Orientacion de Las Teorias Criticas

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Teoría de la literatura III

Pérez Flores, Edwin Guillermo


Semestre 2019-1
Reporte de lectura sobre la “Orientación de las teorías críticas”
El pensamiento estético de la humanidad, sobre un producto cultural y lingüístico muy particular,
se ha transformado radicalmente a lo largo de su historia debido a que tal hecho estético, según los
principios ideológicos que construyen cierta época, se concibió de una manera muy específica (por
ejemplo, la Edad moderna, en la cual sus revolucionarios habitantes encontraron una explicación
sobre la existencia de sí mismos, y de la totalidad de los entes que llenan la realidad, en el hombre
per se; por consiguiente, el artista fue el principal objeto de estudio de las teorías estéticas en ese
período pues era él, y sólo él, quién creaba las obras artísticas con base en la exteriorización de sus
sentimientos e ideas motivadas por la experiencia inigualable de vivir y, en menor medida, al
dominio de una técnica). Por lo anterior, el texto de Abrams pretende dar testimonio de las distintas
teorías críticas (y, por tanto, sus características) que explicaron los hechos estéticos elaborados por
artistas de distintas etapas de la historia humana.
Para ello, el crítico literario estadounidense expone, primeramente, que el mar indómito
compuesto de disimiles teorías estéticas no ahoga el esclarecimiento y comprensión de los
fenómenos artísticos, sino que, por el contrario, ayuda a “establecer principios que nos permitan
justificar, ordenar y esclarecer nuestra interpretación y apreciación de los hechos estéticos
mismo”1. Además, los principios específicos que establece cada teoría permiten al crítico elaborar
un análisis profundo sobre las creaciones de los demiurgos, el cual lo toman en cuenta los segundos
para el azaroso, enajenante, satisfactorio proceso creativo; de tal modo que las críticas del
‘especialista’ sobre los hechos estéticos permiten evolucionar al arte, ya que dichas apreciaciones
fabrican e imponen reglas sobre la libertad innovadora del artífice, el cual, naturalmente, las
transgredirá placenteramente.
Para clasificar los diversos productos de arte, Abrams establece cuatro coordenadas (que se
identifican en la mayoría de teorías que están razonablemente fundamentadas y, también, no son
absolutas porque tienden a combinarse): el artista, el universo, el auditorio, la obra en sí misma;
las cuales vislumbró a partir de la necesidad de hallar “un sistema de referencias lo bastante simple

1
Abrams Meyer Howard, “Orientación de las teorías estéticas”, en Teoría Literaria: Antología de lecturas, México,
SUAFyL, 1996, págs. 59-76.

1
para ser fácilmente manejable, pero lo bastante flexible como para que, (…) trasponga sobre un
solo plano en el discurrir tantos conjuntos de enunciados sobre el arte como sea posible”2.
Así, tenemos en primer lugar a las teorías miméticas, las cuales se concentran principalmente
en la coordenada ‘universo’ y surgen de la República y Leyes de Platón y la Poética de Aristóteles.
Estas ciencias del arte ubican a la noción de la mímesis, bajo perspectivas opuestas, como el foco
que irradia las diferentes creaciones artísticas. Para Platón las bellas artes son imitación de las ideas
eternas e inmutables, es decir, son el fruto de la copia (de un objeto creado por un artesano) de la
copia (que, a su vez, son una reproducción de idea original creada por Dios) y, en consecuencia, se
desprecian a tales artes puesto que “representa[n] las apariencias más que las verdades y nutre[n]
los sentimientos antes que la razón”3; y engrandece la imagen del poeta ‘inspirado’ frente al que
posee una técnica bien definida. En contraste, Aristóteles concibe, a partir de sus investigaciones,
a la mimesis como la imitación de las acciones humanas; además, este filósofo logró aislar a la
poesía de las demás artes, distinguir los diferentes géneros poéticos y tratar a la poesía en cuanto a
poesía (ese último descubrimiento se liga totalmente con otra coordenada de Abrams: la obra per
se; ya que el polímata ateniense consigue invertir, después de establecer las relaciones externas de
la poesía con la realidad y definir las partes distintivas que conforman tal hecho estético —la fábula,
los caracteres, la elocución, el pensamiento…—, la percepción de la obra artística pues lo que ahora
importa es la interacción de los componentes internos de la misma, la cual le otorga esa especifidad
que la distingue de otras piezas creativas; y no lo que artista sienta, el cómo y qué se imite o lo que
el auditorio ordene).
Por último, explicare las teorías estéticas que se colocan, generalmente, en las coordenadas:
auditorio (auditorio) y artista (expresivas). Las primeras destacan porque estudian los fenómenos
artísticos en donde el poeta (u otro artista) debe elaborar sus poemas para enseñar y deleitar al
mismo tiempo; de tal modo que el artista posee una idea clarísima de lo que desea lograr, con la
configuración de las letras de su poema, en su público, es decir, el lírico se subordina a las
exigencias de su auditorio; por lo tanto, se debe ceñir a una serie de reglas que le permitan cumplir
esa meta inalcanzable: gustar a los espectadores y enseñarles un conocimiento moral que les
posibilite mejorar sus respectivas existencias. Por otro lado, las teorías expresivas, se contraponen

2
Ibíd., pág. 60.
3
Ibíd., pág. 62.

2
a los mandatos tiranos del auditorio y de las normas, como las propuestas en la ars poetica de
Horacio, que desaparecen al artista; por tanto, esta ciencia del arte elucida aquellas obras artísticas
en donde se percibe rotundamente la exteriorización de lo que el autor siente, piensa o percibe. En
esta perspectiva coexisten dos clases de poetas: los que nacen (no necesitan de ninguna formación
académica o artística para producir arte; en este sentido son los mejores especímenes debido a que
anegan al universo de su interioridad, es decir, mediante la simbolización del mundo decoran la
inmensa realidad: el poeta es un Dios que da sentido a los entes y sí mismo) y los que se hacen
(que nunca llegarán a construir un artilugio tan sincero como los otros).

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