La Respuesta Reflejo
La Respuesta Reflejo
La Respuesta Reflejo
Hace falta, además, que consiga hacer entender esta identidad de percepción
al interesado y de un modo más convincente que por la simple afirmación. El
medio más directo y más seguro de realizar esto es la respuesta-reflejo.
(N. de la T.) “Reflejo” se refiere aquí al sustantivo derivado del verbo reflejar.
“Reflet” en francés.
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facilitar la toma de conciencia autónoma de la experiencia vivida. Sin
embargo, para terapeutas que empiezan, el uso abundante del reflejo simple
formulado en los términos del cliente puede causar a éste la impresión de un
simple eco y, a causa de ello, estropear la relación. Este tipo de conducta es
demasiado diferente del estilo habitual del interlocutor, para que no corra el
riesgo de ser sentido como extraño -sino inadecuado- por cualquiera de las
dos partes. (Puede que suceda de otro modo cuando se trata de terapeutas de
renombre; del sentimiento de competencia reconocida, si va acompañado de
humildad, puede resultar una seguridad interna tal, que el profesional pueda
contentarse con el empleo de medios verbales extremadamente simples y
sobrios. Por su parte, el cliente de tal terapeuta puede que se acomode, e
incluso que admire esta sencillez rara, mientras que esa misma sencillez
manifestada por un profesional de menos categoría podría indisponer a ese
mismo cliente. Parece innegable que esos "halo-effects" –variantes del
fenómeno de transferencia- se observan en un buen número de clientes.)
Por suerte, hay medios de ser empático sin parecer mecánico. Esta
posibilidad se deriva de una característica fundamental de la interacción
humana: que la comunicación siempre es más rica que los medios, palabras
o actos que la traducen, así como la experiencia siempre es más compleja
que su representación. Precisemos que el empobrecimiento a que nos
referimos no resulta necesariamente de una falta de talento verbal. Es
inherente, en parte, a la naturaleza discursiva del lenguaje, hasta el punto de
que no podemos decir más que una cosa a la vez mientras que podemos
sentir simultáneamente una cantidad enorme de cosas o, al menos,
múltiples facetas de una misma cosa.
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y las palabras se convierten en vehículos de un pensamiento extraño al del
que las ha emitido. De esta propiedad de la comunicación se deriva que el
terapeuta que se abre a las palabras de su interlocutor está en situación de
contestar de modo íntimamente empático, sin tener que repetir las palabras
de éste. Le basta con reflejar los elementos tácitos o inherentes a la
comunicación (elementos necesarios) o indicados por ésta (elementos
probables).
3
d) Que no es necesario guiar al cliente por medio de preguntas u otras
formas de intervención.
e) Que lo que importa son los puntos de vista del cliente, no los del
terapeuta.
f) Lo que cuenta no es tanto el problema, sino la persona, es decir, el modo
que tiene el cliente de ver y sentir el problema, en el momento presente,
etc.
4
Así, paso a paso, y en virtud de una lógica interna, el cliente puede llegar a la
conclusión de que lo que siente no es un sentimiento de desánimo (que
sigue, generalmente, a la experiencia de fracaso) sino una falta total de
confianza y de respeto hacia sí mismo, sentimiento que no se ha producido a
causa de un acontecimiento particular sino que tiene su raíz en la imagen
del yo.
Esta comprobación por parte del cliente, representa uno de los factores más
importantes del proceso terapéutico. En efecto, los problemas psicológicos se
deben, en gran medida, a una simbolización o representación defectuosa de
lo que realmente se siente. La persona que, como la señorita Vib, cuyo caso
analizaremos en el Cap. V, se siente frustrada hasta el punto de estimar
que "no hay más salida que el suicidio" -sin que los hechos justifiquen tal
sentimiento, como ella misma lo admite- es generalmente víctima de una
representación defectuosa de su situación. En efecto, para poder decir que
no hay otra salida, hay que tener la idea de una salida determinada y saber
con certeza que está cerrada. Pero lo que sucede frecuentemente -y el caso de
la señorita Vib lo confirma- no es que el individuo sepa que una meta
determinada se ha vuelto inalcanzable, sino que no tiene idea de cuál es su
meta. Este suele ser su problema. Explicarle todo esto no tiene,
generalmente, ninguna utilidad. En el momento en que sufre, el individuo
quiere tener una justificación de su sufrimiento. Lo que conviene es que el
terapeuta, en vez de probar al cliente que su problema no existe o imponerle
otra versión, acepte el problema tal como el cliente lo formula y crée las
condiciones en que dicho cliente esté en situación de percibir más
claramente sus puntos de vista sobre el problema y de corregirlos, si es el
caso. Al reflejar la comunicación manifiesta -o alguna de sus implicaciones-
el terapeuta le ofrece, precisamente, la ocasión.
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C 2. No es una cuestión del "momento presente". No se trata de un
sentimiento pasajero.
Según el caso, el terapeuta puede juzgar útil responder a estas palabras
acentuando el sentimiento al que se refieren:
T 2b. Le parece que tendrá usted ya siempre ese sentimiento. Que nunca
volverá a tener ánimo.
Es muy difícil que el cliente responda afirmativamente. Si lo hace, es seguro
que muy pronto se dará cuenta de que, en ciertas condiciones, su juicio no
es válido. (Si se trata de un caso de depresión psicótica que requiera algo
más que un tratamiento por medio de entrevistas, evidentemente, no llegará
a darse cuenta de esto. Sin embargo, en este caso, y teniendo en cuenta la
resistencia más o menos agresiva manifestada en C2, la existencia de tal
depresión es improbable).
Teniendo en cuenta que el cliente no podría refutar T2b, la percepción
de su sentimiento se precisará seguramente. Es decir, podrá intuir que la
cualidad de permanencia está unida al fracaso (suponemos, por el momento,
que se trata de un fracaso) no al sentimiento, lo cual es muy diferente. Se
podría decir que esta especificación se sobreentendía, que no es un elemento
nuevo. Esto es exacto. Pero el hecho de que este elemento periférico se lleve
al centro de la conciencia, puede modificar considerablemente el cuadro
afectivo.
Las dimensiones tácitas del ejemplo 4 se ponen más claramente de
manifiesto cuando se le modifica ligeramente:
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Todos esos aspectos, implícitos o explícitos, acuden a la mente del que
se esfuerza por escuchar en función del interlocutor, no en función de sus
propias hipótesis, necesidades o inclinaciones.
Sólo las comunicaciones expresivas del sentimiento se prestan a esta
elaboración desde dentro. El enunciado, puramente descriptivo de los hechos
materiales, como el siguiente, contiene también una comunicación que va
más allá de las palabras:
7
Entre los dibujos que ilustran la mayor parte de los
manuales de psicología de la forma (Psicología
Gestalt), están los que sirven para demostrar la
distinción entre lo que se llama la "figura" y el
"fondo" del campo de la percepción, así como las
leyes que rigen las relaciones entre estas dos partes
constitutivas de todo campo. Cualquiera que haya
seguido un curso de psicología general, reconocerá
el trazado presentado en esta figura.(hay un jarrón y
hay 2 perfiles de rostro humano)
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la percepción, en particular del sector central que corresponde a la
estructura del yo.
A medida que la interacción continúa, ciertos elementos de experiencia
que formaban parte del "fondo" vienen a integrarse en la "figura" y se
producen así modificaciones generadoras de nuevas modificaciones. Estas, a
su vez, exigen que se desprendan del fondo otros elementos y vengan a
ocupar el puesto de éstos en la figura en vías de reorganización.
Uno de los factores más importantes de este proceso es la respuesta-
reflejo. Esta respuesta tiene por efecto, o acentuar la figura tal como el
cliente la percibe -ej. 4, T 1a o darle luz por vía de contraste -ej. 8- o
modificarla ampliándola -ej. 4,T1b- o incluso invertirla (ej. 9). Pero lo que
importa hacer notar a propósito de este proceso es que la modificación de la
figura se hace a partir del interior, no bajo la influencia de fuerzas exteriores.
El terapeuta extrae los datos de su respuesta de la comunicación del cliente,
no de ninguna fuente externa a esta comunicación. La fuerza de este tipo de
respuesta consiste precisamente en esto. Su contenido pertenece a la
comunicación del sujeto, como un fondo determinado pertenece a una figura
determinada.
Veamos algunos ejemplos de este fenómeno de modificación de la
figura. Empecemos por un caso de inversión completa de la figura:
Ejemplo 8
C 1. La ciudad X (donde yo vivo) es un verdadero agujero. Entre los cien mil
habitantes que tiene, aproximadamente, no hay cuatro o cinco con los que se
pueda tener una conversación sencillamente inteligente. Y fíjese ove no digo
una conversación interesante, sino simplemente inteligente.
T. En ciertos aspectos como... el de la inteligencia... se encuentra usted
prácticamente solo en X.
En este ejemplo, el "campo" es el mismo para el terapeuta que para el
cliente. Se compone de dos elementos: X y el cliente. Sin embargo, la
organización de este campo es diferente. En las palabras del cliente, X forma
la figura y esta figura está presentada con tonos extremadamente sombríos.
En las palabras del terapeuta, es el cliente el que hace de "figura" y ésta se
desprende, necesariamente, con fuerza de la parte del campo que, para el
cliente, forma la "figura". Esta transposición permite al cliente darse cuenta
del reverso de la medalla de lo que él describe. Se le da ocasión así de tomar
conciencia de que:
1) Al hablar de los demás, está hablando de sí mismo;
2) Se presenta como un individuo excepcional, prácticamente el único dotado
de inteligencia, entre más de 100,000.
Veamos otro ejemplo muy parecido y que ofrece, además, una muestra
de la prueba a que pueden ser sometidas la empatía y la autenticidad del
terapeuta.
En cuanto a la actitud a adoptar por parte del terapeuta que es
incapaz de seguir siendo empática en situaciones como ésta, hablaremos de
ello en un artículo que estamos preparando.
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Ejemplo 9
La cliente es una estudiante no americana y se dirige a un terapeuta
que tampoco es de origen americano:
C. De acuerdo. Las mujeres americanas son, quizá, las más guapas del
mundo, aunque esto sena algo difícil de decidir. Es una cuestión de gustos. Se
cuidan mucho, hay Que reconocerlo. Pero no tienen ninguna personalidad,
ninguna individualidad. Son cabezas vacías, autómatas. Es difícil ser amiga
de ellas. No tienen nada que dar como compañeras. En este sentido, tienen un
vacío, una pobreza interior que da casi compasión.
T. Usted considera que tiene suerte de no ser americana.
Ante esta respuesta, la cliente -cuyo carácter era difícil, pero a la que
no faltaban inteligencia ni sensibilidad- quedó desconcertada. Su tono
cambió y pareció perder el hilo de su pensamiento. No se presentó a la cita
siguiente, (tres días después) pero volvió a aparecer a la otra, una semana
más tarde.
Hizo un largo análisis de los pensamientos que se habían agitado en
ella a continuación de la entrevista que acabamos de citar y de las
conclusiones a que había llegado. Declaró que su primer sentimiento hacia la
respuesta del terapeuta había sido violentamente hostil pero que, en seguida,
se había dado cuenta de que éste le había tendido sencillamente "un espejo",
como solía hacer siempre. Que no la había atacado ni le había dado una
lección. Reconocía además que había mostrado un "complejo de superioridad
grotesco" del que reconocía numerosas manifestaciones y que identificó como
la causa de muchos de sus fracasos en la vida social.
El valor de la respuesta-reflejo si se trata verdaderamente de reflejar,
no de valorar o de deformar sutilmente la comunicación de la cliente,
consiste en que su contenido no puede ser negado por el sujeto. El
sentimiento reflejado está unido a su comunicación, como lo están las dos
caras de una misma moneda. Por el hecho del carácter intrínseco del
sentimiento que refleja, esta respuesta ejerce un efecto, a la vez penetrante y
"aséptico", capaz de efectuar una toma de conciencia sin herir el sentimiento
o, al menos, sin dejar cicatrices.
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Notemos que estas categorías fueron establecidas a posteriori,
basándose en el análisis de entrevistas dirigidas por Rogers en la época en
que todavía no se daba cuenta plenamente de que había elaborado un
enfoque psicoterapéutico nuevo. Es decir, en la época en que aún no se
preocupaba en absoluto de las "técnicas". Por eso, estas categorías en vez de
constituir técnicas sistemáticamente inventadas con fines particulares,
representan formas y variaciones que la expresión verbal toma, de un modo
natural, en el interlocutor que se esfuerza por despojarse de su propio marco
de referencia, con el fin de sumergirse en el claroscuro del mundo subjetivo
del otro.
1. LA REITERACIÓN
Esta forma elemental del reflejo se dirige al contenido, estrictamente
manifiesto, de la comunicación. Generalmente, es breve y consiste en resurtir
la comunicación del cliente o en poner de manifiesto un elemento importante
o simplemente en reproducir las últimas palabras para facilitar la
continuación del relato. El reflejo simple se emplea, sobre todo, cuando la
actividad del cliente es descriptiva, es decir, cuando le falta sustancia
emocional o cuando el sentimiento está amalgamado hasta tal punto con el
contenido material, que el terapeuta daría prueba de una actitud
escrutadora, analítica, contraria a sus intenciones, si se esforzara por sacar
algún significado implícito.
Por el hecho de que representa algo así como un calco simplificado del
pensamiento del cliente, esta respuesta apenas tiene valor de elucidación
directa. Sin embargo, prepara el terreno para una toma de conciencia cada
vez mayor, ya que tiende a establecer un clima de seguridad que favorece la
disminución de las barreras defensivas del "yo" y, por tanto, también la
ampliación del campo de la percepción. Sirve pues, esencialmente, para
establecer una atmósfera de acogida y de relajamiento. Por ello, esta
respuesta se suele formular según las mismas palabras del cliente, por muy
humildes que éstas sean.
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aunque sea provisional, a su conducta "inexplicable". El efecto estimulante
de este método, también se pone de manifiesto y de un modo casi
enternecedor, en las palabras de la señora P. S., joven esquizofrénica, vista
por Rogers en una institución para enfermos mentales. Durante la primera
entrevista, esta mujer observó en dos ocasiones: "Es curioso... pero no he
dicho estas cosas a esos otros médicos" (que la habían entrevistado antes
que Rogers, empleando otros métodos). También el caso de la señora Ett, nos
muestra el efecto, en cierto modo madurador, que este tipo de conducta
"inofensiva" puede producir.
Ejemplo 10
C 85. Y además, hay otra cosa. El otro día, después de mi entrevista, me di
cuenta de algo muy curioso. Después de cada una de esas dos entrevistas,
tuve la impresión, en cierto sentido, de no haberle dejado a usted, como si la
charla siguiera... lo menos durante una hora después de haberme marchado
de aquí. estaba metida en una explicación conmigo misma y -era muy curioso-
pues sí... tenía, prácticamente, una conversación conmigo misma, diciéndome
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bueno, que la charla no cesaba después de haberla terminado. Que
continuaba. Era una experiencia realmente..., realmente interesante. Y lo que
es un hecho es que, después, me sentía verdaderamente estimulada
T 85. En cierto sentido, la entrevista se prolongó, incluso después de haberse
terminado en realidad.
C 86. Sí. Eso es. Y esto resulta algo muy extraño. Me llamaba la atención
porque, en general, después de una conversación, se vuelve uno a sus
ocupaciones y el pensamiento sigue su curso habitual. Pero cuando se trata de
estas visitas no sucede así. El otro día, al salir de aquí, me sorprendí
metiéndome en un tranvía que iba al centro, y yéndome así sola, a cenar, a lo
que saliera. Francamente no sé si es que me estoy embalando con esto (la
terapia). Espero que no sea así. Es decir, espero que no sea una reacción
superficial v Pasajera. De todos modos, figúrese que, al llegar al centro, me
sentí en calma y serena, repasando, sencillamente lo que le había dicho y
cómo me había escuchado usted. Y así, continué mi "conversación". En el
restaurante pedí cosas que no suelo tomar, ¿sabe?, cosas que me gustan pero
que engordan. Pero no me importaba (ríe). Me di un buen banquete, hablé con
la persona que estaba en la mesa de al lado y... figúrese que me puse a
imitarle a usted..., a hacer el papel de "catalizador". Lo llama usted así, ¿no?
Quiero decir..., a hacer de... agente...
T 86. ¿Catalizador?
C 87. Catalizador. Si. Claro que es eso. ¡Qué tontería! Bueno, pues de agente
catalizador y ella, en menos de veinte minutos, me contó prácticamente su
vida... y esto..., todo esto..., esta manera de actuar me dio tanto que pensar
toda la semana y estaba..., sentía algo... verdaderamente muy agradable...,
¡ehh.'..., no sé muy bien cómo explicarlo. No es que nunca hubiera sentido ese
sentimiento de bienestar.., pero hacía bastantes semanas que no lo tenía. Sólo
que la lata con ese tipo de sentimientos es que..., es que... se puede comparar
a lo que siento cuando Arnold (su marido) me anuncia que tiene que irse de
viaje..., me siento desgraciada porque sé que después de ese sentimiento
maravilloso, vuelvo a caer en la depresión.
T 87. Teme usted que se trate de una reacción pasajera.
C 88. Eso es. Sin embargo, tengo que decir que la cosa no ha ido mal esta
semana. En general, tengo ese sentimiento de... de estar en la gloria, me
siento divinamente por un momento... y una hora después todo ha cambiado.
Las respuestas del terapeuta durante este fragmento del diálogo son
perfectamente representativas de la actividad que manifestó durante las dos
entrevistas a las que se refiere la cliente. Es decir, que no tienen ningún
relieve intelectual ni ninguna originalidad propia. Reproducen, sencilla y
fielmente, alguno de los elementos que sobresalen en la comunicación
explícita.
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que sea susceptible de modificar directamente el campo de la percepción. Si
el tono de este tipo de respuestas concuerda con las palabras -que suelen
estar tomadas de las del cliente- éste muestra, de un modo casi tangible, que
el cliente y el terapeuta avanzan al unísono. El cliente se siente acompañado,
no observado por su interlocutor y esto le da la tranquilidad y la seguridad
necesaria para adoptar su papel de un modo espontáneo. Así, esta forma
elemental del reflejo representa, bajo un exterior insignificante, el
instrumento principal para crear la atmósfera de relajación necesaria para la
activación de las fuerzas de crecimiento y de autonomía.
Ejemplo 11
Niño 1: Todos los chicos de mi clase tienen bicicleta.
Padre 1: Es decir, que tú eres el único que no tienes bicicleta.
N 2. Sí. El único.
P 2. Eso no te gusta mucho, ¿eh?
N 3. No. No me gusta nada.
P 3. Lo entiendo muy bien, Jean-Jean.
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N 4. Y van a dar paseos después de clase y se divierten..., y cuentan todo lo
que han hecho y lo que se han divertido.
P 4. Y eso te parece un poco triste, ¿no?
N 5. Si (pausa). Y dicen.- "¿Por qué tu padre no te compra una bici?"
P 5. Dicen eso.
N 6. Si.
P 6. ¡Humm! (pausa).
N 7. ¿Yo no podría tener una bicicleta., como los demás?
P 7. Ya sé, hijito, que te gustaría mucho tener una bicicleta. Y a mi me gustaría
regalarte una. Pero en este momento no puedo comprártela. Necesitamos, por
el momento, muchas otras cosas. Cosas que nos son necesarias a todos, y a ti
también. ¿Comprendes?
N 8. ¡Hummm! (pausa). Pero yo querría tener una bicicleta... ¿No podríamos
comprarla ahora e irla pagando poco a poco?
P 8. ¡Hombre, ya conoces las compras a plazos! Si, hijo. Se podría comprar
ahora la bicicleta y pagarla después. Pero papá y mamá no compran a crédito
más que cuando es verdaderamente necesario. No creemos que sea una buena
idea comprar todo lo que se quiere, cuando no se tiene dinero para ello. Eso de
pagar después no es sencillo. Ya lo verás cuando seas mayor (pausa). Pero
entiendo muy bien que, entre tanto, eso no te solucione mucho, y que te dé
pena no tener una bicicleta en seguida. Sabes muy bien que yo te la regalaría
si tuviera dinero, ¿verdad?
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sobre él y tratar de justificar o refutar los comentarios de los demás a su
respecto. Se contenta con seguir tranquilamente la trama de la conversación,
reiterando una parte de la comunicación del niño y ofreciéndole con ello una
ocasión de irse ejerciendo en expresar las cosas difíciles de decir. En P7,
termina el paralelismo propiamente dicho entre la conducta del padre y la del
terapeuta.
Sin embargo, la actitud del padre sigue siendo conforme a los principios
rogerianos de las relaciones humanas, adaptadas ala situación padre-hijo-
Así vemos que en P7, su negación va precedida de un testimonio de
comprensión y de participación en los sentimientos del hijo. En P8, toma
una posición firme ante la sugerencia del niño pero sin dejar de reconocer la
precocidad de su hijo en relación con la "solución" de problemas financieros;
y lo hace con una explicación realista. Notemos que su explicación no es
defensiva. No se refugia en el pretexto de que le es imposible satisfacer el
deseo del niño. Admite que no desea satisfacerlo en las condiciones actuales.
Es decir, toma la responsabilidad de su negativa, franca y sencillamente. Por
fin en P9, indica que comprende la decepción que su negativa causará al
niño y termina recordándole las buenas relaciones que les unen.
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El enfoque adoptado por el padre en este ejemplo es constructivo por el
hecho de centrarse en el nudo del problema y de dejar de lado los elementos
contingentes. Y ese "nudo" no es la bicicleta o lo que los otros niños poseen o
dicen. Como todo padre sabe muy bien, una vez que la necesidad de la
bicicleta hubiera quedado satisfecha, se manifestaría otra necesidad. El nudo
del problema es el sentimiento del niño respecto de su situación. Por ello, las
respuestas del padre expresan una consideración constante hacia estos
sentimientos. De modo indirecto, sus respuestas indican que los
sentimientos del niño son comprensibles, que son dignos de atención y de
consideración y que no se dejarían insatisfechos si no hubiera una razón
poderosa. Por eso, creemos que la discusión de los problemas -incluso con
una solución negativa- lejos de enfriar las relaciones entre las partes, puede
consolidarlas si da ocasión a los interesados de tomar conciencia de los
atributos de tales relaciones: la libertad, por ambas partes, para pedir y para
negar; el respeto mutuo, el deseo de comprenderse el uno al otro. Aunque
ciertas necesidades particulares del sujeto queden insatisfechas, la
frustración ocasionada por este hecho tendría su contrapeso en la
satisfacción de la necesidad más fundamental: la de sentirse una persona de
valor, digna de atención y de respeto, y ser reconocida como tal por los que
ocupan un puesto importante en la economía afectiva.
Insistamos, sin embargo, en que el enfoque del padre, por terapéutico que
sea, no es representativo, desde el principio hasta el fin, de la interacción que
tiene lugar entre el terapeuta y el cliente. El terapeuta no da explicaciones
como en P6 y P7, excepto en algunos casos que no describiremos aquí. 2
Tampoco el terapeuta hace intervenir sus propios sentimientos, excepto
también, en casos especiales que indicaremos más adelante.
Ejemplo 12
C. ¡Ehh! ... ¿Usted es creyente?..., quiero decir... ¿Cree usted en... la religión?
En su forma, estas palabras representan una pregunta que trata de
obtener una simple información. En cierto sentido, completamente
2
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secundario, eso es lo que la pregunta significa. Pero su significado personal
es de orden emocional. Esta pregunta no está inspirada por el interés de la
cliente por el terapeuta. La falta de calor en la relación que había entre ellos
en ese momento del proceso hace inverosímil tal suposición. Tampoco está
inspirada por la curiosidad, ya que la cliente está demasiado deprimida y
absorbida por sus cosas para preocuparse por el terapeuta y por sus valores.
El contexto de la relación y de la conducta no verbal -tono de voz, expresión
de la cara- de la cliente, sugieren que su "pregunta" es una manifestación de
inseguridad, de temor de no ser comprendida, de no encontrar el respeto
necesario para poder expresar sentimientos profundos. Por eso, el terapeuta
dirige su respuesta al significado emocional:
T. ¿Quiere usted decir que... sin ser creyente... no podría comprender lo que
iba a decirme?
La cliente, olvidando su pregunta y quizá agradablemente sorprendida y
tranquilizada a la vez, al comprobar que el terapeuta es capaz de adivinar el
sentimiento que motivaba sus palabras y de reflejárselo de un modo que le
resulta fácil admitirlo, se lanza, al fin, a expresar el obstáculo que impedía el
desarrollo de una actitud de confianza hacia el terapeuta:
C. Pues... no sé. Suele suceder que la Gente como usted... en fin..., como mi
marido y su círculo no son creyentes.
T. Y... muchas veces... estima que vale más guardar para usted ciertas cosas
que le importan verdaderamente... por las que siente una cierta... reverencia,
como pasa con las cuestiones religiosas.
C. Sí. No sirve (el hablar) más que para parecer estúpida o para quedar
aislada.
T. Es un sentimiento que parece resultarle familiar.
C. Es el pan de cada día.
T. Un pan un poco amargo... y que se lo proporcionan a usted su marido y
su círculo de amigos, si no me equivoco.
Estas últimas palabras, directamente articuladas sobre el sentimiento de la
cliente, forman, por decirlo así, un trampolín desde el que ella se puede
lanzar, de modo natural, a una explicación más completa. Pues la persona
reticente, temerosa e incluso desconfiada que, como la señora Nor, tiene
tendencia a "matar el tiempo" hablando de cosas inofensivas, en general está
deseando abandonar esta vía defensiva y meterse en la discusión de
cuestiones, dolorosas quizá, pero que le preocupan intensamente. Sin
embargo, no sabiendo cómo abordar estas cuestiones de modo ventajoso, es
decir, de modo que se le haga justicia y estando demasiado deprimida para
tomar la iniciativa, se queda silenciosa y evasiva. Cuando, de repente, la vía
parece abrirse espontáneamente, se mete en ella con gusto y, quizá, con más
provecho que si se hubiera preparado. A partir del momento en que el
terapeuta se muestra capaz de captar el sentimiento vivido, aunque no
expresado de modo manifiesto, la relación y el proceso toman un giro más
constructivo.
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Ciertos lectores pensarán, quizá, que sería más terapéutico aprovechar
ocasiones como las que se dan en Cl para explicitar el sentimiento del sujeto
hacia el terapeuta. Es decir, que sería preferible no limitar la aclaración a un
aspecto determinado de la personalidad del terapeuta, en este caso, sus
convicciones religiosas.
Veamos, por medio del role play cuál hubiera podido ser el desarrollo del
diálogo, si la respuesta se hubiera dirigido más directamente a la actitud de
la cliente hacia el terapeuta.
Para mostrar hasta qué punto una pregunta de este tipo está poco orientada
a la obtención de datos externos, añadiremos que la cliente ya no volvió a
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hacer alusión a su pregunta hasta el final de su terapia y entonces se refirió
a ello en un tono más bien divertido:
C. A propósito, ¡seguimos sin dejar claro si es usted creyente!
T. ¿Sigue planteándose esa pregunta? ¡Humm!
C. Realmente, no. Ahora ya no. Me he dado cuenta de que ése es un "problema
de usted" (expresado de un modo humorístico).
Ejemplo 13
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C 5. ¿Hay alguna razón para creer que lo que vende un librero como R... no es
representativo de este terreno?
T 5. ¡Hmm! Usted no ve ninguna razón.
C 6. Si lo que se vende en una librería universitaria no es representativo,
dígame dónde se venden las obras representativas.
T 6. Si esos libros no son una muestra representativa, ¿Dónde hay que buscar
las muestras representativas?
C 7. Absolutamente.
T 7. Es una cuestión sobre la que se ha documentado usted suficientemente
como para no tener ninguna duda.
C 8. En fin, yo no soy especialista en la materia. Pero lo que me llama la
atención es que cada vez, pero cada vez que cae en mis manos un libro de
psicología o de psicoanálisis, está lleno de referencias, de alusiones, de
ataques velados contra las concepciones morales tradicionales.
T 8. En cualquier cosa que cae en sus manos, encuentra usted siempre esta
misma tendencia subversiva.
C 9. Absolutamente.
T 9. ¡Hmmm!
C10. Evidentemente, comprendo que usted no vea las cosas del mismo modo.
Siendo psicólogo, quizá usted no ve ataques donde los veo yo. Se comprende.
El hecho de pertenecer a este campo tiene que influir, evidentemente, su punto
de vista. Porque, en fin, hay que reconocer que todos somos, en cierto modo,
prisioneros de nuestro campo de especialización. Entiéndame bien. Yo no
quiero decir que usted personalmente -sus teorías o sus escritos- sean
subversivos.
T10. Usted no me cuenta entre los autores o... agentes más o menos
subversivos. Pero encuentra que, al fin y al cabo, no puedo evitar la influencia
de mi especialidad. Que el que se encuentra dentro del círculo es menos capaz
de reconocer tales cosas.
C11. Ah, eso desde luego. Es difícil que pueda usted sustraerse al efecto... al
clima que reina en su profesión.
T 11. Es decir, usted encuentra que el que no pertenece a la especialidad está
mejor situado para juzgar la cuestión.
C 12. Desde ciertos puntos de vista, sí. Aunque no desde todos.
Evidentemente, no. Desde el punto de vista técnico, yo admito que no tengo
ninguna competencia.
T 12. Pero desde otros puntos de vista, encuentra usted que está mejor
situado.
C 13. Lo pienso. Desde luego.
T 13. ¡Hmmm!
Pausa.
C 14. Me doy cuenta de que he sido terriblemente pretencioso al afirmar esto.
Pero, a pesar de todo, pienso que es un hecho.
T14. No le gusta a usted parecer pretencioso, pero estima que se trata,
indudablemente, de hechos.
21
C 15. Indudablemente. Desde luego, como acabo de decir, habrá gente que no
opine lo mismo. Eso es inevitable.
T 15. Que diferentes personas puedan ver la cuestión de un modo diferente.
C 16. Cierta gente no verá nada malo en esto. Al contrario. Encontrarán en ello
lo que buscan. La justificación de su conducta.
T 16. Los que son.., es decir, las personas no recomendables sólo verán cosas
naturales.
Pausa.
C 17. Yo no digo que cualquiera que no vea esos libros como los veo yo sea
necesariamente una persona no recomendable.
T 17. No es exactamente el nombre que usted le daría.
C 18. No sé exactamente cómo los calificaría. Desde luego, no todos los que
leen y a los que les gusta este tipo de libros, están corrompidos. Ni siquiera
-necesariamente- todos los que los escriben.
T 18. ¡Hmmm!
C 19. Como casi todo el mundo, son... ingenuos, supongo. Ignorantes,
incapaces de pensar en términos de principios. No ven las implicaciones de lo
que dicen o creen. No es por maldad. Pero se dejan arrastrar como borregos.
Eso es lo que explica la catástrofe moral a que asistimos.
T 19. Cuando observa usted el panorama contemporáneo, encuentra que está
realmente, poblado de personas crédulas, ignorantes, superficiales... y
algunas, quizá... peores.
C 20. Pero no cro que eso se limite a la actualidad. Creo que ha pasado así
siempre.
T 20. ¡Hmmm! Los buenos... los justos han sido siempre pocos.
C 21. Los menos.
T 21. ¡Hmmm!
C 22. Evidentemente, sería presuntuoso creer que se pertenece a esos pocos.
Eso está claro.
T 22. A usted no le gustaría parecer presuntuoso... Pero si no me equivoco, no
puede evitar el contarse entre esos pocos.
C 23. Muy bien, doctor. Muy bien. Ya veo que me he metido en un dilema.
T 23. Un dilema.
C 24. Si digo “si”, soy presuntuoso. Si digo “no”, me contradigo a mí mismo y
resulto absurdo.
T 24. Le sería difícil escoger entre esos dos males.
C 25. Bueno, supongo que ... puedo encontrar una salida.
T 25. ¡Hmmm!
C 26. No sé si es una solución. Pero me temo que sea una conclusión. Una
conclusión correcta, probablemente. Soy, probablemente, pretencioso. Sin
quererlo, seguramente. Sin darme cuenta, plenamente cuenta.
T 26. Es una conclusión dura... pero...
C 27. ¡Qué más da!
T 27. Encuentra que es difícil escapar a tal conclusión.
22
C 28. No tengo el menor deseo de escaparme. Quiero mirar mis equivocaciones
de frente. Estoy completamente dispuesto a reconocerlas. A lo que me opongo
es a reconocer cosas que no lo son. Que son equivocaciones de los demás.
(Pausa.) Bueno, ésa es quizá una de mis equivocaciones... Lo que indispone a
mis jefes, a mis compañrRos. Parezco presuntuoso, ¡y lo soy!
T 28. Le parece que ...ése es, en cierto sentido, un descubrimiento-clave sobre
usted mismo. Algo de lo que usted no se había dado cuenta plenamente.
C 29. Sí...es decir, que... es una cuestión-clave, un problema-clave. No
exactamente un descubrimiento. En cierto modo...inconsciente... en fin, no
completamente inconsciente –no me daría cuenta si no hubiera tenido una
cierta consciencia- en cierto modo he sabido siempre que yo tenía nececidad de
afirmarme, de dominar, de ser mejor que los demás, “el primero de la clase”
¿sabe?. Siempre he tenido esa necesidad. Como cuando estaba en el colegio
-donde todo era cuestión de memoria y de disciplina- no realmente de
disciplina, digamos más bien de una cierta disciplina, de la adhesión a las
reglas establecidas. ¡Y ahora.'... Estoy muy lejos de ser el primero. El primero
de los fracasados, sí. No me encontraría aquí, si no fuera así. Y esto es
probablemente lo que me hace ser tan... crítico, casi cáustico algunas veces.
Por ejemplo, el otro día una buena mujer recorría mi barrio haciendo una
petición para instalar una piscina en el colegio de enseñanza media. Pues en
seguida tuve una buena agarrada con esa mujer a la que no había visto nunca
y a la que quizá no volveré a ver jamás. ¡Y todo por una piscina! ¿Se da
cuenta? Y que conste que no fue por miedo de que aumentaran los impuestos.
Sólo los pagarían los propietarios. Además, aunque la cuestión de los
impuestos cambiara, es bastante poco probable que nosotros sigamos viviendo
en el barrio cuando se instale la piscina.
T 29. ¡Hmmm!... Tiene usted una impresión clara de que hay cierta relación
entre, por una parte, su actitud crítica, su necesidad de ser "el primero de la
clase", su necesidad de afirmarse y... por otra parte, sus dificultades con sus
jefes.
C 30. Sí, eso está claro. Se ha vuelto una costumbre, una obsesión. Antes de
que haya podido darme cuenta, ya estoy lanzado a algún ataque más o
menos directo o indirecto. Por otra parte, ¿Qué es lo que acabo de hacer
durante toda esta entrevista? Bueno, veo que es la hora. En vez de tratar de
mi caso, de mis problemas, de mi personalidad, ¿Qué es lo que hago?. Me
lanzo a un ataque tonto contra la psicología. Ni siquiera contra los psicólogos, o
contra un psicólogo determinado, sino contra todo ese campo. Y todo esto,
delante de un representante de la profesión. A propósito, usted ha estado
formidable (levantándose). Lo que... lo que es curioso, es que me estaba dando
cuenta a todo lo largo de esta discusión de que me estaba portando como un...
grosero. Pero no podía pararme. Ha llegado a ser una obsesión. Es como si se
hubiera automatizado (en la puerta). Pero ¿sabe?, ésa es mi opinión en lo que
se refiere a la psicología. Bueno, dejémoslo. No tiene importancia. Hasta el
jueves.
23
El progreso o, al menos, el movimiento realizado durante el diálogo
precedente, parece indudable. Creemos que lo que explica este progreso es el
hecho de que cada respuesta refleja fiel y respetuosamente un elemento
significativo de la comunicación del cliente. El significado es inherente a la
comunicación hasta tal punto, que el cliente es incapaz de negarlo.
24
cliente se da muy bien cuenta, tal acción lo levanta por encima de la
mezquindad y ese conocimiento le compensa de la humillación que lleva
consigo el hecho de admitir las deficiencias personales.
Ejemplo 14
C 1. Volviendo a nuestra discusión del jueves pasado, yo me daba perfecta
cuenta de que estaba haciendo el tonto -que afirmaba cosas sobre un tema
que, en realidad, me es desconocido-. Aunque, durante estos últimos años, he
leído bastantes libros de psicología y de ciencias sociales. Pero, a pesar de
todo esto, no tengo ninguna... ninguna autoridad en este campo. Hice dos años
de filosofía y letras, pero eso es otra cosa. Era sobre todo filosofía clásica. Y
me daba cuenta, durante la entrevista, que exponía afirmaciones que... bueno,
expresaba una opinión, nada más (riendo). A propósito, sigo creyendo en ellas.
Pero el hecho de que... yo dogmatizaba, en cierto sentido, es... en fin, me daba
cuenta de que era ridículo. Porque, en resumidas cuentas, era casi un modo de
criticarle a usted o de desafiarle. Y sabía bien que no tiene ningún sentido
desafiarle, porque no tengo ningún motivo para ello y además (riendo) usted
nunca recoge el guante. No es su método. Desde el primer momento me di
cuenta.
T 1. Se sorprende usted haciendo o diciendo cosas que no querría hacer o
decir..., pero no es capaz de detenerse, de corregirse o de dar marcha atrás
25
C 3. En algún momento, sí. Me parece... Pero, después de pensarlo, supongo
que es lo mejor que se puede hacer cuando la gente se pone pesada. Darles la
razón.
T 3. ¡Hmmm! Tuvo la impresión de que era eso lo que yo hacia: darle la razón
y dejarle ponerse pesado.
C 4. ¡Ehhh!..., sí. Sí y no. No quiero decir que hubiera nada de ofensivo en su
actitud. No. No quiero decir que usted dice que yo me ponía pesado. Decía esto
refiriéndome a mi mismo. No. Lo que quería decir era esto. Usted no me daba
exactamente la razón. Pero tampoco me contradecía. Y esto es tan raro que..,
bueno, es sospechoso. Cuando la gente dice tonteras, es natural
contradecirles. En fin, hacer notar nuestro desacuerdo de alguna manera. Y
como usted no lo hacía, tenía un poco la mosca detrás de la oreja.
T 4. Eso le parecía sospechoso. No completamente natural.
C 5. Eso es. Sí. O, más bien, eso me hubiera parecido falto de naturalidad en
cualquier otra ocasión o, al menos, con cualquier otra persona. Cuando la
gente nos da continuamente la razón... hay que desconfiar. Quiere decir que
nos tratan como a críos. Que se burlan.
T 5. ¡Hmmm! Tiene usted la impresión de que, en general, hay que desconfiar
de esta... conducta. Pero, en este caso, le parece a usted natural..., sincera.
C 6. Si. En realidad, me extraña ser capaz de creer que es sincera. Esto me
sucede raramente. Más bien nunca. Confieso que, a veces, me pregunto (ríe) si
es usted siempre así..., quiero decir, en su casa, con sus amigos.
T 6. No sabe usted si se trata de una técnica o si es posible ser así... siempre.
C 7. Supongo que tiene que haber de todo esto un cierto factor... técnico. En
fin, una cierta habilidad que se adquiere con la práctica. Pero hay más que
eso. Es, quizá, una cuestión de temperamento. Me parece que... (El cliente se
lanza a una larga disertación -lo que prueba que ha reflexionado sobre la
cuestión- que, en conjunto, recoge muy bien la corriente de pensamiento que
inspira esta terapia).
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La "lógica" de esta conducta parece ser la siguiente: Sabemos que la
frustración tiende a dar lugar a la agresividad. Como el individuo neurótico
es incapaz de obtener la satisfacción necesaria para su buen funcionamiento,
se encuentra en un estado de frustración crónica. Es decir, tiene tendencia a
la agresividad: manifiesta o disfrazada; hacia sí mismo o hacia los demás.
Con el fin de proteger la imagen de su yo contra la inclusión del atributo
"tengo un carácter agresivo", el individuo neurótico provoca la oposición de
los demás para tener una ocasión "legítima" de expresar los impulsos
agresivos y hostiles que se agitan en él. Uno de los medios de provocación es
expresar opiniones extremas o de desafío. Como esta conducta no origina los
resultados habituales cuando se trata del terapeuta, el cliente no tiene
ocasión de lanzarse al ataque al que le dispone su estado de frustración. En
vez de expresarse en reacciones emocionales estériles, el impulso agresivo se
orienta hacia el sujeto mismo o, más bien, hacia el contenido de sus
afirmaciones tal como el terapeuta se las refleja. Reorientada así, esta
agresividad se transforma en autocrítica constructiva.
Pero, insistamos una última vez, en que la condición de este fenómeno reside
en la autenticidad de la empatía y del respeto del interlocutor. Pues el cliente
puede someter a éste a numerosos sondeos y "tests de veracidad" antes de
renunciar a sus tácticas.
Ejemplo 15
27
grosero. En fin, con el pretexto de que su decisión depende del arreglo más o
menos favorable que encontremos para los asuntos de tipo práctico, quiere
conseguir que yo decida ciertas cosas o que le aconseje, es decir, que tome la
responsabilidad de esta decisión. Entonces yo le he dicho (la cliente adopta
una voz llena de calma y mesurada, un poco como la de su terapeuta):
"Comprendo muy bien que te sea difícil tomar esta decisión. Pero me parece
que si verdaderamente vieras claro en ti mismo, en fin, si supieras
verdaderamente lo que quieres, en el fondo, verías al mismo tiempo las
soluciones de todas las cuestiones prácticas".
Esta respuesta, aunque no es directamente del tipo del reflejo, se inspira, sin
embargo, en los principios rogerianos, en el sentido de que da prueba de una
cierta comprensión de sentimientos muy diferentes de los propios así como
de un respeto y de una responsabilidad que se expresan, por una parte, en la
voluntad de acomodarse a ciertas decisiones de los demás y, por otra, en la
negativa a encargarse de ejecutar decisiones que no son las propias. En una
palabra, da pruebas de una actitud que no se opone a las necesidades de los
demás pero que sí se opone a dejarse manipular por los demás. En fin, esta
actitud se inspira en los principios rogerianos, en el sentido de que reconoce
la importancia de los sentimientos, es decir, de los elementos profundamente
personales de ciertas conductas. En particular de las decisiones graves.
3. LA ELUCIDACIÓN
28
A causa de este matiz intelectual, el empleo de la elucidación suele ejercer un
atractivo más fuerte que las otras formas del reflejo, sobre todo para los que
empiezan en la profesión que, generalmente, tienen un gran deseo de afirmar
su inteligencia y están animados de una gran fe en los medios intelectuales.
Además este tipo de respuesta suele también suscitar un interés más vivo en
el cliente porque le parece más activo, más "interesante", más sustancial e
indicativo de la competencia del terapeuta. La consecuencia es que puede
fomentar la tendencia a la dependencia o, si se prefiere, a la transferencia,
característica del neurótico. Esta es una de las razones principales por las
que el terapeuta rogeriano formado, evita responder de este modo.
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"Si no me equivoco...",
"Si es eso lo que usted quiere decir...",
"Dígamelo si me equivoco...",
"No sé si lo capto correctamente...",
"No sé si lo entiendo muy bien en este momento...", etc.
Del mismo modo, cada uno de los tres pasajes que vamos a transcribir,
sacados del mismo caso, contienen una respuesta, más o menos típica de
esta variedad de reflejo. Estos ejemplos están sacados de la 11ª, 13ª y 17ª,
entrevista del señor Nyl.
Ejemplo 16
30
tengo por qué tenerlos en cuenta. Si no me invitan, así no tengo que invitarles
yo tampoco. ¡Menos complicaciones!
T 1. No estoy muy seguro de captar bien lo que usted quiere expresar. Quiere
usted decir que las relaciones entre usted y ellos –por malas que sean- son, en
el fondo... ¿lo que usted desea que sean?... o se trata, más bien, de una
situación que le resulta penosa, hasta el punto de que tiene usted que
protegerse, en cierto modo, "blindarse" contra los sentimientos que ellos
parecen tener hacia usted... no veo muy bien...
Ejemplo 17
Ejemplo 18
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T 4. O que pueda dejar indiferente.
C 5. Eso, depende. Si no es más que un espectador, supongo que la cosa no
importaría mucho. Pero yo no soy un espectador frío. Por parte de esta
situación. Me toca. Ahí está el nudo del problema.
T 5. Ahí está el nudo del problema. No es el modo de actuar de él.., es el hecho
de que ese modo, en cierto sentido, le alcanza a usted desfavorablemente...; le
disminuye. ¿Es esto?
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