Sainete Un Mal Paso
Sainete Un Mal Paso
ERMENEGILDA.-
¡Romualda! ¡Romualda!
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
¡Ay! ¡No me atrevo a contártelo!
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
Está bien. Te lo diré. Pero después no vayas a decir que soy una chismosa.
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
¡Ay, Dios mío! ¡¡Qué horror!! Dígame, y ella que estaba comprometida para casarse.
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
¡¡¡Así que Anacleta dio un mal paso!!! ¡Quién lo iba a creer! ¡Tan seria que parecía y resultó una
motolita!
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
¡Esa familia como que tiene mavita! ¿Te acuerdas de Manuela, la otra hija?, ¡se casó con un
patiquín de la ciudad y al poco tiempo descubrió que era del otro lado!
ROMUALDA.-
¡Qué horror!
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
Ellos dicen que está trabajando la agricultura, pero ya todo el mundo sabe que está preso.
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
Guá. ¡Dicen que se robó unos burros y los vendió como carne de ganado!
ERMENEGILDA.-
¡¡¡Ay, Dios mío!!! ¡Me siento mal! ¡¡Creo que voy a vomitar!!
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
¡Entonces yo comí carne de burro! Bastante carne que le compré cuando tenía la pesa. Una vez
le dije: Mira Pancracio, esa carne está muy dura. ¿No será carne de burro? Pues mujer, se puso
nervioso y me respondió:
“Mire Ermenegilda, déjese de esos jueguitos que no me convienen. Puede ser que esté un poco
dura, pero échele bastante candela para que vea que se pone como carne de Lapa”. ¡¡Ahora me
doy cuenta que la Lapa era yo!!
ROMUALDA.-
¡Y no se diga de la otra hija! ¿Te acuerdas? ¡Que al poco tiempo de casada el marido descubrió
que se le jugaba con el boticario!
ERMENEGILDA.-
¡Claro que me acuerdo! Pero es que los hombres también son una amenaza, mijita. Fíjate en
Fulgencia, la de los Tabate, ¡desde que el primo le hizo el daño, no pudo casarse nunca! ¡Claro!
¿Quién se va a casar con una mujer que tiene el camino… bueno… andado!
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
No lo sé, ¡pero lo voy a averiguar! ¡¡Como que me llamo Ermenegilda!! Bueno… no es que yo sea
chismosa o fisgona, pero uno tiene que interesarse en las cosas que ocurren en el pueblo. ¿No
crees?
ROMUALDA.-
¡¡Así es, mijita!! A mí no me gustan los chismes, ¡pero uno tiene el deber de preocuparse del
prójimo! Pero, dime, ¿cómo te enteraste del paso de Anacleta?
ERMENEGILDA.-
Me lo acaba de decir su prima Fulgencia, y tan pronto como me lo dijo corrí a contártelo.
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
Yo no le deseo mal a nadie, mijita, pero ¡¡se lo merecía!! La mamá le daba muy mala vida a su
marido. Y, además…
ERMENEGILDA.-
Y, además, ¿qué? Mujer.
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
Me contaron que cuando su marido estaba grave de muerte, ¡ella se veía tras el corral con el
señor cura!
ERMENEGILDA.-
FULGENCIA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
Le manda a decir mi mamá, que si tiene yodo que le preste. ¡Es para Anacleta!
ERMENEGILDA.-
FULGENCIA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
Mijita, mijita, pero si eso no se cura con yodo… ni con nada. Después que el camino está abierto
no se cierra… Ni con Piedra Lumbre.
FULGENCIA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
ERMENEGILDA.-
FULGENCIA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
¡¡Esto es el fin del mundo!! ¡¡A lo que hemos llegado!! ¡En mis tiempos no se veían esas cosas!
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
ERMENEGILDA.-
Pero, muchacha, ¿no entiendes? El hombre que le hizo el daño.
FULGENCIA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
ERMENEGILDA.-
FULGENCIA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
Mira, muchacha, tranquilízate, y cuenta con calma qué fue lo que pasó.
FULGENCIA.-
Que Anacleta estaba monada en una mata de mango, dio un mal paso, se vino abajo, cayó sobre
unas ramas y se rompió la nalga con un palo.
ROMUALDA.-
Ermenegilda, Ermenegilda. ¿Tú no dijiste que Anacleta había dado un mal paso?
ERMENEGILDA.-
¡Esta es la culpable! Pero, Fulgencia, ¿tú eres loca? ¿Tú no me dijiste que Anacleta había dado un
mal paso?
FULGENCIA.-
Sí, pero usted no me dejó terminar lo que le iba a decir y se fue corriendo. Pero, ¿qué entendió
usted, pues?
ERMENEGILDA.-
ROMUALDA.-
FULGENCIA.-
ERMENEGILDA.-
Nada malo, niña, eso, que Anacleta se cayó de una mata de mango. ¿Cómo íbamos a pensar
nada malo de una familia tan honrada y distinguida como tu familia? ¡No faltaba más!
ROMUALDA.-
ROMUALDA.-
ERMENEGILDA.-
Es que le conté lo de Anacleta a Sinforosa, a Encarnación, a Carmen Rosa y a Petra María. Adiós.
(Sale corriendo)
FULGENCIA.-
ROMUALDA.-