Consejos para La Solicitud de La Misa

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ALGUNOS CONSEJOS PRACTICOS PARA SOLICITAR LA

APLICACIÓN DE LA CARTA APOSTÓLICA “SUMMOROM


PONTIFICUM”

De acuerdo a la promulgación de la Carta Apostólica de Motu Proprio “Summorum


Pontificum” por parte de S.S. Benedicto XVI, es conveniente efectuar algunas breves
precisiones jurídicas a fin de evitar presentaciones improcedentes, querellas y
cualquier tipo de discordias.

En primer lugar la Carta disipa las dudas de Mons. Arancedo (y de tantos otros
pastores) que fueron publicadas por Panorama Católico. Expresaba entre otras
cosas Mons. Arancedo: “Creo que admitir dos expresiones litúrgicas en el seno del
rito latino y al interno de una misma Iglesia Particular, debilitaría la fuerza de su
comunión y vida pastoral, como el testimonio, además, de su “lex orandi”. El Papa
aclara las dudas y escrúpulos que atormentaban, movido por su celo pastoral, al
prelado argentino, en el Artículo 1°:” El Misal Romano promulgado por Pablo VI es
la expresión ordinaria de la "Lex orandi" ("Ley de la oración"), de la Iglesia católica
de rito latino. No obstante el Misal Romano promulgado por San Pío V y
nuevamente por el beato Juan XXIII debe considerarse como expresión
extraordinaria de la misma "Lex orandi" y gozar del respeto debido por su uso
venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la "Lex orandi" de la Iglesia no
llevarán de forma alguna a una división de la "Lex credendi" ("Ley de la fe") de
la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.”

Misas “sin pueblo” y congregaciones religiosas

Continúa el texto estableciendo los distintos casos de aplicación del Rito Tridentino:

El art. 2°, prescribe que “…en las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote
católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar sea el Misal
Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 que el Misal Romano
promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo
Sacro. Para dicha celebración siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita
ningún permiso, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.”

Es decir que cualquier sacerdote puede utilizar el Misal Romano en las misas sin el
pueblo, y para ello no requiere ningún permiso.

El artículo 3° por su claridad no merece mayores explicaciones. Dice:

Art. 3.- Las comunidades de los institutos de vida consagrada y de las Sociedades
de vida apostólica, de derecho tanto pontificio como diocesano, que deseen celebrar
la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la
celebración conventual o "comunitaria" en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si
una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas
celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete
a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los
estatutos particulares.

Participación de los fieles

El artículo 4° preceptúa que “…a la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere


el artículo 2, también pueden ser admitidos -observadas las normas del derecho- los
fieles que lo pidan voluntariamente.”

Es decir, el fiel, individualmente no tiene derecho a participar en la Santa Misa


sino que si lo solicita “puede ser admitido”, potestad reservada al párroco.
Recuérdese que estamos ante el supuesto de que el párroco, por su propia
voluntad, decide utilizar el misal del Beato Juan XXIII. A pesar de que en este caso
no hay en sentido estricto un derecho del fiel a participar, se puede colegir que si un
sacerdote decide utilizar el Misal Tridentino, va admitir al pueblo a la ceremonia. No
parece que este artículo vaya a ocasionar dificultades.

¿Pero qué pasa si queremos que se rece la Misa Tridentina en nuestra parroquia y
el cura no la reza?. Porque no la sabe, porque no se le ocurrió o simplemente
porque no se le antoja. Y aquí una salvedad antes de seguir: algunos medios de
prensa se han encargado de decir que el Motu Proprio tendrá relativa importancia
porque la mayoría de los sacerdotes no saben latín. Hay que distinguir: que no
conozcan la Liturgia Tridentina, pase. Pero la misa no tiene nada que ver con que
no sepan latín: eso es defectuosa formación académica en los seminarios, no
liturgia.

Bien. ¿Qué hacer entonces si queremos la Misa en nuestra parroquia? La solución


la brinda el Art.5. §1.: “ En las parroquias, donde haya un grupo estable de fieles
adherentes a la precedente tradición litúrgica, el párroco acogerá de buen grado
su petición de celebrar la Santa Misa según el rito del Misal Romano editado en
1962. Debe procurar que el bien de estos fieles se armonice con la atención
pastoral ordinaria de la parroquia, bajo la guía del obispo como establece el can.
392 evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia.”

Por lo tanto, la Misa debe ser pedida no por una persona, sino por un grupo estable
de fieles, de tal modo que es un derecho colectivo, no individual. Ahora bien,
¿cuántos fieles constituyen un grupo estable? La Carta no lo menciona. Pero del
contexto del documento y de la carta a los Obispos que remitió el Santo Padre
acompañando el Motu Proprio, se sigue que el criterio interpretativo debe ser
amplio. Así las cosas entiendo que, por ejemplo, una familia, es un grupo estable de
fieles. La norma obliga al párroco a acoger la petición de “buen grado”. Si se trata
de un sacerdote muy progresista y recibe su petición con un gruñido, exíjale que
sonría. Lo manda el Papa.

Para el caso extremo en que el sacerdote se niegue a recibir la petición en la


Parroquia, no discuta. Envíela por carta documento.
¿En qué oportunidad puede celebrarse la Misa Tridentina? Quedó dicho que el
requerimiento de estos fieles debe armonizar “con la atención pastoral ordinaria de
la parroquia” y esta admitida (art. 5°,. § 2) “…en día ferial; los domingos y las
festividades”.

Del artículo precitado surge que la autoridad competente para entender de la


petición es el párroco, no el obispo. Por ende no deben hacerse presentaciones
directamente a los Ordinarios sino al Párroco de los peticionantes. De lo contrario la
solicitud es improcedente, quiebra la vía jerárquica y, aunque esto no sea cuestión
legal, implica una grave descortesía hacia la persona del Párroco.

Supuesto de silencio del Párroco

Supongamos ahora que –Dios no lo quiera, pero como dice el refrán “el que se
quema con leche cuando ve una vaca llora”- que el Párroco, sonriente y todo,
archiva la presentación. ¿Qué hacer en este caso?

Seguir con el procedimiento del artículo 7: “… Si un grupo de fieles laicos, como los
citados en el art. 5, §1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del
párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su
deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia
Comisión "Ecclesia Dei”.

El artículo siguiente amplía aún más el mecanismo:


Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero
que por diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión "Ecclesia
Dei" para que le aconseje y le ayude.

Es decir, que si la presentación no tiene respuesta favorable, por cualquier causa,


debe remitirse a Roma.

Para finalizar, si el Obispo no desea, no puede o no considera conveniente que se


rece la Misa Tridentina en cada parroquia en que un grupo estable lo solicite, puede
proceder de acuerdo a lo establecido por el artículo 10:” El ordinario del lugar, si lo
considera oportuno, puede erigir una parroquia personal según la norma del canon
518 para las celebraciones con la forma antigua del rito romano, o nombrar un
capellán, observadas las normas del derecho.”

Se agrega a continuación una presentación modelo, de acuerdo con lo expuesto


en esta nota. Debe tenerse presente que para el Derecho Canónico la mayoría de
edad se alcanza a los 18 años.

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