La Reparacion Del Daño en El CNPP PDF
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penal, y por supuesto, comprende el derecho a que les sean reparados los
daños en forma expedita y justa, y en los casos en que la autoridad judicial
dicte una sentencia condenatoria no podrá absolver del pago de la repara-
ción del daño, que si no es solicitada por la víctima o su abogado, lo hará
obligadamente el Ministerio Público.
De igual manera, se destaca el derecho de ser indemnizadas por el Esta-
do por los errores judiciales, en la hipótesis que no se ordene la reparación
del daño siendo ésta procedente, y a impugnar ante la autoridad judicial las
omisiones del Ministerio Público en la investigación de los delitos, así como
las resoluciones de reserva, no ejercicio, desistimiento de la acción penal o
suspensión del procedimiento, independientemente de que se haya repara-
do o no el daño.
Por su parte, en esta corriente reivindicatoria de los derechos de la vícti-
ma o el ofendido por el delito, el Código Penal Federal en el artículo 30, no
quiere quedarse a la zaga de la Ley Victimal al establecer:
La reparación del daño debe ser integral, adecuada, eficaz, efectiva, propor-
cional a la gravedad del daño causado y a la afectación sufrida, comprenderá
cuando menos:
I. La restitución de la cosa obtenida por el delito y si no fuere posible, el
pago del precio de la misma, a su valor actualizado;
II. La indemnización del daño material y moral causado, incluyendo la
atención médica y psicológica, de los servicios sociales y de rehabilitación o
tratamientos curativos necesarios para la recuperación de la salud, que hubie-
re requerido o requiera la víctima, como consecuencia del delito.
cos. Los medios para la rehabilitación deben ser lo más completos posible, y
deberán permitir a la víctima participar de forma plena en la vida pública,
privada y social.
2
Eser, Albin. “Del renacimiento de la víctima en el procedimiento penal, tendencias
nacionales e internacionales”, traducción de Fabricio o. Guariglia y Fernando J. Córdoba,
Acerca De los Delitos y de las Víctimas, Buenos Aires, Editorial Ad-Hoc, 2001, pp. 15-52.)
4 No está demás subrayar el hecho de que el ofendido puede demandar por medio de su
representante legal, fundamentalmente cuando se trata de un menor de edad o en la hipóte-
sis de que sea ofendida una persona moral, o en fin, cuando siendo varios los afectados, con
el ánimo de que no exista pluralidad de procedimientos y, en su caso, de condenas por una
acción, nombran todas un solo representante legal.
5 “Responsabilidad civil proveniente de la comisión de un delito. No es indispensable
que se condene criminalmente al acusado, para que se le considere responsable en la vía ci-
vil, por ser ambos procesos de naturaleza distinta (legislación del estado de Puebla). Del texto
de los artículos 864, 865, 866, fracción III, y 867 del Código de Procedimientos Civiles para
el Estado de Puebla, integral y armónicamente concatenados, se observa que no se requiere
que antes de dictar sentencia definitiva en el juicio de responsabilidad civil proveniente de
delito, exista sentencia penal condenatoria, toda vez que admitir ese criterio haría nugatorio
el derecho que establecen los artículos en comento, a fin de que la víctima del delito o los
parientes o personas facultadas legalmente para ello, puedan hacer efectivo a través de la vía
civil, el daño causado por el delito o como consecuencia de éste, porque se podría llegar al
extremo de que si no se aprehende al inculpado oportunamente, la acción penal se extingui-
ría y nunca se dictaría sentencia, menos condenatoria, en el proceso penal y correlativamen-
te tampoco se pronunciaría en el juicio civil. El fallo que se emita en éste no está condicio-
nado, ni debe condicionarse a la sentencia penal, pues ambos procesos y consecuentemente
las sentencias, son de naturaleza distinta; el juicio penal es de orden público, la sociedad está
interesada en él y su fin último es la determinación de la comprobación del cuerpo del delito
y la responsabilidad penal del acusado, incluyendo, en caso afirmativo, la reparación del
daño en forma automática, por tener el carácter de pena pública, en términos del artículo
50 del Código de Defensa Social del Estado de Puebla; en cambio, el juicio civil está regido
por normas que pertenecen al derecho privado, en el que se controvierten intereses particu-
lares y el daño causado por el delito debe estar plenamente acreditado, para que proceda la
condena a su pago”. No. Registro: 192,649, Tesis aislada Materia(s): Civil, Novena Época,
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta Tomo: X, Diciembre de 1999, Tesis: VI.3o.C.71 C, Página: 776.-“Responsabilidad
civil proveniente de delito y responsabilidad civil proveniente de hechos ilícitos no penales
y de hechos lícitos. Su diferencia consiste en el origen de los hechos o actos que las produ-
cen (legislación del estado de Puebla). De lo dispuesto por los artículos 853, 866 y 867 del
Código de Procedimientos Civiles del Estado de Puebla, se colige que tanto en la acción de
responsabilidad civil proveniente de delito, prevista por la sección primera del capítulo sexto
del código invocado, como en la diversa responsabilidad civil proveniente de hechos ilícitos
no penales y de hechos lícitos, establecida por el artículo 874 de dicho ordenamiento, la
pretensión consiste en que se resarza al actor de los daños causados en su perjuicio, y sólo las
diferencia el origen de los hechos o actos que los producen. Esto es, si tales daños o perjuicios
surgen a virtud de hechos o actos que provienen de la comisión de un delito, se estará en la
hipótesis relativa a la acción de responsabilidad proveniente de delito; empero, cuando éstos
provienen de hechos o actos ilícitos no penales o lícitos, se entenderá que se surte la acción de
responsabilidad civil”. No. Registro: 184,780, Tesis aislada, Materia(s): Civil, Novena Época,
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Tomo: XVII, Febrero de 2003 Tesis: VI.1o.C.58 C, Página: 1140.
El artículo 32 del Código Penal Federal, establece quiénes son esos terceros a
los que se puede reclamar el daño:
I) Los ascendientes, por los delitos de sus descendientes que se hallaren
bajo su patria potestad (renglón éste, omitido en el artículo 46 del Código
Penal para el Distrito Federal);
II) Los tutores, (curadores, agrega el código distrital) y los custodios, por
los delitos de los incapacitados que se hallen bajo su autoridad; (habría que
reparar a qué incapacidad alúdase y si el grado de ella, permitiría a quien
la padece, ser sujeto del reproche penal, pues en caso negativo, malamente
podrían cometer hechos calificados como delitos, de los que pudiera despren-
derse alguna pena pecuniaria).
III) Los directores de internados o talleres que reciban en su estableci-
miento discípulos o aprendices menores de 16 años, por los delitos que eje-
cuten éstos durante el tiempo que se hallen bajo el cuidado de aquellos; (Vale
aquí la misma crítica anterior, puesto que de acuerdo con el artículo 15-VII
del Código Penal, el delito se excluye cuando se carece de la necesaria impu-
tabilidad penal, es decir, entre otros supuestos en nuestro medio, cuando no se
han cumplido los 18 años de edad, de tal forma que no pudiendo legalmente
cometer delitos los menores de 16 años, como quiere la fracción relativa del
artículo que se examina, tampoco puede generarse de ahí válidamente, una
responsabilidad civil. Seguramente estas son las razones por las que en el
código distrital fue eliminada esta fracción.)
IV) Los dueños, empresas o encargados de negociaciones o establecimien-
tos mercantiles de cualquier especie, por los delitos que cometan sus obreros,
jornaleros, empleados, domésticos y artesanos, con motivo y en el desempeño
de su servicio;
V) Las sociedades o agrupaciones, por los delitos de sus socios o gerentes
directores, en los mismos términos en que, conforme a las leyes, sean respon-
sables por las demás obligaciones que los segundos contraigan, quedando
exceptuada la sociedad conyugal, en la que cada cónyuge responderá con sus
bienes propios por la reparación del daño que cause, y
VI) El Estado, solidariamente, por los delitos dolosos de sus servidores pú-
blicos realizados con motivo del ejercicio de sus funciones, y subsidiariamente
cuando aquellos fueren culposos.
Hay que recordar (artículos 31 del Código Penal Federal y 43 del distri-
tal) que la reparación será fijada por los jueces según el daño que sea preciso
reparar.
a) El ofendido;
b) En caso de su fallecimiento, el cónyuge supérstite o el concubinario o
concubina, y los hijos menores de edad;
c) A falta de éstos, los demás descendientes y ascendientes que dependie-
ran económicamente de él al momento del fallecimiento. (Artículo 30-bis del
Código Penal Federal. El código distrital, artículo 45, alude a la víctima u
ofendido y, a su falta, a sus dependientes económicos o derechohabientes, en
términos del derecho sucesorio.)
Sobre este particular, Colín Sánchez, con justicia se pregunta: ¿Por qué
si el ofendido tiene derecho al resarcimiento de los daños sufridos con mo-
tivo de la ejecución del ilícito penal, el inculpado, víctima de un procesa-
miento y de una sentencia injusta, no es resarcido del daño sufrido por parte
del Estado?
El artículo 20, Apartado C), fracción IV, señala entre los derechos de
la víctima o el ofendido, el que se le repare el daño y ordena que la ley fije
procedimientos ágiles para ejecutar las sentencias en materia de reparación
del daño.
No está por demás subrayar que el párrafo segundo del artículo 31 del
Código Penal Federal, establece que para los casos de reparación del daño
causado con motivo de delitos de imprudencia, (haciendo una clara alusión
a los que derivan del tránsito de vehículos) el Ejecutivo de la Unión regla-
mentará sin perjuicio de la resolución que se dicte por la autoridad judicial,
la forma en que, administrativamente, deba garantizarse mediante seguro
especial dicha reparación.
El Ejecutivo de la Unión, a pesar del tiempo transcurrido desde la pues-
ta en vigor del Código Penal, no ha convertido en derecho vigente el regla-
mento que fije la forma de garantizar por medio del seguro respectivo, el
daño que se irrogue con motivo de un hecho de tránsito, lo que constituye
una de las razones por las que en un gran número de casos, queden burlados
quienes tienen derecho a la reparación del daño.