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Mauro Rinaldis∗
Resumen.
Más sobre nuestros días, ha sido aprobada la ley de Procedimiento Policial (Nº
18.315), la que ha puesto nuevamente sobre la palestra académica el debate en torno a
los límites de actuación de este cuerpo armado. La introducción el texto legal depara
disposiciones de enorme interés en relación al delito bajo análisis por establecer normas
que refieren justamente al ámbito material de la pesquisa.
1. Introducción.
1
Publicado en AA.VV., Revista de Derecho Penal, n.º 18, Montevideo, Fundación de Cultura
Universitaria, 2009.
∗
Aspirante a Profesor Adscripto de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad de la
República en Uruguay, Abogado Penalista, miembro e integrante de la comisión académica del Centro de
Investigaciones y Estudios Penales del Uruguay “Dra. Adela Reta”, miembro del Centro de Estudios
Penales Beccaria, integrante de la Sección Uruguay de Amnistía Internacional y del Centro Internacional
de Estudios Sociales.
El delito de Pesquisa (que etimológicamente significa información o
indagación que se hace de algo para averiguar la realidad de ello o sus
circunstancias2) se encuentra establecido en el artículo 287 del Código Penal patrio. Si
bien la historia de la literatura penal uruguaya demuestra que se han dedicado los
mayores esfuerzos a otra serie de ilícitos, nos encontramos frente a una figura de
enorme interés dogmático y hasta filosófico3.
2. Evolución histórica.
2
Diccionario de la Real Academia Española, vigésima segunda edición.
3
El Derecho Penal no es tal sin su componente filosófico. Las profundas raíces de la disciplina
configuran una nutriente plataforma que tiñe a todo el sistema. Sin embargo, en determinadas figuras,
como la que nos toca abordar, el fermento pensante llega a hacer eclosión por mostrarse tras el precepto
(quizá en forma más patente que en otras ocasiones) nada más ni nada menos que el ejercicio del poder
punitivo y la regulación de sus límites.
4
Expresa la norma: Todo juicio criminal empezará por acusación de parte o del acusador público,
quedando abolidas las pesquisas secretas.
5
Establecía el mismo: El funcionario público que, abusando de su función, ordena o realiza una pesquisa
(registro o cacheo) personal será castigado con detención hasta por seis meses.
2
cacheo, siendo destacable anotar que la propia norma circunscribe a esas dos conductas
el contenido del precepto pesquisa.
La predicha disposición es la que sirve de fuente directa para que nuestro Código
Penal de 1889 recogiera al delito en su artículo 1556. Apréciese que el legislador del
código vernáculo abrogado, se limita pura y exclusivamente a castigar la pesquisa
prescindiendo de esa circunscripción que desarrollara el Proyecto Zanardelli en torno al
registro o cacheo.
3. Derecho comparado.
En España, la norma de mayor referencia puede ser el artículo 167 del Código
8
Penal . Aunque en realidad, como se aprecia fácilmente al ahondar en el cuerpo
normativo citado, no existe una construcción asimilable a nuestro artículo 287. Pues los
hechos descritos en los artículos anteriores, a que refiere el legislador español, se
alinean a ilícitos que si bien atañen a la afección de la libertad, no se concretizan en la
materialidad desarrollada por nuestro legislador en la norma que estudiamos.
6
La norma disponía: El funcionario público que ordenare o ejecutare pesquisa contra una persona con
abuso de sus funciones, o prescindiendo de las condiciones o formalidades de la ley, será castigado con
prisión de tres a seis meses.
7
Establece la norma: (Requisa e inspección personales arbitrarias). El funcionario público que,
abusando de los poderes inherentes a su cargo, haga una requisa o una inspección personal, será
castigado con reclusión hasta por un año.
8
Allí se establece: La autoridad o funcionario público que, fuera de los casos permitidos por la Ley, y sin
mediar causa por delito, cometiere alguno de los hechos descritos en los artículos anteriores será
castigado con las penas respectivamente previstas en éstos, en su mitad superior y, además, con la de
inhabilitación absoluta por tiempo de ocho a doce años.
3
Similar situación se observa en Alemania. No existe un correlato normativo
específico en el Código teutón. Naturalmente que la mirada se cierne sobre el artículo
2399 pero en realidad esta norma es asimilable a nuestro artículo 281 y no al 287.
Por último, digamos que la situación parece variar en algo en el Código Penal
Argentino. Allí encontramos al artículo 144 bis10. La precitada norma encuentra algún
punto de contacto en cuanto a la materia de prohibición para con nuestro artículo 287,
aunque apréciese que prescinde de la mención de la pesquisa y adopta el castigo de
vejaciones desarrolladas por los funcionarios públicos.
4. Bien jurídico.
Sin lugar a dudas que la ubicación sistemática que le otorgó Irureta Goyena
resulta en un todo acorde con la interpretación que históricamente se ha venido
desarrollando en cuanto al objeto de tutela penal. Es que claramente resulta ser la
libertad, el bien jurídico que la norma pretende tutelar.
9
Estipula la norma: Privación de la libertad (1) Quien encierre a una persona o de otra manera la prive
de su libertad, será castigado con pena privativa de la libertad hasta cinco años o con multa. (2) La
tentativa es punible. (3) Debe imponerse pena privativa de la libertad de uno hasta diez años, cuando el
autor 1. prive a la víctima de la libertad por más de una semana, o 2. haya causado por el hecho o por
una acción cometida durante el hecho un grave perjuicio de salud de la víctima. (4) Si el autor por el
hecho o por una acción cometida durante el hecho causa la muerte de la víctima, incurrirá en pena
privativa de la libertad no inferior a tres años. (5) En casos menos graves del inciso 3 se impondrá pena
privativa de la libertad de seis meses hasta diez años; en casos menos graves del inciso 4 se impondrá
pena privativa de la libertad de un año hasta diez años.
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Señala el texto legal: Será reprimido con prisión o reclusión de uno a cinco años e inhabilitación
especial por doble tiempo: 1. El funcionario público que, con abuso de sus funciones o sin las
formalidades prescriptas por la ley, privase a alguno de su libertad personal; 2. El funcionario que
desempeñando un acto de servicio cometiera cualquier vejación contra las personas o les aplicare
apremios ilegales; 3. El funcionario público que impusiere a los presos que guarde, severidades,
vejaciones, o apremios ilegales. Si concurriere alguna de las circunstancias enumeradas en los incisos 1,
2, 3 y 5 del artículo 142, la pena privativa de la libertad será de reclusión o prisión de dos a seis años.
4
Pero más allá de esta pequeña digresión, cabe decir que la libertad desde el
punto de vista estrictamente positivo, hunde sus raíces en el propio texto constitucional
a partir de los artículos 7º11 y 1012.
Cabe agregar también que puede rastrearse en los anales de la cuestión, que
aisladas posturas, propulsaron la tesis de la pluriofensividad del delito. Digamos
sucintamente que entendía esta posición que por tratarse de funcionarios públicos los
agentes del delito, también se dañaba la integridad de la Administración Pública. Esta
visión (desarrollada en otras latitudes y que nunca encontró eco por nuestras tierras) no
tuvo mayores repercusiones en el devenir histórico del análisis del ilícito y en lo que a
nuestra parte respecta tampoco consideramos que pueda receptarse dicha postura, pues
concebimos que solamente es el ámbito de libertad del individuo lo que se afecta. El
hecho de que nos enfrentemos a un sujeto activo calificado (en el caso funcionario
público) lejos está de condicionar la tutela penal o (en el caso particular) de introducir
en su seno la defensa de la integridad de la Administración Pública.
5. Sujeto activo.
En cuanto a este aspecto, la doctrina vernácula, ha signado, por una parte, que
emerge con notoriedad que nos hallamos ante un sujeto activo calificado, como
claramente se desprende del precepto al referirse al funcionario público, cosa que
resulta evidente a todas luces y que obligaría al intérprete a remitirse al artículo 175 del
Código Penal para llenar de contenido al agente del ilícito.
11
Expresa la norma: Los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el goce de su
vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie puede ser privado de estos derechos sino
conforme a las leyes que se establecieren por razones de interés general.
12
Establece el constituyente: Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el orden
público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de
la República será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.
13
Fernando Bayardo Bengoa, Derecho Penal Uruguayo, VII, Montevideo, Amalio M. Fernández, 1981.
5
deberá reunir la condición de funcionario público, pero además, la redacción típica lleva
a la conclusión de que ello no basta, pues será necesario además que ese funcionario
público esté ligado por sus funciones al desarrollo de inspecciones o registros
personales, y es a partir de allí, que emergen los funcionarios judiciales y policiales
como los únicos eventuales agentes del delito.
6. Sujeto pasivo.
7. Verbos nucleares.
Por otra parte, digamos que ejecutar supone en este marco conceptual
desarrollar los actos materiales de inspección o registro personal descriptos en el tipo
penal bajo análisis. Y será pura y exclusivamente este verbo nuclear (de acuerdo a lo
14
Miguel Langón Cuñarro, Código Penal, II, Montevideo, Universidad de Montevideo, 2004, p. 617.
15
De tal modo señala CAMAÑO ROSA: La hipótesis de la orden cae en los principios generales, y por
eso fue suprimida del texto italiano vigente (Antonio Camaño Rosa, Tratado de los Delitos, Montevideo,
Amalio M. Fernández, 1967, p. 426).
16
Esto a tenor de lo dispuesto por el artículo 10 de la Constitución de la República. A mayor
abundamiento: entre otros, Gastón Chaves Hontou, “La lesividad de la conducta, como elemento de la
tipicidad”, en Revista de Derecho Penal, nº. 13, AA. VV., Montevideo, Fundación de Cultura
Universitaria, 2002, p. 369 y ss.
6
manifestado anteriormente) el que realmente implique la comisión del delito, pues es la
ejecución la actividad que, en la norma, resulta idónea para vulnerar el ámbito de tutela.
8. Modalidades típicas.
Por otro lado, el registro personal implicaría una suerte de pesquisa en sentido
estricto, en donde la modalidad encerraría las hipótesis más concretas de indagación.
Sin lugar a dudas que ya la postura de BAYARDO nos hace tener como marco
normativo a los artículos 201 a 209 del Código del Proceso Penal en cuanto a la
17
Fernando Bayardo Bengoa, ob. cit., p. 194 y 195.
7
modalidad de la inspección y al artículo 210 del mismo cuerpo legal en cuanto al
registro personal.
Por otra parte, nos encontramos con que prácticamente el resto de quienes han
incursionado en el abordaje del delito que estudiamos (CAMAÑO ROSA18, RETA19,
CAIROLI20 y LANGÓN21) adoptan a su vez una tercera postura con relación al punto
en cuestión. Sin perjuicio de matices existentes entre estos autores, todos desarrollan su
estudio descartando (tal como lo hace BAYARDO) la tesis amplia que sustentara
SALVAGNO CAMPOS en cuanto a la dimensión de la modalidad típica inspección.
Pero a su vez, también disienten con BAYARDO en la dimensión que otorga a esta
modalidad típica22.
Por otra parte, cabe consignar que hablar de inspección a secas, hace que
ingresen de principio a su núcleo todas las modalidades perceptivas, y por ende, tanto
18
Antonio Camaño Rosa, loc. cit.
19
Adela Miriam Reta Sosa Díaz, Derecho Penal – Segundo Curso, Montevideo, Centro de Estudiantes de
Derecho, 1964, p. 30 a 37.
20
Milton Hugo Cairoli Martínez, Curso de Derecho Penal Uruguayo, III, Montevideo, Fundación de
Cultura Universitaria, 1998, p. 200. Quien incluso sustenta que la expresión personal abarca tanto a la
inspección como al registro.
21
Miguel Langón Cuñarro, loc. cit. Aunque puede apreciarse que éste varió claramente su posición, pues
otrora comulgaba con Bayardo al incluir las inspecciones domiciliarias. Sustentando la postura anterior:
del mismo autor, Curso de Derecho Penal y Procesal Penal, IV, Montevideo, Del Foro, 2002, p. 186.
22
A contrario de la modalidad registro personal en donde existe coincidencia de todos los autores en
cuanto a su interpretación y alcance.
23
Miguel Langón Cuñarro, locs. cits.
8
las inspecciones judiciales de los artículos 175 a 183 del Código del Proceso Penal,
como aquellas de carácter domiciliario de acuerdo a los artículos 201 a 209 del mismo
cuerpo normativo. Pero claro está, como ha señalado la tercera tesis, no puede
soslayarse la existencia del artículo 294 del Código Penal patrio y la preponderancia
además, de una agravante como la del numeral 4º del artículo 295. El parecer de la,
denominada por nosotros, tercera tesis, como se ve, extrae lo relativo a inspecciones
domiciliarias y lo lleva al ámbito de la violación de domicilio.
Es que si se recala en los verbos nucleares del precitado artículo, se observa que
la conducta reprendida consiste en introducirse o mantenerse en la morada ajena, lo
cual en el caso se cumpliría sin las formalidades o prescripciones estipuladas por el
texto legal.
9. Requisitos típicos.
El abuso de las funciones explicita a las claras que el requisito típico exige una
verdadera utilización de las atribuciones dentro del campo de lo ilícito, conformando
notoriamente una extralimitación no tolerada por el ordenamiento jurídico. Tanto el
funcionario judicial como el policial de cara a una inspección o registro personal se
encuentran, de principio, dentro del marco de sus funciones. Ahora bien, en la medida
en que desenvuelvan esas actividades inherentes a sus cargos de una manera ilícita,
estarán abusando de sus funciones y, por tanto, estarán abarcados por el requisito que
analizamos.
9
Compartimos con CAMAÑO ROSA24, en cuanto a que este requisito termina
siendo redundante, pues el mismo se encuentra atrapado dentro del abuso de funciones
de acuerdo a la conceptuación que tiene este último. Indudablemente que no cumplir
con las formalidades prescriptas por la ley, implica el desarrollo de una actividad ilícita
y por ende abusiva en el marco del habitual desempeño del funcionario.
11. Tentativa.
12. Penalidad.
El delito que estudiamos se castiga con tres a doce meses de prisión, lo cual
pauta que se ha duplicado el máximo con relación al Código Penal de 1889.
Pero a partir de este punto es donde resulta interesante pensar en aquellos actos
de índole abusiva diversos de los enmarcados en la norma.
En cuanto a esto, LANGÓN25 sostiene que tales actos serán castigados conforme
a los parámetros del artículo 162 del Código Penal. Independientemente de que quizá y
a primera vista, pueda llegarse a tal conclusión por algunos estudiosos (pese al rechazo
que nos genera, incluso en matriz constitucional, esta figura que resulta un verdadero
paradigma del tipo abierto, lo cual descartaría de plano su aplicación) nótese la gran
falencia en cuanto a la dosimetría de los castigos.
Mediante el artículo 162 cabe tener por claro desde el principio que se pasa a
punir en realidad la afección a un bien jurídico diverso como lo sería la integridad de la
Administración Pública26, pero más allá de ello, el agente recibirá un triple castigo
(privación de libertad más severa, inhabilitación especial y multa27) lo cual ambienta
claramente una nueva manifestación crítica en torno al artículo 162 tal como está
24
Antonio Camaño Rosa, loc. cit.
25
Miguel Langón Cuñarro, Código..., loc. cit.
26
La explicación se halla en la propia esencia de ese embudo jurídico que es el artículo 162, una suerte de
pulpo de mil tentáculos capaz de atraer para sí la más amplia gama de conductas cuando no encuadran en
ninguna otra figura, transformando a esta vergonzosa norma en una disposición que en realidad finge
tutelar algún bien jurídico para en su ontología atraer para sí cualquier conducta con tal de castigar a un
funcionario público que no encuentra debido reflejo en alguna otra disposición. Esta norma (cuya
vigencia es digna del legislador contemporáneo, que con su incoherencia y carencia técnica refuerza el
avasallamiento del ilegítimo poder punitivo sobre los individuos que lo padecen) se transforma en una
suerte de salvataje para quien procura el castigo, pues resulta un verdadero comodín subsidiario para
echarle mano cuando normas, al menos respetuosas de un tipo cerrado, no surgen aplicables.
27
Lo cual resulta una flagrante violación del non bis in idem.
10
conformado, y al mismo tiempo, pone otra vez en evidencia la necesidad de al menos
reequilibrar los guarismos punitivos a efectos de no caer en tamañas divergencias en el
castigo, pues concluir de este modo implicaría sobreponer a la libertad de los
individuos, la integridad de la Administración Pública.
El artículo 44 del texto que nos ocupa establece las oportunidades en las cuales
el personal policial puede desarrollar registros personales, atendiendo por una parte a las
situaciones de flagrancia y por otra (en confusa redacción) a hipótesis en las cuales sea
necesario preservar la seguridad de las personas en el marco de una actuación policial,
siendo, de principio, por demás impreciso el parámetro para establecer cuándo es que
existen motivos suficientes o fundados para proceder de tal forma.
Sobre el punto, creemos que las motivaciones que pueden llegar a habilitar la
posibilidad de proceder al registro deben estar vinculadas a la existencia de un riesgo en
la vida o integridad física de uno de los sujetos que se ubican en el escenario de un
procedimiento policial. La restricción de la libertad personal mediante el registro, sólo
podría hallar razón en la preservación de un bien jurídico de mayor jerarquía, máxime
cuando nos enfrentamos a medidas de resguardo y por ende a un momento en el cual
todavía no ha existido agresión a ningún objeto tutelado por el ordenamiento.
Por otra parte, y dentro también de este artículo 44, resulta loable la exigencia de
que en la medida de lo posible quien efectúa el registro sea del mismo sexo que la
persona objeto de la medida.
11
Ahora bien, como se aprecia a las claras, este artículo desarrolla un reenvío al
artículo 55 del mismo texto legal. Este último (conjuntamente con el artículo 54)
también conforma un campo delimitador en cuanto a las atribuciones del personal
policial para con los registros personales, pero resulta por demás trascendente señalar
que aquí las normas refieren específicamente al registro de sujetos privados de libertad.
28
Ver Nº 8.
12
tenor del artículo 287, lo cual dependerá naturalmente del análisis fáctico
correspondiente y del establecimiento de cuáles han sido la o las conductas ilícitas.
14. Conclusiones.
Por otra parte se trata de un delito que es desarrollado por un sujeto activo
particularmente calificado, pues además de ser funcionario público, el mismo solamente
puede ser judicial o policial, por encontrarse dentro del ámbito funcional de estas dos
clases de agentes el desarrollo de las conductas típicas.
13
La formulación típica permite sustentar la posibilidad de que se configure
también en grado de tentativa, dado que el itinere emerge como fraccionable.
El ilícito bajo análisis se castiga con tres a doce meses de prisión, lo cual,
cuando menos, manifiesta claros problemas de dosimetría punitiva de cara a un análisis
sistémico.
BIBLIOGRAFÍA
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