Indicaciones para El Via Crucis Viviente 1111
Indicaciones para El Via Crucis Viviente 1111
Indicaciones para El Via Crucis Viviente 1111
Personajes:
Generales:
- Guía y narrador (leen).
- JESUS.
- Sumo Sacerdote.
- Soldado 1 y 2 (pueden distribuirse entre varios las diferentes escenas)
- Longinos (jefe de los soldados).
PREPARACION:
Guía: Bienvenidos todos, en este día de luto y penitencia, al Vía Crucis viviente, en el cual
meditaremos la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo.
Narrador: Poncio Pilato fue el quinto procurador romano que dirigió Palestina desde que
Roma quitó a Arquelao, hijo de Herodes el grande. La dura disciplina de la Legión le hizo
exigente. Veía mal a los judíos, ya que Palestina era un islote en el imperio, que no seguía
las costumbres romanas, despreciaban abiertamente a los invasores, sintiéndose elegidos de
Dios, y tenían muchos privilegios de autonomía concedidos por César Augusto. Apenas
llegado Pilato de Cesarea, metió de noche las insignias y banderas romanas al templo, y al
siguiente día la multitud ocupó el palacio dispuestos a morir antes que ser desalojados,
mientras una comisión en Cesarea pedía su destitución, hasta que cinco días después cedió
Pilato. En el Palacio de Herodes colocó unos escudos de oro en honor de Tiberio, pero las
presiones del pueblo le obligaron a retirarlos por orden del mismo emperador. Su red de
espionaje le había mantenido bien informado sobre la acción de Jesús de Nazaret. Bien
sabía que si ahora los zorros judíos acudían a él era porque intentaban tenderle una trampa
y tramaban una maldad.
PRIMERA ESTACION: JESUS SENTENCIADO A MUERTE
ESCENA 2:
Sumo Sacerdote: Hemos hecho juicio contra él, y el Sanhedrín en pleno lo ha encontrado
merecedor de muerte por ir contra nuestra Ley.
Sumo Sacerdote: Hemos comprobado que este hombre es un agitador; no quiere que
paguen los impuestos al César; y además se dice rey de los judíos enviado por Dios; si lo
aceptas tendrás problemas con Roma, pues es delito de alta traición.
Jesús: Me haces esa pregunta por tí mismo, o te lo han dicho otros de mí?
Pilato: ¿Acaso soy yo judío? A mí que me importan sus distinciones religiosas y sus líos
internos. Tu nación y tus pontífices te han entregado a mí. Basta que protestes fidelidad al
imperio y me supliques clemencia. Conque ¿tú eres rey?
Jesús: Tú lo has dicho, yo soy rey, pero mi reino no es de este mundo. Si fuera rey como los
de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos; pero
mi reino no es de aquí.
Jesús: Para ésto nací y para ésto vine al mundo: para ser testigo de la verdad; todo el que es
de la verdad escucha mi voz.
Pilato: ¿Es galileo? Entonces está bajo la jurisdicción de Herodes, el cual se halla ahora en
la ciudad; llévenlo a Herodes, pues yo no quiero problemas con él.
Sumo sacerdote: No conviene, pues la ciudad ya está despierta y no queremos que, en plena
víspera de la fiesta, se haga publicidad.
Pilato: Llévenselo al Palacio del Idumeo; ésta será nuestra reconciliación después de que
degollé sin su consentimiento a unos galileos. Fuera!!
Longinos: ¡Fuera! Llévense al acusado (Llevan a Jesús los soldados entre injurias).
Narrador: Herodes Antipas, hijo de Herodes el grande, era un hábil político que se mantuvo
a flote cerca de 40 años, y el emperador le concedió el título de Tetrarca, es decir, un
verdadero rey en un mundo en que las fortunas subían y bajaban rápidamente.
Traumatizado por las brutalidades de su padre, que en su demencia recordaba a la esposa y
hermanos que había asesinado, era supersticioso, temeroso, vacilante. Su capital estaba en
Séforis. Casado con la hija del rey Aretas, públicamente vivía en concubinato con la mujer
de su hermano Filipo, y por Herodías mató a Juan Bautista, cuyo fantasma le perseguía. Sus
policías le tenían bien informado del nuevo enemigo por eliminar, sobre todo cuando le
llamó zorro, por astuto y al mismo tiempo insignificante, pues no era un león poderoso sino
un zorro que presume de un poder del que carece. Pero a Jesús debía desaparecerlo con
mayor delicadeza; no podía repetir el error cometido con el bautista. Ahora que Pilato le
manda a Jesús, se le presenta la ocasión de demostrar a Jesús su poder. Invitó a los suyos
para presentarles un espectáculo de prestidigitador, ya que le han contado sus prodigios.
ESCENA 4:
Pilato: Ah, se me olvidaba. Por la fiesta de la Pascua les tengo qué dejar libre a un
prisionero. Y vienen a pedirme la libertad de Barrabás. ¿Qué desean?
Pilato: Voy a proponerle a dos al pueblo para escoja. Por lo pronto ¡Traigan a Barrabás!
Sumo sacerdote: Herodes nos remitió de nuevo contigo, para que le apliques la pena de
muerte.
Pilato: Bueno, han llegado en buen momento, pues propondré a dos candidatos para que se
beneficien con la amnistía de la Pascua, y el pueblo elegirá.
Pilato: Con Barrabás. Barrabás fue apresado por un asesinato en un motín. Tiene
antecedentes de salteador. Es un jefe de la guerrilla zelota, que ha organizado muchas
acciones de lucha radical.
Pilato: Jesús de Nazaret es un pobre iluso que quiere cambiar el mundo a base de verdad y
sólo es seguido por un grupo de doce que ya huyeron, y ha beneficiado a muchas personas.
Pilato: ¿A quién quieren que les deje libre: al terrorista Barrabás o a Jesús su rey?
Sumo Sacerdote: Suelta a Barrabás. (Alza las manos para proclamar al pueblo a
gritar por Barrabas)
Pilato: ¿Y qué quieren que haga con el que llaman rey de los judíos?
Pilato: Está bien. Escribano del Imperio, escribe en el documento que enviaremos a Roma
lo siguiente: Hoy, 14 de nizán, se concede la libertad al terrorista Barrabás por la amnistía
pascual, a petición del pueblo.
Pilato: Déjenme solo un rato. Retírense todos. ¡Cómo me enfada que me presionen las
turbas, que juzgan por instintos, por suposiciones! Más todavía me tensionan las presiones
de las autoridades judías, que me utilizan para sus venganzas. No hallo culpa en Jesús, pero
me están obligando a ejecutarlo en la cruz.
ESCENA 5:
Narrador: Con toda razón llamaban "media muerte" al suplicio de la flagelación, pues, si
lograba sobrevivir el reo, quedaba marcado para toda su vida. Los azotes los propinaban
con unos látigos que terminaban en figuras de plomo, ya sea en forma de bolita o de
estrella. Los judíos sólo podían aplicar 40 azotes menos uno; pero los romanos flagelaban
al reo hasta extenuarlo.
Soldado 1: (flagelándolo entre dos) Ni modo que seas un dios, pues si fueras Dios no te
estaríamos azotando, los que moriríamos seríamos nosotros.
Soldado 2: Tal parece que tu única riqueza era tu mensaje y la gente, pues todo te han
quitado.
Soldado 1: ¿No que venías como mesías y salvador del género humano? Ahí te va ésto a
ver si te salvas.
Soldado 2: Loco que te crees poder contra los romanos, aquí estás viendo su poder tiránico.
Soldado 1: Decías que salvabas a los demás con la ayuda de Dios, pero ahora no puedes
salvarte a tí mismo.
Soldado 2: Haz el milagro de salvarte. No puedes ¿verdad? pues tienes las manos
amarradas.
Soldado 1: Pensar que podríamos estar jugando dados en el Pretorio, pero nos aguadaron el
descanso con tu caso fuera de programa.
Soldado 2: Cómo molesta ese maldito brotar de sangre, cuando no has dicho ni una
maldición
Soldado 1: Algo raro encontré en este reo. No se queja ni maldice como otros.
Soldado 1: Si eres un ser divino de verdad, reduce a ceniza a esos bribones judíos,
(señalando a todos) son lo peor que tiene el Imperio.
Soldado 1: Los judíos quieren un rey. Vistámoslo de rey, y juguemos a los honores
cortesanos.
Soldado 2: Aquí está esta clámide roja que usamos de jerga, es como si fuera su manto real.
Soldado 1: Atémosle las manos, aunque la cuerda le avive las heridas: son sus brazaletes.
Soldado 2: Ahora, lo sentamos en este comedero de los caballos, como si fuera su trono.
Soldado 1: Ah, nos falta la corona. En el patio está un manojo de ramas de zarza, todavía
blandas, con espinas largas y puntiagudas. Ahora vuelvo con un casco de espinos como
corona.
Soldado 1: Ni modo, ya te sangramos, pero es que no te la hice a la medida. Para tal rey, tal
corona.
Soldado 2: Ahora estás mejor. (Jalonea a Jesús) Mírate, rey, en mi coraza. Ah, pero
falta el cetro.
Soldado 1: En el establo hay una caña. Ahora vuelvo con ella, con ella estaban limpiando el
drenaje.
Soldado 2: ¿Cómo se te ocurrió creerte rey, cuando no tienes nadie (Señala al Pueblo)
que te defienda?
Soldado 1: Me inclino ante tí, y como honores te doy este golpe, para que adivines quién
fue. (Cachetada o pechazo a Jesús)
ESCENA 6:
Pilato: Estoy en apuros. Temo el castigo de los dioses si no aplico la justicia. Temo el
castigo del Dios de los judíos si cometo injusticia con este galileo. Temo el castigo de
Roma si no actúo con cautela. Temo el castigo de los vengativos judíos que no se por dónde
reaccionarán. Temo a Jesús de Nazaret que me infunde un no sé qué.
Sumo Sacerdote: Si lo dejas libre no eres amigo del César, pues quien se hace rey es
enemigo del César; nosotros notificaremos al César de tu traición.
Pilato: Jesús, tienes derecho a hablar en tu defensa. ¿Qué dices respecto a lo que se te
acusa? (Silencio!! y un Soldado le da un pechazo diciendo que conteste). Pero
¿qué no oyes todos los cargos que te hacen? ¿No sabes que tengo poder para dejarte libre y
poder para mandarte a la maldita cruz?
Jesús: Tú no tendrías ningún poder si no te hubiera sido dado de lo Alto; por eso, quien me
entregó en tus manos es más culpable que tú.
Sumo Sacerdote: Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir. ¡Fuera, fuera,
crucifícale!
Sumo Sacerdote: Quien se hace pasar por rey comete lesa majestad y puede ser condenado
a muerte aun sin juicio. Si no lo crucificas eres traidor al imperio y a César, y tú también
morirás. ¡Fuera, fuera, crucifícale!
Pilato: Traigan agua para lavarme las manos. Conste que me presionan para hacer algo
contra mis convicciones. (Lavándose las manos) Soy inocente de la sangre (avienta el
agua al Pueblo) de este justo.
Sumo Sacerdote: No, así no vale. Esperamos formalmente la sentencia, con las
formalidades que pide el Imperio.
Pilato: Jesús nazareno, irás a la cruz; (de pie ante el trono, con el brazo extendido y
la mano hacia abajo) ha hablado Roma imperial.
Sumo Sacerdote: No basta todavía. Firma un documento escrito donde ordenas su muerte, y
dictas pública sentencia, con las rúbricas y sellos del imperio, para no tener problemas
después.
Pilato: Está bien. Escribano(si señor): escribe en la tabla que trae Longinos para la
ejecución, en latín, lo siguiente: Jesús de Nazaret, el rey de los judíos".
Sumo Sacerdote: No, no, no, así no, sino "el que se dice rey de los judíos".
Pilato: Lo escrito escrito está. Longinos, así todos entenderán quién muere así.
----ORACION-----
SEGUNDA ESTACION: JESUS LLEVA LA CRUZ
1 Corintios 1,18-25.
Longinos: Quiten a Jesús la caña, y la clámide, y vístanle su túnica. Amárrenle la cruz a los
hombros. Cuatro soldados rodearán a cada preso. Los demás irán haciendo valla con sus
lanzas (haciendo mímica con sus manos) para que las multitudes no se acerquen a
ellos. Recuerden las normas: soldado que hiera a muerte a un condenado, o que permita que
alguien lo haga, será responsable de ello ante el Imperio, y pagará incluso con la propia
vida.
Jesús: El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día
y me siga.
Longinos: Ten, Jesús, un poco de agua con hiel; te hará bien; estás desangrado, el camino
es largo, y hace calor.
Jesús: Dios pague tu caridad, pero tú puedes necesitarlo; no me prives del dolor necesario
para expiar el pecado del mundo. ¿Voy a decir al Padre: "Líbrame de esta Hora" si para esta
Hora he venido?
Jesús: Ni un vaso de agua dado en mi nombre quedará sin recompensa (prueba, pero no
bebe).
Longinos: Conste que yo sólo ejecuto órdenes (Tira el agua del vaso hacia arriba al
Pueblo); no tengo nada contra tí. Procuraré hacerte sufrir lo menos posible. Tengo
experiencia de sobra en estas ejecuciones. Soldados: nos iremos por el camino más breve,
pues el nazareno podría no resistir.
Sumo Sacerdote: No puedes hacer éso, es ilegal. Las leyes dicen que los condenados deben
ser vistos por toda la ciudad que contaminaron con sus infamias. Que sea paseado por la
ciudad.
Longinos: Soldados!! Traigan a los otros 2 Reos y pónganle la madera en sus hombros.
Longinos: Avancen.
TERCERA ESTACION: EL PESO DE LA CRUZ
Longinos: Ayuden al reo con la cruz, que ya va arrastrando los pies y tropezando con
frecuencia, está muy débil, trae fiebre, y el suelo es disparejo, no vaya a caer.
Sumo Sacerdote: La basura se tira al suelo, déjenlo que caiga, métanle zancadilla.
Longinos: Cuidado, soldados (Jesús cae) Pero ¿qué están cuidando, soldados estúpidos?
Longinos: Como grano de trigo caído en el surco; como el pan de los hijos tirado a los
perros; como un gusano, no como un hombre.
(María con Juan forcejean con los Soldados porque tratan de llegar a Jesús)
(Solo pasa María, y casi llegando a Jesús se va agachando para tocar la cara
de Jesús).
Sumo Sacerdote: Pena de Muerte también para las que parieron criminales. ¡Fuera la
madre!
Longinos: Avancen.
QUINTA ESTACION: SIMON DE CIRENE AYUDA A JESÚS CON LA CRUZ
Longinos: ¡Eh, tú, ven aquí! Sí, no te hagas, a tí te hablo. Tú estás fuerte, mientras que el
condenado ya no puede seguir. Así que ¡toma la cruz y llévala hasta la cima!
Cireneo: Está bien, está bien, ya voy a ayudarle; así por la buena todos jalamos.
Cireneo: Que ya voy a ayudarle. Pero conste que no tengo que ver nada con la causa de este
ajusticiado ¿está claro? Al cabo, ni agradecen.
Longinos: Avancen
Verónica: (forcejean unos del pueblo con los Soldados y ella se abre paso entre
ellos, para llegar a Jesús) Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
Jesús: No escondí mi rostro a los insultos y salivazos; tomé sobre mí los crímenes del
mundo.
Verónica: Eres el más bello de los hombres; la imagen viva del Padre; en tus labios se
derrama la gracia.
Jesús: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Verónica va
limpiando el rostro de Jesús).
Sumo Sacerdote: Ya saquen esa mujer que nos está entreteniendo. Esta tarde inicia la gran
fiesta de Pascua y urge que mueran antes del atardecer (Viendo al cielo).
Pueblo: ¡Sáquenla, sáquenla, sáquenla!
Sumo Sacerdote: La lepra a los leprosos; hay que acabar con los cómplices de los que se
burlan de la Ley.
Longinos: Avancen
Longinos: ¡Soldados, el reo se está tambaleando mucho! ¡Ayúdenlo para que no caiga!
(Jesús cae) ¿Por qué no lo detuvieron, soldados inútiles? ¿Quieren ser premiados luego
con castigo?
Longinos: Despejen el área (Mímica con los brazos) para que los curiosos no quiten
aire.
Longinos: Levántenlo
Longinos: Avancen
OCTAVA ESTACION: LAS MUJERES LLORAN AL ENCONTRAR A JESUS
Soldado 2: Es que entre ellas está la noble Juana, la esposa de Cusa el administrador de
Herodes y otras personas influyentes.
Mujer 2: Apenas habíamos hallado la felicidad ¿quién nos guiará ahora en los problemas?
Soldado 1: ¿Qué ganan con llorar? Hubieran estado en el juicio intercediendo por él o
poniendo en juego sus influencias.
Jesús: Hijas de Jerusalén. No lloren por mí, lloren más bien por ustedes mismas, por sus
pecados, por los de sus hijos, los de los verdugos y los de toda esta ciudad.
Mujer 1: Bebe, Jesús, de esta mirra, que adormece un poco y te hace sufrir menos.
Jesús: Les agradezco. Pero quiero probar la copa de ira de mi Padre totalmente cuerdo.
Jesús: Se equivocan, pues es ahora cuando se manifiesta la gloria de mi Padre. Porque esta
Hora no quedará sin castigo... ¡y qué castigo! Si ésto sucede con el inocente ¿qué pasará
con el culpable? Las bendigo.
Longinos: Basta, terminó el permiso, debemos seguir adelante. Mujeres, ¡háganse a un
lado!
Jesús: Mujeres, no lloren por mí, sino más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Si ésto
sucede con el árbol verde ¿qué pasará con el seco? Vayan a casa y pidan por mi obra.
(Cae Jesús)
Soldado 2: Es que está ya demasiado débil. Fué mucho flagelarlo y luego mandarlo a la
cruz.
Longinos: Caminen
Longinos: Quítenle la cruz y sus ropas al sentenciado para ajusticiarlo. Recuerden que si
hay algo bueno, es su botín y el pago por su trabajo.
Soldado 1: Túnica hecha a mano, de una sola pieza, ajustada a su talla ¡Vale la pena
conservarla!
Soldado 2: Sin duda que su madre se la tejió con cariño. Pero dolerá al arrancarla, pues se
ha pegado a las heridas y las volverá a abrir.
Longinos: No importa que se reaviven las heridas, (Le arrancan la túnica) al fin de
cuentas, ya se acerca la hora de la muerte.
Sumo Sacerdote: Quedarán al descubierto tus vergüenzas, maldito del Altísimo, como
Adán y Eva cuando pecaron, y no tendrás quien te rescate ni te cubra. Como las prostitutas
que enseñan su desvergüenza.
Jesús: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a Él; bendito sea el nombre
del Señor.
Sumo Sacerdote: Todos se avergonzarán al verte y voltearán el rostro hacia otro lado,
porque Dios te ha negado su rostro y mueres bajo su maldición.
Jesús: Nuestro cuerpo es templo de Dios, y el templo de Dios es santo. Glorifiquen al Padre
con sus cuerpos.
Longinos: Vamos a empezar el trabajo bueno, y no quiero que ninguno se atarugue ¿de
acuerdo? Uno de ustedes se le monta en la cintura para evitar que se mueva mucho en las
convulsiones que le provocarán los clavos y le detendrá los brazos. Primero se encargarán
de la mano izquierda: uno la detiene y otro clava el clavo en el sitio que yo le indique.
Hacen lo mismo con el otro brazo. Una vez que terminen, lo levantaremos hasta darle la
altura debida. (Van ejecutando la operación con los clavos).
Soldado 1: Tal parece que tu única riqueza son los clavos y el madero, pues todo te han
quitado.
Sumo Sacerdote: ¿No que venías como mesías y salvador del género humano? ¿Por qué no
te salvas?
Romanos 8,31-39
ESCENA 1:
Soldado 1: Algo raro encontré en este reo. Los que lo mandaron a la cruz perdieron la
cabeza por el odio acumulado, mientras el condenado está muy tranquilo.
Sumo Sacerdote: ¡Qué dulce es la venganza! Por fin podremos dormir en paz.
ESCENA 2:
Narrador: Los ladrones no eran comparsas de un teatro, sino dos fuera de la ley
debatiéndose en la muerte como castigo a sus equivocaciones pertinaces, rebeldes a unas
estructuras injustas, rabiosos contra sí y contra todo.
Gestas: Maldita la hora en que nací. Maldito el gobernador romano. Maldita la sociedad
hipócrita, enemiga de todos los miserables, que siempre ha protegido a los ricos y se vuelve
contra nosotros. Malditos todos ustedes. Si pudiera, les daría un golpe con la cruz en la
cabeza, empezando por el centurión.
Dimas: Es muy duro tener que acabar así, Gestas, pero ¿de que valdrían las leyes sin
castigo? Hemos robado, atracado, violado y agredido, y sufrimos las consecuencias de
nuestra impertinencia. De nada sirve lamentarse; vamos a morir como vivimos. ¿No te dice
nada la dignidad de este profeta de Galilea?
Gestas: ¡Qué esclavo tan despreciable! Si todo lo que se dice de él es verdad, y hace
milagros ¿por qué no hace una proeza de magia y se libra de la maldita cruz? Camina
humildemente hacia su muerte como un impotente. ¿Así que eres tú el Cristo? Sálvate a tí
mismo y sálvanos a nosotros.
Dimas: ¿No temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido;
pero él no ha hecho nada malo.
Narrador: Dimas se jugó la última carta al salir de su tragedia, descubrir la dignidad de
Jesús, y la justicia. Sólo la muerte de un justo puede hacer girar al mundo. Y, por su acto de
fe, Jesús le da su gloria inmediatamente.
ESCENA 3:
Narrador: Ha llegado la Hora de Jesús, y reaparece su Madre, pues tendrá un lugar central
en la historia de la salvación. Jesús la cita al Calvario para encomendarle una nueva misión.
(Pasa María, Juan y una mujer “María Magdalena”, Maria besa los pies).
Jesús: Nueva Eva, madre de los vivientes ¡qué huérfano va a quedar el mundo ahora que
me voy! Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo: ahí tienes a tu Madre.
Longinos: Retirense
ESCENA 4:
Narrador: Con miles de moribundos, Jesús pronuncia esta frase. Tiene una sed inmensa de
nuestra salvación; no se sacia con agua y vinagre, sino con nuestro cambio de mentalidad y
de vida.
ESCENA 5:
Soldado 1: ¡Qué plaga de mosquitos tan molestos! Los atrae el olor de la sangre y el sudor.
Soldado 2: A ver si se aplacan con los chubascos, pues está nublado desde el mediodía, hay
bochorno y viento frío, y borrascas de tierra negra.
Narrador: Había anunciado Amós: "Entenebreceré la tierra en pleno mediodía" (Amós 8,9).
Le dolía hasta el alma el silencio de Dios. La ausencia de su Padre ¿no es acaso el infierno?
Jesús, cargando con los pecados de la humanidad, es objeto de la ira maldición de Dios, y
eso origina angustia y temor por la propia salvación. Cristo se hizo maldición por nosotros
(Gálatas 3,13), se hizo pecado (2 Corintios 5,21), Jesús en la cruz se experimenta pecador.
Como si sus manos hubieran acuchillado a inocentes y ametrallado en las catorce mil
guerras de la historia. Como si sus labios hubieran dicho todas las mentiras de la historia,
todas las blasfemias, todos los insultos. Como si su corazón fuera un bloque de odios,
envidias, avaricias, incredulidades y crueldad. Y recita el salmo con nosotros pecadores.
Soldado 1: ¡Qué raro! sufrió la flagelación sin gritar; y no ha gritado durante la cruel
ejecución.
(Esperar tantito)
ESCENA 6:
Narrador: Morir no es un trágico salto al vacío, sino descansar en los brazos recios y
amorosos de un Padre, dedicado a ser padre, sólo padre, ante todo padre, sobre todo padre y
centralmente padre. Jesús vino a cumplir la voluntad de su Padre. Jesús tomó la vivencia de
todos los moribundos de la tierra, para devolverla al Padre hecha ofrenda.
(Todos se Arrodillan).
2 Corintios 5,14-21