Elementos Contrato Franquicia
Elementos Contrato Franquicia
Elementos Contrato Franquicia
INTERPRETACIÓN Y SU APLICACIÓN.
DIRECTOR:
FRANCESCO ZAPPALÁ SASTOQUE
ARTICULO 23 de la
Resolución No. 13 del 6 de
Julio de 1946, del
Reglamento de la Pontificia
Universidad Javeriana.
I CAPÍTULO
LOS LÍMITES A LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD DE LAS PARTES
El contrato de franquicia se ha erigido como uno de los contratos de mayor
crecimiento y de mayor uso entre los empresarios (Quiroga Olaya, 2012) en
Colombia por las facilidades que conlleva para explotar un negocio con vocación
de permanencia y de formalidad. De esta forma tratándose de contratos la
voluntad es soberana, y dicta el derecho (Alessandri Rodríguez, 1996). En estos
se conjura un acuerdo de voluntades que busca satisfacer un objetivo en común,
una necesidad, en esto consiste el principio de la autonomía de la voluntad que es
esa libertad que tienen las personas para determinar el contenido de la obligación,
sus efectos y su duración (De Silvestri, 2010).
En este orden de ideas, para Diez Picazo, L. y Gullón Ballesteros, A. (1975, pág.
373) el fundamento de la contratación es la autonomía privada entendida como “el
principio general de la autonomía de la voluntad de las partes” para la
construcción de los pactos con carácter vinculante y generador de obligaciones,
considerada para Fierro Méndez (2007, págs. 1-2) como “la ley de uno mismo”
libre de vicios Art. 1502 (CC). Desde luego este principio no es absoluto puesto
que existen unos límites para proteger el orden público social y económico.
Para sintetizar lo anterior, según lo expresado por Borda (1998, pág. 39), la
autonomía privada goza de un estatus de igualdad frente a la ley como expresión
soberana del Estado, en el sentido de que es “ley para los contratantes y que se
prefieren sobre las normas de carácter supletivo y la costumbre, únicamente
estando por encima de ella las normas imperativas” que no permiten sustraerse al
contenido de estas so pena de la ineficacia del contrato, no obstante, este
contexto existe flexibilidad para las partes para estipular libremente las
obligaciones que deseen según el fin perseguido.
Es así que los límites que tanto la doctrina como la jurisprudencia le han
concedido a la autonomía privada, entre ellos “el orden público” y las “buenas
costumbres” nacen de la ley, sin embargo, no son exclusivas a la luz del neo
constitucionalismo, tal como lo expresa Arrubla Paucar (2012) en donde se han
elevado otras limitantes, que se pueden resumir como el bien común y el interés
general, así como el intervencionismo económico, ya que, cuando se permitía el
“laissez faire, laissez passer”, el Estado era simplemente un garante de la libertad
negocial de los individuos. De tal forma, se es posible afirmar que los límites
expuestos provienen de un orden jurídico y económico de carácter inviolable e
inquebrantable que subsumen la voluntad interna de los contratantes y les impone
un deber de obediencia, con la respectiva sanción de quitarle fuerza jurídica
vinculante al negocio pactado.
1.1.1. La buena fe
Esta última denominada a la par como buena fe contractual (Largo Taborda, 2012,
pág. 47) comprende unas funciones especiales tales como, creación,
interpretación, e integración de los negocios jurídicos (Valencia Restrepo, 1993,
pág. 442), Art. 1603 (CC) y Art. 871 (CCo), bajo unas reglas conductuales que se
hacen exigibles para todas las partes intervinientes y en todas las etapas del
contrato, como la etapa precontractual, contractual y post contractual.
Respecto a las funciones que posee la buena fe en las diferentes etapas del
contrato, esta se transforma en un verdadero límite a la autonomía de la voluntad,
puesto que impone deberes y sanciones por el desobedecimiento de estas. Estos
deberes son; 1. De información en el sentido de que se debe comunicar todo el
contenido del acuerdo. 2. Investigación de todos los efectos jurídicos y
económicos del pacto. 3. Claridad para que no existan clausulas o pactos oscuros
o de difícil interpretación. 4. Exactitud que permite determinar el alcance de las
obligaciones. 5. Secreto entendiéndose como la reserva necesaria afecte el
negocio. 6. Custodia de los bienes, información o cualquier objeto que se
encuentre en su posesión. Asimismo, tenemos que existe el deber de exclusión de
cualquier cláusula o conducta de mala fe, así como los deberes de lealtad y
corrección y por supuesto la función de corregir desequilibrios entre las
obligaciones de las partes (Cubides Camacho, 2010, págs. 247-285).
Respecto a las cláusulas abusivas, para Puig Brutau (1988) estas se presentan
generalmente como un fenómeno de los contratos de adhesión que es aquel en
donde hay unas condiciones predispuestas con anterioridad a la celebración del
negocio, y una de las partes se adhiere a ella, aceptando sin posibilidad de
discusión el contenido contractual, sin embargo, este simple hecho negocial no
genera el abuso del derecho, puesto que puede existir un equilibrio contractual, no
así cuando quien impone la condición aprovecha para abusar de su derecho y
obtener ventajas con menoscabo del que se encuentra en posición de debilidad,
en tal sentido, la Corte Suprema de Justicia ha indicado en la sentencia S – 002
exp 5670 (2001) que hay cláusulas abusivas cuando “a) No ha sido negociada de
manera individual, b) violenta la buena fe negocial y c) que genera un desequilibrio
relevante entre los derechos y obligaciones de las partes del contrato”. De igual
manera, el estatuto del consumidor a definido las cláusulas abusivas como
“aquellas que producen un desequilibrio injustificado en perjuicio del consumidor, y
las que, en las mismas condiciones, afecten en tiempo, modo y lugar en que el
consumidor puede ejercer sus derechos” Art. 42 (Ley 1480)
Las normas escritas y el poder del Estado han logrado que el derecho privado se
ajuste al contenido y espíritu de este tipo de normas, que atañen y tratan del
llamado interés general, orden público y las buenas costumbres las hacen de
carácter imperativo y a su vez como limite a la autonomía de la voluntad.
Para Planiol & Ripert (1997, págs. 44-46) el orden público y las normas que lo
regulan son aquellas que se encargan de regir el establecimiento organizacional
del poder del Estado y público, frente a las facultades de sus agentes, así como
los derechos y obligaciones de todos los ciudadanos en materia política, electoral,
tributaria y en general aquellas cuyo interés social es superior a las voluntades
individuales, tales como el estado civil de las personas, las que regulan la
propiedad, aquellas que prohíben conductas en favor de terceros y aquellas que
tienden a la protección de un contratante frente al otro por el principio de igualdad
para defender sus intereses. De tal manera que el orden público hace referencia a
los principios fundamentales del ordenamiento jurídico cuyos fines son de
convivencia pacífica, fundamentados en los principios de igualdad, solidaridad y
de dignidad humana Art. 1 (C.N.) y que hacen parte de una ley de carácter
imperativo.
Debe entenderse la moral como una regla de conducta interna pero reconocida y
practicada por la comunidad en general, así dentro de los requisitos contractuales,
si se desconoce este precepto hay lugar a sanción por causa ilícita Art 1524 (CC).
Según lo establecido por la Constitución, los jueces en sus decisiones deben
someterse al imperio de la Ley, art 230 (C.N.), sin embargo, a falta de esta se
debe acudir a las buenas costumbres, ya que, según Soto Coaguila (2003, pág.
535) tienen la misma categoría de una norma positiva, permitiendo la sana
convivencia, la justicia y la protección del orden público.
II CAPÍTULO
La naturaleza, la esencia, las características y la interpretación del contrato de
franquicia, entre la autonomía de voluntad de las partes y las normas de
carácter imperativo.
El contrato de franquicia tuvo su origen en los Estados Unidos (Arce, 1997, págs. 1-
20), donde se concibió como una forma especial de “licencia o concesión mercantil”
(Guyenot, Rotman, & Sentís Melendo, 1977, págs. 1-10) entre dos o más partes, en el
cual, quien concede o licencia se le denomina “franquiciador, franquiciante o
franchisor”, y otra parte que recibe la concesión (concesionario) o licencia
“franquiciado, franquiciatario o franchisee”.
Para Marzorati (2001, págs. 1-50) en el contrato de franquicia las partes “crean una
relación de asistencia del otorgante al franquiciado con carácter permanente”, con un
mecanismo especial en la propiedad intelectual entendido como “el amparo de una
marca, nombre comercial o enseña” que a su vez se encuentra bajo control del
franquiciante en un modelo administrativo prestablecido (know how)1. De igual manera
para Vanegas (1997, pág. 7) este contrato consiste en que las partes son
“jurídicamente independientes” y que se otorga “el derecho a la distribución comercial
y explotación de un producto o servicio bajo su nombre, logo, colores, secretos
comerciales, programas y marca”, bajo una contraprestación económica de ingreso y
de regalías, todo bajo el continuo control del franquiciante2.
1
Véase el Decreto Reglamentario 2123 De 1975 “Art. 1 Entiéndase por “know-how” la experiencia
secreta sobre la manera de hacer algo, acumulada en un arte o técnica y susceptible de cederse
para ser aplicada en el mismo ramo, con eficiencia.”
2
Véase a la superintendencia de industria y comercio, donde define el contrato de franquicia en el
concepto número 10100863 del 2010/09/15 de la siguiente manera; “El contrato de franquicia
consiste en el acuerdo de voluntades dirigido a la comercialización de bienes y servicios según el
cual, una persona denominada franquiciante confiere a otra denominada franquiciado el derecho a
ofrecer un producto o servicio por un tiempo determinado, bajo su nombre y su marca, a cambio
del pago de un precio, transmitiéndole así mismo los conocimientos técnicos necesarios que le
permitan comercializar determinados bienes y servicios”.
voluntad, sin embargo, por la complejidad de las obligaciones del contrato de
franquicia y de sus elementos, las normas imperativas juegan un papel fundamental
en la negociabilidad y estructuración del contrato, ya que someten en algunos
aspectos la autonomía de la voluntad a la incorporación normativa de obligatorio
cumplimiento.
Igualmente, podemos afirmar que es un contrato sinalagmático, Art. 1496 (CC) puesto
que existen obligaciones reciprocas, correlativas entre sí. En este aspecto se infiere la
naturaleza de colaboración y de conjunción de interés (Ruiz Peris, 2000, págs. 87-88)
entre los empresarios, que no pretenden crear una sociedad, manteniendo una
relación de independencia (López Guzmán, 2008, pág. 197) que reafirma el aspecto
sinalagmático del contrato. Cabe señalar que es un contrato oneroso y conmutativo
Art. 1497 (CC) ya que las prestaciones son equivalentes entre las partes (Prada,
1968, pág. 255), por una parte el franquiciante busca permitir la explotación de un
modelo de negocio a cambio de una compensación financiera, mientras por el otro
lado el franquiciado es un inversionista que busca explotar un negocio rentable
realizando pagos periódicos de regalías, publicidad, entre otros. El contrato de
franquicia es un contrato intuito persona, puesto que, se tiene en cuenta las
3
Véase la Decisión 486/200 Art. 162 señala que, "el titular de una marca registrada o en trámite
de registro podrá dar licencia a uno o más terceros para la explotación de la marca respectiva.
Deberá registrarse ante la oficina nacional competente toda licencia de uso de la marca, la falta de
registro ocasionará que la licencia no surta efectos frente a terceros. A efectos del registro, la
licencia deberá constar por escrito."
cualidades y rasgos empresariales de las partes. De tal razón que este contrato se
funda en la confianza, asentada en las cualidades y calidades comprobadas por las
partes, además del conocimiento y de la capacidad financiera que este posea para
darle un giro exitoso al modelo de negocio (Arce Gargollo, 2004, pág. 37). Así mismo,
este contrato es de tracto sucesivo, ya que las prestaciones se ejecutan
reiteradamente en el tiempo (Sánchez Medal, 2015, págs. 1-647) puesto que, el
franquiciado debe pagar unas regalías de manera regular, y el franquiciante debe
prestar asesoría y acompañamiento permanente. En tal sentido Albadalejo (1997,
págs. 426-427) ha expresado que a pesar de que hay actos dentro de la ejecución del
contrato que son de carácter instantáneo, la calidad de prestaciones escalonadas se
debe a las obligaciones duraderas y complejas que se imposibilita concretar en un
solo acto.
Para Lorenzetti (2004, pág. 692) la transferencia del Know-How recae especialmente
en un conocimiento del negocio, especializado y único de modo tal que permita el
pago para su utilización. Ahora bien, ese conocimiento no hace referencia a uno de
tipo académico, sino más bien práctico, aplicable y comercializable para un
determinado espacio territorial y para un determinado producto o servicio. Además,
este debe ser exitoso, es decir que sea una experiencia segura, comprobada y
replicable. Para Vanegas (1997, pág. 70) este aspecto se ve reflejado en la
especificidad del manual operacional, que contiene todos los elementos relacionados
con la ejecución del negocio, tales como, publicidad, distribución, promociones, etc.
Este elemento del contrato de franquicia es precisamente el valor agregado de la
empresa franquiciaría dentro de un mercado, ya que ayuda a reducir los costos de
estabilización, de riesgo, de contratación, puesto que la puesta en ejecución de ese
modelo negocial bajo las instrucciones específicas contribuye a un ahorro de inversión
en la implementación de procedimientos administrativos para obtener un negocio
lucrativo. De igual manera, la asistencia técnica es un componente fundamental del
Know How por la aplicación de los manuales operativos que indican como debe
operarse el negocio franquiciado y de cómo esta asistencia se convierte en el
verdadero contenido obligacional del contrato por la complejidad del contenido y la
constante supervisión.
Este elemento está relacionado directamente con el precio que se paga por la
transferencia y licenciamiento del know-how y de la marca. Este valor se puede pagar
en cuotas periódicas al franquiciante, o tal como se pacta en la mayoría de los casos,
con un pago inicial al momento de perfeccionar el contrato, un pago cuando se realiza
la capacitación, y otro cuando se realizan las actividades de auditoria, de asesoría
continua o de renovación del licenciamiento. De igual manera se puede pactar el pago
de las regalías por ventas o cuota fija. Para Cabanellas (1994, pág. 289) no es
ineludible que exista una contraprestación por el licenciamiento y transferencia de la
tecnología, puesto que esta no alteraría el contrato, igualmente para Quirós, Arias,
Schreiber, Pezet & Cárdenas (2006, pág. 114), es perfectamente plausible no realizar
ningún pago de regalías por la transferencia del Know-How una vez se haya pactado
una cesión gratuita en el contrato.
4.4. La confidencialidad
Este elemento del contrato, que consiste en el deber de reserva de los secretos
industriales involucrados en el negocio de la franquicia, además de la conservación de
la información en la transferencia de tecnología y de las facultades obtenidas en el
licenciamiento de la marca es fundamental, porque es precisamente el objeto del
contrato, el de conseguir una forma de explotación de un negocio y una propiedad
industrial especial que nadie más se encuentra en la posibilidad de usar o tener. En
nuestro ordenamiento jurídico, además del deber de cuidado como lo haría un buen
hombre de negocio, el franquiciatario debe guardar celosamente y abstenerse de
revelar secretos o de actuar de manera negligente en el desarrollo de la franquicia ya
que existe protección legal de carácter civil, laboral, penal y por competencia,
haciendo de este tipo de negociación empresarial multidireccional y muy protegida
(Fernández & Berdugo, 2000, pág. 17), la imposición de no revelar los secretos y de
cumplir el deber de confidencialidad extiende en el tiempo.
4.5. El territorio
Tomamos el territorio como un elemento de la esencia del contrato, puesto que dentro
de las obligaciones se entrega una exclusividad de explotación de una licencia de uso
de una marca, de un know-how y de una retribución en un espacio geográfico
determinado, cuyo incumplimiento pueda llevar a la resolución del contrato, además
de jurisdicción y ordenamiento jurídico que se puedan presentar.
5. Modalidades de franquicias.
Según la complejidad y diversidad de obligaciones que pueden contener los contratos
de franquicia, estos se pueden clasificar en modalidades especiales por los elementos
característicos que los contienen. Para la mayoría de doctrinantes en las
determinaciones generales entre la franquicia convergen en aceptar que existen las
de modalidad industrial, de distribución y de servicios, que se determina según la
finalidad perseguida y el objeto empresarial, puesto que la primera busca fabricación
de productos, la segunda venta de bienes y la tercera la prestación de servicios
(Vázquez García, 1994, págs. 230-232).
Ahora bien, para De Miguel Asensio (2000, pág. 88) las clasificaciones en las
modalidades de franquicia son irrelevantes, puesto que lo importa es la naturaleza de
la obligación esencial entre el franquiciador y el franquiciado en un “contexto jurídico
que atienda sus intereses y articule un sistema de equilibrios”. No obstante lo anterior,
podríamos mencionar las dos grandes modalidades de franquicia, la “franquicia
master” y la “franquicia de desarrollo”, para Ghersi (2002), la primera consiste en que
el franquiciante entrega al franquiciario en un territorio determinado y bajo
exclusividad una marca, unos productos y un know how para la implementación y
explotación de un negocio con la posibilidad de realizar subfranquicias con terceros,
así para Castellanos (2006) el elemento esencial presente en esta modalidad de
franquicia es permitir al franquiciatario master la posibilidad de ceder o licenciar el
desarrollo de la franquicia individual o subfranquiciar a otro franquiciatario dentro de
su territorio operacional, actuando como si efectivamente fuera el titular de los
derechos de la propiedad industrial. Mientras que, en la segunda modalidad del
contrato de franquicia, el elemento esencial es la imposibilidad de subfranquiciar por
expresa disposición del franquiciante al franquiciatario.
Sin embargo, hay elementos normativos que se deben precisar y aplicar en este
contrato, puesto que existe ausencia de regulación específica, y genera vacíos
jurídicos dentro de la ejecución contractual que lleva a la necesidad de interpretación
del contenido del contrato en el estricto sentido de las palabras o en un orden lógico
que permita entender claramente lo expresado 5. Es así y tal como lo expresó la Corte
Suprema de Justicia, al decir que “la interpretación consiste en averiguar la real
4
Véase, “entonces, lógicamente frente a una tipicidad que pudiera denominarse legal y que aparece
en la descripción y regulación que efectúan el Código Civil y leyes especiales; cabe hablar de una
tipicidad social”. (Gete-Alonso y Calera, 1979, pág. 21)
5
(…) la captación del sentido de las manifestaciones de voluntad que constituyen el contenido del
acto jurídico. Con la misma orientación se ha dicho que la interpretación de los negocios jurídicos
es una actividad lógica encaminada a buscar y fijar el significado de las manifestaciones de
voluntad, a fin de establecer su contenido (…) interpretar un negocio es determinar el sentido y
alcance de las cláusulas que contiene. (Garibotto, 1991, pág. 91).
intención de los contratantes” (S -139/ exp. 6907 Sala Civil) se hace necesario
referenciar la interpretación del contrato de franquicia.
De tal manera la interpretación del contrato debe acudir ante la hermenéutica, que
para Cabanellas y Cabanellas (1993, pág. 146) es “La ciencia que interpreta los
textos escritos y fija su verdadero sentido.”. Este sistema de interpretación jurídica
es aplicable y necesario cuando la redacción de las obligaciones es oscura o
cuando para una de las partes tiene un sentido y otro totalmente diferente para la
otra. En tal forma se ha expresado la corte constitucional en la sentencia C-820-
2006; “(…) interpretar es explicar, declarar, orientar algo, comprender las
circunstancias, aprehender, entender los momentos de la vida social y atribuir un
significado a un signo lingüístico. En fin, como lo advierten Gadamer y Husserl, la
interpretación está directamente ligada con la comprensión y el lenguaje, de tal
forma que, al referirnos a la hermenéutica jurídica, la entendemos como la
actividad dirigida a encontrar la solución al conflicto o al problema jurídico que se
somete a estudio del intérprete”. De lo anterior se colige que, a pesar de que no se
determina que sea la forma de interpretar contratos, es el método idóneo para ello,
puesto que, la interpretación se realiza en conjunto con el ordenamiento jurídico
general y no de este como una singularidad.
6
“El contenido es el elemento que más se destaca, es el elemento toral del negocio jurídico; ello
explica por qué encontramos que el legislador a veces se refiere al ‘negocio’ o al ‘contrato’,
cuando en realidad solo alude al contenido; la fuerza y el dinamismo del elemento son tales que
tiende a opacar a los dos restantes y, de hecho, al estudiar los negocios en general o alguna
especie en particular (el transporte, por ejemplo) la mayor dedicación ha de dirigirse a este
elemento. De ahí también que los autores le dediquen más párrafos y que, como (.) señalamos, la
escuela objetiva, al definir el negocio jurídico se haya sesgado hacia este elemento” (Bohórquez
Orduz, 2004, págs. 55-56)
De tal manera, que es plausible hacer mención de estas reglas utilizadas para la
interpretación contractual. Existe así, la regla de la prevalencia de la intención
en el contrato, Art 1618 (CC) la cual establece que, en todo momento se debe
atener a la realidad del acuerdo común de voluntades que a lo escrito 7. La regla
de la especialidad contractual Art. 1619 (CC) en donde en el contrato a pesar
de que tenga obligaciones de carácter general, si tiene un acuerdo de carácter
especial esta se aplicará en la materia específica en que se ha contratado
(Salcedo Flórez, 2013, pág. 262). Igualmente, encontramos la regla de la
interpretación por la producción de efectos jurídicos Art 1620 (CC), así como
la regla de la naturaleza contractual de la voluntad de las partes Art 1621
(CC) la cual determina que cuando no exista voluntad expresa de las partes
dentro del cuerpo del contrato, se debe interpretar el contrato en el sentido de la
naturaleza contractual, de tal manera que las obligaciones estipuladas se
entiendan en el sentido en que mejor se asegure (Salcedo Flórez, 2013, pág.
263). Así mismo, está la regla de interpretación Contextual o sistemática, Art
1622 (CC) que, junto con la regla de interpretación mediante ejemplificación,
permite utilizar otro contexto de interpretación contractual diferente al contrato per
se. La regla de la cláusula más beneficiosa Art. 1624 (CC) en donde la
interpretación de la obligación se debe dar a favor del deudor, sin embargo, en
todo caso frente a la estipulación ambigua u oscura, esta se debe interpretar en
contra de quien la redacto sin hacer diferenciación entre acreedor o deudor
ateniéndose a la buena fe contractual, de tal manera ha indicado el Consejo de
Estado “podríamos afirmar que las cláusulas oscuras deben interpretarse en
contra de quien las redactó o predispuso porque siendo de su cuenta la
confección de la cláusula se impone con más vigor en él la carga de la claridad
pues así lo exige la buena fe contractual” (S – Exp. 18.762 2011/07/07).
7
“La interpretación del contrato, por principio, es una interpretación de la voluntad común de las
partes, es decir, que es conveniente determinar lo que ellas han querido conjuntamente y no solo lo
que hubiera querido una sola de ellas y la otra no lo hubiere aceptado”. (Larroumet & Guerrero R,
1999, pág. 112)
La interpretación de los contratos atípicos se debe realizar bajo las reglas
precedentes, no obstante, hay que tener en cuenta que este tipo de reglas no
tienen ningún orden jerárquico, y no son excluyentes entre sí, lo que pretenden es
acomodar la voluntad de las partes a la norma, ajustarla, complementarla, con lo
que pueden cambiar el sentido original de las obligaciones originarias que las
partes han pactado, de ahí que esta forma de interpretación contractual lleve a la
modificación de la autonomía de la voluntad, es así como a raíz de esto se ha
establecido la denominada teoría de la integración contractual (Rengifo García, E.,
2008). la cual se infiere es la correcta en la interpretación del contrato de
franquicia.
8
No es la prestación principal la que causa la absorción del contrato atípico sino la función social
o económica del contrato, puesto que él no considera la causa del contrato como el fin perseguido
por las partes sino por el cumplimiento de la función económica o social del contrato (Betti, Martín
Pérez, & & Monereo Pérez, 2000). De la misma manera diversos doctrinantes se han apartado de
esta posición y se han decantado por la posición de la prestación principal proviene del fin
contractual e intencional de las partes (Messineo, 1986).
afirmamiento de lo establecido por normas imperativas o supletivas por encima de
la voluntad de las partes, la complejidad de los elementos esenciales de la
franquicia siempre han de atenerse a la realidad negocial, pues es la que a final
tiene relevancia, ya que de ahí se dio origen al contrato, robustecido por lo dicho
por Rengifo García (2008, págs. 47-48) en que “la afinidad con otros tipos no
excluye una relevancia original y autónoma del contrato. Por tanto, se hace nece-
sario auscultar también el interés y la intención de las partes en el contrato atípico.
En últimas es la autonomía negocial la que da origen a los contratos innominados.
La creación de un nuevo tipo contractual no es sino una adecuación progresiva del
fenómeno de la autonomía negocial a los intereses específicos de los sujetos”.
CAPÍTULO III
La solución regulatoria a nivel internacional del contrato de franquicia.
Mención aparte nos permite México cuyos niveles de negocios de franquicias son
tan amplios que ocupa el octavo lugar en lo que a nivel de ventas de franquicia se
refiere (Ortega Giménez, 2016, págs. 121-122), es por tal razón, que en el año
1991 con la promulgación de la Ley de la propiedad industrial (LFPPI) en el
artículo 142 se dio una regulación de la franquicia, dejando ciertos elementos
sometidos a la autonomía de la voluntad y a los requisitos generales de los
contratos contenidos en la legislación civil, mercantil y competencia. Es así como
tenemos que;
“Existirá franquicia, cuando con la licencia de uso de una
marca, otorgada por escrito, se transmitan conocimientos técnicos o
se proporcione asistencia técnica, para que la persona a quien se le
concede pueda producir o vender bienes o prestar servicios de
manera uniforme y con los métodos operativos, comerciales y
administrativos establecidos por el titular de la marca, tendientes a
mantener la calidad, prestigio e imagen de los productos o servicios
a los que ésta distingue” (LFPPI), Art. 142.
Brasil es otro de los países que han regulado la franquicia (Lei 8.955/94), art 2,
haciendo de esta nación una de las más grandes exponentes de esta figura.
Similar al caso de México, en donde bajo su normatividad han fijado unos deberes
solemnes, puesto que exige que la franquicia deba realizarse por escrito, con la
participación de dos testigos, también, el deber de realizar el registro en la
respectiva agencia pública (Lei 8.955/94) art 6, además de los requisitos de
entrega de información, régimen de indemnizaciones, resolución de conflictos,
entre otros.
Finalmente podemos sumar que varios países han decidido regular la franquicia,
por su relevancia jurídica, económica y social, con la intención de proteger la
propiedad industrial, el deber información veraz y por último de proteger al
franquiciante como parte débil.
Ahora bien, de acuerdo con el carácter internacional de la franquicia, la
UNIDROIT9 (Marzorati, 2001, pág. 178) en su función integradora del derecho
9
UNIDROIT. Fue fundado originariamente en 1926 con el auspicio de la Liga de Naciones. Es una
organización intergubernamental, formada por cincuenta y ocho estados cuya finalidad según
estatuto, “es estudiar formas para armonizar y coordinar el derecho privados de Estados y grupos
de estados y prepararse paulatinamente para la adopción por parte de varios estados de normas
uniformes de derechos privado”
privado a nivel mundial se ha encargado de publicar una “ley modelo” que sirve
como guía para la implementación normativa nacional de la franquicia. Este
documento contiene recomendaciones y definiciones sobre las obligaciones, los
derechos y los mecanismos de solución de conflictos. Hay que precisar que esta
guía no es de obligatorio cumplimiento.
Es así, que, debido a la naturaleza internacional del contrato de franquicia, sin
importar el origen del franquiciante o del sitio de reunión, o de la escogencia de
marco normativo aplicable, sí las prestaciones se ejecutan en Colombia, entonces
se deberá atener a la normatividad colombiana, art. 869 (CCo), lo cual puede ser
perjudicial para los negocios internacionales que ven del ordenamiento jurídico
colombiano, un sistema poco eficiente.
CAPITULO IV
Conclusiones}