En La Isla Ekarkó II
En La Isla Ekarkó II
En La Isla Ekarkó II
II Biografía 26-31
IV Extensión 38-42
V Abisal 43-51
VI Teorema 52-54
Epílogo 87-100
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Lentas yeguadas violentas cantan coplas mudas en la negra noche,
espolsan alcohol en sus crines y comen líquenes, en todos los grises
atardeceres las palomas salen del aceite y se marchan a violar doncellas
púdicas.
Atrayendo imposibles suicidios sobre mis ojos enfermos de tanto
amarte mujer, he eyaculado un esperma lisiado sobre tu orgullo
ataráxico. Soy, me declaro yacente.
Aegopius Monachus era la tonta de cuyos pechos mamó la amargura
Job el paciente, apodado así por sus maneras de pájaro bobo prudente y
en absoluto sentencioso que cuando me mira con esos ojos negros y esas
trenzas me cuenta sus cosas.
Suelo dejar la picha en lugares lúgubres como el ojo izquierdo de un
gorrión.
Debió ser el tiempo que extraviado en sus ojos, anegado en sus ojos,
hizo del olvido una nostalgia impensable, una amorosa blasfemia
entregada en forma de mujer, en algún lugar, en alguna muerte, que
como esposa obstinada le mostró la vida que cauterizó en herida
recientemente abierta, en oración perfecta, en tumba.
Allí en la entraña del celo ya muerto, más muerto, más inútil, por
jamás, por siempre, por nunca maldito el nunca que no pudo ser, que no
fue mas que un intento desesperado de no ser jamás maldito y muerto,
después muy adelante, tan adelante hasta donde sus ojos no recordarán
jamás, hasta donde su dolor no alcanzó, fue tan después que el olvido
nunca recobró su sueño, donde la siesta eterna despertó a la nada el
círculo del dolor, cerró su ciclo la tolerancia, agitó su lecho y se anuló el
olvido, nunca recobró su sueño, abrió sus ojos perpetuamente muertos.
Durante sus años de infancia no fue hombre, fue tal vez un error, un
milagro sin saberlo, no era aun presagio ni suicidio, fue milagro, tan solo
milagro, no fue aun oscura cadena envolviéndose en su cinta trágica, fue
milagro tan solo.
Fase de lata natural con hoja de punta y capullo rutinario
Todos sus días fueron días de culto, fue una víspera ya festejada en el
comienzo, sucedida, inacabada, atenta a un nuevo firmamento, su
testamento fue un pentecostés de muerte.
Hubo veces que asistido de una gracia lúgubre logró cruzar sobre la
infinita faz de la tierra un inacabable sudario, allí gravó un rostro
sombrío, después, inclinándose, lo adoró.
Debió ser el tiempo que extraviado en sus ojos, anegado en sus ojos,
hizo del olvido una nostalgia impensable, amorosa blasfemia entregada
en forma de mujer en algún lugar, alguna muerte que como madre
obstinada se le mostró cauterizando en herida recientemente abierta,
oración perfecta en tumba.
Todos sus días fueron días de culto de una víspera, atenta a un nuevo
firmamento, sucedida, inacabada, su firmamento un pentecostés de
sombra.
También a veces asistido por una gracia lúgubre logró cruzar sobre la
extensa faz de la tierra un inacabable sudario, allí grabó un rastro
blanquísimo, luego inclinándose lo adoró.
Allí donde él nunca debió ser, no fue más que la última amarra de la
esperanza inútil, ciega, perdida, última amarra por siempre maldita y
suelta, por siempre allí a la entraña del celo ya vivo, más vivo, más inútil
por jamás, por nunca, por siempre maldito el nunca que no pudo ser,
que no fue más que un intento desesperado de no ser jamás maldito y
muerto y después tan adelante donde sus ojos no recordaron, no
alcanzó su dolor, fue tan después.
Circunstancias eternas
Un telar para tejer ropas de hombres con ropas de santo, no, un telar
para tejer, venas de hombre con venas de santo, no, un telar para
destejer hombres, destejer santos, no, un telar no tiene posibilidad de
filo.
Idea
Esa araña teje su tela con la misma oscura vocación de simetría con
que algunas almas coitan la tristeza de no ser dios.
Durante nueve meses batió sus alas, entre peces de luz y espuma de
signos, finalmente se le puede ver echado en la arena del tiempo
contemplándose en la distancia.
Aquí estoy, mirando fijamente los rubios cabellos de tus pies, los
dulces ojos de tus pies, los peces y gaviotas que los invaden y recorren, y
sé que ya nadie va a entrar a rescatarnos de este ámbito de sábanas
envolviéndote.
Desde ti, emergida de qué profundo pozo donde el ansia parece no ser,
me declaro amante de tu idea empujado al abismo despeñado en tu
existencia.
Lugar tesoro infalible o cómo remontar la vida
Piedad o aquel rostro tangible hasta el dolor que ya forma parte de mi,
ah si lo incontenible fuera, si lo último fuese hasta donde la capacidad de
amar.
La llegada de los armarios
Esa araña teje su tela, con la misma oscura vocación oirán las almas su
tristeza de no ser dios, tejer venas con venas, destejer hombres, tejer
santos, un telar no tiene posibilidades de filo, arrojad las palabras, los
muertos contra los filólogos, los poetas, los santos, los muertos, que
sepamos la intrincada sed, estatura de madres, niño que se ahorco en el
sexo de su padre creció con una luz en los ojos, creció entre los edificios
blancos.
Donde bucean las gaviotas creció hasta alcanzar la superficie del mar
de la sangre, mar de la tinta, durante nueve meses batió sus alas entre
peces de luz y espuma de signos, finalmente echado a la arena del
tiempo se contempla en la distancia, perro famélico ciego de mirada
infinita, me dijo en aquella hora violenta que la muerte es madre
atravesada de indecibles trompetas, echada de bruces sobre todas y
cada una de nuestras frágiles muertes individuales, pero yo seguí
corriendo hacia el espejo ubicuo del mar, desbócame en tu cuerpo, mar
entiérrame a tu sangre sortilegio y crezca la palabra en el labio mineral
de mí, tonsúrame tu alta sombra, insemina mi frente de gaviotas.
Residencia auxiliar
Rodéame tu arteria los ojos del sueño del tacto, anega la estructura del
ansia, derrama el vaso de la sed, extiéndeme a tu púrpura de légamos
donde una letánica ola de recorrernos en la sola dimensión de tu lengua
vertiginosa, liturgia de umbilicales peces asidos horizontales al
surgimiento, verticales de generar.
Prototaxias
Lo que hacen esos negros con sus manos en tu carne con mi lengua.
Axial atroz… el rojo, le dije a Paloma, que entre sus brazos me supo
consolar del tan abierto y próximo incineramiento, ya tarde ha de llegar
la calma a este sueño y esos pájaros al fondo… de Sargazos.
Caña
Más qué decir de los amputados miembros de los albinos vivos que
atraviesan solos el desierto de la lepra masticando el terror en sus
empeñados ojos de regresar amputados, miembros de los albinos vivos
vendidos en las carnicerías para la liturgia sacrificial diarreica de coltán y
sangre…
Tercera maravilla
Y qué decir aún de sus almas inmortales que esputan la arena terrenal
contra el viento amarillo de la distancia endémica y la fiebre…
Oscar el Jipi, vivía a donde una hermana suya, puta, o en una puta
cueva en la parte alta de la portuaria fenicia Cartagonova (actual
Cartagena; de la mili de aproximadamente la mitad de nuestros tíos
abuelos). El último chiste que me contó era ese en el que El Papa
despidiéndose de los famélicos niños africanos la pifia, apostólicamente.
Oscar te decía: mírame de perfil; y se ladeaba diciendo: ¿¡Jesucristo o
Manson, a quién!? A quién ves? Oscar tenía efectivamente esos dos
rostros . En una ocasión en la que nos encontramos, él apeándose (le
fascinaba apearse) en la estación; sus primeras y sorpresivas palabras
fueron: ¡Antonio este año! ¡No pasa de este año! Me suicido. En Orihuela
solía dormir en un vagón abandonado, o en los pesebres de las cuadras
del ejército (por entonces las había) amparado en el calor de los
animales. Oscar García García decía el jipi que se llamaba; García es un
apellido hebreo decía. Que se había criado en un orfanato, es muy
probable; que su padre trabajó durante años en el Perico Chicote,
porqué no. Oscar, que ahora tendría la edad de su gran ídolo Bob Dylan
ciertamente pasó gran parte de su vida en las calles, cuando no
encerrado a voluntad (eso sería otro tema) en algún psiquiátrico.
Aquellos que lo conocisteis, seguramente estaréis de acuerdo conmigo,
en que Oscar el Jipi se mereció nuestro recuerdo; escrito. Sus sonetos
son de la talla de los mejores, en la historia de la literatura. Su obra, lo
que hay
M-78-3/579 10-1-17 20:19
Cura escribir: más allá de cualquier otro más allá cura: porque escribir
sin vanos afanes (es lamer) estilísticos es lamer: oh lamerse sin cuento ni
cuentas las llagas sin bragas a ser posible... mis palabras en su tinta... me
descargan (como semen) publicadas ¡o no!: echas público: me son
terapia. A mi las palabras... y si están bien hechas
M-78-32/579 16-1-17 19:20
Uno: a sistir a:
Dos: tonsura suelta
Tres: Andrés
Cuatro: tomar en consideracíon todos los consejos otros
Cinco: por el culo te la inco
Seis: las que tu tienes
Siete: Oh de nuestro embarazo este, qué calvario
Ocho: e=maricones sueltos
Nueve: número pri!!moh
Diez: hora dirnohs
Tonta. La Ñ
M-78-67/579 20-1-17 21:15
el murmullo
recuerda
el bramido
recuerda
la memoria paralizada despierta ladrando
en hachas de leñadores
M-78-192/579 15-2-17 00:16
¿Ladra la jauría?
¿Dónde ladra la jauría?
Fuera de su jaulaula
Laáhaulaaa del otro contra tus negros encava
Cavar la cuenta del otro contra tus negros
Encava cavar ¡¡¡¿La jaaula auuula?!!!
M-78-195/579 15-2-17 18:54
Meditaciones Corintias
Encargos, exhortaciones y saludos
Si llega Timoteo ahí, mirad que no se sienta acobardado entre
vosotros, porque trabaja en la obra del Señor igual que yo. Que nadie
pues le tenga en poco, y encaminadle en paz para que venga a mí, pues
le espero con los hermanos. Cuanto al hermano Timo, mucho le encarecí
que se llegara a vosotros con los hermanos; pero no quiso en modo
alguno ir ahora; irá cuando tenga oportunidad. Corintios 11:13
Qué cosa, esto si que es texto Manueęh
M-78-234/579 21-2-17 18:27
Una tarde le pregunté a Pedrito sin más ¿esos cielos que dices que
conoces y esos infiernos que también me has dicho en los que has
estado en qué consisten exactamente? Pedro me miró preguntando... y
sin más comenzó a largar con su peculiar modo síntesis para no alargarse
de contar, en Foncalent en el psiquiátrico me inyectaban anfetaminas y
luego me ataban y me cerraban la boca con esparadrapos y me dejaban
allí durante días, eso era el infierno (¿allí dónde? le pregunté) en un
cuarto, yo ni sabía adonde estaba, eso era el infierno eso me lo hasian
para que yo no quisiera volver allí en mi vida para que yo sufriera tanto
que no quisiera volver... para que no volviera, estaban tan hartos de mí
como yo de ellos... eso era el infierno. Transcurrió un rato y sin más
continuó, cuando mi maere aun vivía y aun estaba bien y yo estaba bien,
los domingos me acuerdo que yo me sentaba ahí debajo de esa higuera
al medio día esperando el cosido y fumando yo por entonses me fumaba
dos paquetes y me había subido antes a la crus de la muela con los
perros los ocho o nueve perros que yo solía tener por aquella época
cuando ella estaba bien y yo, yo le compraba al carnisero los sábados
varios kilos de carne y embutido para mi y los perros y con esa vespino
que yo te he contao que me fui una noche a Almería a ver a una puta con
esa vespino nos subíamos yo y los perros a la sierra a almolsar... y volvía
con hambre... porque los perros me dejaban poco a mí... eso era el sielo
pa mí eso era el sielo
M-78-285/579 1-3-17 22:56
Los Días Guatemalos
Max el gringo (uno entre tantos) tenía alquilada una casona que
aficionaba poblar de peregrinos, o así lo sentí yo, entre los arrabales de
la cuasi selva a las afueras de Panajachel. Era ya tarde cuando llegamos,
y acomodarnos no resultó difícil, la casa tenía varios cuartos y una gran
sala central en cuyo suelo decidí establecer mis ebrios aposentos, lo cual
Max vio con alguna extrañeza, al principio, enseguida mi conversación le
relajó, entrando en un a modo de incierta intelectual complicidad. Según
me contó llevaba algunos años interesado, como antropólogo, en el
peculiar sincretismo espiritual me dijo, que en aquella región se daba.
¿Conoces Abraxas? me espetó de pronto más que preguntarme; ¿Has
leído a Niesztche? le contesté, lo cual le convencía finalmente, al
parecer, de que yo era un especial peregrino, al cual andaba
esperando.Duérmete si puedes, no bebas más amigo, que mañana
vamos a hacer un corto viaje juntos ¿querrás conocer Abraxas?. Con eso
me debí dormir.
Yacká
Entierro
Emilia
Me llevó la cosa a tal punto de dislate paranoia que huí, hasta una
pensión donde desconectar del entierro y sus enloquecidos
enterradores; hube de hacerlo por mí, por mi integridad mental.
Charcos
Dos Muertos
Indígenas
Tz'uztujiles y Kakchiqueles son las dos etnias que habitan las orillas del
lago Atitlán, en unas cuantas aldeas bautizadas de apostólicos nombres,
repartidas o más bien partidas, pues ni se entienden ni lo pretenden, en
pleno siglo veintiuno que diría el otro. Uno de estos me dijo una mañana
en el puertito de Santiago Atitlán refiriéndose a uno de los otros que
desembarcaba; mira ese , ese no sabe ni hablar, cuando habla no se le
entiende; efectivamente hablan dialectos distintos y al parecer distantes;
cosa de gentes que cohabitan desde siglos. No es difícil y sí triste advertir
el evangélico desastre donde las conquistas de los dignos a los mansos
indigenas. Profuso profundo y demencial; el alcoholismo de los
hombres, y de muchas mujeres en esas tierras resulta cuanto menos;
inquietante signo de desgraciada y no difícil de interpretar; inidentidad
inicua cuan terrible sino más; está es la consideración que tal asunto me
hubo de merecer en aquel momento otro de mi obstusa peripecia
Güatemala; a tuertas y locas.
Seis mo S s
y triángulos
amorosos
trepaban dípticos en
profunda y perpetua
profanasión pues propensa
sima
salud
y vista
M-87-80/128 9-2-18 20:14