LGBTTTQ
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Gálvez, D. (2016). Estudio sobre los delitos de odio contra las personas LGBT.
Concurso anual de investigación jurídica “Carolina Rosemberg Guttman”. 6-21
Objetivo: Revisión, recolección y análisis de información de bibliografía nacional e
internacional para comprender conceptos, características y perspectivas
multidisciplinarias de los crímenes de odio contra la comunidad LGBT.
El trato desigual realizado por algún individuo, grupo o institución dirigido a otro,
no es más que la manifestación de los prejuicios que se forman dentro de la
misma sociedad.
Conducta discriminatoria: la acción de diferenciar a las personas en razón a las
características que posean, cuando la discriminación es un fenómeno mucho más
complejo, y que puede manifestarse de muchas formas, incluso llegando ser
ejercida mediante la violencia, ya sea física o psicológica, con la finalidad de hacer
sentir a la víctima como un inferior, o de reafirmar las diferencias existentes entre
agresor y agredido.
La homofobia es definida por el diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española como "[La] aversión hacia la homosexualidad o a las personas
homosexuales”. Esta, como cualquier otro tipo de sentimiento discriminatorio, es
capaz de manifestarse de diversas formas, desde un trato diferenciado, hasta las
agresiones violentas, ya sean físicas o psicológicas.
Si se analizan la mayoría de casos en los que se realizan actos discriminatorios
contra el colectivo LGBT, y en particular, crímenes por homofobia, tanto
perpetradores como víctimas, suelen ser hombres, esto podría obedecer a lo
explicado por el psicólogo social e investigador sobre prejuicios contra las
minorías sexuales, Gregory M. Herek (2000): “Demostrar la propia
heterosexualidad y, al mismo tiempo, la conformidad con el rol de género
apropiado parece ser una preocupación mayor para los hombres que para las
mujeres en la sociedad americana. En este sentido Michael Kimmel ha sugerido
que el miedo implícito en la noción de ‘homofobia’ es, ante todo, miedo de los
hombres heterosexuales a ser clasificados como homosexuales por sus pares
masculinos.
Esta necesidad surge del significado de la identidad masculina que crea la cultura
machista, la cual a través de regímenes sociales heteronormativos y patriarcales,
actúa como reguladora de comportamientos, en el que la feminización,
fuertemente asociada a la homosexualidad, no tiene cabida por ser vista como una
desviación de la conducta o identidad masculina, y sinónimo de inferioridad en un
sistema que le otorga una posición de poder y dominio a los varones sobre las
mujeres. En ese sentido, el uso de la violencia contra las personas homosexuales,
recibe la justificación de la sociedad, en tanto esta permite que se transgredan
derechos ajenos con tal de que se mantenga el status quo construido sobre el
privilegio de ser hombre en una sociedad machista.
Xiadani Anabel Esquivel Casas
Las formas más evidentes de violencia van desde los insultos verbales y las agresiones físicas,
hasta formas extremas como los asesinatos. La Comisión Ciudadana Contra los Crímenes de Odio
por Homofobia (CCCOH) ha documentado, a partir de una revisión en periódicos publicados en
México, que entre 1995 y 2000 ocurrieron 213 asesinatos contra homosexuales y lesbianas, los
cuales se han caracterizado por la brutalidad y violencia extrema con la que han sido realizados. La
CCCOH sugiere que por cada caso que ella ha documentado existen por lo menos otros tres. A
parte del trabajo de la CCCOH, en México han existido pocos intentos de documentar las distintas
formas de agresión que sufren los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales y sus repercusiones
en la salud mental de éstos.
Es necesario reconocer que las condiciones de Latinoamérica son diferentes por la mayor
desigualdad socioeconómica y la mayor rigidez en la asignación y contenido de los estereotipos de
género. La violencia interpersonal ha sido definida como: “el uso deliberado de la fuerza física o el
poder ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños
psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. La violencia interpersonal cubre un amplio
abanico de actos y comportamientos que van desde la violencia física, sexual y psíquica hasta las
privaciones y el abandono.
Desde la perspectiva de la salud, la violencia puede ser conceptualizada como causa y efecto. La
violencia es causa porque es una forma de opresión, pero también es un efecto, ya que la violencia
es en sí misma un daño a la salud en tanto que altera la integridad psicológica y física de los
individuos. Es evidente que la violencia física tiene consecuencias inmediatas y visibles que van
desde lesiones leves hasta el homicidio. Sin embargo, la violencia dirigida hacia los bisexuales, las
lesbianas y los homosexuales (o violencia por odio) difiere de la violencia “cotidiana”. La violencia
por odio son acciones con las que se intenta dañar o intimidar a las personas.
La relevancia de distinguir a la violencia por odio es que, si bien todas las formas de violencia
tienen efecto en las víctimas, la violencia por odio representa un caso especial debido a que tiene
mayor impacto tanto en la víctima que la sufre como en el grupo social al que pertenece la
víctima.
Los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales pueden ser particularmente vulnerables a los
efectos psicológicos negativos de la violencia por odio debido a que: (a) la mayoría de la población
sigue teniendo una actitud negativa hacia los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales, lo que
hace que aquellos que son víctimas de violencia pueden llegar a creer que ellos se merecen esa
agresión, (b) los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales que consideran que su orientación
sexual es negativa, es decir, que tienen homofobia internalizada, pueden aceptar esta noción, lo
cual puede incrementar su distrés psicológico después de ser víctima de una agresión, (c) debido a
Xiadani Anabel Esquivel Casas
que la identidad de los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales con frecuencia se desarrolla al
margen de la familia y la comunidad de origen, los miembros de esta población no disfrutan
automáticamente del apoyo de la familia y la comunidad cuando ellos son víctimas de violencia y
(d) es poco probable que ellos aprendan en la niñez estrategias para afrontar las distintas formas
que adopta el prejuicio contra la homosexualidad.
Las formas más frecuentes de discriminación fueron: no los contrataron en un empleo (13,0%),
amenaza, extorsión y detención por policías (11,0%) y maltrato por parte de empleados (10,0%),
no existiendo diferencias entre los sexos. Las formas de violencia más frecuentes fueron: ofensas
verbales (32,0%), acoso sexual (18,0%), “molestaron sexualmente” (15,0%), asalto (12,0%),
siguieron o persiguieron (12,0%) y amenazas verbales (11,0%). Entre los varones bisexuales y
homosexuales existió una mayor proporción de victimas de ofensas verbales, mientras que las
mujeres con más frecuencia sufrieron agresión física.
Cuatro de cada diez entrevistados informaron ideación suicida y poco más de una quinta parte
(25,0%) comunicó haber intentado suicidarse. Un tercio de la población presentó sintomatología
indicativa de trastornos mentales comunes.
Aunque algunas de las repercusiones de la violencia en los bisexuales, las lesbianas y los
homosexuales son similares a la de cualquier víctima de violencia, los primeros pueden
experimentar, debido al prejuicio contra la homosexualidad, algunas reacciones que no
presentarán otras víctimas. Las víctimas de violencia tienden a buscar explicaciones de por qué
fueron agredidas, en la búsqueda de explicaciones las víctimas frecuentemente se culpan a sí
mismas de la violencia que recibieron, fenómeno que ha sido denominado auto-culpa (selfblame),
la cual puede ser elaborada de dos formas: (a) auto-culpa caracterológica, en la que la persona
identifica que algún rasgo o cualidad de su personalidad es la responsable de la agresión o (b)
auto-culpa conductual, en la cual la víctima evalúa que alguna conducta o comportamiento suyo
fue el origen de la violencia que recibió. La auto-culpa caracterológica puede reactivar o reforzar
una auto-imagen negativa y provocar una sensación de que la persona merecía la agresión;
mientras que en la auto-culpa conductual los individuos modificarán aquellos comportamientos
que consideran dieron origen a la agresión, con lo cual consideran que tienen mayor control sobre
los eventos y reducen así su percepción de vulnerabilidad. Se puede especular, entonces, que
cuando los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales son víctimas de violencia se culparán a sí
mismos de la agresión que recibieron, ubicando como causa de la violencia sus pensamientos y
deseos homoeróticos (auto-culpa caracterológica) o las expresiones de atracción o afecto a
personas del mismo sexo (autoculpa conductual). Cuando los individuos atribuyen la violencia a
rasgos de su personalidad (auto-culpa caracterológica) se producen cambios en su auto-imagen.
Xiadani Anabel Esquivel Casas
Entre los principales agresores y violadores de los derechos humanos de las personas LGTB,
figuran miembros de la Policía Nacional, Policía Municipal, familiares, guardias de seguridad y
otros ciudadanos. A menudo, estas personas se encuentran abandonadas por sus familias,
incapaces de encontrar trabajo digno y sin la protección de la policía.
En algunos hospitales, centros y puestos de salud, de todos los departamentos del país, se están
presentando situaciones de discriminación hacia pacientes del colectivo LGTB, en particular contra
pacientes que tienen orientación sexual gay, lésbica o transexual 25. De acuerdo con estudios
recientes, la discriminación hacia las personas LGTB radica principalmente en que ellas
representan una transgresión a los roles tradicionales de sexo y género.
La percepción que estas personas tienen sobre sí mismas está muy condicionada por las
atribuciones del imaginario social, lo que en ocasiones les provoca sentimientos de rechazo, auto
reproche, autodestrucción, etc., y les impide reconocerse como discriminadas y titulares de los
mismos derechos que el resto. Se dan por tanto, elementos de rechazo, contención y autocensura
propios y colectivos que es necesario trabajar a distintos niveles.
Nos referimos a los mecanismos de resistencia de personas que tras vivir una situación de
violación de los derechos humanos, ponen en marcha estrategias para generar resistencias,
formas de superar las consecuencias traumáticas de la violencia y mecanismos para dignificar su
vida y su autoestima. La experiencia frente a la discriminación está directamente relacionada con
la percepción de discriminación que tiene la persona. El sentirse o no discriminada por su
orientación sexual o identidad de género determinará la búsqueda de estrategias para hacer
frente a este hecho. Igualmente los mecanismos de afrontamiento varían según la percepción
Xiadani Anabel Esquivel Casas
social de la ruptura con los esquemas de género, en este sentido y hablando en términos
generalistas la orientación del deseo homosexual no es percibida como tan transgresora como el
cambio de sexo o la asunción de un rol de género contrario al sexo biológico.
Más allá de los mecanismos individuales que activamos las personas ante una situación de
dificultad, discriminación o trauma, existen mecanismos comunitarios y colectivos que pasan por
acciones de reconocimiento de estas personas como víctimas, de puesta a disposición de apoyo
emocional, material, simbólico, psicológico… favoreciendo su seguridad, autoestima e
información. El trabajo colectivo ante estas situaciones cobra especial importancia en la denuncia
de la violación de sus derechos humanos, en la visibilización de la situación, en la promoción y
participación en manifestaciones públicas de apoyo así como en la activación de mecanismos de
incidencia a nivel político con el objetivo de producir cambios normativos y legislativos que
aseguren mecanismos para la restitución de sus derechos