T41002
T41002
Departamento de Musicología
TESIS DOCTORAL
PRESENTADA POR
Directora
Madrid, 2019
Departamento de Musicología
TESIS DOCTORAL
Directora
Cristina Bordas Ibáñez
Madrid, 2018
©Ana María del Valle Collado, 2018
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
Departamento de Musicología
Madrid, 2018
A mis padres y a mis hijos, por todo lo vivido y por todo lo que ha de venir
AGRADECIMIENTOS
Son muchas las personas a las que me gustaría dar las gracias. Todas ellas han influido, a su
manera, en la elaboración de este trabajo. Mi primer agradecimiento va para a mi directora
Cristina Bordas, quien, aún en los momentos más difíciles, en ningún momento ha cejado en
su apoyo, su ayuda y su sabido consejo, siempre desde la amistad y muchas veces también
desde la paciencia. Es gracias a ella que esta tesis ha podido llegar a completarse.
Son muchas, así mismo, las instituciones que he visitado en la búsqueda de documentación,
información o incluso una pequeña pista que sirviera de pieza en la confección de este puzle.
Y debo decir que en todo momento me he encontrado con personas que me han ayudado bien
sea localizando un documento, bien sea facilitándome un dato clave que me abría nuevas
puertas. La Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca del Real Conservatorio de Música de
Madrid, el Archivo General de Palacio, la Real Biblioteca, Biblioteca Musical del
Ayuntamiento de Madrid “Víctor Espinós” o la Bibliothéque Nationale de France son algunos
de los lugares donde he recibido ayuda y, en algunos casos, algún guiño de aquellos que
comparten la pasión por la investigación y la música.
A todos mis compañeros de la facultad y profesores, por todas las sugerencias, intercambio de
opiniones y consejos.
A mis padres, por enseñarme que con tesón y honestidad se llega a la consecución de los
propósitos.
A mis hijos, que con su amor y su alegría, hacen que cada día me parezca nuevo y lleno de
posibilidades.
Bibliografía
DMEH: Diccionario de la Música española e hispanoamericana. (1999). dir. E. Casares
Rodicio. Madrid: SGAE.
MGG: Die Musik in Gestichte und gegenwart: Allgemeine Enzyklopädie der Musik. (1989).
Munich: Bärenreiter Metzler.
TNGD: The New Grove Dictionary of Music and Musicians, (2001). Ed. S. Sadie, London:
Macmillan.
Otros
Cap.: Capítulo
Ed.: Edición
Ed. rev.: Edición revisada
Ed. (Eds.): Editor (es)
Ms: Manuscrito
Núm.: Número
P. (pp.): Página (páginas)
S. f.: Sin fecha
Trad. (Trads.): Traductor (es)
Vol. (Vols.): Volumen (Volúmenes)
ÍNDICE
1. Concepto de “Escuela”………………………………………………………………………………………………….24
1.1. Definición del término……….……………………………………………………………………………….24
1.2. Particularidades en torno al uso del vocablo “Escuela”………………………………………………………28
2. Los inicios. El Conservatorio de París y los métodos de violín más influyentes en España………………….……..32
2.1. Giovanni Batista Viotti como “ilustre fundador de la escuela de violín moderna”…………………………...32
2.1.1. Los conciertos de Viotti, una imaginativa fusión de elementos italianos,
franceses y alemanes……………………………………………………………………………………33
2.1.2. La transmisión de un estilo. El legado pedagógico de Viotti…………………………………….38
2.2. El Conservatorio Superior de Música de París como ideal y modelo centralizador………………………… 43
2.3. Los métodos pedagógicos del Conservatorio de París: expresión escrita de una tradición…………………. 50
2.4. Michel Woldemar, la transición entre Viotti y Baillot. Influencia y recepción de los arcos de Tourte……… 54
2.5. Las bases de la moderna escuela francesa de violín: Méthode du violon (1803) de Baillot, Rode y Kreutzer, y
L'Art du violon (1834) de Baillot………………………………………………………………………………….64
2.5.1. Aspectos técnicos: escalas, scordatura y posibilidades tímbricas……………………………….69
2.5.2. Arco en cuádruples cuerdas y la huida del efectismo……………………………………………74
2.5.3. Paganini y Lafont. El duelo entre dos estilos……………………………………………………77
2.5.4. Sobre la expresión y el estilo propios. El buen gusto que repugna todo exceso………………...80
2.5.5. Metrónomo y expresividad………………………………………………………………………83
2.5.6. Per ben suonare bisogna ben cantare. El canto como modelo………………………………….83
2.5.7. Sobre el arco como característica técnica de la escuela francesa………………………………..85
2.5.8. Indicaciones sobre luthería: sordinas, almohadillas, violines y cuerdas………………………...86
2.5.9. Integración del violinista en el mundo profesional……………………………………………...95
2.6. Del método a la práctica musical a través de tres autores: Pierre Baillot, Pierre Rode y Rodolphe Kreutzer.97
2.6.1. Pierre Baillot (1771-1842). El justo equilibrio entre tradición e innovación…………………....97
2.6.2. Pierre Rode (1744-1830). El valor de un estilo y una obra pedagógica………………………..103
2.6.3. Rodolphe Kreutzer (1766-1831). ¿Instinto o escuela?…………………………………………106
2.7. Jacques-Féréol Mazas (1782-1849). Corrección postural y defensa de los sonidos armónicos en su Méthode
de violon (1830)………………………………………………………………………………………………….110
2.8. Los principios técnicos y de estudio del violín de Viotti en el Méthode théorique et practique de violon
(1842) de François-Antoine Habeneck (1781-1849)………………………………………………………….....117
2.9. El método más influyente en la pedagogía española del violín: École du violon. Méthode complète et
progressive à l'usage du conservatoire (1844) de Delphin Alard (1815-1888)…………………...……………..127
3. La escuela franco-belga como gran referencia para los violinistas españoles………………………………………133
3.1. Charles de Bériot (1802-1870), la creación de la escuela belga de violín y su influjo en Jesús de Monasterio y
los violinistas españoles………………………………………………………………………………………….133
3.2. Los inicios: el Conservatorio Superior de Música de Bruselas……………………………………………..135
3.3. La influencia en la práctica: Méthode du violon (1857) de Charles de Bériot: la brillantez técnica de Paganini
y la sutileza de estilo de la escuela de París……………………………………………………………………...138
3.3.1. La misión del violín: la expresión de los sentimientos sobre cualquier exhibición………….…145
3.3.2. Postura de sujeción y primeras noticias sobre la almohadilla…………………………………..147
3.3.3. Medidas a tener en cuenta respecto a la afinación……………………………………………...148
3.3.4. Sobre la correcta ejecución de los acordes……………………………………………………..149
3.3.5. Digitación técnica vs digitación expresiva……………………………………………………..149
3.3.6. Controversia en cuanto al pizzicato…………………………………………………………………….150
3.3.7. La perfección de estilo………………………………………………………………………….151
1. “La placita segura”. Arbós, del Hierro y las oposiciones a Profesor Numerario de violín de 1888……………………..319
1.1. La convocatoria……………………………………………………………………………………………...319
1.2. La preparación……………………………………………………………………………………………….321
1.3. El desarrollo y la resolución……………………………………………………...………………………….324
2. La Real Capilla como suplemento necesario…………………………………………………………………………….329
2.1. Presencia y nombramiento de violinistas en la Real Capilla………………………………………………..329
2.2. Una laxa concesión de licencias……………………………………………………………………………..334
2.3. Concurso para la plaza de Conservador del Archivo Musical e instrumentos del Palacio Nacional………..336
3. El ejercicio de un repertorio: el facticio de Luis Veldrof y Plaza…………………………………………………...…...338
4. El repertorio innovador: el Quinteto Ibérico o el Quinteto de Música Clásica di Camera. Agrupaciones camerísticas de
Enrique Fernández Arbós…………………………………………………..…………………………………………...….344
4.1. Un necesario pluriempleo musical…………………………………………………………………………..344
4.2. Del Trío Ibérico al Sexteto Arbós……………………………………………………………………………………..346
4.3. El Quinteto Iberia o Quinteto Música Clásica di Camera: un nuevo repertorio…………………………...349
CONCLUSIONES…………………………………………………………………………………………………………………...355
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………………………………….363
DISCOGRAFÍA……………………………………………………………………………………………………………………...384
APÉNDICES…………………………………………………………………………………………………………………………385
- Apéndice 1: HABENECK, F.-A. (1842). Méthode théorique et practique de violon. París: Canaux. Páginas facsímiles del método de
Giovanni Battista Viotti (BNF)……………………………………………………………………………………………………….386
- Apéndice 2: Carta de Andrés Gaos dirigida a Jesús de Monasterio y fechada en Lugo el 9 de octubre de 1895 (Archivo del
RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545)…………………………………………………………………………………………...392
- Apéndice 3: Notas manuscritas de Jesús de Monasterio del 2 de julio de 1888 realizadas durante la realización de las pruebas de
oposición para profesor de violín (Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545)…………………………………………394
- Apéndice 4: Carta dirigida a Jesús de Monasterio (datada por éste como “recibida el 12 de julio de 1895” y firmada por “J. Ortega”
(Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545)……………………………………………………………………………..398
- Apéndice 5: Patente de BECKER, F. W. (1887). Combined chin and shoulder rest for violins, U.S. Patent n. 360,408. Washington,
D.C.: U.S. Patent and Trademark Office……………………………………………………………………………………………...402
- Apéndice 6: Patente de BECKER, F. W. (1904). Combined chin and shoulder rest for violins, U.S. Patent n. 775,792.Washington,
D.C.: U.S. Patent and Trademark Office……………………………………………………………………………………………...404
- Apéndice 7: Patente de BECKER, F. W. (1904). Violin chin-rest, U.S. Patent n. 775,465. Washington, D.C.: U.S. Patent and
Trademark Office……………………………………………………………………………………………………………………..406
- Apéndice 8: Patente de BECKER, F. W. (1907). Violin chin-rest plate, U.S. Patent n. 849,961. Washington, D.C.: U.S. Patent and
Trademark Office……………………………………………………………………………………………………………………..408
- Apéndice 9: Patente de BECKER, F. W. (1916). Chin-rest for violins, U.S. Patent n. 1,204,642. Washington, D.C.: U.S. Patent and
Trademark Office……………………………………………………………………………………………………………………...410
- Apéndice 10: Patente de BECKER, F. W. (1918). Violinist’s Practise Device, U. S. Patent n. 1,275,202. Washington, D.C.: U.S.
Patent and Trademark Office……………………………………………………………………………………………...…………..413
- Apéndice 11: Carta de Manuel Quiroga al Presidente de la Junta de Pensiones para el extranjero fechada el 23 de marzo de
1910…………………………………………………………………………………………………………………………………...417
LISTADO DE ILUSTRACIONES…………..……………………………………………………………………………………...419
RESUMEN EN CASTELLANO E INGLÉS
Abstract
1
institutions like the Royal Chapel or in chamber music. Finally we have
analised how stylistic and technical directives received by these violinists
through their studies abroad affected aspects like the choice of a repertoire or
their performing practice.
2
INTRODUCCIÓN
3
Muchos son los violinistas españoles que desarrollaron una carrera brillante
durante estos años, sin embargo, el carácter no biográfico de esta investigación
hace necesario centrase en un número reducido de intérpretes españoles sin que
esto impida hacer referencias puntuales a algún otro fuera de este grupo
concreto inicial. Obviamente no todos los intérpretes participan en igual
medida de cada uno de los temas tratados, y es en función de las fuentes
localizadas que podemos encontrar una mayor o menor presencia de cada uno
de ellos en cada uno de los apartados de los que trata esta tesis.
La intención de este trabajo no es la de trazar un perfil cronológico de todos
ellos, ya que figuras como Pablo de Sarasate (1844-1908), Enrique Fernández
Arbós (1863-1939) o Jesús de Monasterio (1836-1903) han sido tratados en
profundidad desde un punto de vista biográfico en estudios anteriores. Sin
embargo, otros como José del Hierro (1864-1933) o Antonio Fernández Bordas
(1870-1950) bien merecen un intenso estudio que ponga en valor y de a
conocer sus trayectorias profesionales altamente brillantes.
Cabe aclarar que por cuestiones prácticas, en las referencias a los “estados
italianos” durante el siglo XVIII, se menciona “Italia”. Por la misma razón se
utilizará el término “Alemania”, pese a que hasta finales del siglo XVIII ésta
únicamente existió como “estados germánicos”.
Así mismo, por “escuela francesa”, en contraposición a “escuela franco-belga”,
entendemos su antecedente, que comprendería desde el establecimiento de
Viotti en Francia hasta el inicio de la labor de de Bériot en el Conservatorio de
Bruselas. A su vez, los términos “franco-belga” y “alemán” en referencia a
estas escuelas hacen alusión respectivamente a un estilo francófono y
germánico de interpretación.
4
Finalmente, es necesario señalar que, por razones de uniformidad y coherencia,
todas las traducciones, salvo que se indique lo contrario, son de la autora del
presente texto.
Tras examinar las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora acerca de los
violinistas españoles del periodo que nos ocupa dentro de los campos de la
biografía, la pedagogía, la técnica o el repertorio, nos damos cuenta de los
vacíos de conocimiento y preguntas que, en forma de desafíos, quedan aún por
responder. No existen estudios dedicados en exclusiva al análisis técnico o
estilístico de los violinistas españoles que, a partir de criterios científicos,
permitan la identificación de un estilo interpretativo propio más allá de su
inclusión en una u otra escuela en función de su formación.
Por ello los objetivos que persigue este trabajo son los siguientes:
5
2. Establecer las características interpretativas de la escuela franco-belga y
alemana.
Los violinistas españoles más importantes del siglo XIX completaron su
formación en el extranjero bajo las enseñanzas de las tradiciones violinísticas más
relevantes de la época, como son la franco-belga y la alemana. Por ello, uno de los
primeros retos que se nos plantean es el de determinar las características
interpretativas de estas dos escuelas. Pese a la evidente importancia de otras
tradiciones, nos hemos centrado únicamente en estas dos, por ser las que mayor
influencia ejercieron sobre los intérpretes de violín de nuestro país.
2. Estado de la cuestión
9
hemos tenido muy en cuenta en la presente tesis como son los que hemos
denominado “papeles de Monasterio”1.
Por su parte, la tesis de Cambeiro sobre Manuel Quiroga (1892-1961) ha sido de
utilidad a la hora de cotejar y consultar algunos datos biográficos de esta importante
figura violinística si bien, al igual que ocurría en el caso anterior, su planteamiento
biográfico queda muy lejos de la intención de este trabajo, siendo los comentarios
sobre su obra compositiva -en concreto sobre su Capricho núm. 1- demasiado
descriptivos.
Recientemente ha aparecido un trabajo biográfico acerca de la figura de Enrique
Fernández Arbós de la mano de Martín Baeza Rubio (2016) cuya consulta, sin
embargo, nada ha aportado a este trabajo dado su carácter estrictamente documental y
su carencia de reflexiones analíticas.
Sin embargo, aún teniendo en cuenta los trabajos biográficos, los estudios sobre
violinística española siguen resultando escasos salvo cuando se trata de intérpretes de
gran repercusión internacional como es el caso de Pablo de Sarasate, a cuya figura se
vienen dedicando numerosas monografías desde hace varias décadas hasta llegar a la
última -y quizás definitiva- biografía del pamplonés: Sarasate. El violín de Europa,
de María Nagore Ferrer (2014). Esta obra trata aspectos que trabajos anteriores no
habían sabido solucionar o no lo habían hecho con la suficiente profundidad, como
las dificultades con las que hubo de enfrentarse Sarasate en los inicios de su carrera o
su papel como “moderno” virtuoso que, en extenuantes giras, no se limita al juego y
exhibición propios del gusto de la burguesía de entonces, sino que sabe componer un
importante corpus que aún hoy en día resulta fundamental en el repertorio para el
instrumento.
En el año 2004, con motivo de la conmemoración del Centenario de la fundación de
la Orquesta Sinfónica de Madrid, se rindió homenaje al que fuera director de la
agrupación durante más de treinta años (1905-1939), Enrique Fernández Arbós.
Dentro del denominado “Proyecto Todo Arbós”2, se realizó una reedición de su libro
Dejando atrás los estudios biográficos, otra parte fundamental de esta tesis se basa en
la investigación sobre la institución que centraliza la enseñanza del instrumento en
Madrid: el conservatorio. La primera referencia es la Historia crítica del
Conservatorio de Madrid de Federico Sopeña Ibáñez (1967). Éste bebe de las tres
memorias elaboradas por Manuel de la Mata sobre el conservatorio madrileño para
las Exposiciones Universal de París4, Internacional de Filadelfia5 y Universal de
Música y teatro de Viena6, así como, tal y como apunta Hélène Benard (2001, vol. I,
p. 382), de los discursos de Emilio Arrieta, en gran parte incluidos en los textos
citados. Sin embargo, trata la enseñanza del violín de una manera soslayada y su uso
como obra de referencia debe ser realizada con cautela, ya que en algunos casos
incurre en errores y su metodología y modo de exposición están muy superados hoy
en día por la moderna historiografía y están lejos de seguir el concepto actual de
investigación científica. La tesis de Fernando Delgado García (2004) Los gobiernos
de España y la formación del músico (1812-1956) resulta un texto innovador, ya que
aborda a la idea de intervención del Estado en la creación y organización de los
distintos centros de enseñanza españoles más que trazar una historia de los
conservatorios en nuestro país. Resulta un texto valioso a la hora de entender los
diferentes criterios de los órganos de poder respecto a la enseñanza de la música en
3 Esta nueva edición de las Memorias de Arbós (2005) la realizó el historiador y director de
orquesta José Luis Temes, completándola con abundante documentación sobre la época, los
ambientes musicales y sus protagonistas; muchos de estos documentos provenientes del
denominado “Legado Arbós”, en manos del maestro José María Franco Gil.
4 Memoria acerca de la Escuela de Música y Declamación aumentada con nuevos datos para la
Exposición Universal de París de 1878, Ms.
5 Memoria presentada por la Escuela de Música y Declamación en la Exposición Internacional de
Filadelfia, Madrid: Imp. y fundición de J. Antonio garcía, 1876.
6 Memoria acerca de la Escuela Nacional de Música y Declamación de Madrid escrita para ser
presentada en la Exposición Universal de Música y Teatro que ha de verificarse en Viena el año
1892, Madrid: Ministerio de Fomento e Instrucción Pública, Imp. Ducazcal, 1892.
11
España, sin embargo, trata el tema de la formación del músico de cuerda muy
tangencialmente.
En Música. Revista del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, se
encuentran dos artículos a cargo de Assumpta Pons Casas en los que se trata de dos
de los primeros profesores de violín del centro: Pedro Escudero (Pons Casas, 2009-
2010), que desarrollaría su labor de manera muy breve entre los años 1831 y 1833, y
Luis Veldrof y Plaza (Pons Casas, 2012-2013), cuya presencia también fue fugaz
pues permaneció en el cargo únicamente un año, entre 1833 y 1834. En estos
artículos, se puede hallar un pertinente repaso a la trayectoria vital y profesional de
ambos que puede resultar de ayuda para contextualizar su labor en este centro.
Por otro lado, existen estudios centrados en diversa temática violinística en donde se
trata parcialmente de las escuelas de violín, especialmente la franco-belga, por ser la
de mayor influencia en el caso español. Sin embargo, vienen a ocupar capítulos
introductorios y aportan muy pocas novedades al centrarse en reiterados tópicos y
fuentes secundarias. Se echa en falta un análisis técnico en profundidad tanto de los
conservatorios como de los métodos principales de las escuelas franco-belga y
alemana -especialmente, por su implicación con la enseñanza del violín en su
homólogo de Madrid-, que aporte datos inéditos basados en fuentes primarias, con el
fin de dotar de base científica un tema tan importante y recurrente en los estudios
sobre el violín en nuestro país. La tesis Historia de la enseñanza del violín en su
etapa inicial: escuelas, tratados y métodos de Ana Garde Badillo (2015), supone un
ejemplo de inconcreción ya que, el hecho de abarcar en un mismo estudio numerosas
escuelas durante un periodo tan extenso que abarca desde el siglo XVII hasta el XXI,
pese a constituir un esfuerzo notable, le resta profundidad en beneficio de la
amplitud.
12
contemple aspectos como su relación con otros centros de enseñanza extranjeros y su
posterior profesionalización.
En cuanto al repertorio violinístico español durante este periodo histórico (1831-
1905), hasta la fecha no existen estudios que ahonden en las obras que se
interpretaban, en si los programas eran recurrentes, cuál era la circulación de
ediciones y partituras, la relación de una determinada escuela en la elección del
repertorio, etc. Es cierto que existen trabajos como el de William Weber (2011) La
gran transformación en el gusto musical. La programación de conciertos de Haydn a
Brahms, quien, a través del análisis de innumerables programas de concierto, trata de
dar respuesta a interesantes cuestiones como cuál era la identificación del principio
rector para el diseño de los programas de conciertos desde el siglo XVIII para, en un
solo programa, aunar los intereses diversos de un público con necesidades y gustos
variados, músicos y empresarios. Esto mismo, que tan interesante resultaría si se
aplicara en exclusiva al repertorio del violinista solista o de los grupos de cámara y a
la caracterización de un intérprete a una determinada escuela por la elección de su
repertorio, aún no se ha llevado a cabo si no es de forma parcial y tangencial en
estudios dedicados a la figura de un intérprete en particular. Es por ello que esta tesis
hace un especial hincapié en estos aspectos en distintos capítulos del mismo. Como
punto de partida podemos mencionar el texto de Laura Klughertz (1998) A
Bibliographical Guide to Spanish Music for de Violin and Viola (1900-1997) pese a
que no resulte en ningún modo exhaustivo.
En cuanto a la interpretación, varios autores han escrito obras que tratan el repertorio
histórico en general como Robin Stowell (1985) o Clive Brown (1999), o como
fenómeno social, histórico y psicológico (Rink, 2002), pero dentro de los estudios
dedicados a la interpretación de violín, en los últimos años se ha visto una evolución
que incorpora el estudio de la discografía cobrando especial importancia las fuentes
sonoras como base para la investigación estilística de determinados intérpretes o
escuelas de violín. Las primeras grabaciones de violinistas reconocidos constituyen
valiosos documentos para testimoniar el uso práctico que los intérpretes de la época
realizaban de las premisas teóricas de libros y métodos de estudio al permitir trazar
una línea comparativa entre la teoría y la práctica interpretativas. Existen
monografías de referencia que relacionan estilos interpretativos con registros
sonoros, como las de David Milsom (2003), basada a su vez en el trabajo de Robert
Philip (1992). Así mismo resulta muy interesante el artículo de Dorottya Fabian
13
(2006) sobre la recepción de las grabaciones de Joachim, Ysaÿe y Sarasate por parte
de los críticos británicos contemporáneos. Estos estudios, si bien suponen un
estimulante punto de partida para posteriores investigaciones basadas en un legado de
registros sonoros, respecto al ámbito español, no van más allá del análisis de las
grabaciones de Sarasate. Otras referencias a ejecutantes españoles, aun basadas en
testimonios escritos por carecer éstos de grabaciones, son pasadas por alto. Por otro
lado, grabaciones posteriores, como las realizadas por Quiroga tampoco son tenidas
en cuenta. El presente trabajo pretende poner en valor la figura de otros intérpretes de
violín españoles menos populares pero así mismo importantes, existan grabaciones
suyas, como las de Sarasate o Quiroga, o no, en cuyo caso se ha recurrido
principalmente a los archivos en busca de fuentes primarias y hemerotecas.
Respecto a los estudios referentes al estilo interpretativo propio de una escuela, es
interesante la tesis de Ivan López López (2014) La influencia de las escuelas de
violín francesa y alemana en la obra para violín de Felix Mendelsshon-Bartholdy.
Ésta realiza un recorrido conjunto de ambas escuelas, franco-belga y alemana, sin
embargo no inserta el caso español en éstas, centrándose -tal y como indica el título
de su trabajo- en Mendelsshon y su obra para violín.
Por otro lado, existen pocas investigaciones acerca de la labor de los violinistas de la
Real Capilla, y ninguna centrada en el siglo XIX, destacando entre todos ellos la voz
correspondiente del DMEH, obra de Luis Robledo Estaire y, muy especialmente, la
de Judith Ortega (2010) La música en la Corte de Carlos III y Carlos IV (1759-
1808): de la Real Capilla a la Real Cámara. Éste, pese a abarcar un periodo histórico
diferente al que nos ocupa, posee tal rigurosidad científica que lo convierte en un
instrumento de consulta de gran utilidad para conocer cómo venía funcionando esta
institución antes de nuestro periodo de estudio.
3. Metodología y fuentes
Debido al carácter transversal de esta investigación, las fuentes a las que ha sido
necesario recurrir han sido muy variadas así como diversos los archivos consultados.
1. Los primeros textos de consulta a los que se ha acudido como punto de partida son
los diccionarios y enciclopedias de la época. Se han utilizado el Diccionario Técnico,
Histórico y Biográfico de la Música de José Parada y Barreto (1868), el conocido
14
Diccionario Biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos españoles de Baltasar
Saldoni (1868), los trabajos de Pedrell (1897) o de Luisa Lacal (1900) y El Violín.
Apuntes Histórico-Físicos de este Instrumento y Biografías de violinistas célebres, de
Alfonso Delgado Castilla (1900), con referencias a Jesús de Monasterio. Otros
trabajos, como el del escritor y periodista Francisco Cuenca (1927) en su Galería de
músicos andaluces contemporáneos ha añadido algún nuevo dato a la biografía de
José del Hierro.
El hecho de que muchos de estos textos fueran redactados en tiempos de los propios
intérpretes les confiere un valor añadido, dada la cercanía en el tiempo con las
fuentes. Sin embargo, hay que saber distinguir y tomar las debidas precauciones a la
hora de considerar a los diccionarios contemporáneos como fuentes documentales
fiables. Muchos de ellos incluyen errores que son perpetuados sin que con el paso de
los años lleguen a corregirse mediante el contraste con las fuentes documentales
primarias. El recurso a fuentes extranjeras como la Biographie universelle des
musiciens et bibliographie générale de la musique de F. J. Fétis (1868) o la primera
edición del A Dictionary of Music and Musicians (Grove, 1890) ha sido así mismo
recurrente. En los casos en los que las distintas fuentes ofrecían datos contradictorios,
se ha optado por presentar ambos haciendo notar la mayor o menor posibilidad de
veracidad de cada uno7.
2. Una de las principales fuentes primarias de esta tesis la constituyen los métodos y
tratados de violín. Los textos pedagógicos juegan un papel fundamental en el
establecimiento de unas normas que definan las diferentes escuelas de interpretación
7 Trabajos posteriores, como el Diccionario de la música ilustrado editado por Albert Torrellas
(1947) o el Diccionario de la música Labor de Joaquín Peña e Higinio Anglés (1954) poco vienen
a aportar respecto a los textos ya mencionados. Era necesaria la aparición de nuevas publicaciones
que, a partir del desarrollo de un serio trabajo musicológico, solventaran dichos errores así como
realizaran una importante labor de actualización e incorporación de nuevos datos. La publicación
de obras como The New Grove Dictionary of Musical Instruments (2001), cuyos artículos
referentes al violín corren de la mano de especialistas de la talla de David Boyden o Werner
Bachmann, y la Die Musik in Gestichte und gegenwart: Allgemeine Enzyklopädie der Musik
(VV.AA. 1989), que ya incluían las biografías de los intérpretes españoles más importantes, vino a
dotarles de una mayor repercusión internacional. En el caso del TNGD encontramos entradas para
Jesús de Monasterio (José Lòpez-Calo), Enrique Fernández Arbós (Arthur Jacobs / Tully Potter) y
Pablo de Sarasate (Boris Schwarz/ Robin Stowell); por su parte, el MGG se ocupa de los mismos
intérpretes de violín españoles de la época, en este caso a cargo de Yvan Nommick (Enrique
Fernández Arbós y Pablo de Sarasate) y Ramón Sobrino (Jesús de Monasterio). Sin embargo, la
publicación de mayor influencia es el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana
(1999). El DMEH incluye artículos sobre intérpretes no tratados con anterioridad en otras
publicaciones realizando una importante labor de recopilación de nuevos datos, así como de
revalorización de la música española e hispanoamericana en el ámbito internacional. Figuras
importantes, como Enrique Fernández Arbós, Jesús de Monasterio o Pablo de Sarasate son tratadas
con una profundidad de la que carecían hasta el momento.
15
violinística. Es a través de ellos que podemos conocer los principios técnicos y
estilísticos de cada una de las tradiciones interpretativas en una época anterior a los
primeros registros sonoros. Con este fin se ha realizado una búsqueda y profundo
análisis de los métodos de violín franco-belgas y alemanes de mayor influencia en los
violinistas españoles de este periodo. Así mismo, se han localizado métodos de
autoría española utilizados en la enseñanza del instrumento en el Conservatorio de
Madrid o cuyos autores estaban relacionados con la institución. Con el fin de
determinar la presencia y uso de estos métodos, se ha realizado la consulta de estas
obras en los catálogos de las siguientes bibliotecas y archivos: Biblioteca Nacional de
España, Biblioteca del Real Conservatorio de Música de Madrid, Archivo General de
Palacio, Real Biblioteca, Biblioteca Musical del Ayuntamiento de Madrid “Víctor
Espinós”, Biblioteca del Senado, Biblioteca de Catalunya, Biblioteca del
Conservatorio Superior de Música de Málaga, Bibliothéque Nationale de France,
Deutsche National Bibliothek, Bayerische Staatsbibliothek, Staatsbibliothek zu
Berlin y Bibliothèque des Conservatoires royaux de Bruxelles.
5. La labor de búsqueda en los archivos del RCSMM ha sido intensa al abordar ésta
con distintos objetivos: por un lado localizar todos aquellos documentos
administrativos que nos permitieran describir la enseñanza de violín en esta
institución y, por otro lado, los archivos personales de aquellos que estudiaron y
enseñaron allí. Esto último nos ha permitido, entre otras cosas, comprobar que, pese a
los testimonios de otras fuentes que indicaban lo contrario, José del Hierro no llegó a
ser alumno de Jesús de Monasterio en este centro. La búsqueda intensa pero
infructuosa de su nombre en los registros dio como fruto esa conclusión, que
esperamos aporte luz a la borrosa biografía profesional de un violinista de la talla del
gaditano. Por otro lado, nuestra investigación en estos archivos del conservatorio nos
regaló una grata sorpresa en la forma de un conjunto de documentos inéditos que
hemos denominado en este trabajo como “papeles de Monasterio”. Entre ellos se
encuentran documentos de tal importancia como las anotaciones manuscritas del
propio Monasterio llevadas a cabo durante las pruebas de oposición a la plaza de
profesor de violín de 1888, en las que intervinieron, entre otros, José del Hierro y
Enrique Fernandez Arbós. Así mismo se hallan otras anotaciones, informaciones
recibidas, recortes y cartas inéditas que vienen a completar las reunidas por Subirá
bajo el pseudónimo de J. A. Ribó (1958) en El archivo epistolar de Don Jesús de
Monasterio así como el epistolario guardado en el Archivo de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando.
6. La consulta del Archivo General del Palacio Real de Madrid ha sido así mismo
fundamental para el desarrollo de esta investigación, pese a las dificultades para
localizar documentos acerca de este periodo dada la organización del mismo. A través
de la búsqueda en las distintas secciones se ha podido documentar el paso de algunos
18
de los violinistas más relevantes de nuestro país por la Real Capilla así como mostrar
el funcionamiento de ésta durante esta época.
11. Por último, se han utilizado aquellos escritos de primera mano por los propios
violinistas como fuente primordial de donde extraer interesantes reflexiones acerca
de la técnica y otros aspectos ligados a ésta. Los documentos que se han consultado
son las memorias de Enrique Fernández Arbós (2005), su discurso de ingreso en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1924), así como el de su compañero
Antonio Fernández Bordas (1916). Las apreciaciones de Juan Manén (1944), nos han
sido así mismo de utilidad para entender algunas cuestiones técnicas y estilísticas.
20
también de Enrique Fernández Arbós, quien a su vez también se formaría junto a
Joseph Joachim (1831-1907), de la escuela alemana.
Dado el rico entramado de influencias pedagógicas del que disfrutaron los violinistas
españoles, en esta tesis también se tratan los vínculos que, yendo más allá de la mera
relación entre alumno y profesor, establecieron auténticas redes culturales -y en
algunos casos también comerciales- de gran influencia en la práctica musical
española. Es por ello, además, que los métodos de enseñanza con los que los
ejecutantes de violín españoles se formaron en estos centros bien merecen un
profundo análisis técnico. Los métodos analizados en esta primera parte son, por otro
lado, aquellos de mayor relevancia y presencia en los programas de estudio del
Conservatorio de Madrid, varios de ellos métodos oficiales y todos ellos, en cualquier
caso, recurrentes como material pedagógico. Pero este análisis no sólo se ha limitado
a los métodos pedagógicos, así mismo se ha profundizado en el funcionamiento de la
institución que centraliza esta enseñanza en cada uno de los centros violinísticos de
cada escuela: el conservatorio. Como complemento necesario a estos dos grandes
objetos de estudio: métodos e institución, surgen los autores, intérpretes y pedagogos
ligados a estas escuelas, de las que no se ha dejado de hacer una mención biográfica
recurriendo a fuentes primarias con el objetivo de trazar su trayectoria vital de una
manera veraz y, en algunos casos, corrigiendo aquellos datos erróneos perpetuados
por estudios posteriores. No se ha tratado en este caso de realizar una mera
descripción biográfica, sino de introducir aquellos datos relevantes para el estudio
tanto de su labor como profesores como la práctica interpretativa derivada de ella.
Todo ello centrado especialmente en lo que atañe al ámbito español.
Para dotar de una mayor claridad a la estructura de este estudio, esta primera parte se
ha dividido según criterios geográficos teniendo en cuenta aquellas escuelas de
mayor influencia en la violinística española: Francia, Bélgica y Alemania. Como
sección final dentro de este apartado, se analizan y valoran los métodos de enseñanza
y tratados de violín, los planes de estudio y repertorio utilizados en la enseñanza del
instrumento en el Conservatorio de Madrid. Para ello se parte de un punto de vista
global en el que se tiene en cuenta su relación con los otros centros de referencia, el
modo en cómo éstos métodos, estéticas y maneras interpretativas fueron incorporados
a los conservatorios españoles, especialmente en aquellos casos en que los alumnos
se convertían en profesores a su vuelta a España tras acceder a una plaza en la
institución madrileña, como sucedió en el caso de Enrique Fernández Arbós o José
del Hierro. No se olvidan en esta parte dedicada a la formación violinística en Madrid
21
el análisis de los métodos de autoría española, su alcance como textos de enseñanza
y, muy especialmente, sus valores como manuales técnicos, siempre en relación con
los pertenecientes a otras escuelas.
Se cierra esta sección con un apartado dedicado a Manuel Quiroga (1892-1961) que,
como se ha explicado anteriormente, si bien excede los límites cronológicos de este
trabajo, razón por la que se le presenta a modo de epílogo, tanto por su valor como
intérprete como por ser autor de unos interesantes caprichos y poseer registros
grabados, bien merece su inclusión en esta tesis. Es a través del análisis tanto de las
grabaciones sonoras disponibles de intérpretes españoles y extranjeros como de las
anotaciones manuscritas en partituras, que se puede determinar el estilo interpretativo
en la práctica de aquellos violinistas más representativos de sus escuelas en relación
con los métodos teóricos con el fin de valorar aspectos como hasta qué punto sus
alumnos españoles o incluso los propios maestros siguen sus propias indicaciones.
Sea tomado Quiroga en este aspecto como un muy buen ejemplo, ya que posee tanto
una obra propia manuscrita con indicaciones técnicas de cuyo estudio se pueden
deducir unas tendencias estilísticas y, a la vez, de una serie de obras grabadas en
donde se puede comprobar la puesta en práctica de las ideas plasmadas en sus
composiciones.
La segunda parte de esta tesis, resultado de la anterior, se centra en la práctica
interpretativa y profesionalización de los violinistas españoles en el Madrid de la
época. Se ha tratado desde distintos aspectos, teniendo en cuenta las salidas
profesionales más habituales, como son la de profesor en el Conservatorio de Madrid
a través de la superación de las pruebas de oposición, la de su pertenencia a una
agrupación orquestal como la Real Capilla y su integración en un conjunto de
cámara. No se pretende en estos casos aportar un estudio exhaustivo del
funcionamiento de cada uno de ellos sino en lo que particularmente afectaba a los
intérpretes de cuerda, centrándose en los casos particulares de ciertos violinistas
como Luis Veldrof y Plaza, Enrique Fernández Arbós o José del Hierro. Un aspecto
importante que se ha tenido en cuenta en este apartado es el de integrar lo estudiado
en páginas anteriores con el fin de presentar un texto completo que permita una
lectura transversal entre todos los temas investigados. Como ejemplo, se ha valorado
la preferencia por uno u otro repertorio a la hora de elaborar los programas de los
conciertos de los intérpretes españoles y la posible influencia de su formación en esta
elección, muestra de una mayor o menor vinculación a las ideas estéticas de estas
escuelas, o la recepción de estas obras por parte del público madrileño.
22
PARTE I. Procesos de aprendizaje: las escuelas
internacionales de violín y su difusión y
recepción en Madrid
23
1. CONCEPTO DE ESCUELA
VII. Ensemble des savants ou des artistes qui s'inspirent des enseignements d'un
homme, qu'ils considèrent comme leur maître. L'école de Pythagore. L'école de
Phidias. L'école de Platon, d'Aristote, d'Épicure. L'école d'Hippocrate, de
Galien. Groupe de savants, de penseurs, que rapproche une doctrine commune
et, par ext., l'ensemble des idées qu'ils expriment. L'école d'Alexandrie. Dès le
Moyen Âge, les écoles de Montpellier, de Cordoue ont été célèbres en médecine.
L'école classique, l'école romantique, les deux tendances littéraires qui
24
s'affrontèrent au début du XIXe siècle. L'école positiviste d'Auguste Comte. BX-
ARTS. Ensemble des artistes appartenant aux mêmes générations, adoptant des
styles apparentés ou travaillant dans un même lieu. L'école florentine,
vénitienne. L'école flamande. L'école de Barbizon. L'école de Paris. Expr. Faire
école, rassembler un certain nombre de disciples autour de ses conceptions ;
susciter des imitateurs. Se mettre à l'école de quelqu'un, suivre son
enseignement ou, par ext., son exemple. École de pensée, famille d'esprits,
personnes qui partagent les mêmes convictions ou qui se rejoignent sur des
notions essentielles. Appartenir à la même école de pensée. Un chef d'école.
8. a. Also with capital initial. Freq. with modifying word or phrase. The
body of people taught by a particular philosopher, scientist, artist, etc. Hence
more widely: a group of people who follow or are influenced by the teaching of
a particular person, or who share similar principles, ideas, or methods. (...)
25
enseñanza del instrumento: Escuela del violín, L'École du violon, Violinschule o The
School of Violin10. Tradicionalmente traducido como “escuela de violín”, sin
embargo, no viene a referirse más que a un manual o método en el sentido de
“Méthode”, “Lehrbuch” o “Übungsbuch”, o “Method”, y no debe entenderse como
texto totalizador de toda una tradición interpretativa y estilística característica.
Ilustración 1. Portada de la traducción española del Método de D. Alard por Romero y Marzo
(Madrid, 1877, BNE). El término “Escuela” se mantiene en las traducciones al español de los
métodos extranjeros, como en la edición de la imagen, en cuya portada se observa la
superposición de los títulos en español sobre el original en francés (BNE).
10 Baste recordar métodos para violín que incluyen el término, como L'École du violon de Delphin
Alard (París, 1844), L'école du violon: méthode complète et progressive de violon (París, 1844),
École du mécanisme op. 74 (París, 1859), École des cinq positions op. 193 (París, 1860-71) de
Charles Dancla en la escuela franco-belga, o Versuch einer gründlichen Violinschule de Leopold
Mozart (Ausburgo, 1756), Violinschule de Louis Spohr (Viena, 1832) o Violinschule de Ferdinand
David (Leipzig, 1864), quien también fue editor de un Die Hohe Schule des Violinspiels (Leipzig,
1867-72). La acepción “Escuela” se mantiene aún en las traducciones que se realizan al español de
estos métodos, como en la versión española del método de D. Alard (1844) editada por Romero y
Marzo en Madrid en 1877 -de la cual podemos encontrar un ejemplar en la BNE- en cuya portada
incluso se superponen los títulos en español sobre el original en francés.
26
De todas estas definiciones, se deduce un nexo común que identifica los términos
“Escuela”, “École”, “Schule” y “School” con la existencia de un autor o grupo de
autores que comparten los principios característicos de un estilo novedoso y bien
definido que genera un corpus doctrinal que es transmitido a través de un método
pedagógico y, por lo tanto, perpetuado en el tiempo a través de la enseñanza. Es por
esto que no podemos considerar que figuras como Paganini o Sarasate crearan una
escuela propia, pese a sus aportaciones tanto a la técnica como al repertorio para el
instrumento y a poseer un estilo característico propio, ya que no impartieron docencia
ni acogieron discípulos, así como tampoco se preocuparon en escribir un método
pedagógico propio11.
11 A Paganini se le conoció un único alumno directo: Ernesto Camillo Sivori (1815-1894), nacido en
Génova “el día después de que su madre hubiera escuchado a Paganini por vez primera” (Grove,
1890, p. 534). Para más información sobre la figura de Sivori, véase Inzaghi, L. (2004): Camillo
Sivori. Carteggi del grande violinista e compositore allievo di Paganini. Varese: Zecchini Editore.
Por otro lado, lo más parecido a un tratado que podemos encontrar sobre la técnica de Paganini no
está escrito por él mismo sino por Carl Guhr en 1830: Über Paganinis Kunst die Violine zu
spielen. Mainz: Schott.
Sarasate, por su parte, tampoco llegó a ejercer como profesor de violín de modo “oficial”. Si bien
impartió clases de una manera continuada a algunos violinistas como Nettie Carpentier o Díaz
Albertini, principalmente se limitó a dar consejos a jóvenes intérpretes. Sarasate tampoco llegaría
a materializar un método de violín que, en palabras de Arthur Pougin, tenía pensado escribir poco
antes de su muerte. Al igual que Paganini, sus aportaciones a la técnica del instrumento se
deducen de sus propias composiciones (Nagore Ferrer, 2014, p. 517).
27
- Sociológico: por la estabilidad de un cuerpo profesional. Para la eclosión de una
“escuela nacional” se hace necesaria la presencia de músicos con el talento, la
personalidad y el carisma suficiente como para influenciar a un cierto número de
alumnos. A continuación, el mantenimiento de esta cualidad durante varias
generaciones -la tradición- y, finalmente, un contexto cultural estimulante, apto para
moldear un gusto musical (Muller, 1999, p. 117).
28
cuando atendemos a las complejas genealogías y relaciones entre maestro y discípulo
en la historia de la interpretación. E incluso más aún cuando la mayoría de los
intérpretes más importantes del siglo XIX poseen unos orígenes pedagógicos
comunes en Giovanni Batista Viotti (1755-1824), al que Fétis denomina “ilustre
fundador de la escuela de violín moderna” (1868, vol. VIII, p. 360).
Otros autores, como Joseph Wechsberg, hacen hincapié en lo anticuado del término
“escuela”, destacando la individualidad pedagógica de cada profesor. Pese a toda la
tinta vertida sobre ésta o aquella escuela, para Wechsberg resulta difícil determinar su
alcance e influencia, ya que a menudo la escuela está determinada de modo arbitrario
por una época o situación geográfica:
Para David Boyden, pese a la existencia de violinistas como Joachim o Ysaÿe, cuyos
estilos son muy diferentes, las distinciones entre escuelas pedagógicas se difuminan
según avanza el siglo XIX. Con el paso del tiempo, la tendencia ha sido la de
amalgamar las enseñanzas y estilos de las diferentes escuelas eligiendo lo que se
considera mejor de cada una de ellas. Así, la tradición italiana es asimilada y
adaptada a nuevos preceptos en Francia y Bélgica, y éstos, a su vez, a lo que se venía
enseñando en Viena, Praga, Leipzig o Budapest. Sin embargo, el concepto de
“escuela” referido a la interpretación del violín podría ser aplicable si tenemos en
cuenta unos límites cronológicos que Boyden marca hasta Joachim e Ysaÿe
-incluidos- y que podríamos extender hasta el siglo XX, con el desarrollo de un estilo
más “internacional”, representado, por ejemplo, en la figura de Fritz Kreisler (1875-
1962), generalmente tomado como eslabón entre la tradición y la modernidad por,
entre otras cosas, su uso del vibrato continuo.
29
Los límites cronológicos constituyen un factor determinante, ya que hoy en día, en
los albores del siglo XXI, resulta difícil realizar distinciones en cuanto a estilos se
refiere: la mayoría de la práctica musical aparece como algo uniforme. En el mundo
en que vivimos, casi homogeneizado espacial y tecnológicamente, el factor
diferenciador más importante, artísticamente hablando, resulta ser el status
económico de cada país. El estilo interpretativo no es ajeno a esta globalización. Si
mientras en el siglo XIX se privilegiaba una reivindicación identitaria, desde la
Segunda Guerra Mundial, ésta se ha debido adaptar a un fenómeno creciente de
mundialización, desarrollándose un “estilo internacional”.
Los medios de comunicación han progresado enormemente; gracias al vídeo,
podemos ver y escuchar a los grandes intérpretes sin necesidad de desplazarnos. La
organización de clases magistrales genera una mezcolanza cultural sin precedentes,
permitiendo a los estudiantes conocer a un gran número de profesores de diferentes
orígenes y tradiciones y tener de este modo una visión de su manera de enseñar. Las
mejoras en las comunicaciones, junto con el desarrollo de la industria discográfica y
la existencia de las Casas de la Radio -especialmente presentes en los años 1950 y
1960-, han impuesto la necesidad de adaptar los estilos nacionales, difuminándose las
identidades estilísticas con el fin de mantenerse competitivos, hasta el punto de que
hoy en día resulta problemático hablar aún de escuelas nacionales. Carl Flesch
comienza su The Art of Violin Playing (1924-1930) con estas palabras: “El presente
trabajo no pretende ser una “Escuela de interpretación de violín”, en el sentido actual
del término” (Flesch, 1924-1930, p. 3). Marek Janowski, director musical de la
Orchestre Philarmonique de Radio-France, lo expresa así:
Eso no quiere decir que haya que buscar la uniformidad, sino dar una parte de
identidad ya que se trata de abordar un repertorio que no responde a esta
especificidad y preservar, para la música francesa, latina o incluso alemana
como la de Schumann o Schubert, aquello que ha constituido siempre la
originalidad y fuerza de la escuela francesa. Adaptarse salvaguardando la
identidad nacional; integrar los logros de las escuelas extranjeras (Chassain,
1999, p. 26).
Frente a la situación actual, el mundo artístico en el siglo XIX era muy distinto.
Política y socialmente, el concepto de “nación” tenía un mayor peso que hoy en día, a
30
lo que contribuía el menor y más dificultoso movimiento de población, especialmente
en Europa occidental. La música no parece haber sido una excepción y ya en las
décadas inmediatamente posteriores a Nicolò Paganini (1782-1840) se desarrolla una
identidad estereotipada en dos grandes corrientes principales contrapuestas: la
escuela franco-belga y la escuela alemana.
Por tradición, se ha querido caracterizar de una manera general y algo simplista a la
escuela franco-belga con la habilidad técnica y el virtuosismo, y a la alemana con un
estilo conservador: “En general, los alemanes eran más conservadores en cuanto a la
técnica y más serios en su actitud hacia la música que los franceses, cuyas virtudes
incluían una gran facilidad técnica, elegancia e imaginación” (The Violin Family,
1989, p. 75). Sin embargo, ambas poseen elementos comunes ya que en Giovanni
Batista Viotti (1755-1824) encuentran un ancestro pedagógico común: André
Robberechts (1796-1866), alumno de Viotti, enseñó a Charles Auguste de Bériot
(1802-1870), considerado “padre de la Escuela belga”, quien también había estudiado
con Pierre Baillot (1771-1842). Por su parte, Pierre Rode (1774-1830) también
discípulo directo de Viotti, influenció a Louis Spohr (1784-1859)12. Tampoco hay que
olvidar que el profesor de Joseph Joachim (1831-1907), Theobald Boehm (1794-
1881), así mismo había estudiado con Rode.
Ya algunos autores de mediados del siglo XIX reconocían la existencia de estas dos
escuelas como poseedoras de un estilo propio y diferenciador: “la división en dos
grandes escuelas o sistemas, marcados por cualidades opuestas, tiene su origen desde
comienzos del siglo XVIII” (Dubourg, 1852, pp. 222-223). En esta misma línea Jean
Baptiste Cartier, alumno de Viotti, en 1798 nombra su método para violín como L'Art
du violon. Collection choisie dans les sonates des trois écoles italienne, française et
allemande, para retitularlo tres años más tarde, en 1801: L'art du violon. Division des
écoles, servant de complément à la Méthode de violon du Conservatoire (Fétis 1868,
vol. II, pp. 197-198).
En los inicios del siglo XVIII, Italia dominaba musicalmente sobre el resto de
naciones. Las composiciones para violín de autores como Arcangelo Corelli (1653-
1713), Antonio Vivaldi (ca.1675-1741), Francesco Geminiani (1680-1762), Pietro
Locatelli (1693-1764) o Giuseppe Tartini (1692-1770) llegaban a otros países y su
popularidad hacía que ocuparan puestos de responsabilidad en las orquestas y
conjuntos musicales más importantes de Europa. Geminiani y Giardini en Londres,
Locatelli en Amsterdam, Nardini en Stuttgart y Viotti alternativamente en París y
Londres actuaban como solistas, directores o profesores. Así es cómo la escuela
italiana, ya en decadencia salvo por las figuras de Lolli y, más tarde Paganini (1784-
1840), fue virtualmente transferida a la tradición francesa y alemana (Grove, 1890,
vol. IV, p. 295).
Nacido tan solo cinco años después de la muerte de J. S. Bach y fallecido también
cinco años antes de la primera interpretación de la Sinfonía fantástica de Berlioz, la
trayectoria compositiva de Viotti se desarrolla a lo largo del Clasicismo musical, si
33
bien sus últimos conciertos -compuestos en la primera década del siglo XIX aunque
publicados más tarde- apuntan ya a un Romanticismo inicial. En su estilo
compositivo, Viotti hace confluir la tradición de la escuela de violín italiana con el
brío operático de la música francesa y la experiencia sinfónica de los maestros
alemanes, especialmente Haydn. Por otro lado, Viotti es además de los primeros en
aplicar un modelo extendido de la moderna forma-sonata al concierto para violín y de
beneficiarse de los recursos de la orquesta moderna en sus acompañamientos
orquestales. “Sus composiciones para su instrumento eran también superiores a todo
lo conocido anteriormente”, afirmó Fétis (1868, p. 361). Otra de sus características es
el frecuente uso de la cuarta cuerda, incluso en posiciones altas, potenciando los
registros graves del instrumento. Este uso de la cuarta cuerda, tan relacionado con las
exhibiciones técnicas propias del virtuosismo más efectista, también poseía cierto
sentido musical si tenemos en cuenta que muchas veces el violín debía tocar con
otros instrumentos como el pianoforte con los que era necesario adaptar su volumen.
Tocando en la cuerda de Sol en vez de en la de Re, el intérprete gana en potencia,
resultando una ingeniosa solución técnica. Como ejemplo podemos tomar el segundo
movimiento de la conocida Sonata en La M de Cesar Franck (1886), cuyos primeros
compases el violinista debe de interpretar sobre la cuarta cuerda pese a que ni el autor
lo especifica así ni las ediciones de la obra lo indican. Por otro lado, la cualidad
tímbrica de la cuarta cuerda así como la dificultad técnica que supone para la mano
izquierda por la mayor torsión del brazo izquierdo ha hecho que muchos pedagogos,
como Otakar Sevcik (1852-1934), o intérpretes, le hayan dedicado numerosos obras.
El propio Sarasate expone temas enteros en la cuarta cuerda, mientras Paganini
escribirá sus Variaciones de Moisés íntegramente en el bordón. Tampoco faltan
transcripciones como el Aria de la Suite en Re de J. S. Bach en las que “el virtuoso
hace gala de un arco sostenido con un sonido cálido y profundamente humano,
característico de la cuarta cuerda del violín” (Arias 1980b, p. 11).
Sus obras, cerca de 160 entre sonatas, dúos para dos violines, tríos y cuartetos,
sinfonías concertantes y, sobre todo, sus 29 conciertos para violín -algunos de ellos
transcritos para piano- fueron fuente de inspiración no solo para sus contemporáneos,
sino también para maestros como Mozart, Beethoven o Spohr (TNGD, 2001, vol.
XXVI, pp. 766-771). En España las obras de Viotti tuvieron muy buena acogida. Luis
Veldrof y Plaza (1791-1849), violinista de la Real Capilla y profesor del
conservatorio madrileño, poseía un volumen facticio que, entre otras obras, incluye
34
dos conciertos de Viotti descritas como “Letra D” y “Letra E” y que hemos podido
identificar respectivamente como el Concierto núm. 24 en Si m G.105 y el Concierto
núm. 25 en La M G.124. La inclusión de éstas junto a otras obras nos da por un lado
buena muestra de la difusión de la obra del italiano así de las preferencias de Veldrof
en cuanto a repertorio, ya que cabe la posibilidad de que este volumen estuviera
destinado a su uso personal14.
Pero de entre todas las obras de Viotti son sus conciertos, que Boris Schwarz define
como “una imaginativa fusión de elementos italianos, franceses y alemanes” (1958,
p. 435) los que más trascendencia han tenido, llegando a generar un estilo propio.
Beethoven estaba familiarizado con el tipo de concierto francés15, especialmente con
los de Viotti; de hecho, podemos encontrar trazas de esta influencia en su Concierto
para violín op. 61. Beethoven había escuchado a los seguidores de Viotti Rodolphe
Kreutzer (1766-1831), Pierre Baillot (1771-1842) y Pierre Rode 1774-1830), y no era
remiso a imitar algunos de sus recursos técnicos, sin embargo, se negó a hacer de su
concierto una obra de exhibición, lo que se explica por su reticencia a aceptar la
figura del virtuoso profesional. Naturalmente, estos discípulos franceses de Viotti, en
especial Rode, Kreutzer y Baillot, también compusieron sus propios conciertos a
imagen de los de su maestro incorporando innovaciones técnicas y reforzando los
elementos típicamente franceses para crear un estilo francés de concierto de violín.
Por regla general, muy pocos virtuosos del siglo XIX estaban interesados en
interpretar otros conciertos que no fueran los compuestos por ellos mismos, ya que
éstos eran los que mejor se adecuaban a su estilo interpretativo. Conciertos como el
de Beethoven sufrieron la “disparidad entre un elevado concepto musical y un
tratamiento no idiomático del instrumento solista” (Schwarz, 1958, p. 442). En su
juventud en Bonn, Beethoven había tocado el violín y la viola; en Viena había
recibido clases de Ferdinand Ries, y colaboraba con violinistas vieneses como Ignaz
14 Esta obra se encuentra actualmente en la colección de D. José Luis García Blanco, a quien
agradezco el haberme facilitado el acceso y estudio de la misma. Para más información sobre este
documento, consúltese el capítulo “3. El ejercicio de un repertorio: el facticio de Luis Veldrof y
Plaza” p. 338.
15 El modelo de concierto de Viotti será rápidamente asimilado y desarrollado por sus discípulos
franceses pasando a denominarse “Concierto de violín francés”, ya que reflejaba el gusto musical
parisino de la década de 1780, extendiendo su influencia por todo el continente. Este tipo de
concierto poseía un idealizado carácter y ritmo militar en el primer movimiento, con pomposas
marchas, aspecto que se ve intensificado tras la Revolución de 1789. A su vez, el concierto de
violín francés no escapa a la influencia del estilo operístico predominante, especialmente de la
ópera “revolucionaria” francesa. De hecho, tanto Viotti como Rode o Baillot estuvieron muy
involucrados en actividades operísticas, y Kreutzer, además de su actividad como violinista, fue
uno de los compositores de ópera con más éxito de la última década del siglo XVIII (Schwarz,
1958, p. 435).
35
Schuppanzigh16 o Joseph Boehm, sin embargo, sus composiciones para violín no se
pueden comparar con sus obras para el piano, donde Beethoven muestra su
virtuosismo y una mayor afinidad creativa.
El Concierto para violín de Beethoven posee, en general, menos recursos técnicos
que los demandados en los conciertos de la escuela francesa. El potencial de los
distintos golpes de arco no está explotado, de hecho, muchas de las arcadas indicadas
en la parte solista son obra de editores posteriores. Lo mismo sucede con las dobles
cuerdas, casi inexistentes. Por otro lado, muestra una mayor predilección por los
registros agudos de la cuerda de Mi sobre la de Sol.
No puedo evitar señalar que este pasaje [el anterior a la coda] me parece un eco
-realizado de manera inconsciente- del modo en cómo el primer motivo
principal está conectado con el segundo en el Concierto núm. 22 de Viotti, un
trabajo por el que Brahms siempre tuvo una especial inclinación (Joachim y
Moser, 1905, vol. III, p. 246).
16 Ignaz Schuppanzigh (1776-1830), fue un destacado violinista vienés con una relevante actividad
cuartetística pero que, sin embargo, en palabras de Pincherle, podríamos considerar dentro de la
categoría de “virtuoso excéntrico” pues, tras un concierto en el que había interpretado obras de
calidad, gustaba de introducir de una manera extraordinaria efectos que imitaban el canto de
religiosas ancianas colocando su pitillera sobre su violín a modo de sordina. Éste y otros artificios
no deben de sorprendernos en exceso si tenemos en cuenta que otros virtuosos de la época
utilizaban otros trucos similares. Tal es el caso del eminente virtuoso Franz Clement, a quien
Beethoven dedica su concierto de violín, y que el mismo día del estreno de esta obra el 23 de
diciembre de 1806, introduje dentro del programa unas variaciones tocadas en un violín sostenido
al revés (Pincherle, 1922, pp. 102-103).
36
Podemos dividir el corpus de los conciertos de Viotti en conciertos “parisinos” (nos.
del 1 al 19) y “londinenses” (aquellos compuestos después de 1792). En este primer
grupo de conciertos hay una primacía muy destacada del solista, que se debe
enfrentar a pasajes muy virtuosos en oposición a otros más melódicos o temáticos. En
contrapartida, sus conciertos “londinenses” son menos virtuosísticos, más
equilibrados y menos contrastados. Es en este corpus de conciertos tardíos donde
Viotti comienza a escribir las cadencias de los terceros movimientos de sus
conciertos núm. 22, 27, 28 y 29, habiendo dejado en ocasiones anteriores esta labor
en manos del intérprete.
Estos conciertos “parisinos”, especialmente los cuatro últimos (núms. 16-19), están
escritos en un estilo más brillante, más dramático, mientras los “londinenses” son
más clásicos, más contenidos. Esta idea es corroborada por White, que caracteriza los
conciertos “londinenses” como “trabajos maduros, de estilo clásico en cuanto a
textura y estructura” (1992, pp. 348-349). Otros autores, sin embargo, son contrarios
a esta idea de Clasicismo. Para Stowell, Viotti introduce modificaciones en la
estructura y en el estilo lo suficientemente progresistas como para poder clasificar
estos conciertos tardíos como “pre-románticos”, especialmente sus dos últimos
conciertos, cuyas cualidades melódicas anticipan el ideal romántico (Stowell, 2000,
pp. 284-286). En efecto, estos elementos antecesores de un Romanticismo pleno
pueden ser identificados mediante el análisis de la obra e incluso una escucha atenta.
Los conciertos de Viotti formaban parte ineludible de los concursos públicos de los
conservatorios europeos junto con otras obras, especialmente aquellas
correspondientes a la escuela franco-belga de violín. La Correspondencia Musical
del 12 de julio de 1882 muestra su interpretación en el concurso para optar a premio
de ese año del Conservatorio de Madrid. Ahí vemos cómo la obra elegida para los
alumnos de 5º, 6º y 7º año resulta ser el primer tiempo del Concierto en La m, op. 22
de Viotti, relegando para los pupilos de 8º año la interpretación del primer tiempo del
Concierto en Si m de Jesús de Monasterio. Extrañamente aparece otra división
denominada de manera general como “Alumnas” en la que parece que la obra
indicada especialmente para éstas, sin hacer deferencia por curso, es el Andante y
Allegro final del 7º Concierto de Bériot17. Resulta esta última ser una pieza de cierta
17 El hecho de que en Madrid no existieran escuelas de música diferenciadas por sexo convirtió al
Conservatorio de Madrid en un lugar en donde convivían las enseñanzas a ambos sexos si bien de
una manera separada. Las mujeres tenían derecho a matricularse en todas las clases ofrecidas en el
conservatorio, si bien acudían a ellas a diferentes horas que los estudiantes masculinos. Pese a la
idea generalizada que relegaba tradicionalmente a la mujer al cuidado de la familia y el hogar,
37
dificultad, y no deja de llamar la atención, como hemos señalado, la diferenciación
por género en cuanto al repertorio a interpretar, más aún cuando ni siquiera se
especifica el curso al cual corresponde18.
El estilo de Viotti se distinguía por una sonoridad llena y dulce, un arco suave, un
estilo noble y vigoroso a la vez y un cantabile expresivo. Su concepción de la música
como expresión de la sensibilidad y su arte violinístico, tan próximo al canto, serán
adoptados como principios sagrados por los violinistas franceses que se consideraron
sus herederos espirituales. Este cantabile se basaba en la máxima de Tartini “per ben
suonare, bisogna ben cantare” como después recogería Baillot en su Méthode (pp.
135-136):
bajo la etiqueta de recibir una formación “de adorno”, muchas mujeres recurrían al estudio de la
música de un modo oficial, lo que les ofrecía una titulación garantizada por el Estado, con la
aspiración de encontrar una salida profesional con la que emanciparse económica y socialmente.
Como muestra, el hecho de que desde sus inicios el número de alumnas fuera superior al de sus
homólogos masculinos. Pese a ello, eran muchas las críticas esgrimidas contra aquellas que
desarrollaban los estudios musicales. Buen ejemplo de ello son los artículos “Fantasía musical:
una alumna del Conservatorio” de José Subirá aparecido en 1917 en Arte musical (Año III, núm.
70, Madrid, 30 de noviembre de 1917, pp. 1-4) y “El feminismo y la Música”, firmado por
Joaquín Turina y aparecido en 1914 en Revista Musical Hispano-Americana (Año VI, núm. 2,
Madrid, febrero de 1914, pp. 8-9).
18 La Correspondencia Musical, no. 80, 12 de julio de 1882, p. 3.
http://www.memoriademadrid.es/doc_anexos/Workflow/2/148648/hem_lacorrespondenciamusical
_18820712.pdf [Consultado el 16 de noviembre de 2017].
19 Diario de Madrid, no. 725, 25 de marzo de 1837, p. 4 http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?
id=0002876799&page=4&search=Viotti&lang=es [Consultado el 18 de noviembre de 2016].
38
el arte de frasear, para tocar bien, decía Tartini, es necesario cantar bien
(Penesco, 1999, p. 96).
Por lo tanto, podemos definir la escuela de Viotti por su sonido redondo y grande
combinado con un legato poderoso, penetrante y cantabile como segunda
característica, todo esto junto a un tercer elemento de variedad, encanto y matices que
aportaba la gran diversidad de golpes de arco que utilizaban.
39
una vertiente británica de la herencia de Viotti (Fétis, 1868, vol. I, p. 62; TNGD,
2011, vol. I, p. 334; Grove, 1890, p. 51).
Durand, nombre por el que se conocía a Duranowsky, nació en Varsovia hacia 1770.
Su vida agitada y viajera hizo que incluso se uniera al ejército francés. Según Fétis,
Paganini llegará a confesar que el efectismo y la brillantez de su estilo estaban a su
vez influidos por el estilo original y la extraordinaria habilidad de Durand, al que
había oído tocar en su juventud (Fétis, 1868, vol. III, p. 87; TNGD, 2001, vol. VII, p.
739; Grove, 1890, p. 471).
Por su parte, Cartier mantendría una estrecha relación con Viotti. Es gracias a una
recomendación suya que éste obtiene el puesto de acompañante de María Antonieta
hasta la Revolución, convirtiéndose en 1791 en director ayudante y solista de la
Orquesta de la ópera. Cartier sería también miembro de la orquesta privada del
Emperador Napoleón -con Paisello- y, tras la Restauración, de la Orquesta Real hasta
1831. Su labor como editor resulta muy interesante, ya que llega a publicar nuevas
ediciones de obras de Corelli, Tartini, Nardini y otros grandes maestros casi
desconocidos por aquel entonces en Francia, así como un método, L'Art du violon
(París 1798 y 1801), donde recopila una selección de obras de autores italianos,
franceses y alemanes de los siglos XVII y XVIII. Entre estas obras se incluye la
primera publicación de la Sonata El trino del Diablo de Tartini a partir de una copia
manuscrita perteneciente a Baillot, así como de la Fuga en Do M para violín solo de
J. S. Bach a partir de una copia que pertenecía a Gaviniès. Cartier también reeditaría
L'arte del arco, de Tartini, consistente en cincuenta variaciones sobre una gavota de
Corelli (Fétis, 1868, vol. II, pp. 197-198; TNGD, 2001, vol. V, pp. 211-212; Grove,
1890, pp. 317-318).
Por otro lado, también debemos tener en cuenta la figura de Francesco Vaccari quien,
si bien no había sido pupilo directo de Viotti, sí había tocado con él en numerosas
ocasiones durante a estancia de éste en Londres tanto en la Philharmonic Society
como en conciertos privados. Sin duda, los años pasados junto a Viotti, al igual que le
sucedería a Baillot, habrían resultado en una asimilación de su estilo que muy
probablemente hubiera transmitido tanto en su labor como intérprete del Conde de
Covadonga como en la Real Capilla -donde permaneció de manera interrumpida
hasta 1823 en que sería cesado por liberal-, así como a sus posibles alumnos durante
sus años de estancia en Madrid.
Como en el caso de Vaccari, pese a no ser pupilos directos suyos, Viotti también
ejerció una gran influencia en otros como Rodolphe Kreutzer (1766-1831) o Pierre
Baillot (1771-1842). Serían éstos quienes, junto a Rode, constituirían la célebre triada
de transmisores de su legado pedagógico, convirtiéndose en los más importantes
representantes de la escuela francesa de violín. Sin embargo, pese a ser el principal
artífice de la obra que ha sido considerada como epítome del estilo interpretativo del
italiano, L’Art du violon (1834), Baillot, tal y como afirma en dicha obra, no tuvo
acceso al fragmento que Viotti escribiría a modo de tratado pedagógico antes de su
muerte:
21 Agradezco esta información a la investigadora Judith Ortega.
41
Viotti proyectaba escribir una obra pedagógica sobre el violín: nosotros no
tenemos ningún conocimiento sobre la naturaleza de los materiales que dejó.
Un tratado didáctico escrito por Viotti con el espíritu justo, el sentimiento
delicado y profundo que le caracterizaba y rico en ejemplos escritos por él,
sería sin duda del mayor interés: esperamos que los depositarios de estos
materiales, cualesquiera sean, cedan a nuestros deseos y nos dejen disfrutar de
ellos (Baillot, 1834, p. 2).
Una figura tan relevante para la historia del violín como Louis Spohr, pese a sus
intentos, nunca consiguió ser alumno de Viotti. En 1800, por mediación de su
protector, Carl Wilhelm Ferdinand, Duque de Brunswick, Spohr trata sin éxito
convertirse en su pupilo:
42
embargo, le recomendó a su hermano pequeño y también alumno Franz Eck,
quién aceptó tomar a Spohr como alumno (Brown, 1984, p. 12).
Resulta difícil definir los elementos que caracterizan a la escuela francesa de violín,
sin embargo, es a partir del estudio del Conservatorio Superior de Música de París -su
institución de referencia- la trayectoria pedagógica de sus profesores, sus métodos y
composiciones, como podemos llegar a hacernos una idea muy aproximada del estilo
que le es propio. Resulta este un aspecto clave en nuestra investigación ya que el
modelo franco-belga fue una de las mayores referencias para la violinística española
en aquellos momentos.
22 Para más información sobre los orígenes e inicios del Conservatorio parisino véase: Pierre, C.
(1895). Bernard Sarrette et les origines du Conservatoire national de musique et de déclamation.
París: Delalain frères.
23 La influencia de Viotti en los sistemas pedagógicos del momento no se limitaría al Conservatorio
de París, sino que también hacia 1860 Ferdinand David editaría y publicaría los conciertos de
Viotti nos. 22, 23, 28 y 29 para su uso en el Conservatorio de Leipzig (López López, 2014, p. 71).
45
Según Pincherle, inicialmente en 1795 las clases de violín fueron confiadas a Pierre
Gaviniès24, Marie-Alexandre Guénin25, Pierre-Nicolas La Houssaye26 y Rodolphe
Kreutzer, siendo los tres primeros reemplazados entre 1800 y 1802 por Jean-Jacques
Grasset27, Pierre Rode y Pierre Baillot (Pincherle, 1922). Una mirada más profunda a
los archivos del Conservatorio de París28 nos aporta una información más detallada
sobre los profesores inicialmente elegidos para inaugurar las clases de violín en el
recién creado conservatorio: Pierre Baillot (hasta su muerte en 1842), Pierre Gaviniès
(hasta su muerte en 1800), Pierre (1795-1802) y Frédéric (1795-1801) Blasius 29,
Marie-Alexandre Guénin (desde 1795 hasta 1802 en que pasa a ocupar la docencia de
solfeo), Henri Guerillot (hasta 1802), Rodolphe Kreutzer (hasta 1825), Pierre-Nicolas
La Housaye (hasta 1802) y Pierre Rode (1795-1799 y 1803-1810)30. Tras la reforma
24 Pierre Gaviniés (1728-1800) fue profesor en el Conservatorio de París desde su creación hasta su
muerte. Considerado uno de los fundadores de la escuela francesa de violín, se preocupó de
introducir en Francia el estilo de la escuela italiana de violín; de hecho, fue apodado por Viotti
como “el Tartini francés”. Según Fétis, fundó junto a Gossec del Concert Spirituel. Su obra más
conocida son los estudios para violín Les vingt-quatres matinées (1794), aunque también podemos
citar seis Conciertos para violín, dos series de Sonatas para violín y bajo (reeditadas
posteriormente por Alard y David), tres Sonatas para violín solo (una de ellas titulada Le tombeau
de Gaviniés), etc. Entre sus numerosos discípulos destacan Guénin, Capron, Robineau y Le Duc
ainé (Grove, 1890, vol. I, p. 585; Fétis, 1868, vol. III. pp. 430-431; TNGD, 2001, vol. IX, pp.589-
560).
25 Marie-Alexandre Guénin (1744-1835) fue alumno de Capron y Gaviniès en violín y de Gossec en
composición. Pronto desarrolló su carrera como solista en la Orquesta de la ópera y en el Concert
Spirituel. Desde 1784 fue profesor de violín en la nueva École Royale de Chant et de
Déclamation, germen del Conservatoire de París, en donde conservaría su puesto hasta la reforma
de 1802. Más tarde, hacia 1808, trabajará al servicio de Carlos IV, Rey de España (Fétis, 1868,
vol. IV, pp. 131-132; TNGD, 2001, vol. X, p. 497-498).
26 Pierre-Nicolas La Housaye (1735-1818), fue alumno de J.-A. Piffet, quien le introduce en el
Concert Spirituel. Más tarde recibiría clases de Pagin, pupilo de Tartini y, tras un viaje a Italia, del
propio Tartini. “Housset”, como era comúnmente conocido, era tenido como maestro del violín
por todos aquellos que le habían podido escuchar, incluidos Fétis y Viotti. La única colección de
su obra que subsiste, sus Sei Sonate para violín y bajo continuo, op. 1 (París, ca. 1774), apoya esta
afirmación, dada su dificultad técnica (Fétis, 1868, vol. V, pp. 168-169; TNGD, 2010, vol. XIV,
pp. 117-118).
27 Jean-Jacques Grasset (ca. 1769-1839), alumno de Isidore Bertheaume, sustituye a Gaviniés como
profesor en el Conservatorio de París tras la muerte de éste en 1800. Grasset sustituyó también a
Bruni como chef d'orchestre en la Ópera Italiana hasta su retirada de la vida pública en 1829.
Entre sus obras, caben mencionar tres Conciertos para violín, cinco libros de Dúos para violín y
una Sonata para piano y violín (Grove, 1890, vol. I, p. 619; TNGD, 2001, vol. X, pp. 302-303).
28 Los archivos administrativos del Conservatorio de París se encuentran actualmente en los
Archives Nationales, en este caso bajo las signaturas AJ37 388-398 y AJ37 581-662.
29 Frédéric Blasius (1758-1829) fue, además de violinista, director, compositor e intérprete de flauta,
clarinete y fagot. Sus otros dos hermanos también llegaron a ser músicos notables: Pierre,
violinista, e Ignace, fagotista, ambos miembros a su vez de la banda de la Guardia nacional y
profesores en el Institut National de Musique y, posteriormente, en el Conservatorio de París
(TNGD, 2001, vol. III, pp. 691-692).
30 Esta información también se encuentra recogida en el libro de Constant Pierre Le Conservatoire
national de musique et de déclamation : Documents historiques et administratifs
http://hdl.handle.net/1802/3025 (Consultada el 8 de junio de 2016), (Pierre, 1900, pp. 407-419).
Para obtener información de un periodo posterior, entre 1900 y 1930, se puede consultar Le
Conservatoire national de musique et de déclamation 1900-1930, de Anne Bongrain (2012).
46
de 1802, el número de profesores de violín se ve reducido a cuatro: R. Kreutzer, P.
Rode, P. Baillot y J-J. Grasset, reduciéndose así mismo su sueldo a los 2.000 fr que
venían cobrando los profesores clasificados como “de 2ª” -entre ellos Baillot- frente a
los 2.500 fr de los agrupados como de “1ª” (Pierre, 1900, p. 412).
De entre todos ellos, sin duda, son Baillot, Kreutzer y Rode quienes conforman la
brillante triada de profesores más influyentes de la institución. Poseen en común la
profunda admiración por Viotti, tanto como intérprete como compositor: “diferentes
de origen y de formación, pero unificados por la influencia de Viotti y la comunidad
de su labor pedagógica” (Pincherle, 1922, p. 105). Pese a que de entre ellos Rode es
el único alumno directo de Viotti, los principios de éste influenciaron a su vez a
Kreutzer y a Baillot. De Viotti, Baillot llegó a afirmar: “le creía Aquiles, pero es
Agamenón” (Fétis, 1868, p. 219). La imitación de su estilo, tanto a la hora de tocar
como de componer, es lo que hizo que, desde un principio, estos últimos fueran
considerados sus discípulos.
Incluso si no son todos alumnos de Viotti, son igualmente su escuela, como uno
dice de los pintores. Tocan en su espíritu, y, más particularmente, cogen los
instrumentos acorde a sus principios, los cuales él obtuvo de Pugnani y los
desarrolló de una manera creativa (Allgemeine Musikalische Zeitung, 1811, p.
452)31.
Sin embargo, como es bien sabido, un solista podía dar reputación a una escuela, pero
resulta dudoso que fuera realmente representativo de una escuela, sino más bien fruto
del desarrollo individual de un don excepcional. Generalmente aquellos que
representan mejor una escuela son los músicos que han puesto su talento al servicio
de una causa común y trabajan en el seno de una orquesta. Tanto hoy en día como
antaño, la mejor manera de hacerse una idea de lo que representaba una escuela de
violín es comparar la sonoridad de los pupitres de las cuerdas de las orquestas
nacionales de diferentes países. La homogeneidad en la manera de interpretar en el
caso francés, fruto de una pedagogía estandarizada, se veía reflejada en los altos
niveles de calidad de las orquestas parisinas. La Orchestre de la Société des concerts
del Conservatorio de París, predecesora de la Orchestre de Paris fue una de ellas.
31 https://opacplus.bsb-muenchen.de/Vta2/bsb10527961/bsb:4114433?
queries=Viotti&language=de&c=default (Consultado el 10 de enero de 2017).
47
Creada en 1828, estaba formada tanto por alumnos como por profesores, estando los
primeros obligados a participar en las actividades de la orquesta si eran requeridos
para ello (Holoman, 2004). Una de las principales razones del éxito de esta
agrupación era su uniformidad; en palabras de Louis Spohr (1784-1859):
El propio Viotti formó parte de la orquesta, incluso durante la gira que llevó a cabo
junto a su maestro Pugnani. Hay que tener en cuenta que durante el siglo XVIII todos
los grandes violinistas tocaban en orquestas. En 1810 Les tablettes de Polymnie afirma
sobre Viotti: “su influencia había resultado en una novedosa unidad de ejecución en las
orquestas parisinas” (TNGD, 2001, vol. XXVI, p. 768).
48
Mozart en París; me han dicho que se interpretan mejor en el conservatorio que en
ningún otro sitio” (Schwarz, 1958, p. 433).
3. Se dará el solfeo compuesto por los profesores más clásicos que se conocen;
como son Agus, Catel, Cherubini, Gossec, Langlé, Lesueur, Meul y Rigel,
revisado por otros profesores y adoptado para la enseñanza del Conservatorio de
París.
4. Se enseñará el arte de cantar por el método del Sr. Bernardo Mendozzi,
amplificado por los profesores de dicho Conservatorio de París, obra única en
32 Inicialmente Nonó había establecido la sede del conservatorio en el mismo lugar donde estaba su
almacén de música, es decir, en el número 13 de la calle Luna; en el año que nos ocupa, 1818, tal
y como se puede leer en la noticia publicada, Nonó decidirá trasladarlo a la Corredera alta de San
Pablo no. 12. Para más información sobre este tema véanse los artículos de Luis Robledo Estaire
(2000-2002) “El Conservatorio que nunca existió: el proyecto de Melchor Ronzi para Madrid
(1810)”, publicado en Música. Revista del Conservatorio de Música de Madrid, (vol. 7-9, pp. 13-
26) y Laura Cuervo (2012) “José Nonó (1776-1845), compositor que fundó el primer
Conservatorio de Música en Madrid”, aparecido en Anuario musical: Revista de musicología del
CSIC, (vol. 67, pp.133-152).
49
este género, en la que se corrigen muchos abusos introducidos hasta en la misma
Italia33.
Otros aspectos como la creación de una orquesta propia en el seno del conservatorio
de Madrid, la elección de sus métodos de enseñanza o incluso la formación del que
sería su primer profesor de violín, Pedro Escudero, alumno de Baillot, están en muy
gran medida vinculados al conservatorio parisino y la tradición franco-belga.
Art. 1: Para establecer la unidad de la enseñanza en todas las disciplinas del arte
musical, se impone a los miembros del Conservatorio la obligación de ocuparse
de la formación de las obras elementales necesarias para la enseñanza.
(…)
Art. 5: La enseñanza según las obras elementales adoptadas por el
Conservatorio es obligatoria para todos los profesores de este establecimiento:
51
el Director supervisará la ejecución de la presente disposición (Pierre, 1900, p.
96).
Por otro lado, los estudiantes también estaban obligados a seguir sus estudios bajo las
enseñanzas de las obras editadas por el Conservatorio. Se trataba de lograr de este
modo una uniformidad en la enseñanza de cada especialidad evitando la disparidad
de criterios en función de la elección de uno u otro profesor. Además, el imponer a
toda la institución (e incluso a sus sucursales de provincia) unos métodos de manera
totalitaria y centralizada refleja la disposición del nuevo Estado a desarrollar una
política educativa dirigida por primera vez a escala nacional: el Conservatorio de
París se convierte así en modelo del cual sus sucursales de provincia constituirán
fieles réplicas.
Unos años más tarde, con el fin del Imperio y la Restauración borbónica (1815), la
Imprenta va poco a poco reduciendo su actividad y esta restricción del estudio
únicamente a las obras impresas en el Conservatorio se relajará, abriéndose al uso de
otras obras pedagógicas. Así, en una orden de compra de “obras elementales
indispensables para el servicio de las clases” del 21 de junio de 1819 se incluirán en
ella los 24 Études de Rode (Hondré, 1995, p. 101).
Para facilitar el acceso de todos los alumnos a estos métodos pedagógicos sin
perjuicio de aquellos de menores posibilidades económicas, el Conservatorio adquiría
a la Imprenta un determinado número de ejemplares que permanecían en las aulas
para su estudio.
Cuando se nos encargó, hace más de treinta años, poner las bases de la
enseñanza del violín en el Conservatorio de música, no habíamos adquirido
previamente ningún conocimiento positivo sobre el arte de estudiar este
instrumento; nuestra instrucción no había ido más allá de algunas motivaciones
vagas y de tradiciones incompletas: ha sido necesario que erráramos y
tanteáramos durante muchos años antes de llegar a estos procedimientos que
llamamos secretos del arte. Para apoyarnos en nuestro estudio particular
buscábamos las obras elementales más importantes; debíamos, sin duda,
comenzar por ahí, pero no resultaba fácil: existía un número reducido de estas
obras, además, estaban escritas en un tiempo muy lejano para resultar útiles a la
hora de resolver las nuevas dificultades y para dar la flexibilidad de medios que
las composiciones modernas hacían cada vez más necesarias (Baillot, 1834, p.
2)36.
55
diablo” -en referencia a Tartini- o “la Sombra interpreta su plegaria a San Antonio de
Padua”.
Pero su obra no se limitará a la composición musical, también abarca un método de
taquigrafía musical, el Tableau mélo-tachygraphique (1798). Woldemar así mismo
compone un extraño poema titulado Les commandements du violon (s.f.), a imitación
del decálogo del catecismo, así como cartas y artículos críticos sobre la actualidad
musical. Otra obra curiosa resulta su Barême lyrique de Woldemar, ou L'art de
composer toute sorte de musique sans savoir la composition (1800), (TNGD, 2001,
vol. XXVII, pp. 460-461).
Para esta tesis posee especial significación su edición en francés del método para
violín de Leopold Mozart (1801)39, con nuevas obras añadidas de autores como
Corelli, Tartini, Geminiani, Christiani o Locatelli40, así como novedades respecto a
las arcadas, digitación y sujeción del violín más acordes con la interpretación del
siglo XIX. En el prefacio a su edición, Woldemar explica que los métodos de
Geminiani y Mozart se han quedado obsoletos debido a los cambios en la manera de
tocar y la evolución en las nuevas posibilidades técnicas que ofrece el instrumento,
sea en la digitación como en el manejo del arco. Tanto en esta edición de Woldemar
como en una versión traducida al castellano del método de Leopold Mozart que se
halla en los archivos de Real Conservatorio de Música de Madrid, encontramos
ejemplos de arpegios del método de Joseph Herrando de 175641 (Fonseca Sánchez-
Jara, 2005-2006, p. 101 y 104).
39 Michelle Garnier-Butel fecha esta edición ca. 1804 (TNGD, 2001, vol. XXVII, p. 461).
40 Méthode de violon Nouvelle edition enrichie des chefs d'ouvres de Corelli, Tartini, Geminiani,
Locatelli, Christiani. Rédigée par Woldemar, élève de Lolli... (París, 1801).
41 Herrando, J. (1756) Arte y puntual explicación del método de tocar el violín con perfección y
facilidad, siendo muy útil para cualquier que aprenda así aficionado como profesor,
aprovechándose los Maestros en la enseñanza de sus discípulos con más brevedad y descanso.
París. p. 32.
56
Ilustración 2. Les commandements du violon de Michel Woldemar (1803) (BNF).
Sin embargo, la obra de Woldemar más relevante desde un punto de vista técnico
resulta ser su Grande méthode, ou Etude élémentaire pour le violon, segunda edición
de 1800 del anterior Méthode de violon de 1798. Éste, tal y como sucede con otros de
sus escritos, contiene una importante variedad de ejercicios (escalas, trinos, arcos,
dobles cuerdas, entre otros) suficientes como para destacar entre los numerosos
métodos de violín publicados en Francia en la primera mitad del siglo XIX. Esta
obra, método de transición y conexión entre Viotti y el Méthode du violon (1803) de
Baillot, Kreutzer y Rode, merece un estudio detenido por su influencia en la
enseñanza del violín en nuestro país. Otro de sus valores reside en el hecho de que
nos aporta numerosos ejemplos musicales de importantes maestros, en clara muestra
de la predilección del autor por éstos. Así, en su Grande Méthode incluye bajo el
epígrafe de Leçons amusantes et instructives pour les jeunes élèves extractos de obras
de Boieldieu, Dalayrac, Mozart, Haydn, Pleyel, Martini y, por supuesto, él mismo, así
57
como sus propias adaptaciones de fragmentos del Stabat mater de Pergolesi o sus
variaciones sobre la Polonesa de Viotti (Woldemar, 1800, p. 76), que define como
“el aire preferido de Viotti” (Woldemar, 1800, p. 1). Esta preferencia de Woldemar
por Viotti se nos muestra claramente cuando en sus Comandements du violon
recomienda “en conciertos, elegirás preferiblemente a Viotti”. La predilección por las
obras de los antiguos maestros se muestra también en otra de sus obras pedagógicas,
L'art du violon (1800). Aquí recopila fragmentos de todos los géneros, tal y como
explica en su prefacio, de grandes autores como Corelli, Mestrino, Lolli, Mozart,
Tartini y Nardini, como por ejemplo el Romance e la Pazza d'amore (Nina) de
Paëziello [sic]. Avec accompagnement de violon brodé par Woldemar d'après les
principes de Tartini et de Nardini (Woldemar, 1800, p. 81), pero sin dejar de lado a
autores contemporáneos como Rode, Baillot, Blasius o Kreutzer.
Volviendo a su Grande Méthode, es cierto que sus primeras páginas, como sucedía
habitualmente en este tipo de obras, están dedicadas a los rudimentos de la música
más elementales: las notas musicales y sus valores, su localización en el diapasón del
violín en las distintas posiciones, la evolución histórica del arco, claves, alteraciones,
distribución de tonos y semitonos en las escalas diatónicas y la tesitura del violín, que
él sitúa en cuatro octavas y dos tonos, a diferencia de Baillot que cita más de cuatro
octavas y media, es decir, sobrepasando el Do7 (Woldemar, 1800, p. 3), etc. Sin
embargo, a lo largo de sus páginas Woldemar desarrolla un discurso sobre
determinados elementos técnicos del violín que resultan muy interesantes. Aunque
sin llegar a identificar las características de una u otra escuela, Woldemar ya
distingue claramente entre tres tipos de música por criterios geográficos: la francesa,
la alemana y la italiana. Para el autor, las dos primeras, pese a poseer una expresión
distinta, forman ambas sus sonidos a partir de la escala diatónica, siendo la italiana
superior a éstas por una mayor sensibilidad y gracia que debe al uso de los
cromatismos y enarmonías que le permiten pasar de un tono a otro por inflexión de la
voz (Woldemar, 1800, p. 1). El de las enarmonías viene a ser un tema recurrente a lo
largo del texto, en donde se hace hincapié en la existencia de una diferencia “mayor
de una coma armónica” en los instrumentos de arco que no se aprecia en los de
viento o en el fortepiano.
El lector observará que en mis escalas cromáticas hago notar la diferencia que
existe entre un re sostenido y un mi bemol, así como entre otras muchas notas, y
58
que lo cromático es una sucesión de notas destacadas mientras que lo
enarmónico existe y siempre ha existido de una manera más o menos sensible al
ligar una nota a otra (Woldemar, 1800, pp. 4-5).
59
Otros elementos significativos que se tratan en este método de Woldemar serían los
trinos con diferentes golpes de arco y en dobles cuerdas (1800, pp. 52-53). Así mismo
se plantea un estudio sobre la cuarta cuerda (1800, p. 58), y, respecto a las
posibilidades rítmicas, se aportan estudios en donde se incluyen indicaciones para
imitar otros instrumentos como el salterio de “Michel Esser” (1800, p. 66), la
mandolina del virtuoso Fritzeri (1800, p. 67) o incluso la guimbarda (1800, p. 64),
que realiza tocando cerca del puente.
Un tema a destacar son sus opiniones acerca de la posición del violín, ya que desde
su punto de vista manifiesta inicialmente su indiferencia entre sujetar el violín bajo el
mentón por su parte izquierda, la más habitual, tal y como se hace hoy en día y en su
momento hacían autores como Locatelli, Jarnovick o Viotti, o por el lado derecho,
como Tartini, Frantzl o Cramer (Woldemar, 1800, p. 2). Sin duda resulta llamativa la
libertad que otorga al alumno en un tema tan relevante como éste, del cual dependen
en gran medida aspectos como la correcta interpretación de los cambios de posición o
incluso la técnica del brazo derecho y el arco al modificar la inclinación del
instrumento. Sea con mayor o menor énfasis, los autores suelen recomendar la
sujeción del instrumento con uno u otro lado o, al menos, dan algunas indicaciones
que nos dejan entrever sus preferencias.
No es sino páginas más adelante cuando, para poder desarrollar todas las
posibilidades del arco moderno, Woldemar (1800, p. 54) finalmente se decanta, por
fin, por una de las opciones y recomienda como algo fundamental el tener bien sujeto
el violín apoyando el mentón sobre la parte izquierda, siendo esto, como hemos
indicado antes, sumamente relevante ya que afecta en gran medida a la técnica del
arco. Y es a partir de aquí donde nos conduce al aspecto más relevante de su tratado:
el tema del arco, en donde mostrará una vez más su modernidad y su admiración por
Viotti, a quien entre otros maestros antiguos italianos -recordemos su predilección
por esta escuela- toma como referencia principal.
Fue a través de sus conciertos como Viotti persuadió a los parisinos de la belleza y
calidad de los violines de Stradivarius (The Violin Family, 1989, p. 73), pero su
influencia se notará sobre todo en el desarrollo del arco. Tras su llegada a París, Viotti
se interesará por la mejora del arco usado hasta el momento y colaborará con
François Tourte en el diseño de un nuevo modelo con el que multiplicar los recursos
técnicos y expresivos, y por tanto también los compositivos, del instrumento. De
hecho, el desarrollo de un arco moderno por Tourte no sería sino resultado de una
60
demanda técnica de un nuevo repertorio. Woldemar, ya en su Méthode pour le violon
(1798)42, edición anterior del Grande Méthode, obra que nos ocupa, señalaba que las
indicaciones técnicas de Tartini, Leopold Mozart y Geminiani no eran adecuadas para
la música “moderna”, siendo únicamente útiles para los movimientos utilizados en su
época, especialmente el Adagio. Movimientos como el Allegro, el Minueto y el
Presto, el Fandango y el Escocés requieren para él la utilización de mayores
recursos, siendo los modernos “infinitamente superiores a los antiguos en la ciencia
del arco” (Woldemar, 1800, p. 54).
Woldemar describe de este modo el arco de Viotti: “difiere un poco del de Cramer en
la punta, pero la vara es más baja y más cercana al talón, es más larga y lleva más
crines” (1800, p. 3). El de Cramer era un modelo de arco alemán cuyos primeros
ejemplos fueron utilizados por la orquesta de Mannheim. Introducido por el violinista
Johann Wilhelm Cramer en la capital en 1769, desde entonces había gozado de cierta
difusión en el París de finales del siglo XVIII. El de Cramer supone un modelo de arco
de transición entre el arco barroco y el de Tourte. Su punta era más fuerte, pesada y
alargada, y la vara era más larga que los arcos barrocos, pudiendo producir un sonido
más regular tanto al talón como a la punta (Akoka, 2016). Según Woldemar, el modelo
de Cramer era el más utilizado por los violinistas hasta la revolución de 1789 y la
llegada del arco de Tourte.
Aunque no sabemos con certeza hasta qué punto llegó la colaboración entre Tourte y
Viotti a la hora de diseñar el arco, ésta aparece citada en Fétis:
42 Cuya segunda edición fue reeditada en París en 1800 como Grande Méthode ou étude élémentaire
pour le violon.
61
Tal y como explica Fétis, este nuevo arco incorporaba una pieza de metal en el talón
con la que hacía que las cerdas se mantuvieran planas y poseyera por lo tanto una
superficie de contacto uniforme, lo que facilitaba el control y la producción de un
mayor sonido (Gaudfroy, 2000).
Durante mucho tiempo se ha venido pensando que los violinistas en general, siguiendo
el ejemplo de sus homólogos parisinos, habían aceptado de manera unánime el modelo
de arco de Tourte, sin embargo, recientes investigaciones en la Universidad de Arte de
Berna muestran que esta preferencia únicamente se dio entre los seguidores de Viotti,
del cual Woldemar era un gran defensor. En especial durante las guerras napoleónicas
el estilo musical era un asunto de identidad social y política, y esto incluía la elección
de cómo producir el sonido, simbolizado por el arco. Era probable que todos aquellos
que no se identificaban con la revolucionaria escuela de violín de Viotti -y estos eran
la mayoría del mundo germánico- mantuviera el uso del modelo de arco tradicional a
principios del siglo XIX. Por otro lado, el modelo de Cramer que hacía más de
cincuenta años había dejado de utilizarse en París, seguía utilizándose en Viena, con la
consiguiente diferencia de estilo que debía de hacerse patente al escuchar una sinfonía
de Beethoven interpretada por una orquesta parisina, entrenada en la escuela de Viotti,
y una vienesa, donde la mayoría de los integrantes de cuerda se dedicaban por lo
general a otra profesión y que, probablemente, no hicieran uso del arco de Tourte
(Koepp, 2016).
62
En nuestro país, encontramos los primeros justificantes de compra de arcos de Tourte
en 179943, si bien la presencia de arcos franceses aparece documentada ya en 1786 en
el Diario de Madrid, donde se encuentran anuncios como el del fabricante francés de
violines Francisco Gand44 que, además de “cuerdas finas de Italia”, ofrece “arcos finos
de París” (Acker, 2007, pp. 57-58).
Los arcos construidos por el taller del violero Silverio Ortega desde 1786 se
corresponden por su constitución con los arcos franceses presentes en la sociedad
madrileña gracias a las fluidas vías comerciales establecidas con París. Su llegada, tal
y como ha indicado Elsa Fonseca, también pudo deberse a la actividad desarrollada en
la capital francesa por los hijos de Gaetano Brunetti durante su formación con Viotti y
la Escuela de Duport entre los años 1780 y 1782 (Fonseca Sánchéz-Jara, 2017, p. 253).
Sin duda su comercio ya se había estabilizado hacia mediados de siglo como prueba la
presencia de “arcos de imitación Tourte” en el catálogo de Carrafa de 185745.
43 AGP, Sección Administrativa, leg. 220. Citado en Fonseca Sánchéz-Jara (2017) p. 253 y en
Bordas Ibáñez (2005).
44 Francisco Gand, francés orihundo de Mirecourt, establece su taller en Madrid en 1762,
desarrollando su labor como violero y comerciante de instrumentos musicales hasta 1795 (Pinto
Comas, 1988, pp. 225- 231).
45 Bernabé Carrafa (1857), Gran almacén de música e instrumentos músicos, Madrid, p. 35 (BNE,
mss 14025/75).
63
2.5. Las bases de la moderna escuela francesa de violín: Méthode du
violon (1803) de Baillot, Rode y Kreutzer, y L'Art du violon (1834) de
Baillot
46 Baillot, P.-M.-F. d. S., Rode, P., & Kreutzer, R. (1803). Méthode du Violon par MM. Baillot, Rode,
et Kreutzer, Membres du Conservatoire de Musique. Redigée par Baillot. Adoptée par le
Conservatoire pour servir a l'Etude dans cet Etablissement. París: Imprimerie du Conservatoire de
Musique.
47 Para una visión comparativa -si bien bastante somera y algo superficial- entre los métodos
pedagógicos de Geminiani, Baillot y Galamian, véase: Swartz, J. W. (2003). Perspectives of
Violin Pedadogy: A Study of the Teatrises of Francesco Geminiani, Pierre Baillot, and Ivan
Galamian and a Working Manual by Jonathan Swartz. University of Texas, (tesis inédita).
48 Lister (2009, p. 230) incluso llega a suponer que Viotti debió de revisar el trabajo tras su redacción
en 1802 antes de su posterior publicación un año más tarde .
64
Ilustración 3. Portada del Méthode du Violon par MM. Baillot, Rode, et Kreutzer, Membres du
Conservatoire de Musique. Redigée par Baillot. Adoptée par le Conservatoire pour servir a l'Etude
dans cet Etablissement. París: Imprimerie du Conservatoire de Musique de Baillot, P.-M.-F. d. S.,
Rode, P., & Kreutzer, R. (1803). Volumen perteneciente a M. Euguène Sauzay (BNF).
65
Ilustración 4. Primera página del Méthode du Violon par MM. Baillot, Rode, et Kreutzer,
Membres du Conservatoire de Musique. Redigée par Baillot. Adoptée par le Conservatoire pour
servir a l'Etude dans cet Etablissement. París: Imprimerie du Conservatoire de Musique de
Baillot, P.-M.-F. d. S., Rode, P., & Kreutzer, R. (1803). Volumen perteneciente a M. Euguène
Sauzay (BNF).
Los tres poseían la ambición de revisar el trabajo cada treinta años, pero antes de que
llegara esa fecha Rode y Kreutzer ya habían muerto. Por esta razón fue Baillot en
solitario quien revisó el método reconvirtiéndolo en el que podemos considerar el
tratado de violín más influyente del siglo XIX: L'Art du violon: nouvelle méthode53.
Ilustración 5. Pierre Baillot, (1834). L'Art du violon. Nouvelle méthode dédiée à ses élèves. París:
Imprimerie du Conservatoire de Musique. Portada (BNF).
68
De L'Art du violon Fétis se atrevió a afirmar: “de todos los libros elementales que se
han hecho sobre el arte de tocar un instrumento, este es el mejor pensado, el mejor
escrito, el más previsor y el más útil” (Fétis, 1868, p. 222). Paul David, hijo del
reputado violinista Ferdinand David, en su entrada Violin playing del Diccionario
Grove escribe sobre L'Art du violon:
54 Baillot escribe también en 1835, las Observations relatives aux concours de violon du
Conservatoire de musique, donde muestra su objetividad como jurado del Conservatorio (Penesco,
1999, p. 92). También colaborará con Lavaseur, Carel y Baudiot en la redacción de su Méthode de
violoncelle et de basse d'accompagnement du Conservatoire (1804).
69
expresión a desarrollar (sonido, movimiento, estilo, gusto, moderación55 y génie
d'exécution56). Por otro lado, posee elementos que podemos juzgar propios de un
tratado moderno, como es la introducción de notas a pie de página y detallados
índices analítico y alfabético de materias.
En cuanto a la técnica del violín, plantea un estudio gradual: “esta marcha consiste en
partir de los elementos más simples para llegar, por grados, hasta las cosas más
complejas” (Baillot, 1834, p. 242). Es por esto, que en L'Art du violon, las lecciones
están estructuradas en tres fases:
1. Definición y explicación del aspecto técnico a tratar, con la inclusión de un
ejemplo como apoyo pedagógico.
2. Estudios mecánicos que permiten trabajar la dificultad técnica a dominar.
3. Aplicación de todos los principios anteriores a un fragmento musical elegido
dentro de un catalogo de música antigua o moderna que el autor incluye al final de la
obra.
Así, tal y como explica Baillot, “tras cada definición leída atentamente por el alumno
y cada ejemplo demostrado por el profesor, tras cada estudio mecánico de una
lección, se debe elegir un fragmento melódico o desarrollado, relativo a cada lección,
siguiendo por regla general el orden cronológico” (Baillot, 1834, p. 10). Dentro del
mencionado Catálogo de obras de autores cuyas composiciones sirven para la
enseñanza en las clases de violín del Conservatorio, Baillot realiza una división en
dos grandes grupos: “Compositores muertos” (en número de 24, entre los que se
incluye, además de a violinistas barrocos, a otros posteriores como Kreutzer, Rode,
Viotti o Gaviniès) y “Autores vivos” (también 24, incluyendo a Paganini).
55 He decidido traducir aplomb por “moderación” por considerarlo más fiel a las intenciones del
autor, cuyas enseñanzas preconizan el equilibrio, no únicamente relacionado con la justeza rítmica,
sino con la interpretación en general.
56 Si bien génie d'exécution podría ser fácilmente traducido por “talento para la ejecución”, he
preferido mantenerlo en el francés original por considerarlo un término con identidad propia, tal y
como ocurre con otros términos franceses como élan o spleen.
70
Como ocurría en el caso de Woldemar, la influencia de Viotti en la redacción del
Méthode es claramente perceptible en la importancia otorgada al estudio de las
escalas, tradición que prácticamente todos los métodos y tratados posteriores
continuarán. Más de la mitad de las páginas de este libro están dedicadas a su estudio
en una u otra forma: escalas en todas las posiciones, escalas cromáticas, escalas en
dobles cuerdas y estudios basados en escalas.
La escala es la escalera de nuestro sistema musical; ella se ofrece tal y como es,
un canto noble y simétrico, susceptible de una gran expresión y de variedad; ella
se presta a todos los movimientos de la armonía, ella acompaña a todas las
melodías y, aunque reflexionemos sobre sus límites, nos cuesta comprender
cómo cinco tonos y dos semitonos pueden albergar tantas combinaciones y
presentar tantos recursos. No deberíamos sino estudiarlas bajo todos sus
aspectos y todas sus formas: son la paleta sobre la cual debemos preparar los
colores, para tener a nuestra disposición todos los diferentes tonos y los matices
más delicados. (...)
[El estudio de las escalas] hecho cada día cuidadosamente, aporta a la práctica
de los estudios elementales, una seguridad y una rectitud que, de otro modo, no
podríamos obtener en años (Baillot, 1834, p. 45).
Para Baillot, las escalas son el medio por el cual el alumno va a adquirir un
conocimiento que le permita dominar bien todas las dificultades técnicas y así no
ocuparse más que del pensamiento musical.
Dentro de los consejos que incluye en su método sobre cómo se deben estudiar,
especifica: “[se debe] dedicar al menos una hora cada día a la práctica de todas las
dificultades elementales sobre las escalas en todas las tonalidades, siguiendo la
fórmula” (Baillot, 1834, p. 250). Según sus indicaciones expresas, éstas deben de
memorizarse, aspecto en el que insiste de manera recurrente: “ 24 escalas de una
octava en todos los tonos. En el medio del arco. Para practicar de memoria” (Baillot,
1834, p. 22), “Escalas diatónicas de dos octavas. Fórmula a aplicar, de memoria (sic),
a todos los principales estudios fundamentales. (...) para practicar a tempo y de
memoria (sic)...” (Baillot, 1834, p. 46). Constantemente, debajo de cada título de tipo
de escala a estudiar aparece la indicación “para tocar de memoria”. Sin duda del
estudio de memoria de los estudios y piezas musicales se deriva una mayor atención
a los gestos y los diferentes golpes de arco, para cuyo estudio éstas suponen, por
tanto, una base fundamental.
71
Para evitar la rudeza y falta de musicalidad que pudiera producirse en su práctica,
todas estas escalas aparecen con un acompañamiento de un segundo violín
compuesto por Cherubini. Para Baillot el estudio de las escalas era tan sumamente
importante que el 16 de septiembre de 1812, con más de cuarenta años y una
reputación a sus espaldas, escribió: “Pasaba la noche [en el pueblo] y volvía todas las
mañanas a por mis escalas por temor a perderlas” (Lister, 2009, p. 165).
72
Ilustración 6. Ejemplos de scordatura propuestos por el autor (Baillot, 1834, p. 228) (BNF).
Dentro de las posibilidades expresivas a las que alude Baillot se encuentran las
variables tímbricas y el carácter específico de cada cuerda, a los que dedica un
apartado en L'Art du violon. Mediante la elección de una correcta velocidad y presión
del arco, así como un determinado punto de fricción con las cuerdas (más cercano al
puente, al diapasón, etc), se puede llegar a imitar el timbre de determinados
instrumentos, como el oboe, la flauta la trompa, la trompeta, el piano, el arpa o
incluso el órgano (Baillot, 1834, p. 140). Por su parte, cada una de las cuerdas posee
un carácter distinto, cualidad que es importante conocer para utilizar sus
posibilidades: la cuerda prima posee carácter de voz de soprano y resulta análoga a la
flauta; la segunda cuerda a la voz femenina y resulta afín al sonido del oboe, cuyo
timbre explica cómo podemos llegar a imitar. La tercera cuerda poseería carácter de
contralto, así como la cuarta al de tenor, pudiéndose simular con ésta el sonido de una
trompa. Instrumentos como el piano, el arpa o el órgano exigen para su imitación del
uso de acordes, dobles cuerdas o armónicos (Baillot, 1834, pp. 140-143).
73
2.5.2. Arco en cuádruples cuerdas y la huida del efectismo
Para obtener este tipo de acordes de cuatro sonidos, Baillot vuelve a sugerir una
solución innovadora sosteniendo el arco de una manera poco habitual: la vara por
debajo del violín y las crines, sostenidas y tensadas por la mano, frotando las cuerdas.
De este modo también se puede tocar únicamente sobre dos o tres cuerdas a la vez
bajando o subiendo la mano derecha (Baillot, 1834, p. 225)57. Estos modos resultan
útiles, nos especifica el autor, a la hora de aportar un carácter dulce, grave o
misterioso a los Adagios o a otras piezas de sentido religioso y calmado.
Según Penesco (2005, p. 12), no solo Baillot, sino también Alexandre Boucher
(1778-1861), reconocido violinista francés, utilizaba este procedimiento con el
objetivo de aproximarse lo máximo posible al “halo sonoro” producido por el piano o
incluso el órgano, “el más majestuoso de los instrumentos, aquel que, desde hace
tantos siglos, siempre ha constituido el órgano supremo de la plegaria” (Baillot, 1834,
p. 224)58. Por su parte, Baillot (1834, p. 223) busca producir un sonido similar al del
órgano apoyando el arco con fuerza sobre las cuerdas y acercándolo a continuación
hacia el puente. Busca, de esta manera, diferenciarse de todos aquellos que, como
Boucher, buscaban el éxito fácil en el virtuosismo excéntrico que recurría a
exhibiciones técnicas, en muchos casos carentes de fundamento. Para Baillot todas
estas experiencias encuentran su justificación en el incremento de posibilidades
expresivas que aportan algo adicional al instrumento: “El mecanismo durante el
estudio no es suficiente por sí solo, es necesario que sea ayudado por el sentimiento“
(Baillot, 1834, p. 133).
57 A mediados del pasado siglo, Knud Verstergaard idea un arco “Bach” cuya curvatura permitía
interpretar las dobles, triples y cuádruples cuerdas de las obras para violín solo de J. S. Bach.
58 De hecho, Boucher compondrá una Invention para violín solo que se inicia con un Lento religioso
en cuádruples cuerdas, imitando, según él mismo afirmaba, al órgano del Convento de los
Agustinos de Segovia (Penesco, 2005, p. 12). El manuscrito autógrafo de esta obra, datado el 28
de enero de 1848, se puede consultar en el departamento de Música de la (W 24, 171). La
referencia a este órgano resulta muy interesante, ya que la estética sonora de los órganos barrocos
ibéricos resulta muy diferente del timbre empastado del órgano romántico francés. Sin duda
Boucher lo conocería durante su estancia en España como miembro de la Real Capilla. Para más
información sobre este tipo de órganos véase la tesis de Luciano Reinoso Robledo (1990)
Integración de la música y la arquitectura en España: el órgano histórico-artístico en Segovia.
74
exento de polémica. Con 26 años viaja a Madrid59 para en agosto de ese mismo año
recibir una recomendación para actuar ante la duquesa de Osuna, conocida mecenas.
Desatendiendo su invitación, Boucher se cuela en palacio, lo que provoca el enfado
de ésta, ya que previamente ella lo había llamado para que actuara en su casa (Ortega
Rodríguez, 2010, pp. 392-393). Su éxito fue inmediato, consiguiendo en seguida la
protección de Carlos IV. En julio de 1796 éste le nombra músico de cámara con
12.000 reales de sueldo, concediéndole a su vez plaza como supernumerario de violín
en la Real Capilla en 1798 tras el fallecimiento de Cayetano Brunetti. En su
expediente en los archivos del Real Palacio, en donde figura como “Juan Alejandro
Boucher”, aparece consignado como “Director de música de la Real Cámara y primer
violín de la Real Capilla60.
El modo en cómo Boucher consigue acceder al rey es relatado en las memorias de
Blangini y recogido por Dubourg:
[Boucher] supo que el rey de España era un apasionado de la música, así que
estaba ansioso porque éste le escuchara tocar pero, no teniendo conocimiento
alguno de persona que le pudiera ayudar a introducirse en la Corte, hizo lo
siguiente para conseguir sus propósitos. Un día, se colocó en la puerta del
palacio junto al guardián de la entrada. Éste, inicialmente reacio a que
permaneciera allí, finalmente se lo permitió, y Boucher comenzó a tocar de la
manera más refinada. Pasado un rato, el carruaje del rey se aproximó, tocando
entonces Boucher con mayor energía y delicadeza. El rey, sorprendido con lo
que oía, se paró y preguntó quién estaba tocando. Al ser informado, pidió que
Boucher le fuera presentado (Dubourg, 1852, p. 205).
En 1806 Boucher vuelve a París comenzando una carrera como solista que le llevará
por toda Europa consiguiendo la admiración del público, si bien no la aceptación
incondicional de los críticos y artistas que lo tildaban de charlatán por la teatralidad
con la que aderezaba sus interpretaciones, llegando a tumbar el puente de su violín
por sus movimientos desmesurados de brazos y piernas y la expresión sobreactuada
de sus gestos. Spohr, quien lo conoce en Bruselas en 1819, habla de él en estos
términos: “Su cara poseía un gran parecido con la de Napoleon Bonaparte, y se
notaba que él había estudiado cuidadosamente el comportamiento del emperador,
cómo se quitaba el sombrero, etc.” (TNGD, 2001, vol. IV, p. 90). Esta semejanza
59 Según el Diccionario Grove, que sitúa su fecha de nacimiento y muerte en 1770 y 1842,
respectivamente, Boucher habría realizado este viaje a Madrid con 17 años.
60 AGP, Capilla Real, Sección Administrativa, Personal, Caja 16678, Exp. 19.
75
también es señalada por Dubourg (1852, pp. 206-207), que cuenta cómo durante un
viaje a San Petersburgo, el propio Emperador Alejandro le pide a Boucher que
participe en una broma a su madre haciéndose pasar por Napoleón.
Boucher llega a explotar este parecido hasta el punto de titular Serment napoléonien
(1835) a unas de sus composiciones. Todos estos trucos algo superficiales llamaban
mucho la atención del público, llenándose los teatros. En un arranque de vanidad
Boucher llega incluso a denominarse a sí mismo el “Alejandro del violín”. Pincherle
afirma sobre él:
76
Sin embargo, pese a todas estas extravagancias, en palabras de Fétis, en su destreza
en la ejecución de las dobles cuerdas, staccato y otras dificultades técnicas, solo era
superado por Paganini (Grove 1890, vol. I, p. 263; TNGD, 2001, vol. IV, p. 90).
Boucher era tildado por sus contemporáneos de vacuo y efectista, hasta el punto de
que Louis Spohr llega a decir de él: “Boucher era un violinista excepcional, pero
también un gran charlatán” (TNGD, 2001, vol. IV, p. 90)61. No es de extrañar que
Baillot no quisiera ser relacionado con él y sus métodos, aunque compartieran alguno
de ellos, como la posibilidad de interpretar en las cuatro cuerdas a la vez que hemos
señalado antes. En su intento de alejarse de la fama y las maneras de Boucher, Baillot
se defiende de aquellos que pudieran tildarle de “charlatán” afirmando que lo
principal es el efecto de la interpretación sobre la audiencia:
Hemos escuchado algunos ensayos de este procedimiento que no han sido mal
acogidos por el público, pero que en seguida se han confundido con lo que
denominamos el charlatanismo. Si comprendemos bien la palabra, ésta se aplica
a aquellas cosas que no responden a lo que se promete de ellas, a aquellas que
engañan con una apariencia de veracidad (...). Lo esencial es gustar, conmover
con unos medios que no tienen nada de malo ni en sus principios ni en sus
efectos (Baillot, 1834, p. 225).
Si bien algunos textos afirman que Baillot escondió la cabeza cuando escuchó a
Paganini interpretar armónicos, pizzicatos con la mano izquierda o pasajes en
staccato (TNGD, 2001, vol. II, p. 490), éste le dedica al de Génova un párrafo en su
introducción de L'Art du violon e incluye sus obras dentro del catálogo de autores
recomendados para el aprendizaje del violín que cierra su obra.
61 Para más información sobre la figura de Boucher, véase ROBLEDO ESTAIRE, L. (1991). “La
música en la corte de José I”. Anuario musical: Revista de musicología del CSIC, (vol. 46, pp.
205-244).
77
Baillot justifica la presencia de Paganini en su método por el éxito reciente que éste
acababa de obtener en sus conciertos en París. Para él, el estilo del genovés no tiene
parangón con el de otros virtuosos, lo que le aporta el interés de la novedad, pese a
que sus interpretaciones se basen principalmente en el empleo de ciertas dificultades
técnicas, como los armónicos, el pizzicato o las accordaturas, que ya se habían
utilizado anteriormente y que incluso habían caído en desuso, pero a las que él añade
otros efectos, como los dobles armónicos o el empleo exclusivo de la cuarta cuerda
haciendo que “el violín, entre sus manos, se convierta en otro instrumento” (Baillot,
1834, p. 6)62.
Paganini es capaz de crear nuevos efectos, pero ¿es capaz de utilizarlos en su justa
medida?
Podemos entrever una crítica al estilo de Paganini en estas palabras de Baillot, pero
sin embargo, éste no deja de mencionar el tratado de Carl Guhr (1829), Über
Paganinis Kunst die Violine zu spielen, en donde se explican de forma detallada
todos los artificios técnicos empleados por Paganini63. Por otro lado, estas menciones
no hacen sino aportar información, sin llegar a legitimar el método de Guhr que de
ningún modo constituye una continuación al método del Conservatorio, “compuesto
en otro sistema diferente” (Baillot, 1834, p. 6)64.
Pero el arte de Paganini no era aceptado por todos sino que muchos veían sus alardes
técnicos con cierta reticencia. Las dos posturas dispares respecto a diferencia de
62 Debemos tener en cuenta que, con la salvedad de los dobles armónicos, Paganini no introduce
elementos nuevos: los armónicos simples ya habían sido empleados por Mondonville y Ferrari, los
grandes saltos en los cambios de posición habían sido abordados por Gaviniés, Lolli o Locatelli
cuyos Caprichos enigmáticos inspiraron claramente su técnica. Las scordaturas venían siendo
utilizadas por algunos violinistas en el siglo XVII, así como los pizzicatti de la mano izquierda en
acompañamiento de un canto sostenido aparecen en el Hortulus Chelicus (1688) de Johann
Walther.
63 El texto de Guhr aparece en su edición alemana en 1829 y, un año más tarde, traducido al francés.
64 El debate acerca de Paganini y sus recursos técnicos sigue aún vigente en nuestro país casi un
siglo más tarde. En palabras de Enrique Fernández Arbós, “al servirse de estos procedimientos,
Paganini los trata con los recursos del genio, aumentados por su maravilloso mecanismo y por un
sentido intuitivo del efecto, que les confiere un carácter de verdadero arte” (1924, p. 32).
78
estilos tuvieron su enfrentamiento en un duelo encarnado en la figura de Paganini y
Charles Philippe Lafont (1781-1839). Alumno de Kreutzer y de Rode y, por lo tanto,
importante representante de la escuela francesa, Lafont propuso un duelo violinístico
a Paganini en un encuentro con éste en la Scala de Milán en 1816. A propuesta de
Lafont, ambos deberían de dar un concierto cuyo programa estaría integrado por el
Doble concierto de Kreutzer y cuyo vencedor terminó siendo supuestamente
Paganini. La historia varía en función de las fuentes. Dubourg, quien compara el
encuentro entre Lafont y Paganini como si de Troilo y Aquiles se tratara (1852, p.
32), se extiende más explicando que:
Unos catorce años después de este suceso, en 1830, Lafont debía de seguir molesto ya
que envía una carta al periódico francés Harmonicon en donde niega la versión oficial
e incluso llega a atribuirse una ventaja parcial alegando que “yo no he sido derrotado
por Paganini ni él por mi” y defiende la escuela francesa como “la primera en el
mundo del violín” (TNGD, 2001, vol. XIV, p. 110; Dubourg, 1852, pp. 123-124). El 7
de abril de ese mismo año, el Harmonicon se hacía eco de la contestación de un
“Signor Francesco Cianchetti” quien afirmaba haber presenciado el suceso y que la
opinión del publico había sido favorable al italiano. El propio Paganini, sin dejar de
atribuirse la victoria, le quitaba importancia al asunto desde la modestia (Dubourg,
1852, p. 124).
Pese a lo relevante del encuentro de estos dos virtuosos, con un estilo tan diferente,
Fétis, en su Biographie universelle des musiciens (1868), a la hora de hablar de
Lafont, no concede al tema más que una mínima alusión afirmando escuetamente “en
1812, lucha en Milán con Paganini” (Fétis, 1868, vol. V, p. 163). Paul David, en su
entrada sobre Lafont del Diccionario Grove de 1890 tampoco hace una mayor
referencia al tema (Grove, 1890, vol. II, p. 84). Sin embargo, Dubourg pone en boca
de Fétis las siguientes palabras:
79
No se puede negar que Lafont mostró una gran imprudencia en esa ocasión. Sin
duda él posee cualidades de orden clásico, mayor pureza, y más análoga con el
gusto francés de su tiempo que Paganini. Sin duda él posee un mayor volumen y
uniformidad de tono: pero respecto a la imaginación, la poesía de la
interpretación y el dominio de las dificultades, no tiene parangón con su
antagonista. En un concierto en el Conservatorio de París, la palma, en 1816,
quizás le hubiera sido concedida (a Lafont), pero en presencia de una audiencia
italiana, ansiosa de novedades, originalidad y fuerza, debe de haber sucumbido
(Dubourg, 1852, p. 124).
2.5.4. Sobre la expresión y el estilo propios. El buen gusto que repugna todo
exceso
80
Por otro lado, debemos evitar confundir la pasión en la interpretación con las
alteraciones de tempo y ritmo no justificadas y ajenas al autor. Es necesario
desarrollar la moderación, en un sentido de equilibrio.
[Es necesario moderar] la vivacidad de los sentidos y reglar las pasiones que
animan al ejecutante; si se deja llevar por ellas, [añadirá] más rapidez, más
matices, más efectos; si se cohíbe demasiado resultará frío. El arte consiste en
mantener el equilibrio entre el sentimiento que nos transporta y el que nos
retiene; es tal y como vemos, un tipo de moderación distinta a aquella que se
ocupa únicamente de la división exacta del tiempo, se debe tanto a costumbre
como a la madurez del talento (Baillot, 1834, p. 266).
Baillot está a favor de los progresos técnicos y el enriquecimiento del mecanismo del
violín siempre y cuando éstos sigan al servicio de la música. Es por ello que se
muestra reticente al abuso de elementos como el staccato en los ricochets, los
sonidos armónicos en las dobles cuerdas o los matices en pizzicato de las dos manos,
e invoque a menudo el buen gusto que repugna todo exceso. Con el fin de preservar
el carácter esencial del violín, las innovaciones deben de permanecer expresivas y no
constituir un muestrario de virtuosismo vacío de significado. Baillot afirmará en
numerosas ocasiones preferir tocar el corazón de su audiencia que buscar el provocar
su admiración por excesos técnicos (Penesco, 1999).
Por otro lado, la comprensión profunda del estilo de cada compositor -o genie
d'éxecution- es algo fundamental. Contrariamente a Paganini que, en gran medida, no
ejecuta en público más que sus propias obras antes que las de los grandes maestros,
Baillot nos define el génie d'exécution como “traducir todo, animar todo, transmitir al
alma del oyente el sentimiento que el compositor tuvo en la suya” (Baillot, Rode et
al. 1803; Baillot, 1834, p. 266). Fayolle, en su libro Paganini et Bériot ou Avis aux
jeunes artistes qui se destinent à l'enseignement du violon afirma sobre Baillot:
“posee el génie de l'exécution pues él se desprende de sí mismo para convertirse una
y otra vez en Haydn, Boccherini, Mozart y Beethoven” (Fayolle, 1831, p. 41, citado
en Penesco, 1999, p. 95).
81
distingue tres tipos de digitación: la más segura, la más fácil y la característica o
expresiva de cada autor. Si en un pasaje difícil el autor ha marcado una digitación,
esa es la que debemos realizar en la medida que podamos, ya que ésta es muestra de
su carácter y estilo compositivo. Sin embargo, si el pasaje carece de indicaciones,
podemos elegir aquella digitación que sea más segura desde el punto de vista de la
afinación. Algo distinto ocurre en el caso de aquellos intérpretes que poseen manos
de pequeño tamaño, entonces se debe de elegir la digitación más sencilla de modo
que se adecue a las capacidades y características físicas de cada uno. Más allá de
estas apreciaciones, si estudiamos el estilo de cada autor, veremos las diferencias que
existen entre ellos a la hora de optar por una u otra digitación. Baillot (1834, p. 147)
afirma que Viotti se mantenía todo lo posible en la misma posición, evitando así el
movimiento de la mano pero a su vez obligando a cambiar de cuerda frecuentemente;
Kreutzer, sin embargo, cambiaba a menudo de posición sobre todas las cuerdas, lo
que resultaba muy adecuado para dotar de brillantez determinados fragmentos; Rode,
por su parte, cambiaba de posición dentro de una misma cuerda, aportando unidad de
expresión y homogeneidad de sonido. Para interpretar las obras de un autor, según
Baillot, debemos marcar una digitación expresiva que siga los principios del génie
d'exécution, asemejándose en todo lo posible a las empleadas por éste evitando de
este modo desnaturalizar su estilo y caer en una confusión de géneros (Baillot, 1834,
p. 147).
Desde los orígenes del Conservatorio hemos trabajado de buena fe en evitar que
los alumnos que nos son confiados devengan prisioneros de una escuela,
buscando el dar a la propia escuela la más grande extensión posible y de dejar a
los alumnos la mayor de las libertades en su desarrollo (Baillot, 1834, p. 3).
82
2.5.5. Metrónomo y expresividad
2.5.6. Per ben suonare bisogna ben cantare. El canto como modelo
La música es un lenguaje cuyas frases necesitan una puntuación, pero más que una
voz hablada, para Baillot el modelo es el canto, cuyos principios se deben de aplicar
65 El texto completo de este informe sobre el cronómetro musical de Despréaux se encuentra en los
archivos digitalizados del Palazzetto Bru Zane – Centre de musique romantique française, Fonds
Baillot: http://www.bruzanemediabase.com/fre/Fonds-d-archives/Fonds-Baillot/Rapport-sur-le-
chronometre-musical-invente-par-M.-Despreaux-Pierre-Baillot/%28offset%29/11 (Consultados el
6 de junio de 2016).
El Conservatorio de París adoptaría el cronómetro como elemento auxiliar al estudio en 1812.
83
al violín. El timbre del violín es para él una segunda voz humana (1834, p. 5). De
este modo hace suya la máxima de Tartini: Per ben suonare bisogna ben cantare. Los
principios que aplicamos al modo en cómo gestionamos la respiración en el canto son
aplicables al uso del arco: él hace el oficio de la respiración y quien marca las pausas,
que es en lo que principalmente consiste el arte de frasear (Baillot, Rode et al., 1803,
pp. 135-136).
Así mismo, Rode hace hincapié en este aspecto afirmando en la introducción de
algunos de sus Caprichos que el fin supremo del violín debe ser el de “cantar”66.
Las cuerdas del violín son comparadas con las tesituras vocales y Baillot sugiere el
empleo -en su justa medida- de dos elementos asociados al canto: el portamento
[port de voix] y el vibrato que, en esta época, no era aún continuo, como lo será
posteriormente, sino que se reservaba esencialmente para los pasajes melódicos y las
notas largas. Pero las aplicaciones de la técnica del canto a la técnica del violín no se
acaban ahí:
Existe una regla general que no podemos olvidar: todos los pasajes que van del
grave al agudo deben realizarse aumentando la fuerza del sonido, así como
debemos disminuirlo en aquellos que van del agudo al grave. Ésta es una ley de
rigor en el canto y es del propio Método de canto que la hemos tomado (Baillot,
Rode et al., 1803, p. 137).
A la hora de tratar sobre la producción de sonido al pasar el arco por las cuerdas,
Baillot vuelve a reafirmar esta relación: “es así que podemos cantar con el violín, a
imitación de la voz que no se altera con sacudidas ni separa los sonidos, sino que los
sostiene y pasa de uno a otro” (1834, p. 97).
El hecho de inspirase en la técnica de otro instrumento como el canto no es contrario
a la creación de un lenguaje idiomático propio, y no nos debe de extrañar esta
relación entre ambas técnicas interpretativas, dada la naturaleza melódica de ambos y
las analogías en la producción del sonido, que permiten efectos comunes como, por
ejemplo, el portamento o el vibrato.
66 Rode debió de estar influido por la idea de la utilización del canto como modelo por una gira de
conciertos por los Países bajos y Alemania que realizó en 1801 junto a la célebre cantante italiana
Giuseppina Grassini (1773-1850).
84
2.5.7. Sobre el arco como característica técnica de la escuela francesa
El arco será siempre uno de los puntos fuertes de la enseñanza del Conservatorio
parisino desde su creación. Ya en el Méthode de Baillot, Rode y Kreutzer se tratará de
estabilizar una de las características futuras de la escuela francesa de cuerda como es
el tratamiento del arco, intentos que el propio Baillot continuará en L’Art du violon.
De hecho, una de las razones del éxito de este método en toda Europa es que éste
constituye el primer texto adaptado a las características del arco de Tourte67. En este
sentido, podemos considerar el método de Woldemar como un precursor de la
utilización de este tipo de arco por el que manifiesta en varias ocasiones su
preferencia en pro de la adaptación a estilos y repertorios más modernos. Sin
embargo, no constituye, como el de Baillot, un texto práctico en su totalidad
adaptado a las posibilidades técnicas de este nuevo arco.
Esencial para Baillot, éste aconseja al alumno hacer “un estudio específico de la
división del arco” tal como se sigue haciendo hoy en día en “talón”, “medio” y
“punta”, así como ejercitarse “en los diferentes golpes de arco para introducir
variedad en la ejecución y multiplicar los acentos” (Baillot, Rode et al. 1803, p. 5;
Baillot, 1834, p. 92).
Citando a Savart, Baillot expone las diferentes variables del arco a la hora de
conseguir un sonido más o menos potente: distancia entre las crines del arco y el
puente, así como la presión del arco sobre las cuerdas, siendo también necesario
pasar el arco más lentamente sobre los sonidos graves que sobre los agudos para
obtener la misma intensidad de sonido (1834, p. 130), sin embargo, pasa por alto un
aspecto muy importante como es la aplicación del peso del brazo sobre la cuerda.
El nuevo modelo de arco de Tourte, con una mayor tensión en las crines, permitía,
además de un mejor legato, la posibilidad de saltar y de atacar la cuerda tanto al talón
como a la punta. Ésto dio lugar a una nueva clasificación de golpes de arco como el
martelé o el spiccato.
67 El nuevo arco de Tourte, denominado “Viotti” por la colaboración del italiano en su diseño, difería
notablemente del arco de Cramer, modelo de arco alemán que se comenzó a utilizar en la orquesta
de Mannheim, de transición entre el arco barroco y el de Tourte. Este último poseía una vara más
larga y un mayor número de crines por lo que era más fácil de controlar facilitando determinados
golpes de arco, especialmente los saltados.
85
Baillot divide los golpes de arco en tres categorías: firmes o a la cuerda [mats],
elásticos [élastiques] y sostenidos [trainés]. Entre los primeros encontramos, en
función de la longitud del arco utilizado, el grand détaché, el martelé y el staccato;
entre los elásticos, el détache léger, el perlé, el sautillé o saltillo, y el staccato à
ricochet; entre los sostenidos, un détaché appuyé y un détaché flûté (Baillot, 1834, p.
100). Otros tres golpes de arco no incluidos en alguna de estas tres categorías sería el
bariolage, el arpeggios y el saccade. De entre ellos destaca este último ya que, por
sus características, podemos relacionarlo con el que Spohr denomina como coup
d'archet de Viotti.
También al abordar los matices tímbricos del instrumento, Baillot nos habla de la
sordina, como elemento artificial
...que parece dar al sonido una especie de modo menor. Su timbre velado posee
algo de misterioso, de dulce y de quejumbroso. Refresca y hace reposar los
sentidos tan a menudo fatigados por los efectos llamativos, prepara para otras
impresiones que resultan ser más fuertes ya que han sido presentadas por
contraste, dispone al recogimiento, favorece las emociones profundas que tanto
encanto tienen para las almas tiernas y melancólicas (Baillot, 1834, p. 221).
86
Las palabras del autor sobre la sordina nos aportan una valiosa información sobre la
luthería de la época. Frente a los inconvenientes prácticos de la sordina, como la
necesidad de interrumpir la ejecución para colocarla sobre el puente -así como para
quitarla de él-, Baillot invoca a los constructores a que inventen un mecanismo que
permita al ejecutante hacer uso de la sordina a voluntad sin tener que parar de tocar.
Sin embargo, en lo que parece un añadido posterior al texto, en pie de página,
menciona la invención de una sordina por el violinista J.-Fr. Bellon, Primer premio
de 1823 en la clase de R. Kreutzer en el Conservatorio de París. Baillot se hace así
eco de una creación relativamente reciente, ya que según el Catálogo del Museo de la
Música del Conservatorio de París de 1875, donde se encuentra una sordina para
violín y otra para violoncello de Bellon donados ambos por Eugène Gand, se
establece 1832 como fecha de invención de este artilugio, dos años antes de la
edición de L’Art du violon (Naud, 2004, p. 329). Éste, tal y como quedaría reflejado
en el Procès-verbaux de l'Académie des Beaux-arts: 1830-1834, habría sido
estudiada por la Academia en 1834, el mismo año de la edición del método de
Baillot.
En España este invento llegaría unos años más tarde. Uno de los almacenistas más
activos de la primera mitad del siglo XIX en Madrid, el también editor e impresor
87
Bernabé Carrafa anunciaba en 1857 en su catálogo de instrumentos sordinas para
violín de ébano, de hueso, Melchort, “misteriosas” de asta y latón, pero también De
Bellon, “que se ponen y se quitan sin dejar de tocar”68.
Los niños o los jóvenes cuyos hombros aún no poseen la longitud suficiente
para sostener el violín, y las damas que tocan este instrumento y que no poseen
nada en su acomodo que las ayude a sostenerlo con facilidad inclinado del lado
derecho, pueden rellenar este vacío existente entre el hombro izquierdo y el
violín situando un pañuelo de tejido espeso o una especie de cojín. La
experiencia nos ha demostrado que este medio ofrece grandes ventajas sin
ningún inconveniente y que el pañuelo puede situarse por dentro del vestido a la
altura del hombro sin que se note apenas (Baillot, 1834, p. 16).
69 Sin embargo, pese a todos los adelantos técnicos propios del siglo y en clara referencia a las
innovaciones de Félix Savart o Georges Chanot, Enrique Fernández Arbós afirma:
Desde que el gran Antonio Stradivarius, allá en el siglo XVII, fijó para siempre sus
características, construyendo los más hermosos instrumentos musicales que han salido
de manos mortales, el violín apenas ha cambiado un ápice. Nuestro violín es el violín
que legaron a la Música los artífices de Cremona, con sus cuatro cuerdas acordadas en
quintas, su mástil erguido y la graciosa voluta que forma capitel al extremo del clavijero.
Todas las tentativas de perfeccionamiento que se han hecho luego resultaron
enteramente baldías. El siglo XIX, con sus prodigiosos adelantos científicos, no pudo
añadir una sola cualidad al violín de los luthiers de Cremona. Es, simplemente, que se
había llegado a la perfección, a ese extremo límite que no le es dado ya rebasar al
hombre (Fernández Arbós, 1924, pp. 8-9).
89
Siguiendo con los comentarios referentes al tema de la luthería, a la hora de escoger
un violín, Baillot alaba las cualidades de los Amati, los Guarneri y, como no, los
Stradivari, a los que sitúa en un nivel superior. Sin embargo, desconfía de los violines
de nueva fabricación, sobre los cuales únicamente el tiempo podrá determinar si
ganarán o perderán en facultades. El propio Baillot poseía dos Stradivarius: el
“Coloso” de 1716, que previamente había pertenecido a Viotti, y el de 1732 que hoy
en día lleva su nombre. Como Baillot poseyó este último instrumento entre 1805 y
1842, lo más probable es que fuera éste el instrumento que utilizara para sus
interpretaciones del Concierto de Beethoven del año 1828.
Como punto intermedio y en un alarde de patriotismo, sugiere los violines de
fabricación francesa cuya antigüedad no deje ninguna duda sobre su valor real, en
concreto, aquellos de Nicolas Lupot (1758-1824). Sobre los constructores franceses
llega incluso a afirmar: “Sea por sus descubrimientos y la belleza de su construcción,
sea por sus imitaciones de los violines de Cremona, imitaciones a las que no les falta
sino el barniz para resultar perfectas...” (Baillot, 1834, pp. 243-244).
De hecho, J. B. Vuillaume, uno de los más célebres constructores y comerciantes de
instrumentos de cuerda del París de la época, era especialmente reconocido por las
copias de violines de Stradivari, Amati, Maggini o Guarnerius a las que Baillot hace
referencia. Costumbres como el introducir etiquetas auténticas en sus copias de los
grandes maestros hizo que se le llegara a considerar como falsificador, acusándole de
vender sus propias imitaciones de violines de Cremona como auténticos. Las
opiniones a este respecto son encontradas. Roger Millant, en su biografía sobre
Vuillaume le defiende con estas palabras:
90
Por otro lado, hemos de suponer que Vuillaume aplicaba los modernos métodos
industriales de la época a la fabricación de violines. Se hacía con maderas muy viejas
para realizar sus copias, utilizando un horno para secarlas mediante una máquina de
vapor. El procedimiento consistía en humedecer la madera con el vapor durante un
tiempo, lo que permitía secarla en seguida, pudiéndose utilizar tan solo tres semanas
después.
El fabricante y experto en violines Charles Beare cuenta una anécdota que aparece en
el famoso libro del constructor y comerciante de violines escocés David Laurie
(1924) y que nos da una idea del espíritu comercial de Vuillaume:
70 Pese a su muerte en 1854, el comerciante y coleccionista Luigi Tarisio había llenado el mercado
de instrumentos de cuerda que conseguía en Italia a muy bajo precio para llevarlos años tras año
hasta París donde eran adquiridos por comerciantes como Vuillaume y Chanot “a través de cuyas
manos pasaron casi todas esas obras de arte descubiertas por Tarisio en sus andanzas, por las
cuales se pelean millonarios ingleses y americanos, tan pronto como aparecen en el mercado”
("Tarisio and the Cremonas," 1883), http://query.nytimes.com/gst/abstract.html?
res=9905EFD9153DE533A25757C2A9609C94629FD7CF&legacy=true (Consultado el 6 de
junio de 2014).
Para más información sobre Tarisio véase Silverman, W. A. (1957). The Violin Hunter. Nueva
York: The John Day Company.
91
en instrumentos musicales de cuerda Tarisio-Cozio71, podemos ver que a través de
Vuillaume se realizaron más de 50 transacciones de los mejores instrumentos de
cuerda, especialmente de Cremona, entre los que figuran el violín Salabue, el Lady
Blunt, el Mesías o el Sleeping Beauty de Stradivari.
Muchos de estos violines cuyos autores había introducido Vuillaume junto con otros
comerciantes franceses formaban parte del comercio de instrumentos español. El
almacenista español Bernabé Carrafa en su catálogo de instrumentos de 1857 ofrece
violines para niños “repasados” por Gand, violines de bolsillo imitación de
Stradivarius, violines grandes imitación de Stradivarius y, dentro de la categoría de
“violines de autor” otros obra de Breton, Nicolás, Vuillaume y Gand “como los
primeros premios del Conservatorio de París”, todos estos a un precio
considerablemente más elevado que los de categorías inferiores. Carrafa añade como
muestra de la calidad de dichos instrumentos:
Para que los consumidores formen una idea exacta del mérito de los Violines
antes descritos, no será inútil decirles que los precios fijados en este catálogo no
llegan a ser ni aún la mitad de aquellos a que hasta ahora se han vendido en
España los mencionados violines. Los de Gand núm. 454 [mencionados como
pertenecientes a los primeros premios del conservatorio parisino] son de clase
tan superior, que los mejores concertistas ALEMANES y FRANCESES [sic] no
usan de otros72.
Respecto a los violines de factura antigua, Carrafa ofrece algunos de los realizados
por Stradivarius, Guarnerius, Amatus [sic], Guadagnini y Ortega “respondiendo de su
legitimidad”, si bien previene de su número limitado y, por lo tanto, de su elevado
precio73.
Así mismo, Baillot previene contra los violines cuyos diapasones no correspondan
con las dimensiones estandarizadas de un violín “moderno”, cuyas medidas aporta
71 El Archivo Cozio, creado por la casa de subastas Tarisio, incorpora por acceso digital por
suscripción a través de su página web todos sus archivos de compra-venta de instrumentos de
cuerda. Éstos alcanzan más de 36.000 instrumentos de más de 3.500 constructores, así como
fotografías y registros de los precios alcanzados por los mismos en subasta (más de 57.000
registros), constituyendo una valiosa fuente de información para los investigadores. Agradezco a
Naomi Sadler, responsable del archivo Cozio de instrumentos y arcos de la casa de subastas
londinense Tarisio, el haberme facilitado el acceso a su archivo así como a importante información
guardada en él.
72 Bernabé Carrafa (1857), Catálogo, p. 27.
73 Bernabé Carrafa (1857), Catálogo, p. 28.
92
con ayuda del constructor Gand74. El encontrarse con instrumentos con medidas
dispares parece, por tanto, que debía de ser algo más o menos habitual en esta época,
ya que incluso llega a aconsejar el familiarizarse con violines de otra proporción para
así saber tocar afinado en todos ellos.
Pero al hablar del instrumento en sí, es a las cuerdas a las que Baillot dedica más
empeño, en especial a la prima o cuerda de Mi (chanterelle). Aporta unas
recomendaciones muy interesantes sobre las cuerdas de tripa, afirmando como las
mejores a las de Nápoles, fabricadas en el momento más óptimo del año para las
tripas de los animales, cuando éstas se encuentran en su mejor momento para ser
manipuladas. No deja, sin embargo, de aconsejar las cuerdas fabricadas en Francia,
cuyas cuerdas primas, según él, poseen una gran duración y resistencia. Las cuerdas,
según Baillot, se deben de adquirir en el momento justo, ni cuando son muy viejas,
ya que se rompen con facilidad al estar muy secas, ni muy nuevas, que igualmente se
rompen al no haber adquirido aún la consistencia necesaria. Por otro lado, no se
atreve a dar un grosor determinado como estándar, asegurando que debe ser el propio
intérprete quien elija las cuerdas en función de su manera de tocar y del propio
instrumento, teniendo en cuenta así mismo la delicadeza y finura de su tacto. El
grosor de las cuerdas debe de ser proporcional al violín en general, a cada violín en
particular, y a cada cuerda de entre ellas. Una vez que hayamos encontrado el grosor
que le conviene a nuestro instrumento -siendo esto especialmente importante en el
caso de la cuerda prima- éste no se debe de cambiar jamás. Para ello Baillot, al igual
que harán otros autores en sus métodos correspondientes, como Spohr, propone el
uso de un calibre.
Según el diámetro de la cuerda o la fuerza del arco ésta resulta demasiado dura o
demasiado blanda. El hilo de plata del que a veces se hace uso o el propio hilo
74 Cabe destacar que Francisco Gand, francés orihundo de Mirecourt, establece su taller en Madrid
en 1762, desarrollando su labor como violero y comerciante de instrumentos musicales hasta 1795
(Pinto Comas, 1988, pp. 225- 231).
93
de latón poseen el inconveniente de pulirse muy pronto bajo el arco, de modo
que no podemos obtener nada de ella ni siquiera con todo el agarre de la mejor
resina. (...) Resulta muy deseable que se busque el perfeccionamiento de las
cuerdas entorchadas que poseen tanta influencia sobre los instrumentos de arco
(Baillot, 1834, p. 245).
Manén aconsejó a algunas de las más importantes casas de cuerdas de violín, como la
holandesa Hakkert, de Rotterdam, acerca del grosor y materiales idóneos para la
fabricación de cuerdas más resistentes y sonoras. Esta casa de cuerdas elaboró en
1930, por consejo de Manén, bordones revestidos de oro. Otro claro ejemplo de su
influencia fue el hecho de que la casa Gebrüder Schuster de Markneukirchen sacase
al mercado a principios del siglo XX un encordado según los espesores utilizados por
el joven Manén al cual puso el nombre de “Juan Manén Violin Saite” (Manén, 1958,
p. 122).
Por otro lado, las orientaciones de Baillot en L’Art du violon (1834) no se limitan a
las estrictamente técnicas sino que valora también las posibilidades profesionales del
violinista. Hemos visto cómo, a la hora de recomendar un tipo de cuerda u otro,
Baillot tenía en cuenta para qué tipo de repertorio y función se iban a emplear
(solista, músico de orquesta, integrante de conjunto de cámara). Baillot está muy
lejos de considerar el violín como un instrumento destinado íntegramente a la función
de solista:
95
al éxito excesivamente fácil y peligroso para el arte, estudia y cautiva al público” -de
nuevo un rechazo al efectismo-; el violinista de cuarteto, quien “conoce todos los
estilos, emplea todos los medios para conmover a un auditorio menos numeroso pero
más iluminado. Traductor de obras de arte que pueden servir como modelo a todos los
géneros de composiciones instrumentales”; el profesor, “cuyo juicio y paciencia están
siempre en acción”; el director de orquesta, el acompañante del piano, quien
“complementa la incapacidad del piano para sostener el sonido y, por su naturaleza
resulta mejor entendedor de los sentimientos en los pasajes de canto así como de los
acentos de la pasión”; el violín de orquesta, “soldado devoto de un ejército más o
menos bien disciplinado, artesano que ignora los éxitos más brillantes y en su
abnegación completa de sí mismo no piensa más que en el bien general y en la
perfección del conjunto (...), sensible a los aplausos que no le están destinados
personalmente pero a él le basta con tener la aprobación de su conciencia”; el
violinista de danza y el violinista compositor, dentro de cuya categoría trata la figura
del virtuoso, “aquel que siempre suponemos que ha recibido una influencia secreta del
cielo. (...) Pocos son los virtuosos que no han sido al mismo tiempo compositores,
creándose un género, un estilo conforme a su individualidad y, por esto mismo, fácil
de reconocer” (Baillot, 1834, pp. 260-261).
96
2.6. Del método a la práctica musical a través de tres autores: Pierre
Baillot, Pierre Rode y Rodolphe Kreutzer
La tríada conformada por estos tres profesores, Pierre Baillot (1771-1842), Rodolphe
Kreutzer (1766-1831) y Pierre Rode (1774-1830), resulta ser la más famosa e
influyente del conservatorio de París. Su Méthode du violon (1803) y el posterior
L’Art du violon (1834) -este último obra mayoritaria de Baillot- constituye uno de los
métodos de violín más influyentes de la historia de la pedagogía del instrumento.
Pero su importancia no solo radica en su obra conjunta, sino en la labor tanto en la
enseñanza como a nivel interpretativo y compositivo que los tres desarrollaron de
manera individual a lo largo de su vida profesional.
97
Muerto Pierre Gaviniès75 en 1800, éste dejaba a sus sucesores la labor de crear una
escuela de violín que resumiera las mejores cualidades de la tradición italiana,
alemana y francesa. Será entonces cuando Baillot se reúna con Rode y Kreutzer para
redactar el Méthode de violon (1803). Durante su carrera como profesor formará a
numerosos discípulos, entre los que destaca François-Antoine Habeneck (1781-
1849)76, Jacques-Féréol Mazas (1782-1849)77, Eugène Sauzay78 (1809-1901),
Charles (1817-1907)79 y Léopold Dancla (1822-1895), el malogrado Juan Crisóstomo
Arriaga (1806-1826)80 o incluso el pintor y violinista aficionado Jean-Auguste-
Dominique Ingres (1780-1867). Entre sus alumnos también encontramos al que sería
el primer profesor de violín del Conservatorio de Madrid, Pedro Escudero (1791-
1868). A raíz de un concierto celebrado en Madrid el 3 de abril de 1830, El Correo
Mercantil recalca la vinculación de este último con el maestro francés, una de cuyas
obras formará parte del programa:
75 Sobre la figura de Pierre Gaviniès véase la nota al pie incluida en el apartado “2.1.2. La
transmisión de un estilo. El legado pedagógico de Viotti” p. 38.
76 Para obtener más información sobre la figura de François-Antoine Habeneck véase el capítulo
correspondiente en esta tesis titulado “2.8. Los principios técnicos y de estudio del violín de Viotti
en el Méthode théorique et practique de violon (1842) de François-Antoine Habeneck (1781-
1849)” p.117.
77 Para ampliar la información sobre Jacques-Féréol Mazas, véase el capítulo de este trabajo “2.7.
Jacques-Féréol Mazas (1782-1849). Corrección postural y defensa de los sonidos armónicos en su
Méthode de violon (1830)” p.110.
78 Charles Eugène Sauzay (1809-1901) estudia violín en el Conservatorio de París con Guérin y
Baillot. Participa en el cuarteto de cuerda de este último inicialmente como violín segundo y
después como viola, para crear su propio conjunto tras la disolución del de Baillot. En 1860 se
incorpora al Conservatorio de París como profesor, puesto en el que permanecería hasta 1892
(TNGD, 2001, vol. XXII, pp. 336-337).
79 Jean Baptiste Charles Dancla (1817-1907) estudia en el Conservatorio de París entre 1828 y 1840,
allí se formará con Paul Guénin y Baillot. Como este último, Dancla defenderá él también los
Cuartetos de Haydn, de Mozart y de Beethoven, cuya obra interpretará con su propio grupo de
cámara, reeditando además las Sonatas y Conciertos de Viotti. En 1860 escribirá un Méthode
retomando las ideas de Baillot. En este tratado su preocupación por el “canto” instrumental se
manifiesta hasta en las escalas, que hace acompañar de un segundo violín para restarles aridez.
Profesor del Conservatorio de París durante más de cuarenta años (1855-1892), hará trabajar la
técnica siempre en un contexto melódico (Fétis, 1868, vol. II, p. 421). Entre sus alumnos se
encuentran Franck, Bousquet y Gounod. Se le puede considerar como el último exponente de la
escuela clásica francesa de violín (TNGD, 2001, vol. VI, p. 914). Es autor, así mismo, de una
peculiar “obra práctica” tal y como él mismo la denomina, llamada Le semanier du jeune
violoniste op. 144, como continuación a la primera parte de su método, en donde expone los
ejercicios técnicos (escalas, series de intervalos con distintas articulaciones y golpes de arco, etc.)
que el alumno debe realizar regularmente y de manera diaria tal y como aparecen dispuestos según
los días de la semana. El domingo, tal y como dice Dancla: “Para divertirse con este trabajo, que
puede resultar un poco árido aunque útil, el alumno descifrará y podrá tocar algunos dúos de las
buenas colecciones que existen” (Dancla, 1878, p. 2).
80 Para ampliar información acerca de Juan Crisóstomo Arriaga se pueden consultar la monografía
de Sabino Ruiz Jalón (1979). Juan Crisóstomo de Arriaga. Bilbao: Caja de Ahorros Vizcaína y la
tesis de Belén Sirera Serradilla (2004). Juan Crisóstomo de Arriaga y Balzola. Análisis y contexto
de tres cuartetos y otras obras instrumentales dentro del Romanticismo de la Universidad
Autónoma de Madrid.
98
El Sr. Escudero debe su escuela a Baillot. Los que han oído a este gran artista
saben lo que vale, y no se admirarán de que haya sacado tal discípulo. Dice el
inteligentísimo Mr. Fétis hablando de Baillot: El placer de oírle se redobla por el
arco mágico de un encantador, que nunca tuvo igual. No es el violinista
fundador de su escuela, no es el artista lo que más se admira en su modo de
tocar; es su sensibilidad exquisita, profunda, comunicativa, y la animación
contínua que le inspira y le hace producir efectos nuevos e inesperados. (...) Este
elogio del maestro no parece fuera del caso, cuando el discípulo se hace
partícipe de él por lo bien que imita y traslada las lecciones que ha recibido. El
público ha juzgado de la calidad de tono que produce el violín del Sr. Escudero,
se advierte además que su estudio favorito ha sido el de la doble cuerda, la que
se oye con la mayor igualdad, afinación y exactitud, produciendo una novedad
sumamente agradable. Igual encarecimiento puede hacerse de su firmeza, de su
mucha dulzura y de su método preciso. (...) El señor Escudero , para ejecutar
esta composición echa mano de todos los recursos de su arte; necesita pedir
todos los auxilios a su arco sueltísimo y flexible”81.
Una de las obras interpretadas por Escudero fue la Fantasía y Allegro de Baillot,
suponemos que en tributo a su maestro y como estrategia para hacerse ver como
alumno suyo y seguidor de su escuela. Otros elementos en la crítica, como ese arco
“sueltísimo y flexible” pueden sin ninguna duda identificarse con la escuela francesa
de violín frente al arco más pesado y con menor agilidad que podemos atribuir a la
tradición alemana.
El efecto producido en estos dos artistas fue diferente. Muy admirado por su
afinación, la perfección y la elegancia de sus interpretaciones, Rode parecía
81 El Correo: Periódico literario y mercantil, no. 272, 7 de abril de 1830, p. 2.
99
haber perdido algo de su calidez en su larga estancia en Rusia, Baillot, por el
contrario, conservaba todo su fuego, toda su sensibilidad, mostrando más
delicadeza en su ejecución, y su arco había adquirido más variedad (Fétis, 1868,
vol. I, pp. 220-221).
Si bien su modo de tocar hubo evolucionado, las largas estancias de estos dos
representantes de la escuela francesa de violín debieron sin duda jugar un rol
importante en la afiliación reconocida con la “Escuela del Este”.
82 Para más información sobre este tema véase la obra de Joël-Marie Fauquet, Les Sociétés de
musique de chambre à Paris de la Restauration à 1870, Paris, Amateurs des Livres, 1986.
83 Baillot, por ejemplo, atribuye al violín una tesitura de más de cuatro octavas y media,
sobrepasando el Do7 que corresponde a la séptima posición si lo tocamos con el cuarto dedo.
100
difusión de un repertorio relativamente desconocido, como eran los cuartetos y
quintetos de Boccherini y Mozart y los cuartetos de Beethoven84 y Haydn, así como
las obras de sus contemporáneos Romberg, Rode o Kreutzer (TNGD, 2001, vol. II, p.
490). También será Baillot quien realice la primera audición en París del Concerto de
Beethoven con la orquesta de la Société des concerts del Conservatorio el 23 de
marzo de 1828 -tan solo un año después de la desaparición del compositor- bajo la
dirección de Habeneck (Penesco, 1999, P. 92). El concierto se volverá a interpretar el
11 de mayo de ese mismo año. Baillot contribuyó de este modo a “resucitar” el
Concierto de Beethoven, caído en el olvido. Desde su première en 1806 a cargo de
Franz Clement, éste solo había sido interpretado una sola vez, en Berlín en 1812 por
Tomasini. A partir de la ejecución de Baillot ante el público parisino, este concierto
sería interpretado en varias ocasiones, pasando poco a poco a formar parte del
repertorio violinístico habitual. Así, posteriormente a Baillot sería otro violinista de la
escuela franco-belga, Henri Vieuxtemps, quien lo interpretase de nuevo en Viena en
183485. Ulrich volvería a interpretarlo en Leipzig en 1836. Sin embargo, para Boris
Schwarz, no fue sino hasta que Joseph Joachim lo tocó en 1844 que el concierto
comenzó a ganar popularidad. Este hecho viene corroborado por Moser:
Se le debe a Joseph Joachim el asegurarle a esta obra maestra, tan mal juzgada
durante mucho tiempo, el afecto del público que éste ha mantenido invariable
durante sesenta años. Lo tocó siendo un niño con trece años, bajo la dirección de
Mendelssohn, por primera vez en Londres el 27 de mayo de 1844. (...) Desde
entonces, el concierto no solo pertenece por necesidad al repertorio fijo de cada
violinista que aspire a ser algo más que un mero virtuoso, también ha llegado a
ser considerado una prueba de la madurez del intérprete (Joachim y Moser,
1905, vol. III, pp. 180-181).
84 Para más información sobre la recepción de la obra de Beethoven en París y el papel de Fétis en su
introducción a través de sus críticas en la Revue Musicale se puede consultar el artículo de P. A.
Bloom, “Critical Reaction to Beethoven in France: François-Joseph Fétis”, aparecido en 1972 en
la Revue belge de Musicologie / Belgisch Tijdschrift voor Muziekwetenschap 26/27: 67-83.
85 Moser fecha este suceso un año más tarde, en 1835 (Joachim y Moser, 1905, vol. III, p. 180).
101
Erigiéndose así mismo en defensor de la música “antigua”, en las programaciones de
las sesiones de cámara organizadas por Baillot también se interpretaba repertorio de
los violinistas barrocos italianos (Fétis, 1868, pp. 219-223)86. Baillot encuentra un
punto intermedio entre tradición e innovación; pese a nutrirse en gran medida de los
grandes violinistas del pasado -los italianos Corelli y Tartini o el francés Jean-Marie
Leclair, por ejemplo- sin embargo no posee un espíritu conservador, sino que está
atento y receptivo a la música de su tiempo, mencionando en L'Art du violon, las
novedades y descubrimientos aportados por Paganini cuyo éxito en París era reciente.
Entre sus escritos teóricos y pedagógicos, encontramos el ya citado Méthode de
violon adoptée par le Conservatoire (1803), junto con Rode y Kreutzer; el Méthode
de violoncelle adoptée par le Conservatoire (1804) -a cargo de Levaseur, Catel y
Baudiot, pero redactado por Baillot-, y su obra más importante, L'Art du violon,
nouvelle méthode (1834).
La prensa española, consciente del valor de la labor de Baillot como uno de los más
importantes artífices de la escuela francesa de violín, le rinde estas palabras, no sin
dejar de hacer hincapié en su legado:
Efectivamente, gracias a Baillot, el arte del violín alcanza una de las más altas cotas
de su historia, por su técnica ejemplar, el refinamiento de su sonoridad, la nobleza y
la pureza de su estilo, la musicalidad sensible y matizada, la elegancia del fraseo y la
influencia de la técnica vocal. Los elevados principios que transmitió a sus sucesores
continúan guiando a los más prestigiosos violinistas del siglo XX, desde Jacques
Thibaud, que hizo sonar el Stradivarius de 1709 que antes le perteneciera, hasta
Eugène Sauzay -que con el tiempo se convertiría en su yerno-, Charles y Léopold
Dancla, Jacques-Féréol Mazas, Charles de Bériot o François Habeneck.
86 Para más información sobre los apuntes biográficos de Baillot véase el artículo de Brigitte
François-Sappe, “Pierre Marie François de Sales Baillot (1771-1842) par lui-même” en
Recherches sur la musique française, Paris, Picard, XVIII, 1978, pp.126-209.
87 El Español, no. 706, 15 de octubre de 1848, p. 3.
102
2.6.2. Pierre Rode (1744-1830). El valor de un estilo y una obra pedagógica
Rode comienza sus estudios de violín a la edad de seis años con André-Joseph
Fauvel, quien lo lleva a París. En esta ciudad el joven Rode atrae la atención de Viotti
quien lo toma como su alumno favorito, encargándole el estreno de sus conciertos
nos. 17 y 18 que éste interpreta con una gran acogida por parte del público. Este éxito
le llevará, según Paul David, a obtener la plaza de solista de los segundos violines en
el Théâtre Feydeau con tan solo 16 años (Grove, 1890, vol. III, p. 142).
En 1795 es nombrado profesor del recién creado Conservatorio de París, puesto que
abandonará temporalmente muy pronto para desarrollar una gira que le llevará por
Holanda y Alemania hasta 1799 en que vuelve para continuar su labor como profesor
en dicha institución. A finales de ese mismo año Rode es invitado a tocar en Madrid,
estableciendo amistad con Boccherini y dedicando su Concierto núm. 6 a la reina
española María Luisa de Parma. Los conciertos tienen lugar los días 7, 9 y 11 de
enero. El Diario de Madrid dice así sobre su presentación en la capital:
Entre los años 1804 y 1808 permanecerá en San Petersburgo como violinista del zar.
Y es a su vuelta a París, según varios testimonios, cuando su talento, caracterizado
por un sonido suave, lleno de encanto y de elegancia, parece haberse mermado. El
mismo Spohr que había encumbrado a Rode como el modelo de perfección a seguir
afirma en esta ocasión:
Pero no solo Spohr parece haberse percatado de esta merma en sus facultades. Tras su
visita a Viena en 1812, Beethoven, quien había pensado en Rode como intérprete de
su Sonata op. 96, afirma: “Escribiéndola, debo considerar el estilo interpretativo de
Rode. Somos aficionados a los pasajes rápidos en los finales, pero eso no le va bien a
Rode y, de alguna manera, eso me preocupa bastante” (Schwarz, 1958, p. 441). Si
tenemos en cuenta que las propias obras de Rode poseen pasajes mucho más difíciles
técnicamente hablando que los incluidos en las sonatas de Beethoven, sus
preocupaciones no son sino una muestra más de su declive técnico como intérprete.
Finalmente las sospechas de Beethoven se ven confirmadas tras la primera
interpretación de la obra, hasta el punto de que éste se ve obligado a enviar a Rode la
parte de violín para que ahonde en su estudio. En una carta de enero de 1813 al
archiduque Rudolf, Beethoven expresa su consternación y su inquietud ante la
posibilidad de que Rode se sintiera obviamente molesto.
Sobre su declive técnico se hace también eco la prensa española. Alfonso Delgado
Castilla escribe en 1900:
104
mantenía tímido entre sus dedos, la agilidad y aquella valentía, todo había
desaparecido90.
Entre sus obras destacan sus 13 conciertos para violín, de los cuales el núm. 7 en La
m resulta el más conocido y el más interpretado, sin embargo, todos ellos constituyen
excelentes modelos de concierto francés.
Por otro lado, sus dotes como profesor están sobradamente demostradas no solo por
su participación como co-autor del Méthode du violon (1803) junto a Kreutzer y
Baillot, sino también por sus 24 Caprichos91, publicados hacia 1815 y que aún hoy en
día forman parte de los programas pedagógicos de las instituciones de enseñanza
musical actuales. Sobre el carácter pedagógico de sus obras, Moser afirma:
Fétis recalca la no pertenencia a una escuela de Kreutzer, por lo que parece ser que el
estilo de la Escuela de Mannheim, a la que Stamitz -su primer profesor de violín-
pertenecía, no debió de dejar mucha huella en él. Kreutzer estaba mucho más
influenciado por Viotti. En noviembre de 1804, Adolf Müller, estudiante de la
Universidad de Halle y competente violinista escribía a un amigo unas palabras
acerca de un concierto interpretado por Spohr en donde se nos dan algunas pistas
sobre el estilo del propio Kreutzer:
Hace unas semanas estuvo un importante violinista aquí, Spohr, quien, como
virtuoso resulta mucho mejor que Pixis o Fränzl. Tocó a la manera de Kreutzer,
con un sonido poderoso que resultaba tan fuerte probablemente porque
mantenía el arco cerca del puente (Brown, 1984, p. 29).
95 Según D. Charlton, originales del propio Kreutzer serían 40 de ellos, siendo los otros 2 de dudosa
autoría (TNGD, 2001, Vol. XIII, p. 904).
108
un detaché allongé. Sobre la actualidad de los Estudios de Kreutzer Antonio Arias
llega a afirmar: “a lo largo de su obra, los golpes de arco y el carácter musical se
identifican de forma tal, que de esta circunstancia se deriva el valor técnico de sus
Estudios para violín que, a través de un siglo de existencia, perduran como materia
insustituible de los actuales planes de de enseñanza del violín” (Arias, 1978, vol. II,
p. 146).
La repercusión de los estudios de Kreutzer será tal que Lambert Massart (1811-
1892), definido en las notas del editor como “alumno preferido de Kreutzer”,
redactará el libro L'art de travailler les Études de Kreutzer, en donde a través de 412
ejemplos muestra digitaciones y golpes de arco todos ellos según las indicaciones del
autor96.
96 Massart, L. (1926). L'art de travailler les etudes de Kreutzer. París: Alphonse Leduc.
97 Tal y como indica Schwarz (1958, p. 440), el TNGD presenta información contradictoria en este
aspecto: si bien en la voz “Kreutzer” los datos son correctos, no ocurre así en la dedicada a la
sonata “Kreutzer Sonata”.
109
En 1810 Kreutzer se rompe un abrazo en un accidente de carruaje, finalizando así
poco a poco su carrera como solista, pese a lo cual, según Fétis, permanece como
violín solista de la Ópera hasta 1816, en que es nombrado jefe de orquesta y, solo un
año más tarde, director de orquesta ocupando el cargo de director principal de la
Ópera en 1817 hasta ser reemplazado por Habeneck en 1824 (1868, vol. V, p. 106).
Así mismo continúa su labor como intérprete de ensembles y como compositor
(TNGD, 2001, vol. XIII, p. 904).
Tras un empeoramiento en su salud, abandona en 1826 su labor como profesor en el
Conservatorio y director en la Ópera para retirarse a Génova, donde fallece en 1831.
Además de obras tanto para el violín como para la viola, Mazas escribió piezas de
cámara y escénicas, pero su obra más relevante como transmisor del legado de
Baillot es su Méthode de violon elémentaire et progressive (1830). En nuestro país,
tenemos constancia de la recepción de obras suyas en, por ejemplo, el Catálogo
General de las obras de música del almacén de Carrafa, publicado en 1843 en La
Iberia Musical y Literaria, donde encontramos sus Treinta estudios melódicos para
violín op. 36102 o en en el catálogo de 1883 del almacenista y editor Pablo Martín
donde se ofertan sus métodos como Método completo y Pequeño método103.
Es esta importancia dada al estudio consciente y al evitar los malos hábitos una
constante en su discurso heredada de Baillot. A la hora de abordar el estudio de las
escalas, al que añade un acompañamiento de un segundo violín con la intención de
hacer menos enojosa su práctica, vuelve a recalar en la necesidad de realizar un
estudio cuidadoso con el fin de no exponerse a contraer malos hábitos, “a menudo
muy difíciles de destruir” (Mazas, 1830, p. 6). Pero este cuidado extremo no solo es
aplicado a la técnica y la producción de sonido sino desde un punto de vista mucho
más moderno, también a la higiene postural. Así sucede, por ejemplo, cuando al
hablar sobre la interpretación de los tresillos en détaché, donde inteligentemente
observa que en todos los casos que implican el estudio de notas rápidas, éstas se
deben de interpretar con la parte superior del brazo inmóvil, indica al alumno que en
el caso de llegar a sentir un ligero dolor en el brazo, éste se deberá a que no está
ejecutando los movimientos correctamente y deberá evitar forzarlo, ya que “se hace
algo realmente bien cuando se hace con facilidad” (Mazas, 1830, p. 30).
Pero quizá por lo que más destaca Mazas entre todos los pupilos de Baillot es por ser
el más influido por la técnica interpretativa de Paganini. Toda la parte final del
Méthode está dedicada a los sonidos armónicos simples y dobles. En ella
encontramos interesantes apreciaciones sobre la recepción de este tipo de recursos
expresivos propios del universo paganiniano en París. Mazas dice haberse interesado
y dedicado a su estudio tras haber escuchado a Paganini ejecutarlos en Italia.
114
Ilustración 9. Carl Guhr (1829). Ueber Paganinis' Kunst die Violine zu spielen ein Anhang zu
jeder bis jetzt erschienenen Violinschule nebst einer Abhandlung über das Flageoletspiel in
einfachen und Doppeltönen … Mainz http://www.bsb-muenchen-
digital.de/~web/web1049/bsb10497348/images/index.html?md=1&opac=1 (Consultado en 9 de
junio de 2017) (Bayerische Staatsbibliothek)
Pese a que el tratado donde Guhr afirmaba haber desvelado los secretos de Paganini
(Über Paganinis Kunst die Violine zu spielen) había aparecido un año antes104, Mazas
ofrece un análisis y un estudio más simplificado de los sonidos armónicos, realizando
incluso algunas correcciones a las digitaciones ofrecidas por Guhr (1830, p. 123).
104 Carl Guhr (1829). Ueber Paganinis' Kunst die Violine zu spielen ein Anhang zu jeder bis jetzt
erschienenen Violinschule nebst einer Abhandlung über das Flageoletspiel in einfachen und
Doppeltönen (…). Maguncia http://www.bsb-muenchen-
digital.de/~web/web1049/bsb10497348/images/index.html?md=1&opac=1 (Consultado en 9 de
junio de 2017). Por razones prácticas en este trabajo hemos utilizado tanto esta edición como la
francesa aparecida un año más tarde, en 1830.
115
Mazas aporta interesantes ejemplos de aplicación de este recurso, como los
Cuartetos de Pleyel (1830, pp. 116-118), los núm. 58 y núm. 77 de Haydn (1830, pp.
119-120), el Cuarteto núm. 2 de Beethoven (p. 120), el Coro de cazadores de “El
cazador furtivo” de Weber (p. 123), así como sus propias obras. Es de este modo
como Mazas se convierte, junto a Guhr, en un referente tan importante en el estudio
de los armónicos que el propio Baillot (1834, p. 404) recomienda recurrir a él para su
estudio detallado.
Ilustración 10. Méthode de violon suivie d'un traité des sons harmoniques et des pizzicato d'après
Paganini de J.-F Mazas (1891), Ed. Désiré Ikelmer, París. (BNF).
Hijo de un músico militar nacido en Alemania pero al servicio del ejército francés,
Habeneck estudiará violín en un principio con su padre y posteriormente, tras un
periodo autodidacta, en el Conservatorio de París con Baillot. Comenzará tocando en
la Orquesta de la Opéra-Comique para unirse muy pronto a la Orquesta de la Ópera.
Posteriormente, cuando Kreutzer sea nombrado director de la Ópera en 1817,
Habeneck le sustituirá como violín principal. En 1821 es nombrado a su vez director
de la Ópera, cargo que compartirá por algunos años con Valentino para finalmente
ejercerlo en solitario entre 1831 y 1846.
Habeneck es fundador de la Société des Concerts del Conservatorio de París,
dirigiendo el primero de los conciertos históricos de Fétis, realizado en el auditorio
del conservatorio el 8 de abril de 1832 (François-Joseph Fétis, 1972, p. 32). En su
labor como director destaca el hecho curioso de que no dirigiera haciendo uso de una
batuta sino con el arco del violín y desde la parte de los primeros violines (TNGD,
2001, vol. X, p. 635). Este hecho es destacado también en la prensa española:
“Habeneck vino y fue el primero que en Francia dirigió la orquesta con el arco”105.
En nuestro país fue principalmente conocido por esta faceta como director,
teniéndosele en este aspecto con gran estima, como muestra el hecho de que, a modo
Su labor pedagógica se desarrolló principalmente entre los años 1808 y 1816 y desde
1825 a 1848 en que ejerció como profesor en el Conservatorio de París formando a
alumnos de la talla de Delphin Alard (1815-1888) o Hubert Léonard (1819-1890),
este último profesor a su vez de José del Hierro (1864-1933) (Fétis, 1868, vol. IV, p.
172). Esta labor como eslabón entre Baillot y Alard resulta así mismo relevante si
tenemos en cuenta el papel de este último como profesor de Pablo de Sarasate y la
influencia del método de Alard en el Conservatorio de Madrid.
Así es, que nosotros, artistas y poetas, Dios sabe cuánto tiempo hemos pasado
por locos, cuando éramos los únicos en gozarnos en oír la música de Beethoven.
En aquella época en que Habeneck, que ha muerto hace poco, se obstinaba en
hacerla tocar y comprender, sus mejores amigos decían: “¡Qué pobre
Habeneck!”107.
Sus obras están dirigidas especialmente al violín, destacando dos conciertos para este
instrumento y otras obras menores como una Grande Polonaise y una Grande
fantasie, pero sobre todo su Méthode théorique et practique de violon (1842). Esta
obra resulta de especial importancia dentro del repertorio de obras didácticas de la
escuela francesa, no solo porque su autor fuera alumno de Baillot en el conservatorio
parisino, ni porque esta obra fuera adoptada por los conservatorios de París y
Bruselas, en el primero de los cuales permaneció Habeneck como profesor durante
más de treinta años, sino porque además, según Habeneck, éste recoge los principios
de música en facsímil del propio Viotti. Este es el elemento más particular y
significativo de la obra.
En su prefacio Habeneck cuenta cómo, sabiendo de la intención de Viotti de redactar
un método de violín, tras su muerte y al no aparecer dicho texto, éste le había pedido
106 Gaceta musical de Madrid, no. 17, 25 de enero de 1866, p. 2.
107 La Época, no. 7, 13 de febrero de 1874, p. 1.
118
a la persona custodia de todos los papeles del italiano, que le permitiera examinarlos
con el fin de tratar de hallar aquellos que pudieran formar parte de dicho método.
Viendo que el tratado no se hallaba completo sino que lo escrito por Viotti solo
constituía una primera parte relativa a los principios de la música y algunas notas
elementales sobre la técnica y estudio del violín, Habeneck decide él mismo redactar
su propio método de violín e incluir en él el facsímil autógrafo de Viotti (6 páginas en
total): “… hizo surgir en mi espíritu la idea de componer y publicar un método de
violín que haría preceder por los principios la música, tal y como Viotti los redactó, y
en el que yo intercalaría en facsímil autógrafo, los fragmentos de este autor que están
en mi posesión” (Habeneck, 1842, p. 2). Para que no quedara ninguna duda sobre la
inclusión de estas páginas manuscritas en el método de Habeneck y a su vez, a modo
de reclamo, éstas aparecen anunciadas en la portada de la obra: “Este método [está]
precedido de los principios de música y de algunas notas en facsímil de la escritura
de Viotti que pertenecían al Sr. Habeneck, dividido en tres partes” (Habeneck, 1842).
Efectivamente, al final del volumen, justo antes del índice y bajo el epígrafe “Orden
de las obras a trabajar”, aparece un listado de hasta doce autores, desde Corelli hasta
Paganini, cuyas obras se recomiendan. Empezando con Corelli y sus 12 Sonatas para
violín op. 5 (1700), la última de las cuales es la conocida La Folia, en edición de
Roger de Ámsterdam que -según Habeneck- posee los ornamentos del propio Corelli;
las Sonatas, el Adagio variado, L'arte del arco y la Sonata El trino del diablo, estas
119
dos últimas incluidas en L'Art du violon (1798) de J. B. Cartier; las Sonatas de
Pugnani, Viotti (tras el estudio de las cuales, añade Habeneck, el alumno podrá
introducirse en algunos Conciertos del mismo Viotti, Baillot, Kreutzer, Rode y otros
de similares características) y los Estudios de Fiorillo. A continuación surgen los
estudios y caprichos de autores que forman o han formado parte del cuadro de
profesores del Conservatorio de París: Rode, Kreutzer, Baillot, el propio Habeneck y
Gaviniés, así como los Estudios de Bériot y los Caprichos de Paganini. Habeneck
(1842, p. 176) recomienda especialmente los Caprichos de su maestro Baillot “que es
extremadamente relevante por la gran variedad de acentos que contiene”.
Naturalmente, todos ellos se encuentran en el catálogo de autores cuyas
composiciones se utilizan para la enseñanza en las clases de violín del Conservatorio
de París, según nos la muestra Baillot en L'Art du violon (1834, p. 271).
La primera parte del texto está dedicada a los rudimentos de la música (claves,
valores de las notas o tonalidades entre otros aspectos) e incluye una página con
grabados que muestran la postura correcta de sujetar tanto el violín como el arco, su
empuñadura y cómo éste debe de pasarse paralelo al puente, y que serán utilizados de
forma casi idéntica unos años más tarde por Alard para su École du violon (1844).
Aportamos aquí en facsímil una nota de Viotti sobre este tema así como la
expresión de su opinión sobre la enseñanza del violín. Estos fragmentos
atestiguan el cuidado minucioso con el que este Virtuoso [sic] se ocupaba de los
detalles de su Método [sic], hacen lamentar que esta obra no haya podido ser
acabada, o al menos adelantada hasta tal punto que la posteridad se hubiera
podido beneficiar de los consejos luminosos que se hubieran esperado de la
experiencia de un artista tan grande (Habeneck, 1842, p. 24).
108 Estas páginas facsímiles de Viotti incluidas en el método para violín de Habeneck aparecen
reproducidas para su consulta en los Apéndices de esta tesis.
120
Ilustración 11. Indicaciones relativas a la postura, sujeción del arco y paso del mismo por las
cuerdas. HABENECK, F.-A. (1842). Méthode théorique et practique de violon. París: Canaux
(BNF).
121
ralentización del progreso en la adquisición de la técnica del instrumento. Habeneck
secunda la opinión de Viotti a este respecto, pero retrasa la edad ideal de inicio en el
violín a los nueve años, ya que el adquirir unos conocimientos previos de teoría de la
música calcula que le llevaría uno o dos años:
Esta edad es superior a la que Viotti indica en su facsímil. Sin embargo nosotros
creemos que dos niños en igual disposición uno de los cuales haya comenzado
a los siete años sin ningún conocimiento de música y otro a los nueve habiendo
hecho previamente un buen curso de solfeo, este último será comparativamente
más avanzado en el mecanismo del instrumento cuando ambos alcancen los
doce años (Habeneck, 1842, p. 29).
Sin embargo, esta afirmación llena de sentido común y de acuerdo con los programas
de enseñanza de cualquier institución de la época, choca con la tendencia habitual de
los métodos de violín de la época, que solían dedicar sus primeras páginas a los
elementos fundamentales del lenguaje musical. Un ejemplo destacable de esta
práctica se encuentra en École du violon de Alard (1844), prolijo en detalles teóricos
del solfeo. Esta costumbre podemos en parte atribuirla a la ambición de los editores
de alcanzar a un público aficionado con pocos conocimientos, pese a la patente
dificultad de algunos de los estudios que incluyen estos métodos y tratados y que
dejan patente su así mismo habitual falta de progresividad. Como veremos más
adelante en el apartado correspondiente, Bériot (1857, p. III), en su Méthode de
violon justifica la inclusión de los rudimentos básicos del solfeo en su obra afirmando
que numerosos jóvenes desdeñan su estudio bien por no considerarlo importante,
bien por no poseer las cualidades adecuadas para ello.
La primera dificultad con la que debe de enfrentarse el alumno, según Viotti, será la
de pasar el arco justo en la zona intermedia entre el puente y el diapasón, “una vez
hecho este ejercicio, se procederá a la escala, que por razones que ya he explicado
debe de realizar en Sol y no en Do”. El hecho de comenzar el estudio de las escalas
por la tonalidad de Sol mayor y no de Do mayor, como se venía haciendo en métodos
anteriores, se basa sin duda en el hecho de que ésta exige menos cambios en la
posición relativa de los dedos. Viotti lo explica más adelante de manera más
detallada, tal y como podemos leer en las páginas facsimilares incluidas en el método
de Habeneck:
122
En Sol, el primer y tercer dedos se mantienen a la misma distancia en las cuatro
cuerdas, mientras que en Do, es necesario que el primer dedo haga un
movimiento retrógrado sobre la cuerda prima para formar el Fa natural.
Además, en Sol, una vez los dedos están sobre la cuarta cuerda, se mantienen a
la misma distancia para formar los sonidos sobre la tercera. A continuación,
mediante un simple movimiento del segundo dedo al disponerlos sobre la cuerda
de La, se mantienen igual sobre la cuerda prima. De manera que interrumpimos
el orden en la división una sola vez, en lugar de tener que hacerlo dos veces
(Habeneck, 1842, p. 35).
En páginas posteriores Viotti explica los beneficios para la afinación y el control del
arco, entre otros, de la práctica de las escalas:
Para mostrar cuán de importante la veo solamente añadiré que yo, que casi
nunca he estudiado un pasaje, jamás he cesado de ejercitarlas todas las veces
que he querido hacerme oír lo mejor posible, y si yo llegara a conseguir hacer
una escala perfecta, tan perfecta que yo la escuchara, me creería el primer violín
del mundo (Habeneck, 1842, p. 33).
123
aspectos llega el momento de la afinación, procurando que los dedos se sitúen
correctamente en su lugar (Habeneck, 1842, p. 26). Tras estos primeros pasos
iniciales, Viotti se centra en la afinación: “el objetivo principal al iniciarse en un
instrumento, sea cual sea, debe ser la exactitud, o más propiamente dicho, la
afinación” (Habeneck, 1842, p. 34), por lo que el profesor, al acompañar, debe de
evitar cualquier tipo de ornamento que dificulte ésta. Habeneck (1842, p. 29), en un
apartado titulado “Consejos sobre la manera de trabajar”, añade que, para lograr una
buena afinación, es necesario verificar la afinación del violín de vez en cuando, así
como consultar las cuerdas al aire haciendo unísono en octava o terceras con los
dedos puestos.
La labor vigilante del profesor con el alumno resulta así mismo algo esencial para
Viotti, ya que no duda en recalcarlo a lo largo de sus páginas, tal y como lo harían
posteriormente Baillot y Mazas. La corrección de todos los movimientos y la postura
son en este aspecto fundamentales, por lo que Viotti recomienda que el pupilo no
toque nunca solo hasta que el maestro esté seguro de que desarrollará su estudio de
forma metódica y con atención, evitando adquirir malos hábitos difíciles de erradicar
posteriormente.
Otro de los “efectos” mentados por el autor en su métodos de los que se servía
habitualmente Paganini es la scordatura. Habeneck afirma que cuando éste deseaba
dotar al timbre de su violín de acentos sombríos bajaba la afinación de la cuarta
cuerda medio tono o incluso un tono completo. Así mismo, cuando lo que pretendía
era mostrar un sonido con mayor brillantez, subía la afinación de esta misma cuerda
también medio tono o un tono completo. A veces el método utilizado por Paganini era
el cambio de afinación de la cuatro cuerdas medio tono más alto que la orquesta que
le acompañaba, para que así, por contraste, su interpretación poseyera un brillo que,
unido a su maestría técnica, maravillaba a su auditorio. Además, en su método
Habeneck (1842, pp. 171-175) recoge su Plegaria de Moisés así como un Tema
variado que Paganini ejecutaba enteramente sobre la cuarta cuerda afinada ésta en Si
bemol.
126
2.9. La gran influencia en la pedagogía española del violín: École du
violon. Méthode complète et progressive à l'usage du conservatoire
(1844) de Delphin Alard (1815-1888)
El talento mostrado al interpretar con tan solo diez años el Concierto núm. 12 de
Viotti en el Teatro de Bayona, su ciudad natal, hizo que sus padres decidieran enviar
al joven Delphin Alard al Conservatorio de París en 1827, en donde estudiaría violín
con Habeneck -si bien, inicialmente como oyente- y composición con Fétis. Pronto
desarrolla Alard un estilo propio que le granjearía numerosos éxitos. Sus apariciones
en la orquesta de la Ópera así como en la Société des Concerts le valen la alabanza de
Paganini, que llega a afirmar: “si los alumnos tocan así, ¿cómo deben de tocar los
maestros?” (Fétis, 1868, vol. I, p. 45). El genovés no dudó en dedicarle sus seis
Sonatas op. 2. Berlioz, por su parte, le consideró “uno de nuestros violines más
distinguidos” (carta de Berlioz a Madame Mongolfier de Lyon, datada el 15 de julio
de 1835, conservada en el álbum de Émilie Alard, colección de Henri d'Ussel, citado
en Penesco, 1998, p. 100).
Según Fétis, su estilo se caracterizaba por aunar “las cualidades clásicas de la antigua
y gran escuela con las innovaciones técnicas de Paganini y otros virtuosos de la
época actual, particularmente en lo que concierne a la mano izquierda” (1868, vol. I,
p. 45).
Sin embargo, la fama de Alard no se limitó a su labor como solista, sino también
como músico de cámara, especialmente con su propio cuarteto de cuerda, que había
formado en 1835 junto con el chelista Pierre-Alexandre Chevillard. Unos años más
tarde, en 1840 es nombrado miembro de la Orquesta Real, convirtiéndose en solista
tras la muerte de Baillot en 1842 (TNGD, 2001, vol. I, pp. 276-277).
Pese a todos sus méritos como intérprete, los mayores logros de Alard son los
pedagógicos, especialmente durante el largo periodo en que fue profesor en el
127
Conservatorio de París (1843-1875) en donde, reemplazando a Baillot, formaría a
violinistas de la talla de Pablo Sarasate, Miguel Marqués o José White109.
Su tratado École du violon: méthode complète et progressive (París, 1844), heredero
del de Baillot, Rode y Kreutzer, es un buen reflejo de la transmisión de la tradición de
la escuela de Viotti y aún hoy en día sigue siendo un referente en los conservatorios
actuales. En 1868, fecha de edición de la Biographie universelle de Fétis, este tratado
ya se había traducido al español, italiano y alemán. Si atendemos a los catálogos de
los almacenistas de la época que trabajaban en Madrid, veremos que el método de
Alard fue uno de los que más perduró en los planes de estudio del Conservatorio de
Madrid y que disfrutó de una mayor difusión en nuestro país. Como ejemplo, cuando
en 1876 la enseñanza de violín pasa a estructurarse de 7 a 8 cursos, el método de
Alard será adaptado por Monasterio en 8 partes para así coincidir con el nuevo
número de cursos. En el catálogo del almacén de Bonifacio Eslava aparece ya en
1867 una primera edición del método de Alard traducido como Escuela de Violín,
sucediéndose las reediciones posteriores, entre ellas, diez años después, en 1877, una
versión bilingüe español-francés editada por Romero110. Otras obras técnicas de
Alard que también se ofrecen en este catálogo son su Posición del violín y el arco y
los Diez estudios para violín op. 10. Su influencia en nuestro país será tal que
permanecerá en el tiempo llegando aún en 1924 a publicar Domingo Lázaro sus
Estudios prácticos y progresivos para los tres primeros cursos de violín en relación
con el Método Alard111.
Además de su École du violon de 1844, Alard dejó varios métodos de violín de gran
interés técnico y pedagógico: sus Dix études mélodiques et progressives op. 10
(1843) con acompañamiento de un segundo violín, cosa poco corriente en la época;
dos años más tarde Dix études brillantes, también con un segundo violín, dedicado a
los violinistas aficionados; Dix études caractéristiques; Dix études artistiques op. 19
dedicado esta vez a los profesores; Vingt-quatre études, caprices dans les vingt-
quatre tons de la gamme du violon, op. 41; y L'Art moderne, 20 études pour violon
seul op. 53, la más compleja.
112 Archivo familiar de Javier Trías de Mena, citado en la monografía de María Nagore Ferrer (2014).
Sarasate. El violín de Europa. Madrid: ICCMU.
113 David Boyden afirma que Leopold Auer (1845-1930) había estudiado en el Conservatorio de
Budapest con Ridley Kohne utilizando École de violon de Alard, “una indicación del hecho de que
el objetivo de todos los violinistas era el Conservatorio de París” (The Violin Family, 1989, p. 76).
129
donde aplicar de forma práctica lo expuesto, así como de notas al margen como
apoyo a la explicación.
Ilustración 12. Portada del método para violín de Delphin Alard (1844). École du violon.
Méthode complète et progressive à l'usage du conservatoire. París: Schonenberger-Mayence B.
Schott, en donde se destaca a éste como método oficial del Conservatorio de París (BNF).
Comienza esta obra al igual que otras muchas de este género, dedicando sus primeras
páginas a la postura que debe observar el violinista así como a determinados aspectos
de la sujeción del arco y del violín. En el caso de este último, no deja lugar a dudas al
indicar que el mentón debe apoyarse sobre la parte izquierda del violín, a diferencia
de Woldemar, que daba libertad para sostenerlo desde el lado izquierdo o derecho,
mencionando diversos autores que usaban una u otra manera. Alard hace hincapié así
mismo en dos aspectos: la flexibilidad y relajación necesarias para llevar a cabo una
correcta interpretación y lo esencial de seguir todas estas indicaciones posturales y de
sujeción del instrumento con el fin de mantener una “actitud elegante y natural”
130
como primera condición del violinista. Así mismo, se deberán evitar los vicios y
malos hábitos, ya que éstos pueden imposibilitar el desarrollo de la técnica
correctamente. Con este fin, Alard acompaña sus explicaciones con grabados -salvo
alguna variación, los mismos motivos que aparecen en el método que Habeneck
había publicado cuatro años antes, ca. 1840- donde se muestra la correcta posición
del brazo derecho al situar el arco en el talón, el medio o la punta, cómo debe de ser
su empuñadura y cómo éste se debe de pasar paralelo al puente (Alard, 1844, pp. 2-
3).
Siguiendo así mismo la tendencia habitual de los métodos de la época, Alard continúa
aportando explicaciones sobre los rudimentos fundamentales del lenguaje musical y
del violín, si bien destaca el nivel de detalle y profundidad en las indicaciones
técnicas en algunos aspectos sobre los que otros tratados pasan superficialmente,
acerca de cómo pasar el arco, cómo posar los dedos sobre las cuerdas y las distancias
entre ellos en función de los intervalos, entre otros. Los aspectos teóricos de lenguaje
musical se van introduciendo en notas en los márgenes exteriores también
paulatinamente de una manera muy práctica según van apareciendo.
Otro tema habitual y recurrente en los métodos de violín de la época también está
presente en Alard (1844, p. 34): el estudio de las escalas. Las más fáciles de afinar114
son explicadas una a una con determinados ejercicios y lecciones muy sencillas que
incluyen el acompañamiento de un segundo violín, en un intento de quitarle rudeza al
estudio y de aportarle cierta musicalidad, además de ayudar a la afinación.
Pese a repetir constantes en los tratados del instrumento, L’École du violon posee
aspectos novedosos que resaltan su modernidad. Uno de ellos es el hecho de que, al
tratar los cambios de dedo necesarios al tocar notas repetidas tanto en una misma
cuerda como en cuerdas distintas, Alard recurre al símil del canto: “imitamos en esto
al cantante que cambia de sílaba sobre la misma nota” (Alard, 1844, p. 44). Así
mismo, utiliza el término port de voix (portamento), con claras referencias a la
técnica vocal, para referirse a un cambio de posición, un “salto” entre dos notas
separadas la una de la otra por diferentes posiciones que deben realizarse en el mismo
golpe de arco sin que el sonido se vea interrumpido (Alard, 1844, p. 44).
114 Las tonalidades tratadas al inicio del métodos son, por este orden: Do M, La m, Sol M, Mi m, Re
M -Alard no incluye la tonalidad de Si m-, La M, Fa # m, Fa M, Re m, Si b M, Sol m -para el
estudio de la escala cromática-, Mi b M, Do m, La b M, Fa m, Mi M
131
Alard incorpora así mismo hasta 25 Estudios de dificultad progresiva, cada uno de
ellos dedicado a trabajar un aspecto técnico determinado (diversas posiciones, trinos,
escalas cromáticas, golpes de arco, triples y cuádruples cuerdas, entre otros). Entre
estos cabe destacar su Estudio núm. 25, dedicado a los sonidos armónicos y el
pizzicato de la mano izquierda típicamente paganinianos. Al hablar sobre los
armónicos simples, Alard aclara:
Como hemos visto en esta páginas, las grandes influencias pedagógicas en cuanto al
violín se refiere en el Conservatorio de Madrid fueron Pierre Baillot y Delphin Alard.
Podemos llegar incluso a considerar a ambos como responsables de la introducción de
un estilo francés de interpretación en nuestro país.
El propio Pablo Sarasate en sus inicios elige el método de Alard y a éste mismo como
profesor durante sus estudios en el conservatorio parisino, muestra de su fama en
nuestro país como pedagogo. Su método aparece de manera reiterada en las ofertas de
música de los almacenistas madrileños de la época, de él se realizan varias ediciones,
dividiéndose, como sucedió con el de Baillot, en ocho entregas para adaptarse así a los
ocho cursos en que se había organizado la enseñanza de violín. Jesús de Monasterio
será el encargado de llevar a cabo esta nueva edición. El método es traducido al
español y formará parte de los textos oficiales del Conservatorio de Madrid durante
largo tiempo, siendo referencia en la enseñanza del instrumento hasta nuestros días.
132
3. LA ESCUELA FRANCO-BELGA COMO GRAN
REFERENCIA PARA LOS VIOLINISTAS ESPAÑOLES
La influencia de Bériot en Jesús de Monasterio fue así mismo muy relevante para el
devenir de la enseñanza y estilo interpretativo del violín en nuestro país. Tras sus
años de formación en el Conservatorio de Bruselas, llevados a cabo entre los años
1849 y 1852, Monasterio mantiene el contacto no solo con el que fuera su profesor de
violín sino también con importantes figuras de la vida cultural belga relacionadas con
el conservatorio, como Fétis o Gevaert116. Testigo de esta vinculación son las
numerosas cartas intercambiadas. Gran parte de este epistolario lo podemos encontrar
en el Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Hasta el presente, con la esperanza de promover una buena enseñanza del violín,
S. M. acordó un sueldo a aquellos que viajaran a París a beneficiarse de las
enseñanzas de los grandes maestros, pero hemos mostrado a S. M. que los
fondos acordados por su magnificencia resultarían más beneficiosos si
pudiéramos encontrar a alguien que hubiera hecho los estudios necesarios para
transmitir a sus alumnos el mejor método. Estas cualidades las hemos hallado en
el Sr. Wéry, nativo de Lieja, alumno de Baillot, y tras el informe dirigido a S. E.
M. de Falck, entonces Ministro de Instrucción Pública, el Sr. Wéry ha sido
encargado de formar a un número de alumnos en el mismo local que la Escuela
de canto (Mailly, 1879, p. 2).
Sabiendo en 1823 que la plaza de primer violín del Rey de los Países Bajos
estaba vacante por la muerte de Gensse, parte hacia Bruselas, donde da un
brillante concierto obteniendo por protección del príncipe de Chimay y del Sr.
de Falck, Ministro de Instrucción Pública, el puesto que solicitaba y el de
profesor en la Escuela Real de música. Tras los sucesos políticos que cambiaron
el gobierno de Bélgica, se instituye el Conservatorio Real de música de
Bruselas, donde el Sr. Wéry es nombrado profesor de violín (Fétis, 1868, vol.
VIII, p. 551).
En 1832, por Orden Real del 13 de febrero, la Escuela de Música de Bruselas, como
tal, dejará de existir para cederle el paso al nuevo Conservatorio de Música de
Bruselas.
136
Leopoldo, Rey de los belgas, a los presentes y a todos los que han de venir, os
saludo119.
Considerando que la escuela de música de Bruselas cesó de existir desde el
comienzo de la revolución.
Considerando la utilidad de una institución de esta naturaleza en la capital del
reino, para conservar y propagar los métodos adecuados y formar a maestros y
artistas de mérito en las diferentes disciplinas del arte musical.
Con el informe de nuestro ministro del interior,
Hemos considerado y consideramos:
Artículo Primero.
Se establecerá un Conservatorio de música en Bruselas. (...)
En Bruselas el 13 de febrero de 1832 (Mailly, 1879, p. 112).
138
El método para violín de Bériot era así mismo utilizado, junto con los de otros
autores de la escuela franco-belga, como libro de texto oficial en el Conservatorio de
Madrid, tal y como viene reflejado en su Reglamento de 1871, como muestra, una
vez más, de la preeminencia de los trabajo pertenecientes a esta opción técnica y
estética.
Por otro lado, las obras de Bériot llegan a los almacenes madrileños gracias a la
efectiva vía comercial y cultural establecida con París y Bruselas. Es el caso de la
Fantasía para violín op. 100 de Bériot, que podemos encontrar publicitada en el
Extracto del Gran Catálogo de la música de los almacenes Romero, publicado en las
últimas páginas de la reedición del método de Alard del año 1877 (Alard, 1877, p.
175), su método de violín, anunciado como Gran Método Completo en el catálogo de
1883 del almacenista y editor Pablo Martín122 o sus Tres fantasías originales aún en
1901123.
Tras haber iniciado sus estudios con J.-F. Tiby y André Robberechts (1774-1839),
Charles-Auguste de Bériot abandona su Bélgica natal en 1821 para viajar a París y
tocar ante Viotti en un intento infructuoso de convertirse en su pupilo. Éste, por aquel
entonces director de la Ópera de París no le acogerá como alumno suyo, pero le dará
un consejo que Bériot seguirá con entusiasmo: “Tienes un buen estilo, esfuérzate en
perfeccionarlo. Escucha a todos los grandes intérpretes que puedas, beneficiate de
todos pero no imites a ninguno” (Fétis, 1868, vol. I, p. 360). Siguiendo la sugerencia
de Viotti y buscando el perfeccionamiento de su técnica Bériot acude a Baillot, a
cuyas clases asistirá en el Conservatorio de París pero únicamente durante unos
meses, ya que Baillot no aprueba el estilo y la técnica de su discípulo, al que toma
por excéntrico.
122 Pablo Martín (1883), Nuevo Gran Catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 2.
123 Casa Dotesio (1901), Catálogo General de las obras de música instrumental de los fondos
editoriales de Eslava, Fuentes y Asenjo, P. Martín y de Zozaya, p. 2.
139
Ilustración 13. Métodos para violín de Bériot. Catálogo de música del almacén de Pablo Martín
(1883), Nuevo Gran Catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 2.
En 1828 conoce a Maria Malibran, con quien se casa en 1836. Como consecuencia
su carrera concertística se enriquecerá, dando conciertos juntos durante más de seis
años por Francia, Italia, Inglaterra y Bélgica hasta la muerte inesperada de la
cantante. Posiblemente sea gracias a la estrecha relación profesional con su esposa
que Bériot desarrolla un agudo sentido lírico, consciente de la importancia de la
vocalidad, de la cual su método es especialmente rico en ejemplos. Posteriormente,
tras la muerte de María Malibrán, Bériot continuará su carrera como concertista con
124 Para más información sobre Joseph Jacotot, véase Fétis, 1868, vol. IV, pp. 413-441.
140
Pauline García, también cantante y hermana de su esposa (TNGD, 2001, vol. III, p.
358).
Por otro lado, sus obras son interpretadas ampliamente en nuestro país formando
parte del repertorio habitual, tal y como podemos observar repasando las citas a
conciertos en la prensa del momento. Como ejemplo, en El eco del comercio del 12
de junio de 1839, se menciona el siguiente programa de un concierto a celebrar en el
Teatro del Príncipe:
Hasta cierto punto Bériot fue también influenciado por Viotti; al menos se
cuenta que habría tocado con frecuencia delante del viejo maestro durante el
tiempo en que fue alumno de Baillot. Pero los verdaderos modelos de Bériot
fueron Paganini y su propia esposa, la célebre cantante Malibran, no hablemos
de Rossini, Bellini y Donizetti (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 193).
Ysaÿe, por su parte, simbolizaba así mismo esta característica brillantez técnica de la
escuela franco-belga junto con un estilo y personalidad propios de la corriente
violinística belga:
Ysaÿe siguió tocando a requerimiento nuestro, obra tras obra, pues nos tenía
entusiasmados con aquella personalidad tan distinta de la de Joachim y Sarasate.
Sobresalían en el gran artista el nervio, la acometividad, el temperamento, el
sonido al que un vibrato penetrante prestaba un carácter de ebullición; era un
sonido que bien pudiera calificarse de “candente”. Poseía un mecanismo
soberbio y una vivacidad y un dominio del arco cuya destreza y rapidez
En efecto, tal y como explica Boris Schwarz, gran parte de la técnica de Bériot -los
armónicos, el pizzicato de la mano izquierda, el ricochet o incluso la scordatura-
estaba influenciada por Paganini, como ocurre en su Segundo Concierto para violín.
Sin embargo, la dulzura y elegancia de su estilo ya estaban ahí, en su Primer
Concierto para violín, antes de su encuentro con el genovés (TNGD, 2001, vol. III,
p. 359).
Estas mismas influencias las podemos encontrar en su Méthode de violon (1857) que,
tal y como él mismo indica en su prefacio, no es sino fruto de los más de treinta años
dedicados por su autor a la enseñanza del violín. Éste se presenta como un texto
novedoso y simplificado, dividido en tres partes. Como Fétis especifica en su
Biographie universelle:
143
Efectivamente, en el texto encontramos que las dos primeras partes están dedicadas al
mecanismo del instrumento. La primera trata las dificultades más elementales, sin
pasar de las tonalidades de más de cuatro sostenidos o bemoles, de modo que el
alumno siempre disponga de cuerdas al aire como referencia para la afinación, así
como tampoco se pasa de la quinta posición; además, también ofrece una
introducción abreviada a las nociones de solfeo más básicas, mientras la segunda a
las más avanzadas. La tercera parte está dedicada por entero al estilo.
Se trata de un método progresivo, sin que por ello el alumno deba abandonar el
estudio de las lecciones anteriores al ir avanzando páginas movido por la impaciencia
de abordar lo novedoso: “el artista que quiere conservar en su talento una tensión
progresiva, debe cada día olvidar su saber, en pocas palabras, convertirse en alumno,
para repasar sucesivamente todos los grados de su educación musical, como en los
tiempos de sus primeros estudios” (Bériot, 1857, p. 69).
Las primeras páginas del texto de Bériot están, tal y como hemos dicho, dedicadas a
los conceptos básicos del solfeo, “base de la educación musical”. Bériot se hace eco
de aquella opinión de Habeneck y Viotti que afirmaban que el estudio previo de un
curso de solfeo podía hacer que el alumno domine antes las dificultades técnicas del
instrumento. El estudio del lenguaje musical no debía de estar muy extendido entre la
población de aficionados -y quizá sus interpretaciones dejarían algo que desear en
aspectos fundamentales como la afinación-, ya que Bériot se lamenta del rechazo que
éste produce entre los jóvenes: “No podemos dejar de recomendar al alumno el
grabarse en la memoria estos primeros principios de música. Este trabajo ejercerá
siempre una buena influencia sobre el futuro del artista, asegurando su talento
respecto al sentimiento del ritmo y la exactitud en la afinación” (1857, p. III). Así
mismo, a modo de “relajación”, Bériot recomienda familiarizarse con la lectura
musical, para lo que ofrece un acompañamiento a las melodías contenidas en su
método así como, en una nueva referencia al canto como modelo, recomienda su obra
Souvenirs-Dramatiques132, donde recopila melodías de óperas francesas, italianas y
alemanas en forma de dúos, tríos o cuartetos con indicaciones de digitación y
matices; sin que por ello el alumno deba olvidarse del estudio de la técnica (Bériot,
1857, p. 69).
132 Estos Souvenirs Dramatiques de Bériot y C. Fauconier son anunciados en la última página de su
método junto con otras obras del autor. En ella vemos que se ofrecen por entregas y que sus títulos
abarcan adaptaciones para dúo, trío (junto con un violonchelo) o cuarteto (con piano, violonchelo
y otro violín) de óperas en boga como la Norma de Bellini, El cazador furtivo de Weber o El elixir
de amor de Donizetti.
144
3.3.1. La misión del violín: la expresión de los sentimientos sobre cualquier
exhibición
Uno de los grandes inconvenientes para obtener esto radica en que los alumnos, dice
Bériot, están acostumbrados a tocar excesivamente fuerte ya desde sus primeros
estudios. Con el fin de evitar que los pupilos se limiten a interpretar la música desde
los extremos de la expresión y en vista a que alcancen un control de la variedad de
matices y cierta flexibilidad de interpretación, las melodías y ejercicios propuestos
por Bériot poseen una gran variedad de caracteres, como por ejemplo, un extracto de
Los puritanos de Bellini que ofrece para el estudio de los contrastes entre fuerza y
dulzura (Bériot, 185, p. 72).
145
El artista debe de modificar su actitud para seguir de manera imperceptible los
matices del fragmento que ejecuta; debe de tener el aire serio, convencido del
tema que trata; en definitiva, es necesario que parezca mostrar su alma en los
sonidos del instrumento que toca para convencer y seducir a su público. (...)
Este no-sé-qué que denominamos estilo, no debe preocupar al alumno, ya que
cuando se llene del sentimiento verdadero, todos los secretos del arte, tanto los
que agradan a los ojos como a la inteligencia, se manifestarán en él sin costarle
problemas ni trabajo.
El artista, sean cual sean sus capacidades, debe sin cesar regresar a la
inmovilidad, a la rigidez del principio en sus estudios en la intimidad, como el
único medio de asegurarse contra la exageración de los movimientos que
provienen siempre de la imperfección técnica o del deseo inmoderado de
producir efecto, en perjuicio del buen gusto y de la veracidad: nada es más
bello que lo verdadero, únicamente lo verdadero es amable133 (Bériot, 1857, p.
3).
133 Cita aquí Bériot la célebre frase de Nicolas Boileau (1636-1711) sobre la belleza de la verdad y,
por ende, la superficialidad de la mentira incluidos en la Carta IX de 1675 al Marqués de Seignelai
: ... Rien n'est beau que le vrai : le vrai seul est aimable.
134 Recientemente se han realizado estudios sobre cómo aspectos como el atractivo físico, la
vestimenta y el comportamiento del intérprete afectan a la recepción de la ejecución en el
espectador. En este sentido, resulta revelador el siguiente trabajo de WAPNICK, J., MAZZA, J.
K., DARROW, A. (1998). “Effects of Performer Attractiveness, Stage Behavior, and Dress on
Violin Performance Evaluation”. Journal of Research in Music Education, (46 (4), pp. 510-521).
146
3.3.2. Postura de sujeción y primeras noticias sobre la almohadilla
A la hora de especificar cuál debe de ser la postura adecuada para la sujeción del
violín, Bériot realiza una significativa y peculiar recomendación: el violín debe de
situarse sobre la clavícula izquierda y apoyarse contra el cuello, “sostenido por el
cuello del abrigo y del chaleco”. Esta importancia concedida a la vestimenta a la hora
de tocar no deja de parecernos algo ridículo, ya que se deposita en un abrigo y un
chaleco la importante labor de sujetar el instrumento, de cuya efectividad dependerá
la corrección en los cambios de posición y, por tanto, la afinación, entre otros
aspectos. Sin embargo, un siglo después Juan Manén hará referencia a la importancia
de la vestimenta en su libro “El violín” (1958), si bien no en el aspecto del traje como
elemento sustentador sino más bien desde un punto de vista más general:
Hay en el estudio un detalle que parecerá ocioso o fútil, y no lo es: el traje con el
que se estudia. Si entre éste y el que se emplea para los conciertos existen
diferencias de peso, de hechuras, etc. la ejecución pública ofrecerá pequeñas
resistencias (Manén, 1958, p. 110).
Ilustración 14. Consejos posturales de sujeción del instrumento en el método de Charles Bériot
(1857) Méthode de violon. Bruselas: Schott frères, p. 5. (BNE).
147
A continuación, Bériot nos muestra algo realmente interesante como es una de las
primeras -si no la primera- recomendación en un tratado de violín del uso de una
almohadilla como elemento de sujeción: “los niños, que por sus vestidos se ven
privados del apoyo del cuello, pueden reemplazarlo por un pañuelo o un cojín con el
fin de evitar la costumbre desafortunada de levantar el hombro para sostener el
instrumento” (1857, p. 4).
148
anteriores es un consejo tan específico y tan práctico como el untar las clavijas con
un poco de jabón o de blanco de España135 para que éstas no se muevan con facilidad
y evitar las desafinaciones del instrumento. Conviene evitar así mismo que las
cuerdas, al enrollarse en la parte cilíndrica de las clavijas, toquen las paredes
interiores del clavijero, debiendo éstas estar dispuestas en su parte central para de
este modo no frenar la vibración de la cuerda. Esto, muy posiblemente, debía de venir
haciéndose tiempo atrás, pero el hecho de incluirse a modo de recomendación en un
método de enseñanza da muestra tanto de su actualidad como de su practicidad.
El autor clasifica la digitación en dos tipos: aquella que responde a criterios técnicos
y la que posee un carácter expresivo. La primera posee por objeto el obtener la mayor
facilidad de ejecución mientras que la segunda es utilizada como medio de expresión
al ligar los sonidos entre sí, en imitación de la voz humana. La digitación “expresiva”
determina el estilo de cada intérprete, ya que varía de unos a otros en función del
sentimiento que éstos quieren expresar. En la segunda parte de su método Bériot se
centra en aportar elementos y criterios que ayuden al alumno a elegir una
determinada digitación, y para ello se centra en el estudio de los cambios de posición
tomando las escalas como punto de partida y base para la práctica en distintos golpes
de arco como después lo harán autores como Carl Flesch (Bériot, 1857, p. 92). Entre
otras cosas, recomienda realizar cambios de posición preferiblemente de medio tono,
repartir los cambios en varias cuerdas antes que realizarlos en una sola evitando, en la
medida de lo posible, ejecutar más de dos cambios en una sola (Bériot, 1857, p. 93).
Para la ejecución de las escalas cromáticas, sugiere permanecer todo lo posible en la
primera posición evitando en todo momento utilizar el mismo dedo para dos notas
consecutivas, como erróneamente se hace a veces (Bériot, 1857, p. 136).
150
veces menos aún” (Bériot, 1857, p. 158). Es por ello que el autor también previene
ante algo que debía de ser relativamente común en aquellos tiempos, como es el
sostener el violín como una guitarra mientras se ejecuta el pizzicato, manera en que
“muchos violinistas creen encontrar una mayor facilidad”, sin duda erróneamente, ya
que, si ya de por sí resulta muy difícil pasar de una postura a otra cuando se sostener
el arco, resulta casi imposible cambiar la posición del violín en tan corto espacio de
tiempo, especialmente si la sucesión entre notas en pizzicato y otras tocadas con el
arco es rápida. Es por ello que afirma que “nunca se debe cambiar la posición del
violín”. De hecho, tal y como explica Moser, los compositores fueron conscientes en
muchos casos no solo del poder expresivo de la cualidad sonora del pizzicato de la
mano izquierda, no tan redondo como el ejecutado con la mano derecha por poseer la
cuerda menos espacio y, por lo tanto, menos libertad para vibrar; sino también de la
posibilidad de usarlo cuando el cambio entre “arco” y “pizz.” sucede tan rápido que a
la mano derecha le resulta imposible realizarlo (Joachim y Moser, 1905, vol. II, p.
187).
Antes de finalizar la segunda parte de su método Bériot aporta unos últimos consejos
“sin los cuales un violinista no será jamás un artista completo” (1857, p. 175) y entre
los que incluye la necesidad de memorizar las piezas musicales, aprender “un poco”
de piano con el fin de familiarizarse con los secretos de la armonía y especialmente el
saber preludiar. El Preludio, para Bériot, es el arsenal de efectos técnicos que posee
151
un ejecutante para emocionar a su auditorio137: “El que no preludia jamas puede ser,
sin ninguna duda, un lector correcto, sino un lector frío: a su interpretación le falta la
feliz iniciativa que da al artista ese aire inspirado que encanta y cautiva”. El preludio
conduce primero a la improvisación, pero también a la composición meditada; Bériot
recomienda plasmar en el papel todas las ideas del genio inspirado (1857, p. 175).
No debemos olvidar que, una vez vencidas todas las dificultades técnicas, el
artista que quiere dotar a su interpretación del prestigio y la poesía que contiene
el lenguaje musical, debe de despojarse de las vestiduras metódicas de la
enseñanza para considerar su arte desde un punto de vista más elevado (Bériot,
1857, p. 176).
Con estas palabras nos introduce Bériot en la tercera parte de su método, aquella
dedicada al estilo. Siguiendo el ejemplo de Baillot en L'Art du violon (1834) donde
éste había introducido un apartado dedicado a “los medios de expresión”
considerando como tales el sonido, el movimiento, el estilo, el gusto, la moderación y
el génie d'exécution, Bériot pasa a explicar cómo se debe aplicar la técnica a la
interpretación de la música. En el caso del belga la perfección de estilo se basa en: el
orden, los matices, la pronunciación del arco, su puntuación, su prosodia, los cambios
de posición, los sonidos vibrados, el acento y la gradación, y es a través del análisis
de estos elementos -de clara inspiración vocal- que el autor articula la tercera parte de
su método (1857, p. 198). Algunos de estos aspectos son mencionados ya en su
prefacio:
Orden
Es en el empleo con discernimiento de dos fuerzas antitéticas como son el orden
como base y el abandono a la fantasía como forma, donde se encuentra el secreto de
agradar y cautivar al público. Por su simetría, la expresión más perfecta es la fórmula
ternaria, siendo así mismo necesario abandonarla si queremos expresar todo aquello
137 Esta idea resulta muy interesante y extrapolable a otros instrumentos como el órgano.
152
que asemeje a una especie de desorden como es el abandono, el dolor, la
desesperación o la fantasía caprichosa. No duda Bériot en volver a recurrir a Boileau:
Matices
Sobre los matices, de los cuales Bériot afirma que los jóvenes tienden a extremar sin
prestar atención a todos los colores intermedios, deben de estar siempre en
consonancia con el carácter de la obra con el fin de no alterar su expresión original.
Sobre este aspecto cita el autor en este caso el Tartufo de Molière (Bériot, 1857, p.
192):
Los ejemplos de matices en distintos grados que ofrece Bériot pertenecen en parte a
fragmentos de óperas: Robert el diablo de Meyerbeer, Norma y la Sonámbula de
Bellini, Don Juan de Mozart, Conciertos para violín del propio autor, de Baillot,
Rode, o música de cámara: Cuarteto núm. 77 de Haydn, un trío del propio autor,
entre otras. Resulta notable la inclusión de ejemplos operísticos por parte de Bériot a
lo largo de esta tercera parte no solo al tratar sobre los matices, sino también al hablar
de otros aspectos como la puntuación del arco o los sonidos vibrados. Recordemos
que en el preludio de su método Bériot ya decía:
Por lo tanto hemos tomado la música de canto como punto de partida, como
guía y como modelo. La música es el alma de la palabra; y por su expansión ella
hace resurgir el sentimiento; al igual que la palabra ayuda a hacer comprender el
sentido de la música. Es esta observación la que nos ha hecho elegir entre la
138 Il faut que chaque chose y soit mise en son lieu/ que le début, la fin, répondent au milieu/ que d'un
art délicat les pièces assorties/ n'y forment qu'un seul tout de diverses parties. Estos versos
forman parte de L'art poetique (1674) de Boileau, donde éste cuenta la manera más perfecta de
escribir versos clásicos inspirado en la obra homónima de Horacio.
139 Et la plus noble chose on la gâte souvent/ Pour la vouloir outrer et pousser trop avant.
153
música dramática la mayor parte de los ejemplos contenidos en nuestra tercera
parte (Bériot, 1857, p. II).
Puntuación
Lo mismo podemos decir del apartado dedicado “a la puntuación”, donde se llega a
afirmar que los silencios y tiempos de reposo llegan a ser más importantes en música
que en literatura. Para respetar la rectitud en la medida el alumno puede hacer uso de
un metrónomo (Bériot, 1857, p. 228), sin embargo, existen en la melodía unos
silencios de tan corta duración para los que no existen indicaciones pero que el
intérprete debe identificar como respiraciones y que son contrarios a la disciplina del
metrónomo. Bériot distingue para ello hasta cinco grados de puntuación en función
de la duración de la pausas necesarias. Lo mismo ocurre con la separación de las
silabas que, en la declamación lírica produce un mayor impulso y acentuación,
pudiendo ser “más o menos marcadas según el sentimiento que convenga a la dicción
del canto” (Bériot, 1857, p. 211). Estas pequeñas silabaciones, mediante el arco, el
glissado o los cambios de cuerda y posición, no se encuentran escritas en la partitura,
es el propio ejecutante quien debe sentirlas.
140 Aquí Bériot introduce una nota al pie indicando que es esta misma “percusión del sonido la que da
al melodium de Alexandre una claridad tan grande en la ejecución”. Sin duda se refiere a Jacob
Alexandre y su hijo Edouard, inventores de un “órgano-melodium”, presentado en 1844 en la
Exposición de la Industria y que Berlioz promovió a cambio de una generosa retribución
económica (Berlioz, 2002, p. 313).
154
suponer que lo tiene- para marcar y distinguir las sílabas largas de las cortas, ligando
o separando las notas como si de sílabas se tratara.
A conseguir tal resultado [aprovechar las censuras antes que los halagos] tiende
aquella interesante página que, con el epígrafe Dernier conseil, escribió mi
inolvidable y célebre maestro Mr. De Bériot, en su Método de violín, donde,
entre otras cosas notables, se leen estas hermosas frases: “Como el amor propio
nos lleva a engañarnos a nosotros mismos, y con frecuencia la crítica nos irrita o
nos desalienta, creo yo que hay un medio muy seguro de juzgarse
acertadamente. Consiste en saber discernir en los elogios que recibimos, el aviso
saludable que casi siempre esconde lo que no se nos dice. ¿Ensalzan vuestra
energía? Tened cuidado, quizá os falte gracia. ¿Os hablan frecuentemente de la
delicadeza de vuestra ejecución? Pues estad persuadidos que carecéis de
grandeza y de vigor. De este modo el observador sesudo tomará siempre como
consejo la antítesis de la alabanza, para no caer jamás en una exageración
inevitable, forzando las cualidades que en nosotros se admiran” (Esperanza y
Sola, Monasterio, 1891, p. 73).
141 Para más información, véase Fonseca Sánchez-Jara, E. (2005-2006). “El método de violín de
Leopold Mozart en la Biblioteca de Real Conservatorio Superior de Música de Madrid: una copia
inédita”. Música. Revista del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, 12 y 13, pp. 95-
116.
142 Ms, E-Mc 1/14272.
156
pedagógico en el Conservatorio de Madrid, si bien no existen otras fuentes que
avalen esta suposición.
El mismo año en que se publicaba el método de Leopold Mozart, 1756, aparecía otra
obra dedicada al violín, en esta ocasión de un autor español, Joseph Herrando143. La
conexión entre ambos autores va más allá de la coincidencia de fechas, ya que en la
edición francesa del método de Leopold Mozart realizada por Michel Woldemar144 en
París en 1801, posterior a la realizada por Valentino Roeser también en París en 1770,
éste incluye entre los añadidos al texto original unos ejemplos de arpegios del método
de Joseph Herrando (Fonseca Sánchez-Jara, 2005-2006, p. 101 y 104).
Sin embargo, pese a la importancia del método de Leopold Mozart, la mayor
influencia alemana para la violinística moderna será la de Louis Spohr y su Escuela
de Cassel145.
143 HERRANDO, J. (1756). Arte y puntual explicación del modo de tocar el violín con perfección y
facilidad, siendo muy útil para cualquiera que aprenda así aficionado como profesor,
aprovechándose los maestros en la enseñanza de sus discípulos con más brevedad y descanso.
París.
144 Para ampliar información acerca de la figura de Michel Woldemar véase el capítulo “2.4. Michel
Woldemar, la transición entre Viotti y Baillot. Influencia y recepción de los arcos de Tourte” p. 54.
145 Pese a que viene siendo denominada como “Escuela de Cassel”, no podemos considerar la labor
de Spohr en esta ciudad alemana como creadora de una escuela como tal dado su carácter puntual
y minoritario.
146 Friedrich Johann Eck (1767-1838) es uno de los últimos representantes directos de la escuela de
Mannheim junto con violinistas como Wilhelm Cramer o Ferdinand Fränzl (TNGD, 2001, vol. VI,
p. 864).
157
también sus propias composiciones para violín, como su Concierto para violín en Re
m op. 2 (Fétis, 1868, vol. VIII, p. 84). Moser afirma:
Spohr continúa su carrera desarrollándose tanto como director como compositor, así
como realizando giras como virtuoso del violín, donde interpretaba muchas de sus
composiciones para violín o para violín y arpa, acompañado en estas últimas por su
mujer Dorette Scheidler. Sus obras para violín, son, de hecho, lo más destacado de su
producción inicial. En ellas, “las dificultades de la parte solista, su elusión de un
virtuosismo vacío, hicieron mucho para estimular el desarrollo de la escuela clásica
alemana de violín del siglo XIX” (TNGD, 2001, vol. XIV, p. 202). Fétis había
manifestado mucho antes una opinión similar: “Como fundador de una escuela de
violín, Spohr merece grandes elogios, pues se puede decir que antes de él, Alemania
no poseía más que la de Benda, muy inferior a la suya respecto a sonoridad y técnica
del arco” (Fétis, 1868, vol. VIII, pp. 84-85).
Sin embargo, las interpretaciones de sus obras de cámara en nuestro país tuvieron una
acogida regular entre el público. José María de Goizueta describe de este modo su
Cuarteto en La m interpretado por la Sociedad de cuartetos el 29 de noviembre de
1863:
En el primer tiempo se nota cierta aspereza desagradable que podrá estar muy en
armonía con el carácter del compositor, pero que en nuestro sentir dista mucho
de llenar una de las principales condiciones de este género de música; el andante
es más melódico; pero a fuerza de acumular dificultades y sacando de quicio las
modulaciones, preparándolas con violentas transiciones de tonos, la vuelta al
tema, que, según los buenos principios, debe de ser natural y sencilla, no
produce aquel sentimiento de agrado que se nota en las obras de los grandes
maestros; resultando de aquí una confusión poco propia del género y cierta
penosa fatiga en el auditorio, que se pierde y estravía [sic] en aquel dédalo de
geroglíficos [sic] sin fin.
158
El último tiempo nos pareció trivial y de poco efecto.
La difícil facilidad no se encuentra en la obra de Spohr: podrá ser un gran
compositor mecánico, pero no demuestra genio: acudir a la dificultad material
para suplir la falta de inspiración, denota esterilidad lamentable147.
Unos años más tarde, en 1889, durante algunas actuaciones en solitario del Quinteto
Iberia (formado por Enrique Fernández Arbós, Pedro Urrutia, Agustín Rubio, R.
Gálvez y José Tragó)149 en donde se alternaban las actuaciones del grupo al completo
con las de algunos de sus integrantes en diversas formaciones, Arbós interpreta el
Andante del Concierto para violín en Re m de Spohr junto con la Ciaccona de
Bach150. Sin duda, la elección de este repertorio viene influenciada por sus estudios en
Berlín junto a Joachim, con quien había estudiado durante los años 1880-81
manteniendo una estrecha amistad.
Durante una de las giras realizadas por Spohr en los años 1812-1813 le es ofrecido el
puesto de concertino de la orquesta del Theater an der Wien en Viena. Su estancia en
esta ciudad le proporcionará un valioso contacto con las obras de Mozart, Haydn y
Beethoven, estimulando su faceta compositiva (TNGD, 2001, vol. XIV, p. 199).
Posteriormente, será nombrado director musical de la Corte de Cassel, en Alemania,
donde completará su método para violín, Violinschule (publicado en Viena en 1832),
proyectado sin embargo tiempo atrás, en 1827, cuando Spohr se lo habría propuesto
al editor Haslinger (Brown, 1984, p. 212).
En su Violinschule157, Spohr recoge todos y cada uno de los aspectos de la técnica del
violín, desde los más sencillos hasta los más elaborados, añadiéndoles sesenta y seis
estudios para su práctica. Sin embargo, al contrario de otros autores de su época,
Spohr rechaza todas aquellas técnicas más novedosas, propias de Paganini y sus
151 SPOHR, L. (1832). Violinschule. Viena: Haslinger.
152 La Iberia Musical y Literaria, núm. 6, 5 de febrero de 1843, p. 3
https://play.google.com/books/reader?
id=wvvETSbt1P0C&printsec=frontcover&output=reader&hl=es&pg=GBS.PA417 (Consultado el
20 de junio de 2017).
153 Bonifacio Eslava (1874), Extracto de los Catálogos publicados en esta casa y suplemento a los
mismos con todas las novedades musicales publicadas hasta hoy, en el Álbum Religioso-Vocal
compuesto de Motetes a la Virgen y Jesús, Madrid
154 Casa Dotesio (1901), Catálogo General de las obras de música instrumental de los fondos
editoriales de Eslava, Fuentes y Asenjo, P. Martín y de Zozaya, p. 2.
155 Gaceta Musical de Madrid, núm. 14, 6 de mayo de 1855, p. 112.
156 Instrucciones para el buen desempeño de las enseñanzas, para el régimen y disciplina del Real
Conservatorio de música y declamación, 30 de enero de 1861, citado en García Velasco, 2003, pp.
253-254.
157 Para la redacción de el presente trabajo en su parte concerniente al método de Louis Spohr, se han
consultado principalmente tres ediciones: la original en alemán (1832), su traducción al francés
(1835), así como su traducción al inglés (1850 y 1878). Ello se ha debido principalmente a que, en
el caso de la edición francesa, el traductor Heller haya pasado por alto numerosos fragmentos que
aparecen en la versión original mutilando éste hasta el punto de convertir una obra de más de 250
páginas en otra de 196.
Para la datación del año de la traducción francesa en 1835, dado que dicho dato no aparece en
ningún lugar del libro ni en los catálogos de las bibliotecas consultadas que poseen el ejemplar, se
ha consultado el Journal Général de l'Imprimerie et de la Librairie de la Bibliographie de la
France de ese mismo año (1835, p. 672).
160
imitadores. Pudiera ser ésta la causa de la tibia recepción de su obra compositiva en
nuestro país, como atestiguan las críticas reflejadas en la prensa de la época, donde se
le tilda de “trivial y de poco efecto”, “confusión” y “aspereza desagradable”158. A
pesar de sus tintes conservadores, el método de Spohr se convirtió en un clásico de la
pedagogía del violín reimprimiéndose continuamente a lo largo de más de un siglo en
Austria y Alemania además de otras muchas ediciones extranjeras.
Uno de los elementos más innovadores durante esta época, desde un punto de vista
técnico, es el uso de la barbada que Spohr afirma haber inventado hacia 1820: “En la
parte baja de la representación del instrumento (fig. I), sobre el cordal, se puede ver
un mecanismo de mi invención, denominado barbada [Geigenhalter], la cual, tras
haber sido usada por mí durante más de diez años, mis numerosos alumnos y otros
muchos violinistas, ha probado totalmente su utilidad” (Spohr, 1832, p. 8). Las
ventajas de las bondades de su uso son desgranadas a continuación:
162
Ilustración 15. SPOHR, L. (1832). Violinschule. Viena: Haslinger, p. 8 (BNF).
159 Para más información sobre la barbada y su uso consúltese la entrada “Chin-rest” del The New
Grove Dictionary of Musical Instruments (1984), Vol. 1, p.519.
163
F. W. Becker posee varios registros en la Oficina de Patentes de los EE.UU, entre
ellas varias barbadas (años, 1904, 1907 y 1916) e incluso dos modelos de barbada
combinada con almohadilla en 1887 y 1904160. Su primer modelo de barbada,
patentado en 1904, vienen presentado por su creador con estas palabras: “Mi
invención se centra en las barbadas para violines, y tiene por objeto el proveer de una
sujeción mejorada y simplificada al instrumento”161.
Por otro lado, de entre los modelos patentados en estos años por Becker llama la
atención el modelo de 1907, que añade a su estructura unas aberturas para facilitar la
transpiración así como una superficie que absorbe la humedad y, de este modo, evita
el deslizamiento162. En 1919 también desarrollará un mecanismo que copia las partes
esenciales de la estructura de un violín con el fin de ayudar a los estudiantes a sujetar
y manejar el arco de manera apropiada163. Otro de los objetivos que perseguía esta
invención, tal y como podemos leer en la patente, era la de fortalecer los músculos
implicados en la ejecución del instrumento164.
Uno de los aspectos técnicos más importantes en el que Spohr difiere respecto a las
tendencias interpretativas de su época son los golpes de arco. Spohr creía que todo
debía tocarse mayoritariamente en legato y excluía todos los golpes de arco saltados,
especialmente el spiccato, que tenía por trivial y ajeno al arte verdadero. Llegado el
caso de querer destacar un pasaje, sugiere el uso del staccato, del que debía poseer
gran maestría y que resulta de uso común en sus obras (conocido como staccato de
Spohr). Esto no deja de sorprender ya que, justamente el spiccato, junto con otros
golpes de arco como el martelé, era una de las nuevas posibilidades que ofrecía el
160 Becker, F. W. (1904). Combined chin and shoulder rest for violins, U. S. Patent núm. 775,792.
Washington, D.C.: U.S. Patent and Trademark Office. Ver apéndices del presente trabajo.
161 Becker, F. W. (1904). Violin chin-rest, U. S. Patent núm. 775,465. Washington, D.C.: U.S. Patent
and Trademark Office.Ver apéndices del presente trabajo.
162 Becker, F. W. (1907). Violin chin-rest plate, U. S. Patent núm. 849,961. Washington, D.C.: U.S.
Patent and Trademark Office. Ver apéndices del presente trabajo.
163 Becker, K. A. (1918). Violinist’s Practise Device, U. S. Patent núm. 1,275,202. Washington, D.C.:
U.S. Patent and Trademark Office. Ver apéndices del presente trabajo.
164 Pese a haber rastreado minuciosamente los catálogos de los almacenistas que ofrecían sus
mercancías en esta época, así como la prensa del momento, y otras fuentes como las
autobiografías, no se ha logrado esclarecer cuál fue la recepción y uso que se dio a la barbada en
nuestro país.
164
arco de Tourte -que Spohr habría adquirido por consejo de Eck- al permitir una
mayor y más rápida respuesta a la presión debida a la mayor tensión en las cerdas.
Sin embargo, a veces este rechazo a las nuevas tendencias estilísticas en el violín,
entre las cuales la oposición a los golpes de arco saltados resulta quizás el más
evidente, no era particularmente aceptado entre sus pupilos. Como muestra se puede
observar la edición inglesa de su Violinschule, realizada por el violinista inglés Henry
Holmes, alumno de Spohr, en donde éste añade indicaciones para la ejecución de
arcos saltados (Spohr, 1878). Moser recalca este aspecto:
Por otro lado, Spohr sí hace una interesante mención al que él denomina “golpe de
arco de Viotti” (coup d'archet de Viotti). Éste se realiza cuando en el caso de dos
notas tocadas en el mismo arco, la primera se hace de forma suave, con poco arco,
mientras la segunda se realiza con la mayor fuerza e impulso posibles, y cuya
interpretación resulta de gran efecto, especialmente cuando se usa en la cuerda de Sol
y como añadido a las dobles cuerdas. Este golpe de arco se denomina así, según
Spohr, ya que “el primero en utilizarlo fue este gran violinista o, lo que resulta más
probable, era utilizado por él de manera eficaz” (Spohr, 1850, p. 124). Según las
investigaciones de Moser, es en la Violinschule de Spohr la primera vez que este
golpe de arco es referenciado a Viotti como “coup d'archet de Viotti” , extrañándose
de que Baillot “íntimo amigo y gran admirador” suyo aluda a este efecto como “la
saccade” en su L'Art du violon (1834) evitando hacer referencia al italiano (Joachim y
165
Moser, 1905, vol. I, p. 141). Baillot aborda el golpe de arco que él denomina saccade
definiéndolo con las siguientes palabras:
La saccade es una sacudida fuerte y breve del arco que damos a las notas,
generalmente de dos en dos o de tres en tres y algunas veces de manera
irregular, es decir, sin simetría.
Lo que debemos evitar en la saccade es la duración, ya que es una característica
fundamental de su naturaleza. La saccade, no es buena más que cuando no
altera en absoluto la pureza de sonido. (...) En violín solo está destinada a
romper la monotonía, a levantar el sonido, a dotarle de energía (Baillot, 1834, p.
125).
Pero si hay algo en que sorprendentemente destaca en este texto es que trata
prácticamente todos los aspectos técnicos del instrumento pero elude expresamente
aquellos cuyas posibilidades técnicas empleaban Paganini y sus seguidores, pese a su
actualidad y a que uso estaba cada vez más extendido. Sus reticencias no solo
abarcan los golpes de arco saltados y los armónicos artificiales, sino que su posición
respecto a otras técnicas como el vibrato, que sugería debía usarse con moderación, o
la digitación, son elementos que diferencian a Spohr de los violinistas de finales del
siglo XIX. De hecho, tras su llegada a París en 1820, es capaz de reconocer la calidad
interpretativa de los violinistas franceses, pero también de acusar en ellos una falta de
buen gusto y estilo. En la segunda de las cuatro cartas sobre el estado de la música en
París que publica en 1821 en el Allgemeine Musikalische Zeitung expresa su disgusto
con estas palabras:
Uno apenas o nunca escucha en las reuniones musicales de aquí una pieza de
música seria y bien asimilada, somo un cuarteto o un quinteto de nuestros
grandes maestros; todo el mundo compone sus obras de exhibición; no se
166
escucha otra cosa que airs variés, rondos favoris, nocturnos y bagatelas
similares, y de los cantantes romanzas y pequeños dúos; y no importa lo
incorrecto o insípido que esto pueda ser, nunca deja de tener éxito si es
ejecutado suave y dulcemente. No acostumbrado a estas bonitas bagatelas, con
mi sincera música alemana, fácilmente me siento enfermo en tales veladas
musicales y frecuentemente me siento como un hombre que hablara a gente que
no entiende su lenguaje, ya que la alabanza de tal público a veces se extiende
hasta mis interpretaciones o la obra en sí misma; no me puedo sentir alagado por
ello cuando inmediatamente la admiración se traslada hacia las cosas más
triviales. Uno se sonroja al ser alabado por tales connoisseurs. (...) No se
requiere permanecer mucho tiempo aquí para adoptar la frecuentemente
expresada opinión de que los franceses no son una nación musical (Brown,
1984, p. 145).
Sobre los sonidos armónicos, Spohr permite el uso de los armónicos naturales, pero
rechaza el uso de los armónicos artificiales por su lejanía de las notas naturales del
instrumento.
Pese a sus ideas conservadoras, Spohr ejerció una gran influencia sobre los violinistas
de la posterior generación, como Joachim. Moser cuenta en su biografía cómo
Joachim acudió en cierta ocasión a Mendelssohn para consultarle sobre la pertinencia
de tocar con arcos saltados en la interpretación de obras clásicas. Mendelssohn, al
parecer más abierto de miras que Spohr, le dio la siguiente contestación: “Úsalo
siempre, hijo mío, donde sea apropiado o donde suene bien” (Moser, 1901, p. 46).
Toda esta sobriedad mostrada por Spohr en su tratado de violín cobra sentido en la
tercera parte de su método, dedicado enteramente al estilo y la interpretación. Una
vez el alumno es capaz de superar los obstáculos técnicos del instrumento, es el
momento de “cultivar su gusto y despertar su sensibilidad”. El objetivo es
167
proporcionarle un estilo refinado (Schöner Vortrag) en el que el éste sea capaz “desde
su propio espíritu, de reflejar las intenciones de compositor” mediante un uso
expresivo del arco, la digitación, el portamento, el vibrato así como la flexibilidad
del tempo (Spohr, 1832, pp. 195-196). De hecho, podemos considerar a Spohr como
uno de los pioneros en la búsqueda de la veracidad y lealtad a las intenciones del
compositor que después sería bandera del circulo de Joachim. Resulta sencillo en este
punto marcar el paralelismo entre el “Schöner Vortrag” de Spohr y el “Génie
d'éxècution” de Baillot que, recordemos, éste último definía como los requisitos que
permitían al intérprete identificar las intenciones del compositor y ejecutarlas con
facilidad y expresión (Baillot, 1834, p. 266).
168
Acerca del estilo e interpretación de cuartetos165, tema al que dedica las últimas
páginas de su método, Spohr afirma que el alumno debe de subyugar sus ansias de
destacar para acomodarse al estilo general de la obra y los otros intérpretes. Arbós es
testigo de esta dinámica interpretativa que aún se mantiene en el ámbito alemán
durante el último tercio del siglo XIX:
Uno de los violinistas alemanes más influyente de su época sería Ferdinand David
(1810-1873), gracias al cual Leipzig se convertiría en uno de los centros musicales de
referencia para el mundo violinístico. Pese a ser alumno de Spohr, su diferencia de
carácter hizo que David adoptara un estilo distinto al de su maestro, más virtuoso y
personal, más cercano a la escuela franco-belga. Dada la tendencia que según sus
contemporáneos poseía David a la sobreabundancia en la digitación, el arco y las
indicaciones expresivas, resulta paradójico que Leipzig, que era tenido como núcleo
del refinamiento alemán y la corrección histórica, mantuviera a un intérprete como él.
Tras su muerte, el centro violinístico de referencia cambiará de Leipzig a Berlín.
Ferdinand David juega un importante papel en este trabajo tanto por la relevancia de
su método para violín como por las ediciones que realizó de obras de autores
clásicos, realizadas éstas, según Juan Manén (1958, p. 98) “con manifiesta habilidad
e indiscutible conocimiento”. Así mismo, el hecho de haber desarrollado una labor
170
como profesor de Joseph Joachim, maestro y amigo a su vez de Enrique Fernández
Arbós durante su estancia en Berlín, le confiere un punto de interés adicional para
este trabajo. Joachim será una figura notable en la formación como violinista de
Arbós. Gracias a sus estudios en Berlín junto a Joachim y las enseñanzas de Jesús de
Monasterio en Madrid y de Henri Vieuxtemps en Bruselas, Arbós se convertirá en el
único intérprete español de violín de su época que recibe influencias tanto de la
escuela alemana como franco-belga.
Niño prodigio del violín, David comienza su formación musical junto a Louis Spohr
en Cassel (Alemania), donde las enseñanzas no solo se reducían al estudio del
instrumento, sino también a la música de cámara y de orquesta. A los dieciséis años
lleva a cabo una gira junto con su hermana, pianista de gran talento, que les llevará
con gran éxito a Leipzig, Berlín y Dresde (Fétis, 1868, vol. II, p. 440). Entre los años
1827 y 1828 permanece como miembro de la orquesta del Konigstadt Theatre de
Berlín, donde entabla relación con Mendelssohn. Tras un periodo como intérprete de
música de cámara y una gira que le llevará a Rusia, en 1836 viaja a Leipzig para
incorporarse como concertino a la Orquesta de la Gewandhaus bajo la dirección del
propio Mendelssohn, puesto en el que permanecería ya durante el resto de su vida
(Grove, 1890, vol. I, p. 433). Así mismo, también se incorporaría al Stadttheater y
tocará a menudo música de cámara junto a Mendelssohn, convirtiéndose en una
figura prominente en la vida cultural de la ciudad.
En 1839 realiza una gira por Inglaterra junto a Moscheles, donde cosecha un gran
éxito, especialmente interpretando la música de su maestro Spohr.
Cuando el 27 de marzo de 1843 abre sus puertas el Conservatorio de Leipzig, David
será quien dirija el departamento de violín, convirtiendo la ciudad en uno de los
centros de referencia para el estudio del instrumento. Su labor como profesor será
muy importante, ya que se convertirá en reformador de la escuela alemana clásica en
su intento de aunar los estilos de Spohr junto con las novedades de Paganini y la
escuela franco-belga, como eslabón hacia una nueva escuela alemana del violín. Uno
de sus primeros discípulos será Joseph Joachim, quien acude a él por recomendación
de Mendelssohn; otros alumnos suyos serán intérpretes de la talla de August
Wilhelmj (1845-1908), Henry Schradieck (1846-1918) y Wilhelm Wasielewski
(1822-1896).
171
La relación de David con Mendelssohn siempre será intensa, siendo éste quien
interprete por primera vez ante el público el 13 de marzo de 1885 su Concierto para
violín en Mi m op. 64 en la Gewandhaus, en cuya composición colabora y que el
autor le dedica. Pese al decaimiento de su salud, David continuará con sus
ocupaciones en la Gewandhaus como director sin interrumpir su carrera como solista
de violín (TNGD, 2001, vol. VII, pp. 49-50).
David supo hacer revivir las obras de los intérpretes más importantes tanto de la
escuela italiana como alemana y francesa, al editar sus obras. Así, entre sus
composiciones destacan no solo sus cinco conciertos para violín y su obra de cámara,
sino sus ediciones de la obra para violín solo de Bach, los conciertos de Rode y
Kreutzer así como los estudios de estos dos autores junto con los de Gaviniés,
Fiorillo o Paganini. Su edición de L'arte del arco de Tartini o las Variaciones sobre
La follia de Corelli siguen en vigor actualmente166. Por otro lado, su método para
violín, Violinschule (1863) fue utilizado a lo largo del siglo XIX, siendo “con
seguridad uno de los mejores trabajos de su especie, y la publicación de Hohe Schule
des Violinspiels marca una época en el desarrollo de la interpretación moderna de
violín” (Grove, 1890, vol. I, p. 434)167.
166 La intensa labor como editor de Ferdinand David se vio favorecida en gran medida por el hecho
de residir desde 1836 hasta su muerte en 1873 en Leipzig, por entonces uno de los más
importantes centros de edición de Alemania gracias, entre otras circunstancias, a la labor de
Mendelssohn en la ciudad. A esto se añadía el hecho de que Leipzig fuera ya desde finales del
siglo XVIII un punto de referencia para la celebración de ferias de comercio y el establecimiento
de un nuevo sistema de impresión en 1755 de la mano de J. G. L. Breitkopf quien, bajo el nombre
de Breitkopf & Härtel fundaría en 1798 el Allgemeine musikalische Zeitung (TNGD, 2001, vol.
IX, p. 721).
167 Sin embargo, pese a su valor al hacer accesibles ciertas obras del siglo XVII y XVIII, Hohe
Schule des Violinspiels será criticada por Andreas Moser, que le acusaría de incluir en la edición
ciertas inexactitudes e interpolaciones:
David es mejor conocido por sus investigaciones en la música antigua para violín, que él
editaba “para uno en concierto y para interpretación en público”. Desgraciadamente se
debe admitir que el mérito de sus arreglos y edición disminuye considerablemente por el
modo en como se han realizado. Él ha alterado a los viejos maestros para adaptarse al
gusto de algunos contemporáneos, con alteraciones vergonzosas, añadiendo
ornamentaciones superfluas, indicaciones de expresión inverosímiles, e introduciendo
cadencias contrarias al carácter de la música, y la insinuación de numerosos matices
vulgares y exagerados, por lo tanto despojándolas de su encanto y simplicidad (Moser,
172
4.2.1. Violinschule (1863). Progresividad y características de los contenidos
Ferdinand David publica su Violinschule en 1863, tras más de veinte años
impartiendo clase en el Conservatorio de Leipzig. Más tarde, en 1873, año de su
muerte, se publicarían los dos volúmenes de Zur Violinschule (op. 44 y 45), una
colección de estudios de cierta longitud compuestos por él como complemento de su
Violinschule con el objetivo de practicar todas las dificultades técnicas explicadas en
el método, ya que la brevedad de los estudios incluidos en éste no permiten llegar a
dominar cada una de las técnicas empleadas. De hecho, la combinación adecuada de
ambas obras sugiere el estudio paralelo de la primera parte del Violinschule junto con
también la primera parte del Zur Violinschule (op. 44), al estar ambos destinados al
estudiante principiante y no poseer el segundo más que obras en primera posición.
David evita el uso de cualquier posición distinta de la primera a lo largo de todo el
primer volumen de su Violinschule, sin embargo, sí que introduce un discreto uso de
la media posición en casos aislados, como en el Estudio núm. 55 en donde en algunos
fragmentos se utilizan los mismos dedos para la ejecución de una quinta disminuida
mientras en otros se utiliza la media posición. Lo mismo sucede con la segunda parte
de ambos libros, del método y del Zur Violinschule (op. 45), que incluye piezas en
otras posiciones.
Así mismo, en 1867, aparece Die hohe Schule des Violinspiels, una recopilación en
tres volúmenes de obras de autores de los siglos XVII y XVIII como Biber, Corelli,
Leclair, Nardini, Bach, Pisendel o Benda, como parte de una intensa labor como
editor que abarca así mismo numerosas obras de autores franceses (estudios de
Kreutzer y Rode, Gaviniès, etc.) y de Viotti. Estos tres trabajos alcanzaron cierta
popularidad en el siglo XIX.
1901, p. 44).
Otra de las críticas más duras de Moser hacia su Hohe Schule radica en la inclusión excesiva y
superflua de ornamentos en el repertorio de los antiguos maestros. En su Violinschule David trata los
ornamentos y cómo deben de ejecutarse en la práctica, sin embargo, no trata el aspecto estilístico de
cuándo se deben de utilizar.
173
legato, el martelé y el détaché y a interpretar piezas de mediana dificultad en
diferentes tonalidades con expresividad, pese a que el dominio de la mano izquierda
no va más allá de la primera posición. Las sucesivas posiciones junto con una técnica
más elaborada del arco son abordadas en la segunda parte de su Violinschule.
En poco más de las 120 páginas de sus dos volúmenes, David cubre prácticamente
todas las dificultades técnicas en modo progresivo, ya que éstas van siendo
introducidas de manera paulatina, si bien en su primera parte avanza excesivamente
rápido. Esta es una característica común siendo en mayor o en menor grado a
prácticamente todos los métodos hasta finales del siglo XIX, según Pulver (1923, p.
120).
Su estilo es escueto y parco en palabras, falta que suple con la introducción de
numerosos ejemplos, haciéndose fundamental la figura de un profesor que
suplemente esta carencia de explicaciones en profundidad. Esta característica le
otorga a este trabajo un carácter no apto para autodidactas. Por ello, en su Prefacio
David advierte de la intención de su método no es otra que la de proporcionar las
bases de la técnica del violín, necesitándose contar con la ayuda de un profesor a la
hora de introducirse en el aprendizaje de un instrumento no solo para las cuestiones
técnicas sino también en aquellas concernientes al estilo, al igual que “resulta
imposible llegar a conocer una lengua extranjera mediante únicamente la enseñanza
de la gramática” (David, 1880, p. 4).
Llama la atención el hecho de que Ferdinand David pase por alto en sus primeras
páginas el estudio de las escalas, algo fundamental al iniciarse en el estudio de un
instrumento musical y recurrente en prácticamente todos los métodos de violín, para
centrarse en el estudio de los intervalos. De hecho los primeros veintidós ejercicios se
encuentran en Do M. Las primeras escalas destinadas a la práctica no aparecen -con
la excepción del Estudio núm. 15- hasta llegados al Estudio núm. 51, lo cual puede
hace dudar de la conveniencia de seguir este método de principio a fin según su
disposición original para, en su lugar, saltar de una parte a otra y abordar antes el
estudio de las escalas. Inicialmente se presentan éstas en dos bloques, mayores
-empezando por Do- y menores -comenzando con la de La- en una sola octava para, a
continuación, alternar mayores y menores en dos octavas, apartado que desarrollará
en todas las tonalidades en el Estudio núm. 94 del segundo volumen (David, 1880,
vol. II, p. 18). Así mismo, en este primer volumen, se van añadiendo intervalos en
174
todas sus variantes, justo, mayor, menor, aumentado y disminuido, con el fin de
ejercitar la afinación.
Desde las primeras páginas David propone al alumno pequeñas melodías muy
sencillas, inicialmente en cuerdas al aire para en seguida introducir notas pisadas y en
diferentes articulaciones, con una segunda voz, tal y como hiciera Baillot, destinada
al profesor en su función de acompañante. Poco a poco, según van avanzando los
ejercicios, se van incorporando dedos de tal modo que cuando el alumno ha llegado
al Estudio núm. 15 ya sea capaz de interpretar la pequeña escala que se incluye con
todas las notas en las cuatro cuerdas en primera posición. En los Estudios 16 a 21 se
abordan los intervalos, en progresión desde las terceras hasta las octavas. El Estudio
núm. 22 sirve como recopilación de los intervalos tratados anteriormente que son
presentados en forma de acordes quebrados. Éstos, siguiendo las indicaciones de
David, se deben trabajar en la mitad superior, la mitad inferior y, finalmente, con todo
el arco. Si hasta este momento todas las notas en los estudios propuestos aparecían
como redondas, los Estudios 23 al 26 sirven como práctica a las indicaciones de
medida y duración de las notas que se han introducido previamente; para facilitar su
interpretación y comprensión, se ofrecen en notas ejecutadas con cuerdas al aire.
En los siguientes Estudios, del 27 al 35, se van introduciendo nuevos dedos en la
mano izquierda, intervalos, así como la ejecución en detaché de la segunda nota de
una ligadura de dos. La introducción del detaché ayuda al alumno a distribuir y, por
lo tanto, a controlar mejor el arco. El Estudio núm. 36 funciona a modo de resumen
de todos los intervalos, desde terceras hasta octavas, en esta ocasión a modo de solo,
sin el acompañamiento del profesor, a una velocidad rápida y en el centro del arco,
donde un control del mismo resulta más sencillo.
Con el Estudio núm. 37 se introducen el legato y un inicio de staccato en distintas
articulaciones y ritmos en intervalos de segunda para, seguidamente en el Estudio
núm. 38, abordar todos los intervalos posibles en primera posición en una misma
cuerda con la recomendación de “levantar cada dedo alto y dejarlo caer firmemente”
(David, 1880, vol. I, p. 19). Sin duda, la intención de David es la de ejercitar los
dedos, no solo desde el punto de vista de la afinación, sino también físico, ya que lo
óptimo -al menos desde un punto de vista actual- es levantar los dedos lo mínimo
posible, especialmente en aquellos pasajes que requieren una velocidad rápida de
ejecución.
175
Los siguientes estudios están dedicados a la práctica de los matices dinámicos, sobre
los cuales David hace previamente las necesarias indicaciones relativas a presión del
arco y la mayor o menor cercanía del punto de contacto de éste con la cuerda
respecto al puente o al diapasón, donde se debe vigilar el mantenimiento del arco
paralelo al puente (David, 1880, vol. I, p. 19).
Los posteriores estudios, del 40 al 50 son estudios de carácter, en su mayoría en
forma binaria, tal y como se venía usando en los primeros tratados para violín, con el
fin de ayudar al intérprete a dominar una cierta técnica. Éstos poseen un sentido
musical mucho mayor que los estudios precedentes. Están dirigidos a la práctica de
aspectos como los golpes de arco sencillos (martelé, legato, détaché), el control y la
distribución del arco y los matices dinámicos. Entre ellas se incluyen una canción de
cuna (núm. 46), una romanza (núm. 44), una giga (núm. 50) y dos marchas (núm. 42
y núm. 45). De entre estas últimas destaca la segunda ya que exige el uso del martelé
y el détaché, además del legato. Éstas poseen un acompañamiento nada sencillo de
un segundo violín como ayuda para la afinación así como de preparación para la
música de cámara al obligar a mantener el ritmo con la otra voz. Estas piezas en
seguida alcanzan una dificultad relativa que realza aún más la conveniencia de contar
con la ayuda de un profesor como guía en el estudio.
Para finalizar, David (1880, vol. II, p. 74) añade una “Lista de obras que el autor
utiliza principalmente para la enseñanza de los alumnos avanzados” y que nos da una
idea del repertorio utilizado por David en Leipzig y que éste mostraría a Joachim,
uno de sus primeros alumnos. Entre estas obras incluye, como viene siendo habitual,
los Estudios de Kreutzer, Rode, Fiorillo y Paganini, así como las Seis sonatas de
Bach, L’art de l’archet de Tartini y sus propios estudios, caprichos y piezas de
carácter. Los conciertos y piezas de concierto que David sugiere son los de Viotti,
Rode y Kreutzer (en ningún momento incluye a Baillot), Vieuxtemps y Bériot,
Paganini, Mendelssohn, Beethoven y Spohr, así como los menos usuales de Molique,
Maurer, Lipinski, Joachim, Bazzini y Ernst, además de los suyos propios.
176
Ilustración 16. Listado de obras recomendadas en el método de Ferdinand David (1880). Violin
School. Boston: Oliver Ditson, p. 74 (BNF).
177
a ser, en definitiva, la postura habitual en la mayoría de los violinistas. Sin embargo,
algunos de ellos, como Paganini, cargaban todo el peso del cuerpo sobre el pie
izquierdo manteniendo recta la pierna hasta el muslo sin flexionar la rodilla (Manén,
1958, p. 30). Esta postura le permitía realizar determinados alardes técnicos
facilitándole el alcanzar con facilidad posiciones altas con la mano izquierda así
como la ejecución de grandes saltos en intervalos de octava y décima.
David indica claramente que el violín debe sujetarse con el mentón sobre su parte
izquierda, “permaneciendo en posición horizontal” en clara referencia a la costumbre
anticuada de sostenerlo ligeramente más bajo, hacia el pecho, de aquellos intérpretes
no profesionales. Ya que para la interpretación de un repertorio moderno se necesita
realizar cambios de cuerda de manera frecuente, se hace necesaria una sujeción firme
del instrumento con la barbilla. Aconseja finalmente utilizar un pañuelo entre el
hombro y el violín para evitar la nociva costumbre de elevar éste excesivamente con
objeto de reforzar la sujeción. David es uno de los primeros en recomendar el uso de
un medio entre el hombro y el violín que, a modo de las modernas almohadillas,
ayude en la sujeción del instrumento. Pero no es el único. Recordemos que, unos
pocos años antes, Bériot (1857, p. 4) recomendaba en el caso de los adultos ayudarse
del cuello del abrigo y del chaleco así como, en el caso de los niños, de situar un
cojín pequeño o un pañuelo.
178
Si bien no lo indica -el nombre de Geminiani no aparece por ningún lado en este
apartado- éste es fácilmente identificable y venía siendo usado por otros autores
desde tiempo atrás (David, 1880, vol. I, pp. 7-8). Ya en las ediciones de 1787 y 1806
de su tratado de violín Leopold Mozart propone un ejercicio con el fin de evitar
posturas extrañas de sujeción del violín y del arco que dificultan la ejecución:
Leopold Mozart tampoco hace referencia alguna a Gemiani. Sin embargo, Baillot,
quien incluye en L’Art du violon un ejercicio muy similar, sí que añade su
procedencia “este pasaje ha sido extraído del método de Geminiani” (Baillot, 1834, p.
15). De hecho, otros muchos autores hacen referencia a este tipo de agarre mencionen
o no como fuente del mismo al tratado de Geminiani, sin embargo, destaca el hecho
de que Louis Spohr en su método para violín no haga referencia alguna a él. Hoy en
día podemos tomar este “agarre de Geminiani” como ejemplo de tradición mal
entendida por su no adaptación a los tiempos modernos. Esta posición sería correcta
en los tiempos de Geminiani, cuando el mango del violín era dos o tres centímetros
más corto de lo que es actualmente. Sin embargo, hoy en día, no tiene sentido,
resultando incómoda y dificultosa.
179
posean una mano grande puede causar problemas de afinación a un intérprete con una
mano pequeña. Debemos de tener en cuenta que el número de mujeres intérpretes de
violín, especialmente a nivel profesional, en época de David era muy limitado, si bien
esta posición tampoco resultaría recomendable para las pequeñas manos de un niño.
Para más allá de la tercera posición recomienda utilizar siempre ésta como punto de
partida para facilitar el desplazamiento y la afinación. Destacan el papel del primer
dedo como “dedo ancla” que debe de permanecer apoyado en la medida de lo posible
con el objetivo de facilitar en cambio de posición.
A continuación los ejercicios de escalas en los distintos intervalos, hasta llegar a las
décimas, se van sucediendo. En el caso de las octavas, juiciosamente recomienda
mantener levantados el segundo y tercer dedos para así evitar tensión en la mano y
facilitar la extensión de los dedos en el movimiento “en bloque” con que se suelen
estudiar este tipo de ejercicios (David, 1880, vol. II, p. 26).
Al hablar de las extensiones de los distintos dedos de la mano izquierda, asegura que
no se debe de “sacar” la muñeca hacia afuera, siendo éste un error habitual de
muchos estudiantes de violín, ya que, haciendo esto, llevamos la mano en el sentido
contrario al movimiento de avance que queremos hacer.
A la hora de ejecutar un cambio de posición David propone dos opciones: un cambio
“técnico”, que consiste en desplazar el mismo dedo desde la nota de partida hasta la
de llegada, que viene siendo la opción más utilizada por los violinistas principiantes
por la mayor seguridad que aporta a la afinación; y otra opción más expresiva,
aunque también más difícil de llevar a cabo, como es llegar a la nueva nota con un
nuevo dedo diferente al dedo de partida. La elección entre uno u otro dependerá del
estilo y gusto particular de cada intérprete (David, 1880, vol. II, p. 35).
En el estudio de las escalas cromáticas, David añade que se deben de mantener los
dedos sobre las cuerdas lo máximo posible, realizando el desplazamiento con el
primero, segundo y tercer dedo, pasando del cuarto directamente bien a la cuerda al
aire (se debe entender esto siempre en primera posición) o bien desplazándose como
el resto de los dedos, quedando la digitación tal como sigue: 1-1, 2-2, 3-3, 4-4/0. Los
pasajes cromáticos son así mismo expuestos en ejercicios sobre los distintos
intervalos.
A continuación las dobles cuerdas son tratadas en los distintos intervalos, así como
los acordes de tres y cuatro notas, sin mayor explicación por parte del autor que la
recomendación de: “posar el arco sobre las cuerdas con mayor presión, especialmente
en las posiciones altas” (David, 1880, vol. II, p. 46).
En ciertos aspectos técnicos David muestra un punto de vista más abierto que su
profesor Sporh168, al introducir recursos expresivos como indicaciones para la
realización del pizzicato de la mano izquierda y golpes de arco saltados. David
también aborda el estudio de los armónicos naturales en una cuerda y en dobles
cuerdas, e incluye así mismo en su método los armónicos artificiales. Respecto a
éstos puntualiza: “la práctica de este tipo de armónicos tiene la doble ventaja de
producir un efecto novedoso si se utiliza con moderación y buen gusto, y el de
alcanzar una gran perfección en la afinación” (David, 1880, vol. II, p. 61). Así
mismo, en los ejercicios que para esto propone, llama la atención el que, al introducir
168 Recordemos las reticencias de Louis Spohr frente a los “artificios” técnicos utilizados por
Paganini y sus seguidores, en concreto el uso de los armónicos artificiales y el pizzicato de la
mano izquierda, que veía como “una degradación de tan noble instrumento” (Spohr, 1832, p. 96).
181
su estudio con la octava, señale algunos fragmentos del ejercicio como
“impracticables para las manos pequeñas en las posiciones bajas” (1880, vol. II, p.
62). Sin embargo, al tratar los armónicos artificiales en dobles cuerdas David añade
unos comentarios introduciendo por primera vez en su método aspectos relacionados
con la física y la construcción del instrumento al relacionar el grosor de las cuerdas
con esta técnica:
Como no podía ser de otra manera, David añade un fragmento de los armónicos
artificiales en dobles cuerdas del tercer movimiento del Concierto para violín núm. 1
de Paganini. Viene a ser ésta la primera vez que David incluye una pieza de un autor
diferente a él, o al menos, indicándolo como tal.
A continuación encontramos información sobre el pizzicato de la mano derecha e
izquierda -otro elemento característico de la técnica de Paganini- con ejercicios en
alternancia entre éste y el arco. Sobre su ejecución añade muy escuetamente que se
debe:
De este modo, reafirmando el uso del violín a modo de mandolina en los pasajes
largos en pizzicato, se posiciona David en la controversia sobre cómo sostener el
violín en estos casos y que difiere de unos autores a otros tal y como hemos visto en
sus tratados.
182
Al tratar el estudio de esta técnica de pizzicato en la mano izquierda, David no solo
está ampliando las capacidades técnicas del alumno, sino que está abriéndole las
puertas a un nuevo repertorio compuesto no solo por las obras del propio Paganini,
sino también de sus seguidores como Heinrich W. Ernst o Karl J. Lipinski, entre
otros.
Debemos esperar hasta el Estudio núm. 114 para volver a encontrar ejercicios
dedicados al control del arco. Los golpes de arco utilizados hasta el momento -legato,
martelé y détaché- son utilizados en distintas combinaciones de articulaciones y en
diferentes partes del arco (mitad superior, mitad inferior, centro, talón y punta), e
incluso en algunas de las variaciones de las que consta el estudio, se indica al
intérprete que toque golpeando o percutiendo [aufschlagen] con la punta del arco
(David, 1880, vol. II, p. 39). Pero Ferdinand David, más abierto a las nuevas
tendencias interpretativas que su maestro Spohr, introducirá en su Violinschule dos
tipos de golpes de arco saltados: el saltillo [hüpfenden Strich] y el spiccato
[springenden Bogen]; así mismo introduce el staccato.
En definitiva, tanto por su método para violín como sus ediciones de obras de autores
clásicos, Ferdinand David fue un autor de gran relevancia internacional como
muestra de una escuela alemana más progresista en sus premisas técnicas que su
anterior exponente, su maestro, Louis Spohr. David introduce técnicas propias del
estilo franco-belga modernizando la escuela alemana. A través de este análisis de su
método para violín podemos hacernos una idea del la influencia ejercida en su
alumno Joseph Joachim y, a su vez, de éste en Enrique Fernández Arbós.
183
4.3. Enrique Fernández Arbós en el Conservatorio de Música de
Berlín. Sobriedad y fidelidad a la partitura
La enseñanza del violín en la Escuela de Cassel estará marcada por la labor de Louis
Spohr. Si bien por su carácter excesivamente individual no podemos considerarla una
escuela en sí misma, tampoco se le puede negar la notable influencia posterior que
ejerció en figuras como Joachim. Allí, Spohr impartió sus enseñanzas a un gran
número de alumnos, entre ellos a Ferdinand David.
Como hemos visto en un capítulo anterior, el estilo de David difería del de su maestro
por su carácter más virtuoso, más abierto hacia las novedades técnicas. Su labor a
cargo de la enseñanza de violín en el recién estrenado conservatorio de Leipzig hizo
que alumnos suyos como Joseph Joachim 1831-1907), Henry Schradieck (1846-
1918) o August Wilhelmj (1845-1908) se familiarizaran con la técnica de la moderna
escuela francesa de violín. El hecho de que Schradieck, que se había formado en
169 Tras el Congreso de Viena de 1815, los 39 estados alemanes se unen bajo la común denominación
de Confederación germánica, es por ello que se ha querido unificar a los conservatorios de Praga
y Viena en el título de este capítulo utilizando el termino simplificado de “alemán” pese a los
intensos cambios políticos y territoriales ocurridos durante el siglo XIX en ese territorio.
170 Esta es una de las razones por las que Joseph Joachim quiso verse a sí mismo como continuador
de la labor de artistas como Rode. De hecho, serían las giras que violinistas como Viotti y Rode
realizaron por Alemania las que ayudarían en gran medida a expandir el estilo de la escuela
francesa del Conservatorio de París y, de algún modo, a dinamizar el estilo que allí predominaba
(Grove, 1890, vol. IV, p. 294).
184
Bruselas con Leonard antes de continuar sus estudios con David en Leipzig, fuera
designado en 1874 para suceder a éste denota que, pese a sus caracteres opuestos en
cuestiones de estilo, ya avanzado el siglo XIX la escuela alemana no estaba tan
cerrada a las influencias de su homóloga franco-belga ni tan alejada de ésta.
171 Cap. VII del Reglamento Interior aprobado por el Rey M. S. (Q.D.G.) para el gobierno
económico y facultativo del Real Conservatorio de Música María Cristina. Madrid, Imprenta
Real, 1831.
186
4.3.2. Españoles en Berlín. Enrique Fernández Arbós
La demanda de enseñanza musical así como la cada vez más floreciente actividad
musical de las clases burguesas propició, a su vez, la fundación de nuevos
conservatorios en otras ciudades alemanas como Colonia (1845), Munich (1846),
Berlín (1850), Dresde (1856) o Stuttgart (1857). De entre ellos cabe centrarse
especialmente en el de Berlín dada la presencia de instrumentistas españoles en él,
especialmente de Enrique Fernández Arbós.
Varios son los músicos españoles que viajan a Berlín para continuar sus estudios en el
conservatorio de la ciudad. Entre ellos, por su relevancia para nuestro estudio,
destaca, como hemos visto, Enrique Fernández Arbós. Durante su estancia en
Bruselas, Joachim y Arbós tienen un primer contacto presentados por Gevaert.
Joachim escucha tocar al joven español y le propone continuar sus estudios de violín
en Alemania bajo su dirección, lo que llevará a cabo durante el curso académico
1880-81. El hecho de estar bajo la tutela de Joachim en Berlín no le impide a Arbós
consultar y poner al corriente a su antiguo maestro Jesús de Monasterio de sus
avances así como de las novedades musicales del ambiente alemán. En carta escrita
en Berlín y fechada en junio de 1881 Arbós le comenta a Monasterio:
173 Agustín Rubio Sánchez (Murcia, 1856- Londres 1940). Ingresará en el conservatorio de Madrid
en septiembre de1869 terminando sus estudios en junio de 1879 tras estudiar armonía con Galiana
y violonchelo con Ramón Rodríguez Castellanos y Víctor Mirecki, obteniendo el primer premio.
Continuará su estudios con el violonchelista Robert Hausmann, el violinista Joseph Joachim y del
eminente pianista, compositor y director de orquesta Ernest Rudolff, en la Hochschule für Musik
de Berlín. Gran amigo de Enrique Fernández Arbós, Alexandre Rey Colaço e Isaac Albéniz,
formará parte junto a estos de diversas formaciones camerísticas como el conjunto Trío Español,
génesis del Quinteto Iberia. Tras numerosas giras por Europa, finalmente se establece en Londres,
donde morirá en 1940. Entre sus composiciones, editadas en Alemania, Francia e Inglaterra pero
no en España, destacan piezas de cámara como Quatre Morceaux pour le violoncell avec
accompagnement de pianoforte. 1. Romanza. Op. 15. 2. Arlequin. Op. 21. 3. Gavota. Op. 22. 4.
Papillon. Op. 23. Para más información véase la tesina de Ana María del Valle Collado (2004),
Agustín Rubio Sánchez. Inicios y agrupaciones de cámara, 1856-1894. Estudio biográfico.
Universidad Carlos III de Madrid (Tesina inédita).
174 B. Scholz, Informe anual del Conservatorio de Frankfurt, 1883-1884, p. 8, citado en TNGD,
2001, vol. VI, p. 317.
188
Hace algunos días toqué en el Conservatorio el Quinteto en do mayor175, para
instrumentos de cuerda: a mi parecer, lo había ejecutado detestablemente; mas
cuál no fue mi asombro cuando todos los profesores vinieron a estrecharme la
mano de la manera más calurosa… No sé cuál es el motivo, mas tengo un miedo
horrible de que este verano, si voy a esa, encuentre V. que no he adelantado lo
que debiera…
Bien es verdad que durante tres o cuatro meses no me he dedicado más que al
estudio del arco, tal y como aquí se practica; al principio me costó mucho
trabajo acostumbrarme a tocar de una manera para mí completamente
desconocida; pero ahora (g. a D.) he adquirido un cierto dominio en la mano
derecha que me hará en lo sucesivo avanzar rápidamente, según creo.
Pero, de todos modos, estoy sumamente satisfecho, y me haría V. un favor
inmenso si me escribiera V. unas cuantas líneas dándome los consejos que su
experiencia le dictase, y su opinión sobre el desaliento que solo a fuerza de
energía puedo vencer. Nadie mejor que V., que más que un profesor ha sido un
padre para mí, podrá animarme para continuar la difícil carrera que emprendí.
(Ya ve V. que no le olvido y que cuando necesito un consejo a nadie recurro más
que a V.) (Espinós, 1942, p. 57).
Prueba de la amistad entre Arbós y su maestro es el hecho de que ante las críticas del
primero por el sonido de su violín, un Guadagnini regalo de la Infanta Isabel, Joachim
le presta su Stradivarius, que Arbós utilizará durante su etapa berlinesa (Fernández
Arbós, 2005, p. 77). Posteriormente venderá este Guadagnini para adquirir un
Stradivarius. Según los archivos de la casa de subastas Cozio178, Arbós poseyó dos
Stradivarius y un Guarnerius de 1740 que había pertenecido a Paganini179.
Resulta llamativo el hecho de que Arbós interpretara a lo largo de su vida con dos tipos
de violín de sonidos tan opuestos. Finalmente sus preferencias se inclinarán por los
instrumentos de Stradivarius.
Parte de las quejas por la sonoridad del Guadagnini con el que llega a la capital
alemana vienen reflejadas en una carta dirigida a Monasterio desde Berlín en 1881:
No sé a qué atribuir este desaliento, pues nunca he estudiado tanto como ahora:
me falta tono, me falta energía…
No sé si proviene esto del violín, pues apercibiéndome que dicho instrumento no
he tenido nunca el tono que debiera, a pesar de estar tan divinamente conservado,
lo llevó ayer a un luthier muy conocido (sin duda pariente del que en otra ocasión
arregló mi Stradivarius), y éste me hizo observar que la barra, en lugar de estar al
lado izquierdo entre el puente y la f., se hallaba colocada en medio del violín, lo
cual era causa que el tono fuera exclusivamente dulce y nada vigoroso.
Inmediatamente le pedí que lo arreglase, y dentro de algunos días espero poder
anunciarle a V. una mejoría satisfactoria (Espinós, 1942, p. 55).
178 El Archivo Cozio, perteneciente a la casa de subastas Tarisio, permite la consulta por suscripción a
través de su página web de más de 36.000 archivos de compra-venta de instrumentos de cuerda,
incluyendo una gran diversidad de instrumentos, fotografías y registros de los precios alcanzados
por los mismos en subasta.
179 Investigando en esta base de datos se ve que este Stradivarius de 1729, denominado en los archivos
como “Defauw”, habría sido vendido en 1865 por Vuillaume a Emile Magnin, hipnotista suizo que
realizaba espectáculos con música y una bailarina, y ese mismo año a Arbós. También se encuentra
otro Stradivarius, en este caso de 1722 y denominado como “Hamma – Vollrath”, que consta como
propiedad de Arbós hasta 1910 que es vendido por Hill & Sons sin ofrecer ningún dato antes de esa
fecha. Respecto al Guarnerius de 1740, es conocido por el sobrenombre de “Lutti-Senn” y habría
sido propiedad de Paganini, Boissier y Lutti, habiendo sido vendido a Arbós en 1899 por Hill &
Bros. Arbós lo poseerá hasta 1909 que aparece vendido por Caressa y François a Féliz Berber,
madame Berber y de ahí a Albert Caressa que lo vende en1921 a Otto Senn; éste lo posee hasta el
año en 2000 que pasa a un dueño desconocido.
190
A la amistad se une un respeto mutuo desde un punto de vista profesional, lo que
llevará a Joachim a ofrecerle un puesto como profesor de violín en el Conservatorio de
Hamburgo que Fernández Arbós (2005, pp. 235-236) se ve obligado a desdeñar ante la
posibilidad de obtener una plaza en el conservatorio madrileño, como finalmente
ocurrirá180.
Fueron muchas las veces que don Pablo intentó convencerme pero, a pesar de
sus continuas exhortaciones para que abandonase un camino, según él, falso, no
logró convertirme en aquella época [no olvidemos que hablamos del año 1885].
Más tarde llegué a tomar de él unas cuantas lecciones, pero desgraciadamente
empezamos obras que, a mi entender, a él no le iban, quizás porque yo las había
estudiado previamente con Joachim y estaba bajo la influencia de la primera
versión: Concierto en Sol menor de Max Bruch, Concierto de Beethoven, etc.
tardé muchos años en admitir que algunas de sus opiniones eran justas, como
por ejemplo las que mantenía acerca de la belleza y pureza del sonido,
descuidado entonces en la escuela alemana. Años después, cantantes y
violinistas han reaccionado, adoptando el sentido de estética latino y debo
confesar que tenía razón Sarasate al aconsejarme que cultivase todas aquellas
cualidades características de nuestra nacionalidad y de la escuela franco-belga
en que originalmente fui educado (Fernández Arbós, 2005, p.185).
Sorprende el hecho de que justamente una de las obras mentada por Arbós en esta
cita como influenciada por su estudio con Joachim sea el Concierto para violín en
Sol menor de Max Bruch, una de las elegidas por él para ser interpretada en las
pruebas de oposición al Conservatorio de Madrid en 1888. Esta obra había sido
compuesta entre los años 1864 y 1866, es decir, unos veinte años antes del desarrollo
de las pruebas de oposición.
Max Bruch era además profesor de composición en el Conservatorio de Berlín
durante los años en que Arbós estudia allí, con lo que podemos especular con que
Arbós conociera la obra durante su estancia en la capital alemana.
Arbós ataja las críticas con estas palabras que, a su vez, resumen muy bien tanto las
tendencias de las enseñanzas musicales en los conservatorios alemanes, dirigidas a la
formación integral del músico como artista desde un punto de vista conservador, así
como a la técnica violinística de esta escuela, más entregada a aspectos como la
fidelidad al autor que al virtuosismo técnico:
192
Sin embargo, es indudable que si perdí como virtuoso, gané como músico en la
verdadera acepción de la palabra y, sin mi estancia en Alemania y mi trato
íntimo con aquella generación -Rubinstein, Brahms, Joachim, Liszt, Bülow y
tantos otros- jamás me habría sido posible abordar la orquesta con la madurez de
juicio, el refinamiento de estilo y la compenetración precisa de clásicos y
románticos (Fernández Arbós, 2005, p. 186).
193
El propio Joachim caracterizaba la escuela francesa con estas palabras:
Joachim continuará sus estudios de violín con Ferdinand David y de teoría y armonía
con Moritz Hauptmann. Con doce años comienza a estudiar con Mendelssohn en
Leipzig quien le influenciaría notablemente. Éste le lleva en 1844 a Londres, donde
Joachim interpreta el Concierto para violín de Beethoven con rotundo éxito. Desde
entonces ésta -junto con la Chacona en re menor de Bach- será la obra con la que
más se le relacionará y la que más interpretará en público (Fétis, 1868, vol. IV, p.
441).
Tras la muerte de Mendelssohn en 1847, Joachim decide tomar lecciones con Liszt en
Weimar, pese a ostentar el puesto de concertino en la Gewandhaus Orchestra y de
profesor en el Conservatorio de Leipzig. Sin embargo, no permanecerá mucho en
Weimar. Para Joachim, formado bajo la influencia de Mendelssohn y comulgando
con las ideas de Schumann, las tendencias revolucionaras de la escuela de Weimar no
podían constituir más que una atracción pasajera (Grove, 1890, vol. II, p. 35).
Joachim marchará entonces a Hannover, donde comienza a interpretar música de
cámara, fundando su primer cuarteto de cuerda en 1855, y se ocupa principalmente a
la composición, entablando amistad con los círculos de Schumann y Brahms, quienes
le dedicarán sus respectivos conciertos para violín. La mayoría de sus obras,
caracterizadas por su carácter grave y melancólico, se encuentran hoy en día fuera del
repertorio violinístico habitual pese a su calidad musical (TNGD, 2001, vol. XIII, pp.
125-126).
En 1868 Joachim se muda a Berlín, donde dirigirá una escuela de música
instrumental, la conocida por entonces como Hochschule für austibende Tonkunst
(Escuela Superior de Interpretación Musical) donde desarrolla su labor como
director, profesor y como director de la orquesta de la escuela (Grove, 1890, vol. II,
p. 35). Un año más tarde, en 1869, fundará el Joachim Quartet junto con sus colegas
de la Hochschule, con quienes llevará a cabo una intensa labor concertística en la
194
Berlin Singakademie durante casi cuarenta años. Siguiendo las ideas de Joachim, el
cuarteto será un ejemplo de subordinación de la individualidad al conjunto sin
menoscabar la libertad de expresión. Su repertorio se basa en un canon de autores que
abarca la obra para cuarteto de Beethoven, Mozart, Haydn, Mendelssohn, Schumann
y Brahms (TNGD, 2001, vol. XIII, p. 128).
Otros fueron los principios en que yo he sido educado. Su estética, bien sencilla,
así puede definirse: conseguir el máximum de intensidad y emoción con el
mínimum de medios; respeto profundo a la obra y al estilo del autor: sobriedad
y buen gusto en el empleo del matiz, y, sobre todo, sinceridad en la expresión.
195
He aquí el ideal que en el último tercio del siglo XIX agrupaba en Alemania al
público y a los intérpretes de aquella generación. Músicos de todas clases,
compositores, instrumentistas, directores, comulgaban en la misma religión. Yo,
en aquel entonces, habitaba en casa de mi maestro Joachim. En aquel templo del
Arte se congregaban los fieles y desfilaban los apóstoles que se llamaban
Brahms, madame Schumann, Richter, Bülow, Rubinstein, Tausig y otros
muchos, entre ellos Piatti, el joven Strauss y Wieniawsky (Fernández Arbós,
1924, pp. 25-26).
Este rechazo a las piezas virtuosísticas hizo que su repertorio se centrara en unas
determinadas obras como solista -los conciertos de Beethoven, Brahms,
Mendelssohn, Viotti, Spohr o los suyos propios, así como las Sonatas para violín
solo de Bach, de las que llegaría a realizar una edición- y la música de cámara
-principalmente autores “clásicos”, desde Haydn a Brahms-. En contraste
encontramos a autores cuyos repertorios abarcan distintas épocas y estilos, como
Ysaÿe, quien afirmaba: “Nunca he cultivado una especialidad. He interpretado todo
desde Bach a Debussy, ya que el verdadero arte debe de ser internacional” (Martens,
1919, p. 6).
183 La referencia principal utilizada en el presente estudio como fuente para las grabaciones realizadas
por Joachim es el editado por el sello inglés OPAL de los registros originales de 1903.
184 Se equivoca Milsom al mencionar a H. Schradiek (1846-1918) como ejemplo de esta “evasión” de
las escuelas alemanas a las franco-belgas, ya que, en el caso concreto de éste ocurriría al revés.
Schradieck parte en 1854 a estudiar con Léonard en el Conservatorio de Bruselas (donde ganaría
el primer premio en 1858) para continuar su formación con David en el Conservatorio de Leipzig
entre los años 1859 y 1861.
196
Otros representantes de la escuela alemana, como August Wilhelmj (1845-1908)
mantuvieron una posición muy alejada de la de Joachim situándose junto a músicos
más “progresistas” como Wagner o Liszt. Para 1905, fecha de publicación de su
método, “el empuje del virtuosismo técnico había llevado a muchos desde Alemania
y Austria-Hungría a aspirar a las brillantes luces de París y Bruselas” (Milsom, 2003,
pp. 22-23).
Riemann diría de Joachim: “...es uno de esos maestros para quienes las intenciones
del compositor constituyen el mayor ideal y el efecto una cosa despreciable; uno de
esos maestros que ni emocionan ni encantan, sino uno que instruye e inspira
reverencia” (1908, p. 381).
Entre 1902 y 1905 Joachim escribe junto con Andreas Moser185 el que será su legado
pedagógico, su Violinschule186, que se convertirá en libro de cabecera y epítome de la
pureza de estilo. La obra se estructura en tres volúmenes, tal y como hiciera Louis
Spohr años antes. En ella plasma todas sus ideas acerca de la interpretación del violín
e incluye estudios y piezas escritos por él así como su propia edición de las sonatas
para violín de autores como Tartini (El trino del diablo) o Haendel y cadencias para
los conciertos para violín de Mozart (K218 y K219), Viotti (núm. 22), Beethoven y
Brahms. Arbós, que había conocido a Moser durante su estancia en Berlín, ambos
como alumnos de Joachim, lo define así:
185 Andreas Moser (1859-1925) llega a la música a los 19 años tras formarse como ingeniero y
arquitecto convirtiéndose en alumno de Joachim en Berlín en 1878. Tras una etapa como
intérprete en la orquesta de Mannheim, una lesión le obliga a abandonar su carrera para centrarse
en la enseñanza, inicialmente impartiendo clases particulares, más tarde, entre los años 1888 y
1925, como profesor en la Hochschule für Musik de Berlín.
Moser es principalmente conocido por su labor como divulgador de temas violinísticos, pero,
sobre todo, por su biografía de Joachim (1898), la edición de su correspondencia con Brahms
(1908) y por su colaboración con éste en la elaboración de su método de violín en tres tomos
(1905) (TNGD, 2001, vol. XVII, pp. 177-178).
186 JOACHIM, J.; MOSER, A. (1902-05). Violinschule. Berlín: Simrock.
197
más tarde fue él quien se encargó de editar las cartas y las obras del maestro
según su interpretación, mucho más inquisitorial y dogmática que la del propio
Joachim. Era un excelente compañero y muy buen amigo (Fernandez Arbós,
2005, p. 158).
El primer volumen de la obra abarca las instrucciones básicas para aquellos que se
inician en el instrumento, el segundo está compuesto por estudios en las diferentes
posiciones; el tercero y último, dedicado a la interpretación, lo integran una serie de
estudios y piezas escritos por Joachim así como sus mencionadas propias ediciones
de sonatas para violín de autores como Tartini (El trino del diablo) o Haendel, donde
se sugieren unos arcos y digitación específicos, sin que ésto limite la libertad del
intérprete a la hora de elegir otras opciones a este respecto. Arbós califica como
“típicas” las versiones de Joachim de la obra de Tartini, donde sobresale su control
manifiesto de la técnica del trino: “lo dominaba de tal modo que podía colocar en un
pasaje vivo de semicorcheas un trino de dos batidos en la nota o notas que quisiera
sin alterar en absoluto la igualdad del ritmo de la obra” (Fernández Arbós, 2005, p.
87).
Si bien -tal y como Joachim aclara- los dos primeros volúmenes son obra de Moser,
“incluso las más insignificantes cuestiones han sido debatidas, y no existe conclusión
que no haya sido alcanzada tras un perfecto acuerdo de nuestros puntos de vista”
(Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 4). Del estilo en la escritura así como los
contenidos, se puede deducir que los textos explicativos y aquellos ejemplos
musicales cuya autoría no se especifica son obra de Moser, mientras la tercera parte,
más dedicada a la estética y la interpretación, corre a cargo de Joachim, quien ofrece
su edición personal de obras clásicas tomadas de la literatura violinística.
Y es que Joseph Joachim, tal y como le sucediera a Spohr, nunca impartió clase a
alumnos de grado elemental, por lo que su método de enseñanza a nivel básico no se
basará en su experiencia docente. Él mismo afirma:
198
La alusión a Spohr no es gratuita. La influencia ejercida por Spohr y su Violinschule
(1832) en el desarrollo de una escuela alemana de violín fue fundamental. Más de
setenta años más tarde, Moser le rinde tributo al afirmar que “como artista Spohr fue
sin ninguna duda uno de los más grandes maestros de la historia” y “el padre del arte
interpretativo alemán del violín” (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 196). De hecho
las referencias al método de Sporh se repiten al tratar temas como el portamento, el
vibrato o los sonidos armónicos.
199
posiciones. Joachim (1905, vol. II, p. 3) recalca este hecho al afirmar su rechazo a las
tendencias de algunos profesores a enseñar la tercera posición antes que la segunda o
aquellas posiciones “impares” antes que las “pares”.
Por ello publicamos nuestro trabajo con la esperanza de que pueda ser
considerado útil y beneficioso, y con la petición de que sea juzgado de manera
acorde con lo que se supone que es: un intento de impulsar el estudio del violín
con un método tan racional que la técnica adquirida a través de él sirva
únicamente a propósitos puramente musicales (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p.
11).
188 No será sino hasta 1975 que la ISO (International Standards Organization) apruebe
definitivamente el LA4 = 440 bajo el nombre de ISO16, tal y como puede comprobarse en su
Catálogo en línea http://www.iso.org/iso/iso_catalogue/catalogue_tc/catalogue_detail.htm?
csnumber=3601 (Consultado el 10 de octubre de 2016).
200
Respecto a la parte técnica, los ejercicios están dispuestos en dificultad creciente, sin
embargo, los autores dan libertad al profesor para decidir si quieren seguir un orden
en los capítulos que ellos consideren más adecuado a las destrezas de cada alumno en
particular. Esto cobra particular realidad en el segundo volumen de este método,
donde se propone simultanear el estudio de un aspecto técnico con otro en su grado
de dificultad inicial. Si bien el pasar por alto el estudio de algún elemento técnico se
hará notar tarde o temprano, no recomendándose, las reglas sobre el entrenamiento
técnico del alumno no son inflexibles y pueden ser modificadas en función de las
características físicas o capacidades de éste (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 11).
Si Viotti recomendaba los siete años como edad para comenzar a ejercitarse en el
violín y Habeneck apuntaba a los nueve años para que así el alumno tuviera tiempo
de familiarizarse con los rudimentos del lenguaje musical (Habeneck, 1842, p. 26),
Moser (1905, vol. I, p. 7) hablará de un margen entre los ocho y los diez años -nunca
antes de los siete- para comenzar a recibir lecciones de violín. Teniendo esto en
cuenta, no debe pasarse por alto un aspecto tan importante como el de proporcionar al
alumno un instrumento acorde con su tamaño, aparte de sus capacidades físicas o si
posee un buen oído, algo fundamental para la afinación: “tocar el violín ya es
suficientemente difícil sin torturar a un niño con un instrumento demasiado grande o
un arco demasiado largo” (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 7). Tomando como
referencia que los dedos de la mano izquierda deben de poder posarse sobre la cuerda
de La, el primer dedo en la posición de Si, el tercero Re y el cuarto Fa sin levantar los
dedos, recomiendan un violín medio para los alumnos menores de ocho años, desde
aproximadamente los diez años un violín tres cuartos, y un entero hasta al menos los
doce años; la misma recomendación serviría en el caso del arco. Siguiendo con esta
idea, Moser (1905, vol. II, p. 20) cita el método de Léonard, Gimnastique du
Violoniste (1863), en donde éste afirma que es mejor no practicar en absoluto a
hacerlo con malos instrumentos, siendo esto extensible no solo al arco, que debe de
estar correctamente encerdado, sino también a las cuerdas como algo fundamental a
la hora de abordar el estudio de las dobles cuerdas.
201
El tamaño del instrumento sin duda también afecta a otro aspecto importante como es
la postura correcta respecto a la actitud del cuerpo al sostener el instrumento, Moser
hace una llamativa separación entre sexos. Tras explicar la tradicional postura de pie
en donde el peso del cuerpo debe de recaer sobre la pierna y el pie izquierdos,
especifica que las “chicas jóvenes en edad de crecimiento, sin embargo, por razones
que pertenecen a cuestiones de salud, deben de dejar el peso del cuerpo de manera
igualitaria sobre los dos pies” (1905, vol. I, p. 12). No es esta la única nota que
encontramos en el texto referente a la higiene postural y salud del alumno, también,
al hablar del estudio del martelé -uno de los primeros golpes de arco tratados en la
Violinschule- Moser y Joachim comentan (1905, vol. I, p. 117) que su práctica
fortalece la muñeca y mejora el control del arco, pero al principio no debe de
practicarse en exceso, ya que puede resultar en un inflamación de las articulaciones
de la muñeca, un problema difícil de curar.
189 Viotti en concreto, tal y como aparece en los facsímiles incluidos en el método de Habeneck
(1842, p. 27), afirma al respecto: “Así mismo, será bueno que en los comienzos aquel [el alumno]
no toque jamás solo, y que esto no le sea concedido más que cuando el maestro esté seguro de que
se ejercitará siguiendo un método y con atención”.
202
método para violín de Leopold Mozart (1756), autor -según Moser- del primer
tratado de violín de la escuela alemana. Leopold Mozart recomienda situar el violín:
...contra el cuello de tal manera que apoye en la parte delantera del hombro y
situando el lado en el que está la cuerda de Mi (la más fina) bajo la barbilla,
donde el violín permanece sin moverse durante los movimientos más fuertes del
arco ascendente y descendente. Se debe, sin embargo, vigilar el brazo derecho
del alumno sin descanso; que el codo, mientras se pasa el arco, no se levante
demasiado, sino que permanezca cerca del cuerpo (Mozart, 1756/ed.1951, p.
54).
El autor llega incluso a sugerir para evitar levantar el brazo el girar el violín
acercándole al pecho para así no tener que levantar demasiado el brazo derecho
cuando se toca en la cuerda de Sol (Mozart, 1756/ed.1951, p. 57). Esta es una de las
características que diferencian muy bien las tendencias de una y otra escuela. Sin
embargo, L’Abbe le fils en Les Principes du Violon (1776) afirma que “el codo debe
de estar siempre separado del cuerpo” (Stowell, 1985, p. 57).
Ilustración 17. Los grabados muestran las posiciones correcta y errónea de sujeción del arco,
respectivamente, según el método de Leopold Mozart ( 1756/ed.1951, pp. 55-56) (BNF).
203
La posición que propone Leopold Mozart del codo bajo con el brazo derecho casi
pegado al cuerpo, totalmente justificada en aquellos tiempos cuando era costumbre
sujetar el violín situando el mentón sobre el lado derecho del instrumento, pero deja
de tener sentido cuando se comienza a sostener desde el lado izquierdo. Por otro lado,
la idea de mantener la misma posición del brazo derecho pegado al cuerpo al tocar en
cualquiera de las cuerdas resulta incómodo, forzado y artificial. Como reacción a la
tradición alemana, “aferrada con mentalidad estrecha y conservadora a esta posición
del brazo derecho”, surge la tendencia antagónica de los violinistas franceses y
belgas de levantar excesivamente el hombro, cuando la postura correcta, tal y como
Joachim (1905, vol. I, pp. 13-14) la recomienda, es la que permita que el brazo se
mueva en libertad en cualquiera de las cuatro cuerdas, siempre y cuando tratando de
que el codo no se levante por encima de la muñeca.
Joachim y Moser recalan en la constante cita de Tartini sobre la importancia del canto
recalcando que “el alumno no debe de emitir una nota con su violín que no haya sido
antes preparada con su voz” (1905, vol. I, p. 7) y “el poder de modular su tono es una
de las más fascinantes cualidades del intérprete de violín, cuyo mayor esfuerzo debe
ser siempre el de imitar el canto expresivo. La escucha, por tanto, de buenos
cantantes no puede ser sino altamente recomendada” (1905, vol. I, p. 60). Es por esta
razón, argumenta Moser, que los primeros intentos del alumno deben de ejecutarse
sobre la cuerda de Re por ser ésta la más cercana a la tesitura de voz de un niño sea
soprano o contralto, y, si faltase la voz, podría ser ésta sustituida por el acto de silbar.
Todo ello con el objetivo de que el alumno adquiera lo que Joachim y Moser (1905,
vol. I, pp. 7-8) denominan “oído consciente”, siendo capaz de distinguir no solo si
una nota se encuentra desafinada, sino también si esta desafinación resulta por ser el
sonido más agudo o más grave. En este sentido, también considera los cambios de
posición no solo como una “maldad necesaria e inevitable”, sino como un “valioso
medio de imitar la voz humana en un canto expresivo” (1905, vol. II, p. 75).
204
205
Ilustración 18. Fotografías que muestran las posturas correctas de sujeción del instrumento, los
brazos al pasar el arco, en distintas cuerdas, la mano izquierda en primera posición y
preparándose para un cambio de posición, cómo se sitúa la mano y brazo derechos al tocar en el
talón y la manera en cómo se debe de coger el arco. Joseph Joachim y Andreas Moser (1905),
Violinschule, vol. I, p. 16 (BNF).
206
4.4.5. Controversia en el estudio de las escalas
El método de Joachim y Moser no es excepción al señalar las escalas como “lo mejor
para avanzar en la técnica de la mano izquierda (1905, vol. I, p. 94), (...) ya que
constituyen la manera más fiable de desarrollar la técnica de la mano izquierda”
recomendándose incluso comenzar su estudio “tan pronto como sea posible (...)
aunque el mejor momento sea una vez que el alumno se haya familiarizado con las
primeras cinco posiciones” (1905, vol. II, pp. 3-4). Pese a que en su texto al estudiar
los ejercicios dedicados a las escalas -”que se deben de repetir al menos doce veces
cada uno”- Moser recomienda primero asegurar la interpretación de la escala de Do
M antes de pasar a otras tonalidades, los ejercicios de este método comienzan en la
escala de Re M por ser la más fácil en la primera posición (1905, vol. I, p. 94). Do M,
afirman Joachim y Moser (1905, vol. I, p. 9), es una de las escalas más inadecuada
para iniciarse en el estudio del violín. Sin embargo, muchos de los maestros de violín
recomiendan comenzar el estudio por la escala de Do M, entre ellos el propio Spohr
en su Violinschule (1832). Moser justifica a Spohr explicando que éste apenas o en
absoluto tuvo alumnos principiantes. A continuación atribuye a Bériot y su Méthode
de violon (1857) la originalidad de ser el primero en proponer el estudio de las
escalas partiendo de Sol M, ya que éste es el sonido más grave del violín (Joachim y
Moser, 1905, vol. I, p. 10). Sin embargo, Moser se equivoca, pues Bériot sigue la
tradición y comienza su propuesta de escalas para el estudio con Do M. Quien sí que
apuesta por iniciarse en el estudio de las escalas por la tonalidad de Sol M y no de Do
M es Habeneck (1842, p. 32), haciéndose eco de Viotti en los facsímiles incluidos en
su método, ya que ésta exige menos cambios en la posición relativa de los dedos. Las
escalas en las diferentes posiciones así como en octavas y sextas aparecerán en el
segundo volumen del método. Por su dificultad de afinación, Joachim y Moser
deciden así mismo postergar el estudio de las escalas armónicas en tonos menores,
que no surgen hasta la segunda parte del primer volumen, cuando el alumno se ha
familiarizado lo suficiente con el diapasón de su instrumento y su oído ha tenido el
entrenamiento suficiente.
El hecho de que algunos autores recientes comiencen con la escala menor en sus
métodos de pianoforte está bastante justificado, ya que el piano es instrumento
armónico, y su estudio no implica dificultades de afinación. Pero en el violín,
207
que es un instrumento melódico, lo que está en mayor concordancia con su
naturaleza debe de ser atendido antes (Joachim y Moser, vol. I, p. 103).
Los primeros golpes de arco con los que se recomienda iniciarse al alumno son el
martelé y el spiccato, así como sus derivados, el staccato serioso y el staccato
volante. Respecto al martelé y el spiccato Moser puntualiza que cuando las
indicaciones al respecto no son lo suficientemente precisas, especialmente en las
208
obras de aquellos autores poco familiarizados con la técnica del violín, su uso debe
de corresponder a cuestiones de gusto y estilo, difiriendo de unos intérpretes a otros.
Moser y Joachim, como hemos visto, no muestran tantos prejuicios como Spohr
hacia los golpes de arco saltados, y así en su Violinschule dan indicaciones en extenso
sobre el ricochet, el tremolo y arpegio encuadrándolos bajo el epígrafe de “golpes de
arco rebotados en sus formas variadas” como “ingeniosos golpes de arco de
extraordinaria efectividad cuando son correctamente ejecutados” y pone como
ejemplo la cadencia del Concierto para violín de Mendelssohn (Joachim y Moser,
1905, vol. II, p. 170).
Sobre el uso de los sonidos armónicos, Moser no los rechaza, incluso sugiere como
ejemplos complementarios del uso de dobles armónicos el 3º movimiento del 1º
Concierto de Paganini, los 6 Mehrstimmige Studien de Ernst y La ronde des Lutins de
209
Bazzini (Joachim y Moser, 1905, vol. II, p. 14). Sin embargo, sí cita el recelo de
Spohr hacia los armónicos artificiales tal y como eran interpretados por Paganini, que
no estarían justificados ya que no eran usados por los autores clásicos (Corelli, tartini,
Pugnani, Viotti, etc.); y lo condena como extremista afirmando que el dominio de una
técnica particular del violín no debe de anular o imposibilitar el uso de otras técnicas
siempre que su uso atienda a la creación de efectos poéticos y musicales, “dos buenas
cualidades no solo pueden existir juntas, sino que deberían complementarse la una a
la otra de la manera más feliz” (Joachim y Moser, 1905, vol. II, p. 9).
A lo largo del primer volumen será la canción popular alemana, en alternancia con la
de otros autores, el vehículo ideal para guiar al alumno gracias a su sencillez
armónica. El texto está jalonado de pequeñas canciones: Der Morgen mi Lenze,
Danklied o Abendlied de J. A. P. Schulz, Weilhnachtslied de Ch. H Rinck, Der
Lindenbaum de Schubert, Frühlingsgruss de Mendelssohn, Bundeslied de Mozart,
210
entre otros, e incluso unos pequeños estudios de Mazas, Campagnoli y melodías de
Bériot todo ello para dar cuenta de manera sencilla y pormenorizada de elementos
concretos como las diferentes combinaciones de arcos en las diferentes escalas
-comenzando en Re M-, las proporciones de arco dedicadas a cada nota en función de
su duración, el acento musical o la organización rítmica de las ideas musicales.
Posteriormente la selección de autores se ampliará a Bériot, Rode, Kreutzer, Spohr,
Mozart, Viotti, Leclair, Beethoven, y otros clásicos de la literatura del violín. Es
importante que las obras elegidas para ser interpretadas por el alumno principiante
estén a su nivel técnico, ya que el abordar piezas de mayor dificultad de la que éste
puede interpretar no resultará más que en una “gran negligencia en el estilo e
incorrección de ejecución”. Respecto a este punto, Joachim cita a Schumann:
“esfuérzate por tocar correctamente y bien piezas sencillas; es mejor que tocar otras
más difíciles moderadamente bien” (1905, vol. II, p. 4).
El tercer volumen, tal y como se ha explicado anteriormente, está compuesto por una
recopilación de obras clave de la literatura violinística con indicaciones expresivas,
así como de arco o de digitación. Si tal y como se decía en la introducción del
método, la redacción de éste correspondía en su totalidad a Andreas Moser (con el
beneplácito de Joachim), ahora todas estas indicaciones históricas y textuales que
anteceden a cada obra en el tercer volumen vendrán firmadas bien por uno o por otro,
si bien las estrictamente musicales corresponden al propio Joachim. Esta parte de la
obra está compuesta por el Concierto en La m y el Doble concierto en Re m de Bach,
la Sonata en La M de Haendel y la Sonata en Sol m El trino del Diablo de Tartini,
basada en la edición de Cartier incluida en su L'art du violon (1798). La obra de
Cartier, concebida como una compilación de sonatas para violín de las escuelas
italiana, alemana y francesa precedida de unas indicaciones técnicas sobre el
instrumento, estaba destinada al Conservatorio de París. Esta sonata de Tartini posee
en la edición de Cartier el siguiente título: “Sonata de Tartini que su escuela había
titulado El trino del Diablo, según el sueño del Maestro, que afirmaba haber visto al
diablo al pie de su cama ejecutando el trino escrito en el fragmento final de esta
Sonata”. Al inicio del segundo movimiento Cartier añade la siguiente indicación:
“Tempo giusto della scuola Tartinista”. Resulta curioso el hecho de que Moser y
Joachim recomienden la ejecución de la melodía sin dobles cuerdas “excepto en
aquellos puntos donde las dobles cuerdas poseen una importancia polifónica” con el
fin de facilitar la fluidez y expresividad de la interpretación (Joachim y Moser, 1905,
211
vol. III, p. 70). Así mismo, recomiendan que todo aquel que no domine perfectamente
la ejecución de los trinos, dada la dificultad del último movimiento, obviamente
abandone la idea de interpretar esta pieza.
Además, también incluye el Concierto en La m de Viotti, de entre todos ellos el
concierto de Viotti cuya interpretación en las posiciones altas resulta más asequible.
En él éste, además de su propia cadencia, añade algunas ornamentaciones al Adagio.
Así mismo están el Concierto en Re m de Kreutzer, los Conciertos en Si m y en Re M
de Rode, los Conciertos en Re M y La m de Mozart, Concierto en Re M, op. 61 de
Beethoven, en donde ofrece varias alternativas de cadencia de distinta dificultad, las
Romanzas en Sol M op. 40 y en Fa M op. 50 de Beethoven, el Concierto en La m op.
47 de Spohr y el Concierto en Mi m op. 64 de Mendelssohn. Las indicaciones de
Joachim sobre esta obra son especialmente valiosas dado el contacto que éste poseía
con los Mendelssohn. Tal y como éste cuenta en la presentación de la obra: “cuando
tenía dieciséis años tuve la suerte de ser acompañado varias veces en este concierto
por el compositor, por lo que me familiaricé mucho con sus intenciones respecto a su
interpretación” (Joachim y Moser, 1905, vol. III, p. 228). El conjunto de obras
incluidas se cierra con el Concierto en Re M op. 77 de Brahms, concierto que le fue
dedicado al propio Joseph Joachim, quien lo presentaría ante el público en el
Gewandhaus de Leipzig en el Concierto de año nuevo de 1879 bajo la dirección del
compositor (Joachim y Moser, 1905, vol. III, p. 245). Un año más tarde, ya en 1880,
Arbós asiste a una interpretación del concierto de Brahms por Joachim durante la
celebración de los festivales de Schumann celebrados en Bonn. Pese a que este
concierto no era excesivamente bien aceptado por otros violinistas, como Manén,
quien lo califica como “poco violinístico” (1958, p. 94), Arbós queda encantado tanto
con la interpretación como con la obra:
212
Moser hace hincapié el la necesidad de seguir de manera estricta las indicaciones del
compositor respecto a elementos como arcos, expresiones dinámicas -”que poseen el
mismo significado en música que la luz y la sombra en una pintura”-, así como
considerar aspectos como el carácter y características de la pieza antes de embarcarse
en su estudio (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 59). El profesor debe de dar
ejemplos de caracteres extremos para, una vez entendidos éstos por el alumno,
explicarle que entre estos dos existen numerosas gradaciones intermedias. En este
mismo punto insistía Bériot (1857, p. 192), para quien los pupilos se quedaban
siempre en los extremos. Moser propone partir de tres niveles de indicaciones
dinámicas: mezzo-forte, piano y forte, para posteriormente incorporar otros dos
valores intermedios como son pianissimo y fortissimo, sin que esto conlleve que en
un futuro el alumno se limite a estas gradaciones en detrimento de la expresividad
(Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 95).
Se debía de prestar especial cuidado a la calidad del tono producido ya que -y aquí
Moser recurre de nuevo a la analogía entre las artes- “éste tiene el mismo significado
en música que el color en el arte pictórico” (Joachim y Moser, 1905, vol. I, p. 60).
213
PARTE II. Formación violinística en el
Conservatorio de Música de Madrid
214
1. Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías;
breve y eficaz por medio de ejemplos (Séneca): El
Conservatorio Superior de Música de Madrid y sus
profesores
190 Ante la demanda de una enseñanza de música reglada -especialmente en las especialidades de
piano y canto- surgirán iniciativas privadas de escuela o academia musical previas a la fundación
del conservatorio de Madrid promovidos por Mechor Ronzi y José Nonó. Dos artículos donde se
puede encontrar importante información sobre estos dos proyectos son el de Luis Robledo Estaire
(2000-2002) “El Conservatorio que nunca existió: el proyecto de Melchor Ronzi para Madrid
(1810)”, Música. Revista del Conservatorio de Música de Madrid, (vol. 7-9, pp. 13-26) y Laura
Cuervo (2012) “José Nonó (1776-1845), compositor que fundó el primer Conservatorio de Música
en Madrid”, Anuario musical: Revista de musicología del CSIC, (vol. 67, pp.133-152).
191 Luis Robledo Estaire, en su artículo “La creación del Conservatorio de Madrid”, cuestiona el
papel preeminente que la tradición otorga a la reina en detrimento del reconocimiento hacia la
figura del que fuera su primer director, Francesco Piermarini (Robledo Estaire, 2001).
215
como afirma Sopeña (1967, p. 13), o del parisino, según establece Fétis en su Revue
Musicale192.
192 Revue Musicale de Fétis, V année, núm. 18, 4 juin 1831, pp. 140-142.
193 Bases Generales del Reglamento Interior aprobado por el Rey M. S. (Q. D. G.) para el gobierno
económico y facultativo del Real Conservatorio de Música María Cristina, 4º, p. 25.
216
a sostener este establecimiento, y que por lo tanto él no daría su voto para el
sostenimiento del conservatorio194.
El único argumento que se había hecho en favor de este establecimiento era que
existía igualmente en la mayor parte de las naciones civilizadas; más que ni esta
era razón suficiente para que España debiese también tenerle en las
circunstancias particulares en que se halla esta Nación. (-) En vista de que
España no se halla en situación de sostener ramas de lujo cuando está
careciendo de lo necesario. ¡Qué importa (siguió el orador) que no tengamos
Guardas-Marinas, si en cambio tenemos tenores, tiples y sopranos! Concluyó
diciendo que se sentaba con la esperanza de que el Estamento no votaría
400.000 rs. para música195.
194 Mensagero de las Cortes, no. 287, 26 de febrero de 1835, pp. 3-4.
195 Mensagero de las Cortes, no. 287, 26 de febrero de 1835, pp. 3-4.
196 Cap. XVI del Reglamento Interior aprobado por el Rey M. S. (Q.D.G.) para el gobierno
económico y facultativo del Real Conservatorio de Música María Cristina. Madrid, Imprenta
Real, 1831, pp. 27-28.
197 Real Orden del 1 de octubre de 1838, Art. 4, en Acta del 5 de octubre de 1838. (citado en Delgado
García, 2004, p. 175).
217
por compañeros a Agustín Rubio198 y Rey Colaço199, ambos ocho o diez años
mayores que yo200, que, por entonces, contaría alrededor de los siete (Fernández
Arbós, 2005, pp. 27-28).
Las posibles razones por las que Arbós entra directamente en el tercer curso de la
clase de Gaínza pudieran deberse a que su padre, Cayetano Fernández y Alcaudán,
que era músico militar, clarinetista en la Banda de 6º Regimiento de Artillería con
guarnición en Madrid, ya le había transmitido previamente algunos conocimientos
musicales. Por otro lado, tal y como explica el propio Arbós, el hermano del dueño de
los Almacenes de música Laviña, situado en la Carrera de San Francisco, en
Valencia, le habría dado previamente lecciones de violín (Fernández Arbós, 2005, p.
25).
198 Para una mayor información sobre la figura de Agustín Rubio véase el capítulo “4.3. Enrique
Fernández Arbós en el Conservatorio de música de Berlín. Sobriedad y fidelidad a la partitura” p.
184 presente en esta tesis.
199 Para ampliar información sobre Alexandre Rey Colaço véase el capítulo “4.3. Enrique Fernández
Arbós en el Conservatorio de música de Berlín. Sobriedad y fidelidad a la partitura presente en
esta tesis” p. 184. que aparece en este trabajo así como la tesina Agustín Rubio Sánchez. Inicios y
agrupaciones de cámara, 1856-1894. Estudio biográfico de Ana M. del Valle Collado (2004),
presentada en la Universidad Carlos III de Madrid.
200 Agustín Rubio, en concreto, se matricula en el Conservatorio de Madrid en 1869, es decir, el
mismo año que Arbós, contando 13 años de edad, ya que nace en 1856. Pese a las distintas fechas
consignadas en algunos diccionarios acerca de su fecha de nacimiento, en la partida de nacimiento
del músico murciano figura como tal el día 17 de febrero de 1856 a las 10 de la noche. Este dato
viene refrendado por el hecho de que su bautizo se celebró al día siguiente en la Parroquia de
Santa Eulalia de Murcia en cuyos libros parroquiales este dato viene recogido. Dicha partida de
bautismo coincide en todo con el acta de nacimiento sólo que que ésta aparecen más nombres:
Agustín, Eladio, Julián, Ramón y Eulalio. Para más información sobre el músico murciano,
remítase el lector a la tesina Agustín Rubio Sánchez. Inicios y agrupaciones de cámara, 1856-
1894. Estudio biográfico. de Ana M. del Valle Collado (2004).
201 Tal y como refiere Mailly, el gobierno de los Países Bajos había vinculado la Escuela Real de
música a la antigua Escuela de canto, instaurada en 1815. El gobierno del Rey Leopoldo tenía la
pretensión de fundar una nueva institución, de modo que el Conservatorio Real de Música de
Bruselas no es más que la continuación de la Escuela Real. Así, pese a la creación de una nueva
institución, todos los antiguos profesores fueron mantenidos en sus puestos. De este modo, no es
sino hasta 1832 que la Escuela tomará el nombre de Real Conservatorio (1879, p. 114).
218
casos, como en el de Arbós, ha venido determinada por un posible conocimiento
previo de los rudimentos del solfeo. Como hemos visto, Viotti recomendaba
comenzar el estudio del violín a los 7 años; Habeneck (1842, p. 26) lo hacía a los 9
para así tener tiempo de familiarizarse con las bases del lenguaje musical y Joachim y
Moser (1905, vol. I, p. 7) establecían un margen entre los 8 y los 10 años para
comenzar a recibir lecciones de violín.
Por otro lado, y siguiendo así mismo el modelo del Conservatorio de Bruselas y
París, su homólogo madrileño contaba con su propia orquesta integrada por alumnos
de las diferentes disciplinas a la que quedaban ligados incluso después de abandonar
la institución por haber terminado sus estudios202. Esta primera agrupación será
germen de la futura Sociedad de Conciertos fundada en el conservatorio de Madrid
en 1866. En este aspecto éste se anticipa a otros como el de Leipzig, que no poseerá
una formación orquestal propia hasta 1881, si bien su estrecha relación con la
orquesta de la Gewandhaus, donde actuaban como intérpretes muchos de sus
profesores, permitía que los alumnos más aventajados pudieran participar en ella
202 Cap. VII del Reglamento Interior aprobado por el Rey M. S. (Q.D.G.) para el gobierno
económico y facultativo del Real Conservatorio de Música María Cristina. Madrid, Imprenta
Real, 1831.
219
(TNGD, 2001, vol. VI, p. 316). Otras instituciones de la época, como el
Conservatorio de Praga, fundado en 1811, tuvo desde sus comienzos una clara
vocación hacia la formación de músicos de orquesta, en absoluta prioridad frente a
los estudios instrumentales orientados a la carrera de solista virtuoso o de
composición (Riemann, 1908, p. 159).
Tanto los profesores como los alumnos del conservatorio de Madrid participaban de
manera activa en conciertos organizados por distintas asociaciones y sociedades bien
de carácter caritativo, bien de aficionados, como la Sociedad del Liceo de Madrid o
el Museo Lírico Literario y Artístico. Los salones del conservatorio eran el lugar
frecuente donde tenían lugar diversos conciertos con motivo de la celebración de
Santa Cecilia, de beneficencia, concursos públicos y distribución de premios203.
Por otro lado, tal y como había sucedido en París, se concibe la idea de fundar un
establecimiento en donde se imprimieran las obras de las que el conservatorio se
nutriría204. En 1832, a través de una Real Orden firmada por el Ministro de Hacienda
Ballesteros el 17 de junio, se autoriza la puesta en marcha de un proyecto para crear
un taller de grabado e imprenta en el Conservatorio de Madrid. Piermarini había
solicitado información sobre los costes y la posibilidad de instalar un establecimiento
de grabado de música en el Conservatorio205, sin embargo, la delicada situación
203 Podemos encontrar numerosa información sobre los conciertos llevados a cabo en el conservatorio
(asistentes invitados, miembros de la orquesta, etc.) en el Archivo del RCSMM: Leg. no. 12, Año
1859, Exp. 12-54, 27/03/1859, Reglamento de funciones públicas, así como en Leg. no. 5, Año
1845, Exp. 5-63, 23/09/1845, Proyecto de funciones periódicas por el Conservatorio presentado
por Baltasar Saldoni (Bénard, 2001).
204 Leg. 2, Año 1835, Exp. no. 2-148, 21/04/1835, Real Orden remitiendo para informe un proyecto
de grabado e imprenta de Música en Madrid.
205 Previamente, asociados a las academias musicales de José Nonó y Melchor Ronzi, ya se habían
desarrollado otras ideas fijar un establecimiento asociado al conservatorio que sirviera de imprenta
para las obras de texto del mismo. El proyecto de conservatorio que Melchor Ronzi propone en
1810 a José Bonaparte ya contempla una imprenta musical aneja a éste que imprimiera los
métodos utilizados en el conservatorio parisino traducidos al castellano, algo que finalmente
realizaría Schonnenberger en París, cuyos métodos serían importados. La idea contemplaba que
los ingresos obtenidos por su venta repercutiera directamente a la institución, ayudando de esta
forma a su mantenimiento (Cuervo, 2012b, pp. 63-64).
Pedro Ardit había solicitado ayuda económica para el establecimiento de un taller de impresión
musical en 1816 -petición que le había sido denegada a favor de Bartolomé Wirmbs-. Al enterarse
del proyecto de éste para anexionar su imprenta a un establecimiento de enseñanza musical, se
unirá al José Nonó en el desarrollo del futuro conservatorio. Teniendo en cuenta que existen
ediciones musicales cuyos asientos editoriales corresponden a la imprenta del conservatorio y
coinciden ambas direcciones -ubicada tanto la imprenta como el conservatorio en la calle de la
220
económica debida a la Primera guerra carlista así como los compromisos de compra
de Piermarini con el editor Ricordi impiden su fundación206 (Magallanes Latas, 2012,
p. 301).
Esta advertencia que el editor Pablo Martín incluye en su Catálogo General de Música de
zarzuela de 1874 es buena muestra de que esta costumbre de realizar copias “no oficiales” debía
ser así mismo común en nuestro país:
Importantísimo.
A los señores almacenistas y comisionistas de música.
Habiendo llegado a mi noticia que en esta Corte se ha hecho una edición fraudulenta
de varias piezas de zarzuelas y obras de mi exclusiva propiedad, cuyo hecho
constituye una estafa, he tomado las medidas oportunas para averiguar quienes son
los autores y los almacenes donde se venden aquellas, para embargarlas y perseguir
criminalmente a los estafadores, cómplices y encubridores, en uso del derecho que
me concede la ley del 10 de junio de 1847 sobre propiedad literaria, y el Código
penal vigente, a cuyo efecto he mandado a provincias, y especialmente a los
consulados de América, los más amplios poderes.
Con la creación de la Ley de propiedad intelectual de 1879 y del Reglamento de 1880 (vigente
hasta 1987), se fijaron las percepciones económicas que debían percibir los autores, obligando a
inscribir las obras en el Registro de la Propiedad intelectual pero ampliando esta protección hasta
80 años después de la muerte del autor. Posteriormente, también se vio protegida la propiedad de
la edición con la firma en 1881 de una circular por la que se advertía de la prohibición de realizar
copias manuscritas o impresas de las obras ni realizar reproducciones o arreglos sin
consentimiento expreso del autor (Sánchez Siscart, 2001, p. 148). Para amplia información véase
La música en el Boletín de la Propiedad Intelectual 1847-1915 (1992). dir. Iglesias Martínez, N.,
Madrid: Biblioteca Nacional, Servicio de publicaciones. Ministerio de Cultura.
221
han de entregar dos ejemplares a esta Biblioteca; y que debe reunir cuantas
curiosidades musicales pueda adquirir sin inútil profusión, pero con toda
diligencia”208. De igual manera se señala que todo “el producto de conciertos no
gratuitos debe de tener el exclusivo destino del surtido y fomento del Archivo
Musical y Literario del Conservatorio” (Navarro, 1988, p. 240).
Los fondos de la Biblioteca se enriquecían a su vez con las sucesivas donaciones que
recibía de importantes personalidades del mundo musical de la época como Antonio
Romero, Antonio Peña y Goñi o Tomás Bretón. Entre los donativos y legados más
importantes en relación con el repertorio violinístico destaca el que realizan en 1904
los testamentarios de Jesús de Monasterio. Este legado aporta una importante
colección de obras musicales tanto impresas como manuscritas al Conservatorio.
Anteriormente, Monasterio ya había donado a la biblioteca una copia de todas sus
obras publicadas, tal y como consta en la Real Orden del 28 de febrero de 1879
(García Velasco, 2003, vol. I, p. 214).
Otra donación relevante es la que realiza tras su muerte en 1884 Rafael Pérez 209,
profesor de violín y uno de los fundadores de la Sociedad de Cuartetos y la Sociedad
de Conciertos. Ésta incluía numerosos ejemplares de música impresa y manuscrita
así como dos violines. Tal y como hace notar García Velasco, entre estas obras
cedidas a la Biblioteca del Conservatorio por Rafael Pérez predominan las de los
principales representantes de la escuela franco-belga de violín, aunque tampoco
faltan obras de Giuseppe Tartini, Leopold Mozart, Paganini y, entre las obras de
autores españoles, Monasterio y Mollberg (García Velasco, 2003, p. 214).
Posteriormente, en 1909, los editores Zimmermann y Scuff donarán una importante
colección de obras de Sarasate y la parisina casa Nöel regalará una importante
cantidad de obras y métodos musicales (Navarro, 1988, p. 242).
208 Reglamento interior aprbado por el Rey N. S. (Q. D. G.) para el gobierno económico y facultativo
del Real Conservatorio de Música María Cristina, Madrid: Imprenta Real, 1831, p. 59.
209 Rafael Pérez se incorporaría al Conservatorio de Madrid como profesor auxiliar en 1874 tras el
cese de Urrutia. A su vez, compaginaría sus labores de profesor de violín con su puesto como
segundo violín en la Sociedad de Cuartetos (desde sus inicios en 1863 hasta 1878, en que se
retiraría por problemas de salud), como Concertino en la Orquesta de Teatro Real así como en la
Sociedad de Conciertos, de la cual también sería secretario durante las temporadas 1867-68 y
1873-75 (DMEH, 1999, vol. VIII, p. 623).
222
1.3. Primeros profesores de violín: Pedro Escudero, Luis Veldrof y
Plaza y Juan Eusebio Díez
La propuesta de Escudero como Maestro Honorario se lleva a cabo, tal y como consta
en las actas del 15 de Agosto de 1833, “a pesar de lo ocurrido últimamente con este
profesor, y de lo dispuesto en propósito por S. M.”. Si analizamos las actas de la junta
anterior, ocurrida el 6 de junio de 1833, veremos que en éstas se mencionan las
quejas de algunos otros profesores de alumnos de Escudero, quienes alegaban en su
contra:
...el poquísimo esmero para la enseñanza y los malos modales que tenía dicho
profesor para con sus alumnos (-) que no da lección más que a cuatro
determinados alumnos, y los demás destinados a su clase los tiene encargados a
otro discípulo y muy raras veces se ha ocupado en enterarse del estado de sus
adelantos, que ni aún para los primeros coge jamás el violín para manifestarlos
en sí mismo el modo de corregir los defectos, que usa con ellos de palabras poco
decorosas, desanimándoles con los consejos de que dejen la enseñanza del
instrumento y finalmente que hasta ha llegado el caso de levantar la mano a uno
(Actas de la Junta del 6 de junio de 1833, transcritas en Montes, 2009-2010, p.
75).
210 Libro de Actas de la Junta Facultativa del Real Conservatorio de Música María Cristina. Libro de
Archivos 173 (L-173).
223
Lo que parece es que Escudero realizaba una selección entre aquellos de sus alumnos
que le parecían poseer talento suficiente como para seguir sus enseñanzas, a la vez
que ansiaba tener el poder suficiente como para poder expulsar a aquellos que no
consideraba lo suficientemente aptos. Estas quejas sobre la falta de tacto y
favoritismo para sus pupilos desembocaron finalmente en la expulsión de Escudero.
Sin embargo, pese a lo consignado en los libros de Actas, Saldoni justifica su cese en
el Conservatorio de Madrid debido a que éste “renunció, por no privarse de su pasión
favorita: la de viajar por el extranjero y dar conciertos en las principales capitales de
Europa, como así sucedió, y así pasó también su vida” (Saldoni, 1868, vol. II, p.
389)211.
Pese a que según consta en las Bases Generales del Reglamento del 16 de septiembre
de 1830, el profesor de violín y viola debía ser uno solo, tras su cese por Real Orden
el 4 de julio de 1833, Escudero será sustituido por Luis Veldrof y Plaza, y por Juan
Díez Ortigas, como profesores adictos facultativos. Ambos, así mismo ejercían como
violinistas en la Real Capilla, condición que muestra la importancia que aún poseía
ésta212.
Luis Veldrof y Plaza -citado en algunos documentos como “Weldrof”- nace en 1791
en Aranjuez y muere en Madrid en 1849. Habiendo servido sus padres a la Reina
María Luisa y a Carlos III, es bautizado el 11 de marzo en la capilla del Real palacio
de Aranjuez (Saldoni, 1868, vol. II, p. 97). Por esta misma vinculación familiar con la
familia real, Veldrof no necesitó superar un proceso de oposición para entrar en la
Real Capilla, obteniendo un puesto como violista en 1815213. Tras la expulsión de
Escudero, obtiene el puesto de profesor adicto facultativo, repartiéndose los alumnos
211 De esta misma opinión, textualmente, se hace eco Alfonso Delgado Castilla en El Mundo Artístico
Musical, 30 de Octubre de 1900, p. 10.
Como curiosidad, destacar el legado testamentario de dos violines que Pedro Escudero aporta a la
Catedral de Valladolid, donde había ejercido como segundo violín antes de viajar a Francia, tal y
como recogen los registros del Cabildo de enero de 1869:
Se leyó por último una carta dirigida al Sr. Déan por el Cónsul general de España en
París, fecha 10 diciembre próximo pasado, en que se notifica que D. Pedro Escudero,
súbdito español, en testamento otorgado en 17 de julio de 1862, en aquel Consulado
general, legó al Cabildo de la Iglesia Catedral de Valladolid, en agradecimiento a los
muchos favores que había recibido en su infancia, sus dos mejores violines, uno de
Antonius Stradivarius, y otro de Petrus Guarnerius, y además la música encuadernada de
grandes Maestros (Varela de Vega, 2002, p. 116).
212 Para más información sobre la labor de ambos en la Real Capilla véase el apartado “2. La Real
Capilla como suplemento necesario” p. 329 en el presente trabajo. Para ampliar información
acerca de los últimos años de la Real Capilla consúltese la voz correspondiente del DMEH, obra
de Luis Robledo Estaire.
224
de éste junto con Juan Eusebio Díez, también intérprete en la Capilla Real. Partidario
del Infante Don Carlos, Luis Veldrof sería apartado sin sueldo en 1834 junto con
otros muchos músicos integrantes de la Real Capilla y Real Cámara. Dada la
vinculación entre las dos instituciones, a esta separación de la Real Capilla le seguiría
un año más tarde su dimisión en el conservatorio. Comienza entonces un periodo de
inactividad entre los años 1834 y 1848 en los que Veldrof se sume en la miseria. A su
desgracia se añade el hecho de que sea declarado cesante de la Real Capilla por Real
Decreto el 13 de junio de 1843. Finalmente consigue su readmisión en 1848, no
pudiendo apenas disfrutar de ésta ya que muere un año más tarde, en 1849214
(Saldoni, 1868, vol. II, p. 143).
Juan Eusebio Díez Ortigas (Lugo, 1807- Madrid, 1882), tras formarse con su padre,
violín primero en la Catedral de Lugo, y ejercer en esta misma catedral hasta los
veintiún años, se traslada a Madrid en 1828 trabajando como primer violín en los
Teatros del Príncipe y de la Cruz. En 1832 obtiene por oposición un puesto en la Real
capilla, jurando dicha plaza el 16 de noviembre215. Será un año más tarde cuando se
incorporará como profesor de violín y viola junto con Luis Veldrof en el
Conservatorio de Música de Madrid, donde permanecerá hasta, al menos, 1867 216.
Para Saldoni (1868, vol. I, p. 132), Díez fue uno de que más trabajaron en 1842 para
la continuación y sostén del conservatorio madrileño y la aprobación de su
presupuesto en el Congreso. Luisa Lacal (1900, p. 154) apoya la afirmación de
Saldoni definiendo a Juan Díez como “uno de los maestros que más trabajaron en
1842 para el sostenimiento de la Escuela Nacional de música”. En su labor
pedagógica éste escribiría un método, los 28 Ejercicios para violín, y sería profesor
de, entre otros, Tomás Bretón, Rafael Pérez, Tomás Lestán (cuyo nombre figura a
veces consignado como “Plo”) y Jesús de Monasterio.
213 Según Saldoni, Veldrof habría jurado esta plaza en la Real Capilla el 31 de julio de 1814 (Saldoni,
1868, vol. II, p. 97).
214 AGP, Sección Administrativa, Personal, Caja 2718, Exp. 19 y Caja 1084, Exp. 13.
215 AGP, Sección Administrativa, Personal, Caja 2684, Exp. 39, Caja 301, Exp. 16, Caja 19101, Exp.
55.
216 Alfonso Delgado Castilla, El Mundo Artístico Musical, 30 de Octubre de 1900, p. 10.
225
correspondientes a Francisco Brunetti217, profesor de violonchelo218. Esto mismo
sucedía en la Escuela de Música de Bruselas, donde el sueldo de Nicolas-Lambert
Wery219 llegaba casi a los 1000 florines frente a su colega Nicolas-Joseph Platel, que
no percibía más de 400 como profesor de violoncello (Mailly, 1879, p. 42).
226 Reglamento Orgánico del Real Conservatorio de Música y Declamación aprobado por S. M.
Madrid. Imprenta de Tejado, 1857, pp. 6-11.
227 Cap. III, Art. 8, Reglamento Orgánico del Real Conservatorio de Música y Declamación aprobado
por S. M. Madrid. Imprenta de Tejado, 1857.
228 La Zarzuela, no. 13, 28 de abril de 1856, p. 6.
228
núcleo de maestros que han de seguir más tarde transmitiendo su enseñanza.
Crea el cuarteto y esa cuerda que sigue siendo hoy el orgullo de las orquestas en
España. Discípulo de Bériot, que procede de Corelli, es el primero en sentar las
bases sobre las que todavía se asienta nuestra escuela. No es, por consiguiente,
extraño que el estilo haya seguido siendo puro entre nosotros. Lo mismo las
figuras aisladas de los grandes virtuosos, como Sarasate y Casals, que las de los
ilustres profesores consagrados hoy día a la enseñanza, en la cual tan brillantes y
gloriosos triunfos ha alcanzado vuestro compañero, mi entrañable amigo el
eminente violinista Fernández Bordas, así como también nuestro no menos
digno y querido colega Sr. D. José del Hierro, todos son un eslabón más de la
cadena que con la escuela franco-belga-italiana nos enlaza (Fernández Arbós,
1924, p. 28).
Como profesor, Monasterio contaba con la admiración y el cariño de sus alumnos, así
como con un amplio reconocimiento internacional, especialmente en el que era uno
de los centros violinísticos del momento, el Conservatorio de Bruselas. En carta
dirigida a Monasterio y fechada en Lugo el 9 de octubre de 1895 por su alumno
Andrés Gaos, éste le relata su presentación a Ysaÿe en Bruselas: “Durante el tiempo
que estuve en esta capital [Bruselas] hice algunos estudios con Mr. Ysaÿe, que es la
figura más saliente del Conservatorio y desempeña en él una clase igual a la de
usted”. Gaos continúa así relatando su encuentro y posterior relación con el violinista
belga:
Las obras de texto de Monasterio mencionadas por Gaos en su carta son los Veinte
Estudios Artísticos de Concierto, compuestos por Monasterio en 1878 con el
subtítulo de Veinte estudios para perfeccionar la técnica del violín (20 Études
artistiques de Concert pour Violon avec accompagnement d’un second violon écrites
chacune sur une, ou plussieres difficultés spéciales, et formant une récapitulation des
principaux effects d l’instrument), publicado por la casa Schott Frères de Bruselas en
1878 y que formarían parte del programa de estudios tanto del conservatorio
madrileño como del de Bruselas, tal y como consta en el Anuario de 1884 de dicho
conservatorio y en la propia portada de la obra230.
Sin embargo, pese al alto nivel técnico y la excelencia estilística de algunos de los
violinistas españoles de la época, éstos seguían ocupando en gran medida un segundo
plano, dándole el público una mayor preeminencia a esta o aquella figura venida de
fuera y faltando un apoyo específico a la música por parte de las autoridades. No hay
que olvidar el ejemplo del Real Conservatorio de Música de Bruselas, que contaba
con la financiación no solo del gobierno nacional, sino que también recibía el apoyo
de las autoridades municipales y de la provincia de Bravante 232. Años antes, ya en
1846 afirmaba Modesto Lafuente en su festivo Teatro social del siglo XIX, lo
siguiente:
Han venido otros artistas (extranjeros) y se han llevado cruces por honra y plata
por provecho. Y no llega extranjero alguno a quien no se franqueen
generosamente nuestros teatros y nuestros liceos, a quien no se reciba con
aplausos y coronas, y cuyos bolsillos no llevemos con mano pródiga nuestras
cortas facultades, ya sea cantante, pianista, violinista, flautista o
quomodocumqun sit instrumentista. Todo esto está muy en su lugar, y es muy
merecido y muy loable, y honra mucho a España. Pero la honraría mucho más y
estaría en mejor lugar, y seria mucho más loable, si al mismo tiempo y del
mismo modo, ya que con preferencia no fuese, se alentara, estimulara, honrara,
premiara y protegiera a los artistas españoles, y no se les tuviera como se los
tiene, o desatendidos o postergados, u olvidados y abatidos; bien que esto fuera
faltar en la patria de Pr. Gerundio a la regla infalible de los vice-versas (Soriano
Fuertes, 1873, p. 52)233.
En 1873 Antonio Peña y Goñi expresaba este mismo sentir a la par que se lamentaba
de la falta de apoyo institucional en la organización y promoción de espectáculos por
parte del gobierno ante una demanda cada vez mayor del público aficionado:
231 Archivo del RCSMM, Leg. 13-73 (citado en García Velasco, 2003, vol. I, p. 208).
232 La Zarzuela, no. 13, 28 de abril de 1856, p. 6.
233 Este texto pertenece a la obra Teatro social del siglo XIX(1846) de Modesto Lafuente, si bien en la
cita se indica “Soriano Fuertes, 1873, p. 52” por haberse encontrado éste en la publicación
SORIANO FUERTES, M. (1873). Calendario Histórico Musical. Madrid: Antonio Romero y
Andía.
232
Los Conciertos de Monasterio: En este malaventurado país, tan trabajado por las
luchas políticas, que todo lo corroen y emponzoñan; en esta España en
miniatura, donde el arte universal cuenta escaso número de representantes que
tengan verdadera importancia artística en el extranjero, se notan ciertos detalles,
obsérvanse algunos fenómenos bien dignos, ciertamente, de llamar la atención,
por lo que se relacionan con la música y los músicos españoles.
Aquí donde, a consecuencia del despego con que los gobiernos han mirado
siempre el arte, hay hambre de protección oficial, no se concibe una gran
empresa sin la protección (léum dinero) del Estado, ni hay quien se atreva a
aventurarse de lleno en llevar a cabo en grande escala cualquier asunto que
pudiera reportar ventajas más o menos inmediatas, pero seguras, a la música
nacional lírico dramática. Casi todos suspiraban por el gobierno de la monarquía,
cuando la hubo; todos suspiran hoy por los ministros de la república, y entre
tanto no se encuentra un hombre emprendedor e inteligente que pida al público
lo que nuestros gobernantes no quieren o pueden conceder.
¡Las circunstancias que atravesamos son terribles, - se nos dirá,- no es posible
que haya quien para mientes en la música, ni menos en los músicos; la política
lo absorbe todo; imposible, de todo punto imposible!
Falso, de todo punto falso, contestaremos. Ni las circunstancias, ni la política, ni
nada hay capaz de contrarrestar el desarrollo inmenso que la afición a la música
ha tenido desde hace pocos años en Madrid. ¿No habéis visto ese público que se
ha dirigido en tropel al Teatro de Rivas cuando la alarma política había llegado
al paroxismo y el paseo de Recoletos estaba intransitable de lodo y agua? ¿No
habéis visto apiñado en las galerías y paseo aplaudir frenéticamente,
olvidándose del tiempo, de las circunstancias y de las alarmas, para no pensar
sino en deleitarse con las sinfonías, overturas, andantes, marchas, etc., que tan
admirablemente dirige Monasterio, y tan a la perfección ejecuta su primorosa
orquesta?
Si, digámoslo en voz muy alta, y repitámoslo con la satisfacción que sentirán
todos los que aman el arte y se interesan por su engrandecimiento y prosperidad.
El camino que la afición ha recorrido de poco tiempo a esta parte, es
incalculable. Y Monasterio es, sin duda alguna, el que ha llevado a su mayor
altura, el que ha hecho más asequible el atractivo aliciente que otros antes que
él, con tanto acierto y distinción iniciaron.
Las dos poderosas máquinas a cuyo impulso se han debido las ventajas que hoy
aplaudimos todos, han sido, no hay que dudarlo, la Sociedad de Cuartetos y la
de Conciertos. La primera inició a un público escogido en las grandes y
delicadas bellezas de la música di camera. A la circunstancia y celo de los
233
fundadores y socios débese que los aficionados hayan comprendido y aplaudido
los tríos, cuartetos y quintetos de los maestros clásicos, cuya estructura y
detalles particulares requerían, para ser apreciados debidamente, cierta
organización musical, cierta copia de conocimientos, cierto público en fin, como
el que acude en las tardes de sesión al pequeño salón del Conservatorio.
La segunda, esto es, la Sociedad de Conciertos, ha venido a coronar el edificio
cimentado por la de Cuartetos, su hermana primogénita. De la raquítica sala de
Solfeo se ha trasladado al espacioso y elegante teatro de Madrid; al exiguo
número de instrumentos de cuerda ha sucedido un bosque de arcos...234
Con la toma de posesión del cargo de director por Emilio Arrieta, quien ejercerá
como tal entre los años 1868 y 1894, se inicia una nueva etapa en el Conservatorio de
Madrid. Por Decreto del 15 de diciembre de 1868 y Reglamento del 22 del mismo
mes y año, el Conservatorio pasa a denominarse Escuela Nacional de Música y
Declamación. A finales de ese año desaparece la declamación, quedándose como
Escuela Nacional de Música.
Es también durante su mandato, el 8 de mayo de 1873, que se crea, no sin cierta
polémica, la Sección de música de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, a la que pertenecerán Jesús de Monasterio -nombrado como académico el
30 de junio de ese mismo año, así como tesorero en 1898-, Antonio Fernández
234 Peña y Goñi, A. (1873). La Ilustración Española y Americana, 24 de marzo de 1873, pp. 186-187.
234
Bordas, que tomará posesión de su cargo el 11 de junio de 1916, y Enrique Fernández
Arbós, que lo hará el 23 de diciembre de 1924, no volviendo a ocupar un puesto
ningún otro violinista hasta la incorporación de Agustín León Ara, el 26 de
noviembre de 1989235.
Tras la jubilación de Juan Eusebio Díez, Monasterio continúa como único profesor de
violín, si bien el cada vez mayor número de alumnos matriculados en esta enseñanza
hace que pronto violinistas como Pedro Urrutia (designado numerario el 20 de Mayo
de 1873 y cesado el 6 de febrero de 1874), Rafael Pérez (nombrado profesor auxiliar
el 23 de julio de 1874), Avelino Fernández (profesor auxiliar el 10 de marzo de 1881
y supernumerario el 11 de diciembre de 1896) o Tomás Lestán (profesor honorario el
3 de diciembre de 1875 y supernumerario el 11 de diciembre de 1896) se incorporen
a la plantilla de profesores.
240 Arbós desarrollará estas ideas sobre el mecanismo o técnica del violín en su discurso de ingreso
en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde dedica sus primeras páginas a tratar
los beneficios de una pedagogía basada en el análisis fisiológico y la relación del cerebro con la
técnica instrumental (Fernández Arbós, 1924, pp. 9-11).
238
1.7. Nuevos profesores: Enrique Fernández Arbós y José del Hierro
241 Hasta ese momento, al no haber conseguido la plaza oficial de violín en el Conservatorio de
Madrid tras las oposiciones que disputaría con Arbós, del Hierro había desarrollado una labor
pedagógica como profesor particular, contando entre sus alumnos a violinistas distinguidos de una
generación posterior, como Manuel Quiroga. Pese a ello debía completar su sueldo con otras
actividades como intérprete, no dudando en tocar en cafés como el de El siglo acompañado al
piano por Saco del Valle:
La prosa de la vida le tiene hoy reducido a tocar en el café del Siglo; pero
Hierro, que tiene verdadero genio de artista, antes que descender hasta el café, ha
elevado el café hasta él, y ha hecho de aquel centro de reunión un templo donde
reciben entusiasta culto Beethoven, Mendelssohn, Mozart, Haydn, Vieuxtemps,
Chopin y todo el estado mayor de la buena música. Preciso es confesar que contribuye
no poco a tales solemnidades el joven pianista señor Saco del Valle, que parece nacido
para interpretar delicadezas. (La Ilustración Musical Hispanoamericana, no. 68, 15
de noviembre de 1890, p. 391).
242 Archivo del RCSMM. Carta manuscrita del 12 de mayo de 1903 firmada por el Comisario Regio
D. Tomás Bretón. Expediente personal como profesor de José del Hierro y Palomino. Carpeta
“Nombramientos”.
239
Teniendo en cuenta las circunstancias que concurren en D. José del Hierro y los
servicios que ha prestado desempeñando la referida cátedra de violín como suplente de
dicho numerario con ocasión de las prolongadas licencias que éste ha disfrutado (-) se
propone como profesor interino de la anunciada cátedra de violín en ausencia del
numerario de la misma D. Enrique Fernández Arbós por 2.000 pesetas [es decir, dos
tercios de lo asignado a la plaza]243.
247 Archivo del RCSMM. Carta manuscrita del 11 de febrero de 1925 firmada por José del Hierro.
Expediente personal como profesor de José del Hierro y Palomino.
248 Archivo del RCSMM. Carta manuscrita del 20 de noviembre de 1929 firmada por José del Hierro.
Expediente personal como profesor de José del Hierro y Palomino.
249 Archivo del RCSMM. Expediente personal como profesor de José del Hierro y Palomino. Carpeta
“Varios”.
250 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/541.
241
de Diciembre de 1896251. Así mismo, existe una misiva datada el 21 de enero de 1897
en la que Guillermo de Morphy se compromete a informar a Gevaert de la dimisión
de Monasterio como director del Conservatorio de Madrid252.
Ante los problemas que arrastraba la institución por aquel entonces, el compositor
Federico Olmeda, en carta del 15 de febrero de 1894, le había aconsejado meditar la
decisión de aceptar o no la dirección del Conservatorio madrileño: “suponiendo que
le confiaran a usted la dirección del Conservatorio, le suplico lo consulte antes de
aceptarla, no vaya a perjudicarle excesivamente” (Ribó, 1978, pp. 136-137).
El maestro más grande que uno puede haber tenido. En aquel periodo crucial de
mi formación, su magisterio me fue extraordinariamente provechoso. Mis
tendencias más personales concordaban con sus convicciones, afianzadas por su
sentimiento y una cultura musicales de primer orden. Por ejemplo, yo sentía
-por iniciativa propia, y sin que nadie me lo hubiese inculcado- una constante
preocupación por la afinación, muy descuidada en aquella época, y por la
acentuación musical. Monasterio me alentaba a perseverar en el camino
emprendido. Mis inquietudes y mis aspiraciones artísticas, algunas de las cuales
sólo empezaban a perfilarse, hallaron la mejor acogida para facilitar su pleno
desarrollo (Corredor, 1967, pp. 19-20).
Estimado Monasterio:
Sé que cuando una plaza se gana por oposición no sirve de nada hacer
recomendaciones, pues sería injusto si se atendieran; pero Pilar Fernández de la
Mora, que conozco desde que era muy niña, desea le diga a V. cuánto me
intereso por ella, y yo aprovecho con mucho gusto esta ocasión para recordarle
mi existencia y para enviarle saludos muy afectuosos.
Paz
Desearía tener sus Estudios para dos violines (Ribó, 1958, p. 143).
El propio Charles de Bériot se dirige también a Monasterio por carta el 7 de julio de
1896 para recomendarle a Joaquín Malats255, a quien identifica únicamente como
“nativo de Barcelona”256.
Buen ejemplo de las críticas a su gestión que Monasterio debía de tener que soportar
es una carta, auténtico ejemplo de libelo decimonónico, que éste guardaba entre sus
papeles y que se encuentra localizada en los Archivos del RCSMM. En ésta, datada
253 Pilar Fernández de la Mora (1867-1929) había estudiado con Louise-Aglaé Masson (1824-1887),
quien fuera esposa del violinista belga Lambert Massart (1811-1892) durante sus estudios en el
Conservatorio de París a donde acude pensionada por Alfonso XII tras realizar estudios en Madrid
con Guelbenzu y Monasterio. Poco después viajaría a Alemania donde continuaría su formación
junto a Teresa Carreño para, posteriormente, volver a París bajo las enseñanzas de Planté.
Finalmente conseguiría la plaza como profesora de piano en el Conservatorio de Madrid en
oposición que le enfrentaría al propio Albéniz. Hacia 1883, Pilar conoce en París a Enrique
Fernández Arbós, con quien le unirá una amistad que se prolongará a lo largo de los años tal y
como éste reflejará en sus memorias (Fernández Arbós, 2005, p. 138).
254 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/546.
255 Joaquín Malats (1872-1912) estudiaría con Bériot durante dos años de manera privada y
posteriormente en el Conservatorio de París, donde ingresaría en 1891 y donde obtiene el Primer
premio de piano. Sus buenas relaciones y el aprecio de Bériot, quien le dedicaría su Concierto no.
3, hacen que éste le recomiende a Monasterio como profesor de piano durante su mandato como
director del Conservatorio de Madrid. Sin embargo, no es sino hasta 1910 que Malats ingresará
como profesor en la institución, obligado a dejar su carrera concertística por una grave
enfermedad que propiciará su temprana marcha de este puesto dos años más tarde (DMEH, vol.
VII, pp. 65-68).
256 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545.
243
por el propio Monasterio como “recibida el 12 de julio de 1895”, el firmante “J.
Ortega” se despacha largamente sobre la responsabilidad y parcialidad de
Monasterio a la hora de dedicar premios y nombrar o mantener a determinados
profesores en su puesto. Cabe suponer que el autor del escrito sea José Ortega Zapata
(1824-1903), director de la Gaceta Musical de Madrid y abuelo del filósofo José
Ortega y Gasset; quien le habría enseñado solfeo y violín en Valladolid durante sus
primeros de estudiante (Parada y Barreto, 1868, p. 216)257.
260 J. Ortega pudiera referirse aquí a M. González, profesor numerario de clarinete desde 1883.
261 José Pinilla y Pascual fue profesor numerario de solfeo desde 1875.
262 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545
263 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545.
245
ponerse a tocar a mitad de una clase y obligar a los alumnos a comprar sus
arreglos264.
...como quiera que desde entonces, hayan transcurrido quince días, sin recibir
contestación alguna, y persistiendo yo en mi propósito de dejar el referido cargo,
suplico nuevamente a V. se digne sacarme lo más pronto posible de la violenta
situación en que me encuentro (Ribó, 1958, pp. 61-62).
Pese a los obstáculos y al corto periodo de tiempo en que Monasterio ejerce como
director del Conservatorio, conseguirá avances como la creación de una Comisión de
la que formaban parte importantes figuras de la cultura de la época como el Conde de
Morphy, Tomás Bretón, Gaspar Núñez de Arce o Manuel Tamayo y Baus, con la
finalidad de reformar la enseñanza. Así mismo, es durante su mandato que, tal y
como hemos visto, Arbós se incorpora al claustro de profesores (profesor numerario
nombrado el 12 de julio de 1888). A él se unirán profesores de la talla de José del
Hierro (nombrado profesor sustituto el 1 de junio de 1891), Julio Francés (profesor
repetidor desde el 1 de octubre de 1896) y, posteriormente, Antonio Fernández
Bordas, que ingresa como profesor numerario el 12 de diciembre de 1903. Tras más
de cuarenta años dedicados a la docencia tras su muerte acaecida en 1903, ellos serán
quienes continúen la enseñanza del violín en la institución.
24 de Septiembre de 1901
268 Este violín aparece descrito y catalogado en la obra Colecciones españolas. Instrumentos
musicales. Vols. I y II. Museos de Titularidad Estatal. Madrid: Centro de Documentación de
Música y Danza, INAEM. , p. 167 de Cristina Bordas Ibáñez (2001).
269 El Boissier había sido legado previamente al museo de South Kesington, actualmente Victoria &
Albert Museum, decisión que afortunadamente Sarasate revocó a favor del conservatorio
madrileño (Jiménez Manero, 2009-2010).
248
y ha perdido la facilidad, la costumbre -digámoslo así- de cantar y de traducir en
sonidos los tientos que sobre él se ejercen (Manén, 1958, p. 119).
Sin embargo, en todo este deambular por los distintos reglamentos y nombramientos
académicos, es la ambivalencia profesional de pedagogo e intérprete el aspecto más
relevante para la enseñanza del instrumento en la institución. Muchos de los músicos
que integrarán el claustro de profesores en el conservatorio de Madrid se habían
formado completa o parcialmente en el extranjero, a donde, en muchos casos, seguían
270 Así la denomina, como una sola, Enrique Fernández Arbós (1924, p.27).
249
acudiendo de forma periódica. De este modo se formará un rico tejido de relaciones
que pondrá en contacto tradiciones de uno y otro ámbito. En el caso del violín en
Madrid resulta especialmente importante la relación con la escuela franco-belga, en
mutua y continua influencia e intercambio. Desde Jesús de Monasterio, muchos de
los más relevantes violinistas españoles de la época formados en España continuaron
sus estudios en los conservatorios de París o Bruselas. Pablo Sarasate estudió con
Delphin Alard en París, donde también José del Hierro sería alumno de Hubert
Léonard. Julio Francés se formaría con Monasterio en Madrid y Eugène Ysäye en
Bruselas. Antonio Fernández Bordas fue alumno de Monasterio, quien a su vez traía
la tradición franco-belga de su profesor Charles de Bériot. Para Agustín León Ara,
“...los José del Hierro, Pablo de Sarasate, Francisco Costa, Joan Massiá, Antonio
Brossa, Antonio Arias, Fernández Arbós, entre otros, no son sino continuadores de
esa Escuela Franco-Belga, cuyo pionero en España fue Jesús de Monasterio” (León
Ara, 1989, p. 8)271. Sin embargo, si bien podemos considerar a del Hierro como
perteneciente a la tradición franco-belga por sus estudios en París con Léonard 272, al
parecer y pese a lo que indican los diccionarios y otras publicaciones biográficas, éste
nunca llegó a participar en las clases de Monasterio, al menos de una manera oficial.
Del Hierro inició sus estudios en la gaditana Academia de Santa Cecilia,
probablemente bajo las enseñanzas de Viniegra y, si bien numerosas publicaciones
afirman que continuó sus estudios de violín en el Conservatorio de Madrid con
Monasterio, consultados los libros de matrícula y las actas de exámenes no se
271 El propio Agustín León Ara es un ejemplo de prolongación de esta relación de la violinística
española con la escuela franco-belga. Habiendo estudiado con André Gertler en el Real
Conservatorio de Música de Bruselas, donde ingresa en 1954 para obtener el primer premio de su
especialidad un año después, es nombrado profesor titular de violín en esta misma institución en
1970, cerrándose de algún modo el círculo de influencias de ida y vuelta entre España y el ámbito
franco-belga.
272 Esta afirmación viene reflejada en monografías como la Galería de músicos andaluces
contemporáneos de F. Cuenca. Si atendemos a lo especificado en otras publicaciones como el
propio libro de F. Cuenca o Los luthiers españoles de R. Pinto Comas, la vinculación de la familia
del Hierro con el Conservatorio de Madrid se extiende a la labor de José del Hierro (Cádiz 1850-
Madrid 1905) padre del violinista, y su hermano Luis del Hierro (Cádiz 1863- Madrid 1931)
quienes se trasladan a Madrid, estableciendo un taller de luthería y trabajando como reparadores y
luthieres en el Conservatorio de Madrid tal y como afirman Cuenca (1927, pp. 130-131) y Pinto
(1988, pp. 256-257) pese a no figurar como tales en ninguno de los Boletines anuales custodiados
en los Archivos del RCSMM. Probablemente ambos se hacen eco de lo escrito en las etiquetas de
sus instrumentos. Tal y como explica René Vannes, en la etiqueta del último violín de José del
Hierro consta lo siguiente: Violin N° 32 / Hecho por josé de Hierro / Luthier del Conservatorio /
Madrid 15 de Diciembre de 1899" (1993-2003, p. 160). Por otro lado, Cuenca también sitúa a José
del Hierro padre como luthier de la Real Capilla (Cuenca, 1927, p. 131), pese a que en dichos
archivos no hemos podido encontrar su expediente personal y de este modo confirmarlo (sí que
aparecen dos expedientes, uno de ellos como “José del Hierro” y el otro como “José del Hierro y
Palomino” pero, pese a lo que pudiera parecer, ambos se refieren a su hijo, el violinista José del
Hierro) en el AGP, Capilla Real, Sección Administrativa, Personal, Caja 2637, Exp. 1, y Caja
1185, Exp. 23, respectivamente.
250
encuentra rastro alguno suyo como alumno de éste273. Otras publicaciones, como la
de F. Cuenca, así mismo lo relacionan erróneamente con el Cuarteto Francés, cuya
plantilla muy probablemente no llegaría a integrar. Tras sus estudios en París, a su
vuelta a España, del Hierro formaría parte de la Sociedad de Cuartetos de Madrid,
una asociación que funcionó fugazmente tras la disolución de la de Monasterio
durante las temporadas de 1898-99 y 1899-1900, antes de la constitución del
Cuarteto Francés. En la Sociedad de Cuartetos, José del Hierro se ocupaba del
primer violín, Julio Francés tocaba la viola, Manuel Sancho el segundo violín, Víctor
Mirecki el violonchelo, con Fabián de Furundarena y a veces José González de la
Oliva, al piano274.
Caso aparte merece Enrique Fernández Arbós, que aúna ambas tradiciones, la franco-
belga y la alemana, al haberse formado junto a Monasterio en Madrid, Henri
Vieuxtemps en Bruselas y Joseph Joachim en Berlín. Los estudios realizados bajo los
auspicios de este último le convierten en el único representante español de su época
que hubo recibido enseñanzas de ambas escuelas. Arbós pudo beneficiarse de las
enseñanzas de las dos tradiciones, por una parte el sonido bello y elegante, la
expresión apasionada y el arco flexible de la franco-belga, y por el otro una sólida
técnica de la mano izquierda, un arco poderoso y con peso, con rubatos, portamentos
y vibratos muy medidos. En su discurso de recepción como académico de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, al que accedía sucediendo al también
violinista, director y compositor Tomás Fernández Grajal, escribe Arbós:
273 En los listados de alumnos de los archivos del Conservatorio de Madrid aparecen como alumnos
"Luis del Hierro y Palomino", con número de matrícula 13.340, matriculado en 1900 en 3º de
solfeo y 1º de violín con Hierro; como domicilio consta Conde de Barajas 3, bajo. El otro alumno
es "José Hierro y Pérez" (otras veces aparece como "José Hierro" sic), con número de matrícula
12.624, estudiante de 2º de Solfeo en el libro de Actas de exámenes de 1901-1902; la dirección
que figura para este último es c/ De los Señores de Luzón, 3, figurando su madre como
"Margarita". Dadas las fechas, estas referencias se dirigen al hijo de José del Hierro, José del
Hierro Pérez, a quien su padre dedica su Serenata siciliana: en mi mayor para violín con
acompañamiento de piano, op. 15 con las siguientes palabras: "A mi querido hijo Pepe" publicada
por Faustino Fuentes en 1912 (fecha de publicación tomada de La música en el Boletín de la
Propiedad Intelectual, Biblioteca Nacional, 1997).
274 Agradezco a Fernando Delgado el haberme facilitado estos datos en comunicación personal.
251
entender, habrá triunfado. Pocos son los que tal logran en nuestros días, pero
algunos existen; entre otros, puedo citaros a nuestro gran Casals y a Kreisler,
que realizan el ideal de la interpretación y el estilo.
Cúmplenos ahora proclamar que España puede envanecerse tanto de la
importancia como de la calidad de su escuela de violín. Basada en el arte
imperecedero de los grandes maestros italianos de los siglos XVII y XVIII, nos
fue directamente legada por sus discípulos los francobelgas del XIX, y recogida
y cultivada por los violinistas españoles, que, con admirable sentido de los bello,
han sabido conservar hasta hoy la pureza de procedimientos y la elevación de su
estilo. Entre éstos corresponde el puesto de honor al que fue su iniciador, D.
José de Monasterio (Fernández Arbós, 1924, p. 27).
Así, no solo artistas aislados como los mencionados Pablo Sarasate y Pablo Casals,
sino las figuras de aquellos que en 1924 poseen un puesto como profesores
numerarios de violín en el Conservatorio de Madrid: Antonio Fernández Bordas, José
del Hierro y Enrique Fernández Arbós, todos proceden de una misma escuela, la que
Arbós denomina “escuela franco-belga-italiana”, y no constituyen sino un eslabón
más -como hemos visto en el caso de Agustín León-Ara- que perpetúa la tradición
tras la desaparición de Sarasate y Monasterio. Como demostración de este punto
Arbós traza las líneas genealógicas que enlazan a las grandes tradiciones con los tres
profesores del conservatorio:
Otra rama:
Correlli, Sommis, Pugnani, Viotti; y aquí bifurca a Rode, Boehm (1798-1876),
Joachim (1831-1907), Fernández Arbós.
252
Otra rama:
La misma procedencia hasta Viotti, y a partir de éste bifurca siguiendo Baillot,
Habeneck (1781-1849), Allard [sic], Sarasate.
Otra rama:
La misma procedencia hasta Viotti y después Baillot, Sauzat, Leonard, José del
Hierro (Fernández Arbós, 1924, pp. 28-29).
Las dos grandes referencias pedagógicas del conservatorio de Madrid en sus inicios
serán los conservatorios italianos y París. Sin embargo, el dominio tanto en lo
educativo como en el estilo interpretativo de la escuela franco-belga se hace patente a
la hora de elegir los métodos y tratados pedagógicos utilizados por los profesores en
sus clases275. Éstos son, en su gran mayoría, los métodos oficiales que se venían
utilizando en el conservatorio parisino así como obras de los profesores de esta
institución. Dejando aparte la enseñanza del violonchelo, cuyo profesor había optado
por una recopilación de varios textos como método de enseñanza, y del canto, cuyo
libro no aparece mencionado, siete de los métodos consignados en el reglamento
275 Leg. núm. 4, Año 1843, Exp. 4-98, 31/07/1843, Copia de la música comprada en París, los
derechos y gastos pagados”; Leg. núm. 5, Año 1844, Exp. 5-22, 9/05/1844, Segunda remesa de la
música comprada en París.
253
madrileño pertenecen a autores españoles y cinco de ellos son métodos oficiales del
Conservatorio de París: el de Baillot, Kreutzer y Rode para violín, Devienne para
flauta, Le Févre para clarinete y Ozi para fagot (Montes, 1997, p. 474).
Por otro lado, el seguimiento en exclusiva de estos métodos era algo forzoso para
todos los alumnos del conservatorio tal y como especifica el propio Reglamento de
1830:
La creación del conservatorio se veía a ojos de los impresores como una fuente
segura de negocio. Como muestra la solicitud del grabador León Lodre, cuyo
establecimiento estaba situado en la Carrera de San Jerónimo, para ser nombrado
“Grabador del Real Conservatorio”277 o así mismo la asociación entre José Nonó y el
impresor catalán Pedro Ardit278. Favorecidos por la elección de los métodos franceses
en su mayoría como textos oficiales de la nueva institución, los almacenistas y
editores franceses vieron también la creación del conservatorio madrileño como una
oportunidad de expandir su negocio. Los métodos del Conservatorio de París fueron
traducidos al castellano y ofrecidos por la Casa Schonenberger entre los años de ca.
1840 y 1860, fechas en las que podemos situar la publicación de su catálogo de obras
traducidas al castellano (Bordas, 2005, p. 188). Este catálogo aparece titulado como
Obras teóricas, métodos, estudios, lecciones usados para la enseñanza en el
Conservatorio Real de Música y en el Gimnasio de Música militar de París
276 Art. 14, Cap. XVI del Reglamento Interior aprobado por el Rey M. S. (Q.D.G.) para el gobierno
económico y facultativo del Real Conservatorio de Música María Cristina. Madrid, Imprenta
Real, 1831.
277 Biblioteca del RCSMM, Caja 15/1, Índice de los Memoriales que desde el 29 de Julio del año de
1830 hasta el 31 de Dic[iembre] de 1832 han llegado a mis manos y quedan archivados, citado en
Magallanes Latas, 2012, p. 304.
278 Se puede encontrar más información sobre José Nonó y Pedro Ardit, así como sobre Melchor
Ronzi y sus correspondientes proyectos de conservatorio previos al de María Cristina en el
capítulo de esta tesis “1.2. ¿Una imprenta para el conservatorio?” p.213.
254
traducidos en español y se puede encontrar, por ejemplo, en las primeras páginas de
la edición española del método para arpa de Nicholas Charles Bochsa, de ca. 1840279.
279 Dicho método y el catálogo alojado en su interior se pueden consultar en la Biblioteca Digital
Hispánica de la BNE: http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/?
ps=jxuVQiWcNF/BNMADRID/251370470/9 (Consultado en 1 de mayo de 2018).
280 Otras obras que se pueden encontrar editadas en español por Schonenberger son los métodos para
guitarra de Dionisio Aguado (1846) y de Fernando Sor (1851).
255
Ilustración 19. Páginas 1 y 2 y ampliación de un fragmento del Catálogo del editor
Schonenberger donde se pueden apreciar las obras utilizadas en el Conservatorio de parís
traducidas al español (BNF).
256
Veinticuatro Caprichos de Paganini281. En el Diario de avisos de Madrid vuelve a
aparecer anunciado ese mismo año el método para violín de “Vaillot” [sic] en el
almacén de música de Lodre282.
Por otro lado, en los listados de las obras interpretadas en los exámenes del
conservatorio madrileño entre los años 1831-1835 figuran -además de los consabidos
ejercicios de lectura a primera vista, reflejados como “de repente”-, obras como la
Sonata núm. 6 de Corelli para los alumnos de 1º curso de violín a cargo de Luís
Veldrof283. Por su parte, los alumnos de 1º curso de Juan Eusebio Díez 284 tienen
destinadas las Sonatas núm. 1, 6 y 10 de Corelli285. Mientras que para los alumnos de
segundo curso de este mismo profesor encontramos las Sonatas núm. 2, 7, 8 y 9 de
Corelli junto con los Estudios núm. 11 y 13 de Fiorillo286.
281 Bartolomé Wirmbs (1834), Catálogo general de la Música impresa y publicada en Madrid,
Madrid, pp. 5-6.
282 Diario de avisos de Madrid, 5 de noviembre de 1834, p. 565.
283 Libro de Actas de la Junta Facultativa del Real Conservatorio de Música María Cristina. Libro de
Archivos 173 (L-173). Actas del 11 de Diciembre de 1833, transcrita en Montes, 2009-2010, p.
77.
284 Para más información sobre la labor como profesor de Juan Eusebio Díez, véase el capítulo “1.3.
Primeros profesores de violín: Pedro Escudero, Luis Veldrof y Plaza y Juan Eusebio Díez” p. 222
en esta tesis.
285 Libro de Actas de la Junta Facultativa del Real Conservatorio de Música María Cristina. Libro de
Archivos 173 (L-173). Actas del 11 de Diciembre de 1834, transcrita en Montes, 2009-2010, p.
94.
286 Libro de Actas de la Junta Facultativa del Real Conservatorio de Música María Cristina. Libro de
Archivos 173 (L-173). Actas del 12 de Diciembre de 1833, transcrita en Montes, 2009-2010, p.
78.
287 Entre los alumnos de Díez se menciona a Rafael Pérez, a quien se reconoce como “de buena
disposición y aplicación”.
288 Libro de Actas de la Junta Facultativa del Real Conservatorio de Música María Cristina. Libro de
Archivos 173 (L-173). Actas del 12 de Diciembre de 1834, transcrita en Montes, 2009-2010, p.
95.
257
Esta tendencia a la importación y comercialización de métodos y repertorio de
autores ligados a la escuela franco-belga o clásica italiana también se ve reflejada en
los anuncios de los almacenistas publicados en la prensa de estos años. El 12 de
marzo de 1839 El Correo nacional publica la noticia de la llegada de una nueva
remesa de obras musicales al almacén de Carrafa. Entre éstas se incluye:
… la nueva edición del método de violín por Baillot dedicado a sus discípulos,
obra que ha reemplazado a la que anteriormente estaba adoptada en el
Conservatorio de música de París, habiéndola enriquecido su autor con secretos
del arte o sea gran número de objetos nuevos desconocidos hasta el día, y treinta
y tantos figurines en que marca todas las posiciones principales del biolin [sic],
arco, etc289.
Es decir, que tan solo 5 años después de su publicación en París en 1834 vemos entre
las obras para violín ofertadas en Madrid este L’Art du violon, continuación realizada
por Baillot de ese primer método de violín realizado junto con Kreutzer y Rode.
Entre la oferta de Carrafa del año 1843 llama así mismo la atención el Método de
violín aumentado con lecciones y pequeños aires modernos de las óperas de Bellini,
Donizetti, etc de Bornet292. Pero no debe de extrañarnos ya que el repertorio de obras
de violín con acompañamiento de piano en forma de fantasía y variaciones sobre
temas operísticos estaba muy presente en los repertorios de la época, pese a que la
edición española de música de cámara y sinfónica resultaba muy costosa de producir
y estaba dirigida a un público minoritario (Gosálvez, 1995, p. 54). En la BNE, se
encuentra un buen ejemplo de ello: la lujosa edición dedicada a Isabel II del Aire
variado para violín y piano (1856-58) de Juan Eusebio Díez -profesor como hemos
visto del conservatorio madrileño y autor él mismo de un método para violín-, cuyo
título completo sería el 1º aire variado favorito para violín con acompañamiento de
piano de 1856, dedicado a su “Majestad la Reina Dª Isabel 2ª”, y en donde Díez se
presenta a sí mismo como “profesor de su Real Capilla” y “caballero de la Orden
Americana de Isabel la Católica, maestro del Conservatorio de música y
declamación”293.
291 La Iberia Musical y Literaria, no. 6, 5 de febrero de 1843, p. 3.
https://play.google.com/books/reader?
id=wvvETSbt1P0C&printsec=frontcover&output=reader&hl=es&pg=GBS.PA417 (Consultado el
20 de junio de 2017).
292 Bornet l’aîné fue un violinista francés autor de un Méthode de violon et de musique, dans laquelle
on a observé toutes les gradations nécessaires pour apprendre les deux arts ensemble, suivi de
nouveaux airs d’opéras, publicado en París en 1788 (Fétis, 1868, vol. II, p. 29), a la que siguió en
1793 la obra Recueil d’Airs nouveaux et faciles choisis dans les Operas d’Anacreon, des
Comédiens ambulans, d’Adolphe et Clara, ou les deux Prisonniers, et autres arrangés pour deux
violons faisant suite à la Méthode de Bornet l’aîné. Al parecer es a una traducción al español de
esta última a la que hace referencia el catálogo de Carrafa.
293 En estos fondos, además, existen otras obras del mismo autor representativas de este repertorio: la
Fantasía para violín con acompañamiento de piano sobre motivos de La sonámbula del Mtro.
Vellini [i.e. Bellini] de 1856, dedicada a S. M. el Rey y en la que se refiere a sí mismo como
“Maestro de violín en el Conservatorio de música y declamación”; el 2º aire variado para violín
con acompañamiento de piano, op. 4 así mismo en edición de 1856 y dedicado a “S. A. R. la
Serma. Sra. Princesa de Asturias por el profesor de la Real Capilla Juan Eusebio Díez, Caballero
de la Orden Americana de Isabel la Católica y profesor del Conservatorio de música y
declamación” y la Fantasía con variaciones para violín con acompato. de piano sobre un dúo del
259
En 1857 aparece en el catálogo del almacén de Bonifacio Eslava una primera edición
del célebre método Escuela de Violín de Alard junto con otras obras del mismo autor
como la Posición del violín y el arco y los Diez estudios para violín op. 10.
Unos años más tarde, en 1867, Bonifacio Eslava reeditará la Escuela de violín de
Alard (BNE, 1997, p. 63). Además, en este mismo catálogo descubrimos de nuevo el
método de Spohr que ya habíamos visto en 1843 en el almacén de Carrafa como
Pequeño método de violín con las divisiones del mango, escalas, lecciones y
ejercicios para los dedos y el arco de Louis Spohr294.
Ilustración 20. Fantasía con variaciones para violín con acompañamiento de piano sobre un dúo
del Esule di Roma (obra 1ª) de ca. 1830 de José Eusebio Díez (BNE)
Esule di Roma (obra 1ª) de ca. 1830, dedicado a “S. M. la Reina Gobernadora” y en donde se
añade a su nombre el título de “violín de la Real Capilla de su Majestad y Maestro de Real
Conservatorio de su Majestad María Cristina”. De esta última encontramos también un ejemplar
en los Archivos del RCSMM, si bien aparece como datado ca. 1835.
294 Bonifacio Eslava (1874), Extracto de los Catálogos publicados en esta cada y suplemento a los
mismos con todas las novedades musicales publicadas hasta hoy, en el Álbum Religioso-Vocal
compuesto de Motetes a la Virgen y Jesús, Madrid.
260
Será un poco más tarde, en 1869295 cuando Romero publique a a su vez una reedición
del Método para violín de Baillot, Rode y Kreutzer “arreglada por Baillot”, lo cual
nos indica claramente que se refiere otra vez a L’Art du violon, cuya primera edición
ya había publicado previamente este editor en 1847. Esta reedición aparecía con el
añadido: "Adoptado en los Conservatorios de Música de París y Madrid para servir
de testo [sic] en las clases de dichos establecimientos". Efectivamente, como hemos
visto en capítulos anteriores, esta obra había sido publicada en París en 1834 como
texto oficial para uso de su conservatorio.
295 Las planchas nº 936 de Antonio Romero corresponden al año 1869, según Gosálvez (1995).
261
Romero ofrece en esta edición un orden alternativo en el estudio de algunas materias
al expuesto por Alard, en consonancia con las recomendaciones del francés, en cuyo
método original autoriza a los profesores esta alteración en el estudio de algunas
materias según éstos consideren más conveniente y progresivo. En este caso, tal y
como Romero indica, es Jesús de Monasterio el encargado de darle nueva forma a los
contenidos determinando las materias que deben de estudiarse durante cada año
escolar e intercalando algunos ejercicios de escalas. Es así como se adapta el texto de
Alard al programa adoptado en el conservatorio madrileño, dividido en ocho años
escolares. Como añadido del propio Monasterio se encuentran bajo el epígrafe de
“Recomendación” una serie de estudios que éste sugiere deben de intercalarse
durante el trabajo con el método como guía al profesor (Alard, 1877, p. 1). Resulta
éste un punto importante, ya que muestra que la obra de Alard no se practicaba en la
Escuela de Música y Declamación de Madrid tal y como aparece en su edición
francesa, sino que se tomaba como texto de partida y base técnica sobre la que
sumergirse en el estudio de determinadas dificultades que se practicarían mediante la
práctica de los estudios propuestos por Monasterio.
Por otro lado, es en el Extracto del Gran Catálogo de la música de los almacenes
Romero, publicado en las últimas páginas de la reedición del método de Alard del
año 1877, donde aparece el Método de violín de Baillot, Rode y Kreutzer en
traducción al español sorprendentemente también en ocho entregas, a las que se
añaden las Doce sonatas célebres op. 5 de Corelli como complemento “al célebre
método de Baillot, Rode y Kreutzer, que se estudia en todas las escuelas de violín
conocidas”. El hecho de ofrecer una versión en estas ocho entregas, como sucedía
con el método de Alard, es una muestra más de que este método era así mismo
utilizado como texto oficial en las clases de violín que se impartían en la institución
al estar también adaptado al programa de estudios del conservatorio madrileño,
estipulado en ocho cursos, y reafirma su identidad como método oficial y de
referencia en esta institución.
Otras obras que se hallan en este extracto del almacén de Romero son el Nuevo
método elemental de violín de Miguel Marqués (dedicado a su maestro Jesús de
Monasterio), los 10 Estudios melódicos y progresivos op. 10 así como los 10
Estudios brillantes en tercera y cuarta posición op. 16 de Alard, Las recreaciones del
violinista op. 82, la Escuela de las cinco posiciones op. 122 y la Escuela del arco op.
262
110 de Dancla, los 36 Estudios o caprichos de Fiorillo, la Fantasía para violín op.
100 de Bériot y las 3 Fantasías fáciles y brillantes para violín y acompañamiento de
piano de Rafael Pérez (Alard, 1877, p. 175).
296 Pablo Martín (1883), Nuevo Gran Catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 2.
297 Pablo Martín (1883), Nuevo Gran Catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 68.
298 Pablo Martín (1886), Gran catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 2.
263
españoles de Monasterio, la Serenata de Gounod de Hermann y la Melodía de
Zavala299.
Aún en 1901, Casa Dotesio, como sucesora de las casas Almagro y Co., Dotesio,
Eslava, Fuentes y Asenjo, P. Martín, Ripalda, Romero y de Zozaya, ofrece en su
catálogo el Método de Alard “Arreglado progresivamente, conforme a la enseñanza
oficial de la Escuela Nacional de Música por D. Jesús de Monasterio” 303. No pasa
desapercibido al conocedor de la obra original de Alard el matiz que subyace en este
“arreglado progresivamente” añadido al título en la edición española, ya que, si hay
una carencia que achacar a la obra de Alard viene a ser justamente su falta de
progresividad, así como su carencia de ejercicios preparatorios adecuados, pese al
innegable valor pedagógico de sus estudios y a su título original École du violon:
méthode complète et progressive. Sin embargo, esto es algo de lo que Alard debía ser
consciente cuando él mismo admite la falta de gradación en la edición original de su
método. En la traducción del prólogo de Alard que aparece en la reedición bilingüe
realizada por Romero en 1877, éste afirma:
299 Pablo Martín (1886), Gran catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 9.
300 Más conocido como Pep Ventura, el jienense José María Ventura Casas (1817-1875) es recordado
especialmente por su labor como compositor y renovador de la cobla de sardanas (DMEH, 1999,
vol. X, pp. 817-819)
301 Casa Dotesio (1890), Catálogo de las obras publicadas por esta casa, incluso las del célebre
compositor el maestro D. Nicolás Ledesma, p. 5.
302 Casa Dotesio (1890), Catálogo de las obras publicadas por esta casa, incluso las del célebre
compositor el maestro D. Nicolás Ledesma, p. 19.
303 Casa Dotesio (1901), Catálogo General de las obras de música instrumental de los fondos
editoriales de Eslava, Fuentes y Asenjo, P. Martín y de Zozaya, p. 2.
264
diaria y progresiva. Para remediar este inconveniente hemos dado á la
mencionada parte elemental [en esta nueva edición editada por Romero] todo el
desarrollo de que es susceptible, colocando en ella diferentes clases de escalas
en todos los tonos, ejercicios, estudios y una colección de melodías fáciles. En
cuanto a los estudios concernientes a las posiciones, como podrían muy bien
tacharse de demasiado difíciles y no muy bien graduados, hemos intercalado en
ellos algunos nuevos y elementales hasta la séptima posición (Alard, 1877, p. 4).
El hecho de que el tratado de Alard (1844) sea aún tomado como referencia
pedagógica más de cincuenta años después de su aparición en el mercado nos da una
idea de la preeminencia de la escuela franco-belga en la enseñanza del violín no solo
en Madrid, sino también en otros muchos conservatorios. Leopold Auer afirmaba
haber estudiado en el Conservatorio de Budapest con Ridley Kohne siguiendo la
École de violon de Alard, “una indicación del hecho de que el objetivo de todos los
violinistas era el Conservatorio de París” (The Violin Family, 1989, p. 76)304.
Otra obra que aparece aquí es el método para violín de Louis Spohr, reseñado como
Pequeño método de violín con las divisiones del mango, escalas y lecciones para el
ejercicio de los dedos y el arco, seguido de piececitas progresivas. El Violinschule de
Spohr, aparecido en 1832 y así mismo texto oficial del conservatorio, ejercerá una
gran influencia pedagógica en métodos posteriores como el de Joseph Joachim y
Andreas Moser (1905), reimprimiéndose a lo largo de más de un siglo, especialmente
en los países germanos. El hecho de que se le nombre como “Pequeño método” nos
hace pensar que podría tratarse de una adaptación abreviada del método original de
Spohr, quien, pese a su carácter “clásico” en el sentido de que no recoge los aspectos
más novedosos de la técnica del violín, sí que abarca prácticamente todos los
aspectos técnicos del instrumento, a los que el autor añade sesenta y seis estudios
para su práctica, algo más de lo que podrían considerarse como “piececitas
progresivas”.
304 Así mismo, podemos ver que en este mismo catálogo de Casa Dotesio de 1901 se sigue
ofreciendo, junto al los 20 Estudios y algunas otras obras para violín y piano de Monasterio, las
Fantasías fáciles y brillantes de Alard (basadas en temas de ópera) y Tres fantasías originales de
Bériot junto con las habituales adaptaciones de temas operísticos y melodías de carácter popular.
265
2.2. Los métodos pedagógicos españoles. Una introducción
Bajo esta inspiración, algunos autores españoles escribieron textos pedagógicos para
el violín, fueran recopilaciones de estudios con una base teórica, de carácter
elemental para aficionados de nivel más básico u orientados a intérpretes avanzados.
Entre estas aportaciones de autores españoles a la didáctica del violín desde el siglo
XIX y en adelante, destacan los Treinta Caprichos para violín del alumno de Viotti,
Felipe Libón306, la colección de Valses, Estudios y Caprichos de Andrés
305 Lázaro Bayo, D. (1924). Estudios prácticos y progresivos: para los tres primeros cursos de violín,
en relación con el método Alard. Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón
de Jesús.
306 Para saber más sobre la influencia de Viotti en Libón, véase el capítulo “1. Largo es el camino de
la enseñanza : El Conservatorio Superior de Música de Madrid y sus profesores” p. 214 del
presente trabajo. Cabe destacar de la visita de Libón a Madrid el hecho de ser uno de los primeros
que introdujo en sus conciertos lo que por aquel entonces se conocía como “sonidos flauteados”,
es decir, armónicos, lo que, en opinión de Eslava causó una gran admiración y efecto (Hilarión
Eslava, Gaceta Musical de Madrid, 29 de julio de 185, p. 4.).
Libón publica sus Treinta Caprichos para violín solo como op. 15 en 1818 en Milán y París con la
casa Ricordi (Kolnener, 1998, p. 451). Años más tarde, en 1855, Breitkopf und Härtel realiza la
edición alemana de los mismos, con una reedición posterior ca. 1896.
266
Rosquellas307, los Veintiocho ejercicios para violín de Juan Eusebio Díez, profesor de
violín en el Conservatorio de Madrid entre los años 1833 y 1868, y sucesor de Pedro
Escudero; el Método elemental y progresivo de violín de Miguel Marqués, aparecido
en 1870 editado por Romero, y los Veinte Estudios Artísticos de Concierto para
violín con acompañamiento de un segundo violín de Jesús de Monasterio, editados en
Bruselas por Schott en 1878. En fecha cercana a 1880 Luis Alonso edita en París su
Le Virtouse Moderne, Technique et Gymnastique nouvelles pour arriver à la plus
grande virtuosité sur le violon. Por otro lado, en el catálogo de Dotesio de 1890 se
puede ver así mismo mencionado un Método para violín de José María Ventura
Casas; debemos suponer ese como el año de su primera edición, ya que no se le
vuelve a mencionar en catálogos posteriores, si bien este criterio no es definitivo y no
podemos descartar que corresponda a una fecha anterior308. A éstos se pueden añadir
los Ejercicios preparatorios para el estudio del violín (1898) de Domingo Sánchez
Deyá, los Cien Ejercicios técnico-progresivos para violín (1898-9) de Andrés Gaos,
un Método para violín de Juan Manén así como los Seis Caprichos para violín solo
de Manuel Quiroga (1936-1942).
Pese a que tanto el método de Libón como el de Díez poseen en sí mismo indudable
interés, destacando el primero por su importante contenido pedagógico, con una gran
demanda técnica dada la fecha en la que fueron compuestas, no trataremos sobre
ellos ya que exceden los límites cronológicos del presente estudio al ser compuestos
en fecha anterior al periodo tratado. En el caso de la obra de Manuel Quiroga ocurre
que la fecha de edición sobrepasa los lindes temporales, pero tanto por la relevancia
de su autor, como el hecho de ser alumno de del Hierro y de poder contar con
testimonios discográficos de su manera de interpretar, que bien podríamos considerar
como heredera de su maestro y que nos pueden valer como muestra de los modos
como ejecutante de éste, constituyen razones lo suficientemente válidas como para
justificar su inclusión en el presente texto a modo de epílogo.
307 Andrés Rosquellas (1781-1827) fue un músico madrileño perteneciente a una familia muy ligada a
la Real Capilla. Consigue una plaza de viola en 1798 ocupando el puesto de Alejandro Boucher,
ascendido a su vez tras la muerte de Cayetano Brunetti (Ortega Rodríguez, 2010, Apéndice I, p.
99).
308 Casa Dotesio (1890), Catálogo de las obras publicadas por esta casa, incluso las del célebre
compositor el maestro D. Nicolás Ledesma, p. 5.
267
el de Juan Manén, son también mencionados pero no expuestos en profundidad ya
que se trata de un ámbito distinto al madrileño.
Los métodos y estudios tratados en este trabajo son aquellos vinculados de alguna
manera con el Conservatorio de Madrid y la enseñanza que allí se ejercía.
18 de enero de 1867
Queridísimo Paco:
Te recomiendo al dador, mi discípulo Marqués, que es de los de punta, para que
sin andar en repulgos ni melindres, le des colocación entre los violines 1ºos de
tu ya célebre orquesta; advirtiéndote que no te doy por ello las gracias, por ser tú
quien indudablemente se las darás por tan buena adquisición a tu siempre affmo.
Comienza el texto, tal y como viene siendo habitual, con unas láminas en donde se
refleja visualmente la postura idónea del cuerpo en la sujeción del violín (citada
como fig. 1). Destaca el hecho de que en la imagen que sirve de ejemplo para el
sostenimiento del mástil con la mano izquierda, el dibujo muestra un mástil
extremadamente corto, con lo que no se aprecia con claridad la normal distancia que
debe de haber entre la mano en primera posición y la caja del violín, resultando
confusa al parecer que el instrumento se sujeta con la parte interior de la muñeca
apoyado en la caja del violín (citada como fig. 2).
270
Ilustración 21. Mástil extremadamente corto que dificultad la comprensión de la natural
distancia entre la muñeca y la caja del instrumento así como de su sujeción en general (Marqués,
1870, p. 1) (RCSMM).
La sujeción del arco con la mano derecha, reflejada en otra imagen, resulta así mismo
poco clara. Sin embargo, las indicaciones en referencia a la sujeción del instrumento
que acompañan a las figuras en las páginas siguientes son exhaustivas:
271
Resulta interesante la recomendación que hace el autor acerca de cómo sujetar el
violín, que debe de realizarse sobre la clavícula izquierda, inclinándose un poco hacia
la derecha para que el brazo derecho no tenga que levantarse demasiado cuando se
haya de tocar sobre la cuarta cuerda. El hecho de que Marqués se detenga en indicar
la necesaria inclinación del cuerpo del instrumento, algo que suelen pasar por alto
otros métodos, previene contra costumbres, como en la primera escuela alemana
-tómese el método de Leopold Mozart como ejemplo- donde también se
recomendaba inclinar en gran medida el instrumento hacia la derecha. Sin embargo,
salvando las distancias temporales, en el caso del alemán esto se hacía para así poder
tocar sobre la cuarta cuerda ya que se recomendaba que el brazo derecho, brazo del
arco, permaneciera lo más pegado al cuerpo posible. Lejos de esta tradición, Marqués
afirma respecto al brazo derecho que el codo nunca debe de levantarse más que la
muñeca, salvo cuando se interpreta sobre la tercera o cuarta cuerdas en que se
permite levantarlo un poco, para bajarlo inmediatamente después. Alertan así mismo
Joachim y Moser (1905, vol. I, pp. 13-14) en su método de 1905 contra la antigua
posición del brazo derecho de la tradición alemana “aferrada con mentalidad estrecha
y conservadora”, recomendando que el brazo se mueva en libertad en cualquiera de
las cuatro cuerdas, siempre y cuando el codo no se levante por encima de la muñeca.
Esta tendencia de una primera escuela alemana del violín de levantar excesivamente
el hombro provocará también la reacción antagónica de los violinistas franceses y
belgas. El comportamiento del codo y su mayor o menor elevación parecen ser una
cuestión de relevancia a la hora de determinar las características de una escuela u
otra. La denominada como escuela rusa, de la que Henri Wieniaswski fue uno de los
iniciadores, si bien no por nacimiento, pues era polaco311, sino por la labor de
enseñanza que llevó a cabo en el Conservatorio de San Petersburgo, fue criticada por
muchos por una elevación excesiva del codo derecho así como por una mayor presión
sobre la vara del arco con la segunda falange del dedo índice.
El autor advierte que antes de embarcarse en el estudio de las escalas, las cuales
aborda inicialmente con Sol M en vez de Do M por considerar esta escala de mayor
facilidad, se debe de realizar previamente lo que él denomina como “ejercicio
311 Wieniawski había nacido en Lublin (Polonia) en 1835, es decir, mientras ésta estaba gobernada
por Rusia.
272
mental”. Esta reflexión previa consiste en conocer y ser consciente de la situación de
los tonos y semitonos tanto en las escalas mayores como en las menores, para así
saber de antemano la colocación y distancia entre los dedos de la mano izquierda.
Resulta curioso que Marqués no se refiera a esto como meramente un estudio previo
del solfeo, sino que llama al estudio consciente, recalcando el hecho de que es algo
que hay que tener en mente en el momento justo previo a comenzar la práctica de las
escalas (Marqués, 1870, p. 5).
Con el estudio de las escalas de Si M, Sol# m, Fa# M, Re# m, Do# M y La# m así
como sus correspondientes escalas enarmónicas (“iguales al oído (-) pero que la
notación y los dedos son distintos”) Do b M, La b m, Sol b M, Mi b m, Re b M y Si b
m, y posteriormente de los intervalos de tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima y
octava, se cierra la primera parte del método.
Con el subtítulo de Veinte estudios para perfeccionar la técnica del violín (20 Études
artistiques de Concert pour Violon avec accompagnement d’un second violon écrites
chacune sur une, ou plussieres difficultés spéciales, et formant une récapitulation des
principaux effects d l’instrument), esta obra es inicialmente publicada por la casa
Schott Frères de Bruselas en 1878312. Está dedicada a “su Alteza Real, María Isabel
de Borbón, Princesa de Asturias” y formaba parte del programa de estudios de los
Conservatorios de Madrid y Bruselas, como podemos ver en su portada y como viene
reflejado en el Anuario de 1884 de la institución belga. Este dato viene refrendado
además por los comentarios recogidos en la carta que le dirige Andrés Gaos a
Monasterio en 1895313. Así mismo, Rafael Hernando, como Presidente de la
Comisión de profesores de la Escuela Nacional de Música y Declamación de Madrid,
312 La BNE posee un ejemplar de esta obra con dedicatoria de Jesús de Monasterio “a mi ilustre
compañero D. Fco. Asenjo Barbieri, su admirado y buen amigo J. De Monasterio” con fecha y
firma de Febrero de 1879 (Signatura M/3918(1)).
274
así como Víctor de Mirecki y Rafael Pérez en labor de secretario, en informe dirigido
al director de la institución, Emilio Arrieta, declaran a este respecto:
Esta Comisión opina, en su leal saber y entender: que la notabilísima obra que
ha examinado, es de gran conveniencia para los que artísticamente se dedican al
estudio del Violín, y por lo tanto, será justísima su adopción como obra de texto
en ésta Escuela; que debe poseerla todo violinista estudioso; que es digna de
figurar en cualquier biblioteca musical; y finalmente, que por el plausible
motivo de estar dedicado tan superior trabajo al mejoramiento de la enseñanza
que su autor dirige en este centro oficial, de lo cual resultará nuevo lauro para el
cuerpo profesional de la Escuela Nacional de Música y Declamación, el Señor
de Monasterio merece, ante todo, el más cumplido pláceme de sus compañeros.
313 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545. Para un examen detallado de esta misiva
véase el apartado “1. Largo es el camino de la enseñanza : El Conservatorio Superior de Música
de Madrid y sus profesores” p. 214 del presente trabajo.
314 Pablo Martín (1886), Nuevo Gran Catálogo de la música española y extranjera, Madrid, p. 4.
315 Casa Dotesio (1901), Catálogo General de las obras de música instrumental de los fondos
editoriales de Eslava, Fuentes y Asenjo, P. Martín y de Zozaya, p. 2.
275
Ilustración 23. Anteportada de los 20 Estudios artísticos de concierto (1878) de Jesús de
Monasterio con dedicatoria manuscrita a Francisco Asenjo Barbieri en el ángulo superior
derecho (BNE).
Esta obra alcanzaría un gran éxito, como queda refrendado en las misivas
intercambiadas entre Monasterio y la Infanta María de la Paz de Borbón. En carta del
26 de Octubre de 1894 (Ribó, 1978, p. 143), ésta le pide que le envíe un ejemplar, a
lo que responde casi un mes más tarde Monasterio prometiéndole su envío (Ribó,
1958, p. 144). El 28 de febrero de 1895 Monasterio le escribe estas palabras a la
infanta:
Poco después, ese mismo año, también La Ilustración católica se hacía así mismo
eco de su aparición en el mercado:
Estos estudios están escritos a dúo con un segundo violín al modo de otras
colecciones como los Estudios en todas las posiciones de Baillot, los 3 Grandes
Estudios op. 43 de Bériot, los Estudios Brillantes op. 39 de Mazas o, en la escuela
alemana de violín, los Estudios op. 45 de David. Sin embargo, no posee este segundo
violín únicamente la labor de acompañamiento, ya que en muchas ocasiones sustituye
en la melodía al primero, alternándose entre ambos el papel principal en la obra. Así
mismo están concebidos de manera brillante por el autor de modo que faciliten la
transición entre el ejercicio puramente mecánico orientado a desarrollar la habilidad
técnica y la interpretación que implica una exigencia estética, de ahí que no resulten
de ningún modo accesibles ni recomendables a los estudiantes principiantes.
El primer estudio con el que se abre la obra, el Estudio núm. 1, estudio melódico y de
saltillo, recuerda inmediatamente al Capricho núm. 16 de Paganini. Otros autores
tratarán también este golpe de arco, dedicándole obras y ejercicios, entre los más
conocidos, el Estudio núm. 1 de L’École Moderne op. 10 de Wieniawski o el Estudio
núm. 25 de L’École du violon de Alard.
318 Crónica de la música, núm. 6, 31 de octubre de 1878, p. 4.
278
Este Estudio núm. 1 de Monasterio posee dos partes claramente diferenciadas. La
primera posee ese carácter melódico que especifica el título. Debe interpretarse en
cantabile y está acompañada por el segundo violín en pizzicato. En su segunda parte
aparece el saltillo o sautillé en la parte que interpreta el segundo violín, adoptando
esta vez el primero el rol de acompañante. Este sautillé debe de ejecutarse
manteniendo el control del arco pese al aumento en la velocidad -piu mosso- y sin
perjuicio de la línea melódica a pesar de las notas de adorno y extensiones de la mano
izquierda, entre otras dificultades técnicas con las que el intérprete debe enfrentarse.
Las indicaciones de dinámica son un ejemplo de la preocupación de Monasterio por
dotar a la obra de carácter musical y alejarlo de la aridez de ciertos estudios técnicos.
El rango dinámico abarca desde el fortissimo hasta el pianissimo, así como aparecen
crescendo y diminuendo, entre otras. Resulta innegable la belleza de la melodía, que
propició su adaptación para orquesta, tal y como Gevaert explica en el prólogo a la
obra, siendo numerosas veces interpretada en los programas de concierto con el título
de Estudio de Concierto por la Sociedad de Conciertos. De hecho, la belleza de
algunos de los otros estudios, como el Estudio núm. 15 sobre la cuarta cuerda en
estilo andaluz y el núm. 13, de dobles cuerdas ininterrumpidas, así mismo son
resaltados como merecedores de ser interpretados en conciertos públicos o de
constituir piezas de concierto, con la sola sustitución de la parte correspondiente al
segundo violín por un acompañamiento de piano. Mateu, en la edición revisada por
él, destaca “el amplio desarrollo de los aspectos técnicos, los planteamientos de
forma y su refinada armonía -que justifican el calificativo Artísticos de Concierto”
(Monasterio, 2002, p. 4).
Monasterio vuelve a tratar los golpes de arco saltados en sus Estudios núm. 4 y 5,
dedicados a los arpegios saltados en tres y cuatro cuerdas respectivamente. El golpe
de arco a utilizar es el ricochet. En ambos estudios la melodía le corresponde al
segundo violín -cantabile con un pizzicato intercalado- mientras el primero realiza
arpegios de acompañamiento en ricochet a lo largo de toda la obra. Estos arpegios
van recorriendo las tres o cuatro cuerdas en cada caso en un intento claro de marcar
la práctica de los mismos tanto en arco arriba como en arco abajo. Respecto al núm.
5, Mateu recomienda practicar los arpegios tanto como bloques de acordes como
dobles cuerdas con la idea clara de mejorar la afinación y agilizar la preparación de
los dedos de la mano izquierda. Un estudio previo del Estudio núm. 19 de los 24
Estudios y caprichos op. 35 de Dont, dedicado así mismo al ricochet en una gran
variedad de arpegios, supondría en este caso una buen preparación tanto para la
afinación como para el control del arco -especialmente arco arriba- antes de
enfrentarse con este estudio de Monasterio, de mayor dificultad técnica.
Monasterio continúa con el ejercicio de los golpes de arco con el Estudio núm. 6,
dedicado al “picado ceñido y volante”, es decir, al staccato serré y staccato volante,
y el Estudio núm. 9 para el staccato ricochet. El Estudio núm. 6 destaca por la
variedad de combinaciones de staccato que ofrece, desde una posibilidad más pegada
a la cuerda -serré o ceñido a la cuerda- hasta un staccato volante, que abandona
momentáneamente la cuerda para su ejecución; así mismo éste se presenta en
numerosas posibilidades: arco arriba y arco abajo, diferentes ritmos, dobles cuerdas,
distribuciones desiguales del arco y diferentes bariolages entre otros. Especialmente
280
interesante es el fragmento que a partir del compás 33 alterna en el primer violín la
interpretación sobre la tercera y la cuarta cuerda. La influencia de estudios como el
Capricho núm. 7 de Rode, en donde el staccato es empleado bajo una gran variedad
de matices de carácter, así como el Estudio núm. 4 del op. 10 de Wieniawski, resulta
clara en este caso.
El Estudio núm. 2, del cambio continuo de cuerdas, donde nunca dos notas
consecutivas deben ejecutarse en una misma cuerda -con la excepción de las dos
notas finales-, es citado por M. Gevaert en el prólogo del texto como verdadera obra
de arte y de paciencia. El cambio continuo de cuerdas fue extensamente tratado por
los miembros de la escuela franco-belga: Kreutzer le dedica dos de sus estudios (los
núm. 14 y 29), Alard su Estudio núm. 16 y Dont el núm. 3 de su op.37, por citar
algunos.
En este caso la dificultad cae plenamente sobre el primer violín, quien debe de
hacerse con una digitación muy meditada para conseguir interpretar las seis notas que
comprenden cada una de las ligaduras sin hacer notar los cambios de posición, que
deben de interpretarse suaves y sin pérdida del tempo así como tratando de mantener
el cantabile en todo momento.
El Estudio núm. 13 trata así mismo de las dobles cuerdas pero en este caso
interrumpidas, con lo que su objetivo principal, tal y como se desprende de las
indicaciones iniciales de Monasterio, es el de “no interrumpir el canto al ejecutar las
notas sueltas que le sirven de acompañamiento”. De nuevo es también la
sincronización del primer y segundo violín un elemento fundamental del estudio,
dificultada por la alternancia de notas y silencios, especialmente cuando este último
dobla la melodía principal en terceras.
El Estudio núm. 14 trata las octavas en dobles cuerdas quebradas, elemento que
facilita su correcta afinación cuando éstas son interpretadas en dobles cuerdas
simultáneas. Estas octavas aparecen a lo largo de la parte del primer violín, siendo el
segundo violín relegado a ejecutar una melodía de acompañamiento. Para dotarlas de
sentido musical, Monasterio incluye golpes de arco como el detaché, martelé o
spiccato, que deben interpretarse sin perder el sentido lírico de la obra incluso en los
pasajes más difíciles cuando aparecen intervalos de décimosexta así como octavas
cromáticas. Monasterio no realiza indicaciones sobre la digitación a utilizar salvo en
alguna ocasión cuando sugiere el uso del cuarto dedo para la nota superior cuando la
nota inferior es pisada, estableciendo uno de los dos modos en que se pueden ejecutar
las octavas, e indicando el segundo dedo cuando la nota inferior es en cuerda al aire.
No existe sugerencia ni mención alguna acerca de otra posibilidad de interpretar las
octavas: utilizando el primer y el tercer dedo en alternancia con el primero y cuarto,
modo en como se evita la tensión propia del movimiento de la mano izquierda en
bloque. Este último sistema resulta muy adecuado para la interpretación de estudios
dedicados a la práctica de las octavas, como el Estudio núm. 23 de Kreutzer319.
319 La edición utilizada de los Estudios de Kreutzer para el presente trabajo es la publicada en París
en 1805 por el Magasin de musique dirigé par Cherubini, Mahul, Kreutzer, Rode, Isouard et
Boieldieu por ser la más reciente a la fecha de su primera edición que ha llegado a mis manos. No
hay que olvidar que las primeras ediciones de esta obra (ca. 1769) estaban compuestas por 40
estudios y no 42, generando un debate en el que algunos investigadores, como Benjamin Cutter,
no dudan en afirmar que los núms. 13 y 24 fueron añadidos por un revisor francés posterior, por lo
que la numeración de los mismos puede verse modificada según las ediciones (Stolba, 1979, p.
244).
282
El Estudio núm. 19 aborda especialmente la práctica de los acordes pero también el
de las dobles cuerdas de variada interválica. Ambos violines, tanto el primero como
el segundo deben enfrentarse a similares dificultades, entre las que destaca, como
elemento más llamativo, la alternancia de su ejecución con el arco y en pizzicato.
Posee un carácter de Marcha, presentado con un ritmo punteado en la célula
melódica que comprende los dos primeros compases, así como un pasaje Resoluto al
talón y fortissimo para finalizar con dobles cuerdas y acordes con el arco inicialmente
ceñido (serré) y después saltado (sautillé). El estudio de las posibilidades polifónicas
del instrumento ya había ido tratado por Paganini en varios de sus caprichos, en
concreto el 4, 7, 9 y 22, que Monasterio probablemente toma como modelo.
El Estudio núm. 20 vuelve a tratar las dobles cuerdas en diversas variantes: unísonos,
décimas, séptimas disminuidas, así como el trémolo de orquesta, y de nuevo la
referencia a Paganini es evidente (Caprichos 4, 20, 23 y 24), si bien es un aspecto
técnico muy tratado por los principales métodos de violín: Baillot (Estudio núm. 23
de L’Art du violon), Alard (Estudio núm. 27) o Wieniawki (Estudios núm. 1, 5 y 8 de
sus Estudios o Caprichos op. 18) ya que forma parte fundamental de la técnica del
instrumento. Si el violín primero comienza con la interpretación de notas al unísono,
éstas pronto devienen en décimas en dobles cuerdas para, más tarde mostrar ambas
en forma quebrada, siendo éste el mejor modo de comprobar y practicar su afinación.
Las séptimas disminuidas aparecen a modo de puente de unión entre las partes que
componen esta obra. El trémolo de orquesta viene presentado tanto como trémolo
serré, es decir, ceñido a la cuerda, y trémolo sautillé, es decir, saltado, en relación
con la dinámica, indicando su ejecución saltado “sobre el mástil” en los casos de
pianissimo y ceñido en los crescendi y fortissimo.
Los estudios dedicados al trémolo son los núm. 7, 8 y 12 (como hemos visto, el núm.
20 aborda, entre otras materias, el trémolo de orquesta). El Estudio núm. 7, dedicado
al trémolo de dos notas, deja toda la dificultad de ejecución al primer violín, mientras
el segundo se limita a realizar un sencillo y discreto acompañamiento. La dificultad
reside en el control del arco, cuyos golpes deben de mantener la uniformidad tanto en
arco arriba como en arco abajo.
El Estudio núm. 8 viene a ser la continuación natural del anterior, si bien ahora el
control del arco se debe de realizar sobre grupos de tres notas. El trémolo de la mano
283
izquierda es abordado en el Estudio núm. 12, el cual resulta inevitable relacionar con
el Estudio núm. 19 Con moto de Bériot, en donde así mismo se debe aplicar el trino
en intervalos diferentes. Para Bériot (1857, p. 144)el trino de la mano izquierda,
denominado tremolo coulé o trémolo ligado resulta uno de los recursos más
enriquecedores de la técnica violinística, ya que nos permite escuchar una armonía de
tres sonidos simultáneos. Otra referencia importante en este aspecto es el Capricho
núm. 6 de Paganini. En el de Monasterio, el primer violín debe de interpretar una
melodía a la que acompañar con la ejecución a su vez de un pasaje en trémolo,
especialmente en intervalos de tercera, cuarta y quinta, desarrollando la flexibilidad
de los dedos de la mano izquierda y su relajación, aspectos esenciales a la hora de
obtener la igualdad rítmica. Por su parte, el segundo violín también realiza una labor
de acompañamiento, bien sea doblando la melodía principal, bien mediante la
ejecución en pizzicato. Monasterio recalca la importancia de mantener y no perder la
melodía con la indicación inicial de ben marcato il canto.
Otro estudio que resulta también excelente para desarrollar la agilidad de la mano
izquierda es el Estudio núm. 11, dedicado al movimiento continuo. En éste la mayor
dificultad reside en la correcta coordinación entre la mano izquierda y el arco, con lo
que sería recomendable su estudio previo con ritmos picados.
284
El Estudio núm. 16 está dedicado a los trinos y las notas de adorno, apareciendo los
primeros en diferentes variedades: en dobles cuerdas, en octavas, en sonidos
armónicos o en escalas cromáticas. Por otra parte, además de los trinos, surgen otros
como acciaccaturas o appoggiaturas. Kreutzer dedica ocho de sus 42 Estudios o
Caprichos de Kreutzer a los trinos, entre los cuales destaca el núm. 15 ya que, al
igual que el de Monasterio, aúna tanto la práctica de los trinos como de las notas de
adorno. Sin embargo, Monasterio resulta más eficaz cuando es capaz de aunar
multitud de variedades de trinos y notas de adorno en un solo estudio dotándole
además de un logrado sentido musical. Otro estudio al que merece la pena mencionar
en este aspecto es el núm. 6 de los 24 Estudios y Caprichos de Dont.
Respecto a los sonidos armónicos, éstos son tratados por Monasterio en el Estudio
núm. 17 tanto en su variedad natural como artificial y de dobles armónicos,
inicialmente de una manera más simple para ir ganando en complejidad según avanza
la obra. Pese a que los armónicos simples ya habían sido empleados por Mondonville
y Ferrari, la gran referencia en cuanto al uso de los armónicos en todas sus variedades
es Paganini con obras como la 3ª variación sobre un tema de Weigl. Pese a la opinión
reticente de algunos de los miembros de la escuela franco-belga a su uso, Mazas
dedica la parte final de su Méthode (1830) a los sonidos armónicos simples y dobles
convirtiéndose, junto con Guhr, en una referencia tan importante en el estudio de los
armónicos320 que el propio Baillot (1834, p. 404) recomienda recurrir a él para su
estudio detallado pese a haber alertado en su método del abuso de técnicas como los
sonidos armónicos en las dobles cuerdas por el riesgo de que la interpretación caiga
en un exceso de virtuosismo en detrimento de la musicalidad de la obra. Por su parte,
Alard en L'École du violon (1844) únicamente dedica su Estudio núm. 25 a los
sonidos armónicos y el pizzicato de la mano izquierda. Bériot, gran representante de
la escuela belga de violín y profesor de Monasterio en Bruselas, quien aunaría la
elegancia y dominio del arco parisinas con los recursos violinísticos paganinianos,
trata sin embargo los sonidos armónicos de manera aséptica en su Méthode du violon
(1857).
En los estudios de Monasterio vemos una gran influencia de los de Alard, si bien los
supera en complejidad; no olvidemos que los del español están orientados a
estudiantes de cursos avanzados. Son obvias así mismo las referencias a otras
colecciones de estudios anteriores, como los estudios de Kreutzer que, si bien doblan
en número a los de Monasterio, comparten con él el sentido no progresivo sino
técnico en la disposición de las dificultades. Además, coinciden en la preocupación
por restar aridez al estudio dotando a éstos de un sentido musical, pese a que a los
estudios de Kreutzer no podamos llegar a calificarlos como “de concierto”. El mejor
ejemplo de este propósito lo encontramos en el Estudio núm. 1 de Monasterio, el
cual, como hemos reseñado, llegó a adaptarse para orquesta formando parte del
repertorio de los programas de la Sociedad de Conciertos. En el catálogo de
dificultades técnicas, ambos presentan estudios para la práctica de aspectos como
dobles cuerdas, staccato y trinos, entre otras, sin embargo, Kreutzer pasa por alto
algunos otros que sí refleja Monasterio, como son los sonidos armónicos, en la cuarta
cuerda y el ricochet. Además, Monasterio resulta más creativo a la hora de presentar
cada una de las dificultades técnicas, exhibiendo una variedad absoluta de éstas en
cada uno de los estudios, llenos de posibilidades. Los estudios de Kreutzer
generalmente se concentran en un aspecto técnico en particular, a diferencia de los 24
Etudes and Caprices op. 35 de Dont -más virtuoso y menos pedagogo que éste-, en
donde se tratan varios aspectos en la misma obra y que, en este sentido y en su mayor
musicalidad, estarían más cerca de los de Monasterio. Mucho más virtuosos que los
de Kreutzer, Dont o Alard, y merecedores, como se ha venido diciendo, de ser
interpretados en conciertos públicos, los Veinte estudios de Monasterio estarían más
cerca de otros estudios de concierto como el Capricho op. 1 de Paganini, la École-
Moderne op. 10 o los Études-Caprice op. 18 de Wieniawski.
286
corpus de libros de texto de nivel avanzado y de perfeccionamiento en cualquier
conservatorio y escuela superior de música.
Nacido en Málaga en 1855, Luis Alonso comienza sus estudios de violín con Regino
Martínez en la Escuela de Música de la Sociedad Filarmónica de Málaga, que
posteriormente, en 1880, tomaría el nombre de Conservatorio María Cristina. Gracias
a sus dotes, continuaría su formación en el Conservatorio de París y, posteriormente,
en el de Bruselas, donde conseguiría el Premio extraordinario de violín en 1885
(DMEH, 1999, vol. I, pp. 378-379).
Este texto de Alonso, cuyo título completo dice así: Le Virtuose Moderne. Technique
et Gymnastique nouvelles pour arriver à la plus grande virtuosité sur le violon.
Méthode spéciale pour l’archet, pour le 4ème, 3ème, 2ème et 1er doights de la main
gauche avec une suite de préludes Allegros, Cadences et variations, está editado en
París por Ch. Nicosias y en Bruselas por R. Paternotte Gaucheron en fecha cercana a
1880 y está dedicado “al exmo. Señor Conde de Morphy”. Su importancia, entre
otras razones, pese a no estar directamente vinculado al conservatorio de Madrid,
radica en su adopción como método oficial por numerosos conservatorios europeos,
entre ellos el de Málaga a partir de 1897 (Martín Moreno, 1985, p. 345). En la
biblioteca del Conservatorio Superior de Música de Málaga se puede encontrar un
ejemplar de este método.
El de Alonso forma parte de los denominados como grandes métodos, textos extensos
en donde se distinguen claramente una parte teórica y una práctica, y posee una
orientación hacia intérpretes con un nivel técnico avanzado.
El autor comienza su método con una parte teórica a la que seguirá una parte
eminentemente práctica en donde se suceden los ejercicios con escasa profusión de
explicaciones.
Comienza éste realizando un resumen de los orígenes del arco y de los instrumentos
de cuerda, aspecto del que, afirma, “muy pocos historiadores se han ocupado” y “la
mayor parte de los músicos contemporáneos han abandonado este género de trabajo
interesante y útil y un gran número de los violinistas ignoran el origen e historia de
este pequeño instrumento diabólico que denominamos “violín” (Alonso, ca. 1880, p.
I).
Respecto al origen y evolución del arco, Alonso nos lleva desde el instrumento
primitivo de la India denominado ravanastron, 5.000 años antes de la era cristiana, tal
y como reza en la portada, por el keimantah y rebab de los árabes, sin dejar de
mencionar instrumentos de los turcos, egipcios y antiguos griegos. En seguida da un
salto en el tiempo y, tras hacer ligeras menciones al siglo IX, XV, pasa directamente a
1600 añadiendo una lámina donde aparecen varios modelos de arcos: Castrovillari
288
1660, Bassani 1680, Mersenne 1620, Kircher 1640, Corelli 1700, Cramer 1770,
Tartini 1740 y Viotti 1790. Para finalizar menta a Tourte y Wuillaume [sic].
Las explicaciones al origen del instrumento son mucho más breves, tras una escasa
referencia a Matheson termina mencionando a Stradivari, Wagnerius [sic] así como
“todos los alumnos de la escuela italiana” y Steiner y “todos los alumnos de la
escuela francesa”. La manera en como relaciona al constructor de violines alemán
con la escuela francesa da que pensar si Alonso no cae en el error de pensar que
Steiner pertenezca a ésta.
Esta obra está dirigida a aquellos estudiantes de un nivel avanzado, como podemos
deducir de la dificultad de los ejercicios propuestos y de la escasez de consejos
técnicos que se aportan en la parte teórica inicial del texto, que tras resumir la historia
del arco y el violín, pasa directamente a explicar aspectos como el vibrato o el
portamento. Éstos, además, son abordados sin ahondar en demasiadas explicaciones
siendo éstas someras o incluso algo confusas, como en el caso del staccato volante,
donde llega a afirmar:
Algunos de los aspectos tratados en la primera parte teórica son expuestos por el
autor de manera en ocasiones confusa y en ocasiones gratuita, en el sentido de que se
trata de observaciones obvias que no se hallan justificadas dentro de un texto
formativo progresivo orientado a un estudiante de cierto nivel. El criterio en el que se
han incluido apreciaciones sobre unos temas mientras de algunos otros no se dice una
sola palabra, así como el orden en el que se hallan expuestas hace que las
289
expectativas creadas al iniciar el análisis del método, cuando encontramos ese
resumen de la historia del arco y del violín que, si bien resulta algo somero no deja de
ser original respecto a otros tratados de la época, no se vean cumplidas. Podemos
tomar esta parte teórica como introductoria, entendiendo que el verdadero método,
por el cual debemos juzgar la obra de Alonso comienza unas páginas adelante con su
parte práctica que él separa elegantemente con el epígrafe “Técnica del violín”.
A la dedicatoria inicial al Conde de Morphy que aparecía en las primeras páginas del
texto, Alonso ha querido añadir a cada uno de estos ejercicios una dedicatoria a
alumnos, violinistas y profesores de violín en diversas instituciones amigos del autor,
entre los que destacamos la dirigida “A mi amigo Hierro, concertista de Cádiz” en
referencia a José del Hierro, a Massart (por aquel entonces profesor de violín en el
Conservatorio de París) como “eminente profesor de Lieja” y a Krickboom [sic],
“virtuoso violinista diplomado por el Conservatorio de Bruselas” que después se
convertiría también en eminente y conocido pedagogo.
291
Ilustración 24. Sujeción defectuosa del mástil del violín (Alonso, ca. 1880, p. VI) (BNF).
Otra posición que denomina como “menos defectuosa” muestra un meñique más
redondeado. La tercera, “al estilo de Paganini”, que Alonso identifica como “posición
correcta”, sugiere un cuarto dedo -meñique- redondeado y cayendo en vertical sobre
la cuerda, en este caso la cuarta cuerda, lo que obliga a sacar hacia afuera ligeramente
el codo.
Ilustración 25. Sujeción “menos defectuosa” del mástil del violín (Alonso, ca. 1880, p. VII)
(BNF).
292
Ilustración 26. Sujeción correcta “a la Paganini” del mástil del violín (Alonso, ca. 1880, p. VII)
(BNF)
Otras imágenes hacen referencia a la sujeción correcta del arco, con el dedo gordo
redondeado y el dedo meñique más o menos estirado según el arco se pose sobre la
cuarta o la primera cuerda para, de este modo, ejercer una labor de contrapeso en
donde el contacto de las cerdas con la cuerda constituye el punto de apoyo y el peso
se controla mediante el equilibrio del dedo meñique y el índice (Alonso, ca. 1880. pp.
VI-IX). Sobre esto Alonso ofrece una serie de ejercicios que se deben de ejecutar en
los dos extremos del arco, talón y punta con el objetivo de obtener una gran
flexibilidad y fuerza en la muñeca así como igualdad constante al pasar el arco. El
autor explica en un párrafo denominado “Sobre la importancia del meñique de la
mano derecha” el valor de este dedo a la hora de tocar en distintas partes del arco,
estirándose para pasar a una cuerda superior o curvándose para alcanzar una cuerda
inferior; todo movimiento ajeno a esto provocaría la intervención del brazo, algo que
siempre hay que evitar (Alonso, ca. 1880, p. V).
293
2.5.4. Tipos de vibrato y portamento
Alonso aporta así mismo indicaciones sobre cómo ejecutar dos elementos asociados
al canto, como son el vibrato y el portamento [port de voix]. Distingue cuatro tipos
de vibrato: el de dedos, de muñeca (como especie de balanceo de la mano), el vibrato
nervioso (proveniente del brazo izquierdo) por atracción o simpatía y el vibrato de
arco. Si bien califica el vibrato como un recurso “de importancia capital en un
virtuoso”, al pasar a explicar cada uno de ellos ninguno parece satisfacerle
plenamente: el de dedos, ejecutado con un dedo junto al que se coloca otro en
simulacro de trino pero sin llegar a tocar la cuerda, sino moviéndolo de manera
vertical, afirma que resulta primitivo y ya únicamente lo utilizan los intérpretes
italianos. Sin embargo, éste, al ejecutarse sin abandonar la cuerda posee varias
ventajas: como no se desplaza el dedo en dirección horizontal, no se producen
desafinaciones y la claridad en los movimientos cromáticos y la ejecución de trinos
es mayor, por otra parte, se ejercitan los dedos y se procura la independencia de las
manos, al tratarse de movimientos diferentes: horizontal en la derecha y vertical en la
izquierda.
Del vibrato de muñeca afirma que resulta lento y “produce un efecto como de
temblor similar al que interpretan los cantantes callejeros”. Por otro lado califica el
de brazo como “insoportable” por lo nervioso, y lo compara a un falso trino
cromático y “en una sala grande de conciertos sería difícil distinguir la nota que se
vibra, que rompen el oído cuando el violinista toca en el registro agudo, sobre todo en
dobles cuerdas, no pudiendo esperar para ver el llegar el final del pasaje”. El vibrato
que él denomina “por simpatía o atracción” parece ser, junto con el de arco, el único
que no admite queja, calificando su sonido de “dulce, perlado, maravilloso, pero que
no se puede utilizar sino en una nota doblada por una cuerda al aire o sobre un sonido
armónico realizando una octava”. Finalmente, el vibrato de arco es calificado como
“elegante”, si bien “se utiliza poco ya que apenas se escucha” (Alonso, ca. 1880, p.
IV).
Así que, siendo como señala el autor una cuestión de gran importancia para un
virtuoso, finalmente no queda claro cuál debe de ser el tipo de vibrato óptimo ni en
qué circunstancias se debe de utilizar cada uno. Generalmente, en la elección del tipo
de vibrato, intervienen factores como el carácter del pasaje que se está interpretando
294
y las preferencias personales del intérprete. Al igual que Alonso, los partidarios del
vibrato de antebrazo tienen al de mano como en exceso lento y blando, mientras que
los partidarios del de mano critican al de antebrazo como demasiado tenso, lo que
genera rigidez.
Sobre el modo de interpretar dos notas iguales repetidas ligadas en un solo arco el
autor advierte de no romper la ligadura y realizarlas en arcos diferentes, sino
interpretar la primera con un dedo y la siguiente -la repetida- con otro dedo, es decir,
variar la digitación para así separar ambas notas al oído.
Finaliza esta parte teórica con una última aclaración en donde recomienda, como
suele ser habitual, el estudio de las escalas como base fundamental a través de la cual
“muchos alumnos han llegado a obtener un importante grado de virtuosismo”
(Alonso, ca. 1880, p. V).
En 1874 nace en La Coruña Andrés Gaos Berea. Su tío, Canuto Berea Rodríguez
(1836-1891), músico, compositor y editor, regentaba un almacén de música que
pronto se convirtió en uno de los más importantes de Galicia, abriendo sucursales en
295
otras ciudades de la provincia321. Sin duda influido por un ambiente favorable,
Andrés Gaos comienza sus estudios musicales en su ciudad natal de La Coruña con
Eduardo Dorado en la Academia Quílez, viniéndolos a completar en el seno del
conservatorio madrileño junto a Jesús de Monasterio entre los años 1886-1888,
donde consigue el primer premio de violín con tan solo 13 años de edad. Del Gaos
niño dijo Urrutia tras oírle tocar: “Es un talento musical de primer orden: imposible
pedir más, y llegar a tanto constituye un privilegio”322. Con Monasterio le unirá una
relación que se prolongará cuando Gaos viaje primero a París y después a Bruselas
para perfeccionarse323.
En el conservatorio parisino Andrés Gaos recibirá clases de Charles Dancla,
trasladándose después a la capital belga para continuar su formación junto a Ysaÿe.
Es en esta última institución donde obtendrá una medalla a los 19 años.
violencia, sin sensible esfuerzo, con mucha naturalidad (Iglesias de Souza, 1984, p. 75).
321 Para más información sobre la figura de Canuto Berea Rodríguez, véase el artículo de López
Cobas, L. (2010) “El comercio musical en Galicia durante la segunda mitad del siglo XIX: Canuto
Berea Rodríguez (1836-1891)” publicado en la Revista de Musicología (vol. 33, núm. 1/2, pp.
505-525), en donde la autora, basándose en gran medida en el Archivo Berea (sito en la Biblioteca
de la Diputación Provincial de La Coruña), da cuenta de la dinámica y redes comerciales de
instrumentos y partituras, trazando un interesante panorama de la cultura musical gallega de la
segunda mitad del siglo XIX. Otros textos de referencia son los de Xoan Carreira “Sebastián
Canuto Berea Ximeno y la Sociedad Musical Coruñesa (La familia Berea I)”, Nassarre. Revista
Aragonesa de Musicología (1986, vol. II, núm. 2, pp. 11-55) y “Canuto Berea y Cía., la editorial
del Teatro Lírico Español anterior al siglo XIX” en Recerca Musicológica (1991-1992, vol. XI-
XII, pp. 489-491).
322 Enciclopedia musical, 30 de septiembre de 1885, n.º 21, p. 163.
323 Muestra de esta amistad es una carta donde Gaos le relata a Monasterio su encuentro con Ysaÿe y
la apreciación que éste muestra por el cántabro. Para su consulta la hemos incluído en el apartado
de “Apéndices”.
296
Gaos compaginará durante los siguientes años un desarrollo profesional como
intérprete con la labor pedagógica primero en en Conservatorio de Buenos Aires y
posteriormente en Montevideo, donde crearía su propio conservatorio. A una intensa
actividad concertística y su asentamiento en Francia, le siguió su vuelta a Buenos
Aires como inspector de música de enseñanza primaria para a continuación cesar de
dicho cargo tras las críticas por su inexperiencia.
Entre sus obras para violín destaca su Sonata para violín y piano (1916), donde se
percibe una clara influencia de la Sonata en La M de César Franck, y sus Cien
ejercicios técnicos progresivos para violín (1899).
Los Cien ejercicios técnicos progresivos para violín, editados en Buenos Aires en
1899324, cuando Gaos tan solo contaba con 25 años, no forman parte del género de
estudios de concierto como sucedía con los Veinte estudios de Monasterio. Los Cien
ejercicios de Gaos carecen de valor musical en su sentido artístico, así como de
introducción y explicaciones previas a cada uno de los ejercicios, constituyendo una
obra eminentemente práctica que se engloba en el grupo de textos puramente
técnicos, de carácter elemental y de iniciación, en línea con otras como la School of
Violin Technique op. 1 (1881) de Otakar Sevcik. Esta falta de indicaciones textuales
sobreentiende la labor de un profesor, por lo que viene a funcionar como obra de
apoyo a la didáctica del instrumento. Bien estructurado, es patente su carácter
progresivo, donde las distintas dificultades se van presentando paulatinamente en
dificultad creciente. Así, partiendo de ejercicios con las cuerdas al aire, va
324 En fechas coincidentes con la elaboración de este texto, octubre de 2017, se acaba de presentar el
Fondo Andrés Gaos Berea, donado por su hijo Andrés Gaos Guillochón. Dicho fondo, cuya
consulta a día de hoy no resulta posible, se encontraba guardado por la familia en Argentina y será
custodiado en adelante por la Universidad de Santiago de Compostela. Éste está compuesto por
partituras y composiciones, algunas manuscritas e inéditas, diversa correspondencia, programas de
mano y recortes de prensa conteniendo críticas de conciertos del violinista gallego, fotografías,
dos de sus violines y varios discos donde éste aparece tocando el piano. Resulta de lamentar que
estos últimos no incluyan algún registro de Gaos como intérprete de violín, a través del análisis de
las cuales pudiéramos determinar sus características como intérprete de este instrumento. Así
mismo, este fondo aporta dos violines que pertenecieron al maestro: uno de ellos de 1928 y el otro
de finales del siglo XVIII. Éstos vienen a unirse a otros dos que también le pertenecieron y que se
encuentran actualmente en La Coruña: uno de Alcide Gavatelli (Bergamo 07-01-1874) y el otro
de Emmanuel Moor (1863-1931).
297
introduciendo, ejercicio tras ejercicio, la posición de cada uno de los dedos sobre la
cuerda para a continuación tratar otros aspectos como los intervalos hasta llegar a las
octavas quebradas (ej. 27). El tratamiento es, por lo general, por grados conjuntos,
esbozándose el estudio de escalas -que como tales no aparecen en el texto salvo en
los dos ejercicios finales- en forma de fragmentos ascendentes y descendentes tanto
en forma de notas naturales como de escala cromática (ejs. 27-33). Los dos ejercicios
mencionados propuestos en la obra en último lugar (ejs. 99 y 100) que Gaos titula
como “Doigtée de Eugenio Isaye para las escalas” [sic] muestran una propuesta de
digitación para aplicar en la interpretación y estudio de las escalas tal y como lo haría
Ysaÿe según el criterio de Gaos.
Ilustración 27. Propuesta de digitación de Ysaye para la realización de las escalas de tres octavas
en tonos mayores y menores (Gaos, 1898-9, p. 42) (Universidade de Santiago de Compostela).
Sin embargo, salvo algunas excepciones, como obra didáctica posee ésta un interés
limitado desde un punto de vista técnico, ya que no ofrece soluciones novedosas a los
retos técnicos más básicos y clásicos, limitándose a ofrecer un medio de ejercitación
-muy especialmente de la mano izquierda- con muy poco o un casi escaso
protagonismo del arco salvo en algunos fragmentos en donde aparecen alternancias
de cambios de cuerda y distintas combinaciones de ligaduras donde se exige el
mantenimiento del legato y la huida de los cambios bruscos que interrumpan el
sonido (ejs. 42-45). Pese a ello, la única indicación relativa al arco, aparte de los
298
consabidos signos de arco arriba y arco abajo, se limita a un “empléese medio arco en
cada nota” (ej. 34).
La reiteración de las mismas fórmulas rítmicas hacen que los ejercicios propuestos se
conviertan en un “gimnasio” de la mano izquierda. Así, con el objeto de ejercitar los
dedos de esta mano, en el ejercicio núm. 46 pasa de las ligaduras en corcheas de 4 en
4 y de 8 en 8 de ejercicios anteriores a la interpretación en semicorcheas de 8 en 8 y
16 en 16 en intervalos de segunda, lo que, por otro lado, puede constituir un ejercicio
preparatorio para el trino, así como de fortalecimiento y control de los dedos, y
repartición del arco.
Hemos analizado algunas de las obras más relevantes de la didáctica española para el
violín de la época siempre y cuando éstas o sus autores están relacionados con la
enseñanza del instrumento en el ámbito del Conservatorio de Madrid. Es por ello que
no hemos profundizado en el estudio de los 30 Caprichos para violín de Felipe Libón
(1822) o los 28 Ejercicios para violín de Juan Díez, cuya fecha de edición excede los
límites de este estudio. En el caso de otras obras como los Ejercicios progresivos y
escalas (1898) de Domingo Sánchez Deyá, y los métodos de violín de Juan Manén y
Enrique Ainaud las razones han sido puramente geográficas. Estando estos autores
vinculados al ámbito catalán, sobrepasan por lo tanto el alcance del presente trabajo
limitado al ámbito de Madrid y su conservatorio.
299
De este modo, podemos considerar el Método elemental y progresivo de violín de
Miguel Marqués (1870) como perteneciente al grupo de aquellas obras editadas con
el fin de facilitar los primeros pasos en el estudio del instrumento partiendo de unos
principios básicos que progresivamente van ampliando su dificultad pero sin alcanzar
grandes exigencias técnicas. Herederos de la escuela franco-belga, estos métodos
elementales tienen sus orígenes en los métodos de enseñanza elemental musical
únicos para todo el país según el ejemplo del proyecto de normalización de la lengua
francesa y la supresión de los idiomas regionales impuesto por la Revolución
francesa. Como ejemplo podemos tomar el famoso Méthode élémentaire et
progressive op. 52 (ca. 1860) de Charles Dancla o el menos conocido Méthode
élémentaire et progressive de violon contenant l’Abrégé des principes de musique,
une théorie nouvelle pour l’archet, des Gammes et études propres à former
l’intonation des élèves, à les familiariser avec les distances difficiles sur le violon, et
à leur faciliter le mécanisme de l’archet, un choix d’airs nouveaux tirés des opéras
de Bellini ; Meyerbeer, Rossini, avec accompt d’un second violon ad-lib. Composée
et dédiée à son Cousin L. Fontaine, ex-artiste de l’Op. Comique de A. Fontaine,
editado en París en 1837 por Meissonnier.
Así mismo dedicado al intérprete que se inicia en el manejo del instrumento están los
Cien ejercicios técnicos-progresivos para violín de Andrés Gaos (1898-1899), si bien
éstos no constituyen en sí mismos sino un compendio de ejercicios de nivel básico,
adoleciendo de cualquier explicación técnica previa.
Mucho más ambicioso resulta Le Virtuose Moderne de Luis Alonso (1880). Tal y
como su título indica, se trata de un método completo, gran método, en el sentido de
que posee una parte teórica y otra práctica claramente diferenciadas, extenso y con
clara vocación didáctica orientado a altos niveles técnicos de enseñanza. En su
segunda parte, eminentemente práctica, Alonso introduce una serie de ejercicios cada
uno de ellos encaminado al dominio de una dificultad técnica concreta, con lo que si
aisláramos esta segunda parte del resto del método, podríamos llegar a considerarla
como una colección de estudios en sí misma. La especificidad de cada estudio hacia
un determinado aspecto técnico es una de las características de otra de las obras
analizadas, los Veinte estudios de concierto de Jesús de Monasterio (1877). Tanto por
la variedad en que éstos son expuestos como por el valor musical de cada estudio,
podemos considerar, cada una de las obras que lo componen, tal y como indica su
300
nombre, como susceptibles de ser interpretadas y formar parte del repertorio de
concierto. Los Veinte estudios de Monasterio poseen, por lo tanto, una funcionalidad
ambivalente en su uso tanto pedagógico como interpretativo. Por otro lado, tanto por
su dificultad como por la ausencia de extensas explicaciones e indicaciones técnicas,
la obra de Monasterio está indudablemente orientada a intérpretes con un gran
dominio técnico.
Cuando fui a Madrid tenía 11 años. Mi maestro allí fue Hierro. No quise ir al
Conservatorio, porque hubiera sido una primada. Puede V. decir que el
Conservatorio es una nulidad, y que allí existen profesores de cosas que no
saben, salvo rarísimas excepciones326.
325 Para más información sobre la biografía de Quiroga véase la tesis de C. Cambeiro (2015). Manuel
Quiroga Losada: estudio analítico de su vida y obra musical. Universidad de Santiago de
Compostela.
326 Diario de Galicia, 22 de abril de 1919.
301
audición para su ingreso en el conservatorio de la ciudad. Quiroga consigue con éxito
ser admitido (Luque Fernández, 2002, pp. 8-9). Con el apoyo de Hierro, trata de
conseguir sin éxito alguna ayuda oficial. En los archivos de la Junta de Ampliación
de Estudios (JAE) se conserva la carta de Manuel Quiroga dirigida al Presidente de la
Junta de Pensiones para el extranjero, con fecha del 23 de marzo de 1910, en donde
acompañando el texto de Quiroga aparece una recomendación de puño y letra de del
Hierro en donde se lee:
El que suscribe, profesor que ha sido del joven Quiroga Losada por espacio de
cuatro años, certifica que posee excepcionales aptitudes para el violín y es digno
de todo el apoyo que pueda prestársele, en la seguridad de que hará honor al arte
y a sus protectores.
Madrid, 28 de marzo de 1910327.
En París estudiará durante dos años con Édouard Nadaud en el seno del
conservatorio, y junto a Jacques Thibaud a título particular, tal y como hiciera con del
Hierro en Madrid.
Será en el conservatorio parisino donde conseguirá con tan solo 19 años el primer
premio de violín en competición con otros 43 violinistas, ante un jurado compuesto
por Gabriel Fauré, Jacques Thibaud, Fritz Kreisler, Jules Boucherit, Martin Marsick y
Lucien Capet. El único violinista en conseguirlo antes que Quiroga había sido
Sarasate.
Digno sucesor del inolvidable Sarasate promete ser el joven gallego Manuel
Quiroga Losada, que en las últimas oposiciones celebradas en el Conservatorio
de París, obtuvo el primer premio de violín, en reñida lucha contra treinta y tres
contrincantes de todas las naciones del mundo. Esta suprema distinción
evidencia que nuestro joven compatriota emulará algún día las glorias del ilustre
navarro Sarasate, con tal que no le engría este triunfo inicial de su carrera, hasta
el punto de quebrar su perseverancia en el estudio de tan difícil instrumento328.
327 Junta de Ampliación de Estudios, JAE pp. 119-135. SE ha incluido una copia del original en el
apartado de “Apéndices” de este trabajo.
328 Hojas Selectas, núm. 109, enero de 1911, p. 894.
302
Así mismo recibe los premios Mannot, Jules Garcin y Sarasate. Quiroga lo relata así
en entrevista a La Voz de Galicia:
La obra de Quiroga, tras una primera y única edición aparecida entre los años 1921-
1941, no ha vuelto a ser reeditada hasta la publicación en 1992 del VI Cuaderno del
Curso Internacional. Música en Compostela330 donde se encuentran quince fuentes
manuscritas en edición facsímil, de estudio y no comerciales, a partir de las partituras
originales autógrafas custodiadas en el Museo de Pontevedra.
Los Seis Caprichos para violín solo de Quiroga constituyen, junto con los 20
Estudios de Monasterio, los 30 Caprices op. 15 de Felipe Libón y los 28 Ejercicios
para violín de Juan Eusebio Díez los únicos ejemplos españoles de relevancia de
obras para violín en el género de Estudio-capricho (Étude-Caprice) desde su
aparición como colecciones autónomas durante el siglo XVIII. Al igual que ocurre
con los del cántabro, el aspecto técnico y el carácter de estudio de estas obras no les
resta valor musical, lo que las hace dignas de ser interpretadas como pequeñas piezas
de concierto.
Del conjunto de los seis caprichos compuestos por Quiroga, únicamente los tres
primeros fueron publicados por Editions Salabert en 1939. La fecha de composición
del primer y tercer capricho es 1936, mientras el segundo aparece como compuesto
un año más tarde, en 1937331. Los otros tres que componen la serie de seis fueron
Sus tres primeros caprichos Quiroga se los dedica a sus familiares, amigos o
conocidos. En el Capricho núm. 1 aparece la dedicatoria “A Rogelio Huguet y
Tagell”, así como en el Capricho núm. 2 se lee “A Eduardo Fabini” y en el Capricho
núm. 3 “A Enrique Caroselli”.
Salvo en el caso del Capricho núm. 4, de mayor longitud y elaboración, el resto de
estudios que conforman este conjunto de seis, poseen una estructura formal sencilla.
Tanto el núm. 1 como el 2 y el 5 muestran una forma ternaria ABA; el núm. 3
muestra un esquema AB, estando compuesta a su vez esta segunda parte B por un
esquema interno ABA, y el núm. 6 posee una forma binaria simple AA’. El núm. 4,
como hemos dicho, resulta más complejo, presentando una estructura abc-a’b’d-ab’.
El Capricho núm. 1, que Quiroga subtitula como Estudio en terceras, está casi en su
totalidad escrito en dobles cuerdas, no solo en terceras, sino también cuartas, quintas,
sextas y décimas, con lo que el principal desafío técnico que propone este estudio es
el de la ejecución de dobles cuerdas en general, no únicamente terceras como
Quiroga indica en su título, con las dificultades añadidas de los trinos, mordentes,
armónicos artificiales, series de octavas y pizzicati que las acompañan. El estilo
característico de esta pieza se deriva de su forma de escalas, en grados conjuntos, que
en algunos casos se convierten en movimientos cromáticos que son repetidos en
diferentes variantes.
Uno de los aspectos más interesantes de esta obra radica en las indicaciones de
digitación que Quiroga incluye en ella. Éstas son una muestra de su estilo
interpretativo: cambios de posición cortos, evitando los grandes saltos que romperían
el legato de la línea melódica característica de la escala. Quiroga indica, por ejemplo,
la ejecución de determinados fragmentos en una sola cuerda, facilitando la
continuidad del arco. Además, en el tempo Allegro vivace que requiere su ejecución,
los cambios de posición que demandaran grandes saltos probablemente devendrían
en la ejecución de glissandi de dudoso gusto musical. Resultan estas indicaciones en
concordancia con el estilo interpretativo del compositor, tal y como podemos
observar en las grabaciones existentes, donde huye de recursos superfluos como los
adornos, glissandi y portamenti, tan a la moda en su época. En este sentido Quiroga
304
se muestra más cercano a Charles de Bériot, por su rechazo al uso excesivo del
vibrato que, según él, lleva inevitablemente al glissando, y más lejos de Fritz Kreisler
(1875-1962), cuyo uso de ambos era bien conocido y constituía su seña de identidad,
pese a que éste siempre se negó a sí mismo todo mérito a este respecto,
otorgándoselo a Massart.
El tercer capricho es mayor en longitud que los dos anteriores y mucho más completo
y variado en cuanto a las dificultades técnicas que propone. Dividido claramente en
dos partes, por su estructura y disposición se podría pensar que la idea original de
Quiroga fuera la de componer dos estudios diferenciados. Sin embargo, al analizar
esta segunda parte, vemos que sus primeras notas se corresponden con la célula
motívica de la introducción, que funciona como elemento de unión entre ambas.
Precedido de una introducción, tal y como sucedía en los dos caprichos anteriores, se
inicia una sección en Andantino, unido a lo que podríamos denominar como segunda
parte de la obra, Allegro molto, por un pasaje Scherzando.
Los desafíos técnicos de esta pieza son muy variados: armónicos naturales y
artificiales, trinos en dobles cuerdas, pizzicato de la mano izquierda, un glissando
cromático, así como un pasaje en trémolo de la mano izquierda sobre un bajo de
dobles cuerdas (terceras, cuartas y, en menor medida, segundas). Respecto a los
golpes de arco, la propuesta es también amplia: legato, ricochet, détaché y staccato
en la primera parte, y un spiccato predominante a lo largo de toda la segunda parte
salvo por algunos compases (69-71), que bien pudieran interpretarse en collé.
Del Capricho núm. 4 la edición del VI Cuaderno del Curso Internacional. Música en
Compostela ofrece dos versiones correspondientes a dos manuscritos de la obra: una
305
más compleja y otra más simplificada en la que se ha omitido la principal dificultad
técnica del capricho, las dobles cuerdas. El tempo designado para cada una de ellas
varía en función a esta complejidad, siendo un Allegro moderato para la versión más
compleja y un Allegro molto para la más sencilla.
Comienza la obra con la consabida introducción tal y como sucedía con los otros
caprichos reseñados, con una duración variable según se trate de una u otra versión.
La técnica de las dobles cuerdas, que deben interpretarse a un tempo rápido y en los
registros agudos constituye la mayor dificultad de este capricho, enlazándolo con
estudios como el núm. 10 o el núm. 20 de Monasterio, característicos así mismo en su
diversidad y riqueza. Otro de los retos a los que debe de enfrentarse el intérprete lo
constituye su variedad en su presentación en forma de segundas, terceras, cuartas,
quintas, sextas, séptimas, octavas y décimas, complicadas éstas a su vez con trinos,
mordentes y apoggiaturas, glissandi y trémolo de la mano izquierda.
Las digitaciones que Quiroga propone en la versión en dobles cuerdas resultan muy
interesantes para entender su personalidad interpretativa. Éstas muestran una
predilección por el movimiento de la mano izquierda en bloque (compás 18), pese a
los cruces de los dedos de una cuerda a otra que esto implica pero que el autor parece
preferir a los continuos cambios de posición.
306
('\PRIC l lCl\ -1
307
Ilustración 28. Capricho núm. 4 (versión en dobles cuerdas) de Manuel Quiroga (1941) (Iglesias,
1992).
El sexto y último capricho de la serie presenta, al igual que ocurría con el núm. 4, una
gran dificultad técnica centrada en las dobles cuerdas, con una presencia protagonista
en toda la obra a excepción de la Coda. A éstas se le añaden otros desafíos como los
mordentes y apoggiaturas que en algunos casos hacen necesario el cruce de dedos o
308
los grandes saltos; por otro lado, predominan los registros agudos que obligan a su
ejecución en posiciones altas. El tempo rápido de Allegro junto con el carácter
Scherzando expresados al inicio de la obra nos orientan hacia la ejecución de la
misma con un golpe de arco spiccato.
Quiroga desarrolla una importante labor fonográfica desde los últimos años veinte
hasta inicios de la década de los treinta333, llevando a cabo grabaciones no venales en
333 Sin embargo, las únicas emisiones radiofónicas de las que tenemos noticia son de 1929.
310
1908 y 1912334. Éstas últimas, las de 1912, fueron realizadas en discos de prueba
grabados en París para la Compagnie du Gramophone y la Typewriter Company pero
nunca comercializadas. Posteriormente, en 1928335, Quiroga vuelve a grabar varias
obras junto a su esposa Marta Leman para el sello Víctor en Candem (New Jersey) 336.
Por otro lado, es importante recalcar que la elección del repertorio elegido por éste
para ser registrado en disco viene determinada en gran medida por las restricciones
técnicas de la época, ya que los discos de 78 rpm no permitían grabaciones de más de
cuatro minutos. Esto obligaba a los intérpretes a tener que hacer adaptaciones o
versiones mutiladas de las obras con el fin de poder incluirlas en la grabación.
334 Quiroga, M. y Leman, M. (1912). Enregistrements [78 r.p.m.]. Candem: Víctor Company.
335 Quiroga, M. y Leman, M. (1928). Recordings [78 r.p.m.]. Candem: Víctor Company.
336 En algunos casos la colaboración con su esposa Marta Leman al piano vienen acreditada en las
grabaciones originales. Sin embargo, la falta de documentación hace necesario ser cautos a la hora
de determinar si el acompañamiento al piano corresponde a ésta o a otros pianistas, como ocurre
con los cortes 9-12 del CD Pontevedra- París 1912 de Ouvirmos. Recordemos que hasta 1937
Quiroga había formado dúo estable principalmente con su mujer Marta Leman, pero también con
José Castro y José Iturbi.
337 Quiroga, M. y Leman, M. (2004). Pontevedra París 1912 [CD]. Lugo: Ouvirmos.
338 Quiroga, M. y Leman, M. (1996). The Great Violinists, Vol. 5 (1928, 1929) [CD]. Inglaterra:
Symposium Records.
311
grosse Kinder, op. 85) de Schumann y la Sonata para violín núm. 1 en Fa M, op. 10,
núm. 1: Larghetto de Weber.
Ouvirmos vuelve a publicar en 2006339 un nuevo disco que recopila algunas de las
grabaciones de Quiroga con Marta Leman, añadiendo algunas de las realizadas por
éstos para His Master Voice en París hacia 1929. Las novedades de este disco son: La
Chanson espagnole, op. 150: serenade de Chaminade, Frasquita: serenade de Franz
Lehar y la Cadenza para sonata “Il trillo del diavolo” de Tartini en arreglo de
Kreisler340.
Muy pronto surge una vinculación entre Quiroga y Sarasate reflejada en opiniones
como la de la violonchelista Guilhermina Sughia quien, en una larga crónica
aparecida en The Ladies Field destaca de éste: “por encima de todo una calidad de
sonido no escuchada por nosotros desde los días de Sarasate. Un sonido de tal belleza
que solo puede ser innato y no aprendido y tampoco depende del fabricante de su
violín” (Manuel Quiroga, 2011, p. 22). Una de las coincidencias de las que se nutre
esta relación entre ambos surge del hecho de que Sarasate comienza a recibir sus
primeros estudios musicales fuera del ámbito familiar en Galicia, siendo su padre
músico mayor del Regimiento de Aragón, de guarnición en Pontevedra. Sus primeras
andanzas como niño prodigio en la provincia se ven reflejadas en carta de casto
Sampedro a Manuel Quiroga del 21 de junio de 1918, depositada en el Museo de
Pontevedra (Cambeiro, 2015, p. 35). Pero las coincidencias que relacionan al
pontevedrés como continuador y “heredero espiritual” de Sarasate no terminan ahí; se
afirma que la casa en Pontevedra en que nace y vive Quiroga es la misma en la que
Sarasate residió durante su estancia en la ciudad. Incluso se hace circular una falsa
historia en la que Sarasate le habría legado su violín a Quiroga antes de morir. Estas
comparaciones con el navarro hacen que tras su éxito en París Quiroga sea el
encargado de sustituirle en el tradicional concierto de los “Sanfermines” en
Pamplona341.
339 Quiroga, M. y Leman, M. (2006). De violino e piano [CD]. Lugo: Ouvirmos.
340 El 6 de mayo de 2018 se ha publicado una grabación realizada por el joven violinista José Fraguas
y la pianista Alina Artemyeva en el Auditorio del Conservatorio Manuel Quiroga de Pontevedra.
En ella se recogen las obras del autor pontevedrés Habanera, Alborada, Jota, Canto amoroso,
Guajira núm. 2, Emigrantes celtas, Terra!! à Nosa!!, Zortziko y Rondalla, así como otra
compuesta por Fraguas en homenaje a Quiroga. Si bien se echan en falta en esta selección los 6
Caprichos de Quiroga, cuyo valor artístico hace que sean merecedores de ser interpretados más
allá de las salas de estudio, ya que poseen un carácter de estudio de concierto, este registro
constituye un paso más en la labor de difusión de la obra de un violinista tan relevante como el
pontevedrés.
341 En el libreto de Manuel Quiroga & Marta Leman (2004). Pontevedra París 1912 [CD]. Lugo:
Ouvirmos.
312
Otro ejemplo de la repercusión que tuvo la figura de Quiroga en sus contemporáneos
y de su asociación en cuanto a estilo con Sarasate la encontramos en la edición que
Antoine Ysaÿe -hijo del reputado violinista belga- realizó de las Seis Sonatas para
violín solo op. 27 de su padre342. En las notas a la Sexta Sonata, la dedicada a
Quiroga343, “...acordándose de la técnica del violinista español, que le recordaba a
Sarasate, el maestro concibió su última sonata” (Ysaÿe, 1967). Quiroga es dedicatario
de esta sexta sonata344, probablemente la de mayor dificultad técnica debido a sus
pasajes de dobles cuerdas, octavas y décimas, la necesidad de un gran dominio del
arco por los ritmos punteados en staccato, los pasajes de 32 notas así como la
presentación del tema principal en terceras. Por otro lado, tal y como afirma Carlos
Cambreiro Alís (Manuel Quiroga, 2011, pp. 45-46), la relación entre Quiroga y
Sarasate afecta no solo a la escritura específica de violín, sino también al repertorio,
siendo éste último clara influencia, especialmente en sus danzas españolas op. 21, 22,
23, 26 y 27.
El propio Sarasate realiza una grabación en disco en 1904345 para la compañía The
Gramophone and Typewriter Company346. Ese año, en diez sesiones que darían como
fruto diez discos de una cara de diez pulgadas, Sarasate registra nueve piezas
musicales, de entre las cuales se encuentran siete de sus piezas más populares, junto
con la adaptación del Nocturno op. 9 núm. 2 de Chopin y el Preludio de la Partita
núm. 3 para violín solo de Bach. Como en el caso de Quiroga, debido a las
342 Ysaÿe, A. (1967). Historique des six sonates pour violon seul op. 27 d'Eugène Ysaÿe : et résumé
chronologique des événements importants de la vie et de la carrière du maître suivi du catalogue
de ses oeuvres et d'un essai discographique. Bruselas: Editions Ysaÿe.
343 El Museo de Pontevedra guarda un ejemplar de la tirada de 10 no venal de esta Sonata op. 27
núm. 6 de Ysaÿe impresa sobre papel imperial de Japón destinados a la reina de Bélgica, el autor y
sus amigos.
344 En las sonatas de Ysaÿe, el nombre de Quiroga se intercala con violinistas de renombre
internacional como Szigetti, Thibaud, Enesco, Kreisler o Crickboom, a quienes el autor dedica sus
otras cinco sonatas.
345 En estos registros no viene especificado el nombre del pianista, si bien, hemos de suponer que
fuera Otto Goldschmidt, quien venía ejerciendo como acompañante suyo durante años (Nagore,
2014, p. 492).
346 Hoy en día estos registros discográficos resultan mucho más accesibles gracias a la edición
realizada por la casa OPAL bajo el título de “Pablo de Sarasate: Complete Recordings” (OPALCD
9851). En el propio disco se incluyen además las grabaciones completas realizadas por Joseph
Joachim un año antes (1903) y parte de la producción discográfica de Eugène Ysaÿe de 1912, por
lo que resulta una muy interesante herramienta para comparar los distintos estilos de ejecución de
las distintas escuelas así como de los estilos propios de cada intérprete. Existe una edición más
reciente de los registros sonoros de Sarasate realizada en 2004: The Great Violinists. Recordings
from 1900-1913. Joachim, Sarasate, Ysaÿe & many other [CD]. Testament (SBT21323). Parte de
esta grabación puede así mismo escucharse en internet (You Tube), tecleando “Sarasate plays
Sarasate” y en el enlace https://www.youtube.com/watch?v=ABm7nMVyNh4 (Consultado el 6 de
junio de 2018).
313
limitaciones técnicas de la época, varias de estas obras aparecen interpretadas solo
parcialmente, caso del Caprice basque op. 24, el Caprice-Jota op. 41 y la Tarantelle
op. 43. Otra se presenta aún incompleta pero en dos pistas, como el Zigeunerweisen
op. 20. Únicamente Miramar (zorzico) op. 42, la Habanera op. 21, núm. 1 y el
Zapateado op. 23 núm. 2 se ofrecen completas dada su menor duración347.
En comparación del repertorio grabado por ambos, Quiroga introduce varias obras
escritas por Sarasate en el repertorio elegido para su registro sonoro. Es el caso de su
Jota navarra, perteneciente a las Danzas españolas para violín y piano op. 22, núm.
2, su Jota aragonesa op. 27, la Romanza andaluza op. 22, núm. 1, Miramar op. 42,
Introducción y Tarantella op. 43 y el Zapateado (Danza española op. 23 núm. 2). De
entre estas, las tres últimas son así mismo grabadas por Sarasate, lo que nos permite
realizar una interesante comparación entre ambas versiones.
Antes de ello debemos tener en cuenta la falta de calidad de los registros sonoros en
el caso de Sarasate. La grabación de Quiroga, realizada unos años después y
recientemente remasterizada, posee bastante mejor calidad que la realizada ocho años
antes por el navarro. Esto provoca que, en el caso de Sarasate los sonidos más agudos
del instrumento no se aprecien con claridad. Otro elemento difícilmente perceptible
en estas grabaciones es el de las dinámicas348, lo que nos impide comprobar con
fiabilidad la ausencia de dinámicas extremas que se le achacaba a Sarasate.
El violinista norteamericano Albert Spalding, quien asistió varios de sus conciertos
durante su etapa como estudiante en Florencia, lo expresaba así: “No creo haber oído
nunca salir un pasaje forte de su arco, su paleta ofrecía únicamente colores pastel”
(Spalding, 1943, p. 36).
Por otro lado, debemos tener en cuenta que estas grabaciones fueron realizadas en
1904, es decir, tan solo cuatro años antes de la muerte del violinista navarro. Por esto
se podría pensar que quizá sus capacidades técnicas se hubieran visto mermadas
respecto a sus años de juventud. Sin embargo, esto no parece ocurrir ya que, si no se
aprecia su cuidada emisión de sonido, ésto debe ser achacado a los métodos de
347 Para ampliar información sobre otros aspectos técnicos de las grabaciones realizadas por Sarasate,
véase RODRÍGUEZ, P. L. (2008). “De la manière des zigeuner. Las grabaciones de Pablo de
Sarasate de 1904”. Delantera de Paraíso: estudios en homenaje a Luis G. Iberni. Madrid:
ICCMU.
348 Podemos imaginarnos que el intérprete realizaría movimientos con su cuerpo inherentes a una
ejecución personal de la música alejándose o acercándose a la toma de sonido, ya que resulta
difícil y antinatural el ejecutar una obra con rigidez y manteniendo la misma postura respecto al
micrófono.
314
grabación de principios de siglo antes que a una decadencia en su dominio técnico y
personalidad interpretativa.
Pese a todo ello estos registros suponen unas fuentes históricas de indudable interés
para determinar aspectos estilísticos de su modo de interpretar.
Por su parte, las interpretaciones de Quiroga registradas en estos años destacan por lo
general por su sonoridad delicada y su cuidada dicción, cualidades que también
podemos admirar en las interpretaciones de Sarasate. La afinación es excelente
incluso en pasajes de cierta dificultad como aquellos en dobles cuerdas o armónicos.
Pese a que el repertorio grabado corresponde en su mayoría a obras virtuosísticas,
Quiroga es prudente y no cae en el uso excesivo de recursos técnicos como los
glissandi o el rubato, muy del gusto de la época. Si bien sí se denota el uso de un
portamento algo excesivo para los gustos actuales en piezas como la Romanza
andaluza op. 22, núm. 1 de Sarasate, algo contradictorio si tenemos en cuenta que las
digitaciones presentes en sus caprichos, como hemos visto al analizarlas en el
capítulo correspondiente, tratan de evitar grandes cambios de posición. El exceso en
el uso de ciertos recursos hacen que éstos pierdan efectividad. Esto ocurre
especialmente en el portamento, que es “lazo amoroso de unión si se emplea entre
dos notas, pero que si enlaza más pierde todo su valor” (Fernández Arbós, 1924, p.
24). Por otro lado, se aprecia una gran ligereza de dedos en los pasajes de agilidad
realizados por Sarasate, algo que se ha llegado a tipificar como ejecución alla
Sarasate. Esto muestra su gran facilidad y presteza en la mano izquierda, si bien
también cierta superficialidad, cualidad no presente en Quiroga, quien aúna la
facilidad con una mayor fuerza en los dedos de esta mano.
Es así mismo destacable en ambos su dominio del arco, flexible y ligero, propio de la
escuela franco-belga, nunca pesado, y fluido sobre la cuerda. Es especialmente en
este aspecto en donde la conexión con el estilo de Sarasate se hace más patente. La
ligereza del arco y facilidad de la mano izquierda de este último quizás sean las
causas de una de las características más distintivas de sus grabaciones: el tempo. En
piezas como la Tarantella op. 43 (la grabación, por cuestiones técnicas achacables a
la duración de los registros, no incluye su Introducción), el tempo elegido por
Sarasate resulta muy rápido para los oídos contemporáneos. Pese a ello ni la
afinación ni la destreza técnica se ven mermadas. Quiroga en esta pieza mantiene un
315
tempo algo más tranquilo pese a algunos momentos de impaciente aceleración y
precipitación en los arpegios.
Las cualidades de Sarasate son expresadas de esta manera por uno de los grandes
violinistas de la escuela franco-belga, Jacques Thibaud:
Otra de las características del sonido de Sarasate era su cuidado y escogido uso del
vibrato. Éste se puede apreciar mejor en aquellas piezas más líricas, con notas con
valores más largos, siendo éstas especialmente donde Sarasate introduce el vibrato,
como en su transcripción del Nocturno de Chopin y en su Miramar op. 42. Era ésta
una cualidad común a los intérpretes de su generación, quienes lo utilizaban
únicamente de una manera intuitiva y discreta como medio expresivo, frente al uso
sistemático que se extendería en las generaciones posteriores349. Ferdinand David
decía respecto al vibrato: “puede ser lento así como rápido, pero no debe de ser
empleado con mucha frecuencia ni sin razones de peso” (1880, vol. II, p. 45).
Fernández Arbós, conocedor de la manera de tocar tanto de la escuela franco-belga
como de la alemana, lo expresaba así:
Sin embargo, existe en estos registros realizados por Sarasate en 1904 una gran
diferencia de estilo entre la interpretación de sus propias obras y la que realiza de la
Partita núm. 3 de Bach. Es ejecutada ésta en un tempo muy rápido, especialmente si
la comparamos con la grabación realizada en 1903 por Joachim350 en donde se
incluyen algunas obras de Bach351. En cierto modo, la de Sarasate da la impresión de
que se tratara de un ejercicio para los dedos de la mano izquierda. Por la velocidad a
la que Sarasate interpreta esta pieza y su estilo “mecánico”, constituyendo casi un
moto perpetuo, da la impresión que esta pieza le pudiera ser ajena a su carácter, no
mostrando una especial predilección por ella o bien tan solo correspondía a
tendencias estilísticas en la interpretación de obras de esta época. Sin embargo, se
encuentran testimonios que indican que su interpretación de la música de Bach era
muy distinta: “Por otra parte, su ejecución de Bach era agudísima. Tocaba las sonatas
de Bach como si fueran piezas virtuosísticas” (Martens, 1919, pp. 172-173).
Dejando de lado las coincidencias que unen ambas figuras, explotadas por la prensa
del momento que buscaba así dotar a Quiroga de un aura de virtuosismo innecesaria
dados sus méritos propios, sí cabe establecer vínculos interpretativos en éste y
Sarasate. Las grabaciones que nos han llegado de ambos, teniendo en cuenta las
restricciones técnicas propias de las fechas en que fueron registradas, suponen la
principal -y probablemente la más fiable- fuente de análisis en este sentido. Por otro
lado, debemos tener en cuenta la existencia de un punto discrepante entre el modo en
cómo los violinistas proponen la ejecución de un determinado pasaje, técnicamente
350 Respecto a la interpretación de un corpus “clásico” de obras para violín, especialmente Bach, o de
autores contemporáneos, como Brahms, Joachim era tenido como autoridad de referencia.
351 Joachim, J. (1992). Complete recordings [CD]. Inglaterra: OPALCD. (1903). Detalles sobre esta
grabación así como una breve reseña biográfica de Joachim se puede consultar en el catálogo The
Gramophone and Twelve-Inch Monarch Records, de marzo de 1904.
https://www.graphonogram.com/4-documentation.html (Consultado el 21 de marzo de 2018). En
ella se puede encontrar la Bourre en Si m dela Partita núm. 1 y el Preludio de la Sonata núm. 1 en
Sol M de Bach, las Danzas húngaras núm. 1 en Sol m y núm. 2 Re m de Brahms (en arreglos de
Joachim) y el Romance en Do M (composición propia) que en el catálogo aparece erróneamente
como Si bemol M.
317
hablando, y cómo lo ponen ellos mismos en la práctica. Ésto resulta achacable a
cualquier intérprete de haya dejado un legado tanto teórico en forma de método como
registros interpretativos o testimonios sobre sus ejecuciones352. En Quiroga, a la vista
y análisis de las digitaciones propuestas en sus caprichos, se observa que mediante la
huida de los grandes saltos de cuerda- llegando incluso a proponer cruces de dedos-,
se evitan los glissandos y portamentos. Sin embargo, queda testimonio del uso de
estos recursos -y en algunos casos abuso- reflejados en sus grabaciones.
De estas grabaciones se deduce una herencia por parte de Quiroga del estilo elegante,
de arco ligero, suave y preciso de la escuela franco-belga, si bien características
propias de Sarasate, como el uso de una dinámica “estrecha” no se ven reflejadas en
el pontevedrés. En este aspecto, tal y como se ha indicado, cabe recordar que el llegar
a conclusiones finales en este punto resulta arriesgado atribuyéndole de nuevo la
posibilidad de error a la precariedad en los métodos de grabación del momento. Por
otro lado, las críticas y comentarios de aquellos que pudieron ver a Sarasate tocando
en directo parecen corroborar esta característica suya.
Quiroga, así mismo heredero de la tradición franco-belga por medio de sus estudios
con del Hierro -alumno a su vez de Léonard y por lo tanto transmisor de la misma-
parece así mismo heredar esta aparente facilidad en la interpretación, carente de la
pesada seriedad propia de los alemanes.
352 El lector puede encontrar ciertos ejemplos de contradicciones entre la teoría y la práctica en las
siguientes monografías: PHILIP, R. (1992). Early Recordings and Musical Style. Changing Tastes
in Instrumental Performance 1900-1950. Cambridge: Cambridge University Press, y MILSOM,
D. (2003). Theory and Practice in Late Nineteenth-century Violin Performance: An Examination
of Style in Performance, 1850-1900. Hampshire: Ashgate.
318
PARTE III
Práctica profesional del violinista en Madrid
319
1. “La placita segura”. Arbós, del Hierro y las oposiciones a
Profesor Numerario de violín de 1888
1.1. La convocatoria
MINISTERIO DE FOMENTO
Reales órdenes
Excmo. Sr.: S. M. la Reina regente, en nombre de su Augusto Hijo el rey D.
Alfonso XIII (Q. D. G.), ha tenido a bien disponer que la plaza de Profesor
numerario de Violín, vacante en la Escuela Nacional de Música y Declamación,
se provea por oposición, de conformidad con lo dispuesto en la legislación
vigente.
De Real orden lo digo a V. E. para su conocimiento y demás efectos. Dios
guarde a V. E. muchos años.
Madrid 11 de enero de 1888.
Navarro y Rodrigo
Sr. Director General de Instrucción Pública354.
MINISTERIO DE FOMENTO
Dirección general de Instrucción pública
353 Para más información sobre esta convocatoria y el funcionamiento del Conservatorio de Música
de Madrid respecto al nombramiento de profesores, véase el capítulo “1.6. Creación de la clase de
Perfeccionamiento de violín y música de cámara” p. 233.
354 Gaceta de Madrid, 28 de enero de 1888, Tomo I, p. 229.
320
Se halla vacante en la Escuela nacional de Música y Declamación una plaza de
Profesor numerario de Violín, dotada con el sueldo anual de 3.000 pesetas y
demás ventajas concedidas por la ley al Profesorado, la cual ha de proveerse por
oposición, con arreglo a los dispuesto en el Real decreto de 5 de Mayo de 1871,
estableciendo bases para la reorganización de las escuelas especiales, y según lo
dispuesto en su reglamento vigente de dicha Escuela de 2 de Julio de 1871. Los
ejercicios se verificarán en Madrid en la forma prevenida en el programa
aprobado por la Escuela nacional de Música y Declamación, que a continuación
se expresará, y en lo demás al reglamento de 2 de abril de 1875. para ser
admitido a la oposición, se requiere no hallarse incapacitado el opositor para
ejercer cargos públicos y haber cumplido veintiún años de edad.
Los aspirantes presentarán sus solicitudes en la Dirección general de Instrucción
pública en el improrrogable término de tres meses, a contar desde la publicación
de este anuncio en la Gaceta de Madrid, acompañadas de los documentos que
acrediten su aptitud legal y de una relación justificada de sus méritos y
servicios.
Los ejercicios de oposición consistirán.
1º Escribir una memoria, que versará sobre las materias siguientes:
1º Descripción detallada del violín y su historia desde su primitiva
construcción hasta el día. Carácter peculiar de este instrumento y su
importancia, ya formando parte de la orquestas, ya como instrumento a solo.
2º Reseña de los diferentes sistemas de enseñanza conocidos y de los
Métodos, estudios y obras más importantes que se hayan publicado para el
violín, haciendo mención de los más célebres artistas antiguos y modernos que
en este instrumento se hayan distinguido.
3º programa detallado de su enseñanza, dividido en la forma que a juicio
del opositor sea más conveniente para adoptarse en este Escuela.
2º Ejecutar en el violín una pieza de concierto estudiada previamente y a
elección del opositor.
3º Ejecutar otra pieza elegida en el acto por el tribunal entre diez obras de
diversos géneros y autores que el opositor preservará y llevará estudiadas.
4º Ejecutar otra a primera vista, compuesta expresamente para el ejercicio de la
oposición; primero en el tono en que se haya escrito, y luego transportando una
parte de ella al tono que indique el Tribunal.
5º Poner los matices, digitación y diversas articulaciones de arco a una pieza
escrita sin ninguna de estas indicaciones y contestar a las preguntas que le dirija
el Tribunal.
321
6º Dar una lección práctica en presencia del Tribunal a dos alumnos de la
escuela, el primero sin conocimientos del instrumento, y el segundo con ellos.
7º Lectura de la Memoria citada en el ejercicios primero, y controversia que
sobre ella pueda originarse entre los demás coopositores, y caso de no haberlos
contestar a las observaciones que le pueda dirigir cualquier individuo del
Tribunal.
Según lo dispuesto en el art. 1º del reglamento de 2 de Abril de 1875, este
enuncio deberá publicarse en los Boletines oficiales de todas las provincias y
por medio de edictos en todos los establecimientos públicos de enseñanza de la
Nación; lo cual se advierte para que las Autoridades respectivas dispongan
desde luego que así se verifique sin más que este aviso.
1.2. La preparación
Enrique Fernández Arbós se decide a probar fortuna, desdeñando para ello una plaza
como profesor que le había sido ofrecida en el Conservatorio de Hamburgo por
mediación del que fuera su maestro en Berlín Joseph Joachim356. Parece ser que
Arbós encarga a Joachim que éste traslade su decisión de deshacer su compromiso
con el Conservatorio de Hamburgo con varios meses de antelación a su
incorporación. Por razones desconocidas, Arbós (2005, pp. 235-236) afirma que
Joachim no llegó a hacerlo. Pese a que éste, según sus propias palabras, nunca llegó a
incorporarse al conservatorio de Hamburgo como profesor, Pedrell (1897, p. 651) lo
355 Gaceta de Madrid, 28 de enero de 1888, Tomo I, p. 240.
356 La amistad entre Arbós y Joachim provenía de la época en que éste desarrolló sus estudios en
Berlín bajo sus enseñanzas, llegando Joachim a regalarle un ejemplar de los Estudios de Paganini
que le habían sido dedicados por Liszt, así como a prestarle uno de sus Stradivarius por un largo
periodo de tiempo (Fernández Arbós, 2005, p. 195). Se podrá encontrar más información acerca
de las actividades y estudios de Arbós en Berlín, así como las influencias recibidas del círculo de
Joachim en el capítulo “4.3. Enrique Fernández Arbós en el Conservatorio de música de Berlín.
Sobriedad y fidelidad a la partitura”.
322
sitúa allí, donde, según afirma, desempeñó “durante algún tiempo la plaza de profesor
de violín”.
Muchas veces las oposiciones a puestos como éste venían motivadas por el intento de
asegurarse cierta estabilidad y seguridad económica en un puesto que, tal y como
refleja la opinión de Arbós, le permitiría obtener sin mucha dificultad licencias para
viajar y poder mantener activa una faceta paralela como intérprete357. Espinós nos lo
cuenta así:
Arbós cedió al influjo que sobre casi todos los músicos que hemos conocido
ejercía, y ejerce, la aspiración a formar parte de un escalafón de la música
oficial. Realizarla se llamó más brevemente siempre: "entrar en el
Conservatorio".
En el fondo de ese anhelo, aparte del afán de lograr una situación más o menos
preeminente, lo que palpita es la desconfianza en el porvenir de una profesión,
de una vocación, diremos, para espiritualizarla más, que en nuestro país no suele
ofrecer un presente tranquilizador.
Se ha dicho, y es cierto, que la música es la Cenicienta de las artes. Si por ella
no ha sido hasta hoy posible hacer gran cosa desde las alturas del Poder público
era natural que cada uno de los que la cultivan procurasen poner su existencia al
amparo de un ingreso infalible; lo que se apellida "una cosita segura". Así, los
músicos que no logran atraer sobre sí la admiración pública, que es el aplauso, y
357 De hecho, tras conseguir dicha plaza, Arbós disfrutará de varias excedencias -algo que así mismo
se repetirá en el caso de su puesto en la Real Capilla- con la intención de viajar al extranjero para
estudiar los adelantos que allí tienen lugar en el terreno musical. Si se desea obtener información
en más detalle sobre estas excedencias y su funcionamiento, se pueden consultar los capítulos
correspondientes al Conservatorio de Madrid y la Real Capilla presentes en este trabajo.
323
que suele traer consigo el dinero, como los que, habiéndolo conseguido, piensan
en aquel instante en que la multitud veleidosa puede volverles la espalda,
consideran en su inmensa mayoría el Conservatorio como el refugio, con sus
sueldecitos, sus quinquenios, sus ascensos, su jubilación "para el día de mañana"
(Espinós, 1942, p. 68).
1º. Ejecutar una obra de gran dificultad escrita para violín con el mayor
número posible de golpes de arco. La designación de la pieza se dejaba a
libre elección del opositor.
2º. Repentizar una obra de mediana dificultad designada por el tribunal.
3º. Digitar y poner la articulación a un trozo de música inédita.
4º. Dar la primera lección a un alumno, es decir, enseñarle a tomar el
violín, el arco e indicarle la posición del cuerpo en general.
5º. Dar una lección a un discípulo de tercero y a otro de sexto curso.
6º. Programa razonado para la enseñanza del violín en toda su
extensión359.
358 Quintín Matas y Ots (1857-1883) había sido así mismo alumno de Monasterio en el Conservatorio
de Madrid, iniciando sus estudios con éste en el curso 1873-74. Matas se convertiría en profesor
de violín y viola en en Conservatorio de Valencia, donde desarrollaría su actividad desde 1879
hasta su muerte en 1883. Para más información sobre esta interesante figura se puede consultar
RANCH SALES, A. (1989). “Un gran violinista malogrado: Quintín Matas y Ots” en Anales,
Valencia (1987-1988, pp. 83-92), Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia.
359 Archivo del Conservatorio Superior de Valencia. Acta de la sesión de la Junta directiva celebrada
el 31 de agosto de 1886 (Fontestad Piles, 2005, p. 308).
324
Pero sin ninguna duda, el mayor contrincante para Arbós era José del Hierro. Hierro
era amigo de Arbós y además, en años posteriores, colaborarían juntos durante varias
temporadas en la Orquesta Sinfónica de Madrid. Probablemente es por esta razón por
la que Arbós no hace alarde de su victoria en sus memorias sino que relata el hecho
aduciendo que “a fin de junio de este año del 88 tuvieron lugar las oposiciones, que
yo gané por unanimidad y en que todos cumplimos como buenos peleando
caballerosamente” (Fernández Arbós, 2005, p. 237).
José del Hierro contaba con numerosos admiradores entre el público madrileño,
especialmente en el teatro-circo del Príncipe Alfonso, donde había llegado a tocar con
Sarasate su famosa Jota para dos violines (Espinós, 1942, p. 71).
Arbós eligió a José Tragó como pianista acompañante pese a su amistad con Isaac
Albéniz ya que el primero pertenecía al claustro de profesores del Conservatorio363.
Sobre cómo se desarrollaron las pruebas contamos con las anotaciones manuscritas
que el propio Monasterio realizaría durante la ejecución de los ejercicios localizadas
en el Archivo del RCSMM364. En las notas del 2 de julio de ese año vemos que Goñi,
emparejado para la elaboración de los ejercicios con Hierro, aventajó mucho a éste en
cuanto a la prueba referente al Plan de enseñanza, ya que Monasterio afirma: “Plan
de enseñanza de Hierro muy deficiente y desordenado. Refutación de Goñi muy
razonada y juiciosa. Refutación de Hierro completamente nula. Rectificaciones de
Goñi, bien. Rectificaciones de Hierro, sin fijeza ninguna”. Por otro lado, defiende el
Plan de enseñanza de Goñi como “bastante bien entendido y metódico”, añadiendo
que “Hierro hizo algunas observaciones bastante justas encaminadas a probar que
algunos años escolares están demasiado recargados de dificultad”, las rectificaciones
de Goñi “bastante bien” mientras las de Hierro vuelven a estar plasmadas “con poca
fijeza”. Baste recordar para subrayar la falta de preparación de la parte que
podríamos entender como “teórica” de la prueba por parte de Hierro el hecho de que
no presentase la Memoria exigida en la convocatoria alegando la falta de claridad a la
hora de expresar este requisito en la Gaceta de Madrid, si bien la aportaría
361 Joachim sería reconocido como intérprete por excelencia de las obras de Bach dentro del concepto
que preconizaba la escuela alemana de fidelidad al autor. Max Bruch, por su parte, era profesor de
composición del Conservatorio de Berlín durante los años en que Arbós estudió en esta
institución.
362 Para más información sobre la influencia de Joachim y su círculo en Arbós durante su estancia en
Berlín, véase el capítulo “4.3.3. Joseph Joachim y el culto al autor. Su influencia en Enrique
Fernández Arbós” p. 191.
363 Arbós fundaría un año más tarde, en 1889, el Quinteto Iberia junto con José Tragó. Véase el
capítulo “4. El repertorio innovador: el Quinteto Ibérico o el Quinteto de Música Clásica di
Camera. Agrupaciones camerísticas de Enrique Fernández Arbós” p. 344 presente en este trabajo.
364 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545. Estas notas manuscritas de Jesús de
Monasterio pueden consultarse en los anexos de esta tesis en el apartado de “Apéndices”.
326
posteriormente. La superioridad de Goñi sobre Hierro queda patente así mismo en la
prueba pedagógica, consistente en dar clase tanto a un alumno sin conocimientos
como a uno de un nivel más avanzado. Según las anotaciones de Monasterio, ambos
desarrollaron sus labores correctamente (“bastante bien” para Hierro y “bien” para
Goñi) respecto a la lección práctica al alumno sin conocimiento alguno del
instrumento. Sin embargo, en cuanto a la clase para un alumno de 4º año, destaca que
Hierro “solo se ocupó de la buena colocación del arco y del violín y nada respecto del
fraseo y afinación”, mientras Goñi “Hizo correcciones atinadas respecto del colorido
y fraseo”365.
La Ilustración musical hispano-americana se hace eco del papel jugado por Hierro
en estas oposiciones:
Recordando esta época de mi vida, no puedo menos que pensar en lo fútil de las
oposiciones para una cátedra de música; y más si la oposición es a una cátedra
de instrumentistas. No es que yo esté sistemáticamente en contra de este
procedimiento que, sobre todo en nuestro país, evita hasta cierto punto una
367 Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545.
368 Ilustración musical hispano-americana, 15 de noviembre de 1890, núm. 68, p. 391. En esta reseña
así mismo se hace constar a Hierro como alumno de Joachim en Berlín, punto que no se ha podido
verificar pero cuya veracidad resulta dudosa dado que es ésta la única fuente en donde se
menciona este hecho.
329
alcaldada y obliga a que los opositores realicen el máximum de que son capaces,
pero con ello deja de ser cierto que el concurso, llevado a cabo honradamente,
es mucho más racional.
Yo sé que por aquella época tocaba bien, pero como pedagogo era una completa
nulidad, habiendo de limitarme exclusivamente a la demostración visual y
auditiva, y así y todo gané mi plaza. Pues bien, hoy en día , después de una vasta
experiencia acumulada durante el curso de más de cincuenta años de labor
ininterrumpida, y consciente de haber profundizado y ser de quienes mejor
pueden conocer los secretos de la enseñanza del violín, tanto en su aspecto
técnico como en el artístico, si tuviera que presentarme a una oposición, me
vería indudablemente vencido por cualquier muchacho joven que acabara de
concluir la carrera; porque lo que impera con carácter predominante, tanto en el
ánimo del público como en el del jurado por lo general, es la impresión
producida por la ejecución más o menos brillante de las obras. Contra esto
podrán argumentar que el procedimiento citado cuenta con otros ejercicios:
enseñar a un principiante cómo ha de colocar el violín; dar clase a un alumno de
X años; discutir la memoria o un plan de estudio… Más o menos absurdo y
estéril todo ello. ¿Por qué no cambiar este último acto, cuando menos, por una
controversia entre los opositores, dando clase a un mismo discípulo? (Fernández
Arbós, 2005, pp. 241-242).
Y una vez ganadas las oposiciones, Arbós recuerda haber pensado: “Bueno... ya
tengo mi placita segura y ahora nada más que a trabajar tranquilo” (2005, p. 239). Así
es como se incorpora al claustro del Conservatorio bajo la dirección de Monasterio,
siendo nombrado profesor numerario el 12 de julio de 1888.
Señora,
Don Jesús de Monasterio, violinista honorario de Vuestra Real Capilla con
opción a la primera vacante, puesto a los Reales Pies de V. M. con el mayor
respeto y veneración, hace presente que habiéndole sido ofrecida la plaza de
Maestro del Real Conservatorio de Música y Declamación, creyó deber aceptar
tan difícil cuan honroso cargo accediendo a los deseos de su querida familia, y
con el fin de ser útil al arte músico español. Al fijar su residencia en este Corte
le fue forzoso abandonar su carrera de concertista que con tan felices auspicios
seguía en el extranjero, para dedicarse con el mayor celo a la enseñanza de su
arte, pero no siendo suficiente el corto sueldo que disfruta en el citado
Esta misma situación se repite en el caso de Julio Francés, quien así mismo
presentaría una instancia el 26 de marzo de 1942 solicitando acogerse a los beneficios
que determina la Ley de 19 de febrero de 1942 pese a no poder justificar su
pertenencia a la Capilla Real ni precisar “fecha y presentar documentos que lo
acrediten, por haber extraviado la credencial y el certificado del juramento ante el
Receptor de la Real Capilla, a causa de varios traslados de domicilio e infinidad de
registros durante los tres años de guerra”381.
Finalmente, se les concedería a ambos, Fernández Bordas y Julio Francés entre otros,
la condición de funcionario público, declarándoseles en situación de jubilados382.
Por otro lado, los puestos como profesor en el Conservatorio así como en la Real
Capilla no eran impedimento en algunos casos para viajar al extranjero. Las
autoridades eran laxas en la concesión de licencias. En el caso de Monasterio
379 AGP, Caja 7922, Exp. 50.
380 AGP, Caja 1156, Exp. 2.
381 AGP, Caja 4427, Exp. 10.
382 Según el Boletín Oficial del Estado, Orden del 18 de Enero de 1943 por la que se determina la
situación administrativa de los funcionarios del Patrimonio Nacional procedentes de la Real casa y
Patrimonio de la Corona que se citan.
335
encontramos dos peticiones de licencia para la Real Capilla. En la primera licencia de
nueve meses, pedida con fecha del 6 de julio 1861 y concedida tan solo un día
después, se alegan razones similares a las que Arbós arguye al optar a una plaza
como profesor en el Conservatorio:
Para que pase a varios países extranjeros con el objeto de incrementar sus
conocimientos en el arte que profesa, y concederle al mismo tiempo esta
licencia sin descuento en el sueldo que disfruta como dependiente de la Real
Capilla383.
Entre los méritos que Fernández Bordas presenta en hoja adjunta a esta carta se
incluyen los siguientes:
Este puesto, como bien es sabido, le sería finalmente concedido a José García
Marcellán. Fernández Arbós alegaba en su hoja de méritos el conocimiento de los
instrumentos por ser depositario de uno de ellos, así como del archivo por haber
interpretado muchas de las obras depositadas en él, sin embargo, esta experiencia que
alega en su favor, no deja de estar basada en su dilatada experiencia como intérprete,
mientras que García Marcellán, como organizador del archivo de música y estudioso
de los Stradivarius, podía conocer los fondos e instrumentos que la integraban desde
un punto de vista más óptimo para la labor de conservador.
Tras la jubilación de Marcellán en 1947 le sucedería en el cargo el violoncellista Juan
Antonio Ruiz Casaux, yerno de Víctor de Mirecki, quien a su vez había sido
conservador de los Stradivari en el Palacio Real años atrás.
Como suele suceder en este tipo de documentos, falta la portada, lo que dificulta su
identificación ya que es aquí donde se concentra una gran parte de la información
necesaria para determinar su fuente. Si bien, podemos suponer que fueran realizado
hacia 1830, periodo de mayor intensidad profesional de Veldrof. El dueño actual del
volumen lo adquirió en un anticuario, por lo que no podemos determinar su
procedencia391, si bien sabemos que perteneció a Luis Veldrof Plaza (1791-1849),
violinista de la Real Capilla entre los años 1814 y 1834, y profesor de violín junto
con Juan Díez en el Conservatorio de Madrid durante el curso 1833-1834 como
sustituto de Pedro Escudero392. En algunas de las portadas de cada una de las obras
incluye la anotación “Pertenece a Luis Veldrof y Plaza” siendo utilizando la escritura
de su nombre a modo de rúbrica. En otras partes del volumen encontramos un
sencillo ex-libris compuesto por un círculo que engloba las iniciales “L. V.”. La
caligrafía de la rúbrica coincide en estilo con la de los títulos de las obras en cada
portada así como con la grafía musical, por lo que se podría especular con que quizás
hubiera sido realizada por la mano de Veldrof. En la página inicial se incluye un
índice con las obras que contiene el volumen acompañados en un borde de la misma
de la nota “Nº 1”, lo que nos podría indicar que éste se trata del primero de al menos
dos volúmenes que compondrían una colección más extensa de partituras.
390 Tras el análisis de la caligrafía, hemos supuesto que las obras incluidas en este volumen han sido
escritas por una sola mano, sin que esto se haya podido corroborar con otros procedimientos
adicionales.
391 Esta obra se encuentra actualmente en la colección de D. José Luis García Blanco, a quien
agradezco el haberme facilitado el acceso y estudio de la misma.
392 Luis Veldrof y Plaza (1791-1849) obtiene un puesto en la Real Capilla como violista en 1815. Así
mismo, tras el cese de Pedro Escudero del Conservatorio de Madrid por Real Orden el 4 de julio
de 1833, Veldrof consigue junto con Juan Eusebio Díez, el puesto de profesor adicto facultativo de
violín. Partidario del Infante Don Carlos, Luis Veldrof sería apartado de la Real Capilla sin sueldo
en 1834, dimitiendo del conservatorio un año más tarde. Es declarado cesante de la Real Capilla
por Real Decreto el 13 de junio de 1843, consiguiendo su readmisión en 1848. Sin embargo,
muere un año más tarde, en 1849 (Saldoni, 1868, vol. II, p. 143). Para más información sobre Luis
Veldrof y Plaza y su labor como profesor en el Conservatorio de Madrid y la Real Capilla véase el
capítulo “1.3. Primeros profesores de violín: Pedro Escudero, Luis Veldrof y Plaza y Juan Eusebio
Díez” p. 222 y “2. La Real Capilla como suplemento necesario” p. 329.
340
Ilustración 29.Portada del Concierto núm. 24 en Si m G. 105 de Giovanni Batista Viotti, descrito
como “Letra D” en donde se aprecia la rúbrica y el ex-libris de Luis Veldrof y Plaza (Colección
particular).
341
Las obras incluidas en esta recopilación aparecen numeradas en un índice inicial de
este modo: “Rode. 1, 2, Op. 18 ó 4º”, “Viotti. Letra D, Letra E”, “Lottin. 2”,
“Vaccari. Vars. 1802, Vars”, “Spagnoletti. Vars.”. Las primeras se han identificado
como los conciertos para violín núm. 1 y 2 de Pierre Rode. La otra obra del mismo
autor que aparece reflejada como “op. 18 ó 4º” hace referencia al Cuarteto de cuerda
núm. 4 op. 18. Los conciertos para violín de Viotti descritos como “Letra D” y “Letra
E” corresponden respectivamente al Concierto núm. 24 en Si m G. 105 y el
Concierto núm. 25 en La M G. 124393. Por su parte, el núm. 2 de Lottin hace
referencia al Concierto para violín núm. 2 de este autor. Las variaciones 1802 así
como otras variaciones no especificadas de Vaccari no hemos podido identificarlas si
bien sabemos que debían de ser de común circulación ya que parte de ellas, en este
caso el Recitativo, aparece en otro volumen facticio perteneciente a la colección del
Fondo musical de la Casa de Navascués394. La última obra corresponde a unas
variaciones para violín cuyo autor es descrito únicamente como “Spagnoletti”.
Inicialmente pudiera pensarse que con este epíteto se pudiera referir al riojano
Francisco García Fager (1731-1809), compositor y Maestro de capilla en la Seo de
Zaragoza, apodado “el Españoleto” por los italianos durante su estancia en Nápoles y
Roma, manteniendo este sobrenombre a su vuelta a España. Se trata sin embargo de
Paolo Ludovico della Diana (1773-1834), apodado así mismo “Spagnoletti” por su
labor como violinista en la Corte durante su estancia en España. Poco se sabe de él,
no apareciendo mención alguna en diccionarios como Fétis o Grove, pese a la fama
que debió de poseer en vida. El hecho de que su nombre aparezca mencionado de
diferentes modos (“Paolo Spagnoletti”, “Paolo Diana”, etc.) acrecienta la dificultad
de investigar sobre su figura.
393 Consultado el catálogo del archivo de música del Palacio Real de Madrid, encontramos varias
obras de Viotti: un concierto identificado como “Lettre A” perteneciente a Alejandro [Alexandre]
Boucher (Leg. 1.638, Cat. 2.339), dos conjuntos de 6 dúos (Leg. 1.638, Cats. 2.340 y 2.341) y 12
tríos (Leg. 1.638, Cats. 2.342-2.353).
394 Agradecemos este dato a María Álvarez-Villamil, quien lleva a cabo actualmente un trabajo de
investigación sobre este fondo. Para más información pueden consultarse el artículo “El fondo
musical de la Casa de Navascués. El testimonio de una práctica musical en el entorno privado de
una familia hidalga de Navarra” realizado por Álvarez-Villamil y Menéndez Pidal de Navascués
(2015) aparecido en la revista Príncipe de Viana (Año nº 76, núm. 262).
342
Ilustración 31. Índice donde se detallan las obras incluidas en el facticio propiedad de Luis
Veldrof y Plaza (Colección particular).
Otra de las obras incluidas en este volumen es el Concierto para violín núm. 2 de
Denis Lottin (1773-¿?)398, nacido en Orleans y profesor de violín y autor, entre otras
obras, de un método de violín así como de unos estudios históricos sobre su ciudad
en donde se cita a Michel Woldemar399. La portada de esta obra ofrece una
dedicatoria que la relaciona con la Casa Real española: “Deuxième Concerto pour
Violon Principal avec accompagnement d’Orchestre composé et dedié a Monsieur
Guillelmo Joseph d’Amezaga, fils de Monsieur d’Amezaga, Premier Ecuyeur des
Princess d’Espagne, et Intendent général de leur Maison” [“Segundo Concierto para
violín principal con acompañamiento de orquesta compuesto y dedicado al Señor
Guillelmo Joseph d’Amezaga, hijo del Señor de Amezaga, primer escudero de las
princesas de España e Intendente general de su casa”].
397 La autora de esta tesis está preparando un trabajo acerca de este volumen facticio en donde se
ofrece un estudio pormenorizado de las obras incluidas en él.
398 Para más información sobre Lottin consúltese CHORON, A. Y FAYOLLE, F. (1810).
Dictionnaire historique des musiciens. París: Chez Valade ey Chez Lenormant.
399 LOTTIN, D. (1845). Recherches historiques sur la ville d'Orléans, T. 2. Orleans: Imprimerie de J-
B. Niel.
344
4. El repertorio innovador: el Quinteto Ibérico o el Quinteto
de Música Clásica di Camera. Agrupaciones camerísticas de
Enrique Fernández Arbós
Al ver el gentío inmenso que acude a todos los conciertos, hay muchos que
pensarán tal vez que la Sociedad se enriquece con sus trabajos. Error, error
crasísismo muy fácil de destruir. Durante la próxima pasada temporada, las
utilidades que reportó la Sociedad fueron las mayores que se han conocido
desde su fundación. Pues bien; pagados los gastos de arriendo, de copia, etc.,
resultó que las partes principales, como los Sres. Pérez (D. Rafael), Melliez,
Fischer y algún otro habían ganado en los ocho conciertos dos mil seiscientos o
setecientos reales, y así relativamente los demás, hasta el extremo de haber
tocado a un profesor ochocientos reales, esto es, cuatro duros por concierto.
Hoy los gastos han aumentado, pues en vez de dos mil reales que la Sociedad
pagaba al propietario del teatro, Sr. Rivas, este año desembolsa cinco mil por
cada concierto; total, cuarenta mil reales por los ocho de la temporada, que se
entregan religiosamente al opulento banquero.
405 En los barrios pobres las tabernas suplían el papel social del café para el obrero (Eslava Galán y
Rojano Ortega, 1997, p. 135). Las clases medias y bajas tenían a su disposición espectáculos
baratos, como los cafés, a los que podían acudir, entre otras cosas, a escuchar música de calidad,
ya que muchos de los más grandes intérpretes tenían sus primeros encuentros con el público en
este tipo de recintos. De este modo los más importantes cafés aparecen ligados a la presencia de
músicos en saraos y veladas (Casares Rodicio y Alonso, 1995). Pablo Casals será uno de ellos. En
1894, durante un viaje a Barcelona, Enrique Fernández Arbós, Isaac Albéniz y Agustín Rubio
encuentran a Pablo Casals en el Café Tost, donde el nen (niño), como le llamaba el público ya que
entonces tenía 12 años, tocaba cada noche (Alavedra, 1977, pp. 23-26). Impresionados ante su
habilidad, Albéniz redacta una carta de recomendación para obtener la protección de la Reina María
Cristina a través del Conde de Morphy. Tras la audiencia que éste ofrece a Casals, le es concedida una
pensión de 250 ptas. mensuales, lo que le permite estudiar en Madrid con Bretón y Monasterio y,
posteriormente, en Bruselas y otras ciudades. Casals hará uso de esta pensión tres años más tarde ante
su falta de medios para proseguir con sus estudios (Corredor, 1967, p. 67).
406 Para ampliar información sobre esta formación véase el artículo de Mónica García Velasco (2001).
“La Sociedad de Cuartetos de Madrid (1863-1864)” dentro de la revista Cuadernos de música
iberoamericana, (vol. 8-9, pp. 149-194).
407 José Agudo y Rafael Gálvez eran ambos compañeros de la clase de Monasterio, si bien Gálvez se
dedicó a la viola, siendo también concertino de la Orquesta del Teatro Real y de la Sociedad de
Conciertos.
408 Para una mayor información sobre la figura de Agustín Rubio véase el apartado “4.3. Enrique
Fernández Arbós en el Conservatorio de música de Berlín. Sobriedad y fidelidad a la partitura” p.
184.
347
esas ocasiones el Quinteto Albéniz409. Albéniz ya había colaborado así mismo con
Arbós y Rubio en el Trío Ibérico, con el que actuaría en media Europa y que sería
también génesis del Quinteto Iberia.
La formación de estas diferentes agrupaciones que surgen en torno a Arbós variarán
su composición adaptándose ad hoc tanto a los repertorios a interpretar como a la
demanda de conciertos. Esto se nos presenta de manera muy clara si analizamos cada
una de las plantillas de los distintos grupos en los que venía participando Enrique
Fernández Arbós entre los años 1883 y 1894: el Trío Arbós (Arbós, Rubio y el
pianista portugués Rey Colaço), el Trío Ibérico (Arbós, Rubio y Albéniz), el Cuarteto
Arbós (Arbós, el también violinista J. Agudo, Gálvez y Rubio), el Quinteto Albéniz
(Arbós, Agudo, Gálvez, Rubio y Albéniz), el mencionado Quinteto de Música
Clásica di Camera (Arbós, Urrutia, Gálvez, Rubio y Tragó) y el Sexteto Arbós
(Arbós, el también violinista J. A. Torá, el viola F. Vidal, A. Rubio, el pianista M.
Enguita y el contrabajo L. Gracia).
La labor desarrollada por este último grupo, creado en el verano de 1883 como
Sexteto Arbós, es buena muestra de las actividades complementarias que servían de
suplemento al salario fijo que obtenían como docentes o intérpretes en otros
409 Un hecho determinante para la disolución del quinteto fue el contacto de Isaac Albéniz en 1890
con el empresario Henry Lowenfeld que le contrataría como intérprete y compositor, marchando
a Londres.
348
conjuntos. Creado expresamente para cubrir la temporada estival, ese verano viajarán
a Santander para tocar en el Casino del Sardinero:
El verano de este año de 1883, lo pasé en Santander. Nos contrató para tocar en
el Casino un tal Luis Gracia, que se ocupaba entonces de los conciertos de allí.
Fui con Rubio de violoncello, Vidal de viola, Torá de segundo violín, el propio
Gracia de contrabajo y Enguita de piano.
A los pocos días de estar actuando, nos enteramos de que venía Albéniz y...
casado. (-410).
Estaban allí, y casi continuamente compartían nuestra vida del Sardinero,
Alfredo y Luis Wünsch, que venían desde su casa de Cajo, de la que ya he
hablado; Goula, hijo; Gomar; Emilio Serrano y su mujer; todo un núcleo de
amigos alegres. Trabajábamos bastante haciendo arreglos para el sexteto. Yo
transcribí "El Sueño de una noche de verano", y Álbéniz compuso varias
cosas411. Recuerdo de esta época un "Capricho Cubano", que solíamos incluir en
programa.
Dábamos los conciertos en una sala muy bonita del Casino que estaba
decorando Gomar, y con frecuencia Albéniz se unía a nosotros por gusto, o
tocaba solo. Cuando no se agregaba como voluntario al sexteto, en calidad de
ejecutante, se pasaba las horas en una de las butacas de la sala mientras
ensayábamos (Fernández Arbós, 2005, p. 113).
...compuesto por los señores Arbós, Albéniz, Rubio, Torá, Vidal y Gracia.
Primer concierto para hoy domingo. Programa:
410 Isaac Albéniz contrae matrimonio el 23 de junio en Barcelona con Rosina Jordana Lagarriga, tal y
como indica Antonio Guerra y Alarcón en su biografía de Albéniz (Guerra y Alarcón, 1990. p.
43).
411 Presumiblemente es en estos días pasados en Santander cuando Albéniz escribe su Suite de
concierto para sexteto compuesta de Scherzo, Serenata morisca y Capricho cubano.
412 La Correspondencia Musical. 3/144. 4 de octubre de 1883.
349
Primera parte: 1º Guillermo Tell, Overtura [sic], Rossini.- 2º Romanza sin
palabras, Mendelsshon.- b. Gavota para violonchelo por los señores Rubio,
Popper. -3º Polacca de concierto, Brüll.
Segunda parte: 1º Fantasía Hugonotes, Meyerbeer. -2º Capricho Cubano, I.
Albéniz.- 3º Allegro del concierto de Stuk [sic]413, Weber.- Rondó caprichoso,
Mendelsshon.- Polaca [sic]414 en Mi bemol, por el señor Albéniz, Chopin.
Tercera parte: 1º Guzmán el Bueno, preludio, Bretón.- 2º Polonesa La Mayor,
por los señores Arbós y Albéniz, Wieniawski. 3º Final de los eriníes [sic]415,
Massenet.- A las ocho y media416.
A comienzos del año 1884, el que había sido compañero de Rubio y Arbós en el
Conservatorio de Madrid, el pianista portugués Alexandre Rey Colaço 417, ofrece a
ambos el ser contratados por su protector el Conde de Daupias para hacer música de
cámara en el palacio que éste habitaba con la Vizcondesa en el Calvario, a orillas de
la desembocadura del Tajo, camino de Belem. Francés de origen, el Conde de
Daupias tenía por aquel entonces sesenta y seis años, siendo propietario e industrial
de una importante fábrica de lanas y tejidos. Al llegar la primavera de 1885 Rubio,
Rey Colaço y Arbós marchan de nuevo a Lisboa contratados por éste. Allí
permanecerán dos meses interpretando música de cámara: los tríos de Schumann,
Schubert, Brahms, Mozart, Mendelssohn y, sobre todo, Beethoven, además de
sonatas y solos en las veladas musicales a las que acudía el Cabildo y la Corte
lisboetas (Fernández Arbós, 2005, p. 141).
413 Konzerstücke.
414 Polacca.
415 Les Erinnyes.
416 La voz de Galicia, La Coruña. 16 de septiembre de 1883. Dos días más tarde, el 18 de septiembre,
el diario coruñés informa de un segundo concierto, también en el Liceo Brigantino (La voz de
Galicia. La Coruña. 18 de septiembre de 1883).
417 Para una mayor información sobre la figura de Alexandre Rey Colaço véase el capítulo “4.3.
Enrique Fernández Arbós en el Conservatorio de música de Berlín. Sobriedad y fidelidad a la
partitura” p. 184.
350
Fernández Arbós y Pedro Urrutia418, el chelista y también alumno del conservatorio
Agustín Rubio, el viola Rafael Gálvez y el pianista José Tragó419 quien
posteriormente se incorporaría al conservatorio realizando una importante labor de
renovación en la enseñanza del piano.
Los amantes de la música di camera están de enhorabuena, pues este año son
dos las Sociedades que semanalmente dan sus conciertos: una la que dirige el sr.
Monasterio, y de la que forman parte los señores Pérez, Lestán y Mireski, con la
418 Pedro Urrutia era compañero de Arbós en la clase de violín de Monasterio. Más tarde se
convertiría en socio fundador de la Sociedad de Conciertos de Madrid y colaborador en la
Sociedad de Cuartetos de Monasterio.
419 José Tragó era pianista colaborador de la Sociedad de Cuartetos, labor que realizó hasta 1894.
Con motivo del nacimiento de la nueva formación interrumpirá su actividad con dicha sociedad
durante los dos años de duración de la misma (García de Otazo, 1888). Si se desea ampliar la
información sobre la figura de José Tragó se puede consultar, además del artículo de García de
Otazo, el artículo publicado por María Almudena Sánchez Martínez (2005). “El pianista y
compositor español José Tragó y Arana (1856-1934)” en la Revista de Musicología (vol. 28, no. 2,
pp. 1597-1612).
351
cooperación de la Sta. Chevalier y el Sr. Vallejos; la otra formada por los Sres.
Tragó, Arbós, Urrutia, Gálvez y Rubio. Varias son las sesiones dadas por ambas
y grandes los triunfos obtenidos420.
Los señores Fernández Arbós, Tragó, Rubio, Urrutia y Gálvez, han organizado
una serie de conciertos que se verificarán en el Salón Romero, los viernes de
Cuaresma, para dar a conocer varias obras nuevas de grande importancia, entre
ellas, la gran sonata para violín y piano de Raff; sonata para violoncello y piano,
420 La Ilustración Musical Hispano-Americana, Año II, núm. 47, 27 de diciembre de 1889. p. 191.
421 El pintor Agustín Lhardy era hijo del fundador del histórico restaurante “Lhardy” de la Carrera de
San Jerónimo donde solían reunirse Arbós y sus compañeros.
352
trío para violín, violoncello y piano, y cuarteto (núm. 2) de Beethoven, cuarteto
de Schumann y quinteto de Brahms422.
La de anoche nada dejó que desear, pues la formaban tres obras de raro mérito:
el cuarteto en la menos de Schumann, que los Sres. Arbós, Urrutia, Gálvez y
Rubio tocaron con suma delicadeza, repitiendo el adagio, el quinteto en fa
menor de Brahms, y el delicioso trío en si bemol de Schubert.
La novedad era el el quinteto de Brahms, oído con extraordinario interés porque
su autor tiene justa fama de ser en la actualidad el primer compositor de música
di camera.
Y el quinteto lo demuestra, porque lo grandioso del estilo se impone desde luego
al auditorio, a pesar de la dificultad de entender a la primera audición una obra
originalísima en las ideas y en la factura424.
Según la prensa que recogió este evento, esta era la primera vez que este quinteto de
Brahms se interpretaba ante el público español. Una vez más los periódicos resaltan
el carácter innovador de la agrupación en la elección de su repertorio.
422 La Ilustración Musical Hispano-Americana, Año II, núm. 29, 24 de marzo de 1889, p. 48.
423 Diario de Murcia, 10 de marzo de 1889. Esta publicación iría recogiendo puntualmente las
noticias sobre los conciertos que de este grupo iban siendo publicadas en otros medios.
424 El Día, 6 de abril de 1889, p. 4.
353
Unos días más tarde, el viernes 13 de abril, tendría lugar otro concierto en la que se
interpretaría, por este orden, el Cuarteto en Do M de Beethoven [sic], el Cuarteto en
mi bemol de Schumann y el Gran Trío en si bemol de Beethoven425.
...el Cuarteto de Beethoven "en Fa menor", que siempre había ejercido gran
fascinación sobre mí -años después supe por Joachim que era el predilecto de
Mendelssohn-; el "en Re menor", de Schubert; "Cuarteto de piano y cuerda en
Sol menor", de Brahms, y el "en La mayor", también de Brahms, así como su
"Quinteto con piano en Fa menor" y sus "Tríos"; los "Cuartetos de cuerda", de
Schumann; los de Beethoven; su "Quinteto para dos violas" y el "Cuarteto de las
Arpas", etcétera. Imposible enumerar el inmenso repertorio que dimos a conocer
(Fernández Arbós, 2005, p. 208).
Los conocidos artistas Sres. Tragó, Arbós, Urrutia, Galvez y Rubio, vivamente
agradecidos á las inequívocas muestras de simpatía con el inteligente público,
aficionado a este género de música, les favoreció en las cuatro sesiones que, como
ensayo, verificaron en primeros del corriente año, han decidido continuar sus tareas
artísticas en la presente temporada de invierno, y tienen el honor de participar a sus
numerosos abonados y distinguido público madrileño, que en los primeros días del
próximo Noviembre quedará abierto el abono, cuyas condiciones se anunciarán
oportunamente. (El Diario de Murcia, 12 de Noviembre de 1889).
426 El Diario de Murcia, 4 de Diciembre de 1889; El Diario de Murcia, 5 de Noviembre de 1889.
427 El Diario de Murcia, 14 de Diciembre de 1889.
354
Gálvez y Rubio realiza en Barcelona en la primera sesión de “música di camera” de
la Sociedad Catalana de Conciertos. Allí se interpreta el Cuarteto en Mi bemol de
Mendelssohn, el Quinteto en Mi bemol de Schumann (en compañía de Albéniz), y la
Fuga en Sol m de Bach, la Romanza de Svendsen y los Aires Rusos de Wieniawski
con Arbós como solista428.
...había llegado a su apogeo la admiración por las grandes obras de los clásicos y
románticos alemanes, y se rendía culto en público y en privado a la “música di
camera”, condiciones inmejorables para el desarrollo de aquellas cualidades que
reclaman este género de música, donde la iniciativa propia pierde su
exuberancia, atemperada por la disciplina del conjunto, y el estilo se dignifica
en razón de la elevación y superioridad de las ideas (Fernández Arbós, 1924, p.
27).
Mediante el análisis de los métodos para violín de dos distintas escuelas, franco-belga
y alemana, hemos podido identificar sus características técnicas y estilísticas y
comprobado el nivel de asimilación en los violinistas españoles de la época.
356
Se ha constatado el papel de Giovanni Batista Viotti como fundador de la escuela de
violín moderna. De hecho, tradiciones violinísticas tan dispares como la belga y la
alemana se han atribuido durante este periodo ser herederas de su estilo
interpretativo.
En sus obras Viotti aporta innovaciones, inaugurando un nuevo estilo de concierto
para violín como estructura extendida de la moderna forma sonata. Así mismo, hace
confluir la tradición de la escuela de violín italiana con el “brío operático” de la
música francesa y la experiencia sinfónica de los maestros alemanes, especialmente
Haydn. Muestra de la influencia y respeto que inspiraba Viotti y sus obras en nuestro
país encontramos el volumen facticio perteneciente a Luis Veldrof y Plaza en el cual
se incluyen dos de sus conciertos. Por otra parte, se ha mostrado que los conciertos de
Viotti formaban parte ineludible de los concursos públicos de los conservatorios
europeos, entre ellos el de Madrid, así como sus obras eran ofrecidas regularmente en
los catálogos de los almacenistas de música madrileños. Uno de sus alumnos
españoles sería Felipe Libón, autor de uno de los escasos ejemplos españoles de
obras para violín en el género de Estudio-capricho (Étude-Caprice): sus Treinta
Caprichos para violín solo como op. 15 (1818). La influencia directa de Viotti
llegaría así mismo a través de Francesco Vaccari, quien, si bien no fue alumno suyo,
asimiló su estilo durante los años en que tocó junto a él. Estilo que habría transmitido
a su vez durante sus años como intérprete en la Real Capilla.
357
En base al análisis de estos métodos se ha llegado a determinar unas características
interpretativas propias de la escuela franco-belga, cuya influencia sobre nuestros
violinistas tanto desde un punto de vista técnico como estilístico y de elección de
repertorio era superior a otras.
Podemos afirmar también el dominio tanto en lo educativo como en el estilo
interpretativo de la escuela franco-belga en la elección de los métodos y tratados
pedagógicos utilizados por los profesores del Conservatorio de Madrid en sus clases.
Un estudio pormenorizado de los catálogos de partituras de los almacenistas así como
de los anuncios aparecidos en la prensa de estos años corrobora así mismo una clara
tendencia hacia la importación de los métodos pedagógicos franceses en cuanto a la
enseñanza del violín se refiere.
El método de violín de Michel Woldemar (1800) puede considerarse como uno de los
primeros dentro de una “nueva era” de tratados para el instrumento. Introduce
soluciones innovadoras a la hora de resolver problemas técnicos y anticipa con
urgencia la adopción del arco de Tourte para abordar correctamente el repertorio
moderno de violín. El análisis de este último aspecto nos ha servido para determinar
el uso de estos arcos en nuestro país, documentado a través de los registros de
compra guardados en los archivos generales del Palacio Real. No resulta esta
cuestión baladí, ya que demuestra la voluntad de adoptar un modelo de interpretación
moderno y la asimilación de un repertorio que demandaba golpes de arco cuya
ejecución el modelo de Tourte podía facilitar.
Pero sin duda el método que mayor influencia ejercería en la violinística española
sería el Méthode du violon de Pierre Baillot, Pierre Rode y Rodolphe Kreisler (1803),
especialmente en su reedición posterior a cargo exclusivamente de Pierre Baillot
(1834) como L'Art du violon. Se ha acreditado a este texto como oficial de la
enseñanza de violín en el Conservatorio de Madrid desde sus inicios. Cabe asegurar
que el hecho de que hubiera sido alumno de Baillot en París tuvo mucho que ver en la
elección de Pedro Escudero como primer profesor de violín del centro, más allá de la
fama que éste obtuviera en los conciertos que periódicamente realizaba acompañado
de Pedro Albéniz al piano. Durante muchos años el método de Baillot se mantendría
en los catálogos de los almacenistas de música de Madrid, llegando a realizarse una
edición en ocho partes que se adaptaba de este modo al programa de enseñanza del
instrumento establecido a su vez en ocho cursos.
358
El método para violín de Jaques Féreol Mazas (1830), pese a no constituir un texto
oficial del Conservatorio de Madrid, sí que cumplió una importante labor como
introductor de algunas de las técnicas paganinianas, como los armónicos dobles, en
nuestro país. Sus estudios, utilizados como material de enseñanza aún hoy en día,
tuvieron una gran difusión tal y como se ha constatado mediante el examen de los
catálogos de los almacenistas en Madrid.
Habeneck, más conocido en España como director de orquesta y difusor de la obra de
Beethoven que como violinista, recoge el legado de Viotti en su método (1842) y nos
ayuda a entender a una figura tan importante para la violinística española e
internacional como era el italiano desde un aspecto más teórico.
Como se ha podido demostrar, una de las mayores influencias en la enseñanza de
violín en el Conservatorio de Madrid es, junto con Pierre Baillot, Delphin Alard. Su
elección como profesor por un joven Pablo Sarasate es muestra de su fama
internacional como pedagogo. Su método (1844) aparece de manera reiterada en las
ofertas de música de los almacenistas de la época, de él se realizan varias ediciones,
dividiéndose, como sucedió con el de Baillot, en ocho entregas para adaptarse así a
los ocho cursos en que se había organizado la enseñanza de violín. El encargado de
realizar esta nueva edición adaptada no es otro que Jesús de Monasterio. El método
es traducido al español y forma parte de los textos oficiales del Conservatorio de
Madrid durante un largo periodo, siendo referencia en la enseñanza del instrumento
hasta nuestros días. Tal peso poseyó este trabajo de Alard que, junto con Baillot,
podemos considerarlo como el mayor responsable de la introducción de un estilo
francés de interpretación en nuestro país.
Con la llegada de Charles de Bériot al Conservatorio de Bruselas se creará la escuela
belga de violín, heredera de la francesa. Éste gestará un estilo evolucionado a partir
del francés que incorporará sin complejos las innovaciones técnicas de Paganini sin
abandonar su elegancia y aparente facilidad características. Como hemos podido
constatar, la influencia en la violinística madrileña es total. Tras sus estudios en
Bruselas, Jesús de Monasterio elegirá volver a Madrid para renovar la tradición
española de violín desde el seno de su conservatorio. Un caso similar ocurrirá con
figuras como Enrique Fernández Arbós (alumno de Vieuxtemps) y José del Hierro
(pupilo de Léonard), formados en el Conservatorio de Bruselas y profesores a su
vuelta a nuestro país. Pero, tal y como se ha constatado, esta influencia no es de un
único sentido. Tras su partida, la figura de Monasterio sigue siendo un referente en
359
Bruselas, hasta el punto de que sus Veinte Estudios Artísticos de Concierto (1878)
sean elegidos como texto oficial en la enseñanza de violín en su conservatorio.
Pese a la tibia y no siempre favorable recepción de su obra compositiva en los
auditorios madrileños, el método para violín de Louis Spohr (1832) tuvo, como
hemos podido demostrar, una gran presencia en los catálogos de los almacenistas de
música de la ciudad. Supone, durante este periodo, el único texto oficial de enseñanza
de violín alemán en el Conservatorio de Madrid, mucho más inclinado en sus
preferencias por los textos franceses. El texto de Spohr posee un carácter conservador
que rechaza cualquier técnica novedosa, especialmente las propias de Paganini y sus
imitadores, sin embargo, propone una innovación: el uso de la barbada, que su autor
afirma haber inventado en 1820. Dada su importante circulación comercial y su uso
como texto oficial en el Conservatorio de Madrid podemos considerar a Spohr como
introductor inicial del uso de la barbada en la práctica violinística en nuestro país, si
bien no hemos podido comprobar el alcance de su comercialización en nuestro país
ya que este accesorio no aparece reflejado en los catálogos de los almacenistas.
Tanto el método para violín de Ferdinand David (1863) como sus ediciones de obras
de autores clásicos tuvieron gran relevancia internacional como muestra de una
escuela alemana más progresista en sus premisas técnicas que su anterior exponente
Spohr. Podemos afirmar que David realizó un acercamiento al estilo franco-belga que
moderniza la escuela alemana. En esta tesis se han estudiado sus características
técnicas mediante el análisis de su método para violín para poder valorar su influjo, a
través de Joseph Joachim, en un violinista tan importante para nosotros como fue
Arbós. Como hemos podido constatar, Joachim será una figura de notable peso para
Arbós, tanto en su formación técnica como estilística y estética.
360
Por otro lado, en esta tesis se han esclarecido aspectos biográficos de algunos de los
intérpretes de violín y profesores de la institución que permanecían ocultos o
resultaban erróneos. Así mismo, hemos podido acreditar y documentar la labor
docente de muchos de ellos. A través del análisis de documentos en muchos casos
inéditos, dentro de los cuales el conjunto que hemos denominado “papeles de
Monasterio” ha tenido mucho peso, se han estudiado aspectos como el proceso de
incorporación de profesores al conservatorio y los cambios en los planes de estudio
según los distintos reglamentos.
Se han examinado así mismo los métodos de violín de autores españoles que hemos
considerado de relevancia en relación con el conservatorio madrileño. Si el modelo a
seguir era el Conservatorio de París como institución, sus métodos constituirán así
mismo la mayor inspiración para los autores españoles al redactar textos pedagógicos
para el violín, fueran recopilaciones de estudios con una base teórica, de carácter
elemental para aficionados de nivel más básico u orientados a intérpretes avanzados.
Dentro de la tipología de textos pedagógicos orientados a la enseñanza del violín de
autor español hemos podido observar y analizar sus diferentes características
específicas. Corresponden cada uno de ellos a un tipo diferente de obra pedagógica.
Podemos considerar el Método elemental y progresivo de violín (1870) de Miguel
Marqués como perteneciente al grupo de aquellas obras editadas con el fin de
facilitar los primeros pasos en el estudio. Lo mismo sucede con los Cien ejercicios
técnicos-progresivos para violín (1898-1899) de Andrés Gaos, si bien éstos no
constituyen en sí mismos sino un compendio de ejercicios de nivel básico,
adoleciendo de cualquier explicación técnica previa. Mucho más ambicioso resulta
Le Virtuose Moderne (1880) de Luis Alonso, método completo con una parte teórica
y otra práctica claramente diferenciadas, extenso y con clara vocación didáctica
orientado a altos niveles técnicos de enseñanza. La especificidad de cada estudio
hacia un determinado aspecto técnico, su variedad y su calidad musical caracterizan
otra de las obras analizadas, los Veinte estudios de concierto (1877) de Jesús de
Monasterio. En base al análisis que de éstos se ha realizado, podemos considerar su
doble funcionalidad tanto pedagógica como interpretativa.
El estudio de los 6 Caprichos (1936-1942) de Manuel Quiroga, especialmente de las
indicaciones técnicas de su autor, ha tenido como resultado el identificar un
determinado estilo interpretativo muy influido por la tradición franco-belga, similar
en algunos puntos con Pablo de Sarasate, con quien tanto se le comparó en vida. La
profusión de recursos estilísticos y técnicos utilizados, todos ellos altamente
361
virtuosísticos, su lenguaje idiomático, mostrados en estas obras como expresión
máxima de los recursos del instrumento, nos permiten establecer la concepción que
Quiroga poseía del mismo. Mediante el análisis de sus grabaciones en relación con
sus 6 Caprichos hemos podido constatar la existencia de discrepancias entre el modo
en cómo los violinistas proponen la ejecución de un determinado pasaje,
técnicamente hablando, y cómo lo llevan ellos mismos a la práctica.
362
Por último, creemos haber ofrecido un soporte científico contestando a determinadas
preguntas que en los inicios de nuestra investigación, a modo de retos, se nos
planteaban. Espero continuar mi labor como investigadora y en base a este trabajo
gestar nuevos estudios sobre todas aquellas cuestiones relativas al desarrollo de la
violinística en nuestro país que a lo largo del desarrollo de esta tesis han venido
surgiendo.
363
BIBLIOGRAFÍA
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392
Apéndice 2: Carta de Andrés Gaos dirigida a Jesús de Monasterio y fechada en
Lugo el 9 de octubre de 1895 (Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio”
3/545).
393
394
Apéndice 3: Notas manuscritas de Jesús de Monasterio del 2 de julio de 1888
realizadas durante la realización de las pruebas de oposición para profesor de
violín (Archivo del RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545).
395
396
397
398
Apéndice 4: Carta dirigida a Jesús de Monasterio (datada por éste como
“recibida el 12 de julio de 1895” y firmada por “J. Ortega” (Archivo del
RCSMM, “Papeles de Monasterio” 3/545).
399
400
401
402
Apéndice 5: Patente de BECKER, F. W. (1887). Combined chin and shoulder rest
for violins, U.S. Patent n. 360,408. Washington, D.C.: U.S. Patent and
Trademark Office.
403
UNITED·. STATES PATENT ÜFFICE.
•
FRA.NCTS L. BECKER, OF NEW YOR.K, N. Y.
SPDCIPICATION formln & part oí Lcttors Patent No. 360,4 08, dated Aprll 5, 18&7.
.Applicalioo iUecl J<"cbnutry D. im. Serial No. m ,017. <Ko modf}l.l
To aU whom # may conce1•n: may be lowered or rnised, aod tbns t.hc dis·
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40
Be it knowu lbat J, l•'RANClS L. BECK1m, a tnuce bctwcen such plate and the bcad d muy
citizeu of tbe Unitell Sootcs, rcsidiDg at New be diminished or increased. The adjnstmeut
York, iu tbe couoty aud Statc of New Yo1·k, is so mnde as to corrcspoud to tbe thickucss
5 bave ioventedn new nnd Improved Combiued of tbc violin to wbicb tbe rest 1sto be applicd.
Ch in an<I Shoulder Rest for Violins, of wbich Tho tongue e is embraced by tite Oangcd up- 45
tbe followiug is a specificatiou. pereu<ls oí two spriug·arms, i, joiued to a com·
'l'his inventiou relates t-0 a víoliu chin·l'CSt mou ring·sbaped cusllioued sbouldcr-plate,j,
to wbic.h isdetacl1ablysccureda shouldcr·rcst. the wbole constitntiug füc shoulder·rest. Tbe
10 Tbe cbin·rest is providcd witll an adjustable spriog-arms will b1we a teodency to bearwitb
clamp·platc,by menos of wbich tbe rest. may tbeir flaugesk agniost the edges of tongue e, 50
be adapted to violios of differeut sizes. 'rho and to tbus secnl'e t.he shoulder·rcst to tbe
sbouldcr·test has sprlng-arms that embrace }u chin·1·est. 'rho lugs·e will provent the parts
toogue depeuding from the cbin·rest. from becomiog aotomatically dctached.
;
15 The inveotion collSists in tbe varions fea· If tbe sboolder-l'est is to be removeu, it is
tu res of lmprovcmcnts, bereinafter more fnlly drawo dowu,and the spring·arms i in sprcad- 55
pointed out. · iog will cause the Onnges k to olear t.he Jugs e.
In the accompauyiog drawings, Figure 1 is 'Vbat 1 claim is-
a froot view of my improved combiued violiu l. 'l'he combination of platea,having tongne
zo chio and shoulder rest. I?ig. 2 is a sectioonl e aod fümge b, witll tbe porforated chin-rest
side viow ou line x x, Fig. l. Fíg. S is a de· /, secured to sucb flange, and witb t be adjust- 6o
tail view ofthe shoulder·rest dotnclled. Fig. 1able clamp·plate 11, suspeodecl from the cliin·
4 is a <1Qtail view of theend of tong ue c. Fig. rest/ by countersunk screws g, having upset
5 is a bottom v1ew of plate f . ends foi· eogngemont with saicl chirnp·phbte,
2.o; Tbe lettera reprcseo1sa ¡ilaleof metal bcnt subst.antially ns described.
o,·er at tbe upper edge 'to form flnnge b, aad 2. Thecombinatlon ofplat-Oa,cnrryingchln· 6,
termiuntiog at its lower end in an inclincd rest f aod touguc e, with the shonlder-rest
tongue, e, which bns a bcad, 1?, atits top nnd composed of pinte j and spriog·arms i, hav· .
Jaterally· pl'ojecling lugs e at its bottorn. ing flauges k, t.bat are ndaptcd to embrace
30 To the llaoge b tbcre is sccurecl in suitnble tonguo e, substantlnlly as specified.
manne1· the cbin· rcst plat~ }>J'Oper,j: 'l'his · 3. 'l'hc combiuat.ion of platea, liaviug chio· 7
pinte, as well as tbe flange b, is pcrforat.ed at rcst/, adjustabl11 chunp·plnteh, aud tonguc e,
two pinces, the perforations hcing intcronlly that has bead 1l aod Jugs e, with a spriog
screw·tbreaded fo!' tbe receptiou of the cono· sbonldcr·rest adapted to embrace tongnc e,
35 tersuok 'sérews g, tbat pass iuto a cushioned snbstnntinlly :is described.
clamp-plate, h. 'l'be screw.s have ~pset cnd11, ll'RANCTS r.-. BECKER.
and th11s constitnte supports from which t.he. 'Yitnesses: ·
clamp-plate is suspended. By turuiug the F. Y . BlllESEN,
~crews g to tbe rigbt or left, the clam p· pinte 71 H EXRY E. ROF.DER.
404
Apéndice 6: Patente de BECKER, F. W. (1904). Combined chin and shoulder
rest for violins, U.S. Patent n. 775,792.Washington, D.C.: U.S. Patent and
Trademark Office.
405
No. 77G,792. Patented Novcmbor 22, 190'1.
BI'ECIFICATION forming ¡iart of Letters P atent N o. 775,792, dated Novembor 22, 1904.
Applic•tl•• filed M&ttb 18, 1904. Serial l!o.198,872. •No modcl.l
'Jo (¿ll wlum,, i t 11uiy con~ni-: in dotted lincs in Fig. 4, nnd the cnds 11 thcl'c·
Be it knowntlmtl, F1rnm:moKW. Br:o1rnn, of insertccl in to the scnts 5, caro being tnken
ft citizen of the U uited Stat<•s, residing in the to bave tho side 1\rms of thc snme engn¡rc
borough of ManhattM, city of New York, and above thnt portion of thc baseof the chin-rcst
5 State of , ew York, luwe im•ented new and located bctwcen the parts 7 and 8 thcreof, lhe 55
useful Improvements in Combined Ch in aud resnlt being t hat whcn re lenscd Lhe resi licnc.v
Shoulder Rcsts for Violins, of which the fol- of the arms of the shoulclcr-rest wi ll cause nn
lowing is n specificntion. engngement of tbe ends 11 with seats 5 and
M~· invention relates to combined ch in and will cause the side nrms of said shoulder·rest
10 shoulder rests for violins, and has for its ob- to unclerlie thc trnnsrcrsc pnrt 9 nncl O\•erlie 60
ject to p rovide fln improvcd moa.ns for con- thc portions7, tlrns lirml.v lockin¡r said shon l-
necting snid shouldo1·-rest with the chin-rest, der-rest in fixcd relntion to tbe base of the chin-
combining simplicity in structure nnd opera- rest.
tion and econoroy in cost. This object I nc- 'l'he arn1s of the shoulder-rcst ml\y be bcnt
15 complish in thc mtinner nncl by the menns tlownward nt a poiut in nd vnnce of. its cng11.g<l· 6 5
herein11fter describcd and c lnimed, refcrcmce ment with the base of thecbin-rcst to give the
being h11d to the nccompnnying drawings, in p roper anglo to SJ1id shoulcler-rest, and the
whicb- forward ly - ¡>rojecting loop thcreof may be
Fi"nrcl is a pcrspcctive of 1\ combi ncd ch in flnttenecl and, i f desirccl, apertured to recC\ive
20 and ~bou lder rest cmbodying my improved pins for ttttnching tlicret-0 a su itable pncl, ns 70
construction. Fig. 2 is a sido elevation of the shownat12inFig.1. 'o,also,thetopofpart
same. Fig. 3 is a plan view of the shoulder- 9 of the chin-rest base may be suit.'lbly llat-
rest connectecl with the base of the cbin-rest, toncd for n similar purposc.
the chin-rest being n'>movecl. F ig. 4 is a de· llaving thus describcd my invcation, what
25 tail v iew of the shoulcler-rest. I claim as new, nnd desire tosecure by Lctters 75
Simil11r numera Is of reference denote corre· Pntent, is
sponding ¡>l\rts in the severa! views. 1. The combination with a violin chin-res t,
In the said drawings tbe reference-nmneral nnd its base, the lnttcr formed of wire, of a
1 denotes the cbin-rcst pfate p1·oper, to which shouJder·l'CSt aJso formecl of WÍl'e, saicl bnse
30 areattached twovertical posts2,scrcw-tbread- und shoulder-rest bcing suitnl>ly shnpcd to So
ed at tbeir lower cnds to engage slceves 3, permit a dctnchable spring eugagemcnt bc-
thnt nre in turn in screw-threadecl engage- twcen thcm U1at will maintain 11 fixed re lntion
ment with tbe oppositcly-scrcw-thre11ded up- thcrebetwecn when nssomblecl.
per ends 4 of the base of tbc chin-rest. The 2. T he combination witb n \"iolin chin-rest,
35 construction of this portion of the dcvice be· nnd its base, the latter formed of wiré shnpecl 85
ing old 11nd well lmown, no forther dcscrip· to providc two seat.s nnd uppcr and undcr
t ion of its parts is dcemed necossary. stops in aclvancc of snid seats, of 11 shoulder·
Tbe base of th e ch in·rest is fo rmcd entirel.v rcst also formed of wire nnd l111vin1r resilient
of wire, as follows: Below tbe portions 4 are nrms and beot endscarricd thereby nncl ndapt·
40 formed the seats 5, the wire being then ex· ed to engnge the scats in thc chin-rest base, 90
tended forward borizont.'llly at 6, thcn bent thc ar ms of Sl\id shou lde r-rest aclapted to cn-
inwiwd 1mcl downward at 7, then baek ag·ain gage between the upper and uncler stops whcn
nnd upwnrdly at 8, and finally bent al>ruptly snid scats ancl cncls are engaged.
inwnrd and merging in the trnnsverse portion In testimony whereof 1 bavc bereunto set.
45 9, formed in an are projccting forwardly. roy bnnd in thc prescncc of two subscribing 95
The shoulder-rest 10 is composed of wire witnesscs.
bent into approximately U s hape and having FREDERICK W. BECKER.
the outwnrdly-projccting ends 11. Witnesses:
T o nsscmble the parts, the cnds of shouldcr· RooT. .McCASTUN}~,
50 rest 10 are pressed townrd ench otber, as shown A"LFRED R. Prmnrn.
406
Apéndice 7: Patente de BECKER, F. W. (1904). Violin chin-rest, U.S. Patent n.
775,465. Washington, D.C.: U.S. Patent and Trademark Office.
407
No. 77G,4 0ú. Pate11t ed N ovom ber 22, 1904 .
To all wlw11~ if 1n•l!f concern: to permit this engagemcnt nncl at the same
Beit known thatl , FnEDERIOK W.BtlOK"ER,a time t.o 1·etain the parts in tbeir adjusted po- 45
citi~en of the Unitcd States, rcsiding in the sition.
borough of l\fanbattan, in tbe city of New "While I havo illustrated the a.nn'l 3 as bent
5 York, State of New York, have in\'"ented new in zigza.gform to provicletbe necessaryclnmp-
i1nd useful lmproveinents inViolinChin-Rests, ing powP.r, I do not wish to limit m.vself to
of whi ch the following is a s pecification. any par ticu lar con6guration fo1· snid arms, as 50
My invention relates to chi n-rests fot· vio- my invention contemplates, broadl.v, anycon-
lins, and has for its object to provide an im- liguration tb1lt will providc the necessa.ry
10 tJroved and simpli6ed mcans for clamping the clamping resnlt.
sume in position on the violin. This object I Ha.ving thus described my invention, what
accomplish in the manner and by the meaos I claim as new, and desire Losecure by Lette1·s 55
bereinafter describecl and claimed, refereoco P atent, is-
being lmd to the accompa11ying drawings, in 1. A violin chin-rest, consisting of thcchin-
15 wbicb- rest pinte, and its claroping mcrnber, tbe lat-
Figurc 1 is a perspective vicw of a. violin ter formed· of a single piece of material pos-
chin-rest cmbodyinj? my improved construc- sessing the nccessary resiliency to detacba.bl.v 60
tion. Fig. 2 is a. side elevation of the sa.me. retain sa.id parts in their a.djusted position on
Fig. 8 is a.n inverted plan view of tbe same. the violín.
20 Similarnumer alsof rcferencedenote corre- 2. In a. violin cbin - 1·est, thc eombination
sponcling parts in tbe severa! views. witb thechin-rcst pla.te, and itscln.mping-base,
Jn the saicl drawings the referencc-numeral of spring-arms unitingsaid plateand basei\nd 65
1 deootes the chin-rest plato proper, tbesnme formed in one piece.
being of the usual construction and coofigu- 8. In o. víolin ch in - rcst, thc combination
25 ratiou. Tbe clampfor snid chin-rest consists witb the cbin-rest pinte, of a clamping-base
of a single piece of resilient wire ba.ving its and connecting-arms formed in ooe piece, said
central portion 2, forming the base of tbe arms shaped to provide tbc necessa.ry spring 7º
clamp, bcnt into wave for m and lying paral- resista.nce to clnmp tbe pi1r ts to the violín.
lel with thcundcr sideof thechin-rest l. Snid 4. In a. violin chin - rest, the combination
30 wi re oxtencls upward from sa.id base in two with tbe chin-rest pin.te, of n. clamping-base
tmns 3, bent in ziSl,"Zag forro to afford the ncc- aod connecting-arms fonned of 1\ sing le picce
essa.ry spring resistance,and bave their uppet· of wire bent at the base portion in a form 75
ends embcdded in or otberwise 6xed to the suitable to snpport a pad and sha.ped in its
back of the cbin-rest plato l. connecting-a.rm portion to providc the neces-
35 Tbe base 2 of the clamp is preferably flat- sary spring rcsistance to clamp tbe parts Lo
tcncd, as shown at Fig. 2, to provide a better the violin.
support for a pacl 4, attachcd tbereto a.ocl op- In testimony whereof l havo bereunto set So
erating in connection with tbe pad 5 on tbe roy hancl in the presence of two subscribing
undcr side of the chin- rcst pinte to prevent witnesses.
40 injury to the violin. FREDERICK W. BECKER.
In use tbe cbin-rest plate 1 and base 2 are Witnesses:
sprung over and under the edge of the violin, ÁLFRED R. P.enIUN,
the arms 8 afl'ording the necessary resiliency RonT. MoCASTLIXl':.
408
Apéndice 8: Patente de BECKER, F. W. (1907). Violin chin-rest plate, U.S. Patent
n. 849,961. Washington, D.C.: U.S. Patent and Trademark Office.
409
UNITED STATES P ATENT OFFICE.
FREDERICK W. BECKER, OF NEW YORK, N. Y.
VIOLI N CHIN-REST PLATE.
To all whom, it 111'ay ooncenL: 1 broken top surface. 'fhe whole body oí said
BeitknownthatI,FmmE1ucKW. B xcKER, chin-rest plate lying beueath said layer 5 is
a citizen of the Uuited States, residing in the provided with a senes of small apertures or
borough of :i\fanb.ottnn, city of New York, boles 6, os sho\Vl1 in Fig. 2. 45
s State of New York, hove invented new and· J<'rom the above description it will be un-
useful I mprovements in Violin Chin-Rest derstood that the Jayer 5 not only provides a
Platos, oí which the following is a specifica- moisture-absorbent surface for the chin of
tion. the uscr, but also provides a slightly-yielding
My invention relates to chin-rests for vio- antislipping surface, whilc the aperturcs 6 50
co lins, and hos for its objccts, first, to providc serve to ventila.te the uncler sicle of said layer
an improvecl constn1ction of the same where- 5 without in any way interforing with its
by a porous absorbeut antislipping smfaco fonctions. .
will be presented to the chin of the user, aud, IuºFig. 3 I have 11lustrnted a modificd con-
secondly, to provide mea.ns fo1· ventilating struction wherein the recess 3 and layor 5 are 55
15 sa.id pinte. Thcse objccts I accomplish in disponscd with, the apertures or holos 6 alone
the manner and by the mea.ns hereinaftcr de- being employed. With this const.ruction tho
scribed and cloimcd, reference bein~ had to ªJ?ertures or holes 6 serve not only to provent
the accompanying drawings, in whicn- shpping, but also act to admit air to the ch.in
Figure l is a perspoctive view of a. violín of tbe user. 60
20 chiu-rest plate emboaying my improved con- Having thus described my invontion, what
struction. Fig. 2 is a central vertical seo-- I claim as new, and desire Lo sccure by Let-
tional view of the same. Fig. 3 is a perspec- tcrs Pa.tont, is-
tive view of a slightly-modiñed construction. l. A violín chin-rest plato, ombodying a
Similar numera.Is of reference denote corre- body portion ha.ving a plurality of apertures 65
z5 spond.ing pa.rts in the severa! views. tho1·othrough from top to bottom and a cov-
In the said drawings, referring more par- ering oí yie1ding absorbcnt antis¡ipping ma.-
ticularly to Figs. 1 and 2, the referencc-nu- terial on the upper surface of said body por-
meral 1 denotes the chin-rest plate proper, tion.
the samc having attached thereto in the 2. A violin chin-rest plato, embodyi.ng a 70
30 usual mauner any suitable clamping mea.ns body portion having its uppor surfaco re-
2, the lattcr being shown broken away. The cessed and lrn.ving a plurality of apertures
upper surface of soid chin-rest plate 1 is suit- tluough said recessed portion, and a !ayer of
ably concaved, as shown, to fit the configura.- yielding a.bsorbent antislipping material
tion of the chin of the uscr a.nd is recessed at fixed Íll :md fifüng sa.id recess. 75
35 3 throughout said surface and to within In testimony whereof I have horounto set
about one-eighth of an inch of the edge there- m,v hand in the pre...<>ence oí two subseribing
· of, leaving on annular rim 4, as shown. Scat- w1lnesses. ~
cd wi.thin th.is recess 3 is a layer 5 of moisture- FREDERICK W. BECKER.
absorbent antislipJ?ing material, prefembly 1 Witnesses:
40 cork, tho same berng of a thickriess to líe WILLIAM MERGARDT,
flush with edge 4, thus forming a smooth un- Lours WIPJ.ITZRAUSER.
410
Apéndice 9: Patente de BECKER, F. W. (1916). Chin-rest for violins, U.S. Patent
n. 1,204,642. Washington, D.C.: U.S. Patent and Trademark Office.
411
UNITED STATES P ATE.ivr OFFIOE.
FREDERICX W. BECll:ER, OF NEW YORK, N. Y.
To all11•lwni it may conr.ern: \\'hich 11 lso cngnge the thrl'1Hlrcl rods 1-l
Bo it known thnt I, Fm:mi::mcK " ' · lixecl to the bottom plat(I 01· ja 1,· lG. J'hc
BEc1rnn, n citizen of the United Stntes. nnd f:ect 11 nr0 each formccl \\'ith 11 socket 1'> in
1\ resiclenl of New York city, borough of "·hich .is inserled 1t pin 17 pr0Yicle1l with n GO
5 l\fonhntta11, in the county of New York nnd puddecl hencl 18. Bctwecn this heud uncl the
Stnte of New York. hnve im·entecl certain base of the foot nr0 mountccl upon the pin a
new nncl useful !IÍ1provements in Chin- plurnlity of \l'nshcrs 19. thc numbei· of
Rcsts for Violins, of which the following is \\'hich mnv be ,·nriecl to secnrc lhe clesired
n speci ficntion. nclj ustme11t of the ch in pinte with respcct to 55
10 This invention relntes to chin 1·csts uscd the sound box. The bnsc of cnch foot is nlso
on violins nncl similar musical instruments. forrned preferably with n couiltersnnk re-
Thc principnl object of the present im-en- cess 20. in which is fixed n pnd of fclt or
tion is to proviclc n chin rest of light c<m- other ~uitablc mnterinl 21. Thus for ihe
stl'ltction which is ncljnstablc to suit tfic con- lowest ndju&tment of the chin pinte the pin ;·o
16 Ycnicnce of thc plnyer. 17 and nll the w:ishcrs 11111" be 1-cmo,·ecl. nnd
Anothcr object is to provide a construc- the feet mny titen rest directl." upon the top
tion "·hich mny be sccurely cl:tmped t-0 the of the sound box. ns illustmtccl in Fig. 5.
violin or othcr insh'nment to which it is np- In Fig. 4 an acljustment is shown wherein
plicd. thc rhin pinte 10 mny he disposccl nt an 75
20 In cnrr,ving out my innntion I form the :ingle with reference tO thc sound box, the
chin pinte w1th two spnced, preferably t:1- number o{ the wn shers upon the pin 17 bc-
pering, fect, in which :ire secnred the threncl- inCY ,·nricd to secure the clesirccl nngnlnrit~-.
ect rods engagecl by the usual turnbuckles. 'ín the modified form illnstratecl in Jl'ig.
To the bottom oí these foct may be :tttnched G. the feet 11 hu,·c sockets in the bnses so
25 bv suitnblc menns :rny clesired numher of tliereof, in "·hich nrc ntlnchcd intcrnnlly
,?nshers or other spr.cing membei·s, the 'll""- threacled bushings 25. Th reuclecl pins 2Ci
bor of which may be vnried to regulttte the engn¡;e the threnclecl bushi.ngs nncl lll'G nd-
heip;ht nnd the nngularity of thc chin platc. justnt>le to nny r equfrecl degl·oc to vn1·y the
The lntter is thus adj ustably snpported at height ancl nngulnl'ity of the chin plnte. 85
so two spncecl points, nssnring li firm clnmping The base of ench foot is nlso formecl with a
nction nnd nt the snme time forming a con- conntersunk reccss 27, in wbich is nttnched
struction which is extremely light. ' thc pnd 28 for cngngin<> the souncl box nt
Fmthcr objects ond ndvnntnges will more the lowest acljustment o? the chin plate, nt
f ull y nppenr from the detnilecl description, which time the pins nre removed. ns in the 90
35 n ncl the fcntmcs of noYelty in construction othel' form clescl'ibed. ·
nnd combinntion of pnrts will be p:irticu- lt will tlms be seen thnt I ha\'C proviclcd
lnrly pointcd out in the claims. n chin rcst which is cxtrcmely light in con-
In the drnwing illnstrnting this in,·en- struction, innsmuch ns thc pinte itscl'f may
tion, Figure 1 is nn cle,·ntion and Fig. 2 is <t be compnrnfü-cly thin, whilc the threncled 95
40 side ,·iew of my imp1·0,·ecl chin rcst shown rocls nnd thc ndjusting pins are sccm·ed in
ns clnmped to the sound box l)f :1 violin. the two compnrnti,·cly smnll fcet J>rojecting
Fig. 3 is n scction tnken nlong line 3-3 of from the bottom of the plnte. By the tn-
Fig. l. Fig. 4 is an eleYation illnstrnting pered formation of thc feet n mnximum
thc chin pinte ndjust~d at an nngle to thc strength is obtnined with n mínimum 100
45 sound box of the Yiolin. Fig. 5 is nn eleva- amount of material. Moreover, by clnmp-
tion illustrnting the cbin rcst adjusted nt its ing the chin rest to thc sound box nt two
lowcst position with the pins and all the spnced points n more ccrtain and efficient
wnshers removed. Fig. 6 is a. sectional ele- clninping nction is obtnined.
vn tion illustrnting n modified form of nd- Hn.ving tlrns desci·ibcd my im-ention, I 105
60 justment. clnim ns new ancl clesire to secul'C by Letters
Refoning in detnil to Figs_ 1 to 5, the chin P:itcnt:
pinte 10 is of substnntfolly a uniform thick- l. A chin rest for musica 1 instruments,
ness nnd hns projecting from its base two comprisi!1g u chin t>lnte of substnntinlly uni-
prefernbly confoal shnped feet 11, in which form tluckncss, nnd n pnir of spnccd feet 110
55 nre secured the thrended rods 12, the latter projecting from thc bottom thcrcof, ench
· having mounted thereon the turnbuckles 13: provided wi th n longituclinnl sockct, pi ns
412
1,204,642
each having a padcled heacl held in said contact the top of the sound box, rods se-
sockets, rods attached to said feet,andmeans cured to the feet, nnd means engaging the
engaging said rods for clamping saicl feet rods for clamping the plate to the sound
a.gainst the sotmd box of the instrument. box. 40
5
2. A chin rest for musical · instruments, 5. A chin rest for musical instruments,
comprisi.J;l_g a chin plate of substantially uni- comprisin~ a chin plate of substantially uni-
form thicimess, and a pair of spaced c911ical form thicimess providecl with spaced feet
feet projecting from the bottom thereof, projecting from the bottom thereof, there
each provicled with a longitudinal socket, being a socfret in each foot, a pin having 45
10
pins each having a padded head helcl in saicl a pndded head adjustably mounted within
sockets, rods p1votally engaging said feet, the socket, the head thereof being adapted
and means engaging su.id rods for clamping to contact the top of the sound box, a plu-
saicl feet against the souncl box of the in- rality of washers mounted on the pin, rods
strument. secured to the feet, and mea.ns engaging the 60
15 3. .A chin rest for musical instruments, rods for clamping the plate to the sound
comprisin¡?; a chin plate of substantially uni- box.
form thick.ness, and a. pair of spaced feet 6. A chin plate consisting of a plate hav-
projecting from the bottom thereof, snicl ing a snbstantially unifonn thiclmess and
feet lrn.ving countersunk recesses in the base shaped to accommodate the chin of a per- 55
20 thereof, pñcls secured in saicl recesses, rods son, a pnir of spaced tapered feet project-
attached to saicl feet, means engaging said in& from the bottom thereof provided with
rods for clamping saicl feet a~fost the a fongitucli nal soeket adapted to be clamped
sound box of the iustrument, ana for rais- to the sotmd box of a musical instr.ument,
ing the chin plate vertically nncl tilting the pins each having a paclded heacl beld in said 60
25 same obliquely, washers for insertion be- · socket and readlly operable acljusting menns
tween tbe pacls and sound box to incrense whereby the ehin plate may be both raised
tbe height of the.feet, and means to render vertically and tilted angularly, said means
the built-up feet rigid and proof aga.inst sen ring also to clamp the chin plate to the
lateral stress. souncl box. G5
30 4. A chin rest for musical instruments, Signed at N ew York city,' in the county
comprising a chin plate of substantially tmi- of New York, and State of New York, this
fonn thickness provided with spaced feet 15th clay of May, A. D. 1913.
projecting from the bottom thereof, tliere FREDERICK W. BECKER.
being a socket in each foot, a pin having a Witnesses:
~~ padcted head adjustably monntecl within the MINNIE S. :WúLLER,
socket, the head thereof being adapted to SYJNJA L. STOu·rr.
Copies o! this patent may be obtained for ñve cents each, by addressing t ite "Commissioner of Patents,
· Washington, D. C."
413
Apéndice 10: Patente de BECKER, F. W. (1918). Violinist’s Practise Device, U. S.
Patent n. 1,275,202. Washington, D.C.: U.S. Patent and Trademark Office.
414
. ' . '
415
1,276,20 2
versely of the body, the slot being formed the right-hand, placing his thumb Ín the
between side walls 16 of the guide. The oot- notch · 19, an<l he will move the bow endwise
toro of the slot 15 may be convex from end in the slot 15 nnd will manipulate the bow
to end as shown at 17 in Fi<>. 4, the curva- in the ma nncr customary in plnying a •iolin.
s ture substantially correspon~ing· to .that of When.tl}.e·student has n.cquired facility in 70
the bridge of a violín so that certain points bowing in the slot 15 ancl can move the bow
on the slot bottom 17 will exactly:corl'espond ··endwisc . "'ith perfect frcedom so that no
to the various positions of the strings of a binding of the bow in the slot occurs, the
violin relative to the chin and Joft hand of thumb· screw 25 will be looscned nnd the
10 the student using the instrument,.nnd this is bow guide 14 slúfted to thc position shown 75
insured by the fact thnt •the bo'ttom 17 of in'·Fig... 6. " T be student will thcn place the
the slot is above the leve! of the upper face bow on the shoulder 20 and manipttlnte .the
.of thc body. bow as bofore. ·U is noted that in :this last
. · The slot 15 is ndapted to r ecoive a bow ' bowh!g \)OSition, if the bow"be·not operated
15 18 ,¡,!iich ~a.y be i~ the form of a ~nt rod substantía.IJy pnrallel to the wall 16'tbe bo~ so
or st1clcslightly thinncr than the w1dth of cnnnot be held oll'. tlJe shoulder 2~. : It. is
the slot so tbnt thc bow can be freely moved nlso noted thnt owmg· to the slnntmg edge
. endwiso in the slot without bindina when it of the sboulder, it is neeessary for the stu-
is moved parnllel' to thc side walYs 16. · It .dent to constnntly press.thc bow towatd :the
20 ·is clcnr that if 'the bow is not moved end- wiill 16 so ns to prevent it sliding 'down 'the 85
wise in cxnct pnrnllelism with 'the wn'll' 16 inclined ·edge and off óf 'the ·shoulder.
friétion will arise between snid bow and Thus it is cletir that whcn the bow is in
sido· wnlls so that'the bow can only ~o moved the slot 15 it· will be -p(jsitively guided' by
witb difficulty. P refernbly n thwub notch the wnlJs 16, nnd that wben the bow rests
25 19 is provided .iD onc edge nenr one end·of on the sboulder 20 it will be non-positjvely 90
_tb.e ·bow. guided, that is to say, as long as it is II!Oved
Prefcrnbly there projects a ·sboulder 20 correctly' it 'vill sta.y on the shohlder' .but
from that inde of 'the bow gnicle -14 turncd when it slips from tlJe shoulder sucb 'sliJ.>·
town rd 'the hend 3, and tbe upper edge 21 ping will indica.te to 'the stúdentithat he lS
so -0f •snid shoulder is prcfcrnbly convex trnns- not movi11g the bow correctly. 96
vel'sely of tbe bod;y 1 similar to the· bottom I claim :
7 of thc slot 15. Preforably a.lso tbe edge l. A violinist's practice ' device compris-
21 óf thc shoulder slopes downward and ing n body, n neck connected witb said bódy,
outwurd, ns clc:i.rly shown in ·mg. 6. a bow guide. proj ectina. up -from. th~ body
S5 The ·bow gui_d e would be u5eful,. e ven and prov.ided with a -~ot ·exteniling trans- 100
thop~h stationarily mounted on the body 11 ver sely of . the body; ·thé bottom of the · slot
'- but in order that desirnblc ádjustments 01 being above rthe Jev.el of the ,upper' fa.ce·of
the bo": iuid\}, may be mnde, ·the. body mny •thc bo_dy a~~ .. being curved like :the ~pper
be prov1cted mth a slot 22 extcndmg length- cdge of a v1olin bridge; nnd a-bow' .fitt.ed to
40 wise of the body, and a clnmping screw 23 work in so.id slot.. 105
. ext.ends through said slot a.nd is screw- 2. A vfolinist's prnCtice.device coiµprising
threa:ded into the bow guido 14. On the n body, a ncck connected with said body,
screw 23 is a washer ~4 adapted to be uúd a. meinber projecting .u:P from'.thé bódy
prcsscd into engagemcnt with the U!Íder fnce and .p rovided· with a.'.shoulder on one.:side
45 of thc body 1 by a thumb nut 25 on the outer . adapted to support a bow. 110
eml of the sc1·ew 23. T he slot 22 is prefer- 3. .A violiuist's prnctice device comprising
ably of such length that when tbe screw 23 :\ bod.y, a neck connected with sa.id -~y,
rests against the forwnrd end of the slot • a bow. guid~ projecting up ft·om ' thé .bódy
which thus forms u stop, 11s in Fig. 4, tho a11d shiftably monnted · thereon nfid curved
50 position of the bow 18 in the slot 15 l'cla- likethe .uppo1· ~dge:Of a ·violin bridge;means 116
tive to ~~e bocly 1.. will exa<:tly coincide with to hol~ .t he .bo1y gui~e. against sliifti~$• and
the postt1on of sa1d· bow when the screw 28 a bow fittcd to worl.i: m thcr bow. gu'ioe.
engagcs the rear'end of the sl<?t 22 and the 4. A violinist'll practice device compris-
bow rcsts on the b<?ss 20, as iJi Fig. 6. · T he ing á body, a neck connected with.sa.id-bod.y
55· bottom of the boW' guide 14 is provided a membe1· projeéting up from tbe ·body and 120
with ti g1·~ve 26 to fit the. b?<l-Y· . s~iftnbly moun~ tlJe1·eon nnd próvided
·In p1·rictical use the violtn student Wlli w1th a slot nnd, w1tli a .shoulder,.and :mea.ns
place · the instrument · in position with thc · to hokU he bow. {itíide. in: difl'erent positions
·uppe1· cclge of . the chin rest 4 beneath · the ¿10ng lile body .so that a bow can be .used
60 chin nncl the shoulder 5•thel'Cof against tho in' the slot or on the shóulder \vhen~he' slot 126
left-hand side of bis jnw :nnd be. wiJl .grnsp and shoulder OC<:l!PY the. samo pi>sitions rela-
tbe•ncck 2 -in the·Jeft-hand, placing tbe ends ' tive to the violinist 's.slioulder as he'USeS the
of the ·fingcrs on the keys. .Assum.ing thnt device.
· tb.e bow guide 14·is in the -position.Shown 5. A violinist's ..practice device. ,cmnpris-
65 in Figs. 2 nnd 3, he will grnsp thc bow with inga body, a n eck connected with saia body, lSO
416
i,276,202 8
ti bow, a guide on the bociy for the bo,v, and downward and outward nnd said shoulder
yieldingly mounted keys in the neck for the being ndapted to·support n bow. 10
stopping fingers of the student. Signed at Los Angeles, California, this
6. A violinist's practice device comp r1Sing lst day of October, 1917.
5 a. body, a neck connected with said body, and KARL A. BECKER.
a member projecting f rom the body and Witnesses:
having a shoulder on one side thereof, the GEORGE H. H.n.Ea,
upper edge of said shoulder being a slant L. BELLE W F.AVER.
C.,lff of Wa pateat aa:r be obta.lned tor Ave cent• eaeb, b:r a4Aresaln¡ the "Com.mlldo•er Of :rateat..
Wuhiqta. JI. 0."
417
Apéndice 11: Carta de Manuel Quiroga al Presidente de la Junta de Pensiones
para el extranjero fechada el 23 de marzo de 1910 (Junta de Ampliación de
Estudios, JAE pp. 119-135).
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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
- Ilustración 4. Primera página del Méthode du Violon par MM. Baillot, Rode, et
Kreutzer, Membres du Conservatoire de Musique. Redigée par Baillot. Adoptée par
le Conservatoire pour servir a l'Etude dans cet Etablissement. París: Imprimerie du
Conservatoire de Musique de Baillot, P.-M.-F. d. S., Rode, P., & Kreutzer, R. (1803).
Volumen perteneciente a M. Euguène Sauzay (BNF).
- Ilustración 10. Méthode de violon suivie d'un traité des sons harmoniques et des
pizzicato d'après Paganini de J.-F Mazas (1891), Ed. Désiré Ikelmer, París. (BNF).
- Ilustración 11. Indicaciones relativas a la postura, sujeción del arco y paso del
mismo por las cuerdas. HABENECK, F.-A. (1842). Méthode théorique et practique
de violon. París: Canaux (BNF).
- Ilustración 12. Portada del método para violín de Delphin Alard (1844). École du
violon. Méthode complète et progressive à l'usage du conservatoire. París:
Schonenberger-Mayence B. Schott, en donde se destaca a éste como método oficial
del Conservatorio de París (BNF).
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-Ilustración 13. Métodos para violín de Bériot. Catálogo de música del almacén de
Pablo Martín(1883), Nuevo Gran Catálogo de la música española y extranjera,
Madrid, p. 2.
- Ilustración 17. Los grabados muestran las posiciones correcta y errónea de sujeción
del arco, respectivamente, según el método de Leopold Mozart ( 1756/ed.1951, pp.
55-56) (BNF).
- Ilustración 18. Fotografías que muestran las posturas correctas de sujeción del
instrumento, los brazos al pasar el arco, en distintas cuerdas, la mano izquierda en
primera posición y preparándose para un cambio de posición, cómo se sitúa la mano
y brazo derechos al tocar en el talón y la manera en cómo se debe de coger el arco.
Joseph Joachim y Andreas Moser (1905), Violinschule, vol. I, p. 16 (BNF).
- Ilustración 24. Sujeción defectuosa del mástil del violín (Alonso, ca. 1880, p. VI)
(BNF).
- Ilustración 25. Sujeción “menos defectuosa” del mástil del violín (Alonso, ca.
1880, p. VII) (BNF).
- Ilustración 26. Sujeción correcta “a la Paganini” del mástil del violín (Alonso, ca.
1880, p. VII) (BNF).
421
- Ilustración 28. Capricho núm. 4 (versión en dobles cuerdas) de Manuel Quiroga
(1941) (Iglesias, 1992).
- Ilustración 31. Índice donde se detallan las obras incluidas en el facticio propiedad
de Luis Veldrof y Plaza (Colección particular).
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