Aprendizaje Significativo
Aprendizaje Significativo
Aprendizaje Significativo
Sin duda, para poder reflexionar y profundizar sobre el rol de María como
discípula y misionera de Cristo, nos es necesario partir de la misma reflexión de la
Iglesia y en nuestro caso, en tanto que latinoamericanos, aparte de los textos del
Concilio y otros, deberemos tener en consideración aquellos que son propios a
nuestra realidad latinoamericana especialmente el Documento de Aparecida en
el cual al tratar sobre María lo hace de una manera muy especial en su rol de
“Discípula y Misionera”. Aquí se resalta la importancia de su presencia en el
itinerario formativo de los discípulos. Partiendo del hecho que el encuentro con el
Señor es una experiencia personal y eclesial del misterio trinitario Padre, Hijo y
Espíritu Santo, María es presentada en su personal calidad de discípula y
misionera al mismo tiempo.
María se presenta ante nosotros como la máxima realización del cristiano que es
la comunión con la Trinidad y nos conduce en la formación de nuestra identidad
más profunda: ser “Hijos en el Hijo”. Por su fe y obediencia, por su interiorización
de la Palabra y de las acciones de Jesús, María participa de una manera especial
y única del misterio profundo de Cristo en su vida y en la vida de la Iglesia. Brota a
lo largo del documento su maternidad llena de Cristo y de los discípulos “nuevos
hijos espirituales”. Ellos apoyan su fe en la fe de María que se mantuvo firme al pie
de la cruz al lado de su Hijo Jesucristo y cerca del discípulo amado.
¿De donde sino de esta intimidad de discípulos, de amigos íntimos, podemos ser
misioneros fértiles? De Ella, por Ella y en Ella su “más íntima amiga, su más
grande discípula y, como consecuencia de esto, su mejor misionera””, de María es
que podremos conformarnos a Él. Es a partir de esta realidad que se podrá crear
en nosotros esta personalidad misionera. Esta identidad misionera sólo se forja
en esta intimidad de discípulos.
“Ella, que “conservaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón” (Lc
2, 19; cf. 2, 51), nos enseña el primado de la escucha de la Palabra en la vida del
discípulo y misionero”… Ella habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra
de Dios se le hace su palabra, y su palabra nace de la Palabra de Dios.
Además así se revela que sus pensamientos están en sintonía con los
pensamientos de Dios, que su querer es un querer junto con Dios. Estando
íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, Ella puede llegar a ser madre
de la Palabra encarnada” (D.A. 271).
Escucha, sintonía, intimidad, son estas las palabras claves que moldean al
verdadero discípulo de Cristo y que lo posibilitan a ser un verdadero misionero
Suyo. Repetimos dos veces la palabra “verdadero” porque podemos llegar a ser
“no verdaderos” discípulos y misioneros, es decir, ser de aquellos que hablan sin
llegar ni al corazón ni a la inteligencia del hombre a fuerza de no tener la
“autoridad” que nace de esta intimidad y escucha.
1.- A partir de todo lo dicho con insistencia anteriormente podemos decir que la
primera y principalísima característica del discípulo-misionero será esta
relación cercana, profunda con Aquel que lo envía, la cual sólo es posible en
esta escucha amorosa, atenta y orante de la palabra que permite, por decirlo
de una manera simbólica pero muy real al mismo tiempo, “encarnarse a Dios en
nosotros.
TRABAJO.