Resumen Segundo Parcial Psicologia 2019
Resumen Segundo Parcial Psicologia 2019
Resumen Segundo Parcial Psicologia 2019
ORIGEN
La Psicología Histórico-Cultural empieza a ser planteada por Lev Vygotski en 1924, en un contexto en el cual la
psicología rusa y la psicología europea tenían características particulares: en la psicología rusa existían
perspectivas materialistas e idealistas; la psicología europea estaba caracterizada por algunas escuelas
estudiadas anteriormente, como el Primer Laboratorio de Psicología Experimental, el Conductismo y la Escuela de
la Gestalt.
Esta Psicología Histórico-Cultural tiene un enfoque dialéctico, que proviene de un marco marxista. Al ser histórico-
cultural, combina tanto el eje cultural como el eje orgánico.
CRÍTICAS DE VYGOTSKI
Vygotski critica principalmente a Wundt (Psicología Experimental), a la Gestalt y a John Watson (Conductismo).
Tanto a Wundt como a Watson los critica por su enfoque elementalista, afirmando que la conciencia es una unidad
que no se puede ni debe descomponer. Por otro lado, le critica a la Gestalt su ahistoricismo, es decir, su falta de
una explicación evolutiva del desarrollo de los procesos.
EL PROBLEMA DEL ESQUEMA ESTÍMULO-RESPUESTA
Para Vygotski, todos los experimentos psicológicos descansan virtualmente en lo que llamamos esquema
estímulo-respuesta. Esto quiere decir que, sin importar qué proceso psicológico determinado se esté discutiendo,
el psicólogo trata de enfrentar al sujeto a una especie de situación de estímulo destinada a influir en él de un modo
determinado, para luego examinarlo y analizar la(s) respuesta(s) provocada(s) por dicha situación estímulo.
Sin embargo, debe quedar claro que un esquema estímulo-respuesta para elaborar observaciones experimentales
no puede servir de base a un estudio apropiado de las formas superiores de conducta específicamente humanas.
EL PROBLEMA DEL MÉTODO EXPERIMENTAL
El método experimental fue formulado por primera vez por psicólogos introspectivos en el área de la psicofísica y
de la psicofisiología que trataba de los fenómenos psicológicos más simples, fenómenos que podían ser
interpretados de modo plausible como directamente unidos a los agentes externos.
Este método implicaba algunas limitaciones en su aplicación: dicha experimentación únicamente era adecuada
para el estudio de los procesos elementales de un carácter psicofisiológico. Las funciones psicológicas superiores
no permitían ser estudiadas de esta manera, quedando pues totalmente cerradas a la psicología experimental.
ANÁLISIS NATURALISTA Y ANÁLISIS DIALÉCTICO
El análisis histórico, el naturalismo, supone que únicamente la naturaleza es susceptible de afectar a los seres
humanos y que tan solo las condiciones naturales determinan el desarrollo histórico. Por otro lado, al mismo
tiempo que admite la influencia de la naturaleza sobre el hombre, la aproximación dialéctica postula que el
hombre, a su vez, modifica la naturaleza y crea, mediante los cambios que provoca en ella, nuevas condiciones
naturales para su existencia.
PRINCIPAL PROPUESTA DE VYGOTSKI
La teoría de Vygotski sostiene que la interacción social cumple un rol central en el desarrollo del funcionamiento
cognitivo. Según él, en el desarrollo cultural del niño, cada función aparece dos veces: primero, en el nivel social,
es decir, entre personas, entre subjetividades (intersubjetivamente) y, luego, en el nivel individual, es decir, al
interior de la persona (intrasubjetivamente). De esta manera, Vygotski explica que todos los procesos psicológicos
que nos caracterizan como humanos se originan en las relaciones entre las personas.
Intersubjetivo: entre Intrasubjetivo: al Scribner sintetiza el aporte de Vygotski a la psicología de la
las subjetividades, interior de la siguiente manera: “el genio especial de Vygotski fue captar la
entre las mentes, subjetividad, al importancia de lo social en las cosas además de en las personas. El
entre las personas. interior de la mente mundo en el que vivimos está humanizado, lleno de objetos
de una persona.
materiales y simbólicos que están construidos culturalmente,
poseen un origen histórico y tienen un contenido social. Puesto que
todas las acciones humanas, incluyendo los actos de pensamiento, suponen la mediación de estos objetos
(instrumentos y signos), solo por esta razón son, en esencia, sociales. Esto ocurre independientemente de que los
actos sean iniciados por un solo agente o por un colectivo e independientemente de que se realicen
individualmente o con otras personas”.
Vygotski se interesó en investigar y fundamentar cómo lo social, cultural e histórico explica el desarrollo de los
procesos psicológicos del ser humano, tanto filogenéticamente (en el curso de la historia de la humanidad) como
ontogenéticamente (en el modo en que se desarrollan a lo largo de la vida del sujeto).
OBJETO DE ESTUDIO
La Psicología Histórico-Cultural se dedica a investigar cómo se desarrollan los Procesos Psicológicos
Superiores en las personas. Vygotski sostenía que existían dos tipos de procesos psicológicos: los elementales
(PPE) y los superiores (PPS).
CARACTERIZACIÓN DE LOS PPE Y LOS PPS
Los Procesos Psicológicos Elementales (PPE) incluyen los reflejos y los procesos psicológicos espontáneos y
rudimentarios tales como la percepción básica de las formas, los tamaños, los colores, que permiten que podamos
percibir al mundo con estabilidad y organización. Son procesos psicobiológicos que funcionan de manera
automática, actúan continuamente para dar sentido al mundo en que vivimos sin que nos demos cuenta de que
eso sucede, y están garantizados por la herencia biológica (esto quiere decir que se despliegan
independientemente de la incidencia de la cultura). Los PPE permiten la supervivencia de cualquier especie. Están
presentes también en los animales. Se rigen por el esquema e-r (estímulo-respuesta).
Ejemplos de PPE: atención, memoria, sensopercepción, motivación.
Los Procesos Psicológicos Superiores (PPS) son los que realizamos de manera voluntaria, suponen un gran
esfuerzo consciente y, lo más relevante, son mediados culturalmente, surgen de formas colectivas de conducta.
Dentro de los PPS encontramos dos niveles: uno rudimentario o inferior y otro avanzado.
PPS Rudimentarios:
Son condición y producto de “trabajo”.
Implica la creación de formas conscientes y voluntarias que provocan un creciente dominio de sí.
Son universales asociados a cualquier cultura. Ej.: el habla.
PPS Avanzados:
No son universales.
Dependen de contextos específicos de adquisición e intención deliberada para acceder a su adquisición.
Necesitan control consciente y voluntario. Ej.: el lenguaje escrito.
Tienen un uso crecientemente descontextualizado.
Se valen para organizarse de instrumentos de mediación semiótica.
Ejemplos de PPS: el lenguaje simbólico, el pensamiento verbal, el habla intelectual, la memoria y la atención
voluntarias, desarrollo de afectos y voluntad, la capacidad de argumentación.
DESARROLLO O FORMACIÓN DE LOS PPS
Los PPS se desarrollan a partir de la mediación cultural, eso quiere decir que tienen su origen en las interacciones
con otros seres humanos.
Vygotski plantea el origen social de los PPS, fundamentando que todos los procesos psicológicos superiores se
originan y se hacen posibles por las interacciones que mantiene un niño con otros seres humanos, representantes
de la cultura en que vive. Los PPS no son heredados, no están presentes cuando el niño nace, sino que se
desarrollan a lo largo de la vida de un sujeto.
LEY DE DOBLE FORMACIÓN DE LOS PPS
Para explicar este desarrollo, Vygotski refiere a la Ley de Doble Formación de los PPS, según la cual dicho
desarrollo se da primero entre personas (intersubjetivamente o interpsicológicamente) y luego en el interior del
niño (intrasubjetivamente o intrapsicológicamente).
Para explicar cómo un PPS se forma intrasubjetivamente, Vygotski se refiere a la interiorización, dando cuenta de
la existencia de mecanismos internos del sujeto que posibilitan un dominio progresivo de lo social, cultural e
histórico, y la regulación del propio comportamiento.
Entonces, Ley de doble formación de los PPS:
1ro: INTERSUBJETIVAMENTE (entre el niño y las demás personas)
2do: INTRASUBJETIVAMENTE (al interior de la mente del niño)
Ejemplo de formación: desarrollo del gesto señalar.
“El niño intenta alcanzar un objeto situado fuera de su alcance; sus manos, tendidas hacia ese objeto, permanecen
suspendidas en el aire. Sus dedos se mueven como si quisieran agarrar algo. En este estadio inicial, el acto de
señalar está representado por los movimientos del pequeño, que parece estar señalando un objeto: eso y nada
más. Cuando acude la madre en ayuda del pequeño y se da cuenta de que su movimiento está indicando algo, la
situación cambia radicalmente. El hecho de señalar se convierte en un gesto para los demás. El fracasado intento
del niño engendra una reacción, no del objeta que desea, sino de otra persona. Por consiguiente, el significado
primario de este fracasado movimiento de apoderarse de algo queda establecido por los demás. Únicamente más
tarde, cuando el niño es capaz de relacionar su fallido movimiento de agarrar en la situación objetiva como un
todo, comienza a interpretar dicho movimiento como acto de señalar”.
PRINCIPIOS DEL ANÁLISIS DE LOS PPS
Uno de los objetivos básicos de la investigación de Vygotski es proporcionar un análisis de las formas superiores
de conducta, por ello, la base de su aproximación al análisis de las funciones psicológicas superiores está formada
por tres principios:
Análisis del proceso, no del objeto: el primer principio nos lleva a distinguir entre el análisis de un objeto y
el análisis de un proceso. El análisis psicológico de los objetos debería contrastarse con el análisis de los
procesos, que requiere un despliegue dinámico de los principales puntos que constituyen la historia de los
procesos. Todo procesos psicológico, tanto si se trata del desarrollo del pensamiento como de la conducta
voluntaria, es un proceso que sufre cambios ante nuestros propios ojos. Si se reemplaza el análisis del
objeto por el análisis del proceso, resulta que la tarea básica de investigación se convierte en una
reconstrucción de cada estadio en el desarrollo del proceso: este debe ser devuelto a sus estadios
iniciales.
Explicación versus descripción: la simple descripción no revela las relaciones dinámico-casuales reales
que subyacen a los fenómenos. Al hablar de estudio evolutivo de un problema, se refiere concretamente al
descubrimiento de su génesis, de su base causal-dinámica. El tipo de análisis por el que se aboga trata de
poner al descubierto la esencia, en lugar de las características percibidas de los fenómenos psicológicos.
Se trata de comprender los vínculos reales que existen entre los estímulos externos y las respuestas
internas que subyacen a las formas superiores de conducta designadas por las descripciones
introspectivas. De este modo, el análisis psicológico, en el sentido que se le va dando, rechaza las
descripciones nominales y trata de determinar las relaciones dinámico-causales. El análisis objetivo
incluye, necesariamente, una explicación científica, tanto de las manifestaciones externas como del
proceso en estudio.
El problema de la “conducta fosilizada”: en psicología se hallan a menudo procesos que ya han
desaparecido, es decir, procesos que han recorrido un largo estadio de desarrollo histórico y han
terminado por fosilizarse. Estas formas fosilizadas de conducta se encuentran más fácilmente en los
procesos psicológicos llamados automáticos o mecanizados que, a causa de su antiguo origen, se repiten
ahora millones de veces, quedando totalmente mecanizados. Vygotski se refiere a este término de
conductas fosilizadas para remarcar un proceso terminado o cristalizado. Para este autor es importante el
proceso por el cual esa conducta o proceso psicológico se produce, le interesa la génesis o proceso por el
cual ese proceso se produce y no el producto terminado o fosilizado.
LA MEDIACIÓN CULTURAL
La mediación cultural supone un punto central en la teoría de Vygotski. Vygotski señala que los PPE son
regulados externamente por los estímulos del medio, esto quiere decir que los animales responden a estímulos del
mundo que los rodea. La regulación de su conducta se va construyendo sobre el principio de los reflejos
condicionados de Pavlov.
Vygotski cuestiona esta manera de comprender la relación de la persona con el medio. En los seres humanos esto
no funciona de la misma manera, porque la actividad es mediada, y no inmediata.
Anderson caracteriza este sistema cognitivo diciendo que la “arquitectura de la cognición” humana se compone de
tres tipos de representaciones:
Proposicional
De imágenes espaciales
Categorías
Contenidas en tres estructuras:
Memorias de trabajo
Declarativas
De producción
Con cinco procesos operando sobre ellas:
Codificación
Almacenamiento
Recuperación
Comparación
Ejecución
Este sistema se puede ver en el siguiente gráfico:
El pequeño sujeto ya no buscará satisfacer su necesidad biológica solamente, sino algo más que eso. Pero, como
la primera experiencia es única e irrepetible, cada próximo reencuentro dejará en él un “plus de insatisfacción”.
-La pulsión
Freud expone que la pulsión es la representación psíquica de una fuente endosomática de estimulaciones, que
fluye de manera continua.
Siendo la pulsión un concepto de demarcación o límite entre lo somático y lo psíquico, el concepto de “libido”
designará el aspecto psíquico, caracterizándose como la energía y la manifestación dinámica de lo pulsional.
El concepto de pulsión impone una diferencia entre lo dinámico del funcionamiento psíquico humano y el rígido
“predeterminismo” conductual animal, limitado por lo instintivo. En la vida sexual animal hay muy pocas
variaciones del comportamiento en todos los miembros de su especie, cosa que no ocurre con el comportamiento
humano.
Freud enumera cuatro características de la pulsión:
Empuje: constituye su esencia, produciendo la fuerza que genera la actividad psíquica.
Fuente: es el proceso somático localizado en una parte del cuerpo o en un órgano, cuya excitación es
representada en el psiquismo por la pulsión.
Objeto: es el medio por el cual la pulsión alcanza su descarga, puede ser tanto la representación psíquica
de un objeto externo como la representación psíquica de una parte del propio cuerpo. El objeto es
susceptible de ser sustituido por otros objetos psíquicos en el devenir de la historia del sujeto.
Fin: apunta al logro de la satisfacción, a la descarga de la excitación o tensión interna, siendo dicha
actividad sostenida y orientada por la fantasía. A diferencia del instinto, la pulsión no tiene un objeto y fin
predeterminado por la especie.
Intentando articular el concepto de pulsión con la primera experiencia de satisfacción podemos señalar que desde
el nacimiento hasta la pubertad la pulsión sexual se halla formando un conjunto de “pulsiones parciales”, siendo
las mismas el fundamento de la “sexualidad infantil”.
-Fases del desarrollo psicosexual
Si la libido puede desplazarse en relación con su objeto y con su fin, tendrá entonces durante la vida infantil
diferentes fuentes de excitación. Teniendo cada una de ellas distintas modalidades de lograr la sensación de
placer le corresponderán a cada zona erógena diferentes modalidades eróticas.
De esta diversificación de la libido en diferentes zonas erógenas le corresponderán las siguientes fases del
desarrollo psicosexual: fase oral, fase anal, fase fálica, período de latencia y fase genital.
Fase oral: la búsqueda de placer está centrada en la cavidad bucal y en los labios, la actividad de la
alimentación y la del chupeteo permiten comprender cómo la pulsión sexual se apuntala sobre una función
vital, pero también cómo puede adquirir autonomía y lograr el placer autoeróticamente. La primera
experiencia de satisfacción se desarrolla durante la fase oral.
Fase anal: trascurre aproximadamente entre los dos y cuatro años, momento que coincide con la
maduración biológica del músculo voluntario denominado esfínter anal. Esta fase está ligada a la función
de defecación, en relación con su dominio y su control, pero también al valor simbólico asignado a las
heces. De este doble juego de expulsión-retención de la materia fecal se construye una modalidad
pulsional que da como resultado una serie de fantasías que serán la base de determinadas conductas
pasivas y activas relacionadas con el tema. Las pasivas se relacionarán con el erotismo anal y las activas
con el sadismo anal: fantasías de destrucción del objeto, de control y de dominio.
Fase fálica: en esta fase se produce la unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los
órganos genitales, pero no al modo en que ocurrirá en la fase genital que se inicia en la pubertad, sino que
tendrá la característica de que tanto para la niña como para el niño el único órgano reconocido es el
masculino: el “falo”, siendo en este período el homólogo femenino el clítoris. Toda la actividad intelectual
se pone al servicio de la curiosidad sobre la sexualidad.
Una de las principales fantasías que surgen en esta fase del desarrollo gira alrededor de la posesión o no
del falo: “tener falo o estar castrado”. Correlativamente, aparece el Complejo de Edipo, o complejo nuclear,
noción central para el Psicoanálisis.
Este complejo nuclear se despliega entre los tres y cinco años aproximadamente, cuando el niño comienza
a sentir sensaciones voluptuosas hacia su madre y paralelamente siente con respecto a su padre
admirado un sentimiento de rivalidad, ya que él es el obstáculo de amor hacia su madre, generándose un
sentimiento ambivalente de odio y amor. También puede adoptar una posición inversa de sentimientos,
amor hacia el padre y hostilidad hacia la madre, lo que se denomina Edipo negativo.
Retomando el concepto de sobredeterminismo de la vida psíquica, se puede señalar que son varios los
factores que impulsan al sujeto al complejo de Edipo, pudiendo así citar la herencia filogenética a través de
las fantasías primordiales, a los vínculos primarios establecidos y a las actitudes de los padres que
reactualizan su propia historia infantil edípica.
El Complejo de Edipo es un complejo nuclear porque es determinante en la estructuración psíquica del
sujeto. Si bien el mecanismo de represión arrastra al sujeto a una amnesia de lo acontecido, estas
vivencias y su modo particular de intento de resolución determinarán una manera de vincularse con sí
mismo y con el mundo.
Período de latencia: durante su transcurso hasta la pubertad ocurre que, por efecto de la represión, hay
una disminución notable de actividades y fantasías ligadas directamente a la sexualidad, pero si hay un
predominio de sentimientos tiernos con sus relaciones objetales; aparecen también sentimientos de pudor,
de asco e inquietudes relacionadas con el aprendizaje, con lo moral y con lo estético. A este momento del
desarrollo se lo denomina período y no fase porque en su transcurso no se produce una nueva
organización de la sexualidad.
Fase genital: llegada la pubertad, las pulsiones parciales se unifican bajo la primacía de la genitalidad,
organizándose y jerarquizándose, volviéndose así el placer que conlleva los preliminares al orgasmo. En
esta nueva fase genital, aquellas pulsiones que no logran integrarse en forma definitiva a la genitalidad
encuentran el camino de la sublimación. La maduración biológica y la internalización de la prohibición del
incesto impulsan al sujeto a una canalización exogámica de sus deseos sexuales.
VEINTE AÑOS DESPUÉS
Freud se da cuenta de que ya no puede explicar la búsqueda de satisfacción por parte del sujeto con la primera
teoría pulsional, correspondiente a un único tipo de pulsiones, pulsiones de vida.
Freud dice: “He reunido la conservación del individuo y de la especie bajo el concepto de Eros, oponiendo a esta
la pulsión de muerte o destrucción (Tánatos) que labora en silencio. La pulsión es concebida como una especie de
elasticidad de lo animado; como una aspiración de reconstruir una situación que existió alguna vez y fue
reprimida.”
Las pulsiones de muerte tienden al retorno a un estado inorgánico, a un estado de reposo tal, que desaparecen
por completo las tensiones, mientras que las de vida tienden a conservar unidades vitales existentes y construir a
partir de estas unidades más complejas.
Entre los motivos manifiestos que llevaron a Freud a esta nueva conceptualización se encuentra el trabajo con sus
pacientes; observa en los mismos una compulsión a la repetición de actos o ideas que no podían explicarse por
una búsqueda de satisfacción libidinal ni tampoco por el intento de dominar experiencias displacenteras,
dependiendo de una fuerza independiente y capaz de oponerse aparentemente al principio de placer.
El principio de placer parece entonces hallarse también al servicio de las pulsiones de muerte.
-Segunda formulación del aparato psíquico
El Yo es un concepto tomado de la Psicología que estuvo presente desde los inicios de sus elaboraciones
teóricas, utilizado tanto para referirse a la personalidad en su conjunto como, en otras oportunidades, para
designar el sistema preconsciente-consciente. A partir de 1920, Freud comienza a reconceptualizarlo adquiriendo
características propias en la teoría psicoanalítica.
La instancia represora Yo y sus operaciones defensivas son las que permiten evitar la angustia en el sujeto,
siendo en su mayor parte inconscientes. El Yo no será ahora equivalente a la conciencia sino que algunos de sus
aspectos serán inconscientes.
Estas últimas elaboraciones del funcionamiento mental lo llevan a la necesidad de reformular la tajante división del
aparato psíquico en dos sistemas, para considerar una nueva formulación del mismo en tres instancias: Ello, Yo y
Superyó. Los significativo será que tanto el Yo como el Superyó hunden sus raíces en el Ello.
Las instancias Ello, Yo y Superyó serán consideradas como una diferenciación progresiva en la constitución
psíquica. A partir del nacimiento no hay todavía una diferenciación entre el yo y el no-yo por parte del sujeto. Este
incipiente aparato psíquico está constituido solo por el Ello, lo que le otorgará a la pulsión un origen inicial.
El Ello es inconsciente y la energía pulsional es móvil y capaz de descarga, pues de otro modo no se produciría el
libre desplazamiento y la condensación característica de esta instancia psíquica. Es el gran reservorio de la libido.
El término Ello designa lo impersonal; para el psicoanálisis será aquello que nos maneja desde un lugar distinto a
aquel en el que somos capaces de reconocernos.
El Yo es aquella parte del Ello que fue modificada por la proximidad y la influencia del mundo exterior, recibiendo
los estímulos y siendo también una protección hacia ellos. Su constitución será a partir de lo que del otro humano
toma como modelo, por medio de identificaciones. Se constituye a partir de las primeras relaciones objetales con
aquellas personas que cumplieron las funciones parentales, agregándose posteriormente a la conflictiva edípica
con otras figuras significativas. Su función perceptiva permite el registro del otro, con quien en sus primeros
momentos se establece un encuentro libidinal, resultado de sensaciones en la superficie de su cuerpo que le
permiten su integración, y posteriormente, su diferenciación, lo que podemos considerar como una proyección de
su organismo en su psiquismo. Este encuentro dará así lugar a las identificaciones, donde el Yo hace propias o
internaliza algunas características o rasgos del objeto.
Así como el término Ello alude a lo impersonal, el término Yo designa, como pronombre de primera persona,
aquello que el sujeto reconoce como propio. Aunque Freud va a señalar que el Yo es débil constitutivamente en
tanto su energía la recibe del Ello.
El Superyó será la tercera instancia psíquica que se constituye, a partir de la prolongada dependencia del sujeto a
la autoridad de los padres y fundamentalmente con la declinación del Complejo de Edipo. El Superyó es la
representación de todas las restricciones morales, el abogado de toda aspiración a un perfeccionamiento; en
suma, aquello que se nos ha hecho psicológicamente aprehensible. Es en sí procedente de la influencia de los
padres, posteriormente de educadores, etc. De este modo, el Superyó del niño no es constituido en realidad
conforme al modelo de los padres mismos, sino al del Superyó parental; recibe el mismo contenido pasando a ser
el sustrato de la tradición de todas las valoraciones permanentes, que por tal camino se han transmitido a través
de generaciones.
El principio de que la constitución definitiva del Superyó es resultado de la declinación del Complejo de Edipo es
afirmativo. El Superyó no es solo un residuo de las primeras relaciones objetales del Ello sino una enérgica
formación reactiva contra las mismas.
El Superyó realiza una observación actual al Yo y lo compara con el Ideal operando la censura en la medida en
que se aleja de este. Las tensiones entre el Yo y el Superyó dan como resultado sentimientos de inferioridad y
culpabilidad.
En síntesis, conducido por el Ello, restringido por el Superyó y enfrentándose con la realidad, el Yo intenta
establecer como puede una cierta armonía entre las demandas que actúan sobre él.
LA CURA POR LA PALABRA
En los orígenes de la teoría psicoanalítica se recuerda a Ana O., aquella paciente tratada por Breuer y sobre la
que luego teorizó junto a Freud, quien denominó su tratamiento hipnótico “cura por conversación”.
Freud va dejando de lado el método catártico ya que la inducción hipnótica no solo cada vez se vuelve más
resistente en los pacientes sino que encuentra barrera en los recuerdos que no puede atravesar. Además, los
síntomas tienden nuevamente a regresar. Luego de implementar la técnica del apremio, Freud dejará cada vez
más al paciente en su libre discurrir, arribando así a la técnica de la asociación libre.
Solo en la medida en que el paciente se permita la asociación libre es que se puede hablar de acto psicoanalítico,
determinándose así en su “regla fundamental”. Freud dice: “El éxito del psicoanálisis depende de que el paciente
respete y comunique todo lo que atraviesa su pensamiento y no se deje llevar a retener ocurrencias por creerlas
insignificantes o faltas de conexión con el tema dado, y otras por absurdas o desatinadas.”
Este particular discurso no se hallará regido por las leyes de la clásica escuela asociacionista (contigüidad,
semejanza, contraste), sino que las formas en que se agrupan estas asociaciones, su diversidad y engañosos
modos de conexión, son el resultado de la propia dinámica de los mecanismos de defensa inconscientes del
sujeto.
-Atención flotante
En esta particular relación que se establece en la cura analítica, al libre discurrir del paciente le deberá
corresponder por parte del analista una escucha no convencional, denominada por Freud “atención flotante”:
consiste en rechazar todo medio auxiliar, incluso la anotación, en ahorrar todo esfuerzo que intercepte la atención,
en escuchar sin prejuicios o diagnósticos previos el relato del paciente y sin intentar retener algún fragmento en
especial, ya que en la sesión surgirán ideas que aunque parezcan muy nimias su significación podrá ser
descubierta a posteriori, abandonándose así el analista a su memoria inconsciente.
La atención flotante permitirá descubrir al analista las conexiones existentes en el discurso del paciente y
establecer una comunicación de inconsciente a inconsciente.
-La interpretación
La “interpretación” es el método que por medio de la deducción resultando de la investigación terapéutica permite
intervenir al analista, señalando el sentido latente de los actos y del discurso del analizado, intentando dejar en
descubierto el conflicto psíquico entre el deseo y la defensa.
Cabe destacar que Freud señala a la interpretación de los sueños como una “vía regia” para el acceso a los
contenidos inconscientes. Se constituirá así en el método por el cual se intentará hacer el pasaje del sentido
manifiesto al sentido latente.
La interpretación no tiende a cerrar el discurso sino a que el mismo se siga desplegando a través de nuevas
asociaciones. La palabra del analista es muy importante porque viene del Ideal del Yo, por lo que debe ser
cuidadoso en toda intervención.
-La transferencia
La base del Psicoanálisis ha sido y será la de desvelar las motivaciones inconscientes que hay detrás de toda
palabra, de la palabra pronunciada en transferencia.
Freud va a señalar que el primer motor de la terapia está en las dolencias del enfermo y en el anhelo de curación
por ella generado, pero que en el curso del tratamiento las nuevas fuentes de energía nacen en el fragor de la
transferencia.
Lo que se despliega en la transferencia es una sexualidad proveniente del Ello, en tanto exige todo a diferencia de
la ternura, que es una sexualidad mediada por el Yo.
El fenómeno de la transferencia será interpretado en la medida que interfiera con el libre asociar del paciente, ya
que estos sentimientos, por lo general ambivalentes, son un obstáculo si no son desanudados.
Las características del análisis son favorecedoras para que se despliegue sin necesidad de que el analista haga
algo para que se instale. La creencia del analizado de que el analista puede dar respuesta a todos sus
interrogantes colabora también para inducirlo en el fenómeno de la transferencia.
-Síntesis
Tanto la asociación libre, la interpretación, como el análisis de la transferencia son recursos técnicos de la teoría
psicoanalítica. Tienen como objetivo que el sujeto se enfrente a un nuevo discurso, el discurso del inconsciente,
para poder desprenderse así de su mito individual, pensar y proyectarse desde un nuevo lugar.
PSICOANÁLISIS: CONFERENCIAS
Cinco conferencias sobre psicoanálisis.
CONFERENCIA I
La paciente del doctor Breuer (Ana O.), una muchacha de veintiún años, intelectualmente muy dotada, desarrolló
en el trayecto de su enfermedad, que se extendió por dos años, una serie de perturbaciones corporales y anímicas
merecedoras de tomarse con toda seriedad. Sufrió una parálisis con rigidez de las dos extremidades del lado
derecho, que permanecían insensibles, y a veces esta misma afección en los miembros del lado izquierdo;
perturbaciones en los movimientos oculares y múltiples deficiencias en la visión, dificultades para sostener la
cabeza, una intensa tussis nervosa, asco frente a los alimentos y en una ocasión, durante varias semanas,
incapacidad para beber no obstante una sed martirizadora; además, disminución de la capacidad de hablar, al
punto de no poder expresarse o comprender su lengua materna y, por último, estados de ausencia, confusión,
deliria y alteración de su personalidad toda.
Si ese cuadro clínico aparece en una joven en quien una indagación objetiva demuestra que sus órganos internos
vitales son normales, los médicos no juzgarán muy grave el caso. Afirmarán no estar frente a una afección
orgánica del cerebro, sino ante ese enigmático estado que recibe el nombre de histeria y es capaz de simular toda
una serie de graves cuadros. La paciente de Breuer era uno de esos casos en que ningún médico experto erraría
el diagnóstico de histeria.
Breuer le brindó a Ana O. su simpatía e interés, aunque al comienzo no sabía cómo asistirla. Es probable que se
lo facilitaran las notables cualidades espirituales y de carácter de ella. Su amorosa observación pronto descubrió el
camino que le posibilitaría el primer auxilio terapéutico.
En sus estados de ausencia, la enferma solía murmurar entre sí algunas palabras que parecían provenir de unos
nexos en que se ocupase su pensamiento. El médico, que se hizo informar acerca de esas palabras, la ponía en
una suerte de hipnosis y en cada ocasión se las repetía a fin de moverla a que las retomase. De ese modo
reproducía ante el médico las creaciones psíquicas que la gobernaban durante las ausencias y se habían
traslucido en esas pocas palabras inconexas.
La paciente misma, que en la época de su enfermedad, asombrosamente, solo hablaba y comprendía el inglés,
bautizó a este novedoso tratamiento como “talking cure” (cura de conversación).
-Las reminiscencias
Los enfermos de histeria padecen de reminiscencias. Sus síntomas son restos y símbolos mnémicos de ciertas
vivencias (traumáticas). Los histéricos no es solo que recuerden las dolorosas vivencias de un lejano pasado;
todavía permanecen adheridos a ellas, no se libran del pasado y por él descuidan la realidad efectiva y el
presente.
CONFERENCIA II
-Histeria según Janet
Para Janet, la histeria es una forma de la alteración degenerativa del sistema nervioso que se da a conocer
mediante una endeblez innata de la síntesis psíquica. Sostiene que los enfermos de histeria son desde el
comienzo incapaces de cohesionar en una unidad la diversidad de los procesos anímicos, y por eso se inclinan a
la disociación anímica.
-Método psicoanalítico
Puesto que Freud no podía alterar a voluntad el estado psíquico de la mayoría de sus pacientes se orientó a
trabajar con su estado normal. Al comienzo, parecía una empresa sin sentido ni perspectivas. Se planteaba la
tarea de averiguar del enfermo algo que uno no sabía y que ni él mismo sabía.
Allí es cuando acude a su recuerdo un experimento muy asombroso e instructivo que había presenciado junto a
Bernheim. Bernheim demostró que las personas a quienes había puesto en sonambulismo hipnótico, haciéndoles
vivenciar en ese estado toda clase de cosas, solo en apariencia habían perdido el recuerdo de lo que vivenciaron
sonámbulas y era posible despertarles tales recuerdos aun en el estado normal. Cuando les inquiría por sus
vivencias sonámbulas, al comienzo aseveraban por cierto no saber nada; pero si él no desistía, si las esforzaba, si
les aseguraba que empero lo sabían, en todos los casos volvían a acudirles esos recuerdos olvidados. Esto fue lo
que hizo Freud con sus pacientes.
Freud había corroborado que los recuerdos olvidados no estaban perdidos, se encontraban en posesión del
enfermo y prontos a aflorar en asociación con lo todavía sabido por él, pero alguna fuerza les impedía devenir
concientes y los constreñía a permanecer inconcientes.
Uno sentía como resistencia del enfermo esa fuerza que mantenía en pie al estado patológico. Sobre esa idea de
resistencia fundó Freud su concepción de los procesos psíquicos de la histeria. Cancelar esas resistencias se
había demostrado necesario para el restablecimiento; y ahora, a partir del mecanismo de la curación, uno podía
formarse representaciones muy precisas acerca de lo acontecido al contraerse la enfermedad. Las mismas
fuerzas que hoy, como resistencia, se oponían al empeño de hacer conciente lo olvidado tenían que ser las que en
su momento produjeron ese olvido y esforzaron afuera de la conciencia las vivencias patógenas en cuestión.
Freud llamó a este proceso por él supuesto “represión” y lo consideró probado por la existencia indiscutible de la
resistencia.
Cabía preguntarse cuáles eran esas fuerzas y cuáles las condiciones de la represión en la que ahora se discernía
el mecanismo patógeno de la histeria. Una indagación comparativa de las situaciones patógenas de las que se
había tenido noticia mediante el tratamiento catártico permitía ofrecer una respuesta. En todas esas vivencias
había estado en juego el afloramiento de una moción de deseo que se encontraba en aguda oposición a los
demás deseos del individuo, probando ser inconciliable con las exigencias éticas y estéticas de la personalidad.
Había sobrevenido un breve conflicto, y el final de esta lucha interna fue que la representación que aparecía ante
la conciencia como la portadora de aquel deseo inconciliable sucumbió a la represión y fue olvidada y esforzada
fuera de la conciencia junto con los recuerdos relativos a ella. Entonces, la inconciliabilidad de esa representación
con el yo del enfermo era el motivo de la represión; y las fuerzas represoras en los reclamos éticos y otros, del
individuo. La aceptación de la moción de deseo inconciliable, o la persistencia del conflicto, habían provocado un
alto grado de displacer; este displacer era ahorrado por la represión, que de esa manera probaba ser uno de los
dispositivos protectores de la personalidad anímica.
-Nexo entre represión y resistencia
Tras un esfuerzo de desalojo (represión) consumado, se establece una resistencia para que lo reprimido no vuelva
a aparecer.
La escisión psíquica se explica dinámicamente por el conflicto de fuerzas anímicas en lucha. La situación de
conflicto psíquico es sin duda frecuentísima; un afán del yo por defenderse de recuerdos penosos se observa con
total regularidad, y ello sin que el resultado sea una escisión anímica.
-Fracaso de la represión
En los histéricos y otros neuróticos se concluye que ha fracasado la represión de la idea entramada con el deseo
insoportable. Es cierto que la han pulsionado fuera de la conciencia y del recuerdo, pero la moción de deseo
reprimido perdura en el inconciente, al acecho de la oportunidad de ser activada; y luego se las arregla para enviar
dentro de la conciencia una formación sustitutiva, desfigurada y vuelta irreconocible, de lo reprimido, a lo que
pronto se anudan las mismas sensaciones de displacer que uno creyó ahorrarse mediante la represión. Esa
formación sustitutiva de la idea reprimida (síntoma) es inmune a los ataques del yo defensor, y en vez de un breve
conflicto surge ahora un padecer sin término en el tiempo.
CONFERENCIA III
En los enfermos bajo tratamiento ejercían su acción eficaz dos fuerzas encontradas: por una parte, su afán
conciente de traer a la conciencia lo olvidado presente en su inconciente, y, por la otra, la consabida resistencia
que se revolvía contra ese devenir conciente de lo reprimido o de sus retoños.
-Ocurrencias
La ocurrencia del enfermo había nacido ella misma como un síntoma; era una nueva, artificiosa y efímera
formación sustitutiva de lo reprimido, y tanto más desemejante a esto cuanto mayor desfiguración hubiera
experimentado bajo el influjo de la resistencia. Dada su naturaleza de síntoma, por fuerza mostraría cierta
semejanza con lo buscado y, si la resistencia no era demasiado intensa, debía ser posible colegir, desde la
ocurrencia, lo buscado escondido. La ocurrencia tenía que comportarse respecto del elemento reprimido como una
alusión, como una figuración de él en discurso indirecto.
-El chiste
En el campo de la vida anímica normal se conocen casos en que situaciones análogas a la supuesta por nosotros
brindan también parecidos resultados. Uno de ellos es el del chiste. Así, por problemas de la técnica
psicoanalítica, Freud se vio precisado a ocuparse de la técnica de la formación de estos. Se considera que el
paciente, en vez de lo olvidado que se busca, produzca una ocurrencia sustitutiva más o menos desfigurada.
-La interpretación de los sueños
La interpretación de los sueños es la vía regia para el conocimiento de lo inconciente. Nuestras producciones
oníricas nocturnas, por una parte, muestran la máxima semejanza externa y parentesco interno con las creaciones
de la enfermedad mental y, por la otra, son conciliables con la salud planea de la vida despierta.
-Contenido manifiesto y contenido latente
Los sueños de adultos experimentan una desfiguración; el proceso psíquico que está en su base habría debido
hallar originariamente una muy diversa expresión en palabras.
Se debe diferenciar el contenido manifiesto del sueño, tal como se lo recuerda de manera nebulosa por la mañana
y trabajosamente se lo viste con unas palabras al parecer arbitrarias, de los pensamientos oníricos latentes cuya
presencia en el inconciente se ha de suponer. Esta desfiguración onírica es el mismo proceso del que se ha
tomado conocimiento al indagar la formación de síntomas histéricos; señala el hecho de que el idéntico juego
contrario de las fuerzas participa en la formación del sueño y la del síntoma.
El contenido manifiesto del sueño es el sustituto desfigurado de los pensamientos oníricos inconcientes, y esta
desfiguración es la obra de unas fuerzas defensoras del yo, unas resistencias que en la vida de vigilia prohíben a
los deseos reprimidos de lo inconciente todo acceso a la conciencia, y que aún en su rebajamiento durante el
estado del dormir conservan al menos la fuerza suficiente para obligarlos a adoptar un disfraz encubridor.
Que existan pensamientos oníricos latentes, y que entre ellos y el contenido manifiesto del sueño haya en efecto
la relación recién descrita, es algo de lo que se puede convencerse mediante el análisis de los sueños, cuya
técnica coincide con la psicoanalítica. Se ha de prescindir de la trama aparente de los elementos dentro del sueño
manifiesto, y ponerse a recoger las ocurrencias que para cada elemento onírico singular se obtienen en la
asociación libre siguiendo la regla del trabajo psicoanalítico. A partir de este material se colegirán los
pensamientos oníricos latentes, y, en los pensamientos oníricos latentes así hallados es imposible no percatarse
de cuán justificado es reconducir los sueños de adultos a los de niños.
El sueño manifiesto es un cumplimiento disfrazado de unos deseos reprimidos.
-Trabajo del sueño
Se llama trabajo del sueño al proceso que ha producido la desfiguración de los pensamientos oníricos latentes en
el contenido manifiesto del sueño. En este trabajo del sueño se puede estudiar qué procesos psíquicos son
posibles entre dos sistemas psíquicos como el conciente y el inconciente. Entre los procesos psíquicos
mencionados se destacan la condensación y el desplazamiento. El trabajo del sueño es un caso especial de las
recíprocas injerencias de diferentes agrupamientos anímicos, vale decir el resultado de la escisión anímica, y en
todos sus rasgos esenciales parece idéntico a aquel trabajo de desfiguración que muda los complejos reprimidos
en síntomas a raíz de un esfuerzo de desalojo (represión) fracasado.
La interpretación de los sueños, cuando no es demasiado estorbada por las resistencias del enfermo, lleva al
conocimiento de sus deseos ocultos y reprimidos, así como de los complejos que estos alimentan.
-Tercer grupo de fenómenos anímicos
El tercer grupo de fenómenos anímicos son las pequeñas operaciones fallidas de los hombres tanto normales
como neuróticos, a las que no se suele atribuir ningún valor: el olvido de cosas que podrían saber y que otras
veces en efecto saben, los deslices cometidos al hablar, los análogos deslices en la escritura y la lectura, el
trastrocar las cosas confundido en ciertos manejos y el perder o romper objetos. A esto se le suman las acciones y
gestos que los hombres ejecutan sin advertirlo para nada y sin atribuirles peso anímico: el jugar o juguetear con
objetos, tararear melodías, maniobrar con el propio cuerpo o sus ropas y otras de este tenor. Estas pequeñas
cosas, las operaciones fallidas así como las acciones somáticas y casuales, no son tan insignificantes como se
cree.
-Síntesis
Recapitulando, los medios poseídos para descubrir lo escondido, olvidado, reprimido en la vida anímica son: el
estudio de las convocadas ocurrencias del paciente en la asociación libre, de sus sueños y de sus acciones
fallidas y sintomáticas, y se agrega también la valoración de otros fenómenos que se ofrecen en el cuerpo del
tratamiento psicoanalítico, denominados bajo el título de “transferencia”.
CONFERENCIA IV
-La sexualidad infantil
Los pacientes, en vez de ofrecer de buena gana las noticias sobre su vida sexual, por todos los medios procuran
ocultarlas. No muestran con franqueza su sexualidad, sino que gastan una espesa bata para esconderla, como si
hiciera mal tiempo en el mundo de la sexualidad.
El trabajo del análisis requerido para el radical esclarecimiento y la curación definitiva de un caso clínico nunca se
detiene en las vivencias de la época en que se contrajo la enfermedad, sino que se remonta siempre hasta la
pubertad y la primera infancia del enfermo, para tropezar, solo allí, con las impresiones y sucesos que
comandaron la posterior contracción de la enfermedad. Únicamente las vivencias de la infancia explican la
susceptibilidad para posteriores traumas, y solo descubriendo y haciendo concientes estas huellas mnémicas por
lo común olvidadas conseguimos el poder para eliminar los síntomas. Se llega aquí a saber que las reprimidas,
imperecederas mociones de deseo de la infancia son las que han prestado su poder a la formación de síntoma. Se
califica de sexuales a todas esas poderosas mociones de deseo de la infancia. El niño tiene sus pulsiones y
quehaceres sexuales desde el comienzo mismo, los trae consigo al mundo, y desde ahí, a través de un
significativo desarrollo, rico en etapas, surge la llamada sexualidad normal del adulto.
La observación desprejuiciada de ciertas conductas infantiles obliga a referirlas a la vida sexual ya que la mente
más exacta se satisface cuando a estas observaciones se le suman las confesiones de quienes, de chicos,
experimentaron las emociones a un marcado grado de intensidad, y cuyas memorias de la infancia son
relativamente distintas.
-El complejo nuclear
El niño toma a ambos miembros de la pareja parental, y sobre todo a uno de ellos, como objeto de sus deseos
eróticos. Por lo común obedece en ello a una incitación de los padres mismos, cuya ternura presenta los más
nítidos caracteres de un quehacer sexual, si bien inhibido en sus metas.
El complejo así formado está destinado a una pronta represión, pero sigue ejerciendo desde lo inconciente un
efecto grandioso y duradero. Este complejo constituye el complejo nuclear de toda neurosis.
Hacia la época en que el niño es gobernado por el complejo nuclear no reprimido todavía, una parte significativa
de su quehacer intelectual se pone al servicio de los intereses sexuales. Empieza a investigar de dónde vienen los
niños y colige sobre las circunstancias efectivas. Bajo el influjo de las pulsiones parciales activas dentro de él
mismo, alcanza cierto número de teorías sexuales infantiles.
El hecho de esta investigación infantil, así como las diversas teorías sexuales que produce, conservan valor
determinante para la formación de carácter del niño y el contenido de su eventual neurosis posterior.
CONFERENCIA V
-Sexualidad infantil
Con el descubrimiento de la sexualidad infantil y la reconducción de los síntomas neuróticos a componentes
pulsionales eróticos se ha obtenido algunas inesperadas fórmulas sobre la esencia y las tendencias de la neurosis.
Los seres humanos enferman cuando a consecuencia de obstáculos externos o de un defecto interno de
adaptación se les deniega la satisfacción de sus necesidades eróticas en la realidad. Luego se refugian en la
enfermedad para hallar con su auxilio una satisfacción sustitutiva de lo denegado.
-Transferencia
Se ha visto reservada la experiencia más importante que corrobora el supuesto sobre las fuerzas pulsionales
sexuales de la neurosis. Siempre que se trata psicoanalíticamente a un neurótico, le sobreviene el extraño
fenómeno de la llamada transferencia: vuelca sobre el médico un exceso de mociones tiernas, contaminadas
hartas veces de hostilidad, y que no se fundan en ningún vínculo real; todos los detalles de su emergencia fuerzan
ser derivadas de los antiguos deseos fantaseados del enfermo, devenidos inconcientes. Revive en sus relaciones
con el médico aquella parte de su vida de sentimientos que él ya no puede evocar en el recuerdo, y solo
reviviéndola así en la “transferencia” se convence de la existencia y del poder de esas mociones sexuales
inconcientes.
Los síntomas solo pueden solucionarse y transportarse a otros productos psíquicos en la elevada temperatura de
la vivencia de transferencia. El médico desempeña en esta reacción el papel de un fermento catalítico que de
manera temporaria atrae hacia sí los efectos que libremente devienen a raíz del proceso.
La transferencia se crea por el influjo psicoanalítico. Se produce de manera espontánea en todas las relaciones
humanas, lo mismo que en la del enfermo con el médico; es dondequiera el genuino portador del influjo
terapéutico, y su efecto es tanto mayor cuanto menos se sospecha su presencia. La transferencia no solo cuenta
decisivamente para el convencimiento del enfermo, sino también para el del médico.
PSICOLOGÍA SOCIAL
MOSCOVICI “Introducción al campo de la Psicología Social”
-¿Qué es y de qué se ocupa la Psicología Social?
La psicología social se ha ocupado y sigue haciéndolo de un solo y único problema: ¿por qué se produce el
conflicto entre individuo y sociedad?
He aquí una primera fórmula: la psicología social es la ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad, de la
sociedad externa y de la sociedad que lleva dentro. Tras ver el problema al cual responde, es necesario considerar
los fenómenos de los que se ocupan los psicosociólogos al salir al terreno o al encerrarse en sus laboratorios.
Se puede decir que se ocupa de todos los fenómenos relacionados con la ideología y la comunicación, ordenados
según su génesis, su estructura y su función. Respecto a los primeros, consisten en sistemas de representaciones
y de actitudes. A ellos se refieren todos los fenómenos familiares de prejuicios sociales o raciales, de estereotipos,
de creencias, etc. Su rasgo común es que expresan una representación social que individuos y grupos se forman
para actuar y comunicar. Son estas representaciones las que dan forma a esta realidad mitad física y mitad
imaginaria que es la realidad social.
Por lo que hace a los fenómenos de comunicación social, estos designan los intercambios de mensajes
lingüísticos y no lingüísticos entre individuos y grupos. Se trata de medios empleados para transmitir una
información determinada e influir sobre los demás. Se emplea la noción global de “comunicación social” para
indicar que incluye tanto los fenómenos de comunicación de masas de influencia colectiva como los procesos
puramente lingüísticos y los hechos semánticos. También se relaciona con los signos que circulan en la sociedad.
Este acercamiento impone ya que “la intención de comunicar” es “el criterio del mensaje semiológico”.
Ahora ya disponemos de una segunda fórmula: la psicología social es la ciencia de los fenómenos de ideología y
de los fenómenos de la comunicación. A los diversos niveles de las relaciones humanas: relaciones entre
individuos, entre individuos y grupos, y entre grupos. Para cada uno de estos fenómenos disponemos de un
conjunto más o menos desarrollado de conocimientos, teorías o experiencias, que aunadas nos permiten
comprender las actividades mentales superiores y ciertos aspectos psíquicos de la vida social de los grupos.
-La visión psicosocial
La psicología social se distingue por el enfoque que le es propio. Esto es lo que practicantes, investigadores y
estudiantes aprenden durante su trabajo. Es, antes que nada, una manera de observar los fenómenos y las
relaciones. En este sentido, podemos afirmar que existe una visión psicosocial.
-Lectura binaria
Es necesario comenzar con la manera con que el psicólogo y, a menudo, el sociólogo, enfocan los hechos.
Utilizan en general una clave de lectura binaria. Esta clave corresponde a la separación del sujeto y del objeto, que
son dados y definidos independientemente uno del otro. El psicólogo pone de un lado el “ego” (el individuo, el
organismo) y del otro el “objeto”, o bien, de una parte un repertorio de respuestas y de la otra el estímulo: E – O, o
R – S.
El esquema de la relación queda así:
Sujeto individual (ego, organismo) Objeto (medio ambiente, estímulo)
-Lectura ternaria
Existe una visión psicosocial que se traduce por una lectura ternaria de los hechos y las relaciones. Su
particularidad consiste en sustituir la relación a dos términos, entre sujeto y objeto, por una relación en clave de
tres términos: Sujeto Individual – Sujeto Social – Objeto. Expresado de otra manera: Ego – Alter – Objeto,
obviamente diferenciado. Esto presupone una mediación constante, una “terceridad”.
Esta relación de sujeto a sujeto en su relación con el objeto puede concebirse de manera estática o dinámica, es
decir, puede corresponder a una simple “co-presencia” o a una “interacción” que se traduce en modificaciones que
afectan el pensamiento y el comportamiento de cada individuo. Respecto a esto se puede distinguir dos
mecanismos que ilustran perfectamente esta distinción: la facilitación social de una parte y la influencia social por
la otra.
-Facilitación social
Consiste en que la simple presencia de un individuo o de un grupo haga que un individuo prefiera o aprenda con
mayor facilidad las respuestas más familiares y las menos originales. Como si se inhibiese, el individuo expresa o
retiene las respuestas dominantes, comunes a todos.
-Influencia social
Consiste en que un individuo sometido a la presión de una autoridad o de un grupo adopte las opiniones y
conductas de dicha autoridad o grupo. El caso más extremo es la obediencia a la autoridad estudiado por Milgram:
una persona es capaz de infligir descargas eléctricas dolorosas a un desconocido porque le han pedido que lo
haga. (Experimento ampliado al final del resumen).
-Alter
Esto lleva a definir con mayor precisión la manera en que se puede considerar el Alter (individuo o grupo), para
analizar las relaciones con la realidad, con el objeto social o no social, real o simbólico. Nos encontramos ya sea
ante otro similar, un alter ego, ya sea ante otro diferente, un alter sin más. Dependiendo de que se trate del
primero o el segundo, consideramos fenómenos distintos. Podríamos incluso decir que las corrientes teóricas y de
investigación se oponen según su concepción de este “alter”. Así, la mayoría de las investigaciones sobre los
grupos tienden a concebir a este como un “alter ego” similar al “ego”. Por el contrario, otras corrientes de
investigación consideran un “alter” sin más, marcado por una diferencia precisa.
Se habla aquí de las investigaciones sobre la innovación, por ej., donde la minoría, el individuo, expresan una
opinión y un juicio que le son propios. Están confrontados a una mayoría o a una autoridad que tienen sus propias
opiniones y sus propios juicios, y que representan la norma o la ortodoxia. Lo que intentan estas minorías o estos
individuos es hacerse reconocer una identidad particular y una diferencia evidente. Se ve entonces que los dos
mecanismos psicosociales fundamentales, el de comparación social y el de reconocimiento social, corresponden a
dos maneras de percibir al otro en el campo social.
-Teorías que distingue la Psicología Social
a. Teorías paradigmáticas
Su papel esencial consiste en proponer una visión global de las relaciones y comportamientos humanos. Un
ejemplo de esta teoría es la teoría del campo de Lewin. Si bien esta teoría prevé pocos hechos nuevos y no
explica los antiguos, traza una visión de los individuos y los grupos en tanto que fuerzas compactas, tensiones
dinámicas que se modifican mediante su contacto. Como consecuencia, inspiró la mayoría de los modelos de
dinámica de grupos, terapias de comunicación que se emplean en casi todo el mundo.
b. Teorías fenomenológicas
Generalmente intentan describir y explicar una familia de fenómenos conocidos y muy conocidos. Unas se ocupan
de los fenómenos fundamentales, por ej., la influencia; otras se ocupan de fenómenos que no lo son tanto.
Independientemente de la importancia que esto tenga, cada teoría responde a dos preguntas: ¿cómo? y ¿por
qué? Y, al hacerlo, todas ellas abrigan la ambición de revelar la causa de un cierto número de efectos. Tal es el
caso de la teoría de Sherif.
c. Teorías operatorias
Tratan de llegar a un mecanismo elemental, desconocido hasta entonces, y que explica un conjunto de hechos.
También prevén hechos nuevos y sorprendentes. La teoría de la disonancia cognitiva constituye el ejemplo más
brillante.
Los tres tipos de teorías coexisten dentro de la psicología social. Ninguna de ellas constituye un tipo puro y cada
una podría incluso ser clasificada en varias rúbricas. Pero, en su conjunto, podemos reconocer fácilmente su
especificidad lógica y su función en el estudio de los fenómenos. Cada una de ellas responde a un estado de las
investigaciones en un campo y posee su propia fecundidad.
-Métodos que sigue la Psicología Social
a. Método de observación
El psicosociólogo que trabaja sobre el terreno, un poco como el clínico, intenta registrar de manera precisa y
sistemática las actividades realizadas por las personas dentro de su marco normal. Tales investigaciones han sido
llevadas a cabo durante manifestaciones de masas o en la vivienda de particulares, en las comunidades rurales e
incluso en las aulas. Debido al pequeño número de personas o la escasez de las ocasiones para realizar
observaciones, no es posible sacar conclusiones fiables. No obstante, las hipótesis o las ideas sugeridas pueden
constituir una excelente manera de captar ciertos fenómenos en toda su complejidad.
La investigación sobre el terreno representa el mejor método para comprender la vida del individuo y del grupo
simultáneamente en varios campos y sus conexiones. Aplicada de manera rigurosa, descubre esquemas de
relaciones y acciones que no habíamos notado con anterioridad. El inconveniente es que las personas sometidas
a estas investigaciones generalmente saben que son observadas. Para obviar esta deformación, los
psicosociólogos a veces han aplicado instrumentos invisibles que les permiten observar las acciones de la gente
sin que esta lo note.
Una de las formas de observación más corrientes es sin duda la encuesta. En el marco de una encuesta, los
psicosociólogos utilizan el procedimiento de la entrevista para estudiar los sentimientos, las preferencias, las
representaciones o las acciones de la gente.
Muchos creen que la mejor manera de descubrir los fundamentos de las opiniones y relaciones consiste en
interrogar directamente a las personas de manera normalizada. La encuesta mediante entrevista o el sondeo son
las formas de observación más ampliamente utilizadas.
b. Método experimental
Este método intenta provocar una serie de reacciones en condiciones determinadas de antemano. La hipótesis del
experimentador define simultáneamente estas condiciones y la serie de reacciones esperadas. Así, por una parte
delimita las causas y, por la otra, prevé los efectos.
La investigación experimental requiere dos factores; el factor que el experimentador varía sistemáticamente recibe
el nombre de variable independiente. El comportamiento resultante de la manipulación experimental es
denominado variable dependiente. Para dominar la relación entre dos variables, el investigador se ve obligado a
trabajar en un laboratorio.
Por otra parte, algo particular de la psicología es que se utilizan cómplices. Estos son individuos parecidos a los
que participan en la experiencia que deben hacer lo que hacen los otros. Pero en realidad han recibido
instrucciones con anterioridad. El experimentador les ha pedido que respondan de cierta manera o que hagan un
cierto número de cosas.
Una experiencia de psicología social es un espectáculo meticulosamente puesto en escena que permite simular un
cierto número de situaciones y fenómenos corrientes. El experimentador es el director, la teoría suministra el
escenario de la obra. Y esta es interpretada por actores a los que se hace representar en realidad papeles
diferentes a los que creen representar. La ignorancia, temporal es cierto, es la condición del conocimiento que se
investiga y obtiene. El sujeto “ingenuo” es el héroe anónimo, el único en verdad, de la psicología social.
Las experiencias de laboratorio pueden completarse mediante experiencias sobre el terreno en las que el
investigador intenta manipular la variable independiente, aunque trabajando en un marco normal.
Estos son, pues, los dos métodos. Han sido concebidos y puestos a punto en la psicología social. Si el primer
método marcó los inicios de esta ciencia, el segundo predomina en su estado actual.
-Experimento de Milgram
Stanley Milgram fue un investigador norteamericano que se interesó por tratar de entender algunos fenómenos
que en la 2da guerra mundial acontecieron. Le interesaba entender cómo es que el ser humano era capaz de
llevar adelante una dictadura o cómo puede haber alguien que quiera ponerse en el poder de limitar los derechos
de los demás. Lo qué más le interesaba no era la persona que poseía el poder sino cómo un ser humano puede
llegar a someterse a órdenes despiadadas o a órdenes que supriman derechos, esta era su preocupación.
Se preguntó sobre el comportamiento humano, específicamente de lo que se entiende como la influencia social y
la obediencia a la autoridad.
Influencia social: cómo es que un ser humano incide sobre otro ser humano y cómo es que a veces
puede haber una influencia recíproca o mutua, cómo es que cuando hay personas juntas el
comportamiento cambia en función de estar con otra persona.
Obediencia a la autoridad: cómo es que una persona puede obedecer a otra que está en un lugar de
jerarquía o a quien le asigna determinado conocimiento o lugar de poder.
La gran interrogante es cómo es que un ser humano se somete a las órdenes de otro simplemente porque lo
considera en una posición de poder o jerarquía superior.
Para investigar esto lo que hizo fue publicar en un diario que estaba buscando voluntarios para realizar un
experimento que vendría con una paga. Esta fue toda la explicación dada, sin embargo, acudieron muchísimas
personas a la convocatoria. Los recibía Milgram o alguien que estaba representando la situación de una persona
con autoridad y conocimiento, vestida de guardapolvo blanco. Esta era toda la referencia que tenían las personas
al llegar.
Se los invitaba a pasar, se les explicaba que era una investigación cuyos resultados iban a ser importantes para la
ciencia y se los ubicaba en una especie de escritorio que tenía unos controles con distintitos tipos de descargas de
voltios, que iban de 15 a 450 voltios.
Se les mostraba entonces que estas descargas estaban conectadas por cables hacia otro sector de la habitación
en donde llegaba a otra persona que supuestamente también había sido convocada para la experiencia y quien
era ubicada en el lugar de alguien que debía aprender algunas cosas y dar respuestas a la persona en el
escritorio: un “alumno” frente a un “maestro”.
La persona ocupando el rol de maestro seguía las instrucciones del “examinador” o “investigador” (persona con rol
empoderado) quien le decía que el alumno debía cumplir con las consignas dadas y, si fallaba, su trabajo era darle
una descarga, que aumentaría según el aumento en las fallas.
Lo interesante de esto es ver como la persona en el rol de maestro era capaz de dar y aumentar las descargas a
un “compañero” desconocido simplemente porque una persona con jerarquía superior le había dicho que lo hiciese
ya que era por la ciencia.
Los resultados fueron sorprendentes: la mayoría de las personas llegaba a dar descargas muy altas sin cuestionar
mucho, sin embargo, se puede ver en las filmaciones del experimento que las personas en rol de maestro llegaban
a sentir culpa (ya que escuchaban audios de quejidos adoloridos que supuestamente provenían de la persona
recibiendo las descargas) y le preguntaban al investigador si debían seguir, quien los convencía persuasivamente
de que no se detuviesen.
Si bien la situación era una puesta en escena totalmente simulada, el sujeto de la prueba no lo sabía. Esto da
cuenta de cómo un ser humano es capaz de cumplir normas y respetar el trabajo de seguir adelante órdenes en
función de simplemente pensar que hay una persona que está en un lugar de autoridad, jerarquía o poder, aun
cuando este trabajo lo llevase a hacer cosas que estuviesen en contra de sus propios principios: las personas
dando las descargas no estaban cómodos con la situación, pero continuaban haciéndolo.
Milgram así también logró explicar cómo se mantienen las cadenas de poder, en las cuales una persona ordena a
otras, y estas a su vez a otras, y así sucesivamente las personas continúan obedeciendo -aun si por sus ideales
consideran que lo que hacen no está bien-, por el simple hecho de cumplir las órdenes de quien está en una
posición de poder superior a ellos.
HOLLANDER “Principios y métodos de psicología social”
Las personas recuerdan hechos pasados y actúan de acuerdo con ellos, anticipan futuros resultados o beneficios;
no se limitan a reaccionar ante la situación actual. “Historicidad” es el nombre que se ha dado a esta cualidad de
las relaciones en el tiempo, de particular importancia para diferenciar el estudio del hombre de otros esfuerzos
científicos.
La persona preocupada por el aparente desaire de un amigo refleja el tipo de interés cotidiano en el
comportamiento humano que todos compartimos.
-¿Qué es la Psicología Social?
La psicología social es uno de los campos científicos dedicados al estudio objetivo de la conducta humana. Su
atención se centra, especialmente, en la comprensión de las influencias que producen regularidades y
diversidades en el comportamiento social humano. El carácter distintivo de la psicología social surge de dos
factores fundamentales: primero, su interés en el individuo como participante en las relaciones sociales; segundo,
la singular importancia que atribuye a la comprensión de los procesos de influencia social subyacentes bajo tales
relaciones.
El término “comprensión” incluye varios niveles de significado, desde la simple descripción, pasando por el análisis
y la exactitud de la predicción, hasta la explicación de los fenómenos. Los psicólogos sociales han reunidos un
cúmulo cada vez mayor de pruebas aptas para demostrar la validez de sus predicciones acerca de la influencia
social. La mayoría de los problemas que le interesan al psicólogo social se fundan, de uno u otro modo, en
relaciones de influencia.
-Aspectos de la psicología social
La psicología social presenta cuatro aspectos fundamentales:
1) Un conjunto de fenómenos de interés: en este caso, los que implican la influencia social. Ello incluye
tanto las interacciones de-persona-a-persona como las relaciones que prevalecen entre los grupos o las
sociedades totales, o las del individuo con estas entidades sociales más amplias.
2) Un cuerpo de teoría referente a los fenómenos de influencia, es decir, conceptos que contribuyen a
explicarlos, parcialmente o en conjuntos mayores. Puede tratarse de conceptos como el de “cohesión de
grupo”.
3) Los hallazgos acumulados en su forma de conocimiento aceptado acerca de estos fenómenos; por ej., los
descubrimientos científicos reunidos y resumidos en los libros de texto.
4) Un conjunto de métodos de investigación: destinados a la obtención de pruebas sobre estos
fenómenos, mediante procedimientos reconocidos, de base objetiva, que permitan un acopio sistemático
de datos.
Estos rasgos de la psicología social son necesariamente interdependientes, y resulta imposible, por lo tanto,
establecer entre ellos una separación neta.
-El estudio de la influencia social
El proceso de la influencia social constituye el interés central de la psicología social. Los seres humanos están
necesariamente orientados hacia otros seres humanos dentro de su medio, y la influencia social se manifiesta
cada vez que un individuo responde a la presencia real o implícita de otro u otros. La influencia social puede estar
relacionada con el efecto recíproco de una persona sobre otra en la interacción social. La interacción social es un
proceso fundamental de la experiencia humana, que comienza en la más temprana infancia. Constituye un modelo
o “paradigma” de las relaciones sociales. La mayoría de nuestras características son, de uno u otro modo, influidas
por la interacción social. La psicología social también se ocupa del juego de relaciones de influencia que existen
entre un grupo y un individuo: la conformidad, el liderazgo, el prejuicio, la moral colectiva y otros fenómenos
propios de los grupos.
En el caso de la conformidad hay más de un individuo que ejerce influencia sobe otro según una pauta
predominante de comportamientos o actitudes sociales (a llamarse “norma”). La contraparte de esta situación es
aquella en la que un individuo influye sobre un grupo o una entidad social más amplia, como ocurre en el caso del
liderazgo. La fuente o el agente de influencia es aquí un individuo capaz de dirigir y modificar los comportamientos
y las actitudes de los otros.
El prejuicio es un fenómeno intergrupal cuyo origen se halla en los efectos de la identificación de grupo. De modo
similar, el termino moral colectiva suministra una cómoda síntesis de una actitud compartida por el grupo que
influye sobre otros resultados individuales.
La influencia social está vinculada también con la relación que existe entre dos o más grupos, que pueden
definirse en su sentido más restringido de camarillas internas de una fraternidad, o en el más amplio de las
relaciones intergrupales o internacionales.
El reconocimiento de que, en la medida en que no existen modos alternativos de acción, lo más probable es que la
conducta permanezca invariable, constituye uno de los ejes de cualquier reflexión acerca de la influencia social.
Percibir la existencia de caminos que permitan alcanzar los fines deseados es esencial para que se produzca el
cambio. Por lo tanto, cuando hablamos de influencia social debemos agregar: donde se percibe la existencia de
modos alternativos de respuesta al alcance del individuo.
Puede ocurrir que las personas sean influidas no solo por la existencia de presiones actuales sino por su vida
anterior en sociedad y por las enseñanzas de ella derivadas. En consecuencia, resulta perfectamente
comprensible que la capacidad de responder a la influencia social sea una de las cualidades dominantes del
comportamiento social.
-El individuo considerado como centro
El estudio de la psicología del individuo dentro de la sociedad es uno de los atributos distintivos de la psicología
social, interés que implica la exploración de los numerosos aspectos del medio social que ejercen influencia sobre
aquel.
-El contexto de la sociedad y la cultura
Todos nacemos en una sociedad humana organizada, un medio social. En el proceso de crecimiento dentro de
este ambiente aprendemos a adoptar los usos y modos de otros individuos. Los otros individuos con quienes
mantenemos contacto son parte de una sociedad; su cultura, representada en las pautas de vida que aplican,
consiste en las prácticas y las instituciones vigentes, transmitidas de generación en generación.
-La cultura considerada como perspectiva
Otro aspecto significativo de la cultura es que nos ofrece una perspectiva del mundo. El psicólogo social
consciente de que la cultura representa un contexto de experiencia, procura saber cómo influye sobre las
percepciones y las motivaciones del individuo.
El psicólogo social centra su atención no solo en la relación entre personas, sino también en la interpretación del
individuo acerca de las cosas que socialmente poseen significado simbólico, y en su reacción ante ellas.
-La falacia de la “naturaleza humana”
Por lo común, la gente tiende a concebir las características de los habitantes de su propia región o nación como
inherentes a la “naturaleza humana”. La observación personal de las conductas que adoptan los demás los lleva a
concluir que, en mayor o menor medida, este concepto se aplica a los hombres o a las mujeres en general, pese a
que tal comportamiento depende del aprendizaje en sociedad.
La falacia de esa forma de pensamiento reside en generalizar las observaciones realizadas en una sociedad y
aplicarlas a las tendencias de personas que viven en otros lugares, sometidas a influencias sociales y culturales
diferentes. Se percibe esto con mayor claridad si imaginamos a un nativo de Oriente afirmando que comer con
palillos, característica que él observa en un gran sector de la población mundial, es propio de la “naturaleza
humana”. La ampliamente difundida creencia en la semejanza esencial de otros seres humanos es, asimismo, un
ejemplo de los efectos del fenómeno psicológico de la constancia perceptual.
-“¿Es posible cambiar la naturaleza humana?”
El más engañoso de todos los mitos es el lugar común que sostiene que “es imposible modificar la naturaleza
humana”. Esta afirmación, de acuerdo con la cual la humanidad posee características innatas e inamovibles, niega
la evidencia de la máxima capacidad del hombre: la adaptabilidad por medio del aprendizaje. La naturaleza del
hombre, sea cual fuere esta, varía en grado considerable como resultado de la experiencia cultural adquirida
mediante el aprendizaje.
-Raza, cultura y conducta
Otro concepto erróneo, muy difundido, se basa en la creencia de que las diferencias de conducta observadas
entre los miembros de diversas sociedades son fruto de características raciales innatas.
Como los factores físicos son lo más visibles, suele suponerse que están necesariamente asociados con
disposiciones determinadas en forma genética, hasta cierto comportamiento común. Por consiguiente, es
importante distinguir entre las características físicas y las pautas culturales que observamos en una sociedad.
Asimismo, es esencial reconocer que ni las sociedades o naciones, ni las religiones, están inevitablemente
integradas por personas que poseen cualidades físicas comunes.
El fenómeno de los estereotipos en sí mismo ocupa, con legítimo derecho, un lugar como área de estudio en el
campo de la psicología social, sobre todo en relación con el prejuicio.
Es necesario aclarar que el ser humano puede, durante la etapa formativa, aprender múltiples pautas diferentes de
conducta y perspectiva. Para determinar cómo se producen tales efectos, se requiere una cierta indagación de la
herencia y el ambiente.
-La herencia y el ambiente
Los términos “herencia” y “ambiente” no se tratan de fuerzas en pugna; todo comportamiento depende, en cierto
grado, de los mutuos efectos de la herencia dentro del ambiente.
Por definición, la herencia es lo que posee base biológica, y generalmente se alude con ella a los determinantes
genéticos. Si bien no podemos modificar los genes con que nacemos, está en nuestras manos, en cambio,
descubrir o aun buscar en forma deliberada factores ambientales a los cuales respondan de manera más
favorable.
El ambiente está relacionado con todas las experiencias vividas desde el momento de la concepción. Un difundido
y erróneo concepto, que subestima la importancia del ambiente, consiste en creer que los comportamientos
compartidos por los miembros de una familia son resultado de la herencia. Otro error reiterado en no pocas
concepciones de la herencia es el supuesto según el cual si determinada característica física que posee una base
genética está asociada con determinado comportamiento, este último ha de tener también origen genético.
La misma condición a la que se atribuye carácter genético puede ser el resultado ambiental de un proceso
sociopsicológico originado por determinadas creencias.
El modo más claro de percibir la relación entre la herencia y el ambiente es considerar que la primera proporciona
cierta capacidad para desarrollar una amplia gama de comportamientos diferentes, que luego pueden ser
fomentados y sustentados por la estimulación del medio.
-Interacción social e influencia social
Así se llega al punto esencial: la conducta social depende de la influencia de otros individuos y la interacción social
es una de las claves de este proceso. Si la conducta social es una respuesta al estímulo social producido por
otros, incluidos los símbolos que ellos transmiten, la interacción social puede ser concebida como una secuencia
de esas relaciones de estímulo-respuesta. La conducta de una persona es el estímulo para la respuesta de otra,
que a su vez, siguiendo la secuencia, pasa a ser luego el estímulo de la respuesta siguiente de la primera
persona. Las interacciones regularizadas de este tipo constituyen la base de muchos de los hechos de influencia
que ocurren dentro de las sociedades.
Sea que se hable en términos de la conformidad con las normas grupales, o del cambio de actitudes como
resultado de la comunicación, o de las relaciones líder-secuaz, en todos los casos se observan rasgos del proceso
de influencia. Este proceso es habitualmente resultado de la interacción social y alude a las relaciones
interdependientes que mantenemos con otros, de quienes adquirimos modos de conducta y nuestra visión del
mundo, según se manifiesta en las actitudes y los valores.
Muchos de los desórdenes a los que se les atribuye carácter “psicosomático” derivan de la interacción social. Las
acciones de otras personas pueden inducirnos a reír o llorar, y a experimentar sentimientos de angustia. La
persona desdichada en sus relaciones, sea en el trabajo o en el hogar, puede desarrollar síntomas físicos
absolutamente reales. Ello demuestra en gran medida la capacidad humana para simbolizar y para reaccionar
internamente ante las posibles amenazas mediante cambios fisiológicos que no resultan menos significativos por
el hecho de que no se los vea.
La interacción social produce muchos otros efectos sobre la percepción, la motivación, y, especialmente, sobre el
aprendizaje y la adaptación del individuo.
-Variables que estudia la psicología social
Al estudiar la influencia social, la psicología social concentra su atención en la relación existente entre tipos
particulares de variables. Una variable es un atributo o una condición que puede variar de una o más maneras con
respecto al cual se puede, sistemáticamente, demostrar que influye sobre otros atributos o condiciones o es
influido por ellos.
a. Actitud
El concepto de actitud es la variable más estudiada en psicología social. En esencia, las actitudes son
percepciones acerca de las personas, las cosas o los hechos ambientales, asimismo, en la medida en que dirigen
la conducta, tienen cualidades motivacionales. Al definir las actitudes debe tomarse en cuenta el modo en que
“disponen” al individuo para que conciba el mundo y reaccione ante él de determinadas maneras. El estudio de las
actitudes contribuye a explicar las diferencias individuales en la forma de reaccionar ante una situación dada; en
buena medida, brindan un resumen conveniente de la historia de la experiencia social de individuo y permiten, por
lo tanto, la predicción diferencial acerca del comportamiento social individual.
b. Valores
En la esfera de la psicología social, con el concepto de actitud se asocia la variable denominada valores. Los
valores representan motivos de gran alcance que conducen al individuo a elegir ciertas metas antes que otras. Su
aprendizaje es consecuencia del contacto con otros individuos que sostienen estos valores, los cuales, por otra
parte, suelen constituir el sustrato de las actitudes. En la experiencia humana, los valores poseen una auténtica
fuerza orientadora: los hombres sacrifican la vida por “el deber”, “la libertad, “el honor”.
c. Roles
Los roles representan para la psicología social un tipo diferente variables, que aluden sobre todo a una variación
de la cualidad antes que la cantidad. Los roles son los distintos comportamientos que el individuo muestra en
relación con su particular posición social, de manera que existen comportamientos asociados con el rol de madre,
con el de policía, con el de maestro, con el de patrón, etc. En el curso de la vida cotidiana todos debemos
desempeñar una multiplicidad de roles; es posible que un solo día nos veamos obligados a adecuarnos a una
amplia gama de roles. Aun cuando los roles constituyen comportamientos, poseen considerable significación
psicológica. En el nivel psicológico, por lo tanto, los roles pueden ser definidos como nuestra percepción de las
expectativas de los otros, a las que se denomina “expectativas sociales”.
d. Normas
Las expectativas desempeñan un papel en otra variable, perteneciente al ámbito de la psicología social: las
normas. Donde existen formas generales de conducta socialmente prescriptas para una situación dada, podemos
hablar de una norma o, en ciertos casos, de una “norma social” o una “normal grupal”, expresiones que, si bien se
refieren en especial a un estándar de conducta, aluden, asimismo, a la equiparación de los comportamientos con
las expectativas de los otros ante esa situación. Tanto los roles como las normas implican, necesariamente, un
proceso de percepción de la persona, cuyo estudio nos brinda un buen punto de apoyo para comprender las
relaciones de influencia que originan la conducta social.
e. Grupos de referencia
En la actualidad una variable singularmente importante es la incluida en el concepto de grupos de referencia,
concepto este que también posee las propiedades de una variable cualitativa en cuanto atañe a las diferentes
“afiliaciones psicológicas” que una persona puede tener con diversos grupos, aun si no es uno de sus miembros
efectivos. Puede variar cualitativamente, además, en función de la fuerza de la afiliación o de la motivación de
pertenecer a esos grupos. En una sociedad dotada de movilidad social, las aspiraciones de realización tienden a
estimular el proceso de identificación; los grupos de referencia, por consiguiente, representan las aspiraciones que
pueden poseer elevado valor. El solo hecho de señalar la pertenencia a un grupo no basta; también debemos
saber si en realidad el individuo se “autorrefiere” a un grupo al servirse de él como estándar de conducta, como
base de evaluación, o como fuente de actitudes.
FREUD “Psicología de las masas y análisis del yo”
-I. Introducción
La oposición entre psicología individual y psicología social o colectiva pierde gran parte de su significación en
cuanto la sometemos a un detenido examen. La psicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado
e investiga los caminos por los que el mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero solo muy pocas
veces y bajo determinadas condiciones excepcionales le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus
semejantes. En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, “el otro”, como modelo,
objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es el mismo tiempo y desde un principio
psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado. Esta integración se debe al Complejo de
Edipo, mediante el cual el objeto del amor del niño sería uno de sus padres (generalmente el del sexo opuesto), y
esto acabaría por hacer que considere al otro progenitor como “adversario”. A su vez, puede tomar como modelo a
otra figura. Es decir, desde el comienzo de la vida, al ser humano nunca se lo encuentra “individualmente”, ya que
siempre está en relación con “el otro”: estas son las denominadas relaciones libidinales.
La psicología colectiva considera al individuo como miembro de una tribu, de un pueblo, de una casta, de una
clase social o de una institución, o como elemento de una multitud humana, que en un momento dado y con un
determinado fin se organiza en una masa o colectividad. Roto así un lazo natural, resultó ya fácil considerar los
fenómenos surgidos en circunstancias particulares señaladas como manifestaciones de un instinto especial
irreducible del instinto social, que no surge al exterior en otras situaciones.
La atención del psicoanálisis queda, de este modo, orientada hacia dos distintas posibilidades, a saber: que el
instinto social no es un instinto primario e irreducible, y que los comienzos de su formación pueden ser halladas en
círculos más limitados; por ej., el de la familia.
-II. El alma colectiva, según Le Bon
Para la psicología social es necesario explicar el hecho de que, en determinadas circunstancias, nacidas de su
incorporación a una multitud humana que ha adquirido el carácter de “masa psicológica”, aquel mismo individuo al
que ha logrado hacer inteligible piense, sienta y obre de un modo absolutamente inesperado. Ahora bien: ¿qué es
una masa? ¿Por qué medios adquiere la facultad de ejercer tan decisiva influencia sobre la vida anímica
individual? ¿Y en qué consiste la modificación psíquica que impone al individuo?
En palabras de Gustavo Le Bon: “El más singular de los fenómenos presentados por una masa psicológica es el
siguiente: cualesquiera que sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su
género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el solo hecho de hallarse transformados en una
multitud les dota de una especie de alma colectiva. Este alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por
completo distinta de como sentiría, pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente. Ciertas ideas y ciertos
sentimientos no surgen ni se transforman en actos, sino a los individuos constituidos en multitud. La masa
psicológica es un ser provisional compuesto de elementos heterogéneos, soldados por un instante, exactamente
como las células de un cuerpo vivo forman por su reunión un nuevo ser que muestra caracteres muy diferentes de
los que cada una de tales células posee”.
Le Bon piensa que en una multitud se borran las adquisiciones individuales, desapareciendo así la personalidad
de cada uno de los que la integran. Lo inconsciente social surge en primer término y lo heterogéneo se funde en lo
homogéneo. La superestructura psíquica, tan diversamente desarrollada en cada individuo, queda destruida,
apareciendo desnuda la uniforme base inconsciente común a todos.
Le Bon encuentra nuevas cualidades, de las cuales carecían antes, y halla la explicación de este fenómeno en tres
factores diferentes.
“La aparición de los caracteres peculiares de las multitudes se nos muestra determinada por diversas causas. La
primera de ellas es que el individuo integrado en una multitud adquiere, por el solo hecho del número, un
sentimiento de potencia invencible, merced al cual puede permitirse ceder a instintos que antes, como individuo
aislado, hubiera refrenado forzosamente. Y se abandonará tanto más gustoso a tales instintos cuanto que por ser
la multitud anónima, y, en consecuencia, irresponsable, desaparecerá para él el sentimiento de la responsabilidad,
poderoso y constante freno de los impulsos individuales”.
El individuo que entra a formar parte de una multitud se sitúa en condiciones que le permiten suprimir las
represiones de sus tendencias inconscientes.
“Una segunda causa, el contagio mental, interviene igualmente para determinar en las multitudes la
manifestación de carácter esencial y al mismo tiempo su orientación. El contagio es un fenómeno fácilmente
comprobable, pero inexplicable aún y que ha de ser enlazado a los fenómenos de orden hipnótico. Dentro de una
multitud, todo sentimiento y todo acto son contagiosos, hasta el punto de que el individuo sacrifica muy fácilmente
su interés personal al interés colectivo, aptitud contraria a su naturaleza, y de la que el hombre solo se hace
susceptible cuando forma parte de una multitud”.
“Una tercera causa, la más importante, determina en los individuos integrados en una masa caracteres especiales,
a veces muy opuestos a los del individuo. Esto es la sugestibilidad, de la que el contagio antes indicado no es,
además, sino un efecto. El individuo sumido algún tiempo en el seno de una multitud activa cae pronto, a
consecuencia de los efluvios que de la misma emanan o por cualquier otra causa, en un estado particular, muy
semejante al estado de fascinación del hipnotizado. Paralizada la vida cerebral del sujeto hipnotizado, se convierte
este en esclavo de todas sus actividades inconscientes, que el hipnotizador dirige a su antojo. La personalidad
consciente desaparece; la voluntad y el discernimiento quedan abolidos.
Tal es aproximadamente el estado del individuo integrado en una multitud. No tiene ya conciencia de sus actos. En
él quedan abolidas ciertas facultades y pueden ser llevadas otras a un grado extremo de exaltación. La influencia
de una sugestión le lanzará con ímpetu irresistible a la ejecución de ciertos actos”.
“La desaparición de la personalidad consciente, el predominio de la personalidad inconsciente, la orientación de
los sentimientos y de las ideas en igual sentido, por sugestión y contagio, y la tendencia a transformar
inmediatamente en actos las ideas sugeridas, son los principales caracteres del individuo integrado en una
multitud. Perdidos todos sus rasgos personales, pasa a convertirse en un autómata sin voluntad”.
Freud no se propone contradecir la teoría de Le Bon, pero señala que las dos últimas causas mencionadas de la
transformación del individuo en la masa, el contagio y la mayor sugestibilidad, no pueden ser consideradas como
de igual naturaleza, puesto que el contagio no es, a su vez, sino una manifestación de la sugestibilidad.
Se interpretará entonces el contagio como la acción recíproca ejercida por los miembros de una multitud unos
sobre otros y derivando los fenómenos de sugestión identificados por Le Bon con los de la influencia hipnótica. El
autor insiste también en la disminución de la actividad intelectual que el individuo experimenta por el hecho de su
disolución en la masa.
Le Bon nos indica que la multitud es impulsiva, versátil e irritable y se deja guiar casi exclusivamente por lo
inconsciente. Los impulsos a los que obedece pueden ser, según las circunstancias, nobles o crueles, heroicos o
cobardes, pero son siempre tan imperiosos, que la personalidad e incluso el instinto de conservación desaparecen
ante ellos. Nada en ella es premeditado. Aun cuando desea apasionadamente algo, nunca lo desea mucho
tiempo, pues es incapaz de una voluntad perseverante. Abriga un sentimiento de omnipotencia. La noción de lo
imposible no existe para el individuo que forma parte de una multitud.
La multitud es extraordinariamente influenciable y crédula. Carece de sentido crítico y lo inverosímil no existe para
ella. Los sentimientos de la multitud son siempre simples y exaltados. De este modo, no conoce dudas ni
incertidumbres.
Las multitudes llegan rápidamente a lo extremo. La sospecha enunciada se transforma inmediatamente en
indiscutible evidencia. Un principio de antipatía pasa a constituir en segundos un odio feroz.
“No abrigando la menor duda sobre lo que cree la verdad o el error y poseyendo, además, clara conciencia de su
poderío, la multitud es tan autoritaria como intolerable… Respeta la fuerza y no ve en la bondad sino una especie
de debilidad, que le impresiona muy poco. Lo que la multitud exige de sus héroes es la fuerza e incluso la
violencia. Quiere ser dominada, subyugada y temer a su amo… Las multitudes abrigan, en el fondo, irreducibles
instintos conservadores, y como todos los primitivos, un respeto fetichista a las tradiciones y un horror inconsciente
a las novedades susceptibles de modificar sus condiciones de existencia”.
En la reunión de los individuos integrados en una masa desaparecen todas las inhibiciones individuales, mientras
que todos los instintos crueles, brutales y destructores, residuos de épocas primitivas, latentes en el individuo,
despiertan y buscan su libre satisfacción. Pero, bajo la influencia de la sugestión, las masas son también capaces
del desinterés y el sacrificio un ideal. El interés personal, que constituye casi el único móvil de acción del individuo
aislado, no se muestra en las masas como elemento dominante. Puede incluso hablarse de una moralización del
individuo por la masa.
Algunos rasgos de la característica de las masas, tal y como la expone Le Bon, muestran hasta qué punto está
justificada la identificación del alma de la multitud con el alma de los primitivos. En las masas, las ideas más
opuestas pueden coexistir sin estorbarse unas a otras y sin que surja de su contradicción lógica conflicto alguno.
Por último, las multitudes no han conocido jamás la sed de la verdad. Piden ilusiones, a las cuales no pueden
renunciar. Dan siempre la preferencia a lo irreal sobre lo real, y lo irreal actúa sobre ellas con la misma fuerza que
lo real. Tienen una visible tendencia a no hacer distinción entre ambos.
-III. Otras concepciones de la vida anímica colectiva
Mac Dougall introduce el factor “organización”. En el caso más sencillo, la masa no posee organización alguna o
solo una organización rudimentaria. A esta masa desorganizada, espontánea, le da el nombre de “multitud”. Sin
embargo, confiesa que ningún grupo humano puede llegar a formarse sin cierto comienzo de organización, y que
precisamente en estas masas simples y rudimentarias es en las que más fácilmente pueden observarse algunos
de los fenómenos fundamentales de la psicología colectiva. Para que los miembros accidentalmente reunidos de
un grupo humano lleguen a formar algo semejante a una masa, en el sentido psicológico de la palabra, es
condición necesaria que entre los individuos exista algo común, que un mismo interés los enlace a un mismo
objeto, que experimenten los mismos sentimientos en presencia de una situación dada y que posean, en cierta
medida, la facultad de influir unos sobre otros.
El fenómeno más singular y al mismo tiempo más importante de la formación de la masa consiste en la exaltación
o intensificación de la emotividad en los individuos que la integran. Puede decirse –opina Mac Dougall– que no
existen otras condiciones en las que los afectos humanos alcancen la intensidad a la que llegan en la multitud.
Además, los individuos de una multitud experimentan una voluptuosa sensación al entregarse ilimitadamente a sus
pasiones y fundirse en la masa, perdiendo el sentimiento de su delimitación individual.
El juicio de conjunto que Mac Dougall formula sobre la función psíquica de las multitudes simples
“desorganizadas” es parecida a la de Le Bon: para él, la masa es excitable, impulsiva, apasionada, versátil,
inconsecuente, indecisa y, al mismo tiempo, inclinada a llega en su acción a los mayores extremos, accesible solo
a las pasiones violentas y a los sentimientos elementales, extraordinariamente fácil de sugestionar, superficial en
sus reflexiones, violenta en sus juicios, capaz de asimilarse tan solo los argumentos y conclusiones más simples e
imperfectas, fácil de conducir y conmover. Carece de todo sentimiento de responsabilidad y respetabilidad y se
halla siempre pronta a dejarse arrastrar por la conciencia de su fuerza hasta violencias propias de un poder
absoluto e irresponsable.
Dado que Mac Dougall opone a esta actitud la de las multitudes que poseen una organización superior, el autor
enumera cuáles son los factores que favorecen su establecimiento, son cinco, y los denomina las “condiciones
principales” necesarias para elevar el nivel de la vida psíquica de la multitud.
1) La primera condición, esencial, consiste en cierta medida de continuidad en la existencia de la masa.
Esta continuidad puede ser material o formal: lo primero, cuando las mismas personas forman parte de la
multitud durante un periodo de tiempo más o menos prolongado; lo segundo, cuando dentro de la masa se
desarrollan ciertas situaciones, que son ocupadas sucesivamente por personas distintas.
2) En segundo lugar, es necesario que cada uno de los individuos de la masa se haya formado una
determinada idea de la naturaleza, la función, la actividad y las aspiraciones de la misma, idea de la que
se derivará para él una actitud efectiva con respecto a la totalidad de la masa.
3) En tercer lugar, es preciso que la masa se halle en relación con otras formaciones colectivas análogas,
pero diferentes, sin embargo, en diversos aspectos e incluso que rivalicen con ella.
4) La cuarta condición es que la masa posea tradiciones, usos e instituciones propios, relativos sobre todo a
las relaciones recíprocas de sus miembros.
5) Por último, es necesario que la multitud posea una organización que se manifieste en la especialización y
diferenciación de las actividades de cada uno de sus miembros.
El cumplimiento de estas condiciones haría desaparecer, según Mac Dougall, los defectos psíquicos de la
formación colectiva. La disminución colectiva del nivel intelectual se evitaría quitando a la multitud la solución de
los problemas intelectuales, para confiarla a los individuos.
A juicio de Freud, la condición que Mac Dougall llama “organización” de la multitud podría ser descrita, más
justificadamente, en una forma distinta. Trátase de crear en la masa las facultades precisamente características
del individuo y que este ha perdido a consecuencia de su absorción por la multitud. El individuo poseía desde
luego, antes de incorporarse a la masa primitiva, su continuidad, su conciencia, sus tradiciones y costumbres, su
peculiar campo de acción y su modalidad especial de adaptación, y se mantenía separado de otros con los cuales
rivalizaba. Todas estas cualidades las ha perdido temporalmente por su incorporación a la multitud no
“organizada”.
-IV. Sugestión y libido
Es un hecho fundamental que el individuo integrado en una masa experimenta, bajo la influencia de la misma, una
modificación, a veces muy profunda, de su actividad anímica. Su afectividad queda extraordinariamente
intensificada y, en cambio, notablemente limitada su actividad intelectual. Ambos procesos tienden a igualar al
individuo con los demás de la multitud, fin que solo puede ser conseguido por la supresión de las inhibiciones
peculiares a cada uno y la renuncia a las modalidades individuales y personales de las tendencias.
Es indudable que existe en nosotros una tendencia a experimentar aquellos afectos cuyos signos observamos en
otros; pero ¿cuántas veces nos resistimos victoriosamente a ella, rechazando el afecto, e incluso reaccionando de
un modo completamente opuesto? Y siendo así, ¿por qué nos entregamos siempre, en cambio, al contagio
cuando formamos parte integrante de la masa? Es la influencia sugestiva de la masa la que nos obliga a obedecer
a esta tendencia a la imitación e induce en nosotros el afecto.
Queda claro así que la sugestión (o más exactamente la sugestibilidad) es un fenómeno primario irreducible, un
hecho fundamental de la vida anímica humana.
Ahora, resulta necesario aplicar al esclarecimiento de la psicología colectiva el concepto de la libido. Libido es un
término perteneciente a la teoría de la afectividad. Designamos con él la energía de los instintos relacionados con
todo aquello susceptible de ser comprendido bajo el concepto de amor. El nódulo de lo que nosotros
denominamos amor se halla constituido por el amor sexual, cuyo último fin es la cópula sexual.
Se intenta entonces admitir la hipótesis de que en la esencia del alma colectiva existen también relaciones
amorosas (o para emplear una expresión neutra, lazos afectivos). Aquello que corresponde a estas relaciones o
lazos aparece oculto en ellos detrás de la sugestión.
Básicamente, se establece una relación entre sugestión y libido ya que, la libido, al ser la energía de las pulsiones
sexuales, se conectaría con la sugestión, ya que dentro de las masas aparecerían los lazos afectivos o relaciones
amorosas pero desviados de su fin común, que es la cópula sexual. Los integrantes de una masa están unidos
entre sí por los lazos afectivos nacientes de las pulsiones sexuales cuya energía es la libido, sin embargo su fin no
es sexual.
-V. Dos masas artificiales: la Iglesia y el Ejército
Existen multitudes efímeras y otras muy duraderas; homogéneas, eso es, compuestas de individuos semejantes, y
no homogéneas; naturales y artificiales o necesitadas de una coerción exterior; primitivas y diferenciadas, con un
alto grado de organización.
Sin embargo existe una diferenciación más: aquellas masas que poseen directores y las que, por el contrario, no lo
poseen. Para investigar este fenómeno se eligen masas artificiales, duraderas y altamente organizadas.
La Iglesia y el Ejército son masas artificiales; esto es, masas sobre las que actúa una coerción exterior
encaminada a preservarlas de la disolución y a evitar modificaciones de su estructura.
En la Iglesia y en el Ejército reina, cualesquiera que sean sus diferencias en otros aspectos, una misma ilusión: la
ilusión de la presencia visible o invisible de un jefe (Cristo y el general en jefe, respectivamente) que ama con igual
amor a todos los miembros de la colectividad. De esta ilusión depende todo, y su desvanecimiento traería consigo
la disgregación de la Iglesia o del Ejército, en la medida en que la coerción exterior lo permitiese.
El lazo que une a cada individuo con el jefe es también el lazo que une a los individuos entre sí. De esta forma, el
individuo se halla doblemente ligado por lazos libidinosos: por un lado, al jefe, y por el otro, a los restantes
individuos de la colectividad. Debido a estos sólidos lazos afectivos, es fácilmente derivable la modificación y
limitación de la personalidad de los individuos.
El fenómeno del pánico, observable en las masas militares con mayor claridad que en ninguna otra formación
colectiva, nos demuestra también que la esencia de una multitud consiste en los lazos libidinosos existentes en
ella. El pánico se produce cuando tal multitud comienza a disgregarse y se caracteriza por el hecho de que las
órdenes de los jefes dejan de ser obedecidas, no cuidándose ya cada individuo sino de sí mismo, sin atender para
nada a los demás. Rotos así los lazos recíprocos, surge un miedo inmenso e insensato.
Cuando el individuo integrado en una masa en la que ha surgido pánico comienza a no pensar más que en sí
mismo, demuestra con ello haberse dado cuenta del desgarramiento de los lazos afectivos que hasta entonces
disminuían a sus ojos el peligro. Resulta pues que el miedo al pánico presupone el relajamiento de la estructura
libidinosa de la masa y constituye una justificada reacción al mismo tiempo, siendo errónea la hipótesis contraria
de que los lazos libidinosos de la masa quedan destruidos por el miedo ante el peligro.
Viendo, como Mac Dougall, en el pánico una de las manifestaciones más características de la mente de grupo, se
llega a la paradoja de que esta alma colectiva se disolvería por sí misma en una de sus exteriorizaciones más
evidentes, pues es indudable que el pánico significa la disgregación de la multitud, teniendo, por consecuencia, la
cesación de todas las consideraciones que antes se guardaban recíprocamente los miembros de la misma.
-VI. Otros problemas y orientaciones
Surge una reflexión que nos muestra el camino más corto para llegar a la demostración de que la característica de
una masa se halla en los lazos libidinosos que la entrecruzan.
Para ver cómo se comportan los hombres mutuamente desde el punto de vista afectivo se puede utilizar la
parábola de los puercoespines de Schopenhauer (en la cual, ciertos puercoespines en un invierno querían
acercarse para pasar más calentitos el frío, sin embargo, al hacerlo, se pinchaban entre sí. Al separarse, volvían a
tener frío, lo que los obligaba a volver a juntarse. Estas alternativas de aproximación y alejamiento duraron hasta
que les fue dado hallar una distancia media en la que ambos males resultaban mitigados). Según esta parábola,
ningún hombre soporta una aproximación demasiado íntima a los demás.
Conforme al testimonio del psicoanálisis, casi todas las relaciones afectivas íntimas de alguna duración entre dos
personas dejan un depósito de sentimientos hostiles, que precisa, para escapar de la percepción, del proceso de
la represión.
Cuando la hostilidad se dirige contra personas amadas, decimos que se trata de una ambivalencia afectiva
(amor-odio). Es innegable que esta conducta de los hombres revela una disposición al odio y una agresividad a las
cuales se les puede atribuir un carácter elemental.
Pero toda esta intolerancia desaparece, fugitiva o duraderamente, en la masa. Mientras que la formación colectiva
se mantiene, los individuos se comportan como cortados por el mismo patrón: toleran todas las particularidades de
los otros, se consideran iguales a ellos y no experimentan el menor sentimiento de aversión. Según las teorías del
psicoanálisis, tal restricción del narcicismo no puede ser provocada sino por un solo factor: por el enlace libidinoso
a otras personas. El egoísmo no encuentra un límite más que en el amor a otros, el amor a objetos.
Así pues, cuando en la masa surgen restricciones del egoísmo narcisista, inexistentes fuera de ella, se considera
tal hecho como una prueba de que la esencia de la formación colectiva reposa en el establecimiento de nuevos
lazos libidinosos entre los miembros de la misma. Sin embargo, cómo ya se ha dicho, la naturaleza de estos lazos
no es la de perseguir fines sexuales directos, por lo cual, son instintos eróticos que, sin perder nada de su energía,
aparecen desviados de sus fines primitivos.
EJERCICIOS DE PARCIALES ANTERIORES
1) Indique los cuatro aspectos fundamentales de la Psicología Social según Hollander, y describa dos de
ellos.
1- Un conjunto de fenómenos de interés, los que implican influencia social. Ello incluye tanto las relaciones
persona a persona como las relaciones que prevalecen entre los grupos o las sociedades totales, o las de los
individuos con estas entidades sociales más amplias.
2- Un cuerpo de teoría referente a los fenómenos de influencia, es decir, conceptos que contribuyen a explicarlos,
parcialmente o en conjuntos mayores.
3- Los hallazgos acumulados, en su forma de conocimiento aceptado acerca de los fenómenos.
4- Un conjunto de métodos de investigación destinados a la obtención de pruebas sobre los fenómenos, mediante
procedimientos reconocidos, de base objetiva, que permitan un acopio sistemático de datos.
2) A. ¿Cuál es el problema central del que se ocupa la Psicología Social, según Moscovici?
La psicología social es la ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad. De la sociedad externa y de la que
lleva dentro, se ocupa por ejemplo de las presiones conformistas de la mayoría, la oposición entre líder y su grupo.
Las discusiones dentro de un grupo para llegar a una decisión, etc.
B. Describa su objeto de estudio, según este autor.
El objeto de estudio son los fenómenos de ideología y los de comunicación, ordenados según su génesis, su
estructura y su función. Los fenómenos de ideología corresponden a sistemas de representación y actitudes,
fenómenos familiares de prejuicios sociales o raciales, de estereotipos, de creencias, etc. Expresan una
representación social que individuos y grupos forman para actuar y comunicar. Estas representaciones dan forma
a esta realidad mitad física y mitad imaginaria que es la realidad social. Los fenómenos de comunicación social
designan intercambios de mensajes lingüísticos y no lingüísticos (imágenes, gestos, etc.) entre individuos y
grupos; son los medios empleados para transmitir una información determinada e influir sobre los demás.
3) ¿Qué es la Psicología Social para Moscovici?
Para este autor, la Psicología Social es la ciencia de los fenómenos de ideología (cogniciones y representaciones
sociales) y de los fenómenos de comunicación.
Los fenómenos de ideología consisten en sistemas de representaciones y actitudes, por ejemplo los fenómenos
familiares de prejuicios sociales o raciales, estereotipos, de creencias, etc., que expresan una representación
social, estas dan forma a una realidad mitad física y mitad imaginaria que es la realidad social.
Los fenómenos de comunicación social, designan los intercambios de mensajes lingüísticos y no lingüísticos entre
individuos y grupos. Son los medios empleados para transmitir una información determinada e influir sobre los
demás.
4) ¿Qué es la Psicología Social para Hollander?
Este autor considera que la Psicología Social es una de las ciencias que estudia la conducta humana. Esta se
centra en la comprensión de las influencias que producen regularidades y diversidades en el comportamiento
social humano.
Su objeto de estudio es el proceso de influencia social y este es el interés central de la Psicología Social.
Los seres humanos están orientados hacia otros seres humanos dentro de su medio y la influencia social se
manifiesta cada vez que un individuo responde a la presencia real o implícita de otra o de otros.