Josefina Muriel
Josefina Muriel
Josefina Muriel
CULTURA FEMENINA
NOVO HISPANA
ISBN 968-58-0313- 7
A mis hijas: Gabriela,
Lorenza, Ma. Josefa y
Mónica Gonz.dlez Mariscal.
Muriel, que toman parte
tan actipa en la cultura de
su tiempo
MI AGRADECIMIENTO
Prólogo. 9
Bibliografía 507
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E
L PRESENTE libro se debe a las muchas preguntas planteadas
en el llamado "Año de la mujer'', relativas a la naturaleza
de la cultura femenina durante la época en que nuestra
nación fue la Nueva España.
La ignorancia tan completa del tema, que se pudo comprobar por
las interrogaciones que se plantearon, hizo pensar en la obligación de
conocer y divulgar esa parte integrante de la cultura mexicana for-
mada por las mujeres que de manera activa participaron en ella,
desde 1521 hasta 1821.
La larga investigación acrecentó la importancia del tema por tra-
tarse de nuestras antepasadas, colaboradoras en la configuración de
nuestra cultura mexicana; pues aunque no fueron quienes marcaron
los lineamientos básicos del pensamiento novohispano, ni ocuparon los
puestos públicos, ni intervinieron directamente en la política, fueron
las activas transmisoras de los valores culturales que constituyeroc. su
mundo, esos que todavía llegan a nosotros tan hondamente como
al alma penetran las aguas del bautismo.
Consideramos de importancia para nuestra historia nacional la
comprensión de la cultura de nuestras antepasadas, comprobar cómo
absorbieron el pensamiento de su época, cómo lo vivieron, qué testi-
monios dejaron escritos con sus propias plumas relativos a su parti-
cipación 1ctiva en la época por ellas vivida.
Para nocerlas con intimidad y penetrar también auténticamente
en su : .mento histórico, dejaremos que sus plumas se entinten otra
vez y v,ielvan a correr ante nuestros ojos, tanto como sea necesario,
para dar a conocer su pensamiento y mostrarnos su estilo literario.
De estP. modo evitaremos hacer una fría antología, sin dejar de cono-
cer textualmente las obras de 4uienes de alguna manera representan
la cultura femenina en el virreinato de la Nueva España.
Se han agrupado de acuerdo a la temática de sus escritos, siguiendo
un orden cronológico. En algunas partes se evitan los comentarios
sobre los textos, para conservar el encanto de su propio mundo y no
distorsionar la sinceridad en ellos contenida. De preferencia, la mira-
10 PRÓLOGO
da fría que entraña el análisis del fenómeno social que las mujeres
representan, sus intereses culturales, con su modo peculiar de ser y
de vivir la vida, irá al final, cuando ellas lo hayan dicho todo.
A la amada Sor Juana la hemos estudiado como creemos que era
debido hacerlo, esto es: como monja sabia en la cultura de su tiempo,
de ese tiempo que se sustentaba en la teología.
Esperamos, respetado lector, que esta obra te muestre algo intere-
sante de nuestro pasado, que ayude a entender con mayor agudeza
nuestro presente y que por eJlo el tiempo que en su lectura se con-
suma no sea. perdido.
JOSEFINA MURIEL
Josefina Muriel
Cultura femenina novohispana
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas
2000
545 p.
(Serie Historia Novohispana, 30)
ISBN 968-58-0313-7
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E
L CRONISTA indígena Fernando Alvarado Tezozc'nnoc, en su
obra sobre la mexicanidad, titulada Crónica mexicdyotl, al
hacer la historia de su pueblo nos menciona con frecuencia
a Tas mujeres que estuvieron vinculadas a ella. Nos las presenta va-
lientes, de gran carácter y recia personalidad, como aquella un tan-
to legandaria Malinalxóchitl, hermana de Huitzilopochtli, que en
Ja peregrinación se convierte en hechicera, mujer mala que come los
corazones y pantorillas de los hombres, los embauca, adormece y
aparta del buen camino, y tiene tratos con arañas y escolopendras.
Mujer capaz de luchar contra el abandono que ha sufrido por parte
de su poderoso hermano y que en medio de su ag~tada vida es madre,
teniendo un hijo del rey Chimalcuauhtli. Personalidad tan grande
es la de Malinalxóchitl que termina dándole nombre a Malinalco ..
Aparecen otras figuras como Chimalma, la madre de Huitzilopoch-
tli que, tras las vicisitudes de la peregrinación, muere devorada por
su propio hijo que la degüella y come su corazón.
Se habla de otras muchas que en diversas formas tienen partici-
pación en la historia, como la hija de Achitómetl, señor de Culhua..
cán, la joven pedida para esposa de Huitzilopochtli, que al llegar a
Tepetitlan Tizaapan encu~ntra, en vez del lecho nupcial, la muerte
por orden del esposo que da a los teomama esta cruel orden: "matad,
desollad, os ordeno, a la hija de Achitómetl y cuando la hayáis deso-
llado, vestidle el pellejo a 'algún sacerdote". Este suceso es el que
enciende la guerra entre los mexicanos y culhuacanos. 1
Otras mujeres participan en las guerras ayudando a los combatien-
tes, tendiéndoles puentes, dando la alarma, animándolos. Sus accio-
nes quedan consignadas en los relatos de las historias tanto en las
1
Femando Alvarado Tezozómoc, Crónica mexicdyotl, México, UNAM, Instituto
de Investigaciones Históricas, 1975, pp. 26-68. (Primera Serie Prehispánica, n. ll.)
12 MUJERES PRECORTESIANAS
escritas por indígenas como en las hcehas por españoles. Así como
cernos su heroica postura durante el sitio de México.
Esa valentía de las mujeres del antiguo imperio azteca se hace
patente en la conquista. Matías de Escobar nos dice que las chichi-
mecas, en lo más arduo de las batallas, ayudan a los hombres dispa-
rando las flechas con más pulso que ellos y comenta que: "cada
india chichimeca es en el valor una invencible amazona de Amé-
rica".2
De las mujeres dedicaclas a sus hogares, a sus familias, entre las
cuales se viven con gran fervor las virtudes morales, Sahagún nos ha
dejado hermosos capítulos.
Hay también en los tiempos prehispánicos mujeres cronistas y
poetas. En el Códice Telleriano Remensis, aparece una mujer tla-
cuilo, escribana, que con el pincel en la mano, tomado a la manera
oriental, hace el registro de los acontecimientos con sus fechas. En
el cuadrante izquierdo está pintado el rectángulo de la tierra, en el
que se anotan los cuatro rumbos y el ombligo de ésta. En el lado
derecho está el glifo del transcurso del día. Esto significa las dimen-
siones de la historia: espacio y tiempo. La historiadora tlacuilo del
Códice Telleriano Remensis se llamó Xóchitl y fue hija del señor
Hutzilíhuitl.3
Por eso Miguel León-Portilla dice que nos consta "que entre los
xiuhamatlacuiloque, pintores de libros de años, no faltaron las mu-
jeres".• Su interés en la historia se manifiesta en aquella señora de
Ixtapalapa, doña Bartola lxhuetzcatocatzin, que habiendo heredado
de su padre los archivos reales de Tezcoco, los guarda con gran amor
y sólo los deja consultar a quien de ellos sacará en letras la historia
de su nación, como es don Fernando de Alva lxtlilxóchitl.
El interés de las mujeres indígenas por la historia de su patria nos
lo confirma finalmente aquel poema épico de Macuilxochitzin, se-
ñora de Tula y poetisa náhuatl, en el que enumera las batallas del
rey Axayácatl haci~ndo una hermosa crónica de sus victorias y del
ataque guerrero en que es herido el monarca azteca:
1
Miguel León-Portilla, Trece poetas del mundo azteca, México, UNAM, Jns·
tituto de Investigaciones Históricas, 1967, pp. 165-166.
14 MUJERES PRECORTESIANAS
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ciones. Llegan para hacer que la nación surja con los peninsulares,
sus hijos, criollos y mestizos, al lado de los indígenas puros y las mez-
clas de todas las razas de hombres que de África y el Oriente vienen
a avecindarse aquí.
Y se mezclan la sangre y las culturas, y los que dominaron por las
armas se imponen por el establecimiento de una forma de vida que
se sustenta en los valores de la Europa cristiana. No interesa que el
fraile que viene sea de las provincias flamencas, como Gante. Es lo
mismo que fray Juan Foucher venga de Francia o que la inmensa
mayoría provenga de lugares como Sahagún, Zumárraga y otros de
la vieja España. Lo importante es que son parte de la cristiandad,
fieles a los principios católicos.
Los viejos conquistadores luchan por conseguir mercedes reales que
premien sus servicios y solicitan encomiendas para usufrunuar la
conquista; otros quieren obtener tierras para hacer sus haciendas y
dedicarse al cultivo y cría de ganado; algunos denuncian minas y lu-
chan por las concesiones para extraer los metales preciosos que fo-
mentarán la rica minería novohispana, y muchos más se dedican al
comercio interior y exterior de la Nueva España que pone a América
1en intercambio de plantas, animales y manufacturas con el Oriente
al igual que con Europa.
Hay encomenderos que terminan en frailes, otros que con sus pro-
pias m:tnos ayudan a levantar conventos y hospitales. Hay indios
mártires de la fe católica, y otros cuya vida cristiana conmueve a los
propios frailes. Los duros conquistadores de antaño se ablandan, se
'interesan taltlbién en promover colegios, hospitales, recogimientos
para las niñas -fruto de sus violentas uniones con las mujeres de
estas tierras- para las mujeres piadosas, para las enfermas, para las
meretrices.
Vamos a destacar, entre tantos casos que podríamos citar, uno que
hemos escogido c~mo ejemplo porque se enfoca más directamente al
estudio que nos ocupa: Andrés de Barrios, soldado de Hernán Cor-
tés, tras el triunfo obtenido, se queda aquí como poblador y usu-
fructúa la conquista haciéndose señor de medio Mestitlán. Trae de
España a su familia. Su hija, que se encuentra 'ya: en posición pre-
eminente por las acciones de su padre, se casa con don Diego de
Guevara, hermano del virrey de Navarra don Joseph de Guevara. Así
en dos generaciones se ha escalado ya una alta categoría social. Da
preeminencia en la Nueva España y ante el rey el ser descendiente
de conquistadores; la nobleza se adquiere mediante enlaces con pe-
ninsulares de títulos, y el sostenimiento de la nueva clase se hace
LAS MUJERES DE ESPAÑA EN TIERRAs DE AMÉRICA 17
mediante las mercedes reales o cualesquiera de las actividades antes
citadas.
Estas nuevas generaciones de criollos, a los que la conquista les es
ya lejana, se interesan en obras- para el beneficio de la Nueva Es-
paña, que es ya su patria, y planean sus obras de acuerdo a los
valores que prevalecen en el mundo de entonces, en su sociedad y en
su momento histórico.
Por ello es por lo que la nieta de Andrés de Barrios, doña Isabel
de Guevara, dedica la parte de la fortuna que le corresponde de su
abuelo conquistador a la fundación, hacia 1580, del ilustre convento
de San Jerónimo, con el permiso de la Real Audiencia y del arzo-
bispo de Mé:is;.ico, dando para ello su propia casa y 14,000 ducados,
con los cuales se logra apuradamente dar principio al monasterio.
La colaboración del rey, de un gobierno que participa de esos mis-
mos valores espirituales, le da en 1585 los caudales necesarios para
acabar el edificio • 1 y asegurar su sobrevivencia.
Doña Isabel de Guevara, la fundadora, se encierra en el convento
junto con once doncellas pobres, a las que se suman, para enseñarles
la vida monacal, monjas del monasterio de la Concepción, de las
cuales dos son hermanas de doña Isabel de Guevara y por tanto nie-
tas también del conquistador Andrés de Barrios.2
Y no es de extrañar que estas nietas de los conquistadores entren
al convento, puesto que llegan a ser tantas las que lo solicitan que
el rey tiene que hacer para ellas un convento especial, el Real de
Jesús María. Tampoco es de admirar que las dos nietas del empera-
dor de México, doña Isabel y doña Catalina Cano Moctezuma, sean
monjas en el Real Convento de la Concepción, 3 ni que ambas pasen
por fundadoras del convento de Santa Clara 4 y sean maestras de vida
religiosa. Eso nos explica también que mujeres de "singular enten-
dimiento y aventajada hermosura" que ocupaban puestos preeminen-
tes en su mundo, como doña Isabel de Tovar y Sotomayor, para
quien eJ poeta Balbuena escribe su Grandeza mexicana, se recluyan
en monasterios como éste de San Jerónimo, ni que doña Juana de
Asbaje, dama de la corte, haga lo mismo, y familias enteras se retiren
libros muy diversos, que se tenía un gran interés en las obras vanas,
como son los libros de caballerías: el Amadís de Gaula, La doncella
Teodor, la Crónica de los nobles caballeros Tablante de Ricamonte
y de ]ofre, hijo de Donason, Flores y Blancaflor, Palmerín, la Histo-
ria del emperador Garlo Magno y ".e los doce pares de Francia, etcé-
tera. Leían también La Celestina y El lazarillo de Tormes. Se cono-
cía y estudiaba con gran interés a los poetas griegos y latinos como
Homero, Horacio, Virgilio, Ovidio y las comedias de Aristófanes tra-
ducidas al latín. Se leía a los que hoy son nuestros clásicos caste-
llanos, como Cervantes en sus Novelas ejemplares y en el Quijote,
Lope de Vega y Lope de Rueda. Circulaban los versos de Juan de
Mena, las Églogas de Garcilaso, Tenían gran interés las colecciones
de versos como el jardín de flores, Floresta espa.ñola, Vergel de flores
divinas, el Cancionero de Montemayor y los romanceros. Muy popu-
lares fueron las Coplas de Jorge Manrique.6 Venían en las naves,
destinados a libreros o a particulares, libros para la enseñanza de la
retórica y la gramática y desde luego el Arte de la lengua de Nebrija.
Tampoco faltaban los de enseñanza del latín como el llamado De
elegantia lingua latina de Lorenzo Valla.
Se leía historia y novelas históricas en obras tales como la Ystoria
generis umani de Arias Montano, las obras de Xenofonte, la Historia
de España de Mariana, y las crónicas como la del rey don Rodrigo,
al igual que las referentes a América de Gómara, Acosta, Torque-
mada, etcétera. No faltaba la Historia del Abencer:raje y la hermosa
jarifa, así como Las guerras civiles de Granada de Ginés Pérez de
Hita, y La Araucana de Alonso de Ercilla.
Las obras de carácter filosófico, teológico, religioso y moral fue-
ron propagadas por los misioneros, maestros de colegios y universi-
dades. Se leía y estudiaba la Biblia, Antiguó y Nuevo Testamentos,
en la versión autorizada completa o partes de ella, pese a las prohi-
biciones que hubo por los peligros que el movimiento de la Reforma
le había vinculado. Circulaban profusamente las obras de los padres
de la Iglesia como San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio, San
Gregorio Nacianceno, Santo Tomás de Aquino, etcétera. Las vidas de
los santos y santas, individuales o en_ colecciones, como el Flos sanc-
torum, eran leídas en familia. Las obras de los clásicos cristianos
españoles como fray Luis de León, fray Luis de Granada, Santa Te-
resa, San Juan de la Cruz, el beato Juan de Ávila y las de la madre
María de Jesús de Agreda, María de la Antigua y los Libros de Horas
se encontraban en las casas de las familias piadosas.
• Alberto María Carrefto, Joyas literarias del siglo XVII, encontradas en México,
México, Editorial Jus, 1965, p. 207.
LAS MUJERES DE ESPAÑA EN TIERRAs DE AMÉRICA 21
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que estaban de ella media legua ... que llegó con toda la gente
a la ciudad, a todo correr a las nueve de la mañana, por decir
al gobernador cómo venían tantos indios sobre la ciudad, que
era grima. Cuando Plasencia llegó diciendo: "¡Arma! ¡arma
señor capitán!" halló que toda la gente estaba en misa y entró
a caballo a dar la nueva, y como lo oyeron apellidar ¡arma!
¡arma! las mujeres y niños comenzaron a llorar y a desmayarse
algunas. Mandólas el gobernador callar, y no queriéndolo ha-
cer, se levantó la mujer de Juan Sánchez df:.:Olea, que fue de
gran ánimo y esfuerzo, y se llamaba Beatriz1flernández, y dijo
al gobernador: "Señor, haga vuestra señoría su oficio de buen
capitán; acábese la misa, que yo quiero capitanear a estas seño-
ras mujeres." El gobernador acudió a que acabasen la misa y
luego sacaron el Santísimo Sacramento y le consumió el bachi-
ller Bartolomé de Estrada, y sacaron algunas imágenes y deja-
ron otras en los altares, y luego el gobernador mandó tocar a
recoger y se juntó toda la gente y la Beatriz Hernández sacó a
todas las mujeres de la iglesia, que estaban desmayadas, dicien-
do: "¡Ahora es tiempo de desmayos!" y las llevó a la casa fuerte
y las encerró.
· Traía esta señora un gurguz o lanza en la mano y andaba
vestida con unas coracinas ayudando a recoger toda la gente,
animándoles y diciéndoles que fuesen hombres, que entonces
verían quién era cada uno, y luego se encerró con todas las mu-
jeres y las capitaneó, y tomó a su cargo la guarda de la puerta,
puestas sus coracinas, con su gurguz y un terciado colgado de
la cinta. . . y estando en estos combates, en una de las puertas
que se guardaban, un indio, que en el cuerpo parecía gigante,
arremetió a la puerta valentísimamente y se entró en la casa
fuerte poniéndose a fuerza con todos, y los guarc;lias cerraron
las puertas. no le queriendo matar de lástima.
Al ruido que había salió Beatriz Hernández a ver a su ma-
rido, que era capitán de la guardia de la puerta por donde el
indio había entrado, y comenzó a reñirlos a todos estando el in-
dio allí peleando con ellos diciendo que la dejasen a ella con
el indio. Riéronse de ella, y estando en esto, el indio arremetió
a ella y ella a ál echando la mano a su terciado, y le dio una
cuchillada en la cabeza (que cual otro Goliat dio con él en el
suelo) y poniéndole el pie en el cuello, le dio dos estocadas,
con que le mató, y luego dijo a su marido que con él se había
de haber hecho aquello, por haber dado entrada a los enemi-
gos, y que mirase lo que hacía, porque no era tiempo de des-
cuidarse un punto, y así acudía ella a todos los combates, como
si fuera varón, y siempre se hallaba al lado del gobernador en
cualquier ocasión, porque de verdad fue muy valerosa mujer
en todas ocasiones y estimada hasta que murió.
BIOGRAFÍAS DE MUJERES EN EL VIRREINATO 25
... y el llanto de mujeres y niños era tan grande, que espan-
taba, y mandó el capitán y gobernador que callasen, porque era
animar más a los- enemigos, y que esperasen en Dios y en su
Madre bendita que presto se daría fin a aquel negocio, pues
era causa suya; y así que cesó el llanto de las mujeres, dieron
una tan gran rociada de flechería, que no se podía andar por
el patio y plaza y llegándose algunas mujeres a las ventanas
llorando a ver la gente, fue tanta la· desvergüenza de los indios
ladinos, que decían: "Callad, mujeres, ¿por qué lloráis? que sien-
do mujeres no os hemos de matar, sino solamente acabaremos
a esos barbudos de vuestros maridos y nos casaremos con vos-
otras", 'Y hubo mujer que de sólo oír estas palabras se quiso
echar por una ventana a pelear con ellos, y lo hiciera si no se
lo estorbaran, y visto que no la dejaban, de pura rabia volvió
la trasera y alzó las faldas diciendo: "Perros, besad aquí, que
no os veréis en ese espejo sino en éste"; y cuando lo estaba
diciendo le arrojaron una flecha que le clavó las faldas con el
tocado en las vigas del techo por estar bajo. Sería casi medio
día cuando sucedió esto ...
Pasó la batalla; los indios fueron rechazados y desbaratados;
la ciudad estaba quemada y destruida; sus habitantes estaban
desanimados a pesar de su triunfo pues quedaban expuestos a
nuevos ataques. Guadalajara de Tlacotlán estaba herida de
muerte y era necesario cambiar su sitio.
Con este fin Cristóbal de Oñate reunió a los habitantes para
decirles. . . salgamos de aquí, busquemos dónde se funda esta
ciudad y nos aseguremos ... Véase dónde será bueno que se
pase, que conviene hacerlo así para que se haga el servicio de
Dios y su majestad ...
No se hallaba qué responder; unos querían que se mudara
cerca de Ocotlán; otros que se pasase a los llanos de Toluquilla
y otros que se fundara de nuevo en el valle de Atemaxac; todo
era confusión y caos; extravíos y temores, desatinos y congo-
jas. . . y estando en esto entró a donde estaban en cabildo Bea-
triz Hernández, mujer de Juan Sánchez Olea, y dijo: "Acaben
los señores de determinar a do se ha de hacer esta mudanza,
porque si no yo quiero y vengo a determinarlo y que sea con
más brevedad de lo que han estado pensando; miren cuáles
están con demandas y respuestas, sin concluir cosa ninguna."
Pidió licencia y dijo que quería dar su voto, y que, aunque
mujer, podría ser acertado. Entonces el gobernador la hizo lu-
gar y dio asiento, y estando oyendo a todos y que no se con-
formaban ni determinaban pidió licencia para hablar, y habién-
dosela dado, dijo: "Señores, el rey es mi gallo, y yo soy de. pa-
recer que nos pasemos al valle de Atemaxac, y si otra cosa se
hace, será de servicio de Dios y del rey, y lo demás es mostrar
26 BIOGRAFÍAS DE MUJERES &"1 EL VIRREINATO
• AGIS, Patronato I, fol. 303, "Información de méritos de Isabel de Guevara ... "
0
AGIS, Audiencia de Guadalajara, t. 111, "Información de méritos de Doña
Catalina López ... "
28 BIOGRAFÍAS DE MUJERES EN EL VIRREINATO
10
Ignacio Xavier Hidalgo, S.J., Sermón panegyrico la nueva Ruth de la gracia ...
doña Maria Rosa de la Pe1ia y Tagle, México, Imp. del Real y más antiguo Co-
legio de San lldefonso, 1747.
11 Fray Gregorio Sedefio, Descripción de los funerales exequias y sermón de
• Véase la definitiva crítica que al respecto hizo don Carlos González Peña en
su Bibliografía de Catharina de San Juan y de la China Poblana, demostrando
lo absurdo de la relación entre una y otra.
1 • Francisco Aguilera, S.J., Sermón en que se da noticia de la vida admirable,
21
Rodrigo García Flores Valdés, Elogio fúnebre de la /lt.R.M. Teresa María de
Guzmán, Abadesa y Fundadora de las Capuchinas de México con una noticia
de las virtudes de las otras fundadoras del mismo Convento, en Beristáin, Biblio·
teca . .. , vol. 1, p. 452, México, Ribera, 1707.
22
Miguel Torres, Vida ejemplar y muerte preciosa de la Ven. M. Bárbara Jo·
se/a de S. Francisco, Religiosa del Monasterio de la Santísima Trinidad ,de la
Puebla de los Angeles, en Beristáin, Biblioteca ... , vol. m, p. 196, México, 1725.
111 Sebastián Santander y Torres, Elogio fúnebre de la Vn. M. Jacinta de S.
" Madre Joaquina Zavaleta, Abadesa del Convento de Capuchinas de San Fe-
lipe de Jesús de México, Carta a las muy reverendas preladas de los monasterios
de la Nueva España, en que se da noticia de las heroicas virtudes y preciosa
muerte de la M.R.M. Agustina Nicolasa Muñoz Sandoval, Abadesa tres veces del
convento de Capuchinas de México, México, 1755.
'" José Manuel Sartorio, Carta edificante de la vida de la M.R.M. Maria Josefa
de San Ignacio Abadesa del Convento de Regina Coeli de México, en Beristáin,
Biblioteca . .. , vol. m, p. 128, México, 1810.
.. José María Munive, Carta edificante o noticia de la vida religiosa y virtudes
de la R.M. Inés Josefa del Corazón de Jesús, Religiosa del nuevo Convento de
Carmelitas Descalzas de México, en Beristáin, Biblioteca .•. , vol. II, p. 314, Mé-
xico, 1805.
38 BIOGRAFÍAS DE MUJERES EN EL VIRREINATO
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cultura/femenina.html
CRóNICAS Y CRONISTAS
Entre todos los cronistas es éste el que escribe con más amor y
respeto por la obra de las mujeres. En desacuerdo con los hombres
de su época dice: "no ignoro el que de ordinario las desprecian los
varones ingenios, que son los que cuidan poco de Poliantheas". Y
no podía decir menos quien tuvo el privilegio de convivir y conver-
sar tras las rejas de los locutorios con las mujeres de mayor erudi-
ción, virtud y ciencia de su época, como Petronila de San José, que
hacía con él el Parayso Occidental, y la gran Sor Juana Inés de la
Cruz, con quien discutía sus inquietudes en las ciencias, la filosofía y
el arte. Por todo este conocimiento y trato de mujeres cultas, reco-
noce y da crédito respetuosamente a la obra femenina al grado de
que llega un momento en que él guarda la pluma, avisando al lec-
tor que la deja en manos de la concepcionista Inés de la Cruz.
Las citas bibliográficas podrían continuar, pero creo que éstas bas-
tan para demostrar que las crónicas de los conventos de monjas publi-
cadas por varones siempre tienen como base las crónicas manuscritas
hechas por ellas.
Vamos a ver ahora las crónicas de las monjas que conocemos, pero
para entenderlas, demos un ligero vistazo a las de los hombres.
El cronista escribe por obediencia a sus superiores. La finalidad de
su escrito es dejar memoria de las obras realizadas por sus hermanos
en religión sobre los pueblos y naciones que encontraron, hablar de su
civilización y de su cultura para mostrar después la acción de la pro- ·
videncia en la llegada del evangelio para la salvación eterna de todas
las gentes.
Todas las crónicas van sustentadas en esa visión providencialista
de la historia, en la cual la vida del hombre, criatura de Dios, está
inmersa dentro de los planes de la providencia divina para que al·
con Sor Juana Inés de la Cruz, la poetisa jerónima. Los nombres monjiles son se-
mejantes y en ocasiones iguales. Se llega al grado de que en un convento todas
lleven un mismo segundo nombre, por ejemplo Juana de San José, Luisa de San
José, etcétera. Todo esto hace difícil distinguir a las personas y exige una cuida-
dosa atención.
CRÓNICAS Y CRONISTAS 47
canee su destino eterno, a través de una lucha entre la gracia divina
y la: libre voluntad humana. Si esto se va presentando a lo largo de
todas las crónicas, llega a su máxima expresión cuando se relatan
las "vidas de los claros varones apostólicos" o se hace el menologio
de los religiosos notables. Y con esto se llega a la ya mencionada razón
que hace surgir las biografías en aquellos siglos: la ejemplaridad.
Dice el cronista dominico Alonso Franco: "Las sendas y caminos
por donde hemos de ir con seguridad son por donde ellos fueron:
sus ejercicios y santos ejemplos son los que nos enseñan, amonestan
y guían." Y justificando toda su crónica añade: "y el fin de esta
historia es ponernos tán eficaces motivos para que apresuremos el
paso, corramos con velocidad y que sea nuestro deseo solamente de
llegar a verlos y vivir en su compañía con las eternas felicidades". 7
Córdoba y Salinas, el gran cronista del Perú, explica· que la finalidad
de su obra es "pasar de unos hombres a otros la sabiduría que condu-
ce a la .Jerusalén celestial.
Las escritoras femeninas van a caminar, según veremos, por sen-
deros semejantes, pero no iguales.
Las cronistas se sucedían en el cargo de acuerdo con la voluntad
de la priora; algunas permanecían en él largo tiempo, como por
ejemplo en el caso de Josefa de la Concepción del convento de la
Concepción de Puebla, que fue cronista durante cuatro trienios.s En
ocasiones la priora o la secretaria ejercían el oficio de cronista, sin
que existiese formalmente el cargo.
En general las crónicas son iniciadas por las fundadoras de los
conventos y continuadas por su sucesoras. Como caso extraordinario
hay una que fue redactada por un grupo de monjas.
Existieron en la Nueva España sesenta y, un conventos de monjas,
lo cual nos da un mínimo de igual número de crónicas, descontando
que de algunos hay varias.
Los grandes colegios y beaterios también las tuvieron, por tanto
debió haber cerca de un centenar de ellas, sin embargo, la dispersión
de archivos causada por la exclaustración que derivó de las Leyes de
Reforma, motivó la pérdida de muchas. Conocemos actualmente sólo
cinco crónicas manuscritas completas, pertenecientes a archivos par-
ticulares. Existen, además, dos impresas: una completa y otra en par-
te. La más interesante por su antigüedad es la del convento de la
Concepción fundado en 1540, el primero de los conventos de México,
IJ) Joseph Gómez de la Parra, op. cit., pp. 51, 210, 2f2, 214 y ss., AGN, Bienes
Nacionales, t. m.
11 lbidem, pp. 51, ll5, 185, 12!!, 125, 214, 2!12 y ss.
CRÓNICAS Y CRONISTAS 51
mística. No conocemos todos sus escritos pero, por las not1c1as que
hay en su biografía, sabemos que redactó sus experiencias místicas
por orden de sus confesores, uno de los cuales fue el célebre padre
Miguel Godines S. J.
La madre Francisca fue además biógrafa de dos de las fundadoras,
Juana de San Pablo y Ana de Jesús, y de la venerable madre Isabel
de la Encarnación. 12 La biografía que de ésta escribió fue aprove-
chada también por el padre Pedro Salmerón, según lo declara en su
ya mencionada Vida de la Venerable Madre Isabel de la Encarna-
ción.13 A su vez la madre Francisca de la Natividad fue considerada
en su época como una mujer notable, por eso el mismo Salmerón
escribió de ella una hermosa biografía. Falleció en 1658.
12
lbidem, pp. 108, 11!1, 121, 12!1, 125, 1!10, 141 y ss., 200, 244.
18
Pedro Salmerón, Vida de la Venerable Madre Isabel de la Encarnación Car·
melita descalza, natural de la ciudad de los Angeles, México, Imp. por Francisco
Rodríguez Lupercio, 1675, fol. 21 v.
" Joseph Gómez de la Parra, op. cit., pp. 9!1, 202, 26!1, 251, 255, 268, 264.
52 CRÓNICAS Y CRONISTAS
1
CRÓNICAS Y CRONISTAS 53
noticias y pareceres de otras monjas para hacer una obra que hablase
con verdad y justicia de la insigne morena.16
Juana de Jesús María era criolla poblana, hija de Alonso. López
de Zepeda y Francisca de Morante. Profesó el 22 de julio de 1642.
Ocupó en el convento los cárgos de priora y maestra de novicias.
Además de su labor como cronista y biógrafa, su actividad manual
fue incansable: "en todo género de costura fue muy diestra, labrando,
deshilando, bordando todo lo necesario en la sacristía". Hizo los or-
namentos de la iglesia, los vestidos de los santos, relicarios pequeños
y grandes; de sus manos artistas salieron flores y rosas de seda y de
oro, de lienzo y de buche que luego formaron los ramilletes con que
se adornaban los altares en las festividades sacras~
Atraídas por su prudencia y sabios consejos, acudían las personas
angustiadas con problemas y dolores físicos, y ella las consolaba y
las ayudaba a solucionarlos, siendo correspondida después con limos-
nas en abundancia, y tanta, que se lograron comprar para adorno
del templo cincuenta blandones de plata. No hubo celda en la que
no hubiese algún objeto hecho por ella, dice su biógrafa la madre
María de Cristo.
Por toda esa polifacética actividad Juana de Jesús María se nos pre-
senta como el prototipo de la monja carmelita del siglo xvn, en la que
domina la influencia de Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Monja
observantísima de su orden, cuya profunda fe hizo decir al obispo
Fernández de Santa Cruz que "no había conocido cristiandad tan sin-
cera ni fe tan viva como la de la madre Juana de Jesús María".
De las carmelitas de Puebla hubo unos escritos que sería interesan-
te estudiar. Se trata de la correspondencia que, por orden del obispo
Fernández de Santa Cruz, sostuvieron con las carmelitas de Segovia.17
Desgraciadamente no la conocemos hasta ahora, pero en ella debe
haber muchas cartas de Juana de Jesús María.
En la biografía de la hermana Juana Esperanza de San Alberto,
que Gómez de la Parra reproduce apegado a su texto, lo mismo que
en otros escritos, se muestra mujer de claro entendimiento que es-
cribe con humildad y modestia, pero sin miedo a ser leída.
El párrafo de la biografía de la madre Ma. de la Visitación que pre-
senta Gómez de la Parra nos muestra claramente su forma de escribir.
Francisca del Espíritu Santo. Fue hija de don Alonso de Villanue-
va, criollo, y doña María de Zavala, natural de Vizcaya. Escribieron
1• Ibidem, pp. 316-319, 373, 206, 252, 267, 318, 319, 384 a 403.
17
Jbidem, PP- 373-374.
54 CRÓNICAS Y CRONISTAS
18
lbidem, pp. 214, 291 a 296.
'" Jbidem, pp. !106, 307.
00
Ibídem, pp. !106 a !109, !120, !126, 356, !162 y ss.
11
Josefina Muriel, op. cit., cap. vm, pp. !155 y ss.
CRÓNICAS Y CRONISTAS 55
Fue una costumbre generalizada que la fundadora y primera aba-
desa iniciara la crónica del monasterio. En este caso Inés de la Cruz
la inició, escribiéndola en un cuadernillo que sus sucesoras titularon
Fundación del Convento de San ]osé de Carmelitas descalzas de Mé-
xico/ escrita por la fundadora Inés de la Cruz. 22
los hechos más importantes y para que se vayan escribiendo las vidas
de nuevas generaciones. Al leerla nos da la impresión de que la cro-
nista entendía la historia humana como constante devenir que no se
corta, que no se termina con una fecha y una firma.
A Magdalena Villagrán, a Josefa Estrada y Zúñiga y a María Sal-
vadora, las sustituirán otras que por años y años educarán a las niñas
queretanas, porque la institución creada por ellas trasciende sus vi-
das de modestas y generosas mujeres.
De la misma ciudad de Querétaro conocemos otra crónica, la del
Real Colegio de Santa Rosa de Viterbo, fundado en 1720. La cronis-
ta María de Jesús Alonso de Herrera, cofundadora de la institución, la
escribió en el año de 1730.ss
Ésta es una de las crónicas mejor estructuradas que conocemos,
lástima que el ejemplar visto esté mutilado. Se trata de una gran obra
hecha con un planteamiento previo, dividida en capítulos, de los
cuale~ conocemos doce y parte del menologio. Toda ella es un docu-
mento interesantísimo sobre los alcances de la espiritualidad entre
las mujeres novohispanas, de esas que convivieron con el famoso fray
Antonio de Linaz O.F.M_., creador de los colegios de Propaganda
Fide cuyo primer eslabón fue el de La Santa Cruz de Querétaro.
Jóvenes que fueron dirigidas por egregios misioneros como fray An-
tonio Margil de Jesús. Mujeres también como las anteriores de me-
diana clase social y pobres, un tanto fanáticas e incultas, pero con
una fe y fortaleza extraordinarias, que conmovieron a los hombres
para que les fabricasen el hermoso edificio del colegio y su incom-
parable iglesia, cuya belleza aún nos emociona. Crónica criolla que
va manifestando ya lo propiamente mexicano.
La cronista Maria de Jesús Alonso no tuvo una gran cultura, era
modesta y tímida, pero también obediente al mandato de su confesor
y dócil a una "inspiración interior" que la movió a dej:ir constan-
cia de los sucesos extraordinarios que había vivido en el colegio.
Sus relatos, que ella firma, son apegados a la verdad, y nos pare-
cen en ocasiones increíbles por extraordinarios. Pueden ser aceptados
o no, lo importante de ellos es que nos revelan la personalidad de
una mujer del siglo xvm, y nos muestran un mundo femenino en el
que lo vulgar y lo ordinario se mezcla con lo sublime y lo místico,
con lo demoníaco y tal vez con lo histérico. En el fondo de todo hay
08
María de Jesús Alonso Herrera. Crónica del Real Colegio de Santa Rosa de
Viterbo de la ciudad de Santiago de Querétaro, 1730. Manuscrito propiedad de
Rafael Ayala Eche\'arri.
64 CRÓNICAS Y CRONISTAS
día que hasta allí había tenido por salir de este mundo que
yo tan mal quería.
Tomé el hábito viernes de la octava de la Resurrección a 22
de abril de 1588 años.
A seis o siete años de profesión enfermé, sin saber los médi-
cos, aunque eran buenos, de qué achaque, porque no era de su
facultad. Yo tuve la mayor culpa en no declararme. Con los
muchos remedios me enfermaron, dejándome desahuciada. Mas
sanóme el médico del cielo porque no se había llegado el tér-
mino de la partida. Estuve más de ocho años con quitárseme la
calentura, medio ética y otros achaques que me obligan a comer
carne hasta el Viernes Santo y estar lo más en la cama, sin po-
der pasar sin tomar algo cada un rato de noche, que si no me
desmayaba que parece que moría.
Viéndome se me pasaba la vida tan miserablemente, deter-
miné morirme siguiendo comunidad. Con no hacer más reme-
dios fui mejorando, cuando del todo perdí el miedo a la muerte,
me dio el Señor más ehtera salud que a otras 'Y con las pocas
fuerzas que siempre he tenido quiso Dios que hiciese más que
las· fuertes ... Acábase de escribir esto hoy 16 de septiembre
de 1629, para gloria de Dios y que su majestad sea amado y
servido de las que al presente son y de las que les sucedieren.
En este convento de San José de carmelitas descalzas de Mé-
xico. Inés de la Cruz, esclava de Jesucristo. 41
ser carmelitas que desde luego han de ser mis amigas, y las ten-
go de ayudar mucho. Mandónos venir a su presencia y asién-
donos de la~ manos nos llevó hasta la sala, que la tenían ade-
rezada para darle música y de merendar. No consintió nos
separásemos un instante de ella, sin reparar a la cortesía que
se le debía a la madre abadesa a que nada de esto hizo buen
gusto, ni a las demás, porque la emulación donde quiera se
entra; y pareciéndoles era culpa nuestra no advertir a la señora
marquesa que aquí el agasajo se había de hacer a la prelada,
pasóse toda la tarde en hablar de las carmelitas de España, y
nos contó cómo ella había estado tres meses en un convento
nuestro, y había deseado mucho ser religiosa en él, y que no
la dejó la reina por ser de poca edad, prometiéndola que en
teniéndola la dejaría con mucho gusto ...
• Dama de honor.
CRÓNICAS Y CRONISTAS 69
cada mes nos llenaban la casa de que era menester, de manera
que para que observásemos la santa pobreza nos mandaba el
señor arzobispo diésemos de limosna todo lo que nos .sobrara
a los conventos pobres, y monjas necesitadas que decía ser las
verdaderas pobres vergonzantes y sabiendo lo que dábamos de-
cía por gracia miren en qué ha parado la pobreza de mis car-
melitas que dan limosna a los otros conventos.
Crónica escrita por una beata anónima del Real Colegio de José de
Carmelitas de la Ciudad de Querétaro. Siglo xvm.
La cronista anónima que a fines del xvm escribe las Memorias del
Convento de Beatas Carmelitas de esta ciudad de Santiago de Que-
rétaro, principia su obra con este párrafo:
Hoy treinta de abril día del patrocinio del señor San José, co-
mienzo obligada de la obediencia y moción interior que por
Capítulo segundo del modo de vida que estas señoras tuvieron des-
pués de la muerte de dicho Juan Alonso
• Éste es el único dato que tenemos sobre escultura hecha por mujeres.
76 CRÓNICAS Y CRONISTAS
• [Margil de Jesús].
CRÓNICAS Y CRONISTAS 77
ñía y así envió por dicha licencia con un caballero que se em-
barcó, llamado don Pedro de la Águila y como no llevaron los
instrumentos la firma del arzobispo que lo era entonces el se-
ñor don Juan de Ortega, no consiguió ésta ... prosiguió su mer-
ced haciendo dichos cuartos, para el alivio de las hermanas,
que aunque no era su ánimo hacer beaterio, quería su mer-
ced que estuviesen las hermanas recogidas con conveniencia.
Viéronse pues dichas hermanas en sus cuartos y oratorio, aun-
que en el desamparo de una huerta sin resguardo alguno,
más que unos espinos maltratados del tiempo, dispusieron pues
su orden y modo de vida con más perfección de la que tengo di-
cha en el capítulo cuarto: se hacían los actos de comunidad con
gran vigilancia sin que se viera falta alguna, sin justa y debida
causa. Servíanse unas a otras con suma alegría. La desnudez de
todo lo terreno era grande, no tenía ninguna propio, ni recibía
cosa alguna para sí, todo era de todas. Les disponía un mozo
de tierra de la huerta y ellas sembraban la verdura y la cui-
daban. Empleábanse en los oficios humildes con grandísimo
gusto.
En este mismo tiempo se agregaron otras cinco niñas de va-
rias partes y lejanas tierras a la compañía de las que voy ha-
blando, bien nacidas, huérfanas y pobres como las primeras.
Corridas sus diligencias para entrar a la dicha casa y compañía,
por padres y sacerdotes, cuyo reparo se ha advertido en todas
las que han entrado en dicho colegio. La mayor de éstas que
digo no había llegado a los veinte años. Entre éstas fueron dos
pequeñas la una de nueve años y la otra de ocho años. Co-
menzaron desde esta edad a seguir el orden y modo de vida
que tengo dicho, con tanto fervor y espíritu como adelante iré
diciendo ...
que son de todos, tiene otras que le son propias, las de una
doncella hija de familia. Son la sujeción, la obediencia, el reco-
gimiento, el silencio, la compostura y la modestia. Todas estas
virtudes se hallaban en un modo extraordinario y singular en
aquella conducta que seguían, siendo modelo de mucho ejem-
plo a todas aquellas señoras que por distinción de su naci-
miento están obligadas a hacer público papel en la ciudad, para
unir con destreza la representación que en este teatro del mun-
do les corresponde, con la moderación y humilde trato que la
nobleza bien instruida demanda, a fin de que sin defraudar a
la República de todo aquello qu~ se le debe en lo político,
para el concertado cultivo de sus máximas, no se le defraude
al Autor divino ni aun las primeras partículas del tiempo que
es muy debido se emplee en su reconocimiento, pues es como el
tributo que debe rendir la criatura a su Criador, como en pri-
micias de la vida ...
esto se repitió varios domingos. . . otra vez una batea con ha-
rina muy hermosa, floreada. . . el señor de la tienda le dijo a
la mandadera. . . "Lleva esta harina a las madres, quizá les
sirva". . . otra vez que no había ni un medio para comer ...
subió la tornera con diez pesos que había traído una persona
la limosna. . . el pan nos hacen la caridad nuestros padres car-
melitas, desde el día que llegamos.
La inadre María Josefa de Santa Teresa, la que dio el dinero
para la fundación de Querétaro y solicitó ésta de Valladolid en
mi compañía. . . era prelada en Querétaro y acabó su prelacía
el día 12 de este mismo mes que fue el que se hizo la elección y
salió la única fundadora que quedaba en Querétaro la madre
María Eufrosina de San Juan Bautista, ... he vuelto a lo que
llevo escrito y tendrá que sufrir mucho quien esto leyere y si
estuviese encargado de arreglarlo, porque algunas cosas van re-
petidas. . . sin orden, y sólo se ha hecho de noche y a pocos
ratos y si el tiempo y vida me alcanzara puede que lo vuelva a
escribir. 46
... al levantar el velo del coro para oír misa, me llamó la aten-
ción un hombre que estaba en la iglesia fumando su puro den-
tro del sombrero. Me afligió mucho esto, comprendí en qué
manos estaba todo, pues tan pronto perdían el respeto a la igle-
sia, menos lo tendrían con nosotras.
Un día llegaron cuatro comisionados a revisar el convento,
todas las monjas fueron encerradas en el coro bajo, quedando
sólo tres para acompañarlos. Después de revisar el convento en-
traron al archivo e hicieron un inventario, llevándose muchos
libros. Al día siguiente otros se llevaron lo que quedaba. Todas
las cosas de plata, cuadros de la sacristía viso [sic] del sagrario,
fue algo de lo que se llevaron, unos como comisionados del
gobierno y otros por la libertad que tuvieron para tomarse todo
lo que quisieron. El día 13 de febrero de 1861 llevaron un pe-
riódico en que se leía una disposición de Juárez en que decía
que dentro de 15 días se señalarían los conventos que serían
suprimidos ... pero estaba ya fijado para este día el principio
de nuestro castigo en los justos juicios de Dios y debía cumplir-
se, fue éste el día crítico que había de mudar por completo
CRÓNICAS Y CRONISTAS 93
toda nuestra vida, nuestras distribuciones, ocupaciones, costum-
bres, en fin, un cambio tan total que en 30 años que llevamos
exclaustradas no se ha vuelto a poner el sistema antiguo en
nada.
Sor Antonia de los Santos fue una de las primeras indias caci-
ques que vistieron el santo hábito en este convento y nació en
la ciudad de la Puebla de los Angeles; por mayo en el año de
1798. Sus padres se llamaron don Lázaro Pérez de los Santos y
doña Nicolasa de la Concepción, ambos caciques y nobles entre
los de su nación y entre los cuales mismos fueron muy estima-
dos, por sus cristianos procedimientos y aunque de ellos no hu-
biera otro testimonio de su buen juicio y piadosas costumbres,
bastaría el que dio la hija cuando se presentó a la pretensión
de ser admitida al santo hábito, pues desde luego se reconoció
el cuidado y desvelo con que había sido instruida en la casa
de sus padres, porque aunque ella era naturalmente de compe-
tentes potencias para aprovecharse de la buena educación y de
una inclinación innata a todo lo bueno, todas estas prendas se
CRÓNICAS Y CRONISTAS 103
• De la ciudad de Texcoco.
CRÓNICAS Y CRONISTAS 105
.. Josefina Muriel, Las Indias Caciques de Corpus Christi, México, UNAM, Ins-
tituto de Investigaciones Históricas, 1963.
CRÓ:'<ICAS Y CRONISTAS 109
l. Padres.
2. Educación.
3. Matrimonio. Viqa dentro de él. Trabajo femenino para sostener
a la familia ante la incapacidad del marido.
4. Virtudes: fe, esperanza, caridad, pobreza, paciencia, prudencia.
5. Terciaria franciscana. Pobreza, oración, penitencia.
6. Ejemplaridad de su vida.
7. Dichosa muerte.
" María de Jesús Alonso y Herrera, Crónica del Real Colegio de Santa Rosa
de J'iterbo a la ciudad de Santiago de Querétaro. Ms.
CRÓNICAS Y CRONISTAS 113
Cierra la obra con este soneto que nos muestra a la poetisa Sor
María Teresa.
SONETO
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
CATALINA DE ESLAVA
no fue sino otra flor del mismo rosal. El colorismo que adornó
retablos y refulgió en cúpulas y aun en fachadas, riega en ver-
sos su vocabulario cromático y luminoso, a las tallas inverosí-
miles, las columnas salomónicas y los tímpanos contorsionados,
responden las metáforas complejas, los acusativos griegos y el
hipérbaton serpenteante. Y en lirismos de piedra y en arqui-
tecturas verbales, es una misma la pródiga ostentación de lo·
decorativo.6
"' La loa que se decía frente al arco para explicarlo -dice ella- que la hizo
un Angel, es decir, un poeta de este nombre. No conocemos quién fue, aunque
sabemos que se trató de un jesuita, tal vez el padre Miguel de Castilla, S.J., quien
cuarenta años después hizo los poemas del arco del marqués de la Laguna en
Puebla.
18 Venus, la diosa del amor y la belleza, y Diana, la diosa de los bosques. Las
Brotando suficiencias
La doctísima madre de las ciencias
Iba, aunque se interprete,
Cifrado en un vistoso ramillete
Lo raro y lo diverso
De la Universidad y el universo,
Compendio mexicano,
Emulación famosa del romano
En quien se ve cifrada
La nobleza y lealtad más celebrada:
Qué mármoles y jaspes
Ilustra desde el Betis al Idaspes 1 ª
Mostraba generoso
Cuanto sabe ostentar de lo honroso,
Haciendo competencia
Su generosidad con su prudencia,
Y en órdenes iguales
Del tribunal mayor y tribunales
Ostentaban primores
El factor, tesorero y contadores,
Donde sólo se iguala
Con lo rico y perfecto tanta gala;
Y a fámulas hileras
Forman tapetes, huellan primaveras.
El que la guarda rige,
Dignísimo sujeto a quien se erige
Por tan justo derecho
La blanca insignia que adornó su pecho,
Con denuedo galante
Era la perfección de lo brillante,
Y a lucientes aceros
Multiplicaba números de arqueros:
Insignia real divisa
La dignidad de un joven autoriza
Que a muchos les excede,
Tanto, que él solo competirse puede.
Mostraban su eminencia
Pompilios y Licurgos de la Audiencia,19
De quien hoy fuera amago
La docta rectitud del Areópago
Que Atenas tanto aprecia,
De Roma ejemplo y atención de Grecia.
Llegó la gran persona
18 Betis es el nombre antiguo del río Guadalquivir. Idaspes es el monte Ida.
10
Rey y legislador romanos cuyos nombres han pasado a Ja historia como sinó·
nimos de buen gobernante y sabio legislador.
130 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
"" Febo en poesía es el dios sol cuyo carro va tirado por caballos alados.
"' Es el pavo real que lleva la diosa Juno, protectora de las mujeres.
--- ··--- ---- - -
"' Pluraliza al rey mitológico Atlas, inventor de la esfera; los p<>etas han supues-
to que sostenía al mundo sobre sus espaldas.
134 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
17 Neptuno, dios romano del mar que pone como dios del agua y que se pre-
ilustrísima, nobilísima y muy leal ciudad de México, cabeza del occidental impel
río, erigió a la feliz entrada y gozoso recibimiento del excelentísimo S. don DiegÓ
López Pacheco, México, Imp. Juan Ruys, 16.W.
11 Anónimo, Zodiaco Regio, templo poUtico al exGelentisimo señor don Diego
López Pacheco ... Consagrado por la Santa Iglesia Metropolitana de México ...
compuesto por un religioso de la Compañia de Jesús, México, Imp. Francisco
Robledo, 1640.
119 Anónimo, Loa famosa que se le recitó al excelentisimo se1ior marqués de
De ímpetus transparentes
El curso desató de sus corrientes
Y a fuerza de raudales
Las calles fueron montes de cristales.
El aguacero no importa ya, las fraguas del dios del fuego han dado
nuevamente calor a la ciudad y con ellos se vislumbran en el horizon-
te las fiestas de toros, los juegos de cañas, cuando su musa empieza
a presentirlos.
138 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Vale la pena señalar aquí algunos rasgos del barroco que nos dan
la personalidad de la poetisa. Esa necesidad de cortesía, a la que
aludiera Ruiz de Alarcón, la encontramos en todo el poema desde
los primeros versos, hasta la excusa final de los últimos.
El poema todo tiene una perfecta unidad mental que no rompen
nunca las aparentes desviaciones a que da lugar el énfasis en la orna-
mentación, que es el uso de las libertades de artista barroca.
Símbolos y metáforas, originados por su amplia formación, son
usados por ella con gran naturalidad, dándonos la impresión de un
lenguaje usual entre las gentes de su mundo y su cultura. Esto tiene
plena comprobación con la sola lectura de obras literarias como las
de Góngora, Calderón, Ojeda y Valle Caviedes que se producen en
su tiempo y que marcan ya el camino del esplendor barroco mexi.
cano que años después veremos en Sor Juana Inés de la Cruz. Igual
podemos decir del uso del hipérbaton que altera el orden natural de
las palabras y hace tan difícil la comprensión de la idea.ali Otra carac-
terística del barroquismo de doña María es el dinamismo y los efectos
dramáticos que sabe introducir en su obra. Aprovecha la realidad y
sobre ella crea el efecto que quiere. Así a la mitad del poema, cuan-
do llega el virrey duque de Escalona, en medio de menciones de
dioses del Olimpo, introduce un incidente de dinámico dramatismo
a1 relatar cómo una piedra estuvo a punto de romperle la cara. Y
¡mujer al fin! preocupada de su belleza, le da al hecho tanta impor-
tancia que interrumpe el relato en su momento cumbre, dedicando
a lo que pudo ser su tragedia personal diez versos que terminan con
su declaración:
Gloriosamente ufana
Iba la gran nobleza mexicana.
Mostrando en su grandeza
Que es muy hijo el valor de la nobleza
Honor maravilloso
Fue de América suelo lo ingenioso ...
México36 que el primer poema a los toros fue hecho por ella, y Beris-
táin que conoció la edición de 1641 la consigna bajo el título de
Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros Cañas y Al-
cancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Ville-
na.37 Esta obra fue publicada por el Ayuntamiento de la ciudad,
"dando de gala a la autora 500 pesos".
En 1649, con motivo de la publicación de la obra Desagravios de
Cristo en el triunfo de la Cruz contra los judíos que compuso su tío,
el poeta Francisco Corchero Carreño, hizo un soneto que Francisco
Pimentel conoció y calificó "de gusto culterano".38 Ésta puede ser
una obra lírica, pero no la conocemos.
Durante el virreinato numerosos poetas surgieron a la publicidad
por medio de los certámenes literarios. Éstos eran convocados por la
Real y Pontificia Universidad de i\Iéxico, por algún Colegio Mayor,
alguna institución u orden religiosa.
Se hacían para festejar un acontecimiento real o religioso, como
el nacimiento de un príncipe, la jura de un rey, la gloria de la Vir-
gen María, o bien la dedicación de un templo, la llegada de las reli-
quias de santos o su beatificación. Eran convocados mediante carte-
les públicos con alegorías referentes a asuntos del concurso y las con-
diciones, temas y metros que podían emplearse, y fecha de entrega
de los poemas, que eran calificados por un jurado formado por inte-
lectuales distinguidos, dentro del cual había un fiscal y un secretario.
La cerei:nonia de otorgamiento de premios era solemnísima: en ella
el secretario leía los poemas laureados y al entregar los premios, alu-
día en "sendos epigramas suyos, críticas, sátiras o comentarios jocosos
a los premios". De este modo el buen humor quitaba lo solemne a la
ceremonia que concluía con la satisfacción de los triunfadores al re-
cibir los premios, que eran objetos de valor, como cintillos de oro
con esmeraldas y diamantes, cajas de polvos de plata repujada, jarras,
vernegales, fuentes, jarras del mismo preciado metal, tumbagas de oro,
paños de cambray con puntas de flandes, pomos esmaltados de perlas,
rosarios de coyole y filigrana, misales, etcétrea.39
El resultado del concurso era la publicación de los poemas premia-
dos que quedaba a cargo del secretario. Empero no todos fueron
t. IV •
.. Alfonso Méndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo siglo, op. cit., pp.
XLVI-XLVII.
142 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
"' Francisco Pérez Salazar, "Los concursos literarios en Nueva España", en Re·
vista de Literatura Mexicana, México, octubre-diciembre, 1948, año 1, no. 2, p.
294.
•
1
Juan de Guevara, Bachiller Presbítero, Certamen poético que celebró la docta
y lúcida Escuela de los Estudiantes de la Real Universidad de México a la ln-
nwrn!ada ConceJ1ción. México, Imp. Viuda de Calderón, 1654.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 143
• Por la edad que le atribuye Calleja, este famoso examen debió realizarse
en el tiempo que medió entre su salida del convento carmelita de San José y su
ingreso al jerónimo.
146 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
'" Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas, op. cit.1 p. 831.
148 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Este romance que nos dejó Sor Juana nos muestra su participación
en la vida social de palacio, y nos enseña también cómo sabía en
aquel medio mantener su dignidad de monja, al corresponder al se-
cretario del virrey, don Francisco de las Eras, con encender en el altar
una vela y pedir a Dios le diese buena fortuna.
En un principio los poemas que hacía como obsequio a, personajes
importantes iban manuscritos a poder de los destinatarios y así per-
manecían escondidos como tesoros, pues tenían carácter privado. Sin
embargo, hubo una mujer que valoró esta obra poética como algo
digno de publicarse: su amiga la virreina doña María Luisa Manri-
que de Lara y Gonzaga, marquesa de la Laguna y condesa de Pare-
des, quien al regresar a España en 1686, hizo que se reunieran todas
sus obras inéditas y dispersas entre particulares, para editarlas allá
junto con el Neptuno Alegórico, que se publicó aquí. Así fue como
en 1689 apareció el primer volumen de sus escritos bajo el título de
Inundación Castálida, obra que de inmediato la llevó a la fama,
titulándola "única poetisa" y "musa décima".
El camino estaba abierto; las imprentas de Madrid, Valencia y Bar-
celona editarían otros volúmenes con nuevos poemas. La crítica del
mundo hispánico se rindió a su pluma.
Dentro de esta magna obra literaria publicada entonces, y ahora
reimpresa repetidas veces, vamos primero a referirnos a la que nos
parece la mejor manifestación de su cultura humanística, el Neptuno
A legórico.47
Dos razones son las que dan una importancia especial a esta obra:
una es que se trata de la descripción del arco triunfal inventado por
Sor Juana por encargo del cabildo catedralicio para recibir al virrey
marqués de la Laguna y conde de Paredes. La segunda es que en la
publicación está incluida la descripción del otro de los dos arcos que
usualmente se levantaban en estos casos, que en esta ocasión el cabil-
do de la ciudad encargó a don Carlos de Sigüenza y Góngora, titu-
lado por él Teatro de Virtudes Políticas.
Si el nombre de Sor Juana contaba ya en la poesía, la publicación
del Neptuno Alegórico la colocó entre los intelectuales más distingui-
dos, pues encargar a una mujer obra de tal envergadura, confiar a
una monja recluida en su celda la concepción de un arco que sinte-
tizara la personalidad del virrey y lo exaltara más que con palabras
con símbolos, fue una altísima distinción, ya que la creación de éstos
islas y estrechos. ¿Qué otra cosa fue esto, que ser su excelencia mar-
qués de la Laguna General del mar Océano, con todos los ejércitos
y costa de Andalucía?"
El tridente que Neptuno tenía por cetro ella lo compara con "el
bastón de los virreyes en que se cifra la civil, criminal y marcial po-
testad, a que corresponden los títulos de virrey, gobernador, capitán
general y presidente de la Real Audiencia".
Las citas podrían continuar, pero basta esto como ejemplo.
El arco, tal como lo ideó, se levantó frente a la puerta occidental
de la catedral "por donde se sale a la plaza del Marqués", tenía trein-
ta varas de alto por dieciséis de ancho. Leamos las palabras con
que nos lo explica Sor Juana, porque son ejemplo de sus conocimien-
tos arquitectónicos:
Después Sor Juana explica los temas de las ocho pinturas del arco
que ella titula "argumento del lienzo" y que están basadas en la si-
militud de Neptuno y el virrey. El primer lienzo reproducía las
figuras de Neptuno y Anfitrite su esposa, con las caras de los virre-
yes, los cuales iban en un carro tirado por animales marinos.
El segundo era la ciudad de México anegada para manifestar al
virrey la urgente necesidad de las obras del desagüe y pedirle la
librara de las aguas que la inundaban con frecuencia.
El tercero era Delos, una de las islas Cíclades que, según la atri·
bución que le hace Sor Juana, había sido cimentada por Neptuno.
El cuarto tenía por tema la guerra de Troya, en el episodio en
que Neptuno salva a Eneas.
En el quinto aparecía Neptuno acogiendo a los centauros doctos,
o sea el virrey protector de la ciencia.
En el sexto, Neptuno recompensa al delfín por haber arreglado
su matrimonio con Anfitrite y lo coloca como constelación, es decir,
lo pone como protector de la familia.
154 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
PALESTRA LITERARIA
Y JUSTA POÉTICA
MARÍA SANTÍSSIMA
La soberana doctora
de las escuelas divinas
de que los á~geles todos
deprenden sabiduría
y en el escudo luciente
con que al infierno deslumbra
un monte con letras de oro
en que dice: Tota Pulchra.
La celebrada de hermosa
y temida por safiuda.
Bradamante en valentía.
Angélica en hermosura;
La Paladina famosa
que con esfuerzo e industria
conquistó la Tierra Santa,
donde para siempre triunfa:
coronada de blasones
y de hazañas que la ilustran,
por no caber ya en la tierra,
del mundo se nos afufa.
A la aclamación festiva
de la Jura de su Reina
164 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Y añade en otros:
Asciende más alto que todas las criaturas, electa mía, hija mía
y paloma mía. El verbo humanado dijo: Madre mía de quien
recibí el ser humanado recibe el premio de mi reino que tienes
merecido, el Espíritu Santo dijo: Esposa mía amantísima, entra
en el gozo eterno que corresponde a tu fidelísimo amor.115
"' María de Jesús de Agreda, La Mistica Ciudad de Dios, Madrid, Fareso, 1970,
3a. parte, lib. vm, cap. xx, p. 1476.
166 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Sor Juana para esta fecha conocía las obras de la madre Agreda, ya
que la primera edición madrileña había salido en 1670, seguida de
las de 1682, 1689 y 1692, y la M{stica Ciudad de Dios era ya amplia-
mente conocida en la Nueva España.
Los villancicos de 1685, compuestos para celebrar en la catedral
de México la fiesta de la Asunción, son los más sencillos. El concep-
tismo usual de Sor Juana se vierte sólo en alabanzas a la Virgen
María. En las coplas del primer nocturno usa las letanías como base
de sus versos, por ello confiesa que esa alabanza "es de la Iglesia,
aunque parece mía".
Las coplas glosan los epítetos de Puerta del Cielo, Estrella matu-
tina, Espejo de justicia, Reina de los ángeles y Reina de todos los
santos.
Este tema lo encontramos también en el segundo y tercer nocturnos.
En los Villancicos de la Asunción de 1690, que se 'tantaron también
como los anteriores en la catedral de México, Sor Juana hace unas
coplas para el primer nocturno, en las cuales el tema es una paradoja
teológica en la que discurre si el subir María al cielo fue bajar.
Dice así:
Si subir María al Cielo
fue subir o fue bajar,
quiero preguntar.
Esta paradoja, dice Méndez Plancarte, "tiene más agudeza que so-
lidez: para poder decirla seriamente, sería menester que nuestra Se-
ñora hubiese, desde' su vida mortal, gozado permanentemente de la
168 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Un herbolario extranjero
que es todo Sabiduría,
para curar de venenos
muestra una hierba bendita.
Manuel es el Extranjero:
a Él vaya quien la codicia;
que también se da de gracia
La que en Gracia es Concebida.
determinó su Poder,
que todo lo considera,
prevenir lo que no era
para lo que había de ser.
En el estribillo se canta:
Con las Letras de San Bernardo, Sor Juana entra en el terreno ha-
giográfico, dándole siempre un segundo lugar frente a la preeminen-
cia de lo teológico.
Vamos ahora a considerar dos villancicos dedicados a San Pedro
Apóstol,• el santo que a pesar de sus fallas humanas es escogido como
piedra fundamental de la Iglesia. El primero, hecho en 1677, lo inicia
con un elogio al santo, en el cual barrocamente invita a participar
a los ángeles "celestes jilgueros".
En el primer nocturno presenta Sor Juana su importante figura
como sucesor de Cristo, como "cabeza de la iglesia militante, puerta
pi-imera para pasar a la triunfante".
Estas ideas las desarrollará más ampliamente en las villancicos de
1690, en los que el estribillo del villancico v1 comienza con el plan-
teamiento de una pregunta teológica
Yo la diré,
Que es cosa muy fácil de responder
No la dirá,
porque tiene muy grande dificultad ...
Y porque en la potestad
de Pedro, se sepa que
no hay excepción que indultar
ni imposible que oponer,
El arroyo no olvida
de su origen la fuente,
la fuente de su vida;
antes, es la corriente
de su rizada plata,
la confesión más grata
que a su principio llega;
mas si Pedro lo niega
con ingratos desvíos,
los arroyos, las fuentes. y ríos
todos van al mar,
ellos a reír
y Pedro a llorar.
Esto lo completa con las coplas, de las que sacamos estos versos:
¡Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir!
¡Déjenle velar!
¡Déjenle dormir! ...
¡Déjenle dormir,
que pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
¡Déjenle velar!
¡Déjenle dormir!
Es en vano pretender
su vivo fuego apagar,
que hasta que deje de amar
no puede dejar de arder;
y como no puede ser
que no ame cuando se humana,
llora y arde sin sosiego ...
184 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Y termina:
Si venís a padecer
penas habéis de sufrir
que nacer para morir
es un morir al nacer.
Entre todas las obras de Sor Juana, ésta es la que a mayor altura la
representa como poetisa y como cristiana. Los críticos literarios como
Karl Vosler, Amado Nervo, Jiménez Rueda, Menéndez y Pelayo, fray
Pedro M. Vélez y Méndez Plancarte, afirman que es su obra cumbre,
que lo más bello de las poesías espirituales de Sor Juana está en las
canciones de este auto, "su canto al amor Divino toca a lo sublime",
la musicalidad del verso "como realización supera a la comedia cal-
deroniana". Vosler dice: "es de lo más bello que la literatura espa-
ñola puede presentar en el género de Autos Sacramentales". Y el más
profundo de todos sus críticos, A. Méndez Plancarte, al afirmar que
es superior este auto a los de Calderón, explica que lo es por la her-
mosura de la concepción, por todo el conjunto lírico-dramático, la
"excelsa hermosura de sus canciones", "la fúlgida elevación, grandeza
y originalidad de su alegoría, que sublima a profundo símbolo de la
Encarnación, la Redención y la Eucaristía". Por ello añade: "El Di-
vino Narciso se nos encumbra como el más logrado y bello de todos
los autos mitológicos, sin excepción".
El tema del auto es Cristo, Divino Narciso, enamorado de su pro-
pia imagen que por obra suya está en la naturaleza humana. Ésta, a
causa del pecado original cometido en el Paraíso, perdió la gracia
y por tanto la divina semejanza está en ella borrada.
Presenta como causa del pecado al amor propio que alejándose de
la razón culmina en soberbia. Es decir, el amor de sí mismo hasta el
desprecio de Dios, del que habla San Agustín.
Ése es también el pecado de los ángeles. Así lo confesará Eco (Luz-
bel) que arrojado de la presencia y gracia de Dios, vivirá lleno de
odio y de rencor a la naturaleza humana, que mantiene la esperanza
de encontrar nuevamente a Dios.
Después de presentar a la humanidad entonando himnos de ala-
banza a su creador, pone en boca de Eco el relato de la caída de los
;íngeles rebeldes:
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 187
a fray Luis de León y que nos llevan al origen de todos éstos, es.
decir, a los cantares bíblicos que en apasionados versos presentan el
clamor del alma por unirse a Dios su amor, su descanso, su centro,.
su todo:
¡Fuente de perfecciones,
de todas la más buena,
llena, llena
de méritos y dones,
a quien nunca .ha llegado
mácula, riesgo, sombra, ni pecado!
Ovejuela perdida,
de tu Dueño olvidáda,
¿adónde vas errada?
Mira que dividida
De la escarcha y la nieve
cubierto, voy siguiendo
tus necios pasos, viendo
que ingrata no te mueve
194 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
¿Así me correspondes
necia, de juicio errado?
¿No soy Quien te ha criado?
¿Cómo no me respondes,
En un campo de abrojos,
en tierra no habitada,
te hallé sola, arriesgada
del lobo a ser despojos,
Engordaste, y lozana,
soberbia y engreída
de verte tan lucida,
altivamente vana,
Y prorrumpí enojado:
Yo esconderé mi cara
(a cuyas luces para
su cara el Sol dorado)
Ninfas habitadoras
de estos campos silvestres,
unas en claras ondas
y otras en troncos verdes;
Centella de su beldad
se ostentaba el sol lucido,
y de sus luces los astros
eran brillantes mendigos.
Adoraban su deidad
con amoroso destino,
desde su gruta la fiera
y el ave desde su nido.
Adoraciones le daban,
devotamente rendidos,
desde la hierba más baja
al más encumbrado pino.
Maremagnum se ostentaba
de perfección, infinito
de quien todas las bellezas
se derivan como ríos.
Su propia similitud
fue su amoroso atractivo,
pudo ser objeto digno.
porque sólo Dios, de Dios
200 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Abalanzóse a gozarla;
pero cuando su cariño
más amoroso buscaba
el imán apetecido,
se determinó a morir
en empeño tan preciso,
para mostrar que es el riesgo
el examen de lo fino.
Ostentó lo enamorado
con amantes desperdicios,
e hizo todo cuanto pudo
el que pudo cuanto quiso.
• En este Auto, como en todos, S'or Juana demuestra su gran cultura teológica,
pero hay sin embargo un error que no señalaron los censores de España, donde
fue publicada la obra. Sor Juana dice que Hermenegildo murió porque no quiso
recibir la Eucaristía que le enviaba su padre como condición para perdonarlo
porque consideró que no era tal, puesto que el que se la daba era un cismático
y carecía de facultades para consagrar. Esto fue un error de la poetisa, pues
cismáticos y todo, eran bautizados y consagrados sacerdotes los arrianos, y aun-
que ejercían su ministerio sacrílegamente, sus sacerdotes tenían la potestad de
la orden sacerdotal y por tanto podían consagrar. Don Alfonso Méndez Planearle
atribuye el error a falta de reflexión de la poetisa por la prisa con que la obra
fue hecha para enviarse en la flota a la condesa de Paredes, marquesa de la
Laguna.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 205
Et Auto Historial Alegórico, El Cetro de fosé
811 Sor Juana Inés de la Cruz, Obras Completas. Autos y Loas, México, Fondo
de Cultura Económica, 1955, t. 111.
208 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Según este concepto ya no hay historia parcial. Hay una idea totali-
zadora de la historia de la humanidad que se inicia en el Paraíso
Terrenal y va desarrollándose en una perenne relación con Dios has-
ta la eternidad.
La historia de México en sus orígenes novohispanos nace vincu-
lada al tema teológico del encuentro de dos mundos que se entienden
a sí mismos dentro de valores religiosos propios. Así debió conocerla
ella, a través de su estudio en las crónicas de los misioneros, y de
aquí que nos presente unidos ambos temas. El interés de escribir so-
bre temas históricos muestra en Sor Juana el deseo de dar a conocer
en España a su mundo: América y México. Por ello escribe de estos
temas sólo cuando sabe que sus obras van a presentarse ante los reyes,
los consejos reales, las damas de la nobleza, caballeros y plebe de
Madrid.
Estas loas analizan tres etapas de la historia americana. La primera
-loa al Auto de San Hermenegildo-: el descubrimiento de las tierras
que entonces se llamaban Indias Occidentales. La segunda -loa al
Auto de El Divino Narciso-: la conquista militar de los pueblos indí-
genas de México y el encuentro ideológico de dos mundos que inicia
la conquista espiritual. La tercera -loa al Auto de El Cetro de ]osé-:
representa la imposición de una nueva estructura en América, basada
en la concepción jurídico-teológico de la España católica.
A través de personajes abstractos presentados en esa su forma poé-
tica de bondad, Sor Juana analiza los cambios que se ·van dando en
la historia, valorándolos desde el punto de vista de la teología dog-
-mática y mor.al. Sor Juana no hace nunca una valoración puramente
natural del hombre que, como diría García Ventura en su prólogo
a la Filosofía de la Historia de Maritain, resulta parcial e insuficiente,
por el contrario, tiene siempre a la vista "lo sobrenatural y la gracia
como participantes de la historia".
El primer tema surge en medio de una discusión estudiantil que
se presenta en la loa al Auto de San Hermenegildo. Va a utilizar para
ello el artificio que usó Shakespeare de introducir un teatro dentro
del teatro mismo.
Unos comediantes, en medio de la escena del patio de la Universi-
dad, que ya mencionamos, representarán el valor del descubrimiento
de América.
Aparece primero Hércules cuyos soldados colocan en Gibraltar las
columnas que marcan el término y extremo del mundo, indicando
con sendas inscripciones que no hay más mundo que el conocido, que
nada hay más allá de las Columnas de Hércules:
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 209
¡Non plus ultra! Non plus ultra
¡Aquí acaba el Universo!
¡Plus ultra!
¡Más mundos hay,
y ya venimos a verlos!
Nobles Mejicanos
cuya estirpe antigua,
de las claras luces
del Sol se origina:
pues hoy es el del año
el dichoso día
en que se consagra
la mayor Reliquia,
¡venid adornados
de vuestras divisas,
y a la devoción
se una la alegría;
y en pompa festiva,
celebrad al gran Dios de las Semilasl •
Entre los primeros poemas de la loa hay uno que es la clave para
entender la urgencia de la evangelización y la justificación de la con-
quista. Ella lo pone en boca de Occidente y dice así:
Occidente poderoso,
América bella y rica,
que vivís tan miserables
entre las riquezas mismas:
dejad el culto profano
a que el Demonio os incita.
LA POESÍA FE:\fENINA EN EL VIRREINATO 213
Pero Sor Juana sabiendo lo que siempre había ocurrido, que los
indios no entendían a quienes les predicaban, dice por boca de Occi-
dente y América:
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
Yo estimo, Naturaleza,
218 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Y luego añade:
esposa legítima de entre todas las que tenían, ni entendían por qué
no tomar esposa joven cuando la primera era ya vieja.
Ante el problema que Sor Juana considera atentatorio a la ley na-
tural, pone en boca de ésta su opinión:
A mí también, añadiendo
que pues me hace repugnancia
al Contrato Natural
admitir mujeres tantas
y desatar aquel nudo
que las voluntades ata,
mandes que los Matrimonios
públicamente se hagan
y que el que, siendo Gentil,
admitió Mujeres varias,
cohabite con la primera
Esposa, siendo Cristiana,
y esto por padrón te sirva.
colocar la sacrosanta
Imagen de Cristo, que es
la bandera soberana
en las lides de la Iglesia
que sigue la Ley de Gracia.
la primera es el pensar
que las Deidades se aplacan
con la víctima más noble;
y la otra es que, en las viandas,
es el plato más sabroso
la carne sacrificada,
de quien cree mi Nación,
no sólo que es la substancia
mejor, mas que virtud tiene
para hacer la vida larga
de todos los que la comen.
(A nadie novedad haga,
_pues así las tradiciones
de los Indios lo relatan.)
02
Sor Juana Inés de la Cruz, op. cit., t. IV.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 223
de sus Obras e impresos en 1701 y 1725. Hoy están publicados en sus
Obras Completas.63
Los dedica a la Virgen María con el barroco título de "Emperatriz
Suprema de los Angeles, Reina Soberana de los Cielos, absoluta Se·
ñora de todo lo creado" y hace una introducción en la que declara
que se documenta e inspira en la opinión de la venerable María de
Jesús de Agreda.
El título y los fines que persigue con ellos la vinculan a San Igna-
cio de Loyola, y no es de extrañar pues su confesor era un jesuita.
San Ignacio pretendió mediante sus famosos ejercicios que cada
persona realizara su introspección para hacerla tomar conciencia de
su relación con Dios, como ser creado y redimido por su amor,
"para la mayor gloria de Dios". Sor Juana se propone que se hagan
sus ejercicios "para sanear en algo el torpe olvido con que tratamos
el sagrado misterio de la Encarnación", y sacar de esas reflexiones,
sacrificios y oraciones que prescribe, el mejoramiento personal de
quien los haga y honra del Señor.
Los ejercicios de Sor Juana están formados por nueve meditaciones
seguidas de ofrecimientos y prácticas o ejercicios de oraciones y peni-
tencias.
Las seis primeras meditaciones están basadas en la Mística Ciudad
de Dios de la venerable María de Jesús de Agreda y corresponden
fielmente a lo contenido en el libro m, capítulos 1-6. Estas medita-
ciones tienen como base el Génesis, desarrollando la temática de los
seis días de la creación del mundo paralelamente a la descripción de
los inefables favores que Dios hizo a su Madre, para prevenirla y ador-
narla de la grandeza que había de tener.
Consideremos sólo un pequeño párrafo del capítulo n de la obra
de la Madre de Agreda· para ver su influencia en Sor Juana. Dice la
mística hispana que Dios, después de haberle manifestado a María
cuándo y cómo hizo la división de las aguas en el segundo día de la
creación, "la dio potestad sobre las influencias de los cielos y pla-
netas y elementos y mandó que todos la obedeciesen. Quedó esta gran
Señora con imperio y dominio sobre el mar, tierra,· elementos y orbes
celestes con todas las criaturas que contienen". 6 4
Sor Juana en el segundo día de sus ejercicios explica cómo Dios
después de haber separado las aguas de la tierra. y creado el firma-
mento, "segunda obra de aquella Potencia y Sabiduría inmensa ...
postró su hermosa máquina ante las virginales P.lantas de su madre".
Ahora bien, si la temática de Sor Juana está basada en los escritos
08
lbidem. Ejercicios devotos.
"' María de Jesús de Agreda, op. cit., lib. 111, cap. 2, p. !155.
224 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
La Fe y la Razón
La fe y la ciencia
cimiento científico. Por los datos que la mente recibe la razón conoce.
En su fe no puede haber dudas que provengan de la ciencia por-
que para ella la ciencia explica lo que creemos por fe, pues ciencia
es ir comprendiendo la obra de Dios. Por eso en su respuesta a Sor
Philotea explica cómo estudia en todas las cosas que Dios crió y dice:
"nada veía sin reflejo, nada oía sin segunda consideración, aun en
las cosas más menudas y materiales porque como no hay criatura, por
baja que sea, en que no se conozca el me fecit Deus no hay alguna
que no pasme el entendimiento, si se considera como se debe".
Sin embargo, dentro del interés en estudiar la obra de Dios hay
algo nuevo. En el pensamiento aristotélico-tomista la física era sólo
una ciencia teórica que como toda ciencia especulativa estaba unida
a la filosofía. Sor Juana no podía romper totalmente estos principios,
por eso cuando observa el fenómeno físico del cambio de estado de
un huevo lo llama filosofía de cocina, empero a la física, la astro-
nomía y otras, aunque las llame filosofía, empieza,n a ser en ella
ciencias experimentales, pues su interés en la naturaleza comienza a
llevarla por otros caminos que son los del interés científico moderno.
Dice en su aludida Respuesta que ella miraba y reflexionaba so-
bre todas las cosas
La creación
pezara a existir. 75 Sor Juana escribe: Dios, acto puro, mira todo lo
creado del infinito pasado al infinito futuro. Esto se asentaba en el
concepto de un Dios eterno, inmutable, cuyos actos lo son también.
Idea de la creación que completa con este pensamiento: Dios creó al
mundo gratuitamente, como un acto de su bondad, sin necesidad
alguna.
La naturaleza angélica
"' Sor Juana Inés de la Cruz, Ejercicios Devotos, Meditación del día Séptimo,
Octavo y Nono. Obras completas, t. 1v.
246 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
La naturaleza humana
Sor Juana mira la creación del hombre desde dos puntos de vista:
el de la fe, aceptando la revelación contenida en el Génesis, y el filó-
sófico-teológico de los padres de la Iglesia. Con estas dos visiones for-
ma su pensamiento sobre la persona humana.
La creación del hombre es el complemento del orbe, la perfección de
los cielos, la obra suma. Siguiendo al Génesis lo llama "perfección
y ornamento de todo lo creado". Dios perfeccionó sus obras, dice,
con hacer a su semejanza al hombre para rey del mundo. Lo creó
"en justicia original y gracia, le crió por monarca de todo lo creado en
el mundo" .11
Reflexionando sobre esa naturaleza humana creada por Dios, Sor
Juana la distingue de otras criaturas, como las plantas que tienen su
principio vital en el alma vegetativa, los animales que lo tienen en
el alma sensitiva, en tanto que en el hombre, ese principio vital es el
ánima, como lo llamara Santo Tomás, o la psyque de Aristóteles.78
Por esto explica que en el mundo existe lo insensible, lo sensitivo
y lo racional.
El hombre tiene un alma diferente a las piedras y a los animales;
una ánima hecha a imagen y semejanza de Dios.
En la mente de Sor Juana el hombre es un compuesto de alma y
cuerpo. Esta idea aparece constantemente en sus versos, por ejemplo
en los que describe el dolor de la ausencia, habla del cuerpo como
la parte sensitiva del hombre y de alma como aquello en que reside
el amor. El cuerpo humano es mortal en tanto que el alma es eterna.
También nos dice que el alma y el cuerpo, aunque diferentes entre
sí, forman un todo, es decir la sustancia del ser humano. El alma y
el cuerpo son un compuesto que sólo se separa con la muerte. Em-
pero, el alma in~ortal, espíritu glorioso, volverá a unirse con el cuer-
po el día del juicio o "día final" que dice la poetisa.79
Sintetizando lo que va diciendo en sus poemas, diremos que para
Sor Juana el alma es espiritual, inmortal y libre. En los versos de
una loa explica que las potencias del alma son la memoria, el enten-
dimiento y la voluntad, que las tres son "una mesma cosa en el alma",
aunque con operaciones diversas: "Que todas tres son el Alma y el
Alma es toda en cualquiera, que cada parte es todo" como en esencia
.,., Sor Juana Inés de la Cruz, Ejercicios Devotos. Meditación del día Sexto en
Obras completas, t. 1v.
'18 Frederick Copleston, S. J., op. cit., p. 174.
"' Sor Juana Inés de la Cruz, op. cit., t. 1, p. !500. "Bello compuesto en Laura
dividido".
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 247
indivisible.so El entendimiento, que es la razón, propone, la volun-
tad admite o reprueba, y la memoria da al entendimiento los avisos
para que sus razones sean congruentes. Así sin la memoria el enten-
dimiento escasamente tendría materia para discurrir. Por estas poten-
cias el alma es capaz de razonar, elegir, amar y recordar.
El libre albe,drío
Al hablar de la relación del hombre con Dios, Sor Juana toca el tema
del libre albedrío. Ha dicho que el alma inteligente y libre puede
El mal moral
La redención y la gloria
Venid serafines,
venid a mirar
una rosa que vive
cortada, mds.
La Iglesia
El pensamiento hagiográfico
11 Fray Luis Tineo de Morales, Aprobación del Rmo. P. Fr. Luis Tineo de
81
Catalina de Alfaro Fernández de Córdova, '"Soneto" publicado en la lnun·
dación Castálida, de Sor Juana Inés de la Cruz, Madrid, Juan García Infanzón,
1689, fol. 12.
260 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
¡No, no no corráis,
pues ya no podéis
aspirar a más!
¡Parad, parad!
Al término de los primeros versos, suceden las coplas con sus per-
sonajes históricos: Moisés cuya cuna meció el Nilo, y luego las más
hermosas mujeres del Antiguo Testamento: Débora, Jael, Judith, Re-
beca, Ruth, Bethsabé, Thamar y Sara, Abigail. Esther, Raquel y
Susana, para emular con ellas la belleza de Catarina, la "Rosa Ale-
jandrina".
Más adelante, en un ingenioso juego entre gitanos, va comparando
la muerte de Cleopatra con la de Catarina y las razones de una y
otra para morir:
Por esto el confesor que sólo así entendía la santidad decía que
Juana Inés volaba hacia ella. Finalmente y como si ya se hallase ante
el tribunal de Dios escribió a Dios su Petición casuística. En ella Sor
Juana vuelve a mostrarnos aunque sin pretenderlo su recia cultura.
Ella que conocía tan bien los dos derechos se presenta como reo
ante el tribunal, pero no de un juez terrenal falible, duro, sino ante
el tribunal de la misericordia divina. Leamos su párrafo introduc-
torio
Sor Juana se preparaba a morir, sabía que no podía vivir sin estu-
diar. Ya lo había demostrado con pérdida de salud a una torpe
priora.
Sabemos por ella misma que desde que ingresó al convento de San
José su naturaleza sufrió un choque tan brusco con el cambio de la
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 267
vida de palacio a la tremenda austeridad carmelitana que estuvo a
punto de morir. Salió de ese monasterio y se recuperó al lado de la
marquesa de Mancera. Estando convaleciente lo recordaría ella con
buen humor en su soneto, diciendo: "En la vida que siempre tuya
fue, Laura divina y siempre lo será, la Parca fiera que en seguirme
da, quiso asentar por triunfo el mortal pie ... " Sin embargo su cuer-
po no recuperó jamás la deseada salud. Hay en sus obras una cons-
tante mención, una queja suave, casi siempre en forma de excusa, a
no cumplir tales o cuales compromisos por falta de salud. Así lo dice·
en el prólogo de sus obras y lo afirma repetidas veces en su Respuesta
a Sor Philotea.
Empero su cuerpo fue obligado a vivir al ritmo violento de la
actividad de su espíritu: estudiaba y escribía todos los días sin des-
canso e incansable. Para responder a las cartas que en verso y prosa
recibía de las dos Españas carecía de toda ayuda ya que jamás tuvo·
secretaria o amanuense. Se veía obligada por la cortesía a componer
infinidad de poemas ocasionales que le exigían dedicación de tiempo·
y esfuerzo de la mente.
Las obras que escribió encierran tal cantidad de conceptos que·
sólo en un genio es concebible lanzarlos en tal profusión a veces en
un solo poema. Leerlos entraña un serio esfuerzo personal de aquel
que realmente quiere entenderlos, e implican en la autora una ri-
queza cultural increíble en vida tan breve.
En 1695 hacía un año que había dejado sus libros, que vivía negán-
dose a sí misma, sometiendo su delicado cuerpo a ayunos y peniten-
cias para sepultar las innatas ansias de su entendimiento. Su condi-
ción física debió haberse vuelto más precaria que en los años ante-
riores. Una grave epidemia atacó a las monjas y Sor Juana, a quien
el amor llevó al cuidado de las enfermas, se contagió.
La ciudad entera angustiada hizo oraciones por su salud, las de-·
mandas de noticias tenían al torno en constante movimiento. El 17
de abril de 1695 las campanas del convento de San Jerónimo dieron·
la noticia de su muerte. Ella podía al fin saciar sus ansias de saber·
en el que es sabiduría, luz, belleza, armonía y amor sin final.
En las solemnes honras fúnebres que se celebraron días después fue
su ·amigo don Carlos de Sigüenza y Góngora quien dijo el sermón
fúnebre. Éste fue el primer panegírico a la poetisa y a la verdad su
primera biografía. Todo el mundo de las letras hispanas se conmo-
vió, sus amigos y admiradores escribieron poemas en exaltado home-
naje, y sus obras se reeditaron nuevamente. Calleja primero y Eguiara
y Eguren después, escribieron su biografía, reconociendo todos uná-
nimemente los grandes valores que como mujer, como monja y como-
268 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
111 Pedro Ramírez del Castillo. Letras feliz.mente laureadas y laurel festivo de
De ella sólo sabemos que nació en la segunda mitad del siglo xvn,
contemporánea de Sor Juana Inés de la Cruz y monja en el Real
Convento de b Concepción de México.Di
Sor Teresa Magdalena de Cristo compitió en el tema contenido
en esta barroca quintil!a que hacía de San Juan de- Dios un Hércules
de la misericordia, comparándolo con el mitológico sostenedor del
mundo.
• Véase a mayor abundamiento la descripción que Francisco de la Maza hace
en su obra La mitología clásica en el arte colonial, comentando los festejos, mas-
caradas y paseos en la toma de posesión de la cátedra de teología de fray José
de las Heras en 1721.
00 Francisco Pimentel, op. cit., t. 1v, "La poesía en México".
•
1
Alfonso Méndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo Siglo, op. cit., p.
XLVI.
272 LA POESÍA FE:'\IENINA EN EL \'IRREINATO
Glosa:
Fue una monja profesa del convento de San José de Gracia, que se
distinguió por su cualidad de poetisa. Sabemos por don José Maria-
mo Beristáin y Souza que compuso numerosas poesías hacia 1702, con
las que formó una obra que él tenía inédita en su poder.
El certamen literario ya mencionado de 1724, en honor del efí-
mero rey don Luis I, tuvo como tema general la aplicación al rey del
trabajo de Hércules sosteniendo al Olimpo en sus Hombros.9 2
Con esta rebuscada temática hicieron las damas sus poemas y en-
traron a la lid. Desgraciadamente ocultaron sus nombres bajo el anó-
nimo, pero sus versos fueron publicados dejándonos con ellos un
testimonio más de la. cultura femepina de su tiempo.
Maria Josefa de San José compitió en lo que se llamó primera co-
rona, dejándonos este poema latino que no tuvo primer lugar por
haberse presentado fuera de. tiempo, aunque sí fue premiado.
El poema fue tan apreciado que se dijo que con él añadió "nuevo
e ilustre asunto a la fama de que puede gloriarse ufano este mexi-
cano parnaso". Admiraron los jueces "lo floridamente unidos a la ener-
gía y dulzura, lo culto, lo suave de la frase y a lo agudo y grave de
la sentencia, lo sonoro y numeroso de la cadencia", y aclamaron a la
oculta dama "Nueva musa y dama mexicana".
Contendió también anónimamente otra fémina con este poema cas-
tellano:
'" Segundo quince de enero de la Corte Mexicana. Solemne fiesta 4ue a la cano-
nización del místico doctor, San juan de la Cruz, celebró la provincia Mexicana
de San Alberto de CarmelitM descalzoJ de esta Nueva España, México, Imp. Jo-
seph Bernardo de Hogal, 1730.
276 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
Se le premió con un Agnus Dei que le fue enviado con los siguien-
tes versos:
Va en un Agnus la señal
Del premio que te concede,
Sea, pues, remedio total,
Para que no tengas miedo,
Y te libertes del mal.
Conspirando contra él
Los siglos de mancomún,
Hasta dar con sus cenizas
De olvido en el ataúd.
• Estas poesías están tomadas de la colección que publica Jo5é María Vigil en
su obra citada.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 279
Gozarse del trabajo y la fatiga,
Es ser Juan de la Cruz y la Cruz suya,
Que donde no halla Cruz halla tristeza:
Gemir porque la pena se mitiga;
Temer que el padecer se disminuya,
En lides de amor santo es fortaleza:
Pensar que siempre empieza,
De sí mal satisfecho,
No creyendo a su pecho,
Es vivir siempre en sí crucificado,
Imagen más expresa de su Amado.
A Fernando VI
"' José Rodríguez de Arizpe, Coloso Elocuente que en la solemne aclamación del
augusto monarca de las Espafías D. Fernando VI erigió sobre brillantes colum-
nas . .. La imperial y pontificia' Universidad Mexicana, México, Imp. en el Nuern
Rezado de Dofia María de Rfrera, 1748.
282 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO
La poetisa de Bethlen •
Otra interesante poetisa fue una que firmo con este seudónimo.
Desarrolló el tema de la cornificia que floreció en Roma en tiempos
del emperador Augusto. La composición nos muestra ese pensamien-
• Tal vez recogida o colegiala del Recogimiento de San Migue) de Bethlen.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 283
to barroco que llegaba entonces a las más extraordinarias fantasías
de la imaginación.
Vigil nos ha conservado sólo unas estrofas que publicamos aquí,
a falta del poema completo
una fue doña Ana María González y la otra doña María Teresa Me-
drano.
La primera ya conocida por dos certámenes anteriores, gozaba en
su tiempo de tanta fama que al publicarse el concurso en la obra
Cifra Feliz, 95 después de declarar que el lugar que ella ocupa en el
concurso no es "propio de las damas'', añade que doña Ana María
González "debe con razón apellidarse Musa Mexicana, por la suave
dulzura de sus versos".
En el certamen I, asunto n, se le dio un lugar del todo singular a
su soneto:
El numérico escuadrón
Que de estrellas suma el Cielo,
Es de Bárbara blasón;
Pues con lúcido desvelo
Vasallas de Venus son.
Epigrama
dorados chapiteles
y cabañas pajizas:
Desvelada yo entonces,
la mano en la mejilla,
el alma toda en Carlos,
entre el metro y la rima:
Acercóse y miróme
con afable sonrisa,
diciendo: 'Soy Apolo,
numen de poetisas'.
Jamás desempeñaras
la empresa que meditas:
que el coturno elevado
no es para pies de niñas.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 293
Inspirará Calíope
el fuego que la agita,
en Virgilios y Horneros
que ambas Españas crían.
A la que es de tu sexo
honor y dulce envidia,
de Parma fértil rama,
de la España delicias:
A la prudente, casta,
religiosa, benigna,
Esposa fiel y tierna,
dirélo todo, a Luisa:
Colores mentirosos
de hermosuras lascivas,
que desmiente la idea
del mismo que las pinta.
Ya te dí la materia;
escribe persuadida
a que es tuya la mano,
mi numen quien te inspira.
Desaparece; y tanto
sus consejos me obligan,
que en Luisa a todas horas
mi musa se ejercita.
De Luisa la grandeza
se presenta a mi vista:
voy a elogiarla y hallo
que no tiene medida.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 295
Escribo, borro, rompo;
mi musa se fatiga;
vuelvo a escribir, y siempre
vuelvo a una cosa misma.
Asuntos soberanos,
cual es el de este día,
los confunde el ingenio,
sólo amor los explica.
En amoroso idioma
los premios se compitan,
y dénse a los que amantes
con más afecto digan:
Colegiala del famoso Colegio de las Vizcaínas, hace unos versos que
la presentan como una mujer culta, que sabe manejar la pluma y
expresar sus ideas, enternecida de nuestro pasado prehispánico, cono-
cedora de que el sitio donde se levantaría la estatua había stclo el
recinto del templo mayor.
Las octavas que le fueron premiadas en esta sección del concurso
dedicada a la generosidad de Branciforte son las siguientes:
• José Mariano Beristáin de Souza, Cantos de las Musas Mexicanas con motivo
de la colocación de la estatua ecuestre de nuestro Augusto Soberano Carlos IV,
México, Imp. Mariano de Zúñiga y Ontiveros, 1809.
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 299
Sí corazones que el amor fecunda
De gentes cultas en los pechos leales,
Que en defensa del que ella representa
Contenderán por ser víctima cruenta.
Si la benigna influencia
De las hermanas nueve
Favorece a los hombres
¿Por qué no a las mujeres?
Y si hay en almas sexos,
A sus influjos tengo más derecho.
Estamos en el caso
De alabar dignamente
La lealtad empeñosa
Con que la estatua ecuestre
Del soberano Carlos
Colocan hoy los fieles mexicanos.
Si dignamente dije,
Ya desisto cobarde:
Sea el sexo mi asilo;
Mas valor no me falte
Para retar a voces
A los hombres que lo hagan si son hombres
Y mil enhorabuenas
Por el amor y aprecio
Que le debéis felices
Al rey, que guarde el Cielo,
Y a su vida conceda
:\Iás duraciones que a su estatua bella.
Ante tales hechos que las conmovían van a pasar a la acción, pero
acción adecuada a monjas. Van a esmerarse en hacer oración "más
instante" y van a rogar continuamente por la restitución del monarca
al trono de España.
Hallándose por aquellos días haciendo trámites para fundar un
convento de carmelitas en San Miguel el Grande (San Miguel de
Allende) y con gran confianza en que Dios les restituiría como rey a
Fernando VII, se comprometieron a que el convento puesto bajo la
protección real tuviera por patrón o titular el Santo que se celebrase
el día del regreso de su majestad a España u otro, si el rey lo deseaba
así.
Se comprometieron a celebrar cada año en esa fecha una solemne
función religiosa en la cual para eternizar la memoria de estos he-
chos el sermón se referiría siempre a "las causas que movieron a tal
•
LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINATO 311
•
querían vendernos sintedio
sin ninguna compacion
nos comprava Napoleon
tusadas, ados por medio
y dios nos mando el remedio
en Ydalgo, y en Morelos
amvos nos defienden fieles
con los mas fuertes rigores
abuscar alos traydores
vamos con espadas crueles
•
esta intencion ynumana
esta infante tirania
la a defendido en el dia
nuestra Reyna Americana
como madre soverana
olle nuestra triste queja
y su amor jamas se aleja
delas que aqui suspiramos
juntas compañeras vamos
adarle muerte a Calleja
•
Emos perdido evidentes
nuestros Padres y maridos
nuestros, hijos, muiqueridos
hermanos, tíos, y parientes
pues vamos que como ardientes
sean nuestras espadas crueles
312 LA POESÍA FEMENINA EN EL VIRREINA TO
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Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
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cultura/femenina.html
MfSTICA Y TEOLOGtA
JEREMÍAS 20:7-9.
ritu" y que todos traducen en amor que arrebata los sentidos y que
el profeta Jeremías llama seducción de Yavé. Amor que hace violen-
cia a la voluntad y la vence hasta la entrega total, porque el Señor
es el más fuerte Amador.
La mística española es sin duda una de las más importantes ma-
nifestaciones del renacimiento ibérico. A través de ella se muestran,
en toda su magnitud, los elementos que lo constituyeron. Los inte-
reses religiosos, filosóficos, humanistas y populares de aquella ances-
tral cultura española se combinan y son interés nacional en la mani-
festación mística. Esto lo muestra, como dice Audrey G. Bell, la enor-
me producción de este tipo de obras, que supera aun la de las novelas
pastoriles.
El interés en lo místico viene a la Nueva España traído por los pri-
meros misioneros, obispos y hombres seglares de aquella España de
vital catolicismo, conquistadora y evangélica.
Místico fue el padre de aquella primera misión franciscana de
1524, fray Martín de Valencia, que se retiró a las cuevas del Sacro-
monte para poder estar a solas con su Señor. Igualmente lo fueron
aquellos frailes agustinos que por la mañana eran civilizadores que
erigían pueblos y levantaban hospitales y por las tardes se retiraban
a orar en las montañas. Ésos a quienes los indios veían levitarse en
místico arrebato por encima de las copas de los árboles. Gregorio
López lo fue también en su retiro en las cuevas del hospital de Santa
Fe de Tacubaya y luego en Oaxtepec, a donde se fue huyendo de
las visitas que le hacían virreyes y arzobispos; místico que unas horas
estudiaba las plantas medicinales de los indígenas y otras, inspirado,
comentaba el Apocalipsis.
Para fomento de este tipo de vida, se divulgó una literatura mís-
tica. El primer arzobispo, fray Juan de Zumárraga, deseaba que la
vida cristiana que aquí se plantara fuera por esos senderos más pro-
pios de gentes sencillas que de sabios. Por ello Juan Estrada tra-
duce al castellano, aquí en México y antes que fray Luis de León lo
hiciera en España, la Escala Espiritual del místico contemplativo San
Juan Clímaco (525-616). Por esto no es raro que éste sea el primer
libro impreso en la Nueva España ni lo es tampoco que, siendo tan
tan caras las impresiones y tan escasas las imprentas, se editara tres
veces en el siglo xv1 (1546, 1549 y 1575) la Mística teológica en la cual
se nos enseña el verdadero ca.mino del cielo de San Buenaventura.
Las obras de fray Juan de los Angeles, fray Luis de León, fray Luis
de Granada, del beato Juan de Ávila, de San Juan de la Cruz, San
Ignacio de Loyola y otros llegan constantemente durante los siglos
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 315
1
María de Jesús de Agreda, Mistica Ciudad de Dios, Introducción de Celestino
Solaguren, O.F~M., Madrid, Imp. Fereso, 1970, pp. en-cm.
316 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
rentes que señala con toda serenidad: uno es esa actividad que tiene
diariamente en su cama de enferma, y el otro, esa vida interior de
relación íntima con Dios. Con su espontánea sinceridad dice:
Después reza, luego se cura las llagas que tiene en su sedente cuer-
po y en seguida inicia las actividades que su condición de inválida
le permiten, teniendo presente que vive en una comunidad.
Ella misma lo demuestra cuando dice que a diario se dedica a
sos bíblicos que glosa San Juan de la Cruz: "Y en la bodega del ama-
do bebí. .. "
A lo que añade después en otro bellísimo párrafo en que nos des-
cribe cómo la "enviste" la gracia de Dios con una luz que tiene 010-
res que exceden a todos los perfumes de la tierra, que es lo mismo
que decir una luz que embriaga todos los "sentidos interiores y exte-
riores". Y los suspende en un éxtasis en el que el alma encuentra la
paz. Este modo de hablar es una expresión exacta del hecho, en el
lenguaje de la época, claro y preciso. La doctora de Avila ha definido
esto mismo repetidas veces como ímpetu grande de amor que viene
de Dios sobre el alma y que la deja "como embobada".4
Profundizando más en el mismo tema, en el párrafo siguiente, Ma-
ría Magdalena nos habla de ese licor que como fuego muy ardiente
se derrama sobre el alma que en vivas llamas arde el corazón y le deja
enajenadas las potencias. A lo que la experimentada maestra Santa
Teresa añade: "otras veces da tan recio" que "ni nada no se puede
hacer que corta todo el cuerpo; ni pies ni brazos no puede menear,
antes si está en pie, se sienta ... "
Pero en este difícil y peligroso camino de la mísitca los que van
por él no gozan siempre de esos favores. Hay momentos en que el
amado de su corazón se -ausenta. Por eso San Juan de la Cruz describe
ese momento en su cántico espiritual diciendo:
¿A dónde te escondiste
amado y me dejaste con gemido?,
como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando
y eras ido.
porque yo, aunque veía que la vida de esta Sierva de Dios era
vida santa, nunca tuve tal intento; últimamente un martes a
veinte y nueve de marzo del año de mil seiscientos, y treinta y
tres, habiendo yo comulgado, dije a esta Sierva de Dios, que
me encomendase a Su Majestad, que tenía una necesidad; y me
dijo, que en mi corazón había visto a nuestro Señor, y le había
dicho que me ayudaría: sin decirle yo lo que era.1 1
18
Diego de Lemus, op. cit., Prólogo, s/p.
'-' Félix de Jesús María, op. cit., lib. 11, cap. 1x, p. 128.
111 Miguel Godines, A-puntes de la vida de la Madre María de Jesús. Inédita.
Transcrita en parte por el P. Félix de Jesús María, pp. 128-129. Copia del original,
en_ el proceso de canonización que existe en el Ministerio de Asuntos Exteriores
de Madrid.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 335
Diversas veces hablé a la Madre María de Jesús de esta materia
de su oración, y con tener tan lindo entendimiento, llegando a
querer explicarse en esta materia, la hallaba como bozal, sin po-
der explicar con palabras las obras maravillosas de Dios; y así
la examiné por interrogatorio, que la hice por escrito en esta
materia.
Raptos y éxtasis
18 Félix de Jesús María, op. cit., lib. 111; cap. 1v, p. 244.
• Es decir, símbolos.
• Diego de Lemus, op. cit., lib. 1v, cap. xn, p. 420.
1
1
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 337
Pero María de Jesús entró y allí recibió la vestidura que el creador
le concedió con la pureza que había alcanzado en el bautismo.
En el capítulo x de sus apuntes, Agustina relata el más extraordi-
nario éxtasis de su compañera. Estando en oración pidiendo a Dios
por las necesidades de diversas personas y en especial de su confesor,
"fue arrebatada en éxtasis y conducida a un lugar cuya belleza hace
suponer el cielo".
• Estancias.
•• Padrinos o anunciantes de felicidad .
.. Francisco Pardo, op. cit., tratado JI, cap. m, ff. 76-77.
•u María lle Jesús tenía una esclava para su servicio personal, según costum-
bre de la época.
340 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
con mi gracia, y favor has padecido en todos los lugares, que has
visto que muy pocos santos los han pasado todos juntos. Esta
gran merced te ha sido concedida, por la intercesión, de mi Ma-
dre, que siempre me está pidiendo por ti. 2 ª
¿Qué sitio o espacio ameno viene a ser aquel que, en poco tiem-
po antes, vi a mis conventuales profesas en el instituto de la
Limpia Concepción? ¿Qué contorno aquél que (según tú me
declaraste y diste a ver) estas vírgenes ocupaban? Cuyo apaci-
ble asiento, claridad serena y quietud. deleitosa, me llevó la aten-
ción y ahora me da motivo a saber de ti, ¿cuál es aquel territo-
rio, cuya aquella posesión y de quién aquella gozosa felicidad?
Porque según advertí cuando por allí me trajiste, vi a las mon-
jas de mi convento entre las muchas que profesan este instituto
y las primaveras floridas de aquel sitio. El ángel le respondió,
diciéndole: aquel feliz estalaje, sabrás que es el espacio estrecho
de la clausura, donde las religiosas, que divisaste allí de tu mo-
nasterio, siguen el camino de la perfección, observando exacta
"' Francisco Pardo, op, cit., tratado .11, cap. m, ff. 124-125.
" Francisco Pardo, op. cit., tratado 11, cap. 11, f. 125.
---------- ·--- -·------
• El relato que hace Pardo del éxtasis es más largo y detallado; Lemus lo abre·
via y Félix de Jesús lo corta quitándole el último episodio celestial.
rr Félix de Jesús María, op. cit., lib. 111, cap. IU, p. 239.
'.\IÍSTICA Y TEOLOGÍA 343
Oración vocal
Día a día se extendió esta devoción por los numerosos devotos que
se asentaron en la Cofradía. U no de ellos, hermano de la madre
que donó la imagen que sería la titular, le construyó a sus expensas
un hermoso colateral "en cuyo centro o concha se engastó la propia
imagen a un lado del Coro", según relata Pardo.
El servicio de Dios
80 Félix de Jesús María, op. cit., lib. 11, cap. xv1, p. 174.
•1 Félix de Jesús María, op. cit.,. lib. 1, cap. x1v, pp. 55-56.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 345
Y añade:
• Desm~yo, desfallecimiento .
.. Félix de Jesús María, op. cit., lib. 1, cap. xv, pp. 164-165.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 347
s.• Francisco Pardo, op. cit., tratado 111, cap. vm, f. 167 vta.
348 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Utilizó ese don que los místicos llaman de conocer interiores para
consolar y alentar a sus prójimos.
Agustina nos cuenta cómo ella era un libro abierto para su amiga,
que sabía lo que le pasaba siempre. En una ocasión viéndola preocu-
pada, le dijo:
88
Francisco Pardo, op. cit., tratado m, cap. 1x, f. 176 vta.
37 Francisco Pardo, op. cit., tratado m, cap. 1x, f. 177 vta.
98
Felix de Jesús María, op. cit., lib. m, cap. VII, p. 266.
350 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Yo me puse a cantar, para que mi voz fuese oída del Cielo más
sonora, en el nombre de Nuestra Santa Madre la Iglesia, cuan-
tas las letras que pronunciaba, eran tantos actos de contricción,
de humildad, de amor y de agradecimiento, que yo ofrecía con
mi corazón, al Soberano recién nacido. Eran también tantos rue-
gos con que le pedía abundancia de gracia para los infieles, la
conversión de los pecadores, la reducción a nuestra Santa Fe de
los herejes y otras gracias y favores en beneficio de personas
particulares. 311
La virtud de la fe
"' Felix de Jesús María, op. cit., lib. 11, cap. xxn, p. 210.
41
Felix de Jesús María, op. cit., lib. 11, cap. xvm, p. 182.
352 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
"Digo con toda verdad -añade Agustina- que si tne obligasen a jurar
lo juraría, que era esta sierva del Señor tan humilde, que ordinaria-
mente me decía con muchas lágrimas, que tuviese por cierto que las
gracias que el Señor le hacía eran sólo pq_r la intercesión de la Madre
de Dios; y me contaba sus pecados, los cuales por más que los exa-
geraba, no eran sino cosas ligerísimas y la vi en estas ocasiones derra-
" Felix de Jesús María, op. cit., lib. u, cap. XXI, pp. 199-205.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 353
mar muchas lágrimas, pidiendo a Dios con muchos actos de contric-
ción el perdón:
Que aquel que veía entre pálidas flores, muerto, y entre va-
rias y deliciosas rosas, cadáver, era su cuerpo virgíneo. Avisóle
el Señor que ya instaba el tiempo en que había de morir y
juntamente declaró que las rosas con que estaba rodeado aquel
cuerpo difunto, idea de su vecina muerte, representaban las vir-
tudes heroicas y varias, que en su vida había ejercitado, sobre
todas las cuales, en significación de las amarguras, trabajos y
persecuciones que había padecido, se acumulaban con mayor
extremo y número las flores o ramilletes de retama, en cuya
amargura y acrimonia, desapacible mucho para el gusto, pero
suavísima para el recreo del olfato, se cifraban los sinsabores,
penas y calamidades que ella había llevado con igualdad de
ánimo en la clausura. Le dijo Cristo en esta ocasión, así has
florecido con mi favor y gracia en tantas perfecciones, por me-
dio de estos sentimientos bien sufridos y al impulso o expe-
riencias de estas, ya para ti dulcísimas amarguras.
43 Felix de Jesús María, op. cit., lib. 11, cap. xx1v, p. 219.
354 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
"' José Mariano Beristáin y Souza, op. cit., Agustina de Sta. Teresa.
47
Félix de Jesús María, oj1. cit., lib. 1, cap. xv, pp. 60-64.
356 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Una idea cabal sobre los escritos de Agustina de Santa Teresa sólo
la tendremos cuando conozcamos su obra completa.
La madre Agustina de Santa Teresa, biógrafa y escritora de la mís-
tica que vivió la madre María de Jesús, fue a su vez mística y maestra
de ella para otras monjas, de tal modo que llegó a ser garantía de
santa vida el haber sido discípula de la humilde Agustina.
A su muerte, su convento le celebró solemnes honras fúnebres,
haciéndose en ellas hermoso panagírico de su vida.
Romance
En aquella noche obscura
en que a una alma sumergida,
le parece que se halla
sin Dios, sin luz y sin guía;
En un mar de confusiones
luchando ahogada y hundida
se ve, sin hallar el puerto
a que sus ansias aspiran.
Multitud de pensamientos
la tienen tan oprimida,
que cada uno es un dardo
que a traspasarla conspira.
En un infierno abreviado,
y en abismo de desdichas
se contempla, imaginando
la felicidad perdida.
La imaginación la asusta,
el dolor la martiriza,
los horrores la atormentan,
y los desmayos la privan.
362 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
El corazón desfallece
con penas tan excesivas,
que la misma muerte es nada,
comparada a su agonía.
A ti me vuelvo mi Dios,
entre humillada y contrita,
por ver si el dolor te mueve,
o mi pena te lastima.
Y si quisieras llevarme
por el camino de espinas
flores serán de mi gusto,
que es el tuyo mi delicia.
Gozosa padeceré
ansias, congojas, fatigas,
desamparos, sequedad,
desmayos y rebeldías.
No permitas se malogre
la sangre por mí vertida;
sino que sepa lavarme
y quedar del todo limpia.
---~~---------------
Para tener una idea cabal de quién fue esta criolla novohispana, hay
que quitarle al grabado que se le hizo a su muerte, las arrugas que
la enfermedad, la desnutrición y las penitencias dejaron en su rostro.
Así podremos imaginarla como una mujer mexicana, con su rebozo
sobre la cabeza y terciado al hombro, tocando la guitarra o el arpa
y cantando a un tiempo los salmos. Pero podemos mirarla también
frente a su mesa con la pluma en la mano, mirando al infinito, mien-
tras de su rostro sale una brillante luz.
Fue hija de Martín Carrasco, burgalés de origen, y María Ramírez
Morales, criolla de la ciudad de México. Nació en esta capital de la
Nueva España en marzo de 1655.
Formó parte de una distinguida familia cuyos bienes de fortuna
permitieron dar a sus hijos la educación y el bienestar que la riqueza
hace posible.
Como la gran mayoría de las mujeres de su época y de su clase,
supo escribir y leer desde pequeña, cosa que le permitió desde sus
más tiernos años dedicarse a la lectura de libros religiosos.
Francisca Carrasco Ramírez nos presenta uno de los no muy fre-
cuentes casos de llegar a ser una mística sin ser monja. Como tal, la
conocemos gracias a la biografía que de ella escribió el licenciado
Domingo de Quiroga, S.J ., que fue publicada con toda clase de elo-
gios, a probaciones religiosas e inquisitoriales en 1729. 5 1 En ella nos
relata la vida llena de hechos extraordinarios de una mujer, desde
los 4 años de edad hasta su muerte, y una continuada oración que la
eleva a la mística. Para hacerlo, utiliza, según su propia declaración,
los apuntes que ella hizo por orden de su confesor.
Quiroga publica parte de esta autobiografía textualmente y la otra
• 1 Domingo de Quiroga, Compendio breve de la vida y virtudes de la V. Fran-
cisca de Carrasco del Tercer Orden de Santo Domingo. Escrita por el Rev. P ....
México, Imp. Joseph Bernardo de Hogal, 1729.
366 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Este suceso, acaecido alrededor de los cinco años, cambió desde esa
edad la vida de Francisca, quien se tornó silenciosa, humilde, mansa
de corazón. Los intereses mundanos, incluyendo a su propia familia,
pa~aron a segundo plano. Se desprendió de alhajas, vestidos regios,
medias de seda, en fin, de cuanto lujo le dieran sus padres. Cam-
biaba sus ropas finas con las burdas de las esclavas de su servicio.
Vivía en su casa pero tan retirada de todos los que la habitaban y
de los intereses que en ella se tenían que parecía estar fuera de ella.
Su ocupación principal fue entonces enseñar la doctrina y misterios
de la fe a los niños y "personas rudas como sirvientes de personas
amigas que no sabían bien la lengua española y hablaban mal la
nativa".
A los siete años de edad fue examinada por el padre Bernardo Par-
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 367
do, provincial de la Compañía de Jesús, quien viendo el gran cono-
cimiento que tenía de los misterios de la fe, le permitió desde esa edad
confesar y comulgar cada ocho días.
Siendo muy jovencita, estando en oración, oyó una voz que le de-
cía en el alma "Hija mía, dame tu corazón", a lo que ella, según sus
apuntes autobiográficos, respondió:
• Los escritos titulados Afectos han sido frecuentes entre los místicos y teólogos
----------- - - - - ---------- -
de todos los tiempos. San Agustfn tiene hermosísimas páginas bajo este rubro que
pudo haber conocido nuestra biografiada en la traducción del padre Montesinos.
372 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Poco os ama,
El que a la llama
De vuestra amorosa pasión
No llega a la satisfacción
De que os ama.
Ay del gusano,
Que es tan vano,
Que no piensa, que es gusano
En el amar,
374 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Y en el obrar.
Oh dolor, que atormenta,
Que fuertemente lastima,
Da fervor
Con temor.
Aquel, que así no padece,
Perece.
Y es riguroso penar
El gozar.
Oh qué fuerte padecer,
No padecer.
Para mí se hicieron las penas,
Para mí, que las tengo por buenas,
Para mí, que para penar nací.
Oh alegría de penar,
Nunca me quieras perder.
Mi luz en cruz,
Mi lucero en un madero,
Y yo sin cruz,
¿Cómo puedo tener luz?
Aprisionando anda el soldado,
Galán, alegre y regocijado,
Él desnudo y yo vestida,
Él peleando y yo holgando,
Él en un madero de tormentos,
Yo en eJ!lpleo de contentos
De esta miserable vida.
Antes la vea perdida,
Que tan mal desperdiciada.
Nada me agrada, gran Señor, de ello,
Nada, nada me agrada.
No imaginó María de San José que sus escritos serian leídos por
tantos, ni menos aún que serían publicados en elogio de su vida.
El cuidado que tenía el obispo en conservar incólume la doctrina
de la Iglesia católica y libre su convento de toda monja herética, lo
llevó a exigir quincenalmente los escritos de María de San José para
"' Julio Jiménez Rueda, Herejías y supersticiones en la Nueva España. Los he-
terodoxos en México, México, Imp. Universitaria, 1916.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 377
leerlos, examinarlos y conferirlos con su propio confesor y canónigo
de la catedral poblana, licenciado Asenxos, aclarando con la escri-
tora a través del confesor -primero el padre Barros y después el pa-
dre Cárdenas-, todos los puntos dudosos. Exageró más aún su celo el
prelado, enviándolos en repetidas ocasiones a sabios y santos religiosos
de diversas órdenes para que examinaran a María de San José.
No habiendo encontrado nunca cosa alguna contraria a la fe y al
"camino de perfección" que la joven había escogido, sus escritos fue-
ron aceptados como verdad de una vida cristiana ejemplar y utili-
zados años más tarde por el padre Sebastián de Santander y Torres
para escribir la biografía que tituló: "Vida de la venerable virgen Ma-
rta de San ]osé, publicada en México en 1723.
El autor usó toda la obra de ella para su libro, empero, no lo
mencionó en la portada, ni en el prólogo, ni siquiera en el colofón.
El lector lo descubre al adentrarse en el libro, porque constante-
mente lee: "Como dice en sus escritos la venerable Madre ... " y a
continuación encuentra numerosas páginas en letra bastardilla, que
señalan los textos de la monja que el autor utiliza para dar validez
a las páginas místicas, en las que parece que no se atrevió por respe-
to a la autora o temor a la Inquisición a. poner nada de su cosecha.
Gracias a estas reproducciones parciales podemos conocer hoy algo
de los escritos místicos de María de San José. Los originales debieron
existir en el archivo del convento de Santa Mónica de Puebla, o en
el de la Soledad de Oaxaca, del que fue fundadora y donde murió.
Santander y Torres, basado en las íntimas confesiones de su bio-
~afía y posiblemente en los informes recabados con la familia y
monjas contemporáneas, empieza su relato dándonos los datos de su
nacimiento y noticias familiares, tratando, como era usual en la épo-
ca, de ennoblecerla dándole antepasados conquistadores.
Nació, dice, el 25 de abril de 1656 en Tepeaca, obispado de Puebla,
hija del capitán don Luis de Palacios Solórzano y de doña Antonia
Menéndez Berruecos. Se la bautizó el 8 de mayo del año que corría
con el nombre de Juana.
Por la línea paterna llevaba en sus venas sangre de los conquis-
tadores de Canarias, de México y del Perú, y por la de la madre
descendía de los conquistadores de México y de la Florida. Esta
centenaria estancia de la familia en Nueva España la hacía una
verdadera criolla.
La familia Palacios era de hacendados que tenían sus tierras de
labor en el valle de Tepeaca. El bió3rafo nos presenta pormenorizada-
378 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
mente lo que era su vida en las zonas rurales. El padre, que radicaba
en la ciudad de Puebla, llevó a su familia a vivir a la hacienda, por
considerar que una vida lejos de la ciudad era más sana para sus hi-
jos. El trabajo agrícola lo realizaba con los indios de la región. Para
el servicio de la casa había criados indios y esclavos negros.
Juana tuvo siete hermanas y un hermano, Tomás, a quien por la
institución del mayorazgo le correspondió heredar las haciendas. Tres
de sus hermanas se casaron, doña María con don Lorenzo Gorospi e
Yrala, doña Isabel con don Juan de Gárate, y doña Catarina con don
Honofre de Arteaga; otras dos fueron monjas: doña Leonor en el
convento de Santa Teresa y doña Francisca en el de San Jerónimo
de la Ciudad de México; doña Agustina y doña Ana murieron jóve-
nes sin tomar estado.isa
Si hubieran vivido en la ciudad de Puebla, las niñas habrían ido
al colegio, ya que había varios muy buenos, o a la "Amiga", pero
la vida en la hacienda dejó la educación en manos de la madre.
Doña Antonia enseñó a leer a sus hijas. Juana deletreaba ya a los
cinco años y sus hermanas leían corrientemente. A su vez, éstas ayu-
daban a la instr ..acción de sus hermanas menores.
La madre completaba la educación de las niñas enseñándoles las
"labores de manos", bordar, tejer, hilar; administración de la casa y
algo más: un sentido de la vida que se sostenía en una fe, la cristiana,
y una forma de conducta que se regía por los mandamientos de Dios y
las costumbres de la España católica, heredadas de sus padres.
En aquellas tertulias que seguían a la cena, la familia se reunía
en la "sala del estrado", donde el padre o el hermano mayor leían en
voz alta según libro, que generalmente era una obra religiosa, por
ejemplo: vidas de santos, los Evangelios, las obras de María de Je-
sús de Agreda, etcétera, mientras la madre y las hijas hacían labor.
Las mujeres, por su parte, también leían lo mismo literatura "pro-
fana" que religiosa. Así era, según ya hemos señalado, como forma-
ban su cultura, lo mismo las mujeres de las ciudades que las que
habitaban en las haciendas, ya se llamaran Temoaya o Tepeaca.
No pensamos por todo esto que la educación en manos exclusivas
de las madre era perfecta para la época; por el contrario, ado-
leció de grandísimas fallas como en el caso de doña Antonia, que
por su juventud, pues quince años tenia al casarse, la numerosa fa-
--- ----
.MÍSTICA Y TEOLOGÍA 381
• Este colegio de Santa Mónica no era una escuela para niñas, sino una ins-
titución de retiro de "niñas", jóvenes piadosas, que se estaban preparando para
ser la simiente del ya proyectado convento de Santa Mónica.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 383
tad como Padre de misericordia a conformar mi flaqueza y ruin-
dad, y de cuando en cuando me miraba con ojos de Padre amo-
roso ... , y con este mirarme me daba a entender que no estaba
como Juez riguroso, para castigarme, sino como amoroso Padre,
para perdonarme. Luego vi a la Santísima Virgen mi Señora,
un poco apartada de donde yo estaba; también veía a mi Angel
de Guarda y lo veía tan confuso. Sentía gran pena y desconsuelo
el verlo con tanta confusión sin moverse, ni hacer acción alguna
para mi consuelo. Aquí vi también a un demonio en figura hu-
mana, como un mulato muy feo y espantoso: traía en las manos
un libro, en que comenzó a leer en voz alta lo que traía es-
crito en él, que era toda mi vida y lo que en ella había hecho.
Fue leyendo todos mis pecados tan intimados y encarecidos, que
aun aquellas cosas que yo no había tenido, ni aun por imper-
fecciones, las hallaba tan agravadas, que parecían culpas de
mucha substancia y las buenas obras que había hecho, tan dis-
minuidas y apocadas, que parecía no había hecho obra buena,
ni que fuese enteramente del servicio, y agrado del Señor;
que aunque había gastado veinte y un años en aquella vida, que
todo había sido aparente, porque no había hecho cosa que fuese
del servicio, y agrado de Dios, por tal y tal razón. Eran tantas,
y tan eficaces las razones que el enemigo alegaba para afirmar y
decir que no podía ser perdonada de Dios nuestro Señor,
que de justicia era suya y estaba ya en su poder, que como las
decía con tanto ahínco y eficacia, parecía que ya me tenía en
su poder. Mientras el enemigo decía todas esas cosas y yo estaba
escuchándolas (que sólo para esto tenía sentido) estaba todo en
silencio y había aquí una luz más clara que la del medio día.
Querer decir, y explicar lo que sentía en mi alma mientras
estaba pasando todo esto, no hay palabras, ni términos para po-
der decir siquiera .un rasguño, según eran los sobresaltos y te-
mores, esperando el fin y paradero que esto había de tener. Lo
que me daba ánimo y aliento era que de cuando en cuando me
miraba su Divina Majestad, como Padre de Misericordia, y con
este mirarme, me confortaba y daba ánimo.
¡Oh, válgame Dios! Y quién podrá decir la soledad en que
aquí me veía, a fin de que no hubiese nadie que me acompa-
ñase, ni me ayudase, sino sólo las buenas obras que había hecho
y éstas estaban tan llenas de imperfecciones y defectos, que pa-
recía na haber hecho obra que fuese en el todo del servicio de
Dios, según el extremo con que las relataba y apocaba el demo-
nio. Esto fue cuando ya tenía yo treinta y uno o treinta y dos
años.
Así encarecía los pecados que yo había hecho, y habiendo aca-
bado el enemigo Ja relación del proceso de mi vida, me habló
384 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
María escribe:
"" San Juan de la Cruz, Obras de San Juan de la Crm, doctor de la iglesia, la.
ed., Madrid, Apostolado de la Prensa, S. A., 1952.
390 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
Las místicas, las mujeres santas seguían siendo noticia en los pe-
riódicos del virreinato. . . y los hombres de letras, como el arcediano
• No he localizado esta anunciada biografía, pero habiendo encontrado en
cambio los apuntes del confesor y los escritos originales de Sor Sebasliana de
las Vírgenes, en ambos basaré este estudio. Los escritos estuvieron perdidos du-
rante dos siglos, encontrándose en el año de 1937. La doctora Delfina López
Sarrelange y el Ing. Alberto Escalona los paleografiaron haciendo de ellos el
mecanograma que yo he utilizaclo.
404 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
... con los ojos del alma, vide a mi amorosísimo Jesús resuci-
tado con grandísima gloria y resplandores que de Su Santisimo
Cuerpo salían, que excedían en hermosura y claridad con gran-
dísimas ventajas a las que tiene el Sol. ..
con que todo se acaba por mucho que dure, y de qué sirven las
admiraciones de los primores y divertimientos ... " Conversó larga-
mente con el ilustre fraile y logró su intervención para que sus pa-
dres le permitieran ingresar a una institución de retiro para mujeres
piadosas. Sebastiana nos cuenta:
"' Sebastiana Josepha de la Santísima Trinidad, op. cit., carta 7, pp. 55 y ss.
• Véase para mayores datos mi libro Los recogimientos de mujeres, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1974.
418 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
• Véanse para mayores datos los cap!tulos referentes a estos dos conventos de
mi. obra Conventos de Monjas en la Nueva España.
• Eugenio Valdés, OFM, op. cit.
422 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Idea que completará en varios versos, uno de los cuales dice así:
• Maldades.
• Sebastiana Josepha de la Santísima Trinidad, carta 10, pp. 73 y ss.
"" Sebastiana Josepha de la Santísima Trinidad, carta 16, pp. 89-92.
71
Sebastiana Josepha de la Santísima Trinidad, carta 24, pp. 130 y ss.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 425
Su pensamiento siempre en Dios la tenía tan abstraída de este
mundo que escribe:
Hubo otras mujeres seglares y monjas que dejaron escritas sus ex-
periencias místicas, pero cuyas obras hasta hoy nos són desconocidas.
Sólo tenemos datos aislados de sus vidas y referencias a sus obras.
Entre ellas se cuenta en primer lugar doña Beatriz Pérez de Villa-
seca, española nacida en Canillas el año de 1557, hija de Juan Pérez
<le Villaseca y doña Juana López de Bustamante. Llegó a la ciudad de
México en calidad de dama de la virreina marquesa de Guadal-
dzar, a cuyo lado permaneció hasta el año de 1616 en que, fundán-
dose el convento de San José de Carmelitas, se dispuso a seguir los
pasos de Santa Teresa de Jesús y profesó en él con el nombre de
Beatriz de Santiago.
Por orden de su confesor, escribió su autobiografía mística. Des-
graciadamente no la hemos localizado ni en el archivo del propio
convento. l\.1urió en 1647.75
Hay varias místicas cuyas ideas fueron orientadas por el francis-
cano fray Antonio Margil de Jesús. Una fue Doña Antonia Menén-
dez Castañeda, hija de los opulentos don Thomás de Menéndez y
doña María de Castañeda. Se casó dos veces por indicaciones de fray
Margil. Tuvo tres hijas con su primer esposo, don Juan Suárez. Casó
en segundas nupcias con don Andrés Bustamante, a quien siguió
fielmente en sus disímbolas decisiones, como fueron entrar de reli-
gioso a un convento franciscano y salirse de él cuando ya. no l~ con-
vino, teniendo ella que plegarse' a esos1 cambios de vida, entrando
temporalmente a Santa Clara y saliéndose cuando la exigencia del
marido lo requirió.
Finalmente, muerto don Andrés, ella profesó en el convento de
Santa Catalina de Sena, en donde su hija también fue monja.
En su vida monástica fue por los caminos de la m.ística, según
nos relata su biógrafo Miguel Rodríguez en su obra Memorial ajus-
tado de la vida y virtudes de la Madre Sor Antonia de San ]oaquín.7 6
Fray Antonio Margil de Jesús aparece también relacionado con el
nombre de Sor María fosepha de la Encarnación. Nació en México
el 16 de enero de 1687, siendd sus padres don Joseph García de León
y doña Petronila de la Fuente Velazco.
Fue el notable franciscano quien los puso sobre aviso de la edu-
cación que debían dar a su hija, para que ésta pudiera por sí mis-
ma alcanzar la perfección personal. Fray Margil la definió con .es-
cuetas palabras: "esa niña será una santa si ella se ayuda".
Entró al convento de la Encarnación el 8 de septiembre de 1715,
profesando el 11 de abril de 1717. Dos cosas caracterizaron su vida
en el monasterio: su manifiesto amor a Dios y sus graves enferme-
dades .
. La dirección de su vida espiritual estuvo a partir de entonces a
cargo de dos jesuitas; primeramente del padre Domingo de Quiroga
y después del padre José María Genovesi. Por orden de estos dos
escribió unos Apuntamientos en los que narró las experiencias que
había vivido en relación a su mística vicla, los favores que recibía
de Dios y sus luchas no sólo con los den¡onios, como era común en
las místicas, sino aun con los hombrC$,
Entre .los favores de Dios, se cuenta una visión que tuvo un 6 de
diciembre, en la que "comprendió ilustrada del Señor cómo en un
mismo tiempo está Jesucristo en el cielo y en el Sacramento".
Las ilustraciones que Dios daba a su entendimiento inflamaban
su voluntad de tal modo que, más y más, se enamoraba del Amor y
más v más dejaba tras de sí !o que no fuera puramente Él.
A su fallecimiento, ocurrido el 13 de septiembre de 1752, el padre
José ::\faría Genovesi cscribjó una carta a la abadesa del convento
<• Miguel Rodríguez ele Santo Tomás. Memorial ajustado de la vida y virtudes
de la Madre Sor Antonia de San ]oaqtt{n, Religiosa del Co11vento de Santa Cata-
rina de México, México, Imp. Juan de Rivera, 1760.
432 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
77 Joscph Maria Gcnovesi, Carta del P. ]oseph María Genovesi, religioso pro-
""' Fr. Juan de Villasánchez, O.P., fustas y Debidas honras que hicieron y hacen
sus propias obras a la M.R.M. María Anna Agueda de San Ignacio. Primera Priora
y fundadora del Convento de Religiosas Dominicas de Santa Rosa de Santa Ma·
ria en la Puebla de los Angeles ... Con licencia de los Superiores, Reimpreso en
México en la Imp. de la Biblioteca Mexicana, 1755.
434 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
el sitio donde estaban las casas que su benefactor don Miguel Raboso
de la Plaza les había donado.
Su interés fue tal que en los patios del palacio arzobispal trabaja-
ban los carpinteros haciendo puertas y ventanas. Cuando las beatas
se trasladaron al nuevo edificio, les dio permiso para que tuvieran
misa en su capilla y les donó una casa de renta para sostenerse. 83
La intervención del obispo en una fundación originalmente domi-
nicana planteó problemas jurisdiccionales, pues cuando los frailes
pidieron a Felipe V que au.torizase la transformación del recogimien-
to en beaterio, el rey aceptó y lo colocó bajo la jurisdicción ordinaria
por Real Cédula de 1707, en vista de la clara ayuda que había dado
el obispo Fernández de Santa Cruz.
A partir de entonces hubo una constante pugna pues los domini-
cos, con razón, alegaban que esa obra suya les había sido arrebatada
injustamente. Las beatas por su parte habían aceptado la jurisdicción
obispal, tenían capellán secular y su subsistencia dependía del ordi-
nario. Varios obispos y frailes pidieron en repetidas ocasiones que
las beatas, cuya vida era de verdaderas monjas, pasasen ya de derecho
a serlo; empero a causa de los pleitos del obispo Nogales Dávila
(1708-1721) y las acciones dilatorias de los frailes, pese a la buena
información que todas las órdenes religiosas y la ciudad misma había
enviado al rey, nada se había conseguido.
Tal era la situación en 1714 cuando María Anna entró en el bea-
terio de Santa Rosa. Ingresó el 25 de noviembre de dicho año a lo
que se llamaba el niñada a la edad de diez y nueve años.
Seis meses después ingresó al noviciado, en medio de la oposición
de parte de las beatas, que estaban inconformes con su falta de co-
operación económica para sustentarse. A esto se añadió el conside-
rarla una rémora para la institución, por esa apariencia de tonta que
le daba su desinterés en las conversaciones ociosas y sus preguntas
tan sin malicia.
Parece que las beatas buscaban novicias importantes, capaces por
sus influencias en la sociedad de obtener cuantiosas limosnas, pues
pese a las grandes virtudes humanas de María Anna, la herían di-
ciéndole que sólo servía para consumir las pocas rentas del beaterio.
A pesar de esta oposición, al año de su noviciado profesó como
beata según la regla de la tercera orden dominicana, es decir con
votos simples.
"" Miguel de Torres, Dechado de Príncipes Eclesiásticos que dibujó con su ejem-
plar, virtuosa y ajustada vida el Ilustrísimo y Excmo. Sr. don Manuel Fernández
de Santa Cruz y Sahagún. Segunda Impresión, Madrid, Imp. de Manuel Roman,
s/f, pp. 248-250.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 437
"' Elisa Vargas Lugo, "El Convento de Santa Rosa de Puebla", en RPtablo Ba-
rroco a la Memoria de Francisco de la Maza. México, UNAM, Instituto de Inves-
tigaciones Estéticas, 1974, pp. 161-170.
"" Joseph Bellido, S'-J., op. cit., cap. x, pp. 95-96.
438 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
tra dos facetas de esa su personal actividad que todo lo movía, sin
demostrar la preeminencia de su inteligencia y profunda cultura. La
una fue el interés en hacer un edificio mejor, pues el que les termi-
nara don Manuel Fernández de Santa Cruz hacia 1698 se encontraba
con el paso de los años en malas condiciones. Desde que era maes-
tra de novicias empezó a conseguir limosnas que su confesor el
P. Juan de Torres recogía de diversos bienhechores.
Entristeciéndole pensar que la capilla no había sido nunca .termi-
nada, empezó a entusiasmar a tantas personas en acabarla que en
1740, cuando las beatas profesaron, lo hicieron en la iglesia conclui-
da, que ese día se bendijo. Elegida priora se dio a la tarea de ampliar
las oficinas del convento, perfeccionándolo todo, desde la cocina que
permanece hasta hoy como uno de los más hermosos ejemplares, has-
ta las celdas y las oficinas. Los claustros se decoraron con hermosos
azulejos y ladrillos a la usanza poblana del siglo xvm, según pode-
mos verlos -todavía hoy, convertidos en Museo de Artesanías. Además
enriqueció el edificio de la iglesia adornándblo con hermosos reta-
blos dorados (que hoy han desaparecido) y agrandó el coro alto que
resultaba chico para el progresista convento.so
Francisco de la Maza señala claramente esta ampliación cuando
dice: "El espacio del coro no se contiene en la sola bóveda compren- .
dida entre la fachada y el arco toral inmediato, sino que se adelanta
a éste por medio de otro arco rebajado, de la bóveda del sotacoro".
Después "hizo hermosear" el coro con tres retablos dorados, dedi-
cando el principal a Nuestra Señora de los Lagos, a quien la comu-
nidad tenía como mística prelada, que había compartido su historia
desde que era sólo un recogimiento de mujeres, en la primera· casa.ª7
En medio de las pilastras había pinturas representando ~scenas de
la vida de la Virgen. Su decoración fue la más rica de todos los coros
monjiles. Las paredes y las bóvedas se cubrieron, nos sigue diciendo
De la Maza, "de pinturas al óleo en lienzo de manera total, desde
el piso hasta la clave de la bóveda ... " "En la parte que se ~delanta al
arco toral, hay una completa y angélica orquesta que se desenvuelve
desde. el ángel del violín al de la trompeta, en medio va el ángel di-
rector con su atril y partitura."
"En el estrado del arco están las santas dominicas <;on sus nombres
e insignias. Las pinturas laterales son la Vida de Cristo y las de la
bóveda del centro, la Asunción y los siete arcángeles que llegan hasta
86
Villaseñor, op, cit., pp. 3 y ss.
87
Miguel Torres, op. cit., p. 250.
---------··-------···· ---
•
440 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
"' José Mariano Beristain de Souza, Biblioteca .. . , María Anna Agueda de San
Ignacio.
06 Sor Juana Inés de la Cruz, "Carta a Sor Philotea de la Cruz'', en Obras Com·
Con estas obras de las que hemos transcrito algunos capítulos, Ma-
ría Anna nos va introduciendo a la vida cristiana por caminos muy
femeninos, "con tanta dulzura, suavidad y gracia que mueve los
corazones, arrebata las voluntades y ensefiorea los afectos", como
dice su biógrafo. Mas, si sus primeros escritos hablan de dulzuras y
suavidades, con el fin de "mover los ánimos", los segundos llevan
por medio de la amable devoción de la Virgen María a la reflexión
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 449
sobre las verdades de la fe, los dogmas, los misterios de la vida y
muerte de Cristo con el propósito de conocer a Dios. Finalmente, en
el tercer tratado nos introduce ya de lleno al camino de la perfec·
ción por medio de esa obra magistral de la más pura teología cató·
lica que titula Medidas del Alma con Cristo.
Se extraña su biógrafo de "cómo una mujer sin cursar escuelas,
sin letras algunas, ni la menor instrucción humana trata, explica y
desentraña las verdades católicas, da razón de las perfecciones Divi-
nas, propone los misterios más arduos y difíciles, sin que se emba-
race su pluma, ni se deslice en términos o expresiones menos pro·
pias", 9 9 y se lo atribuye todo, cosa muy propia de la época, a la
pura ilustración divina.
Si con espíritu crítico leemos su vida y sus obras, comprobaremos
algunos hechos que nos hacen diferir de sus penegiristas.
María Anna no era una mujer inculta "sin letra ninguna". Es ver·
dad que no había asistido a ningún Colegio Mayor ni a curso de
gramática en la Universidad, porque no lo hacían las mujeres, pero
había adquirido su cultura por el mismo camino que sus demás con-
géneres. Como Sor Juana Inés de la Cruz, hizo sus estudios elemen-
tales en la: Amiga. Ya sabiendo leer, fue también autodidacta. Apren-
dió el latín mediante la lectura del Oficio Divino, Sagradas Escritu·
ras y otras obras teológicas y litúrgicas.
Su conocimiento de esta lengua le permiitó el acceso a una extra·
ordinaria cultura religiosa. Sus estudios sobre las Sagradas Escrituras,
los padres de la Iglesia, los doctores místicos y otros escritores cató·
licos están evidenciados en cada párrafo de sus obras, no por la men·
ción que haga de ellos, sino por la doctrina que de éstos ha apren-
dido y expone en sus obras. Así ocurre con el tomismo que resuman
sus escritos. Y no es de extrañar, puesto que ella era monja dominica,
pero la fuente donde ella se nutrió fue básicamente la Biblia. Ésta
la conoce a la perfección y la comenta con profundidad.
Lo mismo escribe del Cantar de los Cantares, que del Salterio, nos
menciona al profeta lsaías, al rey David, comenta partes o se refiere
al Libro de los Reyes, al Eclesiastés o al Génesis, añade sus cono·
nacimientos del Nuevo Testamento, de los Hechos de los apóstoles
y de las Epístolas. En su obra Las medidas de Cristo va desarrollando
una doctrina que es fundamentalmente paulista. Aunque es inne·
gable la cultura que Sor María Anna alcanzó estudiando, tampoco
puede descartarse lo que ella misma declara repetidas veces, esto es,
el conocimiento de las cosas divinas que hallaba en la oración. Lo
00
Joscph Bellido, op. cit., prólogo.
450 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
repite muchas veces y creo que todo autor merece que a su dicho
se le dé valor y crédito.
Así, por ejemplo, afirma: " ... estando en oración después de la Co-
munión, lleno mi entendimiento de luz, que el Señor me comunicaba,
inflamada mi voluntad en encendido amor me mostraba el Señor, y
dábame conocimiento de cómo estaba en sí mismo antes que criara
cosa alguna ... "
Y en otro párrafo dice: "Mi señor y Dueño como Maestro Doc-
tísimo y Doctor Sapientísimo, me fue dando lecciones . .. ". Y así con-
tinúa diciendo "me dijo", "conocí". Pero jamás llega a decir: Mi Se-
ñor citó a San Agustín o San Ambrosio.
No hay en esto discrepancia, pues, como dice Santo Tomás de
Aquino, "la gracia perfecciona a la naturaleza".
Lo que hallamos en sus obras es lo que ella confiesa: "ilustración
divina" que da luz a los conocimientos adquiridos en horas de lec-
tura y reflexión. Por esa ciencia de la tierra y sabiduría divina que
en ella se unían, la elogiaron sus contemporáneos llamándola "Vir-
gen sapientísima".
Leamos, para conocer un poco de esta obra teoló3ica que es Las me-
didas de Cristo, la introducción que ella le puso, ya que sintetiza y
ejemplifica claramente su contenido:ioo
Introducción
• De Cristo.
454 l\IÍSTICA Y TEOLOGÍA
La última de las obras de Sor María Anna se titula Leyes del Amor
Divino. Es ésta una obra magistral, en el sentido exacto de la pala-
bra, y está dirigida a las monjas, esposas místicas de Cristo.
A través de este tratado, la autora pretende enseñar las virtudes
cristianas que a cada una la hagan "a los ojos del esposo, más gra-
ciosa, grata y agradable".
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 457
Como mujer culta, da primeramente una explicación teológica ra-
zonada de la virtud a la que se refiere y del vicio contrario a ella.
Expone la necesidad de practicarla y termina exhortando gozosa y
:muy femeninamente a que la practiquen, puesto que con ella el alma
se adorna, dice, "para las bodas de Jesucristo" ... y ... "¡robará el
corazón de su amado!"
Leamos la primera parte de esta obra: 1 02
1 2
º María Anna Águeda de San Ignacio, op. cit., "Leyes del Amor Divino", lib.
IV, introducción, pp. 350-355.
458 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Dichosa el alma que con esta gala se adorna para las bodas
de Jesucristo, que con ella será admitida, y robará el corazón de
su amado, y estará dispuesta para recibir los dones del celes-
tial esposo, y los sabrá guardar, y apreciar, que es condición
de la humildad ser agradecida. No sin acuerdo se puso por in-
troducción de las leyes de amor, que debe guardar la esposa de
Cristo, la humildad, pues con ella las observará con gran cui-
dado, y vigilancia y crecerá en toda gracia, y hermosura, mere-
ciendo ser levantada y enriquecida con los tesoros de las virtu-
des, para gozarse en los brazos, y abrazos de Jesús, y cantará, y
publicará, que si es negra por el profundo con<Jltimiento de sí
propia, es hermosa por los favores que recibe de su amado y
querido esposo. Oh, y quiera Dios dar virtud, y eficacia a estas
pobres, y humildes palabras, para que se sellen en los corazones
de las cándidas azucenas y purísimas vírgenes, y nunca las ol-
viden y siempre tengan presente la humildad con que deben
portarse en el palacio real de la soberana majestad de su esposo
y las leyes a que les obliga su santo y casto amor, que son las
que se siguen.
1
°' Joseph Bellido, op. cit., p. 47.
- - - - - -------------
Que es lo mismo que el decir de San Pablo, "vivo más no yo, por-
que Cristo vive en mí".
El místico se entrega en forma total a la práctica de las virtudes,
con el mismo fervor con que ama, porque precisamente los vicios
que le son contrarios lo separarían del Amado.
Más de la mitad de la biografía que escribió Bellido está dedi-
cada a mostrar al lector las virtudes de Sor María Anna. Nos habla
de su humildad, de su obediencia, justicia, fortaleza, templanza, cas-
tidad, de esa limpieza de corazón que la hacía actuar siempre sin
la menor malicia; de su caridad que no fue limosna arrancada a la
avaricia, sino amor respetuoso de la dignidad de la persona humana.
Actitud que se manifiesta en todas las formas de la convivencia como
lo fue su comprensión y respeto a la opinión ajena; "jamás reprobó,
ni exasperó a las de parecer contrario, ni les habló palabra o dio
razón que pudiesen sent_ir". Jamás cantó victoria, ni se jactó de haber
conseguido lo intentado.
A pesar de haberse retirado de intereses mundanos al entrar al
beaterio y profesar en un convento, no se aisló de su ambiente social,
pues entendía que el don de Dios débía compartirse y que la caridad
espiritual era la más exquisita. Por ello fue maestra siempre. De pe-
queña enseñó a las niñas de la Amiga, de joven a las doncellas que
vivían en la vecindad donde ella habitaba, lo mismo- las letras que el
modo de servir a Dios y practicar la virtud.
En sus años de beata, aprovechó su oficio de tornera para aliviar
las necesidades materiales de los pobres, y muy especialmente las
espirituales. Dice su biógrafo que allí era donde convertía a los vi-
ciosos a buena vida, reconciliaba a los matrimonios desavenidos y
aconsejaba a quienes solicitaban su orientación. Esto se incrementó
464 MÍSTICA Y TEOLOGÍA
Yo confieso, que estas cosas las creo por la santísima fe; pero
no sé, qué es, cuando Dios da ésta como nueva luz que añade
a la fe causa tal!'.!s efectos, que no se pueden decir; sino que por
último se me quedan escondidos y me enferma el cuerpo, que
me parece ando con calentura, como desmemoriada y desatina-
da,. con un temblor interior que parece a cada paso me he de
caer, y así trastabillo y ando como si estuviera tomada del vino;
la cabeza padece mucho y esto que escribo dudo lo pueda leer
usted; porque no puedo llevar la pluma con concierto.
= Fray Francisco Ajofrín, Viaje que hizo a la América en el siglo XVIII ... ,
México, Tip. Galas, 1964, t. 11, p. 87.
MÍSTICA Y TEOLOGÍA 471
sus obras fueron por disposición suya quemadas a su muerte. Sin
embargo, por el testimonio de sus contemporáneos, sabemos que es-
cribió ensayos, apuntes en prosa y en verso letrillas y sonetos que tal
vez conserven algunas familias de la hermosa ciudad de Mérida.
Supo aunar a lo que podría llamarse los intereses meramente hu-
manos, los religiosos que su carácter de cristiana y de monja le
reclamaban. Ocupó en el convento los puestos más importantes hasta
llegar a ser abadesa, distinguiéndose siempre por su humildad y amor
a los demás. Tuvo fama de gran asceta, mujer virtuosa y monja sabia
de vida edificante no sólo para su comunidad sino aun para todos
los hombres cultos y mujeres que acudían a visitarla tras la reja.
Murió el 3 de febrero de 1835.
Josefina Muriel
Cultura femenina novohispana
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas
2000
545 p.
(Serie Historia Novohispana, 30)
ISBN 968-58-0313-7
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
LA LITERATURA DEVOTA
" Salazar Monroy, La tipica Cocina poblana y (os guisos de sus feligreses, s.p.L
478 LITERATURA DEVOTA Y ARTES VARIAS
... "me conceptúo formar esta escritura del Libro de Cocina" ...
Estas recetas que copió Sor Juana son el más antiguo manuscrito
de cocina femenina que hasta hoy conocemos. La selección hecha por
la poetisa nos presenta guisados y dulces de. la segunda mitad del
siglo xvn que hemos publicado ya.111 El valor que se daba a estas
obras nos lo muestra un hermosísimo libro escrito en Puebla el año
de 1786. Se titula Arte de Cocina,16 Su portada, verdadera obra del
arte de la caligrafía, presenta un dibujo a pluma con panoplia for-
mada por útiles culinarios e ingredientes usuales entonces. En ella
aparecen cazos, cazuelas, cucharas y hornillos, a la vez que conejos,
guajolotes, perdices, pescados, chorizos ... en fin elementos decorati-
vos tan expresivos, que ya por ellos se adivina el apetitoso contenido
del texto.
¿Quién escribió este libro? No lo sabemos, pero dado que las mon-
jas cuando escribían lo hacían por mandato de sus superiores y en el
título reza "Escrito por superior mandato", podemos suponer que fue
hecho por alguna monja poblana. Todo el libro está escrito con im-
pecable caligrafía que imita los caracteres impresos.
Se conocen otros cuadernillos y hojas sueltas procedentes también
de conventos, escritos en el siglo xvm, que pertenecen ª' colecciones
particulares. Todos son anónimos.
De ese mismo siglo conocemos un recetario completo que se en-
cuentra en nuestro Archivo General de la Nación y seguramente
existirán algunos más.
La influencia de la Ilustración se muestra también en los libros de
cocina. Los conocimientos culinarios debían ser recopilación orde-
nada del saber gastronómico. Ésta es la idea que lleva a una autora
anónima a hacer un Diccionario de Cocina. La obra se encuentra
~ Sor Juana Inés de la Cruz, Libro de Cocina. del Convento de San jerónimo.
Selección y copia de Sor Juana Inés de la Cruz, México, Imp. de la Enciclopedia
Mexicana, 1979.
1
• Anónimo, Arte de Cocina. Escrito por Superior Mandato. Puebla, 1786. Ma-
Aspe.
18 Rosa María León de Gómez, Cuaderno de Guisados. Manuscrito. Colección
nica, 1852 (manuscrito encuadernado en ¡piel azul). Colección Carmen Pérez Sa-
lazar de Ovando.
20 Guadalupe Ovando, Libro de Cocina del uso de la Srita. Guadalupe Ovando,
Pollas en vino
Memoria de Arequipa
LA MÚSICA
ªº Francisco de la Maza, Arquitectura de los Coros de l\fonjas, op. cit., pp. 61-63.
LITERATURA DEVOTA Y ARTES VARIAS 483
sical, que las jóvenes eran eximidas del pago de dote en los con-
ventos por sólo el título de músicas.
El conocer esta rama de la cultura femenina amerita una obra
completa que debe ser realizada por especialistas en la música.
El maestro, distinguido músico e inolvidable amigo, Miguel Ber-
na! Jiménez, fue el primero que exploró ese campo, en su ciudad
natal: Morelia. Él descubrió el Archivo del Colegio de las Rosas y
pudo darnos a conocer que, fundado en 1743, había sido un conser-
vatorio• de mujeres. Parte de los resultados de sus estudios los pu-
licó en su obra El Archivo Musical del Colegio de Sa.nta Rosa de
Santa María de Valladolid, en 1939. Lo cual completó con sus ar-
tículos titulados "La música en Valladolid de Michoacán", que apa-
recieron en 1951 y 1952.
Desgraciadamente esos estudios quedaron truncos por su prema-
tura muerte. Sin embargo, abrió un camino que los musicólogos de-
ben seguir, considerando al conservatorio de Las Rosas no como un
caso aislado, sino como parte de los estudios musicales que en la
Nueva España hacían las mujeres desde el siglo XVI. Para ello se
cuenta con lo que ha quedado en los"archivos de los que fueron los
colegios de niñas y conventos del virreinato, y puede completarse
con los archivos catedralicios.
Cuando se hojean crónicas o historias de las viejas :instituciones
<:oloniales, saltan a la vista con frecuencia los datos sobre educación
musical. Así podemos afirmar que en general en todos los conventos
donde había niñas educandas, en los colegios y beaterios de tipo do-
cente, había clases de música. Ahora bien, de todas estas institucio-
nes hubo unas que se destacaron por hacer de ésta la materia más
importante en su enseñanza, dando a las mujeres una metódica,
completa y profunda instrucción musical. Tal fue el caso del conser-
vatorio de Las Rosas en Morelia y del Colegio de San Miguel de Be-
lem en México durante el siglo xvm. Pues si bien éste había surgido
como un anexo del recogimiento de mujeres de ese nombre sólo
para dar. una enseñanza elemental a las hijas de las recogidas, el
interés del arzobispo don Alonso Núñez de Haro y Peralta en darles
una mejor preparación lo transformó en verdadero conservatorio de
música.
Como no había planes de estudio obligatorios, cada institución
impartía esta enseñanza de acuerdo a sus necesidades en .las .ceremo-
nias religiosos o en los intereses educacionales.
• Aunque la palabra significa lugar en que se da enseñanza de música y otras
artes conexas, no todas las instituciones en que se dio esta ensefianza llevaron tal
nombre, es más, sólo aparece en el siglo xvm.
484 LITERATURA DEVOTA Y ARTES VARIAS
.. Josefina Muriel, Conventos de Monjas en la 'Nueva Espafla, op. cit., pp. !154-
358.
30
Alonso Franco, Segunda parte de la Historia de la provincia de Santiago de
México, 1645, México, Imp. del Museo Nacional, 1900, pp. 4;78-492.
80
Josefina Muriel, Convenios de Monjas en la Nueva Espaff.a, op. cit., p. 332.
87
Franco Alonso, op. cit., pp. 470-479.
LITERATURA DEVOTA Y ARTES VARIAS 487
XVII. La una fue Catalina Alvarez de Arteaga, criolla de esta ciudad
de México, que profesó en el convento franciscano de San Juan de
la Penitencia en 1602. Vetancourt la menciona como "insigne músi-
ca" y "la mejor bajonera de la Nueva España".ss
A su muerte ocupó su puesto en la música conventual Petra de
Alvarado y Luna, descendiente del conquistador del mismo nombre.
Esta mujer fue el caso típico del valor que en las instituciones feme-
ninas tenía la música. Las monjas del consejo del convento de San
Juan de la Penitencia le pusieron como condición para aceptarla
que aprendiera a tocar el bajón. "Uno de los mejores músicos de la
catedral" le regaló el instrumento y la enseñó a tocarlo "en papeles
de solfa". Éste debe haber sido Antonio de Salazar. Lo llegó a tocar
tan perfectamente que fue aceptada, profesando el 13 de junio de
1692.
Esta bajonera que llevó en el convento el nombre de Petra de San
Francisco fue, más tarde, la fundadora del Convento de Corpus Chris-
ti. Una indígena escribiría, años después, su biografía. En ese mismo
convento de Corpus Christi se destacó como música la india cacique
Sor Antonia Pérez de los Santos quien tocaba la vihuela y cantaba
"con hermosa voz".ªº
Doña Francisca Carrasco, la mística del siglo XVII que ya mencio-
namos en páginas anteriores, fue enseñada por el maestro de capilla
de la Catedral de México, ese sacerdote ejemplar que era el licen-
ciado Loaysa. Con él aprendió "la solfa y el canto llano" así como
a tocar el órgano, el arpa y la guitarra. 4 º
Sor Juana Inés de la Cruz, cuya polifacética cultura lo abarcó
todo, ocupa en la música del virreinato un lugar especial, porque
es la única de quien conocemos que a más de ejecutante en varios
instrumentos, escribió una obra sobre teoría conceptual de la músi-
ca. Obra que ella llamó El Caracol porque en el título mismo quiso
involucrar el concepto a que habían llegado sus especulaciones y que
ella definía como una línea elíptica. Esta obra la guardaban como
un tesoro las monjas de San Jerónimo. Allí, dice Ezequiel Chávez,
la vio el historiador Fernández del Castillo, pero en la persecución
religiosa de los años veinte les fue arrebatada a las religiosas, junto
con otros documentos del convento que hoy se encuentran en el ex-
tranjero. 41
88
F. Agustín de Vetancourt, op. cit., t. 1v, pp. 219-221.
80
Josefina Muriel, Las indias caciques de Corpus Christi, op. cit.
'° Domingo de Quiroga, op. cit .
.,. Ezequiel Chávez, Ensayo de Psicolog{a de Sor Juana Inés de la Cruz, Barce-
lona, Imp. Araluce, 1931.
488 LITERATURA DEVOTA Y ARTES VARIAS
" Museo del Virreinato, Tepotzotlán. Leyenda en el retrato de Sor Juana Ma-
ría Martínez.
------------------------------------------ ~
LA PINTURA
LA ESCULTURA
EL BORDADO
LAS MATEMÁTICAS
Sin creer que todas las mujeres sabían estas elementales matemá-
ticas, puesto que la educación era por demás elitista, sí podemos
asegurar que este nivel de conocimientos lo alcanzaban las mujeres
de un mediano y superior nivel económico.
Entre las mujeres que se distinguieron por ese tipo de conoci-
miento y deslizaron sus plumas para hacer números, tenemos en el
i¡iglo XVI a la tantas veces mencionada carmelita Inés de la Cruz, en
esta ciudad, y a Luisa de San Nicolás, del Convento de San José
de Puebla, y a Sor Juana Inés de la Cruz en el xvn. Esta última des-
tacada no sólo como contadora sino también como interesada en la
relación de las matemáticas con la física y aun con las Sagradas Escri-
turas para cuya comprensión se valía de ellas. Su primer biógrafo
dice que en su celda tenía "instrumentos matemáticos", lástima que
no menciona cuáles. Hay que notar que si bien Sor Juana se negó
siempre a aceptar puesto alguno de alta categoría en San Jerónimo,
el oficio de contadora lo tuvo varias veces hasta su muerte.
Pero no sólo las mujeres en las instituciones sabían aritmética,
sino también las que vivían en sociedad. Cuando leemos las biogra-
fías de aquellos tiempos, con frecuencia encontramos la noticia de
que administraban los bienes familiares; tal es el caso en el siglo
xvm de dos mujeres, una de clase apenas medianamente acomodada
y la otra de la nobleza, Josefa Antonia Gallegos en Pátzcuaro, y en
México la marquesa de Selva Nevada.
En este mismo siglo vivió doña Francisca Gonzaga Castillo, cono-
cedora de las matemáticas y la astronomía, que publicó en 1756 unas
Efemérides calculadas al Meridiano de México para el año de 1757.
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padres tenían que enviar a sus hijas a las escuelas de paga privadas,
"amigas", o a los colegios, beaterios y conventos (todos internados),
en los cuales aunque la enseñanza no se cobraba, sí se pagaba por
la manutención de las niñas.
Desde luego no puede aplicarse a esto un patrón rígido, pues ha-
bía numerosas becas procedentes de "Obras Pías", pero sí puede
,afirmarse que no todas las mujeres de la Nueva España podían llegar
a esta segunda etapa educativa, pues el factor económico y la lejanía
de los centros rurales la hacía inalcanzable a las mayorías y sobre todo
a las indígenas.
A la tercera etapa sólo llegaba un reducido grupo de mujeres, el
que reunía las condiciones de anuencia del padre, medios económi-
cos amplios e interés ·personal de la mujer, que no era muy frecuente
por falta de estímulos.
Si el elemento económico tiene gran importancia, no hay que olvi-
dar tampoco esos factores de la geografía humana que son el surgi-
miento de las ciudades, los medios de comunicación que las unían
entre sí y los niveles económicos más altos que se daban en ellas.
El vivir en ciudades daba la oportunidad de asistir a colegios, de
tener maestros, de adquirir libros, de estar en contacto con movi-
mientos culturales.
Por ello todas las mujeres que proceden de ambientes rurales tie-
nen que ir a las ciudades para estudiar. El ejemplo típico es Sor
Juana, pero hay otros muchos ya señalados.
En las ciudades, al igual que en la capital del virreinato, había
Colegios de estudios superiores o universidad; conventos que eran a
la vez lugares de altos estudios con ricas 'bibliotecas en donde los
frailes agustinos, dominicos, franciscanos y demás, escribían historia,
filosofía, retórica, medicina, y en donde los novicios, hermanos, pa-
rientes o amigos, eran los jóvenes estudiantes. Todos estos centros
culturales estaban vinculados a la sociedad porque sus miembros
formaban parte de ella, porque sus obras estaban hechas para ella.
Los libros que allí se escribían eran leídos por esa sociedad, a los
templos se acudía a oír las pláticas o sermones de los oradores sacros,
quienes eran a la vez catedráticos de la universidad o maestros en
los colegios jesuitas lo mismo en México que en Puebla, en Oaxaca,
en Valladolid de Michoacán o en Guadalajara, o bien en los de los
Oratorianos de San Miguel el Grande.
Sentarse bajo las bóvedas de la catedral de México, las de la Ciu-
dad de los Angeles o las de Antequera, daba la oportunidad de oír
los conciertos de Zumaya, de Franco de Jerusalem o de Vallados y
de escuchar las armónicas voces de los niños de las "schola canto-
UNA OJEADA FINAL 497
rum". Estar en una ciudad significaba recibir libros que llegaban
de España, conocer a los nuevos autores publicados por las prensas
novohispanas, muchas de las cuales eran dirigidas por mujeres.• Vivir
en las ciudades daba la oportunidad de saber de la vida universi-
taria, compartir públicamente con la "Atenas mexicana" la celebra-
ción de una obtención de grado y participar en los concursos lite-
rarios. El ambiente cultural de las ciudades se vivía en las tertulias
no sólo de los palacios, sino tal Yez más aun en aquellas que se
tenían en las casas de esa clase media a la que pertenecían bachille-
res, licenciados y doctores.
Allí en los estrados, frente a las damas, se comentaban los libros
que habían llegado, se discutían los concursos, se hablaba de las
oposiciones. Se podía reunir lo mismo a eruditos que a sabios y ar-
tistas y aun a los varones santos ...
Por ello, al estudiar la obra de cualquier escritora, nos encontra-
mos con que ésta tiene su pleno desarrollo en alguna ciudad.
Hasta hoy el mayor número lo hemos hallado en México y Puebla,
aunque las hay también en Oaxaca, Lagos, San Miguel el Grande
y posiblemente también en Guadalajara y Valladolid, si bien nues-
tros conocimientos de estos lugares son insuficientes.
No podemos dejar de considerar como muy importante también
para la delimitación de las escritoras como grupo definido, el factor
clase social. Si bien las mujeres distinguidas por sus virtudes, aque-
llas de las que se hace mención en las crónicas o de las que se escri-
ben biografías son indistintamente españolas, criollas, mestizas, in-
dias y aun negras, pues la virtud era admirada en todas las mujeres
sin distin6on de raza, no ocurre lo mismo con las mujeres que to-
man la pluma. Para escribir se necesita educación y ésta requiere
a su vez un stati:s ec:mómico alto, que por lo común implica el
pertenecer al grupo conquistador; resulta que las mujeres que tienen
posibilidad de escribir son las españolas, las criollas y las indígenas
de la nobleza.
Las españolas peninsulares son más bien escasas, Se trata de fun-
dadoras o de quienes, avecindadas aquí, fundan conventos, cuyas
crónicas y menologios hacen. Hay algunas místicas, pero desconoce-
mos sus obras, y también algunas músicas.
Son las criollas las que llenan todo el cuadro. Para entender lo
que son las criollas es necesario hacer una aclaración básica. Aunque
se entiende por criollo al hijo de español nacido en tierras de Amé-
rica, esta definición, que más compete a un status jurídico, se vuelve
pasiones, pero se pasa tan. por encima que al leerlas nos da la im-
presión de que la biógrafa presenta sólo la imagen de un espírittl
envuelto en piel de mujer, que es lo único que hará evidente su
existencia en este mundo. Sólo se habla del amor a Dios y de la cari-
dad al prójimo, los amores humanos, aun los familiares, desaparecen
como tales.
El sexo se presenta como una tentación, a veces en forma brutal
y agresiva en imágenes demoniacas de negros y mulatos, pero siem-
pre sometido al fin a la triunfante virtud de la castidad.
El odio, los celos, la envidia, el orgullo, la ira, la gula, en fin
todos esos sentimientos humanos de todos los tiempos, sólo aparecen
en sus contrarios, es decir, convertidos en virtudes de amor, humil-
dad, paciencia, abstinencia, en suma en las virtudes de mujeres que
se evaden con su vida diaria de las miserias humanas y pasan por el
mundo casi sin rozarlo.
Hasta ahora no he podido hallar biografía alguna, escrita por
mujer, que se interese en los valores meramente humanos de sus con-
géneres ni menos aún en los aspectos frívolos.
La única mujer que se atreve a hablar de la vida de las mujeres
de su tiempo es Sor Juana y lo hace en la forma impersonal del
teatro.
Todo esto se mantiene vivo desde el siglo XVI hasta principios del
XIX. Sin embargo, en el desarrollo mismo de este género literario sí
van apareciendo cambios, por ejemplo, el no pretender que las bio-
grafiadas tengan siempre nobles antepasados.
Esto es ya el inicio de una democratización, aunque muy leve,
pues cuando alguna los tiene manifiestamente, sí se destaca el hecho.
Otra modificación importante es que la presencia del demonio no
es tan acentuada en el siglo xvm como en las biografías del xvu en
las cuales aun los biógrafos hombres le dan tanta importancia que
en ocasiones llena la mayor parte de sus obras. No se niega su exis-
tencia, pero su lugar está en el infierno, y su presencia queda al
margen de toda visible actividad cotidiana.
En esta temática biográfica, en que la fe es el fundamento, no
aparece jamás el espíritu crítico, ni la duda sobre hechos que a nues-
tro racionalismo actual parecen inverosímiles, y no nos referimos a
cuestiones dogmáticas, sino a acciones de la vida real de las biogra-
fiadas.
Finalmente señalaremos que a las monjas coloniales no les interesó
escribir la biografía de quien no fuera monja, beata o colegiala. De
la temática biográfica referente a las mujeres seculares sólo se ocu-
paron los hombres.
UNA OJEADA FINAL 501
F. Andrés de Olmos O.F.M. Juana de Carbajal. Poetisa mística Gastón Peralta, marqués de Falces
1529-1591 española ¿ ?-1566 Leonor de Vico. 1566-1568
F. Bernardino de Sahagún O.F.M. Santa Teresa de Ávila. Escritora mística Martín Enríquez de Almanza
1529-1590 española. 1515-1582 María Manrique
1568-1580
Ilmo. Vasco de Quiroga Juana de Austria. Humanista española.
1531-1565 Gobernadora de España (1554-1559)
1536-1573
F ~Barto' ·,mé de las Casas O.P.
1532- 566 Julia Gonzaga. Humanista española, Lorenzo Juárez de Mendoza, conde de la
políglota, hacia 1541 Coruña
Pbro. Hernán González de Eslava Catalina de la Cerda. 1580-1582
1534-1601 María Varela Osorio. Humanista española,
hacia 1550. Pedro Moya de Contreras
F. Alonso de la Veracruz. Agustino Virrey-arzobispo
1536-1584 Luisa de Sigea. Humanista, poetisa 1584-1585
española, hacia 1560
Francisco Terrazas. Poeta Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués
1538?-1604 Sor María de la Concepción. Escriturarla. de Villa Manrique ·
Guamanga, Perú. ¿1550?-1599 Blanca de Velasco. 1585-1590
F. Diego Durán O.F.M.
1542-1588 Luisa Burgeois. Escritora, partera,
francesa. 1563-1636
Pbro. Francisco Cervantes de Salazar
1545-1575 Leonor de Ovando. Poetisa dominicana
hacia 1580---1609
Ilmo. Alonso de Montúfar Santa Rosa de Lima. Poetisa, mística Luis de Velasco, hijo
1551-1573 peruana. 1586--1617 María de Ircio y Mendoza
1590-1595
F. Tomás Mercado O.P. Artemisa Gentileschi. Pintora italiana.
1553--1575 1590-1651
P. Miguel Godines SJ. Teología Mística S?r Marcela de San Félix. Juan de Mendoza y Luna, marqués de
*1589--1644 Poetisa española, hacia 1600 Montes Claros
Ana Mejía Mendoza. 1603--1607
P. donjuan Díaz de Arce. Escriturarlo Judith Leyste de Molenaer. Pintora
1594-1653 holandesa, hacia 1600 o 1610 Luis de Velasco, hijo
María de lrcio y Mendoza
Ilmo. Juan de Palafox y Mendoza. Poeta María de Jesús de Ágreda. Escritora mística 1607-1611
místico y humanista española. 1602-1665
*1600-1659 Ilmo. fray García Guerra
Juana Maldonado. Poetisa guatemalteca 1611-1612
P. Pedro de Ortigosa SJ. Teólogo hacia 1625
*1604-1626 Diego Femández de Córdoba, marqués de
Cristina de Suecia. Humanista Guadalcázar
P. Matías de Bocanegra SJ. Poeta 1626--1689 MaríaRidierde Parr. 1612-1621
1612-1668
Mme. de Sévigné. Escritora moralista Felipe IV
P. Antonio Núñez de Miranda. Teólogo francesa. 1626--1696
..... *1618-1696
:::: * Fecha de su llegada a México o toma de posesión de obispado
~ Varones representativos de la cultura Mujeres distinguidas por su cultura en Europa
Reyes, virreyes y virreinas
novohispana e Hispanoamérica
P. Francisco Naranjo O.P. Teólogo María van Oostersvyck. Pintora alemana Diego Carrillo de Mendoza, marqués de
*1618-1635 1630-1693 Gelves
Leonor de Portugal. 1621-1624
F. Pedro de la Concepción O.F.M. Teólogo Josefa de Obidos Ayala. Pintora española
¿1628- ? 1630-1684 Rodrigo Pacheco Osorio, marqués de
Cerralvo
P. Francisco de Florencia SJ. Historiador Jerónima Velazco. Poetisa paraguaya, Francisca de la Cueva. 1624-1635
1620-1695 hacia 1630
Diego López Pacheco, duque de Escalona
P. Francisco Bramón. Poeta, dramaturgo Mme. de Lafayette. Novelista francesa 1640-1642
¿1620? 1634-1693
García de Sarmiento Sotomayor, conde de
P. Francisco Ayerra S:-~ta María. Poeta Fran~ois Marguerite de Sévigné. Poetisa Salvatierra
1630-1700 francesa 1646-1705 Antonia de Acuña y Guzmán. 1642-1648
Ilmo. Isidro Sariñana. Poeta humanista Santa Margarita María de Alacoque. Luis Enríquez Guzmán, conde de Alva de
*1631-1696 Escritora mística francesa Liste
1647-1690 Hipólita Córdova. 1650-1653
Pedro Marmolejo. Poeta
¿1635? Sibylle Merian. Entomóloga y pintora inglesa Francisco Femández de la Cueva, duque de
1647-1719 Alburquerque
Ilmo. Manuel Femández de Santa Cruz. Juana Francisca de Armendáriz. 1653-1660
Poeta místico Elisabeth Sophie LeHay. Escritora y pintora
*1637-1699 1618-1711
P. Francisco Corchero Carreño. Poeta Luisa Roldán "La Roldana". Escultora de Juan de Leyva y de la Cerda, conde de
¿1649-1668? cámara del rey Felipe N Baños
1656-1706 Isabel de Leyva y Mendoza. 1660-1664
P. Alonso de Medina SJ. Teólogo
¿1642? ElisabethJacquet de la Guerre. Música Antonio Sebastián de Toledo, marqués de
francesa. 1669-1729 Mancera
P. Carlos de Sigüenza y Góngora. Humanis- Leonor Carreto "Laura". 1664-1673
ta, escritor y poeta Rosalva Carrera. Pintora italiana
1 1645---1700 1675-1758 Carlos 11
F. Antonio Tello O.F.M. Historiador Ilmo. F. Payo Enríquez de Rivera
¿ ?-1653 Virrey-arzobispo
1673-1680
Cap. Luis de Verrio. Poeta
¿1654? Tomás Manrique de la Cerda, marqués de la
Laguna, conde de Paredes
F. Diego de Arellano O.P. Teólogo María Luisa Gonzaga "Lysi"
¿1659? 1680-1686
Ilmo. Juan Gómeztle Paradas. Promotor de Elisabeth Vigée Lebrun. Pintora francesa
la educación y la beneficencia 1755-1842
*1715-1751
Paulze Ivoy de Lavoisier. Química francesa
P. Diego José Abad SJ. Humanista, 1758-1836
poeta y misionero
1727-1779 Mme. de Stii.el. Novelista francesa Juan de Acuña, marqués de Casafuerte
1766-1819 1722-1734
P. Francisco Xavier Alegre SJ. Historiador
1729-1788 Dra. María Isidra Guzmán de la Cerda. Ilmo. Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta
. Humanista española Virrey-arzobispo
Ilmo. Antonio de Vizarrón. Promotor de la 1768-1803 1734-1740
beneficencia y salud pública
1730-1747 Marie Louise Lachapelle. Partera y escritora Pedro de Castro Figueroa, quque de la
médica francesa Conquista.
P. Rafael Landívar SJ. Humanista, poeta 1769-1821 1740-1742
1731-1793
P. Francisco Xavier Clavijero SJ. Historiador Dra. Marie Bowin. Partera, escritora médica Pedro Cebrián, conde de Fuenclara
1731-1787 francesa 1742-1746
1773-1841
Antonio León y Gama. Astrónomo, físico y Fernando VI
arqueólogo Sophie Germain. Matemática francesa
1735-1802 1776-1831 Juan Francisco de Güemes, conde de
Revillagigedo I
P. J. Antonio Alzate y Ramírez. Científico y Mme. Blanchard. Primera aeronauta Antonia Ceferina Pacheco. 1746-1755
editor del Diario Literario y las Gacetas de austr'aca
literatura 1778-1819 Carlos III
1737-1799
Mary Farfax Somerville. Astrónoma y Agustín Ahumada y Villalón, marqués de las
Manuel Fabri SJ. Humanista, poeta matemática inglesa Amarillas
1737-1805 1780-1872 Luisa María del Rosario Ahumada.
1755-1760
Dr. José Ignacio Bartolache. Investigador en Fernán Caballero (seudónimo). Novelista
medicina, editor de El mercurio Volante española Joaquín de Monserrat, marqués de Cruillas
1739-1790 1796-1877 María Josefa de Acuña
1760-1766
P. Andrés Cavo SJ. Historiador Anna Elisabeth Droste Hulshoff. Poetisa
1739-1803 alemana
1797-1848
Ilmo. Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu.
Impulsor de la cultura eclesiástica y escritor Adela Schopenhauer
1743-1763 1797-1849
......
>:: * Fecha de su llegada a México o toma de posesión de obispado.
,_
CUADRO CRONOLÓGICO
DE ESCRITORAS NOVOHISPANAS
Nombre Orden Nacimimto Año de
Raza
Reli¡!J.osa y muerte Profesión
1590-1635
Sor Ana de San Francisco OP Cr 1605
Quito
¿ de Aguirre J Cr 1586
Méx. &
1573 Méx. D
1583-1645? Méx. D D
1641 Méx. D D ..
1590-¿ ? Méx. &
¿ ? Pue. &
1601 Méx. o
¿ ? Pue. D D
Méx. ..
Pue. D D
Pue. D D & ..
Méx. & z ..
Méx. ..
Mi ch. ..
D
1614-1633 &
..
Pue. D D ..¡
..
1623-1662 Pue. D •
Méx. o
Pue. D
XIV
Cronowgíay Literatura
Crónica Biografta Mística Poesía Música Matemática Pintura
Lugar de la obra devota
Méx. D
1640 Méx. o
1679 Pue. D D
¿ -1752? Méx. A
1659-169? o z • ..¡
¿ ?- Méx. o
A
1669-1723 Méx. D D •
¿ -1725 Méx. A o •
1688-1736 Pue-Oax. A
1688-1742 Pue-Oax. D D
1692-1724 Méx.
•
¿l 725?-1732 Méx. A
1723 Pue. D
1680 Qro. D D
1680 Pue D z
Pátzcuaro,
Mi ch.
z
A o
A
~-
1700 . Méx. o
1700 Méx. o
Méx. A
1702 Méx. o
XV
Orden Nacimiento Año de
Nombre Raza
Relif!f.osa y muerte Profesión
"Phenisia" e Cr
Juanalgnacia e Cr
XVI
Cronología y Literatura
Música Matemática Pintura
Crónica Biografía Mística Poesía
Lugar de la obra devota
CJ
1708 z
1716-1756 Pue. ~ z
1708 Méx. z
1746-1757 Méx. ~ o
1724 Méx. o
CJ o
1729 Méx. o
1729 Méx. o
1729 Méx o
1729 Méx o
1729-1748 Méx. o
1729 Méx. o
1729 Méx. o
1747 Méx. o
1734 Pue. o 1
1730 Qro. CJ o
•
¿1757. S. Miguel
~
Allende, Gto.
1757 Lagos,Jal. D o
1726 z
1726 Méx. Oax. D o
1747 Méx. o z
1748 MéY. o
XVII
Nombre Orden Nacimiento Año de
Raza
Religiosa y muerte Profesión
"Poetisa de Belem" Cr
Sor Joaquina F Cr
Sor Mariana Cr
XVIII
Cronowgíay Literatura
Crónica Biografia Mística Poesía Música Matemática Pintura
Lugar de la oúra devota
1748 Méx. o
1748 Méx. o
1755 Méx. D
o
1761 Méx. o
1761 Méx. o
1761 Méx. o
o
1761 Méx. o
Qro. ...
1766 Pue. z
1766 Oaxaca A
Morelia,
Mi ch.
...
¿1763? Méx. ...
Méx. ...
1789 Méx. o
1789 Méx. o
1793 Méx. D D
Mex. D
1794 Méx. ()
o D
XIX
Nombre Orden Nacimiento Año de
Raza
Religj.osa y muerte Profesión
XX
Cronología y Literatura
Crónica Biografía Mística Poesía Música Matemática Pintura
Lugar de la obra devota
•
1804 Méx. o
Tehuacán,
1804
Puebla o
1809 Qro. o
-
• --
Morelia,
1821
Mi ch. o
o ---
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1
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1
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1
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1
1
1
1
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XXI
Josefina Muriel
Cultura femenina novohispana
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas
2000
545 p.
(Serie Historia Novohispana, 30)
ISBN 968-58-0313-7
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
Siglas usadas
Obras manuscritas
Obras publicadas
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
Portada:
Doña María Micaela Fernández Esquivel Echeverría y Veytia, 1750.
Colección particular.
14. Sor María de Jesús Ágreda la escritora mística más leída durante el virreinato.
Aparece al lado de San Juan y tiene la pluma en la mano. Al fondo se ve una
alegoría de su obra La mística ciudad de Dios. Pintor anónimo, siglo XVIII. Col.
del Museo de Santa Mónica, Puebla.
15. Retrato de la V.M. María de Jesús, de Puebla. Colección particular.
16. Sor Agustina de Santa Teresa, monja concepcionista, biógrafa y secretaria de
la mística María de Jesús. Pintor anónimo, escuela poblana, siglo XVIII, Col. del
Museo Nacional del Virreinato, Tepozotlán.
17. La escritora mística Sor María de San José, monja agustina, fundadora de los
conventos de Santa Mónica de Puebla y La Soledad de Oaxaca. Pintor
anónimo, siglo XVIII. Col. del Museo Nacional del Virreinato, Tepozotlán.
18. Portada del segundo tomo de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz. Edición
1963, Barcelona.
19. Portada de la obra impresa de la madre María Anna Águeda de San Ignacio,
México.
20. Portada del manuscrito de la vida de la madre María Magdalena Lovarravaquio,
ejemplo de los libros conventuales manuscritos.
21. Sor MaríaJuanadelSeñorSan Rafael, monja clarisa. Fue contadora y organista
del convento de Santa Clara de Puebla. Pintor anónimo, primera mitad del
siglo XIX. Col. del Museo Nacional del Virreinato, Tepozotlán.
22. Cristo crucificado, dibujo a pluma hecho por las monjas del convento
concepcionista de Santa Inés.
23. Hoja de un biombo en la que aparece una violinista, parte de un conjunto
musical que ameniza una fiesta campestre, pintor anónimo, siglo XVIII. Col. del
Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.
24. Doña Petra Guadalupe Tomasa y Berrio, marquesa de San Román. Principios
del XIX, Real Academia de San Carlos, anónimo.
Josefina Muriel
Cultura femenina novohispana
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas
2000
545 p.
(Serie Historia Novohispana, 30)
ISBN 968-58-0313-7
Formato: PDF
Publicado en línea: 27 abril 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libro/
cultura/femenina.html
Abel, 188
.\lfrmso X, El Sabio, 152
Abigail, 262
Alonso, Juan, H
Abogader y Mendoza, Maria .Jacinta,
Alonso de Herrera, María de Jesús, 63
269
Alonso Martlnez, Miguel Antonio, 473
Abraham, 188, 191, 230, 234
Al•;a Ixtlilxóchitl, Femando de, 12
Acaz, rey de Judá, 191
Alvarado, Domingo de, 404, 406
Acosta, José de, 20
Ah'arado Tezozómoc, F'ernando, ll
Achitómetl, 11
:\!varado y Luna, Petra de, 487
Adán, 252
Alvarez de Abren, Domingo Pantalcón,
Adonis, 149, 270
317, 433, 139, 467, 503
Agostino, padre, 435
Alvarez de Arteaga, Catalina, 487
Agreda, María de Jesús de, 20, 165,
Amaltea, 128 y n, 137
166, 168, 172, 223, 224, 225, 237,
Ambrosio de Milán, San, 20, 29n
315, 378, 406
Aguiar y Seijas, Francisco, 265 Ana, Santa, ll 7
Águila, Pedro de la, 77 Ana de Jesús, 50, 51, 54
Aguilar de la Cruz, Pedro, 433 .-\na de la Concepción, 95
Aguilar Velarde, véase María Anna .-\na de la Cruz, 28
Águeda de San Ignacio Ana de la Presentación, 34
Aguilera, Francisco, 33 Ana de San Bartolomé, 56
Agurto y Loaysa, Joseph de, 484 .\na de San Bemardino, 422
Agustin, San, 20, 152, 186, 202, 227, Ana de San José, 394
242, 247, 315, 369, 370-37ln, 388, Ana de San Pablo, 52
434, 462, 466n Ana de Santa Catalina, 498
Agustina de Santa Clara, 375 .-\na Gertrudis de la Coronación, 72
Agustina de Santa Teresa, 60, 329, 331, Ana María de San Bartolomé, 72
332, 334, 336, 337, 341, 342, 343, Anás, 408
344, 345, 346, 347, 348, 349. 350, Andía, Bernardo de, 435
'351, 352, 353, 354, 355, 356 Amlrea de la Asunción, 477
Alacoque, Margarita Maria de, santa, Andrés, Mclquiades, 225n
408 Anfión, 134
Alaves, Melchor de, 28 Anfitrite, 153
Alaves y Salas, Luisa de, 28 Angulo, pintor, 156
Albornoz, Rodrigo de, 48n Antioquía, Ignacio de, san, 180
Alburquerque, Bernardo de, 469 Antonia de la Concepción, 109
Alcalá de los Gazules, duque de, 143 Antonia de la Encamación, 109
Alcibar, José de, 490 Antonia de la Madre de Dios, 394
Alcídes, 272, 274, 282 Antonia de San Jacinto, 34
Aldonza, 15 .\utcmia de Santo Domingo, 48
Alejandro Magno, 270, 299 Antonio de Padua, San, 97, 388
Alemán, Francisco G., 59 Arcos, duque de, 98
Alfaro, Felipe Neri de, 473 Apeles, 132, 140
Alfaro Femández de Córdoba, Catali- Apolo, 122, 126, 137, 274, 283, 292, 295,
na de, 259, 269 306
534 ÍNDICE DE NOMBRES