Consejos para La Solicitud de La Misa
Consejos para La Solicitud de La Misa
Consejos para La Solicitud de La Misa
En primer lugar la Carta disipa las dudas de Mons. Arancedo (y de tantos otros
pastores) que fueron publicadas por Panorama Católico. Expresaba entre otras
cosas Mons. Arancedo: “Creo que admitir dos expresiones litúrgicas en el seno del
rito latino y al interno de una misma Iglesia Particular, debilitaría la fuerza de su
comunión y vida pastoral, como el testimonio, además, de su “lex orandi”. El Papa
aclara las dudas y escrúpulos que atormentaban, movido por su celo pastoral, al
prelado argentino, en el Artículo 1°:” El Misal Romano promulgado por Pablo VI es
la expresión ordinaria de la "Lex orandi" ("Ley de la oración"), de la Iglesia católica
de rito latino. No obstante el Misal Romano promulgado por San Pío V y
nuevamente por el beato Juan XXIII debe considerarse como expresión
extraordinaria de la misma "Lex orandi" y gozar del respeto debido por su uso
venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la "Lex orandi" de la Iglesia no
llevarán de forma alguna a una división de la "Lex credendi" ("Ley de la fe") de
la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.”
Continúa el texto estableciendo los distintos casos de aplicación del Rito Tridentino:
El art. 2°, prescribe que “…en las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote
católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar sea el Misal
Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 que el Misal Romano
promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo
Sacro. Para dicha celebración siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita
ningún permiso, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.”
Es decir que cualquier sacerdote puede utilizar el Misal Romano en las misas sin el
pueblo, y para ello no requiere ningún permiso.
Art. 3.- Las comunidades de los institutos de vida consagrada y de las Sociedades
de vida apostólica, de derecho tanto pontificio como diocesano, que deseen celebrar
la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la
celebración conventual o "comunitaria" en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si
una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas
celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete
a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los
estatutos particulares.
¿Pero qué pasa si queremos que se rece la Misa Tridentina en nuestra parroquia y
el cura no la reza?. Porque no la sabe, porque no se le ocurrió o simplemente
porque no se le antoja. Y aquí una salvedad antes de seguir: algunos medios de
prensa se han encargado de decir que el Motu Proprio tendrá relativa importancia
porque la mayoría de los sacerdotes no saben latín. Hay que distinguir: que no
conozcan la Liturgia Tridentina, pase. Pero la misa no tiene nada que ver con que
no sepan latín: eso es defectuosa formación académica en los seminarios, no
liturgia.
Por lo tanto, la Misa debe ser pedida no por una persona, sino por un grupo estable
de fieles, de tal modo que es un derecho colectivo, no individual. Ahora bien,
¿cuántos fieles constituyen un grupo estable? La Carta no lo menciona. Pero del
contexto del documento y de la carta a los Obispos que remitió el Santo Padre
acompañando el Motu Proprio, se sigue que el criterio interpretativo debe ser
amplio. Así las cosas entiendo que, por ejemplo, una familia, es un grupo estable de
fieles. La norma obliga al párroco a acoger la petición de “buen grado”. Si se trata
de un sacerdote muy progresista y recibe su petición con un gruñido, exíjale que
sonría. Lo manda el Papa.
Supongamos ahora que –Dios no lo quiera, pero como dice el refrán “el que se
quema con leche cuando ve una vaca llora”- que el Párroco, sonriente y todo,
archiva la presentación. ¿Qué hacer en este caso?
Seguir con el procedimiento del artículo 7: “… Si un grupo de fieles laicos, como los
citados en el art. 5, §1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del
párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su
deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia
Comisión "Ecclesia Dei”.
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