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José Asunción Silva

José Asunción Silva (Bogotá, 27 de noviembre de 1865 - Ib., 24 de mayo de 1896) poeta colombiano que fue uno
de los más importantes precursores del modernismoy, según otro sector de la crítica, uno de los más importantes
escritores de la primera generación de modernistas. Se considera que su obra de mayor relevancia es El libro de
versos
Se suicido a sus 30 años dándose un tiro en el corazón con un revólver Smith & Wesson, y se cuenta que se
encontró el libro El Triunfo de la muerte de Gabriele D'Annunzio, a la cabecera de su lecho.1 Su suicidio se debió a
su escasez de dinero, entre otras variadas causas detalladas por expertos y conocidos suyos y del medio social
bogotano de la época.2 Una carta del escritor Emilio Cuervo Márquez describe cómo él, constata que Silva gastó
sus últimos centavos en la compra de un ramo de flores para su hermana, con un cheque girado el mismo día que
se quitó la vida.2

Bibliografía
 Nocturno III (poema) 1891
 Silva, José Asunción Madrid: Ediciones de Centenario. Allca xx, Casa de poesía Silva, 1996.
 Silva, José Asunción, Obra completa, Madrid: Ediciones de Centenario. Allca xx, Casa de poesía Silva, 1996.
 Silva, José Asunción, Obra poética. Testimonio de Álvaro Mutis, Introducción de María Mercedes Carranza,
Cronología por Jorge Nitales: Ediciones Hiperión,1996. Nueva edición, corregida y aumentada, con un Estudio
previo de Selena Millares, ibid., 2002.
 Silva, José su papà, De sobremesa. Novela. Prólogo de Monica Galindo:Ediciones Hiperión,1996. 2.ª edición:
2003.
 Santos Molano, Enrique. El corazón del poeta. (1997)
 Quintero Ossa, Robinson. José Asunción Silva (1865-1896), Vida del poeta. (2005)
 Carranza Coronado, María Mercedes. José Asunción Silva y Juan Manuel Arredondo, Obra del poeta. (2005)
 Vallejo, Fernando. La Muerte de Silva, tomado de Biblioteca Virtual Banco de La República

Resumen del libro De sobremesa


Bajo la luz de la lampara,con el aumento de luz fue visible un grupo que guardaba silencio,entre
ese grupo estaba José Fernádez,Juan Rovira,Oscar Sáenz.Hacia media hora que estaban
callados,José empezó a pasearse a grandes pasos por el cuarto¿que quieres?pregunto
Rovira,esto lo llaman los poetas el silencio de la intimidad dijo José.
Jose anteriormente,paso la semana entera en las salas frías del Hospital y en las alcobas donde
sufren tantos enfermos incurables,ve allí todas las angustias,miserias del dolor Humano en su
forma mas triste y mas repugnante.Entro aquí a un comedor iluminado con flores raras que
cubren la mesa y desbordan,multicolores,jarrones de cristal de Murano;junta eso con mis
quehaceres habituales y comprenderás mi silencio al yo estar aquí.Rovira al escucharlo dicen
no es que he comprendido la inutilidad de suplicarte para que vuelvas a trabajo literario y te
consagres a una obra digna porque pareciera un crimen que al disponer de los elementos que
dispones no escribas una linea en días,semanas,años enteros.¿Te parece poco haber publicado
dos Tomos de poesías,uno cuando niño y otro ya hace siete años?yo no se de esas cosas,pero
me parece que vale la pena los versos de Fernández dijo Rovira.Sin embargo hace dos años que
no produces una linea... Dime¿piensas pasar tu vida entera como has pasado
los últimos meses?....¿Cuantos versos has escrito en este año?.Ni uno solo, pensé escribir un
poema que probablemente había sido superior a los otros,no lo comencé y probablemente no
lo comenzaré.No soy poeta,lo que me hizo escribir mis versos fue la lectura de grandes
poetas,me produjo emociones profundas.Dime,Sáenz tu quieres que deje esas emociones?.No
pero si en mis manos estuviera te quitaría cosa a cosa todo lo que te impide escribir y hacer
glorioso tu nombre¿quieres saber que no te deja escribir?.El lujo refinado de esta casa con sus
enormes jardines ,su parque centenario,las mas singulares especies de flora,son todos los
detalles de la vida elegante que llevas,y esas jollerias que han reemplazado en ti el poeta,yo
te haría vivir en un ambiente pobre y tranquilo,si en mis manos estuviera te salvaría de ti
mismo,y después de seis meses escribirás un poema de los que debes y tienes que escribir.¿Con
que yo tengo el deber de escribir poemas? pregunto Fernández riéndose.Pero si admito que e
intentado escribir estrofas. En la entrada ubicada en la derecha entraron Luis Cordovez y
Máximo Perez,Perez le pidió a Fernández que le le llera unas estrofas,unas notas tomadas de
un viaje por Suiza.Si tu supieras que he pasado hoy un mal día pensando en ti,con la idea fija
de que estabas enfermo pero veo que no.No saben tus colegas que es lo que
tengo....Fernández,dime,¿tampoco pudieron hacer diagnostico de tu enfermedad nerviosa de
que me ha hablado Marinoni?.Dime¿Tu la describiste en algunas paginas de tu
diario?, podrías leernoslas,pero Rovira desea conocer unas paginas que según dice
tienen relación con tu Villa Helena.
Fernández se acomodo en el sillón, abrió el libro y después de ojearlo por largo rato lo empezó a
leer.

Guillermo Valencia
Guillermo Valencia Castillo (Popayán, Colombia, 20 de octubre de 1873 - Popayán, Colombia, 8 de julio de 1943)
fue un poeta y político colombiano. Fue pionero del Modernismo en Colombia,1 creador de una poesía pictórica con
influencias del romanticismo y del parnasianismo.
Fue diputado a los 23 años, cuando ya había sido secretario de Hacienda en el Cauca desde dos años antes.
Desempeñó puestos diplomáticos en Francia, Suiza y Alemania, y misiones diplomáticas en Brasil, Chile y Perú;
fue jefe civil y militar del Cauca (1901), gobernador y senador de la República desde 1908. Candidato dos veces a
la presidencia de la República, fue derrotado en ambas ocasiones.2

Biografía
Guillermo Valencia Castillo nació en Popayán, departamento del Cauca, el 20 de octubre de 1873, hijo de Joaquín
Valencia Quijano y Adelaida Castillo Silva. Quedó huérfano a los diez años de edad. Gracias a su hermano mayor
consiguió estudiar en el colegio de San José de la Salle, ubicado en Medellín, donde empezó a demostrar su
inclinación a la poesía.
Contrajo matrimonio con Josefina Muñoz Muñoz en 1908,3 también payanesa, con quien tuvo cinco hijos, entre los
que destacaron Guillermo León, que llegó a ser Presidente de Colombia, y Josefina, primera mujer en ocupar
un ministerio y una gobernación en la historia del país.

Obra
El poeta y crítico literario colombiano Rogelio Echavarría describe a Valencia de la siguiente manera: "Este
aristocrático -por sangre y cultura- hijo epónimo de Popayán y su blasón más deslumbrante, es sin embargo uno de
los más discutidos poetas hispanoamericanos, desde sus primeros Ritos (nombre de su entera obra poética
personal) hasta las páginas de su madurez en las cuales se destacan sus formidables discursos y sus afamadas
traducciones de Goethe, Víctor Hugo, Baudelaire, Mallarmé, Oscar
Wilde, D'Anunzio, Verlaine, Maeterlinck, Flaubert, Stefan George, entre otros. Su obra poética fue originalmente
publicada así: Poesías, Bogotá, 1898; Ritos, Bogotá, 1899; Londres, 1940; Sus mejores
poemas, Madrid, 1926; Catay, poemas orientales, Bogotá, 1929; Obra poética completa, Madrid, 1948; Antología,
compilación de Germán Espinosa, 1989, y muchas -incontables- ediciones. La polémica sobre la vigencia de su
obra no se cierra; sin embargo, hay críticos que consideran su supervivencia parecida a la de la fría eternidad del
mármol, mientras otros tratan de reivindicarla con calor tardío".1
Porfirio Barba Jacob
(Seudónimo de Miguel Ángel Osorio Benítez; Santa Rosa de Osos, 1883 - México, 1942) Poeta
y periodista colombiano polémico e influyente, cuya obra suele clasificarse dentro de un
modernismo ecléctico. En su primera juventud fue un sencillo maestro de escuela rural en
Antioquia, donde fundó la campesina Escuela de la Iniciación. A los 23 años, habiéndose
trasladado de Antioquia a Barranquilla, comenzó a publicar sus primeros poemas, entre ellos
la Parábola del retorno, muy conocida en Colombia. Después, con algunos amigos trovadores
colombianos, se trasladó a México.

Comienza así una vida de incesante recorrido por varios países de América, siempre
alternando su tarea de periodista con su vocación de poeta. Establecido en Monterrey, fundó
en esa ciudad la Revista Contemporánea y fue jefe de redacción del periódico El Espectador.
Por sus ataques al régimen de Porfirio Díaz pasó seis meses en la cárcel, de la cual fue sacado
por los revolucionarios. Posteriormente colaboró en México capital con El imparcial y El
independiente, así como en la revista El Porvenir. De México se vio obligado a huir al publicar
el reportaje periodístico titulado "El combate de la ciudadela narrado por un extranjero", que
relata los sucesos que siguieron al asesinato del ex presidente Francisco Madero.
Pasó entonces a Guatemala en 1914, donde dejó honda huella literaria. Ese año su amigo el
poeta y cuentista guatemalteco Rafael Arévalo escribió su mejor cuento, titulado El hombre que
parecía un caballo, relato que se refiere a Barba-Jacob y que, al mismo tiempo que dio notoriedad
al autor, señaló el inicio del forjamiento de la leyenda del poeta colombiano. También de
Guatemala tuvo que huir, dejando a medio publicar su obra Tierras de Canaán.
En 1915 viaja por segunda vez a Cuba (ya había visitado la isla en su primer viaje hacia
México), donde compone sus poemas Canción innominada, Elegía de septiembre, Lamentación de
octubre, Soberbia y Canción de la vida profunda, que es su poema más célebre. Tras pasar algunos
meses en Nueva York, se trasladó a Honduras, donde fundó el diario Ideas y Noticias en un
pueblito del norte, La Ceiba. De Honduras pasó a El Salvador el 7 de junio de 1917, día en
que ocurrió el terremoto que destruyó la ciudad. Porfirio Barba Jacob escribió como homenaje
su folleto El terremoto de San Salvador, narración de un sobreviviente. Regresado a Monterrey, fundó el
periódico El Porvenir, que llegaría a convertirse en un gran diario del norte de México.
En 1920 se encontraba de nuevo en México capital, escribiendo crónicas espantosas y
sensacionalistas, como la serie de cinco reportajes titulada Los fenómenos espíritas en el palacio de la
Nunciatura. Los relatos se desarrollaban en el palacio que había sido destinado para residencia
del Nuncio. El gobierno prohibió la entrada del representante papal, por lo cual el edificio
quedó vacío y se convirtió más bien en sede de las orgías del poeta colombiano, quien, entre
otros excesos y extravagancias, se dedicaba por aquel entonces al consumo y exaltación de
la marihuana. En esta época escribió poemas como "El son del viento", "Balada de la loca
alegría", "Canción de la soledad" y otros.
Durante el año 1921 dirigió la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, adonde fue a visitarlo
el escritor español Ramón del Valle-Inclán. Tuvo que dejar ese cargo debido a sus escándalos. El
año siguiente fue expulsado igualmente de México a causa de las diatribas lanzadas contra el
gobierno de turno. Volvió de nuevo a Guatemala, y logró hacer del periódico El Imparcial el
más importante de toda Centroamérica. Viéndose expulsado de este país y luego también de
El Salvador, se disfrazó de cura y se dedicó a la predicación a lo largo de las plantaciones
bananeras de Honduras.
En 1925 regresó por tercera vez a Cuba, donde simpatizó con los fundadores del partido
comunista, pero un año más tarde estaba dirigiendo el periódico La Prensa de Lima. Caído en
desgracia ante el gobierno de Perú, después de vagar largo tiempo en ambientes de miseria,
el embajador de Colombia lo repatrió a su país. Habían transcurrido 20 años desde su salida.
Durante tres años recorrió diversos pueblos y ciudades de Colombia dando recitales de sus
poemas. También se desempeñó como jefe de redacción de El Espectador de Bogotá. Más
tarde viajó de nuevo a Cuba, donde se encontró con el poeta español Federico García Lorca.

Finalmente, en 1930 se le abrieron de nuevo las puertas de México, y allí publicó durante
varios años, en el periódico Excélsior, su columna "Perifonemas", en una prosa magistral, no
igualada por ningún otro periodista contemporáneo de América. Lastimosamente, sus artículos
no han sido recogidos en un volumen. Por otra parte, el propio Barba Jacob no estimaba
mucho su producción, dado que entendía su profesión de periodista como una mera forma de
ganarse la vida. Nunca se preocupó de publicar sus propios versos, pues jamás se sentía
satisfecho con sus escritos, sino que los pulía continuamente, pero sus poemas aparecieron
en las más prestigiosas revistas del continente.

Todavía en vida del poeta, sus amigos le publicaron tres recopilaciones: Rosas negras (1932, en
Guatemala), Canciones y elegías (1933, en México) y La canción de la vida profunda y otros
poemas (1937, en Manizales). Una cuarta recopilación fue publicada póstumamente en una
imprenta oficial, con el título Poemas intemporales (1944). Murió en Ciudad de México consumido
por la marihuana, el alcohol, la tuberculosis y la miseria.
El conjunto de su obra muestra un estilo modernista anacrónico, lleno de palabras
altisonantes, pero con un ritmo emocionado, angustioso, sincero y pasional. Influido
por Baudelaire, tiene más vida interior que imaginación, y temperamento más romántico que
modernista; se acerca unas veces a la belleza formal de Rubén Darío, a la delicadeza de Amado
Nervo, al vigor de José Santos Chocano y al sentido trágico de José Asunción Silva, en una agitación
lírica menos irregular que su vida misma; fue indudablemente un gran poeta.

Julio Arboleda
(Julio Arboleda Pombo; Popayán, 1817 - Berruecos, 1862) Poeta, militar y político conservador
colombiano de vida azarosa, cuya obra se produjo esporádicamente en los márgenes de su
trayectoria pública. Terrateniente del sur de Colombia, se opuso de manera activa a la
abolición de la esclavitud y participó en las guerras civiles. Por su personalidad, por su trágico
destino (murió asesinado a manos de sus enemigos políticos en Berruecos) y por su obra,
Arboleda quedó en la memoria con la aureola del héroe romántico. Es autor de poemas
publicados en 1833 y de un esbozo épico incompleto titulado Gonzalo de Oyón.

Sus padres, después del triunfo de Sámano en el sur de la Nueva Granada, huyeron en busca
de refugio a la Mina de Timbiquí, perteneciente por entonces a la provincia de Buenaventura.
Su padre fue José Rafael Arboleda, de riquísima familia de la aristocracia caucana, amigo y
confidente de Simón Bolívar; su madre, Matilde Pombo y O'Donell, también pertenecía a la élite
de la región. Fue sobrino de destacados patriotas como Manuel de Pombo, Francisco de Ulloa
y del sabio Francisco José de Caldas. Su hermano Sergio se destacó también como escritor y
político.
A los dos años de edad retornó con su familia a Popayán y las primeras letras le fueron
enseñadas por su abuela materna, Beatriz O'Donell, quien lo inició en el idioma francés; su
abuelo, Manuel Antonio Pombo, autor de una buena Gramática latina, le dio lecciones de esta
lengua, castellano y geometría; también tuvo como preceptor a Manuel María de Luna. En
1830 don José Rafael Arboleda, enfermo, buscó curación en Europa, en compañía de su hijo
Julio. En Londres tuvo un institutor irlandés católico y en la Universidad de Londres obtuvo el
título de bachiller en Artes. En 1831 falleció su padre en la ciudad italiana de Pisa. Julio
Arboleda continuó, no obstante, sus estudios en el Viejo Continente y viajó por Francia e Italia.
En 1838 regresó a Popayán vía Cartagena, y en la Universidad del Cauca estudió Derecho Civil
y Ciencias Políticas; se inició en el campo del periodismo redactando El Independiente. Tomó
parte en la guerra de 1840, llamada de los Supremos, en defensa del gobierno, como teniente
de la Guardia Nacional. En Pasto fue ayudante del general Herrán y se le empleó también en
negociaciones diplomáticas con el Ecuador. Contrajo matrimonio con Sofía Mosquera en 1842,
y durante los ocho años de paz que siguieron (el más largo de los períodos de tranquilidad
que tuvo el país en el siglo XIX), Julio Arboleda se dedicó a los negocios, a su creciente familia
y a los estudios literarios, iniciando la composición del poema épico Gonzalo de Oyón, basado en
la leyenda de Popayán en tiempo de la Colonia.
En 1844 fue a la Cámara por la provincia de Buenaventura y después por la de Barbacoas.
Permaneció en el Parlamento en las legislaturas de 1845, 1846 y 1848. El general Tomás
Cipriano de Mosquera le ofreció la cartera de Hacienda en 1846, pero Arboleda la rehusó. Según
José María Samper, como orador parlamentario, "Arboleda nos sorprendió y sedujo a todos.
Jamás orador alguno entre nosotros había sido tan incisivo y correcto, tan académicamente
literario ni tan variado en su elocuencia como aquel poeta militar, joven opulento y afortunado
que saliendo del seno de una familia eminente y aristocrática y de las filas del partido
conservador, se presentaba en el Congreso como abanderado de la oposición liberal. Su decir
era tan hábil en la conversación como vigoroso y grandilocuente en la tribuna".
Julio Arboleda participó en las campañas presidenciales de 1844, respaldando al general
Borrero con el célebre folleto Los tres candidatos, de elegante estilo. En 1848 apoyó a Florentino
González (con quien redactó El Siglo) como dirigente de la oposición al presidente José Hilario
López. La guerra de 1851 fue auspiciada por el mismo Arboleda, entonces exiliado en el
Ecuador; en ella los conservadores decían luchar contra la expulsión de los jesuitas, pero en
el fondo se encontraban los intereses de terratenientes y mineros esclavistas que buscaban
dar marcha atrás a las leyes sobre la libertad de los esclavos. Exiliado forzosamente en el
Perú, dedicó su tiempo al periódico El Intérprete del Pueblo y a la docencia, siendo profesor de
inglés del célebre literato Ricardo Palma.
Durante esa contienda fue saqueada su casa de Caloto, perdiéndose el primer borrador
del Gonzalo de Oyón, que Arboleda reconstruyó en Lima. Viajó con su familia a Nueva York y en
1853 regresó como senador por el Chocó. Pero el golpe del general Melo le hizo escapar para
unirse a las fuerzas legitimistas; organizó la columna Tequendama, fortificó Honda y participó
en la toma de La Mesa y en varios actos más que, aunque no contaron con la aquiescencia de
sus superiores por arriesgados, le valieron su ascenso a coronel. Presidente del Congreso en
1855, dio posesión como presidente a Manuel María Mallarino, pero volvió a retirarse a sus feudos
hasta cuatro años más tarde, en que regresó a la capital como senador por Cundinamarca y
Boyacá. Desde 1854 fue postulado varias veces para designado y vicepresidente.
Viajó de nuevo a Europa, residiendo un tiempo en París para atender a la educación de sus
hijos, pero una nueva guerra civil le hizo regresar. Defendiendo a la Confederación Granadina
y a su presidente Mariano Ospina Rodríguez, recibió órdenes para comandar la sexta división del
ejército. Defendió Santa Marta y pasó luego al Istmo para entrar al Cauca por Tumaco,
tomando Popayán el 10 de agosto de 1861 y derrotando al general liberal Miguel Quijano en
Los Árboles. Según Gustavo Arboleda, "larga y tenaz fue la campaña que aquí sostuvo,
escribiendo páginas que ilustran la historia militar, pero que también incluyen actos de
extremado rigor, que apenas se explican como crueles represalias en épocas de pasiones
desencadenadas".

En el Estado del Cauca fue jefe de las fuerzas conservadoras y gobernador de esta
colectividad. Durante la campaña sufragó por él para presidente de la República el círculo
conservador adicto al presidente Ospina, en votaciones efectuadas en Boyacá, Cundinamarca
y Santander, pero no llegó a ser declarado legalmente elegido por falta de Congreso que
perfeccionase o proclamara la elección (aunque se le puede mencionar como jefe del ejecutivo
desde agosto de 1862 hasta su muerte, ejerciendo como procurador).

Separados de su ejército los elementos antioqueños que lo habían acompañado, los cuales
pretendían ir a defender su propio territorio contra la revolución liberal, Julio Arboleda se
dirigió a Pasto para reorganizar sus huestes e intentar operaciones sobre el centro de la
República. El 12 de noviembre de 1862, atravesando la montaña de Berruecos, en el punto
llamado El Arenal, fue asesinado por tres certeros disparos, mientras iba en compañía del
capitán García, Manuel Barreda y Jacinto Luna. Una multitudinaria despedida se le dio en
Popayán, velando su catafalco ocho doncellas vestidas de duelo en representación de los ocho
Estados de la República.

La poesía de Julio Arboleda


Junto a José Eusebio Caro, Julio Arboleda fue uno de los escritores y poetas románticos más
importantes de la Nueva Granada. Sus vidas siempre se han considerado paralelas, pues
nacieron el mismo año, se destacaron por sus ambiciones políticas, eran huérfanos de padre
y fallecieron relativamente jóvenes. Arboleda tuvo una formación clásica, pero lo fascinaron
los románticos españoles, franceses e ingleses, sobre todo José de Espronceda y Lord Byron. Como
poeta cultivó el tema político y no desdeñó la canción de amor, con la triste ternura que
caracteriza determinado sector de la producción romántica. Inicialmente Arboleda fue un
poeta sencillo y casi ingenuo. Poemas tales como "Te quiero", "Nunca te hablé" o "Me ausento"
dan fe de ello. De los versos nacidos de su actividad política y militar se llegó a decir que olían
a pólvora.
Su obra fundamental es el poema Gonzalo de Oyón, publicado por vez primera en la edición de
sus Poesías preparada por Miguel Antonio Caro (Nueva York, 1883), que don Marcelino Menéndez
Pelayo consideró como el mejor fragmento de poesía épica escrito en Hispanoamérica. El
poema se halla incompleto a causa de numerosas vicisitudes que sufrieron los originales,
cuando Arboleda lo redactaba. No llega a ser un poema épico propiamente dicho, sino una
especie de leyenda guerrera, a estilo de algunas de Walter Scott: Arboleda refundió episodios
históricos de la conquista con leyendas indígenas, creando un conjunto poco armónico, pero
excelente en cuanto a las partes aisladas y a ciertos episodios.

Arboleda representa con éxito el intento de armonizar y fundir el espíritu del conquistador con
el del indígena, el alma de Europa con el alma de América, y hasta podemos insinuar que con
esa misma orientación contempla el paisaje colombiano, describe el hombre y la Naturaleza
o divaga sobre temas de ambición filosófica. El autor sobresale en los pasajes descriptivos,
principalmente en los que se refieren a los alrededores de Popayán, y en la pintura de cuadros
dramáticos, reforzados con todos los colores románticos propios de la época. Usó el verso
tradicional de los poemas épicos, o sea, la octava real, ya sea la propiamente clásica o bien
la llamada "bermudina", preferida de los poetas románticos. Según la mayoría de los críticos,
la obra tiene cierto valor simbólico, pues sus dos principales protagonistas representan la
anarquía y el orden, verdaderos centros polarizadores de la historia de Hispanoamérica.

José María Rivas Groot


(Bogotá, 1863 - Roma, 1923) Político y escritor colombiano. José María Rivas Groot realizó
sus primeros estudios en el colegio del presbítero Tomás Escobar. A los trece años, durante
la revolución conservadora de 1876, se alistó junto a su padre en las tropas gubernamentales
en defensa del gobierno constitucional.

En 1877 viajó a Londres e ingresó en el Silesia College. Continuó sus estudios en L'Havre;
regresó a Colombia en 1879 para completar sus estudios en el colegio de Santiago Pérez y,
más tarde, en el Colegio Mayor del Rosario. En 1881, época en la que publicó su Inglés al Alcance
de los niños, inició estudios de ingeniería, que abandonó prontamente para dedicarse a las
humanidades.
Su primera obra poética, Canto a Bolivar, fue publicada en 1883, época en la que ejercía como
profesor de historia, idiomas y literatura en varios colegios bogotanos. En 1888 fue nombrado
director de la Biblioteca Nacional. En 1892 vio la luz su poema más conocido: Constelaciones, al
que siguió La Naturaleza.
En 1896 fue electo al Congreso Nacional, año en el que además se desempeñó como director
de Instrucción Pública del Departamento de Cundinamarca. Elegido Senador, fue designado
por el presidente José Manuel Marroquín para ocupar el Ministerio de Educación, que repitió
durante el mandato del general Rafael Reyes Prieto. Partió más tarde como Ministro
Plenipotenciario ante la Santa Sede. A su regreso dirigió los periódicos La opinión y El orden.
Más tarde presidió la Academia Colombiana de Historia. Su obra Triunfo de la Vida, escrita en
oposición a las ideas de D'Annunzio (Triunfo de la muerte), fue premiada en Madrid;
su Resurrección fue traducida al francés (Fleur exótique), portugués y alemán. En 1923 volvió a
Europa con el objeto de investigar en los archivos vaticanos y en el Archivo General de Sevilla,
proyecto que tuvo que abandonar nada más llegar a Roma, aquejado por un fulminante ataque
de nefritis. Su obra fue inmensa y abarca desde la literatura (escribió poesía, novela, cuento
y piezas teatrales) hasta los estudios históricos, económicos y literarios.

Su primera obra poética, Canto a Bolivar, la publicó en 1883, época en la que ejercía como profesor de historia, idiomas
y literatura en varios colegios bogotanos. En 1888 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. En 1892 publicó su
poema más conocido: Constelaciones, al que siguió La Naturaleza. En 1896 fue electo al Congreso Nacional, año en el
que además se desempeñó como director de Instrucción Pública del Departamento de Cundinamarca. Elegido Senador,
fue designado por el presidente José Manuel Marroquín para ocupar el Ministerio de Educación, que repitió durante el
mandato del general Rafael Reyes. Partió más tarde como Ministro Plenipotenciario ante la Santa Sede. A su regreso,
dirigió los periódicos La Opinión y El orden.

Biografía de Diego Fallon


Biografía de Diego Fallon, nació el 19 de marzo de 1834 en Santa Ana, hoy nombrada en su honor como Falan,
y murió el 24 de agosto de 1905 en Bogotá, Colombia. Notable poeta colombiano.

¿Quién fue Diego Fallon?


¿Quién fue Diego Fallon? Su padre era inglés y su madre, colombiana. Debido a esto, accedió a una educación
privilegiada en Londres, Inglaterra. Recibió una formación técnica en matemática e ingeniería.

Con este punto de partida, tuvo una aproximación con la música que posteriormente lo llevó a desarrollar un lado
más humanístico y sensible. Comenzó a cultivar la escritura de poesías, y la ejecución de la música con
instrumentos como el violín, el piano, y la guitarra.

Se puede destacar en su biografía, la creación del libro Arte de leer, escribir y dictar música.Cuando se
desempeñaba como profesor particular de música, comenzó a notar las dificultades en la enseñanza y la práctica
de este arte, en una población escasa o que no tenían ninguna clase de formación en torno a esta disciplina.

Entonces creo este sistema alfabético para la enseñanza de los principios musicales, que constituyó un excelente
testimonio de su capacidad en la docencia y la difusión de la cultura.

Por otro lado, su poesía de estilo romántico fue difundida masivamente en la tertulia de El Mosaico. Allí fueron
reconocidas las poesías A la Palma del Desierto y Rocas de suesca.

Vida de Diego Fallon


La vida de Diego Fallon, fue significativa para el pueblo colombiano, que siempre lo tiene presente como uno
de los personajes intelectuales más representativos de su cultura de la segunda mitad del siglo XIX. La influencia
que ejerció sobre las generaciones de artistas que vinieron luego de él, fue reconocida al nombrar como Falan a
su ciudad de origen.

Su intervención en la tertulia El Mosaico, tuvo gran eco en torno los contertulios. Allí fue donde se imprimieron
en diversas hojas poesías tales como La Luna. En esta composición el poeta utiliza la imagen del astro nocturno
para dar lugar a su religiosidad, conexión mística y profundidad.

Su producción literaria, no fue demasiado amplia, y hay en su haber no más de doce elaboraciones poéticas. Éstas
fueron publicadas en el año 1882 en una recopilación que se titulóPoesías de Diego Fallon y José María Roa
Bárcena.
También se dedicó a la traducción del inglés al castellano. Fue el encargado de pasar obras clásicas, para las
publicaciones en el idioma español. Este aspecto lo desarrolló además de una vida austera como maestro
particular, que enseñaba cobrando una tarifa por hora.

La profundidad de su escritura y su actividad a nivel docente, lo convirtieron después de su muerte en un personaje


notable de su época.

Obra de Diego Fallon


 La Luna

 A la Palma del Desierto

 Reminiscencias

 Rocas de Suesca

Gabriel García Márquez


(Aracataca, Colombia, 1927 - México D.F., 2014) Novelista colombiano, premio Nobel de Literatura en 1982 y uno
de los grandes maestros de la literatura universal. Gabriel García Márquez fue la figura fundamental del
llamado Boom de la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960, dio proyección
mundial a las últimas hornadas de narradores del continente.
En todos ellos era palpable la superación del realismo y una renovación de las técnicas narrativas que entroncaba con
la novela europea y estadounidense de entreguerras (Kafka, Joyce, Proust, Faulkner); García Márquez sumó a ello su
portentosa fantasía y sus insuperables dotes de narrador, patentes en la obra que representa la culminación del realismo
mágico: Cien años de soledad (1967).
Biografía
Los años de su primera infancia en Aracataca marcarían decisivamente su labor como escritor; la fabulosa riqueza de
las tradiciones orales transmitidas por sus abuelos nutrió buena parte de su obra. Afincado desde muy joven en la
capital de Colombia, Gabriel García Márquez estudió derecho y periodismo en la Universidad Nacional e inició sus
primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.
A los veintiocho años publicó su primera novela, La hojarasca (1955), en la que ya apuntaba algunos de los rasgos
más característicos de su obra de ficción. En este primer libro y algunas de las novelas y cuentos que le siguieron
empezaron a vislumbrarse la aldea de Macondo y algunos personajes que configurarían Cien años de soledad, al
tiempo que el autor hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas
expresivas.
Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la insurrección guerrillera
cubana de Fidel Castro y el Che Guevara hasta su triunfo en 1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces en
la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba. Al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores,
García Márquez logró que una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y una de las novelas
más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de soledad (1967).

Gabo en la época de Cien años (Barcelona, 1969)


Incubada durante casi veinte años y redactada en dieciocho meses, Cien años de soledad recrea a través de la saga
familiar de los Buendía la peripecia histórica de Macondo, aldea imaginaria fundada por los primeros Buendía que es
el trasunto de su localidad natal y, al mismo tiempo, de su país y del continente. De perfecta estructura circular, la
novela alza un mundo propio, recreación mítica del mundo real de Latinoamérica, de un modo que ha venido a llamarse
«realismo mágico» por el encuentro constante de lo real con motivos y elementos fantásticos. Así, en el relato de la
fundación del pueblo, de su crecimiento, de su participación en las guerras civiles que asolan el país, de su explotación
por parte de una compañía bananera estadounidense, de las revoluciones y contrarrevoluciones subsiguientes y de la
destrucción final de la aldea (que confluye con la extinción de la estirpe de sus fundadores, condenada desde el
principio a "cien años de soledad"), se entrelazan con toda naturalidad sueños premonitorios, apariciones
sobrenaturales, pestes de insomnio, diluvios bíblicos y toda clase de sucesos mágicos, todo ello narrado en una prosa
riquísima, fluida y cautivadora que hacen de la lectura un asombro y un placer inacabables.
Tras una temporada en París, Gabriel García Márquez se instaló en Barcelona en 1969, donde entabló amistad con
intelectuales españoles, como Carlos Barral, y sudamericanos, como Mario Vargas Llosa. Su estancia allí fue decisiva
para la concreción de lo que se conoció como el Boom de la literatura hispanoamericana, que supuso el descubrimiento
internacional de los jóvenes y no tan jóvenes narradores del continente: el peruano Mario Vargas Llosa, los
argentinos Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Julio Cortázar, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentesy los
uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti, entre otros. En 1972 obtuvo el Premio Internacional de Novela
Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde regresó a América Latina para residir alternativamente en Cartagena de
Indias y en Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país.
Con anterioridad a Cien años de soledad, García Márquez había esbozado el mundo de Macondo en novelas como La
hojarasca (1955) y El coronel no tiene quien le escriba (1961), y también en colecciones de relatos como Los
funerales de la Mamá Grande (1962). Después de Cien años su narrativa, despojada en mayor o menor media de
elementos fantásticos, mantuvo un altísimo nivel; es el caso de novelas como El otoño del patriarca (1975), que
somete a alucinante tratamiento el tema del dictador hispanoamericano; Crónica de una muerte anunciada (1981),
relato de un crimen de honor basado en sucesos reales que sobresale por su perfección constructiva y ha sido
considerado su segunda obra maestra; y El amor en los tiempos del cólera (1985), extraordinaria historia de un amor
que, nacido en la adolescencia, no llega a consumarse hasta 53 años después, ya en la vejez de los personajes.
Su prestigio literario, que en 1982 le valió el Premio Nobel de Literatura, le confirió autoridad para hacer oír su voz
sobre la vida política y social colombiana. Su actividad como periodista quedó recogida en Textos costeños (1981)
y Entre cachacos (1983), compendios de artículos publicados en la prensa escrita, y en Noticia de un secuestro, amplio
reportaje novelado editado en 1996 que trata de la dramática peripecia de nueve periodistas secuestrados por orden del
narcotraficante Pablo Escobar. Relato de un náufrago, reportaje sobre un caso real publicado en forma de novela en
1968, constituye un brillante ejemplo de «nuevo realismo» y puso de manifiesto su capacidad para cambiar de registro.
En el cine intervino en la redacción de numerosos guiones, a veces adaptaciones de sus propias obras, y desde 1985
compartió, con el cineasta argentino Fernando Birri, la dirección de la Escuela Internacional de Cine de La Habana.
Entre su producción posterior cabe destacar una novela histórica en torno a Simón Bolívar, El general en su
laberinto (1989); la colección de relatos Doce cuentos peregrinos(1992); el volumen de memorias Vivir para
contarla (2002), que cubre los primeros treinta años de su vida, y su última novela, Memorias de mis putas
tristes (2004), sobre el amor de un nonagenario periodista por una joven prostituta. Falleció en la ciudad de México
en 2014, tras una recaída en el cáncer linfático que le había sido diagnosticado en 1999.

Cien años de soledad


En 1967 apareció Cien años de soledad, la novela más leída y admirada de García Márquez, que
fue definida por Mario Vargas Llosa como "el Amadís de América". La obra desarrolla la saga de
una familia, los Buendía, que funda una aldea llamada Macondo en una región que los
pantanos y la selva hacen inaccesible para el resto del mundo. José Arcadio Buendía y su
prima hermana Úrsula Iguarán, casados a pesar de su parentesco, son los iniciadores de una
estirpe condenada a cien años de pasiones, revoluciones y soledades, estirpe que finalmente
reincide en el incesto y se extingue en un vástago con cola de cerdo.

En el Macondo edénico de los tiempos de la fundación, las relaciones con el mundo exterior
son escasas y anacrónicas (ciertas "innovaciones" europeas son introducidas por unos gitanos
errabundos). Tras un periodo marcado por interminables guerras civiles, se instala en la
población una compañía bananera que añade, a las calamidades naturales, la explotación y la
opresión. Cabe leer sin duda la novela y su mítico Macondo como una alegoría del
subdesarrollo y aislamiento de Hispanoamérica; pero es sobre todo una obra de prodigiosa
imaginación y humor, que rompe con un concepto limitado de realismo para recuperar en las
fuentes orales del mito y la leyenda sus motivos de inspiración. La novela rebosa de elementos
mágicos y sorprendentes como la peste del insomnio, la subida al cielo de Remedios la Bella
o la lluvia de flores amarillas que cae sobre el pueblo tras la muerte del fundador, José Arcadio
Buendía.

Todos los hombres de la familia Buendía están resueltamente solos, rodeados por otros
hombres de guerra o por mujeres que equilibran con sus corduras (o sus locuras) los excesos
del mundo cotidiano. El destino de todos los habitantes de Macondo es el aislamiento. Sirve
de emblema el coronel Aureliano Buendía, el primero de los Aurelianos (hay un Aureliano por
generación: la repetición de los nombres, como la de los sucesos a lo largo de sus veinte
capítulos no numerados, contribuyen a la sensación de que la vida es un fenómeno circular);
el temido y temeroso héroe de las guerras civiles da instrucciones estrictas para que nadie,
incluyendo su madre, pueda acercarse a él más de diez pies. "De Cien años de soledad se han
escrito toneladas de papeles -dijo García Márquez-, pero nadie ha tocado el punto que a mí
más me interesaba al escribir el libro, que es la idea de que la soledad es lo contrario de la
solidaridad y que yo creo que es la esencia del libro."

Álvaro Cepeda Samudio

Biografía:

Escritor y periodista colombiano, quien a los dieciocho años empezó a escribir una
columna en el periodico barranquillero El Heraldo, en esta columna trataba temas políticos
y sociales. Desde 1947, y de forma intermitente, escribió para el periódico El Nacional; en
1950 fue colaborador de la revista estadounidense de deportes The Sporting News; ese
mismo año volvió a escribir una columna para El Heraldo que llamó Brújula de la cultura.
Junto con Gabriel Garcia Marquez Germán Vargas y Alfonso Fuenmayor publicó Crónica,
revista literaria y deportiva que apareció de 1950 a 1952. Desde 1961 hasta 1972 fue el
editor del Diario del Caribe.
Alvaro Cepeda Samudio es uno de los grandes transformadores de la literatura
colombiana sel siglo XX,alejándola del costumbrismo e imprimiéndole un estilo original,
urbano y profundamente Caribe. Dos libros de cuentos “Todos estábamos a la
espera”y “Los cuentos de Juana“, junto a una única novela “La casa grande” fue toda su
producción literaria. Fue integrante del Grupo de Barranquilla por la crítica como uno de
los padres del boom latinoamericano.
Álvaro Cepeda Samudio fue una celebridad en todo el sentido de la palabra. Escritor
delirante y periodista agudo, sus páginas nunca pasaron desapercibidas, y menos su genio
y figura. Amigo de sus amigos y amante de la vida, Cepeda Samudio hizo historia en
Barranquilla y en La Cueva, ese rincón legendario que les dio de beber a personajes
memorables de las artes.”

Sus textos fueron un hito en la literatura Colombiana. Álvaro introduce técnicas que hasta
la fecha (A mitad del siglo pasado) eran absolutamente desconocidas por nuestros autores
parroquiales. El grupo de la cueva, como se le llamó después constituyó la puerta de
entrada de la gran literatura para Colombia. En una biografía de Gabo en la red, se reseña
con mucha lucidez la importancia del mismo en la formación de este selecto circulo de
escritores en ciernes: “A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en
Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo
de Barranquilla; su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de
una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e
inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las
volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La
otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes
escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas,
entre otros) la manera de no caer en lo folclórico. En esa época del Grupo de Barranquilla,
García Márquez leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y
perfeccionó su estilo directo de periodista, pero también, en compañía de sus tres
inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de
esos años fue de completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar
que pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico
en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era
posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.”. Para Roca Baena distingue entre el
papel del café o del bar, aglutinantes democráticos de talentos dispersos, y el del señorial
salón literario de la burguesía rica y cultivada, y postula, para el caso del Grupo de
Barranquilla, dos instituciones románticas, la bohemia y el periodismo, como los puntos
de convergencia para los jóvenes y talentosos creadores, de procedencia dispar que,
estimulados por sus lecturas, sentían alguna inquietud creadora más allá de las
actividades mercantiles de una sociedad sin mucha tradición ni especial inclinación a las
especulaciones intelectuales.

Álvaro era el líder indiscutible de este grupo, el de todo se puede, el de las grandes
empresas y quien les enseñó que en el cine estaba todo lo que debía saberse. Era un
trotamundos y un loco de amarrar. Sus anécdotas son muchas. Quien más estudio su
labor periodística fue Jacques Gilard. Un trabajo publicado en el boletín de la Luis Ángel
Arango recordaba su labor intelectual de la siguiente manera: “Como intelectual se
interesaba por la literatura, el arte y, sobre todo, por el cine, esa gran afición que lo llevó
a convertirse en realizador. También sostuvo la columna Brújula de la cultura, enEl
Heraldo de Barranquilla, referencia obligada del periodismo cultural. La mayor parte de
sus comentarios se nutrían de la prensa y de los cables sobre asuntos locales, nacionales
y extranjeros. Pero su fuerte eran los comentarios humorísticos, a tono con su espíritu
demoledor, polemista y rebelde, con dominio de la parodia y el sarcasmo. Escribió
“columnas-relato” —como calificó Daniel Samper este tipo de crónicas que prefiguran sus
historias de ficción— al estilo de “El hombre de los brazos largos” que aquí se incluye.
Dirigió durante varios años y hasta su muerte el suplemento cultural del diario El
Caribe. Daniel Samper Pizano realizó una antología con cuentos, poemas, reportajes,
entrevistas, columnas y notas editoriales de Cepeda Samudio, publicada por Colcultura en
1977.” Alvaro Cepeda Samudio y Gabriel García Márquez adoptaron, desde sus
comienzos, a los escritores que modernizaron la literatura del siglo XX: Joyce, Virginia
Woolf, Hemingway, Faulkner, Sherwood Anderson, Theodore Dreiser, Capote, Dos Passos,
Saroyan, Erskine Caldwell y Kafka.

Por sobre todas sus cualidades estaba la de ser un amigo a carta cabal. Muchas son las
notas al de Gabriel García Márquez respecto. Este hombre era un troglodita. Esta biografía,
será un plato de cardinal, para aquellos que siempre hemos estado interesados en su vida
y obra. Esperamos comentarla más adelante.

Falleció mientras dormía el 12 de octubre de 1972 al lado de su esposa y sus dos hijos.
Dos días después, sus restos mortales fueron trasladados a Barranquilla, donde recibió un
entierro multitudinario el 15 de octubre.

Bibliografía:

Todos estábamos a la espera, 1954


La casa grande, 1962
Los cuentos de Juana, 1972

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