Exegesis A Horacio Edición Bilingüe
Exegesis A Horacio Edición Bilingüe
Exegesis A Horacio Edición Bilingüe
I Texto
Exegi monumentum aere perennius
regalique situ pyramidum altius,
quod non imber edax, non Aquilo impotens
possit diruere aut innumerabilis
annorum series et fuga temporum, 5
non omnis moriar multaque pars met
vitabit Libitinam; usque ego postera
cresçam laude recens, dum Capitolium
scandet cum tac5ta virgine pontifex.
dicar, qua violens obstrepit Aufidus 10
et qua pauper aquae Daunus agrestium
regnavit populorum, ex humili potens,
princeps Aeolium carmem ad Italos
deduxisse modos, sume superbiam
quaesitam meritis et mihi Delphica 15
l
lauro cinge volens, Melpomene, cornam .
II Esiruclura
a) El verso. Horacio ha escogido para esta oda el verso ascle-
piadeo menor dispuesto xaià oir/ov, es decir, en hiIadas mono-
rrimas.
Trátase de un verso del grupo eólico, así llamado por haber sido
a
empleado, de manera especial, por los poetas eólicos Alceo y Safo .
8
MEiLLET, Aperçu d' une histoire de Ia langue latine, cap. V. (París, 1920).
4
V. H. HERNÁNDEZ VíSTA, Estudios clásicos anejo de Bordón. Critica del
Traite de Metrique latine de Nougaret. ï, 1951 (212).
5
NouQARET, Traite de metrique latine. (Kiincksieck, París, 269-272).
8
HERMANN, Elementa doctrinae metricae. (Lipsiae, 1816) 69.
7
En un alarde de complicación el P. Q. MARTÍNEZ CABELLO, trae otras sie-
te combinaciones de los asclepeadeos menores propuestos por gramáticos des-
preocupados. De arte métrica latina. L (Matriti, 1945) 66.
8
SÉNECA Io emplea bastante en sus tragedias, Herc. f. 224; Tro. 371; Med. 56;
Pha. 743; Phy. 122.
8
Citado por NOUQARET o. p. pág. 307.
das las que parecen escritas x«tà otíyov, ser descompuestas en es-
trofas de cuatro versos.
La teoría vale para Ia presente oda (16 vv.: cuatro estrofas) y para
I, 1 (36 vv.: nueve estrofas); pero falla en IV1 8 (34 vv.). En cambio
también se salva en I, 18 (16 vv.: cuatro estrofas) y I, 11 (8 vv.: dos
estrofas) escritas en asclepiadeos mayores rnonorrimos, así como
e n I , 8 ( 1 6 v v . : c u a t r o estrofas) escrita en sáficos mayores mono-
rrimos.
De hecho son muchos Ios editores que adoptan en Ia impresión
de estas odas esa disposición tatrástica sugerida por los versos múl-
tiplos de cuatro.
10
Estos mismos motivos que aquí aparecen como secundarios han sído de-
sarrollados en II, 20; IV, 30 respectivamente por Horacio.
0
2. Motivo: Horacio primerpoeta lirico en Koma. (13-14).
0
3. Motivo: Trmnfo de Melpomene y del poeta (vv. 15-16).
a) Enunciado: -sume superbiam quaesitam meritis (vv. 14-15).
-et mihi Delphica lauro cinge volens, Melpomene, comam.
(vv. 15-16).
b) Desarrollo del enunciado, no se da en este tercer motivo.
HI Análisis liíerario
11
La frase hace pensar en una pausa retrospectiva en Ia producción deI
autor. Quien esto escribe está ya Íejos de Ia indecisión de I1 1.
12
Es interesante constatar Ia ironía que estas ponderaciones cobran con eI
correr de Ia historia. En cuanto han llegado hasta nosotros miles de estatuas clá-
sicas realizadas en mármol e incluso en barro y porcelana, son contadas las esta-
tuas en bronce que se han conservado. Apenas un auriga de Delfos o un Marco
Aurelio, pueden catalogarse entre las estatuas en bronce de auténtico valor. Ello
debido al valor del bronce para otros usos.
13
F. Arnaldi apoyándose en textos de Luciano (Dial. muer. 24, 3) se inclina
por esta significación:
Sóbrelas pirámides fuéunánime eI sentimiento de admiración en Ia aníigüe-
dad.Recuérdense Ios testimonios de Heródoto, cap. 2, Hb. 2; Estr. Hb. 17;
Au. Marc. Hb. 22; Diod. Sic. lib. 2 cap. 2; PIin. Hb. 36 cap. 12,
14
MAROUZEAU, Traité de stylistique latine (Les belles Iettres, Paris 1946) 98-
15
En eÍ texto hemos conservado Ia notación de Teubner. La opinión contra-
ria que hace comenzar e] período en «Dum Cap.» tiene a su favor Ia bruscasen-
sación qne produce ese «dicar» inicial. Comenzando en «Dum CapitoHum» Ia
construcción es más armónica mezclando en Ios dos desarrollos los motivos geo-
gráficos que de esía manera obran como una transición lógica de pensamiento a
pensamiento. El tro/o *usque póstera» viene a ser el desarrollo y final del pen-
samiento anterior.
16
TaI vez no deba entenderse este moíivo en sentido absoluto. El poeta no
quiere decir que Ia causa de su monumento así levantado sea su fama: el monu-
mento que él opone a Ia muerte es su gloria de poeta lírico. Este nombre es ya
conocido un su tierra y en todo el Imperio. Horacio repara en su horizonte fami-
liar recordando que ha comparado su obra a un monumento fúnebre, que siem-
pre tiene algo de familiar y local.
17
Es frecuente en Horacio este tópico de nombrar Ia tierra por el río que
pasa por ella I, 22; í, 31; III, 3. Por Io demás es recurso de todos los tiempos y
poetas. Recuérdense los versos de Machado:
Colinas plateadas
grises alcores, cárdenas roquedas
IV Contenido doctrinal:
Riber, insistiendo un poco en ese «monumentum» inicial con
que se abre Ia oda, llama a ésta «monumento de concisión y de
gravedad y de legítimo y noble orgullo» i;t . Veamos los valores in-
ternos que avalan una tan halagüeña interpretación.
a) La introversión poética de Horacio. La presente oda forma
parte de una larga serie de composiciones en que Horacio aborda
el tema de su menester poético. «Vino, sentimiento... y poesía» -°
son las notas de Ia lira de Horacio. Cualquiera de estos tres temas
ha encontrado en el venusino notas de Ia más vibrante vitalidad y
dinamismo.
Ciñéndonos al tema de Ia poesía, destacamos en primer lugarla
facilidad con que el poeta ha sabido dar cobertura poética a hechos
tan vulgares como Ia caída del árbol con peligro de aplastar al poe-
t a ( H , 1 3 ; I I I , 8 ) . Supoesía e s d e u n a sinceridad flagrante hastael
punto de poder ser interpretada en muchas de sus páginas como
restos de su biografía. La historia y Ia geografía han sido interpre-
tadas en sus obras con rara perfección estilística mereciéndose se-
fialarsusestrofasecológicas ( c f . I , 7 , e s t r . l ) comparables con las
sonoras enumeraciones de Hornero en su desfile de las naves
(Iliada, 11, 454 y ss.). Ello nos coloca ante uno de los más robustos
poetas de todos los tiempos. Todo en sus manos de dios apolíneo
cobra color y ambiente parnasiano.
Horacio está convencido de este poder divino, regalo de Mel-
pomene. Por todo y por nada el poeta nos recuerda su menester
poético.
19
LoRENZoRiBER, obrascompletasde VtrgilioyHoracio. (Aguilar. 1941)
p. 848.
20
Lo hemos querido decir con las palabras de Manuel Machado en *Canta-
res», Había mucho de horaciana fragancia en el poeta de las seguidillas fatales.
5
Pero cada uno nació con su sino y Horacio fué mirado al nacer
con plácidos ojos por Melpòmene. Por eso:
«Todo es dádiva de ella, si soy señalado por el dedo de
los que pasan, tañedor de Ia lira romana. Si tengo alien-
to lírico y si contento, si es que contento, dádiva es tuya
(de Melpòmene)* (IV, 3, est. últ.)
Horacio ha reflejado en multitud de pasajes de su obra esta
convicción de «sanctus», de elegido, como dirá Ennio. (Citado por
Cic. en Pro Arquía). No se crea, sin embargo, que él tiene un con-
cepto pasivo de su vocación. Amparado por las musas y su destino
de poeta él se entrega con toda su a!ma a este noble destino. Pocos
poetas tan trabajadores del verso como Horacio.
El pasa y repasa sus composiciones (Sat. 11, 3, 2), conoce el co-
lor y peso de Ios versos, y «así con el dedo como con Ia oreja el
21
Recordamos que Gerardo Diego se comparó también a un arquitecto
si bien su arquitectura era bien diferente de esta mole horaciana cuando dice que
anda a construir, ni más ni menos que colmenas y panales: henos aquí ante Ia fu-
ga de Ia metáfora apenas prevista tan del gusto de üerardo Diego.
Iucha del escritor iras Ia forma perdida en el aire. Con todo, este
manejo de masas y volúmenes Ie han de restar necesariamente al
concepto de Ia poesía aquel tono de ala y vuelo que Platón recla-
maba para los poetas de verdad inspirados.
Y así se nos antoja el poeta, a través de estos versos, humano,
demasiado humano, y cargado de responsabilidades. La poesía es
comparada en ella a las pirámides y a los sarcófagos de los patri-
cios como si se tratase de una obra de albañilería. Se dirá que Ia
comparación es tangencial y sólo se roza en ella el tiempo. Es ver-
dad; mas por los versos 2 y 3 resbala el agua con todo su sentido
destructor buscando una imposible poesía a que lamer el peso de
los años.
La poesía es más alta y limpia que todo esto. Horacio Io siente
así en toda su obra --. Bien merece que Ie perdonemos esta conce-
sión a su esforzada labor si con ello quiere y puede alentar nuestro
esfuerzo, perdido aún entre el andamiaje de su poética.
P. XAViER ITURüÁIZ.
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Examinando los textos que hemos aducido al hablar de Ia introversión
de Horacio, es fácil descubrir Ia desgracida opinión que tiene de su obra este
fino cincelador de versos.