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LA EVALUACIÓN
NEUROPSICOLÓGICA
2ª Edición actualizada
MIGUEL PÉREZ GARCÍA
Universidad de Granada
ISSN 1989-3906
Contenido
FICHA 1 ........................................................................................................... 25
Instrumentos de evaluación neuropsicológica
FICHA 2 ................................................................................................................................. 28
Acreditación Nacional del Psicólogo/a Experto/a en Neuropsicología Clínica
Consejo General de la Psicología de España
Documento base.
La evaluación neuropsicológica
ÍNDICE
1. Definición y objetivos de la evaluación neuropsicológica o para qué evaluar.
2. Contenidos de la evaluación neuropsicológica o qué evaluar:
3. Aproximaciones a la evaluación neuropsicológica o formas de evaluar.
4. El proceso y de evaluación neuropsicológica o cómo evaluar.
4. Resumen y conclusiones
De modo conciso, la Neuropsicología Clínica (NC) es una disciplina profesional de la Psicología que tiene como ob-
jetivos la evaluación y rehabilitación de las secuelas psicológicas secundarias al daño cerebral (Pérez García, Vilar y
Puente, 2009). Como disciplina profesional, tiene una amplia implantación en países como Estados Unidos, Canadá,
Alemania, Holanda, etc… pero todavía no tiene un reconocimiento legal nuestro país en términos de especialidad sa-
nitaria. Sin embargo, la aprobación el 21 de Octubre de 2016 por parte del Consejo General de la Psicología (CGP)
de unos criterios de acreditación nacionales sobre quién es un profesional experto en Neuropsicología Clínica y su
posterior plasmación en el documento de “Acreditación Nacional del Psicólogo/a Experto/a en Neuropsicología Clíni-
ca” (21 de Octubre de 2016) supone un hito histórico y, de facto, el primer reconocimiento oficial del neuropsicólogo
clínico en nuestro país (ver el documento y el proceso de acreditación en www.acreditaciones.cop.es).
Definir conceptualmente la NC supone ponerla en relación a las Neurociencias y a otras disciplinas similares de la
Psicología (por ejemplo, la Psicología Clínica) o de la Medicina (por ejemplo, la Neurología de la Conducta). Por otro
lado, la definición conceptual está más ligada a las actividades de investigación. En este sentido, no existen desarro-
llos legislativos que limiten quién puede o no investigar en NC. Justo al contrario, la NC se beneficia de la multidisci-
plinariedad de profesionales que investigan en esta área siendo notables las aportaciones de psicólogos cognitivos,
psicofisiólogos, neurólogos, y neurocientíficos en general que colaboran considerablemente al conocimiento de las
relaciones cerebro – conducta y, concretamente, a la evaluación y rehabilitación de las secuelas psicológicas del da-
ño cerebral.
Sin embargo, definirla profesionalmente supone establecer un perfil profesional, incluyendo actividades y competen-
cias, que está reconocido y controlado legalmente por los colegios profesionales y el gobierno de cada país. La apli-
cación del conocimiento científico acumulado al paciente concreto con daño cerebral requiere de unos
conocimientos y de unas habilidades que garanticen la correcta práctica de la NC. Por esta razón, la práctica profe-
sional de la NC debe estar regulada y limitada al profesional que garantice que el paciente recibe la mejor de las aten-
ciones posibles y definida dentro de un perfil profesional. El mayor consenso obtenido sobre cuáles son los
conocimientos teóricos y cuales las competencias prácticas de un neuropsicólogo clínico se consiguieron en la Confe-
rencia de Houston (1998) sobre la formación del neuropsicólogo clínico auspiciada por las principales sociedad cien-
tíficas internacionales. En el último estudio sobre la actividad del neuropsicólogo clínico en Estados Unidos (Sweet et
al 2015), se ha encontrado que el 94% de los neuropsicólogos con menos de 5 años de experiencia, el 89% con me-
nos de 10 años de experiencia y el 84% con menos de 20 años de experiencia habían recibido una formación en
Neuropsicología Clínica basado en la Conferencia de Houston.
En nuestro país, no existen estudios sobre el grado de seguimiento de la Conferencia de Houston en la formación del
neuropsicólogo clínico. Sin embargo, el citado documento de acreditación como experto en neuropsicólogo clínico
de Consejo General de la Psicología ha establecido la Conferencia de Houston como futuro modelo de formación y,
de hecho, algunos programas en nuestro país se están ajustando a dicho modelo.
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Entre las actividades del neuropsicólogo clínico, la evaluación neuropsicológica es la actividad más frecuente y ca-
racterística. Diferentes aproximaciones se han desarrollado buscando mejorar los procedimientos de la evaluación en
aras de conseguir exitosamente los objetivos propuestos (Barr, 2018) aunque en la actualidad, la gran mayoría de los
neuropsicólogos en la actualidad utiliza la aproximación por baterías flexibles descrita más adelante (Sweet et al.
2015). Sin embargo, utilizar una u otra aproximación puede depender de los objetivos de la evaluación. Por esta ra-
zón, debemos considerar los diferentes objetivos que puede tener una evaluación neuropsicológica, las diferentes
aproximaciones que hoy día se pueden realizar y el procedimiento para realizarla aunque, en la práctica diaria, cada
neuropsicólogo se encuadra en una aproximación concreta y hace adaptaciones del mismo procedimiento a los dife-
rentes objetivos.
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TABLA 1
OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA
SEGÚN VARIOS AUTORES
Vanderploeg Prigatano et al. Lezak et al. Perea y Ardila Hebben y Rodríguez Blázquez-
(2014) (2003) (2012) (2005) Milberg (2009) Alisente et al.
(2009) (2011)
Descripción de Monitorizar los Planificación de Analizar los Determinar los Establecer Contribución al
las áreas dañadas cambios con y cuidados al síntomas y signos correlatos medidas de línea diagnóstico
e intactas sin tratamiento paciente presentes biológicos de los base preciso en
cognitiva, resultados contexto
emocional y neurológicos y
conductualmen psiquiátricos
Evaluaciones Planificar la
forenses implementación
del tratamiento
Investigación
Entrenamiento de
otros
Como se puede observar, existe relativo consenso en que los objetivos de la evaluación neuropsicológica se podrían
agrupar en 1) diagnóstico neuropsicológico, 2) caracterización del deterioro neuropsicológico en términos de áreas
dañadas e intactas con el objetivo conocer la naturaleza del daño cerebral, planificar la rehabilitación, dar consejo
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educativo o vocacional o medir el cambio después de una intervención, 3) la evaluación en contextos forenses y 4) la
evaluación en protocolos de investigación (Pérez García, 2009a).
Diagnóstico neuropsicológico
El diagnóstico neuropsicológico tiene varias niveles de aplicación (Hartman, 2018). En primer lugar, está el diagnós-
tico descriptivo que “implica el uso de procedimientos neuropsicológicos para detectar la existencia o medir la severi-
dad de único y bien conocido síndrome cerebral” (página 51). El diagnóstico descriptivo consiste, por tanto, en
comprobar criterios diagnósticos previamente establecidos. Este es el caso del Trastorno NeuroCognitivo (TNC) de re-
ciente aparición en el DSM5 (American Psychiatric Association, 2013), demencias (ahora incluido en el TCN) o Sín-
drome PostConmocional.
El siguiente nivel en el diagnóstico neuropsicológico es el diagnóstico diferencial específico de un dominio en el
cual se tiene que diferenciar entre dos patologías o síndromes (Hartman, 2018). Existen varios supuestos en los que el
diagnóstico diferencial puede ser útil. Ese es el caso de diagnósticos tempranos en patologías como las demencias y el
diagnóstico de patologías como traumatismos craneoencefálicos leves o procesos metabólicos o tóxicos (Lezak et al.,
2012). Particularmente importante por su frecuencia es el diagnóstico diferencial de las demencias, delirium y trastor-
no amnésico (Antequera, Vivancos y Pérez García, 2011).
Aunque el diagnóstico diferencial entre dos patologías neurológicas (por ejemplo, accidente cerebro-vascular vs. Tu-
mor) fue una de las funciones establecidas en el perfil profesional del neuropsicólogo norteamericano y canadiense en
su constitución (Meier, 1997), se ha producido un cambio en las aplicaciones de dicho objetivos. Es comúnmente
aceptado que el diagnóstico diferencial en alteraciones neurológicas y la localización de la lesión es un objetivo “his-
tórico” que hoy día ha quedado ampliamente superado por las técnicas de neuroimagen (Crosson, 2014; Heaton y
Marcotte, 2000; Lezak, 1995). Asociado al avance de las técnicas de neuroimagen también se ha producido el aban-
dono de la evaluación neuropsicológica con el objetivo de localizar daño cerebral. Actualmente, las técnicas de neu-
roimagen son considerablemente más precisas y más baratas localizando daño cerebral que las pruebas
neuropsicológicas. Además, el nivel de sofisticación adquirido ha motivado que existan profesionales especializados
en su interpretación como son los neurorradiólogos o los médicos de medicina nuclear, amén de otros profesionales
relacionados como neurólogos, neurocirujanos o neurofisiólogos.
Es obvio que la información proporcionada por las técnicas de neuroimagen contribuye, con el resto de la informa-
ción obtenida antes de la evaluación, al establecimiento de las hipótesis de deterioro neuropsicológico. Por otro lado,
la evaluación neuropsicológica puede contribuir considerablemente a establecer las consecuencias emocionales, cog-
nitivas y comportamentales de los hallazgos en las pruebas de neuroimagen. Por tanto, en la actualidad, la localiza-
ción de daño cerebral es competencia profesional de otros especialistas, aunque, en el campo de la investigación, las
técnicas de neuroimagen están siendo considerablemente utilizadas por los neuropsicólogos para localización anató-
mica de estructuras, especialmente si es neuroimagen funcional.
Por último, Hartman (2018) establece otras aplicaciones del diagnóstico diferencial como el diagnóstico multidomi-
nio cuando además de condiciones neuropsicológicas hay que hacer diagnóstico diferencial con otras condiciones
médicas no neurológicas, con otras condiciones psicopatológicas, con problemas motivacionales para responder o
con problemas sociales.
Planificación de la rehabilitación
El objetivo de la evaluación para la planificación de la rehabilitación debería ser uno de los más importantes no solo
para el paciente sino para la propia Neuropsicología pero, sin embargo, generalmente este objetivo se despacha con
unas pocas líneas al final de los informes (Premuka y McCue, 2014). Según estos autores existe una importante caren-
cia en el uso de este tipo de evaluación debido a que:
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1. La mayoría de las pruebas neuropsicológicas tienen una capacidad muy limitada de hacer predicciones sobre el
comportamiento del paciente en la vida diaria ya que están muy enfocados en medir daño pro no discapacidad.
2. En muy pocas ocasiones el neuropsicólogo que evalúa es el profesional que rehabilita.
3. Hay una diferencia de perspectiva entre la evaluación y la rehabilitación ya que la evaluación se compara con la
población para decidir deterioro (normas) pero en la rehabilitación se necesitan objetivos muy específicos del pa-
ciente y su contexto.
La evaluación neuropsicológica con este objetivo debe informar de, al menos, los siguientes aspectos (Lezak, 1995):
1. Cuáles deberían ser los objetivos de la rehabilitación.
2. Cómo medir los progresos durante la rehabilitación tanto para evaluar la eficacia de la intervención como para re-
visar los objetivos si fuera necesario.
3. Qué variables pueden interferir con la rehabilitación.
4. Cómo entrenar al paciente, es decir, cuál es la forma de aprendizaje que el paciente tiene intacta o resulta más pro-
ductiva.
Muy similares son los objetivos propuestos por Crosson (2014) para la evaluación centrada en la planificación de la
rehabilitación:
1. Definir las alteraciones cognitivas que van a ser objetivo de rehabilitación.
2. Medir los progresos durante la rehabilitación para ver si se cumplen los objetivos o redefinir nuevos objetivos.
3. Ayudar a definir objetivos realistas para ayudar la reincorporación del paciente a su contexto.
4. Definir problemas emocionales que pueden interferir en la rehabilitación.
Otro importante objetivo de la evaluación neuropsicológica es la valoración funcional de las alteraciones neuropsi-
cológicas (Heaton y Marcotte 2000). Dicha valoración es importante tanto en la planificación de la rehabilitación y el
consejo para la reincorporación escolar y/o vocacional como en la evaluación forense. Conocer qué habilidades de la
vida cotidiana o laboral de un paciente puede realizar y cuáles no ayuda a determinar los objetivos de la rehabilita-
ción ya que dichas áreas deben ser objetivo prioritario de nuestra intervención. Ésta, que es una de las áreas de mayor
desarrollo en la evaluación y rehabilitación de habilidades específicas con amplio valor funcional como la habilidad
de conducir después de un traumatismo craneoencefálico (Brouwer y Withaar, 1997; Marcotte y Scott, 2009; Rizzo y
Kellinson, 2010) y en la búsqueda de variables predictoras de reincorporación laboral (Johnson, 1998; Kibby, Schmit-
ter-Edgecombe y Long, 1998; Sadek y Van Gorp, 2010). Esto último ha provocado el desarrollo de pruebas con vali-
dez ecológica aunque todavía son pocas las que cuentan con esta validez (Goldstein, 1996; McCue y Pramuka, 1998;
Sbordone y Long, 1996).
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otras. Para una descripción de las aplicaciones y el proceso de evaluación neuropsicológica forense se puede consul-
tar el trabajo de Greiffenstein y Kaufman (2018).
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nes) estos aspectos son de una gran importancia para el paciente o la patología a evaluar (Aguilar, Verdejo-García, Peral-
ta, Sánchez y Pérez-García, 2005). Por esto, el evaluador debe hacer un esfuerzo por evaluar todas las áreas y no sólo
aquellas para las que dispone de pruebas neuropsicológicas. Según Lezak et al. (2012), las dimensiones de la conducta a
evaluar serían las siguientes: 1) cognitiva, 2) personalidad/emocional y 3) ejecutiva. En la dimensión cognitiva se deben
evaluar los sistemas de entrada, de almacenamiento, elaboración y manejo de información y de salida del sistema cogni-
tivo. Los sistemas de entrada están compuestos por el sistema sensorial y el perceptivo. El de almacenamiento está com-
puesto por los diversos tipos de memoria. El sistema de elaboración y manejo de la información almacenada está
compuesto por el pensamiento en sus diversos formatos (razonamiento abstracto, verbal, resolución de problemas, etc.).
Los sistemas de salida están compuestos por el habla, la escritura, gestos, expresiones faciales y movimientos.
Por otro lado, en la dimensión emocional/personalidad de la conducta se deberían evaluar los cambios y/o exacer-
baciones de la personalidad que se pueden manifestar como desinhibición, euforia, falta de control social, hipersensi-
bilidad en las interacciones personales, baja tolerancia a la frustración o agresividad, entre otros. En el ámbito
emocional hay que evaluar la presencia de ansiedad, depresión, labilidad emocional o aplanamiento emocional.
También incluye en este apartado los posibles cambios en la conducta sexual que pueden ser tanto pérdida como au-
mento del interés sexual.
Por último, Lezak propone que en la dimensión ejecutiva de la conducta hay que evaluar la capacidad del paciente
de proponer metas conductuales, planificar su secuencia, controlar su ejecución y conseguir llevarlas a cabo. Según
la autora esta dimensión se podría confundir con la cognitiva pero está claramente diferenciada ya que la función eje-
cutiva se refiere a cómo llevar a cabo la conducta y la dimensión cognitiva está relacionada con qué puede llevar a
cabo. De esta forma, es posible encontrarse con un paciente con su memoria y pensamiento normales pero no sabe
cómo llevar a cabo las conductas y, a veces, no puede ni proponerse metas conductuales. Además, las funciones eje-
cutivas están más relacionadas con la independencia funcional que las funciones cognitivas. En la actualidad, existen
diversas propuestas sobre la estructura y componentes de la función ejecutiva aunque existe cierto consenso en consi-
derar dos partes: la función ejecutiva “fría” que estaría relacionada con aspectos de actualización y monitorización,
control y cambio y la función ejecutiva “caliente” relacionadas con la toma de decisiones y los aspectos más sociales
y emocionales de la persona. De esta forma, la función ejecutiva tendría cuatro componentes a evaluar: actualiza-
ción/monitorización, inhibición/impulsividad, cambio/flexibilidad y toma de decisiones (Verdejo-García y Pérez Gar-
cía, 2007).
Con la aparición del DSM5 (APA, 2013) y la in-
clusión de la nueva categoría diagnóstica llamada TABLA 2
Trastorno NeuroCognitivo (TNC) se han incluido no CONTENIDOS DE LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA
solo los criterios para su diagnósticos sino, además, PROPUESTOS EN EL DSM5
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evaluación neuropsicológica como aproximación “cuantitativa” vs. “cualitativa”, aproximación “fija o por baterías”
vs. “flexible” o aproximación “psicométrica” vs. “centrada en el proceso” (Barr, 2018; Bauer, 2014; Russell, 2014a).
En qué medida estas aproximaciones afectan a la evaluación neuropsicológica es una cuestión difícil de discernir.
Por un lado, se podría afirmar que dichas aproximaciones no afectan a la evaluación neuropsicológica sino a la admi-
nistración de pruebas neuropsicológicas ya que la aproximación de baterías estandarizadas aboga por el uso de bate-
rías de tests que siempre son los mismos, independientemente de la patología o los síntomas del paciente. Por otro
lado, la aproximación flexible o centrada en el proceso aboga por una selección de tests en función de la patología y
los síntomas del paciente. Sin embargo, si sólo fuera una cuestión de administración de pruebas neuropsicológicas,
los resultados de una u otra aproximación deberían ser similares y esto no es así. La aplicación de una u otra aproxi-
mación lleva a la consecución de diferentes resultados, como expondremos a continuación.
Por otro lado, algunos autores afirman que aunque estas aproximaciones son conceptualmente diferentes y llevan a
resultados diferentes, la tendencia actual es abandonarlas para utilizar una combinación de ambas en una aproxima-
ción denominada “baterías flexibles” (Barr, 2018; Groth-Marnat, 2000; Vanderploeg, 2014). Esto se puede observan
en un reciente estudio realizado por Sweet et al. (2015) entre los socios de la división 40 de APA y NAN donde en-
cuentra que el 82% utiliza la aproximación por baterías flexibles, un 14% la aproximación flexible y un 3% la aproxi-
mación por baterías estandarizadas. Además, han surgido evoluciones de cada una de ellas que han aproximado
considerablemente los procedimientos de evaluación (Poreh, 2006). En nuestro país, también la aproximación por ba-
terías flexibles es la más utilizada con un 49’8%, seguida por la flexible con un 40´3% y la de baterías estandarizadas
por un 9’9% (Olabarrieta-Landa, Caracuel, Pérez-García, Panyavin, Morlett-Paredes y Arango-Lasprilla, 2016).
A continuación, se procederá a describir las dos aproximaciones existentes así como las propuestas de unión de
ambas.
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dad. La decisión de si el paciente presenta una ejecución alterada en las pruebas administradas está en función de
puntos de corte que se corresponden con criterios estadísticos de la población normal. Así, se suele utilizar como cri-
terio para indicar que una ejecución pertenece al rango del deterioro cuando es inferior a la del 5% de la población
“normal”.
Otra característica de esta aproximación es que considera la utilización de personal técnico para la administra-
ción de la batería. En esta aproximación, como la interpretación se basa en los resultados de los tests y no en có-
mo se ha llegado al resultado (proceso) e incluso, como se expuesto antes, puede ser un proceso ciego, no es
necesario que sea el neuropsicólogo la persona que administre las pruebas (Lezak et al., 2012; Russell, 2014a).
Esto repercute en los costos de la evaluación ya que el neuropsicólogo puede ver más pacientes en esta aproxi-
mación. Sin embargo, la administración de la batería completa puede llevar entre 3-4 horas como es la “Batería
Neuropsicológica Luria-Nebraska” (Luria-Nebraska Neuropsychological Battery, LNNB) o hasta 8-10 horas como
es el caso de la HRNB.
La interpretación de los resultados de la batería se realiza analizando los perfiles o los índices de las baterías y se re-
quiere que el clínico tenga experiencia y fundamentados conocimientos (Broshek y Barth, 2000; Golden, Freshwater y
Vayalakkara, 2000). Para llevar a cabo este análisis se requiere que el clínico tenga experiencia y fundamentados co-
nocimientos (Moses y Purish, 1997). Por esta razón, los principales desarrollos que se han producido dentro de esta
aproximación no han sido el desarrollo de nuevas baterías sino el desarrollo de sistemas computerizados para realizar
el análisis de patrones en los que se fundamenta (Russell, 2014). Hasta el momento se han desarrollado tres sistemas:
1) “Escalas de Déficit Neuropsicológico” (Neuropsychological Deficit Scale, NDS) (Reitan, 1991), 2) las “Normas
Completas para la Batería Halstead-Reitan Ampliada (Comprehensive Norms for an Extended Halstead-Reitan Battery,
CNEHRB) (Heaton, Grant y Matthews, 1991) y 3) el “Sistema de Evaluación Neuropsicológica Halstead-Russell”
(Halstead-Russell Neuropsychological Evaluation System, HRNES) (Russell, 2014b). Russell (2014b) realiza una com-
pleta descripción y comparación de los tres sistemas llegando a la conclusión de que los tres son equivalentes aunque
estén apoyados en grupos normativos diferentes. Con los tres se obtienen los mismos resultados.
Aunque esta batería se construyó en los años 50, sigue en continuo desarrollo y los últimos avances se han centrado
en obtener un Índice de Deterioro Global, obtener índices de detección de la simulación o desarrollar una forma cor-
ta de tipo screening que se podría administrar en unos 30 minutos (Reitan y Wolfson, 2009).
Sin embargo, la utilización de este procedimiento de evaluación presenta algunas limitaciones en relación a la natu-
raleza del déficit, es decir, los procesos alterados, que son bien cubiertas por la aproximación flexible.
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de de la capacidad del neuropsicólogo de 1) generar hipótesis sobre las causas de los síntomas, 2) de seleccionar las
tareas adecuadas para comprobarlas y 3) de discriminar una ejecución normal de una patológica.
Sin embargo, la aproximación centrada en el proceso de la escuela de Boston sea la variante más representativa de
la aproximación flexible y, por esta razón, va a ser descrita con mayor detalle que las anteriores. El objetivo principal
en esta aproximación es conocer la naturaleza del deterioro. Para llevar a cabo este objetivo es fundamental estudiar
el proceso que sigue el paciente durante la realización de las pruebas y no es tan importante el resultado ya que a este
resultado se puede llegar por alteraciones en diferentes partes del proceso. Por esta razón, esta aproximación se cono-
ce como “centrada en el proceso”. No responder con el nombre de un objeto cuando éste se le presenta puede ser el
resultado de no identificar el objeto porque no lo reconoce (agnosia), identificar el objeto pero desconocer qué es (dé-
ficit en el acceso al almacén semántico) o, por último, saber qué es y no poder producir su nombre (déficit en el acce-
so al almacén fonológico). En los tres casos el resultado final es anomia y si hubiéramos utilizado un técnico para
administrar la tarea o no hubiéramos administrado otras tareas para obtener más información, desconoceríamos la
causa de dicha anomia.
White y Rose (1997) describen cinco estrategias que utilizan los neuropsicólogos centrados en el proceso para cono-
cer la naturaleza del déficit del paciente:
1. Evaluar las estrategias o estilos de procesamiento que el paciente utiliza mientras realiza la tarea. Un ejemplo de
esto es la ejecución en el subtests de bloques del WAIS (Wechsler Adult Intelligence Scale, WAIS) (Wechsler, 1987).
En esta tarea, el evaluador debe registrar el orden en el que el paciente coloca los cubos, incluidos los errores. De
esta forma, estos evaluadores han encontrado que existen varias estrategias como las gestaltica, la analítica o la de
ensayo-error.
2. Descomponer las tareas o tests en los componentes de procesamiento cognitivo necesarios para realizarla. Por
ejemplo, el aprendizaje de una lista de palabras requiere atención, aprendizaje, almacenamiento, recuperación y
reconocimiento. Siguiendo esta lógica han elaborado tests que, tras administrarlos, nos dan información de en qué
proceso está fallando el paciente. Un ejemplo de este tipo de tests es el “Test de Aprendizaje Verbal de California
(California Verbal Learning Test, CVLT) (Delis, Kramer, Kaplan y Ober, 1987).
3. Llevar al paciente al límite de su ejecución haciendo la tarea cada vez más difícil hasta que el paciente falle. De es-
ta manera se pueden detectar déficit que no son lo suficientemente importantes o severos para que se manifiesten y
el paciente los detecte.
4. Observación cualitativa de los errores del paciente focalizándose en la búsqueda o identificación de signos patog-
nómicos característicos de tipos específicos de daños cerebrales. Así, el clínico busca errores como perseveracio-
nes, errores en el habla espontánea, temblores, errores en los movimientos, etc.
5. Observación sistemática y caracterización de la conducta del paciente. El clínico se fija en todos los aspectos de la
ejecución del paciente. Así, por ejemplo, se toman medidas de habla espontánea en las que se analiza el volumen,
la claridad, el contenido, la estructura gramatical, etc.
El criterio de deterioro en la aproximación centrada en el proceso depende de las tareas que están siendo utilizadas.
Las tareas pueden ser cualitativas y, por tanto, el criterio de deterioro reside en la experiencia y habilidad del clínico o
puede estar utilizando tareas que están cuantificadas y baremadas y, por tanto, el criterio aquí es la comparación con
una población “normal”. Recientemente, en la aproximación centrada en el proceso se está centrando en desarrollar
nuevas pruebas baremadas que analicen los distintos procesos involucrados en una función, lo cual facilita su inter-
pretación (Milberg et al., 2009). Pruebas como el California Verbal Learning Test (CVLT) y el Delis-Kaplan Executive
Function System (DKEFS) son ejemplos de esto desarrollos (Milberg et al., 2009).
El procedimiento de evaluación que se sigue en la aproximación centrada en el proceso sigue los siguientes pasos
que a continuación describimos (Milbert et al., 2009; White y Rose, 1997). En primer lugar, se realiza un entrevista
clínica en la que se recogen las quejas del paciente, se revisan los informes médicos sobre la lesión y se estable el es-
tatus funcional del paciente, con el fin de conocer qué tests se pueden administrar. En segundo lugar y en función de
los datos de la entrevista, el evaluador selecciona los tests que van a administrar. Aunque no existe unanimidad sobre
el criterio de selección, estos autores recomiendan utilizar un conjunto de tests que abarque ampliamente las diferen-
tes áreas conductuales. De esta forma se evalúan aspectos qué el paciente puede que no haya detectado y además co-
nocemos que otros aspectos de la conducta están intactos. Además de los seleccionados, el evaluador puede ir
añadiendo o generando otros hasta que conteste sus hipótesis sobre la naturaleza del déficit del paciente. La correc-
ción de algunos tests será doble: la forma estándar y la desarrollada por enfoque centrado en el proceso (por ejemplo,
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el WAIS). Finalmente, se emitirá el informe que debe incluir el motivo de consulta, los tests utilizados, sus resultados,
las conclusiones sobre estos, posible localización del daño (si es requerida), diagnóstico diferencial y recomendacio-
nes terapéuticas.
Además de estas aproximaciones, nuevas aproximaciones están surgiendo como la aproximación de Benton-Iowa
(Tranel, 2009) o la aproximación analítica (McKenna y Warrington, 2009) que no están siendo muy utilizadas y que el
tiempo colocará en su justo lugar.
TABLA 3
VENTAJAS E INCONVENIENTES (ZILLMER Y SPIERS, 2001)
Contrastación de hipótesis Reconoce la individualidad del paciente El procedimiento del test puede ser sesgado por el clínico
El examen se focaliza en los déficits más importantes La interpretación depende de la opinión subjetiva del clínico
Énfasis en como se puede fallar o resolver una tarea Difícil de enseñar porque requiere experiencia
Útil para estudio de casos No es apto para investigación a gran escala
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do ya que el 68% utiliza la aproximación por baterías flexibles, un 20% la aproximación flexible y un 11% la aproxi-
mación por baterías estandarizadas (tabla 4). En serie de estudios desarrollados por Sweet en 2005, 2010 y 2015 esta
tendencia se ha confirmado considerablemente ya que en último estudio el 82% utiliza la aproximación por baterías
flexibles, un 14% la aproximación flexible y un 3% la aproximación por baterías estandarizadas. Como se indicó an-
teriormente, en nuestro país, también la aproximación por baterías flexibles es la más utilizada con un 49’8%, seguida
por la flexible con un 40´3% y la de baterías estandarizadas por un 9’9% (Olabarrieta-Landa et al., 2016) (ver tabla 4).
En resumen, tradicionalmente y basadas en las raíces históricas de la Neuropsicología Clínica han existido principal-
mente dos aproximaciones la forma de entender la evaluación neuropsicológica. Cada una de ellas presenta ventajas
e inconvenientes aunque no hay estudios que informen de la superioridad de una sobre la otra en relación con los ob-
jetivos de la evaluación con son el diagnóstico diferencial, la planificación de la rehabilitación o el pronóstico de las
alteraciones. Entre tanto, estas aproximaciones han perdido fuerza a favor una propuesta mixta que combina las ven-
tajas de ambas y que, en estudios recientes, se ha encontrado que es mayoritariamente aplicada en la práctica clínica
llamada aproximación por “baterías flexibles”.
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hipótesis de deterioro
2. La información obtenida durante la entrevista sir-
neuropsicológico
ve para la elección inicial de las pruebas de eva-
luación.
3. Siempre se evalúan todos los dominios neuropsi-
cológicos, independientemente de que se hipote-
ticen como alterados o no durante la entrevista.
Esto permitirá responder a la pregunta de qué Selección de las
dominios han quedado intactos o dañados des- pruebas
pués del daño cerebral.
4. Para cada paciente se utilizan las pruebas más
adaptadas al tipo y severidad del daño neuropsi-
cológico que se hipotetiza. Por tanto, las pruebas
seleccionadas pueden ser diferentes para cada
Administración de pruebas
paciente.
5. Aunque se evalúan todos los dominios, se evalúa
con más detalle aquellas que se hipotetiza que
están dañadas.
6. El proceso es dinámico y continúa hasta que se
han rechazado o aceptado las hipótesis de dete-
¿Se confirma la
rioro.
hipótesis?
7. Durante la administración de las pruebas se si-
guen las estrategias de la aproximación flexible
como, por ejemplo, explorar los límites de la eje-
cución del paciente o el análisis de procesos.
8. El criterio de deterioro es cuantitativo y se basa,
principalmente, en la información de los bare-
mos.
En resumen, aunque existen diversas aproximacio-
nes a la evaluación neuropsicológica, la más fre- Sí
cuente es la aproximación por baterías flexibles en No
la que se evalúan todas las dimensiones psicológi-
cas utilizando procedimientos estandarizados y
adaptando las pruebas a los pacientes o las patolo-
gías.
Nuevas
hipótesis
4. EL PROCESO DE EVALUACIÓN
NEUROPSICOLÓGICA
Aunque, como hemos visto, existen diversas apro-
ximaciones a la evaluación neuropsicológica que
implican variaciones en el proceso, la tendencia
Comunicación de resultados
que se impone es la utilización de las baterías flexi-
al paciente
bles. Por tanto, en este apartado se va a describir el
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La Entrevista Clínica
En primer lugar, la evaluación neuropsicológica debe comenzar con una entrevista clínica. La entrevista es una parte
fundamental de la evaluación ya que tiene como objetivos:
1. Conocer el estado del paciente.
2. Conocer el problema.
3. Establecer las hipótesis sobre cuales puede ser las alteraciones neuropsicológicas.
4. Guiar la selección de las pruebas neuropsicológicas para comprobar esas hipótesis.
La efectiva consecución de esta información durante la entrevista requiere una amplia formación y experiencia por
parte del evaluador ya que esta información guía el resto de la evaluación y permite interpretar los resultados según
los factores específicos de cada persona (Sbordone, 2000). Existen modelos y plantillas de entrevistas que pueden ayu-
dar a la realización de ésta (p.e., Blázquez-Alisente et al., 2011; Rodríguez, 2009; Vanderploeg, 2014).
Debido a las características de la población a ser evaluada, la entrevista al paciente debe ser siempre completada
con una entrevista al familiar (Sbordone, Seyranian y Ruff, 1998). La entrevista al familiar tiene los mismos objetivos y
las mismas fases que la entrevista al paciente. Dicha entrevista puede ser conjunta o separada del paciente, aunque es
conveniente que la explicación de los objetivos de la entrevista (Lezak et al, 2012) sea conjunta. Si se van a realizar
entrevistas separadas, conviene advertir que se van a realizar con el objetivo de que cada parte hable con mayor con-
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fidencialidad y para obtener dos puntos de vista diferentes. Ya que en muchas ocasiones la información más fiable es
la del familiar, es conveniente entrevistar en primer lugar a éste, aunque no hay estudios sobre cuál es el orden más
efectivo.
Es fundamental que el terapeuta sepa establecer una buena relación con el paciente que favorezca la obtención de
la información. Para esto debemos conseguir la confianza del paciente y esto será más probable en tanto más claro
tenga el paciente qué hace allí. Lezak et al. (2012) propone una serie de medidas que deben ser llevadas a cabo para
conseguir una buena cooperación por parte del paciente. Estas son:
1. Explicar el objetivo de la evaluación y comunicar la razón por la que ha sido enviado a un neuropsicólogo clínico.
2. Explicar en qué va a consistir la evaluación, explicándole que principalmente se examinará su memoria, atención,
etc. y que eso no es indicativo de “locura”.
3. Explicar qué uso van a tener los resultados: el paciente debe saber quién recibirá el informe y como será usado.
4. Garantizarle la confidencialidad de los resultados.
5. Proporcionar información de los resultados: el paciente debe saber quién le informará de los resultados y, si es po-
sible, cuándo.
6. Conocer la actitud del paciente frente a la evaluación. Dependiendo de cual es el motivo de consulta, el paciente
puede ver la evaluación como algo bueno para él o algo amenazante para él. Debemos explicarle al paciente las
consecuencias tanto de una excelente colaboración como de la no colaboración para que el paciente tome una de-
cisión realista sobre la evaluación.
7. Explicarle de modo resumido en qué consisten los tests neuropsicológicos. Lezak et al. (2012) proponen unas ins-
trucciones que, por su sencillez, creemos que merecen ser consideradas:
“Le voy a pedir que realice diferentes clases de tareas. Algunas le recordarán la escuela ya que son sobre
cuestiones que usted ya sabe o sobre problemas aritméticos o de memoria, igual que un profesor. Otras
serán diferentes tipos de puzzles o juegos. Algunas cosas que le pediré que haga le pueden resultar diver-
tidas o tontas; algunas serán muy fáciles y otras serán tan difíciles que no sabrá de qué estoy hablando,
pero todas ellas me ayudarán a comprender mejor como funciona su cerebro, que está funcionando bien,
en qué cosas tiene dificultades y cómo podría ayudarle” (Lezak, 1995, pag. 118).
8. Si el paciente tiene que pagar por los servicios, sería adecuado estimar el posible costo y acordar el método de pago.
Una vez que hemos conseguido una buena relación con el paciente y éste conoce para qué ha sido enviado al neu-
ropsicólogo clínico, debemos seguir la entrevista conociendo la historia del paciente (Sbordone, 2000; Vanderploeg,
2014). Es fundamental tener información sobre su historia escolar, familiar y social, laboral y de problemas médicos
hasta el momento de daño cerebral, etc. Un listado de áreas a explorar se puede encontrar en Rodríguez (2009) y
Sbordone (2000). Esta información es especialmente importante para entender el problema del paciente y para enten-
der la ejecución del paciente en los tests neuropsicológicos.
A continuación, realizaremos una detallada descripción del estado del paciente y de sus quejas. Esta información
puede ser completada con listas de síntomas y observación directa del comportamiento del paciente, cuestionarios o
pruebas breves de status cognitivo (Sbordone, 2000). En un principio dejaremos que el paciente exponga sus quejas
pero después revisaremos todas las dimensiones de la conducta en busca de secuelas del daño cerebral. Así, se deben
revisar los aspectos cognitivos, emocionales y de personalidad y conductuales (agresividad, desinhibición, etc.). Por
último, es muy importante conocer cómo estas alteraciones están impactando la vida cotidiana del paciente en el ám-
bito familiar, social y laboral. Esta información contribuye al establecimiento de los objetivos de la rehabilitación neu-
ropsicológica y al conocimiento de las incapacidades que el paciente presenta.
La información obtenida durante la entrevista deber haber servido para establecer las hipótesis sobre las alteraciones
neuropsicológicas del paciente. A su vez, estas hipótesis deben guiar la selección de pruebas para estudiar estas alte-
raciones. Sin embargo, como hemos indicado anteriormente, se deben seleccionar pruebas para evaluar todas las di-
mensiones conductuales y que nos informen sobre las áreas neuropsicológicas dañadas e intactas.
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como los de Lezak et al. (2012), Strauss, Sherman y Spreen (2006) o Mitrushina, Boone, Razani y D’Elia (2005) (ver fi-
cha 1 para ver ejemplos de los instrumentos más utilizados en nuestro país). Puesto que la composición de las baterías
y los tests posteriores pueden ser diferentes dependiendo de los objetivos o la población, algunos autores han pro-
puesto criterios a seguir para la selección de los tests. Lezak et al. (2012) ha propuesto los siguientes criterios:
1) elegir los tests dependiendo del objetivo de la evaluación.
2) elegir tests fiables y válidos, con especial relevancia de la validez ecológica.
3) elegir tests sensibles (cuando el objetivo es detectar) o específicos (cuando el objetivo es conocer la naturaleza del
déficit).
4) elegir tests que tengan formas paralelas, especialmente en evaluación para la rehabilitación.
5) considerar tanto el tiempo de administración como el coste del test.
6) si se utilizan tests no estandarizados o experimentales, estudiar con detalle la interpretación de los autores, las nor-
mas estadísticas y su fiabilidad para comprobar si son razonablemente aceptables y hacer la interpretación con mu-
cha cautela.
Vanderploeg (2014) establece los siguientes criterios para seleccionar las pruebas neuropsicológicas:
1) Los tests seleccionados deben cubrir todos los dominios conductuales relevantes para responder al motivo de con-
sulta o a otras condiciones que se sospechen.
2) Se deben seleccionar pruebas para evaluar tanto habilidades de bajo nivel (por ejemplo, viso-perceptivas) como de
alto nivel (por ejemplo, memoria).
3) Si se va a evaluar cuantitativamente, utilizar tests que estén bien baremados.
4) Utilizar pruebas cuyo nivel de dificultad esté ajustado al nivel de deterioro del paciente.
5) Evitar los tests que no estén validados como pruebas neuropsicológicas ya que “los tests de daño cerebral siempre
miden alguna habilidad cognitiva, pero las medidas de habilidades cognitivas no son necesariamente tests de daño
cerebral” (pag. 19).
6) Si se utilizan varias pruebas para evaluar el mismo dominio cognitivo (por ejemplo, memoria) seleccionar tests que
midan diferentes aspectos de ese dominio, es decir, pruebas que no correlacionen mucho entre sí y, por tanto, sean
redundantes.
Además, Vanderploeg (2014) establece nueve principios que se deben seguir a la hora de su administración. Los
principios propuestos son los siguientes:
4 Principio 1º: Seguir los procedimientos estandarizados de administración tal como estén descritos en el manual del
test. Si el paciente tiene alguna limitación que dificulta este principio, aplicar el principio 2.
4 Principio 2º: Lo importante es que se administre el test en condiciones estandarizadas más que aplicar exactamente
las mismas palabras o procedimiento. Por esta razón, a veces el evaluador debe ampliar instrucciones o repetirlas
para asegurarse que el paciente ha entendido lo que tiene que hacer o puede aceptar otra modalidad de responder
(señalar en vez de hablar).
4 Principio 3º: Minimizar los factores extraños que pueden influir en el rendimiento del paciente en las pruebas, por
ejemplo, ruidos, luces, etc.
4 Principio 4º: Asegurar que el paciente está alerta y lo suficientemente activado para ser evaluado. La excepción a
esto es cuando el objeto de evaluación es el nivel de activación. La alerta y la activación se mantienen proporcio-
nando descansos periódicos y manejando factores como el volumen y la entonación de la voz.
4 Principio 5º: Presentar las tareas perceptuales y visoespaciales centradas en el campo visual del paciente. Esto no
compensa de una posible negligencia visual unilateral pero estandariza la administración. Si hacer esto perjudica la
ejecución del paciente, comprobarlo después de la administración estandarizada como parte de la evaluación de
los límites de la ejecución del paciente.
4 Principio 6º: En tareas que controlan el tiempo, controlar las respuestas con un cronómetro y registrar además el tiem-
po de respuesta del paciente por si después se puede utilizar para conocer los límites de ejecución del paciente.
4 Principio 7º: Proporcionar sólo la ayuda y ánimo necesarios para mantener la ejecución de la conducta del paciente
en la tarea, con cuidado de que éstos no aumenten artificialmente el rendimiento del paciente.
4 Principio 8º: Periódicamente revisar los manuales de los tests para minimizar las desviaciones en su administración.
4 Principio 9º: La evaluación neuropsicológica es un proceso de evaluación dirigido a obtener información y no sólo
de administración de pruebas. Por esta razón, si existen conflictos entre lo que debe hacerse para conseguir los ob-
jetivos de la evaluación y la administración de pruebas, la evaluación tiene preferencia.
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Una vez que se han seleccionado las pruebas, debemos decidir el orden de administración. Se considera que el or-
den de administración de las pruebas no afecta de modo importante a la ejecución del paciente si se siguen ciertas re-
comendaciones (Lezak et al.2012):
1) Colocar los tests difíciles al principio ya que el paciente está menos fatigado, pero no el primero ya que el paciente
se puede desmoralizar.
2) Empezar por un test de baja dificultad para que el paciente se sienta .
3) Organizar los tests aprovechado las demoras que algunas pruebas exigen para administrar otros. Es preciso que las
pruebas que se administran en la demora no interfieran con el test que está siendo demorado.
Otra variable a considerar es la ampliación de la administración estandarizada de los tests para comprobar los lími-
tes de la ejecución del paciente. Esta ampliación no supone una modificación de la administración estandarizada y
proporciona una valiosa información sobre la naturaleza del déficit. Por ejemplo, durante la administración de los cu-
bos del Escala de Inteligencia para Adultos de Wechsler (Wechsler Adult Intelligence Scale, WAIS) (Wechsler, 1981)
podemos parar la ejecución del paciente cuando llega al límite del tiempo de respuesta establecido (administración
estandarizada) pero también podemos dejar al paciente que continúe para comprobar si puede completar la figura
(comprobación de límites de ejecución). Las conclusiones pueden ser diferentes ya que si el sujeto es incapaz de
completar la figura ni durante el tiempo límite ni después del tiempo límite la conclusión es que el paciente no “sabe
o puede” ejecutarla. Pero si el paciente completa la figura después del tiempo límite de respuesta, debemos plantear-
nos la hipótesis de que tal vez el paciente tiene baja velocidad de procesamiento que interfiere con su ejecución.
Otra cuestión que debemos considerar, especialmente en los seguimientos y en la evaluación para la rehabilitación,
es el efecto práctica que ocurre cuando se administra varias veces un test (Lezak et al., 2012). El inconveniente que
supone el efecto práctica se debe a que las mejoras debidas a este efecto se mezclan con las producidas por la recu-
peración espontánea o los efectos de la rehabilitación, de modo que es difícil conocer cuánto se debe a uno y cuánto
a los otros. Los procedimientos para evitarlo incluyen la utilización de formas paralelas de los tests, cuando estas es-
tán disponibles; el espaciamiento temporal de las medidas, para lo cual no disponemos de criterios que nos guíen en
la elección del intervalo temporal óptimo; y, por último, estudiar los incrementos que produce el efecto práctica para
descontarlos en los evaluaciones sucesivas de los pacientes.
Por último, también se ha planteado el uso de técnicos para la administración de los tests neuropsicológicos, corres-
pondiendo al neuropsicólogo la elección de éstos y su integración dentro del contexto de la evaluación (Lezak, 2012).
Esta discusión está centrada en el contexto norteamericano ya que, hasta donde nosotros conocemos, aún falta mucho
desarrollo en el campo profesional de la Neuropsicología Clínica española hasta llegar a debatir este punto. En el con-
texto norteamericano, el uso de técnicos para la administración de los tests neuropsicológicos supone ventajas como
ahorro de tiempo y costes tanto en la investigación como en la práctica clínica, el paciente es observado por dos pro-
fesionales y puede evitar al neuropsicólogo no experto en administrar tests una fuente de ansiedad. Sin embargo, tam-
bién presenta inconvenientes como no observar directamente la ejecución del paciente perdiendo así valiosa
información cualitativa y depender de la habilidad de un técnico en la administración para realizar luego la interpre-
tación. Esto hace que el neuropsicólogo debe seleccionar con sumo cuidado al técnico y este debe estar bien entrena-
do para que el neuropsicólogo pueda confiar en él.
Una vez finalizada la administración de tantos tests como sea necesario para confirmar nuestras hipótesis sobre el
diagnóstico diferencial o sobre la naturaleza del déficit debemos completar el proceso de evaluación informando al
paciente sobre los resultados de la evaluación.
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El informe escrito es una herramienta fundamental no sólo para comunicar los resultados al paciente sino para la co-
municación con otros neuropsicólogos y otros profesionales (Axelrod, 2014; Hebben y Milberg, 2009; Walsh, 1999;
Williams y Boll, 2000). El estilo de redacción y la forma de escribir un informe debe seguir el criterio de la claridad,
orden y precisión. Axelrod (2014) recomienda utilizar el Modelo de Proceso de Exposición (Expository Process Model,
EPM) (Ownby 1992) en la redacción de los informes y, además, recomienda seguir los siguientes criterios:
1. Usar lenguaje comprensible.
2. Evitar terminología técnica neuropsicológica incomprensible para los no neuropsicólogos.
3. Usar palabras que le den precisión al contenido.
4. Utilizar frases cortas.
5. Presentar una idea en cada párrafo.
6. No incluir material irrelevante.
7. Evitar ambigüedades e inconsistencias.
8. Revisar el borrador para que no contenga errores.
Según Hebben y Milberg (2009) existen varias máximas que hay que tener en cuenta a la hora de escribir un in-
forme:
1. Asegurarse que estamos reflejando las puntuaciones correctas de las pruebas.
2. Evitar palabras y jerga técnica.
3. Ajustar la longitud del informe a la persona que lo va a recibir.
4. Incluir los datos relevantes de la historia.
5. Evitar incluir datos irrelevantes.
6. Hacer una descripción física y conductual del paciente.
7. Nombrar y describir las pruebas administradas.
8. Incluir las puntuaciones de las pruebas.
9. Proporcionar las puntuaciones de todas las pruebas, no solo las que han salido afectadas.
10. Considerar todas las evidencias para la interpretación de los resultados y no solo la información de las pruebas.
11. No usar cada puntuación de cada prueba para localizar la lesión.
12. Proporcionar recomendaciones específicas y útiles.
13. Describir todas y cualquier modificación que se haya realizado de las pruebas y el impacto que puede haber teni-
do en la interpretación.
Finalmente, también Lezak et al. (2012) proponen tres reglas que debería seguirse a la hora de redactar un informe:
1. La regla de la abuela: usa frases y palabras que tu abuela pueda entender y evita el lenguaje técnico. Si tienes que
utilizar palabras técnicas, previamente debes definirlas.
2. La regla de Shakespeare: utilizando expresiones y palabras comprensibles y frecuentes cualquier conducta, emo-
ción o condición humana puede ser descrita.
3. La regla de no sobrescribir: escribe utilizando la menor cantidad posible de palabras y frases.
Aunque no existen criterios sobre qué apartados debe tener un informe ya que esto depende de la orientación del
evaluador y del objetivo de la evaluación, el criterio para realizar un buen informe neuropsicológico es que contenga
toda la información necesaria para que otro profesional puede replicar la evaluación. Las secciones que como míni-
mo un informe neuropsicológico debe contener son las siguientes:
1. Motivo de consulta.
2. Antecedentes: Historia familiar, escolar, social, laboral y médica del paciente.
3. Proceso de evaluación: Pruebas administradas según el orden de administración.
4. Resultados: tanto de la entrevista como de las pruebas neuropsicológicas agrupados por dimensiones conductuales.
5. Juicio clínico / interpretación de los resultados.
6. Resumen del caso con los principales resultados e interpretación.
7. Recomendaciones terapéuticas.
Axelrod (2014) y Hebben y Milberg (2009) presentan ejemplos de informes que pueden ser de utilidad al profe-
sional.
5. RESUMEN Y CONCLUSIONES
En resumen, la evaluación neuropsicológica es un proceso dinámico que trata de contrastar hipótesis sobre qué áre-
as psicológicas (cognitivas, emocionales y comportamentales) están dañadas y cuales intactas como consecuencia de
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un daño cerebral. Este objetivo global puede variar dependiendo de si el objetivo es el diagnóstico diferencial, la ca-
racterización en términos de tipo y severidad de las secuelas, la planificación de la rehabilitación, la emisión de infor-
mes forenses o la investigación. Por otro lado, aunque en el pasado se utilizaban varias aproximaciones en la
evaluación, en la actualidad, la forma mayoritaria es la aproximación por baterías flexibles. En esta aproximación, es
fundamental hacer una entrevista inicial que establezca las hipótesis de deterioro y luego administrar pruebas de for-
ma dinámica hasta aceptar o refutar dichas hipótesis. Este proceso requiere de una adecuada formación y entrena-
miento para garantizar que los resultados obtenidos son adecuados.
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Ficha 1.
Instrumentos de evaluación neuropsicológica
El número de tests neuropsicológicos disponibles es muy elevado pero la gran mayoría de ellos han sido desarrolla-
dos en inglés. La compilación y revisión de “todos” ellos se puede encontrar en la quinta edición del manual de Mu-
riel Lezak et al. (2012) y otra revisión de los más importantes puede encontrarse en la segunda edición del manual de
Strauss, Sherman y Spreen (2006) o Mitrushina, Boone, Razani y D’Elia (2005). Puesto que la utilización de estos tests
con pacientes hispanoparlantes no es conveniente sin un proceso previo de adaptación, el número de instrumentos
disponibles en castellano puede ser considerado como pobre aunque su número está creciendo geométricamente. En
esta ficha revisaremos los instrumentos que existen en castellano sin pretensión de exhaustividad en cuanto al listado
de los existentes ni a la revisión de estudios que sobre ellos se han realizado, centrándonos en los instrumentos para
la evaluación de pacientes adultos.
De acuerdo con la aproximación dominante de “baterías flexibles”, la utilización de baterías neuropsicológicas fijas
es muy reducido en nuestro país. Tan solo disponemos de la batería Luria-DNA (Manga y Ramos, 2000), del Test Bar-
celona Revisado (Peña-Casanova, 2005) y la batería de cribaje NEUROPSI (Ostrosky-Solis, Ardila y Rosselli, 1997,
1999). Para el resto de las funciones, se utilizan pruebas específicas, aunque se debe considerar que no existe una
prueba que mida un único dominio.
Diversos tests neuropsicológicos han sido adaptados o desarrollados para poblaciones hispanoparlantes. En la tabla
1 se presentan ejemplos de pruebas que se pueden utilizar para evaluar distintos dominios neuropsicológicos.
TABLA 1
EJEMPLOS DE PRUEBAS NEUROPSICOLÓGICAS POR DOMINIOS
Mantenida y selectiva D2
Test de Atención Selectiva 2y7
Continuous Performance Test (CPT)
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TABLA 1
EJEMPLOS DE PRUEBAS NEUROPSICOLÓGICAS POR DOMINIOS (CONTINUACIÓN)
Flexibilidad Cambios
Test de trazado B
Cinco dígitos (cuarta condición)
Test de colores y palabras Stroop (cuarta condición)
Test de Clasificación de Tarjetas de Wisconsin (errores perseverativos)
Inteligencia WAIS-III
Test de Inteligencia de Kaufman
Simulación TOMM
Test de la B
Test de Validez de Síntomas de Victoria
Contar puntos
15 ítems de Rey
En resumen, existe un escaso número de pruebas neuropsicológicas en nuestro país y, por tanto, es fundamental se-
guir desarrollándolas y adaptándolas. Por otro lado, retos específicos como la evaluación en contextos forenses, la
evaluación de los cambios clínicos después de la rehabilitación o la evaluación de pacientes inmigrantes necesitarán
más atención en el futuro.
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REFERENCIAS
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Mitrushina, M., Boone, K. B., Razani, J., & D’Elia, L. F. (2005). Handbook of normative data for neuropsychological
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Strauss, E., Sherman, E. M., & Spreen, O. (2006). A compendium of neuropsychological tests: Administration, norms,
and commentary. American Chemical Society.
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Ficha 2.
Acreditación Nacional del Psicólogo/a Experto/a en
Neuropsicología Clínica
Aprobado en Comisión Permanente de 21 de octubre de 2016 (v2.8)
ÍNDICE
1. Situación actual de la Neuropsicología Clínica
2. Definición del Neuropsicólogo/a Clínico/a
3. Funciones de la actividad profesional
4. Formación del Neuropsicólogo/a Clínico/a
5. Tipos y objetivos de los criterios
6. Criterios para obtener la acreditación
7. Vía extraordinaria
8. Precio y forma de pago
9. Presentación de las solicitudes
10. Periodo de presentación
11. Tramitación de las solicitudes
12. La comisión de valoración autonómica (COVA)
13. Resolución de la solicitud de acreditación
INTRODUCCIÓN
El presente documento objeto de la primera edición de la Acreditación Nacional en Neuropsicología Clínica, tiene
su origen en las propuestas del Grupo de Trabajo de Acreditación en Neuropsicología (GTA-NPS) del Consejo Gene-
ral de la Psicología de España (CGPE) para la elaboración de unos criterios de acreditación nacionales, los cuales fue-
ron aprobados por la Junta de Gobierno del Consejo General en su reunión celebrada en Segovia, los días 19 y 20 de
junio de 2015.
La primera parte del documento define al neuropsicólogo/a, sus funciones y sus ámbitos de actuación y su forma-
ción. Además, se establecen los principios de la acreditación, así como sus objetivos. El Consejo General considera la
acreditación como la solución Extraordinaria hasta obtener la especialidad en neuropsicología clínica como vía de
formación.
En la segunda parte, se establece el procedimiento y los criterios de la acreditación, atendiendo a la realidad de la
formación de los/as actuales y futuros/as neuropsicólogos/as clínicos/as.
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Por otro lado, consideramos, de acuerdo con el sentir de la mayoría de los/as profesionales del ámbito de la NPC,
que son precisamente aquellas personas que de hecho ejercen ya la práctica profesional de la NPC, las que deben de-
sarrollar un papel fundamental en la identificación y enumeración de las necesidades formativas del profesional ex-
perto en NPC, ya que es nuestra práctica clínica, investigadora y formativa la que nos enfrenta a diario a tales
necesidades.
Sin embargo, creemos que es importante en este momento elaborar unos criterios que satisfagan, por un lado, lo que
honestamente pensamos que son las necesidades formativas del NPC, y por otro, lo que la sociedad y las instituciones
públicas entienden como una especialidad sanitaria, siguiendo principalmente los modelos internacionales de forma-
ción.
En resumen y de forma consensuada, consideramos que dichos criterios incluyen una formación teórica específica
de excelencia y una formación práctica supervisada igualmente de excelencia.
A. Funciones de evaluación
La evaluación neuropsicológica tiene por objetivo identificar, describir y cuantificar los déficits cognitivos, emocio-
nales y las alteraciones conductuales que se derivan de las lesiones y disfunciones cerebrales.
Supone la recogida de información y elaboración de la historia neuropsicológica, selección de las pruebas y técnicas
de medida adecuadas, administración, interpretación y diagnóstico, planificación del tratamiento, realización del in-
forme escrito y devolución de la información.
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1. Rehabilitación neuropsicológica. Intervención terapéutica con el objetivo de optimizar la recuperación de las fun-
ciones cognitivas afectadas, así como facilitar estrategias que permitan compensar los déficits. También incluye el
tratamiento de los trastornos emocionales y de la conducta asociados a la propia lesión, con el fin de facilitar el
proceso de adaptación de la persona.
2. Estimulación neuropsicológica. Intervención encaminada a estimular las funciones preservadas y con el objetivo de
mantener la autonomía del paciente durante el máximo de tiempo posible.
C. Funciones de asesoramiento
Consiste en la realización de servicios de asesoramiento a los/as pacientes y familiares, profesionales de la salud y
organizaciones (escuelas, tribunales de justicia, compañías de seguros, unidades de rehabilitación, etc.).
Puede consistir en:
1. Comunicación de los resultados del diagnóstico neuropsicológico, pronóstico y orientación terapéutica.
2. Informar respecto a los servicios de neuropsicología y de sus funciones.
3. Educación social respecto a los trastornos neuropsicológicos.
D. Funciones de investigación
Incluye la selección y diseño de líneas y temas de investigación, revisión de la literatura relevante, supervisión del
desarrollo y evolución de la investigación, y evaluación y publicación de los resultados.
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El programa de formación del psicólogo/a experto/a en neuropsicología clínica debe abarcar de forma amplia y es-
pecífica los conocimientos básicos y avanzados sobre los modelos, las técnicas y los recursos para el diagnóstico, la
evaluación y los tratamientos neuropsicológicos de las distintas alteraciones y lesiones del sistema nervioso central, y
su investigación en las diferentes etapas del ciclo vital. De este modo los principales contenidos temáticos de la for-
mación del psicólogo/a experto/a en neuropsicología clínica serían los siguientes:
1. Anatomía funcional del sistema nervioso central.
2. Desarrollo y maduración del sistema nervioso central y adquisición de capacidades y habilidades cognitivas.
3. Neuroimagen y otras técnicas neurodiagnósticas.
4. Trastornos y alteraciones neurológicas y otras condiciones no neurológicas que afectan al funcionamiento del sistema
nervioso central (traumatismos craneoencefálicos, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades neurodegenerativas,
tumores cerebrales, epilepsia, adicciones, trastornos psiquiátricos, etc.): etiología, patología, curso y tratamiento.
5. Daño cerebral en población infantil y adulta.
6. Síndromes neuropsicológicos: trastornos de las funciones cognitivas, alteraciones emocionales y conductuales aso-
ciados al daño cerebral.
7. Evaluación y diagnóstico neuropsicológico: técnicas, test y pruebas neuropsicológicas.
8. Programas de intervención neuropsicológica.
9. Intervenciones de apoyo, consejo y psicoterapéuticas con pacientes y familias afectadas por daño cerebral.
10. Neuropsicología infantil y del envejecimiento.
11. Psicofarmacología del daño cerebral.
12. Informes neuropsicológicos.
13. Diseños de investigación y análisis en neuropsicología.
14. Ámbitos de aplicación de la neuropsicología clínica.
15. Neuropsicología forense.
16. Principios profesionales, éticos y deontológicos en neuropsicología.
Esta formación teórica debe ir acompañada de una formación práctica extensa y supervisada que permita adquirir,
desarrollar, las competencias y habilidades de la práctica profesional del experto/a en neuropsicología clínica.
Formación continúa
Esta formación deberá ser continua en el tiempo para la actualización del conocimiento. Por consenso, se considera
que la formación continuada sea una recomendación pero no una exigencia en los criterios de acreditación.
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viembre, por el que se incorporan al ordenamiento jurídico español la referida Directiva 2005/36/CE y la Directiva
2006/100/CE, del Consejo, de 20 de noviembre de 2006, relativas al reconocimiento de cualificaciones profesiona-
les, o norma posterior en vigor.
4 Tener la habilitación como Psicólogo/a Sanitario/a por una de las vías que actualmente están en vigor:
4 Estar habilitado como Psicólogo/a Sanitario/a según lo establecido en el número 6 de la disposición adicional
séptima de la Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud Pública (añadido por la disposición final octava de
la Ley 3/2014, de 27 de marzo), y cumpliendo los requisitos que se determinaron en el número 2 de la disposi-
ción adicional sexta de la Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social.
4 Ser Psicólogo/a Especialista en Psicología Clínica.
4 Máster en Psicología General Sanitaria.
En caso de carecer de alguno de los tres requisitos anteriormente señalados, será posible solicitar la acreditación,
porque esta no faculta para el ejercicio profesional en el ámbito sanitario.
4 Estar colegiado en un Colegio Oficial de Psicólogos del estado español y estar al corriente de pago de la cuota cole-
gial.
4 No estar inhabilitado o suspendido para el ejercicio de la profesión.
CRITERIOS ESPECÍFICOS:
4 FORMACIÓN: El profesional que opte a la acreditación de experto/a en neuropsicología clínica, debe haber com-
pletado 500 horas de formación teórica postgraduada específica en neuropsicología.
4 EXPERIENCIA PROFESIONAL: Demostración de práctica profesional supervisada en Neuropsicología de una dura-
ción de 4 años o equivalente a 4.000 horas prácticas (asimilando 1 año equivalente a 1.000 horas).
7. VÍA EXTRAORDINARIA1
Esta vía está prevista para aquellos/as psicólogos/as con experiencia y formación no reglada que no cumplan los cri-
terios específicos y aquellos/as que ya están acreditados/as previamente por algún Colegio de Psicólogos de España.
La vía extraordinaria estará disponible durante 20 meses y se podrán acoger a ella los/as psicólogos/as que lo deseen
hasta el 21 de agosto del 2018.
FORMACIÓN:
Con carácter general se exige una formación de post grado del 50% del exigido.
4 250 horas en formación teórica postgraduada específica en neuropsicología clínica.
EXPERIENCIA PROFESIONAL:
4 El profesional que opte por la acreditación de experto/a por esta vía extraordinaria transitoria deberá acreditar un
mínimo de 4,5 años o 4.500 horas de experiencia profesional en neuropsicología clínica.
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teriormente, remitirá al correo electrónico proporcionado por el solicitante, factura justificativa de los servicios admi-
nistrativos prestados.
La solicitud de la acreditación será denegada si no se ha procedido a realizar el pago del servicio administrativo con
anterioridad a su presentación.
Si como consecuencia del proceso de valoración de una solicitud de “Acreditación Nacional del Psicólogo/a Exper-
to/a en Neuropsicología Clínica”, esta resultase denegada, el interesado no podrá solicitar al Consejo General de la
Psicología de España el reintegro de la cantidad abonada, ya que dicho importe se destina a la cobertura de los costes
administrativos de valoración de la solicitud.
Sí se solicita la emisión del título correspondiente a esta acreditación se tendrá que ingresar el importe de 30,00 eu-
ros (IVA 21%, incluido).
1
Los aspirantes que opten por esta vía estarán exentos de cumplimentar el Anexo III.
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a) Admisión a trámite: Los documentos presentados son correctos y se ha acreditado correctamente toda la documen-
tación.
b) Pendiente de subsanación: Los documentos presentados presentan carencias o deficiencias.
Si la documentación aportada para la acreditación fuera incompleta o contuviese errores subsanables, se requerirá al
solicitante para que en el plazo de 20 días hábiles subsane la falta o acompañe los documentos preceptivos, con ad-
vertencia de que, si no lo hiciese, se le tendrá por desistido de su solicitud y se procederá a su archivo sin más trámi-
te. Durante el periodo de subsanación, no se podrán reformular las solicitudes presentas.
A continuación, la solicitud junto con la documentación que acompaña a la misma se dará traslado a la CNAP para
su valoración.
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