la vida en este mundo, la
igualdad desaparece y es reemplazada por el orden y el rango. Ambos rechazan toda posibilidad de una vocación
“religiosa” en q el servicio a dios pueda a ser aislado del servicio al projimo. Cada hombre tiene una variedad de
funciones diferentes en la sociedad, que deber verse como vocaciones divinas. Aunque las vocaciones son buenas,
los hombres pueden abusar y a menudo abusan de sus vocaciones no cumpliendo con los deberes apropiado o
desempeñándolos inapropiadamente.
Los hombres tienen q obedecer las ordenes de la ley, pero dios, cuya naturaleza es amor, no está sujeto a esta ley, y
a menudo su amor se expresa en formas que parecen contrarias a la ley obligatoria para los individuos privados. Por
medio de la vocación, dios frecuentemente obliga a los hombres a realizar que parecen opuestos a la ley pero que en
realidad, son expresiones de la ley del amor (ej vocación política)
2. El juicio de dios: El estadista tan solo es otro pecador. Su autoridad y su dignidad son prestadas y en realidad no le
pertenecen a él sino a dios.
¿Cómo se manifiesta el juicio de Dios al gobernante presuntuoso en lo tocante a los hombres, injusto y tiránico?
Aunque es seguro que será juzgado en la eternidad, también es cierto que el juicio de dios se expresa dentro de la
historia. Dios podrá levantar a los gobernantes extranjeros y otras naciones para someter al príncipe injusto, o podrá
someter al tirano por obra de los magistrados subordinados o por un “héroe”.
3. El héroe: La última etapa de la descomposición puede ser la tiranía y opresión insufribles, y el agente de la
renovación suele ser el destructor de la vieja tela, y el sastre de la nueva es llamado vir heroicus. A veces dios confía
a ciertos individuos la vocación especial de tratar de derrocar la autoridad establecida o de modificar el estado.
El héroe recibe su misión de forma directa de dios, quien de manera constante lo instruye y lo guía. Él no está sujeto
a las leyes y las reglas que son obligatorias para los hombres ordinarios o aun para los gobernantes ordinarios. Posee
raros dones de razón y tiene acceso a los consejos de dios. En su régimen, la tiranía es destruida, todo mejora y se
inaugura una nueva época. (Visión s/Lutero)
Calvino ve al héroe como al “providencial liberador” de la opresión. Su función primaria no es renovar, pues este es
un aspecto perfectamente normal de la actividad política, dado que la política no es solo cuestión de “parchar y
remendar”, no se necesita ningún sastre enviado por dios para hacer una nueva tela.
o Skinner, Quentin. Los fundamentos del pensamiento político moderno. Vol. II: La Reforma. Cap. 1 “Los
principios del Luteranismo”
Lutero rechaza la idea optimista de la capacidad del hombre mara intuir y seguir las leches de dios. No trata nunca
de negar el valor de la razón natural, en el sentido de los poderes de raciocinio del hombre, ni condena el uso de la
“razón regenerada”. Incluso llega a hacer un empleo residual del concepto de derecho natural. Sin embargo, se
opone a la afirmación de Erasmo, de que esta abierto al hombre emplear sus poderes de razonamiento para
comprender como desea dios que él actúe. Los poderes de raciocinio del hombre son simplemente carnales y
absurdos. Nuestras voluntades en todo momento están atadas al pecado, todas nuestras acciones proceden de
nuestras naturalezas “adversas y malas”.
Como no tenemos esperanzas de sondear la naturaleza y la voluntad de dios, sus mandamientos tienen que
parecernos eternamente inescrutables. Debemos obedecer las ordenes de dios no porque nos parezcan justas, sino
porque son ordenes de dios.
Dios tiene una doble naturaleza, existe el dios que ha decidido revelarse a si mismo en la palabra, y cuya voluntad,
en consecuencia, puede ser “predicada, revelada, ofrecida y venerada”. Pero también existe el dios oculto, cuya
“voluntad inmutable, eterna e infalible” no puede ser comprendida por los hombres. La voluntad del dios oculto es
omnipotente, y ordena todo lo que ocurre en el mundo. Pero también está más allá de nuestro entendimiento, y
solo puede ser “reverentemente adorada, como el secreto más aterrador de la majestad divina”
Puesto que todas nuestras acciones inexorablemente expresan nuestra naturaleza caída, no hay nada que podamos
hacer que nos justifique a la vista de dios y así nos ayude a salvarnos. Lutero concede que los hombres pueden
libremente “comer, beber, engendrar, gobernar” y q pueden efectuar actos buenos siguiendo “la justicia de la ley
civil y moral”. Lo q le interesa negar es la definición erasmiana del libre albedrío como “un poder de la voluntad
humana por el cual un hombre puede aplicarse a las cosas que conducen a la salvación eterna”. Lutero insiste en
que, “puesto los hombres son de carne y hueso y solo les gusta la carne, de allí se sigue que el libre albedrío solo
sirve para pecar”. El libre albedrio no es nada, los actos virtuosos no tienen ningún valor en relación con la salvación.
El hombre nunca podrá salvarse por sus propios esfuerzos. Algunos ya están predestinados a la salvación mientras
que otros a la condenación. El concepto de la justicia de dios o se refería a sus poderes punitivos, sino a su
disposición a tener piedad de los pecadores, y de esta manera justificarlos liberándolos de su indignidad.
El núcleo de la teología esta constituido por la doctrina de sola fide, “por sola fe”. Nadie puede tener esperanzas de
justificación (ser salvado) x virtud de sus propias obras. Está abierto a cualquiera percibir la gratia de dios. El único
objeto del pecador debe alcanzar la fiducia, una fe totalmente pasiva en la justicia de dios y en la consecuente
posibilidad de ser redimido y justificado por su gracia misericordiosa.
Lutero pasó más allá de la tradicional idea de la justificación como proceso gradual de erradicar los pecados del
creyente. Ahora la considera como consecuencia inmediata de la “fe que aprehende”, que de pronto capacita al
pecador a captar por si mismo la justicia de cristo.
El cristiano es habitante de dos reinos: el de cristo y el de las cosas del mundo. La justificación del pecador viene
primero, el proceso de santificación entonces sigue gradualmente en cuanto el pecador ha adquirido su fe. El
resultado es una distinción central en el pensamiento social y político de Lutero, la distinción entre un concepto
primario y pasivo de la justicia que los cristianos pueden alcanzar en el reino de dios, y una justicia activa o civil que
no es parte de la salvación, pero que aun es esencial para la apropiada regulación de los asuntos del mundo.
La creencia de Lutero en la gracia redentora de dios le capacita a resolver el dilema del antiguo testamento. El
propósito de este es “enseñar al hombre a conocerse a sí mismo”, para que “pueda reconocer su incapacidad de
hacer el bien y desespere de su propia capacidad”. El propósito del nuevo testamento es tranquilizarnos,
diciéndonos que aun cuando podamos ser incapaces de alcanzar la salvación “tratando de cumplir todas las ordenes
de la ley”, aún podemos alcanzarla “rápida y fácilmente por medio de la fe”.
Significado de cristo: cristo es el que transmite a los hombres su conocimiento de la gracia redentora de dios. Así,
solo a través de cristo nos emancipamos de las demandas imposibles de la ley.
Lutero, más que Calvino, percibe a cristo como llegado no solo para cumplir con la ley, sino también para liberar a los
fieles de sus demandas, por su merito y amor redentores. Para Lutero, pero no para Calvino, siempre es esencial
entender las ordenes de la ley a la luz del evangelio, y no el evangelio a la luz de la ley.
Lutero devalúa el significado de la iglesia como institución visible. Si el alcanzar la fiducia constituye el único medio
por el cual puede esperar salvarse el cristiano, no queda ningún lugar para la idea ortodoxa de la iglesia como
autoridad interpuesta y mediadora. La verdadera iglesia se vuelve una congregación de los fieles reunidos en
nombre de dios. Otro rasgo distintivo del concepto luterano de la iglesia es que, al subrayar la idea de la ecclesia
como tan solo una congregatio fidelium, también minimiza el carácter separado y sacramental del sacerdocio.
“Papas, obispos, sacerdotes y monjes son llamados el estado espiritual, mientras que príncipes, señores, artesanos y
granjeros son llamados el estado temporal” Lutero desea abolir todas esas falsas dicotomías, e insiste en que “todos
los cristianos son verdaderamente el estado espiritual”
El resultado es que, en toda su eclesiología, como en su teología en general, continuamente nos remitimos de vuelta
a la figura central del cristiano individual y su fe en la gracia redentora de dios.
A pesar de todo, el verdadero blanco de ataque de Lutero no fueron tanto los abusos de poder de la iglesia como el
derecho de la iglesia a afirmar tales poderes en una sociedad cristiana. Esto lo llevó, ante todo, a repudiar todas las
instrucciones de la iglesia que estaban basadas en la suposición de que el clero constituye una clase separada, con
jurisdicciones y privilegios especiales. Así pues, una de sus propuestas concluyentes es que “sería muy buena cosa
que se borrara por completo la ley canónica”, ya que “la mayor parte solo huele a avaricia y orgullo”. Este afán de
rechazar la idea de un estado clerical separado también le llevó a atacar a las ordenes mendicantes, y a repudiar
toda la idea del modo de vida monástico.
Las objeciones de Lutero a la categoría y a los podes de la iglesia también llevaron a repudiar toda afirmación de las
autoridades eclesiásticas de tener jurisdicción sobre asuntos temporales. Su creencia central sobre la iglesia era que,
como no es más que una congregación de fieles, no puede decirse propiamente que posea alguna jurisdicción
separada en absoluto. Lo que está pensando al estudiar al gobierno del reino espiritual es una forma puramente
interna de gobierno, “un gobierno del alma” sin ninguna conexión con asuntos temporales, y eternamente dedicado
a ayudar a los fieles a alcanzar su salvación. Se supone que la iglesia es gobernada por cristo, cuyos poderes son
eternamente espirituales. De manera similar, el reino de la autoridad temporal es, según dice, ordenada por dios,
pero se le considera eternamente separado, ya que la espada se entrega a los gobernantes seculares tan solo para
asegurar el mantenimiento de la paz civil entre los pecadores.
Si la iglesia no es más que una congregación de fieles, de allí se sigue q las autoridades seculares son las únicas que
tienen el derecho de ejercer todos los poderes de coacción, incluso poderes sobre la iglesia. Lutero está dispuesto a
considerar un sistema de iglesias nacionales independientes, en que el príncipe tenga derecho de nombrar y
despedir a los oficiantes, así como de gobernar y disponer de las propiedades de la iglesia. La idea del papa y el
emperador como poderes paralelos y universales desaparece, y las jurisdicciones independientes del sacerdotium
son entregadas a las autoridades seculares. Lutero destruyó “la metáfora de las dos espadas; en adelante no había
más que una, en manos de un príncipe bien aconsejado y cristiano”
Poder de los príncipes: El príncipe tiene el deber de emplear los poderes que dios le ha dado, y, sobre todo, de
“imponer la verdad”. Debe fomentar y mantener la verdadera religión, también “protegerlos y mantenerlos en la paz
y en la abundancia” y “echar sobre si ismo las necesidades de sus súbditos, como si fueran sus propias necesidades”.
Nunca debe excederse en su autoridad, y debe evitar “ordenar u obligar a alguien por la fuerza a creer en esto o
aquello”. Sus principales deberes son producir la paz externa, evitar los malos actos, y en general, asegurarse de que
las cosas externas estén ordenadas y gobernadas en la tierra.
Lutero pone en claro que no se deben respeto y obediencia a tan indignos gobernantes cuando traten de enredar a
sus súbditos en sus impías y escandalosas costumbres. Los príncipes no son más que máscaras de dios. Si un
gobernante se arranca la máscara y ordena actuar de manera impía o malvada, nunca deberán obedecerle. El
súbdito debe obedecer ante todo su conciencia, aun si esto significa desobedecer a su príncipe. “Es menester
obedecer a dios antes que a los hombres”
Pese a insistir en la idea de que nunca se debe obedecer al gobernante impío, no menos insistente se muestra en
que nunca se debe resistir activamente al soberano. Puesto que todos los poderes son ordenados, esto equivaldría,
aun en el caso del tirano, a resistir la voluntad de dios. Si el príncipe nos manda a hacer el mal, hemos de negarnos.
Si, entonces, el príncipe “confisca nuestra propiedad por ello para castigar tal desobediencia”, pasivamente hemos
de someternos y “dar gracias a dios por ser dignos de sufrir por la palabra divina”. A la tiranía no se la resiste, sino
que se la soporta.
La actitud que tomó fue consecuencia directa de su creencia teológica clave en que todo el marco existente del
orden social y político es reflejo directo de la voluntad y providencia de dios. Insiste en que la razón de que de
cuando en cuando surjan soberanos malvados y tiránicos, ordenados por dios es “por causa de los pecados del
pueblo”