El Cambio y La Innovación en Los Centros Escolares

7.
El cambio y la innovación
en los centros escolares
“No creo en las revoluciones que cambian el orden de las cosas y

no cambian el corazón del hombre”
Blas Pascal
Ideas clave
El significado del cambio en el mundo actual y su implicación en la escuela.
Alcance de la noción: instituciones inteligentes.
Tipos de inteligencia que deben desarrollar las instituciones educativas.
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El cambio y la innovación en las instituciones educativas
Desde hace algunas décadas la sociedad se ha enfrentado a una gran diver-

sidad de cambios en prácticamente todos los órdenes del acontecer del mun-
do y de la vida humana. Así podemos observar numerosas y profundas trans-
formaciones en el ámbito económico, político, social, familiar y profesional o
científico, entre muchos otros.
Actualmente vivimos en contextos más complejos, dinámicos y exigentes;
vivimos en tiempos turbulentos donde lo que se sabe no alcanza para impulsar
© narcea, s. a. de ediciones
Escalera, Castillo, Ignacio, and Ignacio Escalera. Las instituciones educativas y su cultura: prácticas y creencias
construidas a través del tiempo, Narcea Ediciones, 2014. ProQuest Ebook Central, http://ebookcentral.proquest.com/lib/bibliouarmsp/detail.action?doc
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94 EL CAMBIO Y LA INNOVACIÓN EN LOS CENTROS ESCOLARES
y generar cambios, y donde es necesario reconocer la necesidad de otros sabe-

res y competencias (IIPE, 2003).
Efectivamente, mucho de lo aprendido en el pasado ya no es suficiente
para enfrentar las necesidades del presente y las que se perfilan para el futuro,
por lo que la escuela debe asumir el enorme reto de preparar a las nuevas ge-
neraciones para el cambio.
Las grandes transformaciones en la vida económica van acompañadas por
cambios igualmente profundos en la organización y el impacto del saber y de
la información; en la expansión global del peligro ecológico, con la creciente
conciencia pública de ese peligro; en la reconstrucción geopolítica del mapa
global; en la restitución de las identidades nacionales y culturales e; incluso,
en la redefinición y reestructuración de las identidades humanas (Hargreaves,
1996).
Los patrones de pensamiento y acción en la sociedad se han venido trans-
formando, aunque no siempre manifiestan una línea de desarrollo definida,
pero que de cualquier forma ya han repercutido, tanto en la dinámica de las
escuelas como en el trabajo de los docentes. Como ejemplo de estas repercu-
siones en las instituciones educativas está la marcada tendencia a establecer y
lograr indicadores de calidad que permitan acreditar la confianza en el funcio-
namiento y los resultados del sistema educativo (Marcelo y Estebaranz, 1999).
Sin embargo, conviene preguntarse si la importancia y necesidad de en-
frentar los cambios creativamente ha sido asumida realmente por las institu-
ciones educativas y por todos sus colaboradores. De pronto se puede apreciar
cómo los patrones organizativos de muchos de los centros escolares se man-

tienen anquilosados y ya no responden a las necesidades de una sociedad cada
vez más diversa y plural. Las instituciones educativas han caído en esquemas
que se repiten ciclo tras ciclo, apoyados en la costumbre o en la creencia de que
han permitido que la escuela “funcione bien”.
Al respecto podemos señalar que existen dos formas de respuesta ante
la presencia de los cambios en los centros escolares. En un extremo está la
reacción de rechazo sistemático o evasión a los cambios. Las personas que se
ubican en esta perspectiva conciben el cambio como una situación amenazante
que implica la pérdida de algo y por ello lo cuestionan invariablemente.
En el otro extremo están aquellos que se manifiestan como precursores del
cambio, pero que en realidad no tienen claro el enfoque y destino del cambio
LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS Y SU CULTURA 95
que enarbolan. En muchas ocasiones estos trabajadores, generalmente direc-

tivos, se atribuyen el ser personas a las que les gusta “romper paradigmas” lo
cual de inicio pareciera positivo, no obstante, cabría reflexionar sobre cuáles
son los paradigmas que pretenden modificar, porque puede suceder que se
quiera atentar contra un valor o práctica positiva en el cual se sustenta el desa-
rrollo que ha forjado la institución.
Lo anterior nos permite concluir que es primordial para los centros educa-
tivos reflexionar, definir y planear el sentido del cambio que se pretende impul-
sar. Por otra parte, se debe tener cuidado que la vorágine del cambio no afecte
la continuidad de los proyectos y tareas institucionales. Si bien es importante
fomentar el espíritu de cambio, el personal de las instituciones deberá asumir
una visión de respeto y humildad para reconocer el trabajo de los antecesores;
nunca se empieza de cero, será necesario erradicar la postura equivocada y
soberbia que tanto daño hace a las instituciones, al pensar que cada gestión es
un asunto de “borrón y cuenta nueva”.
Por lo tanto, la escuela debe fomentar entre toda su comunidad de alumnos
y trabajadores, el auténtico sentido del cambio, el cual debe conducir a mejorar
las condiciones existentes para lograr resultados verdaderamente trascenden-
tes en la práctica educativa. Para que esto se pueda alcanzar es importante que
la innovación sea planeada, comunicada y clarificada en todos los niveles de la
organización escolar, a fin de que se puedan entender y prevenir los cambios
con creatividad.
Sin embargo, la verdadera cultura y orientación hacia el cambio educativo
se debe promover desde la actuación integral de la escuela, en donde se consi-

dere como premisa esencial la congruencia entre el discurso y la realidad.
Lo anterior significa que el auténtico compromiso hacia el cambio y la in-
novación no se manifiestan fundamentalmente en el discurso sino en las postu-
ras reales y cotidianas de cuestionamiento, reflexión, diálogo, apertura y bús-
queda de mejores formas de intervención a fin de incidir en los problemas y
retos prioritarios de la educación en nuestro tiempo.
Es así que la presencia del cambio se va a convertir en una constante en
los años por venir. La educación que lo promueve, se comprende como una
condición lógica para el ejercicio de la democracia política, el crecimiento eco-
nómico y la equidad social. Por ello la cultura, los valores y el pluralismo son
las bases del nuevo paradigma de los aprendizajes permanentes y continuos,
que posibiliten el aprender a “des-aprender” y volver a aprender (Didriksson,

2007).
Hoy debemos entender la escuela como una unidad de cambio pero reco-
nociendo que estos cambios no tienen un carácter simple sino complejo, dado
que constituyen sistemas abiertos con sus particulares contextos. La misma
información no es estática, sino que responde a múltiples connotaciones deri-
vadas del ámbito específico en que se presenta.
Por ello, la función de los líderes como auténticos gestores del cambio es
fundamental, pues en sus manos está el potencializar las capacidades creativas
de todos los integrantes de la institución y además propiciar la convicción y
compromiso de la comunidad escolar en las transformaciones que es necesario
emprender, producto de un análisis colectivo profundo y no como arrebatos
espontáneos que emergen de la mente privilegiada de algunos “iluminados”.
Ya León Tolstoi advertía con gran elocuencia “todos quieren cambiar al mun-
do, pero nadie se quiere cambiar a sí mismo”.
Hacia el desarrollo de instituciones inteligentes
Los cambios que se han venido suscitando en los distintos órdenes de la

sociedad colocan a la escuela ante la exigencia de adaptarse y transformarse
en sus distintas facetas: organizacional, académica, curricular, económica y de
vinculación, entre otras. En tal sentido, se destaca la necesidad de entender a
las escuelas como verdaderas organizaciones inteligentes o comunidades de

aprendizaje.
El rediseño de las organizaciones escolares se debe construir sobre otras
bases: una pluralidad de sujetos con múltiples saberes, la consideración del
aprendizaje sobre la misma organización y la construcción de un futuro que
oriente hacia dónde dirigirse (IIPE, 2003). En consecuencia se redefine el sen-
tido de los roles y funciones de todos los que trabajan en la institución escolar.
Resulta contradictorio reconocer que si bien las instituciones educativas
tienen, entre otras, la importante función de fomentar y activar los aprendi-
zajes de sus estudiantes, y en buena medida generar en éstos la competencia
para autoaprender, los propios centros escolares se hayan mantenido como
instituciones estáticas y apegadas a sus creencias tradicionales, incapaces de
cuestionar y remover los cimientos en los que se sustenta su práctica educativa.
Por ello, una prioridad para las instituciones educativas deberá ser el
desarrollo de la capacidad de aprendizaje a partir de nuevos esquemas de
pensamiento-acción-evaluación que permitan analizar, ejecutar y valorar sus
diferentes procesos, incorporando nuevas ideas y proyectos con una clara
visión.
Según Marcelo y Estebaranz (1999) las escuelas se transformarán en or-
ganizaciones inteligentes, capaces de actuar y de trascender, siempre y cuando
desarrollen las siguientes inteligencias:
• Inteligencia contextual. Es la capacidad de la escuela para verse a sí mis-

ma en estrecha relación con la comunidad y con el entorno del que for-
ma parte.
• Inteligencia estratégica. Consiste en que la escuela tenga claridad de pen-
samiento sobre los objetivos que pretende alcanzar, además de la capa-
cidad para desarrollar planes de acción en función de las condiciones
presentes y lo que se proyecta hacia el futuro.
• Inteligencia académica. Está relacionada con la capacidad del centro es-
colar para impulsar la calidad de los programas educativos, con base en
la implicación comprometida y autoexigente de alumnos y profesores.
• Inteligencia reflexiva. Se refiere a la voluntad y capacidad de autoanálisis
que desarrolla la institución en su conjunto para valorar su efectividad
en sentido integral, y no solamente a través del uso de datos estadísticos.
• Inteligencia pedagógica. Es la capacidad de la escuela para verse a sí mis-

ma como organización de aprendizaje y estudiar lo necesario en torno a
este proceso.
• Inteligencia colegial. Es la capacidad que desarrolla la escuela para tra-
bajar colegiada y colaborativamente por parte de todos sus integrantes,
con énfasis en el cuerpo docente.
• Inteligencia emocional. Es la competencia que desarrolla la escuela para
favorecer la expresión de las emociones, y el manejo positivo de éstas
por parte de todos sus integrantes.
• Inteligencia ética. Es la capacidad que manifiesta la escuela para fomen-
tar el aprendizaje y la práctica congruente de los valores éticos funda-
mentales entre todos sus miembros.
En una organización inteligente los líderes son responsables de construir

espacios donde la gente expande continuamente su aptitud para comprender la
complejidad, clarificar la visión y mejorar los modelos mentales compartidos,
es decir, son responsables de aprender.
La función esencial del líder (Senge, 1990: 424) consiste en diseñar los pro-
cesos de aprendizaje a través de los cuales el personal de la organización puede
abordar productivamente situaciones críticas y desarrollar su dominio de las
disciplinas de aprendizaje.
En ese sentido, se debe tener muy claro que no existen respuestas univer-
sales y preconcebidas para resolver los distintos problemas que afrontan las
instituciones educativas; cada organización es distinta y con una cultura propia
que hace necesario un abordaje integral en donde se reconozcan las particula-
ridades de cada centro escolar.
Las instituciones educativas, por tanto, deberían ser los espacios donde
más se reflexionara y discutiera sobre educación; sin embargo, la tendencia
al activismo, al mecanicismo y otras prácticas que se disfrazan de moderni-
dad han provocado que las escuelas abandonen su auténtico sentido peda-
gógico.
Resulta primordial, ante la presencia de diversas transformaciones en las
instituciones educativas, vigilar que la racionalidad con la que este proceso se
lleva a cabo, evite perder la valoración del ser humano, sus ideales de justicia,
solidaridad y superación moral.
En las escuelas, más que pregonar discursos de calidad y eficiencia, se debe

promover un tipo de cultura que promueva la conciencia para evitar la forma-
ción de consumidores voraces, procurando educar seres humanos que entien-
dan la trascendencia de la vida y sus responsabilidades éticas y morales hacia sí
mismos y hacia su sociedad, capaces de cuestionar lo que habitualmente se ha
presentado como incuestionable y capaces de desarrollar una auténtica praxis
comunicativa.
En ese sentido conviene reflexionar sobre los planteamientos que realiza
el poeta norteamericano George Carlin en La paradoja de nuestro tiempo, (ci-
tado por Lepeley, 2003:15) donde describe las enormes contradicciones que se
presentan en los seres humanos y en las creencias actuales, planteamientos que
se transcriben a continuación:
Hoy tenemos edificios más altos, pero temperamentos más cortos,

carreteras más anchas, pero puntos de vista más estrechos.
Gastamos más pero conseguimos menos,
compramos más pero disfrutamos menos.
Tenemos casas más grandes, pero familias más pequeñas,
más comodidades, pero menos tiempo para aprovecharlas.
Tenemos más estudios, pero menos sentido común,
más conocimiento, pero menos juicio
más expertos, pero más problemas,
más medicinas, pero menos bienestar físico.
Bebemos demasiado, fumamos demasiado, gastamos sin límite.
Reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos muy rápido.
Nos acostamos muy tarde, nos levantamos cansados, leemos muy poco.
Miramos demasiada televisión, y oramos muy poco.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores.
Amamos poco y odiamos mucho.
Hemos aprendido cómo ganarnos la vida, pero no sabemos vivir,
hemos agregado años a la vida, pero no vida a los años.
Hemos ido y regresado de la luna,
pero difícilmente cruzamos la calle para saludar a un vecino.
Hemos conquistado el espacio externo,
pero sabemos muy poco de nuestro espacio interno.
Hemos hecho cosas más grandes, pero no cosas mejores.

Vamos limpiando el aire, pero contaminando nuestra alma.
Hemos logrado desintegrar el átomo, pero no nuestros prejuicios.
Escribimos más, pero aprendemos menos.
Construimos más computadoras para mantener más información,
publicamos más que nunca, pero tenemos menos comunicación.
Éstos son los tiempos de comida rápida, pero digestión lenta,
de mayor cantidad de alimentos, pero menos nutritivos,
de personas altas y temperamentos cortos,
de más tiempo libre, pero menos placer en disfrutarlo,
de profundas ganancias, pero relaciones superficiales
y de paz mundial, pero batallas hogareñas.
A partir de la realidad expuesta con gran lucidez por George Carlin, cabe
reflexionar sobre cuál ha sido la contribución de la escuela ante esta problemá-
tica que ha llevado a abandonar, o al menos limitar, el aporte humano y social
que tienen las instituciones educativas.
Pareciera ser que, lamentablemente, el crecimiento y expansión cuantita-
tiva de la escuela no ha ido de la mano con el fortalecimiento de las cuestiones
fundamentales de las personas y de la sociedad. Ése puede ser el riesgo cuando
de pronto se emprenden “cambios o innovaciones educativas” que dejan de
lado el componente fundamental que es la naturaleza humana y social de los
procesos educativos.
Preguntas para reflexionar

✓ ¿Por qué la necesidad del cambio y la innovación en el contexto del
trabajo educativo?
✓ ¿Cómo hacer prevalecer el auténtico sentido del cambio y la innova-
ción educativa?
✓ ¿Cuál es la relación que usted identifica entre la orientación hacia la
innovación educativa y los aspectos éticos?
✓ ¿Cómo se pueden fomentar en las instituciones educativas los distintos
tipos de inteligencia descritos en este capítulo?

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7.

“No creo en las revoluciones que cambian el orden de las cosas y

El cambio y la innovación en las instituciones educativas

Desde hace algunas décadas la sociedad se ha enfrentado a una gran diver-

y generar cambios, y donde es necesario reconocer la necesidad de otros sabe-

cómo los patrones organizativos de muchos de los centros escolares se man-

que enarbolan. En muchas ocasiones estos trabajadores, generalmente direc-

se debe promover desde la actuación integral de la escuela, en donde se consi-

que posibiliten el aprender a “des-aprender” y volver a aprender (Didriksson,

Hacia el desarrollo de instituciones inteligentes

Los cambios que se han venido suscitando en los distintos órdenes de la

las escuelas como verdaderas organizaciones inteligentes o comunidades de

• Inteligencia contextual. Es la capacidad de la escuela para verse a sí mis-

• Inteligencia pedagógica. Es la capacidad de la escuela para verse a sí mis-

En una organización inteligente los líderes son responsables de construir

En las escuelas, más que pregonar discursos de calidad y eficiencia, se debe

Hoy tenemos edificios más altos, pero temperamentos más cortos,

Hemos hecho cosas más grandes, pero no cosas mejores.

Preguntas para reflexionar

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