LIBRO Introducción A La LOPNA 2000 PDF

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INTRODUCCIÓN A LA LEY ORGÁNICA PARA LA

PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

María G. Morais de Guerrero


(Coordinadora)

Caracas, febrero del 2.000


INDICE
Presentación

Introducción a la Doctrina para la Protección Integral de los Niños.


Yury Emilio Buaiz Valera

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente. Breve


historia de un proceso.
Carla Serrano

Los Principios de la Protección Integral y las Disposiciones Directivas de la


Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.
Cristóbal Cornieles Perret Gentil

El Sistema de Protección previsto en la Ley Orgánica para la Protección del


Niño y del Adolescente. Especial Referencia a los Órganos Administrativos.
María G. Morais de Guerrero

Preguntas y Respuestas sobre el Foro Propio y la participación de la


sociedad en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.
Cristóbal Cornieles Perret Gentil

El Procedimiento Judicial de Protección del Niño y del Adolescente.


Paolo Longo F.

La Defensoría del Niño y del Adolescente: Un servicio primario para la


promoción y defensa de los Derechos de los Niños y de los Adolescentes.
Lilian Montero Rodríguez

El Procedimiento Conciliatorio ante las Defensorías del Niño y del


Adolescente.
Marcos Carrillo Perera

Las infracciones a la protección debida y las sanciones en la Ley Orgánica


para la Protección del Niño y del Adolescente.
Belkys Vethencourt de Escobar

Las Sanciones Penales en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente.
José Luis Irazu

Previsión y Aprovisionamiento de Recursos Económicos. Fondos de


Protección del Niño y del Adolescente.
María Faustina Medori

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Instituciones familiares. La familia de origen en la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente.
Georgina Morales

Colocación familiar o en entidad de atención en la Ley Orgánica para la


Protección del Niño y del Adolescente.
Haydée Barrios

Política Social, Política Criminal y la Convención Sobre los Derechos del


Niño.
Yury Emilio Buaiz Valera

Adolescentes en conflicto con la Ley Penal. Responsabilidad, Sanciones y


Ejecución en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.
María G. Morais de Guerrero

Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente.


Miguel Angel Sandoval

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente: Un reto que
obliga a la aproximación entre el derecho y la psicología del desarrollo.
Chilina León Viloria

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Los Autores:

Yury Emilio Buaiz Valera


Abogado. Especialista en Ciencias Penales y Criminológicas. Oficial de
Políticas Públicas del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF.
Profesor del Post-Grado en Familia y Menores en la Universidad Católica
Andrés Bello.

Carla Serrano
Sociólogo. Investigadora del Centro de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Católica Andrés Bello.

Cristóbal Cornieles Perret Gentil


Abogado. Co-redactor de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente. Profesor de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de
la Universidad Católica Andrés Bello.

María G. Morais de Guerrero


Abogado. Especialista en Ciencias Penales y Criminológicas. Coordinadora
del equipo redactor de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente. Profesora de Criminología, Ciencias Penitenciarias y Política
Criminal en Pre y Post-Grado. Directora del Centro de Investigaciones
Jurídicas y de los Post-Grados en Derecho de la Universidad Católica
Andrés Bello.

Paolo Longo F.
Abogado. Especialista en Derecho Procesal. Magister en Administración de
Empresa. Profesor de Post-Grado en Derecho Procesal de la Universidad
Católica Andrés Bello.

Lilian Montero Rodríguez


Maestra. Abogado. Sociólogo. Fundadora y Coordinadora de la Defensoría
del Niño y del Adolescente del Centro Comunitario de Aprendizaje,
CECODAP.

Marcos Carrillo Perera


Abogado. Magister en Filosofía e Historia del Derecho de la London School
of Ecomics. Profesor del Seminario Procedimientos de Solución Alternativa
de Conflictos y Filosofía del Derecho de la Universidad Católica Andrés
Bello.

Belkys Vethencourt de Escobar

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Abogado. Co-redactora de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente.

José Luis Irazu


Abogado. Especialista en Ciencias Penales y Criminológicas. Magister.
Doctor en Derecho. Juez Penal. Co-redactor de la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente.

María Faustina Medori


Abogado. Especialista en Derecho Municipal. Facilitadora de los Cursos de
Formación sobre la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente.

Georgina Morales
Abogado. Juez Superior de Familia y Menores. Profesora de Derecho de
Familia en Pre y Post-Grado. Universidad Central de Venezuela y Católica
Andrés Bello.

Haydée Barrios
Abogado. Co-redactora de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente. Profesora de Derecho Civil y Derecho Internacional Privado de
la Universidad Central de Venezuela.

Miguel Angel Sandoval


Abogado. Especialista en Ciencias Penales y Criminológicas. Fiscal del Ministerio
Público (jubilado). Profesor de Criminología y Política Criminal en Pre y Post-Grado.
Universidad Central de Venezuela y Católica Andrés Bello.

Chilina León de Viloria


Psicólogo de la UCAB. Magister en Psicología del Desarrollo del Instituto de
Educación de la Universidad de Londres. Profesora de Pre-Grado en las Cátedras
de Psicología Evolutiva y Psicología Escolar y de Post-Grado en cursos sobre
Desarrollo Humano en la UCAB. Premio Nacional de Psicología: mención científica.
Director de Asesores de Desarrollo Integral. ADIN s.c.

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Presentación

Este libro, cuya publicación debe coincidir con la entrada en vigencia de la Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA), promulgada
en octubre de 1998, simboliza la conclusión de una larga y hermosa etapa del
proceso de adecuación de la legislación venezolana a la Convención Sobre los
Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en noviembre de 1989 y ratificada por Venezuela, en 1990.

Durante muchos años, estuvimos en deuda con nuestros niños y adolescentes,


en el sentido de dotarlos de una normativa jurídica que los reconociera como
sujeto de derechos y creara los mecanismos para hacerlos efectivos. Pero el
esfuerzo de mucha gente hizo posible la aprobación de la LOPNA, y con ello,
desde hace más de un año, la infancia y juventud del país cuenta con una de las
mejores y más modernas leyes de América Latina.

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, no fue hecha de
la noche para la mañana, ni tampoco por un grupo de especialistas. Esta
normativa es el resultado de una lenta maduración de los actores sociales, en
torno a los cambios que significaba plasmar en una ley los mandatos de la
Convención. Además, resultó de un proceso de construcción colectiva, puesto
que fue elaborada de forma democrática, con la plena participación de todos los
sectores - oficial y privado - involucrados con el tratamiento de la niñez.

Muchos de estos actores se han dedicado, durante el largo período de la “vacatio


legis”, a divulgar y explicar, en los más variados escenarios, los contenidos de la
ley, lo cual contribuyó, decisivamente, no sólo a legitimarla sino a interpretarla.

La intensa actividad pedagógica y exegética que se desplegó en torno a la


LOPNA, desemboca ahora, felizmente, en este esfuerzo también colectivo por
dejar plasmada, en una obra escrita, el resultado de muchas horas de estudio y
de reflexión. Así que, un conjunto de 14 autores, todos ellos involucrados
directamente con la elaboración, promulgación y difusión de la ley, se alía, una
vez más para contribuir con el efectivo cumplimiento de los derechos de nuestros

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niños y adolescentes, a través de una actividad académica. Los 17 artículos que
componen el libro logran ofrecer al lector una visión global de todas las partes de
la ley, puesto que desarrollan los 5 Títulos que la integran.

Los artículos fueron distribuidos en el texto con sentido pedagógico, es decir,


están dispuestos de manera de ir guiando a los interesados en el conocimiento
de los contenidos en la LOPNA, en el mismo orden en que ésta los va
desarrollando .

“Introducción a la Doctrina de la Protección Integral de los Niños” inicia la


obra explicando los principios que sirven de base a la nueva legislación
contraponiéndolos a los que sostenía la derogada Ley Tutelar de Menores. El
marco de la exposición es la Convención Sobre los Derechos del Niño.

El siguiente artículo, “Ley Orgánica para la Protección del Niño y del


Adolescente. Historia de un proceso”, narra, de forma resumida, la historia de
la construcción de la ley, del camino que hubo de recorrer, desde 1989, para que
finalmente, al cabo de nueve años de lucha, la ley viera la luz.

El Título I de la LOPNA está exhaustivamente explicado en el artículo “Los


Principios de la Doctrina de la Protección Integral y las Disposiciones
Directivas de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente”. El autor comenta, con acierto y precisión, el objeto de la ley, la
definición de niño y adolescente, y principalmente, los principios fundamentales
que, habiendo sido tratados en el referido Título, atraviesan transversalmente
todo el articulado.

En “El Sistema de Protección previsto en la Ley Orgánica para la Protección


del Niño y del Adolescente. Especial Referencia a los Órganos
Administrativos”, es una primera aproximación al conocimiento de una compleja
red integrada por políticas, programas, órganos, entidades, servicios,
procedimientos, etc., cuya finalidad es hacer efectiva, en la práctica los derechos
y garantías de los derechos de niños y adolescentes, consagrados en la ley. La
autora hace un bosquejo general de todas las estrategias de protección previstas

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en el Sistema, deteniéndose en la explicación de los órganos administrativos de
protección. Las demás estrategias son tratadas con mayor detalle y profundidad
en los artículos subsiguientes: “Preguntas y Respuestas sobre el Foro Propio
y la participación de la sociedad en la Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente”, donde se explica, por primera vez en forma escrita,
cómo debe organizarse la sociedad para desempeñar el nuevo y concreto rol que
la LOPNA le asigna en la protección de los derechos de la infancia y de la
adolescencia; “El Procedimiento Judicial de Protección del Niño y del
Adolescente”, denso trabajo que analiza con profundidad uno de los más
importantes medios para lograr la garantía de los derechos difusos de los niños y
adolescentes. En efecto, tal como señala la Exposición de Motivos, el Sistema de
Protección estaría incompleto y sería inoperante, si no contase con los
mecanismos procesales para exigir, ante las instancias judiciales competentes, el
cumplimiento de los derechos consagrados en la ley. “La Defensoría del Niño y
del Adolescente: Un servicio primario para la Promoción y Defensa de los
Derechos de los Niños y Adolescentes”, trabajo que permite conocer todos los
aspectos de esta importantísima estrategia de protección y que se complementa
con “El Procedimiento Conciliatorio ante las Defensorías del Niño y del
Adolescente”, que analiza exhaustivamente los elementos de este procedimiento
como mecanismo alterno de solución de conflictos identificando los beneficios y
problemas que podrían plantearse al momento de su aplicación. “Las
infracciones a la protección debida y las sanciones en la Ley Orgánica para
la Protección del Niño y del Adolescente”, así como “Las Sanciones Penales
en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente”, dos
artículos donde se analiza las conductas que implican amenaza o violación de los
derechos de niños y adolescentes y que, de acuerdo a las previsiones de la
LOPNA deben ser objeto de sanciones penales y no penales. El tratamiento del
Sistema de Protección se completa con un artículo sobre la “Previsión y
Aprovisionamiento de Recursos Económicos. Fondos de Protección del
Niño y del Adolescente”, mediante el cual se presenta las regulaciones

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referentes a los recursos financieros necesarios para brindar protección integral a
los niños y adolescentes.

“Instituciones familiares. La familia de origen y la Ley Orgánica para la


Protección del Niño y del Adolescente” y la “Colocación familiar o en
entidad de atención en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente”, son los dos artículos que desarrollan contenidos sustantivos del
Título IV de la ley. En el primero, se aborda la familia de origen, entendida como
el “grupo familiar con el que el niño se encuentra unido por vínculos de sangre”,
con elaboraciones en torno a la patria potestad, guarda, obligación alimentaria,
visitas y autorizaciones para viajar. El segundo, analiza instituciones propias de la
familia sustituta, entendida como aquella que no siendo su familia natural, acoge
al niño o adolescente, cuando éstos, por algún motivo, son privados temporal o
permanentemente de un medio familiar originario.

Tres artículos se refieren al Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente:


Política Social, Política Criminal y la Convención Sobre los Derechos del
Niño, introduce la consideración del Título V de la LOPNA, con un enfoque
criminológico de la justicia penal juvenil; “Adolescentes en conflicto con la Ley
Penal. Responsabilidad, Sanciones y Ejecución en la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente”, ofrece algunas reflexiones en torno a
la responsabilidad de los adolescentes que infringen las normas penales,
conectándola con sus derechos, tanto los que les son propios debido a su
condición de ciudadanos, como los que les corresponden durante el proceso al
que estarán sometidos a consecuencia de la comisión de un delito, y luego,
mientras cumplen las sanciones que les sean impuestas; “Sistema Penal de
Responsabilidad del Adolescente”, brinda al lector una visión panorámica de
los principios que subyacen en su creación, así como de sus características y del
procedimiento establecido en la ley para el enjuiciamiento de los adolescentes.

“La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente: Un reto que
obliga a la aproximación entre el derecho y la psicología del desarrollo”,
cierra la obra con broche de oro, pues se trata de la primera visión

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interdisciplinaria a la LOPNA. Usando palabras propias de la autora, el trabajo
ofrece una comparación entre los paradigmas de la situación irregular y de la
protección integral, vistos bajo el prisma de la psicología del desarrollo y se
analiza sus implicaciones para la LOPNA. Asimismo, “introduce el concepto de
desarrollo infantil integral, destacando la interacción entre las áreas y los factores
que lo determinan... y ofrece una aproximación a los cambios típicos de ese
proceso como marco de referencia para incorporar la importante relatividad
evolutiva en el proceso de toma de decisiones jurídicas y sociales que exige la
ley”.

Esperamos que la dedicación de los autores y el esfuerzo realizado para


coordinar esta publicación, coadyuve a la adecuada aplicación de la ley, así como
a estimular la investigación y otras publicaciones sobre el tema.

María G. Morais de Guerrero


Directora del Centro de Investigaciones Jurídicas
Universidad Católica Andrés Bello

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INTRODUCCION A LA DOCTRINA PARA LA PROTECCION INTEGRAL DE
LOS NIÑOS

Yury Emilio Buaiz Valera

Sumario: 1.- La Doctrina de la Situación Irregular. Características. 2.- La Doctrina


para la Protección Integral de los Niños: Aproximaciones a su definición y
principales consideraciones. Principios básicos. 3.- Los Derechos Humanos de
los Niños. 4.- Principales compromisos de los Estados parte en la Convención
Sobre los Derechos del Niño. 5.- La Protección Especial como derecho particular
de la Protección Integral. Anexo: Principales características diferenciales entre
las Doctrinas de la Situación Irregular y la de Protección Integral.

1.- La Doctrina de la Situación Irregular. Características.

Para aproximarnos a la noción de Protección Integral a niños y adolescentes, a


los principios generales que dan fundamento al nacimiento de la nueva
concepción garantista de los derechos humanos para la Infancia ,no basta con
recorrer el camino de los principios generales que informan y conforman esta
doctrina. Es preciso referirnos, aunque sea de manera muy breve, al régimen
tutelar, a la Doctrina o Paradigma de la Situación Irregular. Para saber de dónde
proviene la fuerza de la Doctrina de la Protección Integral, necesariamente
tenemos que conocer la debilidad, por injusta, de los valores que representa la
concepción y la práctica social y jurídica del viejo régimen de la situación irregular.
Esto permitirá diferenciar las dos maneras totalmente antagónicas de abordar las
diversas situaciones de la infancia.

La más clara expresión de la Doctrina de la Situación Irregular reposa en la


consideración minorista del niño, que resulta de la expresión clasista de la
sociedad, y en particular, de los niños; estableciendo un "tratamiento"
diferenciado y diferencial entre excluidos e incluidos sociales.

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De allí que resulta evidente que la discriminación es el fundamento principal de
la Doctrina de la Situación Irregular, discriminación a la que se le pretendió dar
fundamento legal, a través de cuerpos legales, verdaderos adefesios jurídicos,
ciertamente violatorios del mas anhelado principio de los Derechos Humanos: la
igualdad.

De esta forma, la Doctrina de la Situación Irregular divide profundamente a la


infancia en categorías sociales: Por una parte, los niños, aquellos que tienen
satisfechas sus necesidades y derechos, los que no tienen problemas y carencias
sociales, es decir, los que pertenecen a las categorías sociales privilegiadas, y
por la otra parte, los menores, que son aquellos excluidos de la justicia social y
del cumplimiento de los más elementales derechos humanos, es decir, los que
están excluidos de educación, salud y asistencia médica y social, de familia, etc.
En una frase podríamos resumir el enunciado o la formulación de esta Doctrina
de Situación Irregular: "Los niños no son todos los que están, ni están todos
los niños que son". , y esto significa discriminación al no otorgar ningún
derecho para muchos niños. A los incluidos se les llama niños y a los excluidos
se les llama menores.

Para esta Doctrina de la Situación Irregular, el menor (no niño) es un ser


considerado incapaz. ¿Quiénes son esos menores? ¿Quiénes los niños
incapaces?. Veamos:

1. - Los abandonados material y moralmente, es decir, aquellos que no tienen


habitación cierta, que no tienen escuela, que no reciben el afecto espiritual de sus
padres, y cualesquiera otras situaciones similares de carencias socioeconómicas.

2. - Los que se encuentran en situación de peligro, es decir, los que por una
conducta de terceros o de la sociedad, o por cualquier otra circunstancia, pueden
tornarse peligrosos para esa misma sociedad y,

3. - Los infractores, que son generalmente aquéllos a los que se les abandonó
material y moralmente, se les negó derechos, o se les colocó en peligro, y
cometen actos que están previstos en las leyes como delitos. Pero, además, no

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se les da oportunidad de ejercer derechos en el proceso mediante el cual se les
enjuicia, en atención a la supuesta incapacidad legal, que no les permite gozar de
un debido proceso.

Los menores son entonces la categoría divisoria de los niños, que además de no
tener cubiertos los derechos sociales básicos, de no recibir educación, salud,
atención, cuidados y orientación cultural y familiar adecuados; que además de no
tener derechos ciudadanos, son considerados en situación irregular, son
declarados menores, en consecuencia incapaces de ser ciudadanos, por su
propia condición de pobreza.

De la lectura hecha de esas características y de la aplicación de la segregación y


exclusión social de los menores arribamos a dos consecuencias:

a) Los sectores mayoritarios de niñas y niños, es decir, los menores, al no ser


ciudadanos con derechos, están excluidos de las políticas básicas. Esta es la
primera consecuencia que refleja y explica la situación del trabajo infantil, por
ejemplo, o de los que se ha dado en llamar niños de la calle o en situación de
supervivencia.

b) La segunda consecuencia tiene que ver con la criminalización de su


situación de pobreza. Los menores en situación irregular, no son sujetos de
derechos, y pasan a ser objeto de la tutela del estado, no para protegerlos,
como hipócritamente lo señalan las legislaciones de menores, sino para
reprimirlos en su condición de carenciados, pero especialmente para protegerse
del "peligro social que estos niños representan para el resto de la
sociedad", todo lo cual se hace a través de la institucionalización de los
menores en situación irregular. El Estado aparece acá como un vulgar tutor
que administra a su buen y real entender y sabe, los derechos de los niños
(menores) en situación irregular, en una especie de relación mercantil de los
Derechos Humanos, como si el goce y disfrute de los derechos individuales y
colectivos de la persona humana pudieran ser válidamente administrados por el
Estado.

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De esa manera, el Estado se apropia arbitrariamente de la vida del niño o del
joven, desmorona la familia, sustituyéndola en las responsabilidades de crianza,
protección, cuidados y desarrollo. Reprimiendo la condición de pobreza del niño,
el Estado esconde con un manto de tutela, su incapacidad de satisfacer las
necesidades básicas y de proyectar políticas preventivas con el cumplimiento de
los derechos esenciales de todo ser humano, tales como salud, educación,
nutrición adecuada, participación democrática, entre otros. El Estado, a través de
la Doctrina de la Situación Irregular, además de desatender la responsabilidad de
garantizar a todos los niños y adolescentes sus derechos, en nombre de una
supuesta defensa de la sociedad, los declara en situación irregular, los
institucionaliza, los priva de libertad para alejar a la sociedad de ese "peligro"
que ha creado la violación de derechos humanos.

Es claro entonces, que como ya lo dijimos, esta doctrina está informada y


edificada sobre una concepción ideológica que califica y estigmatiza los
problemas sociales, sus efectos generales y particulares dentro de la sociedad,
como si fueran verdaderos actos criminales. Y está claro también, que es un
paradigma contrario a los principios generales de Derechos Humanos, puesto
que, discrimina, niega la participación, niega la prioridad de la infancia en
las políticas públicas y considera el interés superior del niño como un
interés particular para resolver situaciones de violación de derechos de la
infancia por vía de la privación de libertad.

Existe, pues, una doble victimización: Se violan los derechos humanos y


después se cobran las consecuencias de esas violaciones (pobreza,
analfabetismo, exclusión escolar, por ejemplo), con otra violación: la privación de
libertad.

A grandes rasgos son estos los principios, consecuencias y situaciones creadas


por la doctrina de la segregación infantil que se ha venido aplicando social,
institucional y jurídicamente.

2.- La Doctrina para la Protección Integral de los Niños: Aproximaciones a su


definición y principales consideraciones. Principios básicos.

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La Convención Sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas , el 20 de noviembre de 1989, luego de diez años de
intenso trabajo por parte de la comunidad internacional 1, constituye para los
pueblos y gobiernos del mundo un reto jurídico-social de relevancia universal, por
cuanto comprende un tratado internacional de derechos humanos, que cambia
radicalmente el rumbo doctrinario seguido por las legislaciones respecto de la
niñez y la adolescencia.

Treinta años antes de su promulgación, el 20 de noviembre de 1959, se proclamó


la Declaración de Derechos del Niño, que no bastó para hacer cesar el
tratamiento segregacionista de la infancia, por efecto de la aplicación de la
normativa de la Situación Irregular. No bastó, entre otras cosas, porque, en
estricto derecho internacional, las declaraciones son una simple formulación de
derechos, que reconocen éticamente situaciones de derecho, pero que no son de
obligatorio cumplimiento por los Estados parte de esa manifestación de
intenciones, muchas veces más románticas o reflejo de un momento político, que
una verdadera intención o voluntarismo de estado. Es decir, que al no tener
carácter imperativo, las declaraciones se hacen, por lo general, ineficaces al
interior de los países que la suscriben, convirtiéndose en una especie de
“invitación” a comportarse de una manera determinada, literalmente eso, una feliz
invitación, por cuanto carece de mecanismos para dar eficacia y generar efectos
de los derechos declarados.

Se hace esta afirmación, con la intención de no dejar duda alguna sobre la


importancia de la proclamación de un instrumento de imperativo cumplimiento,
como la Convención Sobre los Derechos del Niño. Es necesario también afirmar

1
Cuando acá decimos “por parte de la comunidad internacional” no sólo nos estamos
refiriendo a la instancia de Naciones Unidas, sino que hacemos alusión a un verdadero
proceso que involucró a gran parte de los países o Estados miembros, a su interior, en
debates, discusiones, cumbres y tareas internas organizadas por los propios gobiernos,
por organizaciones de la sociedad civil, la enseñanza superior o individualidades. Desde
la propuesta de Polonia, en 1979, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU dispuso
de un grupo abierto para el ingreso de los Estados voluntarios, resultando miembros 43
países, a los que se le sumaron países asociados de trabajo. Para mayor abundancia en

15
que otros instrumentos, que aunque tampoco sean de obligatorio cumplimiento,
por su carácter de Resoluciones de Naciones Unidas, configuran antecedentes de
la propia Convención y suministro doctrinario para el diseño la misma, tanto así
que son expresamente citados en su Preámbulo y considerados en sus normas.
Estos instrumentos son: La Declaración sobre la Protección de la Mujer y el Niño
en Estados de Emergencia o de Conflicto Armado, decidida en el año 1974; las
Reglas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia de Menores o
Reglas de Beijing, del año 1985, y la Declaración sobre Principios Sociales y
Jurídicos relativos a la Protección y el Bienestar de los Niños con particular
referencia a la Adopción y a la Colocación en los Hogares de Guarda, que son de
1986.

Necesario es reiterar que antes de la promulgación de la Convención sobre los


Derechos del Niño, prevalecía la consideración minorista del niño como la más
clara y deleznable expresión de la Doctrina de la Situación Irregular, en la que se
sustenta el paradigma tutelar, con un enfoque de la infancia bajo la percepción de
lastima, compasión, caridad y represión. Repetimos que este paradigma tutelar
divide a la infancia entre quienes tienen y pueden y los que no, sometiéndolos a
un tratamiento diferencial, sujetos a la “beneficiencia” protectora, los excluidos de
oportunidades sociales, con una progresiva imposición de reglas que criminalizan
su situación de pobreza, tomando como objeto de derecho las diversas
situaciones de hecho adversas, para responder con una especie de marcaje
jurídico a la apropiación del ser, desmoronando su condición humana, al
someterles a la institucionalización (léase internamiento y privación de libertad).
Serán pues los confinados de la sociedad todos aquellos niños que al presentar
ciertas características (que más bien condiciones), sociales se les tutelará con la
represión judicial e institucional.

El marco de los Derechos Humanos sobre los cuales está asentado el


fundamento de un sistema de igualdad y justicia social para las personas, permite
aproximarnos a la definición de la protección integral a los niños, niñas Y

este proceso de diez años, léase “Preguntas y Respuestas: La Convención Internacional

16
adolescentes. Entendida así, la Protección Integral tiene su fundamento en los
principios universales de dignidad, equidad y justicia social, y con los
principios particulares de no discriminación, prioridad absoluta, interés
superior del niño, solidaridad y participación.

Aproximándonos a una definición, se podría decir que la protección integral es


el conjunto de acciones, políticas, planes y programas, que con prioridad
absoluta, se dictan y ejecutan desde el Estado, con la firme participación y
solidaridad de la familia y la sociedad, para garantizar que todos los niños y niñas
gocen, de manera efectiva y sin discriminación, de los derechos humanos a la
supervivencia, al desarrollo y a la participación, al tiempo que atiende las
situaciones especiales en que se encuentran los niños individualmente
considerados, o determinado grupo de niños que han sido vulnerados en sus
derechos.

Esta aproximación nos permite ubicar las claras diferencias que existen entre las
políticas públicas universales destinadas a generar condiciones sociales,
económicas, culturales y de otra índole, para la satisfacción de los derechos
colectivos y difusos de todos los niños, niñas y adolescentes, con las
politicas especiales destinadas, básicamente, a atender determinadas
circunstancias que provocan situaciones de vulnerabilidad a grupos
también determinados de niños, niñas y adolescentes.

Las primeras provocan y generan disfrute universal de derechos, las segundas


protegen frente a violaciones de estos, para liberar de afecciones sociales o de
otra índole a los niños.

Para una rápida ubicación histórico-social, podemos decir que la Protección


Integral se ha ido armando en la historia del tratamiento a la infancia, como una
especie de rompecabezas complejo. Ha tenido que pasar un tiempo considerable
para que, a través de la crítica a las viejas formas de atención a la infancia, se

sobre los Derechos del Niño”, publicada por UNICEF y DNI en 1998.

17
haya construido y se continúe construyendo la filosofía social de la protección
integral.

Cuatro son los principios básicos de la Protección integral:

a) La igualdad o no discriminación: pilar fundamental sobre el cual se edifica la


filosofía de los Derechos Humanos se erige como eje para la universalidad de
estos derechos. El carácter universal de las políticas sociales tiene que ver, de
manera inmediata, con este principio, así como la aplicación y ejercicio de todos y
cada uno de los derechos humanos de los niños y adolescentes tiene que ver con
que esta aplicación y este ejercicio está dirigido a vencer las condiciones,
situaciones y circunstancias, generalmente sociales, económicas y culturales, que
generan discrimi-nación y, por ende, desigualdad.

La prohibición de discriminación es, entonces, el presupuesto (entiéndase el


principio) inicial para la construcción de políticas de protección integral.

Se encuentra contenido en el artículo 2 de la Convención sobre los Derechos del


Niño, en los siguientes términos:

“Los Estados partes respetarán los derechos enunciados en la


presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a
su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza,
el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra
índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los
impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del
niño, de sus padres o representantes legales”

Este principio de igualdad se erige como esencial, en norma con carácter jurídico-
social definido, es decir, orientado como eje para la lectura de todos los derechos
consagrados en la propia Convención, destinado al desarrollo de políticas
igualitarias en el ámbito público y privado, que garanticen el respeto de los
derechos humanos de los niños. En consecuencia, no debe haber distinción para
negar o conceder derechos, utilizándose como fundamento la condición social, el
sexo, la religión o la edad (igualándose así los derechos de los niños al de los

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adultos). Pero, al mismo tiempo, este principio de igualdad establece un elemento
novedoso y relevante en materia de derechos humanos, con alcance ulterior, que
se proyecta más allá de la propia condición del niño, al prohibir no sólo la
discriminación en razón de las condiciones inherentes a la propia persona (niño o
niña), sino que además se amplía, para evitar (y prohibir) la discriminación en
razón de alguna condición de sus padres o representantes legales, verbigracia, el
caso de niños cuyos padres sean de etnia diferente a los demás, o de
nacionalidad extranjera, respecto al país en donde nace el niño. En estos casos,
la condición de los padres no debe ser nunca elemento de juicio para la
consideración discriminatoria del hijo.

Además, mención especial debe hacerse a este principio en relación al imperio


de la Convención, como norma inherente al principio mismo, dirigida en dos
vertientes. La primera, al establecerse la obligación de los Estados Partes en
respetar los derechos que se consagran a favor de los niños en este instrumento
jurídico internacional (que son sólo enunciativos); imperio acorde con el principio
de la extraterritorialidad de las leyes que obliga aplicar, en este caso, la
Convención a todo niño sometido a la jurisdicción del Estado de que se trate,
independiente del lugar en donde aquel se encuentre. Segunda, la obligación de
su efectiva aplicación, como mecanismo de cumplimiento y la observancia de las
medidas que ordena el particular segundo del artículo 2° antes citado, respecto a
las actividades, opiniones, creencias de sus padres, tutores o familiares.

b) El lnterés Superior del Niño. Consagrado en el artículo 3 de la Convención


sobre los Derechos del Niñoel cual establece que:

“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales,
las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el interés superior
del niño.”

Este principio nos invita a desprendernos de lo que hasta ahora habíamos


considerado como ese interés. No se trata de un simple interés particular, porque

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más allá de eso consiste en un principio jurídico-social de aplicación preferente en
la interpretación y práctica social de cada uno de los derechos humanos de los
niños y adolescentes. Este principio trasciende a la simple consideración de
inspiración para la toma de decisiones de las personas públicas o privadas, al
erigirse más bien como limitación de la potestad discrecional de estos entes,
constituyéndose en un vínculo normativo para la estimación, aplicación y respeto
de todos los derechos humanos de los niños. Al respecto CILLERO 2 lo considera
un principio jurídico garantista, es decir, que su significado estriba
fundamentalmente en la plena satisfacción de los derechos de los niños,
dejando de ser una directriz vaga e indeterminada. De esa manera, el Interés
Superior del Niño junto a la no discriminación, constituyen la base de sustentación
y protección de los derechos humanos de los niños.

c) La Efectividad y Prioridad Absoluta: El artículo 4 de la Convención sobre los


Derechos del Niño recoge este principio en los siguientes términos:

“Los Estados Partes adoptarán todas las medidas


administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a
los derechos reconocidos en la presente Convención” (Principio
de Efectividad ) “...En lo que respecta a los derechos económicos,
sociales y culturales, los Estados Partes adoptarán esas medidas
hasta el máximo de los recursos de que dispongan y, cuando sea
necesario, dentro del marco de la cooperación internacional”
(Principio de Prioridad Absoluta)

Por un lado, la efectividad trae aparejada consigo la adopción de medidas o


providencias no solo de carácter administrativo y legislativos, sino todas aquellas
que siendo de cualquier índole,conduzcan a la efectividad ( goce y disfrute real)
de los derechos humanos de los niños y niñas, al respeto de estos derechos y al
desarrollo de garantías sociales, económicas, legales, institucionales y
administrativas . Este principio de efectividad se repetirá a lo largo de todo el

2
CILLERO, Miguel. El Interés Superior del Niño en el marco de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, en INFANCIA, LEY Y DEMOCRACIA .

20
articulado de la Convención, en donde se establecen derechos a la supervivencia,
protección, participación y desarrollo, ya no como principio general, sino con
formulación precisa, más bien específica de las medidas a tomar para alcanzar
determinado derecho humano. Por ejemplo, en el artículo 24 donde se reconoce
el derecho a la salud, se ordenan las medidas apropiadas para combatir
enfermedades, malnutrición, atención y prevención, educación en salud, y otras,
o en los artículos 28 y 29 sobre el derecho a la educación, que establecen las
medidas particulares para garantizarlo en igualdad de condiciones, desde la
enseñanza primaria obligatoria y gratuita, hasta las medidas para la eliminación
del analfabetismo y garantizar el acceso escolar.

El principio de efectividad es la base que da expresión práctica al carácter


imperativo y a los mecanismos de cumplimiento previamente enunciados en la
Convención, pero además, y principalmente, constituye el programa genuino para
el desarrollo de las políticas de derechos humanos hacia los niños. Sobre las
medidas de efectividad que obliga la Convención a los Estados Partes, se
fundamenta el examen crítico, las recomendaciones generales, sugerencias
técnicas y programáticas del Comité de Derechos del Niño, conforme a los
artículos 43, 44 y 45 de la Convención sobre los Derechos del Niño. Vale afirmar
para este principio lo expresado anteriormente respecto del Interés Superior del
Niño, es decir, asimilarlo a principio garantista.

Por otra parte, los derechos humanos de los niños y niñas deben ser atendidos
con prioridad absoluta. Significa este principio que el Estado debe adoptar
medidas hasta el máximo de los recursos para propender a la protección integral
y, de ser necesario, recurrir a la cooperación internacional.

Que los derechos de niños y adolescentes sean atendidos con prioridad absoluta
no es únicamente que se les dé preferencia en la formulación de las políticas
públicas, sino también prioridad en el destino de los recursos públicos,
preferencia absoluta en atención y socorro en cualquier circunstancia y en
protección preferente frente a situaciones de violación o negación de derechos, y

Editorial TEMIS, Ediciones DEPALMA, Santa Fe de Bogotá- Buenos Aires, 1998. P 78.

21
que también se castigue y sancionen preferentemente estas violaciones. Esta
parte del artículo 4 de la Convención, que consagra la Prioridad Absoluta, es de
particular interés para transformar la conducta institucional de los gobiernos
respecto a la planificación social, puesto que invierte el orden jerárquico o de
preeminencia de los asuntos de estado y de gobierno, al colocar en primer lugar
las medidas referidas al cumplimiento de los derechos sociales, económicos y
culturales, sin que valga de excusa motivaciones de carácter presupuestario,
emergentes o circunstanciales, que tradicionalmente se han utilizado para evadir
responsabilidades en el cumplimiento de los derechos humanos. En un sentido
práctico de las políticas públicas, significa que a la hora de su diseño y destino,
en primer lugar estará el análisis de la situación de los niños, la aplicación de
políticas, incluyendo acciones, planes, programas y presupuesto hacia esta
población, antes que otro sector social. Pero si acaso no fueren suficientes los
recursos nacionales para la aplicación de las medidas que impone el principio de
prioridad absoluta, también con prioridad se debe recurrir a la cooperación
internacional, lo que en la práctica de la política de solicitud de cooperación
significaría colocar, en primer plano la ayuda a los niños, antes que los
compromisos derivados de otras acciones del Estado.

d) La Participación solidaria o principio de solidaridad: El Estado, la familia y


la comunidad conforman la trilogía sobre la cual descansa la responsabilidad en
el ejercicio y goce efectivo de los derechos humanos de la infancia. El conjunto
articulado de las acciones entre el Estado y la sociedad destacan como un
principio de participación democrática para la garantía de los derechos
universales que permiten construir la doctrina de la Protección Integral.

El artículo 5 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece este


principio general de la siguiente manera:

“Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y


los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia
ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de
los tutores u otra personas encargadas legalmente del niño, de

22
impartirle, en consonancia con sus facultades, dirección y orientación
apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la
presente Convención”

El Principio de Solidaridad, como se ve, debe leerse e interpretarse en conjunción


con el de efectividad y prioridad absoluta, porque si bien éste último obliga a las
medidas de goce, disfrute y garantía de los derechos de los niños en un sentido
amplio, el de solidaridad explica el deber de la comunidad y los padres a orientar
el pleno ejercicio por parte del niño. De manera alguna quiere decir que esta
orientación sea imposición, por cuanto siempre debe ser entendida como
coadyuvante acción del ejercicio per se del niño.

Para cumplir, respetar y hacer cumplir los derechos en una concepción universal,
colectiva e integral, no basta que el gobierno sea el responsable inmediato de
estos. Si bien lo es, por intrínseca naturaleza de los propios derechos humanos,
la sociedad y la familia están obligados a activar los mecanismos de garantía y
protección necesarios, para que la obligación del Estado sea correspondida con
la obligación y solidaridad social. Para ello, la Doctrina de Protección Integral
invita a crear mecanismos apropiados desde cada uno de los estamentos e
instancias de la sociedad.

A grosso modo, estos son los cuatro principios esenciales sobre los cuales
descansa la Doctrina de Protección Integral, insistiendo por supuesto en que de
su estricto apego y cumplimiento dependerá, en gran medida, la transformación
de la situación de desigualdad en que hasta ahora el régimen de la situación
irregular ha tutelado a la infancia.

3.- Los Derechos Humanos de los Niños

En el paradigma de la protección integral y en los instrumentos que lo conforman


encontramos claramente definidos los Derechos Humanos de Niños, Niñas y
Adolescentes, que nos permiten aproximarnos, con claridad, al proyecto social de
Protección que propone y reconoce como obligación de todos los Estados que
han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. En ese sentido,
destacamos cuatro grupos de derechos:

23
derechos a la supervivencia,

derechos al desarrollo,

derechos a la participación, y

derechos a la protección.

A nuestra manera de ver, las políticas públicas deben estar concebidas con la
integración de todos y cada uno de los derechos comprendidos, a su vez, en cada
uno de estos grupos, como única forma de garantizar una política de protección
integral, ya desde la óptica de la prevención, ya desde la ejecución programática
de atención universal como forma de protección.

Visto así, las políticas de Protección Integral a la niñez y adolescencia deben


dirigirse a la creación y activación de los mecanismos que sean necesarios, tales
como los de carácter legislativo, educativo, cultural, social e institucional que
permitan subrayar el carácter universal de la protección, para la superación de
cada uno de los obstáculos de carácter especialmente estructural, que han
creado marcadas relaciones de inequidad para la infancia.

De los cuatro grupos de derechos contenidos en la Doctrina de la Protección


Integral, los derechos a la supervivencia, a la protección y a la participación
forman un conjunto que convoca a la prioridad absoluta para todos los niños y
niñas, para que se formulen y ejecuten políticas de Estado destinadas a la
totalidad de la niñez y la adolescencia en materia de derechos y garantías a la
vida, a la salud, a la educación, a la alimentación, al esparcimiento, a la
asociación juvenil, a la cultura, a la libertad, a la justicia y, en fin, al conjunto de
derechos relacionados con el desarrollo personal y social, con la integridad y con
la igualdad.

Pasar de "ningún derecho para muchos niños" (formulación de la injusticia en que


se basa la Doctrina de la Situación Irregular), a "todos los derechos para todos los
niños" (dimensión humana de la formulación de la Doctrina de la Protección
Integral) no es tarea fácil, y mucho menos inmediata, pues requiere de una

24
transformación integral de la sociedad; especialmente en el orden cultural,
jurídico, social, económico e institucional.

4.- Principales compromisos de los Estados parte de la CDN

Para lograr un Estado Social de Derecho para la Infancia, la Convención sobre


los Derechos del Niño compromete a los países que la han ratificado a adoptar y
continuar de manera sostenida y progresiva un grupo de medidas de distinta
índole entre las que destacan con especial atención las medidas de carácter
legislativo, transformando las leyes internas en cuerpos que respondan a los
principios y normas de Derechos Humanos, y consagren los mecanismos idóneos
para hacer efectivos todos y cada uno de esos derechos.

A la par, los Estados parte de la Convención están obligados a emplear y


disponer de medidas judiciales que provoquen los cambios de la estructura y de
los administradores de justicia, de manera que la práctica forense de los
Tribunales de Niños se convierta, por una parte, en garantía de cumplimiento de
los derechos humanos, especialmente a través de los dictámenes de protección,
y por la otra, sirva de instrumento jurisdiccional contralor de las violaciones a los
derechos de los niños, restableciendo las situaciones de hecho en las que se
violan estos derechos, y sancionando a las personas o instituciones que resulten
responsables.

También los países ratificantes de la Convención están obligados a dictar y


ejecutar medidas de carácter administrativo, creando condiciones reales a través
de la adecuación institucional, para que los derechos no sean amenazados, o
para que, en caso de amenaza, sea fácilmente detectada, y para que las
instancias de servicios públicos actúen conforme a los derechos reconocidos y
declarados, de manera que los cumplan y garanticen.

Igualmente, los países deben adoptar providencias educativas, dirigidas a toda la


población,para que la formación en derechos humanos sea una constante
nacional, que permita ir fomentando las bases de una conducta social conforme a
esos derechos declarados y reconocidos, al tiempo que debe extirpar las

25
prácticas socioeducativas que pretenden justificar la violación de los elementales
derechos de niños, niñas y adolescentes.

Otra de las medidas de interés que deben adoptar los Estados Parte tiene que ver
con la movilización de la sociedad, con el objeto de conocer y promover los
derechos de los niños y adolescentes, identificando las situaciones de violación y
de amenazas de su violación; participando en el fortalecimiento de las instancias
que hagan posible la verificación y la eficacia de los derechos humanos para los
niños. El fortalecimiento de las acciones para la garantía de la protección integral
está íntimamente vinculado con la organización de la sociedad, en la exigencia de
políticas públicas destinadas a vencer los obstáculos sociales, económicos y
culturales que entorpecen el desarrollo integral de los niños y adolescentes. Para
ello, es innegable la necesidad de fortalecer también a la sociedad civil y a sus
organizaciones naturales. En el marco de estas medidas de movilización, se hace
imprescindible crear y multiplicar la cantidad de personas y organizaciones de la
sociedad, con el objeto de defender niños y adolescentes cuyos derechos sean
violados o amenazados.

Al mismo tiempo que los Estados Parte asumen compromisos básicos al


momento de suscribir y ratificar la Convención, también se están comprometiendo
a afirmar las obligaciones de la sociedad, de los gobiernos y de las familias para
una vida mejor, digna y de satisfacción de derechos individuales y colectivos de
los niños y adolescentes, que asienten las relaciones humanas sobre las bases
de la justicia, la paz y la libertad.

5.- La Protección Especial como Derecho particular de la Protección


Integral.

La Protección Integral compromete a que, además de las acciones y políticas


globales para asegurar el derecho a la supervivencia, al desarrollo personal y
social, a la integridad y a la participación, se deba prestar particular empeño en la
formación de la estructura de protección especial para las situaciones de mayor
vulnerabilidad en que se encuentran grandes cantidades de niños, niñas y
adolescentes.

26
La aspiración y esperanza de la Protección Integral, está en la articulación de
todas las acciones del Estado y de la sociedad para garantizar todos los derechos
a todos los niños, y el ideal para el goce a plenitud de los derechos humanos
estará conquistando un gran trecho cuando además de adoptar y garantizar los
derechos fundamentales, los de vocación universal, los de todos los niños y
adolescentes; podamos vencer las situaciones de vulnerabilidad.

Por esa razón, la Convención reconoce el derecho a la protección especial, como


uno de los grupos de derechos que al ser atendidos con prioridad, junto a los de
supervivencia, desarrollo y participación; permitirán materializar la Protección
Integral. En ese sentido 16 de los 54 artículos de la Convención están destinados
a reconocer derecho a los niños y niñas a estar protegidos contra toda forma de
negligencia, abuso, maltrato, discriminación, explotación, violencia, farmaco-
dependencia, crueldad, opresión y secuestro, entre otros.

Para estas situaciones, más que la atención de políticas globales para todos los
niños, la Convención acuerda medidas especiales de protección que se
conviertan en formas sociales de impacto real para transformar la situación de
abierta desprotección en que se encuentran grupos determinados de niños y
niñas. Ya no se trata de reconocer, cumplir y garantizar derechos universales en
las políticas globales de una sociedad, sino de proteger a determinados grupos
de niños, o a un niño en particular, de las situaciones adversas que le vulneran su
condición humana. La Protección especial como parte integrante e integradora de
la Protección Integral no está dirigida al reconocimiento de situaciones jurídicas
de derechos humanos universales (salud, educación, vida digna, etc), sino al
reconocimiento del derecho a ser protegido frente a situaciones de hecho que
impiden el ejercicio de otros derechos, o violentan derechos, para restituir la
condición y situación a parámetros normales de protección, y en consecuencia se
trata de una atención positiva y preferencial de los niños que se encuentran en
estas situaciones especiales de desprotección. Creo que a Antonio Carlos Gómes

27
Da Costa3 fue a quien le escuché definir con mayor propiedad y certeza la
protección especial, al decir que “no se trata ya de dar beneficios a los niños, sino
de acabar con los maleficios que no les dejan disfrutar de los beneficios que otros
tienen”.

Por último, la Protección Integral propone e insiste en un cambio cultural al que


estamos obligados todos por igual. En ese sentido, debemos asumir la
responsabilidad de iniciar una transformación en nosotros mismos, respecto a
todos los mitos peligrosistas y los tratamientos compasivos o represivos hacia la
Infancia, entendiendo que los niños, niñas y adolescentes son seres en
permanente evolución, son ciudadanos que de acuerdo a la dialéctica de la
sociedad y a la evolución de sus condiciones, van participando progresivamente
en la misma sociedad que durante muchos años les ha relegado.

Y también en ese sentido la solidaridad social está comprometida a orientar las


acciones más adecuadas para el ejercicio eficaz de los derechos, tanto de
carácter universal, como los de protección especial.

3
Excelente educador brasileño, del que muchos nos declaramos con orgullo sus
aprendices o pupilos.

28
ANEXO: Principales características diferenciales entre las Doctrinas de Situación Irregular y la Protección Integral

DOCTRINA DE LA SITUACIÓN IRREGULAR DOCTRINA DE PROTECCIÓN INTEGRAL

PARADIGMA DE TUTELA: PARADIGMA DE PROTECCIÓN:

1.- DISCRIMINACIÓN 1.- NO DISCRIMANACIÓN

MENORES = Sin Derecho

DIVISIÓN DE LA INFANCIA TODOS LOS DERECHOS PARA TODOS LOS NIÑOS

NIÑOS = Con Derecho

2.- LOS MENORES SON OBJETO DE TUTELA 2.- LOS NIÑOS SON SUJETOS DE DERECHOS

Caridad Sociales
3.- RESPUESTA A LAS CARENCIAS Compasión 3.- FRENTE A LAS CARENCIAS Económicos

Represión Civiles
Culturales
CRIMINALIZA LA POBREZA ESTABLECE MECANISMOS PARA SU REALIZACIÓN
DOCTRINA DE LA SITUACIÓN IRREGULAR DOCTRINA DE PROTECCIÓN INTEGRAL

PARADIGMA DE TUTELA: PARADIGMA DE PROTECCIÓN:

4.- COLOCA AL NIÑO CON CARENCIAS EN SITUACIÓN 4.- ESTABLECE UN SISTEMA DE PROTECCIÓN INTEGRAL:
IRREGULAR:
Mecanismos para la satisfacción de Derechos Humanos

Crea responsabilidades en la protección de la infancia


- Sustitución de responsabilidades familiares.
-ESTADO, FAMILIA, COMUNIDAD-
ABANDONO
- Violación de Derechos Humanos. La Familia recupera su papel.

PELIGRO Sistema de sanciones por violación, amenaza o falta de garantía


- Institucionalización (Privación de Libertad). de Derechos.

Los problemas sociales, económicos, de educación, etc. de los


niños, no son judicializados.

30
DOCTRINA DE LA SITUACIÓN IRREGULAR DOCTRINA DE PROTECCIÓN INTEGRAL

PARADIGMA DE TUTELA: PARADIGMA DE PROTECCIÓN:

5.- ANTE LAS INFRACCIONES: 5.- SISTEMA GARANTISTA PARA EL ADOLESCENTE INFRACTOR:

NO DIFERENCIA ENTRE VICTIMAS Y VICTIMARIOS. DEFINICIÓN PRECISA DEL INFRACTOR (Comisión de hechos
típicos, antijurídicos, culpables)
VIOLA DERECHOS HUMANOS (Proceso sin Proceso, Defensa
sin Defensa, Penas Interminadas).
Degalidad de delito y pena
IMPUNIDAD. DEBIDO PROCESO
Contradictorio

PRIVACIÓN DE LIVERTAD NO DIFERENCIADA. Legalidad del proceso

MEDIDAS SOCIOEDUCATIVAS.

PRIVACIÓN DE LIBERTAD SOLO EXCEPCIONAL


(COMO ULTIMO RECURSO). (Art.40 CDN)

31
LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE.
BREVE HISTORIA DE UN PROCESO

Carla Serrano

La definitiva adecuación de la legislación venezolana a los principios establecidos


en la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño (CIDN), supuso
experimentar en el país un proceso excepcional y pedagógico, caracterizado por
la participación, la democracia y el consenso. Los actores tanto del sector oficial
como privado, que protagonizaron la creación de la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA), nos demostraron que es posible
dar forma jurídica a las ideas, aspiraciones y necesidades de una sociedad, de
modo que, los destinatarios y ejecutores de la ley, se sientan reflejados e
identificados en sus contenidos. Tal singularidad, poco conocida en la dinámica
de nuestra sociedad, hace relevante reseñar cómo fue realizado dicho proceso de
adecuación y es por ello que seguidamente se presenta un resumen, de dos
trabajos previamente publicados4, en el cual se recogen los principales sucesos y
dificultades experimentados, en orden cronológico, hasta culminar en la ley
motivo de esta publicación.
Pese a que el año de aprobación de la CIDN fue en 1989, no es hasta 1995 que
el tema de la adecuación a la Convención cobra verdadero protagonismo en la
palestra pública de Venezuela, siendo esta fecha el hito que distingue claramente
entre las acciones emprendidas antes y después. Los actores más destacados en
el proceso de adecuación legislativa, de quienes se hacen continuas referencias a
lo largo de este artículo, son: el Congreso de la República, el Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia -UNICEF-, el Instituto Nacional del Menor -
INAM-, la Sociedad Civil organizada y el Centro de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Católica Andrés Bello -UCAB-.

4
Véase Carla Serrano: Adecuación de la legislación venezolana a la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño (noviembre, 1989 - julio, 1997) y su
actualización (julio, 1997 - octubre 1998), Centro de Investigaciones Jurídicas de la
UCAB, 1997 y 1998 respectivamente.
El 20 de noviembre de 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprueba la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño (CIDN).
Ésta más las Reglas de Beijing (1985) para la Administración de la Justicia de
Menores y las Reglas de Riyadh (1990) para la Protección de Menores Privados
de Libertad constituyen la llamada Doctrina de la Protección Integral. La cual
en su conjunto, representa un cambio de paradigma en lo referente a la
legislación infantil, al oponerse a los viejos preceptos de la doctrina de la
Situación Irregular, la cual sustentaba para entonces el marco jurídico de varios
países, entre ellos Venezuela, con su Ley Tutelar de Menores.
Un año después, el 29 de agosto de 1990, tras tímidos intentos por dar a conocer
la Convención, Venezuela la ratifica mediante Ley Aprobatoria publicada en
Gaceta Oficial Nº 34.541, pese a que no se efectuó un verdadero proceso de
análisis o debate a ningún nivel (sociedad civil, entes oficiales, político, etc.);
desconociéndose en consecuencia, la magnitud de los compromisos adquiridos
tanto en medidas administrativas, legislativas como de otra índole, para dar
efectividad a los derechos reconocidos a los niños y adolescentes.
Luego, al cabo de otro año, del 26 al 29 de agosto de 1991, se realiza en Caracas
la Conferencia Nacional sobre los Derechos del Niño, ordenada mediante Decreto
Nº 1.208 publicado en la Gaceta Oficial Nº 34.601 del 23 de Noviembre de 1990.
Con la realización de la misma, Venezuela se propone analizar y evaluar la
situación de la niñez en el país, los programas de atención al niño desarrollados
tanto por el sector público como por el privado y aprobar un plan para la década,
a fin de crear las condiciones para el mejor cumplimiento de los derechos que la
Convención consagra.
El resultado final de esta jornada de trabajo fue el Acuerdo del Ejecutivo Nacional
y Estatal a favor de la infancia titulado Los Niños: El compromiso de los 90
(Caracas, Diciembre de 1991), el cual fue suscrito tanto por el Presidente de la
República como por las autoridades regionales de la época. La conclusión más
relevante del documento expresaba “…que desde el punto de vista normativo las
leyes son suficientes, adecuadas y adaptadas a las más modernas tendencias del

33
derecho minoril internacional. En este sentido poco es lo que contempla la
Convención que no esté ya establecido en la legislación, no es la inexistencia de
leyes la causa de los problemas, sino la debilidad estructural para cumplirlas.”
(Los Niños : El compromiso de los 90. Versión Final, pág. 4).
Tal aseveración, completamente incierta, explica, en buena medida, la lentitud del
proceso de adecuación de la legislación venezolana, pues se negaba lo evidente.
Una vez terminada la Conferencia, el tema de la reforma legislativa entra en un
periodo de letargo, aún cuando el 6 de abril de 1994 en la Segunda Reunión
Americana efectuada en Santa Fe de Bogotá, Venezuela suscribe el Compromiso
de Nariño, donde nuevamente se compromete a acelerar los procesos de
adaptación de la legislación interna a los principios establecidos en la
Convención.
Seguidamente, en agosto del mismo año, las autoridades del INAM se reunieron
con el representante de UNICEF para Venezuela y con el Asesor Regional de la
misma organización para América Latina, a fin de intercambiar opiniones sobre la
necesidad de efectuar los cambios legislativos internos que redundaran en la
adecuación a los preceptos de la Convención. En ese sentido, se decidió iniciar
un proceso formativo para dar a conocer las claras diferencias entre los principios
que sustentan la Convención y los principios en que se apoya la legislación de
menores vigente para entonces.
La primera actividad que se ejecuta, fruto de ese encuentro, fueron unos talleres
dictados por expertos internacionales a objeto de dar a conocer la Doctrina de la
Protección Integral y trasmitir la necesidad de su aplicación en la legislación
venezolana; lamentablemente, tales actividades no contaron con la asistencia
esperada ni surtieron el efecto deseado, pese al esfuerzo de sus organizadores,
el INAM y el Ministerio de la Familia con apoyo de UNICEF de Venezuela.
Por su parte, ciertos organismos de la sociedad civil, abocados al trabajo con y
para los niños, ya habían entrado en contacto con la referida doctrina, al participar
en eventos internacionales en Cochabamba- Bolivia (1993) y Lima-Perú (1994),
donde el tema de la adecuación de los marcos jurídicos internos a los principios

34
de la Convención se dio por sentado como una necesidad impostergable para la
región.
Sobre el fundamental papel desempeñado por la sociedad civil en el proceso de
adecuación legislativa es oportuno señalar que, aún antes de la realización de la
Conferencia Nacional de 1991, los organismos no gubernamentales -ONG’s- que
venían brindando atención directa a los niños ya habían creado espacios de
reflexión y acción, respecto a la problemática infantil del país. En ese sentido, se
cita el caso de las I Jornadas de Atención al Niño, realizadas a fines de
noviembre de 1990, auspiciadas por UNICEF y organizadas por los Centros
Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP), donde el tema central fue “La
Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño y el papel de las
Organizaciones No Gubernamentales”. Sin embargo, en el informe final de esas
jornadas no se advirtió la urgencia de modificar la legislación referente a los
niños.
Otro ejemplo de esas iniciativas, es la creación de la Coordinadora Nacional de
ONG’s de Atención al Niño (CONGANI), en marzo de 1991, como un intento de
unificar esfuerzos a favor de los Derechos Humanos de los niños y niñas;
estableciéndose como una de sus funciones la revisión, modificación o creación
de leyes a favor de la infancia. No obstante, pese a éstas y otras actividades que
evidenciaron su interés, no fue sino a consecuencia del evento en Cochabamba,
cuando la sociedad civil se percató de la necesidad de revisar la Ley Tutelar de
Menores.
Imprevistamente, el 4 de Julio de 1995 la fracción parlamentaria del Partido
Social Cristiano COPEI introduce, en la Cámara de Diputados, un Proyecto de
Reforma Parcial de la Ley Tutelar de Menores, en el que proponía bajar la
imputabilidad penal del “menor de edad” de los 18 a los 16 años. Dado lo
preocupante de la reforma, los sectores más directamente involucrados a la
infancia, INAM y sociedad civil, reaccionaron en forma alarmada y negativa,
constituyéndose este hecho, en el detonante definitivo del proceso de adecuación
legislativa a la Convención.

35
Dos días después, el 6 de julio de 1995, se designa en sesión ordinaria de la
Cámara de Diputados del Congreso de la República, la Comisión Especial
encargada de estudiar, a partir de ese momento, la Reforma Parcial a la Ley
Tutelar de Menores.
El 1º de agosto de 1995 el Congreso convoca al Ministerio de la Familia,
Ministerio de Justicia, Fiscalía General de la República y al INAM para discutir y
oír sus observaciones sobre el proyecto presentado por COPEI. El resultado de la
reunión fue que todos los organismos invitados coincidieron en la necesidad de
plantearse una reforma de la Ley Tutelar de Menores mucho más amplia que la
propuesta por el partido político. El INAM enfatizó el compromiso legal adquirido
por el país de adecuar su legislación interna a los principios de la Convención y
propuso elaborar y entregar al Congreso, en octubre, una contrapropuesta al
proyecto de COPEI. De allí que, el 28 de agosto de 1995, la Comisión Especial
del Congreso, rechazó la propuesta de COPEI por tratarse de una reforma muy
puntual y decidió emprender una reforma más global.
Entonces el INAM, conjuntamente con el Ministerio de la Familia, a fin de cumplir
con la responsabilidad asumida ante el Congreso, convoca y constituye una
Comisión Redactora integrada por Jueces de Menores, especialistas en
criminología, psiquiatría, miembros de la Pastoral Familiar, del Ministerio de la
Familia y personal directivo del INAM, al cual se delegó la coordinación del
documento. Visto el corto tiempo de que se disponía para realizar la
contrapropuesta, el INAM concentró su trabajo en efectuar una reforma parcial al
Libro III, De los menores en Situación Irregular, de la Ley Tutelar de Menores y de
todos aquellos artículos que tuvieran relación con el mismo.
Este primer documento del INAM, titulado Anteproyecto de Ley Orgánica sobre
Protección del Menor, se entregó al Congreso el 19 de octubre de 1995 y la
propia Comisión Redactora manifestó no sentirse satisfecha con el trabajo
realizado, por considerar indispensable un cambio integral de la ley en cuestión,
no solo en uno de sus libros. Aún así, la Comisión Especial del Congreso divulgó
la propuesta del INAM, a la vez que la de COPEI por contraste, en distintas

36
instituciones del Estado y de la sociedad civil, las cuales posteriormente hicieron
llegar sus observaciones tanto al Congreso como al Instituto.
A finales de octubre de 1995, la sociedad civil creó el Comité Juntos por una
Nueva Ley para Niños, Niñas y Adolescentes, integrado por 25 organizaciones no
gubernamentales de probada trayectoria en la atención de la infancia y
adolescencia, con el objetivo de propiciar un espacio plural, flexible y
representativo en la búsqueda de un consenso en torno a lo que debe ser una ley
para los niños.
Dicho Comité, coincide con el INAM y CONGANI en rechazar la propuesta de
COPEI, a la vez que despliega una intensa actividad a fin de analizar el
anteproyecto presentado por el INAM. Las serias observaciones y comentarios
surgidos al respecto, fueron presentados tanto al Congreso, al INAM como a
diferentes sectores de la sociedad civil a nivel nacional.
El 22 de enero de 1996, ocurre el primer encuentro formal entre las ONG’s y la
Comisión Especial del Congreso que estudia la Reforma a la Ley Tutelar de
Menores, a fin de profundizar en la posición de los primeros frente a la propuesta
del Instituto. De esta manera, queda sellada la participación de la sociedad civil
en el proceso legislativo y fruto de esta reunión, la Comisión Especial decide que
es preciso revisar y relaborar dicho anteproyecto.
A tales efectos, el INAM amplió la Comisión Redactora incorporando a otras
instituciones públicas y distintas organizaciones no gubernamentales, al mismo
tiempo que, organizó una serie de eventos (jornadas, talleres, reuniones de
debate y consulta sobre los nuevos puntos a ser incluidos), hasta que finalmente,
en febrero de 1996, presentó ante el Congreso el Anteproyecto de Ley
Orgánica de Protección a la Niñez y Adolescencia. Segunda Versión.
Las respuestas a dicho Anteproyecto no se hicieron esperar y distintos actores
emitieron sus opiniones. La Universidad Católica Andrés Bello, previa solicitud del
Congreso, conformó un equipo interdisciplinario encargado de opinar sobre el
mismo, siendo el resultado un informe que fue entregado tanto a la Comisión
Especial, UNICEF, INAM como a la sociedad civil, en abril de ese año.

37
Por su parte, el Comité “Juntos por una Nueva Ley”, con apoyo de UNICEF,
contrató una consultoría técnica para realizar un estudio sobre esa segunda
versión, en base al cual elaborar un informe. El mismo se dio a conocer a
distintas instancias a nivel nacional en mayo de 1996.
Este nuevo Anteproyecto presentado por el INAM fue sometido, durante cuatro
meses, a un amplio proceso de debate en el que intervinieron distintos actores.
En varios eventos organizados conjuntamente por el INAM y la sociedad civil, a
nivel nacional, intervinieron la presidenta del Instituto, la presidenta de la
Comisión Bicameral de los Derechos de la Mujer, quien es a su vez la presidenta
de la Comisión Especial que estudia la Reforma a la Ley Tutelar de Menores, los
coordinadores de la CONGANI y de CECODAP, Instituciones públicas y privadas,
universidades, así como representantes de UNICEF. Todas las personas e
instituciones interesadas en el tema, contaron con la oportunidad de opinar
libremente sobre el contenido de la segunda versión del Anteproyecto.
Incluso los niños, destinatarios de la normativa propuesta, pudieron expresarse al
respecto en la celebración del II Parlamento Infantil y Juvenil organizado por los
Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP), con apoyo de la ONG Rädda
Barnen de Suecia, el cual fue llevado a cabo el 21 de junio de 1996 en la Cámara
del Senado del Congreso de la República. El I Parlamento se había realizado el
26 de junio de 1995 y la discusión versó sobre los derechos de la niñez y
adolescencia.
A lo largo de todo este período de discusión, se contó con la asesoría técnica de
expertos internacionales, quienes habían participado, en la región
latinoamericana, en la redacción de textos jurídicos adecuados a la Convención.
Con base en la pluralidad de respuestas obtenidas durante el período de consulta
y en la constatación de que el tema de la reforma de la ley despertaba mucho
interés en diversos sectores, la sociedad civil sugirió a la Comisión Especial
conformar un equipo redactor en el que participaran de manera efectiva otras
instituciones, calificadas en la materia, además del INAM. Lamentablemente, tal
proposición no logró concretarse y el Instituto elaboró otra versión de la ley, la

38
cual fue presentada en octubre de 1996 bajo el nombre de Propuesta del
Instituto Nacional del Menor a la Comisión Especial del Congreso que
estudia la Reforma Parcial a la Ley Tutelar de Menores.
Durante ese mismo mes, UNICEF firmó con la UCAB un Convenio de
Cooperación que contemplaba, entre otras actividades, la revisión de la última
propuesta del INAM y la elaboración de una versión alternativa, en caso de que
fuese necesario. Con la firma del Convenio, el Centro de Investigaciones
Jurídicas -C.I.J.- de la UCAB pasó a ser el núcleo del proceso legislativo y es por
ello que junto a sectores relevantes de la sociedad civil, se abocó al análisis de la
propuesta del INAM. Siendo el resultado del estudio que, aún cuando la
propuesta tuviese muchos aspectos positivos, no acogía plenamente la doctrina
de la Protección Integral, amen de padecer de graves fallas de técnica legislativa,
se decidió finalmente elaborar un nuevo anteproyecto de ley. A tales fines se
conformaron dos equipos: uno técnico redactor, integrado por abogados
especialistas en derecho civil, penal, administrativo y derechos humanos y otro de
apoyo, integrado por representantes de la sociedad civil, Congreso de la
República y UNICEF. Ambos equipos trabajaron juntos, coordinados por el Centro
de Investigaciones Jurídicas.
La Comisión Especial del Congreso decidió entonces esperar por la redacción del
nuevo documento. El INAM, por su parte, cesó su actividad legislativa pero
continuó mejorando su propuesta y profundizando la descentralización de sus
programas, entidades y servicios, a fin de preparar su estructura para el
advenimiento de la nueva ley y además, colaborando activamente con el equipo
redactor de la UCAB. UNICEF siguió con su acción de apoyo, propiciando el I y II
Encuentro Nacional de Jueces y Procuradores de Menores (diciembre, 1996 y
mayo, 1997), a objeto de incorporarlos al proceso legislativo. Brindó, así mismo,
apoyo técnico al equipo redactor.
De modo que, a partir de marzo de 1997, los equipos técnico redactor y de apoyo
desplegaron una intensa actividad. Entre abril y mayo, realizaron más de 20
reuniones conjuntas para efectuar ejercicios de derecho comparado, obtener

39
insumos para la elaboración de la normativa, discutir y decidir sobre el contenido
del anteproyecto.
El 20 de junio de 1997 estuvo listo el borrador del Anteproyecto de Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, que fue sometido a la
discusión y validación de expertos nacionales e internacionales, así como de la
sociedad civil, del INAM y de los Jueces de Menores. Recibidas y asimiladas las
observaciones, el equipo técnico del Centro de Investigaciones Jurídicas procedió
a dar la redacción definitiva al Anteproyecto, el cual fue consignado ante la
Comisión Especial del Congreso el 23 de julio de 1997, acto en el cual estuvieron
presentes diputados, jueces y participaron activamente la sociedad civil y los
destinatarios de la ley, los niños de Venezuela.
Inmediatamente después de la consignación del anteproyecto, el Congreso cesó
sus actividades por entrar en período de vacaciones. Sin embargo, ello no impidió
se continuara trabajando, pues antes de que se reanudaran las sesiones, a partir
de octubre, los distintos actores del proceso de adecuación legislativa,
especialmente la sociedad civil, ya habían iniciado una serie de actividades
públicas y reuniones alrededor de la discusión del mismo, con el ánimo de
favorecer y garantizar, en la medida de lo posible, su aprobación.
En ese sentido, durante septiembre de 1997, y en realidad hasta culminar el
proceso, se entablaron contactos y concretaron reuniones con distintos jefes de
las fracciones políticas del Congreso, representantes de medios de comunicación
social, del INAM, de la Conferencia Episcopal Venezolana, alcaldes,
gobernadores, en fin, con todos aquellos sensibilizados por la materia, a objeto de
generar una matriz de opinión favorable que contribuyera a la introducción del
anteproyecto en su primera discusión legislativa.
El INAM, por su parte, en octubre de ese año, expresó al Congreso su adhesión
al Anteproyecto presentado por el equipo técnico de la UCAB, en virtud de su
afinidad ideológica y operativa, retirando su más reciente propuesta y
reservándose el derecho a hacer observaciones puntuales en los aspectos que
estimase conveniente.

40
Visto que todo marchaba lentamente, y alianzas importantes estaban
consolidadas, el 22 de octubre de 1997, el Comité Juntos por una Nueva Ley
decidió redactar y enviar una carta a la Presidenta de la Comisión Especial para
la reforma de la Ley Tutelar de Menores, con el propósito de expresarle la
preocupación reinante entre los grupos organizados de la sociedad civil por el
hecho de que el anteproyecto de ley no había sido introducido en la Cámara de
Diputados, para su primera discusión, tal y como había sido acordado. La carta
estuvo firmada, además, por la presidenta del INAM y la coordinadora del equipo
técnico de la UCAB.
En noviembre de 1997, mes del VIII Aniversario de la Aprobación de la
Convención Sobre los Derechos del Niño, CECODAP, Comité Juntos por una
Nueva Ley y UNICEF organizaron un serie de actividades alusivas a tan
significativa fecha. Siendo pertinente destacar el encuentro masivo en los jardines
del Congreso de niños y jóvenes de diferentes escuelas, representantes de
ONG’s de atención a la infancia y a los derechos humanos, miembros de la
Comisión Especial del Congreso, Presidente, Vice-presidente y Consultoría
Jurídica del Congreso, representantes del INAM, UCAB, UNICEF, Ministerio de
Educación, Relaciones Exteriores, Familia y Juventud, Episcopado, Jueces, así
como, de la Fiscalía; el cual se aprovechó para que los actores del proceso,
solicitaran públicamente se sometiera lo antes posible el proyecto a la primera
discusión en la Cámara de Diputados. Vista la euforia de la audiencia, las
autoridades del Congreso prometieron darle curso a la petición prontamente.
No obstante, transcurrieron dos meses más hasta que, casi sorpresivamente, el
03 de febrero de 1998, se efectuó la primera discusión del Proyecto de Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, siendo el mismo
aprobado de forma unánime.
A partir de ese momento, el equipo técnico del Centro de Investigaciones
Jurídicas de la UCAB comenzó la preparación del proyecto, con miras a su
segunda discusión. En tal sentido, el equipo redactor acometió dos tareas: una
revisión a fondo del articulado para así identificar posibles reducciones en su

41
extensión y la realización de una serie de reuniones con el Instituto Nacional del
Menor, desde finales de febrero y hasta comienzos de marzo aproximadamente,
en las que también participaron miembros de la sociedad civil, para de nuevo
discutir sobre los puntos en los que aún existían diferencias e intentar salvarlas o
disminuirlas.
Paralelamente, los días 9 y 10 de Marzo de 1998, se celebró el seminario: Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente: Nuevo reto para las
alcaldías, el cual estuvo organizado por la Fundación Acción Social del Municipio
Libertador y contó con la participación de un invitado internacional, consultor de
UNICEF para América Latina.
Por su parte, el resultado de las reuniones entre el equipo redactor y el INAM fue
muy positivo, pues se lograron acuerdos importantes. El 20 de marzo de 1998, se
distribuyó a los actores del proceso legislativo el borrador del documento
denominado “Modificaciones al Proyecto de Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente”, a fin de someterlo a una última revisión. El 02 de Abril de
1998, se consignó formalmente dicho documento en el Congreso de la República,
en un acto al cual asistieron representantes de la sociedad civil, UNICEF e INAM,
este último, también hizo entrega de un documento contentivo de los aspectos
sobre los cuales no fue posible el acuerdo entre el Instituto y los proyectistas. La
presencia conjunta de los actores del proceso fue una estrategia concebida para
demostrar a los diputados que, pese a las pocas diferencias aún existentes, el
consenso entre la partes era casi absoluto y las relaciones estaban marcadas por
la cordialidad y la madurez.
La Comisión Especial del Congreso recibió infinidad de documentos contentivos
de observaciones y/o comentarios sobre el Proyecto en cuestión, tanto de jueces
de menores, miembros de universidades de todo el país, distintas organizaciones
civiles y hasta de particulares.
Todo este material escrito al que se ha hecho referencia, sirvió para la reflexión y
a la vez de insumos al informe que la Comisión Especial del Congreso debía
preparar con ocasión de la segunda discusión, en la Cámara de Diputados, del

42
proyecto de ley. Las modificaciones sugeridas por el equipo redactor,
fundamentalmente, de fusiones y reubicaciones de artículos fueron acogidas,
disminuyendo así la cantidad total aprobada en la primera discusión, sin causar
daños al sistema propuesto en la ley.
El 19 de Junio de 1998 se celebró, por cuarto año consecutivo, el Parlamento
Nacional Infantil y Juvenil en el Hemiciclo de la Cámara del Senado,
aprovechándose una vez más la ocasión para promocionar la necesidad de
aprobar el proyecto de ley. Durante el evento, la Presidenta de la Comisión
Especial del Congreso reiteró el compromiso de los parlamentarios a su cargo y
el suyo propio, por no desmayar en el ánimo de seguir trabajando a favor del
proyecto de ley e hizo alusiones al informe para la segunda discusión.
El 23 de junio de 1998, la Comisión en un último y fructífero esfuerzo por salvar
cualquier diferencia que acaso persistiera entre los actores del proceso, sometió a
su consideración el Informe preparado para la segunda discusión del proyecto y
en esta oportunidad se lograron acuerdos definitivos.
El 14 de julio de 1998, los Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP), la
Embajada Británica, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto
Nacional del Menor y los Ministerios de Relaciones Interiores y de Educación,
llevaron a cabo otra actividad pública liderizada por niños, que llevó por nombre
“El Arco Iris de la Esperanza”, con el objetivo de presionar nuevamente para
avanzar en las discusiones parlamentarias y exigir a las máximas autoridades del
Congreso la aprobación del proyecto de ley.
Luego, el 21 de julio de 1998 se inició la segunda discusión del proyecto en la
Cámara de Diputados, prolongándose la misma durante dos sesiones más, hasta
que finalmente el día 29 de julio, fue aprobado el Proyecto de Ley Orgánica para
la Protección del Niño y del Adolescente en su totalidad y casi sin modificación
alguna.
Superada esta fase, los actores intervinientes en el proceso legislativo
desarrollaron, durante todo el mes de agosto, un intenso “lobby” pero esta vez en
la Cámara del Senado con los distintos representantes de las fracciones políticas,

43
a fin de ganar adeptos en este nivel y procurar un desenlace positivo en la
discusión. No obstante, las dificultades estuvieron presentes y tras un arduo
trabajo se logró salvar la cerrada resistencia de la directiva de la Cámara
(presidente y dos vice-presidentes). Afortunadamente, miembros de la nueva
Comisión Especial del Senado eran partidarios del proyecto de ley y colaboraron
de forma vigorosa para propiciar la discusión del mismo.
Después de varias reuniones entre los miembros de esa Comisión y los actores
intervinientes en el proceso, el 01 de septiembre de 1998, la discusión del
Proyecto de Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente entra en
la agenda de discusión de la Cámara del Senado. Lamentablemente, el debate
no logró agotarse ese día, vista la alteración recurrente en los puntos de agenda y
la discusión simultánea de distintos proyectos de ley igualmente relevantes.
Finalmente y tras una jornada muy extensa y extenuante, fue sancionada la ley el
02 de septiembre de 1998 cerca de la medianoche.
Llegado a este momento del proceso, solo restaba la promulgación de la ley por
el Presidente de la República. Por ello, a partir de entonces los actores (INAM,
sociedad civil, UCAB, UNICEF) se dedicaron a dos tareas: vigilar las correcciones
que la Secretaría del Senado haría a la ley sancionada y hacer “lobby” con los
Ministros del Gabinete Ejecutivo que intervendrían en la promulgación de la ley.
El período transcurrido entre la aprobación de la ley en el Senado y su remisión al
Presidente de la República fue inusualmente largo. No obstante, el jueves 02 de
octubre de 1998, el Presidente de la República promulga la Ley Orgánica de
Protección del Niño y del Adolescente, la cual es publicada en Gaceta Oficial
Extraordinaria, número 5266, de la misma fecha, y refrendada por los Ministros de
Relaciones Interiores, de Educación (encargado), del Trabajo y de la Familia.
De esa fecha hasta el primero de abril del año 2000, la ley ha estado en período
de “vacatio legis”.

44
LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA DE LA PROTECCIÓN INTEGRAL Y LAS
DISPOSICIONES DIRECTIVAS DE LA LEY ORGÁNICA PARA LA
PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

Cristóbal Cornieles Perret Gentil

Sumario: Introducción. 1. El objeto de la ley. 2. La definición de niño y de


adolescente. 3. El principio de igualdad y no discriminación. 4. El principio de
participación y corresponsabilidad del Estado, la familia y la sociedad en la
protección integral de niños y adolescentes. a. El Estado: una obligación
irrenunciable. b. La familia: un papel fundamental. c. La sociedad: participación y
solidaridad protagónica. 5. El principio de la Prioridad Absoluta. 6. El principio del
Interés Superior del Niño. a. La opinión de los niños y adolescentes. b. La
búsqueda del equilibrio. c. La condición de los niños y adolescentes como
personas en desarrollo. 7. El principio de gratuidad. Bibliografía.

Introducción
Las Disposiciones Directivas de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente (LOPNA) desarrollan los principios fundamentales de la Convención
sobre los Derechos del Niño (CDN) y, especialmente, del paradigma sobre el cual
ella se fundamenta: la Doctrina de la Protección Integral. En ellas se establecen
los valores, principios y criterios que inspiraron el contenido de la nueva ley, que
están presentes de forma absolutamente transversal en todos sus Títulos, en las
normas referidas a los Derechos, garantías y deberes, al Sistema de Protección
del Niño y del Adolescente, a las Instituciones Familiares y al Sistema de
Responsabilidad Penal del Adolescente. De allí que sean de primera importancia
y observancia imperativa en el desarrollo de la legislación ordinaria que pueda
derivarse de esta ley orgánica, cuando pueda existir algún vacío legal, una norma
de difícil interpretación o para aplicar la legislación a un caso que no se encuentra

45
claramente regulado. Cada vez que se presente alguna de estas situaciones,
debe retornarse obligatoriamente a los principios y directrices desarrollados en las
Disposiciones Directivas.

Desde esta perspectiva, el Título I de la LOPNA aborda la regulación de:

1. El objeto de la ley;
2. La definición de niño y de adolescente;
3. El principio de igualdad y no discriminación;
4. El principio de participación y corresponsabilidad del Estado, la familia y la
sociedad en la protección integral de niños y adolescentes;
5. El principio de la Prioridad Absoluta;
6. El principio del Interés Superior del Niño; y,

7. El principio de gratuidad.

1. El objeto de la LOPNA.
La técnica legislativa aconseja que el primer artículo de cualquier acto normativo
debe definir el objeto de la ley, estableciendo claramente qué persigue o cuál es
su finalidad, así como qué materias o áreas regula. Siguiendo esta
recomendación, el artículo 1 de la LOPNA señala que:

“Esta Ley tiene por objeto garantizar a todos los niños y adolescentes, que
se encuentren en el territorio nacional, el ejercicio y el disfrute pleno y
efectivo de sus derechos y garantías, a través de la protección integral que
el Estado, la sociedad y la familia deben brindarles desde el momento de su
concepción.”

La nueva ley acoge desde su primera disposición la Doctrina de la Protección


Integral, desplazando y dejando atrás de forma definitiva las viejas concepciones
de la Doctrina de la Situación Irregular. Así, se observa en primer lugar que la
LOPNA tiene como finalidad asegurar los derechos de todos los niños y
adolescentes, no solamente de aquellos que se encuentren en situación irregular.
Por este motivo, cuando se desarrolla el Sistema de Protección del Niño y del

46
Adolescente se crean mecanismos e instancias dirigidos a toda la población
infantil y adolescente de Venezuela y no solamente a un sector de ella.

En segundo lugar, la disposición transcrita indica cómo deben asegurarse los


derechos de los niños y adolescentes, al establecer que el Estado, la familia y la
sociedad son responsables de forma concurrente o corresponsables de su
protección integral. De esta manera se amplían los actores que tienen potestades
y deberes en la garantía de los derechos de la infancia y la adolescencia, lo cual
tiene implicaciones determinantes en los criterios de organización y
funcionamiento del Sistema de Protección al Niño y al Adolescente y del Sistema
Penal de Responsabilidad del Adolescente, especialmente en relación a la
concreción del derecho a la participación de la sociedad.

En tercer lugar, el contenido del artículo en análisis evidencia que la ley se funda
en la concepción de los niños y adolescentes como sujetos plenos de Derecho,
pues se señala que debe asegurárseles “el ejercicio y disfrute pleno y efectivo
de sus derechos y garantías”. Así, se les reconoce la titularidad de un conjunto de
derechos fundamentales, de carácter civil, político, económico, social, cultural y
ambiental. Al tiempo que se garantiza expresamente que tienen capacidad para
ejercer sus derechos por sí mismos (de manera progresiva, conforme a su
capacidad evolutiva y bajo la orientación de sus padres, representantes o
responsables, según lo dispuesto en el artículo 13 de la LOPNA). En
consecuencia, la protección integral que desarrolla la nueva ley no sólo persigue
que los niños y adolescentes disfruten de sus derechos y garantías, sino que
busca especialmente que ellos puedan ejercerlos de forma personal, directa y
progresiva. Bajo este nuevo paradigma, el reconocimiento de la titularidad de
derechos y deberes unidos a su ejercicio y cumplimiento progresivo definen el
objetivo de la protección integral, así como las condiciones sine qua non o
imprescindible para asegurar el desarrollo integral de los niños y adolescentes.

En definitiva, el artículo 1 de la LOPNA se puede considerar como una especie de


resumen o síntesis de todo su contenido. Si se quiere, puede afirmarse que las

47
restantes 684 disposiciones son simplemente el desarrollo detallado de su objeto.
En todo caso, lo que si resulta suficientemente claro, es que la nueva ley acoge,
desde su primer artículo, la Doctrina de la Protección Integral y los principios de la
CDN.

2. La definición de niño y de adolescente.

El artículo 2 de la LOPNA define al niño como “toda persona con menos de doce
años de edad” y al adolescente como “toda persona con doce años o más y
menos de dieciocho años de edad”.

El objetivo principal de establecer esta nueva terminología es desterrar del


ordenamiento jurídico la expresión “menor de edad”, a los fines de sustituirla por
“niño” o “adolescente”, que además de ser la nueva nomenclatura de la ley,
también es la empleada en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (5).

Existen diversos motivos para evitar el uso de “menor” o “menor de edad”. Una
primera consideración, de estricto orden jurídico, es que este término deviene de
la Minoridad o Menoridad, la cual está necesariamente asociada a una condición
de incapacidad general, plena y uniforme para ejercer personalmente los
derechos y asumir responsabilidades. En nuestra cultura jurídica “menor de edad”
e incapacidad son términos y condiciones análogas. Inclusive, se suele afirmar
con cierta ligereza que las personas que tienen menos de 18 años de edad son
incapaces en todas las esferas de su vida, a pesar que en algunos casos la
legislación les atribuye capacidad plena o limitada (6). Por el contrario, la Doctrina
de la Protección Integral y la CDN reconocen que los niños y adolescentes son
sujetos plenos de Derecho y, que en consecuencia, tienen capacidad progresiva
para exigir, defender y ejercer por sí mismos sus derechos, así como para cumplir
con sus deberes.

5
En este sentido ver el Capítulo V “De los Derechos Sociales” del Título III “DE LOS
DEBERES, DERECHOS HUMANOS Y GARANTÍAS”.

48
Desde esta perspectiva, resulta conveniente y necesario evitar el uso de la noción
“menor de edad” para referirse a los niños y adolescentes, pues emplearla es
poco más que afirmar que ellos son incapaces plenos, absolutos y uniformes en
todas las esferas de su vida. Al menos, dentro de cultura jurídica imperante en
Venezuela. Por ello, para adecuar la legislación nacional a la CDN y apuntalar la
ruptura paradigmática era imprescindible borrar cualquier vestigio que permitiera
interpretar o entender que los niños y adolescentes carecen de capacidad de
ejercicio progresiva.

Una segunda consideración, de orden más bien sociológico, es que el término


“menor” o “menor de edad” ha adquirido a través del tiempo un contenido
estigmatizante o discriminatorio dentro de nuestra sociedad. Con estas palabras
se distinguen usualmente a quienes se encuentran excluidos, marginados y en
situación de pobreza. Pero sobre todo, se suele llamar así a aquellos que han
sido víctimas de una grave violación a sus derechos (menores prostituidas, un
menor explotado, una menor ultrajada, un menor abandonado, trafico y venta de
menores) o a quienes son victimarios de otras personas, aquellos que han
incurrido en un delito o una falta. En nuestro país “menor de edad” es diferente a
“niño” o “adolescente”. Nadie desea que sus hijos o hijas sean incluidos dentro de
los menores de edad, pues como decía un poeta venezolano, en la prensa los
niños salen retratados en las páginas de sociales, mientras los menores aparecen
en las páginas de sucesos.

Por estas razones, durante el proceso de elaboración de la LOPNA muchas


voces exigieron que se eliminara el uso de la nomenclatura “menor” o “menor de
edad”, fundamentalmente en el sector no gubernamental y el académico. Está
solicitud fue exigida de forma reiterada por los propios niños y adolescentes que
participaron en este proceso, quienes afirmaban que no eran “menores” o
“menos” que nadie, que les disgustaba que se refirieran a ellos de esa manera,

6
Piénsese a título de ejemplo en los “menores emancipados” del Código Civil o en la
capacidad laboral de los mayores de 14 años de edad de la Ley Orgánica del Trabajo.

49
que querían ser tratados como personas y sujetos plenos de Derecho, con la
única especifidad de que se encuentran en crecimiento y desarrollo.

Ahora bien, el artículo 1 de la CDN denomina niño a “todo ser humano menor de
18 años de edad”. Por lo tanto, el tratado internacional no distingue categorías
dentro de este sector de la población, mientras que la LOPNA si diferencia entre
los “niños” y los “adolescentes”. Según la exposición de motivos de la nueva ley,
la “finalidad perseguida con esta opción es regular con mayor sencillez las
materias relativas al ejercicio de derechos y garantías, los deberes y
responsabilidades...”. Por tanto, el objetivo de esta distinción etaria es crear un
régimen de capacidad jurídica en el cual se reconoce a los adolescentes mayor
capacidad que a los niños en lo referido al ejercicio personal de sus derechos y
en materia de cumplimiento de deberes y responsabilidades. De este modo, se
observa que algunas disposiciones de la ley otorgan de forma expresa mayor
capacidad a los adolescentes para ejercer determinados derechos, por ejemplo,
el derecho a la justicia (artículo 87), la capacidad civil para el pleno ejercicio del
derecho a la libre asociación (artículo 84) o la capacidad en materia de trabajo
(artículo 100). En este mismo sentido, es obvio que el Sistema de
Responsabilidad Penal es exclusivo de los adolescentes, mientras que los niños
que incurren en conductas tipificadas por la ley como delitos o faltas quedan
sujetos al Sistema de Protección del Niño y del Adolescente (artículos 532 y 534).

Finalmente, en el segundo párrafo del artículo 2 de la LOPNA se establece una


solución aplicable a los casos en que existen dudas sobre la edad de una
persona, en los siguientes términos:

“Si existieren dudas acerca de si una persona es niño o adolescente se le


presumirá niño, hasta prueba en contrario. Si existieren dudas acerca de si
una persona es adolescente o mayor de dieciocho años, se le presumirá
adolescente, hasta prueba en contrario.”

Esta regulación guarda especial interés a los fines de determinar la capacidad


jurídica de la persona, así como las instancias y órganos competentes para

50
conocer del caso concreto. Recuérdese que a los niños se les reconoce menos
capacidad jurídica que a los adolescentes para ejercer progresivamente sus
derechos y para asumir sus responsabilidades. Desde esta perspectiva, piénsese,
por ejemplo, en los casos en que existen dudas acerca de si una persona que ha
incurrido en un hecho punible es niño o adolescente, según esta disposición se le
debe considerar niño hasta prueba en contrario a los fines de determinar a cuál
sistema está sujeto.

En todo caso, es importante subrayar que esta norma establece una presunción
iuris tantum, esto es, que a efectos legales se considera cierta hasta plena
prueba en contrario. De allí que, en estos casos, sea conveniente y hasta
necesario confirmar la edad cronológica de la persona a través de cualquier
medio de prueba, prefiriendo los exámenes médico antropológicos cuando sea
posible efectuarlos.

3. El principio de igualdad y no discriminación.

La igualdad de todas las personas y la prohibición categórica de cualquier tipo de


discriminación es uno de los principios propios del Derecho de los Derechos
Humanos, previsto generalmente en todas las declaraciones y tratados
internacionales sobre esta materia, que en el caso específico de los niños y
adolescentes se encuentra consagrado en el artículo 2 de la CDN en los
siguientes términos:

“Los Estados Partes respetaran los derechos enunciados en la presente


Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción,
sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el
idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional
étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el
nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus
representantes legales.”

51
La finalidad de esta norma es asegurar a todos los niños y adolescentes la
efectividad de todos sus derechos fundamentales, por lo tanto su naturaleza
jurídica corresponde al de una garantía, de allí que se suela denominar como un
“principio garantista”. El artículo 3 de la LOPNA recoge y desarrolla el principio de
igualdad y no discriminación:

“Las disposiciones de esta Ley se aplican por igual a todos los niños y
adolescentes, sin discriminación alguna fundada en motivos de raza, color,
sexo, edad, idioma, pensamiento, conciencia, religión, creencias, cultura,
opinión política o de otra índole, posición económica, origen social, étnico o
nacional, discapacidad, enfermedad, nacimiento o cualquier otra condición
del niño o adolescente, de sus padres, representantes o responsables, o de
sus familiares.”

La disposición transcrita consagra el valor fundamental que todos los niños y


adolescentes son iguales, por lo que deben recibir igual protección, prohibiendo
categóricamente cualquier tipo de discriminación negativa, independientemente
de los motivos en que se funda o se origina. En consecuencia esta disposición
reafirma que la nueva ley brinda protección integral a toda la población infantil y
adolescentes de nuestro país, y no solamente a una parte de ella, como ocurría
bajo el paradigma de la situación irregular.

Como se señaló, el artículo 3 de la LOPNA prohibe exclusivamente la


discriminación negativa, la cual debe entenderse como el trato diferenciado de
una persona frente a otras, siempre que “tengan por objeto o por resultado anular
o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de
7
los derechos y libertades” ( ). Por el contrario, sería perfectamente compatible
con el contenido de esta disposición la discriminación positiva, esto es, el trato
diferenciado de una persona que está dirigido a garantizar su igualdad frente a
otras personas y no a vulnerarla, que tienen como finalidad garantizar sus
derechos en virtud de su particular situación de desigualdad o discriminación

52
social. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela legitima la
discriminación positiva, señalando que es una forma de asegurar que la igualdad
sea “real y efectiva” y no simplemente un postulado formal e, inclusive,
estableciendo expresamente que la ley “adoptará medidas positivas a favor de
personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables” ( 8).

El ámbito de aplicación personal o subjetivo del principio de igualdad y no


discriminación se extiende a todas las personas encargadas de aplicar o cumplir
la LOPNA, incluidos aquellos que representan o laboran en el Estado, a los
integrantes de las familias y de la sociedad, e inclusive a los propios niños y
adolescentes. Su ámbito de aplicación material u objetivo es bastante obvio: es
de imperativa observancia cada vez que se cumpla o aplique la nueva ley, es
decir, siempre que se trate de una situación relacionada con el goce y ejercicio de
un derecho o al cumplimiento de un deber o responsabilidad.

Un elemento novedoso del principio en análisis es que además de prohibir la


discriminación negativa motivada en las condiciones o características del niño y
adolescente, extiende esta garantía a aquellos tratos desiguales originados en las
condiciones o características de sus padres, madres, representantes,
responsable o cualesquiera otro familiar (bien sea por consanguinidad o afinidad,
e independientemente de que sean ascendientes, colaterales o descendientes).
Se trata de una adaptación del principio general de igualdad y no discriminación a
la condición específica de la infancia y la adolescencia, pues es bien sabido que
en muchas ocasiones los niños y adolescentes son discriminados no por sus
propias condiciones, sino por aquellas de sus familiares o de quienes se
encargan de su crianza. Con esta adaptación se busca evitar que sus derechos
sean vulnerados por su relación y afinidad con estas personas. Piénsese a título
de ejemplo, en los casos en que a los niños se les niega su ingreso a una
institución educativa de religiosos por que sus padres son divorciados o

7
Artículo 21 número 1 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
8
Artículo 21 número 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

53
pertenecen a otra religión, o en los niños venezolanos hijos de padres extranjeros
con estadía ilegal en el país a quienes se les niega su derechos a ser inscritos en
el registro civil y a tener una identidad.

Un comentario final, el principio de igualdad y no discriminación está presente de


forma absolutamente transversal en todos los Títulos de la LOPNA,
particularmente se “ratifica en muchas de las disposiciones de la ley cuando se
emplea la palabra “todos” al referirse a los niños y adolescentes. En efecto, al
utilizar la palabra “todos los niños y adolescentes” se persigue subrayar que la ley
no admite de forma alguna la posibilidad de excluir de su ámbito de aplicación y
protección a ningún niño o adolescentes” (9).

4. El principio de participación y corresponsabilidad del Estado, la familia y


la sociedad en la protección integral de niños y adolescentes.

La CDN establece que la protección integral de la infancia y la adolescencia debe


ser asumida como una responsabilidad concurrente y con la participación del
Estado, la familia y la sociedad. Cada uno de ellos con obligaciones propias y
diferenciadas, aunque coincidentes en su finalidad: garantizar el desarrollo
integral de todos los niños y adolescentes, en un ambiente donde se les asegure
el disfrute y ejercicio de sus derechos, así como el cumplimiento de sus deberes.

Este principio se funda en dos ideas: que todas las personas, sin excepción,
tienen deberes con los niños y adolescentes; y, que la forma más adecuada y
efectiva para garantizar sus derechos y deberes es coordinar y orientar todas las
iniciativas, esfuerzos y recursos, tanto del sector público como del privado, para
crear un sistema de protección integral. Se entiende que la participación
mancomunada y corresponsable de la trilogía Estado-Familia-Sociedad permite
brindar una mejor atención a un mayor número de niños y adolescentes, a través
de una red social donde cada persona y cada autoridad le corresponde una

9
Exposición de Motivos de la LOPNA.

54
alicuota de responsabilidad y un conjunto de obligaciones, al tiempo que se les
reconoce determinados derechos y atribuciones para poder asumirlas.

La CDN establece que dentro de la trilogía Estado-Familia-Sociedad la familia


constituye el espacio natural para el desarrollo de las personas, especialmente
para los niños y adolescentes. Por este motivo, le asegura un rol fundamental en
su protección integral. Desde esta perspectiva, este tratado internacional
establece que el Estado debe, ante todo, apoyar y fortalecer a la familia para que
pueda asumir esta enorme responsabilidad y, cuando sea necesario, garantizar
directamente los derechos y deberes de la infancia y la adolescencia. Mientras
que consagra que la sociedad tiene el deber y el derecho de participar en todo
este proceso de protección integral, cooperando solidariamente con el Estado y la
familia.

Ahora bien, la única manera de garantizar que la corresponsabilidad sea real y


efectiva es asegurando la participación protagónica de la familia y la sociedad en
las políticas y programas de protección integral. No hacerlo es negar de plano la
corresponsabilidad. De allí que sea imprescindible crear, promover y desarrollar
mecanismos de participación social en “la formación, ejecución y control de la
gestión pública” (10) en el área de la infancia y la adolescencia. A esto se le
denomina dentro de la Doctrina de la Protección Integral el principio de
participación.

Existe por lo tanto un vínculo inquebrantable entre corresponsabilidad y


partipación. Se trata de dos caras de la misma moneda. Una no puede existir sin
la otra. La corresponsabilidad sin participación es una ficción. La participación sin
corresponsabilidad se vuelve ilusoria y abstracta. De allí que hayamos preferido
unir ambos principios a la hora del análisis y los comentarios, proponiendo que
hablemos más bien del principio de participación y corresponsabilidad.

10
Artículo 62 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

55
El artículo 78 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela recoge
expresamente el principio de participación y corresponsabilidad de la CDN:

“Los niños, niñas y adolescentes son sujetos plenos de derecho y estarán


protegidos por legislación, órganos y tribunales especializados, los cuales
respetarán, garantizarán y desarrollarán los Contenidos de la Constitución,
la Ley, la Convención sobre los Derechos del Niño y demás tratados
internacionales que en esta materia haya suscrito y ratificado la República.
El Estado, las familias y la sociedad asegurarán, con prioridad
absoluta, protección integral, para lo cual se tomará en cuenta su
interés superior en las decisiones y acciones que les conciernan. El
Estado promoverá su incorporación progresiva a la ciudadanía activa y
creará un sistema rector nacional para la protección integral de las niñas,
niños y adolescentes.” (negrillas añadidas)

La LOPNA también acoge expresamente este principio desde su primer artículo,


como se señaló previamente, regulando los criterios y directrices fundamentales
del mismo en sus artículo 4, 5 y 6, en los cuales se establece de forma general el
papel que le corresponde desempeñar al Estado, la familia y la sociedad en la
protección integral de los niños y adolescentes. Estas normas luego son
desarrolladas en detalle a lo largo de toda la ley, especificando las obligaciones,
responsabilidades y derechos de cada uno de los integrantes de esta trilogía.

El principio de participación y corresponsabilidad supone una ruptura


paradigmática con la Doctrina de la Situación Irregular. Implica un cambio radical
de la legislación fundamentada en este paradigma (básicamente la Ley Tutelar de
Menores y la Ley del Instituto Nacional del Menor), en la cual se sobredimensiona
y extralimita el papel del Estado en la protección de los niños y adolescentes,
dificultando y solapando los esfuerzos de la sociedad organizada en esta área y
desplazando frecuentemente a la familia de sus propias responsabilidades. Un
modelo de atención que tendía a monopolizar en el Estado todas las
obligaciones, inclusive aquellas que por su naturaleza le correspondían a la

56
familia y la comunidad. Leyes que negaban la participación protagónica del
pueblo en la gestión pública de algo tan importante como el futuro de la
República: sus niños y adolescentes.

Con la LOPNA se abre un nuevo capítulo dentro de la historia de la infancia y


adolescencia venezolana, una senda de desarrollo donde todos estamos
involucrados en garantizarles un futuro mejor. Estado-Familia-Sociedad uniendo
esfuerzos bajo reglas claras de corresponsabilidad y participación ciudadana,
para asegurarle la protección integral que estamos obligados a brindarles por
mandato constitucional y de la CDN.

a. El Estado: una obligación irrenunciable.

Sostener que la protección integral de los niños y adolescentes es


corresponsabilidad de la trilogía Estado-Familia-Sociedad no significa en modo
alguno que las responsabilidades del Estado en esta materia desaparecen, se
flexibilizan o se privatizan. Por el contrario, implica reafirmarlas y fortalecerlas,
pero armonizándolas con el rol fundamental que debe desempeñar la familia en el
desarrollo del niño y del adolescente, así como con el derecho y el deber que
tiene la sociedad de contribuir en esta área. Es desde esta perspectiva que las
Disposiciones Directivas de la LOPNA abordan la regulación de las obligaciones
generales del Estado. Así, en su artículo 4 se establece que:

“El Estado tiene la obligación indeclinable de tomar todas las medidas


administrativas, legislativas, judiciales, y de cualquier otra índole que sean
necesarias y apropiadas para asegurar que todos los niños y adolescentes
disfruten plena y efectivamente de sus derechos y garantías.”

Esta disposición impone de forma categórica al Estado una obligación de carácter


“indeclinable” en esta materia, es decir, una responsabilidad irrenunciable,
intransferible e indelegable. En consecuencia, siempre tendrá un compromiso y
un papel que desempeñar en la protección de la infancia y la adolescencia. Debe
interpretarse que la noción de Estado incluye a todos los niveles público

57
territoriales del Poder Público (municipal, estadal y nacional), así como a todas
las ramas en que está dividido (legislativo, ejecutivo, judicial, ciudadano y
electoral), según se desprende del artículo 136 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.

Según la norma transcrita, la obligación general del Estado consiste en adoptar


medidas cuya finalidad sea garantizar a todos los niños y adolescentes el disfrute
de sus derechos, pero particularmente el ejercicio de los mismos. Estas medidas
pueden ser de distinto carácter. Administrativas, como las políticas, programas,
servicios y medidas de protección desarrolladas en el Título III de la LOPNA.
Legislativas, como posibles leyes ordinarias sancionadas por la Asamblea
Nacional que puedan desarrollar la nueva ley orgánica, las cuales podrían
abordar materias de especial relevancia como la garantía del derecho a ser
inscrito en el registro (vinculado a la identidad del niño) o la promoción del
derecho a la participación. Judiciales, como las sentencias dictadas por los
órganos jurisdiccionales. Así como cualquier otra medida, independientemente de
su índole o naturaleza.

Lo más importante de la disposición es que establece que las medidas adoptadas


por el Estado deben ser “necesarias y apropiadas” para lograr el objetivo de
brindar protección integral a los niños y adolescentes. Así, se le agregan al
Estado dos principios de actuación en esta materia: el de necesidad y el de
efectividad.

El principio de necesidad señala que el Estado sólo está facultado y debe


adoptar medidas cuando la realidad exija crear condiciones para que los niños y
adolescentes puedan disfrutar y ejercer plenamente sus derechos y garantías.
Particularmente, su actuación es imperativa cuando existan factores que impiden
o dificultan la vigencia efectiva de los mismos o cuando éstos se encuentran
vulnerados o amenazados. Fuera de estas situaciones la actuación del Estado
parece inútil y estéril, y sería contraria a este principio. La finalidad que se busca
es limitar al Estado para que no invierta esfuerzos en políticas y programas de

58
protección que no son imprescindibles para lograr estos objetivos. Para impedir
que se desarrollen iniciativas públicas y se realicen gastos que no hacen falta,
debido a que los derechos y garantías a los cuales están dirigidos ya se
encuentran perfectamente amparados.

El principio de efectividad plantea que el Estado debe procurar adoptar aquellas


medidas que sean adecuadas o apropiadas para asegurar el objetivo de la
protección integral, esto es, la vigencia plena y efectiva de los derechos y
garantías de los niños y adolescentes. Su actuación debe ser congruente con las
condiciones y circunstancias de la realidad e idóneas para lograr este objetivo. La
finalidad del principio es evitar que se adopten medidas que no se ajustan o
corresponden con la situación planteada, que en definitiva no son eficaces ni
favorables para lograr el objetivo antes mencionado.

Para garantizar que estos principios realmente cumplan su cometido de orientar y


limitar la actuación estatal, la nueva ley establece una serie de regulaciones,
mecanismos, procedimientos, instancias y órganos. Uno de ellos es la
participación de la sociedad en la planificación, ejecución y control de las políticas
de protección integral, especialmente en los Consejos de Derechos del Niño y del
Adolescente. Se considera que a través de ella es posible asegurar que la
medidas estatales sean realmente “necesarias y apropiadas”. Por otra parte, cabe
destacar que la acción judicial de protección es un control jurisdiccional que
permite revisar si la actuación del Estado se ha regido efectivamente por estos
dos principios.

Ahora bien, las obligaciones generales del Estado no se limitan a las previstas en
el artículo 4 de la LOPNA. Adicionalmente, se establecen obligaciones referidas al
papel de apoyo y colaboración que debe prestar a la familia en la protección del
niño y del adolescente (artículo 5) y, otras referidas al deber de asegurar la
participación de la sociedad en esta área (artículo 6). Estas obligaciones serán
analizadas a continuación cuando se aborden el rol de la familia y la sociedad.

b. La familia: un papel fundamental.

59
Existe consenso universal en que la familia es la base de la sociedad, el grupo de
socialización primaria y el lugar privilegiado de desarrollo de las personas. Por
regla general, las constituciones de los Estados suelen reconocerle éste carácter,
tal y como se encuentra consagrado en el artículo 75 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, el cual establece:

“El Estado protegerá a las familias como la asociación natural de la sociedad


y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas.
Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la
solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco
entre sus integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre
o a quienes ejerzan la jefatura de familia.

Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados o criadas
y a desarrollarse en el seno de su familia de origen. Cuando ello sea
imposible o contrario a su interés superior, tendrán derecho a un familia
sustituta, de conformidad con la ley. La adopción tiene efectos similares a la
filiación y se establece siempre en beneficio del adoptado o adoptada, de
conformidad con la ley. La adopción internacional es subsidiaria de la
nacional.”

La norma reconoce el papel esencial de la familia en la sociedad, particularmente


en la vida de los niños y adolescentes, de allí que se haya reconocido
expresamente su derecho a ser criados en una familia. Este derecho manifiesta
por sí mismo la importancia que le otorga el nuevo texto constitucional a la familia
en el desarrollo integral de la infancia y la adolescencia. Adicionalmente, el
artículo 76 ejusdem reafirma esta concepción, cuando le otorga rango
constitucional al deber “compartido e irrenunciable” del padre y la madre de “criar,
formar, educar, mantener y asistir a sus hijos e hijas”.

Es importante observar que la nueva Constitución resguarda el rol prioritario de la


familia en la sociedad y en la vida de los niños y adolescentes, por ello atribuye al
Estado la obligación de adoptar medidas para fortalecer a sus integrantes y para

60
asegurar que pueda cumplir con esas funciones o responsabilidades. Así, el
Estado no se concibe como un actor que sustituye a la familia, sino todo lo
contrario, como un ente llamado a asegurar que ella pueda desempeñar de forma
plena y efectiva el papel que le corresponde como la “asociación natural de la
sociedad y como espacio fundamental en el desarrollo integral de las personas”,
no solamente en relación con los niños y adolescentes, sino también con los
jóvenes, ancianos y personas con discapacidad o necesidades especiales ( 11).
Demás está señalar que en esta materia la Constitución es perfectamente
compatible con el contenido de la CDN y de la Doctrina de la Protección Integral.

La LOPNA desarrolla desde esta perspectiva constitucional las obligaciones


generales de la familia en la protección de los niños y adolescentes. Su artículo 5
establece que:

“La familia es responsable, de forma prioritaria, inmediata e indeclinable, de


asegurar a los niños y adolescentes el ejercicio y disfrute pleno y efectivo de
sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades y
obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y
educación integral de sus hijos.

El Estado debe asegurar políticas, programas y asistencia apropiada para


que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad, y para
que los padres y las madres asuman, en igualdad de condiciones, sus
responsabilidades y obligaciones.”

Como se observa, la LOPNA precisa la Constitución en relación al papel de la


familia en la protección integral de los niños y adolescentes, señalando que ella
tiene una responsabilidad prioritaria, inmediata e indeclinable en esta materia.
Prioritaria, por que la familia se considera la primera responsable, el actor
fundamental, irremplazable e insustituible en la protección integral. Inmediata,
por que es la que está directamente relacionada con el niño o adolescente, es el

11
En este sentido ver artículos 75 al 81 de la Constitución de la República Bolivariana de

61
espacio donde el niño vive, se desenvuelve y desarrolla. Indeclinable, por que se
trata de una responsabilidad de carácter irrenunciable, intransferible e
indelegable.

Cuando esta disposición se refiere a “la familia”, debe entenderse por tal e
incluirse dentro de dicha noción tanto a la familia de origen como a la familia
sustituta. Entendiendo por familia de origen aquella “que está integrada por el
padre y la madre, o por uno de ellos y sus descendientes, ascendientes y
colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad” (artículo 345 de la LOPNA);
y, por familia sustituta “aquélla que, no siendo la familia de origen, acoge, por
decisión judicial, a un niño o a un adolescente privado permanente o
temporalmente de su medio familiar, ya sea por carecer de padre y de madre, o
porque éstos se encuentran afectados en la titularidad de la patria potestad o en
el ejercicio de la guarda”, la cual “puede estar conformada por una o más
personas y comprende las modalidades de: colocación familiar, la tutela y la
adopción” (artículo 394 de la LOPNA).

Es importante resaltar que las obligaciones generales de la familia en esta


materia se extienden mucho más allá de asegurar a los niños y adolescentes
simplemente la satisfacción, goce o disfrute de sus derechos y garantías. La
norma es explícita al afirmar que tiene una responsabilidad fundamental en
permitir, promover y hacer realidad que ellos ejerzan por sí mismos sus derechos.
Esta responsabilidad es luego desarrollada en el artículo 13 de la LOPNA, en el
cual se regula lo referido a la capacidad progresiva de los niños y adolescentes
en el ejercicio de sus derechos y garantías, así como en el cumplimiento de sus
deberes. En dicha disposición se atribuye a los padres, representantes y
responsables “el deber y el derecho de orientar a los niños y adolescentes en el
ejercicio progresivo de sus derechos y garantías, así como en el cumplimiento de
sus deberes, de forma que contribuya a su desarrollo integral y a su incorporación
a la ciudadanía activa”.

Venezuela.

62
El objetivo perseguido por la LOPNA es fortalecer el papel de las familias en el
desarrollo integral de los niños y adolescentes, señalando expresamente sus
responsabilidades y desarrollando sus contenidos. De allí que se establezcan
diversas regulaciones dirigidas a asegurar que efectivamente la familia
desempeñe este rol en la realidad y, sobre todo, a que el Estado no asuma un
carácter sustitutivo de las obligaciones familiares (12). Se concibe al Estado como
un actor que fortalece a la familia, que le brinda apoyo y cooperación, el cual
garantiza a toda costa que el niño y el adolescente sea criado en una familia,
preferiblemente en su propia familia (origen) o, excepcionalmente, cuando ello
sea imposible o contrario a su interés superior en una sustituta. De allí que el
artículo 5 de la LOPNA, atribuya al Estado como obligación general que “debe
asegurar políticas, programas y asistencia apropiada para que la familia pueda
asumir adecuadamente” su responsabilidad de garantizar a los niños y
adolescentes, “de forma prioritaria, inmediata e indeclinable”, el goce y ejercicio
de sus derechos. Este deber estatal es luego desarrollado en toda su extensión y
contenido a lo largo de la nueva ley.

c. La sociedad: participación y solidaridad protagónica.

La participación protagónica y solidaria de la sociedad es un valor que inspiró


todo el contenido de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
debe ser considerado como uno de los ejes axiológicos fundamentales, a los
cuales hizo referencia en su oportunidad la Constituyente Blancanieves
Portocarrero. En materia de los niños y adolescentes, este principio de
participación y corresponsabilidad aparece recogido expresamente en el artículo
78 ejusdem, que establece que el “Estado, las familias y la sociedad” tienen la
obligación concurrente de participar en su protección integral. Sin embargo, para

12
En este sentido ver especialmente en la LOPNA los artículos 25 “Derecho a conocer a
sus padres y a ser cuidados por ellos”, 26 “Derecho a ser criado en una familia”, 27
“Derecho a mantener relaciones personales y contacto directo con los padres”.
Igualmente, ver en su Título IV “INSTITUCIONES FAMILIARES” toda la regulación
referida a la separación de los niños y adolescentes de su familia de origen, así como las
relativas a la familia sustituta.

63
entender en toda su extensión el alcance y contenido de esta disposición, es
necesario analizarla de forma concurrente con el artículo 62 de la Constitución
que señala:

“Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar


libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus
representantes elegidos o elegidas.

La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión


pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su
completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del
Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más
favorables para su práctica.”

De esta norma pueden extraerse al menos tres elementos de relevancia en


relación al papel que le corresponde desempeñar a la sociedad en los asuntos
públicos, entre ellos la protección integral de los niños y adolescentes. Primero,
que todos los ciudadanos y, en general, el pueblo o sociedad tiene un derecho
humano fundamental de participar, bien sea directamente o a través de
representantes. Segundo, que esa participación se extiende a la formación o
planificación, la ejecución y el control de la gestión pública. Tercero, que el
Estado y la propia sociedad tienen la obligación de garantizar la efectividad de
este derecho.

Ahora bien, como se señaló previamente, el derecho humano de participación se


encuentra indivisiblemente asociado, es decir, tiene como correlativo el deber de
solidaridad social de todas las personas. Así, el artículo 78 de la Constitución
debe interpretarse de forma concordada con el artículo 135 ejusdem, que
desarrolla dicho deber en los siguientes términos:

“Las obligaciones que corresponden al Estado, conforme a esta Constitución


y a la ley, en cumplimiento de los fines de bienestar social general, no
excluyen las que, en virtud de la solidaridad y responsabilidad social y

64
asistencia humanitaria, corresponden a los particulares según su capacidad.
La ley proveerá lo conducente para imponer el cumplimiento de estas
obligaciones en los casos en que fuere necesario. Quienes aspiren al
ejercicio de cualquier profesión, tienen el deber de prestar servicio a la
comunidad durante el tiempo, lugar y condiciones que fije la ley.” ( 13)

Se puede afirmar que la LOPNA se “adelantó” a la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela, pues desarrolló a plenitud el derecho de participación
de la sociedad y su corresponsabilidad en la protección integral de los niños y
adolescentes. Sin duda alguna, esto se debe a que ambos instrumentos jurídicos
se fundan en la idea de la democracia participativa y protagónica. Así, el artículo
6 de la LOPNA recoge de forma general este principio fundamental, siguiendo
anticipadamente el texto constitucional:

“La sociedad debe y tiene derecho de participar activamente para lograr la


vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de todos los niños y
adolescentes.

El Estado debe crear formas para la participación directa y activa de la


sociedad en la definición, ejecución y control de las políticas de protección
dirigidas a los niños y adolescentes.”

Como se observa, el derecho - deber de participación de la sociedad se


encuentra consagrado en los mismos términos que en la Constitución,
expresando que se extiende a las tres fases de la gestión pública y que el Estado
debe permitirla, promoverla y asegurarla. Esta norma es luego desarrollada en la
nueva ley, estableciéndose cuáles son los mecanismos y formas de participación
social, fundamentalmente en sus Títulos III y V, que se refieren respectivamente
al Sistema de Protección del Niño y del Adolescente y al Sistema Penal de
Responsabilidad del Adolescente.

13
Esta disposición reproduce en buena medida el artículo 57 de la Constitución de la
República de Venezuela del año 1961.

65
En términos generales, en la nueva LOPNA la participación del pueblo en la
definición y control de la gestión pública en el área de protección integral de la
infancia y adolescencia, se asegura básicamente a través de los Consejos de
Derechos del Niño y del Adolescente, que están integrados por una
representación paritaria de la sociedad y del Estado. En materia de desarrollo o
ejecución de políticas, deben mencionarse que todos los programas de protección
(incluyendo los de carácter socioeducativos, a excepción de las medidas
privativas de la libertad), pueden ser desarrollados por organizaciones de carácter
privado o mixto e, inclusive, por personas naturales. Finalmente, no debe dejar de
señalarse que la nueva ley establece una serie de procedimientos administrativos
y judiciales dirigidos a controlar la gestión pública, a los fines de asegurar el
cumplimiento de todas sus disposiciones.

5. El principio de la Prioridad Absoluta.

En Venezuela se dice, constantemente, que “los niños están primero”. Frase que
repite frecuentemente desde las personas más humildes, hasta los altos
representantes del sector público y privado. Es un valor compartido por todos en
nuestra cultura, exaltado especialmente por los gobernantes. Sin embargo, a
pesar de ello, la realidad nos demuestra todo lo contrario: la infancia y la
adolescencia están después. Después de quién o de qué: de los intereses de
padres y madres, maestros, gobernantes o de los adultos en general. Muchas
veces los niños y adolescentes no son la prioridad dentro de las relaciones
familiares, en la actuación de la sociedad o en la gestión del Estado. Hay una
gran distancia entre el dicho y el hecho.

Esta cruda realidad no es local, tiene alcance universal. En el mundo, los niños no
suelen estar primero, sea en Africa, América, Asía, Europa u Oceanía. Desde
hace mucho tiempo los niños y adolescentes están después. Para cambiar esta
situación, la CDN y la Doctrina de la Protección Integral elaboraron un nuevo
principio jurídico: la Prioridad Absoluta, a partir de los artículos 2, 3,4 y 5 del
referido instrumento internacional. Este principio ha sido acogido expresamente

66
en el artículo 78 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y
desarrollado en el artículo 7 de la LOPNA, el cual dispone:

“El Estado, la familia y la sociedad deben asegurar, con Prioridad Absoluta,


todos los derechos y garantías de los niños y adolescentes. La prioridad
absoluta es imperativa para todos y comprende:

a) especial preferencia y atención de los niños y adolescentes en la


formulación y ejecución de todas las políticas públicas;

b) asignación privilegiada y preferente, en el presupuesto, de los recursos


públicos para las áreas relacionadas con los derechos y garantías de los
niños y adolescentes y para las políticas y programas de protección integral
al niño y adolescente;

c) precedencia de los niños y adolescentes en el acceso y la atención a los


servicios públicos;

d) primacía de los niños y adolescentes en la protección y socorro en


cualquier circunstancia.”

La Prioridad Absoluta es un principio cuya finalidad es asegurar la efectividad de


los derechos y garantías de los niños y adolescentes, por lo que su naturaleza
jurídica corresponde al de una garantía, debiéndose incluir dentro de los llamados
“principios garantistas”. Su objetivo es simple, hacer realidad aquello de que “los
niños están primero”, a través de una obligación de carácter jurídico.

El contenido de este principio consiste en un imperativo general de privilegiar la


protección de los derechos y garantías de los niños y adolescentes, frente a otros
derechos e intereses. Este imperativo se desarrolla a través de cuatro
obligaciones específicas, que abarcan cuatro áreas o situaciones diferentes, tal y
como se desprende de la simple lectura de la disposición. Las mismas incluyen
dos dirigidas estrictamente al sector público (letras a y b del artículo 7) y dos
aplicables al Estado, la familia y la sociedad (letras c y d del artículo 7). Es
importante señalar que estas obligaciones son de carácter categórico o absoluto,

67
en consecuencia, no admiten excepción alguna. Además, son de exigibilidad
inmediata, esto es, imperativas y exigibles desde la entrada en vigencia de la
nueva ley.

El ámbito de aplicación personal o subjetivo del principio se extiende a todos las


personas relacionadas con el niño o adolescente, incluidos aquellos que
representan o laboran en el Estado, a los integrantes de las familias y de la
sociedad. Su ámbito de aplicación material u objetivo está determinado por el
contenido de las obligaciones que establece.

Una primera lectura del principio de la Prioridad Absoluta podría llevar a pensar
que se trata de un imperativo moral, en todo caso de normas de contenido
programático, de un deber ser a lograrse en un futuro lejano e incierto. También
podría creerse que se trata obligaciones que jamas serán cumplidas en la
práctica, que son letra muerta, que el papel aguanta cualquier deseo. Por el
contrario, como se ha señalado previamente, el artículo 7 establece un imperativo
jurídico con contenidos precisos, con obligaciones exigibles y justiciables,
aplicables al Estado, la sociedad y la familia. De allí que la nueva ley establece
una serie de mecanismos para asegurar la aplicabilidad y efectividad real de este
principio, los más relevantes son:

La participación de la sociedad en la definición, ejecución y control de la


gestión pública en el área de la protección integral, la cual abre espacios para
el desarrollo de una contraloría social del Estado, para que adecue su
actuación a los parámetros de la Constitución y las leyes; y,

La acción de protección, que es “un recurso judicial contra hechos, actos u


omisiones de particulares, órganos o instituciones públicas o privadas que
amenacen o violen derechos colectivos o difusos del niño y adolescente”
(artículo 276 al 283 de la LOPNA), la cual puede ejercerse cuando ocurra dicha
circunstancia por haberse vulnerado el principio de la Prioridad Absoluta.
Piénsese, a título de ejemplo, en el ejercicio de esta acción cuando en el
presupuesto público se destine y privilegie la asignación de recursos a áreas

68
como el ornato público o los gastos de representación y relaciones públicas,
dejando en un segundo plano las necesidades presupuestarias para asegurar
los derechos de la infancia y adolescencia.

6.- El principio del Interés Superior del Niño.

Para asegurar la vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de los


niños y adolescentes es necesario que se conviertan en el centro de la vida
familiar, de la sociedad y del Estado, que sean el norte de todas sus actuaciones,
que las decisiones que tomen sean las más convenientes para su desarrollo
integral. El Interés Superior del Niño es un principio que está dirigido
precisamente a que estas premisas se vuelvan realidad, es un “principio
garantista” muy parecido a la Prioridad Absoluta, el cual se encuentra contenido
en el artículo 4 de la CDN y el artículo 78 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, siendo desarrollado por el artículo 8 de la LOPNA en
los siguientes términos:

“El Interés Superior del Niño es un principio de interpretación y aplicación de


esta Ley, el cual es de obligatorio cumplimiento en la toma de todas las
decisiones concernientes a los niños y adolescentes. Este principio está
dirigido a asegurar el desarrollo integral de los niños y adolescentes, así
como el disfrute pleno y efectivo de sus derechos y garantías.

Parágrafo Primero: Para determinar el interés superior del niño en una


situación concreta se debe apreciar:

a) la opinión de los niños y adolescentes;

b) la necesidad de equilibrio entre los derechos y garantías de los niños y


adolescentes y sus deberes;

c) la necesidad de equilibrio entre las exigencias del bien común y los


derechos y garantías del niño o adolescente;

69
d) la necesidad de equilibrio entre los derechos de las demás personas y los
derechos y garantías del niño o adolescente;

e) la condición específica de los niños y adolescentes como personas en


desarrollo.

Parágrafo Segundo: En aplicación del Interés Superior del Niño, cuando


exista conflicto entre los derechos e intereses de los niños y adolescentes
frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los
primeros.”

El principio del Interés Superior del Niño es una garantía, que consiste en un
criterio imperativo de interpretación y aplicación de la LOPNA. Su finalidad es
dual, por una parte, asegurar el desarrollo integral de los niños y adolescentes y,
por la otra, asegurar la vigencia real y efectiva de sus derechos y garantías. En
consecuencia, cada vez que se tome una decisión concerniente a niños y
adolescentes ésta debe estar dirigida a lograr esta doble finalidad. Si la decisión
vulnera, menoscaba o simplemente va en contra de estos objetivos sería ilegal, y
pueden intentarse contra ella diversos mecanismos para restablecer la situación
jurídica que ha sido infringida y, probablemente la persona en cuestión estaría
sujeta, según el caso, a responsabilidad civil, disciplinaria, administrativa o penal.

El ámbito de aplicación material u objetivo de este principio se extiende a


cualquier decisión que concierna a los niños y adolescentes, esto es, que
produzca efectos de forma directa o indirecta sobre sus derechos, garantías,
deberes o intereses en general. Mientras que su ámbito de aplicación personal o
subjetivo abarca a todas las personas que puedan tomar una decisión de esta
naturaleza, independientemente de si pertenecen al Estado, la familia o la
sociedad. Inclusive, los propios niños y adolescentes están obligados a seguir
este principio.

En fin, el Interés Superior del Niño constituye un principio dirigido a asegurar que
todas las decisiones del Estado, la familia y la sociedad que conciernan a los

70
niños y adolescentes tengan por norte sus derechos e intereses. Establece una
orientación imperativa para estas personas en cuanto a sus relaciones con la
infancia y adolescencia. En consecuencia, toda decisión que produzca efectos
directos o indirectos sobre ellos debe:

Ser la más adecuada para asegurar su desarrollo integral; y,

Asegurar hasta el máximo posible el disfrute y ejercicio del mayor número de


derechos y garantías, conforme a su carácter de interdependencia e
indivisibilidad (artículo 12 de la LOPNA), según el cual todos los derechos
humanos son igualmente importantes y deben satisfacerse de forma
simultánea. (14)

Existe una diferencia fundamental entre el antiguo “interés del menor” y el nuevo
principio. El primero permitía y legitimaba una amplísima discrecionalidad a los
jueces y funcionarios públicos, que les permitía tomar decisiones sobre niños y
adolescentes, que en ocasiones violaban el ordenamiento jurídico e, inclusive,
sus propios derechos o deberes. Por el contrario, el Interés Superior del Niño
indica una forma de actuar y establece limites a las autoridades públicas, al
ejercicio de la autoridad parental y a la actividad de las comunidades. Se trata de
un principio garantista que jamás podría ser empleado como un argumento o
justificación para contravenir la legislación so pretexto de “proteger al menor”.
Precisamente, para evitar que sea interpretado en este sentido, el Parágrafo
Segundo del artículo 8 de la LOPNA establece criterios bien definidos, que deben
ser apreciados imperativamente para determinar, en los casos concretos, el
Interés Superior del Niño, los cuales a continuación serán objetos de breves
15
comentarios. ( )

14
En este sentido ver CILLERO BRUÑOL, Miguel: “El interés superior del niño en el
marco de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.” en “Infancia, Ley y
Democracia en América Latina”, UNICEF, Editorial Temis - Depalma, Bogotá - Buenos
Aires, 1998.
15
Sobre el contenido y alcance del Interés Superior del Niño y su diferencia con el interés
del menor, recomendamos: REYNA DE ROCHE, Carmen Luisa: ““Del Interés del Menor”
al “Interés Superior del Niño” en la protección jurídica de la infancia en Venezuela.” en

71
a. La opinión de los niños y adolescentes.

Para decidir qué es mejor para un niño o adolescente es imprescindible conocer


su opinión, su punto de vista, qué piensa y cómo percibe la situación. Esto parece
obvio, sin embargo, en la práctica cotidiana no es así, Estado, familia y sociedad
suelen tomar decisiones sin consultarles, las cuales se caracterizan por la
imposición unilateral de la perspectiva de los adultos, quienes normalmente
consideran que saben mejor que los propios niños y adolescentes, que resulta
más adecuados para ellos. Este tipo de relaciones se asemejan más a una
relación sujeto - objeto que a una relación entre dos sujetos, pues niños y
adolescentes son simples receptores pasivos de decisiones. Todo ello se refleja
claramente en la legislación inspirada en la Doctrina de la Situación Irregular,
donde la opinión de los “menores” sólo se les solicita de forma excepcional ( 16).

Considerar que los niños y adolescentes son sujetos plenos de Derecho, supone
que deben ser tratados como personas con dignidad propia y capacidad jurídica
progresiva para ejercer sus derechos y asumir sus deberes. Las relaciones con
ellos no pueden sostenerse sobre la imposición unilateral de los criterios de los
adultos, deben abrirse espacios para el diálogo y el encuentro, que les permitan
ser sujetos activos y copartícipes en la creación de su realidad. Debe
reconocérseles posibilidades para participar en todas las esferas de la vida. Para
lograr que esto se haga realidad, la CDN consagra en su artículo 12 el derecho
de niños y adolescentes de opinar y ser oídos, el cual ha sido desarrollado en el
artículo 80 de la LOPNA. Esta disposición determina cómo debe apreciarse la
opinión de los niños y adolescentes para decidir en un caso concreto cual es su
Interés Superior.

“De los menores a los niños una larga trayectoria.”, Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas, UCV, Caracas, 1999; y, CILLERO BRUÑOL, Miguel: “El interés superior del
niño en el marco de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.” en
“Infancia, Ley y Democracia en América Latina”, UNICEF, Editorial Temis - Depalma,
Bogotá - Buenos Aires, 1998.
16
Piénsese en el procedimiento de situación irregular previsto en la Ley Tutelar de
Menores, en los casos aislados del Código Civil o en la Ley sobre Adopción.

72
El derecho a opinar y ser oído tiene un carácter complejo. En primer lugar, implica
que los niños y adolescentes tienen derecho expresar libremente su opinión en
cualquier asunto en que tengan interés, sea dentro del ámbito estatal, familiar,
comunitario, social, escolar, científico, cultural, deportivo, recreacional o cualquier
otro. En segundo lugar, supone necesariamente que sus opiniones sean tomadas
en cuenta en función de su desarrollo, esto es, que no se restrinja el ejercicio del
derecho a una simple formalidad, a un trámite burocrático, a un hablar sin
consecuencias o efectos sobre quienes los escuchen. El contenido del derecho
ordena expresamente que sus opiniones deben ser apreciadas imperativamente
por quienes deben oírlos, siendo ponderadas y valoradas al momento de tomar
decisiones. Esto no significa que se está en la obligación de hacer lo que mejor
les parezca a los niños y adolescentes, la LOPNA señala expresamente que su
opinión no tiene carácter vinculante, salvo en las excepciones previstas en la ley
(17).

Ahora bien, para garantizar el libre ejercicio del derecho a opinar y ser oído, el
artículo 80 de la LOPNA establece que en los procedimientos administrativos o
judiciales, la comparecencia del niño o adolescente se realizará de la forma más
adecuada a su situación personal y desarrollo. Esto supone que el lugar y las
condiciones deben ser apropiados para que puedan expresarse libremente.
Asimismo, que el personal encargado de oírlos debe estar capacitado y formado
en la materia. Por otra parte, esta disposición señala de forma categórica que
nadie puede constreñir a los niños y adolescentes a expresar su opinión,
especialmente en los procedimientos administrativos y judiciales.

b. La búsqueda del equilibrio.

La experiencia muestra cómo la sociedad venezolana suele ser profundamente


maniquea, los juicios emitidos constantemente suelen distinguir entre los buenos

17
Piénsese como ejemplo de opiniones vinculantes, el consentimiento requerido del
candidato de adopción si tiene doce años o más, de conformidad con el artículo 414 de la
LOPNA.

73
y los malos, sin grises intermedios. Estamos desacostumbrados al diálogo y a la
conciliación. Cualquier diferencia de opiniones se percibe como un conflicto
frontal entre dos contrincantes, cada uno intentando imponer su opinión y sus
intereses sobre el otro. Esta cultura se extiende desde las relaciones familiares
hasta el ámbito de las autoridades públicas.

Cuando se toman decisiones que producen efectos sobre niños y adolescentes,


muchas veces se adopta esta visión del mundo, particularmente cuando se
encuentran afectados otros intereses. Esto lleva a que muchas veces se adopten
medidas o se actúe de una forma que no favorece o, inclusive, atenta contra su
desarrollo integral. Para remediar esta situación, el artículo 8 de la LOPNA ordena
que para determinar cuál es el Interés Superior del Niño en un caso concreto es
imprescindible buscar un equilibrio entre tres elementos:

los derechos y garantías de los niños y adolescentes y sus deberes;

las exigencias del bien común y los derechos y garantías del niño o
adolescente; y,

los derechos de las demás personas y los derechos y garantías del niño o
adolescente.

La idea clave es la búsqueda de equilibrio entre distintos factores que deben


ponderarse para crear las condiciones más favorables para el desarrollo del niño
y del adolescente. Soluciones y opciones que permitan satisfacer hasta el
máximo sus derechos y garantías, pero en un escenario de respeto hacia el bien
común o interés general, los derechos de las demás personas y el cumplimiento
de sus propias responsabilidades. Se persigue que en ninguno de estos casos
prevalezca de forma unilateral cualquiera de estos elementos, que se intente
armonizar en la mejor forma posible todos estos derechos e intereses. En fin, se
trata de crear fórmulas que permitan tomar decisiones que aseguren la
satisfacción de todos o la mayor cantidad de los elementos necesarios para el
desarrollo integral del niño y adolescente.

74
Ahora bien, cuando es imposible conciliar los derechos e intereses de los niños y
adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, cuando es
ineludible un conflicto o controversia en la cual debe optarse exclusivamente por
uno u otro, deben prevalecer y privilegiarse los primeros, de conformidad con lo
previsto en el Parágrafo Segundo del artículo 8 de la LOPNA.

c. La condición de los niños y adolescentes como personas en desarrollo.

Finalmente, el último literal del Parágrafo Primero del artículo en análisis recuerda
que siempre que se tome una decisión relativa a los niños y adolescentes, no
debe olvidarse que son personas en desarrollo, sujetos plenos de Derecho con
capacidad jurídica progresiva. En consecuencia, no deben ser tratados como si
fueran “incapaces plenos, absolutos y uniformes”, como personas carentes de
raciocinio. Por el contrario, tampoco deben ser considerados como adultos. Hacer
cualquiera de estas dos cosas sería ilegal e inconstitucional. Ni lo uno ni lo otro,
niños y adolescentes tienen una condición específica, pues están en crecimiento
y evolución. Las relaciones con ellos deben fundarse sobre esta idea, el
comportamiento del Estado, la familia y la sociedad nunca pueden olvidarlo.

7. El principio de gratuidad.

El principio de gratuidad no merece mayores comentarios. No es nuevo en el


ordenamiento jurídico. Tan sólo recordemos que se trata de un “principio
garantista”, cuya finalidad es asegurar que los niños y adolescentes tengan
acceso real y efectivo a las instancias, órganos y, en general, a cualquier gestión
o mecanismo que sea necesario para su Protección Integral. Tal vez la única
novedad del artículo 9 de la nueva ley es que amplía un poco el ámbito de
aplicación material y subjetivo de este principio, tal y como se desprende de su
contenido, el cual transcribimos a continuación:

“Las solicitudes, pedimentos, demandas y demás actuaciones relativas a los


asuntos a que se refiere esta Ley, así como las copias certificadas que se
expida de las mismas se harán en papel común y sin estampillas.

75
Los funcionarios administrativos y judiciales, y las autoridades públicas que
en cualquier forma intervengan en tales asuntos, los despacharán con toda
preferencia y no podrán cobrar emolumento ni derecho alguno, ni aceptar
remuneración.”

Bibliografía.

CILLERO BRUÑOL, Miguel: “El interés superior del niño en el marco de la


Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.” en “Infancia, Ley y
Democracia en América Latina”, UNICEF, Editorial Temis - Depalma, Bogotá -
Buenos Aires, 1998.

O’DONELL, Daniel: “La Convención sobre los Derechos del Niño: Estructura y
Contenido.” en “Derechos del Niño. Textos Básicos”. UNICEF, Caracas, 1996.

REYNA DE ROCHE, Carmen Luisa: “Del Interés del Menor al Interés Superior
del Niño en la protección jurídica de la infancia en Venezuela”, en “De los
menores a los niños una larga trayectoria”, Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas, UCV, Caracas, 1999.

EL SISTEMA DE PROTECCIÓN PREVISTO EN LA LEY ORGÁNICA PARA LA


PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE.
Especial referencia a los Órganos Administrativos.

María G. Morais de Guerrero

Sumario: 1.- Introducción. 2.- Sistema de Protección. Definición, Objetivos,


Criterios. 3.- Medios. 4.- Integrantes. 5.- Órganos administrativos de protección de
derechos difusos y colectivos. Consejos de Derechos. 6.- Órganos administrativos
de protección de derechos individuales. Consejos de Protección. 7.-
Representación gráfica del Sistema de Protección. 8 - Bibliografía.

76
1.- Introducción

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA) es todo
un desafío para un país en construcción, como Venezuela. Porque no es
simplemente una ley protectora de la infancia, sino que, a mediano o largo plazo,
tendrá un impacto definitivo sobre la implantación de un nuevo modelo de
desarrollo, construido a base de más y mejor democracia.

Esta contundente afirmación es fácil de explicar. Es obvio que considerar al niño y


al adolescente como ciudadano, es decir como sujeto de derechos y deberes;
que educarlo en el conocimiento y ejercicio progresivo de esos derechos; que
propiciar en la sociedad civil la asunción plena de la ciudadanía activa, mediante
su participación directa en las iniciativas y controles de los asuntos públicos
relacionados con la niñez, contribuirá con el surgimiento de un país diferente, se
espera que mucho más equitativo.

A lo largo de todo el texto legal, es posible advertir este nuevo camino, pero en
las disposiciones referentes al Sistema de Protección del Niño y del Adolescente
(SPNA), es donde mejor se concreta la propuesta de cambios que ofrece esta
nueva Ley.

El Sistema de Protección es un todo armónico, pero complejo. Abordarlo en su


totalidad, es decir, analizar todos sus integrantes, funcionamiento, estrategias e
implicaciones, requeriría de un libro, que no de un simple artículo. De allí que se
optara por hacer algunos comentarios sobre los Órganos Administrativos de
Protección, por considerar que la protección integral de la infancia se asegura, en
buena medida, con la creación de órganos específicos para la formulación de
políticas dirigidas a la niñez y adolescencia y para la defensa de sus derechos.
Asimismo, estamos seguros de que otros trabajos que se publican en este
volumen, lograrán brindar al lector una visión más global del SPNA.

2.- Sistema de Protección. Definición, Objetivos y Criterios.

77
El objetivo de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente,
según lo establecido en el artículo 1°, es garantizar a todos los niños y
adolescentes, que se encuentren en el territorio nacional, el ejercicio y el disfrute
pleno y efectivo de sus derechos y garantías, establecidos y desarrollados en el
Título II, artículos 15 al 116 de la ley.

Pero, de nada valdría consagrar derechos y darles contenido, sin crear las vías
idóneas para garantizarlos, y es así como la ley concibe el denominado Sistema
de Protección del Niño y del Adolescente18 definido por el artículo 117 como:

“el conjunto de órganos, entidades y servicios que formulan, coordinan,


integran, orientan, supervisan, evalúan y controlan las políticas,
programas y acciones de interés público a nivel nacional, estadal y
municipal, destinadas a la protección y atención de todos los niños y
adolescentes y establecen los medios a través de los cuales se
asegura el goce efectivo de los derechos y garantías y el cumplimiento
de los deberes establecidos en esta Ley”.

De lo transcrito se desprende que el Sistema de Protección, contenido en el Título


III, artículos 133 al 343 de la LOPNA, es la “conditio sine qua non” de la garantía;
que a través de él, la ley pretende alcanzar su fin último. Sólo mediante políticas,
programas y acciones formuladas, coordinadas, super-visadas y ejecutadas por
los actores del Sistema, es que se logrará dar efectivo cumplimiento a los
derechos de niños y adolescentes.

La construcción del Sistema de Protección obedeció a 5 criterios: integralidad,


eficacia, participación / articulación, descentralización y redistribución de las
funciones judiciales.

18
La LOPNA, atendiendo a las modernas concepciones de la Doctrina de la Protección
Integral, la cual obliga a conceder un tratamiento diferente a los niños y adolescentes que
son víctimas de violación de sus derechos y a los adolescentes victimarios, es decir
aquellos que violan los derechos de los demás, construye dos sistemas claramente
diferenciados: uno, el Sistema de Protección para los niños y adolescentes que son

78
a) Integralidad.

El Sistema se construye para brindar protección integral a niños y adolescentes.


Esta integralidad supone que se debe garantizar los derechos a todos los niños y
adolescentes, sin discriminación alguna, no sólo a los que se consideran en
situación de riesgo social (situación irregular); que se debe garantizar tanto los
derechos colectivos y difusos como los derechos individualmente amenazados o
violados; y que no debe restringirse a la protección jurídica, sino privilegiar la
protección social, que se refiere a la concepción e implementación de políticas
públicas destinadas a garantizar derechos básicos de niños y adolescentes, de
forma prioritaria.

b) Eficacia.
El hecho de reconocer a los niños y adolescentes como sujetos de derechos
obliga a crear vías efectivas para la defensa y garantía de sus derechos
individuales, colectivos o difusos. Para ello se establece claramente los actores,
instancias, órganos, estrategias y procedimientos (tanto administrativos como
judiciales), idóneos para lograr ese objetivo esencial; un sistema de medidas
sancionatorias para quienes, estando obligados a ello, no garanticen, amenacen
o violen esos derechos; y mecanismos que provean recursos económicos
necesarios para brindar la Protección Integral a que niños y adolescentes tienen
derecho.

c) Participación / Articulación.

El sistema distribuye la responsabilidad concurrente de garantizar derechos entre


la trilogía familia, Estado, comunidad, En consecuencia, define los roles y la
modalidad de participación de cada uno de los actores, tanto en la toma de
decisiones, como en las acciones destinadas a ejecutarlas y en el control de las
mismas; diseña una estructura administrativa y judicial coherente, articulada,
integrada por entidades gubernamentales y no gubernamentales, planificadoras,

víctimas (Título III) y otro, el Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente

79
coordinadoras, deliberativas, contraloras y ejecutoras para crear una red eficiente
de atención, defensa y garantía de los derechos del niño y del adolescente.

d) Descentralización.

Una vez demostrado que los problemas de la infancia mejor se resuelven en el


ámbito local y que sólo son administrables a pocos pasos de su origen, se
concibe un sistema descentralizado, entendiéndose por descentralización la
transferencia de poder, autoridad y recursos del gobierno central a las regiones y
municipios para brindar la protección integral a los niños y adolescentes.

e) Redefinición de funciones judiciales.

El sistema se construye de modo que se descarga al juez de su competencia


universal, desjudicializando el tratamiento de problemas sociales, reservando su
actuación para resolver conflictos jurídicos.

Se mantiene la competencia judicial para aquellas situaciones de carácter no


penal que puedan producir alteraciones substanciales o permanentes en la
condición jurídica del niño y del adolescente (tutela, guarda, patria potestad,
adopción). Asimismo, el juez sigue actuando cuando el adolescente infrinja la ley
penal integrándose en el ámbito de otro sistema, diferente al Sistema de
Protección.

Se fortalece la figura del juez, concibiéndolo como una figura clave dentro del
Sistema de Protección, puesto que se le atribuye competencias para ocuparse de
la garantía y defensa de los derechos, corrigiendo abusos, desviaciones,
omisiones, faltas, errores cometidos por entes y personas responsables de
brindar protección integral a niños y adolescentes.

3.- Medios.

El Sistema de Protección del Niño y del Adolescente, dispone, para el logro de


sus objetivos, de una serie de medios, que se encuentran enumerados en el

(Título V) para los victimarios.

80
artículo 118 de la LOPNA, y desarrollados a lo largo de toda la Ley. Estos medios
son: las políticas y programas de protección y atención; las medidas de
protección; los órganos administrativos y judiciales de protección;
entidades y servicios de atención; las sanciones; los procedimientos; la
Acción Judicial de Protección; los recursos económicos.

Las políticas están definidas en el artículo 120 como el conjunto de


orientaciones, de directrices destinadas a guiar las acciones cuya finalidad sea
asegurar los derechos y garantías consagrados en la ley. En otras palabras, las
políticas representan el camino, el rumbo a seguir para lograr este objetivo
esencial.

La ley habla de orientaciones y directrices de “carácter público”. Se trata, pues de


políticas públicas para la infancia, formuladas con amplia participación ciudadana
y ejecutadas a través de los sectores público y privado. Tales políticas, de
acuerdo a su naturaleza y ámbito de influencia, se ubican básicamente en dos
niveles: políticas sociales básicas y políticas de protección especial.

Las políticas sociales básicas son de naturaleza universal, puesto que es derecho
de todos los niños y adolescentes tenerlas garantizadas por parte del Estado. Se
trata, por ejemplo, de las políticas destinadas a garantizar la salud y la educación.
Dichas políticas se formulan fuera del Sistema de Protección, en el marco de los
respectivos Ministerios, pero los integrantes del Sistema deberán ejercer control
sobre las mismas, tal como se verá más adelante.

Las políticas de protección especial se destinan a los niños y adolescentes cuyos


derechos se encuentran violentados o amenazados por parte del Estado, familia
o sociedad, debido, entre otros casos, al maltrato, abandono, abuso, explotación,
etc. Estas políticas, propias del Sistema de Protección, deben asegurar la
restitución de los derechos violados y/o la interrupción de la amenaza y se
destinan a una parcela de la infancia más reducida que las políticas sociales
básicas. Es evidente que, cuanto más asegurado se encuentre el derecho de

81
todos los niños y adolescentes a acceder a los servicios básicos, menos serán los
que requerirán de políticas de protección especial (INNFA, 1998, p. 3 y 4).

Los artículos 123 y 124 de la LOPNA definen programas como la secuencia de


acciones realizadas por personas o entidades, con el objeto de desarrollar
políticas y permitir la ejecución de medidas.

Los programas son la esencia misma del Sistema. No sería arriesgado afirmar
que, sin programas, no habrá un Sistema eficiente, porque es a través de ellos
que se concretan todas las decisiones que se tomen para garantizar el efectivo
cumplimiento de los derechos de niños y adolescentes. En efecto, “son los
medios más importantes con los que cuenta el Sistema de Protección para
corregir situaciones violatorias de los derechos del niño y del adolescente o para
impedir que esas situaciones ocurran” (Buaiz, 1999, N° 5, p.4).

Estos programas, pueden ser de naturaleza pedagógica, asistencial, formativa


preventiva, rehabilitadora, protectora, etc., y, de forma enunciativa, la ley, en su
artículo 124, ofrece una especie de guía, con varios tipos de programas, dejando
abierta la posibilidad y librada a la creatividad de los comprometidos e
interesados, la concepción y diseño de otros programas para cubrir situaciones o
necesidades, diferentes a las mencionados en el texto legal.

Es importante señalar el hecho de que los programas pueden ser desarrollados


por entidades de atención o por personas, individualmente consideradas,
entrenadas y capacitadas, tal como queda establecido, en el artículo 191.

Las Entidades de Atención, de acuerdo a la definición contenida en el artículo


181 de la LOPNA, son instituciones públicas, privadas o mixtas, donde se
ejecutan programas, medidas y sanciones. Sobre las entidades volveremos más
adelante, pero lo cierto es que no todo programa tiene que desarrollarse en una
entidad de atención, pero toda entidad debe tener un programa. Éstos deben ser
inscritos ante la autoridad administrativa competente (artículo 147, g) y 137 l) y

82
observar estándares de calidad mínimos establecidos en el artículo 191 de la
LOPNA.

Las Medidas de Protección son órdenes que impone la autoridad competente (el
Tribunal de Protección o el Consejo de Protección, según el caso), cuando hay
violaciones o amenazas de derechos individuales de niños y adolescentes. Están
previstas en los artículos 125 al 132 y sobre ellas se volverá, cuando se desarrolle
el punto de los órganos de protección.

La Exposición de Motivos de la LOPNA expresa que el Sistema de Protección


estaría incompleto y sería del todo inoperante si la ley no contemplase los
mecanismos procesales para exigir, ante las instancias judiciales y
administrativas, el cumplimiento de los derechos consagrados en ella. Así, se
encuentran en el texto legal un conjunto de acciones y procedimientos, a saber:
a) Procedimiento Administrativo, previsto en los artículos 294 al 307; b)
Procedimiento para la Conciliación ante las Defensorías del Niño y del
Adolescente, establecido en los artículos 308 al 317; c) Procedimiento Judicial de
Protección, contemplado en los artículos 318 al 330; d) Procedimiento
Contencioso en Asuntos de Familia y Patrimoniales, descrito en los artículos 450
al 492; e) Procedimiento de Adopción establecido en los artículos 493 al 510; f)
Procedimiento Especial de Alimentos y de Guarda, expresado en los artículos 511
al 525.

Entre los mecanismos procesales establecidos en la LOPNA, se destaca la


Acción de Protección (artículos 276 al 283), que es un recurso judicial contra
hechos, actos u omisiones de particulares, órganos e instituciones públicas o
privadas que amenacen o violen derechos colectivos y difusos de niños y
adolescentes.

Finalmente, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente


contempla en el Capítulo IX del Título III, artículos 214 al 275, todo un conjunto de
sanciones, tanto penales como no penales, aplicables en caso de amenaza o
violación de los derechos más relevantes de niños y adolescentes.

83
Respecto a los recursos económicos necesarios para lograr la protección
integral de los niños y adolescentes, la ley contempla la creación de los Fondos
de Protección del Niño y del Adolescente, previstos en el Capítulo XIII del Título
III, artículos 331 al 343.

4.- Integrantes.

De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 119 de la LOPNA, el Sistema de


Protección del Niño y del Adolescente está integrado por órganos
administrativos, órganos jurisdiccionales, por el Ministerio Público, por las
entidades de atención y por las Defensorías del Niño y del Adolescente.

Los órganos administrativos - Consejos de Derechos y Consejos de Protección


- por ser el objeto central de este artículo, recibirán especial tratamiento en
acápite posterior.

Los órganos jurisdiccionales previstos en la Ley (artículo 173) y modificados


por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (artículo 262), son
los Tribunales de Protección del Niño y del Adolescente y la Sala de Casación
Social del Tribunal Supremo de Justicia.

Según el artículo 174, los Tribunales de Protección, son órganos jurisdiccionales


especializados en la materia, con sede en Caracas y en cada capital de estado,
además de las ciudades que determine el gobierno del Poder Judicial. Se
constituirán por una Sala de Juicio, integrada por jueces profesionales que
conocerán los asuntos que les sean asignados de forma directa e unipersonal, y
por una Corte Superior, integrada por una o más Salas de Apelaciones,
colegiadas, puesto que se formarán con tres jueces profesionales (artículo 175).
Asimismo, cada Tribunal de Protección podrá contar con servicios auxiliares,
entendiéndose por tales el apoyo de médicos, psicólogos, trabajadores sociales y
otros expertos; una sala de citaciones y notificaciones y funcionarios ejecutores
de medidas cautelares o definitivas (artículo 179).

84
La Sala de Juicio del Tribunal de Protección tiene múltiples competencias,
establecidas en el artículo 177. Resumiendo, dicha sala es competente para
conocer, en primer grado todos los asuntos que afecten directamente la vida civil
de niños y adolescentes, en materia de familia, patrimoniales y laborales; para
ejercer control judicial sobre las actuaciones de los órganos administrativos; para
imponer sanciones no penales por las infracciones a la protección debida y para
la decisión sobre la Acción de Protección “máxima expresión de la potestad
jurisdiccional en materia de resguardo a los derechos colectivos y difusos del niño
y del adolescente” (CECODAP, 1999a, p. 11).

El Ministerio Público es una institución muy importante del Sistema de


Protección. El artículo 169 de la ley prevé que debe contar con fiscales
especializados cuyas atribuciones están establecidas en el artículo 170. El
examen de las mismas pone de manifiesto que para el cabal ejercicio de las
funciones que le son propias, se otorga a los fiscales amplias facultades de
inspección y vigilancia, así como para la obtención de datos fundamentales para
la promoción y defensa de los intereses legítimos de niños y adolescentes (ibíd,
p. 12)19.

En cuanto a las Entidades de Atención recordamos que la LOPNA las define


como instituciones que ejecutan programas, medidas y sanciones.

La razón de ser de una entidad de atención será el desarrollo de cualquiera de los


programas previstos en el artículo 124 o de otros no mencionados allí, pero que
sean necesarios para satisfacer demandas de atención.

19
En el marco de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, el
Ministerio Público tiene doble ubicación, con distintas funciones: actúa tanto en el
Sistema de Protección como en el Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente.
Así que la Fiscalía General de la República debe crear dos grupos distintos de fiscales
especializados, uno para ejercer las funciones de protección previstas en el artículo 170
de la Ley - y otro para el ejercicio de la acción pública, para exigir la responsabilidad de
los adolescentes en conflicto con la ley penal, según dispone el artículo 648.

85
Las medidas de protección sólo pueden ser cumplidas en una entidad si suponen
internamiento, por ejemplo, el abrigo (artículo 127) y la colocación en entidad de
atención (artículo 128). También se cumplen en entidades las sanciones
impuestas a los adolescentes infractores de la ley penal20.

Visto el carácter institucional de las entidades, lo cual implica la permanencia en


ellas de niños y adolescentes, bien sea porque están privados de su medio
familiar, o a consecuencia de la imposición de cualquier otra medida o sanción, la
ley procura garantizar su adecuado funcionamiento estableciendo para ello los
principios a los cuales dichas entidades deben ajustarse (artículo 183), las
responsabilidades que asumen (artículos 182 y 184), así como concibiendo una
serie de rigurosos controles que se manifiestan en la obligatoriedad de registrarse
(artículo 186); en los requisitos para dicho registro (artículo 190) en las
inspecciones a que serán sometidas, y en las medidas que se les puede aplicar,
cuando se compruebe irregularidades en la prestación del corres-pondiente
servicio (artículo 199),

Las Defensorías del Niño y del Adolescente son un servicio de interés público
prestado por el municipio, o por la sociedad, a fin de promover y defender los
derechos de los niños y adolescentes, consagrados en la ley. Este servicio es
gratuito, confidencial, de carácter orientador y se presta tanto a los niños, niñas y
adolescentes, directamente, como a sus familiares. En el artículo 202 de la
LOPNA, se encuentra un listado enunciativo de los servicios que presta.

Atendiendo al criterio de la articulación, todos los integrantes del Sistema deben


funcionar de manera tal que constituyan una tupida y eficaz red de protección,
donde los roles no se solapen, sino que se complementen.

5.- Órganos administrativos de protección de derechos difusos y colectivos.


Consejos de Derechos.

20
Entre las sanciones que se puede aplicar a los adolescentes que cometan un hecho
punible, previstas en el artículo 620 de la LOPNA, dos implican permanencia en
instituciones: la semi-libertad y la privación de libertad.

86
Anteriormente se dijo que el Sistema de Protección del Niño y del Adolescente
cuenta con dos categorías de órganos: jurisdiccionales y administrativos. Éstos, a
su vez, son de dos clases, de acuerdo a la naturaleza de los derechos que deben
garantizar: difusos y colectivos o individuales. En tal sentido, se concibe los
Consejos de Derechos - órganos administrativos para la protección de derechos
difusos y colectivos - y los Consejos de Protección órganos administrativos para
la protección de derechos individuales.

Son “colectivos y difusos aquellos derechos y garantías consagrados en la ley,


cuando se refieren a los niños y adolescentes o a un grupo de ellos,
genéricamente considerados. Es colectivo el derecho de un grupo específico de
niños, por ejemplo los de un aula en la escuela. Es difuso cuando corresponde a
las comunidades, cuando los perjudicados no pueden ser individualizados
inmediatamente, por ejemplo, todos los niños de un municipio. El derecho es
individual cuando corresponde a una persona en concreto, con nombres y
apellido” (CECODAP, 1999b, p. 20).

Los derechos colectivos y difusos son los derechos de todos. Van más allá de los
intereses individuales porque deberían pertenecer a la generalidad de las
personas, consideradas colectiva y socialmente. ”El derecho difuso está presente
en el aire, en el agua, en el ambiente, en la salud y sanidad ambiental, porque
todos necesitamos salud adecuada, preventiva y de asistencia, educación, y en
fin, todos necesitamos de los derechos sociales y éstos no son susceptibles de
apropiación individual para una sola persona o un determinado grupo de
personas, porque son de cada uno y a la vez de todos los ciudadanos...Cualquier
miembro de la sociedad, aunque no se sienta afectado por su violación, puede
reclamar su restitución” (Buaiz, 1999, N° 1, p. 6).

Los derechos pueden ser garantizados colectiva, difusa o individualmente. De la


misma forma se pueden amenazar o conculcar. Por ejemplo, el derecho a la
salud. Si en una localidad se instala una fábrica de cemento que contamina el
aire y amenaza afectar (o afecta) los pulmones de todos los niños y adolescentes

87
que allí residen, se trata de la amenaza a derechos difusos; pero, si un
determinado niño, ya afectado en sus pulmones recurre a la red hospitalaria
pública y se le niega atención, se trata de la violación de su derecho individual.

La protección de derechos difusos, no es una tradición en el derecho venezolano.


Todo lo contrario, pues hasta el Amparo Constitucional, acción judicial concebida
para la reposición de derechos constitucionales conculcados o amenazados, ha
sido concedido o negado de forma individual. En tal sentido, el hecho de que la
LOPNA haya previsto un órgano administrativo y una acción judicial específicos
para la protección de derechos colectivos y difusos, fue un avance, casi una
audacia jurídica, posteriormente legitimada por lo dispuesto en el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Atendiendo al criterio de la integralidad, el legislador dio ese paso fundamental


hacia adelante, en el entendido de que la protección de los derechos colectivos y
difusos es imprescindible para transformar en derechos, lo que antes se
consideraba como “necesidades” de niños y adolescentes, porque sólo así se
podrá exigir la concepción e implementación de políticas públicas, y de los
servicios esenciales, para garantizar a la infancia y juventud derechos básicos,
tales como salud, educación, vivienda, cultura, justicia, etc.

La adopción y contenidos del principio de la Prioridad Absoluta (artículo 7° de la


LOPNA); las competencias otorgadas por la ley a los Consejos de Derechos
(artículos 137, 143 y 147), así como la definición, finalidad y los legitimados de la
Acción de Protección (artículos 276, 277 y 278), constituyen los pilares básicos
sobre los que se asientan la protección de los derechos difusos y colectivos de
niños y adolescentes.

Dice el artículo 133 de la LOPNA:

“Los Consejos de Derechos del Niño y del Adolescente son, órganos


de naturaleza pública, deliberativa, consultiva y contralora que, con
representación paritaria de entes del sector público y de la sociedad

88
se encargan, de acuerdo a su competencia geográfica, de velar por el
cumplimiento de los derechos difusos y colectivos de los niños y
adolescentes, consagrados en esta Ley”. (Negritas nuestras)

El texto transcrito requiere de las siguientes precisiones:

a) Los Consejos de Derechos son los órganos destinados a la protección de los


derechos difusos y colectivos de niños y adolescentes.

b) Los Consejos de Derechos están presentes en tres ámbitos geográficos:


nacional, estadal y municipal. El sistema se integra entonces por un Consejo
Nacional de Derechos (CND); por Consejos Estadales de Derechos (CED),
uno en cada estado de la república, y por Consejos Municipales de Derechos
(CMD), uno en cada municipio (artículo 134, LOPNA).

c) Los Consejos de Derechos se integran con el 50% de los miembros en


representación del sector público, es decir del Poder Ejecutivo Nacional, estadal o
municipal y el otro 50% de la sociedad civil (artículo 136, LOPNA) 21. Se trata de
una representación paritaria que garantiza la realización del principio de la
participación, según el cual, la sociedad es corresponsable con el Estado de la

21
El artículo 140 de la LOPNA determina explícitamente cuál será la representación del
Poder Ejecutivo Nacional en el Consejo Nacional. Allí se menciona a 7 representantes
que provendrán de los Ministerios de Educación, de Salud, del Trabajo, etc.
Considerando la naturaleza paritaria de los Consejos de Derechos el C.N.D. deberá estar
integrado por 14 miembros, 7 de ellos elegidos por la sociedad civil en foro propio, según
los mandatos del artículo 141. La ley no establece qué es el foro propio, es decir, no dice
cómo elegirá la sociedad a sus representantes en el Consejo. No obstante, señala que
podrán integrarlo personas individualmente consideradas, es decir particulares u
organizaciones privadas o mixtas que se dediquen a la atención directa, de niños y
adolescentes, así como a la protección, promoción, investigación o defensa de los
derechos y garantías de los niños y adolescentes. Con ello, la ley pretende garantizar
que el Consejo Nacional de Derechos esté conformado por personas que conozcan el
área de la infancia y que estén familiarizados con su tratamiento. Sin embargo, no
quedan excluidas de participar en el Consejo, personas que provengan de otros
sectores. Al momento de crearse los Consejos Estadales y Municipales, el gobernador o
el alcalde, según el caso, manifestará cuáles serán sus representantes y en esa misma
medida lo hará la sociedad civil (artículos 146 y 148, LOPNA). Sobre la representación de
la sociedad la ley tiene otras importantes disposiciones tales como los contenidos en los
artículos 133, 152 y 153.

89
garantía de los derechos de niños y adolescentes (artículo 78 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela y 6° de la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente).

Esta participación no se agota, como ocurría hasta ahora, con la presencia de la


sociedad en la ejecución de programas de protección y atención a la infancia y
juventud. La representación paritaria de la sociedad en un órgano de naturaleza
pública, deliberativa, consultiva y contralora, profundiza al máximo la
participación, concediéndole carácter protagónico tal como le corresponde, por
mandato del artículo 62 de la nueva Constitución.

Según ISCH (1998, p. 32) la participación se refiere a cómo la población


consciente y organizadamente toma parte y asume responsabilidades en la
formulación y ejecución de las políticas de desarrollo económico y social.

Participar no se reduce entonces a la exigencia de mejores condiciones de vida


sino a la asunción de responsabilidades en la construcción de las bases físicas e
institucionales de las cuales depende ese mayor bienestar. Participar de ese
modo implica el ejercicio de un poder y, consecuentemente, es establecimiento
de una relación política más equitativa y efectiva entre las instituciones del Estado
y la sociedad civil. El fomento de la participación social, entonces, equivale a un
perfeccionamiento de la democracia.

Para la LOPNA, la protección de la infancia sólo se perfeccionará con la


participación social efectiva, es decir, con la intervención de la comunidad en la
toma de decisiones y en la exigencia y vigilancia de los derechos.

d) Los Consejos de Derechos son órganos de naturaleza pública deliberativa,


consultiva y contralora.

Aunque estos Consejos se conforman con representantes del sector público y de


la sociedad, se trata de un órgano de naturaleza pública. Forman parte de la
estructura organizativa del Estado, cumplen determinadas funciones
administrativas destinadas al bien común y las decisiones que adoptan son actos

90
administrativos que deben ser divulgados en un medio oficial de publicación
(artículo 133).

Deliberar, a los efectos de la LOPNA, significa analizar una situación y tomar


decisiones. Debido a su naturaleza deliberativa es que los Consejos de Derechos
tienen competencia para, por ejemplo, formular políticas, planes y lineamientos
del Sistema (artículos 137, 143 y 147, letra a); establecer directrices que deben
seguir los programas de protección, entidades de atención, defensorías y otros
servicios (artículo 143 letra c).

Tienen naturaleza consultiva porque a ellos se someten asuntos relacionados con


los derechos de los niños y adolescentes, buscando su parecer. En tal virtud, los
Consejos de Derechos pueden, por ejemplo, emitir opinión en relación al
porcentaje del presupuesto que debe ser destinado a ejecutar las políticas
sociales básicas y asistenciales, con el fin de asegurar derechos y garantías
(artículos 137 y 143, letra k); artículo 147, letra p); conocer, analizar y evaluar
informes sobre la situación de la niñez y adolescencia en el país, que se
presentan a nivel nacional e internacional (artículo 137, letra r).

En razón de su naturaleza contralora los Consejos deben, por ejemplo, efectuar el


seguimiento y control de aquellas políticas y acciones públicas referidas a niños y
adolescentes (artículo 137, letra g; artículo 143, letra d; artículo 147, letra b);
inspeccionar, supervisar y evaluar la prestación de servicios o de programas
destinados a la protección integral, buscando siempre el beneficio colectivo a
todos los niños y adolescentes (artículo 147, letra h).

Obsérvese que el Consejo de Derechos no es un órgano ejecutivo, es decir,


establece y determina qué se va a hacer, supervisa como se está haciendo, pero
no ejecuta directamente políticas ni programas.

El artículo 134 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente
crea el Consejo Nacional de Derechos y lo dota expresamente de naturaleza
pública, personalidad jurídica propia y autonomía de los demás órganos del Poder

91
Público. Asimismo, lo declara como la máxima autoridad del Sistema y prevé la
existencia de una Dirección Ejecutiva, cuya estructura interna será definida por el
mismo Consejo (artículo 138). No obstante, establece que dicha Dirección tenga
una oficina de adopciones (artículo 139) encargada de procesar las solicitudes de
adopción internacional.

El análisis de las competencias de la mencionada Dirección Ejecutiva (artículo


138) pone de manifiesto que se trata de un ente de apoyo técnico del Consejo
Nacional.

Respetando la autonomía de los estados y de los municipios, la LOPNA no crea


sino que manda crear, mediante ley estadal y municipal los Consejos Estadales y
Municipales de Derechos que podrán tener la misma organización interna del
Consejo Nacional (artículo 144 y 149 de la LOPNA). Pero cualquiera sea el nivel
geográfico donde actúen, los Consejos de Derechos deben organizarse y operar
atendiendo a los principios establecidos en el artículo 135: a) corresponsabilidad
del Estado y de la sociedad en la defensa de los derechos de niños y
adolescentes; b) respeto y promoción de la descentralización administrativa,
estadal y municipal en lo relativo a la protección de niños y adolescentes; c)
fortalecimiento equilibrado de los estados y municipios, en materia de protección
de niños y adolescentes; d) respeto a la autonomía municipal; e) consideración
del municipio como la entidad primaria en materia de protección de niños y
adolescentes; f) acción coordinada de los Consejos de Derechos entre sí y con
los demás integrantes del Sistema de Protección; y g) uniformidad en la
formulación de la normativa.

Sobre estos principios, además de los comentarios hechos anteriormente


respecto a la corresponsabilidad del Estado y de la sociedad en la defensa de los
derechos de niños y adolescentes, es conveniente reforzar algunas ideas en
torno a la descentralización y a la acción coordinada de los Consejos de
Derechos entre sí y con los demás integrantes del Sistema de Protección.

92
Sería un error afirmar que sin descentralización no hay democracia, pero es
indudable que puede contribuir a la democratización de la sociedad, al generar
una mayor participación de la comunidad en los asuntos que la afectan. En tal
sentido, afirma ISCH (1998, p. 83) que “la descentralización es una forma
administrativa y al mismo tiempo una opción para democratizar la gestión del
desarrollo y la convivencia social”.

En el proceso de descentralización, la LOPNA privilegia al municipio, conforme se


desprende de los literales d) y e) del artículo 135. La Constitución de 1999,
respalda esa posición asumida por la ley. En efecto, el artículo 178 de la Carta
Magna atribuye al poder municipal “la promoción de la participación” ...y del
desarrollo de servicios de protección a la primera y segunda infancia y a la
adolescencia” (numeral 5).

Anteriormente se mencionó también el cuidado que tuvo la ley en que las


competencias de los órganos, entidades y servicios no se solaparan, sino que se
constituyeran en una densa red de protección de derechos de niños y
adolescentes.

Pero, el criterio de la articulación no se agota allí, puesto que el texto legal


establece, además, todo un entramado de conexiones intrasistémicas que se
expresan de varias maneras. Por ejemplo, los Consejos Nacional, Estadal y
Municipales de Derechos se relacionan entre sí por cuanto el primero promueve y
apoya la creación de los otros dos y formula los lineamientos generales que
orientan la actuación de los mismos. Por su parte, el Consejo Municipal de
Derechos estimula, apoya y regula las Entidades de Atención y Defensorías que
operan en su jurisdicción; supervisa y evalúa la prestación de servicios de
protección y el desarrollo de programas en el municipio; interviene en la creación
de los Consejos de Protección y en la selección de sus miembros. El Ministerio
Público también inspecciona las Entidades de Atención y las Defensorías del Niño
y del Adolescente e insta al Consejo Municipal de Derechos para que imponga las
medidas a que hubiere lugar. El Tribunal de Juicio, a su vez, se relaciona con los

93
Consejos de Protección y de Derechos por cuanto tiene competencia para decidir
los casos de desacato o disconformidad de los particulares, instituciones públicas
y privadas respecto a las decisiones emanadas de los Consejos de Protección,
así como de abstención de esos mismos Consejos.

El entramado de interrelaciones va más allá de la acción coordinada establecida


por el artículo 135, letra f). Representa una forma de “intercontrol” de los varios
actores del Sistema, establecido de forma tal que, cuando uno falta, el otro actúa
para suplirlo en la protección debida a niños y adolescentes.

Sobre las competencias atribuidas a los Consejos de Derechos es oportuno


señalar que, en su mayoría son concurrentes y serán ejercidas en el ámbito de
competencia geográfica de cada uno, todo ello sin perder de vista el hecho de
que el Consejo Nacional es el rector del Sistema y que entre los integrantes del
mismo debe haber la necesaria articulación. No obstante, hay competencias
propias de cada Consejo, especialmente del Consejo Nacional y de los Consejos
Municipales.

En cuanto a los Consejos Estadales, cabe observar que tienden a desaparecer


como nivel intermedio de descentralización, a medida que ésta se profundice, que
los Municipios se fortalezcan y que los Consejos Municipales de Derecho logren
cumplir cabalmente sus funciones. Políticamente, un estado no es más que la
suma de municipios.

A continuación, con finalidad meramente pedagógica se presenta dos cuadros,


donde se puede visualizar las atribuciones concurrentes y las no concurrentes de
los Consejos de Derechos.

Obsérvese allí que las atribuciones no concurrentes del Consejo Nacional, son la
consecuencia lógica de su función rectora; que las del Consejo Estadal denotan
su función articuladora y que las del Consejo Municipal tienden a garantizar la
eficacia de los derechos, puesto que se trata, fundamentalmente, de ejercer el

94
control sobre quienes prestan servicios de atención y protección directa a niños y
adolescentes.

95
Cuadro I - COMPETENCIAS NO CONCURRENTES DE LOS CONSEJOS DE DERECHOS:
NACIONAL, ESTADALES Y MUNICIPALES

CONSEJO CONSEJO CONSEJO


ATRIBUCIONES
NACIONAL ESTADAL MUNICIPAL

Formular políticas, planes y lineamientos en art. 137, a) art. 143, a) art. 147, a)
materia de protección de niños y adolescentes.

Efectuar seguimiento y control de políticas y art. 137,g) art. 143, d) art. 147, b)
acciones públicas referidas a niños y adoles-
centes.

Reclamar y proponer a las autoridades com- art. 137, j) art. 143, e) art. 147, c)
petentes planes de acción y asignación de
recursos para solucionar problemas de niños y
adolescentes.

Denunciar ante los órganos competentes, la art. 137, i) art. 143, f) art. 147, e)
omisión o prestación irregular de servicios
públicos en tanto amenacen derechos y
garantías de niños y adolescentes.

Promover la creación de otros Consejos (de art. 137, f) art. 143, i) art. 147, l)
Derecho y/o Protección) en su jurisdicción.

Emitir opinión en relación al presupuesto art. 137, k) art. 143, k) art. 147, p)
nacional estadal o municipal que debe ser
destinado a ejecutar políticas sociales básicas y
asistenciales.
art. 137, m) n) art. 143, g) art. 147, f)
Conocer de las denuncias de violación y
amenaza a los derechos colectivos o difusos de
niños y adolescente e intentar de oficio o por
denuncia la ación de protección, así como
solicitar la nulidad de la normativa o de actos
administrativos, cuando estos violen o
amenacen los referidos derechos.
art. 137, o) art. 143, j) art. 147, n)
Promover la divulgación de los derechos,
garantías y deberes de niños y adolescentes y
ser vocero de sus inquietudes.
art. 143, h) art. 147, m)
Promover la participación de la sociedad civil.
art. 137, t) art. 143, m) art. 147, q)
Ejercer, en relación al Fondo para la Protección
del Niño y del Adolescente, las atribuciones que
la LOPNA les designa.

Cuadro II - COMPETENCIAS NO CONCURRENTES DE LOS CONSEJOS DE DERECHOS

96
CONSEJO NACIONAL CONSEJO ESTADAL CONSEJO MUNICIPAL
ARTÍCULO 137 ARTÍCULO 143 ARTÍCULO 147

Formular los lineamientos generales que Elevar las políticas y planes Proponer modificaciones en la
deben seguir los Consejos Estadales y estadales al C.N.D., a fin de estructura administrativa del
Municipales de Derechos (lit. b). integrarlo a la política nacional Municipio, que tiendan a forta-
(lit. b). lecer el ejercicio pleno de
Establecer las directrices que deben derechos y garantías de niños
seguir los programas de protección, Elaborar un informe anual y adolescentes (lit. d).
Entidades de Atención, Defensorías del sobre la situación del niño y
Niño y del Adolescente y otros servicios del adolescente en su juris- Registrar las entidades de
(lit. c). dicción, en base a los indica- atención y defensorías, cuya
dores nacionales (lit. c). sede principal se encuentre en
Conocer, evaluar y opinar sobre los el municipio e inscribir los
planes nacionales intersectoriales que programas (lit. g).
elaboren los órganos competentes (lit. d).
Supervisar y evaluar la pres-
Velar por el desarrollo equilibrado de tación de servicios de pro-
estados y municipios en materia de pro- tección por parte de las
tección de niños y adolescentes (lit. e). entidades de atención y
defensorías (lit. h).
Orientar la política en materia de comu-
nicación e información para niños y Revocar la inscripción de
adolescentes (lit. h). programas o los registros a
Entidades de Atención,
Inscribir los programas de cobertura Dfensorías y Defensores del
colectiva que efectúen organizaciones Niño y del Adolescente (lit. i).
nacionales e internacionales (lit. l).
Apoyar las entidades de
Asesorar y opinar, con carácter previo atención que presten
sobre la suscripción de convenios, trata- programas en el municipio
dos y otros instrumentos internacionales (lit. k).
en materia de niños y adolescentes.
Suscribir convenios en el área de su Promover la creación de los
competencia (lit. p). Consejos de Protección e
intervenir en la selección de
Establecer mecanismos de coordinación sus miembros (lit. l).
con los organismos internacionales, en
materia de niños y adolescentes (lit. q).

Conocer, analizar y evaluar informes


sobre la situación de la niñez y
adolescencia en el país, que se presenten
a nivel nacional e internacional (lit. r).

6.- Órganos Administrativos de Protección de Derechos Individuales.


Consejos de Protección.

97
En la lógica de la Doctrina de la Situación Irregular (que se refleja en la Ley
Tutelar de Menores), felizmente superada por la Doctrina de la Protección
Integral, que inspira la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente, el Juez de Menores tenía competencia universal y poder omnímodo
para todo lo relacionado con el niño.

En el modelo tutelar, el sistema judicial tiene potestad para intervenir en un


sinnúmero de situaciones en las que pueden verse involucrados niños y
adolescentes, puesto que se equipara el tratamiento de problemas sociales y
jurídicos. En dirección contraria apunta el paradigma de la Protección Integral
cuando plantea la desjudicialización, es decir, la reducción de la intervención del
juez en los conflictos de la infancia, compartiendo o transfiriéndose esa función a
las comunidades.

En tal sentido, el Sistema Judicial es considerado como un aspecto más de la


protección debida a niños y adolescentes, que sólo debe ser utilizado para
canalizar asuntos estrictamente jurídicos.

En los casos de violación de derechos individuales de niños y adolescentes, la


LOPNA, acogiéndose al criterio de la redefinición de funciones judiciales 22
distingue claramente dos órganos de protección: el Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente - órgano jurisdiccional - y los Consejos de Protección
(C.P.) - órgano administrativo. El primero es competente para dirimir conflictos de
carácter no penal, que podrían producir alteraciones sustanciales o permanentes
en la condición jurídica del niño, como por ejemplo la adopción, tutela, patria
potestad, cuestiones patrimoniales; y los segundos, conflictos sociales, que
amenacen o violen derechos de niños y adolescentes individualmente
considerados. En efecto, dice el artículo 158 de la LOPNA:

22
En el Consejo de Protección se cristalizan todos los criterios que orientaron la
construcción del SPNA: la integralidad, la eficacia, la participación, la descentralización y
la mencionada redefinición de funciones judiciales.

98
Los Consejos de Protección del Niño y del Adolescente son los
órganos administrativos que, en cada municipio y por mandato de la
sociedad, se encargan de asegurar la protección, en caso de
amenaza o violación de los derechos y garantías de uno o varios
niños o adolescentes, individualmente considerados. Estos Consejos
son permanentes y tienen autonomía funcional, en los términos de esta
ley (negritas nuestras).

El texto transcrito amerita las siguientes precisiones:

a) Los Consejos de Protección son los órganos administrativos competentes para


la protección de los derechos de niños y adolescentes, violados o amenazados de
forma individual.

Un derecho es amenazado cuando un niño o adolescente está en la inminencia


de ser privado de bienes o intereses protegidos por ley. Es violado cuando esta
privación se concreta (Seda, 1997, p. 13).

Según la LOPNA (artículo 125), esta amenaza o violación puede ocurrir por
acción u omisión del Estado o de la sociedad, de los padres, representantes o
responsables o de la propia conducta del niño o del adolescente, lo cual quiere
decir que ni siquiera el niño puede violar sus derechos.

La protección que brinda ese Consejo se concreta mediante las Medidas de


Protección, previstas en el artículo 126 de la LOPNA, que se imponen con el
objetivo de preservar o restituir el derecho amenazado o violado. Más adelante se
regresará sobre este punto.

b) Los Consejos de Protección sólo están presentes en el ámbito geográfico del


municipio. No hay Consejos de Protección nacional ni tampoco estadales. Así lo
dispone el artículo 161 de la LOPNA: “en cada municipio habrá un Consejo de
Protección...”.

c) Los Consejos de Protección tienen naturaleza deliberativa. Es un error creer


que el Consejo de Protección tiene carácter asistencial, por el hecho de resolver

99
conflictos sociales. No, tanto el Consejo como el Tribunal de Protección operan
en cuestiones de derecho. El Consejo a nivel administrativo y el Tribunal a nivel
jurisdiccional. Ambos aplican medidas de protección que tienen naturaleza
jurídica porque modifican el equilibrio o desequilibrio de los deberes y derechos
de las personas en sociedad (Seda, 1997, p. 48).

d) Los Consejos de Protección son órganos administrativos cuasi jurisdiccionales.


No son jurisdiccionales por cuanto no integran el Poder Judicial. Son parte de la
estructura administrativa de la alcaldía (artículo 159), y sus decisiones son actos
administrativos de obligatorio cumplimiento. La desobediencia a un mandato del
Consejo de Protección constituye, en última instancia, delito de desacato previsto
en el artículo 270 de la ley “in comento”.

Una vez en conocimiento de la amenaza o violación del derecho de un niño o


adolescente en concreto, el Consejo de Protección, de oficio o a instancia de los
interesados abrirá un procedimiento administrativo previsto en los artículos 294 y
siguientes que conducirá a la definición de las medidas para solucionar la
situación del niño. Sus decisiones pueden ser revisadas por el Tribunal de
Protección (artículo 177, parágrafo tercero, letra b), que se constituye entonces
en un Contencioso Administrativo especial.

e) Los Consejos de Protección son órganos permanentes porque, una vez


definida su existencia en la ley e implantado en el municipio, se convierte,
definitivamente, en un órgano municipal.

f) Los Consejos de Protección son órganos autónomos porque, “si bien es un


órgano ligado al municipio al desempeñar sus atribuciones legales, no está sujeto
a interferencias indebidas de la administración municipal” (ISCH, 1998, p. 88).

En este particular, la LOPNA es diáfana, por cuanto el artículo 159 dice


expresamente: “Los miembros de los Consejos de Protección ejercen función
pública, forman parte de la estructura administrativa y presupuestaria de la
respectiva alcaldía, pero no están subordinados al alcalde en sus decisiones.

100
g) Los Consejos de Protección ejercen sus funciones por mandato de la
sociedad. Esto significa que la comunidad local escoge un grupo de personas
para representarla en el control de las lesiones individuales de los derechos de
niños y adolescentes. Así, de nuevo se cristaliza el principio de la participación,
ampliamente comentado cuando se analizó los Consejos de Derechos.

Dispone el artículo 163 de la LOPNA que, a los fines de seleccionar los miembros
del Consejo de Protección, la sociedad escogerá, en foro propio, es decir,
utilizando los mecanismos y la metodología que les sean propios, sus candidatos
y los postulará ante el Consejo Municipal de Derechos. Estos candidatos se
someterán a un concurso cuya convocatoria y condiciones establecerá este
Consejo, mediante resolución. Serán designados los que obtengan mejor
calificación.

En la escogencia de los integrantes del Consejo de Protección la participación es


doble: la sociedad participa porque está representada paritariamente en el
Consejo de Derechos, que establece las reglas y efectúa la selección, y porque
postula a los candidatos.

La lógica que subyace en el hecho de que sea el Consejo de Derechos quien


escoge los Consejeros de Protección es simple. Al escogerlos adecuadamente
está garantizando a toda la colectividad del municipio que dichos Consejeros son
idóneos para proteger al niño o al adolescente, que vea menoscabado sus
derechos.

Según lo dispuesto en el artículo 161, cada Consejo de Protección debe ser


integrado como mínimo por tres miembros - los Consejeros - y sus respectivos
suplentes, quienes decidirán cada caso de forma colegiada, para mayor garantía.
El número de miembros podrá ser aumentado de acuerdo a los requerimientos
del municipio. No obstante, cuando un Consejo esté formado por más de tres
miembros, cada caso deberá ser resuelto por tres de ellos.

101
La LOPNA, en su artículo 164, establece los requisitos mínimos y generales para
ser Consejero, que son: a) reconocida idoneidad moral; b) edad superior a
veintiún (21) años; c) residir o trabajar en el respectivo municipio por más de un
(1) año; d) título de bachiller o de técnico medio, como mínimo; e) formación
profesional relacionada con niños y adolescentes o, en su defecto, experiencia
previa en áreas de protección de los derechos de niños y adolescentes o en
áreas afines, comprobada por certificación emitida por el ente en el cual haya
prestado sus servicios; f) aprobación previa de un examen de suficiencia en el
conocimiento del contenido de la ley, presentado ante el respectivo Consejo
Municipal de Derechos.

Dichos requisitos son generales porque son válidos para todos los municipios, y
mínimos porque tratándose de un servicio municipalizado por excelencia, el
Consejo de Derechos podrá establecer otras condiciones, para adecuar el perfil
del Consejero a las peculiaridades locales.

Obsérvese que el Consejero no puede ser cualquiera, sino una persona dotada
de madurez, vocación para el servicio público, formación académica relacionada
con las funciones que ejercerá, experiencia de trabajo, en programas de atención
y protección de niños y adolescentes, conocimiento de la comunidad donde
prestará sus servicios y conocimiento del espíritu y la letra de la Ley Orgánica
para la Protección del Niño y del Adolescente (Seda, 1997, p. 48).

Aún respecto a los Consejos, la LOPNA, en sus artículos 167 y 168, trae reglas
relativas a las incompatibilidades y a la pérdida de la condición de miembro.

En tal sentido, no pueden ser electos en el mismo Consejo de Protección, las


personas que para el momento de producirse la selección sean marido y mujer o
tengan entre sí parentesco por consanguinidad, hasta cuarto grado o por afinidad
hasta segundo grado.

La condición de miembro del Consejo de Protección se pierde: a) por


incumplimiento reiterado de sus funciones; b) cuando fuere condenado

102
penalmente, mediante sentencia definitivamente firme; c) cuando haya sido
sancionado por infracción cometida contra los derechos y garantías consagradas
en la ley; d) cuando la autoridad judicial haya resuelto, en el curso de un mismo
año, dos o más casos en los cuales el respectivo Consejo de Protección se
abstuvo injustificadamente de decidir, sin haber declarado su incompetencia.

La pérdida de la condición de miembro se produce mediante acto del Alcalde,


previa evaluación y decisión del respectivo Consejo Municipal de Derechos e
inhabilita para ejercer nuevamente la función de Consejero.

El ejercicio de la función de miembro de un Consejo de Protección es a


dedicación exclusiva, quedando vedado al Consejero el desempeño de cualquier
otro trabajo o ejercicio de actividad autónoma. Pero el cargo es remunerado. Los
respectivos presupuestos municipales deben incluir la previsión de los recursos
necesarios para el funcionamiento de los Consejos (artículo 165), y la ley
municipal deberá establecer el monto de la remuneración, el local, días y horas
de trabajo, que debe incluir sábados, domingos y días feriados, creándose para
ello un sistema de guardia permanente de los Consejeros (artículo 166).

De acuerdo al artículo 160, los Consejos de Protección tienen las siguientes


atribuciones:

a) dictar las medidas de protección.

Como se dijo anteriormente, las medidas de protección son órdenes, mandatos


de obligatorio cumplimiento emanadas de la autoridad competente para prevenir
o reponer derechos individualmente conculcados. Las medidas de protección
están establecidas en el artículo 126 de la LOPNA y la autoridad competente es
el Consejo de Protección o el Tribunal de Protección (artículo 129). El Consejo es
competente para aplicar ocho medidas. El Tribunal sólo es competente para
aplicar dos de ellas: colocación familiar y adopción (artículo 126, letras i y j).
Existe una perfecta división del trabajo entre los dos. Las medidas que el juez
aplica el Consejero no aplica y viceversa. Pero conviene mencionar que, de

103
acuerdo a una disposición transitoria de la LOPNA, precisamente el artículo 676,
mientras se constituyen los Consejos de Protección, el Juez de Protección
aplicará todas las medidas del artículo 126.

b) promover la ejecución de sus decisiones, pudiendo para ello requerir servicios


públicos o la inclusión del niño o adolescente y su familia en uno o varios
programas.

Es de la mayor importancia entender que el Consejo de Protección es un órgano


deliberativo, no ejecutivo. No es un programa de atención. Ni el Consejo ni el
Tribunal de Protección ejecutan sus propias medidas, sino que las dictan para
que otros la cumplan.

También es de la mayor relevancia que el C.P. esté pendiente de que sus


decisiones se cumplan. Le corresponde cobrar a cada uno de los responsables
por la protección de los derechos del niño (Estado, familia y sociedad), la parte
que le corresponde. Para ello puede exigir (requerir dice la ley) servicios públicos
en el área de salud, educación, alimentación, recreación, cultura, deporte, etc. En
ese caso, la autoridad o funcionario público que no atienda al requerimiento
incurre en desacato, sancionado penalmente por la LOPNA.

c) interponer las acciones correspondientes ante el órgano judicial competente en


caso de incumplimiento de sus decisiones.

Cuando ocurre el incumplimiento injustificado de sus deliberaciones, el Consejo


debe acudir en primer término, al Tribunal de Protección, el órgano competente
según el artículo 177, parágrafo tercero, para compeler a aquel que incumplió la
decisión del Consejo. Si persiste el incumplimiento, el caso pasa a la esfera de la
jurisdicción penal ordinaria, pues se configuraría el delito de desacato.

d) denunciar ante el Ministerio Público, cuando conozca o reciba denuncias de


situaciones que configuren infracciones de carácter administrativo, penal o civil
contra niños y adolescentes;

104
e) instar a las partes involucradas a conciliar cuando se ventilen situaciones de
carácter disponible y, en caso de que la conciliación no sea posible, aplicar la
medida de protección correspondiente.

El esfuerzo de conciliación debe hacerse siempre cuando se trata de situaciones


que involucran a la familia, los niños y los adolescentes. Siempre es
recomendable evitar el conflicto y las imposiciones en estas circunstancias. De no
lograrse la conciliación, no habrá más remedio que aplicar medidas.

f) autorizar el traslado de niños y adolescentes dentro y fuera del territorio


nacional, cuando dicho traslado se realice sin compañía de sus padres,
representantes o responsables, salvo cuando haya desacuerdo entre estos
últimos, en cuyo caso decidirá el juez.

Antes de la entrada en vigencia de la LOPNA, estas autorizaciones se obtenían


en el Instituto Nacional del Menor - INAM y en las Jefaturas Civiles. Los viajes
fuera del territorio nacional sólo podían ser autorizados por el Juez de Familia y
Menores, aún estando de acuerdo los padres, caso en el cual era necesaria la
homologación judicial.

g) autorizar a los adolescentes para trabajar y llevar el Registro de adolescentes


trabajadores.

Según lo dispuesto en el artículo 96 de la LOPNA la edad mínima permitida para


que los adolescentes trabajen es 14 años. No obstante, de acuerdo con el
parágrafo tercero de ese mismo artículo, el Consejo de Protección podrá
autorizar, en determinadas circunstancias debidamente justificadas, el trabajo del
adolescente por debajo de la edad mínima, siempre que la actividad a realizar no
menoscabe su derecho a la educación, no sea peligrosa o nociva para su salud o
desarrollo integral o no se encuentre expresamente prohibida por ley. Esta
competencia, antes de la vigencia de la LOPNA, también correspondía al INAM.

h) solicitar ante los funcionarios del Registro del Estado Civil o la autoridad de
identificación competente, la extensión o expedición de partidas de nacimiento,

105
defunción o documentos de identidad de niños y adolescentes, que así lo
requieran.

La salvaguarda de los derechos a la identificación; a ser inscritos en el Registro


Civil; a obtener documentos públicos de identidad (artículos 17, 18 y 22), ha sido
una verdadera obsesión de la ley, debido a la gran cantidad de niños venezolanos
(más de 400.000), que no están inscritos en el Registro Civil. Asimismo, porque
sin identidad es difícil que se le pueda asegurar a un niño o adolescente el goce
de otros derechos básicos. En tal sentido la ley hizo un gran esfuerzo por
garantizar este derecho primario, con una serie de disposiciones insertadas en el
Título II (artículos 19, 20, 21, 23 y 24); previendo programas específicos (artículo
124, e); privilegiándolo entre las medidas de protección (artículo 126, f) e incluso,
estableciendo sanciones para quienes pongan en peligro o violen ese derecho
(artículo 225).

No es de extrañar, pues, que entre las competencias del Consejo de Protección


se encuentre lo previsto en la letra f) del artículo 126.

i) solicitar la declaratoria de privación de la patria potestad

j) solicitar la fijación de la obligación alimentaria.

La autoridad competente para la declaratoria de la privación de patria potestad y


fijación de la obligación alimentaria es el Tribunal de Protección (artículo 177,
parágrafo primero, letras b) y d).

k) llevar un registro de control y referencia de los niños, adolescentes o sus


familias, a quienes se les haya aplicado medidas de protección, a los efectos de
la elaboración de estadísticas nacionales relacionadas con niños y adolescentes.

Aun cuando sean varias las atribuciones del Consejo de Protección, su más
importante cometido es la imposición de medidas de protección. De allí que, para
finalizar este artículo, se incluya algunos comentarios sobre las mismas.

106
Establece el artículo 126, que una vez comprobada la amenaza o violación de
cualquier derecho de un niño o adolescente, el Consejo de Protección puede
aplicar las siguientes medidas:

a) inclusión del niño o adolescente y su familia, en forma conjunta o separada,


según el caso, en uno o varios de los programas a que se refiere el artículo 124
de la ley.

La importancia de la existencia de los programas en un municipio se pone de


manifiesto una vez más. Sin los programas, se hace nugatoria la imposición de
esta medida, porque no habrá donde cumplirla, y eso conducirá necesariamente
al desprestigio de las decisiones del Consejo de Protección. Todo municipio debe
tener su política de atención formulada, en los términos del artículo 147, a), por el
Consejo Municipal de Derechos, órgano competente para definir en cada
municipio, qué programas se necesitan y serán desarrollados, tanto por entes
oficiales como no gubernamentales. Recordemos además, que al C.M.D. le
compete también promover la creación de programas, y apoyar su ejecución.

Si el Consejo Municipal de Derechos no cumple esta función, contra él cabe la


acción judicial de protección (artículo 276, de la LOPNA), estando legitimados
para intentarla las organizaciones no gubernamentales, legalmente constituidas
(artículo 278, c). Si el C.M.D. formula su política pero los encargados de
ejecutarla no lo hacen, cabe la misma acción judicial, pero esta vez, el legitimado
activo es el Consejo Municipal de Derechos (artículo 278, b).

b) orden de matrícula obligatoria o permanencia, según sea el caso, en escuelas,


planteles o institutos de educación.

Esta medida puede recaer sobre los padres, representantes o responsables que
incumplen su obligación de matricular a sus hijos en un plantel educativo, así
como de vigilar su asistencia a la misma y su aprovechamiento. Pero puede
recaer también sobre el niño o el adolescente, que a pesar de los esfuerzos de

107
sus padres, no asista a la escuela; o también sobre un director de plantel que
impida la inscripción del niño.

c) cuidado en el propio hogar del niño o adolescente, orientando y apoyando a los


padres, representantes o responsables en el cumplimiento de sus obligaciones,
conjuntamente con el seguimiento temporal de la familia y del niño o adolescente,
a través de un programa.

Uno de los derechos fundamentales de los niños y adolescentes es el de ser


criado en el seno de su familia y de ser cuidado por sus padres (artículos 25 y 26
de la LOPNA). Sólo en condiciones verdaderamente excepcionales y en atención
a su interés superior, el niño puede ser separado de su medio familiar.

Según la ley, (artículo 5°) la familia es responsable de forma inmediata e


indeclinable de asegurar a los niños y adolescentes el ejercicio y disfrute pleno y
efectivo de sus derechos y garantías. Pero el Estado, con la activa participación
de la sociedad, debe asegurar políticas, programas y asistencia apropiada para
que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad.

Entre los programas previstos en el artículo 124, se encuentra los “de apoyo u
orientación (letra b), cuya finalidad es precisamente estimular la integración del
niño y el adolescente en el seno de la familia, así como guiar el desarrollo
armónico de las relaciones entre sus miembros. Para que esta medida sea
exitosa, es necesario este tipo de programa.

d) declaración de los padres, representantes o responsables, según sea el caso,


reconociendo responsabilidad en relación al niño o adolescente.

En nuestros países, donde la paternidad irresponsable es tan frecuente, no


extraña la posibilidad de aplicar una medida que exija de los padres,
representantes o responsables la firma de un término de compromiso que los
obligue a cumplir los deberes que les corresponden, respecto a los derechos de
sus hijos.

108
e) orden de tratamiento médico, psicológico o psiquiátrico, ambulatorio o en
régimen de internación en centro de salud, al niño o al adolescente que así lo
requiera o a sus padres o representantes, en forma individual o conjunta, según
sea el caso.

Esta medida no amerita mayores comentarios. Además de los casos ordinarios


de afección de la salud física o mental, esta medida podría aplicarse en los casos
de alcoholismo, drogadicción, flagelos de nuestros días. El niño comienza la
ingestión de sustancias menos nocivas tales como pega, tíner y va ascendiendo
progresivamente los niveles de dependencia hasta destruir su salud física y
mental y tornarse presa fácil de adultos inescrupulosos. No es necesario señalar
el daño que se puede producir a los niños cuando el alcohólico o dogradicto es el
adulto, padre o representante. Ambas enfermedades debilitan el ejercicio de la
patria potestad pues comprometen la capacidad del adulto para ejercerla. La
medida tiene por finalidad solventar esta situación.

f) intimación a los padres, representantes, responsables o funcionarios de


identificación a objeto de que procesen y regularicen, con estipulación de un
plazo para ello, la falta de presentación e inscripción ante el Registro del Estado
Civil o las ausencias o deficiencias que presenten los documentos de identidad de
niños y adolescentes, según sea el caso.

Insistimos aquí no sólo en la importancia que tiene el hecho de que los niños
estén debidamente inscritos en el Registro Civil y tengan en regla sus
documentos de identidad, sino en las sanciones que puede acarrear para los
padres, representantes o funcionarios el hecho de no cumplir con su obligación
sobre el particular.

g) separación de la persona que maltrate a un niño o adolescente de su entorno.

Esta medida es emblemática para ejemplificar la diferencia paradigmática entre el


modelo de la situación irregular y el modelo adoptado por la LOPNA. En el
primero, se suele alejar el niño que sufre cualquier clase de maltrato de su medio

109
familiar, con el pretexto de protegerlo. Incluso se llega a institucionalizarlo. La
LOPNA hace lo contrario: mantiene el niño o adolescente maltratado en su medio
familiar, con el apoyo y orientación idóneos y, de ser preciso, aleja de allí el
maltratador.

h) abrigo.

El abrigo, medida explicada con toda claridad por el artículo 127 de la LOPNA,
supone la institucionalización provisional y excepcional del niño o adolescente, en
una entidad de atención, o su permanencia también provisional en una familia
sustituta, en ambos casos por un máximo de 30 días mientras o se resuelve el
caso mediante la imposición de otra medida administrativa (por ejemplo la
prevista en el artículo 126, c), o mediante una decisión judicial de colocación
familiar o en entidad de atención (artículo 128), o de adopción. En estos dos
últimos casos, siempre que no sea posible el reintegro del niño o del adolescente
a su familia de origen.

7.- Representación gráfica del Sistema de Protección.

Con la finalidad de ofrecer al lector una visualización global del Sistema, se ofrece
a continuación tres gráficos: uno general donde se puede apreciar todos los
actores con sus respectivas interconexiones, y dos parciales donde se puede ver
claramente cuáles son los órganos administrativos y los judiciales.

110
SISTEMA DE PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL
ADOLESCENTE

Ministerio Público Órganos Órganos


Administrativos Judiciales

Consejo Nacional de Consejo de Protección Tribunales Sala de


Derechos del Niño y de Casación
del Adolescente Protección Social
del Niño Tribunal
y del Supremo
Coord° Adolescente
Consejo Estadal de Consejo Municipal de
Derechos Derechos
Registro
Inscripción Medidas Sala de Corte Servicios
Juicio Superior Auxiliares
Inspección Entidades de Defensorías
Atención
Inspección

111
ÓRGANOS ADMINISTRATIVOS

CONSEJO CONSEJO DE PROTECCIÓN


NACIONAL DE DEL NIÑO Y
DERECHOS DEL ADOLESCENTE

CONSEJO ESTADAL DE CONSEJO MUNICIPAL DE


DERECHOS DERECHOS

ENTIDADES DE DEFENSORÍAS
ATENCIÓN

112
ÓRGANOS JUDICIALES

TRIBUNALES DE SALA DE
PROTECCIÓN CASACIÓN SOCIAL
DEL NIÑO Y DEL DEL TSJ
ADOLESCENTE

SALA DE CORTE SERVICIOS


JUICIO SUPERIOR AUXILIARES

113
BIBLIOGRAFIA

BUAIZ, Yuri y Cristóbal CORNIELES. (1999). El Sistema de Protección. Nos. 1,


2, 3, 4 y 5. Caracas: UNICEF.

CECODAP. (1999)a. Los niños y adolescentes privados de su medio familiar


y nueva doctrina para la protección integral. Caracas.

----------------.(1999)b. Todo lo queremos saber sobre la Ley Orgánica para la


Protección del Niño y del Adolescente. Caracas.

__________.(1999)c. Defensorías del Niño y del Adolescente. Una alternativa


para la promoción y defensa de los niños, niñas y adolescentes.

CORNIELES, Cristóbal. (2000). Los derechos de los niños, niñas y


adolescentes en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Caracas (mimeo).

ISCH, Edgard y Fernando LÓPEZ. (1998). Construyendo una vida mejor para
la niñez. Los municipios, la comunidad y el Sistema de Protección Integral a la
Niñez y Adolescencia. Quito: DNI-Ecuador-INNFA.

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Civiles y Políticos de los Jóvenes y Adolescentes en Iberoamérica. Quito,
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OJEDA SEGOVIA, Lautaro. (1998). La descentralización municipal con


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___________.(1998). Infancia y Sociedad: Terceira Via. Campinas: Ades.

114
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE EL FORO PROPIO Y LA
PARTICIPACIÓN DE LA SOCIEDAD EN LA
LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE.

Cristóbal Cornieles Perret Gentil

Introducción

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente crea nuevas
oportunidades para la participación de la sociedad, de las familias y de las
personas en general, en la protección integral de la infancia y la adolescencia.
Fundada en los ideales y valores de la democracia participativa le reconoce a
estos actores nuevas funciones, atribuciones y responsabilidades.

Por primera vez, las organizaciones de la sociedad son invitadas a participar en


condiciones de igualdad junto con las autoridades del sector público para
planificar las políticas de protección integral. Esto supone decidir conjuntamente
cuáles son las prioridades, cómo abordarlas, en cuáles programas deben
invertirse los recursos públicos, cuáles deben ser los criterios de atención a los
niños, niñas y adolescentes en dichos programas, entre otras cosas.
Adicionalmente, se le reconoce a estas organizaciones un papel fundamental en
el desarrollo de estas políticas y programas de protección integral, así como en su
evaluación, seguimiento y control.

El nuevo Sistema de Protección del Niño y del Adolescente sólo será efectivo en
la medida en que las organizaciones sociales asuman con responsabilidad y
eficiencia las nuevas funciones y atribuciones que les reconoce la Ley. La
sociedad tiene un inmenso compromiso en la tarea de hacer reales los derechos
de la infancia y la adolescencia. Por esto debe prepararse, capacitarse y
organizarse para desempeñar adecuadamente este nuevo papel. Ya no es
suficiente con criticar las actuaciones del sector público, ahora el reto es asumir
junto con los representantes del sector público la planificación, la ejecución y el
control de las políticas de protección integral de los niños, niñas y adolescentes.

115
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) establece que las familias, la
sociedad y el Estado son corresponsables de la protección integral de niños,
niñas y adolescentes. Señala expresamente que todos estamos obligados a velar
por sus derechos, garantías y deberes. Ahora bien, para asegurar que las
personas puedan efectivamente asumir y cumplir con esta responsabilidad
concurrente, la CDN establece el principio de la Participación. Según este
principio deben crearse espacios, vías y mecanismos de participación directa de
la sociedad en los sistemas de protección a la infancia y a la adolescencia. Esta
participación debe extenderse a la planificación, desarrollo y control del
funcionamiento de dichos sistemas.

La nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela desarrolla


ampliamente el contenido de la CDN, inclusive otorgándole expresamente
carácter constitucional a este instrumento jurídico internacional. Así, vemos como
su artículo 78 establece expresamente que:

“Los niños, niñas y adolescentes son sujetos plenos de derecho y estarán


protegidos por la legislación, órganos y tribunales especializados, los
cuales respetarán, garantizarán y desarrollarán los contenidos de esta
Constitución, la Ley, la Convención sobre Derechos del Niño y demás
tratados internacionales que en esta materia haya suscrito y ratificado la
República. El Estado, las familias y la sociedad asegurarán, con prioridad
absoluta, protección integral, para lo cual se tomará en cuenta su interés
superior en las decisiones y acciones que les conciernan. El Estado
promoverá su incorporación progresiva a la ciudadanía activa y creará un
sistema rector nacional para la protección integral de las niñas, niños y
adolescentes.”

Como se observa, la nueva Constitución prevé de forma explícita la


corresponsabilidad social en la protección de la infancia y la adolescencia, en el
marco de un “sistema rector nacional”. Esta norma se encuentra íntimamente
ligada con el derecho humano a la participación, reconocido en su artículo 62,

116
que es lo que permite hacer real y efectiva en la práctica dicha
corresponsabilidad. La disposición en cuestión establece que:

“Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar


libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes elegidos o elegidas.

La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión


pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su
completo desarrollo, tanto individual como colectivo Es obligación del Estado
y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más
favorables para su práctica.”

Aunque la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA)
es anterior a la nueva Constitución, ambas son perfectamente congruentes y
compatibles ya que se fundamentan en los mismos valores, en la misma visión de
la democracia participativa y, sobre todo, en la CDN. Es más, se puede decir que
la LOPNA se “adelantó” a la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. En primer lugar, por que ya había establecido la responsabilidad
concurrente de las familias, la sociedad y el Estado en la protección integral de
niños, niñas y adolescentes. En segundo lugar, por que ya creó un “sistema rector
nacional para la protección integral de las niñas, niños y adolescentes”. En tercer
lugar, por que reconoció expresamente en su artículo 6 el derecho humano a la
participación, en los siguientes términos:

“La sociedad debe y tiene derecho de participar activamente para lograr la


vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de todos los niños y
adolescentes.

El Estado debe crear formas para la participación directa y activa de la


sociedad en la definición, ejecución y control de las políticas de protección
dirigidas a los niños y adolescentes.”

117
Este deber - derecho de la sociedad esta desarrollado ampliamente en la LOPNA,
tanto en el Sistema de Protección del Niño y del Adolescente como en el Sistema
Penal de Responsabilidad de los Adolescentes. El Foro Propio constituye el
espacio y mecanismo por excelencia de participación de la sociedad en estos
sistemas. El presente documento tiene como finalidad presentar una
aproximación netamente jurídica al Foro Propio, para ofrecer una descripción del
marco legal dentro del cual debe desarrollarse la participación de las
organizaciones no gubernamentales y de todas aquellas personas interesadas en
la protección integral de niños, niñas y adolescentes.

1.- ¿Qué es el Foro Propio?

En la LOPNA el Foro Propio está concebido como un escenario de encuentro de


las organizaciones de la sociedad y de las personas en general, con el objetivo de
participar en la promoción y defensa de los derechos, garantías y deberes de los
niños, niñas y adolescentes. El Foro Propio no es una organización o una
institución, es simplemente un lugar de reunión de quienes están interesados e
interesadas en el futuro de la infancia y la adolescencia en Venezuela. La LOPNA
lo prevé como la vía de participación social por excelencia en los órganos y
autoridades que conforman el Sistema de Protección del Niño y del Adolescente.

Como su propio nombre lo indica, es un espacio “propio” de la sociedad,


autónomo e independiente del sector público. Según la LOPNA, debe existir un
Foro Propio en cada municipio, en cada estado y uno a nivel nacional. La Ley no
establece si el Foro Propio es un espacio permanente u ocasional, esto queda a
la libre decisión de quienes lo integran.

Por otra parte, el Foro Propio es uno de los medios previstos en la LOPNA para
hacer efectiva la corresponsabilidad de las familias, la sociedad y el Estado en la
protección integral de la infancia y la adolescencia.

2.- ¿Quiénes pueden integrar el Foro Propio?

118
La LOPNA establece que el Foro Propio es un escenario que pertenece
exclusivamente a la sociedad. Recordemos que se trata de un espacio “propio” y
autónomo de la sociedad frente al sector público. Por lo tanto, sólo pueden
integrarlo organizaciones, asociaciones o fundaciones de carácter privado o
mixto, tales como: entidades de atención a la infancia y la adolescencia,
organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, organizaciones de
desarrollo social, asociaciones de vecinos, organizaciones culturales,
asociaciones deportivas, organizaciones no gubernamentales de capacitación e
investigación, sindicatos, organizaciones de empresarios, iglesias, etc. Asimismo,
puede participar en el Foro Propio cualquier persona interesada en la situación de
los niños, niñas y adolescentes, siempre que no sea representante del sector
público (del Estado).

3.- ¿Quiénes NO pueden integrar el Foro Propio?

Las organizaciones, entidades y autoridades del sector público no pueden formar


parte del Foro Propio. Por lo tanto, no pueden participar en el:

Las autoridades del Estado, independientemente que pertenezcan éstas al


Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo, al Poder Judicial, al Poder Electoral o al
Poder Ciudadano, o que sean del poder nacional, estadal o municipal. Por
tanto, no pueden integrar el Foro Propio: el Presidente o la Presidenta, los
Gobernadores y las Gobernadoras, los Alcaldes y las Alcaldesas; El Defensor
o la Defensora del Pueblo; El Fiscal o la Fiscala General de la República; El
Contralor o la Contralora General de la República; los y las Jueces; los y las
representantes ante la Asamblea Nacional, Consejos Legislativos y Concejos
Municipales; y, quienes sean representantes directos de cualquiera de éstos o
éstas funcionarios, así como cualquier persona que desempeñe cargos o
ejerza funciones similares a nivel nacional, estadal o local.

Los colegios profesionales, ya que las leyes que los regulan le otorgan el
carácter de entes de carácter público, es decir, forman parte del sector público.

119
Las instituciones educativas oficiales o del Estado, ya estén adscritas al
poder nacional, estadal o municipal.

Las universidades públicas, así como los institutos y centros de investigación


y desarrollo del sector público.

Los hospitales y centros de salud del Estado.

Las fundaciones, asociaciones civiles y empresas creadas por el sector


público, pues según el artículo 181 de la LOPNA se les consideran como
“públicas a los efectos de esta Ley”.

4.- ¿Cuáles son los principios que caracterizan el funcionamiento del Foro
Propio?

La LOPNA no establece de forma expresa las reglas de funcionamiento del Foro


Propio, debido a que se respeta la libertad e independencia de la sociedad en lo
que se refiere a determinar cómo se organiza y participa. Sin embargo, de la Ley
pueden extraerse algunos principios generales que deben caracterizar el
funcionamiento del Foro Propio:

a) Autonomía e independencia frente al sector público.

El Foro Propio es un escenario diferente y distinto al sector público. Goza de


autonomía e independencia frente al Estado en lo que se refiere a la toma de
decisiones, sus normas de funcionamiento y organización, la administración de
sus recursos, la fijación de los criterios, requisitos y formas de elección de los
representantes a los Consejos de Derecho y los candidatos a los Consejos de
Protección, entre otras. El sector público no debe intervenir de ninguna manera
en estas actividades del Foro Propio. (artículo 62 de la Constitución de la
República y artículos 136, 141, 146 y 148 de la LOPNA)

b) Participación democrática, libre y voluntaria.

En el Foro Propio debe prevalecer siempre la democracia, particularmente en la


toma de cualquier decisión. La participación es absolutamente libre, esto significa

120
que todos pueden participar, independientemente que hayan sido convocados o
ellos mismos se autoconvoquen. No puede excluirse a nadie del Foro Propio,
excepto a aquellas organizaciones, entes y autoridades que pertenezcan al sector
público o las personas que las representen. Por otra parte, la participación es
voluntaria, por lo que nadie puede ser constreñido formar parte del Foro Propio.
(artículo 62 de la Constitución de la República y artículo 6 de la LOPNA)

c) Igualdad y no discrimininación. Espacio Plural.

El Foro Propio debe respetar y garantizar el derecho de todas las personas a la


igualdad, particularmente de los niños, niñas y adolescentes. Se prohibe por tanto
cualquier práctica que tienda hacia la discriminación, por motivos de raza, color,
sexo, edad, idioma, pensamiento, conciencia, religión, creencias, cultura, opinión
política o de otra índole, posición económica, origen social, étnico o nacional,
discapacidad, enfermedad, nacimiento o cualquier otra condición. (artículo 21 de
la Constitución de la República y artículo 3 de la LOPNA).

Desde esta perspectiva, el Foro Propio se caracteriza por ser un espacio amplio y
plural, donde pueden participar todas las organizaciones y personas interesadas
en la protección integral de los niños, niñas y adolescentes. La LOPNA no permite
establecer limitaciones o restricciones que impidan la participación libre y
voluntaria de las organizaciones o las personas. Esta Ley sólo permite fijar
normas dirigidas a excluir a aquellos y aquellas quienes integran o representan al
sector público (al Estado).

d) Prioridad Absoluta e Interés Superior del Niño.

La toma de todas las decisiones en el Foro Propio deben respetar y guiarse por
los principios de la Prioridad Absoluta y el Interés Superior del Niño, de
conformidad con los artículos 7 y 8 de la LOPNA.

5.- ¿Quién convoca a la creación del Foro Propio y quién establece las
reglas de funcionamiento ?

121
Cómo se señaló, el Foro Propio es un espacio “propio” de la sociedad, que es
autónomo e independiente del sector público. Por lo tanto, debe ser convocado
por cualquier organización o persona que pueda formar parte de el. Asimismo, las
normas para su funcionamiento deben ser establecidas libremente por sus
integrantes, sin ninguna intervención o injerencia del Estado.

6.- ¿Cuáles son las funciones del Foro Propio?

La LOPNA atribuye expresamente dos funciones a la sociedad actuando en Foro


Propio:

a) La elección de los representantes de la sociedad ante los Consejos de


Derechos del Niño y del Adolescente.

Los Consejos de Derechos del Niño y del Adolescente son órganos de naturaleza
pública que tienen como finalidad garantizar los derechos colectivos y difusos de
niños, niñas y adolescentes, fundamentalmente a través de la formulación y
control de las políticas públicas de protección integral. La Ley prevé un Consejo
Nacional de Derechos, así como la creación de un Consejo de Derechos en cada
estado y municipio del país. El artículo 136 de la LOPNA establece que:

“Los Consejos de Derechos están integrados por un número paritario de


representantes del Poder Ejecutivo nacional, estadal o municipal, según se
trate, y de la sociedad”.

Son estos representantes de la sociedad quienes deben ser electos en el Foro


Propio nacional, estadal o municipal, según corresponda, de conformidad con los
artículos 141, 146 y 148 de la LOPNA. Es importante destacar que el número de
representantes de la sociedad debe ser “paritario” en relación con los
representantes del Poder Ejecutivo nacional, estadal o municipal. Esto significa,
que por cada representante del Presidente ante el Consejo Nacional de
Derechos, debe existir un representante de la sociedad. Igualmente, que por cada
representante del Gobernador ante el Consejo Estadal de Derechos o del Alcalde

122
ante el Consejo Municipal de Derechos, debe existir correlativamente un
representante de la sociedad.

b) La Postulación de los candidatos a integrar el Consejo de Protección


del Niño y del Adolescente ante el Consejo Municipal de Derechos.

Según el artículo 158 de la LOPNA: “Los Consejos de Protección del Niño y del
Adolescente son los órganos administrativos que, en cada municipio y por
mandato de la sociedad, se encargan de asegurar la protección, en caso de
amenaza o violación de los derechos y garantías de uno o varios niños o
adolescentes, individualmente considerados. Estos Consejos son permanentes y
tienen autonomía funcional, en los términos de esta Ley”. Estos órganos actúan
fundamentalmente a través de medidas de protección, que son actos
administrativos de obligatorio cumplimiento para las personas a quienes va
dirigido. La LOPNA dispone que debe existir un Consejo de Protección en cada
municipio del país.

El artículo 159 de la LOPNA regula el carácter de sus integrantes al señalar que:


“Los miembros de los Consejos de Protección ejercen función pública, forman
parte de la estructura administrativa y presupuestaria de la respectiva Alcaldía,
pero no están subordinados al Alcalde en sus decisiones.”

El artículo 163 de la LOPNA establece que el Consejo Municipal de Derechos es


quien nombra a los miembros de los Consejos de Protección, mediante un
concurso y designando a quienes obtengan la mayor calificación en el. Sin
embargo, la Ley reserva a la sociedad actuando en Foro Propio la facultad de
escoger a los candidatos que podrán participar en dicho concurso. Es decir, la
sociedad debe postular ante el Consejo Municipal de Derechos una lista de
candidatos a integrar el Consejo de Protección del Niño y del Adolescentes,
quienes posteriormente deberán realizar el referido concurso.

Además de estas dos funciones, que son las únicas previstas de forma explícita
en la LOPNA, los integrantes del Foro Propio tienen la libertad de desarrollar

123
cualquier otra actividad que consideren pertinente, siempre que tengan por norte
la protección integral de niños, niñas y adolescente. Así, el Foro Propio se
presenta como un espacio natural para la articulación y coordinación de los
esfuerzos de las diferentes organizaciones y personas que lo integran; como un
lugar privilegiado para la reflexión y la acción sobre la situación de la infancia y la
adolescencia, bien sea a nivel municipal, estadal o nacional.

7.- ¿Quiénes pueden ser electos como representantes de la sociedad ante el


Consejo Nacional de Derechos?

La LOPNA trata de no establecer requisitos para la elección de los representantes


de la sociedad ante los diferentes Consejos de Derechos. Se estimó, que en
respeto al contenido del derecho humano a la participación, debe reconocérsele a
la sociedad la mayor libertad, autonomía e independencia posible en la toma de
sus decisiones y en la elección de sus representantes. Por lo tanto, es la
sociedad, actuando en Foro Propio, quien puede establecer los requisitos que
deben cumplir los aspirantes a ser representantes ante los Consejos de
Derechos. Sin embargo, el artículo 141 de la LOPNA señala algunos criterios
orientadores para esta elección, los cuales pueden ser tomados o no por la
sociedad. La norma en cuestión establece que:

“Los representantes de la sociedad serán elegidos en foro propio,


guardando una proporción que garantice la presencia de representantes de
organizaciones privadas o mixtas de atención directa a niños y
adolescentes, así como de particulares y responsables de entidades o
programas dedicados a la protección, promoción, investigación o defensa de
los derechos y garantías de los niños y adolescentes”.

La sociedad puede igualmente elegir como sus representantes a personas que


provengan de otros sectores.”

124
8.- ¿Quiénes pueden ser electos como representantes de la sociedad ante
los Consejo Estadales de Derechos y los Consejos Municipales de
Derechos?

En lo que se refiere a los Consejos Estadales de Derechos y los Consejos


Municipales de Derechos, la LOPNA mantiene el principio de que la sociedad es
quien debe establecer de forma prioritaria los requisitos que deben cumplir sus
representantes. Se limita a sugerir que se sigan los criterios expuestos en su
artículo 141 para la elección de los representantes de la sociedad ante el Consejo
Nacional de Derechos. Sin embargo, los artículos 146 y 148 de la Ley establecen
que en el caso de estos Consejos de Derechos, los representantes de la sociedad
deben “tener su domicilio o lugar de trabajo” en el estado o en el municipio, según
corresponda. Esta disposición está dirigida a asegurar que exista un vínculo
estrecho entre los representantes de la sociedad y la realidad del municipio o
estado.

9.- ¿Qué carácter tienen los representantes de la sociedad ante los


Consejos de Derechos?

Según los artículo 151 y 153 de la LOPNA, los representantes de la sociedad en


los Consejos de Derechos son llamados “Consejeros”, pero no tienen el carácter
de funcionario público y el ejercicio de su cargo es de carácter no remunerado.

En todo caso, el artículo 152 de la Ley establece que la actividad desarrollada por
los miembros de los Consejos de Derechos se considera de carácter meritorio
relevante y de ejercicio prioritario. En consecuencia, a los fines legales
correspondientes, se consideran justificadas las ausencias al trabajo ocasionadas
por la asistencia de sus miembros a las sesiones del Consejo de Derechos de
que se trate, y por la participación en actividades propias de tal condición.

10.- ¿Por cuánto tiempo son electos los representantes de la sociedad ante
los Consejos de Derechos?

125
Según el artículo 153 de la LOPNA, los miembros de los Consejos de Derechos
son elegidos por períodos de dos años y son reelegibles por no más de dos
períodos consecutivos. Éstos deberán permanecer en sus cargos hasta tanto se
produzca la elección de los nuevos miembros.

11.- ¿Cuándo se pierde la condición de miembro de los Consejos de


Derechos?

El artículo 156 de la LOPNA establece que la condición de miembro de un


Consejo de Derechos se pierde en los siguientes casos:

a) Cuando el Consejero ha sido condenado penalmente por sentencia


definitivamente firme;

b) Cuando el Consejero ha sido condenado por infracción a los derechos y


garantías contempladas en esta Ley;

c) Cuando el Consejero no asiste a tres reuniones consecutivas o seis alternas


del respectivo Consejo, salvo justificación por escrito aceptada por el propio
Consejo;

d) Cuando la autoridad judicial competente ha decidido en contra del Consejo de


Derechos correspondiente, dos o más acciones de protección por abstención
(artículo 177 de la LOPNA), en el curso de un año. En este caso, la pérdida se
produce para todos los miembros.

12.- ¿Qué pasa cuando una persona pierde la condición de miembro de un


Consejo de Derechos?

La pérdida de la condición de miembro inhabilita para ejercer nuevamente la


función de Consejero. Al producirse la pérdida de la condición de miembro de un
Consejo de Derechos, asumirá el respectivo suplente. (artículo 156 LOPNA)

13.- ¿Qué relaciones tienen los representantes de la sociedad ante los


Consejos de Derechos con quienes los eligieron?

126
Según el artículo 150 de la LOPNA, la condición de miembro de un Consejo de
Derechos le otorga al respectivo Consejero la representación del sector que lo ha
elegido y, por tanto está facultado para deliberar, votar y tomar decisiones en su
nombre en el correspondiente Consejo, sin necesidad de solicitar autorización
previa al sector representado. Es decir, según la Ley, los representantes de la
sociedad tienen libertad para actuar sin consultar a quienes los eligieron. Sin
embargo, es absolutamente legal que los integrantes del Foro Propio establezcan
reglas de comportamiento y de relaciones con sus representantes. Pero es
importante dejar claro que en caso de incumplimiento de dichas reglas, ello no
supone que los representantes pierdan su condición de miembros del Consejo de
Derechos, pues los casos en que esto sucede están previstos únicamente en el
artículo 156 de la LOPNA.

14.- ¿Quiénes pueden ser postulados como candidatos a integrar el Consejo


de Protección del Niño y del Adolescente ante el Consejo Municipal de
Derechos?

En este caso, la LOPNA si establece una serie de requisitos que deben ser
considerados y cumplidos por la sociedad al momento de elegir los candidatos
que serán postulados a integrar los Consejos de Protección del Niño y del
Adolescente. Estos requisitos son exigidos en virtud de las funciones públicas que
deberán desempeñar estas personas, para las cuales se requiere de ciertas
aptitudes, capacidades y conocimientos. Se encuentran establecidos en el
artículo 163 de la Ley, el cual señala que para ser miembro de un Consejo de
Protección se requerirá como mínimo:

a) reconocida idoneidad moral;

b) edad superior a veintiún (21) años;

c) residir o trabajar en el respectivo municipio por más de un (1) año;

d) título de bachiller o de técnico medio, como mínimo;

127
e) formación profesional relacionada con niños y adolescentes o, en su defecto,
experiencia previa en áreas de protección de los derechos de niños y
adolescentes o en áreas afines, comprobada por certificación emitida por el ente
en el cual haya prestado sus servicios;

f) aprobación previa de un examen de suficiencia en el conocimiento del


contenido de esta Ley, presentado ante el respectivo Consejo Municipal de
Derechos.

128
EL PROCEDIMIENTO JUDICIAL DE PROTECCIÓN

DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE


Paolo Longo F.

Sumario: 1.- Aspectos generales. Principios ordenadores de la misión protectora.


Ubicación del subsistema de protección dentro del contexto general del regimen
regulatorio de la materia referida al niño y al adolescente. 2.- Asignación
jurisdiccional de la protección del niño y del adolescente. Estructura judicial.
Aspectos relacionados con la jurisdicción y la competencia. 3.- La acción y el
procedimiento judicial de protección. Algunas consideraciones preliminares.
Justificación sistemática. Significado de la acción de protección. Legitimación.
4.- El procedmiento judicial de protección. Sus aplicaciones y estructura.
Comentarios sobre las facultades jurisdiccionales. Efectos.

1.- Aspectos generales. Principios ordenadores de la misión protectora.


Ubicación del subsistema de protección dentro del contexto general del
régimen regulatorio de la materia referida al niño y al adolescente.

El nuevo régimen legal sobre la "protección al niño y al adolescente" está


basado en claros principios de tutela efectiva 23, los cuales, a su vez, están

23
Chamorro Bernal, Francisco. “La Tutela Judicial Efectiva”. Bosch, Barcelona, 1994. El
autor señala en la página 370 y siguientes, en referencia a la efectividad de la tutela, que:
“....Prescindiendo de quienes utilizan el término tutela en un sentido distinto al que
constitucionalmente tiene, para algunos autores, el mismo concepto de tutela sería
redundante, puesto que ésta se identificaría con la totalidad de las garantías procesales
constitucionalizadas. Así lo hace Jesús González Pérez para quien todo el artículo 24 CE
no tendrá más contenido que el de la tutela, siendo la serie de derechos que en el mismo
se enumeran meras concreciones de aquélla. En ese planteamiento, todos los problemas
teóricos enumerados en el epígrafe anterior sobrarían, aunque el concepto de tutela que
resulta de él constituye un conglomerado tan heterogéneo que difícilmente es
aprovechable por la doctrina. En el mismo caso se encuentra Enrique Piñel López para

129
sostenidos en la noción de indiscutible “orden público” que distingue a la
materia, digna, en consecuencia, de ser considerada como de “prioritario
interés general”.

Con la denominación de “procedimiento judicial de protección”24, tema al que


se dedica el presente estudio, no sólo se comprende al trámite adjetivo diseñado
en la ley, sino también a algunos elementos de carácter esencialmente procesal,
tales como el sistema de legitimación para el ejercicio del poder jurídico de la
acción que corresponde a los sujetos activo y pasivo de la protección, el de la
regulación de la caducidad a la que se somete el control judicial de los actos de la
administración en materia de menores, el de los aspectos relativos a la
competencia del tribunal y el de los vinculados con las facultades jurisdiccionales
que se atribuyen al juez en este tipo de tutela judicial.

quien un derecho es efectivamente tutelado cuando es objeto de un proceso que cumple


los requisitos constitucionales, teniendo una concepción amplia de la tutela judicial
efectiva, que define
« ...como el derecho que tienen todas las personas a obtener la tutela efectiva de sus
derechos e intereses legítimos ante el Juez ordinario predeterminado por la Ley y a
través de un proceso con todas las garantías, sin dilaciones indebidas, y en el que no se
produzca indefensión, al poder utilizar los medios de prueba pertinentes para su
defensa». Tal definición, como puede verse, constituye un intento de unificación de los
párrafos primero y segundo del art. 24 CE, sin una pretensión de estructuración interna
del mismo. Otros autores, como José Luis Albacar López, más que de un concepto
amplio de la tutela judicial efectiva hablan de un concepto material de la misma, que tiene
en cuenta el contenido de la tutela a otorgar ya que para él, la tutela, además de la
realización y ejecución del derecho tendría incluso una función de prevención de la
violación de la norma. Esa misma concepción material de la tutela judicial tiene Carlos
María Entrena Klett al relacionarla con la libertad y la seguridad. En ambos casos
estaríamos fuera del campo estrictamente garantista en el que se mueve el TC con
respecto a la tutela judicial y que ha sido objeto de estudio aquí. José Almagro Nosete
parte de la tríada conceptual del Derecho Procesal, acción, jurisdicción que, en cuanto se
ejercita, se convierte en acción tramitada a través del proceso debido, que es aquel al
que el ciudadano tiene derecho según la Constitución. Su concepto a la jurisdicción es de
tal amplitud que incluiría o por lo menos equivaldría al derecho a la tutela judicial efectiva
que sostenemos en este trabajo.
24
También existe un procedimiento administrativo y una fase de conciliación, además de
los restantes procedimiento civiles y penales que la ley bajo estudio y el ordenamiento
jurídico en general, establecen.

130
Por tal razón, no es posible comenzar una profundización cabal en el contenido
antes señalado, si antes no se destacan algunos de esos principios ordenadores
ya aludidos.

Un primer aspecto surge del artículo 3º de la ley, cuya disposición normativa


consagra, con toda exactitud, el derecho a la igualdad entre los niños y los
adolescentes, principio que podríamos denominar "equo minoris". Este axioma,
no obstante, no puede dejar de analizarse con la suficiente atención, ya que, en
su mismo contenido está inmersa la realidad contundente e inexorable que nos
abate al mostrarnos, frecuentemente, las inmensas desigualdades que existen
entre los humanos; entre capitalinos y provincianos, entre obreros y patronos,
entre ricos y pobres, entre nacionales y extranjeros, entre hijos de familia
constituidas e hijos de familias desintegradas, entre personas capacitadas y
personas discapacitadas, entre individuos con educación formal e individuos sin
educación formal, en fin; y es que la norma no trata de hacer deontológica, como
verdad ideal, lo que en la crudeza de lo ontológico sería una mentira; al contrario,
su finalidad estriba en reconocer la necesidad de sortear los obstáculos de la
realidad, para reducir las desigualdades, de modo que, ante los derechos
humanos, ante las garantías del Estado y ante la tutela de la jurisdicción, entre los
niños y los adolescentes, independientemente de sus diferencias personales o
sociales, no exista sino un trato igualitario, no necesariamente igual. 25

Luego, es el Estado mismo, como supraentidad que resulta del individuo


socialmente aglomerado, el que fija como uno de sus nortes, a través de sus
expresiones soberanas; a saber, la legislación, la administración y la jurisdicción,
esta garantía de regular, gobernar y juzgar, respectivamente, en este caso de los

25
Ihering R. (cfr.) en: “La Lucha Por el Derecho”. Porrúa, México, 1981, p 4, obra en la
que señala acerca de la igualdad, que esta no consiste en tratar igual a los iguales, sino
desigual a los desiguales"; y este el concepto de lo igualitario, distinto a la noción de
igualdad, es el que encierra el cometido de conceder la tutela concreta a cada cual,
según su distinta condición, para elevarle al nivel de adecuación uniforme que el Estado
determine como garantía de todos los ciudadanos y esto no se consigue con el trato igual

131
niños y de los adolescentes, mediante la búsqueda incesante de los niveles
adecuados de vida y desarrollo, corrigiendo las desigualdades que la realidad
muestra; pero cuidado, no se busca hacer a los iguales, desiguales, sino al
contrario, lograr que los desiguales se hagan también iguales, en el entendido de
no despreciar el bienestar, ni las mejores condiciones que algunos puedan tener,
sino de lograr la mayor incorporación posible de niños y adolescentes a niveles
adecuados para aspirar a su pleno desarrollo.

Lo anterior no puede más que ser un certero propósito de Estado; de allí que, en
la protección de estas categorías, se involucre, por mandato expreso de la ley, al
propio Estado, considerado como ulterior responsable (art. 4º), a la familia misma,
entendida como institución primaria de tutela (art. 5º) y a la sociedad, asumida
como ámbito plus familiar (art. 6º), indicando que para todos estos niveles, tanto
en la esfera pública como en la privada, bien en el circulo estrictamente familiar,
bien en la dimensión más amplia de lo social, el interés del niño y del adolescente
debe ser concebido con rango superior a cualquier otro (art. 8°), consagrándose,
entonces, también el principio que podríamos denominar "supremacía del
interés minoril".

Esto tiene diversas connotaciones; por un lado, es una garantía para el sujeto de
derecho involucrado en la categoría legal del niño o del adolescente; pero, por
otro lado, es un dictamen paradigmático que se dirige a los actos de la
administración pública, tanto jurisdiccional como no jurisdiccional, de modo que al
legislar, al gobernar o al sentenciar, cada órgano público, según su naturaleza y
competencia, no dejen de aplicarlo.

Pero, por encima de todo, la supremacía señalada es una imposición general a la


sociedad, de lo cual se desprenden consecuencias bien concretas; entre ellas,
nada menos que la “legitimación amplia” que ha sido reconocida para el
ejercicio de las distintas invocaciones de tutela que se consagran en la ley, lo

que no compensa las diferencias, las precariedades con las bondades, sino con el trato
igualitario que si las considera efectivamente.

132
cual, por razones obvias, tiene especial significado dentro de la dimensión relativa
a las llamadas “acciones de protección”, sostenidas, por expresa mención del
legislador, en los concepto tuitivos de los “intereses difusos” y de los
“derechos colectivos”.

Esta afirmación está implícitamente contenida en la disposición del artículo 7°, por
cuya virtud se asigna el deber de atender, como “prioridad absoluta”, los
intereses del niño y del adolescente, ya no sólo como declaración de contenido
axiológico, sino, concreta y específicamente, a título de deber u obligación que la
norma precisa al asignar tareas específicas; entre ellas, la de establecer
“políticas públicas” dirigida a estos fines; la de ordenar y garantizar la
“asignación presupuestaria” necesaria; la de disponer los mecanismos
apropiados para facilitar el acceso de los menores al disfrute de los “servicios
públicos”; la de dictar con prelación las “medidas de protección” que sean
necesarias según las circunstancias.

En otras palabras, toda la estructura normativa del nuevo régimen legal que
regula las materias referidas a los niños y a los adolescentes, integralmente, está
basada en estos principios rectores, los cuales, sin duda, descansan en la idea
prioritaria que se ha destacado, dentro de la que, a su vez, se encuentra inserta la
entidad jurídica objeto de este análisis: “la protección”.

Se puede, entonces, para concluir anticipadamente, señalar que el componente


jurídico de la “protección” es un elemento inseparable y sistemático del régimen
legal regulatorio de la materia referida a los niños y a los adolescentes; pues este
régimen se compone de dos (2) grandes dimensiones: la asignación expresa de
“derechos”, por un lado, y la estructura de “protección”, por el otro.

La primera, a su vez, está distribuida en niveles: nacional, regional y municipal, a


través de los consejos de derecho que se establecen en cada uno de dichos
rangos; mientras que, la segunda, está asignada administrativa y
jurisdiccionalmente de la siguiente forma: la estrictamente administrativa, que

133
desarrollan los consejos de protección; la de asistencia especializada, que
corresponde a las entidades y órganos de auxilio; y la policial, que se atribuye a
los cuerpos de seguridad. Por su parte, dentro de la jurisdiccional se distinguen la
competencia de orden punitivo o sancionatorio, también llamada correccional; la
civil, ordinaria y especial; y la de protección.

Dentro de esta última, la de protección, en suma, consiste en la asignación del


poder jurisdiccional de control26, preventivo o reparatorio, que se ejerce por los
tribunales con competencia en la materia referida a los niños y a los
adolescentes, sobre el efectivo cumplimiento de las imposiciones que la ley dirige
a las personas naturales y jurídicas, ora públicas, ora privadas; bien nacionales,
bien regionales o bien municipales, dedicadas a la atención y protección del
menor.

En la letra del artículo 117 de la ley, estas obligaciones se pueden referir a la


“formulación, coordinación, integración, orientación, supervisión,
evaluación y control” de las “políticas, programas y acciones de interés
público” que deban emprenderse por imposición del legislador o que por
iniciativa autárquica adelante alguno de los entes o personas facultadas, de modo
que la finalidad del régimen de protección, y en particular de la protección
jurisdiccional, estaría centrada en que se “asegure el goce efectivo de los
derechos y garantías, y el cumplimiento de los deberes establecidos en la
ley”.

26
Cfr. Alvarez Sacristán, Isidoro. En “La Justicia y Su Eficacia”. Colex, Madrid, 1999, p
39., señala: “..A través de los jueces es por el único cauce por el que se obtiene la tutela
efectiva. Si bien el poder ejecutivo debe cumplir los derechos fundamentales que la
norma superior ampara, como mandato a que se refiere el art. 9.1 CE y que ordena a los
poderes públicos a observar la Constitución, lo cierto es que quien se siente perturbado
en su derecho tiene un único medio tutelador a través del cauce jurisdiccional. Se
convierte al Juez, así, en guardián de la norma y cuyo compromiso de juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado alcance caracteres sublinales para adentrarse en otro mundo que es
tangencial con el Derecho. Estamos refiriéndonos a la ética, a la deontología, el arte de
juzgar, a la equidad. Todas las virtudes –u obligaciones morales- que no son cuestiones
estrictamente técnico-jurídicas.

134
2.- Asignación jurisdiccional de la protección del niño y del adolescente.
estructura judicial. Aspectos relacionados con la jurisdicción y la
competencia.

El sistema que regula la materia relativa a los menores es de carácter integral; el


mismo contempla, tanto la asignación de derechos y garantías reconocidos
expresamente en la ley, como los mecanismos de protección que aseguren
eficazmente su pleno goce; respecto de esta última dimensión del sistema,
referida a la protección, ya se indicó que su diseño contempla, por un lado, la
actuación administrativa de algunos entes de carácter público, y por el otro, las
atribuciones jurisdiccionales asignadas a determinados tribunales. En esa
dirección, sin que con ello se quieran afectar a priori las reflexiones sucesivas, el
diseño procesal que se propone muestra inquietudes manifiestas de alejarse de
aquello que el maestro Rodríguez Urraca27 alguna vez llamó “proceso mudo
para el hombre”, de manera que se acerque, en cambio, a una metódica efectiva
y pertinente en relación con la impronta de la realidad.

Pues bien, es propósito de esta parte del análisis desentrañar el sentido de las
normas que regulan la estructura judicial establecida, así como de las nociones
relacionadas con la jurisdicción y la competencia propiamente dichas, en su
vinculación particular con la tutela judicial de protección.

En efecto, la ley ha establecido (art. 173) la denominación de “tribunales de


protección del niño y del adolescente”, con la que se distinguirán los órganos
judiciales con competencia especial en la materia bajo estudio; como se
recordará, no ha sido una regla de la organización judicial del País, la de contar
con tribunales especiales en determinadas competencias; al contrario, la realidad

27
Rodríguez Urraca, José. En “El Proceso Civil”. Alva, Caracas, 1984, p 105, señaló lo
siguiente: “..Durante mucho tiempo la dogmática del proceso ha dejado de advertir las
profundas conexiones existentes entre éste y la realidad social, ignorando la
interdependencia establecida entre el uno y la otra. Se nos ha tratado de mostrar un
proceso mudo para el hombre, de puro orden técnico, incapaz de explicar en un

135
extendida a lo largo de todo el territorio nacional demuestra que es usual la
asignación de múltiples áreas de conocimiento, concentradas en un solo órgano
judicial. Y la competencia de menores, salvo los casos de la ciudad de Caracas,
con la demora característica que distingue a las decisiones administrativas en el
campo de la organización estructural de los tribunales, sólo gradualmente fue
asignada a juzgados de ciudades capitales de entidades federales, como órganos
judiciales de primera instancia, especialmente dedicados a ejercer su poder
jurisdiccional en la materia de menores; respecto de los tribunales de alzada, la
gradualidad en la especialización judicial fue aún más inercial.

Con el nuevo régimen legal, la tendencia es definitiva e irreversible hacia la


dotación de tribunales especiales, cuya estructura interna, atípica en relación con
el diseño del resto de la estructura judicial, prevé una “sala de juicio” y una
“corte superior” (art. 175). Es decir, el propio tribunal concentra en su estructura
interior dos (2) órganos separados y perfectamente diferenciados; el primero,
conformado por distintos jueces que conocerán de las causas que se les asignen
en forma unipersonal; y el segundo, de naturaleza colegiado, a fin de que puedan
garantizar a los justiciables su derecho al doble grado de jurisdicción.

Ahora bien, no se nos escapa que, precisamente, en esta circunstancia se


sostiene lo atípico del diseño estatuido, pues, si bien es cierto que existen en
nuestro País tribunales de estructura compleja, caso de los que prevén una sala
para la sustanciación del proceso y un colegio de jueces para decidir, no es
menos cierto que para el ejercicio de los recursos que garantizan el segundo
grado de conocimiento, la relación interna entre tal sala y tales jueces, es la de
una sola instancia, de manera que en alzada conocería indefectiblemente otro
tribunal.

Así mismo, sin duda, el espíritu de la norma que dispone la conformación


endógena de los “tribunales de protección del niño y del adolescente”, es el

determinado momento las bases de la lucha intersubjetiva que se desarrolla entre los
individuos, y las soluciones mejores, más justas, que a ella puedan buscarse.

136
de garantizar prontitud, celeridad, eficacia, inmediación y economía, también en el
traslado de autos y en la materialización de las decisiones que se puedan dictar
en el superior grado de conocimiento jurisdiccional; luego, técnicamente, dichos
entes judiciales, entendidos en su acepción física o referida al lugar en el que se
despacha judicialmente, son un sólo tribunal; mientras que, considerados en su
acepción estrictamente jurisdiccional, están constituidos por dos (2) órganos
diferentes, el uno alzada del otro.

La ley, al regular este aspecto, ha dado complementariedad a la noción de


“circuito judicial”, incorporada al ordenamiento jurídico venezolano con la
promulgación del Código Orgánico Procesal Penal (copp), señalando que en cada
una de las capitales de los Estados de la República se creará un “tribunal de
protección del niño y del adolescente”, así como en cualquier otra ciudad que
determine la autoridad correspondiente, según la realidad de cada circuito
judicial.

Por otra parte, en nuestro criterio, es importante destacar que únicamente los
“tribunales de protección del niño y del adolescente” forman parte de lo que,
no con toda rigurosidad conceptual, denomina le ley “órganos jurisdiccionales”;
en efecto, se agrega en la norma a la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema
de Justicia (arts. 173 y 176), sin mediar en que la suprema sala de casación no
tiene vocación de tribunal de instancia, por lo que no es un órgano judicial
dedicado a la “resolución de los asuntos” referidos a la materia en estudio; es
más, la Corte Suprema de Justicia, en sede de casación, no es sino un tribunal
de derecho28, que no entra en el análisis del insumo fáctico de la controversia, el

28
Cfr. En Venezuela: Cuenca, Humberto. “Derecho Procesal Civil”. 6° ed. UCV, Caracas,
1994. Brice, Angel Francisco. “Lecciones de Procedimiento Civil”. Sanojo, Caracas, 1964.
Borjas, Armiño. “Comentarios al Código de Procedimiento Civil Venezolano” 5° ed.
Pniñango, Caracas, 1979. Rengel Romberg, Arístides. “Tratado de Derecho Procesal
Civil Venezolano”. Arte, Caracas, 1994. Márquez Añez, Leopoldo. “El Nuevo Código de
Procedimiento Civil”. UCAB, Caracas, 1987. Henríquez La Roche, Humberto. “Código de
Procedimiento Civil”. Centro de Estudio Jurídicos del Zulia, Maracaibo, 1995, entre otros.
En Italia: Chiovenda, Giuseppe. “Instituciones de derecho Procesal Civil”. 2° ed. Revista
de derecho Privado. Madrid, 1948. Satta, Salvatore. “Derecho Procesal Civil”. EJEA,

137
cual se reconoce como del ámbito de la exclusiva soberanía de los jueces de
instancia y que, por tanto, no resuelve el conflicto, no reexamina la pretensión, ni
considera la justicia o mérito del fallo. Luego, no creemos necesaria la atribución
asignada por la ley a la Sala de Casación Civil para conocer del recurso
respectivo que se intente contra decisiones dictadas sobre asuntos referidos a la
materia señalada, ya que, por imperio de su misma ley de creación, tal
competencia la tiene naturalmente atribuida.

De la misma forma, es conveniente resaltar que el Ministerio Público, a pesar de


tener prevista una determinante participación en el sistema integral que reconoce
los derechos del niño y del adolescente y que vela por su protección, tal como lo
diferenció la legislación especial (art. 169), no es un órgano judicial, ni cumple
función jurisdiccional alguna, de modo que en resguardo del claro espíritu de su
ley de creación, su naturaleza no debe confundirse con la estructura judicial que
se comenta, ni con la función jurisdiccional que la misma tiene asignada.

Expuestas las precisiones anteriores, se nos hace necesario introducir un aspecto


de suma importancia en relación con el ejercicio del poder de la jurisdicción. Para
ello me permitiré insertar algunos fragmentos sobre el significado de la
jurisdicción que forman parte de un estudio que estamos realizando sobre la
materia, actualmente en su fase culminante 29:

“Nadie discutiría, con la necesaria racionalidad, la condición natural de


la defensa, como atributo, incluso instintivo, de la especie humana.

Buenos Aires, 1971. Carnelutti, Francesco. “Instituciones del Proceso Civil”. EJEA,
Buenos Aires, 1956. Micheli, Gian Antonio. “Derecho Procesal Civil”. EJEA, Buenos
Aires, 1970. Redenti, Enrico. “Derecho Procesal Civil”. EJEA, Buenos Aires, 1957, entre
otros. En España; Pietro Castro, Leonardo. “Derecho Procesal Civil”. Librería General,
Zaragoza, 1955. Guasp, Jaime. “Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil”. Aguilar,
Madrid, 1947. Fiaren Guillén, Víctor. “Doctrina General del Derecho Procesal”. Bosch,
Barcelona, 1990. Ramos Méndez, Francisco. “El Sistema Procesal Español”. Bosch,
Barcelona, 1997, entre otros; En Argentina: Palacios, Lino. “Manual de Derecho Procesal
Civil”. 12° ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996. Alsina, Hugo. “Derecho Procesal”.
Ediar, Buenos Aires, 1956 entre otros.
29
Longo, Paolo. “La Jurisdicción”. Tesis de grado (en elaboración) para optar al título de
magister scientiarum en derecho procesal. UCAB. 1999.

138
Sugerir la posibilidad de abstraerse de la realidad, para desconocer el
sentimiento de defensa que se descubre en la esencia del hombre,
pasa, necesariamente, por considerar que más allá de lo humano,
cada ser animado de la naturaleza, quizás no en forma de sentimiento,
pero si de indiscutible instinto, también conoce la institución de la
defensa. En otras palabras, pretender extraer de la humanidad el
sentido de la defensa, es tanto como pretender desnaturalizar su
esencia misma, de modo que se convierta en otra cosa, cualquier otra
cosa, menos en humanidad.”

“Sin embargo, como ocurre con casi todas las conductas hominis, la
defensa se enfrenta, por lógica derivación conceptual, con otra
manifestación humana: la agresión; es decir, desde un punto de vista
puramente teorético, la defensa es la antítesis de la agresión; de lo
cual, se concluiría, si no se produce esta última, no debería existir la
primera; y entonces, la defensa sin agresión, sería, en realidad, más
que una defensa, una verdadera agresión. No es extraño que los
conceptos teóricos, más aún si lo son en aquellas ciencias no
naturales, ni exactas, se compliquen desconcertantemente en la
práctica, tal como se hacen en extremo complejas las adaptaciones
normativas, y por tanto deontológicas, cuando se las debe aplicar a los
supuestos de lo acontecido, en la crudeza de lo ontológico; de allí que
no tengan casi nunca un límite claro y que, al contrario, se las
desdibuje en sus dimensiones conceptuales.”

“En este sentido, la defensa, en cualquier organización humana, y por


ende social, no puede desconocerse; lo determina de esa forma su
indisoluble pertenencia a la condición esencial del hombre; pero, para
evitar que en su nombre se preserve también su antítesis o antivalor (la
agresión), al tiempo de reconocer el derecho a ella, se execra la
práctica de la auto defensa, de la defensa autonómica o privada, tanto

139
como se veta la agresión, y en el tránsito del poder natural de “todos
los hombres” hacia el poder político y jurídico del “Estado”, la defensa
de cada uno de los hombres la promete el Estado mismo, ofreciendo la
tutela necesaria que sustituye la natural necesidad de defenderse y
que no es posible obviar en la esencia humana. Con el Estado, en el
mismo instante de su nacimiento, se concretiza, a su vez, ni antes, ni
después, la supresión del derecho natural a la defensa, y es este acto
de despojo, de sacrificio en lo individual, para beneficio de lo social,
que está contenido dentro del ámbito de la facultad jurisdiccional, el
que determina, según los términos en los que se la ha venido
analizando, que la misma entraña un verdadero poder, inmediato y
directo.”

“Efectivamente, no asume el Estado la facultad jurisdiccional en un


momento posterior y derivado de aquel en el cual se constituye; o lo
que es igual, no requiere de un acto del poder constituido para obtener,
mediata e indirectamente tal atribución; es, como se ha dicho, con el
propio acto constituyente, como se alcanza la jurisdicción. No en vano,
esta, en cuanto facultad para el ejercicio jurisdiccional, descansa en
todos los órganos designados por la constitución, mientras que la
competencia, en tanto límite para el ejercicio de aquella, requiere de un
acto del poder constituido, en nuestro caso del poder legislativo, para
ser trascendentemente concedida. Esta distinción es muy importante,
pues en ella descansa la esencia del concepto “poder”, vinculada, por
la idea de “soberanía”, a la transición que se genera entre “pueblo” y
“Estado” de aquellos derechos naturales, propios de la condición
humana, asumidos luego, política y jurídicamente, por ese “Estado”,
para la preservación de la condición social que aglutina a “todos los
hombres”.

140
“Sobre esta transición se deben hacer otras consideraciones; y es que
si cada individuo conservara su fuerza esencial para contraponérsela a
su prójimo en recíproca contención, sería sencillo comprender porque
el Estado se la suprimió en su dimensión más ruda, para obsequiársela
al mismo tiempo en versión de tutela jurídica. Se señalaba antes que,
en realidad, parece un acto de sumisión, de despojo, de supresión
respecto a un derecho natural, el de la defensa; pero, si se observa
bien, la defensa, lejos de reducirse o limitarse, menos de prohibirse, se
hace algo más que un sentimiento, mucho más que un mero instinto,
formas originales en las que se la conoce en la condición humana,
para convertirse en una institución del Estado, en un derecho que el
mismo garantiza, en un principio social, político y jurídico. Pudiera
decirse correctamente que la defensa, en ese tránsito de “Pueblo” a
“Estado”, desde el punto de vista objetivo, permanece inalterable; no
obstante, en ese mismo camino, desde una óptica subjetiva, se
transmuta, pasando de ser un sentimiento de cada hombre o instinto
de la especie, a un derecho, una garantía y un principio que ahora
corresponde al Estado asegurar.”

“Tomando como premisa los precedentes argumentos, es tiempo para


destacar, a manera de conclusión, que el acto de sumisión implicado
en la formación del Estado, por cuanto concierne a la jurisdicción, parte
de una recíproca concesión entre lo individual y lo colectivo, pues,
justamente, se despoja a todos los individuos de su natural disposición
de defenderse a si mismos, de la violencia privada o defensa
autonómica, otorgándoles a cambio el derecho a la tutela de sus
intereses, al ejercicio público de la defensa, al sistema heterónomo de
solución ulterior de conflictos jurídicos que asume el Estado. Por
consecuencia, para ofrecer la mayor certeza posible en el sistema que
surge con la actuación jurisdiccional del Estado, justamente para
compensar el sacrificio de inmensas dimensiones que el mismo

141
constituye, concede, también por acto constituyente, originario y no
derivado, a “cada hombre”, el poder de la acción, como poder
correlativo al de la jurisdicción, para promover su actuación, para instar
su ejercicio, para relacionarla indisolublemente con el poder que ejerce
jurisdiccionalmente el Estado, de forma que siempre que actué el
poder de la acción, tenga que estar presente el poder de la jurisdicción,
y viceversa, siempre que se ejerza el poder de la jurisdicción esté
presente el poder de la acción.30 En esta dirección, existe jurisdicción,
como supresión de la auto defensa, por la misma razón que existe la
acción, como poder de procurarse la tutela pública ofrecida por el
Estado; ambos son poderes públicos, el uno, de los órganos del
Estado, el otro, de los sujetos de derecho; igualmente, ambos poderes
correlativos nacen por el mismo acto inicial, originario y constituyente
del Estado. Se trata, pues, de facultades constitucionales, cuya fuente
es el mismo diseño del Estado, en el que, entre muchas otras cosas,
tal como se anticipó, se protegen las instituciones en ella consagradas;
ese es el caso de la "jurisdicción", o de la "acción", y de otras
vinculadas en inexorable relación de pertenencia con ellas, caso del
"proceso", elementos de un sistema que las envuelve en un todo
interrelacionado e interdependiente, recogido en la misma carta
fundamental.”

Los “tribunales de protección del niño y del adolescente” fueron instituidos


por una ley orgánica, en acatamiento a la exigencia constitucional que así lo exige

30
Esta noción constituye el punto central de nuestra propuesta; la misma no será
desarrollada ahora; por lo pronto, valga mencionar, que es criterio del autor que la acción
y la jurisdicción no son conceptos aislables; que juntos y solamente juntos, pueden hacer
nacer al proceso; este último, el proceso es la manifestación dinámica o metanormativa
de la acción y de la jurisdicción. Existen procedimientos que nacen por iniciativa de parte
(por actuación de los sujetos que tienen el poder de la acción), como también existen
procedimientos que nacen por iniciativa del Juez (por actuación del órgano que tiene el
poder de la jurisdicción), pero el proceso que transcurre en ambos casos, jamás podrá

142
(art. 206 C); en la norma fundamental, el Estado venezolano consagra que “la
administración de justicia corresponderá a la Corte Suprema de Justicia y a
los demás tribunales que determine la ley orgánica”, con lo cual, sin lugar a
dudas, el propio diseño constitucional designó la exclusividad orgánica en el
ejercicio del poder de la jurisdicción, de modo que la investidura de los jueces con
competencia en la “protección del niño y del adolescente” es la misma que se
deriva constitucionalmente para cualquier otro juez, de cualquier otra
competencia.

Para entender mejor esta condición constitucional de la jurisdicción y comprender


su inmenso significado, me permitiré citar de nuevo, en forma parcial, algunas
ideas que hemos venido desarrollando en el estudio antes referido 31:

“......durante muchos siglos al derecho constitucional se le aprisionó en


lo desconocido de su riqueza misma. El exagerado culto por el “ius
civili” y sus instituciones, bastaron para garantizar el equilibrio
interpatrimonial de los sujetos de derecho privado, de la misma manera
que la fuerza del poder de gobierno, no necesariamente el poder de la
fuerza del derecho, hacía posible la instauración de un orden de cosas
en sociedades conducidas por estados monárquicos o imperiales,
absolutistas o totalitarios. Los dictámenes del “ius positivismo” lo
hacía posible, quizás conveniente.”

“No obstante, el mundo experimenta dos fenómenos que jurídicamente


son de importancia suprema: por un lado, la intersección cada vez
mayor de lo que había sido escindido entre derecho público y derecho
privado; y por el otro, la consolidación del Estado moderno,
especializado pero coordinado, popularmente soberano. El primer
"hito" surge con la sofisticación de la sociedad, cada vez más

existir si no están presentes, en relación de concurrencia, las manifestaciones de ambos


poderes.
31
Longo. Ibídem

143
interactuante y compleja, multipersonal y dinámica, en la que la
mayoría de las situaciones habían dejado de ser enteramente públicas
o enteramente privadas, quizás aceptando la fragilidad del lindero que
separaba una y otra inexistente frontera. El segundo "detonante" tiene
que ver con la desconcentración del poder, con la coexistencia de los
órganos que lo entrañan, con la sumisión de la voluntad humana,
especialmente la del poderoso, la del que gobierna, a una voluntad
institucional, objetiva, convenientemente suprema.”

“Pues bien, el derecho constitucional se encargó de ambas cosas; de


definir las intersecciones de lo privado y de lo público; de destacar lo
insustituible en el ejercicio de las actuaciones, tanto de las que se
sostienen en el interés particular, como de las que se emprenden en
interés general; para que el individuo pueda seguir siéndolo, sin
quedarse fuera de la sociedad que pluralmente él mismo ha creado,
haciendo que el “Estado” y su “pueblo”, en relación inexorable, no
puedan jamás prescindirse; pero también para que la sociedad
continúe siéndolo, sin aniquilar a sus individuos, quienes son la
expresión unitaria de ese mismo “pueblo” que engendra a ese mismo
“Estado”, cuyo poder no queda sometido a otro límite que no sea el de
su orden jurídico primario, plasmado principalmente en la constitución.”

“En Venezuela, el diseño constitucional del Estado es versátil,


típicamente especializado, desconcentrado y coordinado. Al lado del
poder ejecutivo, conformado por el Presidente y los Ministros, se prevé
un poder legislativo, cuya estructura nacional se reduce a un Congreso
bicameral, con una comisión delegada que nace de su seno; junto a
estos, como Poder Judicial, la Corte Suprema de Justicia y los
Tribunales de la República; regionalmente, el Poder Ejecutivo lo
integran un Gobernador en los Estados de la federación, y un Alcalde
en los distintos Municipios, mientras que, también regionalmente, el

144
Poder Legislativo lo constituyen, las Asambleas Legislativas de los
Estados, y las Cámaras Municipales, en los Municipios. Pero, además
de estos típicos poderes, el diseño de la Constitución que aún nos rige
(1961) prevé otros órganos de igual supremo rango, que no pueden ser
integrados a los poderes ya descritos; así ocurre con el Consejo
Nacional Electoral, con la Contraloría General de la República, con el
Ministerio Público y con el Consejo de Judicatura, órganos que
constituyen verdaderos poderes autónomos. Ahora bien, lo resaltante
de la estructura, volviendo a la jurisdicción, es que, por imperativo de la
Constitución, aquella función comprende también el control de los
actos del poder público, la condena del Estado como sujeto de
derecho, la derogatoria de las leyes por razones de
inconstitucionalidad, por sólo mencionar alguna, de manera que, sin
temor a exagerar, el Estado ha previsto distintos órganos que
constituyen auténticos poderes públicos, igualmente supremos, pero, al
asignarle la función jurisdiccional a uno de ellos, lo convierte en un
“primus inter pares”, algo así como un “poder más poderoso”, única vía
para garantizar la existencia misma del Estado. Luego, la regulación
normativa del País (poder legislativo), los actos de gobierno de la
administración (poder ejecutivo) y la propia estructura tribunalicia
nacional (poder judicial), cada cual en sus respectivas competencias,
se deben, en estricta sujeción, a los designios constitucionales que
determinaron el momento matriz del Estado, y de tales directrices,
precisamente la jurisdicción tiene a su cargo, por un lado, la solución
de los conflictos intersubjetivos de intereses jurídicamente
trascendentes, de los particulares entre sí y de estos con el Estado;
pero, por el otro, el control de la legalidad y de la constitucionalidad de
la actuación de la administración pública; esto es, de los demás
órganos; adicionalmente, es su atribución resguardar la integridad de la
propia Constitución; y finalmente, tiene la facultad y el deber de

145
controlarse a sí mismo en su proceder jurisdiccional, mediante el
sistema jerárquico que le distingue. De allí la supremacía de la función
jurisdiccional32 por mandato expreso de la Constitución.”

El contenido, entonces, de la jurisdicción es denso y profundo. Trasladado al


“sistema de derechos y de protección del niño y del adolescente”, la
amplitud de ese contenido es perfectamente visualizable, puesto que, según las
distintas asignaciones legales, los tribunales de protección del niño y del
adolescente deben dispensar todo su poder jurisdiccional en los asuntos de
familia señalados por el artículo 177, parágrafo primero, de la ley; o en los
conflictos de esencia patrimonial y laboral (parágrafo segundo); o en los que se
deriven de la actuación de los entes administrativos instituidos por la ley
(parágrafo tercero); o en aquellos otros asuntos expresamente señalados por la
norma relacionados con la tutela, la autorización para contraer matrimonio,
ejercicio de patria potestad, guarda y custodia, autorización de representantes,
tutores o curadores, y actos del registro civil (parágrafo cuarto); o, finalmente,
para asegurar la tutela de los intereses colectivos y difusos (parágrafo quinto).

Como se observa, el ejercicio jurisdiccional envuelto en el poder que detentan


estos jueces, no sólo está dirigido a la solución de conflictos intersubjetivos que
surjan en situaciones de familia, patrimoniales o del trabajo; sino que, con la

32
Es interesante confrontar las ideas de Chiovenda sobre la autonomía jurisdiccional;
señala el autor que aún en los Estado monárquicos, como el Italiano de sus tiempos, la
función decisoria de los jueces no se concebía sino independiente y especializada: “En
los Estado modernos, los jueces son funcionarios del Estado. La participación de
particulares no retribuidos por el Estado en la administración de justicia, sólo se admite
dentro de determinados límites: comerciantes en los tribunales mercantiles; patronos y
obreros en los juicios de trabajo; ciudadanos particulares en los tribunales especiales
(núms. 166, 167); jurados asesores en materia penal (en Inglaterra, también jurados
civiles, en lenta decadencia). Pero si en los Estados monárquicos, como el Italiano, los
jueces se presentan como funcionarios instituidos por el Rey y sentenciando en su
nombre (Cód. Proc. Civ., art. 54; Constitución art. 68, citado), no representan la persona
del Rey, no son delegados del Rey para administrar justicia; el Rey mismo no puede
administrarla; los jueces son órganos autónomos del Estado”. Chiovenda, Giuseppe.
“Instituciones de Derecho Procesal Civil”. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1954,
Vol. II, p. 3.

146
misma claridad, está destinado al control de los entes de la administración pública
o de las organizaciones privadas que se desenvuelven en campos relacionados
con la atención de menores, sin olvidar su expresa función en resguardo de los
derechos y garantías constitucionales que consagran la Constitución en general y
que reinserta la ley en forma especial.

En otras palabras, el sistema diseñado en la ley es de naturaleza compleja,


basado en la visión integradora que se la ha querido proporcionar al bien jurídico
tutelado, cual es la “protección del niño y del adolescente”; y este es el
principio del que se generan las formulas atributivas de competencia para los
tribunales de la materia, que no pueden agotarse en un elenco estrictamente
substantivo, dado que, en realidad, el sistema está fundamentado en la condición
de “fuero atrayente” que nace cuando en las distintas situaciones jurídicas está
involucrado el interés de un menor.

Se denota, pues, de la enumeración que ha incorporado el legislador, que será el


esfuerzo de la jurisprudencia el que propiciará la claridad necesaria de la que
ahora carece la norma; y en este aspecto, son ejemplos del papel inmensamente
útil de la jurisprudencia en la delimitación del sistema atributivo de competencia,
los aportes logrados en los asuntos relacionados con la materia de amparo
constitucional y con la competencia de lo contencioso administrativo 33, que han
clarificado situaciones complejas, análogas a las que pudieran presentarse en la
materia bajo estudio.

De hecho, en la ley que se analiza, en no pocos casos, se puede prever que ante
la ocurrencia de determinadas situaciones dignas de tutela, no será fácil
establecer la asignación de competencia entre tribunales que recíprocamente se
disputen la atribución cognitiva de un especial asunto en el que estén implicados,
al mismo tiempo, intereses de menores con intereses de mayores, lo cual,
aunado a la especialidad estructural de los tribunales de protección del niño y

33
Sentencia de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, del 22 de
mayo de 1996, expediente 11096, sentencia N° 328.

147
del adolescente, traería como consecuencia que, por no existir un juzgado
superior común que pueda resolver los conflictos de conocer, los mismos deban
ser resueltos por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia.

Por ejemplo, en materia del trabajo, si están involucrados en una situación


jurídica pro tutela jurisdiccional, tanto trabajadores adolescentes, como
trabajadores mayores de edad, y se trata de un solo “objeto” y de una sola
“causa”, que determinan desde el punto de vista subjetivo un litisconsorcio
necesario, por ejemplo la nulidad del procedimiento de convocatoria y discusión
de un contrato colectivo, una vez agotados los recursos administrativos, ¿qué
tribunal deberá conocer? ¿el tribunal de protección del niño y del
adolescente o el tribunal de primera instancia del trabajo?

Sobre este punto, nótese que el artículo 115 de la ley es determinante en la


asignación de la competencia al primero de los tribunales mencionados, pero el
contenido de la norma no resuelve, ni ventila, el supuesto de la concurrencia de
sujetos amparados y no amparados por el régimen protector del menor.

Igual situación puede configurarse en los asuntos de familia o de nulidades


matrimoniales en los que existan hijos menores e hijos mayores; o en los que una
persona menor esté unida en matrimonio con una persona mayor. Dicho de otra
manera, siempre que en una determinada situación jurídica concurran sujetos de
derecho amparados por esta ley y sujetos de derechos no sometidos al régimen
de protección que en la misma se establece, dado el fuero personal o subjetivo,
atrayente de competencia, surgirán inconvenientes referidos a cada caso en
particular que deberán irse resolviendo a medida que la jurisprudencia avance en
su función uniformadora del derecho.

Por supuesto, si de las situaciones jurídicas que se presenten, debido a las


características de cada hecho en particular, pueden extraerse pretensiones
autónomas, dado que para el caso de niños y adolescentes se estatuye un
procedimiento de estructura no compatible con el que la ley ordena para esos
mismos casos, pero referidos a quienes no están amparados por este sistema,

148
cada una de las mencionadas pretensiones, aún existiendo entre ellas razones de
conexidad, de accesoriedad o de continencia, no serían en ningún caso
acumulables por virtud de su exclusión procedimental.

En esta última hipótesis, a diferencia de la anterior, no estamos en presencia de


un litisconsorcio necesario, por lo que, en suma, la solución puede encontrarse
en la divisibilidad de las pretensiones, cuya posibilidad de ser tuteladas
separadamente es cierta e inobjetable; el problema, se insiste, descansa en los
eventos jurídicos en los cuales, de no integrarse en una misma causa, activa o
pasivamente, a los sujetos de la pretensión, no se cubriría uno de los extremos de
procedibilidad y la causa, así desarrollada, cuanto menos, soportaría un evidente
impedimento para que sea dictada válidamente la sentencia.

En conclusión, tomando como premisa los principios analizados en el acápite


primero de este ensayo y de acuerdo con las explicaciones recién intentadas,
queda por señalarse, a título de mero resumen, que la competencia de los
tribunales de protección del niño y del adolescente está basada en el
concepto de fuero subjetivo atrayente, por lo que, a más de la enumeración
prevista en el artículo 177 de la ley, referida a materias de familia, patrimonial
(mercantil y civil), laboral, constitucional y contencioso administrativo, todas de
carácter minoril, la razón atributiva de competencia es la presencia de un interés
jurídico digno de tutela jurisdiccional, identificado en cabeza de un niño o de un
adolescente.

3.- La acción y el procedimiento judicial de protección. Algunas


consideraciones preliminares. Justificación sistemática. Significado de la
acción de protección. Legitimación.

El legislador ha dispuesto expresamente que los asuntos indicados en los


parágrafos “tercero” y “quinto” del artículo 177 de la ley, serán conocidos y
solucionados por el tribunal de protección del niño y del adolescente, a través
del procedimiento judicial de protección.

149
Como se observa, el procedimiento judicial de protección es un trámite
versátil, por cuyo intermedio se tramitarán los asuntos que interesan al menor,
siempre que se haya intentado una acción judicial de protección, o siempre
que sea necesario controlar la actuación de los entes administrativos del
sistema de protección del niño y del adolescente.

Luego, la relación entre la así denominada acción de protección y el


procedimiento judicial del mismo nombre, si bien es de inocultable pertenencia,
no agota el ámbito de aplicación de este último, ya que, a través del
procedimiento en cuestión, no sólo se pueden conocer de los juicios que se
instauren con ocasión de la señalada acción de protección.

Por razones metodológicas comenzaremos por el análisis de esta última, dejando


para otros capítulos el análisis de las demás finalidades que pueden tutelarse a
través del mencionado procedimiento judicial de protección.

El artículo 276 de la ley la define como un “recurso judicial contra hechos,


actos u omisiones de particulares, órganos e instituciones públicas o
privadas que amenacen o violen derechos colectivos o difusos del niño y
del adolescente”. Esta manera de iniciar la regulación legal de la “acción de
protección”, nos impone el deber de anticipar alguna reflexión sobre el concepto
de “acción”. Para ello, iniciaremos señalando que no todo lo que usualmente
denominamos así, realmente tiene, desde el punto de vista técnico jurídico, el
significado de “acción”. En páginas anteriores tuvimos ocasión de precisar algo
sobre la idea constitucional de la “acción” y su relación inseparable con el
concepto de “jurisdicción”. Bajo esa tesis constitucional, de plena aceptación en
el momento doctrinario actual, ambas nociones son de naturaleza unitaria, de
modo que, a los efectos de lograr la máxima coherencia posible, lo que se señala
en la ley como “acción de protección”, no es más que uno de los tantos
intereses jurídicos típicos que expresamente reconoce el ordenamiento jurídico y
que puede hacerse valer en juicio por medio del ejercicio de aquel poder

150
constitucional que detenta cada sujeto de derecho, correlativo al poder de la
jurisdicción, que conocemos con el nombre de “acción”.

Así las cosas, la “protección de los derechos colectivos” de los niños y de los
adolescentes es un interés jurídico típico, especialmente reconocido por el
ordenamiento jurídico, cuya postulación ante la autoridad jurisdiccional está
sostenida sobre la idea de la “tutela de los intereses difusos”. Por ello, no
creemos muy apropiada la asimilación con el concepto de “recurso” que se
presenta en la ley, puesto que, con base en la noción de “interés jurídico”
típicamente reconocido, lo que se desprendería del ejercicio de la acción sería, ni
más, ni menos, que la postulación de una pretensión de protección, dirigida al
órgano jurisdiccional, con la finalidad de obtener la tutela judicial de algunos de
los derechos colectivos consagrados a favor de los niños y de los adolescentes.

Nuevamente cabe insertar algunas precisiones sobre otro concepto jurídico


procesal: el recurso, del cual se han ocupado no pocas teorías, las cuales, a
grandes espacios, bien pudieran distribuirse en tres tendencias; a saber, una que
considera “recurso” a cualquier petición o solicitud dirigida al juez; otra que
pregona como “recurso” a aquellas formas de impugnación o de control de la
que disponen las partes frente al juez; finalmente, la que restringe el concepto de
“recurso” a aquellas manifestaciones del poder constitucional de la acción que
permiten controlar la actuación decisoria del órgano que detenta el poder de la
jurisdicción y que generan, necesariamente, la revisión de la decisión objeto de
impugnación en el segundo grado de conocimiento jurisdiccional. 34

En fin, si la acción y la jurisdicción no tienen vida autónoma en el proceso, pues


preexistiendo a este, cuando se instaura la relación jurídico procesal, lo que
surgen son manifestaciones procesales de uno y de otro poder, cuya relación
concurrente es indispensable para que se constituya el proceso, la acción puede,

34
Cfr. Véscovi, “Teoría General del Proceso”, Temis, Bogotá, 1984. También
confrontar estudio del mismo autor y mismo editorial, sobre los recursos en la legislación
comparada latinoamericana.

151
entonces, tomar forma procesal de pretensión o de recurso, o de cualquier otra
de sus expresiones, de allí que, en sentido técnico procesal, lo que aparece
definido en el artículo 276 de la ley, ciertamente es una manifestación procesal
del poder jurídico de la acción que se expresa en forma de pretensión y no de
recurso “strictu sensu”.

En todo caso, partiendo de los principios generales analizados, existe una plena
justificación sistemática de lo que el legislador ha denominado “acción de
protección”, pues el interés superior que se consagra en la categoría subjetiva
de los niños y de los adolescentes no tendría eficacia alguna si sólo se reduce
la regulación normativa del sistema a las relaciones jurídicas subjetivamente
determinadas, dejando de lado aquellas otras de naturaleza impersonal o
transpersonal. Esto tiene una trascendencia particular, toda vez que, en todo
proceso, siempre se entrelazan tres niveles de “interés” igualmente importantes,
pero distintamente constituidos. Por un lado, existe el “interés jurídico directo y
personal” de las partes materiales de la causa, del que se deriva la posición
activa o pasiva de los sujetos involucrados, respecto de la pretensión que se
deduce y, por tanto, la legitimación para sostener el juicio. Un segundo interés
jurídico, también personal y directo, pero derivado, subsiguiente o sobrevenido, es
el que corresponde a los terceros inicialmente extraños al proceso, a quienes se
les conmina incursionar en la causa pendiente o a quienes se admite a participar
en la misma, si voluntariamente acusan su propósito de intervenir. Estas
modalidades de interés están cercanamente conectadas con la noción jurídica de
la acción, de allí que nos permitimos hacer uso de la mejor doctrina 35 para
profundizar un poco más:

“Carnelutti distingue entre litis y proceso. Se entiende por litis el


conflicto de interés regulado por una norma jurídica y sus
elementos son: las partes, el objeto y la pretensión (Anspruch).
Las partes son el sujeto activo que se afirman titulares del

152
derecho invocado; el objeto de la litis es el bien al cual se dirige el
interés de las partes; la pretensión es la exigencia (manifestación
de voluntad) de la subordinación de un interés ajeno al propio. El
proceso es el instrumento judicial para la solución de la litis: ésta
es un contenido o supuesto y aquél su continente o expresión.
Son elementos del proceso: las partes (actora y demandada) y el
juez, que constituye los sujetos; el elementos objetivo es el
conjunto de actividades que éstos desarrollan hasta la sentencia
inclusive. Ordinariamente la litis es extraña al juez y de allí que
esas actividades comprendan dos aspectos: el de investigación y
el de apreciación. Como no es posible que el juez vaya en busca
de la litis sin volver a los tiempos de la inquisición, sino que son
las partes quienes deben poner la litis en presencia del juez, a
ellas corresponde la formación de los hechos y la aportación de la
prueba. Al juez, en cambio, corresponde la función de apreciación
en la sentencia. En consecuencia, toda esa actividad que las
partes despliegan durante el proceso y que se inicia con la
demanda, constituye la acción, palabra que deriva precisamente
de actividad, que supone movimiento. La acción es un derecho
independiente del derecho material y su objeto es provocar la
actividad jurisdiccional.”

Conforme al criterio que antecede, para poder actuar en el proceso hay que
pertenecer a la litis que le da nacimiento y esa correspondencia se determina a
través del interés del que nos hemos ocupado.

Ahora bien, existe un tercer nivel de interés, ya no directo, ni personal, es el de la


sociedad, bien porque en el objeto del proceso esté envuelto algún bien jurídico
de orden general o público, o bien porque, de cualquier modo, la sociedad
siempre estaría interesada en afirmar el sentido de justicia que sostiene el

35
Alsina, Hugo. "Derecho Procesal". 2 ed. Vol. I, Ediar, Buenos Aires, 1957.

153
ejercicio estadal del poder de la jurisdicción. Por supuesto, no son pocos los
casos en los cuales el ordenamiento jurídico reconoce este interés general o
público, posibilitando que la iniciativa procesal o la actuación frente a la
jurisdicción sea ejercida por alguien que no sea el directo y personal interesado,
ya que, en la particularidad del asunto que se trate, las razones que justifican la
tutela judicial no se agotan en la esfera patrimonial o en los límites del fuero
subjetivo de quienes están implicados, sino que, irremediablemente, el objeto
jurídico que se ventila en el proceso es del interés “meta personal” o colectivo;
ejemplos de lo anterior lo constituyen, dentro del campo penal, aquellos delitos de
36
“acción pública” ; dentro del ámbito de la actuación del Estado, la impugnación
de los actos administrativos de efectos generales; dentro de la conformidad
legislativa, el control concentrado de la constitucionalidad; y así en no pocas
situaciones.

Pues bien, en el caso de la acción de protección, nos encontramos frente a uno


de estos supuestos en los que el interés jurídico se reconoce, sin ambages,
también a quien no siendo directamente perjudicado, haga uso de la amplia
legitimación que establece la ley para garantizar la tutela a los derechos
colectivos o difusos de los niños y de los adolescentes.

Sobre estas nociones “colectiva” y “difusa” de los intereses o derechos, nos


resulta necesario hacer algunas transcripciones37:

“El proceso tradicional tutela intereses privados bajo la consigna de respetar


el derecho de petición de quien es el legítimo titular del derecho invocado.
Se trata, en definitiva, de recudir toda la cuestión del acceso a la jurisdicción,
a un problema de consistencia jurídica, que determina la adecuación entre la
titularidad jurídica que se afirma y el objeto jurídico que se pretende. Es el
sistema clásico de reafirmación del derecho subjetivo que surge con el

36
Gozaíni, Oswaldo Alfredo. “La Legitimación Para Obrar y Los Intereses Difusos”.
En “Derecho Procesal en Víspera del Siglo XXI”, Ediar, Buenos Aires, 1997.
37
Ibídem.

154
constitucionalismo liberal de fines del siglo XVII y se consolida en los inicios
del siglo XIX, con los derechos individuales. La entrada al proceso viene
determinada por “alguien” a quien se conoce , se personaliza, y obre el que
se proyectan los requisitos de acreditar la pertenencia exclusiva del derecho
invocado (legitimación ad causam). Por supuesto, también sobre él, los
ordenamientos procesales requieren que la pretensión esbozada lo
encuentre en una relación de causalidad suficiente y adecuada con los
hechos que presenta. El tránsito de la defensa de las individualidades que
tipificó buena parte de los códigos de fondo, hacia la tutela de los derechos
difusos, obedece a distintas contingencias. La transpersonalización
caracteriza la tutela que confieren, de forma tal que la dimensión del grupo
subjetivo es lo que determina la verdadera noción de difuso o colectivo, pues
entre ambos, hay cierta identificación que confunde y corresponde
esclarecer. El derecho o interés difuso se identifica por corresponder a los
sujetos de un grupo indeterminado. Mientras que los derechos de incidencia
colectiva (para adoptar el signado de la Constitución Nacional) reconocen y
definen un sector particular del gravamen. Por ello, resulta más correcto
hablar de derechos o intereses cuya pertenencia es difusa o colectiva. En el
primer grupo hallamos aquellos derechos que no tienen un titular efectivo,
sino varios que tienen, algo así, como cuotas indeterminadas del interés que
persiguen (V.gr.: medio ambiente, ecología, salubridad, etc.). Mientras que
son colectivas los que pueden protegerse a través de asociaciones o grupos
que asumen la representación correspondiente del interés agraviado (V.gr.:
derechos del consumidor, defensa de la competencia, discriminación, etc.).”

Como se observa, esta es una tendencia liberatoria de los obstáculos que


caracterizaban a los más rígidos y clásico sistemas procesales, cuyo
concepto de legitimación era restringido. La propuesta del proceso frente a

155
los retos del nuevo tiempo, se dirige hacia la apertura de un mayor campo
de acceso a la tutela judicial; así lo corrobora la siguiente opinión38:

“En los países latinoamericanos varía significativamente los grados de


integración de los individuos en la vida política y en la conciencia de los
valores culturales de la nación. Factores atávicos e históricos asociados a
las injusticias de una distorsionada distribución de las riquezas son los
responsables por un Estado de alineación e indiferencia que en mayor o
menor grado, según el país, ponen al pueblo al margen de la vida de los
procesos e ignorantes de los ofrecimientos de tutela jurisdiccional inherentes
al sistema. En Brasil, un reciente estudio del conocido jurista e investigador,
José Eduardo Faría, revela “una combinación de frustración, incredulidad y
escepticismo, en relación con la eficacia del poder jurisdiccional, con los
criterios de justicia por él adoptados en sus sentencias y con su capacidad
de imponer la voluntad de la ley sobre los intereses de los más influyentes y
poderosos. Los tiempos exigen un juez que vida los dramas sociales sobre
los cuales es llamado a actuar en el proceso. La investigación a que hemos
hecho referencia nos muestra que 73.7% de los entrevistados deseaba un
juez que no fuera un simple aplicador de la ley, es decir, lo conciben como
una persona sensible a los problemas sociales. Sobre este aspecto, un
grupo de jueces alternativos planteó la superación de los parámetros de la
justicia contenidos en la ley mediante la adopción de criterios fundados en la
conciencia ética. Con este propósito se planteó que “el momento de la
decisión en cada caso concreto es siempre un momento valorativo” y que,
para el adecuado cumplimiento de la función jurisdiccional es indispensable
una buena dosis de sensibilidad del juez a los valores sociales y a las
mutaciones axiológicas de la sociedad en que vive. Uno de los grandes
males de la justicia reside en el conformismo del propio juez frente a ciertos
preconceptos que tradicionalmente limitan la efectividad de la tutela y los

38
Rangel Dinamarco, Cándido. “El Futuro del Derecho Procesal Civil”. En XV

156
llevan a actitudes pasivas frente a lo inocuo de ciertas decisiones. Lo
anterior, asociado al indeseable estancamiento de las legislaciones, genera
un comportamiento responsable por la debilidad de la justicia y por la
generalizada insatisfacción frente a ella. La tutela jurisdiccional que las
personas vienen a buscar en el proceso no siempre se consuma con la
vigencia de una sentencia que juzgue las pretensiones compuestas de las
partes. Tutela es protección, y consiste en la mejora que el litigante
vencedor recibe en su situación jurídica deducida en el juicio, de modo que,
terminado el proceso, él se encuentre en su vida común en relación con el
otro litigante y los bienes controvertidos, en situación mejor de aquella en
que se encontraba antes del proceso. Hay sentencias aptas que conceden
por sí mismas la tutela a quien tiene la razón, caso concreto de las
constitutivas y las declarativas en general (entre estas las que juzgan
improcedente la demanda tutelando lo demandado). También existen las
que dejan la situación aún no definida, sin eliminar el conflicto jurídico que
vincula a los litigantes. Tal es el caso de las sentencias condenatorias, y de
modo más agudo entre ellas las que condenan por obligaciones de hacer o
de no hacer. Este el campo en que mejores y más eficientes medios tiene el
obligado para proseguir en su resistencia a la pretensión del acreedor y al
mandamiento contenido en la sentencia judicial. En general los sistemas
procesales –y los de América latina no constituyen la excepción- se
caracterizan por su tendencia al conformismo, optando por extrema facilidad
por la conversión del objeto de la obligación en pecuniaria y renunciando a
la ejecución específica. Se trata de una opción de orden pandectístico
alimentada en el mundo latino por ciertas disposiciones del derecho francés
y reiterada por vía jurisprudencial, que chocan con el desiderátum de
plenitud que indica la tutela jurisdiccional. En contra de esta orientación se
pronunciaron Giuseppe Chivenda y Piero Calamandrei, quienes partieron del
presupuesto de que en la medida de lo posible el proceso debe proporcionar

Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal. Bogotá, 1996

157
a quien tiene la razón todo aquello y precisamente aquello que él tiene
derecho a obtener. La victoria de esta posición doctrinaria aún no se ha
materializado, sin embargo, en disposiciones legislativas y en orientaciones
jurisprudenciales que de modo objetivo y enérgico autoricen medidas
capaces de remover las resistencias y omisiones ilegítimas, se puede lograr
la efectiva ejecución específica en esta materia.”

Una revisión atenta de la regulación legal de la acción de protección, sin duda,


nos coloca frente a una de las expresiones nacionales de esta tendencia
universal. No es, pues, una “acción popular” que pueda ser ejercida con
prescindencia de cualquier razón inherente a la legitimación; tampoco es un
“amparo constitucional”, ya que, ni entraña necesariamente una violación
directa de alguna norma fundamental, ni queda reservada a quien padece los
efectos de la transgresión; no tiene tampoco la identidad de la sub especie que
en algunos países recibe el nombre de “acción de tutela”, puesto que también
en esta es rigurosa la acreditación del interés y sigue siendo excepcional o
residual su ejercicio.

El mecanismo de protección de la ley es, al contrario, típico, ordinario, autónomo,


disoluble de lo constitucional, útil para el resguardo de los derechos colectivos,
cuyo titular es una asociación o agrupación de personas, o de intereses difusos,
cuyo titular indeterminado está representado por diseminadas categorías
subjetivas en las que a cada uno de sus integrantes pudiera corresponderle una
especie de cuota ilíquida, no precisada, de aquel interés. Por ello, la ley ha
señalado un elenco de sujetos legitimados, de manera que sea posible su
eficacia, sin llegar al horizonte de la acción popular.

La pregunta es obligada: ¿podrá el juez, ante el ejercicio de la acción de


protección por parte de alguna entidad o persona no legitimada, instruir el
procedimiento? ¿y si la documentación acompañada por quien no está
legitimado es presuntivamente suficiente como para acreditar la necesidad
de indagación? ¿puede justificarse el estricto control de la legitimación en

158
casos de objetiva necesidad de tutela? Las anteriores son preguntas que
encuentran respuesta en el derecho que está más allá de la ley, en el derecho
que vive en la conciencia de los hombres, en el sentido jurídico que acompaña
nuestra esencia. Y esa respuesta no hace sino confirmar el propósito del régimen
de legitimación, dirigido a evitar el abuso de la protección, lo cual dista
grandemente del hecho de restringir la protección necesaria, si no se cumple con
la legitimación prevista.

Claro que esto tiene variación, según se trate de derechos colectivos o de


intereses difusos; en los primeros, como el interés es supraindividual, pero
subjetivamente determinado, la legitimación es más estricta; en los segundos,
como el interés es generalizado e indeterminado, la legitimación genera mayores
dificultades. La ley, por vía del artículo 278, expresamente señala como
legitimados activos al Ministerio Público, a los Consejos de Estado creados por
el mismo cuerpo de normas y a una tercera categoría conformada por las
organizaciones legalmente constituidas, vinculadas con funciones objeto de
la acción de protección, con más de dos años de funcionamiento.

El papel del juez es determinante, pues en definitiva será el órgano facultado para
calibrar en el justo sentido esta modalidad de legitimación, en función de cuanto
hemos señalado, toda vez que, según los términos expuestos por el legislador,
escapan de la acción de protección los aspectos patrimoniales, dada su
reservada finalidad para imponer sólo obligaciones de hacer o de no hacer.

Lo anterior no es una conclusión simplista; la misma es el resultado de otras


investigaciones serias sobre la materia. De allí que, en las líneas sucesivas, sin
aportar nada de original, me permitiré hacer referencia a un magistral trabajo
especial de grado, ahora convertido en valiosa obra de consulta, cuyo autor,
Joaquín Silgueiro Estagnan39, profesor de la Universidad del País Vasco, ha
desarrollado con gran densidad.

39
Silgueiro Estagan, Joaquín. “La Tutela Jurisdiccional de los Intereses Colectivos a
través de la Legitimación de Grupos”. Dickinson, Madrid, 1999, p. 23 y ss.

159
Al dedicarse a la revisión de cuanto acontece en el derecho comparado, el autor
señala, por ejemplo, que “la problemática de los intereses difusos o colectivos ha
tenido una amplia repercusión entre los autores italianos” y que “por su parte, la
jurisprudencia de la Corte di Cassazione entiende por intereses difusos aquellos
en los que el objeto no es apto para ser considerado en el ámbito exclusivamente
personal, por lo que son referibles no al sujeto como individuo sino como miembro
de una colectividad más o menos amplia, coincidente como máximo, con la
generalidad de los ciudadanos. En otras ocasiones, el mismo tribunal entiende
por intereses difusos aquellos jurídica e individualmente tutelados,
simultáneamente referibles a una pluralidad de sujetos.” En el análisis doctrinario
de la fuentes itálicas, el investigador descubre que para un grueso sector, hasta
ahora, los intereses colectivos no son algo distinto, cuanto menos en lo procesal,
de los intereses difusos, a pesar de que en el panorama jurídico del mencionado
País se evidencia una tendencia marcada a aceptar mayor especificación en las
diferentes categorías de intereses. De hecho, no esconde el autor que en la
actualidad “goza de un amplio reconocimiento doctrinal la distinción entre
intereses colectivos y difusos, requiriendo aquellos una mayor concreción al venir
referidos de un grupo con la suficiente estructura organizativa para hacer valer
ese interés hacia el exterior y gestionarlo internamente. Por el contrario, los
intereses difusos harían referencia preferiblemente a los individuos o, como
mucho, a lo que CORASANITI denomina formaciones sociales «allo stato
diffuso», es decir, aquéllas que se encuentran todavía en fase de tomar
conciencia de sí mismas (autoconciencia de clase) y de distinción en el seno de la
colectividad general.”

Como se observa del estudio citado, ciertamente surgen discrepancias y las


mismas toman dos caminos diversos, uno de los cuales -el de vanguardia- se
alinea con la tesis según la que se distinguen ambas clases de intereses; así lo
entiende el investigador, al indicar lo siguiente:

160
“Para unos autores la diferencia entre intereses difusos y
colectivos se deriva de que los segundos se refieren a un grupo
organizado. Para otros, lo fundamental es la indivisibilidad del
bien objeto del interés y su utilización simultánea por una
pluralidad de personas. Esta última, pese a no ser la tendencia
mayoritaria en la doctrina italiana, resulta preferible, debido a que
lo fundamental de este tipo de intereses, difusos o colectivos, es
su ejercicio a nivel de grupo y, siempre que se acredite su
existencia social efectiva, es indiferente su grado de
organización.”

En todo caso, tal como ocurre en la mayoría de los ordenamientos jurídicos, esta
disparidad conceptual se hace patente en el ejercicio de la tutela judicial que
merecen tales intereses de grupo, sean colectivos o difusos, si es que, al fin de
cuentas, se logran deslindar ambas categorías y los problemas se dirigen a
aquellas situaciones inherentes a la admisión de aquellas pretensiones que tienen
por objeto la tutela jurisdiccional de dichos intereses.

En la obra ya citada, su autor los resume de la siguiente manera; En primer lugar,


la deducibilidad en juicio, puesto que no es suficiente lograr el acierto legislativo
de reconocer la existencia y la posibilidad de tutela de estos intereses, tarea
absolutamente intrascendente si no se acompaña de los mecanismos e
instituciones jurídico procesales necesarios que permitan efectivamente alcanzar
lo que el autor denomina “su funcionalidad para la obtención de la tutela
procesal”. En segundo lugar, se destaca en nuestra fuente de consulta la
actitud del juez, “pues si bien no se puede hacer descansar en la judicatura un
cambio de tendencia que requiere de medidas legislativas, no han faltado voces
acusando a la jurisprudencia de haber hecho suyo el «prejuicio conceptual de la
doctrina tradicional».” En otras palabras, de tratar a los intereses jurídicos de
grupo como si constituyeran intereses individuales, personales y directos, filtrados

161
por el cedazo de las reglas que sobre capacidad procesal y legitimación se
establecen en las legislaciones procesales.

Para sortear este obstáculo, siempre teniendo en mente que la inclemencia del
“ius positivismo”, bien pudiera ser el verdugo del derecho, cuando a este se le
considera en su afán de hacerse vehículo de la justicia, la actividad de
juzgamiento que tiene atribuida la jurisdicción se erige en el fiel de la balanza que
determina cómo deben aplicarse tales reglas de legitimación, de modo que al
tiempo de defenderse frente a un posible abuso en la petición desordena y
reiterada de tutela, no se dejen huérfanos de protección aquellos intereses que
trascendiendo de la singularidad de sus titulares se hacen grupales, sin dejar por
ello de ser, en justicia y en derecho, absolutamente tutelables.

Precisamente en atención al rol integrador que se asigna a los jueces, el mismo


autor al que nos hemos estado refiriendo, apoyándose en la doctrina italiana,
señala: “se ha atenuado la idea de que el juez puede reconocer adecuación o
capacidad libremente al grupo exponencial, pero en todo caso hay que llegar a un
40
equilibrio entre la legitimación difusa y el control del juez.” Para ello, siempre en
la doctrina italiana, se nos indica que han sido propuestos, al menos tres modelos
distintos: uno de ellos, de más antigua aparición y simpleza, estriba en reconocer
legitimación a los individuos, en su condición de miembros del grupo, con lo que
se premia la socialización del proceso y la liberalidad en los presupuestos de
proponibilidad y sostenimiento de la pretensión, expresiones de un mayor acceso
a la tutela judicial; una segunda opción, basada en la seguridad jurídica y en la
eficiencia del sistema, se inclina por permitir únicamente la iniciativa del poder
público, de manera que algunos de sus órganos tengan la atribución de ser
receptores de los individuos agrupados o de los grupos semiorganizados,
determinen ese interés transpersonal o supraindividual, para luego actuar en su
nombre por vía de la habilitación expresa del legislador; por último, se habla de
un sistema pluralista que conjugue aspectos de los dos anteriores.

40
Grasso ... citado por Silgueira, ob cit. P 31

162
Si comparamos la trilogía de sistemas con la regulación de nuestra ley, no será
difícil comprender la inclinación filosófica que ha inspirado la misma, ya que, por
un lado, se asume el concepto genérico de intereses de grupo, sin escindir los
colectivos de los difusos –como lo intentan las más modernas ofertas doctrinales-,
pero, por el otro, se legitima a órganos del poder público, a instituciones públicas
destinadas al servicio de niños y adolescentes, y a asociaciones privadas que
dispensan iguales servicios minoriles. En términos llanos, entonces, se ha optado
por un sistema mixto, gradual, intermedio, que se ubica lejos de la absoluta
individualidad y no sólo en la reserva de la gestión oficial.

Con lo anterior, sin duda, creemos que se ha regulado legalmente la materia con
vista a la intervención estelar de los órganos judiciales, detentadores del poder y
de la responsabilidad de establecer en cada caso, conforme a las normas
indicadoras, si se encuentra cubierto el requisito de la legitimación. Esta
necesidad de determinación de la cualidad procesal será simplemente
“secundum legem”, si se trata de órganos u organizaciones de las legalmente
señaladas; en cambio, lo será “praeter legem” cuando, sin llegar a los extremos
de consagrar la legitimación universal –a todos por igual- se permita sostener la
petición a quienes por razones objetivas, acreditables, en singular comparecencia
o en plural actuación, resulte que es mucho más perjudicial no conceder la
posibilidad de tutela que ofrecerla efectivamente.

De esto se han ocupado otros países, y para no escapar aún de los interesantes
aportes italianos, bien ilustrativo resulta observar algunas conclusiones de su
jurisprudencia, por virtud de la cual se ha perfilado una serie de criterios 41 que
ayudan a valorar la legitimación de sujeto procesal, colectivamente considerado.
Tales criterios son los siguientes: la localización territorial, de manera que el
juzgador pueda saber, desde la misma postulación de la pretensión, el ámbito
espacial dentro del cual se circunscribe la afectación del interés o el objeto sobre
el cual recaería la tutela solicitada, con lo cual, efectivamente, se tendría un

41
Silgueiro, ob cit p 32

163
primer índice de orientación en la precisión del tipo de interés. Luego, se debe
examinar la adecuación con los fines estatutarios, a los efectos establecer si el
ente que actúa lo está haciendo por expreso acatamiento a su razón de ser, caso
de las asociaciones constituidas para la defensa de determinados intereses
grupales o por categorías. Posteriormente, la efectiva representatividad y
exponencialidad, elemento este de inmensa importancia en la determinación de
la naturaleza del interés deducido, toda vez que el mismo, o bien estaría
delimitado por un alcance más o menos determinable, pero ciertamente cobijado
por la representación acreditable de un grupo organizado o semiorganizado; o
bien pudiera estar caracterizado por una dimensión expansiva, difícil de
determinar con precisión e imposible de ser asumida con certeza por la
representación grupal o asociativa. Por último, la institucionalización y
publicación del interés, dicotomía que permite ubicar a un tipo de interés que ha
sido explícitamente asumido como bien tutelable por órganos del poder público,
entes asociativos con fines públicos o asociaciones privadas, como de naturaleza
colectiva, dado que el interés cuya protección se pretende ha alcanzado
socialmente un nivel institucionalizado; y a un tipo de interés que se publicita en
un momento dado y que alcanza proyecciones transpersonales, sobrepasando en
su impacto o efectos, incluso, a las asociaciones o entes se ocupan
institucionalmente de otros intereses.

A los efectos de nuestra novel regulación legal, se nos antoja muy conveniente
esta formula de indagación apriorística del juez con competencia en la protección
del niño y del adolescente, por medio de la cual, en valoración prudente y
sosegada, puede llegar a establecer el tipo de interés, colectivo o difuso, sobre
el que se le demanda la respectiva tutela judicial de protección, tarea preliminar
indispensable que le permitirá aplicar correctamente las instituciones de la teoría
general del derecho procesal y del sistema jurídico minoril en el justo equilibrio;
esto es, conjugando los extremos de legitimación y acceso a la justicia, todo ello
en obsequio a una deseable tutela judicial efectiva.

164
Esta tendencia parece extenderse hacia otros países de Europa 42. Por ejemplo,
en el Derecho alemán, en el cual, si bien no existe un reconocimiento explícito de
las acciones de grupo, “ello no ha impedido que se admitan instituciones con el
objeto de resolver simultáneamente varias reclamaciones individuales, con una
incidencia, mayor o menor, en la defensa de intereses supraindividuales”. Entre
estos medios, la doctrina germana distingue “entre los que sirven a la defensa de
intereses individuales, por más que puedan afectar a varios y sean por ello
plurisubjetivos, (litisconsorcio, acumulación subjetiva de causas, procesos
concursales, intervención voluntaria o forzosa de terceros, etc), de aquellos otros
que tutelan intereses colectivos; La diferencia estriba que en Alemania, los
intereses de grupo43 reconocidos expresamente son de naturaleza colectiva, cuyo
ámbito subjetivo está constituido por colectividades más o menos organizadas, de
modo que todavía no están resueltos los inconvenientes procesales de los
intereses difusos, aún cuando la legislación de ese País prevé una acción popular
objetivamente casada con determinadas situaciones, fundamentalmente de lesa
constitucionalidad.

Finalmente, en esta larga glosa a la obra del Dr. Silgueiro 44, nos podemos referir
a las “acciones de clase” o «class actions» del derecho anglo americano, que
constituyen un medio de obtención de tutela jurisdiccional basado en el poder
procesal reconocido a un individuo para actuar en nombre propio y en el de otras
personas similarmente situadas, siempre que constituyen una clase o categoría
subjetiva. Señala el autor que “esta institución ha obtenido proyección legislativa,
tanto en las normas procesales federales («Federal Rules of Civil Procedure»)
como en la normativa de los estados federados, alcanzando una gran importancia
dentro del sistema procesal estadounidense”.... la misma “pretende servir de
solución a litigios complejos y con pluralidad de partes, superando una visión
individualista de los perjuicios”. Nótese que, coincidentemente con los criterios

42
Ibídem
43
Ibídem
44
Ibídem

165
antes reportados de otros ordenamientos jurídicos europeos, “en cuanto a los
requisitos de las «class actions», la Federal Rule 23 exige para que uno o más
miembros de una clase puedan demandar o ser demandados como partes
representativas:

1) Que la clase sea tan numerosa que el litisconsorcio resulte


impracticable.

2) Que existan cuestiones de derecho o de hecho comunes a la clase.

3) Que las demandas o defensas de las partes representativas sean


típicas de las correspondientes a la clase.

4) Y que las partes representativas protejan equitativa y


adecuadamente el interés de la clase.”

Resulta necesario advertir que en el caso del Derecho de los Estados Unidos de
Norte América, las “acciones de clase” tienen un inobjetable carácter colectivo,
expresado, además, en la exigente noción jurídica de la representatividad, lo cual
ha destinado a las «class actions» a servir como medio de solución procesal de
litigios subjetivamente complejos. Según la fuente que hemos consultado 45, su
razón de ser se basa en claros principios de justicia y eficacia del sistema judicial.
“En primer lugar, el de la representación adecuada, que no sólo configura un
requisito básico sino que además concilia la acción de clase con las exigencias
del «due process», entre nosotros el debido proceso, es decir, con el sistema
constitucional de garantías. Y, en segundo lugar, la protección de los ausentes,
pues la ausencia de organización de los entes sin personalidad jurídica no puede
eludir el necesario respeto de los derechos de quienes no actúan como partes.”

Esto último, constituye la “esentiae iure” de la cuestión de los intereses


transpersonales y de la legitimación de grupos, cuya expresión individualista de
los remotos tiempos del derecho procesal clásico, romano, post romano y neo
germánico, no parece ser suficiente para darle respuesta a la necesidad de

166
justicia formal que reclama el hecho social incontestable de la colectivización de
los intereses, que en su evolución continua, ahora más acelerada que nunca,
encuentra un nuevo reto, también inexorable, en la problemática de los intereses
supra colectivos o difusos.

4.- El procedmiento judicial de protección. Sus aplicaciones y estructura.


Comentarios sobre las facultades jurisdiccionales. Efectos.

Ya hemos tenido ocasión de precisar que, además de tramitarse como medio


para el desarrollo de los asuntos que sean sometidos a la autoridad jurisdiccional,
cuando se ha ejercido una acción de protección, el referido procedimiento judicial
también tiene aplicación para servir de trámite en los asuntos que se deriven de
los desacatos de particulares e instituciones públicas o privadas, u órganos del
estado, a decisiones emanadas de los consejos de protección; o por el recurso de
impugnación propuesto por estas mismas personas o instituciones, una vez
agotada la vía administrativa; o para sobreponerse a la abstención de los
mencionados entes administrativos; o para imponer algunas de las sanciones
previstas en el elenco conformado por las disposiciones de los artículos 220 al
247 de la ley.

Esta versatilidad del procedimiento obliga a atender con sumo cuidado la


regulación que el legislador ha previsto, ya que, por ejemplo, el artículo 319,
referido a la iniciación del procedimiento, señala que “el interesado presentará
la solicitud”; pero, si por este trámite judicial de protección de deben conocer,
sustanciar y decidir también de las invocaciones de tutela sostenidas en la
legitimación amplia que acredite representar intereses difusos, la solicitud no
siempre la presentará el interesado46. Quizás era lo apropiado indicar que “el
legitimado presentará la solicitud”, con lo cual se incluiría en dicho referente a
aquellos directos “interesados” que acuden a la vía del procedimiento judicial de

45
Ibídem
46
Remitimos a las consideraciones contenidas en el acápite 3, sobre la legitimación.

167
protección y a aquellos representantes de intereses colectivos o difusos,
ciertamente “legitimados”, mas no, estrictamente, titulares del interés.

Lo cierto del caso es que simplemente se exige una solicitud, no sometida a la


rigurosidad de los extremos formales de una demanda, lo cual no pudiera ser de
otra forma si nos encontramos ante la hipótesis comprendidas dentro de la noción
ya analizada de la “acción de protección”, pero que nos coloca ante serias
dificultades, si en el procedimiento se ventila alguna situación concreta, de índole
familiar o patrimonial, o el control de algún acto administrativo, o la situación de
desobediencia a ordenes emanadas de los entes administrativos previstos por la
ley, como de hecho puede ocurrir en las hipótesis indicadas en el parágrafo
tercero del artículo 177, las cuales, por disposición expresa del artículo 318 del
texto mismo legal, debe tramitarse según este procedimiento judicial de
protección. En este último caso, si bien se comprende que el espíritu del
legislador es el de allanar cualquier posible obstáculo para el más fácil acceso a
la jurisdicción, en el entendido que también se intenta procurar con el nuevo
sistema regulatorio una más eficaz tutela47, será necesario delinear, aún cuando
sea por el ejercicio prudente y certero de la jurisprudencia, un mínimo de
exahustividad alegatoria y documental para precisar la actuación de control que
se solicita al juez.

Independientemente de lo anterior, el procedimiento judicial de protección,


haciendo abstracción del tipo de tutela que se solicite, ora de control de la
administración o de los entes privados habilitados, ora de protección “strictu
sensu”, puede conceptualmente dividirse en varias etapas; la primera de ellas,

47
Cfr. Aragoneses, Pedro. “Proceso y Derecho Procesal”. Editoriales de Derecho
Reunidas, Madrid, 1999 p 351; en su obra, a propósito del diseño de procedimientos
novedosos, asentando la idea de un imposible modelo universal, señala: .......En la
medida en que se estructure la satisfacción del interés pretendido con una aproximación
esencial al tipo ideal de estructura de satisfacción coactiva e imparcial que constituye el
proceso, nos encontraremos con un tipo al que corresponde propiamente tal
denominación, mientras que cuando se desvién de ese tipo ideal, la satisfacción se
realizará generalmente por medio de una estructura de autotela estatal más o menos
disfrazada.

168
de carácter alegatorio y determinativa de la cuestión objeto de la solicitud, que
corresponde tanto a las partes como al tribunal. Durante la misma, no sólo se ha
de presentar la solicitud, sino también los “antecedentes” de los que se
disponga, lo cual incluye la anticipación de cuantos medios objetivos de prueba,
de los que tengan vocación de plenitud y de las que sólo pudieran alcanzar rango
indiciario o presuntivo. El solicitante lo tendrá que hacer con su petición; al
solicitado, llamado por el legislador “requerido”, dentro del plazo de tres días
después de su citación. Por su parte, el Juez, debe ordenar la realización de
todas aquellas diligencias que posibiliten la mejor determinación del objeto sobre
el que recae la solicitud.

Como se denota, existe ciertamente una clara iniciativa procesal de parte, por vía
de quien resulte legitimado, pero en la formación del objeto procesal, a la
concurrencia del sujeto pasivo de la pretensión, se suma la facultad-deber del
juzgador, de interesarse en la obtención de las circunstancias que rodean a la
situación fáctica de la que ha nacido la eventual necesidad de protección. Esta
asignación de labores investigativas, de formación del objeto de la causa, que se
atribuyen al juez, también representa un punto de actualidad en la discusión
doctrinaria acerca de las facetas del juez al que, a más de su papel indiscutido
como órgano de fallo, de decisión, se le conceden adicionalmente otras funciones
de indagación, para provocar en su actuación, probatoriamente activa, hasta la
obtención del medio de acreditación.

En materias de competencia penal, a los efectos de no comprometer la integridad


del principio de imparcialidad, del que Vasquez Sotello48 se sirve para construir
todo sistema de principios que informen a la jurisdicción, prefieren integrar la
participación del Ministerio Público, de modo que sea este, en tanto y en cuanto
legitimado por expresa voluntad del legislador, quien tenga a su cargo la

48
Cfr. Vasquez Sotello, José Luis. “Perspectivas del Proceso Civil”. Bosch, Barcelona,
1998.

169
investigación circunstanciada y la carga de acreditarla en el proceso a través de la
postulación probatoria.

En esa misma dirección pudiera esperarse que se dirija la interpretación


jurisprudencial, puesto que, por disposición del artículo 119 de la ley, el Ministerio
Público forma parte del “sistema de protección del niño y del adolescente”,
además de que, justamente tiene entre sus atribuciones, la de “intentar las
acciones a que hubiere lugar para hacer efectiva la responsabilidad civil o
administrativa de las personas o instituciones, que por acción u omisión,
violen o amenacen derechos individuales, colectivos o difusos de los niños
y de los adolescentes”, tal como lo indica el artículo 170 de la Ley, en su ordinal
a); es decir, formando parte del sistema integral que se ha creado y teniendo la
atribución de participar en aquellas situaciones que se ventilan a través del
procedimiento judicial de protección, la imperativa obligación que el legislador le
receta al juez de notificarlo, si es que la parte solicitante no acude al acto de
“audiencia” (Art. 323, lit. a), bien puede extenderse o comprender, a título de
facultad, la potestad judicial de llamarle a juicio, siempre que el juez encuentre
necesidad de ello, y uno de los casos de necesidad, evidentemente, pudiera serlo
el de la carencia probatoria ab initio, la necesidad de indagación e investigación.

En consecuencia, esta etapa inicial o alegatoria, también denominada por


nosotros como investigativa, incluye la materialización de la relación jurídico
procesal, en su substrato subjetivo, con la citación del requerido y, como ya lo
hemos indicado, del Ministerio Público. Ante el silencio de la ley acerca de la
manera de actuarse tales emplazamientos y notificaciones, deberá seguirse lo
dispuesto para los procedimientos de naturaleza familiar.

Un segundo momento o fase del procedimiento, es la etapa de la audiencia, a la


que también pudiera llamarse etapa de “contradicción”. Constituye el juicio
como tal y tiene un evidente soporte filosófico en los principios de inmediación
judicial y concentración de trámite, cuyo mejor e inexorable aliado es la oralidad.
Congrega a las partes, al Ministerio Público y a los sujetos directamente

170
interesados, si es que no han ejercido personalmente su acción, con el juez. La
finalidad es escuchar los alegatos, presentar y apreciar las pruebas, controlarlas y
contradecirlas en justa reciprocidad, concluir sobre sus posiciones 49, obtener
acuerdos, y de ser estos posibles, impartirles su homologación.

No se tiene claro cuando debe celebrarse la audiencia del juicio; en realidad, el


artículo 320, en su primer aparte, indica que la misma tendrá lugar dentro de los

49
Cfr. Peyrano, Jorge (con Chiappini , Julio). “El Proceso Atípico”. Universidad, 1985, p
26: Los autores, pensando seguramente en situaciones de evidente inmediación, cuando
el juez está entremezclado con la realidad del juicio en tiempo presente, así como ocurre
con la audiencia del juicio que se analiza, en cuanto a la misión apreciativa de la prueba,
hacen las siguientes consideraciones: “Y ya que estamos hablando de las pruebas
valoradas a priori por el legislador, conviene traer a cuento que precisamente la teoría de
la apreciación conjunta de la prueba representa una de las vías de escape (de origen
pretoriano) concebidas para paliar la rigidez del susodicho sistema de apreciación
“tasada” de la prueba. El interés en practicar un análisis conjunto de la prueba producida
se funda tanto en el hecho comprobado de que raramente una sola observación o
experiencia son suficientes para llegar a una conclusión cierta. El tribunal debe
“seleccionar las pruebas idóneas y apreciar la concordancia o discordancia que ofrezcan
en correlación con las circunstancias de la causa, sin tener en cuenta de quién partió la
iniciativa para su incorporación”; y también ponderar que “las pruebas en general no son
susceptibles de fraccionarse para que la parte que las invoca aproveche lo que le es útil y
deseche lo que la perjudica”. Constituye una verdadera regla procesal aquella según la
cual “los tribunales no están compelidos al sentenciar las causas, a resolver todas las
cuestiones propuestas, a analizar la totalidad de los elementos de convicción colectados
y a ponderar todos los argumentos vertidos; siendo bastante con que diluciden y
ponderen aquellos que consideren conducentes a la adecuada solución de la
controversia. Quizás la difusión de la “apreciación conjunta de la prueba” contribuya a
eliminar el susodicho mal cartel de que adolece la judicatura civil, habida cuenta que la
aplicación de los lineamientos que hemos expuesto involucra –sin duda- un sutil examen
del material probatorio”. En este mismo sentido, Cfr. Walter, Gerhard. “Libre Apreciación
de la Prueba”. Temis, Bogotá, 1985, p 347. El autor, a este respecto, enseña lo siguiente:
“Ese derecho a la prueba sólo estará salvaguardando si los medios de prueba no están
sujetos a un numerus clausus; muy por el contrario, exige fundamentalmente un principio
“open end” de argumentos. Estrecha conexión con esto guarda también la consecuencia
de que el legislador no puede excluir un medio de prueba dudoso (parte, testigo
interesado, etc.) de antemano, si no quiere vulnerar el derecho a la prueba. Aquí entra en
juego el principio de la libre apreciación. El derecho a la prueba exige que esos medios
dudosos queden librados en el caso concreto al parecer del juez. La libre apreciación de
la prueba está amparada por la constitución, aunque sea sólo en forma indirecta, en
cuanto no le pueden ser arrebatados a discreción posibles argumentos de prueba. Para
cada caso es necesario dar una legitimación especial, comparar valorativamente los
derechos de colisión, y hay que establecer diferencias según los distintos
procedimientos”.

171
diez (10) días siguientes, con lo cual, claramente, se faculta al juez para
establecer el día y la hora en la que la misma tendrá lugar; sin embargo, no se
precisa desde que momento procesal comienzan a contarse los mencionados
diez (10), ¿desde que se ordena notificar al requerido (lo que seguramente será
con el auto de admisión de la solicitud)? ¿lo será desde que este es
efectivamente citado? ¿o acaso se contarán desde que conste en el
procedimiento la citación?.

Para dilucidar la aparente confusión es factible recurrir al viejo esquema que


tradicionalmente se conoce, típico del trámite escrito, de la cultura del expediente,
según lo cual, el plazo se iniciará desde que conste -para juez y partes- la
citación; pero si nos atenemos a las nuevas tendencias de la oralidad,
seguramente el juez, al ordenar la citación del requerido, le indicará una data
exacta, ya establecida, para que concurra a una hora determinada y deberá
realizar las gestiones judiciales de citación y de preparación de la audiencia,
dentro de los diez (10) días siguientes a la iniciación del procedimiento. Por
supuesto, en casos de dificultad, tanto para la citación de uno o varios de los que
deban concurrir, como para la documentación a la que antes se hizo referencia el
juez puede usar su poder jurisdiccional y extender el plazo señalado por el
legislador, cuya brevedad está asignada en atención a la finalidad del
procedimiento y al tipo de tutela judicial que se persigue, cuyo único sentido se
logra mantener a través de la sumariedad. Lo anterior surge prístino de la
facultad-deber que le prescribe el legislador en el artículo 322.

La tercera fase del procedimiento es la decisoria. Quizás pudiera pensarse que es


una fase simple y llana, pero el propio legislador ha introducido una serie de
aspectos que no pueden ser desatendidos; nótese que, en apariencia, el
legislador utiliza un lenguaje que se asemeja a una posible limitación del
juzgamiento, pues se delimita la manera de decidir, señalándose las siguientes
opciones: “confirmar”, “revocar” o “modificar” la decisión emanada de los
entes administrativos con competencia minoril, o “suplir” la que los mismos

172
órganos se hubieren abstenido de dictar. Esta forma de regular la potestad
jurisdiccional en su momento culminante, por su restrictiva dimensión, puede
significar que el juez deberá “confirmar”, “revocar” o “modificar” las medidas
dictadas por los Consejos de Derecho o por los Consejos de Protección, en tanto
conozca de las solicitudes que se le presenten de conformidad con lo previstos
por los literales “b” y “d” del parágrafo tercero del artículo 177; mientras que podrá
“suplir” la inercia o abstención de pronunciamiento de los citados entes, en los
casos del literal “c” del mismo parágrafo y artículo.

Efectivamente, si agotada la vía administrativa, se llegare a proceder por esta vía


judicial de protección contra una medida dictada por los consejos de derecho o de
protección del niño y del adolescente, el juez puede confirmar la decisión,
modificarla o revocarla; en el primer caso, la solicitud se entenderá desestimada;
en los restantes, en cambio, se la entenderá parcialmente estimada o totalmente
procedente, respectivamente; pero, en todos estos supuestos, el tribunal habrá
conocido como órgano judicial de control sobre actos de la administración.

Por otro lado, cuando el tribunal suple la falta de pronunciamiento de la


administración minoril, si bien no controla en realidad su actuación positiva, sino
que, ante la omisión o actuación negativa, efectivamente entra a proteger a
quienes no han logrado pronunciamiento alguno, supliendo la carencia de
decisión o abstención.

No obstante, como se dijo antes, en el elenco de competencias se encierra un


conjunto de materias y asuntos que pueden dirimirse a través de este trámite
judicial de protección, que no se agotan en la revisión jurisdiccional de los actos
que emanan de los órganos de la administración o en la suplencia de los
omitidos, sino que se extiende hasta “el desacato a las medidas impuestas”
por los órganos administrativos minoriles (lit. a, parágrafo 3°, art. 177), a “la
aplicación de sanciones” (lit. e, eiusdem), a “cualquier otro asunto afín” (lit. f,
de la misma disposición) y a los que se deriven del ejercicio de “la acción de

173
protección contra hechos, actos u omisiones que amenacen o violen
derechos colectivos o difusos” (parágrafo quinto, art. 177).

De tal manera, si se analiza con detenimiento, la sentencia del juez que conoce
de algún procedimiento judicial de protección, ciertamente podrá confirmar,
modificar o revocar la medida que haya podido dictar algún órgano administrativo
del sistema, o suplir la abstención en que haya incurrido alguno, pero,
adicionalmente, en los casos citados en el párrafo anterior, no cabe duda acerca
de la mayor amplitud que puede llegar a tener la decisión; luego, en las
solicitudes que tengan por objeto evitar la desobediencia a dictámenes
administrativos o la satisfacción de intereses afines, o la tutela proteccionistas de
intereses de grupo, la sentencia tendría una amplitud mucho mayor que la
consagrada en la norma antes analizada.

Por otra parte, se reitera, el juicio se ha diseñado con el propósito de no


complicarse con incidencias, accidentes o situaciones especiales; no obstante,
nada impide que en el transcurso del trámite, tanto por aspectos estrictamente
procesales, tanto por razones relacionadas con la materia del proceso, sea
menester resolver sobre eventos puntuales, aún de orden presupuestal; la
novedad estriba en que tales situaciones, o son resueltas en la audiencia, o
quedan reservadas para dirimirse con la sentencia. De allí que la decisión, por
exigencia lógica del juicio, deberá ser precisa, positiva, clara, determinada,
congruente y exhaustiva; esto es, indicativa de la resolución, expresa, sin dudas,
delimitada -subjetiva y objetivamente-, con arreglo a la solicitud y las defensas, y
plena en la resolución de todo cuanto principal o incidentalmente haya sucedido
en el proceso.

Finalmente, el sistema recursivo está concebido en sintonía con los principios de


sumariedad, brevedad y eficacia que se han destacado. Una tendencia moderna
en algunos países que enfrentan reformas procesales importantes50, en la

50
En España, en la inminente Ley de Enjuiciamiento Civil Española, se dispone que la
sentencia definitiva dictada en el juicio ordinario en primera instancia,

174
búsqueda de modelos que se acerquen al desideratum de una verdadera tutela
judicial efectiva, se pronuncia por la abreviación del trámite y por el
fortalecimiento de la decisión de primera instancia. El soporte filosófico se
encuentra en la idea de hacer confiable en grado sumo a la sentencia del juez
que conoció en el primer grado de jurisdicción, verdadero artífice de la
inmediación; de otro canto, estadísticamente, en Alemania y España, sólo son
declaradas con lugar menos del 20% de las apelaciones 51; por estas razones, se
ha propuesto modificar el efecto típico de la apelación de las sentencias
definitivas y permitir que, pese a la apelación, se pueda ejecutar la decisión.

No es posible dejar de advertir los inconvenientes que se pueden desprender de


esta modalidad, sobretodo si se adosan a las ideas de igualdad y de debido
proceso; sin embargo, los precedentes de algunas otras materias, como la del
amparo constitucional, por un lado, y la concentración aún mayor del
procedimiento en alzada, constituido en este caso por dos (2) actos nada más; la
formalización de la apelación (dentro de los 5 días siguientes) y la sentencia
(dentro de los 3 días siguientes), por la otra, sirven al objetivo de lograr una rápida
revisión que, de ser necesario, podría corregir lo ejecutado hasta entonces.
Nuevamente es esencial el papel del juzgador, encargado de decidir y ejecutar lo
decidido, aún con interposición de la apelación, toda vez que bajo concepto
alguno es admisible el recurso de casación.

La última fase es la de ejecución, que en Venezuela, a la usanza de la gran


mayoría de los Países, integra el concepto de jurisdicción plena; esto es, que el
propio juez que ha conocido en primera instancia de la causa,
independientemente de que por haberse ejercido recurso de apelación el juicio

independientemente de que exista apelación, será ejecutada si así lo solicita el victorioso,


sin necesidad de caución o fianza. Es, como se ve, una readaptación del instituto de las
apelaciones de las sentencias definitivas que ha conllevado una intensa polémica, aún no
concluida, pese a la inminente promulgación de la ley.
51
Diario de Debates, Congreso de los Diputados, en Discusión del Proyecto de Ley de
Enjuiciamiento Civil Española de 1999, conocido como “proyecto De la Oliva”, catedrático
de derecho procesal que más lo ha auspiciado.

175
haya concluido en alzada y aún en el supuesto extraordinario de la revisión en
sede de casación, es el competente para ejecución de la sentencia
definitivamente firme.

Surgen, como fundamento certero, varios de los principios consolidados que rigen
la institución del proceso; entre otros, el de plenitud jurisdiccional, el de unidad del
proceso y el de unidad de jurisdicción.

La regulación de la ley no es realmente una excepción, así se señale que el


órgano de la ejecución, en caso de medidas de tutela de derechos, es el consejo
de protección competente. Y la excepción no existe, puesto que es una facultad
del tribunal, en su sala de juicio, la de delegar la ejecución del fallo -término que,
en estricto sentido, es cuanto menos impropio- cuando se trata de medidas de
protección, lo que se traduce, técnicamente, en una orden expresa que dirige el
órgano jurisdiccional al órgano administrativo especializado, a título de ente
auxiliar del tribunal en la ejecución de su veredicto, tal como acontece con la
mayoría de las decisiones judiciales, para cuya materialización forzosa, siempre,
los demás órganos del poder público han de rendir la intervención coadyuvante
que se les solicite. Esto, como se evidencia, no es -ni remotamente- una
delegación, sino, principal y efectivamente una forma típica de ejecución judicial.

En todo caso, si se trata de ser coherente con la finalidad que persigue el


procedimiento judicial de protección52, cercana e indisoluble del principio básico

52
La evolución de los procesos y los trámites judiciales es antigua. Cfr. Di Iorio, Alfredo.
“Lineamientos de la Teoría General del Derecho Procesal”. De Plama, Buenos Aires,
1997, p 4 y ss: “La importancia adicional del estudio del procedimiento en el derecho
romano radica en que el proceso actual, especialmente en legislaciones como la nuestra,
conserva aún instituciones derivadas de aquél. En la época más antigua se presentó la
defensa privada como derivación de la idea de venganza (autotutela). El paulatino
progreso de las comunidades espiritualizó el rudo mecanismo de las primeras épocas,
primero mediante la autocomposición y luego sustituyendo la actuación de las partes por
la de un tercero ajeno al conflicto. Luego, durante la República, y en la etapa de las
acciones de la ley (legis actiones) y luego en el procedimiento formulario, el
procedimiento que nace como arbitraje privado, se dividía en dos fases: a) In iure: ante
un magistrado (el pretor) con la finalidad de fijar los límites de la controversia, mediante
un acto de naturaleza contractual, la litis contetatio. b) Apud iudicium o in iudicium: ante

176
de tutela judicial efectiva, no es sorprendente que legislador haya dispuesto que
el “juez dictará las providencias de ejecución que fueren necesarias”,
surtiéndole de un amplio margen de actuación, limitado ciertamente por los
designios de su propio fallo, en atención a la efectividad del juzgamiento, sin el
cual, al final de cuentas, todo el sistema no tendría razón de ser.

Finalmente, no por falta de otros punto de interés sino por exigencias temáticas,
debe dedicarse un par de reflexiones a la disposición del artículo 326, cuyo
precepto, desafortunadamente, no es único ni novedoso en el ordenamiento

un juez privado (iudex) designado por las partes de común acuerdo con la finalidad de
resolver la controversia, pero sin imperium, es decir, sin la posibilidad de hacer cumplir su
mandato coativamente. En una segunda época de la historia romana, durante el
Imperior, desaparece la división del proceso en dos etapas reemplazado por el
procedimiento oficial de la extraordinaria cognitio. Todo se desarrolla bajo la dirección de
funcionarios y jueces estatales a quienes se transfiere la plenitud de la jurisdicción, con
atribuciones de impulso oficial y mayores poderes. Al desaparecer la necesidad de la
presencia del demandado, es posible la continuación del proceso en rebeldía. El
procedimiento es escrito y secreto. La sentencia final es impugnable por apelación y
recursos extraordinarios. Luego, el procedimiento formulario aparece otorgando un nuevo
concepto a las formas procesales, menos rígidas y más adaptadas a las condiciones de
vida antes desconocidas. Cuando se abandonó la formalidad de las instituciones
republicanas y se pasó a una forma de gobierno absolutista con un poder total del
emperador, al árbitro designado por las partes, fue reemplazado por un juez oficial,
desapareció la división del proceso en dos etapas, transformándose en un proceso
escrito, secreto, con mediación e impulso oficial. En proceso germano. La justicia estaba
puesta bajo el amparo de la divinidad, por lo que se recurría a ritos artificiales. La
sentencia la dictaba la comunidad, y el juez (el rey) se limitaba a dirigir el juicio. La
ejecución era privada. Luego en el período francio, como resultado del avance del poder
real, se desarrolló un proceso sobre la base de una autoridad judicial más fuerte, con
mayores poderes. Instituyó jueces a los funcionarios reales y los hizo participar en las
ejecuciones. Francia no escapó a esta evolución, y en el período antiguo el ordenamiento
procesal se caracterizaba por la diversidad y pluralidad de jurisdicciones. Se caracterizó
por la lentitud del proceso y los privilegios de la jurisdicción, cuyos cargos estaban
cubiertos por una clase social, la de los nobles, que accedían a los cargos mediante su
compra. Un cambio muy importante se produjo con la Revolución Francesa de 1790, que
constituye un ejemplo notorio de la influencia de las cambiantes circunstancias históricas
sobre el proceso. La fraternidad se tradujo en la importancia desmesurada otorgada al
arbitraje y a los jueces de paz, por el principio vigente en la época de que, como todos
los hombres eran hermanos, se entendían fácilmente. Estos principios impulsaron a que
en 1806 se sancionara el Código de Procedimientos que introdujo la oralidad, la
publicidad y recogió el principio dispositivo, sin perjuicio de los poderes del juez en la
admisión y producción de las pruebas, las que eran objeto de libre apreciación”.

177
jurídico venezolano53. Su pecado se conforma cuando en la búsqueda de
celeridad y mecanismos procesales expeditos, se desnaturalizan ciertas
instituciones que también contribuyen a determinados propósitos, tan deseables
como el de la simplicidad. En el caso de la norma citada, a más de relegar la
revocatoria al concepto de recurso, y como tal, a una expresión procesal del
poder jurídico de la acción, sin detenerse que se trata de una potestad judicial, y
por ende expresión procesal del poder jurídico de la jurisdicción, se permite que,
a solicitud de parte, o de oficio, el juez pueda revocar las resoluciones
interlocutorias que haya podido dictar, incluso durante o después de la
audiencia del juicio, pero antes de sentencia.

No es fácil digerir una disposición así, especialmente si se encuentra que en el


término resoluciones interlocutorias caben abundantes tipos de decisiones, no
todas, en nuestro criterio, posibles de ser revocadas por contrario imperio.

Probablemente el legislador ha debido ser más específico y ordenar al juez tomar


las medidas que fueren necesarias para precaver lesiones o menoscabo de
derechos, de las partes o de terceros, y enervar situaciones dañosas cuyos
efectos puedan resultar irreparables. También el juez debe estar facultado para
asumir aquellas medidas tendentes a evitar la disipación probatoria aquellas que
se dirijan a mantener la integridad de las garantías de los sujetos directamente
implicados en le juicio.

En todas estas situaciones, claro está, el órgano jurisdiccional debe dictar


medidas, cuyo alcance y extensión, objetivo y subjetivo, espacial y temporal,
puede y debe ser controlado de oficio o a instancia de parte; mas, sin embargo,
hacer de un juicio cuyo trámite abreviado es su distintiva virtud una suerte de
escenario para el dictamen de resoluciones interlocutorias, a la manera de

53
El artículo 85 del reglamento de la ley orgánica del trabajo, en el mismo sentido, prevé
una gruesa desnaturalización del principio de jerarquía en la revisión de las decisiones
judiciales, el cual basa su razón de ser en superiores fines de seguridad jurídica, con el
grave aditamento de equiparar, de forma peligrosa e inexplicable, los conceptos de
sentencia interlocutoria y auto de mera sustanciación.

178
decisiones que no versan sobre el fondo, pero que afectan la relación jurídica
procesal, puede constituir una inconveniente ventana por la que pueda
dispersarse la idea central que sostiene al procedimiento bajo estudio.

DEFENSORIA DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE: UN SERVICIO PRIMARIO


PARA LA PROMOCION Y DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS Y
ADOLESCENTES

Lilian Montero Rodríguez

Sumario: I. - Las Defensorías del Niño y del Adolescente: 1.- Antecedentes. 2.-
Justificación e importancia. 3.- Concepto. 4.- Ubicación de la defensoría dentro
del Sistema de Protección Integral. Su relación con los órganos. 5.- Semejanzas y
diferencias de las defensorías con el Consejo de Protección. 6.- Clases de
defensoría. 7.- Servicios que ofrece. 8.- Principios que orientan la atención ante la
defensoría. 9.- Derechos que deben garantizarse en una defensoría.- 10.-
Usuarios de los servicios. 11.- Organización y ambiente para el funcionamiento.
12.- Registro. II - Los defensores de los niños y adolescentes. 1.- Clases de
defensores. 2.- Requisitos para ser defensor. 3.- Registro de los defensores. III -
Convenios de cooperación y la coordinación interinstitucional. IV - Procedimiento
para la atención de los casos ante una defensoría. V - Medidas que pueden ser
aplicadas a una defensoría y a un defensor. VI - Sanciones por violación de
derechos y garantías. VII - Acciones que pueden interponer una defensoría.

I - Las Defensorías del Niño y del Adolescente


1.- Antecedentes.

179
La Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente -DEMUNA- como se le
denomina en Perú, es un servicio desarrollado y propuesto por la Organización
Radda Barnen de Suecia (con sede para América Latina en Lima-Perú) cuyo
propósito es la protección y promoción de los derechos del niño y adolescente.
Desde 1993, este servicio se ha extendido en Lima, y en la actualidad las
DEMUNAS cubren la casi totalidad de los Distritos de Lima y Callao y una
cantidad considerable de departamentos y provincias del Perú. Este servicio se
ha generalizado también a nivel internacional en Bolivia, Chile, Paraguay y otros
países de América Latina.

Radda Barnen ha privilegiado las Municipalidades como los canales


fundamentales para la promoción y defensa de los derechos del niño y
adolescente y en consecuencia para la instalación de las defensorías, por cuanto
éstas constituyen la piedra angular de la democracia local y la institución más
representativa de cada comunidad. Las DEMUNAS son instaladas mediante
convenio entre Radda Barnen y las Municipalidades. Radda Barnen se
compromete a brindar capacitación, asesoría, material de difusión y capacitación
e instrumentos de seguimiento. Las Municipalidades se comprometen a
incorporar a las DEMUNAS en la estructura orgánica municipal, habilitar una
oficina y designar un responsable del servicio.

En Venezuela la Defensoría del Niño y del Adolescente ha sido promovida por los
Centros Comunitarios de Aprendizaje -CECODAP-, Asociación Civil sin fines de
lucro, educativa y de carácter social que tiene como misión "Promover y defender
los derechos de los niños, niñas y adolescentes contemplados en la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño". Esta labor de CECODAP ha podido
desarrollarse gracias al apoyo técnico y financiero de Radda Barnen.

CECODAP, en su empeño de promover y defender los derechos de los niños y


adolescentes, crea las Defensoría en el año 1995. Este proceso lo podemos
ubicar en varias etapas:

I Etapa. 1995-1996

180
En donde se alcanzaron los siguientes objetivos:

a) Ensayar desde CECODAP la Defensoría como un modelo de administración de


justicia alternativo para la promoción y defensa de los derechos del niño, niña y
adolescente.

b) Promover el derecho a la defensa de los niños y adolescentes, propiciando su


participación personal y directa en las Defensorías.

c) Establecer y fortalecer una red de articulación institucional para la atención de


los casos y la movilización social en pro de la promoción y defensa de los
derechos de los niños y adolescentes.

II Etapa. 1996-1998

a) Sistematizar y divulgar la propuesta de la Defensoría como un servicio válido


para la promoción y defensa de los derechos los niños y adolescentes.

b) Iniciar la promoción y creación de las Defensorías del Niño y del Adolescente


en diversas instituciones y municipios.

c) Incorporar expresamente la figura de la Defensoría del Niño y del Adolescente


en la Ley Orgánica para la Protección Niño y del Adolescente.

III Etapa. 1998-1999.

a) Garantizar la creación de las Defensorías del Niño y del Adolescente en las


Prefecturas y Jefaturas de distintos estados del país, como las instancias de
resolución de conflictos más cercana a la comunidad.

b) Iniciar la promoción de una red nacional de Defensorías del Niño y del


Adolescente a nivel nacional, que permita la participación de los niños y
adolescentes, las comunidades y el Estado.

CECODAP ha considerado, que las instancias privilegiadas para la


implementación de las Defensorías del Niño y del Adolescente son las
Prefecturas y Jefaturas Civiles, por cuanto históricamente han constituido el
organismo ejecutor de mayor contacto con los actores afectados, son las

181
instancias naturales a las que tradicionalmente se acude para procesar
denuncias.

Para la instalación de las Defensorías del Niño y del Adolescente CECODAP


sigue el mismo procedimiento desarrollando por Radda Barnen. Se suscribe
Convenio con una Gobernación mediante el cual CECODAP se compromete a
brindar capacitación, asesoría, material de difusión, y aportar los instrumentos de
seguimiento. La Gobernación, a través de sus Prefecturas, se compromete a
incorporar las Defensorías en la estructura orgánica de cada Prefectura y
Jefatura Civil, habilitar una oficina, designar un responsable del servicio y llevar
adelante los procedimientos para la atención de casos.

Actualmente, cuando se han creado 66 Defensorías del Niño y del Adolescente


en las Prefecturas y Jefaturas del Estado Miranda y Vargas, esta experiencia ha
consolidado el modelo y realmente ha tenido un efecto demostrativo para otros
estados del país.

2.- Justificación e importancia.

Desde el punto de vista del marco jurídico, la necesidad de proporcionar a niños y


adolescentes una protección especial ha sido enunciada en:

a) La Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño en 1924 y en la


Declaración de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de la
O.N.U. el 20 de noviembre de 1959;

b) la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el Pacto Internacional


de Derechos Civiles y Políticos (en particular en los artículos 23 y 24);

c) el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en


particular en el artículo 10), en los estatutos e instrumentos de los organismos
especializados y de las organizaciones internacionales que se interesan en el
bienestar del niño;

182
d) más explícitamente, en la Convención Internacional sobre los Derechos del
Niño se obliga a los Estados partes a la creación de instancias administrativas
para dar efectividad a los derechos reconocidos en la Convención (artículo 4);

e) la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA),


siguiendo el mandato de la Convención Internacional sobre los Derechos del
Niño, crea un sistema coherente para la protección del niño y del adolescente.
Para ello prevé un conjunto de órganos, entidades y servicios entre los que se
encuentran la Defensoría (artículos del 201 al 213).

Por otro lado, desde el punto de vista social en Venezuela los niños, niñas y
adolescentes se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad respecto a la
protección de sus derechos. Los niños y adolescentes son la población más
excluida. Es el sector que menos acceso tiene a las políticas de intervención para
mejorar su situación. Las instituciones que se dedican a la atención de los niños
adolescentes constituyen un sistema poco articulado, burocrático y con escasa
capacidad de gestión para proteger y promover los derechos de los niños y
adolescentes. Uno de los principales problemas es la ausencia de respuestas
oportunas a las necesidades de protección de los niños y adolescentes. Las
prácticas de atención son insuficientes o inadecuadas. Esto acompañado del
desconocimiento por parte de las instituciones y de la sociedad de los derechos
de los niños y adolescentes, y en consecuencia poca o ninguna información en
cuanto a las formas y procedimientos para procesar una denuncia.

Las Defensorías, vistas como factor de promoción y protección de los niños y


adolescentes, son, entonces, un mecanismo importante para:

a) procesar y solucionar la violación de los derechos de los niños y adolescentes;

b) desarrollar una estrategia de intervención que reconozca a los niños y


adolescentes como sujetos sociales de derechos y como ciudadanos con
capacidad para participar y proponer;

183
c) construir como sociedad, soluciones oportunas a la situación de desprotección
de los niños y adolescentes de nuestro país;

d) fomentar y crear una cultura política de promoción y defensa de los derechos


de los niños y adolescentes;

e) promover la celeridad y evitar los alargamientos innecesarios en la atención de


los problemas en donde estén involucrados niños y adolescentes.

3.- Concepto.

Según la LOPNA, la Defensoría del Niño y del Adolescente, es un servicio de


interés público, organizado y desarrollado por el municipio o por la sociedad, con
el objetivo de promover y defender los derechos de niños y adolescentes" (art.
201). La Defensoría trata de evitar que aquellos problemas que afectan a los
niños, niñas y adolescentes, lleguen a la instancia judicial, buscando mecanismos
de resolución cercanos que aborden el problema de manera integral y signifiquen
ahorro en tiempo y dinero. Es, fundamentalmente, una instancia no judicial de
resolución de conflictos. Se preocupa porque el niño, niña o adolescente que ve
afectado sus derechos reciba atención, con una visión multidisciplinaria,
permitiendo que, el niño, niña y adolescente encuentre una real ayuda, en los
aspectos físico, psicológico y afectivo.

La Defensoría se dirige hacia la prevención de todo aquello que pueda afectar los
derechos de la niñez y adolescencia. En los casos que se detectan
transgresiones a la Ley, debe actuar para lograr se respeten los derechos de
niños, niñas y adolescentes, asumiendo el papel de denunciante para hacer
prevalecer lo que se ha definido como el Interés Superior del Niño.

Además, la Defensoría debe fortalecer los lazos familiares, pudiendo en los casos
que sea necesario, efectuar conciliaciones entre cónyuges, padres y familiares,
fijando normas de comportamiento y convivencia familiar. Esto permite que en
los casos de conflictos familiares exista un servicio a quien se reconoce como
alguien que puede ayudar a restablecer la comunicación en la familia y a

184
encontrar soluciones a los problemas que, finalmente, afectan a los niños, niñas y
jóvenes.

4.- Ubicación de la Defensoría dentro del Sistema de Protección Integral del


Niño y del Adolescente. Su relación con los órganos.

La actuación de las Defensorías del Niño y del Adolescente, se inscribe dentro de


una amplia red de atención y defensa de los derechos del niño, que la Ley
Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA) ha denominado
Sistema de Protección. El Sistema se integra por un conjunto de órganos
administrativos - Consejos de Derechos y Consejos de Protección - y Judiciales,
por el Ministerio Público, por las entidades y servicios de atención y por las
Defensorías, concebidas como un servicio para promover y defender los
derechos de los niños y adolescentes. Pudiéramos decir que son la instancia de
atención primaria para la atención y protección de los niños y adolescentes.

La LOPNA específica un conjunto de competencias que deben llevar a cabo los


distintos órganos del sistema de protección, para que se dé un efectivo
cumplimiento de los derechos. En particular, señalaremos las relacionadas
directamente con las Defensorías del Niño y del Adolescente.

a) Consejo Nacional de Derechos.

Establecer las directrices que deben seguir las Defensorías del Niño y del
Adolescente (art. 137, literal c).

b) Consejo Estadal de Derechos.

Estimular, dentro de su jurisdicción, la creación de las Defensorías del Niño y del


Adolescente entre otros órganos y servicios de atención (art. 143. literal i).

c) Consejo Municipal de Derechos.

a´) Inscribir los correspondientes programas de protección; registrar las


Defensorías y defensores del Niño y del Adolescente que presten servicio en el

185
municipio y extenderle las correspondientes tarjetas de identificación (art. 147,
literal g).

b´) Supervisar y evaluar la prestación de servicios de protección por parte de las


Defensorías del Niño y del Adolescente; así como el desarrollo de los programas
que haya inscrito (art. 147. literal h)

c´) Revocar en los casos procedentes, la inscripción de programas o los registros


a entidades de atención, Defensorías del Niño y del Adolescente (art. 147. literal
i).

d) Consejo de Protección.

Conocer o recibir las denuncias remitidas por las Defensorías de casos que
ameriten la imposición de medidas de protección o de situaciones que configuren
infracciones de carácter administrativo penal o civil.

e) Ministerio Público.

Inspeccionar las Defensorías del Niño y del Adolescente e instar al Consejo


Municipal de Derechos para que imponga las medidas a que hubiere lugar (art.
170 literal e).

f) Tribunales de Protección del Niño y del Adolescente.

a´) Conoce entre otras causas, la disconformidad de las Defensorías del Niño y
del Adolescente con las decisiones del Consejo de Derechos que nieguen o
revoquen el registro o inscripción (art. 177, parágrafo 3°, liter. d).

b´)Homologar las Actas de conciliación total o parcial logradas ante una


Defensoría, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes a la recepción del
acuerdo conciliatorio. (art. 315).

5.- Semejanzas y diferencias de las Defensorías con el Consejo de


Protección.

Los Consejos de Protección son órganos administrativos del Sistema de


Protección, que en cada municipio, se encargan de asegurar la protección en

186
caso de amenaza o violación de los derechos y garantías de uno o varios niños o
adolescentes individualmente considerados (art. 158). Este enunciado sugiere
que entre esta instancia y las defensorías hay semejanzas que podrían inducir a
confusión. De allí la necesidad de dejar sentadas las características que las
diferencian.

Las semejanzas son:

a) Los Consejos de Protección y las Defensorías van a asegurar la protección, en


caso de amenaza o violación de los derechos y garantías de uno o varios niños o
adolescentes individualmente considerados. Es decir, centrarán su atención en
los niños y adolescentes a quienes se les haya violado sus derechos de forma
individual.

b) Ambas son instancias con características de permanencia y autonomía


funcional.

c) Los miembros ejercen funciones públicas, forman parte de la estructura


administrativa y presupuestaria de la Alcaldía (Consejo de Protección) y
prefectura y Jefatura (Defensorías).

d) Ambas instancias tienen como atribuciones invitar a la partes involucradas a


conciliar cuando se ventilen situaciones de carácter disponible.

Las diferencias son:

a) Los Consejos de Protección son órganos administrativos, que en cada


municipio y por mandato de la sociedad se encargan de asegurar la protección de
los niños y adolescentes, mientras que las Defensorías son un servicio de interés
público organizado y desarrollado por el municipio o por la sociedad.

b) Los Consejos de Protección deben funcionar solo por los municipios, las
Defensorías pueden ser desarrolladas por los municipios o por la sociedad; es
decir pueden ser públicas o privadas.

187
c) Los Consejos de Protección dictan medidas de protección que son de
obligatorio cumplimiento por las partes involucradas, las Defensorías son un
servicio que tiene un carácter fundamentalmente orientador y no impositivo.

d) Para los miembros de los Consejos de Protección se prevé la necesidad de un


procedimiento de selección e incorporación como consejero, en la Defensoría no
se prevé este mecanismo.

e) Para los Consejos de Protección se exige calificación profesional de sus


miembros, en las Defensorías esto no constituye un requisito.

6.- Clases de Defensoría.

La Ley contempla dos clases de Defensorías:

a) Públicas.

Las Defensorías públicas tienen este carácter por el órgano que las crea. En este
caso la Ley prevé que las Defensorías pueden ser creadas por los Municipios.

b) Privadas.

Las Defensorías privadas son aquellas organizadas por la sociedad, como por
ejemplo organizaciones comunitarias, asociaciones de vecinos, etc.

7.- Servicios que ofrece la Defensoría.

La Defensoría del Niño y del Adolescente, señala la ley, pueden prestar a éstos y
a sus familias, entre otros, los siguientes servicios:

A) Atención de casos para orientación:

a) Orientación y apoyo interdisciplinario;

b) Orientación en los casos que ameriten la atención de otros programas y


servicios.

B) Denunciar:

188
a) Ante el Consejo de Protección o el Juez competente según sea el caso, de
casos que ameriten la imposición de medidas de protección;

b) Ante el Juez competente según sea el caso, de casos que constituyan


infracciones de carácter civil, administrativo o penal, a fin de orientarlos a la
autoridad competente.

C) Asistencia jurídica:

a) Intervención como defensor de niños y adolescentes ante las instancias


administrativas, educativas y comunitarias que corresponda;

b) Asistencia jurídica a niños y adolescentes o sus familias, en materias


relacionadas con la LOPNA;

c) Asistencia a niños y adolescentes en los trámites necesarios para la inscripción


ante el Registro del Estado Civil y la obtención de sus documentos de identidad.

D) Conciliación:

Estímulo al fortalecimiento de los lazos familiares, a través de procesos no


judiciales, para lo cual podrán promover conciliaciones entre cónyuges, padres y
familiares, conforme al procedimiento de conciliación señalado en la Ley, durante
el cual las partes acuerdan normas de comportamiento en materias tales como la
obligación alimentaria y el régimen de visitas, entre otras;

E) Promoción:

a) Promoción de reconocimiento voluntario de filiaciones;

b) Creación y promoción de oportunidades que estimulen la participación de los


niños y adolescentes en la toma de decisiones comunitarias o familiares que los
afecten;

c) Difusión de los derechos de los niños y adolescentes, así como la educación


de los mismos para la autodefensa de sus derechos;

189
d) Fomento y asesoría técnica para la creación de programas de protección en
beneficio de los niños y adolescentes;

e) Organización de campañas masivas para el registro civil de niños y


adolescentes.

F) Movilización social:

Las Defensorías constituyen canales potenciales de coordinación y movilización


para una promoción más amplia e integral de los derechos de los niños y
adolescentes. Pueden constituirse en redes de trabajo parroquial, estadal y
nacional a través de la coordinación y el trabajo permanente con instituciones
claves como el Poder Judicial, Ministerio Público, etc.

8.- Principios que orientan la atención de la Defensoría.

La prestación de los servicios por parte de una Defensoría, debe tomar en cuenta,
además de los principios generales contemplados en la LOPNA, los siguientes
principios:

a) El Interés Superior del Niño.

El Interés Superior del Niño, definido en el Art. 8 de la LOPNA, es un principio de


suma importancia en la actuación de una Defensoría, por tratarse de un principio
de interpretación y aplicación de la Ley, de obligatorio cumplimiento en la toma de
todas las decisiones concernientes a los niños y adolescentes.

Cualquier Defensor que quiera determinar el Interés Superior del Niño en una
situación concreta debe apreciar: la opinión de los niños y adolescentes, la
necesidad de equilibrio entre los derechos y deberes de los niños y adolescentes,
la necesidad de equilibrio entre las exigencias del bien común y los derechos del
niño o adolescente y la necesidad de equilibrio entre los derechos de las demás
personas y los derechos del niño o adolescente.

b) Gratuidad.

190
El servicio de la Defensoría es completamente gratuito. Pedir o aceptar pago va
en contra de la naturaleza de este servicio.

c) Confidencialidad.

En la Defensoría se debe garantizar la total reserva de la información y el


Defensor, en su trato con el público, debe demostrar una permanente actitud de
respeto y consideración.

d) Carácter orientador y no impositivo.

Si los intentos de diálogo y orientación fracasan los Defensores pueden derivar el


caso a los Fiscales especializados o al Consejo de Protección, para que se
encarguen de la resolución del problema.

9.- Derechos que deben garantizarse en una Defensoría.

A los niños y adolescentes que reciban el servicio de la Defensoría, se les debe


garantizar los siguientes derechos:

a) Opinar y a ser oído (art. 80).

Esto significa que el niño y adolescente puede expresar libremente su opinión y


que ésta sea tomada en cuenta en función de su desarrollo. La comparecencia
del niño o adolescente ante la Defensoría se realizará de la forma más adecuada
a su situación personal y de desarrollo. En los casos de niños y adolescentes con
necesidades especiales se debe garantizar la asistencia de personas que, por su
profesión o relación especial de confianza, puedan transmitir objetivamente su
opinión.

Cuando el niño o adolescente no pueda ejercer personalmente este derecho ante


una Defensoría, porque no resulte conveniente al Interés Superior, este se
ejercerá por medio de sus padres, representantes o responsables, siempre que
no sean parte interesada, ni tengan intereses contrapuestos a los del niño o
adolescentes, o a través de otras personas, que por su profesión o relación
especial de confianza puedan transmitir objetivamente su opinión.

191
La opinión del niño o adolescente sólo será vinculante cuando la Ley así lo
establezca. Los Defensores no podrán constreñir a los niños o adolescentes a
expresar su opinión.

b) Derecho a participar (art. 81).

Los niños y adolescentes tienen derecho a participar libre, activa y plenamente en


la dinámica de una Defensoría. La Defensoría debe crear y fomentar
oportunidades de participación de todos los niños y adolescentes.

c) Derecho a reunión (art . 82)

Los niños y adolescentes tienen derecho a ser convocados a las reuniones que
se realicen al interior de las Defensorías.

d) Derecho a petición (art. 85).

Los niños y adolescentes tienen derecho a presentar y dirigir peticiones por si


mismos, ante una Defensoría y a obtener respuesta oportuna.

La Ley reconoce a todos los niños y adolescentes el ejercicio personal y directo


de este derecho, sin más límites que los derivados de las facultades legales que
corresponden a sus padres, representantes o responsables.

e) Derecho a defender sus derechos (art 86).

Los niños y adolescentes tienen derecho a defender sus derechos por sí mismos.
La Defensoría debe garantizar a todos los niños y adolescentes el ejercicio
personal y directo de este derecho, ante cualquier persona, instancia, entidad u
organismo.

f) Derecho a la defensa y al debido proceso (art. 88).

Los niños y adolescentes tienen derecho a la defensa en todo estado y grado de


cualquier procedimiento que se lleve ante una Defensoría. Asimismo, tiene
derecho al debido proceso, en los términos consagrados en la Ley y el
ordenamiento jurídico.

192
10.- Usuarios de los servicios de la Defensoría.

La Ley establece en el Art. 204 que los usuarios de la Defensoría son:

a) Los propios niños y adolescentes;

b) Los familiares;

c) Cualquier persona que tenga conocimiento de una situación que afecte los
derechos de los niños y adolescentes.

a) Los propios niños y adolescentes:

La nueva Doctrina de la Protección Integral y el nuevo derecho para niños y


adolescentes, atribuyen a estos derechos específicos que refuerzan los otorgados
a los seres humanos de cualquier edad, adecuándolos a los niños y adolescentes
como sujetos en formación. Además, se reconocen para ellos nuevos derechos.
Es necesario que desde las Defensorías se contribuya al reconocimiento de la
condición de ciudadanía de los niños y adolescentes, promoviendo sus derechos.

b) Los familiares:

Consagra la Ley a este respecto, que cuando el ejercicio personal del derecho a
ser oído del niño y del adolescente no resulte conveniente al Interés Superior del
Niño, éste se ejercerá por medio de sus padres, representantes o responsables,
siempre que no sean parte interesada ni tengan intereses contrapuestos a los del
niño o adolescente, o a través de otras personas que, por su profesión o relación
especial de confianza puedan transmitir objetivamente su opinión (art. 80
parágrafo 3°).

c) Cualquier persona que tenga conocimiento de una situación que afecte los
derechos de los niños y adolescentes:

En ese sentido la Ley contempla que todas las personas tienen derecho a
denunciar ante las autoridades competentes los casos de amenazas o violaciones
a los derechos o garantías de los niños y adolescentes (art. 91, primera parte).

193
El interés por el niño, niña y adolescente, sus derechos y su protección, es
responsabilidad de las sociedad en su conjunto. Por ello, es ideal que todo
ciudadano se convierta en un promotor de los derechos del niño, niña y
adolescente. El hecho de que alguien no esté registrado como tal, no le impide
presentar una denuncia. Todos debemos velar por los derechos de la infancia
y la adolescencia.

Bajo este principio, se debe entender que en los casos en que se contempla una
violación de los derechos del niño, niña y/o adolescente, cualquiera puede
presentar una denuncia, sin importar la relación con el niño, niña o adolescente
afectado. Los trabajadores de los servicios y centros de salud, de las escuelas,
planteles e institutos de educación, de las entidades de atención y de las
Defensorías del Niño y del Adolescente, tienen el deber de denunciar los casos
de amenaza o violación de derechos y garantías de los niños y adolescentes de
que tengan conocimiento, mientras prestan tales servicios. Antes de proceder a la
denuncia, estas personas deben comunicar toda la información que tengan a su
disposición sobre el caso a los padres, representantes o responsables, salvo
cuando sean éstos los que amenacen o violen los derechos a la vida, integridad y
salud del niño o adolescente. En estos casos, los padres deben ser informados
en las cuarenta y ocho horas siguientes a la denuncia (art. 91, seg. apar.).

En este orden de ideas contempla la LOPNA, que quien estando obligado por la
Ley a denunciar un hecho del que haya sido víctima un niño o adolescente, no lo
hiciere inmediatamente, será penado con prisión de tres meses a un año (art.
275).

11. - Organización y Ambiente para el funcionamiento de una Defensoría.

Las Defensorías del Niño y del Adolescente deben tener un archivo de los casos
recibidos, resueltos y en trámite. Ello le permitirá llevar un registro de
presentación de denuncias o documentos en el cual se dejará constancia de
todos los escritos, peticiones o denuncias orales que se reciban. Debe dejar
constancia de las comunicaciones que puedan dirigir otras autoridades. Por otro

194
lado, es importante resaltar que el local donde funciona la Defensoría debe contar
con un ambiente privado, en el cual las personas que se acercan puedan sentirse
cómodas al momento de presentar sus problemas. La privacidad contribuye a
crear las condiciones ambientales para un acercamiento entre las partes
involucradas en el conflicto. El local debe dar facilidades para conversar por
separado con todos los que participan del problema. La ambientación con
afiches, carteleras, murales que ofrezcan información sobre la Defensoría o
carteles que señalan que el servicio es gratuito, contribuye a crear un ambiente
más agradable. Es necesario contar con materiales que permitan que los niños y
niñas se entretengan mientras se dialoga con los padres.

12.- Registro de la Defensoría.

Las Defensorías del Niño y del Adolescente, sólo pueden funcionar después de
obtener su registro ante el Consejo de Derechos del municipio donde prestarán
sus servicios (art. 206).

a) Requisitos para el registro de la Defensoría.

Para obtener el registro, el responsable de una Defensoría, de acuerdo a lo


contemplado en el art. 208 la Ley, del Niño y del Adolescente, debe presentar los
siguientes recaudos :

a´) La especificación del tipo de servicio que prestará;

b´) El listado de personas que prestarán directamente el servicio en calidad de


Defensores del Niño y del Adolescente, con indicación de la respectiva identidad
y los documentos que comprueben que reúnen los requisitos establecidos en el
artículo anterior;

c´) Listado de las personas que, aun cuando no presten directamente el servicio,
formarán parte del personal de la Defensoría del Niño y del Adolescente;

d´) Cualquier otro que el Consejo Municipal de Derechos considere necesario.

195
El criterio que debe prevalecer en esta materia es el de la máxima colaboración
entre la autoridad administrativa y la Defensoría, con la finalidad de hacer el acto
de registro más expedito.

b) Responsable del registro de la Defensoría.

La Ley señala que el responsable de establecer el procedimiento para el registro


de las Defensorías y de los Defensores del Niño y del Adolescente, es el Consejo
Municipal de Derechos (art. 209). Por otra parte se contempla que dentro de las
setenta y dos horas siguientes de producido el registro, el Consejo Municipal de
Derechos debe informar de ello al Consejo de Protección y al Juez de la Sala de
Juicio del Tribunal de Protección.

c) Denegación del registro.

La Ley regula en el art. 210 que el Consejo Municipal de Derechos, negará el


registro a las Defensorías del Niño y del Adolescente en los siguientes casos:

a´) Estas carezcan de sede para prestar los servicios;

b´) Las personas que se postulan como Defensores no reúnan los requisitos.

Consagra la Ley que cuando la carencia de requisitos afecte a una o sólo algunas
de las personas postuladas, el Consejo podrá registrar la Defensoría, negando el
registro al Defensor que no sea idóneo.

Superada la situación que dio origen a la denegación del registro, el responsable


de la Defensoría, podrá presentar una nueva solicitud.

d) Vigencia del registro.

Para la Ley, el registro del Defensoría tendrá una vigencia de cinco años
renovables (art. 211).

e) Revocatoria del registro.

La revocatoria es el acto jurídico por parte del Consejo Municipal de Derechos, en


el cual se deja sin efecto el registro realizado por el responsable de la

196
Defensoría. La Ley establece que el registro de las Defensorías puede ser
revocado en cualquier momento por el Consejo Municipal de Derechos que lo
otorgó, si se comprueba grave violación de los derechos y garantías consagrados
en la Ley (art. 211).

II) Los Defensores de los Niños y Adolescentes.

1.- Clases de Defensores.

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, en el art. 208,
literal b, contempla dos tipos de Defensores:

a) Las personas que atenderán directamente el servicio de la Defensoría.

Este Defensor es ante todo un servidor público, investido de la autoridad que la


Ley le otorga y debe hacer respetar su función. El papel del Defensor es orientar
a los padres, a la familia, al niño y al adolescente para que en conjunto,
encuentren soluciones que beneficien al niño y adolescente y que la alternativa
sea aceptada voluntariamente por los involucrados.

Si fracasan los intentos de orientación o gestiones por parte del Defensor para la
solución de los problemas, se debe transferir los casos a la instancia
administrativa o judicial correspondiente, sin extralimitarse en sus funciones, ni
interferir en la Administración de la Justicia.

El Defensor debe conocer y respetar las competencias de los órganos del


Sistema de Protección del Niño y del Adolescente, y tiene que cumplir
estrictamente con los horarios señalados. Si por algún motivo justificado tiene que
ausentarse tendrá que comunicar oportunamente al responsable de la Defensoría
el motivo de su falta o tardanza. Es recomendable que el servicio cuente con un
mínimo de dos Defensores por turno. Esto permitirá garantizar que por lo menos
uno de ellos esté permanentemente atendiendo al público y el otro pueda realizar
notificaciones, visitas domiciliarias, coordinaciones con otras instituciones o
participar en actividades de difusión o capacitación.

197
b) Las personas que, aún cuando no presten directamente el servicio, formarán
parte del personal de la Defensoría del Niño y del Adolescente.

Se trata de los representantes de organizaciones comunitarias, docentes que


cumplen el papel de promotores y defensores de los derechos del niño en su
lugar de trabajo. Estos Defensores deben conocer las familias y la situación de la
infancia y adolescencia de la parroquia y el municipio. Si observa que surgen
problemas que afectan a los niños y adolescentes como Defensor debe orientar
para que la familia o el niño sepa qué hacer y a dónde acudir. Deben por otro lado
difundir la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y del
Adolescente y la LOPNA, no solo a los padres para que los cumplan, también a
los niños, niñas y adolescentes para que los hagan respetar.

La calificación como Defensor del Niño y del Adolescente, se produce una vez
que las personas que prestan sus servicios en la Defensoría, obtengan su registro
y la correspondiente tarjeta de identificación.

2.- Requisitos para ser Defensor.

Señala la Ley en el art. 207 que para ser Defensor del Niño y del Adolescente se
requiere:

a) Reconocida idoneidad moral.

b) Edad superior a veintiún años.

c) Residir o trabajar en el municipio.

d) Formación profesional o experiencia previa en el área de protección de los


derechos de niños y adolescentes.

e) Aprobación de un examen de suficiencia en el conocimiento del contenido de


la Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente.

3.- Registro de los Defensores.

198
Dispone la Ley, que el Consejo Municipal de Derechos establecerá el
procedimiento para el registro de los Defensores del Niño y del Adolescente y
para la presentación del examen de suficiencia (art. 209).

Al igual que para el registro de la Defensoría, señala la Ley que dentro de las
setenta y dos horas siguientes de producido el registro del Defensor, el Consejo
Municipal de Derechos debe informar de ello al Consejo de Protección y al juez
de la Sala de Juicio del Tribunal de Protección (art 209, seg. apar.).

a) Denegación del registro de un Defensor.

Declara la Ley, que el Consejo Municipal de Derechos negará el registro a los


Defensores del Niño y del Adolescente, cuando no reúnan los requisitos
establecidos en la Ley (art. 210). Sin embargo, la Ley incluye que el responsable
de la Defensoría o el aspirante a Defensor, podrá presentar una nueva solicitud
de registro una vez superada la situación que dio origen a la denegación del
registro (art. 210, par seg.).

b) Vigencia del registro del Defensor.

Para la Ley, el registro del Defensor tendrá una vigencia de cinco años
renovables (art. 211).

c) Revocatoria del registro del Defensor.

El registro del Defensor, puede ser revocado en cualquier momento por el


Consejo Municipal de Derechos, que lo otorgó, si se comprueba grave violación
de los derechos y garantías consagrados en la Ley (art. 211).

III) Convenios de Cooperación y la coordinación interinstitucional.

La Ley contempla que las Defensorías del Niño y del Adolescente pueden
celebrar convenios de cooperación y asistencia con entes públicos, privados o
mixtos, nacionales o internacionales, para la organización y desarrollo de sus
actividades (art. 205).

199
Es fundamental que cada Defensoría tenga conocimiento de todos los
organismos, y programas de protección del niño y del adolescente que trabajan
en el Municipio o la parroquia. Esto le permitirá saber a quien acudir para remitir
aquellos casos en los que no pueda intervenir y qué acciones impulsar de manera
coordinada.

La atención multidisciplinaria a los problemas de los niños y adolescentes, puede


brindarse estableciendo mecanismos de coordinación o convenios con las
instituciones o servicios de la localidad, que pueden asumir tareas de apoyo en
los casos que lo requieran. Se puede establecer convenios con los programas
desarrollados por personas o entidades con fines pedagógicos, de protección,
atención, capacitación, inserción social, fortalecimiento de relaciones afectivas
dirigidos a niños y adolescentes, servicios ofrecidos por las universidades o
buscar apoyo de profesionales independientes de la localidad.

Al planificar la labor de diagnóstico podemos organizar un directorio en el que se


registren los datos de las instituciones, organizaciones y programas que prestan
servicios dirigidos a la familia, infancia y adolescencia. La información mínima que
se requiere es la siguiente:

a) Nombre de la institución u organización.

b) Responsable.

c) Dirección y teléfono.

d) Objetivos.

e) Tipo de actividades y servicios que brinda.

f) Población que atiende.

g) Horarios y costo de los servicios.

IV) Procedimiento para la atención de los casos ante una Defensoría.

Los pasos para la atención de casos ante una Defensoría son:

200
a) Recepción y entrevista.

Es el acto mediante el cual el Defensor toma conocimiento del hecho o situación


que preocupa al denunciante y evalúa si procede atenderlo en la Defensoría. En
esta etapa lo que se quiere es conocer el hecho y determinar la competencia. Si
el caso es competencia de la Defensoría se admite y se registra. Si no es de su
competencia se deriva a otro servicio o se denuncia ante autoridades
competentes.

b) Registro del caso.

Con el registro del caso se inicia la atención y se dispone la primera acción de


verificación. Se procede a realizar la entrevista con el denunciado y vaciar la
información en el formato de registro de casos. Se abre el expediente, y se
adjuntan todos los documentos que sean parte del caso, a partir de la hoja de
entrevista.

c) Verificación e investigación de los hechos.

La verificación de los hechos denunciados se puede llevar a cabo a través de:


notificaciones, entrevistas a los involucrados, visitas domiciliarias. Se puede reunir
información a través de entrevistas a terceros, evaluaciones psicológicas,
exámenes médicos, documentos como partida de nacimiento, etc.

d) Solución del caso e intervención.

Finalizada la etapa de verificación e investigación, el Defensor identificará la


acción más conveniente para garantizar los derechos del niño o adolescente
afectado. La forma más frecuente de intervención es promover la conciliación,
pero también se puede proponer acciones como la derivación para solicitar
atención o tratamiento especializado a otras instituciones y/o programas.

e) Seguimiento.

Es la verificación del grado de cumplimiento de los acuerdos establecidos por


conciliación ante la Defensoría. El seguimiento se puede dar en dos casos:

201
a´) Seguimiento para verificar la situación del caso, cuyo propósito será declarar
el caso resuelto con cumplimiento total; mantenerlo en observación si el
cumplimiento es parcial o definirlo como desistido.

b´) Seguimiento a los acuerdos y compromisos, para determinar si hubo


cumplimiento total, cumplimiento parcial o si no ha habido cumplimiento.

V) Medidas que pueden ser aplicadas a una Defensoría y a un Defensor del


Niño y del Adolescente.

Menciona la LOPNA, que las Defensorías serán inspeccionadas por el Ministerio


Público (art. 212). La inspección es el proceso de fiscalización que realizará el
Ministerio Público a los fines de observar el recto cumplimiento de la Ley, por
parte de los Defensores. Expresa la Ley , en el art. 212 que cuando se verifique
el incumplimiento por parte de una Defensoría de uno o varios de los derechos
consagrados, el Consejo Municipal de Derechos, que hubiere otorgado el
correspondiente registro o su renovación, a instancia propia o por denuncia,
puede aplicar las siguientes medidas:

a) Advertencia;

b) Intervención de la Defensoría de que se trate;

c) Revocación del registro a la Defensoría.

La aplicación de las medidas no excluye la posibilidad de aplicar en el mismo


caso y en forma concurrente las sanciones contempladas en esta Ley (art. 213).

Cuando se verifique el incumplimiento por parte de un Defensor del Niño y del


Adolescente, de uno o varios de los derechos consagrados en la Ley, el Consejo
Municipal de Derechos, que hubiere otorgado el correspondiente registro o su
renovación, a instancia propia o por denuncia, de conformidad con el art. 212
puede aplicar las siguientes medidas:

a) Advertencia.

202
b) Suspensión provisional o definitiva del Defensor u otra persona que en la
respectiva Defensoría sea responsable del incumplimiento.

c) Revocación del registro como Defensor.

La Ley establece que el órgano administrativo competente para la imposición de


estas medidas será el Consejo de Derechos que hubiera registrado o inscrito la
Defensoría (art. 212).

VI) Sanciones por la violación de derechos y garantías.

La Ley contempla un conjunto de sanciones, tanto civiles como penales,


aplicables en caso de infracciones contra los derechos consagrados en favor de
los niños y adolescente.

Las sanciones civiles son las siguientes:.

a) Por violación de derechos y garantías:

Quien en una Defensoría viole, amenace, permita la violación o impida el efectivo


y pleno ejercicio de los derechos y garantías consagrados en la ley, será
sancionado, de acuerdo a la gravedad de la infracción, con multa de tres (3) a
seis (6) meses de ingreso ( art. 220).

b) Por violación del derecho a opinar:

Quien en un procedimiento de conciliación ante una Defensoría viole el derecho


a opinar de un niño o adolescente, en los términos consagrados en la Ley, será
sancionado con multa de uno (1) a tres (3) meses de ingreso, sin perjuicio de la
declaratoria de nulidad del proceso, en los casos en que esto último proceda (art.
221).

c) Por incumplimiento de los acuerdos conciliatorios.

Quien incumpla un acuerdo conciliatorio realizado ante una Defensoría del Niño
o del Adolescente, será sancionado con multa de dos a seis meses de ingreso
(art. 245).

203
En cuanto a las sanciones penales, la ley prevé la omisión de denuncia de la
siguiente forma:

Quien estando obligado por ley a denunciar un hecho del que haya sido víctima
un niño o adolescente, no lo hiciere inmediatamente, será penado con prisión de
tres meses a un año (art. 275).

VII) Acciones que puede interponer una Defensoría.

El legislador ha previsto un conjunto de mecanismos procesales, un conjunto de


acciones tanto administrativas como judiciales para exigir, ante las instancias
responsables, el cumplimiento de los derechos consagrados en la Ley.

Entre ellos se destaca la Acción de Protección, contra actos u omisiones de


particulares, órganos e instituciones públicas y privadas que amenacen o violen
derechos colectivos o difusos del niño y del adolescente.

Dicha acción tiene como finalidad que el tribunal competente haga cesar la
amenaza u ordene la restitución del derecho, mediante la imposición de
obligaciones de hacer o de no hacer (art. 277). Las Defensorías están legitimadas
para intentarla directamente, cuando se trate de un servicio organizado por la
sociedad, y a través del Ministerio Público, cuando la Defensoría es Municipal.

Asimismo, las Defensorías pueden utilizar el Recurso de Reconsideración contra


las decisiones del Consejo de Derechos que les niegue el registro o lo revoque.
Agotada la vía administrativa (art. 305) podrá intentarse una acción judicial contra
tales decisiones, por ante el Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente
(art. 306).

BIBLIOGRAFIA.

Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente. Gaceta Oficial Nº
5.266. Caracas, 2 de octubre de 1998.

204
La Conciliación. Cuaderno de capacitación. Aspectos teóricos normativos. Radda
Barnen. Lima. Perú, 1996.

Orientaciones para la organización de las DEMUNAS: Defensorías Municipales


del niño y del Adolescente. Programa Defensoría. Convenio Ministerio de Justicia
y Radda Barnen. Convenio Radda Barnen. Municipio Lima. Perú, 1995.

205
EL PROCEDIMIENTO CONCILIATORIO ANTE LAS DEFENSORÍAS DEL NIÑO
Y DEL ADOLESCENTE

Marcos Rubén Carrillo Perera*

“La familia debe ser estudiada y no juzgada en sede jurisdiccional.”


Chibly Abouhamad Obaica

Sumario: Introducción. I - Condiciones necesarias para iniciar el procedimiento


conciliatorio. 1.- El arécter voluntario del procedimiento. 2.- Materias que pueden
resolverse por vía de la conciliación. 3.- Las defensorías del niño y del
adolescente (DNA) como entes conciliadores. 4.- La intervención de abogados.
II - Aspectos sobre el desarrollo del procedimiento conciliatorio. 1.- La
denominada frase preliminar. 2.- Fases intermedias. 3.- Fase final. Acuerdo
conciliatorio. 4.- La homologación judicial. III - Tres dificultades. 1.- Problemas
relacionados con el rol de las defensorías del niño y del adolescente. 2.- Los
diferentes roles que puede desempeñar el mediador. 3.- La relación con la ley y
los jueces. Conclusión.

Introducción.

La conciliación ha demostrado ser uno de los mecanismos más efectivos para


resolver conflictos en los cuales haya un interés ulterior que mantener en el
tiempo, más allá de las particularidades propias de una disputa en un momento
determinado.

Una de las materias paradigmáticas en este sentido es la referente a familia,


niños y adolescentes. En esta área, la capacidad de los Procedimientos

*
Profesor de Procedimientos Alternativos de Resolución de Conflictos y de Filosofía del
Derecho. UCAB.

206
Alternativos de Resolución de Conflictos (PARC), enfocando la relación en su
contexto y su proyección en el tiempo, parece una herramienta de suma utilidad.

Ello cobra mayor relevancia si se toma en cuenta que los asuntos de familia,
niños y adolescentes, son de naturaleza compleja debido a la multiplicidad de
factores del más diverso orden que influyen en un problema dado. La regla en
esta materia es que cada problema tiene aspectos sociales, psicológicos,
emocionales o económicos, que difícilmente pueden ser claramente deslindados
los unos de los otros, y trascienden normalmente la capacidad reguladora del
derecho mediante sus mecanismos jurisdiccionales.

Es por ello que desde hace años esta área ha estado sometida a serias
revisiones y críticas que enfatizan la necesidad de estudiar sus instituciones
desde un punto de vista “interdisciplinario, global y comprensivo, concreto e inter-
relacionado.”54 La preocupación llegaba a tal punto que el maestro Chibly
Abouhamad ya escribía en 1977:

“En lugar de lograrse la conciliación e integración de la familia, lo que se tiene


55
cada vez en mayor grado –en los tribunales- es la distorsión de la institución.”

Ante la impotencia de las instituciones tradicionales de resolución de conflictos


(tribunales), poco a poco se fueron creando centros alternativos que procuraban
entender los problemas familiares como eventos que sucedían entre seres
humanos y que necesitaban soluciones que trascendieran las oxidadas
propuestas de la normativa jurídica que conllevan una visión parcial del problema.

De allí, que la desjudicialización de la materia empezara a reflexionarse como una


solución y comenzaran a elaborarse propuestas concretas tanto de carácter
teórico como práctico, en donde los PARC han sido un punto de vital importancia.

54
Abouhamad Obaica, Chibly. (1977) Nuevo enfoque del Derecho de Familia. Pág 75.
Editorial Sucre. 1977. Véase para una crítica del legalismo exacerbado en materia de
familia en Venezuela.
55
Idem. Pág 81

207
Aún cuando existen voces disidentes56, la mayoría de la doctrina es conteste en
que una forma de lograr mejores y más expeditas soluciones en materia de
familia, niños y adolescentes es abriendo oportunidades para resolver conflictos
sin acudir necesariamente a los tribunales.

En el caso concreto de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del


Adolescente (LOPNA) la apertura en esta dirección es obvia, pues además de
regular procedimientos de carácter judicial, introduce los fundamentos para
implementar un mecanismo de conciliación para resolver conflictos relacionados
con los niños y los adolescentes.

Es el propósito de este artículo, evaluar los elementos de tal procedimiento como


mecanismo de resolución alternativa de conflictos y poder identificar los
eventuales beneficios y problemas que podrían plantearse a la hora de su
aplicación.

I - Condiciones necesarias para iniciar el procedimiento conciliatorio.

La norma contenida en el artículo 308 de la LOPNA establece lo siguiente:

“El procedimiento conciliatorio tiene carácter voluntario y se inicia a


petición de parte o a instancia de la Defensoría del Niño y del
Adolescente ante la cual se tramite un asunto de naturaleza disponible
que pueda ser materia de conciliación.

56
En este sentido, Freeman Michael. Questioning the delegalization movement in family
law: Do we really want a family court? En The Settlement of Disputes.

208
En este último caso, la Defensoría del Niño y del Adolescente, en su
condición de conciliador, instará a las partes involucradas a iniciar tal
procedimiento, mediante citación personal, escrita u oral.”

Esta disposición establece tres elementos que deben estudiarse: primero, la


definición del carácter voluntario del proceso conciliatorio; segundo, la naturaleza
de los asuntos que pueden ser materia de conciliación y tercero, el rol que
desempeñan las Defensorías del Niño y del Adolescente (DNA) en el proceso.

1.- El Carácter voluntario del procedimiento.

El problema de la obligatoriedad o la voluntariedad de la conciliación es uno de


los puntos de mayor discusión en la doctrina relativa a esta institución. Si bien en
algunos casos pareciera que compeler a las partes a un proceso conciliatorio
podría evitar mayores inconvenientes y trabas en una eventual etapa
jurisdiccional, también puede alegarse que es más probable que los involucrados
que se han puesto de acuerdo previamente deben tener una mejor disposición
para el logro de los resultados que aquellos que fueron obligados.

En el caso que nos ocupa, los redactores de la ley se inclinaron explícitamente


por darle un carácter voluntario a la conciliación. Es decir, en el contexto de la
LOPNA las partes no tienen la obligación de conciliar si no lo desean, y no existen
normas que, mediante coacción, las obliguen a someterse a dicho procedimiento.

El asunto tiene su origen en la propia naturaleza de la conciliación, pues sus


características fundamentales conducen a pensar que en un proceso en el que
las partes no participen de mutuo acuerdo sería difícil producir los resultados
deseados.

En efecto, la característica fundamental de todo proceso conciliatorio, mucho más


en el ámbito familiar, es lo que puede denominarse “inversión de la carga
57
decisoria”, que consiste en el logro de una solución de consenso que sea

57
Ver Carrillo P., Marcos. “La Conciliación como Procedimiento Alternativo de Resolución
de Conflictos.” Pág. 119. En La Ley Orgánica de la Justicia de Paz. EJV. 1996

209
decidida por las propias partes involucradas y no por un tercero adjudicador. Con
fundamento en este principio, puede comprenderse que si las partes no han
podido llegar a un acuerdo en torno al método para resolver su disputa, pareciera
mucho menos factible lograr consenso en cuanto a la solución final. El acuerdo
para resolver la disputa mediante el uso del procedimiento conciliatorio, termina
siendo un presupuesto para lograr su fin, el cual no es otro que una decisión
mutuamente aceptada por las partes involucradas.

Por otro lado, la voluntariedad de utilizar este procedimiento funciona como


mecanismo de legitimación del mismo. Una propiedad indispensable de todo
procedimiento de resolución de conflictos, alternativo o no, es contar con
elementos que lo legitime.

En la justicia ordinaria la fuente de legitimidad viene dada por ser una institución
de origen constitucional que, por definición, es necesariamente independiente y
conocedora de la ley, lo cual garantiza la protección del ciudadano frente a
violaciones de las reglas de juego por parte tanto de particulares como del propio
Estado. Igualmente, el Estado, mediante su ordenamiento jurídico, debe ser
garante de la imparcialidad y equidad de los jueces que deciden en el ámbito de
la justicia ordinaria.58

En el caso del arbitraje, por ejemplo, la legitimidad viene dada, entre otras
razones, por el reconocimiento y credibilidad de la institución a la cual pertenece
el árbitro o las partes (por ejemplo, una cámara de comercio o una asociación de
arbitraje), por la experiencia y la experticia del tercero o porque así lo decidieron
de mutuo acuerdo.

58
Precisamente la falta de legitimidad por no cumplir, aparentemente, con los elementos
enumerados, ha sido uno de los factores que más ha influido en la poca confianza que el
ciudadano tiene frente a esta institución en la actualidad.

210
En el proceso conciliatorio la voluntariedad implica no sólo la mutua aceptación
del proceso sino también de la persona seleccionada para ser mediador, 59 lo que
descarta la mediación cuando sólo uno de los involucrados la desea.60

Aún cuando ambas partes deben acordar el uso de esta vía, la solicitud puede ser
hecha por sólo una de ellas. Esto es un hecho común que debe tomarse en
cuenta, pues normalmente habrá una parte que no desee involucrarse en un
principio. Este primer paso, unilateral, puede darse mediante un acercamiento de
una de las partes hacia la otra con el fin de proponerle esta forma de solventar el
problema y se podrá dar comienzo una vez que la parte reticente haya aceptado.
Para facilitar el proceso de aceptación es perfectamente factible que el
conciliador, en este caso la persona dispuesta por la DNA, realice encuentros
previos, conjunta o separadamente, donde se le aclare en qué consiste el
procedimiento, qué papel juega la DNA, haciendo énfasis en su neutralidad como
ente conciliador, o cualquier otra duda que las partes necesiten aclarar. 61

La ley también dispone que el procedimiento puede iniciarse a instancia de las


DNA. En estos casos, las DNA pueden convocar a las partes que estén envueltas
en un asunto que pueda ser resuelto por conciliación y recomendarles
solucionarlo por ésta vía. A pesar de esta facultad, las DNA no pueden obligar a
ningún ciudadano a utilizar este medio pues, como se dijo, tal posición atenta
contra la propia naturaleza de la institución. No obstante, es perfectamente
factible que se lleven a cabo sesiones informativas que eventualmente pueden
conllevar un cambio de posiciones en los involucrados y una eventual aceptación
de la vía conciliatoria para solventar sus desavenencias.

59
En este sentido Feinberg, Kenneth. Avoiding Litigation Through Nonbinding Mediation.
Aliance of American Insurance.1987.
60
Como se comprobará más adelante, la ley estableció una serie de disposiciones que
también dan legitimidad a las DNA y a los defensores que en ella trabajen. Sin embargo,
la escogencia voluntaria de una DNA o un defensor en particular es un elemento que
debe destacarse.
61
Feinberg, Kenneth, Op. Cit.. Igualmente véase el artículo 312 de la LOPNA..

211
De lo expuesto puede concluirse que, si bien en un principio puede haber
distintos modos de acercamiento a la conciliación, sea por voluntad de una de las
partes o por requerimiento de una DNA, sólo se podrá iniciar el procedimiento
cuando todos los involucrados en él hayan aceptado la utilización de la mediación
como mecanismo para resolver su disputa.

2.- Materias que pueden ser resueltas por vía de la conciliación.

No toda materia puede ser objeto de conciliación en el contexto de la LOPNA. La


disposición que se viene comentando (Artículo 308) establece con claridad que
sólo pueden tramitarse por esta vía “…asuntos de naturaleza disponible que
puedan ser materia de conciliación.”

Por su parte, el artículo 309 eiusdem regula el asunto de la siguiente forma:

“La Defensoría del Niño y del Adolescente que actúe como


conciliador, puede denegar el procedimiento conciliatorio, si
estima que existe impedimento legal para que el objeto del mismo
sea resuelto en esta vía.”

En torno a las disposiciones transcritas deben hacerse algunas precisiones.

Existen materias que por su naturaleza no son relajables por acuerdo de partes,
como son aquellas en las que están interesados el orden público o las buenas
costumbres.62 En cuanto a éstas, existe un impedimento de fondo que prohibe
que cualquier asunto de esta índole pueda ser resuelto por conciliación. Así,
materias como las relativas al estado y capacidad de las personas no podrían ser
resueltas por el procedimiento en estudio y debe evitarse entrar a conocer casos
que las tengan por objeto, pues son un ejemplo de materias no disponibles.

En cuanto a la competencia por la materia de las DNA, necesario es mencionarse


que éstas deben actuar dentro del principio general de la LOPNA que dispone la
“protección integral del niño y el adolescente”. Como se expresa en la exposición

62
En este sentido artículo 6 del Código Civil.

212
de motivos de la ley la mencionada doctrina hace referencia a “un conjunto de
instrumentos jurídicos internacionales que constituyen su marco de referencia.
Tiene su antecedente directo en la Declaración Universal de los Derechos del
Niño y se condensa en seis instrumentos básicos, a saber: la Convención
Internacional de los Derechos del Niño, las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para los Jóvenes Privados de Libertad, las Directrices de las Naciones
Unidas para los Jóvenes Privados de Libertad, las Directrices de las Naciones
Unidas para la Administración de Justicia Juvenil (Directrices de Riyadh), el
Convenio N° 138 y la Recomendación N° 146 de la Organización Internacional del
63
trabajo y la Carta de la UNESCO sobre la educación para todos.”

Igualmente, deben respetarse una serie de principios rectores que son los pilares
fundamentales de la ley, estos son : El niño como sujeto de derechos ( lo que
incluye derechos reconocidos por la Convención Sobre los Derechos del Niño y
que se agrupan en cuatro categorías: Derecho de Supervivencia, Derecho al
Desarrollo, Derecho a la Protección y Derecho a la Participación), el interés
superior del niño dispuesto en el artículo 3 de la Convención Sobre los Derechos
del Niño y el artículo 8 de la LOPNA, La prioridad absoluta del niño en el marco
de la ley, y el rol fundamental de la familia en la garantía de los derechos de los
niños y adolescentes.64

Además de lo expuesto, la norma contenida en el artículo 11 de la Ley establece


que a los niños y adolescentes, se le reconocen todos los derechos y garantías
inherentes a la persona humana que no figuren expresamente en esta ley o en el
ordenamiento jurídico.

Los derechos contenidos en los principios y los cuerpos normativos transcritos


anteriormente, en mi opinión, pueden ser objeto de conciliación siempre que los
arreglos a que se lleguen, nunca vulneren los mismos y se atengan a lo dispuesto
en el artículo 12 eiusdem, según el cual los derechos reconocidos en esta ley

63
Exposición de Motivos LOPNA, sección III.
64
Idem.

213
son inherentes a la persona humana y en consecuencia son: de orden público,
intransigibles, irrenunciables, interdependientes entre sí e indivisibles.

Cuando se presente un problema relativo a alguno de los derechos enunciados, a


través de la conciliación se podrá llegar a arreglos que puedan establecer,
respetando los principios anteriormente nombrados, por ejemplo, la forma más
adecuada para desarrollar o aplicar el derecho, siempre que ello no conlleve
transigir o renunciar a los mismos o violentar normas de orden público. Se trata,
en última instancia, de mediar con el fin de lograr potenciar y perfeccionar el
ejercicio de los derechos.

De allí, que cuando un caso relacionado con estas materias sea presentado por
ante una DNA, podría comenzar el proceso de mediación; pero si la solución a la
que se pretende llegar violenta las normas comentadas, la DNA, en aplicación del
artículo 309, podría denegar la solución a que se llegó.

Esta propuesta tiene por objeto dar una interpretación amplia a las normas de los
artículos 308 y 309, de modo que, dentro de los parámetros establecidos en las
leyes y convenios internacionales, pueda utilizarse esta vía expedita para ayudar
a proteger los derechos de los niños y adolescentes.

Finalmente, y como garantía última para el respeto de los derechos, la Ley


dispone en su artículo 317 que el juez no podrá homologar el acuerdo
conciliatorio

“…cuando éste vulnere los derechos de los niños y adolescentes, trate asuntos
sobre los cuales no es posible la conciliación, por estar referidos a materias no
disponibles o derechos irrenunciables, o verse sobre hechos punibles.”

1.- Las Defensorías del Niño y del Adolescente (DNA) como Entes Conciliadores.

El último de los elementos identificados en la norma del artículo 308 es el relativo


al rol que desempeñan las Defensorías del Niño y del Adolescente (DNA) como
entes conciliadores de los problemas que les sean presentados. En efecto, según
la disposición en comento, la Defensoría del Niño y del Adolescente - es el ente -

214
“...ante la cual se tramite un asunto de naturaleza disponible que pueda ser
materia de conciliación.”

Para definir dicho ente, la ley dispuso en el artículo 201 eiusdem que, “(l)a
Defensoría del Niño y del Adolescente es un servicio de interés público,
organizado y desarrollado por el municipio o por la sociedad, con el objetivo de
promover y defender los derechos de niños y adolescentes. Cada Defensoría
tendrá un responsable, a los efectos de esta Ley.”

De la norma transcrita resalta el hecho de que las DNA son un servicio de interés
público que puede ser prestado, no sólo por entes de carácter público, sino
también por organizaciones privadas surgidas de la sociedad civil, que estén en
capacidad de llevar a cabo los servicios que pueden prestar de conformidad con
lo dispuesto en el artículo 202 y hayan cumplido con las formalidades de registro
dispuestas en los artículos 206 al 211 de la Ley.

Entre los servicios que prestan las DNA vale la pena resaltar que ellas están
llamadas a promover “el estímulo al fortalecimiento de los lazos familiares, a
través de procesos no judiciales, para lo cual podrá promover conciliaciones entre
cónyuges, padres y familiares, conforme al procedimiento señalado en la sección
cuarta del Capítulo XI, en el cual las partes acuerden normas de comportamiento
en materias tales como: obligación alimentaria y régimen de visitas, entre otras”
(artículo 202 literal F, subrayado agregado.)

El hecho de que se establezca esta institución pareciera tener un doble origen:

Por un lado, fortalecer instituciones que ya venían trabajando y prestando este


tipo de servicios65, así como también, promover la creación de nuevos entes que
puedan aumentar el número de las alternativas que tenga la sociedad para
solventar sus disputas por vía de arreglos amigables. Sin lugar a dudas, desde
esta perspectiva, parece acertada la disposición de la Ley, pues éstas

65
Como por ejemplo CECODAP, donde desde hace tiempo se vienen resolviendo
problemas relacionados con niños y adolescentes por la vía de la conciliación.

215
instituciones no son una creación, de matiz caprichoso, que pretende
instrumentalizarse mediante una norma legal, sin tomar en cuenta una realidad
social, sino que, por el contrario, lo que se pretende es reforzar la actividad, que
desde antes de entrar en vigencia la ley, venían prestando determinadas ONG´s
como respuesta a necesidades de la sociedad que podían ser atendidas en forma
correcta por parte de la sociedad civil organizada. Pareciera, tomando en cuenta
que de lo que se trata es de desarrollar una experiencia previa exitosa, que de
esta forma se podría minimizar el defecto del cual adolecen muchas de nuestras
leyes al tratar de imponer pretendidas soluciones que no toman en cuenta
factores extra-legales que impiden el logro de los resultados deseados. El hecho
de tener este fundamento, si es debidamente complementado con la
implementación de las debidas políticas y adaptación a los nuevos requerimientos
sociales, parece ser un paso adelante para desprenderse, al menos en lo
concerniente al aspecto estudiado, del “instrumentalismo jurídico ingenuo” 66, el
cual pretende que con cambiar la ley se cambia la sociedad, que ha predominado
en nuestra sociedad y no siempre produce los resultados esperados. 67

La segunda causa aparente que motiva el planteamiento de esta norma, en los


términos expuestos, parece tener su origen en el hecho de tratar de separar la
función de juez de las funciones conciliadoras. En efecto, la ley es clara en el
sentido de que son las DNA y no los jueces quienes deben encargarse de realizar
los actos tendientes a la conciliación. Esto continúa con un proceso de evolución
que se ha venido dando, tanto en nuestro país como a nivel internacional, y se
enmarca dentro de una tendencia que cuestiona, por una diversidad de razones,
el hecho de que los jueces actúen como conciliadores.

Ya en 1977 el maestro Chibly Abouhamad, al comentar la exposición de motivos


de un proyecto de código de procedimiento civil discrepaba de los proyectistas en

66
Expresión utilizada por Summers, R. A . en “Naive Instrumental, SM and the law.
67
Al respecto véase Carrillo, Marcos. “El derecho como Discurso Autopoético” y la
bibliografía de Niklas Luhmann y Gunter Teubner citada en el mismo. Por ser publicado
en la Revista de Derecho de la UCAB.

216
el sentido de que dejaran en manos de los jueces la posibilidad de llevar a cabo
actos conciliatorios. En este sentido expresaba:

“Aún persisten actos reconciliatorios cuando es conocida la


ineficacia de los mismos en un tribunal. Nos atreveríamos a
señalar que jamás ha habido una reconciliación en sede
jurisdiccional derivada de los actos reconciliatorios. Se han debido
estudiar nuevas fórmulas que puedan producirlas. Los
profesionales del derecho desconocen las técnicas adecuadas
tratadas en otras disciplinas para el logro de la conciliación.”68

Luego, 18 años más tarde, las investigaciones realizadas por la profesora


Carmen Luisa Roche, demuestran una evolución con respecto al planteamiento
del maestro. La autora plantea, por un lado, que en materia de patria potestad, la
Ley Tutelar de Menores establecía que los jueces debían procurar el avenimiento
de las partes en interés del menor,69 lo cual es corroborado por el artículo 257 del
Código de Procedimiento Civil (CPC). Por otra parte, según se evaluó en el
estudio, la mayoría de los jueces declararon utilizar los mecanismos de
conciliación para resolver los conflictos más complicados o graves, especialmente
aquéllos que tenían que ver con el régimen de visitas.70

A pesar de este movimiento hacia los métodos de conciliación por parte de los
jueces, Roche afirma percibir que “la conciliación que hacen éstos jueces, con
algunas excepciones, no pretende tanto conseguir que las partes lleguen a un
acuerdo por ser más beneficioso para ellas que una sentencia, sino más bien lo
consideran necesario para lograr el cumplimiento de la ley.”71

68
Abouhamad Obaica, Chibly. Op Cit. Pág. 93.
69
Art. 140 de la Ley tutelar de Menores del 30-12-80.
70
Véase Roche, Carmen Luisa. “Un diagnóstico Sobre la Mediación Como Vía Alternativa
de Resolución de Conflictos Jurídico-Parentales en Venezuela.” Pág 353 a 355. En
Revista de la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas. UCV. Caracas.1995.
71
Idem. Pág. 355-356.

217
Una apreciación parecida pude notar en una materia relativa a la conciliación
dictada en el Curso de Formación de Jueces en la LOPNA, dictado a jueces de
menores provenientes de todo el país donde, casi en su totalidad, los jueces
manifestaron utilizar de forma frecuente y prioritaria la conciliación para llegar a
un arreglo amigable, con el fin de que se pudiera dar cumplimiento a las
disposiciones legales.72 Igualmente, en su totalidad manifestaron no haber
recibido entrenamiento previo como mediadores y, al ser entrevistados y evaluada
su actuación durante un ejercicio de mediación realizado durante el curso, se
mostraron altamente interesados y con cierta experiencia. Sin embargo, se
observó que en la mayoría de los casos, mantuvieron un rol como directores y
orientadores del proceso, lo que corrobora los estudios de la profesora Roche.

Si bien es cierto que, de lo expuesto, se percibe una gran evolución en cuanto al


cambio de actitud y la permeabilidad de los jueces de familia y menores (ahora
niños y adolescentes) para aceptar y aplicar procedimientos de resolución
alternativa de conflictos en sus actuaciones, es un hecho que el rol que ellos
desempeñan como jueces tiene como objeto fundamental la resolución de los
casos mediante la aplicación del derecho, actuando como un tercero adjudicador
en la controversia y no como un tercero facilitador del proceso de comunicación.
Ello tiene una serie de consecuencias que hacen pensar que el desarrollo de
instituciones para-judiciales, especializadas en técnicas de PARC donde el
personal no sean jueces, puede ser no sólo una alternativa, sino un complemento
a la actividad judicial propiamente dicha que deben desempeñar los jueces. 73

72
II Curso de Formación de Jueces en la LOPNA. Consejo de la Judicatura, Diciembre
1999.
73
No obstante, en los últimos años se ha hecho cada vez más frecuente el uso de PARC,
dentro de los tribunales o directamente relacionados y dependientes de éstos. Para un
recuento de la multiplicidad de formas en que pueden aparecer los PARC dentro y fuera
de los tribunales véase Guerón, Eva. “Los Procedimientos (Alternativos) para la
Resolución de Conflictos en la Cambiante Relación entre lo Público y lo Privado. En Lo
Público y lo Privado. Fundación Manuel García Pelayo.1996.

218
En efecto, la confluencia del rol de mediador y el de juez en una misma persona,
puede acarrear algunas consecuencias que podrían comprometer el debido
ejercicio de cualquiera de las dos actividades.

El primer problema que se presenta, es la disyuntiva que tiene un juez que


pretenda actuar como mediador. Siendo el juez una persona entrenada para
imponer decisiones sobre las partes involucradas, su actuación en un
procedimiento en donde lo característico es que la decisión de la controversia
recae sobre las partes es, radicalmente distinta desde su raíz, a la que
tradicionalmente ha ejercido. Tal diferencia de roles parece ser difícil de mantener
en una misma persona, más aún si se toma en cuenta que la formación que se
requiere para ser juez no desarrolla la capacidad para conciliar o para enfocar los
problemas multidisciplinariamente o extra-jurídicamente.

Otro aspecto que puede disminuir la capacidad de llegar a acuerdos dentro de un


tribunal tiene que ver con las necesidades que se pretenden satisfacer al acudir a
un juzgado. Cuando ello sucede las partes se encuentran ante una situación
donde el tercero está revestido de un carácter de autoridad y de conocimiento de
un lenguaje especializado (lenguaje jurídico) que lo sitúa por encima de las partes
y, de alguna manera, las influencia para seguir sus orientaciones. Cuando se
74
acude a tribunales la gente “espera que le digan qué hacer”, cómo resolver su
problema. Mientras, cuando se acude a una conciliación, se necesita fortalecer el
proceso de intercambio de información entre las partes con el objeto de que ellos
mismos puedan conseguir opciones para resolver su controversia. El dilema que
se enfrenta en el fondo es el de tratar de dirimir una controversia
consensualmente dentro de un sistema adversarial por naturaleza.

Más allá de lo comentado, cuando la persona que concilia es la misma que


eventualmente puede dirimir la controversia en sede jurisdiccional, se corre el
riesgo de crear presiones, y en ocasiones hasta cierto grado de coerción, sobre

74
Roberts, Simon. “Mediation in Family Disputes”. En 46 The Modern Law Review. 1983.
Pág. 555

219
alguna de las partes involucradas para lograr el resultado sugerido por el juez-
mediador. 75

De lo expuesto, parece que es una medida sana que la ley haya separado la
función de conciliar, concentrándola en las DNA, de la función adjudicadora que
deben cumplir los jueces competentes en la materia, evitando así algún conflicto
de responsabilidades o intereses.76

Si bien es cierto que la separación de las prenombradas funciones es positiva


para el logro de los fines de la ley, su verdadero triunfo no depende sólo de esta
concepción, sino de cómo se implemente y qué tan exitosamente se desarrolle en
el futuro, de allí que sólo una evaluación empírica sobre sus actuaciones
concretas será la verdadera medida del éxito o fracaso de la misma.

Para tratar de asegurar el éxito de la institución, la propia ley dispone los


requisitos para ser defensor del niño y del adolescente entre los que se
encuentran: reconocida idoneidad moral, edad superior a veintiún años, residir o
trabajar en el municipio, formación profesional o experiencia previa en el área de
protección de los derechos de niños y adolescentes y la aprobación de un
examen de suficiencia en el conocimiento del contenido de esta ley (artículo 207
de la LOPNA.)

Igualmente, se disponen una serie de formalidades registrales que tienen como


obvio fin, el procurar un marco adecuado que garantice el debido funcionamiento,
calidad y supervisión de las DNA.

Llama la atención, sin embargo, que la ley no establece la obligatoriedad de


cumplir con un determinado número de horas de capacitación en materia de
conciliación para desarrollar habilidades adecuadas y propias de este método de

75
Para una discusión más detallada del juez como mediador en asuntos familiares véase
Roberts, Simon, Mediation in Family Disputes.
76
No obstante, como se comentará más adelante, las funciones de las DNA pueden
presentar algunos problemas relacionados con la conciliación y otros intereses y
funciones de las mismas. Ver sección III-1 de este trabajo.

220
resolución de conflictos.77 No obstante, nada puede impedir que se lleven a cabo
tales programas de adiestramiento y mejoramiento profesional en esta área, y el
artículo 205 eiusdem abre una clara compuerta en este sentido, al disponer que
las DNA “…pueden celebrar convenios de cooperación y asistencia con entes
públicos, privados o mixtos, nacionales o internacionales, para la organización y
desarrollo de sus actividades”, entre las que, obviamente, se pueden incluir las de
capacitación.

En conclusión, puede decirse que la separación de las funciones de conciliación y


adjudicación, con su asignación a entes distintos y especializados en cada área,
puede resultar muy positiva para el logro de los fines perseguidos por la ley en
comento, si se desarrolla de forma adecuada y se superan los posibles
inconvenientes que se analizarán más adelante.

1.- La intervención de los abogados.

De conformidad con la norma establecida en el artículo 311 de la ley

“En cualquier etapa del procedimiento conciliatorio, las partes o


una de ellas podrán ser asesoradas por sus abogados. En todo
caso, la no asistencia de un abogado no impide la celebración de
la conciliación.”

Se advierte que, según la disposición transcrita, no es obligatorio estar asistido


por un abogado para que pueda llevarse a cabo la conciliación. Ello es así pues el
procedimiento, por naturaleza, no reviste carácter jurídico. Por el contrario, el
objeto del mismo es resolver la disputa pendiente por medios extra judiciales con
soluciones que no necesariamente deben fundamentarse en normas legales para
ser válidas, aún cuando, como se explicó anteriormente, siempre deberán
respetarse, los principios desarrollados en la ley, los derechos catalogados como
irrenunciables y la normativa de orden público. Igualmente, es un requisito para

77
Experiencias similares en Venezuela, como la Ley Orgánica de la Justicia de Paz, si
contienen este tipo de normas. Ver en particular, artículos 24 y 25 eiusdem.

221
ser un defensor de niños o adolescentes, tener formación profesional o
experiencia previa en el área de protección de los derechos de niños y
adolescentes, así como aprobar un examen de suficiencia en el conocimiento del
contenido de esta Ley. Es por ello que, aún cuando no existiera asesoría por
parte de un abogado los involucrados en el proceso de mediación tendrían cierta
garantía de que quien funge de mediador tiene conocimientos suficientes como
para garantizar el respeto a la ley, sin que ello implique una solución de carácter
legalista.

No obstante, las partes pueden ser asesoradas por abogados en cualquier etapa
del procedimiento. Si bien, a primera vista, esta opción pareciera beneficiar un
resultado deseable en el procedimiento estudiado, en materia de familia y
menores las experiencias estudiadas llevan a pensar lo contrario. Así, por
ejemplo, en el estudio llevado a cabo por Carmen Luisa Roche los jueces
entrevistados consideraron como negativa la intervención de los abogados
asesores de alguna de las partes en la conciliación. Concretamente, se plantea
en el estudio que “salvo excepciones, los abogados están sobre todo interesados
en sus honorarios y por ello suelen influir negativamente sobre sus clientes o, en
todo caso, no están interesados en que éstos se pongan de acuerdo con su
contraparte “78.

En la actitud descrita, más allá del interés pecuniario, subyace una actitud
adversarial propia de la formación de la mayoría de los abogados, la cual, lejos de
buscar un arreglo a los conflictos, normalmente termina exacerbándolos para
luego llegar a una solución a través de un litigio, siendo éste el único medio de
resolución de disputas, hasta hace poco estudiado en las facultades de derecho
y, por lo tanto, la única herramienta con la que contaban. De allí, que se corra el
peligro de que el proceso conciliatorio termine sufriendo una metamorfosis
transformándose, eventualmente, en una solución de orden jurisdiccional, lo cual,
en última instancia es precisamente lo que se pretende evitar. Además, de lo

78
Roche, Carmen Luisa. Op. Cit. Pág. 358.

222
expuesto, puede suceder que los abogados tomen la dirección del proceso, lo
que podría distorsionar la decisión consensual de las partes para resolver el
conflicto (característica esencial de la conciliación), en un momento dado en el
que, por ejemplo, los abogados canalizaran por completo las opiniones y
decisiones de las partes, moviendo el caso de un problema a ser resuelto por vías
extra-legales, a un caso que se acercaría más al ámbito de lo legal. 79

Obviamente, en un principio, los involucrados pueden sentir la necesidad de


acudir a un abogado que los asesore debidamente en sus derechos y en las
opciones que tienen.80 No obstante, el temor de la falta de abogado asistente
podría minimizarse sustancialmente y proseguir con la conciliación dentro de los
cánones más adecuados para el desarrollo exitoso del proceso, sin la necesidad
de la intervención de abogado alguno, si los extremos requeridos por la ley son
debidamente cumplidos por las DNA aclarándose el papel que desempeñan,
mediante reuniones informativas donde las partes conozcan su situación, y donde
se demuestre el debido dominio del tema por parte del mediador, tanto desde el
punto de vista de la conciliación en si como de su situación legal dentro del marco
de la LOPNA.

Es por ello, que a la hora de utilizar la opción propuesta en la norma del artículo
311 de la ley, habrá que tomar en cuenta los elementos comentados para que,
tanto las partes como el mediador, puedan tomar la decisión más acertada en
este tema, teniendo en cuenta que un resultado satisfactorio mediante una
decisión tomada por las partes, es central para el éxito de la conciliación.

II - Aspectos sobre el desarrollo del procedimiento conciliatorio.

1.- La Denominada Fase Preliminar.

79
Sobre los abogados en los procesos de mediación familiar ver Robert, Simon.
Mediation in Family Disputes. Pás 554 a 556.
80
En este sentido: Davis. “Conciliation and the Professions” citado por Robert, Simon.
Op. Cit. Pág 555

223
De conformidad con lo comentado anteriormente, en cuanto a la voluntariedad de
la conciliación, un elemento que destaca en la fase preliminar dispuesta por la
Ley es la necesidad de informar a los involucrados en torno a “…los elementos
que caracterizan el procedimiento conciliatorio y la conveniencia de llegar a un
acuerdo de naturaleza extrajudicial.” (artículo 312 LOPNA)

En esta fase es preciso que el conciliador les dé la oportunidad a las partes de


conocer las características que orientan a las DNA como centros de conciliación
en el marco de la protección de los niños y adolescentes. En este contexto se
deberán explicar qué son las DNA, cuáles son sus principales objetivos, cómo
contribuyen en el desarrollo de los fines planteados en la LOPNA, y en qué
consiste su papel como ente conciliador. Asimismo, debe exponer los elementos
que considere relevantes que las partes conozcan de él particularmente en su
condición de conciliador, tales como, experiencia, conocimiento de la materia,
resultados exitosos en los que haya estado involucrado y cualquier otro que las
partes consideren relevante conocer antes de comenzar el desarrollo del proceso.
El conciliador debe tener en cuenta que el objetivo central de esta etapa es el de
“proporcionar una estructura inicial, obtener la confianza y cooperación de los
participantes y fomentar su participación activa en el proceso.”81

Para lograr este objetivo, además, es recomendable una exposición, de forma


sencilla y comprensible, referente a los elementos característicos de toda
conciliación llevada a cabo en el ámbito de esta ley. En este sentido, deberá
establecer que han llegado a la conciliación como resultado de un proceso
voluntario, donde no ha habido coacción y ha sido una decisión de los
involucrados por su propio consentimiento. En consecuencia, debe dejarse en
claro que así como decidieron libremente someterse al procedimiento, también
pueden retirarse si lo creen conveniente, en cualquier momento. Como

81
Folberg, Jay y Taylor, Alison. Mediación de Conflictos sin Litigio. Pág. 55. Editorial
Limusa. 1992

224
consecuencia de la voluntariedad, tampoco estarían obligados a suscribir ninguna
solución con la que ellos no se sientan enteramente satisfechos.

La relevancia de su actitud neutral durante el desarrollo del procedimiento debe


ser claramente definida, aún cuando en el caso de las DNA se presentan algunos
elementos que pueden llegar a ser controversiales en cuanto a este punto, tal
como se verá más adelante82. Asimismo, el conciliador debe especificar que él no
es un juez sino una persona que procurará facilitar el proceso de comunicación
entre las partes y la posibilidad de llegar a algún acuerdo razonable.

A diferencia de lo que sucede en tribunales, se resaltará que las partes deben


asumir un rol protagónico en el desarrollo del proceso pues, en principio, ellas no
sólo deciden el curso que seguirá la causa e identifican el objeto del
procedimiento, sino también serán las responsables de determinar el resultado
final de la controversia, mediante una solución de consenso en la que, en
principio, todos los involucrados se sientan ganadores y sea mutuamente
aceptable.

En cuanto a la conveniencia de llegar a un acuerdo de naturaleza extra-judicial,


es importante recalcar la circunstancia de que el resultado del procedimiento se
mantendrá como una decisión de ellos mismos en lugar de ser impuesta por un
tercero, tal como sucedería en un tribunal. Como consecuencia de lo anterior, es
preciso establecer que no se trata de declarar la victoria de una parte sobre la
otra, sino de lograr soluciones convenientes a todos. Igualmente, existen obvias
ventajas, que pueden ser expuestas a los involucrados en la controversia, en
cuanto al ahorro de tiempo y dinero, comparado con el sistema de justicia
83
ordinaria.

82
Véase sección II-1 de este trabajo.
83
La literatura sobre PARC se ha fundamentado tradicionalmente en estos argumentos
de orden práctico para justificar sus preferencias. Sin embargo, el debate sobre las
ventajas y desventajas de los PARC y los tribunales es largo y complejo. Para un
recuento de las pricipales posiciones a favor o en contra de los PARC y sus
justificaciones véanse Palmer, Michael y Roberts, Simon (1999). Dispute Processes.
Capítulo 2 Murray, Rau y Sherman. Processes of Dispute Resolution. Capítulo I

225
La propia Ley establece la posibilidad de que el conciliador se entreviste por
separado con cada una de las partes, si lo considera necesario (Artículo 312).
Esta alternativa es de mucha utilidad en un principio ya que los interesados
pueden exponer información al mediador la cual no deseen que sea conocida por
su contraparte, lo cual le daría al conciliador una serie de elementos positivos
para eventualmente solventar la disputa. Aún cuando la Ley es clara al disponer
que en última instancia la decisión de utilizar los encuentros privados puede ser
tomada unilateralmente por el conciliador, sin necesidad de consulta a las partes,
sería prudente que tales reuniones se lleven a cabo previa solicitud de permiso a
aquéllas, pues ello dará legitimidad a las mismas y evitaría suspicacias de parte
de alguno de los involucrados. También será necesario que el conciliador solicite
permiso para utilizar la información que las partes le han dado de forma
confidencial. No obstante, aún cuando no la pueda develar, tal información puede
ayudar al conciliador a tener un cuadro más completo del problema y, en
consecuencia, poder colaborar a impulsar el procedimiento hacia una solución de
forma más expedita.

2.- Fases intermedias.

Aun cuando la ley no establece expresamente esta fase, debe acotarse que en
todo proceso conciliatorio, luego de establecidos los extremos expuestos en la
fase preliminar, ocurre lo que puede denominarse el proceso medular de la
conciliación, y en general de todo proceso de negociación, que es el intercambio
de información entre las partes.

El estudio de los procesos de negociación, así como los de mediación o


conciliación, se centra en enfocarlos como procesos de comunicación y
aprendizaje84, comunicación dirigida a toma de decisiones, interdependiente85 o

sección B: Courts and the Litigation Process. Foundation Press . 1989. Igualmente,
Abel,Richard. “The Contradictions of Informal Justice” en The Politics of Informal
Justice.
84
Gulliver, P.H.. Negitiation….
85
Palmer, Michel y Roberts S. Op. Cit.

226
integrativa,86 o como aislamiento sistemático de los problemas con el objeto de
conseguir opciones, considerar alternativas y llegar a un acuerdo mutuo que se
ajuste a las necesidades.87 Todas estas expresiones centran el problema en el
estudio del intercambio de información entre las partes.

La literatura al respecto es amplísima y prácticamente cada autor tiene una forma


particular de explicar cómo se produce el intercambio de información. Un estudio
de las formas en que ello sucede excedería, por mucho, el objeto de este artículo.
No obstante, debe decirse que se trata de un proceso complejo en el cual entran
en juego elementos traídos no sólo por las partes sino que también, será común
en el conciliador introducir, de forma consciente o inconsciente, otros elementos
que replanteen la comunicación o la modifiquen de forma radical. Igualmente,
aparecerán factores externos que determinarán elementos que pueden modificar
la evolución del proceso.

Este complejo clouster de elementos de información, debe orientarse hacia dos


puntos concretos: 1- Tratar de identificar claramente los problemas planteados y
las causas que las partes le atribuyen. 2- La búsqueda de una solución de
consenso entre las partes.

Para el logro de estos objetivos, es necesario ir descubriendo, a través del


intercambio de ideas, cuáles son los puntos en los que eventualmente las partes
podrían coincidir, con el fin de empezar a abrir un camino hacia la solución de
común acuerdo. En el proceso habrá etapas donde predominarán posiciones
antagónicas sobre las de consenso, pero eventualmente se podrá llegar a un
estado en el que predominen posiciones de coordinación en los involucrados.
Obviamente, cada uno de los participantes tratará de mostrar la información de la
manera que le sea más beneficiosa: ocultando debilidades y mostrando sus

86
Fisher, R. Y Ury, W. Getting to Yes.Negotiating Agreement Without Giving In.
87
Folberg, Jay y Taylor, Alison. (1992) Mediación: Resolución de Conflictosd sin
Litigio.

227
fortalezas, utilizando estrategias y tácticas, así como creándose una idea de
quien es su oponente.88

En esta fase el conciliador debe ayudar a que los puntos mencionados fluyan de
tal forma que los acerquen hacia la solución de mutuo acuerdo del problema, lo
más expeditamente posible.

Como se ha dicho, la complejidad del asunto y la variedad de enfoques, hacen


esta materia muy difícil de abordar desde una sola perspectiva, lo que puede
haber sido la razón subyacente para que la ley dejara un margen amplio de
discrecionalidad en este aspecto, lo cual parece una decisión acertada en este
momento de la evolución de estas instituciones en el país.

3.- Fase Final. Acuerdo Conciliatorio.

Toda conciliación exitosa debe concluir con la formalización o ritualización del


acuerdo.89 Esto tiene suprema importancia pues de esa manera se evitan malos
entendidos confusiones u olvidos de lo acordado. La formalización del acuerdo
tiene una carga psicológica entre las partes que promueve una actitud positiva
hacia el cumplimiento de las obligaciones establecidas en el mismo.

Para que la formalización sea exitosas debe contar con una serie de elementos
que eviten confusiones y promuevan la claridad en el acuerdo. Con este fin la
norma contenida en el artículo 313 de la Ley establece una serie de requisitos
indispensables que debe contener todo acuerdo conciliatorio elaborado por las
DNA en el contexto de esta Ley, a saber:

a) Indicación de los datos necesarios para identificar a las partes y al proceso;

b) Naturaleza del asunto sobre el cual versa el acuerdo;

c) Relación sucinta de lo acontecido en el proceso;

d) Acuerdos a que llegaron las partes;

88
Para exposición detallada de los puntos enumerados ver Gulliver, P.H. Op. Cit.
89
Gulliver, P. H.. Op. Cit.

228
e) Lugar y fecha del acuerdo;

Firma de las partes y del conciliador

En este punto debe destacarse que además de las normas transcritas, el acuerdo
debe responder, en todos los casos, al principio de proteger el interés superior del
niño, de obligatorio cumplimiento en la toma de todas las decisiones
concernientes a los niños y adolescentes (Artículo 8 eiusdem).

El acuerdo así celebrado surtirá, efecto inmediato entre las partes. No obstante
para que surta efectos erga omnes deberá ser homologado por el juez
competente.

Puede suceder que el acuerdo a que se llegue sea sólo sobre alguno de los
puntos en controversia. En éstos casos la Ley dispone en su artículo 314 que
“…se debe dejar constancia de tal hecho en el acta conciliatoria en la cual deben
indicarse, además, los puntos sobre los que no hubo acuerdo. En este último
caso, las partes conservan la posibilidad de acudir a las instancias judiciales
correspondientes o continuar con los litigios pendientes, a los efectos de ventilar
los extremos sobre los que no hubo acuerdo.”

La norma se explica por sí sola y su objeto es el de clarificar el procedimiento a


seguir en caso de que los acuerdos sean de carácter parcial. Siendo de especial
relevancia el hecho de poder acudir a la vía judicial en los puntos sobre los que
no se logró un acuerdo.

4.- La homologación judicial.

Para culminar el procedimiento conciliatorio la ley exige la homologación judicial.


En este sentido dispone:

“Artículo 315. Lograda la conciliación total o parcial, el conciliador


enviará al Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente,
dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes el acta respectiva
para su homologación. El juez debe tomar la decisión dentro de

229
las cuarenta y ocho horas siguientes a la recepción del acuerdo
conciliatorio.”

Aun cuando la norma no lo establece expresamente, los jueces pueden convocar


a las partes y al mediador para aclarar algunos puntos que considere relevantes o
inclusive para replantear alguna de las decisiones de forma de hacerla menos
vulnerable o más ajustada a los requerimientos de la ley. Pero debe recordarse
siempre, que el objeto del acuerdo es una toma de decisión interpartes que no
necesita fundamentarse en normas jurídicas necesariamente, sólo debe evitar
vulnerar las normas y principios de la ley según lo dispuesto en el artículo 317
eiusdem y según lo comentado ut supra (Sección I – 2).

Finalmente, el acuerdo, una vez homologado tiene los efectos de sentencia


definitivamente firme y ejecutoria, lo cual abre la posibilidad de que, en caso de
un eventual incumplimiento, pueda solicitarse la ejecución forzosa de lo acordado.
Si bien, esto es factible que suceda y es un acierto haber buscado ésta salida, si
el proceso de mediación ha sido exitoso y las partes han actuado de buena fe, no
debería presentarse este tipo de casos de forma frecuente.

III - Tres dificultades prácticas.

La exposición hecha hasta ahora, ha pretendido mostrar algunos lineamientos


básicos que, dentro de la literatura relativa a mediación, son comúnmente
aceptados como positivos para el desarrollo del procedimiento. No obstante, las
DNA como conciliadores confrontarán una serie de problemas derivados
básicamente del ejercicio de un doble rol, como defensor del niño y del
adolescente y como conciliador de problemas, que en momentos podría llegar a
generar contradicciones. Entre las dificultades que pueden identificarse se
encuentran las siguientes:

1.- Problemas relacionados con el rol de las Defensorías del Niño y del
Adolescente.

230
Como todo mediador, quien actúe como tal en los conflictos presentados ante las
DNA, tendrá que enfrentar los problemas relativos a su legitimidad cuando haya
sido una de las partes la que haya solicitado la conciliación o cuando se haya
propuesto a instancia de la propia DNA. En este último caso el “dilema de la
imparcialidad”90 se presenta como especialmente complicado. Cuando una DNA
decide unilateralmente que debe intervenir para resolver, por vía de conciliación,
un problema relacionado con un niño o adolescente, la Defensoría parece haber
asumido, de antemano, una posición que determinó su intervención en el asunto.
Esto podría, eventualmente, promover ideas preconcebidas sobre la naturaleza
del problema y sobre la determinación de un “culpable” de la situación,
alterándose de antemano la posición de neutralidad que debe caracterizar a un
mediador y poniéndose en peligro la imparcialidad en el proceso.

Más aún, el hecho de que el ente encargado de “promover y defender los


derechos de los niños y los adolescentes” (Artículo 201 LOPNA), sea el mismo
órgano ante el que deben dirimirse las controversias por medio de la conciliación,
plantea una situación de abierta contradicción con el principio de neutralidad de
todo proceso conciliatorio, pues quien deba conciliar estará bajo la presión de
lograr resultados que “parezcan” que de alguna manera logran el objetivo
planteado por la norma. Asimismo, la disposición parece poner en situación de
desventaja, en cuanto a la objetividad del enfoque, a la persona que confronte un
asunto relacionado con los protegidos por esta ley, lo que puede acarrear
soluciones injustas o la negativa a participar en los procesos conciliatorios,
fundamentándose en la voluntariedad del mismo.

La gama de servicios que prestan las DNA puede ser fuente de contradicciones
en un momento dado, a la hora de participar en un acto conciliatorio. Así, por
ejemplo, la capacidad para denunciar ante el Consejo de Protección o el juez
competente, según sea el caso, de las situaciones que ameriten la imposición de

90
Guerón, Eva. “De La Ley Orgánica de Tribunales y Procedimientos de Paz a la Ley
Orgánica de la Justicia de Paz” En La Ley Orgánica de la Justicia de Paz. EJV. 1996

231
medidas de protección o que constituyan infracciones de carácter civil,
administrativo o penal, a fin de orientarlos a la autoridad competente (Artículo
202, literales d y b LOPNA), podría colidir con el planteamiento relativo al
“estímulo al fortalecimiento de los lazos familiares, a través de procesos no
judiciales, para lo cual podrán promover conciliaciones entre cónyuges, padres y
familiares…” (artículo 202 literal f, eiusdem). Para responder a tales conflictos las
DNA deberán definir cuál es el enfoque que pretenden darle a los problemas que
se le planteen, estableciendo si han de inclinarse por soluciones trabajadas en el
ámbito de la conciliación y la potenciación de soluciones a través del diálogo, o si,
por el contrario, el reenvío del caso a instituciones con procedimientos de distinta
índole son la solución adecuada. Para ello, podrán haber determinado una
política predefinida o tomar soluciones con fundamento en las circunstancias
relevantes de cada caso específico que se vaya presentando.

La articulación entre la neutralidad y los derechos garantizados por la ley será


otro de los problemas a enfrentar. ¿Cómo compatibilizar el principio de
neutralidad con el principio del interés superior del niño? ¿En qué medida el
respeto de uno de esos principios implica la vulneración del otro? ¿Puede ser
justa una conciliación donde el mediador no sea neutral? ¿Puede ponerse en
peligro el interés superior del niño por proteger un principio de neutralidad? Y, en
última instancia, ¿Se puede ser neutral bajo las condiciones descritas?

Por otro lado, podrían presentarse problemas de desbalance de poder pues en


asuntos de familia, de niños y adolescentes, es común que se presenten
situaciones en donde una de las partes es mucho más fuerte y se encuentra en
posición de ventaja frente a su adversario. Saber balancear la situación, evitando
que una parte sea abrumada por los poderes de la otra, sin que ello implique una
preferencia o inclinación que ponga en duda su neutralidad como mediador, es
una tarea que deberán enfrentar con frecuencia y de difícil aproximación.

232
Aun cuando se pueden ensayar respuestas para los problemas descritos, un
análisis empírico de las experiencias que se vayan desarrollando será
determinante para una correcta aproximación a tan complejas disyuntivas.

Obviamente, la ley ha tratado de proteger a los niños y los adolescentes a través


de un sistema que cuide la posición de vulnerabilidad jurídica y social, que
tradicionalmente han sufrido. Pero, para lograr este cometido, más allá de seguir
una dogmática preestablecida, es preciso estar advertido de los problemas antes
señalados, pues pueden transgredir gravemente los principios de la ley y puedan
ayudar a crear conciencia crítica en los encargados de las conciliaciones, así
como a procurar mantener el equilibrio de las partes en el desarrollo de la
conciliación sin que ello implique trastocar los derechos y principios de protección
de los niños y adolescentes.

2.- Los diferentes roles que puede desempeñar el mediador.

Si bien se ha dicho que, en principio, en el proceso conciliatorio el mediador debe


ser sólo un facilitador de la comunicación y dejar que sean las partes quienes
91
decidan el resultado final, y aún cuando la ley no predetermina una actuación
específica del conciliador, durante el proceso se pueden presentar situaciones
que se desvíen del tipo esbozado en líneas anteriores.

Se ha dicho que uno de los roles que debe cumplir quien concilia es “informar
sobre los elementos que caracterizan el procedimiento conciliatorio y la
conveniencia de llegar a un acuerdo de naturaleza extrajudicial.” (Artículo 312
LOPNA.) Cuando el conciliador lleve a cabo esta tarea, es muy probable que su
exposición ejerza cierta influencia en cuanto a las preferencias y las opciones que
se habían propuesto las partes. Así, el mediador, de entrada, puede estar
definiendo una nueva forma de ver el conflicto o estimulando el uso de ciertos
elementos con preferencia sobre otros. El grado de influencia que puede tener el
conciliador puede llegar a ser muy grande, aún sin él proponérselo, lo cual puede

233
ser beneficioso en algunos casos, pero de ser mal manejado puede llegar a
distorsionar los planteamientos de forma que terminaría creando mayores
problemas en el flujo de la comunicación. En última instancia, cuando interviene
un tercero como mediador, las partes terminan perdiendo alguna parte del
control.92

Distinguir el tipo de actuación que debe tener el conciliador en los asuntos que
conciernen a la ley es otro de los elementos a tomar en cuenta. En materia de
familia es muy frecuente que confluyan los papeles de facilitar el proceso de toma
de decisiones sobre puntos concretos que separan a las personas en un
momento dado (trabajo propio del mediador), con otros íntimamente ligados al
problema que se trate, como pueden ser la ayuda psicológica o asuntos
concernientes al trabajo social.

En principio, tal diversidad de actividades no debe ser concentrada en la persona


del mediador pues es poco probable que tenga el entrenamiento adecuado para
manejar cada una de ellas,93 y aún cuando tuviera todas las cualidades descritas,
cada una de ellas merece un enfoque tan particular que pareciera adecuado que
se limitara a sólo una de ellas, sin perder de vista la necesidad de analizar el
problema como una cuestión multidisciplinaria.

A pesar de que, en la práctica, lograr tales distinciones de forma clara y


determinada será muy difícil, sería recomendable que durante el proceso pudiera
ofrecerse, en forma paralela, el tipo de ayuda especializada que se necesite para
complementar el proceso de conciliación el cual debe mantenerse concentrado
en ser un mecanismo para ayudar a construir el proceso de toma de decisiones
sobre los puntos en conflicto evitando posturas que puedan exceder tales
objetivos. De cualquier modo, habría que preguntarse si, aún delineando lo más
precisamente posible las diferentes funciones, sería adecuado que el problema

91
Roberts, Simon. Towards a Minimal Form of Alternative Intervention. Mediation
Quarterly.
92
Roberts, Simon. Mediation in Family Disputes. Pág. 553

234
fuera tratado por el mismo conciliador o no. O si los diferentes aspectos, valga
decir, psicoterapia, mediación o trabajo social, deben ser combinados en la
misma reunión o si por el contrario es más beneficioso tratar los asuntos por
separado. ¿Cómo pueden manejarse las transiciones de un modo de enfocar el
problema a otro? ¿Estas distinciones se plantearán del mismo modo en la mente
de los involucrados en la disputa?94

3.- La relación con la ley y los jueces.

Otro problema que puede presentarse será el relativo a la relación que tendrán
las DNA con la aplicación de la ley y con los jueces.

Uno de los elementos que han revolucionado en gran medida la comprensión de


los PARC y de los procesos judiciales es la denominada “negociación a la sombra
del derecho.”95 Con ello se pretende identificar una situación en la que existe un
marco legal que regula una materia dada y que de alguna manera define el
contexto en el que se desenvuelve el problema. Además de definir el contexto, la
ley puede ser utilizada como instrumento de presión para favorecer un resultado a
favor de una de las partes.96 Cuando se presente un problema ante las DNA para
ser resuelto por conciliación, hay previamente determinado un marco de derechos
y principios protectores del niño y del adolescente que deberá ser tomado en

93
En este sentido Davis Gwynn. “Conciliation and the Professions” (1983) 13 Family Law.
94
Preguntas originalmente formuladas por Simon Roberts en Op. Cit. Pág. 553, que
consideramos relevantes para el caso que nos ocupa.
95
Ver Mnookin y Kornhauser. “Bargaining in the Shadow of the Law: The case of Divorce”
(1979) 88 Yale Law Journal. Igualmente Galanter, Marc. “The Landscape of Disputes…”
96
Una información de prensa recientemente publicada expresaba que los abogados de
una firma habían introducido una demanda reclamando pagos adeudados con el fin de
“presionar a la gerencia de Avensa a que pague o a que firme un nuevo convenio de
pagos.” Además se informaba que se sostendrían reuniones con el presidente de la
comisión legislativa (el denominado Congresillo) para que ayudara a solventar el asunto.
Nótese que, según se expresa en la información, el objeto de la demanda no es el de
obtener una decisión favorable del tribunal sino el de presionar el pago o la subscripción
de un acuerdo. Esta es una práctica común en el ejercicio del derecho donde se utiliza la
ley y los tribunales, no como forma de resolver la controversia sino como mecanismo de
presión para producir resultados en un proceso de negociación. Ver El Nacional del 02-
02-2000. página D6.

235
cuenta y será una herramienta a utilizar tanto por los involucrados como por el
conciliador. Como se ha dicho, las decisiones que se tomen no tienen necesidad
de fundamentarse en normas jurídicas pero, de alguna manera, éstas ejercerán
influencia en el resultado, sin que ello implique que la ley sea el elemento
determinante para tomar la decisión que las partes consideren más adecuada. La
ley y la amenaza de acudir a tribunales, pueden ser elementos de presión a ser
utilizado para forzar un resultado dado o provocar un cambio de actitud en
alguna de las partes.

La relación DNA y poder judicial pudiera presentar algunas trabas en caso de


que los jueces no aceptaran soluciones cuyo fundamento directo no sea la ley. En
este sentido, es determinante resaltar que, de conformidad con lo dispuesto en la
norma contenida en el artículo 317:

“El juez no homologará el acuerdo conciliatorio cuando éste


vulnere los derechos de los niños y adolescentes, trate asuntos
sobre los cuales no es posible la conciliación, por estar referidos a
materias no disponibles o derechos irrenunciables, o verse sobre
hechos punibles.”97

De la norma se deriva que el juez sólo tiene facultades para no homologar los
acuerdos conciliatorios sólo si se viola alguno de los supuestos de la norma. Por
lo tanto, un acuerdo que no vulnere tales principios debe homologarse aún
cuando se fundamente en razones meta-jurídicas.

La experiencia venezolana pareciera indicar que los jueces no tendrán problema


en cuanto a tales homologaciones pues, como lo demuestran el estudio de
Carmen Luisa Roche y mis impresiones derivadas del curso realizado en
diciembre de 1999, los jueces de los Tribunales de Protección del Niño y del
Adolescente (antiguos jueces de familia y menores) parecen bastante abiertos a
la aplicación de los PARC y los han puesto en práctica en el ejercicio de sus

97
Véanse los comentarios relativos a este artículo en la sección I-3 de este trabajo.

236
funciones. Sin embargo, habrá que estudiar empíricamente la forma en que se
desarrollarán las relaciones entre las DNA y los Tribunales para determinar la
evolución de la interacción entre estas instituciones.

Conclusión

La LOPNA tiene como primera intención crear un nuevo marco regulatorio para la
protección de los niños y los adolescentes. Con este norte, la Ley ha creado
instituciones que pretenden instrumentar funciones que conlleven el cumplimiento
del objetivo trazado, no solo a través de los tribunales de justicia sino mediante
procesos de desjudicialización. Entre estas instituciones la conciliación ha sido
uno de los planteamientos más novedosos y adecuados para enfrentar los
problemas objeto de la Ley, pues por este medio se pueden atender los conflictos
no sólo desde una perspectiva legalista, sino tratando de enfocar la situación en
su contexto, tomando en cuenta elementos que trascienden un análisis
meramente normativo.

Debido a sus características propias el procedimiento conciliatorio, de llegar a ser


correctamente implementado, está llamado a ser una de las principales
herramientas para la solución de los problemas del niño y del adolescente. En
efecto, elementos como la toma de decisiones de forma consensual, la pretensión
de crear una atmósfera de coordinación de ideas en lugar del antagonismo
característico de los tribunales, el enfoque global de los problemas o la
preocupación por el desenvolvimiento en el tiempo de las relaciones de los
involucrados en la controversia deben contribuir a crear una nueva perspectiva
para abordar los conflictos en esta materia.

La separación de las funciones judiciales y conciliatorias parece ser una medida


sana, tomando en cuenta que los elementos que caracterizan a cada una de las
instituciones son de naturaleza radicalmente distinta. Sin embargo, debe tratarse
con prioridad la correcta formación de los conciliadores en el área, pues de lo
contrario podría desvirtuarse la institución y se correría el peligro de tomar
decisiones por medios no adecuados a los fines del procedimiento y de la ley.

237
Si bien la ley crea un sistema para supervisión y control de las DNA, su
legitimidad dependerá en gran medida de la forma en que lleven a cabo estos
procedimientos, y el monitoreo de sus actividades será determinante en la
evolución, evaluación y correcta aplicación del procedimiento conciliatorio en el
desarrollo de sus funciones.

El trabajo práctico de las DNA será complejo pues el balance y la coordinación


entre el principio de neutralidad del mediador y la actividad defensora de los niños
y adolescentes puede acarrear contradicciones y dilemas difíciles de solventar.
No obstante, el equilibrio de ambos principios será determinante para el éxito de
la institución. El principio del interés superior del niño, no puede convertirse en un
prejuicio en contra de los involucrados en una controversia. Por el contrario, en
aplicación de este principio, deben potenciarse el diálogo y las relaciones
familiares sanas que permitan el mejor desarrollo social, intelectual o emocional
del niño o el adolescente. Esto sólo puede lograrse mediante un análisis neutral
de los conflictos. En última instancia ambos principios deberían complementarse
mutuamente en beneficio del niño y del adolescente.

Siendo el procedimiento conciliatorio muy flexible, en los términos expuestos en la


ley, el conciliador debe cuidar su modo de intervención debido a que puede llegar
a ejercer gran influencia en el enfoque del conflicto y en la percepción que las
partes tengan sobre el problema. La multidisciplinariedad es uno de los elementos
más importantes con los que se cuenta para la solución de conflictos, pero el
mediador deberá cuidarse de no abarcar campos que le sean ajenos y deberá
solicitar colaboración de especialistas.

La relación con la ley, los jueces y los abogados será un elemento que
condicionará los acuerdos a que se puedan llegar en un procedimiento
conciliatorio y, si bien no hay por qué fundamentar una decisión sobre normas
legales, nunca se podrá vulnerar alguno de los principios expuestos en la Ley.
Ello no debe menoscabar la capacidad de lograr acuerdos entre las partes pues

238
es éste el principio que motoriza toda conciliación y sin el cual se correría el
riesgo de mermar la eficacia de la institución.

La conciliación será una herramienta útil para la consecución de los fines


establecidos en la ley debido a su flexibilidad, celeridad y economía. Su correcta
implementación dará alternativas a los involucrados en una controversia objeto de
esta ley, procurando solucionar los conflictos a través de su análisis y de la
búsqueda de soluciones consensuales que sean aceptables para todos los
involucrados y beneficiosas a la sociedad.

239
LAS INFRACCIONES A LA PROTECCIÓN DEBIDA Y LAS SANCIONES EN LA
LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

Belkys Vethencourt de Escobar

Sumario: Introducción. 1.- Las sanciones en la Ley Orgánica para la Protección


del Niño y del Adolescente. Delimitación del presente trabajo. 2.- Órgano
competente para imponer las sanciones. 3.- Carácter de la multa. 4.- Legitimación
para el inicio del procedimiento sancionatorio. 5.- El principio de la remisión a la
sanción más severa. La concurrencia de sanciones. 6.- Tribunal competente.
Procedimiento. 7.- Infracciones y Sanciones. 8.- Cálculo de las multas. 9.- Destino
de las multas y plazo para cancelar. 10.- Forma de Pago. 11.- Comentario Final.

Introducción

A pesar de haber pertenecido desde sus comienzos al equipo redactor del


proyecto de Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, hoy ley
de la República, lo cual implica mi asistencia a casi todas las múltiples reuniones
que sostuvimos para lograr obtener su producto final, reuniones éstas donde
discutimos y nos planteamos hasta la saciedad, entre otros múltiples temas, las
posibles conductas que implicaran amenaza o violación a los derechos de esos
niños y adolescentes sujetos de protección en la ley y las alternativas de solución
también posibles, cada vez que leo, o mejor releo, su texto, me vienen a la mente
nuevos comentarios, ideas y en muchos casos, por qué no decirlo, dudas,
siempre en en el propósito de tratar de eliminar cualquier resquicio por el cual
pueda colarse la posibilidad de que los derechos y garantías de nuestros niños y
adolescentes sean amenazados, vulnerados o violados impunemente.

Además, no deja de impresionarme el hecho de que, cada vez que me viene a la


mente un nuevo supuesto o una nueva duda, logro encontrar la solución en la

240
propia ley. Me impresiono debido a que, como cualquier abogado, he tenido que
interpretar leyes, y a sabiendas de que cualquier producto humano, es siempre
perfectible.

Tratando de encontrar una explicación a este “no acabar nunca de pensar en la


ley” y “siempre encontrar en ella posibles soluciones para las nuevas
interrogantes”, simplemente he mirado a mis hijos y he descubierto que la razón
está en la propia esencia de ser niño, en todo el potencial que cada uno de esos
pequeños seres trae consigo. Inmenso es el camino que nuestros niños pueden
recorrer y por ende muy amplias deben ser las posibilidades de ayudar a andarlo.
Así que he llegado a la conclusión de que esta Ley tiene un poco de la “magia”
que tienen los niños: Crece, se fortalece y expande sus posibilidades cada vez
que la releo.

Su “magia”, por qué no decirlo, también está relacionada con los principios
rectores de la doctrina de la protección integral del niño y del adolescente y sobre
todo con la consagración del principio del “interés superior del niño” (artículo 8 de
la Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente, en lo adelante LOPNA)
como “un principio de interpretación y aplicación de esta Ley, el cual es de
obligatorio cumplimiento en la toma de todas las decisiones concernientes a los
niños y adolescentes...” (artículo 8 LOPNA).

Se ha dicho en la propia Exposición de Motivos de la Ley, que la diferencia


fundamental entre el antes y el después de la Convención Internacional Sobre los
Derechos del Niño está en la reformulación definitiva de las relaciones entre la
infancia y la ley, al abandonar ésta el concepto del niño como sujeto tutelado
para adoptar el del niño como sujeto de derechos que son exigibles. Las
sanciones constituyen el último estadio de esa exigibilidad: La LOPNA consagra
los derechos y garantías de los niños y adolescentes; los mecanismos y
programas a través de los cuales estos derechos y garantías pueden ser
atendidos; los procedimientos administrativos y judiciales que pueden ponerse en
marcha para salvaguardar el ejercicio de tales derechos y garantías y, por último,

241
las sanciones que han de imponerse cuando se ha producido la amenaza o
violación a dichos derechos y garantías.

La LOPNA convierte las necesidades de los niños y adolescentes en derechos


civiles, culturales, políticos y sociales y en definitiva la violación o amenaza de
violación de tales derechos se ve compensada con la imposición de sanciones,
patrimoniales o de privación de libertad según corresponda, a los sujetos
infractores. Esta imposición de sanciones cierra el círculo del ciclo derecho-
violación-pena y expresa en forma patente lo que constituye uno de los pilares de
la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño: Si los niños y
adolescentes no tienen solamente necesidades sino derecho a ver cubiertas
dichas necesidades de una forma integral, la transgresión de esta regla arroja el
último elemento de la ecuación: La imposición de sanciones cuando tal
transgresión se produce.

1.- Las sanciones en la LOPNA. Delimitación del presente trabajo.

Por lo anterior, el Título III de la LOPNA, en el cual se define y norma la


actuación del Sistema de Protección del Niño y del Adolescente, además de
establecer las estrategias, actores, órganos, instancias, procedimientos y fuentes
de recursos para lograr el objetivo de la protección integral, dedicó capítulo aparte
al establecimiento de un conjunto de medidas sancionatorias para quienes,
estando obligados a ello, no garanticen o amenacen o violen los derechos y
garantías consagrados a los niños y adolescentes.

El Capítulo IX del Título III es el que contiene las disposiciones sancionatorias


que serán aplicables cuando en la realidad se produzca una infracción a la
protección debida a dichos niños y adolescentes. En este sentido, este capítulo
IX contiene cuatro secciones: Una dedicada a las disposiciones generales, las
cuales son aplicables tanto a las sanciones penales como a las de carácter civil;
otra dedicada a la enumeración de las conductas ilícitas que conllevan la
imposición de una sanción; una tercera contentiva de la forma de calcular las
multas impuestas según la sección anterior; y la última, dedicada a la

242
enumeración de las conductas que conforman un ilícito penal. En el presente
trabajo nos referiremos especialmente a las primeras tres secciones antes
enunciadas.

2.- Órgano competente para imponer las sanciones.

En relación con las actuaciones que implican la imposición de una multa, es


importante acotar que los órganos administrativos, léase los Consejos de
Protección, no son competentes para imponer multas puesto que, según el
artículo 214 de la LOPNA sólo el Tribunal de Protección del Niño y del
Adolescente tiene competencia en esta materia, para lo cual debe seguir el
procedimiento general que está previsto en el Capítulo XII del mismo Título III.
Con ésto, el legislador quiso dar la mayor seguridad jurídica a la imposición de
sanciones, que por tener implicaciones patrimoniales, deben estar sujetas a la
máxima tutela posible, que no es otra que el área jurisdiccional. El procedimiento
administrativo ante los Consejos de Protección queda reservado, tal como
contempla el artículo 294 de la LOPNA, para la aplicación de medidas de
protección ante la amenaza o violación de los derechos allí consagrados; o ante
los Consejos de Derechos para la aplicación de las medidas previstas en la Ley
cuando se produzcan irregularidades en el funcionamiento de las entidades de
atención, en la actuación de los responsables de programas o en el de las
Defensorías o Defensores del Niño y del Adolescente.

3.- Carácter de la multa.

Según el artículo 215 de la LOPNA, el legislador califica como de carácter civil a


las multas y otras sanciones que puedan imponerse por la comisión de los
hechos ilícitos contra niños o adolescentes previstos en la Sección Segunda del
Capítulo IX del Título III de la LOPNA. En este sentido, el carácter civil deviene
del tipo de autoridad judicial encargada de decretar la sanción y de las
consecuencias patrimoniales que su imposición siempre implica para el sujeto
infractor. Sin embargo, dichas sanciones no tienen carácter restitutivo,

243
compensatorio o indemnizatorio del daño causado, tal como expondremos más
adelante.

4.- Legitimación para el inicio del procedimiento sancionatorio.

En cuanto a las personas que pueden iniciar el procedimiento ante el Tribunal de


Protección del Niño y del Adolescente, con la finalidad de imponer sanciones
civiles a los que se encuentren responsables de las conductas ilícitas
enumeradas en la Sección Segunda de este Capítulo IX, los legitimados son
cualquiera de los sujetos que componen el Sistema de Protección del Niño y del
Adolescente (artículos 215, 291 y 119 de la LOPNA), vale decir, los Consejos de
Protección del Niño y del Adolescente, los Consejos de Derechos del Niño y del
Adolescente, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, el
Ministerio Público, las entidades de atención, las Defensorías del Niño y del
Adolescente, la familia del niño o adolescente cuyos derechos han sido
amenazados o violados y, en definitiva, el propio niño o adolescente. Esta última
categoría tiene su asidero en uno de los principios rectores de esta Ley: El
reconocimiento progresivo a los niños y adolescentes del ejercicio de sus
derechos y garantías lo cual ha generado la necesidad de que ciertos derechos,
usualmente aquéllos vinculados a la defensa de otros derechos, caso patente de
la apertura de procedimientos que desembocan en la imposición de sanciones o
multas, puedan ser iniciados y ejercidos directamente por los niños y
adolescentes cuyos derechos o garantías han sido vulnerados.

5.- El principio de remisión a la sanción más severa. La concurrencia de


sanciones.

El artículo 218 de la Ley contiene una disposición cuyo análisis merece especial
atención. En ella, el legislador estableció que cuando otra disposición legislativa
contenga sanciones más severas a las allí previstas para las infracciones
reseñadas en la LOPNA, dichas sanciones más severas se aplicarán con
preferencia a las contenidas en esta última norma. Así, el legislador quiso dejar a
salvo la posibilidad de que otras normas consagren sanciones más graves para

244
infracciones contra niños y adolescentes que las contenidas en la LOPNA y
obviar así la posibilidad de que este último texto legal pueda convertirse en un
instrumento de escape para la aplicación de la sanción más fuerte.

Pero la norma del artículo 218 también nos da luces sobre la intención del
legislador: Las sanciones contenidas en la LOPNA constituyen, desde el punto de
vista patrimonial, el mínimo pero no el máximo al cual puede ser condenado el
infractor de la protección debida a niños y adolescentes. Vale decir, así como un
mismo sujeto puede ser objeto de una multa, de acuerdo a la Sección Segunda
del Capítulo IX de la LOPNA, y al mismo tiempo estar incurso en un ilícito penal
por el que se le sancione a pena privativa de libertad, del mismo modo una
persona a la que se le haya impuesto una multa, en base a la misma Sección
Segunda, puede serle impuesta otra sanción de carácter indemnizatorio,
restitutorio o compensatorio que afecte igualmente su patrimonio sin que, en mi
opinión, pueda alegarse, en este caso, que se está violando el principio de un
solo tipo de sanción para cada tipo de ilícito.

Lo anterior implica que el legislador quiso dejar a salvo la aplicación de sanciones


de carácter indemnizatorio, compensatorio o restitutorio contenidos en textos
generales de derecho común, en casos en los cuales la infracción cometida
contra un niño o adolescente haya generado, para estos últimos, consecuencias
patrimoniales adversas que necesariamente deben ser cubiertas o compensadas
por el agente causante del daño. Por ello, siempre que la conducta ilícita de que
se trate pueda ser subsumida dentro de los supuestos de hecho especificados en
leyes de carácter general como el Código Civil, por sólo citar un ejemplo, no cabe
duda que la aplicación de la multa de acuerdo a la Sección Segunda del Capítulo
IX del Título III de la LOPNA no es óbice a la consecución de un juicio de carácter
civil y a la imposición de sanciones de tipo patrimonial que impliquen una
indemnización pecuniaria para el niño, adolescente y su familia, víctimas de la
infracción por el daño causado por la infracción. Este último pago, por tanto,

245
tendría carácter compensatorio pues de lo que trata es de resarcir el daño
inflingido.

El no aceptar esta solución y por ende alegar que la imposición de una multa o el
cierre de un local, espectáculo o medio de comunicación, que son básicamente
las sanciones previstas en la Sección Segunda del Capítulo IX del Título III de la
LOPNA, colman las posibilidades de pérdida pecuniaria que puede sufrir el
infractor de una conducta debida frente a niños o adolescentes, implicaría
desconocer el principio principal de interpretación de la LOPNA, cuál es el del
interés superior del niño y del adolescente; consagrar una solución específica
para los niños y adolescentes frente a los adultos y desconocer el efecto distinto
que tiene la imposición de las sanciones contempladas en la Sección Segunda
del Capítulo IX del Título III frente a las de carácter restitutorio que pueden
encontrarse en textos de derecho común.

En efecto, ante el argumento de que la interpretación anterior viola el principio


según el cual, una misma persona no puede ser condenada con sanciones de
una misma naturaleza por una misma conducta ilegítima, apuntamos que en el
presente caso, a pesar de que el agente activo de la conducta ilícita es el mismo
y será sujeto al cumplimiento tanto de la multa como de la indemnización o
compensación, cuando esta última proceda. Tanto el carácter de la sanción,
como el receptor del cumplimiento de la misma son sujetos diferentes.

Ciertamente, de acuerdo al artículo 250 de la LOPNA, las multas impuestas


deben ser canceladas y enteradas a beneficio del Fondo de Protección del Niño y
del Adolescente del municipio donde la infracción se cometió, con lo cua, en
definitiva, el beneficiario final de este tipo de multas no es el niño que
individualmente sufrió la agresión, sino el conjunto general de niños y
adolescentes en cuyo beneficio se ha establecido el Fondo de Protección del
municipio respectivo. Con ello, el legislador pretendió una vez más poner de
manifiesto la defensa de los derechos difusos de los niños y adolescentes.

246
Por otra parte, dada la tipología de la multa a la cual sólo hemos calificado de civil
por el carácter del órgano jurisdiccional que la dicta, pero no por su carácter de
indemnización patrimonial, que es el rasgo fundamental de las sanciones civiles,
el establecimiento de un límite mínimo y uno máximo para estas multas entre
cuyos dos polos el juez de la causa tendrá que decidir, de acuerdo a la gravedad
de la conducta ilícita, implica que la sanción no tiene, ni pretende tener, carácter
de indemnización para con el niño o adolescente agraviado, sino sólo significa la
imposición de una sanción patrimonial para el agente agraviante, que no debe ni
tiene por qué socavar el derecho de ese mismo niño o adolescente a ser
compensado del daño que le ha ocasionado la conducta ilícita, si tal conducta
ilícita está subsumida dentro de alguno de los supuestos a que se refiere otra
normativa distinta a la LOPNA.

En efecto, ni el sujeto pasivo de la conducta ilícita, léase niño o adolescente, se


verá individualmente beneficiado con el monto de la multa, ni los límites mínimos
y máximos de éstas establecidos en la Ley tienen relación con la indemnización
de dicha agresión sino con la gravedad de la falta cometida. Por tanto, en nuestra
opinión, si la conducta ilícita puede ser subsumida dentro de los supuestos de
hecho que impliquen el pago de una indemnización al niño o adolescente
contenidos en otra norma diferente a la que ahora analizamos, indemnización
ésta que vendría a compensar el daño que la conducta ilícita ocasionó, procede
igualmente la imposición de esta última al agente agresor, sin que ello pueda ser
visto como la imposición de una doble sanción de la misma naturaleza por una
misma conducta.

6.- Tribunal competente. Procedimiento.

En relación con el Tribunal ante el cual se ventilarán los procesos tendientes a


sancionar a las personas o instituciones que hayan violado o amenazado violar
los derechos de los niños y adolescentes, el artículo 177 de la LOPNA consagra,
dentro de la competencia de la Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño
y del Adolescente, la “...aplicación de sanciones a particulares, instituciones

247
públicas o privadas, excepto las previstas en la Sección 4° del Capítulo IX de este
Título...” o lo que es lo mismo, excepto las sanciones de tipo penal. Según el
artículo 178 “los jueces conocerán de los distintos asuntos y de los recursos,
conforme al procedimiento que, en cada caso, prevé esta Ley y, en su defecto,
conforme a las disposiciones del Código de Procedimiento Civil”. En esta materia,
el Capítulo XII del mismo Título III establece el procedimiento que se aplicará a
los asuntos previstos en los parágrafos tercero y quinto del artículo 177 de esta
ley, entre los cuales se encuentran la imposición de sanciones por infracciones a
la ley bajo comentario (artículo 318)

Según el artículo 319 de la LOPNA, el interesado o legitimado para iniciar el


procedimiento ante el Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente debe, al
comenzarlo, acompañar a su solicitud los antecedentes correspondientes, si los
tuviera, o indicar cuáles son, para que el Tribunal pueda proveer en
consecuencia. Debe, en todo caso, presentar la prueba que proponga como la
demostración del hecho ilícito .

Iniciado así el procedimiento, el juez de la causa deberá ordenar las diligencias


necesarias a objeto de recabar la información indicada así como proceder a citar
al requerido, presentándole copia de la solicitud. Dentro de los diez días
siguientes, debe tener lugar la audiencia del juicio (artículo 320). La persona que
haya sido requerida en los términos anteriores por un juez del Tribunal de
Protección del Niño y del Adolescente puede proponer a éste, dentro de los tres
días siguientes a su citación, la prueba que pretenda (artículo 321), sin perjuicio
de poderlo hacer directamente en la audiencia del juicio (artículo 322).

En la audiencia del juicio, la LOPNA da solución a varias alternativas posibles: Si


el solicitante del juicio o su apoderado no concurren, el juez notificará al Fiscal del
Ministerio Público, para que dentro de los dos días siguientes manifieste al
tribunal si decide o no instar el procedimiento. Si la respuesta del Ministerio
Público es afirmativa, el juez fijará nuevo día y hora para la audiencia de juicio y el
proceso continuará su curso. Si el Ministerio Público responde que no hay mérito

248
para la causa, y decide en consecuencia no instaurar el procedimiento, el juez lo
declarará desistido. Por el contrario, la ausencia del requerido no paraliza el curso
de la causa (artículo 323, letra a).

En el curso de la audiencia de juicio el juez debe oír primero al solicitante, luego


al requerido, al niño o adolescente cuyos derechos violados o amenazados
constituyen el objeto de la causa, a sus padres o responsables, al Fiscal del
Ministerio Público, al representante de la Defensoría del Niño y del Adolescente, a
los representantes de otras instituciones y terceros involucrados que se hayan
hecho presentes y luego procede a la recepción de las pruebas que las partes
presenten (artículo 323, letras b) y c)). Por último, oirá las conclusiones de las
partes (artículo 323, letra d).

Es importante hacer notar que como consecuencia del carácter no compensatorio


sino punitivo y disuasivo que tiene la imposición de las sanciones contempladas
en la Sección Segunda del Capítulo IX del Título III dentro de la concepción de la
LOPNA, la posibilidad de lograr acuerdos conciliatorios entre las partes está
desechada en el caso del procedimiento para aplicación de sanciones (artículo
323, letra e).

Celebrada la audiencia del juicio, en los términos antes mencionados, el juez de


la causa del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente deberá dictar
sentencia en un plazo no mayor de cinco días hábiles (artículos 324) y en dicha
sentencia deberá expresar con toda claridad el plazo y las condiciones para el
cumplimiento de la sanción que haya sido impuesta, de ser éste el caso (artículo
324).

La sentencia dictada por el juez del Tribunal de Protección del Niño y del
Adolescente puede ser recurrida por ante el ante la Sala de Apelación
correspondiente de la Corte Superior del mismo Tribunal de Protección del Niño y
del Adolescente (artículo 175), dentro de los tres días siguientes a aquél en que la
sentencia fue dictada y sólo se admitirá en el efecto devolutivo (artículo 327). Sin

249
embargo, en el caso de que la sentencia haya condenado al pago de una multa,
la apelación no suspende los efectos del acto (artículo 252).

Para el recurso de apelación la Corte Superior deberá fijar una audiencia a


efectuarse dentro de los cinco días hábiles siguientes al recibo de las
actuaciones, a objeto de que el recurso de apelación sea formalizado. El día y
hora fijados, el apelante deberá formalizar oralmente el recurso ante la Sala de
Apelaciones y deberá indicar él o los puntos de la sentencia con los cuales no
está de acuerdo y las razones en que fundamenta su desacuerdo. Si la parte
contraria asiste, se le oirá igualmente. La Sala de Apelaciones correspondiente
deberá dictar sentencia en un plazo no mayor de tres días hábiles siguientes al
acto de formalización de la apelación y contra esta sentencia no se admite
recurso de casación (artículo 328).

Vuelto el expediente a la Sala de Juicio, ésta ordenará el efectivo cumplimiento


de la sentencia y dictará las providencias de ejecución que fueren necesarias
(artículo 329), entre las cuales puede estar la orden de reembolso del monto de la
multa, con cargo al Fondo de Protección del Niño y del Adolescente en el cual fue
enterado, si el recurso de apelación fuese declarado con lugar (artículo 252).

Como normas supletorias en estos procesos, y de acuerdo a la naturaleza del


asunto, la LOPNA señala el procedimiento contencioso en asuntos de familia y
patrimoniales en ella misma previsto (Capítulo IV del Título IV) y a las normas del
juicio oral del Código de Procedimiento Civil (artículo 330).

La remisión a las normas aplicables al proceso contencioso en asuntos de familia


y patrimoniales, previsto en el Capítulo IV del Título IV de la LOPNA, nos lleva a
los principios rectores de tal procedimiento los cuales también deben serle
aplicados a los juicios en que se ventile la imposición de sanciones por las
conductas ilícitas previstas en la Sección Segunda del Capítulo IX del Título III de
la LOPNA. Así, la ampliación de los poderes del juez en la conducción del
proceso; la ausencia de ritualismo procesal; la instancia de parte para iniciar el
proceso; la gratuidad; la defensa y asistencia técnica gratuita; la oralidad; la

250
inmediatez, concentración y celeridad procesal; la identidad física del juzgador; la
igualdad de las partes; la búsqueda de la verdad real por sobre la mera verdad
procesal; la amplitud de los medios probatorios; la preclusión y la moralidad y
probidad procesal, son también principios que regirán el proceso para la
imposición de sanciones por conductas ilícitas contra niños y adolescentes.

7.- Infracciones y sanciones.

Con relación a los tipos de infracciones y las sanciones a ser impuestas, tenemos
que la LOPNA prevé varias conductas ilícitas y para cada una de ellas establece
la respectiva sanción. Así ,encontramos:

Violación de derechos y garantías en instituciones (artículo 220):

Esta norma tiene relevancia por cuanto el sujeto activo de la infracción es una
persona que mantiene una relación laboral con una entidad de atención, una
Defensoría del Niño y del Adolescente, una escuela, plantel o instituto de
educación o centro de desarrollo infantil o de adolescentes, vale decir, un
establecimiento que, por propia definición, está llamado a ser banderín y nave
insignia en la defensa de tales derechos y garantías. Dado ésto, y la gran
responsabilidad que implica el aceptar un cargo en este tipo de instituciones, el
legislador ha querido ser principalmente estricto y consagró una multa que puede
ir, dada la gravedad de la falta, desde los tres meses de ingreso hasta el ingreso
de medio año.

Tómese en cuenta que el legislador, al calificar el sujeto activo de la infracción, lo


vinculó a una relación laboral con una de las instituciones arriba mencionadas, lo
cual no hace necesario que la infracción sea cometida dentro de una de estas
instalaciones. Lo que el legislador pretende es calificar el hecho de prestar
servicios en una de estas instituciones como una forma de demostrar un especial
cuidado por el respeto hacia los derechos y garantías de los niños y
adolescentes. Por lo tanto, si una de estas personas viola, amenaza, permite la
violación o impide el efectivo y pleno ejercicio de los derechos y garantías de

251
niños o adolescentes fuera de la entidad de atención, la Defensoría del Niño y del
Adolescente, la escuela, plantel, instituto de educación o centro de desarrollo
infantil o de adolescentes, estará igualmente incurso en este tipo de infracción.
De la misma manera, el legislador no ha calificado el sujeto pasivo de la
infracción como un niño o adolescente que necesariamente tenga que vivir o ser
sujeto de atención en la específica institución donde el sujeto activo labore. Es
decir, no tiene que haber necesariamente una coincidencia entre el lugar donde
trabaja el sujeto activo, el sitio donde el sujeto pasivo recibe su atención y el lugar
donde se comete la infracción para que esta última se produzca.

Violación del derecho a opinar (artículo 221):

Ya se ha dicho que todo niño o adolescente es considerado sujeto de derechos y,


por tanto, la LOPNA pauta en forma expresa el derecho que tienen a opinar en
todo proceso administrativo o judicial cuyo resultado lo involucre, y a que tal
opinión sea tomadas en cuenta en función de su desarrollo (artículo 80, LOPNA).
Por tanto, la Ley, en esta ocasión, ha establecido una sanción de uno a tres
meses de ingreso, para toda persona que viole dicho derecho.

Ahora bien, el legislador no ha querido, en este caso, entrar a calificar al sujeto


activo de esta infracción, por lo cual la violación que comentamos puede ser
cometida por funcionarios públicos o personas ejerciendo función pública, que
estén inmersos directamente en el respectivo proceso, como por personas que,
sin ostentar tal cualidad, se hallen o no directamente involucradas en el
procedimiento de que se trate, siempre que su actuación sea la causa de la
imposibilidad en que el niño o adolescente se ha visto de expresar su opinión en
el proceso cuyo resultado lo involucra.

Violación del derecho a manifestación, reunión, asociación y


sindicalización (artículo 222):

En el capítulo referente a los derechos y garantías, la LOPNA consagra el


derecho de todo niño o adolescente a manifestar, reunirse, asociarse y

252
sindicalizarse en los términos consagrados en la propia ley (artículos 82, 83, 84 y
101 LOPNA). Por tanto, la violación de este derecho implica la imposición de una
multa que va desde un mínimo de un mes hasta un máximo de tres meses de
ingreso de la persona que cometió la infracción.

En este supuesto, como en el anterior, el legislador no ha entrado a calificar al


sujeto activo de la infracción, con lo cual ha dejado abierta la posibilidad de que el
juez siente jurisprudencia al respecto. La idea inicial que motivó esta apertura
tiene su razón de ser en la posibilidad de que la violación del derecho a
manifestación, reunión, asociación o sindicalización no sólo provenga del patrono,
en el supuesto de un adolescente trabajador, o del funcionario que se niega a
inscribir o registrar una asociación, donde esté presente un adolescente, sino
también de cualquier persona, que por alguna circunstancia se halle involucrada
con el ejercicio de ese derecho a manifestar, reunirse, asociarse o sindicalizarse,
y que, por cualquier medio, obstaculice o impida el desarrollo de la actividad de
que se trate. Obviamente, salta a la vista que, como se ha dicho expresamente en
la Exposición de Motivos de la Ley, los derechos de los niños y adolescentes,
como los de todos los sujetos de derecho, tienen las limitaciones establecidas en
esta ley o en otra que rija la materia. Por ello, como presupuesto necesario para
que se cometa la infracción debe estar presente la licitud de la actividad
propuesta por el niño o adolescente de que se trate.

Violación de obligación alimentaria (artículo 223):

La obligación alimentaria, como supuesto necesario y primigenio de la vida


humana, ha sido particularmente protegida por el legislador. Por ello, la multa
impuesta al infractor puede ascender hasta diez meses de sus ingreso. En este
caso, se hace patente lo que señalábamos al comienzo de nuestros comentarios
en relación al hecho de que la imposición de estas multas, en ningún modo,
implica la subrogación de las deudas, o lo que es lo mismo, no podría el obligado
alimentario alegar, que como canceló la multa, ya no está obligado a cancelar al
niño o adolescente, con quien mantiene el vínculo de la obligación alimentaria

253
debida. Insistimos en que, en el caso de las multas, aún cuando las mismas han
sido calificadas como sanciones civiles por las razones antes citadas, se trata de
dos obligaciones civiles que nacen para el obligado alimentario: Una por el hecho
de su carácter, está en la obligación de prestar los alimentos, y por la otra, en su
condición de infractor de la obligación, la ley lo sanciona con una multa, que
necesariamente tiene carácter adicional a su obligación de prestación alimentaria
originaria.

Además de lo anterior, es importante aclarar que el incumplimiento de la


obligación alimentaria, toda vez que el legislador no ha diferenciado, puede
provenir tanto de los obligados principales, vale decir los padres (artículo 366
LOPNA) como de aquellas personas que están obligadas de manera subsidiaria,
si el padre o la madre han fallecido, o éstas no tienen medios económicos o
están impedidos para cumplir la obligación alimentaria (artículo 368).

Violación del derecho a la identidad (artículo 224):

En este caso, como la propia ley establece las personas sobre quienes recae la
obligación de dotar a todo niño o adolescente de sus documentos de identidad, la
LOPNA sí califica al posible sujeto activo de esta infracción como el padre,
representante o responsable del respectivo niño o adolescente.

Sin embargo, como quiera que actualmente en nuestro país éste es uno de los
principales problemas que confrontamos debido, en no pocos casos, a la
ignorancia de los padres, representantes o responsables, la LOPNA, en aras del
interés superior del niño y del adolescente y en procura de maximizar los posibles
beneficios de la ley, a través de un número cada vez mayor de niños y
adolescentes con documentos de identidad, quiso evitar, al máximo, ser muy
punitiva con estas personas, para que esta sanción no se convierta, aún sin
desearlo el legislador, en una traba para el cumplimiento de esta obligación por
parte de padres, representantes o responsables, por temor a la sanción que se
les impondría, en el caso de confesar o hacerse patente su infracción.

254
Por ello, el legislador optó por establecer, como segundo requisito para la
procedencia de la sanción aquí prevista, el que dicho padre, representante o
responsable, aún cuando haya sido requerido a hacerlo, no hubiera cumplido con
su obligación de inscribir al niño o adolescente sobre el cual mantiene la guarda.
El legislador, sin embargo, no califica tal requerimiento ni entra a establecer la
persona o personas de quienes éste deba partir, ni una forma específica para el
mismo. Estos son elementos que deberán ser consagrados por la jurisprudencia.
Sin embargo, la idea del legislador fue que el requerimiento puede provenir de
cualquier persona y por cualquier medio, por lo cual la comprobación de si el
requerimiento se produjo o no, será cuestión de prueba ante la Sala de Juicio
donde se ventile la causa.

Violación del derecho a ser inscrito y a obtener documentos de


identificación (artículo 225):

En este caso, el legislador sí ha calificado al sujeto activo de la infracción como el


funcionario público que entorpezca, impida, retrase, viole o amenace el ejercicio
del derecho a ser inscrito u obtener los documentos de identificación de un niño o
adolescente. En este supuesto, dada la gravedad de la falta y tomando en
consideración la posición de funcionario público del sujeto activo, que se supone
ha sido impuesto de su cargo en razón de su calificación profesional, y en pleno
conocimiento de las graves consecuencias que para cualquier ser humano
significa el negarle el derecho a obtener documentos que prueben su identidad, el
legislador aumentó el límite mínimo de la sanción impuesta a tres meses de
ingreso y fijó como máximo los seis meses de ingreso del funcionario público
infractor. Asímismo, como en los anteriores casos, el hecho de que el funcionario
público pague la multa correspondiente, no lo libera de su obligación originaria de
inscribir y proveer al niño o adolescente de sus correspondientes documentos de
identidad.

Violación del derecho a la educación (artículo 226):

255
El legislador ha establecido, en este supuesto, una sanción que puede ir desde
uno a seis meses de ingreso para toda persona que indebidamente impida la
inscripción o ingreso de un niño o adolescente en una escuela, plantel o
institución de educación, o su permanencia en el mismo.

Nótese, que en este caso, el legislador ha establecido un elemento adicional para


que la conducta de una persona que impida la inscripción o ingreso de un niño o
adolescente a una escuela, plantel o institución de educación o su permanencia
en el mismo, pueda ser calificada como ilícita: El hecho de que tal persona no
inscriba, permita el ingreso o impida la permanencia de un niño o adolescente en
la institución educativa de que se trate en forma “indebida”, vale decir, sin apego
a las reglas o normas que rigen dicha entidad. Con ello, el legislador quiso dejar a
salvo el derecho a la educación privada, a los programas de becas, a la
posibilidad de acceder a tales institutos por el sistema de concurso de méritos, a
la especialización de ciertos institutos, o a la posibilidad de que ciertas
instituciones establezcan requisitos académicos específicos para los niños y
adolescentes ,que puedan a ellos acceder.

En este punto, es importante acotar que las especificidades anteriormente


señaladas en nada hacen variar el deber del Estado (consagrado en el artículo 53
de la LOPNA) de proveer a cada niño o adolescente de una educación gratuita en
planteles de carácter público, donde se brinde educación de la más alta calidad,
destinada justamente a hacer posible la integración de todos los niños y
adolescentes en un mundo cada más interdependiente, pero a la vez más
especializado. Por ello, toda persona que impida la inscripción o ingreso de un
niño o adolescente en una escuela, plantel o institución de educación pública, o
su permanencia en el mismo, será sujeto de la multa establecida en el artículo
226 de dicho texto legal.

En definitiva, el legislador quiso atender a la idea de que todo niño y adolescente


tiene el derecho a recibir, como mínimo, una educación gratuita e integral de la
más alta calidad, en instituciones públicas cercanas a su residencia; que cuenten

256
con espacios físicos, instalaciones y recursos pedagógicos necesarios (artículo 53
LOPNA), pero dejó a salvo la posibilidad, para estos mismos niños y
adolescentes de tener acceso a la educación privada, a los programas de
subvenciones, de carácter público o privado y a la educación especializada.

Todo ello, en mi opinión, sólo tiende a reiterar que cada ser humano es único; con
diverso potencial, inquietudes y gustos; que la educación a recibir, luego de
cumplir los requisitos mínimos propuestos por la educación básica y media, debe
ir acorde con tal potencial, inquietudes y gustos; que en definitiva no todos
podemos ni debemos recibir el mismo tipo de educación; lo cual en definitiva sólo
servirá para dignificar y clarificar, de una vez por todas, la idea de que los
diversos trabajos que un ser humano realiza son necesarios y útiles, todos y cada
uno de ellos, para la sociedad.

Violación de la confidencialidad (artículos 227 y 228):

Con la imposición de esta sanción el legislador ha buscado tratar de minimizar al


máximo la violación del derecho al honor, reputación, propia imagen, vida privada
e intimidad familiar de todo niño y adolescente (artículo 65 de la LOPNA). Por
ello, salvo que medie autorización judicial fundada en razones de seguridad u
orden público (Parágrafo Segundo del artículo 65 LOPNA), toda persona que
exhiba o divulgue, total o parcialmente, cualquier acto, declaración o documento
impreso o fotográfico contenido en procedimiento policial, administrativo, civil o
judicial relativo a niños o adolescentes, que sean sujetos activos o pasivos de un
hecho punible; o fotografías o ilustraciones de estos niños o adolescentes, que
permitan su identificación directa o indirectamente, será sujeto de multa que
puede ir, dada la gravedad de la falta, a juicio del juez de la causa, desde tres
meses a seis meses de ingreso.

En el caso de la infracción contenida en este artículo tenemos cuatro


comentarios:

257
a) El legislador no ha calificado el sujeto activo de la infracción. Por ello, puede
tratarse de un funcionario o persona directamente involucrada en el
procedimiento policial, administrativo, civil o judicial, o bien de una persona ajena
a tal proceso que obtenga la información y luego la divulgue. Podría pensarse, sin
embargo, que en el caso de estos últimos habría que probar, adicionalmente, la
ilicitud de los medios utilizados para obtener tal información. En mi opinión ello no
sería necesario. En efecto, en el caso de procedimientos policiales,
administrativos, civiles o judiciales relativos a niños o adolescentes, la manera por
la que se obtuvo la información con miras a establecer el carácter ilícito de la
conducta no procede, puesto que todos los procesos que involucren a niños o
adolescentes tienen carácter confidencial. Por ello, el mero hecho de que una
persona ajena a tal proceso obtenga información sobre el mismo es de por sí
antijurídico. Por tanto, la sola divulgación de la información contenida en uno
cualquiera de este tipo de procesos, ya lo hace incurso en los supuestos previstos
en el artículo 227.

b) El niño o adolescente, cuya identificación directa o indirecta, pueda ser posible


debido a la conducta del sujeto infractor del artículo 227 de la LOPNA puede
haber sido a su vez, bien sujeto pasivo o bien sujeto activo de un hecho punible.
En este caso, lo que el legislador pretende proteger es el derecho al honor,
reputación, propia imagen, vida privada e intimidad familiar de todo niño o
adolescente,, sin entrar a determinar si dicho niño o adolescente ha sido víctima o
victimario de un hecho que lo ha llevado a estar involucrado en un procedimiento
policial, administrativo, civil o judicial. En el caso de un adolescente victimario la
propia ley establece las medidas que le serán aplicables, así como la posibilidad
de su reinserción a la vida comunitaria, pero en ningún caso la privación de sus
derechos fundamentales como ser humano y sujeto de derechos, salvo los que se
derivan de la aplicación de las medidas en referencia.

c) En nuestra opinión, aún cuando la jurisprudencia debe dictar su interpretación


al respecto, la infracción contenida en el artículo 227 puede referirse a niños o

258
adolescentes que se encuentren muertos en el momento en que se produzca la
exhibición o divulgación total o parcial de cualquier acto, declaración o documento
impreso o fotográfico contenido en procedimiento policial, administrativo, civil o
judicial en el cual estuvieron inmersos en vida. Ello por cuanto el derecho al
respeto al honor, la reputación, la vida privada y la intimidad familiar son derechos
que trascienden la vida física de una persona.

d) Para que se produzca la infracción, no será necesario que el infractor haya


recibido beneficio alguno, patrimonial o de otra índole, como pago o recompensa
por la información divulgada. La propia divulgación es, en sí misma, el objeto de
la ilicitud.

El artículo 228 constituye una especie de apéndice del 227, pero prevé una multa
diferente e independiente de la contenida en el artículo 227 para el medio de
comunicación a través del cual se haya divulgado o exhibido, total o parcialmente,
cualquier acto, declaración o documento impreso o fotográfico contenido en
procedimiento policial, administrativo, civil o judicial relativo a niños o
adolescentes, sujetos activos o pasivos de un hecho punible, o fotografías o
ilustraciones de tales niños o adolescentes, que permitan, en forma directa o
indirecta, su identificación. En este supuesto, la LOPNA consagra una sanción
adicional al prever la suspensión, hasta por dos días continuos, de la transmisión
o publicación, dependiendo de si trata de medio de comunicación audiovisual o
impreso.

En el caso de medios de comunicación a través de los cuales se haya cometido la


infracción prevista en el artículo 227 de la LOPNA, el juez decidirá si, además de
la sanción prevista en tal artículo, impone al medio de comunicación involucrado
la sanción establecida en el artículo 228. En este sentido, el legislador ha previsto
la posibilidad de que la acción de exhibir o divulgar el acto, declaración,
documento impreso, fotografía o ilustración de niños o adolescentes involucrados
en un hecho punible haya sido obra exclusiva de la persona sancionada conforme
al artículo 227, sin que haya implicado intervención alguna de los representantes

259
del medio de comunicación en referencia, de los responsables designados por
dichos representantes o en definitiva de las personas, que de acuerdo a sus
funciones en el respectivo medio de comunicación, tienen la obligación de impedir
la comisión de este tipo de infracciones, o bien haya implicado la aquiescencia de
tales medios.

En todo caso, la prueba del desconocimiento de la infracción y por tanto la


imposibilidad de impedirla será materia a ser resuelta por el juez de la causa. Si el
juez juez decide que hay lugar para aplicar al medio de comunicación la multa a
que nos hemos referido anteriormente, también será procedente la suspensión de
la transmisión o publicación. Vale decir, la procedencia de la multa implica, en
forma automática, suspensión de la transmisión o publicación, y el juez sólo
deberá decidir, en base a la gravedad de la infracción, el lapso de tal suspensión
hasta un período de dos días continuos.

Como quiera que el legislador no distingue entre “suspensión.de la transmisión o


publicación”, debería interpretarse que en estos casos puede proceder tanto la
suspensión de la transmisión total del medio de comunicación como la del
programa en el cual la infracción se cometió. Lo mismo sucedería con un medio
de comunicación impreso en el cual la suspensión puede afectar la columna en la
cual se cometió la infracción o la publicación de todo el diario, semanario o revista
según se trate.

Entrada de niños o adolescentes a establecimientos donde se realicen juegos


de envite o azar (artículo 229):

En plena correspondencia con el derecho consagrado a todo niño o adolescente


a asistir a espectáculos acordes con su edad y que coadyuven con su educación
y su sano desarrollo, el legislador estableció una multa que va de uno a seis
meses de ingreso, para toda persona que permita la entrada de un niño o
adolescente a establecimientos donde se realicen juegos de envite o azar.
Nótese, que en este caso, el legislador tampoco diferenció entre los posibles
sujetos activos de esta infracción por lo cual en ella no sólo podrían estar incursas

260
las personas que trabajen en dichos establecimientos, y a cuyo cuidado se haya
dejado la entrada de los clientes al local de que se trate, sino a toda persona,
incluidos los padres, representantes o responsables del propio niño o
adolescente, que propicien y permitan la entrada de estos últimos a este tipo de
establecimientos.

El legislador, en este caso, también previó una sanción, independiente de la


anterior, a ser ejecutada directamente sobre el establecimiento donde se realizan
juegos de envite o azar, la cual consiste en su cierre hasta por un período de
cinco días. En este caso, el legislador ha dejado a la interpretación jurisprudencial
la determinación de las situaciones que ameritan, además de la imposición de la
multa, decretar el cierre del establecimiento en cuestión. En este caso, el
legislador fue cuidadoso al dejar a la discrecionalidad del juez de la causa, si la
gravedad de la infracción amerita, que también se imponga el cierre del
establecimiento y además, la determinación, en base a esta misma gravedad, de
la duración (hasta por un período de cinco días), de tal cierre. Con ello el
legislador, sin querer de ninguna manera ser laxo con tales establecimientos, deja
un espacio para que sus representantes puedan demostrar, en el curso del
procedimiento, su absoluto desconocimiento de la infracción cometida. Sin dejar
de reconocer que elementos como el anterior, y otros tantos de esta ley, serán
objeto de interpretación jurisprudencial, pienso que la prueba de tal
desconocimiento sólo puede prosperar si dichos representantes demuestran su
desconocimiento y el de las personas, que por sus propias funciones han sido por
ellos designados para estar al tanto de lo que ocurre en tal establecimiento.
Además, habría que demostrar si la infracción por la cual se sanciona a la
persona que permitió la entrada del niño o adolescente a tal establecimiento ha
tenido carácter aislado, puesto que la repetición de la infracción significaría, en mi
opinión, un indicio importante de que los representantes del establecimiento o las
personas designadas por ellos como responsables están al tanto de la infracción
allí cometida.

261
Alojamiento ilegal de un niño o adolescente (artículo 230):

Dadas las graves repercusiones que puede tener el que un niño o adolescente se
encuentre sin sus padres, representantes o responsables en un hotel, pensión,
motel o establecimiento semejante, el legislador ha sancionado con multa de uno
a tres meses de ingreso a quien aloje, en tales establecimientos, a un niño o
adolescente desacompañado por aquéllos, o sin la autorización escrita de éstos
mediante documento autenticado, o de autoridad competente, entiéndase el
Consejo de Protección del Niño y del Adolescente o una jefatura civil (artículo 391
de la LOPNA). En este caso, como el legislador no distingue el sujeto activo de la
infracción será tanto la persona, distinta de los padres, representantes o
responsables, que sin estar autorizada traslade y aloje en un hotel, pensión, motel
o establecimiento semejante a un niño o adolescente, como la persona que,
dentro de tales establecimientos, proporcione el alojamiento.

De acuerdo a la gravedad de la infracción el juez podrá decretar el cierre del


establecimiento de hospedaje por un período de entre cinco a quince días. Para
ello, deberá decidir sobre la procedencia de tal cierre, con base en elementos que
el legislador ha dejado abiertos a la interpretación jurisprudencial, y que deberían
estar referidos, en mi opinión, al conocimiento o desconocimiento de la infracción
por el representante o responsable de tal establecimiento, teniendo en cuenta
que la reiteración de la infracción implicaría, como mínimo, una presunción de
conocimiento que daría lugar a la imposición de la sanción de cierre.

Transporte ilegal de un niño o adolescente (artículo 231):

Los artículos 391, 392 y 393 de la LOPNA señalan que para que un niño o
adolescente pueda ser trasladado lícitamente dentro o fuera del territorio nacional
deben cumplirse ciertos requisitos: Que el traslado sea efectuado por ambos
padres, por el representante o el responsable; que el traslado lo realice uno de los
padres, con la autorización por documento autenticado del otro, en el caso de
viaje al exterior; que el traslado, cuando es efectuado por un tercero distinto a los
padres, representantes o responsables, haya sido por éstos autorizado mediante

262
documento autenticado, o por el Consejo de Protección del Niño y del
Adolescentes; y por último que el traslado sea autorizado por el juez. La Ley, en
esta materia, ha sido especialmente restrictiva entre otras cosas para evitar, en lo
posible, el tráfico de niños y las adopciones ilegales. Por tanto, la Ley sanciona
con multa de uno a diez meses de ingreso a quien transporte dentro o fuera del
territorio nacional a un niño o adolescente, sin la debida autorización.

Entrega ilegal de un niño o adolescente (artículo 232):

En forma paralela a la sanción del transporte ilegal de niños o adolescentes, la


LOPNA igualmente castiga con la misma multa de uno a diez meses de ingreso a
las personas, que teniendo bajo su cuidado (en virtud de patria potestad, tutela,
colocación familiar o en entidad de atención) a un niño o adolescente, lo entregue
sin la debida autorización judicial a un tercero.

En el caso de esta infracción, es importante señalar que el sujeto activo de la


misma será la persona que por mandato de la ley mantiene una relación de
representación y guarda con el niño o adolescente (caso de los padres en virtud
de la patria potestad; del tutor por causa de la tutela; de la persona que ostente la
representación del niño o adolescente, en el caso de la figura de la colocación
familiar). Pero también puede ser aplicado a las personas que simplemente
trabajan en una entidad de atención, sin ostentar la representación del niño o
adolescente, y que se valgan de su posición cercana en relación con algún niño o
adolescente para proceder a su entrega ilegal.

Además, se encuentran incursas en ella tanto la persona que teniendo la patria


potestad entrega a su hijo a un tercero, sin la debida autorización judicial, como
aquélla que trabajando en una entidad de atención, donde el niño o adolescente
es sujeto de una medida de protección, o bien en el sitio donde se le fijó el
cumplimiento de una medida de colocación familiar, sin la debida autorización
judicial, a sus padres de origen. Ello, por cuanto se entiende que si un niño o
adolescente ha sido sujeto de una medida de protección, que implica la
separación de su núcleo familiar de origen, tal medida de protección, siempre de

263
naturaleza judicial y de carácter excepcional, supone que previamente ha habido
una violación o amenaza de violación de sus derechos o garantías y que tal
medida fue dictada con el objeto de preservarlos o restituirlos. Por tanto, todas las
personas que presten sus servicios en una entidad de atención o en el lugar
donde se ejecuta la medida de colocación familiar deben respetarla, aún en
presencia de los padres de origen, siempre en beneficio del interés superior del
niño o adolescente.

Omisión de información acerca de la naturaleza de un espectáculo


público (artículo 233):

El legislador busca proteger con este artículo el derecho que tiene todo niño o
adolescente a presenciar los espectáculos acordes con su edad. En este caso, el
legislador sí calificó el sujeto activo de la infracción y determinó que es el
“responsable” del espectáculo público de que se trate,en caso de que se omita la
colocación, en un lugar visible y de fácil acceso, en la entrada del local de
exhibición, de la información sobre su naturaleza y acerca de la edad cronológica
permitida para su acceso.

Actuación de los medios de comunicación en desacuerdo con la ley


(artículo 234):

Este artículo contempla varios supuestos de infracción:

a) Sanciona a toda persona que transmita, por cualquier medio de comunicación


informaciones o imágenes en contraposición a la LOPNA. Pudiera pensarse que,
en este caso, se trata de una norma en blanco por cuanto supuestamente no
sería posible delimitar el alcance de la conducta ilícita. Pero no hace falta sino
volver la vista a los artículos 70 (mensajes de los medios de comunicación
acordes con necesidades de niños y adolescentes), 71 (garantía de mensajes e
informaciones adecuadas), 72 (programaciones dirigidas a niños y adolescentes),
74 (envoltura para los medios que contengan informaciones e imágenes
inadecuada para niños y adolescentes), 75 (informaciones e imágenes prohibidas

264
en medios dirigidos a niños o adolescentes) o 79 (prohibiciones para la protección
de los derechos de información y a un entorno sano) de la LOPNA para
aprehender los posibles supuestos de infracción.

b) Sanciona a toda persona que transmita, por cualquier medio de comunicación,


informaciones o imágenes en contraposición a las regulaciones de los órganos
competentes o en horario distinto al autorizado: El Parágrafo Segundo del artículo
73 pauta que el Consejo Nacional de Derechos es el responsable de definir las
orientaciones generales que deben ser seguidas por el Estado en materia de
fomento de materiales informativos, libros, publicaciones, obras artísticas y
producciones audiovisuales, radiofónicas y multimedias dirigidas a niños y
adolescentes. Siguiendo estas orientaciones generales, el órgano competente en
la materia deberá, fijar el horario en el cual los medios de comunicación deben
presentar sólo programación destinada a niños o adolescentes. La violación de
este horario o de cualquier otra regulación que tal órgano haya dictado, constituye
la conducta ilícita en el caso que nos ocupa.

c) Sanciona a toda persona que transmita, por cualquier medio de comunicación,


informaciones o imágenes sin aviso de clasificación. Al igual que en el caso de los
espectáculos públicos (artículo 233), todo medio de comunicación debe indicar al
momento de su puesta en circulación, el tipo de público al cual va dirigido la
información, imagen o programa que va a difundir. La violación de lo anterior
constituye la conducta transgresora en el caso que nos ocupa.

d) Sanciona a toda persona que transmita, por cualquier medio de comunicación,


informaciones o imágenes que hayan sido clasificadas como inadecuadas para
los niños o adolescentes admitidos al espectáculo: El artículo 79 (LOPNA)
prohibe “...admitir a niños y adolescentes en espectáculos o en salas de
exhibición ciematográficas, videográficas, televisivas, multimedias u otros
espectáculos similares...donde se exhiban mensajes y producciones cuando
éstos hayan sido clasificados como no adecuados para su edad”. Por tanto,en mi
opinión, la infracción en este caso (artículo 234 LOPNA) se cometería, aún en el

265
supuesto de que la transmisión en sí se efectuara en horario no especialmente
clasificado para niños o adolescentes, por cuanto la conducta ilícita se realizó en
el momento en que se admitió al espectáculo no adecuado para su edad a niños
o adolescentes, aun cuando tal espectáculo haya sido planificado para ser
difundido con posterioridad en horario no especificamente destinado a menores
de edad.

En estos casos, además de la multa para quien realice la transmisión, procede


también la suspensión de la programación del medio de comunicación por un
período de hasta dos días, a diferencia de otros supuestos señalados con
anterioridad. La razón de la diferencia está en que, en este supuesto, se trata de
programas o publicaciones que, por su propia naturaleza, han sido previamente
preparados lo cual hace muy difícil imaginar que las personas responsables del
programa o publicación no están al tanto de la conducta antijurídica. Caso distinto
pudiera ocurrir con la infracción contenida en el artículo 228 antes comentado, en
la cual, dada la inmediatez del tipo de información a ser transmitida, puede caber
la posibilidad de que los responsables de la transmisión no hayan sido informados
del tipo de imagen o información a ser difundida. Sin perjuicio de lo anterior, no se
me escapa que, en definitiva, la evaluación de los hechos, en los casos concretos
que se vayan presentando, será la que determinará el camino de interpretación
de las normas que ahora comentamos.

Suministro o entrega de material de difusión de imágenes o sonidos


(artículo 235) y suministro y exhibición de material impreso (artículo 236):

En este supuesto, el legislador ha dispuesto la imposición de una multa que va


desde uno a veinte meses de ingreso para quien venda, suministre o entregue a
un niño o adolescente videos, cassettes y, en general, material de difusión de
imágenes o sonidos por medios eléctricos, computarizados o electrónicos en
contraposición a esta ley, o en contraposición a las regulaciones de los órganos
competentes.

266
El artículo 78 garantiza el derecho de todo niño o adolescente a no tener acceso
a los juegos computarizados, electrónicos o multimedias que sean nocivos para
su salud o desarrollo. Por ello, la contravención a esta norma ha sido sancionada
con la multa antes referida. Como en el caso anterior, impuesta la multa, procede
igualmente el cierre del establecimiento en el cual la venta o el alquiler se llevó a
cabo, por un período de hasta cinco días, según la gravedad de la falta.

Pornografía con niños o adolescentes (artículo 237):

Como quiera que el sexo explícito con niños o adolescentes es considerado


delito, la infracción en este caso procede aún en el supuesto de que se trate de
sexo no explícito siempre que sea una escena pornográfica. En este supuesto,
los sujetos activos pueden ser tanto el que produzca la escena como el que la
dirija, participe en ella o la filme, fotografíe o publique. En mi criterio, como quiera
que las sanciones penales y las civiles tienen naturaleza diferente, en el supuesto
de sexo explícito con niños o adolescentes procedería, en forma conjunta, la
aplicación tanto de las sanciones penales correspondientes como de las multas
previstas en el artículo 237. Esta última interpretación es la que mejor se adapta a
la protección del interés superior del niño o adolescente.

Como medida adicional, el legislador prevé la incautación de la cinta, fotografía o


publicación, así como la suspensión de la obra o la transmisión del programa o
cinta.

Infracciones relacionadas con el trabajo de niños y adolescentes:

La LOPNA contempla varios supuestos: a) Admisión o lucro por trabajo de niños


(artículo 238); b) admisión o lucro por trabajo de adolescentes sin autorización
(artículo 239); c) admisión por trabajo de adolescentes sin inscripción en el
registro (artículo 240); d) admisión y permanencia en el trabajo sin examen
médico (artículo 241); omisión de inscripción en el Sistema de Seguridad Social
(artículo 242) y obstaculización de inspección y supervisión del trabajo de niños y
adolescentes (artículo 243):

267
Se ha dicho que la LOPNA establece, en materia laboral, una radical diferencia
en el tratamiento a niños y adolescentes. En el caso de los primeros, el trabajo
está prohibido. En el caso de los segundos, el legislador permite el trabajo
sometido a ciertos requisitos, como por ejemplo estar para ello autorizados,
cuando tienen entre doce a quince años de edad y estar inscritos en el Registro
de Adolescentes Trabajadores, cuando se trata de adolescentes entre quince y
dieciocho años de edad. Por tanto, quien admita a trabajar en su establecimiento
a un niño de ocho a doce años de edad u obtenga algún provecho o lucro del
trabajo de un niño de ocho a doce años de edad será sancionado con multa de
tres a seis meses de ingreso. Por su parte, quien admita a trabajar a un
adolescente sin la debida autorización tendrá multa de dos a cuatro meses de
ingreso, siendo dicha multa de uno a tres meses de ingreso para el supuesto de
quien admita a trabajar a un adolescente de quince a dieciocho años, sin
inscripción en el mencionado registro. En este último caso, el legislador no
contempló como sujeto activo al que obtenga lucro por el trabajo de adolescentes
de quince a dieciocho años, por cuanto sobreentiende que estas son edades en
las cuales la capacidad de discernimiento y por tanto las posibilidades de defensa
son mucho mayores que para un adolescente de doce, trece o catorce años.

En el caso de las personas que se lucran con el trabajo de niños o adolescentes


entre doce y quince años es importante aclarar que, en tal supuesto, pueden ser
subsumidos incluso los padres, representantes o responsables de dicho niño o
adolescente. En este último caso, la prueba de la carencia de recursos
económicos que motivaron el trabajo del niño o adolescente no será causal que
justifique, y por tanto libere de la imposición y pago de la multa, tal lucro. Tal falta
de recursos, o por el contrario la presencia de recursos patrimoniales, sólo podrá
ser tomada en cuenta por el juez a los efectos de aplicar el límite mínimo o el
máximo de la multa, pero no como causa de legitimación de la conducta indebida.

Incumplimiento de lapsos (artículo 244):

268
La idea principal contenida a lo largo de la LOPNA es la protección integral del
niño y del adolescente y la prioridad absoluta de sus derechos. Igualmente, y
como parte esencial de la garantía de estos derechos, la Ley redujo al máximo los
plazos en los procedimientos en los cuales intervengan niños o adolescentes y
estableció pautas específicas, de obligatorio cumplimiento, en el supuesto de
niños o adolescentes transgresores de la ley. Si la doctrina de la situación
irregular, con su carácter tutelar, dejaba al arbitrio del juez la suerte de los
menores transgresores, la doctrina de la protección integral delimita los pasos a
seguir y las medidas a las cuales deben aquéllos ser sometidos y, entre ellas, fija
que los adolescentes sólo pueden ser privados de libertad bajo determinadas
circunstancias y por tiempos perfectamente definidos por la ley. Por ello, el
incumplimiento de alguno de los plazos que han sido delimitados en la ley, a favor
de un adolescente privado de libertad es sancionado con multa de dos a seis
meses de ingreso.

Incumplimiento de los acuerdos conciliatorios (artículo 245):


Las Defensorías del Niño y del Adolescente son servicios que existían en nuestro
país aún antes de la LOPNA. Esta ley les da forma y estructura desde el punto de
vista jurídico reconociendo, a nivel normativo, la realidad ya existente en
Venezuela. Dentro de estas Defensorías, las partes en una disputa que involucre
intereses de un niño o adolescente, pueden llegar a acuerdos de carácter
voluntario, en materia que tengan carácter disponible, es decir, en las cuales no
esté presente el orden público, pero que son de obligatorio cumplimiento entre las
partes. El legislador le ha dado estructura a estos servicios, pues en la práctica
puede ser más fácil llegar a acuerdos en materia alimentaria, por sólo citar un
ejemplo, en el recinto de una Defensoría del Niño y del Adolescente, que en un
tribunal.

Sin embargo, no escapa al legislador la posibilidad de que la sede de la


Defensoría pueda ser utilizada por personas inescrupulosas como un instrumento
o forma de dilatar, en el tiempo, el cumplimiento de determinados deberes a favor

269
de niños o adolescentes. Ello por cuanto, a pesar del carácter obligatorio para las
partes de los acuerdos conciliatorios celebrados ante un Defensor del Niño y del
Adolescente, los mismos, por no haber sido celebrados ante autoridad judicial, no
son títulos ejecutivos. Ante ello, la LOPNA estipula dos vías de solución: En
primer lugar, el legislador sancionó que la homologación ante un juez de un
acuerdo conciliatorio le da dicho carácter ejecutivo, sin necesidad de juicio. En
segundo término, el legislador sanciona con multa de entre dos a seis meses de
ingreso a toda persona que incumpla un acuerdo de esta naturaleza, realizado
ante una Defensoría del Niño y del Adolescente.

Abandono o mala fe en trámites judiciales (artículo 246):

La LOPNA concede legitimidad para iniciar los diversos procedimientos allí


establecidos a un número bastante amplio de personas, con el fin de aumentar al
máximo, sin desconocer los principios de seguridad jurídica, la posibilidad de
defensa de derechos de niños o adolescentes, amenazados o violados. Dado
ello, el legislador ha previsto en los juicios administrativos, por ejemplo, que
iniciado el procedimiento, la falta de actuación de la persona que lo hubiera
instaurado no ocasiona la perención de la instancia (artículo 292), por lo cual el
proceso continuará en beneficio del niño o adolescente en él involucrado.
Igualmente, el legislador sanciona con multa de uno a tres meses de ingreso al
que abandone injustificadamente un trámite judicial que haya iniciado y que
involucre a un niño o adolescente.

De la misma manera, y en aras de propiciar la denuncia de hechos que revistan


carácter penal y de los cuales hayan sido víctimas niños o adolescentes, la
LOPNA (artículo 285) consagra que contra el denunciante de hechos penales que
actúe en protección de niños o adolescentes no se admite acción, salvo casos de
mala fe. Por ello, el mismo artículo 246, en su Parágrafo Primero establece
sanción a quien de mala fe haya instado, desistido o entorpecido un trámite
judicial que involucre a un niño o adolescente.

270
Con relación a este Parágrafo Primero, pudiera presentarse la duda acerca de la
necesidad de que la persona que entorpezca un trámite judicial que involucre a
un niño o adolescente haya sido la misma que haya instaurado dicho proceso,
toda vez que en el encabezamiento del artículo la conjunción “y” conecta los
elementos “quien injustificadamente abandone un trámite judicial”, “que hubiere
instado” y “que involucre a un niño o adolescente”. La duda podría presentarse
por cuanto el supuesto del Parágrafo Primero del mismo artículo hace referencia
a quien de mala fe haya instado, desistido o entorpecido “el referido trámite”, con
lo cual se llevaría al intérprete al trámite judicial referido en el encabezamiento del
artículo, que no es otro que el que une indisolublemente las condiciones de que la
misma persona haya instaurado el trámite judicial que involucre a niños o
adolescentes y que después sea la misma que lo abandone en forma
injustificada. Según esta primera interpretación, sólo sería entonces sancionado
aquél que abandone un trámite judicial que él mismo hubiere instaurado, siempre
que tal trámite involucre a un niño o adolescente. Sin embargo, la propia ley
(artículo 8 LOPNA) señala como uno de los principios básicos de su
interpretación el interés superior del niño o adolescente por lo cual, en mi opinión,
la sanción también podría ser aplicada a toda persona que entorpezca un trámite
judicial que involucre a un niño o adolescente, aun cuando la persona que efectúe
la acción entorpecedora no sea la misma que inició dicho trámite. Con ello, se
estaría previendo la posibilidad de sancionar a personas inescrupulosas que, por
ejemplo, dentro de la propia Sala de Juicio, incurran en dicha conducta
entorpecedora en el curso de un procedimiento en el cual esté involucrado un
niño o adolescente.

Abstención de los Consejeros (Artículo 247):

La idea subyacente en toda la LOPNA es facilitar al máximo la aplicación de


justicia en el caso de niños y adolescentes. Es por ello que los lapsos procesales,
tanto en el área administrativa como en la judicial, son especialmente reducidos.
Por tanto, la denegación de justicia o su equivalente la justicia tardía es

271
sancionada en su texto. Como quiera que los miembros del Consejo de
Protección del Niño y del Adolescente han sido nombrados para proveer justicia
en sede administrativa, su abstención en decidir en los plazos fijados por la ley es
sancionada con multa que va desde uno a tres meses de ingreso.

8.- Cálculo de las multas

Con relación a la forma de cálculo de las multas impuestas, la Ley de Protección


del Niño y del Adolescente acogió la idea de fijar dichas multas por meses de
ingreso, lo cual pretende que la afectación del nivel de vida del actor del hecho
ilícito sea lo más igualitaria posible. En efecto, el concepto de ingreso, aún
cuando no definido expresamente en la ley, por cuanto el legislador estimó más
prudente dejar a la jurisprudencia la fijación de sus límites y criterios, debe
extenderse, en todo caso, a todos los recursos patrimoniales que perciba
mensualmente el agente activo del hecho ilícito. La idea de que la afectación del
nivel de vida del actor del hecho ilícito sea lo más igualitaria posible no se
lograría, si hubiéramos tomado como base para el cálculo de la multa a ser
impuesta sumas determinadas de dinero o días de salario, puesto que en el caso
de las personas con más recursos económicos, éstos no provienen
necesariamente de trabajos asalariados. En cuanto a la forma de cálculo, el
legislador acogió, por parecerle la opción más equitativa, la de que se haga en
base al ingreso mensual ,que perciba el sancionado, en el curso del mes en que
el juez de la causa sentencie la infracción e imponga la respectiva sanción
(artículo 248).

Como quiera que siempre existe la posibilidad de que la infracción sea cometida
por personas naturales, pero en función de los servicios que presten a personas
jurídicas, la LOPNA previó que si las infracciones a que se refiere la Sección
Segunda del Capítulo IX del Título III son realizadas por personas naturales, que
trabajen para personas jurídicas y en razón de sus funciones, se le impondrá, a
esta última, una multa equivalente a la infracción correspondiente, calculada en
base al ingreso más alto de su nómina (artículo 249). En este supuesto, sería

272
aplicable en forma concomitante, tanto la multa para la persona natural que
cometió la infracción,como para la persona jurídica para la cual aquélla trabaja.

Igualmente, la LOPNA prevé otras formas de sanción distintas a la imposición de


multas como son los cierres de locales, retiro de circulación, incautaciones y
restituciones, que en algunas circunstancias pueden resultar incluso mucho más
aleccionadoras que la imposición de multas, como sería el caso de cierre de
medios de comunicación o locales comerciales.

9.- Destino de las multas

La disposición de que las multas impuestas reviertan en beneficio de los niños y


adolescentes, al destinarlas a los Fondos de Protección, está acorde con la idea
de que la multa no tiene un fin compensatorio para la víctima del hecho ilícito,
sino que conserva su carácter de cantidad patrimonial destinada a sancionar, con
montos predeterminados o determinables, la comisión de una conducta irregular,
que es básicamente lo que caracteriza a este tipo de sanciones. Sin embargo, en
el caso de las multas contenidas en la LOPNA el monto pagado no revierte a toda
la colectividad en la cual se produjo la infracción, como sucedería generalmente
con las multas, sino que su monto deberá ser depositado en el Fondo de
Protección del Niño y del Adolescente del municipio donde se produjo dicha
actuación irregular, lo cual garantiza que su monto será utilizado única y
exclusivamente en gastos destinados, en primer lug, al financiamiento de
programas específicos de protección y atención a niños y adolescentes; en
segundo término, al financiamiento de programas de capacitación, investigación y
divulgación; luego al financiamiento de programas de protección jurídica,
comunicacionales y culturales, y por último y con carácter excepcional al
financiamiento de políticas sociales básicas (artículo 334). Se garantiza de esta
manera, igualmente, que el monto de tales multas no podrá ser destinado para el
pago o financiamiento de gastos administrativos tal como lo consagra el artículo
333 LOPNA.

10.- Forma de pago y plazo para cancelar las multas

273
Con relación a la forma de pago y el plazo para cancelar una multa impuesta, los
artículos 251 y 252 disponen que el monto de dichas multas debe ser enterado en
cualquier institución financiera autorizada y deberán ser acreditadas al Fondo de
Protección del Niño y del Adolescente que corresponda, es decir aquél que
funcione en el municipio donde la infracción se cometió, salvo el caso de medio
de comunicación de alcance nacional, supuesto en el cual dicho monto será
pagado a beneficio del Fondo Nacional de Protección del Niño y del Adolescente
(artículo 250). Las multas deben ser pagadas en un plazo máximo de ocho días
hábiles, contados a partir del momento en que se produzca la notificación de su
imposición al infractor, so pena de ser gravadas con un recargo del doce por
ciento anual sobre el monto original, en carácter de mora (artículo 252).

11.- A manera de comentario final

Por último, no escapa a quien esto suscribe, que varios de los puntos aquí
tratados deberán ser objeto de análisis por parte de los jueces que actúen en
estas causas, los cuales, en definitiva, sentarán el camino por el cual debe
interpretarse la LOPNA. Otros, deberán aún ser materia de reglamentación. Por
ello, los comentarios anteriores sólo han sido un primer intento de fijar, o
simplemente compartir con el lector, las ideas que surgieron en quienes
participamos en su proceso creador y aquéllas que han ido apareciendo en el
curso de estos casi dos años desde su promulgación.

Nuestro gran poeta Andrés Eloy Blanco dijo una vez en su poemario Giraluna:

“Cuando se tiene un hijo

se tienen todos los hijos de la tierra

...

Y cuando se tienen dos hijos

se tiene el mundo adentro

y el corazón afuera...”

274
¿Teníamos que esperar que apareciera esta Ley Orgánica de Protección del Niño
y del Adolescente para entender una verdad tan simple y que ya nos había sido
revelada desde hace tantos años? Lamentablemente parece que sí. En todo
caso, más allá del análisis jurídico, esta ley que entrará en vigencia el próximo
abril, debe ser interpretada como para ser aplicada a cada uno de nuestros
propios hijos. Sólo así podrá aflorar toda la “magia” en ella contenida.

275
LAS SANCIONES PENALES EN LA LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN
DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

José Luis Irazu Silva

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA), en el


marco del Sistema de Protección, y para garantizar a la infancia y adolescencia
del país el pleno goce de sus derechos, organiza a la familia, la sociedad y el
Estado; conceptúa políticas, programas y medidas; instituye órganos y entidades;
crea acciones y procedimientos; aprovisiona recursos y, finalmente, define
sanciones por infracciones a la protección debida, las cuales clasifica en civiles y
penales, reservando a éstas como último recurso para la protección de los bienes
jurídicos consagrados en favor de niños y adolescentes.

Pero, la ley recurre a las sanciones penales, atendiendo a su carácter


“fragmentario”, “subsidiario” y en cuanto a sus medios, “exclusivo”.

La primera de estas características quiere señalar que ninguna sociedad puede


proteger todos sus bienes con la misma intensidad; el Derecho Penal pierde su
eficacia si su uso no se limita a la protección de los valores más fundamentales.
El segundo aspecto está vinculado con la existencia de otros medios extra
penales de regulación social. Debido a la procedencia de estos medios, la función
del Derecho Penal es sólo la última línea de defensa frente a comportamientos no
deseables. El tercer rasgo se debe a la circunstancia que las reacciones penales
se justifican sola y exclusivamente por su finalidad de combatir la criminalidad.
Emplear penas con propósitos organizadores, económicos o políticos constituye
la pérdida de su contenido ético social justificante.

Así, un sistema que interviene sin atención a la gravedad de la causa, a los


medios alternativos posibles o sin atención a la finalidad exclusivamente
protectora, fracasa con toda seguridad.

276
II

La ley trae algunas disposiciones de carácter general, relativas a las sanciones


penales, que se estimaron necesarias en pro de una cabal protección al niño y al
adolescente. Son ellas:

a) La declaratoria de acción pública de todos los hechos punibles - delitos y faltas


-, cuyas víctimas sean niños y adolescentes (artículo 216, LOPNA). Esta
disposición tiene una doble función, por una parte obliga al Ministerio Público a
ejercer la acción penal (artículo 11, Código Orgánico Procesal Penal-COPP) y por
la otra, excluye el procedimiento especial previsto para los delitos de acción
privada, las formalidades especiales a que el mismo está sometido y los efectos
del desistimiento o abandono del trámite (arts. 412 al 414, del COPP).

Se garantiza así la persecución y el eventual castigo para quien delinca en


perjuicio de un niño o adolescente, con prescindencia de la voluntad y la
diligencia de su representante legal. Esta situación cobra especial significación
cuando se trata de delitos que comúnmente afectan a este grupo etareo, como
son las graves e injustas amenazas (art. 176, último aparte del Código Penal), la
violación de la correspondencia (arts. 186 y ss. del C. Penal), el hacerse justicia
por mano propia con violencia contra la persona (art. 271 al C.P.) y la difamación
y la injuria (arts. 444 y 446 del C.P.). Se atiende así a las disposiciones de los
artículos 12, 13, 14, 15 y 16 de la Convención Sobre los Derechos del Niño
relativos a la libertad de juicio, expresión, pensamiento, asociación y al respeto a
la vida privada, domicilio, correspondencia y honra de niños y adolescentes,
ampliamente desarrollados en los artículos 28, 35, 65, 66, 67, 80, 82, 83 y 84 de
la LOPNA.

b) La proscripción de fueros y privilegios que constituyen obstáculos procesales,


salvo los de naturaleza constitucional (art. 216, único aparte, LOPNA).

De este modo, sólo los altos funcionarios señalados en los ordinales 2° y 3° del
artículo 266 de la nueva Constitución de la República, son objeto de la

277
declaratoria de mérito para el enjuiciamiento, por parte del Tribunal Supremo de
Justicia.

La abolición de las instituciones del nudo hecho y del antejuicio de mérito,


protectoras de todo funcionario público y especialmente invocadas como
obstáculo para la averiguación y sanción de hechos punibles cometidos por
abuso de autoridad, constituye un avance fundamental en la lucha contra la
impunidad, muy concretamente en casos de malos tratos, tortura, lesiones e
incluso muerte de niños y adolescentes. Se da así cumplimiento al art. 19 de la
Convención Sobre los Derechos del Niño (C.D.N.) y art. 32 de la LOPNA.

c) La consagración como circunstancia agravante de todo hecho punible, a los


efectos del cálculo de la pena, que la víctima sea un niño o adolescente (art. 217
de la LOPNA). En este sentido, atendiendo al principio del interés superior del
niño previsto en el art. 3° de la Convención y 8° de la LOPNA, se privilegia la
penalización de los hechos punibles que los afecten. Resulta de toda lógica
entender que un delito reviste particular gravedad si se perpetra contra una
persona en desarrollo, con mayor dificultad de elaborar el trauma que ello implica
y cuyas vivencias a edad temprana contribuyen a moldear su definitiva
personalidad.

Por tanto, al listado de circunstancias agravantes genéricas previsto en el art. 77


del C.P., debe agregarse esta otra, a efectos de agravar la pena correspondiente
al delito cometido, o compensarla con las circunstancias atenuantes que
concurran, en los términos del art. 37 ejusdem.

Naturalmente, no producirá el efecto de aumentar la pena esta circunstancia


agravante, cuando se trate de tipos delictivos cuyo sujeto pasivo calificado sea un
niño o adolescente, o cuando sea de tal manera inherente al delito que sin ella no
pudiera cometerse; todo en atención a la prohibición de doble incriminación de la
misma circunstancia de hecho, a que se contrae el art. 79 del C. Penal;

278
d) La disposición de privilegiar la aplicación del tipo más gravoso, ante la
concurrencia de varios tipos penales que definan y castiguen la misma conducta
en perjuicio de un niño o de un adolescente (art. 218 de la LOPNA).

Se entiende por concurso de tipos el fenómeno en virtud del cual una misma
conducta parece subsumirse, a la vez, en diversos tipos penales de tal manera
que el juez, no pudiendo aplicarlos correctamente, sin violar el principio del non
bis in ídem, debe resolver concretamente a cual de ellos se adecua el
comportamiento.

Por virtud del principio comentado, la LOPNA soluciona el problema al ordenar, si


el conflicto de leyes es real, aplicar como ley especial, la que mejor protege a
niños y adolescentes, que es la que mayor pena imponga a quienes delincan en
su perjuicio;

e) La incorporación al derecho positivo de la figura de la comisión por omisión o


de la omisión impropia (art. 219 de la LOPNA). Esta figura, de amplio arraigo en
la doctrina penal, permite sancionar penalmente por un delito de acción a quien
provoca por omisión el mismo resultado, siempre que se encuentre en posición
de garante.

Tradicionalmente, se ha dividido la conducta humana en acciones y omisiones y


así, las normas mandan o prohiben. Se prohibe matar, se manda dar parte a la
autoridad de ciertos sucesos. No es idéntico matar que dejar morir.

Surge el problema de los padres que dejan morir a los hijos de inanición; o de
otro responsable que cause el mismo resultado por falta de atención; o de quien
provoca un peligro y cuando éste se concreta contra alguien, no evita que sea
víctima de él. En propiedad, no se ha accionado un arma para matar o se ha
producido un naufragio con el mismo propósito. Sin embargo ocurre el resultado
muerte.

La razón indica que no es lo mismo que un padre deje morir a un niño, a que la
vecina, sabiendo que esto probablemente ocurrirá porque aquél no lo alimenta,

279
tampoco lo haga. Y ello es así por cuanto el padre tiene la obligación de alimento
y cuido y la vecina, tan solo, el deber de denunciar la situación de peligro. Ambos
dejaron de hacer lo que debían, pero el primero ha matado y la segunda sólo ha
omitido denunciar. Esta asimilación de la omisión a la acción permite el castigo de
los delitos de omisión, cuando se atribuyan al obligado legal o contractual o al
provocador correspondiente, es decir a quien quebrante su posición de garante
de la integridad de la víctima, en este caso un niño o adolescente.

El enjuiciamiento de los delitos tipificados por la LOPNA, corresponde a la


jurisdicción penal ordinaria y el procedimiento a seguir es también el ordinario,
entendiéndose por tal -no el así denominado por el COPP- sino el que
ordinariamente corresponda a la entidad del hecho punible, a la forma de
aprehensión, a que el sujeto admita o no los hechos, etc.

El art. 684 de la LOPNA deroga los arts. 413 y 439 del C. Penal que tipifican el
infanticidio y el abandono por honor, por ser evidentemente discriminatorios.

III

La LOPNA define y castiga con pena de prisión, veintitrés tipos delictivos, varios
de los cuales tienen su antecedente en el Código Penal, pero han sufrido alguna
modificación y otros, son incluidos por vez primera en el derecho positivo.

Dentro de la escala de protección de los bienes jurídicos a los que atiende la ley,
se recurre en primer término a sanciones civiles, con la ventaja de que el espectro
de medidas va más allá de las multas y permite la intervención del juez de
protección en el cierre de locales, suspensión de programas, retiro de circulación
de impresos y videos, incautaciones, restituciones, revocatoria de licencias y
permisos, etc. Sólo los atentados más violentos o fraudulentos contra los bienes
jurídicos fundamentales son objeto de sanción penal.

Así, se penaliza por vez primera la tortura bajo esta denominación (art. 253 de la
LOPNA), dejando atrás el recurso de incluirla como violencia privada, coacción,
lesiones u homicidio, según el caso. Esta disposición y el trato cruel (art. 254 de

280
la LOPNA) diferencian la coacción física o psíquica que inflinge el funcionario
público, con el propósito de obtener información, de otras violaciones menores
ocurridas en entidades de atención u otras instituciones, o en el curso de
procedimientos administrativos o judiciales que se sancionan civilmente (arts. 220
y 221 de la LOPNA).

En el orden a la protección del trabajo o frente al trabajo, se sancionan


penalmente el trabajo forzoso y la admisión o lucro por trabajo contraindicado
(arts. 255 y 256 de la LOPNA), en tanto que el trabajo de niños, el de
adolescentes sin la debida autorización, sin la correspondiente inscripción en el
Registro, o sin previo examen médico integral, se sancionan civilmente (arts. 238,
239, 240 y 241 de la LOPNA).

La incitación o el lucro por la actividad sexual de un niño o adolescente y el abuso


sexual son sancionados penalmente (arts. 258 y 259 de la LOPNA), con
agravación específica si el acto sexual implica penetración genital, anal u oral o si
el culpable ejerce sobre la víctima autoridad, guarda o vigilancia, en tanto que la
utilización de un niño o adolescente en una escena pornográfica que no implique
sexo explícito y que no tenga la finalidad de lucro a que se refiere la explotación
sexual, conlleva a una severa sanción civil (art. 237 de la LOPNA).

Se sancionan penalmente el suministro de armas, municiones, explosivos, fuegos


artificiales y sustancias nocivas a niños o adolescentes (arts. 261, 262 y 263 de la
LOPNA) previéndose incluso el cierre de los establecimientos infractores. El porte
ilícito de armas se ha convertido en fuente de una violenta e incontrolada
criminalidad que afecta a niños y adolescentes como víctimas y victimarios; al
castigarse severamente a quien suministre armas a niños y adolescentes se
pretende evitar los graves riesgos que se corren de que atenten, intencional o
culposamente, contra sí mismos o contra terceros. Las sustancias nocivas a que
se contrae el nuevo tipo, son todas aquellas que sin poder considerarse
estupefacientes o psicotrópicos en los términos de la Ley Orgánica Sobre
Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicos, puedan causar dependencia física o

281
psíquica, como algunos pegamentos de los que frecuentemente se abusa, y las
bebidas alcohólicas, en sintonía con el art. 51 de la LOPNA, que consagra la
protección contra las mismas. En relación a los fuegos artificiales, si bien se
utilizan comúnmente con fines de diversión y ornamento en especiales ocasiones,
pese a la prohibición administrativa que de ordinario se produce, los
expendedores no tienen reparo alguno en venderla a niños y adolescentes, que al
manipularlas incorrectamente se causan severos daños o los causan a terceros y
a la propiedad, por lo que se optó por sancionar penalmente tal conducta.

Hecho cada vez más frecuente y sumamente preocupante, además de la


cantidad de menores de edad armados a la que se hizo referencia, es la
concurrencia de éstos con adultos en la comisión de hechos delictivos y lo que es
peor aún, que éstos no sean producto de una súbita resolución sino la tarea de
bandas o asociaciones criminales que operan en determinados lugares, o bajo
precisas modalidades y que se sirven de niños y adolescentes bajo el amparo de
su inimputabilidad. La ley, para brindar la protección de estos frente a los
propósitos criminales de los adultos y aún a los suyos propios, define y castiga
como delitos autónomos, que concurren materialmente con el delito fin, tanto el
uso como la inclusión de niños o adolescentes en eventos o en grupos criminales
(arts. 264 y 265 de la LOPNA).

Así por vía de ejemplo, si A forma parte de una asociación criminal que incluye a
un adolescente, suministra a ese adolescente un arma y comete con él un robo,
responderá por los delitos de robo agravado, suministro de arma, uso del
adolescente para delinquir e inclusión de adolescente en grupo criminal, todos en
concurso real o material.

El artículo 35 de la Convención obliga a los Estados parte a tomar las medidas


necesarias para impedir el secuestro, la venta o la trata de niños para cualquier
fin o en cualquier forma. En tal sentido la LOPNA crea sanciones civiles para las
figuras del alojamiento, transporte y entrega ilegal de niños o adolescentes (arts.
230, 231 y 232) y sanciones penales para las figuras del tráfico internacional,

282
lucro por entrega y sustracción y retención de niños y adolescentes (arts. 266,
267 y 272).

Se privilegian los derechos y garantías procesales instituidos en favor de niños y


adolescentes, sancionando civilmente el incumplimiento de lapsos, de acuerdos
conciliatorios y el abandono o mala fe en trámites judiciales (arts. 244, 245 y 246
de la LOPNA); y penalmente la privación ilegítima de libertad, la falta de
notificación de la detención, el desacato a la autoridad, el falso testimonio, el
suministro de documento o dato falso, agravados si la falsedad es causa de la
privación o extinción de la patria potestad, de una determinación indebida de la
obligación alimentaria o de una sentencia condenatoria contra un adolescente
(arts. 268, 269, 270 y 271 de la LOPNA).

Gravísimo problema, generador de toda suerte de injusticias es la falta de


identificación de la población, por ello la LOPNA sanciona civilmente al padre,
representante o responsable que no asegure al niño o adolescente su derecho a
ser inscrito y obtener sus documentos de identidad o al funcionario público que
entorpezca, impida, o retrase los trámites pertinentes (art. 224 y 225), pero
penalmente al médico, enfermero o encargado del servicio de salud que omita
identificar correctamente al neonato y a la parturienta, y a la autoridad civil que
indebidamente omita inscribir o deniegue el registro de nacimiento (art. 273).
Novedad, es la posibilidad de cometer tal delito en forma culposa, vale decir por
falta de diligencia o pericia.

El artículo 48 de la LOPNA consagra el derecho de niños y adolescentes a recibir


atención médica de emergencia, no pudiendo negarse ésta alegando razones
injustificadas tales como: la ausencia de los padres o responsables, la carencia
de documentos de identidad o de recursos económicos, en sintonía con lo cual se
sanciona penalmente al médico, enfermero o encargado de servicio de salud que
omita tal atención (art. 274).

Finalmente, se consagra como delito de omisión la falta de denuncia inmediata de


un hecho del que haya sido víctima un niño o un adolescente, por quien tenga la

283
obligación de hacerlo (art. 275 de la LOPNA). Cabría recordar que por regla
general la denuncia no es sino un deber moral, salvo en aquellos casos en que se
disponga expresamente como obligación legal, tal es el caso de los Consejos de
Protección, que tienen como atribución denunciar ante el Ministerio Público,
cuando conozcan o reciban información de situaciones que configuren
infracciones de carácter administrativo, penal o civil contra niños y adolescentes
(art. 160, literal d).

IV

El aspecto sancionatorio del Sistema de Protección ha cuidado el caer en


excesos, atendiendo al principio de delimitación que pone al medio empleado en
relación con la finalidad pretendida, es decir, contiene las órdenes de
proporcionalidad y de necesidad.

De allí derivó que se haya elegido, en cada caso, la intervención estatal que
menos grave sea al ciudadano interesado y que ofrezca al mismo tiempo grandes
posibilidades para obtener tal finalidad.

284
PREVISION Y APROVISIONAMIENTO DE RECURSOS ECONOMICOS.

FONDOS DE PROTECCION DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

María Faustina Medori

Sumario: Introducción. 1.- Definición del Fondo de Protección. 2.- Naturaleza


Jurídica. 3.- Objetivo del Fondo. 4.- Prioridades en la distribución de recursos. 5.-
Obligación de aprovisionamiento. 6.- Fuentes de aprovisionamiento. 7.-
Adscripción y administración. 8.- Control de la administración. 9.- Atribuciones de
los Consejos de Derechos en relación a los Fondos de Protección. 10.- Plan de
acción y de aplicación. 11.- Atribuciones del administrador. 12.- Normas de
funcionamiento. 13.- Fuentes de aprovisionamiento de los Fondos Estadales y
Municipales de Protección. 14.- Deducción antes del Impuesto sobre la Renta.

Introducción

Entre las previsiones de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente (LOPNA), contenidas en el Título III - Sistema de Protección -, y
destinadas a garantizar los derechos difusos e individuales de niños y
adolescentes, se encuentran una serie de estrategias para la ejecución de
programas, acciones o servicios de protección y atención al niño y al adolescente,
y en particular, regulaciones relativas a los recursos financieros y no financieros.
En efecto, el proceso de transferencia de competencias y servicios, en materia
de niños y adolescentes, del poder nacional a estados y municipios, requiere de
grandes recursos. Para asegurarlos, la Ley - en el Capítulo XIII del Título III,
artículos 331 al 343 creó un sistema de Fondos de Protección del Niño y del
Adolescente, que deberán operar de acuerdo a los extremos por ella definidos, y

285
que, en consecuencia, crean derechos subjetivos 98 e intereses legítimos a favor
de los niños y adolescentes.

1.- Definición del Fondo de Protección.

El artículo 331 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente
define el Fondo de Protección, como “ el conjunto de recursos, financieros y no
financieros, que a nivel nacional, estadal y municipal queda vinculado, ...a la
ejecución de programas, acciones o servicios de protección y atención al niño y al
adolescente”. En esta forma, el Fondo se concibe, ante todo, como un conjunto
de recursos, como el medio económico del Sistema de Protección, que permite
ejecutar los programas y servicios dirigidos a la infancia y juventud.

Este Fondo debe existir en los tres niveles de gobierno. En consecuencia, por
mandato de la Ley, debe crearse a nivel central, un Fondo Nacional de
Protección; los Fondos Estadales de Protección, a nivel estadal y los Fondos
Municipales de Protección, en los municipios.

Se trata de un mecanismo financiero creado por ley u ordenanza, a los fines de la


gestión autónoma de determinado servicio o actividad, sin necesidad de crear un
ente distinto con personalidad jurídica.

2.- Naturaleza Jurídica de los Fondos de Protección.

El artículo 332 establece la naturaleza jurídica de los Fondos de Protección en los


siguientes términos: “Los Fondos de Protección del Niño y del Adolescente, a
nivel nacional, estadal y municipal funcionarán en cada jurisdicción como
servicios autónomos, sin personalidad jurídica”

Los servicios autónomos, sin personalidad jurídica, tienen las siguientes carac-
terísticas:

 No constituyen una forma institucional.

98
Derecho Subjetivo: Poder o facultad concedido a una persona (individual o colectiva)
por el derecho objetivo, de hacer, poseer o exigir algo. Derecho Objetivo: Conjunto de
normas imperativas atributivas que rigen la conducta humana en la vida social.

286
 Implica una excepción al principio de la universalidad presupuestaria.

 Tiene autonomía relativa de gestión administrativa y presupuestaria.

 Es el único caso permitido en la Ley Orgánica de Régimen Presupuestario, en


que una dependencia de la administración pública puede administrar recursos
autónomamente.

 Su régimen interno depende de la Ley Orgánica de Régimen Presupuestario.

 Su autonomía presupuestaria le permite afectar los ingresos que resulten de


su gestión.

 No tienen cualidad necesaria para ser titulares de derechos y obligaciones.

Estas características, relacionadas con el Fondo, ameritan algunos comentarios:

Según el artículo 16 de la Ley Orgánica de Régimen Presupuestario, el Principio


de la Universalidad significa “que no se podrá destinar específicamente el
producto de ningún ramo de ingresos con el fin de atender el pago de
determinado gastos.” Pero el mismo artículo, en el numeral quinto, establece
como excepción a dicho principio que los servicios autónomos, sin personalidad
jurídica pueden afectar ingresos y gastos específicamente. En tal sentido, lo que
resulte de la gestión de su administración como ingresos, pueden destinarse al
gasto específico para lograr los objetivo para el cual fue creado, sin necesidad de
autorización por parte de los órganos de la administración pública. En esto, se
concreta su autonomía.

Además, por ser una excepción al principio de la universalidad, las asignaciones


del Fondo de Protección no ingresan al Tesoro nacional, estadal y municipal,
manejándose como una cuenta aparte del presupuesto global.

Se supone que el legislador optó por decretar los Fondos de Protección como
servicios autónomos, sin personalidad jurídica, a fin de asegurar recursos que se
asignaran a la protección y atención de niños y adolescentes específicamente y
que no se utilizaran para otros propósitos.

287
3.- Objetivo del Fondo.

Conforme establece el artículo 333 de la LOPNA, el objetivo de los Fondos es el


financiamiento de programas específicos para la protección y atención de niños y
adolescentes.

Es importante destacar la prohibición expresa de la Ley, en cuanto a que, en


ningún caso, pueden utilizarse los recursos de los Fondos de Protección del Niño
y del Adolescente para el pago o financiamiento de gastos administrativos
(personal administrativo, material de oficina, gastos de funcionamiento: luz, agua,
teléfono, etc.).

Con relación a la disposición contenida en el artículo 333 ejusdem, es necesario


hacer las siguientes reflexiones:

a) Los recursos asignados al Fondo, no pueden ser utilizados o destinados a


gastos administrativos, en tal virtud, las autoridades competentes, en cada nivel
de gobierno, en sus respectivos presupuestos, tendrán que hacer el apartado
presupuestario correspondiente para cubrir los gastos de administración y
asegurar con ello la operatividad del Fondo.

La ley asegura, en todo caso, que los recursos sean destinados exclusivamente
al financiamiento de programas, acciones o servicios específicos a la protección y
atención al niño y adolescente, por lo que los recursos del Fondo no pueden ser
reasignados a otros programas, proyectos o partidas.

b) Con relación a posibles problemas presupuestarios para la implementación de


las nuevos órganos administrativos, creados por la ley, es importante destacar el
especial cuidado en minimizar los gastos administrativos generados por su
creación. Obsérvese que el cargo de miembro de los Consejos de Derechos no
es remunerado, y que el pago de los tres integrantes de los Consejos de
Protección, no afecta al Fondo, sino a los respectivos presupuestos municipales.

c) Al Fondo de Protección no se le atribuyen créditos en el presupuesto, sino que


se le asignan recursos. Debemos repetir que no se podrá sustraer los recursos

288
asignados al Fondo de Protección para atender otras necesidades, puesto que
estos recursos se encuentran fuera de la órbita del presupuesto, correspondiendo
exclusivamente a programas, acciones o servicios de atención y protección de
niños y adolescentes.

d) Igualmente no se le podrá aplicar al Fondo de Protección el mecanismo de


“Traspaso de Crédito Presupuestario”, el cual consiste, a tenor de lo dispuesto en
la Ley Orgánica de Régimen Presupuestario, “en una reasignación de créditos
presupuestarios que no afecta el total de gastos” (artículo 37, primer aparte).

e) Con relación a la figura de los créditos adicionales para cubrir gastos


necesarios en la administración pública, no previstos en las leyes u ordenanzas
de presupuesto o créditos presupuestarios insuficientes, se supone que el Tesoro
tenga disponibilidad por existencias no comprometidas o por mayor rendimiento
de los ingresos, por economías en los gastos o por otras fuentes de
funcionamiento aprobadas por el órgano legislativo. Pero en ningún caso pueden
decretarse créditos adicionales, con base en la declaratoria de insubsistencia de
recursos que están fuera del presupuesto, como son los recursos asignados para
fines específicos con la creación del Fondo, lo cual constituye una excepción al
principio de Unidad de Caja del Tesoro.

4.- Prioridades en la distribución de los recursos.

Para las adjudicaciones y usos de los recursos asignados al Fondo, se deben


tomar en cuenta el orden de preponderancia que dispuso la LOPNA, en su
artículo 334, y destinarlos al financiamiento de la forma siguiente:

1) Programas de protección y atención a niños y adolescentes.

2) Programas de capacitación, investigación y divulgación.

3) Programas de protección jurídica, comunicacionales y culturales.

4) Excepcionalmente, políticas sociales básicas.

289
Los recursos se deben destinar únicamente a programas específicos cuyo objeto
sea la protección y atención de la infancia y juventud,.

5.-Obligación de aprovisionamiento.

De acuerdo a lo establecido en el artículo 335 de la LOPNA, en el presupuesto


nacional, en el de los estados y en el de los municipios, debe preverse un rubro
para el Fondo de Protección del Niño y del Adolescente de la respectiva
jurisdicción, asignándosele recursos suficientes, destinados a la protección y
atención del niño y del adolescente. Por otra parte, la asignación de recursos se
hará con base en la política y los planes de acción, elaborados por el
correspondiente Consejo de Derechos del Niño y del Adolescente.

La falta de asignación y el retiro de las sumas asignadas constituyen una


infracción a La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.

6.-Fuentes de Aprovisionamiento.

El Fondo de Protección del Niño y del Adolescente, de acuerdo con el artículo


336, contará con los siguientes ingresos:

a) Asignaciones presupuestarias contenidas en los presupuestos de la Nación, de


los estados y de los municipios, según sea el caso;

b) Asignaciones adicionales aprobadas por leyes nacionales, estadales o


municipales;

c) Asignaciones de recursos no financieros efectuadas por la Nación, los estados


y los municipios, según sea el caso;

d) Donaciones, auxilios, contribuciones, subvenciones, transferencias, legados o


cualquier clase de asignación lícita de personas naturales, entidades nacionales e
internacionales, gubernamentales o no gubernamentales;

e) Resultado de las inversiones de los recursos disponibles, de las ventas de


materiales y publicaciones, o de la realización de eventos de divulgación,

290
promoción o capacitación de personas, en relación a los derechos y garantías
contenidos en la ley;

f) Multas impuestas por infracciones a la ley;

g) Derivados de convenios, acuerdos y contratos realizados con entes públicos o


privados, nacionales o internacionales;

h) Producto de la declaratoria con lugar de la acción de protección, cuando la


Nación, los estados o los municipios no asignen los recursos a que se refiere el
artículo anterior o cuando dicha asignación sea irregular o insuficiente;

i) Otros legalmente constituidos.

También forman parte de los recursos de los Fondos, los intereses devengados
por los recursos administrados.

Recuérdese que al Fondo corresponde recursos, más no créditos


presupuestarios, estos últimos son para cubrir gastos necesarios, pago o
financiamiento de gastos administrativos. El Ejecutivo (presidente, gobernadores,
alcaldes) no puede decretar traspasos de partidas en relación con los recursos
del Fondo.

7.-Adscripción y administración.

El artículo 337 prescribe que el Fondo Nacional de Protección del Niño y del
Adolescente estará adscrito al Consejo Nacional de Derechos y su administración
estará a cargo de la persona que este último designe.

Igualmente, dispone que la normativa interna de cada estado y municipio


establecerá, en la respectiva jurisdicción, el órgano competente para ejercer la
administración del respectivo Fondo. La designación de las personas encargadas
de la administración del Fondo Estadal y Municipal de Protección dependerá de
la aprobación, sanción y publicación de la ley estadal u ordenanza municipal
sobre el Fondo de Protección del Niño y del Adolescente, según sea el caso.

291
En cuanto a la adscripción de los Fondos estadales y municipales, la LOPNA no
hace mayores especificaciones, razón por la cual es de suponer que también
estarán adscritos a los respectivos Consejos de Derecho.

8.- Control de la administración.

El artículo 338 de la LOPNA expresa que los Fondos de Protección están


sometidos a los mismos controles internos y externos que se aplican a los
servicios autónomos sin personalidad jurídica. Asimismo, los órganos de
administración de los Fondos de Protección deben presentar al correspondiente
Consejo de Derechos las cuentas de aplicación de los recursos del respectivo
Fondo.

No se establece en esta norma un lapso de entrega para las cuentas, ni se


señala la memoria anual del Fondo, los estados financieros debidamente
auditados, certificados por los auditores externos y el análisis del resultado de
operaciones, por lo que la normativa interna en el caso de los estados y
municipios podrá establecer estos lapsos y requisitos.

Al Fondo de Protección, como servicio autónomo sin personalidad jurídica, se le


aplicara el control administrativo directo, esto es, a través del órgano de
adscripción, según sea el caso.

En el caso del Fondo Nacional puede tener un contralor interno, de libre


designación y remoción del Consejo Nacional de Derechos, de acuerdo al
mecanismo que establezca el reglamento interno del Consejo. El contralor deberá
tener las labores de inspección de las actividades del Fondo. Debido a que el
Fondo de Protección esta constituido por un patrimonio público, nunca se
desprende por completo de la administración, ni del control directo que sobre
estos servicios ejercen los órganos de adscripción, según sea el caso. Se
aplicaran al Fondo, todos los instrumentos jurídicos que regulan el patrimonio
público, tales como:

 Ley Orgánica de la Contraloría General de la República.

292
 Ley Orgánica de Salvaguarda de Patrimonio Público.

 Ley de Hacienda Pública.

 Ley de Impuesto sobre la Renta.

 Ley Orgánica de Régimen Presupuestario.

 Ley Orgánica de Régimen Municipal.

 Constituciones de las entidades políticas o estados.

9.- Atribuciones de los Consejos de Derecho en relación a los Fondos de


Protección.

Conforme a lo previsto en el artículo 339 de la LOPNA, los Consejos de Derecho


(nacional, estadal y municipal), tienen las siguientes atribuciones, con relación al
Fondo:

a) Elaborar el plan de acción y el plan de aplicación de los recursos del


respectivo Fondo;

b) Establecer los parámetros técnicos y las directrices para la aplicación de los


recursos del respectivo Fondo;

c) Revisar y aprobar la ejecución, desempeño, resultados financieros, los


balances mensuales y el balance anual del respectivo Fondo;

d) Solicitar, en cualquier tiempo y a su criterio, las informaciones necesarias


sobre actividades a cargo del respectivo Fondo;

e) Divulgar, entre los integrantes Sistema de Protección del Niño y del


Adolescente, la existencia del respectivo Fondo, así como las normas sobre su
administración, funcionamiento y control de sus acciones;

f) Fiscalizar los programas ejecutados con recursos del respectivo Fondo


requiriendo, de ser necesario, información al órgano de administración;

g) Aprobar convenios, acuerdos o contratos a ser firmados en relación a recursos


del respectivo Fondo;

293
h) Autorizar expresa y específicamente la utilización excepcional de los recursos
del respectivo Fondo en el financiamiento de políticas sociales básicas;

i) Publicar, en lugar de fácil acceso a la comunidad, todas las resoluciones del


respectivo Consejo de Derechos, relacionadas con el Fondo;

j) Las demás que establezcan la Ley y su reglamento.

Asimismo en el artículo 137, literal t) se establecen atribuciones del Consejo


Nacional de Derechos, relacionado con el Fondo. La misma atribución se le
asigna a los Consejos Estadales de Derecho en el artículo 143, literal m) y se
repite lo mismo en el artículo 147, literal q) para los Consejos Municipales de
Derecho.

10.- Plan de acción y de aplicación de los recursos del Fondo.

La regla del artículo 340 de la LOPNA explica ,de manera precisa, la forma de
elaborar el plan de acción y de aplicación. Así mismo, este artículo señala lo que
se deberá entender por plan de acción y de aplicación. Por plan de acción se
entiende la definición de objetivos y metas, con especificación de prioridades,
sobre la base de necesidades y propósitos establecidos por el correspondiente
Consejo de Derechos; y por plan de aplicación, la distribución de recursos por
áreas prioritarias, que atienden a los objetivos y metas de la política definida en el
respectivo plan de acción.

La formulación del plan de acción en las respectivas jurisdicciones, deberá


considerar las necesidades que demanda la protección integral a niños y
adolescentes. Una vez que se tienen identificadas las necesidades, se procede a
priorizar jerárquicamente las necesidades a enfrentar. Esto porque,
generalmente, los recursos globales son escasos y no todas las necesidades
pueden ser enfrentadas al mismo tiempo. A partir de la identificación de las
necesidades y de su priorización, se plantea la formulación de los objetivos,
respondiendo a las preguntas: para qué se hace, qué se espera obtener y qué se
pretende alcanzar con su realización. Para que los objetivos se conviertan o se

294
traduzcan en logros, hay que establecer las metas, es decir, indicar cuanto se
quiere hacer o lograr, servicios que se prestarán y/o necesidades que se cubrirán.
La ejecución de objetivos y metas presupone la concreción de acciones, y estas,
a su vez ,de una serie de actividades que implican la realización de un conjunto
de tareas concretas. Esto significa que se ha de indicar, de manera específica
cuales son las acciones y actividades que deberán ejecutarse, para alcanzar las
metas y objetivos propuestos en el plan de acción. Gráficamente, podría reflejarse
en cuadros, como los siguientes:

PLAN DE ACCION

Necesidades Prioridad

Objetivos Metas Acciones

Con respecto al plan de aplicación en la distribución de los recursos, es necesario


determinar y especificar los recursos humanos, materiales, técnicos y financieros,
como insumos necesarios para la realización y logro de los objetivos requeridos
para cada una de las actividades. De esta forma, se aseguran los recursos
financieros y no financieros necesarios para las acciones que conducen a la
ejecución del plan. Por último, el plan debe determinar la duración de cada
actividad, especificándose el tiempo de ejecución de todo el plan. Esto se puede
realizar empleando un cuadro como el siguiente:

295
PLAN DE APLICACIÓN
O A Activida Resp R R R R T
b c des onsa H M F T i
j ci ble e
Por
e ó m
cada
t n p
acción
i o
v
o

RH: Recursos Humanos. RF: Recursos Financieros

RM: Recursos Materiales. RT: Recursos Técnicos.

11.-Atribuciones del Administrador.

De acuerdo a lo establecido en el artículo 341 de la LOPNA, los administradores


en cada jurisdicción, tienen las siguientes funciones:

a) Coordinar la ejecución de los recursos de acuerdo al plan de aplicación;

b) Preparar y presentar al respectivo Consejo de Derechos balances mensuales


y anuales;

c) Emitir órdenes de pago o cheques;

d) Suscribir convenios, acuerdos o contratos con recursos del Fondo, previa


aprobación del respectivo Consejo de Derechos y ejecutar las obligaciones allí
definidas;

e) Recibir donaciones, auxilios, contribuciones, subvenciones, transferencias,


legados u otra clase de asignación lícita que se le haga al respectivo Fondo;

296
f) Colocar los recursos en inversiones no riesgosas, rentables y de fácil
liquidación;

g) Devolver el importe de las multas ingresadas al Fondo, en caso de sentencia


definitivamente firme que así lo disponga;

h) Suscribir los documentos correspondientes cuando el Fondo reciba recursos


no financieros, así como ejercer la administración de los mismos;

i) Mantener los controles necesarios para la ejecución de los recursos;

j) Suscribir los documentos correspondientes, ejercer la administración y


mantener el control de los bienes muebles o inmuebles adquiridos con recursos
del respectivo Fondo.

12.- Normas de funcionamiento.

Las normas de funcionamiento del Fondo Nacional de Protección del Niño y del
Adolescente, de acuerdo al artículo 342 están contenidas en la LOPNA, y en las
que dicte el Consejo Nacional de Derechos en su ámbito de competencia.

Las normas de funcionamiento de los Fondos Estadales y Municipales de


Protección del Niño y del Adolescente están contenidas en la Ley, así como en
las correspondientes leyes estadales u ordenanzas municipales que se dicten en
cada jurisdicción. Se pueden desarrollar normas que regulen el funcionamiento de
los Fondos Estadales en leyes (estado) y en ordenanzas (municipios).

13.- Fuentes de aprovisionamiento de los Fondos Estadales y Municipales


de Protección.-

La disposición del artículo 343 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y
del Adolescente, con relación a otras fuentes de aprovisionamiento, señala que,
complementariamente a las fuentes de aprovisionamiento de recursos señaladas
en el artículo 336 de la Ley, los Fondos Estadales de Protección del Niño y del
Adolescente también cuentan, entre sus recursos, con las transferencias
provenientes del Fondo Nacional de Protección del Niño y del Adolescente.

297
De igual modo, en el caso de los Fondos Municipales de Protección del Niño y del
Adolescente, sus recursos pueden provenir de transferencias del Fondo Nacional
y del correspondiente Fondo Estadal de Protección.

14- Deducción ante el Impuesto sobre la Renta.

Según la disposición contenida en el artículo 344, aquellas personas naturales o


jurídicas que realicen liberalidades o donaciones a favor de los programas o las
entidades de atención a que se refiere la Ley, tienen derecho a deducir el monto
de las mismas, en el doble de los porcentajes contemplados en el artículo 27
parágrafo decimotercero y decimocuarto de la Ley de Impuesto sobre la Renta 99.

De igual forma, cuando la liberalidad o donación se efectúe a favor de los Fondos


de Protección del Niño y del Adolescente, la deducción será del triple de dichos
porcentajes.

Cabe destacar la importancia de tan innovadora norma para estimular a la


inversión social en niños y adolescentes.

99
Ley de Impuesto sobre la Renta, artículo 27, parágrafo Decimotercero: “También se
podrán deducir de la renta bruta las liberalidades efectuadas en cumplimiento de fines de
utilidad colectiva y de responsabilidad social del contribuyente y las donaciones
efectuadas a favor de la Nación, los Estados, las Municipalidades y los institutos oficiales
autónomos¨.

298
INSTITUCIONES FAMILIARES

LA FAMILIA DE ORIGEN EN LA LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN DEL


NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

Georgina Morales

Sumario: Introducción. I - Familia de origen. II - La Patria Potestad como


institución de protección de la familia de origen. 1.- Disposiciones generales. 2.-
Guarda. 3.- Obligación alimentaria. 4.- Visitas. 5.- Autorizaciones para viajar.

Introducción.

La presencia protagónica de la familia de origen del niño o adolescente en los


textos legales es algo novedoso en el sistema jurídico venezolano. El haber sido
elevada, en forma expresa, como una plataforma de primer orden para la
educación de los niños reviste una gran importancia. En efecto, los textos legales
que han entrado en vigencia en Venezuela en los últimos 10 años se encuentran
diseminados del reconocimiento del derecho del niño a crecer en medio de una
familia y en particular, de su familia de origen.

La Convención Sobre los Derechos del Niño, aprobada por ley expresa en
Venezuela el 28 de agosto de 1990, destaca la importancia de la familia en la
educación de los niños en su propio Preámbulo y en el artículo 9. La Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, promulgada el 2 de
octubre de 1998 y que entrará en vigencia el 1 de abril del año 2000, consagra en
el artículo 26 el derecho del niño a ser criado y desarrollarse en el seno de su
familia de origen, dejando la familia sustituta para los casos excepcionales.
Finalmente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada
por referéndum del 15 de diciembre de 1999, establece también en el artículo 75

299
el derecho de los niños y adolescentes a crecer y desarrollarse en su familia de
origen.

Este trabajo se propone estudiar, desde el punto de vista jurídico, la familia de


origen, considerándosela como el medio que asegura mejores garantías para el
desarrollo integral del ser humano y, a continuación, el nuevo tratamiento que la
Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente ha dado a la patria
potestad, por cuanto ella es la principal institución jurídica de protección de la
familia de origen.

I.- La familia de origen.

La familia de origen100 es el grupo familiar con el que el niño se encuentra unido


por los vínculos de la sangre y que se determina a través de la filiación. Si bien el
derecho ha distinguido, desde sus inicios, la filiación de los hijos salidos de unión
matrimonial de los salidos de uniones fuera del vínculo del matrimonio, la
tendencia contemporánea ha sido la de temperar progresivamente esa distinción.
En la actualidad, nuestro derecho ha asimilado completamente el principio de la
igualdad de la filiación, al partirse del dogma legal de que todos los hijos tienen
los mismos derechos y obligaciones, independientemente de cual fuere su
filiación. Por lo tanto, a los efectos de nuestro estudio, el niño y su "familia de
orígen" se referirá al grupo familiar formado a partir de la unión carnal de sus
progenitores formalizada a través de una filiación establecida jurídicamente 101.

El Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño deja sentado la


trascendencia de la familia como "medio natural para el crecimiento y el bienestar
de todos sus miembros y, en particular de los niños," lo cual conduce a que
merezca una protección y asistencia especiales, de manera que pueda asumir
plenamente sus responsabilidades. Continúa el Preámbulo de la Convención,

100
Vocablo que los textos legales han utilizado uniformemente.
101
"La filiación jurídica es el vínculo jurídico existente entre padres e hijos derivado de la
relación biológica que supone la generación. El vínculo jurídico de filiación tiene su
fundamento en el vínculo natural de la sangre. No obstante, no siempre hay equivalencia
entre la filiación real o natural y la filiación legal..." GRISANTI. Página 335.

300
"reconociendo que el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad,
amor y comprensión", es decir, se atribuye a la familia el rol preferente para la
atención y educación de los niños ya que es el medio natural y primario para su
educación y protección. Este planteamiento inicial constituye la base para la
elaboración de la supremacía de la familia de origen en la formación y educación
de los niños.

En el articulado del texto internacional se pone de manifiesto la preponderancia


de la familia de origen en el artículo 9, cuando obliga a, que los Estados Partes
velen porque el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de
éstos102. Por lo que la ubicación del niño en familia o grupo distinto a su grupo de
origen debe ser excepcional, conforme a la ley y necesaria porque así lo imponga
su interés superior.

Por su parte, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente
consagra el derecho del niño a permanecer con su familia de origen en el artículo
26. Se trata de una disposición muy rica y contundente en relación a este
derecho, que no deja duda alguna sobre la prioridad del grupo familiar de
origen103 como medio ideal para la formación y crecimiento de los niños. Dicho
artículo expresa:

Artículo 26.- Derecho a ser criado en una familia.-

102
Artículo 9 de la Convención sobre los Derechos del Niño: "1. Los Estados Partes
velarán porque el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos,
excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen,
de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es
necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en
casos particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o
descuido por parte de sus padres o cuando éstos vivan separados y debe adoptarse una
decisión acerca del lugar de residencia del niño..."
Lo cual resulta de suma importancia, por ejemplo, en los casos en los cuales se
vislumbre una rápida decisión de dar un niño en adopción, sin haber analizado la
posibilidad de que, con ayuda al grupo familiar, el niño pueda permanecer con su familia
de origen.

301
"Todos los niños y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados y desarrollarse
en el seno de su familia de origen. Excepcionalmente, en los casos en que ello
sea imposible o contrario a su interés superior, tendrán derecho a vivir, ser
criados y desarrollarse en una familia sustituta, de conformidad con la ley.

Parágrafo Primero: Los niños y adolescentes sólo podrán ser separados de la


familia en los casos en que sea estrictamente necesario para preservar su interés
superior, de conformidad con los requisitos y procedimientos previstos en la ley.

Parágrafo Segundo: En cualquier caso, la familia debe ofrecer un ambiente de


afecto y seguridad, que permita el desarrollo integral de los niños y adolescentes.

Parágrafo Tercero: El Estado, con la activa participación de la sociedad, debe


garantizar programas y medidas de protección especiales para los niños y
adolescentes privados temporal o permanentemente de la familia".

Queda consagrado entonces el derecho del niño a no ser apartado de su medio


familiar de origen sino cuando no sea conveniente para él, pero no por el criterio
discrecional del funcionario que lo ordene, sino porque, objetivamente apreciada
la situación de hecho, se revele a todas luces perjudicial para su desarrollo
integral. Desaparece así de nuestra legislación la posibilidad de intervención
discrecional que han tenido tanto el Instituto Nacional del Menor como los Jueces
en materia de Situación Irregular bajo la vigencia de la Ley Tutelar de Menores 104,
que les ha permitido intervenir los grupos familiares de origen y dictar una medida
"reeducativa" que implique una separación de su grupo familiar por razones
socioeconómicas. La nueva legislación combate esa práctica odiosa utilizando

diferentes mecanismos, tales como, establecer el derecho del niño a crecer en su


familia de origen (art. 26), no permitir intervenciones judiciales discrecionales,
ofrecer ayuda a las familias desfavorecidas a través de las políticas y programas
de protección y atención del Consejo Nacional de Derechos (arts 124) y la

104
Arts. 84, 88 y 89 de la Ley Tutelar de Menores.

302
improcedencia de la privación de patria potestad por razones económicas (art.
354).

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela recoge el camino que


se venía trazando a partir de la Convención sobre los Derechos del Niño, en
cuanto a la primacía de la familia de origen para el crecimiento de los niños
cuando establece en el artículo 75 lo siguiente:

"El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y


como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Las
relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la
solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre
sus integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre o a quienes
ejerzan la jefatura de la familia.

Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados o criadas y
a desarrollarse en el seno de su familia de origen. Cuando ello sea imposible
o contrario a su interés superior, tendrán derecho a una familia sustituta, de
conformidad con la ley. La adopción tiene efectos similares a la filiación y se
establece siempre en beneficio del adoptado o de la adoptada, de conformidad
con la ley. La adopción internacional es subsidiaria de la nacional." (Negritas
nuestras).

La Constitución del 99 es por lo tanto consecuente con la primacía de la familia


de origen, el carácter excepcional de la familia sustituta, la adopción como
alternativa para procurarle al niño una familia y su salida del país a través de la
adopción internacional como recurso final, en caso de no poder procurarle una
familia en Venezuela.

En cuanto a qué debe ser considerado como familia de origen, el artículo 345 de
la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente precisa que se
entiende por ella, al indicar:

303
Artículo 345.- Familia de origen.-

"Se entiende por familia de origen la que está integrada por el padre y la madre, o
por uno de ellos y sus descendientes, ascendientes y colaterales hasta el cuarto
grado de consanguinidad".

Esta definición acoge una noción de familia extendida que no se corresponde con
la tradición legislativa en Venezuela, ya que nuestro modelo jurídico-familiar,
establecido en los sucesivos códigos civiles, es el de la familia nuclear basada en
el matrimonio monogámico, con una apertura en la reforma del año 1982 hacia la
aceptación de otro tipo de familia extramatrimonial o concubinaria, que bien
sabemos tiene gran repercusión en nuestra realidad social105.

Contrasta la norma transcrita con lo indicado en la Exposición de Motivos de la


Ley que estudiamos cuando, al referirse al tema, señala:

"...En efecto, se consideró importante establecer el concepto de familia de origen,


concebida como familia nuclear, pues la misma es el centro de gravedad de una
serie de disposiciones de la mayor importancia, las cuales van desde el derecho
reconocido al niño y al adolescente de ser criado y educado dentro de tal familia,
hasta el hecho de considerar excepcional la separación del seno familiar..."

Es decir, aún cuando la exposición de motivos expresa que la familia de origen se


equipara a la familia nuclear, sin embargo la disposición legal que la define

consagra una idea de modelo jurídico-familiar extenso106 (padres, descendientes,


ascendientes y colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad). Creemos

105
Sobre este tema recomendamos la lectura de ROCHE, Carmen Luisa. "Patria Potestad
y Matricentrismo en Venezuela". Ver bibliografía.
106
Históricamente han existido dos modelos de familia, desde el punto de vista de las
funciones que ha cumplido dentro de la sociedad global de la cual forma parte, la familia
extensa y la familia nuclear. La primera, que abarca la amplia parentela, tenía la función
protectora y socializadora de los niños y de los ancianos y era una unidad de producción
y consumo, además cumplía funciones religiosas y políticas. Mientras que la familia
nuclear, más aislada de la parentela y típica de las sociedades industrializadas, cumple
funciones de socialización primaria de los niños y de estabilización de las personalidades
adultas. ROCHE, Carmen Luisa. Páginas 28 y siguientes.

304
que a pesar de una aparente disconformidad entre los dos textos, pareciera que
la intención del legislador ha sido la de considerar que el derecho del niño a
permanecer y ser criado en su familia de origen, no se agota hasta que no se
examine la idoneidad de parientes extendidos, y solamente después de
descartados éstos, es cuando se ubicaría al niño en una familia sustituta.

La institución jurídica de protección que se encuentra más vinculada a la familia


de origen es la patria potestad, en virtud de estar atribuida exclusivamente a los
progenitores. La Ley Orgánica de Protección del Niño y del Adolescente 107 le ha
dedicado un grupo de normas que debemos estudiar.

II.- La patria potestad como institución de protección de la familia de origen.

Los padres son las personas naturalmente llamados a proteger a sus hijos,

la cercanía de los lazos de la sangre, los verdaderos afectos, y la

responsabilidad que en forma espontánea emana de la procreación, los

convierte en sus protectores ideales.

La principal vinculación jurídica entre padres e hijos es la patria potestad porque


abarca un conjunto amplísimo de deberes y facultades que se desprenden de la
relación paterno-filial. No era costumbre que el legislador venezolano la definiese,
se limitaba a mencionarla como la autoridad a la cual están sometidos los hijos
menores, correspondiéndo a los padres ejercerla 'en interés y beneficio de los
menores y de la familia"108.

Los rasgos característicos de la patria potestad a la luz de su evolución actual son


los siguientes109:

107
En lo adelante LOPNA.
108
Artículo 261 del Código Civil.
109
La patria potestad es quizás la institución familiar que más tiempo ha permanecido sin
grandes cambios a lo largo de los siglos, y a su vez, que más ha evolucionado en el

305
1) La patria potestad es exclusiva del padre y la madre y su ejercicio puede ser
conjunta o individualmente.

2) Las potestades de los padres implican cargas u obligaciones más que


derechos sobre la persona o los bienes de los hijos, tales como, la obligación de
manutención, la custodia, la educación, la responsabilidad sobre el hecho ilícito
del hijo.

3) Las potestades parentales son facultades organizadas en función del interés


de los hijos, no del titular de la institución de protección. Todos sus atributos están
subordinados a esa necesidad de protección y su duración será hasta el mismo
instante en que el hijo deje de ser incapaz, es decir, hasta la mayoridad.

4) Las potestades parentales son personalísimas, que no pueden ni delegarse, ni


disponerse, ni renunciarse. Sin embargo, paulatinamente comienza a temperarse
el rígido concepto de orden público en las modernas tendencias del derecho de
familia, destacándose la conveniencia de la discrecionalidad judicial y la
importancia de los acuerdos paternos, como postulado para la paz familiar luego
de las rupturas conyugales.

5) La patria potestad es una autoridad que se ejerce en forma conjunta por


ambos progenitores, aún en los casos en que no hay convivencia parental. En
caso de dificultades insuperables será necesario que alguno de ellos acuda al
Juez quién procurará un acuerdo, de no lograrse, decidirá el punto
controvertido110.

A los fines de estudiar la normativa que contempla la institución de la patria


potestad, seguiremos el esquema de la LOPNA, a saber:

A.- Disposiciones generales

curso de los dos últimos, es decir, a partir de la Revolución Francesa y hasta la


Convención sobre los Derechos del Niño en 1989.
110
En esta materia recomendamos la lectura de SAN JUAN, Miriam. Citada en la
bibliografía.

306
B- Guarda

C.- Obligación Alimentaria

D.- Visitas

E.- Autorizaciones para viajar

1.- Disposiciones Generales.- (Artículos 347 a 357)

La reforma legislativa ha agrupado todas las disposiciones referentes a la patria


potestad, es decir, las normas que se encontraban en el Código Civil y la Ley
Tutelar de Menores se encuentran ahora reunidas en la LOPNA, recogiendo en
parte la experiencia judicial y regulándola de acuerdo a las tendencias
contemporáneas de la patria potestad. Veamos a continuación el articulado.

Artículo 347.- Definición.

"Se entiende por patria potestad el conjunto de deberes y derechos de los padres
en relación con los hijos que no hayan alcanzado la mayoridad, que tiene por
objeto el cuidado, desarrollo y educación integral de los hijos".

Al establecerse una definición de la patria potestad en la LOPNA se ha roto la


tradición legislativa, creemos que ello obedece a fines pedagógicos. De esta
forma se subsanan omisiones e imprecisiones y se establece su verdadera
finalidad: una institución en función del interés de los hijos.

Señala la Exposición de Motivos de la LOPNA: "...Las previsiones sobre patria


potestad, contenidas en el Capítulo II, están dirigidas fundamentalmente a
subsanar algunas omisiones y a corregir ciertas imprecisiones que, en esta
materia, presenta el Código Civil. En tal sentido, decidimos definir el instituto
debido a su trascendencia en las relaciones familiares y, en especial, para
destacar el carácter de compromiso y responsabilidad que el mismo comporta
para los progenitores, en el afán de hacer comprender, de una vez por todas, que

307
no se puede seguir considerando el contenido de la patria potestad en función de
lo que convenga a los padres, sino en interés de los hijos sometidos a ella..."

Artículo 348.- Contenido.

"La patria potestad comprende la guarda, la representación y la administración de


los bienes de los hijos sometidos a ella."

Esta disposición establece los atributos principales de la patria potestad, que


hasta la fecha se encontraban separados en los artículos 264 y 267 del Código
Civil. El señalarlos expresamente en un solo artículo responde a una mejor
pedagogía legal.

Artículo 349.- Titularidad durante el matrimonio.

"La patria potestad sobre los hijos comunes corresponde al padre y a la madre
durante el matrimonio, y la misma se ejerce de manera conjunta,
fundamentalmente en interés y beneficio de los hijos. En caso de desacuerdo
respecto a lo que exige el interés de los hijos, los padres deben guiarse por la
práctica que les haya servido para resolver situaciones parecidas. Si tal práctica
no existe o hubiese duda bien fundada sobre su existencia, cualquiera de los
padres puede ocurrir ante el Juez de la Sala de Juicio del Tribunal de Protección
del Niño y del Adolescente, quién decidirá, previo intento de conciliación entre las
partes."

En primer lugar se establece el principio de la titularidad conjunta de los


progenitores en el ejercicio de la patria potestad, que ya había sido consagrado
en la reforma del Código Civil de 1982 (artículo 261). El aspecto francamente
novedoso de la disposición se encuentra en la consagración de los mecanismos
para resolver los desacuerdos en los casos de ejercicio conjunto, buscando, en lo
posible, la vía del acuerdo y las soluciones pacíficas tan apropiadas para los
conflictos familiares, a saber, la práctica usual de cada familia 111, luego, de
agotarse la instancia familiar se acudirá a la judicial a través del Juez, quién debe

308
en primer término, procurar personalmente un acuerdo entre los progenitores. La
decisión judicial solo procederá cuando habiéndose intentado la conciliación, ésta
fuere infructuosa.

Al respecto dice la Exposición de Motivos de la LOPNA "...En el articulado


referido a la titularidad de la patria potestad se ha incorporado algunas
orientaciones que hagan posible, en caso de desacuerdo entre los padres, que
éstos arriben a una solución conjunta en todo lo que concierne a los hijos,
dejándose la intervención judicial como última posibilidad..."

Artículo 350.- Titularidad fuera del matrimonio.

"En el caso de hijos comunes habidos fuera del matrimonio, la patria potestad
corresponde conjuntamente al padre y a la madre cuando la filiación se establece
simultaneamente respecto de ambos; si la filiación se establece de manera
separada, el padre que reconozca a los hijos, con posterioridad, compartirá el
ejercicio de la patria potestad, si dicho reconocimiento se produce dentro de los
seis meses siguientes al nacimiento del respectivo hijo.

En todos los demás casos, la titularidad de la patria potestad corresponde sólo a


aquel de los padres respecto al cual se haya establecido primero la filiación. No
obstante, el juez competente puede conferir la patria potestad al otro padre, si la
filiación se establece con respecto a él mediante reconocimiento voluntario que
dicho padre haga del hijo, y prueba que este último goza, en relación con él, de
posesión de estado, oída la opinión del hijo y la del padre que tiene la patria
potestad, y siempre que tal conferimiento resulte conveniente a los intereses del
hijo, de todo lo cual se debe dejar constancia en el acta que se levante al
respecto.

Cuando el padre y la madre ejerzan de manera conjunta la patria potestad, los


desacuerdos respecto de los hijos se resolverán conforme a lo previsto en al
artículo anterior."

111
Por ejemplo, recurrir al consejo de un pariente, acudir a consultas psicológicas.

309
Esta disposición legal trae varios aspectos a comentar, en primer lugar, confirma
el principio general del ejercicio conjunto de la patria potestad a los progenitores,
en los hijos habidos fuera del matrimonio, en los mismos términos del artículo 261
del Código Civil, es decir, cuando la filiación la establecieron simultáneamente,
sin embargo, permite que el padre que haga el reconocimiento posteriormente,
también comparta su ejercicio si lo hace dentro de los seis meses siguientes al
nacimiento, dándole entonces una oportunidad a ese progenitor que por alguna
circunstancia no le fue posible efectuar el reconocimiento antes. Entonces, el
ejercicio individual de la patria potestad va quedando casi reservado al caso de
filiación única.

Expresa la Exposición de Motivos de la LOPNA "...En el caso de los hijos habidos


fuera del matrimonio (artículo 350) se estimó beneficioso, para ellos, atenuar la
rigurosidad del artículo 261 del Código Civil, el cual supedita la atribución de la
titularidad conjunta de la patria potestad al establecimiento simultáneo de la
filiación. En tal sentido, se hizo extensiva la titularidad y el ejercicio conjunto de la
patria potestad a aquellos casos en que el progenitor que no hubiese podido
concurrir con el otro a presentar o reconocer el hijo, haga dicho reconocimiento
dentro de los seis meses siguientes al nacimiento del respectivo niño..."

Cabe destacar en esta norma el ejercicio del derecho a opinar del hijo 112 en los
casos del reconocimiento paterno tardío, a los efectos de que ese progenitor
sobrevenido ejerza la patria potestad conjuntamente con el primero que
estableció la filiación. En estos casos el juez debe intervenir necesariamente,
oyendo al progenitor que ejerce la patria potestad y al hijo y, constatando que el
solicitante goza de posesión de estado respecto al hijo. Si de lo determinado se
aprecia que resulta conveniente a los intereses del hijo, el juez podrá conferir la
patria potestad al padre sobrevenido. En consecuencia la tendencia de nuestro

112
Esta obligación del juez se desprende del derecho a opinar del niño y del adolescente
consagrado en el artículo 80 de la LOPNA. Por otra parte es pertinente también el
artículo 221 de dicha Ley en cuanto a la sanción de multa prevista por la violación de este
derecho.

310
legislador es a la consagración absoluta del principio del ejercicio conjunto de la
patria potestad por parte de los progenitores, aún en los hijos habidos fuera del
matrimonio.

Finalmente, la disposición que comentamos, oficializa definitivamente al juez


como instancia no familiar para resolver los desacuerdos en el ejercicio conjunto
de la patria potestad, asunto que la reforma del Código Civil del 82 no estableció
como principio, pero que en la práctica se ha venido revelando como la única
salida a tales conflictos.

Artículo 351.- Medidas en caso de divorcio, separación de cuerpos o nulidad


del matrimonio.

"En caso de interponerse acción de divorcio, de separación de cuerpos o de


nulidad del matrimonio, el Juez de la Sala de Juicio debe dictar las medidas
provisionales que se aplicarán hasta que concluya el juicio correspondiente, en lo
referente a la patria potestad y a su contenido, así como en lo que concierne al

régimen de visitas y de alimentos que deben observar el padre y la madre


respecto a los hijos que tengan menos de dieciocho años y a los que, teniendo
más de esta edad, se encuentren incapacitados, de manera total y permanente,
por causa de impedimento físico o perturbaciones psiquiátricas graves. En todo
aquello que proceda, el juez debe tener en cuenta lo acordado por las partes.

Parágrafo Primero: Cuando el divorcio se solicita de conformidad con la causal


prevista en el artículo 185-A del Código Civil, los cónyuges deben señalar cual de
ellos ha ejercido la guarda de los hijos durante el tiempo que los padres han
permanecido separados de hecho, así como la forma en que se viene ejecutando
el régimen de visitas y la prestación de la obligación alimentaria, todo lo cual debe
ser tomado en cuenta por el juez a los fines consiguientes.

Parágrafo Segundo: Si el divorcio o la separación de cuerpos se declara con


lugar, con fundamento en alguna de las causales previstas en los ordinales 4º y

311
6º del artículo 185 del Código Civil, se declarará privado de la patria potestad al
cónyuge que haya incurrido en ellas, en cuyo caso, la patria potestad la ejercerá
exclusivamente el otro padre. Si éste se encuentra impedido para ejercerla o está
afectado por privación o extinción de la misma, el juez abrirá la tutela y, de ser el
caso, dispondrá la colocación familiar."

Se recogen en una sola disposición todos los supuestos de disolución del vínculo
matrimonial y las decisiones que debe tomar el juez durante el curso del proceso
en relación a los hijos, no solo en cuanto a la patria potestad y sus atributos, sino
también en cuanto a las visitas al progenitor no guardador y la pensión
alimentaria para la manutención de los hijos. Esta regulación legal, si bien no es
nueva, es francamente más completa y sistematizada que como se encontraba
en el Código Civil, dispersa en los artículos 191 ordinal 2º, 192 y 128. Dice la
Exposición de Motivos de la LOPNA "...Debido a la conveniencia de agrupar en el
proyecto todas las disposiciones que se refieren a la patria potestad, se incorporó
la previsión contenida en el artículo 192 del Código Civil en cuanto se refiere a las
medidas en caso de divorcio, separación de cuerpos o nulidad de matrimonio,
dentro de las cuales se estimó importante que el juez tuviese en cuenta las
previsiones de los cónyuges en materia de guarda, visitas y obligación
alimentaria, cuando el divorcio se solicita con base a la causal contenida en el
artículo 185-A..."

Cabe también destacar en la disposición legal que comentamos, que las medidas
a tomarse en relación a los hijos no sólo se refieren a los menores de 18 años
sino que, en forma expresa, también puede extenderse a los hijos incapacitados
por razones físicas o mentales. En estos casos es importante la previsión por
cuanto no ameritaría una declaratoria previa de incapacidad judicial por
interdicción. En nuestro criterio creemos que el juez, en conocimiento de causa,
incluiría en su decisión tanto a los hijos menores de edad como a los mayores en
condiciones de minusvalía física o mental graves, debidamente demostradas.

312
Consecuente con todo el articulado, el legislador privilegia los acuerdos de las
partes, prefiriéndose siempre lo que las partes hayan convenido o se encuentren
experimentando en relación a sus hijos, en su proceso de separación de hecho.

Artículo 352.- Privación de la patria potestad.

"El padre o la madre o ambos pueden ser privados de la patria potestad respecto
de sus hijos cuando:

a) los maltraten física, mental o moralmente;

b) los expongan a cualquier situación de riesgo o amenaza a los derechos


fundamentales del hijo;

c) incumplan los deberes inherentes a la patria potestad;

d) traten de corromperlos o prostituirlos o fueren conniventes en su corrupción o


prostitución;

e) abusen de ellos sexualmente o los expongan a la explotación sexual;

f) sean dependientes de sustancias alcohólicas, estupefacientes o psicotrópicas u


otras formas graves de fármacodependencia que pudieren comprometer la salud,
la seguridad o la moralidad de los hijos, aún cuando estos hechos no acarreen
sanción penal para su autor;

g) sean condenados por hechos punibles cometidos contra el hijo;

h) sean declarados entredichos;

i) se nieguen a prestarles alimentos;

j) inciten, faciliten o permitan que el hijo ejecute actos que atenten contra su
integridad física, mental o moral.

El juez atenderá a la gravedad, reiteración, arbitrariedad y habitualidad de los


hechos."

313
Las causales de privación de la patria potestad se han ampliado al incluirse,
además de los cinco supuestos establecidos en el artículo 278 del Código Civil,
otros supuestos menos infamantes. De alguna manera esta nueva consagración
de las causales, implica una mayor injerencia del Estado, a través del órgano
judicial, en la esfera de lo privado e íntimo de la vida familiar y en particular, sobre
la manera de dirigir la educación y la conducción de los hijos. Esta evolución cada
vez más interventora del Estado se viene paulatinamente produciendo, desde la
consagración de la privación de la patria potestad en el Código Civil de 1867,
momento en que se incluye por primera vez la idea de que un padre en ejercicio
de la patria potestad puede ser cuestionado en su ejercicio y, si es el caso, ella le
puede ser retirada113.

Al referirse a esta disposición, la Exposición de Motivos señala: "...En lo relativo a


la afectación de la patria potestad, se consagra la privación de la misma
reformulándose algunas de las causales previstas en el Código Civil y
añadiéndose otras, evitando en lo posible el uso de adjetivos, a fin de que el juez
decida en cada caso con base en la gravedad, reiteración, arbitrariedad y
habitualidad de los hechos..." De manera que la técnica de redacción de la
disposición no utiliza calificativos, sino hechos expuestos.

113
El artículo 166 del Código Civil de 1867 estableció "Los Tribunales con conocimiento
de causa, podrán privar al padre de la patria potestad, o modificar su ejercicio si tratare a
sus hijos con excesiva dureza, o si siendo viudo, les diere preceptos, consejos o
ejemplos corruptores" El Código Civil de 1873 consagra causales por primera vez, así el
artículo 248 rezaba "El padre será privado de la patria potestad: 1) Cuando maltrata
habitualmente al hijo en términos de poner en peligro su vida, o causarle grave daño. 2)
Cuando el padre ha abandonado al hijo. 3) Cuando tratare de corromper a los hijos o
prostituir a las hijas, o fuere connivente en su corrupción o prostitución." Estas tres
causales se mantienen en los sucesivos códigos civiles, hasta el de 1942 en cuyo artículo
278 se llevan las causales a cinco, a saber, 1) Cuando maltraten habitualmente a los
hijos. 2) Cuando los han abandonado. 3) Cuando trataren de corromperlos o prostituirlos
o fueren conniventes en su corrupción o prostitución. 4) Cuando por sus malas
costumbres, ebriedad habitual u otros vicios pudiesen comprometer la salud, la seguridad
o la moralidad de los hijos. 5) Cuando fueren condenados por un hecho punible cometido
intencionalmente contra el hijo. La reforma del Código Civil de 1982 mantiene las mismas
cinco causales. De manera que el artículo 352 de la LOPNA es francamente importante
en este proceso evolutivo.

314
El artículo debe ser considerado en concordancia con el 271 de la LOPNA que se
refiere a la sanción penal por el falso testimonio dado en los procedimientos
previstos en dicha ley.

Finalmente se le brinda al juez, un elemento general de orientación e


interpretación para su decisión que consiste en la gravedad, reiteración y
arbitrariedad de los hechos denunciados y demostrados en el juicio.

Artículo 353.- Declaración judicial de la privación de la patria potestad.

"La privación de la patria potestad debe ser declarada por el juez a solicitud de
parte interesada. Se considera parte interesada para interponer la
correspondiente acción: el otro padre respecto al cual la filiación esté legalmente
establecida, aún cuando no ejerza la patria potestad y el Ministerio Público,
actuando de oficio o a solicitud del hijo a partir de los doce años, de los
ascendientes y demás parientes del hijo dentro del cuarto grado en cualquier
línea, de la persona que ejerza la guarda, y del Consejo de Protección.

En todos los casos, la decisión judicial debe estar fundada en la prueba de una o
más de las causales previstas en el artículo anterior."

En la disposición se precisan quienes se consideran parte interesada. No podrá


ser intentada de oficio por cuanto en la nueva dimensión del juez de familia éste
será juez exclusivamente y no, parte y juez, como venía siendo concebido bajo la
doctrina de la situación irregular. Esta disposición armoniza con la contenida en el
ordinal d) del artículo 170 de la misma ley que expresamente atribuye entre las
funciones del Ministerio Público, la de interponer la acción de privación de patria
potestad.

Señala la Exposición de Motivos de la LOPNA al respecto "...Acorde con el


compromiso de brindar una mayor protección a los niños y adolescentes, se
faculta al Ministerio Público para interponer la acción de privación de patria
potestad, no solo de oficio sino también a petición del hijo cuando tenga doce
años o más, a la persona que ejerza la guarda y al Consejo de Protección..."

315
Artículo 354.- Improcedencia de la privación de la patria potestad por
razones económicas.-

"La falta o carencia de recursos materiales no constituye, por sí sola, causal para
la privación de la patria potestad. De ser éste el caso, el niño o el adolescente
debe permanecer con sus padres sin perjuicio de la inclusión de los mismos en
uno o más de los programas a que se refiere el artículo 124 de esta Ley."

Como ya señalamos anteriormente, esta norma tiene alcances bien importantes


dentro de la nueva concepción de la familia dentro de la doctrina de la protección
integral que sustenta la LOPNA. Al partirse del principio de la preferencia de la
familia de origen como medio idóneo para el crecimiento y desarrollo evolutivo de
los niños y consagrarse como un derecho de ellos, el no ser separado de su
familia de origen, salvo que su interés superior así lo exija, queda excluido el
riesgo que ha existido bajo la Ley Tutelar de Menores 114 de que los niños pobres
y carenciados puedan ser discrecionalmente sacados de sus familias e
institucionalizados o entregados a terceras personas por medio de la colocación
familiar o la adopción. Con esta disposición, las familias que no estén en
posibilidades de atender las necesidades de sus hijos por razones de pobreza,
deberán ser atendidas a través de los programas del Sistema de Protección del
Niño y del Adolescente, los cuales van a desarrollarse a través de entes del
sector público y del sector privado (artículos 117 y 124 de la LOPNA). De esta
manera, excluyendo la pobreza como causal de privación de patria potestad, se
favorece a la familia de origen y se salvaguarda el derecho del niño a permanecer
con ella.

Al respecto dice la Exposición de Motivos de la LOPNA: "...Como respuesta a la


tendencia general y a la conveniencia de impedir la separación del niño o
adolescente de la familia de origen solo por razones económicas, en el artículo
354 se afirma la improcedencia de la privación de la patria potestad por la falta o

114
Ello se desprende de la concatenación de los artículos 84, 88 y 89 de la Ley Tutelar de
Menores.

316
carencia de recursos materiales. En tal caso, se considera que la solución es
mantener al niño o adolescente con sus padres, a los cuales deberá incluirse en
un programa que ayude a resolver la problemática familiar..."

Artículo 355.- Restitución de la patria potestad.

"El padre o la madre privados de la patria potestad pueden solicitar que se le


restituya, después de dos años de la sentencia firme que la decretó. La solicitud
debe ser notificada al Ministerio Público y, de ser el caso, a la persona que
interpuso la acción de privación o al Consejo de Protección. El juez, para evaluar
la conveniencia de la restitución de la patria potestad, debe oír la opinión del hijo,
la del otro padre que la ejerza y la de la persona que tenga la guarda del hijo,
según el caso.

La solicitud de restitución de la patria potestad debe estar fundada en la prueba


de haber cesado la causal o causales que motivaron la privación."

Los literales c) y g) del artículo 170 de la LOPNA concuerdan con esta notificación
al Ministerio Público, en la medida de que entre sus atribuciones está el
salvaguardar el interés de los niños. La norma resalta, en forma expresa, la
conveniencia de oír la opinión del hijo, del otro padre o del guardador, además de
que se hayan aportado a los autos, los elementos de prueba que demuestren la
rehabilitación del padre solicitante. Consideramos que el juez, en su análisis, no
deberá perder de vista la gravedad de la causal específica que llevó a ese padre
a ser privado de su patria potestad, por ejemplo, el abuso sexual.

Debemos destacar que la restitución de la patria potestad sólo se refiere al


supuesto del padre privado de ella y no para los casos de extinción de la patria
potestad previstos en el artículo siguiente.

Artículo 365.- Extinción de la patria potestad.

"La patria potestad se extingue en los siguientes casos:

a) mayoridad del hijo;

317
b) emancipación del hijo;

c) muerte del padre, de la madre, o de ambos;

d) reincidencia en cualquiera de las causales de privación de la patria potestad,


previstas en el artículo 352 de esta Ley;

e) consentimiento legal para la adopción del hijo, excepto cuando se trate de la


adopción del hijo por el otro cónyuge.

En los casos previstos en las letras c), d) y e), la patria potestad puede extinguirse
respecto a uno sólo de los padres."

Esta disposición legal es absolutamente novedosa, ya que la extinción de la patria


potestad había sido elaborada solamente por la doctrina. Tratándose de
extinción, no cabe la restitución de la patria potestad. Entre las causales
señaladas amerita comentario la contenida en el literal e) que armoniza con el
artículo 414, literal b) que se refiere al consentimiento para la adopción dado por
un progenitor para que su cónyuge lo adopte. En estos casos, una vez decretada
la adopción, la patria potestad la ejercerían conjuntamente el progenitor que
consiente y el adoptante, no procediendo, por lo tanto, la extinción.

Artículo 357.- Competencia judicial.

"La privación, extinción y restitución de la patria potestad deben ser decididas por
el Juez de la Sala de Juicio del Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente,
siguiéndose, para ello, el procedimiento previsto en el Capítulo IV de este Título."

El procedimiento referido es el contencioso en asuntos de familia contenido en los


artículos 454 y siguientes de la LOPNA.

2.- Guarda.- (Artículos 358 a 364)

De los tres atributos de la patria potestad, la LOPNA solamente reguló lo


referente a la guarda del niño o adolescente, dejando los otros dos, es decir, la
representación y la administración de los bienes del hijo, a la misma regulación
que se encuentra en el Código Civil.

318
Se reúnen las normas dispersas en el Código Civil vigente y de la Ley Tutelar de
Menores en un articulado que contempla todos los aspectos de la guarda.
Veamos a continuación el régimen legal:

Artículo 358.- Contenido.

"La guarda comprende la custodia, la asistencia material, la vigilancia y la


orientación moral y educativa de los hijos, así como la facultad de imponerle
correcciones adecuadas a su edad y desarrollo físico y mental. Para su ejercicio
se requiere el contacto directo con los hijos y, por tanto, faculta para decidir
acerca del lugar de la residencia o habitación de éstos."

Con esta consagración se amplió el contenido de la guarda abarcando aspectos


de ella que si bien se entendía que estaban implícitos en la regulación anterior 115,
era conveniente, por razones pedagógicas, precisarlas, tales como, la asistencia
material y la orientación moral de los hijos.

Resalta la disposición el carácter personal de la guarda al considerar que se exige


para su ejercicio el contacto directo con el hijo, es decir, que no se admitiría en
principio su delegación en otras personas. Consideramos que esto debe ser
entendido en términos racionales, por cuanto el hecho de que el niño deba
permanecer bajo la custodia de un tercero mientras el o la guardadora se
desempeñan laboralmente, no implicaría necesariamente una delegación. Estas
situaciones corresponderá apreciarlas a los jueces de mérito en cada caso, a los
fines de determinar si realmente el guardador asume sus funciones
personalmente o no.

Igualmente la norma resuelve el tema de la facultad de decidir sobre el sitio de


residencia del niño, desacuerdos que suelen llevarse con frecuencia a la instancia
judicial, en los casos en los cuales el guardador instala su residencia en ciudad
distinta a la del otro progenitor o en el extranjero. El guardador podría tomar tal
decisión unilateralmente, sin embargo esa facultad no significa que parta con el

115
Artículos 265 del Código Civil y 37 de la Ley Tutelar de Menores.

319
hijo, sin dejarle al otro progenitor las referencias pertinentes, que lo esconda y
pretenda cercenar el derecho que tienen padre e hijo de frecuentarse
regularmente. El derecho del niño de mantener relaciones personales con aquel
de sus progenitores con quién no convive, contenido en el artículo 27 de la
LOPNA no puede verse afectado.

La Exposición de Motivos señala al respecto: "...La Sección 2a del Capítulo II


trata sobre la guarda, cuyo contenido se amplía y se hace énfasis en el requisito
del contacto directo con los hijos, lo cual posibilita decidir el lugar de residencia de
los mismos..."

Artículo 359.- Ejercicio de la guarda.

"El padre y la madre que ejerzan la patria potestad tienen la guarda de sus hijos y
son responsables civil, administrativa y penalmente por el adecuado cumplimiento
de su contenido.

Cuando exista desacuerdo acerca de la decisión que corresponda a uno de los


aspectos del contenido de la guarda, cualquiera de los padres puede acudir ante
el Juez de la Sala de Juicio, quien, previo intento de conciliación, después de oir a
ambas partes y al hijo, decidirá el punto controvertido en la oportunidad que fijará
con antelación, sin perjuicio de que la parte no satisfecha pueda intentar el juicio
de guarda. De esta decisión no se concederá apelación."

Esta disposición legal resulta novedosa en cuanto a su encabezamiento. Hasta


ahora, ni la contemplación de la patria potestad y de la guarda previstos en el
Código Civil, ni la de la guarda de la Ley Tutelar de Menores habían establecido
en forma expresa la responsabilidad de los progenitores guardadores en la triple
dimensión: civil, administrativa y penal.

En cuanto al desacuerdo con el guardador, respecto al ejercicio de uno de los


atributos de la guarda116, por parte del progenitor no guardador117, resulta

116
Es decir, la custodia del hijo, su asistencia material, vigilancia, orientación moral y
educativa y facultades de corrección.

320
novedoso la imposición al juez de ensayar, como punto previo a su decisión, la
conciliacíón entre las partes y la audición del hijo para el ejercicio de su derecho a
opinar por cuanto se trata de un asunto que le concierne. Se mantiene la negativa
del recurso de apelación para esta decisión judicial. Se entiende esta negativa por
cuanto se considera que el progenitor no satisfecho con la decisión judicial de una
única instancia, tendría la vía contenciosa para intentar la privación de la guarda
del hijo.

Artículo 360.- Medidas sobre guarda en caso de divorcio, separación de


cuerpos, nulidad de matrimonio o residencias separadas.

"En los casos de demanda o sentencia de divorcio, separación de cuerpos, o


nulidad de matrimonio o si el padre y la madre tienen residencias separadas,
éstos decidirán, de mutuo acuerdo, cuál de ellos ejercerá la guarda de los hijos de
más de siete años. Los hijos que tengan siete años o menos, deben permanecer
con la madre, excepto el caso en que ésta no sea titular de la patria potestad o
que, por razones de salud o de seguridad, resulte conveniente que se separen
temporal o indefinidamente de ella.

De no existir acuerdo entre el padre y la madre respecto a cuál de los dos


ejercerá la guarda de los hijos, el juez competente determinará a cual de ellos
corresponde. En el caso de los hijos de siete años o menos cuya guarda no
pueda ser ejercida por la madre conforme a lo dispuesto en el párrafo anterior, o
a solicitud expresa de la misma, el juez debe decidir si la guarda debe ser
ejercida por el padre o si el interés de los hijos hace aconsejable la colocación
familiar."

Se consagran las reglas de atribución de la guarda de los hijos en caso de que


los padres vivan separados, en el orden siguiente: acuerdo de los padres en
primer término, si no lo hay, determinación del juez con algunos criterios de
orientación, tales como, preferencia de la madre como guardadora para los hijos

117
La Ley Tutelar de Menores y la práctica judicial denomina este desacuerdo

321
menores de siete años, en caso de estar ella imposibilitada o si ella misma así lo
solicita, la guarda se atribuirá al padre de ser ello posible, de lo contrario el niño
será objeto de colocación familiar. Entendemos que el legislador no ha querido
servirse de la figura que existe en otras legislaciones de "delegación de guarda" a
terceros, es decir, pareciera, de acuerdo a la redacción, que la guarda sólo podrá
ser ejercida por el padre o la madre, fuera de ellos lo que procede es la
colocación familiar118.

En esta materia se mantiene el juez con las mismas potestades discrecionales


que ha tenido con la Ley Tutelar de Menores, ello tiene que ser así, se trata de
asuntos donde cada caso debe ser estudiado individualmente de acuerdo al
interés superior de cada niño. Creemos que los informes técnicos serán muy
útiles para formarse un criterio verdadero de las circunstancias, así como otros
criterios orientadores, como pudiesen ser, la importancia de no separar a los
hermanos, atender la opinión del niño, el que el habitat y las condiciones
económicas no es lo más importante en su determinación, tratar de que no haya
una ruptura tajante en la vida cotidiana del niño, etc, todo ello bajo la óptica de un
funcionario judicial objetivo y profesional, que no se deje llevar por sus propias
experiencias de vida o de criterios personales producto de su cultura y de sus
propias convicciones.

Debemos destacar la nueva consideración de la madre como guardadora


preferente de sus hijos menores de siete años. La Ley Tutelar de Menores le
establecía el derecho119 y por lo tanto la obligación al juez de atribuirle, en
principio, la guarda a ella. Ello acarreaba que el padre que pretendiera solicitar
judicialmente la guarda de un hijo menor de siete años, debía descalificar
necesariamente a la madre, de manera de crear una impresión de verdadera

"modificación de guarda"
118
Es decir, en familia sustituta, trátese o no de parientes del niño.
119
Artículo 38 de la Ley tutelar de Menores: "La guarda de los hijos menores de siete (7)
años será ejercida por la madre, salvo que por graves motivos, el Juez competente
tome otra providencia."(Negritas nuestras).

322
incompetencia, lo que convertía estos debates judiciales en contenciosos muy
agresivos para la madre. La redacción de la LOPNA elimina esa situación, por
cuanto el propio texto recoge una expresión menos agresiva y menos
estigmatizante para ella ..."por razones de salud o de seguridad resulte
conveniente que se separen temporal o indefinidamente de ella.", moderándose
así el discurso legal.120

Artículo 361.- Revisión y modificación de la guarda.

"El juez puede revisar y modificar las decisiones en materia de guarda, a solicitud
de quien está sometido a la misma, si tiene doce años o más, o del padre o de la
madre, o del Ministerio Público. Toda variación de una decisión anterior en esta
materia, debe estar fundamentada en el interés del hijo, quien debe ser oído si la
solicitud no ha sido presentada por él. Asimismo, debe oírse al Fiscal del
Ministerio Público."

En esta norma se establecen los legitimados activos para intentar la acción de


revisión de guarda, con la particularidad de que se le permite acceder al
adolescente para que él mismo la intente y, también, al Ministerio Público; en el
caso que no sean ellos quienes ejerzan la acción, deben ser oídos en juicio. Esta
disposición armoniza con la contenida en el artículo 170, literales g) y c) que
contempla las funciones del Ministerio Público.

Artículo 362.- Improcedencia de la concesión de la guarda.

"Al padre o la madre a quien le haya sido impuesto por vía judicial el cumplimiento
de la obligación alimentaria, por haberse negado injustificadamente a cumplirla,
pese a contar con recursos económicos, no se le concederá la guarda

del respectivo hijo, a menos que se declare judicialmente su rehabilitación y sea


conveniente al interés del hijo. La rehabilitación procede cuando el respectivo

Sobre esta materia de la ruptura familiar y la asignación preferente a la madre de la


guarda sobre los menores de 7 años, recomendamos la lectura de SAN JUAN, Miriam.
Ver bibliografía. Páginas 108 y siguientes.

323
padre ha cumplido fielmente, durante un año, los deberes inherentes a la
obligación alimentaria."

Se consagra esta suerte de sanción de orden familiar en el sentido de castigar al


progenitor que incumple su obligación alimentaria sin un motivo justificado, los
proyectistas consideraron que prevalecía el interés superior del hijo en el sentido
de no concederle la guarda de su hijo a un padre notoriamente irresponsable. Al
respecto dice la Exposición de Motivos "...Se incorpora una norma que sanciona,
con la imposibilidad de conceder la guarda, en los casos de incumplimiento de la
obligación alimentaria, cuando tal negativa resulte injustificada, y haya
pronunciamiento judicial en la materia..."

Artículo 363.- Competencia judicial.

"Todo lo relativo a la atribución y modificación de la guarda debe ser decidido por


vía judicial, siguiéndose, para ello, el procedimiento previsto en Capítulo VI de
este Título."

Se estableció en forma expresa que la resolución de conflictos en materia de


guarda debe ser ventilada en la instancia judicial, conforme al procedimiento
especial contenido en los artículos 511 a 525 de la LOPNA. Este procedimiento
es muy similar al procedimiento de la Ley Tutelar de Menores.

Artículo 364.- Representación y administración de los bienes del hijo.

"La representación y la administración de los bienes del hijo se regirán por las
disposiciones contenidas en los artículos 267 y siguientes del Código Civil."

La regulación legal en materia de los otros dos atributos de la patria potestad,


representación del hijo y administración de sus bienes, no fue considerada por la
LOPNA, hay por lo tanto una remisión expresa a las disposiciones del Código
Civil cuya regulación data de la reforma de 1982.

3.- Obligación Alimentaria.- (Artículos 365 a 384).

324
En materia de obligación alimentaria la LOPNA reforma algunos aspectos
tomando en consideración la experiencia judicial ocurrida en los años de
vigencia de la Ley Tutelar de Menores. Por otra parte, se quiso reunir todas
las disposiciones que en materia alimentaria se encontraban contenidas
tanto en dicha ley como en el Código Civil. Dice la Exposición de Motivos:
"...En cuanto a la obligación alimentaria, tratada en la Sección 3a, si bien se
mantienen algunas de las soluciones que están previstas en la Ley Tutelar
de Menores y en el Código Civil, se introdujo importantes modificaciones
con miras a hacer más efectivo su cumplimiento y dar respuesta más
adecuada a los intereses en juego..." El articulado es el siguiente:

Artículo 365.- Contenido.

"La obligación alimentaria comprende todo lo relativo al sustento, vestido,


habitación, educación, cultura, asistencia y atención médica, medicinas,
recreación y deportes, requeridos por el niño y el adolescente."

Se determinó, por primera vez, el contenido de la obligación alimentaria, quizás


para clarificar y poner fin a las creencias, aún en algunos, de que la obligación de
manutención se refiere solamente a los alimentos, en el sentido literal del
vocablo. La obligación alimentaria comprende un amplio contenido relacionado
con la cobertura de todas las necesidades de orden material que pueda tener un
hijo. En efecto abarca todos los gastos que, dentro del medio socio-cultural de
ese niño, se encuentren relacionados con su alimentación, educación, salud,
recreación u otros.

Artículo 366.- Subsistencia de la obligación alimentaria.

"La obligación alimentaria es un efecto de la filiación legal o judicialmente


establecida, que corresponde al padre y a la madre respecto a sus hijos que no
hayan alcanzado la mayoridad. Esta obligación subsiste aún cuando exista
privación o extinción de la patria potestad, o no se tenga la guarda del hijo, a cuyo
efecto se fijará expresamente por el juez el monto que debe pagarse por tal

325
concepto, en la oportunidad que se dicte la sentencia de privación o extinción de
la patria potestad, o se dicte alguna de las medidas contempladas en el artículo
360 de esta Ley."

Se deja sentado que la obligación alimentaria que tienen los progenitores con sus
hijos menores de dieciocho años es de carácter general y existe aún en los casos
en que no haya ejercicio de la patria potestad o no se tenga la guarda del hijo, es
decir, el padre no se libera de esta obligación ni siquiera cuando se encuentre
perturbado en el ejercicio de ella.

Artículo 367.- Establecimiento de la obligación alimentaria en casos


especiales.-

"La obligación alimentaria procede igualmente, cuando:

a) la filiación resulte indirectamente establecida, a través de sentencia firme


dictada por una autoridad judicial;

b) la filiación resulte de declaración explícita y por escrito del respectivo padre o


de una confesión de éste, que conste en documento auténtico;

c) a juicio del juez que conozca de la respectiva solicitud de alimentos, el vínculo


filial resulte de un conjunto de circunstancias y elementos de prueba que,
conjugados, constituyan indicios suficientes, precisos y concordantes."

Esta disposición, tomada exactamente igual de la Ley Tutelar de Menores, se


preserva por la importancia práctica que ha tenido en estos veinte años. Aún
cuando las solicitudes fundamentadas en esta norma no han sido muy
numerosas, sin embargo, la experiencia adelantada por los jueces de familia en
lograr establecer responsabilidades alimentarias por esta vía ha sido bien
interesante.

Artículo 368.- Personas obligadas de manera subsidiaria.

326
"Si el padre o la madre han fallecido, no tienen medios económicos o están
impedidos para cumplir la obligación alimentaria, ésta recae en los hermanos
mayores del respectivo niño a adolescente; los ascendientes, por orden de
proximidad, y los parientes colaterales hasta el tercer grado.

La obligación puede recaer, asimismo, sobre la persona que represente al niño o


al adolescente, a falta del padre y de la madre, o sobre la persona a la cual le fue
otorgada su guarda."

Con esta norma se pretende no dejar desamparado al niño o al adolescente


desde el punto de vista económico . Partiendo de la idea de que se encuentra
imposibilitado de proveer sus necesidades básicas, es necesario encontrar un
pariente en su familia extendida que asuma la responsabilidad económica del
niño, caso de que sus padres no puedan dar cumplimiento a la obligación. Esta
norma ya existe en el Código Civil121, la modificación consiste en que la obligación
le corresponde a otros parientes y no sólo a los ascendientes y, que se jerarquiza
la obligación, colocándose en primer lugar a los hermanos mayores del niño o
adolescente, por cuanto se consideró que su solidaridad alimentaria es más
próxima a ellos, quedando los ascendientes y parientes colaterales en
segundo y tercer término en el orden subsidiario de reclamo alimentario.

Por otra parte resulta novedosa la inclusión de terceras personas como obligadas
alimentarias, ajenas al círculo familiar, como podría ser el caso de las
colocaciones familiares donde se prevea tal obligación.

Artículo 369.- Elementos para la determinación.

121
Artículo 283 del Código Civil: "Si el padre y la madre han fallecido, no tienen medios o
están impedidos para cumplir con las obligaciones contempladas en el artículo anterior,
éstas pasan a los otros ascendientes, maternos y paternos, por orden de proximidad."

327
"El juez debe tomar en cuenta, para la determinación de la obligación alimentaria,
la necesidad e interés del niño o del adolescente que la requiera y la capacidad
económica del obligado.

Cuando el obligado trabaje sin relación de dependencia, su capacidad económica


se establecerá por cualquier medio idóneo.

El monto de la obligación alimentaria se fijará en salarios mínimos y debe


preverse su ajuste en forma automática y proporcional, sobre la base de los
elementos antes mencionados, teniendo en cuenta la tasa de inflación
determinada por los índices del Banco Central de Venezuela."

Se mantienen los dos elementos básicos para la determinación del monto


alimentario: capacidad económica del obligado y necesidades del niño o
adolescente, que el juez debe conjugar con equilibrio y ponderación, cuidando de
no perjudicar a otros involucrados, que pudiesen ser también niños con quienes el
obligado tuviese también obligación alimentaria.

Lo novedoso de la disposición consiste en que se determina el quantum


alimentario en salarios mínimos. La Exposición de Motivos al referirse a las
modificaciones en materia alimentaria dice : "...la fijación de la obligación
alimentaria en salarios mínimos con miras a disponer de una referencia por todos
conocida y de divulgación nacional..."

Igualmente incluye la norma, el ajuste inflacionario automático de acuerdo a la


información que al respecto señale el Banco Central de Venezuela; dice la
Exposición de Motivos al respecto: "... el ajuste en forma automática y
proporcional del monto, teniendo en cuenta, para ello, la tasa de inflación que se
determine por los índices del Banco Central, pero siempre dentro de los
parámetros que constituyen la necesidad e interés de quien requiere el
cumplimiento de la obligación y la capacidad económica del obligado..." Será

328
prudente esperar la experiencia en esta materia, pero creemos que una práctica
sistemática de este ajuste inflacionario pudiere prestarse a injusticias, ya que los
incrementos de salario del obligado no necesariamente van a ser ajustados
automáticamente con el índice de inflación. Tal vez hubiese sido más conveniente
el haberse establecido el monto alimentario a través de un porcentaje, el cual se
incrementaría automáticamente de acuerdo al aumento de sueldo que tuviese el
obligado, y que en la práctica ha sido el criterio de algunos tribunales con
resultados satisfactorios, puesto que evita las revisiones de pensiones
alimentarias en caso de incrementos de sueldo del obligado.

Este artículo debe concordarse con el artículo 271, el cual penaliza el falso
testimonio, agravándolo cuando el dicho falso genera una determinación indebida
de la obligación alimentaria.

Artículo 370.- Improcedencia del cumplimiento en especie.

"No puede obligarse al niño o al adolescente que requiere alimentos a convivir


con quién tiene a su cargo el cumplimiento de la obligación alimentaria, si la
guarda corresponde a otra persona, de acuerdo a la ley o por decisión judicial."

Con esta norma, que ya existía en forma similar en el artículo 288 del Código
Civil, se pretende evitar que las circunstancias del cumplimiento de la obligación
alimentaria conduzcan a una modificación obligada de la guarda del niño o del
adolescente.

Artículo 371.- Proporcionalidad.

"Cuando concurran varias personas con derecho a alimentos, el juez debe


establecer la proporción que corresponde a cada una, para lo cual tendrá en
cuenta el Interés Superior del Niño, la condición económica de todos y el número
de los solicitantes."

Se trata de una norma esencialmente orientadora para el juez, de manera de


hacerlo razonar desde el punto de vista pedagógico, considerando los elementos
de hecho y la casuística.

329
Artículo 372.- Prorrateo del monto de la obligación.

"El monto de la obligación alimentaria puede ser prorrateado entre quienes deben
cumplirla, cuando éstos se encuentran materialmente impedidos de hacerlo en
forma singular.

En este caso, los obligados pueden acordar el prorrateo mediante conciliación,


que debe hacerse del conocimiento del juez, al cual corresponde homologarla. De
no existir acuerdo en cuanto al prorrateo, corresponde al juez establecer la
proporción en que debe contribuir cada obligado.

Puede también realizarse la conciliación mediante la participación de una


Defensoría del Niño y del Adolescente, conforme a lo previsto en la letra f) del
artículo 202 de esta Ley."

Se introduce el mecanismo de la conciliación para procurar que, en caso de


concurrir varios obligados, acuerden el monto con que cada uno contribuirá con la
obligación alimentaria, dejando el pronunciamiento judicial sólo para el supuesto
de desacuerdo en la participación de cada uno.

Artículo 373.- Equiparación de los hijos para cumplirse la obligación.

"El niño o el adolescente que, por causa justificada, no habite conjuntamente con
su padre o con su madre, tiene derecho a que la obligación alimentaria sea,
respecto a él, en calidad y cantidad igual a la que corresponde a los demás hijos
o descendientes del padre o de la madre que convivan con éstos."

Esta norma no es nueva, ya se encontraba prevista en el artículo 290 del Código


Civil, su contenido es una manifestación del principio de la unidad de la filiación
que se introdujo en nuestra legislación familiar en la reforma del Código Civil de
1982 y se consagra expresamente en la LOPNA en el artículo 346 122.

Artículo 374.- Oportunidad del pago.

122
Artículo 346.- Unidad de la filiación. "Los hijos, independientemente de cual fuere
su filiación, tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones en relación a su padre
y a su madre."

330
"El pago de la obligación alimentaria debe realizarse por adelantado y no se
puede pedir la restitución de aquella parte que, habiéndose pagado, no se haya
consumido por haber fallecido el niño o el adolescente. El atraso injustificado en
el pago de la obligación ocasionará intereses calculados a la rata del doce por
ciento anual".

Esta novedosa norma es una de las diferentes vías que en lo sucesivo tendrá el
acreedor alimentario para procurar el pago oportuno de su obligación. Tratándose
de una obligación generada por una necesidad imperiosa, como es la
manutención de un niño o adolescente, su pago debe ser por adelantado. El juicio
de incumplimiento alimentario previsto en la Ley Tutelar de Menores desaparece
en la LOPNA y, en su defecto, se establecen varias alternativas sancionatorias
para el incumplimiento de la obligación. La aquí prevista es una suerte de sanción
pecuniaria ante el atraso injustificado, que consiste en el pago de intereses
moratorios calculados en base al doce por ciento anual.

Artículo 375.- Convenimiento.

"El monto a pagar por concepto de obligación alimentaria, así como la forma y
oportunidad de pago pueden ser convenidos entre el obligado y el solicitante. En
estos convenios debe preverse lo concerniente al incremento automático del
monto fijado y los mismos deben ser sometidos a la homologación del juez, quien
cuidará siempre que los términos convenidos no sean contrarios a los intereses
del niño o del adolescente. El convenimiento homologado por el juez tiene fuerza
ejecutiva."

El legislador se mantiene siempre consecuente con la filosofía conciliadora de


todo el articulado como mecanismo para resolver los conflictos de orden familiar.
Esta norma es particularmente interesante por que además de permitir que el
monto, la forma y la oportunidad del pago alimentario pueden acordarse, le otorga
fuerza ejecutiva a ese convenimiento homologado, de manera que se puede
pasar de inmediato a exigir el pago judicialmente. Señala la Exposición de
Motivos: "...El convenimiento para fijar el monto de la obligación tiene especial

331
importancia, se permite la solución del caso entre las partes sin intervenciones de
terceros o a través de las Defensorías y Defensores del Niño y del Adolescente. A
la fijación por convenimiento de las partes se incorporó lo relativo al incremento
automático del monto para evitar que las partes tengan que modificar el convenio
solo con ese fin..."

En la homologación el juez debe cuidar porque los intereses de los hijos no se


vean menoscabados en los acuerdos, tal sería el caso, por ejemplo, de la madre
que por obtener una salida rápida a la disolución del vínculo matrimonial, se vea
obligada a aceptar un arreglo desfavorable en cuanto al monto alimentario. Dice
la Exposición de Motivos "...Asimismo se establece el deber para el juez de cuidar
los intereses del niño o del adolescente, los cuales pueden resultar afectados si el
obligado se aprovecha de la inexperiencia de quien suscribe el convenio. Resultó
también novedoso concederle fuerza ejecutiva al convenimiento homologado por
el juez para hacerlo efectivo en caso de incumplimiento, sin tener que acudir al
procedimiento judicial. Todo esto refuerza el procedimiento especial de alimentos,
en el cual se propicia el convenimiento como primera solución (artículo 516)..."

Artículo 376.- Legitimados activos.

"La solicitud para la fijación de la obligación alimentaria puede ser formulada por
el propio hijo si tiene doce años o más, por su padre o su madre, por quien lo
represente, por sus ascendientes, por sus parientes colaterales hasta el cuarto
grado, por quién ejerza la guarda, por el Ministerio Público y por el Consejo de
Protección."

Se mantiene una amplia gama de legitimados activos para intentar la solicitud, tal
como se encuentra previsto en la Ley Tutelar de Menores, sin embargo, resulta
novedoso el que el adolescente pueda intentar por sí mismo la solicitud y que el
juez no pueda iniciarla de oficio.

Artículo 377.- Irrenunciabilidad del derecho a pedir alimentos.

332
"El derecho a exigir el cumplimiento de la obligación alimentaria es irrenunciable e
inalienable, no puede trasmitirse por causa de muerte, ni oponérsele
compensación. En caso de fallecimiento del obligado, los montos adeudados por
concepto de obligación alimentaria, para la fecha de su muerte, formarán parte de
las deudas de la herencia."

A los fines de facilitar el cumplimiento de la obligación alimentaria, se establece


que dicha deuda no se trasmite a los herederos sino que la cantidad debida es
parte de las deudas de la herencia, de manera de evitar el tener que accionar
contra los herederos del obligado.

Artículo 378.- Prescripción de la obligación.

"La obligación de pagar los montos adeudados por concepto de obligación


alimentaria prescribe a los diez años."

Tomando en consideración la experiencia práctica se aumento el plazo de


prescripción del reclamo alimentario a diez años, el anterior de dos años se había
revelado como muy breve por cuanto atentaba contra el reclamo efectivo de la
cantidad adeudada, favoreciéndose así al obligado que no cumple. La Exposición
de Motivos señala "...El término para que prescriba la obligación de pagar lo
adeudado por concepto de obligación alimentaria se elevó a diez años, con la
finalidad de desestimular el incumplimiento de la misma. No se trata con ello de
equiparar la naturaleza de la obligación alimentaria con la patrimonial, sino de
concederle la importancia que tiene..."

Artículo 379.- Carácter de crédito privilegiado.

"Las cantidades que deban cancelarse por concepto de obligación alimentaria a


un niño o a un adolescente son créditos privilegiados y gozarán de preferencia
sobre los demás créditos privilegiados establecidos en otras leyes."

Se mantiene el carácter privilegiado del crédito alimentario.

Artículo 380.- Responsabilidad solidaria.

333
"El empleador o quien haga sus veces, los administradores o directivos de las
personas jurídicas que tengan a su cargo la administración, depósito o custodia
de bienes pertenecientes al obligado alimentario, serán solidariamente
responsables con el obligado por dejar de retener las cantidades que les señale el
juez, o por ocultar el verdadero monto de los sueldos, salarios y demás
remuneraciones del obligado, así como de los capitales, rentas, intereses o
cualquier beneficio económico que le pertenezca a éste, sin perjuicio de las
demás responsabilidades que pudiera ocasionar su conducta."

La experiencia judicial nos ha mostrado como se favorece el incumplimiento de la


obligación alimentaria a través de diversas excusas y vericuetos para ocultar
información sobre los bienes del obligado. En consecuencia el ampliar la
responsabilidad solidaria a un mayor número de personas que gravitan alrededor
de la fuente de información de los bienes del obligado, se ha considerado que
desestimularía esos apoyos automáticos al obligado. La disposición abarca
también el supuesto de ocultar información, como sería el caso, por ejemplo de
las entidades bancarias. Esta norma estaría vinculada a la sanción penal prevista
para el caso del falso testimonio del artículo 271 de la LOPNA.

La Exposición de Motivos indica "...En cuanto a la responsabilidad solidaria que


tradicionalmente se ha hecho recaer sobre el empleador o quien haga sus veces,
por dejar de retener las cantidades que los tribunales les indican de los sueldos,
salarios y otras remuneraciones del obligado, la misma se hace extensiva a los
administradores o directivos de personas jurídicas, como por ejemplo, bancos o
instituciones financieras, que tengan la administración, el depósito o la custodia
de bienes pertenecientes al obligado, todo ello sin perjuicio de las
responsabilidades civiles, o penales que ocasione su conducta..."

Artículo 381.- Medidas cautelares.

"El juez puede acordar cualquier medida cautelar destinada a asegurar el


cumplimiento de la obligación alimentaria, cuando exista riesgo manifiesto de que
el obligado deje de pagar las cantidades que, por tal concepto, correspondan a un

334
niño o a un adolescente. Se considera probado el riesgo cuando, habiéndose
impuesto judicialmente el cumplimiento de la obligación alimentaria, exista atraso
injustificado en el pago correspondiente a dos cuotas consecutivas."

La importancia de esta disposición es notable en virtud de que constituye una


tutela judicial efectiva en materia alimentaria. En efecto, hasta el presente no era
posible obtener la satisfacción del cumplimiento de la pensión alimentaria,
debidamente acordada, por vía autónoma, era necesario que la ejecutoria partiera
de un juicio principal. El supuesto para obtener la novedosa tutela judicial es que
exista riesgo de incumplimiento de una obligación alimentaria acordada.

Pareciera que el legislador ha querido traer la deseada eficacia del justiciable a


través de lo que se conoce modernamente como el proceso monitorio, el cual
tiene por finalidad vencer la inercia del deudor a través de un procedimiento
simple y expedito. Este particular proceso generalmente versa sobre reclamación
de una cantidad de dinero, en controversias jurídicas relativamente simples y en
donde el juez no entra a conocer el fondo del asunto, su resolución se
fundamenta en la apariencia o verosimilitud de la bondad de la pretensión123. En
los casos en los cuales exista un riesgo de incumplimiento de la pensión
alimentaria podrá lograrse rápidamente una satisfacción cuando, luego de oírse al
deudor, el juez pueda acordar una medida safisfactoria.

Artículo 382.- Medios que pueden ser autorizados para el pago de la


obligación.

"El juez puede autorizar, a solicitud del obligado, oída la opinión del Ministerio
Público y siempre que resulte manifiestamente favorable al Interés Superior del
Niño, que el cumplimiento de la obligación se haga efectivo a través de otros
medios, tales como:

123
Kemelmajer de C. Aída. "Algunos aspectos referidos a la eficacia del llamado "proceso
familiar". Ver bibliografía páginas 86 y siguientes.

335
a) constitución de usufructo sobre un bien del obligado, el cual debe encontrarse
libre de toda deuda y gravamen y totalmente saneado. En su condición de
usufructuario, el niño o adolescente no queda sujeto a las obligaciones previstas
por la ley para tales casos;

b) designación del niño o del adolescente como beneficiario de los intereses que
produzca un determinado capital, o las utilidades, rentas o beneficios que
produzcan acciones, participaciones y cualquier título valor."

Se amplían las posibilidades de aseguramiento para garantizar el cumplimiento


alimentario previéndose fórmulas mas adaptadas al sistema económico actual. La
Exposición de Motivos indica "...Se ha previsto la posibilidad de que la obligación
alimentaria pueda ser cumplida a través de otros medios distintos al pago de una
mensualidad, siempre que ello suponga la entrega periódica de una cantidad de
dinero que satisfaga las necesidades del solicitante, ejemplo de estos medios son
la constitución de un usufructo a favor del niño o adolescente, o su designación
como beneficiario de determinados intereses económicos..."

Artículo 383.- Extinción.

"La obligación alimentaria se extingue:

a) por la muerte del obligado o del niño o del adolescente beneficiario de la


misma;

b) por haber alcanzado la mayoridad el beneficiario de la misma, excepto que


padezca deficiencias físicas o mentales que lo incapaciten para proveer su propio
sustento, o cuando se encuentre cursando estudios que, por su naturaleza, le
impidan realizar trabajos remunerados, caso en el cual la obligación puede
extenderse hasta los veinticinco años de edad, previa aprobación judicial."

Se establece en forma expresa, por primera vez, las causales de extinción de la


obligación alimentaria, la cual, como bien sabemos, se extingue naturalmente al
adquirir el hijo la mayoridad. La presunción legal de capacidad que sobreviene en
ese momento de la vida lo hace jurídicamente apto para proveer sus

336
requerimientos y necesidades, aún cuando de hecho subsiste la obligación moral
de los padres de continuar en la manutención de los hijos que no se encuentren
económicamente independizados. La norma recoge la práctica judicial de
pretensiones planteadas frecuentemente, en el sentido de que se extienda el
deber alimentario, después de alcanzada la mayoridad, cuando el hijo se
encuentre en pleno período de formación educativa, de manera de que no se
vean perturbados los estudios por el cese de la cuota de manutención que viene
aportando el progenitor no guardador. Esta extensión la establece el legislador
hasta un máximo de los veinticinco años de edad, debidamente aprobada por el
juez.

Igualmente se retoma la extensión del deber alimentario ya prevista en el artículo


282 del Código Civil "...Estas obligaciones subsisten para con los hijos mayores
de edad, siempre que estos se encuentren impedidos para atender por sí mismos
a la satisfacción de sus necesidades." La nueva previsión legal es mas precisa en
cuanto al impedimento ya que lo delimita al supuesto de adolecer de deficiencias
o minusvalías físicas o mentales que coloquen al hijo en situación de incapacidad
de hecho. Por lo tanto, consideramos que la imposición alimentaria podría
generar un debate judicial sobre la veracidad de la dolencia sufrida por el hijo,
pero no la exigencia de una declaratoria de interdicción o inhabilitación judicial.

Artículo 384.- Competencia judicial.-

"Con excepción de la conciliación, todo lo relativo a la obligación alimentaria debe


ser decidido por vía judicial, siguiéndose para ello el procedimeinto previsto en el
Capítulo VI de este Título."

La conciliación, fórmula presente en todo el texto de la ley para la resolución de


los conflictos familiares puede ser procurada tanto por el juez, como por órganos
administrativos, Defensorías del Niño y del Adolescente y, de existir, en centros
privados de mediación familiar. Para que los acuerdos conciliados tengan fuerza

337
ejecutiva deben ser homologados por el juez124. Ahora bien, todo desacuerdo en
relación al tema alimentario debe ser dilucidado a través de la instancia judicial
siguiéndose el procedimiento previsto en los artículos 511 a 525 de la LOPNA.

A continuación debemos destacar la solución que la nueva normativa de la


infancia ha dado para el caso del incumplimiento alimentario, tomando en
consideración que fue eliminado el procedimiento de incumplimiento alimentario
previsto en la Ley Tutelar de Menores.

El procedimiento de incumplimiento alimentario fue establecido en la Ley Tutelar


de Menores como un mecanismo para combatir el abandono económico en que
el progenitor obligado, con frecuencia, exponía a sus hijos 125. El juez
competente, siguiendo el procedimiento respectivo, puede aplicar al autor del
incumplimiento, sanción de multa o de arresto (hasta de seis meses) conforme al
artículo 80 de la Ley Tutelar de Menores. Ahora bien, la práctica judicial de estos
casi veinte años de vigencia de esta ley ha demostrado que la sola represión al
deudor alimentario no es ni eficiente ni prudente a la dinámica familiar, por una
parte, no necesariamente se logra el pago de la cantidad adeudada y por la otra,
pocas veces el guardador del niño(generalmente la madre), desea ver al padre
privado de libertad. Su verdadero deseo es que cancele el débito alimentario. De
manera que la disfuncionalidad del procedimiento dirigido a sancionar al
obligado126 ha conducido a que la LOPNA lo eliminara.

La nueva reglamentación legal ha establecido en su lugar un abanico de


posibilidades, reservadas a la iniciativa privada, dirigidas bien, a lograr el

124
Artículo 375 LOPNA.
125
La Exposición de Motivos del Proyecto de Ley Tutelar de Menores señala al respecto:
"...con el propósito de hacer efectivo el cumplimiento de la pensión de alimentos en favor
de los menores, se establecen sanciones para quién injustificadamente incumpla con la
obligación alimentaria. Se concede apelación en ambos efectos de la decisión sobre la
sanción, para evitar posibles daños irreparables..." LEY TUTELAR DE MENORES.
Imprenta del Congreso de la República. Caracas, Venezuela 1982. Página 25.
126
Además de otras razones de orden constitucional, por ejemplo, un juez civil aplicando
sanciones de privación de libertad, sin los beneficios y garantías que brinda la jurisdicción
penal.

338
cumplimiento de la obligación o, si fuere el caso, la sanción penal, administrativa
o familiar del deudor alimentario que injustificadamente deje de cancelar su
obligación de manutención a los hijos, veamos cuales:

1) Sanción administrativa de multa prevista en el artículo 223127, la impone el


Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente conforme lo dispone el artículo
214.

2) Sanción por incumplimiento de los acuerdos conciliatorios realizados ante una


128
Defensoría del Niño o del Adolescente prevista en el artículo 245 , igualmente la
impone el Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente.

3) Sanción genérica penal por desacato a la autoridad conforme al artículo 270 129
que la impone la jurisdicción penal ordinaria conforme lo señala el artículo 214.

4) Sanción penal por falso testimonio, agravada para el caso de la obligación


alimentaria prevista en el artículo 271130, que la impone la jurisdicción penal
ordinaria.

5) El incumplimiento injustificado da lugar al pago de intereses calculados a la


rata del 12% anual conforme al artículo 374 131.

127
Artículo 223 de LOPNA: "Violación de obligación alimentaria. El obligado
alimentario que incumpla injustificadamente, será sancionado con multa de uno (1) a diez
(10) meses de ingreso."
128
Artículo 245 de LOPNA: "Incumplimiento de los acuerdos conciliatorios. Quién
incumpla un acuerdo conciliatorio realizado ante una Defensoría del Niño o del
Adolescente, será sancionado con multa de dos (2) a seis (6) meses de ingreso."
129
Artículo 270 de LOPNA: "Desacato a la autoridad. Quien impida, entorpezca o
incumpla la acción de la autoridad judicial, del Consejo de Protección del Niño y del
Adolescente o del Fiscal del Ministerio Público, en ejercicio de las funciones previstas en
esta Ley, será penado con prisión de seis (6) meses a dos (2) años."
130
Artículo 271 de la LOPNA: "Falso testimonio. Quién dé falso testimonio en
cualesquiera de los procedimientos previstos en esta Ley será penado con prisión de seis
(6) meses a dos (2) años... Parágrafo Segundo: Si la falsedad es causa de la privación
o extinción de la patria potestad o de una determinación indebida de la obligación
alimentaria, la prisión será de uno (1) a tres (3) años..."
131
Artículo 374 de la LOPNA: "Oportunidad del pago. ...El atraso injustificado en el
pago de la obligación ocasionará intereses calculados a la rata del doce por ciento
anual."

339
6) Tutela judicial efectiva a través de una medida cautelar independiente, ante el

riesgo de incumplimiento de acuerdo al artículo 381 132.

7) El incumplimiento alimentario conforma una causal específica de privación de


patria potestad según lo dispone el literal i del artículo 352 133.

8) Sanción de orden familiar de no concesión de la guarda del hijo al padre que


incumple injustificadamente con la obligación de alimentos, según el artículo
362134.

9) Sanción de orden familiar de no concesión de visitas al hijo, conforme al


artículo 389135.

En consecuencia se establecen diversas alternativas para procurar el


cumplimiento de la obligación por vías efectivas, e igualmente se ofrecen
posibilidades sancionatorias si las circunstancias lo hacen pertinente,
eliminándose así la amenaza al obligado de un juicio dirigido a su privación de
libertad, como único recurso para lograr el cumplimiento de la deuda alimentaria.

4.- Visitas.- (Artículos 385 a 390)

132
Artículo 381 de la LOPNA: "Medidas cautelares. El juez puede acordar cualquier medida cautelar
destinada a asegurar el cumplimiento de la obligación alimentaria, cuando exista riesgo manifiesto de que el
obligado deje de pagar las cantidades que, por tal concepto, correspondan a un niño o a un adolescente. Se
considera probado el riesgo cuando, habiéndose impuesto judicialmente el cumplimiento de la obligación
alimentaria, exista atraso injustificado en el pago correspondiente a dos cuotas consecutivas."
Artículo 352 de la LOPNA. “Privación de la patria potestad. El padre o la madre o ambos pueden ser
privados de la patria potestad respecto de sus hijos cuando: ...i) se nieguen a prestarles alimentos...”
134
Artículo 362 de la LOPNA: "Improcedencia de la concesión de la guarda. Al padre o a la madre a quién
se le haya impuesto por vía judicial el cumplimiento de la obligación alimentaria, por haberse negado
injustificadamente a cumplirla, pese a contar con recursos económicos, no se le concederá la guarda del
respectivo hijo, a menos que se declare judicialmente su rehabilitación y sea conveniente al interés del
hijo..."
135
Artículo 389 de la LOPNA: "Improcedencia del régimen de visitas. Al padre o a la madre a quien le
haya sido impuesto por vía judicial el cumplimiento de la obligación alimentaria, por haberse negado a
cumplirla injustificadamente, pese a contar con recursos económicos, no se le concederá un régimen de
visitas, a menos que se declare judicialmente su rehabilitación y sea conveniente al interés del hijo..."

340
El derecho del niño a mantener relaciones personales con sus padres y a tener
contacto directo con ellos en forma regular y permanente, aun cuando se
encuentren separados, consagrado en el artículo 27 de la LOPNA, determinó la
nueva consagración de las visitas, en el sentido de que , en lo adelante, no solo
se trata del derecho del padre a visitarlo, sino también al derecho del hijo a ser
visitado. Veamos el articulado que regula las visitas del progenitor no guardador
del niño o del adolescente.

Artículo 385.- Derecho de visitas.

"El padre o la madre que no ejerza la patria potestad, o que ejerciéndola no tenga
la guarda del hijo, tiene derecho a visitarlo, y el niño o adolescente tiene derecho
a ser visitado."

Al consagrarse el derecho de ambos a frecuentarse, conduce a que el juez,


necesariamente, deberá razonar su negativa en caso de negar el derecho. En
principio, la función de la autoridad judicial será la de fijar la oportunidad de las
frecuentaciones. Se reservó el derecho solamente a los progenitores que no
conviven con el hijo, excluyéndose así a los abuelos, quienes de acuerdo a la Ley
Tutelar de Menores también tenían consagrado el derecho de visitas; con la
nueva previsión, ellos entran dentro de la categoría "parientes por
consanguinidad" previstos en el artículo 388.

Artículo 386.- Contenido de las visitas.

"Las visitas pueden comprender no sólo el acceso a la residencia del niño o


adolescente, sino también la posibilidad de conducirlo a un lugar distinto a su
residencia, si se autorizare especialmente para ello al interesado en la visita.
Asimismo, pueden comprender cualquier otra forma de contacto entre el niño o
adolescente y la persona a quién se le acuerda la visita, tales como:
comunicaciones telefónicas, telegráficas, epistolares y computarizadas."

Por razones pedagógicas se define el contenido de las visitas, de manera de


quitarle el estricto significado semántico de la palabra que no se corresponde

341
realmente con su contenido. El derecho de visitas constituye la garantía para el
niño de conservar a sus dos padres luego de ocurrida una separación, lo cual
implica que la frecuentación con ambos sea, en la medida de lo posible, casi
igual. Su contenido es por lo tanto ilimitado ya que padre e hijo se necesitan
aunque residan separados. Bajo esta concepción la nomenclatura del derecho es
inapropiada, por lo simbólico de su significado, pudiendo permitir a aquellas
madres guardadoras que no han asimilado desde el punto de vista psíquico la
ruptura con su ex-pareja, el acogerse al término literal "visitas" bajo su vigilancia o
la de un aliado136.

Artículo 387.- Fijación del régimen de visitas.

"El régimen de visitas debe ser convenido de mutuo acuerdo entre los padres,
oyendo al hijo. De no lograrse dicho acuerdo o si el mismo fuese incumplido
reiteradamente afectándose los intereses del niño o adolescente, el juez, en
atención a tales intereses, actuando sumariamente, previos los informes técnicos
que considere convenientes y oída la opinión de quien ejerza la guarda del niño o
adolescente, dispondrá el régimen de visitas que considere más adecuado. Dicho
régimen puede ser revisado, a solicitud de parte, cada vez que el bienestar y
seguridad del niño o adolescente lo justifique, para lo cual se seguirá el
procedimiento aquí previsto."

La disposición contempla el mecanismo de fijación del régimen de visitas


privilegiándose, como en todo el articulado, el acuerdo entre las partes como
primera opción y tomándose en consideración la opinión del hijo. Solamente en
caso de no lograrse un acuerdo es cuando podrá intervenir el juez.

En cuanto al procedimiento para la fijación, se mantiene la redacción de la Ley


Tutelar de Menores en el sentido de que se trata de una averiguación sumaria
que, con fundamento a eventuales informes sociales, psicológicos y psiquiátricos
previamente ordenados por el juez, más la audiencia con el guardador y con el

136
MORALES, Georgina. "El Derecho del Hijo a Relacionarse con su Padre (Mal llamado

342
niño, podrá tomarse la decisión respecto a las modalidades del régimen de
visitas. Consideramos que el juez, aún cuando la norma no lo contempla, pudiera
abrir la causa a pruebas si la litigiosidad y particularidades del caso lo ameritan, y
si así lo requiere cualquiera de las partes, a los fines de demostrar algún aspecto
controvertido.

Artículo 388.- Extensión de las visitas a otras personas.

"El régimen de visitas acordado por el juez puede extenderse a los parientes por
consanguinidad o por afinidad del niño o adolescente, y aún a terceros, cuando el
interés del niño o adolescente lo justifique, para lo cual se seguirá el
procedimiento aquí previsto."

La posibilidad de acordar las visitas a parientes o a otras personas, se encuentra


especialmente prevista, no ya como un derecho, sino como una concesión judicial
tomando en consideración el interés del niño, principalmente tratándose de
aquellos con quienes el niño haya compartido previamente.

Artículo 389.- Improcedencia del régimen de visitas.

"Al padre o la madre a quien le haya sido impuesto por vía judicial el cumplimiento
de la obligación alimentaria, por haberse negado a cumplirla injustificadamente,
pese a contar con recursos económicos, no se le concederá un régimen de
visitas, a menos que se declare judicialmente su rehabilitación y sea conveniente
al interés del hijo.

La rehabilitación procede cuando el respectivo padre ha cumplido fielmente,


durante un año, los deberes inherentes a la obligación alimentaria."

La improcedencia de las visitas al progenitor que incumple la obligación


alimentaria, como una sanción de orden familiar que ha establecido la nueva
regulación, consideramos que atenta con el derecho del niño y adolescente a
frecuentar regularmente a sus progenitores, consagrado en el artículo 27 de la

Derecho de Visitas). Ver bibliografía.

343
LOPNA. En este sentido, cabría preguntarnos, que ocurriría si el niño o el
adolescente es quién toma la iniciativa de ejercer su derecho de visitas frente a
un padre que incumple con la obligación alimentaria?. Por otra parte, esta norma
no se corresponde con la doctrina toda que sustenta la ley, en cuanto a procurar
la armonía y la paz familiar a través de la búsqueda permanente de fórmulas de
conciliación, nada compatibles con esta disposición que introduce, mas bien,
elementos de conflicto. Aún cuando entendemos que la intención del legislador
ha sido procurar por todos los medios el cumplimiento de la obligación alimentaria
por parte del progenitor obligado, el discurso de la negociación visitas-pensión
alimentaria responde a la idea popular "si no pagas, no lo ves". Si bien el niño
necesita la pensión de alimentos, también necesita frecuentar a su padre. En
consecuencia no compartimos este mecanismo de presión para lograr el
cumplimiento alimentario.

Artículo 390.- Retención del niño.

"El padre o la madre que sustraiga o retenga indebidamente a un hijo cuya


guarda haya sido otorgada al otro o a un tercero, debe ser conminado
judicialmente a que lo restituya a la persona que ejerce la guarda, y responde por
los daños y perjuicios que su conducta ocasione al hijo, debiendo reintegrar todos
los gastos que se haya hecho para obtener la restitución del niño o adolescente
retenido."

La retención del hijo, ahora prevista para el supuesto del progenitor que
indebidamente retenga a su lado el hijo en el supuesto del ejercicio de las visitas,
guarda una redacción parecida a la de la Ley Tutelar de Menores en cuanto al
procedimiento a seguirse. La práctica judicial no ha sido uniforme en cuanto a si
la orden de devolución del niño es de inmediato o si debe ser respetado el
derecho a la defensa, oyendo previamente al supuesto retenedor del niño.
Consideramos, que diversas razones apoyan el criterio de que debe
salvaguardarse el derecho a la defensa en las solicitudes judiciales presentadas
con fundamento en este artículo, entre ellas, el ejercicio del derecho del niño a

344
opinar al respecto, que el juez pueda apreciar el carácter "indebido" de la
retención, el establecimiento de sanciones pecuniarias y, hasta la sanción penal
establecida en el artículo 242 de la LOPNA y, en fin, la severa contención que
reina en los desacuerdos de guarda de los hijos amerita, que el juez en
conocimiento de la solicitud, convoque al progenitor-retenedor para oir su versión
de los hechos y al niño o adolescente para que opine 137.

El supuesto de la retención indebida contemplado en esta norma se refiere a los


casos de restitución nacional y no la de carácter internacional puesto que ella es
materia de los tratados internacionales.

5.- Autorizaciones para viajar.- (Artículos 391 a 393).

Esta materia ha sido objeto de importantes reformas debido a su cercanía con el


tráfico internacional de niños, el binomio colocación familiar-autorización de viaje
ha conducido, en la práctica, a reemplazar la adopción internacional, trayendo
como consecuencia el incumplimiento de las disposiciones contenidas en tratados
138
internacionales ratificados por Venezuela . Al respecto señala la Exposición de
Motivos de la LOPNA: "...En la Sección 5ª. del Capítulo II, se desarrolla lo
referente a las autorizaciones para viajar, las cuales constituyen una materia muy
delicada por su cercanía con el tráfico de niños, lo cual justifica las precauciones
que se establecen en el proyecto.."

El articulado en esta materia es el siguiente:

Artículo 391.- Viajes dentro del país.

137
Sobre este tema ver MORALES, Georgina. "El Derecho a la Defensa en la
Jurisdicción de Familia y Menores (La retención indebida del niño por uno de los
progenitores y su restitución al legítimo guardador)" Ver bibliografía.
138
Concretamente el Convenio relativo a la Protección del Niño y a la Cooperación en
materia de Adopción Internacional o Convención de La Haya de 1993, el cual forma
parte del derecho interno de nuestro país a partir de la Ley Aprobatoria promulgada en
octubre de 1996. G.O. Nº 36.060 del 8 de octubre de 1996.

345
"Los niños y adolescentes pueden viajar dentro del país acompañados por sus
padres, representantes o responsables. En caso de viajar solos o con terceras
personas requieren autorización de un representante legal, expedida por el
Consejo de Protección del Niño y del Adolescente, por una jefatura civil o
mediante documento autenticado."

Artículo 392.- Viajes fuera del país.

"Los niños y adolescentes pueden viajar fuera del país acompañados por ambos
padres o por uno sólo de ellos, pero con autorización del otro expedida en
documento autenticado, o cuando tienen un solo representante legal y viajen en
compañía de éste.

En caso de viajar solos o con terceras personas, requieren autorización de


quienes ejerzan su representación, expedida en documento autenticado o por el
Consejo de Protección del Niño y del Adolescente."

Las dos normas transcritas contemplan los viajes de niños y adolescentes dentro
y fuera del país, materia que en lo sucesivo estará excluida de la competencia del
órgano judicial. Le corresponderá al Consejo de Protección del Niño y del
Adolescente el otorgar tales autorizaciones a requerimiento del representante
legal, o bien éste podrá expedir la autorización en un documento debidamente
autenticado, apreciándose un mayor control para la salidas fuera del país.

Artículo 393.- Intervención judicial.

"En caso de que la persona o personas a quienes corresponda otorgar el


consentimiento para viajar se negare a darlo o hubiere desacuerdo para su
otorgamiento, aquél de los padres que autorice el viaje, o el hijo, si es
adolescente, puede acudir ante el juez y exponerle la situación, a fin de que éste
decida lo que convenga a su Interés Superior."

La autorización judicial en lo sucesivo queda reservada solamente para los casos


de desacuerdo entre las partes, por lo demás la Exposición de Motivos lo señala
expresamente: "...La intervención judicial está prevista para aquellos casos en

346
que exista desacuerdo entre las personas llamadas por la ley a otorgar la
respectiva autorización o se nieguen a darla, legitimándose al hijo, si es un
adolescente o al padre que autorice el viaje, para solicitar tal intervención..."

El otro supuesto en el cual el juez otorgaría la autorización del viaje es para la


adopción internacional, lo cual se encuentra previsto en el artículo 502 139 de la
LOPNA.

Observamos que el legislador ha sido particularmente previsivo y desconfiado en


esta materia, ya que no solamente excluyó al juez de acordar las autorizaciones
de viaje como lo venía haciendo a partir de la Ley Tutelar de Menores, sino que,
además, ha contemplado sanciones de orden administrativo en los artículos
231140 y 232141, y de naturaleza penal en los artículos 266 142 y 267 para los que
incurran en diversas formas de conducta vinculadas con el transporte y entregas
ilegales de niños y perciban pagos o recompensas por promesas o entregas de
niños.

Ha sido esta la normativa contentiva de la regulación de la familia de origen, la


cual, como hemos señalado, constituye la primera opción como medio ideal para
la crianza y desarrollo de los niños y adolescentes. Solamente se les procuraría

139
Artículo 502 de la LOPNA: Autorización de salida del país. "Si se trata de una
adopción internacional, una vez decidida favorablemente la colocación, el juez autorizará
la salida del país del candidato a adopción, a fin de que se realicen los trámites ante las
autoridades nacionales competentes."
140
Artículo 231 de la LOPNA: Transporte ilegal de un niño o adolescente. "Quien
transporte dentro o fuera del territorio nacional a un niño o adolescente, que no cuente
con la debida autorización, será sancionado, según la gravedad de la infracción, con
multa de uno (1) a diez (10) meses de ingreso."
141
Artículo 232 de la LOPNA: Entrega ilegal. "Quien teniendo a un niño o adolescente
bajo patria potestad, tutela, en colocación familiar o en entidad de atención, lo entregue a
un tercero sin autorización judicial, será sancionado con multa de uno (1) a diez (10)
meses de ingreso."
142
Artículo 266 de la LOPNA: Tráfico de niños y adolescentes. " Quién promueva,
auxilie o se beneficie de actos destinados al envío de un niño o adolescente al exterior,
sin observancia de las formalidades legales con el propósito de obtener lucro indebido,
será penado con prisión de dos (2) a seis (6) años. Artículo 267 de la LOPNA: Lucro por
entrega de niños o adolescentes. "Quien prometa o entregue un hijo, pupilo o guardado a

347
una familia sustituta en el caso de que aquella no exista o sea contrario a su
interes superior. Debemos destacar la importancia que reviste, en el nuevo
tratamiento legal, la conciliación como mecanismo de primer orden para la
resolución de los conflictos familiares143, así como la presencia del juez como
figura última para decidir tales conflictos.

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un tercero, mediante pago o recompensa, será penado con prisión de dos (2) a seis (6)
años. Quien ofrezca o efectúe el pago o recompensa incurre en la misma pena."
143
MORALES, Georgina.- "La Mediación como fórmula para la resolución de Conflictos
Familiares". Ver bibliografía.

348
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CONVENIO RELATIVO A LA PROTECCIÓN DEL NIÑO Y A LA COOPERACIÓN


EN MATERIA DE ADOPCIÓN INTERNACIONAL, vigente para Venezuela a partir
de mayo de 1997.

LEY TUTELAR DE MENORES, diciembre de 1980.

349
COLOCACION FAMILIAR O EN ENTIDAD DE ATENCION EN LA LOPNA.

Haydée Barrios

SUMARIO: 1.Concepto y finalidad. 2. Fundamento legal. 3. Antecedentes en la


Ley Tutelar de Menores. 4. Comparación con otras modalidades de familia
sustituta. 5. Diferencias con otras medidas de protección: situación especial del
abrigo. 6. Supuestos de procedencia. 7. Orden de prelación. 8. Alcance y
contenido: facultades que confiere, duración, personas a quienes puede
concederse, requisitos y obligaciones. 9. Finalización de la colocación. 10.
Conclusiones.

1. Concepto y finalidad. - La colocación familiar o en entidad de atención es una


medida de protección aplicable en aquellos casos de niños o adolescentes
privados temporalmente de su familia de origen, y que solo puede ser dictada por
un Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente. Constituye, por tanto, una
de las modalidades de familia sustituta previstas por la Ley Orgánica para la
Protección del Niño y del Adolescente (en lo sucesivo LOPNA). Siendo pues una
modalidad de familia sustituta, conviene tener en cuenta que la propia Ley define
en su artículo 394 lo que debe entenderse por tal. Dicho artículo señala que es
aquella: “que, no siendo la familia de origen, acoge, por decisión judicial, a un
niño o a un adolescente privado permanente o temporalmente de su medio
familiar, ya sea por carecer de padre y de madre, o porque éstos se encuentran
afectados en la titularidad de la patria potestad o en el ejercicio de la guarda.” En
tal sentido, el derecho primario de todo niño o adolescente es a ser criado en su
familia de origen, derecho que esta consagrado en el artículo 26 de la LOPNA, el
cual considera como la primera opción el derecho a vivir, a ser criados y
desarrollarse en su familia de origen y, excepcionalmente, a hacerlo en una
familia sustituta. Como complemento a tal afirmación, la propia disposición

350
establece, en su primer parágrafo, que la separación de los niños y adolescentes
de su medio familiar solo podrá hacerse en aquellos casos en que sea
estrictamente necesario para preservar su interés superior, para lo cual deben
atenderse los requisitos y procedimientos establecidos en la propia Ley. Uno de
estos requisitos es el ambiente de seguridad y afecto que toda familia, sea de
origen o sustituta, debe ofrecer a los niños y adolescentes, a fin de permitir su
desarrollo integral (segundo parágrafo del artículo 26). El Estado, contando con la
activa participación de la sociedad, esta obligado a garantizar programas y
medidas de protección especiales para los niños y adolescentes privados
temporal o permanentemente de su familia de origen (tercer parágrafo del artículo
26). Entre estos programas se prevén los de colocación familiar, que tienen por
objeto organizar la colocación de niños y adolescentes en familias sustitutas
mediante un proceso de selección, capacitación y apoyo a quienes se dispongan
a incorporarse en el programa (artículo 401 de la LOPNA).

La finalidad de la colocación familiar o en entidad de atención es, por lo tanto,


proteger a aquellos niños y adolescentes privados de su familia de origen y a los
cuales no se les puede abrir la tutela ordinaria de menores, ni concederse su
adopción, y supone el otorgamiento de ciertas facultades a quien vaya a
desempeñarse como familia sustituta, como por ejemplo la guarda del respectivo
niño o adolescente, de manera temporal y mientras se decide su regreso a su
familia de origen o se determina una modalidad de protección permanente para el
(artículo 396 LOPNA).

2. Fundamento legal. - La colocación familiar o en entidad de atención se


encuentra regulada en la sección segunda del capítulo III, Titulo IV de la LOPNA y
comprende, especialmente, los artículos 396 al 405, ambos inclusive. No
obstante, es necesario advertir que las previsiones contenidas en la sección
primera del mencionado capitulo III resultan igualmente aplicables, ya que
constituyen disposiciones generales en materia de familia sustituta. Es oportuno
observar que, aun cuando la LOPNA esta estructurada en cuatro grandes bloques

351
de materias, distintas entre sí, existe una estrecha relación entre sus
disposiciones, de tal manera que se configura todo un sistema que obliga a tener
presente para el análisis de sus normas a más de una disposición a la vez.
Dichos bloques de materias son: Los Principios Generales, Derechos, Garantías y
Deberes; el Sistema de Protección; las Instituciones Familiares y el Sistema
Penal de Responsabilidad del Adolescente; de estos la colocación familiar o en
entidad de atención forma parte del tercer bloque. A su vez, las mencionadas
materias se encuentran distribuidas en seis Títulos, siendo el Título IV el de las
Instituciones Familiares, antes mencionado. En la Exposición de Motivos de la
LOPNA, la cual fue publicada conjuntamente con el texto de la Ley, se advierte
que la misma, constituye este sistema de normas en el que cada una de las
partes que la integran esta cabalmente desarrollada y se complementa
necesariamente con las restantes, de manera que son interdependientes entre si.
“Separarlas implicaría el desmembramiento de todo el sistema propuesto como
nuevo paradigma”(Gaceta Oficial No. 5266 Extraordinario, de fecha 2 de octubre
de 1998, pag. 3)

Tal consideración es importante porque para el estudio de la colocación familiar o


en entidad de atención, así como de cualquier otra institución de las contenidas
en el Titulo IV de la LOPNA, resultará necesario hacer frecuentes concordancias
y remisiones a otras disposiciones, ubicadas en otros Títulos del mismo texto
legal, por lo que estas constituirían también, de una manera general,
fundamentos legales de su regulación.

3. Antecedentes en la Ley Tutelar de Menores. La colocación familiar fue


regulada por la Ley Tutelar de Menores (en lo sucesivo LTM) entre las medidas a
ser dictadas por los Jueces de Menores o por el Instituto Nacional del Menor,
para los casos de menores declarados en situación irregular de acuerdo a las
previsiones de la misma Ley. Sin embargo, su concepción, alcance y contenido
difieren sustancialmente de la colocación familiar o en entidad de atención
prevista en la LOPNA, a pesar de que el artículo 111 de la LTM se refiere a la

352
colocación señalando que esta supone “la ubicación del menor en un hogar
distinto del de sus padres o tutores, con la finalidad de protegerlo de riesgos
materiales, afectivos y morales.” Si bien a simple vista pareciera que ambas
figuras coinciden en el aspecto de protección de determinados sujetos y en el
requerimiento de una familia distinta a la propia, al analizar sus aspectos más
relevantes nos daremos cuenta de las profundas diferencias entre una y otra
regulación. En primer lugar, la LTM prevé dos vías distintas para decidir una
colocación familiar: por vía judicial, a través de los Jueces de Menores y, por vía
administrativa, a través del Instituto Nacional del Menor (primer aparte del artículo
111). Por su parte, la LOPNA concede competencia exclusiva al Tribunal de
Protección del Niño y del Adolescente para dictar la medida, quedando por tanto
excluida cualquier posibilidad de intervención de órgano administrativo alguno
(artículo 129 en concordancia con el artículo 394 de la LOPNA). En segundo
lugar, la LTM orienta la concesión de la colocación familiar especialmente con
miras a la adopción (artículo 113), mientras que en la LOPNA se concibe la
institución como una medida de protección completamente autónoma, que podría
o no conducir a una adopción, pero que, en todo caso, permitiría proteger a quien
no resulta adoptable, bien por no llenar los requisitos para ello o porque
llenándolos no se encuentren las personas interesadas en llevar a cabo tal
adopción (artículo 397 y ss ). En este mismo sentido, la colocación familiar o en
entidad de atención tiene requerimientos propios y distintos de los exigidos para
la adopción, aun cuando los principios fundamentales que debe tener en cuenta
el juez que decide la medida de protección más adecuada para el caso concreto,
son comunes para todas las fórmulas de familia sustituta (artículo 395 LOPNA).
En tercer lugar, para la LTM la colocación familiar recae en menores declarados
en situación irregular o respecto de quienes se haya iniciado el procedimiento
correspondiente para tal declaratoria. Estos menores, que carecen de los
recursos económicos para abrirles una tutela ordinaria de menores, están
sometidos a la tutela del Estado, el cual la ejerce a través del Presidente del
Instituto Nacional del Menor (artículo 4 de la Ley del Instituto Nacional del Menor).

353
En la LOPNA desaparece la figura estigmatizante de la declaratoria en estado de
abandono, siendo sustituida por la determinación de niños y adolescentes que
requieren protección, la cual debe brindárseles previo estudio de cada caso
concreto. Asimismo, desaparece la tutela del Estado, pues su responsabilidad no
puede estar reducida a velar por determinados niños, sino que le corresponde
"tutelar los derechos de todos los niños en general" (Exposición de Motivos de la
LOPNA, pág. 10). Finalmente, la LTM solo se refiere a la colocación familiar,
desconociendo, por tanto, la posibilidad de la colocación en entidad de atención,
tal como lo prevé la LOPNA.

4.Comparación con otras modalidades de familia sustituta. La LOPNA prevé,


en su artículo 394, tres modalidades de familia sustituta, que son: la colocación
familiar, la tutela y la adopción. Cada una de ellas tiene sus características
propias que las diferencian de las otras, pero también tienen entre sí
características comunes. A los efectos de la mejor determinación de la colocación
familiar resulta necesario referirse, aun cuando sea de manera general, a tales
diferencias y semejanzas.

A - En cuanto a los aspectos o características comunes que la colocación familiar


posee con las otras modalidades de familia sustituta previstas en la LOPNA, los
mismos están dados a través de los principios fundamentales en que se basan
cada una ellas, y que deben ser tenidos en cuenta por el juez al momento de
determinar la modalidad más conveniente al caso concreto. Estos principios están
previstos en el artículo 395 de la LOPNA y son los siguientes:

a) el niño o adolescente debe ser oído y su consentimiento es necesario si


tiene doce años o más y no adolece de defecto intelectual que le impida
discernir.

El principio así expresado tiene su base en el derecho general contenido en el


artículo 80 de la LOPNA , el cual se identifica como el "derecho a opinar y a ser
oído". No constituye, por tanto, una excepción en materia de familia sustituta que
el niño o adolescente, al cual se le va a dictar una medida de protección de esta

354
naturaleza, opine al respecto y si tiene la edad allí indicada, dé incluso su
consentimiento. El derecho a ser oído comprende el de expresar libremente su
opinión en los asuntos en que tengan interés, así como el que estas opiniones
sean tomadas en cuenta en función del desarrollo de cada niño o adolescente.
Esto último quiere decir que la Ley no consideró conveniente establecer un límite
de edad mínima para oír a estas personas, ya que se corre el riesgo de afectar el
derecho de aquellos que tienen un especial y más avanzado grado de desarrollo
mental, lo cual se presenta cada vez con mayor frecuencia gracias a las técnicas
de estimulación precoz, cuyos resultados reconoce la ciencia médica, o de
exponer a quienes sufren cierto retardo. En el citado artículo 80, parágrafo
primero, se garantiza a todos los niños y adolescentes el ejercicio personal y
directo de ese derecho, en especial en los procedimientos judiciales y
administrativos que culminen con una decisión que afecte sus derechos,
garantías e intereses, con el solo límite de su interés superior. A los fines de
materializar esta garantía, la LOPNA en su artículo 221 establece la sanción de
multa de uno a tres meses de ingreso, para quien viole este derecho en los
términos indicados, todo ello sin perjuicio de la declaratoria de nulidad del
proceso, en caso de que este exista. Alude igualmente la LOPNA ( parágrafo
segundo del artículo 80) a que la comparecencia del niño o adolescente en caso
de tales procedimientos, debe realizarse en la forma más adecuada a su
situación personal y desarrollo. De tal manera que, si se trata de un niño o
adolescente con necesidades especiales, debe garantizársele la asistencia de
personas que por su profesión o relación de confianza con el mismo, puedan
transmitir objetivamente su opinión. Por supuesto, corresponde al respectivo juez
tomar todas las medidas necesarias para que esta garantía sea efectiva en cada
caso, pudiendo decidir, por ejemplo, oír al niño en un lugar menos atemorizante
para este de lo que puede resultar la propia sede del Tribunal, siempre que se
tomen las medidas necesarias para preservar la verdad de lo que va a ser dicho
por el niño o adolescente.

355
b) Resulta conveniente que existan vínculos de parentesco, sea por
consanguinidad o por afinidad, entre el niño o adolescente y la persona o
personas que puedan constituirse en familia sustituta.

Este principio nos lleva a conectar la familia de origen con la familia sustituta, ya
que si bien es cierto que, de conformidad con el artículo 345 de la LOPNA, la
familia de origen esta constituida por el padre y la madre, o por uno de ellos y sus
descendientes, ascendientes y colaterales hasta el cuarto grado de
consanguinidad, correspondiéndole a estas personas una serie de obligaciones
conforme a la Ley (como por ejemplo, lo que establece en materia de obligación
alimentaria, el artículo 368 de la LOPNA), cuando se trata de asumir por parte de
estas personas (abuelos, hermanos, tíos) especiales facultades de decisión y
responsabilidad sobre la persona del niño o adolescente, como lo serían las que
entrañan las modalidades de familia sustituta (colocación familiar, tutela,
adopción), estos parientes por consanguinidad se constituirían, además, a los
efectos legales, en familia sustituta. Solo así podría hacérseles las especiales
exigencias de cuidado y protección que conlleva una concesión de guarda o de
representación, concedida a personas distintas de los padres.

c) La responsabilidad personal e intransferible de quien resulte escogido


como familia sustituta.

Este principio se encuentra absolutamente implícito en todas las modalidades de


familia sustituta, como puede observarse en la tutela y la adopción, ya que el tutor
es responsable por los resultados de la tutela hasta que no se le apruebe su
gestión y, en el caso de la adopción, basta con tener en cuenta que la misma
supone la concesión de la patria potestad a los adoptantes, para comprender el
alcance de su responsabilidad. El problema se planteaba en la práctica, ya que
en la modalidad de colocación familiar ha existido siempre la posibilidad, y de
hecho se han dado muchos casos, que la persona seleccionada para
desempeñarse como tal, atribuyéndosele la guarda y hasta la representación del
niño o del adolescente, pretenda liberarse de la responsabilidad que ello conlleva,

356
dejando al colocado al cuidado de otra persona, que no ha sido debidamente
estudiada por el tribunal para ver si llena los requisitos exigidos para asumir esta
responsabilidad, comprometiéndose así los resultados de la medida de protección
dictada. Debido a la importancia de este principio en el caso de la colocación
familiar, existen una serie de previsiones dentro de su regulación, especialmente
dirigidas a evitar que se diluya la responsabilidad de la persona escogida para tal
fin, resultando además, en este caso, aplicable lo dispuesto en el artículo 270 de
la LOPNA que sanciona con prisión de seis meses a dos anos a quienes impidan,
entorpezcan o incumplan la acción de las autoridades competentes y, entre ellas,
la judicial.

d) La opinión del equipo multidisciplinario.

La LOPNA prevé, en su artículo 179, la existencia de servicios auxiliares para


cada Tribunal de Protección del Niño y del Adolescente, a fin de facilitar y
optimizar el desempeño de sus funciones. Uno de estos servicios auxiliares está
constituido, por un equipo multidisciplinario, constituido por médicos, psicólogos,
trabajadores sociales o cualquier otro experto que sea necesario, con el objeto
de que el tribunal pueda estar debidamente asesorado en las materias propias de
cada una de dichas profesiones, y lograr así soluciones más adecuadas al interés
de protección que debe perseguir la actuación judicial en materia de niños y
adolescentes. De no poderse constituir dicho equipo, el Tribunal debe contar con
los recursos presupuestarios necesarios para servirse de tales expertos en las
ocasiones que sea necesario. Este equipo o los expertos que se contraten, deben
ser oídos por el Tribunal antes de decidir la modalidad de familia sustituta que
convenga en cada caso, incorporándose los respectivos informes en el
expediente correspondiente, para así garantizar que todos los aspectos
importantes han sido tomados en cuenta y que el Tribunal estaba en debido
conocimiento de los efectos que su decisión podía conllevar para el niño o
adolescente en cuestión.

357
e) No puede constituir causal para descalificar a quien pueda desempeñarse
eficazmente como familia sustituta la carencia de recursos económicos de la
misma.

Este principio está orientado a hacer posible que todas aquellas personas que
pudieran tener condiciones para resultar exitosas como familia sustituta, no sean
rechazadas o desistan de serlo debido a no contar con los recursos económicos
necesarios para ello. Una solución orientada en el mismo sentido esta contenida
en el artículo 354 de la LOPNA, el cual dispone que la falta o carencia de
recursos materiales no constituye, por sí sola, causal para la privación de la patria
potestad. Se trata en este último caso de no penalizar la pobreza y de preservar
el cumplimiento del derecho de todo niño o adolescente a ser criado por su
familia de origen, cuando ello se dificulta por carecer los padres de los recursos
económicos necesarios para dotar al hijo de la educación necesaria y del nivel de
vida que ellos desean para este. En efecto, en no pocas ocasiones los padres
pueden sentirse abrumados por la carencia de recursos y asumen una conducta
que afecta su relación con los hijos, pudiendo esto llegar a constituir una causal
de privación de la patria potestad que, al ser debidamente estudiada, puede
revelar como problema de fondo el aspecto económico. Tal sería el caso de las
ausencias prolongadas del hogar en busca de recursos económicos para el grupo
familiar y, hasta situaciones mucho más directas, en las cuales los progenitores
consideran que el hijo estaría mejor con otras personas que le satisfagan las
necesidades materiales mínimas, ya que ellos no pueden hacerlo. Como
respuesta a esta situación, la LOPNA dispone en el último de los artículos
mencionados, que el niño o adolescente debe permanecer con sus padres, sin
perjuicio de que estos sean incluidos en uno o más de los programas que prevé la
propia Ley en su artículo 124, cuya letra a), está referida a los programas de
asistencia destinados a satisfacer las necesidades de los niños, adolescentes y
sus familias, que se encuentren en situación de pobreza. En el caso de la familia
sustituta, lo que se propone el legislador es tratar de lograr la participación de
aquellos parientes del niño o del adolescente que podrían asumir la guarda y

358
representación del mismo, pero que carecen de recursos económicos para velar
por su manutención en general; asimismo estaría comprendido aquí el caso de
otras personas ajenas a la familia de origen, que poseen las condiciones
humanas, morales y de cualquier otra índole que pudieran requerirse para
proteger a un determinado niño o adolescente, pero que encontrándose en
precarias condiciones económicas no se presentan como candidatas a familia
sustituta. También en este caso, lo que se pretende es que los mismos
programas que se prevén en la letra a, del artículo 124, antes mencionado,
puedan aplicarse para aprovechar este recurso humano tan valioso en la solución
del problema de desprotección de niños y adolescentes. Es importante destacar
que, por otra parte, en el caso concreto de la colocación familiar o en entidades
de atención, en la LOPNA se omitió conscientemente la alusión a cualquier
beneficio económico que se pudiera obtener por el desempeño del rol de familia
sustituta, para evitar que se deformara la concepción de la figura y esta pudiese
ser vista, por algunos, como una simple fuente de ingreso, objetivo este
totalmente ajeno al verdadero interés que deben tener las personas llamadas a
constituirse en soluciones reales para la protección de niños y adolescentes que
así lo requieran. En tal sentido, es oportuno señalar que no existe disposición
alguna en la LOPNA, que prohiba la asignación de recursos económicos para
quienes se desempeñen como familia sustituta. Este aspecto será necesario
reglamentarlo debidamente, para evitar los abusos y distorsiones que pueden
darse en la práctica, de lo cual hay numerosos ejemplos.

f) El último de los principios fundamentales lo constituye la limitación


establecida por la LOPNA para que la familia sustituta pueda residir en el
extranjero, con excepción de los casos en que se decida que la modalidad de
familia sustituta más conveniente para un determinado niño o adolescente sea
la adopción o que, no tratándose de una adopción, la familia sustituta vaya a
estar integrada por parientes del niño o del adolescente.

359
Tal limitación persigue evitar las equívocas soluciones que se han pretendido dar,
en ocasiones, cuando detrás de una colocación familiar se encuentra encubierta
una adopción internacional, para la cual los interesados no llenan los requisitos
exigidos por la legislación venezolana.

B- En cuanto a las diferencias mas importantes que pueden señalarse entre la


colocación familiar o en entidad de atención, la tutela ordinaria de menores y la
adopción como modalidades de familia sustituta previstas en la LOPNA, pueden
señalarse las siguientes:

a) Permanencia de las medidas.

La colocación familiar o en entidad de atención tiene por objeto otorgar la guarda


de un niño o adolescente, de manera temporal y mientras se establece una
modalidad de protección permanente para el mismo, ya sea porque se resuelve o
aclara la situación de afectación de sus padres respecto a ellos (desaparición
física, establecimiento de la filiación, restitución en el ejercicio de la guarda o de
la patria potestad) o porque resulta posible la apertura de la tutela ordinaria de
menores o el otorgamiento de la adopción. Estas dos útimas instituciones tienen
por objeto brindar una protección a más largo plazo, la cual cesará, en ambos
casos, cuando el niño o adolescente adquiera la mayoría de edad y, el caso
especifico de la tutela ordinaria de menores, cuando proceda la remoción del tutor
por las causales establecidas en el Código Civil, pudiendo procederse a la
designación de uno nuevo, con lo cual la institución como tal permanecería
cumpliendo su rol de protección.

b) Contenido.

Además de la guarda, la colocación familiar puede conllevar la atribución de la


representación del niño o adolescente y, en el caso de la colocación en entidad
de atención esta siempre conllevara la atribución de ambas facultades. En el caso
de la tutela ordinaria de menores, siendo esta la institución de representación
substitutiva de la patria potestad, la misma prevé como facultades a ser

360
concedidas al tutor, no solo la guarda y representación del pupilo, sino también la
administración de sus bienes, aun cuando sometida a una serie de controles que
la diferencian, entre otros aspectos, de la patria potestad. En cuanto a la
adopción, la misma produce legalmente efectos similares a los de la filiación y,
por tanto, a los adoptantes se les concede la patria potestad sobre el adoptado,
motivo por el cual los primeros de los nombrados se convierten en padre y madre,
respectivamente, o en uno de ellos al menos, y les corresponde la titularidad y el
ejercicio de la guarda, representación y administración de los bienes del hijo
adoptado.

c) Terminación.

La colocación familiar o en entidad de atención puede cesar en cualquier


momento, sea por voluntad de la persona a la que se le concedió, en caso que
esta no pueda o no quiera continuar ejerciéndola, de todo lo cual debe informar
al juez que dicto la medida, o por revocatoria de la medida por el propio juez, si el
interés superior del niño o adolescente así lo requiere. La tutela ordinaria de
menores puede cesar a voluntad del tutor cuando el mismo se encuentra en
alguno de los supuestos de afectación para seguir ejerciendo el cargo, o
mediante la remoción del tutor a través del procedimiento especial previsto en el
Código Civil, en ambos casos resulta especialmente importante la aprobación por
el juez de las cuentas del tutor respecto de su administración. La adopción no
puede cesar por voluntad del adoptante, ya que la ley prohibe su revocatoria, y
respecto de la misma solo cabria la nulidad en los supuestos establecidos para tal
efecto por la LOPNA.

d) Prelación.

La colocación familiar o en entidad de atención puede ser concedida como


medida de protección previa a la tutela ordinaria de menores o a la adopción,
pero estas no son medidas de protección previas a aquella. El tutor puede
adoptar al pupilo siempre que se aprueben con anterioridad las cuentas de su

361
administración, pero el adoptante no puede convertirse en ningún caso en tutor
del adoptado, ni en responsable del mismo en virtud de una colocación familiar.

e) Regulación de las instituciones.

En cuanto a los instrumentos donde están contenidas las normas que regulan
cada una de las instituciones mencionadas, es necesario advertir que las
previsiones sobre colocación familiar o en entidad de atención, y sobre adopción
están contenidas en la LOPNA. La regulación sobre la tutela ordinaria de
menores esta prevista en el Código Civil, si bien es oportuno señalar que la
misma hace ya mucho tiempo que resulta totalmente inadecuada a la realidad
venezolana y requiere de una urgente revisión para que pueda responder a los
problemas de protección que plantean nuestra infancia y adolescencia.

5. Diferencias con otras medidas de protección: situación especial del


abrigo.

De todas las medidas de protección prevista en el artículo 127 de la LOPNA, la


colocación familiar o en entidad de atención, al igual que la tutela ordinaria de
menores y la adopción, solo puede ser dictada en sede judicial debido a las
facultades que, sobre la persona del niño o adolescente, pueden ser concedidas
a la persona que se le otorga su ejercicio. En efectos, en todos estos casos la
competencia para la determinación y la decisión de la medida a dictar están
reservadas al juez de la Sala de Juicio, conforme lo dispone el parágrafo primero,
letras e), f), g) y h), y el parágrafo cuarto, letra a), del artículo 177, y los artículos
128, 129,131 y 394 de la LOPNA. Ello significa que ninguna de estas medidas de
protección puede ser dictada por autoridad administrativa alguna, por cuanto
estaría viciada de nulidad absoluta debido a la incompetencia del órgano. Todas
las demás medidas de protección corresponde dictarlas a las autoridades
administrativas previstas en la LOPNA, especialmente a los Consejos de
Protección, encontrándose entre estas medidas a dictarse en sede administrativa
la medida de protección prevista en la letra h) del artículo 126 y desarrollada por
el artículo 127, denominada "abrigo", cuya importancia justifica un comentario

362
separado, debido a la conexión que puede presentar, en ocasiones, con la
colocación familiar, al convertirse en esta última modalidad de protección.

Con ocasión de las múltiples discusiones que se llevaron a cabo por los grupos
que intervinieron en la redacción de la LOPNA, se evaluó detenidamente la
conveniencia de consagrar una medida de protección que, aun cuando recayera
directamente sobre la persona de un niño o adolescente, pudiese ser dictada en
sede administrativa por los Consejos de Protección, en todos aquellos casos en
que por la inminencia del riesgo o la breve duración que en el tiempo podría
tener la medida, así se justificase. Como consecuencia de esto surgió la
institución contenida en el artículo 127 de la LOPNA, el cual en su primera parte
la define como: "una medida provisional y excepcional, dictada en sede
administrativa por el Consejo de Protección del Niño y del Adolescente , que se
ejecuta en familia sustituta o en entidad de atención, como forma de transición a
otra medida administrativa de protección o a una decisión judicial de colocación
familiar o en entidad de atención o de adopción, siempre que no sea posible el
reintegro del niño o adolescente a la familia de origen". No se trata pues de una
colocación familiar o en entidad de atención, sino de ejecutar otra medida de
protección, que se denomina "abrigo", valiéndose para ello de familias sustitutas
dispuestas a colaborar con esta clase de medidas, las cuales deben haber sido
previamente seleccionadas y capacitadas, o bien de entidades de atención, cuya
disponibilidad haya sido también determinada con anterioridad. Por otra parte, la
duración de esta medida no puede ser superior a los treinta días, tal como lo
prevé la segunda parte de la norma citada, la cual añade que, si vencido ese
plazo no se resuelve el caso por vía administrativa, el Consejo de Protección
debe dar aviso al juez competente, para que éste dictamine lo conducente.

Cuáles podrían ser estos supuestos que requieren tan urgente solución y que
justifican el ser sustraídos al inmediato conocimiento del Tribunal de Protección
del Niño y del Adolescente. Si bien los ejemplos podrían abundar, nos referiremos
aquí a los dos ejemplos más ilustrativos que se aportaron en las discusiones y

363
que fueron determinantes para la incorporación de la institución a la LOPNA,
estos son los siguientes: en primer lugar, el caso de uno o más niños cuya
vivienda ha sido afectada por alguna lluvia torrencial que cayese durante altas
horas de la noche de un día viernes o sábado por la noche, y cuyos padres no se
encontraban en el lugar, desconociéndose su paradero o estuviesen lesionados
con motivo de los hechos ocurridos. Estos niños necesitarían de la inmediata
actuación de un órgano del Poder Público que, a pesar del día y de la hora, les
acuerde una inmediata protección y les provea de un lugar donde permanecer,
cama, comida y cuidados acordes con su edad, ya que el interés de estos niños
no podría esperar a que llegara el día laborable más inmediato a lo acontecido,
para que los Tribunales competentes conocieran del caso y decidiesen la medida
de protección más adecuada. Tal actuación correspondería cumplirla a los
Consejos de Protección, en su condición de órganos administrativos que, en cada
Municipio, tienen a su cargo asegurar la protección, en caso de amenaza o
violación de los derechos y garantías de uno o varios niños o adolescentes,
individualmente considerados (artículo 158 de la LOPNA). Estos Consejos
funcionan de manera permanente y sus miembros tienen un sistema rotativo de
guardias, conforme lo dispone la segunda parte del artículo 166, motivo por el
cual pueden atender, de inmediato, cualquier emergencia como la descrita que
afecte a uno o más niños o adolescentes del respectivo Municipio, dictando una
medida de abrigo que les permita proveer lo conducente para la inmediata
protección del niño o niños afectados, ubicando a la familia sustituta o la entidad
de atención a la que serian llevados esa misma noche, gracias a la información
que debe constar en los registros que se lleven para tales efectos. La medida
dictada tendrá una duración máxima de 30 días, durante los cuales deben
realizarse todas las gestiones necesarias para la localización de los padres, o
lograr su restablecimiento para que puedan hacerse nuevamente cargo de sus
hijos; de no ser así, esto es, si ese lapso de tiempo es insuficiente, el respectivo
Consejo de Protección debe hacer del conocimiento del juez competente la
situación , a fin de que este determine la solución apropiada para dicho caso. El

364
segundo ejemplo está relacionado con la eventual necesidad que puede tener un
determinado progenitor de ausentarse de su hogar por un determinado periodo
de tiempo, por razones de salud (tratamiento médico o intervención quirúrgica de
importancia), a lo cual no ha podido atender por tener hijos de corta edad a
quienes no puede dejar desamparados. También, en este caso, el respectivo
Consejo de Protección podría, a través del abrigo, ubicar e estos niños en una
familia sustituta o en una entidad de atención que cuiden de su bienestar y
seguridad, mientras el progenitor resuelve su problema de salud. Por supuesto
que, también en este caso, la ausencia del progenitor no podrá exceder de los 30
días y la solución para el problema de protección de los niños mediante el abrigo
evitaría que se ponga en riesgo su seguridad, y la indebida utilización de un
mecanismo sumamente costoso y normalmente recargado como lo es la vía
judicial.

De lo expuesto surgen pues las diferencias entre las instituciones del abrigo y la
colocación familiar, las cuales son medidas de protección con supuestos
diferentes, llamadas a complementarse en un momento dado, ya que lo decidido
provisionalmente por el Consejo de Protección pueden mantenerse a través de la
decisión de colocación familiar que dicte el juez, dictadas por órganos diferentes,
con una duración muy corta la primera de ellas, la cual, además, no supone
conferimiento de facultad alguna sobre la persona de los niños o adolescentes
sobre los cuales recaiga, pues se limita exclusivamente a proveer a su inmediata
y urgente protección material. Siendo la única semejanza la finalidad de
protección que persiguen respecto a los sujetos sometidos a las mismas.

6.- Supuestos de procedencia. El artículo 397 de la LOPNA establece ciertas


situaciones que actúan separadamente como supuestos de procedencia para la
colocación familiar o en entidad de atención, estas son las siguientes:

a) que haya sido dictada previamente una medida de abrigo y transcurridos


totalmente los treinta días previstos en la segunda parte del artículo 127, sin
estar aún resuelto el caso por vía administrativa. En el primero de los ejemplos

365
a los que se aludió en el número anterior, tal situación se daría si los padres
no aparecen en ese tiempo o la afectación a su salud requiere de un tiempo
mayor para su total restablecimiento o fallecen y, en el segundo caso, si el
problema del progenitor se complica o también fallece. En ambos casos, si lo
que se requiere es un poco más de tiempo, el juez podrá decidir que los niños
continúen en la familia sustituta o en la entidad de atención, donde fueron
ubicados por el Consejo de Protección, y de requerirse una medida de
protección de mayor duración decidirá la que mejor convenga al caso, siendo
una de estas opciones la colocación familiar o en entidad de atención..

b) Que en el caso concreto resulte imposible abrir la tutela ordinaria de


menores o continuar con la tutela que se había constituido.

c) Que se haya privado de la patria potestad al padre y a la madre, o a aquel


de ellos que la haya detentado, o que la patria potestad se haya extinguido
respecto de estos progenitores. Este supuesto comprende dos situaciones
distintas, ya que cuando se trata de una privación de la patria potestad la
misma podría restituirse, conforme lo dispone el artículo 355 de la LOPNA, lo
cual haría más probable que se determinase la procedencia de una
colocación en familia sustituta o en entidad de atención, dada la temporalidad
que la caracteriza. Si se trata de la extinción de la patria potestad, la misma
solo podría dar lugar a una colocación familiar cuando se produzca por una de
las causales previstas en las letras d) y e), del artículo 356 de la LOPNA
(reincidencia en cualquiera de las causales de privación de patria potestad o el
consentimiento legal para la adopción del hijo, excepto cuando se trata de la
adopción del hijo por el otro cónyuge, respectivamente); en tal caso, el
carácter definitivo de la extinción favorecería más una medida de protección
que tenga el mismo carácter, tal como la adopción. Sin embargo, por cuanto
podrían no llenarse los requisitos legales para una medida de protección
permanente, la colocación familiar o en entidad de atención constituirá
siempre un valioso recurso para la solución del caso.

366
7.-Orden de prelación. La denominación de esta medida de protección podría
conducir a pensar que resulta indiferente que se coloque al niño o adolescente
que requiere de protección, sea en una familia sustituta o en una entidad de
atención. Tal conclusión no es cierta. Uno de los cambios más importantes que
trae la LOPNA es la eliminación del Instituto Nacional del Menor (INAM) y su
sustitución por un Sistema de Protección, cuyos órganos administrativos son los
Consejos de Derechos (artículos 133 y ss. de la LOPNA) y los Consejos de
Protección (artículos 158 y ss de la LOPNA). La desaparición del INAM trae
consigo la desaparición de los centros de reclusión, donde han sido
institucionalizados los niños y adolescentes declarados en situación irregular o en
vías de serlo, y sobre los cuales han recaído las medidas que, con arreglo a la
LTM, han sido dictadas por los Jueces de Menores, con excepción de aquellos
que lograron ser adoptados. Son pues los pupilos del Estado quienes han
plenado estos lugares, en una situación de privación de libertad que podría
asemejarse a una condena a prisión, con la diferencia que no han tenido ninguna
de las garantías procesales que tienen las personas procesadas de acuerdo con
la ley penal. Habiendo cambiado el paradigma de la situación irregular de los
menores por el de la protección integral de los niños y adolescentes, se considero
totalmente contrario a los principios contenidos en la Convención sobre los
Derechos del Niño (1989), que se mantuviese tal situación que atentaba contra
los más elementales derechos de los niños y adolescentes que se veían
obligados a soportarla. A tales efectos, la solución que contempla la LOPNA esta
orientada a terminar con la institucionalización de niños y adolescentes y
proporcionarles una familia sustituta, a quienes requieren ser protegidos por estar
privados temporal o permanentemente de su familia de origen. Estas
modalidades de familia sustituta que, como se ha dicho, son la colocación familiar
o en entidad de atención, la tutela ordinaria de menores y la adopción, pretenden
recrear de la manera más fiel posible el ambiente de una familia en la que pueda
insertarse al niño o adolescente protegido, con excepción de aquellos
adolescentes que, de acuerdo a las previsiones de la ley, deba aplicárseles una

367
sanción de privación de libertad. Al considerar la figura de la colocación familiar
como medida de protección, resultó imperativo admitir la necesidad de incorporar
una figura subsidiaria constituida por la opción de la colocación en entidad de
atención, ya que probablemente resulte imposible encontrar familias que quieran
acoger en su seno a todos aquellos niños y adolescentes que se encuentran en el
país y que requieren de una familia sustituta, a quienes, además, no se les
puede abrir la tutela ordinaria de menores porque no se dispone del número de
personas que la misma requiere, y no pueden ser dados en adopción porque no
hay personas interesadas en adoptarlos. Estos niños o adolescentes tienen, sin
embargo, todo el derecho de vivir en un ambiente familiar y a no ser recluidos en
instituciones que les afecta su derecho a vivir en libertad. Para estos niños o
adolescentes la colocación en entidad de atención es la formula que les permite
estar bajo la guarda de una persona física o natural, que será el responsable de
la respectiva entidad o alguna de las personas que allí trabajen, y quienes deben
llenar todos los requisitos para erigirse como tales guardadores y representantes
del respectivo niño o adolescentes, teniendo en cuenta el interés superior de los
mismos. Resulta así, por tanto, más fácil de entender el contenido del artículo 398
de la LOPNA, cuando dispone que deben agotarse las posibilidades de que la
colocación se realice en una familia sustituta, y solo si ello no puede lograrse
(porque no existe la familia que quiera recibir a ese niño o adolescente), se
dispondrá la colocación en la entidad de atención más apropiada a las
características y condiciones del respectivo niño o adolescente.

Las entidades de atención son definidas en el artículo 181 de la LOPNA como


"instituciones de interés público que ejecutan programas, medidas y sanciones", y
"pueden ser constituidas a través de cualquier forma de organización o asociación
pública, privada o mixta, que permita la ley". La colocación en entidad de atención
no significa, entonces, institucionalizar al respectivo niño o adolescente, sino
colocarlo bajo la guarda y representación del responsable de la entidad en
cuestión, quien le prestara los cuidados y atenciones que requiera, pudiendo
prodigarle el afecto e interés que solo un ser humano puede darle a otro. Para el

368
éxito de la gestión que estos responsables de las entidades de atención o de
quienes laboren en ellas y deseen convertirse, a su vez, en guardadores y
representantes de otros niños, el juez debe tener en cuenta el número de niños y
adolescentes que se encuentren bajo la guarda y representación de estas
personas. Esta última previsión tiene por objeto evitar que se burle el verdadero
propósito de la colocación, pues difícilmente se le puede prestar la misma
atención y cuidado a un número grande de personas, especialmente si estas son
niños y adolescentes con quienes se está conviviendo en un ambiente que se
asemeje al de una familia.

8. Alcance y contenido: facultades que confiere, duración, personas a


quienes puede concederse, requisitos y obligaciones. A través de las
disposiciones que desarrollan estos aspectos se pueden conocer los aspectos
mas relevantes de esta institución. A algunos de ellos se ha hecho referencia al
abordar los puntos anteriores y, por tal razón, solo los mencionaremos aquí
brevemente.

a) Facultades que confiere.- La colocación familiar conlleva siempre la atribución


de la guarda sobre el respectivo niño o adolescente. Para entender el alcance de
la guarda que se atribuye, la LOPNA en su artículo 396 prevé que la misma debe
entenderse de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 358 ejusdem, el cual regula la
guarda como atributo de la patria potestad. Por lo tanto, este guardador tiene a
su cargo la custodia, la asistencia material, la vigilancia y la orientación moral y
educativa del guardado, así como la facultad de imponerle correcciones
adecuadas a su edad y desarrollo físico y mental. En cuanto a la representación
del niño o adolescente esta puede ser también conferida al guardador para
determinados actos, los cuales serán señalados por el juez en la misma
oportunidad de su conferimiento (artículo 396 de la LOPNA). Tales serían los
casos de la representación en los planteles educativos donde curse estudios el
niño o adolescente o autorizar un determinado tratamiento médico o una
intervención quirúrgica, obtención del pasaporte, cumplir una actuación ante un

369
órgano del Poder Publico, etc. En cuanto a la colocación en entidad de atención,
esta conlleva, como se dijo, la atribución de ambas facultades al guardador
(artículo 398 de la LOPNA).

b) Duración.- Si bien la LOPNA la considera como una medida de protección de


carácter temporal, en la practica la colocación en familia sustituta o en entidad de
atención puede convertirse en una medida de protección de mayor duración, en
todos aquellos casos en que no pueda determinarse una modalidad de protección
permanente para los niños o adolescentes colocados, bien sea porque no pueden
volver con su familia de origen o porque no se presenta la oportunidad para que
sean adoptados. En efecto, debe tenerse presente que en todos aquellos casos
de niños o adolescentes privados de manera definitiva de su medio familiar de
origen, la medida de protección más conveniente es la adopción, debido a la
permanencia de sus efectos respecto al adoptado y a los adoptantes. Sin
embargo, la mayoría de las personas que desean adoptar están interesadas en
niños de corta edad y que presenten determinadas características físicas y de
salud. Ello reduce considerablemente las posibilidades para todos aquellos niños
que superan cierta edad y para los que adolecen de determinadas enfermedades
o limitaciones físicas. En consecuencia, una vez decidida la colocación de estos
niños o adolescentes cuya adoptabilidad se hace imposible por alguna de esas
causas, los mismos tendrán que permanecer en colocación familiar hasta que
alcancen la mayoría de edad. Por supuesto, este es un aspecto que deberán
conocer las personas dispuestas a participar en los programas de colocación
familiar y las respectivas entidades de atención, a fin de estar preparadas para lo
que eso implica.

c) Personas a quienes puede concederse.- A pesar de utilizar la denominación


de familia sustituta, dicha familia puede estar conformada por una sola persona o
por dos. Esto responde a la realidad, la cual nos muestra como, en una
considerable proporción, muchas de las familias están integradas solamente por
uno de los progenitores, que, en el caso venezolano, la mayoría de las veces es

370
la madre. Esta es la solución que prevé la segunda parte del artículo 394 de la
LOPNA en cuanto a la familia sustituta en general, y es la contenida en el artículo
399 ejusdem, en cuanto a la colocación familiar en particular. En efecto, el último
de los artículos citados establece que ”la colocación familiar puede ser otorgada a
una sola persona, o a una pareja de cónyuges”. Se exige pues la existencia del
vínculo conyugal para los casos en que la colocación se conceda a una pareja, lo
cual deja fuera la posibilidad de conceder la colocación familiar a las parejas de
concubinos o a las integradas por personas del mismo sexo. Asimismo, la
disposición hace referencia a que estas personas deben poseer las condiciones
que hagan posible la protección física del niño o adolescente y su desarrollo
moral, educativo y cultural. Dichas condiciones serán evaluadas por el juez en
cada caso y, para tal evaluación, resultará muy importante la participación y
opinión del equipo multidisciplinario del cual debe servirse el juez, siguiendo para
ello lo que dispone el principio fundamental contenido en la letra d) del artículo
395 de la LOPNA.

La realidad nos demuestra que, en algunos casos, los propios padres han
entregado al niño o al adolescente a una tercera persona para que esta se ocupe
de la crianza del hijo. Tales situaciones conllevan a que se establezcan
determinadas relaciones personales entre el niño o adolescente cuya
preservación puede convenir al interés superior del niño o del adolescente. En
otras ocasiones puede resultar todo lo contrario. Sin embargo, lo importante a
tener en cuenta aquí es que se trata de una situación de hecho que debe ser
evaluada por el Tribunal, a los efectos de determinar si esa persona es apta o no
para ejercer la guarda del niño o adolescente y, de nuevo, encontramos aquí una
importante función a cumplir por el equipo multidisciplinario del que dispone el
Tribunal. En caso de considerarse apta a dicha persona, será esta la primera
opción que tendrá en cuenta el juez al conceder la colocación familiar de ese niño
o adolescente (artículo 400 de la LOPNA).

371
d) Requisitos para que pueda ser concedida la colocación familiar. La selección
de quienes aspiran convertirse en familia sustituta por la vía de una colocación
familiar, puede resultar bastante complicada, especialmente si se espera el último
momento para su elección, y supera los posibilidades de tiempo y recursos que
pueda tener el Tribunal, aún con el apoyo del equipo multidisciplinario. Ello quiere
decir, que tal selección debe estar a cargo de personas especialmente
adiestradas para tal fin y que puedan hacerse cargo, a su vez, para adiestrar a
quienes están interesadas en participar como familia sustituta, obteniendo una
colocación familiar para lo cual no saben como proceder. Por ello, el artículo 401
de la LOPNA ha dispuesto que estas personas deben inscribirse previamente en
un programa de colocación familiar, en el cual se las capacite y supervise. En la
práctica, tales programas de colocación familiar deben ofrecerse en los diversos
municipios, a fin de que los Consejos de Protección puedan ayudar a sensibilizar
a la población del área geográfica donde operen para que participen en la
solución de los casos de niños o adolescentes que requieran ser protegidos. Sin
embargo, tampoco podría pensarse que las autoridades municipales están en
mejores condiciones que los Tribunales para el adiestramiento de estas personas.
Como respuesta a esto, la LOPNA prevé la existencia de estos programas en la
letra c) del artículo 124, disposición esta que se refiere, de manera general y a
título enunciativo, a los tipos de programas que pueden ofrecerse para alcanzar
los objetivos de la ley. Dicha letra los describe como programas para organizar la
colocación de niños y adolescentes en familias sustitutas, mediante un proceso
de selección, capacitación y apoyo a quienes se dispongan a incorporarse al
programa específico de colocación. De las personas que se capacite para poder
desempeñarse como familia sustituta en la modalidad de colocación familiar, se
debe llevar un registro por el respectivo Consejo de Protección, así como también
de aquellas personas a quienes se les ha otorgado un niño o adolescente en tal
condición, y de los respectivos programas que se desarrollen en el municipio
correspondiente (artículo 402 de la LOPNA). De manera excepcional, el juez
puede otorgar una colocación familiar a una persona o personas no inscritas en el

372
programa respectivo, en cuyo caso estas deberán proceder de inmediato a
inscribirse, a los fines consiguientes. Esta situación concuerda con el contenido
del artículo 400 de la LOPNA, que contempla la posibilidad de otorgar la
colocación familiar de un niño o adolescente a la persona con la cual lo han
dejado sus progenitores, a pesar de que la misma no esté inscrita en el respectivo
programa y siempre que se den las condiciones previstas en la misma norma.
También procedería en aquellos casos en que no habiéndose inscrito persona
alguna en el registro especial al cual se refiere el artículo 402, a la que pudiese
otorgarse de inmediato una determinada colocación, se presente un interesado
que satisfaga los requerimientos del caso y este dispuesto, de inmediato, a
inscribirse en el programa en cuestión. Evidentemente, todos estos aspectos
deben constar en el expediente respectivo a fin de garantizar que se dará
cumplimiento a los compromisos que está contrayendo frente al tribunal la
persona responsable por la guarda del niño o del adolescente.

e) Obligaciones que conlleva el conferimiento de una colocación familiar o en


entidad de atención. Como se dijo antes, de acuerdo al artículo 396 de la LOPNA
la persona a la que se le concede una colocación familiar tiene la guarda del
respectivo niño o adolescente y, por lo tanto, es responsable por la atención de
todos los aspectos que la misma supone, lo cual conlleva a tomar decisiones
acerca del lugar donde vive el guardado, de las condiciones en que vive, del
instituto educativo al cual asiste, de los cuidados que requiere su salud y
bienestar, de las amistades que frecuenta, de su desarrollo moral y, en general,
de todos aquellos aspectos comprendidos en los enunciados de la disposición
mencionada. Como consecuencia de lo que implican estas decisiones, la misma
norma alerta a que, para el ejercicio de la guarda, se requiere el contacto directo
con la persona sometida a ella y, por lo tanto, faculta para decidir el lugar en que
se establecerá su residencia o habitación. Estos contenidos resultan de la mayor
importancia para poder comprender el alcance de la previsión contenida en el
artículo 403 de la LOPNA, el cual resulta novedoso por habérsele incorporado al
texto escrito de la ley, pero responde a la necesidad de sincerar lo que, de

373
hecho, ocurre en estos casos. En efecto, dicho artículo prevé que las decisiones
que tome la persona responsable de la guarda del niño o adolescente, en relación
a este y en virtud de una colocación familiar o en entidad de atención, se
aplicaran con preferencia a lo que sobre los mismos aspectos opinen los
progenitores del guardado. Con esta previsión se desea corregir la anormal
situación que puede presentarse en ocasiones, en la cual los padres pretenden
interferir en el ejercicio de la guarda que tiene conferida otra persona por decisión
judicial, a pesar de que ha sido su conducta, respecto al hijo, la que ha
conducido a una afectación en el ejercicio de la guarda o de la patria potestad
que les correspondía sobre el mismo. No puede dar lugar a dudas que si el
guardador decide un instituto educacional para el niño y los padres no están de
acuerdo, sea la opinión del guardador la que prevalezca, ya que la
responsabilidad por los resultados que se obtengan le corresponderá también a
él, lo mismo sucedería con los deportes que practique el niño, o con la religión
que estuviere profesando. En todo caso, estos padres, aún afectados en estas
facultades que les concede la ley, pueden dirigirse al Tribunal de Protección del
Niño y del Adolescente para hacer del conocimiento del mismo la situación y los
argumentos en que basan su opinión, si es que esta orientada en beneficio del
respectivo niño o adolescente. También podrían dirigirse al Ministerio Publico a
los mismos fines, en cuyo caso le corresponderá a este disponer las
averiguaciones que se ameriten, haciendo uso para ello de las facultades que le
confiere el artículo 171 de la LOPNA. El Tribunal, de ser el caso, siempre podrá
interferir en lo decidido por el guardador en una colocación familiar o en entidad
de atención, sobre la base del interés superior del guardado.

9.- Finalización de la colocación. Por cuanto la colocación familiar o en entidad


de atención es en esencia una medida de protección temporal, la misma puede
finalizar definitivamente a través de dos grandes vías. La primera de ellas, que es
la ideal para el niño o adolescente sometido a la medida, es que este pueda
regresar con sus progenitores a su familia de origen, recuperando estos la

374
plenitud de facultades que conlleva la patria potestad. En defecto de esta primera
posibilidad, podría darse una segunda, que consistiría en dar por finalizada la
colocación para sustituirla por una modalidad de protección permanente para el
niño o adolescente. Este seria el caso en que se concediese la adopción, bien
sea a la persona o personas que tenían conferida la colocación, o a otra persona
interesada en adoptar al niño o adolescente y dicha adopción resultase más
conveniente para el interés del guardado. En estos dos casos, la colocación
desaparecería totalmente como medida de protección, dando paso a instituciones
más garantistas, por su permanencia, a los intereses del respectivo niño o
adolescente.

Sin embargo, podría una determinada colocación familiar o en entidad de


atención finalizar para dar paso a otra colocación, en dos casos expresamente
previstos por la LOPNA en los artículos 404 y 405, referidos a los supuestos de
interrupción de la colocación y revocatoria de la colocación, respectivamente. La
diferencia entre ambos supuestos consiste en que el primero de ellos se origina
en la voluntad del responsable de la colocación, mientras que el segundo
depende de la decisión judicial. Constituye así supuesto de la interrupción, que la
persona a la cual se ha concedido la colocación no pudiese o no quisiese
continuar con el ejercicio de la misma. Ejemplos de ello serian los casos de
enfermedad, de presiones familiares sobrevenidas o la simple convicción de que
las relaciones entre el niño o adolescente y la persona responsable de la
colocación se encuentran afectadas. En tales casos, esta persona debe acudir
ante el Tribunal que dictó la medida a fin de hacer de su conocimiento lo que
ocurre, y que este proceda a decidir lo conveniente para los intereses de los
involucrados. El juez que conozca del caso evaluará debidamente la situación,
junto con su equipo multidisciplinario, a fin de determinar si superado el problema
puede continuarse con la misma colocación o no. En todo caso, lo más
importante de este supuesto es que se quiso evitar que el niño o adolescente
pudiese ser expuesto a peligro, al ser entregado a otra persona sin previa
autorización judicial. Por tal razón y como complemento a lo dispuesto en el

375
artículo 404, los artículos 232 y 270 de la LOPNA establecen sanciones en caso
de su incumplimiento. El primero de estos artículos se refiere a la entrega ilegal a
un tercero, de un niño o adolescente que se tenga bajo patria potestad, tutela,
colocación familiar o en entidad de atención, la ilegalidad proviene de la ausencia
de autorización judicial para dicha entrega. En tal caso, estas conductas pueden
dar lugar a multa de uno a diez meses de ingreso. En cuanto al artículo 270, la
conducta a ser sancionada es el desacato a la autoridad al impedirse,
entorpecerse o incumplirse la acción judicial con la entrega del niño o adolescente
a una persona distinta de aquella que dispuso el Tribunal. En este último caso, la
sanción podrá ser de prisión de seis meses a dos años.

En cuanto a la revocatoria de la colocación, la misma procede por una vía distinta


a la voluntad del propio responsable de la colocación, el cual no pide ser relevado
de sus responsabilidades a pesar de que su desempeño podría no ser el más
adecuado a los intereses del respectivo niño o adolescente. En tales casos, el
juez puede proceder, en cualquier momento, a revocar la medida anteriormente
dictada al constatar la afectación a los intereses del colocado. Debido a la
importancia y gravedad que pueden revestir estos hechos, la LOPNA ha previsto
un amplio número de personas para que den aviso al juez de lo que esta
ocurriendo y pueda este actuar con la urgencia que requiera la situación. Dichas
personas son: el propio colocado si es adolescente, esto es, si tiene más de doce
anos; el padre o la madre del colocado aun cuando estén afectados en la patria
potestad o en el ejercicio de la guarda; los parientes del niño independientemente
del grado y de la naturaleza del parentesco, es decir que, podría tratarse de
parientes por consanguinidad o por afinidad, y en cualquiera de los grados; el
Ministerio Público, y en general, cualquier persona que tenga conocimiento
directo de los hechos o circunstancias que lo justifiquen. La inclusión de cualquier
tercero para denunciar los hechos ante el juez, podría considerarse excesivo, sin
embargo, lo que se persigue con la norma es evitar que se puedan dar
situaciones que afecten la seguridad o en general los intereses de un niño y las
mismas pasen desapercibidas para las autoridades pero no para un particular,

376
que viva en las inmediaciones del lugar donde se encuentre el afectado, En todo
caso, es oportuno tener presente que las sanciones previstas en el artículo 271
de la LOPNA para los casos de falso testimonio, pueden desestimular a quienes
se sientan tentados de hacerlo, y pretendan afectar con ello los intereses de una
persona inocente del hecho que se le imputa. En dicho artículo la pena para el
que de un dato falso al Tribunal es de prisión de seis meses a dos años.

10.- Conclusiones.- La colocación familiar o en entidad de atención constituye


una de las grandes novedades de la LOPNA, por cuanto esta llamada a dar
soluciones justas y humanas, acordes con los principios inspiradores de la
Convención sobre los Derechos del Niño y de todos aquellos instrumentos que
sirven de base a la Doctrina de la Protección Integral, a los casos que la LTM ha
venido resolviendo durante el tiempo de su vigencia, a través de dos figuras que
han dejado graves secuelas en la vida de casi todas las personas que las han
padecido, como lo son: la declaratoria en estado de abandono y la tutela del
Estado. Se trata sin duda, de soluciones que requerirán de grandes cambios por
parte de los protagonistas, pues demandan una sociedad civil participativa y
sensibilizada frente a los graves problemas que viven muchos niños y
adolescentes en nuestro país, de la actuación valiente de jueces honestos
convencidos en la necesidad de respetar los derechos de niños y adolescentes, y
de que pueden hacerlo rápido y bien, y de un Estado con una clara e
inquebrantable voluntad de apoyar lo que pudiera ser la última posibilidad para
obtener un rescate pacífico de la esperanza en un futuro mejor, al que tienen
derecho todos los niños que habitan en Venezuela.

377
POLÍTICA SOCIAL, POLÍTICA CRIMINAL Y LA CONVENCIÓN SOBRE LOS
DERECHOS DEL NIÑO

Yury Emilio Buaiz Valera

Por lo general, nos acostumbramos a identificar el tema de justicia penal juvenil,


tan sólo con la última de las políticas de un Estado frente a los nacionales
jóvenes, que han entrado en conflicto con la ley penal, es decir, el tratamiento
sustantivo de derecho y adjetivo procesal, es decir, cuáles son las leyes que
definen los actos típicos, antijurídicos y culpables en los que pudieran
encuadrarse las conductas infraccionales de los jóvenes, y cuáles son los
procesos judiciales a los que se les somete, como respuesta del Estado y de la
sociedad frente al crimen o hecho delictuoso. En consecuencia de esa
percepción, generalmente, nada tenemos que ver con una fase importante del
problema: Las políticas públicas preventivas.

Hoy día sabemos que no basta, ni aparece como lo más acertado y justo, que la
política criminal de los Estados esté destinada a uno sólo de los aspectos de su
función, porque quedaría incompleta, dando respuesta solo al hecho criminal ya
producido, sin avanzar en la construcción de un sistema integral de protección-
prevención, que garantice reducir al mínimo posible, o por lo menos aceptable, la
incidencia de estos hechos dentro de las sociedades contemporáneas. En fin,
sabemos que toda política criminal seria debe estar encaminada tanto a prohibir
un comportamiento o conducta determinada, con efectos sancionatorios ante su
incumplimiento, como a allanar socialmente las posibilidades de que esas
conductas ocurran, a través de la ruptura de las causas sociales que las originan,
fundamentada, por lo genera, en la insatisfacción de los derechos humanos de
los niños, niñas, adolescentes y de las familias. Por tanto, a mi manera de ver, la
respuesta no pertenece sólo y exclusivamente al mundo específico, de la justicia

378
penal, puesto que no se trata nada más del diseño de un sistema judicial que
procese y condene, de ser necesario, los hechos que aparezcan como contrarios
a las conductas que la sociedad aprueba. Sin restar importancia al diseño y
realización estricta de un justo sistema penal de responsabilidad juvenil, la
respuesta pertenece también, y quizás con mayor fuerza, al ámbito de lo social, y
esto es así, porque la administración de justicia penal, ya sea para jóvenes o para
adultos, no es más que un subsistema que debe formar parte del conjunto de
elementos y acciones interrelacionadas con la política criminal. Y ¿qué tiene que
ver la Convención Internacional Sobre Derechos del Niño con esta política de
justicia penal juvenil integral, de protección-prevención ?

La Convención Sobre los Derechos del Niño, es un instrumento jurídico-social que


obliga a repensar toda la política social para los niños y adolescentes,
comprometiendo a la instauración de la estructura política que responda a los
fines preventivos que la sociedad requiere para sus hijos, desde la
instrumentación de una cultura de derechos humanos, pasando por la
construcción de los mecanismos y medidas eficaces en materia educativa,
administrativa, legislativa y social para la satisfacción de estos derechos, hasta la
consideración de prioridad absoluta de los niños en las políticas públicas. Esa es
la fase inicial y primordial de toda política preventiva que prevé la Convención. La
otra fase de la política criminal del Estado, es la que da respuesta contra el hecho
infraccional ya producido, considerada por la Convención Sobre los Derechos del
Niño dentro de un marco garantista, superando de manera radical a los anteriores
sistemas de justicia de menores, en el que el carácter delincuencial del menor no
estaba orientado a la realización, por parte de éste, de una conducta previamente
definida en la Ley como antijurídica o delictiva, sino que estaba dirigida a la
consideración de su personalidad, a sus rasgos sicosociales o biosicosociales, los
cuales podían definir su carácter “peligroso”. Se adoptaba el concepto de
peligrosidad de la Escuela Positivista, que mira la personalidad y no la comisión
del delito, y aunque este delito no exista o no llegue a materializarse, o la
conducta sea inculpable por razones de eximencia de responsabilidad (por

379
ejemplo, la legítima defensa), siempre que la personalidad del joven indique
causas “patológicas”, habrá que sancionarle. Este profundo arraigo de la teoría
peligrosista en los sistemas de justicia juvenil ha formado parte de la doctrina de
la situación irregular, develando secuencialmente la negación de toda garantía
durante el proceso a que se le somete.

No pretendo que nos extendamos acá, en el carácter injusto y contrario a todo


principio de derecho, sobre el que se asienta la doctrina de situación irregular,
pero sí, al tema de lo que en ésta se llama “justicia correccional de menores”,
cuyo título tiene sentido sólo con el concepto “peligrosista” que ya mencionamos
anteriormente. Bajo el mote de “justicia correccional” se cometen las más
disímiles injusticias contra los jóvenes, en particular, y contra la sociedad en
general. Por las razones siguientes:

1) Por la definición del cliente de este sistema correccional, que se refiere


básicamente a rasgos de su personalidad y del medio en que se desenvuelve, y
no así a la conducta que lo lleva al proceso judicial.

Está definida como contravención a las leyes penales. Por tanto es violatoria del
principio universal de la legalidad de los delitos y de las penas.

2) No contempla, más bien viola, todos los principios de un proceso justo y


debido, entre ellos el más importante, de ser considerado inocente hasta
sentencia condenatoria definitivamente firme. Niega el derecho de defensa del
joven infractor, que no sólo se refiera que tenga abogado durante el proceso, sino
que, esencialmente, tiene que ver con el carácter contradictorio del proceso como
garantía de defensa, con los alegatos, pruebas, descargos e informes que
permitan al procesado excepcionarse de su acción o conducta, bien con
fundamentos de hecho, bien con razones de derecho.

380
3) Como bien lo indica Emilio García Méndez144, el concepto de “acto antisocial” y
la competencia ilimitada de los Jueces de Menores, son dos aspectos que se
complementan y refuerzan mutuamente, contribuyendo decisivamente a la
consideración del menor como un objeto, a veces de la compasión a veces de la
represión. Por lo que “es posible que, en estricto cumplimiento de la ley, un
adolescente - generalmente perteneciente a los sectores medios o altos - que
haya cometido un delito gravísimo y de naturaleza dolosa, no reciba ningún tipo
de respuesta por el acto cometido. El hecho de poseer un entorno familiar, por lo
menos formalmente bien estructurado, la asistencia a una institución educativa,
se convierten muchas veces en garantías de impunidad...Por el contrario, es
posible que un menor - generalmente perteneciente a los sectores más bajos y
desprotegidos de la sociedad - que haya cometido un hecho banal o de bagatela,
o incluso un acto “antisocial”, sólo posible de ser establecido en la cabeza de
quien lo define, sea institucionalizado (un mero eufemismo para designar a la
privación de libertad) por años, ya que desde los parámetros normativos de las
leyes basadas en la doctrina de la situación irregular, dicho menor se encontraba
en peligro moral o material...”

Estas tres consideraciones son las de mayor importancia para definir el carácter
injusto y contrario a derecho de los sistemas correccionales de menores.

Un verdadero sistema de justicia penal juvenil o del adolescente, que pretenda


construirse sobre la base de la satisfacción y respeto a los derechos humanos,
debe consustanciarse con tres realidades, con tres momentos, que no
necesariamente tienen que ver con el derecho penal en sentido lato o puro, sino
que van más allá, vinculándose de manera inmediata con la vida social de los
adolescentes.

144
GARCIA MENDEZ, Emilio: Foro en el “1er. Encuentro de Jueces y Procuradores de
Menores de Venezuela” realizado el día 06 de diciembre de 1996 en la ciudad de
Caracas, Venezuela.

381
Primer Momento: La prevención como control social activo:

Una efectiva política social, dirigida a garantizar la protección integral a la niñez,


adolescencia y a las familias se convierte en la más sana política criminal, en la
más consecuente y activa fórmula para combatir y prevenir la criminalidad. La
característica básica de esta política social que evite el surgimiento y reiteración
de las conductas delictuosas, debe tener, por lo menos, tres direcciones: 1)
asegurar los derechos humanos de toda persona, desde niños, 2) garantizar su
satisfacción, de manera irrenunciable e inalienable, para lo cual es imprescindible
la consideración de los niños y adolescentes como sujetos de derechos, y 3)
convertirlos en exigibles a través de los mecanismos institucionales, sociales,
educativos y legales que sean necesarios.

El grupo de derechos a garantizar y satisfacer, en una efectiva política pública,


para convertirlos en control social activo de la criminalidad, son sustancialmente
los derechos a:

LA VIDA, LA SALUD Y EL BIENESTAR: constituidos por todo el grupo de


derechos humanos que tienen que ver con la sobrevivencia, tales como nivel de
vida, alimentación y nutrición. Su satisfacción es posible fundamentalmente con la
implementación de políticas de salud y nutrición.

LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO: que tienen relación intrínseca con el


desarrollo personal y social, y están constituidos por el grupo de derechos
humanos vinculados con educación, cultura, recreación, profesionalización,
crianza, cuidados especiales. Su implementación gravita especialmente en la
adopción de las políticas de educación y cultura.

PROTECCIÓN: Todos los derechos humanos referidos a la protección a la


integridad física, moral, sicológica de los niños y adolescentes, su libertad,
dignidad, convivencia y relaciones familiares, comunitarias y sociales. El
verdadero ejercicio de estas protecciones son posibles a través de la promoción y

382
defensa de los derechos humanos y la creación de instrumentos y mecanismos
adecuados para tal fin, con la participación de la comunidad y la familia.

PARTICIPACIÓN: Comprendidos por el grupo de derechos humanos a la


asociación, la libertad de opinión, de pensamiento, de religión, etc. Son
realizables a través de políticas de democratización y participación plural en todos
los niveles de las relaciones sociales de los niños y adolescentes, principalmente
la familia, la escuela y la comunidad.

De la preferencia que se dé a los niños y adolescentes en la formulación de las


políticas públicas dependerá, en gran parte, un eficaz y humano control social
activo, con escasa necesidad de recurrir a la fase reactiva de la política criminal.
En los términos de las Reglas de Beijing, el esfuerzo debe estar dirigido a crear
condiciones que garanticen al niño una vida digna en la comunidad, fomentando
un proceso de desarrollo personal y educativo que lo aleje del delito, y
entendiendo que la justicia penal juvenil se debe concebir como una parte
integrante del proceso de desarrollo nacional de cada país y deberá administrarse
en el marco general de la justicia social para todos los niños y adolescentes.

Segundo Momento: Construcción de un sistema penal de responsabilidad


juvenil.

El segundo momento de la política criminal debe ser la fase reactiva, es decir, la


construcción de un sistema de responsabilidad del adolescente, que
contrariamente a lo que regía en el sistema correccional de menores
anteriormente comentado, se edifique sobre la base de los principios universales
de derechos humanos, que brinden garantías judiciales a los jóvenes que, por
alguna razón, han incurrido en actos que contravienen las normas penales, sean
delitos o faltas.

Estos elementos de política jurídica, y especialmente de política judicial, que


transforman el subsistema de administración de justicia penal juvenil, concebido
con amplios derechos y garantías tanto del derecho sustantivo (conductas

383
penalizadas), como del adjetivo (proceso judicial), están contenidos en las Reglas
Mínimas sobre Administración de Justicia, conocidas como “Reglas de Beijing” y
principalmente en la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño.
Aunque el primero (Las Reglas de Beijing) no constituye un instrumento
contractual internacional, su reconocimiento en el Preámbulo de La Convención
sobre Derechos del Niño, vincula a los Estados Partes de esta última, como paso
a cumplir en el consenso y la voluntad manifiesta al suscribir la Convención.

Emilio García Méndez, anteriormente citado en este ensayo, ha resumido en una


docena de puntos, los elementos de política jurídica de un sistema garantista para
la administración de un nuevo tipo de justicia para los adolescentes, elementos
que construye con fundamento, tanto en la Convención Sobre Derechos del Niño,
como en los demás instrumentos que conforman la Doctrina de Protección
Integral y a los cuales denomina “Bases para la construcción de un sistema de
responsabilidad penal juvenil” (SRPJ). Estos elementos o bases son los
siguientes:

“1) Los menores de 18 años (y mayores de 12) son inimputables penalmente,


siendo, sin embargo, penalmente responsables.

2) La responsabilidad penal significa que a los adolescentes (de 12 a 18 años


incompletos), se le atribuyen, en forma diferenciada respecto de los adultos, las
consecuencias de sus hechos que siendo típicos, antijurídicos y culpables,
significan la realización de algo denominado crimen, falta o contravención. Siendo
las leyes penales, el punto de referencia común para adultos y menores de 18
años, el concepto de responsabilidad difiere sustancialmente del de
imputabilidad, en tres puntos fundamentales a) los mecanismos procesales, b) el
monto de las penas (adultos) difiere del monto de las medidas socioeducativas
(adolescentes), y c) el lugar físico del cumplimiento de la medida.

3) Los menores de 12 años, no sólo son inimputables sino que además son
penalmente irresponsables. Cuando un menor de 12 años, comete un hecho
(debidamente comprobado), que si cometido por un adolescente pudiera

384
constituir una infracción penal, no corresponde en estos casos una medida socio-
educativa, sino una medida de protección penal.

4) El adolescente infractor es una precisa categoría jurídica. Solo es infractor


quien ha realizado una conducta previamente definida como crimen, falta o
contravención, se le ha imputado la responsabilidad por dicha conducta, se le ha
sustanciado un debido proceso y se le ha decretado judicialmente una medida
socio-educativa.

5) Un SRPJ, presupone la existencia de una gama de medidas socio-educativas,


que permitan dar respuestas diferenciadas según el tipo de infracción cometida.
En general, esta escala incluye medidas tales como: a) advertencia, b) obligación
de reparar el daño, c) prestación de servicios a la comunidad, d) libertad asistida,
e) semilibertad y f) privación de libertad.

6) Un SRPJ, presupone la existencia de diversos tipos de privación de libertad: a)


arresto in flagrante o por orden judicial, b) detención judicial como medida
cautelar y c) detención judicial como medida definitiva de privación de libertad.

7) La privación de libertad es una medida de naturaleza estrictamente judicial.


Una privación legal de libertad sólo puede ocurrir en flagrante delito o por orden
escrita de autoridad (judicial) competente. En caso de arresto in flagrante, que
puede ser realizado por cualquier individuo, de forma inmediata, o en el plazo del
número de horas que determine la ley, el detenido tiene que ser presentado ante
la autoridad judicial.

8) La privación de libertad (como medida definitiva), es una medida excepcional y


último recurso que debería ser solamente el resultado posible de infracciones
gravísimas. El concepto de “gravísimo” puede estar asociado, tanto a la calidad
de hecho ( es el caso del Estatuto de Brasil que establece que la privación de
libertad sólo puede ser decretada cuando el “ delito es cometido mediante grave
amenaza o violencia contra las personas”), cuanto al monto de la pena a que se
refiere el Código Penal. Este es el caso de la “Ley del Menor Infractor de el

385
Salvador”, que en su art. 54 establece que el Juez podrá ordenar la privación de
libertad cuando se establezca la existencia de una infracción penal para la cual la
conducta delictiva estuviese sancionada en la legislación penal con pena de
prisión cuyo mínimo sea igual o superior a dos años.

9) Para que la privación de libertad (como medida definitiva), se convierta


efectivamente en una medida excepcional de último recurso, la experiencia
demuestra que es necesario que se verifiquen dos condiciones imprescindibles:
a) que el órgano judicial realice una interpretación estricta y garantista de los
dispositivos jurídicos que regulan la privación de libertad y b) que el órgano
administrativo diseñe, construya y ejecute el conjunto de medidas alternativas a la
privación de libertad.

10) Aumento de las competencias del Ministerio Público, e inclusión de la


institución de la Remisión. La Remisión consiste (para decirlo en forma rápida y
esquemática ) en la terminación anticipada o extinción del proceso, cuando el
conjunto de circunstancias que rodean el hecho permitan hacer presumir que la
instauración del proceso resultará contraproducente para todas las partes
envueltas en el conflicto.

11) De la totalidad de las medidas socio-educativas es preciso establecer una


primera distinción entre: a) la privación de libertad, y b) el resto de las medidas.
Mientras en la ejecución del conjunto de las medidas socio-educativas que no
implican privación de libertad, cualquier órgano del gobierno o de la sociedad civil
están legitimados para intervenir, en el caso de la medida de privación de libertad,
existen innumerables razones para sostener que dicha medida debería ser de
competencia y ejecución indelegable por parte del Estado. La privatización de la
privación de libertad se presta potencialmente, tal cual la experiencia lo
demuestra, a los peores excesos y violaciones de derechos. No hay problema,
por grave que sea ( en las instituciones actuales) que justifique la privatización de
la privación de libertad. Más problemas tiene la democracia y no por ello se busca
su sustitución sino su mejora. En este caso, el papel de la sociedad civil debe

386
concentrarse en asegurar la transparencia de todo aquello que acontece dentro
de la institución, jugando un papel de control y verificación del cumplimiento (y
violación) de los derechos humanos específicos de niños y adolescentes privados
de libertad.

12) Un SRPJ, construido en base a las características arriba mencionadas, con la


participación de un órgano jurisdiccional que haga un uso garantista y restringido
de la medida socio-educativa de privación de libertad, debería alterar
radicalmente el panorama cuantitativo y cualitativo de las instituciones
encargadas de la ejecución de esta medida”.

Cuando García Méndez, se refiere a un sistema garantista de justicia penal


juvenil está haciendo alusión tanto a la definición de las conductas penalizadas,
como al proceso para la determinación de la responsabilidad de los adolescentes
infractores, y finalmente a las medidas aplicables. Aunque no los señale
expresamente, los derechos y garantías procesales, tienen que ver con el
carácter de sujeto pleno de derechos que la doctrina de protección integral asigna
a los niños y adolescentes.

Así como la negación de derechos y garantías procesales y sustantivas a los


“menores” es consecuencia del hecho de ser considerado como objeto de tutela
en la doctrina de situación irregular, el debido proceso, con todas las garantías
universales, es consecuencia de la nueva condición de sujeto de derechos, que la
protección integral reconoce a los adolescentes. Básicamente, estos principios
generales del derecho están contemplados en la Convención Sobre los Derechos
del Niño, en los artículos 37 y 40, y son los siguientes:

1.- Principio de humanidad.

2.- Principio de legalidad.

3.- Principio de jurisdiccionalidad.

4.- Principio del contradictorio.

387
5.- Principio de inviolabilidad de la defensa.

6.- Principio de impugnación.

7.- Principio de legalidad del procedimiento.

8.- Principio de publicidad del proceso.

Tercer Momento: Ejecución de las medidas, los beneficios o cumplimientos


condicionales de la misma y el problema de la reeducación (¿?) y
resocialización (¿?) de los adolescentes infractores.

En este punto y bajo este larguísimo subtítulo pretendo tratar el tercer momento
constitutivo del sistema de responsabilidad penal juvenil. A mi manera de ver,
este tercer momento contiene, a su vez, dos aspectos dignos de preocupación:

1.- Privación de libertad y medidas socioeducativas:

El primero tiene que ver con las medidas, que a través de un debido proceso,
sean impuestas a los jóvenes que infrinjan las leyes penales. ¿Qué debe suceder,
luego de pronunciada una sentencia condenatoria a los jóvenes que han
contravenido las leyes penales? No se trata solamente de la forma y lugar en que
se ejecutarán o se dará cumplimiento a las medidas, sino más bien a cómo
cumplir el fin último perseguido por la adopción de una medida determinada.
Finalidad que, en el caso de los jóvenes y de cualquier otro ser humano, no
puede ni debe continuar siendo la venganza de la sociedad que los relega, para
cobrarse el hecho por el cual se les ha condenado.

En este sentido, teniendo como principio que la privación de libertad debe ser
utilizada sólo como último recurso, en el caso de que la medida tomada por la
jurisdicción penal sea ésta, conviene definir si la medida misma consiste en la
privación de libertad, o si ésta es sólo un medio para el cumplimiento de los fines
pedagógicos y sociales, logrando que el joven asuma la responsabilidad por el
hecho cometido, entienda el daño que con él ha ocasionado a la sociedad,
comprenda que con su conducta ha violado los valores y derechos de otros, y lo

388
más importante, que dimensione los valores educativos que tienen que ver con el
hecho cometido.

Considerándose la privación de libertad como último recurso y como medio para


el logro del objetivo socializador, debemos renunciar a la tradicional forma de
verla como una mera “cuestión jurídica”, para entrar a concebirla en su verdadera
dimensión: como un acto político y social que expresa el control reactivo de la
sociedad frente al crimen. La privación de libertad no es consecuencia de un
ejercicio teórico, sino de todo un proceso social complejo e imbricado y, por tanto,
producto de la realidad.

Para ello, a mi manera de ver, es necesario en primer lugar, que la labor


pedagógico-social, se desarrolle en un medio y en condiciones lo más similares a
la libertad misma. Por lo general, las instituciones que ejecutan las medidas
impuestas a los jóvenes, que han sido declarados infractores, responden a
políticas de tratamiento que los considera enfermos, bien por la pobreza, bien por
condiciones físicas o síquicas. En consecuencia, los jóvenes son sólo receptores
del tratamiento, no participan activamente de su proceso educativo quedando así
mermada su capacidad crítica. En estas condiciones, se reproduce
intrainstitucionalmente, las condiciones de marginación y exclusión existentes en
la sociedad, y la medida cumple la función ideológica de garantizar la aceptación
de excluido por parte del joven.

El punto tiene que ver con los llamados procesos de reeducación y


resocialización. En mi percepción, tal y como es imposible reconstruir lo que aún
no se ha construido, no se puede pretender reeducar lo que no está educado. La
lógica de las ciencias sociales parece retarnos cada vez que anunciamos
“medidas de reeducación” para los jóvenes o “menores infractores”. Y no se trata
sólo de un problema de nomenclatura, sino del sentido que se suele dar a la
denominada “reeducación”. Considero que lo adecuado es alentar verdaderos
procesos pedagógicos que apunten a la circunstancia propia del adolescente, su

389
entorno, las carencias socio-educativas y las condiciones particulares de la
sociedad en que se desenvuelve, más allá de la propia educación formal.

En consecuencia, el cumplimiento de una medida en un sistema garantista,


además de desarrollarse en un medio y en condiciones lo más similares posibles
a la libertad, debe estar orientado a aspectos tales como:

a) Que el procedimiento educativo respete el derecho a ser diferente.

b) Que no excluya las capacidades humanas, fundamentalmente las capacidades


del análisis y la crítica, las cuales debe estimular y formar.

c) Promover el desarrollo de la personalidad social, no en el simple aspecto


teórico, sino en la práctica del internamiento, por ejemplo, deporte, salud, cultura,
calidad de vida.

d) Los servicios sociales y públicos, concebidos para la sociedad en general, y


para la infancia en particular, deben ser llevados a las instituciones de privación
de libertad.

e) Crear las condiciones básicas para la integración del joven al seno familiar, si
éste existe, y a la sociedad. Para ello, es imprescindible el contacto y la
comunicación permanente con y desde el mundo exterior, pero esencialmente,
juega papel indiscutible el trabajo sensibilizador y de orientación hacia la familia.
Por ser la sociedad la primera interesada en la integración de los jóvenes al
mundo exterior; la comunidad debe tener acceso a los programas, debe vigilar
que en las instituciones se respeten los derechos humanos de los jóvenes
privados de libertad.

f) La importancia que para el proceso de integración a la sociedad tiene la


formación de valores y capacidades críticas, nos permite sugerir que no sea vista
como una simple actividad académica de aprendizaje, sino que sea destinada
tanto a la comprensión de las deficiencias y contradicciones de la sociedad
misma, al desarrollo de destrezas y valores para enfrentarlas, con
responsabilidad, en el mundo exterior.

390
g) Debe permitirse y estimularse la asociación como derecho humano particular y
social, lo cual, a su vez, tiene una tremenda importancia pedagógica para la
integración social del joven que ha violado una norma penal. A tales efectos, las
instituciones deben asegurar y crear las condiciones necesarias para el desarrollo
de este derecho humano en particular.

En síntesis, cualquier programa de educación para jóvenes privados de libertad,


que persiga la integración de estos a la sociedad debe atender principalmente a
desarrollar actividades que se perfilen al fomento de la dignidad humana.

2.- Libertad Anticipada como beneficio en el cumplimiento de la medida:

El segundo aspecto de este tercer momento tiene que ver con los beneficios de
libertad anticipada o el cumplimiento condicional de una medida impuesta a un
joven. ¿Los jóvenes son o no acreedores de beneficios, tales como el
cumplimiento condicional de la medida de privación de libertad, aunque la medida
originalmente hubiese sido impuesta por un tiempo determinado?

Las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados
de Libertad, en su numeral 79 expresa que: “ Todos los menores deberán
beneficiarse de medidas concebidas para ayudarles a reintegrarse en la
sociedad, la vida familiar y la educación o el trabajo después de ser puestos
en libertad”, y añade que “a tal fin, se deberán establecer procedimientos,
inclusive la libertad anticipada...” y en su numeral 2 es más claro cuando
establece que “la duración de la sanción debe ser determinada por la
autoridad judicial sin excluir la posibilidad de que el menor sea puesto en
libertad antes de tiempo”. De estas Reglas se desprende, sin dudas, la
consideración de que el joven que ha incurrido en la violación de una norma
penal, puede gozar del beneficio de libertad, aún cuando el tiempo o la duración
de la privación de libertad no se haya cumplido. Y esto es así, y debe ser así,
puesto que si partimos de que la privación de libertad se ejecuta con el fin de dar
cumplimiento apropiado a una medida, y sólo como último recurso, es indudable

391
que proceden beneficios tales como la libertad anticipada, en caso de que la
medida haya cumplido su fin de reintegrar al joven a la sociedad, antes del
término que haya fijado el Juez. Incluso se puede otorgar el beneficio para el
cumplimiento de la medida en libertad, fijando un término en el que el joven se
haría acreedor de ella. Por ejemplo, si se impone una medida para ser cumplida
en cinco años, de acuerdo al progreso alcanzado en la labor pedagógica, a los 4
años podría el joven obtener la libertad y culminar el cumplimiento de la medida
en medio abierto. Un verdadero sistema de responsabilidad penal puede
distinguir fácilmente el momento y las condiciones en que ha de cumplir el joven
el resto de la medida.

En definitiva, el compromiso que se desprende de la Doctrina de Protección


Integra, en cuanto a garantías penales para los adolescentes, debe estar
centrado en identificar y diagnosticar cómo se están verificando los componentes
de la política criminal de los Estados hacia los jóvenes, haciendo un exhaustivo
análisis de los tres momentos que acá hemos tratado de estudiar: en primer lugar
la prevención, como control social activo; los procesos judiciales como control
social reactivo, y finalmente, la ejecución de las medidas impuestas a los jóvenes
privados de libertad. Es compromiso de nuestras sociedades mirar también, hacia
donde estamos centrando nuestra preocupación en cada uno de estos momentos
de la política criminal de los Estados, que son parte de la Convención
Internacional Sobre los Derechos del Niño, y atender a que este instrumento
obliga a dar atención y satisfacción de una manera integral, tanto a uno como a
otro componente de la política criminal.

392
ADOLESCENTES EN CONFLICTO CON LA LEY PENAL. RESPONSABILIDAD,
SANCIONES Y EJECUCIÓN EN LA LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN
DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE

María G. Morais de Guerrero

Sumario: Introducción. 1. El niño y el adolescente como sujeto de derechos. 2.


Deberes de los niños y adolescentes. 3. Responsabilidad penal del adolescente.
4. La Construcción del Sistema Penal. 5. Las sanciones. 6. La Ejecución de las
sanciones y el Control Judicial.

Introducción

“Ser ciudadano es como tener un alma social......es vivir en sociedad y


relacionarse en un mundo de reglas donde hay derechos y obligaciones”. Estas
palabras del maestro Edson Seda (1998, p.9) son las apropiadas para introducir
el presente trabajo que versará sobre la responsabilidad de los jóvenes que
infringen la ley penal y sobre la respuesta de la sociedad, de la ley y de las
instituciones a tales conflictos.

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA),


promulgada el 2 de octubre de 1998 (Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.266) y
que entrará en vigencia el 1° de abril del año 2000, pretende formar ciudadanos.
Porque, según sus disposiciones, que acogen plenamente los mandatos de la
Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, y ratificada por Venezuela el 29 de
agosto de 1990 (Gaceta Oficial N° 34.541), los niños y adolescentes son sujetos
de derechos y deben cumplir sus deberes145.

145
Se entiende por niño toda persona con menos de doce años de edad. Se entiende por
adolescente toda persona con doce años o más y menos de dieciocho años de edad
(artículo 2° de la LOPNA).

393
Contrariamente a lo que se suele afirmar, el niño no es el ciudadano del futuro,
sino que es un ciudadano hoy. Desde hace 10 años, cuando, mediante la nueva
legislación internacional, cambió la antigua visión del niño como objeto de
tutela146, se introduce una nueva dimensión de la ciudadanía: la social (Seda,
1998, p.10, ss.)

El hecho de que los niños y adolescentes sean sujetos de derechos y


obligaciones, es decir sujetos de ciudadanía, protagonistas de la convivencia
social aquí y ahora, implica dejar de considerar la ciudadanía como algo que se
adquiere, por obra de magia, al cumplir la edad que se exige para ejercer la
ciudadanía civil y política. En efecto,

“La dimensión social de la ciudadanía implica la capacidad de las


personas de exigir del Estado la garantía de las condiciones mínimas
para una vida digna, reconoce que cada persona tiene la capacidad de
desarrollarse y, para aprender a ejercerla. Así, niños y adolescentes se
van haciendo progresivamente capaces de ejercer derechos de acuerdo
con la capacidad que van adquiriendo de formar su propio juicio, de tener
autonomía sobre sus decisiones y acciones. No necesitan esperar 18
años para reconocerse como sujeto de derechos, sino que deben crecer
con esta percepción de sí mismos y de las demás personas, deben verse
como ciudadanos en cada fase de su crecimiento y desarrollo.

146
Este cambio paradigmático se da, mediante la sustitución de la conocida Doctrina de
la Situación Irregular, que inspiró toda la legislación de menores entre los años 1919 y
1938, por la Doctrina de la Protección Integral que tiene su marco de referencia en un
conjunto de instrumentos jurídicos internacionales, básicamente, la Convención sobre los
Derechos del Niño; las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de
la Justicia Juvenil (Reglas de Beijing), las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para
los Jóvenes Privados de Libertad, y las Directrices de las Naciones Unidas para la
Administración de la Justicia Juvenil (Directrices de Riyadh). Según lo expresado en la
exposición de motivos de la LOPNA, estos instrumentos contienen disposiciones idóneas
y suficientes que permiten construir un nuevo derecho para niños y adolescentes y
propiciar un cambio en las instituciones sociales, a fin de activar ese derecho y pasar del
reproche individual de la situación del niño a una consideración estructural del problema.

394
Tornarse sujeto de derechos o sujeto de ciudadanía implica tornarse
sujeto de deberes, es decir, así como los ciudadanos pueden exigir de la
sociedad y del Estado, también pueden ser exigidos por ambos. En el
caso de los menores de edad las obligaciones deben corresponder al
mismo concepto de progresividad: es decir, se debe demandar de niños y
adolescentes lo que su nivel de desarrollo permita sea demandado”.
(INNFA, p.13, s.).

Estas son las premisas básicas sobre las cuales se asienta la Ley Orgánica para
la Protección del Niño y del Adolescente y que permitieron construir un Sistema
Penal de Responsabilidad del Adolescente en conflicto con la ley penal.

1.- El niño y el adolescente como sujeto de derechos.

La Exposición de Motivos de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del


Adolescente, explica claramente, cómo pasa el niño de ser objeto de tutela a ser
sujeto de derechos “entendiéndose por tal la habilitación para demandar, actuar y
proponer”. Sujeto de todos los derechos: civiles, culturales, económicos, políticos
y sociales. Así lo reconocen los artículos 10 y 11 de la LOPNA:

“Artículo 10.- Niños y adolescentes sujetos de derecho.

Todos los niños y adolescentes son sujetos de derecho; en


consecuencia gozan de todos los derechos y garantías consagrados en
favor de las personas en el ordenamiento jurídico, especialmente
aquellos consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño”.

“Artículo 11.- Derechos y garantías inherentes a la persona


humana.

Los derechos y garantías de los niños y adolescentes consagrados en


esta Ley son de carácter enunciativo. Se les reconoce, por lo tanto,

395
todos los derechos y garantías inherentes a la persona humana que no
figuren expresamente en esta Ley o en el ordenamiento jurídico”.

En efecto, el Capítulo II del Título II de la referida ley regula ampliamente los


derechos, garantías y deberes de todos los niños y adolescentes que se
encuentran en el territorio nacional (art. 1°) sin discriminación alguna (art. 3°).
Incluyen todos aquellos derechos que son necesarios para asegurarles su
desarrollo integral, así como su incorporación progresiva a la ciudadanía activa.
Dentro de los derechos consagrados expresamente encontramos, entre otros:
derecho a la vida; derecho a un nombre; a una nacionalidad; a la identidad y a ser
inscrito en el registro civil; derecho a conocer a sus padres, a ser cuidado y a
mantener relaciones personales y contacto con ellos; derecho a ser criado en una
familia; derecho al libre desarrollo de la personalidad; a la libertad de
pensamiento, conciencia y religión; derecho a un nivel de vida adecuado; derecho
a la integridad y a la libertad personal; derecho a la salud; derecho a la
educación; derecho a la seguridad social; derecho al descanso, recreación,
esparcimiento, deporte y juego; derecho a la libertad de expresión; derecho a
gozar de información adecuada conforme a su desarrollo; derecho a opinar y a
ser oído; derecho a participar; derecho a la defensa y al debido proceso; derecho
a un trato humanitario y digno.

Obsérvese que estos tres últimos derechos, más el derecho a la libertad personal
se refieren particularmente a los adolescentes en conflicto con la ley penal.

Ahora bien, el hecho de reconocer que los niños y adolescentes son sujetos de
derechos, obliga a crear vías efectivas para garantizarlos, así como el hecho de
que adolescentes cometan delitos o faltas previstas en el Código Penal, exige
concebir una estructura capaz de establecer la responsabilidad del adolescente
por los hechos punibles en los que incurran y para la aplicación y control de las
sanciones correspondientes. Es así como la Ley crea dos sistemas claramente

396
diferenciados: el Sistema de Protección del Niño y del Adolescente147
desarrollado a lo largo del Título III (artículos 117 al 344) y el Sistema Penal de
Responsabilidad del Adolescente, previsto en el Título V (artículos 526 al 671).
Cada uno tiene su objetivo particular, diferentes integrantes y funciona con su
propia lógica. El Sistema de Protección se destina a los niños y adolescentes que
son víctimas, es decir aquellos a quienes se amenaza o violan derechos, al paso
que el Sistema Penal, se destina a los victimarios, es decir, a los que violan los
derechos de los demás.

2.- Deberes de los niños y adolescentes.

Cuando la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente establece
los deberes que éstos tienen, no está haciendo otra cosa que reforzar el
reconocimiento de su ciudadanía. Según el artículo 93, todos los niños y
adolescentes deben: honrar a la patria y sus símbolos; respetar, cumplir y
obedecer todas las disposiciones del ordenamiento jurídico y las órdenes
legítimas que en la esfera de sus atribuciones, dicten los órganos del poder
público; respetar los derechos y garantías de las demás personas; honrar,
respetar y obedecer a sus padres, representantes o responsables, siempre que
sus órdenes no violen sus derechos y garantías o contravengan el ordenamiento
jurídico; ejercer y defender activamente sus derechos; cumplir sus obligaciones
en materia de educación; respetar la diversidad de conciencia, pensamiento,
religión y culturas; conservar el medio ambiente.

147
El Sistema de Protección del Niño y del Adolescente es una estructura conformada
por órganos (administrativos y judiciales), entidades y servicios que formulan, coordinan,
integran, orientan, supervisan, evalúan y controlan las políticas, programas y acciones
destinadas a la protección de los niños y adolescentes (artículos 117, 118 y 119). Para
garantizar su eficacia, esta estructura es descentralizada y participativa (Estado, familia y
sociedad son responsables de forma concurrente de tal garantía). La ley establece
claramente actores, estrategias y procedimientos idóneos para lograr su objetivo; se
prevé un conjunto de medidas sancionatorias para quienes, estando obligados a ello, no
garanticen, amenacen o violen derechos de niños y adolescentes; se prevé los
mecanismos que garanticen los fondos necesarios para brindar protección integral a los
niños y adolescentes.

397
Obsérvese que algunos de estos deberes introducen, desde el punto de vista
legal, más allá de cualquier planteamiento doctrinario, la responsabilidad de los
adolescentes por el quebrantamiento de la ley, puesto que los niños y
adolescentes deben respetar, cumplir y obedecer todas las disposiciones
legales, (letra b), entre las cuales se encuentran las del Código Penal y respetar
los derechos y garantías de las demás personas (letra c), entre los cuales se
encuentran el derecho a la vida, a la propiedad, a la libertad, al honor, etc.

Es así que, en aras de la formación ciudadana, es indispensable exigir que el


adolescente responda por sus actos, cuando incumpla sus deberes,
quebrantando la ley y violando los derechos de los demás, cometiendo delitos,
haciendo víctimas.

3.- Responsabilidad penal del adolescente.

El artículo 528 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente,
establece:

“Artículo 528.- Responsabilidad del adolescente.

El adolescente que incurra en la comisión de hechos punibles responde


por el hecho en la medida de su culpabilidad, de forma diferenciada del
adulto. La diferencia consiste en la jurisdicción especializada y en la
sanción que se le impone”.

El contenido de esta norma ha generado incomodidad entre quienes rechazan la


aplicación de cualquier tipo de legislación penal a los menores de 18 años, y por
ello, se ha dicho que la LOPNA bajó la imputabilidad del menor y lo reintrodujo en
148
el ámbito del Derecho Penal . Pero, ninguna de las dos aseveraciones es
correcta.

148
En el siglo pasado, los niños y adolescentes infractores recibían igual tratamiento que
los adultos, siendo juzgados, por los mismos jueces y enviados a las mismas cárceles.
Se les aplicaba el Derecho Penal de adultos. A finales de siglo, para asegurar a los
menores un tratamiento específico y diferenciado, se crea una justicia especializada en

398
En un primer sentido, la imputabilidad es la capacidad propia de un individuo para
que se le atribuya, plenamente, las consecuencias de actos que constituyan
conductas tipificadas en la ley penal como delitos o faltas. Por el contrario, la
inimputabilidad supone que, por razones previamente establecidas en la ley,
(edad, salud mental, etc,), al sujeto no se le puede atribuir las mismas
consecuencias que el Código Penal o leyes conexas, prevén para aquellos indivi-
duos considerados imputables (García Méndez, 1996, p.39). La imputabilidad se
traduce en la responsabilidad penal que significa ser sujeto a las sanciones
(penas) previstas en el derecho penal general.

Según esta interpretación, el adolescente es y seguirá siendo inimputable 149,


porque la LOPNA no lo sanciona con las penas establecidas en el Código Penal,
sino que tiene su propio sistema sancionatorio, enunciado en el artículo 528, “in
fine” y desarrollado en el artículo 620 y siguientes. Si la ley “in comento” hubiese
bajado la edad para la imputabilidad, los adolescentes serían juzgados por el
mismo juez, se les sancionaría con la misma pena y ésta se cumpliría en el
mismo lugar que los adultos.

Pero, la inimputabilidad del adolescente no impide su responsabilidad, ni que se


le aplique el Derecho Penal. Porque, de manera disfrazada, siempre se le ha

menores, sostenida en leyes, tribunales y servicios propios. Con ello, se generalizó la


idea de que el adolescente había salido del Derecho Penal.
149
Hay otro sentido para los conceptos de imputabilidad-inimputabilidad: por
imputabilidad se entiende la capacidad de entender la antijuridicidad, la ilicitud de la
conducta y de autoregularse de acuerdo a esa comprensión. En tal sentido, se ha
sostenido, en la doctrina más tradicional y en las leyes, que los menores de edad (el
límite varía, generalmente entre 15 y 18 años), son inimputables porque su capacidad de
entender y querer, o cuando menos su capacidad de querer, está afectada por su
inmadurez bio-psíquica. Actualmente, se viene planteando que es una ficción insistir en
que el adolescente no tiene capacidad para conocer lo que es ilícito y para actuar de
acuerdo con este entendimiento. Según este criterio, los adolescentes serían imputables
y solo así se podría hablar de culpabilidad, tal y como lo hace el artículo 528 de la
LOPNA, porque nadie puede actuar dolosa o culposamente, si no comprende la
antijuridicidad de su conducta. Algunos autores recomiendan, para evitar confusiones,
denominar esta acepción, es decir, la referida a la capacidad de entender y querer, como
“capacidad de culpabilidad”, reservándose el término imputabilidad para la capacidad de
responsabilidad penal (Baratta, 1995, p.56).

399
aplicado. Sí se entiende, que la esencia del Derecho Penal consiste en imponer
coactivamente restricciones de libertad o de derechos a determinados individuos,
por el hecho de haber violado o transgredido determinadas normas consideradas
básicas para la sociedad y previstas como delito (Funes, 1996, p.317), se debe
convenir que ambas características -violación de normas y restricción de libertad-
están presentes en nuestra Ley Tutelar de Menores (L.T.M.) aún vigente 150.

El modelo tutelar, que se afinca en la vetusta doctrina de la Situación Irregular, y


que pretende liberar a los adolescentes del Sistema Penal, funciona con una
lógica que se enuncia de la siguiente manera: la infracción penal por parte de los
niños y adolescentes es considerada como el resultado de un complejo de
factores psico-sociales que determinan la intervención tutelar del juez, mediante
un proceso, que por no ser considerado propiamente penal, irrespeta las
garantías penales y procesales (Carranza, 1995, p.65).

La lógica de este modelo se plantea así: El “menor infractor”, con su delito o falta,
revelaría síntomas de patología, razón por la cual no debe ser punido, sino
sometido a tratamiento. Por ser considerado peligroso para sí mismo y para la
sociedad, debe ser curado y reeducado en instituciones donde se investiga, de
forma inquisitiva, los diversos aspectos de su personalidad. Este tratamiento es
coactivo y por tiempo indeterminado, pues su permanencia en el centro de
rehabilitación depende de sus propias necesidades de curación. Si el “menor” se
asimila al enfermo y debe ser curado mediante su reeducación, no es necesario
un proceso judicial, ni el establecimiento de requisitos legales. Como se trata de
rehabilitar y no de reprimir, casi todo está permitido, no hay necesidad de respetar
las garantías jurídicas.

Así, pese a que en el modelo tutelar se renuncie formalmente al castigo, en


realidad el adolescente se encuentra dentro del Derecho Penal, porque aunque

150
En efecto, el artículo 86 de la L.T.M. define los menores infractores como “quienes
incurran en cualquier hecho sancionado por leyes penales u ordenanzas policiales”, con

400
se diga que es inimputable, irresponsable, que no tiene culpa, que solo necesita
rehabilitación, sufre las consecuencias de un internamiento que en nada se
diferencia de la privación de libertad de los adultos, a consecuencia de la
imposición de una pena (Palomba, 1995, p.11, ss.).

El sistema vigente en muchos países, se funda en una concepción paternalista,


que pretende negar el conflicto jurídico y social que generan los actos cometidos
por los adolescentes infractores de la ley penal. A pesar de ello, no logra evitar la
sanción penal encubierta que se les aplica, especialmente a los que pertenecen a
los sectores marginales.

Al negar el conflicto, se omite en la legislación toda garantía de un juicio justo,


porque en ese modelo el juez busca proteger al niño y no perjudicarlo. Funes
(1996, p.322) plantea que la declaración de irresponsabilidad de los jóvenes tiene
importantes consecuencias negativas. En primer lugar, les hace perder el “status”
de normalidad, que en nuestra cultura, va aparejado a la responsabilidad,
presentándolo como “distinto”, “anormal”, “enfermo”; en segundo lugar, rompe la
coherencia en la interrelación del joven con la familia y escuela, que se funda en
la responsabilidad y por último, sustituye el criterio de la responsabilidad por otros
criterios de respuesta más arbitrarios y confusos, como lo es el criterio de la
“peligrosidad social”, que históricamente ha servido para controlar los sectores
sociales más débiles económica, social y culturalmente.

Por todo lo expuesto, con base en la doctrina de la Protección Integral y en la


noción de ciudadanía anteriormente expresada, se propone un nuevo sistema
basado en el reconocimiento de que el adolescente es penalmente responsable,
151
en su medida, de forma diferenciada del adulto , por las infracciones que

lo cual se hace presente la posible violación de las normas y los artículos 107 (numeral 2
y 4), 108 y 118, prevén la privación o restricción de libertad como sanciones.
151
La responsabilidad penal del adolescente es de la misma naturaleza de la
responsabilidad del adulto, aunque atenuada. En ambos casos se está en presencia de
la realización culpable de una figura delictiva y de una restricción de derechos como
consecuencia. La diferencia entre ambas es una diferencia de grado (Baratta, 1995,
p.53).

401
comete. A su vez, se reconoce sus especiales derechos cuando se le imputa o se
le declara responsable por una infracción a la ley penal. De acuerdo a lo
dispuesto en el artículo 4° de la Convención Sobre los Derechos del Niño, el
adolescente en conflicto con la Ley Penal tiene derecho a una respuesta social
que tome en cuenta su edad, fomente su dignidad y el respeto por el derecho de
los demás y lo integre de forma constructiva a la sociedad. Tiene, además, el
derecho a un juicio justo.

Mary Beloff expresa que:

“La concepción de responsabilidad penal juvenil no significa castigar más


a los jóvenes, ni equipararlos con los adultos. Por el contrario, significa
establecer entre los jóvenes y la justicia una relación clara y coherente.
Significa respetar su identidad y su consideración como ciudadanos de un
país, como sujetos de derecho. Significa estimular en los jóvenes
procesos de socialización al aumentar su responsabilidad. Significa, en
definitiva, reconocer que el joven tiene una responsabilidad diferente a la
del adulto pero que se encuentra basada en los mismos supuestos, a
saber, que es capaz de comprender la ilicitud de su actuar y que le era
exigible, en la situación concreta, una conducta diferente a la que
efectivamente adoptó, razón por la que su conducta le es reprochable”
(Beloff, 1997, p.32).

Nada tiene de extraño pues, que se hable de un Derecho Penal Mínimo,


específico para adolescentes, que de acuerdo a lo propuesto por Funes (1996,
p.322, s.), trate de limitar, garantizar y adecuar la respuesta penal a la fase
evolutiva del adolescente. Limitar significa que el joven ha de ser enjuiciado solo
por hechos constitutivos del delito, pero no por todos los hechos constitutivos de
delito. En consecuencia, hay que poner en práctica el principio de oportunidad,
que supone la no intervención, cuando la escasa relevancia social del hecho o las
específicas condiciones del adolescente hagan innecesario o perjudicial, para su

402
desarrollo, la adopción de cualquier tipo de sanción. Garantizar supone respetar
los derechos que los adolescentes tienen como ciudadanos, especialmente el
derecho a un proceso rápido, comprensible para ellos y con todas las garantías
que se conceden a los adultos. Adecuar la respuesta penal a la fase evolutiva del
adolescente, significa excluir de la justicia de adolescentes al automatismo que
asocia, inevitablemente, determinada pena al correspondiente delito, e introducir
criterios de enjuiciamiento y adopción de sanciones, que llevan en consideración
la gravedad del hecho cometido, pero también las circunstancias propias del
adolescente como persona en desarrollo. Esto supone contar con un elenco de
sanciones, amplias, flexibles (pero siempre determinadas en el tiempo) dotadas
de contenido educativo y preferentemente no institucionalizantes. Implica,
además, estimular la participación social en la ejecución de las sanciones, a fin de
facilitar la inserción social de los adolescentes.

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente recoge, elabora y
hace suyos todos estos planteamientos, tal como se verá en los sucesivos
acápites.

No obstante, es necesario comentar aquí, que según lo dispuesto en el artículo


532, los niños no tienen responsabilidad penal alguna. En tal sentido, cuando un
menor de 12 años comete un hecho, que si realizado por un adolescente pudiera
constituir delito, solo correspondería aplicarle medidas de protección 152. Esto
porque el legislador tuvo que decidir respecto a una edad mínima, a partir de la

152
Las Medidas de Protección son las órdenes que emanan de la autoridad competente
(administrativa o judicial), cuando se produce en perjuicio de uno o varios niños o
adolescentes individualmente considerados, la amenaza o violación de sus derechos o
garantías, con el objeto de preservarlos o restituirlos (artículo 125 de la LOPNA). Estas
medidas pueden ser, por ejemplo, la inclusión del niño o del adolescente y su familia, en
forma conjunta o separada en algún programa; cuidado en el propio hogar del niño o del
adolescente, apoyando y orientando a los padres, representantes o responsables, a
través de un programa; declaración de los padres, representantes o responsables, según
sea el caso, reconociendo responsabilidad en relación al niño y al adolescente; orden de
tratamiento médico, psicológico o psiquiátrico, ambulatorio o en régimen de internación
en centros de salud, al niño o al adolescente que así lo requiera o a sus padres o

403
cual se puede enfrentar la capacidad de respuesta del sujeto con las exigencias
del ordenamiento jurídico. Adopta entonces el criterio, según el cual solo se
puede exigir a alguien una determinada capacidad de respuesta, a medida que se
le haya dado las bases de una formación que se corresponda, por lo menos, con
la enseñanza básica. Por lo demás, aplicar una sanción penal a un niño implicaría
una grave perturbación de su formación y desarrollo (Bustos, 1996, p.338). En
esta ley venezolana, las medidas de protección aplicadas al niño victimario, se
equiparan a las concedidas al niño víctima de violación de sus derechos.

Es así como la LOPNA establece varios grados de responsabilidad penal:


ninguna para el niño y atenuada para el adolescente, en relación con el adulto.
Además, entre los adolescentes, también hay una gradual responsabilidad,
porque éstos serán sujetos de diferente sanción, según la edad que tengan, es
decir se ubiquen entre 12 y menos de 14 años o entre 14 y menos de 18 años
(artículo 628). Con esto, se cumple aquello de que “en el caso de los menores de
edad las obligaciones deben corresponder al mismo concepto de progresividad,
que se atiende para el ejercicio de los derechos: se debe demandar de los niños y
adultos lo que su nivel de desarrollo permita sea demandado” (INNFA, p.13, s.).

4.- La Construcción del Sistema Penal.

El Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente previsto en la LOPNA 153,


se construyó atendiendo, estrictamente, los mandatos de los artículos 37 y 40 de
la Convención sobre los Derechos del Niño y a los planteamientos teóricos
anteriormente expuestos. En atención a tales artículos, la ley:

representantes, en forma individual o conjunta, según sea el caso (artículo 126, literales
a), c), d) y e).
153
El artículo 526 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente define
el Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente como “el conjunto de órganos y
entidades que se encargan del establecimiento de la responsabilidad del adolescente por
los hechos punibles en los cuales incurran, así como de la aplicación y control de las
sanciones correspondientes”. Dicho sistema se integra por la Sección de Adolescentes
del Tribunal Penal; Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia; Ministerio
Público; defensores públicos; policía de investigación; programas y entidades de atención
(artículo 527)

404
a) Consagra el derecho a la integridad personal, proscribiendo las torturas y
otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (artículo 32). Es más, la
LOPNA tipifica los delitos de tortura (artículo 253) y trato cruel (artículo 254), en
los cuales puede incurrir el funcionario público que ejecute contra algún niño o
adolescente actos que produzcan graves sufrimientos o dolor con el propósito de
obtener información (tortura), o el que los someta a vejación física o psíquica
(trato cruel).

b) Consagra los derechos a un trato humanitario y digno (artículo 89), y a no


ser privado de su libertad arbitraria o ilegalmente (artículo 37).

Según esa norma, la retención o privación de libertad de los niños y adolescentes


se aplicará como medida de último recurso y durante el período más breve
posible. De acuerdo con el parágrafo segundo, los niños y adolescentes tienen el
derecho al control judicial y al amparo de la privación de su libertad personal. El
artículo 89, al establecer el derecho a un trato humanitario y digno, completa la
disposición anterior, previendo que todos los niños y adolescentes privados de
libertad tienen el derecho de ser tratados con humanidad y el respeto que merece
su dignidad como personas humanas. Asimismo, gozan de todos los derechos y
garantías de los niños y adolescentes, además de los consagrados
específicamente a su favor en la ley, salvo los restringidos por las sanciones
impuestas.

c) Consagra expresamente como principios, derechos y garantías


fundamentales:

la legalidad del delito, de la sanción, del procedimiento y de la ejecución


(artículos 529 y 530), con lo cual se reducen los márgenes de la
discrecionalidad del juez.

la dignidad, igualdad ante la ley, la integridad personal y el libre desarrollo


de la personalidad (artículo 538).

405
la proporcionalidad. Las sanciones deben ser racionales, en proporción al
hecho y a sus consecuencias (artículo 539).

la presunción de inocencia (artículo 540).

de ser informado de los motivos de la investigación y de la autoridad


responsable de la misma, del derecho a no incriminarse y a solicitar la
presencia inmediata de sus padres, representantes, o responsables y su
defensor (artículo 541).

a ser oído en la investigación, en el juicio y durante la ejecución (artículo


542).

a un juicio educativo, es decir, a ser informado sobre cada una de los


actuaciones procesales, así como del contenido y de las razones legales y
ético-sociales de las decisiones que se produzcan (artículo 543).

a la defensa, desde el inicio de la investigación, hasta el cumplimiento de la


sanción impuesta. A falta de defensor privado, de tener la asistencia de un
defensor público especializado (artículo 544).

al debido proceso, adoptando todos los principios de la Convención.


Además de los ya mencionados principios de la legalidad, humanidad,
inviolabilidad de la defensa, se adoptan también la jurisdiccionalidad, el
contradictorio y la impugnación (artículo 546). En otras palabras, el
adolescente que cometa una infracción a la ley penal tiene los mismos
derechos y garantías previstas para los adultos, más aquellos inherentes a su
especial condición, tales como la reserva de su identidad y la confidencialidad
de las actas del proceso (artículo 545). Según la ley el proceso penal de
adolescentes es oral, reservado, rápido y ante un tribunal especializado.

la excepcionalidad de la privación de libertad, tanto en la fase procesal


(artículo 548), como cuando ésta constituye una sanción definitiva (artículo
628).

406
la separación de los adultos, cuando el adolescente esté en prisión
preventiva o cumpliendo sanción privativa de libertad (artículo 549).

la previsión de una amplia gama de medidas educativas que permiten dar


respuestas diferenciadas, según el tipo de infracción y a la edad del infractor
(artículo 620).

el control judicial de las medidas impuestas al adolescente, para garantizar


sus derechos, así como los objetivos que se atribuyen a la sanción (artículo
646).

El procedimiento penal para la determinación de la responsabilidad del


adolescente, regulado en el Capítulo II del Título V de la LOPNA fue concebido
siguiendo el modelo del Código Orgánico Procesal Penal (COPP). La Exposición
de Motivos expresa que con ello, “además de mantenerse la uniformidad de la
legislación, se reconoce al adolescente todo un sistema de garantías derivado de
la concepción del proceso acusatorio, que conforme a los más acabados
documentos producidos y aprobados por la comunidad organizada de naciones,
constituye el marco de referencia de los derechos del ciudadano enjuiciado
penalmente”.

Es así como el procedimiento previsto en la LOPNA se desarrolla cumpliendo las


fases de investigación, de juicio y de ejecución, establecidas en el COPP,
reduciéndose los lapsos, adoptándose también fórmulas anticipadas de solución
de conflictos, tales como la conciliación y la remisión (artículos 564 al 569) y los
recursos de revocación, apelación, casación y revisión (artículos 607 al 613).

Ahora bien, este procedimiento similar al previsto para los adultos, es realizado
dentro de una estructura judicial “del y para” el adolescente, es decir, una justicia
especializada, integrada por la Policía de Investigación, Ministerio Público y los
órganos jurisdiccionales: la Sección de Adolescentes del Tribunal Penal y la Sala
de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia. La Sección de Adolescentes
del Tribunal Penal se integrará con Jueces de Control, de Juicio y de Ejecución y

407
en cada tribunal funcionará una Corte Superior, constituida por una o más Salas
de Apelación (artículo 666). Se prevé la participación ciudadana en los juicios
contra adolescentes, mediante los escabinos, para los casos en los que el
adolescente imputado haya cometido delitos para los cuales se prevea la
privación de libertad como sanción (artículo 584).

5.- Las sanciones.

En atención a lo dispuesto en el numeral 4 del artículo 40 de la Convención Sobre


los Derechos del Niño y al principio de la legalidad de la sanción, el artículo 620
de la LOPNA prevé un amplio catálogo de sanciones que se podrá aplicar al
adolescente declarado culpable de un delito. Se establecen 6 tipos de sanciones
cuya severidad va de menor a mayor: amonestación, imposición de reglas de
conducta, servicios a la comunidad, libertad asistida, semi-libertad y
privación de libertad. Todas estas sanciones tienen una sola finalidad, la
educativa, y su aplicación y cumplimiento se orientará por los mismos principios:
el respeto a los derechos humanos, la formación integral del adolescente y la
búsqueda de su adecuada convivencia familiar y social (artículo 621).

La palabra sanción no es demasiado fuerte para ser utilizada en relación a los


adolescentes. La superación de la Doctrina de la Situación Irregular supone
superar también el lenguaje eufemístico que la caracterizaba. Para esa doctrina,
cuando se priva de libertad al adolescente infractor, éste no está en la cárcel; la
resolución del juez que ordena encerrarlo o imponerle otra sanción no es
sentencia, y el proceso no es un proceso penal sino un trámite educativo (Binder,
1995, p.85). El ocultamiento semántico no conduce a nada. Una vez admitida la
responsabilidad penal del adolescente, no queda más que aceptar que este
puede ser sujeto de sanciones, de una acción coactiva por parte del Estado, que,
inevitablemente, le restringirá derechos. Dicho de otra manera, “si la
responsabilidad del joven - no considerado ya como un anormal o un enfermo - es
el presupuesto de la intervención estatal coactiva en su vida, el tipo de reacción

408
frente a su conducta delictiva será, desde el punto de vista sustancial, una
sanción o un castigo” (BELOFF, 1997, p.32).

Ahora bien, la aplicación de las sanciones está cercada de muchas garantías.


Primeramente, la ley da pautas para la aplicación, con lo cual se limita mucho la
amplísima discrecionalidad que tenía el juez correccional del modelo tutelar. Es
obvio que la autoridad jurisdiccional conserva poderes discrecionales, porque le
corresponde individualizar la sanción, pero lo hará siguiendo los parámetros
objetivos que la ley le impone, en su artículo 622. Así, el juez para determinar cuál
de las medidas aplicará, deberá tener en cuenta y valorar debidamente la
comprobación del acto delictivo y la existencia del daño causado; la
comprobación de que el adolescente ha participado en el hecho delictivo; la
naturaleza y gravedad de los hechos; el grado de responsabilidad del
adolescente; la proporcionalidad y la idoneidad de la medida; la edad del
adolescente y su capacidad para cumplir la medida; los esfuerzos del adolescente
por reparar los daños y por último, en caso que considere necesario, los
resultados de los informes clínico y psico-social.

Otra garantía para la aplicación de las sanciones es su definición clara y las


previsiones precisas, acerca de su tiempo de duración y forma de cumplimiento
(artículos 623 a 628). Ejemplos emblemáticos de estas definiciones y garantías
son las medidas de Servicios a la Comunidad y de Privación de Libertad.

En cuanto a los Servicios a la Comunidad, establecida en el artículo 625, la ley la


define como tareas de “interés general”, es decir comunitario, no particular, que el
adolescente debe realizar de forma gratuita pero:

a) El período de prestación de servicios no puede exceder de 6 meses;

b) Debe realizarse durante una jornada máxima de 8 horas semanales,


preferentemente los días sábados, domingos y feriados. Si hubiere de prestarse
los días hábiles, la medida no debe perjudicar la asistencia del adolescente a la
escuela o jornada normal de trabajo;

409
c) Las tareas que se asigne al adolescente deberán:

corresponderse con sus aptitudes,

prestarse en servicios asistenciales o comunitarios “públicos”.

d) Las tareas asignadas al adolescente no deberán:

implicar riesgo o peligro para el adolescente, ni

menoscabo para su dignidad.

Referente a la Privación de Libertad, prevista en el artículo 628, y sujeta


expresamente a los principios de la excepcionalidad y de respeto a la condición
peculiar de persona en desarrollo, las garantías son las siguientes:

a) La internación del adolescente debe darse en establecimiento “público”, el cual


sólo podrá ingresar o salir por orden judicial.

b) su aplicación está condicionada:

a la comisión de los siguientes delitos: homicidio, salvo el culposo; lesiones


gravísimas, salvo las culposas; violación; robo agravado; secuestro; tráfico de
drogas y robo o hurto sobre vehículos automotores;

a que el adolescente sea reincidente y el hecho punible objeto de la nueva


sanción prevea pena privativa de libertad que sea igual o exceda de 5 años;

a que el adolescente haya incumplido injustificadamente, otras sanciones


que le hayan sido impuestas.

c) Su duración está establecida, tanto el límite máximo como el mínimo: en caso


de adolescentes que tengan catorce años o mas, la sanción no puede durar
menos de un año ni más de cinco. Si el adolescente es menor de catorce años, la
duración no podrá ser menor de 6 meses ni mayor de dos años. Pero, en ningún
caso, podrá imponerse al adolescente un lapso de privación de libertad mayor al
límite mínimo de pena establecido en la ley penal para el hecho punible
correspondiente.

410
Las definiciones de la LOPNA permiten clasificar las sanciones, básicamente, en:
privativas de libertad (artículo 628); restrictivas de libertad, entre las que se
incluye la semi-libertad (artículo 627) y la libertad asistida (artículo 626);
restrictivas de derecho, entre las que se encuentran la imposición de reglas de
conducta (artículo 624) y servicios a la comunidad (artículo 625).

En lo referente a las modalidades de ejecución, las sanciones se cumplirán en


régimen institucional, la privativa de libertad, que supone el internamiento del
adolescente en una institución; en régimen semi-institucional, la semi-libertad,
que divide el cumplimiento de la sanción en dos partes, una que se desarrolla en
la institución y otra en medio libre, simultáneamente, y en régimen no
institucional, libertad vigilada, imposición de reglas de conducta y servicios a la
comunidad, puesto que se cumplen en medio libre, con supervisión y orientación
idóneas.

6.- La ejecución de las sanciones y el control judicial.

La Ejecución de las Medidas constituye la última fase del proceso al que se


somete el adolescente en conflicto con la ley penal. En esta fase, se concreta la
garantía de que las sanciones alcancen sus objetivos y se cumplan conforme la
ley. Para ello, la LOPNA, además de prever el control judicial de esa fase,
contiene todo un conjunto de normas reguladoras de las condiciones en que se
debe desarrollar la ejecución de las medidas, así como un expreso, detallado y
minucioso listado de los derechos de los adolescentes infractores. Quizás, de
cumplirse todo lo dispuesto en la ley, se modifique sustancialmente, para mejor,
el funcionamiento de las instituciones y programas donde actualmente se envían
adolescentes, so pretexto de “reeducarlos”, “rehabilitarlos”, de reinsertarlos a la
vida social.

La normativa referente a la ejecución de las sanciones tiene su origen en el


principio de la legalidad, expresado en el artículo 529 de la ley en estudio, cuando
dice: “las medidas se deben cumplir conforme las reglas establecidas en esta

411
Ley”. En efecto, el principio de la legalidad de la ejecución se enuncia del
siguiente modo:

La ejecución de las penas y de las medidas de seguridad no debe quedar


al arbitrio de la autoridad judicial y/o administrativa sino que deberá
llevarse a cabo de acuerdo a lo dispuesto en las leyes y reglamentos.

En un Estado de Derecho, la relación entre el Estado y la persona, de cualquier


edad, sentenciada por aquél, no se define como una relación de poder, sino como
una relación jurídica con derechos y deberes para ambas partes (Morais,
1999,p.92). De allí, que en la Sección Tercera del Capítulo III del Título V de la
LOPNA, se encuentre establecidos, regulados los siguientes aspectos:

a) Los derechos de los adolescentes, durante la ejecución de cualquier medida


(artículo 630).

b) Los derechos de los adolescentes sometidos a la medida privativa de libertad


(artículo 631).

c) Los deberes del adolescente sancionado (artículo 632).

d) Las condiciones que deben reunir los lugares de internamiento (artículos 634 y
636).

e) El perfil del personal que debe trabajar en estas instituciones (artículo 637).

f) Aspectos que debe contemplar el reglamento interno de cada institución


(artículo 638), el registro de los adolescentes admitidos (artículo 639) y su
expediente personal (artículo 640).

g) Las condiciones de ejecución de las medidas no privativas de libertad (artículo


643)154.

154
Las medidas no privativas de libertad, es decir imposición de reglas de conductas,
libertad asistida, la semi-libertad y la prestación de servicios a la comunidad, suponen la
inclusión del adolescente en programas socio-educativos, tanto públicos como privados.
Esto significa que la sociedad civil, puede “integrarse a esa tarea fundamental de rescate
del adolescente infractor, para sí mismo, su familia y su comunidad” (Exposición de

412
Los adolescentes infractores son sujetos de varias categorías de derechos: los
fundamentales, inherentes a la persona humana, reconocidos en Convenios y
Pactos Internacionales, consagrados en la Constitución a favor de todas las
personas de cualquier edad y que no se pierden por efectos de la condena; los
reconocidos en la LOPNA a favor de todos los niños y adolescentes, que tampoco
se pierden por la sentencia condenatoria y los que se derivan de su propia
condición de sancionados. Entre los primeros, se encuentran el derecho a la vida,
a la integridad física, psíquica y moral, a la dignidad humana, al honor, a la
libertad de conciencia y religión, a la salud, a la educación, etc. Estos derechos
están desarrollados en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente, donde también se encuentran otros derechos que les son
reconocidos específicamente por su condición de tal, como por ejemplo: el de
estar protegidos contra la explotación económica y el desempeño de cualquier
trabajo que pueda entorpecer su educación, sea peligroso o nocivo para su salud
o para su desarrollo integral (artículo 94); el derecho a participar en su proceso de
educación (artículo 55);el de ser respetados por sus educadores (artículo 56); a
ser informados y educados, de acuerdo a su desarrollo, en salud sexual y una
maternidad y paternidad responsables, sana, voluntaria y sin riesgos (artículo 50);
derecho a ser vacunado (artículo 47): a estar protegido contra abuso y
explotación sexual (artículo 33).

Los derechos que se derivan de su condición de sancionados, se corresponden


con las obligaciones del Estado y están vinculados al régimen a que son
sometidos los adolescentes, mientras cumplen las sanciones. Los artículos 630 y
631 de la LOPNA desarrolla plenamente estos derechos.

Motivos). Ahora bien, todos los programas socio-educativos, sean públicos o privados
deben ser elaborados siguiendo los parámetros indicados en el artículo 191 y ser
registrados conforme lo previsto en el artículo 186 ante el respectivo Consejo Municipal
de Derechos, que es un órgano administrativo para la protección de los derechos difusos
o colectivos de niños y adolescentes (artículos 133 y 147).

413
En el artículo 630 se encuentran los derechos de los sancionados con cualquiera
de las medidas previstas en el artículo 620. Estos derechos son:

ser mantenido, preferentemente, en su medio familiar si éste reúne las


condiciones requeridas para su desarrollo;

a un trato digno y humanitario;

a recibir información sobre el programa en el cual esté inserto, sobre las


etapas previstas para el cumplimiento de la medida; así como sobre sus
derechos en relación a las personas o funcionarios que lo tuvieren bajo su
responsabilidad;

a recibir los servicios de salud, sociales y educativos adecuados a su edad y


necesidades, y a que aquellos sean proporcionados por personas con la
formación profesional idónea;

a comunicarse reservadamente con su defensor, con el Fiscal del Ministerio


Público y con el Juez de Ejecución;

a presentar peticiones ante cualquier autoridad y a que se le garantice la


respuesta y, especialmente, a promover incidencias ante el Juez de Ejecución;

a comunicarse libremente con sus padres, representantes o responsables,


salvo prohibición expresa del juez;

a que su familia sea informada sobre los derechos que a ella le


corresponden, y respecto de la situación y los derechos del adolescente.

En el artículo 631 se encuentran los derechos específicos de los adolescentes


privados de libertad. Además de los consagrados en el artículo anterior, el
adolescente privado de libertad tiene los siguientes derechos:

a permanecer internado en la misma localidad o en la más próxima al


domicilio de sus padres, representantes o responsables;

414
que el lugar de internamiento satisfaga las exigencias de higiene, seguridad
y salubridad, cuente con acceso a los servicios públicos esenciales y sea
adecuado para lograr su formación integral;

ser examinado por un médico, inmediatamente después de su ingreso a la


institución de internamiento, con el objeto de comprobar anteriores violaciones
a su integridad personal y verificar cualquier estado físico o mental que
requiera tratamiento;

que se le mantenga en cualquier caso, separado de los adultos condenados


por la legislación penal;

participar en la elaboración del plan individual de ejecución de la medida;

recibir información sobre el régimen interno de la institución, especialmente


sobre las medidas disciplinarias que puedan serle aplicadas y sobre los
procedimientos para imponerlas y ejecutarlas;

impugnar las medidas disciplinarias adoptadas, en el caso concreto, por las


autoridades de la institución;

no ser trasladado arbitrariamente de la institución donde cumple la medida.


El traslado sólo podrá realizarse por una orden escrita del juez;

no ser, en ningún caso, incomunicado ni sometido a castigos corporales;

no ser sometido a régimen de aislamiento, salvo cuando sea estrictamente


necesario para evitar actos de violencia contra sí mismo o contra terceros;

ser informado sobre los modos de comunicación con el mundo exterior;


mantener correspondencia con sus familiares y amigos y a recibir visitas, por lo
menos semanalmente;

tener acceso a la información de los medios de comunicación;

415
mantener la posesión de sus objetos personales y disponer de local seguro
para guardarlos, recibiendo comprobante de aquellos que hayan sido
depositados en poder de la institución;

realizar trabajos remunerados que complementen la educación que le sea


impartida;

realizar actividades recreativas y recibir asistencia religiosa, si así lo desea.

El Juez de Ejecución es el garante de todos estos derechos. La LOPNA establece


la jurisdiccionalización de la fase de ejecución de las sanciones, precisamente
para garantizar la dignidad humana y el respeto de los derechos del sancionado,
lo cual es una exigencia de justicia, porque poco se haría concibiendo sistemas
procesales garantizadores para el enjuiciamiento del adolescente y cercando de
cuidados la definición de sanciones, para dejar luego el cumplimiento de las
sanciones desprovisto de la debida protección que significa el control judicial. La
intervención del Juez de Ejecución es corolario del principio de humanización de
la sanción y una consecuencia del principio de la legalidad de la misma y de su
ejecución. Con la intervención del juez se asegura el cumplimiento de las
disposiciones reguladoras de la ejecución y en consecuencia, la observancia del
respeto debido a los derechos e intereses legítimos de los adolescentes (Morais,
1999, p.140).

Según lo dispuesto en el artículo 646 de la LOPNA, el Juez de Ejecución tiene


competencia para resolver las cuestiones o incidencias que se susciten durante la
ejecución y para controlar el cumplimiento de los objetivos fijados en la ley. Los
objetivos de la ejecución, fijados por la LOPNA, según el artículo 629 es “lograr el
pleno desarrollo de las capacidades del adolescente y la adecuada convivencia
con su familia y su entorno social”.

En ejercicio de sus competencias y de acuerdo con el artículo 647, el Juez de


Ejecución tiene las siguientes atribuciones:

416
a) vigilar que se cumplan las medidas de acuerdo con lo dispuesto en la
sentencia que las ordena;

b) controlar que la ejecución de cualquier medida no restrinja derechos


fundamentales que no se encuentren fijados en la sentencia condenatoria;

c) vigilar que el plan individual para la ejecución de las sanciones esté acorde con
los objetivos fijados en la ley;

d) velar porque no se vulneren los derechos del adolescente durante el


cumplimiento de las medidas, especialmente en el caso de las privativas de
libertad;

e) revisar las medidas por lo menos una vez cada seis meses, para modificarlas o
sustituirlas por otra menos gravosa, cuando no cumplan con los objetivos para los
que fueron impuestas o por ser contrarias al proceso de desarrollo del
adolescente;

f) controlar el otorgamiento o denegación de cualquier beneficio relacionado con


las medidas impuestas;

g) conocer y decidir sobre la impugnación de las medidas disciplinarias impuestas


a los privados de libertad;

h) decretar la cesación de la medida.

Algunas de estas atribuciones ameritan un comentario especial. En primer lugar


la LOPNA, a diferencia del Código Orgánico Procesal Penal 155, incluye
expresamente, entre las funciones del Juez de Ejecución, la de salvaguardar los
derechos de niños y adolescentes, tanto los fundamentales, que no estén
afectados por la sentencia condenatoria, como los particulares de los

155
El COPP no atribuye expresamente al Juez de Ejecución la competencia para
salvaguardar los derechos de los adultos condenados a pena privativa de libertad. En
este aspecto, el Código es timorato porque dicha atribución hay que deducirla de su
artículo 471.

417
adolescentes que hayan de cumplir cualquier medida, máxime la que deba
ejecutarse en un centro de internamiento (literales b y d).

Otro punto importante es la atribución contenida en el literal e), referida al Plan


Individual (artículo 633), que es el punto de partida de la ejecución de la sanción
privativa de libertad. Dicho plan se formula en los 30 primeros días de
permanencia del adolescente en el centro de internación y con su participación
transformándolo, así, en el protagonista de su propio cambio. Se basará en los
factores (bio-psico-sociales) y carencias (educativas, familiares, etc.) que
incidieron en su conducta, con la finalidad de superarlas. El plan se diseñará
estableciendo las metas concretas a alcanzar por el adolescente, fijando para su
cumplimiento estrategias idóneas y lapso para cumplirlas. Evidentemente, este
plan no puede conculcar derechos del adolescente y precisamente para
garantizar que esto no suceda, está el Juez de Ejecución.

Las sanciones deben ser idóneas para lograr su objetivo fundamental: coadyuvar
al desarrollo integral del adolescente, fomentándole su sentido de responsabilidad
personal y social. Por ello, el Juez de Ejecución debe revisar la sanción
inicialmente aplicada, por lo menos cada seis meses, según el mandato del literal
e) del artículo 647, de acuerdo a la circunstancia particular, a la evolución de cada
caso.

Finalmente, cabe comentar que el derecho a la impugnación no se agota, para el


adolescente infractor, en la apelación de las decisiones judiciales durante el
proceso al que es sometido para determinar su responsabilidad. Tiene también el
derecho a impugnar las sanciones disciplinarias que le sean impuestas por las
autoridades de la institución donde esté recluido. Lo hace ante el Juez de
Ejecución quien entonces ejercerá un control sobre las facultades disciplinarias
de la administración.

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418
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420
SISTEMA PENAL DE RESPONSABILIDAD DEL ADOLESCENTE

Miguel Angel Sandoval

Sumario: Introducción. Creación del Sistema Penal de Responsabilidad del


Adolescente. Expectativas. Necesidad del cambio. Comparación entre la
Situación Irregular y la Doctrina de la Protección Integral. Características
fundamentales del Sistema. El Procedimiento. Aspectos relevantes.
Conclusiones.

Introducción

La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente, entrará en


vigencia el próximo 1° de abril del 2000. Contiene 685 artículos, distribuidos en
6 Títulos, a saber: I: Disposiciones Directivas; II: Derechos, Garantías y
Deberes; III: Sistema de Protección del Niño y del Adolescente; IV:
Instituciones Familiares; V: Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente y
VI: Disposiciones Transitorias y Finales.

La denominación del Título V: Sistema Penal de Responsabilidad del


Adolescente, nos refiere a un conjunto de órganos y procedimientos, cuyo
ensamblaje conforma una estructura, un sistema, creado con la finalidad de
establecer la responsabilidad del adolescente por los hechos punibles en los
cuales incurra y determinar la aplicación de la sanción o medida
correspondiente.

Del estudio de estos órganos y procedimientos nos encargaremos a continuación.


Antes, es oportuno destacar que la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente, en lo adelante LOPNA, además del sistema a ser estudiado en sus
aspectos fundamentales, contiene igualmente, el Sistema de Protección del Niño
y del Adolescente, integrado por políticas, programas, medidas, órganos,

421
entidades, sanciones y procedimientos, que tienen como finalidad materializar el
ejercicio de los derechos y garantías consagrados en esta Ley. Tanto el
Sistema de Protección del Niño y del Adolescente, como el Sistema Penal de
Responsabilidad del Adolescente, constituyen la columna vertebral de la
LOPNA, por cuanto ambos sistemas concretan el efectivo cumplimiento de
los derechos y garantías del niño y del adolescente y la exigencia de
responsabilidad que tienen ambos ante la familia, la sociedad y el Estado, si se
determina su participación en la comisión de algún hecho punible. En estos
casos, el niño que incurra en una falta o delito será objeto de una medida de
protección y al adolescente, a partir de los 12 años hasta los 18, le será
impuesta una sanción o medida educativa. En ambos supuestos está presente
el deber que tienen todos los niños de respetar, cumplir y obedecer todas las
disposiciones del ordenamiento jurídico y de respetar los derechos y
garantías de las demás personas, de acuerdo a lo establecido en el artículo 93
de la LOPNA. La existencia de ambos sistemas nos indica claramente que el
manejo y tratamiento de una situación que afecte los derechos y garantías de un
niño o adolescente corresponde al Sistema de Protección del Niño y del
Adolescente, en tanto que, si se trata de la participación de un adolescente en
la comisión de un delito, tanto la investigación del hecho punible y la
determinación de la responsabilidad del adolescente como la aplicación y
control de las sanciones correspondientes, concierne al Sistema Penal de
Responsabilidad del Adolescente.

La creación del Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente satisface


varias expectativas. En primer lugar, toma en consideración que nuestro país,
suscribió en todas sus partes la Convención Sobre los Derechos del Niño y el
29 de agosto de 1990 la ratificó mediante Ley Aprobatoria publicada en Gaceta
Oficial N° 34.541, asumiendo, de esta forma, el compromiso de adoptar todas las
medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los
derechos reconocidos en la presente Convención (Artículo 4). En segundo
término, dota al ordenamiento jurídico venezolano de las bases legales

422
necesarias para abordar con criterio transformador el manejo de la
problemática generada por el aumento de la delincuencia juvenil, al admitir la
responsabilidad penal del adolescente infractor, sin eufemismos ni
ambigüedades, característicos de la legislación tutelar. Eso sí, garantizando el
ejercicio de los derechos fundamentales del adolescente como sujeto de pleno de
Derecho y no como objeto de compasión o represión, y la determinación de su
responsabilidad a través de un proceso ajustado a las características de un ser
humano que, aun cuando no esté plenamente presente en él la capacidad de
entender y de obrar conforme a esa comprensión, hay ya un proceso de
maduración que permite reprocharles el daño social que causen (Exposición
de Motivos de la LOPNA). Y, en tercer lugar, transmite señales claras a la
sociedad al diseñar un sistema de responsabilidad penal del adolescente
infractor, el cual, de ser aplicado con apego a la normativa propuesta, permitiría
acabar con la impunidad en que han permanecido los hechos punibles
cometidos por “menores” infractores, mediante la creación de una jurisdicción
especializada que tendrá la responsabilidad fundamental de juzgar al
adolescente incurso en la comisión de algún delito; la asignación al fiscal del
Ministerio Público especializado, del monopolio del ejercicio de la acción penal
pública para exigir la responsabilidad del adolescente en conflicto con la ley
penal; el establecimiento de una estructura capaz de concretar la realización del
derecho a la defensa, igualmente de carácter especializado; la renovación del
papel de la víctima, con derecho a intervenir activamente en el proceso y a
obtener, eficazmente, la reparación del daño sufrido; y la creación de un
repertorio de medidas, auténticas sanciones, entendidas como medio para
lograr, por una parte, la conscientización y reinserción en la sociedad del
adolescente infractor de la ley penal y por la otra, dar respuesta a la
sociedad que exige seguridad y para ello, contención del fenómeno criminal
(Exposición de Motivos de la LOPNA). La Convención Sobre los Derechos del
Niño, establece que los “Estados Partes reconocen el derecho de todo niño de
quien se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse o

423
se declare culpable de haber infringido esas leyes a ser tratado de manera
acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que
fortalezcan el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades
fundamentales de terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y
la importancia de promover la reintegración del niño y de que éste asuma
una función constructiva en la sociedad” (Artículo 40.1).

En general, el artículo 40 de la Convención, visto en forma resumida, propone


que los Estados Partes adapten el ordenamiento jurídico penal aplicable al
adolescente infractor, a los siguientes parámetros:

 principio de legalidad;

 presunción de inocencia;

 información de los cargos que pesan contra él;

 asistencia jurídica y de intérprete;

 autoridad judicial especializada;

 audiencia equitativa;

 prontitud, independencia e imparcialidad en las decisiones;

 sin obligación de prestar testimonio o de reconocerse culpable;

 garantía de revisión de las decisiones condenatorias y medidas

impuestas;

 respeto a la vida privada en todo el proceso;

 edad mínima de incapacidad de infracción penal;

 adopción de medidas sin recurrir a procedimientos judiciales;

 diversidad de medidas y posibilidades alternativas a la internación y

 trato adecuado a su bienestar y proporcional a las circunstancias y a


la infracción.

424
El Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente, al acoger los
principios reguladores contenidos en la Convención y agregar otros provenientes
de los demás instrumentos jurídicos que integran la Doctrina de la Protección
Integral, la cual significa un salto cualitativo fundamental en la consideración
social de la infancia, supera el viejo paradigma de la Situación Irregular. El
siguiente esquema comparativo se propone señalar algunas diferencias:

Situación Irregular:

 El Derecho de Menores tiene carácter meramente tutelar;

 La justicia de “menores” cuida de la “situación irregular”, ejemplo: de los


menores en situación de abandono;

 El juez de menores, fundamenta su decisión en el “mejor interés del menor”;

 El Derecho de Menores, por tener carácter meramente tutelar, comprende la


aplicación de medidas y tratamientos “correctivos”;

 Las medidas correctivas significan, en realidad, el encerramiento de los


“menores en situación irregular”, denominación que incluye indistintamente a los
“menores en situación de abandono”, “menores en situación de peligro” y a
los “menores infractores”, pretendiendo reeducarlos, olvidando que en
aquellas causas en que el Juez resuelve disponer la internación de los
menores, se observa que ellos, luego de un período prolongado de
internación comienzan a manifestar problemas de conducta. Al
institucionalizarlos se afecta la libertad de los menores, sus afectos, la
vinculación con sus familias, etc. ( Bisig-Laje, 1994:121 ).

 El Ministerio Público de Menores actúa como protector de los intereses


del menor, aunque esté en conflicto con la sociedad, demandando para él
medidas protectoras, en estrecha colaboración con la justicia tutelar. De
esta manera la participación del abogado se torna innecesaria.

425
 En consecuencia se genera confusión entre los roles que el juez, el
fiscal y el abogado defensor deben desempeñar, lo que produce, en
numerosas oportunidades, injustas privaciones de libertad por infracciones
de escasa gravedad, las cuales generalmente afectan a los menores
marginales o carentes de recursos, conformándose una situación perenne
de “criminalización de la pobreza”.

El vínculo entre la ley y los menores fue encubridor de su verdadero


carácter punitivo, fue perverso y legitimador de una modalidad de control
segregativa. De la de-construcción de ese vínculo y de la construcción de
un espacio positivo de reconocimiento de la condición de sujetos de los
“menores de edad” por parte del mundo adulto, se encargó el nuevo
paradigma normativo integrado por un conjunto de instrumentos jurídicos
como la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 2°,
la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre en su
artículo 7, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en sus
artículos 9, 10, 14 y 24, la Convención Interamericana Sobre Derechos
Humanos en sus artículos 19, 24 y 25 y la Convención Sobre los Derechos
del Niño, complementados por las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas
para la administración de la justicia de menores, conocidas como Reglas
de Beijing y aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en 1985, las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los
menores privados de libertad y las Directrices de las Naciones Unidas para
la prevención de la delincuencia juvenil conocidas respectivamente como
Reglas y Directrices de Ryad, aprobadas en 1991, (Beloff, 1994:110) los
cuales conforman lo que se conoce como la Doctrina de la Protección
Integral, con estos rasgos característicos.

Doctrina de la Protección Integral:

 Reconoce que los niños y adolescentes son sujetos plenos de d


Derecho y que tienen responsabilidad social;

426
 Se ocupa de resolver la situación irregular del Estado, la sociedad y la
familia, de superar la incapacidad de dar respuestas a las necesidades
sociales del niño y del adolescente, en atención a sus características
particulares;

 Obliga al juez a fundamentar sus decisiones. Cada sentencia


establecerá: los hechos y circunstancias acreditados, los fundamentos de
derecho que el juez estime adecuados a la calificación del acto infractor
y la sanción o medida con finalidad educativa que se imponga;

 Se aplican tales medidas cuando el adolescente incurra en la


realización de una conducta definida como delito o falta;

 La imposición de sanciones se basa en el examen de los medios


de prueba, previa y expresamente aceptados por la ley, donde también
se establecen expresamente los casos que ameritan privación de
libertad;

 La tarea del fiscal es la de promover la justicia, defender los


derechos de las personas a quienes se ha privado de su libertad,
fiscalizar las cárceles y penitenciarías.

 La existencia de un proceso contradictorio donde participan el juez,


el fiscal y el abogado defensor, cada uno desempeñando el papel que
le corresponde, debe producir el juzgamiento que de lugar a una
sentencia justa.

El Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente, establecido en el


Título V de la LOPNA, tiene las siguientes características:

 Establece la responsabilidad del adolescente “en la medida de su


culpabilidad”. También señala que se trata de una responsabilidad
distinta a la del adulto por la especialidad de la jurisdicción y la sanción
imponible.

427
 Consagra el principio de legalidad –nullum crimen nulla poena sine
lege- y el principio de legalidad del procedimiento.

 El adolescente responde penalmente si comete un hecho punible


entre 12 y menos de 18 años de edad. A los efectos de la aplicación y
ejecución de las sanciones se distinguen dos grupos etarios: de 12
hasta menos de 14 años y de 14 hasta menos de 18 años.
Particularmente, la medida de privación de libertad, si se trata de
adolescentes que tengan 14 años o más, no podrá ser menor de un
año ni mayor de cinco años. En caso de adolescentes de menos de
catorce años, su duración no podrá ser menor de seis meses ni mayor
de dos años. ( Artículo 628 [1°] ).

 Estas disposiciones se interpretarán y aplicarán en armonía con sus


principios rectores, los principios constitucionales, del Derecho Penal y
del Derecho Procesal Penal y los Tratados Internacionales, consagrados
a favor de la persona y especialmente de los adolescentes.

 En cuanto a las garantías fundamentales de orden sustantivo y


procesal, están consagradas en la LOPNA acatando el mandato de la
Convención en el sentido de que el Sistema Penal de Responsabilidad
del Adolescente debe, como mínimo, ser tan garantista como el de
adultos, con las particularidades de la especialidad en razón de la edad.
Así, además de los principios de igualdad, dignidad, proporcionalidad,
inocencia, derecho de ser oído, defensa, debido proceso y única
persecución, se ha incluido los principios de información clara y precisa
de los motivos de la investigación, sobre el significado de las
actuaciones procesales y las decisiones que se produzcan, con la
finalidad de que el proceso sea absolutamente conocido y entendido por
el adolescente, lo que además del desarrollo del derecho de defensa
que trae consigo, contiene un sentido altamente pedagógico, dirigido a la
concientización de la responsabilidad. Se consagra la confidencialidad de

428
los datos del proceso; la excepcionalidad de la privación de libertad; la
separación de adultos cuando se esté detenido y, algo de gran
importancia, la consideración de los usos y costumbres de adolescentes
pertenecientes a comunidades indígenas, cuando se trate de establecer su
responsabilidad penal, (Exposición de Motivos de la LOPNA). La LOPNA
establece manera expresa los derechos de todo adolescente señalado
como presunto autor o partícipe de un hecho punible, desde el primer
acto de procedimiento, es decir, desde la primera indicación policial,
administrativa, del Ministerio Público o judicial en ese sentido. También
importa destacar la preocupación legal por asignar al adolescente
señalado un defensor, además de la posibilidad que otorga a sus
padres, representantes o responsables de coadyuvar en la defensa.

 El procedimiento para determinar la responsabilidad penal del


adolescente sigue la concepción garantista propia del procedimiento
acusatorio, tendencia predominante en la actualidad, la cual constituye el
marco de referencia de los derechos del ciudadano enjuiciado
penalmente. Según una primera acepción, “garantismo” designa un
modelo normativo de derecho: precisamente por lo que respecta al
derecho penal, el modelo de “estricta legalidad” propio del Estado de
Derecho, que en el plano epistemológico se caracteriza como un sistema
cognoscitivo o de poder mínimo, en el plano político como una técnica
de tutela capaz de minimizar la violencia y de maximizar la libertad y
en el plano jurídico como un sistema de vínculos impuestos a la
potestad punitiva del Estado en garantía de los derechos de los
ciudadanos. En consecuencia, es “garantista” todo sistema penal que se
ajusta normativamente a tal modelo y lo satisface de manera efectiva.
(Ferrajoli, 1995:851). De allí que algún sector de la doctrina haya
planteado la existencia germinal de un derecho procesal mínimo del
adolescente; mínimo, porque interviene con un criterio no sancionador,

429
sino educativo, porque tal intervención reserva la privación de libertad
como sanción en los casos más graves, y porque busca la disminución
de la violencia institucional de perversos resultados ahora y siempre.

 La investigación de los delitos de acción pública será dirigida por el


fiscal del Ministerio Público con el auxilio de los cuerpos policiales.
Tiene por objeto confirmar o descartar la sospecha fundada de la
existencia de un hecho punible y determinar, en el primer caso, si un
adolescente concurrió en su perpetración. Comprende las diligencias
para la incorporación de los medios de prueba conducentes, sin
menoscabo de los derechos fundamentales. Tal investigación debe hacer
constar tanto los hechos y circunstancias útiles para el ejercicio de la
acción, como los que beneficien al adolescente sospechoso. La LOPNA
pone en manos del fiscal del Ministerio Público la acción penal pública,
separando con claridad la función de investigar y la tarea de juzgar: el
fiscal investiga mientras el juez decide. El Ministerio Público pasa a
desempeñar un importante papel y la función jurisdiccional recobra su
majestad. Termina el poder omnímodo y discrecional del juez de
menores y el rol subalterno del procurador de menores.

 Los Jueces de Control son competentes, durante la fase de


investigación, para disponer las medidas necesarias para que, en la
obtención e incorporación de la prueba, se respeten los principios del
ordenamiento jurídico. Son los encargados de vigilar la actuación de los
fiscales y de los cuerpos policiales durante esta primera etapa del
proceso penal del adolescente.

 Los resultados de la fase de investigación pueden conducir al fiscal


del Ministerio Público a:

a) ejercer la acción penal pública, presentando acusación, si


considera que la investigación proporciona fundamento suficiente;

430
b) solicitar la suspensión del proceso a prueba, cuando se haya
logrado un preacuerdo conciliatorio entre las partes;

c) solicitar la remisión en los casos que proceda;

d) solicitar el sobreseimiento definitivo si resulta evidente la falta


de una condición necesaria para imponer la sanción;

e) solicitar el sobreseimiento provisional cuando resulte


insuficiente lo actuado y no exista posibilidad inmediata de
incorporar nuevos elementos que permitan el ejercicio de la acción.

 En los literales b) y c), se hace referencia a las “fórmulas de


solución anticipada”, denominadas “conciliación” y “remisión”, adecuando
así la legislación a la Convención, cuando plantea siempre que sea
apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños
sin recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se
respetarán plenamente los derechos humanos y las garantías legales
(letra b., numeral 3, artículo 40). La “conciliación” es la fórmula mediante
la cual el fiscal del Ministerio Público promueve un acuerdo que, si es
homologado por el juez de control, conlleva a la suspensión del
proceso a prueba. Si durante el lapso determinado para el cumplimiento
de las condiciones del acuerdo, éste es cabalmente satisfecho, procede
el sobreseimiento. Esto tiene la gran ventaja de permitir la reparación
individual o social del daño y al mismo tiempo pretende la
concientización del adolescente a cuyo efecto se ordena su orientación
y supervisión por el ente más idóneo. Finalmente se evita llevar a
juicio una significativa cantidad de asuntos, que se pueden solucionar
favorablemente entre las partes sin que se renuncie a la responsabilidad
del adolescente por su acto, excluyéndose únicamente aquellos hechos
punibles que por su gravedad y repercusión social se estima deben
ser enjuiciados. Por su parte, la remisión, en aplicación del principio de
oportunidad, permite prescindir total o parcialmente del juicio en atención

431
a lo insignificante del hecho (criminalidad de bagatela) o a la mínima
participación del adolescente. También como recompensa a una
contribución decisiva en la investigación que permita evitar la comisión
de otros hechos punibles, esclarecerlos o determinar la participación de
otras personas, caso típico del crimen organizado y de las pandillas,
que utilizan adolescentes entre sus miembros, para la perpetración de
crímenes de toda especie. Otro supuesto ocurre cuando el adolescente,
a consecuencia del hecho, ha sufrido un daño físico o moral grave,
caso que se presenta, por ejemplo, cuando hurtando o robando es
gravemente herido o cuando por conducir, sin licencia y con descuido,
sufre un accidente en el que muere o sufre una severa lesión un ser
querido o resulta el mismo con secuelas significativas de daño físico o
moral. Finalmente, cuando la sanción que se espera, por el hecho de
cuya persecución se prescinde, carece de importancia en relación a la
sanción ya impuesta o a la que cabe esperar por los restantes hechos;
caso que se presenta cuando, por ejemplo, cumpliendo sanción de
privación de libertad por un robo agravado se descubre que también el
adolescente había cometido un hurto simple que en su momento no fue
conocido o que, siendo enjuiciado por varios hechos punibles, alguno o
algunos resulten de menor importancia frente a otro u otros más
graves, cuya sanción se estime suficiente. Estos supuestos,
fundamentados en los principios de humanidad y proporcionalidad
permiten no sancionar la criminalidad de bagatela o la culpabilidad
exigua y decantar el proceso de modo de elevar a juicio sólo lo más
significativo del resultado de una investigación. (Exposición de Motivos de
la LOPNA).

 El literal a) señala que el fiscal deberá ejercer la acción penal


pública, presentando acusación, si considera que la investigación
proporciona fundamento suficiente. El escrito que contiene la acusación
debe contener una serie de datos enumerados en el artículo 570 de la

432
LOPNA. Mediante la acusación, el fiscal del Ministerio Público solicita el
enjuiciamiento del adolescente imputado, determinando el objeto del juicio
y calificándolo jurídicamente. Llega a esa determinación si estima que la
investigación proporciona fundamento suficiente. En ese momento debe
haber investigado tanto los hechos y circunstancias útiles para el
ejercicio de la acción, como los que obren a favor del adolescente
sospechoso (Artículo 554). Si actúa de otra manera, estaría afectando
las garantías del adolescente sometido al Sistema Penal de
Responsabilidad del Adolescente, contenidas en el artículo 90 de la
LOPNA, según el cual todos los adolescentes que, por sus actos, tienen
derecho a las mismas garantías sustantivas, procesales y de ejecución
de la sanción, que las personas mayores de dieciocho años, además
de aquellas que les corresponden por su condición específica de
adolescentes. En este sentido, conviene tener presente lo establecido en
el Código Orgánico Procesal Penal, con respecto a la buena “fe: las
partes deben litigar con buena fe, evitando los planteamientos dilatorios,
meramente formales y cualquier abuso de las facultades que este
Código les concede.” (Artículo 99). Al no dar cumplimiento el fiscal al
deber impuesto en la norma del 554, atropella el derecho de defensa
del adolescente imputado y ello acarrearía el rechazo total de la
acusación y el sobreseimiento definitivo. Según el artículo 570 de la
LOPNA, la acusación debe contener la identidad y residencia del
adolescente acusado, así como sus condiciones personales. Se busca
individualizar a la persona cuyo enjuiciamiento se solicita y determinar el
lugar donde puede ser citado o notificado. También se exige la relación
de los hechos imputados con indicación, si es posible, del tiempo,
modo y lugar de ejecución. Estos datos permitirán al adolescente
acusado y a su defensor conocer cuál es el hecho por el que se
pretende enjuiciarle y, en consecuencia, preparar su defensa. El literal c)
indicación y aporte de las pruebas recogidas en la investigación y el

433
literal h) ofrecimiento de la prueba que se presentará en juicio, de la
disposición en análisis, garantizan el derecho de defensa del adolescente
acusado pues le permiten conocer, por anticipado, los medios de
prueba que el fiscal del MInisterio Público utilizará para intentar se le
declare culpable y aplique una sanción y preparar los medios de
defensa que destruirán la pretensión fiscal. La expresión precisa de la
calificación jurídica objeto de la imputación con indicación de las
disposiciones legales aplicables (literal d) y la indicación alternativa de
figuras distintas para el caso en que no resultaren demostrados en el
juicio los elementos que componen la calificación principal, cumplen con
el objeto de posibilitar la correcta defensa del imputado. Ambas
exigencias materializan el mandato de la Convención de que no se
alegue que ningún niño ha infringido las leyes penales, ni se acuse o
declare culpable a ningún niño de haber infringido esas leyes por actos
u omisiones que no estaban prohibidos por las leyes nacionales o
internacionales en el momento en que se cometieron. ( Artículo 40,
numeral 2, literal a), sí como la disposición de la LOPNA que establece
que ningún adolescente puede ser procesado ni sancionado por acto u
omisión que, al tiempo de su ocurrencia, no esté previamente definido
en la ley penal, de manera expresa e inequívoca, como delito o falta, y
finalmente, la norma prevé que tampoco puede ser objeto de sanción si
su conducta está justificada o no lesiona o pone en peligro un bien
jurídico tutelado. (Artículo 529). Puede suceder que, en el auto de
enjuiciamiento, el Juez de Control se aparte de la acusación,
modificando la calificación jurídica del hecho punible, lo que demuestra
que la imputación fiscal no tiene carácter vinculante e incluso puede
sobreseer si la rechaza. El literal f) nos dice que la acusación contendrá
la solicitud de la medida cautelar para asegurar la comparecencia a
juicio del imputado. Estas medidas cautelares pueden ser declaradas
procedentes o rechazadas por el Juez de Control, o ser sustituidas por

434
otras, ordenando, si fuere el caso, la libertad del imputado. Y el literal
g) exige que se especifique, en la acusación, la sanción definitiva que
se pide y el plazo de cumplimiento, con lo cual se da cumplimiento al
artículo 529 de la LOPNA, en cuanto al principio de legalidad de la
sanción.

 Las facultades y deberes que tienen las partes dentro del plazo
fijado para la celebración de la audiencia preliminar, deben
materializarse por escrito. En primer lugar, el señalamiento de vicios
formales o la falta de fundamento de la acusación y la oposición de
excepciones, busca la depuración del proceso. Esto nos remite al
Código Orgánico Procesal Penal, el cual se refiere a las excepciones
oponibles por incompetencia del tribunal, acción no promovida conforme
a la ley y la extinción de la acción penal: (Artículos 27, 44 y 64 y
siguientes). En ejercicio del derecho a la defensa pueden solicitar el
sobreseimiento o proponer acuerdo conciliatorio que, como vimos antes,
es una de las fórmulas de solución anticipada. También es propicia la
oportunidad para solicitar la imposición, revocación o sustitución de una
medida cautelar o la aplicación del procedimiento por admisión de los
hechos, descrito en el Artículo 583 de la LOPNA, que acarrearía la
imposición inmediata de la sanción, con una notable reducción de su
severidad. También durante este período puede solicitarse la práctica de
una prueba anticipada, según lo establecido en el Artículo 316 del
Código Orgánico Procesal Penal. Pueden las partes plantear cualquier
otra cuestión incidental que permita una mejor preparación del debate y
ofrecer los medios de prueba necesarios para resolver las cuestiones
propias de la audiencia preliminar. Finalmente, el adolescente imputado
y su defensor deben proponer la prueba que presentarán en el juicio.
Esta carga que recae sobre el imputado permite “filtrar” el proceso,
pues si se trata de una prueba contundente, se está en la oportunidad

435
procesal adecuada para poner en práctica alguna fórmula de solución
anticipada o alguna otra de las alternativas procesales.

 Una vez producida la decisión por la cual el Juez de Control admite


la acusación y ordena el enjuiciamiento del imputado, se remiten al
Tribunal del juicio las actuaciones, la documentación y los objetos
incautados, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes. Una vez
recibidas las actuaciones, el presidente de la Sección de Adolescentes
del Tribunal Penal, fijará la fecha para la celebración del juicio oral, que
deberá tener lugar no antes de diez ni después de veinte días
siguientes al auto de fijación. El juicio oral es considerado el momento
culminante del proceso penal del adolescente acusado. La LOPNA ha
establecido una serie de formalidades y de requisitos para su
celebración con la finalidad de rodear al mismo de las mayores
garantías de transparencia, pulcritud, participación ciudadana, separación
de roles, reserva en beneficio del adolescente y prontitud. El juicio oral
es la etapa principal del proceso penal porque es allí donde se
“resuelve” o “redefine”, de un modo definitivo - aunque revisable - el
conflicto social que subyace y da origen al proceso penal. Este carácter
definitivo es muy importante para comprender la lógica del juicio oral
(Binder, 1999: 255). Podemos separar en el juicio oral, cuatro momentos:

1°) preparación del debate;

2°) audiencia oral;

3°) recepción de pruebas y

4°) deliberación y sentencia.

El primer momento, consiste en la realización de las actuaciones


previas, preparatorias de la audiencia oral, tales como, la fijación del
juicio, el cual deberá celebrarse en el plazo antes anotado; la
integración del Tribunal e indicación del nombre del o de los jueces

436
que integrarán el Tribunal, según se trate de un juez profesional o de
un Tribunal de Juicio integrado por tres jueces, un profesional y dos
escabinos, cuando la sanción solicitada en la acusación sea la
privación de libertad. Todo lo relativo a la integración del Tribunal de
Juicio con escabinos está regulado por las disposiciones acerca de los
órganos jurisdiccionales (artículos 665 y siguientes de la LOPNA) que a
su vez remiten a lo dispuesto por el Código Orgánico Procesal Penal,
en el Título de la Participación Ciudadana, artículos 146 al 163. La
constitución del Tribunal de Juicio conlleva la posibilidad de plantear
recusaciones, es decir, promover incidencias de separación de todos o
algunos de los jueces del caso, facultad de las partes que se regula
según lo establecido en los Artículos 82 y siguientes del Código
Orgánico Procesal Penal, donde se enumeran las causales de
recusación, basadas en el parentesco, la amistad, la comunicación con
una de las partes en ausencia de la otra, haber emitido opinión,
interés, las cuales, en general, se fundan en el temor de que el juez
o los jueces no actúen con imparcialidad. La Convención - recordemos
- exige a los Estados Partes la garantía de que la causa será dirimida
sin demora por una autoridad u órgano judicial competente,
independiente e imparcial... (Artículo 40, numeral 2,, literal a.III). Dentro
de las actuaciones previas, igualmente se encuentra la posibilidad que
tiene el imputado, de promover nueva prueba o reiterar la promoción
de la declarada inadmisible y el fiscal y el querellante de reiterar la
declarada inadmisible, siempre y cuando tal solicitud se haga dentro de
los cinco días siguientes a la fijación del juicio y será providenciada
por el juez o presidente del Tribunal colegiado. Esta actuación previa,
de promoción de nueva prueba o de reiteración de la declarada
inadmisible, amplía la garantía de la defensa en juicio, a través de la
ampliación de la prueba. Finalmente, dentro de las actuaciones previas
también se plantea la posibilidad de que el Tribunal ordene que se

437
efectúen los exámenes psiquiátricos, físicos, químicos o toxicológicos,
cuando del resultado de la investigación se evidencian hechos que
aconsejan someter al adolescente a tales experticias. Una consecuencia
importante de la oportuna realización de los exámenes psiquiátricos se
refleja en el Artículo 619 de la LOPNA. El segundo momento es la
audiencia del juicio oral. Ésta será oral, continua y privada, so pena de
nulidad. Así lo establece la LOPNA. Tales características corresponden
a la materialización de los principios de oralidad, continuidad,
inmediación y privacidad. El principio de oralidad consiste en que los
alegatos de las partes, las declaraciones del acusado, las declaraciones
de los testigos y expertos y las determinaciones del tribunal, deben
hacerse en forma verbal. Se trata de un mecanismo económico y
simple que permite obtener una justicia más pronta. Lo único escrito
del juicio oral es el acta que recoge lo sucedido (Vecchionacce,
1998:229). El principio de continuidad impulsa la prontitud del juicio.
Señala la norma que si el juicio no puede realizarse en una sola
audiencia, continuará durante todas las audiencias consecutivas que
fueren necesarias, hasta su conclusión. La oralidad se extiende,
inclusive, al pronunciamiento judicial a que haya lugar, si durante la
audiencia se produce la impugnación de algún auto de sustanciación y
de mero trámite, a través del respectivo recurso de revocación. Así
queda establecido en el Artículo 607 de la LOPNA. Según la norma
del 588, la audiencia del juicio sólo podrá suspenderse por un plazo
máximo de diez días, en los casos previstos en el Artículo 337 y
siguientes del Código Orgánico Procesal Penal. La interrupción por más
tiempo conlleva a la nueva realización del debate desde su inicio. Se
realizará con la presencia del imputado, del fiscal del Ministerio Público,
del querellante en su caso y del defensor; con la presencia
ininterrumpida del o los jueces que integren el Tribunal y del Fiscal del
Ministerio Público - reitera el Artículo 589 de la Ley - so pena de

438
nulidad. Esta disposición tiene que ver con el principio de inmediación.
Inmediación significa presencia. De la importancia de este principio se
desprende la nulidad que recae sobre el proceso si se verifica la
ausencia de las partes y de las personas que deban intervenir, pues
no tendrían validez los actos cumplidos en contravención o con
inobservancia de las formas y condiciones previstas en la ley. El juicio
oral del adolescente acusado es privado. Al mismo sólo deben
comparecer quienes deben intervenir. El Artículo 545 de la LOPNA,
advierte acerca de la publicación de datos de la investigación o del
juicio, que directa o indirectamente, posibiliten identificar al adolescente.
El Artículo 546, establece que el proceso penal de adolescentes es
oral, reservado, entre otros. Por otra parte, al enunciar los derechos,
garantías y deberes, se establece que todos los niños y adolescentes
tienen derecho al honor, reputación y propia imagen. Añade el Artículo
65, Parágrafo segundo, que está prohibido exponer o divulgar, por
cualquier medio, datos, informaciones o imágenes que permitan
identificar, directa o indirectamente, a los niños y adolescentes que
hayan sido sujetos activos o pasivos de hechos punibles, salvo
autorización judicial fundada en razones de seguridad u orden público.
Estas disposiciones lucen necesarias dada la estigmatización que podría
recaer sobre el adolescente acusado, la cual alejaría notablemente las
esperanzas de facilitar el pleno desenvolvimiento de sus capacidades y
la adecuada convivencia con sus familiares y demás integrantes de su
entorno social. La LOPNA establece que durante esta fase del proceso
se escucharán las exposiciones iniciales del fiscal del Ministerio Público,
del querellante en su caso, del defensor y del imputado. La finalidad
que se persigue es la fijación del objeto del debate. Cada una de las
partes expone su hipótesis, cada uno de los actores presenta al juez o
jueces el ángulo más favorable a su posición en el proceso, el fiscal
presenta su acusación o hipótesis inculpatoria, el defensor explica su

439
hipótesis exculpatoria, el imputado rechaza la acusación, etcétera, todos
con la intención de atraer a su lado el interés positivo de los
juzgadores. Pero, de nada sirve la fuerza, la contundencia de los
argumentos si estos no tienen el respaldo probatorio necesario.
Arribamos así al tercer momento de la audiencia oral: la recepción de
las pruebas. A través de testigos (personas que han obtenido la
información mediante su percepción directa), peritos (personas
especialmente calificadas con relación a un conocimiento particular, que
explican un fenómeno que no es asequible al tribunal según su
capacidad de análisis común), documentos (cualquier tipo de soporte
material - papel, cinta, electrónico, vídeo, etc. - que contiene
información), cosas (elementos materiales que han tenido alguna
vinculación con los hechos que se intenta comprobar). En principio, es
admisible cualquier otro canal de información siempre que no sea
ilícito, que sea susceptible de control por parte de los sujetos
procesales y no afecte la dignidad de las personas. (Binder, 1999:263)
La LOPNA confiere a las partes amplias facultades para examinar
exhaustivamente todos los medios de prueba incorporados al proceso
durante el debate probatorio. En el Artículo 598 se establece el
principio contradictorio: El juez o el presidente del Tribunal, después de
interrogar al experto o testigo sobre su identidad personal y las
circunstancias necesarias para valorar su testimonio, concederá el
interrogatorio a la parte que lo propuso y con posterioridad a las
demás partes que deseen interrogar, en el orden que considere
conveniente. Por último, los miembros del tribunal podrán interrogar al
experto o testigo, sólo para esclarecer puntos dudosos pero sobre
hechos o circunstancias sobre los cuales ya hayan sido inquiridos por
las partes. La Convención faculta al adolescente para interrogar o
hacer que se interrogue a testigos de cargo y obtener la participación
y el interrogatorio de testigos de descargo en condiciones de igualdad.

440
Dada la trascendencia de esta fase del proceso, la LOPNA la ha
rodeado de las máximas condiciones de orden, eficacia e igualdad.
Puede ocurrir que, en el curso de la audiencia se constate la
necesidad de producir nuevas pruebas que aparezcan como
indispensables para el esclarecimiento de los hechos; de ser así, la
parte interesada puede promover su recepción y el Tribunal, por vía de
excepción, podrá ordenarla. Terminada la recepción de las pruebas, el
Tribunal concederá la palabra a las partes para que emitan sus
conclusiones. Ésta es una fase de confrontación, donde cada una de
las partes hace un análisis de lo ocurrido y de las normas aplicables
al caso. Se produce una discusión acerca de la naturaleza de los
hechos en examen, las pruebas recibidas y las cuestiones a resolver.
Los argumentos de cada parte pueden ser refutados mediante la
réplica pero ésta queda limitada a los que no hayan sido objeto de
conclusiones, de manera de evitar repeticiones estériles. El debate
termina con la intervención de la víctima y del imputado, verdaderos
protagonistas del conflicto que se está tratando de resolver. Entramos
así al momento final del juicio oral: la deliberación y la decisión. La
deliberación tiene carácter secreto y sirve para apreciar la prueba
según la libre convicción razonada, extraída de la totalidad del debate.
En el caso del tribunal colegiado la decisión se tomará por mayoría.
En esta fase se genera una discusión y deben ser analizados
exhaustivamente todos los elementos que pueden concurrir en la
solución del caso. Realizado el análisis se procederá a la valoración de
la prueba mediante el sistema de la libre convicción razonada. Significa
que el juez o los jueces emplean su raciocinio para vincular las
hipótesis formuladas por las partes con las pruebas presentadas en el
curso del debate y llegar así, libremente, a la convicción de lo
ocurrido. Alcanzar la convicción es llegar al convencimiento de que
alguna de las hipótesis, sea la del fiscal o del querellante en su caso,

441
sea la del defensor, ha sido racionalmente probada de forma tal que
no puede ser negada. El juez o jueces no tienen que explicar el
camino utilizado para obtener ese convencimiento, sin embargo tendrán
que expresar las razones en que se han apoyado para absolver o
condenar al acusado. Estas razones se extraerán de las pruebas
incorporadas al juicio durante el debate probatorio. Si el
pronunciamiento es condenatorio, el juez profesional será responsable
de la decisión sobre la calificación jurídica y la sanción imponible. La
sentencia absolutoria se fundará en las razones enumeradas en el
Artículo 602 de la LOPNA. La inexistencia del hecho o no haber sido
probada su existencia, no está tipificado, está probado que el
adolescente no participó en el hecho o no fue probada su
participación, su conducta está justificada (legítima defensa, estado de
necesidad, etc.), no haber comprendido el adolescente que su conducta
era ilícita o no le era exigible otra conducta - opciones de
comportamiento lícito – o la concurrencia de una de las causales de
exclusión de la culpabilidad o de la pena, de extinción o caducidad de
la acción penal o de procedencia de la remisión. La sentencia
condenatoria debe ser congruente con el auto de enjuiciamiento o con
la ampliación de la acusación; la congruencia radica en que la
sentencia de condena no podrá sobrepasar el hecho y las
circunstancias descritas en el auto de enjuiciamiento o, en su caso, en
la ampliación de la acusación. Otra posibilidad consiste en dar al
hecho otra calificación jurídica distinta a aquella de la acusación o del
auto de enjuiciamiento, o aplicar sanciones más graves. Sin embargo,
el acusado no puede ser condenado en virtud de un precepto penal
distinto del invocado en la acusación, comprendida su ampliación, o en
el auto de enjuiciamiento, si previamente no fue advertido acerca de la
modificación posible de la calificación jurídica. Siempre fijará con
precisión y claridad la sanción impuesta y el plazo de cumplimiento. La

442
LOPNA señala una serie de requisitos de la sentencia. La correcta
identificación del tribunal, del acusado; la enunciación de los hechos y
circunstancias juzgados, la determinación precisa de los hechos
probados, una exposición concisa de los fundamentos de hecho y de
derecho (motivación), la parte dispositiva, mencionando las disposiciones
legales aplicadas y la firma de los jueces. La sentencia será dictada y
leída en la misma audiencia. Si lo avanzado de la hora o la
complejidad del asunto obligan a diferir la redacción de la sentencia, se
leerá sólo la parte dispositiva y el presidente del Tribunal explicará al
adolescente y a la audiencia, los fundamentos de hecho y de derecho
que motivaron la decisión. A continuación se suscribe el acta del
debate con los requisitos de contenido señalados en el Artículo 606 de
la LOPNA.

 La LOPNA contiene un régimen de impugnación integrado por los


recursos de revocación, apelación, casación y revisión, los cuales se
interponen, tramitan, resuelven, proceden por los motivos establecidos en
el Código Orgánico Procesal Penal y tendrán los efectos allí previstos.

 Dedica la LOPNA atención especial a la víctima del hecho


punible. Su protección y la reparación del daño sufrido constituyen objetivos
importantes del proceso. Precisa las obligaciones del Ministerio Público
de velar por sus intereses en todas las etapas del proceso, da a los
jueces el carácter de garantes de la vigencia de los derechos de la
víctima y establece el deber de la policía y demás organismos
auxiliares de otorgar a la víctima un trato adecuado a su condición de
afectado, facilitando su intervención en los tramites pertinentes.
Responde la LOPNA a las corrientes contemporáneas de la victimología
como base teórica indispensable para restaurar el equilibrio perdido por
la conducta punible del adolescente infractor. Una amplia definición de
víctima, la enumeración de sus derechos y la posibilidad del ejercicio

443
de sus derechos por asociaciones de protección o de ayuda a las
víctimas, son las características resaltantes de un nuevo enfoque de la
persona que ha sufrido, directa o indirectamente, el impacto de la
acción dañina.

 Contempla la LOPNA la prescripción de la acción penal de manera


gradual: cinco años en caso de delitos que acarrean la privación de
libertad como sanción, tres años para los otros delitos y seis meses
para los delitos de acción privada o faltas. Las sanciones prescriben en
el término ordenado más la mitad, contado a partir del día en que la
sentencia se encuentre firme, o desde la fecha en que comenzó el
incumplimiento.

 Establece la LOPNA la competencia para el enjuiciamiento y el


control de la ejecución. La autoridad competente será la del lugar de la
acción u omisión que constituye el hecho punible, observadas las reglas
de conexidad, continencia y prevención. (Artículo 67 y siguientes del
Código Orgánico Procesal Penal). En cuanto al control de la ejecución
se da competencia a la autoridad del lugar donde tenga sede la
entidad donde se cumplan las medidas.

 Finalmente, se indica que firme la sentencia condenatoria, los


legitimados para ejercer las aciones civiles podrán demandar ante el
tribunal que dictó la sentencia la reparación de los daños y la
indemnización de perjuicios. Todo el trámite será regulado por las
disposiciones del Código Orgánico Procesal Penal.

El Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente constituye una


innovación trascendental en la legislación venezolana. Exige a todos los
actores una actitud responsable; al Estado la consideración de la
importancia del problema de la delincuencia juvenil, a la sociedad una
cuota importante de participación activa y a la familia, el rescate de su
esencia perdida. Como herramienta necesita comenzar a ser aplicada de

444
inmediato. Sólo así será posible efectuar los ajustes necesarios. Siempre y
cuando se dote al Sistema de los recursos necesarios para su
funcionamiento cabal. La sociedad venezolana del tercer milenio merece un
presente y un futuro mejores. En función de ello reclama el mejor aporte
de todos sus integrantes. Hagámoslo.

BIBLIOGRAFÍA

BELOFF, Mary. ( 1994 ). “De los Delitos y de la Infancia”, Revista Nueva


Sociedad, N° 129, pp. 104-113.

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Menores. Nuevos y mayores riesgos”, Revista Nueva Sociedad, N° 129, pp.
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BINDER, Alberto. ( 1999 ). Introducción al derecho procesal penal. Ad-


hoc. Buenos Aires, pp. 254-269.

FERRAJOLI, Luigi. (1995 ). Derecho y razón. Trotta. Madrid, pp. 851-


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VECCHIONACCE, Frank. ( 1998 ). “El juicio oral y la posición jurídica del


imputado”, en Primeras Jornadas Derecho Procesal Penal, UCAB.
Caracas, pp. 227-256.

445
La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente: un reto que
obliga a aproximar el Derecho con la Psicología del Desarrollo.

Chilina León de Viloria

Introducción

Qué podemos hacer, como adultos formados y criados bajo la doctrina de


situación irregular, cuando le dices NO a tu hijo en edad preescolar y te pregunta
en un tono de voz crítico "por qué"; cuando un niño acude a una defensoría para
reclamar sus derechos en la escuela; cuando se toman decisiones frente a un
adolescente, con presunta responsabilidad penal ante un crimen en su
comunidad y las autoridades deben impartir medidas socio-educativas.
Disponemos de criterios evolutivos que orienten sobre las posibilidades y
limitaciones de los niños y adolescentes cuando ejercen sus derechos y cumplen
con sus responsabilidades.

¿Posee el abogado en el ejercicio de su profesión un marco de referencia que lo


ayude a tomar decisiones sociales y jurídicas con base al "Principio del Interés
Superior del Niño…dirigido a asegurar el desarrollo integral de los niños y
adolescentes…" (art. 8) y tomar decisiones "conforme al desarrollo evolutivo", tal
como le exige la Doctrina de Protección Integral que subyace a la Ley Orgánica
para la Protección del niño y del adolescente (LOPNA)? Adicionalmente, no será
oportuno preguntarnos hasta qué punto los adultos, las instituciones y la
organización social venezolana esta preparada para ese cambio.

Estas y muchas otras interrogantes surgen ante el reto interdisciplinario que


significa un cambio de paradigma legal infantil en nuestro país, producto del
compromiso internacional que suscribió Venezuela al firmar en 1989 la
Convención sobre los Derechos de los Niños, lo cual obligó a derogar la Ley

446
Tutelar de Menores, vigente desde 1980, y sustituirla por otra radicalmente
diferente que transforma necesidades evolutivas en derechos y
responsabilidades, con base en una serie de principios rectores: el niño como
sujeto de derecho (art.10); el interés superior del niño (art.8); prioridad absoluta
(art.7); participación (art.6) y el rol fundamental de la familia (art. 5). Este cambio
de paradigma legal es un reto para las disciplinas sociales y obliga a un
encuentro entre ellas, especialmente entre el derecho y la psicología del
desarrollo, tema del presente artículo.

En este capítulo ofrecemos una comparación entre los paradigmas que subyacen
a La Ley Tutelar del Menor y La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del
Adolescente (LOPNA), a la luz de los avances de la psicología del desarrollo y se
analizan sus implicaciones para la LOPNA; se introduce el concepto del
desarrollo infantil integral destacando la interacción entre las áreas y los factores
que lo determinan, con énfasis en la calidad de los ambientes familiar, escolar y
comunitario que rodean al niño y se ofrece una aproximación a los cambios
típicos del proceso de desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes, como
marco de referencia para incorporar la importante relatividad evolutiva en el
proceso de toma de decisiones jurídicas y sociales que exige La Ley, lo cual se
ejemplifica con el ejercicio del derecho a la participación. Concluimos con las
posibilidades y las limitaciones del papel mediador que deben desempeñar los
adultos y la sociedad que rodea al niño, la niña y el adolescente.

Cuál es la relación entre el cambio de paradigma legal que propone la


LOPCA en Venezuela y el proceso del desarrollo humano.

Desde la perspectiva de la psicología, la LOPNA ofrece un cambio de paradigma


legal que integra muchos avances de la psicología del desarrollo y se relaciona
con las características generales de este proceso a lo largo del ciclo vital. A
continuación se presentan algunos ejemplos que ilustran esta relación, con el
objetivo de contribuir a ampliar la perspectiva del usuario de la Ley:

447
En la psicología del desarrollo actual hemos pasado de atender a los niños
problemas (intervención terciaria) a atender a todos los niños (intervención
primaria y secundaria) (Stilwell y otros, 1985). El cambio de paradigma legal
pasa de atender al menor en situación irregular, como objeto de tutela de
parte del estado, al niño y al adolescente como sujetos con plenos derechos y
responsabilidades, cuyo respeto debemos garantizar así como proteger el
desarrollo integral de todos los niños sin discriminación alguna.

De una crianza y educación centrada en el adulto, la psicología ha


incorporado la necesaria comprensión del proceso constructivo de desarrollo
que hace cada niño frente a su realidad cultural y el papel mediador de los
adultos que lo rodean (Cole, 1996). Legalmente estamos pasando de una ley
basada en el juicio del adulto, donde "los niños no tenían ningún derecho, a
un nuevo paradigma donde todos los niños tienen todos los derechos"
(Cecodap 1999), inspirada en el interés superior del niño.

Los niños, niñas y adolescente, al ser constructores y transformadores de


su realidad, necesitan adquirir destrezas de desarrollo interrelacionadas
mucho mas amplias de lo que se creía tradicionalmente (León, 1998, 1999),
en el apartado correspondiente abordaremos con mayor profundidad este
punto. La nueva Ley amplia los tradicionales derechos genéricos como a la
salud, la educación, etc.… e incorpora derechos innovadores como a la
participación y al desarrollo, cónsono con los principios que la sustentan y con
los avances conceptuales en desarrollo humano.

Las conductas, adecuadas o inadecuadas, de un niño y/o adolescente, son


siempre el producto de un proceso de desarrollo acumulativo individual, que
fue mediado por sus adultos significativos. El adulto a su vez actúa de acuerdo
a su historia de desarrollo y es muy resistente a los cambios. Este proceso del
ciclo vital (Bornstein, 1992) es muy importante para la nueva Ley, ya que al
implementar sus procedimientos, a nivel de derechos individuales, siempre
será necesario analizar las fortalezas y debilidades en la historia del desarrollo

448
tanto del niño, niña y adolescente en cuestión, como de sus adultos
significativos.

La LOPNA fortalece a la familia, pero asume un adulto y una familia


funcional y responsable

" …con el deber y el derecho de orientar a los niños y adolescentes en


el ejercicio progresivo de sus derechos y garantías., así como el
cumplimiento de sus deberes, de forma que contribuya a su desarrollo
integral y a su incorporación a la ciudadanía activa" (Ley Orgánica de
Protección Integral del Niño y del adolescente. Art. 13, Párrafo
primero).

Desafortunadamente, el proceso de desarrollo humano es muy complejo y el


resultado no siempre es así. De hecho, detrás de un niño problema o en
problema, siempre hay un(os) adulto(s) con una historia de desarrollo carente
y típicamente una familia disfuncional. La aplicación de la Ley contribuirá "a
largo plazo" a romper este ciclo, en la medida en que los niños de hoy
interioricen derechos y responsabilidades y lleguen a ser los adultos
responsables del mañana. Pero el comienzo será difícil, y la explicación es
simplemente evolutiva.

Pese a lo anterior, en el marco de nuestra típica familia extendida y en la


medida en que las comunidades se organicen, siempre habrán adultos y|o
otros niños significativos que pueden servir de apoyo al niño, niña y
adolescente, sin y con problema, ya que el proceso de desarrollo es
compensatorio. Ello obliga a las Autoridades y a la Sociedad Civil a ampliar su
análisis ante los derechos individuales, colectivos y difusos y a balancear la
presencia de factores protectores (aquellos que contribuyen a un adecuado
desarrollo) y factores de riesgo (aquellos que limitan el adecuado desarrollo)
(Grothberg 1996) tanto en el niño, como en su familia, su comunidad y la
realidad cultural donde ellos están inmersos. De allí la importancia de

449
introducir el tema evolutivo en el terreno legal y de ampliar la perspectiva en
cuanto a análisis familiar y social se refiere.

La razón compensatoria en psicología del desarrollo justifica el paso que


da la nueva Ley al pasar de una explicación de lo "inadecuado" que se basaba
en carencia de recursos materiales, como por ejemplo se conceptualizaba en
los procedimientos de adopción, a una explicación que se apoya en la calidad
de relación que construye el niño con su entorno, y ello va mucho mas allá del
ingreso mensual o de las condiciones de vivienda. De allí la necesidad de
pasar del Estado a la incorporación y capacitación tanto de la familia, como de
las escuelas y comunidades, en el marco del proceso de descentralización
que vive Venezuela, ya que cada entidad tiene su realidad cultural. Diversidad
que todavía no hemos abordado interdisciplinariamente.

La comparación que precede justifica incorporar un artículo psicológico en un libro


de derecho. La LOPNA entrara en vigencia en Abril del 2000 y abre un espacio
para abordar las siempre enunciadas, mas no satisfechas, necesidades
evolutivas, dado que disponemos de un marco legal que define los deberes y
responsabilidades tanto de los niños, niñas y adolescentes como de los adultos
que los acompañan en su proceso de desarrollo. La conducta humana es
expresión del grado en que hemos alcanzado destrezas clave de desarrollo
integral para cada período, conductas típicas por edad entendidas como marco
de referencia para comprender las múltiples diferencias intraindividuales,
intragrupales e intergrupales (Colom 1994) que construye el ser humano en su
proceso de desarrollo.

Qué es desarrollo infantil integral

Es importante introducir que se entiende por “Desarrollo Infantil Integral” (DII),


término ampliamente usado, mas no definido conceptual ni operativamente, a
nivel nacional o internacional, hasta donde mi trabajo de documentación sobre el
tema ha permitido corroborar.

450
Los avances de la psicología del desarrollo y las demandas de la LOPNA
plantean la necesidad de disponer de una definición que se caracterice por
describir un:

Proceso: cambios consecutivos acumulativos que caracterizan cada período


del ciclo vital y se relacionan los unos con los otros.

Amplio: debe abarcar las condiciones del organismo pre-peri y postnatal, la


calidad de sus ambientes inmediatos (familia, escuela, comunidad y nación) y
la calidad de los mediadores inmediatos de desarrollo del niño, niña o
adolescente.

Biocultural: dada la plasticidad del ser humano en períodos críticos ante el


enriquecimiento ambiental y la variabilidad del producto de desarrollo como
consecuencia de diferentes patrones culturales tanto a nivel regional como
nacional.

Multidimensional: los cambios se pueden describir en muchas áreas de


desarrollo todas estrechamente relacionadas entre sí.

Multideterminado: el nivel de desarrollo que alcanza un niño, niña o


adolescente está determinado por múltiples variables intervinientes tanto a
nivel orgánico como ambiental los cuales pueden funcionar como factores
protectores o de riesgo.

Compensatorio: ya que si bien todo niño tiene el derecho a que los adultos
significativos cubran sus necesidades básicas y afectivas,
desafortunadamente no siempre es así y en esos casos es importante
detectar la presencia en su entorno de factores protectores, dado su poder
para minimizar los efectos nocivos de los múltiples factores de riesgo que
enfrentan los niños, niñas y adolescentes.

Secuenciado: los cambios siguen un orden de menor a mayor complejidad, de


menor a mayor diferenciación y cada niño(a) lo sigue a su propio ritmo, de allí

451
que en la actualidad la edad sólo se utiliza como un criterio organizador de
destrezas esperadas dentro de cada cultura y finalmente

Jerárquico: ante cada destreza de desarrollo hay siempre pre-requisitos que la


familia y organizaciones asumen que el niño, niña o adolescente debe haber
logrado, lo cual no siempre es así. De allí la importancia de observar el
proceso acumulativo en una forma ordenada y definir escaleras de desarrollo
que permitan ubicar hasta que escalón ha llegado cada niño y si sus destrezas
están acordes a las expectativas de su entorno familiar, escolar y comunitario.
(León ob.cit)

Qué hacer ante tantas demandas

Estamos obligados a ofrecer una alternativa de definición dentro de nuestra


realidad nacional y a precisar una selección de macro- necesidades evolutivas
que orienten la promoción de los derechos individuales, colectivos y difusos de
la Ley. Adicionalmente, es necesario relacionar algunas áreas de desarrollo
con los deberes y responsabilidades que contempla la Ley, por ejemplo el
desarrollo físico y el derecho a la salud; el desarrollo afectivo y el derecho a
conocer y mantener una relación estrecha con sus padres; el desarrollo social
y las responsabilidades que debe interiorizar el niño, niña y adolescente de
acuerdo a sus demandas culturales, ya que sólo tendremos adultos efectivos
en la medida que los niños y adolescentes se desarrollen cumpliendo con sus
deberes.

Durante muchos años he venido trabajando con el denominado Programa de


Intervención MOIDI (León 1987- en curso), donde se ofrece una alternativa de
definición del desarrollo infantil integral, con su estrategia de observación y
estimulación, la cual abarca desde que el niño está recién nacido y hasta los
doce años. En el Modelo Octogonal Integrador del Desarrollo Infantil, se define
el DII de la siguiente manera:

452
"Proceso secuenciado de adquisición de conductas-producto de la
interacción entre el organismo, el ambiente y la calidad de la
instrucción ofrecida al niño- que se organiza desde lo más sencillo
hasta los más complejo, de lo más global a lo más específico y de
menor a mayor grado de diferenciación, descrito en ocho áreas
interrelacionadas de desarrollo: física, motora, cognitiva, moral,
social, afectiva, sexual y de lenguaje." (León 1995 pag.30).

De allí la representación gráfica octogonal (Fig. No 1) que aspira a destacar la


interacción entre las áreas, ya que ninguna de ellas se puede separar de las
otras. En este modelo se ubica al niño con su organismo en interacción con el
ambiente familiar, escolar y comunitario que lo rodea, enfatizando en la calidad de
instrucción que recibe de sus mediadores de desarrollo integral. La interacción de
estos tres medios con su dotación natural determina un amplio repertorio de
conductas de desarrollo que se puede describir en forma de secuencias o pasos
escalonados y que se organizan con base en las ocho áreas propuestas. (León
1987, 1992- León 1996- Medina y León 1996- León 1998- León 1999).

Figura N° 1

Lenguaje Física
Sexual Motora
AMBIENTE
AMBIENTE
ESCOLAR
FAMILIAR
Afectiva Cognitiva
Social Moral
Académica
AMBIENTE COMUNITARIO

Esta definición exige un abordaje dinámico y no estático del proceso y obliga a


relacionar los cambios que ocurren en cada periodo del ciclo vital, ya que toda

453
destreza de desarrollo esta precedida por otras y estas a su vez preceden otras
más complejas. De allí la necesidad de identificar este proceso, definir las macro-
necesidades evolutivas de cada período del ciclo vital, identificar las áreas más
importantes para cada uno y ajustar a ello las estrategias de fortalecimiento social
y de capacitación de los adultos mediadores de desarrollo, quienes son garantes
de los derechos y deberes de los niños y adolescentes.

El ciclo vital se ha dividido convencionalmente en una serie de períodos


consecutivos: concepción y vida prenatal, momento perinatal y neonato (primer
mes de nacido), infancia (un mes a 2 años), preescolar (2 a 6 años), escolar (7 a
12) años, adolescencia (13 a 21), adultez (22 a 65) y vejez (+de 65 años). Para
cada uno de ellos se han descrito conductas típicas y necesidades básicas como
criterios genéricos, útiles para caracterizar las conductas esperadas y las
necesidades evolutivas clave de cada período, así como referentes para captar el
grado de diferencias individuales que surgen en el proceso constructivo que hace
cada individuo frente a su realidad sociocultural.

Sin embargo, los especialistas del derecho, en el ejercicio de su profesión, y otros


usuarios de la LOPNA requieren de criterios operativos que les permitan :

… reconocer a todos los niños y adolescentes el ejercicio personal


de sus derechos y garantías de manera progresiva y conforme a su
capacidad evolutiva. De la misma forma se le exigirá el cumplimiento
de sus deberes" (Art.13).

El reto es ambicioso, ya que en este tema no se ha dicho la ultima palabra. La


tarea no es fácil pero lo enfrentamos ofreciendo unas ideas preliminares que
pueden servir como un papel de trabajo a enriquecer con base en los primeros
pasos de la vigencia de La Ley y así producir en el futuro una guía mas
efectiva que oriente a los usuarios de La LOPNA.

A continuación resumimos algunos indicadores por grupo de edad y lo


ilustramos con los derechos a la participación, lo cual incluye: la libertad de

454
expresión, (art. 13); a expresar su opinión y ser escuchado en asuntos que le
conciernen (art. 12); derecho a la libre asociación y libertad de celebrar
reuniones pacificas (art. 15) el derecho a desempeñar un papel activo en la
sociedad en general, los cuales están estrechamente vinculados con el logro
de un desarrollo integral optimo en cualquier edad. Los derechos y
responsabilidades son los mismos independientemente de la edad pero la
forma de ejercerlo varia acorde a las posibilidades y a las limitaciones que le
imponen los cambios evolutivos y a las expectativas culturales de su entorno.

Los apartados que siguen se deben ver exclusivamente como un marco de


referencia que oriente lineamientos estratégicos capaces de incidir en
momentos críticos. El proceso de desarrollo humano ofrece múltiples
oportunidades de estimulación que con frecuencia dejamos pasar y dejan
huella indeleble en la persona, tal como es el caso de la desnutrición en útero
y en edades tempranas; la carencia de preparación parental en relación a las
necesidades afectivas de los niños; la pobre estimulación del desarrollo
integral en el preescolar; la carencia de programas de atención psicoafectiva
en el escolar y las pocas oportunidades de análisis constructivo que tiene un
adolescente para resolver su crisis de identidad. A continuación una breve
introducción por grupo de edad.

Concepción

Este período esta estrechamente vinculado con la psicología del desarrollo del
adulto y desafortunadamente del adolescente. La concepción se caracteriza
por ser un proceso biológico, afectivo que exige el compromiso y la
responsabilidad de la pareja ante la consecuencia del acto sexual. El niño no
pide venir al mundo y paradójicamente no puede participar en la decisión mas
importante que le concierne.

Es necesario garantizar un buen estado de salud y alimentación para la


población en edad reproductiva del país y establecer un mínimo de controles

455
ginecológicos, urológicos y genéticos, así como educar masivamente para una
paternidad responsable, en el momento y condiciones adecuadas, etc.…

Prenatal

El desarrollo del ser humano comienza en el momento de la concepción y


durante los meses de vida prenatal, los cuales se caracterizan por un
acelerado proceso de cambios físicos en las etapas germinal, embrionaria y
fetal, que exigen adecuada alimentación materna y control prenatal, al menos
4 controles obstétricos y capacitación a la pareja en estimulación prenatal
mínimo a partir de los 7 meses de edad fetal. En este período es fundamental
la formación de un sistema nervioso funcional lo cual requiere la atención
especializada a madres embarazadas así como minimizar los factores
ambientales de riesgo a nivel físico y psicológico. Este tiempo de espera es
ideal para capacitar a las madres en estrategias de cuidado diario, aseo y
alimentación del bebé así como prepararse afectivamente para recibir al
nuevo miembro de la familia. De allí que es importante fortalecer la
alimentación materna y fomentar actividades de preparación para el parto con
apoyo de la pareja (cuando exista) u otra figura de apoyo a nivel familiar. Es
fundamental sistematizar los recursos asistenciales y tradiciones culturales
que ofrece cada región, ya que se deben integrar las creencias culturales que
les han resultado efectivas, así como canalizar las creencias nocivas para un
buen desarrollo prenatal.

Paradójicamente la decisión que más le compete al ser humano, como es su


vida misma depende de otros, pero muy pronto ejerce sus derechos por si
mismo cuando comienza a participar activamente gracias a sus actividades
motoras, tactiles y auditivas, especialmente después de los 6 meses de
embarazo, cuando nos obliga a voltearnos o llama nuestra atención con sus
patadas. El derecho a la participación se comienza a ejercer aquí y desde
entonces debemos escucharlo, satisfacer sus necesidades y promover sus
responsabilidades, por ejemplo ¡dejar dormir a mamá!

456
Perinatal y neonato

El momento del parto es crítico para el proceso de desarrollo humano de allí la


importancia de ofrecer una buena atención obstétrica y neonatológica para
minimizar las circunstancias que actúan en contra de la competencia funcional
y estructural del sistema nervioso, tales como fórceps mal aplicados, partos
tardíos o prematuros, asfixia al momento de nacer, maniobras de resucitación,
etc., evaluar competencias fisiológicas del bebé al nacer, por ejemplo
mediante la obligatoriedad del registro de la escala Apgar. Se debe
acompañar la preparación biológica de la madre con actividades de
capacitación grupal en estrategias afectivas que fortalezcan el apego del bebé
con sus padres desde el mismo momento del nacimiento y fomentar el
compromiso de unos padres responsables, que deben contar con el apoyo de
una familia extendida que caracteriza nuestra cultura popular y las redes
comunitarias de atención a las madres embarazadas y su pareja. Estos
descriptores exigen capacitar a los futuros padres en el proceso del parto, así
como formar a profesionales en estrategias de prevención primaria y
secundaria dirigidas a promover desarrollo afectivo y psicológico del niño,
aprendiendo a identificar los indicadores de repertorio conductual neonatal
típico, tales como la adquisición espontánea de un patrón regular de
alimentación, sueño-vigilia, etc..…, así como el reconocimiento de las
diferencias individuales, mediante la observación de diferentes niveles de
actividad, capacidad de atención, facilidad para autocalmarse, etc. Destaca la
relevancia del área física, motora, cognitiva, afectiva y social ya que el niño
establece una díada sincronizada con su cuidador empleando las
herramientas sensoriales y cognitivas con las que cuenta.

¿Puede ejercer el derecho a participar un bebe recién nacido? Sí, él define su


ritmo de alimentación, de sueno y de vigilia y se comunica mediante llantos
diferenciales que solo su cuidador reconoce. !Los que hemos tenido hijos
sabemos cuanto rigen nuestras vidas desde el mismo momento que nacen!

457
Infancia (1 mes -2 años)

Este es un período complejo de adquisición interelacionada de múltiples


destrezas físicas, motoras, afectivas, sociales y del lenguaje. En este período,
poco atendido por las políticas publicas del país, se construyen las bases del
desarrollo integral, con énfasis en adquisiciones físicas dada la importancia
del proceso de mielinización y expansión en conexiones del sistema nervioso,
etc.… y el desarrollo de la capacidad sensorial táctil, auditiva, visual, gustativa
y olfativa, que requiere estimulación ambiental y son la base de los procesos
cognitivos de atención, memoria, representación e imitación que se
desarrollan ampliamente en este período. Destacan los logros motores
gruesos con su macrosecuencia de control de cabeza, rolado, sentado con y
sin apoyo, parado, gatea, camina, corre y motor fino, diferenciando
progresivamente sus destrezas de agarre, logrando la manipulación en línea
media, etc. El desarrollo motor es la expresión conductual de un sistema
nervioso estructural y funcionalmente indemne. De allí la importancia del
cuidado en alimentación adecuada, actividades de estimulación en estas
edades tempranas y del modelaje e iniciativa del mediador.

Las destrezas motoras y cognitivas en la infancia le permiten al niño avanzar a


nivel afectivo, social y del lenguaje al establecer una comunicación de díada
sincronizada con su cuidador, establecer apego, reaccionar ante extraños,
extender su afectividad hacia otras figuras de apego y aumentar su
socialización. Este periodo cierra con la palabra clave Seguridad y las áreas
de desarrollo más importantes son la física, motora, cognitiva, afectiva,
emocional y lenguaje, superando a los 18 meses el período prelingüistico e
iniciando el lingüistico con el apoyo de la estimulación verbal de sus
mediadores. Se pueden diferenciar repertorios típicos de conductas
adoptando un criterio trimestral durante el primer año y semestral durante el
segundo, dada la alta variabilidad conductual. En cualquiera de estos
subperíodos el niño es un agente activo y participa activamente en su

458
sociedad, su lenguaje incipiente le permite expresar su opinión y aceptar o
rechazar un alimento, manifestar mayor apego ante sus figuras mas
significativas, elementos que debe observar el adulto cuando juzga si a un
niño se le esta permitiendo ejercer su derecho a la participación, vital en este
periodo ya que es cuando define su YO separándose de los cuidadores. ¡Por
eso tienen tantas pataletas!

Preescolar (2 a 6 años)

Los logros del período preescolar se apoyan en la calidad de estimulación que


haya recibido el niño durante los años de infancia, de allí que hoy nos
referimos a los años preescolares desde el nacimiento y hasta los seis años.
En este intervalo de edad es fundamental la calidad de estimulación que
inicien los mediadores del niño al promover actividades conducentes de
desarrollo que lo preparan para iniciar el proceso de educación básica y
formar parte activa de su comunidad. Prácticamente todo lo necesario para
ser un adulto “responsable” en los términos de La Ley LOPCA, se adquiere en
los años preescolares, periodo donde destacan destrezas del área afectiva y
el individuo logra la autonomía y el lenguaje, tanto receptivo como expresivo,
que caracteriza a su cultura. La consolidación del proceso adquisitivo de las
destrezas de motricidad gruesa y fina, abre un espacio para el fortalecimiento
de las capacidades cognitivas, sociales, afectivas y sexuales, dado que a los
dos años se reconoce como niña o niño y a los cinco logra la estabilidad de
género. De allí que la educación sexual se debe iniciar en este período.

El niño preescolar adquiere muchas destrezas pero requiere de la canalización


adecuada de sus mediadores de desarrollo, el llega hasta donde le faciliten
sus cuidadores, de allí la importancia de la estimulación continua y variada en
estos importantes años. La funcionalidad de su sistema nervioso requiere de
una buena atención nutricional, actividades continuas de estimulación durante
la rutina diaria de la familia, la escuela y la comunidad y adultos capacitados
para ayudarlos a controlar su agresión, postergar gratificación y adquirir

459
conductas prosociales, respetando siempre sus diferencias individuales, ya
que en este período queda definido su estilo individual y por ello es el
momento de canalizar conductas inadecuadas y cultivar las adecuadas dentro
de su realidad sociocultural.

Cuando hablábamos del derecho a la participación, creíamos que sólo se


refería al escolar y al adolescente, pero el preescolar posee todas las
destrezas necesarias para ejercer en forma individual su derecho a opinar y a
ser escuchado en la familia, preescolar y/o en organizaciones comunitarias
dirigidas a satisfacer sus necesidades. También este es el momento ideal para
lograr la internalizacion de los hábitos y las buenas costumbres vigentes en su
realidad cultural, gracias a lo cual aprende a controlar su agresión y adquiere
estrategias de conducta prosocial consonas con las exigencias de su
ambiente.

Escolar (7 a 12) años

Excesivamente centrados en los logros académicos, estos años son


fundamentales para el establecimiento definitivo de la autoestima del niño,
desarrollar las estrategias cognitivas que le permiten automonitorearse, y
seleccionar las estrategias de aprendizaje que le son más útiles. Este periodo
se caracteriza por lograr la metacognición (sabe como sabe) y metamemoria
(sabe como recuerda más fácil). Estas destrezas las aplica tanto a los
aprendizajes espontáneos en su rutina diaria como a los aprendizajes
escolares. Sus logros cognitivos son muy importantes, pero mucho más lo son
sus logros sociales y morales, en este período construye su yo social con base
en la retroalimentación de sus compañeros y adultos significativos. Establece
redes sociales, con incorporación a su realidad cultural, que lo obligan a iniciar
el proceso de construcción de valores morales los cuales cristalizará en la
adolescencia. Su pensamiento lógico, aunque todavía muy concreto, le
permite construir una percepción completa de sí mismo, la cual debemos
estimular para que sea efectiva y adecuada. De allí la importancia de fomentar

460
actividades grupales con pares de su edad e incluir siempre sus sugerencias,
guiar sus aportes, así como fomentar la culminación de proyectos personales
vinculados con las necesidades de su familia, escuela, comunidad y país.

Este es sin duda el periodo ideal para fortalecer grupalmente el derecho a la


participación y prepararlo para asumir sus responsabilidades ante ella. Por ello
es necesario promover en la familia, la escuela y la comunidad, la
comunicación verbal de sus opiniones, favorecer la libre expresión de sus
deseos y contribuir a proponer opciones que le permitan enriquecer su
realidad. Hay que escucharlos, tomar en cuenta sus sugerencias y analizar
con ellos los pros y contras de sus planteamientos orientándolos hacia una
acción constructiva con equilibrio entre derechos y responsabilidades.

Adolescencia (13 a 21)

Los logros desde infancia hasta el escolar preparan al adolescente para que
enfrente adecuadamente la crisis de identidad que debe resolver, bajo los
efectos de acelerados cambios físicos, endocrinológicos y afectivos que
interfieren sus capacidades cognitivas de razonamiento hipotético y abstracto.
De allí que el manejo del adolescente se debe apoyar en el logro de la buena
autoestima de los años escolares, es necesario canalizar su motivación
personal y buscar vías de inserción social con el fin de introducirlo
progresivamente a un mundo adulto donde la prioridad sea su ajuste personal
y social. La adolescencia es un período muy constructivo y útil para la
sociedad cuando el joven ha alcanzado adecuadamente los retos de
desarrollo de su ciclo vital, de allí que cuando abordamos los problemas del
adolescente, por ejemplo, droga, delincuencia, embarazo precoz,
adolescentes de la calle, estas no son más que señales que indican que no
recibió el apoyo adecuado y pertinente en el momento que lo necesitaba. Se
perdieron momentos críticos de estimulación y al rescatarlo en adolescencia
debemos también dirigir esfuerzos hacia la satisfacción de necesidades
evolutivas que no fueron cubiertas en su historia de desarrollo.

461
Por ello ante una decisión familiar, escolar o judicial, relacionado con la
pérdida de algún derecho individual, es necesario analizar retrospectivamente
los factores que intervinieron en su historia de desarrollo y actuar a futuro en
la promoción de los derechos colectivos y difusos desde edades tempranas,
minimizando con ello el alto costo social que tiene el no invertir en niñez. La
atención de la población adolescente exige combinar alternativas grupales y
situaciones de análisis individual donde se valoricen sus opiniones y se
negocien vías de inserción social, con base en las redes de apoyo local para
jóvenes con diferentes niveles educativos, Cada uno llega hasta donde su
dotación personal y el enriquecimiento ambiental le ha permitido. Es un error
exigir responsabilidades en forma abrupta en este confuso periodo de crísis
de identidad individual. Lo que el joven con presunta responsabilidad penal
requiere es soporte psicológico, social, educativo y legal para ejercer sus
derechos en forma constructiva y actuar con responsabilidad. Esta ha sido la
edad tradicional en la que, bajo el viejo paradigma tutelar, se comenzaban a
oír sus opiniones, a permitirle expresar sus deseos bajo la oídos críticos de
adultos de quienes lo separa una amplia brecha generacional.

La LOPNA integra este periodo cambiante del adolescente y ofrece medidas


socioeducativas en una primera instancia, pero dado el carácter acumulativo
del proceso de desarrollo humano ¿no será tarde para cosechar lo que no se
ha sembrado…..? No es fácil, pero nunca es tarde, al ser el proceso de
desarrollo compensatorio siempre es posible penetrarlo por alguna hendija
que nos ofrezca su historia de desarrollo y/o su entorno inmediato. Hoy
creemos en el poder del enriquecimiento ambiental si formamos a nuevas
generaciones equilibrando derechos con responsabilidades, desde la infancia
y bajo la guía de adultos que, aunque estemos formados bajo el antiguo
paradigma del menor en situación irregular, hoy creemos en el poder "a largo
plazo" del paradigma de la Protección Integral y solo necesitamos saber qué
hacer y cómo hacerlo a nivel familiar, escolar, profesional y social.

462
La Ley requiere de adultos, profesionales y no profesionales, que en la
cúspide de su ciclo vital hayan alcanzado la realización plena y el sentido de
generatividad para llegar a ser buenos mediadores de desarrollo integral. Si
ellos no han logrado este clímax en su desarrollo, ni están ubicado en la
sociedad, si han perdido el sentido de individualidad, intimidad y el
compromiso social con su país ¿cómo podemos pedirles que atiendan
adecuadamente a nuevas generaciones? ¿cuales serán los modelos que los
niños y jóvenes pueden seguir? ¿serán capaces de guiar los principios que
subyacen a la nueva Ley, en especial el derecho a la participación? Tras la
problemática de la infancia en el país está la no satisfacción de las
necesidades evolutivas de los adultos, y dado que el proceso de desarrollo
humano es toda una experiencia acumulativa y a la vez cíclica, consideramos
de alta importancia que los juristas aborden los problemas de la infancia y de
la adolescencia bajo una amplia perspectiva evolutiva y concluyan que solo
es posible romper el círculo de indicadores sociales nefastos si algunos
esfuerzos se dirigen hacia la prevención, intervención temprana y
capacitación en desarrollo infantil integral.

Ante este complejo tema ¿qué puede hacer un abogado que asume algún cargo
en las instancias judiciales y administrativas a donde se puede acudir cuando no
se respetan los derechos de los niños?

Complementar su formación profesional con cursos sobre procesos de


desarrollo humano, ya que no debe tomar decisiones sin integrar la
relatividad evolutiva que implica la LOPNA.

Analizar la historia de desarrollo del niño que acude ante su instancia


por el no cumplimiento de algún derecho individual, colectivo o difuso o
falta de responsabilidad.

463
Revisar los conceptos genéricos sobre el período del ciclo vital en que
se encuentra el niño y analizar sus factores protectores y de riesgo tanto
orgánicos como ambientales.

Enfatizar en actividades de prevención de incumplimiento de los


derechos en su ámbito laboral y detectar tempranamente niños
amenazados en sus derechos con el apoyo de otras instancias del
Sistema de Protección del Niño y del Adolescente.

Negociar con los adultos significativos la satisfacción de necesidades


básicas (techo, comida, cuidado medico etc..) y necesidades afectivas
(comunicación, afecto, comprensión, etc.…) en la familia, la escuela y la
comunidad.

Comprender las diferencias individuales del niño y de los ambientes


que lo rodean.

Promover el cumplimiento de los principios que subyacen a la Ley


Orgánica para la Protección del niño y del adolescente: no discriminación,
del interés superior del niño, la prioridad absoluta y la participación,
enfatizando en la construcción no solo de derechos sino de
responsabilidades tanto en niños como en adultos.

Orientar a los mediadores inmediatos del niño sobre como ejercer los
roles que la Ley le asigna y capacitar a los operadores de la misma.

Adaptar la aplicación del articulado a los cambios evolutivos de niños y


adolescentes ya que es necesario realizar el análisis evolutivo de todos los
derechos, con el apoyo del contenido del presente capítulo.

Preparar para que el niño ejerza personalmente sus derechos pero


guiar sus procesos ya que es un sujeto en desarrollo que requiere de la
adecuada orientación de adultos efectivos.

464
Darle prioridad a fortalecer la familiar y mejorar las redes de apoyo local
a nivel recreativo, educativo y social.

Formar al personal de escuelas locales, con acceso diario a la totalidad


de la población infantil, para que ellos sean garantes de los principios que
subyacen a la LOPNA.

Hacer equipos interdisciplinarios valorizando el aporte de diferentes


disciplinas, especialmente del psicólogo de desarrollo, cuyos
conocimientos pueden contribuir a mejorar las políticas publicas dirigidas a
optimizar la calidad de la niñez y de la adolescencia en nuestro país.

En la medida que sepamos administrar y diversificar los fondos para el sistema de


protección, mediante acciones educativas dirigidas a los adultos significativos que
están en los diferentes ambientes que rodean al niño y al adolescente: su familia,
su escuela y su comunidad, estaremos en capacidad de responder positivamente
a las interrogantes del inicio de este artículo: sabremos como responder al tono
crítico del "por qué" de nuestro hijo en edad preescolar, como orientar al escolar
que acude a una defensoría; tomar decisiones adecuadas ante un adolescente
con presunta responsabilidad penal y agotar las posibilidades que ofrecen las
medidas socio-educativas. La respuesta mas difícil es si nuestra sociedad esta
preparada para ese cambio, creo que todavía no pero si unimos esfuerzos
podemos prepararla para asumir el reto que nos exige la LOPNA.

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