El Ser Catequista
El Ser Catequista
El Ser Catequista
La catequesis es lo que es el catequista. Es fruto de lo que el catequista vive y siente, de lo que cree y de lo
que ama, de lo que busca y de lo que en su actuación encuentra. La catequesis es lo que bulle en la mente
y en el corazón del catequista:
Desde el momento en que el Señor llama a alguien a hacerse catequista, le lleva a ser portador de su
palabra ante los hombres. Al igual que los profetas, es servidor de la palabra. Aun conservando toda su
carga humana, una nueva riqueza le llega. Es la riqueza de la palabra recibida que ha de llevar a los
demás como medio y palanca para que consigan la salvación.
A los catequistas les dice Jesús palabras que deben recordar con frecuencia, pues definen
evangélicamente lo que son ante el que los envía y ante los receptores de sus mensajes:
¿Cómo soy servidor fiel de la palabra? ¿Cuáles son los rasgos más significativos que me configuran? ¿En
dónde se apoya la grandeza de mi calidad de mensajero divino?
El Catequista es un discípulo convencido de Jesús, que quiere hacer llegar su mensaje a todos los que
encuentra en su camino, de modo especial a aquellos con quienes establece un compromiso de amor y de
fe.
¿creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís? Hoy más que nunca,
el testimonio de la vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la nueva
evangelización". (Evangelii Nuntiandi, 46 y 76)
El catequista, como dicen los Obispos españoles, tiene que ser consciente de su misión de educador de la
fe. Tiene que entregarse con ilusión y responsabilidad a su misión sagrada. "El catequista, dotado del
carisma del maestro, aparece como el educar básico de la fe".
El catequista debe ser consciente de que es un elegido y un enviado del mismo Jesús. En la doble
dimensión de predilecto divino y de responsable de un ministerio al servicio de los hombres, el catequista
tiene que hacerse consciente de su identidad de “llamado por Dios”.
- Es elegido y por lo tanto tiene una vocación singular. Jesús es claro: "No sois vosotros los que me
habéis elegido, soy yo quien os ha elegido a vosotros". (Jn. 15. 16).
Ser catequista es una vocación de entrega y sacrificio. La experiencia del profeta Jeremías es
reveladora:
"Recibí esta palabra del Señor:
Antes de formarte en el vientre, te escogí,
antes de que salieras del seno materno, te consagré,
te nombré profeta de los gentiles..." (Jer. 1. 5-9)
Por lo tanto, el catequista es y tiene que sentirse partícipe y colaborador de la misión de Jesús, a lo largo
del tiempo y a lo ancho de toda la tierra.
- Se siente enviado por una comunidad de hermanos para hacer a los demás participantes de la
riqueza de familia, que proviene de Jesús.
- Se siente con entusiasmo al servicio de la Palabra de Dios, que es palabra de vida y de esperanza,
de fe y de salvación, de gracia y de fraternidad.
- Sabe que es llamado por el mismo Jesús para hacer discípulos del misterio de un Dios encarnado.
Esto implica un compromiso, pero sobre todo reclama una conciencia de la propia identidad.
- Por eso el catequista sabe, o debe saber:
- * Su misión es actuar en nombre de Jesús y de su Iglesia.
- * Su labor es transmitir la verdad divina, no su propia verdad.
- * Su objetivo es sembrar una vida conforme al estilo del Evangelio.
- * Su medio es hacer vivir la experiencia religiosa cristiana.
- * Su ambiente es el de sus catequizandos, que son sus hermanos en la fe y en el amor al Señor.
PARA PENSAR:
Por todo lo dicho, es importante que el CATEQUISTA tenga claro lo que ES y lo que significa en la
Iglesia. Y esto no se consigue con unas cuantas reflexiones, sino que se precisa tiempo, serenidad,
compromiso y preparación para descubrir su identidad con Jesús.